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apa de eros AEA algar Er CALCETIN Rojo a particde 10 afos Los gemelos Georgina y Daniel han pasado dos ‘meses en cama sin poder ira la escuela: A su vuelta, un profesor recién llegado, decide ponerles una prueba para determinar si pueden pasar 0 no de curso, Para sorpresa de los hermanos, fo se trata de un examen, sino de resolver un enigma muy extrafio: tendrén que encontrar la palabra mas hermosa, coleccién ha editado también La biblioteca de los libros vacfos ¥ Hl disco diabélico.1 El inefable profesor Maestro Lo de Georgina y Daniel tenia su miga. Unos decian que era por ser gemelos (y se quedaban tan panchos, como si eso lo explicara todo); otros insistfan en que a veces las cosas pasan como pasan y ya est4 (;para qué darle los mds aseguraban que era mala suerte (siempre hay fatalistas), y no faltaban los que decian que mas bien se trataba de todo lo contrario (optimistas a pesar de los pesares), porque pasarse dos meses en cama sin hacer nada... En fin, que nunca Ilueve a gusto de todos. >varicela oun lo-que-sea tras otro, Se recuperaba de al blema que, i curaban de una ver, al Caribe, 0 los ech, cllos sabian qué hacer, iDos meses en casa, atrapados! Ta cosa estaba ya en 4 uno de esos todo insoportables, a unas ganas de ponerse las pilas y comerse el mundo... Su vuelta a la escuela fue celebrada como si regresaran los hijos prédigos. A sus compafteros y compafieras no les habjan dejado ir a verlos, por 'o del contagio, asi que estaban desconectados y més perdidos que el tinico camarén en una pae- Hla gigante. Lo primero que hicieron fue hablar con ellos y contarles su experiencia de enfermos casi crénicos. Por lo menos ese dia fueron los héroes. Pero después les tocé el turno a los profe- sores. Estaban en plenos exdmenes, asi que las noti- Gias no podian ser peores. jHabian perdido buena parte del curso! ~Georgina, Daniel —les dijo circunspecto el jefe de estudios-. Ya sé que habéis estudiado en casa, pero... me temo que eso no vaa ser suficien- te. Los profesores no pueden aprobaros asi como asi, por la cara, Por supuesto que serin benévolos, Porque sois buenos alumnos y tenéis notas par- ciales estupendas, pero... depende de cada uno de ellos que aprobéis ahora en un examen que os hardn especificamente o que debdis estudiar todo 7cl verano para aprobar en entonces s¢ que también py ayuda, no os preocupéis, Georgina y Daniel se quedaron més hur 4; enna uedaron més hundidos Septiembre, aunque odréis contar con su Verano era... apabullante, —No es justo —tamenté ella, ~Encima de que hem 10s estado medio muer- tos ~suspiré él, nee Su hermana le dtigié una mirada de las suyas Daniel endia a cxagerar, yell come habia salido tn Par de minutos antes que él cuandy nacie- Fon, a veces sentia la responsabilh sponsabilidad de « ae lad de user Ia ; ~Tampoco va a ser tan terrible ~dijo-, Ya ha dlcho el jefe de estudios que sein benévolos, y sve, &1 suspendemos ahora, en septiembre i ayudarén, Peto todavia les quedaban sorpresas, Ta tiltima fue ‘ enterarse de que la profesora de Lengua y Literatura, la sefions Agata, también estaba en: fa sustivui ferma y la habia susticuido un nuevo ~Preparaos ~les dijo Davinia-. Es la mar de aro. ~Raro? ~se estremecié Roque-. ciano! ~iEs de los que cree que la Lengua y la Lite- ratura son lo més importante! ~asintié Marga- rita, La sefiora Agata era una buenaza, y si con alguien hubieran podido contar era con ella. La presencia de un nuevo profesor, que tanta expec- tacién habja despertado entre los demés, suponia un incuestionable problema. Una piedra en el camino, Y no fue una piedra, fue una roca. Un alud de cllas. Lo supicron nada mas verlo. El profesor Maestro, que asi se llamaba, encima, como para subrayar el problema que debfan enfrentar, tenia una presencia impresio- nante. Alto, con una densa melena blanca Ilena de rizos y ondas por toda su cabeza, ojos profun- dos, labios formando un sesgo recto. Y vestia de negro, muy clegante, con chaleco, algo trasno- chado pero muy especial, con personalidad. Pero sobre todo estaban aquellos ojos... 9‘Tan profundos que parecian atravesarlos de lado a lado. ~Asi que ustedes son Georgina y Daniel ~los escruté como si buscara un resquicio en sus almas. Se echaron a temblar por dentro. ~S-s-si-respondieron al alimén, ~Pues me temo que vuestras magnificas notas no van a impresionarme demasiado a la hora de evaluaros, ;sabéis? -sus ojos se empequeficcieron lun poco. Veréis —continué tras unos segundos de dramatica pausa-, si no aprobais la Lengua ahora, en junio, en una prueba que os haré espe- cialmente a los dos, sera una sefial de que no estdis preparados para lo demés, y recomendaré a mis compatieros que no os hagan las suyas hasta septiembre. ~Oiga, esto no es justo se atrevié a decir Georgina, ~2Por qué no? ~los ojos del profesor Maestro brillaron-. La Lengua es lo més importante, ami- ga mia. Y saber leer o escribir no depende de dos ‘meses pasados en cama, sino de actitud, de com- in las palabras no somos nada, Para estudiar lo demés tenéis que entender lo que promiso. 10cstudidis, y eso es lo que nos dan la Lengua y ‘a Literatura, {Habéis leido mientras estabais en cama? ~Si-asintieron los dos, —~:Mucho? ~Bueno, teniamos ficbre y estdbamos hechos polvo ~reconocié Daniel, ~Sin leer es dificil aprender, y sin aprender S¢ €s un burro, se seca el cerebro, no se piensa, &Cémo pretendéis aprobar las demés materias sin haber aprobado antes la nuestra? Eso seria un insulto, Para estudiar mateméticas hay que saber leer, amar y comprender las palabras, ~Estd bien, héganos ese examen -se rindié Georgina apretando los pufios con decisién, El profesor Maestro sonrié por primera vez, ~La prueba que os pondré no seri Precisa- mente un examen, pero, si sais bien de ella, tendréis la mejor nota. Ese esl reto. Esta es mi direccién ~les tendié una hoja de Papel con unas Sofas escritas-. jOs espero esta tarde en mi casa iY sed puntuales! Ylos dejé en medio del pasillo mientras él se alejaba solemne, 2 La prueba misteriosa {La casa en la que vivia el profesor Maestro era vieja, extrafia y solemne, muy acorde con émis- mo. Se hallaba en una parte de la ciudad en la que una habian estado, casi en las afcrs Nada mis entrar en el vestbulo, que paecia el portico de un museo, se les aparecié una sefio- " portera tan anciana, arugeda y menuda que daba la impresién de que habia sido hecha con el edificio. Pero era muy afable. Mucho. Les dijo que subieran al primer piso y eso hicieron. Los nervios ceaparecieron en el momento de llamar a aquella puerta, que no era cuadrada, 13sino redonda, muy en la linea arquitecténica del gran Gaudi. Alla vamos ~suspiré Georgina. Les abrié la puerta el profesor. Y selos quedé mirando sin perder detalle, con una media sonrisa que tenia algo de ironia y algo de gravedad, algo de burla y algo de firmeza. ~Pasad —los invité después de unos segun- dos que se les hicieron eternos y en los que se empequefiecieron ain mas. Los precedié por un pasillo muy largo, y entonces comenzé su asombro, porque el piso del profesor Maestro era... inmenso, una verdadera biblioteca. No habfa més que libros y més libros, de todos los tamafios y colores, temas y clases. Georgina y Daniel alucinaron, impresionados por tal cantidad de obras. —Oiga guntar Daniel. Todos. -El profesor Maestro abrié los bra- los ha lefdo todos? ~se atrevi6 a pre- zos, como un profeta en lo alto de una monta~ fia.— Y dos veces como minimo. =;En serio? ~Daniel se sintié asustado por la magnitud de aquella revelacién.— Pero si es imposible que... 14Su hermana le dio un codazo. Los dos se encontraron con una nueva mirada del duefio de la casa, ahora lena de sutil socarro- neria. —Creo que voy a divertirme —dijo despacio. Se quedaron atin més anonadados. Llegaron a una sala. Habia dos confortables butacas y un sofé, una chimenea apagada, cua- Ienas de dros y, por supuesto, mas estanteri libros. Su anfitrién les mostré el sofé. El ocupé una de las butacas. Fue como si se sentara en un trono. Una vez. cémodo unié las yemas de sus dedos y comenzé a hablar despacio, de forma casi reflexiva. ~Yo naci en el seno de una familia humilde, muy humilde. El poco dinero era para comer. Sin embargo descubri algo que para mi fue més importante que ninguna otra cosa: los libros ~sefialé algunos, sobre una mesita-. Ellos me sal- varon la vida, le dieron alas a mi imaginaci6n. Ni siquiera podia comprarlos. ;Cémo, sin dinero? Pero para eso estin las bibliotecas. Hijos, aprendi a amar las palabras, y ellas me correspondieron con el mejor regalo que se puede hacer a un ser bertad. —Hizo una pausa y agregé:— 16 Decidme, zno creéis que las palabras son lo més bello que hay? —Si -tomé la iva Georgina. —No lo dices muy segura y convencida. —Bueno, también esté el Sol, la vida, la natu- raleza... Sin palabras no sabriamos expresar esas maravillas. Seriamos ciegos del alma. Por esa raz6n leer es lo més importante que hay. Leer para conocer y comprender, para absorber esa vida y adquirir la suficiente cultura que nos haga gozarla después. ~Don Servando dice lo mismo de las mate- maticas ~apunté Daniel —La matemidticas se explican con nimeros... y palabras, Un problema se enuncia con palabras, amigo mio. Lo primero siempre es la palabra. Aun- que es légico que mi respetado colega opine eso. Cada cual barre para su casa. Georgina alargé la mano para coger el ibro que tenfa més cerca, en una mesita lateral. Crefa queseria un sesudo trabajo de filosofia o una novela de esas rusas, clésica y con muchas péginas. Pero se encontré con... La vuelta al mundo en 80 dias, de Julio Verne.—Lo estoy releyendo ahora —sefialé el profe- sor Maestro~. No lo hacfa desde que tenia més © menos tu edad. Fue mi libro favorito durante muchos afios. ~Yo he visto la pelicula en la tele ~dijo Daniel. El profesor Maestro lo fulminé con otra de sus miradas. —Lo leeré este verano, se lo juro —se estreme- cié el chico. , estamos Un poco... nerviosos ~reco- nocié su hermana~. Después de dos meses enfer- mos, la debilidad que arrastramos -eso lo dijo para ver si lo conmovia, que no parecié el caso-, y ahora todo esto... Dijo que no iba a ponernos un examen, sino una prueba “Asi es. ~2Qué clase de... prueba? ~Oh, ya lo veréis x _>gi6 de hombros sin énfasis. —Y cudnd El hombre apunté con el dedo indice de su mano derecha a una cajita que estaba justo al lado de La vuelta al mundo en 80 dias. No era muy grande, apenas un palmo de largo por medio de ancho y unos cinco centimetros de alto. 18 —Llevaos esta cajita a casa. Dentro esté expli- cado lo que debéis hacer... para empezar —sus ojos titilaron con energfa-. Se abriré mafiana a las nueve en punto, Es sibado, asf que tenéis el libre y podréis dedicaros a la prueba, No intentéis abrirla antes de esa hora, porque no podréis, y, si por casualidad lo consiguierais, entonces su. contenido se destruirs y serd peor. No habléis con nadie de ella. Ni con vuestros padres. Debéis hacerlo todo solos. Si superdis la prueba, apro- batéis con nota. Asi de fi {No puede decirnos algo més de... esa prueba? —No, c insisto: no es un examen. Sélo quiero saber si sabéis pensar. ~gPensar? ~temblé Daniel. ~(Entonces qué tiene que ver con Lengua y Literatura? —intenté comprenderlo Georgina. El tono de su anfitridn fue el mas misterioso cempleado hasta ese momento. Y el brillo de sus ojos, el mas enigmatico, ~Majiana lo sabréis. No quedaba mucho més. El profesor Maestro tomé la iniciativa y se puso en pie. Georgina y Daniel también, ella con la caja entre las manos. 19Volvieron a seguirle hasta la puerta y, una vez en su umbral, estrecharon su mano. Se la apreté con fuerza a los dos. Georgina reunié entonces su tiltimo atisbo de valor para preguntar: ~zLe ha hecho esta prueba a muchos chicos y chicas? -Si. =2¥ qué tal les fue? No hubo respuesta. Sélo una més de aque- Ilas miradas metilicas, cortantes como cuchillos, pero siempre con un punto de malévola ironia que no sabjan si procedia de un lado perverso 0 de un lado socarrén y divertido. La puerta del piso se cerré tras ellos. Bajaron la escalera, le dijeron adiés a la seftora portera y se marcharon a su casa El resto del dia fue... extraiio, porque su cabe- za no estaba precisamente en lo que hacian, sino en la dichosa caja y lo que les esperaba en unas pocas horas. Antes de acostarse cenaron con sus padres, contandoles lo de su vuelta al colegio. Ni una palabra de los eximenes. Cuando ellos les dije- ron que al dia siguiente se iban a pasarlo fuera, 20 se sintieron aliviados. Pero cuando les pidieron que los acompafiaran... —Imposible, mama -fue répida Georgina. —Hemos de estudiar para recuperar—la secun- dé Daniel. No hubo nada que objetar. Sus padres se miraron complacidos de que fueran tan respon- sables. Ella dijo que les dejaria la comida hecha y algo para cenar por si llegaban muy tarde a causa del tréfico en la carretera. Y eso fue todo. A la hora de meterse en la cama, se miraron sabiendo que a duras penas iban a conciliar el sueho. Luego resulté que si que durmicron como troncos, agotados, y a las ocho poco mas o menos ya estaban de pie, aguardando, aguardando, aguardando a que dieran las nueve sin dejar de mirar aquella misteriosa caja. Menos diez. Menos cinco. Menos un minuto. Ya las nueve en punto de la mafiana... jClac! 213 La primera letra iLa caja se aby No tenfa ningiin mecanismo aparente, nada que hiciera sospechar de combinaciones secretas, yssin embargo, fue como tro, se abrié por si misma, de forma misteriosa, produciendo aquel ligero sonido apenas audible. Sélo tuvieron que retirar la tapa para ver su con- tenido. Esperaban encontrar una serie de preguntas oun largo texto explicativo y, por el contrario, lo que vieron fue una simple nota, escrita de pufio y letra, del profesor Maestro. 23~Alld vamos -suspir6 Daniel. Su hermana fue la que tomé la hojita de papel. A partir de ese momento, el tiempo comenzaba a apremiar. ~«Queridos Georgina y Daniel -leyé ella-. Tenéis hasta las siete de la tarde de hoy para resolver un enigma de lo mas simple: zcudl es la palabra més hermosa? Seguid las pistas y daréis con ella. Pero si Ie mii casa, aunque sean sélo unos segundos més, 1no os servird de nada haberla encontrado porque quedaréis suspendidos. Y si no estoy en casa, esté donde esté, la respuesta deberéis drmela siem- pre antes de esa hora. ;Preparados? —Georgina miré a Daniel y concluyé la lectura de la singular prueba:— Id a la calle del Arco Iris y preguntad por lo que falta.» Los dos tenian los ojos abiertos como platos. Pasaron tres largos segundos. {Eso es todo? —se desinflé el chico. ~Si-exhalé ella. —{Tenemos hasta las siete para encontrar una... palabra? De momento el problema no es la palabra —gimié Georgina. Para empezar, jc6mo vamos 24 a ira una calle y preguntar «por lo que faltav? “Lo leyé de nuevo antes de exclamar:~ {Si falta. falta, o sea que no esté! Eso no es una prueba, es una tortura para io Daniel palido. lo sabe ~Georgina demostrar que somos tontos =No somos tontos, y agité la nota~. Sea lo que sea, esto tendrd truco. ~Entonees, gqué hacemos? Pues ir, desde luego. Hay que intentarlo, No vamos a rendirnos de buenas a primeras. —Faltan diez horas para las siete de la tarde hizo notar el chico. Esto significa que la prueba sera larga —con- vino ella. No lo pensaron més. El reloj ya corrfa en mero miraron en una gu(a urbana su contra, donde se encontraba la calle, porque no tenfan ni idea. Decidieron se la guardé en el bo salieron a escape. Tuvieron que coger dos autobuses, porque wvarsela por si acaso y Daniel lo de su cazadora. Después jos. No fue un trayecto muy agradable, con los peores presagios revoloteando por encima de sus cabezas, como moscas zumbonas. Georgi- la fatidica nota. na ley6 un par de veces m: 25—Por qué dird que vayamos a su casa si luego agrega que alo mejor no estard en ella? ~mani- fest6 inquieta. Bueno, zqué més da? Dice westé donde esté». Supongo que, llegado el momento, tendré la amabilidad de darnos la direccién de contacto. Georgina mantuvo la duda en su rostro, pero ya no dijo nada jegaban a su parada, a cscasa distancia de su destino. Laaalle del Arco Iris era muy pequefia, ape- nas veinte metros de largo, pero era muy agra- dable, Lo més llamativo eran sus tiendas, tres a cada lado, destacadas con rétulos de nombres tan cutiosos como Juan Rojo, Tapices, Peluquerfa Violeta Pi, Modas Lago Azul, A. Nil, Carpin- teria, Viajes Monte Verde y Transportes Pepe Am: Eso era todo. =La carta dice preguntad «por lo que falta» —dijo Daniel en voz alta. —Entonces lo que falta esta claro —repuso Georgina-. Si estamos en la calle del Arco Iris y hay seis tiendas con nombres de colores, lo que falta 6s. 26 naranj a tienda se encontraba al final de la calle y era una libreria Hamada Arco Iris. Jus- to una librerfa. Sorprendidos por lo ficilmente a entraron en clla cruzando los dedos. No tuvieron que esperar ni preguntar, No habja clientes, y sf um hombre que al verlos se dirigié a ellos sonriendo con los brazos abiertos. ~;Pasad, pasad! jBienvenidos! —canté feliz. jOs estaba esperando! Ladi ~
, anuncié uno. «Yo soy del Pais Vasco y mis favoritas son i—pilua y panpina», dijo un tercero. «Yo soy asturiana y hablo bable, :lo conocéis’», afiadié otra mas. GY yo soy aragonés y hablo fabla!», continué un quinto internauta, «Pues yo soy del valle de Arén y hablo el aranés», se afiadié el enésimo amigo. yo tengo acento andaluz, asi que todo lo digo a mi aire», escribié otro. jLa red estaba Ilena de personas de todos los rincones de Espafia! Pero estaba claro que la palabra mas hermosa no iban a encontrarla alli, y en tal caso... ~{Qué hacemos? ~preguneé Daniel a su her- mana, desesperado, -iMira! —ella sefialé la pantalla del orde- nador. Alguien estaba escribiendo: «Hola, soy el pro- fesor Discfpulo y debo ayudar a Georgina y a Daniel en su juego». 94 «jMenos malt» tecled el chico. «Como podéis ver, el chat del Foro de los Ius- trados esté hoy muy animado ~aparecié escrito en la pantalla, Esto demuestra que hay muchas personas interesadas en la palabra, su mundo, su fascinante infinito, :no os parece?» «Si -escribié Daniel-. Pero, zqué hemos de hacer? Ni siquiera sabemos cudntas letras nos faltan para completar esa palabra.» «Creo que en este chat estamos representadas todas las comunidades de Espafia, zno es asi2», el llamado profesor Discipulo. Alinstante surgicron sies y adhesiones de todo el pais, no slo comunidad a comunidad, sino de distintas ciudades y pueblos. Un alud de com- pafierismo que demostraba que el foro era muy importante... y palpitaba lleno de vitalidad. «gQueréis ayudar a Georgina y a Dat pregunté el profesor. El «sil» fue undnime. «Entonces, veamos... -siguié escribiendo el extraio profesor Discipulo-. Vamos a poneros una prueba de ingenio, :qué os parece?» Los dos hermanos tensaron sus muisculos. El reloj avanzaba. 5«Preparados? ~escribié su interlocutor, Ahi va: gqué tienen las comunidades del Pais Vasco, Leén y La Rioja que no tengan , Cantabria, Navarra, Cataluia, Extremadura, Andalucia, Murcia, C. Valenciana, Madrid, Castilla-La Mancha, Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla?» Georgina y Daniel se quedaron bloqueados otra ver. Qué tienen? —farfullé anonadado dl chico. No vamos a fallar ahora ~apreté los pufios Georgina. Pero esto no es Literatura, ni Gramética, Imatel, quieres? Estamos ya muy cerca, lo sé. Los dos miraron la pantalla sin verla, Ahora nadie escribfa nada. Todo el mundo estaba pen- diente de su respuesta. —jAaah..| -se desperté Daniel. ~{Cillate y piensal ‘Trataron de concentrarse. Imaginaron rios y mares, montafias y lagos, monumentos o parques naturales. No lograron encontrar ningtin nexo comiin en unas que no tuvieran las otras. Aquélla 96 era sin duda una prueba dificil, demonfaca. Una prueba para mentes astutas... -No pensemos en cosas, sino en palabras -recordé Georgina. —jMaldita sea! —convino Daniel-. ;Es cierto! =Yni siquiera en palabras: en letras. Buscamos una letra, recuerda —dijo ella reflexivamente. «Vamos, chicos ~aparecié en pantalla~. Es muy facil.» Los internautas los animaron con un montén de expresiones: «Concentraos», «No os dejéis pillar!», «Decidlas en voz alta y lo descubri «Qué tiene La Rioja que no tenga Galicia, o Aragén que no tenga Catalufia?». Una letra. ~Recuerdas los libros de la Tienda de las Pala- bras? ~pregunté de pronto Georgina. Mujercitas y De la Tierra a la Luna. Si! -salté de la silla Daniel-. Pero zerees que scré el mismo truco, y tan sencillo? —;Por qué no? Deletrearon los nombres de las autonomias. Y alli estaba. —Lo que tienen unas que no tienen las otrases.. ~jLa letra O! 97Daniel lo escribié en el chat, tan nervioso que casi se equivocd. La respuesta fue rapida. «Enhorabuena, ya tenéis la peniltima letra.» —Bien! -cantaron ellos dos abrazandose-. {Sélo falta uns El profesor Discipulo volvié a escribir en la pantalla, igual que si los estuviese viendo: «No lo celebréis tanto, os queda muy poco para las siete, y debéis conseguir la tiltima letra». «gDénde?» tecleé Daniel. La respuesta les conmocioné tanto como cuando el encargado del Palacio de los Juegos les dio la direccién de su propia casa. «Debéis ir a casa del profesor Maestro ~apa- recié en la pantalla~. Sorprendidos? Pues no lo estéis, Asi son los juegos. La sefiora Pepa os dard Ia tiltima letra que os falta y todo habré termina- do. ZY quién es la sefiora Pepa? jLa portera que imagino ya habéis conocido! jAs{ que corred... y suerte!» —;Suerte? -gimié Georgina mirando la hora. —jA volar! -salté Daniel después de apagar el ordenador pasando del alud de dnimos que inundé el chat. 98iW La ultima letra, pero... Cuando salicron a la calle comprendieron que lo iban a tener muy, pero que muy dificil, porque cran las siete menos cuarto. Si trataban de llegar a casa del profesor Maestro empleando los trans- portes convencionales, no llegarfan a tiempo. —,Cudnto dinero llevas? se agité Georgina. Daniel sacé un pufiado de monedas de su bol © menos lo justo para un... ). Su hermana hizo lo mismo. Tenian mas {Taxi Mis que levantar la mano y pararlo, lo que hicieron fue saltar sobre él. Su conductor, un 101hombre bigotudo y rechoncho cuya barriga toca- ba el volante, bizqueé dos veces: la primera, al verlos aparecer en mitad de la calle en plan suici- da, y la segunda, cuando los dos se precipitaron sobre el asiento posterior con aspecto de locos recién salidos del manicomio y le dieron la direc- na la que debfa Hlevarlos. ~Oiga, vucle —lo apremié Daniel-. jEs un caso de vida o muerte! ~2Y quign paga las multas, ch? ~trat6 de pro- testar el taxista. —jNosotros! ~Georgina se apoyé en el res- paldo de su asiento y le hablé casi en Ia oreja.— Usted pisele a fond -Vale, vale —se encog 6 de hombros el sefior. Pis6 tan a fondo para arrancar que Georgina acabé empotrada en su asiento, con las piernas para arriba, Luego miré a su hermano, porque s les ponian una multa... No sélo es que no Heva- ban dinero, sino que no tenfan ni idea de cémo 0 de dénde sacarlo, Su padre no se creeria nada de todo aquello, pensaria que era una excusa para justificar el suspenso. ~Qué hora es? ~cuchiched Daniel. 102No quiero ni mirarlo ~Georgina examiné las siete letras conseguidas hasta ese instante.— Crees que podriamos dar con la palabra faltando una letra todavia? Tenian dos aes, dos oes, una be, una de y una erre. -Ni idea —reconocié Daniel. ~Yo pensaba que la palabra més hermosa serfa algo asi como... «paz», «amor, no sé... del tipo de las del panel de las palabras en el Palabraclub de la Esquina, pero con estas letras... no se me ocurre ninguna. -Ni a m{ —buscé la forma de ensamblar- las él, Pasaron por delante de una relojerfa con el escaparate leno de relojes y vieron que faltaban ocho minutos para las siete de la tarde. =No llegamos ~suspiré Georgina. No seré porque no le dé -oyeron comentar al taxista. Desde luego, volaba sobre el asfalto, esqui- vando coches, apurando los seméforos, llegando al limite aunque sin ser imprudente como para provocar una desgracia. Debia de llevar toda la vida haciendo su trabajo. 104 —;Sabes algo? -Daniel sonrié con un célido asomo de ternura en su rostro.— Pase lo que pase, habré sido emocionante. Hemos visto y hecho cosas de lo mas insélitas. Yo también tengo ganas de volver a ese foro de Internet, y de leer més libros, y de jugar con las palabras, si -reconocié ella. =Yal parque temético, y al «palabraclub», y a a Tienda de las Palabras ~asintié su hermano. Y aunque vea la pelicula, leeré también el libro, porque no tienen nada que ver. Georgina sonrié. No hablaron en los dejaron evar por la prisa aunque en su interior ientes segundos, y se se esforzaban por hacer crecer de nuevo aquella sensacién de paz. descubierta de tanto en tanto, alo largo de aquel insdlito dia. Hasta que, de repente... —jMecachis en la mar! —protesté el taxista frenando de golpe. Comprendieron su enfado. A unos pocos metros nacfa un tapén impresionante en el tré- fico. Un camién leno de libros habfa volcado, desparramando su carga por la calle. Lo malo es que ya no podian dar media vuelta porque, 105por detris, los vehiculos que se sumaban a la aalle ya se lo impedfan. {No podian esperar ni un segundo! ~{Tome! ~Georgina le entregé casi todas las monedas que llevaba mientras Daniel abria la puerta. Iniciaron una dram carrera pasando por entre los libros del camién volcado. Casi les parecié un chiste que se tratara de.. cionarios! jAlmacenes de palabra! Después corrieron, y corrieron, y corrieron como nunca antes lo habian hecho, con los talo- nes pegados al trasero, la cabeza alta, la respira- cién alborotada, los brazos marcando el Eran las siete menos dos minutos cuando llega- ron ala zona en la que estaba la calle, y las siete menos un minuto cuand —_aroneen ella, y las sicte menos... El reloj de un campanario cercano comenzé a dar las siete. Oh, no! -gimié Daniel. Iba en cabeza, unos pocos metros por delante de su hermana, El portal de la casa se acercaba a ellos, que apenas si podian ya respirar dado 106 cl enorme esfuerzo y la tensién. Una a una, las campanadas parecieron ir més répidas que sus pies y sus almas. : Sonaba la séptima cuando Daniel se precipité por el portal. Casi se Hlevé por delante a la sefiora Pepa. Frené en seco al verla plantada en mitad del vestibulo. Luego la que tuvo que frenar a su vez fue Georgina, para no empotrarse con su her- mano y con ella. La mujer les sonrefa tan campante. hora?! —gimié sin aliento Da- nie : ~jLa hora? -dijo la mujer con cara de ino- cente-. jAh, no sé! A mf sélo me dijo que os entregara esto cuando volvierais. Era un sobre. : Las siete de la tarde, y todo lo que tenia la sefiora Pepa era un sobre. —jAy, Dios! -musité Georgina. Daniel lo abrié, Dentro habfa una carta escrita amano, con trazos muy pulcros, y una hojita con Ja letra que les faltaba para completar la palabra: una P La tltima letra. 107La carta decta: Quetidos Georgina y Daniel. Si habéis cum- Plido con todas las pruebas, y debe de ser asi Porque estdis leyendo esta carta, con las ocho letras que tenéis podréis formar la palabra més hermosa. Y espero que sea antes de las siete, Pero qué palabra puede ser ésa? Lo cierto es uc... no existe. Cada persona tiene la suya, Y Por eso todas las palabras son especiales, hhasta la més insignificance. Cada una significa algo para alguien. Para un enfermo la palabra ssanar» es Ia mds hermosa; para un ciego, es “vets; para un preso, «libertad»; para el ena- morado, el nombre de su amada; para el nifio, ‘mama o «juguetes; para el triste, alegrian, y Para el deportista, «récord>, Hay palabras més hhermosas que otras, claro, pero hoy vuestra Palabra mds hermosa es evidente, ;verdad? Hoy tenéis una que habéis estado persiguien- do incansables, :La sabéis ya? Espero que si. aNo? Veamos, zqué es lo que hoy, justamente hoy, querriais tener més que ninguna otra cosa y tiene dos oes, dos aes, una erre, una e, una be y una de? 108 SS ~Un arronano ~suspiré Georgina com- prendiendo el juego. La carta seguia, pero dejaron de leerla, Mira- ron a la sefiora Pepa, que continuaba contem- plindolos con una seréfica sontisa, Eran las siete y un minuto. Habian legado tarde. ~2 si subiéramos a verlo? ~se rebel Danicl, Lo que les dijo entonces la sefiora Pepa les arrebaté el ultimo aliento, ~El profesor Maestro no esté, ~2Cémo que no...? ~iPero si nos ha hecho venir aqui... —Se ha ido esta mafiana. Georgina leyé la parte final de la carta, sos- tenida todavia por las manos paralizadas de su hermano, “iEs increible! ~exclamé. 10912 jAntes de las siete! Daniel no entendié el sentido de la exclamacién de su hermana, hasta que él también terminé de leer la carta: Si tenéis las letras y la palabra, no subdis a mi piso, porque no estoy en casa, Me he ido a tomar parte en un congreso de literatura con mis hijos, todo el fin de semana, a las islas Canarias, Aqu{ 0s dejo mi correo electrénico:
. No tenéis mas que escribirme y decirme silo habéis logrado. Si lo hacéis antes de las siete, aprobaréis. Si ules més tarde... lo siento: habreis fracasado y suspendido. No puedo ser flexible en esto, por principios. Las siete era la hora tope como ya os dije. Un abrazo a los dos. Y firmaba: profesor Maestro. =No es justo —lamenté Daniel con Igrimas en los ojos. ~Por unos segundos... —dejé caer la cabeza Georgina~. Y encima teniamos que mandarle un correo electrénico, asi que tampoco hubié- ramos podido a no ser que volviéramos a casa 0 encontréramos un cibercafé o un ordenador por aqui cerca. ~zMalas noticias? ~pregunté con dulzura la seftora Pepa. ~Las peores. —No seré tanto. —Los acompatié a la puerta de la calle.— Seguro que si vais a casa y lo pensdis bien, encontraréis la solucién. No entendieron por qué les guifiaba un ojo, pero les dio igual. Se despidieron de la mujer y echaron a andar por la calle, despacio, abatidos, y todavia tan alucinados como lo habjan estado alo largo de la jornada. 112—;Vamos a pie? —quiso saber Daniel. =No, mejor en autobiis—Georgina comprobé que llevaba cl importe justo con las escasas mone- das sobrantes después de pagar al taxista.— Papa y mamé llamaran para ver si estamos en casa y sélo faltaria que no nos encontraran. El regteso fue triste, apenas si hablaron el uno con el otro, Vieron el declinar del dia en aquella tarde primaveral y s6lo al llegar a su calle rompieron aquel silencio tan sombrio. ~ {lit ctees que, pese a todo, esto habra ser- vido para algo? —Siempre se aprende dijo Georgina~. Y dicen que mas de los fracasos que de los aciertos, porque los fracasos te obligan a pensar. —De hecho, hemos pasado la prueba. Sélo han sido unos segundos Ya eran las siete y cincuenta minutos. Entraron en su piso y fueron a ver el contesta- dor automatico del teléfono. Respiraron tranqui- los al comprobar que no tenian ningiin mensaje paterno. Antes, con las prisas, ni lo examinaron. Luego se quedaron en mitad de la sala, sin saber qué hacer, Hasta que Georgina extrajo el iltimo de Ios papeles verdes de la Tienda de las Palabras. M4 El que tenia escrita la palabra «esperanzay. —No la hemos gastado dijo. a esperanza —
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