Resumen Capitulo 1 Santillana PDF
Resumen Capitulo 1 Santillana PDF
Resumen Capitulo 1 Santillana PDF
CONCEPTO DE AUDITORÍA
Desde el punto de vista del autor del libro Auditoría Fundamentos, Juan Ramón Santillana González; que es
Contador Público y gran parte de su experiencia laboral ha sido como auditor interno y externo; la Auditoría,
significa “verificar que la información financiera, administrativa y operacional que genera una entidad es
confiable, veraz y oportuna; en otras palabras, es revisar que los hechos, fenómenos y operaciones se den en
la forma en que fueron planeados; que las políticas y lineamientos establecidos se hayan observado y
respetado; que se cumple con las obligaciones fiscales, jurídicas y reglamentarias en general”.
De igual manera, significa evaluar la forma en que se administra y opera con el fin de aprovechar los recursos
al máximo.
Por otra parte el Instituto Mexicano de Contadores Públicos señala en su página de Internet que “Es el
proceso sistemático para obtener y evaluar de manera objetiva, las evidencias relacionadas con informes
sobre actividades económicas y otras situaciones que tienen una relación directa con las actividades que se
desarrollan en una entidad pública o privada. El fin del proceso consiste en determinar el grado de precisión
del contenido informativo con las evidencias que le dieron origen, así como determinar si dichos informes se
han elaborado observando principios establecidos para el caso.”
Finalmente, en 1993 la referida Comisión llevó a cabo una nueva reestructuración de sus pronunciamientos
en materia de normas y procedimientos de auditoria quedando, hasta la fecha, coma sigue:
a) El propósito del gobierno federal de lograr de los contribuyentes la observancia de las leyes fiscales
y al mismo tiempo evitar molestias innecesarias o infundadas a los contribuyentes cumplidos.
b) La integración de un registro de contadores públicos autorizados por la Secretaria de Hacienda y
Crédito Público para dictaminar con fines fiscales los estados financieros de los contribuyentes.
c) El propósito del fisco de orientar su acción contra los defraudadores y evitar molestias e
investigaciones innecesarias a los contribuyentes cumplidos que, mediante la asistencia técnica de
contadores públicos designados por dichos contribuyentes, hace resaltar además su buena fe.
d) El que se dará crédito a los dictámenes para efectos fiscales de los contribuyentes sin necesidad de
practicar auditorias por parte de la Dirección de Auditoria Fiscal Federal, salvo las pruebas selectivas
que dicha dirección podrá realizar para comprobar si los dictámenes se ajustan a las disposiciones
Legales aplicables y a los principios de contabilidad generalmente aceptados.
Fue así como en el decreto que creó la DAFF se incorporó una innovación a los métodos de
fiscalización de los contribuyentes: el dictamen de contador público para efectos fiscales. Es importante,
por lo tanto, reconocer el gran beneficio que le reportó tanto al país al ampliar su capacidad fiscalizadora
mediante este instrumento, como a la profesi6n de contador público, al otorgarle un gran reconocimiento y
crédito con el nacimiento de dicho dictamen. Es conveniente aclarar que tal régimen de dictaminación
quedó como optativo y no obligatorio, ya que son los contribuyentes quienes eligen el apegarse a no a él
merced a los alicientes señalados.
Además, con el fin de interesar aún más a los contribuyentes, posteriormente se ampliaron estos
alicientes al emitir la Subsecretaria de Ingresos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público el oficio
numero 102-119, de fecha 3 de enero de 1962, el cual fue publicado en el Diario Oficial de la Federación
el día 18 del mismo mes y año. En ese oficio se expresaba que aquel contribuyente que hubiese sido
dictaminado por contador público ya no sería revisado por la DAFF en materia de impuesto sobre la
Renta en los ejercicios dictaminados, salvo que hubiese motivos para suponer que el contribuyente había
incurrido en evasión de impuestos y el dictamen no lo hubiese señalado.
Si bien es cierto que el decreto del 21 de abril de 1959 que estableció la Auditoria Fiscal Federal fue
derogada por el Código Fiscal de la Federación que entró en vigor el 1 de abril de 1967, también es
necesario mencionar que debido a que en este código se incorporó el dictamen de contador público para
efectos fiscales, éste cobró mayor importancia, ya que se perfeccionó lo estipulado en el decreto de abril
de 1959, can la notaria diferencia de que en el código se expresa en forma más conservadora,
generalizada, o menos especifica, el crédito que se dará al dictamen y, de manera mas amplia, las
facultades de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para probar su veracidad. El articulo 85 del
referido Código Fiscal es el que hizo alusión al dictamen para efectos fiscales, en el cual destacaron los
siguientes aspectos:
a) Que los hechos afirmados en las dictámenes de estados financieros para fines fiscales se
presumirán cierto, salvo prueba en contrario si se reúne el siguiente requisita (además del que se
refiere a que el contador público que dictamine este registrado en la Secretaria de Hacienda y
Crédito Público): que el dictamen se formule de acuerdo con las disposiciones fiscales y, en su
defecto, conforme a las normas y procedimientos de auditoria generalmente aceptadas.
b) Que la Secretaria de Hacienda y Crédito Público podrá cerciorarse mediante revisión y pruebas
selectivas del cumplimiento del requisito citado en el párrafo anterior.
c} Que las opiniones e interpretaciones contenidas en los dictámenes no obligan a las autoridades
fiscales, las que podrán ejercer directamente sus facultades de vigilancia y comprobación sobre los
sujetos pasivos a responsables solidarios, y expedir las liquidaciones de impuestos admitidos que
correspondan.
Como se puede observar en el inciso a), en el Código Fiscal de la Federación se establece una prioridad
de las disposiciones fiscales sobre las normas y procedimientos de auditoria. Esta se debe a que las
primeras emanan del Poder Legislativo, con la que el fisco da apoyo y énfasis a sus propias disposiciones
sobre cualquier otro tipo de normas. Esta es la razón por la que, aunque las normas no deben
contradecirse entre sí, si llegaran a existir discrepancias (lo que ocurriría si las disposiciones fiscales
incluyeran preceptos más estrictos o diferentes de las normas y procedimientos de auditoría generalmente
aceptados), se deberá cumplir, en primer lugar, con lo que establezcan dichas disposiciones.
Ya en años más recientes, debido a que a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público le corresponde
establecer claramente el régimen de los contribuyentes dictaminados, de tal manera que las relaciones
entre las tres partes involucradas — fisco, contribuyentes y contador público — se sujeten a un marco
jurídico y técnico con el fin de que no se produzcan confusiones, como las que se presentaron en los
primeros años de ejercicio del dictamen de contador público para efectos fiscales, surgió la necesidad de
reglamentar el artículo 85 del Código Fiscal de la Federación, documento que salió publicado en el Diario
Oficial de la Federación, del día 11 de abril de 1980. A continuación se expone su contenido, de manera
sintetizada, por el interés que reviste para los efectos del tema que se está estudiando.
Considerandos;
Que es propósito del gobierno federal alentar el cumplimiento voluntario de las obligaciones fiscales
de los contribuyentes.
Que el dictamen relativo a estados financieros para fines fiscales emitido por contador público ha
demostrado serán instrumento útil en el proceso de fiscalización tanto para autoridades fiscales como
para los contribuyentes.
Que es necesario establecer un adecuado marco jurídico que regule los derechos y obligaciones de
6
los contribuyentes que se acojan al régimen de dictamen de estados financieros para fines fiscales, y de
los contadores públicos que emitan dichos dictámenes.
AUDITORÍA FISCAL
Antecedentes históricos
La auditoría, en su forma más simple, surge cuando un pueblo domina a otro, ya sea a través de la política, la
religión, la economía, las ciencias o por la fuerza. Así, el pueblo dominado tenía que pagar un tributo al que lo
gobernaba; conocido actualmente como contribuciones. El pueblo o grupo dominante requería que los
tributos impuestos le sean pagados correctamente y a tiempo, y para cerciorarse de que esto se cumplía creó
cuerpos de revisores que se encargaran de esa “fiscalización”. Son los inicios de la auditoría, actualmente
identificada como auditoría fiscal.
En los dos párrafos siguientes se advierte la gran participación e influencia que tuvieron las personas con
investidura de auditores en la historia de México.
Un ejemplo de ello es el caso del pueblo azteca, que dominó por la fuerza a otros pueblos, llegando a
expandir su dominio hasta Centroamérica. Los aztecas se mantenían de los tributos que les entregaban sus
dominados, y los registros de la historia señalan los “procedimientos” que aplicaban cuando un pueblo bajo su
dominio no cumplía con sus tributos, incumplimientos que eran detectados y reportados por sus calpixque
(una especie de recaudadores-auditores). Esta sojuzgación y tiranía excesiva fue la causa de que muchos
pueblos indígenas se aliaran con Hernán Cortés y sus poco más de 300 coterráneos para lograr la conquista
de México.
Ya durante la denominada época de la Colonia, el sojuzgamiento se dio a través de la religión, apoyada por la
fuerza. Los grandes hacendados y grupos económicos tenían que pagar su diezmo al virrey-iglesia, y quien no
lo hacía, con base en reportes de auditores, era enviado ante el Tribunal del Santo Oficio o Santa Inquisición
(¿Qué habrá tenido de “Santa”?), que empleaba “procedimientos” para obligarlo a pagar el diezmo y no se
volviera a incurrir en evasión, que no los pedían nada a los aplicados por los aztecas. El dominio del clero era
absoluto, y la acumulación de riqueza fue impresionante, dominio que acabo con las Leyes de Reforma
promulgadas por don Benito Juárez.
Objetivo
Verificar el correcto y oportuno pago de los diferentes impuestos y obligaciones fiscales de los contribuyentes
desde el punto de vista del fisco: secretaria de Hacienda y Crédito Público, secretarias o tesorerías de
hacienda estatales y tesorerías municipales.
En esta auditoria recaen también, por filosofía, las revisiones que llevan a cabo organismos o autoridades con
facultades de imponer gravámenes a los contribuyentes, por ejemplo: Instituto Mexicano del Seguro Social e
Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los Trabajadores.
Hablar de auditoria fiscal, y mas aun si es con fines académicos, es casi un tema tabú merced al efecto que
estas dos palabras causan en quienes contribuyan a cubrir el gasto publico. Esto se debe a las consecuentes
molestias y trastornos que acarrea una auditoria de esta naturaleza, incluso si se ha contribuido y cumplido
correctamente con esta obligación ciudadana, pero sobre todo si se ha incurrido en errores o faltas por
omisión o comisión en el pago de las obligaciones impositivas.
Independientemente de los criterios y puntos de vista de cada lector, a titulo individual, pueda tener al
respecto, se debe tener conciencia de que la auditoria fiscal es una verdadera necesidad, indispensable para
la integración armónica (aun cuando a veces no lo sea tanto) de la relación contribuyente-fisco. Y porque,
hablando claro, si no existiera este elemento de fiscalización, sin duda un considerable número de
contribuyentes no cubriría sus obligaciones fiscales como lo establecen las leyes respectivas.
Hablar de auditoria fiscal es hablar de una acción que atemoriza a los ciudadanos con responsabilidades
contributivas… pero no se debe ver tal cual.
7
La auditoria fiscal es un elemento importantísimo que contribuye a alcanzar la armonía y tranquilidad de
cualquier país. Lo anterior se apoya en un simple y supuesto efecto: ¿Qué pasaría si no existiera un órgano
de revisión para obligar al contribuyente a cumplir con sus obligaciones fiscales de manera ordenada y
responsable? La respuesta es sencilla: predominaría la anarquía, por la sencilla razón de que las
contribuciones son el medio para cubrir el gasto público y el costo de los servicios que proporciona y
administra el Estado. Un Estado si ingresos, vía contribuciones, simplemente no existiría.
Si todos los contribuyentes cumplieran honrada, correcta y oportunamente sus obligaciones fiscales, con
verdadera conciencia de su responsabilidad ciudadana, la auditoria fiscal no tendría razón de existir… pero
esta conciencia no existe.
Cabe ser realista, la existencia de la auditoria fiscal (aun cuando en el fondo no se quiera reconocer) es
necesaria. A contribuir a crear la conciencia de esta necesidad y verla tal cual es.
El contador publico, principal profesional relacionado con la auditoria fiscal, debe aprender y conocer la
esencia de esta y contribuir a su desarrollo y aplicación.
Merced a las apreciaciones tabú de la auditoria fiscal, pocos se han preocupado por estudiar esta disciplina,
de modo que la bibliografía al respecto es escasa, por no decir que inexistente. A continuación se presentan
los aspectos más importantes de esta determinante especialidad del contador público.
Filosofía de la fiscalización
Esta se puede resumir en las siguientes cuatro acciones básicas y progresivas que abarca la auditoria fiscal.
Primera: buscar que todos los contribuyentes estén bajo control; es decir, que los obligados a registrarse
como tales lo hagan. El objetivo es, por lo tanto, ampliar el universo de contribuyentes registrando a todos los
que deben aportar al gasto publico.
Ni duda cabe que esta primera etapa de acción de fiscalización reviste gran complejidad, ya que al indagar
que contribuyentes son desconocidos para las entidades con capacidad de cobro de aspectos impositivos se
requiere de adoptar sistemas de captación y registros persistentes, aparejados con exigencias de
identificación de los mismos contribuyentes en muy diversas instancias. Esta es la denominada base de la
pirámide de fiscalización, según la identifican algunas autoridades.
Segunda: en esta segunda etapa las acciones de fiscalización se encaminaran a contar con adecuados
controles para impulsar a todos los contribuyentes conocidos – registrados – a dar el primer paso hacia el
cumplimiento voluntario: presentar las declaraciones en tiempo y forma que las leyes y ordenamientos
complementarios establezcan. De echo se trata de un segundo proceso de identificaron de los
contribuyentes, en el que determine individualmente, dentro del universo de contribuyentes conocidos, a los
que no hayan cumplido con su obligación primaria de presentar sus declaraciones.
Tercera: en esta etapa se buscara que los contribuyentes que ya estén cumpliendo con la presentación de
sus declaraciones, incluyan en ellas información cada vez más fidedigna. En otras palabras, se pretende que
no eludan el cumplimiento mediante la presentación de declaraciones con cifras y datos no apegados a la
realidad.
Cuarta: esta ultima fase de la fiscalización es la referente a la recuperación o cobro de adeudos de los
contribuyentes que ya hayan declarado y lo hayan hecho fielmente pero que, sin embargo, no han cubierto
los adeudos determinados.
De las anteriores acciones que comprende la filosofía de la fiscalización se desprende dos actividades
fundamentales: la primera se relaciona con la captación e integración de la base obligada a contribuir al gasto
publico, así como con la gestión de cobranza que se ejerce por medio de las oficinas designadas para tal
efecto, las cuales están en estrecho contacto con el universo de contribuyentes. La segunda corresponde a la
comprobación de la fidelidad de la información contendida en las declaraciones presentadas, que constituyen
la esencia del proceso fiscalizador.
Origen de una auditoría fiscal
Entre las razones que dan motivo o provocan la intervención de una autoridad con facultades para revisar el
cumplimiento de aspectos impositivos destacan las siguientes:
Auditorias por programa: son aquellas que emanan de un programa normal o especial, diseñado por
autoridades específicas. Los programas normales se conforman por lo regular sobre base anual, y en ellos se
establecen las metas a alcanzar durante ese periodo de acuerdo con los recursos humanos, materiales y
económicos de que se disponga para el efecto, establecidos con base en los recursos presupuestales
asignados de manera regular para tales propósitos.
Suelen haber programas especiales o extraordinarios, de carácter temporal y diseñados para la revisión de
aspectos o conceptos específicos, que pretenden regularizar áreas que así lo ameriten a juicio de la autoridad
o debido a circunstancias especiales que se presenten en el país o en una zona de éste. Estos programas,
para si consecución, requieren de asignaciones presupuestarias extraordinarias ex profeso para fin de poner
en práctica el programa en cuestión. Como ejemplos de estos se pueden citar los que tienden a la ampliación
de la base y regularización de pago de Impuesto sobre la Renta por servicios profesionales (por determinada
rama profesional, como es el caso de los médicos); otro ejemplo lo dan algunas tesorerías municipales que
instauran programas de regularización catastral para efectos de Impuesto Predial: y otro ejemplo es el de la
regularización en pago de cuotas al Instituto Mexicano del Seguro Social en alguna área de la industria de la
construcción.
Auditorias derivadas de estudios económicos: Merced al gran avance tecnológico en el campo de la
informática y la aplicación de la estadística, las autoridades fiscalizadoras se están interesando cada vez más
en desarrollar programas de medición de factores económicos o estadísticos que permitan detectar, mediante
modelos matemáticos manejados a través de computadoras, casos de evasión de pago de impuesto o
tributaciones al no darse, con base en los modelos referidos, los supuestos que deberían alcanzarse
derivados del conocimiento de determinados factores económicos. Un ejemplo de estos caso es cuando la
8
autoridad tiene estimados los márgenes brutos mínimos de utilidad que se puedan esperar de una actividad
comercial o industrial, y las declaraciones de los contribuyentes reportan márgenes inferiores a los esperados.
Para abundar más considere como ejemplo la rama de comercio en zapatería donde la autoridad espera que
el margen de utilidad bruta sea no menor del 40% y en la declaración anual de Impuesto sobre la Renta de un
contribuyente de este giro comercial encuentra que su margen de utilidad bruta es del 15%; es de esperar, por
lo tanto, que se estén omitiendo ingresos o aumentando costos, salvo que hubieren sucedido planes
especiales de venta, perfectamente demostrables, donde el comerciante abatió con promociones especiales
su margen bruto de utilidad … pero estas promociones no pueden durar todo el año, o ser permanentes,
porque el negocio implícito dejaría de serlo.
Otro ejemplo, muy interesante por cierto, es cuando la autoridad estima cuál es el consumo de energía
eléctrica para determinado volumen de producción en cierta rama de la industria y encuentra en la
declaraciones que el consumo es muy superior al estimado. La presunción obvia es que se está produciendo
más (porque este factor del costo así lo informa) y, en consecuencia, que las ventas fueron superiores a las
reportadas. Otro caso muy normal es cuando los auditores del Instituto Mexicano del Seguro Social estiman la
mano de obra que se utiliza en una construcción determinada y la comparan contra la que el obligado al pago
de las cuotas correspondientes está manifestando.
En el caso de las auditorias provocadas, o que se aplican como consecuencia de indicadores reportados por
estudios económicos en algunos casos llamados econométricos, la única limitante que tiene el auditor para
detectar caminos de evasión fiscal es su imaginación.
Auditorias consecuencia de otras auditorias o compulsas: Uno de los procedimientos de auditoria más
usuales en auditoria fiscal es el conocido con el nombre de compulsa. Por compulsa se debe entender el
aplicar con más profundidad la técnica de confirmación. Un ejemplo de esto es el siguiente: la empresa “A” le
compra mercancía a la empresa “B” por $15 millones amparada con 27 facturas, y le vende $12 millones en
servicios a la empresa “C” consignada en 19 facturas, ambos volúmenes de transacciones efectuados durante
el año 2003. El auditor fiscal que está interviniendo a la empresa “A” solicita (compulsa), con base en
disposiciones legales ex profeso, a la empresa “B” que le informe cuánto vendió a la empresa “A”, y a la
empresa “C” le solicita (compulsa) que le informe a cuánto ascendió el importe de los servicios que le
proporcionó la empresa “A”, en ambos casos también del año 2003.
La empresa “B” informa que efectivamente le vendió a la empresa “A” lo reportado por ésta empresa. La
empresa “C” no da respuesta al auditor, se le envía una segunda solicitud de información y tampoco la
contesta. Ante la circunstancia, el auditor fiscal decide, con apoyo en ordenamiento jurídicos ha lugar,
apersonarse en el domicilio de la empresa “C” para solicitar (compulsar) la información aludida, y se encuentra
que en los registros contables de esta empresa efectivamente aparece registrado el pago de 19 facturas por
servicios prestados por la empresa “A” , sólo que en ves de $12 millones tiene registrado un costo de $22
millones; al comparar el original de estas facturas con la copia fiscal de las mismas en poder de la empresa
“A”, el auditor encuentra que dos de éstas fueron alteradas por la empresa “C” para incrementar sus costos
precisamente en $10 millones. Ante esta clara evidencia de evasión (tanto en Impuesto al Valor Agregado, por
acreditarse un impuesto superior al que tiene derecho, como en Impuesto sobre la Renta, por aumentar el
monto de las deducciones autorizadas), la autoridad fiscal ordena se audite a la empresa “C”.
Lo anterior demuestra que la empresa “C” no estaba programada para ser revisada fiscalmente, ni estaba
incluida en un programa especial de revisión, tampoco estaba considerada entre los contribuyentes a revisar
vía estudios econométricos, sin embargo, “por rebote”, y en virtud de la situación detectada, se hizo acreedora
a una intervención formal de auditoria fiscal.
Auditorias por denuncias: Otra causal de intervención de auditoria fiscal se da por denuncia específica de
evasión fiscal presentada por alguna persona física o moral contra un contribuyente. Por regla general la
autoridad no da curso a denuncias anónimas o si éstas no están acompañadas con pruebas mínimas que las
sustenten. Otra fuente de denuncia suelen ser los sindicatos que no están conformes con el reparto de
utilidades a los trabajadores y apoyan tal inconformidad con elementos de prueba que pueden dar lugar a la
presunción de evasión fiscal que perjudique los intereses de sus agremiados.
Otras causales de auditoria fiscal: Las anteriores causas de intervención de autoridades fiscalizadoras
pueden considerarse como las más comunes o importantes. Existen otras de menor impacto, pero que no por
ello se deben dejar de tomar en consideración, éstas son, con fines enunciativos, que no limitativos:
a) Seguimiento de una auditoria fiscal anterior, es decir, cuando después de que se auditó un ejercicio y
el contribuyente resultó con adeudos, la autoridad decide revisar el siguiente ejercicio para cerciorarse
que ya corrigió sus procedimientos de cumplimiento de sus obligaciones fiscales.
b) Por detectar la autoridad cambios constantes en la razón denominación social del contribuyente, de
sus principales accionistas, fusiones, etc.
c) Por diferencias muy notorias en la información presentada en declaraciones complementarias en
comparación con la declaraciones originales, etc.
Métodos de fiscalización
Ya entrando en sí al proceso de fiscalización, tomando como referencia al órgano fiscalizador de la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público, ésta dispone de los medios que a continuación se comentarán y que ilustran el
ejercicio de la auditoria fiscal en el ámbito federal. No olvidar que los medios de fiscalización a tratar
únicamente son ilustrativos del tema, ya que cada organismo, entidad o autoridad con facultades para
imponer gravámenes a los contribuyentes tendrá que identificar sus propios medios o recursos de los que
dispondrá para esta acción.
En un medio con tendencia a la evasión, la revisión de declaraciones es útil con ciertas limitantes. Los
procedimientos de revisión tenderán básicamente a buscar que estén incluidos todos los ingresos y que los
egresos (deducciones) sean procedentes. Es de presumir que la evasión se encontraría primordialmente en el
ocultamiento de los primeros y en el incremento de los últimos.
El objeto mediato de la revisión de declaraciones consiste, por lo tanto, no en incrementar la recaudación, sino
en ir cerrando caminos de incumplimiento en forma gradual, para que las declaraciones presentadas por los
contribuyentes vayan teniendo más fidelidad en la medida en que transcurre el tiempo.
Visitas domiciliarias: Este medio de fiscalización es el que reúne en mayor grado las características
necesarias para permitir al poder público satisfacerse del adecuado cumplimiento de las obligaciones
tributarias, ya que al desarrollarse en el terreno propio del contribuyente, se tiene mejor acceso a cualquier
elemento de comprobación. Es el medio de fiscalización por excelencia.
Las visitan domiciliarias revisten dos modalidades:
a) Las visitas de inspección, que buscan la comprobación del cumplimiento de un gravamen en particular,
generalmente de los de tipo especial, que tienen como característica principal la brevedad para su
desahogo.
b) Las visitas de auditoria, que buscan la comprobación integral del cumplimiento de obligaciones
tributarias y que, por ende, tienen una mayor duración.
Al ser la visita fiscal el mejor medio de fiscalización de que se dispone, su utilización, en función de que los
recursos humanos y materiales por lo general son relativamente limitados en relación con el universo de
contribuyentes, debe enfocarse hacia la obtención de resultados óptimos. Si el objetivo mediato de la
fiscalización es el cumplimiento voluntario, en la programación de este instrumento deben prevalecer los
criterios que se consideren fundamentalmente el efecto ejemplificador que debe surtir una visita domiciliaria al
entorno en que actúa un determinado contribuyente, como son las empresas del mismo giro y las que estén
relacionadas con ella en calidad de proveedor o cliente, principalmente.
En segundo término entrarán las consideraciones relativas al efecto recaudatorio. La relación costo-beneficio
no opera en este sentido en cuanto al proceso de fiscalización.
AUDITORÍA ADMINISTRATIVA
Antecedentes históricos
El maestro Joaquín Rodríguez Valencia señala:3 "El padre de la administración, Henry Fayol, mencionó en
una entrevista (que le hizo la Cronique Social de France) en 1925 que 'el mejor método para examinar una
organización y determinar las mejoras necesarias es estudiar el mecanismo administrativo con el que se
determina si la planeación, la organización, el mando, la coordinación y el control se están atendiendo', es
decir, si la empresa está bien administrada.
"El doctor James Mckinsey en los años de 1935 a 1940 llegó a la conclusión de que la empresa debe
hacer periódicamente una auditoría, que consistiría en una evaluación de la empresa en todos sus aspectos,
a la vista de un medio ambiente empresarial. .. "
"En México, un antecedente sobre la auditoría administrativa lo tenemos en el libro El análisis factorial -guía
para estudios de economía industrial- elaborado por Nathan Grabinsky y Alfred W. Klein, publicado por el
Departamento de Investigaciones Industriales del Banco de México, S.A., en 1959."
En 1961, William P. Leonard, un ingeniero asesor en administración, recoge todas las corrientes
desarrolladas en materia de auditoría administrativa, les agrega las suyas y conforma un libro denominado
The Management Audit (La auditoría administrativa), que es editado en 1962 en Estados Unidos. Los estudiosos
e investigadores de esta rama de especialización de la auditoría consideran ese año como el del nacimiento
formal y estructurado de la auditoría administrativa.
La filosofía de la obra de Leonard se centra en que las estructuras administrativas habrán de estar en
alerta permanente para percibir los cambios que se dan en los negocios, la economía, la política y
disposiciones gubernamentales, así como en la sociedad en general, para adecuar a ellos la administración.
El efecto de dichos cambios se captará por medio de un ordenado y riguroso proceso de evaluación, que
incluye la medición de la calidad de las decisiones, denominado auditoría administrativa.
La obra de Leonard abarca un repaso de los elementos básicos de la administración (planeación,
organización, dirección y control) según concibió las fases del proceso administrativo, evaluación de los
métodos y eficiencia administrativa y ejecutiva, conceptos fundamentales de la auditoria administrativa,
preparación, iniciación, recopilación, y análisis e interpretación de información; y preparación, presentación y
seguimiento del informe de auditoria administrativa.
OBJETIVO.
Verificar, evaluar y promover el cumplimiento y apego al correcto funcionamiento de las fases o elementos del
proceso administrativo y lo que incide en ellos, así como evaluar la calidad de la administración en su
conjunto.
Sin lugar a dudas, una de las auditorías que más se ha prestado a la controversia y divergencia de opiniones
es la auditoría administrativa. La razón de ello puede ser el excesivo celo profesional de quienes la practican:
los contadores públicos y los licenciados en administración (tanto de empresas como en administración
pública). La discusión se centra, básicamente, en una mutua y aparente “invasión de territorios” entre el
alcance de la auditoría operacional y el de la auditoría administrativa.
El auditor operacional (contador público) arguye que el auditor administrativo (licenciado en administración) no
tiene que abarcar en su revisión los aspectos operacionales que le competen a aquél. El auditor
administrativo, por su parte, no está de acuerdo en que el auditor operacional incluya en su revisión el aspecto
administrativo y ambas partes tienen razón.
La supuesta “invasión” se nota más por parte del licenciado en administración, y prueba de esto es que
en la bibliografía escrita sobre auditoría administrativa sus autores, por lo general, recomiendan que el
practicante de esta disciplina incluya en sus revisiones la cobertura de los aspectos operacionales de la
entidad sujeta a auditoría. Por el lado de los estudiosos de la auditoría operacional también existen casos en
que se recomienda, en el ejercicio de esta disciplina, la cobertura de los factores o elementos del proceso
administrativo, sin embargo, hay menos referencias de este tipo.
No obstante, en el terreno profesional no deben darse este tipo de situaciones, por lo que es necesario
establecer una distinción de actividades y esferas de influencia de cada una de estas disciplinas. Tal vez se
pueda llegar a una conceptualización de criterios si se estudia concienzudamente el siguiente y sencillo ciclo:
1. Se combinan recursos humanos, naturales y económicos para crear una entidad con un fin
determinado. Esta entidad forzosa y necesariamente requiere establecer bases administrativas
(factores o elementos del proceso administrativo) que le servirán para comenzar a operar.
2. Con esa plataforma administrativa se empieza a trabajar; es decir, a operar o generar operaciones.
3. Los resultados de esas operaciones se consignan, cuantitativamente, en la contabilidad.
Pues bien, en virtud de que el ciclo es perfectamente identificable en el proceso que lo compone, lo que
procede es identificar cada fase de éste con el tipo de revisión a que es susceptible. De esta manera, se tiene
que la fase 1 corresponde, o recae, en el ámbito de la auditoría administrativa, así de simple, sin “invadir” la
fase 2, que corresponde a la auditoría operacional; y por último la fase 3 corresponde a la auditoría de
estados financieros o financiera, bien sea que se practique externa o internamente.
Para concluir con estos conceptos básicos para situar al lector en lo que debe entender por auditoría
administrativa, se puede señalar que la revisión de las operaciones es jurisdicción del auditor operacional. Si
esta separación no fuera factible, la auditoría operacional simple y sencillamente no tendrá razón de ser,
puesto que se insertaría en la competencia de la auditoría administrativa, ¿o no es así? Y qué opinaría el
auditor operacional, ¿estaría dispuesto a que se le desplace de este trabajo para adjudicárselo al auditor
administrativo? Además podría decir, ¿por qué no me adjudican a mí la revisión de los factores o elementos
11
del proceso administrativo, para lo cual yo también estoy preparado, y desaparecemos a la auditoría
administrativa? ¿Qué pensaría en ese caso el auditor administrativo?
Para no fomentar las divergencias y diferencias, es conveniente identificar un justo medio y que cada
profesional se avoque –doctrinalmente hablando- al ejercicio de cada una de las disciplinas motivo de esta
discusión, y que en el ejercicio o en la práctica cada uno llegue a los niveles de profundidad que su
experiencia, preparación y deseo de ser útil le aconseje. Para concretar, la auditoría administrativa se debe
ocupar de verificar, evaluar y promover el cumplimiento y apego al correcto funcionamiento de las fases de los
elementos del proceso administrativo y lo que incide en ellos, complementando su acción con la evaluación de
la cantidad de la administración en su conjunto.
AUDITORÍA OPERACIONAL
Antecedentes históricos
El primer antecedente formal sobre el origen de la auditoría operacional se remonta al año 1945, cuando en
ocasión de la Conferencia Anual de The Institute of Internal Auditors se incluyó, para analizar en panel, el
tema "Alcance de la auditoría interna en operaciones técnicas". En 1948 Arthur H. Kent, auditor interno de la
Standard Oil Company of California, escribió un artículo denominado "Auditorías de operaciones".
En 1945, Frederic E. Mints, auditor interno de la Lockheed Aircraft Corporation, comenzó a utilizar de
manera formal en sus trabajos y reportes el término auditoría operacional como se conoce hasta la fecha, lo
que causó gran revuelo entre la comunidad por lo novedoso del nombre de esta naciente disciplina.
El primer pronunciamiento o referencia formal sobre la auditoría operacional lo da el Instituto de auditores
internos al incluir en su libro Biblíography of Internal Audíting, publicado en 1956, un capítulo (entre diez)
denominado Operaciones auditables.
A partir de entonces comienza a generarse una gran inquietud entre los profesionales de la auditoría
interna en Estados Unidos por adentrarse en esta nueva rama de especialización.
Dichas inquietudes derivaron en que el Instituto de auditores internos encomendara a Bradford Cadmus, su
director de investigación y educación, la tarea de investigar y presentar una propuesta formal sobre la
auditoría operacional.
El trabajo de Bradford Cadmus, por el que se le considera el padre de la auditoría operacional, dio como
resultado su libro denominado Manual de auditoría operacional, publicado en 1964 por el Instituto de auditores
internos.
El Manual de auditoría operacional de Cadmus presenta en su primer capítulo la naturaleza y filosofía de la
auditoría operacional como un análisis constructivo que debe llevar a cabo el auditor interno con el fin de
coadyuvar a mejorar las operaciones y, en consecuencia, obtener mayor rentabilidad. Los siguientes siete
capítulos se refieren a igual número de funciones y proporcionan los antecedentes e información general
sobre los objetivos de cada una de ellas, su problemática, los controles que requieren y los programas para
auditarlas. Dichas funciones son: compras; tráfico y transportación; desperdicios, recuperaciones y material
obsoleto; operaciones de recepción; inmuebles, maquinaria y equipo; publicidad y promoción de ventas y
programas de seguros. El libro concluye exponiendo la perspectiva del autor sobre el futuro de la auditoría
operacional.
Cadmus describe la naturaleza y filosofía de la auditoría operacional en las siguientes citas (las más
representativas):
1. Cuando un auditor revisa los registros de ingresos está haciendo auditoría financiera. Cuando observa
cómo se trata a un cliente está actuando como auditor operacional.
2. El auditor operacional debe asumir que es el dueño del negocio, que le pertenece. Antes que
recomiende un cambio o critique una operación debe preguntarse qué haría él si fuera el dueño.
3. El auditor operacional debe cuestionarse. ¿Cómo revisaría el dueño su negocio si tuviera tiempo para
hacerlo?
4. La auditoría operacional debe considerarse como un estado de actitud, a manera de análisis, enfoque y
raciocinio.
5. La auditoría operacional requiere familiarizarse con las operaciones y sus problemas antes de realizar el
análisis y evaluación de los controles para asegurarse que son los adecuados en aras de proteger a la
organización.2
Fue tal la repercusión de la naciente corriente técnica propuesta por Bradford Cadmus, que provocó que el
mismo Víctor Z. Brink -impulsor de la auditoría interna moderna, fundador del Instituto de auditores internos y
autor del primer libro Auditoría interna sobre la materia en su nueva dimensión - modificara y ampliara sus
posturas al aceptar la auditoría operacional, lo que hizó patente al agregar al título de su libro Modern Intenal
Auditing (Auditoría interna moderna) las frases An Operational Approach (Un enfoque operacional) y Appraising
Operations and Conlrols (Evaluación de operaciones y controles) en la tercera y cuarta edición respectivamente.
Por supuesto que el citado Instituto, por su parte, también cambió y adaptó sus pronunciamientos para darle
entrada a esta nueva técnica.
La auditoría operacional se introdujo a México en la década de los setenta, se divulgó en los años ochenta
y se consolidó en los noventa.
Objetivo.
Promover eficiencia en la operación y evaluar la calidad de la operación.
Al inicio de la década de los setenta hizo su aparición en el medio profesional, de gobierno y en el sector
privado en México, una nueva especialidad del contador público, la cual, como novedad, fue bien recibida y
12
elogiada por las bondades que proyectaba su ejercicio y por sus resultados en la práctica. Fue así como esta
disciplina, que originalmente produjo dudas, confusión e incertidumbre por no estar perfectamente definida y
delineada, vino a provocar un gran cambio en la actividad del contador público y en las entidades en las que
éste presta sus servicios, un cambio muy positivo, ya que las expectativas se convirtieron en realidades en
beneficio de quienes la practican y de los que se nutren con el resultado de su aplicación. Esta disciplina es la
auditoría operacional.
En los albores de este nuevo tipo de auditoría, como es lógico, era muy escasa la literatura u orientación
institucional para ejercerla sobre bases firmes y consistentes, y los autores que habían escrito al respecto se
contradecían entre sí, lo que creaba más dudas y confusión en vez de respuestas a las necesidades de
orientación y guía de quienes intentaban practicarla. Pero como en todo proceso en evolución, los criterios se
fueron afinando y ahora existe cierta congruencia y unidad en cuanto a lo que es auditoría operacional y lo
que se puede esperar de ella, sin embargo, hay que tener presente que todavía existen discrepancias sobre
este tema entre algunos estudiosos, practicantes o filósofos de esta especialidad más del contador público
(profesional que se adjudicó la paternidad de su ejercicio, sin embargo, la disciplina no excluye la participación
de otras disciplinas).
Con el tiempo fue apareciendo bibliografía que aborda este tema de manera muy profesional y convincente,
claro está, del auditor o investigador en turno en función de su experiencia, extracción profesional, y criterio
personal sobre lo que considera es la auditoría operacional, su filosofía, su ejercicio y metodología de
aplicación. Entre los autores de obras sobre el tema destacan los siguientes: Bradford Cadmus, Roy A.
Lindberg y Theodore Cohn y los pronunciamientos emitidos por el Instituto Mexicano de Auditores Internos y
por el Instituto Mexicano de Contadores Públicos a través de su comisión en turno de auditoría operacional.
También ha habido valiosas aportaciones por parte de algunos escritores de artículos para revistas técnicas
especializadas en contaduría pública.
El que esto escribe también aportó sus consideraciones sobre lo que entiende y ha practicado en materia de
auditoría operacional, y hoy, al igual que desde el año 1979 en que presentó su primer trabajo conformado en
libro, su tesis sigue siendo la misma, pero reforzada con el transcurso del tiempo y con la afinación de criterios
de otros estudiosos de la materia. De acuerdo con esta tesis la práctica de la auditoría operacional consiste en
dar efecto a uno de los objetivos del control interno: la promoción de la eficiencia de operación, completándola
con la evaluación de la calidad de ésta, apoyándose en cuatro consideraciones básicas que ilustrarán de
manera más clara lo que se debe entender por esta nueva especialidad del contador público, y nueva variante
en la práctica de la auditoría general:
Primera. La auditoría operacional es una actividad que tiene como propósito fundamental el prestar un mejor
servicio a la administración al proporcionarle comentarios y recomendaciones que tiendan a mejorar la
economía, eficiencia y eficacia de las operaciones de la entidad.
Segunda. Aun cuando la costumbre le ha asignado el nombre de auditoría operacional, al ejercerla o
practicarla el auditor operacional no se debe limitar a revisar la operación en sí, sino extenderse a la función
de esa operación. Por ejemplo, si se revisa la operación de facturación, ésta se inicia, de hecho, en el
departamento de embarques (así se entra a la operación de embarcar) y se concluye al enviar la factura para
su cobro (en este momento el auditor debe cerciorarse que en efecto es recibida, y automáticamente entra a
la operación de crédito y cobranzas). En conclusión, la auditoría operacional debe ser una función operacional
dada, en ejemplo anterior se denominará auditoría operacional a la función de facturación.
Tercera. La auditoría operacional es un gran reto a la capacidad y calidad profesional del contador público
como auditor operacional. Para una buena ejecución de esta técnica es necesario introducirse en otras
disciplinas, como son, el análisis de sistemas, ingeniería industrial (para revisar costos y producción), la
mercadotecnia (para revisar ventas), relaciones industriales (para revisar la administración de los recursos
humanos), etcétera.
Cuarta. Concomitante con la conclusión anterior, puede seguir la duda de cómo puede ser útil un individuo,
como el auditor operacional, que no tiene ningún entrenamiento específico sobre cierta área. La respuesta a
esta duda descansa en los aspectos de control, lo cual es común a cualquier actividad operacional.
La prueba determinante de que una actividad operacional es aquella que tiene un propósito definido,
es que éste se encuentre determinado por el grado de esfuerzo que se deba aplicar para alcanzarlo. En otras
palabras, y hablando en términos de control, se requiere una definición clara de los objetivos de la empresa,
así como contar con elementos con los que se pueda comparar lo que se está realizando contra esos
objetivos para determinar posibles desviaciones que sea necesario analizar y evaluar, con el fin de tomar
medidas correctivas acordes con las circunstancias.
El auditor operacional proporciona la experiencia y la manera de cubrir estas necesidades de trabajo
combinando su acción con las de aquellas personas que conocen la naturaleza exacta de las actividades de la
operación bajo estudio. Para proporcionar esta ayuda y alcanzar un máximo de provecho, se deberán
encontrar fórmulas con las cuales administrar esas operaciones, de tal manera que se obtengan los mejores
resultados o, lo que es lo mismo, se alcancen los objetivos establecidos en forma óptima. Por consiguiente,
los conocimientos en aspectos de control son para el auditor operacional la puerta de acceso a las diferentes
áreas operacionales, y serán la base de su distribución hacia cada directivo responsable de estas áreas.
13
AUDITORIA GUBERNAMENTAL
Antecedentes históricos
Ésta es tan antigua como las culturas y las civilizaciones donde los soberanos jefes de Estado se hacían de
personal de confianza que les informará cual era el comportamiento de sus subordinados, en especial en
materia de recaudación de tributos y en el manejo de los caudales públicos.
Así, se tiene como un antecedente formal de la auditoria gubernamental, la creación, en el año de 1453, por
las cortes españolas, del Tribunal Mayor de Cuentas, que tenía como función específica la fiscalización de las
cuentas de la hacienda Real, función que más tarde incluiría vigilar que los conquistadores pagaran el tributo
del quinto real, es decir, entregaran a la Corona el 20% de las “ganancias” en oro, piedras preciosas y objetos
valiosos que obtenían en aventuras de conquista financiados por l Corte, la que, a su vez, nombraba a un
contador para cuantificar ese tributo y a un veedor (función que en la actualidad cumple el auditor
gubernamental) que supervisaba todo el proceso.
En 1524 se creo en México el tribunal Mayor de Cuentas de la Nueva España, que tuvo como objetivo inicial
la revisión de tributos que habría de pagar Hernán Cortés.
El Tribunal Mayor de Cuentas de la Nueva España continuó en funciones hasta el año 1824, en el que expidió
la primera Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, la cual establece como Facultad del
Congreso general el tomar anualmente las cuentas del gobierno federal. Con este antecedente, el 16 de
Noviembre de 1824 se expidió el decreto Arreglo de la Administración de la Hacienda Pública, documento
mediante el cual se suprime el Tribunal Mayor de Cuentas de la Nueva España y se sustituye por la que hasta
1999 se conocería como Contaduría Mayor de Hacienda, como órgano técnica que dependería de la Cámara
de Diputados y tendría como funciones la de examinar y glosar las cuentas de la hacienda y del crédito
público federales.
Las entidades federativas, es decir, los estados que conforma la Republica Mexicana, por su parte, crean
órganos técnicos dependientes de su legislaturas locales en forma similar al ámbito federal y con las mismas
funciones y atribuciones, las que se extienden hacia los municipios, además de a la propia hacienda estatal.
La consolidación de la Contaduría Mayor de Hacienda, en esa primera etapa, se produjo con la Constitución
Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857. Diez años mas tarde, el poder ejecutivo expidió el primer
reglamento respecto a la “administración y contabilidad en los caudales del gobierno”.con lo que se sentaron
las bases para la realización de una función mayor envergadura.
Esta función, que subsistió durante la vigencia de la Constitución del 57, se caracterizo por ser ajena al
Ejecutivo Federal, es decir, externa; y porque la Contaduría Mayor de Hacienda empezó a participar, mediante
sugerencias al Ministro de Hacienda, en el proceso de corrección de deficiencias e irregularidades en el
manejo de los recursos públicos.
Con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 19717, que actualmente nos rige, se ratifica
la existencia de la Contaduría Mayor de Hacienda (a partir del año 2000 Auditoria Superior de la Federación)
como órgano técnico del Poder legislativo.
La misma Constitución de 1917 crea el Departamento de Contraloría el cual tenía como objetivo ejercer el
control de los egresos públicos, la glosa de cuentas del manejo de fondos, bienes y valores, y la constitución
de responsabilidades; todo ello como fase previa a la rendición de cuantas al Poder Legislativo. Más
adelante, en 1932, se suprime este departamento, y sus funciones en materia de fiscalización, para años más
tarde dispersarse en diferentes Secretarías del Estado.
Y así llega el 30 de Abril de 1981, cuando la entonces Secretaría de Programación y Presupuesto del
Gobierno Federal Mexicano emite un documento denominado Manual de auditoria gubernamental, que
constituye un notable avance en la materia, aplicable por esa secretaria en las auditorias internas
gubernamentales que practicaba en las diversas instancias que conformaban la administración del Poder
Ejecutivo federal.
Al asumir, en 1981, la presidencia de la República el licenciado Miguel de la Madrid Hurtado, una de sus
primeras acciones de gobierno fue el concentrar toda la materia de la fiscalización y de auditoria (hacia el
interior de la administración pública) dispersas, en una sola instancia de fiscalización, revisión y control, con lo
que dio lugar al nacimiento de la Secretaría de la Contraloría General de la Federación. Las entidades
Federativas, por su parte, manejaron esquemas similares a los instaurados por el gobierno federal.
A finales de 1995, el entrante presidente de la Republica, doctor Ernesto Zedillo Ponce de León, propuso, y el
congreso de la Unión de México aprobó, reformas a la Ley Orgánica de la Administración Publica Federal,
mediante las cuales se creo la Secretaria de Contraloría General de la Federación. En esta nueva Secretaria
prevalecieron las mismas funciones y atribuciones de su antecesora, pero se le encomendó, además, la
administración y el control del patrimonio inmobiliario propiedad de la federación.
En ese mismo año, el 28 de noviembre, el presidente Zedillo presento al Congreso de la Unión una iniciativa
para crear la Auditoria Superior de la Federación, que sustituiría a la Contaduría Mayor de Hacienda de la
Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. En esa iniciativa resaltaba de manera preponderante la
necesidad de dotar de mayor autonomía a este órgano técnico para eliminar las posturas o influencias de
orden político, y de darle mayores facultades legales para manejar y actuar sobre las conductas ilícitas o
irregulares detectadas en sus procesos de revisión y fiscalización.
No es sino hasta cinco años mas tarde, el 29 de diciembre de 2000, en que prospera la iniciativa referida y se
publica en el Diario Oficial de la Federación la Ley de Fiscalización Superior que da lugar al nacimiento de la
Auditoria Superior de la Federación bajo el espíritu y filosofía contemplados en la propia iniciativa. Este
modelo ha sido adaptado y adoptado paulatinamente por las entidades federativas que conforman la
Republica Mexicana.
Por ultimo, con respecto al devenir histórico de la auditoria gubernamental en México, el 10 de abril de 2003
se promulgo en el Diario Oficial de la Federación la Ley del Servicio Profesional de Carrera de la
Administración Publica Federal, que tiene como objeto establecer las bases para la organización,
14
funcionamiento y desarrollo del sistema profesional de carrera en la dependencias y entidades de la propia
administración pública federal.
El mismo decreto crea la Secretaría de la Función Pública, que viene a sustituir a la Secretaría de la
Contraloría y Desarrollo Administrativo, a la que se le adscribe el dirigir, organizar y operar al referido sistema
profesional de carrera; además de continuar con sus funciones de fiscalización, revisión, control y
administración del patrimonio inmobiliario propiedad de la federación.
A partir de lo comentado en relación con este tema se puede concluir que la auditoria gubernamental se
traduce en la función de vigilancia y fiscalización que ejercen en forma externa la Auditoría Superior de la
Federación y las Contadurías mayores de Hacienda o auditorias Superiores locales en sus respectivos
ámbitos o jurisdicción, así como la que se practica hacia el interior de sus propias administraciones por parte
de órganos de control (llámese contralorías) federal, estatal o municipal.
Objetivo:
Revisión de aspectos financieros, operacionales y administrativos en las dependencias y entidades públicas,
así como del resultado de programas bajo su encargo y del cumplimiento de disposiciones legales, que
enmarcan su responsabilidad, funciones y actividades.
La auditoría gubernamental nació y se desarrolló como una necesidad más de vigilar el ejercicio de la
actividad pública por medio de órganos de fiscalización y de control expresa y formalmente establecidos para
el efecto. Se ejerce en dos vertientes: 1) A través de órganos de fiscalización externos creados y facultados
por los cuerpos legislativos correspondientes para cumplir con esta función, como la Auditoría Superior de la
Federación y las contadurías mayores de hacienda o auditorías superiores estatales. 2) Por medio de grupos
internos de auditoría o de control integrados a la dependencia o entidad a controlar regulados por una
autoridad central, como la Secretaría de la Función Pública del gobierno federal y las contralorías o grupos de
auditoría de los gobiernos estatales y municipales.
El aspecto técnico del ejercicio de la auditoría gubernamental no difiere mucho de los conceptos y criterios de
los diversos tipos de auditoría tratados en apartados anteriores, pero sí es muy diferente a las demás
(exceptuando la auditoría fiscal) en el sentido de que ésta se ejerce al amparo, respeto y apego a las
disposiciones jurídicas – o marco legal- aplicables a las entidades públicas susceptibles de ser vigiladas por
este medio y a la investidura que este marco otorga a los órganos de fiscalización, control y vigilancia con el
fin de facultarlas para el ejercicio de su función.
Por su ámbito
Auditoría interna. Es la auditoría que realiza el personal adscrito a la propia dependencia o entidad. Su
importancia radica en que se constituye en el instrumento de control interno que revisa, analiza, diagnostica y
evalúa el funcionamiento de otros controles, proporcionando a los responsables de la dirección y operación,
información coadyuvante sobre el resultado de su gestión y propiciando, en su caso, la adopción de medidas
que tiendan a mejorar la eficiencia en la administración de los recursos, así como la eficacia en el logro de las
metas y objetivos asignados.
Al tender la administración pública al fortalecimiento del esquema de participación corresponsable de los tres
diferentes niveles de gobierno para propiciar una mayor agilidad y efectividad de la gestión pública, es
necesario que, paralelamente, se apoyen y optimicen los sistemas de autocontrol que tienen establecidos en
lo particular las dependencias y entidades. Por ello, la auditoría interna adquiere mayor importancia, ya que se
constituye en el mecanismo idóneo para determinar si los sistemas establecidos de autocontrol funcionan
adecuadamente.
La auditoría interna debe analizar y evaluar los procesos de administración, aprobación, contabilización y, en
general, los que dan origen a la toma de decisiones, sin intervenir en su ejecución, y cuando, como parte de
sus funciones, participe en actividades específicas como la toma de inventarios físicos, entrega-recepción de
funcionarios, remates, bajas y otros actos similares, su acción debe constreñirse a testificar u observar.
La auditoría interna requiere tener libre acceso a cualquier operación o actividad que amerite un examen, en
consecuencia, es necesario que dependa directamente de la máxima autoridad de control gubernamental con
el fin de que cuente con la suficiente independencia de acción y el apoyo necesario. Para el desarrollo de las
actividades de auditoría interna es indispensable que exista una estrecha coordinación y una efectiva
comunicación con las diferentes unidades de la dependencia o entidad, de tal manera que las acciones de
revisión se puedan desarrollar en un esquema de participación conjunta.
La auditoría interna fue concebida en sus orígenes como una técnica para dar servicio a organizaciones del
sector privado. La evolución en materia de control en la administración pública provocó que paulatinamente se
aplicara en ésta. En la actualidad es aprovechada por completo en la administración pública. Con un ánimo
semántico tendiente a establecer un marco de comparación, en años recientes se acuño el término contraloría
interna a los grupos de auditoría interna establecidos en las dependencias y entidades gubernamentales. La
filosofía de acción y actuación de la contraloría interna en el sector público es idéntica a la auditoría interna en
el sector privado.
15
Con base en ese enfoque primigenio, el tipo de revisiones que se practican su ha orientado hacia la emisión
de un dictamen sobre la razonabilidad de los estados financieros de las entidades del sector paraestatal. A
esta actividad se le denomina auditoría de estados financieros y sólo es realizada por contadores públicos
ajenos a la dependencia o entidad auditada bajo las normas, procedimientos y pronunciamientos emitidos, en
el aso de México, por el Instituto Mexicano de Contadores Públicos.
Sin embargo, el concepto auditoría externa no se circunscribe únicamente a los profesionales referidos, ya
que en muchas ocasiones se recurre a especialistas en otras materias – que no guardan ninguna relación
laboral con la dependencia o entidad auditada, y que tampoco son contadores públicos- para que lleven a
cabo exámenes y revisiones con un criterio imparcial e independiente, y emitan una opinión o dictamen sobre
los resultados de su trabajo. Ejemplo de estos casos son las auditorías externas que se realizan a obras de
infraestructura o instalaciones muy especializadas.
Además, las acciones de fiscalización y auditoría que ejercen los órganos técnicos de la Cámara de
Diputados, es decir, la Auditoría Superior de la Federación, en el caso federal, así como las contadurías
mayores de hacienda o auditorías superiores de la entidad federativas mexicanas, tienen una connotación
eminentemente externa, dado que no guardan ninguna dependencia o vínculo laboral con las dependencias o
entidades que auditan.
Por su tipo.
En diferentes documentos y eventos se han expresado diversos criterios y acepciones para denominar a las
revisiones específicas que se hacen de las operaciones de gobierno, manejando términos como auditorías
administrativas, presupuestales, técnicas, legales, de eficiencia, operacionales, de sistemas, de desempeño,
de gestión, etc. Sin embargo, no siempre se concibe de igual forma el contenido y alcance que tiene cada una
de ellas, por lo que es necesario establecer una convención para el uso de los términos que se manejan en la
auditoría gubernamental y lo que debe entenderse por cada uno de ellos (esta definición es congruente con
los objetivos señalados en cada uno de los diversos tipos de auditoría tratados previamente). Por lo tanto, se
han establecido los siguientes tipos de auditoría.
Auditoría financiera. Es aquella que comprende el examen de las transacciones, operaciones y registros
financieros con objeto de determinar si la información financiera que se produce es confiable, oportuna y útil
(en el caso de la auditoría de estados financieros, o externa financiera, para seguir con la tónica del apartado,
es el contador público independiente quien emite el dictamen correspondiente).
Auditoría operacional. Este tipo de auditoría, también llamada de gestión por algunos órganos que ejercen
auditoría gubernamental, comprende el examen de la economía, eficiencia y eficacia obtenida en la
asignación y utilización de los recursos financieros, humanos y materiales, mediante el análisis de la
estructura organizacional, los sistemas de operación y los sistemas de información.
Por economía debe entenderse el proceso de operar a los menores costos posibles, en tanto que por
eficiencia a la óptima utilización y aprovechamiento delos recursos financieros, humanos y materiales
disponibles. Por eficacia se debe entender los resultados alcanzados en relación con los esperados. Los
objetivos fundamentales de esta auditoría sen determinar si:
1. La estructura organizacional de la dependencia o entidad reúne los requisitos, elementos y
mecanismos necesarios para cumplir con los objetivos y metas que tiene asignados.
2. Los recursos con que cuenta la dependencia o entidad son suficientes y apropiados para el logro de
sus objetivos.
3. Los sistemas operativos contienen los procedimientos para el desarrollo de las actividades
encomendadas.
4. En la ejecución de los programas se utilizan los recursos en la cantidad y calidad requerida al menor
costo posible.
5. El sistema de información es oportuno, confiable y útil para la adecuada toma de decisiones.
6. El sistema de información refleja el efecto físico y financiero de la aplicación de los recursos.
Auditoría administrativa. También llamada de desempeño, con un enfoque más amplio, por algunos órganos
que ejercen auditoría gubernamental, es la que se utiliza para verificar, evaluar y promover el cumplimiento y
apego a los factores o elementos del proceso administrativo instaurado o a seguir en las dependencias y
entidades que conforman el sector gubernamental, además de evaluar la calidad de la administración en su
conjunto.
Auditoría de obras. Este tipo de auditoría es la que se encarga de revisar, examinar, cuantificar, calificar y
evaluar, entre otros aspectos, si la obra pública efectuada corresponde a la necesidad social que provocó su
ejecución, si se hizo de conformidad con planes y proyectos aprobados, si la empresa contratista a quién se
adjudicó la obra cuenta con la capacidad técnica y los recursos para cumplir con el compromiso contraído, si
se cumplió con la legislación aplicable en materia de contratación de la obra y adquisición de materiales e
insumos, si se aplicaron éstos en la calidad y volúmenes especificados y requeridos, si el avance y conclusión
se dio de acuerdo con los tiempos acordados, si la administración y entrega de recursos fue congruente con el
avance físico, si se cubrieron los requisitos que garantizan el adecuado uso de los recursos ministrados; si fue
entregada a satisfacción de la autoridad contratante y/ o comunidad beneficiada con la obra.
La auditoría de obras adquiere gran relevancia merced a que la obra pública es un rubro dentro de los
egresos de la administración publica a la que se le asigna una gran cantidad de recursos.
Auditoría de legalidad. También llamada de cumplimiento por algunos órganos que ejercen auditoria
gubernamental tiene como finalidad revisar si la dependencia o entidad observo en el desarrollo de sus
responsabilidades, funciones y actividades el cumplimiento de las disposiciones legales que le sean aplicables
(leyes, decretos, acuerdos, circulantes, normatividad, etcétera).
Por su contexto.
Auditoría integral. Cuando en una misma asignación de auditoría concurran los seis tipos de auditoria recién
descritos (financiera, operacional, administrativa, de resultados de programas, de obra y de legalidad, se le
denominara auditoria integral.
Por su aplicación.
Las auditorias podrán realizarse a diferentes niveles, en atención al objetivo u objetos que se persiguen con la
revisión, pudiendo practicarse auditorias a unidades, programas o actividades.
Auditoria a unidades. Se entenderá por auditoria aquellas áreas que tienen asignado un programa o conjunto
de programas encaminado al logro de determinados objetivos y metas de la dependencia o entidad. Las
unidades, de acuerdo con el tipo de actividad que realizan, se clasifican en:
Unidades sustantivas. Aquellas que realizan funciones tendientes lograr en forma específica los objetivos
para los cuales fue creada la dependencia o entidad.
Unidades adjetivas o de apoyo administrativo. Aquellas que realizan funciones de tipo administrativo para
apoyar los objetivos de las unidades sustantivas.
Las unidades podrán ser una dirección general, una dirección de área, una subdirección, un departamento,
etc. En el caso de que las unidades tengan asignados dos o mas programas, el alcance de la revisión
comprenderá la totalidad de los programas bajo la responsabilidad de la unidad sujeta a auditoria.
Auditorias a programas. El siguiente nivel de la clasificación de la auditoria gubernamental por su aplicación
es el de la auditoria a programas, que comprende la revisión del conjunto de funciones y actividades que
integran un programa especifico asignado a una o varias unidades. En este caso se revisara aquel programa,
subprograma, proyecto, etc. Que este establecido en la estructura programática del presupuesto,
excluyéndose los otros que pudieran estar bajo la responsabilidad de la misma unidad.
Auditoria de actividades. El alcance que comprende este nivel de auditoria esta circunscritos a la revisión de
aquellos aspectos que se identifiquen con el objetivo especifico a examinar y que sean diferentes a unidad o
programas; por ejemplo, en el sistema descentralizado de pagos se encuentra que su funcionamiento
intervienen varias unidades que, en determinados aspectos, tiene injerencia en el pago de remuneraciones al
personal de recursos humanos, contabilidad, presupuestos, computo, etcétera).
Auditoria interna
Antecedentes históricos
El origen de la auditoria interna se ubica durante el advenimiento de la actividad industrial y comercial, cuando
los productores o comerciante se enfrentaron a la realidad de no poder abarcar personalmente todos los
aspectos de sus procesos productivos o comerciales y tuvieron que contratar o allegarse de personas
capacitadas y de su confianza para que actuaran en su representación o en su nombre. En este proceso de
delegación, el productor o comerciante ideó mecanismos para supervisar, vigilar y controlar a sus empleados.
Éstas son las primeras acciones de auditoría interna ejercidas por el propio dueño de la empresa, y se pueden
considerar como actividades básicas y elementales según su concepto de administración.
Con el tiempo, las operaciones en los negocios comenzaron a crecer en volumen y complejidad, fenómeno
que se acentuó a raíz del surgimiento de la Revolución Industrial y dio como resultado que ya no fuera
practico para el dueño o administrador revisar personalmente las operaciones para comprobar que se
estuvieran llevando a cabo satisfactoriamente y con un alto grado de efectividad. Lo anterior hizo evidente la
necesidad de crear un nuevo sistema de supervisión para que el dueño o administrador extendiera su control
y vigilancia a través de la ayuda que éste le podía proporcionar. Dicho sistema consistió en asignar a una o
más personas de la organización la tarea y responsabilidad directa de revisar e informar acerca de los
siguientes cuestionamientos: ¿Se están respetando los procedimientos establecidos? ¿Están adecuadamente
salvaguardados los activos? ¿Trabaja el personal a un buen nivel de eficiencia? ¿Son efectivas las políticas
en vigor, a la luz de las condiciones cambiantes? Es así como la auditoría interna se inicia de manera formal,
con un sentido u orientación específico.
La primera etapa de la naciente función de la auditoría interna se ocupó primordialmente de la verificación
detallada de los registros contables, la protección de los activos y el descubrimiento y prevención de fraudes.
Se veía al auditor interno como un revisor de cuentas o como un policía administrativo de criterio estrecho e
inquisidor.
Una segunda etapa en la evolución de la auditoría interna surge como consecuencia de la creación de la
Comisión para la Vigilancia del Intercambio de Valores (SEC) en Estados Unidos en el año 1934, órgano
regulador que requiere una plena confiabilidad en la información financiera emitida por empresas que tienen
colocadas acciones entre el gran público inversionista.
Para llegar a niveles de excelencia en la confiabilidad referida fue necesario reforzar los controles
contables, mejorar los sistemas contables y de reporte, vigilar el estricto cumplimiento de los nacientes
requerimientos instaurados por la SEC y coadyuvar con los auditores externos independientes en tales
propósitos. En esta nueva dimensión administrativa se dio plena participación al auditor interno, al facultarlo
para prestar el apoyo profesional que desde entonces viene dando a la administración.
Una tercera etapa nace con la creación del Instituto de Auditores Internos (IIA) en Estados Unidos en el
año 1941, instituto que al agrupar a los auditores internos permite el desarrollo de la profesión de manera
armónica y ordenada, y la emisión de pronunciamientos normativos que regulan su ejercicio; en suma, la
institucionalización de la auditoría interna vista y reconocida por la sociedad en su conjunto.
La cuarta y última etapa, aún vigente, surge con el advenimiento de dos nuevos tipos de auditoría: la
administrativa y la operacional, practicadas por auditores internos dependientes de una organización,
auditorías que al complementarse con la financiera, cierran el amplio ciclo de servicios a la administración.
Generalidades
Cuando la auditoria es efectuada por auditores que dependen, o son empleados, de la misma organización en
que se practica, se dice que es interna. Los propósitos para realizar esta auditoria son internos o de servicio
para la misma organización. La auditoria interna abarca los tipos de auditoria administrativa, operacional y
financiera.
La mejor forma de abordar el tema de la auditoria interna es recurrir a los pronunciamientos emitidos al
respecto por el Instituto de Auditores Internos con sede de Estados Unidos, institución que ha logrado
mayores avances en esta materia. Es de señalar que en 1984 se constituyo en México el Instituto Mexicano
de Auditores Internos, organización que, al igual que otras muchas similares en diferentes países del mundo,
esta afiliada al Instituto de Auditores Internos y que ha adaptado o adoptado los lineamientos de este para la
práctica de la auditoria interna. Obviamente esta afiliación deriva en el uso y aceptación voluntaria de los
pronunciamientos que son aplicables en su propia esfera de influencia, pero también en la aportación de
corrientes que tiendan a uniformar los criterios para el ejercicio de esta disciplina a nivel internacional.
Naturaleza
La auditoria interna es una actividad independiente de consulta, establecida para asegurar el cumplimiento de
los objetivos de la organización, designada para agregarle el valor y mejorar sus operaciones al
proporcionarle un enfoque sistemático y disciplinado para robustecer la eficiencia en el manejo de riesgos, en
el control y en el proceso administrativo.
Objetivo y alcance
18
La auditoria interna es una función independiente de evaluación, establecida dentro de una organización, para
examinar y evaluar sus actividades como un servicio a la misma organización. El objetivo de la auditoria
interna consiste en apoyar a los miembros de la organización en el desempeño efectivo de sus
responsabilidades. Para ello la auditoria interna les proporciona el análisis, evaluaciones, recomendaciones,
asesoría e información concerniente a las actividades revisadas. Otro objetivo de la auditoria interna es la
promoción de control efectivo a un costo razonable. Los miembros de la organización a quienes asiste la
auditoria interna incluye tanto a los directivos como al consejo de administración.
El alcance de la auditoria interna debe abarcar el examen y evaluación de la adecuación y eficiencia del
sistema del control interno de la organización y la calidad de ejecución en el desempeño de las
responsabilidades asignadas,
Responsabilidad y autoridad
El departamento de auditoria interna es una parte integrante de la organización y funciona bajo las políticas
establecidas por la dirección general y el consejo de administración. El propósito, autoridad y responsabilidad
del departamento de auditoría interna debe ser definido por escrito en un documento formal (Manual de
auditoría interna). El director de auditoria interna deberá contener la aprobación del manual por parte del
director general, así como la aceptación del consejo de administración. El manual debe dejar perfectamente
claros los propósitos del departamento de auditoria interna, especificar el ilimitado alcance de su trabajo y
precisar que los auditores no tienen ninguna autoridad o responsabilidad sobre las actividades que auditen.
En todas partes del mundo la auditoria interna se lleva a cabo en diversos ambientes y dentro de
organizaciones que pueden variar en propósito tamaño y estructura. En adición las leyes y costumbres de
diversos países varían uno y otro. Estas diferencias pueden afectar la práctica de la auditoría interna en cada
medio o ambiente. La implementación de los Estándares para la práctica profesional de la auditoria interna, en
consecuencia, habrá de adaptarse al medio o ambiente en el cual el departamento de auditoria interna llevará
a cabo las responsabilidades que se le hayan asignado. El cumplimiento con los conceptos enunciados y
estándares mencionados es esencial ante las responsabilidades a que se pueden enfrentar los auditores
internos. Según lo establecido en el Código de Ética, los miembros del Instituto de Auditores Internos y los
auditores internos habrán de adoptar los mecanismos que sean necesarios para cumplir con los estándares
citados.
Independencia
Los auditores internos deben ser independientes de las actividades que auditan, y esto solo ocurre cuando
llevan a cabo su trabajo de libertad y objetividad. La independencia permite a los auditores internos ser
imparciales y emitir juicios imparciales, lo que es esencial en la conducta de los auditores. La independencia
se logra a través de la posición en la organización y la objetividad.
La posición organizacional del departamento de auditoria interna debe ser relevante para asegurar el
cumplimiento de las responsabilidades de auditoría que se le asignan. El director del departamento de
auditoria interna es responsable, en lo individual, ante la organización; y habrá de ser investido con autoridad
suficiente para promover la independencia del departamento y con el fin de asegurar un amplio margen de
cobertura de auditoría, y para que sean aceptados de manera adecuada los informes de auditoria y se
adopten las acciones apropiadas con base en las recomendaciones de auditoría.
La objetividad es una actitud mental que deben de mantener los auditores internos durante el desarrollo
de sus trabajos de auditoria. Los auditores internos no deberán subordinar sus juicios en materia de auditoría
a los de otros. El diseñar, instalar y operar sistemas no son funciones de auditoría como tampoco lo es
establecer procedimientos para sistemas. Si el auditor realiza tales actividades, se presume, pierde objetividad
al evaluar los resultados de la auditoría.
Auditoria Integral
Antecedentes históricos
El antecedente mas estructurado del origen de la auditoria integral se remota a la década de los setenta en el
Estado Federal de Canadá, al percatarse los miembros del parlamento de ese país, de que el gobierno federal
y algunas provincias no presentaban resultados de tipo administrativo, operativo, de gestión o de desempeño,
entre otros, en su rendición de cuentas; ya que preparaban y presentaban estas con un enfoque
19
eminentemente financiero, lo que daba como resultado que la Auditoria General de Canadá (entidad de
fiscalización superior dependiente del parlamento canadiense) practicara sus revisiones siguiendo ese mismo
enfoque.
Ante esta situación, el parlamento referido exigió a los gobiernos federales y de sus provincias mayor
información para el mejor cumplimiento de su responsabilidad de rendir cuentas; y a su auditor general le
instruyo que aplicara una más amplia cobertura al alcance de sus revisiones. Pero ese nuevo enfoque de
fiscalización no se podía cumplir de acuerdo con la costumbre y practicas seguidas hasta entonces. Era pues
necesario incluir, en apoyo de las revisiones, a otras disciplinas, como derecho, economía, administración,
ingeniería, procesamiento electrónico de datos, medicina, biología, ecología, etc.; y, consecuentemente
evolucionar las prácticas y tecnología de la auditoria para ampliar su enfoque y alcance hasta el nivel
requerido.
El cambio se produjo en 1978 con el desarrollo y puesta en practica en ese país de un nuevo tipo de
auditoria denominado auditoria comprensiva (comprehensive auditing), que incluye la participación de las
disciplinas que sean necesarias para efectuar revisiones o auditorias con un alcance integral.
La filosofía de la auditoria comprensiva, denominada auditoria integral con fines prácticos y de mejor
entendimiento, paulatinamente ha sido adoptada y adaptada en otros países en donde se han probado y
comprobado los grandes beneficios que aporta.
En México la auditoria integral se comienza a aplicar de manera formal a partir del año 1989 por la
entonces Secretaria de la Contraloría General de la Federación (SECOGEF), la que conformo un grupo
multidisciplinario de estudio que definió el propósito del tipo de auditoria en tratamiento en los siguientes
términos. “El propósito de la auditoria integral es la evaluación del grado y forma de cumplimiento del objetivo
social de una entidad o programa”, y amplia: “Para el logro de tal propósito la auditoria integral evalúa:
1.- El grado en que los recursos financieros, físicos y humanos son administrados con economía,
eficiencia y eficacia.
2.- Si la obligación de rendir cuentas es razonablemente cumplida.
3.- si se han acatado las disposiciones legales y reglamentarias aplicables.
4.- si se efectúa el seguimiento de la medidas y acciones implantadas para mejorar la gestión de la
entidad “.
En ese mismo año la SECOGEF, tomando en cuenta lo determinado por el grupo multidisciplinario antes
referido, emitió un documento denominado términos, alcances, normas y técnicas generales de la auditoria
integral. Esa corriente técnica ha sido continuada por la actual Secretaria de la función Pública, y adoptada
por la Auditoria Superior de la Federación, la cual ha extendido su aplicación hacia otras instancias de
gobierno, incluyendo estatales y municipales. Obviamente ha sido asimilada también en el sector privado y
adaptada a diversas disciplinas profesionales.
Finalmente, la consolidación de la auditoria integral en México se produce el 13 de septiembre de 1994,
fecha en que la Academia Mexicana de auditoria Integral se constituye como asociación civil, la cual tiene,
entre otros fines, el realizar investigación tendiente a desarrollar la auditoria integral en México, con el
propósito de lograr su difusión y posicionamiento definitivo en los sectores privado, publico, social, legislativo y
académico investigador.
Objetivo.
Revisión de los aspectos administrativos, operacionales y contable-financieros de la entidad sujeta a revisión
en una misma asignación de auditoria.
En apartados anteriores se hizo una clara distinción de los objetivos, enfoques y alcance de los diversos tipos
de auditoria tratados hasta el momento: administrativa: operacional y financiera. ¿Por qué ahora se reúnen en
una misma filosofía de ejecución en un contexto integral?
Desde el punto de vista doctrinal y máxime si las corrientes de cada uno de los tipos de auditorias tratadas se
expusieron con un enfoque preponderadamente académico, si es posible enmarcar a cada auditoria dentro de
un ámbito claro y especifico de influencia que situé al lector en la esencia de su aplicación y en lo que puede
esperar de cada una de ellas. sin embargo, una cosa es la especificad de sus objetivos, y otra es la practica
con los propios objetivos o metas que se proponga el auditorio. en otra palabras, lo que se pretende con la
auditoria integral es que el auditor, con base en los conocimientos adquiridos en los otros tipos de auditoria,
aplique en su revisión un enfoque integral(revisión de aspectos administrativos, operacionales y
financieros)con un solo interés: obtener resultados mas amplios y ambicioso en beneficio de la entidad para la
que presta sus servicios.
Cabe hacer la declaración que un enfoque de auditoria interna integral se aplica preponderadamente por
profesionales de la auditoria que depende, laboralmente hablando, de la organización en donde la practicaran.
No podría ser realizada por un auditor de estados financieros (contador público externo), ya que el objetivo de
la intervención de este es claro y definido: emitir un dictamen, y no debe apartarse de ello o intervenir en otras
actividades o revisiones para las que no fue contratado.
Primero. Todo buen auditor interno(que tiene relación laboral directa con la entidad a la que presta sus
servicios) sabe que el pilar mas solidó en que se sustenta su actuación, y que debe ser vigilado por el, es el
control interno, el cual se puede definir en los siguientes términos: El control interno comprende el plan de
organización y todos los métodos y procedimientos que en forma coordinada son adoptados por una entidad
para salvaguardar sus activos, verificar la razonabilidad y confiabilidad de su información financiera y la
complementaria administrativa y operacional , promover eficiencia operativa y estimular la adhesión a las
20
políticas prescritas por la administración.de esta definición se desprenden cuatro objetivos básicos del control
interno, mismos que se relacionan con los siguientes tipos de auditoria, en el entendido de que para efectos
del análisis que se esta efectuando no llevan la misma secuencia de la definición apuntada:
La corriente más moderna en materia de control interno dice que este se divide en dos grandes áreas: control
contable-financiero y control administrativo.
La conjunción de ambas da lugar al sistema integral de control interno. Pues bien, este ”sistema” es uno e
indivisible, lo cual significa que en la verificación de la observancia de sus objetivos se deben cubrir los cuatro
en forma conjunta, ya que si no se hiciera así, se estaría realizando una revisión “parcial” del control interno y ,
por lo tanto, faltando al principio básico de vigilar por el sistema en su conjunto.
Segundo. Existen ciertas bases de estudio, análisis y conocimiento que el auditor interno debe tener de la
entidad a auditar; es decir, debe recorrer el mismo camino para identificarse con la entidad, así como para
conocer la función sujeta a auditoria y las condiciones ideales (administrativas, operacionales y financieras)
que deben prevalecer y que le servirán de base para efectuar sus comparaciones y llegar a conclusiones.
Lo anterior lleva a la siguiente reflexión. Si el auditor interno tiene que identificarse con la identidad, conocer la
función que va a estudiar y las condiciones ideales que deben prevalecer en ellas,¿no vale la pena que revise
simultáneamente los aspectos administrativos, operacionales y contable-financieros de esta? ¿Acaso su
carácter y responsabilidad profesional no le obligan a rendir un mejor servicio a la entidad que le paga por
ello?
Tercero. No existe una frontera perfecta definida que indiquen una revisión de auditoria interna donde inicia
y donde termina la auditoria administrativa, la operacional y la financiera. Póngase por caso la revisión de los
procedimientos (el primer problema que se encontrara es que algunos los llamen procedimientos de operación
y otros procedimientos administrativos).
Un procedimiento (como parte integrante de un sistema) es operativo por su lógica de acción, pero también
esta encuadrado dentro de disposiciones y políticas administrativas y , obviamente, resguardado por medidas
elementales de protección de activos (una de las mas importantes es que se encuentren registrados en la
actualidad).
Ahora bien,¿El auditor interno operacional buscara únicamente la eficiencia de operación y hará caso omiso
de las disposiciones y políticas administrativas, así como de las medidas adoptadas para la protección de
activos?¿El auditor interno administrativo solo evaluara y sancionara las disposiciones y políticas
administrativas y pasara por alto verificar lo promociona de eficiencia de operación y las medidas
adoptadas(por contabilidad) para proteger los activos?. por ultimo,
¿el auditor interno financiero se concretara en verificar las corrección y se olvidara de promover la eficiencia
de operación y de evaluar y asegurar la adhesión a las políticas prescritas por la administración?
Y usted, lector, ¿qué haría?,¿efectuaría su revisión en forma aislada e independiente por cada área, o la
haría de manera integral?
Cuarto. Los resultados de operación de una entidad se deben a consignar en los estados financieros. Una de
las fases de revisión de la auditoria financiera implica la revisión de las “transacciones” u “operaciones” (las
que generan ingresos y costos y gastos) que son registradas en las cuentas llamadas de resultados. pero,
para “operar” , se debió contar con políticas o disposiciones administrativas que normaron esas operaciones.
Como ejemplo considere las políticas de compra de materiales y suministros, los planes y los programas de
producción, las políticas de precios de venta, las políticas de crédito, etcétera.
En síntesis, para auditar resultados de operación (consignados en estados financieros) se deben revisar las
operaciones que los produjeron, y las disposiciones administrativas con base en las cuales se opero. Para
revisar aspectos operacionales se debe recurrir a las operaciones con loas que se puedan clasificar que tan
efectivas han sido aquellas, además de analizarlas en su conjunto en los estados financieros.
Quinto. Un problema indeseable común entre los auditores internos (llamase administrativos, operacionales o
financieros) es que desarrollan su trabajo para su propia satisfacción, por lo que aplican sus técnicas en
función de su propia formación y trascendencia profesional. Por ejemplo, cuando una autoridad, con
facultades para ello, ordena una auditoria, un licenciado en administración pensara se inmediato en una
auditoria administrativa, un contador publico conservador elegirá hacer un trabajo de auditoria financiera, en
tanto que, un novel contador publico pensara, simple y llanamente, en efectuar una auditoria operacional.
Sin embargo, algo que ningún profesional debe olvidar es que la autoridad que ordeno a su grupo interno de
auditoria hacer una auditoria, lo que menos le va importar es como se llama esta, pues lo que sedea es saber
esta sucediendo en determinada área de su organización, y cuando mas integral y completo sea el enfoque
21
de revisión de su auditor será mejor. Tampoco le interesara saber si se aplicaron enfoques de auditoria
administrativa, opcional o financiera, ya que a el solo le interesan los resultados.
Cororario. Como quedo asentado al inicio del presente apartado, conceptual, académica y doctrinalmente
hablado sise puede y se debe identificar cada tipo de auditoria, pero en la practica se puede conjugar los
objetivos de cada una de ellas para dar un servicio mas completo y profesional.
La auditoria interna integral debe tener un enfoque primario con revisión de aspectos complementarios; por
ejemplo: auditoria operacional de la función de cuentas por cobrar que cubra, complementariamente, los
aspectos financieros-contables y los administrativos de esa misma función. La auditoria integral infiere la
filosofía de un mayor servicio y calidad del mismo, que debe imperar en un auditor que depende en forma
interna de una entidad.
Bibliografía:
Santillana Gonzalez Juan Ramón,Auditoría Fundamentos , Ed. Thomson, México, Febrero, 2004.