05001-23!31!000-2007-00139-01 (38222) Su Consejo Estado Lesiones Personales Daño A La Salud Baremos

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PRELACION DE FALLO - Improbación de la conciliación prejudicial

Se advierte que el presente asunto cuenta con prelación de fallo por tratarse de un
proceso en el que se improbó la conciliación prejudicial a la que llegaron las
partes, razón por la cual, de conformidad con lo dispuesto en el acta número 21
del 15 de octubre de 2008, de la Sección Tercera, se procedió a decidir la
controversia según los criterios fijados por la Sala en esa ocasión.

RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO - Fuerza Pública /


FUERZA PUBLICA - Conscripto / CONSCRIPTO - Daño antijurídico / DAÑO
ANTIJURIDICO - Acreditación. Configuración

Se encuentra probado que Fabián Andrés Mejía Arias, para el momento de los
hechos, estaba vinculado con las Fuerzas Militares, concretamente con el Ejército
Nacional en la condición de soldado regular o conscripto. Está de igual manera
acreditado el daño antijurídico padecido por los demandantes, en cuanto que las
lesiones e incapacidad padecida por Fabián Andrés Mejía Arias, representa para
ellos una afectación a diferentes bienes jurídicos, que no están en la obligación de
soportar.

FUERZA PUBLICA - Conscriptos / SERVICIO MILITAR - Diferencia entre


conscriptos y los voluntarios o profesionales / CONSCRIPTOS - Clases /
CONSCRIPTOS - Noción. Definición. Concepto / CONSCRIPTOS - Regulación
normativa

Es del caso dejar clara la distinción entre los soldados que prestan el servicio
militar obligatorio o conscriptos, -que a su vez pueden diferenciarse entre soldados
regulares, soldados bachilleres, auxiliares de policía bachilleres o soldados
campesinos- y los voluntarios o profesionales. Respecto de los primeros, la
prestación obligatoria del servicio militar, la impone el artículo 216 de la
Constitución Política, por cuanto dispone que todos los colombianos están
obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan para
defender la independencia nacional y las instituciones públicas, sin que exista
ninguna vinculación laboral, por lo que se ven en la obligación de soportar una
carga o deber público de responsabilidad social que se conserva entre la sociedad
civil y el Estado, sin que deba verse per se como una vulneración de los derechos
de los conscriptos. (…). El legislador en uso de las facultades concedidas por la
Constitución Política al reglamentar el servicio militar, en el artículo 3 de la ley 48
de 1993, que gobierna el servicio de Reclutamiento y Movilización, dispuso la
obligatoriedad del mismo, al señalar que todos los colombianos están obligados a
tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan, para defender la
independencia nacional y las instituciones públicas, con las prerrogativas y las
exenciones que establece dicha Ley. Y, en el artículo 10, impuso la obligación de
definir la situación militar, al establecer que todo varón colombiano está obligado a
definir su situación militar a partir de la fecha en que cumpla su mayoría de edad,
a excepción de los estudiantes de bachillerato, quienes lo harán cuando obtengan
su título de bachiller. El artículo 13 de la misma normativa, señaló y perfiló las
modalidades de prestación del servicio militar (…) En el mismo sentido, el Decreto
2048 de 1993, por el cual se reglamenta la mencionada ley 48 de 1993, en su
artículo 8, dispuso: “Artículo 8. El servicio militar obligatorio podrá prestarse en el
Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía Nacional, en las siguientes formas
y modalidades. a) Como soldado regular, de 18 a 24 meses; b) Como soldado
bachiller, durante 12 meses; c) Como auxiliar de policía bachiller, durante 12
meses; d) Como soldado campesino, de 12 hasta 18 meses, la calidad de
campesino la determinará el Comandante de la Unidad Táctica correspondiente.”
FUENTE FORMAL: CONSTITUCION POLITICA - ARTICULO 216 / LEY 48 DE
1993 - ARTICULO 3 / LEY 48 DE 1993 - ARTÍCULO 13 / DECRETO 2048 DE
1993 - ARTICULO 8

NOTA DE RELATORIA: Sobre servicio militar obligatorio consultar Corte


Constitucional Sentencia T-218/10 del 23 de marzo de 2010. C.P. Dr. Gabriel
Eduardo Mendoza Martelo.

FUERZA PUBLICA - Soldados voluntarios o profesionales / SOLDADOS


VOLUNTARIOS O PROFESIONALES - Regulación normativa

De otro lado, respecto de los soldados voluntarios o profesionales, definidos en el


artículo 1° del Decreto 1793 de 2000, mediante el cual se expide el Régimen de
Carrera y Estatuto del Personal de Soldados Profesionales de las Fuerzas
Militares, como los varones entrenados y capacitados con la finalidad principal de
actuar en las unidades de combate y apoyo de combate de las Fuerzas Militares,
en la ejecución de operaciones militares, para la conservación, el restablecimiento
del orden público y demás misiones que le sean asignadas; para éstos la sujeción
surge en virtud de una relación legal y reglamentaria consolidada a través del
correspondiente acto administrativo de nombramiento y la consiguiente posesión
del servidor, tal como lo regula el artículo 3 de la misma normativa, así: “Artículo 3.
Incorporación. La incorporación de los soldados profesionales a las Fuerzas
Militares de Colombia, se hará mediante nombramiento por orden de personal de
los respectivos Comandos de la Fuerza, atendiendo a las necesidades de la
fuerzas y a la planta de personal que haya sido aprobada por el Gobierno
Nacional.” Sobre el particular, el Decreto 1794 del 2000, establece el régimen
salarial y prestacional de carácter especial para el personal de soldados
profesionales de las Fuerzas Militares.

FUENTE FORMAL: DECRETO 1793 DE 2000 - ARTICULO 1 / DECRETO 1793


DE 2000 - ARTICULO 3 / DECRETO 1794 DEL 2000

RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO - Fuerza pública /


FUERZA PUBLICA - Conscriptos / CONSCRIPTOS - Títulos de imputación
aplicables / TITULOS DE IMPUTACION APLICABLES - Daño especial, riesgo
excepcional y falla del servicio. Precedente jurisprudencial

En relación con los títulos de imputación aplicables a los daños causados a


soldados conscriptos, la Sección Tercera de esta Corporación, ha avalado la
posibilidad de que sean, en primera medida, aquellos de naturaleza objetiva, tales
como el daño especial o el riesgo excepcional y, de otro lado, el de la falla del
servicio, siempre y cuando de los hechos y de las pruebas allegadas al proceso se
encuentre acreditada la misma. (…) En consecuencia, frente a los perjuicios
ocasionados a soldados regulares, conscriptos, en la medida que su voluntad se
ve doblegada por el imperium del Estado, al someterlos a la prestación de un
servicio que, no es nada distinto, a la imposición de una carga o un deber público,
es claro que la organización estatal debe responder bien porque frente a ellos el
daño provenga de i) un rompimiento de las cargas públicas que no tenga la
obligación jurídica de soportar; ii) de un riesgo excepcional que desborda aquel al
que normalmente estaría sometido, y que puede tener origen en el riesgo actividad
o en el riesgo de la cosa, o iii) de una falla del servicio, a partir de la cual se
produce el resultado perjudicial.
NOTA DE RELATORIA: Sobre títulos de imputación aplicables a los daños
causados a conscriptos, consultar sentencia de 30 de julio de 2008, expediente
número 18725 reiterada en sentencia del 15 de octubre de 2008, expediente
número 18586; sentencia del 10 de agosto de 2005, expediente número 16205;
sentencia de 28 de abril de 2005, expediente número 15445 y sentencia del 2 de
marzo de 2000, expediente número 11401

RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO - Fuerza pública /


FUERZA PUBLICA - Soldados profesionales o voluntarios - Titulo de
imputación aplicable / TITULO DE IMPUTACION APLICABLE - Falla del
servicio. Precedente jurisprudencial

Diferente, a lo que ocurre con los soldados profesionales o voluntarios, donde el


título de imputación aplicable es el de falla en el servicio, que se configura cuando
a los mismos se les somete a un riesgo superior al que normalmente deben
soportar con ocasión de su actividad. En efecto, la jurisprudencia de la Sección
Tercera ha entendido que la afectación de los derechos a la vida e integridad
personal del militar profesional es un riesgo propio del servicio que prestan en
cumplimiento de operaciones o misiones militares. Al Estado no se le puede
atribuir responsabilidad alguna por la concreción de esos riesgos, a menos que se
demuestre que el daño deviene de una falla del servicio, que consiste en el
sometimiento del soldado profesional a una carga mayor que el de sus demás
compañeros, con quienes desarrolló la misión encomendada.

NOTA DE RELATORIA: Sobre título de imputación aplicable por los daños


causados a soldados voluntarios o profesionales, consultar sentencia del 23 de
junio de 2010, expediente número 19426 y sentencia del 31 de mayo de 2007,
expediente número 16383

RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO - Lesiones


causadas a conscripto que le causaron incapacidad total /
RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO - Conscripto /
CONSCRIPTO - Título de imputación aplicable / TITULO DE IMPUTACION
APLICABLE - Daño especial / DAÑO ESPECIAL - Configuración

En el caso concreto, se encuentran estructurados lo citados elementos o


presupuestos de la responsabilidad comoquiera que el daño está plenamente
demostrado las actas de la junta médico laboral del Ejército Nacional y del Instituto
de Medicina Legal; éste tuvo su origen en una actividad que desplegaba el
soldado al interior servicio militar obligatorio y esa lesión representa un
resquebrajamiento de las cargas públicas, pues no está demostrado que haya
tenido su génesis en una falla del servicio o en la concreción de un riesgo
excepcional al cual se le hubiere sometido. Por lo tanto, a los demandantes les
bastaba acreditar la existencia del daño, su concreción durante la prestación del
servicio militar obligatorio y a causa del mismo, mientras que, desde el otro
extremo, le correspondía a la entidad demandada a efectos de exonerarse de
responsabilidad, establecer la configuración de una causa extraña que desvirtuara
la imputación jurídica del daño en cabeza del Ministerio de Defensa - Ejército
Nacional, circunstancia que se echa de menos en el proceso. Así las cosas, el
daño deviene imputable en el plano fáctico y jurídico a la entidad demandada
porque fue producido durante la prestación del servicio militar obligatorio, durante
una actividad u operativo militar y la lesión resquebraja la igualdad frente a las
cargas públicas, por lo que el daño reviste la connotación de especial y anormal.
RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO - Lesiones
causadas a conscripto que le causaron incapacidad total /
RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO - Conscripto /
RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO - Se debe
constatar la existencia de un título jurídico de imputación / CAUSAL
EXIMENTE DE RESPONSABILIDAD - Causa extraña. Se debe acreditar

Resulta oportuno señalar que no todo daño causado a un soldado que presta el
servicio militar obligatorio es imputable de manera automática al Estado; por el
contrario, sólo lo serán aquellos que sean atribuibles a la administración pública en
el plano fáctico y jurídico. En consecuencia, habrá que reparar las lesiones
antijurídicas que sean atribuibles en el plano fáctico a la prestación del servicio
militar –porque se derivan de su prestación directa o indirecta– y se puede
constatar la existencia de un título jurídico de imputación que le brinda fundamento
a la responsabilidad. Entonces, si opera una causa extraña o si la parte
demandante no logra establecer la relación fáctica (imputación) entre el daño y el
servicio militar obligatorio, la responsabilidad se enerva y, por lo tanto, habrá lugar
a absolver a la entidad demandada en esos eventos. Ahora bien, en el caso
concreto se estableció que la lesión sufrida por Fabián Andrés fue ocasionada
durante un patrullaje, resulta incuestionable que el daño antijurídico tiene su
génesis material en la prestación del servicio militar obligatorio, además esa
afectación no fue producto de una falla del servicio, ni provino de la concreción de
un riesgo excepcional, razón por la cual el fundamento jurídico se encuentra en la
connotación de especial y anormal que padece el joven que estaba compelido a la
prestación de un servicio público como lo es la protección de la organización
estatal.

LIQUIDACION DE PERJUICIOS - Daño a la salud. Perjuicio fisiológico /


PRINCIPIO DE LA IGUALDAD MATERIAL - Aplicación

El daño a la vida de relación o la alteración a las condiciones de existencia no


pueden comprender, de ninguna forma, el daño a la salud –comúnmente conocido
como perjuicio fisiológico o biológico– como quiera que este último está
encaminado a la reparación de cualquier lesión o afectación a la integridad
psicofísica. (…) El problema de asimilar la tipología del daño a compartimentos
abiertos en los que se pueden llenar o volcar una serie de bienes o intereses
legítimos genera problemas en sede de la reparación integral del daño y los
principios de igualdad y dignidad humana que deben orientar el resarcimiento de
aquél. En efecto, con la implementación en Colombia de los conceptos de “daño a
la vida de relación” de raigambre Italiano y la “alteración a las condiciones de
existencia” de estirpe Francés, se permitió que se implementaran en nuestro
ordenamiento jurídico unos tipos de daños abiertos que en su aplicación pueden
desencadenar vulneraciones al principio de igualdad material.

PERJUICIO INMATERIAL - Sistematización / PERJUICIOS INMATERIALES


RESARCIBLES - Diferentes al daño moral / INDEMNIZACION DEL DAÑO -
Daño evento y daño consecuencia

Resulta necesario que se sistematice la indemnización del perjuicio inmaterial en


Colombia para determinar cuáles son los perjuicios inmateriales resarcibles –
diferentes al daño moral–, pues con la tipología vigente no se define con claridad:
i) si se indemniza el daño por sí mismo o lo que la doctrina denomina el “daño
evento”, o si por el contrario se reparan las consecuencias exteriores de ese daño
“daño consecuencia”, ii) cuáles son los bienes, derechos o intereses legítimos que
tienen cabida en el plano de la responsabilidad y, por lo tanto, que ostentan el
carácter de indemnizables, y iii) si el daño derivado de lesiones psicofísicas es
posible resarcirlo a través de criterios objetivos y que contengan estándares que
garanticen el principio de igualdad, toda vez que frente a una misma lesión podría
eventualmente declararse una idéntica o similar reparación.

PRINCIPIO DE REPARACION INTEGRAL - Aplicación / DAÑO A LA SALUD -


Daño fisiológico

En efecto, es forzoso regresar a tipos indemnizatorios reconocidos de tiempo atrás


por la jurisprudencia y, a partir de ellos, crear unos nuevos que permitan
coherencia en la aplicación del principio de reparación integral, establecido en el
artículo 16 de la ley 446 de 1998. Esto es, recuperar el significado primigenio del
daño fisiológico o a la salud, que es el hilo conductor del daño inmaterial diferente
del moral que se pretende establecer, y a partir de allí indemnizar de acuerdo con
los derechos fundamentales afectados patrimonialmente por el hecho dañoso.

FUENTE FORMAL: LEY 446 DE 1998 - ARTICULO 16

ALTERACION A LAS CONDICIONES DE EXISTENCIA - Perjuicio autónomo e


independiente al daño a la vida de relación. Precedente jurisprudencial /
PERJUICIO FISIOLOGICO - Reformulación del concepto / DAÑO A LA VIDA
DE RELACION - Reformulación del concepto por alteración a las condiciones
de existencia. No es precisa / ALTERACION GRAVE A LAS CONDICIONES DE
EXISTENCIA - Cambio jurisprudencial

La jurisprudencia de la Sección Tercera del Consejo de Estado, en varias


providencias que han sido proferidas desde el año 2007, ha reconocido que el
perjuicio fisiológico, hoy daño a la vida de relación, se encuentra inmerso dentro
de lo que se denomina perjuicio a las alteraciones a las condiciones de existencia.
El citado criterio parte de la interpretación de dos providencias proferidas en el año
2007, en las cuales la Sala se refirió a la alteración a las condiciones de existencia
como un perjuicio autónomo e independiente al daño a la vida de relación, para
dar a entender que simplemente operó un cambio en la denominación del
perjuicio, sin que puedan existir de manera autónoma. En otros términos,
pareciera que el criterio fijado en la jurisprudencia es a que el daño a la vida de
relación adopte un nuevo nombre, bajo el epígrafe de alteración a las condiciones
de existencia, circunstancia que no es precisa.

NOTA DE RELATORIA: Sobre perjuicio fisiológico, daño a la vida de relación y


alteraciones a las condiciones de existencia, consultar aclaración de voto a la
sentencia del 4 de junio de 2008, expediente número 15657, M.P. Myriam
Guerrero de Escobar, sentencia y aclaración de voto a la sentencia del 15 de
agosto de 2007, expediente número AG 2003 - 385 M.P. Mauricio Fajardo Gómez,
y aclaración de voto a la sentencia de 1º de diciembre de 2008, expediente
número 17744, M.P. Enrique Gil Botero y sentencia del 18 de octubre de 2007,
expediente número AG-029.

PRINCIPIO DE REPARACION INTEGRAL - Justa y correcta medición del daño


ocasionado / RESPONSABILIDAD ESTATAL - Fundamentada en el daño
antijurídico

En efecto, el principio de reparación integral en Colombia (artículo 16 ley 446 de


1998) impone la obligación de que el juez, con apoyo en los cánones y principios
constitucionales, establezca una “justa y correcta” medición del daño ocasionado,
de tal forma que opere su resarcimiento o indemnización plena, sin que ello
suponga, de otro lado, un enriquecimiento injustificado para la víctima. Por
consiguiente, no debe perderse de vista que el derecho constitucional fluye a lo
largo de todo el ordenamiento jurídico, situación que hace aún más compleja la
valoración del daño, toda vez que la persona adquiere la condición de eje central
del poder público y, por consiguiente, las constituciones políticas adquieren la
connotación de antropocéntricas, en donde el sujeto es titular de un universo de
derechos e intereses legítimos que deben ser protegidos, garantizados y
reparados efectivamente en aquellos eventos en que se presenten lesiones
injustificadas. La anterior circunstancia motivó a que el Constituyente de 1991
diseñara y adoptara en el artículo 90 de la Carta Política, un sistema de
responsabilidad estatal fundamentado en el daño antijurídico, en donde el
elemento esencial de la responsabilidad se traslada de la conducta de la
administración pública, para concentrarse en el producto de la misma, esto es, en
la lesión o afectación que padece la persona. En ese orden de ideas, el paradigma
del derecho de daños sufrió una significativa modificación con la expedición de la
Carta Política de 1991, en donde el daño se eleva a la condición de elemento y
punto central a la hora de analizar la responsabilidad de la organización estatal.

FUENTE FORMAL: CONSTITUCION POLITICA - ARTICULO 90 / LEY 446 DE


1998 - ARTICULO 16

DERECHO DE DAÑOS - Transformaciones / DERECHO DE DAÑOS -


Constitucionalización

Es claro que el derecho de daños ha tenido transformaciones de diversa índole


que han significado que se ajuste a las nuevas perspectivas, desarrollos, riesgos y
avances de la sociedad. De otro lado, lo que podría denominarse como la
“constitucionalización del derecho de daños”, lleva de la mano que se presente
una fuerte y arraigada imbricación entre los principios constitucionales y aquellos
que, en el caso colombiano, se encuentran contenidos de antaño en el código civil.
En consecuencia, la cuantificación del daño en que se ha inspirado el
ordenamiento jurídico interno, obedece al criterio de la restitutio in integrum cuyo
objetivo es el restablecimiento patrimonial y/o espiritual, dañado por un hecho
ilícito, o que el perjudicado no tenga la obligación de padecer, lo cual encuentra su
fundamento y límite, se itera, en dos principios generales del derecho que además
tienen soporte normativo: la reparación integral del daño (art. 16 ley 446 de 1998 y
art. 2341 C.C.) y el enriquecimiento injusto (art. 8 ley 153 de 1887); por ello el
resarcimiento debe cubrir nada más que el daño causado, pues si va más allá,
representaría un enriquecimiento ilegítimo del afectado, y si es menor, constituiría
un empobrecimiento correlativo, desnaturalizándose así los principios de dignidad
humana y de igualdad, que constituyen pilares basilares del modelo Social de
Derecho.

TIPOLOGIA DEL PERJUICIO - Noción. Definición. Concepto

Es claro que para efectuar el análisis del perjuicio, se debe abordar el estudio de
lo que se conoce como la “tipología del perjuicio”, esto es, el examen, valoración y
fijación de los estándares de indemnización que pueden ser objeto de
reconocimiento, lo que se hace a partir de la respuesta a los siguientes
interrogantes: i) ¿Qué se indemniza?, ii) ¿Cuál es el criterio para determinar la
necesidad de reconocimiento de un perjuicio indemnizable?, iii) ¿Se indemniza el
perjuicio por sí mismo, o las consecuencias apreciables que él produce (internas o
externas), siempre y cuando sean valorables?, iv) ¿Cuál orientación tiene el
ordenamiento jurídico Colombiano en relación con la reparación del perjuicio; se
indemnizan las consecuencias del daño o se reparan las afectaciones a los
diferentes bienes o intereses jurídicos? Como se observa, existe toda una serie
de cuestionamientos que el juez debe formularse, con el fin de establecer una
posición en la materia, lo que implica, a todas luces, un ejercicio hermenéutico e
interpretativo a partir del análisis de las normas constitucionales que regulan la
responsabilidad patrimonial del Estado, para con fundamento en ello, arribar a las
conclusiones que consulten los parámetros efectivos de justicia material, en lo que
concierne a la reparación integral.

DAÑO FISIOLOGICO - Noción. Definición. Concepto / DAÑO FISIOLOGICO -


Reformulación jurisprudencial del concepto / TIPOLOGIA DEL PERJUICIO
INMATERIAL DIFERENTE AL MORAL - Línea jurisprudencial

En nuestro ordenamiento jurídico, y específicamente la jurisprudencia contencioso


administrativa ha reconocido como daños indemnizables, los de tipo material esto
es, el daño emergente y el lucro cesante (artículo 1614 del Código Civil), así como
los inmateriales, género éste en el que se han decretado condenas por concepto
de perjuicios morales y fisiológicos, categoría esta última en la que desde que fue
reconocida por primera vez en 1993, ha sido denominada de diversas formas, en
ocasiones “daño a la vida de relación” o “alteración a las condiciones de
existencia”, pero con un sustrato idéntico, esto es, la pérdida de placer en la
realización de una actividad o alteración grave que produce el daño en las
relaciones del sujeto con su entorno. (…) en recientes pronunciamientos se adoptó
la denominación de “alteración a las condiciones de existencia”, para designar ese
“específico” perjuicio que desde el año 1993 fue avalado por la jurisprudencia
contencioso administrativa, para indemnizar no sólo las lesiones a la integridad
psicofísica sino cualquier lesión de bienes, derechos o intereses legítimos diversos
a la unidad corporal del sujeto, como la honra, el buen nombre, el daño al proyecto
de vida, etc. (…)en reciente providencia del 4 de mayo de 2011, esta Sección
discurrió de la siguiente forma (…) Como se aprecia, en este último
pronunciamiento se reconoce de manera expresa la importancia de la noción de
“perjuicio fisiológico” o daño a la salud, toda vez que “además de facilitar la prueba
en relación con este particular tipo de perjuicio –de origen psicofísico–, también
proporciona al juez mejores criterios para establecer la tasación del perjuicio.”; no
obstante, a continuación, la Sala señala que ese perjuicio se encuentra incluido
dentro de la “alteración a las condiciones de existencia”, lo que genera un
problema hermenéutico y de aplicación jurídica, pues, se insiste, al margen de
reconocer la relevancia del daño a la salud se retorna de inmediato a la
denominación tradicional. Como se desprende de los anteriores
pronunciamientos, la línea jurisprudencial que se ha trazado en torno a la tipología
del perjuicio inmaterial, diferente al moral, ha supuesto una naturaleza dual,
consistente en que se indemniza la lesión a la integridad corporal del sujeto –daño
evento– (artículo 49 C.P. derecho a la salud), así como las consecuencias que el
daño produce tanto a nivel interno (alteración a las condiciones de existencia)
como externo o relacional (daño a la vida de relación).

NOTA DE RELATORIA: Sobre noción de daño fisiológico denominado en diversas


formas, en ocasiones daño a la vida de relación o alteración a las condiciones de
existencia, consultar sentencia de 25 de septiembre de 1997, expediente número
10421; sentencia de 19 de julio de 2000, expediente número 11842; sentencia de
2 de octubre de 1997, expediente número 11652; sentencia del 4 de junio de 2008,
expediente número 15657; sentencia del 15 de agosto de 2007, expediente
número AG 2003 - 385; sentencia de 1º de diciembre de 2008, expediente número
17744, con aclaración de voto del ponente sobre esta materia; sentencia del 10 de
julio de 2003, expediente 14083 y sentencia de 4 de mayo de 2011, expediente
número 17396
DAÑO FISIOLOGICO, A LA VIDA DE RELACION O ALTERACION A LAS
CONDICIONES DE EXISTENCIA - Doble connotación. Limitación de la
posibilidad de valorar el daño en términos de objetividad material

Esa doble connotación del daño fisiológico, a la vida de relación o alteración a las
condiciones de existencia –entendiéndolos como perjuicios de índole idéntica o
similar, tal y como lo ha venido haciendo la jurisprudencia vernácula–, ha limitado
la posibilidad de valorar el daño en términos de objetividad material –es decir, a
partir de criterios reales, uniformes y verificables–. En consecuencia, esa
naturaleza bifronte, ha desencadenado que, teóricamente, se haya aceptado esos
planteamientos como un progreso jurisprudencial que permite no sólo indemnizar
la integridad psicofísica del sujeto (daño corporal), sino también otros bienes
jurídicos como su honra, el buen nombre, la tranquilidad, etc. No obstante lo
anterior, esa doble condición del daño a la vida de relación o alteración a las
condiciones de existencia, ha generado algunos inconvenientes que se pretenden
aclarar con los contenidos desarrollados y expuestos en esta providencia.

DAÑO A LA VIDA DE RELACION - Mutación del nombre / ALTERACION A LAS


CONDICIONES DE EXISTENCIA - Perjuicio autónomo / ALTERACION A LAS
CONDICIONES DE EXISTENCIA - Diferente a daño a la vida de relación /
DAÑO A LA VIDA DE RELACION - Perjuicio de placer o agrado

Con el criterio adoptado en el año 2007, la confusión relacionada con la tipología


del perjuicio inmaterial se entronizó en mayor medida, como quiera que sin
abandonar el contenido y alcance del concepto “daño a la vida de relación”, se
mutó su nombre, para designarlo como “la alteración a las condiciones de
existencia” (des troubles dans les conditions d’existence), lo cual no es apropiado,
puesto que este último corresponde a un perjuicio autónomo que tiene una
dimensión distinta al perjuicio de placer o de agrado (daño a la vida de relación), y
que se refiere a la modificación grave, sustancial y anormal del proyecto de vida
que cada persona tiene trazado.

DAÑO A LA SALUD - Perjuicio de agrado / DAÑO A LA SALUD - Alteración a


las condiciones de existencia / DAÑO A LA SALUD Y ALTERACION A LAS
CONDICIONES DE EXISTENCIA - Daños autónomos

El daño a la salud denominado por la doctrina y jurisprudencia francesa como


daño corporal o fisiológico, y en Italia biológico, fue imbricado con el concepto de
perjuicio de agrado y con la alteración a las condiciones de existencia, daños
autónomos que han sido reconocidos por la jurisprudencia del Consejo de Estado
Francés, lo que desencadenó que un perjuicio de constatación y valuación objetiva
como lo es aquél, fuera revestido por una condición indefinida o englobada en la
que se puede dar cabida a cualquier tipo de afectación, al margen de que se
refleje en el ámbito externo o interno del sujeto, y sea liquidable en términos
objetivos o subjetivos.

TIPOLOGIA DEL PERJUICIO INMATERIAL - Sistemas jurídicos francés e


italiano. Polos diametralmente opuestos

Los sistemas jurídicos francés e italiano se encuentran en dos polos


diametralmente opuestos en cuanto a la tipología del perjuicio inmaterial se refiere,
puesto que el primero ha permitido –dado el esquema normativo abierto del código
civil– la formulación de diversas categorías de daños y perjuicios que pretenden
resarcir las diversas afectaciones que produce un daño en la órbita interna y
externa de un sujeto; contrario sensu, el segundo ha tenido que enfrentar un
sistema legal rígido o cerrado que limita el reconocimiento de perjuicios
inmateriales, razón por la cual ha correspondido a las jurisdicciones constitucional
y ordinaria ampliar el contenido y alcance de ese sistema indemnizatorio. (…)
Ahora bien, en uno u otro sistema la preocupación ha sido común y consiste en
determinar o establecer “justos medios” que, como lo ha sostenido el reconocido
profesor italiano Francesco Busnelli, sirvan de diques de tal forma que no se limite
el reconocimiento de perjuicios inmateriales a los de contenido moral, pero
tampoco se genere un abanico de perjuicios que distorsione el derecho de daños y
que pueda afectar los principios de reparación integral y de prohibición de
enriquecimiento sin causa.

DAÑO A LA SALUD - Afectación a la integridad psicofísica. Ambitos físico,


psicológico y sexual / DAÑO - Valoración daño corporal / DAÑO A LA
INTEGRIDAD PSICOFISICA - Perjuicios que se pueden reclamar /
PERJUICIOS QUE SE PUEDEN RECLAMAR POR DAÑO A LA INTEGRIDAD
PSICOFISICA - Moral, materia y daño a la salud

El “daño a la salud” –esto es el que se reconoce como proveniente de una


afectación a la integridad psiocofísica– ha permitido solucionar o aliviar la
discusión, toda vez reduce a una categoría los ámbitos físico, psicológico, sexual,
etc., de tal forma que siempre que el daño consista en una lesión a la salud, será
procedente establecer el grado de afectación del derecho constitucional y
fundamental (artículo 49 C.P.) para determinar una indemnización por ese
aspecto, sin que sea procedente el reconocimiento de otro tipo de daños (v.gr. la
alteración de las condiciones de existencia), en esta clase o naturaleza de
supuestos. Se reconoce de este modo una valoración del daño a la persona
estructurado sobre la idea del daño corporal, sin tener en cuenta categorías
abiertas que distorsionen el modelo de reparación integral. Es decir, cuando la
víctima sufra un daño a la integridad psicofísica sólo podrá reclamar los daños
materiales que se generen de esa situación y que estén probados, los perjuicios
morales de conformidad con los parámetros jurisprudenciales de la Sala y, por
último, el daño a la salud por la afectación de este derecho constitucional.

DAÑO A LA SALUD - Contenido y alcance primegenio / DAÑO A LA SALUD -


Desplaza por completo las otras categorías de daño inmaterial. Daño a la
vida de relación y alteración a las condiciones de existencia / PERJUICIOS
INMATERIALES - Daño moral y daño a la salud

Lo anterior, refuerza aún más la necesidad de readoptar la noción de daño a la


salud, fisiológico o biológico, como lo hace ahora la Sala, pero con su contenido y
alcance primigenio, esto es, referido a la afectación o limitación a la integridad
psicofísica de la persona, como quiera que al haberlo subsumido en unas
categorías o denominaciones que sirven para identificar perjuicios autónomos y
que han sido reconocidos en diferentes latitudes, como por ejemplo la alteración a
las condiciones de existencia (v.gr. Francia), se modificó su propósito que era
delimitar un daño común (lesión a la integridad corporal) que pudiera ser tasado,
en mayor o menor medida, a partir de parámetros objetivos y equitativos, con
apego irrestricto a los principios constitucionales de dignidad humana e igualdad.
En otros términos, un daño a la salud desplaza por completo a las demás
categorías de daño inmaterial como lo son la alteración grave a las condiciones de
existencia -antes denominado daño a la vida de relación– precisamente porque
cuando la lesión antijurídica tiene su génesis en una afectación negativa del
estado de salud, los únicos perjuicios inmateriales que hay lugar a reconocer son
el daño moral y el daño a la salud.
DAÑO A LA VIDA DE RELACION O LA ALTERACION DE LAS CONDICIONES
DE EXISTENCIA - No son instrumentos para obtener la reparación del daño a
la salud / DAÑO A LA VIDA DE RELACION O LA ALTERACION DE LAS
CONDICIONES DE EXISTENCIA - Improcedentes para reparar las lesiones a
la integridad psicofísica

Los daños a la vida de relación o a la alteración de las condiciones de existencia,


no podrán servir de instrumento para obtener la reparación del daño a la salud, es
decir, son improcedentes para reparar las lesiones a la integridad psicofísica
puesto que parten de confrontar, o mejor de un parangón entre la esfera individual
y la externa o social; el primero en la carga relacional del sujeto (relaciones
sociales) lo que llevó a que fuera considerado en Italia como un daño subjetivo,
inequitativo e desigualitario –dado que una persona puede tener una vida social o
relacional más activa que otra, sin que eso suponga que deba indemnizarse
diferente el daño–, y el segundo, por referirse a una alteración grave y significativa
del proyecto de vida, es decir, a los planes y objetivos de la persona hacia el
futuro.

DAÑO A LA SALUD - Afectación de la integridad psicofísica de la persona /


DAÑO A LA SALUD - Cubrimiento

El daño a la salud gana claridad, exactitud y equidad donde los precisados


perjuicios la pierden, puesto que siempre está referido a la afectación de la
integridad psicofísica del sujeto, y está encaminado a cubrir no sólo la
modificación de la unidad corporal sino las consecuencias que las mismas
generan, razón por la que, sería comprensivo de otros daños como el estético, el
sexual, el psicológico, entre otros, sin que existiera la necesidad de ampliar en
demasía la gama o haz de daños indemnizables, con lo que se conseguiría una
sistematización del daño no patrimonial. En otros términos, se insiste, en Colombia
el sistema indemnizatorio está limitado y no puede dar lugar a que se abra una
multiplicidad de categorías resarcitorias que afecten la estructura del derecho de
daños y la estabilidad presupuestal que soporta un efectivo sistema de
responsabilidad patrimonial del Estado, motivo por el que, se itera, cuando el daño
se origine en una lesión psíquica o física de la persona el único perjuicio
inmaterial, diferente al moral que será viable reconocer por parte del operador
judicial será el denominado “daño a la salud o fisiológico”, sin que sea posible
admitir otras categorías de perjuicios en este tipo de supuestos y, mucho menos,
la alteración a las condiciones de existencia, categoría que bajo la égida del daño
a la salud pierde relevancia, concreción y pertinencia para indemnizar este tipo de
afectaciones. En ese orden de ideas, el concepto de salud comprende diversas
esferas de la persona, razón por la que no sólo está circunscrito a la interna, sino
que comprende aspectos físicos y psíquicos, por lo que su evaluación será mucho
más sencilla puesto que ante lesiones iguales corresponderá una indemnización
idéntica. Por lo tanto, no es posible desagregar o subdividir el daño a la salud o
perjuicio fisiológico en diversas expresiones corporales o relacionales (v.gr. daño
estético, daño sexual, daño relacional familiar, daño relacional social), pues este
tipo o clase de perjuicio es posible tasarlo o evaluarlo, de forma más o menos
objetiva, con base en el porcentaje de invalidez decretado por el médico legista.

DAÑO A LA SALUD - Indemnización / INDEMNIZACION DEL DAÑO A LA


SALUD - Componentes. Objetivo y subjetivo / MAXIMA DE IGUALDAD - A
igual daño igual indemnización
De allí que no sea procedente indemnizar de forma individual cada afectación
corporal o social que se deriva del daño a la salud, como lo hizo el tribunal de
primera instancia, sino que el daño a la salud se repara con base en dos
componentes: i) uno objetivo determinado con base en el porcentaje de invalidez
decretado y ii) uno subjetivo, que permitirá incrementar en una determinada
proporción el primer valor, de conformidad con las consecuencias particulares y
específicas de cada persona lesionada. Así las cosas, el daño a la salud permite
estructurar un criterio de resarcimiento fundamentado en bases de igualdad y
objetividad, de tal forma que se satisfaga la máxima “a igual daño, igual
indemnización”.

DAÑO A LA SALUD - Concepto / DAÑO A LA SALUD - Perjuicio inmaterial


diferente al moral / DAÑO A LA SALUD - Casos en que procede / DAÑO
CORPORAL - Perjuicios que se reconocen / DAÑO A LA SALUD - Categoría
autónoma e independiente

Se adopta el concepto de daño a la salud, como perjuicio inmaterial diferente al


moral que puede ser solicitado y decretado en los casos en que el daño provenga
de una lesión corporal, puesto que el mismo no está encaminado al
restablecimiento de la pérdida patrimonial, ni a la compensación por la aflicción o
el padecimiento que se genera con aquél, sino que está dirigido a resarcir
económicamente –como quiera que empíricamente es imposible– una lesión o
alteración a la unidad corporal de la persona, esto es, la afectación del derecho a
la salud del individuo. Por lo tanto, cuando el daño tenga origen en una lesión
corporal (daño corporal), sólo se podrán reclamar y eventualmente reconocer los
siguientes tipos de perjuicios –siempre que estén acreditados en el proceso –: i)
los materiales de daño emergente y lucro cesante; ii) y los inmateriales,
correspondientes al moral y a la salud o fisiológico, el primero tendiente a
compensar la aflicción o padecimiento desencadenado por el daño, mientras que
el último encaminado a resarcir la pérdida o alteración anatómica o funcional del
derecho a la salud y a la integridad corporal. Desde esa perspectiva, se insiste, el
daño a la salud comprende toda la órbita psicofísica del sujeto.

TIPOLOGIA DEL PERJUICIO INMATERIAL - Clases

La tipología del perjuicio inmaterial se puede sistematizar de la siguiente manera:


i) perjuicio moral; ii) daño a la salud (perjuicio fisiológico o biológico); iii) cualquier
otro bien, derecho o interés legítimo constitucional, jurídicamente tutelado que no
esté comprendido dentro del concepto de “daño corporal o afectación a la
integridad psicofísica” y que merezca una valoración e indemnización a través de
las tipologías tradicionales como el daño a la vida de relación o la alteración grave
a las condiciones de existencia o mediante el reconocimiento individual o
autónomo del daño (v.gr. el derecho al buen nombre, al honor o a la honra; el
derecho a tener una familia, entre otros), siempre que esté acreditada en el
proceso su concreción y sea preciso su resarcimiento, de conformidad con los
lineamientos que fije en su momento esta Corporación. Es decir, cuando el daño
antijurídico radica en una afectación psicofísica de la persona, el daño a la salud
surge como categoría autónoma y, por lo tanto, desplaza por completo
denominaciones o tipos de perjuicios abiertos que han sido empleados en otras
latitudes, pero que, al igual que en esta ocasión, han cedido paso al daño corporal
como un avance jurídico que permite la reparación efectiva y objetiva del perjuicio
proveniente de la lesión al derecho constitucional y fundamental a la salud.

DAÑO A LA SALUD - Sistematización


El hecho de sistematizar el daño a la salud (integridad corporal, psicológica,
sexual, estética), mientras se deja abierta la estructura de los demás bienes o
derechos jurídicos, garantiza un esquema coherente con los lineamientos
conceptuales, teóricos y prácticos del resarcimiento del daño, como quiera que no
se presta para generar una tipología paralela al daño a la salud que produzca los
mismos efectos perjudiciales que acarrearon las nociones abiertas e indefinidas
del daño a la vida de relación y de alteración a las condiciones de existencia. En
consecuencia, el daño moral satisface la indemnización de la órbita interna y
aflictiva del ser humano; el daño a la salud garantiza un resarcimiento más o
menos equitativo y objetivo en relación con los efectos que produce un daño que
afecta la integridad psicofísica de la persona; y, por último, será oportuno que se
analice la posibilidad por parte de esta Corporación –siempre que los supuestos
de cada caso lo permitan– de que se reparen los demás bienes, derechos o
intereses jurídicos de la víctima directa o de los perjudicados que logren acreditar
efectivamente que padecieron ese daño autónomo e independiente, sin que quede
cobijado por la tipología antes delimitada (v.gr. el derecho al buen nombre). La
aplicación de esta tipología del daño garantiza la reparación estática y dinámica
del perjuicio, esto es los efectos internos y externos, subjetivos y objetivos,
individuales y colectivos que la lesión antijurídica o injusta desencadena en el
sujeto y las personas que constituyen su entorno.

DAÑO A LA SALUD - Importancia / RESARCIMIENTO DEL DAÑO A LA SALUD


- Garantiza los principios constitucionales de dignidad humana y de igualdad
material

Es preciso recalcar que en nuestro país no existe un sistema abierto y


asistemático del perjuicio inmaterial, puesto que estos esquemas atentan contra el
entendimiento del derecho de la responsabilidad, motivo por el cual, será la
jurisprudencia de esta Corporación la encargada de definir la posibilidad de
reconocer otras categorías o tipos de daños distintos al daño a la salud, pero
siempre que el caso concreto permita la discusión y se afronte la misma a través
de la búsqueda de una metodología coherente que contenga el abanico
resarcitorio a sus justas proporciones sin que se desdibuje el contenido y alcance
de la teoría del daño resarcible. Esta es, precisamente, la importancia del daño a
la salud, ya que como se ha explicado permite reconducir a una misma categoría
resarcitoria todas las expresiones del ser humano relacionadas con la integridad
psicofísica, como por ejemplo las esferas cognoscitivas, psicológicas, sexuales,
hedonísticas, etc., lo que evita o impide que se dispersen estos conceptos en
rubros indemnizatorios autónomos. Así las cosas, el daño a la salud posibilita su
reparación considerado en sí mismo, sin concentrarse de manera exclusiva y
principal en las manifestaciones externas, relacionales o sociales que
desencadene, circunstancia por la cual este daño, se itera, gana concreción y
objetividad en donde las categorías abiertas la pierden y, por lo tanto, permite
garantizar los principios constitucionales de dignidad humana y de igualdad
material.

CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRACION

SECCION TERCERA

Consejero ponente: ENRIQUE GIL BOTERO


Bogotá D.C., catorce (14) de septiembre de dos mil once (2011)

Radicación número: 05001-23-31-000-2007-00139-01(38222)


Actor: JOSE DARIO MEJIA HERRERA Y OTROS

Demandado: NACION-MINISTERIO DE DEFENSA-EJERCITO NACIONAL

Referencia: ACCION DE REPARACION DIRECTA

En cumplimiento y acatando del criterio mayoritario de la Sala, contenido en el


auto del 13 de junio de 2011, del cual el Consejero Ponente se apartó –tal y como
se puso de presente en salvamento de voto del 11 de julio de 2011 en los
procesos Nos. 19.031 y 38.222, y la aclaración de voto del 25 de agosto del
mismo año en el expediente No. 17.936– se somete a consideración de la Sala
Plena de la Sección Tercera el presente proyecto de sentencia.

Resuelve la Sala con prelación, por improbación del acuerdo conciliatorio, de


conformidad con lo dispuesto en el acta No. 21 del 15 de octubre de 2008 1, los
recursos de apelación interpuestos por las partes contra la sentencia del 3 de
agosto de 2009, proferida por el Tribunal Administrativo de Antioquia, en la que se
decidió lo siguiente:

“PRIMERO. SE DECLARA ADMINISTRATIVAMENTE


RESPONSABLE A LA NACIÓN COLOMBIANA - MINISTERIO DE
DEFENSA - EJÉRCITO NACIONAL de los daños ocasionados a los
señores RUBÉN DARÍO MEJÍA ARIAS, FABIÁN ANDRÉS MEJÍA
ARIAS, JOSÉ DARÍO MEJÍA HERRERA, DIANA YICET MEJÍA
ARIAS y JUAN DAVID MEÍA ARIAS con ocasión de las lesiones de
que fuera víctima FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS en hechos
acaecidos el 10 de octubre de 2006, en jurisdicción del municipio de
Remedios Antioquia, cuando servía como soldado regular del
Ejército Nacional.

“SEGUNDO. SE CONDENA A LA NACIÓN COLOMBIANA -


MINISTERIO DE DEFEBNSA - EJÉRCITO NACIONAL a pagar por
concepto de:

“2.1. PERJUICIOS INMATERIALES en su modalidad de:

“2.1.1. PERJUICIOS MORALES:

“A. Al señor FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS, la suma de CIEN


SAKLARIOS MÍNIMOS LEGALES MENSUALES VIGENTES (100
S.M.L.M.V.).
1
Se deja constancia que el Despacho del Consejero Ponente, al momento en que se sometió este
proyecto de fallo a consideración de la Sala Plena de la Sección Tercera, no tenía otros procesos
anteriores pendientes con la misma prelación que se decide en esta ocasión.
“B. Al señor JOSÉ DARÍO MEJÍA HERRERA, la suma de
CINCUENTA SALARIOS MÍNIMOS LEGALES MENSUALES
VIGENTES (50 SMLVMV).

“C. A RUBÉN DARÍO MEJÍA ARIAS, JUAN DAVID MEJÍA ARIAS Y


DIANA YICET MEJÍA ARIAS la suma de TREINTA SALARIOS
MÍNIMOS LEGALES MENSUALES (30 S.M.L.M.V.) para cada uno
de ellos.

“2.1.2. PERJUICIOS A LA VIDA DE RELACIÓN, la suma de


DOSCIENTOSCINCUENTA SALARIOS MÍNIMOS LEGALES
MENSUALES (250 S.M.L.M.V.) para FABIÁN ANDRÉS MEJÍA
ARIAS, discriminados de la siguiente manera:

“A. Por daño fisiológico, la suma de CINCUENTA SALARIOS


MÍNIMOS LEGALES MENSUALES VIGENTES (50 SMLMV).

“B. Por daño a la vida de relación sexual, la suma de CINCUENTA


SALARIOS MÍNIMOS LEGALES MENSUALES VIGENTES (50
SMLMV).

“C. Por daño a la vida de relación familiar, la suma de


CINCUENTA SALARIOS MÍNIMOS LEGALES MENSUALES
VIGENTES (50 SMLMV).

“D. Por daño estético, la suma de CINCUENTA SALARIOS


MÍNIMOS LEGALES MENSUALES VIGENTES (50 SMLMV).

“2.2. PERJUICIOS MATERIALES en la modalidad de lucro cesante


a favor del señor FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS, la suma de
CIENTO CUARENTA Y CUATRO MILLONES SETECIENTOS SEIS
MIL CIENTO SETENTA Y OCHO PESOS (144.706.178.oo).

“TERCERO. Se niegan las demás pretensiones.

“CUARTO. En el memorial obrante a folio 204 del expediente el


apoderado de la entidad demandada, sustituye el poder que le fue
conferido en la Doctora DIANA PATRICIA GIL GIL, con Tarjeta
profesional No. 70.013 del Consejo Superior de la Judicatura, en
consecuencia, se le reconocerá personería a dicha abogada, para
que sea ella quien continúe representando a la entidad demandada.

“QUINTO. NO HAY LUGAR A CONDENA EN COSTAS.

“SEXTO. La presente sentencia se cumplirá confirme a lo


preceptuado en los artículo 176, 177 y 178 del Código Contencioso
Administrativo.” (fls. 222 a 224 cdno. ppal. 2ª instancia - mayúsculas
y negrillas del original).

I. ANTECEDENTES
1. Demanda y trámite de primera instancia

1.1. En escrito presentado el 23 de enero de 2007, José Darío Mejía Herrera quien
actúa en nombre propio y en representación de sus hijos menores: Diana Yiseth y
Juan David Mejía Arias; María Pastora Arias, Rubén Darío Mejía Arias y Fabián
Andrés Mejía Arias solicitaron, por intermedio de apoderado judicial, que se
declare a la Nación - Ministerio de Defensa - Ejército Nacional, patrimonialmente
responsable de los perjuicios que les fueron ocasionados con motivo de las
lesiones padecidas por su hijo, hermano y nieto, Fabián Andrés Mejía Arias el 10
de octubre de 2006 (fls. 7 a 22 cdno. ppal.).

En consecuencia, solicitó que se condenara al demandado a pagar: i) a título de


perjuicios morales la suma global de 350 SMMLV para todos los demandantes, ii)
a favor de Fabián Andrés Mejía Arias, los perjuicios materiales, en la modalidad de
lucro cesante por valor de $222.936.832,40, iii) por concepto de daño a la vida de
relación la suma equivalente a 550 SMMLV para el lesionado directo (fls. 8 cdno.
ppal.).

En apoyatura de las pretensiones se expusieron, en síntesis, los siguientes


hechos (fls. 9 a 12 cdno. ppal.):

1.1.1. Fabián Andrés Mejía Arias fue incorporado al Ejército Nacional como
soldado regular el 21 de febrero de 2006.

En consecuencia, la finalidad de su vinculación fue la de prestar el servicio militar


obligatorio; fue reclutado en la ciudad de Pereira, luego trasladado a Puerto Berrío
y con posterioridad al Batallón Especial Energético y Vial No. 8 con sede en
Segovia (Antioquia).

1.1.2. Finalizadas las fases de entrenamiento y sus cursos de enfermero de


combate el joven soldado Fabián Andrés Mejía Arias fue enviado al área de
operación, de manera concreta a la vereda Machuca, jurisdicción del municipio de
Segovia, con la finalidad de realizar operaciones de control.

1.1.3. En desarrollo de una operación militar –ocultándose de la guerrilla que se


encuentra radicada en esa zona– Fabián Andrés Mejía se enredó en la maleza y
para evitar caer al vacío se apoyó en una piedra húmeda que hizo que se
resbalara y cayera rodando a un voladero de aproximadamente diez o doce
metros.

Al final del vacío el soldado fue detenido por un pedrusco sobre el que aterrizó
sentado lo que implicó que su columna vertebral recibiera un fuerte impacto, así
como sus miembros inferiores, razón por la que fue necesario extraerlo con el
empleo de sogas.

1.1.4. El accidente sufrido por el soldado Mejía Arias en ningún momento puede
ser imputado a una falta de pericia o negligencia de su parte, como quiera que se
le obligó a transitar por terrenos montañosos y por trochas rodeadas de humedad.

1.1.5. Fabián Andrés Mejía Arias quedó afectado con una lesión de por vida como
es el dolor frecuente en la columna y la rodilla derecha, lo que afecta su actividad
motriz.

1.1.6. Al momento del reclutamiento, Fabián Andrés Mejía se desempeñaba como


reparador de transformadores de alta tensión y redes internas, razón por la que
recibía en promedio $700.000,oo.

1.2. El Tribunal Administrativo de Antioquia admitió la demanda en auto del 1º de


febrero de 2007 (fls. 24 y 25 cdno. ppal.); el 16 de abril de 2007, se decretaron las
pruebas solicitadas por las partes (fls. 38 a 40 cdno. ppal.) y, por último, en
proveído del 6 de marzo de 2009, se corrió traslado para alegar de conclusión (fl.
185 cdno. ppal.).

1.3. La institución demanda se opuso a las súplicas del libelo demandatorio, en los
siguientes términos (fls. 29 a 37 cdno. ppal.):

1.3.1. La lesión del soldado Mejía Arias no constituye daño antijurídico en la


medida que se trató de un accidente normal en la prestación del servicio militar, es
decir sin que mediara falla del servicio.

1.3.2. Es posible que el joven soldado haya sufrido un accidente en la prestación


del servicio militar, pero tal hecho no es imputable a la administración pública bajo
ninguno de los regímenes de responsabilidad existentes, pues de los hechos
narrados en la demanda se puede establecer que lo sucedido al soldado Mejía
constituyó la materialización de un riesgo propio del servicio.

Los soldados regulares no se reclutan para prestar labores de oficina, ni para


asear los pisos de los cuarteles, sino para colaborar en las actividades militares de
un país que registra un conflicto armado de significativa intensidad.

1.3.3. En consecuencia, se insiste que lo ocurrido al soldado Mejía Arias no


constituye daño antijurídico porque al ser la concreción de un riesgo propio del
servicio estaba obligado a soportarlo.

1.4. Corrido el traslado para alegar de conclusión, intervinieron las partes para
reiterar los argumentos expuestos en el libelo petitorio y en la contestación,
respectivamente (fls. 186 a 199 y 200 a 203 cdno. ppal.).

2. Sentencia de primera instancia

En sentencia del 3 de agosto de 2009, el Tribunal Administrativo de Antioquia


accedió parcialmente a las súplicas de la demanda. Declaró la responsabilidad de
la demandada ya que, en su criterio, el título jurídico aplicable a la controversia es
el daño especial según el cual el Estado debe responder por las afectaciones
causadas a las personas que se encuentran prestando el servicio militar
obligatorio, sin necesidad de analizar la controversia desde la perspectiva
subjetiva o de falla del servicio.

Así mismo, a quo al referirse daño a la vida de relación lo desagregó en una


multiplicidad de categorías que se ven reflejadas inclusive en la parte resolutiva de
la sentencia.

Entre otros aspectos, el Tribunal puntualizó:

“Comprobado que el soldado FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS era


regular, que sufrió detrimento en sus condiciones físicas que
significó disminución en la capacidad laboral, encontrándose en
servicio y por causa de este, teniendo en cuenta las consideraciones
del Consejo de Estado relacionadas con el marco teórico, en lo
atinente a los derechos que les asisten a los soldados conscriptos o
regulares o de servicio obligatorio y el deber correlativo del Estado
de devolverlos en las mismas condiciones en que ingresan a prestar
aquél, el antes mencionado tiene derecho a que le sean reconocidos
los perjuicios que se le ocasionaron.

“4.9. Se reitera que no puede olvidarse que de años atrás, el


desarrollo jurisprudencial del Honorable Consejo de Estado,
señalaba la responsabilidad del Estado, de devolver a la sociedad
en idénticas condiciones de salud física y emocional a los
conscriptos, precisamente por la naturaleza de la prestación
obligatoria del servicio, donde no media vinculación laboral y como
consecuencia de ésta un régimen prestaciones, como sí ocurre con
el soldado profesional. Por ello es que simbólicamente para
reconocer la indemnización por la disminución laboral, se tiene como
parámetro lo que devenga un Cabo Tercero de la institución.

“4.10. Por todo lo anterior, se impone el deber de declarar


administrativamente responsable al Ministerio de Defensa - Ejército
Nacional, a la luz de la cláusula general de responsabilidad prevista
en el artículo 90 de la Carta Política…

“(…) 5.1.2. Los perjuicios a la vida de relación. Se puede discriminar


en varios ítems a saber:

“5.1.2.1. Daño fisiológico, el cual es de carácter funcional, es decir


cuando se han afectado funciones como la locomotora, visual,
auditiva, etc.

“5.1.2.2. Daño a la vida de relación sexual, teniendo en cuenta que


las disfunciones sexuales son problemas en las respuestas sexual
humana, que involucran el deseo, la excitación, la erección y el
orgasmo. Afectan la relación de pareja, la salud integral, la
autoestima y el desarrollo de la vida erótica plena.

“5.1.2.3. Daño a la vida de relación social, toda vez que ésta se


altera por condicionamientos particulares como la pérdida de la
locomoción, la cual socialmente constituye un estigma,
produciéndose rechazo dentro de los núcleos en los cuales se
desarrollan las personas.

“5.1.2.4. Daño a la vida de relación familiar, en la medida que se


vulnera el núcleo familiar, presentándose alteraciones de
comportamiento. Es tutelado el derecho a partir del artículo 42 de la
misma Carta al entregar al Estado el deber de garantizar su
protección, al constituir el núcleo fundamental de la sociedad.

“5.1.2.5. Daño estético. Guarda relación directamente con la imagen


corporal.”

“(…)” (fls. 205 a 225 cdno. ppal. 2ª instancia - mayúsculas del


original).
3. Recursos de apelación y trámite procesal en la segunda instancia

Las partes la recurrieron en apelación la providencia (fls. 227 y 228 cdno. ppal. 2ª
instancia); el 30 de octubre de 2009, fueron concedidas las impugnaciones por el
Tribunal de primera instancia (fl. 230 cdno. ppal. 2ª instancia), y el recuso fue
admitido por esta Corporación en auto del 19 de abril de 2010 (fl. 256 cdno. ppal.
2ª instancia).

3.1. Parte actora: no formuló ninguna discrepancia contra la sentencia, pues en el


recurso se exponen una serie de argumentos encaminados a la defensa de la
providencia apelada. En consecuencia, si bien en el plano formal existe el recurso
de apelación en su materialidad los demandantes se encuentran conformes con la
decisión de primera instancia, tanto así que de manera expresa solicitaron en el
escrito contentivo del recurso: “La sentencia o fallo proferido en primera instancia,
debe ser confirmado H. Consejero y H. Sala de decisión, en su totalidad por las
siguientes razones…” (fls. 235 a 250 cdno. ppal. 2ª instancia).

3.2. Parte demandada: el fundamento de la impugnación fue desarrollado en los


siguientes términos:

3.2.1. Las lesiones padecidas por Fabián Andrés Mejía Arias se presentaron en el
servicio y fueron atendidas de acuerdo a las normas establecidas en el Decreto
1796 de 2000, siendo otorgadas las indemnizaciones correspondientes.

3.2.2. La actuación del personal de la entidad demandada fue acorde con las
normas legales.

3.2.3. En cuanto a la condena de primera instancia respecto al perjuicio a la vida


de relación, en la que el Tribunal hizo una subdivisión de este perjuicio en: daño
fisiológico, daño a la vida de relación sexual, daño a la vida de relación social,
daño a la vida de relación familiar y daño estético, no se comparte esta
consideración toda vez que el denominado “daño a la vida de relación” sólo abarca
o comprende un ítem indemnizatorio pero no varios tipos o clases de daños como
lo hizo el juzgador de primera instancia, lo que generó que se desbordaran los
extremos indemnizatorios que han sido objeto de pronunciamiento por parte del
Consejo de Estado.
4. Alegatos de conclusión en la segunda instancia

El 2 de diciembre de 2010, se corrió traslado para alegar de conclusión (fl. 288


cdno. ppal. 2ª instancia), etapa en la que las partes guardaron silencio, y sólo
intervino el Procurador Cuarto Delegado ante esta Corporación quien emitió
concepto en los términos que se expone a continuación (fls. 289 a 299 cdno. ppal.
2ª instancia):

4.1. En el caso concreto, encuentra el Ministerio Público que los presupuestos de


la responsabilidad están debidamente acreditados, toda vez que el señor Fabián
Andrés Mejía cuando prestaba servicio militar obligatorio, el 10 de octubre de
29006, sufrió una lesión en su columna vertebral que le generó una pérdida de la
capacidad laboral del 100%, y esa afectación fue ocasionada mientras
desempeñaba actividades relacionadas con el servicio.

4.2. En el presente caso, es claro que la víctima sufrió a más de un daño moral
una alteración a las condiciones de existencia, que en la demanda se deprecan
como “perjuicio a la vida de relación”, el cual rebasa la esfera interna del individuo
y se sitúa en su vida exterior.

La jurisprudencia del Consejo de Estado ha considerado que cuando se trata de


lesiones que producen alteraciones físicas que afectan la calidad de vida de las
personas, éstas tienen derecho al reconocimiento de una indemnización adicional
a la que se reconoce por perjuicio moral.

La discusión respecto a esta indemnización se centra en que la demandada


discrepa del desglose que se hace en la sentencia apelada de los diferentes ítems
que lo conforman o integran.

Sobre el particular es necesario recordar que la jurisprudencia de la Sección


Tercera, en atención al criterio consagrado en el artículo 16 de la ley 446 de 1998,
de acuerdo con el cual la indemnización debe ser integral, ha estimado pertinente
señalar que en caso como el analizado resulta procedente la condena al pago de
perjuicios a la vida de relación a favor de Fabián Andrés Mejía Arias, los cuales,
por lo demás, fueron solicitados en la demanda.
Además, se ha sostenido que el daño a la vida de relación abarca varios aspectos
que trascienden en el ámbito extrínseco del individuo y pretende resarcir la
alteración de las condiciones de existencia, la pérdida del goce y disfrute de los
placeres de la vida, la imposibilidad de relacionarse normalmente con sus
semejantes, etc., situaciones que se pueden presentar como consecuencia del
daño.

En el caso concreto Fabián Andrés Mejía Arias quedó parapléjico, con falta de
control de esfínteres, del órgano de la excreción urinaria y de la reproducción,
limitado para realizar actividades como hacer deportes, bailar, entre otras, y
perturbado síquicamente de forma permanente en ciertas áreas de la vida de
relación con el mundo circundante.

4.3. Cuando en el ordenamiento jurídico de manera previa se establecen una serie


de compensaciones, reconocimientos patrimoniales y prestacionales especiales –
que en derecho francés se han denominado indemnizaciones “a forfait” - su
reconocimiento es compatible con la indemnización a cargo de quien es
encontrado responsable de un daño, por cuanto la causa jurídica de la primera es
la ley, y la causa jurídica de la indemnización plena provenientes de la
responsabilidad es el daño.

En conclusión, los conscriptos tienen derecho a la compensación predeterminada


por la ley o “a forfait” y la indemnización derivada de la responsabilidad
extracontractual del Estado en la generación del daño. Por lo tanto, el pago de la
indemnización legal no es incompatible con el resarcimiento del daño, razón por la
cual no hay lugar a descontar las sumas previamente canceladas.

5. La conciliación realizada por las partes y su improbación en segunda


instancia

El 19 de agosto de 2010, las partes suscribieron un acuerdo conciliatorio que fue


improbado en proveído del 18 de noviembre de 2010, razón por la que la
controversia se decide con prelación de conformidad con el acta de Sala No. 21
del 15 de octubre de 2008 (fls. 280 a 286 cdno. ppal. 2ª instancia).
II. CONSIDERACIONES

Sin que exista causal alguna de nulidad que invalide lo actuado, procede la Sala a
resolver el asunto sometido a consideración, que se conoce en virtud del recurso
de apelación interpuesto por el demandado, a través del siguiente orden
conceptual: 1) competencia; 2) hechos probados, 3) caso concreto, 4)
reliquidación de perjuicios, y 5) costas.

1. Competencia

La Sala es competente para conocer de la actuación en segunda instancia, como


quiera que la pretensión mayor, individualmente considerada de 550 SMMLV por
concepto de daño a la vida de relación ($238.535.000,oo) supera la necesaria
para que un proceso iniciado en el año 2007 tuviera esa vocación, esto es,
$216.850.000,oo.

De otro lado, como materialmente sólo apeló la parte demandada la Sala


contraerá el análisis de la controversia a los argumentos desarrollados en la
apelación y con aplicación del principio constitucional de la no reformatio in pejus
por tratarse de apelante único.

De otro lado, se advierte que el presente asunto cuenta con prelación de fallo por
tratarse de un proceso en el que se improbó la conciliación prejudicial a la que
llegaron las partes, razón por la cual, de conformidad con lo dispuesto en el acta
número 21 del 15 de octubre de 2008, de la Sección Tercera, se procedió a decidir
la controversia según los criterios fijados por la Sala en esa ocasión.

2. Los hechos probados

Del acervo probatorio, se destacan los siguientes aspectos:


2.1. Copia auténtica del acta de junta médico laboral No. 17808 del 22 de marzo
de 2007, correspondiente al paciente Fabián Andrés Mejía Arias, en la que se
consignó lo siguiente:

“(…) Identificación: grado SLR. Código (…) Apellidos y Nombres


completos MEJÍA ARIAS FABIÁN ANDRÉS C.C. (…) de
Desquebradas (…) Edad 21 años. Ciudad y residencia actual Cra.
23 A No. 9-32 Pereira.

“(…) III. CONCEPTOS DE LOS ESPECIALISTAS:

“(AFECCIÓN POR EVALUAR - DIAGNÓSTICO - ETIOLOGÍA -


TRATAMIENTOS VERIFICADOS - ESTADO ACTUAL -
PRONÓSTICO - FIRMA MÉDICO).

“Fecha 05/03/2007 Servicio: FISIATRÍA.

“Oct. 2006 CAÍDA DE +/- 15 MTS DE ALTURA CON EQUIPO Y


TRAUMA EN REGIÓN DORSOLUMBAR. PLEJÍA DE MII.
DIAGNÓSTICO: TRAUMA RAQUIMEDULAR T9. ETIOLOGÍA:
TRAUMÁTICA. ESTADO ACTUAL: PACIENTE EN SILLA DE
RUEDAS, HIPERREFLEXIÓN MII CON RESPUESTA PLANTAR
NEUTRA, PARAPLEJÍA CON TONO MUSCULAR DISMINUIDO,
NIVEL DE ANESTESIA T10 BILATERAL, CATATARISMO…
PRONÓSTICO: SECUELAS TRAUMA RAQUIMEDULAR,
PARAPLEJÍA FLÁCIDA, VEJIGA E INTESTINO NEUROGÉNICO…

“Fecha: 09/03/2007 Servicio: ORTOPEDIA.

“10/10/06 CAÍDA DE 15 MTS DE ALTURA CON TRAUMA EN


REGIÓN LUMBOSACRA. TRAUMA COLUMNA TORÁXICA.
DIAGNÓSTICO: 1- LESIÓN MEDULAR TRAUMÁTICA NIVEL T9, 2-
PARAPLEJÍA MII. ETIOLOGÍA: TRAUMÁTICA. ESTADO ACTUAL:
PACIENTE EN SILLA DE RUEDAS. ANESTESIA T9, PARAPLEJÍA,
NO PRONÓSTICO DE MARCHA, PÉRDIDA FUNCIONAL DE T9
HACIA DISTAL. PRONÓSTICO: MALO…

“Fecha: 02/03/2007 Servicio: NEUROCIRUJÍA.

“EL 9 DE OCTUBRE DE 2006 PRESENTÓ CAÍDA DE 15 MTS CON


TRUMA RAQUIMEDULAR. PACIENTE CON TRAUMA
RAQUIMEDULAR, POSTERIOR A LO CUAL PRESENTÓ PÉRDIDA
DEL MOVIMIENTO Y LA SENSIBILIDAD. FUERZA 1/5 MIEMBROS
INFERIORES. TAC Y RNM LESIÓN MEDULAR TRAUMÁTICA
TORÁCICA. DIAGNÓSTICO: TRAUMA RAQUIMEDULAR NIVEL T6.
ETIOLOGÍA: TRAUMÁTICA. ESTADO ACTUAL: PARAPLEJÍA,
PACIENTE EN SILLA DE RUEDAS SIN CONTROL DE
ESFÍNTERES, PRONÓSTICO: MALO. ESTABLECER SECUELAS
NEUROLÓGICAS. FDO. DR. JUAN C. LUQUE.

“Fecha: 12/03/2007 Servicio: Psiquiatría


“ACCIDENTE Y TRAUMA RAQUIMEDULAR EL 10 DE OCTUBRE
DE 2006 CON PARAPLEJÍA POSTERIOR Y SECUNDARIO A ESTO
SÍNTOMAS DEPRESIVOS. PACIENTE CON TRISTEZA, CON
PENSAMIENTO LÓGICO, COHERENTE, NO ALTERACIONES
SENSOPERSEPCIÓN, PROSPECCIÓN INCIERTA. PRONÓSTICO:
PERSISTE SÍNTOMAS DEPRESIVOS Y DESESPERANZA
SECUNDARIA A IMPOSIBILIDAD PARA CAMINAR, DUELO NO
ELABORADO…

“(…) IV. CONCLUSIONES

“A- DIAGNÓSTICO POSITIVO DE LAS LESIONES O


AFECCIONES:

“1) DURANTE DESPLAZAMIENTO DE TERRENO IRREGULAR


SUFRE CAÍDA RODANDO +/- 15 MTS RECIBIENDO TRAUMA EN
COLUMNA DORSAL CON LESIÓN MEDULAR A NIVEL DE T9,
TRATADO POR FISIATRA, ORTOPEDIA, NEUROCIRUGÍA Y
PSIQUIATRÍA QUE DEJA COMO SECUELA A) TRASTORNO
DEPRESIVO MAYOR CON DUELO NO ELABORADO. B)
PARAPLEJÍA A NIVEL DE T9.

“B. Clasificación de las lesiones o afecciones y calificación de


capacidad psicofísica para el servicio.

“INVALIDEZ
“NO APTO - PARA ACTIVIDAD MILITAR.

“C. Evaluación de la disminución de la capacidad laboral.

“LE PRODUCE UNA DISMINUCIÓN DE LA CAPACIDAD LABORAL


DEL CIEN POR CIENTO (100%).

“D. Imputabilidad del servicio

“LESIÓN OCURRIÓ EN EL SERVICIO POR CAUSA Y RAZÓN DEL


MISMO…” (fls. 150 a 152 cdno. ppal.).

2.2. Copia auténtica del informativo por lesiones suscrito por el Teniente Coronel
José Mauricio Gutiérrez Sánchez, en el cual se precisó:

“EL DÍA 18 DE OCTUBRE DE 2006, SIENDO APROXIMADAMENTE


LAS 13:45 HORAS DE LA TARDE, EN DESARROLLO DE LA
OPERACIÓN OCASO EN EL SECTOR DEL MANÍ, CAÑÓN DEL
MATA JURISDICCIÓN DEL MUNICIPIO DE REMEDIOS, DURANTE
UN DESPLAZAMIENTO TÁCTICO EL SLR. MEJÍA ARIAS FABIÁN
ANDRÉS SUFRIÓ UNA CAÍDA EN LA CUAL RODÓ
APROXIMADAMENTE 10 MTS CON EL EQUIPO DE DOTACIÓN
EN LA ESPALDA EN EL MOMENTO DE PASAR UN PUNTO
OBLIGADO, EL REFERIDO SOLDADO SE INCORPORÓ DE
FORMA INMEDIATA Y CONTINUÓ CON EL DESPLAZAMIENTO
CON POCO DOLOR, EL CUAL EN EL SECTOR DEL
CORREGIMIENTO DE MACHUCA ME INFORMÓ QUE NO
AGUANTABA MÁS EL DOLOR EN EL SECTOR DE LA ESPALDA Y
LA PARTE ABDOMINAL RAZÓN POR LA CUAL SE INFORMÓ AL
BATALLÓN Y SE EVACUÓ CON EL FIN DE QUE REVISARA POR
PARTE DEL MÉDICO DE LA UNIDAD.

“(…)” (fls. 137 y 155 cdno. ppal. - mayúsculas del original).

2.3. Informe médico legal del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, del
5 de noviembre de 2008, en el que se consignó:

“VALORACIÓN REALIZADA EL 05 07 2007 EN MEDICINA LEGAL


CON PRESENCIA FÍSICA DEL PACIENTE.

“(…) Qué causa o causas produjeron las lesiones? Con base en la


historia clínica el paciente refiere que sufrió caída sentado desde
una altura considerable…

“(…) Si esas lesiones dejaron secuelas en el examinado. Qué tipo


de secuelas? Para el momento en que fue examinado en medicina
legal el 05 de julio de 2007, presentaba las siguientes secuelas:

“a. Deformidad física que afecta el cuerpo de carácter permanente.


“b. Pérdida funcional del órgano de la marcha
“c. Pérdida funcional de miembros inferiores.
“d. Pérdida funcional del órgano de la excreción fecal de carácter
permanente.
“e. Perturbación funcional del órgano de la excreción urinaria de
carácter permanente.
“f. Perturbación funcional del órgano de la reproducción de carácter
permanente.
“g. Perturbación funcional del órgano de la cópula de carácter
permanente.” (fls. 1 a 4 cdno. No. 2).

2.4. Copia auténtica de la Resolución No. 65403 del 30 de mayo de 2007,


mediante la cual se reconoce una indemnización por disminución laboral a favor
de varios soldados regulares, entre ellos Fabián Andrés Mejía Arias, a quien se le
ordena pagar la suma de $1´650.348,oo (fls. 145 y 146 cdno. ppal.).

2.5. Copia auténtica de los registros civiles de nacimiento de: i) Rubén Darío, Juan
David, Diana Yicet y Fabián Andrés Mejía Arias, en los que consta que son hijos
de Alba Lucía Arias y José Darío Mejía Herrera (fls. 3 a 6 cdno. ppal.).

3. Caso concreto

Se encuentra probado que Fabián Andrés Mejía Arias, para el momento de los
hechos, estaba vinculado con las Fuerzas Militares, concretamente con el Ejército
Nacional en la condición de soldado regular o conscripto.

Está de igual manera acreditado el daño antijurídico padecido por los


demandantes, en cuanto que las lesiones e incapacidad padecida por Fabián
Andrés Mejía Arias, representa para ellos una afectación a diferentes bienes
jurídicos, que no están en la obligación de soportar 2.

Ahora bien, constada la existencia del daño antijurídico, la Sala aborda el análisis
de imputación dirigido a establecer si el mismo deviene en atribuible a la
administración pública o, si por el contrario, tal y como lo puntualizó el a quo, este
se originó en una fuerza mayor o un caso fortuito.

Es del caso dejar clara la distinción entre los soldados que prestan el servicio
militar obligatorio o conscriptos, -que a su vez pueden diferenciarse entre soldados
regulares, soldados bachilleres, auxiliares de policía bachilleres o soldados
campesinos- y los voluntarios o profesionales.

Respecto de los primeros, la prestación obligatoria del servicio militar, la impone el


artículo 216 de la Constitución Política, por cuanto dispone que todos los
colombianos están obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas
lo exijan para defender la independencia nacional y las instituciones públicas, sin
que exista ninguna vinculación laboral, por lo que se ven en la obligación de
soportar una carga o deber público de responsabilidad social que se conserva
entre la sociedad civil y el Estado, sin que deba verse per se como una
vulneración de los derechos de los conscriptos.

2
“Sabemos ya que el perjuicio que da origen a la responsabilidad es el injusto, el cualificado por la
nota de la antijuricidad, y sabemos también que esta antijuricidad hay que buscarla en el hecho en
sí mismo, no en la conducta que lo causa… el derecho es operativo tan solo dentro de ciertos
límites, límites que se derivan de los costes sociales inherentes a la aplicación de los instrumentos
jurídicos. De esta reflexión se deduce que, aun existiendo perjuicios reales que se alejan del ideal
de justicia, algunos de ellos pueden no ser reparables dentro del sistema de Derecho que
conocemos y, por lo tanto, no resultan antijurídicos en el sentido técnico del término… la
antijuricidad de los daños posee unos límites, límites que lo son también de la operatividad del
sistema jurídico y de los que, para cerrar este tema, recordaremos la formulación realizada por
Villar Palasí: son, por un lado, las actuaciones de la Administración encaminadas a la creación de
las condiciones sustanciales de vida colectiva (manifestadas a través del ejercicio de las potestades
organizatorias de la vida común) [y, se agregaría, enmarcadas dentro de los límites fijados por el
ordenamiento jurídico mismo, y por la protección de los derechos humanos, especialmente los
fundamentales] y, por otro lado, aquellos perjuicios que, por el número de los afectados o por su
cuantía, implicarían una indemnización incompatible con el mantenimiento de la economía de un
país… el Tribunal Supremo ha acuñado la expresión “título legítimo que ampara la carga”, para
referirse al elemento capaz de eliminar la antijuricidad del daño o perjuicio, que para así a la
genérica categoría de “cargas”, perdiendo toda virtualidad indemnizatoria.” DE LA CUÉTARA, Juan
Miguel “La actividad de la administración”, Ed. Tecnos, Madrid, Pág. 574 y 575.
Al respecto, la Corte Constitucional, dispuso 3:

“En los términos expuestos, no debe perderse de vista que, así como se
han entendido los condicionamientos y restricciones que imponen los
derechos de los demás y el orden jurídico -por lo cual tienen alcances y
contenidos relativos-, también los deberes, las obligaciones y las cargas
que impone la vida en sociedad deben cumplirse en términos razonables
y proporcionales a los propósitos que les sirven de fundamento.

“Conforme a esa línea de orientación, la prestación del servicio militar, si


bien es exigible a todos los nacionales, con las excepciones que la ley
consagra, debe someterse a los postulados constitucionales y legales, y
respetar los derechos fundamentales y las libertades básicas de los
llamados a filas.

“Sin embargo, tampoco escapa a la consideración de esta Corte, que no


hay derechos que se contrapongan a deberes irrenunciables. Por ello, las
excepciones para prestar el servicio militar, o las causales para retirarse
de él, deben estar motivadas por el mismo interés general, el cual,
excepcionalmente, permite justificar la exoneración de una persona de
prestar el servicio militar, atendiendo siempre al bienestar colectivo y no al
interés particular.

“Bajo tal perspectiva, el servicio militar obliga, prima facie, a todos, a partir
de dos consideraciones. Una primera, se encuentra estrechamente
vinculada con los deberes constitucionales de los gobernados, dada la
imperiosa y constante necesidad que de él se tiene para la efectiva
defensa de la patria; y, en cuanto hace a la segunda, se justifica en el
ámbito de los derechos, por la elemental aplicación del principio de
igualdad ante la ley”.

El legislador en uso de las facultades concedidas por la Constitución Política al


reglamentar el servicio militar, en el artículo 3 de la ley 48 de 1993, que gobierna el
servicio de Reclutamiento y Movilización, dispuso la obligatoriedad del mismo, al
señalar que todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las
necesidades públicas lo exijan, para defender la independencia nacional y las
instituciones públicas, con las prerrogativas y las exenciones que establece dicha
Ley. Y, en el artículo 10, impuso la obligación de definir la situación militar, al
establecer que todo varón colombiano está obligado a definir su situación militar a
partir de la fecha en que cumpla su mayoría de edad, a excepción de los
estudiantes de bachillerato, quienes lo harán cuando obtengan su título de
bachiller.

El artículo 13 de la misma normativa, señaló y perfiló las modalidades de


prestación del servicio militar, así:

3
Sentencia T-218/10 del 23 de marzo de 2010. C.P. Dr. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
“Artículo 13. Modalidades prestación de servicio militar obligatorio. El
Gobierno podrá establecer diferentes modalidades para atender la
obligación de la prestación del servicio militar obligatorio.
Continuarán rigiendo las modalidades actuales sobre la prestación del
servicio militar:
a. Como soldado regular, de 18 a 24 meses.
b. Como soldado bachiller, durante 12 meses.
c. Como auxiliar de policía bachiller, durante 12 meses.
d. Como soldado campesino, de 12 hasta 18 meses.”

En el mismo sentido, el Decreto 2048 de 1993, por el cual se reglamenta la


mencionada ley 48 de 1993, en su artículo 8, dispuso:

“Artículo 8. El servicio militar obligatorio podrá prestarse en el Ejército, la


Armada, la Fuerza Aérea y la Policía Nacional, en las siguientes formas y
modalidades.
a) Como soldado regular, de 18 a 24 meses;
b) Como soldado bachiller, durante 12 meses;
c) Como auxiliar de policía bachiller, durante 12 meses;
d) Como soldado campesino, de 12 hasta 18 meses, la calidad de
campesino la
determinará el Comandante de la Unidad Táctica correspondiente.”

De otro lado, respecto de los soldados voluntarios o profesionales, definidos en el


artículo 1° del Decreto 1793 de 2000, mediante el cual se expide el Régimen de
Carrera y Estatuto del Personal de Soldados Profesionales de las Fuerzas
Militares, como los varones entrenados y capacitados con la finalidad principal de
actuar en las unidades de combate y apoyo de combate de las Fuerzas Militares,
en la ejecución de operaciones militares, para la conservación, el restablecimiento
del orden público y demás misiones que le sean asignadas; para éstos la sujeción
surge en virtud de una relación legal y reglamentaria consolidada a través del
correspondiente acto administrativo de nombramiento y la consiguiente posesión
del servidor, tal como lo regula el artículo 3 de la misma normativa, así:

“Artículo 3. Incorporación. La incorporación de los soldados


profesionales a las Fuerzas Militares de Colombia, se hará mediante
nombramiento por orden de personal de los respectivos Comandos de la
Fuerza, atendiendo a las necesidades de la fuerzas y a la planta de
personal que haya sido aprobada por el Gobierno Nacional.”

Sobre el particular, el Decreto 1794 del 2000, establece el régimen salarial y


prestacional de carácter especial para el personal de soldados profesionales de
las Fuerzas Militares.
Ahora bien, en relación con los títulos de imputación aplicables a los daños
causados a soldados conscriptos, la Sección Tercera de esta Corporación, ha
avalado la posibilidad de que sean, en primera medida, aquellos de naturaleza
objetiva, tales como el daño especial o el riesgo excepcional y, de otro lado, el de
la falla del servicio, siempre y cuando de los hechos y de las pruebas allegadas al
proceso se encuentre acreditada la misma.

Al respecto, la jurisprudencia de la Sección, ha puntualizado 4:

“Atendiendo a las condiciones concretas en las que se produjo el


hecho, la Sala ha aplicado en la solución de los casos, los distintos
regímenes de responsabilidad. Así, ha decidido la responsabilidad
del Estado bajo el régimen de daño especial cuando el daño se
produjo como consecuencia del rompimiento de la igualdad frente a
las cargas públicas5; el de falla probada cuando la irregularidad
administrativa produjo el daño y, el de riesgo cuando éste proviene o
de la realización de actividades peligrosas o de la utilización de
artefactos que en su estructura son peligrosos 6; pero, en todo caso,
ha considerado que el daño no será imputable al Estado cuando se
haya producido por culpa exclusiva de la víctima, por fuerza mayor o
por el hecho exclusivo de un tercero, por rompimiento del nexo
causal. En providencia de 2 de marzo de 2000, dijo la Sala:

4
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 30 de julio de 2008, exp. 18.725, M.P. Ruth
Stella Correa Palacio. Reiterada en sentencia del 15 de octubre de 2008, exp. 18586, M.P. Enrique
Gil Botero
5
En sentencia del 10 de agosto de 2005, exp: 16.205, la Sala al resolver la demanda instaurada
con el fin de obtener la indemnización de los perjuicios causados por las lesiones sufridos por un
soldado, quien en cumplimiento de la orden proferida por su superior jerárquico, de realizar un
registro de área en horas de la noche, al saltar un caño se cayó y golpeó contra una piedra,
consideró: “...la causación de los daños material, moral y a la vida de relación tienen sustento, en
este proceso, en el actuar de la Administración de sometimiento del soldado conscripto a una carga
mayor a la que estaba obligado a soportar, cuando en el cumplimiento de la misión conferida a él
por el Comandante del Escuadrón B de Contraguerrillas de registro del área general del Municipio
de Paz de Ariporo dentro del servicio y con ocasión de él, se tropezó cayendo contra la maleza,
lesionándose el ojo derecho”.
6
En sentencia de 28 de abril de 2005, exp. 15.445, dijo la Sala: “En el tema de la responsabilidad
patrimonial del Estado la jurisprudencia ha aplicado varios títulos jurídicos de imputación en
relación a los conscriptos. Generalmente se acude al de daño especial cuando el “daño” tiene su
causa en el rompimiento de la igualdad frente a las cargas públicas. Sin embargo cuando la causa
de los daños se origina en otro tipo de hechos, según estos debe aplicarse el de falla probada
cuando la irregularidad administrativa produjo el daño y el de riesgo cuando los conscriptos sufren
daños con causa y por razón del servicio que provienen o de la realización de actividades peligrosas
o de la utilización de artefactos que en su estructura son peligrosos...Ha partido de la regulación
legal especial contemplada para la Fuerza Pública y en especial para los conscriptos, y ha concluido
que cuando las pruebas son indicadoras de que los hechos ocurrieron por el riesgo a que fueron
expuestos los conscriptos no se requiere realizar valoración subjetiva de conducta del demandado;
que sólo es necesario demostrar: el ejercicio por parte del Estado de una actividad de riesgo en
desarrollo del servicio militar prestado -o por su destinación o por su estructura-; el daño
antijurídico; y el nexo de causalidad eficiente y determinante entre ese riesgo y el daño causado al
conscripto; y que el demandado sólo se exonera por causa extraña, es decir por el hecho exclusivo
del tercero o de la víctima y fuerza mayor”.
“...demostrada la existencia de un daño antijurídico causado a
quien presta el servicio militar, durante el mismo y en desarrollo
de actividades propias de él, puede concluirse que aquél es
imputable al Estado. En efecto, dado el carácter especial de esta
situación, por las circunstancias antes anotadas, es claro que
corresponde al Estado la protección de los obligados a prestar el
servicio militar y la asunción de todos los riesgos que se creen
como consecuencia de la realización de las diferentes tareas que
a ellos se asignen. No será imputable al Estado el daño causado
cuando éste haya ocurrido por fuerza mayor o por el hecho
exclusivo de un tercero o de la víctima, eventos cuya
demostración corresponderá a la parte demandada” 7.

En consecuencia, frente a los perjuicios ocasionados a soldados regulares,


conscriptos, en la medida que su voluntad se ve doblegada por el imperium del
Estado, al someterlos a la prestación de un servicio que, no es nada distinto, a la
imposición de una carga o un deber público, es claro que la organización estatal
debe responder bien porque frente a ellos el daño provenga de i) un rompimiento
de las cargas públicas que no tenga la obligación jurídica de soportar; ii) de un
riesgo excepcional que desborda aquel al que normalmente estaría sometido, y
que puede tener origen en el riesgo actividad o en el riesgo de la cosa, o iii) de
una falla del servicio, a partir de la cual se produce el resultado perjudicial.

Diferente, a lo que ocurre con los soldados profesionales o voluntarios, donde el


título de imputación aplicable es el de falla en el servicio, que se configura cuando
a los mismos se les somete a un riesgo superior al que normalmente deben
soportar con ocasión de su actividad 8. En efecto, la jurisprudencia de la Sección
Tercera ha entendido que la afectación de los derechos a la vida e integridad
personal del militar profesional es un riesgo propio del servicio que prestan en
cumplimiento de operaciones o misiones militares. Al Estado no se le puede
atribuir responsabilidad alguna por la concreción de esos riesgos, a menos que se
demuestre que el daño deviene de una falla del servicio, que consiste en el
sometimiento del soldado profesional a una carga mayor que el de sus demás
compañeros, con quienes desarrolló la misión encomendada.

Entonces, en el caso concreto, se encuentran estructurados lo citados elementos


o presupuestos de la responsabilidad comoquiera que el daño está plenamente
7
Sentencia del 2 de marzo de 2000. Expediente 11.401. C.P. Alier Hernández Henríquez.
8
En concordancia ver: Sección Tercera, Sentencia del 23 de junio de 2010, Expediente: 19.426,
C.P. Enrique Gil Botero y Sentencia del 31 de mayo de 2007, Expediente: 16.383, C.P. Enrique Gil
Botero.
demostrado las actas de la junta médico laboral del Ejército Nacional y del Instituto
de Medicina Legal; éste tuvo su origen en una actividad que desplegaba el
soldado al interior servicio militar obligatorio y esa lesión representa un
resquebrajamiento de las cargas públicas, pues no está demostrado que haya
tenido su génesis en una falla del servicio o en la concreción de un riesgo
excepcional al cual se le hubiere sometido.

Por lo tanto, a los demandantes les bastaba acreditar la existencia del daño, su
concreción durante la prestación del servicio militar obligatorio y a causa del
mismo, mientras que, desde el otro extremo, le correspondía a la entidad
demandada a efectos de exonerarse de responsabilidad, establecer la
configuración de una causa extraña que desvirtuara la imputación jurídica del daño
en cabeza del Ministerio de Defensa - Ejército Nacional, circunstancia que se echa
de menos en el proceso.

Así las cosas, el daño deviene imputable en el plano fáctico y jurídico a la entidad
demandada porque fue producido durante la prestación del servicio militar
obligatorio, durante una actividad u operativo militar y la lesión resquebraja la
igualdad frente a las cargas públicas, por lo que el daño reviste la connotación de
especial y anormal.

De otro lado, resulta oportuno señalar que no todo daño causado a un soldado
que presta el servicio militar obligatorio es imputable de manera automática al
Estado; por el contrario, sólo lo serán aquellos que sean atribuibles a la
administración pública en el plano fáctico y jurídico. En consecuencia, habrá que
reparar las lesiones antijurídicas que sean atribuibles en el plano fáctico a la
prestación del servicio militar –porque se derivan de su prestación directa o
indirecta– y se puede constatar la existencia de un título jurídico de imputación
que le brinda fundamento a la responsabilidad. Entonces, si opera una causa
extraña o si la parte demandante no logra establecer la relación fáctica
(imputación) entre el daño y el servicio militar obligatorio, la responsabilidad se
enerva y, por lo tanto, habrá lugar a absolver a la entidad demandada en esos
eventos.

Ahora bien, en el caso concreto se estableció que la lesión sufrida por Fabián
Andrés fue ocasionada durante un patrullaje, resulta incuestionable que el daño
antijurídico tiene su génesis material en la prestación del servicio militar
obligatorio, además esa afectación no fue producto de una falla del servicio, ni
provino de la concreción de un riesgo excepcional, razón por la cual el fundamento
jurídico se encuentra en la connotación de especial y anormal que padece el joven
que estaba compelido a la prestación de un servicio público como lo es la
protección de la organización estatal.

Una vez verificada la existencia de responsabilidad en el asunto sub examine,


procede la Sala a definir el siguiente tópico o ámbito de apelación, esto es la
liquidación del perjuicio o daño a la vida de relación realizada por el tribunal de
primera instancia.

4. Reliquidación de perjuicios

En atención a que la sentencia sólo fue impugnada materialmente por la entidad


demandada, no se hará más gravosa la situación del apelante único en virtud del
principio constitucional de la no reformatio in pejus, el cual tiene aplicación en
cuanto se refiere al ámbito indemnizatorio del daño, según los lineamientos
trazados por esta Corporación.

Entonces, se actualizarán las sumas contenidas en la decisión de primera


instancia a título de indemnización del daño material, y se mantendrá la condena
por concepto de daños morales porque no fueron discutidas en el recurso de
apelación.

4.1. Perjuicios materiales

La suma reconocida en el proveído de primera instancia será actualizada a la


fecha de esta sentencia con fundamento en la siguiente fórmula:

Ipc (f)
Ra = Rh
Ipc (i)

107,2
Ra = Rh 05
61,41
En donde la renta histórica corresponde al valor reconocido por el a quo, el IPC
final al índice de precios al consumidor de abril de 2011 y el inicial al de agosto de
2009, fecha en que fue proferido el fallo de primera instancia.

Ra = Rh ($144.706.178.oo.oo) índice final - abril/2011 (107,25)


---------------------------------------=
$151.811.968,oo
índice inicial - agosto/2009 (102,23)

4.2. Daños morales:

Como en el sub judice se presenta el perjuicio en su mayor magnitud, debido a la


grave lesión que aqueja a Fabián Andrés Mejía Arias -que se traduce en una
incapacidad del 100%- y además la liquidación de este perjuicio no fue apelada
por la entidad demandada, habrá lugar de daño moral las sumas de dinero
establecidas a continuación, para cada uno de los demandantes:

FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS 100 SMMLV


JOSÉ DARÍO MEJÍA HERRERA 50 SMMLV
RUBÉN DARIO MEJÍA ARIAS 30 SMMLV
JUAN DAVID MEJÍA ARIAS 30 SMMLV
DIANA YICET MEJÍA ARIAS 30 SMMLV

4.3. Daño a la salud (perjuicio fisiológico)

La entidad demandada cuestionó, en el recurso de apelación, la liquidación del


daño a la vida de relación efectuada por el a quo, al considerarla dispersa y
desmembrada, lo que generó que se desbordara los extremos indemnizatorios,
toda vez que, en su criterio, ese tipo o clase de perjuicio es uno sólo sin que sea
posible esa discriminación resarcitoria. Por lo tanto, aborda la Sala como un
aspecto que se integra a la ratio decidendi del caso concreto, el estudio del
perjuicio inmaterial diferente al moral en supuestos en los que el daño tiene origen
en una lesión psicofísica como la padecida por el demandante principal Fabián
Andrés Mejía Arias.
La Sala revocará parcialmente la sentencia apelada en este específico aspecto,
por cuanto le asiste razón al recurrente al indicar que la liquidación efectuada por
el tribunal de primera instancia genera una distorsión indemnizatoria.

En efecto, el daño a la vida de relación o la alteración a las condiciones de


existencia no pueden comprender, de ninguna forma, el daño a la salud –
comúnmente conocido como perjuicio fisiológico o biológico– como quiera que
este último está encaminado a la reparación de cualquier lesión o afectación a la
integridad psicofísica.

Así las cosas, yerra el a quo al señalar que el daño a la vida de relación está
integrado por: i) el perjuicio fisiológico, ii) el daño a la vida de relación sexual, iii) el
daño a la vida de relación social, iv) el daño a la vida de relación familiar y v) el
daño estético.

El problema de asimilar la tipología del daño a compartimentos abiertos en los que


se pueden llenar o volcar una serie de bienes o intereses legítimos genera
problemas en sede de la reparación integral del daño y los principios de igualdad y
dignidad humana que deben orientar el resarcimiento de aquél. En efecto, con la
implementación en Colombia de los conceptos de “daño a la vida de relación” de
raigambre Italiano y la “alteración a las condiciones de existencia” de estirpe
Francés, se permitió que se implementaran en nuestro ordenamiento jurídico unos
tipos de daños abiertos que en su aplicación pueden desencadenar vulneraciones
al principio de igualdad material.
Entonces, resulta necesario que se sistematice la indemnización del perjuicio
inmaterial en Colombia para determinar cuáles son los perjuicios inmateriales
resarcibles –diferentes al daño moral–, pues con la tipología vigente no se define
con claridad: i) si se indemniza el daño por sí mismo o lo que la doctrina denomina
el “daño evento”, o si por el contrario se reparan las consecuencias exteriores de
ese daño “daño consecuencia”, ii) cuáles son los bienes, derechos o intereses
legítimos que tienen cabida en el plano de la responsabilidad y, por lo tanto, que
ostentan el carácter de indemnizables, y iii) si el daño derivado de lesiones
psicofísicas es posible resarcirlo a través de criterios objetivos y que contengan
estándares que garanticen el principio de igualdad, toda vez que frente a una
misma lesión podría eventualmente declararse una idéntica o similar reparación.
Así las cosas, con la aserción contenida en la sentencia de primera instancia
según la cual el “perjuicio fisiológico” debe entenderse incluido en “el daño a la
vida de relación” o la “alteración de las condiciones de existencia” –nombre
acogido de manera reciente en algunas providencias para denominar el daño a la
vida de relación pero con idéntico contenido y alcance– genera una mayor
problemática en el manejo de la tipología del perjuicio inmaterial, pues no es
adecuado entender que el perjuicio fisiológico, daño biológico o a la salud es una
expresión de la mencionada categoría. Asimilar el daño a la salud o perjuicio
fisiológico como una expresión del daño a la vida de relación, entroniza la entropía
en materia de ontología jurídica, cuando no se distingue que el daño a la vida de
relación y la alteración de las condiciones de existencia no son ni perjuicio moral,
ni fisiológico, sino entidades con autonomía que no amparan o protegen la órbita
interna o afectiva de la persona, como tampoco su integridad psicofísica o derecho
a la salud, sino otra gama de intereses legítimos que son relevantes para la
responsabilidad.

En efecto, es forzoso regresar a tipos indemnizatorios reconocidos de tiempo atrás


por la jurisprudencia y, a partir de ellos, crear unos nuevos que permitan
coherencia en la aplicación del principio de reparación integral, establecido en el
artículo 16 de la ley 446 de 1998. Esto es, recuperar el significado primigenio del
daño fisiológico o a la salud, que es el hilo conductor del daño inmaterial diferente
del moral que se pretende establecer, y a partir de allí indemnizar de acuerdo con
los derechos fundamentales afectados patrimonialmente por el hecho dañoso.

La jurisprudencia de la Sección Tercera del Consejo de Estado, en varias


providencias que han sido proferidas desde el año 2007 9, ha reconocido que el
perjuicio fisiológico, hoy daño a la vida de relación, se encuentra inmerso dentro
de lo que se denomina perjuicio a las alteraciones a las condiciones de existencia.

El citado criterio parte de la interpretación de dos providencias proferidas en el año


200710, en las cuales la Sala se refirió a la alteración a las condiciones de
existencia como un perjuicio autónomo e independiente al daño a la vida de
relación, para dar a entender que simplemente operó un cambio en la

9
Sobre la referida problemática, se pueden consultar los siguientes documentos: aclaración de voto
a la sentencia del 4 de junio de 2008, exp. 15.657, M.P. Myriam Guerrero de Escobar, aclaración de
voto a la sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003 – 385 M.P. Mauricio Fajardo Gómez, y
aclaración de voto a la sentencia de 1º de diciembre de 2008, exp. 17.744, M.P. Enrique Gil Botero.
10
Sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003 – 385 M.P. Mauricio Fajardo Gómez y
sentencia del 18 de octubre de 2007, exp. AG-029.
denominación del perjuicio, sin que puedan existir de manera autónoma. En otros
términos, pareciera que el criterio fijado en la jurisprudencia es a que el daño a la
vida de relación adopte un nuevo nombre, bajo el epígrafe de alteración a las
condiciones de existencia, circunstancia que no es precisa.

En efecto, el principio de reparación integral en Colombia (artículo 16 ley 446 de


1998) impone la obligación de que el juez, con apoyo en los cánones y principios
constitucionales, establezca una “justa y correcta” medición del daño ocasionado,
de tal forma que opere su resarcimiento o indemnización plena, sin que ello
suponga, de otro lado, un enriquecimiento injustificado para la víctima.

Por consiguiente, no debe perderse de vista que el derecho constitucional fluye a


lo largo de todo el ordenamiento jurídico, situación que hace aún más compleja la
valoración del daño, toda vez que la persona adquiere la condición de eje central
del poder público y, por consiguiente, las constituciones políticas adquieren la
connotación de antropocéntricas, en donde el sujeto es titular de un universo de
derechos e intereses legítimos que deben ser protegidos, garantizados y
reparados efectivamente en aquellos eventos en que se presenten lesiones
injustificadas.

La anterior circunstancia motivó a que el Constituyente de 1991 diseñara y


adoptara en el artículo 90 de la Carta Política, un sistema de responsabilidad
estatal fundamentado en el daño antijurídico, en donde el elemento esencial de la
responsabilidad se traslada de la conducta de la administración pública, para
concentrarse en el producto de la misma, esto es, en la lesión o afectación que
padece la persona. En ese orden de ideas, el paradigma del derecho de daños
sufrió una significativa modificación con la expedición de la Carta Política de 1991,
en donde el daño se eleva a la condición de elemento y punto central a la hora de
analizar la responsabilidad de la organización estatal.

En efecto, así se anticipó la Corte Suprema de Justicia durante el período de la


corte de oro, cuando reflexionó en los siguientes términos:

“Ya el ilustre expositor Giorgi apuntaba lo siguiente en alguno de los


primeros años de este siglo: “El mundo marcha, y la ley del
progreso, que todo lo mueve, no puede detenerse cristalizando la
ciencia. El resarcimiento de los daños, es entre todos los temas
jurídicos, el que siente más que otro alguno la influencia de la
conciencia popular y debe proporcionarse a las necesidades
morales y económicas de la convivencia social. La doctrina, pues,
del resarcimiento debe ajustarse a ella siguiendo sus progresos…

“Ese movimiento profundo de las ideas en los últimos años, tiende a


ampliar aun más el concepto fundamental de la responsabilidad,
para así sancionar hechos lesivos del interés de terceros que antes
no generaban reparación. Dada la complejidad de la vida social
moderna y el desigual poderío de los individuos que ello ha venido a
ocasionar, es natural que la doctrina contemporánea preconice un
análisis más hondo y sutil de las ideas de causa y daño…” 11

Desde esa perspectiva, es claro que el derecho de daños ha tenido


transformaciones de diversa índole que han significado que se ajuste a las nuevas
perspectivas, desarrollos, riesgos y avances de la sociedad. De otro lado, lo que
podría denominarse como la “constitucionalización del derecho de daños”, lleva de
la mano que se presente una fuerte y arraigada imbricación entre los principios
constitucionales y aquellos que, en el caso colombiano, se encuentran contenidos
de antaño en el código civil.

En consecuencia, la cuantificación del daño en que se ha inspirado el


ordenamiento jurídico interno, obedece al criterio de la restitutio in integrum cuyo
objetivo es el restablecimiento patrimonial y/o espiritual, dañado por un hecho
ilícito, o que el perjudicado no tenga la obligación de padecer, lo cual encuentra su
fundamento y límite, se itera, en dos principios generales del derecho que además
tienen soporte normativo: la reparación integral del daño (art. 16 ley 446 de 1998 y
art. 2341 C.C.) y el enriquecimiento injusto (art. 8 ley 153 de 1887); por ello el
resarcimiento debe cubrir nada más que el daño causado, pues si va más allá,
representaría un enriquecimiento ilegítimo del afectado, y si es menor, constituiría
un empobrecimiento correlativo, desnaturalizándose así los principios de dignidad
humana y de igualdad, que constituyen pilares basilares del modelo Social de
Derecho12.

Ahora bien, la reparación del daño material o patrimonial no ha sido un aspecto


problemático sobre el que se presenten mayores dificultades en cuanto a la
11
Corte Suprema de Justicia, sentencia del 21 de febrero de 1938, G.J. No.1932, pág. 58.
12
“En otras palabras, el juez, al considerar como de recibo una demanda resarcitoria, puede dar
cabida dentro de los intereses sociales dignos de tutela a un cierto comportamiento, una expresión,
un anhelo, de un individuo o de un grupo, que antes no la tenía, con lo que establece o fija un
límite para la sociedad; este límite también se establece, como es obvio, en el caso contrario, es
decir, cuando el juez niega la inclusión de un interés discutido, en la escala de los valores sociales.”
CORTÉS, Edgar “Responsabilidad Civil y daños a la persona – El daño a la salud en la experiencia
italiana ¿un modelo para América Latina?”, Ed. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2009,
pág. 13.
determinación y cuantificación por parte de la doctrina y jurisprudencia nacional y
extranjera; sin embargo, no ocurre igual con el perjuicio inmaterial o no
patrimonial, puesto que uno de los grandes problemas actuales de la
responsabilidad extracontractual –civil y del Estado– consiste en el diseño del
sistema idóneo de reparación del mismo, que no sirva como fuente de
enriquecimiento injustificado. La adopción de una teoría estructurada en esta
materia, garantiza que se satisfagan verdaderos parámetros de igualdad, en
donde para las circunstancias iguales se decreten medidas exactas o similares 13.

Definido lo anterior, es claro que para efectuar el análisis del perjuicio, se debe
abordar el estudio de lo que se conoce como la “tipología del perjuicio”, esto es, el
examen, valoración y fijación de los estándares de indemnización que pueden ser
objeto de reconocimiento, lo que se hace a partir de la respuesta a los siguientes
interrogantes: i) ¿Qué se indemniza?, ii) ¿Cuál es el criterio para determinar la
necesidad de reconocimiento de un perjuicio indemnizable?, iii) ¿Se indemniza el
perjuicio por sí mismo, o las consecuencias apreciables que él produce (internas o
externas), siempre y cuando sean valorables?, iv) ¿Cuál orientación tiene el
ordenamiento jurídico Colombiano en relación con la reparación del perjuicio; se
indemnizan las consecuencias del daño o se reparan las afectaciones a los
diferentes bienes o intereses jurídicos?

Como se observa, existe toda una serie de cuestionamientos que el juez debe
formularse, con el fin de establecer una posición en la materia, lo que implica, a
todas luces, un ejercicio hermenéutico e interpretativo a partir del análisis de las
normas constitucionales que regulan la responsabilidad patrimonial del Estado,
para con fundamento en ello, arribar a las conclusiones que consulten los
parámetros efectivos de justicia material, en lo que concierne a la reparación
integral.

En nuestro ordenamiento jurídico, y específicamente la jurisprudencia contencioso


administrativa ha reconocido como daños indemnizables, los de tipo material esto
es, el daño emergente y el lucro cesante (artículo 1614 del Código Civil), así como
los inmateriales, género éste en el que se han decretado condenas por concepto
de perjuicios morales y fisiológicos, categoría esta última en la que desde que fue
reconocida por primera vez en 1993, ha sido denominada de diversas formas, en
13
“lo que no se puede tolerar es que el tratamiento diferenciado, que se deduce de la
interpretación de las normas tradicionales de la responsabilidad, beneficie a aquellos que se
encuentran en una situación de privilegio.” CORTÉS, Edgar Ob. Cit. Pág. 15.
ocasiones “daño a la vida de relación” o “alteración a las condiciones de
existencia”, pero con un sustrato idéntico, esto es, la pérdida de placer en la
realización de una actividad o alteración grave que produce el daño en las
relaciones del sujeto con su entorno.

En efecto, en la sentencia del 6 de septiembre de 1993, la Sección Tercera


puntualizó lo siguiente:

“el PERJUICIO FISIOLÓGICO o A LA VIDA DE RELACIÓN, exige


que se repare la pérdida de la posibilidad de realizar "...otras
actividades vitales, que aunque no producen rendimiento
patrimonial, hacen agradable la existencia...... A quienes sufren
pérdidas irremediables es necesario brindarles la posibilidad de
procurarse una satisfacción equivalente a la que han perdido. Por
algo se enseña el verdadero carácter del resarcimiento de los
daños y perjuicios es un PAPEL SATISFACTORIO…”

Con posterioridad, en sentencia del 25 de septiembre de 1997, se precisó al


respecto lo que se trascribe a continuación14:

“1. El mal llamado perjuicio fisiológico se conoce en el derecho


francés como perjuicio de placer (prejudice d´agrément), loss
ofamenity of the life (pérdida del placer de la vida) en el derecho
anglosajón o daño a la vida de relación en el derecho italiano 15.

“La jurisprudencia francesa ha definido este particular tipo de


daño tomando como marco de referencia la resolución No. 75-7
del Comité de Ministros del Consejo de Europa relativo a la
reparación de daños en caso de lesión corporal, adoptada el 14
de marzo de 1975, según la cual la víctima debe ser indemnizada
de “diversos problemas y malestares tales como enfermedades,
insomnios, sentimientos de inferioridad, una disminución de los
placeres de la vida causada principalmente por la imposibilidad de
dedicarse a ciertas actividades placenteras”.16

“2. La indebida utilización del concepto fisiológico parece


derivarse de una mala traducción e interpretación de la
jurisprudencia francesa, la cual en una sentencia de la Corte de
Casación del 5 de marzo de 1985 distinguió entre el daño
derivado de la “privación de los placeres de la vida normal, distinto
del perjuicio objetivo resultante de la incapacidad constatada” y
los “problemas psicológicos que afectan las condiciones de
trabajo o de existencia de la vida”. El perjuicio psicológico, de

14
Consejo de Estado, Sección Tercera, exp. 10.421, M.P. Ricardo Hoyos Duque.
15
Algunos autores han sugerido llamar a este perjuicio préjudice de désagrément, perjuicio por
desagrado. Cfr. Yvez Chartier, citado por Javier Tamayo Jaramillo, De la responsabilidad civil, T. II,
de los perjuicios y su indemnización. Bogotá, Ed. Temis, 1986, pág. 147.
16
Max Le Roy. L´evaluation du préjudice corporel. Paris, Libraire de la Cour de Cassation, 1989. p.
66.
acuerdo con esta distinción, constituye un perjuicio corporal de
carácter objetivo que se distingue esencialmente del perjuicio
moral reparado bajo la denominación de perjuicio de placer. 17

“Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que el adjetivo fisiológico


que hace referencia a disfunciones orgánicas, no resulta
adecuado para calificar el desarrollo de actividades esenciales y
placenteras de la vida diaria (recreativas, culturales, deportivas,
etc.).

“3. El perjuicio de placer es un perjuicio extrapatrimonial que tiene


una entidad propia, lo cual no permite confundirlo con el daño
moral (pretium doloris o Schmerzgeld) o precio del dolor, especie
también del daño extrapatrimonial, ni con el daño material (daño
emergente y lucro cesante, art. 1613 del C.C.).

“(...)

“5. Así mismo, tampoco constituye perjuicio de placer el caso en


que la víctima, “a pesar de no presentar ninguna anomalía
orgánica, a causa de la depresión en que se ve sumergido no
puede realizar las actividades normales de la vida” 18, perjuicio que
debe entenderse indemnizado bajo el rubro de lucro cesante
(ganancia o provecho frustrado), a fin de evitar la resurrección del
fantasma del daño moral objetivado, concepto en el que la
jurisprudencia buscó englobar en el pasado las llamadas
repercusiones objetivas del daño moral”.

Luego, en proveído del 19 de julio de 2000, expediente 11842, la Sección Tercera


del Consejo de Estado replanteó el nomen iuris del citado perjuicio con
fundamento en el siguiente razonamiento que se transcribe in extenso19:

“Debe insistirse ahora, entonces, con mayor énfasis, en que el


daño extrapatrimonial denominado en los fallos mencionados
“daño a la vida de relación”, corresponde a un concepto mucho
más comprensivo, por lo cual resulta ciertamente inadecuado
el uso de la expresión perjuicio fisiológico, que, en realidad,
no podría ser sinónima de aquélla, ni siquiera en los casos en
que este daño extrapatrimonial - distinto del moral - es
consecuencia de una lesión física o corporal. Por esta razón,
debe la Sala desechar definitivamente su utilización. En
efecto, el perjuicio aludido no consiste en la lesión en sí
misma, sino en las consecuencias que, en razón de ella, se
producen en la vida de relación de quien la sufre.

“De otra parte, se precisa que una afectación de tal naturaleza


puede surgir de diferentes hechos, y no exclusivamente
como consecuencia de una lesión corporal. De otra manera,
el concepto resultaría limitado y, por lo tanto, insuficiente, dado
17
Ibidem, p. 67.
18
Ibidem.
19
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 19 de julio de 2000, exp. 11842, M.P. Alier E.
Hernández Enríquez.
que, como lo advierte el profesor Felipe Navia Arroyo, únicamente
permitiría considerar el perjuicio sufrido por la lesión a uno solo de
los derechos de la personalidad, la integridad física. 20 Así, aquella
afectación puede tener causa en cualquier hecho con virtualidad
para provocar una alteración a la vida de relación de las
personas, como una acusación calumniosa o injuriosa, la
discusión del derecho al uso del propio nombre o la utilización de
éste por otra persona (situaciones a las que alude, expresamente,
el artículo 4º del Decreto 1260 de 1970), o un sufrimiento muy
intenso (daño moral), que, dada su gravedad, modifique el
comportamiento social de quien lo padece, como podría suceder
en aquellos casos en que la muerte de un ser querido afecta
profundamente la vida familiar y social de una persona. Y no se
descarta, por lo demás, la posibilidad de que el perjuicio a la vida
de relación provenga de una afectación al patrimonio, como
podría ocurrir en aquellos eventos en que la pérdida económica
es tan grande que - al margen del perjuicio material que en sí
misma implica - produce una alteración importante de las
posibilidades vitales de las personas.

“Debe decirse, además, que este perjuicio extrapatrimonial puede


ser sufrido por la víctima directa del daño o por otras personas
cercanas a ella, por razones de parentesco o amistad, entre otras.
Así, en muchos casos, parecerá indudable la afectación que -
además del perjuicio patrimonial y moral - puedan sufrir la esposa
y los hijos de una persona, en su vida de relación, cuando ésta
muere. Así sucederá, por ejemplo, cuando aquéllos pierden la
oportunidad de continuar gozando de la protección, el apoyo o las
enseñanzas ofrecidas por su padre y compañero, o cuando su
cercanía a éste les facilitaba, dadas sus especiales condiciones
profesionales o de otra índole, el acceso a ciertos círculos
sociales y el establecimiento de determinadas relaciones
provechosas, que, en su ausencia, resultan imposibles.

“Debe advertirse, adicionalmente, que el perjuicio al que se


viene haciendo referencia no alude, exclusivamente, a la
imposibilidad de gozar de los placeres de la vida, como
parece desprenderse de la expresión préjudice d´agrement
(perjuicio de agrado), utilizada por la doctrina civilista francesa.
No todas las actividades que, como consecuencia del daño
causado, se hacen difíciles o imposibles, tendrían que ser
calificadas de placenteras. Puede tratarse de simples actividades
rutinarias, que ya no pueden realizarse, o requieren de un
esfuerzo excesivo. Es por esto que, como se anota en el fallo del
25 de septiembre de 1997, algunos autores prefieren no hablar de
un perjuicio de agrado, sino de desagrado. Lo anterior resulta
claro si se piensa en la incomodidad que representa, para una
20
NAVIA ARROYO, Felipe. Ensayo sobre la evolución del daño moral al daño fisiológico, próximo a
publicarse. El doctor Navia Arroyo precisa, además, que el concepto de daño fisiológico – de
acuerdo con el alcance que, hasta ahora, le ha dado esta Corporación – corresponde al de perjuicio
de agrado, elaborado por la doctrina civilista francesa, y explica que la expresión daño fisiológico,
en realidad, corresponde a una noción más amplia, también de creación francesa y aparentemente
abandonada, que hace referencia a las repercusiones que puede tener una lesión permanente no
sólo en la capacidad de gozar la vida de una persona, sino, en general, en sus condiciones de
existencia, al margen de cualquier consecuencia patrimonial, por lo cual resultaría más cercana al
concepto de daño a la vida de relación, elaborado por la doctrina italiana.
persona parapléjica, la realización de cualquier desplazamiento,
que, para una persona normal, resulta muy fácil de lograr, al punto
que puede constituir, en muchos eventos, un acto reflejo o
prácticamente inconsciente.

“En este sentido, son afortunadas las precisiones efectuadas por


esta Sala en sentencia del 2 de octubre de 1997, donde se
expresó, en relación con el concepto aludido, que no se trata de
indemnizar la tristeza o el dolor experimentado por la víctima -
daño moral -, y tampoco de resarcir las consecuencias
patrimoniales que para la víctima siguen por causa de la lesión -
daño material –, “sino más bien de compensar, en procura de
otorgar al damnificado una indemnización integral... la mengua de
las posibilidades de realizar actividades que la víctima bien podría
haber realizado o realizar, de no mediar la conducta dañina que
se manifestó en su integridad corporal”.21

“Para designar este tipo de perjuicio, ha acudido la


jurisprudencia administrativa francesa a la expresión
alteración de las condiciones de existencia, que, en principio
y por lo expresado anteriormente, parecería más afortunada.
No obstante, considera la Sala que su utilización puede ser
equívoca, en la medida en que, en estricto sentido, cualquier
perjuicio implica, en sí mismo, alteraciones en las
condiciones de existencia de una persona, ya sea que éstas se
ubiquen en su patrimonio económico o por fuera de él. Tal vez
por esta razón se explica la confusión que se ha presentado en el
derecho francés, en algunos eventos, entre este tipo de perjuicio y
el perjuicio material, tema al que se refiere ampliamente el
profesor Henao Pérez, en el texto citado. 22

“De acuerdo con lo anterior, resulta, sin duda, más adecuada


la expresión daño a la vida de relación, utilizada por la
doctrina italiana, la cual acoge plenamente esta Corporación.
Se advierte, sin embargo, que, en opinión de la Sala, no se trata
simplemente de la afectación sufrida por la persona en su relación
con los seres que la rodean. Este perjuicio extrapatrimonial
puede afectar muchos otros actos de su vida, aun los de carácter
individual, pero externos, y su relación, en general, con las cosas
del mundo. En efecto, se trata, en realidad, de un daño
extrapatrimonial a la vida exterior; aquél que afecta directamente
la vida interior sería siempre un daño moral.

“Por último, debe precisarse que, como en todos los casos, la


existencia e intensidad de este tipo de perjuicio deberá ser
demostrada, dentro del proceso, por la parte demandante, y a
diferencia de lo que sucede, en algunos eventos, con el perjuicio
moral, la prueba puede resultar relativamente fácil, en la medida
en que, sin duda, se trata de un perjuicio que, como se acaba de
explicar, se realiza siempre en la vida exterior de los afectados y
es, por lo tanto, fácilmente perceptible. Podrá recurrirse,
entonces, a la práctica de testimonios o dictámenes periciales,
21
Consejo de Estado, S.C.A., Sección Tercera, expediente 11.652. Actor: Francisco Javier Naranjo
Peláez y otros. M.P. Daniel Suárez Hernández.
22
Ibid. p.p. 252 a 263.
entre otros medios posibles.” (Cursivas del original - negrillas
adicionales).

Por último, en recientes pronunciamientos 23 se adoptó la denominación de


“alteración a las condiciones de existencia”, para designar ese “específico”
perjuicio que desde el año 1993 fue avalado por la jurisprudencia contencioso
administrativa, para indemnizar no sólo las lesiones a la integridad psicofísica sino
cualquier lesión de bienes, derechos o intereses legítimos diversos a la unidad
corporal del sujeto, como la honra, el buen nombre, el daño al proyecto de vida,
etc., como se hizo a partir de la sentencia de 19 de julio de 2000, exp. 11842, ya
trascrita.

En efecto, en sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003-385, se sostuvo:

“A partir del fallo anterior, la jurisprudencia ha entendido el


daño a la vida de relación, como aquel que “rebasa la parte
individual o íntima de la persona y además le afecta el área
social, es decir su relación con el mundo exterior; por ello se
califica en razón al plano afectado: la vida de relación”.24

“En esta oportunidad la Sala aprovecha para, en aras de precisión


y rigor en la nomenclatura, dejar de lado el nomen que hasta
ahora se ha venido utilizando -en ocasiones de manera
inadecuada o excesiva- para acudir al concepto de daño por
alteración grave de las condiciones de existencia , el cual ofrece
mayor amplitud que el anterior y abarca no sólo la relación de la
víctima con el mundo exterior, sino, de manera más general, esos
cambios bruscos y relevantes a las condiciones de una persona
en cuanto tal y como expresión de la libertad y el albedrío
atributos esenciales a la dignidad humana principio fundante del
Estado Social de Derecho colombiano y de su ordenamiento
jurídico, según consagra el artículo 1° de la Constitución Política.

“En la citada sentencia del 19 de julio de 2000 se dijo, refiriéndose


al daño a la vida de relación social que “[p]ara designar este tipo
de perjuicio, ha acudido la jurisprudencia administrativa francesa
a la expresión alteración de las condiciones de existencia,
que, en principio y por lo expresado anteriormente, parecería
más afortunada. No obstante, considera la Sala que su
utilización puede ser equívoca, en la medida en que, en estricto
23
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 4 de junio de 2008, exp. 15.657, M.P. Myriam
Guerrero de Escobar, sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003 – 385 M.P. Mauricio
Fajardo Gómez, y sentencia de 1º de diciembre de 2008, exp. 17.744, M.P. Enrique Gil Botero, con
aclaración de voto del ponente sobre esta materia.
24
Sección Tercera, Sentencia del 10 de julio de 2003, Radicación número: 76001-23-31-000-1994-
9874-01(14083), Actor: JORGE ENRIQUE RENGIFO LOZANO Y OTROS, Demandado:
DEPARTAMENTO DEL VALLE DEL CAUCA.
sentido, cualquier perjuicio implica, en sí mismo, alteraciones
en las condiciones de existencia de una persona, ya sea que
éstas se ubiquen en su patrimonio económico o por fuera de él.”

“Resulta ahora pertinente recoger estos planteamientos para


señalar que si bien es cierto que la expresión relativa a la
alteración de las condiciones de existencia resulta ser más
compresiva y adecuada, mal podría pensarse, desde la
perspectiva de la responsabilidad del Estado, que todo perjuicio,
de cualquier carácter y magnitud, comporte necesaria y
automáticamente una alteración a las condiciones de existencia
jurídicamente relevante.

“Sobre el particular la doctrina ha señalado, precisamente, que


“para que se estructure en forma autónoma el perjuicio de
alteración de las condiciones de existencia, se requerirá de
una connotación calificada en la vida del sujeto, que en
verdad modifique en modo superlativo sus condiciones
habituales, en aspectos significativos de la normalidad que el
individuo llevaba y que evidencien efectivamente un
trastocamiento de los roles cotidianos, a efectos de que la
alteración sea entitativa de un perjuicio autónomo, pues no
cualquier modificación o incomodidad sin solución de
continuidad podría llegar a configurar este perjuicio, se
requiere que el mismos tenga significado, sentido y afectación en
la vida de quien lo padece”25.

“Por su parte, en la doctrina francesa se ha considerado que los


llamados troubles dans les conditions d’éxistence 26 pueden
entenderse como “una modificación anormal del curso de la
existencia del demandante, en sus ocupaciones, en sus hábitos o
en sus proyectos”27 o “las modificaciones aportadas al modo de
vida de los demandantes por fuera del mismo daño material y del
dolor moral”28.

“El reconocimiento de indemnización por concepto del daño por


alteración grave de las condiciones de existencia es un rubro
del daño inmaterial -que resulta ser plenamente compatible con el
reconocimiento del daño moral-, que, desde luego, debe
acreditarse en el curso del proceso por quien lo alega y que no se
produce por cualquier variación menor, natural o normal de las
condiciones de existencia, sino que, por el contrario, solamente se
verifica cuando se presenta una alteración anormal y, por
supuesto, negativa de tales condiciones.

25
Gil Botero, Enrique. Temas de responsabilidad extracontractual del Estado, Ed. Comlibros,
Tercera Edición, 2006, p. 98.
26
Navia Arroyo Felipe. Del daño moral al daño fisiológico, Universidad Externado de Colombia,
Bogotá, 2000, p. 78.
27
Chapus René. Responsabilité publique et responsabilité privée. Les influences réciproques des
jurisprudences administrative et judicial , citado por Juan Carlos Henao, El Daño, análisis
comparativo de la responsabilidad extracontractual del Estado en Derecho colombiano y francés,
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1998, p. 252.
28
Paillet Michel. La Responsabilidad Administrativa , Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
2001, o. 278.
“En otras palabras, para que sea jurídicamente relevante en
materia de responsabilidad estatal, el impacto respecto de las
condiciones de existencia previas ha de ser grave, drástico,
evidentemente extraordinario.”29 (negrillas y cursivas del original -
subrayado adicional).

Por último, en reciente providencia del 4 de mayo de 2011, esta Sección discurrió
de la siguiente forma30:

““(…) 26. Es preciso aclarar que la unificación de criterios en torno al uso


de la expresión “alteraciones graves a las condiciones de existencia” no
obsta para que en cada caso particular se identifique de manera clara el
origen del daño que se pretende indemnizar el que, en todo caso, puede
tener su causa en afectaciones físicas o fisiológicas de la persona, por lo
que no puede pretenderse que la utilización de la expresión
“perjuicios fisiológicos” esté totalmente proscrita de la
jurisprudencia de la Sala, y deberá ser utilizada cuando las
“alteraciones graves a las condiciones de existencia” tengan origen
en afectaciones de carácter físico o fisiológico.

“27. Esta precisión es relevante, pues además de facilitar la prueba


en relación con este particular tipo de perjuicio –de origen
fisiológico–, también proporciona al juez mejores criterios para
establecer la tasación del perjuicio…

“(…) 31. En el sub lite, la expresión “perjuicios fisiológicos” utilizada


por el demandante y por el a quo para referir los daños cuya
indemnización se reconoció en la sentencia de primera instancia y que
son materia de apelación, debe entenderse como incluida dentro de
los perjuicios denominados por la jurisprudencia de la Sala como
“alteraciones graves a las condiciones de existencia”, en la medida
que se trata de daños surgidos de afectaciones de carácter físico
sufridos por uno de los sujetos pasivos del daño, que generaron
cambios en la forma en como normalmente se desenvolvía su vida antes
de que ocurriera el hecho generador del daño.

“32. La Sala abordará el estudio del presente asunto con base en el


concepto de “alteraciones graves a las condiciones de existencia”
definido en la ya citada providencia del 19 de junio de 2000, pero deja en
claro que en el caso de autos los daños reclamados –y reconocidos en
la providencia apelada– tienen origen en alteraciones físicas o
fisiológicas padecidas por la señora Mariane Valois Palacios.

“33.2. En efecto, se observa que los testimonio practicados dentro del


proceso describen actividades cotidianas que realizaba la señora
Mariane Valois Palacios antes de sufrir la herida, tales como las labores
del hogar –lavar la ropa–, actividades de índole familiar como jugar con
sus hijos o cargarlos, o actividades recreativas como nadar. Igualmente,
los testigos hacen alusión a las secuelas estéticas que implicó la herida
29
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 15 de agosto de 2007, exp. AG 2003-385, M.P.
Mauricio Fajardo Gómez.
30
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 4 de mayo de 2011, exp. 17396, M.P. Danilo
Rojas Betancourth.
para el demandante y narran que el aspecto físico de la señora Valois
Palacios se vio considerablemente alterado como consecuencia de las
lesiones.

“33.3 Por ello, encuentra la Sala que la pérdida del miembro superior
implica en forma genérica –para cualquier persona– una disminución en
la posibilidad de realizar todas las actividades cotidianas y, además, una
situación de alteración física que implica consecuencias diversas –de
orden físico y psicológico– en la forma como el sujeto se relaciona con el
mundo, alteraciones que se encuentran demostradas en el caso
concreto, según acaba de revisarse.” (Negrillas adicionales).

Como se aprecia, en este último pronunciamiento se reconoce de manera expresa


la importancia de la noción de “perjuicio fisiológico” o daño a la salud, toda vez que
“además de facilitar la prueba en relación con este particular tipo de perjuicio –de
origen psicofísico–, también proporciona al juez mejores criterios para establecer
la tasación del perjuicio.”; no obstante, a continuación, la Sala señala que ese
perjuicio se encuentra incluido dentro de la “alteración a las condiciones de
existencia”, lo que genera un problema hermenéutico y de aplicación jurídica,
pues, se insiste, al margen de reconocer la relevancia del daño a la salud se
retorna de inmediato a la denominación tradicional.

Como se desprende de los anteriores pronunciamientos, la línea jurisprudencial


que se ha trazado en torno a la tipología del perjuicio inmaterial, diferente al moral,
ha supuesto una naturaleza dual, consistente en que se indemniza la lesión a la
integridad corporal del sujeto –daño evento– (artículo 49 C.P. derecho a la salud),
así como las consecuencias que el daño produce tanto a nivel interno (alteración a
las condiciones de existencia) como externo o relacional (daño a la vida de
relación).

Esa doble connotación del daño fisiológico, a la vida de relación o alteración a las
condiciones de existencia –entendiéndolos como perjuicios de índole idéntica o
similar, tal y como lo ha venido haciendo la jurisprudencia vernácula–, ha limitado
la posibilidad de valorar el daño en términos de objetividad material –es decir, a
partir de criterios reales, uniformes y verificables–. En consecuencia, esa
naturaleza bifronte, ha desencadenado que, teóricamente, se haya aceptado esos
planteamientos como un progreso jurisprudencial que permite no sólo indemnizar
la integridad psicofísica del sujeto (daño corporal), sino también otros bienes
jurídicos como su honra, el buen nombre, la tranquilidad, etc.
No obstante lo anterior, esa doble condición del daño a la vida de relación o
alteración a las condiciones de existencia, ha generado algunos inconvenientes
que se pretenden aclarar con los contenidos desarrollados y expuestos en esta
providencia.

En ese orden de ideas, es posible afirmar que se presentó una variación en la


sistematización del perjuicio inmaterial diferente al moral, a partir de una lectura
que asimiló el daño biológico, fisiológico o a la salud con el préjudice d´agrément
(daño de placer o de agrado), reconocido en el derecho francés, relacionado con
la pérdida del placer o del disfrute que, en ocasiones, se deriva de la producción
de un determinado daño, al no poder realizar las actividades (deportes, trabajos,
hobbies, etc.) a las que estaba acostumbrado el sujeto.

Ahora, con el criterio adoptado en el año 2007, la confusión relacionada con la


tipología del perjuicio inmaterial se entronizó en mayor medida, como quiera que
sin abandonar el contenido y alcance del concepto “daño a la vida de relación”, se
mutó su nombre, para designarlo como “la alteración a las condiciones de
existencia” (des troubles dans les conditions d’existence), lo cual no es apropiado,
puesto que este último corresponde a un perjuicio autónomo que tiene una
dimensión distinta al perjuicio de placer o de agrado (daño a la vida de relación), y
que se refiere a la modificación grave, sustancial y anormal del proyecto de vida
que cada persona tiene trazado31.

Como se aprecia, el daño a la salud 32 –denominado por la doctrina y


jurisprudencia francesa como daño corporal o fisiológico, y en Italia biológico–, fue
31
“Se ve cómo se introduce una nueva categoría de daño que llama perjuicio fisiológico o perjuicio
a la vida de relación, que trata como sinónimos, desconociendo el significado que tales categorías
tiene en los sistemas de origen. Y al momento de liquidar el daño, al que le reconoce un carácter
satisfactorio, vuelve en confusión al decir que, “habida consideración de la gravedad que tuvieron
las lesiones, que determinaron la amputación bilateral de las piernas por encima de las rodillas, la
edad del lesionado y su actividad profesional como chofer, la cual no podrá ejercer en el futuro por
el estado corporal en que quedó, los fija en la suma de… con cuya rentabilidad la víctima podrá
atender razonablemente al pago de una persona que lo acompañe en su silla de ruedas cuando
tenga necesidad de movilizarse de un sitio a otro. Con ella puede, igualmente, adquirirla sin
sofisticaciones”. Habiendo deslindado en precedencia el daño fisiológico del daño patrimonial, al
momento de la liquidación los mezcla con la consideración que hace del trabajo de la víctima y con
la necesidad que ella tiene de una silla de ruedas y de un acompañante. El daño que se había
propuesto se desdibuja así, al momento de la liquidación.” CORTÉS, Edgar Ob. Cit. Pág. 255.
32
“…la ciencia jurídica que le dio entrada al concepto de daño biológico prefiere hoy utilizar la
expresión “daño a la salud”, concepto jurídico (y no médico) con un alcance más amplio, pues
mientras que el daño biológico se refiere a aspectos anatómicos y fisiológicos de la persona, el
daño a la salud, además de referirse a ellos, tiene que ver con las manifestaciones generales del
bien “salud” como bien necesario para una correcta expresión de la persona en la comunidad en
que vive.” CORTÉS, Edgar Ob. Cit. Pág. 21 y 22. Consultar igualmente: BUSNELLI, Francesco
Donato, “Il danno biologico. Dal diritto vivente al diritto vigente” Torino, 2001, pág. 3 y s.s.
imbricado con el concepto de perjuicio de agrado y con la alteración a las
condiciones de existencia, daños autónomos que han sido reconocidos por la
jurisprudencia del Consejo de Estado Francés, lo que desencadenó que un
perjuicio de constatación y valuación objetiva como lo es aquél, fuera revestido por
una condición indefinida o englobada en la que se puede dar cabida a cualquier
tipo de afectación, al margen de que se refleje en el ámbito externo o interno del
sujeto, y sea liquidable en términos objetivos o subjetivos.

En efecto, la citada superposición de conceptos se desprende de manera palmaria


en una sentencia proferida el 3 de julio de 1992 33, por el Tribunal Administrativo de
Antioquia, confirmada por el Consejo de Estado el 1º de julio de 1993 34, proveído
en el que el tribunal a quo puntualizó lo siguiente:

“8. El daño especial.

“8.1. El demandante separa este perjuicio en tres categorías


diferentes, a saber: a. El daño personal especial debido “al perjuicio
sufrido… en su vida de relación social y personal, por efecto de la
grave invalidez…” b. Los “perjuicios estéticos” y el “daño corporal
especial” debido también a la invalidez total que sufre. La Sala
estima que los anteriores daños deben agruparse en uno solo que
los comprende a todos: el perjuicio fisiológico, o el “préjudice d
´agrément” de que habla la doctrina francesa. A pesar de los
elementos comunes que los unen, o confunden, en algunos casos,
es posible afirmar que los daños moral subjetivo, materiales y
fisiológico son diferentes, es decir, se refieren a distintos bienes del
ser humano: a.- El moral subjetivo o “Pretium doloris”, trata de
mitigar la aflicción, la tristeza y la depresión que producen la muerte
o las lesiones de un padre, un hijo, un hermano, etc., b.- El material,
se encamina a mantener los ingresos que, por ejemplo, percibían en
lesionado y la esposa y los hijos del padre fallecido., c.- El
fisiológico, que pretende darle oportunidad a una persona como…
que ha sido privado de llevar a cabo los “placeres de la vida”, de
reemplazar, o mejor, de tratar de reemplazar lo que en adelante no
le será dado hacer…

“(…) La parálisis de los miembros inferiores (paraplejia) que padece


el actor lo priva de los placeres cotidianos de la vida, tales como los
de caminar, trotar, montar en bicicleta, bailar, trepar a un árbol,
nadar, desplazarse cómodamente de una ciudad a otra y otras
actividades similares. La fijación de la indemnización de este rubro
depende mucho del criterio prudente del juez, quien debe tener
también en cuenta para el efecto la profesión y la edad del
lesionado, las privaciones que sufre a raíz de la lesión, etc. Se

33
Tribunal Administrativo de Antioquia, sentencia del 3 de julio de 1992, exp. 25878, M.P.
Humberto Cárdenas.
34
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 1º de julio de 1993, exp. 7772.
condenará, en consecuencia, a la demandada, a cubrir al
demandante, una suma equivalente a 2.000 gramos de oro fino.”

Como se aprecia, el equívoco en la determinación del contenido y alcance del


perjuicio a la salud (fisiológico o biológico), operó en una traspolación jurídica del
derecho francés e italiano al ámbito nacional, pero se dejó de lado que en el
primero de los países mencionados se ha reconocido, dependiendo el caso
concreto, de una multiplicidad de daños que pretenden cubrir las esferas del
individuo afectadas con el mismo (v.gr. daño estético, daño sexual, alteración a las
condiciones de existencia, perjuicio de agrado, entre otros), mientras que en el
segundo, dada la redacción rígida del artículo 2059 del Código Civil de ese país 35,
el propósito de la doctrina y jurisprudencia recayó en la forma de abrir nuevas
perspectivas y hermenéuticas que permitieran ir más allá del simple
reconocimiento del daño moral en cuanto se refiere al resarcimiento del daño no
patrimonial. Como se aprecia, los conceptos de perjuicio de agrado (préjudice d
´agrément), frente al perjuicio corporal (dommage corporel) si bien parecieran
tener puntos de encuentro y semejanzas, lo cierto es que el primero cubre una
esfera interna del individuo, mientras que el segundo está estructurado sobre la
necesidad de resarcir la órbita de la salud del ser humano, entendida esta última,
según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “el estado
completo de bienestar físico, psíquico, y social, no circunscrito a la ausencia de
afecciones y enfermedades.”36

Así las cosas, los sistemas jurídicos francés e italiano se encuentran en dos polos
diametralmente opuestos en cuanto a la tipología del perjuicio inmaterial se refiere,
puesto que el primero ha permitido –dado el esquema normativo abierto del código
civil– la formulación de diversas categorías de daños y perjuicios que pretenden
resarcir las diversas afectaciones que produce un daño en la órbita interna y
externa de un sujeto; contrario sensu, el segundo ha tenido que enfrentar un
sistema legal rígido o cerrado que limita el reconocimiento de perjuicios
inmateriales, razón por la cual ha correspondido a las jurisdicciones constitucional
y ordinaria ampliar el contenido y alcance de ese sistema indemnizatorio.

Así se desprende de la misma jurisprudencia Italiana –supuestamente a partir de


la cual se adoptó el concepto de daño a la vida de relación–, en la que se hace
una clara diferencia entre el perjuicio biológico (fisiológico), el daño moral, y el

35
“El daño no patrimonial debe ser resarcido sólo en los casos determinados por la ley.”
36
www.who.int/en/
daño existencial. Sobre el particular, vale la pena destacar la sentencia del 19 de
diciembre de 2007, proferida por la Corte Suprema de Casación de ese país, en la
que se puntualizó:

“(…) 3) La categoría del daño no patrimonial se articula a su vez en


un subsistema compuesto del daño biológico en estricto sentido, del
daño existencial, y del daño moral subjetivo.

“4) El daño biológico y el daño existencial tienen una morfología


homogénea, entrañan internamente una lesión de carácter
constitucional, la primera referida a la salud, y la segunda constituida
por “valores/intereses constitucionalmente protegidos…” 37.

Ahora bien, en uno u otro sistema la preocupación ha sido común y consiste en


determinar o establecer “justos medios” que, como lo ha sostenido el reconocido
profesor italiano Francesco Busnelli, sirvan de diques de tal forma que no se limite
el reconocimiento de perjuicios inmateriales a los de contenido moral, pero
tampoco se genere un abanico de perjuicios que distorsione el derecho de daños y
que pueda afectar los principios de reparación integral y de prohibición de
enriquecimiento sin causa.

Esa expectación no ha sido ajena en nuestro derecho vernáculo, razón por la cual
se han trazado en diferentes etapas de la jurisprudencia contencioso
administrativa y ordinaria - civil, diferentes tipos o categorías de daños que
permitan reconocer las afectaciones que se producen a causa de la concreción de
un daño antijurídico.

De modo que, el “daño a la salud” –esto es el que se reconoce como proveniente


de una afectación a la integridad psiocofísica– ha permitido solucionar o aliviar la
discusión, toda vez reduce a una categoría los ámbitos físico, psicológico, sexual,
etc., de tal forma que siempre que el daño consista en una lesión a la salud, será
procedente establecer el grado de afectación del derecho constitucional y
fundamental (artículo 49 C.P.) para determinar una indemnización por ese
aspecto, sin que sea procedente el reconocimiento de otro tipo de daños (v.gr. la
alteración de las condiciones de existencia), en esta clase o naturaleza de
supuestos.
37
Cf. Corte de Casación Italiana, sentencia del 19 de diciembre de 2007, No. 4712. (Traducción
libre). Ver igualmente, las sentencias de 31 de mayo de 2003, números 8827 y 8828 de la Sala Civil
de la Corte de Casación Italiana, así como las sentencias Nos. 184 de 1986 y 233 de 2003,
proferidas por la Corte Constitucional de ese mismo país.
Se reconoce de este modo una valoración del daño a la persona estructurado
sobre la idea del daño corporal, sin tener en cuenta categorías abiertas que
distorsionen el modelo de reparación integral. Es decir, cuando la víctima sufra un
daño a la integridad psicofísica sólo podrá reclamar los daños materiales que se
generen de esa situación y que estén probados, los perjuicios morales de
conformidad con los parámetros jurisprudenciales de la Sala y, por último, el daño
a la salud por la afectación de este derecho constitucional.

Lo anterior, refuerza aún más la necesidad de readoptar la noción de daño a la


salud, fisiológico o biológico, como lo hace ahora la Sala, pero con su contenido y
alcance primigenio, esto es, referido a la afectación o limitación a la integridad
psicofísica de la persona, como quiera que al haberlo subsumido en unas
categorías o denominaciones que sirven para identificar perjuicios autónomos y
que han sido reconocidos en diferentes latitudes, como por ejemplo la alteración a
las condiciones de existencia (v.gr. Francia), se modificó su propósito que era
delimitar un daño común (lesión a la integridad corporal) que pudiera ser tasado,
en mayor o menor medida, a partir de parámetros objetivos y equitativos, con
apego irrestricto a los principios constitucionales de dignidad humana e igualdad 38.

En otros términos, un daño a la salud desplaza por completo a las demás


categorías de daño inmaterial como lo son la alteración grave a las condiciones de
existencia -antes denominado daño a la vida de relación– precisamente porque
cuando la lesión antijurídica tiene su génesis en una afectación negativa del
estado de salud, los únicos perjuicios inmateriales que hay lugar a reconocer son
el daño moral y el daño a la salud.

Es así como la doctrina, sobre el particular señala:

“Hecha esta identificación, entre el daño corporal y el daño a


la salud, vemos que también se identifica con el perjuicio
fisiológico; terminología que impera en la doctrina francesa
para referirse al daño en la esfera funcional, como sinónimo
del daño a la integridad física y psíquica de la persona; se
denomina así porque afecta, como decimos, la esfera
38
“El daño subjetivo o daño a la persona es aquél cuyos efectos recaen en el ser humano,
considerado en sí mismo, en cuanto sujeto de derecho, desde la concepción hasta el final de la
vida. Por la complejidad del ser humano, los daños pueden efectuar alguna o algunas de sus
múltiples manifestaciones o “maneras de ser””. FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos “El daño a la
persona”, Revista de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima,
pág. 71 y s.s.
funcional con independencia de la pérdida de rentas que
pueda ocasionar.

“Pero esta terminología es peligrosa porque se desliza hacia una


realidad diferente. Como se ha precisado por la doctrina italiana,
hay que matizar que, si bien a veces se utiliza como sinónimo del
llamado daño biológico, la doctrina italiana más especializada, ha
señalado que este último, es un concepto médico - legal, mientras
que el daño a la salud es un concepto jurídico, normativo, que
se encuentra consagrado en el artículo 32 de la
Constitución...”39 (Se destaca).

En esa perspectiva, se insiste, la noción de daño a la vida de relación que sirvió al


Consejo de Estado para indemnizar los perjuicios inmateriales sufridos por el
sujeto, diferentes al moral, no es más que un concepto que ya no es utilizado por
la doctrina y jurisprudencia italianas, en la medida en que se ha reconocido
independencia entre el perjuicio biológico o fisiológico –relacionado con la órbita
psicofísica del individuo– y otros perjuicios que afectan valores, derechos o
intereses de la persona que, en la actualidad, en Italia, serían indemnizados bajo
la panorámica del daño existencial (v.gr. la tranquilidad del ser humano, la
seguridad, las condiciones de existencia, entre otros) 40, sin que esta última
categoría se encuentre lo suficientemente decantada en otras latitudes, razón para
rechazar en esta instancia su adopción en el derecho colombiano, máxime si de
manera reciente fueron proferidas cuatro sentencias de la Sección Unida (Sala
Plena) de la Corte de Casación Italiana, en la que se recoge el daño existencial
dado, precisamente, de la amplitud y falta de delimitación conceptual que
implicaba (imposibilidad de objetivización) 41.

Desde esa panorámica, los daños a la vida de relación o a la alteración de las


condiciones de existencia, no podrán servir de instrumento para obtener la
reparación del daño a la salud, es decir, son improcedentes para reparar las
lesiones a la integridad psicofísica puesto que parten de confrontar, o mejor de
un parangón entre la esfera individual y la externa o social; el primero en la carga
39
VICENTE Domingo, Elena “Los daños corporales: tipología y valoración”, Ed. Bosch, Barcelona,
1994, Pág. 139.
40
“Allí se define el daño existencial [se refiere a la sentencia de la Sala Plena de la Corte de
Casación Italiana No. 6572 del 24 de marzo de 2006] como todo perjuicio causado en el hacer no
reditual del sujeto, susceptible de ser constatado de manera objetiva, que altera sus hábitos y su
modo de relacionarse, induciéndolo a alternativas de vida distintas, que inciden en el despliegue y
realización de su personalidad en el mundo exterior.” KOTEICH Khatib, Milagros “El daño
extrapatrimonial”, en “Diritto Romano Comune e America Latina”, Universidad Externado de
Colombia, Pág. 259.
41
Ver: Corte de Casación Italiana, sentencia del 24 de junio de 2008, publicada el 11 de noviembre
de 2008, No. 26972.
relacional del sujeto (relaciones sociales) lo que llevó a que fuera considerado en
Italia como un daño subjetivo, inequitativo e desigualitario –dado que una persona
puede tener una vida social o relacional más activa que otra, sin que eso suponga
que deba indemnizarse diferente el daño–, y el segundo, por referirse a una
alteración grave y significativa del proyecto de vida, es decir, a los planes y
objetivos de la persona hacia el futuro.

Entonces, como se aprecia, el daño a la salud gana claridad, exactitud y equidad


donde los precisados perjuicios la pierden, puesto que siempre está referido a la
afectación de la integridad psicofísica del sujeto, y está encaminado a cubrir no
sólo la modificación de la unidad corporal sino las consecuencias que las mismas
generan, razón por la que, sería comprensivo de otros daños como el estético, el
sexual, el psicológico, entre otros, sin que existiera la necesidad de ampliar en
demasía la gama o haz de daños indemnizables, con lo que se conseguiría una
sistematización del daño no patrimonial42.

En otros términos, se insiste, en Colombia el sistema indemnizatorio está limitado


y no puede dar lugar a que se abra una multiplicidad de categorías resarcitorias
que afecten la estructura del derecho de daños y la estabilidad presupuestal que
soporta un efectivo sistema de responsabilidad patrimonial del Estado, motivo por
el que, se itera, cuando el daño se origine en una lesión psíquica o física de la
persona el único perjuicio inmaterial, diferente al moral que será viable reconocer
por parte del operador judicial será el denominado “daño a la salud o fisiológico”,
sin que sea posible admitir otras categorías de perjuicios en este tipo de
supuestos y, mucho menos, la alteración a las condiciones de existencia,
categoría que bajo la égida del daño a la salud pierde relevancia, concreción y
pertinencia para indemnizar este tipo de afectaciones.

En ese orden de ideas, el concepto de salud comprende diversas esferas de la


persona, razón por la que no sólo está circunscrito a la interna, sino que
comprende aspectos físicos y psíquicos, por lo que su evaluación será mucho más
sencilla puesto que ante lesiones iguales corresponderá una indemnización
idéntica43. Por lo tanto, no es posible desagregar o subdividir el daño a la salud o
perjuicio fisiológico en diversas expresiones corporales o relacionales (v.gr. daño
42
Fruto del trabajo jurisprudencial en Italia, se llegó a establecer dentro de este orden que el
concepto daño biológico agrupa entre otros: el daño a la vida de relación, el daño estético, el daño
a la esfera sexual y el daño a la incapacidad laboral genérica, todo lo cual ha sido recogido y
reconocido por la Corte Suprema de Casación de ese país. Ver entre otras, las sentencias: No. 2761
de 1990, 1341 de 1991, 11133 de 1990, 9170 de 1994, y 7262 de 1991.
estético, daño sexual, daño relacional familiar, daño relacional social), pues este
tipo o clase de perjuicio es posible tasarlo o evaluarlo, de forma más o menos
objetiva, con base en el porcentaje de invalidez decretado por el médico legista.

De allí que no sea procedente indemnizar de forma individual cada afectación


corporal o social que se deriva del daño a la salud, como lo hizo el tribunal de
primera instancia, sino que el daño a la salud se repara con base en dos
componentes: i) uno objetivo determinado con base en el porcentaje de invalidez
decretado y ii) uno subjetivo, que permitirá incrementar en una determinada
proporción el primer valor, de conformidad con las consecuencias particulares y
específicas de cada persona lesionada.

Así las cosas, el daño a la salud permite estructurar un criterio de resarcimiento


fundamentado en bases de igualdad y objetividad, de tal forma que se satisfaga la
máxima “a igual daño, igual indemnización”44.

En consecuencia, se adopta el concepto de daño a la salud, como perjuicio


inmaterial diferente al moral que puede ser solicitado y decretado en los casos en
que el daño provenga de una lesión corporal, puesto que el mismo no está
encaminado al restablecimiento de la pérdida patrimonial, ni a la compensación
por la aflicción o el padecimiento que se genera con aquél, sino que está dirigido a
resarcir económicamente –como quiera que empíricamente es imposible– una
lesión o alteración a la unidad corporal de la persona, esto es, la afectación del
derecho a la salud del individuo.

Por lo tanto, cuando el daño tenga origen en una lesión corporal (daño
corporal), sólo se podrán reclamar y eventualmente reconocer los siguientes
tipos de perjuicios –siempre que estén acreditados en el proceso –:

i) los materiales de daño emergente y lucro cesante;


43
“Este estado de cosas no sólo deja la sensación de desorden, sino que también crea
desigualdades entre víctimas, cuyos intereses aparecen, en igual medida, dignos de protección; así
pues, el problema de fondo es el de establecer los límites, que deben ser “límites razonables”,
determinados sí, en términos jurídicos.” CORTÉS, Edgar Ob. Cit. Pág. 57.
44
“En el histórico fallo 184 de 1986 la Corte Constitucional italiana afirmó que el criterio de
liquidación que debe adoptarse para el resarcimiento del daño biológico “debe, de un lado,
responder a una uniformidad pecuniaria de base (el mismo tipo de lesión no puede valorarse de
manera diferente para cada sujeto) y, de otro, debe ser suficientemente elástico y flexible para
adecuar la liquidación del caso concreto a la incidencia efectiva de la lesión sobre las actividades de
la vida cotidiana, por medio de las cuales se manifiesta concretamente la eficiencia sicofísica del
sujeto perjudicado.” ROZO Sordini, Paolo “El daño biológico”, Ed. Universidad Externado de
Colombia, Bogotá, pág. 209 y 210.
ii) y los inmateriales, correspondientes al moral y a la salud o fisiológico, el primero
tendiente a compensar la aflicción o padecimiento desencadenado por el daño,
mientras que el último encaminado a resarcir la pérdida o alteración anatómica o
funcional del derecho a la salud y a la integridad corporal 45.

Desde esa perspectiva, se insiste, el daño a la salud comprende toda la órbita


psicofísica del sujeto. En consecuencia, la tipología del perjuicio inmaterial se
puede sistematizar de la siguiente manera: i) perjuicio moral; ii) daño a la salud
(perjuicio fisiológico o biológico); iii) cualquier otro bien, derecho o interés legítimo
constitucional, jurídicamente tutelado que no esté comprendido dentro del
concepto de “daño corporal o afectación a la integridad psicofísica” y que merezca
una valoración e indemnización a través de las tipologías tradicionales como el
daño a la vida de relación o la alteración grave a las condiciones de existencia o
mediante el reconocimiento individual o autónomo del daño (v.gr. el derecho al
buen nombre, al honor o a la honra; el derecho a tener una familia, entre otros),
siempre que esté acreditada en el proceso su concreción y sea preciso su
resarcimiento, de conformidad con los lineamientos que fije en su momento esta
Corporación.

Es decir, cuando el daño antijurídico radica en una afectación psicofísica de la


persona, el daño a la salud surge como categoría autónoma y, por lo tanto,
desplaza por completo denominaciones o tipos de perjuicios abiertos que han sido
empleados en otras latitudes, pero que, al igual que en esta ocasión, han cedido
paso al daño corporal como un avance jurídico que permite la reparación efectiva
y objetiva del perjuicio proveniente de la lesión al derecho constitucional y
fundamental a la salud.

Ahora bien, el hecho de sistematizar el daño a la salud (integridad corporal,


psicológica, sexual, estética), mientras se deja abierta la estructura de los demás
bienes o derechos jurídicos, garantiza un esquema coherente con los lineamientos
conceptuales, teóricos y prácticos del resarcimiento del daño, como quiera que no

45
“Se está en presencia de un nuevo sistema clasificatorio del daño que acepta la existencia de tres
modalidades del mismo: los patrimoniales, los morales y el biológico. Diferenciándose el biológico
en cuanto al moral en la medida en que el primero es la lesión en sí misma considerada, y otra
diferente, son los sufrimientos, el dolor y los afectos que de dicha lesión se pueden derivar, lo que
constituiría el efecto o daño moral; sin embargo, ambos hacen parte del daño no patrimonial, esto
es, no susceptible de contenido económico.” GIL Botero, Enrique “Daño Corporal – Daño Biológico
– Daño a la vida de relación”, pág. 10.
se presta para generar una tipología paralela al daño a la salud que produzca los
mismos efectos perjudiciales que acarrearon las nociones abiertas e indefinidas
del daño a la vida de relación y de alteración a las condiciones de existencia.

En consecuencia, el daño moral satisface la indemnización de la órbita interna y


aflictiva del ser humano; el daño a la salud garantiza un resarcimiento más o
menos equitativo y objetivo en relación con los efectos que produce un daño que
afecta la integridad psicofísica de la persona; y, por último, será oportuno que se
analice la posibilidad por parte de esta Corporación –siempre que los supuestos
de cada caso lo permitan– de que se reparen los demás bienes, derechos o
intereses jurídicos de la víctima directa o de los perjudicados que logren acreditar
efectivamente que padecieron ese daño autónomo e independiente, sin que quede
cobijado por la tipología antes delimitada (v.gr. el derecho al buen nombre). La
aplicación de esta tipología del daño garantiza la reparación estática y dinámica
del perjuicio, esto es los efectos internos y externos, subjetivos y objetivos,
individuales y colectivos que la lesión antijurídica o injusta desencadena en el
sujeto y las personas que constituyen su entorno.

No obstante lo anterior, es preciso recalcar que en nuestro país no existe un


sistema abierto y asistemático del perjuicio inmaterial, puesto que estos esquemas
atentan contra el entendimiento del derecho de la responsabilidad, motivo por el
cual, será la jurisprudencia de esta Corporación la encargada de definir la
posibilidad de reconocer otras categorías o tipos de daños distintos al daño a la
salud, pero siempre que el caso concreto permita la discusión y se afronte la
misma a través de la búsqueda de una metodología coherente que contenga el
abanico resarcitorio a sus justas proporciones sin que se desdibuje el contenido y
alcance de la teoría del daño resarcible.

Esta es, precisamente, la importancia del daño a la salud, ya que como se ha


explicado permite reconducir a una misma categoría resarcitoria todas las
expresiones del ser humano relacionadas con la integridad psicofísica, como por
ejemplo las esferas cognoscitivas, psicológicas, sexuales, hedonísticas, etc., lo
que evita o impide que se dispersen estos conceptos en rubros indemnizatorios
autónomos.

Así las cosas, el daño a la salud posibilita su reparación considerado en sí mismo,


sin concentrarse de manera exclusiva y principal en las manifestaciones externas,
relacionales o sociales que desencadene, circunstancia por la cual este daño, se
itera, gana concreción y objetividad en donde las categorías abiertas la pierden y,
por lo tanto, permite garantizar los principios constitucionales de dignidad humana
y de igualdad material.

De conformidad con las anteriores precisiones, la Sala reconocerá por concepto


de daño a la salud la suma de 200 SMMLV, lo que garantiza el principio de la no
reformatio in pejus, pero insiste en que se trata de una suma única reconocida por
la afectación en la órbita psicofísica de Fabián Andrés Mejía Arias.

Y, si bien, en la sentencia de primera instancia en el encabezado denominado


“Perjuicios a la vida de relación” se dijo reconocer 250 SMMLV por ese concepto,
lo cierto es que al sumar los rubros que integraban el mismo, la operación
matemática arrojaba un resultado de 200 SMMLV, razón por la cual esta última
será la suma que habrá lugar a decretar bajo la categoría unívoca de “daño a la
salud”, máxime si, se insiste, en el recurso de apelación los demandantes no
controvirtieron, de ninguna manera, la decisión del a quo, sino que, por el
contrario, en ese memorial se solicitó la confirmación integral de la providencia
apelada, motivo por el que mal haría la Sala en aumentar el monto reconocido en
primera instancia, ya que no fue objeto de cuestionamiento por la parte actora. En
efecto, se transcriben una vez más ad literam los argumentos contenidos en el
escrito presentado por el apoderado judicial de los demandantes, en el que de
manera expresa se puntualizó: “La sentencia o fallo proferido en primera instancia,
debe ser confirmado H. Consejero y H. Sala de decisión, en su totalidad por las
siguientes razones…”

5. Costas

De conformidad con el artículo 171 del C.C.A., modificado por el artículo 55 de la


ley 446 de 1998, la Subsección se abstendrá de condenar en costas a los
recurrentes, por cuanto no se evidenció mala fe ni la conducta es constitutiva de
abuso del derecho.
En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso
Administrativo, Sección Tercera, administrando justicia en nombre de la República
de Colombia y por autoridad de la ley,

F A L L A:

Primero. Modifícase la sentencia apelada, esto es, la proferida el 3 de agosto de


2009, por el Tribunal Administrativo de Antioquia, la cual quedará así:

“Primero. Declárase responsable a la Nación - Ministerio de


Defensa - Ejército Nacional, de los perjuicios causados con motivo
de las lesiones padecidas por Fabián Andrés Mejía Arias.

“Segundo. Como consecuencia de la declaración anterior,


condénase a la Nación - Ministerio de Defensa - Ejército Nacional a
pagar las siguientes sumas de dinero, por concepto de perjuicios
morales:

FABIÁN ANDRÉS MEJÍA ARIAS 100 SMMLV


JOSÉ DARÍO MEJÍA HERRERA 50 SMMLV
RUBÉN DARIO MEJÍA ARIAS 30 SMMLV
JUAN DAVID MEJÍA ARIAS 30 SMMLV
DIANA YICET MEJÍA ARIAS 30 SMMLV

“Tercero. Por concepto de perjuicios materiales, condénase a la


Nación - Ministerio de Defensa - Ejército Nacional a pagar la suma
de cieto cincuenta y un millones ochocientos once mil novecientos
sesenta y ocho pesos ($151.811.968,oo) a favor de Fabián Andrés
Mejía Arias.

“Cuarto. A título de daño a la salud o perjuicio fisiológico,


condénase a la Nación - Ministerio de Defensa - Ejército Nacional al
pago de la suma de 200 SMMLV a favor de Fabián Andrés Mejía
Arias.

“Quinto. Deniéganse las demás pretensiones de la demanda.


“Sexto. Sin costas.

Segundo. Dese cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 176 y 177 del Código
Contencioso Administrativo, para lo cual se expedirá copia de la sentencia de
segunda instancia, conforme al artículo 115 del Código de Procedimiento Civil.

Tercero. La Secretaría sólo expedirá copias auténticas de esta providencia


cuando los apoderados judiciales de las partes hayan devuelto las copias
expedidas de la sentencia que fue objeto de anulación previamente en este
proceso.

Cuarto. Cumplido lo anterior, por Secretaría, remítase el expediente al tribunal de


origen.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE y CÚMPLASE

ENRIQUE GIL BOTERO


Presidente de la Sala

GLADYS AGUDELO ORDOÑEZ (E) HERNÁN ANDRADE RINCÓN

STELLA CONTO DÍAZ DEL CASTILLO MAURICIO FAJARDO GÓMEZ

RUTH STELLA CORREA PALACIO DANILO ROJAS BETANCOURTH


JAIME ORLANDO SANTOFIMIO GAMBOA OLGA VALLE DE DE LA HOZ

SALVAMENTO PARCIAL DE VOTO DOCTORA STELLA CONTO DIAZ DEL


CASTILLO Y DOCTOR DANILO ROJAS BETANCOURTH

PRELACION DE FALLO - Normatividad. Ley Estatutaria de Administración de


Justicia / PRELACION DE FALLO – Improcedencia

Discrepamos de la prelación de fallo fundada en el acta n°. 21 de 15 de octubre de


2008, en tanto se aparta de las reglas y directrices establecidas en el artículo 63A
de la Ley estatutaria de la administración de justicia (…) La norma en mención
establece que la prelación de turnos procede para casos particulares, siempre que
el asunto entrañe razones de seguridad nacional o para prevenir la afectación
grave del patrimonio nacional, o cuando existan graves violaciones de los
derechos humanos, crímenes de lesa humanidad, o asuntos de especial
trascendencia social. Así mismo, cuando su resolución íntegra entrañe sólo la
reiteración de jurisprudencia. Siendo así, la prelación aceptada, desconoce los
postulados de la norma legal, en tanto el Acuerdo n°. 021 prevé dicha figura para
casos generales, apartándose de la disposición legal, afectando el derecho a la
igualdad al señalar una directriz diferente, de modo que el asunto debatido no
queda subsumido dentro de ninguno de los postulados señalados y no podía ser
resuelto de manera preferente, sin someterse al turno de rigor.

FUENTE FORMAL: LEY 270 DE 1996 - ARTICULO 63A

DAÑO A LA SALUD - Afectación a la integridad psicofísica, en el ámbito


físico, psicológico, sexual o estético / DAÑO A LA SALUD - Tasación /
TASACION DE DAÑO A LA SALUD - Debe ser objetiva

Compartimos la apreciación de la Sala en cuanto considera que el “daño a la


salud” es aquel que se reconoce como proveniente de una afectación a la
integridad psicofísica, en el ámbito físico, psicológico, sexual o estético, de tal
forma que siempre que el daño consista en una lesión a la salud, será procedente
establecer el grado de afectación del derecho constitucional y fundamental
(artículo 49 C.P.), sin que sea procedente otro tipo de daños (v.gr. la alteración a
las condiciones de existencia) –pág. 42-. Reforzando la misma idea, consideró que
“una daño a la salud desplaza por completo a las demás categorías de daño
inmaterial como lo son la alteración grave a las condiciones de existencia –antes
denominado daño a la vida de relación- precisamente porque cuando la lesión
antijurídica tiene su génesis en una afectación negativa del estado a la salud, los
únicos perjuicios inmateriales que hay lugar a reconocer son el daño moral y el
daño a la salud” –folio 43-. Al tiempo precisó que “desde esta panorámica, los
daños a la vida de relación o a la alteración a las condiciones de existencia, no
podrán servir de instrumento para obtener la reparación del daño a la salud, es
decir, son improcedentes para reparar las lesiones a la integridad sicofísica”, lo
cual tiene su razón de ser en la ambigüedad conceptual tanto del daño a la vida de
relación y en la alteración a las condiciones de existencia, puesto que la falta de
limitación conceptual y la imprecisión de ambos impiden su objetivización. Si el
daño a la salud gana precisión, claridad y concreción para efectos de su
indemnización, en tanto está referido a la afectación de la integridad psicofísica del
sujeto, encaminado a cubrir no solo la modificación de la unidad corporal sino las
consecuencias que el mismo genera, su tasación deberá ser objetiva, en tanto que
determinado el alcance del daño a la salud, éste deberá tener correspondencia
con el perjuicio causado para efectos de su valoración económica y su reparación
integral.

FUENTE FORMAL: CONSTITUCION POLITICA – ARTICULO 49

DAÑO A LA SALUD - No podrá subdividirse en diversas expresiones /


REPARACION DEL DAÑO A LA SALUD - Componentes / ARBITRIO IURIS -
Desplazado por un criterio objetivo / REPARACION DEL DAÑO A LA SALUD -
No se hizo con un criterio objetivo / REPARACION DEL DAÑO A LA SALUD -
Se realizó aplicando el arbitrio ius juris del juzgador / TASACION DEL DAÑO
A LA SALUD - Prueba / TASACION DEL DAÑO A LA SALUD - Ante la falta de
prueba debió establecerse el grado de afectación

Si el daño a la salud como una categoría del daño inmaterial adquiere concreción
y delimitación y, desde el punto de vista ontológico, impide que existan una
multiciplidad de categorías resarcitorias, al comprender los aspectos físicos y
psíquicos, no podrá subdividirse en diversas expresiones -daño estético, daño
sexual, daño relacional familiar, daño relacional social o daño psicológico- deberá,
por tanto repararse con base en dos componentes i) uno objetivo determinado con
base en el porcentaje de invalidez y ii) uno subjetivo, que permitirá incrementar en
una determinada proporción el primer valor, de conformidad con las
consecuencias particulares de cada persona lesionada. En esta línea de
pensamiento el arbitrio iuris se desplaza por un criterio objetivo, para privilegiar la
aplicación del artículo 16 de la Ley 446 de 1998. (…) La reparación del daño debe
dejar indemne a la persona, como si el daño no hubiere ocurrido, o al menos a la
situación más próxima a la que existía antes de su evento. Se encuentra que en
este caso particular, a pesar de las variables enunciadas para la tasación del daño
a la salud, no se explica porque acogió en su integridad las pretensiones relativas
a las distintas tipologías subsumidas en el daño a la salud, apartándose de los
razonamientos dados en la parte motiva, olvidando que desde una perspectiva
objetiva, el arbitrio iuris pasa a un plano secundario, en tanto solo deberá
indemnizarse el perjuicio causado, de tal manera que éste tenga correspondencia
concreta, real y objetiva frente al daño causado, aunado a que deberá tenerse
como referente la indemnización que por este tipo de daños se hubiera reconocido
en casos similares. Para el reconocimiento hecho en el caso particular no ocurrió
lo propio simplemente se hizo la respectiva valoración con fundamento en el
arbitrio iuris del juzgador, desconociendo los lineamientos de la misma decisión.
En consecuencia, para su respectiva tasación ante la falta de prueba sobre el
particular debió establecerse el grado de afectación.

NOTA DE RELATORIA: Sobre el resarcimiento y su correspondencia directa con


la magnitud del daño, consultar Corte Constitucional sentencia C-197 de 20 de
mayo de 1993

CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRACION


SECCION TERCERA

Consejero ponente: ENRIQUE GIL BOTERO

Bogotá D.C., catorce (14) de septiembre de dos mil once (2011)

Radicación número: 05001-23-31-000-2007-00139-01(38222)

Actor: JOSE DARIO MEJIA HERRERA Y OTROS

Demandado: NACION-MINISTERIO DE DEFENSA-EJERCITO NACIONAL

SALVAMENTO DE VOTO DE LOS DOCTORES STELLA CONTO DIAZ DEL


CASTILLO Y DANILO ROJAS BETANCOURTH

Con el debido respeto por la posición mayoritaria, exponemos a continuación las


razones que nos llevaron a disentir de ésta y a apartarnos parcialmente de la
presente decisión.

1º- Discrepamos de la prelación de fallo fundada en el acta n°. 21 de 15 de


octubre de 2008, en tanto se aparta de las reglas y directrices establecidas en el
artículo 63A de la Ley estatutaria de la administración de justicia que dice:

ARTÍCULO 63A. DEL ORDEN Y PRELACIÓN DE TURNOS. <Artículo


CONDICIONALMENTE exequible> <Artículo adicionado por el artículo 16
de la Ley 1285 de 2009. El nuevo texto es el siguiente:> Cuando existan
razones de seguridad nacional o para prevenir la afectación grave del
patrimonio nacional, o en el caso de graves violaciones de los derechos
humanos, o de crímenes de lesa humanidad, o de asuntos de especial
trascendencia social, las Salas Especializadas de la Corte Suprema de
Justicia, las Salas, Secciones o Subsecciones del Consejo de Estado, la
Sala Jurisdiccional del Consejo Superior de la Judicatura o la Corte
Constitucional, señalarán la clase de procesos que deberán ser tramitados
y fallados preferentemente. Dicha actuación también podrá ser solicitada
por el Procurador General de la Nación.
Igualmente, las Salas o Secciones de la Corte Suprema de Justicia, del
Consejo de Estado y del Consejo Superior de la Judicatura podrán
determinar motivadamente los asuntos que por carecer de antecedentes
jurisprudenciales, su solución sea de interés público o pueda tener
repercusión colectiva, para que los respectivos procesos sean tramitados
de manera preferente.

Los recursos interpuestos ante la Corte Suprema de Justicia, el Consejo


de Estado o el Consejo Superior de la Judicatura, cuya resolución íntegra
entrañe sólo la reiteración de jurisprudencia, podrán ser decididos
anticipadamente sin sujeción al orden cronológico de turnos.
Las Salas Especializadas de la Corte Suprema de Justicia, las Salas o las
Secciones del Consejo de Estado, la Corte Constitucional y el Consejo
Superior de la Judicatura; las Salas de los Tribunales Superiores y de los
Tribunales Contencioso-Administrativos de Distrito podrán determinar un
orden de carácter temático para la elaboración y estudio preferente de los
proyectos de sentencia; para el efecto, mediante acuerdo, fijarán
periódicamente los temas bajo los cuales se agruparán los procesos y
señalarán, mediante aviso, las fechas de las sesiones de la Sala en las
que se asumirá el respectivo estudio.

PARÁGRAFO 1o. Lo dispuesto en el presente artículo en relación con la


Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo se entenderá sin perjuicio de
lo previsto por el artículo 18 de la Ley 446 de 1998.

La norma en mención establece que la prelación de turnos procede para casos


particulares, siempre que el asunto entrañe razones de seguridad nacional o para
prevenir la afectación grave del patrimonio nacional, o cuando existan graves
violaciones de los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad, o asuntos de
especial trascendencia social. Así mismo, cuando su resolución íntegra entrañe
sólo la reiteración de jurisprudencia. Siendo así, la prelación aceptada, desconoce
los postulados de la norma legal, en tanto el Acuerdo n°. 021 46 prevé dicha figura
para casos generales, apartándose de la disposición legal, afectando el derecho a
la igualdad al señalar una directriz diferente, de modo que el asunto debatido no
queda subsumido dentro de ninguno de los postulados señalados y no podía ser
resuelto de manera preferente, sin someterse al turno de rigor.

2º. De cara al presente asunto, compartimos la apreciación de la Sala en cuanto


considera que el “daño a la salud” es aquel que se reconoce como proveniente de
una afectación a la integridad psicofísica, en el ámbito físico, psicológico, sexual o
estético, de tal forma que siempre que el daño consista en una lesión a la salud,
será procedente establecer el grado de afectación del derecho constitucional y
fundamental (artículo 49 C.P.), sin que sea procedente otro tipo de daños (v.gr. la
alteración a las condiciones de existencia) –pág. 42-

Reforzando la misma idea, consideró que “una daño a la salud desplaza por
completo a las demás categorías de daño inmaterial como lo son la alteración
grave a las condiciones de existencia –antes denominado daño a la vida de

46

Acuerdo 021 “La Sala dispone que los procesos que hayan sido revisados en atención a
conciliación realizada tendrán prelación de fallo”.
relación- precisamente porque cuando la lesión antijurídica tiene su génesis en
una afectación negativa del estado a la salud, los únicos perjuicios inmateriales
que hay lugar a reconocer son el daño moral y el daño a la salud” –folio 43-. Al
tiempo precisó que “desde esta panorámica, los daños a la vida de relación o a la
alteración a las condiciones de existencia, no podrán servir de instrumento para
obtener la reparación del daño a la salud, es decir, son improcedentes para
reparar las lesiones a la integridad sicofísica”, lo cual tiene su razón de ser en la
ambigüedad conceptual tanto del daño a la vida de relación y en la alteración a las
condiciones de existencia, puesto que la falta de limitación conceptual y la
imprecisión de ambos impiden su objetivización.

Si el daño a la salud gana precisión, claridad y concreción para efectos de su


indemnización, en tanto está referido a la afectación de la integridad psicofísica del
sujeto, encaminado a cubrir no solo la modificación de la unidad corporal sino las
consecuencias que el mismo genera, su tasación deberá ser objetiva, en tanto que
determinado el alcance del daño a la salud, éste deberá tener correspondencia
con el perjuicio causado para efectos de su valoración económica y su reparación
integral.

En suma si el daño a la salud como una categoría del daño inmaterial adquiere
concreción y delimitación y, desde el punto de vista ontológico, impide que existan
una multiciplidad de categorías resarcitorias, al comprender los aspectos físicos y
psíquicos, no podrá subdividirse en diversas expresiones -daño estético, daño
sexual, daño relacional familiar, daño relacional social o daño psicológico- deberá,
por tanto repararse con base en dos componentes i) uno objetivo determinado con
base en el porcentaje de invalidez y ii) uno subjetivo, que permitirá incrementar en
una determinada proporción el primer valor, de conformidad con las
consecuencias particulares de cada persona lesionada.

En esta línea de pensamiento el arbitrio iuris se desplaza por un criterio objetivo,


para privilegiar la aplicación del artículo 16 de la Ley 446 de 1998 47. En suma,
porque en palabras de la Corte Constitucional “el resarcimiento, debe guardar
correspondencia directa con la magnitud del daño causado, más no puede

47

Art. 16 Ley 446 de 1998 “Dentro de cualquier proceso que se surta ante la Administración
de Justicia, la valoración de los daños irrogados a las personas y a las cosas, atenderá a
los principios de reparación integral y observará los criterios técnicos actuariales”.
superar ese límite”48. La reparación del daño debe dejar indemne a la persona,
como si el daño no hubiere ocurrido, o al menos a la situación más próxima a la
que existía antes de su evento.

Se encuentra que en este caso particular, a pesar de las variables enunciadas


para la tasación del daño a la salud, no se explica porque acogió en su integridad
las pretensiones relativas a las distintas tipologías subsumidas en el daño a la
salud, apartándose de los razonamientos dados en la parte motiva, olvidando que
desde una perspectiva objetiva, el arbitrio iuris pasa a un plano secundario, en
tanto solo deberá indemnizarse el perjuicio causado, de tal manera que éste tenga
correspondencia concreta, real y objetiva frente al daño causado, aunado a que
deberá tenerse como referente la indemnización que por este tipo de daños se
hubiera reconocido en casos similares.

Para el reconocimiento hecho en el caso particular no ocurrió lo propio


simplemente se hizo la respectiva valoración con fundamento en el arbitrio iuris del
juzgador, desconociendo los lineamientos de la misma decisión. En
consecuencia, para su respectiva tasación ante la falta de prueba sobre el
particular debió establecerse el grado de afectación.

En los términos anteriores dejamos consignados nuestro disenso.

Fecha ut supra.

STELLA CONTO DÍAZ DEL CASTILLO DANILO ROJAS BETANCOURTH


Consejera de Estado Consejero de Estado

SALVAMENTO PARCIAL DE VOTO DE LA DOCTORA RUTH STELLA CORREA


PALACIO

DAÑO EXTRAPATRIMONIAL – Diferente al daño moral / DAÑO A LA SALUD –


Retroceso jurisprudenciaI / PERJUICIOS FISIOLOGICOS O A LA SALUD –
48

C-197 de 20 de mayo de 1993. Corte Constitucional


Incluidos dentro de la categoría alteraciones a las condiciones de
existencia / ALTERACIONES A LAS CONDICIONES DE EXISTENCIA –
Comprende los perjuicios fisiológicos o a la salud. Unificación
jurisprudencial

La sentencia constituye un retroceso en la evolución jurisprudencial, pues ya


existía claridad en relación con el contenido y alcance del daño extrapatrimonial
diferente al daño moral, que abarcaba la lesión a la salud, esto es, la afrenta a la
integridad corporal o psíquica de la persona y, por lo tanto, ya era un daño
susceptible de reconocimiento e indemnización mediante la denominación mayor
de alteración a las condiciones de existencia. En la sentencia, entre otras
conclusiones, se señala que el daño a la vida de relación o la alteración de las
condiciones de existencia no puede comprender, de ninguna forma el daño a la
salud -comúnmente conocido como perjuicio fisiológico o biológico- como quiera
que este último está encaminado a la reparación de cualquier lesión o afectación a
la integridad psicofísica, razón por la cual “es forzoso regresar a tipos
indemnizatorios reconocidos de tiempo atrás en la jurisprudencia (…) recuperando
el significado primigenio del daño fisiológico o a la salud”. Y es precisamente lo
que se hace en la sentencia: retroceder en la evolución jurisprudencial que ya
había aclarado, definido y deslindado que la expresión “perjuicios fisiológicos o a
la salud” se encuentra incluida dentro de la categoría denominada “alteraciones a
las condiciones de existencia”, en la medida en que se trata de daños sufridos por
uno de los sujetos pasivos del daño, que generaron cambios en la forma como
normalmente se desenvolvía su vida, esto es, como el sujeto se relacionaba con el
mundo, antes de que ocurriera el hecho generador del daño.

PERJUICIO FISIOLOGICO O A LA SALUD – Retroceso jurisprudencial / DAÑO


A LA VIDA DE RELACION – Evolución jurisprudencial / DAMNIFICADO –
indemnización integral / DAÑO A LA VIDA DE RELACION – Noción.
Definición. Concepto

Aunque en la sentencia se muestra la evolución de la jurisprudencia, en el asunto


finalmente se desconoce, por lo que me permito traer a colación que, en efecto,
inicialmente, el perjuicio fisiológico o a la vida de relación, fueron expresiones
empleadas como sinónimas por la jurisprudencia de esta Corporación en
sentencia de 6 de mayo de 1993 (exp. 7428), para identificar un daño
extrapatrimonial distinto del moral y del material, originado en la pérdida de la
posibilidad de las personas que sufrieron una lesión física o síquica de realizar
actividades vitales que, con independencia a que les reportara ventajas
económicas, hacían agradable su existencia (“préjudice d´agrément” de la doctrina
francesa). Así se entendió el perjuicio fisiológico o a la vida de relación como la
pérdida de la posibilidad de realización de actividades lúdicas, recreativas,
culturales, deportivas, del deseo sexual y de la capacidad para su realización, que
como consecuencia del daño sufrido especialmente, en casos de lesiones físicas y
perturbaciones funcionales, se tornaban en difíciles o imposibles de ejecutar
(perjuicio de agrado). También dijo la jurisprudencia que no se trataba de
indemnizar la tristeza o el dolor experimentado por la víctima (daño moral
subjetivo) y tampoco de resarcir las consecuencias patrimoniales que para ella se
siguen por la causa de la lesión (lucro cesante), sino más bien de indemnizar
integralmente al damnificado, por la totalidad de los intereses humanos
jurídicamente tutelados que resultaron comprometidos por la conducta dañina,
dentro de los cuales, ocupa lugar principal, la mengua en las posibilidades de
realizar actividades, que la víctima bien podía haber realizado o realizar, de no
mediar la conducta dañina que se manifestó en su integridad corporal.
Posteriormente, previas algunas precisiones en torno a su alcance, se extendió el
contenido de este tipo de daño a todos los casos de privación o alteración de la
realización de cualquier actividad, no necesariamente de carácter placentero,
abandonándose la calificación de fisiológico para adoptar la de daño a la vida de
relación comprensiva en todos los casos de detrimento a un bien jurídicamente
tutelado, trátese de la vida, la integridad personal, la honra, el patrimonio
económico etc., con el propósito de resarcir en forma integral a la víctima en
relación con todos y cada uno de los bienes jurídicos afectados, en los términos
del artículo 90 de la Constitución Política y del artículo 16 de la Ley 446 de 1998.
En efecto, en sentencia de 19 de julio de 2000 (exp.11.842), se dejó de utilizar la
expresión “daño fisiológico”, ante la existencia de daños extrapatrimoniales que
surgen de alteraciones diferentes a las físicas o “fisiológicas”, unificándolos en la
noción de daño a la vida de relación.

FUENTE FORMAL: CONSTITUCION POLITICA – ARTICULO 90 / LEY 446 DE


1998 – ARTICULO 16

NOTA DE RELATORIA: Sobre perjuicio fisiológico a la vida de relación, consultar


sentencia 6 de mayo de 1993, expediente número 7428. Sobre perjuicio de agrado
ver sentencia de 25 de noviembre de 1997, expediente número 10421. Sobre
indemnización integral, consultar sentencia de 2 de octubre de 1997, expediente
11652. Sobre noción de daño a la vida de relación, ver sentencias de 13 de junio
de 1997, expediente número 12499; 25 de septiembre de 1997, expediente
número 10421; 2 de octubre de 1997, expediente número 11652 y 9 de octubre de
1997, expediente número 10605. En relación con reparación in natura o con el
subrogado pecuniario, consultar sentencia de 19 de julio de 2000, expediente
número 11842; reiterada en sentencia de 9 de agosto de 2001, expediente número
12998; auto de 25 de enero de 2007, expediente número 26889; sentencia de 10
de mayo de 2001, expediente número 13475; sentencia de 10 de agosto de 2005,
expediente número 16205; sentencia de 23 de agosto de 2001, expediente
número 13745; sentencia de 21 de febrero de 2002, expediente número 12287 y
sentencia de 18 de octubre de 2000, expediente número 13288.

TIPOLOGIA DEL DAÑO A LA VIDA DE RELACIÓN – Doctrina italiana /


TIPOLOGIA DEL DAÑO A LA VIDA DE RELACIÓN - Premisas

De acuerdo con la jurisprudencia transcrita se delimitó la tipología del daño a la


vida de relación (de la doctrina italiana), bajo las siguientes premisas: (i) no es
equivalente al perjuicio fisiológico pues aunque su origen sea una lesión física o
corporal, el perjuicio no consiste en la lesión en sí misma, sino en las
consecuencias que, en razón de ella, se producen en la vida de relación de quien
la sufre; (ii) tiene un espectro más amplio dado que no se refiere únicamente a la
privación del goce y disfrute de los placeres de la vida, sino también a la
perturbación de los actividades ordinarias o rutinarias que no pueden ejecutarse o
necesitan de un excesivo esfuerzo; (iii) no está limitado a la lesión física o corporal
de la persona, sino además, por ejemplo, aquella relacionada con una acusación
calumniosa o injuriosa, en la discusión del derecho al uso del propio nombre o la
utilización de éste por otra persona, en un sufrimiento muy intenso o, incluso, en
un menoscabo al patrimonio o en una pérdida económica; (iv) puede ser sufrido
por la víctima directa del daño o por otras personas cercanas a ella, por razones
de parentesco (esposa, hijos) o amistad, entre otras; (v) se desecha la expresión
alteración de las condiciones de existencia para calificar el daño, en la medida en
que se considera, en estricto sentido, que cualquier perjuicio en sí mismo implica
esta circunstancia, sea que las alteraciones se ubiquen en su patrimonio
económico o por fuera de él; (vi) no se trata simplemente de la afectación sufrida
por la persona en su relación con los seres que la rodean, sino que puede afectar
muchos otros actos de su vida, aun los de carácter individual, pero externos, y su
relación, en general, con las cosas del mundo, es decir, se trata de un daño
extrapatrimonial a la vida exterior, pues aquél que afecta directamente la vida
interior será siempre un daño moral; y (vii) en cuanto a la indemnización, su
determinación corresponderá al juez, en cada caso, conforme a las pruebas y a su
prudente arbitrio según la intensidad del perjuicio, de modo que la suma
establecida para compensarlo resulte equitativa.

NOTA DE RELATORIA: Sobre tipología del daño a la vida de relación, consultar


sentencias de 18 de octubre de 2000, expediente número 11948; 25 de enero de
2001, expediente número 11413; 9 de agosto de 2001, expediente número 12998;
23 de agosto de 2001, expediente número 13745; 2 de mayo de 2002, expediente
número 13477; 15 de agosto de 2002, expediente número 14357; 29 de enero de
2004, expediente número 18273; 14 de abril de 2005, expediente número 13814;
20 de abril de 2005, expediente número 15247; 10 de agosto de 2005, expediente
número 16205; 10 de agosto de 2005, expediente número 15775; 1 de marzo de
2006, expediente número 13887; 8 de marzo de 2007, expediente número 15459;
y 20 de septiembre de 2007, expediente número 14272.

DAÑO EXTRAPATRIMONAIAL A LA VIDA DE RELACION – Reformulación del


concepto por alteraciones a las condiciones de existencia / ALTERACIONES
A LAS CONDICIONES DE EXISTENCIA – Doctrina francesa / PROCEDENCIA
DEL RECONOCIMIENTO DEL DAÑO A LA ALTERACION DE LAS
CONDICIONES DE EXISTENCIA – Requisitos

En sentencia de 15 de agosto de 2007, la Corporación cambió la denominación


del daño extrapatrimonial a la vida de relación por la expresión alteración de las
condiciones de existencia (troubles dans les conditions d’éxistence de la doctrina
francesa) al considerarla más compresiva y adecuada, sin que signifique que todo
perjuicio, de cualquier carácter y magnitud, comporte necesaria y
automáticamente una alteración a las condiciones de existencia de una persona,
sino que se reserva a aquellos que impacten en forma anormal, drástica y grave el
curso o modo de vida del damnificado, en sus ocupaciones, en sus hábitos o en
sus proyectos, por fuera de los daños material y moral. A su vez, en Sentencia de
11 de mayo de 2011, la Sección señaló que procedía el reconocimiento del daño a
la alteración de las condiciones de existencia, cuando concurrían los siguientes
requisitos: (i).- Que se trate de un perjuicio autónomo en relación con los demás
tipos de perjuicio. Debe tratarse de una alteración que tenga una connotación
especial en la vida del sujeto, que modifique de modo “superlativo” las condiciones
habituales en las que la persona se desenvolvía, que signifique un contraste
significativo en relación con lo que implicaba la existencia normal del sujeto pasivo
del daño antes que ocurriera el hecho generador de la alteración a las condiciones
de existencia; y (ii).- Que se trate de un daño cierto y probado, lo que quiere decir
que las alteraciones predicadas como graves en relación con la existencia
pretérita del sujeto, se encuentren plenamente evidenciadas dentro del proceso,
por cualquier medio probatorio, de tal forma que el juzgador tenga a la mano
elementos objetivos que le permitan establecer una indemnización razonable para
el resarcimiento de los daños. Y, finalmente, en la providencia citada se aclaró que
“la unificación de criterios en torno al uso de la expresión ‘alteraciones graves a las
condiciones de existencia’ no obsta para que en cada caso particular se identifique
de manera clara el origen del daño que se pretende indemnizar, el que puede
tener su causa en afectaciones físicas o fisiológicas de la persona, por lo que no
puede pretenderse que la utilización de la expresión ‘perjuicios fisiológicos’ esté
totalmente proscrita de la jurisprudencia de la Sala, y deberá ser utilizada cuando
las ‘alteraciones graves a las condiciones de existencia’ tengan origen en
afectaciones de carácter físico o fisiológico. Otro tanto puede decirse en relación
con las alteraciones que tengan su causa en afectaciones de orden psicológico.”
En suma, contrario a lo indicado en forma inexacta en la sentencia, de la evolución
jurisprudencia se puede concluir que el daño a la vida de relación o a la alteración
a las condiciones de existencia, ampara o protege la integridad psicofísica o
derecho a la salud de las personas, permitiendo su reparación ante su afectación y
la tutela efectiva de la dignidad humana e igualdad material, sin que sea
procedente el reconocimiento de otra categoría, que, como adelante, sostendré
puede implicar una duplicidad indemnizatoria por el mismo daño.

NOTA DE RELATORIA: Sobre reformulación del concepto de daño


extrapatrimonial a la vida de relación, consultar sentencia de 15 de agosto de
2007, expediente número AG-2003-00385. En la relación con los requisitos para
que proceda la indemnización por alteración a las condiciones de existencia
consultar sentencia de 11 de mayo de 2011, expediente número 17396

PERJUICIO FISIOLOGICO O A LA SALUD – Detrimento psicofísico o corporal


/ DETRIMENTO PSICOFISICO O CORPORAL – En sí mismo no representa
objeto de reparación / LESION – Diferente a consecuencias /
CONSECUENCIAS DEL DAÑO – Perjuicio indemnizable

El detrimento psicofísico o corporal en sí mismo no representa objeto de


reparación, siendo por tal motivo desatinado volver a la expresión de perjuicio
fisiológico o a la salud, pues es diferente la lesión (daño corporal o psíquico) y sus
consecuencias, dado que estas últimas son las que constituyen el perjuicio
indemnizable. En la sentencia, al clasificar y sustentar el daño a la salud como
categoría autónoma sobre la sola idea de la afectación o limitación a la integridad
corporal o síquica se incurre en contradicción o por lo menos en afirmaciones que
generan confusión, pues, en una parte, se dice que “está encaminado a cubrir no
sólo la modificación de la unidad corporal sino las consecuencias que las mismas
generan, razón por la que sería comprensivo de otros daños…”; en otra que,
cuando se origine, no será “posible admitir otras categorías de perjuicios en este
tipo de supuestos y, mucho menos, la alteración a las condiciones de existencia,
categoría que bajo la égida del daño en la salud pierde relevancia…”; luego que
no es posible desagregarlo o subdividirlo en otras expresiones corporales o
relacionales; y más adelante concluye que “el daño a la salud posibilita su
reparación considerado en sí mismo, sin concentrarse de manera exclusiva y
principal en las manifestaciones externas, relacionales o sociales que
desencadene…”. Es decir, no es clara la providencia sobre si se enmarca el daño
en la salud por el sólo evento de la afectación corporal o síquica o por sus
consecuencias o por ambos aspectos; según el desarrollo conceptual de la
providencia y su conclusión final parecería inclinarse al daño-evento, entre otras
razones porque así ha sido concebido en la doctrina italiana en la que se soporta
la sentencia. Así las cosas, a mi juicio, cabe advertir que se incurre en una
imprecisión, puesto que el daño extrapatrimonial o inmaterial debe ser clasificado
de acuerdo con las consecuencias que produce tanto al interior del sujeto (moral),
como en su parte externa (daño a la vida en relación o alteración a las condiciones
de existencia) y no por el simple hecho del evento separado de sus efectos (daño
biológico, fisiológico o a la salud), como se propone en la sentencia de la cual me
distancio. (…) considero que no resulta válido ni útil clasificar o tipificar como
perjuicio autónomo del daño de alteración de las condiciones de existencia, el
denominado daño a la salud, definido exclusivamente en forma estática y per se,
en tanto la lesión a la integridad psicofísica es indemnizable siempre y cuando
adquiera trascendencia o se refleje en la esfera externa del individuo, situación
que permite además diferenciarlo del perjuicio moral.
DAÑO A LA SALUD – Como categoría autónoma afecta los principios de
reparación, la prohibición del enriquecimiento sin causa y el presupuesto
público

La adopción del concepto de daño a la salud como categoría autónoma, conlleva


la expansión o ampliación de las hipótesis que configuran los daños
extrapatrimoniales indemnizables, teniendo en cuenta el reconocimiento de la
constitución del daño por el sólo evento, con independencia y desligado de sus
consecuencias o efectos, lo que implicaría o permitiría indemnizar a la vez el
quebranto corporal o psicofísico y el deterioro a las condiciones de existencia que
el mismo ocasiona, afectando los principios de la reparación, la prohibición del
enriquecimiento sin causa y el presupuesto público. En efecto, si bien son varios
los párrafos que dedica la sentencia para dar a entender que cuando se presenta
la afectación a la integridad corporal o psicofísica de la persona sólo se deberá
indemnizar bajo el concepto de daño en la salud sin que sea procedente para el
operador judicial el reconocimiento de otro tipo de daños que se desplazan y
excluyen (vgr. alteración de las condiciones de existencia), el esfuerzo
argumentativo resulta infructuoso no solo por el contrasentido, discordancia e
incompatibilidad conceptual que encierra el afirmar y desarrollar que el daño a la
salud comprende y garantiza tanto la integridad psicofísica menoscabada por un
hecho (daño-evento) como los efectos externos o relacionales que el mismo
desencadena para la persona (daño-consecuencia), cuando quiera que en otros
apartes señala que no admite ni divisiones ni subespecies, sino porque al final de
la providencia deja el camino abierto para el reconocimiento simultáneo y
autónomo de un mismo perjuicio bajo dos rubros de daños (…) en la tarea de
concretar los daños inmateriales o extrapatrimoniales, el problema que genera la
sentencia es que al acoger el daño-evento permite la existencia de un daño
inmaterial indemnizable consistente en la lesión en sí misma, esto es, por el sólo
menoscabo físico o síquico de las personas, sin atención a las consecuencias
externas que acarrea el daño. (…) El perjuicio indemnizable está limitado a las
consecuencias de la lesión y no por la misma valorada separada o aisladamente,
razón por la cual es inadecuada la reparación del daño evento, en el que consiste
el daño biológico, fisiológico o a la salud corporal o síquica. La sentencia en el
fondo no es que esté simplemente cambiando una denominación para una mejor
sistematización del daño inmaterial sino creando una nueva fuente de
indemnización por un mismo perjuicio, posibilitando, en forma indebida, su
acumulación al desconocer que cuando a alguien se le indemniza la alteración de
las condiciones de existencia derivadas de una lesión física, corporal o síquica
(consecuencias del daño), se está reparando el menoscabo sufrido por el deterioro
a la salud. Hago énfasis en que estoy de acuerdo con que se resarza la afectación
a la salud, en tutela de este derecho y de la dignidad humana consagrados en la
Constitución Política (arts. 5, 44, 47, 49, entre otros) pero lo que no comparto es
que se reconozca separadamente del daño por la alteración de las condiciones de
existencia, ni que se de apertura a un reconocimiento indiscriminado de tipologías
autónomas de daños inmateriales que comprometan sin justificación jurídica
atendible el patrimonio público. Por lo tanto, considero que resulta más preciso,
diáfano, garantista y sin mayores tropiezos agrupar en una misma categoría de
daño inmaterial, las diferentes formas de alteración de las condiciones de
existencia de un sujeto, por cuanto la existencia de cada una de ellas será
valorada y apreciada en cada caso por el juez para determinar la indemnización
correspondiente, lo cual evita que una misma lesión o menoscabo a la vida de una
persona bien no se quede sin reparación o bien sea indemnizada más de una vez,
ocasionando en este último caso un detrimento al erario o agravio al patrimonio
público, riesgo al que quedó expuesta la reparación por responsabilidad
patrimonial del Estado en el contencioso administrativo a raíz de la nueva tesis. En
resumen, advierto que la nueva tesis de la Sala puede generar doble
indemnización por un solo perjuicio, dado el contenido conceptual de la misma y a
que si bien en algunos apartes de la providencia se señala que no podría
otorgarse indemnización por daño a la salud y por el daño a la alteración de las
condiciones de existencia, en otros apartes afirma que será el juez quien deba
determinarlo.

DAÑO A LA SALUD – Reconocimiento y liquidación en forma disímil,


inequitativa y si fundamento. No se cumple el principio de igualdad material /
LIQUIDACION DEL DAÑO A LA SALUD - Aún no ha encontrado el punto de
equilibrio que permita lograr el resarcimiento del daño sufrido por la lesión a
la actividad psicofísica en forma igual a otra víctima con idéntica lesión, en
respeto de la dignidad humana.

La providencia no establece criterios claros y uniformes de indemnización, e


incluso al ser aplicada la nueva tesis termina reconociendo y liquidando en forma
disímil, inequitativa y sin fundamento el daño a la salud, con lo cual no se cumple
el principio de igualdad material que tanto pregona. La dificultad de encontrar una
equivalencia entre una lesión a la integridad sicofísica y una forma adecuada de
resarcimiento ha sido uno de los mayores escollos en la doctrina italiana del daño
a la salud, no solo para su aceptación sino en su aplicación una vez estructurado,
según se deduce de la discusión a la cual ha estado constantemente sometida. De
todos modos, de acuerdo con la tesis del daño a la salud, el elemento central es el
valor hombre, que debe dar la medida del resarcimiento por la lesión a la
integridad sicofísica, afectación que será el parámetro para su valoración y
liquidación, mediante los criterios de uniformidad de base y de adecuación al caso
concreto; pero, condicionada a la verificación objetiva del médico legista, quien
tiene un papel y una tarea fundamental, pues debe comprobar su naturaleza y su
entidad para consentir al juez la posterior liquidación del mismo, determinando la
invalidez en términos o puntos porcentuales, la cual puede ser corregida por el
juez con base en la equidad y en las circunstancias del caso concreto; de ahí que,
para determinar el punto de invalidez, se han elaborado en Italia tablas por
medicina legal, como guías orientadoras, a la manera de la de los accidentes de
trabajo (y las de lesiones de guerra), clasificadas por grupos orgánicos (aparato
respiratorio, vista, sistema nervioso, etc.) y que sugieren un valor indicador de
invalidez, sin que tengan valor obligatorio y que pueden variar respecto de las
consecuencias de una misma lesión, con lo cual se da paso a un tratamiento
resarcitorio desigual. Sea lo que fuere, se puede apreciar de ese mismo desarrollo
de la forma de liquidar el daño en la salud, que aún no ha encontrado el punto de
equilibrio que permita lograr el resarcimiento del daño sufrido por la lesión a la
actividad psicofísica en forma igual a otra víctima con idéntica lesión, en respeto
de la dignidad humana.

REPARACIÓN DEL DAÑO A LA SALUD – Componentes / REPARACION DEL


DAÑO A LA SALUD – Se acudió al arbitrio iudice

La providencia de la cual discrepo, en esta materia tampoco fue extraña a esta


problemática y lejos de proponer una metodología clara y concisa, que la
diferenciara completamente de las otras categorías de perjuicios, fue ambigua e
incongruente en el tema, pues, por una parte, señaló que el daño a la salud se
repara fundamentado en principios de igualdad y objetividad y con base en dos
componentes: i) uno objetivo determinado con base en el porcentaje de invalidez
decretado; y ii) uno subjetivo, que permitirá incrementar en una determinada
proporción el primer valor, de conformidad con las consecuencias particulares y
específicas de cada persona lesionada, pero al momento de decidirse el asunto no
se tuvieron en cuenta sino que se acudió, arbitrio iudice, a los criterios
jurisprudenciales que se han adoptado precisamente para el reconocimiento y
liquidación del daño del cual se quiso deslindar el daño a la salud, esto es, del
daño por la alteración de las condiciones de existencia, lo que permite reafirmar
que no gozan de la reclamada autonomía.

EL DAÑO A LA SALUD, FISIOLOGICO O BIOLOGICO - No constituye una


categoría autónoma y diferente de perjuicio al de la alteración a las
condiciones de existencia / LIQUIDACION DEL PERJUICIO POR DAÑO A LA
SALUD - Incongruencia en términos de igualdad material o inequidad en la
liquidación

La dignidad humana y el derecho a la igualdad se contraponen a soluciones


automáticas en materia de liquidación de daños a los sujetos por vía judicial, sin
correspondencia a la gravedad e intensidad del mismo y sin relacionarse con las
condiciones personales de quien lo padece y las circunstancias del caso concreto
(pérdida del potencial humano derivado de la anomalía orgánica dentro del
contexto de las privaciones de las actividades vitales, esenciales, habituales,
ordinarias, placenteras o no pero inherentes a la incapacidad), teniendo en cuenta
los principios de reparación integral y equidad y observando criterios técnicos
actuariales (art. 16 Ley 446 de 1998). Aún me inclino por pensar que la liquidación
del daño que sufre un sujeto a consecuencia de una lesión a su integridad
psicofísica o a la salud, consistente en la disminución de las posibilidades de
desarrollar normalmente su personalidad en el ambiente social u ordinario,
mediante un reconocimiento cuya finalidad es procurar satisfacción y atemperar,
en lo posible, los efectos negativos que del mismo se generen, es de lejos más
humano, que tasar el perjuicio por valor del órgano o miembro, cosificando
monetariamente al hombre. En suma, la claridad conceptual de la tesis en su
arista de la liquidación del daño a la salud parece diluirse frente a los casos
concretos, sobre todo porque al final de cuentas la dificultad u obstáculo que
representa la lesión corporal o síquica y que supone el impedimento o incapacidad
total o parcial, temporal o permanente, para desarrollar la vida normal, constituye
la base para calcular el monto del resarcimiento, esto es, la medida de la
indemnización que debe adoptarse por el juez bajo parámetros de razonabilidad y
frente a daños similares -o por lo menos comparables- que hayan sido materia de
estudio por la jurisprudencia, lo que todas luces fuerza concluir que el daño a la
salud, fisiológico o biológico, no tiene una metodología consecuente con los
principios atrás enunciados, ni constituye una categoría autónoma y diferente de
perjuicio al ya estudiado de la alteración a las condiciones de existencia. Incluso,
ya se advierte una incongruencia en términos de igualdad material o inequidad en
la liquidación del quantum de los perjuicios con aplicación de la nueva tesis

ALCANCE DEL DAÑO EXTRAPATRIMONIAL DIFERENTE AL DAÑO MORAL –


Retroceso jurisprudencial / EL DAÑO POR ALTERACION A LAS
CONDICIONES DE EXISTENCIA – Abarca o comporta el daño a la salud

Salvo el voto parcialmente, porque la providencia implica un retroceso para la


jurisprudencia, pues ya existía claridad en relación con el alcance del daño
extrapatrimonial diferente al daño moral, según la cual el daño por la alteración a
las condiciones de existencia abarca o comporta la lesión a la salud, esto es, la
afrenta corporal o síquica de la persona, sin pueda reconocerse éste en forma
independiente a aquél. (…) Finalmente, se observa que al llevar los procesos
citados al pleno de la Sección para debatir y estudiar la tesis del daño a la salud,
se ratificó la necesidad y la procedencia jurídica de que el asunto en el que se
cambiaba el criterio jurisprudencial de la Corporación sobre la tipología del daño
inmaterial debía ser estudiado y decidido por la misma en virtud de sus
competencias y no por una subsección.

PRELACION DE FALLO – Improcedencia

Tampoco estoy de acuerdo con que se hubiese fallado el presente proceso con
prelación por ser un asunto cuya sentencia de primera instancia y recursos de
apelación contra la misma se remontan al año de 2009, a pesar de que existen en
la Sección una gran cantidad de procesos pendientes de fallo desde el 2001, que
en condiciones similares se encuentran primero en el listado de turnos para
sentencia, no siendo claro el argumento esgrimido en la providencia para justificar
la alteración de turno, en el sentido de que como se trata de un proceso en el que
se improbó una conciliación resultaba procedente la prelación. En efecto, la
decisión que se adoptó por la sala en el Acta n.° 21 de 15 de octubre de 2008, con
fundamento en el artículo 18 de la Ley 446 de 1998, de prelación de fallo en
aquellos procesos en que se impruebe la conciliación, tuvo su razón de ser en que
no se pierda el estudio que llevaba a tal improbación, dado que ello incidiría en la
congestión que afecta esta Sección, situación que fue la que no se presentó en el
sub examine, porque las razones de improbación de la conciliación no implicaron
el estudio del expediente, dado que conforme al auto de 18 de noviembre de 2010,
obedecieron simplemente a que en la condena el juez a quo dividió la
indemnización por la alteración de las condiciones de existencia, en varios ítems,
tal y como se lee en el texto de la providencia que contiene esa decisión, (…) En
otras palabras, no existe justificación pata dar prelación a esta sentencia, ni con
fundamento en la decisión adoptadas por la Sala el 15 de octubre de 2008, ni con
sustento en normas aplicables a la fecha contenidas en los artículos 16 de la Ley
1285 de 2009 (que modificó el art. 63 A de la Ley 270 de 1996) y 115 de la Ley
1395 de 2010.

Ref. N.° Radicado: 0511233100020070013901 (38.222)


Actor: JOSÉ DARIO MEJÍA HERRERA Y OTROS
Demandado: NACIÓN-MINISTERIO DE DEFENSA-
EJERCITO NACIONAL
Consejero Ponente: ENRIQUE GIL BOTERO

SALVAMENTO PARCIAL DE VOTO

Con el mayor respeto y consideración por la Sala, expongo a


continuación las razones que me llevaron a apartarme
parcialmente de la decisión mayoritaria adoptada en
providencia de 14 de septiembre de 2011, en la que al decidir
el asunto de la referencia, se modificó la sentencia de 3 de
agosto de 2009, proferida por el Tribunal Administrativo de
Antioquia.

En la decisión de la cual me separo parcialmente, se encontró


demostrado que el daño antijurídico infligido a los
demandantes debido a las lesiones sufridas por Fabián
Andrés Mejía Arias por una afectación permanente en la
columna que lo dejó parapléjico y con una incapacidad
laboral del 100% mientras prestaba servicios como soldado
regular (conscripto), era imputable a la demandada a título
de daño especial por ruptura de la igualdad frente a las
cargas públicas, con lo cual estoy de acuerdo, pero lo que no
comparto es el alcance que se otorga a la tipología de daños
inmateriales, en particular, el criterio según el cual el “daño a
la salud” surge como categoría autónoma que desplaza los
conceptos de daño a la vida de relación o daño de alteración
a las condiciones de existencia.

Mi disentimiento, entonces, con el criterio adoptado por la


mayoría, estriba en que estimo que se incurre en una
imprecisión conceptual en el tratamiento de la clasificación
del daño inmaterial, lo cual será fuente de serias
controversias y confusiones en el estudio de la
responsabilidad, la forma de determinar el daño y por
supuesto su indemnización, con la consecuente inseguridad
jurídica que ello apareja.

Las razones que respaldan mi disenso, en síntesis, son las


siguientes:

I
La sentencia constituye un retroceso en la evolución
jurisprudencial, pues ya existía claridad en relación con
el contenido y alcance del daño extrapatrimonial
diferente al daño moral, que abarcaba la lesión a la
salud, esto es, la afrenta a la integridad corporal o
psíquica de la persona y, por lo tanto, ya era un daño
susceptible de reconocimiento e indemnización
mediante la denominación mayor de alteración a las
condiciones de existencia.

En la sentencia, entre otras conclusiones, se señala que el


daño a la vida de relación o la alteración de las condiciones
de existencia no puede comprender, de ninguna forma el
daño a la salud -comúnmente conocido como perjuicio
fisiológico o biológico- como quiera que este último está
encaminado a la reparación de cualquier lesión o afectación a
la integridad psicofísica, razón por la cual “es forzoso
regresar a tipos indemnizatorios reconocidos de tiempo atrás
en la jurisprudencia (…) recuperando el significado
primigenio del daño fisiológico o a la salud”.

Y es precisamente lo que se hace en la sentencia: retroceder


en la evolución jurisprudencial que ya había aclarado,
definido y deslindado que la expresión “perjuicios fisiológicos
o a la salud” se encuentra incluida dentro de la categoría
denominada “alteraciones a las condiciones de existencia”,
en la medida en que se trata de daños sufridos por uno de los
sujetos pasivos del daño, que generaron cambios en la forma
como normalmente se desenvolvía su vida, esto es, como el
sujeto se relacionaba con el mundo, antes de que ocurriera el
hecho generador del daño.

En efecto, aunque en la sentencia se muestra la evolución de


la jurisprudencia, en el asunto finalmente se desconoce, por
lo que me permito traer a colación que, en efecto,
inicialmente, el perjuicio fisiológico o a la vida de relación,
fueron expresiones empleadas como sinónimas por la
jurisprudencia de esta Corporación en sentencia de 6 de
mayo de 1993 (exp. 7428)49, para identificar un daño
extrapatrimonial distinto del moral y del material, originado
en la pérdida de la posibilidad de las personas que sufrieron
una lesión física o síquica de realizar actividades vitales que,
con independencia a que les reportara ventajas económicas,
hacían agradable su existencia (“préjudice d´agrément” de la
doctrina francesa).

Así se entendió el perjuicio fisiológico o a la vida de relación


como la pérdida de la posibilidad de realización de
actividades lúdicas, recreativas, culturales, deportivas, del
deseo sexual y de la capacidad para su realización, que como
consecuencia del daño sufrido especialmente, en casos de
lesiones físicas y perturbaciones funcionales, se tornaban en
difíciles o imposibles de ejecutar (perjuicio de agrado) 50.

También dijo la jurisprudencia que no se trataba de


indemnizar la tristeza o el dolor experimentado por la víctima
(daño moral subjetivo) y tampoco de resarcir las
consecuencias patrimoniales que para ella se siguen por la
49
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia 6 de mayo de 1993, exp. 7428,
C.P. Julio Cesar Uribe Acosta.
50

Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia de 25 de noviembre de 1997,
exp. 10.421, C.P. Ricardo Hoyos Duque.
causa de la lesión (lucro cesante), sino más bien de
indemnizar integralmente al damnificado, por la totalidad de
los intereses humanos jurídicamente tutelados que resultaron
comprometidos por la conducta dañina, dentro de los cuales,
ocupa lugar principal, la mengua en las posibilidades de
realizar actividades, que la víctima bien podía haber
realizado o realizar, de no mediar la conducta dañina que se
manifestó en su integridad corporal51.

Posteriormente, previas algunas precisiones en torno a su


alcance52, se extendió el contenido de este tipo de daño a
todos los casos de privación o alteración de la realización de
cualquier actividad, no necesariamente de carácter
placentero, abandonándose la calificación de fisiológico para
adoptar la de daño a la vida de relación comprensiva en todos
los casos de detrimento a un bien jurídicamente tutelado,
trátese de la vida, la integridad personal, la honra, el
patrimonio económico etc., con el propósito de resarcir en
forma integral a la víctima en relación con todos y cada uno
de los bienes jurídicos afectados, en los términos del artículo
90 de la Constitución Política y del artículo 16 de la Ley 446
de 1998. En efecto, en sentencia de 19 de julio de 2000
(exp.11.842), se dejó de utilizar la expresión “daño
fisiológico”, ante la existencia de daños extrapatrimoniales
que surgen de alteraciones diferentes a las físicas o
“fisiológicas”, unificándolos en la noción de daño a la vida de
relación:

51
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia de 2 de octubre de 1997, exp.
11652, C.P. Daniel Suárez Hernández.
52

Cfr. Sentencias de 13 de junio de 1997, exp. 12499; 25 de septiembre de 1997, exp. 10421; 2 de
octubre de 1997, exp. 11652; y 9 de octubre de 1997, exp. 10605, entre otras.
“Debe insistirse ahora, entonces, con mayor énfasis, en que el
daño extrapatrimonial denominado en los fallos mencionados
“daño a la vida de relación”, corresponde a un concepto mucho
más comprensivo, por lo cual resulta ciertamente inadecuado
el uso de la expresión perjuicio fisiológico, que, en realidad, no
podría ser sinónima de aquélla, ni siquiera en los casos en que
este daño extrapatrimonial –distinto del moral– es
consecuencia de una lesión física o corporal. Por esta razón,
debe la Sala desechar definitivamente su utilización. En
efecto, el perjuicio aludido no consiste en la lesión en sí
misma, sino en las consecuencias que, en razón de ella, se
producen en la vida de relación de quien la sufre.

De otra parte, se precisa que una afectación de tal naturaleza


puede surgir de diferentes hechos, y no exclusivamente como
consecuencia de una lesión corporal. De otra manera, el
concepto resultaría limitado y, por lo tanto, insuficiente, dado
que, como lo advierte el profesor Felipe Navia Arroyo,
únicamente permitiría considerar el perjuicio sufrido por la
lesión a uno solo de los derechos de la personalidad, la
integridad física.53 Así, aquella afectación puede tener causa
en cualquier hecho con virtualidad para provocar una
alteración a la vida de relación de las personas, como una
acusación calumniosa o injuriosa, la discusión del derecho al
uso del propio nombre o la utilización de éste por otra persona
(situaciones a las que alude, expresamente, el artículo 4º del
Decreto 1260 de 1970), o un sufrimiento muy intenso (daño
moral), que, dada su gravedad, modifique el comportamiento
social de quien lo padece, como podría suceder en aquellos
casos en que la muerte de un ser querido afecta
profundamente la vida familiar y social de una persona. Y no
se descarta, por lo demás, la posibilidad de que el perjuicio a
la vida de relación provenga de una afectación al patrimonio,
como podría ocurrir en aquellos eventos en que la pérdida
económica es tan grande que –al margen del perjuicio material
que en sí misma implica– produce una alteración importante
de las posibilidades vitales de las personas.

Debe decirse, además, que este perjuicio extrapatrimonial


puede ser sufrido por la víctima directa del daño o por otras
personas cercanas a ella, por razones de parentesco o amistad,
entre otras. Así, en muchos casos, parecerá indudable la
afectación que –además del perjuicio patrimonial y moral–
puedan sufrir la esposa y los hijos de una persona, en su vida
de relación, cuando ésta muere. Así sucederá, por ejemplo,
cuando aquéllos pierden la oportunidad de continuar gozando
de la protección, el apoyo o las enseñanzas ofrecidas por su

53
“[15] NAVIA ARROYO, Felipe. Ensayo sobre la evolución del daño moral al daño fisiológico, próximo a publicarse. El
doctor Navia Arroyo precisa, además, que el concepto de daño fisiológico –de acuerdo con el alcance que, hasta ahora,
le ha dado esta Corporación– corresponde al de perjuicio de agrado, elaborado por la doctrina civilista francesa, y
explica que la expresión daño fisiológico, en realidad, corresponde a una noción más amplia, también de creación
francesa y aparentemente abandonada, que hace referencia a las repercusiones que puede tener una lesión
permanente no sólo en la capacidad de gozar la vida de una persona, sino, en general, en sus condiciones de
existencia, al margen de cualquier consecuencia patrimonial, por lo cual resultaría más cercana al concepto de daño a la
vida de relación, elaborado por la doctrina italiana.”
padre y compañero, o cuando su cercanía a éste les facilitaba,
dadas sus especiales condiciones profesionales o de otra
índole, el acceso a ciertos círculos sociales y el establecimiento
de determinadas relaciones provechosas, que, en su ausencia,
resultan imposibles.

Debe advertirse, adicionalmente, que el perjuicio al que se


viene haciendo referencia no alude, exclusivamente, a la
imposibilidad de gozar de los placeres de la vida, como parece
desprenderse de la expresión préjudice d´agrement (perjuicio
de agrado), utilizada por la doctrina civilista francesa. No
todas las actividades que, como consecuencia del daño
causado, se hacen difíciles o imposibles, tendrían que ser
calificadas de placenteras. Puede tratarse de simples
actividades rutinarias, que ya no pueden realizarse, o
requieren de un esfuerzo excesivo. Es por esto que, como se
anota en el fallo del 25 de septiembre de 1997, algunos
autores prefieren no hablar de un perjuicio de agrado, sino de
desagrado. Lo anterior resulta claro si se piensa en la
incomodidad que representa, para una persona parapléjica, la
realización de cualquier desplazamiento, que, para una
persona normal, resulta muy fácil de lograr, al punto que
puede constituir, en muchos eventos, un acto reflejo o
prácticamente inconsciente.

En este sentido, son afortunadas las precisiones efectuadas


por esta Sala en sentencia del 2 de octubre de 1997, donde se
expresó, en relación con el concepto aludido, que no se trata
de indemnizar la tristeza o el dolor experimentado por la
víctima –daño moral-, y tampoco de resarcir las consecuencias
patrimoniales que para la víctima siguen por causa de la lesión
–daño material–, “sino más bien de compensar, en procura de
otorgar al damnificado una indemnización integral... la
mengua de las posibilidades de realizar actividades que la
víctima bien podría haber realizado o realizar, de no mediar la
conducta dañina que se manifestó en su integridad corporal”.54

Para designar este tipo de perjuicio, ha acudido la


jurisprudencia administrativa francesa a la expresión
alteración de las condiciones de existencia, que, en principio y
por lo expresado anteriormente, parecería más afortunada.
No obstante, considera la Sala que su utilización puede ser
equívoca, en la medida en que, en estricto sentido, cualquier
perjuicio implica, en sí mismo, alteraciones en las condiciones
de existencia de una persona, ya sea que éstas se ubiquen en
su patrimonio económico o por fuera de él. Tal vez por esta
razón se explica la confusión que se ha presentado en el
derecho francés, en algunos eventos, entre este tipo de
perjuicio y el perjuicio material, tema al que se refiere
ampliamente el profesor Henao Pérez, en el texto citado. 55

54
“[16] Consejo de Estado, S.C.A., Sección Tercera, expediente 11.652. Actor: Francisco Javier Naranjo Peláez y otros.
M.P. Daniel Suárez Hernández.

55
“[17] Ibid. p.p. 252 a 263.”
De acuerdo con lo anterior, resulta, sin duda, más adecuada la
expresión daño a la vida de relación, utilizada por la doctrina
italiana, la cual acoge plenamente esta Corporación. Se
advierte, sin embargo, que, en opinión de la Sala, no se trata
simplemente de la afectación sufrida por la persona en su
relación con los seres que la rodean. Este perjuicio
extrapatrimonial puede afectar muchos otros actos de su vida,
aun los de carácter individual, pero externos, y su relación, en
general, con las cosas del mundo. En efecto, se trata, en
realidad, de un daño extrapatrimonial a la vida exterior; aquél
que afecta directamente la vida interior sería siempre un daño
moral.

Por último, debe precisarse que, como en todos los casos, la


existencia e intensidad de este tipo de perjuicio deberá ser
demostrada, dentro del proceso, por la parte demandante, y a
diferencia de lo que sucede, en algunos eventos, con el
perjuicio moral, la prueba puede resultar relativamente fácil,
en la medida en que, sin duda, se trata de un perjuicio que,
como se acaba de explicar, se realiza siempre en la vida
exterior de los afectados y es, por lo tanto, fácilmente
perceptible. Podrá recurrirse, entonces, a la práctica de
testimonios o dictámenes periciales, entre otros medios
posibles.

Lo anterior debe entenderse, claro está, sin perjuicio de que,


en algunos eventos, dadas las circunstancias especiales del
caso concreto, el juez pueda construir presunciones, con
fundamento en indicios, esto es, en hechos debidamente
acreditados dentro del proceso, que resulten suficientes para
tener por demostrado el perjuicio sufrido. Un ejemplo claro de
esta situación podría presentarse en el caso que nos ocupa, en
el que si bien el perjuicio extrapatrimonial a la vida de relación
de José Manuel Gutiérrez Sepúlveda se encuentra
perfectamente acreditado, con base en los dictámenes
periciales practicados, como se verá en seguida, su existencia
e incluso su intensidad habrían podido establecerse a partir de
la sola demostración de la naturaleza de la lesión física sufrida
y las secuelas de la misma, a más de las condiciones en que se
desarrollaba, según los testimonios recibidos, su vida familiar
y laboral, antes del accidente.

Respecto de la cuantía de la indemnización, su determinación


corresponderá al juez, en cada caso, conforme a su prudente
arbitrio, lo que implica que deberá tener en cuenta las
diferentes pruebas practicadas en relación con la intensidad
del perjuicio, de modo que la suma establecida para
compensarlo resulte equitativa. Y es obvio que debe hablarse
de compensación, en estos eventos, y no de reparación, dado
que, por la naturaleza del perjuicio, será imposible, o al menos
muy difícil, en la mayor parte de los casos, encontrar un
mecanismo que permita su reparación in natura o con el
subrogado pecuniario.”56

De acuerdo con la jurisprudencia transcrita se delimitó la


tipología del daño a la vida de relación (de la doctrina
italiana), bajo las siguientes premisas: (i) no es equivalente al
perjuicio fisiológico pues aunque su origen sea una lesión
física o corporal, el perjuicio no consiste en la lesión en sí
misma, sino en las consecuencias que, en razón de ella, se
producen en la vida de relación de quien la sufre; (ii) tiene un
espectro más amplio dado que no se refiere únicamente a la
privación del goce y disfrute de los placeres de la vida, sino
también a la perturbación de los actividades ordinarias o
rutinarias que no pueden ejecutarse o necesitan de un
excesivo esfuerzo; (iii) no está limitado a la lesión física o
corporal de la persona, sino además, por ejemplo, aquella
relacionada con una acusación calumniosa o injuriosa, en la
discusión del derecho al uso del propio nombre o la
utilización de éste por otra persona, en un sufrimiento muy
intenso o, incluso, en un menoscabo al patrimonio o en una
pérdida económica; (iv) puede ser sufrido por la víctima
directa del daño o por otras personas cercanas a ella, por
razones de parentesco (esposa, hijos) o amistad, entre otras;
(v) se desecha la expresión alteración de las condiciones de
existencia para calificar el daño, en la medida en que se
considera, en estricto sentido, que cualquier perjuicio en sí
mismo implica esta circunstancia, sea que las alteraciones se
ubiquen en su patrimonio económico o por fuera de él; (vi) no

56
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia de 19 de julio de 2000, C.P.
Alier Eduardo Hernández Enríquez, exp. 11.842; reiterada sentencia de 9 de agosto de 2001, C.P. María Elena Giraldo
Gómez, exp. 12998; auto de 25 de enero de 2007, C.P. Mauricio Fajardo Gómez, exp. 26889; sentencia de 10 de mayo
de 2001, C.P. Ricardo Hoyos Duque, exp. 13475; sentencia de 10 de agosto de 2005, C.P. María Elena Giraldo Gómez,
exp. 16205; sentencia de 23 de agosto de 2001, C.P. Germán Rodríguez Villamizar, exp. 13745; sentencia de 21 de
febrero de 2002, C.P. Alier Eduardo Hernández Enríquez, exp. 12287; sentencia de 18 de octubre de 2000, C.P. Ricardo
Hoyos Duque, exp. 13288, entre otras.
se trata simplemente de la afectación sufrida por la persona
en su relación con los seres que la rodean, sino que puede
afectar muchos otros actos de su vida, aun los de carácter
individual, pero externos, y su relación, en general, con las
cosas del mundo, es decir, se trata de un daño
extrapatrimonial a la vida exterior, pues aquél que afecta
directamente la vida interior será siempre un daño moral; y
(vii) en cuanto a la indemnización, su determinación
corresponderá al juez, en cada caso, conforme a las pruebas
y a su prudente arbitrio según la intensidad del perjuicio, de
modo que la suma establecida para compensarlo resulte
equitativa57.

No obstante, en sentencia de 15 de agosto de 2007, la


Corporación cambió la denominación del daño
extrapatrimonial a la vida de relación por la expresión
alteración de las condiciones de existencia (troubles dans les
conditions d’éxistence de la doctrina francesa) al
considerarla más compresiva y adecuada, sin que signifique
que todo perjuicio, de cualquier carácter y magnitud,
comporte necesaria y automáticamente una alteración a las
condiciones de existencia de una persona, sino que se reserva
a aquellos que impacten en forma anormal, drástica y grave
el curso o modo de vida del damnificado, en sus ocupaciones,
en sus hábitos o en sus proyectos, por fuera de los daños
material y moral58.
57
Vid. En similar sentido, Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección
Tercera, sentencias de 18 de octubre de 2000, exp. 11948; 25 de enero de 2001, exp. 11413; 9 de
agosto de 2001, exp. 12998; 23 de agosto de 2001, exp. 13745; 2 de mayo de 2002, exp. 13477; 15
de agosto de 2002, exp. 14357; 29 de enero de 2004, exp. 18273; 14 de abril de 2005, exp. 13814;
20 de abril de 2005, exp. 15247; 10 de agosto de 2005, exp. 16205; 10 de agosto de 2005, exp.
15775; 1 de marzo de 2006, exp. 13887; 8 de marzo de 2007, exp. 15459; y 20 de septiembre de
2007, exp. 14272, entre otras.
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia de 15 de agosto de 2007, C.P.
58

Mauricio Fajardo Gómez, radicación 19001-23-31-000-2003-00385-01.


A su vez, en Sentencia de 11 de mayo de 2011 59, la Sección
señaló que procedía el reconocimiento del daño a la
alteración de las condiciones de existencia, cuando
concurrían los siguientes requisitos:

(i).- Que se trate de un perjuicio autónomo en relación con


los demás tipos de perjuicio. Debe tratarse de una alteración
que tenga una connotación especial en la vida del sujeto, que
modifique de modo “superlativo” las condiciones habituales
en las que la persona se desenvolvía, que signifique un
contraste significativo en relación con lo que implicaba la
existencia normal del sujeto pasivo del daño antes que
ocurriera el hecho generador de la alteración a las
condiciones de existencia; y

(ii).- Que se trate de un daño cierto y probado, lo que quiere


decir que las alteraciones predicadas como graves en
relación con la existencia pretérita del sujeto, se encuentren
plenamente evidenciadas dentro del proceso, por cualquier
medio probatorio, de tal forma que el juzgador tenga a la
mano elementos objetivos que le permitan establecer una
indemnización razonable para el resarcimiento de los daños.

Y, finalmente, en la providencia citada se aclaró que “la


unificación de criterios en torno al uso de la expresión
‘alteraciones graves a las condiciones de existencia’ no obsta
para que en cada caso particular se identifique de manera
clara el origen del daño que se pretende indemnizar, el que

59

Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia de 11 de mayo de 2011, C.P.
Danilo Rojas Betancourth, exp. 17.396.
puede tener su causa en afectaciones físicas o fisiológicas de
la persona, por lo que no puede pretenderse que la
utilización de la expresión ‘perjuicios fisiológicos’ esté
totalmente proscrita de la jurisprudencia de la Sala, y deberá
ser utilizada cuando las ‘alteraciones graves a las
condiciones de existencia’ tengan origen en afectaciones de
carácter físico o fisiológico. Otro tanto puede decirse en
relación con las alteraciones que tengan su causa en
afectaciones de orden psicológico.”

En suma, contrario a lo indicado en forma inexacta en la


sentencia, de la evolución jurisprudencia se puede concluir
que el daño a la vida de relación o a la alteración a las
condiciones de existencia, ampara o protege la integridad
psicofísica o derecho a la salud de las personas, permitiendo
su reparación ante su afectación y la tutela efectiva de la
dignidad humana e igualdad material, sin que sea procedente
el reconocimiento de otra categoría, que, como adelante,
sostendré puede implicar una duplicidad indemnizatoria por
el mismo daño.

II

El detrimento psicofísico o corporal en sí mismo no


representa objeto de reparación, siendo por tal motivo
desatinado volver a la expresión de perjuicio fisiológico
o a la salud, pues es diferente la lesión (daño corporal o
psíquico) y sus consecuencias, dado que estas últimas
son las que constituyen el perjuicio indemnizable.
En la sentencia, al clasificar y sustentar el daño a la salud
como categoría autónoma sobre la sola idea de la afectación
o limitación a la integridad corporal o síquica se incurre en
contradicción o por lo menos en afirmaciones que generan
confusión, pues, en una parte, se dice que “está encaminado
a cubrir no sólo la modificación de la unidad corporal sino las
consecuencias que las mismas generan, razón por la que
sería comprensivo de otros daños…”; en otra que, cuando se
origine, no será “posible admitir otras categorías de
perjuicios en este tipo de supuestos y, mucho menos, la
alteración a las condiciones de existencia, categoría que bajo
la égida del daño en la salud pierde relevancia…”; luego que
no es posible desagregarlo o subdividirlo en otras
expresiones corporales o relacionales; y más adelante
concluye que “el daño a la salud posibilita su reparación
considerado en sí mismo, sin concentrarse de manera
exclusiva y principal en las manifestaciones externas,
relacionales o sociales que desencadene…”. Es decir, no es
clara la providencia sobre si se enmarca el daño en la salud
por el sólo evento de la afectación corporal o síquica o por
sus consecuencias o por ambos aspectos; según el desarrollo
conceptual de la providencia y su conclusión final parecería
inclinarse al daño-evento, entre otras razones porque así ha
sido concebido en la doctrina italiana en la que se soporta la
sentencia.

Así las cosas, a mi juicio, cabe advertir que se incurre en una


imprecisión, puesto que el daño extrapatrimonial o inmaterial
debe ser clasificado de acuerdo con las consecuencias que
produce tanto al interior del sujeto (moral), como en su parte
externa (daño a la vida en relación o alteración a las
condiciones de existencia) y no por el simple hecho del
evento separado de sus efectos (daño biológico, fisiológico o
a la salud), como se propone en la sentencia de la cual me
distancio.

En efecto, recuérdese la diferencia que existe entre las


nociones de daño y perjuicio, que, como lo explica Henao 60,
permite entender las distintas formas en que opera la
responsabilidad, establecer la legitimación en la causa para
actuar en este ámbito y la manera de indemnizar. El daño es
un hecho, es la lesión a la integridad de las personas o de las
cosas, mientras que el perjuicio se configura por las
consecuencias que se derivan de la lesión y que son la
materia de la reparación61.

La lesión a la integridad psicofísica o corporal del sujeto (así


como ocurre con otros bienes de la personalidad, tales como
la honra, buen nombre, tranquilidad, etc.), estricto sensu,
sólo se configura en tanto se presente o produzca la
alteración de sus condiciones de existencia, lo que puede
suponer también para el mismo perjuicios de orden
patrimonial o moral.

60
Henao Pérez, Juan Carlos, El Daño, Ediciones Universidad Externado de Colombia, 1998, Ob. cit.
Págs. 76 y ss. Este autor es partidario de la utilidad de distinguir entre el daño y el perjuicio, y al
tiempo de que cita a este respecto al profesor Bénoit (Cfr. Francis Paul Bénoit, “ Essai sur les
conditions de la responsabilité en droite public et privé (Problemés de causalité et d’imutabilité , JCP,
1957, I, p. 1351), rememora con los hermanos Mazeaud y Andre Tunc que en el derecho romano se
trató sustituir la noción damnum por la de perjuicio, pero “comprendieron que lo que importaba no
era la comprobación de un atentado material contra una cosa ( damnum), sino el perjuicio sufrido a
causa de ese hecho por el propietario; por eso decidieron que el simple damnum que no causaba
perjuicio no daba lugar a la reparación” (Cfr. Mazeaud y Tunc. Tratado Teórico Práctico de la
Responsabilidad Civil Delictual y Contractual, cit. T.I. Vol I, p. 40).
61
Al respecto vid. M’ Causland, María Cecilia, “reflexiones sobre el contenido del daño inmaterial”. En estudios de
derecho civil, obligaciones y contratos, Libro homenaje a Fernando Hinestrosa, 40 años rectoría: 1963-2003, t II, Bogotá,
Universidad Externado de Colombia, 2003, págs. 337 y ss. En este artículo se hace un interesante análisis sobre la
tipología del daño a la vida de relación y su distinción con el perjuicio fisiológico cuyo texto en adelante se seguirá en
este aspecto.
Es decir, lo susceptible de compensar es el atentado o la
modificación al modo de vida del damnificado, en sus
ocupaciones, en sus hábitos o en sus proyectos, en el entorno
personal, familiar o social debido a las lesiones o trastornos
de tipo físico, corporal o psíquico que le impiden, exigen,
dificultan o privan, temporal o definitivamente, tanto del goce
y disfrute de los placeres de la vida, como de las simples
actividades ordinarias o rutinarias, es decir, vitales, situación
anormal que no está en el deber de soportar o padecer y que,
en todo caso, no tiene un contenido económico.

La anterior precisión permite fácilmente colegir que no es


posible admitir que el daño a la integridad psicofísica o a la
salud pueda o deba ser resarcido con prescindencia de sus
consecuencias. Sin embargo, en la providencia no se hace
expresa esta distinción y, en cambio, se acude según se
deduce del análisis de sus consideraciones impropiamente a
los conceptos de daño-evento y daño-consecuencia para
permitir en estas dos hipótesis indemnización, ubicando el
daño en la salud en la primera hipótesis, siguiendo la
doctrina y la jurisprudencia italianas.

En efecto, según autorizada doctrina el daño biológico es


considerado en Italia como “el daño sicofísico en sí mismo, es
decir, la lesión a los valores de la integridad física y síquica
del individuo, prescindiendo de sus consecuencias (daño
biológico en sentido estático); y al mismo tiempo es el
perjuicio a la fruición del ambiente natural o social
dependiente de un evento lesivo de la salud (daño biológico
en sentido dinámico)”, presentándose, entonces, como una
“[v]oz unívoca de la que hacen parte factores como la vida de
relación, el daño estético, el daño de los placeres de la vida y
la serenidad familiar, así como la reducción de la capacidad
genérica de trabajo, que constituye la dimensión dinámica
del daño en cuestión”62.

La postura de la providencia desconoce los riesgos a que se


expone el régimen de responsabilidad por daños al traer la
discusión que en esta materia se ha suscitado en otros
sistemas normativos foráneos a propósito de los criterios
poco claros y vacilantes que en torno al daño a la salud,
biológico o fisiológico se han elaborado, pues como bien
advierte M’ Causland “…las reglas que marcan el contenido y
el resarcimiento de este tipo de perjuicio –determinadas por
una nutrida y corta evolución- dan cuenta de un hecho
indudable: su reconocimiento encuentra fuente en la
necesidad de salirles al paso a los problemas que surgen en
Italia respecto de la indemnización del daño no patrimonial,
en virtud de la regulación limitativa contenida en el artículo
2059 del Código Civil, según el cual aquél debe ser resarcido
sólo en los casos determinados por la ley” 63, situación que no
se presenta en nuestro orden jurídico en donde los artículos
90 constitucional y 16 de Ley 446 de 1998, entre otros,
permiten una adecuada clasificación y reconocimiento de
daños materiales e inmateriales en procura de una
indemnización integral del daño antijurídico imputable al
Estado.

62
Rozo Sordini, Paolo Emanuele, El Daño Biológico, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2002, pp. 79 y 92,
citado por M’ Causland, María Cecilia en la obra mencionada, págs. 337 y 338.
63

M’ Causland, María Cecilia, Ob. cit., pág. 337. Y agrega que los distintos casos y opiniones que exponen diversos
autores permiten concluir que subsiste en la doctrina y la jurisprudencia italianas un cierto grado de confusión en torno a
la conexión existente entre el daño a la salud y el daño a la vida de relación.
Por otro lado, dicho sea de paso, el criterio que asume el
daño biológico como comprensivo del daño por la alteración
de las condiciones de existencia cuando la afectación se
produzca a la integridad física o síquica de la persona,
implica una reducción del segundo concepto, dejando por
fuera otras hipótesis, por ejemplo, la lesión a la imagen, al
nombre o reputación, constitutivos también de esa tipología
de perjuicio y reduciendo la legitimación en uno y otro caso,
por cuanto recuérdese que el daño por la alteración de las
condiciones de existencia puede ser sufrido por la víctima
directa del daño o por otras personas cercanas a ella, por
razones de parentesco (esposa, hijos) o amistad, entre
otras64.

En síntesis, considero que no resulta válido ni útil clasificar o


tipificar como perjuicio autónomo del daño de alteración de
las condiciones de existencia, el denominado daño a la salud,
definido exclusivamente en forma estática y per se, en tanto
la lesión a la integridad psicofísica es indemnizable siempre y
cuando adquiera trascendencia o se refleje en la esfera
externa del individuo, situación que permite además
diferenciarlo del perjuicio moral.

III

La adopción del concepto de daño a la salud como


categoría autónoma, conlleva la expansión o ampliación
64
Más discutible aún es el caso que plantea el daño a la salud para la reparación cuando se produce la muerte de la
víctima, por cuanto, según la jurisprudencia italiana la lesión mortal tendría una capacidad ofensiva mayor y por ende
daría lugar a una indemnización más elevada, identificando el daño evento en forma separada de la muerte,
desconociendo que éste determina el fin de la persona, de suerte que no se configura un crédito transmisible a sus
herederos. Así lo hace ver M’ Causland, María Cecilia, Ob. cit., págs. 339 y 340.
de las hipótesis que configuran los daños
extrapatrimoniales indemnizables, teniendo en cuenta
el reconocimiento de la constitución del daño por el
sólo evento, con independencia y desligado de sus
consecuencias o efectos, lo que implicaría o permitiría
indemnizar a la vez el quebranto corporal o psicofísico
y el deterioro a las condiciones de existencia que el
mismo ocasiona, afectando los principios de la
reparación, la prohibición del enriquecimiento sin
causa y el presupuesto público.

En efecto, si bien son varios los párrafos que dedica la


sentencia para dar a entender que cuando se presenta la
afectación a la integridad corporal o psicofísica de la persona
sólo se deberá indemnizar bajo el concepto de daño en la
salud sin que sea procedente para el operador judicial el
reconocimiento de otro tipo de daños que se desplazan y
excluyen (vgr. alteración de las condiciones de existencia), el
esfuerzo argumentativo resulta infructuoso no solo por el
contrasentido, discordancia e incompatibilidad conceptual
que encierra el afirmar y desarrollar que el daño a la salud
comprende y garantiza tanto la integridad psicofísica
menoscabada por un hecho (daño-evento) como los efectos
externos o relacionales que el mismo desencadena para la
persona (daño-consecuencia), cuando quiera que en otros
apartes señala que no admite ni divisiones ni subespecies,
sino porque al final de la providencia deja el camino abierto
para el reconocimiento simultáneo y autónomo de un mismo
perjuicio bajo dos rubros de daños cuando se concluye que:

“No obstante lo anterior, es preciso recalcar que en nuestro


país no existe un sistema abierto y asistemático del perjuicio
inmaterial, puesto que estos esquemas atentan contra el
entendimiento del derecho de la responsabilidad, motivo por
el cual, será la jurisprudencia de esta Corporación la
encargada de definir la posibilidad de reconocer otras
categorías o tipos de daños distintos al daño en la salud, pero
siempre que el caso concreto permita la discusión y se afronte
la misma a través de las búsqueda de una metodología
coherente que contenga el abanico resarcitorio a sus justas
proporciones sin que se desdibuje el contenido y alcance del
daño resarcible” (subrayado ajeno al texto original).

Para todos resulta claro que el daño debe ser indemnizado


plenamente, lo que significa, en palabras de Henao, que la
reparación del daño debe dejar indemne a la persona, esto
es, como si el daño no hubiera ocurrido, o al menos en la
situación más próxima a la que existía antes del suceso; dicho
de otra manera: “se debe indemnizar el daño, sólo el daño y
nada más que el daño”, regla que se apoya en un principio
general del derecho: si el daño se indemniza por encima del
realmente causado, se produce un enriquecimiento sin causa
a favor de la “víctima”, si el daño se indemniza por debajo del
realmente causado, se genera un empobrecimiento sin justa
causa para la víctima…”65

De ahí que comparta la idea de M’ Causland de que la


clasificación del daño no es un problema de discusión teórica
sino que traspasa esos límites en búsqueda de la efectividad
de la reparación y por lo mismo la realización de la justicia en
el caso concreto, con aplicación de los principios de
responsabilidad e igualdad, lo que conduce a establecer “si
todas las condiciones de existencia de la persona afectada
que resultaron negativamente modificadas en virtud del

65
Henao Pérez, Juan Carlos, Ob. cit. pág. 45. Y agrega, incluso este autor que “…si la regla de la
indemnización plena del daño en el sistema continental es hacer del daño realmente sufrido la
medida de su resarcimiento, no es dable violarla otorgando indemnizaciones por encima del
menoscabo sufrido…” (Ídem Pág. 48).
hecho del agresor han sido tenidas en cuenta para efectos de
determinar el contenido del resarcimiento.”66

Pero, en la tarea de concretar los daños inmateriales o


extrapatrimoniales, el problema que genera la sentencia es
que al acoger el daño-evento permite la existencia de un daño
inmaterial indemnizable consistente en la lesión en sí misma,
esto es, por el sólo menoscabo físico o síquico de las
personas, sin atención a las consecuencias externas que
acarrea el daño.

¿Acaso no se indemniza totalmente a la víctima cuando se


repara las consecuencias del menoscabo físico o síquico de la
persona? Sin duda, la reparación con ocasión a una
afectación corporal o síquica de una persona es integral
cuando se indemnizan los efectos que produce la lesión en el
patrimonio económico, esto es, el daño material, en los
sentimientos, esto es, el daño moral, y en el curso o modo
normal de vida del damnificado dentro del ambiente natural o
social o en sus proyectos, con cambios en la forma como se
relacionaba con el mundo, esto es, el daño por la alteración
de las condiciones de existencia.

El perjuicio indemnizable está limitado a las consecuencias


de la lesión y no por la misma valorada separada o
aisladamente, razón por la cual es inadecuada la reparación
del daño evento, en el que consiste el daño biológico,
fisiológico o a la salud corporal o síquica. La sentencia en el
fondo no es que esté simplemente cambiando una
denominación para una mejor sistematización del daño

66
M’ Causland, María Cecilia, Ob. cit. págs. 325 y 326.
inmaterial sino creando una nueva fuente de indemnización
por un mismo perjuicio, posibilitando, en forma indebida, su
acumulación al desconocer que cuando a alguien se le
indemniza la alteración de las condiciones de existencia
derivadas de una lesión física, corporal o síquica
(consecuencias del daño), se está reparando el menoscabo
sufrido por el deterioro a la salud.

Hago énfasis en que estoy de acuerdo con que se resarza la


afectación a la salud, en tutela de este derecho y de la
dignidad humana consagrados en la Constitución Política
(arts. 5, 44, 47, 49, entre otros) pero lo que no comparto es
que se reconozca separadamente del daño por la alteración
de las condiciones de existencia, ni que se de apertura a un
reconocimiento indiscriminado de tipologías autónomas de
daños inmateriales que comprometan sin justificación
jurídica atendible el patrimonio público.

Por lo tanto, considero que resulta más preciso, diáfano,


garantista y sin mayores tropiezos agrupar en una misma
categoría de daño inmaterial, las diferentes formas de
alteración de las condiciones de existencia de un sujeto, por
cuanto la existencia de cada una de ellas será valorada y
apreciada en cada caso por el juez para determinar la
indemnización correspondiente, lo cual evita que una misma
lesión o menoscabo a la vida de una persona bien no se
quede sin reparación o bien sea indemnizada más de una vez,
ocasionando en este último caso un detrimento al erario o
agravio al patrimonio público, riesgo al que quedó expuesta
la reparación por responsabilidad patrimonial del Estado en
el contencioso administrativo a raíz de la nueva tesis.
En resumen, advierto que la nueva tesis de la Sala puede
generar doble indemnización por un solo perjuicio, dado el
contenido conceptual de la misma y a que si bien en algunos
apartes de la providencia se señala que no podría otorgarse
indemnización por daño a la salud y por el daño a la
alteración de las condiciones de existencia, en otros apartes
afirma que será el juez quien deba determinarlo.

IV

La providencia no establece criterios claros y uniformes


de indemnización, e incluso al ser aplicada la nueva
tesis termina reconociendo y liquidando en forma
disímil, inequitativa y sin fundamento el daño a la
salud, con lo cual no se cumple el principio de igualdad
material que tanto pregona.

La dificultad de encontrar una equivalencia entre una lesión


a la integridad sicofísica y una forma adecuada de
resarcimiento ha sido uno de los mayores escollos en la
doctrina italiana del daño a la salud, no solo para su
aceptación sino en su aplicación una vez estructurado, según
se deduce de la discusión a la cual ha estado constantemente
sometida67. De todos modos, de acuerdo con la tesis del daño
67
Cfr. Cortés, Edgar. Responsabilidad Civil y Daños a la Persona, El daño a la salud en la
experiencia italiana ¿un modelo para América Latina?. Universidad Externado de Colombia, 2009,
págs. 103 y ss. y 112 y ss. Este autor al abrir espacios de reflexión sobre el resarcimiento del daño
corporal, mediante la presentación del modelo italiano de categoría autónoma de daño a la salud,
muestra un panorama sobre las situaciones sintomáticas y la evidencia del problema de establecer
el valor hombre, pues en un comienzo estaba atada la liquidación del daño corporal a la merma o
reducción de las ganancias o de los ingresos de la víctima; así describe, en resumen, las diversas
medidas y criterios doctrinales y jurisprudenciales para solucionarlo: en un primer lugar, se estimó
sin consideración a ninguna otra circunstancia que el propio perjuicio e incluso se permitió su
acumulación con la disminución de las ganancias, y se propugnó que debía ser igualitario para
todos, salvo por cuestiones de edad; en segundo lugar, frente a este criterio autómata se impuso la
a la salud, el elemento central es el valor hombre, que debe
dar la medida del resarcimiento por la lesión a la integridad
sicofísica, afectación que será el parámetro para su
valoración y liquidación, mediante los criterios de
uniformidad de base y de adecuación al caso concreto; pero,
condicionada a la verificación objetiva del médico legista,
quien tiene un papel y una tarea fundamental, pues debe
comprobar su naturaleza y su entidad para consentir al juez
la posterior liquidación del mismo, determinando la invalidez
en términos o puntos porcentuales, la cual puede ser
corregida por el juez con base en la equidad y en las
circunstancias del caso concreto; de ahí que, para determinar

necesidad de acudir a las circunstancias del caso concreto, con una reparación igualitaria base; en
tercer lugar, se acudió a la evaluación equitativa del daño; en cuarto lugar, para evitar decisiones
contradictorias que no garantizaban la igualdad de tratamiento, se comenzó a elaborar modelos para
la liquidación del daño con componentes médico legales o parámetros como la renta media nacional
(pro capite) multiplicada por un coeficiente de capitalización que se relacionaba con la edad de la
víctima y su vida restante probable, de acuerdo con tablas de mortalidad, o con referencia al valor de
tres veces del monto anual de la pensión social por un coeficiente de capitalización, teniendo en
cuenta el sexo, la edad y el porcentaje de invalidez comprobado por médicos legistas, metodologías
que fueron materia de críticas por ser carentes de elasticidad a afectos de que se incrementara la
indemnización de acuerdo con el grado de la lesión y su sufrimiento, y por desatender la exigencia
de justicia en el caso concreto; en cuarto lugar, se implementó el criterio del punto elástico ( calcul au
point), con base en grados o puntos porcentuales de invalidez que determinara la ciencia médico
legal, según fuera permanente o transitoria, junto con la posibilidad del juez de aumentar hasta un
50% el valor de cada punto de acuerdo con la gravedad de la lesión en el caso concreto, pero
siempre con referencia al promedio de los precedentes judiciales de la misma u otra sedes, la edad,
la permanencia de invalidez en la vida probable de la víctima, la naturaleza de la lesión y la
existencia de alteraciones previas, sean laborales o no, metodología que fue cuestionada por la
necesidad de un juez preparado y por los peligros de la denominada media de los precedentes; en
quinto lugar, se estableció el criterio del punto variable, con progresión geométrica en proporción al
crecimiento de la invalidez y en función decreciente a la edad, pero también acudiendo a la media
del precedente judicial y a los montos crecientes o decrecientes según medicina legal y datos
estadísticos, elementos con base en los cuales se podían elaborar tablas que permitirían determinar
el monto de la indemnización según el grado de invalidez, la edad y la personalización que del caso
concreto hiciera el juez, metodología también criticada porque propició que cada juez o sede judicial
tuviera sus propias tablas; en sexto lugar, se elaboró por el sector académico, con el concurso de
médicos legistas, juristas, sector asegurador y economistas, aunque sin intervención del legislador y
con alguna utilización por la jurisprudencia, una tabla indicativa nacional (TIN), deducida de los
precedentes judiciales nacionales, que atendiera la necesidad de uniformidad en la liquidación base
del daño pero con adecuación al caso concreto por el juez, la cual fue criticada porque el
reconocimiento del daño con base en la tabla no tendría correspondencia real entre el valor que se
le asigna al punto y el grado de invalidez al estar desvinculada del tiempo y del espacio en que se
produce el daño.
el punto de invalidez, se han elaborado en Italia tablas por
medicina legal, como guías orientadoras, a la manera de la de
los accidentes de trabajo (y las de lesiones de guerra),
clasificadas por grupos orgánicos (aparato respiratorio, vista,
sistema nervioso, etc.) y que sugieren un valor indicador de
invalidez, sin que tengan valor obligatorio y que pueden
variar respecto de las consecuencias de una misma lesión,
con lo cual se da paso a un tratamiento resarcitorio
desigual68.

Sea lo que fuere, se puede apreciar de ese mismo desarrollo


de la forma de liquidar el daño en la salud, que aún no ha
encontrado el punto de equilibrio que permita lograr el
resarcimiento del daño sufrido por la lesión a la actividad
psicofísica en forma igual a otra víctima con idéntica lesión,
en respeto de la dignidad humana.

La providencia de la cual discrepo, en esta materia tampoco


fue extraña a esta problemática y lejos de proponer una
metodología clara y concisa, que la diferenciara
completamente de las otras categorías de perjuicios, fue
ambigua e incongruente en el tema, pues, por una parte,
señaló que el daño a la salud se repara fundamentado en
principios de igualdad y objetividad y con base en dos
componentes: i) uno objetivo determinado con base en el
porcentaje de invalidez decretado; y ii) uno subjetivo, que
permitirá incrementar en una determinada proporción el
primer valor, de conformidad con las consecuencias
particulares y específicas de cada persona lesionada, pero al
momento de decidirse el asunto no se tuvieron en cuenta sino
68
Cfr. Cortés, Edgar. Ob. cit. págs. 138 y ss.
que se acudió, arbitrio iudice, a los criterios jurisprudenciales
que se han adoptado precisamente para el reconocimiento y
liquidación del daño del cual se quiso deslindar el daño a la
salud, esto es, del daño por la alteración de las condiciones
de existencia, lo que permite reafirmar que no gozan de la
reclamada autonomía.

Pero más allá de este aspecto inconsecuente, en mi criterio,


la providencia no cumple con el propósito que enuncia de
humanizar el daño y garantizar los derechos fundamentales,
dado que, cuando sugiere que el daño debe ser tasado
mediante la asignación de un valor a los órganos y a las
partes del cuerpo en términos de porcentaje de incapacidad,
materializa al hombre, aunque termine reconociendo que
existe un componente subjetivo que permitirá incrementar la
proporción del primer valor, según el caso concreto.

En efecto, la tesis nueva se ampara en la humanización de la


persona y en la defensa de sus derechos fundamentales, pero
¿será que se cumple este cometido cuando la liquidación del
daño consista en la asignación de un valor al órgano
lesionado resultado de la asignación en términos
porcentuales de la invalidez?, realizada, seguramente, con
base en tablas elaboradas por médicos legistas o fijadas en
manuales de valoración de daños69, que bien podrían ser
útiles pero no decisivas; ¿se logrará con ello la igualdad
69
Ya existe un antecedente de ese intento cuando se debatió el proyecto de ley número 234 de 1996 – Cámara que dio
lugar a la Ley 446 de 1998 de acceso y eficiencia en la justicia. En efecto, el ahora artículo 16 de dicha ley, de
conformidad con el cual “[d]entro de cualquier proceso que se surta ante la Administración de Justicia, la valoración de
daños irrogados a las personas y a las cosas, atenderá los principios de reparación integral y equidad y observará los
criterios técnicos actuariales”, no era inicialmente de esa tesitura, puesto que la propuesta original de dicho artículo, de
iniciativa gubernamental, establecía que esa valoración de daños se haría de acuerdo con el manual que al efecto
expidiera el Gobierno Nacional, aspecto que fue eliminado durante los debates del mismo en el Congreso de la
República; así se proponía la norma: “Artículo 15. Valoración de daños a las personas. Dentro de cualquier proceso que
se surta ante la Administración de Justicia, la valoración de daños irrogados directamente a las personas se efectuará
con sujeción al Manual de Valoración de daños que para tal efecto expida el Gobierno Nacional, atendiendo el principio
de reparación integral y criterios técnicos actuariales y de equidad.”
material que consagra la Constitución Política de 1991 (art.
13) o el mero cumplimiento en apariencia del mismo o una
igualdad formal?

La dignidad humana y el derecho a la igualdad se


contraponen a soluciones automáticas en materia de
liquidación de daños a los sujetos por vía judicial, sin
correspondencia a la gravedad e intensidad del mismo y sin
relacionarse con las condiciones personales de quien lo
padece y las circunstancias del caso concreto (pérdida del
potencial humano derivado de la anomalía orgánica dentro
del contexto de las privaciones de las actividades vitales,
esenciales, habituales, ordinarias, placenteras o no pero
inherentes a la incapacidad), teniendo en cuenta los
principios de reparación integral y equidad y observando
criterios técnicos actuariales (art. 16 Ley 446 de 1998).

Aún me inclino por pensar que la liquidación del daño que


sufre un sujeto a consecuencia de una lesión a su integridad
psicofísica o a la salud, consistente en la disminución de las
posibilidades de desarrollar normalmente su personalidad en
el ambiente social70 u ordinario, mediante un reconocimiento
cuya finalidad es procurar satisfacción y atemperar, en lo
posible, los efectos negativos que del mismo se generen, es
de lejos más humano, que tasar el perjuicio por valor del
órgano o miembro, cosificando monetariamente al hombre.

En suma, la claridad conceptual de la tesis en su arista de la


liquidación del daño a la salud parece diluirse frente a los
casos concretos, sobre todo porque al final de cuentas la

70
Bianca C. Massimo, Diritto Civile, V, La Responsabilità, Giuffrè, Milano, 1994, pág. 184.
dificultad u obstáculo que representa la lesión corporal o
síquica y que supone el impedimento o incapacidad total o
parcial, temporal o permanente, para desarrollar la vida
normal, constituye la base para calcular el monto del
resarcimiento, esto es, la medida de la indemnización que
debe adoptarse por el juez bajo parámetros de razonabilidad
y frente a daños similares -o por lo menos comparables- que
hayan sido materia de estudio por la jurisprudencia, lo que
todas luces fuerza concluir que el daño a la salud, fisiológico
o biológico, no tiene una metodología consecuente con los
principios atrás enunciados, ni constituye una categoría
autónoma y diferente de perjuicio al ya estudiado de la
alteración a las condiciones de existencia.

Incluso, ya se advierte una incongruencia en términos de


igualdad material o inequidad en la liquidación del quantum
de los perjuicios con aplicación de la nueva tesis, puesto que
sin justificación alguna en el proceso con radicado 19.031 se
condenó por cuatrocientos (400) salarios mínimos legales
mensuales vigentes por daño en la salud de Antonio José
Vigoya Giraldo por la pérdida de su extremidad inferior
derecha, que le produjo una disminución del 95% de la
capacidad laboral, mientras en este proceso con radicado
38.222 se condenó por una suma inferior de doscientos (200)
salarios mínimos legales mensuales vigentes por daño en la
salud a favor de Fabián Andrés Mejía Arias por una
afectación permanente en la columna que lo dejó parapléjico
y con una incapacidad laboral del 100 %71, sin que en este
último caso sea excusable la liquidación menor del perjuicio,
71
A más de la reducción de cincuenta salarios (50) mínimos legales mensuales vigentes por cuenta de que la operación
matemática del juez quo no arrojaba como resultado los doscientos cincuenta (250) salarios mínimos legales mensuales
vigentes, que en el encabezado dijo reconocer por el concepto de daño a la vida en relación.
porque, contrario a lo aducido en la sentencia de este último
proceso, no aplicaba el principio de la no reformatio in pejus,
por cuanto la decisión de primera instancia había sido
apelada por ambas partes y de conformidad con el artículo
357 del C. de P. Civil “cuando ambas partes hayan apelado o
la que no apeló hubiere adherido al recurso, el superior
resolverá sin limitaciones”, razón por la cual era posible
aumentar el monto reconocido.

A manera de conclusión, salvo el voto parcialmente, porque


la providencia implica un retroceso para la jurisprudencia,
pues ya existía claridad en relación con el alcance del daño
extrapatrimonial diferente al daño moral, según la cual el
daño por la alteración a las condiciones de existencia abarca
o comporta la lesión a la salud, esto es, la afrenta corporal o
síquica de la persona, sin pueda reconocerse éste en forma
independiente a aquél.

Adicionalmente, tampoco estoy de acuerdo con que se


hubiese fallado el presente proceso con prelación por ser un
asunto cuya sentencia de primera instancia y recursos de
apelación contra la misma se remontan al año de 2009, a
pesar de que existen en la Sección una gran cantidad de
procesos pendientes de fallo desde el 2001, que en
condiciones similares se encuentran primero en el listado de
turnos para sentencia, no siendo claro el argumento
esgrimido en la providencia para justificar la alteración de
turno, en el sentido de que como se trata de un proceso en el
que se improbó una conciliación resultaba procedente la
prelación.
En efecto, la decisión que se adoptó por la sala en el Acta n.°
21 de 15 de octubre de 2008, con fundamento en el artículo
18 de la Ley 446 de 1998, de prelación de fallo en aquellos
procesos en que se impruebe la conciliación, tuvo su razón de
ser en que no se pierda el estudio que llevaba a tal
improbación, dado que ello incidiría en la congestión que
afecta esta Sección, situación que fue la que no se presentó
en el sub examine, porque las razones de improbación de la
conciliación no implicaron el estudio del expediente, dado
que conforme al auto de 18 de noviembre de 2010,
obedecieron simplemente a que en la condena el juez a quo
dividió la indemnización por la alteración de las condiciones
de existencia, en varios ítems, tal y como se lee en el texto de
la providencia que contiene esa decisión, así:

“De allí que, se imponga la improbación del acuerdo


conciliatorio ya que la condena por concepto de perjuicios
inmateriales, en la forma como fue liquidada por el Tribunal
de primera instancia puede resultar lesiva del patrimonio
público y, por consiguiente, es necesario que se aborde un
estudio de fondo de la controversia para verificar si es
procedente o no el reconocimiento individual y
pormenorizado de cada uno de los citados perjuicios que, en
criterio del a quo, integran la noción de “daño a la vida de
relación”, pero que se refieren a aspectos anatómicos,
funcionales, sociales, relacionales, familiares, etcétera.

En efecto, esta Corporación ha reconocido la posibilidad de


indemnizar los rubros denominados daño a la vida de relación
o alteración a las condiciones de existencia, bajo una
tipología abierta de perjuicios inmateriales pero resulta
evidente que, la segregación desarrollada por el a quo
desborda en amplio margen los lineamientos trazados por la
jurisprudencia en la materia, razón por la que se, itera, es
necesario diferir a la sentencia el estudio de este tópico en
aras de establecer si es procedente el reconocimiento de toda
esa gama de categorías enunciadas en el fallo de primera
instancia, sin que sea viable aprobar el pacto conciliatorio
dada la posibilidad de que ese número de perjuicios
reconocidos devenga lesivo para el erario.”
En otras palabras, no existe justificación pata dar prelación a
esta sentencia, ni con fundamento en la decisión adoptadas
por la Sala el 15 de octubre de 2008, ni con sustento en
normas aplicables a la fecha contenidas en los artículos 16 de
la Ley 1285 de 200972 (que modificó el art. 63 A de la Ley 270
de 1996) y 115 de la Ley 1395 de 201073.

Finalmente, se observa que al llevar los procesos citados al


pleno de la Sección para debatir y estudiar la tesis del daño a
la salud, se ratificó la necesidad y la procedencia jurídica de
que el asunto en el que se cambiaba el criterio
jurisprudencial de la Corporación sobre la tipología del daño
inmaterial debía ser estudiado y decidido por la misma en
virtud de sus competencias y no por una subsección.

En los anteriores términos dejo planteado mi salvamento de


voto parcial a la sentencia del asunto.

Fecha ut supra

RUTH STELLA CORREA PALACIO

72
Este artículo previó la alteración del orden de prelación de turnos por razones de seguridad
nacional, afectación del patrimonio público, grave violación a los derechos humanos, o crímenes de
lesa humanidad, o asuntos de especial trascendencia social, interés público o repercusión colectiva,
o reiteración de jurisprudencia.
73
“Artículo 115. Facúltese a los jueces, tribunales, altas cortes del Estado, Sala Disciplinaria del
Consejo Superior de la Judicatura y de los Consejos Seccionales de la Judicatura para que cuando
existan precedentes jurisprudenciales, conforme al artículo 230 de la Constitución Política, el artículo
10 de la Ley 153 de 1887 y el artículo 4° de la Ley 169 de 1896, puedan fallar o decidir casos
similares que estén al Despacho para fallo sin tener que respetar el turno de entrada o de ingreso de
los citados procesos, conforme a lo señalado en el artículo 18 de la Ley 446 de 1998.”

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