Deporte y Populismo: La Fundación de Una Relacion
Deporte y Populismo: La Fundación de Una Relacion
Deporte y Populismo: La Fundación de Una Relacion
de una relación
(Argentina, 1945-1955)
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Pensar esta relación desde una perspectiva cultural im-
plica reconocer a los medios como “prácticas específicamente
significantes” (Williams, 1981: 194) colocados en un sistema
significante mayor, el de la cultura masiva, y reubicarlos en re-
lación con el contexto estructural con el cual se vinculan. Es-
tas relaciones, si bien no son lineales ni de mero reflejo de las
condiciones objetivas, sí permiten el reconocimiento de cruces
entre los consumos simbólicos y las lógicas económicas y po-
líticas de las operaciones massmediáticas (Mata, M.C., 1991).
LA “PATRIA” DEPORTIVA
210
Esta aparición en escena de las clases populares y su del “Mono” Gatica;
nominación como “pueblo” define la interpelación populista los campeonatos de
box ganados por
como marco del período. Afirma Renato Ortiz (1992) que en Pascual Pérez y
Latinoamérica el populismo ha traducido la dualidad inhe- Rafael Iglesias en
rente a la cultura popular de ser fuerza y obstáculo del desa- sus respectivos
rrollo, articulando las transformaciones sociales pertinentes pesos; los resultados
en las pistas
a esta condición con los símbolos elegidos para representar- automovilísticas de
lo, símbolos que pertenecen al dominio de la tradición. En el los hermanos
deporte, como uno de ellos, pueden leerse estas operaciones Gálvez; el Torneo
de reinterpretación de lo popular realizada no sólo por los di- Mundial de Ajedrez
de Copenhague
ferentes grupos sociales sino también, y especialmente, por ganado por Oscar
la propia construcción del Estado (Ortiz, 1985). Panno; el triunfo en
En esta línea, si bien el período 45-55 puede caracteri- 1950 del equipo de
zarse como “nacionalismo oficial” (Anderson, 1993)2, es ne- polo de Venado
Tuerto sobre un
cesario observar las tensiones existentes entre la necesidad combinado
de las clases dirigentes de marcar direcciones políticas y los estadounidense, etc.
repertorios y las gramáticas que la ciudadanía escoge para
reinterpretar su sentido de pertenencia a una nación. Desde 2. Entendido como
“artefacto cultural
esta perspectiva, el concepto de ciudadanía aparecería como de una clase
un concepto ampliado, es decir, como la adquisición de una particular” que
cultura política a partir de prácticas diversas, no únicamente utiliza los aparatos
del Estado para
electorales o de militancia partidaria; por lo que 1945 puede
generar una idea de
considerarse un momento de emergencia participativa en el comunidad:
que se unifican la recuperación de derechos políticos perdi- educación primaria,
dos con la obtención por primera vez de nuevos derechos ci- obligatoria y masiva;
propaganda estatal;
viles nunca antes conquistados, que responden a principios
revisión oficial de la
igualitarios y, por ende, legítimos. historia (para
En la Argentina de 1945 a 1955 el deporte sirvió para recrear la
poner en escena (tanto en su práctica concreta como en el “fundación de la
patria”); militarismo;
creciente nivel de los consumos audiovisuales) una teatrali-
y otras acciones
dad que, al tiempo que inauguraba el espectáculo deportivo tendentes a la
como un nuevo ritual nacional posible (hasta ese momento afirmación de la
prácticamente inimaginable por la sociedad política), amplia- identidad nacional.
ba el repertorio simbólico común (García Canclini, 1991). Lo
que interesa para este análisis es que el espectáculo deporti-
vo aparecía por primera vez como válido para integrar el re-
pertorio nacional y que su legitimidad estaba dada por su
vínculo con lo popular. Desde allí se intentó organizar las
energías dispersas en torno a repertorios colectivos de identi-
dad.
La distancia entre la “memoria nacional”, en tanto ideo-
logía e historia, y la “memoria colectiva”, expresada en los
mitos, la vivencia, los rituales, establece una tensión que se-
rá crucial para entender la fragilidad de la construcción de
las identidades nacionales (Ortiz, 1985). De ahí la particular
importancia que adquiere el conflictivo momento en que se
211
funda la relación de los sectores populares y la creciente in-
dustria cultural con el deporte.
Y si el papel de los medios de comunicación en la cons-
trucción de las identidades nacionales se torna sumamente
significativo, la escuela ocupa un rol privilegiado. Por lo tan-
to será necesario, junto con las áreas de la cultura y el de-
porte sobre las que el Estado intervino (sea directa o indirec-
tamente), revisar también el papel jugado por la escuela en
el desarrollo programático de la Educación Física y el depor-
te, para poder integrar el fenómeno al contexto mayor de
aplicación de políticas estatales.
212
zó el término “evidentemente”), mientras que será el legenda-
3. Los vínculos del
rio Luis Elías Sojit quien impondrá un sello definitivo al esti-
gobierno con esta
lo de transmisión deportiva radial (Ulanovsky y otros, 1995). empresa editorial no
En los soportes gráficos se daba una convivencia de medios fueron sólo
estatizados y privados: la Empresa Editorial Haynes editaba comerciales: en julio
de 1949 se
Mundo Deportivo (con un régimen de propiedad que práctica-
incorporó como
mente dejaba a la empresa en manos del Estado)3. También vicepresidente y
se dedicaban al deporte El Gráfico, La Cancha, Goles (a par- administrador
tir de 1948), Coche a la Vista, de editoriales privadas. Entre Carlos Aloé, quien
fuera entonces
los reporteros más destacados estaban Ricardo Lorenzo, “Bo-
secretario
rocotó”, en El Gráfico, y Miguel Angel Merlo y “Billy Kerosene” administrativo de la
(seudónimo de Ulises Barrera) en Mundo Deportivo. Presidencia de la
Por otra parte, si bien los consumos culturales del pe- Nación y director y
editorialista de
ríodo estaban en pleno auge, como lo indican tanto la conso-
Mundo Deportivo. En
lidación del medio editorial, radiofónico y gráfico (Rivera, 1952 Aloé, al ser
1985) como el desarrollo de la industria cinematográfica4, la elegido gobernador
década comprendida entre 1945 y 1955 también es testigo de de la provincia de
Buenos Aires, fue
otra modificación en el rol del Estado cuya trascendencia se reemplazado en el
relaciona con uno de los fenómenos culturales más significa- cargo de
tivos del siglo: el ingreso de la televisión el 17 de octubre de administrador por
1951. Antonio Nicoletti,
aunque continuó
El escaso parque de receptores junto con la precariedad dirigiendo la revista
de las instancias de producción, hacen de este medio un dis- deportiva (Noguer,
positivo aún poco explotado en toda su potencialidad. Esto R., 1985).
llevaría a desecharlo del análisis. Sin embargo, lo que es ne-
4. Entre 1945 y
cesario destacar no es el medio en sí, sino la modalidad de 1955 se registró el
intervención sobre él: contrariamente a lo sucedido con la ra- récord en cuanto a
dio, donde las primeras inversiones provinieron de los secto- promedio anual de
res privados, el nacimiento de la televisión en Argentina está films producidos en
la Argentina: 42,7
fuertemente asociado a iniciativas del Estado. películas anuales
Si por un lado se transforman sustancialmente los (Getino, O., 1995).
vínculos entre el ciudadano y el Estado, también se modifi- Por otra parte,
can los hábitos culturales, uno de los cuales estará marcado desde mediados de
la década del
por el ingreso masivo de la televisión. Este nuevo soporte, sin treinta hasta
sustituir los consumos instalados, viene a superponerse con aproximadamente
aquéllos ya asentados como la gráfica, la radio o el cine. La 1956, la
televisión, más que reemplazar la relación, habrá de trocar cinematografía
nacional fue
las reglas del contrato de lectura modificando los hábitos ganando las
culturales (perceptivos y de consumo) de los espectadores a preferencias del
lo largo del siglo y ubicándose en una serie de hitos sobre la mercado argentino,
hasta convertirse en
modernización en la Argentina, más como un elemento de
una sólida
quiebre que de continuidad (Varela, 1994). En este sentido, competidora de
un aspecto innovador, por oposición al cine, es su posibili- Hollywood y Europa
dad de transmitir en simultáneo, lo que coloca a los eventos (Rivera, J., 1985).
deportivos en el lugar de objeto de predilección. Dice Mirta
Varela (Varela, 1994: 6):
213
Las cámaras se desplazarán reemplazando la acción que
realizaría el sujeto al asistir a los acontecimientos trans-
mitidos. Y entre estos últimos, los deportes ocupan un
lugar privilegiado. Tanto la experiencia de la televisión
norteamericana como el lugar que ocupan los deportes
en la Argentina auguran –con razón– que televisión y de-
portes conformarán una buena pareja.
214
ral (Ciria, 1983; Sirvén, 1984; Plotkin, 1994) y la legislación
que le sirve de marco (Mastrini, G. y M. Abregú, 1990). En
esta línea adquiere importancia el estudio de las relaciones
entre las políticas estatales sobre el deporte y las políticas
culturales en el período 1945-1955, porque puede ser pensa-
do como un momento en el cual confluyen intervenciones es-
tatales en varias áreas que darán marcos constitutivos al fe-
nómeno deportivo tal como lo conocemos hoy.
FÚTBOL “POPULAR”
215
6. De los 105 forzada por la recuperación económica de los países europeos
jugadores que luego de la posguerra, así como de la reputación de excelen-
abandonaron el país
en ese momento
cia ganada por el fútbol rioplatense en aquellos años6. Y si la
(muchos de ellos Argentina no envió su seleccionado a los mundiales de fútbol
integrantes de la de 1950 y de 1954, estas ausencias deben verse en su doble
célebre “máquina” condición indiciaria: como carencia de jugadores, por las difi-
de River Plate que
vivió sus días de
cultades para armar un seleccionado, y como decisión políti-
fama y de gloria ca, por temor a un fracaso estrepitoso.
entre 1941 y 1947) Lo paradójico del caso del fútbol y que aporta un verda-
la mayoría terminó dero centro de atención a los efectos de este trabajo, es que
jugando en las filas
del fútbol de
en este período aumenta considerablemente el número de es-
Colombia (Scher, A. pectadores directos:
y H. Palomino,
1988).
El quinquenio 1946-1950 arrojó un promedio de 12.755
entradas vendidas por partido, en tanto que el de 1951-
1955 registró uno de 12.685. Si se toman valores
anuales, 1954, con 15.056 espectadores por encuentro,
estableció la marca tope de un decenio en el que el
7. Scher, A. y H. promedio de asistencia jamás se redujo a menos de
Palomino, 1988, 10.000 asistentes7.
p. 79.
216
A estos efectos, pueden considerarse estas primeras in-
tervenciones sobre el área del deporte y sobre el área de los
medios de comunicación, como la confluencia de dos instan-
cias que colaboraron en definir una relación entre las prácti-
cas de consumo de los sectores populares y la industria cul-
tural en donde se establecen las primeras reglas de su cons-
titución. Los datos fuertes con respecto a las modificaciones
en el consumo cultural del período, junto a los de una mayor
distribución del ingreso, permiten sostener que en ese mo-
mento se dieron las condiciones para que las instancias de
producción cultural operaran sobre un fenómeno: el deporti-
vo, que si bien ya venía siendo objeto de una práctica masi-
va, aparece ahora como un objeto sobre el cual se puede in-
tervenir efectivamente, tanto para los medios como para el
Estado.
De ahí el interés de pensar al deporte como un fenóme-
no que, tanto por su labilidad como por su fortaleza, permite
remitir a los argumentos nacionales para la construcción de
un imaginario social que se estaba reelaborando. Las fuentes
de esta construcción provienen tanto de los medios como de
la propia experiencia de los sujetos, así como de las versiones
que formula el Estado sobre la sociedad que gobierna y de
otros discursos institucionales (de reproducción o alterna-
tivos) que circulan por el espacio público.
Si las identidades son el resultado impreciso de proce-
sos conflictivos, su elaboración se realiza en torno a las signi-
ficaciones que ciertas temáticas y operatorias adquieren para
su vida cotidiana. De ahí que el deporte, y en especial el fút-
bol, facilita los vínculos de reconocimiento y afirmación co-
lectiva. O, como afirma Javier Protzel, estos procesos oscilan-
tes “(son) una parte del ser moderno” (Protzel, 1994: 57). Por
lo tanto, la dimensión de las experiencias intersubjetivas se
tornará crucial en torno a la relación entre el populismo y el
consumo cultural del deporte, sobre todo teniendo en cuen-
ta que en el decenio peronista se produce un fuerte incre-
mento de asistencia a los estadios de fútbol.
Si el cruce política, deporte y cultura parte de una
concepción de cultura que abarca las manifestaciones sim-
bólicas de una sociedad, entendidas como índices de sus
condiciones materiales de producción, la tensión que se es-
tablece allí permite leer el fenómeno deportivo como cultura
y, por lo tanto, en su doble condición de reproductora de ór-
denes sociales y también como transformadora de los mis-
mos. Más aún si sobre él operan políticas de intervención es-
tatales. El deporte, en tanto mediación con la industria cul-
tural, ha servido para generar procedimientos interpretativos
217
que operaron sobre el imaginario nacional, ofreciéndose
como un discurso apto para la renegociación de los signifi-
cados públicos y la consiguiente viabilidad de una cultura.
Es así que se nos permite ingresar no sólo en la posibi-
lidad de construir una perspectiva crítica desde la cual ana-
lizar las modalidades de espectacularización, sino también
en la espinosa zona de las políticas culturales, educativas,
deportivas y de comunicación, en el ámbito de la privatiza-
ción creciente de los espacios públicos, el retroceso de los ni-
veles de ciudadanía y la crisis del Estado. Y este recorrido po-
sibilitaría una más profunda comprensión de los fenómenos
sociales en general y de la zona dedicada al deporte y la cul-
tura en particular.
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