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Universidad de Buenos Aires

Facultad de Filosofía y Letras


Carrera de Edición

Teoría de los Medios y la Cultura


Cátedra Ana Longoni
Guía del Teórico 8
9 de octubre de 2019

Ficha del Teórico N° 8


UNIDAD 4: La sociología de la cultura de Pierre Bourdieu
Cruces entre estructuralismo y marxismo. Las nociones de campo y de capital cultural en la sociología
cultural de Pierre Bourdieu. Luchas de poder entre posiciones. La autonomía relativa. Distintas
relaciones/posiciones respecto del mercado y del poder político. La profesionalización del escritor y
del artista en Argentina. Críticas y límites de la teoría de los campos.

Primera Parte:
Louis Althusser: Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado
A cargo de Silvia Hernández

La obra de Althusser en el contexto del estructuralismo


Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado es un texto de 1970, de un filósofo marxista francés
llamado Louis Althusser.
Althusser nació en Argelia en 1918, que por entonces era una colonia francesa. Luego de participar en
la II Guerra Mundial y ser tomado prisionero por el ejército alemán, estudió filosofía en Francia y se
convirtió en un intelectual de referencia dentro del marxismo de los años ‘60 y ‘70. Murió en 1990.
Tradicionalmente ha sido etiquetado como el representante del pensamiento estructuralista dentro del
marxismo, como el lector estructuralista de Marx. Ciertamente, algunos de los aportes sustanciales de
su carrera se produjeron en ese “clima de ideas” que suele englobarse como “estructuralismo”.
El estructuralismo fue una corriente de pensamiento que atravesó a diferentes ciencias humanas entre
mediados del siglo XX y la década del 70 inclusive.1 Recoge los aportes del Curso de Lingüística
General que dictó Ferdinand de Saussure en 1915. Allí, el lingüista suizo desarrolla un concepto
novedoso de “lengua”. Decía que para estudiar los fenómenos del lenguaje era necesario distinguir la
lengua del habla, porque, dado que el habla era el terreno de lo aleatorio, de lo singular, de la libertad
y el capricho de cada hablante, resultaba científicamente inasible. En cambio, la lingüística podría
ocuparse de la lengua, es decir, de la parte social y sistemática del lenguaje. La lengua, decía de
Saussure, es un sistema de elementos (los signos, entidades bifacéticas compuestas de significado y
significante). En sí mismos, los significantes y los significados no poseen ningún valor positivo: su
valor depende de la relación diferencial que entablan con todos los demás significantes o significados

1
De acuerdo con Étienne Balibar, el estructuralismo no fue una « escuela » de pensamiento, sino un encuentro de preguntas
y problemas que se concentró más en problematizar los alcances y la pertinencia de la categoría misma de « estructura »
que en construir un cuerpo teórico consistente (Balibar, É.: “El Estructuralismo: ¿una destitución del sujeto?” en Revista
Instantes y azares. Escrituras Nietzscheanas. Año VII, Núm. 4 y 5. 2007., pp. 155-172).
1
del sistema. En otras palabras, cada elemento se define oposicionalmente respecto de los otros: es lo
que los demás no son, es una diferencia. Estas reglas no tienen un autor: esa pregunta por el creador
carece de sentido para estudiar la lengua, lo que importa es que funciona.
A mediados del siglo XX, diferentes pensadores provenientes de distintas disciplinas dentro de las
ciencias humanas (como el antropólogo Lévi-Strauss, el psicoanalista Jacques Lacan, o el lingüista y
semiólogo Roland Barthes) retomaron algunos aspectos sustanciales del curso de de Saussure.
Adoptaron el objetivo de sacar a la luz las estructuras subyacentes a los heterogéneos fenómenos de la
vida social, la idea de la primacía de las relaciones por sobre los elementos2 y el análisis a través de
la detección de leyes de combinación y sustitución de elementos. Estos aspectos, según su
perspectiva, permitían comprender no sólo el funcionamiento de la lengua, sino también el de las
sociedades, las culturas, y hasta el del inconsciente.3 Así, el modelo propuesto por la lingüística
saussureana se extendió al conjunto de las ciencias humanas.

Aportes generales de Althusser para una teoría marxista


 Althusser propone, hacia fines de los años ’60, una relectura de la obra de Marx en discusión
con otras interpretaciones de la época: el economicismo, el humanismo, el positivismo, el
historicismo. Althusser sostiene que Marx, para postular el materialismo histórico rompió con
la filosofía idealista (derivada de Hegel) y con los materialismos vulgares.
 También va a abordar algunos temas que consideró que Marx había dejado planteados pero no
desarrollados teóricamente. Uno es la especificidad de la dialéctica marxista por
contraposición a la hegeliana; otro, una teoría completa del Estado; y también, una teoría de
la ideología.
 Por último, en su relectura de Marx, Althusser realizará una importante contribución
transdisciplinaria, al proponer un cruce novedoso entre el psicoanálisis (especialmente a través
de Jacques Lacan) y el marxismo.

La reproducción social como problema: la organización del consenso


El marxismo suele ser asociado al problema de la producción, a la pregunta por las relaciones de
producción que se dan en las sociedades humanas a lo largo de la historia. Ahora bien: este texto de
Althusser nos muestra una pregunta por la reproducción de esas sociedades, es decir, por las formas
en que se organiza la duración en el tiempo de esos modos de producción.
El texto de Althusser que ustedes van a leer fue publicado en 1970, y es una síntesis de un libro,
publicado hace poco en español, que se llama Sobre la reproducción (Akal, 2015). En aquel momento,
ya había varios autores y escuelas interesados por pensar cómo se producía el consenso en las
sociedades occidentales contemporáneas, un consenso que contribuía a que se reprodujeran las
relaciones de explotación capitalistas. En otras palabras, la pregunta era: ¿cómo es posible que los
seres humanos acepten acríticamente las condiciones de su propio sometimiento?4 Esta pregunta era
muy difícil de responder en el contexto de sociedad capitalista, de consumo, con un sistema político
republicano, donde, si bien se seguía recurriendo a la violencia física para mantener el orden social

2
Es decir, la idea de que el valor de un elemento no emana de sí mismo, sino de las relaciones de oposición que lo distinguen
de todos los otros elementos del sistema.
3
Por ejemplo, Lacan decía, retomando a Freud, que “el inconsciente está estructurado como un lenguaje”.
4
La pregunta por la “servidumbre voluntaria” no obstante se remonta al siglo XVI, con Étienne de la Boétie.
2
cuando éste se veía amenazado, ocurría que en general la gente parecía aceptar las reglas del orden
social por propia voluntad.5
Ya vimos en la materia el interés de la Escuela de Birmingham por estos temas: el concepto de
hegemonía retomado de Antonio Gramsci resultaba imprescindible para pensar los procesos de
construcción y reproducción del consenso social. Gramsci había puesto de relieve que no hay
reproducción de un conjunto de relaciones sociales que se realice únicamente por la vía de la coerción,
sino que es necesaria la producción de sentidos y representaciones, que, una vez interiorizadas por los
sujetos, se les aparezcan como la “realidad” más evidente. Gramsci permitía pensar, así, que la
“realidad” es una construcción histórica y por lo tanto está atravesada por luchas.
Si bien se encuentran diferencias y contrastes entre el modo en que Gramsci y Althusser abordan este
problema, ambos están pensando acerca de algo muy similar: ¿cómo es posible que una sociedad
desigual, donde una clase explota a la otra, se reproduzca con la colaboración de los dominados?
Ambos, cada uno a su manera, muestran que la producción del consenso no se realiza automáticamente,
sino que la reproducción social es la resultante de una compleja arquitectura de “aparatos” (para
adoptar el término de Althusser), donde las instituciones culturales tienen un rol importante.
Ya vimos también en la materia el planteo de Bourdieu, que es un autor muy preocupado por las
estrategias de la reproducción social, y que entre otras cosas estudió con mucho detalle cómo la escuela
y el sistema educativo en general contribuyen a la continuidad de la división jerárquica entre grupos
sociales.
Para pensar estas cuestiones, Althusser va a proponer una teoría de la ideología al interior de la teoría
marxista. A modo de contexto teórico, repasemos algunos puntos clave postulados por Marx en la
segunda mitad del siglo XIX.

Algunas tesis centrales del materialismo histórico


 El materialismo histórico recupera la historicidad de los procesos sociales. Sólo la
historización de nuestro presente nos permite comprenderlo. En la vida corriente, en cambio,
tendemos a naturalizar las cosas: “esto es así porque siempre fue así” o “es normal que así sea”.
El materialismo histórico trata de romper con esas evidencias y mostrar que todo lo que somos
es el resultado de la historia, que es conflictiva y contradictoria.
 El materialismo histórico tiene posición filosófica la del materialismo, es decir, la idea de que
los procesos históricos no se explican ni por las ideas de los grandes intelectuales ni por la
audacia de los generales o los diplomáticos, sino a partir del modo en que los humanos se
organizan para garantizar su supervivencia, de sus prácticas. Esa organización social o modo
de producción es la que da forma a los procesos ideológicos, políticos y jurídicos. Como dice
Marx: “no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la
conciencia”.6
 Marx propuso una representación de la sociedad como un edificio, donde la “base” económica
(las relaciones de producción y las fuerzas productivas) sostiene a la “superestructura” (las
ideologías y lo jurídico-político). De acuerdo con la tesis clásica de la determinación material,
la base determina a la superestructura, es decir que, por ejemplo, las formas del derecho

5
Sin olvidar, por supuesto, que las décadas del 60 y del 70 estuvieron marcadas por grandes luchas políticas y por profundas
revueltas y protestas, la mayor parte de las veces con desenlaces sangrientos. El texto de Althusser, sin ir más lejos, fue
escrito sólo dos años después de las protestas obreras y estudiantiles de Mayo del ‘68 en Francia, y en el contexto de los
movimientos de descolonización en África, entre otros procesos.
6
Cf. MARX, K., La ideología alemana; Ed. Pueblos Unidos, Montevideo, VVEE, Págs. 16/55 [escrito en 1845].
3
derivan de los requerimientos de las relaciones de producción: así, el derecho burgués protege
y garantiza la propiedad privada para quienes la poseen, siendo la propiedad privada el
elemento clave del modo de producción capitalista.
 Otro concepto central del marxismo es el de lucha de clases, lucha que deriva de las
contradicciones propias de los distintos modos de producción. En la sociedad capitalista, la
existencia de propiedad privada determina la existencia de dos clases sociales antagónicas por
definición: la burguesía (poseedora de los medios de producción, es decir: propietaria) y el
proletariado (desposeído de todo salvo de su fuerza de trabajo, que vende a la burguesía). La
sociedad comunista, tal como se la concebía en el siglo XIX, sería una sociedad sin clases
porque no habría en ella propiedad privada, sino que la producción estaría organizada en
provecho de todos los miembros de la sociedad.
Uno de los debates clásicos dentro del marxismo fue acerca de cómo entender esa determinación de la
superestructura por la base. Si pensamos que esta determinación es unidireccional, es decir, que lo
ideológico, lo cultural, lo político, reflejan punto a punto lo que ocurre en la base, estaremos dentro de
lo que Althusser denunció como un economicismo. Para el economicismo, la economía permitiría
explicar todo lo que ocurre en una sociedad, lo cual para Althusser es una visión reduccionista. En
contra de esta mirada, el autor va a releer a Marx para plantear que:
 La base determina la superestructura, pero sólo en última instancia, es decir, que abre un
conjunto de posibles, pero no decide cuál de todas esas posibilidades va a realizarse
concretamente.
 Que las instancias de la superestructura poseen: a) una autonomía relativa respecto de la base
(es decir, que en la cultura, en la ideología y en la política se dan procesos que tienen su propio
peso histórico); b) una eficacia específica (es decir, que son capaces de incidir en lo que ocurre
en la base).

Pensar la reproducción de las condiciones de producción


En el texto, Althusser dice que, si queremos entender cómo un cierto tipo de relaciones de producción
(que en las sociedades de clases son relaciones de explotación) perdura en el tiempo, es necesario que
estudiemos los mecanismos que permiten esa reproducción.
Pensemos un segundo: en general, tendemos a asociar al materialismo histórico con una práctica
teórica y una práctica política centradas en la transformación social, especialmente bajo la figura de la
revolución comunista. ¿Qué significa entonces plantear la necesidad de pensar la reproducción?
Un lector de Althusser, Michel Pêcheux, dice que no pueden pensarse la reproducción social y la
transformación por separado.7 Es decir, que es necesario pensar ambas a la vez porque en todo proceso
social puede haber simultáneamente aspectos que reproducen lo dado y otros que lo transforman. Es
decir, no existen ni reproducción ni transformación sociales en estado puro.
Esto significa también afirmar que la reproducción no se da automáticamente. Ninguna clase
dominante domina en “piloto automático”, sino que día tras día necesita asegurar aquello que le
garantiza su dominación. Althusser nos muestra que la reproducción social exige un despliegue enorme
de mecanismos y dispositivos (entre los cuales el principal es la formación de sujetos adaptados a las
relaciones sociales en las que se encuentran inmersos), y que nunca está garantizada de antemano,
porque existe la lucha de clases y la resistencia de los dominados.

7
PECHEUX, M., “El mecanismo del reconocimiento ideológico”, en ŽIŽEK, S. (COMP.), Ideología. Un mapa de la
cuestión, FCE, Buenos Aires, 2003.
4
Althusser empieza el texto diciendo que cualquier sociedad, para mantenerse en el tiempo, necesita
reproducirse a sí misma. Es decir, reproducir por un lado las fuerzas productivas (las instalaciones
fabriles y las maquinarias, los campos fértiles, las materias primas, la fuerza de trabajo calificada para
hacer las tareas que se requieren, etc.) y por el otro las relaciones de producción (en el capitalismo, la
distribución de la propiedad privada entre propietarios y no propietarios). En particular, la
reproducción de la fuerza de trabajo se realiza por tres vías:
 garantizando a los trabajadores la satisfacción mínima de sus necesidades vitales (mediante el
salario);8
 reproduciendo la cualificación de los sujetos, es decir, las habilidades técnicas y cognitivas
que los hacen “aptos” para el trabajo;
 garantizando en la medida de lo posible su sumisión al orden dominante, es decir, su aceptación
acrítica de las reglas del orden social vigente.
Althusser encuentra que esta reproducción de la fuerza de trabajo se realiza mayormente fuera de los
lugares específicos de producción, es decir que los circuitos de la reproducción son diferentes de los
de la producción, aunque contribuyan con ella.
¿Dónde se realiza, entonces? En la familia, donde se realiza la reproducción biológica pero también
la reproducción ideológica (por ejemplo, se transmiten los roles de género). Se realiza también en el
sistema educativo. Allí se transmiten habilidades y conocimientos que permiten la reproducción de la
calificación de la fuerza de trabajo. Por ejemplo en el sistema educativo se establecen mecanismos de
exclusión (exámenes de ingreso, exigencias horarias, disciplinas con más “prestigio” que otras, etc.),
que hacen que se formen trabajadores cualificados, pero también que hacen que algunos no accedan a
esa formación, deviniendo así trabajadores no cualificados.
Pero en el sistema educativo pasa algo más: además de lo que se enseña explícitamente a través de
libros, experimentos, dictados, etc., se transmiten de manera implícita las reglas del orden dominante.
¿Cómo? En la escuela se enseña, de manera silenciosa, a reconocer a la autoridad, a moderar la postura
del cuerpo, a respetar los horarios y las normas de conducta, etc. En este aspecto, el sistema educativo
contribuye no sólo a la reproducción de la cualificación sino también a la sumisión al orden
dominante.
Althusser aclara algo importante: esta sumisión a la ideología dominante afecta tanto a los dominados
(sumisión para la obediencia) como a los dominantes (sumisión por la cual “aprenden” a dar órdenes,
a explotar a los demás en nombre de la libertad, y a reprimirlos en caso de que no se comporten “bien”,
es decir, de acuerdo a las normas dominantes). La ideología dominante, que se inculca en parte en el
sistema educativo, se inculca a todos: a los dominados (para que acepten su subordinación) y a los
dominantes (para que aprendan a dar órdenes).
Para Althusser en la superestructura se realiza de manera fundamental la reproducción de la
calificación y de la sujeción de la fuerza de trabajo al orden social. Allí, la ideología es un elemento
fundamental en la reproducción de las relaciones sociales de producción, a partir de su función práctica
de reproducir la sumisión de la fuerza de trabajo al orden dominante.

Una revisión de la teoría marxista del Estado: ARE y AIE

8
En un comentario muy interesante, Althusser aclara que hasta las “necesidades vitales” son históricas en los seres
humanos. Es decir, que “sobrevivir” no es para los humanos una simple cuestión biológica, sino que la supervivencia está
atravesada culturalmente: los hábitos alimenticios varían en cada sociedad, por poner sólo un ejemplo.
5
En la teoría marxista clásica, el Estado es concebido como el instrumento al servicio de la clase
dominante. El Estado, decía Marx, es la instancia que presenta el interés particular de la clase
dominante (interés que consiste en mantenerse como clase dominante, en reproducir las condiciones
de su dominación) como “interés general”, como “bien común”, como algo que nos compete e interesa
a todos. En la teoría marxista clásica, el Estado se separaba en Aparato de Estado [AE] (la policía, el
sistema penal, los tribunales, el ejército, el gobierno y la administración) y en Poder de Estado (que
remite a qué clase o alianza de clases detenta el dominio del AE).
La función del AE es mantener la dominación de la clase dominante principalmente a través de la
coerción. Sin embargo, como dijimos, el estudio de la sociedad capitalista avanzada permite ver que
esta tesis no es suficiente, porque en esta sociedad la reproducción se da la mayor parte del tiempo de
una forma que pareciera “automática” y “consensuada”. Para poder descifrar el misterio de la
reproducción social, Althusser va a decir que a aquella definición clásica del Estado le falta una parte:
los Aparatos Ideológicos de Estado, entendidos cada uno de ellos como un sistema de instituciones
donde se da la producción de consenso (pero también la lucha ideológica). Tenemos entonces la
siguiente división:
Aparato [Represivo] de Estado [ARE] Aparatos Ideológicos de Estado [AIE]
Único (Unidad de mando) Múltiple
Público Público y privado
Unidad fácilmente visible Aparente diversidad y especialización.
Unidad: funcionan con la ideología dominante
Funcionan principalmente con coerción Funcionan principalmente con ideología
Incluye: Incluye (la lista puede ampliarse más):
Aparato militar AIE Religioso
Aparato policial AIE escolar
Aparato Jurídico (También es AIE) AIE familiar
AIE Político (sistema de partidos)
AIE Jurídico (también es ARE)
AIE sindical
AIE de información (medios)
AIE cultural (producción literaria, teatral,
musical, deportes…)

Ambos contribuyen a asegurar la reproducción de las relaciones sociales de producción. En el caso de


los ARE, lo hacen generalmente por la fuerza. En el caso de los AIE, cada uno a su manera lo hace a
través de la ideología. Pero Althusser aclara que esta división no es tan tajante como parece: los ARE
funcionan prioritariamente con coerción, pero también hay en ellos ideología (por ejemplo, en la
formación de soldados, la “defensa de la Patria” puede ser un elemento ideológico central); los AIE
funcionan prioritariamente con ideología, pero hay también en ellos coerción (por ejemplo, “quedarse
sin postre” tras haberse “portado mal” en la familia; o las “amonestaciones” como sanción disciplinaria
en la escuela; la censura o los despidos de periodistas de medios de comunicación, etc.).
Si observamos la lista de AIE, algunas cosas deberían llamarnos la atención.
Primero: ¿Cómo es que siendo “de Estado” puedan ser privados?
Acá hay que estar atentos a que solemos confundir “público” con “estatal”.9 Por lo general, nos
referimos al Estado como el conjunto diferenciado de los institutos de gobierno, pero no olvidemos

9
Para un mayor desarrollo de este “error” y de la necesaria distinción entre ambos, cf. por ejemplo Bourdieu, P. Sobre el
Estado: Cursos en el Collège de France (1989-1992). Barcelona, Anagrama, 2014.
6
que Althusser comprende al Estado desde la perspectiva marxista que acabamos de ver, donde el
Estado es también la lógica dominante de una sociedad. Althusser agrega que la distinción
público/privado no importa demasiado, porque lo que unifica a los AIE (en su aparente dispersión)
no es su propietario, sino su funcionamiento: funcionan masivamente con ideología y tienden a
reproducir las relaciones sociales dominantes.10 Entonces, cuando se logra la reproducción, estamos
ante un momento en el cual el resultado provisorio de la lucha de clases favorece a la clase dominante.
Althusser nos dice también dos cosas más en relación con este punto:
 La ideología dominante no existe ni antes ni por fuera de los AIE: se realiza en ellos, y es la
resultante de la lucha en los AIE cuando éstos reproducen las relaciones sociales de producción.
 Ninguna clase que aspire al poder de Estado puede lograrlo sin tener el dominio de los AIE.
Segunda cosa que nos debería llamar la atención: ¿Cómo es que, si los AIE tienden a reproducir las
relaciones sociales de explotación en la sociedad capitalista, Althusser pudo incluir en la lista a los
sindicatos y a los partidos políticos (incluido el Partido Comunista)?
Ante este problema encontramos dos respuestas diferentes, ambas válidas. Por un lado, podríamos
decir que los partidos y los sindicatos son los AIE mediante los cuales la clase dominante organiza de
antemano su “diálogo” con los dominados. Haciéndolas participar de un sistema institucional
previamente regulado, la clase dominante estaría anticipándose y neutralizando las potenciales fuerzas
disruptivas en la sociedad.
Esa lectura es posible, aunque se puede hacer otra más, si ponemos el acento en un elemento central
del materialismo histórico: la lucha de clases. Podemos afirmar así que los AIE son objeto y lugar de
la lucha de clases: se lucha por ellos y en ellos. Los AIE pueden ser el lugar de resistencia de las
clases explotadas. Michel Pêcheux resalta algo más: que así como nos tenemos que interesar por lo
que pasa dentro de cada AIE, también debemos analizar las relaciones entre los AIE. Es decir, ver
cuáles son los AIE con más peso y cuáles los subordinados: en dos sociedades distintas puede haber
sindicatos, pero en una éstos pueden estar completamente desactivados como herramienta de lucha
mientras que en la otra pueden tener mayor capacidad de presión para transformar las condiciones de
vida de las y los trabajadores.

La escuela como modelo de funcionamiento de los AIE


Althusser agrega que el paso de la sociedad feudal a la sociedad moderna/capitalista está marcado por
un desplazamiento en los AIE dominantes: en el feudalismo, la prioridad la tenía el par Iglesia/familia,
mientras que en el capitalismo los centrales son la escuela y la familia. Estos AIE son los primordiales
a la hora de reproducir la “sujeción” de los sujetos a un orden de cosas dado.
También Bourdieu, en el texto "Campo intelectual y proyecto creador",11 se ocupaba del rol de la
escuela como reproductora de las relaciones sociales. Sostenía que el sistema de enseñanza era una
"institución especialmente diseñada para conservar, transmitir e inculcar la cultura canónica de una
sociedad" y agregaba que los pequeños funcionamientos cotidianos de la escuela -sus rutinas, su
control del tiempo, de la postura corporal, de la buena caligrafía, la represión o estigmatización de
rasgos de personalidad o corporales, de acentos lingüísticos, etc.- pertenecían a una institución cuya
principal función es la conservación cultural. Con sus rutinas cotidianas, dice Bourdieu, la escuela es
una poderosa "fuerza formadora de hábitos", proporcionando a su público (que por lo demás es un

10
Si digo “tienden” es porque Althusser sostiene que la ideología es un terreno de lucha, que existe una lucha ideológica
que tiene su autonomía relativa y su eficacia específica.
11
Bourdieu, P., “Campo intelectual y proyecto creador”, en Campo de poder, campo intelectual, Buenos Aires, Montressor,
2002.
7
público cautivo, dada la obligatoriedad de la educación) no sólo ideas o contenidos de pensamiento,
sino esquemas, disposiciones corporales, modos de conducta, nociones generales de lo bueno y lo
malo, etc., que los alumnos interiorizan y luego trasladarán de forma inconsciente a otros espacios
sociales que transiten.
Entonces, vemos que la escuela, pero podríamos estar hablando de cualquier otro AIE, ejerce por un
lado una función de transmisión explícita de ciertos contenidos y, por el otro, una función de
transmisión cultural implícita, que se realiza “a espaldas” de los sujetos que la reciben. Esta segunda
“transmisión” construye una "normalidad", un "sentido común", y provee de relaciones prefabricadas:
a) con el tiempo ("llegar a horario" a la escuela luego devendrá “llegar a horario” al trabajo), b) con el
espacio (llegar al aula y saber “naturalmente” dónde sentarse de acuerdo a si se es alumno o si se es
profesor), y c) con los otros (aprender a pedir permiso al maestro para ir al baño es aprender a reconocer
la existencia de una autoridad legitimada para controlar entradas y salidas: más tarde se pedirá permiso
al jefe para retirarse antes algún día; reconocer como si fuera natural la jerarquía que va de los
directivos a los niños pasando por los maestros permite naturalizar la escala que más tarde irá del
patrón al obrero, o del general al soldado…).
Hagamos un paréntesis: ¿esto significa que entonces la escuela es solamente un lugar de reproducción
de la cualificación y la sumisión? ¿Significa que no tiene sentido fomentar el pensamiento crítico
porque de todas maneras se está contribuyendo a la reproducción de la desigualdad? No, porque las
prácticas que se apartan de la norma dominante son formas de la lucha de clases dentro de los AIE. Y
porque (esto no lo dice Althusser, pero vale la pena señalarlo) por más que tendencialmente el sistema
educativo colabore con la reproducción de las desigualdades sociales, cuanto mayor conocimiento
crítico tengamos acerca de este funcionamiento, más lo podremos hacer visible y, de ese modo, llegar
a transformarlo. Vemos nuevamente que reproducción y transformación se relacionan.
Tomemos por caso la Educación Sexual Integral: es una política pública que a su vez es resistida por
zonas del AIE familiar (asociaciones de padres, por ejemplo), del escolar y del religioso. Aquí se ve
cómo los AIE son lugar de disputas.
Volvamos. ¿Qué vemos entonces con este funcionamiento de la escuela como ejemplo de AIE?
 Por un lado, que los AIE contribuyen a que los sujetos interioricen las pautas culturales y
sociales, y que esta interiorización es en parte consciente y en parte inconsciente. Mediante las
prácticas cotidianas, reproducimos día a día, con toda “naturalidad” y sin saberlo, los
fundamentos mismos de la sociedad en que vivimos.
 Por otro lado, que existe una homología estructural, un “aire de familia”, entre los distintos
AIE de una misma sociedad. Como vimos, los hábitos inculcados en la escuela son
relativamente transferibles a lo que se espera de nosotros en el mundo del trabajo. También
existen múltiples reenvíos entre los diferentes AIE: la familia afirma la importancia de la
escuela, en familia se consumen medios de comunicación, se inculcan creencias religiosas, se
discute política, etc.
 Por último, algo no menor: en ningún caso la ideología se señala a sí misma, nunca dice “yo
soy ideológica”. Por ejemplo, la escuela se presenta como un ámbito ideológicamente
“neutral”, “apolítico”. También familia se presenta a sí misma como “no ideológica”, aunque
es allí donde se transmiten, por ejemplo, los roles de género, que son construcciones sociales
que organizan de forma dominante, todavía hoy, la sumisión de las mujeres a los varones.
Antes de pasar a la definición que da Althusser de ideología, saquemos algunas conclusiones de la
parte del texto dedicada a la reproducción de las condiciones de producción. Esta parte nos ayuda entre
otras cosas a:

8
 Situarnos en el punto de vista de las relaciones sociales (y no en el de los elementos, ya sean
las clases o los sujetos), otorgando una primacía a las relaciones por sobre los elementos. Como
decía Bourdieu jugando con la frase de Hegel: “lo real es relacional”.
 Analizar la existencia de lucha de clases no solo en la lucha política por la toma del poder de
Estado o en la lucha la económica por los medios de producción, sino también en la
superestructura ideológica. Esto abre la posibilidad de pensar la cultura como ámbito
conflictivo, con incidencia en la reproducción/transformación de las relaciones sociales.
 Comprender que la lucha de clases en la ideología no se da sólo al interior de cada AIE, sino
también en la definición de la geografía que los AIE configuran en un momento dado: sus
subordinaciones, sus jerarquías…

Para seguir pensando y debatiendo…


-¿Cuáles son los AIE dominantes en nuestras sociedades del siglo XXI? ¿Qué lugar ocupan la escuela
y la familia? ¿Existen otros AIE que debamos destacar? ¿Qué relaciones entablan entre sí los distintos
AIE?
-¿Qué podemos pensar hoy, cuando en un contexto que tiende a la mercantilización de lo público,
desde la ideología dominante se tiende a desprestigiar a la escuela, diciendo que no forma sujetos
“creativos” ni “adaptados a las necesidades del mercado”, y se proponen formas “flexibles” de la
educación, articuladas directamente con empresas? ¿Cómo podemos pensar esto a la luz de las
herramientas que nos brinda Althusser?
-¿Cómo repensamos a los ARE hoy en día? ¿Podemos seguir afirmando que pertenecen
exclusivamente al dominio público? ¿Cómo pensar las fuerzas paramilitares, las cárceles privadas, la
violencia ligada al narcotráfico?12
-¿Qué contradicciones, qué resistencias, qué conflictos encontramos hoy en día en los AIE?

Acerca de la ideología
Parafraseando a Krotz, descartemos de antemano dos “ideas falsas” acerca de la ideología, ideas que
forman parte de nuestro sentido común (y que Althusser llama “la ideología de la ideología”):
 En general, tendemos a hablar de “ideología” como de un conjunto de opiniones, creencias y
contenidos que tienen alguna relación con cómo nos imaginamos que debería ser el mundo: “X
tiene una ideología liberal”, “Z tiene una ideología de izquierda”, etc. Entendemos a la
ideología como opiniones político-partidarias, o como credo consciente. Esta es la más
frecuente en los medios, en el habla cotidiana.
 Otro uso también frecuente es el de la ideología como “velo” o “falsa conciencia” que obtura
la percepción de la realidad. Acá “ideología” se opone a “realidad” en un sentido peyorativo:
“dejemos la ideología y veamos las cosas como son”. La idea de “velo” está ya presente en la
metáfora de la caverna de Platón, cuando esos hombres de espaldas a la realidad creían que
ésta consistía en las sombras proyectadas en la pared.

12
Para ampliar este tema, cf. Calveiro, Pilar (2012). Violencias de estado. La guerra antiterrorista y la guerra contra el
crimen como medios de control global. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores. Segato, Rita (2013), La escritura en el
cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Buenos Aires: Tinta Limón.
9
Althusser se separa de ambos preconceptos y va en busca de una teoría propiamente marxista de la
ideología. Sin embargo, encuentra que Marx nunca llegó a desarrollar una verdadera teoría de lo
ideológico, y por eso este será uno de los puntos que a Althusser le va a interesar desplegar. No vamos
a profundizar demasiado, sería muy largo y complejo. Sólo destaquemos algunas definiciones básicas.
* Una ideología es un sistema de representaciones mediante el cual los sujetos le dan un sentido al
mundo. Ese sentido, en el caso de la sociedad de clases, lleva por lo general a hacer olvidar que existen
clases enfrentadas, relaciones de explotación y procesos de dominación, y produce justificaciones de
lo existente. La ideología es la “atmósfera” que respiramos, no estamos nunca por fuera de la ideología.
* Según Althusser, retomando conceptos del psicoanálisis lacaniano, la ideología no tiene que ver con
lo que sabemos o lo que pensamos acerca del mundo, sino con las emociones, los afectos (los miedos,
las angustias, las esperanzas, etc.). La ideología no se ubica en el saber o en la conciencia, sino en un
lugar entre lo corporal y lo reflexivo.
* Para Althusser la ideología no es una “mentira” que nos oculta “la realidad”, sino que la ideología
es el modo en que experimentamos “espontáneamente” nuestro lugar en el mundo: algunos pueden
experimentar el desempleo con resignación como si fuera fruto del destino, otros pueden hacerlo
combativamente, otros con angustia individual, etc. Es decir que la ideología opera ahí donde cada uno
experimenta su relación con las condiciones sociales objetivas.
* La ideología tiene además un carácter material. Contrariamente a la “falsa idea” por la cual la
ideología son opiniones y creencias, Althusser va a decir, siguiendo a Pascal, que la ideología se realiza
en prácticas materiales insertas en rituales a su vez propios de los AIE (como ir a misa, ir a un recital
o ir de compras). Acá adquiere gran importancia el cuerpo, la práctica. Pascal decía: “Arrodíllate,
mueve los labios, y la creencia vendrá sola”.13 Althusser va a decir que lo ideológico se realiza en esas
microprácticas cotidianas: al izar la bandera y guardar silencio nos reconocemos respetuosos de “La
Patria”. Atención: también nos reconocemos parte de “La Patria” cuando gritamos un gol de la
Selección de Fútbol. La ideología atraviesa el conjunto de nuestras prácticas, y lo hace en silencio,
disimuladamente.
* Por último, la ideología “interpela a los individuos como sujetos”. Esto significa que es un
mecanismo de subjetivación, por el cual los recién nacidos son integrados a un mundo social que ya
está armado. Althusser retoma algo que decía Freud: cuando venimos al mundo, ya nos esperan (bien,
mal, no importa, lo que importa es que hay un lugar asignado para nosotros). El primer acto que
materializa esto es que nos asignan un nombre. Esto es una paradoja: lo más “propio” que tenemos (y
donde nos reconocemos como “yo”) nos lo dieron otros... En ningún momento pensamos que nuestro
nombre en realidad no es “nuestro”. A partir de ese acto primordial de recibir un nombre que ocurre
en el AIE familiar, ya somos sujetos ideológicos, dice Althusser. A través del AIE familiar hemos sido

13
Bourdieu es otro gran lector de Pascal. En su libro Meditaciones pascalianas, afirma lo siguiente: “Aprendemos por el
cuerpo. El orden social se inscribe en los cuerpos a través de esta confrontación permanente, más o menos dramática, pero
que siempre otorga un lugar destacado a la afectividad y, más precisamente, a las transacciones afectivas con el entorno
social. (…) Las conminaciones más serias no van dirigidas al intelecto, sino al cuerpo, tratado como un recordatorio. Lo
esencial del aprendizaje de la masculinidad y la feminidad tiende a inscribir la diferencia entre los sexos en los cuerpos (en
particular, mediante la ropa), en forma de maneras de andar, hablar, comportarse, mirar, sentarse, etc. Y los ritos de
institución no son más que el límite de todas las acciones explícitas mediante las cuales los grupos se esfuerzan en inculcar
los límites sociales o, lo que viene a ser lo mismo, las clasificaciones sociales (la división masculino/femenino, por
ejemplo), en naturalizarlas en formas de división de los cuerpos, las héxis corporales, las disposiciones, respecto de las
cuales se entiende que son tan duraderas como las inscripciones indelebles del tatuaje, y los principios de visión y división
colectivos.” (187). Cf. Bourdieu, P. Meditaciones pascalianas, Barcelona, Anagrama, 1999.
También este “aprendizaje por el cuerpo” remite a los planteos de Michel Foucault acerca de las disciplinas y el
anátomopoder. Cf. Foucault, M. Microfísica del poder, Madrid, Las Ediciones de la Piqueta, 1980. Foucault, M. Vigilar y
castigar: El nacimiento de la prisión, Siglo XXI, 2009.
10
“cosidos”, sujetados, a todo el conjunto de los AIE. Entonces, nacemos y nos “sujetan” al mundo
mediante un nombre y mediante toda una serie de atributos que se nos van a ir sumando después, que
nos vienen de afuera y que interiorizaremos como si fueran lo que tenemos de más íntimo.
Esto se vincula el AIE familiar pero también con el judicial: no podemos no tener un nombre, nuestra
existencia social depende de eso. El Estado no nos reconocería si no tuviéramos un nombre. Pensemos
a la inversa cómo esto funcionó de manera terrible en los campos de concentración nazi, donde el
nombre era reemplazado por un número, como antesala deshumanizante que permitía la masacre.
Pensemos también el drama de los migrantes indocumentados en Europa…

Algunas críticas recibidas


El texto que acabamos de trabajar ha sido muy debatido y recibió fuertes críticas. En general, se
sostuvo que Althusser estaba planteando, a través de la teoría de los AIE, un sistema de dominación
total donde no había lugar para la lucha, la resistencia, la transformación social.14 Se lo acusó de
funcionalista, es decir, de sostener que la superestructura tenía como única función la de reproducir un
orden social cohesionado, y que esto se realizaba siempre con éxito. No obstante, si bien Althusser
dice efectivamente que la ideología que se realiza en los AIE tiene como función principal la
reproducción de las condiciones de producción, también dice que los AIE son lugar y objeto de la
lucha de clases, de la resistencia, del conflicto.
Se lo acusó asimismo de dejar de lado la capacidad de agencia de los sujetos y de hacer de ellos unos
“zombies”, pasivos e incapaces de percibir la realidad y transformarla. Es decir, de concebir a los seres
humanos como sujetos plenamente sujetados a un orden social injusto respecto del cual no tendrían
escapatoria, lo cual sería, dicen los críticos, una “herencia” de la matriz estructuralista, que pone el
acento en las estructuras y no en los agentes o actores.15 Sin embargo, si bien Althusser pone el acento
en la ideología como aquello que “ata” a los sujetos al orden social, dice al mismo tiempo que la
ideología es un elemento constitutivo de toda sociedad, sin la cual no habría sentidos compartidos, por
ejemplo.
Stuart Hall, en un texto de 1985, titulado “Significación, representación, ideología: Althusser y los
debates postestructuralistas”, repasó algunas críticas que se pueden hacer al texto. Además de algunas
de las ya citadas, señaló la dificultad para pensar la existencia de fuerzas capaces de disputar la
tendencia dominante, o de ideologías contrarias a la dominante.
El sociólogo y semiólogo argentino (y precursor en estudios en comunicación) Héctor Schmucler, en
una entrevista de 1994 para la revista Causas y Azares, cuenta cómo era el contexto intelectual
latinoamericano en los ‘60 y los ’70, es decir, cuando Althusser era reconocido como un importante
intelectual del momento. En aquella época, las y los investigadores habían adoptado el modelo de la
semiología propuesta por Roland Barthes (también inspirado en el estructuralismo), que buscaba
desmitificar los mensajes publicitarios mostrando cómo éstos contribuían a la propagación de la

14
Podemos encontrar esta crítica formulada al pasar en “La lógica de los campos” por Bourdieu. (Bourdieu, Pierre y
Wacquant, Loïc J. D., “La lógica de los campos”, en: Respuestas por una antropología reflexiva, México, Grijalbo, 1995,
pp. 63-78.)
15
La relación entre el estructuralismo y el problema de la subjetividad ha sido y sigue siendo largamente debatida. El
estructuralismo fue acusado de un “olvido” o “desatención” respecto del lugar de los sujetos, en la medida en que la
atención se habría volcado en la objetividad de las estructuras que los determinan. Sin embargo, esta crítica no significa el
cierre del debate: filósofos contemporáneos, como el citado Étiene Balibar (op. Cit.), afirman que lo propio del
estructuralismo es haber destituido una cierta idea de sujeto (la del sujeto como sujeto plenamente autónomo, libre, dueño
de sí mismo) y de haber repensado la cuestión de la subjetividad en su relación compleja con aquello que la determina.
11
ideología dominante:16 “Fíjense la impronta marxista de este pensamiento: así como el marxismo
devela las relaciones sociales opacadas en el proceso productivo, así la semiología era el instrumento
que permitía mostrar la ideología que el texto encerraba.” En este contexto, agrega Schmucler,
Althusser venía como anillo al dedo porque permitía justificar la necesidad revolucionaria de
destrucción de los AIE. El problema, agrega, es que Althusser no fue leído de primera mano, sino a
través de una versión simplificada de su pensamiento que lo convertía en un manual dogmático para
pensar lo social, desactivando así todo el potencial crítico que una teoría puede poseer.

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Segunda Parte:
Análisis del film El artista (Cohn y Duprat, 2008)
A cargo de Evangelina Margiolakis
FICHA TECNICA
El Artista (2008)
Dirección: Mariano Cohn y Gastón Duprat
Guión: Andrés Duprat
Actores protagónicos: Alberto Laiseca y Sergio Pángaro
Actuaciones especiales: León Ferrari, Horacio González y Rodolfo Fogwill
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Fragmentos de una entrevista realizada a los directores con motivo del estreno de la película
Página/12
JUEVES, 28 DE MAYO DE 2009
“Esta película no busca dar respuestas” Entrevista a Mariano Cohn y Gastón Duprat
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-14022-2009-05-28.html

M.C.: – Algo importante también es que las pinturas que dibuja el personaje que interpreta Laiseca no se ven. Hay
una cámara subjetiva donde el que se ve es el espectador de la obra. La crítica en Roma dijo que lo que está bueno
de ese gag es que enfrentás al espectador de la obra con el de la película, como si hicieras un tajo en el cuadro.
(...)
– ¿Cómo trasladarían la reflexión sobre la autoría a su propio campo, el cine?
G.D.: – Pasa que en las artes plásticas funciona mejor este tema porque hay mucho distanciamiento entre éstas y el
público común. Nadie entiende una jota. De golpe, ves un objeto como una obra de arte y vale millones. Ves otro
parecido en otro lugar y no vale nada. La lógica interna es incomprensible. En el cine eso no pasa ya que la gente se
atreve a opinar, a descalificar. Pareciera que la gente sabe de eso. Todo el mundo tiene su director favorito. El mundo
de las artes plásticas da mucha tela para cortar porque hay un abismo entre el profesionalismo y la gente que camina
por la calle.
(...)
– ¿Y cómo entienden ustedes la creación artística a partir del argumento de este film?
G.D.: – Hay una parte de la creación artística que me parece la más interesante: la que excede al propio artista, sea
un consagrado o un chico que recién empieza copiando de los libros de arte de moda. Los artistas no controlan el
cien por ciento de los significados de lo que hacen. Controlan una parte. Ellos piensan que es todo pero hay un
montón de significados que se les cuelan. Eso hace interesantes a las obras, sean horribles o buenísimas. Esa parte
es la que más me interesa: la que no manejan los artistas, la que no pueden controlar, la que es a pesar de ellos. De
hecho, obras hechas desde la ignorancia y la chantada de copiarlas porque están de moda, tal vez dan cuenta mejor
del mundo actual que una obra consumada y acabada.
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16
Un ejemplo clásico del análisis de la ideología propagado por la cultura masiva es: Dorfman, Ariel y Mattelart, Armand.
Para leer el pato Donald. Comunicación de masas y colonialismo, Siglo XXI, Argentina, [1972] 2014.
12
Preguntas problematizadoras de las que partimos:

¿Qué características presenta el campo artístico según el film?


¿Qué ocurre con el artista y con la obra según la película?
¿De qué manera se reconoce y legitima el proyecto creador? ¿Cuáles son las instancias de
mediación?

Algunos elementos surgidos del análisis del film

Andrés Duprat –guionista del film, director actual del Museo Nacional de Bellas Artes y quien en la
película desempeña el rol de crítico universitario- define el film El Artista como una “especie de
manifiesto”. Andrés Duprat es curador de arte, y en esta película, realizó su primera incursión como
guionista. Trabaja hace más de veinte años en el mundo del arte. Dice que quiso escribir sobre “este
universo que amo y detesto a la vez”.
El film plantea una de las grandes preguntas del arte: la cuestión de los límites de su campo específico,
el problema de las fronteras de su espacio autónomo. Su modo de tratamiento constituye una parodia
en la que, a través del humor, se revisa críticamente el universo circunscripto al mundo del arte. La
famosa apropiación artística de un urinario que llevó a cabo Duchamp, parece tener un eco noventa
años después en el gesto de Ramírez, al atribuirse los dibujos de Romano. Sin embargo, podría decirse
que la actitud de Ramírez es justamente la inversa, su interés último es introducirse en el círculo
cerrado de la élite artística, sin pretender abolir sus fronteras.
Sintetizamos algunos de los ejes de análisis surgidos durante la clase:

 Posiciones o agentes aparecen en el campo del arte contemporáneo: el galerista local y el internacional,
el coleccionista, el art dealer, el curador, el crítico especializado (universitario) y el crítico de los
medios masivos (televisión, diarios), el historiador del arte, la guía de visitas guiadas. Todos ellos
contribuyen a objetivar el “proyecto creador”, son agentes mediadores entre obra y público y como
tales, contribuyen a su legitimación o deslegitimación.
 Cuando Ramírez acude a la galería por primera vez, la puerta implica un límite impuesto por el campo,
al cual solo se puede acceder si se reconocen, observan y cumplen las reglas de ese campo. No se
puede entrar tocando el timbre, se debe hacer un dossier, saber cómo se hace, enviarlo por correo.
 Ramírez aprende a jugar en ese campo, reconociendo las reglas del arte: arma el dossier, se presenta
en la galería, prepara la muestra, se vincula con la crítica, se relaciona con otrxs artistas –la artista que
produce peluches gastados-, ofrece conferencias, acude a eventos, evalúa viajar al exterior, es decir,
toma posición y va “acumulando” capital específico de ese campo. La película muestra el proceso por
el cual Ramírez va ocupando paulatinamente una posición privilegiada dentro del campo, va apostando
para ganar. Su toma de conciencia respecto de esas reglas no es lo importante, en todo caso, lo que se
muestra es que Ramírez queda atrapado en el juego: cuando habla poco porque no sabe qué decir, ello
es interpretado por la crítica como un “gesto” diferenciante.
 Sobre las fronteras que delimitan el campo: En relación con aquello que no “entra en el campo”.
Como dijimos, se muestra esto en la puerta cerrada de la galería para el que no conoce el código para
entrar a ese circuito. Y también en los espacios que hablan del campo y lo constituyen específicamente:
la construcción de un dossier, el taller, la galería.
 Otras reglas del campo: cuanto más incomprendida sea la obra, mayor “valor” (o capital específico)
obtendrá, lo que plantea la idea de un arte desligado de todo tipo de condicionamiento –social,
económico o político-. Esto nos habla de una autonomía del campo (no hay relación con un referente,
sólo se produce algo que no posee más restricciones que el proyecto de creación). Cuando el público
la observa, la entiende poco, y allí reside su “valor”.

13
 Otra regla que aparece en la primera entrevista que mantiene Ramírez con el dueño de la galería: las
obras deben ir firmadas por su autor (idea de un autor individual que imprime “singularidad” a su
trabajo).
 Hay varias escenas donde aparecen espectadores observando la obra de Ramírez. Allí la película
propone una cámara subjetiva que observa a quienes miran, un cuadro “tajeado” –como dirán sus
realizadores- donde no se ve la pintura sino las interpretaciones de quienes la observan. Esto remite al
proceso de “objetivación” de la obra, sus instancias de reconocimiento, y nos habla de un público o
mercado.
 Ámbitos de legitimación y consagración que aparecen: concursos, ferias, bienales, exposiciones en
museos, galerías, la universidad, etc.
 Formas en que se representa la pertenencia al campo del arte:
- Mediante el lenguaje: Vocabulario técnico (dossier, curador) o en otros idiomas (el inglés como
lengua legítima en ese campo); la cita de autoridad; el hermetismo de los discursos sobre el arte; los
modos de hablar (y de callar).
- Mediante disposiciones o habitus: el cosmopolitismo, el esnobismo, la alimentación (qué se come,
dónde se come, cómo se come), los consumos culturales y no culturales, la vestimenta, el diseño o la
relación con “el saber” (libros, historia del arte, etc.) de quienes forman parte del campo. En el caso
específico de Ramírez, sus disposiciones se reconocen al observar el lugar donde vive (cuando se le
propone que arregle su casa), su trabajo (enfermero en un nosocomio) y sus “ámbitos de creación”
(cuando se le indica que compre materiales para pintar sus cuadros con el fin de que sus obras no
parezcan tan “deterioradas”, y cuando se le sugiere que “cuide su trabajo” y no lo deje “tirado por
ahí”).
- A través de distintos espacios de sociabilidad entre artistas (como las inauguraciones, las reuniones,
la relación con los medios de comunicación).
 Lo que define al arte no es el contenido de la obra (nunca se ve la obra en toda la película, sino que
aparece un vacío que puede ser pensado como ventana o como espejo), sino la trama de relaciones
sociales que se entablan entre los involucrados en el campo así como con otros campos (económico,
periodístico).
 La galería -un cubo blanco- aparece mostrada con su “fuera de campo”, es decir, con lo que
habitualmente no se percibe o no se observa en el mundo del arte, aquello que no otorga valor ni
contribuye a legitimar la obra: el guardia de seguridad, la empleada de limpieza, la trastienda, los
cheques, etc. (que remiten a todo lo invisibilizado en el mundo del arte).
 La película tiene como actores a agentes reconocidos y legitimados o validados en el campo artístico
y el campo intelectual.
 El contraste entre encuadres centrados (más parecidos a un cuadro) y encuadres que privilegian el fuera
de campo (lo no visto, lo no mostrado). Nuevamente los límites de un campo quedan circunscriptos a
aquello que el campo reconoce como propio y aquello que el campo excluye.

14

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