Como Surgió La Ética
Como Surgió La Ética
Como Surgió La Ética
El primero en hablar del concepto de ética que hoy conocemos fue Aristóteles,
pero ¿cómo se originó?
Es muy común que algunas personas (y filósofos) confundan ética con moral.
El origen de la necesidad de hablar de ética se dio cuando el hombre empezó a
descubrir el efecto de sus acciones. Es decir, cuando comenzó a razonar acerca
de los resultados de cada cometido. Luego sintió la necesidad de establecer qué
acciones son bondadosas y dan resultados nobles, frente a las otras acciones
que son dañinas o dan resultados malos. Desde ese momento nació la ética
como el estudio de la moral aplicada.
¿Qué quiero decir con moral aplicada? Es necesario distinguir lo ético de lo
moral:
La moral (como la palabra lo indica), "mora" o se encuentra, dentro del hombre;
en su interioridad. Hace al hombre bueno para sí mismo, lo perfecciona en su
interioridad.
La ética en cambio es la moral aplicada exteriormente, en otras palabras, son las
acciones moralmente correctas. Un hombre no puede realizar un acto ético si no
lo ha pensado (aquí entra lo moral).
Se habla de cuatro virtudes que regulan la moral la templanza, la prudencia, la
fortaleza y la justicia. Las primeras tres (templanza, prudencia y justicia) no
necesitan de otro sujeto para perfeccionarse. Un hombre para ser prudente
solamente necesita querer ser prudente y en base a ello actuar sin necesidad de
que sea con otro, lo mismo con la fortaleza y la templanza (ej., tengo el deseo
enorme de comer una torta de chocolate entera pero como soy un hombre que
tiene templanza dejo de lado la tentación y me como solamente una porción)
pero para ser justo no basta que el hombre tenga el deseo de ser justo, sino que
el hombre necesita serlo con otro. Lo justo es aquello que se le debe "a otro"
bajo un cierto grado de igualdad, en resumidas cuentas la justicia necesita de
otro para perfeccionarse, mientras que las demás virtudes cardinales sólo
necesitan la voluntad del hombre que las piensa.
Con lo antedicho podemos resumir que para que un hombre tenga un
comportamiento ético debe ser considerado justo. De ahí que la ética actúe
siempre en la exterioridad del hombre puesto que es imposible ser justo
solamente en nuestra interioridad, basado netamente en lo moral (Corona,
2017).
Ética y psicología
En términos comunes, la ética es el conjunto de principios que definen lo que es
bueno y lo que es malo en la vida humana. Alguien es calificado de "ético"
cuando su actividad es consecuente con esos principios y realiza aquello que
una determinada sociedad estipula como bueno.
Toda profesión, en sentido amplio, supone un saber científico y técnico, tanto en
el orden teórico como en el orden práctico. Es decir, toda profesión supone un
conocimiento más o menos especializado y unas habilidades vinculadas a ese
conocimiento y que permiten actuar el saber. Se trata, por consiguiente, de un
saber teórico-práctico. La profesión, además, supone un ejercicio de ese saber
a nivel público al interior de una determinada sociedad. La ética profesional es,
en un primer momento, aquel conjunto de principios que permite distinguir lo
bueno de lo malo en ese quehacer de un saber teórico-práctico en una sociedad,
es decir, cuándo ese quehacer es bueno y cuándo es malo.
Existen algunas concepciones sobre la ética profesional, muy extendidas en
nuestro medio, y que, en nuestra opinión, representan dos enfoques erróneos
que acarrean graves consecuencias: la concepción de la ética como un
aditamento postizo y la concepción de la ética como un conjunto de ideales
abstractos y universales.
La ética impostada
La ética profesional es entendida, a veces, como un aditamento, una añadidura
más o menos postiza, al cuerpo científico y técnico que una persona o una serie
de personas (como entidad personal o colectiva) ejercen públicamente en una
sociedad. Para ser profesional -médico, arquitecto, enfermera, agricultor,
secretaria, psicólogo o abogado- hay que aprender lo propio de su quehacer y
cómo hay que hacerlo bien. Ese "hacer bien" sería lo específico de una rama del
saber puesta en práctica en cada profesión y no incluiría la ética. Sólo una vez
aprendido el saber científico y técnico, cabría preguntarse cómo aplicar bien los
conocimientos y habilidades adquiridos, cómo utilizar la profesión en beneficio
propio y de los demás, cómo actuar profesionalmente. La ética es entonces algo
añadido al saber científico-técnico en el momento de su aplicación práctica.
La ética idealista.
Un segundo enfoque, en nuestra opinión erróneo, de la ética profesional es el de
partir de un esquema de principios generales, presuntamente vinculados a una
serie de valores absolutos, y en postular que esos principios se cumplan siempre,
en todo lugar y por todos.
Según esta concepción ética, habría unos principios que serían validos siempre
y en todo lugar, ya que estarían vinculados a la naturaleza humana como tal. Se
trataría, por tanto, de unos principios éticos que desbordarían la historia (a-
históricos o meta-históricos). Ahora bien, este tipo de ética se apoya en una
concepción peculiar del ser humano, que prescinde o minusvalora la dimensión
histórica. Desde esta perspectiva, el hombre a lo más cumple un proceso de
desarrollo, pero no una evolución, y mucho menos una evolución dialéctica. Si
hay unos principios igualmente aplicables en todo tiempo y lugar, es porque no
hay diferencias esenciales entre el hombre del Imperio Romano, de la Edad
Media y de 1982, entre un norteamericano y un saharaui.