05001-23!31!000-2007-00139-01 (38222) Su Consejo Estado Lesiones Personales Daño A La Salud Baremos
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05001-23!31!000-2007-00139-01 (38222) Su Consejo Estado Lesiones Personales Daño A La Salud Baremos
Se advierte que el presente asunto cuenta con prelación de fallo por tratarse de un
proceso en el que se improbó la conciliación prejudicial a la que llegaron las
partes, razón por la cual, de conformidad con lo dispuesto en el acta número 21
del 15 de octubre de 2008, de la Sección Tercera, se procedió a decidir la
controversia según los criterios fijados por la Sala en esa ocasión.
Se encuentra probado que Fabián Andrés Mejía Arias, para el momento de los
hechos, estaba vinculado con las Fuerzas Militares, concretamente con el Ejército
Nacional en la condición de soldado regular o conscripto. Está de igual manera
acreditado el daño antijurídico padecido por los demandantes, en cuanto que las
lesiones e incapacidad padecida por Fabián Andrés Mejía Arias, representa para
ellos una afectación a diferentes bienes jurídicos, que no están en la obligación de
soportar.
Es del caso dejar clara la distinción entre los soldados que prestan el servicio
militar obligatorio o conscriptos, -que a su vez pueden diferenciarse entre soldados
regulares, soldados bachilleres, auxiliares de policía bachilleres o soldados
campesinos- y los voluntarios o profesionales. Respecto de los primeros, la
prestación obligatoria del servicio militar, la impone el artículo 216 de la
Constitución Política, por cuanto dispone que todos los colombianos están
obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan para
defender la independencia nacional y las instituciones públicas, sin que exista
ninguna vinculación laboral, por lo que se ven en la obligación de soportar una
carga o deber público de responsabilidad social que se conserva entre la sociedad
civil y el Estado, sin que deba verse per se como una vulneración de los derechos
de los conscriptos. (…). El legislador en uso de las facultades concedidas por la
Constitución Política al reglamentar el servicio militar, en el artículo 3 de la ley 48
de 1993, que gobierna el servicio de Reclutamiento y Movilización, dispuso la
obligatoriedad del mismo, al señalar que todos los colombianos están obligados a
tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan, para defender la
independencia nacional y las instituciones públicas, con las prerrogativas y las
exenciones que establece dicha Ley. Y, en el artículo 10, impuso la obligación de
definir la situación militar, al establecer que todo varón colombiano está obligado a
definir su situación militar a partir de la fecha en que cumpla su mayoría de edad,
a excepción de los estudiantes de bachillerato, quienes lo harán cuando obtengan
su título de bachiller. El artículo 13 de la misma normativa, señaló y perfiló las
modalidades de prestación del servicio militar (…) En el mismo sentido, el Decreto
2048 de 1993, por el cual se reglamenta la mencionada ley 48 de 1993, en su
artículo 8, dispuso: “Artículo 8. El servicio militar obligatorio podrá prestarse en el
Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía Nacional, en las siguientes formas
y modalidades. a) Como soldado regular, de 18 a 24 meses; b) Como soldado
bachiller, durante 12 meses; c) Como auxiliar de policía bachiller, durante 12
meses; d) Como soldado campesino, de 12 hasta 18 meses, la calidad de
campesino la determinará el Comandante de la Unidad Táctica correspondiente.”
FUENTE FORMAL: CONSTITUCION POLITICA - ARTICULO 216 / LEY 48 DE
1993 - ARTICULO 3 / LEY 48 DE 1993 - ARTÍCULO 13 / DECRETO 2048 DE
1993 - ARTICULO 8
Resulta oportuno señalar que no todo daño causado a un soldado que presta el
servicio militar obligatorio es imputable de manera automática al Estado; por el
contrario, sólo lo serán aquellos que sean atribuibles a la administración pública en
el plano fáctico y jurídico. En consecuencia, habrá que reparar las lesiones
antijurídicas que sean atribuibles en el plano fáctico a la prestación del servicio
militar –porque se derivan de su prestación directa o indirecta– y se puede
constatar la existencia de un título jurídico de imputación que le brinda fundamento
a la responsabilidad. Entonces, si opera una causa extraña o si la parte
demandante no logra establecer la relación fáctica (imputación) entre el daño y el
servicio militar obligatorio, la responsabilidad se enerva y, por lo tanto, habrá lugar
a absolver a la entidad demandada en esos eventos. Ahora bien, en el caso
concreto se estableció que la lesión sufrida por Fabián Andrés fue ocasionada
durante un patrullaje, resulta incuestionable que el daño antijurídico tiene su
génesis material en la prestación del servicio militar obligatorio, además esa
afectación no fue producto de una falla del servicio, ni provino de la concreción de
un riesgo excepcional, razón por la cual el fundamento jurídico se encuentra en la
connotación de especial y anormal que padece el joven que estaba compelido a la
prestación de un servicio público como lo es la protección de la organización
estatal.
Es claro que para efectuar el análisis del perjuicio, se debe abordar el estudio de
lo que se conoce como la “tipología del perjuicio”, esto es, el examen, valoración y
fijación de los estándares de indemnización que pueden ser objeto de
reconocimiento, lo que se hace a partir de la respuesta a los siguientes
interrogantes: i) ¿Qué se indemniza?, ii) ¿Cuál es el criterio para determinar la
necesidad de reconocimiento de un perjuicio indemnizable?, iii) ¿Se indemniza el
perjuicio por sí mismo, o las consecuencias apreciables que él produce (internas o
externas), siempre y cuando sean valorables?, iv) ¿Cuál orientación tiene el
ordenamiento jurídico Colombiano en relación con la reparación del perjuicio; se
indemnizan las consecuencias del daño o se reparan las afectaciones a los
diferentes bienes o intereses jurídicos? Como se observa, existe toda una serie
de cuestionamientos que el juez debe formularse, con el fin de establecer una
posición en la materia, lo que implica, a todas luces, un ejercicio hermenéutico e
interpretativo a partir del análisis de las normas constitucionales que regulan la
responsabilidad patrimonial del Estado, para con fundamento en ello, arribar a las
conclusiones que consulten los parámetros efectivos de justicia material, en lo que
concierne a la reparación integral.
Esa doble connotación del daño fisiológico, a la vida de relación o alteración a las
condiciones de existencia –entendiéndolos como perjuicios de índole idéntica o
similar, tal y como lo ha venido haciendo la jurisprudencia vernácula–, ha limitado
la posibilidad de valorar el daño en términos de objetividad material –es decir, a
partir de criterios reales, uniformes y verificables–. En consecuencia, esa
naturaleza bifronte, ha desencadenado que, teóricamente, se haya aceptado esos
planteamientos como un progreso jurisprudencial que permite no sólo indemnizar
la integridad psicofísica del sujeto (daño corporal), sino también otros bienes
jurídicos como su honra, el buen nombre, la tranquilidad, etc. No obstante lo
anterior, esa doble condición del daño a la vida de relación o alteración a las
condiciones de existencia, ha generado algunos inconvenientes que se pretenden
aclarar con los contenidos desarrollados y expuestos en esta providencia.
CONSEJO DE ESTADO
SECCION TERCERA
I. ANTECEDENTES
1. Demanda y trámite de primera instancia
1.1. En escrito presentado el 23 de enero de 2007, José Darío Mejía Herrera quien
actúa en nombre propio y en representación de sus hijos menores: Diana Yiseth y
Juan David Mejía Arias; María Pastora Arias, Rubén Darío Mejía Arias y Fabián
Andrés Mejía Arias solicitaron, por intermedio de apoderado judicial, que se
declare a la Nación - Ministerio de Defensa - Ejército Nacional, patrimonialmente
responsable de los perjuicios que les fueron ocasionados con motivo de las
lesiones padecidas por su hijo, hermano y nieto, Fabián Andrés Mejía Arias el 10
de octubre de 2006 (fls. 7 a 22 cdno. ppal.).
1.1.1. Fabián Andrés Mejía Arias fue incorporado al Ejército Nacional como
soldado regular el 21 de febrero de 2006.
Al final del vacío el soldado fue detenido por un pedrusco sobre el que aterrizó
sentado lo que implicó que su columna vertebral recibiera un fuerte impacto, así
como sus miembros inferiores, razón por la que fue necesario extraerlo con el
empleo de sogas.
1.1.4. El accidente sufrido por el soldado Mejía Arias en ningún momento puede
ser imputado a una falta de pericia o negligencia de su parte, como quiera que se
le obligó a transitar por terrenos montañosos y por trochas rodeadas de humedad.
1.1.5. Fabián Andrés Mejía Arias quedó afectado con una lesión de por vida como
es el dolor frecuente en la columna y la rodilla derecha, lo que afecta su actividad
motriz.
1.3. La institución demanda se opuso a las súplicas del libelo demandatorio, en los
siguientes términos (fls. 29 a 37 cdno. ppal.):
1.4. Corrido el traslado para alegar de conclusión, intervinieron las partes para
reiterar los argumentos expuestos en el libelo petitorio y en la contestación,
respectivamente (fls. 186 a 199 y 200 a 203 cdno. ppal.).
Las partes la recurrieron en apelación la providencia (fls. 227 y 228 cdno. ppal. 2ª
instancia); el 30 de octubre de 2009, fueron concedidas las impugnaciones por el
Tribunal de primera instancia (fl. 230 cdno. ppal. 2ª instancia), y el recuso fue
admitido por esta Corporación en auto del 19 de abril de 2010 (fl. 256 cdno. ppal.
2ª instancia).
3.2.1. Las lesiones padecidas por Fabián Andrés Mejía Arias se presentaron en el
servicio y fueron atendidas de acuerdo a las normas establecidas en el Decreto
1796 de 2000, siendo otorgadas las indemnizaciones correspondientes.
3.2.2. La actuación del personal de la entidad demandada fue acorde con las
normas legales.
4.2. En el presente caso, es claro que la víctima sufrió a más de un daño moral
una alteración a las condiciones de existencia, que en la demanda se deprecan
como “perjuicio a la vida de relación”, el cual rebasa la esfera interna del individuo
y se sitúa en su vida exterior.
En el caso concreto Fabián Andrés Mejía Arias quedó parapléjico, con falta de
control de esfínteres, del órgano de la excreción urinaria y de la reproducción,
limitado para realizar actividades como hacer deportes, bailar, entre otras, y
perturbado síquicamente de forma permanente en ciertas áreas de la vida de
relación con el mundo circundante.
Sin que exista causal alguna de nulidad que invalide lo actuado, procede la Sala a
resolver el asunto sometido a consideración, que se conoce en virtud del recurso
de apelación interpuesto por el demandado, a través del siguiente orden
conceptual: 1) competencia; 2) hechos probados, 3) caso concreto, 4)
reliquidación de perjuicios, y 5) costas.
1. Competencia
De otro lado, se advierte que el presente asunto cuenta con prelación de fallo por
tratarse de un proceso en el que se improbó la conciliación prejudicial a la que
llegaron las partes, razón por la cual, de conformidad con lo dispuesto en el acta
número 21 del 15 de octubre de 2008, de la Sección Tercera, se procedió a decidir
la controversia según los criterios fijados por la Sala en esa ocasión.
“INVALIDEZ
“NO APTO - PARA ACTIVIDAD MILITAR.
2.2. Copia auténtica del informativo por lesiones suscrito por el Teniente Coronel
José Mauricio Gutiérrez Sánchez, en el cual se precisó:
2.3. Informe médico legal del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, del
5 de noviembre de 2008, en el que se consignó:
2.5. Copia auténtica de los registros civiles de nacimiento de: i) Rubén Darío, Juan
David, Diana Yicet y Fabián Andrés Mejía Arias, en los que consta que son hijos
de Alba Lucía Arias y José Darío Mejía Herrera (fls. 3 a 6 cdno. ppal.).
3. Caso concreto
Se encuentra probado que Fabián Andrés Mejía Arias, para el momento de los
hechos, estaba vinculado con las Fuerzas Militares, concretamente con el Ejército
Nacional en la condición de soldado regular o conscripto.
Ahora bien, constada la existencia del daño antijurídico, la Sala aborda el análisis
de imputación dirigido a establecer si el mismo deviene en atribuible a la
administración pública o, si por el contrario, tal y como lo puntualizó el a quo, este
se originó en una fuerza mayor o un caso fortuito.
Es del caso dejar clara la distinción entre los soldados que prestan el servicio
militar obligatorio o conscriptos, -que a su vez pueden diferenciarse entre soldados
regulares, soldados bachilleres, auxiliares de policía bachilleres o soldados
campesinos- y los voluntarios o profesionales.
2
“Sabemos ya que el perjuicio que da origen a la responsabilidad es el injusto, el cualificado por la
nota de la antijuricidad, y sabemos también que esta antijuricidad hay que buscarla en el hecho en
sí mismo, no en la conducta que lo causa… el derecho es operativo tan solo dentro de ciertos
límites, límites que se derivan de los costes sociales inherentes a la aplicación de los instrumentos
jurídicos. De esta reflexión se deduce que, aun existiendo perjuicios reales que se alejan del ideal
de justicia, algunos de ellos pueden no ser reparables dentro del sistema de Derecho que
conocemos y, por lo tanto, no resultan antijurídicos en el sentido técnico del término… la
antijuricidad de los daños posee unos límites, límites que lo son también de la operatividad del
sistema jurídico y de los que, para cerrar este tema, recordaremos la formulación realizada por
Villar Palasí: son, por un lado, las actuaciones de la Administración encaminadas a la creación de
las condiciones sustanciales de vida colectiva (manifestadas a través del ejercicio de las potestades
organizatorias de la vida común) [y, se agregaría, enmarcadas dentro de los límites fijados por el
ordenamiento jurídico mismo, y por la protección de los derechos humanos, especialmente los
fundamentales] y, por otro lado, aquellos perjuicios que, por el número de los afectados o por su
cuantía, implicarían una indemnización incompatible con el mantenimiento de la economía de un
país… el Tribunal Supremo ha acuñado la expresión “título legítimo que ampara la carga”, para
referirse al elemento capaz de eliminar la antijuricidad del daño o perjuicio, que para así a la
genérica categoría de “cargas”, perdiendo toda virtualidad indemnizatoria.” DE LA CUÉTARA, Juan
Miguel “La actividad de la administración”, Ed. Tecnos, Madrid, Pág. 574 y 575.
Al respecto, la Corte Constitucional, dispuso 3:
“En los términos expuestos, no debe perderse de vista que, así como se
han entendido los condicionamientos y restricciones que imponen los
derechos de los demás y el orden jurídico -por lo cual tienen alcances y
contenidos relativos-, también los deberes, las obligaciones y las cargas
que impone la vida en sociedad deben cumplirse en términos razonables
y proporcionales a los propósitos que les sirven de fundamento.
“Bajo tal perspectiva, el servicio militar obliga, prima facie, a todos, a partir
de dos consideraciones. Una primera, se encuentra estrechamente
vinculada con los deberes constitucionales de los gobernados, dada la
imperiosa y constante necesidad que de él se tiene para la efectiva
defensa de la patria; y, en cuanto hace a la segunda, se justifica en el
ámbito de los derechos, por la elemental aplicación del principio de
igualdad ante la ley”.
3
Sentencia T-218/10 del 23 de marzo de 2010. C.P. Dr. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
“Artículo 13. Modalidades prestación de servicio militar obligatorio. El
Gobierno podrá establecer diferentes modalidades para atender la
obligación de la prestación del servicio militar obligatorio.
Continuarán rigiendo las modalidades actuales sobre la prestación del
servicio militar:
a. Como soldado regular, de 18 a 24 meses.
b. Como soldado bachiller, durante 12 meses.
c. Como auxiliar de policía bachiller, durante 12 meses.
d. Como soldado campesino, de 12 hasta 18 meses.”
4
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 30 de julio de 2008, exp. 18.725, M.P. Ruth
Stella Correa Palacio. Reiterada en sentencia del 15 de octubre de 2008, exp. 18586, M.P. Enrique
Gil Botero
5
En sentencia del 10 de agosto de 2005, exp: 16.205, la Sala al resolver la demanda instaurada
con el fin de obtener la indemnización de los perjuicios causados por las lesiones sufridos por un
soldado, quien en cumplimiento de la orden proferida por su superior jerárquico, de realizar un
registro de área en horas de la noche, al saltar un caño se cayó y golpeó contra una piedra,
consideró: “...la causación de los daños material, moral y a la vida de relación tienen sustento, en
este proceso, en el actuar de la Administración de sometimiento del soldado conscripto a una carga
mayor a la que estaba obligado a soportar, cuando en el cumplimiento de la misión conferida a él
por el Comandante del Escuadrón B de Contraguerrillas de registro del área general del Municipio
de Paz de Ariporo dentro del servicio y con ocasión de él, se tropezó cayendo contra la maleza,
lesionándose el ojo derecho”.
6
En sentencia de 28 de abril de 2005, exp. 15.445, dijo la Sala: “En el tema de la responsabilidad
patrimonial del Estado la jurisprudencia ha aplicado varios títulos jurídicos de imputación en
relación a los conscriptos. Generalmente se acude al de daño especial cuando el “daño” tiene su
causa en el rompimiento de la igualdad frente a las cargas públicas. Sin embargo cuando la causa
de los daños se origina en otro tipo de hechos, según estos debe aplicarse el de falla probada
cuando la irregularidad administrativa produjo el daño y el de riesgo cuando los conscriptos sufren
daños con causa y por razón del servicio que provienen o de la realización de actividades peligrosas
o de la utilización de artefactos que en su estructura son peligrosos...Ha partido de la regulación
legal especial contemplada para la Fuerza Pública y en especial para los conscriptos, y ha concluido
que cuando las pruebas son indicadoras de que los hechos ocurrieron por el riesgo a que fueron
expuestos los conscriptos no se requiere realizar valoración subjetiva de conducta del demandado;
que sólo es necesario demostrar: el ejercicio por parte del Estado de una actividad de riesgo en
desarrollo del servicio militar prestado -o por su destinación o por su estructura-; el daño
antijurídico; y el nexo de causalidad eficiente y determinante entre ese riesgo y el daño causado al
conscripto; y que el demandado sólo se exonera por causa extraña, es decir por el hecho exclusivo
del tercero o de la víctima y fuerza mayor”.
“...demostrada la existencia de un daño antijurídico causado a
quien presta el servicio militar, durante el mismo y en desarrollo
de actividades propias de él, puede concluirse que aquél es
imputable al Estado. En efecto, dado el carácter especial de esta
situación, por las circunstancias antes anotadas, es claro que
corresponde al Estado la protección de los obligados a prestar el
servicio militar y la asunción de todos los riesgos que se creen
como consecuencia de la realización de las diferentes tareas que
a ellos se asignen. No será imputable al Estado el daño causado
cuando éste haya ocurrido por fuerza mayor o por el hecho
exclusivo de un tercero o de la víctima, eventos cuya
demostración corresponderá a la parte demandada” 7.
Por lo tanto, a los demandantes les bastaba acreditar la existencia del daño, su
concreción durante la prestación del servicio militar obligatorio y a causa del
mismo, mientras que, desde el otro extremo, le correspondía a la entidad
demandada a efectos de exonerarse de responsabilidad, establecer la
configuración de una causa extraña que desvirtuara la imputación jurídica del daño
en cabeza del Ministerio de Defensa - Ejército Nacional, circunstancia que se echa
de menos en el proceso.
Así las cosas, el daño deviene imputable en el plano fáctico y jurídico a la entidad
demandada porque fue producido durante la prestación del servicio militar
obligatorio, durante una actividad u operativo militar y la lesión resquebraja la
igualdad frente a las cargas públicas, por lo que el daño reviste la connotación de
especial y anormal.
De otro lado, resulta oportuno señalar que no todo daño causado a un soldado
que presta el servicio militar obligatorio es imputable de manera automática al
Estado; por el contrario, sólo lo serán aquellos que sean atribuibles a la
administración pública en el plano fáctico y jurídico. En consecuencia, habrá que
reparar las lesiones antijurídicas que sean atribuibles en el plano fáctico a la
prestación del servicio militar –porque se derivan de su prestación directa o
indirecta– y se puede constatar la existencia de un título jurídico de imputación
que le brinda fundamento a la responsabilidad. Entonces, si opera una causa
extraña o si la parte demandante no logra establecer la relación fáctica
(imputación) entre el daño y el servicio militar obligatorio, la responsabilidad se
enerva y, por lo tanto, habrá lugar a absolver a la entidad demandada en esos
eventos.
Ahora bien, en el caso concreto se estableció que la lesión sufrida por Fabián
Andrés fue ocasionada durante un patrullaje, resulta incuestionable que el daño
antijurídico tiene su génesis material en la prestación del servicio militar
obligatorio, además esa afectación no fue producto de una falla del servicio, ni
provino de la concreción de un riesgo excepcional, razón por la cual el fundamento
jurídico se encuentra en la connotación de especial y anormal que padece el joven
que estaba compelido a la prestación de un servicio público como lo es la
protección de la organización estatal.
4. Reliquidación de perjuicios
Ipc (f)
Ra = Rh
Ipc (i)
107,2
Ra = Rh 05
61,41
En donde la renta histórica corresponde al valor reconocido por el a quo, el IPC
final al índice de precios al consumidor de abril de 2011 y el inicial al de agosto de
2009, fecha en que fue proferido el fallo de primera instancia.
Así las cosas, yerra el a quo al señalar que el daño a la vida de relación está
integrado por: i) el perjuicio fisiológico, ii) el daño a la vida de relación sexual, iii) el
daño a la vida de relación social, iv) el daño a la vida de relación familiar y v) el
daño estético.
9
Sobre la referida problemática, se pueden consultar los siguientes documentos: aclaración de voto
a la sentencia del 4 de junio de 2008, exp. 15.657, M.P. Myriam Guerrero de Escobar, aclaración de
voto a la sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003 – 385 M.P. Mauricio Fajardo Gómez, y
aclaración de voto a la sentencia de 1º de diciembre de 2008, exp. 17.744, M.P. Enrique Gil Botero.
10
Sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003 – 385 M.P. Mauricio Fajardo Gómez y
sentencia del 18 de octubre de 2007, exp. AG-029.
denominación del perjuicio, sin que puedan existir de manera autónoma. En otros
términos, pareciera que el criterio fijado en la jurisprudencia es a que el daño a la
vida de relación adopte un nuevo nombre, bajo el epígrafe de alteración a las
condiciones de existencia, circunstancia que no es precisa.
Definido lo anterior, es claro que para efectuar el análisis del perjuicio, se debe
abordar el estudio de lo que se conoce como la “tipología del perjuicio”, esto es, el
examen, valoración y fijación de los estándares de indemnización que pueden ser
objeto de reconocimiento, lo que se hace a partir de la respuesta a los siguientes
interrogantes: i) ¿Qué se indemniza?, ii) ¿Cuál es el criterio para determinar la
necesidad de reconocimiento de un perjuicio indemnizable?, iii) ¿Se indemniza el
perjuicio por sí mismo, o las consecuencias apreciables que él produce (internas o
externas), siempre y cuando sean valorables?, iv) ¿Cuál orientación tiene el
ordenamiento jurídico Colombiano en relación con la reparación del perjuicio; se
indemnizan las consecuencias del daño o se reparan las afectaciones a los
diferentes bienes o intereses jurídicos?
Como se observa, existe toda una serie de cuestionamientos que el juez debe
formularse, con el fin de establecer una posición en la materia, lo que implica, a
todas luces, un ejercicio hermenéutico e interpretativo a partir del análisis de las
normas constitucionales que regulan la responsabilidad patrimonial del Estado,
para con fundamento en ello, arribar a las conclusiones que consulten los
parámetros efectivos de justicia material, en lo que concierne a la reparación
integral.
14
Consejo de Estado, Sección Tercera, exp. 10.421, M.P. Ricardo Hoyos Duque.
15
Algunos autores han sugerido llamar a este perjuicio préjudice de désagrément, perjuicio por
desagrado. Cfr. Yvez Chartier, citado por Javier Tamayo Jaramillo, De la responsabilidad civil, T. II,
de los perjuicios y su indemnización. Bogotá, Ed. Temis, 1986, pág. 147.
16
Max Le Roy. L´evaluation du préjudice corporel. Paris, Libraire de la Cour de Cassation, 1989. p.
66.
acuerdo con esta distinción, constituye un perjuicio corporal de
carácter objetivo que se distingue esencialmente del perjuicio
moral reparado bajo la denominación de perjuicio de placer. 17
“(...)
25
Gil Botero, Enrique. Temas de responsabilidad extracontractual del Estado, Ed. Comlibros,
Tercera Edición, 2006, p. 98.
26
Navia Arroyo Felipe. Del daño moral al daño fisiológico, Universidad Externado de Colombia,
Bogotá, 2000, p. 78.
27
Chapus René. Responsabilité publique et responsabilité privée. Les influences réciproques des
jurisprudences administrative et judicial , citado por Juan Carlos Henao, El Daño, análisis
comparativo de la responsabilidad extracontractual del Estado en Derecho colombiano y francés,
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1998, p. 252.
28
Paillet Michel. La Responsabilidad Administrativa , Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
2001, o. 278.
“En otras palabras, para que sea jurídicamente relevante en
materia de responsabilidad estatal, el impacto respecto de las
condiciones de existencia previas ha de ser grave, drástico,
evidentemente extraordinario.”29 (negrillas y cursivas del original -
subrayado adicional).
Por último, en reciente providencia del 4 de mayo de 2011, esta Sección discurrió
de la siguiente forma30:
“33.3 Por ello, encuentra la Sala que la pérdida del miembro superior
implica en forma genérica –para cualquier persona– una disminución en
la posibilidad de realizar todas las actividades cotidianas y, además, una
situación de alteración física que implica consecuencias diversas –de
orden físico y psicológico– en la forma como el sujeto se relaciona con el
mundo, alteraciones que se encuentran demostradas en el caso
concreto, según acaba de revisarse.” (Negrillas adicionales).
Esa doble connotación del daño fisiológico, a la vida de relación o alteración a las
condiciones de existencia –entendiéndolos como perjuicios de índole idéntica o
similar, tal y como lo ha venido haciendo la jurisprudencia vernácula–, ha limitado
la posibilidad de valorar el daño en términos de objetividad material –es decir, a
partir de criterios reales, uniformes y verificables–. En consecuencia, esa
naturaleza bifronte, ha desencadenado que, teóricamente, se haya aceptado esos
planteamientos como un progreso jurisprudencial que permite no sólo indemnizar
la integridad psicofísica del sujeto (daño corporal), sino también otros bienes
jurídicos como su honra, el buen nombre, la tranquilidad, etc.
No obstante lo anterior, esa doble condición del daño a la vida de relación o
alteración a las condiciones de existencia, ha generado algunos inconvenientes
que se pretenden aclarar con los contenidos desarrollados y expuestos en esta
providencia.
33
Tribunal Administrativo de Antioquia, sentencia del 3 de julio de 1992, exp. 25878, M.P.
Humberto Cárdenas.
34
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 1º de julio de 1993, exp. 7772.
condenará, en consecuencia, a la demandada, a cubrir al
demandante, una suma equivalente a 2.000 gramos de oro fino.”
Así las cosas, los sistemas jurídicos francés e italiano se encuentran en dos polos
diametralmente opuestos en cuanto a la tipología del perjuicio inmaterial se refiere,
puesto que el primero ha permitido –dado el esquema normativo abierto del código
civil– la formulación de diversas categorías de daños y perjuicios que pretenden
resarcir las diversas afectaciones que produce un daño en la órbita interna y
externa de un sujeto; contrario sensu, el segundo ha tenido que enfrentar un
sistema legal rígido o cerrado que limita el reconocimiento de perjuicios
inmateriales, razón por la cual ha correspondido a las jurisdicciones constitucional
y ordinaria ampliar el contenido y alcance de ese sistema indemnizatorio.
35
“El daño no patrimonial debe ser resarcido sólo en los casos determinados por la ley.”
36
www.who.int/en/
daño existencial. Sobre el particular, vale la pena destacar la sentencia del 19 de
diciembre de 2007, proferida por la Corte Suprema de Casación de ese país, en la
que se puntualizó:
Esa expectación no ha sido ajena en nuestro derecho vernáculo, razón por la cual
se han trazado en diferentes etapas de la jurisprudencia contencioso
administrativa y ordinaria - civil, diferentes tipos o categorías de daños que
permitan reconocer las afectaciones que se producen a causa de la concreción de
un daño antijurídico.
Por lo tanto, cuando el daño tenga origen en una lesión corporal (daño
corporal), sólo se podrán reclamar y eventualmente reconocer los siguientes
tipos de perjuicios –siempre que estén acreditados en el proceso –:
45
“Se está en presencia de un nuevo sistema clasificatorio del daño que acepta la existencia de tres
modalidades del mismo: los patrimoniales, los morales y el biológico. Diferenciándose el biológico
en cuanto al moral en la medida en que el primero es la lesión en sí misma considerada, y otra
diferente, son los sufrimientos, el dolor y los afectos que de dicha lesión se pueden derivar, lo que
constituiría el efecto o daño moral; sin embargo, ambos hacen parte del daño no patrimonial, esto
es, no susceptible de contenido económico.” GIL Botero, Enrique “Daño Corporal – Daño Biológico
– Daño a la vida de relación”, pág. 10.
se presta para generar una tipología paralela al daño a la salud que produzca los
mismos efectos perjudiciales que acarrearon las nociones abiertas e indefinidas
del daño a la vida de relación y de alteración a las condiciones de existencia.
5. Costas
F A L L A:
Segundo. Dese cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 176 y 177 del Código
Contencioso Administrativo, para lo cual se expedirá copia de la sentencia de
segunda instancia, conforme al artículo 115 del Código de Procedimiento Civil.
Si el daño a la salud como una categoría del daño inmaterial adquiere concreción
y delimitación y, desde el punto de vista ontológico, impide que existan una
multiciplidad de categorías resarcitorias, al comprender los aspectos físicos y
psíquicos, no podrá subdividirse en diversas expresiones -daño estético, daño
sexual, daño relacional familiar, daño relacional social o daño psicológico- deberá,
por tanto repararse con base en dos componentes i) uno objetivo determinado con
base en el porcentaje de invalidez y ii) uno subjetivo, que permitirá incrementar en
una determinada proporción el primer valor, de conformidad con las
consecuencias particulares de cada persona lesionada. En esta línea de
pensamiento el arbitrio iuris se desplaza por un criterio objetivo, para privilegiar la
aplicación del artículo 16 de la Ley 446 de 1998. (…) La reparación del daño debe
dejar indemne a la persona, como si el daño no hubiere ocurrido, o al menos a la
situación más próxima a la que existía antes de su evento. Se encuentra que en
este caso particular, a pesar de las variables enunciadas para la tasación del daño
a la salud, no se explica porque acogió en su integridad las pretensiones relativas
a las distintas tipologías subsumidas en el daño a la salud, apartándose de los
razonamientos dados en la parte motiva, olvidando que desde una perspectiva
objetiva, el arbitrio iuris pasa a un plano secundario, en tanto solo deberá
indemnizarse el perjuicio causado, de tal manera que éste tenga correspondencia
concreta, real y objetiva frente al daño causado, aunado a que deberá tenerse
como referente la indemnización que por este tipo de daños se hubiera reconocido
en casos similares. Para el reconocimiento hecho en el caso particular no ocurrió
lo propio simplemente se hizo la respectiva valoración con fundamento en el
arbitrio iuris del juzgador, desconociendo los lineamientos de la misma decisión.
En consecuencia, para su respectiva tasación ante la falta de prueba sobre el
particular debió establecerse el grado de afectación.
CONSEJO DE ESTADO
Reforzando la misma idea, consideró que “una daño a la salud desplaza por
completo a las demás categorías de daño inmaterial como lo son la alteración
grave a las condiciones de existencia –antes denominado daño a la vida de
46
Acuerdo 021 “La Sala dispone que los procesos que hayan sido revisados en atención a
conciliación realizada tendrán prelación de fallo”.
relación- precisamente porque cuando la lesión antijurídica tiene su génesis en
una afectación negativa del estado a la salud, los únicos perjuicios inmateriales
que hay lugar a reconocer son el daño moral y el daño a la salud” –folio 43-. Al
tiempo precisó que “desde esta panorámica, los daños a la vida de relación o a la
alteración a las condiciones de existencia, no podrán servir de instrumento para
obtener la reparación del daño a la salud, es decir, son improcedentes para
reparar las lesiones a la integridad sicofísica”, lo cual tiene su razón de ser en la
ambigüedad conceptual tanto del daño a la vida de relación y en la alteración a las
condiciones de existencia, puesto que la falta de limitación conceptual y la
imprecisión de ambos impiden su objetivización.
En suma si el daño a la salud como una categoría del daño inmaterial adquiere
concreción y delimitación y, desde el punto de vista ontológico, impide que existan
una multiciplidad de categorías resarcitorias, al comprender los aspectos físicos y
psíquicos, no podrá subdividirse en diversas expresiones -daño estético, daño
sexual, daño relacional familiar, daño relacional social o daño psicológico- deberá,
por tanto repararse con base en dos componentes i) uno objetivo determinado con
base en el porcentaje de invalidez y ii) uno subjetivo, que permitirá incrementar en
una determinada proporción el primer valor, de conformidad con las
consecuencias particulares de cada persona lesionada.
47
Art. 16 Ley 446 de 1998 “Dentro de cualquier proceso que se surta ante la Administración
de Justicia, la valoración de los daños irrogados a las personas y a las cosas, atenderá a
los principios de reparación integral y observará los criterios técnicos actuariales”.
superar ese límite”48. La reparación del daño debe dejar indemne a la persona,
como si el daño no hubiere ocurrido, o al menos a la situación más próxima a la
que existía antes de su evento.
Fecha ut supra.
Tampoco estoy de acuerdo con que se hubiese fallado el presente proceso con
prelación por ser un asunto cuya sentencia de primera instancia y recursos de
apelación contra la misma se remontan al año de 2009, a pesar de que existen en
la Sección una gran cantidad de procesos pendientes de fallo desde el 2001, que
en condiciones similares se encuentran primero en el listado de turnos para
sentencia, no siendo claro el argumento esgrimido en la providencia para justificar
la alteración de turno, en el sentido de que como se trata de un proceso en el que
se improbó una conciliación resultaba procedente la prelación. En efecto, la
decisión que se adoptó por la sala en el Acta n.° 21 de 15 de octubre de 2008, con
fundamento en el artículo 18 de la Ley 446 de 1998, de prelación de fallo en
aquellos procesos en que se impruebe la conciliación, tuvo su razón de ser en que
no se pierda el estudio que llevaba a tal improbación, dado que ello incidiría en la
congestión que afecta esta Sección, situación que fue la que no se presentó en el
sub examine, porque las razones de improbación de la conciliación no implicaron
el estudio del expediente, dado que conforme al auto de 18 de noviembre de 2010,
obedecieron simplemente a que en la condena el juez a quo dividió la
indemnización por la alteración de las condiciones de existencia, en varios ítems,
tal y como se lee en el texto de la providencia que contiene esa decisión, (…) En
otras palabras, no existe justificación pata dar prelación a esta sentencia, ni con
fundamento en la decisión adoptadas por la Sala el 15 de octubre de 2008, ni con
sustento en normas aplicables a la fecha contenidas en los artículos 16 de la Ley
1285 de 2009 (que modificó el art. 63 A de la Ley 270 de 1996) y 115 de la Ley
1395 de 2010.
I
La sentencia constituye un retroceso en la evolución
jurisprudencial, pues ya existía claridad en relación con
el contenido y alcance del daño extrapatrimonial
diferente al daño moral, que abarcaba la lesión a la
salud, esto es, la afrenta a la integridad corporal o
psíquica de la persona y, por lo tanto, ya era un daño
susceptible de reconocimiento e indemnización
mediante la denominación mayor de alteración a las
condiciones de existencia.
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia de 25 de noviembre de 1997,
exp. 10.421, C.P. Ricardo Hoyos Duque.
causa de la lesión (lucro cesante), sino más bien de
indemnizar integralmente al damnificado, por la totalidad de
los intereses humanos jurídicamente tutelados que resultaron
comprometidos por la conducta dañina, dentro de los cuales,
ocupa lugar principal, la mengua en las posibilidades de
realizar actividades, que la víctima bien podía haber
realizado o realizar, de no mediar la conducta dañina que se
manifestó en su integridad corporal51.
51
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia de 2 de octubre de 1997, exp.
11652, C.P. Daniel Suárez Hernández.
52
Cfr. Sentencias de 13 de junio de 1997, exp. 12499; 25 de septiembre de 1997, exp. 10421; 2 de
octubre de 1997, exp. 11652; y 9 de octubre de 1997, exp. 10605, entre otras.
“Debe insistirse ahora, entonces, con mayor énfasis, en que el
daño extrapatrimonial denominado en los fallos mencionados
“daño a la vida de relación”, corresponde a un concepto mucho
más comprensivo, por lo cual resulta ciertamente inadecuado
el uso de la expresión perjuicio fisiológico, que, en realidad, no
podría ser sinónima de aquélla, ni siquiera en los casos en que
este daño extrapatrimonial –distinto del moral– es
consecuencia de una lesión física o corporal. Por esta razón,
debe la Sala desechar definitivamente su utilización. En
efecto, el perjuicio aludido no consiste en la lesión en sí
misma, sino en las consecuencias que, en razón de ella, se
producen en la vida de relación de quien la sufre.
53
“[15] NAVIA ARROYO, Felipe. Ensayo sobre la evolución del daño moral al daño fisiológico, próximo a publicarse. El
doctor Navia Arroyo precisa, además, que el concepto de daño fisiológico –de acuerdo con el alcance que, hasta ahora,
le ha dado esta Corporación– corresponde al de perjuicio de agrado, elaborado por la doctrina civilista francesa, y
explica que la expresión daño fisiológico, en realidad, corresponde a una noción más amplia, también de creación
francesa y aparentemente abandonada, que hace referencia a las repercusiones que puede tener una lesión
permanente no sólo en la capacidad de gozar la vida de una persona, sino, en general, en sus condiciones de
existencia, al margen de cualquier consecuencia patrimonial, por lo cual resultaría más cercana al concepto de daño a la
vida de relación, elaborado por la doctrina italiana.”
padre y compañero, o cuando su cercanía a éste les facilitaba,
dadas sus especiales condiciones profesionales o de otra
índole, el acceso a ciertos círculos sociales y el establecimiento
de determinadas relaciones provechosas, que, en su ausencia,
resultan imposibles.
54
“[16] Consejo de Estado, S.C.A., Sección Tercera, expediente 11.652. Actor: Francisco Javier Naranjo Peláez y otros.
M.P. Daniel Suárez Hernández.
”
55
“[17] Ibid. p.p. 252 a 263.”
De acuerdo con lo anterior, resulta, sin duda, más adecuada la
expresión daño a la vida de relación, utilizada por la doctrina
italiana, la cual acoge plenamente esta Corporación. Se
advierte, sin embargo, que, en opinión de la Sala, no se trata
simplemente de la afectación sufrida por la persona en su
relación con los seres que la rodean. Este perjuicio
extrapatrimonial puede afectar muchos otros actos de su vida,
aun los de carácter individual, pero externos, y su relación, en
general, con las cosas del mundo. En efecto, se trata, en
realidad, de un daño extrapatrimonial a la vida exterior; aquél
que afecta directamente la vida interior sería siempre un daño
moral.
56
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia de 19 de julio de 2000, C.P.
Alier Eduardo Hernández Enríquez, exp. 11.842; reiterada sentencia de 9 de agosto de 2001, C.P. María Elena Giraldo
Gómez, exp. 12998; auto de 25 de enero de 2007, C.P. Mauricio Fajardo Gómez, exp. 26889; sentencia de 10 de mayo
de 2001, C.P. Ricardo Hoyos Duque, exp. 13475; sentencia de 10 de agosto de 2005, C.P. María Elena Giraldo Gómez,
exp. 16205; sentencia de 23 de agosto de 2001, C.P. Germán Rodríguez Villamizar, exp. 13745; sentencia de 21 de
febrero de 2002, C.P. Alier Eduardo Hernández Enríquez, exp. 12287; sentencia de 18 de octubre de 2000, C.P. Ricardo
Hoyos Duque, exp. 13288, entre otras.
se trata simplemente de la afectación sufrida por la persona
en su relación con los seres que la rodean, sino que puede
afectar muchos otros actos de su vida, aun los de carácter
individual, pero externos, y su relación, en general, con las
cosas del mundo, es decir, se trata de un daño
extrapatrimonial a la vida exterior, pues aquél que afecta
directamente la vida interior será siempre un daño moral; y
(vii) en cuanto a la indemnización, su determinación
corresponderá al juez, en cada caso, conforme a las pruebas
y a su prudente arbitrio según la intensidad del perjuicio, de
modo que la suma establecida para compensarlo resulte
equitativa57.
59
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia de 11 de mayo de 2011, C.P.
Danilo Rojas Betancourth, exp. 17.396.
puede tener su causa en afectaciones físicas o fisiológicas de
la persona, por lo que no puede pretenderse que la
utilización de la expresión ‘perjuicios fisiológicos’ esté
totalmente proscrita de la jurisprudencia de la Sala, y deberá
ser utilizada cuando las ‘alteraciones graves a las
condiciones de existencia’ tengan origen en afectaciones de
carácter físico o fisiológico. Otro tanto puede decirse en
relación con las alteraciones que tengan su causa en
afectaciones de orden psicológico.”
II
60
Henao Pérez, Juan Carlos, El Daño, Ediciones Universidad Externado de Colombia, 1998, Ob. cit.
Págs. 76 y ss. Este autor es partidario de la utilidad de distinguir entre el daño y el perjuicio, y al
tiempo de que cita a este respecto al profesor Bénoit (Cfr. Francis Paul Bénoit, “ Essai sur les
conditions de la responsabilité en droite public et privé (Problemés de causalité et d’imutabilité , JCP,
1957, I, p. 1351), rememora con los hermanos Mazeaud y Andre Tunc que en el derecho romano se
trató sustituir la noción damnum por la de perjuicio, pero “comprendieron que lo que importaba no
era la comprobación de un atentado material contra una cosa ( damnum), sino el perjuicio sufrido a
causa de ese hecho por el propietario; por eso decidieron que el simple damnum que no causaba
perjuicio no daba lugar a la reparación” (Cfr. Mazeaud y Tunc. Tratado Teórico Práctico de la
Responsabilidad Civil Delictual y Contractual, cit. T.I. Vol I, p. 40).
61
Al respecto vid. M’ Causland, María Cecilia, “reflexiones sobre el contenido del daño inmaterial”. En estudios de
derecho civil, obligaciones y contratos, Libro homenaje a Fernando Hinestrosa, 40 años rectoría: 1963-2003, t II, Bogotá,
Universidad Externado de Colombia, 2003, págs. 337 y ss. En este artículo se hace un interesante análisis sobre la
tipología del daño a la vida de relación y su distinción con el perjuicio fisiológico cuyo texto en adelante se seguirá en
este aspecto.
Es decir, lo susceptible de compensar es el atentado o la
modificación al modo de vida del damnificado, en sus
ocupaciones, en sus hábitos o en sus proyectos, en el entorno
personal, familiar o social debido a las lesiones o trastornos
de tipo físico, corporal o psíquico que le impiden, exigen,
dificultan o privan, temporal o definitivamente, tanto del goce
y disfrute de los placeres de la vida, como de las simples
actividades ordinarias o rutinarias, es decir, vitales, situación
anormal que no está en el deber de soportar o padecer y que,
en todo caso, no tiene un contenido económico.
62
Rozo Sordini, Paolo Emanuele, El Daño Biológico, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2002, pp. 79 y 92,
citado por M’ Causland, María Cecilia en la obra mencionada, págs. 337 y 338.
63
M’ Causland, María Cecilia, Ob. cit., pág. 337. Y agrega que los distintos casos y opiniones que exponen diversos
autores permiten concluir que subsiste en la doctrina y la jurisprudencia italianas un cierto grado de confusión en torno a
la conexión existente entre el daño a la salud y el daño a la vida de relación.
Por otro lado, dicho sea de paso, el criterio que asume el
daño biológico como comprensivo del daño por la alteración
de las condiciones de existencia cuando la afectación se
produzca a la integridad física o síquica de la persona,
implica una reducción del segundo concepto, dejando por
fuera otras hipótesis, por ejemplo, la lesión a la imagen, al
nombre o reputación, constitutivos también de esa tipología
de perjuicio y reduciendo la legitimación en uno y otro caso,
por cuanto recuérdese que el daño por la alteración de las
condiciones de existencia puede ser sufrido por la víctima
directa del daño o por otras personas cercanas a ella, por
razones de parentesco (esposa, hijos) o amistad, entre
otras64.
III
65
Henao Pérez, Juan Carlos, Ob. cit. pág. 45. Y agrega, incluso este autor que “…si la regla de la
indemnización plena del daño en el sistema continental es hacer del daño realmente sufrido la
medida de su resarcimiento, no es dable violarla otorgando indemnizaciones por encima del
menoscabo sufrido…” (Ídem Pág. 48).
hecho del agresor han sido tenidas en cuenta para efectos de
determinar el contenido del resarcimiento.”66
66
M’ Causland, María Cecilia, Ob. cit. págs. 325 y 326.
inmaterial sino creando una nueva fuente de indemnización
por un mismo perjuicio, posibilitando, en forma indebida, su
acumulación al desconocer que cuando a alguien se le
indemniza la alteración de las condiciones de existencia
derivadas de una lesión física, corporal o síquica
(consecuencias del daño), se está reparando el menoscabo
sufrido por el deterioro a la salud.
IV
necesidad de acudir a las circunstancias del caso concreto, con una reparación igualitaria base; en
tercer lugar, se acudió a la evaluación equitativa del daño; en cuarto lugar, para evitar decisiones
contradictorias que no garantizaban la igualdad de tratamiento, se comenzó a elaborar modelos para
la liquidación del daño con componentes médico legales o parámetros como la renta media nacional
(pro capite) multiplicada por un coeficiente de capitalización que se relacionaba con la edad de la
víctima y su vida restante probable, de acuerdo con tablas de mortalidad, o con referencia al valor de
tres veces del monto anual de la pensión social por un coeficiente de capitalización, teniendo en
cuenta el sexo, la edad y el porcentaje de invalidez comprobado por médicos legistas, metodologías
que fueron materia de críticas por ser carentes de elasticidad a afectos de que se incrementara la
indemnización de acuerdo con el grado de la lesión y su sufrimiento, y por desatender la exigencia
de justicia en el caso concreto; en cuarto lugar, se implementó el criterio del punto elástico ( calcul au
point), con base en grados o puntos porcentuales de invalidez que determinara la ciencia médico
legal, según fuera permanente o transitoria, junto con la posibilidad del juez de aumentar hasta un
50% el valor de cada punto de acuerdo con la gravedad de la lesión en el caso concreto, pero
siempre con referencia al promedio de los precedentes judiciales de la misma u otra sedes, la edad,
la permanencia de invalidez en la vida probable de la víctima, la naturaleza de la lesión y la
existencia de alteraciones previas, sean laborales o no, metodología que fue cuestionada por la
necesidad de un juez preparado y por los peligros de la denominada media de los precedentes; en
quinto lugar, se estableció el criterio del punto variable, con progresión geométrica en proporción al
crecimiento de la invalidez y en función decreciente a la edad, pero también acudiendo a la media
del precedente judicial y a los montos crecientes o decrecientes según medicina legal y datos
estadísticos, elementos con base en los cuales se podían elaborar tablas que permitirían determinar
el monto de la indemnización según el grado de invalidez, la edad y la personalización que del caso
concreto hiciera el juez, metodología también criticada porque propició que cada juez o sede judicial
tuviera sus propias tablas; en sexto lugar, se elaboró por el sector académico, con el concurso de
médicos legistas, juristas, sector asegurador y economistas, aunque sin intervención del legislador y
con alguna utilización por la jurisprudencia, una tabla indicativa nacional (TIN), deducida de los
precedentes judiciales nacionales, que atendiera la necesidad de uniformidad en la liquidación base
del daño pero con adecuación al caso concreto por el juez, la cual fue criticada porque el
reconocimiento del daño con base en la tabla no tendría correspondencia real entre el valor que se
le asigna al punto y el grado de invalidez al estar desvinculada del tiempo y del espacio en que se
produce el daño.
el punto de invalidez, se han elaborado en Italia tablas por
medicina legal, como guías orientadoras, a la manera de la de
los accidentes de trabajo (y las de lesiones de guerra),
clasificadas por grupos orgánicos (aparato respiratorio, vista,
sistema nervioso, etc.) y que sugieren un valor indicador de
invalidez, sin que tengan valor obligatorio y que pueden
variar respecto de las consecuencias de una misma lesión,
con lo cual se da paso a un tratamiento resarcitorio
desigual68.
70
Bianca C. Massimo, Diritto Civile, V, La Responsabilità, Giuffrè, Milano, 1994, pág. 184.
dificultad u obstáculo que representa la lesión corporal o
síquica y que supone el impedimento o incapacidad total o
parcial, temporal o permanente, para desarrollar la vida
normal, constituye la base para calcular el monto del
resarcimiento, esto es, la medida de la indemnización que
debe adoptarse por el juez bajo parámetros de razonabilidad
y frente a daños similares -o por lo menos comparables- que
hayan sido materia de estudio por la jurisprudencia, lo que
todas luces fuerza concluir que el daño a la salud, fisiológico
o biológico, no tiene una metodología consecuente con los
principios atrás enunciados, ni constituye una categoría
autónoma y diferente de perjuicio al ya estudiado de la
alteración a las condiciones de existencia.
Fecha ut supra
72
Este artículo previó la alteración del orden de prelación de turnos por razones de seguridad
nacional, afectación del patrimonio público, grave violación a los derechos humanos, o crímenes de
lesa humanidad, o asuntos de especial trascendencia social, interés público o repercusión colectiva,
o reiteración de jurisprudencia.
73
“Artículo 115. Facúltese a los jueces, tribunales, altas cortes del Estado, Sala Disciplinaria del
Consejo Superior de la Judicatura y de los Consejos Seccionales de la Judicatura para que cuando
existan precedentes jurisprudenciales, conforme al artículo 230 de la Constitución Política, el artículo
10 de la Ley 153 de 1887 y el artículo 4° de la Ley 169 de 1896, puedan fallar o decidir casos
similares que estén al Despacho para fallo sin tener que respetar el turno de entrada o de ingreso de
los citados procesos, conforme a lo señalado en el artículo 18 de la Ley 446 de 1998.”