Moral Primitiva

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La moral primitiva

La moral primitiva es la moral que comienza a desarrollarse en la aurora de la


sociedad humana. En esta moral impera un colectivismo que borra todo
individualismo; las diversas actividades son realizadas en común por los
integrantes de la tribu: recolección de frutos, pesca, construcción de viviendas,
etc.

La moral primitiva es consuetudinaria, es decir, se mantiene por la fuerza de la


costumbre. Una de las bases de la moral primitiva es la ayuda mutua, la
obligación recíproca de ayudarse, el espíritu de solidaridad, defenderse y vengar
las ofensas.
La virtud fundamental es el valor del individuo puesto en práctica en la defensa
y preservación de la tribu. El vicio es lo contrario: la cobardía o indiferencia a los
intereses de la tribu.

La moral en la Antigüedad clásica


La moral en la Antigüedad es la que se desarrolla en la cultura grecorromana, a
partir del siglo V a.C, hasta los inicios del cristianismo. Se caracteriza por el
surgimiento de la esclavitud y la propiedad privada. Los esclavos son
considerados como simples instrumentos al servicio de los hombres libres. Al
igual que los esclavos, la mujer es menospreciada por considerársele inferior.

La moral imperante es la desarrollada por los hombres libres, cuyas virtudes


tienden a exaltar el espíritu cívico: fidelidad al Estado, heroísmo y valor en la
guerra, fiel observancia de las leyes, etc.

Esta moral, propia de la sociedad esclavista, encuentra su justificación en las


teorías de los filósofos clásicos. Aristóteles, el más grande pensador del mundo
antiguo, se niega a admitir que el esclavo sea hombre, y la mujer libre, un
miembro de la sociedad con igualdad de derechos.

La moral en la sociedad feudal


Durante la Edad Media surge una nueva moral. El régimen feudal se basa en la
gran propiedad de tierra. En lugar del esclavo se encuentra el siervo, que es
propiedad del terrateniente; pero se le considera un ser humano y se le da cierta
protección. La moral que domina es la propagada por la aristocracia, cuyas
virtudes se cifran en el culto al honor, el valor y el arte de la guerra, la nobleza
de sangre, el desprecio al trabajo manual.

El código moral de los caballeros tiene exigencias como las siguientes: Todo
caballero debe tener actitud y lealtad conjuntamente; debe proteger a los pobres
para que los ricos no los opriman, y sostener a los débiles para que los fuertes
no los humillen, debe alejarse de cualquier lugar donde habite la traición o la
injusticia. Cuando las damas o doncellas necesiten de él, debe ayudarlas con su
poder, si quiere ganar alabanzas y premios, pues hay que honrar a las mujeres
y soportar la pesada carga de defender su derecho.

Otra característica esencial de esta moral feudal es la subordinación a la religión.


La religión es la suprema legisladora de la moral, religión que aconseja la
resignación ante las miserias e injusticias.

La moral en la sociedad moderna


Con los ideales de libertad, tolerancia y progreso, la época moderna instaura una
nueva idea del hombre y la moral. Se llega a superar la esclavitud y la
servidumbre. Las relaciones humanas giran en torno al afán de riqueza. El
espíritu capitalista comienza a advertirse hacia fines del siglo XV.

El objeto principal de la acción humana es la búsqueda de la riqueza y esto


repercute en la moral. Lentamente, pero de modo irresistible, la ciencia
reemplaza a la religión y se convierte en factor principal de la nueva mentalidad
humana. La doctrina del progreso, mediante la razón desaloja la idea de una
edad pretérita, con su noción de pecado original.

Entre las virtudes más estimadas por la sociedad burguesa están la honradez, la
laboriosidad, la fidelidad conyugal, el patriotismo, etc. La valentía y el arrojo,
virtudes de antaño, fueron sustituidas por las virtudes de la escrupulosidad, el
ahorro y la astucia en los negocios. La curiosidad intelectual y la confianza en
uno mismo, de pecados mortales pasaron a ser virtudes

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