Revolución Industrial
Revolución Industrial
Revolución Industrial
En esta ocasión, la protagonista fue la máquina, la cual rompió viejas estructuras existentes. La
inserción de la máquina en los procesos de producción generó un nuevo sistema económico que
revolucionó la economía de la época, aumentando la producción a niveles nunca imaginados y al
comercio con él. Los cambios fueron tan profundos que incluso el trabajo de las personas se
transformó, convirtiéndose en una mercancía más.
No existe un año o una fecha exacta que identifique el inicio de la Revolución Industrial; sin
embargo, una referencia está en 1733, pues ese año apareció la primera máquina en la confección
de tejidos, conocida como la lanzadera, la cual puso en aprietos a los hiladores, quienes no daban
abasto para proporcionar los hilos que demandaban los tejedores, quienes encontrarían solución
en 1765 con la invención de la hiladora Jenny (nombre recibido en honor a la hija del inventor) que
en lugar de tener un huso como en el trabajo manual, contaba con ¡16.000 husos! Imagina cuál
sería su rendimiento, en relación con la producción que se hacía a mano.
Gracias a los desarrollos en la química y en otras ciencias como la metalurgia, apareció el acero, el
cual dio paso a máquinas más resistentes. Esto, a su vez, fue la base para la creación del barco a
vapor y los primeros ferrocarriles, que revolucionaron el transporte y las comunicaciones.
El término burgués surgió en los últimos años de la Edad Media y con él se hacía referencia a los
habitantes de las primeras ciudades llamadas burgos que resurgían gracias al desarrollo del
comercio.
Hay que recordar que con la caída del Imperio Romano y las invasiones bárbaras, las ciudades
fueron saqueadas y destruidas lo que conllevó a su lenta desaparición, siendo reemplazadas por la
vida en los castillos fortificados durante la Edad Media, como única expresión de vida urbana.
Al pasar los años, se reactivó el comercio, por medio de viajeros y algunas caravanas de
comerciantes que viajaban de castillo en castillo y entre los pueblos que sobrevivieron. En esos
largos trayectos se fueron construyendo caminos y en los lugares en donde estos se
entrecruzaban, fueron apareciendo posadas que poco a poco se convirtieron en poblados a los
cuales se les llamó burgos, habitados por artesanos, comerciantes y otros “hombres libres” a
quienes se les llamó burgueses.
Muchos historiadores y economistas coinciden en que la Revolución Industrial fue posible gracias
a las grandes cantidades de oro y plata que inundaron a Europa desde el siglo XVI, provenientes de
las diferentes colonias. Estas riquezas produjeron un aumento considerable en el consumo, en un
principio de artículos de lujo como ropa y, luego, en todos los productos que necesitaba la
sociedad. Al aumentar el consumo de mercancías, fue necesario aumentar la producción, pero fue
tan alta la demanda que los artesanos no daban abasto para transformar la materia prima en
artículos elaborados, por lo cual fue necesario inventar máquinas que facilitaran el trabajo y
multiplicaran la producción.
La incorporación de las máquinas al proceso productivo textil, por parte de Inglaterra, provocó
grandes cambios en las dinámicas de los antiguos talleres artesanales y en la tenencia y el uso de
la tierra de esta nación.
Recuerda que los artesanos estaban organizados en gremios, con los cuales reglamentaron la vida
y organización del taller. De esta manera, el oficio era heredado y la producción reglamentada
minuciosamente. En el taller sólo podían estar el maestro (dueño), el oficial o jornalero y el
aprendiz, quienes trabajaban bajo la mentalidad del precio justo y buena calidad. El maestro debía
garantizar las condiciones de vida del oficial y el aprendiz, es decir, proveerles alimento, techo y
vestido, en especial al aprendiz quien no ganaba salario, por lo general el aprendiz se convertía en
jornalero una vez terminaba su proceso de aprendizaje.
El otro lugar que sufrió transformaciones fue el campo. En Inglaterra, los grandes terratenientes
habían arrendado sus tierras a los campesinos e incluso algunos habían vendido parte de ellas
dando paso a la aparición de pequeños propietarios. Esto no significó que los grandes
terratenientes desaparecieran, sino que habían considerado que era más rentable arrendar sus
tierras, comprar los productos a los arrendatarios a bajo precio y luego venderlos en las ciudades.
Pero cuando aumentó la demanda de paños para la exportación, los grandes terratenientes
descubren un negocio que dará más ganancias: la ganadería lanar.
Con el surgimiento de las máquinas, los campesinos comienzan a ser desalojados de sus parcelas
(sean arrendatarios o propietarios) para dedicar el suelo a la cría de ovejas, en la cual se necesita
menos mano de obra y genera más ganancias que la agricultura. Los campesinos expulsados de
sus parcelas migraron a las ciudades a donde también estaban llegando ciento de familias de
artesanos que fracasaron ante la competencia de las fábricas de hilados.
- El primer paso fue el aumento de trabajadores, con lo que se rompió la relación solidaria e
incluso afectiva que existía entre el maestro, el oficial y el aprendiz, para dar paso a una
relación meramente salarial. La aparición de estas máquinas significó la desaparición del
antiguo taller.
- El tercer paso corresponde al surgimiento de máquinas cada vez más eficientes: después
de la lanzadera (1733) y la hiladora Jenny (1765) se crean otras máquinas como una a la
que le conoció como la “Mula” (1799), que mejoró la calidad de los hilos producidos por la
Jenny, y luego el telar mecánico (1785).
En este proceso hay otro elemento que fue fundamental: el aumento de la población en
Inglaterra. En los últimos cincuenta años del siglo XVI, comenzó a observarse un aumento
considerable en los nacimientos, que en lugar de detenerse debido a las guerras o a las nuevas
condiciones económicas, aumentaba.
Así mismo, las ciudades iban creciendo o los viejos pueblos se convertían en ciudades. De esta
forma, poblaciones de cinco mil habitantes se vieron multiplicados por 10 en un lapso de 30 o 40
años. Este aumento se debía no solo a la expulsión de los campesinos de sus tierras, sino también
a la explosión demográfica. Como era de esperarse muchos de estos pueblos no estaban listos
para la transformación, pues carecían de alcantarillado, de agua potable y de vías en buen estado.
Por esto, se presentaron serios problemas de salubridad y hacinamiento con casas amontonadas
en donde sobraban las enfermedades y la basura.
En la segunda fase de la Revolución Industrial aparece la gran producción y las ciudades con más
cien mil habitantes. Su responsable nuevamente será la máquina, pero ya no la anticuada Jenny
construida de madera, ni las que le precedieron que funcionaban impulsadas por agua, sino la
máquina de vapor, construida de hierro. Con la máquina a vapor, la fábrica ya no debía estar en las
orillas de los grandes ríos como ocurría con las máquinas movidas por energía hidráulica. En otras
palabras, la industria se independizó de la naturaleza, de ahora en adelante el capitalista decidirá
el lugar donde instalará su fábrica. La única condición que se debía tener para la instalación de la
fábrica, era que en la zona existiera carbón mineral a buen precio, lo cual abundaba en Inglaterra.
La inserción en la producción de la máquina a vapor generó aún más cambios en la sociedad de la
época, debido a la gran producción de la fábrica:
- Como consecuencia, desapareció el patrón que laboraba hombro a hombro con sus
trabajadores, para dar paso al gran burgués, no sólo dueño de un medio de producción
con el que gana mucho dinero, ahora convertido en gran comerciante duplicando sus
ganancias.
Al aumentar el comercio y la movilidad de las personas, los caminos se hicieron pocos y estrechos.
Por esto, el Parlamento inglés expidió cientos de decretos ordenando el arreglo y adecuación de
los caminos existentes que se transformaron en las primeras carreteras y la construcción de
muchas más, de esta manera, las mulas darán paso a las carretas.
Transporte marítimo
Sin embargo, las nuevas obras no fueron suficientes para poder sacar el alto volumen de
mercancías, pues el tránsito por los caminos era lento y en la época de invierno se hacían casi
intransitables. Se debió pensar entonces en una nueva vía de comunicación que fuera más rápida
y económica y entonces Inglaterra se vio llena de canales marítimos por donde antes se veían
estrechos ríos. Con la comunicación fluvial se redujo el tiempo de viaje y se aumentó la capacidad
de carga.
Pese a la construcción de gran cantidad de canales que intercomunicaban a todas las ciudades de
Inglaterra entre sí y con el exterior, la verdadera revolución vino a pasos agigantados con la
aparición primero del barco a vapor y luego con una
gran invención: el ferrocarril.
En pocos años, los canales y mares se vieron inundados de barcos a vapor, que si bien en un
principio en altamar eran más lentos que los de vela, garantizaban un viaje seguro y lo más
importante, ya no se dependía de los vientos.
Pese a la construcción de gran cantidad de canales que intercomunicaban a todas las ciudades de
Inglaterra entre sí y con el exterior, la verdadera revolución vino a pasos agigantados con la
aparición primero del barco a vapor y luego con una gran invención: el ferrocarril. En pocos años,
los canales y mares se vieron inundados de barcos a vapor, que si bien en un principio en altamar
eran más lentos que los de vela, garantizaban un viaje seguro y lo más importante, ya no se
dependía de los vientos.
El paso siguiente fue más asombroso, pues se fabricó el material de mayor resistencia que hasta
ahora hubiera existido: el acero, producto de aleaciones de hierro con vidrio y arena a unas
temperaturas sólo alcanzadas con los nuevos descubrimientos, y lo mejor, sin talar la madera que
Inglaterra necesitaba para su flota mercante.
El ferrocarril
Con la fabricación del acero surgieron los rieles metálicos que dieron paso, en principio, a
pequeños trenes de tracción animal, utilizados para el transporte de mercancías en trayectos
relativamente cortos. Es de recordar que el sistema de rieles se venía utilizando desde siglos atrás
en el trabajo de las minas, pero hechos era de madera, lo que hacía corta su durabilidad. Con los
rieles metálicos la movilidad no sólo fue mejor sino más segura y perdurable.
En 1812 apareció la locomotora, que terminó de revolucionar el transporte y las comunicaciones,
pues en tan sólo 20 años aparece el primer ferrocarril que unió dos grandes centros industriales,
con una locomotora que alcanzaba los 60 km por hora y que halaba más de cien toneladas de
peso. En pocos años, el ferrocarril estuvo en las principales ciudades de Europa y luego en los
Estados Unidos. Con el ferrocarril las principales naciones del mundo se vieron interconectadas
por miles de kilómetros de rieles, que algunos compararán con las venas y las arterias, siendo el
comercio el corazón de todas las operaciones.
El ferrocarril, el barco a vapor y las comunicaciones postales hicieron el mundo más pequeño,
reduciendo el tiempo de viaje de un lugar a otro y transportando gran cantidad de pasajeros y
carga en un solo viaje. Sin embargo, algunos se sentirán amenazados por el ferrocarril. Sus
principales enemigos, en un principio, fueron los dueños de las empresas de los viejos medios de
transporte, en especial de las diligencias que temían por su desaparición, luego fueron los
campesinos que vieron invadidos sus predios por el tren que escupía humo, a la misma que le
achacaron gran cantidad de enfermedades y plagas que atacaron en la época a personas y plantas.
De igual forma, muchos campesinos temieron por una baja en los precios de sus productos por la
facilidad de transporte lo que equivalía a competencia del exterior; todos estos temores
generaron gran resistencia en algunas partes de la población.
Algunos resultados
Las grandes fábricas, las monumentales ciudades, los miles de kilómetros de rieles y los cientos de
barcos a travesando ríos y océanos sumado a millones de toneladas de mercancías inundando
todos los rincones del mundo, fueron algunos los resultados más importantes de la Revolución
Industrial. En sólo cincuenta años el mundo había hecho las más grandes transformaciones de la
historia de la humanidad; por ejemplo, Inglaterra aumentó su población en un 25% y no pocas
ciudades habían duplicado, triplicado y cuadruplicado su población.
Se desarrollaron las ciudades que como se ha explicado tuvieron su origen en las grandes
industrias que atrajeron la población rural que había sido desalojada de los campos. El mundo se
hacía cada vez más pequeño gracias al ferrocarril, la navegación con barcos a vapor y la
telegrafía; con estos desarrollos la humanidad había entrado en una nueva etapa: en la era
contemporánea, en el capitalismo; ya nada sería igual, año tras año las transformaciones serán
más profundas.
El Capitalismo
La Revolución Industrial también transformó la economía, dando paso a un nuevo sistema: el
Capitalismo, que se centra en la acumulación de dinero o capital y es precisamente la fusión entre
la industria y el comercio la que generará más ganancias para la época.
Es tal la acumulación de riqueza que genera esta nueva actividad económica que obligó a la
libertad de comercio, producción, competencia y mano de obra, antes prohibida, generando, al
mismo tiempo, una nueva forma de ver el mundo y de relación entre las personas.
Recuerda que antes la riqueza estaba representada en grandes extensiones de tierra y los tesoros
acumulados eran depositados en cofres para mostrarlos y deslumbrar a los visitantes de confianza.
Con el desarrollo del capitalismo, la riqueza está representada en las fábricas, en las grandes
cantidades de mercancía para vender y la tierra destinada a la gran producción agrícola.
En esa medida, los tesoros solo son importantes en la medida en que sean utilizados en la
construcción de fábricas o usados en el comercio. En otras palabras, en el capitalismo se busca que
el dinero produzca más dinero. Esto significa que en este sistema, la acumulación de riqueza es
importante, pero no para guardarla, sino para invertirla y obtener más beneficios o ganancias. Con
el fortalecimiento del capitalismo, desapareció por completo el trueque, el préstamo sin interés, la
mercancía hecha a mano y a precio justo.
Proletariado: clase social formada por los obreros asalariados que no son los dueños de
los medios de producción, por lo que deben vender su fuerza de trabajo.