Historicidad de La Biblia
Historicidad de La Biblia
Historicidad de La Biblia
La historicidad de la Biblia es un tema conflictivo que enfrenta a distintas tendencias enfrentadas entre
los eruditos estudiosos de la Biblia, acerca de su historicidad, no necesariamente a creyentes y no
creyentes. En términos de Thomas L. Thompson,1 es la cuestión de su "aceptabilidad como historia".2
Puede extenderse tanto a la Biblia hebrea (Antiguo Testamento) como al Nuevo
Testamento cristiano (cuestiones del Jesús histórico y la era apostólica).
Entre los muchos campos de estudio utilizados para dilucidar la cuestión están la historia de las
religiones (historia del judaísmo, historia del cristianismo), la arqueología (arqueología bíblica),
la cronología (cronología bíblica), la astronomía, la lingüística (lenguas orientales bíblicas, lengua
griega), la literatura comparada, etc. Los eruditos en estudios bíblicos examinan el contexto histórico del
texto bíblico, la atribución de autoría de cada uno de los libros y el contraste entre la narración bíblica y
las evidencias externas.
Los descubrimientos arqueológicos en ámbito bíblico3 de los siglos XIX y XX han sido ambivalentes:
mientras que unos parecen confirmar la narrativa del Antiguo Testamento, otros la ponen en cuestión.
Índice
1Materiales y métodos
o 1.1Manuscritos y cánones
o 1.2Textos
1.2.1Biblia hebrea o Antiguo Testamento
1.2.2Nuevo Testamento
o 1.3Fuentes extra-bíblicas
o 1.4Historia escrita y leída
2Cuestionamiento de la historicidad de la Biblia
o 2.1Cuestionamiento de la historicidad del Antiguo Testamento
2.1.1Cuestionamiento científico de "la ciencia en la Biblia"
2.1.2Cuestionamiento erudito de la coherencia interna del texto bíblico
o 2.2Cuestionamiento de la historicidad del Nuevo Testamento
3Escuelas de pensamiento arqueológico e histórico
o 3.1Puntos de vista académicos
o 3.2Dicotomía maximalistas-minimalistas
o 3.3Minimalismo bíblico
o 3.4Maximalismo bíblico
o 3.5Conciliación de ambas escuelas
4Véase también
5Notas
6Bibliografía
7Enlaces externos
Materiales y métodos.
Nuevo Testamento.
Mientras la autoría de las epístolas paulinas,24 a excepción de la Epístola a los hebreos, no suele estar en
discusión; no hay en cambio consenso académico sobre la autoría de los demás libros del Nuevo
Testamento, que la mayor parte de los eruditos actuales consideran pseudónimos autógrafos2526 escritos al
menos una generación más tarde de los hechos que recogen.
Evangelios/Hechos de los Apóstoles
En las narraciones evangélicas (literalmente "buena noticia") se localiza a Jesús en lugares más o menos
concretos (Belén, Nazaret, Egipto, Galilea y Jerusalén), y se le vincula a personajes históricos de posible
localización temporal (César Augusto -cuyo censo se utiliza para explicar su nacimiento en
Belén "cuando Quirino gobernaba la Siria", quizá el año 6 después de Cristo-,27 Herodes el Grande -un
rey particularmente cruel, muerto el año 4 antes de Cristo, al que el relato evangélico atribuye la
recepción a los Reyes Magos y la matanza de los Inocentes-, Herodes Antipas -tetrarca de Galilea hasta el
año 39 después de Cristo, que en el relato evangélico manda apresar al Bautista y matarlo, por instigación
de Herodías y Salomé- Poncio Pilato -el gobernador romano de Judea ente los años 26 y 36, que dirige el
proceso judicial a Jesús-), pero con imprecisiones que no terminan de ajustarse claramente, provocando
algunas dudas cronológicas (hasta Beda el Venerable28 no se estableció la fecha de nacimiento de Cristo
usada desde entonces para establecer la era cristiana o Anno Domini, en el 3,952 Anno Mundi -de la
creación del mundo según la cronología bíblica-, y que en el cómputo simplificado de San Agustín -el
llamado sex aetates mundi, "seis edades del mundo"-29 se situaba en el 5,000 Anno Mundi, quedando un
último milenio hasta la segunda venida y el fin del mundo).30
Al nacimiento de Jesús, rodeado de hechos sobrenaturales, y a los primeros treinta años de vida familiar
(la denominada "vida privada de Jesús", poco reflejada en los Evangelios canónicos), sigue una "vida
pública de Jesús",31 caracterizada por su predicación y milagros, y que culmina con su
Pasión, muerte y resurrección, tras la que encarga a sus discípulos la "gran comisión"32 y asciende al
Cielo, donde está sentado33 a la derecha de Dios Padre.34 Tras otro acontecimiento sobrenatural,
el Pentecostés, los apóstoles extienden el mensaje cristiano, entre persecuciones y martirios, tanto entre
los judíos como entre los gentiles, hasta la propia Roma.
Epístolas/Apocalipsis
Las Epístolas (literalmente "cartas") se ocupan principalmente de teología, pero sus argumentos se
presentan en forma de "historia de la teología". El Apocalipsis trata de temas escatológicos (el Juicio
Final y el Fin del Mundo).
Fuentes extra-bíblicas.
Antes del siglo XIX, el análisis textual de la propia Biblia era la única herramienta disponible para extraer
y evaluar cualquier dato histórico que pudiera contener. A partir de entonces se ha producido una
proliferación de nuevas fuentes de datos y herramientas analíticas, incluyendo:
El propio significado del término "historia" depende del contexto social e "histórico". Paula McNutt, por
ejemplo, propone que el Antiguo Testamento "no registra la 'historia' en el sentido en que la historia se
entiende en el siglo XX... El pasado, para los escritores bíblicos, así como para los lectores de la Biblia
del siglo XX, cobra significado sólo cuando se le considera a la luz del presente, y quizá de un futuro
idealizado" (p. 4).38
La historia bíblica también ha diversificado su enfoque durante la Edad Contemporánea. El proyecto de
la escuela de arqueología bíblica39 asociado con W.F. Albright, que busca validar la historicidad de los
eventos narrados en la Biblia a través de los textos antiguos y los restos materiales recogidos por todo
el Próximo Oriente,40 tiene un enfoque más específico comparado con el más expansivo de la historia
descrita por el arqueólogo William Dever.
Discutiendo la función de su disciplina en la interpretación del registro bíblico, Dever ha señalado a
múltiples historias de la biblia, incluyendo la historia de la teología (la relación entre Dios y los
creyentes), la historia política (en su versión más tradicional: listado de reyes, héroes y santos, "grandes
hombres" -"Great Men"-),41 la historia narrativa (cronología de acontecimientos), la historia intelectual
(ideas y su desarrollo, contexto y evolución), la historia social y cultural [sic] (instituciones, incluyendo el
apuntalamiento social en familia, clan, tribu, clase social y Estado), la historia cultural [sic] (globalmente:
evolución cultural, demografía, estructura socio-económica y política, etnicidad), historia de la tecnología
(técnicas con las que los grupos humanos se adaptan a explotar y hacer uso de los recursos de su
ambiente), la historia natural [sic] (cómo los grupos humanos descubren y se adaptan a los hechos
ecológicos de su entorno natural), y la historia material [sic] (los denominados "artefactos" como
correlatos de los cambios en el comportamiento humano [sic]).42
Un desafío especial para establecer la historicidad de la Biblia es las agudas diferencias entre las
perspectivas sobre las relaciones entre historia narrativa y significado teológico. "[Los partidarios
del literalismo bíblico ] negamos que la infabilidad e inerrancia bíblicas estén limitadas a temas
espirituales, religiosos o redentoriales, con exclusión de las aserciones en los campos de la historia y de la
ciencia.
Más aún, negamos que las hipótesis científicas sobre historia de la Tierra puedan usarse propiamente para
enmendar las enseñanzas de la Escritura sobre la Creación y el Diluvio". 43 Pero prominentes eruditos han
expresado puntos de vista diametralmente opuestos:
"Las historias sobre la promesa dada a los patriarcas en el Génesis no son históricas, ni intentan ser
históricas; son más bien expresiones históricamente determinadas sobre Israel y las relaciones de Israel
con su Dios, dadas en formas legítimas en su tiempo, y su verdad no reside en su factidad, ni en su
historicidad, sino en su capacidad de expresar la realidad que Israel experimentó". 44
Este choque de puntos de vista, aparentemente irreconciliables, es más agudo en las cuestiones de mayor
significado político contemporáneo (como la promesa de la tierra que Dios hace a Abraham) y de
importancia teológica (nacimiento virginal o resurrección de Jesús), que también son los "eventos" que
han probado ser menos susceptibles de confirmación extra-bíblica.
El filósofo judío y panteísta Baruch Spinoza se hizo eco de las dudas de Hobbes sobre la procedencia de
los libros históricos en su Tratado teológico-político (publicado en 1670),61 elaborado sobre la sugerencia
de que la redacción final de esos textos era posterior al cautiverio de Babilonia, bajo los auspicios
de Esdras (capítulo IX). Previamente había sido apartado de la comunidad judía de Ámsterdam por el
consejo rabínico, acusado de herejía.
El sacerdote francés Richard Simon llevó esas perspectivas críticas a la tradición católica en 1678,
observando que "la mayor parte de las Sagradas Escrituras que nos han llegado no son sino compendios y
especies de sumarios de actas antiguas que se hubieran llevado en los registros de los hebreos", en lo que
es probablemente el primer ejemplo de crítica textual bíblica en el sentido moderno .62
En respuesta Jean Astruc, aplicando al Pentateuco métodos de crítica de fuentes63 ya comunes en el
análisis de textos clásicos seculares, detectó cuatro diferentes tradiciones en los manuscritos, aunque
todavía consideraba una supuesta redacción original por el propio Moisés. (p. 62–64)59 Su obra, de 1753,
inició la escuela denominada "alta crítica", que culminó en Julius Wellhausen, quien formalizó
la hipótesis documentaria en la década de 1870,64 que, modificada en distintas formas, sigue siendo la
forma dominante de entender la composición de los textos bíblicos.
A finales del siglo XIX el consenso erudito era que el Pentateuco fue obra de muchos y distintos autores
entre aproximadamente el año 1000 a. C. (época de David) y el año 500 a. C. (época de Esdras), y
redactado en torno al año 450 a. C.; y como consecuencia de tales elaboraciones y re-elaboraciones de
material, si alguna vez contuvo registros históricos factuales, en la actualidad considerarlo de ese modo es
muy problemático – conclusión reforzada por las recientes refutaciones científicas contemporáneas sobre
lo que en esa época era ya ampliamente considerado como metodología bíblica.
En las décadas siguientes Hermann Gunkel65 centró su atención en los aspectos míticos del Pentateuco,
y Albrecht Alt,66 Martin Noth67 y la escuela de la tradición histórica68 o criticista, argumentaron que,
aunque en su núcleo las tradiciones bíblicas tenían raíces antiguas genuinas, la literalidad bíblica en
cuanto marco narrativo era ficción y no historia en el sentido moderno.
Aunque la reconstrucción histórica de esta escuela ha sido cuestionada (particularlmente la noción
de tradición oral como fuente primaria antigua), la mayor parte de su crítica a la historicidad bíblica
encontró gran aceptación. La observación de Gunkel acerca de que si, no obstante, consideramos que
figuras como Abraham, Isaac y Jacob fueron personas reales sin fundamento mítico original, eso no
significa en absoluto que fueran figuras históricas... Incluso si, como bien podemos asumir, hubo alguna
vez un hombre llamado 'Abraham', todo el que conozca la historia de las leyendas está seguro que la
leyenda no está en situación, a la distancia de tantos siglos, de preservar un retrato de la piedad personal
de Abraham. La 'religión de Abraham' es, en realidad, la religión de los narradores de la leyenda, que
ellos atribuyen a Abraham69 ha pasado a ser un lugar común de la crítica bíblica contemporánea.70
En Estados Unidos, el movimiento de arqueología bíblica, bajo la influencia de Albright, contraatacó
argumentando que el diseño general del marco narrativo era también verídico, tanto que aunque los
eruditos no pueden esperar realistamente probar o refutar episodios concretos de la vida de Abraham y los
demás patriarcas, sí que fueron individuos reales que pueden ser situados en un contexto probado por el
registro arqueológico.
Pero cuantos más descubrimientos se hacían y más esperados hallazgos dejaban de materializarse, más
evidente se hacía que la arqueología no podía de hecho sustentar las pretensiones de Albright y sus
seguidores. En la actualidad, sólo una minoría de eruditos siguen trabajando bajo sus presupuestos,
principalmente por razones de convicción religiosa.71
William Dever declaró en 1993 que "las tesis centrales de Albright han sido todas refutadas, en parte por
posteriores avances en crítica bíblica, pero principalmente por las continuadas investigaciones
arqueológicas de jóvenes estadounidenses e israelíes a los cuales él mismo había animado e impulsado...
La ironía es que, a largo plazo, sería la nueva arqueología 'secular' y no la 'arqueología bíblica' la que más
contribuyó a los estudios bíblicos".72
La historia académica de la tradición deuteronómica es similar a la del Pentateuco: la escuela criticista73
sostiene que no se puede utilizar la narrativa bíblica para construir una historia narrativa; la escuela de
Albright, estadounidense, sostiene que sí, al contrastarse con el registro arqueológico; y las modernas
técnicas arqueológicas demostraron ser cruciales para decidir entre una y otra postura.
Un punto crucial es el libro de Josué y su descripción de la rápida y destructiva conquista de las ciudades
cananita. En la década de 1960 quedó claro que el registro arqueológico no se corresponde con tal
descripción: las ciudades que la Biblia da por destruidas por los israelitas o estaban deshabitadas en esa
época o bien, en el caso de haber sufrido destrucciones, lo hicieron en épocas muy diferentes, y ninguna
de ellas en un periodo breve. El ejemplo más destacado es el de "la caída de Jericó".
John Garstang, que excavó en los años 1930, anunció que había encontrado murallas derribadas datables
en la época de la bíblica batalla de Jericó.7475 Más adelante, él mismo revisó su datación a un periodo muy
anterior.75 Kathleen Kenyon, basándose en sus excavaciones de comienzo de los años 1950, dató la
destrucción de la ciudad amurallada a mediados del siglo XVI a. C., una fecha demasiado temprana para
corresponderse con las dataciones habituales, que hacen corresponder el Éxodo con el reinado del "faraón
Ramsés".76 La misma conclusión, basada en el análisis de los resultados de las excavaciones, ha sido
obtenida por Piotr Bienkowski.77
Thomas L. Thompson, un prominente "minimalista", ha escrito:
"No hay evidencias de una Monarquía Unida,78 ni evidencias de una capital en Jerusalén o de ninguna
fuerza política unificada y coherente que dominara Palestina occidental, mucho menos un imperio del
tamaño que describe la leyenda. No disponemos de evidencias para la existencia de reyes llamados Saúl,
David o Salomón; ni disponemos evidencias para ningún templo en Jerusalén en este periodo temprano. Lo
que sabemos del Israel y del Judá del siglo décimo no nos permite interpretar esta ausencia de evidencias
como una brecha en nuestro conocimiento e información sobre el pasado, un simple resultado de la
naturaleza accidental de la arqueología. No hay ni espacio ni contexto, ni artefacto ni archivo que señale a
tales realidades históricas en la Palestina del siglo décimo. No se puede hablar históricamente e un Estado
sin población. Ni se puede hablar de una capital sin ciudad. Las historias no son suficientes".
Los proponentes de esta teoría también apuntan al hecho de que la división de la tierra en dos entidades
con capital y en Jerusalén y Siquem respectivamente, nos devuelve al control egipcio de Israel bajo
el Imperio Nuevo. La narración bíblica describe un imperio de Salomón que alcanzaba desde el Éufrates al
norte hasta el Mar Rojo en el sur; tal cosa hubiera requerido un alto nivel de organización política y
militar y un considerable poder en hombres y armas, para la conquista y gobierno de un área tan grande.
Sin embargo, el tamaño de la Jerusalén del siglo X a. C. era claramente insuficiente para ser considerada
una ciudad capital de tan gran imperio; y en cuanto al resto del territorio de Judá, parece haber tenido
muy escasos asentamientos en este periodo. Para eludir tales dificultades, se arguye que, dado que la
ciudad de Jerusalén fue destruida y reconstruida aproximadamente de quince a veinte veces desde la época
de David y Salomón, fácilmente pueden haberse eliminado todas las evidencias que pudieran demostrar su
existencia.
Estela de Mesa.
La historicidad del Nuevo Testamento, que incluye las enseñanzas de Jesús, es también un tema habitual
de debate entre los eruditos bíblicos. La denominada "búsqueda del Jesús histórico" comenzó en el siglo
XVIII, y no se ha detenido. Entre las obras de los años 1980 y 1990 destacan las de J. D. Crossan,85 James
D. G. Dunn,86 John P. Meier,87 E. P. Sanders88 y N. T. Wright.89
En el ámbito católico hispanohablante ha sido muy debatida la obra de José Antonio Pagola Jesús,
aproximación histórica (2007), que ha recibido esta calificación por la Conferencia Episcopal
Española (2013): «aun no conteniendo proposiciones directamente contrarias a la fe, es peligroso a causa
de sus omisiones y de su ambigüedad. Su enfoque metodológico ha de considerarse erróneo, por cuanto,
separando al llamado "Jesús histórico", del "Cristo de la fe", en su reconstrucción histórica elimina
preconcebidamente todo cuanto excede de una presentación de Jesús como "profeta del Reino"».
Los textos más antiguos del Nuevo Testamento que se refieren a Jesús no son los Evangelios sino
las Epístolas paulinas, y se suelen datar en torno a los años 50 del siglo I. Las breves referencias que se
hacen en ellas a la vida de Jesús son de poca ayuda para determinar su factualidad, aunque algunas
contienen referencias a la información que llegó a Pablo de testigos directos.90
Los descubrimientos de los rollos del Mar Muerto han arrojado luz sobre el contexto de la Judea
romana del siglo I, especialmente de la diversidad dentro de las creencias judías, así como de las
enseñanzas y expectativas que tenían en común. Por ejemplo: la espera de la llegada del Mesías,
las bienaventuranzas del Sermón de la Montaña y muchos otros puntos del cristianismo primitivo están
presentes en el judaísmo apocalíptico del periodo.91
Estos hallazgos han situado el cristiansimo primitivo mucho más en sus raíces judías de lo que se suponía
previamente. En la actualidad se considera que el judaísmo rabínico92 y la cristiandad primitiva son sólo
dos de las muchas ramas del judaísmo que sobrevivieron hasta la revuelta judía del año 66 o 70 después
de Cristo,9394
95
La mayoría de los eruditos bíblicos contemporáneos sostienen que los Evangelios canónicos fueron
escritos entre el año 70 y el 100 o el 110 después de Cristo, 26 cuatro u ocho décadas después de la
Crucifixión, aunque basándose en textos y tradiciones orales anteriores, como la llamada "fuente Q",
los Logia Iesu y otros "evangelios";96 fuentes que algunos eruditos consideran recopilaciones de
testimonios de testigos directos,9798 mientras que otros lo niegan.99
Las primeras referencias no cristianas a Jesús son escasas y algo tardías (el Testimonium Flavianum -
de Flavio Josefo, en Antigüedades judías, libros 18 y 20, escrito hacia el año 94- y las referencias de
Tácito100 -de Tácito, en Anales, libro 15, capítulo 44, escrito hacia el año 116-).
Casi toda la crítica histórica coincide, no obstante, en que Jesús es un personaje histórico localizable en
Galilea alrededor del año 30 de la era actual, que lideró a un grupo de seguidores que le consideraban una
figura sobrenatural, y que fue sentenciado a muerte por las autoridades romanas, posiblemente acusado de
insurrección.101
Muchos eruditos han señalado que el redactor del Evangelio de Marcos demuestra su desconocimiento de
la geografía y el contexto político y religioso de la Judea de tiempos de Jesús; lo que sustenta la opinión,
en la actualidad la más común, de que este desconocido Marcos sería alguien lejano tanto geográfica
como históricamente de los hechos que narra,102103104105 aunque hay eruditos, como Craig Blomberg, que
siguen aceptando la visión más tradicional.106 El uso de expresiones que pueden calificarse como "torpes"
o "rústicas" hacen que su evangelio parezca "iletrado" o inclsuo "crudo". 107
Se ha sugerido que tal cosa podría deberse a la influencia del apóstol Pedro, un pescador.108 Los autores
de los evangelios de Mateo y de Lucas usaron el de Marcos como fuente, cambiando y "mejorando" las
peculiaridades y "crudezas" de éste.107
San Pablo escribiendo sus Epístolas, por Valentin de Boulogne, ca. 1618.
La ausencia de referencias a la denominada vida privada de Jesús antes de su encuentro con Juan el
Bautista ha suscitado muchas especulaciones. Parecería que parte de la explicación podría residir en el
conflicto que, en los primeros tiempos de la Iglesia, mantuvieron Pablo de Tarso y los desposyni ebionim,
liderados por Santiago el Justo (al que llama "el hermano del Señor", lo que ha suscitado controversia
sobre la posible existencia de hermanos de Jesús.109
110
La historicidad de Hechos de los Apóstoles,,111 la fuente primaria para el periodo apostólico, es un tema
de importancia para los eruditos bíblicos y los historiadores de la cristiandad primitiva. Mientras algunos
de ellos consideraran Hechos de los Apóstoles como un libro extremadamente exacto y corroborado por la
arqueología, otros lo consideran inexacto y en conflicto con las Epístolas paulinas. Hechos retratan a
Pablo más cercano a la cristiandad judía,112 mientras que las Epístolas lo presentan más conflictivo, como
en el incidente de Antioquía.113
114
Un importante punto a tener en cuenta es la hipótesis documentaria, que, usando la propia evidencia
bíblica, pretende demostrar que nuestra actual versión del texto bíblico está basada en fuentes escritas
más antiguas, que se han perdido. Aunque esta hipótesis ha sido ampliamente modificada con el tiempo,
muchos eruditos la aceptan de una u otra forma. También los hay que la rechazan, como el
egiptólogo Kenneth Kitchen116 y las últimas obras de Umberto Cassuto y Gleason Archer.
Dicotomía maximalistas-minimalistas.
La principal fractura en el campo de los estudios bíblicos en los últimos tiempos ha sido la existente entre
las escuelas "maximalista" y "minimalista", denominaciones no aceptadas por los académicos no
fundamentalistas, que la consideran un intento de los cristianos "conservadores"117 de presentar un debate
bipolar, en el que hay que tomar partido por un bando, en la presunción de que sólo uno de ellos puede ser
el correcto.118
Recientemente las diferencias entre ambas escuelas se han reducido, presentándose una vía media en la
obra The Quest for the Historical Israel: Debating Archaeology and the History of Early Israel, de Israel
Finkelstein, Amihai Mazar, y Brian B. Schmidt;119 donde proponen que la arqueología "post-procesual"
nos permite reconocer la existencia de un espacio compartido por ambas posturas, de modo que ninguna
de ellas deba ser rechazada por completo.
La arqueología es ambivalente: ofrece confirmación de parte del registro bíblico, pero también desafía las
interpretaciones "ingenuas". La examinación cuidadosa de las evidencias materiales demuestran que la
narración bíblica aumenta su precisión durante el reinado de Josías, mientras que disminuye a medida que
se aleja hacia atrás en el tiempo a partir de esa época; lo que confirmaría que en ella se habría producido
una redacción mayor del texto bíblico.
Minimalismo bíblico.
120
En general, los "minimalistas" sostienen que la Biblia es una obra teológica y apologética, y las historias
que narra son de carácter etiológico. Las situadas en periodos más antiguos tendrían una base histórica,
que sería reconstruida siglos más tarde, y sólo poseen pequeños fragmentos de genunino registro
histórico: por definición, las que puedan ser verificadas por la arqueología. Desde este punto de vista, las
historias de los patriarcas son ficticias, siendo los propios patriarcas meros epónimos legendarios que
describen realidades históricas posteriores.
Más aún, sostienen que las doce tribus de Israel son un constructo ideológico posterior a la época en que
supuestamente se generaron, las historias de David y Saúl se modelaron sobre ejemplos irano-
helenísticos, y, como no hay evidencia arqueológica de la existencia en esa época de un reino unificado
de Israel "entre el Éufrates y Eilat", sino más bien lo contrario, tal entidad política no debió existir.
"Es difícil determinar el comienzo del movimiento, pero 1968 parece ser una fecha razonable. Durante ese
año, se escribieron en Copenhague dos ensayos que obtuvieron premios; uno de Niels Peter Lemche, el
otro de Heike Friis, que abogaban por repensar completamente la forma en que nos aproximamos a la
Biblia e intentaban extraer conclusiones históricas de ello"121
En libros publicados, uno de los primeros que abogaron por la postura minimalista fue Giovanni
Garbini (Storia e ideologia nell'Israele antico, 1986). En sus notas sigue a Thomas L. Thompson (Early
History of the Israelite People: From the Written & Archaeological Sources, 1992), y a P. R. Davies (In
Search of 'Ancient Israel' , 1992); quien decía encontrar el Israel histórico sólo en los restos
arqueológicos, al Israel bíblico sólo en la Escritura, y a las reconstrucciones actuales del "antiguo Israel"
como una amalgama inaceptable de ambas.
Thompson y Davies ven la entera Bibia hebrea o Antiguo Testamento como la creación imaginativa de
una pequeña comunidad de judíos en Jerusalén durante el periodo que la Biblia asigna a la reconstrucción
del Templo tras la cautividad de Babilonia, a partir del año 539 a. C. Niels Peter Lemche, compañero de
facultad de Thompson en la Universidad de Copenhague, también refleja en varias de sus obras la
influencia de Thompson (The Israelites in history and tradition, 1998).
La presencia de Thompson y Lemche en la misma institución ha llevado a acuñar la etiqueta "escuela de
Copenhague".122 El efecto del minimalismo bíblico desde 1992 son debates con más de dos puntos de
vista.123124
Maximalismo bíblico.
No hay controversia académica sobre la historicidad de los eventos bíblicos posteriores a la cautividad de
Babilonia (siglo VI a. C.), pero sí sobre los anteriores. Las posiciones de "maximalistas" y "minimalistas"
se enfrentan principalmente en torno al periodo de la monarquía (entre los siglos X y VII a. C.) La
posición maximalista sostiene que el registro de los hechos de la monarquía unida
(Saúl, David y Salomón) deben considerarse histórico en su mayor parte. 125
The fact is that we are all minimalists -- at least, when it comes to the patriarchal period and the settlement. When I
began my PhD studies more than three decades ago in the USA, the 'substantial historicity' of the patriarchs was
widely accepted as was the unified conquest of the land. These days it is quite difficult to find anyone who takes this
view.
In fact, until recently I could find no 'maximalist' history of Israel since Wellhausen. ... In fact, though, 'maximalist'
has been widely defined as someone who accepts the biblical text unless it can be proven wrong. If so, very few are
willing to operate like this, not even John Bright (1980) whose history is not a maximalist one according to the
definition just given.
Lester L. Grabbe"Some Recent Issues in the Study of the History of Israel"
En 2003, Kenneth Kitchen, un erudito que adopta un punto de vista más maximalista, publicó On the
Reliability of the Old Testament. Kitchen aboga por la verosimilitud de la mayor parte (aunque no de
todas) las partes de la Torah y en términos crudos critica la obra de Finkelstein y Silberman, a lo que
Finkelstein ha respondido.
Jennifer Wallace describe el punto de vista del arqueólogo Israel Finkelstein en su artículo Shifting
Ground in the Holy Land, (Smithsonian Magazine, mayo de 2006):
[Finkelstein] cita el hecho – ahora aceptado por la mayor parte de los arqueólogos – de que muchas de las ciudades
que Josué se supone que conquistó a finales del siglo XIII a. C. ya no existían en esa época. Hazor129 fue destruida a
mediados de ese siglo, Ai130 fue abandonada antes del 2000 a. C. Incluso Jerió, cuyas murallas se dice que fueron
derribadas por Josué, que hizo rodearlas siete veces tocando las trompetas, fue destruuida hacia el 1500 a. C. El
yacimiento de Jericó, ahora controlado por la Autoridad Palestina, consiste en fosas y trincheras desmoronadas que
dan testimonio de un siglo de excavaciones infructuosas.
No obstante, a pesar de los problemas con el registro arqueológico, algunos maximalistas sitúan a Josué a
mediados del segundo milenio, justo cuando el Imperio egipcio controlaba Canaan, y no en el siglo XIII,
como Finkelstein o Kitchen proponen, y ven los estratos de destrucción del periodo como una
corroboración de la narración bíblicoa.
La destrucción de Hazor a mediados del siglo XIII es vista como corroboración de la narración bíblica de
su destrucción posterior, la llevada a cabo por Débora y Barak, que se narra en el Libro de los Jueces.
La localidad a la que Finkelstein se refiere como "Ai" es generalmente descartada como posible
localización de la Ai bíblica, ya que fue destruida y enterrada en el III milenio a. C. Tal destacado sitio ha
sido conocido por ese nombre desde al menos la época helenística, si no antes. Los minimalistas
sostienene que datar esos acontecimientos como contemporáneos son explicaciones etiológicas escritas
siglos después de los hechos que dicen registrar.
Para la monarquía unida tanto Finkelstein como Silberman aceptan que David y Salomón fueron personas
realmente existentes, jefes tribales de zonas montañosas de Judá hacia el siglo X, y de ninguna manera
pudieron ser reyes de un amplio territorio con capital en Jerusalén, dado que tal entidad política no tuvo
existencia en ese periodo.131132133
La Biblia recoge que Jehosafat, un contemporáneo de Ahab, ofreció hombres y caballos para las guerras
del reino septentrional contra los arameos. Estrechó sus relaciones con el reino septentrional con una
alianza matrimonial: la princesa israelita Atalia, hermana o hija del rey Ahab, se casó con Jehoram, el
hijo de Jerosafat (2 Reyes 8:18). La Casa de David en Jerusalén se vinculaba así con la realeza israelita de
Samaria, que aparentemente la dominaba. De hecho, podemos sugerir que este matrimonio de Judá
representa el despegue del Norte. Así, en el siglo IX a. C. -cerca de un siglo después de la presunta época
de David- podemos finalmente señalar la existencia histórica de una gran monarquía unida de Israel, que
comprende desde Dan en el norte hasta Beer-sheba en el sur, con conquistas territoriales significativas en
Siria y Transjordania. Pero esta monarquía unida -una verdadera monarquía unida- fue gobernada por los
Ómridas, no por los Davídidas, y su capital fue Samaria, no Jerusalén.
Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman, David and Solomon. In Search of the Bible's Sacred Kings
and the Roots of the Western Tradition.6
Otros, como David Ussishkin argumentan que los que siguen la descripción bíblica de una monarquía
unida lo hacen basándose en evidencias limitadas, mientras esperan descubrir pruebas arqueológicas
reales en un futuro.134
Gunnar Lehmann sugiere que también es posible que David y Solomon fueran jefes tribales locales de
alguna importancia, y que la Jerusalén de la época fuera una pequeña ciudad en una zona de población
dispersa en la que las alianzas tribales formaran la base de la sociedad.
Va incluso más allá al proponer que Jerusalén sería un pequeño centro regional, uno de los tres o cuatro
que existirían en el territorio de Judá, y que ni David ni Salomón tendrían el poder o la estructura social,
política y administrativa requerida para gobernar la clase de imperio que se describe en la Biblia.135
Estos puntos de vista son fuertemente criticados por William G. Dever,136 Helga Weippert, Amihai
Mazar y Amnon Ben-Tor.
André Lemaire137 sostiene que los puntos principales de la tradición bíblica en relación a Salomón son
ciertos, como también cree Kenneth Kitchen, que argumenta que Salomón rigió un "mini-imperio"
comparativamente rico, y no una pequeña ciudad-estado.
Recientemente Finkelstein, junto con el más conservador Amihai Mazar,138 han explorado sus zonas de
acuerdo y desacuerdo, existiendo señales que parecen indicar que la intensidad del debate entre
maximalistas y minimalistas está disminuyendo.119 También parece decir lo mismo Richard S. Hess,139
que indica que de hecho hay una gran variedad de puntos de vista entre maximalistas y minimalistas.
Jack Cargill140 ha mostrado que los libros de texto de gran difusión no sólo están desactualizados en los
hallazgos arqueológicas, sino que no reflejan correctamente la diversidad de puntos de vista sobre la
cuestión. Megan Bishop Moore y Brad E. Kelle dan un panorama sobre la controversia, especialmente
durante el periodo que va de mediados de los ochenta hasta 2011. 141
Notas.
1. ↑ en:Thomas L. Thompson
2. ↑ Thompson, 2014, p. 164.
3. ↑ en:List of artifacts in biblical archaeology
4. ↑ Peter Enns, 3 Things I Would Like to See Evangelical Leaders Stop Saying about Biblical Scholarship,
January 10, 2013. Quote: "Biblical archaeology has helped us understand a lot about the world of the Bible
and clarified a considerable amount of what we find in the Bible. But the archaeological record has not
been friendly for one vital issue, Israel’s origins: the period of slavery in Egypt, the mass departure of
Israelite slaves from Egypt, and the violent conquest of the land of Canaan by the Israelites. The strong
consensus is that there is at best sparse indirect evidence for these biblical episodes, and for the conquest
there is considerable evidence against it."
5. ↑ Saltar a:a b Philip Davies "Beyond Labels: What Comes Next?"
6. ↑ Saltar a:a b Finkelstein, Israel; Silberman, Neil Asher (2006). «3. Murder, Lust, and Betrayal». David and
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7. ↑ "Let me reinforce this claim in respect to my own work. The mainstream view of critical biblical
scholarship accepts that Genesis-Joshua (perhaps Judges) is substantially devoid of reliable history and that
it was in the Persian period that the bulk of Hebrew Bible literature was either composed or achieved its
canonical shape. I thus find attempts to push me out onto the margin of scholarship laughable." —Philip
Davies, Minimalism, "Ancient Israel," and Anti-Semitism
8. ↑ "He cites the fact—now accepted by most archaeologists—that many of the cities Joshua is supposed to
have sacked in the late 13th century b.c. had ceased to exist by that time. Hazor was destroyed in the
middle of that century, and Ai was abandoned before 2000 b.c. Even Jericho, where Joshua is said to have
brought the walls tumbling down by circling the city seven times with blaring trumpets, was destroyed in
1500 b.c. Now controlled by the Palestinian Authority, the Jericho site consists of crumbling pits and
trenches that testify to a century of fruitless digging." —Jennifer Wallace, „Shifting Ground in the Holy
Land”, Smithsonian Magazine, May 2006
9. ↑ "So although much of the archaeological evidence demonstrates that the Hebrew Bible cannot in most
cases be taken literally, many of the people, places and things probably did exist at some time or another."
—Jonathan Michael Golden, Ancient Canaan and Israel: new perspectives, Oxford University Press, 2009,
p. 275
10. ↑ Lester L. Grabbe, Some Recent Issues in the Study of the History of Israel, Proceedings of the British
Academy, October 2007
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is The Context of Scripture (3 vols.; ed. William W. Hallo. assoc. ed. K. Lawson Younger, Jr.; Leiden:
Brill, 1997-2002). Its worthy predecessor, which is still useful but lacks many texts discovered since the
mid-20th century, is Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament (ed. James B. Pritchard;
3rd ed. with supplement; Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1969). The two preeminent
anthologies of inscriptions of ancient Israel and its immediate neighbors such as Aram (ancient Syria),
Ammon, Edom, Moab, Phoenicia, and Philistia (not Egypt or Mesopotamia) are: 1) Shmuel Ahituv,
ed., Echoes from the Past: Hebrew and Cognate Inscriptions from the Biblical Period (Jerusalem: Carta,
2008) and 2) Nahman Avigad and Benjamin Sass, Corpus of West Semitic Stamp Seals(Jerusalem: Israel
Academy of Sciences and Humanities, 1997). This last book has been criticized for mixing seals and seal
impressions of known authenticity with unreliable seals and seal impressions of unknown origin, which
could be forgeries. In general, if a known place of excavation by an archaeological team is mentioned, the
discoveries should be considered reliable; otherwise not.
36. ↑ The most extensive summary, site by site, is The New Encyclopedia of Archaeological Excavations in
the Holy Land (4 vols. plus supplementary vol. 5; ed. Ephraim Stern; Jerusalem: Israel Exploration Society
& Carta, 1993-2008). A two-volume series which gives period-by-period coverage of archaeological
discoveries and their significance is 1) Amihay Mazar, Archaeological of the Land of the Bible: 10,000-
586 B.C.E. (New York: Doubleday, 1990) and 2) Ephraim Stern, Archaeological of the Land of the Bible,
Volume II: the Assyrian, Babylonian, and Persian Periods, 732-332 B.C.E. (New York: Doubleday, 2001)
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has not shown any of the traditions to be likely... it must be concluded that any such historicity as is
commonly spoken of in both scholarly and popular works about the patriarchs of Genesis is hardly
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