Titulos Valores

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Creación y Principios de los Títulos Valores

ÍNDICE:

INTRODUCCIÓN:

El presente trabajo permitirá ilustrarnos sobre el importante paso que dio la


legislación peruana al contribuir con leyes que reflejen la realidad cambiaria y
comercial, además, brinda una versión amplia de los diferentes conceptos
encontrados y reglas fundamentales que hacen posible que los títulos valores
cumplan su función, teniendo derechos de exigir e pago de la prestación
contenida en el titulo.

Permitiendo entender los diferentes valores específicos como son: letra de


cambo, el pagare, la factura conformada, el cheque, certificado bancario de
moneda extranjera y de moneda nacional.

La Nueva Ley de Títulos Valores" Ley 27287 brinda una versión amplia de los
diferentes conceptos encontrados y reglas fundamentales que hacen posible que
los títulos valores cumplan su función, teniendo derechos de exigir el pago de la
prestación contenida en el título.

Nos permite entender los diferentes valores específicos como son: Letra de
Cambio, El Pagare, la Factura conformada, El cheque, Certificado Bancario de
Moneda Extranjera y de Moneda Nacional.

a. Justificación del trabajo


Este trabajo tiene la necesidad de conocer acerca de los principios y la evolución
de la regulación jurídica de los títulos valores.
b. Síntesis del tema
Los títulos valores son formas de obligaciones mercantiles las cuales generan
una o muchas relaciones jurídicas.
c. Alcances, fines y objetivos del tema
- Investigar acerca de los principios y antecedentes de los títulos
valores.
- Analizar la normatividad legal acerca de los títulos valores.
- Establecer pautas para los temas que estudiaremos.
CONTENIDOS

Capítulo I: Creación de los títulos valores

1.1 Antecedentes históricos del título valor.

La Historia del Derecho Cambiario surge en la Italia Medieval, con el origen de


la letra de cambio, concebido como contrato de cambio trayecticio, hasta los que
perciben su naturaleza jurídica referido a un surgimiento y desarrollo autónomo.

Rafael De Turri (1641), Ansaldo De Ansaldi. (1689) y José María Lorenzo De


Casaregi. (1737) consideraron que el fundamento de la obligación cambiaria era
de naturaleza consensual, atribuyéndose al título una función meramente
probatoria de un contrato literal de cambio trayecticio, surgido y generado de un
“pactum de cambiando”. José María Lorenzo De Casaregi expresaba que “la
cambial sirve solamente de medio y de órgano para dar ejecución”.

La Teoría General de los Títulos Valores o Títulos de Crédito o Títulos


Circulatorios, es una elaboración conceptual de las escuelas comercialistas
alemana e italiana1.

El jurista español Uría describe las etapas de la construcción de la teoría de los


títulos de crédito, en primer término, la posición doctrinal que valoró
especialmente el aspecto de la incorporación del derecho al título (SAVIGNY),
entendida metafóricamente en el sentido de que, transfundido el derecho al
documento, la suerte del primero queda unida inseparablemente a la del

1 SILVA VALLEJO, José Antonio. Teoría General de los Títulos Valores. Libro Homenaje a Ulises Montoya Manfredi.
Cultural Cuzco, Lima 1989. Páginas 649, 650 y 651
segundo; el derecho no se puede exigir ni transmitir sin el documento y sigue las
vicisitudes de éste. Un segundo paso consistió en destacar al título de crédito de
los demás documentos jurídicos (probatorios, dispositivos, constitutivos),
partiendo de la necesidad de la posesión del documento para el ejercicio del
derecho (BRUNNER). Y por último, tomando como base esa necesidad de
poseer el documento y de exhibirlo, se elabora a fondo la noción de la
legitimación, y se hace de ésta el eje del concepto del título de crédito, en el
doble sentido de que, sin la exhibición del documento, ni el deudor está obligado
a cumplir ni cumplirá con eficacia liberatoria (JACOBY)2.

El maestro sanmarquino Ulises Montoya Manfredi precisa que la construcción


doctrinaria de los títulos valores se inicia con Savigny, que aportó la idea de la
incorporación del derecho al documento. Más tarde, Brünner agregó la nota de
literalidad y finalmente Jacobi añadió el elemento de la legitimidad. La fórmula
quedó integrada por Vivante, al expresar éste que los títulos-valores son
documentos necesarios para ejercer el derecho literal y autónomo que en ellos
se consigna3.

1.1.1 Antecedentes Internacionales

a) Escuela Comercialista Alemana y Fundamentos del Derecho


Cambiario

Hans Liebe (1848) expuso el principio de formalidad que caracterizaba al


Derecho Cambiario (“Formalactsheorie”), así como los fundamentales principios
de literalidad y de abstracción, que caracterizan a la obligación cambiaria y que
la escuela alemana desarrolló bajo los nombres de “Literalprinzip” y de
”Begebungsttheroie” o “Summenversprechenstheorie”.

La doctrina de Einert se le conoce con el nombre de “Papiergeldtheorie”. En ella,


el suscriptor emite una promesa dirigida al público, de pagar de conformidad con

2 URIA, Rodrigo. Derecho Mercantil. Decimonovena Edición. Marcial Pons, Ediciones Jurídicas S.A. Madrid, 1992.
Páginas 834 y 835
3 MONTOYA MANFREDI, Ulises. Comentarios a la Ley de Títulos Valores. Editorial Desarrollo. Lima, 1982. Página

16
las cláusulas insertas en el título. Y para que en el público surja la confianza de
que la promesa será mantenida, fue necesario asegurar al poseedor un derecho
autónomo. Aquello que no puede hacerse en donde la relación entre el suscriptor
y el primer tomador sea concebida como un contrato, debiéndose, en
consecuencia, sostener que el primero de los poseedores transmite a los
siguientes un derecho en todo igual al suyo.

De acuerdo a esta teoría, no se debe hablar de contrato, debiendo concebirse a


la promesa como acto unilateral, de esta manera, logra emancipar al título, como
verdadero título sustantivo de valor, del contrato interno que lo inspira. Tal
concepto de unilateralidad, ha demolido radicalmente las teorías contractuales
que consideraba al título valor como simple instrumento de prueba y título
ejecutivo del contrato de cambio.

En 1857, Kuntze enuncia su teoría de la creación cambiaria, según la cual el


título valor nace como un negocio jurídico perfecto en cuanta obligación
cambiaria y en cuanto crédito accionable desde el momento en que la cambial
es redactada, declarándose así la voluntad unilateral y perfecta de obligarse. Ello
significa que la fuente de la obligación cartular es la declaración unilateral de
voluntad del emisor, precisándose que el tercero que haya adquirido la posesión
del título valor lo haga de buena fe.

Finalmente Heinrich Brünner (1840 – 1915) formuló la definición de los títulos


valores diciendo que “es el documento de derecho privado, cuya realización está
subordinada a la posesión del documento”4.

b) Escuela Comercialista Italiana

VIVANTE5 formula su célebre definición, expresando que “el título de crédito es


un documento necesario para ejercitar el derecho literal y autónomo expresado
en el mismo. El derecho expresado en el título es literal, porque su existencia se
regula a tenor del documento; el derecho es autónomo, porque el poseedor de

4 SILVA VALLEJO, José Antonio. Obra citada Páginas 650, 651, 652, 653 y 654
5 CESARE VIVANTE (Nacido en Venecia el 4 de Enero de 1855, muerto en su Villa de Solaja el 5 de Mayo de 1944)
buena fe ejercita un derecho propio, que no puede ser restringido o destruido en
virtud de las relaciones existentes entre los anteriores poseedores y el deudor, y
por último, el título es el documento necesario para ejercitar el derecho, porque,
en tanto el título existe, el acreedor debe exhibirlo para ejercitar cualquier
derecho, tanto principal como accesorio de los que en él se contienen, no
pudiendo realizarse ninguna modificación en los efectos del título sin hacerla
constar en el mismo”.

Silva Vallejo señala que principalmente a Vivante le toca el mérito de la


elaboración de una teoría unitaria de los títulos de crédito, fijando los caracteres
comunes de los títulos al portador, a la orden y nominativos6.

Uría considera que a la doctrina italiana y en especial a Vivante se le debe la


acentuación de la nota de la literalidad del derecho mencionado en el título
(derecho documental), y la explícita formulación de la autonomía de ese derecho,
pero, sobre todo de haber hecho del título nominativo una verdadera tercera
especie de los títulos de crédito, encontrando en él, contra el parecer de buena
parte de la doctrina, los caracteres esenciales de todo título7.

Pérez Fontana dice que corresponde a Vivante el mérito de haber incluido los
títulos nominativos entre la categoría de los títulos de crédito, porque son
necesarios para la para la transferencia y el ejercicio del derecho literal y
autónomo que en ellos está mencionado8.

León Bolaffio9 fue el primero en abrir fuego contra la teoría unificadora de


Vivante. Según este autor, la circulación libre, regular y perfecta sin necesidad
de cualquier intervención del emitente, condensa y exterioriza los dos caracteres
del título de crédito: la incorporación y la autonomía. Reconoce que si bien es
cierto que algunos títulos nominativos legitiman al tenedor frente al emitente y
sirven para la transferencia del derecho documentado a un tercero, no por ello

6 SILVA VALLEJO, José Antonio. Obra citada Páginas 658 y 659


7 URIA, Rodrigo. Obra citada. Página 835

8 PÉREZ FONTANA, Sagunto. Títulos Valores. Parte Dogmática. Cultural Cuzco S.A. Lima 1990.. Página 23
9 LEON BOLAFFIO (Padua, 5 de Julio de 1848- Bolonia, 28 de Enero de 1940).
incorporan el derecho y menos aún, le atribuyen un derecho originario inmune a
las excepciones oponibles al titular.

Bolaffio resume así las razones de su discrepancia: el emitente puede impedir la


trasmisión del título nominativo o puede exigir que la transmisión no se
perfeccione sin su consentimiento. Pero aún cuando se permitiese la
transferencia por endoso autenticado por escribano público, se trataría de una
cesión de créditos lo mismo que es una cesión de créditos la anotación de la
transferencia en el registro del emitente10.

Para Lorenzo Mossa11 “los títulos de crédito son papeles o documentos que
llevan en sí un valor económico y jurídico, porque el papel contiene un derecho
real, o de participación social, o expresa una obligación o promesa formal y
rigurosa. El valor no existe sin el documento. El valor no existe sino en cuanto el
papel concentra en sí el derecho. La economía y el derecho, el derecho y la
obligación están estrechamente ligados en el papel hasta el punto de llevar el
documento, de la condición de simple documento probatorio, o aún constitutivo,
al rango de título de crédito.

Messineo12 reafirma que el título de crédito es documento constitutivo del


derecho contenido en él. Dice que el derecho de crédito está contenido en el
título para indicar el fenómeno de la denominada incorporación del derecho en
el título. Esto es, el derecho es identificado o compenetrado en el documento,
hasta el punto de formar cuerpo con él, con las siguientes consecuencias: se
adquiere el derecho nacido del documento, mediante la adquisición del derecho
sobre el documento, en cuanto res; con la transferencia del documento, se
transfiere necesariamente el derecho cartular; sin la presentación del
documento, no puede obtenerse el cumplimiento de la prestación; la destrucción
del documento puede importar la pérdida del derecho cartular; y la ulterior
consecuencia de la incorporación de la prenda, el secuestro, el embargo y

10 PÉREZ FONTANA, Sagunto. Obra citada. Páginas 23 y 24


11 LORENZO MOSSA (nacido en Sassari el 29 de Agosto de 1886, muerto en Pisa el 19 de Abril de 1957).
12 FRANCESCO MESSINEO (1886 – 1974)
cualquiera otro vínculo sobre el crédito no tiene efecto, si no afecta también al
título”.

Según DESEMO13 el Derecho Cambiario “es el conjunto de principios y de


normas que regulan los actos y las relaciones jurídicas inherentes a los títulos
de crédito cambiarios”. A su vez, el título de crédito “puede definirse como un
documento formado según determinados requisitos de forma, obediente a una
particular ley de circulación que contiene “incorporado” el derecho del legítimo
poseedor a una prestación en dinero o en mercadería allí mencionada”. La
característica primaria de estos títulos que es su documentalidad o cartularidad,
del latín “chartula”.

Para Asquini14 el titulo de crédito es el documento que contiene un derecho literal


destinado a la circulación, idóneo a conferir en modo autónomo la titularidad de
tal derecho al propietario del documento y necesario y suficiente para legitimar a
su poseedor en el ejercicio del mismo derecho”.

Ascarelli15 expresa que “El título de crédito es antes que nada un documento. La
disciplina legislativa, necesariamente diferente en cuanto a los distintos títulos,
indica los requisitos de cada uno de ellos. Constituyen un documento, escrito,
firmado por el deudor, formal en el sentido de que está sujeto a condiciones de
forma establecidas justamente para identificar con exactitud el derecho en él
consignado y sus modalidades, la especie de título de crédito, la persona del
acreedor, la forma de circulación del título y la persona del deudor. Realmente,
su documentación escrita es el primer paso para alcanzar aquella certeza, que
a su vez es presupuesto indispensable de la circulación del derecho”16.

Ascarelli individualiza la fattispecie (presupuesto) del título de crédito y lo define


como “aquel documento escrito, suscrito, nominativo, a la orden, al portador, que
menciona la promesa (a la orden) unilateral de pagar una suma de dinero o una
cantidad de mercadería, al vencimiento determinado o determinable o la entrega

13 GIORGIO DESEMO (nacido en Corfú el 16 de Noviembre de 1885)


14 ALBERTO ASQUINI (1889 – 1972)
15 TULIO ASCARELLI (nació en Roma el 6 de Octubre de 1903, murió el 20 de Noviembre de 1959)
16 SILVA VALLEJO, José Antonio. Obra citada Páginas 664, 665, 666, 671 y 675
de mercaderías (o título) especificadas y es socialmente destinado a la
circulación; es más, aquel documento certifica, con la suscripción de uno de los
administradores, la cualidad de socio de una sociedad anónima”. En síntesis,
para Ascarelli la fattispecie del título de crédito es un “documento socialmente
destinado a la circulación” 17.

Giuseppe Ferri18 considera que la circulación es la causa determinante de la


creación del título, está prevista y querida ab initio, por el deudor y aunque
requiera que se verifique un hecho jurídico sucesivo y ajeno a la voluntad del
deudor; sin embargo, no es independiente y autónoma de la voluntad de éste” 19.
Ferri opina que la voluntad del sujeto o de creador del documento de sujetarlo o
incorporarlo a la disciplina cartular es determinante para la aplicación de ésta a
la circulación del título valor. El se basa en el presupuesto que el creador del
documento puede colocar una cláusula limitativa a la circulación del mismo; tal
circunstancia le hace deducir que el título puede ser creado exclusivamente por
la voluntad individual; es decir, si el tenedor del documento puede evitar que el
título siga circulando con la cláusula pertinente, al ejercer esta facultad
implícitamente tiene la de crear el título valor, de imprimirle esa característica y
darle esa categoría jurídica. En síntesis, Ferri hace que la tesis principal de su
pensamiento esté constituida por el carácter tipológico del documento, la
destinación a circular, pero subordinado a un requisito subjetivo: la voluntad.

El título valor existe aun cuando la persona que lo ha creado lo guarda en la caja
fuerte para evitar obligarse en ese momento. Quien tiene esa conducta da a
entender que aún no quiere obligarse, porque el mismo impide que surja la
obligación; es decir, crea el título valor pero considera que solamente se obligará
en momento determinado y oportuno. En tal caso falta la esencia del acto jurídico
no existe; la voluntad de negociar, esto es la voluntad de producir los efectos que
le son particulares. En consecuencia, si ese título entra en circulación sin la
voluntad de obligarse de su creador, la inoponibilidad a los terceros poseedores
de buena fe de la inexistencia de la voluntad o la inexistencia de una declaración

17 SOLIS ESPINOZA, Jorge Alfredo. Temas sobre derecho cartular. Idemsa. Lima 1995. Páginas 29 y 30
18 GIUSEPPE FERRI (Nacido en Norcia, Perugia, el 27 de Noviembre de 1908)
19 SILVA VALLEJO, José Antonio. Obra citada Página 677
vinculativa del autor del título, viene a confirmar que la normativa cartular es
fundamentalmente inconciliable con la autonomía privada. Es más, en el ámbito
de ésta la voluntad es imprescindible, no puede obviarse, debe existir siempre,
porque esa es la “causa” de la aplicación de una disciplina; mientras que en los
títulos valores es irrelevante la voluntad20.

1.1.2 Antecedente Nacional

La Nueva Ley de Títulos Valores” Ley 27287 brinda una versión amplia de los
diferentes conceptos encontrados y reglas fundamentales que hacen posible que
los títulos valores cumplan su función, teniendo derechos de exigir el pago de la
prestación contenida en el titulo. Permitiendo entender los diferentes valores
específicos como son: letra de cambo, el pagare, la factura conformada, el
cheque, certificado bancario de moneda extranjera y de moneda nacional.
Teniendo considerable importancia no solo para esta prestigiosa casa
de estudios sino también a la comunidad en general, ya que el titulo valor sirve
a la persona natural como también a las personas jurídica. Las técnicas
utilizadas para la recopilación de datos fueron fuentes primarias:
libros específicos y la ley de títulos valores.

1.1.3 Antecedentes Legislativos

En Europa, el primer Código que incluyó la disciplina unitaria aplicable a todos


los títulos valores fue el Código de obligaciones de Suiza modificado por la ley
del 18 de diciembre de 1936, usando la definición hecha por Brunner. El Código
de Comercio de Turquía, del año 1957 sigue la legislación Suiza. El Código Civil
italiano del año 1942 establece la disciplina aplicable a todos los títulos de
crédito. Méjico fue el primer país en América Latina que incorporó al derecho
positivo la disciplina legal de los títulos valores, en la Ley General de Títulos y
Operaciones de Crédito en 1932, luego el Código de Comercio de Honduras del
año 1950 dedica a esa disciplina, la ley peruana No. 16587 de 1967 y el Código
de Comercio Terrestre colombiano de 1972

20 SOLIS ESPINOZA, Jorge Alfredo. Obra citada. Páginas 31, 38, 39 y 40


Francia sigue el sistema dual, disciplinando los llamados “efectos de comercio”
y los “valores mobiliarios”, entre los que se encuentran las acciones y las
obligaciones o debentures. Los títulos de tradición (conocimiento de embarque,
certificados de depósito, etc.) están reglamentados en los respectivos contratos
que les dan origen.

Los Estados Unidos de América siguen el sistema tripartito, distinguiendo los


títulos de participación “segurities” de los títulos representativos de mercaderías,
“documents of tittle” y los que sirven de medio de pago, letras de cambio,
cheques o sea los “negotiable instruments”21.

Capítulo II: Principios Jurídicos de los Títulos Valores

2.1 Principio de Incorporación

El Código de Comercio enseña que los títulos valores son documentos


necesarios para legitimar el ejercicio del derecho literal y autónomo que en ellos
se "incorpora".

a) Inseparabilidad entre el documento y el derecho incorporado

Emerge la incorporación como una característica que busca poner de presente


la inseparabilidad, la indisoluble unión que 'en materia de títulos valores se
presenta entre el derecho y el documento, o en palabras corrientes, entre el
derecho y el papel representativo del documento.

Por lo tanto debe afirmarse que estos dos conceptos: derecho y documento, son
inseparables, imposible de concebirlos el uno sin el otro, de manera que el
derecho se incorpora en el título, existe y vive en el documento, o como
corrientemente se ha afirmado el documento es el lugar de habitación del
derecho, por lo que donde está el documento está el derecho.

La inseparabilidad a la que hace referencia tiene obviamente grandes


repercusiones en la vida o existencia del título valor, porque si afirmamos que
donde está el documento está el derecho, estaremos afirmando igualmente que

21 PÉREZ FONTANA, Sagunto. Obra citada. Páginas 19, 20 y 21


para poder exigir el derecho, requisito indispensable debe ser el de la exhibición
o posesión del título o documento, o, en otros términos, no resulta viable invocar
el derecho si no se tiene el documento.

Visto desde el ángulo de la circulación o negociación de los títulos valores, lo


anterior significa que si se quiere transferir el derecho incorporado en un título
valor, no podrá existir transferencia de tal derecho si ella no conlleva o no
involucra la transferencia o la entrega del documento que lo contiene.

En conclusión, si se pretende transferir el derecho, obligatorio es transferir


también el documento. Cuando se habla de transferencia se hace alusión a
cualquier tipo de negociación; pero además esta característica se extiende a
cualquier acto de limitación, gravamen o medida cautelar sobre el derecho
inserto en el título valor. Así por ejemplo, si se embarga el derecho, tal embargo
debe tener efecto sobre el documento contentivo del derecho; necesariamente,
de afectarse el derecho tendrá que repercutir en el documento mismo, aspectos
estos que se materializan con la aprehensión del documento. Igualmente, si el
documento se extravía o si se pierde, se perderá el derecho en él contenido. Así,
sólo podrán invocarse los derechos que en el título o documento están
contenidos.

Por ello la posesión del documento es la nota característica de la titularidad.


Quien posee eI documento es titular del derecho incorporado, y si se pierde tal
posesión desaparece el derecho. Lo anterior da para concluir que el documento
es lo principal, lo esencial y el derecho contenido es accesorio al documento.

En consideración a este principio, que coloca al documento por encima del


derecho, es que se habla del derecho cartular, en la medida que el derecho
descansa sobre un papel, sobre un cartón o documento. ¿Querría decir lo
anterior que el documento es titular de derechos? Indudablemente que no,
puesto que jurídica y estrictamente hablando los únicos que pueden ser titulares
de derechos son las personas, naturales o jurídicas. Cuando se habla de que
existe una estrecha relación jurídica entre el documento y el derecho y que lo
primero es lo principal y el segundo lo accesorio, con ello simplemente se quiere
enfatizar es la inseparabilidad, el nexo existente entre el derecho y el documento,
de tal forma, como ya se dijo, que no pueda concebirse el uno sin el otro.
2.2 Principio de Literalidad

Se parte del ya citado Código de Comercio, norma que al definir los títulos
valores hace referencia al ejercicio del derecho "literal", para dar a entender el
derecho escrito, el contenido impreso en el título valor.

La literalidad implica seguridad o certeza en materia de títulos valores, porque


tanto los aspectos principales o fundamentales como los accesorios o conexos
se definen, se determinan por su tenor literal, por lo que en el documento se dice
o reza, de tal forma que de su observación, de su lectura, de su examen,
cualquier persona pueda conocer la magnitud, o la extensión, o el contenido del
derecho que en el título se expresa para que, si se quiere transferir el documento,
el adquirente sepa a ciencia cierta la clase de derecho que adquiere. Así, es
dable afirma que la literalidad es la mayor expresión del límite de un derecho, la
medida del mismo, porque únicamente se tienen los derechos que en el título se
expresan, ni más ni menos. La literalidad debe ser examinada desde dos puntos
de vista:

a. Literalidad Activa Y Pasiva

Conforme a la primera, el tenedor de un título valor no podrá invocar más


derechos de los que aparecen en el documento, ni puede pretender exigir
derechos distintos de los allí insertos. Por medio de la literalidad pasiva, se
expresa que el obligado o interviniente en un título valor no podrá ser forzado a
atender prestaciones distintas de las que reza el documento y cumplirá su
obligación en la medida que pague la prestación que se describe en el mismo
título.

Ahora, si es cierto que todos los aspectos principales o accesorios de los títulos
valores se miden, se definen o determinan sólo por el contenido mismo del texto,
por su tenor literal, la literalidad implica que los derechos que se incorporan en
el documento por lo menos originariamente, no pueden ser objeto de
complementación o adición mediante documentos extraños, al igual que las
estipulaciones contenidas en un título, naturalmente distintas al propio título
valor, no están llamadas a dejar sin efecto, a variar el derecho inserto en el
documento, en la forma y en los términos como se encuentran escritos en el
mismo.

b. Efectos de los convenios extracartulares.

Este aspecto plantea una discusión: Saber qué efectos tiene en la vida de un
título valor los acuerdos, convenios, pactos o estipulaciones que se hayan
celebrado en otros documentos diferentes del título valor. Pues bien, tales
aspectos, dichas estipulaciones no están llamadas a modificar, a alterar, a
afectar o derogar las estipulaciones o el tenor literal del documento; ello en
principio, de manera originaria.

Lo anterior debe verse desde una doble acepción: Los pactos extraños no están
llamados a alterar el documento respecto de terceros, es decir, frente a personas
que no han intervenido en tales pactos o en la elaboración del documento, pero
sí podría verse afectado el tenor literal de un título valor con convenciones o
acuerdos contenidos en documento extraño si se trata de las mismas partes que
lo elaboraron, o sea, si puede invocarse entre las personas que han celebrado
dichos pactos y han suscrito el título valor. Así por ejemplo, si en un título valor
se acuerda el pago de una determinada suma de dinero para pagarla en cierto
tiempo y cualquier tenedor del título condona alguna parte de la deuda o concede
una prórroga en el plazo o acuerda un lugar distinto para la cancelación de su
importe o rebaja los intereses, tales convenios valen, surten efectos entre quien
lo concedió y el obligado; sin embargo, si el título es negociado o transferido a
un tercero, sencillamente ese tercero no está llamado a respetar los pactos de
su antecesor, razón por la cual el nuevo tenedor, de buena fe, puede exigir el
pago teniendo en cuenta el tenor literal del título valor. De manera contraria, si
con quien se pactó el beneficio incumple, el deudor perfectamente podrá impetrar
la correspondiente excepción en caso de ejecución.

Como puede observarse, de la literalidad se derivan diversos efectos. Nos


plantea esta figura la posibilidad de determinar el tipo de excepción que podría
proponerse, porque al parecer, en un principio, si se mira desde un punto de vista
eminentemente formal, únicamente podrían proponerse aquellas excepciones
que tienen relación con el tenor literal del texto. En forma original ello es así,
empero ¿de qué manera podría repercutir, por ejemplo, el negocio causal, aquél
que dio origen al título valor?, porque como ya se expresó, también podrían
plantearse excepciones basadas en prórrogas o rebajas, es decir, en pactos
suscritos con independencia del título, extraño a él, empero, dijimos, tales
excepciones operan respecto de las mismas partes, más no frente a terceros.

El mismo tratamiento se puede plantear con explicación del negocio causal o


negocio subyacente. En efecto, la literalidad exige explicar en qué medida el
negocio fundamental u originario del título puede repercutir en la vida de éste.
En materia de títulos valores nada se opone a que dentro del documento o con
independencia de él se haga referencia al negocio motivo de su emisión, o sea,
a que por algún medio se deje constancia de la causal por la cual se emite el
título valor. Ello es aplicable a cualquier modalidad, e incluso la ley lo exige en
algunos títulos valores; es el caso de las acciones en sociedades, los certificados
de depósito, los bonos de prenda, las facturas cambiarias de compraventa y
transporte y el conocimiento o embarque, entre otros. En estas clases de títulos
la ley exige que dentro del documento se efectúen las correspondientes
referencias relativas al negocio causal. En consecuencia, mencionar dentro del
título valor el negocio fundamental, voluntariamente o por disposición legal,
conduce a que no se pueda, precisamente ateniéndonos al principio de la
literalidad, pretender derechos o exigir obligaciones distintas de las allí escritas,
con mayor extensión o con un contenido distinto al plasmado en el título valor;
pero, además, ello conduce a que en el título valor se describa el negocio motivo
de su emisión, por lo que en estos eventos las excepciones que se puedan
formular serán más exactas, mucho más limitadas. ¿Qué sucede, entonces, si
se llegara a plantear, a formular un negocio distinto al que realmente le ha dado
origen al título valor? Necesario es advertir que así la causa sea suplantada,
distinta de la que verdaderamente fue, la literalidad conlleva a que tal causa se
tenga como cierta, hasta tanto no se pruebe o demuestre lo contrario, hasta tanto
no sea desvirtuada.

Lo expuesto precedentemente nos lleva a una conclusión: La literalidad no


significa independencia, porque, como ha podido observarse, por múltiples
circunstancias el título valor puede encontrarse unido, puede ser conexo a
documentos o pactos diferentes a su tenor literal y, así, nada se opone a que se
emita un título valor y se deje constancia, bien en el título o en documento aparte,
que su emisión se hace en desarrollo de tal o cual negocio celebrado entre las
partes que lo suscriben e igualmente nada se opone a que en un documento se
exprese, se haga constar un título valor como medio o instrumento del pago del
precio de una transacción determinada.

La literalidad, en particular, determina la dimensión de los derechos y las


obligaciones contenidas en el título valor, permitiéndole al tenedor atenerse a los
términos del documento, sin que, por regla general, puedan oponérsele
excepciones distintas a las que de él surjan. Es de ver, con todo, que por cuanto
la consagración de la literalidad es una garantía para quien desconoce los
motivos que indujeron la creación o la emisión del título, o ignora los convenios
extracartulares entre quienes tomaron parte antes que él en su circulación, es
obvio que ella está consagrada exclusivamente en beneficio de los terceros
tenedores de buena fe, pues este principio no pretende propiciar el fraude en las
relaciones cambiarias. Es apenas lógico entender el por qué no puede predicarse
absolutamente la literalidad entre quienes han sido partícipes del negocio causal
o subyacente, determinante de la creación o la emisión del título valor, ya que en
este caso no estaría en juego la seguridad en el tráfico jurídico, prevista como
razón fundamental para su consagración legal. Por idéntico motivo, el alcance
de presunción legal que ostenta este principio respecto de terceros, en el sentido
de considerar que la existencia y magnitud del derecho se condiciona y mide por
el contenido del documento mismo, cede ante la prueba que acredite el
conocimiento de los mismos en torno a situación subyacente, constitutiva de
excepción personal frente a él.

2.3 Principio de Abstracción

Los títulos valores son títulos abstractos ya que son independientes del negocio
que dio origen al libramiento de los mismos. A este negocio que origina el
libramiento de los títulos valores se le llama “relación fundamental”.

La abstracción es un rasgo propio de las letras, vales y cheques. Cuando se crea


un título valor éste se desvincula de la relación fundamental, de tal forma que el
obligado no puede negarse a su cumplimiento invocando esa relación. A este
carácter se llama abstracción.
Por ejemplo, el comprador que ha firmado un vale no puede negarse a su pago,
aduciendo que la mercadería vendida no era de la calidad pactada. No podría
decir, después que firmó un vale en pago de una computadora, por ejemplo, “no
pago el vale porque la computadora tenía un defecto”. En el momento de
exigírsele el vale tiene que pagarlo, sin poder excepcionarse con la relación
fundamental.

Esto está previsto expresamente, después de enumerar las únicas excepciones


que se pueden oponer en el juicio ejecutivo se establece: “cualquier otra
excepción fundada en las relaciones personales entre el actor y el demandado,
no obstará al progreso del juicio ejecutivo”. Es decir que, en el juicio ejecutivo, el
demandado no puede invocar ninguna excepción fundada en relaciones
personales que tenga con el actor y, con la expresión relaciones personales, se
está refiriendo entre otras a la relación fundamental que fue causa de la creación
del título valor.

Reitero que la abstracción es un rasgo de ciertas especies de títulos valores: de


las letras, vales y cheques. No es característica de otros títulos valores. Cuando
los títulos valores no son abstractos, se llaman causados por ejemplo la factura.

La abstracción es un rasgo propio de los títulos valores de contenido


dinerario: letras de cambio, vales y cheques. No es una característica de otros
títulos valores. Cuando los títulos valores no son abstractos, se llaman causados
(como, por ejemplo, es el caso de la factura).

Cuando se crea un título valor éste se desvincula de la relación fundamental, de


tal forma que el obligado no excepcionarse ante la demanda ejecutiva cambiaria,
alegando ninguna situación referida a dicha relación fundamental.

Con la expresión «relaciones personales», las normas transcriptas se refieren,


entre otras, a la relación fundamental que fue causa de la creación del título valor.

Por ejemplo, el comprador que ha firmado un vale no puede excepcionarse frente


a la demanda ejecutiva cambiaria, aduciendo que la mercadería vendida no era
de la calidad pactada. No podría argumentar, en el juicio ejecutivo cambiario,
después que firmó un vale en pago de una computadora, por ejemplo, «no pago
el vale porque la computadora tenía un defecto». En el momento de exigírsele el
vale tiene que pagarlo, sin poder excepcionarse invocando un incumplimiento de
las obligaciones emergentes de la relación fundamental.

a. La causa en los títulos valores

Para analizar la abstracción, debemos efectuar consideraciones previas. En


primer lugar, debemos referirnos a la relación fundamental calificada
como causa de la creación de los títulos valores dinerarios.

Cuando se estudia la causa de los títulos valores se aclara que no es el mismo


concepto o no se maneja con el mismo alcance que cuando se habla de causa
en los contratos. El uso de la palabra causa en un título valor, obedece a un
sentido vulgar de la palabra, es decir, se habla de causa como del antecedente
del título valor o como la razón de ser del título valor o la justificación de la
creación de un título valor.

b. La relación fundamental

- Relación fundamental entre el librador y el primer tomador del título

En un título valor, generalmente, hay dos elementos personales: la persona


obligada y la persona acreedora de la obligación. Ello es así porque el título valor
crea un derecho de crédito y el crédito presupone dos polos: un polo activo que
corresponde al acreedor y un polo pasivo que corresponde al deudor.
Generalmente, el deudor de la obligación es quien crea el título y el acreedor es
la persona que está legitimada para exigir la prestación.

El libramiento de todo título supone una relación fundamental entre quien lo libra
y su beneficiario. Además, presupone un pacto cambiario, que es un convenio
explícito o tácito entre los sujetos del negocio fundamental por el cual ellos
acuerdan la creación y la posterior entrega de un título valor.

La relación fundamental es la causa mediata de la creación del título valor; el


pacto cambiario es su causa inmediata. Creado el título valor, nace de él un
derecho y la obligación correlativa, nuevos, independientes de los negocios que
son su causa. Si bien preexiste un derecho emanado de una relación
fundamental del título valor, el derecho consignado en el título es un derecho
nuevo que se superpone a derechos emergentes de aquella relación
fundamental.

La relación fundamental - contrato de compraventa, préstamo, depósito, etcétera


- puede documentarse mediante la firma de un contrato por las dos partes
(comprador y vendedor, prestamista y prestatario, depositante y depositario). Por
el pacto cambiario las partes contratantes acuerdan que el comprador, el
prestatario o el depositario emitan un título valor. De esta manera, respecto a
cualquiera de estos negocios que hemos mencionado, se habrá celebrado un
contrato, un pacto cambiario y se habrá creado un título valor.

El documento que prueba una relación fundamental y el título valor creado como
consecuencia de aquélla, tienen distintas funciones y caracteres jurídicos
disímiles. ¿Por qué ese juego de documentos y de negocios que se superponen?
Ello es así porque el título valor ofrece ventajas frente a las meras relaciones
contractuales. Especialmente, el título valor considerado como cosa mueble, es
transmisible con mayor facilidad por los mecanismos jurídicos del endoso o la
mera entrega. Trasmitido el título, el adquirente adquiere un derecho autónomo
y el deudor del título no le puede oponer relaciones con anteriores poseedores.
En cambio, para ceder un contrato, es necesario cumplir con mayores
formalidades y es posible, en algún caso, que el cedido oponga al cesionario
excepciones que tiene contra el cedente.

Si se trata de un título de contenido dinerario como la letra, el vale o el cheque,


todos estos documentos tienen el respaldo de la responsabilidad solidaria de
todos sus firmantes. Además, están dotados de una fuerza ejecutiva y de un
régimen procesal con limitación de excepciones oponibles, que facilitan el cobro
de la suma consignada.

Recapitulando, puede existir un documento que pruebe la relación fundamental,


un documento que pruebe el pacto cambiario y un documento en que se
consigna un derecho y que es el título valor. Puede suceder que el pacto
cambiario se incluya como cláusula del negocio fundamental.

- Relación fundamental entre otros elementos personales del título valor


Pueden existir otras figuras como los endosantes y endosatarios y, en materia
de las letras de cambio y cheques, aparece otro elemento personal: el girado.

Entre esas figuras, también, existe una relación fundamental y un pacto


cambiario.

2.4 Principio de Autonomía

La autonomía de los títulos valores consiste en el ejercicio independiente que


ejerce un tenedor legítimo del título sobre el derecho en él incorporado.

Los títulos valores contienen dentro de su razón ser el principio de la circulación,


es decir, la facultad de transmitirse a muchas personas mediante el endoso
respectivo, donde el endosatario adquiere un derecho totalmente autónomo de
las circunstancias que dieron origen a su emisión. Con esta figura cada tenedor
adquiere un derecho que empieza en él. La autonomía se caracteriza por la
incomunicabilidad de vicios, en tanto que al tenedor legítimo no se transmiten los
defectos que pudieron haberse creado con las relaciones anteriores, por
ejemplo, en lo que hace referencia al negocio causal que dio origen al documento
y como esos vicios no se comunican, tampoco podrán proponerse excepciones
al tenedor legítimo del título derivado de dicha creación, porque el título se
desvinculó de las partes que le dieron nacimiento, del negocio que lo originó.

a. El derecho autónomo de cada tenedor

La autonomía adquiere por lo tanto una característica de particularidad en cuanto


hace mención al derecho de cada tenedor. En este sentido se habla es de
autonomía en las personas, en el derecho incorporado y en sus
responsabilidades frente al título valor y no de autonomía del título valor como
tal.

E! derecho incorporado en un instrumento es autónomo porque el poseedor de


buena fe ejercita un derecho propio que no puede limitarse o decidirse por
relaciones que hayan existido anteriormente.

b. Improcedencia de la cesión
En otras palabras, se pretende a través de este mecanismo no aplicar a los títulos
valores ni a su circulación las normas, las reglas o principios propios de la cesión,
conforme a la cual todo el que transfiere transmite el derecho que tiene, ni
tampoco las normas de la tradición, las cuales advierten que nadie puede
transferir más derechos de los que tiene. En consecuencia, todos estos
propósitos de separar los títulos valores de las reglas de la cesión y de la
tradición se sintetizaron en la característica de la autonomía, principio que trae a
la mente la idea de independencia, de separación, lo cual, cambiariamente, se
traduce en que todo adquirente de un título valor adquiere un derecho no
derivado sino originario.

Con ello se quiere significar que quien adquiere un título valor no es un


cesionario, no es un continuador de los derechos que tenía su tradente, sino, por
el contrario, adquiere unos derechos nuevos, distintos, independientes a los que
tenía su tradente, unos derechos que empiezan con él. Ésta sería la autonomía
vista desde el punto de vista activo.

c. Determinación de responsabilidades e incomunicabilidad de vicios y


excepciones

Pero desde el punto de vista pasivo, la autonomía se explica indicando que cada
interviniente en un título valor contrae su propia obligación, contrae una
obligación independiente de los demás intervinientes y, en consecuencia, a él no
lo beneficia ni está llamado a afectado seguramente por el hecho de que la
obligación o la relación jurídica de otro interviniente no sea eficaz, porque la
eficacia de su propia obligación no se va a medir sino por las circunstancias en
que intervino en el título y no bajo la circunstancia de los demás intervinientes o
de la persona que intervino concurriendo algún vicio o defecto. De tal suerte que
para determinar la responsabilidad, el interviniente tuvo que obligarse.

Obviamente, si cada relación jurídica se mide por la circunstancia en que sea


asumida cada relación jurídica es independiente y los vicios de esa relación
jurídica no pueden transmitirse a una relación jurídica diferente. Por ello se ha
dicho que la autonomía se sintetiza en la incomunicabilidad de vicios, de
enfermedades, no hay contagio de defectos, cada vicio de tipo personal
circunscribe sus efectos, está llamado a repercutir exclusivamente en la relación
jurídica en que concurre y no en otra.

Así, si no hay comunicabilidad de vicios, de defectos, de enfermedades de tipo


personal, si no hay contagio, la conclusión es que tampoco hay comunicabilidad
de excepción. Si un interviniente no puede servirse de los vicios que afectan la
relación jurídica de otro interviniente, sencillamente no se podrá invocar ese vicio
o defecto como excepción, sino concurriendo en su relación jurídica el vicio que
afecta la relación jurídica de esa persona. Así por ejemplo, si se crea una letra y
el aceptante acepta siendo incapaz y luego la letra entre en circulación, el
creador de la letra, o sea el librador o girador, el día que sea demandado no
puede invocar el vicio de la incapacidad, ni un endosante puede invocar el vicio
de la incapacidad que concurre en el aceptante, de tal suerte que el librador o
los endosantes, a pesar de la incapacidad del aceptante, serán obligados a pagar
y no podrán exonerarse de responsabilidad alegando la incapacidad
mencionada.

El vicio de la incapacidad del aceptante estará llamado a prosperar sólo en la


medida en que el aceptante sea demandado y ese aceptante invoque su
incapacidad, y entonces, y sólo entonces, como vicio que concurre en su relación
jurídica, él si podrá servirse de esa circunstancia para que sea exonerado de
pagar, pero no los demás intervinientes, no las demás personas en quienes no
concurre el vicio de la incapacidad, en manera alguna las demás partes que
intervinieron en el título siendo plenamente capaces.

Éste es el significado de la autonomía, una característica que impide la


comunicación de vicios y, en consecuencia, la invocación de excepciones.

Lo afirmado es distinto a la concepción de que la autonomía hace referencia a la


desvinculación o no del título valor del negocio causal que le ha dado origen. En
otras palabras, si como se sabe todo título valor se crea en virtud de un motivo,
de una causa, si ese negocio subyacente que motiva la emisión del título afecta
la eficacia del título, ese es un problema diferente y que toca con el concepto de
la causalidad de los títulos valores. En la medida en que un título valor pueda ser
afectado o permanezca vinculado al negocio causal, al negocio subyacente,
estaremos en presencia de un título valor eminentemente causal, pero si por el
contrario una vez creado el título se desvincula, rompe sus relaciones con el
negocio causal que le ha dado origen, en consecuencia, los vicios o los defectos
del negocio causal no están llamados a repercutir en la eficacia del título, pues
estaremos frente a un título valor abstracto. Pero, como indicamos, éste es un
tema y un problema distinto de la autonomía, de la característica de la
autonomía, en la medida que tiene que ver con la causalidad o incausalidad de
los títulos valores.

La autonomía, como lo hemos señalado, hace referencia a que el derecho de


todo adquirente de un título valor empieza en él. Éste no es un cesionario o
continuador de los derechos de su anterior titular o de su tradente. Desde el
punto de vista pasivo nos enseña que cada interviniente contrae su propia
obligación. Entonces, lo que es autónomo es el derecho de cada adquirente, lo
que es autónomo es la responsabilidad de cada interviniente. No es que el título
sea autónomo, que el documento o el derecho incorporado en el título sea
autónomo, la autonomía no se refiere a esos aspectos sino a la independencia
de las obligaciones de cada interviniente y al carácter originario de los derechos
de todo adquirente.

2.5 Principio de Legitimación

La legitimación es la calidad que tiene el tenedor de un título valor para ejercitar


el derecho incorporado en éste, por obtener judicial o extrajudicialmente el
cumplimiento de la obligación que lo contiene. La legitimación se caracteriza por
la identificación del titular del derecho incorporado en un título valor. La
consecuencia lógica para poder exigir la prestación que incorpora el título es la
exhibición misma del documento.

a. Exhibición del titulo

Pero la legitimación no solo impone la obligación de exhibir el título para poder


exigir el pago, sino que por pasiva el obligado no le puede satisfacer la prestación
a una persona que no le exhiba el documento, de tal manera que la posesión del
título de acuerdo con su ley de circulación, unida a la exhibición, es igual a
legitimación. La legitimación conduce también a que para defender los derechos
que incorpora un título valor sea necesario exhibirlo, que nadie pueda invocar
mejores derechos sin respaldar sus alegaciones con la exhibición misma del
título. Tal como lo refleja el hecho de que el artículo 810 del Código de Comercio
cuando se está en presencia en un proceso de cancelación de un título valor, no
admite oposición si el tercero no presenta o exhibe el título.

Es la lógica consecuencia de que para defender los derechos incorporados en


un título es necesario exhibirlo, presentarlo. Pero no es una exhibición o
presentación de cualquier manera, porque ya lo hemos advertido que se trata de
una posesión calificada o cualificada, teniendo en cuenta la ley de circulación.
La legitimación plantea el interrogante de saber si quien exhibe el título para que
se pueda legitimar debe ser a su vez el verdadero propietario del derecho, o si
por el contrario la ley se conforma con una categoría un poco distinta como sería
la del mero poseedor o la del simple tenedor del documento. Cuando se plantea
este interrogante no significa que el propietario no pueda legitimarse o que no
sea el primer llamado a legitimarse.

Ordinariamente sucede que la exhibición del título por una determinada persona
está acompañada a su vez de la propiedad del derecho a esa misma persona,
de tal manera que la posesión y la propiedad coinciden. En tal sentido, hay
paralelismo entre el aspecto interno y externo, entre la propiedad formal y la
propiedad real, pero lo que se plantea más bien es si una persona que no es
propietaria del título puede legitimarse y la respuesta tendrá que ser afirmativa,
porque la ley exige simplemente que quien exhibe el título sea poseedor,
poseedor de acuerdo con su ley de circulación.

b. Posesión y propiedad del título

En otras palabras, no exige la ley la propiedad, es decir, la coincidencia entre la


posesión del título y la titularidad del derecho. Así lo tiene consagrado el artículo
647 cuando dice que se considera tenedor legítimo a quien posea el título de
acuerdo con su ley de circulación, y desde este punto de vista se puede afirmar
que la ley se conforma con el aspecto externo, con la apariencia. En
consecuencia, basta que formalmente quien invoca derecho posea el título, lo
exhiba de acuerdo con su ley de circulación para que se le tenga como titular
aunque en realidad la propiedad pueda recaer en otra persona, lo cual induce a
ratificar que en esta materia prima la posesión formal sobre la posesión real, la
propiedad formal sobre la propiedad real, la apariencia sobre la realidad. Por ello
no es extraño observar el caso de que personas que no son verdaderos titulares
se pueden llegar a legitimar, porque cumplen con los requisitos que impone la
legitimación.

En síntesis, ordinariamente el propietario será el primer llamado a legitimar, pero


pueden darse casos en que el propietario no se pueda legitimar por carencia del
documento. Así mismo, la ley no exige la coincidencia entre la propiedad y la
legitimación dado que impone una categoría distinta como es la del mero
poseedor de acuerdo con su ley de circulación.

c. Legitimación por personas no titulares

El hecho de que personas distintas a su verdadero titular se puedan llegar a


legitimar, evidencia la gravedad que tiene para cualquier persona la pérdida de
un título valor máxime si se agrega que en nuestra legislación quien ha sufrido
el extravío, hurto o robo de un título valor, para poder recuperar el documento
tiene que recurrir a un proceso precisamente de cancelación y de reposición. Si
se puede legitimar una persona que no es verdadero titular porque ha llegado a
poseer el título por un medio irregular, la legitimación nos plantea el interrogante
de determinar la conducta que debe adoptar el obligado cuando antes de pagar
el título o en el momento de tener que satisfacer la prestación incorporada en el
mismo, tiene noticias de la mala fe del tenedor.

En torno a la solución de este conflicto las posiciones son encontradas.


VIVANTE, consecuente con los efectos de la legitimación, es de la opinión de
que aunque el obligado tenga noticias de la mala fe del tenedor, en la medida en
que el título cumpla con los requisitos propios de la legitimación, debe pagar,
porque es una consecuencia propia de la legitimación. Por el
contrario,ASCARELLI sostiene la tesis opuesta; dice que en realidad resulta
absurdo que a pesar de que el obligado tenga noticias de la mala fe del tenedor,
sea responsable en el pago del título por el solo hecho de que está legitimado,
en la medida que ello conllevaría a sostener que la mala fe es fuente de
derechos, cuando realmente siempre se ha tenido como un vicio, como
circunstancia que impide invocar derechos.
Frente a estas dos posiciones antagónicas ha surgido la "teoría oportunista",
sostenidas por BONELLI y MESSINEO, quienes plantean que cuando el
obligado antes de pagar recibe noticias de la mala fe del tenedor, lo primero que
tiene que saberse es la· seriedad de tales noticias, de dichos rumores y en
segundo lugar, establecer si los hechos o las circunstancias de donde se
pretende derivar la mala fe del tenedor pueden ser o no constitutivos de una
excepción personal y además, si el obligado está en posibilidad o no de reunir
las pruebas que le permitan demostrar (en caso de ser demandado) que
efectivamente el tenedor es de mala fe. Si se reúnen estas circunstancias:
veracidad y credibilidad de la información, que los hechos realmente son
constitutivos de una excepción personal y que el obligado está en posibilidad de
probar la mala fe del tenedor, el obligado debe abstenerse de pagar; de lo
contrario, debe pagar.

Entendida en esos términos la función legitimadora de esa especie de


instrumentos, débese acotar seguidamente, que la misma adquiere una doble
connotación toda vez que, en un lado, inviste o faculta a quien posee el título
conforme a su ley de circulación, para ejercitar el derecho en él incorporado
(legitimación activa) y, de otro, la de, por regla general, habilitar al deudor para
pagarle a quien en las anotadas condiciones le exhiba dicho documento.

2.6 Principio de Buena Fe

Toda transmisión del título debe realizarse de aquél del que tenga facultades
para disponer del título, de lo contrario, si la adquisición se realizó con
conocimiento de la falta de legitimidad, no hay legítima adquisición.

2.7 Principio de Circulación

Los títulos valores han sido creados para su circulación, es decir, para entrar al
tráfico comercial. Sin embargo debemos precisar que no atentará contra la
circulación si el título permanece en posesión del acreedor originario, pues
simplemente es necesaria la posibilidad de circulación.

2.8 Principio de Formalidad


Significa que los títulos valores, para ser considerados como tales. Además de
incorporar derechos y estar destinados a la circulación, deberán reunir los
requisitos formales esenciales que exija la ley para cada tipo especial de título
valor.

Capítulo III: Nociones Generales

Concepto de Título Valor:

Es aquel soporte materializado (papel) o desmaterializado (en una anotación en


cuenta registrada en una Institución de Compensación y Liquidación de Valores)
formal, destinado a la circulación, que contiene un negocio jurídico unilateral por
el cual un deudor se compromete a efectuar una prestación patrimonial (pueden
representa derechos crediticios, derechos de participación, derechos reales o
derechos de garantía) a favor de un acreedor.

Importe del título valor

El importe del título valor es expresado en números y letras, y en caso de


diferencia entre esos montos, primará el importe consignado en moneda
nacional, si es que ningún monto fuera con moneda nacional se tendrá no surtirá
efectos jurídicos y si no se consignará el signo de la moneda se entenderá que
está expresado en moneda nacional.

Alteración del título valor

La obligación sobre lo expresado en el título se efectúa tomando en cuenta la


fecha de la firma, por cuanto quien firma se obliga sobre las condiciones
contractuales que están presentes, entonces en casos de alteración sobre los
términos del título valor si la firma es posterior a la alteración el sujeto quedará
obligado sobre los términos presentes al momento de la firma.

Integración del título valor


Los títulos valores pueden ser emitidos incompletamente, y pueden
posteriormente ser completados conforme los términos de los acuerdos previos
hasta el momento que se exija el cumplimiento de la prestación.

La ley peruana posibilita que en caso de emisión de títulos valores incompletos,


el obligado puede además de solicitar una copia del título, agregar una cláusula
que limite su transferencia, para mayor seguridad de un llenado del título
conforme a los acuerdos previos.

Solidaridad cambiaria en los títulos valores

Aquellas personas que giren, endose o avalen, letras, pagarés, vales a la orden
y cheques se vinculan solidariamente respecto al tenedor del título valor. La
solidaridad implica que el tenedor puede exigir a uno o a todos el cumplimiento
de la prestación patrimonial (la elección de a quién exige dependerá la situación
de solvencia económica, ya que cuanto más solvente sea el sujeto mayor
posibilidades tendrá de ver satisfecho el derecho).

El cumplimiento se exige por la acción directa (al actual deudor) o la de regreso


(al resto de personas que giraron, endosaron o avalaron).

Gravámenes sobre los títulos valores

Los títulos valores también son susceptibles de verse afectados por medidas
cautelares u otros derechos reales de garantía como el usufructo o la garantía
mobiliaria. Pero para que la constitución del gravamen sea válida ésta debe
constar en el título valor, si se trata de un título materializado, y en caso de los
títulos desmaterializados deben constar en el registro de la anotación en cuenta.

Acción Cambiaria en los títulos valores

El derecho del legitimado por el título valor de exigir el cumplimiento de la


prestación patrimonial, se denomina derecho cambiario o acción cambiaria, que
busca la efectiva realización de la prestación patrimonial contenida en el título
valor.
Debemos precisar que aunque la doctrina y la jurisprudencia han denominado al
derecho cambiario como acción cambiaria, ésta no se identifica con la acción
procesal, pues su naturaleza jurídica al radicar en el derecho incorporado al título
es sustantiva y no procesal. “No hay un tipo de proceso específico para obtener
la satisfacción judicial de los derechos cambiarios” , por tanto quien pretenda
exigir la acción cambiaria tendrá como alternativas el proceso ordinario, a fin de
tener el respaldo de la cosa juzgada, o el proceso ejecutivo, para obtener rapidez
en el efectivo cumplimiento de la prestación patrimonial.

Firma del título valor

Para vincularse jurídicamente debe expresarse la manifestación de voluntad, y


ésta se realiza a través de la consignación de la firma en el título, sin embargo
con la finalidad de evitar problemas en la identificación del obligado, será
necesario consignar el número del documento de identidad para mayor
seguridad, pero su errónea consignación no invalida el título.

En caso de personas jurídicas, la consignación del nombre de sus


representantes y su documento de identidad también es necesaria.

Acción causal y el título valor

En el caso que el acreedor y el deudor fueran los que dieron origen al derecho
que posteriormente se incorporaría en el título valor, y siempre que no hubiera
existido endoso, se podrá interponer la acción causal, a fin de exigir el
cumplimiento de la prestación.

“El objeto de la acción causal es obtener la prestación debida por la relación


fundamental que fue causa de la creación o de la trasmisión del título valor…. el
objeto de la acción cambiaria es obtener la prestación que consta en el título”.

Acción Ejecutiva y el título ejecutivo

La calidad de “título ejecutivo”, la obtiene un título valor por imperio de la ley, y


le confiere el beneficio al titular del título valor de poder hacer valer su derecho
por una vía procesal privilegiada (más veloz y con menos posibilidad de
oposición por parte del deudor), que en caso del Perú tiene el nombre de
“proceso único de ejecución”.

La acción cambiaria, es la acción que confiere el título valor a aquellos


legitimados activamente para exigir el cumplimiento del derecho, deriva de la
emisión del título (acto cambiario). En el supuesto de la acción ejecutiva, el
ordenamiento jurídico confiere a los títulos valores que hubieren cumplido con
los requisitos legales, la posibilidad de poder ser exigidos mediante ell proceso
ejecutivo, que es un proceso privilegiado por la celeridad en plazos, de tal
manera que es más rápido poder obtener la prestación patrimonial.

Capítulo IV: Conclusiones

BIBLIOGRAFÍA

ANEXOS

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