Deporte y Populismo: La Fundación de Una Relacion

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 12

Deporte y populismo: la fundación

de una relación
(Argentina, 1945-1955)

María Graciela RODRÍGUEZ

A pesar de haber sido históricamente evaluado por las cien-


cias sociales como una práctica “menor”, las relaciones del
deporte moderno con las instancias de elaboración de lo po-
lítico permiten considerarlo como un lazo fuerte en donde
leer la confluencia de las prácticas populares y la constitu-
ción de imaginarios sociales. Este trabajo se propone anali-
zar las relaciones establecidas entre las estrategias político-
culturales populistas del primer peronismo (1945-1955) y la
esfera deportiva, en tanto creemos que en ese período se con-
figuran características particulares de la intersección depor-
te/política/cultura/medios; especialmente, la interpretación,
reelaboración y negociación de los argumentos en torno de la
nación.
Si bien los escenarios para esta operación son múlti-
ples, la puesta en escena que los medios de comunicación
masivos hacen del deporte permite que en esa textualidad
pueda leerse una discursividad con retóricas, argumentos y
teatralizaciones propias, que coexisten explosivamente con la
expansión de las industrias culturales y los consumos de
masas en dicho período. Entendemos que el estudio de este
objeto permite inaugurar un aspecto nunca trabajado hasta
ahora de las configuraciones político-culturales de nuestra
sociedad. Y, aunque nuestro recorte es histórico, creemos
que posibilita el establecimiento de hipótesis más amplias
para comprender las disposiciones contemporáneas, en un
escenario en que simultáneamente puede observarse una
massmediatización globalizada y una “deportivización” de la
agenda pública.

[209]
Pensar esta relación desde una perspectiva cultural im-
plica reconocer a los medios como “prácticas específicamente
significantes” (Williams, 1981: 194) colocados en un sistema
significante mayor, el de la cultura masiva, y reubicarlos en re-
lación con el contexto estructural con el cual se vinculan. Es-
tas relaciones, si bien no son lineales ni de mero reflejo de las
condiciones objetivas, sí permiten el reconocimiento de cruces
entre los consumos simbólicos y las lógicas económicas y po-
líticas de las operaciones massmediáticas (Mata, M.C., 1991).

LA “PATRIA” DEPORTIVA

Entre 1945 y 1955, la Argentina vivió una época que


puede considerarse de “fiesta deportiva”. Durante la gestión
peronista se produjo una serie de éxitos deportivos que fue-
ron leídos como producto de una nacionalidad casi épica
1. Entre ellos, el (que aún hoy se recuerdan) y que pasaron a formar parte del
triunfo en 1950 del repertorio histórico de la Argentina1. Como también se re-
seleccionado cuerda la inversión y la gestión estatal que puso énfasis en
argentino sobre
Estados Unidos en la contribución al desarrollo del deporte comunitario a través
la final del Mundial de la promoción de los Torneos “Evita” y la construcción de
de Básquet; los complejos deportivos. Aunque la opinión que pesa sobre ellos
campeonatos es variada y se ofrece como un eje conflictivo de interpreta-
sudamericanos de
fútbol de 1946 y ción, lo que es un dato indudable del período es que, por pri-
1947; la medalla de mera vez en la historia, el Estado opera sobre el área, crean-
oro ganada en la do una modalidad de intervención innovadora con respecto a
maratón por Delfo
las anteriores administraciones gubernamentales.
Cabrera en los
Juegos Olímpicos de Este trabajo centra su interés en las relaciones funda-
Londres en 1948; el cionales que se establecen durante el populismo entre la in-
triunfo de Domingo dustria cultural y los nuevos sujetos políticos que aquélla
Marimón en el
mismo año en la
constituye como su público, tomando como eje las manifes-
competencia taciones deportivas. Relación que no sólo puede rastrearse
automovilística en las actuaciones comunitarias o escolarizadas sino tam-
“América del Sur” bién en la superficie textual de los productos culturales de la
entre Buenos Aires
y Caracas; la época, donde el deporte servía de puente hacia la construc-
espectacular ción de una nueva referencialidad nacional.
performance de La importancia que este período tiene para indagar en
Juan Manuel Fangio
esta relación fundante reside en tres aspectos que aparecen
en Europa, quien en
1951 y 1954 obtuvo como datos fuertes de estos años: la expansión del deporte
por dos veces el (ya sea desde el punto de vista comunitario como el de alto
campeonato rendimiento); el auge y la consolidación de la industria cultu-
mundial de
automovilismo; los
ral que adquiere un fuerte rasgo intervencionista; y la irrup-
Juegos ción en la esfera política de un nuevo actor social, las clases
Panamericanos de populares, llamado a ser el protagonista y el destinatario de
1951; los triunfos las políticas de Estado.

210
Esta aparición en escena de las clases populares y su del “Mono” Gatica;
nominación como “pueblo” define la interpelación populista los campeonatos de
box ganados por
como marco del período. Afirma Renato Ortiz (1992) que en Pascual Pérez y
Latinoamérica el populismo ha traducido la dualidad inhe- Rafael Iglesias en
rente a la cultura popular de ser fuerza y obstáculo del desa- sus respectivos
rrollo, articulando las transformaciones sociales pertinentes pesos; los resultados
en las pistas
a esta condición con los símbolos elegidos para representar- automovilísticas de
lo, símbolos que pertenecen al dominio de la tradición. En el los hermanos
deporte, como uno de ellos, pueden leerse estas operaciones Gálvez; el Torneo
de reinterpretación de lo popular realizada no sólo por los di- Mundial de Ajedrez
de Copenhague
ferentes grupos sociales sino también, y especialmente, por ganado por Oscar
la propia construcción del Estado (Ortiz, 1985). Panno; el triunfo en
En esta línea, si bien el período 45-55 puede caracteri- 1950 del equipo de
zarse como “nacionalismo oficial” (Anderson, 1993)2, es ne- polo de Venado
Tuerto sobre un
cesario observar las tensiones existentes entre la necesidad combinado
de las clases dirigentes de marcar direcciones políticas y los estadounidense, etc.
repertorios y las gramáticas que la ciudadanía escoge para
reinterpretar su sentido de pertenencia a una nación. Desde 2. Entendido como
“artefacto cultural
esta perspectiva, el concepto de ciudadanía aparecería como de una clase
un concepto ampliado, es decir, como la adquisición de una particular” que
cultura política a partir de prácticas diversas, no únicamente utiliza los aparatos
del Estado para
electorales o de militancia partidaria; por lo que 1945 puede
generar una idea de
considerarse un momento de emergencia participativa en el comunidad:
que se unifican la recuperación de derechos políticos perdi- educación primaria,
dos con la obtención por primera vez de nuevos derechos ci- obligatoria y masiva;
propaganda estatal;
viles nunca antes conquistados, que responden a principios
revisión oficial de la
igualitarios y, por ende, legítimos. historia (para
En la Argentina de 1945 a 1955 el deporte sirvió para recrear la
poner en escena (tanto en su práctica concreta como en el “fundación de la
patria”); militarismo;
creciente nivel de los consumos audiovisuales) una teatrali-
y otras acciones
dad que, al tiempo que inauguraba el espectáculo deportivo tendentes a la
como un nuevo ritual nacional posible (hasta ese momento afirmación de la
prácticamente inimaginable por la sociedad política), amplia- identidad nacional.
ba el repertorio simbólico común (García Canclini, 1991). Lo
que interesa para este análisis es que el espectáculo deporti-
vo aparecía por primera vez como válido para integrar el re-
pertorio nacional y que su legitimidad estaba dada por su
vínculo con lo popular. Desde allí se intentó organizar las
energías dispersas en torno a repertorios colectivos de identi-
dad.
La distancia entre la “memoria nacional”, en tanto ideo-
logía e historia, y la “memoria colectiva”, expresada en los
mitos, la vivencia, los rituales, establece una tensión que se-
rá crucial para entender la fragilidad de la construcción de
las identidades nacionales (Ortiz, 1985). De ahí la particular
importancia que adquiere el conflictivo momento en que se

211
funda la relación de los sectores populares y la creciente in-
dustria cultural con el deporte.
Y si el papel de los medios de comunicación en la cons-
trucción de las identidades nacionales se torna sumamente
significativo, la escuela ocupa un rol privilegiado. Por lo tan-
to será necesario, junto con las áreas de la cultura y el de-
porte sobre las que el Estado intervino (sea directa o indirec-
tamente), revisar también el papel jugado por la escuela en
el desarrollo programático de la Educación Física y el depor-
te, para poder integrar el fenómeno al contexto mayor de
aplicación de políticas estatales.

UN NUEVO MAPA CULTURAL

La fuerte expansión de la industria cultural, aunque ya


venía operando sobre los nuevos sectores urbanizados, co-
menzó a conformar una relación dialéctica con sus audien-
cias. Los consumos culturales durante el populismo se cons-
tituyeron en un eje a partir del cual se interpeló a un públi-
co que encontraba en los productos culturales rasgos (estéti-
cos, narrativos, de identificación, situacionales) que no sólo
ponían en juego matrices culturales de reconocimiento sino
también la apropiación de códigos, valores y procedimientos
que se consideraban fundamentales para integrarse al proce-
so de participación democrática y cultural.
Por la necesidad de interpelar a este nuevo sector en
donde confluían los rasgos más salientes de la ciudadanía a
construir y del público ya conformado, el Estado peronista le
atribuye una importancia decisiva al sistema de medios, di-
señando una política intervencionista que será decisiva. En
este período, la radio, ya sólidamente instalada en nuestro
país, ubicará en la cultura de los sectores populares una
práctica de consumo asociada al tiempo libre y al entreteni-
miento. Así, el acceso al consumo cultural pasa a formar par-
te de un “derecho”, una necesidad reconocida que deviene de
la posibilidad de usufructo de los bienes culturales que se
ofrecen al mercado. La cultura popular poco a poco dejará de
ser pensada al margen de la industria cultural.
Pese a las restricciones políticas, las transmisiones de-
portivas radiofónicas vivieron un momento de consolidación
estilística a partir del surgimiento de varios relatores depor-
tivos que harían época: si ya en la década de los años trein-
ta Lalo Pelicciari había seducido a las audiencias, en el dece-
nio que nos interesa adquieren renombre las voces de Alfredo
Arostegui, el “relator olímpico”, Enzo Ardigó (quien populari-

212
zó el término “evidentemente”), mientras que será el legenda-
3. Los vínculos del
rio Luis Elías Sojit quien impondrá un sello definitivo al esti-
gobierno con esta
lo de transmisión deportiva radial (Ulanovsky y otros, 1995). empresa editorial no
En los soportes gráficos se daba una convivencia de medios fueron sólo
estatizados y privados: la Empresa Editorial Haynes editaba comerciales: en julio
de 1949 se
Mundo Deportivo (con un régimen de propiedad que práctica-
incorporó como
mente dejaba a la empresa en manos del Estado)3. También vicepresidente y
se dedicaban al deporte El Gráfico, La Cancha, Goles (a par- administrador
tir de 1948), Coche a la Vista, de editoriales privadas. Entre Carlos Aloé, quien
fuera entonces
los reporteros más destacados estaban Ricardo Lorenzo, “Bo-
secretario
rocotó”, en El Gráfico, y Miguel Angel Merlo y “Billy Kerosene” administrativo de la
(seudónimo de Ulises Barrera) en Mundo Deportivo. Presidencia de la
Por otra parte, si bien los consumos culturales del pe- Nación y director y
editorialista de
ríodo estaban en pleno auge, como lo indican tanto la conso-
Mundo Deportivo. En
lidación del medio editorial, radiofónico y gráfico (Rivera, 1952 Aloé, al ser
1985) como el desarrollo de la industria cinematográfica4, la elegido gobernador
década comprendida entre 1945 y 1955 también es testigo de de la provincia de
Buenos Aires, fue
otra modificación en el rol del Estado cuya trascendencia se reemplazado en el
relaciona con uno de los fenómenos culturales más significa- cargo de
tivos del siglo: el ingreso de la televisión el 17 de octubre de administrador por
1951. Antonio Nicoletti,
aunque continuó
El escaso parque de receptores junto con la precariedad dirigiendo la revista
de las instancias de producción, hacen de este medio un dis- deportiva (Noguer,
positivo aún poco explotado en toda su potencialidad. Esto R., 1985).
llevaría a desecharlo del análisis. Sin embargo, lo que es ne-
4. Entre 1945 y
cesario destacar no es el medio en sí, sino la modalidad de 1955 se registró el
intervención sobre él: contrariamente a lo sucedido con la ra- récord en cuanto a
dio, donde las primeras inversiones provinieron de los secto- promedio anual de
res privados, el nacimiento de la televisión en Argentina está films producidos en
la Argentina: 42,7
fuertemente asociado a iniciativas del Estado. películas anuales
Si por un lado se transforman sustancialmente los (Getino, O., 1995).
vínculos entre el ciudadano y el Estado, también se modifi- Por otra parte,
can los hábitos culturales, uno de los cuales estará marcado desde mediados de
la década del
por el ingreso masivo de la televisión. Este nuevo soporte, sin treinta hasta
sustituir los consumos instalados, viene a superponerse con aproximadamente
aquéllos ya asentados como la gráfica, la radio o el cine. La 1956, la
televisión, más que reemplazar la relación, habrá de trocar cinematografía
nacional fue
las reglas del contrato de lectura modificando los hábitos ganando las
culturales (perceptivos y de consumo) de los espectadores a preferencias del
lo largo del siglo y ubicándose en una serie de hitos sobre la mercado argentino,
hasta convertirse en
modernización en la Argentina, más como un elemento de
una sólida
quiebre que de continuidad (Varela, 1994). En este sentido, competidora de
un aspecto innovador, por oposición al cine, es su posibili- Hollywood y Europa
dad de transmitir en simultáneo, lo que coloca a los eventos (Rivera, J., 1985).
deportivos en el lugar de objeto de predilección. Dice Mirta
Varela (Varela, 1994: 6):

213
Las cámaras se desplazarán reemplazando la acción que
realizaría el sujeto al asistir a los acontecimientos trans-
mitidos. Y entre estos últimos, los deportes ocupan un
lugar privilegiado. Tanto la experiencia de la televisión
norteamericana como el lugar que ocupan los deportes
en la Argentina auguran –con razón– que televisión y de-
portes conformarán una buena pareja.

Aunque puede relacionarse el crecimiento de la produc-


ción cultural autóctona con el crecimiento económico del pe-
ríodo, el apoyo estatal, que se expandió a prácticamente
todas las industrias culturales, fue decisivo. Y el cine fue uno
de los más beneficiados. Cabe citar aquí los productos audio-
visuales con los cuales se escenificaban no sólo los logros de-
portivos de la Argentina en el exterior sino también la propia
gestión de las políticas sociales en el área deportiva. En este
sentido se debe centrar la atención en el cine como soporte
paradigmático de la década, sobre todo por la gran expansión
de esta industria cultural en esos años y su constitución co-
mo parte fundamental de la construcción del imaginario pe-
ronista.
De hecho, y para dar sólo un ejemplo del vasto reperto-
rio, el mismo cine nos ofrece dos vertientes de análisis: por
un lado, Sucesos Argentinos, noticiero cinematográfico que
mostraba los resultados de la gestión deportiva, ya sea en el
deporte comunitario y la expansión de las obras públicas
(torneos infantiles, inauguración de polideportivos, etc.), co-
mo en la difusión de los logros de deportistas destacados. De
ahí la relevancia que adquieren el estudio de los mitos referi-
dos al éxito por la ruta del mérito, puestos en escena a través
de las hazañas de los modernos héroes deportivos cuyo expo-
nente acaso más mitificado sea el boxeador José María “Mo-
no” Gatica. Por otro lado, los productos cinematográficos de
ficción, que ponen en escena las relaciones del peronismo
con las industrias y los agentes culturales, relaciones que no
siempre muestran las apologías al régimen que se suponen
propias de las gramáticas de producción durante el peronis-
mo, aunque sí operarán, acaso oblicuamente, sobre la rein-
terpretación del nacionalismo.
De todos modos, la impronta estatizante del período
puede observarse en toda la red massmediática, a partir de
un plan intervencionista que ya se había iniciado en la etapa
anterior y que culminó con la absorción de la mayoría de los
medios de comunicación por parte del Estado. Por lo tanto,
desde el punto de vista político, habrá que tener en cuenta el
control ejercido por el peronismo sobre los medios en gene-

214
ral (Ciria, 1983; Sirvén, 1984; Plotkin, 1994) y la legislación
que le sirve de marco (Mastrini, G. y M. Abregú, 1990). En
esta línea adquiere importancia el estudio de las relaciones
entre las políticas estatales sobre el deporte y las políticas
culturales en el período 1945-1955, porque puede ser pensa-
do como un momento en el cual confluyen intervenciones es-
tatales en varias áreas que darán marcos constitutivos al fe-
nómeno deportivo tal como lo conocemos hoy.

FÚTBOL “POPULAR”

El caso del fútbol como práctica deportiva (y también


indirectamente en relación hacia su espectacularización con-
temporánea) es especial: la consolidación que experimenta
nuestro fútbol, a raíz de la permanencia en el país de los ju-
gadores durante la posguerra, dura poco. Los carriles por los
que venía circulando dicho deporte en la Argentina se enfren-
taron, en este período, con algunos obstáculos que imposibi-
litan hablar de una fase serena. Y si el período a investigar
dista mucho de ser una etapa pacífica en el ámbito del fút-
bol es justamente porque se trata del momento en que la pro-
fesionalización termina de consolidarse luego de una etapa
que culmina con la huelga de 1948. Esta huelga es el último
índice de la tensión en el fútbol acerca del debate entre de-
porte amateur y deporte profesional.
La entidad sindical que nucleaba a los jugadores de fút-
bol (Futbolistas Argentinos Agremiados, FAA) fue creada en
1944, 13 años después de la primera huelga protagonizada
por futbolistas, luego de la cual se profesionalizaron los ju-
gadores. Tras una serie de negociaciones entre jugadores y
dirigentes, en julio de 1948, la primera fecha del Campeona-
5. A la tensión que
to de Primera División fue suspendida por huelga, lo que pro- provocó el conflicto
vocó que ese año el campeonato nacional tuviera que jugarse contribuyó también
con las divisiones inferiores. Las tensiones se prolongaron el apoyo de Evita a
la causa de los
durante casi un año: mientras que los dirigentes apostaban
trabajadores, lo que
a un retorno del amateurismo en el fútbol, los jugadores con- también causó el
siguieron, poco antes de iniciarse el campeonato de 1949, el alejamiento del
reconocimiento oficial de la entidad sindical y la garantía del entonces presidente
de la AFA, Óscar
pago de sus haberes, junto a otros beneficios laborales entre Nicolini, quien se
los cuales estaba la libre contratación5. había alineado en
Este conflicto (finalmente saldado a favor de los jugado- favor de los
intereses de los
res) es considerado por algunos analistas del caso como uno
dirigentes de los
de los factores que incidieron en la diáspora de jugadores que, clubes (Scher, A. y
a partir de ese momento, se iba a generar en Argentina, re- H. Palomino, 1988).

215
6. De los 105 forzada por la recuperación económica de los países europeos
jugadores que luego de la posguerra, así como de la reputación de excelen-
abandonaron el país
en ese momento
cia ganada por el fútbol rioplatense en aquellos años6. Y si la
(muchos de ellos Argentina no envió su seleccionado a los mundiales de fútbol
integrantes de la de 1950 y de 1954, estas ausencias deben verse en su doble
célebre “máquina” condición indiciaria: como carencia de jugadores, por las difi-
de River Plate que
vivió sus días de
cultades para armar un seleccionado, y como decisión políti-
fama y de gloria ca, por temor a un fracaso estrepitoso.
entre 1941 y 1947) Lo paradójico del caso del fútbol y que aporta un verda-
la mayoría terminó dero centro de atención a los efectos de este trabajo, es que
jugando en las filas
del fútbol de
en este período aumenta considerablemente el número de es-
Colombia (Scher, A. pectadores directos:
y H. Palomino,
1988).
El quinquenio 1946-1950 arrojó un promedio de 12.755
entradas vendidas por partido, en tanto que el de 1951-
1955 registró uno de 12.685. Si se toman valores
anuales, 1954, con 15.056 espectadores por encuentro,
estableció la marca tope de un decenio en el que el
7. Scher, A. y H. promedio de asistencia jamás se redujo a menos de
Palomino, 1988, 10.000 asistentes7.
p. 79.

Por su parte, Ernesto Goldar señala que en los vínculos


del fútbol con el rugby, éste último aparece como una prácti-
ca diferenciadora de clase (Goldar, 1992), lo que revela la im-
portancia del fútbol en la operación de constitución de un
campo de producción massmediática dirigida a interpelar a
los sectores populares. Este dato de por sí otorga una clave
de entrada para analizar la relación que instituye el deporte
entre los sectores populares y la industria cultural, relación
que continuará, aún con transformaciones, reelaboraciones
y reinterpretaciones de lo popular, de sus estéticas y de sus
prácticas cotidianas.

8. Bechelloni no lee EL DEPORTE, ENTRE ESPECTÁCULO, ESTADIO Y


el sentido de esta ESTADO
transformación en
forma lineal o de
causalidad directa Para terminar, si, como afirma Bechelloni, el deporte
sino en relación con transforma a los medios, los medios al deporte y ambos a la
las modificaciones sociedad8 (Bechelloni, 1995), el estudio de un momento co-
que se producen en
mo el que estamos analizando es decisivo en el estableci-
la agenda de los
medios tanto como a miento de esta relación y su desarrollo hacia la configuración
los discursos de los vínculos en la cultura contemporánea. De allí que pue-
aleatorios y extra- da considerarse el período como un momento fundacional de
deportivos que este
la constitución del deporte no sólo como práctica masiva sino
tipo de espectáculos
genera en las también como práctica de un consumo cultural fuertemente
audiencias. signado por las instancias de producción del espectáculo.

216
A estos efectos, pueden considerarse estas primeras in-
tervenciones sobre el área del deporte y sobre el área de los
medios de comunicación, como la confluencia de dos instan-
cias que colaboraron en definir una relación entre las prácti-
cas de consumo de los sectores populares y la industria cul-
tural en donde se establecen las primeras reglas de su cons-
titución. Los datos fuertes con respecto a las modificaciones
en el consumo cultural del período, junto a los de una mayor
distribución del ingreso, permiten sostener que en ese mo-
mento se dieron las condiciones para que las instancias de
producción cultural operaran sobre un fenómeno: el deporti-
vo, que si bien ya venía siendo objeto de una práctica masi-
va, aparece ahora como un objeto sobre el cual se puede in-
tervenir efectivamente, tanto para los medios como para el
Estado.
De ahí el interés de pensar al deporte como un fenóme-
no que, tanto por su labilidad como por su fortaleza, permite
remitir a los argumentos nacionales para la construcción de
un imaginario social que se estaba reelaborando. Las fuentes
de esta construcción provienen tanto de los medios como de
la propia experiencia de los sujetos, así como de las versiones
que formula el Estado sobre la sociedad que gobierna y de
otros discursos institucionales (de reproducción o alterna-
tivos) que circulan por el espacio público.
Si las identidades son el resultado impreciso de proce-
sos conflictivos, su elaboración se realiza en torno a las signi-
ficaciones que ciertas temáticas y operatorias adquieren para
su vida cotidiana. De ahí que el deporte, y en especial el fút-
bol, facilita los vínculos de reconocimiento y afirmación co-
lectiva. O, como afirma Javier Protzel, estos procesos oscilan-
tes “(son) una parte del ser moderno” (Protzel, 1994: 57). Por
lo tanto, la dimensión de las experiencias intersubjetivas se
tornará crucial en torno a la relación entre el populismo y el
consumo cultural del deporte, sobre todo teniendo en cuen-
ta que en el decenio peronista se produce un fuerte incre-
mento de asistencia a los estadios de fútbol.
Si el cruce política, deporte y cultura parte de una
concepción de cultura que abarca las manifestaciones sim-
bólicas de una sociedad, entendidas como índices de sus
condiciones materiales de producción, la tensión que se es-
tablece allí permite leer el fenómeno deportivo como cultura
y, por lo tanto, en su doble condición de reproductora de ór-
denes sociales y también como transformadora de los mis-
mos. Más aún si sobre él operan políticas de intervención es-
tatales. El deporte, en tanto mediación con la industria cul-
tural, ha servido para generar procedimientos interpretativos

217
que operaron sobre el imaginario nacional, ofreciéndose
como un discurso apto para la renegociación de los signifi-
cados públicos y la consiguiente viabilidad de una cultura.
Es así que se nos permite ingresar no sólo en la posibi-
lidad de construir una perspectiva crítica desde la cual ana-
lizar las modalidades de espectacularización, sino también
en la espinosa zona de las políticas culturales, educativas,
deportivas y de comunicación, en el ámbito de la privatiza-
ción creciente de los espacios públicos, el retroceso de los ni-
veles de ciudadanía y la crisis del Estado. Y este recorrido po-
sibilitaría una más profunda comprensión de los fenómenos
sociales en general y de la zona dedicada al deporte y la cul-
tura en particular.

218
Bibliografía

Alabarces, P. y M.G. Rodríguez


1996 Cuestión de pelotas. Fútbol, depor-
te, sociedad, cultura. Buenos Aires:
Atuel.
Anderson, B.
1993 Comunidades imaginadas. México
DF: FCE.
Bechelloni, G.
1995 “Sport e media”. Televisione come
cultura (Cap. X). Nápoli: Liguore
Editore.
Ciria, A.
1983 Política y cultura popular: la Argen-
tina peronista 1946-1955. Buenos
Aires: La Flor.
García Canclini, N.
1991 Culturas híbridas: estrategias para
entrar y salir de la modernidad,
México DF: Grijalbo.
Gettino, O.
1995 Las industrias culturales en la Ar-
gentina. Dimensión económica y po-
líticas públicas. Buenos Aires: Coli-
hue.
Goldar, E.
1992 “El deporte”. Vida cotidiana en la
década del 50. Capítulo X. Buenos
Aires: Plus Ultra.
Luna, F.
1991 Perón y su tiempo. Tomos I, II y III,
Buenos Aires: Sudamericana.
Mastrini, G. y M. Abregú
1990 “Orígenes de la televisión privada
argentina”, mimeo.

219
Mata, M. C.
1991 “Memorias de la recepción. Aproxi-
maciones a la identidad de los sec-
tores populares”. Diá-logos 30. Li-
ma: Felafacs, junio.
Noguer, R.
1985 La radiodifusión en la Argentina.
Buenos Aires: Ed. Bien Común.
Ortiz, R.
1985 Cultura brasileira & Identidade na-
cional. San Pablo: Brasilense.
1992 “Cultura, espacio nacional e identi-
dad”. Ponencia en el VII Congreso
de Felafacs. Acapulco, octubre de
1992. Traducción de Mirta Varela.
Plotkin, M.
1993 Mañana es San Perón. Buenos Ai-
res: Espasa Calpe/Ariel.
Protzel, J.
1994 “Las multitudes del fútbol”, en Diá-
logos 38. Lima: Felafacs, enero.
Rivera, J.
1985 “El auge de la industria cultural
(1930-1955)”. El escritor y la indus-
tria cultural. Buenos Aires: CEAL.
Scher, A. y H. Palomino
1988 Fútbol: pasión de multitudes y de
elites. Buenos Aires: Cisea.
Sirvén, P.
1984 Perón y los medios de comunica-
ción. Buenos Aires: CEAL.
Ulanovsky, C. y otros
1995 Días de radio. Buenos Aires: Espa-
sa Calpe.
Varela, M.
1994 “La creación de una cultura televi-
siva en la Argentina”. Buenos Ai-
res, mimeo.
Williams, R.
1981 Cultura. Sociología de la comunica-
ción y del arte. Barcelona: Paidós.

220

También podría gustarte