Pérez, Moira Teoría Queer
Pérez, Moira Teoría Queer
Pérez, Moira Teoría Queer
Moira Pérez.
Cita:
Moira Pérez (2016). Teoría Queer, ¿para qué?. ISEL, 5 184-198.
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Pablo Accame
Nació en San Salvador de Jujuy en el año 1983. Estudió Cine y Televisión en la ciudad de Córdoba y fue becado por la Universidad del Cine (FUC) para
continuar sus estudios en Buenos Aires. Ha dirigido publicidades para la ONG “Voces y ecos” y los cortos “Salamanca” (preseleccionado en la primera
edición de Telefé cortos), “Equivocado” (Selección oficial UNCIPAR y festival de Tandil cortos) y “El hospicio de Crostide” (Selección FUC 35 milímetros),
entre otros. Fue editor, compositor, animador y diseñador gráfico en programas como “Colectivo imaginario”, “Dos de copas”, “Por deporte”, “Historia del
deporte”, “Pakapaka secciones”, “Deporte Argentino”, “Animapaka", entre otros. En 2011 realizó el taller de guión con Eshter Feldman y estudió dirección
de actores de Carlos Echevarría. Desde ese año trabaja para series animadas del Canal Pakapaka como: “Medialuna y las noches mágicas”, "Dinopaka",
"X+ Aventuras” y "Son de canción". Escribió el formato y argumento original de la serie “Humanimal” para el canal Nickelodeon y de la serie “Campamento
de Monstruos” ganador del primer concurso para el desarrollo y promoción internacional de series de animación de INCAA. Publicó tiras gráficas e ilus-
traciones en varias revistas digitales. Actualmente es director y productor ejecutivo de la Productora “La casa del Árbol” y escribe su primera película de
animación. La editorial “La brujita de papel” está editando su primer libro de ilustraciones con texto de Jorge Accame.
Teoría Queer,
¿para qué?
Por Moira Pérez
Moira Pérez
Doctora en Filosofía (UBA) y Licenciada en Filosofía (UBA). Fue becaria doctoral CONICET (Argentina) y becaria posdoctoral Fulbright-Ministerio de
Educación (Estados Unidos). Actualmente se desempeña como docente e investigadora, siendo profesora Titular de Introducción al Pensamiento
Filosófico y profesora Adjunta de Ética y Responsabilidad Profesional en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, y profesora auxiliar en
Fundamentos de Filosofía, Universidad de Buenos Aires. Participó como invitada en diversas conferencias, mesas redondas y congresos en la Argentina
y el extranjero, para reflexionar en torno al pensamiento queer, la filosofía práctica, filosofía de la historia y teoría social. Su investigación busca aplicar
una perspectiva proveniente de los estudios queer, la teoría crítica y la filosofía a diversas temáticas de relevancia práctica, tales como la ética aplicada,
la educación, o las políticas de la historia.
Ella se arregla escuchando música - Pablo Accame
1. Las preguntas
E
l filósofo argentino Eduardo Rabossi (2008) ha propues- propias acerca del potencial que abre una perspectiva queer para
to pensar a la filosofía no desde la pregunta “qué es la fi- pensar nuestras propias prácticas y la incidencia que pretende-
losofía”, sino desde la que inquiere “cómo es la filosofía”, mos lograr en el mundo que nos rodea.
cómo es filosofar, cómo sucede, cómo funciona. Esto nos aleja
del típico interrogante filosófico “qué es x” (“qué es la belleza”, 2. En el principio fue...
“qué es la justicia”), que busca la definición, la esencia, o lo que
hace que algo sea eso y no otra cosa -interrogante del que la dis- Comencemos por explicitar lo obvio: ningún recorrido histórico
ciplina se ha ocupado desde el inicio de los tiempos-. Nos lleva, que uno pueda trazar sobre un determinado tema es ingenuo u
en cambio, a un terreno más plural, flexible y multívoco, en el que objetivo. Existen innumerables maneras de encarar una historia, y
pueden convivir las diferencias y la complejidad propia de toda varias decisiones que deben ser tomadas implícita o explícita-
producción humana. También habilita nuevas preguntas, tales co- mente: quiénes son sus protagonistas, quiénes sus ancestros y
mo dónde se practica, quiénes lo hacen, cuáles son sus objetivos, herederos, cuándo empieza, cuándo termina (si termina), qué es
en qué medida logra cumplirlos, cómo llegó a ser lo que vemos un evento en esa línea de tiempo y qué no lo es... Cada una de
hoy en día y, algo que nos interesará particularmente aquí, para estas decisiones conlleva consecuencias muy precisas sobre el
qué hacemos lo que hacemos. Entonces, se trata de una estrate- objeto que configuran, y todas ellas delimitan una resolución es-
gia que nos permite, en lugar de “de-finir” (establecer el final o la pecífica y única en un campo que puede llegar a ser infinito.
frontera de algo para diferenciarlo de todo lo demás), abocarnos El caso de la Teoría Queer no es la excepción. Pensar “cómo es
a la indagación sobre procesos, facetas y perspectivas mediante la Teoría Queer” en el sentido de cómo llegó a ser lo que es, re-
los cuales nos acercamos a nuestro objeto – y tal vez hasta nos quiere de un ejercicio de delimitación y recorte que, como vere-
animamos a darle nuestros propios usos. mos, tiene muy poco que ver con lo que la teoría misma viene a
Este planteo es particularmente adecuado para pensar la filoso- proponer. Sin embargo, tampoco sería prudente negar que en la
fía, una disciplina que se rehúsa a ser definida o encasillada, y práctica se establece un canon, un árbol genealógico de la teoría
que tiene tantas caracterizaciones como personas que la piensan mediante prácticas de citación, tópicos y referentes que configu-
y practican. Algo similar ocurre con el objeto de este artículo (que ran de facto un cierto campo para lo queer. En cierto sentido, de-
será, por otra parte, de tinte marcadamente filosófico), la Teoría fender la vaguedad de ese campo sirve para mantenerlo abierto
Queer – o con la noción misma de “queer”. Se tratará, en gran a posibles transformaciones; en otro, resulta en una ilusión de plu-
medida, de un ejercicio para brindar una presentación introducto- ralismo que podría llegar a ocultar exclusiones reales o posiciona-
ria a la materia, trazar algunas de las líneas de reflexión que nos mientos específicos de quienes hablan y producen (McKee 1999).
ofrece, y despertar la curiosidad en quienes quieran tomar algu- La historia que me interesa recuperar aquí, y la que sirve para
na de ellas para continuar la indagación más allá del margen de construir mi propia perspectiva dentro de este marco, es una que
estas páginas. Es por esto que propongo que tomemos la suge- da cuenta del múltiple linaje del movimiento, su carga política, así
rencia que Rabossi hiciera en relación con la filosofía, y la utilice- como también de sus flancos débiles y tensiones. Es la historia de
mos para abordar a la Teoría Queer como marco teórico y a la la resignificación política de un término con fines empoderadores,
noción de queer sobre la que se asienta. El objetivo no será, al la posterior apropiación desde la academia, y luego la paulatina
igual que en el caso de aquél, delimitar, circunscribir o tallar en pérdida de aquella perspectiva política en la propia práctica aca-
piedra algún origen, o un conjunto estable de características y démica y activista. Es una historia que será instrumento para com-
conceptos de este marco teórico. Se trata, más bien, de ofrecer un prender cómo es la Teoría Queer, y qué podemos hacer con ella.
acercamiento al área, contorneándola desde distintos ángulos, La palabra “queer”, proveniente del idioma inglés, conoció distin-
para brindarla a quien lee de la manera lo más coherente posible tos significados a lo largo del tiempo, que se sedimentan para for-
con el concepto mismo. mar un compuesto complejo y sugestivo. En sus orígenes, “queer”
Con estos objetivos en mente, se ofrece en lo que sigue un texto designaba a lo extraño, raro o “levemente indispuesto”: un día, o
en tres tiempos. En primer lugar, revisaremos cómo es el con- una idea, o una historia podían ser queer. Posteriormente, esa
cepto de queer en términos de su genealogía, es decir, recons- “rareza” fue concentrándose en un aspecto específico de la exis-
truiremos algo del recorrido que ha hecho esta noción hasta el tencia: el de la identidad sexo-genérica de las personas, y parti-
presente. A continuación, la pregunta se deslizará hacia el ámbi- cularmente aquella “rara” en tanto no cumplía con las expectati-
to de qué es lo que nos aporta esta noción desde el punto de vista vas sociales para dicha identidad. “Queer” pasó, así, a utilizarse
teórico, deteniéndonos en algunas de sus herramientas principa- de manera despectiva para referirse a las personas homosexua-
les. Finalmente, la pregunta se desplazará hacia el “para qué”, les y/o de sexo/género no normativos. Hasta que hacia finales del
cuando tendré oportunidad de plasmar algunas apreciaciones siglo XX, la denominación es reapropiada por parte de sus desti-
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natarixs, para reivindicarla como un posicionamiento cultural y Esta avanzada política no tardó en llegar al ámbito académico. En
político: ser queer no es algo de lo que haya que avergonzarse; el mismo año en que se distribuyó “Queers Lean Esto”, la semió-
muy por el contrario, es una manera de indicar que, en quienes se loga y teórica feminista Teresa de Lauretis convocó a un encuen-
apropiaban del término, ese posicionamiento sexo-genérico tam- tro académico denominado “Teoría Queer: Sexualidades gay y
bién es un modo de resistencia política. lésbicas”, y al año siguiente volcó los resultados en un número
En el año 1990, un colectivo neoyorquino llamado “Nación queer” especial de la publicación estadounidense differences, abocada a
(“Queer Nation” ) había divulgado un volante en la Marcha del Orgullo los estudios culturales y el feminismo. Aparece así por primera
de Nueva York, bajo la consigna “Queers lean esto” (“Queers read vez la fórmula “Teoría Queer” en el panorama académico esta-
this”), en el que explicaba la adopción del término “queer” (que en inglés, dounidense y mundial. En esa ocasión, De Lauretis decidió tomar
como vimos, significa “extraño”, “raro”) en función de su radicalidad po- ese mismo término ya utilizado desde hacía algunos años por el
lítica, oponiéndose a su alternativa, “gay” (en inglés: “alegre”, “risueño”): activismo gay-lésbico, para denotar lo que consideraba – y espe-
raba – como un giro dentro de y respecto de los estudios gay-lés-
Ah, ¿realmente tenemos que usar esa palabra? Trae pro- bicos, esto es, la corriente, principalmente en Humanidades, dedi-
blemas (…) Pero cuando muchas lesbianas y varones cada a estudiar, visibilizar y teorizar acerca de las identidades y
gays nos despertamos a la mañana, nos sentimos eno- prácticas homosexuales y homoeróticas. En un llamado a aban-
jadxs y as-queadxs, no “gay” [alegres]. Entonces hemos donar la idea de la homosexualidad “como meramente transgre-
elegido llamar-nos a nosotrxs mismxs queer. Usar 'queer' sora o desviada en relación con una sexualidad natural y correc-
es una manera de recordarnos cómo somos percibidxs ta”, o “como simplemente un 'estilo de vida' más”, la terminología
por el resto del mundo (…). Sí, queer puede ser una pala- elegida “transmitía un doble énfasis – sobre el trabajo conceptual
bra dura, pero también es un arma astuta e irónica que y especulativo que conlleva la producción de discursos, y sobre el
podemos robar de las ma-nos del homófobo y usar contra trabajo crítico necesario de deconstruir nuestros propios discur-
él. (Queer Nation 1990: 4-5) sos y sus silencios construidos” (De Lauretis 1991: iii-iv). La invo-
cación de lo “queer”, entonces, apuntaba a cuestionar el camino
Tan sólo un año después, un colectivo anónimo londinense distri- tomado por los estudios gay-lésbicos, y anteriormente “lo gay”, y
buye otro volante bajo el título “Poder Queer ahora” [“Queer Power más atrás aún “lo homosexual”: un camino que eventualmente
Now”], en el que divulgan ideas similares. No es la primera ni úni- tendía a homogeneizar, normalizar, y universalizar aquello que
ca vez que el activismo y las luchas por los derechos civiles optan había comenzado como un posicionamiento disidente. Tanto los
por recuperar un término de uso despectivo para resignificarlo y estudios gay-lésbicos como sus antecesores parecían ser, una y
empoderar al colectivo contra el cual se lo blande – calificativos otra vez, ciegos a las diferencias entre gays y lesbianas, así como
tales como “negro”, “lisiado” o, en nuestro contexto, “sudaca”, han también a los entrecruzamientos con otras categorías tales como
visto un recorrido similar. En este caso, el término “queer” comen- raza y clase, y a otras identidades sexo-genéricas no reducibles
zaba su recorrido político –y, como veremos en seguida, también a la homosexualidad. Es así como lo reconstruye la autora misma
teórico– en el mundo angloparlante, a modo de reacción frente a veinte años después:
la normalización de aquel movimiento gay-lésbico que había sido
considerado de avanzada en los años '60 y '70. Hay quienes atri- Cuando usé por primera vez la expresión teoría queer co-
buyen aquel viraje conservador del movimiento a la llamada “cri- mo la temática de una conferencia de trabajo que organi-
sis del sida” (Butler 2004, Perlongher 1991, Delfino y Rapisardi cé en la Universidad de California en Santa Cruz, en 1990,
2010), a raíz de la cual gran parte de la comunidad gay masculi- la pensé como el término de un proyecto a la vez crítico y
na habría sentido la necesidad de mostrarse como “ciudadanos político, que apuntaba a resistir la homogeneización cultu-
responsables”, con el mismo estilo de vida que un ideal de perso- ral y sexual en los 'estudios gay-lésbicos' académicos, que
na que se configuraba como heterosexual, de clase media y con- en ese momento eran considerados un único campo de
servador, potenciando así los sectores más asimilacionistas del estudio unificado. El proyecto era un llamado a que las les-
ámbito gay-lésbico (Llamas y Vidarte 1999: 13-14). Frente a esto, bianas y los varones gays enfrentáramos nuestras res-
el movimiento queer se planteó a modo de reivindicación de la vi- pectivas historias sexuales y deconstruyéramos nuestros
vencia del sexo-género como, por un lado, un posicionamiento propios silencios construidos en torno a la sexualidad y
político disidente, y, por el otro, blanco de exclusiones, violencias sus interrelaciones con el género y la raza, y desde allí 're-
y marginación, que no deberán ser soslayadas bajo la promesa forjar o reinventar los términos de nuestras sexualidades,
de mayor inclusión en una sociedad profundamente discriminato- construir otro horizonte discursivo, otra manera de pensar
ria de la diferencia sexo-genérica. lo sexual'. (De Lauretis 2011: 257)
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Desde esos primeros momentos y hasta nuestros días, tanto el
uso político de “queer” como su desarrollo teórico en todo tipo de
instituciones académicas y culturales han vivido un crecimiento
exponencial que, de acuerdo con algunas personas, ha atentado
contra las raíces mismas del movimiento en tanto brazo disidente
de la comunidad lgbt (lésbica, gay, bisexual y trans*1). Dado que
se trata de un ámbito teórico ya afianzado, y con más de veinte
años de existencia, en esta ocasión podré presentar tan sólo
algunos de sus hitos y debates más reconocidos, fundamental-
mente teniendo en cuenta la influencia ejercida sobre los desa-
rrollos posteriores de la teoría y, en particular, sobre el enfoque
predominante actualmente en nuestras latitudes.
Es habitual la referencia a Gender Trouble (1990), de Judith
Butler, como una de las principales obras que abren el camino a
lo que hoy conocemos como “Teoría Queer”. En una obra poste-
rior, la autora afirma que se trataba de un libro escrito con dos
objetivos:
El hecho es que Gender Trouble es, aún hoy, una referencia in-
soslayable al pensar en el modo en que el género y la sexualidad
se construyen y/o cuestionan a partir de nuestras prácticas, con-
venciones sociales e instituciones: en palabras de la autora, “el
texto se pregunta: ¿de qué manera las prácticas sexuales no nor-
mativas cuestionan la estabilidad del género en tanto categoría
de análisis?” (Butler 1999: xi).
dad de lo que ella denomina, en una expresión que ya se ha con- ción médica y psicoanalítica, escuela, aparato represivo, entre otros)
vertido en un tópico del área, “una vida vivible”-. El análisis es do- ciertos matices del feminismo que, aún hoy, idealizan algunos
blemente interesante debido a que la autora añade a la lista de tipos y modos de vivir el género, considerándolos no sólo mejores,
blancos habituales de la teoría crítica con la que trabaja (institu- sino los únicos verdaderos y originales. A través de su brillante
apropiación de la idea de performatividad (a la que volveremos en nuestra cultura con la sexualidad, no intentando resolver sus
la siguiente sección), la autora logra establecer delicados equili- encrucijadas sino más bien buscando “entender mejor la estruc-
brios entre agencia y constricción, repetición y subversión, trans- tura, los mecanismos, y las inmensas consecuencias de la dis-
parencia y oscuridad, real y fantasmático. Nueve años después pensación incoherente en la que vivimos ahora” (ibid. 91) en rela-
de la publicación de su primera edición, Butler misma repasa el ción con los debates entre “las comprensiones 'universalizantes'
recorrido hecho desde entonces y el lugar que tomó la obra como y 'minorizantes' de la relación de los deseos o personas homose-
referente de la Teoría Queer (aún inexistente al momento de su xuales con el campo más amplio de todos los deseos o personas”
escritura), a la vez que ofrece reflexiones nuevas y revisadas a la (ibid.). Hacia el final de su carrera, Kosofsky Sedgwick desplazó
luz de las críticas que recibió y de una serie de cambios históri- su atención hacia la llamada Teoría de los Afectos, corriente que
co-políticos dentro y fuera del feminismo y el movimiento lgbt. destaca la importancia de trabajar sobre estos últimos en tanto
Mientras tanto, en sus escritos de la década de los '90 continuó algo que tiene “una vida ontológica que no puede ser analizada
este camino ofreciendo desarrollos ulteriores de su marco teórico mediante marcos epistemológicos o mediante la reducción a
en relación con las estructuras que concatenan sexo, género y estructuras sociales” (Hemmings 2011: 25).
deseo (Butler 2004), además de aplicarlo a temáticas tales como Un tercer trabajo que surge alrededor de la misma fecha es el de
la corporalidad y la materialidad del cuerpo (Butler 2002), o el vín- Michael Warner, quien en un número especial de la revista Social
culo entre lenguaje y poder (Butler 1997), entre otros. En la actua- Text bajo su coordinación, hace un llamamiento a la teoría social
lidad, y fundamentalmente tras los eventos del 11 de septiembre para que incorpore contenidos de lo que él denomina “política
de 2001 en los Estados Unidos, la autora ha desplazado su aten- gay”, y a lxs intelectuales gays y lesbianas para que se involucren
ción desde aquellas “vidas precarias” que lo son debido a su pre- en las discusiones y corrientes de la teoría social para respaldar
sentación sexo-genérica, hacia las que lo son en función de su sus luchas (Warner 1991: 3). El autor anticipa que así como el
pertenencia nacional o étnica, o debido a determinados conflictos feminismo había “comenzado a tratar al género cada vez más
geopolíticos que atraviesan nuestro presente (personas migran- como una categoría primaria para comprender los problemas que
tes en los Estados Unidos, pueblos árabes estigmatizados a par- a primera vista no parecían relacionados específicamente con el
tir de la llamada “guerra contra el terrorismo”, pueblo Palestino género”, la joven Teoría Queer avanzaba cada vez más con su
perseguido por el Sionismo israelí, entre otros). Estos últimos lectura de lo social desde la sexualidad (ibid. 8). Es necesario ir
desarrollos de la autora sirven para dar cuenta de la riqueza que más allá de un mero reconocimiento de la diversidad sexual, ya
puede emerger de un análisis interdisciplinario de los mecanis- que la heteronormatividad (término hoy muy difundido, que acuña
mos de poder que afectan no sólo nuestros modos de vivir el Warner en este trabajo) “tiene una tendencia totalizante a la que
género o la sexualidad, sino también nuestra pertenencia de sólo podemos combatir imaginándonos activamente un mundo
clase, raza, nacionalidad, religión, entre otros. que sea necesariamente y deseablemente queer” (ibid.). Lo que
En las referencias clásicas de los orígenes de la Teoría Queer aun quedaba por ver en esa época, aclara el autor, era adónde
suele encontrarse, junto con Gender Trouble de Butler, iba a llevar esta perspectiva, y si efectivamente la sexualidad como
Epistemology of the Closet (1990) de Eve Kosofsky Sedgwick, concepto constituiría un cimiento adecuado para la Teoría Queer.
obra que, en palabras de la autora, parte de la consideración de Siguiendo el eje de la diferencia (o disidencia, en algunos casos)
que “la comprensión de prácticamente cualquier aspecto de la sexo-genérica, en las últimas décadas la Teoría Queer ha llevado
cultura occidental moderna estará no sólo incompleta, sino tam- más allá el análisis de la construcción sociocultural, alcanzando
bién dañada mientras no incorpore un análisis crítico de la defini- ya no sólo la elección sexual y el género, sino también el sexo
ción moderna de homo/heterosexual”, esto es, aquella oposición mismo y la configuración de los cuerpos como masculinos o
emergida a fines del s. XIX para describir la homosexualidad mas- femeninos. Este análisis ha encontrado representantes de gran
culina (Sedgwick 2008: 1). Esta oposición y sus paradojas (inclui- lucidez en, por ejemplo, Anne Fausto-Sterling (Sexing the Body,
da la que alimenta el debate – aún vigente – entre constructivis- 2000) y Thomas Laqueur (Making Sex, 1990), quienes desde dis-
mo y esencialismo en relación con la sexualidad) estarían irre- tintos enfoques lograron señalar los procesos históricos median-
mediablemente en las bases mismas de una serie de binarios te los cuales se aislaron y privilegiaron ciertas características físi-
(igualmente irresolubles) establecidos alrededor del cambio de cas y psíquicas para establecer el binario sexo-genérico.
siglo, tales como pueden ser igual/diferente, abstracto/figurativo, Es importante que al marcar los años 1990-1991 como el inicio de
utopía/apocalipsis, salud/enfermedad, público/privado, entre la Teoría Queer no perdamos de vista que los desarrollos des-
otros. Mediante un análisis literario y “deconstructivo” de obras de criptos hasta aquí, además de nutrirse del activismo mencionado
Melville, Wilde, Proust, James, entre otros, la autora indaga en los más arriba, abrevan en una rica tradición de estudios en áreas
procesos de constitución de estos binarios y de la relación de tales como las ciencias sociales, la política y la filosofía, entre
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otras. Ante todo, porque gran parte de la Teoría Queer comienza aquellos abocados a un análisis de los mecanismos de construc-
como una crítica al feminismo por su carácter heterosexista y a ción social de sexo, género y deseo) tomen nota de la necesidad
los estudios denominados “Gay-lésbicos” por ser androcéntricos de incorporar otros ejes a la discusión y de pensar críticamente
y ciegos a factores tales como la raza y la clase. Estas críticas los propios presupuestos universalizados y universalizantes. De
fueron habilitadas, entre otras cosas, por observaciones similares esta manera, diversxs autorxs, en muchos casos provenientes de
que habían hecho feministas lesbianas y/o de color, feministas del otras latitudes o con otras urgencias, han hecho sus propias con-
tercer mundo, o teóricxs marxistas; un caso particularmente nota- tribuciones enfocadas en temáticas tales como la raza, la clase,
ble es el de la teórica y artista transexual Sandy Stone, quien la diversidad funcional, y la dispar configuración del sexo-género
argumenta contra la transfobia dentro del feminismo en su ya clá- en contextos alejados de la academia del Norte Global.
sico ensayo “El Imperio ataca de nuevo: un manifiesto posttran-
sexual” (1987), que suele señalarse como el inicio de los estudios 3. Una caja de herramientas
trans* (Stryker 2006: 221). Además, los análisis de Foucault acer-
ca de la sexualidad, el saber y el poder habían abierto innumera- Habiendo esbozado una trayectoria posible dentro de las múlti-
bles posibilidades e interrogantes para continuar con la indaga- ples historias que pueden relatarse de la Teoría Queer, podemos
ción, incluso mediante críticas al trabajo del francés, tal como el dedicarnos a la segunda instancia de la pregunta por el “cómo”:
caso de Teresa de Lauretis y otrxs teóricxs en la órbita queer. La ¿cómo funciona la Teoría Queer? ¿qué hace? ¿cuáles objetivos
teorización acerca del sexo y el género ya tenía en su haber otros se traza, y cómo los cumple? En lo que sigue, entonces, nos ocu-
antecedentes brillantes: el trabajo de la antropóloga Gayle Rubin paremos de presentar algunos de los procedimientos y aportes
sobre lo que denomina el “sistema sexo-género”, las perspectivas del pensamiento queer que han resultado particularmente útiles y
de Adrienne Rich y Monique Wittig sobre la “heterosexualidad fructíferos en una amplia gama de ámbitos, desde las ciencias
obligatoria” y el “pensamiento heterosexual”, respectivamente, o sociales hasta la política, desde el arte hasta las ciencias natura-
la compleja teorización de Luce Irigaray sobre el lugar simbólico les. Los abordajes canónicos de la Teoría Queer se concentran en
de lo femenino en nuestra cultura, son algunos ejemplos inevita- sus contribuciones para la indagación acerca del sexo, el género
bles. Finalmente, el pensamiento queer también se ha servido del y la opción sexual, y en particular en cómo estos se enlazan en
invalorable aporte de Donna Haraway, quien en su ya clásico un sistema binario y discreto (esto es, un sistema con sólo dos
“Manifiesto cyborg” (1985) ambicionaba la construcción de “un categorías posibles que no se solapan ni entremezclan). Aquí me
mito político irónico fiel al feminismo, el socialismo y el materialis- interesa seguir otras lecturas, en las que el pensamiento queer, y
mo” (Haraway 1991: 149), mientras señalaba la caducidad de dis- las herramientas que ofrece, pueden ser aplicados a un sinnúme-
tinciones tales como humanx/animal, organismo/máquina y físi- ro de situaciones y de pertenencias identitarias que van mucho
co/no-físico: en una palabra, el dualismo unx/otrx, persistente en más allá de lo sexo-genérico, aunque por supuesto se nutran de
la tradición occidental, y funcional a todo tipo de lógicas y prácti- esos desarrollos. Servirán para intervenir en el mundo de mane-
cas de opresión. La autora defiende la noción de “cyborg” como ra diferente, observarlo críticamente, lo cual no es solamente “cri-
clave interpretativa para el presente, y como antídoto para aque- ticar”, al contrario de lo que se le ha reclamado más de una vez a
llos dualismos, y cualquier teoría con pretensiones universalizan- esta área: que denuncia, desmantela, y no tiene nada para ofre-
tes y totalizadoras. cer a cambio. Considero que, muy por el contrario, los enfoques
Sin desmerecer la importancia indiscutida del análisis de las iden- queer también ofrecen modos de pensar mundos más vivibles,
tidades o prácticas sexo-genéricas, incluyendo el insoslayable más inclusivos... y más interesantes.
aporte butleriano en este sentido, es fundamental no perder de Si opero un deslizamiento entre “Teoría Queer” y “pensamiento
vista el diálogo que ha enriquecido -y que, sobre todo, debe queer”, es porque me interesa adoptar la categoría de “queer” no
seguir enriqueciendo- al pensamiento queer desde perspectivas como ligada necesariamente a un canon de textos o nombres (lo
más alejadas de aquellas áreas. Se trata de aportes que no sólo que “hay que leer” para “saber” Teoría Queer) sino más bien una
han criticado lo que por momentos pareciera ser un monopolio perspectiva, una estrategia interpretativa. Esto no significa que no
butleriano (en ocasiones sin una lectura seria del trabajo de la se beneficie del estudio del “canon”, pero sí que no lo utilizará
autora, y en otras hasta más fiel a Butler que ella misma, tal como como un fin en sí mismo, en una lectura casi filológica, sino como
señala Vélez-Pelligrini, 2011), sino que han reutilizado herramien- un medio para abordar, comprender y tal vez hasta resolver
tas desarrolladas en gran parte por enfoques queer, para abordar temas y problemas que nos interpelan e inquietan, o que quizás
temáticas distintas, e incluso para revisar la Teoría Queer misma. simplemente despiertan nuestra curiosidad. Para ello, el pensa-
A su vez, este tipo de ramificaciones han permitido que los traba- miento queer nos ofrece una serie de herramientas, de instru-
jos más “clásicos” dentro de la disciplina (esto es, principalmente mentos, con los que interpretar el mundo que nos rodea y actuar
Teatro - Pablo Accame
en él. En este sentido, y volviendo brevemente a lo dicho en el cir como “queerizar”). Esta última acepción nos ofrece algo más
apartado anterior, tal vez sea de utilidad añadir que “queer” en el dinámico, y más cercano a lo que propongo aquí de pensar “queer”
idioma inglés es a la vez un sustantivo (“lo queer”), un adjetivo como un filtro de luz, una caja de herramientas, en lugar de la
(algo “es queer” o “está queer”) y un verbo (que podríamos tradu- esencia que podríamos haber buscado al plantearnos la pregun-
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Este artículo está dedicado a la memoria de Josué Marcos Belmonte, Ioshua, artista y activista
homo argentino que falleció en los días en que me encontraba escribiendo el texto.
Maceta - Pablo Accame
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