Libro 2 PDF
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(Coord.)
Síndromes epilépticos pediátricos y autismo
Síndromes epilépticos
pediátricos y autismo
Agustín Legido (Coord.)
con la colaboración de
SÍNDROMES
EPILÉPTICOS PEDIÁTRICOS
Y AUTISMO
Ejemplar gratuito.
Para más copias dirigirse a [email protected]
o al teléfono 91 631 90 11
Permisos:
De [Neuropsicología de la epilepsia: ¿qué factores están implicados? Rev Neurol 2006; 43 (Supl 1):
S59-S70], [Campos-Castelló J. ] con el permiso de Viguera Editores, S.L.U.
De [TRATADO DE EPILEPSIA, editado por Carreño M., Casas C., Gil-Nagel A., Salas Puig J., Serratosa
J.M., Villanueva V.], [Herranz J.L.] con el permiso de Editorial Luzan, Madrid, 2011, pág. 537-548.
La ponencia del Dr. Víctor Ruggieri está basada en un artículo publicado en Revista Medicina (Buenos
Aires): ACTUALIZACIÓN EN NEUROLOGÍA INFANTIL IV Autismo y epigenética. Un modelo de
explicación para la comprensión de la génesis en los trastornos del espectro autista. Claudia Arberas,
Víctor Ruggieri - Año 2011, aunque con las actualizaciones correspondientes al año 2015.
Introducción
- Carta del director de la Fundación Síndrome de West 9
7
Síndromes epilépticos pediátricos y autismo
8
[ CARTA DEL DIRECTOR DE LA FUNDACIÓN SÍNDROME DE WEST ]
Por lo que respecta a la divulgación, este libro que tiene en sus ma-
nos es la tercera de nuestras publicaciones técnicas. La primera fue el libro
Presente y futuro de los síndromes epilépticos pediátricos, resumen de las
ponencias de nuestros tres primeros congresos, editada con la colaboración
de la Fundación Ramón Areces y dedicada sobre todo a la comunidad
científica y el personal sanitario. La siguiente, gracias a Viropharma, estuvo
dirigida eminentemente a los educadores. Se trata de la Guía de interven-
ción en el aula para alumnos con epilepsia que, con un lenguaje sencillo y
unas ilustraciones didácticas, ayuda a que la epilepsia deje de ser un estig-
ma en los centros educativos y que los profesionales sepan intervenir de la
mejor manera posible.
9
El futuro de la farmacología de la epilepsia:
Fármacos de segunda y tercera generación. Dr. José Luis Herranz
10
EL FUTURO DE LA FARMACOLOGÍA
DE LA EPILEPSIA: FÁRMACOS DE
SEGUNDA Y TERCERA GENERACIÓN
11
El futuro de la farmacología de la epilepsia:
Fármacos de segunda y tercera generación. Dr. José Luis Herranz
12
Tabla II.
Interacciones farmacocinéticas
entre antiepilépticos de primera
y de segunda generación
Tabla III: Siglas internacionales, dosificación, número diario de tomas y rango terapéutico de los antiepilépticos
13
de segunda generación.
El futuro de la farmacología de la epilepsia:
Fármacos de segunda y tercera generación. Dr. José Luis Herranz
Gabapentina
Desarrollado por su estructura similar al GABA y por su habilidad
para cruzar la barrera hematoencefálica, sin embargo no es un agonista
del GABA. Su mecanismo de acción parece estar relacionado con la
unión a la subunidad a2d del canal de calcio dependiente de voltaje.
Aspectos favorables:
• eficaz en crisis parciales.
• ausencia de interacciones farmacocinéticas, tampoco con anti-
conceptivos orales.
• eficacia en entidades ajenas a la epilepsia: dolor neuropático, mi-
graña, trastorno bipolar, temblor y otras.
• no efectos idiosincrásicos (se han referido solamente en 0,5 % de
los pacientes).
• rango terapéutico definido: 5-10 mg/L.
Aspectos desfavorables:
• absorción muy variable.
• cinética dosis dependiente decreciente según la cual, cuanto más
dosis se administra del fármaco, menor es la cantidad absorbida,
por saturación de los mecanismos transportadores en la mucosa
intestinal. Esto tiene la ventaja de prevenir intoxicaciones por so-
bredosis, pero obliga a incrementar considerablemente la dosis
diaria de gabapentina, hasta 2400 mg diarios en niños y 3600 mg
o más en adultos, para intentar aumentar la eficacia del fármaco.
• necesidad de la toma de tres dosis diarias, en desayuno, comida
y cena.
• efectos adversos: somnolencia, mareo, ataxia, cansancio, diplo-
pía, aumento de peso y trastornos de la conducta, como hiperac-
tividad y agresividad, especialmente en niños.
Lamotrigina
El principal mecanismo es la inhibición de los canales de sodio vol-
taje dependientes, estabilizando las membranas neuronales y modulan-
do la eliminación presináptica de neurotransmisores excitadores, como
glutamato y aspartato.
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Aspectos favorables:
• amplio espectro terapéutico, eficaz en pacientes con crisis parciales y
con crisis generalizadas, tanto las convulsivas como las no convulsivas
(ausencias).
• eficaz en dolor neuropático, migraña y depresión bipolar.
• cinética lineal.
• no induce a otros antiepilépticos ni a otros fármacos, tampoco a los
anticonceptivos orales.
• posibilidad de una dosis diaria del fármaco, en desayuno o cena.
• se han identificado los factores de riesgo para la producción de efec-
tos idiosincrásicos –comienzo con dosis elevada, instauración brusca
del tratamiento, asociación con valproato– que, obviándolos, anulan
prácticamente la aparición de los mismos.
• interacción farmacodinámica positiva cuando se asocia con valproato.
• rango terapéutico 5-10 mg/L.
Aspectos desfavorables:
• efectos adversos idiosincráticos –exantemas, síndrome de Stevens-
Johnson, anemia aplásica–, aunque excepcionales obviando los fac-
tores de riesgo referidos previamente.
• otros efectos adversos: somnolencia, diplopía, cefalea, ataxia, insom-
nio, temblor, nauseas, vómitos, irritabilidad y agresividad.
• la lamotrigina es modificada por fármacos inductores enzimáticos, lo
que modula sensiblemente su dosificación en politerapia. Interacción
que es especialmente intensa con valproato, que duplica o triplica la
vida media de la lamotrigina.
• empeoramiento clínico en la epilepsia mioclónica grave de la infancia
(síndrome de Dravet) y en otras epilepsias mioclónicas.
• teratogenicidad, por riesgo de fisura del paladar, especialmente cuan-
do se asocia con valproato.
Levetiracetam
Con un mecanismo de acción nuevo, ajeno a los canales iónicos depen-
dientes de voltaje y a los receptores gabérgicos y glutamérgicos, se liga a
la proteína SV2A de las vesículas sinápticas, facilitando la eliminación de los
neurotransmisores que contienen las mismas.
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El futuro de la farmacología de la epilepsia:
Fármacos de segunda y tercera generación. Dr. José Luis Herranz
Aspectos favorables:
• con la cinética más próxima a la del antiepiléptico ideal: absorción
total, no ligazón a las proteínas plasmáticas, no metabolización he-
pática, cinética lineal, ausencia de metabolitos activos y eliminación
renal.
• ausencia de interacciones, tampoco con los anticonceptivos orales.
• amplio espectro terapéutico, eficaz en crisis parciales y generalizadas.
• dos dosis diarias, en desayuno y cena.
• forma de presentación en comprimidos, suspensión oral y solución
por vía parenteral.
• efectos estimulantes ocasionales.
• rango terapéutico de 10 a 25 mg/L.
Aspectos desfavorables:
• somnolencia.
• Irritabilidad y agresividad, especialmente en niños.
Oxcarbacepina
Ejemplo de antiepiléptico de segunda generación que deriva de otro
de primera generación, la carbamacepina, con su mismo mecanismo de
acción –bloqueo del canal de sodio– pero con mejor tolerabilidad, porque
no se metaboliza a través del epóxido, metabolito responsable de los efec-
tos adversos de la carbamacepina. La oxcarbacepina también actúa redu-
ciendo la eliminación de aminoácidos excitadores, probablemente por inhi-
bición de las corrientes de calcio voltaje dependientes, y tiene cierto efecto
sobre los canales de potasio, por lo que puede ser eficaz en pacientes re-
fractarios a la carbamacepina.
Aspectos favorables:
• eficaz en pacientes con crisis parciales.
• cinética lineal.
• interacciones farmacocinéticas poco relevantes.
• dos dosis diarias, en desayuno y cena.
• forma farmacéutica en suspensión.
• eficaz en migraña y en manía.
• rango terapéutico definido: 10-25 mg/L del metabolito hidroxi-
carbacepina.
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Aspectos desfavorables:
• efectos idiosincrásicos, en el 5 % de casos, aunque son menos fre-
cuentes que con carbamacepina (10-15 %), con la que tiene hipersen-
sibilidad cruzada en el 25 % de casos.
• interacción con anticonceptivos orales.
• efectos adversos: diplopía, mareo, cefalea y somnolencia.
• hiponatremia, excepcional en niños, poco frecuente en adultos, pero
que puede producirse en un 5-7 % de ancianos.
Pregabalina
Estructuralmente relacionada con la gabapentina y con su mismo me-
canismo de acción, la ligazón a la subunidad a2d del canal de calcio voltaje
dependiente.
Aspectos favorables:
• la cinética más próxima a la del antiepiléptico ideal, como la de leve-
tiracetam.
• carece de interacciones, tampoco con anticonceptivos orales.
• eficaz en crisis focales.
• eficaz en dolor neuropático, en fibromialgia y en ansiedad generali-
zada.
• dos dosis diarias, en desayuno y cena.
Aspectos desfavorables:
• somnolencia, cansancio, ataxia, mareo, visión borrosa, diplopía y
temblor.
• aumento de peso y edemas periféricos.
• rango terapéutico no definido.
Tiagabina
Específicamente diseñada para prolongar la permanencia del GABA en
las sinapsis, mediante la inhibición selectiva del transportador GAT-1, que es
el que facilita la recaptación del GABA por las neuronas y por la glía.
Aspectos favorables:
• eficaz en pacientes con crisis parciales.
• cinética lineal.
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El futuro de la farmacología de la epilepsia:
Fármacos de segunda y tercera generación. Dr. José Luis Herranz
Aspectos desfavorables:
• espectro terapéutico muy limitado.
• ajuste lento de la dosis, a lo largo de 8 semanas, para mejorar la tole-
rabilidad inicial sobre el sistema nervioso central.
• vida media de eliminación corta, por lo que se deben administrar tres
tomas diarias.
• no está definido el rango terapéutico.
• efectos adversos: somnolencia, mareo, astenia, nerviosismo y temblor.
• riesgo de inducción de status no convulsivos.
Topiramato
Con mecanismo de acción múltiple, que incluye bloqueo del canal de
sodio dependiente de voltaje, aumento de la actividad inhibidora del GABA
en diversos subtipos de receptores GABA-A, antagonismo con los recepto-
res glutamérgicos AMPA/Kainato e inhibición de las isoenzimas II y IV de la
anhidrasa carbónica.
Aspectos favorables:
• amplio espectro terapéutico, debido a sus múltiples mecanismos de
acción, con eficacia potencial en todos los tipos de crisis epilépticas,
también en algunos niños con espasmos del síndrome de West y con
epilepsia mioclónica grave de la infancia (síndrome de Dravet).
• eficaz en migraña.
• cinética lineal.
• interacciones poco relevantes.
• dos dosis diarias, en desayuno y cena.
• excepcionales efectos idiosincrásicos.
• rango terapéutico definido: 2-5 (10) mg/L.
Aspectos desfavorables:
• ajuste lento de la dosis, a lo largo de 8 semanas.
• interacción con anticonceptivos orales.
• repercusión negativa sobre las funciones cognitivas –menor concen-
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tración, peor memoria– y especialmente sobre el lenguaje –dificultad
para encontrar las palabras que se quieren decir–, que condiciona su
introducción muy lenta y habitualmente la administración de dosis no
superiores a 100 mg diarios.
• anorexia y reducción del peso corporal, especialmente durante los
seis primeros meses de tratamiento.
• hipohidrosis e hipertermia.
• parestesias en manos y en pies, especialmente cuando se utiliza en
monoterapia.
• acidosis metabólica y, a largo plazo, riesgo de litiasis renal en personas
con predisposición genética.
Vigabatrina
Diseñada para aumentar las concentraciones de GABA mediante la in-
hibición irreversible selectiva de la GABA-transaminasa, la enzima que cata-
boliza el GABA.
Aspectos favorables:
• cinética lineal.
• casi ausencia de interacciones farmacocinéticas, siendo la única con
cierta relevancia la reducción del nivel de fenitoína en un 25 %, lo
que debe tenerse en cuenta cuando se suprime la vigabatrina, porque
puede aumentar la fenitoína hasta niveles tóxicos, debido a la cinética
no lineal dosis-dependiente creciente de dicho fármaco.
• eficaz en pacientes con crisis parciales.
• eficaz en niños con espasmos epilépticos del síndrome de West, que
es actualmente la única indicación para la utilización inicial de vigaba-
trina, debido a sus efectos tóxicos.
• rango terapéutico definido: 5-10 mg/L.
Aspectos desfavorables:
• somnolencia.
• aumento del peso corporal y del apetito, especialmente cuando se
asocia con valproato.
• irritabilidad y, ocasionalmente, cuadros psicóticos.
• efecto adverso grave y frecuente, en forma de reducción periférica con-
céntrica del campo visual, objetivado en un 20 % de adultos y en un
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El futuro de la farmacología de la epilepsia:
Fármacos de segunda y tercera generación. Dr. José Luis Herranz
10 % de niños que toman el fármaco, efecto adverso que puede ser re-
versible a largo plazo en algunos pacientes y que, posiblemente, pueda
prevenirse mediante la administración simultánea de taurina (11).
Zonisamida
Con mecanismo de acción múltiple, muy similar al de topiramato, pues-
to que bloquea los canales de sodio dependientes de voltaje, reduce las
corrientes de calcio de canales tipo T dependientes de voltaje, sin afectar a
los canales de calcio tipo L, e inhibe a la anhidrasa carbónica y a la transmi-
siòn glutamérgica excitadora.
Aspectos favorables:
• amplio espectro terapéutico, por sus múltiples mecanismos de acción,
eficaz en todos los tipos de crisis epilépticas, también en algunos ni-
ños con síndrome de West o de Lennox-Gastaut.
• cinética lineal.
• interacciones poco relevantes.
• dos dosis diarias, en desayuno y cena, y posibilidad de una dosis diaria.
• efectos idiosincrásicos excepcionales.
• rango terapéutico definido: 20-30 mg/L.
Aspectos desfavorables:
• interacción con anticonceptivos orales.
• repercusión negativa sobre las funciones cognitivas –menor concen-
tración, peor memoria– y, especialmente, sobre el lenguaje –dificultad
para encontrar las palabras que se quieren decir–, que condiciona su
introducción lenta y el manejo de dosis bajas.
• anorexia y reducción del peso corporal durante los seis primeros me-
ses de tratamiento.
• hipohidrosis e hipertermia.
20
me de West con vigabatrina, topiramato y zonisamida; en el Síndrome de
Lennox-Gastaut con lamotrigina, topiramato, levetiracetam y zonisamida o
en el síndrome de Dravet con topiramato y zonisamida. Pero, aunque la
tasa de pacientes con epilepsias no controladas se ha reducido, se estima
que ha evolucionado desde el 30 al 20 %, de modo que todavía es muy
abundante la tasa de farmacorresistencia. Esto justifica el desarrollo y la
comercialización de otros fármacos que constituyen los antiepilépticos de
tercera generación, dos de los cuales se han comercializado recientemente.
21
22
El futuro de la farmacología de la epilepsia:
23
El futuro de la farmacología de la epilepsia:
Fármacos de segunda y tercera generación. Dr. José Luis Herranz
Facilitación gabérgica
La ganaxolona es un esteroide neuroactivo derivado de la alopregna-
nolona, que carece de los efectos hormonales de la progesterona y que se
absorbe mejor que la alopregnanolona (24). Parece actuar especialmente
en los receptores GABAA que tienen subunidades d (que suelen ser pre-
24
sinápticos o extrasinápticos). Su espectro es amplio y, a diferencia de las
benzodiazepinas, no se desarrolla tolerancia. La eficacia clínica y la tolera-
bilidad de ganaxolona han sido valoradas en grupos reducidos de adultos
y de niños con diversos tipos de crisis refractarias, incluidos 20 niños de
entre 7 meses y 7 años de edad con espasmos, pero generalmente han
sido estudios abiertos no aleatorizados. Una de las mayores expectativas de
ganaxolona es su utilización en la epilepsia catamenial.
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El futuro de la farmacología de la epilepsia:
Fármacos de segunda y tercera generación. Dr. José Luis Herranz
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Bloqueo del transportador múltiple NKCC1
El cotransportador de Na+-K+-2Cl- (NKCC1) facilita la acumulación
de Cl- en las neuronas y favorece simultáneamente la producción de crisis
en el cerebro en desarrollo. La bumetanida, que bloquea a este cotrans-
portador (29), debe considerarse una nueva alternativa en el tratamiento
de las convulsiones neonatales y, considerando la epileptogénesis de las
displasias corticales, en una nueva alternativa de tratamiento en pacientes
con displasias corticales. La bumetanida potencia el efecto anticonvulsi-
vante del fenobarbital in vitro y retrasa o previene de crisis en animales
de experimentación (30), concretamente en ratas con 11 y 14 días, que se
corresponden con épocas neonatales y postneonatales, no resultando ya
eficaz en ratas de 21 días, que se corresponden con épocas preadolescen-
tes. Esto confirma que el cotransportador múltiple NKCC1 es una diana
potencial para el empleo y desarrollo de fármacos en el cerebro inmaduro
y también en las displasias corticales cerebrales. En un trabajo reciente
(31), tras la administración de bumetanida en un recién nacido con crisis
multifocales rebeldes, con monitorización continua del EEG, se redujeron
significativamente la duración y la frecuencia de las crisis, sin efectos ad-
versos ni alteraciones metabólicas.
27
El futuro de la farmacología de la epilepsia:
Fármacos de segunda y tercera generación. Dr. José Luis Herranz
28
por la posibilidad de que se produzcan interacciones o reacciones adversas.
El OC144-093 es un inhibidor de la glucoproteína P más específico (40), ya
que no inhibe las proteínas asociadas con el gen MRP1, no es metabolizado
por el CYP3A4, CYP2C8 ni CYP2C9, por lo que tiene pocas posibilidades de
interacciones con los antiepilépticos y parece bien tolerado en ensayos en
fase I, por lo que será un buen candidato para asociar a los antiepilépticos
en los casos en que se sospeche que la farmacorresistencia se deba a un
pobre acceso de estos al SNC.
El verapamilo tiene dos esteroisómeros, con la particularidad de que el
R-isómero es inhibidor de la glucoproteina P, pero carece de efectos farma-
cológicos. Por ello, se ha empezado a utilizar para mejorar el acceso de los
antiepilépticos al SNC sin los inconvenientes de los efectos del verapamilo
racémico (41, 42).
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verapamil. Epilepsia 2007; 48: 1774-1784.
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Neuropsicología de la epilepsia en el niño.
Dr. Jaime Campos-Castelló
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NEUROPSICOLOGÍA
DE LA EPILEPSIA EN EL NIÑO
RESUMEN
El niño epiléptico triplica el riesgo de presentar problemas cognitivos de
otras patologías neurológicas dependiendo de tres hechos: el efecto de la
propia epilepsia, los déficits neuropsicosociales previos asociados y el efecto
adverso del fármaco antiepiléptico (FAE). Cierto deterioro se acepta universal-
mente, sin concretarse factores relevantes productores, generalmente multi-
factoriales. Analizamos la relación neuropsicología/ epilepsia en neuropedia-
tría. Desarrollo. La relación epilepsia/comportamiento debe considerarse una
excepción y no la regla, salvo que coexistan trastornos de personalidad y/o
deficiencia mental. Los efectos cognitivos de los FAE dependen del fármaco,
de la dosis utilizada y de la polifarmacia; estos efectos son tanto adversos
como favorables. Las diferencias entre fármacos son criticables, ya que do-
sis adecuadas monitorizadas producen efectos adversos generalmente leves,
valorados fiablemente (MIDDRA). El tiempo de escalada es importante, en
especial con algunos nuevos FAE. Los mecanismos de producción son varia-
dos, pero el conocimiento del mecanismo de acción mejora el funcionamiento
cognitivo gracias al control de las crisis. En la infancia existen reacciones cog-
nitivas idiopáticas. Las principales son disminución del tiempo de reacción y
del procesamiento de información con alteración de la memoria, la atención y
el lenguaje. Conclusiones. La epilepsia se asocia a diversos problemas cogni-
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Dr. Jaime Campos-Castelló
INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
El paciente con epilepsia tiene tres veces mayor riesgo de presentar pro-
blemas que afecten a su funcionamiento cognitivo y otros problemas men-
tales frente a individuos sin problemas neurológicos (1); esto depende de
tres factores esenciales, cada uno de ellos lleno de variables heterogéneas:
el efecto directo de la propia epilepsia, los eventuales déficits neuropsicoló-
gicos previos asociados y el efecto adverso de la medicación antiepiléptica.
Los aspectos epidemiológicos no son bien conocidos, si bien los datos
de la existencia de anomalías psicopatológicas en la infancia y la adolescen-
cia han sido mejor tipificadas en algunos estudios (2) que en los adultos, que
suelen provenir de centros terciarios y por tanto con riesgo de estar sesga-
dos; se aprecia un incremento del riesgo de psicopatología en los niños entre
5 y 14 años con epilepsia –en especial la grave– cuando se les compara con
otros niños con problemas neurológicos y extraneurológicos. Lo mismo pue-
de decirse de los aspectos del funcionamiento cognitivo, pero en todo caso
se asume que hasta un 25 % de los epilépticos tiene la sensación de tener al-
terado su funcionamiento cognitivo; en el niño particularmente el lenguaje, la
atención, pero también –aunque a veces se ignora– la memoria, lo que supo-
ne un handicap significativo para su maduración y los aprendizajes escolares.
De todas maneras, el exceso de problemas psicopatológicos de todo or-
den, que en algunas series llega a alcanzar al 85 % de los pacientes, depende
más de circunstancias ambientales que del origen anatómico de la descarga,
y así un trabajo clásico de seguimiento de 25 años en pacientes temporolím-
bicos (3) demostró que un 65 % estaba libre de crisis –con o sin tratamiento– y
era independiente socialmente.
La epilepsia del lóbulo temporal en la infancia afecta a las mismas es-
tructuras y funciones que en el adulto, aunque las manifestaciones clínicas
no adopten los mismos patrones semiológicos; las funciones más frecuente-
mente afectadas son la memoria verbal y el lenguaje, pero también se han
encontrado alteraciones de la atención y de las funciones ejecutivas en la
36
epilepsia de esta localización, lo que implica a zonas extratemporales como
consecuencia de la acción negativa prolongada de estas epilepsias frecuen-
temente resistentes al tratamiento (4). Finalmente no hay que olvidar que en
el niño el cerebro está en fase de maduración y por tanto un daño precoz
modifica las estructuras involucradas en la organización cerebral e interrumpe
consecuentemente el proceso de aprendizaje.
Las aproximaciones realizadas en los últimos años, desde el punto de
vista neuropsicológico, han sido numerosas y si bien la impresión clínica
de que tal deterioro existe se acepta universalmente, los sistemas de es-
tudio tradicionales suelen fallar al averiguar los factores más relevantes en
su producción; por ello se trabaja hoy día en el estudio de valoraciones
computarizadas (1) sobre la base de que las causas son multifactoriales (4),
en especial para determinar en qué momento de la maduración el niño es
más vulnerable al proceso epiléptico en sí mismo. También se ha ensaya-
do (5) la utilización de amplias baterías de pruebas neuropsicológicas para
identificar las características en este aspecto de la epilepsia del lóbulo tem-
poral y, en un grupo de 107 pacientes definidos electroclínicamente y con
pérdida de volumen del hipocampo unilateral (demostrado por resonancia
magnética) los hallazgos encontrados fueron dispersos y debidos a factores
tanto directos como indirectos del síndrome epiléptico, lo que debe hacer
concluir que los estudios modernos de neuroimagen no han conseguido
demostrar los mecanismos de progresión del daño en la epilepsia resistente
al tratamiento (4). Nosotros tenemos experiencia en la utilización en niños
de la batería FePsy (Iron Psyche) (6).
Desde la perspectiva que acabamos de señalar, llevaremos a cabo un
análisis de la interrelación entre aspectos neuropsicológicos y epilepsia, con
referencia a la edad pediátrica.
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condiciones de normalidad del cociente intelectual; se anotan también más
dificultades manipulativas en las epilepsias parciales y en las secundaria-
mente generalizadas. Recalcaremos, por fin, que estas situaciones se pue-
den normalizar con la orientación psicopedagógica adecuada (9).
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en los últimos 30 años (12). Estos efectos dependen del fármaco en sí, de la
dosis utilizada y de las asociaciones de fármacos; estos efectos pueden ser
tanto beneficiosos, caso de la carbamacepina (CBZ) sobre las tareas visuoper-
ceptivas (13), como negativos. En general, entre los llamados ‘antiepilépticos
de primera línea’ se consideran como más dañinos el fenobarbital (PHB) y la
fenitoína (PHT) y con menos efectos secundarios la CBZ y el ácido valproico,
si bien no siempre se ha conseguido contrastar este hecho.
Por lo que respecta a los nuevos FAE, se ha señalado la dificultad de su
comparación a través de los diversos ensayos clínicos, por lo que la decisión
final de su uso se aconseja que sea valorada individualmente para un control
superior de las crisis con los mínimos efectos secundarios; estos FAE mues-
tran efectos adversos que predominantemente afectan al sistema nervioso
central, aspectos psiquiátricos y sistemas generales del organismo; llama la
atención que el topiramato (TPM) y la lamotrigina (LTG) muestran el mayor
nivel de efectos adversos de todo tipo, tanto en el grupo que toma el fárma-
co activo como el del placebo; se señala que el uso riguroso del vocabulario
COSTART para definir estos trastornos multiplica el número de efectos adver-
sos, mientras que estos disminuyen si se utiliza la evaluación MIDDRA (12).
Finalmente, otro factor importante del aumento de los efectos adversos es el
tiempo de escalada de dosis y así se ha comprobado cómo con el TPM estos
efectos adversos disminuían al lentificar dicha escalada (14).
Los efectos más perjudiciales se suelen ver con la utilización de mezclas
de fármacos (politerapia), si bien la introducción de la monitorización de los
fármacos, manteniendo por ello los niveles en sangre dentro del rango tera-
péutico, ha sido una buena medida preventiva de los efectos negativos de
estos en el área cognitiva, ya que los efectos son tanto menos importantes
cuanto menor es su concentración en la sangre.
Las diferencias halladas entre los distintos fármacos en diversos trabajos
son criticables por la metodología y, en todo caso, debe retenerse que su
acción negativa es discreta en la mayor parte de los casos utilizando las dosis
adecuadas. Por otra parte existe un hecho incuestionable que es la mejoría
de las funciones cognitivas a través del control que estos fármacos hacen
sobre la epilepsia.
Si concretamos en el tema de la memoria, uno de los que aparente-
mente más se han relacionado con la epilepsia, es especialmente frecuen-
te en aquellos pacientes afectos de una epilepsia parcial o focal (hasta un
20 % aqueja pérdida de memoria que se puede confirmar en un 82 % a
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Neuropsicología de la epilepsia en el niño.
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través de los oportunos tests); se ve que este efecto suele estar en rela-
ción con el origen lesional de la epilepsia, ya que en ausencia de lesiones
cerebrales, las diferencias entre los epilépticos y los controles no demues-
tran una tendencia clara del epiléptico a desarrollar deficiencias cognitivas.
Se han determinado diversos factores capaces de influir en las funciones
mnésicas de los pacientes epilépticos. Algunos de ellos están relacionados
directamente con las crisis, como el tipo y la frecuencia de éstas, pero otros
son consecuencia indirecta de las crisis, la medicación antiepiléptica y los
traumatismos craneales.
Se sabe poco de la posible influencia que ejercen los FAE sobre la memo-
ria. Sólo uno de ellos, el PHB, ha sido objeto de estudios más sistemáticos, y
la mayoría apunta a que podría ejercer efectos perjudiciales. Estos posibles
efectos sobre la memoria y las funciones cognitivas con ella relacionadas se
han analizado (15) comparando la PHT, la CBZ, el clobazam y el valproato
sódico (VPA); se observó que la PHT fue el único de los cuatro agentes que
ejerció una influencia significativa sobre el rendimiento en los tests de memo-
ria y se registraron deterioros para concentraciones séricas medias subtera-
péuticas. Se obtuvieron correlaciones significativas entre las concentraciones
séricas individuales de la PHT y el grado de deterioro manifestado en algunos
tests. Respecto a la modificación de la medicación, al comparar un grupo en
el que redujo el número de agentes antiepilépticos y otro en el que además
se introdujo CBZ después de reducir la medicación anterior, se observó que
en ambos grupos aparecían mejorías notables en los tests de atención, per-
cepción y velocidad mental y motora después de someterse a correcciones
farmacológicas; con todo, las mejorías registradas en los tests de memoria se
produjeron mucho antes y fueron mucho más generalizadas en el grupo en el
que se introdujo la CBZ.
Se estudiaron los efectos secundarios de la CBZ, el VPA y la PHT (16) y,
respecto a su incidencia sobre la memoria, se encontró que la PHT producía
más alteración de la memoria que el VPA, mientras que la CBZ pareció no
afectar a dicha función cognitiva. Sin embargo, señala que el perjuicio de
la PHT sobre la memoria no era significativamente superior al observado en
pacientes no tratados, es decir, al causado por la enfermedad en sí.
Los resultados de estos estudios indican que el tratamiento antiepiléptico
puede ejercer una influencia perjudicial sobre la memoria pero, en definitiva,
ningún medicamento ha demostrado tener efecto selectivo alguno sobre la
memoria, ni adverso ni beneficioso (17).
44
Los nuevos antiepilépticos –vigabatrina (VGB), LTG, gabapentina (GBP),
felbamato (FBM), tiagabina (TGB), TPM y levetiracetam (LEV)– no parecen
tener efectos secundarios graves, estadísticamente significativos, sobre las
funciones cognitivas y, aunque algunos señalan incluso efectos beneficiosos,
no existen todavía pruebas absolutamente concluyentes de que en algunos
aspectos, como el mencionado de la memoria, exista una alteración positiva
o negativa de manera permanente provocada por la medicación utilizada ra-
cionalmente. Un metaanálisis (18) no demostró diferencias en la tolerabilidad
entre estos fármacos nuevos, pero otros estudios sí hacen hincapié en estos
aspectos (12, 19, 20).
La relación pues entre epilepsia, su tratamiento y el deterioro cognitivo
es de carácter complejo y todavía poco conocida; se debe esperar a nuevos
estudios que aclaren definitivamente la cuestión.
Cuatro argumentos apoyan la influencia de los fármacos antiepilépticos
sobre las funciones cognitivas:
– Cuando se reduce el número de antiepilépticos o se pasa de la polite-
rapia a la monoterapia, mejora el rendimiento intelectual.
– Existe una relación directa entre concentraciones séricas de los antiepi-
lépticos y el deterioro de las funciones cognitivas.
– En voluntarios sanos a los que se administran antiepilépticos se reduce
significativamente su rendimiento intelectual.
– Los pacientes epilépticos nuevos tienen menor rendimiento intelectual
después de tomar durante un mes un fármaco antiepiléptico que los
que no reciben tratamiento alguno, con diferencias significativas en las
pruebas motoras, de atención y de estado de ánimo.
El gran problema que encontramos a la hora de valorar las repercusiones
de los FAE sobre las funciones cognitivas estriba en el hecho de que, en la
mayor parte de las investigaciones realizadas, se detectan defectos metodo-
lógicos que dificultan la interpretación de los resultados (realizados con poli-
terapia, sin conocimiento de las concentraciones plasmáticas alcanzadas por
los fármacos) y ello condiciona en la mayoría de las ocasiones conclusiones
contradictorias (21).
Destaca la influencia de la medicación antiepiléptica clásica en los trastor-
nos de personalidad y el deterioro psicológico, sobre todo cuando se emplea
en dosis excesivas durante períodos largos de tiempo; la torpeza, la bradipsi-
quia, la irritabilidad, la coordinación psicomotriz defectuosa, etc., interfieren
en el aprendizaje y dificultan la integración del paciente con su medio; llegan
45
Neuropsicología de la epilepsia en el niño.
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de borrachera al inicio del tratamiento; pueden aparecer en casos más
raros trastornos de conducta, con irritabilidad y agresividad.
Con respecto a los nuevos FAE, el mejor conocimiento de su mecanismo de
acción, su cinética más favorable y en general un menor número de efectos ad-
versos han permitido un mayor control en número y calidad de vida de determi-
nadas formas de epilepsia, especialmente de algunas resistentes a los fármacos.
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Fenobarbital (PHB)
Se advierten efectos secundarios negativos sobre la conducta y las fun-
ciones cognitivas en adultos epilépticos. Para algunos no hay ninguna re-
lación con los niveles plasmáticos del fármaco, pero para otros los peores
resultados en las pruebas se obtienen cuanto más se elevan las concentra-
ciones en plasma, especialmente en las pruebas de atención, concentración
y coordinación visuomotora. Aunque hay autores que no encuentran este re-
sultado en niños, otros han podido observar que en niños con convulsiones
febriles baja el cociente intelectual (CI) 8,4 puntos (sobre todo el CI total y el
CI manipulativo) tras dos años de profilaxis diaria con PHB, en comparación
con niños no tratados, y dicha diferencia es todavía de 5,2 puntos seis meses
después de haber anulado el fármaco.
Las alteraciones de la conducta se aprecian, principalmente, con nive-
les plasmáticos subterapéuticos en forma de hiperactividad, irritabilidad,
excitación, agresividad, dificultad para conciliar el sueño, sueño inquieto y,
excepcionalmente, cuadros de hiperactividad con déficit de atención. En
un estudio sobre estos efectos con PHB en monoterapia (25) se encuentra
irritabilidad en el 24 %, sueño inquieto y breve en el 24 % y dificultad para
conciliar el sueño en el 11 % de niños, precisamente en los que reciben
48
dosis significativamente menores y alcanzan niveles plasmáticos inferiores a
los de los niños sin efectos secundarios. Datos relativos a una alteración en
la ejecución perceptivomotora aparecen en pacientes adultos tratados con
este fármaco, aunque no parecían estar afectadas las tareas de ejecución
continua (26). Con niveles altos de PHB se veían alterados la vigilancia, el
aprendizaje verbal y el discurso oral. También señala estudios donde pacien-
tes deprimidos tratados con PHB como parte de la politerapia, mostraban
un grado mayor de depresión.
Primidona (PRM)
Existen muy pocas referencias bibliográficas sobre este fármaco y la ma-
yoría son estudios comparativos. Estos advierten de que la PRM tiene más
repercusión negativa que la CBZ en los tests perceptivomotores y que induce
una depresión mayor. En niños, tanto la PRM como la PHT alteran las funcio-
nes cognitivas y motoras, pero los efectos motores son más negativos con la
PRM. Estos mismos resultados referidos han sido contrastados por otros au-
tores (27) que además señalan la existencia de quejas de pacientes relativas
a dificultades inespecíficas de memoria, concentración y energía durante la
terapia prolongada con PRM.
Respecto a la conducta, no se objetiva una relación entre los niveles plas-
máticos de PRM y las alteraciones de conducta en niños; se constata con
PRM una frecuencia menor de trastornos psicóticos que sugiere cierto efecto
psicotropo del fármaco. También se ha referido (25), como con el PHB, un
efecto excitador de la conducta, sin diferencias significativas de las dosis ni
de los niveles plasmáticos de PRM, ni de PHB derivado de ésta respecto a los
de los niños sin efectos secundarios.
Fenitoína (PHT)
En la mayor parte de los trabajos existe unanimidad al referir efectos se-
cundarios desfavorables de la PHT que conllevan repercusión negativa sobre
el rendimiento escolar de los niños, empeoramiento de neurosis depresivas
en adultos, así como menoscabo de la memoria visual y verbal, en voluntarios
sanos, o de las habilidades globales, en comparación con los que reciben pla-
cebo. Se ha observado una relación directa entre los niveles séricos de PHT
y sus efectos negativos sobre la conducta y/o funciones intelectuales, efectos
que son más frecuentes e intensos cuanto más se superan ciertos niveles, pero
que pueden pasar inadvertidos cuando no están presentes los signos clínicos
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Neuropsicología de la epilepsia en el niño.
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Carbamacepina (CBZ)
Aunque la CBZ se suele presentar como prototipo de antiepiléptico con
efectos psicotropos, dicho beneficio no ha podido objetivarse en algunos en-
sayos. En los estudios comparativos, la CBZ repercute menos negativamen-
te que los otros antiepilépticos sobre las funciones cognitivas y en algunos
ensayos muy recientes apenas se aprecia repercusión sobre estas funciones.
La relación con los niveles plasmáticos de la CBZ es evidente. En adultos
con monoterapia, la influencia negativa del fármaco sobre su rendimiento de-
pende del aumento de las concentraciones séricas del fármaco. En los niños
también empeoran la rapidez y la eficacia mentales al aumentar los niveles
séricos. La aparición intermitente de los efectos secundarios, en relación con
las fluctuaciones plasmáticas de CBZ, ha sido referida en numerosas ocasio-
nes y es más acentuada en politerapia. Estas fluctuaciones son especialmente
evidentes en lo que respecta a las alteraciones de conducta, cuantificadas en
una revisión bibliográfica (29) como: 51 % somnolencia, 20 % astenia, 3 %
inquietud, 3 % estupor, 3 % insomnio, 1 % agitación y 1 % ansiedad, aunque
otros autores encuentran incidencias más bajas.
No hay que olvidar la posibilidad de inducir un status eléctrico durante
el sueño, con el consiguiente deterioro cognitivo y del lenguaje, en algunos
niños con epilepsia rolándica. Asimismo, la asociación con VPA puede causar
un cuadro confusional.
50
Valproato sódico (VPA)
Al repasar la bibliografía referida a este fármaco se deduce que los efectos
adversos mínimos del VPA sobre las funciones cognitivas son probablemente
dependientes de las dosis y siempre menos frecuentes e intensos que con
otros antiepilépticos. En algunos estudios no se describen efectos negativos e
incluso se refieren efectos favorables. Por ejemplo, en voluntarios sanos se ha
observado mayor vigilancia, necesidad de menor tiempo de reacción y sensa-
ción de bienestar y de mayor coordinación que con placebo.
En adultos epilépticos también se reduce el tiempo de reacción y en ni-
ños epilépticos mejora el rendimiento escolar, aunque esto suele coincidir
con la anulación de otros antiepilépticos.
Sin embargo, otros autores descartan el efecto psicotropo del VPA;
éstos no observan diferencias en la concentración, la atención, la sociabi-
lidad, las actitudes ni el estado de alerta en epilépticos. Incluso algunas
investigaciones encuentran un empeoramiento del rendimiento en forma
de menoscabo ligero en la toma de decisiones.
La somnolencia puede ser, en gran parte, la responsable del perjuicio
intelectual, y se describe prácticamente en todos los estudios del fárma-
co (25). Encontraron somnolencia en el 5,4 % de niños que reciben VPA
en monoterapia, con una dependencia significativa con las dosis y niveles
séricos del fármaco. Son casi inexistentes otros efectos negativos sobre la
conducta cuando se utilizan dosis terapéuticas.
En lo que suele haber consenso es en que el VPA repercute menos ne-
gativamente en la conducta y las funciones cognitivas que otros FAE.
Se ha descrito (30) un deterioro intelectual progresivo en un paciente
de 21 años de edad tratado con VPA en politerapia durante dos años y
después en monoterapia durante tres años, en el que se redujo el CI des-
de 116 a 109, 98, 70 y 69; se apreció un aumento de éste a 96 a las siete
semanas de anular el fármaco. Aunque este caso resulta excepcional, debe
tenerse en cuenta para no confundir esta posible evolución con un cuadro
neurológico regresivo o degenerativo, como se ha descrito con la PHT.
Etosuximida (ESM)
Se ha descrito somnolencia durante los primeros días de tratamiento
con ESM y, en cuanto a las funciones cognitivas, se refieren alteraciones de
la memoria y del lenguaje y cambios emocionales en niños con ausencias
epilépticas tratados con ESM, aunque generalmente reciben politerapia y
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Neuropsicología de la epilepsia en el niño.
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algunos presentan retraso mental previo. Otros estudios con niños obser-
van mejorías o nulidad de efectos adversos.
Vigabatrina (VGB)
La VBG no parece influir negativamente en las funciones intelectuales, ya
que no se aprecia deterioro de la atención, de los procesos cognitivos ni de
las habilidades perceptivomotoras en pacientes tratados con dicho fármaco.
Los efectos secundarios sobre la conducta son similares a los de otros fárma-
cos antiepilépticos y alcanzan al 10 % de los niños: somnolencia, cansancio y
rara vez insomnio. La somnolencia y el cansancio suelen aparecer al comienzo
del tratamiento y si no motivan la supresión del fármaco, desaparecen aunque
se mantenga la dosis de VGB.
Los efectos de tipo psiquiátrico son poco frecuentes (31), pero con mu-
cha repercusión, en forma de nerviosismo (2,7 %), depresión (2,5 %), agre-
sividad (2 %) o hiperactividad (1,8 %), estas últimas más frecuentes en niños
que en adultos, especialmente en los que presentan retraso mental. Se han
descrito cuadros de psicosis en adultos, casi la mitad de estos pacientes
había tenido psicosis previas al tratamiento con VGB, y en todos los casos
desaparece la psicosis reduciendo o anulando el tratamiento. Se han des-
crito también casos de psicosis tras anular bruscamente el tratamiento (32).
En un estudio español multicéntrico, en el que participamos, de un total de
197 niños, el 68 % no presentó efectos secundarios valorables y, entre los
efectos adversos sobre cognición y conducta, se registraron hiperactividad e
irritabilidad como más frecuentes y no graves, y tres casos de psicosis.
Clonacepam (CZP)
En voluntarios sanos y niños hiperactivos no epilépticos, el CZP reduce
significativamente la atención, menoscaba las memorias próxima y remota,
empeora la habilidad para pruebas matemáticas y reduce la agilidad mental.
Simultáneamente, produce alteraciones de la conducta en la mayoría de los
casos, con somnolencia, cuadros de hiperactividad e incluso agresividad, con
mayor frecuencia en niños que en adultos (33); se afirma que los efectos se-
cundarios más comunes del CZP incluyen somnolencia, ataxia y cambios con-
ductuales y de personalidad. Los cambios de comportamiento y personalidad,
tales como hiperactividad, activación, disminución de la atención, irritabilidad,
agresividad y conducta disruptiva, son comunes en niños y ocasionales en
adultos. Las reacciones psicóticas resultan menos frecuentes.
52
Clobazam (CLB)
Suele considerarse que el CLB repercute menos sobre la memoria, es
menos sedante y miorrelajante y más ansiolítico que otras benzodiacepinas,
incluidos el CZP y el diacepam (DZP). Se observa fatiga y somnolencia, sobre
todo en pacientes tratados con politerapia, pero desaparecen a pesar de
mantener la dosis del fármaco.
Lamotrigina (LTG)
No existe una incidencia significativa de efectos neurotóxicos y cuando
se objetivan parecen estar relacionados con dosis altas o con la asociación a
otros fármacos (CBZ, ácido valproico). Se describen como más frecuentes (34)
la somnolencia (0,4 %, 17,8 % en terapia añadida), la depresión (0,3 %) y la
psicosis (0,2 %) (35).
Gabapentina (GBP)
La somnolencia, de carácter transitorio, suele ser el efecto más destaca-
do de este nuevo fármaco (20,2 %), si bien en general es bien tolerado aun
en dosis altas (36). Se han descrito alteraciones conductuales puntuales (37),
pero también efectos psicotropos positivos e incluso efectividad en algunas
conductas autoagresivas como en el Síndrome de Lesch-Nyhan (38).
Felbamato (FBM)
Su nivel de toxicidad es muy bajo, referido al sistema nervioso central; los
efectos secundarios más frecuentes son el insomnio y el nerviosismo, que se
presentan sobre todo en asociaciones (39).
Topiramato (TPM)
Los efectos secundarios neuropsicológicos suelen aparecer en las prime-
ras ocho semanas de tratamiento, pero suelen desaparecer posteriormente,
por lo que se recomienda un período lento de escalada en la introducción
del fármaco (40); nuestra experiencia personal señala que desde que usa-
mos esta escalada lenta hemos tenido una disminución importante de efec-
tos adversos graves que nos obliguen a la retirada del fármaco. Los efectos
descritos han sido (41) somnolencia (26 %), afasia y dificultades del lenguaje
(4 %), nerviosismo (14 %), amnesia y alteración de la concentración (10 %),
pensamiento anómalo (45 %), depresión y agresividad (9 %); se ha descrito
un caso con alucinaciones (42). Los efectos cognitivos del TPM en estudios
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Neuropsicología de la epilepsia en el niño.
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Tiagabina (TGB)
Se han señalado como más típicamente observados el aturdimiento, la
depresión y la labilidad emocional (45); no superan individualmente el 1%
de los casos. En general no requieren intervención médica, son transitorios,
de gravedad leve a moderada y son menos frecuentes si la escalada de
dosis es lenta (46). En un estudio abierto en epilepsia parcial (47) del que
18 casos eran de edad inferior a 12 años, el efecto adverso de carácter leve
o transitorio más común fue la somnolencia (28,2 %) seguido de las dificul-
tades de atención/concentración (15,5 %) y de manera ocasional se refiere
depresión, ansiedad y un caso de psicosis; no se especifica si dichos efectos
eran particulares para una edad determinada. De manera ocasional se ha
descrito, como en otros fármacos, que la introducción lenta disminuye los
efectos adversos; en los niños (48) los más frecuentes son el nerviosismo
(19 %) y la somnolencia (17 %).
54
Oxcarbacepina (OXC)
De aparición relativamente reciente en el mercado español, aunque
existe amplia experiencia en otros países desde 1990, es un producto bien
tolerado (49), mejor en monoterapia (17 % de efectos adversos, en especial
un 10 % de somnolencia; son muy ocasionales los cognitivos bajo forma de
dificultades en la concentración), que en politerapia (43 %), como su parien-
te la CBZ, que si bien posee una estructura química similar, tiene un perfil
metabólico diferente. Nosotros hemos participado en un ensayo multicén-
trico, abierto, aleatorizado, multinacional y controlado mediante la batería
FePsy (6) y en nuestros casos no hemos observado diferencias significativas
entre la evaluación al inicio y tras seis meses de tratamiento en un número
limitado de ocho pacientes. En fechas recientes (50) un estudio abierto, no
aleatorizado, multicéntrico y prospectivo en 42 pacientes pediátricos seña-
la somnolencia en 12 de los casos, y la función cognitiva evaluada por el
WISC-R o el test de Denver (según edades) antes y después del sexto mes
de tratamiento no mostró diferencias estadísticamente significativas. Se ha
señalado un cierto efecto psicoestimulante (51).
Levetiracetam (LEV)
Es el de más reciente introducción en España; se han referido como
efectos adversos más frecuentes (52) somnolencia (17,7 %), agresividad
(10,3 %), confusión y alucinaciones (0,65 %) en un grupo de 200 epilépticos
rebeldes al tratamiento, sin aparente relación con la velocidad de introduc-
ción. En niños se ha estudiado menos debido a la limitación de su uso por
debajo de los 16 años; sin embargo (53), se han señalado efectos adversos
en un tercio de los casos bajo forma de somnolencia, agresividad y agita-
ción; sólo se ha señalado un caso de psicosis y problemas de aprendizaje
con dosis altas. Una historia previa de problemas psiquiátricos, dificultades
de aprendizaje y estado epiléptico se relacionó con estos efectos adversos
(54). En dosis inferiores a 40 mg/kg/día, los efectos adversos se califican de
leves (55).
Zonisamida (ZNS)
Cuando finalizamos de redactar este trabajo acaba de introducirse en el
mercado español y por tanto no poseemos experiencia personal en él. Se ha
señalado en algunos trabajos la existencia de un perfil de efectos secundarios
cognitivos muy parecido al del TPM (4).
55
Neuropsicología de la epilepsia en el niño.
Dr. Jaime Campos-Castelló
56
bien sabido que el tipo de fármaco empleado en el tratamiento antiepilép-
tico tiene también un papel esencial en este campo de estudio. Las disfun-
ciones cognitivas contribuyen al desarrollo de trastornos de aprendizaje y
problemas psicosociales que condicionarán la vida académica y personal del
niño. La evaluación neuropsicológica se convierte así en un instrumento de
gran utilidad, porque puede ser una guía valiosa para el tratamiento y para
una intervención educativa o conductual. A pesar de que existen diferencias
individuales importantes en la respuesta al tratamiento, podemos establecer
unas puntualizaciones generales de presentación de efectos secundarios con
los diferentes fármacos antiepilépticos en niños.
El criterio más común (58) es que los barbitúricos (y la PRM relacionada
con ellos) encabezan la lista de efectos adversos sobre la conducta. Tanto la
irritabilidad como la agitación y la disforia son los síntomas más frecuentemen-
te observados; pueden alcanzar tal magnitud que en ocasiones los padres su-
primen la administración del fármaco sin comunicarlo previamente al médico.
También se han encontrado efectos secundarios del PHB, tales como altera-
ciones características del sueño. Otros datos señalan la aparición de trastornos
conductuales en niños con el uso de PHB (26), especialmente hiperactividad
(42 %), aunque es preciso hacer notar que el 18 % de niños que no reciben
este tratamiento desarrolla un trastorno de conducta, comúnmente la hiperac-
tividad. Respecto a alteraciones cognitivas, existen estudios donde se observa
una disminución del rendimiento intelectual. Aunque en adultos el principal
efecto del PHB es la sedación, en niños se produce un efecto paradójico y pue-
de aparecer insomnio y actividad hipercinética (79 % de los casos), sobre todo
en varones (59). El PHB suele exacerbar la agresividad y la sobreactividad. El
patrón de comportamiento incluye signos de distracción, acortamiento de la
atención, fluctuaciones de humor y estallidos agresivos. Sorprendentemente,
este tipo de problemas puede aparecer incluso en lo que podría considerarse
un rango bajo o subterapéutico, si bien es cierto que las alteraciones conduc-
tuales aparecen con mayor frecuencia en niños que presentan una disfunción
cerebral orgánica o déficit. Respecto a las funciones cognitivas, se encuentran
especialmente alteradas en niños, sobre todo la memoria a corto plazo, la
concentración y la atención sostenida. También se ven afectadas las tareas
perceptivomotoras con relación a la concentración sérica de este fármaco.
Respecto a las benzodiacepinas, (60) se observan síntomas de irritabili-
dad, inatención, sedación e hipotonía en niños tratados con DZP. El CZP se ha
valorado relativamente poco en relación con los trastornos de conducta (58),
57
Neuropsicología de la epilepsia en el niño.
Dr. Jaime Campos-Castelló
58
alteraciones conductuales, podrían intensificar el problema, por lo que debe-
rían evitarse en la medida de lo posible. De ello se deduce la importancia de
una evaluación precisa de la conducta previa al tratamiento.
Además de las características conductuales previas, existen otras varia-
bles que hay que tener en cuenta. La existencia de déficits cerebrales puede
suponer un riesgo especial de complicaciones, especialmente con el uso de
CBZ y PHT. La edad es otro factor que hay que considerar ya que la acción
de la ESM sobre el aprendizaje se da con mayor incidencia en adolescentes.
Con respecto a los nuevos FAE, la impresión general es que los efectos
sobre la cognición son pequeños, menores que algunos de los clásicos como
el PHB, la PHT y la PRM; existe con frecuencia –cuando aparecen– una rela-
ción con el ritmo de introducción del fármaco (escalada de dosis) y evidente-
mente con dosis diarias altas (63).
Como medidas preventivas de efectos secundarios indeseables serían
aconsejables las siguientes:
– No prescribir tratamiento alguno cuando no sea indispensable (por
ejemplo, crisis infrecuentes y de moderada intensidad) o no prolongar-
lo más allá de lo necesario.
– Utilizar monoterapia siempre que sea posible.
– Seleccionar el fármaco más apropiado para el tipo de crisis de entre el
grupo de menor toxicidad, es decir, comenzar con VPA o CBZ (ambos
con amplio espectro de acción).
– Controlar las dosis de fármaco en función de la eficacia, la tolerancia y
el nivel plasmático (si es asequible). Utilizar la dosis mínima que propor-
cione el control efectivo de las crisis. No obstante, en ocasiones se ha-
brá de renunciar al control completo del cuadro si ello implica la apari-
ción de efectos adversos importantes, sean de índole física o cognitiva.
– Para asegurar la detección precoz de complicaciones, el paciente deberá
ser controlado periódicamente para buscar signos y síntomas de toxi-
cidad digestiva, neurológica, cutánea, cambios sobre el humor, sueño,
conducta, atención, memoria, rendimiento cognitivo, habilidad manual,
etc. La determinación de los niveles plasmáticos deberá formar parte de
esta valoración sistemática.
– Estar alerta sobre las posibles interacciones del antiepiléptico usado
con otros fármacos.
– Al suprimir un fármaco, hacerlo de manera lenta, especialmente al anu-
lar de forma definitiva el tratamiento crónico.
59
Neuropsicología de la epilepsia en el niño.
Dr. Jaime Campos-Castelló
60
CONCLUSIONES
En el siglo XX se ha desarrollado un trabajo enorme por parte de múl-
tiples autores y se ha demostrado que la epilepsia, considerada de manera
global, se asocia a diversos problemas cognitivos que, en ocasiones, son más
graves que la propia enfermedad pero que en general entran dentro del gru-
po de trastornos de carácter leve (66).
En el niño se ha demostrado (67, 68) que las principales alteraciones se
refieren a una disminución del tiempo de reacción y del procesamiento de la
información, alteraciones de la memoria, del lenguaje y déficit de atención.
El tipo de síndrome epiléptico, la etiología de éste, la edad de comienzo,
la respuesta al tratamiento o el retraso en el inicio de éste, junto con los efectos
indeseables de la polifarmacia, son aspectos importantes que hay que retener
en la aparición de una afectación cognitiva secundaria. Incluso las descargas in-
terictales, en determinados síndromes, se han señalado como potencialmente
dañinas. Por tanto, una conclusión es clara: los problemas cognitivos del niño
epiléptico son de origen multifactorial. Como normas generales para minimizar
las alteraciones cognitivas en el niño epiléptico señalaremos:
– Diagnóstico y tratamiento precoz de la epilepsia.
– Reconocimiento de los factores potenciales adversos para las funciones
cognitivas para su modificación, si es factible.
– Uso de la monoterapia en las dosis útiles más bajas para el control de
las crisis.
– Uso limitado de los fármacos antiepilépticos que poseen un mayor
efecto cognitivo negativo.
Para el diagnóstico del problema hay que crear baterías de test que pue-
dan establecer un pronóstico, además de controlar de manera evolutiva los
aspectos cognitivos ligados a cada caso en particular. Los métodos de diag-
nóstico actuales (videoelectroencefalograma, neuroimagen funcional, mag-
netoencefalografía) pueden ser de gran importancia en la precisión pronósti-
ca y ésta debe ser establecida por un grupo de consenso.
Se podría concluir que, en general, los efectos adversos de los FAE sobre
la cognición y la conducta son en general modestos y compensados por su
efecto beneficioso por el control de las crisis, si bien el efecto cognitivo de un
FAE concreto puede –en efecto– ser importante para un niño determinado
(69). En general, los nuevos FAE no parecen demostrar, o lo hacen de manera
leve, trastornos en la cognición y, según algunos autores (70), parecen más
fiables en este aspecto que los tradicionales.
61
Neuropsicología de la epilepsia en el niño.
Dr. Jaime Campos-Castelló
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Síndrome de West idiopático: causas disgenéticas “ocultas”.
Dr. Juan Álvarez-Linera
66
SÍNDROME DE WEST IDIOPÁTICO:
CAUSAS DISGENÉTICAS “OCULTAS”
67
Síndrome de West idiopático: causas disgenéticas “ocultas”.
Dr. Juan Álvarez-Linera
S. DE WEST Y ETIOLOGÍA
Tabla I.
A B C
Figura 1. Leucomalacia periventricular.
Cortes axiales con secuencias T1 (A) , T2 (B) y FLAIR (C).
Se observa discreta dilatación de atrios ventriculares con borde ligeramente
festoneado así como alteración de señal de la sustancia blanca periventricular.
68
A B C
69
Síndrome de West idiopático: causas disgenéticas “ocultas”.
Dr. Juan Álvarez-Linera
A B C
Figura 3. Síndrome de Leigh.
Cortes axiales con secuencias FLAIR (A), de Difusión (B) y Espectroscopia de Hidró-
geno localizada en ganglios basales (C). Se observan lesiones en núcleos lenticula-
res con señal hiperintensa en FLAIR y discreta restricción de la difusión. En la Espec-
troscopia se observa disminución del pico de NAA y pequeño pico de lactato.
la anatomía patológica demostró una DCF. En ese mismo año, Chugani et ál. (6)
revisaron 23 casos operados por crisis refractarias en los que la RM detectaba
lesiones en el 40 %, mientras que el PET (Tomografía de Emisión de Positrones)
lo hacía en el 100 % de la serie. Los casos de RM negativa correspondían siem-
pre con Malformaciones del Desarrollo Cortical, sobre todo DCF, por lo que ante
una RM negativa con un protocolo rutinario en pacientes con SW, ha de plan-
tearse la realización de una nueva RM con un protocolo adecuado para detectar
un DCF. Lortie et ál. (7), en una revisión de 28 casos de DCF, encontraron un
40 % de pacientes con SW, siendo característico el buen control de los espasmos
pero malo de las crisis focales. Desde otro ángulo, cuando se analizan los resul-
tados de la anatomía patológica de pacientes operados con Síndrome de West,
como en el estudio de Vinters (8), se encuentran o bien lesiones destructivas
(gliosis o encefalomalacia quística), que son casi siempre visibles en estudios de
RM rutinarios, o bien lesiones displásicas, la mayoría DCF, que como es sabido
pasan muy frecuentemente desapercibidas en una RM de rutina.
El desarrollo de la RM, especialmente por la llegada de imanes de 3T así
como de antenas más eficientes y nuevas secuencias de pulso, está haciendo
posible aumentar significativamente la sensibilidad de la RM (9). Además, la po-
sibilidad de fusionar la RM de alta resolución con el PET, puede aumentar aún
más la capacidad de detectar y tipificar las DCF. Uno de los primeros trabajos
70
CALIDAD DE IMAGEN EN RM
l Relación Señal/Ruido l Contraste
- Antena - Secuencia
- Campo magnético l T1, T2, FLAIR, DIR, T2*(SWAN)
- Tiempo de adquisición l 2D vs 3D: voxel isotrópico
- Inmovilidad - Campo magnético
- Estado de la mielinización
l < 3 meses: T2
l 3-12 meses: ?
l 12-18 meses: T1
l >18 meses: FLAIR
Tabla II.
que demostró la utilidad de esta nueva herramienta fue el de Salamon et ál. (10),
en el que se comprobó no solamente que se detectan mejor las DCF sino que
disminuye la necesidad de emplear electrodos profundos, lo que no solamente
reduce significativamente los riesgos del diagnóstico sino también el costo del
proceso diagnóstico. Por tanto ante un estudio negativo con el protocolo ha-
bitual, sobre todo en pacientes donde se sospecha la posibilidad de una DCF,
actualmente debe plantearse la necesidad de realizar estudios más específicos,
incluyendo RM de 3,0 Tesla fusionada con PET.
La actitud ante una RM negativa debe tener en cuenta factores importantes
como el costo y la agresividad de otras pruebas que frecuentemente estarán in-
dicadas en ese caso, como la colocación de electrodos intracraneales. Además,
una RM negativa es un factor pronóstico negativo ante una posible intervención
quirúrgica, por lo que frecuentemente condiciona la decisión quirúrgica. Por tan-
to, antes de considerar una RM como realmente negativa, debe revisarse el pro-
tocolo de adquisición así como la calidad de la imagen y además es aconsejable
realizar una segunda lectura por un neurorradiólogo con amplia experiencia en
epilepsia. El grupo de Urbach demostró sin lugar a dudas que no solamente es
importante la calidad de la imagen (y por tanto un protocolo específico en la
epilepsia refractaria), sino la lectura de la imagen por un neurorradiólogo (11).
Los factores que condicionan la sensibilidad en un estudio de RM son múl-
tiples (tabla II) y se relacionan tanto con las secuencias empleadas y el tiempo
71
Síndrome de West idiopático: causas disgenéticas “ocultas”.
Dr. Juan Álvarez-Linera
A B
C D
72
A B C
D E
Figura 5. Ejemplo de fusión de PET (A) con TAC (B) y RM (C).
La imagen D representa la fusión del PET con TAC
y la imagen E la fusión de PET con RM.
los 3 meses o después de los 12, si es posible. Cuando no hay estudios previos
suele ser necesario realizar la RM entre los 3 y 12 meses, ya que es cuando
más frecuentemente se presenta el Síndrome de West. Por eso es importante
tener en cuenta que ante un paciente con crisis en los 3 primeros meses, es
conveniente realizar una RM con un protocolo específico de epilepsia ya que
en este momento hay buen contraste y después no volverá a haberlo hasta
pasado los 12 meses. Además, el campo magnético tiene una relación directa
con la cantidad de señal y también con el contraste, especialmente el contras-
te T2, por lo que el aumento del campo producirá un aumento lineal de la
señal y un mayor contraste en T2 y FLAIR (figura 4).
Actualmente, el desarrollo de software hace posible trabajar con secuen-
cias 3D, no solamente en T1, lo cual viene realizándose desde hace años, sino
73
Síndrome de West idiopático: causas disgenéticas “ocultas”.
Dr. Juan Álvarez-Linera
A B
A B
74
A B
Figura 8. El mismo caso en un corte coronal con secuencia T2 (A) así como la
fusión PET-RM (B). En esta imagen puede verse que el hipometabolismo que en
la imagen sin fusionar es atribuído a sustancia blanca normal corresponde en esta
localización con corteza cerebral (Flecha) que presenta marcado hipometabolismo.
75
Síndrome de West idiopático: causas disgenéticas “ocultas”.
Dr. Juan Álvarez-Linera
B E
C F
por otro lado, hace posible una segunda lectura de la RM en la zona hipome-
tabólica, que pone de manifiesto lesiones sutiles que no habían sido valoradas
como positivas en la primera evaluación de la RM (figura 9)
76
A B
C D
77
Síndrome de West idiopático: causas disgenéticas “ocultas”.
Dr. Juan Álvarez-Linera
A B
Figura 11.
Corte coronal con secuencia FLAIR (A) con imagen de baja calidad debido a movi-
mientos del paciente, la misma secuencia en la misma localización en un segundo
estudio centrada en el área de sospecha (B) con mayor fijación de la cabeza a la an-
tena para evitar artefactos de movimiento. Puede observarse una pequeña displasia
cortical focal (Flecha) que había pasado desapercibida en el estudio inicial.
78
nuevo estudio enfocado especialmente en esa localización (figura 12). De
esta manera, en nuestra serie, la sensibilidad de la fusión PET-RM en las DCF
tipo II, incluyendo las DCF-FS, fue del 100 %. Si bien hay que considerar el
sesgo que supone que se trate de una serie quirúrgica, en la que se tienden
a operar los casos con imagen positiva, los resultados indican que la sensibi-
lidad de la fusión PET-RM es significativamente mayor que cuando se utilizan
ambas de forma independiente.
Ante pacientes con sospecha de DCF, entre los que se incluyen niños
con SW con estudio de imagen negativo, no debe interrumpirse el proceso
diagnóstico. Debe reconsiderarse el diagnóstico negativo inicial con un nue-
vo análisis en una Unidad de Epilepsia, donde se planteará la posibilidad de
realizar una nueva RM. Actualmente el protocolo de estudio en pacientes con
sospecha de DCF aconseja la utilización de secuencias 3D-T1 y 3D-FLAIR, así
como secuencias 2D T2 de alta resolución, todo ello en RM de 3T (12), que
es lo que obtiene mejores resultados. Si la imagen es negativa o dudosa, el
siguiente paso sería realizar un PET para fusionar con la RM. Si aún existen
dudas, se debe plantear la posibilidad de un SPECT ictal y/o la colocación de
electrodos profundos.
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80
EFICACIA DE LOS TRATAMIENTOS
ANTIEPILÉPTICOS ACTUALES EN EL
SÍNDROME DE WEST
INTRODUCCIÓN
El tratamiento de los espasmos infantiles continúa siendo controvertido.
El debate arranca con la definición del síndrome que tiene el tipo de crisis
epilépticas. Después de la descripción original, el Síndrome de West fue ca-
racterizado por la triada de espasmos infantiles, un EEG mostrando hipsarrit-
mia y déficit cognitivo (p.e., retraso mental). Autores más recientes han res-
tringido la definición al tipo de crisis epiléptica y al patrón de EEG. El evento
ictal típico, que es el espasmo epiléptico, es una crisis bien caracterizada en
la cual hay una contracción muscular axial masiva que dura de 250 a 800 mi-
lisegundos, con una grabado poligráfico que muestra en los canales de EMG
un aumento progresivo y en bajada o un patrón de una onda lenta seguida o
simplemente una atenuación del ritmo basal (electrodecremento), con o sin
actividad entremezclada rápida como usos (1-3). Menos frecuentemente, el
EEG muestra solamente un complejo de onda aguda onda lenta durante el
espasmo (1). También es motivo de discusión si se considera que es un solo
espasmo el que caracteriza el evento ictal o bien un racimo de ellos (4).
81
Eficacia de los tratamientos antiepilépticos actuales en el Síndrome de West.
Marcio Sotero de Menezes, MD, PhD
82
seguido de 75 U/m2 IM al día otra semana más; después 75 U/m2 IM cada
otro día durante siete días más, seguido de una suspensión gradual a lo largo
de las siguientes nueve semanas. Otro estudio utilizando ACTH sintética, en
un grupo selecto de pacientes con espasmos infantiles criptogénicos, mostró
también buenos resultados a dosis altas y el autor sugiere que el tratamiento
temprano de los espasmos infantiles criptogénicos con este fármaco podría
prevenir el retardo mental (8). Un mejor pronóstico para la inteligencia (medi-
cas de CI) fueron documentados por Lombroso en casos criptogénicos antes
del mes después del inicio de los espasmos infantiles, comparado con los
tratados después del inicio (9). Lo mismo se confirmó en este estudio, acerca
de la incidencia de crisis epilépticas en los exámenes de seguimiento (9). Los
resultados de dos investigaciones controladas (10, 11) sugieren que la ACTH
debe estar presente a niveles altos durante la mayoría de las 24 horas del día
para eliminar efectivamente los espasmos y la hipsarritmia. En un estudio re-
trospectivo de pacientes con espasmos infantiles sintomáticos e hipsarritmia
en el EEG, las dosis > 80 U/m2 de ACTH iniciadas dentro del primer mes del
comienzo de los espasmos, se asociaron a un mejor pronóstico (12).
En el otro lado Riikonen et ál. (13) encontraron más efectos secundarios y la
misma eficacia cuando compararon dosis altas o bajas de ACTH. Un cuidadoso
estudio prospectivo de terapia en espasmos infantiles no encontró diferencias
en el control de las crisis utilizando un tratamiento de dosis altas (150 U/m2/
día) por tiempo prolongado (11 semanas) comparado con dosis bajas (20-30 U/
m2/día) de duración transitoria (2-6 semanas) (10). El porcentaje de respuesta a
la ACTH en este estudio fue algo bajo (50-58 %), probablemente debido a los
precisos métodos utilizados de cuantificación de las crisis (vídeo-EEG) frente
a los diarios de crisis empleados en la mayoría de publicaciones. El tema de
dosis alta frente a baja de ACTH todavía no está concluido, en cuanto que
estudios viejos (9) y nuevos (Baram-1996) continúan reclamando una eficacia
superior de la alta dosis de ACTH comparada con la dosis baja (9) y de los
esteroides orales (9, 11). Estos estudios tuvieron algunos problemas metodoló-
gicos, incluyendo un corto seguimiento (11) (en algunos casos de sólo 2 meses)
y una falta de patrones claros de reclutamiento. Sin embargo, muchos autores
continúan creyendo en la eficacia de la dosis alta de ACTH, probablemente de-
bido a su efecto de reducción potente relativa y aguda de las crisis (espasmos)
y el hecho de que varios estudios de cambio de medicina de dosis baja de
ACTH, esteroides y otras medicinas a dosis alta de ACTH han comprobado la
desaparición de los espasmos cuando otros tratamientos habían fallado (9, 11).
83
Eficacia de los tratamientos antiepilépticos actuales en el Síndrome de West.
Marcio Sotero de Menezes, MD, PhD
Tabla I.
84
alta de tratamiento, 40 mg diarios, y después 20, y 10 mg por períodos de
5 días. La vigabatrina a 50 mg/kg por día fue repartido en dos tomas diarias
y después a 100 mg/kg por día y, si los espasmos continuaban, 150 mg/kg
por día después de 96 h desde el inicio del tratamiento. La desaparición de
los espasmos fue descrita en un informe (no por vídeo EEG). El hecho fue ob-
servado en 41/55 (75 %) de los tratados con terapias hormonales y en 39/51
(76 %) de los tratados con vigabatrina, por lo que fueron equivalentes.
85
Eficacia de los tratamientos antiepilépticos actuales en el Síndrome de West.
Marcio Sotero de Menezes, MD, PhD
Tabla II.
86
abuso materno de drogas; sistema nervioso-meningitis; sistema nervioso-
parálisis cerebral, respectivamente).
87
Eficacia de los tratamientos antiepilépticos actuales en el Síndrome de West.
Marcio Sotero de Menezes, MD, PhD
88
kg/día respectivamente. La recurrencia de los espasmos fue vista en el 21 %
de los que habían respondido. En el 22 % de los casos aparecieron nuevos
tipos de crisis. La respuesta más favorable fue observada en los casos de
esclerosis tuberosa (96 % respondieron) y en pacientes menores de 3 meses
(el 90 % reacciónaron favorablemente). Muchos otros estudios han utilizado
la vigabatrina (Tabla III) con la dosis más frecuente, siendo 100 mg/kg/día
dividido en dos dosis al día.
Tabla III.
El estudio del Reino Unido (UKISS) encontró a los 13/14 días que el grupo
de ACTH/prednisolona tuvo un porcentaje del 73 % de pacientes libres de
espasmos y el de vigabatrina solamente del 54 %, pero la diferencia desapa-
reció a los 12-14 meses de seguimiento (30).
Los pacientes con Síndrome de Ohtahara pueden ocasionalmente res-
ponden a la vigabatrina. Korff y cols (48) describieron un caso con caracterís-
ticas comunes de síndromes de Ohtahara y West, con respuesta favorable a
la vigabatrina. El paciente tenía espasmos en racimo y un patrón de EEG de
estallido-supresión, con “espasmos tónicos” típicos del síndrome.
Los efectos comunes de la vigabatrina incluyen somnolencia e irritabili-
dad (47). Ocasionalmente se encuentran anomalías en la substancia blanca,
que en la mayoría de los casos desaparecen (49).
89
Eficacia de los tratamientos antiepilépticos actuales en el Síndrome de West.
Marcio Sotero de Menezes, MD, PhD
90
seguimiento, hasta un 71 % de los que respondieron continuaban en remisión
y la mitad de los pacientes (10) tenía desarrollo normal (57). La B6 también ha
sido utilizada en combinación con ácido valpróico (39).
Felbamato. Hurst & Rolan (58) utilizaron felbamato para tratar espasmos
infantiles en 4 pacientes. Las dosis fueron de 15 a 45 mg/kg/día. Tres pa-
cientes respondieron y estaban libres de crisis. Los tres tenían espasmos de
origen sintomático, incluyendo desorden de migración, esclerosis tuberosa y
Síndrome de Down.
91
Eficacia de los tratamientos antiepilépticos actuales en el Síndrome de West.
Marcio Sotero de Menezes, MD, PhD
nóstico. Los pacientes con zonas hipometabólicas fuera del área quirúrgica
tuvieron un menor control de las crisis y peor desarrollo psicomotor. Lo mis-
mo sucedió en pacientes con hemimegalencefalia que se llevan a hemisfe-
rectomia (60). Chugani y cols (61) también encontraron valor para localización
en el EEG, pero normalmente fueron características no epilépticas del EEG
(lentificación focal, atenuación de frecuencias rápidas, ausencia unilateral de
husos de sueño, etc). Los pacientes con esclerosis tuberosa, quistes del plejo
coroideo bilateral y atrofia cerebral asimétrica (uno de cada uno) tuvieron un
pobre pronóstico en la serie de Chugani. En general los resultados indican
que 15 de 21 pacientes presentaron una mejoría significativa de las crisis des-
pués de cirugía utilizando PET como guía (60). Maeda y cols (62) mostró que
en la forma idiopática del Síndrome de West se puede ver hipometabolismo
focal transitorio en el PET, lo que está asociado con un buen pronóstico del
neurodesarrollo. El trabajo de Maeda llama la atención sobre el cuidado de la
evaluación prequirúrgica de estos pacientes.
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97
Tratamiento quirurgico del Síndrome de West refractario.
Salman Rashid, MD, PhD y Harry T Chugani, MD, PhD
98
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DEL
SÍNDROME DE WEST REFRACTARIO
INTRODUCCIÓN
La primera constancia histórica de espasmos infantiles (EI) quedó reco-
gida en la sección de Cartas al Director de The Lancet en 1841. El doctor W.
J. West describía la semiología de los EI de su propio hijo como “balanceos
verticales de la cabeza que provocan un descenso completo de ésta hacia las
rodillas, para relajarse inmediatamente después en posición erguida. Estas
inclinaciones y relajaciones se repiten alternativamente en intervalos de unos
segundos… A veces, tiene dos, tres o incluso más ataques en un mismo día”
(1). El doctor West también informaba de un marcado retraso del desarrollo
psicomotor y mental en su evolución clínica (2). Más de un siglo después se
reconocía la hipsarritmia como el patrón electroencefalográfico característico
de los EI (3). La tríada de espasmos (grupos de sacudidas corporales axiales)
arriba descrita, el retraso del desarrollo neurológico y los resultados elec-
troencefalográficos recibieron diferentes nombres, pero en 1960 Gastaut su-
girió el epónimo de “Síndrome de West” (4). En 1958, se declaró la hormona
adrenocorticotropa (ACTH) como el primer tratamiento con éxito para los EI
99
Tratamiento quirurgico del Síndrome de West refractario.
Salman Rashid, MD, PhD y Harry T Chugani, MD, PhD
(5). Durante las tres décadas siguientes, para controlar los EI se usaron dife-
rentes medicamentos, incluyendo las benzodiazepinas y el ácido valproico,
con éxito variable (2). En 1991, Chiron et al. declararon una eficacia notable
de la vigabatrina, especialmente en casos de EI debidos a esclerosis tuberosa
(6). Sin embargo, dada la naturaleza médicamente intratable de los EI en un
gran número de niños, la idea de aplicar una técnica quirúrgica curativa en
ciertos casos fue bien acogida. El objetivo del tratamiento quirúrgico en pa-
cientes con EI refractarios a los fármacos antiepilépticos, es controlar los ata-
ques epilépticos, detener el empeoramiento de la encefalopatía y permitir un
desarrollo cognitivo normal (7). Para lograr estos objetivos, los equipos para
el tratamiento quirúrgico utilizan datos obtenidos de la semiología de las cri-
sis epilépticas, electroencefalograma (EEG) interictal, EEG ictal, electrocorti-
cografía (ECoG) ictal, ECoG interictal, neuroimagen anatómica, neuroimagen
funcional y evaluación neuropsicológica.
Este capítulo revisa la historia y la evolución del abordaje quirúrgico en
el tratamiento del Síndrome de West. Siguiendo la recomendación de la Liga
Internacional contra la Epilepsia (ILAE, por sus siglas en inglés), el término EI
será sustituido a partir de aquí por el de espasmos epilépticos (EE) (8).
100
con ACTH (12). Durante la década siguiente aparecieron en la literatura
médica más casos en los que se demostró un control similar de los EE tras
la resección quirúrgica de una lesión focal (13, 14). En 1988, Palm et ál.
publicaron una serie de pacientes en los que se observó la desaparición
de los EE tras el tratamiento neuroquirúrgico de quistes porencefálicos
(15). Así pues, en los casos inicialmente descritos parecía que la resección
quirúrgica de una anomalía focal cortical podía ser una opción curativa de
los EE refractarios. Además de estos casos tratados quirúrgicamente, otros
trabajos también apoyaron la idea de que los EE podían estar precedidos
o ser provocados por ataques epilépticos parciales originados en una ano-
malía focal cortical (16, 17).
Una década después de plantearse la hipótesis inicial sobre el origen de
los EE, Chugani et ál. publicaron un estudio basado en la exploración me-
diante tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés)
con 2-desoxi-2-(18F)-fluoro-D-glucosa (FDG) del metabolismo de la glucosa
cerebral local en 44 lactantes con EE. Los autores identificaron 32 niños con
hipermetabolismo simétrico en el núcleo lenticular y 21 con hipermetabo-
lismo en el tronco cerebral, con o sin la participación de otras estructuras.
Aunque en la mayoría de los casos se identificaron anomalías corticales, se
observó también la activación subcortical independientemente de la ano-
malía focal cortical asociada. Basándose en estos resultados, se propuso un
modelo de red neuronal involucrado en la patogenia de los EE (Figura 1). Se
estableció la teoría de que una anomalía cortical focal o difusa, en una fase
crítica de maduración, produce una interacción funcional anormal con las es-
tructuras subcorticales, provocando EE (18). Es importante mencionar aquí
que el modelo de generalización secundaria observado en los EE no parece
utilizar la red del cuerpo calloso, ya que se han observado EE en pacientes
con agenesia completa del cuerpo calloso (19).
Inicialmente, los EE se consideraron una forma generalizada de epilep-
sia (20) pero, como se mencionó anteriormente, con el uso combinado de
los avances en técnicas de neuroimagen y el análisis de datos neurofisio-
lógicos, se sugirió un patrón epiléptico de inicio focal con un único patrón
de generalización secundaria. Esta propuesta tuvo un papel fundamental
en el conocimiento actual y en el desarrollo de nuevos conceptos para el
tratamiento de algunos niños con este tipo de epilepsia catastrófica. Sin
embargo, es importante mencionar que, de acuerdo con la ILAE: “Había
un conocimiento inadecuado para tomar una decisión firme acerca de si
101
Tratamiento quirurgico del Síndrome de West refractario.
Salman Rashid, MD, PhD y Harry T Chugani, MD, PhD
102
de estas anomalías corticales focales influía en el desarrollo de los EE. Por
lo tanto, la idea de que los EE tenían su origen en el tronco cerebral no era
viable (18, 22).
103
Tratamiento quirurgico del Síndrome de West refractario.
Salman Rashid, MD, PhD y Harry T Chugani, MD, PhD
104
Figura 2. FDG PET muestra hipo- Figura 3. FDG PET que ilustra
metabolismo de glucosa focal múltiples áreas de hipometabo-
(ver flechas) en un paciente con lismo cortical de glucosa en un
espasmos epilépticos y una niño con espasmos epilépticos
exploración normal MRI intratables
105
Tratamiento quirurgico del Síndrome de West refractario.
Salman Rashid, MD, PhD y Harry T Chugani, MD, PhD
106
casos, la neuroimagen anatómica e incluso la neuroimagen funcional con-
vencional pueden no demostrar la existencia de un foco patogénico. Para
hacer frente a este problema, se ha desarrollado la técnica de imágenes
con AMT PET. Para ello se utiliza alfa-(11C)-metil-L-triptófano (AMT) como
biomarcador. El AMT se acumula alrededor del foco epileptogénico, lo
que ayuda a su mejor localización, especialmente en casos donde hay
varios focos potencialmente epileptogénicos pero sin ser todos ellos ac-
tivamente patogénicos (36) (Figura 6). En 2005, un estudio basado en las
imágenes de AMT PET de 17 pacientes con esclerosis tuberosa sugirió
que la resección de tuberosidades con mayor captación de AMT podía
evitar la ocurrencia de ataques epilépticos (37). En un estudio reciente
de 191 niños con complejo de esclerosis tuberosa, las imágenes de AMT
PET mostraron una correlación casi exacta con el EEG superficial ictal en
la lateralización del foco epiléptico. En algunos de los casos con EEG ictal
no lateralizado, los hallazgos de AMT PET demostrarom la localización del
foco epiléptico (38).
107
Tratamiento quirurgico del Síndrome de West refractario.
Salman Rashid, MD, PhD y Harry T Chugani, MD, PhD
HEMISFERECTOMÍA “SUBTOTAL”
No en pocos casos, el córtex epileptogénico/nocivo en un caso quirúr-
gico es muy amplio, afectando a gran parte de un hemisferio. Cuando un
niño no presenta una hemiparesia significativa, se debe intentar preservar el
córtex motor/sensorial primario para no causar un déficit motor. El concepto
de hemisferectomía subtotal es una idea relativamente reciente asociada
al abordaje quirúrgico de los EE refractarios. En 2014, un estudio evaluó a
23 niños con epilepsia focal intratable, en los que se realizaron hemisferec-
tomías subtotales y, entre ellos, se incluyeron 11 pacientes diagnosticados
con EE. Para proteger su función motora, se utilizó la tractografía median-
te RM con tensor de difusión para localizar las vías corticoespinales. Con
el análisis de datos de EEG y de neuroimagen funcional (PET de glucosa,
flumazenil y AMT), se conluyó que estos pacientes podían someterse a
hemisferectomías subtotales, sin afectar su capacidad motora. Se valoró el
resultado quirúrgico de acuerdo con la clasificación ILAE (42). Ocho de los
11 niños mostraron un resultado de clase 1 (completa eliminación de los
108
ataques, sin auras), mientras que otro obtuvo un resultado de clase 2 (elimi-
nación de los ataques, con auras). Los dos pacientes restantes presentaron
una reducción de al menos el 50 % de las crisis epilépticas con respecto a la
situación inicial (43). Por lo tanto, se concluyó que en ciertos casos de focos
epileptogénicos multifocales unilaterales, las hemisferectomías completas
podrían ser sustituídas por las más favorables resecciones subtotales.
CONCLUSIONES
El hallazgo de un inicio focal con un patrón de epilepsia de generaliza-
ción secundaria fue un avance fundamental en el tratamiento de pacientes
con EE médicamente incurables. El FDG PET contribuyó de manera impor-
tante en la identificación de un foco epiléptogénico resecable quirúrgica-
mente en muchos de estos niños. La resección quirúrgica curativa logró la
resolución de los síntomas, lo que modificó profundamente su curso clínico.
La correcta identificación y resección de una zona nociva/epileptógena no
sólo supuso una mejoría del control de los ataques, sino que permitió un
mejor pronóstico del neurodesarrollo de lactantes en edad de crecimiento.
La preferencia de la hemisferectomía subtotal con conservación de la corte-
za sensorial y motora ha mejorado aún más la calidad de vida de algunos de
109
Tratamiento quirurgico del Síndrome de West refractario.
Salman Rashid, MD, PhD y Harry T Chugani, MD, PhD
estos pacientes. Además, en niños con EE para los que la cirugía curativa no
es factible, el tratamiento quirúrgico paliativo es una esperanza razonable
para mejorar el control de los ataques epilépticos y la calidad de vida, pero
debe ser estudiada detenidamente caso por caso.
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113
Epidemiología del Síndrome de West y del autismo asociado.
Dorota Dunin-Wasowicz, MD, PhD
114
EPIDEMIOLOGÍA DEL SÍNDROME
DE WEST Y DEL AUTISMO ASOCIADO
INTRODUCCIÓN
La prevalencia y la incidencia de las enfermedades son importantes pla-
zos epidemiológicos. La prevalencia mide “la proporción de individuos de
una población que padecen una enfermedad o trastorno en un momento o
período de tiempo determinado” y la incidencia se define como “el número
de casos nuevos de una enfermedad o trastorno que se desarrollan en una
población durante un período de tiempo determinado”.
Diversos estudios epidemiológicos demuestran que la incidencia de epi-
lepsia es estable, desde 50 hasta 100 por cada 100-1.000 (1, 2). La epilepsia
ocurre más frecuencemente durante el primer año de vida. Cada año en
EE.UU. se diagnostican 2.000 ó 2.500 casos nuevos de Síndrome de West
(3). El Síndrome de West es una enfermedad rara y una de las Encefalopatías
Epilépticas Pediátricas más graves, asociadas con el retraso psicomotor y los
problemas del desarrollo, incluyendo el autismo y los Trastornos del Espec-
tro Autista (TEA). Sabemos que estos problemas de salud no son frecuentes
cuando ocurren por separado pero, especialmente los niños con el Síndrome
de West, tienen predisposición al autismo y al TEA.
115
Epidemiología del Síndrome de West y del autismo asociado.
Dorota Dunin-Wasowicz, MD, PhD
116
cia es difícil de explicar. El 68 % de los pacientes eran sintomáticos, el 24 %
criptogénicos (ni siquiera ahora podemos descubrir la causa de los espas-
mos) y el 8 % idiopáticos (8). El Síndrome de West aparece en un 1-5 % de
los niños con síndrome de Down (9). En Finlandia, en los años 1960-1992,
la frecuencia de los espasmos infantiles era estable y sin disminución (7)
y podía ser relacionada con la estación del año, siendo menos frecuente
durante el invierno.
La incidencia del Síndrome de West en un estudio japonés de 2007
era 3,4/10.000 nacidos vivos. El comienzo de los espasmos era, aproxi-
madamente, a los 6,5 meses, si bien, también podía darse entre el primer
mes de vida y los 17 meses. El 59 % de los casos en este estudio epide-
miológico eran los casos sintomáticos del Síndrome de West relaciona-
dos frecuentemente con el peor pronóstico del desarrollo psicomotórico
(DQ<70) (10). Datos sobre la incidencia y la prevalencia del Síndrome de
West en algunos países son presentados en la Tabla I.
117
Epidemiología del Síndrome de West y del autismo asociado.
Dorota Dunin-Wasowicz, MD, PhD
118
Dinamarca, uno de los países con los mejores registros de enfermeda-
des del mundo, estudiaron la prevalencia e incidencia de casos de TEA
surgidos desde 1971 hasta el año 2000. La prevalencia corregida para el
autismo fue de 11,8 casos por 10.000; para el autismo atípico, 3,3; para
el Síndrome de Aspeger, 4,7 y para los TGD-NOS de 14,6 por 10.000. La
prevalencia del autismo aumenta con la gravedad del retraso mental: el
2 % para deterioro cognitivo (DC) ligero y el 28,2 % para deterioro cogni-
tivo grave-profundo (21).
119
Epidemiología del Síndrome de West y del autismo asociado.
Dorota Dunin-Wasowicz, MD, PhD
120
En Polonia, la prevalencia de TGD-NOS (el Trastorno Generalizado
del Desarrollo No Especificado) era en 2005 de 6,4/10.000 en la pobla-
ción de la segunda ciudad más grande del país (31). En los estudios de
The Children’s Memorial Health Institute de Varsovia con los niños que
padecían citomegalia congénita y epilepsia en el primer año de vida, 86
pacientes (el 51 % de 169) también tenían retraso mental, parálisis infantil
y TGD-NOS. Entre ellos hubo 43 niños (el 50 %) con espasmos infantiles
(32). Por ello, se puede concluir que existe una fuerte asociación entre el
Síndrome de West y el autismo.
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Autismo y epilepsia. Aspectos genéticos. Dra. Claudia L. Arberas
124
AUTISMO Y EPILEPSIA.
ASPECTOS GENÉTICOS
Reconocimiento de entidades médicas
que vinculan ambas características
INTRODUCCIÓN
Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) son alteraciones del neuro-de-
sarrollo caracterizadas por “Déficit persistente en la comunicación e interac-
ción social, en diferentes contextos, no atribuibles a un retraso general del
desarrollo, asociado a patrones de comportamiento, intereses o actividades
restringidas y repetitivas, cuyos síntomas son reconocidos en la primera in-
fancia, limitando y restringiendo el funcionamiento cotidiano” (1).
Se distingue entonces de otros trastornos del desarrollo por el compro-
miso en la cognición social, como core central de su fenotipo clínico.
Incidencia: afecta a 1 de cada 68 personas, según la última referencia
del CDC, USA 2014, con un predomino de varones respecto de mujeres de
4 a 1 (2).
Etiología: es considerada una condición neurobiológica atribuible a nu-
merosas causas, fundamentalmente genéticas y multifactoriales. (3)
Fisiopatogenia: es la consecuencia de defectos funcionales del SNC,
en regiones que intervienen en los mecanismos responsables de la comuni-
cación social y la empatía, entre otros.
125
Autismo y epilepsia. Aspectos genéticos. Dra. Claudia L. Arberas
126
Ya en la presentación original de Leo Kanner en 1943 sobre 11 niños
(8 varones y 3 niñas), él reconoce la inhabilidad social como signo destacado
en todos ellos. En 1971 estos mismos pacientes fueron nuevamente reportados
refiriendo que dos de ellos habían presentado epilepsia. (7-8)
Estudios electroencefalográficos efectuados en personas con TEA mostra-
ron anomalías en el trazado en más del 70 % de los mismos. En una serie ana-
lizada en Noruega, de niños entre 0 y 11 años, se determinó una incidencia de
TEA de 0,7 % y de epilepsia de 0,9 %. (9)
Vinculando ambas condiciones vieron que el 11,2 % de los niños con TEA
presentaban una concurrencia de epilepsia, mientras que entre los niños con
epilepsia la asociación con TEA fue del 6,1 %.
Kohane y col, sobre un estudio de prevalencia en 14.000 individuos con
TEA menores de 35 años, intentaron vincular ambas condiciones de forma
retrospectiva. Encontraron una asociación probada de TEA con epilepsia del
20 %, mientras que el 5 % de las personas con epilepsia como diagnóstico de
ingreso tenía TEA. (10)
Una revisión efectuada por Tuchman en 2013, basada en los datos apor-
tados por numerosos estudios epidemiológicos, permite inferir que la Disca-
pacidad Intelectual (DI) representa el “factor mayor de riesgo” para padecer
epilepsia en personas con TEA. (11)
Un meta-análisis sobre evidencias recogidas entre los años 1963 y 2006
midió el pool de prevalencia de epilepsia hasta el 21,5 % en los TEA con DI,
versus un 8 % en TEA sin DI. (12)
Estos hallazgos no debieran sorprendernos, ya que per se la DI está fuer-
temente asociada a la epilepsia y cuando ambas condiciones están presentes
es posible la comorbilidad con TEA. Más aún, encontraron que pertenecer al
sexo femenino es otro “factor mayor de riesgo” para la asociación de epilepsia
y TEA. Justamente entre las niñas la comorbilidad con DI fue evidenciada por
una pobre habilidad en el lenguaje e, incluso, regresión en el mismo.
En otro estudio de Cuccaro y Tuchman en 2012, sobre 577 pacientes con
TEA, el 11 % mostraban epilepsia, asimismo encontraron que el grupo más
prevalente para este rasgo (con 29 % de comorbilidad) era justamente aquel
con diagnóstico precoz de TEA, inicio tardío del lenguaje y pobre coordinación
motora. (13)
Existe un número considerable de condiciones médicas de distinta etiolo-
gía (20-30 %), que son sabidas de tener autismo como rasgo propio del feno-
típico clínico. (14)
127
Autismo y epilepsia. Aspectos genéticos. Dra. Claudia L. Arberas
Defectos Citogenéticos:
Los defectos citogenéticos más comúnmente vinculados con los TEA
son: la deleción 1p36; la deleción 4p; la 5p; la 7q31; el Síndrome de Pallister
Killian o Tetrasomía 12p; la deleción 15q11- q13, correspondiente al S. de
Prader-Willi (PW) y al Angelman (SA); la duplicación del segmento 15q11-
13; el S. de Miller Dieker (deleción 17q); el S de Smith Magenis (deleción
17p); deleción 22q o S. Velocardio facial o el S. de Turner, entre otros.
Por otro lado, algunas de estas condiciones son sabidas de presentar
epilepsia en porcentajes variables. (Ver Tabla I).
Más allá de estas entidades reconocidas, en todo niño con DI y una
alteración cromosómica siempre deberá sospecharse la posibilidad de un
cuadro epiléptico, ya que tanto una como otra condición serían el resulta-
do de disfunciones tanto a nivel de neurotransmisores, canales iónicos y/o
defectos en la arquitectura de la corteza cerebral, responsables de la sinto-
128
EPILEPSIA
Delección 1p 36.3 76%
Delección 4p 16.3 76%
Trisomía 8 mosaico 19%
Trisomía 9p 14%
S. De Pallister Killian 36%
Duplicación 13q 56%
S. de Angelman (mat 15q13) 92%
Prader Willi (pat15q13) 68%
S. Miller Dieker 70%
S. Smith Magenis (del 17p) 16%
Anillo 20 92%
CATCH 22q / Velo cardio Facial 13%
129
Autismo y epilepsia. Aspectos genéticos. Dra. Claudia L. Arberas
130
pasan los años, dejando de ser característico usualmente alrededor de los
6 años. Desde el punto de vista molecular, parte del cuadro clínico es im-
putable a la ausencia de un grupo variable de genes, entre ellos el UBE3A,
de origen materno.
El gen UBE3A es el gen responsable de codificar una proteína de 865
aminoácidos, la E6-proteina asociada, que actúa como enzima ubiquitin li-
gasa. Conforma un covalente con la pequeña molécula de Ubiquitin (76
AAC) y la proteína target.
Esta proteína así modificada puede ser normalmente degradada. En
consecuencia, cambios moleculares de la misma o su defecto, determinan
un proceso de degradación proteica anormal, que repercute sustancialmen-
te en el desarrollo sináptico y la plasticidad neuronal.
Otro gen comprometido en la delineación fenotípica es el GABRB3,
que presenta importantes funciones en el neurodesarrollo y que se encuen-
tra regulado por mecanismos epigenéticos, con expresión génica sexo pa-
rental específica. El GABRB3 codifica la Subunidad β 3 del receptor GABA
A. La misma es muy alta en el cerebro de embriones y en el hipocampo de
cerebros adultos. Los ratones homocigotas nulos, muestran mioclonías y
ausencias atípicas, con compromiso cognitivo e incoordinación motora. Los
heterocigotas por su parte, exhiben aumento de la actividad epileptiforme
del EEG, con aumento en la sensibilidad para presentar epilepsia.
Mutaciones puntuales del exón 2 son reconocidas en niños con cuadros
de ausencias infantiles aisladas, con disminución de la corriente neuronal
gabaérgica.
No sólo en el SA vemos reducida la expresión de GABRB3 y UBE3A,
ya que tanto en el S. de Rett (SR), en otras MECp2patías como en algunos
TEA con DI y epilepsia, estos muestran una función alterada. Mientras de-
ficiencias del GABRB3 están fuertemente asociadas a epilepsia, cuando
ésta se asocia a deficiencia del UBE3A los síntomas se tornan mucho más
severos.
131
Autismo y epilepsia. Aspectos genéticos. Dra. Claudia L. Arberas
132
Síndrome de Smith Magenis (deleción 17p11.2)
Es un cuadro caracterizado por fenotipo clínico reconocible, retraso
madurativo y DI, con trastornos conductuales específicos. La mayoría de
los individuos presentan discapacidad intelectual en el rango de los leve a
moderado.
Dentro de los aspectos más relevantes del comportamiento dominan:
la inhabilidad para conciliar y mantener el sueño, las estereotipias motoras,
el comportamiento atípico, con autoinjurias que se hacen manifiestas desde
los 18 meses y persisten en la vida adulta. (31-33)
Suelen ser inatentos, fácilmente distraibles, hiperactivos, impulsivos,
con frecuentes berrinches, oposicionistas, agresivos, etc. (34) En el 16 % de
estos niños la presencia de epilepsia es reconocida. (35)
El diagnóstico se hace manifiesto mediante estudios citogenéticos de
alta resolución o mediante sondas marcadas específicas (FISH), excepcional-
mente mediante CGH, que revelan la deleción en el cromosoma 17p11.2,
lesión que suele ser “de novo”. (36)
El grueso de las manifestaciones clínicas es imputable a la hemicigoci-
dad del gen RAI1.
Defectos Monogénicos:
Un número considerable de condiciones monogénicas han sido recono-
cidas en asociación con TEA. Usualmente, estas condiciones suelen presen-
tar DI, como parte constante de su core sintomático.
Debemos recordar a los siguientes: S. de X Frágil, el S. de Rett y otras
MECp2patías, el complejo Esclerosis Tuberosa, el S. de Smith-Lemli-Opitz y
el S. de Sotos, entre otros.
A continuación se describirán algunas de estas condiciones que asocian
e DI, TEA y Epilepsia.
133
Autismo y epilepsia. Aspectos genéticos. Dra. Claudia L. Arberas
134
Síndrome de X Frágil
Anomalías del gen FRM-1, se vinculan con una serie de desórdenes
como el Síndrome de X Frágil, el S. de Temblor y Ataxia asociado a fragili-
dad del X y a la insuficiencia ovárica primaria precoz vinculada con FRM-1.
El gen se sitúa en el cromosoma Xq28. (45-47)
Nos limitaremos a describir el S. de X Frágil, ya que es una condición
que asocia discapacidad intelectual, fenotipo con rasgos semejantes a los
TEA y, en ocasiones, epilepsia, siendo su expresión manifiesta en varones
con la mutación clásica, mientras que las mujeres muestran discapacidad de
leve a moderada con igual genotipo. Se estima una prevalencia de 1/4.000-
1/5.000.
El defecto es debido a la amplificación de la región correspondiente al
exón 1 del trinucleótido CGG, posteriormente metilado, por lo cual queda
silente y da como consecuencia la falta completa del producto génico, la
proteína FMRP.
Debido a que la ampliación puede tener diferentes tamaños, confor-
me pasa de generación en generación, el número normal de repeticiones
se ubica entre 5 a 44; una zona intermedia corresponde a un número de
repeticiones entre 45 a 54; los premutados, entre 55 a 200, y la mutación
completa superior a 200 repetiones del CGG. (48-49)
Esta última condición es la que acopla grupos metilos y, en consecuen-
cia, es incapaz de producir el ARNm, produciéndose la falta de la proteína
correspondiente.
El diagnóstico requiere estudios moleculares específicos que permitan
definir el tamaño de la isla correspondiente del trinucleótido y define si la
misma se encuentra inusualmente metilada. (PCR sensible en la identifica-
ción de condiciones normales o premutadas y el Análisis por Southern Blot
para todas las condiciones, incluso las mutaciones grandes metiladas). (50)
Sabemos que la condición intermedia suele ser inestable, por lo que en
su paso de generación en generación tiende a amplificarse para alcanzar un
status de premutado. Ninguna de estas condiciones muestra sintomatolo-
gía clínica alguna.
Los varones con la mutación completa muestran un fenotipo caracterís-
tico como: facie alargada, estrabismo, mandíbula prominente, orejas gran-
des y prominentes e hiperlaxitud de articulaciones de las manos.
Muestran retraso leve en la adquisición de pautas madurativas motoras,
con retraso importante en la adquisición del lenguaje, pobre contacto ocu-
135
Autismo y epilepsia. Aspectos genéticos. Dra. Claudia L. Arberas
Síndrome de Rett
Son desórdenes relacionados directamente con mutaciones del gen
MECP2. (53).
Suele presentarse en niñas que muestran un desarrollo psicomotor nor-
mal de los 6 a los 18 meses, seguido de un enlentecimiento del crecimiento
del perímetro cefálico, amesetamiento en la adquisición de pautas y, poste-
riormente, un rápido deterioro con regresión del lenguaje, pérdida de pau-
tas motoras adquiridas y, especialmente, del uso propositivo de sus manos,
bruxismo, apneas, llanto inconsolable y convulsiones, para luego estabili-
zarse en un cuadro de encefalopatía grave. A estas formas típicas se suman
también como consecuencias de mutaciones de este gen formas atípicas,
más o menos graves. (54)
En varones estas mutaciones pueden ser letales antes del nacimiento o
debutar como una encefalopatía grave de inicio en el período neonatal, de
difícil identificación.
Otros casos en varones se encuentran en individuos con anomalías nu-
méricas de los cromosomas sexuales como el Síndrome de Klinefelter (47,
XXY), lo que permite al afectado contar con una copia extra del X, donde se
encuentra el lucus génico del gen MECP2.
136
Las convulsiones se describen en más del 90 % de los casos, siendo
usualmente tónico-clónicas generalizadas y parciales complejas. Actividad
clónica focal, desviación de la mirada, apneas, hipopneas, marcha atáxica,
apraxia y temblores conforman el cuadro neurológico dominante.
Ciertos patrones EEG, si bien no son patognomónicos, pueden ayudar
en el diagnóstico, como ritmo occipital dominante sobre un fondo de acti-
vidad de espigas u ondas durante el sueño, en la fase primaria del cuadro.
(55-57)
Si bien el reconocimiento del gen responsable de la afección fue hecha
en 1999, los intentos terapéuticos han fallado. Esto está claramente rela-
cionado con la función de dicho gen que actúa sobre otros genes en los
procesos de activación o silenciamiento. Representa un gran desafío, exis-
tiendo algunos ensayos en animales de experimentación que se encuentran
en desarrollo.
Debe destacarse que otro gen ha sido invocado en su etiología, el
CDKL5, que deberá estudiarse ante casos con fenotipo similares al SR sin
mutaciones detectables en el gen MECP2. (58)
CONCLUSIONES
Como se ha podido observar en este artículo, existe una clara vincula-
ción entre los genes involucrados en la génesis del autismo, la epilepsia y
los TEA.
Avances en este campo permitirán reconocer mejor los mecanismos
moleculares responsables de estas anomalías y, seguramente, estos cono-
cimientos redundarán en beneficios sustanciales generando tratamientos
racionales. Estos pacientes podrán entonces alcanzar un mejor y más persis-
tente control de los síntomas y, en consecuencia, una mejor calidad de vida.
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AUTISMO Y EPIGENÉTICA
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Autismo y epigenética. Dr. Víctor Ruggieri
144
que comprometen los distintos procesos epigenéticos o epimutaciones (al-
teraciones que cambian el funcionamiento o expresión de un gen, sin haber
modificado la secuencia del ADN).
El objetivo de este trabajo es analizar los aspectos moleculares básicos
relacionados con los cambios epigenéticos normales, vincular el compromi-
so de estos mecanismos con trastornos del espectro autista y los posibles
efectos ambientales en la génesis de los mismos.
145
Autismo y epigenética. Dr. Víctor Ruggieri
Acetilación / Deacetilación
Usualmente ocurre en la lisina de la histona, conformando un cambio
reversible mediado por las enzimas: Histona Acetil Transferasa (HATs) e
Histona Deacetilasa (HDACs). En la acetilación, las cargas positivas (+)
de la lisina (K) son neutralizadas y esto determina que la cromatina adop-
te una conformación prona a la transcripción y la replicación. En conse-
cuencia, la acetilación de la cromatina ejerce control trascripcional de la
expresión génica. (12, 13)
Ubiquitinación o fosforilación
La incorporación de otras sustancias como la ubiquitina o los grupos
fosfóricos en las serinas, pueden ocurrir también en la cola de histonas.
Todos estos cambios en los aminoácidos de la cadena de histonas
ayudan en el control de la condensación y en la compactación de la cro-
matina y la habilitan para trascribirse, replicarse y repararse. La croma-
tina altamente condensada se denomina “heterocromatina” y la menos
condensada “eucromatina”. Uno de los más destacados procesos de
formación de heterocromatina se observa en mamíferos de sexo feme-
nino que poseen dos cromosomas X. Como es un proceso destinado a
compensar la dosis genética, uno de los cromosomas X deberá inacti-
varse. La inactivación del X aparece como heterocromatina en las células
de interfaz y es visible directamente en el núcleo como el corpúsculo de
Barr. (19)
Cada célula embrionaria de una mujer experimentará una inactiva-
ción al azar de uno de sus cromosomas X, el Xm (materno) o el Xp (pa-
terno), lo que podría entenderse como el mecanismo epigenético más
básico para el desarrollo normal. Este fenómeno ocurre en el embrión
de 4 días después de ocurrida la fertilización y consiste en la conden-
sación de uno de los 2 cromosomas X y su consecuente inactivación
genética. Para que dicho fenómeno ocurra es necesaria la presencia en
el cromosoma X de una región específica denominada Centro de inac-
tivación del X. En consecuencia, el cuerpo femenino será un mosaico
funcional, donde las células tendrán activo uno u otro cromosoma X,
y sus células hijas mantendrán ese patrón de inactivación a lo largo de
toda su vida. En este proceso intervienen también las modificaciones de
las histonas como la metilación y la hipoacetilación en distintas regiones
de las mismas. (19)
146
Metilación del ADN
En la cadena de ADN se observa que los nucleótidos citosinas que pre-
ceden a las guaninas (conformando los dinucleótidos CpG), se agrupan en
islas, las cuales son pronas a metilarse, lo que determina que el ADN tome
una conformación cerrada.
La lisina de las histonas puede metilarse, en cuyo caso inhibe la acetila-
ción. Este proceso puede incorporar uno, dos o tres grupos metilo (Mono-
metilación, Di-metilación y Tri-metilación).
Este proceso depende de enzimas, las ADN-Metiltransferasas (DNMTs)
(15). Las islas de CpG no se encuentran ubicadas al azar en el genoma,
suelen estar en la región promotora de genes, por lo que esta metilación
puede cambiar sustancialmente el grado de trascripción génica. Aproxima-
damente el 80 % de los dinucleótidos CpG están metilados, y los sitios don-
de este proceso ocurre son dependientes del tipo de gen, célula y tejido
específicos e, incluso, varían a lo largo de la vida de la célula y del individuo.
Las regiones activas de la cromatina, que son capaces de expresarse genéti-
camente, están usualmente hipometiladas, mientras que las hipermetiladas
están empaquetadas conformando cromatina inactiva. Durante el desarro-
llo embrionario debe producirse el “reseteo” del patrón de metilación de
las células germinales, que pierden la metilación y recobran un patrón de
metilación de novo, que se mantendrá en condiciones normales a lo largo
de la vida celular. Este proceso no sólo compromete a las células embrio-
narias, sino que también abarca a las células placentarias (15). Un ejemplo
de hipermetilación de una isla de CpG en condiciones patológicas es el
Síndrome de X Frágil, el cual se analizará más adelante.
Impronta genómica
Algunos genes tienen la particularidad de presentar la llamada impron-
ta genómica, son genes distribuidos por todos los cromosomas que poseen
una transcripción mono alélica, a diferencia de los habitual que es bialélica.
Es decir, que sólo se produce ARNm por parte de una sola de las copias
del alelo, la materna o la paterna, específicamente, según se haya deter-
minado en el organismo respectivo. Es decir, que son genes de expresión
de acuerdo al origen parental (20). Este proceso de impronta genómica
debe establecerse previo a la fecundación, en los gametos que darán ori-
gen al embrión. En la gónada masculina y femenina, estos genes reciben
una marca de origen “paterno” o “materno” según sea testículo u ovario,
147
Autismo y epigenética. Dr. Víctor Ruggieri
148
existirían más de mil de ellos (27, 28). Su producción es temporaria y espa-
cialmente regulada, corresponde a secuencias no codificantes de ARN, que
controlan en parte la proliferación celular, la apoptosis y la diferenciación
de la expresión celular. Ellos pueden silenciar cromatina, degradar ARNm
o bloquear su translación, jugando un rol relevante en la etiopatogenia del
cáncer y en enfermedades del comportamiento y la memoria. (29)
EPIGENÉTICA Y AUTISMO
El funcionamiento normal del genoma está fuertemente ligado a la re-
gulación epigenómica. Las epimutaciones (tal como se denominan las mo-
dificaciones del patrón normal de mecanismos epigenéticos), en presencia
de una secuencia de ADN normal, pueden generar trastornos del neurode-
sarrollo (30). Las enfermedades con patrón no-mendeliano de transmisión,
pueden ser explicadas, en parte, por trastornos epigenéticos. (31)
A continuación enumeraremos diversos mecanismos epigenéticos com-
prometidos en entidades médicas específicas, en las cuales el autismo es
una manifestación conductual reconocida. (32, 33, 34, 35, 36)
- Papel del MECP2: Mutación del MECP2 –Methyl CpG Binding Protein
que traslada el ADN metilado en represión del gen. (Síndrome de Rett
y otros trastornos del desarrollo).
- Fallo de la impronta genómica específica.
- Síndrome de Angelman: Deleción materna específica – Expresión ex-
clusiva paterna.
- Síndrome de Prader Willi: Deleción paterna específica - Expresión ex-
clusiva materna.
- Hipermetilación del promotor: Pérdida de expresión funcional de la
proteína FMRP1- Síndrome de X Frágil. De todo este grupo analiza-
remos el papel de MECP2 (síndrome de Rett y otros trastornos del
desarrollo) y el papel de la pérdida funcional de la proteína FMRP1
(Síndrome de X Frágil) como base para la comprensión de fenómenos
epigenéticos involucrados en el autismo.
149
Autismo y epigenética. Dr. Víctor Ruggieri
150
cambios estructurales, su exceso también pareciera inducir defectos por so-
breexpresión. Cambios estructurales del gen en zonas críticas para la unión
con otros genes pueden determinar una desregulación en la expresión de
los mismos con fenotipos muy diversos en gravedad. El MECP2 controla,
entre otros, la síntesis de genes como el BDNF (Brain-Derived Neurotrophic
Factor) y el EGR2 (Early Growth Response 2), todos ellos relacionados a
trastornos del espectro autista.
Existen estudios orientados a reconocer estos mecanismos de acción y
se están desarrollando terapias efectivas en el tratamiento de estas ence-
falopatías, que justamente se basan en la posibilidad de reversibilidad de
los síntomas, tal como se observa en algunos modelos animales en donde
estos ensayos parecen, aunque de un modo transitorio, revertir el cuadro
clínico. (40)
El IGF-1, molécula similar a BDNF pero que atraviesa la barrera he-
matoencefálica, está siendo utilizada en protocolos de investigación en el
tratamiento del SR. (41)
SÍNDROME DE X FRÁGIL
El Síndrome de X Frágil (SXF) es la causa hereditaria más frecuente iden-
tificada de discapacidad intelectual, trastornos del espectro autista y del
aprendizaje. Se asocia a una expansión inestable de trinucleótido repetido
CGG, que se ubica en la región 5’ del gen FRM1, cuyo locus está ubicado
en el extremo distal del brazo largo del cromosoma Xq28.(42) Este alelo,
según sea el número de copias, se clasifica en Normal (5-40 copias), Zona
gris o intermedia (45-54 copias), Premutación (55-200 copias) y Mutación
completa (> 200 copias), esta última relativa al diagnóstico de Síndrome
de X Frágil. Mientras la mutación completa compromete a 1 de cada 4.000
varones y a 1 de cada 6.000 mujeres, la premutación afecta a 1 de cada 800
varones y a 1 de cada 260 mujeres. La mutación completa presenta usual-
mente hipermetilación de la isla de CpG, lo que resulta en el silenciamiento
completo del gen, que se expresa usualmente en varones, quienes tienen
el fenotipo clásico con compromiso cognitivo. Las mujeres pueden tener un
fenotipo menos grave, debido a la transcripción del alelo correspondiente
al otro cromosoma X, donde no se encuentra la mutación respectiva.
El autismo ha sido descrito en el Síndrome de X Frágil, así como tam-
bién en los niños que portan la premutación. Se estima que la prevalencia
de autismo puede variar entre el 15 y el 47 %, según las series evaluadas,
151
Autismo y epigenética. Dr. Víctor Ruggieri
152
como la ansiedad, los problemas de coordinación, los trastornos de apren-
dizaje, etc. Estos estudios se encuentran en etapas preliminares en seres
humanos (41).
153
Autismo y epigenética. Dr. Víctor Ruggieri
154
genes de supresión tumoral silenciados por la metilación. Un inhibidor no
selectivo de la monoamino-oxidasa como la tranilcipromina, usado como
antidepresivo, tiene funciones inhibitorias de la metilación de la lisina (lisina
específica demetilasa- LSD). (54).
Mientras que la mayoría de los factores ambientales no afectan a la se-
cuencia del ADN, sí influyen su expresión a través de las modificaciones que
ejercen en los patrones epigenéticos normales. Se han descrito cambios
epigenómicos en relación a contaminantes ambientales (químicos agríco-
las como el vinclozolin), factores nutricionales (folatos), tóxicos inorgánicos
(arsénico) o drogas (cocaína, alcohol, nicotina). Algunos de estos cambios
comprometen las células somáticas, mientras que otros alteran el patrón
epigenético de las células germinales trascendiendo el defecto en forma
transgeneracional. No sólo somos, por lo tanto, la consecuencia de nuestra
dotación genética (ADN), sino que también somos la consecuencia de las
conductas, hábitos y ambiente de nuestros padres o, incluso, de nuestros
abuelos. (56, 57)
El reconocimiento de factores epigenéticos alterados en entidades es-
pecíficas asociadas consistentemente con autismo, permite comprender
parte de los mecanismos que podrían estar desencadenando estos tras-
tornos y, probablemente a futuro, desarrollar terapias específicas para cada
uno de ellos. (58, 59)
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Autismo y trastorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad (TDAH).
Dr. Víctor Ruggieri
160
AUTISMO Y TRASTORNO
POR DÉFICIT DE ATENCIÓN,
CON O SIN HIPERACTIVIDAD (TDAH)
INTRODUCCIÓN
El autismo es reconocido como un síndrome conductual, de base neuro-
biológica, caracterizado por compromiso en la socialización, trastorno en el
desarrollo del lenguaje, conductas estereotipadas e intereses restringidos (1).
Descrito por Kanner, en 1944, y Asperger, en 1945, las interpretaciones
relacionadas con la génesis de los Trastornos del Espectro Autista (TEA) pa-
saron desde la inconsistente culpabilización a los padres (en especial a las
madres y a su vínculo con el niño) hasta las actualmente aceptadas bases
biológicas y neuropsicológicas (1).
Entre las diversas bases neuropsicológicas vinculadas a la génesis de los
TEA se han postulado, entre otras, las relacionadas con el afectación en la
atención, en las funciones ejecutivas, la débil coherencia central y los tras-
tornos en la cognición social. Muchas de las características de los niños con
trastornos generalizados del desarrollo (TGD) podrían explicarse por defectos
en sus procesos atencionales. (1, 2)
Las personas autistas actúan de forma inapropiada con los estímulos
que ven y son incapaces de beneficiarse de aquellas cosas del entorno de la
misma manera que las otras personas. En particular, parecen deficientes en
161
Autismo y trastorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad (TDAH).
Dr. Víctor Ruggieri
162
Entre los hallazgos más significativos encontrados por estos autores
(6, 7) destacaron:
1) Entre el 60 y el 80 % de los niños con TGD cumplen criterios de
TDA/H.
2) Los síntomas de TDA/H en pacientes con TGD son similares en inten-
sidad a aquéllos que padecen TDA/H puro.
3) Los pacientes con TGD + TDA/H tienen más dificultades en las activi-
dades de la vida diaria que los que padecen TGD puro.
4) Los que padecen TGD + TDA/H tienen más hospitalizaciones y nece-
sidad de medicamentos.
163
Autismo y trastorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad (TDAH).
Dr. Víctor Ruggieri
164
los aspectos cognitivos. No tratar uno de ellos impactará negativamente en
la evolución del niño.
Dada la alta incidencia de TDA/H en niños con TGD y el alto número
de pacientes con TGD inicialmente diagnosticados como TDA/H, será fun-
damental ante todo niño desatento, inquieto e impulsivo tener en cuenta
otros aspectos cognitivos y conductuales, analizando el lenguaje, la aten-
ción compartida, la socialización, la comunicación, la presencia de intereses
restringidos, estereotipias, coordinación motriz etc, ya que la presencia de
compromiso en estas áreas será orientador de un TGD probablemente aso-
ciado a TDAH.
Desde el punto de vista terapéutico, resultará fundamental identificar
aquellos niños que presentan un TEA asociado a TDA/H, ya que el abordaje
adecuado será aquel que considere ambos aspectos; en ese sentido podrá
incluso beneficiarse a estos niños con medicamentos que mejoren su aten-
ción como el metilfenidato o la atomoxetina.
Finalmente, podríamos preguntarnos si se trata de una comorbilidad
asociada al TGD o simplemente un punto en el espectro de los trastornos
del desarrollo. No obstante, independientemente de las hipótesis, lo im-
portante será la identificación del cuadro cognitivo y conductual para su
correcto abordaje terapéutico.
Hasta aquí hemos analizado los trastornos por déficit de atención aso-
ciados a los TEA, la importancia de su reconocimiento y su correcto aborda-
je terapéutico. Es probable que futuros trabajos, prospectivos, más amplios
y homogéneos junto al reconocimiento de aspectos genéticos de estos sín-
dromes, nos permitan una mayor comprensión de estos cuadros clínicos.
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167
Autismo y trastornos del sueño. Dra. Milagros Merino
168
AUTISMO Y TRASTORNOS DEL SUEÑO
INTRODUCCIÓN
Autismo
El autismo es un trastorno crónico del neurodesarrollo que afecta a la
socialización, comunicación, imaginación, planificación y reciprocidad emo-
cional, acompañado de conductas repetitivas o inusuales. Hace años se acu-
ñó el término “Trastornos Generalizados del Desarrollo” (TGD), un término
poco afortunado porque “no todo” el desarrollo se afecta, permaneciendo
conservada la función motriz. En los últimos años el diagnóstico del autismo
está basado en criterios clínicos propuestos por la Academia Americana de
Psiquiatría. El DSM-5 incorpora el término “trastornos del espectro autista”
(TEA), que resalta continuidad de esta entidad, quedando incluido a su vez
dentro de la categoría más amplia de “trastornos del neurodesarrollo” (1).
El autismo (o TEA) tiene consecuencias importantes en el niño y en su
familia, porque al estrés que originan los déficits sociales y comunicativos
hay que añadir la dificultad que el niño tiene para conseguir un sueño repa-
rador y continuado (2).
Sueño
El sueño es una función biológica que aparece de forma cíclica y que
es necesario para mantener el equilibrio psicofísico del individuo. El sueño
puede verse afectado por multitud de factores exógenos (entorno) o endó-
169
Autismo y trastornos del sueño. Dra. Milagros Merino
genos. En este último grupo debemos incluir todas las enfermedades que
alteran el sueño y los propios trastornos primarios de sueño, más de 80
patologías clasificadas en 6 grandes grupos (3)
- Insomnios.
- Hipersomnias: Narcolepsia tipo 1 (con cataplejia) y tipo 2 (sin cataplejia),
Síndrome de Kleine-Levin, Hipersomnia Idiopática, Hipersomnia secun-
daria (trastorno subyacente, fármacos, privación crónica de sueño).
- Parasomnias: Sonambulismo, Pesadillas, Terrores del Sueño, Enuresis, etc.
- Trastornos Respiratorios relacionados con el Sueño: Apneas-Hipopneas
de Sueño, ronquido habitual, etc.
- Trastornos de Movimiento relacionados con el Sueño: Síndrome de Pier-
nas Inquietas, Movimientos Periódicos en Extremidades, Bruxismo, Ca-
lambres nocturnos, Trastorno por Movimientos Rítmicos relacionados con
el Sueño (Body Rocking, Head Banging o Jactatio Capitis, Head Rolling,
Body Rolling).
- Trastornos del Ritmo Circadiano del Sueño: Jet-Lag, Retraso de la Fase
del Sueño, Ritmo Vigilia-Sueño Irregular, etc.
170
los familiares deben completar diariamente. Es el registro de las horas de
sueño y vigilia de una persona durante varios días (al menos una semana),
anotando todos los eventos relevantes (despertares nocturnos, fármacos,
etc.). Es útil para el diagnóstico de trastornos del ritmo circadiano, hiper-
somnias, insomnios y otros trastornos, así como para evaluar la respuesta al
tratamiento.
Cuando se ha identificado el problema de sueño, algunas veces el niño
debe ser derivado a una Unidad de Sueño, donde se realizan otras pruebas
diagnósticas:
• ACTIGRAFÍA: Registro de la actividad muscular para diferenciar fa-
ses de reposo y movimiento con un sensor colocado en la muñeca
o tobillo. Permite el diagnóstico de trastornos del ritmo circadiano,
insomnios y otros.
• PULSIOXIMETRÍA: Registro de la saturación de O2 a través de un sen-
sor colocado en el dedo pulgar o en el pie, que permite evaluar los
trastornos respiratorios durante el sueño.
• POLISOMNOGRAFÍA: Es el registro estandarizado de los estados de
vigilia y sueño, mediante la monitorización de la actividad cerebral,
muscular y los movimientos oculares. El registro de otras variables bio-
lógicas permite el diagnóstico de las apneas de sueño, movimientos
periódicos en las piernas (asociados al Síndrome de Piernas Inquie-
tas), algunas parasomnias y crisis epilépticas nocturnas. Cuando exis-
te una sospecha de hipersomnia debe realizarse, además, un test de
latencias múltiples de sueño durante el día siguiente, que confirma la
existencia de la hipersomnia y su severidad.
171
Autismo y trastornos del sueño. Dra. Milagros Merino
172
Figura 1. Ejemplo de un diario/agenda de sueño en un niño autista.
La figura muestra en ordenadas los días y en abscisas las horas del día.
Los episodios de sueño (celdas gris oscuro) están distribuidos de forma caótica,
sin predominio nocturno y con frecuentes siestas diurnas.
173
Autismo y trastornos del sueño. Dra. Milagros Merino
Tabla I.
174
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176
177
Autismo y enfermedades metabólicas relacionadas: opciones terapéuticas.
Dres. Jaume Campistol y Rafael Artuch
178
AUTISMO Y ENFERMEDADES
METABÓLICAS RELACIONADAS:
OPCIONES TERAPÉUTICAS
RESUMEN
Son muchas, y la mayoría desconocidas, las causas etiológicas impli-
cadas en la génesis del trastorno dentro del espectro autista (TEA). Se co-
nocen algunas alteraciones estructurales, genéticas, infecciosas, tóxicas y
neurometabólicas que forman parte de las causas neurobiológicas respon-
sables de la encefalopatía autista.
La detección de una enfermedad neurometabólica responsable podría
suponer una ayuda muy importante: para el paciente, al ofrecerle la posi-
bilidad de un tratamiento; para la familia, al dar un pronóstico y consejo
genético y para los científicos, para conocer la incidencia e historia natural
de la enfermedad e intentar opciones terapéuticas de cualquier tipo, desde
la terapia específica para la enfermedad hasta la terapia génica. Todo ello
permitirá adecuar las expectativas familiares del círculo del paciente en lo
que respecta a la planificación familiar a través del consejo genético.
Además, se pueden establecer mejoras en la evolución de las enferme-
dades y en el entorno de los pacientes al aplicar los tratamientos adecuados
para cada una de ellas. Se amplía también el conocimiento del espectro
clínico y la expresión bioquímica de estas enfermedades y, probablemente,
179
Autismo y enfermedades metabólicas relacionadas: opciones terapéuticas.
Dres. Jaume Campistol y Rafael Artuch
INTRODUCCIÓN
La encefalopatía autista, o trastorno dentro del espectro autista (TEA),
se manifiesta en edades tempranas del desarrollo humano y es posible
detectarla antes de los 3 años de edad, aunque no siempre es fácil iden-
tificarla y, en ocasiones, no se diagnostica hasta la edad escolar.
Existe una gran variabilidad en la expresión de estos trastornos, con
un espectro de mayor a menor afectación. No todos los niños presentan
la misma sintomatología ni los mismos niveles cognitivos (DSM-5) (1), por
ello, conviene tener presentes las manifestaciones más evidentes: ausen-
cia o problemas en la comunicación; dificultades en la interacción social y
del lenguaje, junto a comportamientos repetitivos y estereotipados (1,2).
A medida que avanzan los estudios sobre los pacientes con TEA, se
contempla un aumento en la prevalencia y diagnóstico de dichos cuadros
alcanzando las cifras de 1/200-250 en la actualidad, entendiendo que es-
tas cifras engloban todo el espectro. Los pacientes con TEA afectan más a
la población masculina con respecto a la femenina en una proporción de
4:1. Los estudios revelan que los pacientes con TEA aparecen por igual
en todas las clases sociales y en las diferentes culturas (2).
Los trabajos científicos ponen en evidencia que el autismo se debe a
diversas anomalías, conocidas o no, del sistema nervioso central. Su etio-
logía es pues claramente biológica, en muchas ocasiones determinada
por la interacción de factores genéticos, neurobiológicos y ambientales y
que afecta directamente a procesos de diferenciación neuronal sináptica
de la ontogénesis cerebral (2).
Las bases anatómicas, neurofisiológicas y metabólicas de muchos
trastornos neurológicos y psiquiátricos continúan siendo bastante desco-
nocidas pero, aún así, los conocimientos actuales permiten una aproxima-
ción cada vez más exacta en el complicado camino de las bases fisiopato-
lógicas, del diagnóstico y del abordaje terapéutico de estos procesos (3).
Por ello, es importante, desde el punto de vista neurológico, disponer de
un protocolo de estudio del paciente con TEA con la idea de descartar
causas conocidas y/o tratables (Tabla I).
Dentro de los factores neurobiológicos caben señalar: las enfermeda-
180
ESTUDIOS COMPLEMENTARIOS EN PACIENTES CON TEA
181
Autismo y enfermedades metabólicas relacionadas: opciones terapéuticas.
Dres. Jaume Campistol y Rafael Artuch
182
Enfermedades neurometabólicas que pueden manifestar TEA
Entre las causas responsables de las enfermedades neurológicas están los
errores congénitos del metabolismo (Tabla II) (3, 4). Se trata de enfermedades
hereditarias consideradas raras pero que suponen un conjunto importante den-
tro de la etiología multifactorial de muchas manifestaciones neuropsiquiátricas,
entre ellas los trastornos del espectro autista (TEA).
Actualmente, gracias a los avances en el conocimiento científico, es posible
diagnosticar con mayor precisión muchos errores congénitos del metabolismo
así como sus bases bioquímicas y moleculares, a expensas de técnicas relativa-
mente sencillas y no muy costosas. Sin embargo, estas enfermedades continúan
siendo infra diagnosticadas (5).
Un diagnóstico apropiado podría permitir, en algunos casos, instaurar el
tratamiento adecuado, prevenir complicaciones y ofrecer un consejo genético
a los familiares. Si bien la terapia no siempre revierte por completo la sintoma-
tología, sí podría mejorar la calidad de vida de los pacientes afectos (6).
Las enfermedades metabólicas conocidas superan las 700 y muchas de ellas
tienen manifestaciones neurológicas y psiquiátricas. Dentro de estas manifesta-
ciones tan variadas, y que muchas veces se asocian, están el retraso mental, la
epilepsia, la demencia, la psicosis o los TEA (7). Destacaríamos entre ellas:
183
Autismo y enfermedades metabólicas relacionadas: opciones terapéuticas.
Dres. Jaume Campistol y Rafael Artuch
184
ellos están relacionados con la síntesis de creatina (deficiencia de arginina-
glicina amidino-transferasa, AGAT) (OMIM: 602360) y de guanidinoacetato
metiltransferasa (GAMT) (OMIM: 601240) y, el tercero, con el transporte de
esta molécula a través de la barrera hematoencefálica (deficiencia del trans-
portador de creatina) (OMIM: 226730). Desde su descripción en 1994, se
han identificado ya más de 100 pacientes con este trastorno de prevalencia
hasta ahora desconocida (11-13).
Para el diagnóstico se utiliza la resonancia magnética con espectros-
copia, en la que se comprueba la ausencia o disminución del característico
pico de creatina fosfato cerebral. Ésta es una técnica aún poco sensible, de
elevado coste y disponible en pocos centros. Bioquímicamente, en cambio,
se pueden determinar las concentraciones de creatinina, creatina y guani-
dinoacetato (GAA) en orina, permitiendo diferenciar los tres defectos de
manera relativamente rápida; sin embargo, ante un aumento o disminución
de guanidinoacetato en orina se deberá proceder a su estudio en plasma
con el fin de evitar falsos positivos (9).
El tratamiento en los defectos de GAMT y AGAT se basa en el suple-
mento con monohidrato de creatina que normaliza los niveles de creatina
cerebral tras varios meses de terapia. Es importante iniciar la terapia lo antes
posible pare evitar el deterioro neurológico. La respuesta clínica suele ser
favorable, lográndose la resolución de los signos piramidales, progresión
de las habilidades sociales y cognitivas así como una notable mejoría en el
control de la epilepsia y de las condiciones generales del paciente (14,15).
185
Autismo y enfermedades metabólicas relacionadas: opciones terapéuticas.
Dres. Jaume Campistol y Rafael Artuch
186
bien, sin problemas, y en los primeros meses/años se constata un deterioro
neurológico progresivo, la aparición de rasgos toscos y, especialmente,
TEA. Las opciones terapéuticas son escasas pero se está iniciando la tera-
pia enzimática sustitutiva y están en marcha nuevas opciones terapéuticas
prometedoras para frenar la inexorable evolución de estas enfermedades.
Mediante la detección de todos estos grupos de enfermedades neuro-
metabólicas en pacientes diagnosticados con TEA, será posible, en primer
lugar, valorar opciones terapéuticas directas sobre la etiología del TEA, co-
nocer la incidencia de estas enfermedades metabólicas relacionadas con el
TEA y se podrán establecer mejoras en la evolución de las enfermedades
y en el entorno de los pacientes. Se podrá ampliar el conocimiento del
espectro clínico, la historia natural de la enfermedad y la expresión bio-
química, con la consiguiente optimización de su diagnóstico precoz. Tam-
bién permitirá adecuar las expectativas familiares del círculo del paciente,
en lo que respecta a la planificación familiar a través del consejo genético.
El diagnóstico y tratamiento de estas enfermedades tiene un impacto so-
cial y científico significativo, ya que posibilita el estudio del espectro clí-
nico y la expresión bioquímica en estas enfermedades, lo que supone un
mayor conocimiento que redundará en las posibilidades de mejora para
otros pacientes en el futuro y optimizar un diagnóstico precoz (3, 4). Es muy
probable que con las nuevas técnicas de diagnóstico bioquímico (20-22),
metabolómico (23) y molecular (NGS) se puedan diagnosticar con mayor
facilidad y rapidez muchas de les enfermedades neurometabólicas con TEA.
El tratamiento establecido, lo más precozmente posible en los pacientes
diagnosticados, posibilita el mejor manejo del cuadro que presenta y, por lo
tanto, mejorar el pronóstico del enfermo, su entorno y modificar la historia
natural de la enfermedad (6).
No obstante, el porcentaje de pacientes con TEA afectos de una en-
fermedad metabólica es bajo y se debe seleccionar la población a estu-
diar (24). En caso de positividad del mismo, las ventajas de una diagnós-
tico etiológico del TEA superan de largo los inconvenientes y costos de
estas pruebas.
No debemos olvidar que actualmente, mediante el cribado metaboli-
co neonatal ampliado con tándem de masas, no solamente se diagnóstica
la PKU sino que se pueden diagnosticar algunas enfermedades metabó-
licas que, sin un tratamiento adecuado, pueden manifestar, entre otros,
TEA (24).
187
Autismo y enfermedades metabólicas relacionadas: opciones terapéuticas.
Dres. Jaume Campistol y Rafael Artuch
CONCLUSIONES
Dentro de las causas de TEA están las enfermedades neurometabólicas,
sin embargo, su incidencia es escasa en la enorme población de pacientes
con TEA. Es importante conocer que existen enfermedades metabólicas
que pueden manifestar TEA y que, además, tienen tratamiento mediante
restricción dietética, cofactores o suplementos. El identificarlas precozmen-
te y tratarlas podrá permitir una mejoría clínica significativa del paciente,
minimizar los síntomas del TEA y, especialmente, evitar un mayor deterioro
neurológico. Hemos insistido en tratar de identificar estas enfermedades
en pacientes con TEA sindrómico, especialmente si asocia epilepsia, afec-
tación multisistémica o descompensaciones coincidiendo con episodios fe-
briles. Es muy probable que con las nuevas técnicas de diagnóstico bioquí-
mico, metabolómico y molecular (NGS) se puedan diagnosticar con mayor
facilidad y rapidez muchas de les enfermedades neurometabólicas con TEA.
El tratamiento, pronóstico y consejo genético serán muy distintos.
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189
Autismo y enfermedades metabólicas relacionadas: opciones terapéuticas.
Dres. Jaume Campistol y Rafael Artuch
190
TRATAMIENTOS ACTUALES DE EFICACIA
DUDOSA EN EL AUTISMO
RESUMEN
En el tratamiento del autismo han emergido, en los últimos años, distin-
tos enfoques terapéuticos que carecen de eficacia y validez o, al menos, son
de dudosa eficacia. Aun así muchos profesionales y familias usan estos tra-
tamientos, depositando en ellos esperanzas que en poco tiempo se vuelven
falsas. Se repasa aquí la mayor parte de ellos desde la óptica de la evidencia
científica disponible, de acuerdo con las revisiones sistemáticas que se han
realizado y también teniendo en cuenta las directrices de algunas guías de
buenas prácticas en el tratamiento del trastorno de espectro autista (TEA)
elaboradas en varios países.
INTRODUCCIÓN
El TEA es una anomalía del neurodesarrollo de base biológica. Son uno
de los trastornos con mayor componente hereditario (1). En su etiología
podrían estar involucrados entre 300 y 500 genes, en su mayor parte des-
conocidos. A pesar de los avances en el campo de la neurobiología, el TEA
se sigue diagnosticando de manera conductual, valorando las dificultades
persistentes en las competencias de comunicación e interacción social, así
como la presencia de repertorios de conductas restrictivas y repetitivas (2).
La incidencia del trastorno no hace sino crecer. La prevalencia actual del
mismo es de 1 de cada 68 personas. El autismo TEA afecta en mayor o
191
Tratamientos actuales de eficacia dudosa en el autismo. Dr. Juan Martos
TRATAMIENTOS SENSORIOMOTRICES
192
nocido que en el TEA se observan distintas dificultades relacionadas con la
percepción/integración sensorial. De hecho se han reconocido en la propia
definición que realiza el DSM-5. Se ha considerado la hipótesis de que esta
terapia pueda ser beneficiosa. En la práctica, el tratamiento consiste en que
el niño, a través de sesiones de juego dirigido, realice ciertas acciones o
movimientos o se le proporcionen determinados estímulos sensoriales, con
objeto de que los perciba, procese e integre adecuadamente. Dado que en
la última década se ha producido un incremento significativo de trabajos y
estudios en el campo de la terapia de integración sensorial, gradualmente
también se han ido consolidando los principios con los que debe aplicarse
(5). Un trabajo de revisión muy reciente ha encontrado, al analizar los resul-
tados de cinco estudios, alguna evidencia de efectos positivos, entre ellos,
reducción de problemas de conducta de origen sensorial (6). Se concluye,
no obstante, que aún es necesaria la elaboración de rigurosos protocolos
estandarizados para evaluar los efectos en niños con TEA y problemas sen-
soriales asociados.
TRATAMIENTOS BIOMÉDICOS
Secretina endovenosa
A raíz de algún caso anecdótico y aislado en el que se observó cierta
mejora conductual, se planteó la utilización de la secretina endovenosa como
tratamiento en pacientes con TEA. La secretina es una hormona duodenal.
Se ha sugerido la hipótesis de que en el TEA existe una mala absorción in-
testinal, lo que podría incrementar la posibilidad de que algunos péptidos se
absorban en el torrente sanguíneo, atraviesen la barrera hematoencefálica y
193
Tratamientos actuales de eficacia dudosa en el autismo. Dr. Juan Martos
194
toencefálica y produjeran un efecto neurotóxico en el cerebro. Para evitar
esto se recomienda una dieta libre de caseína y gluten lo que produciría
una mejora de la sintomatología autista. Este tratamiento, dado que no es
nocivo, ha tenido un cierto impacto en las familias que lo han adoptado, con
frecuencia, de manera complementaria a otros tratamientos. Sin embargo, y
a pesar de alguna mejora anecdótica no se cuenta con la evidencia científica
suficiente. Una reciente revisión sistemática (12) en la que se han analizado
todos los estudios publicados desde 1970, informa que muy pocas investi-
gaciones proporcionan alguna evidencia científica, incluso aquéllas que han
sido adecuadamente diseñadas y controladas, ya que al usar una muestra
pequeña reduce la posible validez. Se concluye, en general, que la eviden-
cia es muy limitada y débil y, en todo caso, sería razonable prescribir dicha
dieta en aquellos pacientes en los que se haya diagnosticado intolerancia o
alergia al gluten y a la caseína.
Terapia antimicótica
El planteamiento del que parte esta terapia es que por diversas razo-
nes, entre ellas un exceso de administración de antibióticos, puede haberse
producido un aumento de infecciones por hongos (cándida) en el intestino
que, al lesionar su pared, alteraría la absorción y posibilitaría el paso de sus-
tancias neurotóxicas a la sangre. Las guías de buenas prácticas de distintos
países concluyen que no existe evidencia para esta terapia en pacientes con
TEA y la desaconsejan, advirtiendo además, de los posibles riesgos aso-
ciados a la administración de fármacos antifúngicos. En el momento actual
siguen sin existir revisiones sistemáticas sobre esta terapia.
Tratamiento de quelación
Es un tratamiento de desintoxicación y se ha planteado su utilización en
el TEA porque se piensa que existen niveles elevados de mercurio y otros
metales pesados en el organismo de las personas con este trastorno. No
existe evidencia alguna sobre la eficacia de este tratamiento y, además, se
desaconseja por los posibles efectos adversos que producen los quelantes,
sobre todo si se administran por vía intravenosa. Tampoco existen revisiones
sistemáticas sobre esta terapia.
195
Tratamientos actuales de eficacia dudosa en el autismo. Dr. Juan Martos
tración de oxígeno (24 al 100 %), en la medida en que a través del plasma
sanguíneo llega más oxígeno al cerebro, se produciría una mejora en la
sintomatología del TEA. No existe evidencia científica para usar este tra-
tamiento en pacientes con TEA y, además, el propio Comité Europeo de
Medicina Hiperbárica ha manifestado explícitamente que es una terapia
no válida en autismo (13).
OTROS TRATAMIENTOS
Lentes de Irlen
Son unas gafas con lentes coloreadas que se han utilizado, con mejora
anecdótica, en trastornos como la dislexia o el trastorno por déficit de aten-
ción. El planteamiento es que existiría una supuesta hipersensibilidad a las
ondas luminosas y el uso de estas lentes mejoraría la atención o la capaci-
dad de lectura en los trastornos antes comentados. Su aplicación en TEA es
cuando menos absurda y carece de sentido.
Comunicación facilitada
Partiendo de una concepción incorrecta y un gran desconocimiento
sobre el TEA, al considerar que se debe a una apraxia que impediría una
motricidad intencional, se ha desarrollado este método para ayudar a los
pacientes a comunicarse a través de un teclado. Precisa de la ayuda de un
facilitador que sujeta la mano, brazo u hombro y, en teoría, debe ir dismi-
nuyendo gradualmente su ayuda para que la persona genere de manera
independiente sus mensajes. Aunque se haya descrito alguna mejora anec-
dótica, hay una clara sospecha de trampa y engaño en este tipo de terapia
en el TEA. El efecto del facilitador no es tan pasivo como se dice. De hecho
una revisión reciente de la Sociedad Internacional de Comunicación Au-
mentativa y Alternativa llega a dicha conclusión cuando revisa de manera
sistemática los trabajos en este campo (14). No solamente no hay ninguna
evidencia científica, sino que es el facilitador el que genera los mensajes y
no la persona con el trastorno. Esta terapia carece de validez.
Terapia sacrocraneal
Es otro tipo de terapia sin fundamento en el TEA. Se caracteriza por
la manipulación, mediante tracción y compresión, de las estructuras óseas
del cráneo, columna y pelvis. Supuestamente reduce la hiperactividad
196
y mejora la comunicación en las personas con TEA. No existe evidencia
científica al respecto. No existen estudios experimentales que puedan
avalar su uso.
CONCLUSIONES
El TEA, como trastorno penetrante, devastador y permanente del de-
sarrollo, sobre todo, en los casos en los que se asocia con discapacidad
intelectual y deterioro del lenguaje, es un terreno abonado para que surjan
terapias de supuesta eficacia y validez, algunas de ellas con el osado atrevi-
miento de que son curativas (cuando el TEA no tiene cura, otra cosa es que
la persona mejore más o menos en función de distintos factores, entre ellos,
la gravedad del trastorno), siendo incluso peligroso la aplicación de algu-
nas de ellas. Este es el caso de terapias que actúan en el medio interno, es
decir, en el organismo, como la administración de secretina endovenosa, de
fármacos antifúngicos o de quelantes. No sólo no existe evidencia científica
alguna, sino que se desaconseja su uso como tratamiento en el TEA. Otras
terapias carecen de sentido común al no tener nada que ver con la patoge-
nia de este trastorno, habiéndose extrapolado de manera inadecuada des-
de otros campos en los que también suelen, en muchos casos, carecer de
sentido. Este es el caso de terapias como el entrenamiento en integración
auditiva, el método Doman-Delacato, la comunicación facilitada, las lentes
de Irlen y la terapia sacrocraneal. Otras modalidades terapéuticas, aunque
inocuas (hasta cierto punto) como la dietas libres de caseína y gluten y la
utilización de la cámara hiperbárica de oxígeno, no han logrado mostrar
su evidencia de eficacia. La terapia de integración sensorial que ha experi-
mentado un importante auge, precisa de mayor protocolización y estudios
mejor contrastados.
Es importante que las familias con hijos con TEA y los profesionales que
trabajan en este campo, tengan mucha precaución y utilicen las guías de
buenas prácticas que existen en distintos países y que, además, se revisan
periódicamente en base a evidencias científicas.
197
Tratamientos actuales de eficacia dudosa en el autismo. Dr. Juan Martos
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198
199
Tratamientos actuales potencialmente eficaces del autismo. Dr. Agustín Legido
200
TRATAMIENTOS ACTUALES
POTENCIALMENTE EFICACES
DEL AUTISMO
INTRODUCCIÓN
La eficacia de las terapias para el autismo o trastornos del espectro
autista (TEA) está en relación directa con la precocidad del diagnóstico. Si
bien es aceptado que durante el primer semestre de vida no existen sínto-
mas o signos que permitan la sospecha diagnóstica, durante el primer año
ya existen conductas orientadoras. Los dos indicadores probablemente más
significativos son el pobre contacto visual y la falta de respuesta a su nom-
bre, los cuales permiten incluso diferenciarlo de niños que padecen retraso
cognitivo sin trastorno social. Entre los 8 y los 12 meses, el no señalar y el
pobre interés en el seguimiento de las cosas que les son mostradas pueden
ser síntomas orientadores (1).
TERAPIA CONDUCTUAL
Intervención precoz en los TEA
La intervención precoz se define como el conjunto de actuaciones di-
rigidas a la población infantil de 0 a 6 años, a la familia y al entorno, que
tienen por objetivo dar pronta respuesta a las necesidades transitorias o
permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que
tienen el riesgo de padecerlos (2).
La educación y el apoyo comunitario son elementos fundamentales
para el desarrollo de la comunicación y las competencias sociales en niños
201
Tratamientos actuales potencialmente eficaces del autismo. Dr. Agustín Legido
con TEA y con otras patologías del desarrollo (3). Los métodos psicoedu-
cativos se centran en tres enfoques distintos: comunicación, estrategias de
desarrollo y educacionales y uso de principios conductuales para mejorar el
lenguaje y el comportamiento (4, 5).
Intervenciones conductuales
Intervenciones precoces e intensivas en el desarrollo y en la conducta
En 1987, Ivar Lovaas publicó los hallazgos en un subgrupo de niños
que demostraron mejoría en las habilidades cognitivas y educacionales en
respuesta a una intervención intensiva basada en los principios de análisis
aplicado de la conducta (ABA): UCLA/Lovaas (6). ABA es un término “para-
guas” que incluye una serie de principios y de técnicas usadas en la evalua-
ción, tratamiento y prevención de conductas no deseadas y en la promoción
de otras conductas nuevas deseadas. El objetivo de ABA es enseñar nuevas
habilidades y promover su generalización (p. e., lectura, habilidades aca-
démicas, sociales y de comunicación, etc.) y reducir comportamientos no
deseados mediante un refuerzo sistemático (2, 7).
La reciente publicación de Warren y cols. (7), encontró 38 referencias de
34 estudios que usaron las técnicas de UCLA/Lovaas. Se observó mejoría,
en algunos niños preescolares y escolares, principalmente en las habilida-
des cognitivas y en los logros educativos, pero los avances en las conductas
adaptativas, sociales y conductas no deseadas fueron menos consistentes.
Se observan casos de mejoría cognitiva precoz en niños que luego conti-
nuaron con déficits en otras áreas, por lo que no se puede estar seguro de
si la terapia per se modificó el pronóstico a largo plazo a nivel funcional y de
desarrollo apropiado para una independencia adaptativa.
Desgraciadamente, algunos estudios no han caracterizado bien la
subpoblación de niños que muestran una respuesta positiva a la interven-
ción y está claro que los pronósticos positivos son más prominentes en algu-
nos niños que en otros. Desafortunadamente también, hay pocos estudios
bien controlados y en ellos el número de pacientes incluidos es pequeño y
los protocolos de intervención variables.
202
acuerdo con la edad, el nivel de desarrollo y el grupo de compañeros. En
los niños muy pequeños, se puede enseñar a los padres cómo llamar la
atención de sus hijos en responder a una interacción y seguirla como si de
un juego se tratase. En los niños preescolares y escolares pequeños, las
intervenciones deben de centrarse en estimular el juego con compañeros,
comprender las emociones, saber esperar su turno e iniciar y responder a
las interacciones sociales. En los niños mayores y adolescentes, la ense-
ñanza es más compleja y comprende: analizar la perspectiva de las rela-
ciones, la resolución de conflictos y la comprensión de las normas sociales
de grupo.
La revisión de Warren y cols. (7) encontró 16 trabajos sobre el efecto
de intervenciones en las habilidades sociales de niños autistas. Todos los
estudios encontraron resultados esperanzadores. Sin embargo, la mayoría
no incluyeron observaciones objetivas del grado de mantenimiento a lar-
go plazo de las habilidades sociales diarias en las interacciones de grupo.
Además, las investigaciones se centraron en pacientes autistas con CI alto y
habilidades lingüísticas.
203
Tratamientos actuales potencialmente eficaces del autismo. Dr. Agustín Legido
Intervenciones educativas
La mayoría de niños con TEA reciben, al menos, algún tipo de trata-
miento en un ambiente educativo, comenzando en la edad preescolar. En
la mayoría de los casos, las intervenciones educativas tienen como objetivo
promover la independencia personal y la responsabilidad social. Los pro-
gramas incluyen tanto áreas tradicionales de progresión académica, como
aspectos de socialización, cognitivos y de comportamiento en las aulas o a
través de instrucción especializada.
Estas intervenciones incluyen el Tratamiento y Educación de Niños con
Problemas de Autismo y Comunicación. En inglés, la traducción a Treatment
and Education of Autistic and Related Communication Handicapped Chil-
dren produce las iniciales TEACCH, que es como se conoce internacional-
mente el Programa, que fue fundado en los años 1970 por el Dr. Scho-
pler, de la Universidad de Carolina del Norte en Estados Unidos. El modelo
TEACCH se centra en entender la cultura del autismo, la forma que tienen
las personas con TEA de pensar, aprender y experimentar el mundo, de
204
forma que sus diferencias en el proceso cognitivo explicarían los síntomas
y problemas conductuales que presentan. La intervención, por lo tanto, se
basa de forma importante en un apoyo visual y en adecuar el ambiente
físico para apoyar al individuo. Las estrategias de enseñanza en las aulas
y en los centros incluyen: una mezcla de principios y de técnicas de ABA,
así como procedimientos de reforzamiento, como enseñanza incidental y
entrenamiento en ensayos separados o Discrete Trial Training (DTT): el te-
rapeuta presenta una orden o pregunta clara (estímulo), en caso necesario
la orden va seguida de un refuerzo, el niño responde de manera correcta
o incorrecta (respuesta) y el terapeuta proporciona una consecuencia: una
respuesta correcta recibe un refuerzo, mientras que una incorrecta se ignora
o se corrige. El Pivotal Response Training (PRT) es un modelo de ABA con-
temporáneo. Otras intervenciones, como TEACCH e intervenciones para
el retraso del lenguaje, pueden también incorporarse en el tratamiento en
función del centro donde asiste el niño. Programas basados en ordenadores
usan tecnología para proporcionar enseñanzas de comportamiento en áreas
de adquisición del lenguaje y de las habilidades de lectura (2, 7, 8).
En la revisión de Warren y cols. (7), sólo 4 estudios cumplieron los re-
quisitos de inclusión. Uno de ellos encontró que los niños enseñados con
TEACCH en casa o en la guardería mejoraron una misma cantidad y que las
características de los niños, incluyendo el CI y el lenguaje receptivo en situa-
ción basal, fueron buenos factores predictivos de progreso (9). Otro estudio
sugirió que la enseñanza de intervenciones ABA fueron más efectivas que
aquéllas realizadas con TEACCH en la escuela, mientras que en casa, los
padres completaban intervenciones para las cuales habían sido entrenados.
No se pudieron analizar trabajos que investigaron los efectos de interven-
ciones basadas en ordenadores.
Intervenciones lingüísticas
Desarrollo del lenguaje y del habla
Como un síntoma clave de los TEA, las dificultades de comunicación
son de interés fundamental en el tratamiento. Frecuentemente, la comuni-
cación verbal es el objetivo más importante, pero el establecimiento de co-
municación funcional no verbal para los niños que no hablan es el objetivo
primario en muchos casos. Se identificaron dos técnicas para aumentar el
habla y el lenguaje: Responsive Education and Prelinguistic Milieu Teaching
(RPMT) o “Enseñanza en un Medio Prelingüístico y Education de Respuesta”
205
Tratamientos actuales potencialmente eficaces del autismo. Dr. Agustín Legido
206
estructurado y algunos profesionales opinan que puede mejorar tanto la co-
municación verbal y como la no verbal, incluyendo habilidades condicionales
conjuntas.
La revisión de Warren y cols. (7) encontró 7 trabajos correspondientes a
5 estudios. Los datos no fueron suficientes para demostrar eficacia de inte-
gración sensorial o auditiva, en contra de otros estudios previos, que tenían
un diseño peor. Un estudio demostró un efecto negativo.
Intervenciones adicionales
Existen un gran número de intervenciones adicionales: otras técnicas de
terapia ocupacional, terapia de montar a caballo (equinoterapia), aparatos
que asisten en lectura o en habilidades motoras; terapia del movimiento,
etc. Todas ellas pueden intentar mejorar dificultades en el procesamiento
sensorial, el lenguaje y el comportamiento adaptativo.
La revisión de Warren y cols. (7) encontró 8 estudios sobre distintas in-
tervenciones adicionales. Los resultados no demostraron científicamente la
presencia de eficacia.
TERAPIA FARMACOLÓGICA
Tratamiento psicofarmacológico
Los TEA se asocian con numerosas comorbilidades, como agresión,
conducta de autolesión, conductas repetitivas, obsesión, ansiedad, depre-
sión y TDAH. La prevalencia de alteraciones psiquiátricas en el autismo es
alrededor del 10 % (10). Un estudio reciente encontró que un 70 % de pa-
cientes con TEA tenían al menos una enfermedad psiquiátrica y el 41 %
padecían al menos dos (11).
Agresividad
Los síntomas de agresividad son frecuentes en TEA y, si son severos,
pueden ser un indicador de mal pronóstico a largo plazo. Las siguientes
son causas de estos síntomas en niños con autismo: falta de comprensión
de acciones y de consecuencias, dificultad en comunicarse y en expresar las
necesidades, habilidades disminuidas de hacer frente a situaciones, conflic-
to con personas que representan autoridad o con compañeros, disfunción
psicosocial, síntomas físicos no diagnosticados (como dolor, estreñimiento,
hipoglucemia o convulsiones), enfermedades psiquiátricas como depresión,
manía, ideación suicida u homicida, etc.
207
Tratamientos actuales potencialmente eficaces del autismo. Dr. Agustín Legido
Antipsicóticos
Risperidona (Risperdal®). Tres estudios controlados, doble ciego, alea-
torizados, con control de placebo, demostraron que la risperidona es útil en
el control de la irritabilidad y la agresión en pacientes con TEA. Los estudios
iniciales de los efectos a corto y a largo plazo fueron publicados por la Red
de Unidades de Investigación Psicofarmacológica Pediátrica en Autismo o
RUPPAN 2002, 2005 (12, 13). Durante 8 semanas de tratamiento se mo-
nitorizaron un total de 101 niños, entre 5 y 16 años de edad. Se evaluó el
nivel de irritabilidad, de agresión y de autolesión mediante la escala ABC
(Aberrant Behavior Checklist). Los pacientes tratados con risperidona a una
dosis de 1,8 mg/día mostraron un 57 % de reducción en el puntaje de ABC,
comparado con un 14 % de aquéllos tratados con placebo. Se comprobó
también una reducción en las subescalas ABA de estereotipias e hiperacti-
vidad, pero no se observó ningún cambio estadísticamente significativo en
las subescalas de síntomas de retraimiento social o de lenguaje inapropia-
do. Durante la fase de tratamiento a largo plazo durante 16 semanas más,
51 de los 63 (81 %) pacientes que respondieron inicialmente, continuaron
estables sin empeoramiento de los síntomas. La recurrencia a largo plazo
fue 62,5 % en pacientes tratados con placebo, frente a 12,5 % en aquéllos
que continuaron tomando la risperidona.
Existe menos experiencia en la evaluación de la risperidona en niños
preescolares. En un estudio doble ciego, aleatorizado, con control de pla-
cebo se estudiaron 24 niños de edades entre 2,5 y 6 años, los cuales esta-
ban tratados simultáneamente con Análisis Aplicado de la Conducta (ABA)
(14). El grupo fue aleatorizado a risperidona (0,5-1,5 mg/día) o a placebo
durante 6 meses. La Escala de Valoración del Autismo Infantil y la Escala de
Valoración del Autismo de Gilliam se utilizaron para evaluar los cambios clí-
nicos. Los hallazgos sugirieron una mejoría superior en el grupo tratado con
risperidona en relación con medidas globales de síntomas de autismo, pero
no en relación con cambios específicos en los síntomas clave de lenguaje
anormal, estereotipias, déficits sociales o intereses restringidos.
Los efectos secundarios de la risperidona que se observaron en estos
estudios fueron: sedación, hipersalivación y aumento del apetito.
Olanzapina (Zyprexa®). Su eficacia ha sido sugerida por algunos casos
documentados y por pequeñas series de pacientes con tratamientos abier-
tos. Un estudio a doble ciego, aleatorizado con control de placebo, realizado
en 11 niños, de edades entre 6 y 14 años, mostró resultados prometedores a
208
una dosis media de 10 mg/día. En la Escala de Impresión de Mejoría Clínica
Global (CGI-I), un 50 % del grupo tratado con olanzapina mostró mejoría
clínica en comparación con el 20 % de pacientes del grupo de placebo (15).
Los efectos secundarios más frecuentes fueron: sedación y ganancia
de peso.
Aripiprazol (Abilify®). Ha sido aprobado recientemente por la Food and
Drug Administration (FDA) en USA para su uso en el tratamiento de la irri-
tabilidad de niños con autismo entre 6 y 17 años. En un primer estudio a
doble ciego, controlado con placebo, se trataron durante 8 semanas, 98
pacientes entre 6 y 17 años, aleatorizados a placebo o a una dosis fija de
aripiprazol de 5-15 mg/día (16). Se utilizaron las escalas de irritabilidad ABC
y CGI-I para evaluar la respuesta de la conducta agresiva y los pacientes fue-
ron aleatorizados a placebo o a una dosis flexible clínica. Un total de 76,5 %
de individuos completaron el estudio. Durante las 8 semanas de tratamien-
to, los pacientes tratados con aripiprazol mostraron una mejoría significativa
en ambas escalas de irritabilidad. En un segundo estudio paralelo de otras
8 semanas, 218 niños y adolescentes con autismo y conductas agresivas
fueron aleatorizados a placebo o a una dosis variable de aripiprazol. Los
resultados mostraron que todas las dosis fueron efectivas en disminuir la
irritabilidad en las subescalas de la escala ABC (17).
Sedación y ganancia de peso fueron los efectos secundarios más
frecuentes.
Otros antipsicóticos
Haloperidol ha demostrado reducir el aislamiento social y las estereoti-
pias y mejorar el aprendizaje, las conductas agresivas, la hiperactividad y la
adquisición del lenguaje (18).
Clorpromazina y Flufenacina también son eficaces, si bien los efectos
secundarios de sedación, reacciones distónicas y disquinesias han limitado
su uso (18).
209
Tratamientos actuales potencialmente eficaces del autismo. Dr. Agustín Legido
Alfa 2-Agonistas
La estimulación adrenérgica se ha postulado en la fisiopatología de los
tics, el trastorno de déficit de atención-hiperactividad (TDAH) y la agresión
en niños. Los pacientes con autismo tienen dificultad en filtrar estímulos
innecesarios y son fácilmente hiperactivados, sugiriendo la presencia de es-
timulación adrenérgica. Clonidina (Catapres®) y Guanfacina (Tenex®) son
dos Alfa 2-agonistas, que en la práctica clínica han mostrado su eficacia en
el tratamiento de la irritabilidad y la agresión ligera, sobretodo asociadas
a conductas impulsivas e hiperactivas. Un pequeño estudio de Clonidina,
a doble ciego, cruzado y controlado con placebo en 8 niños y adolescen-
tes con autismo y TDAH, mostró mejoría en las medidas de agresión y de
autolesión (21). Los efectos secundarios más frecuentes fueron sedación e
hipotensión. La Guanfacina, tiene un efecto más duradero y causa menos
sedación. En un estudio retrospectivo de 80 niños de 3 a 18 años fue eficaz
sólo en un 23,8 % de los pacientes (22).
210
Conductas repetitivas
Las conductas estereotípicas, repetidas, son parte del cortejo sintomá-
tico de los TEA, pero también están presentes en otras alteraciones. Estas
conductas son fijas, repetitivas, rítmicas, no funcionales y aumentan con el
estrés y la ansiedad. Algunos estudios han encontrado una mayor incidencia
de conductas repetitivas en individuos con una mayor severidad de autismo
(24). Cuando están presentes en TEA, estas conductas a veces tienen un
efecto egosintónico y proporcionan un efecto de calma para el paciente.
Por otra parte, cuando estas conductas incluyen autolesión u obsesiones, se
necesita considerar intervenciones farmacológicas.
Las siguientes medicaciones han demostrado, en estudios doble ciego,
controlados con placebo, eficacia en el tratamiento de las conductas repe-
titivas: Fluoxetina, Risperidona y Ácido Valproico.
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Tratamiento del autismo en el síndrome Frágil-X: nuevos conceptos.
Inge Heulens, PhD
214
TRATAMIENTO DEL AUTISMO
EN EL SÍNDROME FRÁGIL-X:
NUEVOS CONCEPTOS
INTRODUCCIÓN
El síndrome del cromosoma X frágil es la forma más frecuente de dis-
capacidad intelectual hereditaria y afecta aproximadamente a uno de cada
5.000 individuos (1). Además de por el retraso cognitivo, el síndrome se
caracteriza por rasgos faciales típicos, como un rostro alargado con frente
prominente, mandíbula sobresaliente y orejas grandes. Sin embargo, estos
rasgos no siempre están presentes en los niños antes de la pubertad, lo que
dificulta el diagnóstico. Otros hallazgos faciales que pueden observarse son
inflamación alrededor de los ojos, puente nasal aplanado y epicanto, pero
suelen ser muy sutiles. Otras anomalías físicas son el macroorquidismo y la
displasia del tejido conectivo. Los pacientes con Síndrome X Frágil también
sufren trastornos del comportamiento, hiperactividad, problemas de sueño,
ansiedad, cambios de humor y conductas de tipo autista. En el 20 % de los
pacientes pueden aparecer ataques epilépticos (2).
En estudios anatomopatológicos neuronales se observan alteraciones
en la morfología de las espinas dendríticas. Estas son pequeñas prolonga-
ciones de las dendritas y constituyen la parte postsináptica de una sinapsis.
215
Tratamiento del autismo en el síndrome Frágil-X: nuevos conceptos.
Inge Heulens, PhD
216
Figura 2. El Síndrome X Frágil esta causado por la expansión de un triplete CGG
localizado dentro de la región no traducida 5´ (5’-UTR) del gen 1 del retraso mental
ligado al cromosoma X frágil (FMR1). La repetición CGG y la isla CpG en la región
promotora del gen sufren hipermetilación, lo que provoca el silencio transcrip-
cional del FMR1 y la consiguiente ausencia de la proteína FMRP producida por el
FMR1 (izquierda). La expansión puede verse como un espacio o rotura del cromo-
soma X, conocido como frágil en la región Xq27.3 (derecha). .
Vía gabaérgica
Los modelos animales genéticamente modificados, incluyendo los rato-
nes carentes de FMR1 y las moscas de la fruta deficientes en dFMR1 (Droso-
217
Tratamiento del autismo en el síndrome Frágil-X: nuevos conceptos.
Inge Heulens, PhD
218
Figura 4. La distribución y cuantificación del receptor GABAA in vivo en el cerebro de
pacientes con cromosoma X frágil, utilizando la tomografía de emisión de positrones
(PET) y [11C] flumazenil, detectó una disminución global media significativa del 10 %
en la cantidad de receptores GABAA disponibles en el cerebro de pacientes con X
Frágil (fila inferior), comparándolo con los niveles e individuos sanos (fila superior).
219
Tratamiento del autismo en el síndrome Frágil-X: nuevos conceptos.
Inge Heulens, PhD
220
Figura 6. Las vías relacionadas con el receptor metabotrópico del glutamato
(mGluR) son importantes en la patogenia del Síndrome X Frágil. En los ratones
con este síndrome se observó una mayor depresión sináptica a largo plazo (DLP)
dependiente del receptor metabotrópico de glutamato del grupo 1 postsináptico
(Gp1 mGluR1/5). Este tipo de depresión sináptica exige la rápida traducción de
ARNm preexistente en las espinas dendríticas y estimula la pérdida de receptores
AMPA y NMDA sinápticos expresados en la superficie. La FMRP está presente en
las dendritas, une ARNm y ribosomas de traducción activa y participa en la traduc-
ción de estos ARNm.
221
Tratamiento del autismo en el síndrome Frágil-X: nuevos conceptos.
Inge Heulens, PhD
Intervenciones no farmacológicas
Los problemas cognitivos y conductuales que sufren los pacientes con
X Frágil influyen de manera significativa en sus tareas diarias. Muchas carac-
terísticas conductuales están influidas por factores medioambientales. Al ma-
nipular estos factores, la calidad de vida puede mejorar drásticamente (21).
Para los pacientes con este síndrome es importante tener una rutina y una
formación adecuada. En varios estudios realizados en niños con Síndrome X
Frágil se ha mostrado que una mejor calidad del entorno doméstico y escolar
se asocia a un comportamiento menos autista, una conducta más adaptativa
y obtención de puntuaciones más elevadas en el cociente intelectual (22-
24). Las intervenciones no farmacológicas, como logopedia, adiestramiento
en habilidades sociales y terapias ocupacionales y de integración sensorial,
pueden ser un tratamiento eficaz para los problemas conductuales ligados al
Síndrome X Frágil.
222
Sistema Nervioso Central (SNC). Ellos mejoran los síntomas de distracción, hi-
peractividad e impulsividad. Los dos estimulantes frecuentemente utilizados
son metilfenidato (Ritalin®) y dextroanfetamina (Adderall®) (26). Ambos son
eficaces en el control de los síntomas del Trastorno por Déficit de Atención
con Hiperactividad (TDAH), pero algunos individuos muestran efectos secun-
darios como ansiedad, labilidad emocional o agresividad (25). En Europa, el
uso de estimulantes no está permitido o está desaconsejado. La utilización
del fármaco no estimulante acetil L-carnitina puede ser una buena alternativa.
Dos estudios controlados han mostrado su eficacia en el tratamiento de los
síntomas de TDAH en niños varones con Síndrome del X Frágil (26).
Para limitar los síntomas de sobreexcitación, se puede tratar a los pacien-
tes con los agonistas del receptor α2-adrenérgico clonidina y guanfacina (25).
Se cree que disminuyen los estímulos sensoriales percibidos por el cerebro
y presentan una eficacia de aproximadamente el 70 % en niños varones con
Síndrome X Frágil. La clonidina ayuda mucho en los problemas de sueño,
aunque la sedación suele ser un efecto secundario problemático. Los ago-
nistas α2-adrenérgicos se pueden usar en sustitución de los estimulantes en
niños más jóvenes o con una mayor afectación neurológica (27).
Los antidepresivos, especialmente inhibidores selectivos de la recapta-
ción de la serotonina (ISRS), como fluoxetina (Prozac®), se usan para tratar la
ansiedad, las conductas compulsivas o perseverantes y los trastornos del es-
tado de ánimo (25). Sin embargo, la fluoxetina no suele ser la primera opción,
especialmente en pacientes hiperactivos, porque puede provocar agitación
y agresividad (27).
Los ataques epilépticos ocurren en aproximadamente el 20 % de los pa-
cientes con el Síndrome X Frágil y se tratan con anticonvulsivantes. Entre los
efectos secundarios se incluyen sedación, hipotonía, torpeza, alteraciones del
peso y depresión (25). A veces, los efectos secundarios son más pronunciados
que la mejoría de los ataques epilépticos. Es necesario realizar un seguimien-
to controlado y optimizar el perfil de medicación a nivel individual.
Para pacientes que exhiben comportamientos más extremos, como con-
ducta muy agresiva e inestabilidad anímica, pueden ser adecuados los an-
tipsicóticos como Risperidona (25). Sin embargo, su uso está limitado, en
comparación con los estimulantes y los antidepresivos, debido a sus muchos
efectos secundarios. Los fármacos antipsicóticos más nuevos tienen un perfil
de mayor seguridad que los de uso frecuente más antiguos y se utilizan inclu-
so para tratar trastornos del sueño.
223
Tratamiento del autismo en el síndrome Frágil-X: nuevos conceptos.
Inge Heulens, PhD
Receptor GABAA
Los fármacos gabaérgicos más utilizados en el tratamiento del Síndrome
X Frágil son las benzodiazepinas, como diazepam (Valium®). Las benzodiaze-
pinas tienen actividad anticonvulsivante y ansiolítica, pero muestran efectos
secundarios como sedación, ataxia, tolerancia y dependencia (28). Sólo los
receptores GABAA con una subunidad β, γ2 y bien una subunidad α1, α2, α3
o α5 contienen un sitio de unión para las benzodiazepinas (29). El conoci-
miento de la subexpresión de subunidades específicas del receptor GABAA
en el Síndrome X Frágil permite el tratamiento de estos pacientes de forma
más específica utilizando agonistas selectivos de subunidades específicas. Se
sabe que el efecto sedativo de las benzodiazepinas está mediado por recep-
tores GABAA con α1 (30), mientras que los subtipos con α2 y α3 son respon-
sables de los efectos ansiolíticos (31, 32). Actualmente se están estudiando
agonistas del receptor GABAA más selectivos (33, 34). Un ejemplo es TPA-023
(MK-0777), con eficacia antagonista en los subtipos α1 y α5, y agonista parcial
en los subtipos α2 y α3 (35). Su actividad ansiolítica y falta de sedación se han
demostrado en modelos animales de roedores y primates. TPA-023 mostró
también actividad anticonvulsivante en un modelo de convulsiones inducidas
con pentilentetrazol en ratones. No se observaron los efectos secundarios
habituales de las benzodiazepinas tras el tratamiento prolongado.
Una segunda clase de fármacos son los corticoesteroides neuroactivos,
unos moduladores alostéricos positivos de los receptores GABAA (36). Los
subtipos de receptores GABAA con subunidades δ son sensibles (37). Dos
ejemplos son la alfaxalona y la ganaxolona (Marinus Pharmaceuticals, Inc.).
La actividad anticonvulsivante de la ganaxolona ha quedado demostrada en
estudios in vitro e in vivo. La eficacia de la ganaxolona como fármaco an-
tiepiléptico en ratones sin FMR1 ha quedado validada al demostrarse una
reducción del número y la gravedad de los ataques epilépticos inducidos por
estímulos auditivos (38). El perfil de seguridad y tolerancia en humanos pare-
ce ser favorable y ahora se está probando la ganaxolona en varias investiga-
ciones clínicas en fase II para el tratamiento de diferentes tipos de epilepsia
(39, 40). Los resultados muestran que los pacientes tratados con ganaxolona
tienden a presentar una menor frecuencia de ataques epilépticos. El efecto
secundario que aparece con más frecuencia es la somnolencia, que es depen-
diente de la dosis. Se han previsto estudios clínicos con ganaxolona en niños
224
y adultos con Síndrome X Frágil (41). Se centrarán en valorar la respuesta de
ansiedad y de mejoría clínica.
Figura 7. Tomando como base la teoría mGluR, se sugiere que los síntomas del
síndrome deben ser tratables con antagonistas del mGluR5 y con activadores del
receptor AMPA. Dos ejemplos de antagonistas del mGluR5 que se pueden utilizar
en la clínica son Fenobam y STX107. El litio interfiere con dos cascadas de señaliza-
ción tras la activación del mGluR. La de los receptores con un agonista del recep-
tor GABAB, como el baclofen, lleva a una menor liberación del neurotransmisor
glutamato. El CX516 s un activador del receptor glutamato AMPA.
225
Tratamiento del autismo en el síndrome Frágil-X: nuevos conceptos.
Inge Heulens, PhD
226
ción total del sueño nocturno, del periodo de latencia del sueño y del tiempo
de inicio del sueño en pacientes tratados con melatonina –un fármaco muy
conocido utilizado para los problemas de sueño– en comparación con los
pacientes tratados con placebo (46).
El donepezilo actúa selectivamente sobre el sistema colinérgico, cuya
función está disminuida en el Síndrome X Frágil. Tras el tratamiento con do-
nepezilo en un estudio abierto, mejoró la memoria de trabajo, la hiperactivi-
dad y el comportamiento cognitivo general (47).
La minociclina es un antibiótico de amplio espectro que tiene también
potencial como fármaco neuroprotector. Las investigaciones clínicas han
demostrado su potencial terapéutico para el tratamiento de enfermedades
neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer y la esclerosis late-
ral amiotrófica (48, 49). En pacientes con Síndrome X Frágil, se observó una
mejoría general de la capacidad cognitiva, el lenguaje, la atención, la comu-
nicación social y la ansiedad (50). Sin embargo, se observaron muchos efec-
tos secundarios, principalmente problemas gastrointestinales, por lo que es
dudosa la continuación del uso de minociclina.
CONCLUSIÓN
Hasta hace poco tiempo, el tratamiento de los pacientes con Síndrome
X Frágil estaba orientado a mejorar los distintos síntomas del trastorno. El
conocimiento de los mecanismos subyacentes del síndrome ha conducido a
la identificación de las vías moleculares y bioquímicas afectadas y al descubri-
miento de nuevas e inteligentes dianas terapéuticas. Se han iniciado estudios
clínicos con fármacos que interactúan con la vía gabaérgica, del mGluR y con
el sistema neuroendocrino, cuyos resultados parecen muy prometedores. Se
ha previsto realizar en un futuro próximo más investigaciones clínicas con fár-
macos que actúan sobre estas vías y sistemas.
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Tratamientos prometedores del autismo y otras
encefalopatías: Factor IGF-1. Raili Riikonen, MD, PhD
232
TRATAMIENTOS PROMETEDORES DEL
AUTISMO Y OTRAS ENCEFALOPATÍAS:
FACTOR IGF-1
INTRODUCCIÓN
Es bien conocida la evidente base neurobiológica que existe en el au-
tismo y en los trastornos del espectro autista (TEA), pero se desconocen aún
cuáles son las moléculas implicadas en el neurodesarrollo que pueden estar
involucradas en la génesis de estos trastornos.
Se han descrito alteraciones como aumento del volumen o del peso del
cerebro en algunos estudios en pacientes autistas. Este aumento patológico
del crecimiento cerebral y la detención posterior y precoz del mismo parecen
estar restringidos a una fase limitada durante los dos primeros años de vida.
En algunos de mis trabajos previos he encontrado una correlación entre
las cifras de los factores de crecimiento similares a insulina (IGF) y la curva de
crecimiento cefálico en los niños autistas, pero no en los controles sanos (1).
En fases precoces del desarrollo del autismo, las concentraciones de IGF en
LCR son menores que las halladas en el grupo de sujetos sanos, pero esto no
ocurre así en etapas posteriores de la vida. Este hecho sugiere un bloqueo
de los mecanismos neurobiológicos en una edad precoz del neurodesarrollo.
Además, en estos estudios se hallaron cifras bajas del factor IGF1 en el líqui-
do cefalorraquídeo (LCR) y cifras normales del factor de crecimiento neural
233
Tratamientos prometedores del autismo y otras
encefalopatías: Factor IGF-1. Raili Riikonen, MD, PhD
234
expresan ampliamente en diversas áreas del sistema nervioso central (SNC).
Sin embargo, a diferencia de IGF1, IGF2 también se expresa ampliamente
en tejidos de origen no-neural SNC, como plexos coroideos, leptomenin-
ges, microvasculatura cerebral, vainas de mielina y LCR. La expresión más
elevada de IGF2 tiene lugar durante la fase fetal y durante las primeras fases
del desarrollo postnatal del cerebro humano. En contraste, IGF1 se expresa
ampliamente en el cerebro fetal y más discretamente en etapas postnatales,
principalmente en áreas con alta tasa de crecimiento y diferenciación celular.
Se piensa que IGF1 es fundamental en el proceso de diferenciación neuro-
nal, en maduración de dendritas y en sinaptogénesis. De este modo, IGF1
actuaría no sólo como un factor trófico sino como mediador de la acción de
otros factores neurotróficos. IGF1 parece tener también un papel primordial
en crecimiento axonal, mielinización y supervivencia de los precursores de
oligodendrocitos al inhibir la apoptosis y aumentar los niveles de proteína
básica de mielina y proteolípidos de mielina.
El crecimiento cerebral se relaciona estrechamente con los niveles de
IGF1. En animales de experimentación, IGF1 modula el crecimiento y tamaño
cerebral del SNC en desarrollo. Los ratones que carecen de IGF1 o del recep-
tor de IGF1 tienen cerebros pequeños. Por otra parte, la sobreexpresión de
IGF1 condiciona un aumento del volumen cerebral, aumento de axones anor-
malmente mielinizados y de vainas de mielina sin axón (1). En el año 1986,
Schoenle y cols. (4) describieron cifras elevadas de IGF2 en el LCR y el tejido
cerebral de un lactante con megalencefalia, con concentraciones de IGF2 en
el córtex frontal cinco veces superiores a los controles.
235
Tratamientos prometedores del autismo y otras
encefalopatías: Factor IGF-1. Raili Riikonen, MD, PhD
236
Figura 1. Concentración en el líquido cefalorraquídeo de IGF1 (µg/L) en niños
control, con espamos infantiles idiopáticos (IIS) o sintomáticos (SIS). Los últimos
tuvieron valores de IGF1 considerablemente más bajos (Riikonen et ál. 1999).
237
Tratamientos prometedores del autismo y otras
encefalopatías: Factor IGF-1. Raili Riikonen, MD, PhD
238
Un proceso madurativo alterado posiblemente podría explicar por qué
tantos factores etiológicos, aparentemente independientes, conducen al mis-
mo síndrome clínico. El IGF-1 del LCR podría ser un biomarcador de la fun-
ción cognitiva. Se podrían mejorar algunas funciones cognitivas específicas
después de aumentar los niveles de la hormona de crecimiento y de IGF-1.
239
Tratamientos prometedores del autismo y otras
encefalopatías: Factor IGF-1. Raili Riikonen, MD, PhD
Figura 3. Las cifras de IGF1 en LCR en niños autistas menores de 5 años de edad
eran claramente inferiores a las de los controles sanos de su misma edad. Sin em-
bargo, no existían diferencias significativas en el grupo de niños de 5 ó más años
de edad (Riikonen et ál. 2006).
240
Figura 4. Se encuentra una correlación entre la velocidad de crecimiento del
perímetro craneal y las cifras de IGF1 en LCR en niños con autismo, pero no en el
grupo control. El crecimiento patológico del cerebro en niños autistas parece estar
restringido a los dos primeros años de vida, momento clave antes de que se reali-
ce habitualmente el diagnóstico de autismo. Las bajas concentraciones de IGF1 en
LCR en el periodo crítico de crecimiento cerebral podrían provocar una reducción
de las células de Purkinje y de la activación de circuitos cerebelosos en el autismo
(Riikonen et ál. 2006)
idiopático. Los controles sanos se reclutaron entre los niños que se sometían
a cirugía de la mitad inferior del cuerpo mediante anestesia epidural.
En el estudio finlandés, las cifras de IGF1 en LCR en niños autistas me-
nores de 5 años de edad eran claramente inferiores a las de los controles
sanos de su misma edad. Sin embargo, no existían diferencias significativas
en el grupo de niños de 5 ó más años de edad (Figura 3). No se objetivaron
tampoco diferencias entre autistas y controles sanos respecto a las cifras de
IGF2 en LCR (1). El perímetro craneal (PC) es un marcador clínico útil que
traduce el tamaño y el crecimiento del cerebro en desarrollo, principalmente
en niños menores de dos años de edad. En el estudio finlandés se valoraron
los controles periódicos de somatometría corporal (peso, talla y PC), desde el
nacimiento hasta el momento del estudio del LCR. En este grupo de pacien-
tes con autismo no se evidenció macrocefalia en ningún caso en el momento
241
Tratamientos prometedores del autismo y otras
encefalopatías: Factor IGF-1. Raili Riikonen, MD, PhD
Serotonina e IGF
Se conocen diversas alteraciones de la vía serotoninérgica en el autismo
y se ha evidenciado un descenso en la capacidad de síntesis de serotonina
en los estudios de la Tomografía de Emisión de Positrones (PET) cerebral. Por
otra parte, existe una alteración en la capacidad de fijación de serotonina en
el córtex frontomesial y en el diencéfalo en sujetos autistas, lo que apoyaría
la hipótesis del déficit serotoninérgico en autistas.
Recientemente se ha puesto de manifiesto la relación entre serotonina e
IGF. La serotonina estimula los factores de crecimiento neural como IGF1. Se
sabe también que algunos antidepresivos incrementan la síntesis de factores
neurotróficos. El tratamiento con antidepresivos aumenta las cifras de IGF1
en LCR (9). En el estudio finlandés la Fluoxetina, un inhibidor de la recapta-
ción de serotonina, aumenta las cifras de IGF1 en LCR en sujetos autistas y
podría ejercer así un efecto neuroprotector frente a la neurotoxicidad induci-
da por dopamina. Este efecto se ha objetivado al comprobarse un descenso
en la ligazón de DAT (transportador activo de dopamina), en los niños autistas
con buena respuesta clínica a la terapia con Fluoxetina (10).
Los inhibidores de la recaptación de serotonina mejoran algunos de los
síntomas del autismo al aumentar la biodisponibilidad de serotonina en las
sinapsis (11,12). Estos efectos se han comprobado respecto a los niveles de
alerta, atención y socialización. Se sospecha pues que un descenso precoz
en la activación de las vías serotoninérgicas podría inducir niveles bajos de
IGF1 cerebral y que este hecho sería crítico para el desarrollo de las células
de Purkinje.
242
Cerebelo y autismo
Nos centraremos ahora en las relaciones entre autismo, cerebelo e IGF.
243
Tratamientos prometedores del autismo y otras
encefalopatías: Factor IGF-1. Raili Riikonen, MD, PhD
periodo crítico del neurodesarrollo. Sin embargo, no se sabe qué causa este
sobrecrecimiento cerebral autolimitado en los autistas, aunque se especula
con el papel que puedan jugar aquí los factores neurobiológicos de crecimien-
to prematuro sin guía (PGWG), anteriormente mencionados.
Neuropatología
En el autismo, se describen alteraciones en el desarrollo normal del hi-
pocampo y del cerebelo. Estas anomalías disgenéticas comenzarían antes de
la 30ª semana de gestación, probablemente en relación con una alteración
de la codificación de señal de los FN o bien por un mecanismo de apoptosis.
El descenso de células de Purkinje sería pues consecuencia de una altera-
ción disgenética prenatal. Se ha encontrado un descenso en las cifras de la
proteína antiapoptótica Bcl-2 (B-cell lymphoma 2) en el cerebelo de pacien-
tes autistas. Los estudios postmortem apoyan la hipótesis de que existe una
combinación de mecanismos de proliferación anormal y de apoptosis a nivel
microestructural (18-21).
244
CLN knock out. La administración de conjugados PB3 de IGF1 y de nanopartí-
culas de IGF1 producen un depósito cerebral mayor y más estable de IGF1. La
liberación sostenida de IGF1 podría aumentar la biodisponibilidad y la eficacia
terapéutica de IGF1. De esta forma, se podría prevenir el daño de las células
de Purkinje y aumentar la función de las vías de atención cognitivo-social.
Los estudios con IGF1 en modelos animales y en pacientes con Síndro-
me de Rett (22, 23) muestran el efecto beneficioso de IGF1, sugiriendo la
potencial utilidad de esta sustancia en pacientes autistas, a pesar del distinto
mecanismo etiopatogénico. Dada la evidencia acumulada sobre la seguridad
del tratamiento con IGF1 en niños con talla baja por deficiencia primaria de
IGF1 (24, 25), la utilidad sugerida para Síndrome de Rett y el efecto positivo
en un grupo pequeño de niños con autismo debido a Síndrome de Phelan-
McDermid (26), es razonable concluir que IGF1 pueda ser una terapia útil a
considerar en futuros ensayos en autismo.
Proyecto de tratamiento del autismo con IGF1 recombinante
• Proyecto de ensayo terapéutico aleatorizado, doble ciego, con IGF-1.
• Se seleccionarán 20 niños con autismo idiopático en fases precoces (3-4
años de edad) a los que se administrará terapia con IGF-1 (INCRELEX®)
durante 6 meses.
• La dosis será de 0,05 mg/Kg por vía subcutánea, dos veces al día, duran-
te la primera semana y posteriormente 0,1 mg/Kg/día durante 6 meses.
• Los posibles efectos adversos contemplados serán hipoglucemia, hi-
pertrofia amigdalar e irritación local y dolor en el sitio de inyección.
CONCLUSIONES
• IGF1 se relaciona con un gran número de enfermedades neurodegene-
rativas y del neurodesarrollo y la falta de IGF1 en el cerebro conduce a
apoptosis.
• En el autismo, muchos estudios previos muestran un anormal desarrollo
del cerebelo. Las bajas concentraciones de IGF1 en LCR en autistas
podrían condicionar esta anomalía cerebelosa.
• Un sobrecrecimiento cerebral inicial, con una posterior detención de di-
cho crecimiento, se produce durante los dos primeros años de la vida del
niño autista. Existe una correlación entre las cifras de IGF1 en LCR y el pe-
rímetro craneal en los sujetos autistas, pero no en los pacientes controles.
• La administración subcutánea de IGF1 podría aumentar las cifras de
IGF1 cerebral, siempre que se administre de forma precoz para garan-
245
Tratamientos prometedores del autismo y otras
encefalopatías: Factor IGF-1. Raili Riikonen, MD, PhD
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247
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
248
TRATAMIENTO CON HORMONA DE
CRECIMIENTO DE ENCEFALOPATÍAS
INFANTILES
RESUMEN
Tras un daño cerebral se ponen en marcha dos mecanismos que tratan
de reparar ese deterioro: 1) rápida proliferación de precursores neurales y
migración hacia la zona dañada y 2) desarrollo de plasticidad cerebral. Ambos
mecanismos son independientes, pero se complementan entre sí y ambos
requieren de la intervención de factores neurotróficos. Entre estos factores,
quizás el más importante de todos ellos, pues no sólo actúa por sí misma
si no que induce la expresión de la mayor parte de ellos, se encuentra la
hormona de crecimiento (GH). Esta hormona, pleiotrópica, está en práctica-
mente todos los tejidos del organismo, cerebro incluido. A nivel cerebral la
hormona (y su receptor) se expresa en las células madre neurales induciendo
la proliferación, diferenciación, migración y supervivencia de esos precurso-
res y derivados neuronales.
Sobre estas bases fuimos los primeros en tratar con GH (noviembre 2002)
a un paciente de 22 años con lesión axonal difusa provocada por un acci-
dente de tráfico, cuyo pronóstico era sumamente desfavorable. Ocho meses
después retomó su vida normal sin secuelas.
A lo largo de este capítulo analizaremos en qué consiste y cómo se mo-
dula la neurogénesis del adulto, cuál es el papel que el sistema GH/IGF-1
juega en esa continua formación de neuronas, tanto a nivel fisiológico como
249
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
INTRODUCCIÓN
250
inmediata rehabilitación sin duda beneficiaría la recuperación tras un daño
cerebral adquirido (1), máxime en niños.
Las múltiples discapacidades, funcionales y sociales, provocadas por el
daño cerebral, que afectan a nivel motor, cognitivo o conductual, requieren
un tratamiento multidisciplinar ya desde la primera fase (estado agudo tras
el daño), con el mayor grado de especialización hasta que el paciente pueda
reintegrarse a la sociedad, si ello es factible.
Entre los especialistas en daño cerebral no hay dudas, actualmente, de
que el cerebro dañado puede recuperar, de forma natural, parte de las fun-
ciones perdidas; si bien es un proceso que puede durar meses o incluso años.
Pero tampoco existen dudas acerca de la necesidad de una neurorrehabili-
tación lo más temprana posible que implemente esos mecanismos naturales
de reparación de forma que se alcance el máximo potencial en la recupera-
ción funcional y social, teniendo en cuenta, por supuesto, la complejidad de
las posibles secuelas (motoras, cognitivas, emocionales) que pueden darse
en forma de múltiples combinaciones tras el daño cerebral. Sin embargo, el
acceso a unidades de neurorrehabilitación especializadas viene determinado
negativamente por la escasez de recursos públicos o privados para hacer
frente a la creación y mantenimiento de esas unidades, lo que lleva (con gran-
des diferencias entre los distintos países) a que el acceso a la rehabilitación
específica en calidad y duración sea realmente difícil o imposible para la ma-
yoría de los pacientes con daño cerebral adquirido. El resultado de no ver los
beneficios de una potencial recuperación e reintegración en la sociedad es
la aparición de una gran dependencia familiar con la consiguiente carga eco-
nómica y emocional que supone. Por todo ello, el daño cerebral adquirido es
un problema sanitario y social de gran magnitud, al que todavía la medicina
puede aportar poco.
Actualmente sabemos que tras un daño cerebral, rápidamente se pone
en marcha una activa proliferación de células madre neurales. Desde la zona
cerebral dañada se liberan una serie de factores (citoquinas) que activan la
migración y diferenciación de esas células recién creadas. Recientemente
se ha identificado un receptor tipo-P2Y llamado GPR17 que actúa como un
“sensor” de daño cerebral (2) y que quizás es también una “diana” para la
reparación de la zona dañada.
Tras el daño, en la zona perjudicada se produce un rápido incremento
de las concentraciones extracelulares de dos familias de moléculas señali-
zadoras: nucleótidos y cisteinil-leucotrienos (cysLTs); ello sugiere que estas
251
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
252
Figura 1. El daño neurológico pone en marcha mecanismos de reparación,
a expensas de inducir la liberación de factores neurotróficos que estimulan
la neurogénesis y la plasticidad cerebral.
253
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
Sin embargo, este concepto clásico sobre el desarrollo neural que estable-
ce que no se forman nuevas neuronas tras el nacimiento, cambió cuando se co-
municó que diariamente se forman nuevas neuronas en varios nichos cerebra-
les existentes en el cerebro adulto, humanos incluidos (3-5). Esta producción es
particularmente importante en la zona subventricular de los ventrículos laterales
(ZSV) y en la zona subgranular del giro dentado del hipocampo (ZSG), donde
los progenitores neurales se encuentran básicamente en las capas subgranula-
res (6-8). En la Figura 2 se muestra la neurogénesis en estos territorios.
El paradigma acerca de un sistema nervioso incapaz de reemplazar la pér-
dida diaria de neuronas comenzó a ser cuestionado en la mitad de los años
60. Sin embargo, los estudios pioneros llevados a cabo en esos años no fueron
tenidos en cuenta, fundamentalmente por problemas técnicos y metodológi-
cos (9, 10). Posteriormente, el importante avance de la inmunohistoquímica,
citología y la biología molecular llevaron al cambio del paradigma dominante.
Investigadores como Goldman (11) sugirieron que la generación de nue-
vas neuronas, neurogénesis, podía ser un fenómeno normal en el cerebro del
canario adulto. El mismo grupo demostró posteriormente que las neuronas
neoformadas se incorporaban a circuitos funcionales (12).
A comienzos de los 90 se aislaron células con propiedades de precur-
sores neurales en el núcleo estriado del ratón (13). Enseguida se identificó a
la zona subventricular como un nicho de formación de precursores neurales
(14). Finalmente, a finales de los 90 se describió que la neurogénesis del adul-
to era un fenómeno que también ocurría en los primates superiores, incluido
el hombre (6, 15), un concepto que actualmente está plenamente aceptado.
En el cerebro adulto de los roedores existe una neurogénesis constituti-
va, particularmente en la zona subventricular. Esta zona alberga una pobla-
ción de células madre que proliferan y dan lugar a neuronas y células de la
glía. Los neuroblastos que aquí se forman migran largas distancias a lo largo
de la corriente migratoria rostral hacia el bulbo olfatorio (Figura 2) en donde
se diferencian en GABA e interneuronas dopaminérgicas implicadas en la
discriminación olfativa (15, 16). Tras daño cerebral, como isquemia, epilep-
sia, o degeneración neuronal focal, se incrementa la neurogénesis en la zona
subventricular y las neuronas neoformadas son capaces de repoblar las áreas
dañadas (17-19).
Además de la Zona Subventricular y la Zona Subgranular del Giro Denta-
do, datos recientes indican que la neurogénesis del adulto puede ocurrrir en
otras áreas cerebrales. De hecho, la idea vigente es que en el cerebro adulto
254
de los mamíferos se pueden bloquear, en determinadas circunstancias, lo
que fisiológicamente serían efectos anti-neurogénicos. Esas circunstancias se
corresponderían con la aparición de una situación patológica o tras un daño
específico. Así se ha demostrado, por ejemplo, en un modelo de neurecto-
mía vestibular unilateral (NVU) en gatos adultos (20), una situación que imita
a lo que ocurre en humanos. La NVU promovió una importante proliferación
reactiva en los núcleos vestibulares del tronco cerebral que habían perdido
las aferencias nerviosas. Las nuevas células creadas sobrevivieron un mes, se
diferenciaron en células gliales –microglía o astrocitos– o neuronas gabaér-
gicas, de forma que se produjo una nueva neurogénesis gabaérgica. Sor-
prendentemente, esa proliferación reactiva post--NVU contribuyó de forma
exitosa a la restauración completa de las funciones vestibulares posturales
y locomotoras. Además de este hallazgo, el grupo de Robel (21) comprobó
que, tras un daño cerebral, células de la glía situadas fuera de los conocidos
nichos neurogénicos adquieren o reactivan un potencial de células madre
como parte del fenómeno de gliosis reactiva (21).
La comparación de las vías moleculares activadas tras un daño cerebral
con aquellas que cumplen su función en los nichos conocidos de células ma-
dre neurales, hace pensar en el desarrollo de estrategias que puedan sobre-
pasar la inhibición de la neurogénesis fuera de los típicos nichos de células
madre neurales y dar “instrucciones” a la glía del parénquima cerebral, de
forma que estas células adquieran un destino neurogénico. Este nuevo con-
cepto sobre la glía reactiva sugiere la existencia de una fuente endógena de
células con potencial de células madre, ampliamente distribuida por todo el
cerebro, que potencialmente podría ser utilizada para diseñar estrategias de
reparación local de un daño (21).
Pero incluso más interesante que lo expuesto es el hecho de que en el
giro dentado del hipocampo adulto se produce una incorporación continua
de nuevas neuronas (Figura 2). Estas nuevas neuronas se integran lentamen-
te en la red existente en el giro dentado: neuronas inmaduras, pero nacidas
adultas, funcionan aparentemente como patrones integradores de eventos
temporalmente adyacentes, de forma que refuerzan el patrón de separa-
ción de eventos distanciados en el tiempo; en cambio, neuronas nacidas
adultas pero maduran probablemente contribuyen al patrón de separación
témporo-espacial al adquirir con mayor facilidad el aprendizaje de una nue-
va información, que dirigen a grupos especiales de células granulares (la
principal proyección neuronal del giro dentado) que responden a experien-
255
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
256
Figura 3. Evolución de las células madre neurales.
Tanto durante la formación del cerebro fetal como cuando existe un daño cerebral
post-natal, las células madre neurales experimentan tres procesos cuyo transcurso
es clave para la correcta formación cerebral: proliferación de una célula madre para
seguir un proceso de diferenciación hacia diversos tipos de neuronas o células de
la glía (2) y apoptosis (muerte celular programada). Cada célula madre experimenta
un proceso de autorrenovación (1) lo que permite que la fuente de estos precurso-
res (aunque va disminuyendo con la edad) sea prácticamente inagotable (a menos
que se produzca un daño en el nicho neurogénico). En la figura se muestra cómo
una serie de factores externos inducen Apoptosis (3), otros facilitan o inducen la
Autorrenovación (1), mientras otros bloquean esa autorrenovación y otros inducen
la proliferación y diferenciación hacia un linaje neuronal o glial.
257
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
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neurogénesis y plasticidad cerebral, los dos mecanismos que, como previa-
mente señalamos, están implicados en la reparación cerebral tras un daño.
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Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
260
Figura 6. Producción de GH por las células madre neurales.
La inducción de un daño cerebral en ratas mediante la administración de ácido
kaínico (K10) lleva a un aumento en la proliferación de las células madre neurales
que expresan GH (A: magnificación 40x, B: magnificación 20x).
Las células neoformadas en el giro dentado del hipocampo (tinción nuclear con
BrdU) presentan immuno-reactividad para GH en su citoplasma. Estudios de hibri-
dación in situ muestran como tras el daño inducido por ácido kaínico aumenta el
número de células madre que expresan GH.
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Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
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Figura 8. Expresión de GH y su receptor (GHR) en células madre neurales.
El cultivo de células madre de giro dentado de cerebro de ratón genera lo que se
conoce como Neuroesferas. Mediante doble marcaje y microscopía de fluorescen-
cia vemos cómo en una fase temprana de diferenciación (así lo muestra la inmuno-
reactividad para Nestina) existe una gran inmuno-reactividad para GH (ver flecha,
izquierda) y su receptor (ver flecha, derecha).
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Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
264
Figura 10. Presencia del receptor de GH en células neurales ya diferenciadas.
A partir de las neuroesferas visualizadas en las Figuras 8 y 9, llega un momento
en el que la diferenciación lleva a la formación de células neurales adultas que en
todos los casos muestran la presencia del receptor de GH (GHR, ver flecha). A la
izquierda vemos un astrocito (marcaje verde con GFAP) y a la derecha una neu-
rona en migración (como muestra el marcaje con PSANCAM, verde). Los núcleos
celulares están teñidos en azul (Hoechst). La presencia del receptor de la hormona
en estos tipos celulares adultos puede estar relacionada con la supervivencia y
migración celular.
4) GH y Parálisis Cerebral
La Parálisis Cerebral (CP) es una patología catastrófica adquirida durante
el desarrollo del cerebro fetal o en la infancia temprana. Fundamentalmente
afecta a centros implicados en el control motor, pero también puede afectar
a las funciones cognitivas y usualmente se acompaña de una variada cohorte
de síntomas entre los que se incluyen la incapacidad para la comunicación,
epilepsia y alteraciones conductuales.
Las causas principales por las que se llega a la CP incluyen anormal de-
sarrollo intrauterino, debido a infecciones materno-fetales (citomegalovirus,
265
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
266
Figura 11. Regulación de la secreción hipofisaria de GH.
La secreción hipofisaria de GH (A) está sujeta a un control tónico inhibitorio ejercido por
la somatostatina (SS), tanto directamente a nivel hipofisario (bloquea la liberación de
la hormona) como hipotalámico (inhibe la secreción de GHRH, péptido hipotalámico
liberador de GH). Por su parte, la secreción y el vertido de SS a la circulación portal son
estimulados a varios niveles (cuerpo neuronal y axones) por la propia GH y su péptido
liberador GHRH. De esta forma se asegura que la secreción de GH ocurra en forma de
pulsos y esté perfectamente (aunque complejamente) regulada. A nivel periférico la
GH induce la expresión hepática de IGF-1 si bien para que ello ocurra es necesario un
adecuado estado nutricional. IGF-1, a su vez, inhibe la secreción de GH tanto a nivel
hipofisario como hipotalámico (estimula la liberación de SS).
En B) vemos cómo la secreción hipotalámica de SS está controlada por la disponibilidad
de Noradrenalina (NA). Elevados niveles de NA estimulan la activación del receptor
alfa2 en las neuronas que producen SS, lo que lleva a que la descarga de este receptor
inhiba la secreción de SS. Esto nos explica por qué en situaciones de alto tono adrenér-
gico (ejercicio voluntario, por ejemplo), se produce secreción de GH, pues la NA inhibe
la SS. Por el contrario, a bajos niveles de NA se estimula el receptor ß-adrenérgico en
la neurona productora de SS; la descarga de este receptor ß lleva a estimulación de la
liberación de SS y consiguiente inhibición de la secreción de GH. En la figura B) vemos
también cómo la estimulación por Acetil Colina (Ach) de un receptor muscarínico (R-M)
en la neurona que produce NA, estimula la liberación de ésta. Ello explica por qué la
Ach induce liberación de GH. Por otra parte, vemos también en la figura cómo la pro-
ducción neuronal de NA depende del aporte de su precursor, la dopamina (DA).
267
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
deseable (en la mayor parte de los casos debido a un incremento del gasto
calórico producido por la espasticidad), pero también esos factores están im-
plicados en la producción de una inapropiada secreción de GH (59).
En 46 niños con CP (28 V, 18 H, con edades comprendidas entre 3 y 11
años) nuestro grupo encontró que un 70 % de los pacientes presentaba una
secreción deficitaria de GH (60), por lo que presumiblemente se beneficiarían
de un tratamiento substitutorio con la hormona.
En muy pocos estudios se han analizado los beneficios de esa terapia
subtitutiva en niños con CP y GHD y la mayor parte de ellos sólo reflejan el
aumento de la velocidad de crecimiento observada durante el período de
tratamiento con GH (58, 61, 62).
Mediante valoraciones neuropsicológicas se ha demostrado que el déficit
de GH se asocia con déficits cognitivos; específicamente, en la mayoría de
los estudios se ha descrito que el déficit de GH puede llevar a cambios clí-
nicamente relevantes en la memoria, velocidad de procesamiento, atención,
vocabulario, velocidad de percepción, aprendizaje espacial y tiempos de rec-
ción en los tests utilizados. Esas disfunciones cognitivas están aparentemente
relacionadas de forma específica con el déficit de GH; planteamiento apoyado
por la existencia de una correlación positiva entre la concentración plasmá-
tica de IGF-1 y el coeficiente intelectual, mientras que otras deficiencias de
hormonas hipofisarias se relacionan más con un pobre bienestar emocional y
reducción del rendimiento perceptivo motor.
Recientemente, describimos (43) los efectos positivos del tratamiento con
GH unido a estimulación cognitiva y psicomotriz en 11 niños con CP y GHD (7
V, 4 H, 3-7 años de edad) (Figura 12). El rendimiento cognitivo en esos niños
se valoró mediante el test de Battelle (BDIST) (63). Los tests se realizaron al
ingreso, a los dos meses de haber comenzado con la estimulación cognitiva y
psicomotriz y dos meses después de haber añadido el tratamiento con GH a
esas estimulaciones.
Todos esos niños habían sido intensamente estimulados previamente
en sus centros de procedencia, muchos de ellos desde que tenían un año
de edad e incluso antes. La estimulación cognitiva y psicomotriz se adaptó a
las necesidades específicas de cada paciente. En el caso de la estimulación
psicomotriz, se incluyeron tareas dirigidas a la mejora del control tónico-
postural, lateralidad, respiración y relajación, balance estático y dinámico,
coordinación motora, imagen corporal, coordinación óculo-motora, orienta-
ción espacial y temporal y habilidades motoras finas y gruesas. La estimula-
268
Figura 12. Causas y tipo de daño en los pacientes con parálisis cerebral tratados
con GH y valorados mediante la escala Battelle (BDIST).
PI = Afectación cognitiva y motora. Spastic TP = tetraparesia espástica. Flaccid TP
= Tetraparesia fláccida (hipotonía). Distonic TP = Tetraparesia y distonía.
PVL = Leucomalacia periventricular.
269
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Figura 13. Evolución en la escala Battelle de los pacientes descritos en la Figura 12.
A) No se observaron cambios significativos en ninguno de los ítems de la escala
tras dos meses de estimulación psicomotriz con relación a las puntuaciones obteni-
das al ingreso.
B) El tratamiento con GH (rectángulos oscuros) y estimulación psicomotriz, llevó a
cambios marcadamente significativos en todos los ítems de la escala con relación a
las puntuaciones pre-tratamiento con la hormona (rectángulos blancos).
270
comotriz y cognitiva. Todos los dominios de la escala BDIST experimentaron
significativos cambios positivos en este caso; específicamente los pacientes
mejoraron en sus habilidades personales y sociales, conducta adaptativa,
función motora gruesa y capacidades psicomotrices, comunicación recep-
tiva y total, capacidades cognitivas y, por tanto, en la puntuación total de
la escala (p < 0.01) así como en la función motora fina y comunicación ex-
presiva (p < 0.02), (Figura 13 B). Los niveles plasmáticos de IGF-1 e IGFBP3
aumentaron de forma significativa tras el tratamiento con GH.
Esos resultados nos llevaron a concluir que la terapia combinada GH +
estimulación psicomotríz + estimulación cognitiva es sumamente beneficio-
sa para el desarrollo neurológico del niño con CP y déficit de GH (43). Pues-
to que esos pacientes habían recibido una intensa neuroestimulación sin
que se objetivasen mejorías antes de ser tratados con GH, parece claro que
la hormona y/o IGF-1 era(n) el o los factores responsables de los resultados
obtenidos. Además, y puesto que la GH exógena potencia el efecto de la
GH producida localmente en las células madre neurales para la reparación
de daños cerebrales (38), es factible presumir que el tratamiento con GH
puede ser de utilidad también en niños con parálisis cerebral en los que no
exista déficit de la hormona.
En otro grupo de niños con CP y GHD (4V, 6 H, edad media 5.63 ± 2,32
años) (Figura 14 A) analizamos (41) los efectos del tratamiento con GH (0,03
μg/kg/día), combinada con rehabilitación física, sobre la recuperación de la
función motora en comparación con la observada en una población similar
de niños con CP no GH-deficientes (5 V, 5 H, edad media 5,9 ± 2,18 años)
(Figura 14 B) tratados solamente con rehabilitación física durante dos me-
ses. Como instrumentos de evaluación utilizamos la Medida de la Función
Motora Gruesa (GMFM-88) y la escala modificada de Assworth. Esas eva-
luaciones se realizaron antes de comenzar el tratamiento e inmediatamente
después de finalizar éste.
La GMFM-88 es una escala diseñada para la evaluación de cambios en
la función motora gruesa en niños con CP; consta de 88 ítems agrupados en
5 dimensiones: dimensión A (acostarse y rodar, 17 ítems), dimensión B (sen-
tarse, 20 ítems), dimensión C (arrastarse y arrodillarse, 14 ítems), dimensión
D (mantenerse derecho, 13 ítems) y dimensión E (caminar, correr y saltar,
24 ítems). Las puntuaciones para cada dimensión son expresadas como el
porcentaje de la máxima puntuación para dicha dimensión, se suman los
resultados de todas las dimensiones y se divide por 5 para obtener la pun-
271
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
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Figura 14.
Edades, sexo, causas de la parálisis cerebral y secuelas en los
pacientes con parálisis cerebral y GHD (A) y sin GHD (B) valorados mediante la
escala GMFM-88 (GMFCS).
tuación total. Esta escala GMFM-88 ha sido validada para niños con CP (64).
Por su parte, la Escala modificada de Ashworth se utiliza para medir la
espasticidad en pacientes espásticos (65). En los niños con CP y GHD las
dimensiones A (p < 0,02), B (p < 0,02), y C (p < 0,02) de la escala GMFM-88,
y la puntuación total del test (p < 0.01) mejoraron significativamente tras el
tratamiento; mientras que las dimensiones D y E no aumentaron (Figura 15),
y en 4 de los 5 pacientes espásticos, la espasticidad se redujo.
Sin embargo, en los niños con CP sin déficit de GH tan solo la puntuación
272
Figura 15.
Evolución de los ítems de la escala GMFM-88 en los pacientes descritos en la
Figura 14. En los pacientes tratados con GH y neuroestimulación (Study group)
se produjeron cambios marcadamente significativos con respecto a los no tratados
con la hormona (Control group) en la dimensión A (acostarse y rodar), dimensión B
(sentarse), dimensión C (arrastarse y arrodillarse) y la puntuación total de la escala
(TOTAL).
total del test de la escala GMFM-88 mejoró de forma significativa tras el tra-
tamiento rehabilitador (sin GH) al finalizar éste (Figura 15).
Los niveles plasmáticos de IGF-1 (previamente en valores bajos en los
niños CP con GHD) fueron similares en ambos grupos al finalizar el período
de tratamiento, lo que indica que fue la administración de GH y la acción de
ésta el factor responsable de las grandes diferencias observadas entre ambos
grupos en respuesta a la rehabilitación física.
De acuerdo con estos resultados, es lógico asumir que la administración
273
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
274
Figura 16. Evolución de las latencias de los potenciales evocados visuales (PEVs)
en la población de niños con parálisis cerebral y afectación visual, antes y tras el
tratamiento con GH y estimulación visual.
Como muestra la figura, las latencias de conducción del estímulo visual (milise-
gundos, ms) disminuyeron significativamente en todos los puntos que valoran esa
velocidad de conducción.
275
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
276
más durante el proceso de remielinización (70). El tratamiento con IGF-1 o la
sobreexpresión de este péptido en ratones transgénicos inhibe la muerte de
oligodendrocitos durante una desmielinización y/o aumenta la remieliniza-
ción tras lesiones desmielinizantes (71-73).
Todos estos datos apuntan a que la remielinización de las vías ópticas
sugerida por los datos clínicos y electrofisiológicos (particularmente la dis-
minución de las latencias en los PEVs), observada en los niños tratados con
GH y estimulación visual, pueda ser el resultado del incremento de los ni-
veles circulantes de IGF-1. Ello no excluye un efecto directo de GH sobre la
mielinización. Esta hormona induce la expresión de EGF y, más aún, la de su
receptor (EGFR), factores que recientemente se han descrito como implica-
dos en la remielinización del sistema nervioso central (74). Por todo ello, es
277
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
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Figura 18. Resonancias magnéticas cerebrales (RM) de un paciente con parada
cardiorrespiratoria al nacer.
La Figura A muestra la RM cerebral a los 15 días de vida: encéfalomalacia difusa y
cavidades quísticas de predominio occipital.
En la Figura B se muestran los mismos cortes en la RM un año después de la an-
terior. Obsérvese la desaparición de las cavidades quísticas occipitales y la normal
morfología cerebral, si bien la mielinización estaba aún retrasada.
279
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
280
que solamente mediante estimulación física y cognitiva no se alcanza una
recuperación completa y funcional de un cerebro tan dañado como el caso
que presentamos. Puesto que el sistema GH/IGF-1 juega, como ya dijimos,
un muy importante papel durante el desarrollo del cerebro fetal es fácilmente
deducible el que el tratamiento con GH fue clave en los resultados obtenidos
con este paciente. Ello apoya nuestro previo postulado acerca de comenzar
los tratamientos con GH tan pronto como sea posible tras un daño cerebral.
En relación con este caso y de forma anecdótica, haremos referencia a
un reciente estudio realizado en Dinamarca en el que se analiza el coste que
para el Estado representa un paciente con parálisis cerebral a lo largo de la
vida de éste. El montante, según ese estudio, alcanza un millón de euros.
Desconocemos las prestaciones sociales que en Dinamarca cubren las ne-
cesidades (recambio de sillas, órtesis, asistencia sanitaria, etc.) de ese tipo
de pacientes en relación a las que se dan en nuestro país (dato que igual-
mente desconocemos), pero si existiese una similitud entre ambos estados,
en cuanto a prestaciones, resultaría que el tratamiento realizado (financiado
básicamente por la familia) habría permitido que el Estado ahorrase un millón
de euros a lo largo de la vida de ese niño, y, no solamente esto, además, ha-
bríamos convertido a un dependiente en un posible productor.
CONCLUSIONES
A lo largo de este capítulo hemos revisado la evidencia existente que
demuestra que la neurogénesis del adulto es un mecanismo fisiológico que,
entre otras funciones, colabora en la reparación de un daño cerebral y anali-
zamos una serie de factores directamente implicados en este proceso.
Demostramos que tanto la GH como su receptor se expresan en precur-
sores neurales en el cerebro del ratón y mostramos que tras un daño cere-
bral, en ratas, el tratamiento con GH aumenta el número de células madre
recién nacidas en respuesta al daño. Igualmente demostramos que la GH se
encuentra presente en el citoplasma de esas células neoformadas, presumi-
blemente para facilitar su migración desde los nichos neurogénicos hacia las
zonas de daño o donde se necesiten.
Nuestros datos en cultivos celulares realizados con células madre neu-
rales de ratón demuestran que la hormona es clave para la supervivencia de
esas células.
En niños con parálisis cerebral y déficit de GH demostramos que el trata-
miento con la hormona, conjuntamente con la estimulación física y cognitiva,
281
Tratamiento con hormona de crecimiento de encefalopatías infantiles.
Dr. Jesús Devesa
AGRADECIMIENTOS
Los estudios citados fueron parcialmente financiados por la Fundación
Foltra (Teo, España). El trabajo en pacientes se llevó a cabo en el centro
Sanitario Foltra (Teo, España); queremos agradecer de forma especial el tra-
bajo realizado por los terapeutas que en ese centro trabajan. Los estudios en
animales se llevaron a cabo en el Departamento de Fisiología de la Facultad
de Medicina de Santiago de Compostela por el Dr. Pablo Devesa, bajo la
dirección de los Profesores Jesús Devesa y Víctor Arce. Los estudios en célu-
las madre neurales fueron realizados por el Dr. Pablo Devesa en el Instituto
de Neurociencias de la Universidad de Coimbra (Portugal) bajo la dirección
del Profesor Joao Malva, cuya colaboración sinceramente agradecemos. Los
análisis de Morfometría basada en Voxels fueron llevados a cabo por Brain
Dynamics (Málaga, España).
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