Hobbes
Hobbes
Hobbes
¿Por qué se puede sostener que los Estados viven en estado de naturaleza? Por un lado, los
Estados no son personas. Por otro lado, parece que el estado de naturaleza es un estado
propio de animales humanos y no-humanos, con la particularidad de que los seres humanos
pueden trascender este estado por medio del Pacto o contrato social. Sin embargo, si bien
no se puede sostener que los Estados son personas en sentido estricto, sí se puede sostener
que los Estados son, al menos, como personas. Esto lo afirma Hobbes en su introducción:
“la Naturaleza (arte con el cual Dios ha hecho y gobierna el mundo) es imitada por el Arte
del hombre en muchas cosas y, entre otras, en la producción de un animal artificial” (1980;
117). Un ejemplo de esta imitación es con los autómatas (que puede ser un reloj, por
ejemplo), cuyo corazón es el muelle del reloj, los nervios son las cuerdas, las articulaciones
1
Siendo más rigurosos con los conceptos, el término más adecuado para usar es el de relaciones
interestatales, puesto que lo que se analiza son las relaciones entre Estados, no naciones. Sin embargo, ya se
ha aceptado dentro de la academia el término de relaciones internacionales.
las ruedas (o tuercas). Si se sostiene (como sostiene Hobbes) que “la vida no es sino un
movimiento de miembros, cuyo origen se encuentra en alguna parte principal de ellos”
(Hobbes, 1980; 117), se puede decir que un reloj es, por analogía, un animal; o, más bien,
que un reloj es la imitación de un animal.
Ahora bien, el ser humano puede ir más allá, por medio del Arte, e imitar la obra más
racional y excelsa de la naturaleza (según Hobbes), es decir, el ser humano2. Aunque la cita
puede ser larga, prefiero traerla a colación directamente, pues considero que traer esta cita
clarifica la idea del Estado (o Leviatán) como persona.
Pues mediante el Arte se crea ese gran Leviatán que se llama una república o Estado
(Civitas en latín), y que no es sino un hombre artificial, aunque de estatura y fuerza
superiores a las del natural, para cuya protección y defensa fue pensado. Allí la
soberanía es un alma artificial que da fuerza y movimiento al cuerpo entero; los
magistrados y otros funcionarios de judicatura y ejecución son las articulaciones, la
recompensa y el castigo hacen las funciones de los nervios en el cuerpo natural,
anudando al trono de la soberanía cada articulación y cada miembro, de tal manera
que todos sean movidos a realizar su tarea; la opulencia y las riquezas de todos los
miembros particulares son la fuerza; la salus populi (la seguridad del pueblo), sus
negocios, los consejeros, gracias a los cuales le son sugeridas todas cuantas cosas
precisa saber, son la memoria; la equidad y las leyes son una razón y una voluntad
artificial; la concordia, salud; la sedición, enfermedad y la guerra civil, muerte. Por
último, los pactos y convenios, mediante los cuales se hicieron, conjuntaron y
unificaron en el comienzo las partes del cuerpo político, se asemejan a ese Fiat o al
hagamos el hombre pronunciado por Dios en la Creación. (Hobbes, 1980; 117-118)
En este párrafo se ha descrito, por una parte, la estructura del Estado. Por otro, ha mostrado
que es por medio del Arte humano que se crea un gran Leviatán, que no es sino, en últimos,
un hombre artificial, aunque de estatura y fuerza superiores a las del natural. Es decir, se
afirma que el Estado es como una persona. Así que se puede establecer una relación entre
2
Tal imitación no es producto material, como en el caso del reloj. El Estado va más allá. Es decir, el arte
(tecné) con el que el ser humano fabrica un reloj, no puede ser el mismo arte con que genera un Estado. Tal
idea puede, sin embargo, ser controvertida.
una persona artificial (el Estado), y el estado de naturaleza (a un nivel artificial). Para
alguien podría ser problemático afirmar algo como estado de naturaleza artificial, pues
parecería una contradicción en sus términos. Lo que se busca sostener, es, sin embargo,
que, dado que no hay un poder común que someta a los Estados, ellos viven como en estado
de naturaleza. Por otro lado, el estado de naturaleza es una mera hipótesis. Dice miranda
que “Hobbes admite que “nunca existió un tiempo o condición en que se diera una guerra
semejante”. Por lo tanto, el estado de naturaleza no es más que una hipótesis.” (Miranda,
1984; 73). El que el estado de naturaleza sea una hipótesis, nos permite, con cuidado,
traslaparla al campo de las relaciones internacionales.
Ahora bien, ¿en qué consiste el estado de naturaleza? La respuesta la dará el capítulo XIII
del Leviatán. En el estado de naturaleza los individuos son iguales entre sí, a nivel general.
Esto significa que, aunque sea evidente que haya desigualdades físicas o mentales entre un
individuo u otro, cuando se mira de manera muy general, los hombres son más bien iguales
que desiguales. Dado que los hombres son iguales en sus capacidades, se sigue que también
son iguales en la esperanza para alcanzar sus fines. Y, dada esta igualdad en capacidades y
en búsqueda de fines,
Si dos hombres cualesquiera desean la misma cosa, que, sin embargo, no pueden
ambos gozar, devienen enemigos; y en su camino hacia su fin (que es
principalmente su propia conservación, y a veces sólo su delectación) se esfuerzan
mutuamente en destruirse o subyugarse (Hobbes, 1980; 223).
Como hay una sensación de inseguridad, dada la posibilidad de los seres humanos de
destruirse o subyugarse, surge un medio práctico para garantizar su vida (y una vida
buena): la anticipación. En efecto, el obtener mayor poder da mayor capacidad de preservar
la vida frente a otros enemigos o adversarios.
Además de lo anterior, dice Hobbes que en la condición natural del ser humano se
encuentran tres causas principales de riña: 1) competición; 2) inseguridad; 3) gloria.
Recuérdese que cuando se afirma que sin sociedad civil hay estado de guerra, por sociedad
civil debe entenderse un pacto entre los humanos que delegue su poder a un soberano
común a todos. Es decir, que haya un poder común que coaccione, por seguridad, a los
individuos que han pactado. Por último, la moralidad no hace parte del estado de
naturaleza. En estado de naturaleza no hay ni bien, ni mal, ni cruel. Luego, es legítimo
cualquier acción que lleve a adquirir poder y garantizar la conservación.
En este trabajo se considera que el modelo hobbesiano se puede aplicar a las relaciones
internacionales y que se asemeja a una teoría, dentro de este campo, que bien puede
denominarse realismo político3. Lo que se va a realizar es el empalme entre lo dicho acerca
de Hobbes, en este texto, y las relaciones internacionales. Por último, se realizarán las
críticas que puede tener tal empalme.
3
Realismo político en las relaciones internacionales, para ser más precisos.
Se sostiene que, en el campo internacional, en primer lugar, la lucha hobbesiana se aplica
exclusivamente a los Estados. Como se sostuvo al principio del texto, las personas
artificiales son los Estados. Así que, en el campo internacional, los Estados son vistos como
individuos. Por otro lado, tales individuos (Estados) no son coaccionados por ningún poder
supranacional.
Aunque hay claras diferencias de poder entre los Estados, se parte del mismo principio que
sostiene Hobbes; a saber: que, por asociación (como la Unión Soviética), o por uso de
armas (como las armas nucleares), se puede nivelar el poder político entre particulares4. De
manera general los Estados son iguales entre sí y, por tanto, cada Estado busca aumentar su
eficiencia (económicamente hablando) y su poder político.
La arena internacional sería, entonces, un lugar sin un poder común en el que los individuos
estarían en estado de naturaleza. Esta visión es conocida como realismo político en el
campo de las relaciones internacionales. El referente del realismo político es H.
Morgenthau. Sin embargo, las tesis que sostiene son hobbesianas. Como afirma Williams
4
Como se dijo anteriormente, se puede dar el caso que un Estado considerado “pequeño” pueda ganarle a
una potencia. Tal es el caso de Cuba durante la revolución cubana, o de Vietnam del Norte, durante la
guerra de Vietnam.
Tal es la situación del sistema internacional. Las respuestas a esta situación han sido
variadas. Como se ha dicho, hay un debate entre el realismo político y el cosmopolitismo,
de corte kantiano, que busca generar un poder supranacional que coaccione el
comportamiento de los Estados en el sistema internacional. Tal enfoque se ve representado
en la UE o en la ONU. Ciertamente, la Unión Europea parece tener más fuerza que la ONU.
Sin embargo, a pesar de existir estas entidades supranacionales, el realismo triunfa por su
presupuesto básico; a saber, que los Estados, como los individuos, buscan aumentar su
poder, para, en términos de Hobbes, asegurar su conservación. Es claro que, aunque exista
la ONU, un éxito cosmopolita, no tiene la fuerza para frenar, por ejemplo, las acciones de
USA o Rusia. Tal es la situación internacional, y por más deseable y normativo que sea el
cosmopolitismo, lo cierto es que el realismo triunfa en la práctica. Quedaría esperar que, así
como los individuos que hacían parte del hipotético estado de naturaleza, decidieron hacer
el contrato, así los Estados decidieron hacer un pacto (y ahí sí sería un triunfo del
cosmopolitismo) en que cedieran su soberanía a una entidad supranacional, cosa que, de
momento, parece lejana.
Conclusión
En el siguiente trabajo, de manera muy somera, se ha intentado mostrar la aplicabilidad del
enfoque hobbesiano al sistema internacional. La tesis que se sostiene es que, en las RRII,
los Estados son individuos que se encuentran en estado de naturaleza. Para ello, en un
primer momento, se ha mostrado que se puede considerar a los Estados como individuos, y
que, por tanto, también se puede hablar de un estado de naturaleza en el sistema
internacional. Luego, se ha traído a colación la visión de Beiltz que cuestiona la
aplicabilidad del enfoque hobbesiano a las RRII, y se le ha contraargumentado para mostrar
que sí se puede realizar tal aplicabilidad. Por último, se ha mostrado, de manera muy
básica, cómo funcionaría tal empalme.
Bibliografía
Hobbes, T. (1980) Leviatán. Editora Nacional; Madrid, España.
Miranda, C (1984); Hobbes y la anarquía internacional. Revista de Ciencia Política; Vol.
VI N.2; Pp. 71-83; Universidad Católica de Chile; Chile.
Williams, M. (1996); Hobbes and International Relations: a reconsideration. International
Organization. V. 50; N.2; Pp 213-36. MIT; USA.