Precapitalismo y Revolucion Industrial

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Universidad De Valparaíso

Carrera Pedagogía en Historia y Cs. Sociales


Cátedra de Historia Moderna II
Profesor Luis Flores

Precapitalismo y Revolución Industrial


Análisis social y económico

Mario Jofré
En este ensayo, se pretende abarcar la época precapitalista y sus
características, para luego exponer el consiguiente impacto de la conocida
Revolución Industrial, la cual va reordenar el sistema económico y causará
diversos efectos en lo social, político y cultural en el trayecto de esta transición.
Se hará un análisis tanto en el eje económico como el social, y se pondrá más
atención en este último.
Cabe a modo de inicio, hacer una distinción en la cosmovisión del
hombre medieval y del hombre moderno. El hombre medieval, de costumbres
arraigadas en lo más profundo de su alma, sujeto a poderes establecidos y
enseñado a vivir en comunidad, se encuentra sometido al bienestar de la
colectividad, en busca de lo necesario para su existencia. Este hombre está
sujeto a una serie de condiciones políticas, económicas, sociales y culturales.
En lo político podemos evidenciar la figura del rey: una imagen simbólica; en
pocas palabras, el rey para el hombre medieval es un dios en la tierra. En lo
económico, la tierra juega un papel muy importante, ya que esta viene a ser la
que dictamina las condiciones económicas de la época. En lo social
distinguimos, la vida en comunidad como parte importante de la construcción
social y humana de la época. Y en lo cultural vemos la función de la iglesia,
como interventora en las condiciones políticas, económicas y sociales del ser
feudal.
Por el contrario el hombre “moderno”, es un hombre de carácter
científico que busca las explicaciones del mundo en la ciencia. Se basa en la
razón y ahora el mundo gira en torno al hombre. Es un ser individual, en
constantes y vivaces competencias, que trata de abarcar la mayor cantidad de
capital, para de este modo alcanzar más control sobre la sociedad.
De este modo, el período de transición va a estar marcado por este
cambio de mentalidad en el hombre, e irremediablemente por una alteración y
transformación de la estructura antigua. Desde un punto de vista económico,
debemos destacar que desde los últimos años del siglo XVI se produjeron en
Europa importantes cambios en la esfera económica: el comercio internacional,
que hasta ese momento había estado controlado por España, Portugal y las
ciudades de la península itálica, se desplazó hacia el norte de Europa. En esos
años surgió el mercantilismo; logró consolidarse en el siglo siguiente gracias a
la alianza entre las monarquías absolutas y los comerciantes emprendedores, y
continuó vigente durante parte del siglo XVIII. El mercantilismo defendió la
intervención del Estado en la economía, y proclamó que la riqueza y el poder
de los países se miden de acuerdo con el oro y la plata que éstos posean. A
fines del siglo XVII, en Francia e Inglaterra comenzaron a aparecer severas
críticas contra el mercantilismo. Surge el liberalismo económico. Debe
entenderse como liberalismo económico a las ideas propuestas tanto en
Francia como en Inglaterra, tendientes a sacudirse la intervención del Estado
en la vida económica del país y dejar en plena libertad las acciones
económicas, para que la riqueza se mantuviera en cada Estado, desde luego
en beneficio de los sectores que controlaban el comercio, la industria y el
sector financiero. El más notable defensor del liberalismo económico fue sin
duda Adam Smith, quien fundamentó ampliamente esa teoría en su obra “La
riqueza de las naciones”.
La expansión colonial del siglo XVII acompañada del desarrollo del
comercio internacional; la creación de mercados financieros; la acumulación de
capital; y la revolución científica del siglo XVII son considerados factores
influyentes, que darían paso a la Revolución Industrial. En la segunda mitad del
siglo XVIII, en Inglaterra, se detecta una transformación profunda en los
sistemas de trabajo y de la estructura de la sociedad. Es el resultado de un
crecimiento y de unos cambios que se han venido produciendo durante los
últimos cien años; no es una revolución repentina, sino lenta e imparable. Se
pasa del viejo mundo rural al de las ciudades, del trabajo manual al de la
máquina. Los campesinos abandonan los campos y se trasladan a las
ciudades; surge una nueva clase de profesionales.
La Revolución Industrial es el proceso de evolución que conduce a una
sociedad desde una economía agrícola tradicional hasta otra caracterizada por
procesos de producción mecanizados para fabricar bienes a gran escala. Este
proceso se produce en distintas épocas dependiendo de cada país y cabe
recalcar su primera fase que es la que nos importa analizar ya que es el
detonante de los cambios sociales; “La primera etapa de la Revolución
industrial fue técnicamente un tanto primitiva no porque no se dispusiera de
mejor ciencia y tecnología, o porque la gente no tuviera interés en ellas, o no se
les convenciera de aceptar su concurso. Lo fue tan sólo porque, en conjunto, la
aplicación de ideas y recursos sencillos (a menudo ideas viejas de siglos),
normalmente nada caras, podía producir resultados sorprendentes. La novedad
no radicaba en las innovaciones, sino en la disposición mental de la gente
práctica para utilizar la ciencia y la tecnología que durante tanto tiempo habían
estado a su alcance y en el amplio mercado que se abría a los productos, con
la rápida caída de costos y precios. No radicaba en el florecimiento del genio
inventivo individual, sino en la situación política que encaminaba el
pensamiento de los hombres hacia problemas solubles.” 1
Con la industrialización aparecen nuevos grupos sociales; empresarios y
banqueros como elementos innovadores, obreros industriales como mano de
obra. Es una sociedad más compleja. Pero sobre todo es una sociedad de
estructura nueva, más dinámica. La sociedad preindustrial está constituida por
estamentos, grupos cerrados, determinados en gran medida por el nacimiento.
Dos de estos grupos, la nobleza y el clero, poseían derechos superiores a los
otros estamentos: exención de impuestos, monopolio de ciertas funciones; etc.
Se concibe a la sociedad como un organismo en el que cada miembro o cada
estamento tiene una función reservada: gobernar o trabajar.
La sociedad industrial es la denominada de clases. La forman grupos
abiertos, determinados fundamentalmente por la fortuna. Ninguna función es
monopolio de grupo; el hombre con capacidad puede acceder a cualquier cargo
de responsabilidad. En la realidad la igualdad de los hombres se redujo al
ámbito de los principios teóricos, a la igualdad ante la ley. De hecho
subsistieron grandes diferencias de fortuna y cultura entre las clases altas y
medias y las clases bajas, formadas por el campesinado, restos de un
artesanado en retroceso, y proletariado o clase obrera. Nos referiremos a éste
último.
Como consecuencia de la revolución agrícola y demográfica, se produjo
un éxodo masivo de campesinos hacia las ciudades; el antiguo agricultor se
convirtió en obrero industrial. La ciudad industrial aumentó su población como
consecuencia del crecimiento natural de sus habitantes y por el arribo de este
nuevo contingente humano. La carencia de habitaciones fue el primer problema
que sufrió esta población marginada socialmente; debía vivir en espacios
reducidos sin las mínimas condiciones, comodidades y condiciones de higiene.
A ello se sumaban largas jornadas de trabajo, que llegaban a más de catorce
1
Hobsbawm, Eric. “Industria e imperio”. Barcelona: Editorial Ariel, P. 3
horas diarias, en las que participaban hombres, mujeres y niños con salarios de
miseria, y que carecían de protección legal frente a los dueños de las fábricas.
“Como arrastradas por súbita corriente, desaparecieron las constituciones y
limitaciones medievales que pesaban sobre la industria, y los estadistas se
maravillaron del grandioso fenómeno que no podían comprender ni seguir. La
máquina obediente servía la voluntad del hombre. Pero como la maquinaria
redujo el potencial humano, el capital triunfó sobre el trabajo y creó una nueva
forma de esclavitud”2. Este conjunto de males que afectaba al proletariado
urbano se llamó la Cuestión social, haciendo alusión a las insuficiencias
materiales y espirituales que les afectaban.
Como contraste al proletariado urbano, se fortaleció el poder económico
y social de los grandes empresarios, afianzando de este modo el sistema
económico capitalista, caracterizado por la propiedad privada de los medios de
producción y la regulación de los precios por el mercado, de acuerdo por la
oferta y la demanda. En este escenario, la burguesía desplaza definitivamente
a la aristocracia terrateniente y su situación de privilegio social se basó
fundamentalmente en la fortuna y no en el origen o la sangre.
Consecuentemente se creará una diferenciación de clase muy marcada entre
los actores fundamentales de este proceso histórico: Burguesía y Proletariado.
Frente a la situación de pobreza y precariedad de los obreros, surgieron
críticas y fórmulas para tratar de darles solución; por ejemplo, los socialistas
utópicos, que aspiraban a crear una sociedad ideal, justan y libre de todo tipo
de problemas sociales. Otra propuesta fue el socialismo científico de Karl Marx,
que proponía la revolución y la abolición de la propiedad privada (marxismo);
también la Iglesia, católica, a través del Papa León XIII, dio a conocer la
Encíclica Rerum Novarum (1891), que condenaba los abusos y exigía a los
estados la obligación de proteger a lo más débiles. Estos elementos fueron
decisivos para el surgimiento de los movimientos reivindicativos de los
derechos de los trabajadores.
Uno de los principios fundamentales de la industria moderna es que
nunca considera a los procesos de producción como definitivos o acabados. Su
base técnico-científica es revolucionaria, generando así, el problema de la
caída en desuso de la tecnología en períodos cada vez más breves. Desde
2
Ibíd., p. 6
esta perspectiva puede afirmarse que todas las formas de producción
anteriores a la industria moderna (artesanía y manufactura) fueron
esencialmente conservadoras, al trasmitirse los conocimientos de generación
en generación sin apenas cambios. Sin embargo, el desuso de los aparatos
tecnológicos y su innovación no se circunscribe a la ciencia y la tecnología,
sino que debe ampliarse a toda la estructura económica de las sociedades
modernas. En este contexto la innovación es la esencia permanente de la
modernidad. Principios fundamentales de la industria moderna es que nunca
considera a los procesos de producción como definitivos o acabados. Se crea
un nuevo clima social: son básicos un capitalismo incipiente, un sistema
educativo y espíritu emprendedor. La no adecuación o correspondencia entre
unos y otros crea desequilibrios o injusticias. Parece ser que este desequilibrio
en los procesos de industrialización, siempre socialmente muy inestables, es
en la práctica inevitable, pero mensurable para poder construir modelos
mejorados.
Respecto a la revolución demográfica, el aumento de la población se
debió a varios motivos: reducción de la tasa de mortalidad, debida, no a
aparición de vacunas ni de mejores medicamentos principalmente, sino a los
avances en la higiene; este aumento de la población habría sido más acusado
de no ser por algunos frenos poderosos: mortalidad infantil elevada (sólo en los
países que iban retrasados respecto a la revolución); últimas hambrunas y
epidemias. A pesar de estos frenos el potencial de crecimiento era indudable.
Tanto, que alteró la hasta entonces existente relación población-trabajo en el
campo, por lo que mucha mano de obra no pudo acceder al empleo en sus
lugares de residencia (el campo está en fase de transformación y emplea
menos mano de obra que anteriormente) y se vio forzada a la migración hacia
las ciudades, donde las demandas de obreros y las posibilidades de mejora las
atraían. En Inglaterra el crecimiento poblacional fue grandísimo durante el
XVIII.
La creciente actividad del sector industrial crea una demanda de
avances tecnológicos sin los cuales no se podría haber hecho frente al
crecimiento. Los avances iniciales en labores agrícolas han de ser vistos desde
esta perspectiva de demanda, lo que a su vez, al generar un desarrollo del
sector puntero industrial (textil) genera nueva demanda de avances. La
necesidad de producir más y más rápido genera una búsqueda de soluciones a
problemas cotidianos que, a su vez, generan otras respuestas paralelas. Los
sectores más punteros del desarrollo industrial inglés son, sin duda alguna, el
textil y el metalúrgico, “la industria algodonera no fue singular y careció de la
capacidad directa de estimular lo que, como analistas de la industrialización,
sabemos más necesitaba del estímulo, es decir, las industrias pesadas de base
como carbón, hierro y acero, a las que no proporcionó un mercado
excepcionalmente grande. Por fortuna el proceso general de urbanización
aportó un estímulo sustancial para el carbón a principios del siglo XIX como
había hecho en el XVIII.” 3
El empleo de la energía producida por las calderas de vapor para mover
las máquinas tejedoras y de hilar marcó el comienzo del extraordinario
incremento de la producción y, al mismo tiempo, de la Revolución Industrial.
La máquina de vapor producía una corriente de vapor que permitía mover una
rueda durante largo tiempo. Al principio esta máquina se utilizó en la industria
textil y en las minas; más tarde se aprovechó también para el desplazamiento
de algunos medios de transporte, como las locomotoras y las embarcaciones.
La transformación industrial fue posible, en gran parte, gracias al uso de dos
nuevas fuentes de energía: el vapor y el carbón mineral.
La utilización del vapor se dio gracias al invento de la máquina de vapor,
la cual fue perfeccionada en 1769 por el inglés James Watt. La invención de la
máquina de vapor fue una de las más importantes innovaciones de la
Revolución industrial. Hizo posible mejoramientos en el trabajo del metal
basado en el uso de coque en vez de carbón vegetal.
En el siglo XVIII la industria textil aprovechó el poder del agua para el
funcionamiento de algunas máquinas. Estas industrias se convirtieron en el
modelo de organización del trabajo humano en las fábricas.
Además de la innovación de la maquinaria, la cadena de montaje contribuyó
mucho en la eficiencia de las fábricas.
Como consecuencia de las grandes transformaciones económicas
derivadas de la Revolución Industrial, se produjeron también significativos
cambios sociales, por ejemplo, la aparición de las fábricas y el crecimiento de
las ciudades. La industria doméstica y los talleres artesanales desaparecieron
3
Ibíd., p. 8
por la introducción y la instalación de numerosas fábricas. Esto obedeció a que
la industria tradicional no podía competir contra las fábricas. El desarrollo de la
industria atrajo a miles de campesinos, los cuales emigraron del medio rural a
las ciudades en busca de trabajo. Los centros urbanos crecieron con gran
rapidez y de manera desordenada. A medida que avanzó la urbanización se
agudizó la separación entre los grupos acomodados, que habitaban en barrios
confortables, y los obreros, condenados por la miseria a apretujarse en hileras
de casas malolientes. El aire impuro que se respiraba en los barrios obreros y
la carencia de servicios elementales, como agua potable y drenaje, acortaba la
vida de sus habitantes.
Así, que las transformaciones ocurridas en Inglaterra propiciaron el surgimiento
de la clase obrera y de la burguesía industrial en la segunda mitad del siglo
XVIII.

A modo de observación final:

El desarrollo de la Revolución Industrial se originó en Inglaterra, ya que


en este país estaban dadas las condiciones necesarias para el desarrollo de
este proceso: existía paz interna, el país tenía una excelente ubicación
geográfica, siendo una isla, teniendo libre salida al mar por cualquier punto
cardinal, siendo experto en la navegación, con una burguesía que venía
acumulando capital para lograr este gran cambio. Este proceso perjudicó
enormemente a los simples campesinos y trabajadores; existían unos pocos
que poseían el poder, y la gran mayoría que estaba sometido a éste. A pesar
de los inconvenientes e injusticias que se vivieron en el desarrollo de la
Revolución Industrial, ésta fue la mayor impulsora de los avances tecnológicos
que hasta hoy en día siguen en vigencia. No sólo se modificó la industria, los
medios de transportes, la forma de trabajo, sino también la forma de vida y
pensamiento.
Queda en clara evidencia que estos logros no fueron alcanzados por los
mejores, considerados o más compasivos métodos, pero sabemos que a partir
de la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra surgieron grandes cambios
que a largo plazo beneficiarían no sólo a su propia nación, sino también al resto
del mundo.

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