Alteraciones Comportamentales

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Alteraciones comportamentales en la infancia

Tras una revisión de las definiciones proporcionadas por diferentes autores


(Merbert, Brioso y Sarriá), podemos decir, que las alteraciones del
comportamiento son un conjunto de conductas que, en sí mismas, no son
consideradas “patológicas”, sino que reciben esta atribución en función de su
exceso o su defecto y/o su desfase en relación con la edad del sujeto.
Consideran que la “norma” para evaluar una conducta como patológica debe
definirse teniendo en cuenta las características del medio educativo, social y
cultural al que pertenece el individuo evaluado.
De forma más concreta, la identificación de una alteración o trastorno
comportamental exige, además:
- Que el comportamiento en cuestión suponga una pauta conductual
relativamente estable, que implique la violación o no adquisición de cierta norma,
reguladora del intercambio social en el entorno propio del individuo, a una edad
en que dicha norma debiera haber sido adquirida y debiera respetarse.
- Que la conducta en cuestión, en el grado en que se manifiesta, afecte
significativamente a la relación del sujeto con su medio social.
- Que dicha conducta interfiera significativamente en el proceso de desarrollo
personal del individuo que la presenta.
Por otro lado, las conductas antisociales incluyen una amplia gama de
actividades tales como acciones agresivas, hurtos, vandalismo, absentismo
escolar, abandonos de casa… normalmente estas conductas se consideran
juntas pues se suelen dar asociadas. Todas ellas infringen reglas y expectativas
sociales importantes. Nosotros utilizaremos este concepto para referirnos a los
casos en que los adolescentes manifiestan un patrón de conducta antisocial, bien
cuando existe un deterioro significativo en el funcionamiento diario en casa o en
la escuela, o bien cuando las conductas son consideradas incontrolables por
familiares y amigos. Trastorno de conducta queda reservado para la conducta
antisocial clínicamente significativa, sobrepasando el ámbito del normal
funcionamiento.
El DSM-5 (APA, 2013) establece un nuevo grupo de trastornos denominados
Trastornos perturbadores, del control de impulsos, y de la conducta. Esta
categoría incluye el trastorno negativista desafiante, trastorno explosivo
intermitente, trastornos de conducta, trastornos de la personalidad antisocial,
piromanía, cleptomanía, otro trastorno perturbador, del control de impulsos, y de
la conducta especificado y otro trastorno perturbador, del control de impulsos, y
de la conducta no especificado.
Aunque parece tratarse de un grupo poco homogéneo los trastornos de este
grupo se clasifican por presentar problemas de autocontrol emocional y
comportamental. El trastorno de personalidad antisocial, también se incluye en
el grupo de trastornos de personalidad. El DSM-5 asume que el TDAH es muy
comórbido con los trastornos de este grupo, pero entiende que consiste más bien
en un trastorno del neurodesarrollo.
A continuación, se detallan los criterios diagnósticos que establece el DSM-5
para los principales trastornos de conducta que pueden afectar en la infancia (el
TDAH será comentado posteriormente).
Trastorno negativista desafiante.
El trastorno se ha definido como un patrón de conducta desafiante, negativista,
hostil y desobediente hacia la autoridad, que persiste al menos durante seis
meses.
Los criterios diagnósticos para este trastorno son:
- Un patrón de enfado/ irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa
que dura por lo menos seis meses, que se exhibe durante la interacción por lo
menos con un individuo que no sea un hermano.
- Este trastorno del comportamiento va asociado a un malestar en el individuo o
en otras personas de su entorno social inmediato (es decir, familia, grupo de
amigos, compañeros de clase) o tiene un impacto negativo en las áreas social,
educativa, u otras importantes.
- Los comportamientos no aparecen exclusivamente en el transcurso de un
trastorno psicótico, un trastorno por consumo de sustancias, un trastorno
depresivo o uno bipolar. Además, no se cumplen los criterios de un trastorno de
desregulación perturbador del estado de ánimo.
Se debe considerar la persistencia y la frecuencia de estos comportamientos
para distinguir los que se consideren dentro de los límites normales, de los
sintomáticos. En los niños de menos de cinco años el comportamiento debe
aparecer casi todos los días durante un periodo de seis meses por lo menos. En
los niños de cinco años o más, el comportamiento debe aparecer por lo menos
una vez por semana durante al menos seis meses.
Trastorno explosivo intermitente.
Se dan arrebatos recurrentes en el comportamiento que reflejan una falta
de control de los impulsos de agresivos, manifestado por:
- Agresión verbal o agresión física contra la propiedad, los animales u otros
individuos, en promedio dos veces por semana, durante un periodo de tres
meses. La agresión física no provoca daños ni destrucción de la propiedad, ni
provoca lesiones físicas a los animales ni a otros individuos.
- Tres arrebatos en el comportamiento que provoquen daños o destrucción
de la propiedad o agresión física con lesiones a animales u otros individuos,
sucedidas en los últimos doce meses.
La magnitud de la agresividad expresada durante los arrebatos recurrentes es
bastante desproporcionada. Los arrebatos agresivos recurrentes no son
premeditados ni persiguen ningún objetivo tangible. Los arrebatos agresivos
recurrentes provocan un marcado malestar en el individuo. El individuo tiene una
edad cronológica de seis años por lo menos (o un grado de desarrollo
equivalente). Los arrebatos agresivos recurrentes no se explican mejor por otro
trastorno mental.
En los niños de edades comprendidas entre 6 y 18 años, a un comportamiento
agresivo que forme parte de un trastorno de adaptación no se le debe asignar
este diagnóstico.
Este diagnóstico se puede establecer además del diagnóstico de trastorno de
déficit de atención con hiperactividad, trastornos de conducta, trastorno
negativista desafiante o trastorno del espectro del autismo, cuando los arrebatos
agresivos impulsivos recurrentes superen a los que habitualmente se observan
en estos trastornos y requieran atención clínica independiente.
Trastorno de la conducta
Este trastorno se caracteriza por un patrón repetitivo y persistente de
comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros, las
normas o reglas sociales propias de la edad, lo que se manifiesta por la
presencia en los doce últimos meses de por lo menos tres de los quince criterios
marcados por el DSM-5 en cualquier de las categorías de las cuatro categorías:
agresión a personas y animales, destrucción de la propiedad, engaño o robo,
violaciones graves de las normas.
El trastorno del comportamiento provoca un malestar clínicamente significativo
en las áreas social, académica o laboral.
Se especifica si es de:
- Tipo de inicio infantil (los individuos muestran por lo menos un síntoma
característico del trastorno de conducta antes de cumplir los 10 años.)
- Tipo de inicio adolescente (los individuos no muestran ningún síntoma
característico del trastorno de conducta antes de cumplir los 10 años.)
- Tipo de inicio no especificado (se cumplen los criterios del trastorno de
conducta, pero no existe suficiente información disponible para determinar si la
aparición del primer síntoma fue anterior a los 10 años de edad.)

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