MJT
MJT
MJT
M�s recientemente Lind desarrolla el Moral Judgment Test (MJT) que puede ser
usado para probar predicciones derivadas de teor�as del desarrollo moral como ha
venido demostrando en casi 20 a�os de investigaci�n (Lind, 1985a/b/c; 1996).
Algunas de las ventajas frente al DIT es que es m�s corto, puede tambi�n ser
calculado por ordenadora (Perez Delgado y Soler, 1994, Palacios, en prensa), se
puede emplear para evaluar muestras grandes, es sensible para detectar efectos de
programas educativos y no se puede falsificar.
Producto de este desarrollo hoy son m�s de 12 los idiomas a los que se ha
traducido y validado este formulario lo que posibilita afrontar una nueva etapa de
investigaci�n m�s ambiciosa e importante. Por un lado, se hace posible afrontar
estudios transculturales bajo un mismo prisma metodol�gico y, por otro, esto
permite realmente poner a prueba modelos te�ricos que asumen como un elemento casi
incuestionable la existencia de modos de razonamiento moral universales y una
secuencia evolutiva invariante.
Por otro lado, el MJT puede producir otras medidas cognitivas-morales como la
adaptabilidad adecuada a situaciones del juicio moral, el juicio extremista
(Heidbrink, 1985), la miop�a o mente cerrada moral, los niveles preferidos de
razonamiento y otros (Lind, 1978; Lind y Wakenhut, 1985). Sin embargo estos otros
�ndices no van a ser discutidos aqu�. El principal �ndice basado en las respuestas
al test es el �ndice C que se est� usando desde el a�o 1976.
La versi�n est�ndar contiene dos historias. Cada una trata con una persona
atrapada en un dilema de comportamiento: No importa qu� haga, su comportamiento va
a entrar en conflicto con algunas normas de conducta; de tal forma que la calidad
de la decisi�n es lo que importa y no la decisi�n en s� misma. Qu� tan buena o mala
sea la decisi�n depende de los argumentos y razones que la respaldan. Para mucha
gente es importante saber s� una persona se comporta porque se siente de �nimo para
hacerlo, o porque espera una recompensa, o es impulsada por fuerzas externas, o
porque quiere obrar de acuerdo a su conciencia moral.
A los sujetos se les pide juzgar en qu� medida los argumentos son aceptables.
Estos argumentos representan diversos niveles de razonamiento moral: seis
argumentos justifican la decisi�n que hizo el protagonista de la historia y seis
argumentan en contra de la decisi�n que tom�. De esta forma para cada dilema, el
entrevistado tiene que juzgar doce argumentos. En la versi�n est�ndar, hay 24
argumentos que el entrevistado debe analizar. Antes de enjuiciar lo aceptables que
son los argumentos que presenta el MJT, al sujeto se le pide juzgar lo buena o mala
que fue la decisi�n del protagonista de la historia en una escala de muy bien a muy
mal. Este juicio no interviene en la calificaci�n de la capacidad de juicio moral
del individuo, pero si es parte del esfuerzo para que su medida sea menos ambigua y
m�s v�lida.
La forma de calificar el MJT refleja esto. Un sujeto que realiza el test logra
una alta calificaci�n de competencia s�lo si su juicio de los argumentos a favor y
en contra muestra una consistencia moral. Si una persona deja que su opini�n de lo
que considera correcto influencie su orden de preferencia de los argumentos en
contra, el individuo sacar� una calificaci�n baja en el MJT (Sin importar la
calidad moral de los argumentos en s�). Hay que se�alar que solo la consistencia en
el juicio sobre aspectos morales es la que implica competencia o capacidad de
juicio moral. S�lo la consistencia en relaci�n con los aspectos morales es la que
se tiene en cuenta. Por ejemplo la consistencia en las respuestas de un individuo
que lo que busca es evitar la cr�tica de los dem�s no indica competencia moral. La
consistencia de los juicios de una persona sobre la posici�n del protagonista en el
dilema, puede ser un indicador m�s bien de lo opuesto, o sea rigidez moral. Como un
segundo punto se debe anotar que el �nfasis o determinaci�n de la persona que juzga
el comportamiento moral de otro desde el punto de vista de sus principios o valores
puede o no estar acompa�ado por un fuerte compromiso a favor o en contra de la
soluci�n del dilema que se est� discutiendo. La moralidad y el grado de compromiso
ni se excluyen ni se implican mutuamente. (Lind, 1978; Lind et al., 1985).