La Creativa Resistencia Del Pueblo Misak
La Creativa Resistencia Del Pueblo Misak
La Creativa Resistencia Del Pueblo Misak
“Lo que hemos sido, lo que somos y lo que seremos siempre” eso es cultura misak1
INTRODUCCIÓN
El pueblo misak, al igual que todos los pueblos y las comunidades indígenas, campesinas y
afro-raizales del suroccidente colombiano resisten hoy en medio de un complejo conjunto de
fenómenos de carácter ambiental, político, sociocultural y económico que de manera
diferenciada pero profunda los afectan. Algunos pueblos se encuentran en proceso de
extinción, fenómeno que infortunadamente sucede de muy diversas maneras alrededor del
mundo. Comprender mejor esa compleja situación, es un deber de solidaridad ineludible,
porque ya sabemos que todo cuanto afecte a la diversidad biocultural compromete la vida y
el bienestar no sólo de esos pueblos y comunidades sino de todas las especies y los
ecosistemas que sustentan la vida del planeta. Contribuir a una mejor comprensión de esa
compleja y dinámica realidad que además altera el clima y la calidad del ambiente, es el
propósito que anima el presente ensayo que en lo fundamental, se nutre de lo vivencialmente
aprendido con el pueblo misak, en el curso del acompañamiento solidario realizado
principalmente en las décadas de los años setenta y ochenta del siglo pasado, época en que
se produjo el inusitado resurgimiento de los pueblos indígenas y las comunidades afro-
raizales del suroccidente andino colombiano. Proceso que surgió alentado por una serie de
inesperados y sorprendentes fenómenos culturales y de movilización social que
transformaron la visión de la región a partir del reconocimiento de los pueblos indígenas que
la habitan.
Esa inusitada convergencia de fenómenos socioculturales comienza a desatarse desde
adentro con la publicación en 1969 de “Siervos de Dios y Amos de los Indios” de Víctor
Daniel Bonilla, investigación que tuvo enorme impacto social y político en el país y el
mundo, pero sobre todo en la región, sorprendida con una noticia inesperada, según la cual,
los misioneros católicos capuchinos protagonistas de la investigación, abandonaban el valle
1
La cita ha sido tomada del trabajo realizado para traducir al namtrick lengua madre del pueblo misak, los artículos de la
Constitución colombiana de 1991 relacionados con la diversidad biocultural. Traducción que luego se revirtió del namtrick al
castellano. Del equipo encabezado por Barbara Muelas hicieron parte Isidro Almendra. Luis Felipe Calambás, Jesús Antonio
Tumiñá. Misael Aranda y Julio Calambas. Con asesoría jurídica de Alvaro César Velasco Alvarez.
1
de Sibundoy, hecho que iba a modificar el sentido de la recuperación de la tierra que
emprendieron las comunidades indígenas del suroccidente andino en el marco de la reforma
agraria puesta en marcha por el gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966.1970) reforma
que ejecutada a través del Instituto Nacional de la Reforma Agraria INCORA y de la
Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC tuvo como objetivo estratégico
disolver el latifundio improductivo y promover la modernización del campo. Sin embargo,
la movilización campesina, promovida por la ANUC, coincide y se radicaliza con el apoyo
del vigoroso movimiento estudiantil de aquellos años que hizo suya la consigna “prohibido
prohibir” de Paris-68, la juventud se movilizaba convencida que la revolución cubana y los
demás procesos revolucionarios que avanzaban incontenibles, iban a transformar la sociedad
y mejorar el mundo. De ahí surgen muchos jóvenes activistas de izquierda que consideraban
fundamental el papel de los campesinos en el proceso de transformación social que se
convirtieron en activistas al interior del movimiento campesino. Y en medio de esa dinámica
social, se conoce la propuesta de Investigación Acción Participativa de Orlando Fals Borda
y el colectivo La Rosca2 que cualifica la producción social de conocimiento que, sin duda,
sirvió notablemente para valorar y reconocer la experiencia y el saber de los pueblos
indígenas y las comunidades raizales. Con esa visión, por ejemplo, se elaboraron los “mapas
parlantes”3 que permitieron, entre otras cosas, recuperar el legado y la trayectoria del
legendario líder indígena Manuel Quintín Lame. Y es en ese contexto que emerge el
movimiento indígena y se configura el Consejo Regional Indígena del Cauca.
Y al interior de esa dinámica social, un heterogéneo grupo, no confesional de activistas
tomando la solidaridad como principio ético de acción, se fue congregando a medida que se
realizaban iniciativas de apoyo, investigación, acción y reflexión hasta configurar a la
manera de una red, núcleos de solidarios en diferentes ciudades del país que, con su propia
iniciativa se encargaron de propiciar apoyo y reconocimiento a la lucha de los pueblos
indígenas. Esa práctica de acompañamiento respetuoso y cotidiano unida a específicos
acontecimientos de solidaridad, permitieron superar el dogmatismo producto de las férreas
ataduras ideológicas que impedían en ese entonces compartir para reconocer, conocer y
comprender sin adoctrinar, ruptura que fue surgiendo desde adentro conversando en la
intimidad de las cocinas o saliendo a caminar juntos, intercambio que generó confianza y
amistad para compartir relatos, saberes y emociones de donde emergió un ser-nosotros que
pudo construir una nueva visión de la región del sur-occidente colombiano .
Esa extraordinaria dinámica de sincronicidad superó los conceptos convencionales de
historia, memoria, espacio, tiempo y territorio creando un nuevo punto de partida, no sólo
para los pueblos indígenas y las comunidades afro-raizales, si no también para quienes como
mestizos participamos de esa inesperada, intercultural y fructífera expresión viva de
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La Rosca de Investigación y Acción Social fue el colectivo de intelectuales orgánicos conformado por Orlando Fals Borda, Víctor Daniel
Bonilla, Augusto Libreros y Gonzalo Castillo que impulsaron la investigación social participativa y militante con el propósito de generar
con la gente de base, el conocimiento necesario para transformar la sociedad al margen de los partidos, produjeron importantes
documentos en la década de los 70, en busca de un método de acción e investigación capaz de superar el neocolonialismo eurocéntrico
en la producción social de conocimiento.
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Mapas murales que representan fundamentales acontecimientos históricos de las luchas indígenas por la recuperación de sus territorios
ancestrales, elaborados por un colectivo de artistas solidarios con el propósito de exhibirlos en distintas comunidades para recuperar la
memoria y generar conversación. Trabajo realizado con apoyo de la Fundación Colombia Nuestra
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convergencia regional que permitió rescatar en el espejo de ancestrales y diversos territorios,
culturas y paisajes, la memoria de nuestro propio origen para poder por fin mirarnos sin
prejuicio y atrevernos a crear desde el sur una visión renovada del mundo y de la vida y
compartirla activamente con el pueblo de Colombia.
Visión para decir que la diversidad cultural nos constituye como seres sociales y rescatar esa
condición constitutiva de lo que significa ser colombiano que hasta entonces había sido
negada o ignorada en nombre del eurocéntrico y excluyente proyecto de estado-nación que
pretendía desde sus inicios disolver los pueblos originarios para integrarlos como incapaces
menores de edad a la civilización, desconociendo por completo el valor de sus lenguas,
saberes y creencias fundamento de sus culturas y territorios. Esa nueva visión se constituyó
en nuevo punto de partida para los pueblos indígenas del suroccidente andino colombiano.
Procesos de autoorganización coherentes con esa nueva manera de percibir, vivir y
comprender la historia, la naturaleza. la territorialidad y la cultura de la región surgieron
promoviendo un liberador modo de existir que nos permitió empezar a reconocer los
elementos estructurales más profundos de la realidad biocultural del trópico-andino donde
nacimos, pero que sistemáticamente habían sido ignorados por la educación, las instituciones
y por el conjunto de las prácticas sociales creadas a lo largo del tortuoso proceso colonialista
de construcción de estado a partir de la destrucción de la diversidad biocultural de la nación
colombiana.
Ese fenómeno de sincronicidad emergente que se produjo alrededor del reconocimiento de
la diversidad cultural no tardó en propiciar acciones, debates y conversaciones que le dieron
sustento creativo, a la movilización social, durante veinte años. Período en el cual, el sur-
occidente redefinió su estructura a partir de la recuperación de tierras, conocimientos y
memorias que hicieron visibles las territorialidades que lo conformaban. En consecuencia,
nuevas visiones de la sociedad, la política, el derecho y el territorio emergieron construidas
con base en el reconocimiento de la diversidad cultural. Una renovada manera de vivir la
región trataba de consolidarse. Visión que fue madurando durante esos veinte años de lucha
hasta lograr que la diversidad biocultural fuera reconocida formalmente como característica
fundamental del nuevo proyecto de estado-nación contenido en la Constitución colombiana
de 1991.
Hacer memoria del acontecer de aquel entonces en los tiempos que corren, evitando hacer
juicios de valor, pero sin renunciar a la crítica, es un ejercicio que puede ser útil, no solo para
comprender mejor su legado cultural, político y jurídico. sino también para mirar su grado
de pertinencia en el presente a partir de los hechos, procesos, conflictos y circunstancias que
configuran el contexto actual que, sin duda es alarmante. La naturaleza, el estado, la
democracia, la política y la ética se degradan bajo el perverso impacto de una sociedad adicta
al consumo y en consecuencia atrapada en el mercado-global-local. legal e ilegal, tangible e
intangible de mercancías e ideas alienantes que dan sustento a la mortalmente prospera y
degradante economía nacional-global que mediante el eficaz y sofisticado modo de control
supraestatal que ha diseñado genera la crisis de sustentabilidad ética y ambiental que nos
degrada sin que nos demos cuenta.
3
Por todo lo anterior, pienso que, la diversidad biocultural que ha sido, a pesar de todo,
sustento de la vida y la cultura del sur-occidente andino colombiano, tiene que ser conceptual
y operativamente el referente fundamental del análisis y la acción política y organizativa, si
es que, realmente deseamos transformar de manera pacífica y creativa nuestra manera de
percibir, organizar, vivir y luchar. Hacerlo es, sin duda, el inaplazable y vital desafío de
nuestro tiempo.
En tal sentido, una reflexión ligada al presente, animada por la memoria del resurgimiento
de los pueblos y comunidades raizales, tendría que convertirse en un quehacer estratégico
destinado fortalecer los procesos germinales de auto-organización que, desde el cotidiano
vivir se están construyendo en distintos lugares de la región, práctica indispensable para
sentipensar y aprender acompañando al ritmo del diario acontecer, la compleja realidad
regional, porque el compartir íntimo y respetuoso es indispensable para conversar,
reflexionar e investigar y de ese modo amasar la palabra, el pensamiento y las decisiones que
el proceso demanda. Esa sería, en mi sentir, la mejor forma de resistir y aprender
orgánicamente a crear o recrear relaciones comunitarias con la madre tierra, única manera de
fortalecer la convivencia activa, duradera y solidaria en defensa de la vida de nuestra región.
Es preciso entonces, cambiar la forma de hacer y de pensar para superar la arraigada
costumbre de promover la reivindicación social a partir del esquema convencional derivado
de conjugar de forma negativa el verbo tener, que reproduce esa arcaica y paternalista
relación de conflictiva y eterna dependencia del estado y las instituciones. Esa relación que
siempre fluctúa entre la confrontación y el acuerdo termina por perpetuar y legitimar
acciones y políticas que fragmentan territorios y disuelven comunidades para imponer un
miserable modo mecánico-mercantil-materialista de existir. Modo que parte de identificar
los derechos fundamentales con las “necesidades básicas insatisfechas” esquema que han
impuesto deliberadamente, las instituciones del estado para volver estructural la miseria.
Relación paternalista que genera una endémica y estéril forma de conflicto que termina por
propiciar la formación de débiles, pero numerosas clientelas mendicantes que legitiman
poderes opresores y hacen imposible la vigencia real de los derechos ecológicos y
ambientales, sin los cuales, la vida y los demás derechos humanos fundamentales se tornan
ilusorios.
La reivindicación social centrada en el verbo tener atrapada entre la confrontación y el
acuerdo, consolida la precariedad organizativa y la pobreza estructural haciendo que el
jurídicamente denominado “ estado de cosas inconstitucional”4 se vuelva insuperable, con lo
cual se consolida una cultura producto de unas maneras de ser y de vivir que empobrecen
material, mental y espiritualmente a la sociedad entera, haciendo que, la política se degrade
tornándose incapaz de generar procesos de auténtica reivindicación de la vida humana y no
humana, con lo cual, diversas formas de violencia emergen, se vuelven endémicas y
reproducen el miedo, la desconfianza y un profundo malestar en la vida cotidiana. Es claro
que ese círculo vicioso favorece estratégicamente al estado y sus instituciones, porque de
4
La jurisprudencia constitucional ha establecido que tal estado de cosas se configura cuando se consolida una violación masiva,
generalizada y estructural de los derechos sociales de tal magnitud que se configura una realidad antijurídica contraria a los principios y
a los derechos fundamentales de la Constitución colombiana de 1991..
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antemano se sabe que la protesta social, luego de exaltadas y en ocasiones violentas acciones
y controversias terminará por favorecer la única alternativa posible que consiste en suscribir
acuerdos, a sabiendas que no se cumplirán y que, agotado el término pactado el proceso de
confrontación volverá a comenzar para terminar en un nuevo acuerdo y así se perpetuará, sin
término definido esa precaria forma de reivindicación social. Entrampamiento fatal, que no
deja tiempo para reflexionar con autonomía y creatividad sobre el conjunto de relaciones
vitales que sustentan la cultura y la naturaleza en los diversos territorios y localidades, es
decir que se bloquea la capacidad innovadora que han tenido siempre las diversas
comunidades raizales para recrear su pensamiento y sus formas de organización comunitaria
fundamento de sus territorios y culturas, es decir que, pierden capacidad de reinventarse en
función de la protección de la naturaleza de la que orgánicamente hacen parte. .
Además esa forma predominante de lucha social, se sustenta con argumentos e
interpretaciones exógenas, es decir que omite darle contenidos específicos, propios y
diferenciados a los derechos que emanan de la diversidad biocultural, con lo cual se impide
la participación libre, autónoma, consciente e informada de las comunidades raizales,
condición absolutamente indispensable para reivindicar y promover prácticas sociales
eficaces destinadas a garantizar que la diversidad biocultural pueda recrearse, renovarse y
permanecer. De ese modo, no será posible contener la disolución de los pueblos y
comunidades que configuran la diversidad biocultural. En la región y en el país se reduce,
cada día, el mapa de las territorialidades comunitarias vivas. Proceso que avanza a medida
que se consolidan prácticas sociales que homogenizan el paisaje natural y humano en
beneficio del mercado global mediante la promoción del monocultivo, por definición
incompatible con la diversidad biocultural fuente de la vida.
La visión crítica antes expuesta, sirve de contexto y referencia para valorar el pensamiento y
la acción del pueblo misak a través de su propia historia de resistencia y lucha en los últimos
años. Reflexión que se nutre de la cosmovisión ancestral que le ha permitido, transformarse
para permanecer enfrentando grandes desafíos, manera de obrar para resistir, de la que
vivencialmente he podido en varias ocasiones ser testigo. El pueblo misak, en mi sentir, ha
demostrado, en distintos momentos de su historia reciente que “el orden nace del caos”
cuando en la práctica del diario existir se protege y fecunda la semilla de la sabiduría ancestral
que nutre la vida en comunidad con la tierra.
IDENTIDAD, PENSAMIENTO Y CARÁCTER DEL PUEBLO MISAK
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nasa, campesina y mestiza de su entorno, de esa forma con respeto, creatividad, valor y
dignidad ha podido enfrentar el entorno hostil creado por la sociedad colonialista y
excluyente que, en lo fundamental y a pesar de las apariencias aún pervive.
Fundamental para ganarse el respeto de los demás ha sido, su activa y productiva presencia
en la vida cotidiana de la región, forma presencial de resistencia gracias a la cual el pueblo
misak habla bien el español y entiende bastante el nasa-yuwe. La fluidez para relacionarse
sin disolverse en ese complejo entorno multicultural constituye una de las fundamentales
características del pueblo misak. Sorprende, por ejemplo, cómo han logrado sin retraerse
mantener viva su propia lengua y su propio atuendo diferenciándose clara, pacífica y
dignamente interactuando en el mundo mestizo dominado por los prejuicios racistas
impuestos por los blancos. Han conservado, por ejemplo, el sombrero tradicional
tampalkuari como en su lengua lo llaman, tejido formado por una larga cinta que se despliega
en espiral desde el centro, sombrero que, el taita Abelino Dagua explica es la imagen espiral
del tiempo que nunca se desconecta del origen, los mayores enseñan con la espiral tejida en
el sombrero a leer la historia en la que, de acuerdo con su visión del mundo y de la sociedad,
todas las cosas y los acontecimientos están interconectados. La espiral cuando se recorre de
regreso al centro conduce al origen del tiempo y del espacio que siempre está presente, de
acuerdo a su concepción no lineal del mundo y de la vida. Y llevarla bordada en el sombrero
cubriendo su cabeza es un acto de pacífica identidad y digna presencia. Fluidez, dignidad,
sabiduría, respeto y sutileza en el trato con los otros define, en mi sentir, el pensamiento, la
personalidad y el carácter del pueblo .
Las relaciones de convivencia con los campesinos de distinto origen y procedencia, son
prueba del reconocimiento y mutuo apoyo construidos desde los tiempos del terraje,
reconocimiento que se materializa en las pequeñas fincas guambianas que se encuentran
ubicadas en distintas veredas campesinas de varios de los municipios del centro del Cauca.
La vida campesina, siempre la han sentido como propia y es fundamento de la convivencia
intercultural que se realiza con base en el cultivo de la tierra que le ha proporcionado el
alimento a Popayán durante mucho tiempo. Commented [BCR1]: No es claro el sentido de esta
oración. Por favor, revisar escritura. Tal vez se pueda dejar:
Con el pueblo nasa han sido, durante largos períodos aliados en la lucha contra el terraje “con razón se dice que estos campesinos alimentaron a
mediante la recuperación de la tierra de sus ancestros, alianza de gran importancia en la época Popayán durante…”.
del resurgimiento de los años 70, tiempo en el que las comunidades de los pueblos misak y
nasa de los resguardos de Guambía y Jámbalo sentaron las bases de lo que fue la más
fructífera alianza de los pueblos indígenas del suroccidente en la historia reciente como se
puede apreciar en el siguiente relato:
“En las décadas de los años setenta y ochenta, en toda Colombia, los campesinos lucharon por la
tierra y lograron rescatar su dignidad, recuperando importantes latifundios de manos de
terratenientes. Los Indígenas atraídos por la misma necesidad, en el curso de esa lucha fueron
encontrando que esa tierra guardaba la memoria de su origen y con ello la esencia de la sabiduría
ancestral de sus culturas, semilla de otra manera de ser, de hablar, de existir y de pertenecer a la
madre tierra. La lucha entonces pasó de ser, por un pedazo de tierra, para ir más allá y “recuperar
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la tierra para recuperarlo todo”: identidad, cultura y territorio, y de ese modo luchar para no
desaparecer como pueblos y culturas diferentes de la faz de la Tierra5.
El pueblo misak ha podido reinventarse gracias a su firme carácter forjado aprendiendo a convivir
activamente, sin renunciar a su propia identidad que vive y se recrea gracias a su concepción no lineal
del tiempo, la historia y la sociedad, concepción que conecta todas las cosas incluida su propia
identidad.
EL DERECHO MAYOR EN LA LUCHA DEL PUEBLO MISAK
Los dos enunciados fundamentales para comprender el derecho del pueblo misak dicen así:
“recuperar la tierra para recuperarlo todo” para “no desaparecer de la faz de la Tierra” unidos
los dos enunciados conectan deber, hacer y finalidad y, aluden a sus valores esenciales:
identidad, comunidad, fecundidad y territorio que dan cuenta del espíritu que alienta al
pueblo misak. Enunciados que en el año 1980 llevaron al pueblo misak a proclamar
solemnemente su derecho a compartir en igualdad como pueblo autónomo y diferente su
existencia con los demás pueblos del mundo. El acto de proclamación tuvo lugar en el
corazón de su territorio ancestral, muy cerca de la emblemática hacienda de las Mercedes
que no obstante ser parte de su territorio, estaba en posesión de una conocida y poderosa
familia de la región. La proclamación tuvo las características propias de un acto de
renacimiento fundacional. La ceremonia bilingüe fue inaugurada por un coro de niños que
entonaron el himno de Colombia primero en namtrik su lengua madre y luego en castellano.
A continuación, las autoridades tradicionales del Cabildo ante la nutrida presencia de su
pueblo, de delegaciones de organizaciones sociales, de personas solidarias y periodistas de
los principales medios de la región, presentaron el escudo y la bandera, dos nuevas insignias
de lucha, símbolos de su renovada presencia. Terminada esa emotiva y simbólica
presentación, se proclamó el derecho mayor del pueblo misak con la lectura del Manifiesto
Guambiano: Ibe Namuiguen y Ñimmerea y Gucha que en su lengua. se dice MAYAELO
palabra de origen que “nace de la tierra y la comunidad” derecho originario que significa
“esta tierra de nosotros con gobierno propio es de ustedes también” locución que equivale a
decir, lo nuestro lo gobernamos por y para nosotros en beneficio de todos, puesto que, el
derecho mayor se proclamó para proteger la diversidad, fuente del más preciado de los bienes
comunes, la Vida , bien que no admite ninguna exclusión y cuidarla entonces, es un derecho
y un deber que compartimos todos.
Años más tarde en 1993, el espíritu del derecho mayor del pueblo misak emergió de nuevo
cuando un grupo de personas sabedoras muy reconocidas por el pueblo misak, coordinado
por Barbara Muelas, tradujo al namtrick los artículos de la Constitución de 1991que protegen
la diversidad biocultural de Colombia. Una vez terminada la versión en namtrick, en el curso
de una fecunda reunión evaluativa, se consideró que sería útil realizar la traducción de la
versión en namtrick al castellano para que el sentido y la interpretación realizada con base en
el derecho mayor, fundamento del pensamiento jurídico del pueblo misak, pudiera valorarse
5
Cita tomada de un texto personal inédito.
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y divulgarse. A manera de ejemplo, veamos cómo se tradujo del namtrick al castellano el
artículo 63 que en castellano consigna lo siguiente:
“Los bienes de uso público, los parques naturales, las tierras comunales de grupos étnicos, las
tierras de resguardo, el patrimonio arqueológico de la Nación y los demás bienes que determine la
ley, son inalienables, imprescriptibles e inembargables”.
Sin duda el principio de origen del derecho mayor que “nace de la tierra y la comunidad”
está presente en el bellísimo texto anterior que vincula ética, estética y cognitivamente el
contenido del texto en castellano haciendo que las ideas y las palabras pasen por el corazón
y lleguen sentidas a la mente, transformando sin tergiversar el texto tan fría y técnicamente
expuesto en el artículo 63 de la Constitución colombiana.
El derecho mayor proclamado hace ya casi cuarenta años abrió el camino para la
recuperación no sólo de la tierra sino también de la autoridad tradicional, el territorio, la
lengua y la cultura de todos los pueblos indígenas de Colombia. La recuperación de la
hacienda de las Mercedes, enclavada en el corazón del territorio ancestral del pueblo misak,
realizada en ejercicio del derecho mayor, fue determinante para el reconocimiento de esos
derechos y valores ancestrales por parte del estado y la sociedad colombiana. Las
consecuencias de esa recuperación, además, transformaron el orden jurídico del país hasta
nuestros días.
El elevado valor simbólico que la tierra de la hacienda de las Mercedes tenía en el mapa
mental del territorio ancestral del pueblo misak, ligado al deber que la proclamación del
derecho mayor le imponía hizo ineludible la obligación de enfrentar a los pretendidos dueños
que pertenecían a la elite del poder económico y político de la región, la hacienda más alá de
su valor económico, era símbolo muy importante de su poder. Cada diciembre allí se
celebraba un concurrido y ostentoso festejo del que participaban algunos de los toreros más
famosos del mundo que, como aún es costumbre, cada fin de año, hacen presencia en la
tradicional Feria de Cali. Recuperar la tierra de la hacienda no era entonces tarea fácil,
algunos la consideraban imposible, en primer lugar, porque estaba destinada a la cría de toros
de lidia, aunque realmente, el obstáculo jurídico más grande consistía en que de acuerdo a la
ley agraria, la hacienda tenía la categoría de “adecuadamente explotada” condición que
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Traducción del namtrick al castellano realizada luego de haber traducido del castellano al namtrick los artículos de la
Constitución relacionados con la diversidad cultural y natural. coordinado por Barbará Muelas con Isidro Almendra. Luis Felipe
Calambás, Jesús Antonio Tumiñá. Misael Aranda y Julio Calambas. Con asesoría jurídica de Alvaro César Velasco Alvarez.
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automáticamente la ponía por fuera de cualquier iniciativa de Reforma Agraria, es decir que
de acuerdo a la ley era imposible su recuperación.
Sin embargo, la proclamación del derecho mayor le imponía al pueblo misak la obligación
irrenunciable de recuperar la tierra para recuperarlo todo, empezando por ese emblemático
lugar de su territorio para dejar sentado que lo ancestral, no se puede comprar ni vender. Dos
concepciones del derecho se enfrentaban: la del derecho mayor que tendría que ejercerlo el
pueblo misak recuperando su tierra ancestral, solo que hacerlo era desconocer la ley agraria
que consideraba inalienable al derecho de propiedad privada consagrado en la Constitución
que los pretendidos propietarios de las Mercedes exhibían, según el cual, el derecho mayor,
no podía consolidarse en esa tierra, no obstante que hiciera parte del ancestral territorio del
pueblo misak. Lo novedoso fue que esa controversia jurídica no la resolvieron, en primera
instancia los jueces porque fue el pueblo misak, encabezado por el Cabildo de Guambia,
animado por la profunda convicción de estar ejerciendo su derecho “a no desaparecer de la
faz de la tierra” el que tomó la decisión de recuperar las Mercedes. Y así sucedió pocos días
después de la solemne proclamación de su derecho mayor, en julio de 1980 miles de personas
entre hombres y mujeres jóvenes y mayores, recuperaron la hacienda.7
La masiva recuperación, para algunos resultaba difícil de entender porque asumían que
recuperar la tierra, tiene por objeto recuperar el medio de producción vital para la subsistencia
de las familias que viven de laborarla y, visto así, el que miles de personas recuperaran
alrededor de mil hectáreas, es obvio que carecía de sentido. Solo cuando se entiende como el
legítimo e irrenunciable derecho vital de un pueblo raizal, orgánicamente unido a su tierra,
la recuperación adquiere plena validez como deber ineludible de un pueblo que no está
dispuesto a “desaparecer de la faz de la tierra”. Derecho indispensable además para poder
reconstruir la relación íntima y ancestral entre la comunidad y su tierra, para restaurar la
fecundidad de su territorio ancestral y su cultura, siguiendo la huella y la memoria de sus
antepasados, es decir, de los que pasaron antes, construyendo el camino del pueblo misak.
Con la recuperación de las Mercedes el pueblo misak le mostró al mundo la decidida voluntad
que lo asiste de luchar para permanecer renovando siempre su ancestral cultura anclada a la
memoria viva de su territorio.
La proclamación del derecho mayor seguida de la contundente masiva recuperación de las
Mercedes tuvo un formidable impacto en la región y en muchos otros lugares del país. La
solidaridad creció, miles de personas mediante una carta abierta solicitaron del Gobierno que
reconociera el derecho del pueblo misak a la tierra recuperada8. El impacto creado por la
proclamación, la recuperación y la solidaridad hicieron que, por su propia iniciativa, quienes
se proclamaban dueños de las Mercedes la ofrecieran al INCORA para que en el marco de
los programas de reforma agraria se le entregara a los indígenas. Sin duda los pretendidos
dueños pensaron que, por primera vez la correlación de fuerzas no les era favorable y que era
más lo que podían perder si optaban por la represión, entonces, como buenos burgueses
7
Hoy se conoce como Santiago de Guambía, sede de la Casa Museo de la Cultura y de la Misak-Universidad
8
Los solidarios, recaudaron apoyo y reconocimiento de muchos colombianos artistas, políticos, periodistas, académicos y gentes del
común que suscribieron una declaración que reconocía el derecho de los pueblos indígenas a ser y permanecer como pueblos y culturas
diferentes, sin dejar de ser colombianos. “La solidaridad había dejado de ser ciega” (Nuestro camino de lucha 1981),
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prefirieron negociar un bien que mucho estimaban pero que, no era ni de lejos el mejor de
sus activos.
Agotada la negociación, la hacienda debía ser entregada por el Incora al pueblo misak para
que se pudiera adelantar bajo su tutela, los bien determinados programas de reforma agraria
que adelantaba el Instituto. Pero las cosas no fueron así, cuando formalmente el Instituto
pretendió presentar su plan de uso y manejo conforme a lo dispuesto en la ley agraria y sobre
esa base entregar la tierra, las autoridades tradicionales del Cabildo le informaron a los
funcionarios del Instituto de la Reforma Agraria que, siendo la tierra, parte del territorio
ancestral del pueblo misak ahora bajo la autoridad del Cabildo de Guambía su manejo se
haría solo de acuerdo al principio que inspira su derecho mayor y en consecuencia, la misma
comunidad guiada por su Cabildo Mayor asumiría el gobierno de la tierra recuperada.
El gobierno entonces obrando con prudencia, optó por acudir ante la Sala de Consulta del
Consejo de Estado. máximo Tribunal encargado de garantizar la legalidad en los asuntos que
relacionan a las personas con la Administración Pública. Concretamente el gobierno acudió
para solicitar que una vez estudiado el asunto se le orientara acerca del manejo que, conforme
al ordenamiento jurídico habría que darle a esa controversia que sobre la relación de los
indígenas con el estado no tenía antecedentes en la historia de Colombia.
Al poco tiempo ese Tribunal a través de la Sala de Consulta 9 produjo una muy novedosa y
justa providencia según la cual, La Ley 89 de 1890, había que interpretarla, superando el
sentido colonialista con que fue creada para obrar y decidir conforme a los postulados del
derecho de los pueblos y en consecuencia garantizar a los pueblos indígenas y sus
instituciones el derecho a ser tratados conforme al principio de igualdad ante la ley. El
Gobierno entonces no solo podía, sino que debía obrar jurídicamente y autorizar la entrega
de la hacienda a cargo del Incora al Cabildo Indígena de Guambía del pueblo misak,
considerando que conforme al derecho de igualdad ante la ley, los Cabildos Indígenas siendo
instituciones de Derecho Público forman parte de la Organización Administrativa del Estado
y ejercen su competencia dentro de la jurisdicción de sus Resguardos. Esa importante
decisión por primera vez, en la historia de Colombia abrió el camino para que los Cabildos
como entidades de derecho público pudieran asumir sin restricciones colonialistas la
administración de sus territorios. El Cabildo de Guambía fue el primero en recibir del
Instituto de Reforma Agraria la tierra recuperada para que, con autonomía de acuerdo a sus
usos y costumbres, las autoridades tradicionales asumieran la administración de la tierra
recuperada como parte de su territorio ancestral. Había pues triunfado el derecho mayor y
esa providencia cambiaría desde entonces formalmente la relación de los pueblos indígenas
con el estado.
La recuperación de las Mercedes transformó la relación colonialista que durante siglos había
sometido cabildos, comunidades y resguardos a la tutela de autoridades, clérigos y
9
El magistrado Humberto Mora Osejo miembro de la Sala de Consulta del Consejo de Estado fue el autor de la
ponencia que acogieron los otros magistrados de la Sala para tomar la decisión que trazo el rumbo para el posterior
reconocimiento de los derechos de las comunidades indígenas y afro-raizales del país, derechos fundamentales
para la protección de la biodiversidad y los ecosistemas estratégicos sustento de la vida.
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gamonales quedando abolida para siempre la abominable misión de “reducir a los indios a
la vida civilizada”. Ahora y desde que se consolidó la recuperación de las Mercedes, los
Cabildos ejercen el gobierno como instituciones de derecho público en pie de igualdad con
las otras entidades del estado. Y los resguardos desde entonces hasta hoy, se reconocen como
relictos de territorios ancestrales de los pueblos indígenas gobernados con autonomía por
sus respectivas autoridades tradicionales conforme a sus usos y costumbres. Es decir, los
resguardos dejaron de ser instituciones temporales habitadas por indígenas, hasta que
cumplida la misión civilizatoria pudieran disolverse. Desde entonces son instituciones para
que en ejercicio de sus derechos ancestrales los pueblos indígenas puedan recrear sus
territorios y culturas. Con base en esa nueva concepción del resguardo y de la autoridad
tradicional indígena se crearon los grandes resguardos amazónicos desde antes de entrar en
vigencia la Constitución de 1991. El derecho mayor ejercido por el pueblo misak guiado por
sus autoridades tradicionales, había derrotado de forma contundente el colonialismo que
imperaba amparado maliciosamente por las leyes de la República y al hacerlo creo las
condiciones para el resurgimiento de todos los pueblos indígenas y en consecuencia, también
para la protección y defensa de la diversidad biocultural de Colombia.
DE LA TERRITORIALIDAD ANCESTRAL Y EL SENTIDO DEL RESURGIMIENTO
Comprender que configuran su ancestral concepción del mundo el sentido y significado que
tiene la territorialidad ancestral solo fue posible, a medida que en la mente de los propios
indígenas comenzó poco a poco a resurgir esa ancestral concepción de su territorialidad.
Primero, su memoria comenzó a reactivarse al interior del vigoroso movimiento campesino
de los años 70 del siglo pasado, movimiento que con la consigna “la tierra para el que la
trabaja” logró movilizar a los campesinos de todo el país agrupados en la Asociación
Nacional de Usuarios Campesinos, de la que, en principio los pueblos indígenas del
suroccidente participaron activamente, reconociendo en ellos su condición de campesinos,
como ha quedado consignado en la cartilla del CRIC número uno que dice así: “Los paeces,
guambianos, coconucos y demás indígenas del Cauca vivimos en las montañas, haciendas y
resguardos. Somos campesinos”10. Mas tarde, con la recuperación y el libre contacto con su
tierra ancestral se iban a generar procesos de recuperación de la memoria que guardan sus
territorios en relación con elementos vitales, espirituales y cognitivos que configuran su
ancestral concepción del mundo, fenómeno sorprendente e inesperado que, paulatinamente
cargaba de renovado sentido su propia territorialidad. La tierra como si fuera un espejo, les
permitía reconocerse a sí mismos para afirmar su identidad. Las autoridades del pueblo misak
lo sintieron diciendo que “el pensamiento propio” había vuelto a florecer para “no ser
quitados de la tierra”. Commented [BCR2]: ¿Aquí se hace referencia al planeta
Tierra? De no ser así, debe dejarse con inicial minúscula.
Los recorridos de reconocimiento de la tierra recuperada avivaron de manera sorprendente
la memoria de los mayores cuya existencia y pensamiento siempre han estado
entrañablemente ligados a la tierra y al paisaje natural y cultural de su entorno. En ocasiones
la memoria florecía marcada por símbolos grabados en grandes piedras ubicadas entre
volcanes, páramos, ríos, lagunas considerados ancestralmente como sitios sagrados. Los
10
Cartilla del CRIC # 1, capítulo “Somos Campesinos páginas1 a 4. Febrero de 1973.
11
caminantes que conversaban entretejían mental y vivencialmente el territorio al ritmo en que
los grandes relatos contados por los mayores entrelazaban: tierra, cielo, gente, flora y fauna
creando una viva y renovada visión de la territorialidad ancestral. Extraordinario era sentir y
percibir que los elementos de la naturaleza están relacionados y guardan información que
alimenta la sabiduría ancestral anclada en legendarias historias y relatos míticos que pasan
por sitios, territorios y lugares que cumplen una importante función en la reproducción del
entramado de la vida, razón por la cual se consideran sagrados, como según la tradición lo
son los páramos, las grandes montañas y lagunas. Los recorridos que avivaban la memoria
de los ancianos cuestionaban vivencialmente la concepción dominante que considera el
territorio como una superficie donde se ejerce el poder de acuerdo a determinadas normas
escritas y demarcado por límites arbitrarios que fragmentan pueblos, ríos, montañas y
ecosistemas. Esa dinámica de aprendizaje, emocionante, sensible y creativa, hizo posible
comprender que para el conocimiento ancestral los territorios son entramados vivos de
naturaleza y cultura que permiten comprender de forma viva la relación pasado-presente que
alienta la memoria de la cultura de los pueblos y las raizales.
DE LA RELACION MATRICIAL DE LA CULTURA MISAK
Entre los misak existe una emblemática historia de lucha cotidiana que permite comprender
la relación básica que genera el entramado vivo de naturaleza y cultura constitutivo de la
territorialidad ancestral del pueblo misak. La comunidad de familias protagonista de esa
reveladora historia, ocurrida varios años antes del proceso de resurgimiento de los años 70
vivía sometida a la servidumbre del terraje en la hacienda San Fernando, predio que ocupaba
parte de la tierra del Gran Chimán área sagrada del resguardo de Guambía, nombre derivado
de wampia palabra que deviene de wan lengua y pi gente, es decir que, el resguardo de
Guambía, de acuerdo a ese ancestral significado, vendría a ser, la casa de la gente que conoce
y maneja el lenguaje del agua, y el Gran Chimán, territorio o la morada sagrada de su gran
espíritu protector. De ahí que la gente misak se reconozca como descendiente del agua.
Las familias sometidas a la servidumbre del terraje en la hacienda San Fernando estaban
obligadas a trabajar todos los días exclusivamente para el hacendado que sólo les permitía
cultivar pequeñas parcelas de sustento, aunque también un porcentaje de sus frutos debía ser
entregado al hacendado. Sin embargo, a pesar de la opresión, las familias nunca perdieron
los lazos de fraternidad comunitaria, por el contrario, para resistir, los cultivaban
mentalmente conversando en torno del fogón, según se cuenta, con el propósito irrenunciable
de recuperar el manejo tradicional de su tierra que el terraje impuesto por la hacienda lo
impedía. Cultivar conforma a la tradición, usos y costumbres, sólo es posible propiciando el
acoplamiento de la energía femenina de la tierra con la masculina que aporta el trabajo
comunitario. Acoplamiento que genera fecundidad en la tierra, la naturaleza y la cultura.
Fecundidad que sobre todo era necesario recuperar, para que la vida y la cultura en el
territorio sagrado del Gran Chimán pudieran volver a florecer. Había entonces que liberar su
parte femenina, la misma que se expande desde el lado izquierdo del río Piendamó bajando,
para formar un área que, por varios años había caído bajo el dominio de quienes se
reclamaban propietarios, entre los cuales se contaba el pretendido dueño de la hacienda San
Fernando. Al mismo tiempo, era necesario liberar la comunidad del terraje y de tal modo
12
aportar mediante las tradicionales labores comunitarias la energía masculina necesaria para
propiciar el acoplamiento y volver a fecundar el territorio del Gran Chiman . Acoplamiento
que según el pensamiento misak requiere del agua fuente y origen de la lengua y la cultura
del pueblo misak. En el agua, según esa tradición confluyen las dos formas de energía de
modo que, los ríos pueden ser preponderantemente de naturaleza femenina o masculina. El
río Piendamó que atraviesa el territorio misak del Gran Chimán es femenino y el río Cacique,
uno de sus afluentes, es masculino, en su lengua es llamado Maropi, que quiere decir el
engendrador (Vasco 1987 a 1989).
En los primeros años de la década de los años 60, los mayores de las familias de la hacienda
San Fernando, decididos a terminar con las relaciones de terraje decidieron aceptar el apoyo
de la organización católica Acción Cultural Popular11 para poder obtener un préstamo de la
Caja Agraria y comprar la hacienda. Lo interesante es señalar que, no lo hicieron para
parcelarla en pequeñas fincas de propiedad privada, eso habría significado disolver la
comunidad y renunciar a recuperar la fecundidad biocultural de su tierra y su cultura. Sin
embargo, para liberar a las familias del terraje y cumplir al mismo tiempo con las cuotas
destinadas a pagar el crédito, optaron por constituir en 1963 la cooperativa Las Delicias, pero
sin renunciar a restaurar la relación de acoplamiento orgánico entre la comunidad y la tierra.
No obstante, para pagar el crédito tuvieron que aceptar y resistir una nueva forma de terraje;
ya que a las familias les tocaba trabajar cuatro días a la semana sin remuneración para poder
pagar las cuotas a la Caja Agraria. En realidad, según lo relatan, habían caído en un nuevo
terraje, trabajando para un nuevo patrón, la Caja Agraria, como mayordomo la cooperativa
y los socios como los nuevos terrajeros”12. Sin embargo, no se rindieron y en 1971 los
obstinados socios comuneros-terrajeros de la cooperativa pudieron obtener del Instituto
Colombiano de la Reforma Agraria (Incora), un nuevo préstamo con un interés anual del Commented [BCR3]: No claro el papel de esta oración en
2 % menor que el 8 % de la Caja Agraria, pequeño alivio para las esforzadas familias de Las el párrafo. La mención a la Reforma Agraria queda
desvinculada del resto del párrafo, y dos líneas más
Delicias; pero, como era de esperar, el Incora, como acreedor y nuevo patrón, comenzó a dar adelante se vuelve a mencionar el Incora. Tal vez este
instrucciones para organizar la cooperativa y capacitar a los socios a fin de garantizar el pago fragmento se pueda suprimir para mayor claridad.
de la deuda. Nuevo patrón, nuevas ideas, nuevo terraje, es decir que la necesidad de recuperar
la tierra para restaurar la relación de acoplamiento fecundo de la comunidad con la tierra base
de su territorialidad ancestral no había podido realizarse. Solo en 1980 con la recuperación
de las Mercedes cuando se pudo recuperar la autoridad del Cabildo de Guambía para
gobernar de manera autónoma el territorio ancestral de su resguardo, por fin, la tierra y la
comunidad se liberaron y sólo entonces el acoplamiento fecundo necesario para renacer se
hacía posible. Conviene señalar que las familias Calambás, Tunubalá, Muelas, Morales, para
citar algunas de la cooperativa de Las Delicias, participaron luego de manera activa y
destacada en la emblemática recuperación de las Mercedes y en el movimiento indígena de
resurgimiento de la diversidad biocultural que para liberar la tierra y las comunidades tuvo
sus mayores logros entre los años 70 y 90 del siglo pasado
11
Acción Cultural Popular -ACPO- organización que fue creada en 1947 por el cura José Joaquín Salcedo en Sutatenza Boyacá para
promover educación integral cristiana a comunidades campesinas.
12
Cartilla, Las Delicias, quince años de experiencia. 1978.ínedita.
13
Conviene del relato anterior, resaltar dos cosas: Primero: un hecho de gran importancia, para
comprender la lucha de resistencia del pueblo misak y de muchos otros pueblos raizales del
mundo, es que el terraje o las formas equivalentes de opresión planteadas en nuestro relato,
no pudieron disolver las relaciones que la constituyen la comunidad y le dan sentido, vida,
razón y fundamento a la resistencia del pueblo misak y a la de muchas otras las culturas
ancestrales del mundo. Circunstancia que permite afirmar a manera de corolario que, cuando
las relaciones comunitarias se agotan o se disuelven, las culturas ancestrales se extinguen. Y
un segundo hecho, igualmente persistente refiere la forma como el modo de producción
dominante somete y explota mediante nuevas relaciones de terraje a la población campesina,
incluidos los indígenas. Nueva relación de terraje que resulta cuando indígenas o campesinos
tienen que pagar con trabajo rutinario y alienante, aparentemente libre, la tributación que
directa o indirectamente se les impone de tal modo que disuelven las relaciones y el sentido
de comunidad, fenómeno que además esteriliza la relación con la tierra, y degrada las culturas
indígenas o campesinas, el ejemplo más evidente lo ofrece el monocultivo campesino. Claro
que el patrón ya no existe, ahora todo se canaliza en beneficio del capital, ya sea el cultivo
de uso lícito o ilícito. El lícito lo ampara y promueve el estado, el ilícito lo combate, pero en
ambos casos, el capital financiero recauda los beneficios. ¿Acaso las enormes ganancias que
se derivan de los cultivos de uso ilícito no favorecen en última instancia al capital financiero?
en mi sentir, siempre el dinero termina su largo recorrido lavándose hasta llegar a los grandes
bancos que hoy, controlan el financiamiento del mundo, se trata de un hecho evidente.
Y lo anterior ocurre bajo la tutela y el control del estado realmente existente. Tutela que
realiza en beneficio del gran capital, con base en la protección que le brinda al derecho de
propiedad que de hecho se ha convertido en “derecho fundamental” no obstante, su carácter
contaminante, excluyente y agresivo, es decir que goza de una “seguridad jurídica”
proporcional a los alcances que se plantean respecto del objetivo inamovible de promover el
desarrollo y asegurar el monopolio del poder, la riqueza y el conocimiento. Control que
ideológicamente se propaga haciendo que en toda la gente se incube el “ánimo de señor y
dueño”13que mueve y promueve el crecimiento de la devoradora sociedad de consumo que
degrada las relaciones de convivencia y erosiona todas las formas de vida comunitaria
empezando por la familia. Las consecuencias éticas de ese estado de cosas son devastadoras,
porque rompen los vínculos que sustentan la vida de todos los seres vivos humanos y no
humanos y en ese contexto, la disolución de los sistemas de organización comunitaria propia
de los pueblos raizales avanza rápidamente, tendencia que, si apreciamos la vida del planeta,
del que somos parte, es preciso contener construyendo maneras solidarias en la vida cotidiana
que permitan crear o recrear las relaciones comunitarias que protejan la vida y la cultura de
esa perniciosa tendencia.
ACTIVOS DE LA CULTURA MISAK PARA LA RESISTENCIA
La fuente o el activo sociocultural más importante que congrega todos los demás bienes
tangibles e intangibles necesarios para mantener y recrear la territorialidad y la resistencia
13
El artículo 762 del código civil define la posesión con esa proposición axiomática que indica el modo de ejercer el derecho de
propiedad o de adquirirlo,
14
pacífica del pueblo misak, se encuentra en el sentido evolutivo y dinámico de su concepción
ancestral del mundo, de la sociedad y de la vida. El taita Abelino Dagua ya lo ha dicho: “todas
las cosas y los acontecimientos están interconectados” solo cabe agregar que la interconexión
ocurre, en medio del continuo e incierto movimiento en que se juega la permanencia de la
vida y la cultura. Concepción ancestral de la realidad que se comprende
mejor, cuando se descubre y explora el sentido y significado de la doble
espiral, símbolo del permanente fluir para permanecer, es decir, que
alude al arte de vivir. Arte que consiste en saber balancear la acción de envolverse
mentalmente en el acontecer de la vida cotidiana sin perder la conexión con el
principio de origen y reproducción de la vida y la cultura para desenvolverse y
afrontar los retos del presente. David Bohm, uno de los físicos cuánticos más
importantes de nuestro tiempo, refiriéndose a la relación pasado-presente, dice lo
siguiente:
“Si todo fuera completamente nuevo no habría nada que perdurara. Por lo tanto, se trata de
un movimiento dialéctico en el que ambos vectores son necesarios: creatividad y estabilidad,
el momento presente creativo y el pasado relativamente fijado. Con inteligencia, no
deberíamos querer ignorar el pasado ni tampoco estar atrapados en él”14
14
Renée Weber, “Diálogos con científicos y sabios, capítulo 5, La creatividad: el sello de la naturaleza, pag.132, Barcelona, La Liebre de
Marzo, 2004
15
luego hacer todo lo que haya que hacer, ya sea sembrar, cosechar, cuidar la tierra, los árboles,
el agua y estar atentos para sentir, oír y ver todo lo que pasa, hasta cuando ya el sol se aleja
envuelto entre las nubes y entonces contentos aunque un poco cansados, regresamos a la
casa para sentarnos alrededor del fogón con la mujer y los hijos a comer, conversar, recordar
para después envolvernos a soñar y dormir, hasta cuando los gallos anuncian un nuevo
amanecer a veces soleado, a veces lluvioso y entonces de nuevo volver a comenzar. Todo
fue dicho con un atractivo lenguaje narrativo, sencillo, cotidiano y sabio. Ese es el lenguaje
que constituye el ser misak, que logramos entender después de conversar entre quienes lo
habíamos escuchado repasando la forma como aquel hombre mayor narraba el acontecer de
su existencia íntimamente acoplada al ritmo de la naturaleza, de las plantas y los animales
que con el tiempo fluye, retorna y permanece siempre del mismo modo, aunque nunca igual.
Fluye como parece hacerlo la doble espiral cuando uno la mira y la recorre, pero mejor, como
realmente lo hizo el vivo, sencillo y sabio relato que generosamente aquel hombre misak nos
brindó ese ya remoto día, relato que después de tanto tiempo ha vuelto a mi memoria para
volverlo a vivir.
La espiral que mucha gente misak lleva en el tampalkuari su tradicional sombreo tejida en la
cabeza, que como dice el taita Abelino siempre se recorre en ambos sentidos “como es el
tiempo, así es la historia (…) como un caracol que camina”. Y así, en espiral de ida y vuelta Commented [A5]: Se debe indicar el número de página
se despliega el lenguaje ancestral: oral, cotidiano y vivencial que se pronuncia conectando el
acontecer del presente con la memoria del origen mediante relatos, metáforas o alegorías
que promueven un intercambio fluido, amable y creativo de sentimientos, pensamientos y
palabras, cargados de información y de energía que hacen sentir y vivir una experiencia en
el aquí y ahora, conversando que es como se recrean los lazos comunitarios de la identidad
compartida. Lenguaje analógico y solidario que conecta y recrea las relaciones que hacen del
vivir y del pensar un arte comunitario. Humberto Maturana lo ha planteado bien cuando dice: Commented [A6]: ¿Cuál es la referencia de Maturana?
Por favor suministrar todos los datos bibliográficos para
“En el pensar analógico sistémico la acción surge como un acto creativo […] llamo poético a este poder construirla.
modo de mirar, hablar y pensar. El pensar poético no se detiene en las relaciones locales, conecta,
y es, por lo tanto, esencialmente comprensivo. De ahí su carácter metafórico que invita a pensar y
relacionar lo que se parece pero que no es lo mismo […] o lo que ocurre de otra manera pero que
es igual”. Commented [BCR7]: Indicar el número de página de la
que se toma la cita.
El territorio ancestral se comparte como un entramado dinámico que vive, es decir que, se
envuelve y desenvuelve continuamente como todo ser viviente. Dumer Mamián lo ha captado
claramente en su quehacer solidario cuando dice: “más que un espacio físico, el territorio se
concibe y se vive como un ser-acontecimiento cultural, dechado condensado de memoria en
movimiento”. La territorialidad ancestral entonces, se vive participando de un campo
relacional vivo producto del intercambio que orgánicamente se realiza en el acontecer
cotidiano mediante el acoplamiento de la naturaleza con la comunidad en ese quehacer
continuo de volver las semillas a la tierra para que con su energía fecundadas aseguren el
renacimiento permanente de la naturaleza y de su cultura raizal. Todo germina en el vientre
húmedo y oscuro de la tierra madre cuando la luz del sol, el aire y las nubes la fecundan. De
igual manera el saber y la energía del trabajo comunitario fecundan la tierra y la cultura para
proporcionar alimento, sabiduría, salud y afecto, valores tangibles e intangibles que generan
16
concordia entre la gente. Acción de intercambio fecundo que fluye, se desenvuelve, florece
y da fruto dejando en la semilla la memoria que asegura el renacimiento natural y cultural de
una manera de ser y de vivir.
La doble espiral representa el orgánico e inestable equilibrio en que discurren la vida y la
cultura, equilibro que es preciso cuidar y cultivar para que renovándose se mantenga. Única
manera de resistir el riesgo de disolución. La doble espiral, como símbolo y artefacto creado
para pensar sin desconectarse de la memoria primordial le sirve al pueblo misak para que sin
perder identidad fluya y se renueve. Manera de pensar que concibe la identidad individual y
comunitaria como un acontecimiento bio-cultural dinámico que, simultáneamente la hace
cambiante y permanente, única e irrepetible, como es la vida de todo ser viviente. La doble
espiral, como la banda de Moebius, es una cinta sin fin que mantiene su forma en continuo
movimiento de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro. Del mismo modo que el
intercambio orgánico y permanente entre la tierra y la comunidad sustenta la resistencia, el
cambio y la permanencia de la identidad y la cultura de todo pueblo raizal, de tal modo que,
si esa relación se rompe y no se recompone, la existencia del pueblo misak será poco menos
que imposible.
EL DESAFIO DEL PRESENTE
17
territorios, ecosistemas, asentamientos y ciudades configuran la región si se la asume como
expresión de la territorialidad viva y milenaria que orgánicamente conectada le proporciona
sustento vital al conjunto de pueblos y comunidades de la región. Y en esas condiciones de
contexto, no es suficiente tratar de impedir la destrucción del entorno bio-físico evitando el
uso agresivo, estéril y excluyente de la tierra, el agua, el aire o las fuentes de energía.Tan
importante propósito, estará condenado al fracaso sino se crean o se restauran las condiciones
sociales bio-culturales de cooperación interdependiente y de convivencia que hacen posible
la autonomía. Comprendido así el desafío exige promover la solidaridad y el mutuo
reconocimiento para la acción efectiva y afectiva que promueva la producción del
conocimiento que la crítica situación de la región demanda. Es imperativo para todos
nosotros darle mayor alcance y contenido en nuestro quehacer cotidiano al principio ético
del derecho mayor, reconociendo que la obligación vital que tenemos es “Recuperar la Tierra
para recuperarlo Todo”. Las dos mayúsculas puestas en la Tierra y en el Todo recalcan que
el desafío que debemos enfrentar no admite exclusiones ni parcelaciones derivadas del
antropocéntrico y excluyente derecho de propiedad que es el mayor generador de violencia.
Enfrentar el desafío, antes señalado con el pueblo misak para hacer realidad la consigna de
“Recuperar la Tierra para recuperarlo Todo” requiere, fundamentalmente de crear y
consolidar relaciones interculturales, personales y organizativas de solidaridad, entorno de
cada uno de los procesos germinales de resistencia que cabildos y familias del pueblo misak
están construyendo en distintos lugares del país ubicados dentro y fuera de la región del
suroccidente andino. Tarea que con la guía de las autoridades tradicionales del pueblo misak
se promueve y adelanta desde hace algunos años, y que comenzó con la decisión de adquirir
tierras en el Cauca y en distintas regiones del país, para enfrentar los problemas que se
derivaron luego de haber culminado la recuperación de la tierra ancestral de sus resguardos.
Nueva tierra donde pudieran renacer nuevas comunidades misak recreando el saber, los
valores y el sentido comunitario de su cultura ancestral. Complejo problema que supone
recrear el sentido y el mapa de su territorialidad para darle sustento al proceso de reinventarse
como pueblo originario, en el contexto actual y permanecer creando relaciones de respeto y
convivencia con los demás, pero sin renunciar a su concepción comunitaria del mundo y de
la vida. Y con la finalidad de avanzar, orientar y darle coherencia a esa audaz iniciativa se
creó Nunachak, organización que congrega al conjunto de los cabildos y comunidades
germinales del pueblo misak que se están construyendo en diferentes regiones de Colombia.
En el último congreso Nunachak celebrado en el resguardo de La María, se reiteró por parte
de las autoridades de los diferentes cabildos participantes, el propósito inquebrantable de
recrear en los diferentes lugares donde se encuentran, el sentido comunitario de su existencia
que nace de la relación de convivencia y acoplamiento con la nueva tierra para que se
consolide como sustento de su identidad, su lengua y su cultura. Se trata de procesos de
autogestión y autoorganización que bajo la orientación de los cabildos se realizan tratando
de acoplarse al diferente entorno sociocultural en el que cada nueva comunidad se encuentra.
Procesos que conforme a los informes presentados se comparten con jóvenes parejas
campesinas y en algunos casos con familias desplazadas de distinto origen.
18
El proceso que Nunachak adelanta con el propósito de construir nuevas comunidades
acopladas orgánicamente a la tierra en los muy diversos contextos regionales, es alentador,
de acuerdo a lo planteado por los cabildantes hombres y mujeres en su congreso reciente, no
obstante, la diversidad de contextos y condiciones en las que sus labores se realizan. No es
lo mismo adaptarse y crear comunidad en Mosquera área de influencia directa de Bogotá,
que, en los llanos orientales de Arauca, en el Caquetá o en otros lugares del mismo Cauca;
sin embargo, por la vitalidad y el compromiso con que se expresaron, los diferentes cabildos,
se puede decir que. a pesar de las dificultades se tienen logros y se avanza con optimismo y
convicción. El ambiente de reconocimiento mutuo con que celebraron y compartieron
logros, experiencias y problemas, de igual manera es un indicador de fortaleza. Y para cerrar,
intervino el taita Javier Calambás, sus palabras cargadas de humor y sabiduría hicieron
hincapié en que la fortaleza de los guambianos está en hablar su lengua y llevar su atuendo
tradicional como símbolo de resistencia en todas partes; palabras dichas por un insigne
luchador, fundador de la cooperativa Las Delicias, del CRIC y artífice de la unión entre
Jambaló y Guambía que fortaleció la alianza de los pueblos nasa y misak en la lucha por la
recuperación de la tierra. El evento nos hizo sentir que Nunachak es un fecundo camino que
el pueblo misak construye de manera cotidiana para no perder su identidad compartiendo
experiencias y saberes en regiones y con gentes que no conocían, pero con las que en el
quehacer cotidiano trabajando, se apoyan y se reconocen construyendo comunidad. Camino
que requiere del acompañamiento solidario para reconocer, conocer, compartir y aprender a
crear comunidades y territorios en defensa de la diversidad biológica y cultural de nuestro
país, es decir en defensa del sustento irremplazable de la vida. Nunachak se está configurando
entonces, como un proceso estratégico de autoorganización que se realiza creando lazos
comunitarios de solidaridad y respeto buscando acoplarse al entorno socio-natural
circundante, práctica que los está llevando a ser en la vida cotidiana auténticos promotores
activos de la convivencia en un país que tanto lo necesita.
RECONOCER PARA VIVIR , CONOCER y RESISTIR
19
antepasados que permanece simbólicamente representado en la doble espiral, artefacto que
se usa para pensar y abrir caminos para reinventarse, fluir y permanecer.
Los solidarios con ese proceso de construcción de comunidades orientado por cabildos misak,
podríamos aprender también a reinventarnos nosotros mismos porque lo necesitamos, y de
eso sabemos poco. Lo necesitamos para salir del laberinto de sangre en que nos encontramos
desde hace tiempo perdidos, desconectados, sin poder comprender la diversa, maravillosa y
compleja realidad andino-tropical donde existimos, ignorancia que nos impide participar y
nutrirnos material y mentalmente de esa espléndida realidad. De modo que, para salir del
laberinto, es preciso comenzar por reconocer y aprender de la tierra que pisamos y de las
diversas comunidades de seres vivos que la habitan y en el curso de esa experiencia vivencial
adquirir la ética, la estética y el conocimiento para construir la cultura del cuidado que con
urgencia necesita el mundo.
Reconocer desde el intercambio solidario en íntima y acoplada convivencia aprendiendo de
la diversidad biocultural y defendiendo, en el quehacer cotidiano, los derechos comunitarios
de la naturaleza y de la gente. Única manera, en mi sentir, de contener el avance del gran
capital que, contando con la incondicional protección del estado, pretende disolver territorios
y comunidades para apropiarse del suelo y el subsuelo, comprometiendo la vida de humanos
y no humanos en todas las regiones de nuestro país y del mundo.
La estrategia misak de salir en busca de los otros para enfrentar el desafío que nuestro tiempo
es una decisión que, en mi sentir, reúne sabiduría, creatividad y coraje. Reinventar una cultura
raizal comunitaria por fuera del territorio ancestral requiere esas tres cosas. Coraje para
asumir con fortaleza y convicción los riesgos que se derivan de un proceso de aprendizaje,
difícil pero necesario que exige creatividad porque la experiencia anterior no basta para
enfrentar la violencia y el caos imperante, y sabiduría porque, ser con los otros, reconocerse
con los otros, para convivir y ser uno con los otros, es algo que todos deberíamos aprender.
En esa atractiva y valerosa decisión misak destinada a reinventarse, siento que hace
resonancia el poético sentir de Octavio Paz cuando dice: “Para que pueda ser, he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me
dan plena existencia”.
Haciendo memoria pude comprender mejor lo determinante que fue para el resurgimiento
del suroccidente de hace medio siglo, la decisión de salir a caminar por todo el país en busca
de la gente, ir a saludarla y reconocerla en el ámbito de su quehacer cotidiano, experiencia
que resultó ser una a determinante para los pueblos indígenas, ser reconocidos con su propia
voz, en boca de sus autoridades tradicionales. Vale la pena recordarlo:
Corría el 14 de noviembre de 1980 cuando desde los páramos que circundan el nevado de
Chiles en la frontera con el Ecuador, arrancó la marcha de gobernadores indígenas del
suroccidente encabezada por las autoridades tradicionales del pueblo de los pastos, en todas
partes y a medida que la marcha avanzaba los caminantes fuimos recibidos con simpatía y
solidaridad. La versión libre que se presenta a continuación, compuesta con apartes de una
crónica de la marcha, ofrece una muestra, en mi sentir, significativa que, transluce las
20
emociones, aprendizajes, reflexiones y transformaciones que produjo el acto solidario de
reconocer15 para ser reconocidos.
“En Timbío un hermoso “reconocimiento al derecho de los indígenas” leído por el cura párroco,
produjo amistosas emociones entre la gente que salió a recibir la marcha y para los indígenas fue una
grata sorpresa de gran aliento. En Popayán (…) participamos juntos en varios actos en la Casa
Sindical y en la Universidad del Cauca (…) en el Tambo, se realizó en el Teatro del Pueblo el
encuentro con los campesinos (…) nuevas experiencias de reconocimiento se dieron en cada colegio
o fábrica (…). Al llegar a Puerto Tejada todo el pueblo de las comunidades negras del norte del
Cauca estaba en la calle para recibirnos en la plaza principal donde nos esperaban, uno de sus líderes
comentó que ninguna persona había reunido tanta gente (…) y un indígena dijo con emoción:
“mientras los enemigos de los indígenas nos persiguen y matan acá nos recibe la gente negra con
aplausos, música y canciones para nosotros es la felicidad es el mejor reconocimiento de nuestra
lucha” y un gobernador de los pastos añadió “Nunca nos hemos sentido más orgullosos de ser indios”
[…] Cali fue la primera gran ciudad que visitamos. Muchos no conocían una ciudad tan grande,
recorrimos barrios y escuelas haciendo conocer nuestros derechos […] con el Alcalde de Cali fuimos
a dialogar de Autoridad a Autoridad. Nos encontrarnos también con estudiantes de las Universidad
del Valle y de la Santiago de Cali fue algo muy importante para ellos porque no habían visto indios
defendiendo con pensamiento propio sus derechos, compartimos con ellos nuestra música y nuestras
canciones fruto de la lucha, hablamos también con periodistas […] por la noche conversamos con los
compañeros de quince sindicatos […] en la fábrica Star-Alfa nos mostraron cómo funcionaba, cosa
que nunca habíamos visto antes […] un compañero guambiano dijo “para nosotros es muy importante
este reencuentro con obreros y barrios populares para que algún día haya una verdadera relación de
amistad y dar pasos para una verdadera alianza”. La marcha continuó por Yumbo, Buga, Pereira,
Medellín hasta por fin llegar a Bogotá a la Universidad Nacional que alojó la marcha. Los obreros
invitaron a Zipaquirá para conocer la salina y la fábrica vidriera de Peldar y ver cómo trabajaban allí,
y en todo el trayecto se iba conversando sobre la lucha, los derechos de los obreros y la lucha por los
derechos indígenas. En Bogotá los solidarios organizaron un acto con intelectuales, estudiantes y
sindicatos y para que nos entendieran alguno de nosotros dijo: “Nuestra marcha nació de una idea
indígena que creció en medio del pueblo colombiano, por encima de las escrituras que nos presentan
los hacendados, por encima de la justicia y el poder que nos persigue […] recuperando nuestros
territorios con cabildos, no como gente suelta sino como pueblos” y otro compañero agregó
““Estamos trabajando con los buenos colombianos que nos ha recibido mejor que a los presidentes a
pesar de que no íbamos a ofrecer nada sino a hacer conocer nuestros problemas y nuestro pensamiento
de lucha”. Al volver de Bogotá, llegamos derecho a la tierra recuperada de Las Mercedes donde nos
esperaban las comunidades de Guambía, Jambaló, Novirao, Jebalá y otras delegaciones de Yaquivá
y Malvazá. Fue un recibimiento que no se olvida, todos querían vernos y saber cómo nos había ido.
Todo con risas y música de alegría […] fue la misma emoción de Puerto Tejada de saber que ya no
tiene que ser el pueblo guambiano solo, ni las comunidades paeces solas, sino que podemos ser juntos
los pueblos indígenas juntos guambianos, paeces, cumbales, sibundoyes, contando también con el
apoyo solidario del pueblo colombiano. En las veredas siguió el repaso de lo que fue la marcha y así
pasamos a analizar el trabajo de nuestros cabildos y preparamos la elección de los nuevos. En Jambaló
y Guambía, se decidió un programa para seguir recuperando y fortalecer la unidad interna de cada
15
La palabra RECONOCER es palíndroma, es decir que, se puede leer de izquierda a derecha o en sentido contrario, cualidad por la cual
es muy útil para comprender el significado de la solidaridad como acción de intercambio de dones, recíproco o equivalente de bienes
tangibles e intangibles.
21
resguardo para dar más fuerza a la raíz y para el 81 se preparó y realizó un gran encuentro para
celebrar los 10 años del CRIC”.
La experiencia vivencial de la marcha, se torna imperecedera, porque aprendimos a sentir
emotivamente la gracia y la fuerza que tiene el acto de reconocer para ser reconocidos relación de la
que emerge un campo relacional intangible y vital que transformó la mente de quienes lo vivimos
creando a cada paso ámbitos de participación autónoma, libre y creativa, no alienante, haciendo que
cada comunidad y cada persona se reconocieran a sí mismas gracias al reconocimiento que recibían
de las demás, conciencia comunitaria de ser con los otros en medio de una relación abierta, íntima
y fecunda. Conciencia de campo relacional que puede expandirse hasta superar vivencialmente la
soledad existencial antropocéntrica de la civilización occidental y por ese camino aprender,
comprender y cuidar la diversidad biocultural de nuestra región construyendo el sentido de común-
unidad que necesitamos.
El campo relacional surgido del acto de reconocer para ser reconocidos se realizó con otra
lógica, no separó los problemas vividos del proceso que se propició para ir en busca de
soluciones, fenómeno que la crónica de la marcha hace palpable, mostrando como el
reconocimiento surge desde adentro, de forma autónoma y creativa, dinámica que al hacer
resonantes las voces y percepciones de los tradicionalmente ignorados genera una
respuesta inédita que repara las agresiones por tanto tiempo recibidas, incorporando en el
curso de la marcha experiencias vivenciales cualitativas en las maneras de reconocer,
conversar, comunicar y actuar, vivencias que fueron transformando la visión individual
y colectiva de la realidad con que partieron a medida en que, vivencialmente fueron creando
otra realidad con el reconocimiento. la información y el afecto que los anfitriones, los
paisajes y el contacto con tantas diferentes personas y localidades les brindaron.
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Habitamos un mundo de participación, afirma John Wheeler, reconocido físico cuántico,
afirmación que de inmediato genera una pregunta, si eso es verdad ¿Por qué en nuestro
cotidiano vivir no lo sentimos y que es lo que participar significa? Creo que la sabiduría
ancestral del pueblo misak permite construir una respuesta, en la medida en que ese antiguo
saber enseña que la participación comienza cuando una comunidad se acopla en relación
íntima con la tierra. La sociedad mestiza no lo siente porque siendo antropocéntrica
permanece separada de la tierra, es decir del mundo de los seres vivos. Desde la cuántica el
doctor Wheeler lo dice de la manera siguiente:
“Más allá de las partículas, de los campos de fuerza, de la geometría, del espacio y del
tiempo, hay un último elemento constitutivo de todo ello, un acto sutil: el del sujeto que
participa y comparte la existencia con el mundo (…) No es únicamente que el ser humano
esté instalado en el universo, también el universo está instalado en cada ser humano”
“[…] el conocimiento de las realidades locales resulta tanto más útil y rico cuanto más se
ligue con la comprensión y la intuición que provienen del contacto con la vida real, las
circunstancias, el medio y la geografía […], la autoridad del conocer emana de la vivencia
personal. Necesitamos, pues, construir paradigmas endógenos, enraizados en nuestras
propias circunstancias, que reflejen la compleja realidad que tenemos y vivimos. Es sabido
que las características del medio tropical contrastan con las zonas templadas de la tierra,
pero de allí provienen las recomendaciones muchas veces equivocadas para el desarrollo
económico (…) paradigmas cerrados que llevan con frecuencia al colonialismo intelectual Commented [BCR8]: ¿Estos puntos suspensivos están en
[…] han incidido negativamente causando deterioro de las relaciones hombre-naturaleza el original o deben ponerse entre corchetes?
[…]”
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El 4 de enero del 2001 Orlando Fals Borda y Eduardo Mora Osejo suscribieron y publicaron el manifiesto titulado “La superación del
eurocentrismo”, que versa sobre la autoestima y la creatividad en la ciencia colombiana, discutido en diversos ámbitos académicos:
Colciencias, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad del Tolima, la Universidad del Quindío y la Academia Colombiana de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Fue además reproducido en algunos periódicos y revistas. El texto también fue conocido en Europa,
donde se publicó la versión en inglés en revistas científicas interesadas en la actual polémica sobre los efectos del eurocentrismo en el
desarrollo y el simultáneo ensanchamiento de la brecha entre los países del norte y los del sur. Fue también discutido en el Tercer
Congreso Internacional de Matemáticas realizado en Dinamarca en abril del 2002.
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Participar desde adentro, mediante acciones solidarias, efectivas, tangibles e intangibles,
buscando renovarnos reconociéndonos en los otros y con los otros, humanos y no humanos,
es lo que podemos aprender, así lo creo, del pueblo misak que ha resistido recreándose en
la convivencia con los otros en diferentes contextos, actuando como promotores creativos
de la emergencia de lo nuevo, sabiendo, eso sí, que nos debemos a la madre Tierra. Arte que
exige cultivar la capacidad de sentir, intuir y comunicar para darnos cuenta, estar al
corriente, analizar y dimensionar la turbulencia del caos para fluir con sutileza, en el
convulso medio donde tenemos que aprender a pensar y actuar aprendiendo a compartir
dones y saberes con la voluntad inquebrantable de “Recuperar la Tierra para recuperarlo
Todo” y construyendo de ese modo el camino señalado por el pueblo misak para “No
desaparecer de la faz de la Tierra”. Aprender en la acción ligados a la tierra, sin malgastar
nuestra energía en operaciones a lo mejor heroicas, pero que pueden terminar haciendo de
nuestro propósito un sueño vano. Se trata, en mi sentir, de aprender a captar, conectarse y
fluir con la sugerente y atractiva sutileza que sugiere el símbolo-artefacto de la doble espiral
para construir un nuevo orden que germine, se exprese y se expanda con sabiduría de
diversa manera y en todas partes, propiciando encuentros y creando territorios vivos
nacidos de “la tierra y la comunidad” para propiciar momentos de lucidez vivencial con
iniciativas, acciones, procesos y situaciones gratas al corazón que disipen la confusión y el
miedo. Aprendiendo siempre de la naturaleza. maestra de las culturas ancestrales hasta
crear un campo emergente de sincronicidad biocultural17 renovadora que nos permita
compartir el mundo dándole sentido a nuestra humana existencia como seres vivos.
FIN
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La noción de diversidad biocultural, en mi sentir, parte de considerar que la diversidad biológica, existente hoy en el planeta ha
sido culturalmente construida en primer lugar, por los pueblos originarios y las comunidades raizales que acoplándose
orgánicamente a la naturaleza , la han modificado concreta y específicamente creando territorialidades vivas sustentadas en campos
relacionales de alto valor simbólico, cognitivo y relacional, que se expresan y se recrean mediante lenguajes analógicos que se
nutren de cosmovisiones, saberes, prácticas, mitos y celebraciones. Pionero de la noción es Philippe Descola antropólogo que convivió
con el pueblo achuar y construyó la noción de selva-culta. Hoy, la diversidad biocultural no obstante estar seriamente amenazada por
quienes la ignoran y explotan en nombre del progreso, también se expande gracias a los aportes de muy diversas investigaciones
transdiciplinarias ecocéntricas que tienen lugar alrededor del mundo. La diversidad biocultural es entonces una realidad que no puede
ignorarse, es decir que tiene que estar presente en todas las prácticas, iniciativas y procesos que en defensa de la Vida humana y no
humana se gesten a nivel local, regional o global.
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