Brujería
Brujería
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Para otros usos de este término, véase Bruja (desambiguación).
Carmelo Lisón Tolosana diferencia asimismo entre hechicera y bruja, pero según este
antropólogo español, aquélla se basa en la distinta relación que mantienen una y otra con el
poder oculto y maligno, con el poder demoníaco. La hechicera es tan antigua que "en realidad
en toda cultura pueden encontrarse prácticas de magia hechiceril o maléfica, realizadas con
intención de causar daño a otros, por medio de técnicas apropiadas e invocación de poderes
misteriosos o demoníacos". Así la hechicera invoca y se sirve del poder demoníaco para
realizar sus conjuros, mientras que la bruja hace un pacto con Satán, renuncia a su fe y rinde
culto al diablo. "La fuente del poder oculto no es ahora la fuerza de la palabra ni la invocación
al diablo ni la ceremonia mágica, sino que aquélla proviene de la adoración personal y
voluntaria al demonio por parte de la bruja hereje y apóstata; su poder es vicario pero
diabólico, adquirido a través de pacto explícito, personal y directo con el mismísimo Satán en
conciliábulo nocturno y destructor que anuncia el aquelarre". El paso de la hechicera a esta
"bruja satánica", "bruja aquelárrica", como las llama también Carmelo Lisón, se produjo en
Europa a lo largo de los dos siglos finales de la Edad Media.5
La idea de que la distinción principal entre brujería y hechicería es que en esta última no existe
un pacto con el diablo es compartida por otros autores. Así, mientras que la brujería utiliza
hierbas, ungüentos y alucinógenos para producir sugestión en sus víctimas, la hechicería usa
materiales empíricos.2
Así se puede decir también que tenemos dos tipos de brujería: la antigua, que todavía
subsiste y es la de los filtros amorosos y la adivinación (o hechicería), y la demoníaca,
vinculada a los aquelarres y el diablo (o brujería). En la mayoría de los idiomas se utilizan
términos diferentes para cada una menos en el francés, idioma en el cual sólo
existe sorcellerie para ambas. En inglés existe sorcery y witchcraft, en
portugués feitiçaria y bruxaria, en italiano fattucchieria y stregoneria, en alemán se
dice Kunts o Zauberei y Hexerei, mientras que en castellano se dice «hechicería» a la primera
y «brujería» a la segunda.1
En las antiguas Grecia y Roma, estaba extendida la creencia en la magia. Existía, sin
embargo, una clara distinción entre distintos tipos de magia según su intención. La magia
benéfica a menudo se realizaba públicamente, era considerada necesaria e incluso existían
funcionarios estatales, como los augures romanos, encargados de esta actividad. En cambio,
la magia realizada con fines maléficos era perseguida.cSe atribuía generalmente la magia
maléfica a hechiceras (en latín maléficae), de las que hay numerosas menciones en
numerosos autores clásicos.
Según los textos clásicos, se creía de estas hechiceras que tenían la capacidad de
transformarse en animales, que podían volar de noche y que practicaban la magia tanto en
provecho propio como por encargo de terceras personas. Se dedicaban preferentemente a la
magia erótica, aunque también eran capaces de provocar daños tales
como enfermedades o tempestades. Se reunían de noche, y consideraban como sus
protectoras e invocaban en sus conjuros a diosas como Hécate, Selene, Diana entre otras
deidades.Plantilla:Caro Baroja
Probablemente, las brujas más conocidas de la literatura clásica son dos
personajes mitológicos, Circe6 y Medea. Las habilidades mágicas de ambas residen sobre
todo en su dominio de las pócimas o filtros mágicos (phármakon, en griego). Medea, que se
presenta a sí misma como adoradora de Hécate,d se convirtió en el arquetipo de la hechicería
en las literaturas griega y romana. Hay menciones de brujas en las obras
de Teócrito, Horacio, Ovidio, Apuleyo, Lucano y Petronio, entre muchos otros. Estos autores
hacen especialmente referencia a brujas que realizan magia de tipo erótico.
Relacionada con la creencia grecorromana en las brujas está la figura de la estirge, un animal
nocturno que es mitad pájaro mitad ser humano que se alimenta de sangre (y que resulta
también un precedente de la moderna figura del vampiro).
Los escritores antiguos fueron a menudo escépticos acerca de las presuntas facultades de las
brujas.
La brujería en el Antiguo Testamento[editar]
Detalle del Tríptico de las Tentaciones de san Antonio (hacia 1501) de El Bosco en el que aparece una
imagen satírica de una pareja que se traslada por los aires al Sabbat montada en un pez volador. Él,
delante, porta colgado de una pértiga el caldero de las cocciones mágicas; ella, detrás, con una falda de
cola larga.
La primera persona que alzó su voz en contra de la cacería de brujas fue el médico
protestante Johann Weyer (1515-1588). En 1563, Weyer concluyó que las principales
acusadas de brujería eran mujeres ancianas que según él sufrían de «melancolía».14Contra la
existencia de brujas se sumaron los también protestantes Johann Jacob Wecker (1528-
1586), Herman Witekind (1524-1603) y Johannes Ewich (1525-1588).
Dentro de la Iglesia católica, dos figuras destacaron en la lucha contra la caza de brujas: el
español Alonso de Salazar y Frías y el jesuita alemán Friedrich Spee.
En el año 1610, en la localidad de Logroño se lleva a cabo el enjuiciamiento de presuntas
brujas, episodio que se conoce como el Juicio a las Brujas de Zugarramurdi. De entre los tres
inquisidores encargados del proceso se destacó la figura de Alonso de Salazar y Frías.
Salazar se opuso a sus dos colegas, que estaban convencidos de la culpabilidad de las
supuestas brujas. En su informe al inquisidor general, Salazar concluyó: «No hubo brujos ni
embrujados hasta que se empezó a hablar y escribir de ellos». Dicha investigación contribuyó
a la definitiva abolición de las quemas de brujas en todo el Imperio español.
Entre 1626 y 1631, en el paroxismo de la Guerra de los Treinta Años, período en el cual se
produjeron grandes matanzas, saqueos y terribles hambrunas y en el cual se llegaron a darse
episodios de canibalismo, los príncipes católicos que reconquistaban territorios luteranos
llevaron adelante juicios masivos contra personas acusadas de brujas en la ciudad
de Würzburg y en las que fueron ejecutadas más de 1000 personas, hombres, mujeres y
niños, acusados de ser brujos.
La brujería en Europa durante la Edad Moderna[editar]
Los siglos XVI y XVII constituyen el período culminante de la caza de brujas, especialmente en
el centro de Europa y las islas británicas. En el sur de Alemania fueron quemadas 3229 brujas
entre 1560 y 1670; en Escocia 4400 entre 1590 y 1680; en Lorena, más de 2000 entre 1576 y
1606. Ricardo García Cárcel señala que la mayor incidencia en estas regiones se debió a que
«habían sufrido guerras de religión y que, en muchos casos, eran zonas de tensión política y
social, que padecían las consecuencias de la Reforma». En el mundo católico, en la primera
mitad del siglo XVII los jesuitas tomaron el relevo de los dominicos en la «caza de brujas».15
Las matanzas fueron acompañadas de una extraordinaria proliferación de libros sobre el tema,
con Alemania a la cabeza. Del Malleus maleficarum se hicieron entre 1486 y 1669 un total de
34 ediciones, lo que equivale de 30 000 a 50 000 ejemplares. El anónimo El teatro de los
diablos (1569) y Instrucciones sobre la tiranía y el poder del diablo de André Musculus, fueron
algunos de estos libros dedicados a la brujería y a la demonología, que en total sumarían más
de 200 000 ejemplares, sólo en el mercado alemán. En Francia la obra de mayor éxito fue
la Demonomanía de Bodino (1580).16
Incluso algunos de los protagonistas de la revolución científica del siglo XVII, como Francis
Bacon o Robert Boyle, creían en las brujas y en los espíritus malignos. Boyle llegó a proponer
que se interrogara a los mineros para determinar «si han visto algún demonio subterráneo; y si
es así, qué apariencia y aspecto presentan». Sin embargo, hubo otros intelectuales que
buscaron una explicación racional al fenómeno de la brujería, como Ulrico Melitor, Johann
Wier o el inglés Reginald Scot con su Discoverie of Witchcraft (1584).15 Según Julio Caro
Baroja, "este libro, y algún otro en que se hacían invocaciones a la prudencia, encolerizó de tal
manera al rey Jacobo I que se consideró obligado a refutarlo condenando las opiniones
dañinas expuestas en él, que no eran sino la de considerar que los espíritus malignos, sólo en
excepcionales circunstancias, tenían comercio con los hombres... El libro de Scot, pese a que
fue quemado por el verdugo, tuvo sus lectores y años después se volvió a publicar, más o
menos adulterado".17
Con la Ilustración desaparece la obsesión por la brujería, y en el siglo XVIII d. C. tienen lugar
las últimas condenas. En Inglaterra y en Escocia en 1722, en Francia en 1746, en Alemania
en 1775, en España en 1781, en Suiza en 1782 y en Polonia en 1793. Sin embargo, todavía
hubo una oleada de quema de brujas en Sudamérica a lo largo del siglo XIX d. C..15
El concepto de brujería. Orígenes y desarrollo[editar]
Quema de brujas.
A finales de la Edad Media empezó a configurarse una nueva imagen de la bruja, que tiene su
principal origen en la asociación de la brujería con el culto al Diablo (Demonología) y, por lo
tanto, con la idolatría (adoración de dioses falsos) y la herejía (desviación de la ortodoxia).
Aunque el primer proceso por brujería en que están documentadas acusaciones de asociación
con el Diablo tuvo lugar en Kilkenny (Irlanda), entre 1324 y 1325,18 sólo hacia 1420-
1430 puede considerarse consolidado el nuevo concepto de brujería. Existen variantes
regionales, pero puede describirse una serie de características básicas, reiteradas tanto en las
actas de los juicios como en la abundante literatura culta sobre el tema que se escribió en
Europa durante los siglos XV d. C., XVI d. C. y XVII d. C..
Las principales características de la bruja, según los teóricos del tema en la época, eran las
siguientes:
La definición de la brujería como adoración al Diablo se difundió por toda Europa mediante
una serie de tratados de demonología y manuales para inquisidores que se publicaron desde
finales del siglo XV d. C. hasta avanzado el siglo XVII d. C.. El primero en alcanzar gran
repercusión fue el Malleus maleficarum (‘martillo de las brujas’, en latín), un tratado filosófico-
escolástico publicado en 1486 por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer (Henricus
Institoris, en latín) y Jacob Sprenger. El libro no sólo afirmaba la realidad de la existencia de
las brujas, conforme a la imagen antes mencionada,f sino que afirmaba que no creer en brujas
era un delito equivalente a la herejía: «Hairesis maxima est opera maleficarum non
credere» (‘la mayor herejía es no creer en la obra de las brujas’).
El libro fue el resultado de las experiencias que tuvieron estos dos frailes, Krame y Sprenger,
que fueron enviados a ocuparse de las supersticiones en el norte y el centro de Alemania. En
él recopilaron una enorme cantidad de historias, que eran presentadas no como
supersticiones, sino como hechos reales de comercio con Satán y los poderes de las tinieblas:
Las brujas comían y devoraban realmente a los niños, copulaban con demonios, volaban por los aires
para acudir en sus encuentros en el sabbat, atacaban al ganado, provocaban tormentas y conjuraban
los poderes del rayo. Ningún otro libro de su época promovió más una materia que trataba de combatir
Henry Kamen.19
Además el libro muestra una obsesión sobre el tema sexual en relación con las brujas al que
alude constantemente:
Cuestión VIII: ¿pueden los diablos impedir la impotencia genital?
Cuestión IX: ¿Pueden crear las brujas ilusiones hasta el punto de hacer creer que el miembro viril ha
sido separado del cuerpo?;
Capítulo VI: sobre la manera como las brujas suelen impedir la capacidad genital;
Capítulo VII: sobre la manera como suelen untar a los hombres el miembro viril, etc.20
Tanto el Malleus maleficarum como otros muchos libros que se publicaron en la época
constituyeron el fundamento de la caza de brujas que se dio en toda Europa durante la Edad
Moderna, especialmente en los siglos XVI y XVII y que causó la muerte, según algunos
cálculos de unas 60 000 personas.
Los renacentistas italianos
Algunos filósofos renacentistas como Marsilio Ficino creyeron en la realidad de la brujería,
pero hubo otros, como Pietro Pomponazzi que la cuestionaron. Más contundente en su
impugnación del Malleus... fue el jurisconsulto Gian Francesco Ponzinibio, quien partiendo
del Canon Episcopi niega los vuelos de las brujas y otras fantasías atribuidas a ellas. Sus
críticas a la creencia en las brujas fueron rechazadas por el inquisidor Bartolommeo de
Spina que lo acusó de hereje. El eclesiástico Samuele de Cassinis en un opúsculo publicado
en Milán en 1505 también negó la realidad de los actos de los que se acusaba a las brujas,
que fue respondido inmediatamente por el dominico de Pavía Vicente Dodo. La misma línea
inquisitorial de Sipina y de Dodo fue defendida por Paolo Grillandi en un libro sobre sortilegios,
herejías y cópulas carnales, en el que contaba casos de brujería en los que había ejercido
como juez en el sur de Italia, como en el ducado de Spoleto, y de las supuestas reuniones que
mantenían las brujas en Benevento. Pero la obra de Gillandus y la de otros que defendían la
realidad de la brujería fue criticada por Andrea Alciato, Gerolamo Cardano, Andrea
Cesalpino y Giambattista della Porta.21
La experiencia del doctor Laguna en Metz
Andrés Laguna, médico de cámara del emperador Carlos V, filósofo y humanista célebre.
En Metz el doctor Andrés Laguna llevó a cabo una experiencia hacia 1545 para demostrar que
la acusación de brujería a una pareja de ancianos acusados de haber causado una grave
enfermedad al duque de Lorena, del que Laguna era su médico, no tenía fundamento. Cogió
el ungüento de color verde y fuerte olor que se descubrió en el lugar donde vivían los dos
supuestos brujos y se lo aplicó a una paciente suya que padecía de insomnio. Entonces la
mujer cayó en un profundo sopor durante el cual soñó cosas disparatadas, lo que convenció al
doctor Laguna de que lo que decían los brujos y brujas era producto de alucinaciones. Sin
embargo, su "experimento" no logró convencer a los jueces, y la supuesta bruja fue quemada
y el marido murió poco después en circunstancias misteriosas. Al poco tiempo murió el duque
y Laguna se marchó de Metz.22
Imperio Germánico
El Malleus... tuvo una réplica inmediata por parte de un abogado de Constanza, Ulrico Molitor,
que publicó De lamiis et phitonicis mulieribus, en el que negaba la realidad de los vuelos de
las brujas y otros prodigios atribuidos a ellas, inspirándose en la doctrina del Canon Episcopi.
El libro tuvo varias ediciones y fue muy apreciado por sus grabados en los que se mostraban
las supuestas acciones de las brujas. Sin embargo, el abogado opinaba que éstas debían ser
castigadas por su apostasía y corrupción.23
Por su parte los reformadores Lutero, Melachton y otros creían firmemente en el poder de los
maleficios, en la presencia del Demonio y en la realidad de los vuelos y metamorfosis de las
brujas.24
El médico Johann Wier, discípulo de Heinrich Cornelio Agrippa, escribió en francés un libro
editado en París en 1579 en el que recogió todas las opiniones contrarias a la realidad de los
actos atribuidos a las brujas, e incluso a los demonios. Según Caro Baroja, Wier "niega que el
mismo Demonio ponga su poder al servicio de éstas [las supuestas brujas] y que, por lo tanto,
se verifiquen realmente sus propósitos y que tenga lugar el pacto de mutuo acuerdo. El
Demonio lo único que hace es engañarlas, apoderándose de su espíritu. Ahora bien, se
comprende que para esto escoja a la gente más propicia, o sea los débiles, melancólicos,
ignorantes, maliciosos, etc. Y como éstos abundan más entre las mujeres que entre los
hombres, es natural también que entre ellas haya más captadas".25
Prácticas atribuidas a las brujas[editar]
Véase también: Brujas
Se atribuía a los acusados de brujería un pacto con el Diablo. Se creía que al concluir el pacto,
el Diablo marcaba el cuerpo de la bruja, y que una inspección detenida del mismo podía
permitir su identificación como hechicera.gMediante el pacto, la bruja se comprometía a rendir
culto al Diablo a cambio de la adquisición de algunos poderes sobrenaturales, entre los que
estaba la capacidad de causar maleficios de diferentes tipos, que podían afectar tanto a las
personas como a elementos de la naturaleza; en numerosas ocasiones, junto a estos
supuestos poderes se consideraba también a las brujas capaces de volar (en palos, animales,
demonios o con ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en animales
(preferentemente lobos).
La supuesta capacidad de volar también se asienta sobre algunos informes remitidos por los
inquisidores a Felipe II tras su misión en Galicia. Tanto Felipe II como sus antecesores
solicitaron a la Santa Inquisición investigaciones sobre la veracidad de las leyendas populares
en lo que a la capacidad de volar se refiere. En los primeros informes se afirmaba no haber
encontrado nada que pudiera confirmar las historias populares, pero las investigaciones
posteriores cambiaron radicalmente y en los siguientes escritos los inquisidores afirmaron
haber visto volar a las brujas y salir por las chimeneas con sus escobas.26
El aquelarre o sabbat[editar]
Artículo principal: Aquelarre
Se creía que las brujas celebraban reuniones nocturnas en las que adoraban al Demonio.
Estas reuniones reciben diversos nombres en la época, aunque predominan dos: sabbat y
aquelarre. La primera de estas denominaciones es casi con seguridadh una
referencia antisemita, cuya razón de ser es la analogía entre los ritos y crímenes atribuidos a
las brujas y los que según la acusación popular cometían los judíos. La palabra «aquelarre»,
en cambio, procede del euskera aker (‘macho cabrío’) y larre (‘campo’), en referencia al lugar
en que se practicaban dichas reuniones.
Se acusaba a las brujas de la realización de hechizos mediante la magia negra, esto es, con
fines maléficos. Mediante estos hechizos, lograban supuestamente hacer morir o enfermar a
otras personas o al ganado, o desencadenar fenómenos meteorológicos que arruinaban
las cosechas.
La definición del delito de brujería[editar]
El delito de brujería tomó su forma definitiva en Francia gracias fundamentalmente a la obra
de Jean Bodin De Demonomanie des Sorciers editada en París en 1580 y en la que se
determina que los brujos y brujas son culpables de quince crímenes: renegar de Dios;
maldecir de Él y blasfermar; hacer homenaje al Demonio, adorándole y sacrificando en su
honor; dedicarle los hijos; matarlos antes de que reciban el bautismo; consagrarlos a Santanás
en el vientre de sus madres; hacer propaganda de la secta; jurar en nombre del Diablo en
signo de honor; cometer incesto; matar a sus semejantes y a los niños pequeños para hacer
cocimiento; comer carne humana y beber sangre, desenterrando a los muertos; matar, por
medio de venenos y sortilegios; matar ganado; causar la estirilidad en los campos y el hambre
en los países; tener cópula carnal con el Demonio.28
Grabado del Compendium maleficarum (1608) de Francesco Maria Guazzo que muestra la preparación
del banquete del sabbat.
Dos años después Piérre Grégoire publica un tratado en el que compendia las leyes civiles y
eclesiásticas sobre la brujería y da noticia de la caza de brujas llevada a cabo en
el Languedoc donde en el año 1577 fueron quemados cuatrocientos brujos y brujas. Pero los
que acabaron de perfilar el delito de brujería fueron tres jueces civiles. El primero, Nicolas
Rémy, publicó en Lyon en 1595 su experiencia como magistrado en el ducado de Lorena que
durante los quince años que actuó allí, entre 1576 y 1591, mandó quemar a unas novecientas
personas, acusadas de ser brujos o brujas. El segundo fue Henri Boguet, "gran juez de la
ciudad de Saint Claude", que escribió un libro en 1602 en el que cuenta su actuación en la
zona del Jura, y en el que describía cómo descubría a los brujos buscando señales
características en sus cuerpos o en sus cabezas, que mandaba rapar, y a los que no dudaba
en aplicar la tortura para que confesaran. El tercer juez fue Pierre de Lancre que mandó
quemar a unas ochenta brujas en el país del Labourd, en el país vasco francés, y cuya
actuación tuvo sus consecuencias al otro lado de la frontera con el famoso proceso de
las brujas de Zugarramurdi, y que también publicó su experiencia en dos libros muy
famosos.29
Tratadistas de otras partes de Europa también contribuyeron a la definición del delito de
brujería. Destacan el flamenco Peter Binsfeld, que en 1591 publicó Tractatus de
confessionibus maleficorum et sagarum; el castellano-flamenco Martín del Río con
su Disquisitionimum magicarum libri sex publicado en 1599 —según Julio Caro Baroja, "da
una versión del Sabbat, tomando elementos de aquí y allá, citando ora a Rémy, ora a Binsfield
mismo, ora a los inquisidores antiguos franceses e italianos, etc."—; y el milanés Francesco
Maria Guazzo con su Compendium maleficarum.30
La persecución de las brujas[editar]
Entre los siglos XV d. C. y XVIII d. C. se dio una persecución particularmente intensa de la
brujería, conocida como caza de brujas. Esta persecución afectó a la práctica totalidad del
territorio europeo, si bien fue particularmente intensa en Centroeuropa, en los estados
semiindependientes bajo la autoridad nominal del Sacro Imperio Romano Germánico, y en
la Confederación Helvética. Los estudiosos actuales del tema dan una cifra aproximada de
110 000 procesos y 60 000 ejecuciones,[cita requerida] a pesar de que cálculos anteriores
arrojaban cifras mucho más elevadas.
Escala de brujas, Oudewater, Países Bajos.
La principal acusación contra las brujas era la de demonolatría, o adoración del Diablo,
concretada ya en una obra clásica sobre el tema, el Malleus maleficarum (‘martillo de brujas’).
Entre los siglos XVI d. C. y XVIII d. C. aparecieron numerosas obras de eclesiásticos y juristas
acerca de este tema.
Contra lo que suele creerse, la mayor parte de los procesos por brujería los llevaron a cabo
tribunales civiles, y la Inquisición tuvo un papel mucho menor. Los procesos tuvieron lugar por
igual en países católicos y protestantes. En los territorios de religión ortodoxa, en cambio, las
cazas fueron de intensidad mucho menor.
Durante estos procesos, se aplicó con frecuencia la tortura para obtener confesiones, por lo
cual los investigadores actuales suelen manifestar cierto escepticismo acerca de lo
manifestado en los juicios por brujería.
Algunos procesos se han hecho especialmente célebres, como el de los Juicios de Salem, en
los Estados Unidos, tema de la célebre obra Las brujas de Salem, del dramaturgo Arthur
Miller publicada en 1953, que popularizó la expresión «caza de brujas» en relación con
la Comisión de Actividades Antiestadounidenses del senador Joseph McCarthy (la época
conocida como macartismo). Desde entonces, la expresión «caza de brujas» se aplica
metafóricamente a cualquier persecución de tipo ideológico.
Este código indicaba cómo reconocer a las brujas (las manchas en la piel eran un signo, por
ejemplo) y enseñaba contra ellas diversas formas de tortura (por ejemplo, meter a una bruja
en el agua: si flotaba, se trataba de una bruja). También instruía sobre cómo realizar
interrogatorios intencionalmente confusos y contradictorios para desconcertar a las acusadas
y lograr que finalmente se traicionaran y traicionaran a otras.
En España, la Inquisición dejó de perseguirlas a raíz del proceso contra las brujas
de Zugarramurdi (1610), en el que los inquisidores se encontraron ante la posibilidad de tener
que quemar a varios miles de mujeres si resultaban condenadas. Resolvieron la cuestión
declarando que no tenían pacto con el diablo y desde entonces no se quemó a ninguna otra.
En el siglo XVI d. C. Anton Praetorius (1560-1613), un pastor y teólogo calvinista alemán, luchó
contra la persecución de brujas y la tortura en su obra Gründlicher Bericht, un informe
completo acerca de la brujería y las brujas.
La crisis de la brujería (siglo XVII)[editar]
Según el antropólogo e historiador español Julio Caro Baroja en la "época del Barroco"
"sobreviene la gran crisis de la brujería", que se manifiesta de dos maneras. La primera es que
son cada vez más abundantes y fuertes "las voces de los que niegan la realidad de los actos
de brujos y brujas". La segunda es que "la Brujería en sí deriva con frecuencia a formas
distintas y se complica con los llamados estados de posesión demoníaca".31
Un libro clave para la demolición del mito de la brujería fue Betoorverde weereld ('El mundo
encantado') del holandés Baltasar Bekker, publicado en Leuwarden en 1691. La importancia
de esta obra radica en que se propuso demostrar una idea que contradecía una creencia de
siglos: que el demonio no intervenía en la vida de los hombres. Por eso la obra fue condenada
por un sínodo y Bekker perdió el cargo que ostentaba, "llevando hasta su muerte una vida
errante y poco segura", afirma Caro Baroja.47
Casi veinte años después, en 1710, apareció un libro anónimo escrito en francés que abordó
el tema de la brujería de forma humorística y que tuvo un gran éxito. Se titulaba L'histoire des
imaginations extravagantes de Monsieur Oufle, y era una sátira de los libros de brujería y de
magia, siguiendo el ejemplo de Cervantes en el Quijote respecto de los libros de caballería. En
1725 se publicaron unas cartas del médico St. André en las que denunciaba que las
declaraciones de los supuestos brujos estaban muy influidas por toda la literatura que se
había publicado sobre el tema.48
Voltaire en su Diccionario filosófico ironizaba sobre la brujería más propia de otros tiempos.49
Es pena grande que hoy no haya ya ni poseídos, ni magos, ni astrólogos, ni genios. No puede
concebirse lo que hace cien años suponían todos estos misterios como recurso. [...] Cada aldea tenía su
brujo o su bruja, cada príncipe tenía su astrólogo; todas las damas se hacían decir la buena ventura; los
poseídos andaban campo traviesa; la cuestión era saber quién había visto al Diablo o quién lo había de
ver; y todo esto era objeto de inagotables conversaciones que mantenían los ánimos suspensos.
Un buen ejemplo de esto podría ser el Malleus maleficarum en el que abundan las alusiones al
tema sexual.57
Teorías escépticas[editar]
A principios del siglo XX d. C., H. Ch. Lea afirmó que la brujería había sido un invento de la
Inquisición, de los legos y de los teólogos al servicio del poder temporal de la Iglesia católica,
una idea compartida por el canónigo Dollinger. En la segunda mitad del siglo el danés G.
Henningen afirmó que efectivamente la brujería había sido el producto de la elaboración
teológica de los intelectuales y nunca llegó a formar parte de la tradición popular. Así que no
habría habido sectas paganas de culto a la fertilidad sino que la brujería se habría difundido a
través de las reuniones y sugestiones propaladas por los sermones de los predicadores.20
Teorías sociológicas y antropológicas[editar]
El historiador francés Jules Michelet en su obra La Sorcière (1862) situó la brujería en el
contexto de la lucha de las clases oprimidas contra el orden social establecido. Así, según
Michelet, la brujería fue la respuesta desesperada del pueblo que encontró en ella la única
posibilidad de poner remedio a sus males físicos y morales. A este planteamiento se sumó el
sociólogo Emile Durkheim (1912) quien describió la brujería como la expresión de la conducta
anti-social e individualista primitiva. Y el antropólogo Malinowski (1955) destacó que la brujería
es una respuesta a la desesperanza que produce en el hombre o en la mujer un mundo que
no pueden controlar. Este enfoque sociológico y antropológico ha sido desarrollado por
numerosos historiadores que han estudiado el tema de la brujería en el paso del mundo
medieval al mundo moderno. Para algunos de ellos, «el caldo de cultivo de la brujería serían
las tensiones de la aldea cuando se pasa de la comunidad orgánica y solidaria medieval al
individualismo del capitalismo agrario», a lo que habría que añadir «el defectuoso proceso de
cristianización de Europa, destacado por Delumeau, que originó la subsistencia de costumbres
paganas» y «la incidencia catastrófica de la muerte generadora de la búsqueda de
explicaciones satisfactorias por parte del campesinado ―¿castigo de Dios o amenaza del
diablo?―».58
Interpretaciones socio-económicas[editar]
Silvia Federici (Italia, 1948), en su libro Calibán y la bruja59 defiende la teoría según la cual
«La caza de brujas está relacionada con el desarrollo de una nueva división sexual del trabajo
que confinó a las mujeres al trabajo reproductivo» y en concreto con los inicios
del capitalismo que requería aumentar el mercado de trabajo ―potenciar el trabajo
asalariado― y eliminando la agricultura de subsistencia y cualquier otra práctica de
supervivencia autónoma ligada en ocasiones a tareas agrícolas en terrenos comunales.
Federici sostiene que la irrupción del capitalismo fue «uno de los periodos más sangrientos de
la historia de Europa», al coincidir la caza de brujas, el inicio del comercio de esclavos y la
colonización del Nuevo Mundo. Los tres procesos estaban relacionados: se trataba de
aumentar a cualquier coste la reserva de mano de obra.60
La bruja tiene un papel esencial en los cuentos infantiles, como los recopilados por
los Hermanos Grimm, en donde es el personaje malvado arquetípico. Las brujas de cuento
más famosas son:
La bruja de La Sirenita (el relato de Hans Christian Andersen), que realiza un pacto por el
cual le dota de unas piernas a cambio de su voz;
La Baba Yaga del folclore ruso, reflejada en el relato homónimo de Aleksandr Nikolaievich
Afanasiev, una vieja bruja que habita en una casa mágica que es capaz de caminar sobre
patas de ave;
En la reciente literatura estadounidense también se recoge el mito de la bruja, pero ya no
tienen por qué ser malvadas. Así, en El Mago de Oz aparecen dos brujas malvadas y dos
bondadosas.
La belleza y la fealdad[editar]
Tradicionalmente se asocia la imagen de la bruja a una mujer anciana, fea y especialmente
desagradable. Sin embargo, se creía que entre sus poderes estaba el de poder modificar su
aspecto a voluntad, mostrándose como una joven hermosa y deseable. La bruja utilizaría esta
apariencia para seducir a los hombres y llevarlos a la perdición.
Brujería en la cultura popular[editar]
En la mayoría de las series de televisión que tratan el tema de la brujería, las brujas son
presentadas como hermosas, buenas y heroínas. Una de las primeras series televisivas en
tocar el tema fue Hechizada, con Elizabeth Montgomery, seguida de series como La peor
bruja, Sabrina, la bruja adolescente, Buffy la cazavampiros,[cita requerida] Charmed y la
británica Hex.
La buena imagen de las brujas también apareció en los cómics, una de las más conocidas es
Wendy, la brujita buena, quién apareció en los cóomics de Gasparín. Las brujas buenas
también aparecieron en muchos trabajos literarios, siendo particularmente determinante Harry
Potter y toda su serie, si bien no es ni la primera ni la última obra literaria que toca el tema de
la brujería. Terry Pratchett, el autor de Mundodisco tiene entre sus sagas la de las Brujas de
Lancre, donde si bien todas y cada una son peculiares y extrañas, actúan como una suerte de
juezas, médicos, parteras y psicólogas («cabezólogas») en unas zonas rurales depauperadas
y duras aunque con mucha «vida». Estas brujas tampoco son exactamente buenas, ni malas.
Son justas y siempre dicen que a la gente hay que darles lo que necesitan, no lo que quieren
ni lo que creen necesitar. Y esto es una de las razones de que no acaben de contar con las
simpatías de todos que las tratn con una mezcla de miedo y respeto.
H. P. Lovecraft escribió muchos cuentos sobre brujería, generalmente en el estilo clásico
grotesco de bruja malvada y fea. También es malvada la Bruja Blanca en la serie literaria
católica Las crónicas de Narnia, no obstante las brujas son buenas y heroínas valientes que
luchan contra un gobierno opresor en la serie de libros La materia oscura, que comienza
con La brújula dorada. Tanto la serie de Harry Potter, como La brújula dorada y Las crónicas
de Narnia han sido llevadas al cine.
La literatura juvenil actual se suele desmarcar de esta visión, más basada en La Celestina,
para recrear otro bruja más agradable a la vista, pero igual de peligrosa. Varios dibujantes han
representado a las brujas como mujeres jóvenes y dotadas de un enorme atractivo innato.
Buenos ejemplos son las numerosas damas que tratan de hechizar, utilizar o contratar
a Conan el Bárbaro o la deslumbrante y turgente Reina Bruja de Anubis, que trató de seducir y
hechizar al Capitán Trueno y al final, siguiendo la línea de no mostrar a la bruja como un ser
malvado, dio su vida por la de la reina Sigrid, para verlos juntos antes de morir.
Películas sobre brujas hay muchas, tanto como villanas en Brujas y Hocus Pocus, glamorosas
como en Las Brujas de Eastwick, ó en calidad de heroínas en las versiones filmicas de Harry
Potter y La Brújula Dorada. También se tocó el tema desde el punto de vista del teen-drama
en Jóvenes y brujas, aunque la película hace una visión negativa de la Brujería, curiosamente
la actriz Fairuza Balk, protagonista de la película se convirtió a la Wicca en la vida real tras
filmar Jóvenes y Brujas.
También se cita a las brujas en varias series anime (dibujo animado japonés) como héroes o
villanos dando como ejemplo la serie de anime Soul Eater donde los protagonistas de la serie
tienen como tarea la misión de eliminar demonios y brujas, confiscando sus almas para el Dios
de la Muerte o Shinigami y así evitar el caos que estas causan al mundo y convertir a sus
armas en Death Scythe (Guadaña Mortal)un tipo de arma exclusiva para el Shinigami. Otra de
las historias relacionadas con las brujas en el ámbito del anime y el manga es Umineko no
Naku Koro ni. Originalmente una Sound Novel, cuenta la historia de Battler Ushiromiya,
miembro de la acaudalada familia Ushiromiya que cada año realizan una reunión familiar en
su isla privada Rokkenjima. Cuando una serie de macabros asesinatos comienzan a ocurrir en
la isla, todos culpan a la maldición de Beatrice La Bruja Dorada, que según cuenta la leyenda
había otorgado el capital inicial al patriarca de la familia, sobre el cual este amasó su fortuna.
En un par de días todos en la familia, incluyendo a Battler, son asesinados. En una especie de
«purgatorio», Battler conoce a la Bruja Dorada Beatrice en persona, la que lo reta a un juego.
En este juego de ingenio, Battler debe probar la inexistencia de la magia y de las brujas
usando su razonamiento lógico para probar que los asesinatos no fueron cometidos por una
bruja usando magia, sino por un humano común y corriente. De no lograr desacreditar la
existencia de la magia, los asesinatos en la isla se perpetuarán por toda la eternidad.
Una tercera serie de anime es la de El cazador de la bruja (エル・カザド, Eru Kazado?), La
historia se desarrolla de México a Perú y narra como Nadie, una cazarrecompensas,
encuentra a Ellis, una chica sospechosa del asesinato de un prestigioso físico, de lo cual
parece no acordarse. Nadie acepta acompañar a Ellis en su viaje al sur, junto a una misteriosa
piedra que guiará su camino, y así encontrar la Wiñay Marka (Ciudad Eterna). De cerca las
sigue L. A, un joven que espía a Ellis porque la ama.
A lo largo de la historia Ellis descubrirá los secretos de su pasado junto a Nadie, que también
guarda los suyos propios. Mientras, el Proyecto Leviathan continúa en pie presidido por
Douglas Rosenberg el cual quiere acabar con las brujas. Cerca de él trabaja Jody Hayward
(apodada Blue-Eyes), quien quiere destruir ese proyecto, y contrata a Nadie para proteger a
Ellis. En el juego de intrigas también parte Ricardo, que es contratado por Rosenberg, y Lirio,
una pequeña niña que no habla y está bajo la protección de Ricardo.
El 40 % de los casos judiciales de África central están relacionados estrechamente con la
brujería.61
La Brujería en el Folklore chileno[editar]
El autor chileno Julio Vicuña Cifuentestes , en su libro Mitos y Supersticiones recogidos de la
tradición oral chilena, en el capítulo de Mitos , dedica un apartado a los "Brujos" a los que
también señala que en Chile se les llama Mandarunos o Mandarunas, los que se reúnen para
sus aquelarres en la cueva de Salamanca.62
Véase también[editar]
Aquelarre
El Brujo de Bargota
Brujería en España
Brujería vasca
Brujo chilote
Bruxa
Calcu
Caza de brujas
Magia
Martillo de brujas
Meiga
Inquisición y brujería
Paganismo
Pensamiento mágico
Santería
Strigoi
Vid'ma
Vudú
Palo (religión)
Wicca
Notas[editar]
1. ↑ Cfr. Lewis, John: Antropología simplificada. Selector, 1985. ISBN 978-968-403-041-1;
pág. 81: «Brujería es la asociación de sí mismo con poderes sobrenaturales para fines
destructivos y antisociales. También se llama magia negra». Véase también Delgado Ruiz,
Manuel: La magia: la realidad encantada, 1992, pág. 67: «La magia negra o maléfica,
habitualmente agrupada en sus expresiones bajo el difuso epígrafe de “brujería”».
2. ↑ Han alcanzado gran popularidad las teorías de Margaret Murray, expuestas en tres libros
―The Witch Cult in Western Europe (1921), The God of the Witches (1933), The Divine King in
England (1954)―, según las cuales las brujas eran realmente miembros de un culto
precristiano, de orígenes prehistóricos. Sin embargo, existen fuertes argumentos contra estas
teorías: entre ellos, el hecho de que no hay prueba alguna de que las brujas llegaran realmente
a realizar reuniones nocturnas, como se les atribuye generalmente. Levack (1995, p. 43)
3. ↑ La prohibición de la magia antisocial se encuentra ya en la Tábula VIII de la Ley de las XII
Tablas. En la época de Sila se promulgó la Lex Cornelia de Sicariis et Veneficiis, que insiste en
esta prohibición. Es interesante el hecho de que el delito de brujería (maleficium) se relaciona
con el de envenenamiento (veneficium), sin duda porque en ambos se manipulaban drogas
nocivas.
4. ↑ No, por la soberana a la que yo venero por encima de todas y a la que he elegido como
cómplice, por Hécate, que habita en las profundidades de mi hogar, ninguno de ellos se reirá
de causar dolor a mi corazón.Eurípides, en Medea, en Tragedias I. Madrid: Gredos, 2000;
pág. 87
5. ↑ Según Norman Cohn, el estereotipo negativo de la bruja tiene estrechos puntos de contacto
con las imágenes igualmente negativas adjudicadas históricamente a herejes y a judíos. Para
Cohn, el estereotipo puede incluso remontarse a la caracterización negativa que de los
cristianos hacían en el siglo II d. C. escritores grecolatinos, que también los acusan
de antropofagia, infanticidio y promiscuidad sexual (ref: Norman Cohn, Los demonios familiares
de Europa).
6. ↑ Al tratarse de un libro relativamente temprano, algunas características propias de la imagen
de la bruja no están todavía reflejados en él. No hay referencias, por ejemplo, al osculum
infame o a la marca del diablo. Levack (1995, p. 84)
7. ↑ La creencia en la marca de la bruja se desarrolló tardíamente, a partir del siglo XVI d. C., y
fundamentalmente en el ámbito protestante. Levack (1995, p. 80)
8. ↑ Aunque se inclina por la citada, Julio Caro Baroja menciona una segunda etimología posible
para la palabra: podría derivar de Sabacio, uno de los sobrenombres de Dioniso. Caro
Baroja (1968, p. 120)
Referencias[editar]
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Montevideo, editorial Zeta. ISBN 978-84-96778-78-8.
2. ↑ Saltar a:a b Anna Armengol. «Realidades de la brujería en el siglo XVII d. C.: entre la Europa
de la caza de brujas y el racionalismo hispánico». Consultado el 27 de julio de 2012.
3. ↑ Lisón Tolosana, 1992, p. 25.
4. ↑ Lisón Tolosana, 1992, pp. 26-28.
5. ↑ Lisón Tolosana, 1992, pp. 112-113.
6. ↑ En el Canto X de la Odisea, Circe hechiza a los compañeros de Odiseo, transformándolos en
cerdos
7. ↑ García Cárcel, 1983, p. 59.
8. ↑ Saltar a:a b c d e García Cárcel, 1983, p. 60.
9. ↑ Chiffoleau, 2005, p. 83.
10. ↑ Chiffoleau, 2005, p. 83-84.
11. ↑ Chiffoleau, 2005, p. 85.
12. ↑ Creencias de san Buenaventura y de PEO Tomás de Aquino en la Enciclopedia católica.
13. ↑ Portal católico
14. ↑ Saltar a:a b Witches and witch-hunts: a global history.
15. ↑ Saltar a:a b c García Cárcel, 1983, p. 61.
16. ↑ García Cárcel, 1983, p. 60-61.
17. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 178-179.
18. ↑ Levack, 1995, p. 70.
19. ↑ Kamen, 2011, pp. 260.
20. ↑ Saltar a:a b García Cárcel, 1983, p. 63.
21. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 146-150.
22. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 150-151.
23. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 151-152.
24. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 152-153.
25. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 153-154.
26. ↑ Como se afirma en el documental La España herética de TVE.
27. ↑ Levack, 1995, p. 68.
28. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 157; 160-161.
29. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 162-165.
30. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 165-167.
31. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 257.
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35. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 258-260.
36. ↑ Breve historia de la brujería
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38. ↑ «Spee and Tanner from the point of a Roman cardinal's inquisitor», artículo en inglés.
39. ↑ Hexenverfolgungen Liechtenstein, Fürstentum
40. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 264.
41. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 264-265.
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Chile». www.memoriachilena.cl. Consultado el 18 de noviembre de 2016.
43. ↑ Gonzáles Gómez, José Antonio (2013). MAGIA, BRUJERÍA, IDOLATRÍA Y HEREJÍA EN
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49. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 270.
50. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 271.
51. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 284.
52. ↑ Caro Baroja, 2003, pp. 285.
53. ↑ «Britain's last “witch” may be pardoned», artículo en el diario Telegraph (Londres).
54. ↑ HEXEREI Bis das Blut kommt
55. ↑ Saltar a:a b c García Cárcel, 1983, p. 62.
56. ↑ «Margaret Murray: who believed her and why?», revisión realizada por Jenny Gibbons (en
inglés).
57. ↑ García Cárcel, 1983, p. 62-63.
58. ↑ García Cárcel, 1983, p. 62-64.
59. ↑ «Calibán y la bruja»
Archivado el 25 de agosto de 2017 en la Wayback Machine., de Silvia Federicci, en el sitio
web Traficantes.
60. ↑ Capitalistas contra brujas, Público, 18/10/2010
61. ↑ Revista Muy interesante, n.º 8, pág. 18, 2010.
62. ↑ Vicuña Cifuentes, Julio (1915). «Memoria chilena». Mitos y supersticiones : recogidos de la
tradición oral chilena : con referencias comparativas a los otros países latinos. Consultado el
2016.
Bibliografía[editar]
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Enlaces externos[editar]