CEDAE - Abstencionismo Electoral en Colombia-Desbloqueado
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CEDAE - Abstencionismo Electoral en Colombia-Desbloqueado
Director de investigación:
Fredy Barrero
Investigadores:
Nicolás Liendo, Laura Mejía, Guillermo Orjuela
Investigador evaluador:
Julián Andrés Caicedo Ortiz
Abstencionismo electoral en Colombia:
Una aproximación a sus causas
© Registraduría Nacional del Estado Civil
© Centro de Estudios en Democracia y Asuntos
Electorales −CEDAE
© Universidad Sergio Arboleda
Escuela de Política y Relaciones Internacionales,
“Grupo de Análisis Político” −GAP
Edición: diciembre de 2013
Queda prohibida toda reproducción por cualquier
medio sin previa autorización escrita del editor.
Edición realizada por el Fondo de Publicaciones
de la Universidad Sergio Arboleda.
Calle 74 No. 14-14
Teléfono: (571) 325 7500 ext. 2131
www.usergioarboleda.edu.co
Bogotá, D.C.
Director de Investigación:
Fredy Barrero
Investigadores:
Nicolás Liendo, Laura Mejía, Guillermo Orjuela
Investigador evaluador:
Julián Andrés Caicedo Ortiz
Registraduría Nacional del Estado Civil
Carlos Ariel Sánchez Torres
Registrador Nacional del Estado Civil
Juan Fernando Londoño
Asesor Académico
Equipo CEDAE
Roberto José Rodríguez
Luis Carlos Tabares
Martha Lucía Isaza
José Arturo Pedroza
Camilo Andrés Flórez
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toral. Para la política, plantea los desafíos que tiene nuestro sistema político y las
posibilidades que tienen los agentes decisores para iniciar el debate acerca de cómo
evitar que las tasas de abstención continúen creciendo.
Nuestro compromiso con la democracia es absoluto. Por eso, nuestras investiga-
ciones propenden por entenderla, analizarla y generar debates que la fortalezcan.
6|
Introducción
Carlos Ariel Sánchez, Registrador Nacional del Estado Civil
DEMOCRACIA Y ABSTENCIONISMO
El abstencionismo ha sido uno de los temas que ha generado mayor preocupación en
el ámbito de la discusión sobre la democracia, tanto en el terreno de la teoría política
como en el de la vida práctica de los gobiernos.
En el terreno filosófico la deliberación contiene elementos relativos al nivel de par-
ticipación que exige un sistema político para ser verdaderamente democrático. Cier-
tamente, la democracia supone el gobierno de la mayoría, pero si la mayoría no par-
ticipa, ¿se puede sostener que la configuración del poder así emanado puede seguir
siendo considerado democrático? La respuesta a esta preocupación ha sido que sigue
siendo democrático sólo en el entendido que todos los miembros de la comunidad
han tenido las libertades y garantías para ejercer su derecho a conformar el poder
político. En este caso el gobierno de la mayoría se configura en cuanto se deriva de
aquellos que ejercieron su derecho a conformar el poder político sin menoscabo del
derecho de otros que voluntariamente no lo hicieron.
En el terreno de la práctica política se debate el grado de legitimidad que se deriva
cuando solo una parte del cuerpo social ha expresado su voluntad en las urnas. Aquí
las implicaciones implican dos aristas, por un lado, la dificultad de llevar adelante las
decisiones tomadas por cuerpos políticos que no gozan de suficiente respaldo popu-
lar. En este sentido se argumentan problemas de gobernabilidad en la gestión públi-
ca derivada del escaso respaldo popular. Por otra parte, el abstencionismo es usado
siempre por grupos opositores para desprestigiar la acción del gobierno y debilitar su
capacidad de gestión.
No son pocas pues las razones, tanto filosóficas como prácticas para ocuparse del
tema del abstencionismo, tal como se aborda en este estudio que desde la Registra-
duría Nacional a través del Centro de Estudios en Democracia y Asuntos Electorales,
CEDAE, hemos pedido a la Universidad Sergio Arboleda. En Colombia este es un tema
particularmente sensible dados los altos y recurrentes porcentajes de abstencionismo.
El estudio que inicia las actividades de investigación y publicación que buscamos
impulsar desde el Cedae nos permite establecer los términos de referencia básicos
para el análisis y comprensión de este fenómeno a partir de una extensa revisión
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conceptual y un análisis de las realidades prácticas en varios países tanto de América
Latina como de la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica.
La primera parte de este documento denominado “Abstencionismo electoral en
Colombia: una aproximación a sus causas”, realiza una revisión teórica que aproxima
al lector a elementos básicos sobre los elementos relativos a democracia, participa-
ción política, electoral, y abstencionismo en sus diferentes formas o clasificaciones.
En este primer apartado, el estudio ayuda a entender las razones del abstencionismo,
cuales son los factores individuales y cuales los contextuales teniendo en cuenta la
realidad política, económica e institucional del Estado colombiano.
En un segundo apartado, este estudio aborda el fenómeno del abstencionismo
electoral en Colombia. Por medio de un análisis histórico que comprende desde la
década del 70, hasta las elecciones realizadas en el 2011 y se adelanta un análisis dife-
renciado respecto al fenómeno abstencionista entre el proceso electoral presidencial
y el parlamentario.
Por último, se incorpora una visión comparativa mediante un análisis comparado
entre Colombia frente a países de América Latina y de la OCDE respecto al fenóme-
no abstencionista. En la tercera parte del documento, los lectores encontrarán un
análisis comparativo entre las legislaciones de 10 países de América y 6 de la OCDE.
Se busca ofrecer a los lectores elementos sobre el marco normativo de cada nación, el
año en que se adoptó esta modalidad, las exigencias legales, edad, sanciones y exen-
ciones, entre otras.
Finalmente, el texto ofrece como conclusión, una serie de ideas a modo de reco-
mendaciones para buscar alternativas que permitan disminuir el alto nivel de abs-
tencionismo. Inicialmente se analiza la posible conveniencia del voto obligatorio, lo
que reformaría el sistema electoral nacional. Posteriormente, se hacen otro tipo de
recomendaciones no de tipo estructural tales como: la mejora en la confección de
las tarjetas electorales, la ampliación de los horarios para votar durante las jornadas
electorales, el posible aumento de las mesas de votación, la ampliación de los plazos
para inscribir el documento de identidad y por último, un voto obligatorio solo para
aquellos que ejercen su derecho por primera vez. Estas son todas ideas para nutrir
el debate y examinar posibles alternativas que permitan disminuir la abstención en
Colombia.
Con la presentación de este estudio, la Registraduría Nacional inicia una serie de
investigaciones y publicaciones desde el Centro de Estudios en Democracia y Asun-
tos Electorales (CEDAE) y bajo la coordinación académica del doctor Juan Fernando
Londoño con la cual esperamos contribuir a entender mejor las realidades democrá-
ticas de Colombia y generar análisis informados que ayuden tanto a la comprensión
y valoración de nuestra institucionalidad política y electoral como a la búsqueda de
alternativas para una más vigorosa democracia.
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I. Participación y abstención electoral.
Aproximaciones teóricas
La democracia y la participación política
La extensión del concepto democracia forma parte de un debate ferviente por los fi-
lósofos y teóricos políticos. Se observa que para algunos la democracia simplemente
comporta unas elecciones periódicas y con varios partidos compitiendo por el poder
(Schumpeter, 1942). Para otros, la democracia implica también el respeto por unos
derechos civiles y políticos (Dahl, 1971). Finalmente, hay quienes le exigen más al
concepto y creen que la democracia no es solo una forma de gobierno, sino un estilo
de vida (Sen, 1999). En todo caso, la definición minimalista o procedimental ha sido
la que mayores consensos genera y la que permite grandes niveles de comparabili-
dad. A partir de ella, un país para ser considerado democrático necesita como míni-
mo unas elecciones periódicas, libres, justas y competitivas.
1
Para revisar otras formas de selección de gobiernos en democracias premodernas se recomienda
revisar a Ian Shapiro et al. en Political Representation (2009) y a Joseph Colomer en Instituciones
Políticas (2001).
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Ahora bien, vale reseñar que la evidencia comparada ha encontrado que aquellos
que están más predispuestos a participar en manifestaciones o firmando peticiones
son también quienes más inclinados se encuentran a votar. Esto lleva a la reflexión
acerca de cuánta participación política electoral es necesaria para considerar a un
sistema como democrático o, expresado de otra manera, cuánta abstención puede
tolerar una democracia.
El ejemplo inmediato para responder a estas preguntas es el de Estados Unidos,
donde los niveles de participación electoral son bajos desde siempre, pues difícil-
mente superan el 50%. Sin embargo, tal como históricamente han observado autores
como Tocqueville (2009) o Putnam (1993), la democracia americana goza de “buena
salud” debido a que un alto porcentaje de la población participa de múltiples espacios
públicos y cívicos para el mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad. En ese
sentido, y contrario a la evidencia mayoritaria, en Estados Unidos se registran bajos
niveles de votación, pero altos niveles de participación no electoral.
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Participación electoral y abstención
La tendencia mundial indica que la participación política electoral para cargos le-
gislativos se ha ido reduciendo en los últimos 40 años. En este sentido, según la base
de datos de IDEA Internacional (2013), desde 1960 hasta finales de 2000 los niveles
se han reducido en más de un 10 % promedio, y en casi todos los países con datos los
niveles de participación son más bajos hoy que hace 30 años o en su primera elección
de referencia.
Como observa André Blais (2011), a pesar de esta tendencia, siguen siendo más las
personas que van a votar que las que se abstienen. La participación política electoral
promedio es de 70 %, aún en los países donde el voto no es obligatorio. Mientras
tanto, en América Latina solo hay un país donde la participación política es baja
(entre 50% y 32%) en los últimos 30 años: Colombia. Según Nohlen (2004, 130), esa
tendencia a la baja en la participación se da a nivel mundial y agregado, pero si uno
observa los datos por países en América Latina encontrará algunos donde ha aumen-
tado la abstención (Guatemala, El Salvador, República Dominicana), y otros donde
han subido los niveles de votación (Uruguay, Perú). Es por eso que Nohlen propone
avanzar sobre estudios individuales, caso por caso, para estudiar las causas contex-
tuales y propias de cada país.
Voto obligatorio2
El voto obligatorio ha surgido como respuesta a los bajos niveles de participación
electoral en diversos países del mundo. Un ejemplo de ello es Australia, uno de los
primeros países en instaurar en su constitución este componente electoral para ga-
rantizar así la partición para los diferentes comicios; no obstante, la instauración del
voto obligatorio en este país se dio después de la obligatoriedad en la inscripción
(19113). Pasando por varios debates en los cuales, además de proponerse al voto obli-
gatorio en este país, se estudiaron diversas penalidades al momento de no cumplir la
ley (voto obligatorio), esta institución se instauró de forma progresiva en Australia.
Es así como el nivel medio de participación en el régimen de voto obligatorio aumen-
tó de forma significativa (91,6%) como señalan Mackerras y McAllister (1999):
En general, los ciudadanos comunes aceptaron el nuevo sistema con poca que-
ja y no eran relativamente pocos los casos en que los votantes fueron multados
por no asistir a las urnas sin razón suficiente […] Desde cualquier punto, el
voto obligatorio es popular entre los votantes. Volviendo a la primera encuesta
2
Para el desarrollo de este apartado se toman como modelo y referencia los textos de Fernández y
Thompson (2007), y López Pintor y Grastchew (2002).
3
Aunque finalmente la primera votación federal en Australia con el sistema del voto obligatorio fue
en 1924 con el aumento de un 40% en la participación (Electoral Commision, 2006).
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además a aquellos que quieren participar pero que no están conformes o satisfechos
con las opciones presentadas para escoger.
Todas estas son opciones de cómo también ocurre la abstención por razones aje-
nas a la voluntad del votante. Entonces, en todas las elecciones habría un número
significativo de abstención que se explicaría por ello. Aún haciendo esta importante
diferenciación, pareciera que una porción importante de la abstención sí responde a
la manifestación de voluntad de los individuos por no ser parte del proceso.
¦7VYX\tSHNLU[L]V[HVZLHIZ[PLUL&
Esta es la gran pregunta que atraviesa esta sección del estudio, y por ello se presen-
tará un análisis detallado de las múltiples investigaciones que han buscado respon-
derla y sus diferentes aristas.
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Otra explicación a la que han arribado los estudiosos (Achen y Sinnott, 2007) es
que la decisión de votar sería un acto de “expresión” y que la motivación primaria de
hacerlo o no estaría en si el ciudadano tiene algo que expresar. Este grupo de autores
estaría dentro de una línea psicológica-social, que es una de las menos exploradas.
Así, la personalidad individual, el rol de la paciencia y la genética son espacios de ex-
plicación que están marginalmente indagados, pero cuyos resultados podrían ayudar
a complementar el entendimiento de un fenómeno tan complejo.
A grandes rasgos, la literatura ha agrupado a los factores que causan la abstención
en dos grandes grupos: los factores individuales y los contextuales. En el primer caso,
se evidencian dimensiones socioeconómicas y psicológicas; en el segundo, predomi-
nan las dimensiones socioeconómicas –a nivel macro–, políticas e institucionales.
Factores individuales
Entre estos factores se destacan la edad, la educación, el nivel económico indivi-
dual, estado civil, pertenencia a gremios o sindicatos, el género, el empleo formal, el
lugar de residencia y la pertenencia a grupos minoritarios.
Desde hace tiempo, la gran mayoría de los países han reformado sus códigos elec-
torales implantando como edad de inicio los 18, siendo anteriormente los 21 o 25
años. Actualmente, existen varios países latinoamericanos donde el voto es obliga-
torio para los mayores de 18 y facultativo para los que tienen más de 16 años. Sin
embargo, los estudios han encontrado que los jóvenes son menos propensos a votar
(PNUD, 2013 y Blais, 2011). Incluso en el caso de Australia, que posee uno de los
mayores niveles de participación electoral de los jóvenes, estudios recientes han ad-
vertido sobre el desinterés con la política de este grupo etario, reflejado en varias en-
cuestas realizadas por el National Australian Election Study (NAES) (Electoral Com-
mision, 2006). Por lo cual existe abundante consenso de que a medida que aumenta
la población joven con posibilidad de votar, aumenta la abstención.
Además del factor “edad” y su relación negativa, está la educación. Aquí se supo-
nen dos cosas: 1) en ciudadanos con mayores niveles de educación formal es más
probable que hayan sido socializados en normas cívicas, que le den valor a la par-
ticipación electoral; 2) con mayores niveles de educación las personas mejoran sus
niveles cognitivos y a partir de ellos pueden reducir los costos que implica mante-
nerse informado de lo que pasa en política y en la elección (Maldonado, 2010). En
el caso de los Estados Unidos y otros países occidentales, otro factor predictor de la
asistencia a las urnas es la asistencia frecuente a las iglesias. Mientras más asistan
más probabilidades de ir a las urnas, y viceversa; los ciudadanos se abstendrán más si
participan menos en sus comunidades religiosas.
En relación con el ingreso, la literatura parte de la presuposición de que cuanto
más bajo es el nivel económico, mayor será la abstención (Blais, 2011). La explicación
Por su parte, el empleo formal está normalmente asociado a menos niveles de abs-
tención (Maldonado, 2011). En este sentido, se entiende que el estar empleado lleva
a las personas a desarrollar actitudes de interés por la política. Aquí habría también
una explicación relacionada con los recursos que una persona adquiere o desarrolla
a partir de un determinado estatus adquirido. A pesar de estas suposiciones, en un
estudio comparado internacional reciente no se ha encontrado evidencia suficiente
que confirme esta hipótesis (Altman, 2012).
El lugar de residencia también influencia la decisión de votar, pero sus efectos va-
rían de país en país. Por ejemplo, Verba y Nie (1972) dan cuenta de que los ciudada-
nos de las áreas rurales, los suburbios y las grandes ciudades tienden a votar más que
los de las ciudades de mediano tamaño. Mientras que en Europa, los votantes de las
ciudades son más apáticos a votar que los de áreas rurales. En el estudio de Lehoucq
y Wall (2004), que toma el lugar de residencia como una variable independiente que
afecta la participación electoral, se encontró que si un votante reside en zonas rurales
o urbanas tiene escaso impacto sobre la posibilidad de participar políticamente. Este
análisis fue realizado para más de 330 municipios en Guatemala, y sostiene que en
aquellos lugares donde se presentan mayores porcentajes de población indígena, hay
menores niveles de participación electoral.
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Finalmente, Lehoucq y Wall (2004) resaltan la relación entre la abstención y la
pertenencia a una comunidad o grupo social minoritaria. Pensando en las circuns-
cripciones especiales que existen para minorías en Colombia, resulta interesante que
según la experiencia internacional las personas que pertenecen a estos grupos es-
tarían más predispuestas a votar. Sin embargo, esta correlación está mediada por la
posibilidad de que existan partidos políticos específicos que los representen y por
el grado de concentración territorial de esos grupos. Mientras más dispersas y más
elevadas sean las barreras para crear esos partidos, la correlación puede revertirse; y
cuanto más cercanos territorialmente sean los grupos y más bajas sean las barreras,
se incrementan las probabilidades de participación.
Por otra parte, en un ensayo reciente Maldonado (2011) contrastó cómo se com-
portan estas variables sobre la decisión de votar comparando los regímenes con voto
obligatorio y los que tienen voto voluntario en América Latina. Allí se encontró que
las motivaciones que llevan a los individuos a votar o abstenerse no son diferentes
según su ley electoral relacionado con la asistencia a las urnas. En concordancia con
los resultados presentados en esta sección, “tanto en los países con voto obligatorio
como aquellos con voto voluntario, la riqueza, el compromiso político, mayores nive-
les educativo y los que tienen mayor edad son los que con mayor frecuencia van a las
urnas. Mientras que las personas retiradas, amas de casa, estudiantes y desempleados
son menos propensos a votar” (Maldonado, 2011, p. 1).
Factores contextuales
a) Dimensión socioeconómica
5
Debido la relevancia de este tema para Colombia, se incluye una sección aparte para analizar los
estudios realizados solamente sobre Colombia.
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portante de la literatura sostiene que los ciudadanos que viven en sistemas de parti-
dos donde hay un mayor número efectivo de partidos (NEP), serán menos propensos
a abstenerse que cuando haya un NEP más pequeño. A pesar de ello, los resultados
de las múltiples investigaciones que utilizan este factor político son contradictorios.
c) Dimensión institucional
Los autores cubren diversos aspectos institucionales que enmarcan la relación par-
ticipación/abstención. Entre los aspectos más importantes se encuentran en sistema
electoral, la concurrencia de elecciones, los requisitos de inscripción y el voto obli-
gatorio.
En cuanto a los sistemas electorales, la literatura ha analizado la relación entre
el tipo de sistema y la participación electoral. En general, se ha encontrado que en
sistemas con representación proporcional, la participación tiende a incrementarse
(Powell, 1990; Blais y Carty, 1990). Adicionalmente, otros autores han trascendido
esta explicación al plantear la existencia de una paradoja, derivada de la relación
entre sistema electoral y sistema de partidos. Al respecto, Brockington (2004) plan-
tea que dicha paradoja consiste en que “mientras que la representación proporcional
(PR) parece aumentar la participación electoral, los sistemas de partidos grandes pa-
recen deprimirla”.
Según Cox y Munger (1989, p. 224), la concurrencia de elecciones activa a las élites
partidistas, razón por la cual estas incrementan los gastos de las campañas, lo que a
su vez se traduce en un incremento de la votación.
En cuanto al registro electoral, Kelley et al. (1967) hacen eco de los planteamien-
tos de Downs (1957), al considerar que el registro electoral obedece a una decisión
racional de costos y beneficios; por esta razón, los electores basan su decisión de
registrarse en relación con tres tipos de costos: monetarios, de inconveniencia y de
obtención de información. Superados dichos costos, los autores encuentran que los
ciudadanos que se registran votan.
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Para las elecciones presidenciales, como se evidencia en la tabla 1, se puede ver
cómo el total de votos se ha ido incrementando paulatinamente desde 5 millones en
1978 a casi 15 millones en 2010; sin embargo, el padrón electoral ha ido creciendo a
un ritmo similar, pasando de más de 12 millones en 1978 a casi 30 millones de per-
sonas aptas para votar en 2010. Aquí es importante anotar que, como se verá en la
sección comparada, Colombia en términos demográficos tiene un 65% de la pobla-
ción total en edad de sufragar. Esto, sumado a una tasa de natalidad superior al 2,4%,
refleja que el padrón electoral seguirá creciendo en los próximos años a un ritmo
superior a la media mundial y/o regional.
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Tabla 1. Participación electoral y abstención en las elecciones
presidenciales de Colombia (1978-2010)
POTENCIAL TOTAL % %
AÑO ABSTENCIÓN
ELECTORAL VOTOS VOTACIÓN ABSTENCIÓN
1978 12.580.851 5.075.719 40,34 7.505.132 59,66
1982 13.734.093 6.834.250 49,76 6 .899.843 50,24
1986 15.611.274 7.228.676 46,30 8.382.598 53,70
1990 14.237.110 6.047.576 42,48 8.189.534 57,52
1994 (1 vuelta) 17.146.597 5.821.331 33,95 11.325.266 66,05
1994 (2 vuelta) 17.146.597 7.427.742 43,32 9.718.855 56,68
1998 (1 vuelta) 20.857.801 10.753.465 51,56 10.104.336 48,44
1998 (2 vuelta) 20.857.801 12.310.107 59,02 8.547.694 40,98
2002 24.208.311 11.249.734 46,47 12.958.577 53,53
2006 26.731.700 12.041.737 45,05 14.689.963 54,95
2010 (1 vuelta) 29.983.279 14.781.020 49,30 15.202.259 50,70
2010 (2 vuelta) 29.983.279 13.296.924 44,35 16.686.355 55,65
Fuente: elaboración propia con base en datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil
Tal como se puede apreciar en la gráfica 1, no existe una tendencia clara para los
últimos años en la participación electoral, y la desviación respecto al promedio no
suele ser mayor a 4 %. A pesar de la reforma constitucional de 1991 y de las reformas
electorales de 2003 y 2009, sus efectos sobre la participación en las elecciones presi-
denciales no son tan claros.
Fuente: elaboración propia con base en datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil
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partidos o de movimientos cohesionados, pudieron contribuir a aumentar la
abstención electoral, la cual alcanzó un nivel crítico del 70 por ciento.
En cuanto a las elecciones de Cámara de Representante, cabe resaltar que en el
periodo previo a la Constitución de 1991, es decir, entre 1978 y 1990, la participación
electoral tuvo su puno más alto en 1978 (62,75 %). En las elecciones posteriores a
las de 1978, la abstención electoral disminuyó de una elección a la siguiente hasta
las elecciones de 1990, en las que la abstención fue del 44,61 %. En las primeras dos
elecciones posteriores a la Constitución (1991 y 1994) la abstención se incrementó
en cerca de 23 puntos porcentuales con respecto a las de 1990. Sin embargo, esta
tendencia se revirtió en las elecciones siguientes (1998, 2002, 2006 y 2010), aunque
de forma fluctuante, ya que, aunque se pasó de una abstención del 67,66 % en 1994 a
una de 54,39 % en 1998, en los procesos de 2002 y de 2006 la abstención se volvió a
incrementar, y llegó en 2006 a casi un 60 %. Finalmente, en las elecciones de 2010 la
abstención cayó en cuatro puntos porcentuales respecto a la de 2006.
En el Senado, en el periodo previo a la Constitución de 1991, la abstención electo-
ral entre 1978 y 1990 evidenció una caída de cerca de 25 puntos porcentuales. Con los
cambios introducidos en el sistema electoral, en particular la creación de la circuns-
cripción nacional para el Senado, se esperó que la participación en esta Cámara se
incrementara con la participación de figuras políticas de alta visibilidad nacional; no
obstante, el resultado no fue el esperado, y la abstención se incrementó tanto en 1991,
como en 1994. En 1998 la abstención disminuyó en cerca de 13 puntos porcentuales
respecto a la de 1994; sin embargo, se volvió a incrementar en las elecciones de 2002
y 2006, y cayó finalmente en las elecciones de 2010.
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obligatorio aumenta los costos de negociación con los probables votantes, dado que
hay que convencerlos de que voten y de que lo hagan por una determinada persona.
Abstención electoral en los departamentos de Colombia. Análisis de las elecciones
de gobernador (2003, 2007 y 2011) y de presidente (2002, 2006 y 2010)
En las elecciones de 1992 se eligieron por primera vez los gobernadores en Co-
lombia. Se trató de un cambio institucional introducido por la Constitución de 1991,
por medio del cual se intentó fortalecer la descentralización política en Colombia, cuyo
antecedente estaba en la elección de alcaldes a partir del proceso electoral de 1988.
Al revisar la participación política en el ámbito departamental (32 departamentos),
teniendo en cuenta las tasas de participación para gobernación y para presidente, se
identificaron los siguientes hallazgos:
• En las elecciones de gobernadores, en 31 departamentos se incrementó la par-
ticipación electoral entre 2003 y 2011. Los principales incrementos, en puntos
porcentuales aproximados, se dieron en: Arauca (23); Caquetá (23); Guaviare
(24); Meta (14); Putumayo (17). Es decir, en su mayoría se trata de departa-
mentos de la Orinoquía colombiana relacionados con el Plan de Consolida-
ción (ver capítulo correspondiente).
• En las elecciones presidenciales la participación electoral se incrementó en 27
departamentos. Aunque en los cinco restantes (Atlántico (-8); Córdoba (-3);
Quindío (-5); Risaralda (-4); Santander (-3), puntos porcentuales) la dismi-
nución en la participación electoral no superó los ocho puntos porcentuales.
Los principales incrementos, en puntos porcentuales, se dieron casi que en
los mismos departamentos en los que se incrementó la participación para las
elecciones de gobernación, a saber: Arauca (15); Caquetá (12); Casanare (15);
Guaviare (18); Meta (12); Putumayo (12).
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Tabla 3. Participación electoral y abstención en las elecciones de Asambleas
Departamentales, Colombia (1978-2010)
POTENCIAL
AÑO TOTAL VOTOS % VOTACIÓN ABTENCIÓN % ABSTENCIÓN
ELECTORAL
1978 11083006 4063020 36,66 7.019.986 63,34
1980 12251577 4130802 33,72 8.120.775 66,28
1982 13533277 5472586 40,44 8.060.691 59,56
1984 14675240 5592300 38,11 9.082.940 61,89
1986 15611274 6755019 43,27 8.856.255 56,73
1988 10880590 7043701 64,74 3.836.889 35,26
1990 13522040 7415078 54,84 6.106.962 45,16
1992 13.280.958 6.622.275 49,86 6.658.683 50,14
1994 15.222.622 7.072.627 46,46 8.149.995 53,54
1997 18.310.577 8.430.483 46,04 9.880.094 53,96
2000 19.314.685 10.385.758 53,77 8.928.927 46,23
2003 20.968.331 11.000.741 52,46 9.967.590 47,54
2007 23206497 13082739* 56,38 10.123.758 43,62
2007 23206497 13065084** 56,30 10.141.413 43,70
2007 23206497 13083035*** 56,38 10.123.462 43,62
2011 25.764.448 14.951.928 58,03 10.812.520 41,97
Fuente: elaboración propia con base en datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil
*Datos CD Registraduría **Datos CEDAE ***Datos Página Web Registraduría
Fuente: elaboración propia con base en datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil
Concejos Municipales
La participación en elecciones de concejos municipales, aunque tiende a acercar-
se a la de alcaldes, tiende a ser menor. Es posible que el elector se abstenga sea más
propenso a abstenerse ante la indiferencia de escoger entre diversos candidatos, más
que cuando se enfrenta a la escogencia de uno solo. No obstante, los porcentajes de
abstención se han ido reduciendo en los últimos procesos electorales. En particular
después de la Constitución de 1991, y posteriormente, desde 2003.
30 |
Tabla 5. Participación electoral y abstención en las elecciones de Concejos
Municipales, Colombia (1978-2010)
POTENCIAL TOTAL % %
AÑO ABTENCIÓN
ELECTORAL VOTOS VOTACIÓN ABSTENCIÓN
1978 11220529 4259757 37,96 6.960.772 62,04
1980 12467556 4276648 34,3 8.190.908 65,7
1982 13721607 5630730 41,04 8.090.877 58,96
1984 14884823 5729608 38,49 9.155.215 61,51
1986 15857126 7008298 44,2 8.848.828 55,8
1988 11067878 7437341 67,2 3.630.537 32,8
1992 13.280.958 6770025 50,98 6.510.933 49,02
1994 15.222.622 7874817 51,73 7.347.805 48,27
1997 20.446.366 9.772.224 47,79 10.674.142 52,21
2000 22.919.242 12.022.978 52,46 10.896.264 47,54
2003 24.891.149 12.140.124 48,77 12.751.025 51,23
2007 27.536.364 15217742 55,26 12.318.622 44,74
2011 30615748 17336861 56,63 13278887 43,37
Fuente: elaboración propia con base en datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil
(IZ[LUJP}ULSLJ[VYHSLUT\UPJPWPVZIHQVSHPUÅ\LUJPHKLSJVUÅPJ[VHYTHKV
colombiano (incluidos en el Plan de Consolidación del Gobierno Nacional
En la mayoría de los municipios con mayor afectación por el conflicto armado
colombiano así como en aquellos que se han caracterizado por tener una economía
basada en los cultivos ilícitos, las dinámicas electorales se han visto afectadas, casi
siempre favoreciendo al actor armado predominante. En algunos casos, los actores
armados ilegales han vetado candidatos o han ejercido influencia para que se vote
por uno u otro candidato, o en su defecto para que no se ejerza el derecho al voto. Al
final, la democracia y sus instituciones son las grandes perdedoras en la búsqueda por
parte de cada actor de ejercer el poder local en determinadas zonas aparentemente
vedadas para el Estado colombiano.
Al respecto, Barrero & Meléndez (2011) retoman algunos de los principales
aportes que se han desarrollado en la literatura nacional, en especial los de García
(2007, 2010)
Por su parte, García (2010) analizó los actores vinculados al conflicto armado
colombiano, sus acciones y el comportamiento electoral en algunos munici-
pios colombianos. García (2010, 165) establece que “[... ] los individuos que
viven en contextos violentos tienden a ajustar sus conductas y opiniones po-
Con el fin de analizar los datos de los tres últimos procesos electorales en el ámbito
municipal, se revisarán los datos de la participación política en la elección de los go-
bernadores de cada uno de los municipios que integran el plan. Dado que el Plan de
Consolidación inició en 2009, se revisarán las estadísticas electorales de 2003 y 2007
para compararlas con las de 2011, en cuyo caso se tendría una primera evidencia
6
Unidad Administrativa para la Consolidación Territorial. Antecedentes y Creación. (online).
Recuperado de http://www.consolidacion.gov.co/?q=content/unidad-administrativa-para-la-
consolidaci%C3%B3n-territorial-uact
7
Unidad Administrativa para la Consolidación Territorial. Política Nacional (online).
Recuperado de http://www.consolidacion.gov.co/?q=content/pol%C3%ADtica-nacional-de-
consolidaci%C3%B3n-y-reconstrucci%C3%B3n-territorial
8 Unidad Administrativa para la Consolidación Territorial. Misión y Visión (online). Recuperado
de http://www.consolidacion.gov.co/?q=content/misi%C3%B3n-y-visi%C3%B3n
32 |
del efecto del plan en la participación política en dichos municipios, entre los que se
cuentan los siguientes9.
Con base en los términos de referencia, en los que se buscó identificar la situación
de la participación/abstención electoral en los municipios en los que opera el Plan de
Consolidación, se revisaron las estadísticas electorales de los tres últimos procesos
electorales (2003, 2007 y 2011). Tras este ejercicio, se identificó, en las elecciones
subnacionales (gobernaciones, alcaldías y concejos municipales), una disminución
progresiva en las tasas de abstención electoral en la mayoría de municipios entre 2003
y 2011. Aunque con solo revisar las estadísticas electorales no se puede establecer una
relación directa entre la puesta en marcha del Plan y la disminución de la abstención
electoral, es probable que dicha relación se esté dando, pues en la mayoría de los 58
9
Unidad Administrativa para la Consolidación Territorial. Regiones en consolidación (online).
Recuperado de http://www.consolidacion.gov.co/?q=content/regiones-en-consolidaci%C3%B3n
34 |
casos de Argentina, Chile, Guatemala, Panamá y Perú, mientras que la OCDE está
representada por Estados Unidos, Canadá, Grecia y Reino Unido. En todos los casos
se comparará lo ocurrido en estos países con Colombia, tanto para las elecciones
presidenciales, como para las parlamentarias de las últimas tres jornadas electorales.
Todos los casos de América Latina son presidencialistas. De estos, dos tienen vi-
gente la obligatoriedad del voto (Argentina y Perú), dos tienen voto voluntario (Gua-
temala y Panamá) y otro pasó de voto obligatorio a voto voluntario (Chile en 2012).
Para la OCDE se tienen tres países con sistemas parlamentarios (Canadá, Grecia
y Reino Unido) y uno presidencialista (Estados Unidos de Norte América). De estos,
solo en Grecia el voto es obligatorio, mientras que en Estados Unidos, Reino Unido y
Canadá el voto es voluntario11.
Análisis comparado con Colombia
En los países de América Latina analizados se identifica una disparidad en la nor-
mativa con respecto a la duración de los mandatos, tanto para el ejecutivo como para
el legislativo. Así mismo, los años de las elecciones de estos países no siempre coin-
ciden. En el caso de Argentina, Chile, Colombia y Guatemala los presidentes duran
cuatro años en sus puestos, mientras que en Panamá y Perú la figura presidencial se
renueva cada cinco años.
11
Los datos electorales fueron obtenidos de la base de datos de IDEA Internacional en torno a la
participación electoral. Los datos de Colombia fueron proporcionados por la Registraduría
Nacional del Estado Civil.
12
En Chile las elecciones parlamentarias se celebran con posterioridad a la elección del jefe de
Estado, mientras que en Colombia es al revés.
13
Uno de los problemas para analizar la abstención electoral es su contabilización. Múltiples modelos
de registro combinados con obligatoriedad del voto tienden a producir resultados disímiles. Por
ejemplo, en los países que poseen voto obligatorio y registro automático es sencillo de calcular la
abstención, ya que todos los individuos mayores de 18 años están registrados y deben sufragar,
de manera que simplemente la abstención estaría dada por aquellos que no asisten a la cabina de
votación. Sin embargo, en países donde el registro no es automático, sino que las personas en edad
de votar deben asistir a una oficina del órgano electoral o administrativo que la ley establezca
para manifestar su interés de sufragar, entonces allí los números son bien diferentes. De manera
que existen dos formas de calcular la abstención en este país: por un lado, la que se obtiene de
dividir la cantidad de sufragios válidamente emitidos sobre el número de votantes registrados.
Ese cálculo está presente en la tabla 7 en la última columna. De restar el 100% a ello daría el
porcentaje de abstención en relación con los ciudadanos registrados. Por otro lado, es posible
calcular la abstención en relación con la población apta para votar. El procedimiento es el mismo
solo que no se divide sobre la cantidad de personas registradas sino sobre el VAP. Aún cuando
hay autores que utilizan el primer formato (Payne et al., 2007; Fornos et al., 2004), consideramos
que dada la disparidad de leyes electorales el segundo modo de cálculo es más apropiado. Otra
razón es porque permite determinar con mayor claridad la cantidad de personas que no desean
participar en el principal instrumento de la democracia para la toma de decisiones: las elecciones.
La existencia de voluntariedad o no en el registro es un escalón más que sin dudas encarece el
cálculo racional del individuo en el momento de decidir su participación, pero como las leyes son
diferentes en los países el efecto perturba la comparación.
14
En Payne et al., (2007, p. 274) se reflexiona en la misma dirección y se anota que el promedio de
disminución de la participación, si se calcula en relación con el VAP, es de 10 al 12 %. Además
36 |
De acuerdo con múltiples estudios (Blais, 2012; Nohlen, 2004; Fornos et al., 2004;
Payne et al., 2007), la participación electoral está disminuyendo paulatinamente tan-
to en América Latina, como en otros países de las denominadas democracias conso-
lidadas. Resultado de esto puede ser consecuencia de los altos niveles de desafección
hacia los partidos políticos y la falta de legitimidad, tanto de las elecciones, como de
otras instituciones democráticas. Lo anterior se hace evidente cada vez más ante el
surgimiento de manifestaciones y protestas que, además de exigir el cumplimiento de
algunos servicios y la mejora en la calidad de vida, pone de manifiesto el desgaste de
la democracia representativa.
En América Latina no existe una tendencia homogénea, sino que más bien los paí-
ses se podrían concentrar en diversos grupos. Por un lado, los que superan la media
mundial de participación del 70 % (Blais 2012), allí estarían Perú, Argentina y Pana-
má; por otro, los que no superan esa media, y están muy por debajo, como serían los
casos de Chile, Estados Unidos, Guatemala y Colombia.
Como se desprende de la tabla 6, en estas tres últimas elecciones presidenciales las
medias de estos países son Perú (82,66 %); Argentina (75,51 %); Panamá (75,22 %);
Estados Unidos (57,70 %)15; Chile (57,25 %); Guatemala (49,73 %); Colombia (45,01 %).
Tal como se puede apreciar del dato anterior, los 7 países de la muestra poseen una
media de votación superior a la de Colombia.
Fuente: elaboración propia con base en datos de IDEA Internacional y de la Registraduría Nacional del
Estado Civil
38 |
En relación con los países que contemplan en su normativa la posibilidad de re-
elección inmediata, cuando el presidente en ejercicio busca su reelección por lo ge-
neral la participación es menor. Tanto en el caso de Argentina, como el de Estados
Unidos, los números fueron inferiores a los de las elecciones anteriores. Esto podría
tener una explicación proveniente de la teoría de “las ventajas de los titulares” (in-
cumbents), más propia del ámbito legislativo y la cual sostiene que quienes están en
el poder poseen ventaja importante respecto a sus competidores, y reducen así los
niveles de competitividad y comprimen los niveles de participación. Al mismo tiem-
po, cuando todos los que van a competir por el asiento son “nuevos”, suele aumentar
la participación.
El caso de Chile evidencia con claridad los efectos de que el voto pase de obligato-
rio a voluntario, y sin registro automático, al incrementarse inmediatamente las tasas
de abstención16, como sucedió en las elecciones presidenciales de 2013. Con lo que se
comprueba la hipótesis de Lipjhart (2004), según la cual cuando no existe obligato-
riedad, la abstención crece.
Justamente de este debate que está muy latente en Chile, se desprenden dos ele-
mentos importantes de analizar en relación con el voto voluntario vs. obligatorio y
la participación electoral. En primer lugar, ¿son los votos anulados o no válidos un
indicador de participación? Según Macerras y Macallister (1999), el voto obligatorio
incrementa la cantidad de votos inválidos y las ventajas para los partidos de izquier-
da. Respecto a lo primero, en la tabla 9 (A) se puede apreciar que en los países donde
se producen los mayores niveles de votos anulados en las elecciones presidenciales
existe la obligatoriedad en la votación; sin embargo, la diferencia no es definitiva.
Del mismo modo, en la tabla 9 (B), relacionada con los votos inválidos correspon-
dientes a las elecciones legislativas, aunque se evidencia mayor variación, no se puede
determinar que la misma se deba al tipo de voto, pero sí correlaciona con los tipos
de países. También es difícil determinar qué porción de los votos nulos o inválidos
se corresponden al interés del votante de manifestar bronca o indignación contra el
sistema político o las opciones electorales que contienden, y qué porción simplemen-
te cometió un error involuntario en el procedimiento técnico de manifestación de la
voluntad, lo cual conllevaría a invalidarle su voto.
16
Es importante notar que si se calculara sobre el porcentaje de registrados el aumento de la
abstención sería aún mayor en relación con las elecciones anteriores.
40 |
En términos comparativos agregados, en los países de la OCDE los porcentajes de
votos anulados son inferiores al 3 %, mientras que en América Latina varían entre el
2% de Panamá en 2004 y el 26,40 % de las últimas elecciones en Colombia. El pro-
medio de votos nulos para elecciones legislativas en la región es superior al 13 % y
como se puede apreciar los porcentajes son también mayores a los de las elecciones
presidenciales. Esto puede estar asociado a que las fórmulas electorales y las tarjetas
para votar son más complejas en las elecciones legislativas que en las presidenciales,
donde simplemente se vota por un candidato. En cambio, en las parlamentarias se
combinan múltiples elementos del sistema electoral, del sistema de partidos y de la
relación partidos y sociedad que afectan la facilidad o dificultad de la votación, in-
flando las cifras de votos nulos. De igual modo, es probable que la diferencia entre los
países de la OCDE y de América Latina se pueda adjudicar a los niveles de educación
e información política que contienen los ciudadanos del sistema político de los pri-
meros versus los segundos, así como al “hábito” en relación con el voto de los países
donde la democracia lleva más años establecida.
Elecciones legislativas
En las elecciones legislativas se observa un alto nivel de disparidad entre los países
estudiados en sus promedios de participación electoral. Cuando se comparan los paí-
ses seleccionados de la OCDE con los de América Latina vs. Colombia se encuentra,
al igual que en las elecciones presidenciales, que Colombia tiene los niveles más bajos
de participación electoral (41,37 %) para las últimas tres elecciones. Perú continúa
siendo el país con mayores niveles de participación, promediando en la última déca-
da un 83,37 %. En un segundo grupo, Grecia, Panamá y Argentina tienen una pro-
medio del 75 %. Posteriormente, Reino Unido, Guatemala, Chile y Canadá alcanzan
niveles inferiores al 60 % y finalmente, Estados Unidos llega al 46,96 %, aunque tal
como se evidencia en la tabla 10 la asistencia a las urnas varía por más del 18 % según
42 |
las elecciones legislativas sean concurrentes con las presidenciales. Casualmente, en
2008 y 2012 los niveles de participación superaron el 55 %, mientras que en las elec-
ciones de medio término, se contrae al 37 %.
Tabla 10. Datos sobre participación electoral y abstención en las últimas tres
elecciones legislativas, países OCDE y América Latina
%
ELEC- % PAR-
PARTICI-
CIO- % ABS- TICIPA-
PACIÓN
NES TEN- CIÓN TOTAL REGISTRA-
PAÍS VAP POBLACIÓN ELEC-
PARLA- CIÓN ELEC- VOTOS DOS
TORAL
MEN- (VAP) TORAL
REGIS-
TARIAS VAP
TRADOS
Canadá 1 2011 46,21 53,79 14.720.580 27.368.468 34.030.589 23.971.740 61,41
Canadá 2 2008 46,41 53,59 13.929.093 25.993.117 33.212.696 23.401.064 59,52
Canadá 3 2006 41,61 58,39 14.815.680 25.374.410 32.805.041 22.812.683 64,94
Reino
2010 38,94 61,06 29.991.471 49.116.522 62.348.447 45.597.461 65,77
Unido 1
Reino
2005 41,68 58,32 27.148.510 46.554.470 60.270.708 44.245.939 61,36
Unido 2
Reino
2001 42,44 57,56 26.365.192 45.804.132 59.434.435 44.403.238 59,38
Unido 3
Estados
2012 45,38 54,62 131.590.825 240.926.957 312.780.968 193.653.908 67,95
Unidos 1
Estados
2010 61,54 38,46 90.682.968 235.809.266 308.282.053 218.054.301 41,59
Unidos 2
Estados
2008 42,55 57,45 122.586.293 213.382.000 303.824.640 190.461.401 64,36
Unidos 3
Estados
2006 62,68 37,32 82.121.411 220.043.054 298.444.215 172.805.006 47,52
Unidos 4
Grecia 2012 30,64 69,36 6.216.922 8.963.093 10.727.827 9.951.970 62,47
Grecia 2009 20,76 79,24 7.044.479 8.889.858 10.737.428 9.933.385 70,92
Grecia 2007 20,41 79,59 7.355.684 9.242.235 10.706.920 9.921.343 74,14
Perú 1 2011 12,59 87,41 16.701.619 19.106.922 29.248.943 19.949.915 83,72
Perú 2 2006 15,91 84,09 14.624.880 17.391.147 27.925.628 16.494.906 88,66
Perú 3 2001 21,39 78,61 12.128.669 15.429.603 26.076.958 14.906.233 81,37
Panamá 1 2009 29,47 70,53 1.547.733 2.194.590 3.360.474 2.209.555 70,05
Panamá 2 2004 20,34 79,66 1.524.976 1.914.265 2.960.784 1.999.553 76,27
Panamá 3 1999 23,93 76,07 1.326.663 1.744.041 2.808.935 1.746.989 75,69
Guatemala
2011 30,01 69,99 5.093.230 7.277.390 13.824.463 7.340.841 69,38
1
Guatemala
2007 42,81 57,19 3.621.582 6.332.646 12.728.111 5.990.029 60,49
2
Guatemala
2003 50,72 49,28 2.764.965 5.610.443 13.909.384 5.073.282 54,5
3
Chile 1 2013 50,7 49,3 6.691.041 13.573.088 16.572.475 13.573.088 49,3
Chile 2 2009 40,37 59,63 7.263.537 12.180.403 16.601.707 8.285.186 87,67
En la tabla 11, en los países cuya barra es de color azul, el voto es obligatorio. En
estos son significativamente mayores los niveles de participación y el registro es au-
tomático. En cambio, los países indicados con color rojo son aquellos donde el voto
es voluntario y consecuentemente la votación es menor. El caso de Chile presenta la
particularidad ya mencionada, respecto de la no renovación del padrón, y la obliga-
toriedad para los registrados en las elecciones previas, por lo que el tipo de voto no
motiva la participación como en los otros casos más arriba mencionados.
44 |
El principal resultado que arrojan los datos es que los países con voto obligatorio
acrecientan su participación electoral. Otros factores, como el hecho de si son par-
lamentarios o presidenciales, si las elecciones son concurrentes o en fechas separa-
das, o variables como la magnitud del distrito, entre otras, quedan inmediatamente
bloqueados por el régimen de obligatoriedad del voto. Así, Grecia, Argentina, Perú y
Panamá tienen niveles de votación superiores al 69%, mientras que los que no tienen
voto obligatorio no llegan a esa cifra.
En suma, las comparaciones realizadas entre Colombia y una muestra de países de
la OCDE y de América Latina permite concordar con la conclusión de Payne et al.
(2007, p. 281) de que la combinación entre el registro automático y el voto obligatorio
con sanciones ejecutables es el diseño institucional que favorece más la participación
electoral”. Más allá de la discusión jurídica o moral, el voto obligatorio posee efectos
igualitarios en el acceso al derecho político de elegir a los gobernantes.
Además, los niveles de participación son ligeramente superiores en las elecciones
presidenciales que en las legislativas. En aquellos países (Estados Unidos, Argentina)
donde las elecciones presidenciales coinciden parcialmente con las legislativas, en los
períodos que concurren, las legislativas tienen mayores niveles de participación que
cuando se producen las de medio término. En la misma dirección, en los países que
poseen las elecciones no concurrentes (Chile, Colombia) los niveles de votación son
más bajos para las legislativas que para las presidenciales.
La forma como se calcula la abstención es muy importante para no sacar conclu-
siones erradas sobre el fenómeno. Si se evalúa el nivel de participación en América
Latina según los electores empadronados, el porcentaje oscilaría en el 75 %, mientras
que si se calcula según la población en edad de votar, el porcentaje es menor. En
principio, la tendencia decreciente de la participación es no solo de la región latinoa-
mericana o de Colombia, sino mundial (Blais, 2012). Sin embargo, ello no pareciera
comportar un riesgo a la estabilidad de la democracia si se considera que en países
como los de la OCDE –con democracias supuestamente consolidadas– los índices de
participación electoral son mayores a los de varios países de la región.
Otra conclusión rotunda es que Colombia es el país con mayor nivel de abstención
de la región, tanto para las presidenciales como para las legislativas. Al mismo tiem-
po, en las últimas tres elecciones para ambos tipos de contiendas no ha habido gran
variación en los porcentajes de abstención. Solamente se destaca como dato signifi-
cativo el aumento en la participación electoral para el Senado en la última elección de
2010, pasando de promedios inferiores a 45 % para llegar ahora al 55 %.
| 47
De acuerdo con la Constitución, los belgas están en la obligación de asistir al pues-
to de votación, pero no votar. En ese sentido, para Marien (2007) el término ade-
cuado sería “participación obligatoria”, más que “voto obligatorio”. En ese sentido,
la Constitución establece que en Bélgica deben participar en la elección de los par-
lamentarios (para ambas Cámaras: Senado y Cámara de Representantes). Los otros
países con mayor tradición son Argentina, 1912; Australia, 1918; Luxemburgo, 1919;
Brasil, 1932; Uruguay, 1934; y Paraguay, 1940. En tanto que los otros adoptaron la
figura después de la segunda mitad del siglo XX, a saber: Bolivia y Ecuador, 1967;
Grecia, 1975; Perú, 1980; y México, 2012.
Edad para votar
La totalidad de los países establecen en sus constituciones o leyes que los electores
serán los ciudadanos que hayan cumplido 18 años de edad. En algunos casos la edad
sirve para establecer el voto voluntario; es decir, aquellas personas que tengan deter-
minada edad podrán escoger o no votar en las elecciones.
En Argentina, a partir de las elecciones de 2013, se estableció el voto optativo para
los jóvenes que tienen 16 o 17 años. Así mismo, el voto es voluntario para ciudadanos
mayores de 70 años. Brasil, por su parte, fue el primer país en adoptar el voto optativo
para los jóvenes entre 16 y 17 años de edad; es igualmente voluntario para quienes
se encuentren enfermos, fuera de sus hogares y funcionarios civiles y militares que
estando en servicio se les imposibilite votar; es facultativo para los mayores de setenta
años de edad y los analfabetos. En Ecuador, el gobierno de Rafael Correa promovió
una reforma que permite que los ecuatorianos entre 16 y 17 años de edad puedan
votar optativamente; así mismo, el voto es facultativo para los mayores de 65 años
de edad, los ecuatorianos que habitan en el exterior, y los integrantes de las Fuerzas
Armadas y Policía Nacional, y las personas con discapacidad. En Perú es obligatorio
votar hasta los 70 años de edad; los menores de 18, entre 16 y 17 años, pueden votar
siempre y cuando hagan parte de la categoría “jóvenes emancipados”, es decir, que
sean “aquellos que han obtenido plena capacidad de sus derechos civiles al haber
contraído matrimonio u obtenido un título superior, según lo dispuesto en los artí-
culos 42 y 46 del Código Civil”17.
Sanciones y exenciones
Tan solo cuatro países no establecen sanciones a los electores que no asistan a
las urnas (Costa Rica, Grecia, Honduras y México). Los demás países establecieron
sanciones por no votar, entre ellas, algunas son pecuniarias y las más extremas llevan
hasta la pérdida de los derechos para participar en procesos electorales. Veamos los
casos en América Latina.
17
Recuperado de http://www.eleccionesenperu.com/informacion-electoral-voto-obligatorio-voto-
facultativo-eleccionesperu-18.html
48 |
En Argentina se paga una multa entre los 50 y los 150 pesos. Adicionalmente no
puede ser designado para desempeñar funciones o empleos públicos (durante tres
años a partir de la fecha de la elección), ni realizar trámites ante organismos estatales,
provinciales, o de la ciudad autónoma de Buenos Aires o municipales18. En Bolivia,
no asistir a las urnas es una falta electoral que puede acarrear sanciones entre pecu-
niarias, trabajo social o arresto (conforme lo establezca el Tribunal Supremo Electo-
ral). En Brasil, si el votante no se justifica ante un juez electoral deberá pagar entre el
3 y el 10% del salario mínimo. Adicionalmente, si el no elector no aporta pruebas de
haber votado en las últimas elecciones, o no pagó las multas o no está justificado, este
no podrá participar en concursos para cargos públicos o prestar juramentos; recibir
sueldo, salario o ingreso de la función o empleo público o fundaciones gubernamen-
tales, corporaciones, institutos y sociedades de cualquier tipo, mantenido o subsidia-
do por el gobierno o que desarrollen servicio público delegado, correspondiente al
segundo mes después de la elección; participar de la competencia pública o adminis-
trativa de la Unión de los Estados, territorios, el Distrito Federal y los municipios o
las autoridades respectivas; obtener préstamos de las autoridades locales, de las so-
ciedades de economía mixta, cajas de ahorro federales o estatales, de los institutos o
cajas de la seguridad social, así como de cualquier entidad de crédito mantenida por
el gobierno, o de cuya administración este participe, y celebrar contratos con estas
entidades; obtener un pasaporte o documento de identidad; renovar la matrícula en
la educación oficial o supervisadas por el gobierno; practicar cualquier acto para el
cual se exija dar de baja del servicio militar o de impuesto sobre la renta. En Ecuador,
quien no sufrague tendrá una multa equivalente al 10% de la remuneración mensual
básica unificada. Se eximen de esta sanción quienes por mandato legal no pueden vo-
tar; quienes no pueden votar por motivos de salud o impedimento físico comproba-
do; quienes hayan sufrido calamidad doméstica grave el día de las elecciones o hasta
ocho días antes o quienes se ausenten o lleguen al país el día de las elecciones. En Pa-
raguay, las sanciones son pecuniarias, y se establece una multa equivalente de media
a un jornal mínimo. En Perú, se estableció una multa diferenciada de acuerdo con el
nivel de pobreza, la cual fluctúa entre el 0,5 % y 5 % de la UIT. En los distritos en los
que prima la calificación “no pobre”, la omisión a la votación se multa con un 2 % de
la UIT; en los distritos en los que prime la calificación “pobre no extremo”, la multa es
de 1 % de la UIT; en aquellos cuya calificación es “pobre extremo”, la multa equivale
a 0,55 % de la UIT. Serán dispensados del pago de la multa aquellos ciudadanos que
presenten una dispensa emitida por el Jurado Nacional de Elecciones, en caso de en-
fermedad, fallecimiento de familiar directo, incapacidad mental, robo o pérdida del
DNI, falla en el padrón electoral, desastres naturales y otros casos de fuerza mayor.
En Uruguay, se impone una multa equivalente al monto de una unidad reajustable la
primera vez, y de tres unidades reajustables por cada una de las siguientes. Adicio-
nalmente, se requiere exhibir la Credencial Cívica para la presentación de escritos de
18
Recuperado de http://www.argentinaelecciones.com/informacion-costo-multa-por-no-votar-28.html
19
Recuperado de http://www.aec.gov.au/faqs/voting_australia.htm
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multa de 5 a 10 euros para el primer delito. La multa por una segunda ofensa
es mayor. Entre 10 y 25 euros, y si un elector no va cuatro o más veces dentro
de un periodo de 15 años él o ella quedan excluidos del registro electoral, y
privados de sus derechos por diez años. Si el no votante es un servidor públi-
co, se le aplica también otro tipo de sanción: é o ella es descalificado para ser
promovidos
En Luxemburgo se utilizan las multas, las cuales de acuerdo con IDEA (2004) es-
tán en un rango entre 99 y 991 euros, para la primera vez que un elector decide no vo-
tar. En caso de reincidencia, dentro de los siguientes seis años la multa se incrementa.
Sin embargo, IDEA plantea que lo legal dista de la realidad, pues los no electores por
primera vez reciben una advertencia por la ofensa y si reinciden el caso pasa a un
tribunal. En Turquía las penalidades para 2007 fueron de 5 nuevas liras turcas (YTL
5), aunque “el estado prefiere no recoger las 5 Nuevas Liras Turcas de castigo ya que
cuesta mucho hacerlo”20.
En el caso colombiano, no existen sanciones. No obstante, desde 1997 la legisla-
ción electoral le apostó a generar incentivos positivos, a partir de los cuales, se invita
a que la ciudadanía intervenga en los procesos electorales, aunque como hemos visto,
a la luz de las tasas de abstención, estos incentivos no han sido lo suficientemente
atractivos para que la ciudadanía vote.
Entre los incentivos que estableció la Ley 403 de 1997, están:
1. Quien hubiere participado en las votaciones inmediatamente anteriores ten-
drá derecho a ser preferido, frente a quienes injustificadamente no lo hayan
hecho, en caso de igualdad de puntaje en los exámenes de ingreso a las insti-
tuciones públicas o privadas de educación superior.
2. Quien hubiere participado en las votaciones inmediatamente anteriores al re-
clutamiento en el servicio militar tendrá derecho a una rebaja de un (1) mes
en el tiempo de prestación de este servicio, cuando se trate de soldados bachi-
lleres o auxiliares de policía bachiller, y de dos (2) meses, cuando se trate de
soldados campesinos o soldados regulares.
3. Quien hubiere participado en la votación inmediatamente anterior tendrá de-
recho a ser preferido, frente a quienes injustificadamente no lo hubieren he-
cho, en caso de igualdad de puntaje en la lista de elegibles para un empleo de
carrera del Estado.
4. Quien hubiere ejercido el derecho al voto en la votación inmediatamente an-
terior tendrá derecho a ser preferido, frente a quienes injustificadamente no lo
20
Información tomada de http: //www.hurriyetdailynews.com /default.aspx? pageid=438&n=
compulsory-voting-but-no-fines-2007-07-21
c) Diez por ciento (10%) del valor a cancelar por duplicados de la cédula de ciu-
dadanía del segundo duplicado en adelante.
52 |
IV. Conclusiones: voto obligatorio e
implicaciones para el caso colombiano
Como se rescata a los largo del documento, la abstención electoral ha sido una ten-
dencia marcada históricamente. Al revisar los datos electorales desde 1978, se puede
identificar que la abstención electoral tanto en el nivel nacional como en el subna-
cional fluctúa entre el 40% y el 60%. Estas tasas tienden a ser altas en particular en
elecciones de cuerpos colegiados. De igual forma, se identificó cómo algunas refor-
mas introducidas por la Constitución de 1991 contribuyeron al incremento de los
niveles de partición electoral, aunque dicha tendencia se empezó a ver afectada en
los comicios desde 2002.
En ese orden, y con la consigna de disminuir las tasas de abstención electoral,
siempre ha estado presente el debate respecto a la implementación del voto obli-
gatorio en nuestro sistema político. Al respecto, Birch (2009) plantea que antes de
entrar en esta discusión institucional de implementar el voto obligatorio, se deberían
tener en cuenta tres reformas institucionales: la constitucionalización (el voto es un
deber legal, caso colombiano; sanciones colectivas (establecer umbrales para validar
el proceso electoral); incentivos al voto, caso colombiano. Como se puede observar,
dos de las reformas que plantea Birch (2009) se encuentran vigentes en el caso co-
lombiano; incluso, para el caso de sanciones colectivas se podría plantear que el voto
en blanco funcionaría como un mecanismo innovador. No obstante, dados los altos
porcentajes de abstención electoral en Colombia, después de cada periodo electoral
se plantea la necesidad de transitar hacia el voto obligatorio. En ese sentido, una po-
sible implementación del voto obligatorio invita a hacerse las siguientes preguntas:
¿cómo realizar el cambio? y ¿para qué promover una reforma que implemente el voto
obligatorio en Colombia? Veamos algunas posibles respuestas a estos interrogantes.
¿Cómo realizar el cambio? Si se quisiera implementar la obligatoriedad del voto
en Colombia, lo primero que se tendría que realizar es una reforma a la Constitución
(Artículo 258) y posteriormente reglamentar los cambios que de ella se deriven. Para
tal efecto, se tienen tres vías: por intermedio del Congreso, mediante el trámite de un
acto legislativo, o convocando a una asamblea constituyente o a un referendo, el cual
tendría que ser aprobado en las urnas.
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¿Para qué promover éste cambio? El voto obligatorio se promueve para disminuir
los altos niveles de abstención electoral que se dan en Colombia, los cuales tienden a
estar entre un 50 y un 60 %. De igual forma, sería un intento por modificar la cultura
política de los colombianos, en especial de los nuevos electores, y generar en ellos una
cultura del voto. Entre los planteamientos que resaltan los resultados que se lograrían
con la implementación del voto obligatorio, están:
• Igualdad en el voto. Todos votan, todos participan, todos exigen. El voto obli-
gatorio tiende a romper con el sesgo de clase, según el cual las personas de
mayores ingresos y mayor educación son propensos a votar más, por lo cual
sus intereses tienden a estar más o mejor representados que los de quienes no
participan.
• Legitimar la democracia representativa. Altas tasas de participación electoral
pueden crear una falsa idea de que la democracia se encuentra vigorosa y for-
talecida. Sin embargo, tras el desmonte del voto obligatorio en Chile, quedó
demostrado que los chilenos asistían a las urnas efectivamente por cumplir
con una obligación.
• Incentivos para el voto. En Colombia se estableció una serie de beneficios, o in-
centivos positivos, contenidos en la Ley 403 de 1997, con los cuales se propen-
dió a que los colombianos asistieran masivamente a los procesos electorales.
Con el voto obligatorio, se pasaría a tener un conjunto de incentivos negativos
para quienes no acudan a las urnas.
• Partidos políticos sólidos. Obligar a los ciudadanos a asistir a las urnas podría
contribuir a incrementar el número de adherentes a los partidos políticos,
pues los ciudadanos tendrían que identificar un partido que represente sus
posiciones y que, dada la obligatoriedad, les permita “sentirse” representados”.
Actualmente, cerca del 75 % de los colombianos declaran no simpatizar con
partido alguno (LAPOP, 2012).
• Voto obligatorio y voto en blanco. Contradiciendo el anterior punto, el voto
obligatorio en Colombia podría ser utilizado por quienes impulsan el voto en
blanco en una elección, lo cual tendría implicaciones políticas y para las finan-
zas del Estado, toda vez que el número de elecciones por repetir podría incre-
mentarse por que el voto en blanco superaría a los candidatos en contienda.
Por otra parte, en caso de no quererse instaurar el voto obligatorio por falta de
consenso político o social, resulta imperioso buscar alternativas innovadoras y efec-
tivas que permitan mejorar los niveles de participación electoral en Colombia. A
continuación se mencionarán algunas posibilidades, con la salvedad de que las re-
formas relacionadas con lo electoral requieren una revisión sistémica e integral del
fenómeno, y no solo “parches” por cada nuevo problema que surgen en las elecciones.
54 |
1. Revisar la confección de las tarjetas electorales de manera de hacer más senci-
llo al votante el proceso de emisión del voto. Por un lado, se tiene conocimien-
to de los estudios preliminares por implementar el voto electrónico en el país,
lo cual podría mejorar la materialización del voto de un grupo etario de la po-
blación, pero si se tiene presente que quienes votan en Colombia son en mayor
proporción personas que no necesariamente nacieron en la era digital o están
integradas a la misma, el voto electrónico podría constituir otro problema, y
no una solución. Por lo que, más allá del método de votación pareciera clave
que se aumentaran las campañas educativas hacia la ciudadanía en general.
Dentro de este ámbito, se recomienda estudiar la implementación de un pro-
grama de educación cívica en las escuelas medias públicas y privadas del país
para enfatizar la importancia de que los futuros ciudadanos estén informados
sobre la cosa pública (que afecta a todos) y de paso se estimule la participa-
ción política electoral. Este espacio constituiría el semillero de la democracia,
y dado que por la configuración demográfica de Colombia en las próximas
una gran cantidad de individuos se estarán sumando a la mayoría de edad,
el hecho de promover los valores democráticos y la cultura de la participa-
ción, pueden tener un impacto sólido -aunque más lento y progresivo- que
el mero establecimiento del voto obligatorio. En este sentido, los estudios ya
presentados concuerdan en que cuando los ciudadanos tienen altos niveles de
valoración hacia la democracia tienden a participar más en las elecciones. Por
otro lado, es menester reconocer la dificultad de hacer más sencillas las tarje-
tas electorales (especialmente las de las elecciones legislativas), cuando existe
la posibilidad de voto preferente o voto partidario, algo que no se encuentra
en otras legislaciones; así como con las elecciones para circunscripciones es-
peciales; o los cien espacios necesarios en el Senado. De tal manera de que
llegado el momento de una reforma electoral, se debiera bregar por estudiar
detalladamente los impactos en los cambios relativos al sistema electoral sobre
la abstención.
2. Otra reforma sería el aumento de los horarios dispuestos para votar. En la
actualidad en Colombia sólo se cuentan con 8 horas para emitir el sufragio.
En los demás países el tiempo supera las 10 horas. Evidentemente mientras
mayores sean los tiempos para votar, más personas podrían asistir (Nohlen et
al. 2007).
3. Continuando con cambios procedimentales en las elecciones, se podría au-
mentar la cantidad de establecimientos de votación, así como ubicarlos a dis-
tancias más cercanas a los participantes podría ayudar a reducir los costos de
votar.
4. En relación con el padrón electoral y su composición, otros países adjudican
documentos de identidad (cédulas) y permiten la inscripción (cuando no es
Las anteriores propuestas exigen igualmente un compromiso por parte de los par-
tidos políticos. Estos deben prever el uso : ciudadanos, Estado y partidos. En cuanto
a los partidos, es menester exigir la utilización, tal y como lo prevé la legislación de
partidos, de los recursos estatales en generar espacios de formación electoral, no sólo
para los militantes, sino también extender dichos espacios a la ciudadanía.
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