Leyendas Chiapas

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LA CARRETA DE SAN PASCUALITO

Una noche húmeda y cálida como siempre en Chiapas,para ser mas exacto en un
pueblito llamado Tehuacan pasando el municipio de Cintalapa, si mal no recuerdo
en los meses de marzo o abril, platicando con mi abuela acerca de cuentos y
leyendas, y tras tanta insistencia ella se animó a contarme una de las tantas
leyendas que sus abuelos le habian contado: la de San Pascualito.

Entusiasmado me senté a escuchar el increible relato que por mucho tiempo habia
anhelado, asi pasaron horas de platica y la vez atención que pocas veces le
prestaba a mi viejita. Pero llegó la hora de dormir y a pesar del miedo que sentía
inconscientemente me hice el valiente para dormir solo en un cuarto de aspecto
sombrio, espelusnante y tenebroso.

Cual fue mi sorpresa, en plena madrugada me levanté por un vaso de agua, eran
como las 2 de la mañana, aclaro que estaba en un ranchito asi que ya imaginaran
el tipo de casa: de madera vieja, rechinidos por doquier, olores raros y bichos por
todos lados.

Pero asi trastabillando llegue a mi cama improvisada pegada a la pared que estaba
a ras de calle. Al recostarme escuche claramente a lo lejos un ruido, si increible un
ruido de una carreta, de una carreta jalada mínimo por un caballo.

Al momento que lo escuche entre en shock, como iba a poder ser real una leyenda
que según yo era para espantar niños, cada vez escuchaba mas cerca el rechinido
de las llantas de madera en las piedras de la calle, y el andar de la bestia que la
halaba.

No podia ni con mi alma, el miedo cubrio todo mi cuerpo, empecé a sudar frio, pero
como dicen la curiosidad mato al gato, logré asomarme unos centímetros a la venta
para ver que iba en la calle.

Nunca he podido borrar la imagen tan extraña cosa, era una especie de carreta de
madera jalada por un caballo, mas bien una silueta de caballo y arriba un sombra
profundamente negra que la conducia sosteniendo en su mano derecha una especie
de haza puntiaguda.

De inmediato me tire al colchón y me puse a rezar por cualquier cosa nos fuera a
ser la de malas y asi me agarro el sueño.

Al otro día le conté a mi abuela y claramente me recordó algo, San Pascualito es


la muerte, el se encarga de venir por los que ya estan muertos en vida, aquellos que
ya no deben de estar en esta tierra, aquel que lo ve de seguro se lo lleva, se enferma
y regresa por él.
LA LAGUNA VERDE

De la laguna verde empezaron a salir de unos muñecos de madera y unos hombres


que se convertían en puercos gigantes a los que llamaron “tzuyoyas”, quienes
perseguían a la gente.

Había en la iglesia dos santos crucificados a los lados del santuario: Dimas al lado
derecho, representando el bien, y Gestas a la izquierda, representando al mal.
Todos los brujos le rezaban y le llevaban ofrendas misteriosas. El anciano don
Nicanor rezaba todos los días a Dimas, quien le indicó que para salvar a los niños
y mujeres de la amenaza de los “tzuyoyas” deberían tomar una piedra, hacer la
señal de la cruz y arrojársela.

La gente le obedeció y empezaron a desaparecer los monos de palo y los puercos


gigantes; para terminar de una vez con esas fuerzas del mal, mandaron a traer al
señor obispo quien bendijo la laguna.

“Cuando era niño –cuenta un anciano– me mandaron por agua a la laguna, pero me
sorprendí mucho cuando, al sumergir el cántaro para llenarlo de agua, saltó un pez
de oro, de legitimo oro, entrando al recipiente. Le tuve miedo y lo deje ir. Las
personas a las que le comenté lo que había hecho con el pez, me dijeron que había
soltado mi suerte”. Hasta la fecha es misterio para muchos, el hecho de que islotes
flotantes (hasta de 30 x 10 metros aproximadamente) recorren a lo largo y ancho de
la laguna.

Unos atribuyen este fenómeno al “encanto” de la laguna y otros aseguran que


anuncian “mal tiempo”. La verdad es que siendo pequeños islotes, están cubiertos
en su mayor parte por plantas (carrizos) que alcanzan hasta 4 o 5 metros de altura
en cuyas hojas choca el aire procedente de norte o del sur, siendo esta fuerza la
que hace que el islote se mueva siempre en la misma dirección del viento.

“Recuerdo que cuando éramos chamacos –cuenta otra persona de esa localidad–
quisimos quemar un tapesco de ese zacate (el monte del islote) con la lumbre de
orilla de palma que fuimos a traer. Hice una escoba para prenderla y acercarla al
tapesco, cuando vimos que el zacate se fue retirando ¡como si hubiera visto que lo
íbamos a quemar! como ya no lo alcanzaba le tire la escoba y se incendió el zacate,
con una tronazón que daba gusto, huyendo de nosotros”.

El 27 de agosto de 1952, cuando era presidente don Humberto Urbina Camacho,


cayó en la laguna verde una avioneta, eran como las nueve de la mañana. Las
personas llegaron, tomaron unas lanchas y se dirigieron a rescatar a los
sobrevivientes, entre los que estaba el Dr. Samuel León Brindis, quien años
después, al ser gobernador, en agradecimiento al pueblo que lo auxilio, dotó a este
municipio de agua potable y mandó a construir la carretera de terracería que
actualmente los comunica con Copainalá. Tal vez esa sea la suerte que les ha traído
la laguna, dicen.
LA CUEVA DE LA CHEPA
Cuentan que aquí en Tuxíla, una guapa muchacha del barrio de Colón se prendó de un apuesto
mancebo que. según los padres de éste, la fulana no era merecedora de un hombre que no era de
su categoría. Como era muy común en esos tiempos, los jóvenes no tenían donde desahogar sus
deseos y asL buscaban los lugares más apartados del centro de nuestra pequeña ciudad para lograr
fechorías que no eran vistas con buen agrado por ias familias. Panchito, un hijo de casa rica ai que
le llamaban el niño Paco, en una cíe sus tantas andanzas estuvo en un baile, de sentada de niño y
allí conoció a Josefa, que en su barrio le decían la Chepa.

Días después de! hallazgo de la codiciada presa. Paco no cesaba de frecuentar aquel rumbo del
puente de Colón, que por esa época no lo hacían primeras veces que la veía aprovechaba cuando
Chepa iba al río Sabinal por agua. Muchas veces le cargó el cántaro hasta cerca de la tranca de su
casa, porque los padres de ia chica ignoraban el idilio. Los padres del niño Paco menos que lo
supieran, pues cuando la veía en la tarde engañaba a sus padres que iba al colegio. Llegó a tanto
su amor que no se aguantaron y ella muy decidida le dijo a Paco: me voy contigo donde rué lleves.
Pero Paco era un niño mimado y un poco temeroso, no se hallaba con ánimos de tomar aquella
arriesgada decisión que sólo la podía tomar un buen varón que fácilmente

pudiera independizarse de la tutela de sus padres. Paco decía: si me la llevo a la casa, quien sabe
lo que digan los amigos de mi familia. Pues aunque ella no parecía de rain i ha indígena, porque era
muy güera, no dejaba de ser una patarrajada. La chepa insistía: llévame Paco, ¡lévame a donde
queras. Paco debía dejar de ser hombre para no aceptar la propuesta que lo comprometía. Fue así
como

Sí mi reina, te llevo a donde nadie nos vea. aunque se opongan a nuestro amor. Mira Paco, por aquí
cerca está una cueva, aquí ñor Yuquiz, si no tenes a dónde llevarme, allí haremos nuestro hogar v
nadie sabrá donde estamos, ¿qué decís? ¿vamos allí?. Paco muy resuelto, le dijo que lo esperara,
que al día siguiente por la tardecita se iría con ella, que iría por su ropa, por algunas cosas para
poder pasar las noches. Y así fue. muy normal, al atardecer del sábado, regresó con un pequeño
bulto en el que escondía también un pumpo. Chepa, que estaba esperando con ansia ¡a deseada
huida de la casa, salió por e! portillo del corral de aguaría y como gacela tropeleó dispuesta a seguir
a su compañero, pronto desaparecieron por los matorrales que van hacia Yuquiz hallando al fin la
cueva donde dieron

Los padres de ambos, al ver que no llegaban a su casa uno y otro, ya que ignoraban esos amores,
los buscaban muy afligidos pensando que podían haberlos matado o que la Tisigua hubiera
extraviado a Paco. Por informes de algunos que los veían por el río. dijeron a los padres lo que
habían observado, no folió quien los viera escapar muy cautelosos. Fue as; como se conocieron
ambas familias y se dedicaron a buscarlos,

Cuando se dirigían por el rumbo cerca de donde estaba ia cueva, vieron de lejos que paco iba solo.
Sin seguirlo. esperaron que regresara a su casa y cuando llegó no dijo

nada a nadie de lo que había hecho. Sus padres no insistieron en saber lo ocurrido, mientras tanto,
Chepa se quedó ocuiía en la cueva esperando, sin que 1 Segara Paco a verla. Ella tenía ¡a
esperanza del ¡egreso del infiel y lo esperó varios días, sustentándose con los frutos que a
escondidas hallaba en ei campo. Sus padres nunca la hallaron, pues cuando llegaron a la cueva eila
no estaba allí.

Por fin desfallecida por ei hambre, agotada y más que todo decepcionada por el pago 1 del ingrato,
murió. Años después la encontraron cubierta toda de guano, estiércol de murciélagos, ya toda
descompuesta despidiendo fétidos olores. Fue el escándalo del pueblo de que la Chepa la habían
encontrado, por fin, en la cueva del rumbo de la Picdrona. Desde entonces llaman así a la cueva, “la
cueva de la Chepa”.
EL FANTASMA DEL ORIENTE

Hace muchos años, cuando ia ciudad de Tuxtla, Gutierrez: era pequeña. los
moradores de la zona oriente de esí; ciudad, contaban con mucho miedo, que por
las noche: cuando comenzaba a oscurecer, transitaba un fantasm; acompañado de
su perro negro que aullaba lastimeramente.

Una noche, un agricultor trabajador y valiente, de nombre Ezequiel, decidió hacerle


frente al fantasma. Salió en si busca y fue así que logró entablar plática con él y
quede muy impresionado por su mirada tan fría y su cavernosa voz.

A pesar de que se le pararon los pelos por el miedo, Don Ezequiel le preguntó al
espectro, el motivo de su aparición en este mundo y le ofreció ayuda para que
terminara su penar.

El fantasma le contestó con una voz tenebrosa, como si saliera del fondo de la tierra,
acompañada por el gruñido del perro que no dejaba de acecharlo con sus ojos rojos
y centellantes: ¡ Ay de mí! cuando yo pertenecía a este mundo de los vivos, tenía
por nombte Pedro Cnanona Cundapí, trabajaba en la agricultura, tenía a mi esposa
y a mis cuatro hijos, mí vida transcurría entre la pobreza y el cansancio, pero éramos
felices. Mi única riqueza era mi familia y este terreno, aunque árido y poco
productivo, era codiciado por un rico terrateniente Don Patrocinio Castellanos.
Hacía muchos años que pretendía comprármelo, porque según decían que había
un filón de oro enterrado en cierto espacio de mí tierra.

No acepté su oferta; primero, porque ofrecía una miseria, y la otra razón, porque
esta tierra me proporcionaba lo poco que comíamos mi familia y yo.

Cansado de mi negativa de venderle, una noche negra y fría de! mes cíe diciembre,
ordenó a sus hombres prender fuego a mi casa, sin importar que mis hijos, mi
esposa y yo. quedáramos atrapados dentro de las llamas y nos quemáramos vivos.
En mi desesperación, a lo lejos escuchaba los aullidos de Cuervo, nii noble perro,
que no pudo hacer nada por salvarnos, y que por varios días permaneció en el lugar
donde quedaron nuestros restos sin probar agua ni alimento, esperando la muerte
para reunirse con nosotros. Desde entonces, mi espíritu y el de mi perro, vagamos
por estos matorrales en busca de las almas de mis hijos y mi esposa.

Entonces. Don Ezcquiel le dijo: ¿Dime qué podemos hacer para que encuentres la
paz que necesitas?

El fantasma contestó: Que le den cristiana sepultura a los restos de los cuerpos de
mi familia, y que este terreno se destine para la construcción de un parque, para
que ios niños alegren el lugar con sus juegos y sus risas.

A partir de entonces, volvió la calma al lugar, desapareció el fantasma. Aunque


dicen, que algunas noches se escuchan
LEGENDARIA BATALLA DEL

CAÑÓN DEL SUMIDERO

Existe la belia y conmovedora Tradición sobre el suicidio coleeíi\o chiapaneca. Se


dice que en el proceso de conquista de su región se dio una heroica batalla donde
prácticamente se acabó la población, no porque los españoles les hayan dado
muerte sino por la decisión propia de los chiapanccas de quitarse la vida antes que
aceptar la dominación.

Advertidos los conquistadores de la dificultad de someter a estos valientes


indígenas, iban muy bien armados. Comandados por el capitán Diego de
Mazariegos – quien llegó a Chiapas en 1528 por órdenes de Hernán Cortés, cuatro
años después que el capitán Luis Marín – , los españoles eran numerosos y
contaban con caballos, piezas de artillería e indígenas mexicas y tlaxcaltecas que
traían desde Tenochtitlán. A esta fuerza se añadió e! apoyo de varios pueblos
vecinos, enemigos de los chiapanecas. Estos últimos les hicieron frente y pelearon
con su característica bravura arrojando flechas, lanzas, piedras. Se habla de que
las tropas españolas tuvieron bajas importantes, pero debido a su superioridad eu
auaaiücmo y número de combatientes, obligaron a los chiapanecas a refugiarse en
su ciudad principal. Se refiere que ésta se encontraba cerca del Peñón de
Tepetchía, en el cañón del Sumidero, resguardada por las imponentes y verticales
paredes rocosas que conforman la cañada. Ahí se libró la última v célebre batalla.

Al encontrarse francamente perdidos y cercados por el enemigo, familias enteras


de chiapanecas se arrojaron desde la cima del precipicio y cayeron en ias aguas del
río. que se teñían de rojo, optando por morir antes de sucumbir a la dominación.
Ante este hecho, el capitán español-conmovido y aterrado, hizo cesar el fuego y
rescatar los pocos sobrevivientes.

Dice un extenso poema épico de Galiíeo Cruz Robles, escrito en 1928. sobre la
batalla del Sumidero: Es el Chiapa. su esposa y el producto de aquel amor que fue
grande y sincero y que al perder el último reducto se arrojan con valor al Sumidero!

Y mientras tanto, sigue el sacrificio de aquel grupo de héroes y bravos que pretieren
lanzarse ai precipicio a la vergüenza de vivir de esclavos.

Cuentan que los pocos sobrevivientes chiapanecas de la numerosa población


fueron llevados a las orillas del río para fundar un nuevo pueblo: Chiapa de los
Indios, hoy conocido como Chiapa de Corzo, y sus descendientes son ios
chiapacorceños. Esta famosa batalla quedó para siempre en el blasón de armas
que el emperador Carlos V concedió en 1535 a Chiapa cíe los Españoles, fundada
en 1528 por el conquistador Mazariegos y que actualmente es San Cristóbal de las
Casas. Por existir estas dos ciudades
EL NEGRO Y LA IGLESIA DE CHAMULA

Si de por sí el pueblo de San Juan Chamula y sus sincréticas costumbres son


excéntricas, esta leyenda añade aún más de este ingrediente. Hasta hoy los
chamulas conservan su propia organización política, no permiten que algún blanco
construya su casa en el pueblo y son muy celosos de sus costumbres (un verdadero
ejemplo de resistencia).
La historia sobre la construcción de su iglesia, donde son realizados sus magnéticos
rituales que combinan la fe católica y la magia, es muy especial, según la leyenda.
Como es de esperarse, cuando los españoles llegaron en 1924 a dominar estas
tierras, los chamulas continuaron con sus costumbres y se negaron a que se
construyese una iglesia.
Un capítulo cambió la opinión de los habitantes cuando un negro con fama de
chamán y de tener poderes con la capacidad de aniquilar a sus enemigos comenzó
a alarmar a la población. La influencia de este personaje, pese a no ser chamula,
fue haciéndose muy fuerte.
Los chamulas creyeron que lo anterior quizá estaba sucediendo precisamente por
prescindir de una iglesia. Entonces los habitantes pidieron a este mago que indicara
el lugar donde debía construirse la iglesia, como una especie de reverencia.
Entonces el negro en un pedestal a 40 m de la puerta principal donde hoy está la
iglesia se paró. Dio una vuelta silbando y ocurrió que de lo lejos, dejando atónitos a
todos, llegaron piedras que fueron convirtiéndose en carneros, el conjunto de
animales permaneció junto al negro y entre ellos parecían entenderse, luego fueron
convirtiéndose de nuevo en piedras. Hubieron algunas rocas que no acudieron y el
negro molesto las llamó Chajancavitz, que quiere decir El Cerro de las Piedras
Haraganas. Este montículo de rocas rebeldes son las que posan a la izquierda de
la carretera, un poco antes de llegar a Chamula.
LA TITCHANILA

Ahora que anduve en Tapachula le pregunté a varias personas cosas así de


leyendas para tus libros y, entre otras historias, te tengo ésta de la Titchanila, que
es como un espanto muy conocido en esos lugares. Entre plática y plática con tres
maestros universitarios, todos me dieron sus versiones, así que aquí te va la mía –
dice Pat Grounds, quien trabaja como asesora de proyectos especiales del Consejo
Británico y radica en San Luis Potosí.

Me dijeron que afuera del panteón de Tapachula se aparece la famosa


apariciones_en_el_campoTitchanila, a la que también le llaman la Mala mujer.
Dicen que es el ánima de una mujer que solamente se le aparece a los hombres y
quienes la han visto y han sobrevivido para contarlo afirman que es una mujer de lo
más bella que te puedas imaginar. Según los recuentos de muchos, ella anda
vestida de una forma muy sensual y provocativa. Por eso mismo, cuando un
muchacho la ve, pues obviamente se siente atraído y se le aproxima para tratar de
conquistarla. Pero el problema radica en que nada más viéndola de cerca, el iluso
don Juan se da cuenta que el rostro de ella es una calavera. Cuentan en Tapachula
que muchos hombres de varias edades han caído muertos de susto en el mero lugar
del infortunado encuentro; al hallarlos al día siguiente, notan que sus ojos están
abiertos y en sus rostros se dibuja un rictus de horror. Por eso todo mundo sabe
que el muerto falleció porque vio a la Titchanila. (Leyenda publicada en un libro de
Homero Adame.)

O sea, de acuerdo con lo que dicen, al día siguiente las autoridades hacen
investigaciones y, después de la autopsia de ley, no encuentran absolutamente
ningún factor que pueda determinar que el muchacho haya muerto por asesinato,
envenenamiento, suicidio, etc. Siempre el resultado es un infarto y lo curioso es que
aparentemente se trata de hombres saludables que jamás habían presentado
problemas cardiacos. Entonces la conseja popular es que mueren de susto por
haberse topado con la Titchanila.
EL MISTERIOSO RELOJ DE CHIAPA DE CORZO
Esta historia se da lugar en Chiapa de Corzo en la primera mitad del siglo XVII, donde vivía
don Alberto Cerda, un rico terrateniente. Jacinto López, su principal criado se encontraba
en un estado de salud delicado, y se encontraban esperando su fallecimiento, y así fue,
dejando bajo la tutela de don Alberto a su hijo José. El niño fue criado con ciertos privilegios
sobre los demás muchachos de la hacienda, de los cuales doña Caridad, esposa de don
Alberto, nunca quiso que le fueran dados al pequeño, y a que ella era despiadada y
arrogante. Y eso no era todo, pues el matrimonio tenía una hija llamada Concepción, que
contaba con la misma edad que José.
Pasado el tiempo, ambos muchachos crecieron, José seguía de criado y Concepción que
cada día era más linda, encerrada en su casa. Su único paseo era el que hacía con su papá
por las márgenes del río, llevando a José como remero.
El muchacho se enamoró de ella, don Alberto estuvo de acuerdo con el noviazgo, pero no
así doña Caridad, y no teniendo a nadie de la casa de su parte, buscó la ayuda de un joven
rico y tenorio del pueblo, Fernando Gutiérrez, el cual según doña Caridad siempre había
deseado cortejar a su hija, y sin pérdida de tiempo le propuso que se llevará a Concepción
lejos de la hacienda y la amara, así todo terminaría con el casamiento de ambos jóvenes.
Fernando tuvo la oportunidad de cometer su fechoría, pero ésta no salió como lo habían
planeado, pues resultó que la muchacha se defendió, y este al sentirse despreciado e
impotente, sacó un puñal y lo clavó en el pecho de la joven. Cuando recapacitó de lo que
acababa de hacer, corrió al lado de doña Caridad con una mentira, diciendo que
Concepción prefirió morir antes que traicionar a José y que sorpresivamente le sacó el puñal
que siempre llevaba en su cinto y antes que pudiera evitarlo, se partió el corazón.
Doña Caridad, que nunca esperó esta tragedia, lo único que hizo fue arreglar un nuevo
trato, en donde le echaba la culpa de la muerte a José, quien fue juzgado y condenado a
morir en la horca, exactamente cuando el reloj de la plaza tocara la primera campanada de
las doce de la noche. Por su parte don Alberto, que se encontraba deshecho, descargaba
toda su ira en el infeliz de José, creyéndolo, de igual modo, culpable.
Llegado el día de la ejecución, toda la gente del pueblo se congregó en la plaza, y al llegar
la hora, las manecillas del reloj marcaron las doce de la noche, pero jamás se escuchó
ninguna campanada. El pueblo de Chiapa vio asombrado que los minutos transcurrieron
sin que las campanas sonaran. Así el reloj salvó la vida de José.
Fernando, que hasta entonces presenciaba la ejecución, de repente enloqueció y comenzó
a gritar: "Yo la Maté", "Yo la maté", al mismo tiempo que acusaba a doña Caridad como su
cómplice.

Días después, en lugar de José, Fernando fue colgado y doña Caridad encerrada por
cómplice.
Aparentemente todo volvió a la normalidad en el pueblo, pero sus habitantes recordarían
aquella noche del 9 de agosto, en que el misterioso reloj de la plaza de chiapa había salvado
a un hombre inocente.
EL SOMBRERON

Muchas veces lo vieron los viejos vaqueros. Uno de ellos relataba su aparición todavía con
irrefrenable emoción, contagiando el estupor a los jóvenes que lo escuchábamos. Como la
aparición de un tenue relámpago que se pierde en corto espacio, una luz del fondo de la
oscuridad de la noche reventaba en el aire antes de escucharse un silbido. Silbido hondo y
melancólico seguido luego por la música de una armónica bocal, cuyas notas se fundían en
el arpegio de todos los sonidos del campo, cuando la noche secuestra las figuras
entenebrece.

Tuxtla Gutiérrez, cuenta con su propio concepto de el Sombrerón:

Era un hombre que vestía con ropa de cualquier clase, siempre portaba morral, machete y
un sombrero de gran tamaño.

Aparecía en lugares despoblados. A las personas siempre las llevaba al lugar contrario del
que se dirigían. Y cuando consideraba que los había perdido, entonces se alejaba
burlándose y haciendo contracciones en el rostro, para infundirles miedo, y hacerlos saber
que él era “ El Sombrerón ”

El lugar donde con más frecuencia aparecía, era al Sur de Tuxtla, atrás del Hospital Civil,
antes “El Aguacate”.
LA “TUMBA DE LA SIRENA”

es una de las más escuchadas en el Panteón Municipal, entre quienes se


adelantaron este fin de semana a hacer arreglos en los sitios donde se encuentran
los restos de sus seres queridos.

En el Panteón Municipal existen más de 25 monumentos considerados históricos,


por contar en su construcción un estilo neoclásico y entre ellos resalta la tumba de
Enedina García, quien falleció el 22 de febrero de 1900, tiempo en el que se
perseguía a quienes practicaban la brujería.

En ese entonces fue cuando comenzó la leyenda de “La Sirena”, que se encuentra
al sur del Camposanto; quienes conocen la historia narran que a sus 24 años,
Enedina García, poseía una fortuna derivada de su trabajo como bruja.

Cuando falleció fue sepultada con todos sus bienes, ya que la sociedad de ese
entonces consideraba su riqueza como un fraude y amenazaron a los familiares con
condenarlos, en caso de conservar el dinero. Según varias versiones el dinero fue
puesto a su lado derecho ya a quien intentara sustraerlo le caería una maldición.

La tumba tiene unas sirenas en lo alto y los que cuentan la leyenda representa un
símbolo de sabiduría; algunos aseguran que cuando la última sirena caiga por
deterioración, el espíritu de Enedina será liberado del lastre que de ella pende.

Alejandra González García, sobrina de Enedina, desmiente las versiones sobre la


hechicería de su tía y y la leyenda que dice que quien se atreva a hablar mal de la
finada sufrirá de dolores de cabeza, huesos y temperatura.

"Sí es cierto que le rinden culto, pero preguntando con mi familia, porque ella es
hermana de mi abuelo, no es cierto que sea bruja, ya que ella era curandera".

Alejandra cuenta que su tía abuela en realidad era curandera. Tuvo muy buenos
resultados tratando a personas enfermas con hierbas.

Sobre el significado de las sirenas talladas en la cúspide del nicho, dijo que eran un
distintivo de la difunta, quien tenía un rancho en el municipio de Ocosingo, de donde
era originaria.

Al igual que en otros años, se espera que la cripta sea de las más visitadas y se
llene de ofrendas florales, dulces, licor, velas y veladoras. Ya que Enedina fue
considerada también, por muchos, como el médico de la ciudad.

Pese a una serie de historias que se han creado en torno a la tumba de Enedina
García, nadie conoce la causa de su muerte, solo se sabe que nació un 6 de mayo
de 187

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