SintesisTesis Stubrin
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Noviembre 2014
República Argentina
1
ARTE Y CIENCIA: LA PRÁCTICA BIOARTÍSTICA ARGENTINA
Extracto de la tesis
2
6.5- Flusser y la conexión “subterránea”
entre ciencia y arte
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Los debates en torno a la técnica han generado un reposicionamiento en los
modos de pensar, habilitando la posibilidad de generar nuevas expresiones artísticas,
inimaginables hace un par de décadas atrás. Un largo proceso crítico fue inaugurado a
mediados de siglo y desde entonces no hemos dejado de ser testigos de propuestas
estéticas originales y atentas a la evolución de nuestros modos de pensar y de concebir
al hombre en su relación con el mundo. Nada indica que esto vaya a terminar en el corto
plazo, por el contrario, a medida que aumente el autoconocimiento del ser humano,
tanto desde el punto de vista biológico como filosófico, continuaremos presenciando su
repercusión en el arte.
Porque “poéticamente habita el hombre sobre esta Tierra” (Heidegger, 1983: 106),
manifiesta Heidegger citando a Hölderlin, y explica que en otros tiempos no sólo la
técnica llevó el nombre “tekhné”. En otro tiempo se llamó “tekhné” también a todo
desocultar que pro-duce la verdad en el brillo de lo que aparece. En otro tiempo se
llamó “tekhné” también al pro-ducir de lo verdadero en lo bello. “Tekhné” se llamó
también a la “poiesis” de las bellas artes.
Al comienzo del destino occidental se alzaron las artes en Grecia a la
más elevada altura del desocultar a ellas confiado. Hicieron resplandecer
la presencia de los dioses y el diálogo de los destinados divina y
humanamente. Y el arte se llamó sólo tekhné. Ella fue un único
desocultar de muchas maneras. Fue devota, poiesis, esto es, obediente al
imperar y custodiar de la verdad. (Heidegger, 1983: 105)
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toda otra forma de producción disciplinar como el arte, la política, la filosofía, la
religión.
La autocrítica que le exige a la ciencia es la misma que le exige a las demás
esferas que se han visto arrastradas hacia la lógica de la especialización educativa.
Coincidiendo con C. P. Snow, el pensador checo-brasileño considera en vano el
esfuerzo de todas las otras disciplinas por “cientifizarse” (Flusser, 2007: 75) y sostiene
–al comienzo de su conferencia “Creación artística y científica”–:
(…) abandonada la meta de la objetividad, todas las disciplinas pasarán a
ser fuentes equivalentes de conocimiento. La equivalencia y la
complementariedad del conocimiento científico y artístico es el tema a
discutir. (Flusser, 2007: 75)
228
Liberar al arte de su gueto o hacer que sustituya a la técnica, y liberar a
la ciencia de su crisis epistemológica al abrirla a su momento estético, es
también y sobre todo, liberar a la sociedad del peligro de la tecnocracia y
abrir el campo para nuevas formas políticas insospechadas. (Flusser,
2007: 76)
229
social e histórica de las mujeres y la historia personal de Henrietta
Lacks. Imaginaba que la exploración de esta línea celular manipulada
artísticamente acabaría permitiéndome explorar mi fascinación por los
múltiples límites ambiguos en los que se sitúa la línea celular.
(Verspaget, 2006: s/p)
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análisis de lo político en el sentido tradicional, como por ejemplo, asociado a la idea de
“resistencia”, de lucha por los derechos de las minorías, como menciona Holmes en
relación a las investigaciones extradisciplinares 164.
Consideramos que el bioarte debe analizarse no solamente desde el mensaje que
profesa sino desde las transformaciones que plantea su práctica. Las consecuencias
políticas más allá del contenido. Las implicancias de la forma colaborativa pesan más en
este caso particular porque se están corriendo los límites disciplinares y se está
poniendo en cuestión la esencia de la vida. En todo caso, lo que proponemos es pensar
al bioarte como una forma de intervención de la realidad donde lo político está presente
en la puesta en crisis de las categorías modernas que separan la composición ontológica
de los seres y la organización del conocimiento en torno a una especialización educativa
guiada por la técnica y, consecuentemente, sub-humana.
En este sentido, Flusser sostiene:
Es necesario llevar al nivel de la conciencia tal conexión subterránea que
siempre ha unido ciencia y arte. Esa conexión interrumpida entre
vivencia y conocimiento debe ser hecha conciente si queremos tener
vivencias y conocimientos plenamente humanos, esto es, políticos,
intersubjetivos (…) La utopía que acabo de esbozar parece estar a
nuestro alcance (…) De manera que todo parece apuntar a la solución de
la crisis: síntesis de ciencia y arte bajo el signo de la política, y
superación de la técnica por una ciencia informada por el arte y un arte
informado por la ciencia.
164
Holmes sostiene: “La noción de transversalidad, tal y como fue elaborada por algunos practicantes del
análisis institucional, nos ayuda a teorizar los agenciamientos heterogéneos que conectan actores y
recursos del circuito artístico con proyectos y experimentos que no se agotan en el interior de dicho
circuito, sino que se extienden hacia otros lugares.[10] Si se definen como arte los proyectos que de ahí
resultan, dicha denominación no carece de ambigüedades, ya que se basan en una circulación entre
disciplinas que con frecuencia incorporan una verdadera reserva crítica de posiciones marginales o
contraculturales –movimientos sociales, asociaciones políticas, okupas o centros sociales, universidades o
cátedras autónomas– que no pueden reducirse a una institucionalidad omniabarcante.” (Holmes, 2007:
s/p)
165
Reising amplía: “Si bien adquirió notoriedad gracias a su célebre conferencia The Two Cultures and
The Scientific Revolution, –pronunciada hace cincuenta años, el 7 de mayo de 1959- Percy Snow,
especialista en física y química formado en Cambridge, ya era en la década de 1950 un personaje público
en Gran Bretaña. Allí subrayó que las políticas universitarias de la época tendían, como señaló Ortega y
Gasset, al ‘barbarismo de la especialización’. Como resultado de ello, señalaba Snow, la formación
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cada disciplina. Consecuencia de la asimilación del paradigma positivista, pensábamos
que de esa manera simplificaríamos la tarea de comprender el mundo, reduciendo su
complejidad a objetos de investigación bien definidos. Sin embargo,
(…) se sostiene que no todas las actividades a las que
convencionalmente se hace referencia como “las ciencias” actúan
mediante métodos experimentales, no todas formulan sus
descubrimientos en una forma cuantificable, no todas persiguen la
falsabilización, no todas trabajan con la “naturaleza” y con seres
humanos; tampoco son las únicas que tratan de producir leyes generales,
resultados reproducibles y conocimiento acumulativo. (Collini en Snow,
2000: 43).
científica había adquirido un carácter técnico que alejaba al científico de la literatura y las artes en general
(Gregorian, 1994).” (Reising, 2009: s/p)
232
nos acercan a un algo desconocido que desafía nuestros conceptos,
nuestra lógica, nuestra inteligencia. (Morin, 2006: 19)
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existencia diacrónica. Desde el punto de vista de la “estrategia”, no hay ficción
idealizante que reivindique el poder del sujeto de aprehender al objeto en toda su
magnitud.
Morin nos permite pensar la posibilidad de que desde la epistemología podamos
concebir una nueva forma de producir conocimiento donde descubrimiento e innovación
puedan ser sinónimos de arte también. Dado que no es el método el que garantiza los
resultados sino la estrategia que nos damos para tal fin, la colaboración entre artistas y
científicos queda contenida dentro de esta perspectiva. Asimismo, lo inesperado de las
investigaciones bioartísticas puede analizarse tanto en términos estéticos como
heurísticos, contribuyendo –en palabras de Flusser– a la humanización de las ciencias y
de las artes.
De hecho, ya hemos mencionado el caso de la obra MEART, realizada entre el
laboratorio australiano Symbiotica y especialistas norteamericanos en neurociencias,
donde la experimentación artística abrió el espectro de soluciones para personas con
dificultades auditivas y visuales –entre otras posibles aplicaciones que los futuros
análisis de resultados de la biotecnoinstalación continuarán despejando–. Un efecto
azaroso que resultó productivo desde distintos puntos de vista.
El bioarte, sin embargo, no es el único género que irrumpe en el mundo
contemporáneo forzando las categorías modernas de organización del pensamiento y
desafiando los límites de la especialización disciplinaria.
Ailin Reising también propone pensar el carácter simétrico del “movimiento sci-
art” en cuanto a sus implicancias estéticas y cognitivas:
Con tal propósito se analiza el proceso en virtud del cual los recursos
representacionales visuales de la ciencia contemporánea devienen
expresiones artísticas, así como las implicancias de la visualización
artística para el abordaje de problemas científicos multidimensionales y
la divulgación de estos problemas a la sociedad en su conjunto. (Reising,
2009: s/p)
234
El planteo de Reising se inscribe dentro de la problemática instalada166 por Snow.
Su tesis sostiene que la separación entre ciencia y arte puede superarse mediante la vía
del movimiento sci-art, consiguiendo la formación de una tercera cultura.
Las primeras interpretaciones del planteo de Snow asociaron la interacción entre
la ciencia y el arte en términos de incidencia de una cultura sobre la otra. De esta
forma, se promovió la reflexión sobre el vínculo pero se continuó reproduciendo la
lógica binaria donde la ciencia se erige como el ámbito autorizado de validación del
conocimiento, a diferencia de la práctica artística, que en tales concepciones se asocia a
la ambigüedad, la intuición y la circulación restringida al espacio privado del goce.
Si bien estas posiciones conciliadoras contribuyeron a achicar la brecha
entre “las dos culturas”, no saldaron la discusión en torno al carácter que
habría de tener la “tercer cultura”. Para unos, debía erigirse sobre una
élite científica sensible a las humanidades. Para otros, debía resultar de
una triangulación entre las artes, las ciencias y las humanidades
(Brockman, 1995). (Reising, 2009: s/p)
166
Reising destaca que Snow no fue el primero en mencionarla sino el que tuve más repercusión: “Esta
lectura del impacto de la especialización de la formación científica no fue en absoluto una innovación de
Snow. Por el contrario. Diez años antes, Roy Lewis y Angus Maude lo habían hecho notar en The English
Middle Class (1949) y fuera de Gran Bretaña Jacob Bronowski había señalado lo mismo en su
conferencia “Science and Human Values”, brindada en el MIT a comienzos de la década de 1950. Otro
tanto ocurre con la distinción nietzcheana entre la ciencia y el arte que remarcaba el planteo de Snow, la
cual encuentra, entre los diversos antecedentes históricos posibles, un anclaje en el debate Thomas
Huxley y Mattew Arnold sobre el lugar que habrían de tener la ciencia y las humanidades en las
universidades británicas y sobre el perfil generalista o de alta especialización que habrían de tener sus
egresados.” (Reising, 2009: s/p)
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deformándola, otorgándole textura, color, movimiento, etc. De esta manera, la
extrapolación de la construcción técnica de la imagen en ciencia no dista de la
elaboración visual que puede realizar un artista utilizando la computadora.
Por otra parte, las visualizaciones computacionales no son las únicas con las que
operan los científicos en su trabajo. También surgen aquellas provenientes de artefactos
como el microscopio electrónico o el telescopio de alta resolución. La belleza de estas
imágenes ha llevado a algunos científicos a considerarlas una forma de arte
abstracto167. Pero más allá del costado artístico que se les pueda asignar, la comunidad
científica encuentra en estas tecnologías una posibilidad de incorporar herramientas de
composición y coloración con el objetivo de “realzar los aspectos estéticos del
experimento y captar la atención en las conferencias” (Reising, 2009: s/p).
Nuevamente, se advierte la concepción instrumental del arte como estrategia para
la comunicación científica, tal como sucede en algunos laboratorios de bioarte y en
obras orientadas a la divulgación y popularización de la ciencia.
En el caso del movimiento sci-art, esto acontece mayormente cuando son los
propios científicos quienes en forma aislada utilizan los recursos visuales de una
manera formal. Es decir intentando captar las reglas de composición que hacen de sus
gráficos e imágenes, objetos más bellos y, consecuentemente, más atractivos a la
opinión pública.
Veamos algunos ejemplos. Felice Frankel, científica del Massachusetts
Institute of Technology, utiliza el término “envisioning” para describir el
proceso de fotografía a escala microscópica. Su texto “Envisioning
Science: The Design and Craft of the Science Image” (2004) es un
manual con recomendaciones técnicas y procedimentales sobre el
equipamiento, la presentación las condiciones de luminosidad, ángulos
de cámara y tiempos de exposición para la generación de imágenes
microscópicas de sorprendente belleza (…) [David] Malin ha
desarrollado técnicas de coloración de objetos cósmicos masivos y
distantes en el AngloAustralian Observatory. Su texto “The Invisible
Universe” (1999) describe procedimientos para fotografiar algunos de
los objetos más pequeños detectados por los telescopios. Sintetizando el
blanco, el negro y tres paletas de color en tomas repetidas en diferentes
periodos de tiempo Malin imprime intensidad en un cielo negro donde
167
Reising sostiene: “Cabe destacar que a pesar del uso extendido de este tipo de recursos
representacionales computacionales, buena parte de las prácticas científicas contemporáneas se valen
también de otras tecnologías de visualización como los microscopios y los telescopios de alta resolución.
Estos dispositivos generan imágenes con una estética tan bella que algunos científicos han llegado a
sugerir que constituyen una
forma de arte abstracto. Resulta sorprendente, en este sentido, advertir que los científicos contemporáneos
tienen a hablar más de belleza y de elegancia que los propios artistas (Ede, 2005: 10).” (Reising, 2009:
s/p)
236
algunas estrellas aparecen en primer plano y otras se ven tan distantes
que parecen luminiscencias de polvo. (Reising, 2009: s/p)
237
Asimismo, la coneja Alba de Kac fue realiza a partir de un procedimiento harto
común168 de la biología con la diferencia de que nunca se había hecho extensivo a todo
el cuerpo del animal. En su momento fue muy criticado tanto en el ámbito científico
como en el artístico, así como en la prensa en general. Sin embargo, unos pocos años
después, más precisamente el 27 de julio de 2011, la agencia británica de noticias
“Reuters” informó que la Universidad Nacional de Seúl (Corea del Sur) había creado un
perro fluorescente, a partir de la técnica de clonación, para ayudar a encontrar la cura de
enfermedades humanas como el Alzheimer y el Parkinson.
The creation of Tegon –dog’s name- opens new horizons since the gene
injected to make the dog glow can be substituted with genes that trigger
fatal human diseases (…) The scientist said that because there are 268
illnesses that humans and dogs have in common, creating dogs that
artificially show such symptoms could aid treatment methods for
diseases that afflict humans. (Laurence, 2011: s/p)169
Cabe recordar que, originalmente, Kac había planteado su interés por crear un
perro transgénico utilizando la técnica de bioluminiscencia, pero la tecnología del
momento no lo permitió y por eso tuvo que desarrollar su proyecto en un conejo, cuyo
programa genético se conocía completamente en ese entonces.
Reising da cuenta de numerosos ejemplos donde el “producto secundario” de la
ciencia –en términos de Kuhn170 sería la dimensión estética de las imágenes científicas–
es el punto de partido de nuevas investigaciones generadas por artistas que se apropian
de ese material y plantean nuevas miradas respecto de la tarea científica. En este caso
podemos citar a Donna Cox. Dentro del movimiento sci-art, la artista encarna quizás la
más lograda interrelación entre la mirada artístico-científica ya que, a partir de su labor
en el “National Center of Supercomputing Applications” a finales de la década del
ochenta, desarrolló ICARE (Interactive Computer-Aided Red Green Blue Editor), una
herramienta para el mapeo del color que permitió realizar cambios sobre la imagen
168
La particularidad de Alba reside en que su ADN fue modificado realizando una combinación con un
gen fluorescente perteneciente a la especie de medusa Aequorea Victoria, de tal manera que, sometida a
una intensidad de luz azul de una excitación máxima de 448nm, emite una luminiscencia verde
169
“La creación de Tegon –nombre del perro– abre nuevos horizontes ya que el gen inyectado para hacer
que el perro resplandezca puede ser sustituido con genes que desencadenan enfermedades humanas
mortales (…) El científico sostiene que debido a que hay 268 enfermedades que humanos y perros tienen
en común, crear perros que muestran artificialmente tales síntomas podría ayudar a los métodos de
tratamiento para las enfermedades que afligen a los seres humanos.” (Traducción propia)
170
Kuhn sostiene: “Así, las pinturas, esculturas… son las obras finales del arte, mientras que las
imágenes científicas que puedan acaso tener elementos estéticos son productos secundarios de la
actividad científica.” (Kuhn en De Donato Rodríguez, 2009: 103)
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microscópica, por ejemplo, sin necesidad de volver a realizar los cálculos de una
simulación. Esto permitió la representación de lo multidimensional algo que, hasta el
momento, era buscado tanto por artistas como por científicos acostumbrados a trabajar
con recursos representacionales que descomponían la complejidad en visualizaciones bi
o tridimensionales. El caso de Donna Cox es uno más en un conjunto de ejemplos que
dan cuenta de las posibilidades cognitivas del arte.
Al respecto Reising explica:
Este ejemplo permite advertir las implicancias cognitivas que posee la
coloración para la labor cotidiana del científico y muestra que el alcance
del ‘movimiento sci-art’ no se limita al hecho de que del seno de la
ciencia contemporánea surja un nuevo tipo de arte, sino también al hecho
de que el arte contemporáneo contribuye con el desarrollo de
herramientas que devienen fundamentales para el entendimiento.
(Reising, 2009: s/p)
171
La autor amplías: “Así, cuando los recursos representacionales de la ciencia contemporánea no dan
paso a la generación de representaciones visuales que desarrollan su potencial estético en detrimento de
su función cognitiva, habilitan la co-producción de “objetos sci-art” que poseen un valor comunicativo
tan imprescindible para la ciencia contemporánea como el valor cognitivo que ésta ha reconocido en el
recurso artístico de la coloración.” (Reising, 2009: s/p)
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no reduzca la mirada sino que sirva para analizar los problemas desde una perspectiva
compleja, integrando la mayor cantidad de puntos de vista posibles.
Sobre todo, por el hecho de que al menos en lo que respecta al bioarte, la
manipulación de lo viviente y sus futuras transformaciones no harán más que
enfrentarnos continuamente con seres híbridos que necesitarán de una sociedad
involucrada con la problemática de la vida para decidir los pasos a seguir. De lo
contrario, las discusiones y debates quedarán en manos de algunos pocos y la brecha
entre las dos culturas continuará profundizándose.
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