El Procedimiento Concursal
El Procedimiento Concursal
El Procedimiento Concursal
La insolvencia se produce por una tensión en la tesorería, de modo que el deudor es incapaz de
asumir sus obligaciones de pago. Esta tensión se puede producir porque el deudor carece de bienes
suficientes para atender las deudas (insolvencia patrimonial o definitiva) o porque, a pesar de tener
patrimonio suficiente, le falta liquidez o crédito (insolvencia provisional).
Las causas de esta insolvencia son múltiples, pero las más destacadas son:
La Ley Concursal establece la obligación legal del deudor de declarar el concurso tan pronto como
conozca o hubiera debido conocer su estado de insolvencia legal, e incluso le faculta para anticiparse
a esa declaración y adelantar en el tiempo la misma, a fin de lograr la solución más adecuada para
la satisfacción de los acreedores.
La Ley 22/2003, de 9 de Julio, Concursal, consigue la unificación de los distintos procedimientos que
se utilizaban en el derecho derogado para tratar la insolvencia del deudor. Hasta entonces, eran
cuatro los procedimientos dedicados a tal fin: Quiebra, suspensión de pagos, concurso de
acreedores y beneficio de quita y espera. Mientras los dos primeros respondían a los problemas que
planteaban las crisis patrimoniales, teniendo como desencadenante la insolvencia o el
sobreseimiento en los pagos, las dos últimas solucionaban la cuestión en el ámbito civil, partiendo
del presupuesto de la iliquidez.
Sin embargo, a través de este procedimiento unificado, se tratará cualquier situación de impotencia
patrimonial del deudor-ya sea por problemas de insolvencia o de iliquidez-, servirá para atajar la
crisis de cualquier deudor-incluso de personas físicas-; y establece una doble solución al
procedimiento: Convenio o liquidación.
Además, simplifica el tratamiento de las crisis patrimoniales y logra la mayor eficiencia del sistema
concursal, al aunar en un procedimiento único el hecho de poder maximizar el valor del patrimonio
concursal y, de este modo, lograr la mayor satisfacción de los acreedores.
Con motivo de la crisis económica y financiera que atraviesa España, que ha multiplicado el número
de concursos, la reforma del 2003 evidenció ciertas carencias, que intentarían ser superadas en
primer lugar por el Real Decreto-ley 3/2009, de 27 de marzo, de medidas urgentes en materia
tributaria, financiera y concursal y posteriormente con la Ley 38/2011, de 10 de octubre, de reforma
de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal.
Poco después, se aprobó el Real-Decreto Ley 4/2014 de 7 de marzo, por el que se adoptan medidas
urgentes en materia de refinanciación y reestructuración de deuda empresarial, mediante el cual se
procede a reforzar la eficacia de la refinanciación con la finalidad de conseguir con ello y además,
que “la deuda remanente sea soportable, permitiendo así que la empresa siga atendiendo a sus
compromisos en el tráfico económico, generando riqueza y cubriendo puestos de trabajo”. Se
refuerza la eficacia de los acuerdos de financiación limitándose su rescindibilidad y se facilita su
constitución, en tanto que se reforma también el efecto suspensivo del deber de presentarse en
concurso, y se evita preclusivamente, dentro del plazo, la interposición del concurso necesario, y se
limitan el efecto contundente de realización con garantías reales, de bienes que sean necesarios
para la continuación de la actividad empresarial.
1.-Unidad legal: Un mismo cuerpo legislativo regula los aspectos sustantivos y procesales.
2-Unidad de disciplina: Respecto a todos los deudores, sean civiles o no, aunque hay
disposiciones pensadas para el deudor insolvente empresario.
3.-Unidad de procedimiento: Existe un procedimiento general y uno abreviado, pero en
ambos la fase común desemboca en dos soluciones distintas: El convenio del deudor y los
acreedores o la liquidación.
La ley concursal estructura el proceso concursal en tres fases: Fase común, fase de convenio y fase
de liquidación. No obstante pese a esta separación teórica, en la práctica pueden coexistir o darse
sólo dos de ellas.
Para cerrar la tramitación del procedimiento concursal, se debe mencionar la calificación del
concurso, que se tramita de forma independiente a la liquidación o el convenio.
Fase común: Comienza con el auto de declaración de concurso, y finaliza con la apertura
de la fase de convenio (o la aprobación del tramitado como propuesta anticipada), o la fase
de liquidación. Comprende la admisión del concurso, el nombramiento y emisión de
informes de la Administración Concursal, la determinación de las masas, la clasificación de
los créditos y la confección de la lista de acreedores.
Fase de liquidación: Se abre a solicitud del deudor, que puede realizarla en cualquier
momento, o de oficio si la fase de convenio finaliza sin aprobación de ninguna de las
propuestas. Comprende todas las actuaciones tendentes a la enajenación del patrimonio
del deudor, así como el pago de los créditos de los acreedores. El concurso concluye por el
pago o consignación de la totalidad de los créditos reconocidos, por el cumplimiento del
convenio, o por la inexistencia de bienes o derechos del concursado.
Secciones
Sección 1ª: El juez examina la concurrencia de los requisitos marcados para la declaración del
concurso, la adopción de medidas cautelares en su caso, e incluso la apertura de forma conjunta de
la fase de liquidación.
Sección 3ª: Determinación de la masa activa, así como la interposición de las acciones de
reintegración.
Presupuestos de la declaración.
Transcurridos tres meses desde esta comunicación, el deudor tiene la obligación legal de solicitar la
declaración de concurso dentro del mes hábil siguiente a menos que haya superado su situación de
insolvencia.
Con la reforma operada por el Real Decreto-ley 4/2014, de 7 de marzo, por el que se adoptan
medidas urgentes en materia de refinanciación y reestructuración de deuda empresarial, se
modifica el artículo 5 bis Ley Concursal, permitiendo que la presentación de la comunicación de
iniciación de negociaciones para alcanzar determinados acuerdos pueda suspender, durante el
plazo previsto para llevar a efecto dichas negociaciones, las ejecuciones judiciales de bienes que
resulten necesarios para la continuidad de la actividad económica del deudor; el resto de
ejecuciones sobre otros bienes, excepto las que tengan su origen en créditos de Derecho público,
también podrán suspenderse cuando al menos el 51% de acreedores del pasivo financiero del
deudor hayan apoyado expresamente el inicio de las negociaciones.
Solicitud:
Cualquier deudor sea persona natural o jurídica y la herencia, en tanto en cuanto no haya sido
aceptada pura y simplemente, puede ser declarado en concurso.
Al deudor se le impone el deber de solicitar su propio concurso en los dos meses siguientes a la
fecha en la que conoció o debiera de conocer su estado.
Igualmente, deberá acompañar con la solicitud la documentación que lo acredite como acreedor,
debiendo reflejarse los siguientes extremos: Origen, naturaleza, importe, fecha de adquisición y
vencimiento y situación actual del crédito (art 7.1 LC).
*Beneficios otorgados al acreedor instante: La Ley considera como crédito con privilegio general el
50% de los créditos que ostenta.
Además, las costas y gastos judiciales ocasionados al instante tendrán la consideración de crédito
contra la masa, siendo por tanto prededucibles y recuperables con preferencia a cualquier otro.
Una vez presentada la solicitud, el Juez la examina y resuelve por Auto si admite.
La Ley Concursal fija el contenido del Auto de declaración con bastante detalle (art. 21 LC):
El auto de declaración de concurso abre la fase común, durante la cual se determinará, por una
parte, el conjunto de bienes sobre los que habrán de satisfacerse los créditos (masa activa del
concurso) y, por otra parte, los acreedores que habrán de satisfacerse sobre dichos bienes (masa
pasiva del concurso), que quedarán fijados en el Informe de la Administración Concursal.
LA ADMINISTRACIÓN CONCURSAL.
Tras la reforma, la administración concursal pasa a estar integrada por un único miembro, que
puede llegar a ser una persona jurídica-siempre que ésta integre al menos un abogado y un
economista-. Si el concurso es de especial transcendencia, el Jueznombrará, además del
administrador, a un administrador concursal acreedor titular de créditos ordinarios o con privilegio
general no garantizado de entre los que figuren con el mayor importe.
El Juez los nombrará de entre las listas de administradores concursales que consten en el Juzgado,
el Registro Oficial de Auditores de cuentas y los colegios profesionales correspondientes.
*Si es una entidad de valores cotizados en bolsa o similar, la propuesta del auditor la hará la CNMV;
si es una entidad de crédito, los dos primeros los nombrará el Juez a propuesta del Fondo de
Garantía (FOGASA), y si es una entidad aseguradora, el Consorcio de compensación de seguros.
En el procedimiento abreviado, puede nombrarse sólo a un Administrador Concursal, que podrá ser
un abogado, un auditor de cuentas o economista e incluso una sociedad profesional.
En caso de que el concurso sea muy complejo, la Administración concursal podrá solicitad la
autorización del Juez para delegar determinadas funciones en un auxiliar delegado, a fin de facilitar
una mejor gestión del procedimiento.
Así, en el caso de que se opte por un régimen de intervención sobre las facultades del deudor
concursado, el Administrador concursal fiscalizará la al concursado, de modo que éste realice todas
las operaciones bajo la autorización y consentimiento del Administrador concursal.
En caso de suspensión de las facultades, el Administrador asume todas las facultades del deudor en
concurso, administrando su patrimonio.
El ejercicio del cargo se encontrará supervisado por el Juez, que puede requerir información en
cualquier momento.
Deberán realizar un informe pormenorizado del ejercicio de su cargo en la rendición de cuentas
final.
El Juez, de oficio o a instancia de parte, podrá acordar la separación del cargo de los Administradores
concursales cuando concurra justa causa (por ej. Cuando el Administrador concursal adquiera
bienes o derechos de la masa, cuando incumpla sus obligaciones de presentación de informe,
cuando se prolongue la liquidación de forma indebida…).
Los Administradores Concursales asumen la responsabilidad por los actos contrarios a derecho o
faltos de diligencia que se hayan llevado a cabo en el ejercicio de su cargo. Se pueden interponer
dos tipos de acciones:
-Acciones en interés de la masa: Responderán frente al deudor y a los acreedores de los daños y
perjuicios causados a la masa por los actos y omisiones contrarios a la Ley o realizados sin la debida
diligencia, de modo que la condena a indemnizar estos daños revertirá a la masa concursal, que a
fin de cuentas es el directamente perjudicado por la actuación negligente de los Administradores.
Podrán exonerarse en caso de que pruebe que no ha intervenido en la adopción del acuerdo lesivo,
lo desconocía, hizo lo posible para evitarlo o, al menos, se ha opuesto expresamente a aquél.
La fase común del concurso concluirá con la elaboración por parte del órgano de administración
concursal del informe en el plazo de 2 meses. Dicho informe deberá contener:
La Ley regula los efectos de la declaración en el Título III, integrado por cuatro capítulos (arts. 40 a
73 LC), relativos, respectivamente, a los cuatro grandes efectos que produce la declaración de
concurso de acreedores.
1. Sobre el deudor.
a) Respecto a las facultades del deudor. En caso de concurso voluntario, como regla general, el
deudor conservará las facultades de administración y disposición sobre su patrimonio, sometiendo
el ejercicio de éstas a la intervención de la Administración Concursal, quien deberá prestar su
autorización.
En caso de concurso necesario, como regla general, se suspenderá el ejercicio por el deudor de las
facultades de administración y disposición sobre su patrimonio, siendo sustituido por los
Administradores Concursales.
Igualmente existe un deber de conservación de la masa activa, que se extiende también a los
Administradores Concursales, por el cual se prohíbe enajenar o gravar los bienes y derechos que la
integren sin la autorización del Juez.
d) Efectos sobre el deudor persona jurídica. Los efectos de la declaración de concurso se limitan a
la esfera de las facultades patrimoniales del deudor. No implica la destitución de los
administradores, sobre todo en el caso de intervención.
La Ley concursal previene el embargo preventivo de los bienes de los administradores concursales,
siempre que se califique el concurso como culpable y los bienes sean insuficientes para el pago de
los acreedores.
La Administración concursal puede exigir a los socios tanto el pago de las aportaciones pendientes
de desembolso al tiempo de declaración de concurso, como el desembolso de las aportaciones
sociales que hubieran sido diferidas, como por ej. Los dividendos pasivos en una SA.
Se podrán ejercitar, incluso por la propia Administración Concursal, diversas acciones de
responsabilidad frente a los Administradores de la sociedad. Así, la acción social de responsabilidad
protege el patrimonio social dañado por la actuación del administrador o administradores; la acción
individual se atribuye a socios y terceros legitimados, y se encuentra encaminada a proteger el
patrimonio propio dañado por aquellos; por último, la acción de responsabilidad por deudas, que
opera ante el incumplimiento legal de los administradores
Uno de los pilares del procedimiento concursal es el poseer una vis atractiva por la cual todos los
acreedores de un deudor común se unen en un proceso judicial, dejando a un lado las actuaciones
separadas de carácter individual, siendo sustituidas por la ejecución universal común, puesto que
éstas afectarían a la par conditio creditorum, cuya finalidad es poder repartir el activo no
privilegiado entre los créditos de una forma equitativa.
Una vez declarado el concurso, no podrá iniciarse ninguna ejecución singular judicial o extrajudicial.
Esta prohibición afecta tanto a las ejecuciones civiles, como a las laborales, las administrativas y las
tributarias. (art. 55 LC).
En caso de ejecución de títulos que impliquen una garantía real, podrán ejecutarse separadamente,
aunque si son bienes efectos a la actividad del concursado, no podrán Iniciarse hasta que se apruebe
un convenio cuyo contenido no le afecte, o cuando transcurra un año desde la declaración del
concurso.
Las ejecuciones singulares que ya se encontrasen en curso a la fecha de declaración del concurso
quedarán suspendidas, salvo dos contadas excepciones:
Se prohíbe expresamente la compensación de créditos y deudas una vez declarado el concurso (art.
58 LC). Se producirá la suspensión del devengo de intereses legales o convencionales, excepto los
que tengan garantía real (que seguirán devengando hasta donde alcance la garantía) y los créditos
salariales (se devengará el interés legal del dinero, pero con carácter subordinado).
La declaración interrumpe la prescripción de las acciones contra el deudor por los créditos nacidos
con anterioridad a la declaración del concurso. Se reanudará el cómputo del plazo cuando se
produzca la conclusión del concurso.
Como regla general, los contratos de este tipo pendientes de cumplimiento no se ven afectados en
principio, produciéndose todos sus efectos. No obstante, se podrá solicitar por el concursado o la
Administración Concursal la resolución del contrato en interés del concurso, teniéndose por no
puestas las cláusulas que establezcan lo contrario.
La Administración concursal tiene la facultad de solicitar del Juez del concurso el aplazamiento del
pago de la indemnización hasta que sea firme la sentencia de calificación.
Los contratos celebrados con Administraciones Públicas de carácter administrativo se regirán por la
legislación especial de cada uno de ellos. En caso de contratos de carácter privado se regirán en
cuanto a sus efectos y extinción por la Ley concursal.
a) Concepto.
La masa activa del concurso se encuentra determinada por el conjunto de bienes y derechos
integrados en el patrimonio del deudor a la fecha de declaración del concurso.
A ese conjunto se añaden los que se adquieran con posterioridad y los que, como consecuencia del
ejercicio de las acciones pertinentes, se reintegren en el mismo.
Mediante las acciones rescisorias o de reintegración se hace posible que bienes que ya no están en
el patrimonio del deudor al tiempo de declaración de concurso, vuelvan al mismo.
De este modo, son actos rescindibles los perjudiciales para la masa activa realizados en los dos años
anteriores a la declaración del concurso, aunque no haya habida intención fraudulenta.
1.- Se presume el perjuicio, sin prueba en contrario, para actos de disposición gratuitos, salvo
liberalidades de uso y pagos de obligaciones cuyo vencimiento fuera posterior a la declaración del
concurso.
2.- Se presume el perjuicio, salvo prueba en contrario, en las disposiciones a título oneroso
realizadas a favor de una persona relacionada con el concursado o la constitución de garantías reales
a favor de obligaciones preexistentes o nuevas en su constitución.
3.- Se presume el perjuicio, salvo que se pruebe de contrario, las disposiciones onerosas que se
realicen a favor de cualquiera de las personas que la ley considera especialmente relacionadas con
el concursado.
c) Procedimiento y efectos.
La legitimación activa la tienen la administración concursal y los acreedores, quienes tras haber
instado a la administración concursal a ejercitar este tipo de acciones, podrán formularlas por sí
mismos tras dos meses de inactividad de la anterior.
Las acciones rescisorias o de reintegración han de dirigirse contra el deudor y contra las demás
partes del acto; y se tramitarán ante el juez del concurso por el cauce del incidente concursal. El
efecto de la sentencia es la declaración de ineficacia del acto impugnado, y la condena a la
restitución de las prestaciones.