DarkO4-Darkest Temptation - Rachel PDF

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3
CRÉDITOS
Moderadora de Traducción
Manati5b & Wan_TT18

Traducción
3lik@ NaomiiMora
Candy27 Rose_Poison1324
CarolSoler Taywong
Liliana Vale
Manati5b Wan_TT18
Mais Yiany
Mary Rhysand YoshiB

Recopilación y Revisión
Mais & Mary Rhysand

Diseño
Orwzayn

4
ÍNDICE
Sinopsis Capítulo 23

Prólogo Capítulo 24

Capítulo 1 Capítulo 25

Capítulo 2 Capítulo 26

Capítulo 3 Capítulo 27

Capítulo 4 Capítulo 28

Capítulo 5 Capítulo 29

Capítulo 6 Capítulo 30

Capítulo 7 Capítulo 31

Capítulo 8 Capítulo 32

Capítulo 9 Capítulo 33

Capítulo 10 Capítulo 34

Capítulo 11 Capítulo 35

Capítulo 12 Capítulo 36

Capítulo 13 Capítulo 37

Capítulo 14 Capítulo 38

Capítulo 15 Capítulo 39

Capítulo 16 Capítulo 40

Capítulo 17 Capítulo 41

Capítulo 18 Capítulo 42

Capítulo 19 Capítulo 43

Capítulo 20 Capítulo 44

Capítulo 21 Capítulo 45

Capítulo 22 Epílogo

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SINOPSIS
Soy un hombre lobo Rey que eligió dar un paso atrás por el dolor
por mi compañera.

Por siglos he estado solo, optando por tener una vida modesta a
pesar de la riqueza que me rodea.

Merezco ser castigado.

Anhelo cosas de las que no tengo injerencia

Y se está manifestando de una manera que temo no poder


controlar por más tiempo.

Especialmente desde que llegó ella.

Vampiro. Huérfana. Golpeada más allá del reconocimiento.

Mi sangre llama por ella, de una forma que no tiene sentido.

Soy un lobo.

Ella es un vampiro.

Los dos no se emparejan.

Apenas se toleran unos a los otros.

Todo lo que lleva es un desliz en mi control… una probada.

Y condeno a todos.

Pero entonces, nunca supe que lo que estaba al acecho tiene el


poder de equilibrar el bien y el mal.

Darkest Temptation – The Dark Ones #4

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Prólogo
Mason
Traducido por Wan_TT18

Escocia 700 a.C.

L os ojos oscuros de mi madre se arrugaron en las comisuras.


Levanté la mano para tocar los bordes de su cara, pero
rápidamente recordé. Estaba demasiado débil.

Siempre demasiado débil.

Incluso para atrapar la lágrima que goteaba de su barbilla sobre la


manta gastada. Me estremecí cuando una figura encapuchada entró
rápidamente en la habitación y cerró la puerta.

Mi ángel.

Quería tocarla.

Mi boca quemaba.

Me dolían los dientes.

Se sentó a mi lado y apoyó mi cabeza en su regazo; su cara


expresaba preocupación, estaba pálida; sus ojos verdes brillaron
mientras le susurraba a mi madre:

—Esta es la última vez.

—Entiendo. —La voz de mi madre se quebró—. Es lo único que lo


mantiene fuerte. Si mi marido se enterara...

—Él no sería Alfa —terminó de decir la mujer.

Alfa.

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Yo quería ser Alfa.

Líder.

—Nacido para liderar. —Esas fueron las oraciones que me susurró


Pa.

Me estremecí cuando algo me perforó el cuello, y luego la


habitación se inclinó hacia un lado mientras mi visión se convertía en una
bruma roja.

Podrían haber sido minutos, horas, incluso días, cuando mis


pesados ojos finalmente se abrieron. Mi madre todavía se hallaba
sentada en el mismo lugar. Sus lágrimas estaban secas, su expresión
llena de preocupación.

Mis brazos se sentían más fuertes, más ligeros de lo que lo habían


hecho desde que se despertaron en este cruel mundo mágico.

—¿Madre? —Me acerqué a ella—. No te asustes.

—Ten miedo —me advirtió y luego me llevó a su regazo,


meciéndome de un lado a otro. Olía a canela y humo.

—Cuéntame la historia otra vez... del Gran Lobo.

Ella dejó de mecerme, mientras una gran tristeza descansaba


contra mi pecho como una manta de fuego.

—Oh, Mas... —Suspiró—, no es más que un cuento de hadas.

—¿Por favor?

Respiró hondo, y lo sabía en mi alma; estaba a punto de decirme


mi destino, tan seguro como que el sol saldría y la luna poco después.

Nací para ser el Gran Lobo.

Cerré los ojos mientras ella hablaba.

—Los que vigilaban fueron enviados a la Gran Montaña para


observar a los humanos, para mantenerlos a salvo de la Divinidad, de lo
que posiblemente no podían entender. Les dieron un trabajo.

Bostecé.

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—Su trabajo era nunca apartar la vista... pero un día después de
una gran batalla en la que muchas vidas de niños se perdieron, uno de
los que vigilaba ya no pudo soportarlo más. Miró el rostro de uno de los
humanos, y cayó. Porque hay una cosa que siempre debes recordar, hijo
mío. Donde mires, tus pies te seguirán.

—Sí, Madre.

—Sus hermanos, tan angustiados, no tuvieron más remedio que


seguir, optaron por apartarse de su verdadero propósito, pero no antes de
que fueran advertidos.

—Me encanta esta parte. —Suspiré y esperé.

—Tu padre le cantó su canción al Creador, advirtiéndole que los


que vigilaban miraban hacia otro lado. Pero el Creador se negó a quitar la
libertad de cualquiera de sus creaciones. Cada vez más lobos cantaban
con tu padre, gritaban sus advertencias a los que se caían, y sin embargo
nada los detuvo. —Suspiró—. Una vez que cayeron, se dispersaron por
todo el plano humano, no teniendo más remedio que vivir en la Tierra
como una prisión hasta que pudieran ganarse su lugar en la Santidad
Celestial. Son ángeles caídos de pelo negro y rojo con alas rasgadas. Son
lo que sucede cuando te eliges a ti mismo sobre tu familia, Mas.

Me estremecí en sus brazos.

—Siempre elegiré a mi familia.

Ella asintió y me besó la frente.

—Una vez que cayeron, el Creador quiso recompensar a tu padre.


Le hizo una promesa de que un día, su línea de sangre se elevaría y
restauraría lo que se había roto. Será el lobo más grande que este mundo
haya visto. Su poder es inconmensurable. Sus habilidades incontrolables.
Algún día vendrá a restablecer la conexión entre los caídos y la
Divinidad, porque los lobos son los únicos inmortales que tienen una línea
directa con las estrellas, que conocen el lenguaje de los ángeles y se
comunican libremente, porque somos la creación misma. La misma tierra
está en nuestra sangre, nuestros ojos. Somos los más puros de los
inmortales...

—¿Incluso más que los vampiros?

Mi mamá vaciló.

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—Todo inmortal tiene un propósito por el que fue creado. Los lobos
sanan, nos comunicamos con las estrellas. Los vampiros son mejores con
sus manos, pueden insertarse perfectamente en el mundo humano y
protegerse.

—¿Qué pasa con las sirenas?

Mi mamá resopló.

—Tendrías que preguntarle eso al Creador. Las sirenas son...


egoístas, y sin embargo también tienen un propósito, junto con los
demonios. Todos trabajamos juntos por un bien mayor, y un día, ese
trabajo habrá valido la pena. Porque el Lobo viene, y salvará al mundo
como lo conocemos.

Las lágrimas llenaron mis ojos.

Horas más tarde, cuando salió de mi habitación, me arrastré hacia


la ventana y miré las estrellas.

—Por favor, por favor, Gran Creador, déjame ser ese lobo. Haré lo
que sea. Déjame ser ese lobo.

—¡No lo escucharé de nuevo! —dijo padre en voz baja.

Me arrastré de vuelta a la cama y me escondí debajo de la manta,


pero todavía podía discernir sus voces a través de las paredes.

—¡Él no será Alfa! ¡Es débil!

Me encogí cuando cada palabra me golpeó en el pecho como una


piedra aplastando mis huesos.

—Hay una manera... —susurró Madre—. Él es más fuerte con su


sangre. Será perfecto si es mordido. Si pudiéramos encontrar una manera
de...

—Hablas de herejía.

—¡Estoy hablando de salvar la vida de nuestro hijo! —rugió ella—.


Y la única manera de que él sea fuerte es asegurándose de que tenga
ambas líneas de sangre. Sabes que es verdad. No tenemos otros hijos. Es
el último hombre con el que hemos sido dotados. Si no es él, ¿entonces
quién? ¡Debemos encargarnos de este asunto nosotros mismos!

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Me quedé quieto cuando la puerta se abrió un poco y luego se
cerró.

Fingí estar dormido cuando mi padre me besó la frente.

Fingí estar soñando cuando susurró en voz baja:

—Perdóname, Mas. Ya te he fallado. —Se levantó y caminó hacia


la puerta—. Lo haré.

El aire que me rodeaba se espesó con una niebla de olor dulce.


Inhalé y cerré los ojos, permitiendo que mis instintos más básicos
tomaran el control.

—Lobo —ella susurró mi nombre.

Olfateé. La voz no era familiar. No era mi compañera. Era... otra.

—Lobo —incitó de nuevo.

Las ramas crujieron bajo mis pies cuando me acerqué más al


dulce aroma, más cerca del calor, más cerca de lo que debería haber
huido.

Ya me encontraba emparejado.

Y sin embargo, estaba siendo llamado.

Como la canción de una sirena.

Odiaba a las sirenas.

Hasta el último de ellos.

Pero solo los más fuertes eran machos.

Esto—olfateé el aire de nuevo cuando el éxtasis se hizo cargo—no


era un macho.

Todo esto era hembra.

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El instinto de protección entró en acción, forzando una oleada de
adrenalina en mis extremidades mientras me tambaleaba hacia los
árboles.

Los ojos verdes parpadearon a través de la niebla.

Me quedé inmóvil.

Me quedé sin aliento.

Vampiro.

Fruncí el ceño, alcanzándola.

—Bésame, Lobo.

¿Por qué estaba siendo tentado?

¿Por qué quería tocar este ser?

Todos los pelos se pusieron de punta como si no fuera una amiga.


Cuando tenía una compañera en casa que amaba más que la vida
misma.

La confusión luchó con disgusto, y luego la vampiresa se puso de


puntillas y presionó su mejilla contra la mía, como saludaba mi gente.

Pero ella no era un lobo.

Sus labios rozaron el exterior de mi oreja antes de morderme el


cuello...

Me desperté bruscamente. El sudor empapaba la cama como si


acabara de ducharme.

Y mi compañera, de quien estaba tan convencido que estaría a mi


lado, se había ido.

Ella se había ido.

Hacía más de cien años.

Y todos los años, como un reloj, en el aniversario de su muerte.

Vi a mi vampira.

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Ella me mordió.

Y me desperté con un moretón en el cuello como si fuera real.

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1
Mason
Traducido por Vale

O lfateé mi camino a la cocina. No tenía sentido volver a


dormir, no con esos ojos verdes rondando mis sueños.

Pesadillas.

Siempre era lo mismo.

El recuerdo de la humana con la que una vez había compartido


todo se había ido, y la culpa de que incluso durante nuestro breve
emparejamiento—había estado soñando con otra—descendió sobre mis
hombros colmados multiplicada por diez.

No era un buen hombre.

Era más bestia que cualquier otra cosa.

Los lobos se emparejaban de por vida, y en mis sueños había


permitido que otra hembra me tocara, me lamiera.

Aparté los pensamientos de traición y encendí una de las luces de


la cocina. Mis ojos se centraron en el congelador antes de que pudiera
detenerlos.

Diez filetes.

Filetes rojos.

Los filetes con al menos cuarenta gramos de proteína, suficiente


sangre para saturar mi boca, cubrirla con su esencia.

Avergonzado, aparté la mirada.

Déjamelo a mí ser el único lobo que ansiaba ambas, sangre y


carne. Estaba defectuoso y ese era el porqué había renunciado después
de la muerte de mi compañera.

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No merecía ser Rey.

Su líder.

Los lobos se tenían el uno al otro. La manada. No tenían ningún


uso para mí.

—Mason. —Ethan, vampiro dolor-en-el-trasero, gritó mi nombre


como si estuviera irritado conmigo. Se sentó a la mesa, con las manos
juntas, el pelo negro recogido en un estúpido moño en la parte posterior
de su cabeza, haciéndolo parecer una mujer. Me fulminó con la
mirada—. Puedo oírte.

—Lo sé. —Olfateé el aire—. ¿Dónde está Genesis?

Puso los ojos en blanco.

—Un día vas a preguntar por mi esposa y te morderé donde no se


curará.

Lo desestimé con la mano.

—Siempre me curo. Es lo que hago.

—Correcto. —Su sonrisa se volvió letal.

Comencé a darme la vuelta, pero él estaba delante de mí en unos


segundos. Maldito vampiro rápido, dolor-en-mi-trasero-peludo.

—Estoy ocupado.

—Ella ha estado aquí por dos días. Al menos háblale.

—¡No! —ladré, ya sintiendo que mis pelos se levantaban cuando


mi lobo empujó hacia adelante listo para una pelea, listo para derribar a
cualquiera lo suficientemente estúpido como para interponerse en mi
camino.

Y luego mi sirena menos favorita en todo el universo entró en la


habitación, volviendo al aire enfermizo con su calor. Pequeñas
partículas de polvo pulsaban alrededor de su cuerpo como si no
pudieran contenerse… malditas feromonas.

Nos echó un vistazo y sonrió.

—¿Están peleando de nuevo?

Las sirenas encontraban gran alegría en la angustia emocional,


especialmente aquellas como Alex, demasiado poderosa para su propio

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bien. Su rostro se iluminó de emoción cuando miró entre nosotros de
un lado a otro y, finalmente, calmó el aire tenso, sorbiéndolo por la
nariz como si mi dolor fuera su droga y la irritación de Ethan su tónico.

—¿Terminaste? —Apreté mis dientes.

Alex se encogió de hombros.

—No puedo evitarlo. Me encanta una buena pelea.

—Ve a aparearte con tu elfo. —Sentí que mi control se rompía;


todos a mí alrededor me recordaban la pérdida.

Hace años, solíamos encontrar compañeros humanos utilizando


un tipo de lotería. Llamábamos sus números. Se apareaban con
nosotros. Teníamos hijos. Fin de la historia.

Y entonces el sistema se rompió.

Los compañeros comenzaron a morir.

La mía incluida.

Y ahora, ahora que estaba arreglado, parecía un truco cruel más


del universo que todos fueran felices; todos tendrían a alguien excepto
yo.

No es que necesitara a alguien, no cuando tenía amigos.

Sí, sólo sigue diciéndote eso.

Y ahora, ahora que la sed de repente empeoraba.

Y en el aniversario de su muerte.

Me sentía… indefenso. No se supone que los lobos estén


indefensos; no estaba en nuestra naturaleza.

Gruñí bajo en mi garganta a Alex. Solo parecía divertir más al


idiota.

—Bueno, alguien debería ir a hablar con ella —dijo finalmente—,


todos sabemos que no se me permite acercarme a los humanos ya que
tienden a morir de la lujuria.

—Exageración —dije con fuerza—. No mataste a Hope.

—Ella es sólo una parte humana. —Se encogió de hombros,


mirando a Alex—. Y ya que Ethan tiene unos modales de mierda...

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Ethan siseó, sus colmillos se alargaron más allá de su labio
inferior antes de que los replegara.

—Como estaba diciendo... —Alex sonrió—. ¡Eso te deja a ti!

—O podemos enviar a Cassius —le ofrecí, odiando que estuviera


incluso dispuesto a enviar al ángel oscuro en mi lugar.

Por una chica.

Una simple chica inocente.

—Cassius... —La voz resonante del ángel sacudió la habitación.

Odiaba que hiciera eso.

—... no irá en tu lugar, lobo desagradecido. Ve a ver sus heridas.

—Escuchaste al Rey. —Alex cruzó sus brazos—. Cuida sus


heridas, Florence Nightingale1.

—Soy un lobo, no un pájaro. —Apreté los dientes.

Alex sonrió ampliamente.

—Ambos son mascotas.

Me moví para golpearlo contra la pared, pero Cassius me bloqueó


con una de sus alas; las plumas azules sobresalían como espigas, listas
para empalarme si me movía a un paso.

—Bien. —Me eché hacia atrás—. Voy a echar un vistazo a nuestra


prisionera.

—Es una invitada —dijo Ethan como si necesitara recordármelo.

Caminé por el pasillo y llamé por encima de mi hombro.

—¿Encontramos a todos nuestros invitados en la calle


sangrientos y golpeados ahora?

Nadie dijo nada.

No necesitaban hacerlo.

Sus respuestas, su preocupación, colgaban pesadamente en el


aire. Podía saborearlo.

1
N.T. Enfermera, escritora y estadística británica, considerada precursora de la
enfermería profesional moderna.

17
Algo había sucedido en el momento en que la había tocado, en el
momento en que le había lamido las heridas.

Y lo llevaría a mi tumba.

Porque era una imposibilidad.

Ella era vampiro.

Yo era lobo.

Los dos no se emparejaban.

Nunca podrían emparejarse.

Además, había sido mi imaginación.

Lo sabía, una vez que volviera a poner mis ojos en ella, el extraño
anhelo huiría.

De todos modos, todavía sentía la sangre fría de mi esposa en mis


manos, todavía podía sentir la forma en que tiraba de mi pelaje.

Los hombres rara vez tienen segundas oportunidades.

¿Por qué demonios se le daría una a un lobo?

18
2
Serenity
Traducido por Vale

E ra demasiado brillante.

Siempre demasiado brillante.

Había estado en esa habitación deslumbrante durante dos días, y


cada día un ser inmortal diferente, demasiado hermoso para describirlo,
había atendido todos mis deseos.

El ángel, Cassius, tenía un cuerpo de piedra y plumas que se


sentían como terciopelo cuando se tocaban. Imaginé que no era
exactamente normal tocar de la nada las plumas de un ángel, pero me
habían susurrado cuando me vieron, como si tuvieran secretos, como si
ese fuera su propósito, y podría haber jurado que en el momento en que
mis dedos entraron en contacto con ellas, suspiraron de placer,
estremeciéndose bajo mi toque.

Pero entonces, había sido atacada por un lobo rabioso, por lo que
podría haber sido la pérdida de sangre.

Sangre.

Me estremecí cuando mi cuerpo volvió a convulsionar en la cama.

Sangre. Consumía mis pensamientos. Hacía arder mi cuerpo.

Y entonces, el hombre con los ojos marrones profundos y el


cabello castaño desgreñado me había lamido. Alcancé su cabeza para
empujarlo, pero solo parecía animarlo más cuando había clavado mis
dedos contra su cuero cabelludo.

Y sentí una energía tan eléctrica entre nosotros, me pregunté si


sería capaz de retirar mi mano sin morir.

Él nunca había visitado mi habitación solo.

El hombre con los inquietantes ojos marrones.


19
El vampiro había venido tras el ángel; parecía que no podía
descifrarme. Ponte en la cola, amigo.

La sirena siempre se mantenía lo más lejos posible; no lo culpaba.

Había visto la reacción del aloe vera cerca de mi cama; la pobre


planta casi se había estrellado contra el suelo en un esfuerzo por
inclinarse hacia la sonrisa de la sirena.

Realmente no culpaba a la planta.

Era bonito, de manera inexplicable; si mirabas cada atributo


individual, era casi demasiado bonito. Pero ponlos juntos, y de repente
te preguntabas si era posible evitar parpadear, porque esos segundos
eran segundos que tenías que apartar la vista de la perfección, y parecía
injusto, tan ridículamente injusto.

El sonido de pasos pesados llenó la habitación. Me senté,


esperando que el ángel viniera estrellándose.

El pomo de la puerta se torció.

Y me quedé sin aliento cuando el hombre de cabello castaño


desgreñado dio un paso dentro de la habitación de invitados.

Completamente sin camisa.

En vaqueros bajos con más agujeros que tela.

Y chancletas que habían visto días mejores.

Su pelo castaño salvaje caía justo más allá de su barbilla. Hebras


de marrón oscuro y naranja se entrelazaban alrededor de hebras más
grandes de color chocolate.

Parecía una bebida de otoño en Starbucks.

Caliente. Reconfortante. Sin embargo, peligroso si se derrama o se


bebía demasiado pronto.

Era una orden de una gran calabaza.

Lamí mis labios y aparté mis ojos de su rostro mientras él


lentamente se dirigía hacia la cama.

Mi corazón se aceleró, como si intentara advertirme que


estábamos en peligro.

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Pero el único peligro que vi fue la vergüenza. Me habían atacado
gravemente.

Tenía moretones en todo mi cuerpo.

Y a pesar de que la hemorragia se había detenido hace un día,


tenía mordidas que formarían cicatriz.

Y no tenía absolutamente ningún recuerdo de por qué había


estado caminando solo por ese camino abandonado en primer lugar.

Excepto que había estado llorando.

Otra vez.

Y había necesitado encontrarlo.

Tenía la misma pesadilla todos los años.

Y cada año buscaba la fuente de las lágrimas caminando


estúpidamente en la oscuridad a donde mi corazón me guiaba.

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3
Mason
Traducido por Vale

L os moretones estropeaban sus pómulos. Las marcas de


mordeduras creaban pequeñas huellas en sus brazos,
dispersándose en sus dedos como pequeñas pecas.

El tono purpurino de ellas me dijo que estaban sanando. Al


menos no cicatrizarían.

Era demasiado bonita para cicatrizar.

O al menos por lo que pude ver.

Necesitaba ducharse.

La sangre todavía cubría parte de su rostro, y tenía el cabello


enmarañado detrás de su cabeza en una cola de caballo anudada que
había visto días mejores. Nadie había sido tan valiente como para
pedirle que se lavara.

La habitación apestaba a muerte.

Y al mismo tiempo, el dulce aroma de la vainilla tostada


finalmente comenzaba a abrirse paso, la sangre me hacía agua la boca y
mis ojos se movían hacia la parte de atrás de mi cabeza.

Olía a mis sueños.

Se sentía como una pesadilla.

—¡Báñate! —ladré en su dirección, pisando fuerte al baño


contiguo y encendiendo la ducha. Regresé con una toalla y la tiré en la
cama, luego crucé los brazos.

Se quedó mirando la toalla y luego a mí.

—¿Estarás aquí todo el tiempo?

22
Sus rodillas se movieron debajo de las sábanas mientras las metía
debajo de su barbilla y envolvía sus brazos alrededor de su pequeño
cuerpo, exponiendo más mordeduras. Mordeduras que hacían que mi
estómago se enfermara.

¿Qué tipo de vampiro se alimenta de su propia clase?

¿Qué tipo de hembra vampiro no sentía el peligro y huía?

Era un misterio. Uno que no me incumbía resolver.

—Mira, hembra, cuanto antes te bañes, cuanto antes te sientas


mejor y te cures, antes podrás irte.

Tragó visiblemente antes de darme un pequeño asentimiento.

—Bueno.

Exhalé de alivio mientras mis músculos se tensaban y luego


relajaban solo para repetir el proceso mientras ella se paraba
lentamente con piernas temblorosas y luego me miraba por encima del
hombro.

—Y mi nombre no es hembra. Es Serenity.

—Por supuesto que lo es... hembra.

Dolor apareció en su rostro antes de que girara su cabeza hacia el


baño y lentamente se abriera paso por el suelo.

Un pie se deslizó. El otro siguió.

Hizo una pausa. Tomó un respiro.

Luego hizo una mueca de dolor cuando dio otro paso adelante y
tropezó.

La atrapé antes de que su cara golpeara el suelo y la enderecé


sobre sus pies mientras sus brazos se envolvían alrededor de mi cuello.

Frunciendo el ceño, me incliné hacia adelante por voluntad


propia, metiendo mi nariz cerca de su cuello mientras inhalaba hasta la
saciedad.

Ella dejó escapar un pequeño jadeo, sacándome bruscamente de


mi repentina danza de apareamiento.

¿Qué diablos?

23
La habría dejado caer, pero se apoyaba tanto en mí que solo la
lastimaría más, y por mucho que quisiera que se fuera, no era un
completo monstruo.

Con cuidado, la tomé en mis brazos y la llevé al baño. La puse en


el inodoro cerrado mientras tapaba el desagüe, cambiando la ducha por
un baño.

—No hablarás. —Mi voz sonaba como uñas; estaba oxidada, fría,
enojada—. No me tocarás. —Llené la bañera—. Te quedarás tan quieta
como sea físicamente posible. Te ayudaré a bañarte. Volverás a tu
cama. Vas a dormir.

—Por favor —dijo.

Giré mi cabeza en su dirección, inclinándola a la izquierda y luego


a la derecha de forma depredadora.

—¿Por favor?

—Se te olvidó por favor.

—No lo olvidé. Simplemente decidí no usarlo.

—Bueno... —Se lamió los labios—, ahora es tu oportunidad, Lobo.

Sonreí con suficiencia ante eso.

—Bien jugado, hembra. Harás todo lo anterior... por favor.

Asintió. Su sonrisa volvió.

Miré hacia otro lado. No tenía espacio para sus sonrisas en mi


vida.

La bañera estaba llena. Ahora la parte difícil.

Una vampira desnuda.

Me puse cada gramo de fuerza que tenía mientras quitaba la


camisa de su cuerpo muy lentamente y luego quitaba las suaves calzas
de algodón de sus piernas.

No tenía otra ropa.

Estaba desnuda para mí.

Y salivaba mientras mis colmillos trataban de atravesar mis


encías con un deseo tan agonizante que tuve que morderme el labio
para evitar morder, para no olfatear… en todas partes.

24
Ella cubrió sus pechos.

Me hizo enojar. No tenía idea de por qué.

Simplemente supe que la lujuria fue reemplazada por la ira de su


vergüenza, cuando el cuerpo humano estaba destinado a ser adorado
por un lobo: olfateado, lamido, saciado más allá de toda medida.

Mis pensamientos me hicieron recordar a mi compañera.

La culpa se intensificó, me apuñaló en el corazón, el músculo de


mi pecho que ya rara vez tenía uso.

—¡Entra! —Salió como una demanda, un ladrido, como enojo


hacia ella, cuando era más hacia mí mismo, mi propia falta de control.
Tragué saliva—. Por favor.

Serenity se paró sobre piernas temblorosas, y sabía que el


proceso se repetiría. Se caería de frente en el agua, se ahogaría, y sería
mí culpa.

Con una calma que no sabía que tenía, la levanté y la puse


suavemente en el agua, poniéndola de espaldas mientras lentamente
bajaba la cabeza hacia atrás y pasaba mis ásperas manos por su pelo
enmarañado.

Cerró los ojos. Sus labios temblaron cuando tiré de los nudos y
masajeé el champú en el cuero cabelludo. Sostuve su cabeza con una
mano y la lavé con la otra. Cuando terminé, pude ver realmente el color
verdadero de su cabello, no totalmente negro, sino de un marrón otoñal
con detalles dorados que solo caían cerca de su cara y en las puntas.
Agregué un poco de acondicionador que Alex usaba para su cabello
ridículo y consideraba bueno. Agarré un poco de jabón y se lo di a ella.

—¿Necesitas que también lave tu cuerpo sucio? —le pregunté con


voz ronca.

Serenity miró hacia otro lado mientras su piel tomaba un


atractivo color rosado.

—No, pero necesitaré tu ayuda para salir.

Asentí y me puse de pie.

—Me quedaré fuera de la puerta. Solo déjame saber cuando


termines.

El agua turbia cubría su sexo.

25
No debería haber mirado.

No debería haber buscado.

Era más animal que hombre. Culpé a mi lado lobo: la necesidad


de aparearse, de hacerla mía, de lamerla hasta la sumisión y chuparla
toda.

Era mi lobo. Él era todo depredador.

Y ella... ella era presa.

Solo era natural.

Mis pensamientos deben haber traicionado mi cara. Ella se


sonrojó aún más y se apresuró a lavarse el cuerpo con el jabón.

Rápidamente me di la vuelta, salí de la habitación y apoyé mi


cuerpo contra la puerta cerrada; finalmente pude respirar sin sentir su
aroma en el aire. Finalmente, capaz de concentrarme sin preguntarme
cómo sería tocar sus labios, llevarla a la agonía del éxtasis, mostrarle
cosas que solo un hombre que contenía una bestia podría mostrarle.

Le di una sacudida a mí cabeza. Los ridículos pensamientos


llenos de lujuria impulsados por la estúpida regla de Cassius de que
cada uno de los miembros del consejo inmortal tenía que emparejarse
para obtener fuerza.

Todos, excepto Timber—el demonio elfo enloquecido—y yo,


permanecíamos así.

Necesitaba mantenerse así.

Era lo suficientemente fuerte por mi cuenta.

Mujeres. Amor. No creaban fuerza; la tomaban como ladrones y te


dejaban débil.

Y juré que nunca volvería a ser débil.

26
4
Serenity
Traducido por Vale

P odía sentirlo detrás de la puerta. Medí su respiración, conté


cuántas veces tuvo que inhalar y exhalar para controlar su
ritmo cardíaco.

Era mi regalo.

Era una maldición.

Saber cuánta sangre bombeaba por sus venas, saber la cantidad


exacta de veces que su corazón se estrelló contra su pecho, llorando por
la libertad, cantando la canción de su creación con cada latido.

Cada inmortal tenía una canción. Una cadencia que les decía a
los vampiros quiénes eran antes de que incluso abrieran la boca.

La del lobo gritaba Rey. Y sin embargo, estaba en chanclas sucias


y pantalones vaqueros que caían de su cuerpo musculoso. Su cabello
tenía algunas cuentas, suciedad, y podría haber jurado que vi una hoja
asomándose.

No había nada en él que gritara Rey.

Pero nunca me había equivocado con una canción.

Y la suya... la suya era diferente. Hablaba de una leyenda, de


amor y pérdida. Hablaba de agonía que nadie debería ver en este
mundo.

Y mi sangre rugió a la vida ante la idea de ayudar a sanar lo que


se había roto.

Me confundió.

Los lobos y los vampiros no eran conocidos por emparejarse.

27
Ni siquiera eran conocidos por ser nada más que socios en una
guerra de por vida contra el mal.

Terminé de lavar y esperé, mirando la puerta para ver si


irrumpiría de inmediato o esperaría mi invitación.

El hambre en sus ojos era difícil de pasar por alto, al igual que la
canción de su sangre. Y cuanto más tiempo pasaba con él, más el olor
de su piel—el olor de la tierra y la vida—me volvía loca de necesidad.

Me aclaré la garganta y dije solo lo suficientemente fuerte para


que un inmortal lo escuchara:

—He terminado.

La puerta se abrió.

El lobo asomó la cabeza y olfateó.

Me pregunté si se daba cuenta de la frecuencia con la que hacía


eso, olfatear el aire antes de hablar, probando la atmósfera,
analizándola.

Mi estómago gruñó.

Sus ojos se lanzaron a mi pecho y bajaron.

—Tienes hambre.

Todo lo que decía era como una declaración, como si hubiera


nacido hace siglos y todavía no hubiera comprendido las expectativas
sociales y la comunicación. Su ladrido, me imaginé, era tan malo como
su mordida... peor, ya que era un sanador.

Asentí cuando dio un paso cauteloso hacia adelante y luego


agarró una de las toallas blancas y la puso sobre el mostrador. Dos
pasos más y su calor palpitaba a mí alrededor mientras me levantaba y
luego envolvía con mucho cuidado, una toalla alrededor de mi cuerpo.
Tan apretada, de hecho, que me pregunté si estaba preocupado de que
cayera al suelo.

Examinó su trabajo mientras gotitas de agua corrían por su


pecho. El agua que una vez había besado mi piel parecía brillar en sus
músculos bronceados. Sacudió ligeramente la cabeza cuando el agua se
deslizó hacia el suelo cerca de sus pies en chanclas.

Oculté una sonrisa inclinando mi cabeza hacia abajo. No quería


que pensara que me estaba burlando de él, pero sacudía su cuerpo

28
como si tuviera un pelaje, como si fuera un perro que necesitaba
secarse.

Era entrañable.

Sexy.

Se aclaró la garganta.

—Necesitas carne.

Casi me atraganto.

—¿Perdóname?

—Carne. Tiene sangre. Si la comes, obtienes sangre. ¿Los


vampiros no saben nada?

Lo miré fijamente.

—Pero no me gusta la carne.

Pensarías que acababa de anunciar que iba a roer su brazo


derecho y luego alimentarme de su corazón por si acaso. Se tambaleó
hacia atrás, la confusión arruinó su rostro.

—¿Pero por qué?

Me reí un poco.

—Es demasiado fibrosa.

Sus ojos oscuros, casi negros, se ensancharon.

—¡Entonces la estás comiendo mal!

No estaba segura de por qué estaba tan ofendido. Intenté una


táctica diferente, sintiendo su ira a una milla de distancia. Su pelo
comenzó a ponerse de punta, su respiración errática.

—Está bien —le dije rápidamente—. Probablemente tengas razón.

—¿Probablemente?

Guau, es imposible llevarse bien con el él, ¿verdad?

—Tienes razón.

Exhaló, su cuerpo menos rígido que antes.

—La estoy comiendo mal.

29
—Lo estás. —Aparentemente sintió la necesidad de comentar
nuevamente, y luego puso sus manos en sus caderas y dejó escapar un
suspiro brusco—. Te prepararé la comida y te vestirás. —Se detuvo—.
¿Necesitas ayuda para vestirte?

—No estoy exactamente segura. Tal vez si me siento en la cama


pueda manejarlo.

Me recogió sin permiso y volvió a la habitación y luego me tiró al


colchón.

Reboté un poco y luego me encogí cuando mi cuerpo magullado


gritó en protesta.

—Mierda. —Era la primera vez que lo oía jurar—. Lo siento. No


estaba exactamente... pensando.

¿Alguna vez pensaba más allá de sus modales lobunos?

—Está bien —dije con los dientes apretados por el dolor—. Estaré
bien.

—No. —Se rascó detrás de la cabeza y volvió a jurar—. Yo solo…

Se cernió sobre mí y luego se levantó en la cama. Se sentó a


horcajadas sobre mi cuerpo. Intenté no encogerme de miedo, pero él era
masivo, peligroso, letal.

Bajó la cabeza hasta mi cuello y comenzó a lamer. Y olvidé todas


las razones por las que lo estaba alejando en lugar de acercarlo.

Pasé mis manos por sus voluminosos hombros mientras el


movimiento de su lengua se movía entre los moretones en mi esternón;
con cada barrida, se sentía cada vez más fácil respirar de nuevo, y luego
su lengua giró sobre mi ombligo, y mis caderas se sacudieron de
sorpresa.

Las agarró con ambas manos, sus palmas las acunaron


suavemente antes de hundir sus dedos en mis muslos y mover su
cabeza entre mis piernas.

Esto... esto no era normal.

No fui herida en esos lugares.

No me habían violado.

Estaba lista para pelear con él, lista para morderlo si era
necesario y huir gritando, cuando sus suaves lamidas se centraron
30
alrededor de cada parte de mi muslo donde me habían cortado años
atrás, donde las cicatrices habían estropeado mis piernas como
telarañas enredadas.

Lamió más duro.

Y luego levantó la cabeza lo suficiente como para mirarme a los


ojos.

—¿Quieres que las cicatrices desaparezcan?

Qué extraña pregunta.

Fruncí el ceño y luego lentamente asentí.

—No me muerdas.

—No iba a morderte —le susurré.

—Si lo ibas a hacer —dijo bruscamente, y luego sus labios se


torcieron en lo que solo pude asumir era su versión de una sonrisa—.
Es mejor no provocar al oso, o en este caso, morder al lobo.

—Ya te dije que no me gusta la carne.

—Solo estoy medio ofendido por esa declaración —se quejó antes
de dejar caer su cabeza una vez más y apretar su lengua contra mi
núcleo.

Agarré las sábanas con mis manos.

—¿Qué demonios estás haciendo?

—Curando... —habló entre lamidas—, tus... —Otro golpe de su


lengua—, cicatrices.

Una última lamida me hizo ver una explosión de estrellas antes


de que moviera su cabeza por mi pierna izquierda como si no me
hubiera dado básicamente un orgasmo con su lengua.

Curando mis cicatrices, mi trasero.

¡Se estaba aprovechando de mí, usándome! Usando el hecho de


que estaba débil y herida para salirse con la suya, lobo enfermo...

—Tu ira no ayuda a la curación —susurró una vez que terminó


con la última herida en mi pierna. Sus ojos habían cambiado de un
negro oscuro profundo a un azul cristalino.

Tomé aliento.

31
—Tus ojos.

Se encogió de hombros.

—¿Qué hay con ellos?

Me apoyé en mis codos, la curación casi olvidada. 0

—Son como el hielo.

Se apartó tan rápido que casi me caí de la cama.

La puerta se cerró de golpe detrás de él.

Dejándome confundida, enojada, y sintiéndome usada.

Eso fue hasta que miré hacia abajo y noté que las cicatrices no se
habían desvanecido; se habían ido completamente.

32
5
Mason
Traducido por Taywong

G
de polvo.
olpeé mis manos contra la barandilla de la escalera. Se
partió en dos y luego cayó arrugada al suelo en un montón

Un sorbido sonó detrás de mí. Con un gruñido, me giré. Alex


bebía su bebida caliente, sin camisa, pantalones de cuero negro atados
bajos en sus caderas, descalzo, y su loco cabello amarillo anaranjado
caía más allá de sus hombros en un montón de luz solar.

—¿Qué? —lo dije despacio, a propósito, mostrando mis colmillos.

Sorbió más de lo que fuera que había en la taza morada de Odio a


los Unicornios y se encogió de hombros.

—Solo mirando.

—¿No tienes una mujer a la que complacer?

Él rio de eso.

—No quiero matarla con todo el placer, lobo. Está durmiendo.

—Entonces vete a cualquier otro lado.

—Ethan se va a enojar por su escalera, toda esa madera. —Se


lamió los labios—. Madera, madera, madera...

—Si tú no te vas, lo haré yo. —Me giré sobre mis talones y


atravesé el polvo hasta bajar las escaleras y entré en la cocina.

Maldita sea, le prometí que le haría algo de comer.

Mis ojos se dirigieron hacia el refrigerador mientras la indecisión


me inundaba. Mi boca se llenó de saliva.

Toda esa carne.

33
Toda esa sangre.

Agité la cabeza.

Solo cocina la carne, Mason. No lo comas crudo. Eso no es normal.


Nada de eso es normal para un lobo.

La cocina estaba benditamente silenciosa, excepto por el sonido


de ollas y sartenes golpeando la estufa mientras buscaba una sartén de
hierro fundido que soasara el bistec mignon que había visto antes
cuando estaba con juegos mentales conmigo mismo y comiendo la piña
seca que todavía probaba en mi lengua.

Abrí el refrigerador, tomé un tazón de bayas y empecé a meterlas


en mi boca. Sus dulces jugos explotaron sobre mi lengua, cubriéndola
con una dulce intensidad que me recordó su sabor. Serenity.

Diablos, qué mala suerte la mía. Ella sabía como mi fruta


favorita.

Puse los ojos en blanco y eché un poco de aceite en la estufa,


luego agarré el bistec y cerré la puerta del refrigerador solo para ver a
Cassius acercándose a mí con una expresión oscura.

Al menos tenía las alas recogidas.

Sus brazos, sin embargo, estaban cruzados como si estuviera


enojado.

—¿Puedo ayudarte? —Me ocupé del bistec mientras él caminaba


frente a la barra de granito para desayunar y luego presionaba sus
manos sobre la roca negra sólida.

—¿En qué diablos pensabas?

Me encogí de hombros y metí otra baya en mi boca. Las


frambuesas sabían más a ella que los arándanos. Hice una nota y luego
la quemé en mi cabeza e ignoré la punzada en mi pecho. Combinaba
con el dolor en mi estómago que me decía que necesitaba comer algo
más que una maldita baya.

—No tengo ni idea de lo que estás hablando. El vampiro tiene


hambre. Estoy haciendo su carne.

—Bistec. —Cassius suspiró y luego gimió—. Es un bistec. Le


estás cocinando un bistec, no le estás haciendo carne.

Me encogí de hombros.

34
—Tú también cocinaste para Genesis —dijo Cassius, el aire
crujiendo de tensión—. Es típico cocinar para el compañero...

Agarré una espátula y espolvoreé un poco de pimienta en el


bistec.

—Genesis era un humano hambriento que era alimentada por un


vampiro psicótico con un bollo de hombre.

—Al menos sé lo que realmente piensas de mí. —El olor a miel y


vainilla llenó la habitación brevemente mientras Ethan pasaba a
Cassius y se paraba a mi lado con los brazos cruzados también—. ¿Le
hiciste eso a la escalera?

Lo ignoré.

—El hecho es que... —la voz de Cassius se hizo más grave—, le


estás preparando una comida. Después de... —Aclaró su garganta.

—¿Después? —Ethan se animó—. ¿Y después de qué? ¿Qué pasó


allá arriba?

—Comenzó el proceso de apareamiento —dijo Alex.

Dejé caer la espátula y suspiré.

—¿Nadie cree en la privacidad?

—Por supuesto que no. —Ethan se encogió de hombros—. Al igual


que aparentemente nadie cree en camisetas por aquí.

Cassius miró hacia abajo.

—Estoy completamente vestido.

—Excepto él... —Ethan suspiró—, y yo. Es como si fuéramos los


únicos que entendemos que la ropa es necesaria para encajar.

—Encajo muy bien —señalé.

Los ojos verdes de Ethan me examinaron desde mis sandalias


desgastadas hasta mi pecho desnudo.

—Claro, lo que tú digas, Mason. Oye, ¿Irás a comprar piñas más


tarde?

—Muérdeme —espeté.

—Tienes mal sabor —replicó—. No es como la dulce sangre de


Genesis con...

35
—Detente. —Alex levantó la mano—. Algunos de nosotros
queremos dormir sin pesadillas.

—Yo soy la pesadilla —bromeó Ethan.

Alex le dio un lento aplauso mientras Cassius ponía los ojos en


blanco. Volví a concentrarme en el chisporroteo de la carne en la estufa.
Si me concentraba en cosas solitarias, entonces no pensaba en
Serenity: la forma en que sabía, la forma en que su cuerpo había
respondido al mío tan perfectamente, tan sin esfuerzo.

Maldita sea. Era tan tonto.

Había amado una vez.

Ya me había apareado una vez.

Y ahora estaba solo.

Rasqué mi nuca y apagué la estufa, sin darme cuenta de que la


habitación se había quedado en silencio a mis espaldas.

Me di la vuelta rápidamente.

Los tres hombres estaban mirándome como si acabara de


anunciar que me iban a salir alas.

—¿Qué?

Los ojos de Alex se oscurecieron al pararse cerca de Ethan, como


si lo estuviera protegiendo, lo cual era una locura. Ethan podría
defenderse contra cualquiera de nosotros. Las alas de Cassius brotaron
de su espalda, las pequeñas plumas completamente erguidas, listas
para disparar como flechas en mi pecho desnudo. Sus ojos eran
blancos, su piel de mármol.

—¿Chicos?

No sentía ningún peligro. Pero sí miedo. De todos menos de


Cassius. Su cabeza se inclinó, y olfateó el aire, sus ojos girando hacia
atrás de su cabeza antes de que sus ojos volvieran a la normalidad.

El aire se congeló cuando Stephanie, la compañera de Cassius y


el último Oscuro que quedaba, entró en la cocina. Arqueó las cejas y
silbó.

—Raro, Mason. Seriamente raro.

36
Alex negó con la cabeza y luego lentamente regresó a la
normalidad mientras los ojos de Ethan buscaban los míos.

—¿Podría alguien decirme qué está pasando?

—Miénteme, y te empalaré —dijo Cassius con voz amenazadora.

Es bueno saber que aún estaba de su lado bueno.

—¿Cuántos años?

—¿Cuántos años? —repetí en voz baja.

—¿Cuántos años... —se acercó lentamente—, has anhelado la


sangre?

Contuve un aliento mientras la vergüenza me inundaba. Lástima


que lo haya escondido de la única familia que he conocido.

Lástima que fuera un secreto que había guardado toda mi


existencia.

—Desde mi primera cacería —admití con una voz llena de dolor


antes de golpear el bistec en un plato, agarrar los utensilios y huir de la
habitación.

37
6
Serenity
Traducido por Yiany

M i cuerpo todavía zumbaba por el contacto de su boca. Sentí


que mi corazón se agrietaba, y no tenía idea de por qué.
¿Qué sabía yo?

Necesitaba algún tipo de sangre si iba a aumentar mi energía.


Normalmente, tenía mi pequeño departamento abastecido para
emergencias.

Bueno, esto era una emergencia.

Un pájaro pio fuera de mi ventana.

Me estremecí. Asqueroso.

La idea de matar a un pequeño pájaro inocente me hizo querer


vomitar. Era oficialmente la peor vampira en la existencia. Ni siquiera
podía matar bien. De hecho, nunca había matado antes. La mayoría de
mi clase al menos disfrutaba la caza, pero yo la odiaba. Odiaba el miedo
que veía en los ojos de las criaturas.

Además, no era como si tuviéramos que cazar. Era más un


pasatiempo para la gente, ahora que la tecnología moderna nos
facilitaba la extracción de sangre como sea que la necesitábamos.

Sobrevivíamos de la sangre y la comida, ambos ayudaban a


nutrirnos. Donde la comida mantenía nuestros cuerpos en
funcionamiento, la sangre nos mantenía jóvenes y brutalmente fuertes.
Era como tomar un medicamento que prometía visión perfecta, audición
y todo lo anterior.

Los vampiros que habían muerto eran los que querían una vida
real con humanos. No había un plazo de muerte para nuestra especie;
éramos inmortales ¿Pero el problema con la introducción de los
humanos como compañeros?

38
Hacía que los vampiros quisieran morir.

¿Por qué existir fuera de la familia que ayudaste a crear?

Mis propios padres ya no estaban vivos, eligiendo morir juntos en


lugar de vivir otros cien años.

Me habían dejado suficiente dinero para vivir cómodamente. Pero


una parte de mí se sentía... enojada.

Y una gran parte de mí creía que no había sido suficiente para


que se quedaran, que mi amor por mis padres no era ni siquiera un
destello del amor que se tenían el uno por el otro.

Odiaba todo el código inmortal.

El proceso de apareamiento significaba que ya no eras tú mismo,


sino parte de algo más grande. No entendía cómo la gente podía decir
que el emparejamiento era tan grandioso y maravilloso cuando te hacía
olvidar a tus propios hijos.

O abandonarlos.

Había sido mi trabajo planear su funeral. Hicieron un gran


problema al respecto. Mamá se había vestido. Papá había usado un
traje.

Y había tenido que sentarme allí y mirarlos marchitarse. Incluso


ofrecí mis venas, pero habían declinado cortésmente. Y luego se fueron.

Polvo.

Tragué el nudo en mi garganta cuando una visión de ellos


tomados de la mano cayó en primer plano en mi mente. La sonrisa en
sus labios... La forma en que habían muerto juntos mirándose el uno al
otro... en lugar de a mí.

Su única hija.

Me estremecí y empujé la ventana. No era buena sangre. Pero


serviría.

Enfoqué los ojos en el pájaro y lo llamé.

—Ven.

Voló al alféizar de la ventana y me miró. Era bonito, con ojos


dorados y diminutos pies pequeños.

39
Contuve un sollozo.

¿Y si tiene familia? ¿Qué pasa si lo estoy tomando de sus padres?


¿Qué clase de monstruo soy?

—Sé libre, pajarito. —Lo empujé lejos.

¿Ves? El peor vampiro jamás creado.

—Lo dejaste ir —dijo una voz ronca detrás de mí.

Claramente, me faltaba sangre si un lobo podía acecharme.


Estaba en un estado lamentable; tal vez también debería morir.

Como mis padres.

¿Para qué más tenía que vivir?

Nada.

Estaba completamente sola en el mundo, en un trabajo que


odiaba y aparentemente era un objetivo sin otra razón aparte de que
probablemente me estaba volviendo loca.

Sueños estúpidos.

Me encogí de hombros.

—No tenía hambre.

Su mirada dijo que no me creía, y cuando mi mirada se posó en el


filete, casi tiré el plato de sus manos y lo mordí sin usar el tenedor.

—Te lo dije. —Sonrió con complicidad—. Siéntate, y lo cortaré.

Fue fiel a su palabra. El gran lobo atemorizante literalmente cortó


el bistec en pequeños trozos, como si no tuviera la boca llena de
colmillos, lista para castigar la carne.

Terminó, luego enterró el tenedor en la carne y me lo tendió.

—Bocados pequeños. No te apresures. No quiero que te enfermes.

¿Así que ahora le importaba?

Con una mano temblorosa, tomé el tenedor y luego metí la carne


en mi boca. Gemí y cerré los ojos. Cuando los abrí, me miraba con tanta
intensidad que me sentía avergonzada.

—Lo siento, ha pasado un tiempo.

40
—¿Desde qué has comido?

—Desde que he tenido buena carne —admití—. Nadie sabe


cocinarla bien. Fui vegana hace años.

—Una vergüenza.

Se lamió los labios mientras su cuerpo parecía crecer ante mis


ojos. Tal vez porque estaba sentado muy cerca de mí, pero algo en él se
veía diferente, alterado y muy ajeno. No había conocido a muchos
hombres lobo; todas las razas típicamente eran muy reservadas.

El consejo inmortal se aseguraba que las peleas fueran mínimas.

Y como estaba literalmente en su casa principal bajo su


protección, solo podía suponer que este lobo era El Lobo, el que
mantenía a las manadas a raya.

Demonios, lobos, vampiros, ángeles, era impresionante, nuestro


pequeño mundo divertido e inmortal.

La noticia en la calle había sido que los demonios de alguna


manera estaban encontrando sus almas. Que había una diosa elfa que
los había liberado.

Parecía un montón de mierda hasta que vi a un demonio de ojos


azules en un bar la semana pasada que realmente me saludó con la
mano y luego besó a una humana en la boca sin matarla.

Estaba tan perdida en mis pensamientos que no me di cuenta que


había terminado todo el filete. Me di una palmadita en el estómago.

—Gracias. Estaba hambrienta.

—Tu estomago fue ruidoso. Créeme, toda la casa era consciente


de tu estado patético. Los vampiros necesitan comida tanto como
necesitan sangre. La carne ayuda a reparar los glóbulos rojos y
mantiene su cuerpo funcionando al máximo. Combina eso con tus dosis
diarias de sangre, y estarías bien para irte para el final de la semana.

Tragué saliva.

Quiero irme, ¿verdad?

¿Por qué la idea de irme hizo que me doliera el pecho?

Tomó el plato de mis manos y se puso de pie.

—Regresaré para revisarte. Ve a dormir.

41
Y eso fue todo. La puerta se cerró con un clic detrás de mí. El
pájaro regresó a mi ventana y me quedé preguntándome si siempre
estaría en este estado.

Sola.

Deseando más de lo que tenía.

Y maldiciéndome por preguntarme si hubiera sido algo horrible si


me hubieran dejado morir.

42
7
Mason
Traducido por Taywong

L avé el plato, limpiándolo con un trapo por lo menos una


docena de veces antes de volver a colocarlo en el armario. No
estaba seguro de cuántos minutos tenía mirando el espacio vacío de la
cocina.

Hasta que una onda de conciencia corrió desde mis manos hasta
mis pies descalzos. Los hechizos siempre sucedían de esta manera,
como si estuviera poseído por algún tipo de monstruo dentro que
necesitaba ser alimentado, lo exigía.

—Bebe —susurró.

Apreté los dientes y agarré el mostrador con las manos mientras


las garras comenzaban a brotar de mis dedos, cavando en el granito
duro como si fuera polvo.

Normalmente, podía controlar el impulso.

Siempre lo había hecho.

Esta vez, no.

Esta vez, sentí que la sangre cubría mi lengua, el sabor del


éxtasis que se acumulaba en mi cuerpo.

—Cesa. —Una voz retumbante vino como una cachetada.

Mis garras retrocedieron y miré al rostro de Cassius.

Con un suspiro inclinó la cabeza.

—No puedes luchar para siempre.

—Puedo —espeté con dientes apretados—. Soy débil por su culpa.

43
—Entonces continúa el proceso de apareamiento. Tú y yo
sabemos que ya empezaste en el momento en que decidiste curarla por
segunda vez. Cada vez que la lames, el vínculo entre ustedes se
intensifica. Esto no es un fuego que puedas controlar. Es un fuego que
te quemará vivo.

—No.

Ignoré la necesidad de subir las escaleras y amarla, aparearme


con ella, hacerla entender que esta cosa depredadora entre nosotros era
más que una simple curación. Me estaba mintiendo a mí mismo si creía
lo contrario. Elegí la mentira.

Él suspiró.

—Lobo testarudo, te aparearás con ella. Dejarás de ignorar tu


destino.

—Mi destino ya ha pasado —susurré con emoción—. Murió en el


momento en que ella lo hizo.

—Ella... —Se inclinó hacia adelante hasta que estuvimos cara a


cara, hasta que pude sentir los antiguos secretos que sus alas
susurraban en el aire—, no era tu destino.

Con eso, se fue y me dejó enojado, confundido y casi muerto de


hambre.

Busqué más bayas y gruñí con asco mientras Ethan entraba con
una bolsa de sangre y una cruel sonrisa en sus labios.

—Nos vamos por unos días.

—¿Nos? —repetí—. ¿Tú y Genesis? ¿Los gemelos?

—Nosotros, como en el consejo. Cada uno de nosotros está


regresando a sus respectivas... raíces para advertir a los diferentes
inmortales de lo que está por venir. La guerra acaba de empezar.
Tenemos ángeles caídos por todas partes tratando de decidir por qué
lado quieren luchar, y el más malvado de todos ha regresado al abismo
para jugar a las casitas. Diría que es hora de advertirles, ¿no?

No podría discutir esa lógica.

—Los lobos también necesitarán saber... —La voz de Ethan se


calló.

—Deja que Cassius les diga.

44
—Imagino que te preferirían a ti —dijo Ethan en voz baja.

La compasión en sus ojos no ayudaba.

Ni el dolor hueco en mi estómago cuando pensaba en mi manada,


en mi gente, en las miradas en sus rostros cuando me alejé y juré no
volver nunca más.

Mi vergüenza era demasiado grande.

La carga insuperable.

—Tres noches. —Ethan estaba hablando de nuevo—. ¿Crees que


puedes evitar que la casa se queme?

—Haré un esfuerzo —intenté bromear, pero sonó desanimado en


mis propios oídos. Estaba intentando con demasiada fuerza fingir que
no me dolía. Siempre dolía.

—Es todo lo que puedo pedir. —Ethan guiñó el ojo y entonces, al


igual que había aparecido Cassius...

Se habían ido.

Completamente solo.

La soledad solía ser mi paz, mi... serenidad.

Me alejé del mostrador mientras gritos ahogados caían de mi


boca. Serenity. Se había ido. Mi consuelo en mi soledad había
desaparecido2.

Reemplazado por...

Ella.

2
N.T. Serenity en español significa serenidad, y es ahí donde hace el juego de
palabras.

45
8
Mason
Traducido por Taywong

M e paseé en la sala de estar, mis pies descalzos crujiendo


sobre el piso de madera dura. Cada pocos minutos miraba
al techo y me preguntaba si ella estaba durmiendo, si sufría.

Una lamida más.

Podría curarla completamente.

Me costaría todo hacerla sentir bien.

Y nunca había estado en el negocio de lamer a un vampiro cuya


idea del juego previo incluía chupar mis arterias.

Mi cuerpo se sacudió por la necesidad de atención.

Maldita sea.

Era un lobo.

Y, sin embargo, la idea de sus labios presionados contra mi pulso,


la sensación de mis dientes clavándose en su carne, tuvo un efecto tan
vertiginoso en mi equilibrio que tropecé con la alfombra y casi caigo de
bruces contra el sofá de cuero negro.

Vampiros.

Me hallaba a medio camino entre la paranoia y la sed de sangre;


al menos eso era lo que sentía, esa loca necesidad de subir las escaleras
y hacer algo impensable.

¿Qué demonios hace que mi familia piense que soy capaz de


controlarme sin que alguien vigile cada uno de mis movimientos?

Tal vez eso era parte de su plan.

Nadie estaba aquí para detenerme.

46
Nadie más que yo.

Demonios, estaría mejor encadenado en el sótano.

Mis pensamientos se animaron. Ahora, esa era una idea sólida


que nació de la necesidad de mantener mi cuerpo, mi lengua, mi boca
lejos de la única mujer que lo tomaría todo, y rehusarse a devolverlo.

Estaría perdido para mí mismo.

Ella estaría perdida para mí.

Y ya no sabía cómo ser un nosotros, tal vez nunca lo supe. Había


sido un compañero horrible para empezar. ¿Qué clase de pareja soñaba
con otras mujeres? Amaba a mi pareja humana.

Pero ella había sido frágil.

Siempre en un estado constante de miedo cada vez que nos


uníamos, miedo de matarla con un movimiento de mi muñeca porque
no era lo suficientemente precavido.

Sería difícil herir a un vampiro.

Sacudí la idea cuando llamaron a la puerta. Mis oídos se


agudizaron para oír lo que había en el otro lado.

Latidos del corazón.

Rápido.

Incluso respirando.

Olfateé el aire y luego puse los ojos en blanco mientras caminaba


hacia la puerta y la abría de un tirón.

Timber me sonrió con dientes blancos y ojos azules


espeluznantes.

—Solo comprobando a mi viejo amigo.

Casi le cierro la puerta en la cara.

—Nunca hemos sido amigos.

Dio un paso por encima del umbral y abrió bien los brazos.

—Bien. Cassius dijo que ibas a perder la cabeza y matar a un


vampiro o follarte a uno. Tenía que verlo por mí mismo.

47
—Odio a los demonios —murmuré en voz baja mientras regresaba
a la sala de estar para dar un paseo, para torturarme.

Timber extendió su enorme cuerpo en el sofá y suspiró


complacido.

—¿Es bonita? —Olfateó el aire—. Huele muy bien.

Tenía mi mano en su garganta antes de que pudiera detenerme,


apretando con la intención de una buena muerte—sangre—aunque la
sangre de demonio sabía a culo. Me preguntaba si la de Timber sería
diferente ya que había sido salvado por la compañera de Alex, el último
elfo que quedaba y el único inmortal capaz de devolverle la vida a los
condenados.

Sentí que mis colmillos se alargaban mientras mi boca se llenaba


de saliva.

Pelo oscuro cayó sobre el rostro esculpido de Timber mientras la


confusión reemplazaba su sonrisa.

—¿Te has mirado en un espejo recientemente?

—¿Por qué la gente sigue comentando sobre mi cuerpo? —gruñí,


soltando su garganta y empuñando mi mano mientras mis garras se
clavaban en la punta de mis dedos como si no hubieran estado
arañando y picando por rasgar la carne.

Timber ni siquiera frotó su cuello. Simplemente me examinó de


nuevo como si fuera un rompecabezas complicado que necesitaba ser
resuelto.

—A riesgo de ahogarse de nuevo... —Sus cejas se elevaron—, tú


eres... otro.

—¿Otro? —repetí—. ¿Qué demonios significa eso?

Sin avisar, atacó con una mano y me golpeó en el rostro tan


fuerte que todo lo que vi fue sangre; todo lo que quería era su muerte.

Se alejó y saltó detrás del sofá riéndose.

—Bueno, bueno, bueno, bueno, ahora sé por qué Cassius quería


que te vigilara. Eres una bomba de tiempo, ¿no?

—No soy una bomba. Soy un lobo. —Señalé lo obvio, con la


esperanza de desviar más preguntas que no sabía cómo responder.
Como por qué podía oír el silbido de la sangre en su cuerpo mientras

48
bombeaba desde su corazón hasta sus extremidades, y por qué, si
miraba lo suficientemente cerca, podía oír los susurros de la sangre
mientras se comunicaba con el resto del cuerpo.

Timber dejó de caminar y se giró, mirando por encima de su


hombro.

—Deberías alimentarte antes de que sea imposible de controlar.

Puse los ojos en blanco.

—Tengo eso cubierto. Comí suficientes bayas para hacer feliz a un


oso gordo, y voy a cazar más tarde.

—¿Cazar? —Esto pareció animarlo—. ¿Te das cuenta de que es


ilegal cazar humanos?

—¿Humanos? —reí—. Estoy buscando piñas.

Se puso una mano en la frente como si le estuviera dando dolor


de cabeza.

—Piñas. —Asintió—. Sí, hazme saber cómo te va con eso. Y


recuerda lo que te dije. Necesitas alimentarte. —Se dio un golpecito en
el costado del cuello—. Preferiblemente no sobre mí cuando te moleste
de nuevo.

—Ya quisieras —escupí.

Guiñó el ojo.

—Tienes las garras de un gatito, Lobo. Me imagino que harías


cosquillas.

Me moví hacía él.

Se tambaleó hacia atrás y luego negó con la cabeza.

Vete, dije mentalmente. Solo. Vete.

Volvió a negar con la cabeza y luego me miró fijamente.

—Cuidado con esos pensamientos, Lobo.

Parpadeé confundido.

—¿Mis pensamientos?

—Esto va a ser una tormenta de mierda —murmuró más para sí


mismo que para mí—. Alimentar, aparearse y unirse a las filas para

49
ayudarnos a luchar contra Los Vigilantes. —Me señaló con el dedo—.
En ese orden.

—Los Vigilantes se están comportando... —suspiré—, por ahora.

La madera gimió.

—¡No sabes nada, Lobo! Tenemos diez de los antiguos ángeles


caídos corriendo alrededor de una sociedad moderna con todas sus...
tentaciones... y ¿crees que el problema disminuirá? ¿Te das cuenta de
que los Originales estuvieron en una montaña durante años
simplemente observando la vida en lugar de participar en ella? ¿Y crees
que nos van a escuchar a pesar de que los liberamos? ¿Qué
renunciarán al poder que tienen aquí? —Abrió sus brazos
ampliamente—. ¡Mira a tu alrededor! ¡Serían considerados dioses!

—Blasfemia —escupí—. Los inmortales fueron colocados aquí


para proteger a los humanos de ese mismo pensamiento. El concejo...

—Exactamente —acordó Timber—. El consejo está luchando una


guerra que no podemos ganar a menos que estemos juntos. ¡Diablos,
tengo a la esposa de Alex conmigo restaurando las almas de los
demonios en los callejones! Todo esto, mientras miras tus patéticas
piñas y te concentras en todas las cosas que han ido mal en tu vida y
en todas las razones de tu incapacidad para vivir. ¿Sabes? —Apretó los
dientes—. ¿Tanto quieres morir? ¿Te sientes tan mal por ti mismo?
Pídele a Cassius que te mate. Mejor aún, pídele al Elegido que se lleve
tu alma. Eres la cáscara de un lobo, la cáscara de un hombre, y no
mereces otro aliento desperdiciado. —Se volteó y cerró la puerta detrás
de él.

Me quedé ahí parado, aturdido.

La vergüenza llegó rápidamente.

Porque el demonio tenía razón.

Había ayudado a salvar a Alex. Ayudé a salvar a Hope después de


que Alex me rogara, pero solo porque era una amiga. Los humanos sin
cerebro que se movían por el mundo no tenían ni idea de lo que se
avecinaba, y francamente no me importaba.

Porque yo estaba sufriendo.

Porque me tenía miedo a mí mismo.

50
Miedo incluso de mirarme en el maldito espejo y ver las señales
que todos los demás habían estado viendo en los últimos dos días.

Temblé con el recuerdo de su cuerpo ensangrentado.

Y cuando mi lengua tocó la sangre en un esfuerzo por sanar, una


voz retumbante gritó en mi cabeza.

—Despierta.

Tal vez el monstruo no estaba fuera de la casa. Tal vez yo era el


monstruo.

Tal vez era a mí a quien deberían temer.

51
9
Serenity
Traducido por Taywong

E staba perdiendo la cabeza, o Mason estaba afuera aullando a


la luna. En una maraña de sábanas, finalmente me levanté
de la cama y caminé hacia la ventana. Se hallaba de pie en los mismos
vaqueros gastados que antes, solo que esta vez estaba completamente
descalzo cuando la luna le iluminó el rostro con un resplandor
plateado.

Era como si estuviera creciendo ante mis propios ojos. No era una
experta en lobos, pero incluso sabía que permanecían del mismo
tamaño durante toda su vida inmortal. Los lobos no crecían con la
edad.

Y, sin embargo, él definitivamente aumentaba de tamaño.

Esta mañana había sido al menos cinco centímetros más bajo que
cuando me trajo su bistec. Sus bíceps, aunque antes eran
impresionantes, ahora se estiraban y se tensaban contra su piel como si
se estuvieran muriendo por atravesarla. El aire de la noche le frotaba el
cabello a través de sus afilados pómulos.

Cada centímetro de piel apenas contenía un arsenal de músculo


que era tan impresionante que era difícil apartar la vista.

Me tragué un “Guau”.

La cabeza de Mason se movió hacia la ventana.

Me quedé completamente paralizada.

Sus oscuros ojos se fijaron en los míos, y luego muy lentamente


se aclararon hasta volverse azul hielo. Otro truco de lobo que nunca
había visto antes, no es que saliera con sus manadas.

Empezó a caminar de regreso hacia la casa. Pude sentir el


corazón en la garganta mientras sus pesados pasos se desviaban por

52
las escaleras y finalmente bajaban por el pasillo hasta que la puerta de
mi habitación se abrió de par en par, y él se agachó dentro.

Su desgreñado cabello besaba sus hombros mientras se dirigía


hacia mí lentamente, con cautela, como si yo fuera el peligro, no él. El
músculo se estiró sobre su abdomen y estómago, brillando de sudor.

Tragué y luego susurré:

—No quise interrumpir lo que sea que estuvieras haciendo. Yo


solo... te oí.

Frunció el ceño.

—¿Me escuchaste?

Me sentí tan estúpida.

—Con un aullido.

Rompió en una sonrisa.

—No se llama aullido. Se llama cantar.

Entrecerré mis ojos hacia él.

—Pero... suena como un aullido.

Sonrió un poco más, haciéndome sentir cálida por dentro en vez


de asustada, sola.

—Para un vampiro, suena como un aullido, una técnica de


intimidación protectora. Suena igual para los humanos. ¿Pero a los
ángeles? ¿Las estrellas? ¿O nuestras propias manadas? Suena como...

Parecía perdido en un sueño mientras su rostro se iluminaba con


una sonrisa.

—... suena como la canción de la salvación.

—¿Es siempre la misma?

—Siempre. —Se encogió de hombros—. El aullido, como tú lo


llamas, fue transmitido a los lobos inmortales, un don de nuestro
Creador, una forma de crear protección sobre nuestras manadas y
jóvenes mientras que le daba la gloria por ello en primer lugar. Es
nuestro grito volver a las estrellas, nuestro agradecimiento. Es la
historia de nuestro principio y la historia de nuestro fin. —Bajó la

53
mirada, cerrando sus ojos—. Ha pasado mucho tiempo desde que mi
canción se unió a otras.

Extendí la mano, lo pensé dos veces, y luego me aventuré y


presioné con una mano su brazo y luego apreté.

—¿Por qué?

Miró hacia abajo a mi mano, la confusión estropeó su frente antes


de poner una mano sobre la mía y luego, muy lentamente, pasó su
pulgar por mi piel.

Me estremecí.

—Soy su líder, pero descubrí que no podía seguir el camino que


necesitaba cuando mi compañera murió. Dejé a mi segundo al mando.
Es mejor así.

Cerré los ojos y escuché como su sangre rugía a la vida bajo mi


tacto, casi como si tratara de escapar de su cuerpo y unirse a la mía.
Nunca había sentido la sangre de otra persona tan fuerte, como una
cuerda invisible debajo de la piel esperando para agarrarse.

Mientras el silencio se extendía, pude concentrarme más y más.

La sangre empezó a cantar “Rey, Rey, Rey, Rey” como antes.

Dejó de pasar su pulgar por la piel.

Abrí los ojos justo cuando un último canto cayó de la sangre.

—Tuyo.

Quitó la mano y se alejó, sus ojos buscando en los míos con una
intensidad para la que no había sido preparada.

—¿Qué has oído, vampiro?

—Rey —dije honestamente—. Tu sangre dice Rey.

Sacudió su cabeza abruptamente; sus ojos se volvieron a


concentrar en la luna como si eso le ayudara con la pesadez que llevaba
consigo como una cicatriz de batalla.

—¿Qué más?

—¿Qué te hace pensar que hay más? —pregunté con cautela.

Tragó.

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—Nada. —Negó con la cabeza—. No es... nada. Deberías dormir.
Te veré más tarde...

—¡Espera!

Se dio vuelta.

—¿Sí?

—¿Puedo bajar a ver una película o algo? Me estoy volviendo un


poco loca aquí arriba. —Sabía que era una posibilidad remota. Al tipo le
gustaba estar solo, y aparentemente, aullarle a la luna era su
pasatiempo favorito.

Esperé.

Me miró de arriba a abajo y luego se mordió firmemente el labio


inferior antes de meter el cabello detrás de sus orejas en obvia
irritación.

—Bien.

Fue más un ladrido que una palabra, pero estaba tomando lo que
podía conseguir cuando se trataba de él, y me sentía desesperada por
dejar mi cama. Además, tenía toda una temporada de Outlander para
ver.

Acababa de empezar la última temporada cuando me quedé


dormida y luego fui atacada de alguna manera mientras buscaba al
hombre que me había llamado.

Me estremecí y seguí a Mason fuera de la habitación, midiendo


lentamente cada paso que daba a medida que una mueca de dolor me
sacudía con cada movimiento.

Haría cualquier cosa por sangre.

La sangre arreglaría esto.

La sangre me haría sentir mejor.

Sentí que mi visión se nubló justo cuando los fuertes brazos de


Mason me envolvieron. ¿Por qué no me ofrecieron sangre? Ethan era
uno de los vampiros más antiguos del mundo; tenía que saber que yo
necesitaba sangre.

¿Por qué no se me había ocurrido nada de eso antes?

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Mason gruñó y me colocó en un suave sofá de cuero y luego
señaló a una manta.

—Genesis lo llama manta. No sé por qué diablos una toalla de piel


se llama manta, pero si tienes frío, puedes usarla.

Quería recordarle que los vampiros rara vez se enfriaban cuando


otro temblor me destrozó el cuerpo, recordándome una vez más que mi
lado de vampiro no había sido el mismo desde que Mason me había
lamido.

—¿Está Ethan aquí? —pregunté en voz baja.

Me fulminó con la mirada totalmente.

—¿Por qué necesitarías a Ethan? Se ha apareado.

—¿Qué tiene que ver eso? —dije molesta—. Pensé que como es un
vampiro, conocería a mi ne...

Me detuve cuando Mason se abalanzó delante de mí y agarró mi


barbilla entre sus dedos.

—¿Necesidades? ¿Crees que puede medir tus necesidades? ¿Estoy


haciendo un trabajo tan horrible?

—Estás enfadado —susurré, lágrimas llenando mis ojos—. ¿Por


qué estás enfadado?

Sus fosas nasales se ensancharon.

—¿No estoy haciendo un buen trabajo para ti? ¿Qué más podrías
necesitar? Te di de comer. Te di una manta. ¡Te puse cómoda y curé tus
cicatrices! —Cada palabra salía más fuerte que la siguiente hasta que
su cuerpo estaba tarareando con una agresión apenas reprimida.

Instintivamente, traté de alejarme.

Solo se aferró a mí más fuerte.

—¿Qué. Necesitas? —repitió.

—S-sangre.

Sentí vergüenza. No sabía por qué. Tal vez fue porque me sentía
débil, y lo odiaba; tal vez otra parte de mí no quería parecer
dependiente. Pero era una forma de vida, y era lo que me ayudó a dar
vida.

56
Bajó mi barbilla inmediatamente y se tambaleó hacia atrás.
Pensarías que le había dicho que el hombre del saco existía y que vivía
en mi cabeza.

—¿Mason?

Negó con la cabeza y luego reprimió una maldición tan fuerte que
mis oídos sonaron antes de que se alejara, y por el sonido del mismo,
estaba rompiendo cosas en la cocina.

Las lágrimas llenaron mis ojos hasta que lo oí volver.


Rápidamente limpié mis mejillas y tiré la manta sobre mi cuerpo, no
solo para que pareciera que estaba cómoda, sino también para poner
una barrera entre nosotros.

Como si una manta de piel haría cualquier cosa si quisiera saltar.


Era un corderito débil comparado con su estatura de oso.

—Aquí. —Empujó un vaso en mi dirección, haciendo que parte del


contenido se deslizara sobre el borde y sobre su mano.

Sangre.

Bajó la mirada, su respiración pesada.

—¡Tómala, maldita sea!

Agarré el vaso antes de que se derramara, notando cómo le


temblaba la mano mientras la sangre goteaba por las yemas de sus
dedos. Sus ojos volvieron a brillar de azul, y luego se apoyaba contra el
manto de la chimenea. Tenía miedo de que fuera a partirlo por la mitad.

—Bebe —dijo con una voz grave que no se parecía en nada a él.
Sonaba más bestia que hombre.

Tomé la sangre, trago tras trago; su sabor era como un tónico


espeso para mi alma mientras me curaba de adentro hacia afuera,
tejiendo cosas que habían sido rotas y adormeciendo el dolor que había
sido debilitante durante dos días.

Puse cuidadosamente el vaso sobre la mesa.

—He terminado.

Exhaló y se giró; sus ojos azules se fijaron en los míos.

—¿A qué sabía? —Su voz era aún animal por naturaleza, sus ojos
enloquecidos. Si no lo hubiera sabido mejor, habría pensado que
estaba... excitado... lo que debería haberme aterrorizado; en cambio,
57
sentí calor por todas partes mientras su mirada recorría la manta de
arriba y a abajo como si pudiera verme debajo, ver mi piel.

—Bien. —La palabra finalmente cayó de mis labios manchados de


sangre—. Sabía bien. Gracias.

Inclinó la cabeza y miró el vaso.

¿Él la quería?

Le fruncí el ceño.

Negó con la cabeza, agarró el control remoto y lo lanzó al sofá.

—Enloquece. —Empezó a alejarse.

—¡Espera! —¿Por qué estaba llamando al monstruo de nuevo a la


habitación?—. Um, ¿dónde están todos?

Se puso rígido.

—El consejo está fuera de servicio por unos días. Solo somos tú y
yo.

No pude evitar el trago, al igual que él probablemente no pudo


evitar la mirada de dolor que apareció en su rostro cuando me miró a
mí y al vaso de nuevo.

—Entonces, ¿te quedas y ves Outlander? —ofrecí.

—¿Out qué er? —repitió—. ¿Es una película?

Me quedé boquiabierta, indignada.

—¡Es solo el mejor programa de la tele!

—American Ninja Warrior es el mejor programa de televisión —


argumentó—. Maldito Ethan, ni siquiera me dejaría hacer la prueba.

Tapé mi boca con la mano para mantener la risa.

—Matarías a los concursantes o serías demasiado pesado para los


obstáculos.

Su cabeza giró abruptamente en mi dirección.

—¿Me acabas de llamar gordo?

Mis cejas subieron.

—La única parte gorda de tu cuerpo es probablemente tu cabeza.

58
—Gracias. —Aparentemente, el sarcasmo se le escapó cuando
aceptó el cumplido y luego dejó salir un pequeño gruñido-risa a
medias—. Me llamaste cabeza gorda. —Su sonrisa creció—. Vampiros,
tan maduros...

—Oye, tú eres el que anda por ahí haciendo berrinches y


rompiendo cosas y luego enfadándote conmigo un minuto y... —Tragué
cuando sus ojos brillaron y luego se fijaron en los míos.

Mierda.

—No estoy enfadado contigo —dijo finalmente, mirando hacia otro


lado.

—Entonces, ¿con quién estás enfadado?

—Todo lo demás. —Se sentó lejos de mí y asintió hacia la


televisión—. Muéstrame a este Outlander. Yo decidiré qué es mejor.

—¿Y si es mejor?

Una sonrisa de suficiencia reemplazó su ceño fruncido.

—Si es mejor, entonces tú ganas, y yo te cocino bistec otra vez. Si


no es mejor, yo gano y tú vienes a cazar conmigo.

—Trato hecho. —Extendí mi mano.

La miró fijamente durante al menos tres segundos antes de


agarrarla, empequeñecida por el tamaño de su mano, y dándole una
sacudida. No me soltó; en cambio, me tiró más cerca de él hasta que
casi me abro de pierna sobre su regazo y luego tocó su nariz contra mi
cuello e inhaló.

Frotó su cabeza contra la mía y me habló suavemente al oído.

—Así es como los lobos hacen apuestas.

Tragué y susurré roncamente:

—Tomo nota.

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10
Mason
Traducido por Mary Rhysand

L e acaricié el cuello.

Era un rarito.

Olía, bien… Sana.

Le toqué la barbilla con mi nariz mientras mi boca se hacía agua


con la necesidad de perforar carne.

Me aparté y sacudí mi cabeza, mi cabello rebotando en las


mejillas tan fuerte que probablemente lucía medio loco.

Sus ojos se enfocaron en mi boca.

Me lamí los labios instintivamente.

Con la expresión aturdida, ella parpadeó y luego frunció el ceño.

—Hueles… diferente.

—¿Ahora huelo? —Ligeramente la alejé de mí—. No eres la mejor


dando cumplidos, vampira. —Asentí hacia la tele—. Acabemos esto.
Tengo una cacería de la que hacerme cargo.

Me entrecerró los ojos antes de dirigir su atención al conjunto y


presionar un botón en el control remoto.

—Comienza el juego. —Se alejó de mí.

Sentí la distancia en mi alma. Como si acabara de poner esta


barrera invisible entre nuestros cuerpos. Respiré profundo para aliviar
el dolor, para ayudarme a calmarme.

Pero me ardía la sangre debajo de la piel.

Demandaba prestarle atención.

60
Y justo cuando la pantalla cambió a música, sabía demasiado
bien que esa música me recordaba a hace tantos años cuando nací. Caí
en un trance familiar…

—¡Llévatelo! —gritó mi madre—. ¡Aléjalo de mí!

—Seremos asesinados por esto —susurró padre gravemente—.


Nadie debe saber, ni siquiera Sariel.

—¡Él lo ve todo! —Madre lloró sobre mi cuerpo.

Sangre. ¿Por qué había tanta sangre?

Destellos de luz me quemaron los ojos.

—Era la única forma, mi amado.

Con un llanto, se tiró sobre mi pequeño cuerpo.

—Será más fuerte que nosotros. Será más fuerte que todos ellos.

La luz destelló a través de mis ojos. Lo que había sido solo


oscuridad se volvió un destello brillante mientras el sol envolvía mi
cuerpo. Me lancé hacia mi madre.

Mi padre me retuvo.

Era dos.

Vi sangre roja.

Sentí sus pulsos.

Sentí sus corazones.

Quería rasgarlos con mis dientes.

—¡Hijo! —Padre me sostuvo tan fuerte que mis pulmones ardían—.


Debes controlar la lujuria.

Grité. Peleé contra él.

Solo quería.

—Hijo, si no te controlas, matarás a todo aquel que ames.


Destruirás tu vida antes de que incluso comience. Debes aprender el
autocontrol.

Entendí las palabras.

Los hombres lobo hablaban a la edad de un año.

61
A los dos, se esperaba que cazáramos.

Le di a mi cabeza una sacudida.

Un sonido retumbante estalló en mis oídos, y los cubrí con mis


manos y grité mientras el arcángel Sariel entraba en la carpa.

Miró a mis padres.

Y finalmente a mí.

—Ya no es su hijo. —Los ojos de Sariel se pusieron blancos—. Es


de los otros. Si se queda, los asesinará. —Giró su atención hacia mí—.
¿Qué escuchas?

—¡Sangre! —rabié.

Presionó una mano en mi frente.

—¿Y ahora?

—Siento sueño. —Bostecé.

Me cogió en sus brazos y miró por última vez a mis padres.

—Su castigo por lo que han hecho. Se quedarán en este estado


hasta que él tome una decisión.

—¡Mi bebé! —lloró Madre—. ¡Regrésalo!

—¡Silencio! —Sariel ondeó sus manos, e inmediatamente nada


salió de su boca aun en movimiento—. Conocen el costo de crear.

—Él es nuestro. —Papá se enderezó—. Hicimos un pacto…

—¡Sé exactamente lo que han hecho! —rugió Sariel—. Han tomado


el asunto en sus propias manos porque les falta confianza. Por lo tanto,
tomaré lo que es más importante para ustedes antes de que sufran las
consecuencias de su sangre.

No entendí.

No quería entender.

¿Qué me hicieron?

Me sentía normal.

Excepto por el ardor en mis pulmones… el sabor seco en mi boca…

62
Mientras Sariel me llevó lejos, vi lágrimas llenar los ojos de mi
madre. Todo lo que seguía pensando era que no los volvería a ver de
nuevo. Nunca conocería el amor de nuevo.

Mi madre corrió detrás de Sariel y le entregó una bolsa.

Dentro había bayas y piñas.

—Nos encontraremos de nuevo. —Papá asintió hacia mí—. Cuídate,


hijo.

Mi visión falló.

Ese era el último recuerdo de mis padres juntos.

De Escocia, de la forma en como solía ser, con los dos sonriéndome.

Del largo castillo y suelos alrededor donde vampiros e inmortales


vivían y se protegían unos a otros.

Jadeé por aire mientras la música se detenía, y el espectáculo


empezaba a reproducirse ante mis ojos.

Era doloroso ver el escenario. Casi podía oler el brezo.

Aparté la mirada.

—Apágalo.

Serenity frunció el ceño.

—Pero acaba de empezar…

—¡Dije apágalo! —Salté y pateé la mesa de café; el vaso cayó al


suelo con una explosión cuando diminutas gotas de sangre se
extendieron sobre la madera dura.

Respiré con fuerza mientras Serenity se quedó inmóvil a mi lado.

Podría haber jurado que el mundo se inclinó sobre su eje cuando


observé las tres gotas, ni siquiera lo suficiente para hacer un desastre;
al limpiarla con un trapo, era una espiral descendente, la forma en que
tres gotas me tentaban más que el vaso de sangre.

Débil.

Era tan débil.

Retrocedí justo cuando Serenity se puso de pie.

—Lo limpiaré.
63
Mi lobo aulló con indignación.

Así era como lo llamaba.

Porque me rehusaba a creer que había algo más viviendo dentro


de mi cuerpo, empezando a liberarse.

Yo era malo.

Un monstruo.

Mi propia compañera me había dicho que era demasiado pesado


para acostarme con ella después de haberla lamido hasta secarla,
después de haberla complacido.

Si alguien que me amaba me temía, temía mi forma de ser en las


humeantes angustias del sexo, por la forma en que mis colmillos
apuntaban de manera diferente a otros de mi clase, por la forma en que
preguntaba si podía morderla, suplicaba incluso…

¿Entonces donde dejaba eso a Serenity?

Una extraña.

¿Dónde me dejaba eso a mí y a mi lugar en el mundo?

Me castigaba muy bien por mis monstruos.

Nunca me di cuenta de que llegaría el día en que no se retiraran,


cuando no escucharan, cuando de repente no me importaría que se
liberaran y me destruyeran a mí ya todos los demás a mí alrededor.

Mientras más duraba en ese lugar…

Mirando a esa sangre…

Más anhelaba la sangre, más allá de toda razón.

Más quería lamer la sangre y luego cambiar mi atención a


centímetros del puso palpitante del cuello de Serenity.

—Mason… —Mi nombre se sintió como un susurro de sus


labios—, cálmate.

—Nunca… —Apreté mis puños cuando las garras comenzaron a


liberarse—, le digas a un lobo que se calme cuando tiene hambre.

Presionó una mano en mi hombro.

64
No me aparté. Mi pulso se calmó, instantáneamente. Fruncí hacia
la sangre.

—¿Cómo hiciste eso?

—¿Hacer qué?

—¿Qué desapareciera?

—¿No lo entiendo? —Movió su mano.

La rabia regresó.

Adrenalina bombeó a través de mi sistema.

Correr. Necesitaba correr.

Antes que pudiera seguir pensando en la sangre, en su toque, en


lo que significaba esto, me di vuelta y corrí fuera de la casa.

A través de los árboles.

Cogiendo velocidad.

Hasta que mi lobo se liberó.

Hasta que me quité mi piel humana como si fuera un disfraz de


Halloween y me transformé en un lobo del tamaño de un pequeño
Honda.

Sabía lo que la gente pensaba cuando veían mi transformación.


Un lobo negro con ojos negros y grandes dientes.

Hice mi camino hacia el rio y me incliné para beber agua.

Solo que, cuando vi mi propio reflejo, hice una doble toma.

Mi pelaje.

No era negro.

Era rojo sangre.

Mis ojos negros.

Y como si viera a un extraño por primera vez, mi lobo sonrió como


sabiendo un secreto.

El miedo amenazó con alcanzarme.

Ya no tenía el control de mí mismo.

65
Intenté dejar de sonreír.

Me dije a mí mismo que apartara la mirada.

Perdí.

66
11
Serenity
Traducido por Yiany

N o pensé en nada cuando Mason no regresó de inmediato.


Pero después de cinco horas, comencé a preocuparme.

No ayudó que oscureciera, y que me encontraba en una casa


extraña, sola. Una casa donde no estaba segura que pudiera
permanecer oculta y/o protegida de lo que había intentado matarme la
otra noche.

Cuanto más lo pensaba, más acercaba la manta a mi cuerpo,


tentada a arrojarla sobre mi cabeza como si pudiera hacerme invisible.

El reloj dio las diez y casi me sacó del sofá en un ataque de


miedo. Era un vampiro, por el amor de Dios.

Podía defenderme sola.

Simplemente no quería tener que hacerlo.

Y no me encontraba exactamente en la mejor práctica para hacer


algo más que lanzar algunos golpes y correr. Además, había tomado
una taza de sangre que salía rápidamente de mi sistema.

—Deja de ser ridícula —dije literalmente cuando sonó el timbre y


luego se abrió la puerta.

Me quedé inmóvil cuando el olor a madera quemada invadió mis


fosas nasales para ser reemplazado por lo que olía a fogatas y veranos
pasados en el lago.

—Mason —llamó la voz profunda, y luego miré fijamente a los


ojos azules más profundos que había visto en toda mi vida e intenté no
asustarme por el hecho de que el extraño hombre parecía un exitoso
modelo masculino con una lucrativa campaña de ropa interior—. Oh,
hola. —Sonrió.

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Fruncí el ceño.

Miró hacia otro lado y sonrió como si supiera el efecto que tenía
en las personas y luego volvió a intentarlo sonriéndome.

—Soy Timber. ¿Y tú?

—Serenity —dije, mirando fijamente a su mano extendida.

Con un suspiro, la dejó allí colgando entre nosotros.

No tuve más remedio que estrecharla. Su agarre era firme.

Decidí que me gustaba, incluso si no quería; era imposible no


estar al menos ligeramente intrigada por su cara bonita y aparentes
buenos modales.

—¿Has visto al lobo hoy?

—No... —Retiré mi mano—, pero vi al hombre hace unas cinco


horas.

Se ahogó en una carcajada.

—La misma cosa. Esperaba que estuviera aquí, así podría


discutir... —Se volvió—. No importa. Parece que el lobo está en casa.

Mason se tambaleó en la sala de estar y parecía que acababa de


pelearse con un camión y perdió.

La sangre cubría sus uñas.

Y su cabello, castaño y arenoso, de repente parecía que se


hubiera sido sumergido en rojo.

—¿Qué demonios te pasó? —Timber soltó un silbido.

Mason gruñó, y luego su penetrante mirada estaba en mí.

—Estoy... —Sus ojos giraron en la parte posterior de su cabeza.

Timber extendió la mano y lo atrapó justo antes que su frente se


estrellara contra la pared.

—¡Mason! —Corrí hacia su cuerpo y examiné los cortes y


moretones que rodeaban sus brazos antes de que Timber lo tendiera en
el suelo y sacara su teléfono.

—¡Algo está mal! —gritó en el teléfono—. ¿Me veo como un


veterinario?

68
Él puso los ojos en blanco mientras tomaba la cabeza de Mason
en mis manos. Sus perfectos labios se separaron lo suficiente para que
viera colmillos.

Los hombres lobo típicamente tenían colmillos más cortos que los
vampiros; hacía que fuera fácil para ellos desgarrar la carne sin que se
interpongan en el camino.

Sin embargo, no tenían colmillos que se alargaran más allá de


sus labios inferiores. Eso no estaba bien en absoluto.

—¿Qué quieres decir con que tienes un presentimiento? —rugió


Timber—. ¡No voy a basar esto en un presentimiento!

Pasé mis dedos sobre la fuerte cara de Mason. Algo andaba


terriblemente mal. Un gemido confuso salió de su boca.

Me incliné más cerca, presionando mi oreja contra su pecho. Solo


quería asegurarme que su corazón latiera, que estuviera bien. No tenía
idea de por qué me hallaba tan preocupada por un extraño. ¿Tal vez por
la forma en que me había cuidado? Tal vez porque su sangre todavía
cantaba para mí.

Solo que esta vez, sonaba como si estuviera en agonía.

—No estoy tan seguro que sea una buena idea —susurró Timber
en su teléfono—. La mantendré alejada por si acaso.

Volví la cabeza hacia Timber.

—¿Por si acaso qué?

Colgó el teléfono y luego palideció.

Mientras dientes perforaban mi cuello.

69
12
Mason
Traducido por YoshiB

T
uyo —cantó su sangre.

—Mío —le dije de vuelta.

Estaba enloquecido, enojado, herido. Yo era tantas cosas.

Y luego ella presionó una oreja contra mi pecho, y mi corazón


latió con un propósito, con una nueva razón.

Y el instinto se apoderó por completo.

Un instinto de reclamar.

Un instinto nacido en mí a partir de cientos de años de tratar de


hacer exactamente lo opuesto.

Quemaba por ella de una manera que no tenía sentido.

Sufrí como si la hubiera estado buscando toda la vida.

Mi cuerpo rogó.

Mi corazón tronó, exigiendo que diera respuestas que no podía


dar a las preguntas que me negué a preguntarme por miedo a lo que
descubriría.

Y.

Yo.

Me rompí.

—¡Mason! —Timber estaba gritando—. ¡La estás matando!

Sus ojos se pusieron en blanco.

¿Por qué estaba Timber enojado?

70
¿Por qué se estaba muriendo?

No, no, esto no podría estar mal.

No cuando se sentía tan bien.

Tan bien.

La sentí por todas partes.

En mi sangre, en mi boca, cubriendo mis colmillos.

Más. Quería más.

Para desnudarla.

Para exponer cada centímetro de ella a mi boca.

—Déjala. Ir. —La voz de Cassius me sacó de mi estado.

¿Por qué Cassius estaba de repente allí? ¿Que estaba mal?

Nunca había experimentado tanto dolor cuando solté su cuello y


caí al suelo, Serenity cayendo sobre mí, un desastre sangriento.

Yo había hecho eso. Puse esa mirada vacía y aturdida en sus ojos.

Oh Dios, la había lastimado.

Los lastimo a todos.

Me alejé confuso, mi cabeza golpeando contra la pared mientras


trataba de quitar las manchas de sangre, pero había tanto, y todavía la
quería.

Quería todo eso.

Derrochadoramente.

¿Qué demonios estaba mal conmigo?

Serenity finalmente salió de su estado paralizado. Cuando me


miró, no era una mirada llena de miedo.

Era una mirada llena de disgusto.

La disgusté.

Me disgusté a mí mismo.

Por eso me habían quitado a mis padres.

71
Por esto había dejado de ser Rey.

Una abominación.

Un tonto.

—Estoy... —Maldita sea. Ni siquiera podía pronunciar las


palabras; mi voz sonaba mal, brusca, fuerte, como si no fuera yo quien
hablara en absoluto—. No entiendo.

Cassius dejó escapar un largo y pesado suspiro que sacudió la


habitación con su fuerza antes de que sus alas apuntaran hacia abajo y
luego desapareciera detrás de su espalda.

—Timber, lleva a Serenity arriba...

—¡No! —rugí, como si tuviera una razón para mantenerla a mi


lado, protegiéndola, dañándola, casi terminando con su vida—. Ella es...
—Aturdido, traté de borrar la palabra de mi mente, de mi propia
existencia.

—Compañera. Compañera. Compañera —cantaba mi sangre.

Demonios, podía oír su corazón comenzar a latir con fuerza; el


mío corrió junto con el de ella. Solo de alguna manera sellé nuestros
destinos. Debería haber sabido desde el principio que sería mi falta de
control lo que lo haría.

Debería haber sabido.

Cerré mis ojos.

—Vete.

—Mason... —Ella abrió los ojos.

—Solo vete.

Sentí su decepción en el aire como un crujido de tristeza


dividiéndonos en dos, separando nuestros corazones cuando lo único
que querían era estar uno al lado del otro.

Estaba perdiendo mi maldita mente.

Una vez que Timber y Serenity se fueron, Cassius me miró y


frunció el ceño.

—Necesitas tener más cuidado la próxima vez.

72
—Dime que te escuché mal. —Resoplé—. No habrá próxima vez.
Fue un error. Yo solo... he estado teniendo extraños... —Tragué saliva—
, anhelos extraños.

Cassius olfateó el aire.

—Media mentira. Más omisión que cualquier otra cosa. Está bien,
digamos que te creeré. —Sonrió ante su propia broma.

Simplemente me tapé la cara con las manos y recé para que me


matara y lo superara.

—¿Cuánto tiempo has estado teniendo estos... anhelos?

—¡¿Por qué siempre preguntas cuando ya sabes las respuestas?!


—rugí.

Sus cejas se alzaron.

—Alex siempre grita, estoy acostumbrado. Esto es nuevo para


alguien que normalmente es tan calmado, tan reservado, tan leal. —
Hizo que la palabra sonara sucia.

Lo fulminé con la mirada y luego me volteé.

El bastardo se rió aún más fuerte.

—No puedo esperar para decirle a Ethan.

—No le dirás a nadie. —Me puse de pie, tembloroso, pero al


menos estaba de pie—. Este es un desliz de una vez, un error un...

—¿Por qué crees que su sangre te canta, Mason?

Ignoré la verdad ardiente en mi pecho, las señales, el monstruo


interno.

—Porque soy un lobo. Dejé de comer carne roja. La carne roja


contiene sangre. Por lo tanto, es un anhelo fuera de lugar. —Ahí. Eso
me sonaba bien incluso a mí.

—No eres lo que crees que eres.

Los ojos de Cassius se pusieron blancos cuando un escalofrío se


apoderó de la habitación. Genial. Simplemente genial. Odiaba cuando
se ponía en plan completamente-ángel. Especialmente ahora que había
probado la sangre, ahora que se había arruinado todo tan
magníficamente que era más probable que fuera golpeado o, al menos,
castigado.

73
—Y sin embargo, eres exactamente lo que crees que eres, estás
demasiado asustado para admitirlo.

Miré hacia otro lado. Tuve que. La verdad era como un puñetazo
en el pecho.

Sangre, mía y de ella, cubría el piso.

La mía, desde cuando intenté abrirme paso de la guerra con mi


lobo, aquel en el que intenté arrojarme desde un acantilado en un
esfuerzo por recuperar el control.

Y la de ella, de mi ataque.

Dios, la había atacado como el monstruo que era.

Como un animal salvaje.

Todavía la sentía en mis labios.

—Hmm... —Cassius golpeó su sien—, nuestros pasados solo


pueden permanecer entrelazados durante tanto tiempo. ¿Nunca te
preguntas por qué murió tu compañera humana para empezar? —Sus
alas se extendieron desde su cuerpo como tentáculos probando el aire—
. Te apareaste con una porque era como se hacían las cosas, pero tu
alma siempre ha pertenecido... a otra.

Él desapareció.

Sin juicio.

Sin castigo.

Y tal vez ese era el punto. Ya había pasado una eternidad en una
prisión de mi propia creación. Sería inútil darme otro.

Cuando era tan bueno quedándome en la mía.

Hasta ahora.

Miré la escalera con vacilación.

Las escaleras crujieron bajo el peso de Timber.

—Siento que debería quedarme y ver el programa, tomar notas,


hacer palomitas de maíz —bromeó—, pero si lo que Cassius acaba de
susurrar es cierto, entonces probablemente no quiero estar cerca de
esta casa por unas semanas más.

—Fuera. —Apunté mis dedos hacia la puerta.

74
Él sonrió y luego se encogió de hombros.

—Tal vez si dejas de guardar secretos a tus amigos y familiares,


no atacarías y morderías a la primera niña que quiere adoptar un
cachorro.

—Te arrancaré la garganta con facilidad, demonio. Ahora vete.

Se inclinó.

—Después de lo que vi, creo que te creo. ¡Que te diviertas!

Me empujó mientras pasaba.

La puerta se cerró de golpe.

Un latido de corazón.

Conté su ritmo; le dije a mi corazón que coincidiera.

Y lo más extraño pasó.

Lo hizo.

75
13
Serenity
Traducido por YoshiB

M i cuello quemaba.

La sangre cubría mis dedos.

No me estaba curando tan rápido como lo hacía normalmente, y


ese solo pensamiento disparó hasta el último nervio que tenía.

Podía sentir sus dientes.

Ni siquiera me había anestesiado.

Solo me desgarró como un completo animal.

Fue lo más aterrorizada que había estado en toda mi vida.

Y entonces.

Placer.

Tanto placer.

Suya. Sentí su excitación a través de la sangre; sentí lo correcto


de lo que hacía a pesar de que lo estaba haciendo mal. Era un salvaje
desordenado sin restricciones.

Y me encantó más de lo que debería.

Mi corazón se había disparado por él, incluso cuando había


drenado mi cuerpo.

Mi único pensamiento había sido: Come hasta saciarte.

Incluso si eso significaba mi muerte.

Me sentía tan disgustada conmigo misma que apenas podía


mirarlo antes de que Timber me sacara de la habitación.

76
El hecho de que él hubiera sido capaz incluso de alejarme
después de probar por primera vez, después de experimentar el vínculo
entre nuestras mentes, la rectitud que sentía entre nuestras almas...

Fue un pensamiento aterrador.

Si me apartaba, si me dejaba, mi futuro, ese lobo psicótico con


malos modales y tendencias de chef, no estaba segura de que mi
corazón sobreviviera.

Ya era demasiado frágil por mis padres.

Escuché que su corazón se aceleraba, el mío lo igualaba, y luego


su aroma se encontraba en todas partes, diferente al anterior, más
dulce, como si acabara de rodar en miel y se olvidó de ducharse. Luego
la especia volvió a llenar el aire con más sabor mientras trataba de
calmar mi respiración.

La puerta se abrió.

Se había cambiado de ropa y se había limpiado la mayor parte de


la sangre de su cuerpo.

Sus ojos eran azul cristalino.

Sus pies descalzos.

Sus pantalones vaqueros bajos hicieron un ruido mientas se


sostenían sobre sus caderas y presionaban contra su piel bronceada
mientras cruzaba la habitación.

Lamí mis labios y finalmente gané el coraje suficiente para hablar.

—Entonces... tú, eh... ¿todavía tienes hambre?

—No es gracioso. —Se pasó una mano por el pelo desgreñado y


maldijo.

Levanté un hombro.

—Es algo gracioso. ¿Quién sabía que los lobos podían morder así?

Exhaló y se mordió el labio inferior con tanta fuerza que se puso


blanco, y luego sus ojos se posaron en mi cuello, moviéndose de un lado
a otro con incertidumbre.

—Déjame curarte.

77
—No es nada. —Cubrí el lugar con mi mano donde me mordió y
regresó con más sangre manchando las yemas de mis dedos—. He
sobrevivido a cosas peores.

—Lo dudo. —Se inclinó hacia delante, su enorme cuerpo


cerniéndose sobre mí—. Por favor, Serenity, déjame arreglar esto.

Su súplica colgaba pesada entre nosotros.

No habría que arreglar lo que se había hecho.

Me incliné hacia delante y puse mi cabello sobre mi hombro


izquierdo, exponiendo valientemente mi herida abierta a sus ojos
enloquecidos de lujuria.

¿Mala idea?

Tal vez.

Pero estúpidamente confiaba en él.

Tal vez era el vínculo entre nosotros; tal vez tenía una debilidad
por los ojos de color marrón oscuro que se volvieron azules y penetraron
en el aire con una sensualidad inigualable a cualquiera que haya
conocido.

Mason se inclinó hacia delante, su cara a centímetros de la mía.

Tal vez eso era lo que me había metido en esta situación en


primer lugar, mi incapacidad para separar el hecho de que él era tanto
una bestia como un hombre, y yo era una presa fácil.

Su lengua tentativamente se extendió y se deslizó a través de la


piel cerca de mi clavícula y luego más y más alto, y con un gemido,
barrió la herida. Sentí mi piel unida, fusionada con sus habilidades de
curación, y cuando el dolor finalmente se calmó, apoyó su cabeza en mi
hombro.

Pasé mis dedos por su cabello mientras tomaba mi mano libre y


lamía un corte que no me había dado cuenta.

Su lengua se sentía suave contra mi piel. Inmediatamente lo quise


en mi boca, presionado contra cada centímetro de mi cuerpo, incluso
las partes que no necesitaban curación.

Con un estremecimiento, aparté mi mano.

Levantó la cabeza, sus ojos tan azules que me recordaban al


hielo.
78
Vi la verdad en sus ojos. Vi la frase que él no quería pronunciar.
No estaba segura de sí debería estar ofendida, herida, ¿ambas? Me
mordí el labio, tomé un trago de aire en mis pulmones y susurré:

—Somos compañeros.

Pensé que si lo decía en voz alta, sonaría menos aterrador.

No lo fue.

Él era un miembro del consejo.

Un rey inmortal.

Yo era una estudiante universitaria de medio tiempo sin ningún


propósito y sin amigos fuera de la escuela y la pequeña cafetería que
frecuentaba donde Mike, mi barista, agregaba expreso extra en mi
mocha con un lado de sangre.

Mantuve a la gente a distancia.

Porque tenía miedo de que si se acercaban, la verdad me


abofetearía.

No sería suficiente para que se quedaran.

—Tuve una compañera —susurró Mason—, antes.

—¿Qué le pasó? —Los celos cobraron vida por esta mujer sin
nombre y sin rostro que había compartido su corazón al igual que el
mío, que había besado sus labios y tocado su piel. Quería arrancarle la
cara.

Mason se tensó a mi lado.

—Sería más fácil contarte la historia si dejaras de pensar en todas


las formas gráficas en que podrías desmembrarla.

Jadeé.

—Los hombres lobo no leen la mente.

—Típicamente no... —Suspiró—, no.

—¿Cómo?

—Esa no es la historia que pediste, y no es una que sepa contar.


—Sacudió la cabeza—. Ella era frágil. Siempre me imaginé que estaría
emparejado con una guerrera, alguien que entendía mis necesidades,
que me permitiera encargarme de ellos. Y ella hizo todas esas cosas…

79
pero siempre sentí miedo por ella. Hizo que su amor se sintiera
contaminado. Me hizo sentir que no estaba haciendo lo suficiente para
mantenerla feliz, para mantenerla a salvo. —Su voz se quebró—.
Acabábamos de descubrir que estaba embarazada cuando me desperté
para encontrarla muerta a mi lado, sin explicación, sin razonamiento.
Habíamos estado juntos tanto tiempo que habíamos asumido
erróneamente que estábamos a salvo, que ella estaba a salvo.

Jadeé y me tapé la boca con una mano temblorosa.

—Lo siento mucho.

—Yo también —susurró Mason—. Yo también. —Se movió y se


paró frente a mí, sus ojos azules se clavaron en mí con tanta intensidad
que tenía miedo de respirar—. Cuando se restableció el equilibrio, y
Ethan se casó con Genesis, estalló una guerra, una guerra que no
podemos librar a menos que estemos más fuerte en relación a nosotros.

Tenía miedo de a dónde iba esto.

—Mis padres dijeron que algo venía. Simplemente nunca dijeron


qué. Ellos no se involucraron con chismes inmortales. Pensaron que
estaban por encima de eso.

—¿Chismes? —dijo Mason—. ¿Y por qué hablas de ellos como si


ya no... —Sus ojos buscaron, encontraron la respuesta en mi cara, y
luego apartaron la mirada—. También lo siento. Es un sentimiento
vacío, uno que nunca vuelve a llenarse del todo.

Asentí.

—¿Y ahora qué?

Pareció vacilante y luego casi avergonzado.

—¿Mason?

—Yo, uh... —Se apartó de mí tan rápido que el momento se hizo


añicos. Se pasó una mano por el pelo desgreñado y luego miró la puerta
como si fuera una vía de escape estrecha que no pudiera hacer a
tiempo—. Debería. —Sacudió su cabeza, Sus ojos iban de marrón a azul
y luego cambiaban nuevamente.

—¿Mason? —Cuando dije su nombre por segunda vez, sus ojos se


quedaron en un azul brillante. Le tendí la mano—. Mason, ¿estás bien?

Se quedó completamente inmóvil.

80
—No hables.

Le di un pequeño asentimiento mientras cerraba los ojos y


parecía que tratara de respirar con gran esfuerzo. No quería tener
miedo, pero si me atacaba de nuevo, no habría manera de luchar, no
había forma de luchar contra él en lo absoluto.

—No puedo. —Se estremeció—. No puedo más.

Me paré.

Extendió su mano para detenerme; se estremeció cuando sus


dedos chasquearon y giraron, revelando una garra gigante que podría
romperme por la mitad si respiraba mal.

—Mason, escucha mi voz. —Básicamente no tenía valor como


vampiro. Era rápida, pero no lo suficiente para escapar de él, y no lo
suficientemente fuerte para derribarlo.

Débil.

¿Es por eso que se fueron?

¿Por qué todos se van?

—Desde que viniste... —Su pecho respiró pesadamente—, no


tengo control. —Sus dientes se apretaron cuando los músculos de su
cuello se flexionaron como si estuvieran a segundos de romperse—.
¡Solo mantente alejada de mí! —rugió.

Abrió bruscamente la puerta, y salió volando detrás de él,


golpeando contra la pared más cercana al baño.

Me cubrí mientras un trozo de madera volaba en mi dirección y


me golpeaba en el codo.

Cuando bajé los brazos...

Mason se había ido.

81
14
Mason
Traducido por Manati5b

M e jalé el cabello una y otra vez, mientras caminaba en


círculos fuera de la casa. El deseo había disminuido en sus
brazos. Lamerla había sido…

Mi todo.

Y justo así, cuando el hambre había disminuido lo suficiente


como para pensar, una pequeña voz susurró:

—Toma.

Hice un bloqueo mental contra esa voz.

Y perdí el control cuando empujó otra vez; el hambre ardió, mi


temperamento se quebró.

Y rompí una maldita puerta.

Vivía por mi control.

Alimentaba el regulador como una bien atendida mascota con un


horario. Siempre había estado a cargo de mis impulsos, sexuales y de
otro tipo.

Pateé una piedra, enviándola hacia un árbol, rompiendo el pobre


roble a la mitad mientras caía contra la carretera.

Bueno, mierda.

Caminé a zancadas y aparté el árbol del camino como si fuera


una pluma. Me estaba volviendo físicamente más fuerte, más agudo,
escuchando cosas que no tenía derecho de escuchar.

Como la música de su sangre.

Su corazón llamándome.

82
Caí de rodillas.

El deseo de morderla era tan poderoso como el deseo de


aparearme con ella, de tomarla por detrás. Mis manos se sacudieron
mientras clavaba mis garras contra la tierra y colocaba mi cuerpo en
una posición de caza.

Cuanta más sangre estaba expuesta, peor se volvía.

Y pude sentir su sangre apareándose con la mía, dando vueltas


en un baile tan antiguo, que incluso yo no sabía todos los movimientos.
Pero mi sangre sí, y la suya. Reconoció a su compañera y se regocijó
mientras simultáneamente bombeaba a todas las áreas equivocadas en
preparación para la unión final.

Fruncí el ceño mientras mi corazón latía en mi pecho.

Si nunca completaba el apareamiento, no importaría. Ella era


inmortal, lo sobreviviría.

Yo, sin embargo, no estaba seguro de que lo haría.

¿Y ese es el problema, no es así?

¿Y si ella era débil como mi última compañera?

¿Y si ella me odiaba? ¿Y si yo la mataba?

Muchos, y sí, y tantos escenarios que no entendía cómo resolver o


controlar.

No la pondría en peligro.

No lo haría.

—Haces muchos pucheros para ser un macho. —Cassius


apareció de pronto a mi lado.

—No te escuché —gruñí, todavía en posición de protección.

Se encogió de hombros y miró de regreso a la casa.

—Traje refuerzos.

—¿Todos regresaron?

—Alex pensó que sería lo mejor para Hope discutir las estrategias
de guerra con Timber. Ellos volverán más tarde.

Gruñí.

83
—No tenían que haber interrumpido su corto viaje. La pelea entre
bien y mal es más importante que mis…deseos. —Tragué.

Las cejas de Cassius se elevaron.

—¿Qué te hace pensar que tus deseos no son partes de esa


guerra, Lobo?

Frunciendo el ceño, bajé la mirada a la misma tierra que había


jurado proteger, sus minerales se arremolinaban bajo la superficie,
besándome las yemas de los dedos. Yo pertenecía a la tierra, afuera;
pertenecía a lo que había jurado proteger, y sin embargo, lo había
abandonado.

—Esta guerra está mejor sin mí. No soy tan importante Cassius.
Le tomó a un débil humano probar que no soy nada. No puedo reparar
lo que está roto.

—Tal vez puedas… —Cassius vaciló—, tal vez no puedas. Pero el


punto es… —Inclinó su cabeza y luego se inclinó junto a mí, sus
plumas temblando cuando los pedazos de tierra volaron y los tocaron,
cambiando de azul a marrón y de regreso—, intentarlo.

La tierra volvió a caer al suelo en una variedad de colores y estalló


en un pequeño campo de flores silvestres donde mis dedos estaban
presionados.

—Ángeles y sus trucos.

Me dio una media sonrisa.

—Sabes que no tengo control de las alas. Algunas veces creo que
es una forma en como Sariel habla con nosotros, siempre creando,
siempre moviéndose. —Centró sus ojos con los míos—. No las controlo.
Soy parte de ellas, y ellas son parte de mí. A veces el control no siempre
es bueno. A veces el control es malo.

—El control mantiene las cosas en línea.

—No… —Cassius se giró y empezó a caminar alejándose—,


control es solo otra palabra para el miedo.

Observé cómo desaparecía su cuerpo a través del bosque y miré


de nuevo las flores silvestres, finalmente decidiendo recogerlas mientras
me limpiaba las manos cubiertas de tierra en mis pantalones y me
dirigía lentamente a la casa.

84
Serenity estaba abajo con Genesis, su genuina sonrisa, mientras
las chicas se acurrucaban con una revista.

Los ojos verdes de Ethan se estrecharon en mí mientras olía el


aire, y luego sus ojos se ampliaron un poco antes de codear a Cassius.

Cassius solo se encogió de hombros.

—Déjalo.

—Esto no es Frozen—dijo Ethan apretando los dientes—. Esto


será un caos3…

Genesis se aclaró la garganta y le tendió uno de los gemelos a


Ethan. Él suspiró y los llevó a ambos fuera del cuarto, pero no antes de
darle a Genesis un repugnante beso en los labios y darme otra mirada
amenazadora.

—Te baboseó toda —señalé—. No puedes disfrutar eso.

—Gemelos. —Stephanie entró en la habitación—. Yo diría que ella


lo disfruta mucho.

Hice una mueca y dejé caer las flores silvestres frente a Serenity.

—Para ti.

Puse interiormente mis ojos en blanco. ¿Eso es lo mejor que


puedes hacer? También podría haber traído mi muerte, con la lengua
afuera y jadeando junto a ella como un cachorro nuevo.

Serenity llevó las flores a su nariz.

—Gracias.

—Gracias a Cassius. —¿Por qué dije eso? ¿Por qué todavía estoy
hablando?—. Sus plumas las crearon con su espeluznante magia de
ángel.

El rostro de Serenity cayó.

—Oh. —Dejó las flores en la mesa como si el regalo ya no


importara.

—Tú fuiste el que los recogió. —Cassius rozó un beso sobre la


nariz de Stephanie.

Felices parejas. Por todos lados.

3
N.T. Hace referencia a la película “Clusterfuck”

85
Desagradable.

Incluso un ángel tenía compañera.

Apreté mis dientes en irritación y jalé bruscamente la puerta del


refrigerador buscando algo de comer.

—¡Demonios Alex! —Azoté la puerta para cerrarla—. ¿Se comió


toda la comida? —Mis bayas habían desaparecido. Nada a la vista. No
había nada en el maldito refrigerador además de una salsa de tomate y
un frasco de pepinillos.

Abrí el congelador. Sabía que había congelado algunas bayas ahí


hacia un rato.

Nada más que carne.

Y una bolsa de sangre congelada.

Tragué.

El cuarto estaba en silencio.

Azoté la puerta del congelador, la abrí y la volví a azotar, soltando


una increíble rabieta que no podía controlar incluso si quisiera.

—Parece como si necesitaras ir a la tienda —dijo Cassius


calmadamente—. Llévate a Serenity.

Sostuve mi risa.

No era gracioso.

Él quería que yo llevara a un vampiro a quien quería devorar sola,


en un auto, a una tienda que tenía cada pedazo de carne que mi lobo
mataría por comprar, para comer justo en el maldito pasillo.

—¡Me encanta ir de compras! —Serenity saltó fuera de su silla.

Le mostré a Cassius un dedo medio y luego lo volví a hacer solo


por si acaso.

—Cuando mis padres vivían… —Ella dejó de hablar y miró hacia


el piso.

Infiernos.

Estaba jodido.

Su corazón se aceleró.

86
Y luego sus pensamientos mezclados salieron. No suficiente para
que se queden.

Mi corazón se quebró cuando las palabras salieron de mi boca:

—Llevaré el Jeep.

—Puedes hacer una lista mientras él conduce. —Genesis me


guiñó el ojo.

Deja de ser útil.

Genesis era una de mis mejores amigas. Pero también tenía la


medalla de oro en manipularme para hacer cosas que no quería hacer,
como durante la Navidad, cuando Ethan no veía Hallmark4, y me decía
que me peinaría el pelo si me sentaba a su lado.

Odiaba admitir las veces que me había ahogado viendo esas


malditas películas.

En cuestión de minutos, estaba manejando el nuevo Jeep


Wrangler blanco brillante de Alex por el tráfico del centro en busca del
supermercado Whole Foods, mientras Serenity se sentaba a mi lado.

Me vi forzado a ponerme una camisa y unos bonitos pantalones


vaqueros con un par de sandalias que guardaba para los paseos. Pero
cuando bajé las escaleras, Genesis me había enviado de regreso a
lavarme la suciedad de mis manos y mi rostro.

Yo era un lobo. Los lobos estaban destinados a estar sucios.

El argumento no se sostuvo.

Así que, recogí mi cabello con una coleta, me puse una camiseta
blanca demasiado apretada que me hacía picar el pecho y conseguí
ponerme los pantalones vaqueros que asumí se partirían a la mitad si
me inclinaba muchas veces.

En el momento en que Serenity me había visto, su corazón se


aceleró a un ritmo que hizo que mi sangre se disparara.

Ella quería.

Yo quería de vuelta.

Y estábamos solos.

4
N.T. Canal de televisión americano.

87
Aparearse en la parte de atrás del Jeep de Alex me entusiasmaba
más de lo que pensaba, pero estaba mal.

Todo mal.

Los lobos y los vampiros no se apareaban.

Alguien tenía algo mal.

Y si lo perdía todo…

La perdía a ella…

Perdía a cualquiera…

¡Control, Control! Apreté el volante y aclaré mi garganta mientras


giraba en el estacionamiento por un lugar cerca de la entrada de la
tienda.

—¿Así que, te gusta ir de compras al supermercado?

Gemí por dentro. ¿Siempre fui tan malo en las conversaciones


decentes con la gente que quería lamer?

Tal vez ese era mi problema; nunca había querido lamer a nadie,
reclamar a nadie tan mal como quería con ella. Me hacía estúpido.

El sexo hacia a todos estúpidos.

Pero en este punto, probablemente conseguiría el primer lugar.

Serenity tomó un carrito y me sonrió.

—Sip, era uno a uno con mis padres. Siempre tomábamos un


Starbucks y luego corríamos alrededor y encontrábamos todas las
ofertas en comida. Nunca comíamos lo mismo toda la semana. A mi
mamá le gustaba mantener las cosas frescas y emocionantes. Algunas
semanas hacíamos pasta un día y una cazuela al siguiente, ya que no
comemos para sobrevivir. —Se encogió de hombros—. Comemos más
por placer que por cualquier otra cosa.

Me balanceé cuando ella dijo placer.

Mis ojos se llenaron de lujuria.

Ella me sostuvo con su mano en mi brazo.

—Lo siento —murmuré, luego miré su mano y la tomé en la mía,


ayudándola a empujar el carrito hacia la sección de productos.

88
No quería dejarla ir.

Sabía que debía.

Sería lo sabio de hacer.

Porque estaba a unos minutos de desnudarla junto a un lote de


lechugas. Eso muy bien causaría una necesidad de limpieza en el
pasillo cuatro.

—Relájate… —susurró—, solo son compras de comestibles y un


poco de ayuda. No es el matrimonio. No tienes que tenerme. —Su
corazón tartamudeó un poco.

Sentí su dolor, la necesidad intensa de ser necesitada. Querida.

—Sería más que un matrimonio. —Hablé en voz baja, soltando su


mano para poder tomar la misma lechuga contra la que estaba
empeñado en empujarla. Zanahorias. Sin pensar, empecé a tirar las
cosas en el carro sin ningún tipo de propósito más del que tener las
manos ocupadas. Ellas querían su piel tanto, que no ponía atención.
Mis dientes seguían presionando contra mi mejilla interior, imaginando
perforar su suave piel.

Agarré el carrito de nuevo.

Serenity parecía saber la tormenta que se avecinaba dentro


mientras gentilmente seguía frotando su pulgar sobre mi mano.

—Da miedo. Todo este asunto del apareamiento.

Una nueva ola de culpa me golpeó.

—Ojalá no fuera yo.

Ella dejó de caminar.

Una expresión de horror me hizo tomarla en brazos y abrazarla


contra mi pecho.

—Saca ese pensamiento de tu cabeza. No eres tú… yo solo… —Me


tragué el nudo en mi garganta—. Soy un desastre roto, y tú no mereces
el desastre. Tú mereces la obra maestra.

Lagrimas llenaron sus ojos mientras alcanzaba mi rostro y luego


lentamente tomaba mi mejilla.

—Mason, el desorden es la obra maestra.

89
Y luego, muy gentilmente, presionó sus labios contra los míos en
un casto beso que tuvo a mis pulmones ardiendo por más, mi cuerpo
duro y adolorido.

—Desearía… —Mis ojos buscaron los de ella—, desearía creerte.

—Yo también. —Ella me dio una triste mirada mientras se


deslizaba por mi cuerpo.

Sentí sus pechos contra mi pecho; quería tomarlos, ver si


encajaban en mis enormes manos, verla gritar mi nombre. Lo quería
tanto.

No sabía cómo tenerla, sin perder el control.

Sin ceder a lo que sea demonios estaba mal en mí.

—No quiero hacerte daño otra vez —admití frente a una caja de
Cheerios.

Ella tomó el cereal y lo arrojó al carrito.

—¿Alguna vez pensaste que tal vez si bebieras más sangre


pudieras pensar con claridad?

Fruncí el ceño.

—Pero los lobos no beben sangre.

—Cierto, pero tú… no eres solo un lobo —dijo con una pequeña
exhalación.

—¿De pronto eres veterinaria? —bromeé y tomé diez cajas más de


cereal.

Genesis amaba el cereal y Hope parecía o bien estaba embarazada


o Alex necesitaba alimentarla más. Ella constantemente comía a media
noche gigantes platos, a veces tres.

—Podría estar equivocada. —Miró un poco de avena y la arrojó en


el carrito—. Si estoy mal, iré a cazar contigo.

Mis orejas se alzaron.

—¿Crees que puedes seguir el ritmo?

Ella me golpeó en el pecho.

Solo picó un poco.

90
Me froté el lugar y le guiñé un ojo.

Ella era tan bonita, mi compañera.

Infiernos.

Necesitaba dejar de pensar de esa manera antes de que nos


jodiera a los dos, haciéndolo para que ella no pudiera escapar de mí,
escapar del vínculo.

Pero era bonita.

Tan bonita.

Sus ojos parpadearon en verde.

—¿Hambrienta? —pregunté.

—Me muero de hambre —admitió—. Probablemente comería dos


de tus carnes.

Gruñí ante lo erótico de la imagen.

—A los lobos les gusta hacer comida para… —No dije


compañeras, pero eso era lo que era. Era nuestro trabajo cazar la
comida, prepararla, proveerla de cualquier necesidad.

Fruncí el ceño ante el recuerdo de mi última compañera que no le


gustaba el bistec sino que lo comía porque yo quería que lo hiciera.

Luego fruncí más el ceño.

—¿Estas bien? —preguntó Serenity, dirigiendo el carrito hacia el


pasillo de la carne.

—Sip, solo… —Mi boca se secó por completo.

—¿Atontado hasta el silencio por la carne?

Ella cruzó los brazos mientras yo miraba, mientras codiciaba,


mientras me imaginaba brevemente convirtiéndome en un carnicero y
lamiendo la mesa después de preparar la comida.

Y luego Serenity, en toda su belleza, alcanzó un filete, lo olió y lo


tendió.

—Esta es buena.

91
Nunca me habían excitado tan mal en toda mi existencia mientras
se lamia los labios, y sostuvo el filete hacia mí y proporcionó las dos
únicas cosas que necesitaba en la vida en un paquete brillante.

Ella.

Carne.

Ella.

Carne.

Sentía que mi cuerpo cedía. Traté de controlar la urgencia, pero


era muy tarde. Abrí mi boca para decir algo, probablemente corre, pero
antes de que la palabra pudiera salir, ella tomó mi mano y me jaló hacia
una puerta que era para empleados solamente. Se rasgó su propio
brazo y lo llevó a mi boca.

Tomé su sangre.

Mi lobo rugió a la vida mientras la presionaba contra la pared,


mis dientes se trabaron en su muñeca, mi cuerpo empujándola contra
el tablero del empleado del mes, mis malditos ojos pegados en Bart, el
ganador de Febrero, y luego el tablero cayó al piso mientras Serenity
frotaba su cuerpo contra el mío.

La fricción en mis vaqueros era demasiada.

Ella se agachó y abrió el botón.

Y luego mi boca estaba sobre la de ella.

La de ella en la mía.

Esto. Esto es lo que debería haber hecho ayer.

Esto.

Se apoderó de mi longitud mientras me frotaba instintivamente


contra ella, devorando cada grito que hacia como si fuera el único
propósito por el que me habían puesto en esta tierra.

No aquí.

No podíamos. Ella era mejor que eso.

Pero no podía detenerme.

Iba a tener que llamar a Ethan desde la prisión.

92
Y explicarle que monté a mi compañera en una sala para
empleados de Whole Foods, y me gustó.

—Mason… —ronroneó mi nombre mientras tomaba uno de sus


perfectos pechos en mis manos. Era pesado y encajaba perfectamente
en mi palma. Era mía.

Cavé debajo de su camisa, desesperado por más, justo cuando


ella retrocedió y hundió sus dientes en mi cuello.

Mi lobo rugió dentro.

Mi visión se aclaró cuando diminutas partículas de polvo flotaban


en el aire a mí alrededor, mientras los latidos de cientos de gentes en la
tienda inundaban mis oídos, sus pensamientos, sus almas en todos sus
colores parpadeaban para que las viera.

Lo vi todo.

Vi el mundo a través de nuevos ojos.

Y estaba codicioso por más.

Serenity succionó sus labios y luego volvió a caer contra la pared,


con la boca abierta, sangre goteando de su labio inferior mientras sus
ojos verdes enloquecidos encontraron los míos en confusión y asombro.

Con los pechos pesados, nos miramos el uno al otro.

No podía hablar.

Lentamente, le arreglé la ropa mientras se limpiaba la boca y


luego con voz aturdida confesó:

—Eres mitad vampiro.

Me llevé una mano temblorosa a la cara y me limpié la boca.

—¿Cómo?

—No tengo el poder de cambiar a alguien, ni siquiera de despertar


algo que ha estado inactivo. Hay… no hay forma. No soy parte del
consejo. No tengo la edad suficiente como para… —Seguía sacudiendo
la cabeza.

—Cassius… —Tomé su mano—. Cassius lo sabrá. Vamos a tomar


la comida y vamos.

—Si el carrito sigue ahí. —Me lanzó una pequeña sonrisa.

93
Se la devolví con un brillo propio.

—Teníamos prisa.

—La próxima vez…

¿Eso significaba que habría una próxima vez? ¿Podría incluso


manejarlo sin explotar en el lugar?

—…iremos lento.

—Lento —acordé, inseguro de si podía hacer algo lento cuando se


trataba de ella—. Iremos lento.

Podría haber jurado que escuché una risa oscura desde algún
lugar y un susurro que decía: Mentira.

15
94
Serenity
Traducido por Manati5b

M e dolían las encías.

Comenzó lentamente como si algo hubiera golpeado mi


boca; el dolor disminuyó y luego se intensificó tanto que
estaba lista para presionar mi mano contra mis dientes solo para ver si
la agonía se detenía.

—¿Qué pasa? —La voz grave de Mason me sacó de mi dolor—.


Estás herida. —Lo dijo como si estuviera seguro. Como si me conociera.

Se acercó y tomó mi mano. El dolor no se detuvo, pero no volvió a


aumentar. Apreté su mano tan fuerte como pude, mi mente un
torbellino de imposibilidades.

Imposible que él fuera un medio vampiro.

Imposible que la sangre que probé en mi lengua tuviera mi ADN.

Imposible que un medio vampiro, medio hombre lobo existiera.

Imposible que fuera mi compañero.

Imposible que pudiéramos aparearnos.

Él era una bestia, una bestia dentro de un hombre, junto con algo
que se escondía debajo de la superficie, algo a lo que ni siquiera había
enfrentado en todos sus siglos de vida.

Si él tenía miedo de lo que había dentro…

Entonces yo también debería tenerlo.

Y sin embargo, le cogí la mano. Lo apreté con fuerza, y sentí el


lento ronroneo de aliento escapar de entre sus labios, como si mi toque
lo hiciera feliz.

Lágrimas llenaron mis ojos. Tanta incertidumbre, tanto que no


sabíamos y tanto que no quería saber.

95
Porque, ¿qué pasaba si acabara de encontrar a alguien con quien
pasar la eternidad? ¿Con quién terminaría o bien rechazándome o
lastimándome en el proceso?

Que yo supiera, los inmortales nunca se habían apareado de esa


manera; no engendraban. Estaba considerado prohibido.

La única vez que escuché algo tan remotamente similar a esto,


fue cuando los ángeles se criaron con humanos, creando a los Oscuros,
y mira lo maravilloso que resultó para todos.

Mason resopló.

—Cuéntame sobre eso.

Mierda.

Suspiró mientras la tensión se incrementaba en mis hombros.

—Solo puedo escuchar destellos de tus pensamientos, cuando


estás realmente molesta o enojada. Es fácil elegir entre un millón de
multitudes, pero todavía no soy tan bueno en eso. Tal vez… —Se
detuvo.

—Más sangre —respondí por él—. Solo imagina lo poderoso que


serás cuando bebas lo suficiente.

El auto se enfrió.

No debería haber dicho eso.

Su comportamiento se oscureció junto con el cielo.

Y cuando una torrencial lluvia golpeó contra el parabrisas, me


quedé nuevamente con más preguntas que respuestas.

Me estaba volviendo loca.

Estaba a punto de preguntarle si podía detenerse y darme un


minuto cuando algo se estrelló contra el auto, enviándonos a toda
velocidad por la carretera contra un árbol.

Mason giró su cuerpo en mi dirección, protegiéndome. Todo pasó


en cámara lenta, el miedo en su rostro, luego determinación cuando
envolvió su cuerpo a mí alrededor antes de transformarse
inmediatamente en un lobo blanco. Su pelaje se presionó contra mi piel
mientras el metal se retorcía alrededor de nuestros cuerpos, y luego
una explosión de blanco nos envolvió cuando nuestro auto desapareció,

96
y un caído caminó a través de él, una mirada de curiosidad en su rostro
angelical.

—Me preguntaba… —ladró Mason—, cuando nos descubrirían.


¿Curioso?

El caído sonrió; era uno de los Vigilantes, los que habían vigilado
durante mil años, hasta que el primer ángel cayó, hasta que Sariel creó
a Cassius con su amor por su esposa humana.

Hasta que los doce hermanos que estaban dispuestos a velar por
el reino humano cayeron con ellos, permitiendo que sus ojos pasaran de
su propósito a los que se suponía debían proteger.

Los vigilantes tenían el cabello negro azabache con un toque de


rojo a través, como una marca para humanos o inmortales de que ya no
eran completamente angelicales.

El rojo era la prueba de que tenían que ganarse su lugar para


volver al Cielo.

El negro era la prueba de que probablemente nunca lo harían.

Un tatuaje encadenado se envolvía alrededor de su cuello como


un tornillo que se deslizaba por su brazo y se enroscaba alrededor de
cada dedo, como si alguien más lo estuviera controlando.

—Ven, Gadreel. —El caído extendió su mano—. ¿No reconoces a


tu hermano?

Mason sacudió la cabeza y luego soltó un ladrido agudo que sonó


como una risa, solo que con más dientes.

—Soy claramente un lobo. Has estado encerrado mucho tiempo.


Haces que me arrepienta de haberte liberado hace unas semanas. ¿No
se supone que debes estar reportándote con tus arcángeles? ¿El que te
tiene por el culo para que no vayas al mal lugar donde se llevan tus
bonitas alas?

El caído cerró sus ojos. Sus labios se empezaron a mover, y de


pronto, Mason solo se derrumbó justo delante de mí.

—¡Qué hiciste con él! —grité, cayendo de rodillas.

El caído inclinó su cabeza hacia mí.

—Sabía que lo despertarías. Solo uno que pueda.

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El miedo corría por mi columna mientras daba un paso más
cerca, sus ojos amenazantes.

—Somos fuertes juntos. Cassius lo sabe. Mejor pedir perdón que


permiso.

—¿Para qué? —Me incliné sobre Mason, y él se estremeció y dio


un pequeño aullido antes de que presionara una mano sobre su
pelaje—. ¿Qué vas a hacer?

—Lo que sea necesario… —Apretó los dientes—, para ir a casa.

Desapareció así como llegó, dejando un escalofrío tan helado que


casi me arrastré en el regazo de Mason y me estremecí.

Él se movió a una posición sentada, sus ojos brillaban de color


azul antes de sacudir la cabeza y acariciarme el cuello.

—¿Estás bien?

Asentí.

—¿Tú?

No respondió.

Tal vez no tenía que hacerlo.

Nadie estaría bien después de eso.

Cuando me di la vuelta para comenzar a caminar, el Jeep se


encontraba intacto, como si no hubiera sido estrellado contra un árbol,
como si no hubiéramos recibido la visita de algún espeluznante ángel
caído con un plan de venganza.

Mason me miró y luego al auto, y con un suspiro dijo:

—Entra.

Estábamos a cinco minutos de la casa cuando apareció. La


quemazón, la necesidad de morderlo era tan intensa que mi boca
comenzó a hacerse agua. El dolor era tan fuerte que estaba lista para
perder la cabeza.

Me enfoqué en los árboles que pasábamos. Contando hasta cien.

Y respiré un suspiro de alivio cuando nos detuvimos en el camino


de entrada.

—No les digas —susurró Mason.

98
Me quité el cinturón de seguridad.

—Mason, tienes que decirles. Algo está pasando, algo grande. Tú


eres… eres un hibrido. Tienes… —Dejé fuera la parte del ADN—, tienes
moléculas de vampiro en tu sistema. Eso no es normal. ¿Qué pasa si te
hace más poderoso?

—¿Qué pasa si…? —Pisó el freno—, ¿se hace cargo por completo?

—No lo hará. —No sabía eso con seguridad. De pronto me di


cuenta que no sabía nada—. Dile a Cassius. Él puede ayudar.

Mason sacudió su cabeza y luego apretó los labios en una mueca.

—Tal vez… Yo no… —Me dio una rápida mirada—. Lo siento en


mí.

—¿A quién?

—Al caído, como si lo conociera. Estaba probándome,


hablándome en una lengua que entendía, y ahora no puedo recordar lo
que me dijo.

—¿Tal vez solo estaba tratando de provocarte?

—No. —Los dientes de Mason se apretaron—. Confía en mí, no es


eso.

De repente hizo girar el volante hacia un lado mientras nos


acercábamos a la enorme puerta y al camino de la entrada. Unos pocos
vampiros se quedaron mirando afuera, pareciendo más como aburridos
modelos de GQ que otra cosa.

Salí del auto y me estremecí cuando la mirada de uno permaneció


en mi rostro y luego en mis senos, para mi gusto. Estaba a punto de
decir algo cuando Mason lo agarró por la garganta y lo presionó contra
la pared al menos a dos pies del suelo.

—¡Tanto como exhales a tres metros de distancia de ella, pondré


tu cabeza en una pica y te daré solo la suficiente sangre para sobrevivir
mientras envío perros salvajes por tu carne! —Las garras sobresalían de
las manos de Mason, perforando la piel del vampiro, causando que la
sangre plateada goteara por su piel—. ¿Tenemos un acuerdo?

La voz de Mason se hizo más profunda cuando enormes colmillos


se alargaron de su boca más allá de su labio inferior como si se
estuviera preparando para un refrigerio de medianoche, y luego sus ojos

99
se pusieron azules, solo para volverse completamente rojos cuando se
inclinó.

—¡Mason! —ladró Cassius—. Es suficiente.

Alex apareció en la puerta de a lado, con una sonrisa satisfecha.

—Finalmente. ¿Hambriento, Lobo?

Hope echó un vistazo alrededor de Alex y se movió hacia Mason,


pero Alex extendió el brazo y sacudió la cabeza.

Como si Mason fuera peligroso.

Como si la lastimaría.

Ethan y Genesis compartieron miradas de preocupación.

Y me quedé preguntándome si estaría a salvo con Mason, cuando


ninguno de los dos sabíamos de lo que era capaz.

—Mason —dijo Cassius de nuevo—, déjalo.

Lentamente, Mason sacudió su cabeza mientras sus ojos


volvieron al marrón penetrante al que estaba acostumbrada.

El vampiro se tambaleó, alejándose, mientras Mason presionaba


sus manos sobre su cabeza.

—Lo siento, yo solo…

—Alguien necesita sexo —murmuró Alex.

Mason giró bruscamente la cabeza hacia Alex y luego le dio un


empujón, enviando a Alex de vuelta a la entrada y golpeándolo contra
la pared con un crujido. Algunas fotos cayeron, y una grieta apareció en
la pared.

Alex se levantó y se sacudió el polvo.

—Eso dejará un moretón en la mañana.

—Mason. Alex. —Cassius, la clara voz de la razón, sacudió su


cabeza y los apuró para que entraran todos.

Timber estaba ahí.

—Veo que está progresando.

—¿Progresando? —repitió Mason—. ¿De qué diablos estás


hablando?
100
—Él es más grande —señaló Hope.

Alex frunció el ceño.

—Así que, le crecieron algunos músculos.

Genesis silbó.

—Yo diría que alguna docena por lo menos.

Hope sonrió.

—Tal vez más.

Una repentina ola de calor golpeó la habitación, causando que la


maldita planta inferior se sacudiera y luego combustionara.

—¿Eso era necesario? —Cassius dirigió la pregunta a Alex—,


Lleva tus celos a otro lugar.

—No estoy celoso —gruñó Alex.

Hope le dio una palmadita en el hombro y luego se inclinó de


puntillas y lo besó.

—Eres lindo cuando mientes.

—Entonces… —Timber dejó su café—, ¿vamos a hablar primero


del elefante blanco en la habitación, o de los números inmortales y
cómo diablos estamos planeando pelear contra los Vigilantes?

—¿Elefante? —Mason parecía genuinamente confundido—. Deja


de estar refiriéndote a mí como un elefante. Soy un lobo. Llamarme un
elefante es un insulto. Es como llamar a Alex feo.

Alex puso los ojos en blanco.

—Gracias hombre.

—Te entiendo. —Mason asintió y luego le sacó el dedo medio


detrás de su espalda mientras Alex hacia lo mismo a Mason.

Cassius golpeó sus manos en la mesa de la cocina.

—Niños, todos ustedes.

Podía decir que estaba en la punta de la lengua de Alex decir algo


como siempre, pero se contuvo. En cambio, la habitación cayó en un
estado de completo silencio.

Y luego todos los ojos se posaron en mí.


101
Como si tuviera que decir algo.

—¿Qué? —susurré.

—Sangre. —Alex señaló mi camisa—. Curioso. —Escaneó la


habitación—. ¿Cómo exactamente hiciste para alimentarte en el
supermercado? ¿Alguna pobre madre que lleva a sus hijos a entrenar
futbol consiguiendo una cena de último minuto? ¿Algún estudiante
comprando ramen? ¿Un niño?

Entre más hablaba, peor me sentía. La rabia en su cara no era


espectáculo.

—Yo —dijo Mason, sacudiendo la atención de todos hacia él—.


Ella se alimentó de mi… pero no antes de que yo me alimentara de ella.

16
102
Mason
Traducido por Wan_TT18

M e arrepentí de las palabras tan pronto como dejaron mi


boca. Demonios, incluso lo había lamentado mientras los
decía. Sin embargo, no me impidió actuar como un imbécil o impidió
que todos los demás me miraran como si me hubiera crecido un
colmillo adicional y haya intentado morder la cabeza de Alex.

—¿Qué?

Me encogí de hombros, tratando de parecer calmado cuando


había una tormenta de emociones en mi interior, luchando por el
dominio, pulsando con cada bombeo de sangre de Serenity. Mi boca se
hizo agua por su sangre, por su sabor. ¿Podría saberlo ella? ¿Podría mi
familia? ¿Era posible ver la necesidad tan grabada en mi alma que me
estaba costando concentrarme?

Quería tomarla una y otra vez.

Mi lobo quería a su compañera.

Cualquier parte de vampiro de mí solo quería sangre.

¿Y el otro?

Bueno, esa era la parte que temía que despertaría si tomaba más
sangre, si realmente tuviera sexo con Serenity, si el proceso de
apareamiento se seguía hasta el final.

Ya la había mordido.

Dos veces.

Si yo fuera un vampiro, estaríamos bien encaminados para ser


emparejados; pero de nuevo, ella no era humana, ergo, no moriría sin
mi sangre.

Y sin embargo, pude ver la sed en sus ojos cuando de repente me


miró el cuello con tanto anhelo que quería caer de rodillas y rogarle que
me chupara.

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—Tú… —Ethan apuntó un dedo en mi dirección y luego frunció el
ceño—. ¿No solo dejas que ella se alimente de ti, sino que... te
alimentaste... —Parecía que luchaba con la palabra alimentarse—, de
ella?

—Monstruo. Monstruo. Monstruo. —Una voz dentro de mí cantó.

Fue un error.

Algo andaba mal conmigo.

Asentí bruscamente.

—¿Esto fue antes o después de que ustedes lo hicieran en el


pasillo de los productos? —preguntó Alex en tono aburrido.

Le lancé una mirada furiosa.

—No lo hicimos allí.

—Oh, así que, ¿el cereal entonces? —preguntó.

—¡Alex! —La voz resonante de Cassius sacudió la casa; sus ojos


se lanzaron hacia mí—. La única forma de tener un aliento de ADN de
vampiro en tu cuerpo sería si estuvieras mezclado con el de un ángel.

Tragué saliva.

Y entonces mi mente se enfureció cuando la risa oscura llenó mi


cabeza.

Un ángel.

Un caído.

—Gadreel —había susurrado una voz.

La habitación se enfrió cuando Stephanie entró. Miró entre


Cassius y yo y luego se detuvo. Su pecho se agitó por el esfuerzo cuando
Cassius comenzó a hablar en una lengua angelical que mi lobo no
pudo—no podía—entender.

Y entonces...

Mi boca trató de moverse.

Me contuve. Apenas.

—Permítelo —dijo Cassius con voz gruesa.

—¡No! —rugí.
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Cassius se apoderó de mi garganta.

—Nunca serás libre de esto a menos que lo enfrentes.

—¿Y si nunca lo enfrento?

—Entonces te destruirá de adentro hacia afuera —Cassius me


soltó—. Nunca pensé que fueras un cobarde.

El rojo llenó mi línea de visión cuando me lancé hacia él.

Me apartó del camino como si fuera una mosca zumbando


alrededor de su cabeza. Fui a caer sobre la nevera de acero inoxidable y
me desplomé contra el suelo.

—Amigo —dijo Cassius con una voz que me animó a discutir—.


¿Soy tu rey, Mason?

Y ahí estaba.

La habitación quedó en silencio.

La vergüenza se apoderó de mí.

¿Había sido hace tanto tiempo? ¿Cuándo fui venerado como rey?
¿Como líder sobre todos los lobos? Los había guiado a través de
batallas, a través de siglos de guerra, y allí estaba, en el piso de la
cocina, débil.

Derrotado.

Muriendo de hambre.

Patético.

—¿Estás diciendo que alguien mezcló sangre de vampiro con


sangre de ángel, de alguna manera dentro de él? —preguntó Serenity en
voz baja.

—Pareciera que sí. —Cassius sacudió la cabeza—. Tendría que


volver para ver…

—Viaje de campo. —Alex se frotó las manos.

Acostumbrado a sus travesuras, Cassius asintió y luego extendió


las manos.

Serenity nos miraba boquiabierta.

105
Me puse de pie y la jalé a mi lado mientras Cassius presionaba
una mano en mi cabeza. La habitación se calmó.

Y estábamos cayendo.

Mi familia.

Yo.

Todos en la habitación que habían tocado su ala.

Cuando mis ojos se abrieron...

Ya no estaba en la cocina.

Estaba en mi antigua casa.

A la que me habían enviado.

Me encontraba en mi castillo en Escocia.

Estaba cubierto de sangre.

106
17
Mason
Traducido por Manati5b

L
os gritos comenzaron cuando las puertas del castillo de piedra
se abrieron con gran fuerza. De pie había dos figuras
encapuchadas, ambos importantes. Ambos…malvados.

Todo en ellos se sentía mal.

Se sentía… otro.

Mi mamá se acercó a ellos, con la sangre en sus manos, su rostro


apretado con preocupación y miedo. Mi padre detrás de ella, su mano
en su espalda.

—No podemos… —Mi mamá se cubrió el rostro con sus manos—.


Luchamos entre nosotros tanto como luchamos contra otros inmortales.
Nos desafían como rey y reina. Cada pocos años, perdemos más y más
de nuestros ejércitos. Nuestro hijo tiene una enfermedad, una con la
que nació. Lo mantiene atado a su cama. Mi esposo necesita un Alfa
para intervenir.

La figura encapuchada respiró hondo y luego retumbó en voz


baja:

—Entonces, ¿has buscado mi ayuda?

Mi mamá asintió.

—He escuchado lo que puedes hacer.

La capucha cayó de su rostro.

Juré mientras el cabello negro caía alrededor de sus pómulos


tallados, y una sola mecha roja colocada en el frente enmarcaba su
rostro angelical.

—¿Lo has hecho ahora?

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La persona a su lado sonrió sombríamente.

Padre extendió su mano.

—Tenemos dinero, recursos…

—Un favor. —Bannick sonrió amenazadoramente—. Todo lo que


pido es un favor. Te lo juro, ni siquiera estarás vivo para verlo.

La ansiedad se apodero de mí, mientras mi padre extendía su


mano y sacudía la de Bannick.

—Un favor. Tienes mi palabra.

—Lo sé. —Su sonrisa era cruel, y luego muy lentamente inclinó la
cabeza, cerrando sus ojos, y respiró antes de poner su atención
directamente sobre mí susurrando de nuevo—: Lo sé.

Retrocedí.

Puede sentir su mirada a través de cada centímetro de piel, hueso


y musculo.

—Lo que estás haciendo… —Bannick giró lentamente su atención


de regresó a mi padre—, no es… aceptable. —Apuntó hacia el techo—.
Puede hacer que te maten, o a tu hijo, pero si funciona, la guerra
terminaría. Tendrás a alguien demasiado fuerte, demasiado poderoso
para desafiarlo. Un Alfa que es un hibrido como el mundo nunca ha
visto. —Abrió su boca como si fuera a decir algo más, pero luego se
calló—. Vamos Gadreel. Necesitaremos cazar.

Padre asintió.

—Ayudaré.

Bannick se rio abiertamente.

—Podemos atrapar a un tonto vampiro. El problema es hacer que


estén de acuerdo. Pero tenemos nuestras formas… Todos tienen un
precio, y estoy pensando que conozco al vampiro que está dispuesto a
hacer cualquier cosa para tener un hijo.

El tiempo se adelantó a nosotros en una rápida sucesión,


mientras mi cuerpo se enfriaba. Alcancé la mano de Serenity solo para
descubrir que no estaba ahí.

Hice un círculo lento.

108
Completamente solo, excepto por Cassius. Él me dio una mirada
triste.

—No es justo.

—¿Qué?

—Permitir que otros se adentren en nuestros miedos más íntimos,


nuestros pensamientos. —Colocó una mano en mi hombro—. Los envié
de vuelta al presente. Veamos qué negociaron con el diablo.

En la siguiente escena escuché gritos primero.

Tantos gritos.

Era mi madre. Ella se cernía sobre mí.

—¡Hay mucha sangre!

—No la suficiente sangre —dijo Bannick en tono aburrido—.


Necesita ser mordido unas cuantas veces más.

El vampiro miró a mi madre con fríos ojos verdes, y luego


continuó atacando mi pequeño cuerpo.

Grité a todo pulmón mientras él tomaba más sangre.

—Alto. —Bannick extendió su mano—. Gadreel, ven aquí,


¿puedes?

Gadreel dio un paso adelante, y luego se puso de rodillas.

Bannick sostuvo una espada plateada en frente de él.

—Si alguna vez cae, mi hermano, debes saber que seguirás


existiendo en la próxima vida más fuerte que antes.

Gadreel se quitó la capucha.

Yo quería alejarme.

Quería correr.

Sus ojos eran azul hielo.

Su rostro coincidía exactamente con el mío.

Su cabello era negro con mechas rojas, pero aparte de eso, era un
gemelo idéntico.

Sonrió con suficiencia como si pudiera verme.

109
Agarré la pared con mis manos, la agarré para evitar
derrumbarme, y luego Bannick empujó la hoja en el corazón de Gadreel
mientras sangre plateada salía del agujero del arma afilada.

Extendió la espada hacia mi cuerpo y lentamente derramó sangre


plateada en cada herida de mordedura, permitiendo al vampiro sellar la
herida con sangre.

Mi pequeño cuerpo convulsionó mientras gemía desesperado.

Dolía.

Como renacer.

Fuego en mi sangre.

Hielo en mi cerebro.

Un dolor de cabeza que se negó a desaparecer.

Y un pulso en mis encías que me rogaba pedir más.

Matar por más.

Tan confuso.

Mis ojos oscuros se lanzaron hacia mis padres. La confianza


estaba rota. Se fue. En su lugar solo miedo.

Miedo de que de alguna manera no hubiera sido lo


suficientemente bueno. Suficientemente fuerte.

Y harían algo tan abismal para hacerme…

Mejor.

Madre se dio la vuelta y lloró en el pecho de mi padre mientras él


daba un asentimiento final a Bannick.

Su espada se deslizó en mi pecho con precisión.

Perforando mi corazón.

—Rompe el corazón. Teje la sangre. Alimenta el alma —susurró


Bannick en un lenguaje antiguo—. Tu verdadera identidad estará
siempre oculta hasta ella.

La espada dejó mi piel.

No sangré.

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Cada mordida se curó de inmediato.

Me senté derecho. Me veía homicida.

Fui a tomar al niño, el pequeño niño que parecía listo para matar
al mundo, pero Cassius me detuvo.

Un rayo de luz iluminó la habitación.

Seguido por el trueno.

Gadreel se puso de pie.

—Parece que lo hemos hecho enojar de nuevo.

—Es lo que mejor hacemos. —Bannick se encogió de hombros—.


Entonces al menos, tenemos su atención. Hemos sido ignorados por
mucho tiempo. No más hermano. Tengo planes para nosotros. Grandes
planes. —En segundos se habían ido.

El vampiro finalmente se volvió hacia nosotros.

Parecía familiar.

Sacudió su cabeza y luego susurró en el aire:

—Mi deseo me ha cegado.

En cuestión de minutos, otro vampiro entró con una niña


pequeña.

—¡Ella es hermosa! ¡Los ángeles se han mantenido fieles a su


promesa!

La niña inmediatamente empezó a llorar.

—¿Cómo deberíamos llamarla? —El vampiro macho extendió sus


brazos.

Mi madre intervino:

—Muerte. Nómbrenla muerte. Porque solo hay muerte aquí. —Ella


colapsó contra mi padre.

—Solo se ha desmayado —explicó él—, y tu hija es hermosa.


Llámenla con algo que signifique paz.

Los vampiros asintieron.

Segundos más tarde, Sariel el arcángel apareció.

111
Y nada volvió a ser lo mismo otra vez.

Cassius me agarró del hombro.

—No queda nada por ver que no sepamos ya.

112
18
Serenity
Traducido por Wan_TT18

E stuve por un minuto en Escocia. Al siguiente minuto estaba


de vuelta en la cocina con Hope, Alex, Genesis, Stephanie y
Ethan. Los gemelos dormían tranquilamente en el piso de arriba, y la
casa crujía con conciencia como si supiera que la magia acababa de
ocurrir y quería contarle al mundo sus secretos.

Nuestros secretos.

Otro gemido, y la casa volvió a estar en silencio cuando el viento


azotó los árboles en el patio, golpeando las ramas contra el costado de
la casa mientras un ruido de rasguños mantenía mis ojos fijos en la
puerta corredera de vidrio que conducía al espacioso patio trasero.

—¿Qué tan seguros estamos aquí? —me pregunté en voz alta.

Alex realmente tuvo el descaro de reír y luego se detuvo de


inmediato cuando Hope lo golpeó en el pecho.

—Cariño, somos inmortales. Si algún humano…

—No de los humanos. —Sentí la necesidad de señalar—. ¿Qué


pasa con otros inmortales?

Ethan frunció el ceño.

—Tenemos pocos enemigos. Llevamos vidas pacíficas. El


verdadero enemigo es el mal que fue lanzado hace unos meses. El
equilibrio siempre debe restablecerse, y la escala se ha inclinado a su
favor.

—¿Cómo es eso... exactamente? —le pregunté.

—Bannick... —explicó Ethan—. Lo viste en el sueño antes de que


Cassius nos echara. Afortunadamente está encadenado en el abismo,

113
pero eso no significa que sus hermanos no estén caminando por la
tierra, esperando que llegue el momento de atacar. No pueden evitarlo.

—¿Qué quieres decir con que no pueden evitarlo?

Los ojos de Ethan se dirigieron a Alex antes de responder.

—Digamos que naciste perfecto, solo expuesto a una cosa en toda


tu vida. Sabes del mal, pero nunca te toca. Conoces el hambre, pero
nunca la has sentido en tus entrañas. Conoces el dolor, pero solo has
estado alguna vez en el lado que lo produce. Nunca has sufrido
realmente. —Se pasó la mano por su largo cabello negro azabache—.
Entonces, de repente, te arrojan a un mundo que solo conoce el dolor,
la violencia, la guerra. El corazón angelical es una cosa interesante. Solo
se hizo con un propósito: unirse al Creador. Cuando esa unión se
perdió, cuando los doce cayeron de la montaña, se rompió ese vínculo.
Dime, si de repente fueras empujado a este mundo sin la mitad de tu
alma, ¿no harías algo para recuperarlo?

De repente tuve la necesidad de sentarme. Mis piernas golpearon


el respaldo de la silla cuando me dejé caer.

—Entonces, ¿no son malvados? ¿Solamente están dispuestos a


hacer algo para volver a su estado original?

—Bastante así —intervino Alex—. Y lo último que necesitamos


son más ángeles caídos que creen a los Oscuros como Cassius, y
Stephanie. —Le sonrió a ella—. Sin ofender.

Ella puso los ojos en blanco.

—No podemos permitir que se expongan a los humanos, y están


lo suficientemente desesperados como para hacer eso. Cada uno de
ellos tiene dones, talentos que, si se usan para el mal, pueden traer el
apocalipsis de manera rápida y violenta. —Ella apartó la vista cuando la
habitación cayó veinte grados, las partículas de hielo aparecieron de
repente frente a mi cara—. Matarían a todos los humanos en este
planeta, si eso significara que el vínculo regrese.

—¿Todos los humanos? —repetí—. ¿Incluso los inmortales?

—Bueno, podrían intentarlo. —Alex hizo un guiño, pero su


discurso perdió su sarcasmo normal. En cambio, el miedo apareció en
sus ojos mientras empujaba a Hope hacia sus brazos y presionaba sus
manos contra su vientre plano.

Mis cejas se dispararon hacia arriba.

114
Me dio un solo asentimiento y luego miró hacia otro lado como si
él también fuera a matar a cada humano en el mundo, para proteger a
los suyos.

Un trueno sacudió la casa.

Y de repente, Mason estaba entrando como si acabara de salir a


la calle sin nada más que con unos vaqueros bajos y suficiente músculo
para participar en una competición de culturismo.

Cassius lo siguió, con sus alas púrpuras escondidas detrás de su


espalda, su expresión sombría mientras observaba la escena que nos
rodeaba.

—Así que, ¿buenas noticias entonces? —bromeó Alex.

Cassius alcanzó la mano de Stephanie y la besó antes de volver


su atención hacia mí.

—Júramelo.

—¿Qué?

Sus ojos ardían en blanco.

—Júramelo.

Mason se acercó a nosotros, pero Cassius levantó la mano


cuando la habitación se detuvo, como si todos estuvieran estancados a
tiempo, excepto Cassius y yo.

Sus alas se extendieron, haciéndome imposible escapar.


Ondearon mientras un viento se movía por la casa. Cassius alcanzó mi
cara y tomó mi barbilla con su mano derecha, las plumas en esa ala
temblando como si el toque fuera reconfortante. Como si estuvieran
ronroneando con cada caricia de su pulgar.

—Júrame que no apartarás la vista.

—¿Apartar la vista de qué? —le susurré.

—Él —dijo rápidamente—. Donde vayan tus ojos, tus pies te


seguirán.

Sonaba tan familiar, ese decir.

Fruncí el ceño.

115
Y luego la habitación volvió a la normalidad. Mason se lanzó hacia
mí, empujando a Cassius fuera del camino con tanta fuerza que el ángel
se estrelló contra una pared.

—Oh, mierda. —Alex soltó una carcajada—. ¿Has estado


comiendo Wheaties5 o qué?

La expresión de Mason pasó de ira a horror.

—Cassius, lo siento, no... —Maldijo y corrió escaleras arriba antes


de que Cassius pudiera decir algo.

—Iré. —Hope besó a Alex en la mejilla y corrió detrás de Mason.

Los celos traspasaron mi corazón. Estaba mal. Sabía que estaba


emparejada con Alex, pero no hacía que fuera más fácil verla ir tras
Mason.

Alex se acercó a mí de esa manera sexy sobre la que no tenía


control y luego se sentó en la silla vacía y me miró fijamente.

—Entonces, ¿quieres hornear galletas o algo?

—¿Qué? —Entrecerré los ojos.

Sacudió la cabeza hacia la escalera.

—Apuesto a que le encantarán las galletas calientes. Él es más


bestia que hombre de todos modos, y si no le gusta la merienda,
siempre puedes ofrecer tu cuello de nuevo. Pareció funcionar bien la
primera vez. —Su sonrisa era deslumbrante—. Te ayudaré, y puedes
contarme todo sobre lo difícil que fue crecer como un vampiro triste e
impotente.

—¿Cómo vive ella contigo? —me pregunté en voz alta, para la


diversión de Genesis y Ethan.

Alex gruñó.

—Ella me quiere por mi cuerpo, pero ¿puedes realmente culparla?


—Sus ojos cambiaron de color cuando su cabello se volvió azul naranja.

—Ya basta, Alex. —Ethan lo empujó hacia un lado—. No quieres


matarla. Agarraré las chispas de chocolate.

No era la vida que podría haber imaginado para mí. Haciendo


galletas de chocolate con dos de los inmortales más poderosos que

5
N.T. Marca de cereal, conocida por mostrar gente atlética en las portadas.

116
existían mientras un arcángel observaba, su rostro era una máscara de
preocupación. Casi me perdí la mirada que le dio a Genesis, la lenta
sacudida de su cabeza y la forma en que sus ojos se llenaron de miedo
como si solo le hubiera dado una advertencia que ella solo entendería.

Y cuando se acercó a él y a Stephanie, no fue para reír y hablar;


era para acurrucarse en la esquina y tomarse de las manos, como si
fuera la última vez que alguno de ellos se vería de nuevo.

117
19
Mason
Traducido por Manati5b

M e senté en completa oscuridad en el alfeizar de la ventana.


Mi mirada en las estrellas. Hace miles de años, pedí ser el
Gran Lobo, sin tener en cuenta lo que eso significaría.

¿Y ahora?

Ahora sentía que les fallaba a mis padres una vez más.

Todo lo que siempre quisieron fue que fuera poderoso.

En cambio, me estaba convirtiendo en un fenómeno obsesionado


con la sangre, incapaz de controlar ninguna de mis emociones. El
simple hecho de que pudiera empujar a Cassius, sin poner esfuerzo, me
aterrorizaba.

El hecho de que de alguna manera pudiera sentir el miedo en esa


habitación, la ansiedad, hasta el punto en que se envolvía alrededor de
mi cuello y se apretó, estaba mal.

Todo estaba mal.

El ritmo cardiaco de ella aumentó hasta que tuve miedo de que se


desmayara, y luego el sonido volvió a la normalidad. Escuché un poco
más, interesado en la forma en que mis oídos pudieron distinguir los de
ella entre todos los diferentes inmortales.

Lo que fue aún más interesante, escuché el corazón de Cassius.

Lo sentí latir en mis oídos.

Era más fuerte que los demás. Más potente, pero más lento.
Decidido, como si cada latido estaba comunicando algo al universo que
ninguno de nosotros tendría el privilegio de ver o comprender.

—Toc, toc. —Hope empujó la puerta para abrirla y se dirigió hacia


mí, sus ojos marrones brillaban.
118
—¿Por qué los humanos dicen toc, toc en lugar de tocar la puerta?
Y tú ni siquiera me esperaste para que te dejara entrar. —Crucé mis
brazos.

Hope se sentó frente a mí en la ventana y sonrió alegremente. Tiró


de su negra camisa y se llevó brevemente una mano al estómago antes
de contestar.

—Primero, es más como “oye, estoy anunciando que estoy


llegando, y tú no puedes detenerme”, y segundo, no quería darte la
oportunidad de decirme que no.

Gruñí.

—Oh para. —Se acercó más hasta que pude sentir el calor de su
cuerpo. Su corazón comenzó a acelerarse.

Fruncí el ceño.

—¿Qué?

Se lamió los labios.

Presioné una oreja contra su pecho y luego me aparté


bruscamente, antes de caer lentamente sobre mis rodillas y presionar
una oreja contra su estómago.

—¿Cuánto tiempo? —susurré, agarrando sus caderas con mis


manos mientras apoyaba mi cabeza en su regazo.

Ella pasó sus dedos por mi cabello.

Cerré los ojos mientras el calor me inundaba. Había escogido bien


a mi mejor amiga.

Ella exhaló.

—Hace unas semanas. Le dije a Alex ayer. No tuve elección.


Vomité encima de él.

Me reí entre dientes.

—Me habría fascinado ver eso. Filmarlo. Verlo de vez en cuando


esté tentado de arrancarle la cabeza de su cuerpo.

Ella me dio un leve golpe en el hombro y luego siguió jugando con


mi cabello.

—Tengo miedo.

119
Me aparté y tomé sus manos.

—El miedo no es debilidad Hope.

—Se siente como debilidad.

Me puse de pie y la atraje a mis brazos, luego la llevé a sentarse


en la cama. Se hundió bajo nuestro peso. Le di un beso en la frente.

—Dame tu miedo entonces. Me lo llevo.

Lágrimas llenaron su visión.

—Los Elfos solían morir. Ese era su propósito, aparearse con un


inmortal y luego morir después de dar a luz.

—Tú no eres un Elfo, Hope. Eres el último. Eres realeza. No


puedes morir.

—¿Sin embargo, como sabemos eso?

La abracé con más fuerza.

—Lo sé porque lo dice Cassius, y le creo. Confío en él. No te


pediría que te aparearas solo para perderse el uno al otro. Él no es tan
cruel. Nadie lo es.

—Pero perdiste a tu compañera —señaló Hope.

—Perder. —Rodé la palabra un poco—. Perder siempre parece ser


la palabra equivocada. Perder significa que ella simplemente no pudo
encontrar su camino de regreso a casa y fue tomada. Perder parece que
hice algo mal, que no podía quedármela. — Negué con la cabeza—. Tal
vez es la palabra correcta. Tal vez nunca la tuve realmente. Siempre fui
demasiado para ella, demasiado fuerte, demasiado grande… demasiado
peludo.

Hope se echó a reír.

—No eres peludo.

—Soy un lobo. Es un cumplido ser peludo. ¿Te imaginas si fuera


calvo?

Hope hizo una mueca.

—Serías como uno de esos gatos desnudos.

120
—Demonios absolutos, esos gatos. Oye, tengo una idea.
Consigámosle a Alex uno. Le pondré una correa de diamante, le
compraré una almohada…

Ella golpeó una mano sobre mi boca.

—¡No te atrevas!

Le lamí la mano y le guiñé un ojo.

—Dile que se comporte entonces.

—Ustedes chicos son imposibles. —Se cruzó de brazos—. Gracias


por hacerme reír. Sé que estoy siendo ridícula. Aquí estas, tratando de
averiguar por qué sigues queriendo morder a las personas y ser forzado
a aparearte de nuevo, y yo me estoy quejando.

—Todos tenemos… cosas —dije simplemente—. No hace que


ninguno de ellas sea menos importante. No compares los problemas
porque no importa qué, para la persona que lo atraviesa, siempre
parezca imposible de resolver.

Ella presionó una mano en mi pecho.

—¿Dijiste que confiabas en Cassius verdad?

Asentí.

—Con mi vida.

Hope se alejó; el leve olor a vainilla llenó el aire cuando me miró a


los ojos.

—Entonces confía en él en esto. No pierdas a Serenity como tu


compañera. Mantenla. —Hope puso una mano en mi corazón—. Confía
en que va a estar bien.

Tenía miedo de expresar mis miedos en voz alta.

Temerosos de hacerlos realidad.

Pero era Hope. Mi mejor amiga desde que la encontré en las calles
de Londres en los años 1800.

—¿Qué pasa si desencadena algo que no puedo controlar? —


susurré—. ¿Y si realmente soy un monstruo? ¿Un otro?

—Mírame. —Hope tomó mi rostro entre sus manos—. No va a


suceder. Tu corazón es bueno, Mason. Estás bien. Esta cosa que

121
sientes, esta bestia, tal vez una vez que dejes de luchar, podrás
controlarla uniéndote a ella.

Jadeé.

—Deja de pelear Mason. —Se puso de pie—. Has estado luchando


contra ti mismo por mucho tiempo, desde unirte a tu lugar con tu
manada hasta disfrutar de un maldito bistec, deja de castigarte por los
errores que otros cometieron en tu nombre.

—¿Errores? —repetí—, ¿Qué quieres decir con errores?

—No eres demasiado peludo. O fuerte. O cualquiera de esas


cosas. El mayor error que cometió tu compañera muerta fue dar por
sentado tu amor. Esta es tu segunda oportunidad de estar con alguien
que te atrae.

Mire hacia el suelo.

—La romperé.

—Ella es un vampiro. Puede levantar un carro con un árbol. Creo


que estará bien.

Hope me guiñó un ojo y luego me dio unas palmaditas en la


espalda y se marchó.

Me recosté en la cama y suspiré.

Poco sabia Hope que yo era mucho más pesado que un auto.

Sonreí.

122
20
Serenity
Traducido por Liliana

N o había razón por la que me temblaran las manos, pero lo


hacían. Las galletas calientes apenas se mantenían en el
plato. Estaba oscuro. Y acababa de ver entrar a Genesis en un carro
con los gemelos y Ethan e irse; tenían bolsas como si se fueran a
mudar, pero esta era la casa de Ethan. Mi confusión solo aumentó
cuando Cassuis le susurró algo a Alex lo cual hizo que agarre a Hope
por el brazo cuando se hallaba al final de las escaleras y la jalara hacia
el garaje.

—¿Todo bien? —le había preguntado a Stephanie.

Ella solo se había encogido de hombros y me había dado una


mirada divertida.

Cassius regresó a la habitación.

—Recuerda lo que dije.

Y así fue.

La casa se quedó a oscuras.

Y estaba sosteniendo un estúpido plato de galletas como si eso


fuera a calmar a la bestia en el piso de arriba, como si eso lo iba a hacer
quererme.

Si tus propios padres no te amaron lo suficiente para quedarte…

¿Qué te hace pensar que un plato de galletas va a ayudar a que un


rey inmortal quiera emparejarse contigo?

Esa fue la pregunta que me hice luego de tomar cada escalón.

Después de cada aliento.

¿Qué te hace tan diferente?

123
Nada.

Nada en lo absoluto.

La inseguridad tenía una manera de meterse en mi cerebro,


haciendo imposible que viera un escenario donde Mason me escogiera.
Nos escogiera.

Él apenas me conocía.

Pero su sangre…

Cerré mis ojos brevemente.

Ese lobo fue hecho para mí en formas que no podía siquiera


comprender. Solo pensar en él hacía que mis dientes dolieran, mi
cuerpo anhelando más.

Me había sentido enferma desde la tienda de comestibles, y ahora


solo quería alivio, alivio que solo él podía darme.

Mason.

La puerta se hallaba abierta.

En silencio, entré. La luna entraba a través de la ventana abierta


al igual que el aire de la noche llenaba el espacio vacío entre su masivo
cuerpo y yo.

Su respiración era lenta.

Su pecho desnudo subía y bajaba con cada fácil cadencia que


inmediatamente me calmaba.

Respiré profundo y me acerqué.

Ni siquiera tuve tiempo de hablar antes de que su mano se


estirara y me agarrara la mano libre.

—¿Qué… —Se reclinó sobre su codo—, es ese olor?

Me aclaré la garganta.

—Galletas.

—Galletas. —Me observó con su mirada helada.

—Galletas con chispas de chocolate. —No podía apartar mis ojos


de él, de la forma en que penetraban cada defensa sin pedir permiso al
hacerlo. Sus ojos me desnudaron sin pensarlo.

124
Se lo permití.

Mi cuerpo se calentó.

Dejó mi mano y tomó una galleta.

—No he comida una galleta en…

—¿Años? —pregunté.

Su boca se curvó en una sonrisa.

—Cientos.

—Eso es bastante autocontrol —bromeé.

Su sonrisa fue tensa. El cuarto giró. Pulsando con electricidad,


con la sangre que punzaba mi cuerpo, rogándome por liberación,
rogándome que me una con la suya.

Dientes blancos mordieron la galleta lentamente. Mis ojos


observaron mientras su lengua salió y lamió un poco de chocolate que
tuvo el honor de posarse en su perfecto, y lleno labio inferior. Mi boca
zumbó de celos. Probablemente cortaría la garganta de alguien para
poder ser ese pedazo de chocolate.

Mason cerró sus ojos y dejó salir un gemido gutural antes de


tomar otra galleta.

Repitiendo el proceso.

Mientras, yo moría unos cientos de veces, imaginando esos


dientes morder en mi suave carne, lamiéndome hasta secarme.

Tomó otra galleta.

Y otra.

El plato se vació.

Mason colocó un último pedazo en su boca, luego lentamente


lamió cada dedo. Un pedazo de chocolate quedó en la comisura de su
labio. La tentación era demasiado. Sin pedir permiso, me incliné hacia
adelante y froté mi lengua sobre el sitio, probándolo a él, probando el
chocolate.

Se quedó quieto.

Susurré contra su boca:

125
—¿Quieres leche?

Sus manos se agarraron mi cintura.

Fue un latido del corazón, el segundo de indecisión en su rostro


luchando con su deber, con su autocontrol, y así, finalmente lo vi
rendirse, finalmente solo...

Combustión espontánea.

—Tengo una idea mejor —gruñó.

Gracias a Dios.

Mis vaqueros arañaron mi piel mientras él bruscamente los


empujó hasta mis tobillos como si ir lento no fuera la primera opción.

Solo una velocidad.

Una forma de reclamar.

Mi corazón se aceleró mientras sus ásperas manos corrían por


mis piernas desnudas. Salí de los vaqueros y los pateé a un lado.

Su boca presionó un beso en mi muslo. Sus manos se clavaron en


mi piel como si temiera que fuera a huir.

—No sabré cómo detenerme —dijo con una voz áspera y animal,
que reconocí como su lobo, el animal dentro de él. No me aterrorizaba.

Me hacía desearle.

—Entonces no lo hagas —lo alenté mientras me levantaba y me


tiraba contra la cama como si no pesara nada, cuando sabía que los
vampiros no eran conocidos por ser ligeros o fáciles de lanzar.

Yo era una pluma.

Masilla en sus manos.

Él me sonrió abiertamente. Y luego comenzó un asalto total con


su boca mientras lamía y chupaba mi lengua hasta que mi única opción
era usar su aire para sobrevivir y aferrarme a él con mis manos.

Su corazón dio un vuelco cuando le devolví el beso, y cuando mi


lengua tocó la suya, podría haber jurado que escuché que su corazón se
detuvo por completo mientras la sangre corría por su cuerpo
endureciéndose contra mí, haciéndome retorcer debajo de él con una
necesidad primitiva.

126
—Mío. —Agarré su trasero a través de sus vaqueros y luego traté
de empujarlos hacia abajo.

Gruñó contra mi cuello, sus músculos tensos mientras se


sostenía sobre mí. Sus ojos se volvieron tan azules que casi podía ver
mi reflejo en ellos. Lo apreté con mis manos, presionando otro beso en
su boca abierta, cortando su labio con mi colmillo.

Se echó hacia atrás y luego se estremeció cuando lo que parecía


un orgasmo recorrió su cuerpo, y luego lo sentí, lo que estaba sintiendo,
esta insana necesidad...

Alimentar.

Lentamente, giré mi cabeza hacia un lado y moví mi cabello.

—Maldita sea, Serenity…

—Tómalo —le rogué—. Tómame.

Su respiración se hizo más lenta, y luego su mano estaba en mi


cuello, más garra que dedos.

No tenía miedo.

Sus ojos pasaron de azul a negro, una y otra vez mientras me


observaba moverme debajo de él. Una guerra estalló dentro del cuerpo
de mi compañero.

—Permíteme liberarte —le supliqué.

Dejó escapar un rugido tan penetrante que la casa se estremeció.

Casi miré hacia otro lado, pero luego recordé las palabras de
Cassius mientras los colmillos de Mason descendieron como espadas
afiladas que salían de su boca.

Eran más largos que los míos, amenazantes.

Esperé a que atacara, que tomara.

No lo hizo.

Me vio observarlo.

Hice todo lo posible por no parpadear para mostrarle que no tenía


miedo, ser digno de ser tanto hombre como bestia.

Su longitud se tensó contra mi muslo, y me moví debajo de él.


Sus ojos estaban enloquecidos mientras bajaba la cabeza entre mis

127
piernas y me acariciaba, como si fuera a tomar una siesta realmente
excitante.

Mis muslos se apretaron mientras él corría la nariz a lo largo de


cada centímetro de mí, su lengua delineando y palpitando, aumentando
su movimiento. Mantuvo su garra en mi cuello, haciendo imposible
moverse.

Arrastró círculos lentos y peligrosos con su lengua, solo para


detenerse mientras mi cuerpo pedía su liberación. Intenté moverme con
él, pero cada vez que lo hacía, dejaba de hacer lo que estaba haciendo.
Como necesitaba que siguiera, ya que sentía que mi vida dependía de
su toque, de cada una de sus lamidas, cerré los ojos y permití que el
éxtasis de su boca llenara mi cuerpo.

Su apetito parecía aumentar solo cuanto más cedía mi cuerpo a


medida que ardían olas de placer a través de mi núcleo.

El proceso se repetiría mientras me lamía una y otra vez. Con un


gruñido hambriento, se deleitó y luego se detuvo mientras una pizca de
dolor golpeó mi muslo interno.

El mundo se calmó.

Silencio.

Su respiración pesada...

Mi corazón tartamudo...

La garra que me sujetaba todavía se hundía en mi carne.

Gemí por el contacto y sentí su lengua lamer la herida antes de


que él volviera su atención hacia mí.

Mi boca…

Mi cuello…

Sus ojos pasaron de mi piel a mis labios como si no estuviera


seguro de cuál debería probar primero, como si fuera la elección más
difícil que había hecho en toda su vida.

La lucha todavía estaba allí, pero podía ver cómo la lógica volvía a
su expresión cuando intentaba calmarse a sí mismo.

Pero yo no lo quería tranquilo.

Así no era Mason.

128
Mason era toda bestia.

Y quería que supiera que quería tanto a la bestia como al hombre.

¿Cómo no iba a hacerlo?

Encontré su mirada y luego empujé su garra en mi cuello,


perforando mi propia carne lo suficiente como para que la sangre se
deslizara por mi piel blanca.

Y me di cuenta demasiado tarde…

Que acababa de desatar a la bestia.

Y tiré la llave.

129
21
Mason
Traducido por YoshiB

L
a había desnudado millones de veces en mi mente.

Nada era tan bueno como este sentimiento.

Este sabor.

Era como pasar una eternidad comiendo piñas y, de repente,


tener una docena de galletas de chocolate para darme un festín.

Me di un festín con ella.

Dejé que mi lengua la comiera como si fuera mi comida.

Y cuando sentí que su sangre se elevaba, los músculos se


tensaron, el cuerpo reaccionó, mi bestia se sació —por unos segundos—
antes de que necesitara volver a alimentarse.

Cada ola vino más fuerte y más rápida, mi propio cuerpo sufría
con la necesidad de unirme a ella, pero había estado muriendo de
hambre.

Viviendo una vida en el desierto.

Me habían llevado a un palacio.

Quería sentir todo.

Mis colmillos pincharon su muslo interno, y cuando la sangre


cubrió mis colmillos, tragué por instinto y sentí un rugido en mi pecho
que sonó como miles de años de opresión.

Milenios de ser excluidos.

Perdido para el mundo.

Dormido.

130
Abrí mis ojos.

Y lo vi todo, la forma en que su corazón me cantaba.

Retornar ahora hubiera sido imposible.

Preferiría haber muerto.

Su mirada entrecerrada se fijó en la mía antes de que se aferrara


a mi mano salvaje y se abriera parte de su garganta.

Abrió su vena…

A la bestia.

Sin pensar en las consecuencias.

Eché mi cabeza hacia atrás y rugí mientras su sangre corría por


su cuello y a través de su clavícula. Con un gruñido, alcancé la vena y
la chupé.

No fue suficiente.

La sangre caliente cubrió mi boca seca mientras mi cuerpo se


iluminaba de adentro hacia afuera como si nunca hubiera estado vivo
hasta este momento.

Ella se agitó con fuerza contra mi cuerpo, frotando su sexo contra


mí como si lo necesitara tanto como yo.

Me aparté el tiempo suficiente para darle la vuelta sobre su


estómago, y luego mis dientes volvieron a su cuello, succionando,
lamiendo, devorando cada centímetro de sangre que ofrecía, sabiendo
que nunca volvería a ser lo mismo.

Nunca volvería de este deseo.

Esta lujuria.

Ella empujó su culo contra mí mientras bebía más profundo; su


brazo subió para tomar mi cabeza con ternura, su cuerpo moviéndose
hacia atrás contra el mío.

Reclamar.

Reclamar.

Reclamar.

Su sangre cantaba.

131
El trueno retumbó en la distancia.

Con manos temblorosas, agarré sus caderas y la jalé hacia mí,


deslizándome completamente, quedándome allí, sin irme nunca más.

Casa.

Su grito fue de éxtasis.

Mi agarre fue uno de poder cuando reclamé a mi compañera, a


medida que la hacía mía mientras se movía conmigo.

—Suficiente —susurró una voz.

Alejé mi boca de ella solo para que se sujetara a mi muñeca


mientras continuaba mis constantes empujes.

La sensación de sus dientes contra mi carne era demasiado a la


vez: saber que ella era mía, saber que me deseaba; quería mi sabor, que
mi sangre se elevara en sus venas.

Encontré mi liberación rápidamente, y su cabeza cayó hacia


adelante mientras la sangre goteaba de su boca.

Y lentamente, su corazón se calmó.

Igualando el mío.

Un hilo invisible apareció en mi mente, entre nosotros, para


nunca ser cortado. Y podría haber jurado que oí a los ángeles cantar.

Oí la creación en su corazón.

Lo probé en mi lengua.

Y cuando lamí su herida cerrada en su cuello, acuné su cara y


jadeé cuando sus ojos se iluminaron con mi reflejo, ojos azules. Ambos
teníamos los ojos azules a juego.

Estaban muy abiertos, sus ojos.

También tenían... miedo.

132
22
Serenity
Traducido por Yiany

N o apartes la mirada.

—No apartes la mirada.

Mi cuerpo aún zumbaba con su presencia. Lo sentía por todas


partes, lo probaba aún más.

Pero el hombre al que estaba mirando...

Quería apartar la mirada.

Porque vi muerte en sus ojos.

También vi vida.

Vi cosas que no deberían haber estado.

Vi cosas que eran imposibles de ver.

Vi mi propia vergüenza. Vi mis faltas. Vi todo lo que me hacía una


mala vampira, una mala persona. Vi historias y muertes. Vi
enfermedades, destrucción. Vi guerra.

Confianza. Necesitaba confiar en Cassius.

Pero tenía el mal presentimiento de que no me había apareado


con Mason.

Sino con un caído.

133
23
Mason
Traducido por NaomiiMora

E l resultado.

La conciencia de su cuerpo era como un bálsamo para mi


corazón.

También era la única razón por la que no estaba gritando a todo


pulmón, la única razón por la que no me hallaba maldiciendo a Cassius
hacia el abismo.

Otro. Mi. Trasero.

No era más otro de lo que Cassius era honesto.

Le di una sacudida a mi cabeza.

Quería estar equivocado.

Pero vi su rostro.

No era el rostro de la confianza. Era el rostro del miedo.

—Serenity. —Incluso mi voz sonaba diferente a mis propios oídos;


todo se había intensificado desde la forma en que el aire cambiaba y
daba forma a las palabras para que existieran hasta el poder que sentí
incluso al pronunciarlas.

Poder absoluto.

Lo ansiaba como la ansiaba a ella.

—¿Mason? —dijo mi nombre como una pregunta.

—¿Sí? —respondí de la única manera que sabía mientras la


confusión llenaba mi cabeza, mi corazón.

—¿Tú ... sabes lo que está pasando?

134
Negué con la cabeza.

—Sé que eres mía. Eso es lo que sé.

La casa se estremeció con mi declaración, y pude escuchar el


verdadero rugido de la tierra, como si estuviera esperando que yo
creara, que llamara algo a la existencia.

No me sentí malvado.

Pero sentía el mal a mí alrededor, tentándome, diciéndome que


cediera, para poder ser libre.

Serenity respiró hondo y presionó sus manos sobre mis hombros.

—Necesitamos a Cassius.

—¿Por qué? —Incliné la cabeza; el movimiento se sintió raro, pero


solo había bebido el peso de mi cuerpo en sangre. Los lobos no hacían
eso.

Muy lentamente, Serenity metió sus manos en mi cabello y lo tiró


hacia adelante. Casi vomito por toda la cama cuando vi las hebras en
sus manos temblorosas.

Negras.

Y.

Rojas.

135
24
Serenity
Traducido por Taywong

S
onaba como Mason.

Mi corazón reconoció sus latidos.

Lo que veía era imposible.

Y, sin embargo, acababa de aparearme con un hombre lobo.


Como vampiro, podría suspender la incredulidad hasta cierto punto.

Mason seguía mirando su cabello y luego saltó de la cama para


mirarse en el espejo con toda su gloria desnuda.

Traté de no mirar fijamente.

Era casi imposible.

Estaba perfectamente formado, como una escultura que se ve en


un museo; cada onza de tejido de su cuerpo era un músculo tendinoso,
duro como una roca, desde los pies hasta sus abdominales planos.

Las cicatrices manchaban su espalda, cicatrices que nunca había


visto antes.

Pelo negro corría por la mitad de su columna vertebral.

Rojo cortado a través del negro a cada lado, creando reflejos


traídos por la sangre.

Poco a poco, me puse de pie y envolví una sábana alrededor de mi


cuerpo.

En el momento en que me acerqué, tiró de la sábana y miró hacia


abajo, sus ojos dolorosamente lentos mientras se bebían mi cuerpo.

—Te quiero de nuevo —susurró—. Pero...

136
—Tómame. —Era suya, y él era mío, sin importar de qué color era
su cabello, su piel.

Sonrió.

—Me gustan tus pensamientos. Me hacen pensar que esto es


solo... una extraña coincidencia de un hombre lobo y un vampiro
apareándose.

Tragué.

—Desearía que ese fuera el caso, pero…

—Pero entonces no sabría cómo hacer que ese árbol muriera ahí
afuera. —Asintió hacia la ventana—. No sabría la frase exacta para
hablarle a la hierba para que crezca. No sabría esas cosas, no.

Era más o menos treinta centímetros más alto que yo, y me


acerqué y toqué las cicatrices de su espalda solo para retroceder
cuando una pluma negra apareció de repente y cayó al suelo a mis pies.

En el momento en que la toqué, se desintegró en cenizas.

Mason maldijo y luego me empujó tan fuerte que casi choco con el
espejo.

—¿Qué pasa? —susurré.

Negó con la cabeza con incredulidad.

—Bueno, parece que no necesitaré ir a cazarlos.

—¿Ellos?

—Vigilantes —susurró y luego pronunció en lo profundo de su


garganta un áspero—: Mis hermanos.

137
25
Mason
Traducido por 3lik@

M is vaqueros apenas encajaban sobre mi enorme cuerpo. En


el momento en que me puse mi vieja camisa, se desgarró en
el pecho como una mala película de superhéroes.

Estaba acostumbrado a estar sin camisa, pero esto se sentía...


diferente. Como si estuviera parado en tierra santa y me golpearan por
no tener suficiente ropa puesta.

Serenity me miró aterrorizada antes de volver a vestirse


rápidamente. Quería tomar su miedo, por completo, y hacerlo
desaparecer.

¿Pero cuando le fue exactamente enseñado temerme?

¿Cómo a cada inmortal por ahí?

¿Entonces qué?

Era un error; tenía que ser.

Sentí a mi lobo gruñir por dentro.

Aún era un lobo.

Seguía siendo yo.

Y sin embargo, no lo era.

No sabía cómo procesar lo que le estaba sucediendo a mi cuerpo


ya que mis pensamientos iban a un millón de millas por minuto solo
para centrarme una vez más en Serenity.

—Protejo lo que es mío.

Un golpe sonó en la puerta.

138
Me preocupaba más que estuvieran tocando que si aparecieran de
la nada.

Agarré la mano de Serenity y bajé las escaleras hacia la puerta


principal, luego la abrí con demasiada fuerza, haciendo que se saliera
de las bisagras.

Demonios.

Ethan iba a estar enojado.

—Gadreel —dijo el hombre.

El nombre que salió de sus labios fue el mismo que uno de los
Vigilantes me había dicho durante el accidente automovilístico, como si
tuviera a alguien o algo atrapado dentro de mí, y hubiera estado
esperando que lo liberara.

Me estremecí y mantuve a Serenity detrás de mí mientras lo


miraba, esperando algo, cualquier cosa. Mi vacilación duró poco cuando
su nombre fue introducido en mi cerebro como si alguien hubiera
empujado un objeto gigante frente a mis ojos que decía Armaros.

Tragué saliva y luego susurré:

—Armaros —probé la forma en que sonaba en el aire.

Sus labios se separaron, y luego agachó la cabeza como si


hubiera estado esperando un millón de años para escuchar su nombre
en el universo.

Levantó los ojos e inclinó la cabeza de forma depredadora


mientras los hombres detrás de él observaban, esperando, al parecer, a
que se moviera, que hiciera algo.

—¿Te acuerdas?

No quería recordar.

No quería saber.

Mi lobo aulló.

No. Dolería demasiado.

Mi cuerpo ya había sufrido mucho; mi mente apenas estaba


pendiendo de un hilo. Había vivido miles de años solo. Me había
perdido. No estaba seguro de poder manejar los recuerdos de otra

139
persona, los recuerdos de cómo se sentiría ser uno con la creación, y
luego la sensación de que se me hubiera arrancado de las manos.

—No quiero —dije honestamente.

—Tú... —Levantó la mano cuando sus ojos brillaron plateados—,


no tienes elección.

En el momento en que su palma presionó contra mi frente, un


escalofrío recorrió mi cuerpo, y luego me encontré en una montaña en
medio del inminente frío, con la escarcha cubriendo mis labios mientras
mi corazón se desaceleraba a un ritmo normal.

Observé.

Era uno de los que observaba.

Observé a los humanos.

Protegí la montaña.

Mi trabajo era observar.

Estalló una guerra.

—¡NO! —gritó una mujer—. ¡Ayúdenos! —Miró a la montaña, a


nosotros, sus protectores, pero no era nuestro trabajo intervenir.

Y luego, un movimiento.

El aullido de un lobo fue nuestra única advertencia, y luego un


segundo, seguido de varios más.

No. Hagas. Esto.

El Creador nunca te perdonará.

Una decisión.

Mi cuerpo tembló cuando uno de nosotros, Sariel, dio un paso


adelante. Poniendo sus ojos en los niños siendo arrojados al fuego por
el enemigo.

—Debemos detener esto.

—Nuestro trabajo es observar —dijo otro hermano—. Y observar


haremos.

Me encontré dando un paso adelante.

Armaros puso su mano en mi hombro.


140
El aullido se intensificó.

Y lentamente, uno por uno, mis hermanos y yo comenzamos a


bajar la montaña. Los masacramos a todos; la sangre del enemigo
cubría mi espada y coraza de oro. No sentí nada más que ira.

Resentimiento.

Sentí.

Y nunca había sentido antes.

No sabía cómo lidiar con esta emoción que llenaba mis pulmones,
por lo que era difícil respirar.

Y mientras caminaba de regreso a mi lugar en la montaña, sabía


que nuestras vidas nunca serían iguales, ya que nos habíamos desviado
de nuestro propósito principal. Y había que pagar un infierno por ello.

Sariel fue el último.

Lo observé hablar con una mujer. Lo observé tocarla.

Me estremecí, preguntándome cómo se sentiría ese toque.


¿Estaría cálida? ¿Helada? Miré hacia otro lado.

Todos hicimos la vista gorda.

Podía sentir la rabia de Bannick traspasándome, pero no era por


la guerra. Eran celos.

Él tenía sus ojos en la mujer como si ella guardara los secretos


del mundo.

No, las cosas nunca volverían a ser las mismas.

Y días después, cuando Sariel se acostó con la mujer, cuando


produjeron el primer Oscuro del mundo, fuimos castigados.

Chillé cuando un rayo partió el cielo en dos, cuando la nieve


negra comenzó a caer sobre mi cara, mientras el Creador de una vez por
todas nos miraba y luego se daba la vuelta.

Y su giro hizo que la oscuridad descendiera como una manta de


asfixia alrededor de todos y cada uno de nosotros.

Desgarré mi armadura.

Lo saqué de mi cuerpo para que pudiera respirar.

141
—Se ha ido. —Armaros cayó de rodillas—. El Creador nos ha
dejado.

—Nuestro castigo no fue tan severo como debería haber sido —


susurré.

Vi como Bannick se dirigía a los cielos, sus alas blancas lo


elevaban más y más alto a los Cielos hasta que comenzó a descender.

Jadeé con horror mientras su cuerpo aumentaba su velocidad y


luego golpeaba el suelo con una severidad similar a un terremoto, y
cuando corrí hacia él para ayudarlo, todo lo que vi fue sus alas negras y
rotas.

Y rojo en su cabello, como si su desafío hubiera causado que el


Creador lo marcara con la muerte.

—Hay una sola cosa que podemos hacer —dijo Armaros, dándose
la vuelta—. Nos ganamos el camino de vuelta, cueste lo que cueste,
cuidamos el estrecho humano como El Creador ha pedido. Debemos
estar atentos en la vigilancia. No debemos apartar la mirada.

Bannick se puso de pie y gritó a los Cielos, luego cayó de rodillas


de nuevo y maldijo al Creador al abismo.

—Puede ser demasiado tarde para algunos de nosotros —le


susurré.

La visión cambió, y de repente me hallaba en una pequeña choza


con Armaros mirándome como si hubiera hecho algo imperdonable. Tal
vez lo había hecho. Mil años pasaron, y aún no había noticias de El
Creador.

Ni siquiera cuando había construido altares para Él.

Cuando había alabado Su tierra.

Cuando construí bosques con mis propias manos, hice que los
árboles cantaran Su nombre.

Había cazado con los lobos, los había ayudado a alimentar a sus
crías, había interactuado con el Alfa como si fuera de mi propia especie.

Eran favorecidos entre El Creador, hechos con Sus propias


manos, su carne amasada por los mismos árboles y la tierra que
protegían. Los protectores de la tierra, los honré, y Él todavía se negó a
honrarme de vuelta.

142
Bien podría estar muerto.

Me senté frente a Armaros.

Sus ojos se estrecharon, y luego se estremeció.

—¿Qué has hecho, hermano?

—Nada que se pueda deshacer. —Me encogí de hombros y tomé


asiento mientras Bannick entraba con una sonrisa victoriosa como si
hubiera cedido ante sus malos términos.

Armaros desvió su atención hacia mí.

—No lo escuches.

—Entonces, ¿debería escucharte a ti? —grité.

Todo era un espectáculo; siempre lo fue cuando se trataba de


Bannick, pero él no necesitaba saber eso. Solo Armaros realmente me
conocía, sabía que mi alma deseaba crear, no destruir.

—Tengo todo lo que necesito aquí.

—Sí. —Armaros suspiró—. Gobernamos el polvo y la destrucción.


Qué conveniente para nosotros y qué benevolente de su parte, ¿verdad,
Bannick?

Bannick golpeó su mano contra la mesa situada entre nosotros.

—¿No lo ves? Estaremos aquí sufriendo por milenios.

—Nuestro trabajo es proteger el estrecho humano —dijo Armaros


con cuidado—. Si hacemos nuestro trabajo, El Creador nos honrará.

Había estado diciendo la misma maldita cosa desde el principio de


los tiempos. Y aún seguía.

Silencio.

Santos Cielos, me disgustaba el silencio.

—El Creador ni siquiera responde a tus cantos, Armaros, ¡el


favorito! ¿Crees que por un segundo nos devolvería a los demás? —dijo
Bannick bruscamente.

Armaros miró hacia otro lado.

Sentí que me invadía la vergüenza. Lo que había hecho estaba


mal.

143
Recé en ese momento, ya que la hoja había atravesado mi
corazón, para que El Creador me llevara a casa.

Quería morir.

Lo había intentado todo, excepto la forma prohibida de ayudarme


a quitarme la vida, a dar vida, como era el único trabajo de El Creador.
Tomé su trabajo con la esperanza de que él me mirara; que viera que
estaba cometiendo el pecado final.

Pero en realidad había funcionado. No había muerto, y el niño


crecería fuerte. Y por eso, tendría algo de paz al menos durante mi
miserable existencia.

—Un día... —lanzó Bannick—, un día, ya verás.

Armaros compartió una mirada conmigo y luego susurró:

—Déjame ver tu pecho.

Me estremecí de dolor.

¿Por qué me dolía?

Nunca había sentido dolor, pero sabía cómo era este sentimiento.

Caí de rodillas cuando la sangre plateada comenzó a salir de la


herida en mi pecho.

Armaros me atrapó antes de que tocara el suelo. La luz llenó la


habitación, y mi vergüenza creció con cada segundo que pasaba.

—Sé lo que has hecho.

La voz era suave.

No estaba en auge.

No llevó a cabo ningún juicio.

Sólo la verdad.

Cerré mis ojos.

—Ábrelos —ordenó la voz.

Un niño pequeño se paró frente a mí, su rostro resplandecía de


luz.

Alcancé su mano.

144
Dio un paso y luego me permitió sentirlo, sentir su calor.

—Bannick piensa que esto es el mal, lo que has hecho. —Sonrió—


. Pero soy El Creador, ¿no es así? ¿Lo veo todo? ¿Lo sé todo? Dejo que
mis hijos elijan.

—Sí —murmuré—. Lo eres.

Armaros se sacudió a mi lado. Era la única reacción lógica a algo


tan bueno, tan ferozmente aterrador incluso que los ángeles se
estremecían en su presencia. Si aún tuviera mis alas, estarían goteando
sangre, con dolor por su belleza.

—Entonces, puedes elegir ahora. —Puso una mano en mi


hombro—. Puedes quedarte con tus hermanos aquí, cuidando el
estrecho, o puedes morir; tu alma se unirá con la mía, pero tu cuerpo
será entregado a otro. Nunca más caminarás con tus hermanos en esta
tierra, nunca más vigilarás. Pero estarás completo.

Fue el toque final. Él rompería el vínculo final entre mis hermanos


y yo. Lo único que nos mantuvo sanos a nosotros y a nuestro creador. Y
ahora Él me lo estaba ofreciendo, pero sin ellos.

¿Cómo podría elegir?

—¿Por qué? —Negué con la cabeza—. ¿Por qué me regalas esto


después de lo que he hecho?

Su sonrisa era cegadora.

—Porque mi plan es mucho más grande... que tú.

Las lágrimas llenaron los ojos de Armaros.

—Anda, hermano. Ve.

—Pero... —Negué con la cabeza—, los que vigilan... Todos


tenemos un estrecho humano que vigilar. Es... es nuestro deber,
nuestro castigo. ¡No puedo separarme de ti!

Armaros se mantuvo erguido.

—Te vigilaré.

Las lágrimas llenaron mis ojos. Sabía cuánto le estaba pidiendo


que soportara solo para que mi alma pudiera regresar, el dolor que mis
hermanos sufrirían cuando me sacaran la conciencia. Sería un agujero
vacío en sus corazones por el resto de sus vidas.

145
—Ve —lo dijo de nuevo, me instó.

Miré al Creador y le di un solo asentimiento.

Y no sentí nada más que paz.

—Lo verás de nuevo —susurró El Creador en el aire—, pero él no


será el mismo. Tendrá que tomar una decisión al igual que el resto de
ustedes. Pero el inmortal es poderoso. Él es... un Gran Lobo. Un
guerrero. Hará que Gadreel se sienta orgulloso.

Armaros asintió.

Y la visión se desvaneció.

Me tambaleé hacia atrás cuando los ojos de Armaros volvieron a


ser de azul pálido, y luego extendió su mano y la presionó contra mi
hombro.

—Bienvenido a casa, hermano.

Me derrumbé a sus pies.

Y aulló.

146
26
Serenity
Traducido por Candy27

F ui a alcanzar a Mason, pero Armaros me detuvo y me dio una


ligera sacudida con la cabeza.

—Podría hacerte daño.

—Él… —Señalé hacia un Mason que se sacudía—. ¡Es mi


compañero!

Armaros se tropezó hacia atrás y sacudió su pelo negro; piezas de


rojo se encendieron en las puntas.

—Eso es imposible, tú eres… —Hizo un gesto de disgusto como si


estuviera por debajo de él—, una vampira.

—Gracias, no era consciente de ello —dije sarcásticamente.

—No —susurró Armaros—. No lo entiendes. Lo que estás diciendo


es… ¡es imposible!

Se arrodilló ante Mason y le ofreció una mano. Ambos hombres


eran enormes, desde su pelo negro y rojo, hasta los pantalones y
camisetas que parecían demasiado pequeñas en ellos. Las chaquetas
cubrían sus músculos, y los tatuajes se marcaban en sus brazos.

Los tatuajes que se veían en los brazos de Armaros eran marcas


angelicales en un idioma antiguo que solo unos cuantos entendían o
incluso se atrevían a hablar en alto por miedo a acabar muerto.

—La amo. —La voz de Mason sonaba ronca—. Es mi compañera.


¡Es la razón de que me pasara esto! —Agarró su pelo y miró su gran
cuerpo como si no fuera increíble. Un regalo del Creador seguro.

Antes había sido hermoso, sus ojos siempre habían mantenido


una cierta fiereza, una profunda tristeza.

¿Pero ahora? Ahora se veía glorioso.


147
—Los ángeles no se emparejan con humanos o inmortales —dijo
Armaros con voz inexpresiva—. Lo que has hecho hará que te maten.

Un repentino frio llenó el aire cuando Stephanie caminó a través


de los hombres gigantes y guiñó un ojo.

—Díselo a Cassius entonces.

Y como una bomba golpeando el suelo, Cassius aterrizó entre


ellos de una manera de perfecta estrella de cine, sus alas moradas
abiertas ampliamente, casi sacando a algunos de los hombres antes de
que las plegara sobre la espalda y se pusiera en pie.

—Cassius —espetó Armaros.

—Salvamos tu culo —dijo Stephanie a través de sus dientes


apretados—. ¿O es tu memoria tan horrible? ¡Si no hubiera sido por
nosotros, todos ustedes seguirían encadenados a un maldito muro
sangrándose hasta la muerte por tu hermano!

—¡Crees que esto es mejor! —gritó Armaros—. ¡No tenemos


propósito! ¡Paseamos por la tierra como si siguiéramos siendo
prisioneros! ¡Puede que ya no haya un muro, pero, amigo, sigo estando
encadenado!

Cassius suspiró y compartió una mirada con Mason antes de


dirigirse a Armaros.

—El balance entre la creación y los humanos debe ser restaurado.


¡Cada segundo del día su elección de vagabundear en vez de volver a los
planes establecidos es otro día de caos! Terremotos, huracanes, muerte,
destrucción. ¡El universo no está equilibrado! —la voz de Cassius
sacudió la casa—. ¡Y eso es por ustedes!

—Nosotros —desdeñó Armaros—, ya no informamos a El Creador,


¿o lo has olvidado? ¿La manera que es Él?

—Él nunca olvida —susurró Cassius—. Es como nos fuerza a


aprender.

—¿Durante miles de años?

—No es mi culpa que fueran testarudos. —Sonrió Cassius.

Amaros lo miró listo para matarlo.

—Puedes intentarlo —dijo Cassius a través de dientes apretados.

148
—¿Qué promesa nos puedes dar de que El Creador nos devolverá
a nuestro lugar legítimo? —preguntó calmadamente.

—No puedo. —Cassius se encogió de hombros—. Se llama fe.

Armaros se movió como si hubiera sido golpeado mientras el resto


de los hermanos empezaron a susurrar los unos con los otros.

—Por supuesto, tómate tu tiempo —dijo Cassius en voz baja.

Armaros compartió una mirada con Mason que parecía escéptico.


Contenía… un desafío.

—El lobo tiene el cuerpo de Gadreel. Tiene sus recuerdos. No


tiene su personalidad.

—Gracias —murmuró Mason.

—No era un cumplido para ti. —Armaros levantó un hombro


mientras Mason parecía preparado para arrancarle la cabeza—. No ha
sido desde el inicio de los tiempos que los ángeles se han unido con los
inmortales sin guerra, sin mal.

—Si —coincidió Cassius, sus ojos buscaron a Armaros—. Estás


en lo correcto.

—Una tregua… entre todos nosotros. —Miró a Mason—. Pero


quiero un vínculo con los lobos.

Los ojos de Mason se ampliaron como si acabara de pedir su


cabeza.

—Pero eso…

Cassius levantó una mano.

—¿Quieres la conexión con los Cielos que te proporciona?

Un único asentimiento.

—Quiero la música. Quiero el tacto de las palabras en mi lengua.


Vincúlanos a los lobos, y volveremos a nuestras tierras.

Cassius suspiró y miró directamente a Mason.

—Tendrás que preguntar a su legítimo rey.

Y entonces Cassius hizo la cosa más extraña que había visto a un


ángel hacer. Se apoyó sobre una rodilla justo delante de Mason y
mantuvo sus manos en alto.

149
Mason se sacudió contra mí, como si no estuviera preparado.

Palabras como no merecido.

El Creador no se comunicará conmigo.

No puedo hacer esto.

Perdí a mi compañera.

Perdí todo. No puedo perderla a ella también.

Agarré su mano y apreté.

Y lentamente, uno por uno, los Vigilantes se inclinaron sobre una


rodilla de la misma manera.

—¿Por qué se están inclinando? —susurré.

Mason suspiró.

—Porque la única manera que tienen para honrar al Creador sin


el vínculo a los Cielos es hacerlo a través de lo que fue creado por la
palma de Sus manos.

150
27
Mason
Traducido por NaomiiMora

L
os vigilantes.

Mis hermanos.

Los hermanos de Gadreel, todos se fueron.

Vi cómo el fuego crepitaba y chisporroteaba mientras Serenity me


hacía otro lote de galletas. Podía sentir su ansiedad a través de ese hilo
invisible que creó el emparejamiento. Ella necesitaba hacer algo. Y no
entendía nada.

A los vampiros no se les contaba a menudo sobre el origen de los


hombres lobo. No era su cuento típico para dormir. Si hubiera sido así,
se sentirían inferiores y los lobos siempre se mantendrían escondidos.

Cada inmortal tenía un propósito.

Éramos capaces de sanación sobrenatural como un regalo del


Creador; venía directamente de él, el poder.

El olor a galletas llenó la sala de estar hasta que mi boca se hizo


agua, y cuando me trajo un plato, no pude comerlo lo suficientemente
rápido.

Estaba a medio mordisco, cuando Serenity habló:

—¿Qué querían decir cuando dijeron que era imposible para


nosotros aparearnos?

Terminé la galleta y tragué la última, luego me volví hacia ella.

—¿Enemigos mortales?

—Eso ni siquiera es cierto, y lo sabes. —Al menos sonrió.

151
La puse en mi regazo justo cuando Cassius entró en la habitación
y se sentó.

Le di una mirada que habría enviado a cualquiera a salir


huyendo.

Solo pareció divertirlo más cuando robó una de mis galletas, se la


metió en la boca y buscó otra. Gruñí. Aun así la tomó.

Tenía suerte de que me agradara y no le arrancara la cabeza.

—Así que... —Cassius se inclinó hacia delante—, ¿asumo que


todas las piezas del rompecabezas encajan ahora?

Serenity se sonrojó.

Apreté los dientes.

—Oh, no esas. Sabía que esas, eh… encajarían. —Se movió en su


asiento como si se sintiera incómoda y luego sonrió—. Me refiero a tu
necesidad de sangre, tu necesidad de alimentarte, de saborear, de
llenar.

—Vampiros... —dije suavemente la palabra—, me dieron sangre, y


como nunca se quedaría dentro de mi cuerpo y me mantendría
saludable, usaron sangre angelical para unirla a mi cuerpo, suficiente
sangre para matar a Gadreel, para darme su esencia.

—Más o menos. —Cassius se encogió de hombros—. Es por eso


que estábamos tan preocupados cuando Bannick intentaba hacer esto
de nuevo con sus hermanos, y sin embargo, cada huésped seguía
muriendo... cada humano, cada inmortal. Alex habría sido lo
suficientemente fuerte, pero no era nada comparado contigo. —La cara
de Cassius se volvió grave—. No eras más que un niño, una cría en los
brazos de tu madre.

Sonreí por su uso de crío.

—¿Debería haber muerto? —preguntó Serenity.

—Los inmortales adultos habrían sufrido mucho, pero la sangre


de vampiro mezclada con la sangre de hombre lobo... —Se encogió de
hombros—. ¿Por qué crees que está mal visto que los inmortales se
apareen?

Serenity puso los ojos en blanco.

152
—Los inmortales morirían si intentaran aparearse entre sí. Nunca
tienen niños.

Cassius se puso de pie y nos dio una mirada divertida.

—Oh, pero había uno.

—¿Qué? —Mason deslizó el plato lejos de Cassius—. ¿Quién?

Casio miró entre Serenity y yo y susurró:

—Adivinen.

153
28
Serenity
Traducido por Yiany

S
alté a mis pies.

—No. ¡Eso es imposible! ¡Soy joven! ¡Solo he estado viva


trescientos años más o menos!

Cassius miró fijamente.

Mason agarró mi mano.

—No. —Negué con la cabeza—. Mi padre era un inmortal.


Encontró a mi madre humana... —Su voz se detuvo cuando los ojos de
Cassius se pusieron tristes.

Él se acercó, con las alas abiertas. Temblaron y luego comenzaron


a gotear con lágrimas.

—¿Estás lista para tu verdad?

El miedo se estrelló contra mi pecho. Lo froté con mi mano.

—No.

Cassius tomó mi mano.

—Fuiste creada para el mal.

Mason gruñó bajo en su garganta.

—Pero lo que estaba destinado para el mal... resultó para bien. —


Le soltó la mano y caminó hacia el fuego—. Verás tu verdad en las
llamas, Serenity. Cuando estés lista.

Desapareció.

Cerré los ojos con fuerza.

154
Mason me envolvió con una manta y luego me levantó en el sofá.

—¿Película o llamas?

—Película —dije de inmediato.

Encendió El rey león; no era mi primera opción.

Y podría haber jurado que pensaba que era un verdadero león.


Cuando vio el antílope, movió la cabeza como si se estuviera preparando
para golpear. No me perdí las pocas veces que salieron sus garras, y
pateaba el aire como si estuviera listo para el ataque.

Apreté los labios para no reírme y lo perdí cuando empezó a


ronronear; el sonido grave se sentía como en casa. Presioné mi cabeza
contra su pecho y solté una risita cuando las vibraciones me hicieron
cosquillas en la oreja.

—Todavía lobo.

—Todavía lobo —dijo en voz baja—. Siempre seré un lobo, incluso


si tengo los recuerdos de Gadreel y, aparentemente, su conocimiento de
la creación.

—¿Crees que tienes su poder?

—Tengo miedo de ver —dijo simplemente—. Pero siento algo


zumbando debajo de mi piel, aunque podría deberse a que mi brazo se
quedó dormido hace una media hora cuando te tendiste.

Me sacudí lejos.

Sonrió y luego me tiró más cerca.

Agarré su cabello oscuro con mis manos y bajé su boca hacia la


mía. Besé sus labios, probando el chocolate que todavía estaba allí de
las dos docenas de galletas que había devorado de un tirón. Con un
gemido, giró sobre mi espalda y extendió su mano sobre mi pecho,
acariciando mi cuello con su nariz antes de chuparme el labio inferior,
sus colmillos rozaron mi piel con tanta ternura que quise llorar.

Me había vuelto loca con su agresividad, y ahora me estaba


volviendo loca con su lenta pasión ardiente. La forma en que inclinó mi
cabeza en el ángulo perfecto para poder chupar mis labios y presionar
besos en mis párpados como si necesitaran atención tanto como mi
boca.

155
No había una pulgada de espacio que no reclamara. Cada beso
fue dado con ternura, con cuidado, con este profundo amor que nunca
antes sentí. Pensé que había conocido el amor con mis padres.

Entonces, ¿por qué finalmente me sentía completa con él?

¿Con este hombre que tomó a una extraña en sus brazos y la


curó sin dudar?

Contuve las lágrimas cuando me mordió el cuello, un ligero


aguijón, y luego lo sentí chupar. Gemí cuando gimió contra mi vena,
como si fuera su lugar favorito. Como si yo fuera el hogar que nunca
tuvo hasta ahora.

Sus manos agarraron mis vaqueros una vez más, tirando de ellos
hasta que cayeron al piso, y cuando más ropa se unió a ellos, mi cuerpo
ardió por el suyo, tan caliente por su toque que no pude recuperar el
aliento.

—Eres tan hermosa. —Ahuecó mi cara—. Fue mi primer


pensamiento cuando te vi.

—¿Quieres decir debajo de todos los arañazos y la suciedad? —


bromeé.

Él no sonrió.

—Los rasguños y la suciedad no pueden ocultar la verdadera


belleza, Serenity.

Mi corazón se apretó mientras arrastraba su boca por mi


clavícula y presionaba un beso en mi pecho mientras tomaba mis senos
y mordía de nuevo.

Nunca había sentido una mordida tan erótica en toda mi vida. La


suave carne perforada con sus colmillos. Su cabeza se movió sobre mi
pecho. La visión era perfecta. Él era perfecto.

Alzó la mirada.

—Quiero verte esta vez.

—¿Mirarme? —Fruncí el ceño.

—Quiero tomarte. —Su camisa se rasgó mientras trataba de


jalarla sobre su cabeza.

Me reí de su expresión de irritación y luego dejé de reír por


completo cuando sus caderas se mecieron contra mí, su longitud
156
presionando lo suficientemente cerca como para que pudiera sentir su
calor pulsando, esperándome.

—Así, donde puedo ver tus ojos.

—¿No es eso normal?

—No para los lobos.

—Bueno, es bueno para los vampiros. —Me reí mientras tiraba de


su boca y lo besaba con toda la desesperación que sentía en mi alma
cada vez que me miraba como si fuera la única que existía en el
universo.

Se apartó y perforó mi labio con un colmillo.

—Menos mal que soy ambos.

—Sí, bueno. —Le guiñé un ojo mientras descendía de nuevo, esta


vez presionando mi núcleo tan deliberadamente lento que mi cuerpo se
estremeció al sentirlo.

Movimientos lentos y uniforme realizaba, su mirada intensa ante


mi respuesta, ante mi forma, mientras movía su mano entre nuestros
cuerpos. Dejé escapar un jadeo cuando me empujó más hacia el borde,
usando mis expresiones para cambiar su velocidad, su ángulo,
volviéndome loca por la forma en que podía leer mis ojos y la respuesta
de mi cuerpo al suyo.

Pasé una mano por su pecho. Me dolían las encías por saborearlo.

Movió su mano por mis labios, golpeando mis colmillos en su piel.


Succioné su sangre dulce y humeante, mis ojos se fijaron en él mientras
se movía dentro de mí, mientras me reclamaba como suya una y otra
vez.

Sus dientes se apretaron. Y luego volvió a brillar, sus ojos tan


azules claros, y luego un blanco helado como el resto de los Vigilantes
que vi ese día.

Por un breve segundo, vi el cielo en sus brazos. Sentí la forma en


que su alma lo anhelaba.

Y entonces sucedió lo más extraño. Cuando me miró, sus


sentimientos se intensificaron como si su alma reconociera que tal vez
el cielo no estaba en el firmamento.

Sino en sus brazos.

157
—Tú... —Sostuvo mi cuerpo tembloroso—, eres mi cielo. Un regalo
del Creador.

Asentí entre lágrimas.

—Tuya. Quiero ser tuya. Para siempre.

Selló mi voto con un beso.

Y me olvidé por completo de las palabras de Cassius cuando me


dormí en sus brazos, mi cuerpo frente al fuego, la calidez en mi cara
cuando sus brazos me envolvieron desde detrás.

Me olvidé de las llamas.

Me olvidé de todo.

158
29
Serenity
Traducido por YoshiB

O
scuridad.

Solo había oscuridad cuando abrí mis ojos. Me levanté del


cuerpo de Mason cuando un escalofrío me sacudió. No era
normal para mí sentir temperaturas tan extremas. Fruncí el ceño y miré
hacia la mesa, donde yacía un área delgada de escarcha. Sumergí la
punta de mis dedos y aplasté el hielo entre ellos.

Se derritió contra mi piel inmediatamente.

Cuando me di la vuelta, Mason seguía durmiendo. Una sonrisa


cruzó sus labios perfectos mientras me apartaba y me sentaba en el
sofá.

Me estremecí de nuevo y me di cuenta de que necesitaría


encender un fuego si tenía alguna oportunidad de quitarme el frío de los
huesos. Además, no quería que Mason se despertara frío.

¿Los inmortales como él, de sangre mixta, incluso sentirían frio?

Tantas preguntas aún rebotaban en mi cabeza. Principalmente,


me preguntaba si tomaría su lugar como rey, como el Alfa.

Y la otra parte.

Donde me involucraba.

Mis padres.

Todo ello.

Traté de pensar en mi primer recuerdo, pero siempre había sido el


rostro de mi madre mientras lloraba de alegría por su nuevo bebé.

Sentí tanto entusiasmo que le hubiera causado tanta felicidad


que todo lo que sentí fue alegría en sus brazos.

159
Rápidamente alejé el pensamiento y añadí unas cuantas pilas de
leña seca, un poco de periódico, y luego lo encendí.

La llamarada estalló en mi cara. Salté hacia atrás cuando una


llama casi golpea mi mejilla y luego giró frente a mí de nuevo como un
látigo, para atacar mi cuerpo con su rabia.

Retrocedí.

La llama sólo siguió.

Hasta que tenía la espalda contra el sofá.

El fuego alcanzó mi cara y tocó mi mejilla con un fuego


abrasador. No pude apartar la mirada mientras las llamas bailaban
ante mí; se convirtieron en lobos alrededor de una fogata, aullando a la
luna en celebración. Las lágrimas picaron en mis ojos cuando una
figura alta con capucha se acercó seguida de otra y otra.

Doce se alzaron con los lobos.

Los lobos miraron hacia atrás en su verdadera forma, sus ojos


perforando la oscuridad mientras las figuras encapuchadas bajaban.

Jadeé ante sus cabellos negro azabache y sus ojos azules claros.
Eran hermosos, demasiado hermosos para ser reales. Parpadeé de
nuevo mientras mantenían sus cabezas erguidas, observando,
esperando.

—Este... —Uno de los lobos dio un paso adelante y se transformó


de nuevo en un hombre desnudo—, este no es tu reino.

—No... —La voz era musical, pero fuerte—, no lo es.

El lobo lo fulminó con la mirada.

—¿Entonces, porque estás aquí?

—¿Qué vas a hacer, protector? ¿Echarnos?

Colocó sus manos en puño y esperó, apretando su mandíbula


mientras el viento soplaba parte de su cabello sobre su sucia frente. Era
enorme, de al menos dos metros de altura, no alguien con quien
quisiera pelear.

—No. No echamos a los amigos, no importa cuán mal recibidos


puedan ser a medianoche.

Los labios del hombre se contrajeron.

160
El lobo suspiró.

—Bueno, continúa con esto, Danu. ¿Qué es lo que necesitas?

La mujer al lado del hombre dio un paso adelante.

—Venimos a dar una advertencia.

—Encantador. —El lobo agachó la cabeza—. ¿Y que sería eso?

Danu agachó la cabeza.

—Me sobornaron. Su belleza no se parecía a nada...

—¡Basta, hermana! —gritó el hombre—. Diles lo que has hecho.

Ella levantó la cabeza.

—He dado a luz a un bebé.

El lobo dejó escapar un áspero aullido.

—El Creador te castigará.

—El Creador —Danu escupió—, ya lo ha hecho. —Ella negó con la


cabeza—. El bebé no se quedará conmigo. Ella pasará su tiempo aquí,
en este reino. Un día su sangre correrá por las venas de tus parientes.
Sólo pido esto. Protégela. Protégela de quien podría robarla. Todavía se
debe un favor. Él te lo pedirá.

El lobo vaciló y luego habló.

—¿Quién tiene el bebé?

—Está siendo protegida bajo la guardia del rey vampiro. Para


mantenerla a salvo en esta vida. Y tu hijo... —Ahogó las palabras—. Tu
hijo hará el resto. Ella no sabe nada de su poder, de sus habilidades.
No sabe nada de nuestro mundo, y debido a mi pecado, solo conocerá la
soledad en el tuyo... hasta él.

—Deben aparearse... —El lobo lo dijo con una sacudida de su


voz—, ¿no?

—Él será su protector, y ella será su serenidad. —La voz de Danu


se quebró— ¡Júrame esto, lobo! ¡Júralo!

El Alfa caminó hacia las llamas y sostuvo su mano en alto. Danu


lo siguió y presionó una mano sobre su antebrazo, y cuando ambas
manos unidas golpearon la primera llama, se envolvió alrededor de sus
brazos como un abrazo, quemando el juramento de sangre en su piel.

161
—Lo que está destinado para el mal será bueno —dijeron al
unísono.

—Gracias. —Una sola lágrima se deslizó de la cara de Danu,


extinguiendo el fuego.

—Cualquier cosa... para la diosa de la tierra.

La tierra se tensó para tocar sus piernas mientras caminaba de


regreso hacia el grupo; se arremolinó a su alrededor, acariciándola, no
quería nada más que a la diosa cuando se detuvo, miró hacia el cielo y
susurró:

—Cuídala bien, mi Creador. Cuídala bien.

Una estrella brilló y luego cayó del cielo.

—La promesa del Creador —susurró el Alfa.

—Es justo. —Danu asintió—. Él es bueno.

Se retiraron al bosque y con un destello de luz desaparecieron.


Observé el humo hasta que me dolieron los ojos, luego los froté y me
derrumbé contra el sofá.

162
30
Mason
Traducido por Mary Rhysand

M
realmente.
e desperté sobresaltado al ver a mi pareja cubierta en
ceniza desde la cabeza a los pies, parpadeando, pero sin ver

—¿Serenity?

Sacudió su cabeza y luego me miró con otros ojos.

—Tu padre, ¿era muy alto?

—Extraña pregunta, pero alrededor de los dos metros. ¿Por qué?

—¿Tienes fotos de él?

Aparté un poco de ceniza de su mejilla.

—¿Hay alguna razón por la que me estés preguntando por mi


papá luego de tener sexo? ¿Es algo de los vampiros? Necesitas saber
que tengo buen plantel de cría como lobo. Sé que puedo…

Sonrió y presionó una mano en mi rostro.

Me sentí avergonzado cuando sentí que mi pecho subía y bajaba


como si se hinchara con cada palabra que caía de mi boca.

—Para. No es nada de eso.

Mi ceño se profundizó cuando ella cambió su atención al fuego y


susurró:

—Miré en las llamas.

Me senté en el suelo y la llevé a mi pecho.

—¿Y qué te dijeron?

163
Bajó la mirada a sus manos sucias y sacudió su cabeza como si
aún no lo creyera.

—¿Qué sabes de Danu?

Me sobresalté ante el nombre.

El mismo nombre del que mi padre solía hablar con cariño como
si fuera un amigo cercano de un ser tan diferente de nosotros mismos.

No estaba seguro cómo responder. Los lobos conocían todos los


textos antiguos; conocíamos secretos que solo El Creador sabía.
Conocíamos de reinos creados solo para cierto propósito. Que ella
tuviera conocimiento de eso era inconcebible.

—¿Por favor, Mason?

Asentí y esperaba que Cassius no pusiera mi cabeza en una pica


por decir algo.

—Danu fue uno de los doce dioses de la tierra, originalmente un


ángel del Jardín del Edén, enviada a vigilar a los humanos. —Me moví
incómodamente—. Después de la caída, El Creador no tenía uso para
aquellos ángeles. La creación había terminado, y los ángeles estaban en
un camino más poderoso que el resto de los del cielo. Los apartó lo
suficiente para causar celos, y El Creador ya había visto a muchos de
sus hijos caer así que hizo lo único que sabía hacer. Envió a los
escogidos a vivir sus vidas a un reino diferente. Algunos incluso se
vanagloriaron como si fueran verdaderos dioses y diosas. Solo dos veces
al año son capaces de entrar al reino humano, con un trabajo y solo ese
trabajo. Ayudar a nutrir la tierra y mantenerla para la raza humana.
Ellos son muy poderosos, capaces de destruir con una simple palabra,
de crear con el giro de su mano. Su belleza no conoce comparación, y
son tan peligrosos como buenos. Nadie ha visto a un dios de la tierra
desde… —Tragué el bulto en mi garganta—, desde que mi padre lo hizo.

—Yo lo hice —dijo rápidamente—. Los vi.

Mi cabeza giró hacia ella.

—¿Qué, ahora?

—En las llamas. —Su voz se sacudió—. Los vi. Lo vi a él… a tu


padre. Creo… —Presionó una mano cenizosa en su cara—, creo que
Danu es mi madre. —Su expresión se oscureció—. ¿Es siquiera eso
posible?

164
Abrí mi puerta para hablar, para decirle que no, para decir que
estaba soñando. Que una diosa no escogería a una pareja humana o a
un inmortal. Ellos simplemente no se emparejaban porque se sentía
bien con su propio estatus angelical. Perfecto, excepto por una cosa.

Perder su propósito en la vida, el cual era siempre vigilar el edén.

Y cuando un inmortal no tenía más propósito, una parte de ellos


moría internamente. La parte que fue hecha para algo extraordinario de
repente se volvía ordinario y siempre estuvo sujeta a la caída, tal como
lo hicieron los humanos y los ángeles antes que ellos.

La puerta se cerró de golpe, sacándome de mi apariencia


boquiabierta y mis pensamientos y justificaciones confusas. Alex entró
con Hope. Ethan y Genesis pronto siguieron con los gemelos.

Una vez que Genesis colocó a los gemelos en un corral, el resto


del grupo se dirigió a nosotros, como si quisieran asegurarse de que
todos estuvieran a salvo, de que la casa estaba a salvo antes de hacer
algo.

—Los desertores están de vuelta —anunció Alex expandiendo sus


brazos—. Se escucha que nos perdimos una gran fiesta con algunos
Vigilantes, pero tenía que mantener a mi compañera segura así que…
fuimos a un hotel en el centro, comimos la mejor carne, Mason. Ah,
hubieras tenido un orgasmo con ello… —Alex se detuvo y miró entre
nosotros—. ¿Han estado rodando en las cenizas?

Alcé mis manos y miré a Serenity.

—¿Estás segura que eso es lo que viste?

Asintió.

—Positivo. Tu padre, al menos creo que era él, hizo un pacto.


Hablaron sobre ti. Hablaron sobre nosotros… como si supieran.

Alex levantó la mano.

—¿Qué les parece si nos cuentan de qué están hablando? Porque


pensé que el único drama pendiente que teníamos era que al buen
Mason le crecieran un par de bolas y regresara a su clan para
proclamar su puesto como rey.

Gruñí. ¡Como si necesitara pensar en eso, ahora que estaba


mirando fijamente a los ojos de mi compañera, una posible diosa, por el
amor de los aullidos!

165
Se encogió de hombros.

—Tal vez fue una alucinación. Soy un vampiro, claramente un


vampiro. Anhelo sangre.

Ethan la miró brevemente y luego miró a Alex, su expresión


profundizándose.

Alex soltó un suspiro.

—¿Alguna vez has escuchado de un glamour, cariño?

—Por supuesto. —Se apretó a mí con fuerza.

Alex se encogió de hombros.

—Puede ser eso. Ayudé a Steph a hacerlo. Ella pensó que era una
sirena por cientos de años y era toda una Oscura.

Ella no estaba allí para gritarle.

Él resopló.

—Deseaba ser una sirena. Todos tenemos lindos trucos.

Hope puso los ojos en blanco.

—¿Cómo puedes decirlo? —Serenity preguntó lo que yo no quería


que nadie respondiera.

Pero Alex tenía una boca gigantesca, así que simplemente dijo:

—Cassiuis lo sabría. O cualquier ángel. —Su sonrisa se amplió


cuando me asintió y preguntó—: ¿Te teñiste el cabello? Ella quiso una
pequeña fantasía angelical.

—No, idiota. —Le arrojé una almohada en el rostro—.


¡Aparentemente, estoy hospedando a un Vigilante! ¡Pero gracias por
preocuparte!

Alex empalideció.

—¿En serio?

—No, me gusta el rojo y el negro. ¡Lucen bien con GARRAS! —


rugí—. ¡Sí, así que no solo anhelo sangre como si es mi única
oportunidad de sobrevivir sino que cuando me convierto en lobo, me
vuelvo blanco ahora, y para colmo, luzco como un jodido psicópata!

166
—No luces como un psicópata —dijo Serenity para ayudarme,
palmeando mi brazo como si fuera un niño.

Odiaba cómo me calmaba, su toque, la forma en que sus dedos


trazaban mi piel, haciendo a mi lobo retumbar con la necesidad de oler
su cuello, de probar su lengua.

Me levanté.

Alex retrocedió.

Ethan puso un brazo alrededor de Genesis y la apartó del camino.

Puse mis ojos en blanco.

—No soy uno de ellos realmente. Soy yo…

—Solo que más alto —agregó Hope con un guiño.

Alex la codeó.

Ethan refunfuñó:

—increíblemente fuerte y de aspecto angelical, pero todavía eres


tú.

—¿Algún otro Vigilante que necesite un cuerpo? Porque debo


decir que podía tener un paquete de nueve. —Alex palmeó su estómago
y guiñó.

Me hallaba listo para quitarle la cabeza cuando Cassius entró con


Stephanie, luciendo demasiado complacido como para gustarme.

Alex tosió y apartó la mirada.

Cassius nos ignoró por completo y bajó la mirada hacia Serenity.

—Entonces, ahora lo sabes.

Ella asintió.

—Supongo, es decir, ¿qué soy realmente?

—Eres tú —dijo vagamente. No muy esperanzador.

—¿Esto es un glamour? —Señaló su hermoso cuerpo.

Estaría decepcionado si lo fuera. Me encantaba su cuerpo, me


encantaba que cuidara de su alma tantos años para mí, a pesar de mi
testarudez y arrogancia.

167
Cassius me miró.

—Pregúntale a Mason.

—Mason no es un ángel —señaló Alex.

—Puede que no sea Gadreel en alma, pero tiene sus recuerdos y


todos los otros atributos que hacen a los Vigilantes especiales. Sería
capaz de decirlo.

—No he visto nada. —Alcé mis manos en el aire—. Solo a ella.

—Porque solo la quieres ver a ella. No quieres ver más allá de lo


que tus ojos te dicen —dijo Cassius nuevamente de forma vaga.

Me rasqué la cabeza con frustración y luego me uní a Serenity


con ambas manos, mirando profundamente en sus ojos arremolinados.

Y. Vi. Nada.

—Tal vez debes besarla —bromeó Alex—. Siempre funciona en los


cuentos de hadas.

—Ha estado haciendo más que besarla —dijo Ethan en un


susurro.

—¿Podrían todos por favor…? —Respiré profundo y traté de


enfocarme en lo que Cassius dijo. Ella. Necesitaba ver más allá de lo
que quería ver.

Lo que quería ver era a mi compañera.

No la mires como tu compañera.

Imposible.

Cerré mis ojos con fuerza y luego los abrí, enfocándome en su


suave piel y cabello liso. Un pequeño movimiento cerca de su corazón
captó mi atención.

Extendí la mano y toqué la onda en el aire.

Y cada ventana en la casa explotó.

168
31
Serenity
Traducido por CarolSoler

S alí volando contra la pared mientras trozos de vidrio llenaban


el aire a cámara lenta, golpeando mobiliario e inmortales, sin
hacer prisioneros. Intentaba alcanzar a Mason cuando mi espalda
chocó contra la pared.

Fue inútil.

Me golpeé con tanta fuerza que me quitó el aliento de los


pulmones.

Me derrumbé en el suelo y tosí mientras el cristal de las ventanas


hacía un ruido estrepitoso contra el suelo.

Y entonces siete pares de ojos me apuntaron…

En una mezcla de preocupación.

Y terror.

No me sentía diferente.

Si acaso, me sentía como si me hubiera atropellado un camión;


me dolía la cabeza, me picaban los ojos y mi cuerpo se sentía
demasiado pesado para estar de pie.

Mason corrió a mi lado; su mano temblorosa apartó mi pelo de la


cara con tal reverencia que quise llorar.

—¿Qué? —grazné, incluso mi voz sonaba distinta, más afilada—.


¿Qué ocurre?

Alex miró a Mason y me dirigió una sonrisa de satisfacción antes


de decir:

169
—Bueno, bueno, bueno… parece que finalmente hay alguien lo
bastante fuerte para ser un desafío para mí.

Le fruncí el ceño a mis palmas encendidas, después deslicé mi


lengua sobre mis colmillos. Gracias a Dios, todavía estaban ahí.

Cassius únicamente se encogió de hombros.

—Ella nació de esta tierra, completamente vampiro,


completamente inmortal, mitad diosa. —Se detuvo y bajó la voz—.
Mitad Vigilante.

Me encogí ante la palabra Vigilante.

Y entonces me di cuenta de todo demasiado pronto.

Mi compañero se parecía a uno.

¿Eso significaba que me parecía a mi madre?

Mason agachó la cabeza mientras dejaba caer mi mano.

—¿Lo sabías?

Cassius suspiró; fue largo y prolongado, como si no quisiera tener


esa conversación.

—Eres consciente de que veo todos los futuros posibles, pero


cuando se trata de los más cercanos a mí, no hay mucho que pueda
ver, Mason.

Una gota de sangre bajó por mi labio. Mason estiró el brazo y la


atrapó con la mano.

—¿Es por esto que su sangre me sabe tan bien? ¿Es ella la que
saca a relucir al vampiro?

Me encogí cuando dijo ella.

Como si yo ya no fuese su compañera.

Como si yo fuera este ser imposible que simplemente estaba


sentado frente a él y en su casa. Aún sentía ese lazo de conexión entre
nosotros, pero también sentí dolor, inseguridad. Sentí traición, y estaba
toda dirigida hacia mí.

Intenté apartarme mientras abrazaba mis rodillas a mi pecho y


apartaba la mirada. ¿Cuándo aprendería?

Yo era el problema.

170
Yo.

La gente siempre me abandonaba.

Debería haberlo sabido. Era un bicho raro.

Él también se iría.

Como ellos.

—Ansías su sangre porque es la misma sangre que te mantiene


vivo, lobo —Cassius dijo las palabras con veneno, como si estuviera
cabreado por siquiera tener que decirlas—. Ella es la única razón de
que Bannick fuera capaz de utilizar a Gadreel como un ancla para
hacerte lo que eres hoy. ¿Quieres saber por qué eres poderoso? ¿Por
qué eres el verdadero Alfa? ¿Por qué estás vivo y respirando hoy en vez
de lisiado como tu enfermedad te habría dejado? No busques más allá
del sacrificio que hizo en el momento en que fue traída a este mundo, y
atada, a uno como tú.

Mason cerró los ojos mientras la habitación caía en un tenso


silencio.

Y lentamente, uno por uno, la gente se levantó y se fue, sin hacer


contacto visual con Mason ni una vez, pero asintiendo hacia mí, como
si yo tuviera razón. Y él estuviera equivocado.

No se movió.

Finalmente, me levanté, e intenté pasar junto a él.

Su mano se sacudió y me agarró la muñeca.

—Tenía miedo. No quise decir…

Me aparté y me alejé murmurando en voz baja:

—Me voy a dormir.

Podía sentir el dolor en el pecho de Mason por nuestra separación;


la forma en que su cuerpo se moría de ganas de unirse al mío era tan
real que me hizo contener el aliento mientras subía lentamente las
escaleras.

Me detuve cuando Hope me echó un vistazo y luego me metió en el


cuarto de baño y cerró la puerta tras ella.

—Se equivocó —dijo en voz baja—, al reaccionar así, pero es un


lobo. Una cosa que necesitas saber sobre los lobos es que reaccionan.

171
Es para lo que nacieron, para reaccionar, para curar, y sobre todo para
proteger a sus clanes.

—¿Qué hay de sus compañeras? —Levanté la barbilla—. ¿No


importa quién soy?

Sus ojos marrones se suavizaron.

—Importa cuando tiene que enfrentar a su familia otra vez, una


familia a la que dejó hace mucho tiempo; un clan casi abandonado. Es
el legítimo rey. ¿Cómo crees que reaccionarán a su vuelta? ¿Con el
aspecto que tiene? ¿Con tu aspecto? Ya es bastante malo que se
emparejara con un vampiro.

Intenté no ofenderme.

—Lo que es peor… tienes mezcla de sangre de diosa en tus venas,


y la gente tiende a tener miedo de lo que no entiende. ¿Quién dice que
no los destruyes a todos?

Me reí.

—¡Nunca haría eso! Ni siquiera tengo ningún poder.

Sus cejas se alzaron.

—Dile eso a todas las ventanas que Ethan va a tener que reparar.
—Tocó mi brazo con suavidad—. Mira, no estoy dándole carta blanca.
Todos los hombres son imbéciles, estamos de acuerdo en eso, pero ya
siente que las cartas están en su contra, y esto ha sido un golpe
inesperado a una baraja ya llena, ¿de acuerdo? No dudes de sus
sentimientos por ti. Esto es más sobre él, sobre su lugar, y seamos
honestos, si hubiese hecho lo correcto todo este tiempo, esto no sería ni
siquiera importante.

Le eché un vistazo.

Sonrió con suficiencia.

—Bien, sería algo importante pero no como… el apocalipsis o el fin


del mundo.

Mis ojos se ensancharon.

—No es tan malo.

—Para el verdadero Alfa, así es como se sentirá. Hay ciertos… —Se


detuvo como si no estuviera segura de lo que debía decir. Después de
mirar a la puerta, bajó la voz—, existen ciertos ritos en los que tendrás
172
que participar una vez que ocupe su lugar legítimo, algunas cosas que
verás y… —Se lamió los labios—, harás.

Me froté los brazos mientras el sonido de unas pisadas se


acercaba a la puerta del baño. Hope asintió en mi dirección antes de ir
y abrirla de un tirón. Alex tenía la mano preparada para llamar. Iba sin
camiseta, sus pantalones de cuero caídos colgaban tan
exasperantemente más allá de lo apropiado que tuve que mirarlo a los
ojos. Y algo en sus ojos siempre me hacía sentir como si estuviese…
sondeándome.

No me gustaba.

Sonrió con satisfacción como si lo supiera y después besó a Hope


en la mejilla.

—¿Lista para nuestra ducha?

—Creo que esa es mi señal. —Sentí mis mejillas calentarse


mientras pasaba junto a ellos y caminaba por el pasillo.

¿Iba al cuarto de Mason?

¿O a la habitación en la que me había estado quedando?

La palabra “incómodo” ni siquiera empezaba a abarcarlo.

Nunca me había sentido tan fuera de lugar, mi corazón sabía en


qué dirección caminar, mi alma gritaba, mi sangre latía con fuerza
contra mi piel, y aun así mi mente me decía que debía dormir fuera,
sola, darle espacio.

Darnos espacio.

Habían pasado demasiadas cosas en un periodo de cuarenta y


ocho horas.

Lentamente, regresé al cuarto en que me había estado quedando y


me quité los zapatos y la ropa; con cada prenda que me sacaba, sentía
más y más distancia entre Mason y yo, hasta que mi pecho dolió tanto
que no pude detener las lágrimas que caían por mis mejillas.

Yo no pedí nacer así.

No pedí vivir una vida de completo aislamiento y soledad.

Me acurruqué en una bola y empezaba a dejarme llevar por el


sueño cuando la puerta de mi habitación se abrió, sonaron unos pasos,
la cama rechinó, y luego un cuerpo cálido se presionó junto al mío, su
173
forma muscular demasiado grande para ignorarla mientras permanecía
junto a él.

—Nunca más —susurró Mason en mi oído—. Nunca vuelvas a


alejarte de mí sin hablar conmigo primero. Soy tu compañero, no Hope,
no Alex, no Ethan, no Cassius —gruñó desde el fondo de su garganta—.
Tú. Eres. Mía. —Sus dientes rozaron el borde de mi oreja, y entonces
suspiró, su cabeza apretada contra mi cuello—. Puedo ser un imbécil.

No me moví. Tenía miedo de que viera las sábanas llenas de


lágrimas o la nariz moqueando que se negaba a desaparecer aunque
tuviera estúpida sangre de diosa en mis venas.

—Lo siento. —Mason lo intentó de nuevo—. Hacerte daño, hacerte


sentir cualquier otra cosa que no sea la persona más importante de mi
existencia es imperdonable.

Asentí cuando apartó la sábana y ladeó mi cabeza muy


lentamente hacia él.

Sus helados ojos azules conectaron con los míos mientras


susurraba:

—Soy el causante de estas.

Su lengua recorrió suavemente mi cuello cuando una lágrima


chocó con él, una y otra vez. Apretó su lengua, su boca sobre los puntos
húmedos y salados y después vaciló. Sus ojos poseían una tristeza que
sólo reconocí por el temblor del lazo entre nosotros, como si su corazón
estuviese saltándose latidos porque no era lo bastante fuerte para
aguantar.

—¿Qué está mal? —susurré, temerosa de que fuera yo. De que yo


fuera el error de su vida.

Sacudió la cabeza, oscuros mechones de pelo se posaron sobre mi


cara, los enrollé en mis dedos y me estremecí cuando las partes rojas
tocaron mi piel y provocaron una descarga eléctrica que se disparó a
través de mi cuerpo.

Su expresión era seria.

—El rojo simboliza el pecado. Cada vez que un inmortal lo toca, es


un aviso.

—¿Un aviso? —murmuré.

Su frente tocó la mía.

174
—No escuchar nuestros sentimientos, sino escuchar la verdad.

—¿Cuál es la verdad? —La frustración brotó en mi interior—. Me


siento como si toda mi vida he estado viviendo una mentira, aunque
suena a tópico, y ahora se supone que tengo que confiar ciegamente.
¿Por qué? Dame una razón. ¿Por qué?

—Porque… —Fue como si un interruptor encendiera la cara de


Mason ya que casi brillaba ante mí—. El Creador es bueno, y Él nos
concede… el enorme privilegio… de elegir.

Inmediatamente avergonzada, aparté la mirada.

—Sin embargo, ¿habrías escogido esto? ¿Esta vida? Fuiste un


niño enfermo. Por eso te dieron mi sangre, sangre de ángel. ¿Habrías
elegido otra manera, Mason? Teniendo… —Sabía que era un asunto
delicado, pero era su compañera. Si no podíamos hablar de ellos,
entonces no podíamos estar juntos—, ¿teniendo en cuenta a tu primera
compañera muerta? ¿La vida de soledad que has vivido?

—Escucha —Mason casi gruñó la palabra—, con mucha atención


—Sostuvo mi cara con ambas manos, el calor de sus palmas
penetrando en mi piel—. No haría nada diferente. No existe una vida
mejor en la existencia que una vida en tus brazos, que una vida… —
Presionó una palma caliente contra mi pecho—, compartida con este
corazón.

No me di cuenta que lloraba hasta que su lengua estuvo en mi


mejilla de nuevo.

Y entonces el resto de mi ropa fue descartada mientras su lengua


buscaba cualquier otro placer que pudiera encontrar, al tiempo que yo
me sacudía bajo cada toque como si estuviera quemándome,
marcándome más y más, y cuando me mordió en el muslo, todo lo que
vi fue luz, bondad…

Nosotros.

La atadura entre nosotros se apretó, fortalecida.

—Tú eres mi compañera, creada para mí, desde el principio.

—Sí —accedí a la vez que nuestros cuerpos se movían juntos,


mientras me llevaba a otra oleada de placer, mientras sentía su grosor
dentro de mí, recordándome, que ya no estaba sola.

Que tenía un compañero.

175
Que no estaba abandonada.

Traicionada.

Era suya.

Era un nosotros.

Volé con él hasta lo más alto, y juré en ese momento que moriría
por proteger al lobo con el que me casé. Moriría por proteger el corazón
que llevaba dentro de su pecho, el que bombeaba con tanta valentía por
su gente, por mí, por los humanos.

Moriría.

Sin arrepentirme.

Y me dormí, con una sonrisa en los labios.

176
32
Mason
Traducido por CarolSoler

Y
a era la hora.

Lo sentía en mis huesos como cuando era un muchacho.

La misma hambre que me obligaba a arrastrarme de rodillas


hasta la ventana y suplicar al Creador que me convirtiera en el Gran
Lobo.

Él me había concedido mi deseo.

Tuvo pésimas consecuencias.

Aún no tenía ni idea de lo que era capaz de hacer mi compañera,


y sin embargo, sabía que iría bien. Solo no sabía cómo. Confiaba en el
hecho de que tenía el conocimiento de las estrellas en mi constitución;
del modo en que Gadreel lo había dejado. Ojalá supiera cómo acceder a
toda la información de una manera que me ayudara a recuperar la
confianza y veneración de mi gente.

Sabía que tenía a mis guerreros.

Pero no tenía al resto de la gente.

El minuto en que me volví en contra de mi verdadera naturaleza


fue el momento en que me llamaron débil. Casi me había matado.

Llamar a un lobo débil, oírlo por todo el mundo en susurros


hostiles e insatisfechos, como si yo fuera un veneno que atacara a la
raza del lobo, para acabar con todos…

Había sacudido mi corazón ya roto y casi me lleva a la muerte.

Hasta Cassius.

Ethan.

177
Stephanie.

A regañadientes, incluso admitía que el sarcasmo de Alex


centraba mi atención en querer asesinarlo a él más que a la gente que
dudaba de mi fuerza, mi habilidad para ser el Gran Lobo, el Alfa.

Rodé hacia un lado y la observé dormir.

Mi compañera.

Mi diosa.

Mi vampira.

Qué sangre tan preciosa tenía corriendo por sus venas. Qué
imposible tarea habíamos puesto ante nosotros.

Mi mente, todo mi cuerpo, me rogaba que renunciara, que me


pusiera mis vaqueros rasgados, que agarrara mis chanclas de Goodwill,
y que me recogiera el pelo en una coleta. Que bajara las escaleras y
buscara algunas bayas, que sufriera un desayuno lleno de piña
crujiente.

Mi cuerpo quería que fuera castigado.

Mi alma lo exigía.

Mi mente me decía que ya no era digno.

Pero mi sangre, su sangre, susurraba, “Lo eres”.

Y por primera vez en mi existencia, elegí creer algo aparte de los


pensamientos negativos de mi propio cerebro.

Confié en la sangre.

Confié en ella.

Cerré los ojos. Esto era tan diferente, vivir una vida de
depravación me hacía sentir, mejor. Cualquier lobo me vería y
entendería el sufrimiento. El juicio nunca había sido por narcisismo,
sólo lástima por mi estado.

Me había ayudado a permanecer en esa condición, su pena.

Por lo tanto me había quedado.

Los guerreros habían dejado de pedir mi regreso.

Y los susurros pararon.

178
Y estuve perdido.

Porque cuando pierdes tu propósito, pierdes tu propia alma.

La mía no había vuelto conmigo, hasta que afronté lo que era, en


lo que me estaba convirtiendo con ella.

Aparté el pelo azabache de su perfecto rostro. Era incluso más


guapa cuando dormía, su piel color tierra, del tipo forjado por las
manos del Creador solo destacando en toda su gloria. Son vertiginosos
pedazos de ónice brillando con deleite.

Quizá estarían tan distraídos por su belleza que no recordarían


los cuentos antiguos.

Pero yo sabía que algunos de ellos aún estaban vivos. Algunos de


ellos lo sabrían.

Uno de ellos seguro.

Mi padre.

179
33
Serenity
Traducido por NaomiiMora

M e desperté con una sacudida, una profunda aprensión y


tristeza asaltándome. Me giré de lado mientras Mason ponía
lentamente sus pies sobre el borde de la cama y colgaba la cabeza entre
sus manos, con su cabello de ángel cayendo sobre su espalda
musculosa.

Quería hacerlo sentir mejor.

Tenía que.

—Mason. —Le toqué el hombro.

Su mano se conectó con la mía; apretó tan fuerte que mis dedos
se pusieron blancos antes de que me acercara más a él y presionara
mis pechos contra su espalda.

—Quince minutos más.

—Quince minutos más no lo cambiará.

—No —dije en voz baja—, pero podría quitarte algo de su estrés.

Se hallaba tan tenso que ni siquiera estaba segura de que una


masajista con experiencia pudiera deshacer los nudos. Poco a poco
masajeé su espalda y luego envolví mi cuerpo alrededor de él, a
horcajadas en su regazo desnudo con un propósito extremo mientras
levantaba sus labios hacia los míos.

—¿Quieres seducirme?

Me moví contra él y luego susurré:

—Creo que ya lo hice.

Agarró mi trasero y se colocó en mi entrada.

180
—¿Estás segura de eso?

Bajé la vista.

—Sí, Mason, estoy bastante segura.

Gruñó en respuesta cuando se introdujo dentro de mí. Si no


hubiera estado colgando de su cuerpo, me hubiera caído de la cama y
me hubiera roto la cabeza. Con cada empuje, sentí que su estrés se
aligeraba, tanto que, cuando su cuerpo se tensó, dije con voz firme:

—Dámelo.

Dudó, con los ojos desenfocados.

—O al menos compártelo con tu compañera, Mason. Déjame


ayudarte.

—Es mi cruz que cargar.

—Ahora... —Tomé el control, disminuyendo su ritmo mientras


presionaba un beso en su boca—, es nuestra.

—Sí.

No comenté sobre el repentino acento escocés o sobre el hecho de


que no parecía reconocer que se hallaba tanto bajo tanto estrés que
había vuelto a lo natural.

—Nuestro —repetí.

—Para siempre. —Su grave promesa contra mi lengua.

181
34
Mason
Traducido por Taywong

S e durmió sobre mi pecho, esta extraña y hermosa criatura


que sabía que no merecía, que ni siquiera había querido, pero
que moriría por mantenerla, por protegerla.

Mi estómago se tensó mientras mi corazón se hundía.

¿Y si...?

Es todo lo que tenía.

¿Y si...?

No podía hacerlo.

No volvería a pasar por eso.

Perder a alguien en mi vida que significaba el mundo, significaba


mi existencia, y en tan poco tiempo, todo apuntaba a ella, a su esencia,
a la forma de ser que era, y no podía separar el hecho de que necesitaba
ser Alfa, necesitaba ser Rey Lobo para unirnos y que tenía que hacerlo
con ella a mi lado.

Mi única debilidad.

Vulnerabilidad.

Mi mayor y más valioso riesgo.

Sus labios estaban rojos entonces, como si acabara de masticar


su labio inferior, pensando en la forma en que yo había hecho lo mismo
unos minutos antes, y me preguntaba egoístamente si ella pensaba en
mí, en la forma en que yo la probaba, en la forma en que le abría las
piernas y lamía su núcleo como si fuera mi propia comida personal.

Por la forma en que perforé su piel.

182
La sangre goteando en mi boca.

La forma en que me pertenecía.

La marqué.

Volví a agarrar sus caderas mientras gemía y sabía que nunca me


detendría cuando se trataba de reclamarla, de quererla, porque ella se
hallaba en mi sangre, en mi alma. Solo tenía que saber que estaría a
salvo.

Tenía que estar a salvo.

Cada uno de los viejos temores que había albergado salieron a la


superficie en una ola de ansiedad que aplastó mi espíritu, mi alma.

Besé su frente y silenciosamente me levanté y bajé a pensar.

Tenía que estar lejos de ella porque a su lado, todo lo que veía era
a ella.

Cuando llegué a la sala de estar, ya sabía que mis pensamientos


no eran privados, que Cassius conocía mi miedo. Se encontraba
sentado junto al fuego y parecía que tenía muchas cosas en la cabeza,
en el alma, en la forma en que la mía era pesada.

—Te has levantado tarde. —Tomé asiento.

Sin titubear, dijo:

—Ya no duermo mucho. —Sus ojos eran graves cuando me miró y


luego volvió al fuego—. El miedo no es bienvenido aquí.

Agaché mi cabeza.

—No he conocido el verdadero miedo hasta este momento.

—El miedo solo engendrará odio —dijo con seriedad.

—¿Odio? —Me paseé delante de él—. No lo entiendo.

Se puso de pie, y sus ojos brillaron de blanco, y dijo rápidamente:

—Ahora no, pero lo harás.

Desapareció en un destello de luz, y me quedé frente a la


chimenea, preguntándome si todo volvería a sentirse seguro.

Si algo se sentiría normal.

183
O si estaba maldito para sentir el peso del universo sobre mis
hombros junto con sus secretos.

Nunca entendí el horror de conocer los secretos que me rodeaban,


la forma en que la tierra gemía y dolía para que los ángeles volvieran a
casa casi tanto como ellos mismos dolían.

Mi pecho estaba en un constante estado de dolor, y ahora sabía


por qué.

Era el mismo dolor que los Vigilantes sentían diariamente.

Me lo pasaron a mí.

No era solo dolor físico.

Sabía lo que se sentía.

No, era una confusión emocional que no desaparecía; era la


separación más profunda que jamás había experimentado. Solo se
desvanecía cuando me encontraba con Serenity, cuando estaba unido al
amor.

Cuando temía, me atravesaba el corazón.

Miré en las llamas mientras la comprensión del amanecer me


sacudía hasta la médula. Los Vigilantes no fueron tentados a hacer el
mal para recuperar la atención del Creador. No, era mucho peor que
eso.

Llevaban milenios caminando con el corazón roto.

El pensamiento me persiguió cuando tomé asiento, y cuando


Serenity se me unió horas más tarde, poniendo su cabeza contra mi
pecho, y picoteando mi piel con besos, cuando sentí paz en sus brazos,
lo supe.

La guerra no había terminado.

Apenas había comenzado.

184
35
Serenity
Traducido por 3lik@

S olo son unos pocos días. —Mason echó un vistazo a mi bolso


y sonrió con suficiencia, las esquinas de sus ojos arrugándose
mientras me miraba con interés.

—¿Qué? —Bajé la mirada a la bolsa de lona que Hope me había


dado esa mañana—. Esto no es mío.

—Tiene tu nombre en la etiqueta. —Sonrió más ampliamente.

Respiré hondo.

—Hope me la dio.

—Es probable. —¡Lobo irritante!—. Es más que suficiente ropa


para unas pocas semanas.

—Bueno, habría regresado a mi apartamento, pero alguien no me


dejó. —Le di una mirada desafiante.

Su sonrisa desapareció.

—Mi trabajo es protegerte. Aún no sé quién está detrás de ti. Si


pueden rastrearte cuando pongas un pie allí, no, no irás a tu
apartamento pronto. Todo lo que necesitas está aquí.

Me crucé los brazos.

—No puedo esconderme para siempre.

—No nos estamos escondiendo. —Su mandíbula se apretó—. Hay


una guerra, Serenity, y no puedo concentrarme en dirigir a mi gente,
incluso reunirme con ellos, si creo por un segundo que no estás a salvo.

Sus ojos azules se intensificaron mientras su pecho subía y


bajaba. Incluso ahora, me preguntaba si se daba cuenta de que su
mano derecha tenía más garras de lo normal, que el calor que emitía no

185
era nada normal, pero no parecía notarlo. Sus ojos parecían echar
láser, y todo eso dirigido hacia mí.

Asentí.

—Tienes razón. Lo siento.

—Maldita sea. —Se dio la vuelta como si estuviera frustrado,


luego se me acercó y me pegó a la pared, sus manos ahuecando mi
cabeza para no lastimarme—. No quiero que lo sientas. No quiero darte
órdenes. Yo solo… —El dolor se reflejó en sus ojos mientras me
miraba—. No te perderé.

Ni siquiera dijo no puedo, como si fuera una opción.

Era un voto. Un juramento.

—No lo haré. —Devoró mi boca, succionando la vida misma


mientras sus manos palmeaban mi trasero, una garra clavándose un
poco en mi piel—. No lo haré. —Gruñó de nuevo contra mi boca.

Me retiré.

—Lo prometo, Mason.

Aún parecía preocupado cuando me deslicé fuera de sus fuertes


brazos, luego lo esquivé y agarré mi bolsa.

—¿Entonces cómo hacemos esto?

—¿Qué? —Su expresión confusa no tenía precio.

—Esto. —Agité mis manos en el aire—. ¿Cassius solo nos lleva allí
volando?

Soltó una carcajada.

—Bueno, por lo general, tomamos un avión, pero tal vez a Cassius


no le importaría un poco de transporte...

—De ninguna manera —se oyó la voz de Cassius, y luego apareció


en la habitación, con los brazos cruzados y expresión atormentada—.
¿Primera clase no es lo suficientemente bueno para ti? ¿Avión privado?
Nómbrelo y lo tendrás.

Mis ojos se ensanchaban con cada palabra que decía.

Mason se encogió de hombros.

—Ella quiere volar.

186
Sonreí ante la idea.

—No te voy a llevar volando a Escocia.

Cassius puso los ojos en blanco, pareciendo más humano de lo


que lo había visto en semanas. Su cabello oscuro se volvió blanco
cuando suspiró y abrió sus brazos, aparecieron las alas, y luego
murmuró un “Maldito lobo...” antes de asentir y decir:

—Toca una pluma.

—¿De verdad? —Lo dije con calma, pero había estado deseando
tocar sus plumas, sentir la textura entre mis dedos durante días—.
¿Cualquier pluma?

—O a todas ellas. —Cassius sonrió.

Mason gruñó como si hubiera algo que no supiera acerca de tocar


las plumas.

Di un paso adelante y alcancé una de las plumas que se curvaban


hacia abajo en el ala; se estremeció bajo mi toque, luego envolvió sus
tentáculos aterciopelados alrededor de mi dedo y palpitó con mi
corazón. Se sentía cálido. Se sentía... como el cielo, como si nunca
quisiera dejarlo ir.

—Ahora va a pedir tocarlas todo el tiempo —se quejó Mason.

—Ella es muy gentil. —Cassius me guiñó un ojo. Sabía que


trataba de irritar a Mason, lo que resultó ser cierto cuando Mason
agarró una de las plumas con una mano y golpeó a Cassius con la otra.

Jadeé.

¿Estaba eso permitido?

¿Golpear a un arcángel?

¿Golpear a Cassius? Básicamente, ¿el rey de toda la raza


inmortal?

Cassius simplemente sonrió y luego asintió.

—Ahora. Eso está resuelto. Vámonos.

—¡Espera! —dije con voz de pánico—. ¿Tengo que hacer algo?

Ambos me miraron como si fuera una idiota.

Los fulminé con la mirada.

187
—Ya sabes, como contener la respiración... cerrar los ojos...

—Serán segundos —dijo Cassius con suavidad—, simplemente


disfruta del viaje. —Miró a Mason y sonrió ampliamente—. Sé que lo
haré.

—Es suficiente. —Mason gruñó cuando la risa de Cassius llenó la


habitación, sus ojos completamente blancos cuando sus alas se
curvaron alrededor de nosotros.

Y así de simple.

Estuve ingrávida.

188
36
Mason
Traducido por Candy27

D emasiado pronto, estábamos en Edimburgo cerca del


castillo. Cassius aterrizó entre una de las calles menos
populares cerca de la Milla Real. Mi sangre hervía mientras los
recuerdos me acechaban, de la enfermedad que solían vagar por las
calles, de la plaga que duró tanto tiempo bajo tierra, de las personas
que vivían sobre personas. El puro disgusto de la ciudad, el grado de
enfermedad que la atravesó, años sin luz solar para algunos humanos
solo para morir en la oscuridad sin sentir el calor del sol en sus caras.

Me volví hacia Serenity.

Vio la ciudad con ojos que eran nuevos. Como un turista, parecía
que quería tomarlo todo, tanto que en el minuto que sus ojos
aterrizaron en un tartán, empezó a moverse.

La eché hacia atrás y sacudí la cabeza.

Las alas de Cassius se acomodaron detrás de él mientras los tres


caminábamos hacia la luz en la calle.

Inmediatamente, unos cuantos locales miraron hacia nosotros.

Intenté permanecer calmado.

Intenté y fallé, mientras los pocos que me vieron a mí y a Cassius


se volvieron muchos. Hay una razón para que los inmortales se queden
en los Estados Unidos, un país corrupto con una raza egoísta de gente
que pasa más tiempo en las redes sociales que mirando al mundo a su
alrededor.

Estaban obsesionados con el dinero, la fama y ellos mismos.

Escocia tenía sus fallos. También tenía sus historias.

Mejor dicho, sus leyendas.

189
Y mientras caminaba hacia el castillo, una trampa de turistas
como nunca había visto, mano a mano con Serenity, Cassius asentía
hacia la gente que pasaba.

Y lo supe.

Mi tiempo se había acabado.

A lo mejor había estado terminado todo este tiempo.

Todos los secretos. Toda la soledad. Toda la vergüenza que había


surgido dentro de mí se estrellaba hasta liberarse mientras caminaba
hacia mi destino con mi compañera a mi lado.

La pieza final del rompecabezas.

El último de los inmortales emparejados, tomando mi lugar


legítimo que había ignorado por cientos de años.

Porque dolía demasiado.

Pero ahora… ahora tenía a Serenity.

Tenía paz. Me aferré a la paz tan fuerte como pude. Y cuando


sentí que no podía dar otro paso, lo hice.

Más y más locales salían de las tiendas. Sus mentes hervían con
la frase. “Ha empezado.”

Cassius mantuvo su mirada al frente.

Le seguí y después me paré de golpe cuando escuché a alguien


decir:

—El Gran Lobo ha vuelto.

Serenity se quedó sin aliento a mi lado.

Alguien sobresalía en la multitud; tenía el pelo marrón oscuro y


ojos negro azabache. Lo reconocí inmediatamente.

Y mi corazón se rompió dentro del pecho mientras mi hermano


lentamente se abría camino hacia mí y se detenía.

Yo era un centímetro más alto que él.

Más fuerte.

Diferente… y sin embargo igual.

190
Tenía hebras de rojo en mi cabello que no que tenía antes, pero
todo en él parecía enfocarse en mis ojos.

—¿Por qué has vuelto?

—Para tomar mi lugar. —Lo dije con tal finalidad que se


estremeció. El miedo cruzó sus ojos mientras miraba de mí a Serenity.

—¿Y la mujer?

—Mi compañera —gruñí.

Algunas personas se quedaron sin aliento a nuestro alrededor.

Me di la vuelta y seguí caminando.

Me llamó.

Y lo ignoré.

Era más joven, nacido cien años después de mí de la nueva


esposa de mi padre después de la muerte de mi madre. Mi padre ya no
me quería, no se preocupaba por mí. Incluso en las ocasiones en las
que Cassius me traía de vuelta, no había sido deseado, hasta el día en
que tomé mi lugar y luego perdí a mi compañera.

Perdí todo.

Mi mente, mi cordura…

Y ahora… había vuelto.

—No dejes que tu miedo se convierta en odio —susurró Cassius


mientras caminábamos hacia la puerta del castillo.

Unos pocos hombres vigilaban, como siempre hacían, del mundo


exterior o de un turista borracho errante que entraba en el túnel
equivocado en el momento preciso.

Observé y esperé mientras los cinco hombres avanzaban y nos


saludaban con un solo movimiento de cabeza.

Dejé escapar un suspiro, y los seguimos hacia el sur alrededor del


castillo y luego bajamos un tramo de escaleras hasta un túnel que tenía
un letrero gigante frente a él. PELIGRO No Entrar.

Lo atravesamos.

El túnel continuó durante una milla antes de que bajáramos las


escaleras y fuimos llevados a la primera sala del trono.

191
—Mason —dijo Serenity a mi lado—, ¿por qué estamos en un
castillo bajo el castillo?

Sacudí la cabeza y después la incliné en vergüenza.

—La realeza —respondió Cassius por mí—. ¿No sabías que era un
rey?

—Sí —dijo rápidamente—. Solo creí que era una palabra elegante
para Alfa o que era el Rey de los Lobos.

—No… —Un guerrero dio un paso adelante—. Es el Rey del Suelo.

—Suelo —repitió Serenity.

Y Cassius susurró:

—Tierra.

192
37
Mason
Traducido por NaomiiMora

C erré mis ojos mientras Serenity contenía el aliento a mi lado,


finalmente dándome cuenta de lo importante que había sido
mi trabajo y de lo grave que había sido mi ausencia para mi clan. Y no
solo para mi clan, sino para todos los guerreros que custodiaban la
tierra repartidos por todo el mundo.

No reconocí al guerrero delante de mí.

Bajó la mirada por unos breves segundos antes de murmurar:

—Él no va a querer verte.

—Él —dije con audacia—, no puede decidir, ¿no es así?

Cassius sonrió con suficiencia a mi lado.

—¿Y quiénes son ustedes? —Le dirigió a Cassius una mirada de


disgusto.

Los ojos de Cassius se volvieron blancos antes de que sus alas se


extendieran detrás de su espalda. Con un pequeño encogimiento de
hombros, dijo:

—Oh, nadie.

El guerrero se tambaleó hacia atrás e hizo una cruz sobre su


corazón mientras yo trataba de no reir.

Los lobos siempre habían creído que cuando un ángel los


visitaba, solo significaba la muerte, y tal vez esta vez era cierto, porque
la única manera en que podía reclamar mi derecho...

Para dirigir a mi gente...

Era matar al que había dejado a cargo.

193
Mi propia carne y sangre.

Mi padre.

194
38
Serenity
Traducido por YoshiB

E staba asombrada.

Aturdida.

Caminamos de la mano por las escaleras de mármol negro


cuando la habitación se abrió a una más grande donde un verdadero
trono hecho de mármol negro se hallaba en medio del piso. El aire olía a
suciedad y a vida. Me estremecí mientras Mason me acercaba más.

Por alguna razón, había estado pensando que íbamos al castillo


que había visto en la visión, o tal vez a un pueblo pequeño.

Ni en mi imaginación más salvaje había pensado que estaríamos


entrando en la realeza pura.

Los guardias del lobo se alinearon en las paredes mientras


descendíamos, y con cada paso que dimos, se inclinaron por respeto a
quién era Mason.

¿Cómo era posible que hubiera estado tan mal? Que cualquier
inmortal fuera así de despistado del poder que tenían los lobos, la
responsabilidad.

De repente, me dolía el pecho, porque si Mason se apartó de


esto... Su pena... debió haber sido tan grande, que alteró la vida,
destruyendo...

Para alejarse de todo.

Sin tener nada. Un propósito.

Debido a una elección.

Un corazón roto.

195
—No me gusta esa cara —susurró Mason en mi oído, su acento
escocés haciendo cosquillas en mi piel. Quería señalar cómo sonaba
más en casa y que viera este lugar, pero no quería asustarlo antes de
que tuviera que hacer lo que tenía que hacer.

Y porque aún me seguía sintiendo en la oscuridad y cerrada a


aquel vínculo entre nosotros por respeto, dejé que me guiara sin saber
exactamente en qué andábamos.

El trono se acercó más a nuestra vista. Se extendía desde el suelo


hasta el techo, brillando con poder, gloria, como si se hubiera caído del
cielo mismo.

Casio se inclinó y susurró:

—Un regalo del Creador, para el Protector de la misma tierra que


creó. Se formó a partir de la roca, y permanece sin mancha para
honrarlo hasta que los Cielos se encuentren de nuevo con la tierra.

Tragué saliva.

Más guerreros se reunieron a nuestro alrededor, sus escudos


dorados sostenidos por sus pies, lanzas en sus manos derechas y
máscaras en forma de lobos sobre sus rostros humanos.

El sonido del trueno rodó por la habitación.

Y entonces, alguien caminó detrás del trono y se sentó.

El hombre de mi visión. El hombre de cabello oscuro y ojos


oscuros.

Por lo menos siete pies de altura con los músculos rodeando su


cuerpo.

Llevaba la misma armadura que los guardias, solo que no tenía


máscara. Su expresión era más bien una mueca enojada, como si solo
estuviera esperando el momento perfecto para atacar.

Sus ojos miraron a Mason con desdén y luego se volvieron hacia


mí.

Me encogí cuando se movieron sobre mi cuerpo con disgusto y


luego se alejaron.

—¿Te atreves a traer una abominación a esta corte?

196
—Me atrevo. —Mason gruñó ruidosamente—. Soy el legítimo rey.
—Los susurros comenzaron—. Una vez te di el trono, y estoy aquí para
recuperarlo.

—Mata a la mujer y lo permitiré.

—No permites nada, viejo. —Los dientes de Mason se apretaron—.


Habla de mi compañera así de nuevo, y te arrancaré la cabeza de tu
cuerpo.

Su padre suspiró y luego sonrió.

—Siempre has sido tan serio... Mientras ella no nos haga daño,
puede quedarse.

—¿Daño? —dije en voz alta—. Soy su compañera. Todo lo que


quiero es su felicidad.

—¡No eres bienvenida a hablar! —escupió él.

Me eché hacia atrás contra Mason.

Él dio un paso adelante, con los puños apretados.

—Basta —dijo Cassius en tono aburrido—. Creo que esta es una


conversación que debería tenerse... en privado.

El padre de Mason asintió y movió la mano. De repente, los


guerreros nos flanqueaban por todos lados y nos escoltaban detrás del
trono a una habitación más pequeña con una larga mesa de mármol
negro y sillas de cuero. Televisores de pantalla plana hicieron una
pancarta alrededor de la habitación. Diferentes cámaras tocaron áreas
del castillo y lo que parecían ser diferentes lugares alrededor del
mundo.

Niños jugaban en algunas de las pantallas; otros mostraban


aldeas remotas, algunos castillos más pequeños.

Y luego había una cámara puesta en un bosque.

Fruncí el ceño y di un paso más cerca.

Recordé la visión. El bosque del que había salido la diosa.

¿Mi madre?

¿La que me había dado la vida?

197
Una punzada que no sabía posible me partió el pecho en dos
cuando anhelaba que alguien, cualquiera, saliera de los árboles.

Para quererme.

Para reclamarme.

Y entonces recordé que tenía a Mason.

Él era todo lo que siempre necesitaría.

Le devolví la mirada y sonreí, justo cuando se abría otra puerta y


entraba el hombre de la calle.

Se detuvo justo enfrente de Mason y luego lo atrajo para darle un


gran abrazo. Le dio una palmada en la espalda varias veces antes de
soltarlo. El hombre tenía ojos negro azabache y cabello castaño oscuro
recogido en una coleta baja.

Siempre había pensado que los hombres con cabello largo


parecían ridículos.

Pero la forma en que Mason mecía sus mechones enmarañados...

La forma en que se sentía tirar de su cabello cuando se


presionaba contra mí...

Me estremecí un poco cuando Mason gruñó por lo bajo junto a


mí, como si tuviera que dejar de distraerlo de su propósito.

Cassius me dio una pequeña sonrisa antes de que el padre de


Mason se aclarara su garganta y dijera:

—¿Comenzamos?

—No hay nada que decir que no se haya dicho ya. —Mason se
encogió de hombros, con voz tranquila—. Estoy aquí para guiar a mi
gente. Ya no eres necesario.

El padre de Mason golpeó sus manos sobre la mesa mientras


miraba entre su hijo y yo.

—¿Y qué hay de ella? ¿Realmente crees que tu gente aceptará


algo más que un compañero humano? ¿Una elegida para ti para que no
pueda tener hijos?

Fruncí el ceño.

—¿Quién dice que no puedo?

198
—Muchacha... —El hermano de Mason sacudió la cabeza.

Cassius sonrió como si fuera el mejor día de su vida.

—¿Qué? —Crucé mis brazos—. No soy solo un vampiro…

Mason siseó una maldición.

—¡Abominación! —gritó su padre—. Ella es vampiro y diosa. No


puede gobernar a tu lado. Está prohibido. —Algo brilló en sus ojos
antes de girarse y marcharse enojado.

El hermano de Mason suspiró y me tendió la mano. La tomé


mientras besaba el interior de mi muñeca.

—Estoy seguro de que su madre te habría amado.

Mason se tensó.

—¿Cuándo murió?

Me dio una mirada divertida.

—Ella no... —Agachó la cabeza—, ella…

—Díselo. —Cassius miró al hermano de Mason con una mirada


fulminante—. Dile, Tarick.

Tarick se puso completamente pálido.

Mason frunció el ceño.

—¿Decirme qué?

Tarick se derrumbó en una de las sillas y se inclinó sobre la gran


mesa de mármol.

—Ella no fue asesinada, Mason. —Su expresión era sombría—.


Tomó su propia esencia vital cuando padre te empujó a emparejarte, a
convertirte en rey. Sus intenciones... no estaban en el lugar correcto, y
ella lo sabía, es lo que me fue transmitido en secreto después de su
muerte, después de que te fuiste.

—¿Qué quieres decir?

Tarick maldijo entre dientes.

—Estaba tratando de evitar que tú... de encontrarla... a ella.

Todos los ojos cayeron sobre mí.

199
Y de repente, me sentí enfermo de nuevo.

Más piezas del rompecabezas se juntaron en una ola de


recuerdos, en los sueños que había tenido buscando a mi lobo.

En los sueños que cada año me perseguían.

Hasta este año.

Cuando finalmente lo encontré.

200
39
Mason
Traducido por Candy27

C asi colapsé contra la pared.

—No. —Sacudí la cabeza, esperando sacar la traición de mi


piel. Era veneno. ¿Mi propia familia?—. ¿Por qué haría él eso? ¿Por qué
ella le dejaría?

Cassius estaba de pie, totalmente erguido.

—Cuando uno hace un trato con un ángel… cuando uno vende su


alma… la sangre debe ser derramada. Una vida por una vida. Cuando
Bannick te salvó, fusionó tu sangre con Serenity, unió sus vidas.
Juntos tendrían una fuerza impensable. Separados, siempre tendrían
sed, siempre anhelarían más. Experimentarían un vacío en sus almas.
—Cassius asintió—. Finalmente lo entiendo. Puedo verlo finalmente. —
Sus ojos estaban blancos cuando miró a Mason y susurró—: Debes
luchar.

Desapareció en un destello de luz, muy parecido a la manera en


la que apareció.

La boca de Tarick cayó abierta.

—¿Siempre hace eso?

—Desafortunadamente. —Me lamí los labios e intenté pensar—.


Tarick, ¿Cuánto hombres me son leales?

Se apoyó en la silla. No me había dado cuenta de lo mucho que


había madurado y crecido, desde ese torpe lobo hacia su propio
guerrero, desde esos sabios ojos castaños hasta la forma en la que se
ponía a mi alrededor, como si estuviera listo para hacer lo que fuera
necesario para extraer sangre, en mi nombre. Cada tendón muscular
flexionado con la habilidad de matar, de mutilar sin esfuerzo.

Su mandíbula se apretó.
201
—Todos ellos.

—Tarick… —Mi voz se mantuvo alerta—. No los castigaré si se


ponen del lado de mi padre. Abandoné a nuestra gente, pero los
necesito unidos ahora. Los Vigilantes…

—¿Así que es verdad? —Sus ojos se iluminaron con sorpresa—.


¿Es por eso que tu cabello tiene esas graciosas rayas rojas? Nunca he
visto esos colores en un lobo.

—Larga historia —murmuré, compartiendo una mirada cautelosa


con Serenity. Ella tenía preguntas y yo no tenía respuestas. Y me
enfermaba el pensamiento de que en toda mi vida nunca había
cuestionado a quienes me rodeaban, ni había cuestionado la autoridad,
o incluso cuestionado el proceso de emparejamiento. Había cumplido mi
deber a ciegas.

Y estúpidamente.

No había sido capaz de gobernar entonces.

Esperaba, por El Creador, que estuviera preparado ahora.

—Vamos. —Tarick me dio una palmada en la espalda—. Querrás


limpiarte para la cena.

Nos llevó por un pasillo de mármol negro. Las paredes estaban


iluminadas con antorchas mientras las luces brillaban en lo alto. El
castillo de Edimburgo se había construido para honrar a los lobos, pero
pasados los años, se había convertido en algo para los humanos.

Les habíamos permitido su espacio separado.

Asumir trabajos como guerreros y protegerlos era nuestro deber


en la tierra, pero eso no significaba que no intentáramos agarrar la
tecnología moderna.

Agarré la mano de Serenity.

—La última vez que caminé entre estas paredes no había ni


siquiera electricidad.

—Viejo lobo gruñón —bromeó en voz baja.

Una risa se atrapó en mi garganta mientras la acercaba.


Doblamos la esquina hacia las suites familiares, cada una de ellas de
más de tres mil pies cuadrados.

La puerta de mi suite se encontraba cerrada con llave.


202
El dibujo de mi lobo brillaba sobre el grano de la madera. Pasé la
mano sobre ella y me estremecí por el poder que chisporroteaba bajo las
yemas de mis dedos.

—La cena es a las seis —dijo Tarick y luego pareció querer decir
algo más, en su lugar, me dio una palmada en la espalda de nuevo y se
fue.

Serenity se quedó boquiabierta cuando abrí la puerta. Una


enorme cama con dosel se hallaba contra la pared este. Una gran
bañera en el suelo ocupaba la mitad del espacio del baño, y lo pétalos
se arremolinaban alrededor de los chorros. No había ventanas, pero
estábamos acostumbrados a vivir bajo tierra. No necesitábamos ver
fuera de la tierra para conocer sus secretos. No había necesidad de ver
el cielo cuando la creación, cuando la tierra misma, nos cubría con su
esplendor.

Serenity se quedó sin aliento.

—Es hermoso.

—Era mío. O es mío.

Se acercó a la cama y la miró fijamente.

—¿Ella compartió esta cama contigo?

Me esperaba la pregunta. Eso no hacía que estuviera más


preparado.

—No.

Sus hombros se hundieron cuando se recostó contra mí.

—Bien.

—¿Celosa? —Le pellizqué la oreja. ¿Cómo había podido pensar


alguna vez que podía sobrevivir sin una compañera? ¿Sin amor?

Se giró en mis brazos tan rápido que casi tropecé hacia atrás. Sus
ojos verdes brillaron con hambre, y me atravesó hasta el alma.

—Eres mío.

Me incliné y tomé su labio inferior, apretándolo entre mis dientes


antes de susurrar:

—Entonces reclámame.

203
En segundos, su ropa fue desechada. No presté atención a dónde
cayeron. Todo lo que sabía era que mi compañera, mi verdadera
compañera, aquella que estaba destinada a mí desde el inicio de los
tiempos, se encontraba desnuda en mi habitación.

Adoré su boca mientras pateaba fuera mis pantalones, mi


necesidad era tan fuerte que mi liberación ya pulsaba. Nuestras lenguas
se entrelazaron mientras sus dedos se hundían, tiraban. La presioné
contra la cama, a la que juré que nunca regresaría, al igual que esta
maldita habitación.

Pensé que era toda la evidencia de que ya no valía.

Pero ella hizo que valiera la pena. Me hizo sentir como si tuviera
la fuerza.

No había inseguridad en sus brazos, y cuando me presionó contra


la pared con su ágil cuerpo, no tenía ninguna duda en mi mente, no
temía lastimarla, o que me llamara pesado.

O un bruto.

No, en todo caso, mi compañera me quería duro contra ella;


quería sus uñas raspando mi espalda mientras lamia el placer de su
piel, mientras lavaba el sabor se su piel y lo extendía por mi lengua.

Mis ojos rodaron hacia atrás cuando me agarró con la mano, su


toque firme y después suave.

Agarré su muñeca y la apreté entre mis brazos, poniéndola de


espaldas contra la misma pared de tierra, y nos unimos. Como nos
emparejamos en el castillo donde nací hace años.

La tierra a nuestro alrededor comenzó a temblar.

Me aferré a su cuerpo cuando nos separamos.

Diminutos pedazos de tierra parecidos a diamantes comenzaron a


desprenderse de las paredes. Giraron en el aire y luego nos rodearon en
un círculo de luz y oscuridad.

El calor se extendió por mi pecho cuando sus ojos brillaron verdes


como la hierba, azules como el cielo, y luego marrones como la tierra
que nos rodeaba.

La misma tierra que hacía círculos a nuestro alrededor se


reflejaba en sus ojos con asombro.

204
Una música antigua, tan hermosa, llenó la habitación, y me besó
de nuevo.

Los golpes en la puerta no nos detuvieron.

Los gritos solo me animaron a seguir reclamándola.

Y cuando no pude contener más la pulsante necesidad que me


consumía, y me desgarraba de dentro hacia fuera, la tomé una vez más
y la marqué como mía con un último mordisco en el cuello.

Gritó, mientras sentía que mi cuerpo se llenaba de poder.

Y luego la tierra cayó a nuestro alrededor, creando el mayor


desorden que había visto en años en mi habitación.

—¿Qué fue eso? —Su pecho se agitó cuando la dejé sobre sus pies
de nuevo.

—La tierra lo aprueba —susurré, besándola bruscamente en la


boca otra vez antes de caminar desnudo hacia la puerta.

La abrí bruscamente y miré a mi hermano, listo para borrar la


sonrisa de su cara.

—Entonces… —Se mordió el labio como si estuviera teniendo


problemas para no reírse en voz alta—, debes ser un gran amante si
creas terremotos con tu enorme pe…

—Suficiente —lo interrumpí, sabiendo exactamente lo que estuvo


a punto de decir.

Dio un paso atrás.

—La cena está preparada. Estoy seguro de que estás…


hambriento.

Gruñí.

—Recuerda llevar pantalones, hermano. Padre no perdona.

Puse los ojos en blanco y le cerré la puerta de golpe en la cara,


después me volví para ver el pelo de Serenity. Parecía completamente
amada.

—¿La cena es formal?

Comenzó a escarbar en su bolsa, su culo desnudo me rogaba que


lo agarrara, que la reclamara una y otra vez hasta que necesitara

205
descansar, hasta que mis ojos se cerraran sobre si mismos mientras me
empujaba dentro de su cuerpo.

—¿Mason?

Tragué culpable.

—¿Sí?

—¡Deja de mirarme y ayúdame! —dijo frenéticamente—. No creo


que haya hecho la mejor primera impresión, quiero lucir bien.

—Siempre te ves bien —le dije con sinceridad—. Y ponte el rojo.

—¿El vestido rojo?

—Él odia el rojo.

—Entonces debería ponerme el negro.

—No… —Sonreí—. El rojo es un símbolo de poder. Los lobos no


tienen permitido llevarlo. Debemos ser humildes incluso en nuestro
gobierno sobre la tierra misma. Pero no eres un lobo. Eres más y ya es
hora de que se reconozca el poder que tienes.

Las lágrimas llenaron sus ojos.

—Todavía soy en parte vampiro…

Tragué su protesta con un beso.

—Eso es lo que eres. —Asentí—. Pero tu sangre canta con la


tierra, puedo sentirla pulsando bajo mis dedos, bailando, cantando la
canción de la Tierra a los Cielos. Date algo de tiempo, y quizás cantes
también a la luna.

Las lágrimas llenaron sus ojos cuando agarró mi mano y besó la


parte de atrás.

—Me encantaría eso… mi rey.

El deseo me atacó intensamente. La empujé contra la cama,


separando sus piernas.

—Podemos llegar tarde.

—Acabas de decir...

206
—Soy un idiota —gruñí, devorando su próxima protesta—. Y seré
rey aunque solo sea para poder llegar tarde a mi maldita mesa… —Bajé
la cabeza—, y festejar con mi compañera en su lugar.

207
40
Serenity
Traducido por Candy27

V
estí de rojo.

Mis piernas temblaban con nervios mientras nos dirigíamos


por un largo camino que el algún momento se abrió de
manera que había estrellas en lo alto. El cristal plano sobre nuestras
cabezas era lo suficientemente grueso para que nadie pudiera ver a
través. Sin embargo, el cielo era hermoso.

Caminamos lo que parecía millas.

Me empezaron a doler los pies.

Y después estábamos en otro edificio. Cuando me di la vuelta y


miré por las ventanas, el castillo estaba en la distancia. Así que,
realmente habíamos caminado una milla más o menos.

El edificio parecía viejo desde fuera. Pero dentro, había riquezas


inmaculadas que nunca podría llegar a comprender en mi larga vida.

Los candelabros colgaban en el centro de la habitación. Una


chimenea crepitante estaba al final de una mesa larga para un rey.

Y el padre de Mason se puso en pie, vestido con un traje negro y


corbata al mismo tiempo que miraba a Mason con una furia que incluso
yo podía sentir.

Más soldados estaban de pie vigilando, con los ojos mirando al


frente, sus escudos en su lugar, su armadura brillando con orgullo y la
insignia de un lobo en su pecho.

Me pregunté si el lobo era Mason.

O su padre.

O a lo mejor era alguien más.

208
Unas cuantas mujeres hermosas estaban alineadas cerca de más
hombres quienes tenían diferentes parches y premios en sus chaquetas.

Era en esta extraña realidad alternativa que entendí que tenían


su propio gobierno. Finalmente tuvo sentido el por qué Mason era tan
importante. Por qué lo necesitábamos.

Por qué los Vigilantes lo querían también.

Era deseado en cada uno de los mundos excepto en el suyo.

Y me puso tan triste que ni siquiera podía pensar en ello sin que
mi pecho doliera, porque conocía ese dolor. Lo conocía bien.

Sentirse tan fuera de lugar.

La sensación de no pertenecer del todo al lugar donde has nacido.


A los padres que nunca te quisieron de verdad.

Y así, la pérdida de mis propios padres me inundó de nuevo.

Ellos habían sido mi todo.

Y ni siquiera me dijeron la verdad cuando murieron.

Contuve la bola gigante en mi garganta que exigía que rompiera a


llorar y seguí caminando.

Mason me apretó la mano con fuerza.

Hubo un gran crujido como si el cielo se hubiera abierto, y


apareció Cassius, vestido con un esmoquin y con Stephanie a su lado.

Seguidos por Alex y Hope.

Y de Ethan Y Genesis, sin sus gemelos.

Exhalé un suspiro de alivio cuando los vi—mis amigos—mi nueva


familia, aquí, al lado de Mason.

Su agarre sobre mi mano se relajó cuando Cassius caminó hacia


nosotros y miró lentamente sobre la habitación a su alrededor. Luego,
con una pequeña sonrisa en sus labios, cayó sobre una rodilla y agachó
la cabeza.

La sala estalló en jadeos y asombro mientras Mason se quedaba


quieto a mi lado.

—Cassius…

209
—Bendíceme —dijo Cassius—. Es lo que hace el Rey de la Tierra
con el Rey de los Inmortales. ¿O no?

Sentí la ira de su padre.

También la rabia de otros.

No era así como se hacían las cosas. Sabía eso y estaba segura de
que el resto del Consejo Inmortal lo sabía también mientras los
hombres, todos muy lentamente—Alex incluido, incluso aunque estaba
sonriendo con suficiencia todo el tiempo—cayeron sobre una rodilla y
esperaron.

Mason tendió una mano.

—Ha pasado bastante tiempo. El poder no se ha transferido…

—El poder nunca se ha ido —susurró Cassius por lo bajo.

Los ojos de Mason se abrieron mientras sostenía su mano sobre


la cabeza de Cassius, y muy lentamente, trozos de tierra parecidos a
diamantes cayeron de su palma y sobre Cassius como una pequeña
lluvia.

Y cuando Cassius levantó la cabeza, los trozos de tierra se


derritieron contra su piel y brillaron con tanta intensidad que casi tuve
que apartar la mirada.

Él se levantó.

El Consejo le siguió.

Y yo traté de cerrar la boca.

—Ahora. —Cassius se volvió hacia todos y miró al padre de


Mason con una mirada fulminante—. Ya que esto está hecho, me
gustaría votar.

—¿Votar? —siseé por lo bajo.

Mason palideció.

—Cassius…

Cassius no cedería.

—Como Rey de los Inmortales, el arcángel para los humanos y los


Cielos, guardia de secretos y legítimo rey de este mundo hasta que se
queme en el siguiente, exijo una votación.

210
—No. —Los ojos de Tarik brillaron con un odio apenas moderado
cuando miró a su padre y luego a Mason—. Exijo una lucha.

La sala estalló en protestas.

Cassius asintió hacia Tarik.

—¿Puede hacer eso? —Miré a Mason.

Tragó lentamente y me miró, inclinando mi barbilla hacia su cara.

—Puede, y lo hizo. Una lucha es la única manera de sacar a mi


padre de su gobierno. Ni siquiera habría sufrido una votación. Debo
luchar contra él.

Los guerreros empezaron a hablar entre ellos mientras las


esposas en la mesa muy lentamente se levantaban y se movían para
estar detrás de ellos, por protección, asumí.

Stephanie alcanzó mi mano. Me aparté y sacudí la cabeza.

—Mi lugar está a su lado.

Sus ojos se agrandaron antes de que asintiera y agarrara a


Genesis y a Hope y se moviera detrás de los guerreros, no es que ella,
de todas las personas necesitara protección.

Ethan y Alex miraron a Mason. Parecía que estuvieran teniendo


algún tipo de conversación porque Alex seguía riendo, y Ethan seguía
poniendo los ojos en blanco antes de que finalmente, los tres se
sacudieran las manos.

Los hombres caminaron detrás de los guerreros, dejándome a mí


y a Mason con Cassius.

Cassius se volvió hacia nosotros.

—Fuerza la verdad fuera de él antes de que termines con su vida.


Tengo la sensación de que sabes la manera exacta de asegurarte de que
su alma vaya a donde merece ser llevada, a pesar de sus acciones aquí.
El tiempo nos amarga, la amargura conduce a un odio profundamente
arraigado, no puesto allí por el Creador.

Con esas crípticas palabras, se movió para pararse frente a los


guerreros.

Todos parecieron respirar aliviados. Nadie parecía querer tener


que proteger a un arcángel.

211
Y fallar.

—Así que… —Su padre se puso en pie—. ¿Así es como va a ser?


¿Me veo obligado a matar a mi hijo y a su compañera? —Su sonrisa era
amenazadora—. No puedo decir que es la primera vez que me deleito en
matar a una compañera.

El cuerpo de Mason temblaba de rabia.

Presioné una mano contra su brazo.

Suspiró, y sus ojos escanearon los míos antes de inclinar su


cabeza.

—Quédate al lado de Cassius.

—Pero…

Asentí y me moví para tomar mi lugar en frente de los guerreros.


No sabía cuál era el poder que tenía. Pero no me iba a esconder en la
parte de atrás, cuando todo lo que quería hacer era caminar hacia el
frente y tomar el golpe por él.

No estaba destinada a quedarme quieta cuando se refería a mi


compañero.

No estaba destinada a verlo luchar por nosotros.

Lo supe en mi sangre; estaba hecha para luchar a su lado, luchar


por él. Apreté las manos.

—Paciencia —susurró Cassius—. Llegará tu hora, pequeña.

—No soy pequeña.

—¿Eliges fijarte ahora en tu falta de altura? —Sus labios se


torcieron—. Una cosa tan humana que hacer.

—¿No fuiste humano durante treinta días y…?

Me lanzó una mirada de ‘deja de hablar’.

Sonreí con triunfo y luego miré a Mason y asentí.

—¿Y la segunda vez? —dijo Mason finalmente después de unos


segundos, sus ojos brillaron—. ¿Has matado a una compañera antes?

Su padre se movió alrededor de su silla y muy lentamente se


quitó la chaqueta de su masivo cuerpo, la dobló y la colocó

212
cuidadosamente sobre la silla. Luego se quitó los gemelos y se
arremangó las mangas de la camisa blanca almidonada.

Tarik se movió hacia Mason, su cara era indiferente hasta que el


padre de Mason dirigió su mirada hacia Tarik y se burló:

—¿No es así Tarik?

Tarik se quedó inmóvil, su rostro se desmoronó ante mis ojos.

—Padre, aquí no.

—¡Si, aquí! —rugió su padre, y la habitación pareció sacudirse


con su furia—. ¡El único trabajo de tu hermano fue rechazar a su
compañera humana y dártela a ti! Y jugó bien su papel. ¿No es así,
Tarik? Hasta que no pudiste apartarte de ella, ¡hasta que no pudiste
negar tus sentimientos por ella, por la esposa de tu hermano!

—¡PARA! —rugió Tarik, lanzando las manos contra la gran mesa.


Rápidamente se convirtieron en garras cuando sus uñas se clavaron—.
¡Eso no cambia nada!

—¿Oh? —se rio su padre.

Mason se quedó inmóvil.

—Creo que lo hace. Verás Mason, tu primera compañera ni


siquiera era tuya, pero estabas tan desesperado por amar después de la
muerte de tu madre. Hice la promesa de que nunca te dejaría encontrar
a tu verdadera compañera. Hice un juramento en sangre como hicieron
sus padres. Esto nunca debió pasar. Era un mundo que no podíamos
controlar, uno donde los Vigilantes ostentaban demasiado poder, las
diosas ostentaban demasiado poder. Era la única manera. —Un destello
de tristeza pareció cruzar su rostro antes de que desapareciera.

—La mataste —dijo Mason suavemente, sin un poco de tristeza,


solo, tal vez, arrepentimiento—. No solo la robaste del hijo correcto y me
la diste a mí, sino que mentiste, y cuando viste que ambos hijos se
enamoraban de ella, la mataste.

—Él no tenía que hacerlo —susurró Tarik.

Todos los ojos fueron a su hermano.

Tarik miró hacia otro lado, con la expresión tensa.

—Madre se suicidó para liberarte, Mason. Siempre se debe


derramar sangre, y ella sabía que la única manera de liberarte de no

213
encontrar a tu verdadera compañera era derramar la suya. Cuando
Padre se enteró, se enfureció. Te iba a matar de una vez por todas. Tu
vino fue drogado. Pensaste que cayó dormida a tu lado, pero tenía una
daga sobre tu cabeza, tu propia compañera. Entré antes de que la hoja
cortara tu piel, antes de que Padre entrara. Pedí un favor. —Sus ojos
cayeron en Cassius.

Mason bajó la cabeza.

—Sariel.

Sabía que Sariel había sido el padre de Cassius, uno de los


Vigilantes originales, el más poderoso, un arcángel de los caídos quien
derramó su propia sangre angelical y se reunió con El Creador, pero no
sin antes otorgar sus alas y sus dones a su primer y único hijo,
Cassius.

Solo otro recuerdo que estaba segura de que ahora poseía


Cassius.

La habitación gimió y se quejó con los secretos y heridas del


pasado.

—¡SUFICIENTE! —vociferó su padre—. ¡Esto no cambia nada!


¡Soy el rey!

—¡Mataste a un humano! —rugió Mason—. ¡Eso va en contra de


nuestras leyes! Protegemos la tierra. ¡Protegemos a los humanos!

—Los reyes toman decisiones difíciles, Mason. Es lo que hacemos.


—Se rio entre dientes—. Demonios, ¡la primera decisión difícil que
enfrentaste y corriste! —La habitación quedó en silencio—. ¿Crees que
eres tan diferente ahora? ¿Con tu diosa a tu lado?

Me hallaba lista para dejar que la furia cayera sobre él cuando


Mason rugió hacia el techo. En un instante estaba en forma de lobo.

Completamente negro. Con rayas rojas en su espalda como su


cabello.

Era enorme.

Un lobo con músculos que no debería existir.

Cada parte de él era salvaje, enojada.

No quería tenerle miedo.

Pero lo hacía.
214
Su padre se transformó igual de rápido.

Pero, aunque era grande, no estaba cerca del tamaño de Mason.

Mason era como la mitad de la mesa.

Sus garras eran más grandes que mi cabeza.

Y tenía cuatro.

Los dos se enfrentaron en medio del piso.

Tarik no se transformó.

La habitación crepitaba con tensión.

Y Mason levantó una de sus garras en el aire y sacó la primera


sangre.

215
41
Mason
Traducido por Rose_Poison1324

N o podía ver más allá de la rabia. Él había matado a un


inocente. La mujer ni siquiera había sido destinada para mí.
Odiaba el sentido que tenía. Por qué a menudo ella se quejaba de que
yo era demasiado grande o un bruto.

Una verdadera compañera desearía eso.

Y ella no me había anhelado como yo a ella.

Me había amado de la mejor manera que podía, con la mitad de


su corazón, mientras mi hermano reclamaba la otra mitad. Sabía el tipo
de hombre que él era; nunca había actuado siguiendo sus instintos, y
por eso, quería enfurecerme.

Nos habíamos apareado una vez.

Nunca nos apareamos otra vez.

Esa era la regla.

Me habían dado una segunda oportunidad, o eso creía yo. ¿Qué


hay de él?

Era lo primero que exigiría como rey, después de haber matado a


mi padre. Y una vez que el pensamiento estuvo en mi cabeza...

El asesinato…

No pude evitar que empeorara hasta que mi cuerpo se transformó


en mi lobo, hasta que sentí que los secretos de los Vigilantes dentro de
mí se liberaban.

Secretos de los lobos.

Donde golpear. Cómo golpear.

216
Era como si toda la mente de Gadreel hubiera sido cargada a la
mía, mostrándome cómo vencer, cómo convertirme en rey.

Le agradecí en ese momento, preguntándome si alguna vez


tendría la oportunidad de ver al Creador yo mismo, y también al
Vigilante que llevó de vuelta al Cielo, quien egoístamente y luego no tan
egoístamente sacrificó su alma para que yo fuera lo que era.

Lo que nací para ser, por mal que haya empezado.

El Creador tuvo la última palabra.

El poder rodó por mis venas. Mi sangre se disparó cuando ataqué


la cabeza de mi padre y la golpeé contra la mesa.

El mármol se partió en dos antes de que tropezara hacia adelante


e intentara agarrarme del cuello. Lo volteé por la espalda y lo empujé al
suelo.

Matar a un lobo era casi imposible.

Pero no soy sólo un lobo. Sonreí ante ese pensamiento.

—Nunca matarías a tu propio padre. Te alejaste. Lo harás de


nuevo. —Su burla no estaba ayudando a su caso—. Los envié tras ella.

Apreté una garra en su garganta, y su voz sonó en mi cabeza.

—Los envié a atacarla, a matarla. ¿Sabías que te ha buscado todos


los años desde la muerte de tu compañera? ¿Desde que se rompió el
vínculo? Ella cazaría por ti. Lloraría. Fue patético cuántas veces sus
propios padres tuvieron que borrar sus recuerdos, cuántas veces lloraron
por su hija con el corazón roto.

Lo golpeé contra el suelo, esta vez más fuerte.

La voz en mi cabeza, la de mi padre, se siguió burlando mientras


sus ojos brillaban con furia.

—Se suponía que ella debía morir. Es una abominación.

Respondí en voz alta:

—Juraste protegerla.

—No sabía lo que estaba prometiendo. Estaba mal, lo que le


hicieron a ella, lo que te hicieron a ti. ¡No nos mezclaremos con esa
sangre!

217
Sonreí por dentro y ataqué su cuello con mis colmillos,
extrayendo su sangre amarga y escupiéndola a un lado.

¿Qué decías?

—¿Qué eres? —Me empujó con toda su fuerza.

Lobo. Vampiro. Caído. Sentí la pérdida de mis alas tan duramente


que contuve el aliento. ¿Y ahora? Soy Rey.

Ataqué de nuevo y deslicé mis garras a cada lado de su cabeza,


haciéndole imposible que se moviera, luego agarré un pedazo de
mármol y lo enterré en su corazón.

Él no estaba muerto.

Aún no.

Caí de rodillas y volví a mi forma humana. Tarik me lanzó un par


de vaqueros, y rápidamente me di la vuelta y me los puse justo a tiempo
para que alguien entrara corriendo a la habitación gritando.

—¡Movimiento en los bosques!

Pero fue demasiado tarde.

—Están aquí —dijo crípticamente mi padre—. Tú hiciste esto.


Esto está en ti. —Todavía no se movía.

Figuras encapuchadas entraron lentamente en la habitación y


caminaron hacia nosotros. Doce de ellos, pelo negro asomándose por
debajo de las capuchas.

Uno dio un paso adelante y se quitó la capucha antes de mirar a


la derecha y sonreír.

—Hija.

218
42
Serenity
Traducido por NaomiiMora

D anu —susurré el nombre de mi madre. Era la persona que


me había dado a luz, y ahora caminaba lentamente hacia
sus brazos extendidos.

Sonrió y los abrió más.

—He esperado siglos para finalmente verte.

—¿Por qué? —Contuve las lágrimas—. ¿Por qué esperaste?

Danu miró por encima de mi cabeza a Cassius.

—No se me permitió intervenir. El Creador lo dispuso así, pero


cuando finalmente encontraste a tu compañero, fui liberada de esa
promesa. Debería haber sido hace siglos. Después de todo, me lo
prometieron.

—¡No sabes lo que haces! —El padre de Mason seguía bramando


mientras la sangre salía de su garganta—. ¡Los Vigilantes vendrán! ¡Nos
destruirán! ¡Están despiertos!

La gente gruñía a nuestro alrededor.

Intenté esconder mi sonrisa.

Mason se volvió hacia su padre.

—Y al rey legítimo… los Vigilantes lo escuchan.

—¡No importará, mientras Bannick viva!

Los ojos de Danu cayeron al suelo como si también creyera la


mentira.

219
—Bannick está muerto. —Alex se alejó de los guerreros—. O al
menos, está sufriendo y deseando estarlo. Fue llevado al abismo. —Se
encogió de hombros—. De nada, por cierto.

El padre de Mason balbuceó:

—¡Imposible!

—Tu miedo te ha controlado durante demasiado tiempo. —Mason


negó con la cabeza—. Libéralo antes de que envíe tu alma lejos.

—¡No! —Sacudió la cabeza de lado a lado. Sangre cubrió sus


labios—. ¡No puedes hacer eso! ¡No sabes cómo!

Danu tomó mi mano y la apretó. Luego se volvió hacia Mason y


dio un solo asentimiento cuando ella y los demás se apartaron del
camino.

Mason extendió las manos mientras la suciedad comenzaba a


rodear sus muñecas, y luego, de repente, habló con voz atronadora:

—¡A aquellos que vigilan! El rey exige su presencia por orden del
Creador. ¡Están convocados!

Los pasillos temblaron.

Agarré la mano de Danu con más fuerza cuando el sonido de un


trueno llenó la habitación tan fuerte que tuve que cubrir mis oídos.

Y entonces... negro oscuro.

Sin luces.

Hasta que... un destello de luz.

Y otro.

Con cada parpadeo, un ser más aparecía.

Hasta que cada uno de los Vigilantes nos enfrentaba, con su


cabello negro y rojo y sus rostros amenazadores.

Y cuando miré a sus pies...

Vi pedazos de plumas negras que pronto se convirtieron en


cenizas.

Danu contuvo el aliento.

220
—Han sido... eones. Y sin embargo, su belleza me golpea de
nuevo, tal como lo hizo antes. Marcados por el Creador, ambos son
santos y caídos, atrapados en un purgatorio de su propia creación. Que
el Creador tenga piedad.

Fue Armaros quien dio un paso adelante primero, con expresión


severa. Se colocó pecho con pecho con Mason, su altura igualada, su
fuerza igual.

Muy lentamente, dobló una rodilla y agachó la cabeza.

Todos los Vigilantes lo siguieron.

Hasta que todos estaban arrodillados ante el gobernante legítimo.

—Rey de la Tierra. Protector de los humanos, te pedimos tu


bendición.

—Y lucharán con nosotros, no contra nosotros. —Mason lo dijo


como una declaración.

Armaros levantó la vista y susurró:

—Solo si el Creador restaurará nuestra canción a los Cielos.

Danu contuvo el aliento a mi lado.

—No tiene derecho a pedir eso.

—Y sin embargo... —Armaros dirigió su atención a Danu—, lo


tengo, diosa. —Sacudió la cabeza mientras una expresión encantada
llenaba su rostro, y luego me miró—. Para lo que vale, Serenity, lamento
nuestra parte en esto. Lamento que nuestra desesperación nos haya
llevado lo suficientemente lejos como para mirar hacia otro lado cuando
nuestra clase utilizó su poder para seducir a tu madre, cuando uno de
los nuestros usó su propia sangre para crear un vínculo entre ustedes.
Pero nuestro poder es ilimitado. El suyo es divino. —Señaló—. Y hemos
estado separados de él durante demasiado tiempo para no volvernos
locos. Una voz, una simple voz, una canción... es todo lo que exijo. Las
canciones de antaño, para que podamos comunicarnos con los Cielos
de nuevo, mientras servimos nuestro tiempo aquí.

Mason extendió su mano sobre la cabeza de Armaros mientras


pedazos de tierra caían de sus manos y tocaban la cara de Armaros.
Una lágrima plateada corrió por la mejilla de Armaros antes de que se
escuchara un fuerte sonido de rasgadura.

221
Cuando Armaros se puso de pie, alas rojas, negras y blancas se
extendieron por toda su espalda. Su expresión aturdida lo decía todo. Y
luego más lágrimas de plata se unieron a la primera cuando se volvió
para ver a sus hermanos, todos tenían las mismas alas.

—¡Qué has hecho! —El padre de Mason rugió, lanzando toda su


energía para sacar la estaca de su cuerpo. Después de que la sacó, se
puso de pie para ver cada par de ojos en él.

—Toma su alma. —Mason miró a uno de los Vigilantes que, con


un gesto de la cabeza, caminó hacia adelante.

—¡No! —vociferó su padre—. ¡Soy REY!

222
43
Mason
Traducido por Yiany

S
entí lástima por mi padre.

Por primera vez en mi existencia.

Era la única razón por la que su alma no iba al abismo al que


habíamos enviado a Bannick por su maldad.

—Lo llevaré. —Hanim caminó hacia adelante—. El Creador no me


deja ver Su rostro, pero puedo llevarlo a los ángeles reunidos en el lugar
donde descansan las almas.

Dirigí mi atención a Cassius, cuyos ojos se habían vuelto blancos


repentinamente, su cabello brillante, y luego la habitación se llenó con
la música de los Cielos mientras los ángeles descendían uno por uno
flanqueando a los Vigilantes y cada guerrero en la habitación.

Sorprendido y con absoluta incredulidad, observé al Creador


caminar hacia adelante, ya no la imagen de un niño, sino un hombre
que se parecía mucho a los Vigilantes y a Cassius, con el pelo negro
azabache y la piel de todos los colores, cambiando con cada
movimiento. Al igual que sus ojos, nunca se decidían completamente
por una forma—almendra, circular, inclinada—era imposible
concentrarse en su rostro debido a la forma en que brillaba y cambiaba,
la forma en que se movía para mostrar cada etnicidad jamás creada.

Sus manos, sin embargo, estaban extendidas.

Se enfrentó a los Vigilantes y se solidificó en un hombre de


aspecto normal y sin defectos, un hombre que se parecía a él. Sonreía a
menudo, si las arrugas en Sus ojos eran alguna indicación. Era una
forma que tomó, por lo que no tenía ni idea. Tal vez para que nadie
llorara en Su presencia o corriera gritando de terror.

223
—Las canciones de antaño son sagradas —dijo el Creador, con su
voz como una canción a través del viento—. También son viejas.

¿Era una broma? Nadie se rio.

Pero Sus labios se contrajeron como si se estuviera divertido


consigo mismo.

—Todos ustedes tuvieron una opción. Bannick eligió el mal, y está


sufriendo mucho por ello. Pero tú, estancado en este mundo, atrapado
en un purgatorio de tu propia creación, elegiste al mismo rey que puse
a cargo de este reino, de la tierra y de toda su bondad. No elegiste por
ambición egoísta. Escogiste reunirte conmigo. ¿Cómo podría despreciar
a mi hijo y no ver el hermoso desastre que creó, solo enfocándome en la
belleza, no en el desorden?

Armaros se tambaleó como si fuera a desmayarse.

—Ah, eres un desastre. —Puso su mano en el hombro de


Armaros—. Pero preferiría ver un desastre que la perfección. Este
mundo no es perfecto. Pero Armaros, es bueno, y no has sido olvidado.
No pasa un día que no piense en ti. Pienso en la bondad que trajiste a
la montaña. Pienso en tu belleza, y pienso en tu dedicación. Tu castigo
debe ser cumplido, pero creo que es hora que se levante la prohibición.
Finalmente has restaurado lo que estaba roto aquí, en esta habitación,
con los inmortales sin saberlo, siguiendo la misma alma que
eras. Bendecido por sobre la creación.

Dio un paso atrás y luego presionó una mano contra la cabeza de


Armaros y lentamente se dirigió a cada Vigilante, diciendo cosas
similares sobre su talento, su carácter, yendo tan lejos como para besar
sus mejillas y abrazarlos como si estuvieran perdidos hace mucho
tiempo. Niños que finalmente habían encontrado su camino a casa.

Y tal vez lo hicieron.

Aturdido, observé mientras el Creador giraba y se dirigía hacia mí.

Quería alejarme. Para huir de cierto juicio. Yo era el menos


perfecto. Había hecho cosas. Había salido corriendo de mi posición.
Había hecho tantas cosas imperdonables. Y sentía mi vergüenza como
una manta asfixiando mi cuerpo.

—Mason... —El Creador inclinó su cabeza—, parece que


finalmente has encontrado a tu compañera.

No había esperado eso.

224
Asentí de nuevo.

Extendió la mano a Serenity.

Lentamente, ella caminó hacia Él y puso su mano en la suya.


Danu la siguió.

—El verdadero amor siempre valdrá la pena, incluso cuando


esperas el tiempo que hiciste. —Puso su mano sobre la mía y me guiñó
un ojo. Cuida la tierra que he creado, la tierra debajo de tus pies, los
animales, los humanos. Cuida mucho a los inmortales. —Vaciló y miró
por encima de Su hombro—. Y Alex, trata de no hacer que la vida de
Cassius sea tan difícil todos los días.

La mandíbula de Alex casi se desencajó, y luego se encogió de


hombros como si lo pensara, pero no antes de asentir ligeramente.

Los ojos del Creador se posaron en Danu. La alcanzó con Su


mano libre e inclinó su barbilla hacia él.

—¿Deseas volver a tu reino o permanecer?

Sus ojos se ensancharon.

—No puedo hablar por mi gente. Hablo sólo por mí. Deseo
quedarme.

Alguien dio un paso adelante.

—Nos quedamos con nuestra reina.

—Serás despojada de tu poder si te quedas —dijo con cuidado—,


pero permanecerás inmortal.

—Acepto... —Danu asintió—, con mucho gusto.

El resto asintió con la cabeza.

El Creador finalmente miró al padre de Mason y negó con la


cabeza.

—Tienes suerte que tu hijo te haya dado misericordia, no hubiera


sido tan generoso. —Puso una mano en su pecho, y con dos
respiraciones, el padre de Mason murió, su cuerpo sin vida.

El Creador le tendió la mano a Armaros.

—Trae su alma.

En un instante, se fueron.

225
Y de repente, una canción tan hermosa llenó el aire. Apenas podía
respirar con su sonido.

Todos los Vigilantes cantaban en una lengua angelical que se


abría paso por la habitación con tanta fuerza que un viento cálido
golpeó mi mejilla mientras miraba a mi compañera, mi vida.

Con una sonrisa, se arrodilló muy lentamente delante de mí, me


agarró ambas manos y susurró:

—Mi rey.

La sala entera siguió.

Incluyendo a todos los ángeles, antes de desaparecer, dejando la


habitación menos feliz que antes, menos sagrada.

Pero no menos poderosa mientras la canción se arremolinaba a


mí alrededor.

—No soy digno —susurré.

Fue Cassius quien finalmente dijo:

—Los elegidos nunca lo son. Es por eso que Él los elige.

226
44
Serenity
Traducido por Mais

E ntonces… —Alex se aclaró la garganta—, ¿aún vamos a tener


la cena o…?

Hope lo golpeó en el pecho y luego lo jaló por un beso.

—Nunca es aburrido al estar contigo, ¿verdad?

—Tengo hambre. —Sus ojos brillaron—. Oye, aquí una idea.


Siéntete libre de decir que sí inmediatamente, yo solo te devoraré hasta
que…

—Para. —Ethan sacudió su cabeza en disgusto—. Fue


suficientemente malo escucharte anoche.

—Entonces deja de escuchar. —Alex se encogió de hombros—.


Recordaré pedir audífonos anti-ruidos para Navidad.

—¿O podrías comprarte tu propia casa? —sugirió Ethan.

—¿Y alejarme de mi hermano? Nunca. —Alex guiñó el ojo.

Ethan se veía listo para estrangular a cualquiera que se atreviera


a hablarle después.

Yo solo me reí y entrelacé mis brazos con Mason.

—¿Comemos?

Él se encogió de hombros mientras la gente se reunió alrededor de


la mesa rota y luego ordenaron a los meseros a que sirvan la comida.

Los Vigilantes se quedaron, y aunque ninguno de ellos comió, sí


se colocaron alrededor de los guerreros e hicieron lo que mejor sabían.
Para lo que nacieron.

Vigilaron.

227
Y se sintió como si algo hubiera sido restaurado en sus almas
mientras miraban, cada uno sonriendo. Haciendo exactamente su
destino.

Observar.

228
45
Serenity
Traducido por Mais

H oras después, la gente seguía corriendo, hablando


emocionadamente, contando historias, bebiendo vino y
riendo. Los Vigilantes no se habían movido de su lugar, ni siquiera
cuando Alex le rogó a uno de ellos que parpadeara y lanzó su movida de
“Soy tan atractivo que comenzarás a sollozar”.

Él ni siquiera se movió.

Pero eso fue todo hasta que Cassius amenazó con golpearlo con
luz.

—Serenity… —Mason se aferró a mis manos—, hay algo que


deberías de saber. Tus padres… te dejaron para poder ayudarte a ser
liberada de la maldición. Escogieron morir así tú podías vivir. No quería
que pasaras el resto de tu existencia pensando que no te quisieron, o
que se querían más el uno al otro. Mi padre dijo algunas cosas antes de
morir. Se volvió un hombre muy amargo. Un hombre lleno de terror es
algo temeroso de ver. Hacen cosas por carácter, por miedo. Y cualquier
cosa hecha así es incontrolable ya que impacta a aquellos que más
amamos. —Sus ojos fueron hacia Tarik brevemente antes de volver a
mí.

Lágrimas se acumularon, y una se escapó mientras me ponía de


puntillas y besaba los labios partidos de Mason, probando vino,
probándolo a él.

—Gracias. Te tengo a ti ahora, e incluso si eso no fuera verdad,


estoy completa. Porque te tengo a ti.

Suspiró como si estuviera aliviado.

—Y yo a ti.

229
—¿Qué le pasa a él? —Asentí hacia Tarik, quién estaba sentado
en la esquina. Estaba sonriendo, pero sus ojos no. Se veía triste.

—Estoy pidiendo un favor —fue todo lo que Mason dijo.

—¿Oh? —Miré a Cassius, quién asintió lentamente en nuestra


dirección y luego salió de la habitación—. ¿Él puede hacer eso?

—Cassius puede hacer tanto que no nos dirá —dijo Mason en voz
distante—. Mucho con lo que no quiere cargarnos.

Expandí mis manos a través del pecho de Mason.

—Así como los secretos que mantienes lejos de Gadreel.

—Sí. —Agarró mi mano y besó la punta de mis dedos.

De pronto, Cassius estaba de vuelta con Timber a su lado, Timber


viéndose menos que satisfecho, si el estado de su cabello era alguna
indicación.

Timber asintió con la cabeza, le dio a Cassius una mirada extraña


y luego asintió de nuevo, haciendo su camino hacia Tarik.

Mason sonrió.

—Timber está tan solo como Tarik, aunque no lo admitirá a


nosotros. Estaba suficientemente desesperado para buscar un
compañero de habitación, un compañero humano.

Traté de no reír.

Mason río entre dientes.

—Idiota.

—Probablemente termine accidentalmente matando al compañero


y sintiéndose culpable que llorará durante días. —Sacudí mi cabeza.

—Ah, pero un compañero lobo… —Mason rió entre dientes ante


su propio chiste mientras yo le golpeaba—, eso no puede matar.

—A menos que se maten entre ellos.

—Tarik no es el tipo violento y Timber es demasiado… —Mason


frunció el ceño y miró hacia Cassius—. Parece que Timber se siente
inútil ahora que todo parece resuelto. —Mason se tensó—. Oh,
infiernos.

—¿Qué?

230
—Conozco esa mirada.

—¿Qué mirada? —Miré entre Cassius y Timber.

Cassius se veía tan enojado como nunca antes.

Y entonces uno de los dioses fue directamente hacia Timber y le


ofreció una copa de vino.

Cassius se giró y nos guiñó un ojo.

—Esa mirada —confirmó Mason—. Sabes, por ser un arcángel,


parece bastante casamentero, como The Bachelor.

Fue mi turno de darle una mirada a Mason.

—¿Ves The Bachelor?

Apartó la mirada y tomó un largo sorbo de vino.

—No tengo idea de lo que estás hablando.

—Mason.

—¡Culpa a Hope! Entre eso y Disney, fue la única manera que


logré que saliera de mi habitación algunos días.

—Me alegro que lo haya hecho. —Agarré su mano.

—Yo también.

—Ahora, realmente soy el Rey León. —Parecía muy entusiasmado


con eso—. O Rey Lobo, pero es prácticamente la misma cosa.

Alex justo pasó por allí y comenzó a cantar la canción temática


africana, pero no antes que Cassius chasqueara sus dedos y encendiera
los pantalones de cuero de Alex con fuego.

Hope dejó caer su vino en ellos y se rió.

—El mundo está en buenas manos. —Sonreí contra mi copa de


vino.

Mason giró sus ojos hacia mí y sostuvo mi mirada.

—Sí. Lo está.

Horas después, escuché el aullido, el canto, como dijo Mason.


Aferró mi mano y me guio hacia los árboles, unos cuantos de los dioses

231
estaban reunidos alrededor de una fogata, sonriendo hacia las llamas,
mientras hombres y mujeres cubrían su piel humana.

Y miraban a la luna.

Lobos. Tantos de ellos. Ojos cerrados, cantando a las estrellas


mientras brillaban en nuestras caras. Nunca había visto tantas
estrellas en mi vida. Cientos, millones de ellas parecían estar brillando
solo para los lobos.

En honor a la creación.

Mason rozó un beso en mi mejilla y susurró:

—Escucha.

Él era el más grande de todos… los lobos se separaron y como la


realeza que era mientras pasaba a través de ellos, se transformó en la
bestia enorme que había llegado a amar tanto como al hombre, y
cuando levantó su cabeza hacia los Cielos para aullar, todo lo que
escuché fue música.

Las canciones de la creación, viniendo de una voz profunda y


hermosa que envió escalofríos por mi columna vertebral.

Él habló de las estrellas.

De la tierra.

De los secretos en los que temía pensar mucho por miedo a que
se liberaran en el universo.

Era glorioso.

Hermoso.

Mío.

Y cuando terminó la canción, un brillo de luz lo dividió del resto,


mientras pedazos de polvo se levantaban en el aire y giraban alrededor
de cada lobo como si la tierra estuviera bailando.

Sonreí mientras le daba una sacudida a su pelaje y luego volvía la


mirada hacia mí con nada más que amor en sus ojos.

Nuestro futuro no era certero.

Nuestro amor, sin embargo, sí lo era.

232
—Gracias —susurré hacia los cielos, esperando que mis padres
estuvieran escuchando—. Gracias por él.

233
Epílogo
Timber
Traducido por Mais

E l anhelo se intensificó en mi pecho, pero sabía que mi alma


estaba presente. Lo sabía igual que sabía que respiraba. La
tentación de correr hacia la oscuridad siempre estaba presente, y sabía
que mientras más me aislaba, más tiraría de mí. Dos razas diferentes:
una buena, una nacida para el mal.

Tomé una respiración jadeante mientras miraba alrededor de la


habitación.

¿Qué me había poseído a tomar a Tarik bajo mi ala? ¿Un lobo?

¿Un cachorro?

¡Tenía libros más viejos que él!

¡Maldición!

Agarré otra copa de vino mientras la mujer que se me acercó


antes encajó sus ojos con los míos.

Sabía exactamente quién era.

Ella me conocía.

No dijo ni una palabra. Ni lo dijo en voz alta.

Estaba prohibido.

Había estado equivocado.

También había estado bien.

Dos veces al año, la había tocado.

Dos veces al año, nos habíamos encontrado.

234
Y entonces, ambos habíamos vuelto a nuestras prisiones
separadas, con la promesa de nunca decir una palabra a nadie.

Y ahora, ella estaba aquí.

Estaba mal en tantos niveles que tuve problemas en mirar recto.


Mezclar tal mal con bien.

Mezclar todo.

Y sin embargo, cuando miré alrededor, fue todo lo que vi, sangre
mezclándose, haciendo exactamente lo que el Creador nos había
advertido hacer.

Tenía que preguntarme cuáles serían las consecuencias en el


futuro para nuestra gente, para los humanos. El Creador nunca dijo
que no sufriríamos las consecuencias de nuestras acciones.
Simplemente dijo que lo haría por el bien.

Conocía al Creador. Sabía la forma en que funcionaban sus


palabras.

Y sabía que no estaba terminado. Era una batalla de siglos. Por


las almas de cada humano que existía. Por las almas de cada raza,
incluso los inmortales.

El mal nunca moría. Simplemente se quedaba hibernando.

Volví la mirada hacia ella.

Se había ido.

Y luego sentí una mano en mi espalda. Lentamente me volví. La


tentación era tanta.

Ella se lamió los labios.

Bajé la mirada y di una sacudida de cabeza.

La tentación era demasiado grande. ¿Cuántas veces había


pensado en ella en mis sueños, aferrado a su aroma, rehusándome a
lavar la ropa porque dejaba demasiado rápido el aire?

Ella se estiró para tocarme, justo cuando Danu la llamó.

No solo no estaba prohibido, era su único pecado.

Dar su virginidad, especialmente al líder de la raza de demonios.

Sus ojos me rogaban.

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Y estuve perdido de nuevo.

Sabía que solo era cuestión de tiempo antes que escoja mal y mi
alma estuviera maldita, nunca dándole una segunda oportunidad, todo
por la única mujer a la que nunca podría decirle que no, que me hacía
sentir como si estuviera besando el rostro del cielo.

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