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Definición y Alcance de La Botánica

Este documento define la botánica como la ciencia que estudia las plantas. Explica que el concepto de planta ha cambiado a través del tiempo y actualmente se refiere a organismos eucariotas fotosintéticos con tejidos, como las briófitas, pteridófitas y espermatófitas. La botánica se apoya en disciplinas como la morfología, anatomía, fisiología y genética.

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Definición y Alcance de La Botánica

Este documento define la botánica como la ciencia que estudia las plantas. Explica que el concepto de planta ha cambiado a través del tiempo y actualmente se refiere a organismos eucariotas fotosintéticos con tejidos, como las briófitas, pteridófitas y espermatófitas. La botánica se apoya en disciplinas como la morfología, anatomía, fisiología y genética.

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Definición y alcance de la

botánica
Introducción

La botánica es entendida como la ciencia que se encarga del estudio de los organismos
vegetales o plantas. Si bien esta definición es clara, ha resultado un poco más confuso
tratar de definir el término planta, por lo que aún existe controversia al tratar de
establecer qué organismos debieran ser estudiados por la botánica. Tradicionalmente,
los botánicos se encargaban de estudiar los organismos que no parecieran ser
animales, así que su objeto de estudio incluía seres tan variados como los hongos, las
algas, varios grupos de protistas (mohos mucilaginosos, oomicetos, dinoflagelados,
etc.), las bacterias fotosintéticas y las plantas terrestres.

Hoy día se ha establecido que:

1. Varios de estos grupos son polifiléticos y se han ubicado en variados reinos de


protistas.
2. Los hongos están más cercanamente emparentados con los animales que con
las plantas.
3. Las bacterias pertenecen a otro dominio de la vida.

Concepto de planta

El concepto de planta ha cambiado frecuentemente durante el desarrollo de la botánica.


La botánica (del vocablo griego βοτάνη, que quiere decir hierba), es la ciencia que se
ocupa del estudio de las plantas. Si bien esta definición es clara y precisa, resulta un
poco más confuso decidir cuáles organismos debieran ser considerados plantas o, dicho
de otra manera, cuáles son los seres vivos que se deben aceptar como el objeto de
estudio de la botánica. La definición de planta ha variado con el desarrollo de la ciencia,
por lo que el término ha sido aplicado a diversos grupos de seres vivos y sigue siendo
tema de discusión en la actualidad. ¿Cuáles organismos vivos deben ser
considerados plantas y cuáles no? ¿Bajo qué criterios? La clasificación de los
organismos vivientes en la antigüedad y en tiempos premodernos se centraba
básicamente en la distinción de dos grandes grupos, plantas y animales, siendo la
capacidad de desplazamiento el factor más determinante. Las plantas eran estudiadas
por botánicos y los animales por zoólogos. Prácticamente todos los organismos que
carecieran de desplazamiento eran considerados plantas, siendo ésta quizá la primera
característica usada para distinguir un vegetal de un animal. Por esta razón, hongos y
otros seres similares fueron siempre considerados plantas y estudiados por los
botánicos.

En tiempos modernos se descubrió el proceso de la fotosíntesis, que permitía distinguir


dos grandes grupos de organismos según su forma de alimentación: los autótrofos y los
heterótrofos. Se asumió que ser autótrofo o inmóvil eran características necesarias para
poder ser incluido en el grupo de los vegetales, por lo que los microorganismos
fotosintéticos, como algunos protistas y cianobacterias, se consideraron también sujeto
de estudio de los botánicos. Así las cosas, hongos, cianobacterias, algas, algunos
protistas y la vegetación terrestre representaban el nuevo grupo de plantas. Esta visión
ha prevalecido mucho tiempo, razón por la cual es común que hoy día muchos textos
de botánica tengan capítulos dedicados a estos organismos. Más aun, las asociaciones
profesionales de botánica incluyen secciones dedicadas a ellos. El inconveniente de
esta agrupación es que el término planta incluiría organismos que no descienden de un
ancestro común reciente, es decir, dicho término no correspondería a un grupo
monofilético. Por esta razón tal agrupamiento no se podría incluir en los sistemas
modernos de clasificación. Terminando el siglo pasado la bióloga Lynn Margulis lideró
una novedosa propuesta basada en la existencia de cinco reinos, que proponía clasificar
la vida en bacterias (Monera), protistas, plantas, animales y hongos. Actualmente dicha
propuesta ha sido también revaluada y se considera que la vida está comprendida por
tres Dominios: Eukarya, Bacteria y Archaea.

Bacteria y Archaea son organismos procariotas, lo que en la anterior propuesta se


denominó el reino Monera, pero el metabolismo tan diferente de las arquibacterias
(Archaea), las hace un grupo tan separado de las bacterias verdaderas (Bacteria), como
de los eucariotas. Eukarya comprende los organismos eucariotas e incluye al reino
vegetal o de las plantas (tradicionalmente denominado Plantae), los animales
(Animalia), los hongos (Fungi) y los protistas.
Así las cosas, las cianobacterias o algas verdeazules y otros microorganismos
fotosintéticos como las bacterias ferrosulfuradas, tradicionalmente estudiadas por la
botánica sensu lato, son en realidad procariotas, organismos que carecen de un
verdadero sistema de endomembranas y actualmente se les considera parte del dominio
Bacteria. Los hongos, por su parte, son heterótrofos absortivos que no presentan
embrión y han sido agrupados en un reino diferente (reino Fungi) de hecho, con una
cercanía evolutiva mayor a los animales que a las plantas. De otro lado, las algas
representan un grupo de organismos con diversos orígenes evolutivos, cuyas
características comunes son básicamente la capacidad de hacer fotosíntesis y el ser
acuáticas, por lo que no pueden ser agrupadas en un taxón monofilético. Actualmente
se les considera parte del grupo de los protistas y el término alga carece de categoría
taxonómica.

Tras eliminar estos grupos del tradicional reino Plantae, debido a su evidente situación
polifilética, las plantas quedaron restringidas a lo que conocemos como la
vegetación terrestre, grupo constituido por organismos vivos eucariotas, con
alternancia de generaciones, verdaderos tejidos y reproducción mediada por un embrión
en algún momento de su ciclo de vida, que además son autótrofos fotosintéticos que
usan clorofilas a, b y pigmentos accesorios del tipo carotenoide, cuyo principal producto
de almacenamiento es el almidón y que presentan una pared celular constituida
principalmente de celulosa. Esta definición restringió la aplicación del término planta a
la vegetación terrestre, como se mencionó, y sus miembros se pueden subdividir en tres
grupos: briófitas, pteridófitas y espermatófitas. Algunos autores agrupan estos
organismos bajo el término embriófitas, destacando la presencia del embrión en todas
ellas, por lo que los términos plantas terrestres y embriófitas deben ser considerados
sinónimos.

Las plantas terrestres o embriófitas, se agrupan en tres grandes conglomerados


informales:

 Briófitas, que carecen de sistema vascular y por tanto se les denomina plantas
avasculares, comprenden los musgos (Bryophyta), hepáticas (Marchantiophyta)
y antoceros (Anthocerotophyta),
 Pteridófitas o plantas vasculares sin semilla, que han sido comúnmente
llamadas helechos y afines. se incluye a las colas de caballo (Equisetophyta),
los licopodios (Lycopodiophyta), las psilotófitas (Psilotophyta) y los helechos
(Pteridophyta)
 Espermatófitas, que literalmente quiere decir plantas con semillas. Este último
grupo se subdivide a su vez en gimnospermas (que son plantas vasculares con
semilla descubierta), y en angiospermas (plantas con flores). Las gimnospermas
incluyen a las cícadas (Cycadophyta), las ginkgófitas (Ginkgophyta), las
coníferas (Pinophyta) y las gnetófitas (Gnetophyta). Por último, está el grupo de
las angiospermas (Magnoliophyta) que incluye a todas las plantas con flores y
que tradicionalmente han sido divididas en monocotiledóneas (Liliopsida) y
dicotiledóneas (Magnoliopsida).

El estudio de las plantas se apoya en varias disciplinas científicas

Dado que es una ciencia, la botánica tiene su fundamento en el método científico. La


ciencia puede entenderse como la actividad humana que recoge, procesa, clasifica,
almacena y analiza información sobre todo el universo. Para que la ciencia funcione son
necesarias la observación, la medición y la experimentación acerca del mundo natural,
tanto del componente biótico como del inerte.

La botánica no se limita al estudio de la diversidad e historia natural de los organismos


vegetales y afines, sino que también incluye la investigación de otros aspectos de su
biología, los cuales son abordados con la ayuda de varias disciplinas científicas, como
se describe a continuación. La morfología tiene que ver con el estudio de la forma y la
estructura externa de las plantas, mientras que la anatomía se ocupa de la composición
interna de los órganos y tejidos. La fisiología se encarga de estudiar el funcionamiento
interno del organismo, así como las respuestas funcionales debido a la interacción de la
planta con el ambiente son abordadas por la subdisciplina de la ecofisiología. Las
interacciones de las plantas con otros seres vivos y las subsecuentes estrategias
adaptativas y de coevolución que surgen de dichas interacciones son estudiadas por la
ecología evolutiva, mientras que la sistemática intenta darle nombre y agrupar las
plantas con base en su parentesco (relación ancestro descendiente).

Otros ejemplos de subdisciplinas de la botánica son: la etnobotánica, que se ocupa del


estudio del uso de las plantas por parte de la humanidad y está fuertemente apoyada
por la antropología; la paleobotánica investiga las especies fósiles y trata de
reconstruir los pasos evolutivos que originaron la actual flora mundial. De la variación,
la herencia, las rutas metabólicas y su control, se encargan la genética, la biología
molecular y la bioquímica, mientras que la citología y biología celular abordan el
estudio de la estructura y función de las células vegetales. Por último, puede
mencionarse a la biotecnología, disciplina que usa los seres vivos, o sus partes, para
producir productos útiles para la humanidad, siendo la biotecnología vegetal una de las
subdisciplinas más activas en la actualidad.

Historia de la botánica
El estudio científico de los organismos vegetales se remonta a varios siglos antes de la
era cristiana, siendo los primeros registros escritos conocidos acerca del uso y
catalogación de las plantas los que aparecen en la biblioteca de Aristóteles. Tras su
muerte, dicha biblioteca es heredada por uno de sus discípulos, Teofrasto, quien es
considerado el padre de la botánica, entendida ésta como una disciplina científica.

Los primeros seres humanos y las plantas.

Las plantas terrestres aparecen en el registro fósil desde al menos el período Silúrico,
que inició hace ya unos 443 millones de años. De esa época existe evidencia fósil de
organismos vegetales que carecían de sistema vascular, con una estructura corporal
muy sencilla. Durante varios millones de años las plantas terrestres experimentaron una
gran diversificación que condujo a la aparición de muchas especies, desde helechos
hasta plantas con flor, de las cuales una gran cantidad se extinguió. Como la historia
humana es mucho más reciente, ya que la evidencia fósil del género Homo se remonta
a unos 2.5 millones de años, es claro que durante la mayor parte de su existencia las
plantas no interactuaron con los humanos y, por lo tanto, éstos no constituyeron un
factor evolutivamente importante en la aparición de la flora actual. Por el contrario, en lo
que sí parece desempeñar un papel notable la humanidad, es en los procesos de
extinción de las plantas, particularmente desde la aparición de la agricultura.

La agricultura permitió el establecimiento de civilizaciones sedentarias en las que se


produjo un crecimiento muy grande de la población humana, por lo cual se necesitó
producir más alimento. Esto a su vez obligó a expandir la frontera agrícola alterando la
vegetación nativa para establecer monocultivos, de los cuales no sólo obtuvo alimento
sino también materiales para el vestido y la construcción.

Algunos ejemplos importantes de domesticación temprana de plantas son los trigos


(Triticum turgidum y T. monococcum) y la cebada (Hordeum vulgare), hacia el año 7,600
aC en el Cercano Oriente, así como varias legumbres (Lens culinaris, Pisum sativum,
Vicia ervilia, Cicer arietinum) y el lino (Linum usitatissimum), también en el Cercano
Oriente y Macedonia entre el 6,800 y el 6,000 aC. En América también hay indicios de
agricultura en fechas tan antiguas como el 7,500 aC, época en la cual se cultivó la
calabaza (Cucurbita moschata) y los fríjoles (Phaseolus spp.) en México y Sur América,
lugares en los que también se domesticó al maíz (Zea mays), hacia el 6,000 aC.
Indudablemente, el maíz es el cultivo más importante en las sociedades precolombinas,
incluyendo las culturas colombianas, considerándose el alimento base que permitió el
florecimiento de las civilizaciones americanas, las cuales poseían muchas variedades
de esta planta a la llegada de los españoles.

Aparece la botánica como ciencia

El estudio científico de las plantas es mucho más reciente que la aparición de la


agricultura, pues la ciencia es propia de civilizaciones avanzadas. En la época del inicio
de la agricultura la relación con las plantas era netamente utilitarista, el ser humano
usaba aquellas que necesitaba, razón por la cual dirigía su atención sólo a las plantas
útiles para él. Hacia el 3,000 aC la agricultura de las civilizaciones más avanzadas se
ve enriquecida con herramientas y animales que permiten que haya excedentes de
producción, generando así un estilo de vida más estable, en el que los individuos ya no
deben invertir todo su esfuerzo en la supervivencia.

Estas poblaciones humanas tienen entonces más tiempo para pensar en otra cosa, por
lo que empiezan a interesarse por descubrir, clasificar y entender el funcionamiento de
la naturaleza, incluyendo por supuesto a las plantas. Debe aclararse, sin embargo, que
los esfuerzos para sistematizar el conocimiento se remontan a los tiempos prehistóricos,
como se evidencia de los dibujos en las paredes de las cuevas y de los datos numéricos
grabados en hueso o piedra. Desde aquella época e incluso hasta varios siglos después
de la aparición de la ciencia, las plantas son agrupadas según su uso: venenosas,
comestibles, medicinales y frecuentemente se usaba su morfología para nombrarlas y
clasificarlas.

Eprimer científico reconocido es el griego Tales de Mileto, quien vivió en el siglo VI aC


y cuya obra versó principalmente acerca de filosofía, matemática y astronomía. En
cuanto a las plantas se refiere, el primer estudioso reconocido es Aristóteles, siendo
precisamente uno de sus discípulos, Teofrasto de Ereso a quien se atribuye el título de
padre de la botánica, la ciencia que estudia las plantas. El trabajo de Teofrasto se
desarrolló en el siglo IV aC y entre sus obras se destacan <Historia de las plantas> y
<Etiología de las plantas>. Sus aportes fueron considerados como las directrices de la
botánica durante varios siglos. Teofrasto clasificó las plantas en cuatro grupos: hierbas,
subarbustos, arbustos y árboles. Cerca de 500 especies fueron descritas por él,
haciendo anotaciones detalladas sobre flores e inflorescencias. Reconoció, además, la
existencia y diferencia de los tejidos vegetales y muchas de sus contribuciones sólo
pudieron ser mejoradas después de la edad media.

Caius Plinius Secundus, quien vivió entre el 23 y el 79 después de Cristo (dC), fue
mejor conocido como <Plinio el Viejo>, y se desempeñó como un administrador y militar
romano que elaboró una enciclopedia que trataba de recoger el conocimiento universal
de la época. La llamó <Historia natural> y nueve de los más de treinta volúmenes de
esta obra versaron sobre las plantas medicinales.

En el siglo I después de Cristo, aparece un importante médico militar romano, Pedanius


Dioscórides, cuya obra fue citada como la más válida (prácticamente como la única),
durante más de 1,500 años. Él incorporó 100 plantas medicinales al trabajo de
Teofrasto, de tal forma que para que una droga fuera considerada auténtica debía estar
citada en su obra, llamada <De materia medica>

La botánica en la Edad Media

Durante la Edad Media las guerras y la decadencia del Imperio Romano condujeron a
la pérdida de numerosas obras, todas ellas manuscritos copiados en los monasterios.
Era más rápido quemar un libro que hacer una copia a mano, por lo que el conocimiento
sobre las plantas se restringió prácticamente a Teofrasto, Plinio y Dioscórides. Hubo,
sin embargo, durante la Edad Media esfuerzos individuales dignos de mención.

Alberto Magno (ca. 1193-1280), realizó una obra llamada < De vegetabilis> que
además del componente medicinal de las plantas, contenía descripciones basadas en
observaciones directas. Él intentó realizar una clasificación de las plantas y se le
considera el primero en ser capaz de diferenciar monocotiledóneas de dicotiledóneas,
basándose en la estructura de sus tallos.

Con la aparición de la imprenta de tipos móviles, hacia 1440, aumentó la difusión de los
libros de botánica que incluían ilustraciones y que pretendían ser guía para enseñar a
identificar plantas medicinales. Dichos libros se denominaron herbarios y eran
empleados por los médicos o herbalistas con fines curativos, no de clasificación
científica.

Renacimiento y época moderna

El Renacimiento fue una época de impulso para la botánica. La llegada de los europeos
a América provocó el descubrimiento de muchas nuevas especies para la ciencia y
evidenció la necesidad de idear una manera de catalogarlas. Al italiano Luca Ghini se
le atribuye la invención del herbario moderno, es decir, de la colección ordenada de
plantas secas para su estudio y también es el fundador del primer jardín botánico
moderno, el de Pisa, que inició labores en 1543. Durante los siglos XVI y XVII notables
botánicos europeos aportaron al conocimiento sobre las plantas, por ejemplo el italiano
Andrea Cesalpino, el suizo Caspar Bauhin, el inglés John Ray y el francés Joseph P. de
Tournefort. Ellos aportaron novedosos sistemas para clasificar las plantas, siendo
Tournefort a quien se reconoce como el gestor del concepto de género.

Pero el avance científico de la botánica no se limitó a la clasificación, dado que otros


aspectos de esta ciencia avanzaban también. Para 1665, el inglés Robert Hooke en su
obra < Micrographia>>, observando pedazos de corcho en un microscopio hecho por él
mismo usa por primera vez el término célula (del latín Cellula), con el objeto de referirse
a los compartimentos, o celdas, que conformaban dicho material. Él consideró que
dichas celdas eran la base de la organización no sólo de la planta que observaba sino
de todos los organismos vivos. Puede considerarse a este hecho el inicio de la
microscopía y, por consiguiente, de la biología celular.

En el periodo comprendido entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, los botánicos
europeos se interesaron por el estudio de la herencia, para lo cual usaron la hibridación
artificial. Es necesario citar en este campo a los alemanes Josef Kölreuter y Kart F.
von Gaertner, este último famoso por ser el primero que acuñó los términos dominante
y recesivo, para referirse a la expresión diferencial de unas características sobre otras.
Parte de sus experimentos fueron realizados en la arveja, planta con la que años
después Mendel haría sus importantes contribuciones a la genética. Fue von Gaertner
quien determinó que en la arveja el color púrpura de la flor dominaba sobre el blanco, la
semilla redonda sobre la rugosa y la vaina verde sobre la amarilla.

Otra disciplina que también puede considerarse hija de este periodo es la fisiología
vegetal, en la cual es necesario mencionar el trabajo del belga Jan Baptista van
Helmont. Este autor diseñó, a mediados del s. XVII, un experimento en el que pesó el
suelo que sostenía una planta y comparó el cambio en la masa del suelo con el
incremento de la masa de la planta desde el estado juvenil hasta el adulto, hallando que
los dos cambios eran muy disparejos, por lo que pensó que la planta no sólo se
alimentaba del suelo. Él postuló que el agua era la fuente de la mayoría de la masa
adquirida por la planta en lugar del suelo, retando así la suposición existente desde la
época de Aristóteles, que las plantas extraían su alimento de su sustrato. Esto fue quizá
la primera evidencia que dirigía las observaciones de los botánicos fuera del suelo,
concretamente hacia un fluido, como un elemento también vital para el crecimiento
vegetal.

En el siglo XVIII, concretamente entre 1707 y 1778, vivió el padre de la taxonomía


moderna, Carlos Lineo, sueco al que se considera el inventor del sistema binomial de
nomenclatura que actualmente se emplea. Su contribución a la clasificación del mundo
viviente fue tan trascendental que comúnmente se emplea el dicho < Dios creó, Lineo
organizó>. En este mismo siglo los botánicos se dan cuenta de las afinidades naturales
entre algunos grupos de plantas y plantean la necesidad de crear un sistema de
clasificación que refleje sus relaciones de parentesco, dando origen así al sistema
natural de clasificación.
Una gran actividad científica también fue desarrollada en el siglo XIX en campos
diferentes de la taxonomía, tales como la fisiología vegetal, el estudio de
microorganismos asociados a las plantas y la genética, campos que se han mantenido
activos hasta hoy día. Los químicos franceses Pierre-Joseph Pelletier y
JosephBienaime Caventou descubrieron la clorofila hacia 1817.

En 1838, el alemán Matthias Schleiden llega a la conclusión que los tejidos vegetales
están constituidos por células y, al año siguiente, Theodor Schwann extiende esta
observación a los animales, proponiendo una base celular para todos los seres
vivos

¿A qué llamamos célula?


Teoría celular

La teoría celular sintetiza los principales descubrimientos citados en el apartado anterior


en los siguientes postulados:

1. La unidad estructural y funcional de los seres vivos es la célula.


2. Todos los seres vivos están constituidos por unidades básicas denominadas
células.
3. Las células se originan exclusivamente por división de otras células.

La siguiente es una buena definición: una célula es la unidad anatómica y funcional de


los seres vivos. Las células pueden aparecer aisladas o agrupadas formando
organismos pluricelulares. En ambos casos la célula es la estructura más simple a la
que consideramos viva. Hoy se reconocen tres linajes celulares presentes en la Tierra:
las arqueas y las bacterias, que son procariotas unicelulares, y las células eucariotas,
que pueden ser unicelulares o formar organismos pluricelulares. Las procariotas
(anterior al núcleo) no poseen compartimentos internos rodeados por membranas, salvo
excepciones, mientras que las eucariotas (núcleo verdadero) contienen orgánulos
membranosos internos. Uno de los compartimentos membranosos de las eucariotas es
el núcleo.
La célula eucariota posee
compartimentos internos delimitados
por membranas. Entre éstos se
encuentra el núcleo, delimitado por una
doble unidad de membrana, en cuyo
interior se encuentra el material
genético o ADN que contiene la
información necesaria para que la
célula pueda llevar a cabo las tareas
que permiten su supervivencia y
reproducción. Entre el núcleo y la
membrana plasmática se encuentra el
citosol, un gel acuoso que contiene
numerosas moléculas que intervienen
en funciones estructurales,
metabólicas, en la homeostasis, en la señalización, etcétera. Cabe destacar a los
ribosomas en la producción de proteínas, al citoesqueleto para la organización interna
de la célula y para su movilidad, a numerosos enzimas y cofactores para el metabolismo
y a muchas otras moléculas más. Entre la membrana celular y el núcleo se encuentran
también los orgánulos, que son compartimentos rodeados por membrana que llevan a
cabo funciones como la digestión, respiración, fotosíntesis, metabolismo, transporte
intracelular, secreción, producción de energía, almacenamiento, etcétera. Las
mitocondrias, los cloroplastos, los peroxisomas, los lisosomas, el retículo
endoplasmático, o las vacuolas, entre otros, son orgánulos. El citoplasma es el citosol
más el conjunto de orgánulos.
Niveles de organización
La Tierra joven, hace unos 4.600 millones de años, carecía de atmósfera. Luego el
descenso de la temperatura, con los elementos y minerales en capas, facilitó su
formación en una corteza sólida. Este enfriamiento también permitió la retención de los
gases que emanaban de su interior y así se constituyó una atmósfera primitiva, con gran
cantidad de vapor de agua, que cuando la Tierra se enfrió por debajo de los 100°C, cayó
en forma de lluvia. Dicha atmósfera estaba formada por gases como nitrógeno gaseoso,
dióxido de carbono y vapor de agua, pero carecía de oxígeno libre. Por lo tanto, los
primeros pasos en la evolución de la vida tuvieron lugar en una atmósfera anaeróbica
(sin oxígeno). Los compuestos formados en la atmósfera primitiva fueron arrastrados
por las lluvias y formaron la masa de agua del planeta. Descargas eléctricas y otros
fenómenos contribuyeron a que se originen moléculas orgánicas cada vez más
complejas como aminoácidos, nucleótidos, azúcares, alcoholes, etc.; de allí el término
que se les da a dichos océanos es “caldo primitivo”. Esta etapa, de evolución de
compuestos químicos orgánicos en los océanos duró unos 1.000 millones de años y así
el medio se fue enriqueciendo en sustancias orgánicas. Estas sustancias se agregaron
en grupos y serían los precursores de las células primitivas, las primeras formas de vida.
La vida se origina probablemente hace unos 3.000 millones de años. Las células
primitivas eran capaces de utilizar compuestos como CO2 u otros compuestos orgánicos
para satisfacer sus requerimientos de energía. Estos organismos primitivos sólo
soportaban concentraciones bajas de O2, por ello se vieron amenazados cuando las
concentraciones de oxígeno comenzaron a incrementarse. La acumulación de O2 se
dio porque algunas células fueron capaces de “construir” sus propias moléculas ricas en
energía a partir de compuestos inorgánicos y de la energía solar. A dichos organismos
se los denomina autótrofos y el fenómeno que realizan es la Fotosíntesis. En el proceso
de fotosíntesis, es necesario romper una molécula de agua H2O, lo cual libera oxígeno,
es así como en el medio fue aumentando paulatinamente el nivel de oxígeno y éste
comenzó a ser abundante hace aproximadamente 2.000 millones de años. Algunas
moléculas de oxígeno se convirtieron en moléculas de ozono, las cuales agrupadas
constituyeron la “capa de Ozono”, ésta sirvió como escudo protector permitiendo filtrar
los rayos ultravioletas, así la atmosfera comenzó a ser similar a la actual.

Se asume que las células más antiguas eran poco diferenciadas. Algunas algas azules
como Chroococcus sp. podrían representar ese estadio primitivo. Estos organismos
carecen de un núcleo organizado, es decir son procariotas. Luego, hace unos 2.000
millones de años, estos organismos anucleados unicelulares pronto formaron filamentos
celulares sin división de trabajo, es decir, empiezan a aparecer las formas filamentosas.
Un ejemplo actual es el género Oscillatoria. Son formas de vida sencillas, que se dividen
asexualmente por fisión binaria, dando por lo tanto una descendencia idéntica a la célula
madre. Por ende, el escaso nivel de organización de los organismos procarióticos
es una consecuencia de la falta de sexualidad.

Más tarde, hace unos 1.500 millones de años, aparece la célula eucariótica, es decir
aquella célula que posee un núcleo verdadero y organizado. Y otro hecho de suma
importancia es la aparición de la reproducción sexual, es decir la alternancia de fases
nucleares, lo cual a su vez está ligado a la adquisición del núcleo celular. La fusión de
los núcleos celulares, durante la reproducción sexual, duplica el número de
cromosomas, ya que el núcleo celular paterno y el materno aportan cada uno una
dotación cromosómica simple.
La importancia de la reproducción sexual es que genera una mayor variabilidad genética
entre los descendientes. De esta manera, los descendientes cuentan con genes que les
permiten adaptarse y sobrevivir en un medio que cambia constantemente. También
permite niveles de organización más complejos en estos organismos eucarióticos y
sexuados. Estos primeros organismos con un verdadero núcleo, y con organelas
diferenciadas son unicelulares, con o sin flagelos, o las células desarrollan asociaciones
sencillas filamentosas. Luego las agrupaciones entre las células se especializan cada
vez más; la adquisición de ejes celulares en los organismos unicelulares condujo a las
formas filamentosas simples o ramificadas, laminares y esferoidales. En Volvox, por
ejemplo, existe una división del trabajo: hay células vegetativas (que han perdido su
capacidad de reproducirse) y por otro lado se encuentran las células germinales o
gametos. De esta manera se va organizando un verdadero organismo pluricelular.
Gracias a la existencia de la cohesión entre células, que ya poseen paredes celulares
de celulosa o quitina, y de que todas se dividen con la misma orientación se van
formando talos filamentosos, como por ejemplo el talo plecténquimatico, que se puede
apreciar en las algas Rhodophyta.
LA CONQUISTA DE LA TIERRA FIRME: CAMBIOS NECESARIOS PARA SOBREVIVIR EN
UN NUEVO AMBIENTE

Actualmente, se sugiere que las plantas evolucionaron a partir de un grupo de algas


verdes relativamente complejas hace unos 450 millones de años. Este grupo evolucionó,
dando lugar a unas plantas muy primitivas que conquistaron el medio terrestre. Esta
hipótesis es sustentada por registros fósiles y por caracteres que comparten las algas
verdes y las plantas, entre éstos se destacan: la presencia de clorofilas a y b, pigmentos
carotenoides, almidón en los cloroplastos (como principal fuente de carbohidratos) y
celulosa (formando la pared celular). Además, este antepasado tendría una alternancia
de generaciones bien desarrollada y gametangios pluricelulares como se observa en las
plantas actuales.

A diferencia del medio acuático donde las algas, entre otras ventajas, obtenían con
facilidad los nutrientes que necesitaban del agua que las rodeaba, la tierra firme
representaba un medio hostil para los organismos debido a que estaban más expuestos
a la radiación ultravioleta, a la sequedad y a las variaciones de temperatura. Se piensa
que en un principio los antepasados de las plantas podrían haber habitado ambientes
de aguas someras, y sobrevivido soportando las variaciones del nivel de las aguas.

Para la transición del agua a la tierra firme fue necesario que los organismos
adquirieran nuevas características morfológicas y fisiológicas para sobrevivir y
reproducirse en el ambiente terrestre. Estas adquisiciones fueron:

1. El desarrollo de una capa estéril que recubría las células productoras de gametas
masculinas y gametas femeninas (ovocélulas) tanto en los gametangios
masculinos (anteridios) como en los femeninos (arquegonios).
2. Retención del zigoto dentro del gametangio femenino y su desarrollo allí para
formar un embrión. Éste quedaría así protegido por el gametofito femenino
durante las fases iniciales de su desarrollo.
3. La aparición de una capa cérea protectora, la cutícula, para evitar la evaporación
excesiva y por ende la desecación.
4. El desarrollo de estomas para regular el intercambio gaseoso.
5. La conducción externa del agua y los nutrientes, mediante capilaridad a lo largo
de la superficie de la planta.
6. El desarrollo de estructuras de anclaje al sustrato.
Estos cambios fueron suficientes para la aparición de los Briófitos, que junto con las
plantas vasculares conforman las plantas terrestres o Embriófitas. Los Briófitos con
frecuencia abundan en lugares relativamente húmedos. Tienen un nivel de organización
taloso, es decir, sin verdaderos tejidos y órganos. Su cuerpo presenta rizoides como
estructuras de anclaje, caulidios como estructuras axiales y filidios para realizar la
función fotosintética.

Más cambios se requirieron para el desarrollo de organismos superiores como las


Plantas vasculares. Estos cambios fueron:

1. La evolución de un sistema de conducción especializado formado por xilema y


floema, para el transporte de agua y nutrientes. Esto se dio a medida que las
plantas aumentaron de tamaño.
2. La capacidad de sintetizar lignina por parte de las células constituyentes de los
sistemas de sostén y conducción. Lo que permitió que las plantas alcanzaran
tamaños mayores.
3. La evolución de las partes subterráneas del cuerpo a raíces para la absorción y
anclaje, y de las partes aéreas a hojas. Esto permitió una fotosíntesis eficaz.
4. Reducción progresiva en el tamaño del gametofito y aumento de su dependencia
al esporofito, obteniendo de éste protección y nutrición.
5. Desarrollo de semillas en algunas plantas. Estas estructuras brindarían al
esporofito joven (embrión) alimento y protección contra las condiciones
desfavorables en el medio terrestre.

Las plantas vasculares poseen el mayor nivel de organización morfológica vegetal,


son cormófitos, es decir, presentan diferenciación de tejidos (sistemas de
conducción, entre otros) y de órganos: tallo, hojas y raíces.

LAS PLANTAS CON SEMILLAS: SEMILLA = SUPERVIVENCIA

Las semillas hicieron su aparición hace unos 360 millones de años y han sido una
de las innovaciones más drásticas en la evolución de las plantas vasculares. La
mayoría de las plantas con semillas de la actualidad tienen semillas que desarrollan
un embrión antes de su dispersión. La presencia de una cubierta seminal y de
reserva alimenticia en la semilla acompañando al embrión, le otorgarían a éste
mayores probabilidades de supervivencia en ambientes rigurosos, de allí que
su aparición sea tan importante. La Tierra ha sufrido numerosos y drásticos
cambios desde sus orígenes, sin embargo, estos cambios han dado lugar a la
evolución de organismos cada vez más complejos en el tiempo. En la actualidad,
coexiste una enorme diversidad de formas de vida vegetales de distintas
complejidades adaptadas a los diferentes ambientes que ofrece nuestro planeta.

La fotosíntesis
Proceso primordial, sustenta la vida en el planeta, mediante ella la energía solar se
transforma en energía química que es aprovechada por la mayoría de los seres que lo
habitan. Sin embargo, su significado genera diversas explicaciones por parte de los
estudiantes, tanto de escuela primaria como de aquellos que cursan programas
universitarios (Eisen y Stavy, 1992).
La fotosíntesis es el único mecanismo de entrada de energía para la biosfera (con
excepción de los procesos que realizan algunas bacterias quimio-sintéticas que
obtienen energía de la oxidación de sustratos inorgánicos). La fotosíntesis incluye
reacciones de oxido-reducción. Básicamente en el proceso de oxidación la molécula de
agua libera electrones con producción de oxígeno y la reducción del dióxido de carbono
para formar carbohidratos (Salisbury y Ross, 1994). La fotosíntesis es importante para
el hombre, entre otros aspectos, porque mediante ella se producen alimentos y oxígeno
(Barceló et al., 1983). Pero además, de forma directa o indirecta ella alimenta casi la
totalidad del mundo vivo en el planeta (Campbell y Reece, 2005).
La fotosíntesis es un proceso endergónico porque se necesita la participación de la
energía radiante del sol para iniciar la cadena de reacciones que llevan a la formación
de los compuestos orgánicos que almacena el organismo.

Formula:

Los cloroplastos

Los organelos celulares donde ocurre la


fotosíntesis son los cloroplastos. El tamaño
y la forma de los cloroplastos varía; ellos se
originan a partir de estructuras conocidas
como protoplastidios (cloroplastos jóvenes),
dividiéndose a medida en que se desarrolla
el embrión. Los cloroplastos se encuentran
envueltos por un juego doble de
membranas controladoras del tránsito hacia
afuera y hacia adentro de las moléculas.
Internamente están constituidos por un
material gelatinoso rico en enzimas
denominado estroma. Es aquí donde ocurre
la reacción de conversión del dióxido de
carbono en carbohidratos. Los cloroplastos
poseen membranas laminares y en forma
de sacos cerrados aplanados, como
vesículas, llamados tilacoides. Los
tilacoides forman pilas denominadas grana, que están comunicados entre sí por otros
tilacoides de forma más alargada. En las membranas tilacoidales están las clorofilas y
otros pigmentos que participan en la absorción de la luz, enzimas para el transporte de
electrones y el factor de acoplamiento para la formación de ATP. Los principales
pigmentos presentes en las membranas tilacoides son la clorofila a y la clorofila b. a su
vez se encuentran otros pigmentos llamados carotenos y xantofilas (Salisbury y
Ross,1994).

Los pigmentos fotosintéticos

Para que la energía luminosa pueda ser utilizada por los seres vivos, debe ser absorbida
por los pigmentos fotosintéticos. Estos pigmentos son sustancias capaces de absorber
la luz, en determinadas longitudes de onda, así, por ejemplo, la clorofila es el pigmento
que le da el característico color verde a las plantas, absorbe la luz en longitudes de onda
correspondientes al violeta, al azul y al rojo, reflejando la luz verde (Azcon y Talon,
1993).

Clorofilas a y b

Como ya se mencionó la clorofila a es el pigmento relacionado de forma directa con la


conversión de energía luminosa en energía química. Sin embargo, también se encuentra
otro tipo de clorofila, la clorofila b y los pigmentos denominados carotenoides, los cuales
son rojos, anaranjados o amarillos, que en las hojas verdes se enmascaran por la
abundancia de clorofilas. Estos pigmentos accesorios a la clorofila, les permiten a las
plantas absorber una gama más amplia del espectro de luz disponible para realizar
fotosíntesis, actuando como receptores que transfieren energía. Como se muestra en la
Figura 1.3 Existe igualmente la clorofila c, que se halla en algas pardas. En algas rojas
se ha encontrado clorofila d. Finalmente hay un tipo de clorofila (bacterioclorofila) que
es el pigmento de las bacterias fototróficas (Cogua, 2011).

Etapas de la fotosíntesis

El fisiólogo inglés F. F. Blackman tras desarrollar diferentes experimentos, sugirió que


en el proceso fotosintético se presentan por lo menos dos factores limitantes: La
intensidad lumínica y la temperatura. Por lo cual existe un grupo de reacciones que es
dependiente de la luz pero independiente de la temperatura (Curtis y Barnes, 2001). .
En las experiencias de Blackman las reacciones que dependían de la temperatura
incrementaban su velocidad, solamente hasta alrededor de los 30°C. Luego la velocidad
disminuía. Con base en la evidencia experimental hallada se dedujo que estas
reacciones eran controladas por enzimas, pues es la forma en que se espera que las
enzimas respondan a la temperatura. Esto contribuyó a diferenciar una etapa de
reacciones lumínicas, dependiente de la luz y una etapa enzimática, independiente de
la luz, o de reacciones “oscuras”. Estas últimas reacciones necesitan de los productos
químicos sintetizados en las reacciones “lumínicas”, pero pueden ocurrir tanto en la luz
como en la oscuridad (Curtis y Barnes, 2001).

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