Archivo Julio Cordero (1900-1961) Fotografía Del Progreso en Bolivia Hugo José Suárez
Archivo Julio Cordero (1900-1961) Fotografía Del Progreso en Bolivia Hugo José Suárez
Archivo Julio Cordero (1900-1961) Fotografía Del Progreso en Bolivia Hugo José Suárez
NTRODUCCIÓN
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HUGO JOSÉ SUÁREZ
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El Archivo Cordero consta de unos 100 000 negativos sin catalogar, 5 000 negativos
digitalizados cuyo acceso está restringido a familiares cercanos al fotógrafo, y una cente-
na de imágenes publicadas o expuestas en salas de museos a las que los investigadores
sí pueden tener acceso.
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Véase Hiernaux 1995 y 1977, Ruquoy 1990, Remy 1990, Suárez 2006, 2003 y 2002.
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En general este trabajo es el resultado del curso “Imagen y ciudad: análisis de la fo-
tografía de Julio Cordero”, dictado en la Universidad Católica Boliviana entre febrero y
junio del 2004. Una buena parte de los resultados ahora redactados fueron discutidos con
los estudiantes, a quienes les agradezco por su participación y debate. También parte de
estas reflexiones fueron debatidas con Marcelo Álvarez, quien prepara una tesis de maes-
tría sobre este mismo tema. Asimismo, hay que agradecer a Ricardo Zevallos, director de
la Pastoral Universitaria quien me invitó a dictar dicho curso. Finalmente, gracias a Julio
Cordero nieto, quien constantemente ofrece información e imágenes en el arduo trabajo
de recuperar el archivo del abuelo.
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JERARQUÍAS SOCIALES
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Véase Mariaca (s/f).
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Datos tomados del folleto Miradas, Espacio Simón I. Patiño, La Paz, 2004.
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Aunque la bibliografía y discusión sobre lo “cholo” es amplia, aquí se utiliza el con-
cepto como categoría descriptiva del grupo social urbano popular emergente con
características culturales muy propias y marcadas que vinculan dinámicas urbanas con
rurales.
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Recordemos que Barthes (1995) distingue “connotación” de “denotación”. La deno-
tación es la cercanía de la imagen con la realidad, el grado de fidelidad-objetividad con
lo que se muestra. La connotación, por el contrario, comprende el plano de la expresión
y el contenido, lo que implica un desciframiento particular. El autor sugiere que se deben
identificar las principales unidades de significación, buscando los elementos que han
sido utilizados por el fotógrafo para emitir un significado. En el presente artículo
utilizamos el concepto de connotación para referirnos precisamente a la operación por
parte del fotógrafo de incluir determinados elementos para dar sentido a su imagen
(véase Suárez 2005a).
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Brujos andinos.
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Jefes de comunidades aymaras.
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que van o al lado de las civiles o atrás. Entre ellas, están las que denotan
más poder y aquellas que sólo juegan un rol de escolta. Finalmente, los
observadores pasivos.
En algunas otras fotografías, las autoridades muestran aspectos que
los vinculan con la tecnología y el progreso, por ejemplo los automóviles,
tranvías, construcciones, etcétera. Asimismo, se utilizan elementos como
el vestido, el uniforme y otros que terminan de consolidar la diferencia
entre el mundo del poder, con sus diferencias al interior, y el pueblo.
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Son diversas las opciones del fotógrafo en este caso. Se toma fotos
tanto de la familia en sus formas más expandidas (por ejemplo incluyen-
do en ella animales, sirvientes, amigos, compadres, familiares lejanos y
núcleo familiar), como en su versión más simplificada de pareja o sim-
plemente la madre y los hijos. La familia, chola o elite, aparece tanto en
el estudio como en momentos de fiesta en patios interiores o en el cam-
po. No cabe duda que esta es una de las formas sociales que sostienen el
proyecto del progreso (y no, por ejemplo, la comunidad indígena).
Analicemos dos fotografías que muestran familias de distintas pro-
cedencias sociales y retratadas en dos lugares diferentes: domicilio par-
ticular y estudio.
En la foto 6, en primera fila y sentados, se sitúan los principales ele-
mentos de la foto: la madre y los hijos hombres. Atrás y paradas están
las hijas, las mayores están vestidas de negro, y la menor con el cabello
suelto, de blanco. En la foto 7, nuevamente sentado, en el centro y vesti-
do de negro, está el jefe de familia, esta vez, el padre. La distribución de
los demás personajes se asemeja a la foto anterior, sólo que en este caso
no hay hijos mayores hombres, así que la esposa vestida de traje oscuro
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está en segundo lugar, luego los hijos atrás (primero los mayores y luego
los menores), y finalmente, un sirviente, vestido de negro y no peinado,
cuya función principal es sostener un bebé. El sirviente, claro está, no
posa para la foto, su presencia es funcional, no trascendental, no está ni
vestido ni arreglado para el acontecimiento.
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“Familia”
Padres / hijos
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Personaje paceño encargado de cargar bultos en la espalda, tanto en mercados
como en tambos. Su figura ha sido ampliamente utilizada metafóricamente por la lite-
ratura local. Véase el ensayo literario de Jaime Sáenz titulado “El aparapita de La Paz”
(1972).
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sólo para movilidad urbana), son objetos cuyo poder y presencia está
fuera de duda.
Luego podemos situar al automóvil, que viene asociado a las clases
altas y a lo cholo; ambos grupos lo usan y exhiben como un trofeo sobre
el cual hay que montarse en conjunto. El auto atraviesa distintos grupos
sociales, aunque con dificultad desciende a los sectores más bajos; es un
objeto que muestra el ascenso social de la familia.
Las carretas, en cuarto lugar, están más ligadas a trabajos como la
limpieza urbana, basurero, transportes pesados. Asimismo, la gente que
las utiliza son cholos e indios. El burro y la mula están asociados al
transporte de maderas, bultos, cajas, etcétera, al lado suyo aparecen in-
dígenas exclusivamente. Finalmente, en sexto lugar, está el transporte
humano, reservado para indios.
Aunque con menor riqueza en cuanto a objetos y jerarquías se refie-
re, Cordero también concentra su atención en lo que después serán íco-
nos de la urbanidad. Se trata de construcciones que representan una
vida urbana más compleja: estación y oficinas de transporte, edificios
públicos, iglesias. El palacio de gobierno, el banco, sus remodelaciones y
edificaciones le llamarán la atención, así como el comercio o algunas pla-
zas. De alguna manera su presencia indica, a la vez, un país en cambio,
tanto en el ámbito político como social y económico.
LA DINAMICA ESPACIAL
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RITOS SOCIALES
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distancias. Cada grupo tiene su fiesta, la elite, el cholo o los indios tienen
su propio festejo. Es en la fiesta donde se deben, además, mostrar los ele-
mentos de la vida moderna, por eso en ella, por ejemplo, es muy perti-
nente enseñar un automóvil, que forma parte del festejo.
El retrato, por su parte, fue una de las primeras formas de la fotogra-
fía, y su abrumadora expansión se debe a que cumple la necesidad social
de verse impreso consagrándose así igual que las élites o grandes ído-
los.12 Además, es uno de los géneros más expandidos porque la necesi-
dad social hace que sea económicamente muy rentable, y por tanto los
fotógrafos lo utilizan con regularidad para su propio sustento.
El retrato es una cita con el futuro. En la época de Julio Cordero, acu-
dir al fotógrafo es un acontecimiento muy especial al cual se dedica tiem-
po y dinero, cada toma puede durar en total hasta 45 minutos, pues es
cuidadosamente preparada tanto por el fotógrafo como por el retratado.
Como dijimos, el retrato sucede en el estudio, donde todas las condi-
ciones técnicas están bajo el control del fotógrafo, no hay ningún ele-
mento casual, todo está calculado y cada objeto tiene una intencionali-
dad. El retrato se lleva a cabo en un espacio especialmente construido
para esta fundamental cita con la historia.
Grosso modo, el retrato reproduce las jerarquías sociales que explica-
mos al principio de este texto, en él aparece la élite, los cholos, los indios
y los marginales. En este lugar de control, hasta las prostitutas o aparapi-
tas pueden ser vistos y pasar a la posteridad; ahí el fotógrafo no tiene
miedo de tocar lo intocable –lo inmostrable– en el espacio público.
Cada grupo muestra los elementos que lo colocan en una determina-
da posición social. La elite, en el caso de las mujeres, aparece con som-
breros, vestidos con encajes, paraguas, muchas veces apoyadas en un ta-
burete, florero, alguna vez con otros elementos como cartera o un perro;
el fondo son columnas o elegantes telas. Los hombres de elite se retratan
con sombrero, paraguas, capa, corbata y trajes oscuros. La elite no está
en ejercicio de sus funciones ante la cámara del retratista, simplemente
está luciendo su posición social, y para ello acude a todos los elementos
que le son útiles.
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Véase Freund 1997.
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Categorías de percepción + –
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Ahora bien, hay que señalar que, a pesar de que Cordero ayuda a
consolidar a la elite, su preocupación por lo cholo es de mucha impor-
tancia. Seguramente por su propia procedencia, él es uno de los que le
dan al cholo un sitio privilegiado, luego de la elite. Asimismo, gracias a
él la ciudad se viste (y se mira a sí misma) de fiesta, y en ella también ha-
bitan expresiones populares. El grupo menos privilegiado en esta mira-
da, ya lo hemos dicho, es el indio y en general el mundo rural (en un mo-
mento donde sólo 10% de la población vive en el ámbito urbano), que
definitivamente no tiene voz en este concierto.
Una de las dicotomías fundamentales que organizan este discurso es
lo superior vs lo inferior. Constantemente, de una u otra manera, acu-
diendo a la técnica o a la composición, algo de las fotos de Cordero es
superior con respecto a un inferior. Pero esta categoría hay que comple-
mentarla con la idea de lo moderno vs lo tradicional, donde todo lo que
evoca lo moderno (tranvía, auto, etcétera) es valorado y lo tradicional
desfavorecido.
Claro está que estas dicotomías elementales darían mucho que decir
sobre la construcción de imaginarios nacionalistas-modernizadores en
América Latina, de hecho se cuenta con una amplia bibliografía que ha
abordado extensamente el debate. En esta dirección, el enfoque de Cor-
dero –y las conclusiones que sacamos de la observación de sus fotogra-
fías– no escapa a una tendencia generalizada del discurso de la moder-
nidad en el continente. Asimismo, seguramente un análisis de otros
fotógrafos de la época como Agustín Casasola en México o Martín
Chambi en Perú, indicarían un horizonte similar en su valoración de la
modernización, pero para confirmarlo, habría que analizar su propia
producción fotográfica.
Cordero no mira el lado oscuro del “progreso”: la exclusión, el abu-
so, la masacre, la explotación, la cultura dominada. Retrata el éxito, lo
más amigable del mundo moderno, la foto de postal. Así, Julio Cordero
aparece como uno de los que, desde la imagen, contribuye a implantar
el paradigma del progreso (con todas sus implicaciones) en la sociedad
boliviana de principios de siglo XX.13
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Sobre la relación entre imagen, poder y representación social, véase la revista Actes
de la recherche en sciences sociales, núm 154, donde se reflexiona ampliamente sobre el tema.
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BIBLIOGRAFÍA
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Véase por ejemplo la lista elaborada por Daniel Buck, Pionner Photography in
Bolivia: Directory of Daguerrotypist & Photographers, 1840s-1930s. http://ourworld.
compuserve.com/homepages/dbuck/
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