Altares

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Los altares de muerto son una tradición mexicana fascinante.

Tradicionalmente, el altar de muertos es un homenaje físico a los difuntos

montado por sus seres queridos. Adornados con flores, velas encendidas y

símbolos religiosos, suelen llevar una ofrenda de alimentos y objetos que

gustaban o pertenecían al fallecido. En México, la forma, contenido y estilo

de los altares varía de un lugar a otro. Estos son los lugares en donde

encontrarás los altares de muerto más espectaculares del país:

1.- Oaxaca:

Una Mágica tradición: Altares de Muertos

Los días de muertos, el 31 de octubre, primero y segundo de noviembre se


viven en Oaxaca entre olores de flores de cempasúchil y cresta de gallo,
mercados con cañas, jícamas, mandarinas, cacahuates, chocolate, mole,
mezcal, cerveza, copal, montañas de pan de muerto y altares.

El arreglo del altar es cuestión familiar, pretexto excepcional para reunir a


los integrantes de la familia y agasajar a los que ya se fueron con lo que
disfrutaban más en vida. Las señoras se encargan de escoger las flores más
frescas y bellas, el pan de mejor calidad, el mole que el difunto degustaba
con más fervor y apetito. La familia coloca una mesa en algún sitio del hogar,
se forma un arco con cañas, portal del inframundo por donde regresarán en
este día tan especial los difuntos, y que también sirve como marco para
colocar fotos, colgar fruta, imágenes religiosas y cruces o crucifijos.
Algunos altares tienen varios niveles donde se colocan las ofrendas, las
velas, la comida, las bebidas y la vasija para el copal que se sitúa en el
séptimo nivel y que purifica y al mismo tiempo, guía al difunto en su regreso
a la tierra. Un altar con dos niveles representa el cielo y la tierra; uno con
tres niveles el cielo, el purgatorio y la tierra; el de siete niveles simboliza
los siete niveles para llegar al cielo. Recientemente se han sumado al arreglo
de algunos altares las calaveras en papel que creó Francisco Posada y que
agregan el cómico y picaresco punto de vista de los mexicanos hacia la
muerte.

El altar de muertos debe ser aderezado ricamente, la visita del familiar


difunto lo vale, sería una grosería ofrecer al viajante del más allá un altar
precariamente conformado. Los mixes, autollamados “Los no conquistados”
creen que si un altar no es ricamente decorado, el familiar difunto notará
que el anfitrión se encuentra en precarias condiciones de vida y vendrá por
él a los tres años.

Es tiempo de fiesta, tiempo de gastar, tiempo de abrirse y abrir la brecha


con el mundo espiritual, tiempo de ver nuevamente a los que se fueron,
tiempo de fijar un espacio especial en casa, un espacio con olor a copal y el
ondulante movimiento de la luz de las velas, un espacio colorido y alegre que
contrarresta la tristeza de la pérdida del familiar y, que al mismo tiempo,
nos confirma que seremos recordados y recibidos una vez al año de la misma
manera en un futuro.

La fiesta de los muertos en la tradición mexicana es una celebración a la


propia muerte como figura.

Cada año, de acuerdo con el calendario católico, los días con los que
comienza el mes de noviembre se convierten en un ritual de antecedentes
prehispánicos en el que se levantan altares para honrar a los santos
difuntos. Se pone la mesa para recibir la presencia inasible de quienes
ocuparon un lugar en el mundo de los vivos y que ahora toman forma en
esencias, alimentos, bálsamos y elementos que los traen de vuelta.

La mesa puesta es la ofrenda, una práctica extendida desde que en el


México prehispánico se rendía culto a los difuntos con rituales mortuorios
destinados a encaminar su alma hacia el lugar de la muerte que les
correspondía: Mictlán o Tlalocan.

La ofrenda es la manifestación de las ideas de los antiguos mexicanos sobre


la permanencia de los lazos que se mantenían con los difuntos, los que no
abandonan del todo este plano y conviven con los vivos. Para los antiguos
pueblos indígenas de México, y hasta ahora, la muerte es vida y
trascendencia que se traduce en rituales como las ofrendas de día de
muertos.

La ofrenda comprende una práctica sagrada en la que las dádivas se


representan a través del pan, la sal, la fruta, el agua, el vino y el alimento
preferido del difunto. Se pueden enriquecer según la tradición de la región,
comunidad o familia e incluir otros elementos que personalicen el acto. La
ofrenda es, entonces, el reencuentro con un ritual que convoca a la memoria
para dialogar con el recuerdo de los muertos.

Desde otro punto, la ofrenda es la fusión del viejo y el nuevo mundo que
permitió la integración cultural de las costumbres europeas (flores,
veladoras) y las tradiciones indígenas (copal, flor de cempasúchil y
elementos naturales).

Entre los elementos imprescindibles que debe contener una ofrenda están:

El agua. Fuente de vida. Después del recorrido que han transitado las
ánimas, se ofrece el líquido para mitigar su sed y fortalecer su regreso.

La sal. Como elemento purificador ayuda a que el cuerpo no se corrompa y se


mantenga en condiciones para su viaje de vuelta y su próxima venida.

Velas/veladoras. Las velas simbolizan la luz que guía a las ánimas en su visita
y de vuelta a su morada. La flama simboliza la luz, la fe y la esperanza; en el
México antiguo se utilizaban rajas de ocote, las que se intercambiaron por
veladoras o cirios. En la tradición indígena cada vela representa a un
difunto, y su color dependerá de la condición de la familia: los cirios
morados son señal de duelo.

Copal e incienso. El copal es para los indígenas lo que el incienso para los
españoles. Con la fragancia que despiden, se cree, se limpia el lugar de la
ofrenda de los malos espíritus para que el alma pueda entrar sin ningún
riesgo.

Las flores. La flor representativa de la festividad es la de cempasúchil. En


el pasado se creía que esta flor tenía propiedades curativas, sin embargo
ahora sólo se utiliza para adornar y aromatizar, algunas veces se deshoja
para hacer caminos de pétalos que guíen al difunto del cementerio a la
ofrenda, y de regreso.

El petate. Se coloca ya sea para que las ánimas descansen o sobre la mesa
para colocar los elementos de la ofrenda.

El pan. Uno de los elementos indispensables del altar es el pan, símbolo de


fraternidad reconocido como “el cuerpo de Cristo”.

Un retrato. Se cree que la imagen debe permanecer escondida para que sólo
pueda verse con un espejo, una manera de explicar que el difunto está pero
ya no existe.

El mole, las calaveras de azúcar, el licor, una cruz de ceniza y papel picado
se colocan para que con sus aromas, colores y recuerdos se complete la
mesa y escenografía en cada hogar.
Ofrenda de Yalálag, Oaxaca. Pueblo indígena Zapoteco de la Sierra Norte

Los zapotecos son el pueblo indígena más numeroso de Oaxaca. En Yalálag la


tradición dicta visitar el panteón días antes de la celebración del Día de
muertos; al lugar acude toda la familia para limpiar la tumba e invitar a los
muertos a que regresen al pueblo en la fecha indicada.

La ofrenda se coloca entre el 30 y 31 de octubre y se compone de caña, flor


amarilla, pan con forma humana, mezcal con gusano y tamales de frijol
envueltos en hoja de maíz. El 1º y 2 de noviembre se recibe a los niños y a
los antepasados, respectivamente. Los días 3 y 4 de noviembre se acompaña
a los muertos de vuelta al panteón y se les ofrece una disculpa si hubo una
mala atención.

En muchos lugares de México se acostumbra levantar ofrendas de siete,


tres o dos niveles, cada uno con un significado diferente. Se dice que éstos
dependen del número de ofrendas que se le han dedicado al occiso. Otras
versiones afirman que cada nivel simboliza algo distinto; por ejemplo, el
primero (en algunos casos un primer escalón y en otros el piso) lleva
elementos referentes a la tierra como frutos o un petate, mientras que en
el último se coloca el retrato del difunto para simbolizar el lugar donde se
encuentra: el cielo. Los niveles se pueden realizar con cajas resistentes,
mesas, tablas, entre otros materiales.

2.- Michoacán:

Un elemento fundamental de la celebración del Día de Muertos en México


es el Altar que se instala en honor a los familiares fallecidos o personajes
ilustres. Consiste en una construcción simbólica de varias plataformas en
donde se colocan ofrendas florales, alimentos y bebidas para rendir tributo
a los difuntos.

El altar de muertos contemporáneo es el resultado de la combinación de las


creencias religiosas de las culturas mesoamericanas y las creencias
religiosas europeas traídas por los conquistadores y misioneros que llegaron
con la conquista de América.

El altar de muertos varía en algunas regiones según la idiosincrasia y la


cosmovisión de las diferentes culturas. Los diferentes niveles que
conforman el altar representan el mundo material e inmaterial o los
diferentes niveles que se deben de cruzar para llegar al descanso eterno.
De acuerdo con esto existen los altares de dos niveles que son una
representación del cielo y la tierra; los de tres niveles representan el cielo,
la tierra y el inframundo; también existe el de siete niveles que representa
los siete niveles que debe atravesar el alma para poder llegar al descanso o
paz espiritual.

Para los antiguos mesoamericanos, la muerte no tenía las connotaciones


morales de la religión católica, en la que las ideas de infierno y paraíso
sirven para castigar o premiar. En diferentes culturas, particularmente en
la azteca, se creía que existía un proceso para morir. En la cosmovisión
azteca el alma de una persona debía pasar ocho niveles en el Mictlan, el
inframundo para aquellos que morían de forma natural, cada uno
representaba una prueba para llegar al noveno nivel en el que se llegaba ante
Mictlantecuhtli y su esposa Mictecacíhuatl, llegando al descanso eterno.

Elementos del Altar de Muertos

Cada uno de los elementos que conforman el altar de muertos, aunque


muchos discrepan entre un significado, encierra su propia historia, tradición
y misticismo. Entre los elementos más característicos del altar de muertos
tradicional se encuentran los siguientes.

Papel picado

El papel picado de color morado (luto cristiano) y de color naranja (luto


azteca). El papel picado comercial incluye variedad de colores y diseños
basados en las caricaturas de la Catrina, del caricaturista mexicano José
Guadalupe Posada.

Retrato familiar

El retrato del familiar recordado sugiere el ánima que nos visitará, éste se
coloca en el nivel más elevado del altar.

Flores de cempasúchil

Palabra que deriva del náhuatl que significa flor de 20 pétalos, adornan y
aromatizan el lugar durante la estancia del ánima. En muchos lugares del
país se acostumbra poner caminos de pétalos que sirven para guiar al
difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa.

Sal

Es el elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en


su viaje de ida y vuelta para el siguiente año. Otro elemento de purificación
es la cruz de ceniza que sirve para purificar el espíritu del muerto de sus
culpas pendientes.

Velas y veladoras

Con su flama titilante sirven de guía para que las ánimas puedan llegar a sus
antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada. Si se ponen cuatro velas
en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima
pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.

Copal o incienso

El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses ya que el incienso aún no
se conocía, éste llegó con los españoles. Se utiliza para alejar a los malos
espíritus y para purificar el ambiente.

El agua

El agua o bebida preferida del difunto, se ofrece a las ánimas para que
mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su
regreso.

Comida

La comida que le gustaba al difunto para deleitar al ánima del que nos visita.
Uno de los platillos favoritos que se aparece en el altar en muchos de los
lugares indígenas del País es el mole con pollo, además la calabaza en dulce
de tacha.

El pan de muerto

La iglesia lo presenta como el «Cuerpo de Cristo«. Elaborado de diferentes


formas, el pan es uno de los elementos más preciados en el altar.

Otros elementos
Otros de los elementos muy característicos en los altares de muertos son
las calaveritas de azúcar, que representan alusiones a la muerte. El posible
origen de las calaveritas puede relacionarse con el tzompantli, una hilera de
cráneos de guerreros sacrificados colocados en un palo.

3.- Veracruz:

De acuerdo con México Desconocido, el altar de muertos está compuesto de


elementos básicos y cada uno tiene su propio significado, por esto es una de
las partes más importantes de la celebración de Día de Muertos; se cree
que en estas fechas se les permite a las ánimas regresan a la tierra a
disfrutar los platillos, a probar la fruta y a contemplar la flor de
cempasúchil, cuyo aroma los guía hasta sus hogares.

De esta forma, vivos y muertos se reencuentran en una dimensión que les


permite convivir. Las ofrendas se colocan en una mesa con dos niveles que
simbolizan el cielo y la tierra.

Si es de tres, se les añade el purgatorio. Los más grandes son de siete


niveles, representan los pasos para llegar al descanso eterno.

Aquí presentamos los elementos indispensables de una ofrenda:

Fotos: las imágenes regularmente son de personas o familiares que han


muerto y a quienes se les recuerda de manera especial.

1. Agua

Reflejo de la pureza. Ayuda a mitigar la sed del alma que viene de un largo
camino y también fortalece su regreso.

2. Veladoras y cirios

Su flama es la luz, la fe y la esperanza que guía en este y el otro mundo. En


algunas comunidades indígenas, cada vela representa un difunto. Si los cirios
tienen algún motivo morado significa duelo; si se colocan en forma de cruz
implica los cuatro puntos cardinales que orientan el camino del ánima a su
casa.

3. Copal e incienso
Fragancia de reverencia que limpia y purifica el ambiente, además ahuyenta
los malos espíritus.

4. Cempasúchil

Flor que por su olor y color dirige las almas a su hogar.

5. Alhelí y nube

Sus colores se complementan con la flor amarilla. Por su pureza y ternura


acompañan el alma de los niños.

6. Arco

Se adorna con flor de cempasúchil y fruta, representa la entrada hacia el


inframundo.

7. Cruz

Elemento introducido durante la evangelización, se coloca en la parte


superior del altar; a veces está formado con ceniza, otras con sal o pétalos
de cempasúchil.

8. Pan

No pueden faltar en los altares representan a la fraternidad.

9. Petate

Sirve para el descanso de las ánimas. En algunos hogares se usa como mantel
para poner los alimentos.

10. Fotografía del difunto

Honra a la persona que fue en vida. Algunas comunidades ponen la imagen


escondida para que solo se vea en un espejo y así dan a entender que se
puede ver pero no existe.

11. Comida guisada

Para que los espíritus se alimenten con los aromas de los platillos que fueron
sus preferidos.

12. Calaveritas de azúcar


Aluden a la muerte, siempre presente.

13. Izcuintle

Compañero de las almas que las ayuda a cruzar el caudaloso río


Chiconauhuapan, el último paso para llegar al Mictlán. Este personaje se
coloca como juguete para los niños.

14. Sal

Elemento purificador que ayuda al cuerpo a no corromperse en su traslado.


Es la parte esencial de la celebración de muertos; se cree que las ánimas
regresan a disfrutar los platillos, a probar la fruta y a contemplar la flor de
cempasúchil que se les ofrece. De esta forma, vivos y muertos se
reencuentran en una dimensión que les permite convivir.

15. Papel picado

Dibujos y figuras de gran diversidad. El papel no puede faltar en tu altar


para darle colorido y es un gran representante indispensable en las
celebraciones mexicanas.

4.- Chiapas:

En México los antecedentes de la fiesta de difuntos actual y del concepto


de la muerte pueden encontrarse tanto en las creencias prehispánicas como
en las ideas traídas por los conquistadores y frailes evangelizadores a raíz
de la conquista. La muerte es el tránsito más duro e inexplicable para el ser
humano, ha sido en todas las culturas y en todos los tiempos objeto de
reflexión, ceremonias y rituales; a través de este tiempo se ha tratado de
responder el destino de los muertos: el alma deja el cuerpo para dirigirse a
un lugar destinado según la manera en que vivió.

Los días señalados por la iglesia católica para honrar a los muertos son el 31
de octubre, 1º y 2 de noviembre (día de Todos los Santos y Fieles Difuntos
respectivamente). Sin embargo, existen zonas indígenas y rurales en las que
dicha celebración inicia en la última semana de octubre (25 al 30) y
primeros días de noviembre (1 al 3) o bien, llegan a extenderse a lo largo de
todo el mes de noviembre, como en el caso de los chontales de Tabasco.
En Chiapas, la tradición del día de muertos aún más antigua

Los mayas, zoques y chiapanecas, que conforman la actual cultura de


Chiapas, ya honraban y rendían culto a sus muertos desde la antigüedad. Es
decir, la mayoría de los pueblos indios de Chiapas rendía culto a la muerte.

Los indios llevaban ofrendas a sus difuntos alumbrados con teas encendidas,
alzando los brazos les ofrecían alimentos y bebidas, e inciensos. Con la
llegada de la Conquista Española (1524-1528) y posterior Colonización
(1528-1560), más la evangelización de los indios en la fe católica, surgieron
los festejos a los muertos y los altares de las ofrendas modernas.

En el siglo IX el papa Gregorio IV hizo oficial el festejo de los difuntos


para recordarlos y honrarlos.

Para los indígenas chiapanecos no existía, dentro de su cosmovisión, el


término morir; solamente la concepción de “sueño temporal” (muerte
chiquita) y “sueño eterno” (muerte grande). En términos generales, puede
decirse que los tres grupos étnicos de Chiapas de origen maya, zoque y
chiapaneca festejan más o menos igual a sus muertos. Las únicas diferencias
son las geográficas o de forma. En algunos pueblos los altares lo constituyen
las propias tumbas; y en otros, se construyen altares tomando como base la
mesa dedicada a los santos.

¿Qué es un altar de muerto?

Es una mesa de madera adornada con ofrendas dedicadas a los muertos. Los
altares son, pues, mesas adornadas con ofrendas para los muertos que
contienen lo que más le gustaba al muerto en vida: Comidas, bebidas,
postres, cigarros, “trago”, etcétera, ornamentada con manteles, cortinas,
juncia, velas, veladoras, papel de China picado o papel crepé en diversos
colores (blanco y morado, de preferencia), sahumerio y estoraque,
fotografías de familiares o artistas fallecidos, imágenes de santos,
etcétera. Por sus características se habla del altar zoque, del altar
chiapaneca o del altar maya.

¿Cómo deben ser los altares?


Los altares deben ser de tres escalones: el primero representa el padre: el
segundo el hijo, y el tercero, el espíritu santo.

¿Qué cosas forman parte de un altar de muerto en Chiapas?

Comidas: tamales de chipilín, de cambray, pollo en mole, estofado de res,


caldo de res, bolitas de chipilín, etcétera. Bebidas: pozol blanco y de cacao,
café, chocolate, atol agrio, granillo, de masa o de elote, vino, agua, tequila,
mistela, temperante, pulque, tepache y taberna. Dulces: suspiros, calabaza
en dulce, melcocha (de azúcar blanca y de panela), puxinú (palomitas con
dulce), turrones, dulces de manzanillita, caballito, gaznate, pan de muerto,
turrón, cocadas, etcétera. Panes: marquesote, cazueleja, tortitas, rosquilla,
pan de muerto (sin manteca y sin levadura). Frutas: naranja, caña,
mandarina, plátanos, papaya, melón, granadilla, lima, calabaza y camote,
etcétera. Golosinas: dulces, cigarros, cerveza, etcétera. Flores: cempazúchil
(flor de muerto), crisantemo, flor de seda, lengüevaca, de raíz, flor de
lechita (punupunú), etcétera. Brasero: mirra, copal y estoraque. Vaso de
agua para los seres queridos porque vienen del largo viaje con sed. Tallo de
plátano para colocar las velas. Fotografías antiguas de los familiares
fallecidos. Adornos: papel de China picado (en colores blanco y morado),
papel crepé, juncia, velas, veladoras, manteles y cortinas blancas, “somé”,
flores, etcétera.

5.- Puebla:

El Día de Muertos es sin duda una de las mayores festividades en nuestro


país, cargada de un gran significado religioso y cultural.

En nuestro país, el altar varía de región en región, sin embargo, aunque


puede haber variaciones en las formas, algunos de los elementos que se
ponen en la ofrenda se repiten.

Las ofrendas deben contener una serie de elementos y símbolos que inviten
al espíritu a viajar desde el mundo de los muertos para que conviva ese día
con sus deudos.

Entre los elementos más representativos del altar se hallan los siguientes:
Imagen del difunto. Dicha imagen honra la parte más alta del altar. Se
coloca de espaldas, y frente a ella se pone un espejo para que el difunto solo
pueda ver el reflejo de sus deudos, y estos vean a su vez únicamente el del
difunto.

La cruz. Utilizada en todos los altares, es un símbolo introducido por los


evangelizadores españoles con el fin de incorporar el catecismo a una
tradición tan arraigada entre los indígenas como la veneración de los
muertos. La cruz va en la parte superior del altar, a un lado de la imagen del
difunto, y puede ser de sal o de ceniza.

Imagen de las ánimas del purgatorio. Esta se coloca para que, en caso de que
el espíritu del muerto se encuentre en el purgatorio, se facilite su salida.
Según la religión católica, los que mueren habiendo cometido pecados
veniales sin confesarse deben de expiar sus culpas en el purgatorio.

Copal e incienso. El copal es un elemento prehispánico que limpia y purifica


las energías de un lugar y las de quien lo utiliza; el incienso santifica el
ambiente.

Arco. El arco se coloca en la cúspide del altar y simboliza la entrada al


mundo de los muertos. Se le adorna con limonarias y flor de cempasúchil.

Papel picado. Es considerado como una representación de la alegría festiva


del Día de

Muertos y del viento.

Velas, veladoras y cirios. Todos estos elementos se consideran como una luz
que guía en este mundo. Son, por tradición, de color morado y blanco, ya que
significan duelo y pureza, respectivamente. Los cirios pueden ser colocados
según los puntos cardinales, y las veladoras se extienden a modo de sendero
para llegar al altar.

Agua. El agua tiene gran importancia ya que, entre otros significados,


refleja la pureza del alma, el cielo continuo de la regeneración de la vida y
de las siembras; además, un vaso de agua sirve para que el espíritu mitigue
su sed después del viaje desde el mundo de los muertos. También se puede
colocar junto a ella un jabón, una toalla y un espejo para el aseo de los
muertos
Flores. Son el ornato usual en los altares y en el sepulcro. La flor de
cempasúchil es la flor que, por su aroma, sirve de guía a los espíritus en este
mundo.

Calaveras. Las calaveras son distribuidas en todo el altar y pueden ser de


azúcar, barro o yeso, con adornos de colores; se les considera una alusión a
la muerte y recuerdan que está siempre se encuentra presente.

Comida. El alimento tradicional o el que era del agrado de los fallecidos se


pone para que el alma visitada lo disfrute.

Pan. El pan es una representación de la eucaristía, y fue agregado por los


evangelizadores españoles. Puede ser en forma de muertito de Pátzcuaro o
de domo redondo, adornado con formas de huesos en alusión a la cruz,
espolvoreado con azúcar y hecho con anís.

Bebidas alcohólicas. Son bebidas del gusto del difunto denominados “trago”.
Generalmente son “caballitos” de tequila, pulque o mezcal.

Objetos personales. Se colocan igualmente artículos pertenecientes en vida


a los difuntos, con la finalidad de que el espíritu pueda recordar los
momentos de su vida. En caso de los niños, se emplean sus juguetes
preferidos

6.- Quintana Roo:

En diferentes países del mundo es común que la gente honre la memoria de


sus muertos, en México forma parte de una tradición muy importante y de
igual manera se celebra de una manera muy peculiar.

El altar de muertos conforma el elemento principal de esta celebración,


tiene orígenes antiguos, que datan desde la época prehispánica,
principalmente en etnias como la totonaca, náhuatl, mexica, maya, entre
otras.

El altar representa una ofrenda hacia los difuntos, fungiendo como vínculo
entre el plano terrenal y el espiritual; dentro de esta costumbre se tiene la
creencia de que durante esos días los muertos llegan a visitar a sus
familiaras, y comer lo que se encuentra en el altar.
¿Qué se coloca en un altar? Y ¿Por qué?

Cada elemento dentro de un altar tiene un significado, ya sea como parte de


la costumbre o como significado para los familiares del difunto.

La cruz: Representa parte de los elementos de la creencia religiosa.

Las velas: Esta representa la luz del mundo, también se considera un guía
con la cual los muertos encuentran el camino.

La fotografía: Fotos de los familiares o amigos para recordar cómo fue en


vida y que el difunto sepa que es recordado.

Las flores: Este elemento puede depender de la preferencia de los


familiares puede servir como regalo al difunto o adorno. Por otro lado en
muchos estados del país se utiliza la flor de cempasúchil como un gran
símbolo de la festividad su significado proviene del náhuatl y significa
‘veinte flor’ o ‘flor de veinte pétalos’.

El incienso: Sirve como elemento armonizante y también se considera como


un guía de olor para los difuntos al plano terrenal.

Comida: El elemento más importante del altar, esta puede variar


dependiendo el estado del país y su comida regional, pero entre los más
comunes se encuentran los panes dulces, el chocolate, el café y tamales. Por
otro lado algunos familiares preparan la comida favorita que el difunto
disfrutaba en vida.

¿Reglas para hacer un altar?

Los altares no tienen una forma única o un reglamento especial que se deba
seguir, el verdadero significado es honrar y recordar a sus difuntos. Pero
aun así existe una forma especial para los altares y esta se conforma por
siete 'pisos' o 'escalones', según datos publicados por la Universidad
Veracruzana.

En el primer escalón va colocada la imagen de un santo del cual sea devoto.

El segundo se destina a las ánimas del purgatorio; es útil porque por medio
de él el alma del difunto obtiene el permiso para salir de ese lugar en caso
de encontrarse ahí.
En el tercer escalón se coloca la sal, que simboliza la purificación del
espíritu para los niños del purgatorio.

En el cuarto, el personaje principal es otro elemento central de la festividad


del Día de Muertos: el pan, que se ofrece como alimento a las ánimas que por
ahí transitan.

En el quinto se coloca el alimento y las frutas preferidas del difunto.

En el sexto escalón se ponen las fotografías de las personas ya fallecidas y


a las cuales se recuerda por medio del altar.

Por último, en el séptimo escalón se coloca una cruz formada por semillas o
frutas, como el tejocote y la lima.

No importa como celebres o prepares tu altar de muertos, lo relevante es


conmemorar y honrar la memoria de esos seres queridos que ya no se
encuentran contigo pero que siempre vivirán en tus recuerdos.

7.- Sonora:

Los grupos indígenas yaquis y mayos, asentados en el sur de Sonora, son de


las pocas etnias que realizan rituales alusivos al Día de Muertos y los ritos y
actos colectivos sobre esta celebración se extienden hasta por un mes.

Ambas comunidades indígenas han logrado preservar estas


representaciones culturales, cuyo origen data de principios del siglo XVII,
de acuerdo con información del Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH).

Los rituales funerarios en ambas comunidades se dividen en tres ritos


principales que son los mortuorios que tienen que ver con el fallecimiento de
un familiar, los relativos al Día de Muertos y los referentes a la Pasión de
Cristo.

En el caso de los ritos de celebración del Día de Muertos, estos comienzan a


efectuarse desde el 24 de octubre con los preparativos para instalar el
altar o tapanco.
El grupo indígena mayo inicia la instalación de la estructura del altar que se
hace con ramas de mezquite y carrizo, donde se colocan alimentos, flores,
fotos, velas y otros elementos.

Una de las peculiaridades de estos altares que se instalan en los solares


familiares es su altura, porque para ellos los muertos ya no tocan el suelo
por ser entes del alma.

Los yaquis retiran las ofrendas de los altares el 2 de noviembre, mientras


que los mayos las mantienen hasta por un mes, pero sólo con flores, agua y
veladoras.

Al mes de haber terminado el ritual despiden a sus difuntos con alimentos o


'lonchi' como ellos le llaman y les piden que vuelvan el año próximo.

Cruces y flores son elementos fundamentales para ambas etnias, que no sólo
están ligados a la muerte sino también a su vida cotidiana.

Durante toda su vida tienen frente a sus casas una cruz de madera en
forma permanente, mientras que las flores son parte del el ‘huya ania’ o
emblema de ese mundo terrenal que hay después de la muerte.

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