Delitos Sexuales en La Ciudad de Mexico PDF
Delitos Sexuales en La Ciudad de Mexico PDF
Delitos Sexuales en La Ciudad de Mexico PDF
CUMPLIR O RESISTIR.
MUJERES Y DELITOS SEXUALES
EN LA CIUDAD DE MÉXICO (1824-1880)
UNIVERSIDAD DE GRANADA
En la vida de muchas personas suele haber momentos críticos en los que los
caminos emprendidos pierden el valor que un día habían parecido tener. Hace seis
años, me encontré en uno de esos momentos y, por ello, decidí cambiar de rumbo y
terminar mi carrera lejos de Madrid, la ciudad que me había visto crecer. Granada se
ofreció entonces como un buen destino para concluir un proyecto que llegaba a su fin.
La decisión no fue en aboluto premeditada.Se trató de uno de esos golpes de
suerte que a veces llegan con el viento, sin más explicación. Fue en Granada cuando
volví a enamorarme de mi carrera, volví a sentir esa inquietud irrefrenable por conocer
más, por comprender más. Volvieron a surgir las preguntas, las lecturas, las
interminables conversaciones, las ganas de seguir aprendiendo y de compartir lo
aprendido. Cuando me quise dar cuenta, no sólo no había dejado de dedicar mi tiempo
a la Historia, sino que había concluido un máster y estaba iniciando mi investigación
de Doctorado.
Desde ese momento y hasta ahora, he tenido la inconmesurable fortuna de contar
con el apoyo de magníficas personas, sin las cuales no hubiese sido capaz de dar
sentido a este trabajo.
En primer lugar, quiero agradecer a mi directora de tesis, María Ángeles Gálvez
Ruiz quien, al poco tiempo de conocerla, pasó a ser ―Carina‖. Desde el inicio de este
proyecto, Carina no sólo depositó en mí su confianza, sino que guió esta investigación
sin interferencias ni coacciones. Sus consejos y advertencias nunca trataron de limitar
mi curiosidad científica ni de desviarla para satisfacer sus propios intereses. Además
de ser una fantástica directora de tesis, me ha demostrado ser una bellísima persona
y, por todo ello, le doy mi más sincero agradecimiento.
La realización del Máster Historia de América Latina Contemporánea de la
Universidad de Alcalá me dio las herramientas teóricas y metodológicas necesarias
para llevar a cabo una investigación. Fue ahí donde tuve la oportunidad de conocer a
Pedro Pérez Herrero quien, además de codirigir esta tesis, me recordó que las cosas,
para que salgan bien, deben hacerse con pasión y determinación. Su constancia
como historiador, tanto en la faceta de investigador como en la de profesor, es
encomiable. Sin embargo, lo que más he admirado en este tiempo de él, ha sido que,
a pesar de ser uno de los americanistas con mayor renombre dentro y fuera de este
país, no ha dejado de esforzarse día tras día, por hacer que jóvenes investigadores
podamos ver cumplidas nuestras aspiraciones. Por todo ello, gracias.
Fue también durante mi breve paso por la Universidad de Alcalá cuando desarrollé
lo que se convertiría en el inicio de un proyecto de tesis, gracias a la dirección de las
profesoras Eva Sanz Jara e Inmaculada Simón Ruiz, a quienes quiero expresar aquí
mi especial reconocimiento.
Agradezco a los miembros del Departamento de Historia Moderna y de América de
la Universidad de Granada por la hospitalidad, el apoyo, las acertadas
recomendaciones y el cariño que me han brindado en estos años. Trabajar en un
ambiente tan sano y distendido ha sido un verdadero placer.
A los profesores Antonio Laserna Gaitán, Jesús Marina Barba y Margarita Birriel
Salcedo pues hace seis años, gracias a sus clases y sabios consejos, dejé atrás la
apatía que me suscitaba la academia, desperté las ganas de seguir aprendiendo y
volví a confiar en que sería capaz de hacerlo. A los profesores Francisco Sánchez-
Montes González, Inés Gómez González y Miguel Molina Martínez por la ayuda que
me han ofrecido en estos últimos años.
Al grupo de investigación Estudios de las Mujeres de la Universidad de Granada
(HUM-603) y al Instituto Universitario de Investigación de Estudios de las Mujeres y de
Género de la Universidad de Granada, por dejarme ser parte de esta necesaria y
fascinante aventura.
A mis compañeros, Fuensanta Baena, Francisco Martínez y Manuel Moreno, por
muchas cosas pero, sobre todo, por ese apoyo moral tan necesario en los momentos
críticos.
Vivimos en un mundo material y, por muchas ganas o, incluso, aptitudes que una
persona pueda tener, sin recursos económicos difícilmente puede desarrollarse una
investigación de doctorado. En mi caso, al menos, este proyecto no hubiese podido
concluirse sin la financiación dada por distintos organismos y entidades. Debo
reconocer, especialmente, la beca ―Inicio de la Actividad Investigadora‖ que en 2011
me ofreció la Universidad de Alcalá, así como la ayuda Formación al Profesorado
Universitario que recibí del Plan Propio de Investigación de la Universidad de Granada,
entre 2012 y 2013, y del Ministerio de Educación, entre 2013 y 2016.
Gracias a este apoyo material, pude dedicar mi tiempo a la investigación y la
docencia, asistir a diversos cursos, participar en congresos y, por supuesto, viajar y
residir en México, donde, además de llevar a cabo el trabajo de archivo que sustenta
esta tesis, pude entrar en contacto con grandes investigadores. En especial, quiero
mostrar mi agradecimiento a la Dra. María Eugenia Romero Sotelo, la Dra. Elisa
Speckman Guerra, la Dra. Ana Carolina Ibarra González y la Dra. Graciela Flores
Flores, de la Universidad Autónoma de México, quienes estuvieron siempre
disponibles para guiarme en mi ansiada búsqueda por las instituciones mexicanas. Al
Dr. Alberto Torrentera Guerrero, del Centro de Investigación y Estudios Superiores en
Antropología Social, por enseñarme que la diversidad sexual es un derecho no
reconocido por el que debemos seguir luchando, además de por haberse convertido
en un buen amigo. A los archiveros del Archivo General de la Nación de México, Don
Enrique Melgarejo, Don Fernando Pineda y Don Aldo Barrientos Salazar, por la
rapidez y efectividad con la que encontraban, transportaban y me entregaban las
cientos de cajas documentales que revisé durante largas horas, además de por tener
acertadas elecciones a la hora de elegir la música que acompañaba nuestro trabajo.
Lo personal es político y, por fortuna o desgracia, según quién lo mire, en mi caso lo
personal también es académico. Nada de esto hubiese sido posible sin la confianza y
el apoyo de mi familia, en especial, de mi madre, mi padre, mi hermano, la Nonna y
Tía Tere. No caben aquí todas las personas que han colaborado, de una u otra
manera en este proyecto, pero, por último –y no por ello menos importante- no quiero
concluir sin dar las gracias a Lati, Celia, Alba, María, Gabi, Cristina, Ana, Rocío,
Esmeralda, Diego y Luis, por estar y ser siempre. A Carlos Licea Gómez, por haberme
acompañado en el último año de tesis sin perder la sonrisa y por enseñarme, día tras
día, que uno de los retos más complicados en la vida reside en darnos cuenta de lo
sencilla que realmente es. A mi Casa Sol y Luna por haber acogido con filosofía y
parsimonia los últimos empujes de este trabajo y haber hecho que nuestra casa sea
un hogar.
El trabajo en estos años ha sido intenso y soy consciente de que, en más de una
ocasión, he descuidado a las personas que realmente dan sentido a mi vida. Además
de ofrecerles aquí una disculpa, agradezco su comprensión, paciencia y amor
desmedido. Gracias por haber creído en mí.
ÍNDICE
Página
INTRODUCCIÓN GENERAL 1
I. Presentación: justificación y relevancia del tema 1
II. Balance historiográfico 5
1. Mujeres, género y sexualidad. El marco referencial 5
2. Mujeres, sexualidad y transgresión en la historiografía mexicana 12
a) Las postrimerías coloniales 12
b) El siglo XIX 16
III. Objetivos e hipótesis 23
IV. Marco espacio-temporal 28
1. Delimitación temporal 28
2. El lugar 30
V. Las fuentes 32
1. Documentos jurídicos 33
a) Obras de jurisprudencia 34
b) Leyes 38
2. Fuentes de archivo 39
a) Juicios criminales 39
VI. Metodología 42
1. Planteamientos teóricos 42
a) Género y criminología crítica 42
b) El feminismo poscolonial 44
2. Análisis documental 51
a) Discursos normativos 52
b) Discursos de los dominados 54
VII. Organización del trabajo 56
I
1. La ciudadanía desde la Independencia hasta la Reforma Liberal 73
2. La Constitución de 1857 77
3. Causas y reacciones ante la exclusión política de las mujeres 80
IV. El reforzamiento de la desigualdad genérica en la legislación 83
familiar
1. Los antecedentes coloniales 84
a) El matrimonio en la teología moral cristiana 84
b) El matrimonio en el derecho hispánico 87
c) Trento y la revalorización del matrimonio 89
d) Patriarcado y matrimonio en las reformas borbónicas 91
2. Matrimonio e independencia. El sí quiero y el fin de la libertad 95
a) Discursos hegemónicos en el tratamiento jurídico sobre la 96
mujer y el matrimonio
b) Mujer y matrimonio en la reforma liberal 99
c) Ni contigo ni sin ti: el divorcio no vincular 105
d) Desigualdad y poder en la autoridad paterno-materno-filial 108
V. La incorporación femenina al trabajo asalariado: un arduo 112
proceso
1. Igual de capaces pero diferentes 114
2. Algunas cifras 120
3. Un empleo escaso, malo y condenado pero defendido 122
4. Independencia y desprotección laboral 127
VI. Educadas para educar 128
1. Inculcar la fe en la escuela: los antecedentes coloniales 130
2. Educación centralista y descentrada: la Independencia 132
3. Formadas en la diferencia: Reforma y Porfiriato 135
II
1. Agustín de Hipona y el placer como castigo divino 154
2. Matrimonio y delitos sexuales en Graciano 155
3. Los vicios de la lujuria en la teología tomista 156
4. Sexualidad femenina en la construcción del honor familiar 157
IV. Derecho y secularización. La inoperancia de un paradigma 159
1. La secularización: historicidad del concepto 161
2. El paradigma de la secularización y sus limitaciones explicativas 162
3. Secularización como recomposición religiosa 165
4. El delito y la ley en la modernización penal 168
V. Honor, violencia y poder patriarcal en los delitos de estupro, 170
fuerza y rapto
1. Aclaración terminológica 171
2. Rapto y estupro en la teología cristiana 172
3. Tipificación delictiva y condenas en la legislación colonial 174
4. El estupro por seducción 177
5. El forzamiento 183
6. Demostrar la violación 185
7. Estupro, rapto y violación en la codificación penal 188
8. Consideraciones finales. La virginidad como bien jurídico 190
VI. Criminalización, contención y orden matrimonial: las otras 191
sexualidades reprobadas
1. Fornicación, concubinato y amancebamiento 192
2. El delito de adulterio 195
a) Continuidades en la regulación penal del delito de adulterio 196
b) Las condenas 199
3. Incesto 201
4. Bigamia 203
5. La prostitución 205
a) El vacío legal 206
b) La reglamentación 207
III
1. Detención y garantías procesales 219
2. Limpiar el barrio en las postrimerías coloniales. La división en 225
cuarteles
3. Continuidades durante la Independencia: los alcaldes auxiliares 227
4. Los ―padres del vecindario‖ 231
5. La calidad ―honrada‖ del cuerpo de vigilantes 236
6. Honor policial y deshonra sexual 238
7. Noche y violencia carnal 240
8. Sexualidad y poder policial 244
IV. Faltas leves y justicia menor 257
1. El orden vecinal 263
2. La injuria del sexo 267
3. Dios, libertad y ley 269
V. Pudor y ciencia en la averiguación delictiva 272
1. La condición moral 273
2. Exploraciones corporales ante la mirada de los juristas 274
3. Tu cuerpo, nuestras normas 277
4. La ciencia y sus fisuras 279
5. Malas mujeres, cuerpos útiles 281
6. Valor cuantitativo de los reconocimientos corporales en los 283
procesos de estupro y violación
7. Certificados de médicos y parteras 292
VI. Representación y mentalidad jurídica. La defensa de los reos 295
1. La negación del delito en la estrategia legal 301
a) Veto a la acusación 301
b) Irregularidades procesales 303
c) Invalidez de pruebas y testigos 305
2. El poder de la ignorancia 307
IV
3. Militares, religiosos e indígenas ante la justicia. ¿El fin de un 332
privilegio?
a) Supresión del fuero militar 334
b) Justicia y fuero eclesiástico 343
c) El silencio indígena. 345
III. La infidelidad matrimonial 355
1. Esposas y maridos ofendidos ante casos de adulterio e 355
incontinencia adulterina
a) Características socioeconómicas 355
b) Estrategias de las demandantes 366
c) Motivos para acusar 372
d) Devolver lo robado 378
e) El desistimiento marital 381
2. La comunidad como guardiana de la contención femenina 388
3. Los infieles 390
a) Características socioeconómicas de los varones 390
procesados
b) Género y matrimonio en las estrategias varoniles de 394
defensa
c) Características socioeconómicas de las mujeres 401
procesadas
d) ¿Cuánto vale un cuerpo? La mercantilización femenina en 406
la interacción discursiva
IV. Otras alternativas sexuales 410
1. Los que se casaban mucho 410
2. Los que no podían casarse y no lo sabían. Acusados y actores 413
ante casos de incesto
3. Los que se casaban poco. Actores y acusados en procesos por 417
amancebamiento y fornicación
a) Familiares y amantes en los procesos por amancebamiento 417
b) Los acusados 422
4. Cuando la realidad supera la ficción: pobreza, deshonra y 427
prostitución
V. La centralidad del matiz. Violencia y virginidad en los casos de 436
estupro, rapto y violación
1. El estupro por seducción 436
V
a) Los seductores 438
b) Los ofendidos 446
c) Las engañadas 452
2. Disfrutar de su persona. Género y desigualdad en los procesos 457
por violación
a) ¿Víctimas o cómplices? Honradez femenina y estrategias 464
defensivas
b) La unión hace la fuerza. La solidaridad de género en los 467
procesos por violación múltiple
c) La fuerza del amor 469
d) Juegos peligrosos. Víctimas y agresores en los procesos 472
por estupro inmaturo
e) Cuando el agresor vive en casa. El tabú de la violación 475
incestuosa
VI
a) Orden matrimonial y adulterio 551
b) Prostitución y doble moral 554
c) Variables socioeconómicas en las condenas por incesto 556
d) Seducción, agresión sexual y derecho patriarcal 559
e) Condenas y correcciones en los procesos por 567
amancebamiento y fornicación
V. Implantación del segundo federalismo y último despegue 569
centralista (1846-1854) El descenso de los procesos en ilícitos
sexuales durante los años revueltos
1. El marco histórico 569
2. Práctica judicial, regulación procesal y desigualdad real 570
a) Relación de condenas durante el segundo federalismo 575
b) El lapso centralista 579
VI. Tiempos de reforma (1854-1863). Hacia la igualdad jurídica 579
1. Liberalismo, práctica judicial y delitos sexuales (1855-1857) 582
2. Práctica criminal durante la administración conservadora (1858- 585
1860)
3. El regreso liberal (1861-1863) 588
VII. El segundo imperio (1863-1867). Novedades normativas y 589
creación de organismos en materia criminal
CONCLUSIONES 625
I. Reformulación normativa y sujeción femenina en el nuevo 626
Estado
VII
1. Continuidades y rupturas en el proceso de secularización penal 627
II. Los matices. Interacción entre lo público y lo privado 630
1. Pecado y delito en la práctica judicial 630
2. Los espacios 631
3. Los implicados 632
III. Género y violencia 633
IV. La creación de la sexualidad 637
1. ¿Cumplir o resistir? 637
2. El éxito de la prohibición 639
GLOSARIO 645
ÍNDICE DE CUADROS, GRÁFICOS, FOTOGRAFÍAS Y DIBUJOS 649
FUENTES 659
BIBLIOGRAFÍA 670
APÉNDICES 703
ABREVIATURAS Y SIGLAS UTILIZADAS 712
VIII
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
INTRODUCCIÓN GENERAL
-1-
Alejandra Palafox Menegazzi
-2-
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
3
Como veremos detenidamente en el transcurso de este estudio, las categorías delictivas empleadas
durante los procesos analizados fueron cambiando en función de las novedades normativas.
-3-
Alejandra Palafox Menegazzi
4
Flores Flores, Graciela, Orden judicial y justicia criminal (Ciudad de México, 1824-1871, Tesis de
Doctorado, México, UNAM, 2013, p. 8.
-4-
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
aquellas mujeres que no cumplen con los modelos de sexualidad dominantes, así
como en la supeditación de las acciones femeninas en ámbitos como el científico, el
empresarial o el deportivo, -por citar algunos- a otros comportamientos ligados a su
papel reproductivo y sexual. Lo afirmado constituye una violencia simbólica que
subyace también en los continuos actos de violencia material - física y discursiva- en
contra de las mujeres que llegan a transgredir el rol deontológico que se las pretende
atribuir. Si bien esta no es, en absoluto, una situación exclusiva de México,
consideramos que sigue siendo pertinente historizar esta violencia a nivel regional
para comprender así por qué sigue presente en nuestros días y poder elaborar nuevas
herramientas que permitan su erradicación.
5
Nash, Mary, Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos, Madrid, Alianza Editorial, 2012, p. 169.
6
Véase al respecto: Birriel Salcedo, Margarita M., ―Mujeres e Historia‖, en Morales Padrón, Francisco
(coord.), XIII Coloquio de Historia Canaria-Americana/ VIII Congreso Internacional de Historia de América
AEA, Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular, 2000, p. 1124.
7
Los Estudios de la Mujeres, si consideramos la concisa definición elaborada por la historiadora Margarita
Birriel, fueron el ―rotulo bajo el que se agruparon las profesoras e investigadoras feministas en su asalto a
las instituciones científico-docentes como la Universidad o los sistemas nacionales de investigación‖.
Birriel Salcedo, Margarita M., ―Los estudios de las mujeres en las universidades europeas‖, en Guerrero
Villalba, Mª Angustias y Nestares Pleguezuelo, Mª José, Sobre mujeres: economía, historia y sociología,
Almería, Universidad de Almería, 2004, pp. 17-28.
8
Los aportes teórico-metodológicos ofrecidos por la Escuela de los Annales o la Historia Social británica,
por ejemplo, influyeron notablemente en la elaboración de la Historia de las Mujeres durante estos años.
-5-
Alejandra Palafox Menegazzi
9
Perrot, Michell. ―Histoire des femmes, histoire de sexes ?‖, en L’etat des sciences sociales en France,
París, La Découvert, 1988, pp. 73-75. Citado en Birriel, Margarita Mª. ―Mujeres e Historia‖, en Morales
Padrón, Francisco (coord.), XIII Coloquio de Historia…, op. cit., p. 1126.
10
Uno de los primeros trabajos de esta autora dentro del campo de la Historia de las Mujeres, publicado
por primera vez en 1978 fue Scott, Joan W. y Tilly, Louise A, Women, work and family, Routledge,
Londres, Nueva York, 1989.
11
Kelly Gadol, Joan, ―La relación social entre los sexos, implicaciones metodológicas de la historia de las
mujeres‖, en Ramos Escandón, Carmen (ed.), Género e historia, México, Instituto Mora, UAM, 1992, pp.
123-141 y Scott, Joan W., ―El problema de la invisibilidad‖, en Ibidem, pp. 38-65.
12
Kelly Gadol, Joan, ―La relación social entre los sexos…‖, op. cit. y Davis, Natalie Z., ―Women‘s history in
transition: the European case‖, en Feminist Studies, n. 3, 1976, 1976, pp. 83-93. Con respecto a la
explicación de las diferencias conductuales entre hombres y mujeres con base a criterios socio-culturales
debe reconocerse el impulso dado en este sentido desde el campo de la Antropología Cultural gracias a
autores como Margaret Mead, George Peter Murdock o Bronisław Malinowski. Véase al respecto: Lamas
Encabo, Marta, ―La antropología feminista y la categoría ―género‖, en Lamas Encabo, Marta (comp.), El
género: la construcción cultural de la diferencia sexual, México, UNAM, 1986, pp. 173-198. No podemos
dejar de citar aquí El segundo sexo, obra publicada ya en 1949 por la pensadora francesa Simone de
Beauvoir, en donde la autora se propuso explicar cómo había sido construida la realidad femenina como
alteridad partiendo de la premisa de que no se nacía mujer sino que se llegaba a serlo. Beauvoir, Simone,
El segundo sexo, Madrid, Cátedra, 2000. A pesar de su temprana aparición, la obra fue ampliamente
revalorizada y difundida dos décadas después, gracias a la eclosión del movimiento feminista y su
introducción en la academia. Al respecto, véase: Perrot, Michelle, Mi Historia de las Mujeres, México,
FCE, 2009, pp. 13-14. En relación con el concepto de género como construcción social de la diferencia
sexual, su aparición en las Ciencias Sociales tuvo lugar por primera vez en el campo de la Psicología de
la mano de Stoller, Robert J., Sex and Gender: On the Development of Masculinity and Femininity, New
York, Science House, 1968.
-6-
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
13
Scott, Joan W., ―El género: una categoría útil para el análisis histórico‖, en Amelang, James S. y Nash,
Mary (eds.), Historia y Género: Las mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea. Valencia,
Universidad de Valencia, 1990, pp. 23-58.
14
Para un panorama general sobre la genealogía de la producción historiográfica en el campo de los
Estudios de las Mujeres en Europa, véase: Palazzi, Maura, ―Storia delle donne e storia di genere in Italia‖,
en Bellassai, Sandro e Malatesta, Maria (comp.), Genere e Mascolinità. Uno sguardo storico, Roma,
Bulzoni, 2000, pp.51-87.
15
Pueden considerarse entre otras las obras: Fraisse, Génevieve, Femmes toutes mains, Essai sur le
service domestique, París, Le Seuil, 1979 ; Thébaud, Fracoise, La femme au temps de la guerre de 14,
Paris, Stock, 1986 o Farge, Arlette, ―La amotinada‖, en Duby, Georges y Perrot Michelle, Historia de las
Mujeres en Occidente, vol.3, Madrid, Taurus Ediciones, 1991, pp. 525-541.
16
―La sección dedicada a América Latina en el volumen quinto presenta trabajos de las argentinas
Susana Bianchi y Cristina Iglesias, de la mexicana Gabriela Cano y de las brasileñas Eni de Mesquita y
María Ezilda de Matto.
17
La centralidad de la sexualidad en el campo de las ciencias sociales estuvo impulsada, entre otras, por
la obra de Wilhelm Reich, revolucionario y heterodoxo psicoanalista que revisó las teorías freudianas y
-7-
Alejandra Palafox Menegazzi
abogó por una liberación de los instintos sexuales. Reich, Wilhelm, The Sexual Revolution, Nueva York,
Orgone Institute Press, 1945.
18
Foucault, Michel, Historia de la Sexualidad, vol. 1-3, Madrid, Siglo XXI, 1998.
19
Ibidem, p. 17.
20
Ibidem, pp. 25-26 y 32.
21
Algunas de estas producciones más tempranas fueron: Flandrin, Jean Louis, La moral sexual en
Occidente, Barcelona, Granica, 1984; Aries, Philippe, Sexualidades occidentales, México, Paidós, 1982;
Stone, Lawrence, The Family, Sex and Marriage in England, 1500-1800, Nueva York, Harper and Row,
1977 y Laslett, Peter (ed.), Family Life and Illicit Love in Earlier Generations, Cambridge, Cambridge
University Press, 1977.
-8-
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
22
Weeks, Jeffrey, Politics and Society. The Regulation of Sexuality since 1800, Routledge, 2014 [1981].
Otras obras relevantes de este mismo autor son: Weeks, Jeffrey, El Malestar de la Sexualidad:
Significados, Mitos y Sexualidades Modernas, Madrid, Talasa Ediciones, 1993 y Weeks, Jeffrey,
Sexualidad, México, Paidós, PUEG, UNAM, 1998, pp. 32-46.
23
Weeks, Jeffrey, Politics and Society…, op. cit., p. 7. No podemos dejar de mencionar aquí el análisis del
silencio victoriano ante el deseo sexual y su encuentro con el psicoanálisis freudiano en Gran Bretaña
que, en un intento de aproximarse a los inconscientes colectivos, desarrolló el historiador Peter Gay. Gay,
Peter, La experiencia burguesa. De Victoria a Freud. La educación de los sentidos, FCE, Argentina, 1992.
24
Pateman, Carole, El contrato Sexual, México, ANTHROPOS-UAM, 1995. La primera edición en inglés
fue publicada en 1988 por la editorial de la Universidad de Stanford.
25
Pensamos en claros referentes del pensamiento feminista de los años setenta y ochenta, como las
reflexiones aportadas por Kate Millet acerca del poder patriarcal y sus contradicciones o la
conceptualización del sistema sexo-género elaborada por la antropóloga Gayle Rubin. Millet, Kate, Sexual
Politics, Chicago, Universidad de Illinois, 1969 y Rubin, Gayle ―El tráfico de mujeres: notas sobre la
‗economía política‘ del sexo‖, Nueva Antropología, vol. VIII, n. 30, 1986 [1975],, p. 95-145.
-9-
Alejandra Palafox Menegazzi
26
A diferencia de la Historia de las Mujeres, en sus inicios la historia de la criminalidad más que un campo
de estudio con metodología propia aludió a un conjunto de estudios unidos por una temática común. Al
respecto nos parecen oportunas las reflexiones de Pérez García, Pablo, ―Una reflexión en torno a la
historia de la criminalidad‖, Revista d'historia medieval, n. 1, 1990, pp. 11-37. Entre las producciones
académicas más tempranas encontramos las obras: Chevalier, Louis, Classes laboriensses et classes
dangerensses a París pendant la premiére moitié du XIXéme siécle, París, Plon, 1958 y Hobsbawm, Eric,
Primitive Rebels. Studies in Archaic Forms Social Movement in the 19th and 20th Centuries, Manchester,
University Press, 1959.
27
Foucault, Michel, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo XXI, 1976. Varios de
sus ensayos referentes al ámbito de la transgresión y su regulación quedaron recogidos en la obra
póstuma: Foucault, Michel, La vida de los hombres infames, Madrid, Las ediciones de La Piqueta, 1990.
28
―Cuando discuto, a partir de 1970, las condiciones de la reforma penal -sostuvo al respecto- me parece
muy importante, por supuesto, plantear la cuestión teórica del castigo o del régimen penitenciario; pero es
que antes no se veía interrogada esa especie de evidencia que descansa en considerar la privación de la
libertad como la forma más simple, más lógica, razonable y justa de castigar a alguien por haber cometido
una infracción‖. Colina, F. y Jalón, M. ―Entrevista con Michel Foucault‖, Revista de la Asociación Española
de Neuropsiquiatría, vol. 29, n. 1, 2009, p. 141.
- 10 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
29
La violencia sexual ha sido empleada de forma individual y colectiva también sobre varones. Como
método de castigo, corrección, venganza, humillación o sujeción, entre otros, esta práctica ha recibido
significaciones diversas según el tiempo y el grupo social. La permanencia de un modelo patriarcal de
masculinidad, basado en el vigor y la penetración como materialización de la fuerza varonil en Occidente,
implicó una mayor invisibilización de este conflicto en relación con las agresiones femeninas, lo que se
tradujo en una aparición más tardía de investigaciones acerca de la evolución histórica de la violencia
sexual ejercida sobre hombres.
30
La obra publicada en 1975 por Susan Brownmiller, Contra nuestra voluntad: hombres, mujeres y
violación, consiguió poner de manifiesto cómo esta práctica constituía uno de los ejes estructurales del
sistema patriarcal y, por ello, no podía analizarse históricamente como si de una transgresión individual se
tratara. Véase al repecto: De Miguel Álvarez, Ana, ―El movimiento feminista y la construcción de marcos
de interpretación. El caso de la violencia contra las mujeres‖, Revista Internacional de Sociología, n. 35,
2003, p. 138.
31
Vigarello, Georges, Historia de la violación (siglos XVI-XX), Madrid, Cátedra, 1999. Su primera
publicación, en francés, data de 1998.
- 11 -
Alejandra Palafox Menegazzi
hombres son violadores, ni fantasean con violar y tampoco son beneficiarios de una
cultura de la violación32.
32
Bourke, Joanna, Los violadores: Historia del estupro de 1860 a nuestros días, Editorial Crítica,
Barcelona, 2009, p. 14. Su título original, publicado en 2007, fue: Rape. A History from 1860 to the
Present Day.
33
Ramos Escandón, Carmen, ―Quinientos años de olvido: historiografía e historia de la mujer en México‖,
Secuencia, n. 36, 1996, p. 135. Sobre la aparición de relatos biográficos de mujeres consideradas
notables para la historia de México véase: Arrom, Silvia M., ―Historia de la Mujer y de la Familia
Latinoamericana‖, Historia Mexicana (México e Hispanoamérica. Una reflexión historiográfica en el Quinto
Centenario I), vol. XLII, n.2, 1992, pp. 383-384.
34
La entrada del feminismo en las instituciones mexicanas desde los años ochenta, materializado en el
desarrollo de centros de investigación como el Programa Interdisciplinario de Estudios de las Mujeres
(PIEM) de El Colegio de México de 1983 o el Programa Universitario de Estudios de Género de la
Universidad Autónoma Nacional de México de 1992, entre otros, ha supuesto un importante impulso para
la Historia de las Mujeres en este país.
35
Si bien siempre se mostró distante de cualquier tendencia feminista, Josefina Muriel desarrolló un
temprano trabajo documental acerca de la historia de las mujeres novohispanas pertenecientes a los
sectores elevados de la sociedad y su relación con instituciones coloniales como la familia, los conventos
o los recogimientos. Véase al respecto: Muriel, Josefina, Conventos de monjas en la Nueva España,
1946; Muriel, Josefina, Las indias caciques de Corpus Christi, México, UNAM, 1963, Muriel, Josefina,
Cultura femenina novohispana, México, UNAM, 1982 o Muriel, Josefina, Las mujeres de Hispanoamérica
en la época colonial, Madrid, MAPFRE, 1992. En relación con los recogimientos de mujeres, su pionera
investigación ofreció interesantes datos acerca del funcionamiento y la evolución histórica de estas
instituciones, creadas con el fin de proteger pero también de controlar y corregir a aquellas mujeres que
transgredieran las normas sociales de conducta. Muriel, Josefina, Los recogimientos de mujeres.
Respuesta a una problemática social novohispana, México, UNAM, 1974.
36
Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Las mujeres en la Nueva España: educación y vida cotidiana, México,
COLMEX, 1987.
37
Lavrin, Asunción, Religious Life of Mexican Women in the XVIII Century, Cambridge, Massachusetts,
Harvard University, 1963.
38
Para un balance historiográfico sobre la historia de las mujeres y la familia en época novohispana
véase: Gálvez Ruiz, María Ángeles, ―La Historia de las mujeres y la familia en el México colonial.
Reflexiones sobre la historiografía mexicanista‖, Chronica Nova, n. 32, 2006, pp. 67-93.
- 12 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
Ya en la década de los años setenta, por otro lado, historiadores del campo de las
mentalidades como Serge Gruzinski manifestaron su interés por abordar la sexualidad
desde un punto de vista histórico, así como su preocupación ante la ausencia de
fuentes y los prejuicios morales instaurados en la sociedad del momento39. En
respuesta a estas inquietudes surgieron varios estudios enmarcados en el Seminario
de Historia de las Mentalidades, constituido en 1978 gracias a la colaboración
establecida entre el historiador Sergio Ortega Noriega, por parte del Instituto Nacional
de Antropología e Historia (INAH), y los historiadores Solange Alberro y Serge
Gruzinski, del Instituto Francés de América Latina. Uno de sus trabajos que resultaron
más interesantes para nuestra investigación fue la publicación en 1988 de la obra
colectiva El placer de pecar y el afán de nombrar. En ella, entre otras aportaciones de
incuestionable valor, destacamos el magnífico estudio de Sergio Ortega Noriega sobre
la relevancia tomasina en la sanción criminal de los llamados vicios de lujuria y la
influencia de la teología moral en la regulación de la sexualidad novohispana40. Dentro
de este mismo volumen, François Giraud desarrolló una pionera investigación
centrada en la reconstrucción del mecanismo de regulación de la violencia sexual
entre 1720 y 1820, a través de una metodología que combinaba la recuperación de
discursos normativos, emanados de instancias civiles y eclesiásticas, con el análisis
crítico de las voces silenciadas de quienes transgredieron las normas41.
Gracias a estos y otros estudios contemporáneos desarrollados para los siglos
coloniales, quedó constatado cómo el sistema jurídico criminal que prohibía y
castigaba ciertos comportamientos sexuales no funcionó de manera vertical,
sustentado por el poder coercitivo de sus impulsores, sino que se mantuvo operativo
gracias, también, a una activa colaboración de parte de los sectores subalternos42.
39
Gruzinski, Serge, ―Historia de la sexualidad‖, en Alberro, Sollange y Gruzinski, Serge, Introducción a la
historia de las mentalidades, Seminario de historia de la mentalidad y religión en el México colonial,
México, INAH, 1979, p. 129.
40
Ortega Noriega, Sergio, ―El discurso teológico de Santo Tomás de Aquino sobre el matrimonio, la
familia y los comportamientos sexuales‖, en Solange Alberro, et al., El placer de pecar y el afán de
normar, México, Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH,
Editorial Joaquín Mortiz, 1988, pp. 17-78. Entre los numerosos resultados del autor acerca de la
implementación colonial del matrimonio cristiano en México pueden considerarse: Ortega Noriega, Sergio,
―El discurso del Nuevo Testamento sobre el matrimonio, la familia y los comportamientos sexuales‖, en
Solange Alberro, et al., Seis ensayos sobre el discurso colonial referente a la comunidad doméstica,
México, INAH, Seminario de Historia de las Mentalidades, 1980, pp. 75-101; y Ortega Noriega, Sergio,
―Los teólogos y la teología novohispana sobre el matrimonio, la familia y los comportamientos sexuales.
Del Concilio de Trento al fin de la Colonia‖, en Solange Alberro, et al., Del dicho al hecho…
Transgresiones y pautas culturales en la Nueva España, México, INAH, 1989, pp. 15-38.
41
Giraud, François, ―La reacción social ante la violación: del discurso a la práctica. (Nueva España, siglo
XVIII)‖, en Solange Alberro, et al., El placer de pecar…, op. cit., pp. 295-352.
42
Entre las cuantiosas investigaciones que vieron la luz en estos años no podemos olvidar el trabajo
colectivo coordinado por Asunción Lavrin, Sexualidad y Matrimonio en la América Hispánica, donde Ann
Twinam resaltó algunas de las fisuras del sistema normativo con respecto a las relaciones sexuales entre
hombres y mujeres habidas fuera del matrimonio y los hijos ilegítimos que de ellas podían derivar.
Twinam, Ann, ―Honor, sexualidad e ilegitimidad en la Hispanoamérica colonial‖, en Lavrin, Asunción,
Sexualidad y Matrimonio en la América Hispánica. Siglos XVI-XVII, México, Grijalbo, 1991, pp. 127-159.
- 13 -
Alejandra Palafox Menegazzi
43
Seed, Patricia, To Love, Honor, and Obey en colonial Mexico: Conflicts over Marriadge Choise, 1574-
1821, Standford, Universidad de Standford, 1988.
44
Castañeda García, Carmen, Violación, estupro y sexualidad: Nueva Galicia 1790-1821, Guadalajara,
Editorial Hexágono, 1989.
45
Lozano Armendares, Teresa, La criminalidad en la ciudad de México. 1800-1821, México, UNAM, 1987.
Otras interesantes obras de la autora sobre el funcionamiento del sistema criminal en la capital mexicana
a finales de la época colonial son: Lozano Armendares, Teresa, ―Recintos de maldades y lamentos: la
cárcel de La Acordada‖, Estudios de historia novohispana, n. 13, 1993 y Lozano Armendares, Teresa, ―El
gran seductor: o de cómo pueden disimularse los vicios de una comunidad doméstica‖, Estudios de
historia novohispana, n. 17, 1997, pp. 137-149.
46
Lozano Armendares, Teresa, La criminalidad…, op. cit., pp. 86-95.
- 14 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
47
Sacristán, Cristina, ―Teresa Lozano Armendares, La Criminalidad en la ciudad de México, 1800-1821,
Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 1987 (Serie Historia Novohispana, 38)‖,
Secuencia, n. 20, 1991, pp. 201-203.
48
Suárez, Escobar, Marcela, Sexualidad y norma sobre lo prohibido. La Ciudad de México y las
postrimerías del Virreinato, Tesis de Doctorado en Historia, México, UNAM, 1994.
49
Sánchez-Arcilla Bernal, José, ―Violación y estupro. Un ensayo para la historia de los ―tipos‖ del derecho
penal‖, Anuario mexicano de Historia del Derecho, n. 22, 2010, pp. 485-562. Acerca de las fuentes
utilizadas por el autor para su estudio puede consultarse: Sánchez-Arcilla Bernal, José, ―Fondos del
Archivo General de la Nación de la ciudad de México: los "libros de reos" y las "cuerdas de reos" como
fuentes para el estudio de la criminalidad en la Nueva España a fines del periodo colonial‖, Clío y Crimen:
Revista del Centro de Historia del Crimen de Durango, n, 10, 2013, pp. 155-175.
- 15 -
Alejandra Palafox Menegazzi
20% del total y permitiendo establecer análisis comparativos para el tratamiento penal
femenino en la época independiente50.
b) El siglo XIX
El siglo XIX abarcó una compleja y cambiante situación política en México. De ser
uno de los principales virreinatos de la Monarquía Hispánica, el territorio mexicano
pasó a constituir un país independiente regido, según el momento, por gobiernos
republicanos, monárquicos, representativos, autoritarios o dictatoriales. Los
desgastantes conflictos armados que el país tuvo que enfrentar dentro y fuera de sus
fronteras y la inestabilidad política, sin embargo, no se tradujeron en un inmovilismo
estructural y para finales de la centuria el modelo liberal de Estado Oligárquico parecía
haberse consolidado. Esta relativa modernización estatal, estuvo acompañada por el
desarrollo de un sistema jurídico, económico y político de corte liberal, lo que conllevó
la implantación de nuevas categorías sociales individualistas, como la ciudadanía, así
como nuevos y revolucionarios conceptos como el de soberanía, libertad o igualdad
ante la ley.
Desde finales de los años ‘80 la Historia de las Mujeres también se abrió paso en
este convulso siglo XIX. La familia, la educación, el trabajo51, los modelos de
comportamiento o la demografía fueron algunos de los temas tratados gracias al
esfuerzo renovador llevado a cabo por investigadoras como Julia Tuñón, Verena
Radkau, Silvia Marina Arrom o Carmen Ramos Escandón52.
La publicación en 1987 de la obra colectiva dirigida por esta última autora,
Presencia y transparencia. La mujer en la historia de México, constituyó un efectivo
intento de ofrecer un panorama general acerca de los patrones de feminidad que
50
Sánchez-Arcilla Bernal, José, ―La delincuencia femenina en México a fines del siglo XVIII‖, Cuadernos
de historia del derecho, n. 20, 2013, p. 153.
51
Radkau, Verena, La Fama y la vida. Una fábrica y sus obreras, México, CIESAS, 1984, Ramos
Escandón, Carmen, ―Mujeres trabajadoras en el México porfiriano: género e ideología‖, Revista Europea
de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, n. 48, junio de 1990, pp. 27-44.
52
Bastián, Jean Pierre, "Modelos de mujer protestante: ideología religiosa y educación femenina 1880-
1910", en Ramos Escandón, Carmen, Presencia y Transparencia. La mujer en la Historia de México, El
Colegio de México, México, 1987, pp. 163-180, Ramos Escandón, Carmen, ―Señoritas porfirianas: mujer e
ideología en el México progresista, 1880-1910‖ en Ibidem, pp. 93-109 y Radkau, Verena, Por la debilidad
de nuestro ser. Mujeres del pueblo en la paz porfiriana, México, Centro de Investigación y Estudios
Superiores en Antropología Social, Ediciones de la Casa Chata, 1989. Los trabajos de Julia Tuñón acerca
de los ideales morales de feminidad defendidos desde los discursos imperantes fueron pioneros en este
sentido. Véase al respecto, Tuñón, Julia, Mujeres en México: una historia olvidada, México, Planeta, 1987.
Pocos años después, esta misma autora publicó una importante recopilación documental que puso de
manifiesto la disponibilidad de fuentes con la que contaban los historiadores de las mujeres para escribir
esa, todavía, ―historia olvidada‖. La obra estuvo dividida en cuatro volúmenes, divididos por periodos
históricos. Su editora compiló el tercero de ellos, dedicado a los primeros casi sesenta años de vida
independiente. Tuñón, Julia, El álbum de la mujer: antología ilustrada de las mexicanas. El siglo XIX,
1821-1880, vol. 3, México, INAH, 1991. Sobre los cambios en la condición jurídica de la mujer mexicana
en el siglo XIX véase Arrom Marina, Silvia, ―Cambios en la condición jurídica de la mujer mexicana en el
siglo XIX‖, en Soberanes Fernández, José Luis (coord.), Memoria del II Congreso de Historia del Derecho
Mexicano, UNAM, México, 1981, pp. 493-518.
- 16 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
habían imperado a lo largo de toda la historia del territorio mexicano, desde la época
prehispánica al siglo XX, así como algunas de las contradicciones que se dieron entre
los modelos ideales de comportamiento y las prácticas de mujeres pertenecientes a
distintos sectores socio-étnicos y económicos del país. Tres de sus nueve ensayos
abordaron el siglo XIX y constataron para la época cómo si bien la feminidad
prescriptiva, basada en la función biológica reproductora de las mujeres, ensalzaba
atributos como la castidad, el recogimiento en el ámbito privado del hogar o la
limitación de las relaciones sexuales al ámbito matrimonial, la historia de gran parte de
las mujeres decimonónicas, en especial de las de los sectores populares, se alejó
notablemente del rol deontológico que se les atribuyó53.
Pionera por el marco espacial tratado y la temática abordada fue la tesis de
doctorado elaborada por Silvia Marina Arrom, que en 1988 fue publicada en español
bajo el título Las mujeres en la ciudad de México, 1790-185754. Enmarcada en la
capital del país, entre las postrimerías coloniales y las primeras décadas de la época
independiente, la investigación de Arrom constituyó un importante estudio
demográfico, desarrollado a través de variables como el estado civil, las jefaturas
domésticas o los movimientos migratorios. Gracias a la información obtenida mediante
la consulta de leyes, censos, registros notariales y expedientes de divorcio
eclesiástico, Arrom desarrolló un novedoso estudio acerca de aspectos dispares de la
vida de las mujeres capitalinas tales como el trabajo, las luchas de Independencia o su
situación jurídico-legal. Los resultados obtenidos por la autora coadyuvaron a erradicar
la arraigada y a la vez estereotipada imagen de una mujer pasiva y dependiente de la
protección varonil, poniendo de manifiesto, por ejemplo, la activa participación
femenina en las luchas de independencia del país, el empleo del divorcio eclesiástico
como recurso para huir del maltrato marital o que el 32% de los hogares capitalinos a
inicios de la centuria contaran con jefaturas femeninas55.
La aplicación de la categoría de género en la Historia de las Mujeres ha permitido
reconstruir también las normas de conducta femenina elaboradas desde las distintas
esferas de poder que confluyeron en el siglo XIX, posibilitando observar algunas de las
continuidades y rupturas que se produjeron con respecto a la época colonial durante el
proceso de modernización y creación del estado-nación mexicano56.
53
Carner, Françoise, ―Estereotipos femeninos en el siglo XIX‖, en Ramos Escandón, Carmen, Presencia y
Transparencia…, op. cit., pp. 95-109; González Montes, Soledad y Iracheta Cenegorta, Pilar, ―La violencia
en la vida de las mujeres campesinas: el Distrito de Tenango, 1880-1910‖, en Ramos Escandón, Carmen,
Ibidem, pp. 111-140 y Ramos Escandón, Carmen, ―Señoritas…‖, op. cit., pp. 93-109.
54
Arrom, Silvia M., The Women of México City, 1790-1875, Stanford, Stanford University Press, 1985 y,
en español, Arrom, Silvia M., Las mujeres en la ciudad de México, 1790-1875. México, Siglo XXI, 1988.
55
Ibidem, pp. 23, 44, 252-257.
56
Si bien el grueso de las investigaciones acerca de la historia de las mujeres en el siglo XIX también
estuvo ubicado en el marco espacial capitalino, una excepción temprana en este sentido fue la obra de
- 17 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Parcero, María de la Luz, Condiciones de la mujer en México durante el siglo XIX, Instituto Nacional de
Antropología e Historia, México, 1992. En ella, su autora recogió interesante información acerca de
aspectos de la vida de las mujeres decimonónicas como su participación en el trabajo campesino, las
precarias condiciones en las que subsistían aquellas dedicadas a la servidumbre doméstica o la
permanencia del trabajo de las artesanas ante la mecanización del sector textil. Si bien la autora ofreció
esclarecedores resultados para el estudio de la historia de las mujeres en diversas regiones y provincias
mexicanas, al mostrar datos dispersos, no permite establecer conclusiones globales o análisis
comparativos sobre los principales cambios y continuidades que el siglo XIX significó para la heterogénea
población femenina del país.
57
Un ejemplo evidente de lo afirmado se encuentra en el artículo López Sánchez, Oliva, ―La mirada
médica y la mujer indígena, Ciencias, n. 60, 2000, pp.44-49.
58
Al respecto, podemos citar, entre otros, los trabajos de: Saloma Gutiérrez, Ana, ―De la mujer ideal a la
mujer real. Las contradicciones del estereotipo femenino en el siglo XIX‖, Cuicuilco, n. 18, 2000, pp. 1-18.
Gálvez Ruiz, María Ángeles, ―La construcción del nuevo Estado y la cuestión de las mujeres en México‖,
Chronica Nova, n.38, 2012, pp. 125-150.
59
Así, por ejemplo, los análisis sobre la participación de mujeres concretas en el moralmente vetado
espacio público del trabajo remunerado desarrollado por autoras como Sonia Pérez Toledo, Vanesa E.
Teitelbaum, Florencia Gutiérrez, Liborio Villalobos o Carmen Ramos Escandón, demostraron que si bien
las condiciones femeninas en el ámbito fueron notoriamente precarias, las mujeres de los sectores
populares tenían que trabajar para poder sobrevivir en la capital mexicana. Pérez Toledo, Sonia, ―El
trabajo Femenino en La Ciudad de México a mediados del Siglo XIX‖, Signos Históricos, 2003, pp. 80-
114; Ramos Escandón, Carmen, ―Trabajo e identidad femenina en México: el ejemplo del textil, tabaco y
trato sexual‖, en Morant Isabel (dir.), Historia de las Mujeres en España y América Latina, Cátedra,
Madrid, 2006, pp. 799-814; Teitelbaum, Vanesa E. y Gutiérrez, Florencia, ―De la representación a la
huelga. Las trabajadoras del tabaco. (Ciudad de México, segunda mitad del siglo XIX)‖, Boletín
Americanista, n. 59, 2009, pp. 265-288; Villalobos Calderón, Liborio, Las obreras en el Porfiriato, Plaza y
Valdés, México, 2002.
- 18 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
60
Potthast Barbara y Scarzanella Eugenia, (eds.), Mujeres y naciones en América Latina. Problemas de
inclusión y exclusión, Vervuert –Iberoamericana, Madrid, 2001.
61
Ramos Escandón, Carmen, ―Legislación y representación de género en la nación mexicana: La mujer y
la familia en el discurso y la ley (1870-1890)‖, en Ibidem, pp. 115-134.
62
Augustine-Adams, Kif, ―El construir la nación mexicana: matrimonio, derecho y la nacionalidad
dependiente de la mujer casada en las postrimerías del siglo XIX y comienzos del siglo XX‖, en
Fernández, María Teresa, Ramos Escandón, Carmen y Porter, Susie (Coords.), Orden social e identidad
de género: México, siglos XIX y XX, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social, Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 2006, pp. 65-92.
63
Dalla-Corte Caballero, Gabriela y García Jordán, Pilar, ―Mujeres y sociabilidad política en la
construcción de los estados nacionales (1870-1900)‖, en Morant Isabel (dir.), Historia de las Mujeres…,
op. cit., pp. 559-583.
64
Ibidem, p. 562.
- 19 -
Alejandra Palafox Menegazzi
tuvo en las relaciones de género, destacó cómo la Reforma Liberal reforzó los lazos de
sujeción femenina dentro del matrimonio. A través del análisis de las estrategias
discursivas empleadas por mujeres en procesos de divorcio y juicios de alimentos, sin
embargo, la autora demostró cómo las mujeres reaccionaron ante los cambios legales
y desarrollaron un eficiente mecanismo discursivo de resistencia65.
Christine Hünefeldt en ―Mujeres y sociedad en el Perú‖ nos recuerda que para
comprender la repercusión que el género tuvo en las relaciones de poder que se
fueron entretejiendo en siglo XIX no puede dejarse de lado la diversidad
socioeconómica, étnica y racial que caracterizó a la población peruana66. Desde esta
premisa, la autora nos ofrece un recorrido por los principales cambios demográficos,
jurídicos y económicos que repercutieron en la vida de un heterogéneo conjunto de
mujeres, resaltando las políticas destinadas a garantizar el orden y el control social a
través de una revalorización de las virtudes morales y de la construcción de un aparato
punitivo-penitenciario. Tras constatar el incremento de la desigualdad jurídica
establecida en términos de género, Hünefeldt concluye afirmando que si bien
existieron voces que, a título individual, mostraron su inconformidad con la dirección
que los cambios institucionales habían tomado, el siglo XIX fue ―un siglo perdido‖ en
términos de conquistas femeninas67.
Desde el punto de vista de la educación, Lucía Lionetti destacó como el ideal de
―madre de ciudadanos‖ siguió siendo el principal argumento a favor de una
institucionalización de la educación femenina en América Latina a lo largo del siglo XIX
y el establecimiento de escuelas mixtas, exceptuando casos como el de Argentina, no
se produjo hasta bien entrado el siglo XX68.
La compilación de trabajos coordinados por Julia Tuñón, Enjaular los cuerpos.
Normativas decimonónicas y feminidad en México, buscó poner de manifiesto cómo la
implantación del liberalismo conllevó la elaboración y el establecimiento estatal de
normas basadas en el cuerpo de las mujeres69. A través del análisis de discursos
prescriptivos y prácticas, autoras como Lillian Briseño Senosiain, Carmen Ramos
Escandón, Ana Lidia García Peña, Fabiola Bailón Vásquez, Saydi Núñez Cetina y
65
García Peña, Ana Lidia, ―Esposas y amantes ante la reforma individualista‖, en Morant Isabel (dir.),
Historia de las Mujeres…, op. cit., pp. 609-632. Esta misma autora publicó pocos años antes su brillante
tesis doctoral acerca de las repercusiones que la modernización estatal tuvo sobre las relaciones de
género intrafamiliares y, en concreto, en el tratamiento civil de elementos como el divorcio, el adulterio, la
seducción o la ilegitimidad filial. García Peña, Ana Lidia, Violencia conyugal: divorcio y reclusión en la
ciudad de México, siglo XIX, Tesis Doctoral, México, Colegio de México, 2002.
66
Hünefeldt, Christine, ―Mujeres y sociedad en el Perú‖, en en Morant Isabel (dir.), Historia de las
Mujeres…, op. cit., pp. 633-662.
67
Idem, p. 646.
68
Lionetti, Lucía, ―La educación de las mujeres en América Latina: formadoras de ciudadanos‖, en Morant
Isabel (dir.), Historia de las Mujeres…, op. cit., pp. 849-870.
69
Tuñón, Julia, ―Ensayo introductorio. Problemas y debates en torno a la construcción social y simbólica
de los cuerpos‖ en Tuñón, Julia, Enjaular los cuerpos. Normativas decimonónicas y feminidad en México,
México, COLMEX, 2008, pp. 11-66.
- 20 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
70
Ramos Escandón, Carmen, ―Cuerpos construidos, cuerpos legislados. Ley y cuerpo en el México de fin
de siècle‖, en Tuñón, Julia, Enjaular los cuerpos…, op. cit., pp. 67-106; Bailón Vásquez, Fabiola, ―Las
garantías individuales frente a los derechos sociales: una discusión porfiriana en torno a la prostitución‖
en Ibidem, pp. 327-376; García Peña, Ana Lidia, ―Violencia conyugal y corporalidad en el siglo XIX‖, en
Ibidem, pp. 107-146 López Sánchez, Oliva, ―La centralidad del útero y sus anexos en las
representaciones técnicas del cuerpo femenino en la medicina del siglo XIX‖, en Ibidem, pp. 147-184;
Núñez Cetina, Saydi C., ―Cuerpo, género y delito: discurso y criminología en la sociedad porfiriana‖, en
Ibidem, pp. 377-420 y Briseño Senosiain, Lillian, ―La moral en acción. Teoría y práctica durante el
porfiriato‖, Historia Mexicana, n. 2, 2005, pp. 418-460.
71
Pensamos, por ejemplo a algunos de los estudios desarrollados por Verena Radkau, Oliva Sánchez
López, Elisa Speckman Guerra o Saydi Cecilia Núñez Cetina, como son los siguientes: Radkau, Verena,
―Los médicos (se) crean una imagen. Mujeres y médicos en la prensa médica mexicana del siglo XIX‖, en
Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Género, familia y mentalidades en América Latina, Centro de Investigaciones
Históricas Recinto de Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, San Juan, 1997, pp. 127-160; López
Sánchez, Oliva, De la costilla de Adán al útero de Eva. El cuerpo femenino en el imaginario médico y
social del siglo XIX, México, UNAM, Facultad de Estudios Superiores Iztacala, 2007; Speckman Guerra,
Elisa, Crimen y Castigo. Legislación penal, interpretaciones de la criminalidad y administración de justicia
(ciudad de México 1872-1910), México, COLMEX, UNAM, 2002; Speckman Guerra, Elisa, Del Tigre de
Santa Julia, la princesa italiana y otras historias. Sistema judicial, criminalidad y justicia en la ciudad de
México (siglos XIX y XX), México, UNAM, Instituto de Investigaciones Histórica, INACIPE, 2014 y Núñez
Cetina, Saydi C., Delito, género y transgresiones: los discursos sobre la criminalidad femenina en la
ciudad de México: 1877-1910, Tesis de Maestría, México, COLMEX, 2005.
72
Berkstein Kanarek, Celia, El Hospital del Divino Salvador, Tesis de Licenciatura en Historia, UNAM,
Facultad de Filosofía y Letras, 1981.
73
French, William, ―Prostitutes and Guardian Angels: Women, Work, and the Family in Porfirian Mexico‖,
Hispanic American Historical Review, vol. 72, n. 4, 1992, pp. 529-553. Núñez Becerra, Fernanda, La
- 21 -
Alejandra Palafox Menegazzi
más amplia pero enmarcada en las décadas del Porfiriato, cuando tuvo lugar la
consolidación del proyecto estatal modernizador de ―orden y progreso‖.
Durante esta época, tanto las condiciones jurídicas como los principios ideológicos
sostenedores del sistema criminal presentaron características propias. Gracias al
desarrollo de la corriente higienista y a la penetración de las ideas de la escuela
italiana de antropología criminal, por ejemplo, tuvo lugar la implantación de categorías
e identidades sexuales deterministas que fungieron como efectivos mecanismos de
control y sujeción ante la transgresión de los modelos normativos de conducta. De
esta manera, factores antropométricos y antropomórficos ligados a la raza o al sexo de
las personas comenzaron a ser estudiados e interpretados por médicos y juristas
como posibles indicadores de conductas sociales indeseadas.
Con esta primera mirada a la producción historiográfica acerca de la regulación
criminal de la sexualidad capitalina, advertimos cómo las distintas investigaciones
habían trazado un camino entrecortado desde las postrimerías coloniales y hasta el
periodo político conocido como Porfiriato. El acercamiento a este valioso y
heterogéneo conjunto de investigaciones nos presentó, así, un panorama con
marcados puntos de inicio y final pero atravesado por inquietantes silencios
intermedios que esperamos romper con nuestra contribución.
No podemos cerrar nuestro balance historiográfico sin mencionar algunas de las
fructíferas investigaciones acerca de la estructura y el funcionamiento del sistema de
justicia criminal capitalina para el siglo XIX pues, gracias a ellas, pudimos adentrarnos
con mayor claridad en el dinámico mundo del derecho penal y la administración de
justicia. Si bien nuestro objetivo no es el de hacer, al respecto, una descripción
detallada sobre el estado de la cuestión74, sería injusto obviar aquí algunas de las
aportaciones de las historiadoras Elisa Speckman Guerra y Graciela Flores Flores
pues nos han resultado de gran utilidad a la hora de acercarnos a esta compleja
temática.
El siglo XIX fue el escenario en el que el Estado se apropió paulatinamente de la
regulación del sistema penal a través de la supresión del pluralismo normativo y de la
- 22 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
75
Arenal Fenochio, Jaime, ―El discurso en torno a la ley: el agotamiento de lo privado como fuente del
derecho en el México del siglo XIX‖, Connaughton, Brian (coord.), Construcción de la legitimidad política
en México en el siglo XIX, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán, 1999, pp. 305-308.
76
Speckman Guerra, Elisa ―Justicia, revolución y proceso. Instituciones judiciales en el Distrito Federal
(1810-1929)‖, en Mayer, Alicia, (coord.), México en tres momentos: 1810-1910-2010. Hacia la
conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana. Retos
y perspectivas, ciudad de México, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, 2007, pp. 189-206 y
Speckman Guerra, Elisa, ―El jurado popular para delitos comunes: leyes, ideas y prácticas (1869-1929),
en Historia de la Justicia en México, siglos XIX y XX, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación,
2005, vol. 2, pp. 743-787.
77
Speckman, Elisa, ―Los jueces, el honor y la muerte. Un análisis de la justicia (ciudad de México. 1871-
1931), Historia Mexicana, n. 4, 2006, pp. 1411-1466 y Speckman Guerra, Elisa, ―El derecho penal en el
porfiriato: un acercamiento a la legislación, los discursos y las prácticas‖, en García Ramírez, Sergio y
Vargas Casillas, Leticia A. (coords.), Proyectos legislativos y otros temas penales. Segundas Jornadas
sobre Justicia Penal, México, UNAM, Instituto de Investigaciones, Jurídicas, Instituto de Investigaciones
Históricas, 2003, pp. 201-212.
78
Flores Flores, Graciela, Orden judicial…op. cit.
- 23 -
Alejandra Palafox Menegazzi
79
Compartimos así las interpretaciones de autores como Beatriz Urías Horcasitas, quien planteó en su
estudio sobre la relación entre el sistema de justicia capitalino y la población indígena que a lo largo del
siglo XIX la tendencia racionalizadora del Estado limitó progresivamente la autonomía del poder judicial.
Urías Horcasitas, Beatriz, Indígena y criminal. Interpretaciones del derecho y la antropología en México,
1871-1921, México, Universidad Iberoamericana, 2000, p. 43.
- 24 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
80
Sánchez-Arcilla Bernal, José, ―Violación y estupro…‖, op. cit.
81
Speckman Guerra, Elisa ―Justicia, revolución y proceso…‖, op. cit.
82
Foucault, Michel, Historia de la Sexualidad, op. cit., vol. 1, pp. 145-146.
- 25 -
Alejandra Palafox Menegazzi
su aceptación fue consolidada en el plano legal, al incluir la crueldad del marido contra
la mujer como motivo de divorcio sólo en caso de que ésta fuera considerada
―excesiva‖83. Ante esta situación nos preguntamos qué repercusiones tuvieron estos
cambios político-legales en el tratamiento penal de delitos como el adulterio y si
existieron diferencias notables en la conceptualización de la violencia por parte de los
distintos grupos sociales. Por otro lado, al analizar numerosos expedientes relativos a
procesos por agresiones sexuales, tipificadas por las autoridades judiciales como
delitos de estupro o fuerza carnal, según el caso, nos preguntamos: ¿Cómo afectó la
reforma penal en la conceptualización y sanción de la violencia sexual? ¿Qué valor
ameritó en los discursos normativos de juristas, jueces y fiscales? ¿Qué
características presentaron las pesquisas ordenadas por los jueces al respecto? ¿Qué
métodos probatorios se empleaban? ¿Hacia dónde estaba orientada la averiguación
de una violación?
Con el objetivo de responder a las preguntas formuladas, analizamos los resultados
de los exámenes corporales que médicos y parteras realizaron sobre las víctimas
durante los procesos por delitos de estupro y violación En atención a la continuación
del proceso de institucionalización y subordinación de la partería frente a la ciencia
médica durante el siglo XIX, así como a la situación de los estudios obstétrico-
ginecológicos en el país, indagamos en las variables que determinaron la realización
de los exámenes. Asimismo, consideramos los motivos que incidieron en la elección
de médicos o parteras a la hora de llevar a cabo estos reconocimientos y buscamos
rastrear las diferencias o similitudes que existieron en el trabajo de ambos
profesionales. Al analizar la relación existente entre las sentencias emitidas por las
autoridades judiciales ante casos de delitos sexuales y los resultados de las
exploraciones que médicos y parteras realizaron sobre los cuerpos de las víctimas,
buscamos demostrar cómo estos exámenes contribuyeron a la consolidación de un
modelo de mujer básicamente sexual pero carente de deseo, articulado en torno a
actitudes ligadas al pudor y la castidad.
Por otro lado, el predominio institucional de la medicina y el interés por parte de los
galenos por conocer y corregir las prácticas sexuales indeseadas desde el punto de
vista moral, además, se materializaron en una fijación creciente por los cuerpos
femeninos y, en concreto, por los de mujeres que no cumplieron con la normativa ética
de contención y pudor como las prostitutas. Al respecto, nos hemos preguntado sobre
la relación de colaboración que este interés tejió entre médicos y autoridades
judiciales, englobando en nuestro estudio no sólo a prostitutas o mujeres que
transgredieron el modelo de feminidad prescriptivo sino a un heterogéneo conjunto
83
LMC 1859, art. 21, sección 5ª.
- 26 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
social compuesto tanto por infractoras como por víctimas de las sexualidades
reprobadas.
Si bien los actores citados hasta el momento constituyeron los principales
impulsores de la sexualidad normativa promovida desde las instancias de poder, pues
todos ellos estuvieron, en mayor o menor medida como veremos, respaldados por el
sistema coercitivo estatal, este dispositivo de control contó para su funcionamiento con
el apoyo de una red informal de delatores, testigos y demandantes. Al respecto, la
familia, concebida desde las élites como la unidad básica de organización social, como
veremos, si bien mostró distintas características en función del origen socio-cultural de
cada individuo, más que cómo una red de solidaridad opuesta al poder sancionador
del Estado, mantuvo una relación de estrecha colaboración con el mismo.
Tanto en la época colonial, como durante el Porfiriato, los discursos normativos
emanados desde las instancias de poder contuvieron frecuentes asociaciones entre
delincuencia y sectores populares84. Esta equiparación estuvo cargada de matices
pues, desde los tiempos novohispanos, dentro de los grupos sociales menos
pudientes, factores como la edad, el género o la etnia habían servido para eximir de
responsabilidad ante determinados delitos a los menores, las mujeres y los indígenas.
Ante esta situación, nos propusimos conocer qué perfiles sociales predominaron entre
demandantes y procesados, observando hasta qué punto estos estereotipos delictivos
estuvieron reflejados en la comisión de actos sexuales reprobados. ¿Existieron
sectores sociales más inclinados a la comisión de delitos sexuales que otros?
Para ello, nos propusimos averiguar las prácticas sexuales cotidianas de la
heterogénea población capitalina recuperando sus voces mediante el análisis de
cientos de expedientes relativos a procesos por delitos sexuales cometidos bien por
mujeres, como el adulterio o el incesto, o bien en contra de éstas como el estupro o la
violación.
La promoción de un ideal de mujer acorde con las tendencias modernizadoras del
nuevo estado fue activa y estuvo impulsada desde distintos organismos ligados al
poder estatal. Durante la implantación del liberalismo político y la consiguiente
promoción de medidas como la igualdad jurídica o los derechos de ciudadanía, la
exclusión de las mujeres del espacio público, tanto en el plano formal como en el
material, conllevó una redefinición sexual de la feminidad que relegó a las mujeres al
espacio doméstico con base a sus funciones de madre y esposa de ciudadanos.
Mediante el estudio de las prácticas y discursos de quienes, en apariencia,
transgredieron el sistema sexo-género deseado por los grupos de poder, buscamos
demostrar que los continuos esfuerzos institucionales por reubicar las conductas
84
Núñez Cetina, Saydi C., Delito, género y transgresiones…, op. cit.
- 27 -
Alejandra Palafox Menegazzi
85
Cano, Gabriela, "Más de un siglo de feminismo en México" en Debate Feminista, n. 14, 1996, pp. 345-
360.
- 28 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
86
Speckman Guerra, Elisa, Crimen y Castigo..op. cit, pp. 47-51.
87
La publicación en México de las obras de Cesare Lombroso abrió un nuevo periodo al respecto,
desvirtuando algunos de los principios de la escuela de derecho clásica o liberal y promoviendo la
identificación entre los comportamientos considerados desviados de la normativa y determinadas
características antropométricas que conllevarían la inevitable comisión de los actos reprobados. Narváez
Hernández, José Ramón, ―Bajo el signo de Caín. El ser atávico y la criminología positivista en México‖,
Anuario Mexicano de Historia del Derecho, n. 17, México, UNAM, 2005, pp. 303-322. Speckman Guerra,
Elisa, ―El derecho penal en el porfiriato…‖, op. cit, pp. 201-212. Urías Horcasitas, Beatriz, Indígena y
criminal…, op. cit., pp. 145-158.
- 29 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2. El lugar
La elección de la ciudad de México como marco espacial para el estudio del
funcionamiento de la regulación jurídica de la sexualidad nos ha permitido analizar la
actuación estatal al respecto, al partir de la premisa de que los sistemas policial y
judicial en su casi totalidad, como veremos, fueron extensiones o mecanismos de
actuación instrumentalizados por las políticas estatales. Prueba de ello, por ejemplo,
fue el funcionamiento de la Suprema Corte de Justicia como tribunal de segunda y
tercera instancia para las causas de justicia criminal ordinaria mientras que en el resto
del país operaba como organismo para instruir causas contra el presidencia o el
vicepresidente del país, así como para dirimir controversias entre los distintos estados
de la federación, entre otras88.
La implantación del modelo modernizador en la capital mexicana se efectuó en un
marco peculiar ya que en la ciudad de México el Ayuntamiento y el gobernador de la
88
Echanove, Carlos A. ―La administración de la justicia en la ciudad de México y su distrito, desde la
Independencia hasta 1900‖, en Echanove, Carlos A. y Ferrer Mendiolea, Gabriel, Breve Historia de la
Administración de la Justicia en la Ciudad de México y su Distrito, México, 1956, pp. 3-27.
- 30 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
89
Rodríguez Kuri, Ariel, ―Política e institucionalidad: el ayuntamiento de México y la evolución del conflicto
jurisdiccional‖, en Regina Hernández Franyuti, La Ciudad de México en la primera mitad del siglo XIX,
México, Instituto Mora, 1994, pp. 51-94.
90
Vázquez Alfaro, José Luis, Distrito Federal. Historia de las instituciones jurídicas, México, Instituto de
Investigaciones Jurídicas, UNAM, Senado de la República, 2010, p. 10.
91
Arrom Marina, Silvia, Las mujeres…, op. cit., pp. 19-20.
92
La primera cifra es de Davies, Keith, ―Tendencias demográficas urbanas durante el siglo XIX en
México‖, Historia Mexicana, n. 83, 1972, p. 502 y la segunda de García Peña, Ana Lidia, ―Madres solteras,
pobres y abandonadas: Ciudad de México, siglo XIX‖, Historia Mexicana, n. 3, 2004, p. 658.
- 31 -
Alejandra Palafox Menegazzi
V. Las fuentes
En función de los temas de estudio, los objetivos y las hipótesis planteadas, nuestra
investigación ha estado sustentada principalmente en fuentes normativas de carácter
jurídico -divididas en leyes y obras doctrinales- y en expedientes judiciales. Con esta
selección, buscamos conocer el ordenamiento formal de la sexualidad auspiciado por
las autoridades políticas del país, comprobar su implementación práctica y conocer las
93
Pérez Toledo, Sonia y Klein, Herbert S., ―La estructura social de la ciudad de México en 1842‖, en
Blázquez Domínguez, Carmen, et al., Población y estructura urbana en México, siglos XVIII y XIX, Jalapa
Universidad Veracruzana, 1996, p. 251.
94
Morales, María Dolores y Gayón, María, ―Viviendas, casas y usos del suelo en la ciudad de México,
1848-1882‖, en Loreto López, Rosalva, Casas, viviendas y hogares en la Historia de México, México,
COLMEX, 2001, p. 342
95
Pérez Herrero, Pedro, "Evolución demográfica y estructura familiar en México (1730-1850)", en
Gonzalbo Aizpuru, Pilar, (coord.), Familias novohispanas. Siglos XVI-XIX, México, El Colegio de México,
1991, pp. 350-352 y Pérez Toledo, Sonia y Klein, Herbert S., ―La estructura social…‖, op. cit., p. 253.
96
Ibidem, p. 86.
97
García Peña, Ana Lidia, ―Madres solteras, pobres…‖, op. cit., p. 658.
- 32 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
reacciones suscitadas entre los diversos grupos sociales que habitaron la ciudad de
México entre 1824 y 1880.
Además de estos documentos, para el desarrollo de nuestro estudio empleamos
también otras fuentes de carácter normativo como fueron los documentos de archivo
referentes a proyectos de orden público elaborados por las autoridades capitalinas,
diversos artículos de prensa, crónicas y obras literarias mediante las cuales fueron
promovidos los modelos de conducta femenina deseados por las élites98. Durante la
redacción de los distintos capítulos que componen esta tesis, cabe advertir que, para
una mayor claridad y para facilitar la comprensión lectora, durante la transcripción de
algunos de los discursos recogidos en las fuentes, actualizamos los textos según las
normas ortográficas actuales, incluyendo los signos de puntuación. Por supuesto, las
correcciones indicadas en ningún momento alteraron el sentido ni el valor semántico
recogido en los documentos.
A continuación, desarrollamos una breve descripción acerca de la composición de
los documentos aludidos.
1. Documentos jurídicos
Hasta el último tercio del siglo XIX, con la expedición del Código Penal de 1871, el
sistema de justicia criminal de la ciudad de México estuvo sustentado en un conjunto
normativo complejo y fragmentado. La vigencia de gran parte del derecho hispánico de
época colonial, incluyendo leyes medievales como el Fuero Real o las Siete Partidas,
convivió durante los primeros cincuenta años de vida independiente del país con las
innovaciones jurídicas que se fueron sucediendo. Este pluralismo normativo dio lugar
al surgimiento de dudas interpretativas durante la práctica judicial sobre todo en lo
referente a la emisión de las sentencias. La severidad condenatoria recogida en las
leyes coloniales ante las diversas infracciones sexuales contempladas entraba en
contradicción con la imperante corriente humanista de derecho que, desde finales del
siglo XVIII, defendía una mayor proporcionalidad entre el delito cometido y la pena
establecida, así como una mayor tolerancia frente a los ilícitos sexuales. Ante esta
especie de vacío legal, la actuación de abogados, fiscales y jueces durante la
regulación de las sexualidades reprobadas se llevó a cabo mediante el recurso
98
La digitalización de algunos de los testimonios y publicaciones aludidas, como la llevada a cabo por la
Hemeroteca Nacional Digital de México, dependiente de la Universidad Nacional Autónoma de México o
el proyecto Colecciones Mexicanas -impulsado también por la Coordinación de Publicaciones Digitales de
la Universidad Nacional Autónoma de México, han permitido la consulta de algunos de estos documentos.
Al respecto, véanse http://www.hndm.unam.mx/ y http://biblioweb.tic.unam.mx/. Consultadas el
26/03/2015.
- 33 -
Alejandra Palafox Menegazzi
a) Obras de jurisprudencia
Una de las obras de jurisprudencia consultadas fue el diccionario de legislación
publicado por el abogado liberal, de origen turolense, Joaquín Escriche101. Los
diccionarios o vocabularios eran obras que perseguían el objetivo de clarificar
determinados conceptos jurídicos en un marco de tecnificación del derecho. Frente a
la existencia de una terminología jurídica compleja y especializada, no siempre
inteligible ante los ojos del resto de la sociedad, los diccionarios operaban como
herramientas clarificadoras, convirtiéndose en un ―valioso auxiliar para el conocimiento
99
Tuñón, Julia, ―Ensayo introductorio. Problemas y debates en torno a la construcción social y simbólica
de los cuerpos‖ en Tuñón, Julia, Enjaular los cuerpos…, op. cit., p. 36.
100
Weber, Max, Economía y Sociedad: esbozo de sociología comprensiva, México, FCE, 1964, p. 1056.
101
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y forense, o sea resumen
de las leyes, usos, prácticas y costumbres, como asimismo de las doctrinas de los jurisconsultos,
dispuesto por orden alfabético de materias, con la explicación de los términos del Derecho. Por Don
Joaquín Escriche y con citas del derecho, notas y adiciones por el licenciado Juan Rodríguez de San
Miguel, México, Oficina de Galván, 1837.
- 34 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
del derecho, tanto para legos como para juristas‖102. Con una finalidad práctica y
divulgativa, Escriche definió cientos de términos jurídicos y legislativos haciendo
referencia tanto a las leyes que sustentaban su valoración como a otras obras de
jurisprudencia que recogían la doctrina, es decir, el criterio consensuado por la
comunidad de juristas mediante la emisión de sentencias concordes.
Desde su publicación en 1831, el éxito internacional de esta obra fue tal que para
1912 ya contaba con doce ediciones diferentes103. En palabras de María del Refugio
González, el diccionario de Escriche fue entre todos los diccionarios jurídicos del siglo
XIX el que alcanzó una difusión más amplia104. La aparición en 1837 de la edición
mexicana del Diccionario de Escriche, anotado y adicionado por el jurista conservador
Juan N. Rodríguez de San Miguel, tuvo un extraordinario valor como medio para la
difusión y conocimiento de la obra original, al tiempo que introducía una crítica a la
perspectiva liberal del jurista español Joaquín Escriche, en defensa de la doctrina
católica105. La práctica ausencia de divergencias o contradicciones entre la obra
original y la versión mexicana en lo que al tratamiento de los delitos sexuales se
refiere, simboliza un ejemplo de las extendidas coincidencias que liberales y
conservadores manifestaron en su articulación de la feminidad prescriptiva y el
mantenimiento de la valoración femenina como ser social con base en sus atributos
sexuales.
Para la elaboración de la tesis, consideramos también otra versión posterior del
Diccionario de Escriche, en concreto, la publicada por el jurista Juan B. Guim106. Su
inclusión responde al mayor desarrollo que merecieron en ésta algunos de los delitos
contemplados en nuestra investigación, como el adulterio o el estupro y a la inclusión
de las novedades normativas expedidas hasta 1851, fecha de su publicación.
Otra de las obras de la literatura jurídica que ha sido considerada como fuente en
nuestro estudio es el Febrero Mexicano, edición adicionada que entre 1834 y 1835 el
novohispano Anastasio de la Pascua llevó a cabo del manual de derecho Febrero
Novísimo elaborado por el polígrafo español Eugenio Tapia107 que, a su vez, había
102
González Domínguez, María del Refugio, ―Juan N. Rodríguez de San Miguel, jurista conservador
mexicano‖, en González Martín, Nuria (coord.), Estudios jurídicos en homenaje a Marta Morineau, México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2006, p. 242.
103
De Jaime Lorén, José María y De Jaime Gómez, José, ―Joaquín Escriche y Martín. (Caminreal, 1784-
1847) Fue eminente jurisconsulto, magistrado, publicista, codificador entendido… Fue liberal‖, Xiloca, n.
24, 1999, p. 116.
104
González Domínguez, María del Refugio, ―Derecho indiano en Diccionario de Escriche anotado por
Rodríguez San Miguel‖, en Memoria del X Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho
Indiano, 1995, p. 546.
105
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit,, 1837.
106
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia. Nueva Edición corregida
notablemente y aumentada con nuevos artículos, notas y adiciones sobre el derecho americano, por Don
Juan B. Guim, París, Librería de la Rosa, Bouret y Cía, 1851.
107
El escritor español, jurista, periodista e historiador liberal Eugenio de Tapia García (1776-1860),
miembro de la Real Academia de la Lengua desde 1814, llevó a cabo una revisión adicionada de la
- 35 -
Alejandra Palafox Menegazzi
revisado la obra original del, también español, José Febrero108. La obra original,
Librería de escribanos e instrucción jurídica teórico-práctica de principiantes, fue
publicada en seis tomos entre 1769 y 1781 y desde su exitosa aparición, fue reeditada
en diversas ocasiones, incluyendo la de Eugenio Tapia, quien en 1828 trató de adaptar
lo recogido por su predecesor a la nueva situación legal en la que se encontraba la
España del momento109. Tapia no se limitó a actualizar lo recogido por Febrero con
base en los principios jurídicos reformistas que se habían impuesto en el derecho
desde finales del siglo XVIII, sino que también se encargó de sistematizar la obra de
su predecesor, simplificando su consulta mediante la elaboración de un índice y
ampliando la materia abordada con la inclusión de leyes y doctrinas referentes al juicio
criminal110.
La edición del abogado Anastasio de la Pascua, dividida en nueve tomos, se
produjo en un momento de reordenación del derecho mexicano y adaptación de las
viejas leyes novohispanas a la nueva realidad jurídica. Si bien no fue la primera
edición mexicana de la obra de Tapia, su valor didáctico fue excepcional. Tras eliminar
las novedades normativas españolas que habían sido promulgadas después de 1821 y
que se incluían en la obra de su predecesor, De la Pascua adicionó y adaptó el tratado
al ordenamiento jurídico mexicano, incluyendo las disposiciones coloniales de la
Novísima Recopilación así como el ―Derecho de Indias, autos acordados de la antigua
Audiencia, cédulas y órdenes extravagantes, y leyes y decretos de las Cortes de
España y de los Congresos mexicanos‖111. El derecho criminal fue uno de los campos
más desarrollados por este autor, quien sistematizó esta materia en el tomo séptimo
de la obra, compuesto por cuatro títulos: ―De los delitos y de las penas‖; ―De la
acusación, denuncia y pesquisa; y de los diversos fueros a que pueden estar sujetos
recopilación legal de José Febrero Bermúdez y Osorio, Librería de escribanos e instrucción jurídica
teórico-práctica de principiantes. Entre sus principales innovaciones destaca la introducción del derecho
criminal y los recursos de fuerza, así como las renovaciones que en materia penal se estaban postulando
desde finales del XVIII. Nació así una obra sistemática, útil para escribanos y juristas en un momento
histórico de transición y confusión jurídica española. Mayagoitia, Alejandro, ―Estudio introductorio‖, en De
la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano, o sea la Librería de Jueces, abogados y escribanos que,
refundida, ordenada bajo nuevo método, adicionada con varios tratados y con el título de Febrero
Novísimo dio a luz D. Eugenio de Tapia. Nuevamente adicionada con otros diversos tratados y las
disposiciones del Derecho de Indias y del Patrio, por el Lic. Anastasio de la Pascua, México, Suprema
Corte de Justicia de la Nación, 2010 [1835], p. XII.
108
El jurista y político ilustrado José Febrero Bermúdez y Osorio (1730-1790) desempeñó el cargo de
escribano real de Madrid desde 1757. Entre 1769 y 1781 salió a la luz en Madrid su primera edición de
Librería de escribanos e instrucción jurídica teórico-práctica de principiantes. La obra original estaba
dirigida a los escribanos, sobre todo a aquellos desconocedores del latín e incapaces, por ello, de
consultar las grandes obras de derecho notarial. Estaba compuesta por seis tomos, dedicados a la
exposición de la regulación del derecho real de asuntos civiles como testamentos, contratos, juicios de
inventario y participación de bienes, ordinarios, ejecutivos y de concurso y prelación de acreedores.
Recibió numerosas revisiones, adiciones y reformas por parte de diversos autores, entre los que
destacaron los juristas José Marcos Gutiérrez, Florencio García Goyena o Joaquín Aguirre. Mayagoitia,
Alejandro, ―Estudio introductorio‖, en De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. XIII.
109
Ibidem, pp. XIII-XVI.
110
Ibidem, p. LV.
111
De la Pascua, Anastasio, ―Prólogo del adicionador‖, en Ibidem, vol. 1, p. XIII.
- 36 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
112
De la Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense mejicana escritas a beneficio de la
Academia Nacional de derecho público y privado de Méjico, vol. 1, México, Juan Ojeda, 1835 y Rodríguez
de San Miguel, Juan N., Curia Filípica Mexicana. Obra completa de práctica forense. En la que se trata de
los procedimientos de todos los juicios, ya ordinarios, ya estraordinarios y sumarios, y de todos los
tribunales existentes en la República, tanto comunes como privativos y privilegiados. Conteniendo
además un tratado de la jurisprudencia mercantil, México, Juan R. Navarro, 1850.
113
La primera reedición, bajo el título Reimpresión con anotaciones relativas a la jurisprudencia de
México, dirigida por J. M. Sánchez de la Barquera apareció entre 1807 y 1808 e incorporó a la obra
añadidos procedentes de la Recopilación de Indias de 1680 y de la Recopilación sumaria de todos los
autos acordados de la Real Audiencia y Sala del Crimen de esta Nueva España, a cargo de E. Ventura
Beleña. Entre 1831 y 1833, a cargo del editor Mariano Galván Rivera, apareció la primera edición
después de la independencia política mexicana y, en esta ocasión, las modificaciones fueron
sustanciales. Además de las innovaciones normativas posteriores a la obra, incluidas las leyes, decretos y
órdenes de España, esta versión contempló también la constitución de 1824 y las demás leyes mexicanas
expedidas desde la independencia del país. En 1852 apareció otra edición, atribuida a José María de
Andrade y, entre 1845 y 1849, se publicaron los cuatro volúmenes del Sala mexicano o sea la ilustración
al derecho real de España, que escribió el doctor don Juan Sala, ilustrada con noticias oportunas del
derecho romano y las leyes y principios que actualmente rigen en la República Mexicana. Véase Peset,
Mariano, ―Novísimo Sala Mexicano o el final del viejo derecho hispano‖, en Bernal, Beatriz (coord.),
Memoria del IV Congreso de Historia del Derecho Mexicano, Vol. II, México, UNAM, 1988, pp. 895-913.
114
Dublán, Manuel y Méndez, Luis, Novísimo Sala mexicano o ilustración al derecho real de España con
las notas del Sr. Lic. D. J. M. de Lacunza. Edición corregida y considerablemente aumentada con nuevas
anotaciones y refundiciones, relativas a las reformas que ha tenido la legislación de México hasta el año
de 1870, por lo señores don Manuel Dublán y don Luis Méndez, abogados de los tribunales de la
República, Volumen 2, México, Imprenta del Comercio de N. Chávez, 1870.
- 37 -
Alejandra Palafox Menegazzi
cabo por los abogados Manuel Dublán y Luis Méndez tuvo una efímera vigencia115,
entre 1870 y 1871 ante la aparición de los códigos civil y penal del Distrito Federal.
Este hecho, sin embargo, no resta relevancia a la misma en nuestro estudio ya que
ofrece el estatus quo de la regulación normativa en los momentos previos a estas
codificaciones distritales, permitiendo valorar la incidencia legal del reformismo liberal
posterior.
b) Leyes
El ingente conjunto legal consultado en esta investigación ha estado compuesto
tanto por las medidas coloniales que se mantuvieron vigentes en la época
independiente en lo que a la regulación delictiva se refiere, como por novedades
normativas emitidas a lo largo del marco temporal contemplado en nuestro estudio.
Dado su gran volumen no podemos incluir aquí una descripción de las mismas por lo
que, además de en las pertinentes citas recogidas a lo largo del texto, todas ellas han
quedado recogidas en el apartado dedicado a las fuentes legales que hemos incluido
al final de la tesis.
Mención especial, sin embargo, merece el ya aludido Código Penal para el Distrito
Federal y Territorio de la Baja California, sobre delitos del fuero común y para toda la
República Mexicana, sobre delitos contra la Federación. Su expedición en 1871 puso
fin al pluralismo normativo que había regido la regulación sexual del país hasta el
momento y limitó el arbitrio judicial existente al constreñir a los magistrados a aplicar
rigurosamente lo recogido por la ley.
Su tardía aparición estuvo relacionada con la inestabilidad que caracterizó la
situación política del país. La invasión francesa que puso fin a la República liberal en
1863 e inauguró el II Imperio Mexicano interrumpió las tareas que la comisión para la
elaboración de un código penal, ordenada por el presidente Benito Juárez, estaba
desempeñando en Veracruz. Este proyecto codificador liberal volvió a retomarse sólo
en 1868, con la caída de Maximiliano de Habsburgo y la restauración republicana116 y
su conclusión corrió de la mano de una comisión presidida por Antonio Martínez de
Castro e integrada por Manuel Zamacona, José María Lafragua, Eulalio María Ortega
e Indalecio Sánchez Gavito como secretario. Así, hasta marzo de 1871 el código no
fue impreso y sólo en diciembre del mismo año fue promulgado.
115
La elaboración del segundo tomo del Novísimo Sala Mexicano se produjo, de hecho, cuando el Código
Civil de 1870 fue promulgado. Véase Margadant, Guillermo F, ―El Derecho español…‖, op. cit., p. 366.
116
Bajo el Segundo Imperio Mexicano Maximiliano de Habsburgo nombró una comisión formada por
Teodosio Lares, Urbano Fonseca (que había formado parte de la comisión de Juárez) y Juan B. Herrera
para que redactaran un Código Penal y de Procedimientos Penales. Los trabajos realizados no llegaron a
ver la luz por la caída del Imperio y el restablecimiento de la República. Cruz Barney, Óscar, ―Influencias
del Código Penal de Martínez de Castro en la Codificación penal mexicana‖, Reforma Judicial. Revista
Mexicana de Justicia, n. 17, 2011, p. 112.
- 38 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
2. Fuentes de archivo
Además de las fuentes normativas aludidas, el eje documental de nuestro estudio
ha estado formado por cientos de expedientes judiciales, pertenecientes al fondo
―Tribunal Superior del Distrito Federal‖ (TSDF) del Archivo General de la Nación de
México (AGNM). Estos expedientes nos permitieron analizar la actuación de los
tribunales menores o inferiores de primera instancia, así como la de los tribunales de
mayor rango encargados de revisar las sentencias de los primeros en casos de
apelación, súplica o revisión de oficio.
Además, llevamos a cabo una consulta selectiva en los fondos ―Justicia‖,
―Gobernación‖ y ―Municipalidades‖ de este archivo, recuperando algunos expedientes
pertenecientes a cuestiones civiles o administrativas, así como documentos relativos a
proyectos de orden, control y vigilancia de la población femenina elaborados por las
autoridades capitalinas. Otros de estos proyectos fueron consultados gracias al fondo
―Ayuntamiento‖ del Archivo Histórico de la Ciudad de México (AHDF), y, en concreto a
las series ―Recogidas‖ y ―Gobierno del DF‖.
De este mismo fondo, de la serie ―Justicia‖, obtuvimos veintidós de los veintiséis
juicios verbales y de conciliación que analizamos para comprobar el funcionamiento de
esta tipología jurídica entre 1833 y 1858.
a) Juicios criminales
Al tratarse de un fondo documental en proceso de organización y clasificación, esta
recopilación documental fue llevada a cabo mediante la exhaustiva revisión del fondo
indicado en su totalidad para el periodo 1827-1880. Los años anteriores al periodo
indicado no pudieron consultarse al encontrarse en proceso de restauración.
Ante la ausencia de un índice clasificatorio o catalogación, llevamos a cabo una
ardua tarea indagatoria, con el fin de localizar y analizar expedientes judiciales
referentes a alguna de las tipologías delictivas de carácter sexual contempladas en
nuestra investigación.
Los expedientes, pertenecientes a procesos judiciales civiles y criminales, se
encontraban depositados en cajas de tamaño y material variable, separados en grupos
que podían ir desde los cien hasta los trescientos documentos. Si bien la mayor parte
de las cajas contenía documentos pertenecientes a un año concreto, en ocasiones
hallamos también cajas que combinaban documentos de varios años.
La labor investigadora tuvo que pasar, por tanto, por un laborioso y exhaustivo
proceso de consulta y selección. Algunos expedientes se encontraban insertos en
folders o pequeñas carpetas de cartón, aunque otros no contaban ni siquiera con esa
- 39 -
Alejandra Palafox Menegazzi
117
Estas dificultades fueron puestas de manifiesto ya en 1993 por el historiador Lee M. Penyak en su
estudio sobre los más de ochocientos expedientes que conformaban el ramo de Penales del Archivo
Judicial del Tribunal Superior de Justicia. Penyak, Lee M., El Ramo de Penales del Archivo Judicial del
Tribunal Superior de Justicia, México, Instituto Mora, 1993, p. 10. Tras conocer la intención de este
historiador de escribir una obra que facilitara la labor a los investigadores, además de empatía y
agradecimiento, fue inevitable sentir rabia y frustración al ver cómo, al haberse reestructurado el fondo, la
ingente labor clasificatoria recogida en la obra de este autor quedaba invalidada.
- 40 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
Delito Nº de expedientes
Estupro por seducción 270
Violación 111
Adulterio 102
Amancebamiento 75
Incontinencia adulterina 67
Incesto 42
Estupro inmaturo 37
Lenocinio 25
Violación incestuosa 23
Fornicación 12
Bigamia 8
350
300 Bigamia
Fornicación
250
Violación incestuosa
200 Lenocinio
Estupro inmaturo
150
Incesto
100 Incontinencia adulterina
Amancebamiento
50
Adulterio
0 Violación
Estupro por seducción
- 41 -
Alejandra Palafox Menegazzi
VI. Metodología
1. Planteamientos teóricos
El criterio interpretativo empleado al analizar las fuentes seleccionadas en nuestra
investigación ha sido desarrollado gracias a la adopción de una metodología
interdisciplinar. La elaboración de nuestro estudio, enmarcado dentro de la Historia de
Género, ha sido posible gracias a la incorporación también de instrumentos
elaborados en otros ámbitos como el de la Antropología, la Criminología, la
Lingüística, la Filosofía o la Sociología. A la hora de enfrentarnos a la lectura de los
documentos históricos nos hemos servido así, de elementos pertenecientes a grandes
enfoques interpretativos desarrollados por diversos autores como Michel Foucault,
James Scott, Gayatri Chakravorty Spivak o Pierre Bourdieu, entre otros.
118
Esta corriente, iniciada en la década de los años ‘40 en Estados Unidos de América, marcó una clara
distancia con respecto a la criminología clásica y la positivista imperante. A partir de la década de 1960
esta tendencia comenzó a desarrollarse también en Europa y América Latina. Entre las obras de los
representantes de esta heterogénea corriente de pensamiento, pueden consultarse: Taylor, Ian R.,
Walton, Paul y Young, Jock, La nueva criminología. Contribución a una teoría social de la conducta
desviada, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2008; Baratta, Alessandro, Criminología Crítica y Crítica del
Derecho Penal. Introducción a la sociología jurídico-penal, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002 y Becker,
Howard Saul, Outsiders: hacia una sociología de la desviación, México, Siglo XXI, 2009.
119
Baratta, Alessandro, ―El paradigma del género. De la cuestión criminal a la cuestión humana‖, Birgin,
Haydeé (comp.), Las trampas del poder punitivo, Ed. Biblios, Buenos Aires, 2000, p. 12.
120
A pesar de que durante la mayor parte del periodo abordado en este trabajo se mantuvo vigente la
legislación criminal del derecho hispánico de época colonial, este conjunto normativo pasó a constituir el
cuerpo normativo del país. Por este motivo se ha estimado pertinente calificar este derecho como
―mexicano‖ y así será referido a lo largo de este capítulo.
- 42 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
121
Butler, Judith, El género en disputa, Barcelona, Paidós, 2001, pp. 47-48.
122
Scott, Joan W., ―El género: una categoría útil…‖, op. cit.,p. 14.
123
Ibidem, p. 44.
124
Véase: Butler, Judith, El género…op. cit; 2007 y De Lauretis, Teresa, ―Las tecnologías del género‖,
Revista Mora, n. 2, 1996, pp. 6-34.
125
Foucault, Michel, Historia de la sexualidad…, op. cit.
- 43 -
Alejandra Palafox Menegazzi
b) El feminismo poscolonial
Tras el desarrollo, desde mediados del siglo XX127, de los procesos de
descolonización en los territorios, hasta el momento, ocupados por potencias europeas
(principalmente por Francia e Inglaterra), tuvo lugar, en un marco post-estructuralista y
deconstructivista, el inicio de los llamados estudios postcoloniales. Inaugurados por los
trabajos sobre el Orientalismo del palestino Edward Said y desarrollados, sobre todo,
en el seno del Grupo de Estudios Subalternos (GES), compuesto por integrantes del
sur asiático, los plurales estudios postcoloniales desarrollaron nuevos planteamientos
teóricos frente a las relaciones de poder reproducidas por la dominación colonial,
además de recuperar el pensamiento de intelectuales anticolonialistas como el
martinico Frantz Fanon128.
La influencia de las obras de autores como Ranajit Guha, Homi K. Bhabha o Gayatri
Chakravorty Spivak en instituciones occidentales y latinoamericanas, promovió el
desarrollo de un paradigma postcolonial para el estudio de la Historia
126
Bourdieu, Pierre, La dominación masculina, Barcelona, Anagrama, 2000.
127
La independencia de la India en 1947 marca el inicio del periodo postcolonialista.
128
Algunos de los planteamientos aquí expuestos han sido recogidos en: Palafox Menegazzi, Alejandra,
―Descolonizar la independencia: etnia, género y desigualdad en la Ciudad de México (1821-1870)‖, en Gil
Lázaro, Alicia, Sanz Jara, Eva y Simón Ruiz, Inmaculada (coord.), Universalización e historia. Repensar
los pasados para imaginar los futuros, Alcalá de Henares, IELAT, UAH, 2015, pp. 87-101.
- 44 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
129
A pesar de ello, como pusieron de manifiesto autores como Florencia Mallon o Walter Mignolo en
América Latina existió un pensamiento crítico propio con respecto a la dominación colonial, desarrollado
por intelectuales como Ángel Rama o Edmundo O‘Gorman. Véase: Peris Blanes, Jaime. ―La aparición del
debate postcolonial en América Latina: posiciones, contradicciones y problemas‖, Epos: Revista de
filología, 26, 2010, p. 250.
130
Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos, ―Manifiesto Inaugural‖, en Castro-Gómez, Santiago y
Mendieta, Eduardo (eds.). Teorías sin disciplina (latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en
debate), México, Porrúa, 1998, p. 45.
131
Chatterjee, Partha, The Nation and its Fragments. Colonial and Postcolonial Histories, Princeton,
Princeton University Press, 1993, pp. 10-33.
132
Si bien el concepto de ―raza‖ desarrollado en la segunda mitad del siglo XIX en el marco de la
medicina y la antropología académicas constituyó una ficción biológica, su empleo responde a la
relevancia político-funcional que el mismo adquirió desde entonces y hasta la actualidad, como variable
jerarquizadora de la población mundial.
133
Aurell, Jaume, ―Los efectos del giro lingüístico en la Historiografía Reciente‖, Rilce: Revista de filología
hispánica, vol. XX, n. 1, 2004, pp. 1-16.
134
Algunos autores, como Miguel Ángel Cabrera, han categorizado esta tendencia dentro de la llamada
historia postsocial. A pesar de que el objetivo de esta tendencia es el de criticar la Historia individualista
- 45 -
Alejandra Palafox Menegazzi
tradicional y la Historia Social, negando que la esfera socioeconómica constituya una realidad social
objetivable, algunas de sus estrategias interpretativas son necesarias y compatibles con la perspectiva
decolonial. Véase: Cabrera, Miguel Ángel, ―La historia postsocial: más allá del imaginario moderno‖, en
Ortega, Teresa (coord.), Por una Historia Global. El Debate historiográfico en los últimos tiempos,
Granada, Universidad de Granada, Universidad de Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2007,
pp. 41-72.
135
Ibidem, p. 41.
136
La cita se refiere al clásico artículo de Chakravorty Spivak, Gayatri, ―Can the subaltern speak?‖,
publicado originalmente en Cary Nelson y Larry Grossberg (eds.), Marxism and the interpretation of
Culture, University of Illinois Press, Chicago, 1988, pp. 271-313.
137
Uxó González, Carlos, Representaciones del personaje del negro en la narrativa cubana. Una
perspectiva desde los estudios subalternos, Madrid, Verbum, 2010, p. 15.
- 46 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
138
Chakravorty Spivak, Gayatri, Giraldo, Santiago, ―¿Puede hablar el subalterno?‖, Revista Colombiana
de Antropología, vol. 39, 2003, p. 298.
139
Feminismos liberales, marxistas, institucionales, anarcofeminismo o el feminismo de la diferencia, son
algunas de las tendencias occidentales más notorias.
140
Véase al respecto: Talpade Mohanty, Chandra, ―Bajo los ojos de Occidente. Academia feminista y
discurso colonial‖, en Suárez Navaz, Liliana y Hernández Castillo, Rosalva Aída (eds.), Descolonizando el
Feminismo: Teorías y prácticas desde los márgenes, Madrid, Cátedra, 2008, pp. 112-161.
141
Wallerstein, Immanuel, Análisis de Sistemas-Mundo. Una introducción, México, Siglo XXI, 2005.
- 47 -
Alejandra Palafox Menegazzi
a cabo desde una óptica feminista y postcolonial que trascienden el individualismo del
feminismo occidental imperante, así como las ―definiciones liberales y universalizantes
de los derechos de las mujeres‖142.
Si las categorías a través de las cuales se conceptualiza la realidad responden a
procesos históricos concretos, nuestro estudio sobre la construcción de la sexualidad
en la capital mexicana debe repensar los conceptos empleados tanto en la propia
investigación histórica como en los discursos que son objeto de estudio143. La
supuesta emancipación política que culminó en 1821 con la declaración formal de la
independencia del país, así como los hitos liberales que en los cincuenta años
siguientes trataron de consolidar la modernización estatal, conllevaron una
reformulación discursiva de las relaciones de dominio colonial ejercidas mediante el
desarrollo epistémico de los universos indígenas y femeninos.
En el primer caso, como ha resaltado, entre otros, el trabajo de Eva Sanz Jara
acerca del discurso mexicano sobre lo ―indígena‖, el proyecto político-intelectual de
creación de una nación homogénea conllevó, a lo largo del siglo XIX, un esfuerzo por
eliminar la diversidad étnico-cultural existente a través de la asimilación de los
elementos disconformes144.
Ante conceptos aparentemente neutros como el de ―indio‖ (que podría considerarse
neutro equiparándolo al de, por otro lado, también reduccionista concepto de
―indígena‖), la óptica decolonial invita a reflexionar en torno a una categoría
homogenizadora basada en una definición identitaria creada desde la otredad y la
negación. Como ya reconoció en 1987 Guillermo Bonfill Batalla al respecto, ―el indio es
producto de la instauración del régimen colonial. Antes de la invasión no había indios,
sino pueblos particularmente identificados‖145.
El ―indio‖, a lo largo del siglo XIX, referencia lo ―no mexicano‖, lo que se mantiene
fuera de esta categoría nacional elevada al rango de normalidad positiva, dentro del
impulso de una homogenización cultural acorde con la división político-administrativa
del estado. Por este motivo, frente a la lectura de documentos institucionales, como los
expedientes judiciales, nos hallamos con un doble obstáculo. Por un lado, la igualdad
jurídica que venía anunciándose ya desde las postrimerías coloniales y que quedó
formalmente reconocida en el primer Congreso Constituyente mexicano de 1821;
además de basarse en una formulación teórica de corte abstracto146, tuvo entre sus
142
Suárez Navaz, Liliana y Hernández Castillo, Rosalva Aída (eds.), Descolonizando…, op. cit., p. 11.
143
Considerar un discurso como objeto de estudio no implica hacer una lectura textualista del mismo sino
que tiene el propósito de servir al estudio de los procesos de formación de las múltiples desigualdades
que caracterizaron el conjunto de las relaciones sociales.
144
Sanz Jara, ―Continuidades en el discurso intelectual y político mexicano sobre los indígenas, siglos XIX
y XX‖, Tzintzun, Revista de Estudios Históricos, n. 51, 2010, pp. 83-118.
145
Bonfil Batalla, Guillermo, México Profundo. Una civilización negada, México, Grijalbo, 1987, p. 121.
146
O‘Gorman, Edmundo, México. El trauma de su historia, México, UNAM, 1977, p. 43.
- 48 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
147
Véase al respecto Molina Martínez, Miguel, La Leyenda negra, Madrid, Nerea, 1991, pp. 101-104.
148
López Sánchez, Oliva, De la costilla de Adán…, op. cit.
- 49 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 50 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
2. Análisis documental
El tratamiento de los documentos seleccionados para la elaboración de esta tesis
ha sido llevado a cabo mediante análisis de índole cuantitativa y cualitativa. En lo que
respecta a la primera tipología, el análisis cuantitativo del contenido nos ha permitido
apreciar elementos tan dispares como cuáles fueron los delitos sexuales más
demandados o qué grado de representatividad espacial tuvieron los partes policiales
registrados. Este criterio ha estado presente, especialmente, en lo referente a las
características socioeconómicas que presentaron los implicados de los procesos
judiciales, tanto en la comisión como en la demanda delictiva. El análisis cuantitativo
de los datos recogidos en las fuentes, sin embargo, ha sido de carácter aproximativo y
relacional, pues partimos de la premisa de que en los fondos documentales
consultados no quedaron registrados los ilícitos sexuales cometidos, demandados y
juzgados en su totalidad por lo que los resultados cuantitativos obtenidos no pueden
considerarse en términos absolutos.
Lo afirmado adquirió una especial relevancia cuando buscamos establecer datos
numéricos que nos permitieran conocer los perfiles sociales predominantes entre las
personas implicadas en los hechos delictivos juzgados. Las omisiones acerca del
empleo femenino o del nivel de ingresos de individuos clasificados dentro de
categorías laborales de estatus impreciso, como la de arriero, nos obligaron a
relativizar algunos de los resultados obtenidos, así como a combinarlos con el análisis
de otras variables tales como el nivel de instrucción o las características habitacionales
de los implicados.
Por lo que respecta al abordaje cualitativo de las fuentes, adoptamos para ello
algunas de las herramientas ofrecidas por la interdisciplinar historia postsocial o
discursiva. Nuestro objeto de estudio, por tanto, ha estado compuesto por múltiples
discursos concebidos, con base en lo desarrollado por el lingüista neerlandés Teun A.
van Dijk, como formas de uso del lenguaje149. Desde un enfoque cognitivo, es decir,
que considera el procesamiento mental de la información150, la acción del discurso
ofrece importante información acerca de quién, cómo y por qué hace uso del lenguaje
en un marco de interacción social. Cuando un usuario hace uso del lenguaje en un
determinado grupo social comparte necesariamente con el resto de miembros de su
cultura una serie de reglas, valores y representaciones pues sin esta ―cognición
sociocultural‖ compartida su discurso no sería inteligible151. La interacción social que
se produce entre dos o más individuos a través del discurso parte de procesos
149
Van Dijk, Teun A., ―El estudio del discurso‖, en Van Dijk, Teun A. (coord.), El discurso como estructura
y proceso, Barcelona, Gedisa, 2000, p. 22.
150
Antaki, Charles y Condor, Susan, ―Cognición Social y Discurso‖, en Ibidem, p. 453.
151
Van Dijk, Teun A., ―El estudio…‖, op. cit., p. 36.
- 51 -
Alejandra Palafox Menegazzi
a) Discursos normativos
Leyes, tratados de derecho, publicaciones periódicas, alegatos de fiscales y
abogados, resoluciones judiciales e informes médicos, entre otros documentos, han
sido clasificados aquí como discursos normativos al considerar su capacidad de
influencia y de ser interpretados como verdaderos y representativos de los intereses
de la sociedad, dada la posición de dominio desde la que fueron elaborados por sus
emisores. De esta manera, estos creadores del derecho y de la maquinaria judicial que
lo sustentaba buscaron legitimar sus propios intereses haciéndolos coincidir
152
Cabrera, Miguel Ángel, ―La crisis de la historia social y el surgimiento de una historia postsocial‖, Ayer,
n. 51, 2003, pp. 209-211.
153
Antaki, Charles y Condor, Susan, ―Cognición Social…‖, op. cit., p. 467.
154
Candace West, Michelle M. Lazar y Cheris Kramarae, ―El género en el discurso‖ en en Van Dijk, Teun
A. (coord.), El discurso…, op. cit., p. 181.
- 52 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
155
Si bien es cierto, como reconoce el propio autor, que la confesión jugó siempre un papel central en el
tratamiento institucional (tanto religioso como penal) de otro tipo de faltas, no sólo las sexuales, ―la tarea
de analizar el propio deseo sexual siempre es más importante que la de analizar cualquier otro tipo de
pecado‖. Foucault, Michel, Tecnologías del yo y otros textos afines, Paidós, Barcelona, 1990, p. 45.
156
Las tecnologías del poder son el conjunto de tecnologías que ―determinan la conducta de los
individuos, los someten a cierto tipo de fines o de dominación y consisten en una objetivación del sujeto‖.
Idem..
157
Ibidem, p. 94.
158
Foucault, Historia de la sexualidad…, op. cit, pp. 111 y 149-150. De Lauretis, Teresa, Diferencias.
Etapas de un camino a través del feminismo, Madrid, Horas y Horas, 2000, p. 43.
- 53 -
Alejandra Palafox Menegazzi
159
Becker, Howard Saul, Outsiders…, op. cit., p. 34.
160
Baratta, Alessandro, Criminología Crítica…, op. cit., pp. 16-20.
161
Al respecto hemos integrado en nuestro estudio parte de la perspectiva metodológica desarrollada por
James Scott así como la categoría clasificatoria de ―dominados‖ reproducida por este autor en Scott,
James, Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos, México, Ediciones Era, 2000.
- 54 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
poder‖162. Los discursos ocultos son aquellos que se producen entre personas
pertenecientes al mismo grupo social y que, por ello, recogen lo que esas personas no
pueden expresar abiertamente, en contraste con los discursos ―públicos‖, que son los
que han formado nuestro corpus documental principal163. El cruce de fuentes durante
la investigación ha permitido en estos casos comparar ambos discursos y observar
cómo cambiaban los códigos comunicativos en función de las intenciones del emisor y
el contexto, lo que nos ha posibilitado una interpretación más rica de las estrategias
persuasivas desarrolladas por los implicados durante los procesos.
En la mayor parte de los casos, sin embargo, hemos tenido que desarrollar nuestra
interpretación a través de discursos públicos, supeditados tanto a los intereses
perseguidos por el emisor como a su subalterna posición frente al destinatario al que
quería convencer con sus argumentos.
Tratar de vislumbrar en los documentos judiciales la conducta política de los
implicados, es decir, sus manifestaciones de resistencia ante la voluntad de los
dominantes, era en apariencia una tarea inaccesible pues los discursos públicos de los
subordinados reproducían los valores y discursos dominantes, aparentando participar
voluntariamente en el sistema sexo-género imperante como estrategia de lucha164.
Carecía de sentido, por tanto, esperar actos manifiestos de rebelión de los grupos
subordinados en sus discursos públicos.
La continua reproducción de los discursos normativos de parte de los dominados en
sus declaraciones operó, sin embargo, como una efectiva estrategia de defensa
basada en el acatamiento aparente de la normativa sexual como medio para obtener
la mayor benevolencia y protección posible de parte del sistema judicial. Para el caso
femenino, por ejemplo, esta situación se tradujo en que las mujeres procesadas que
por fragilidad o necesidad, y no por voluntad propia, hubiesen contradicho los
requisitos para ser una buena mujer, podrían gozar, por tanto, de un tratamiento
diferente del reservado para aquellas consideradas responsables de sus actos. El
reconocimiento público de la comisión de comportamientos sexuales contrarios a la
norma, podía ocasionar un mayor o menor estigma sobre el mismo. De esta manera,
de cara a las autoridades judiciales una mujer juzgada por delitos como el adulterio, la
prostitución o el amancebamiento podía ser tratada como una víctima de la ignorancia
o de una precaria situación económica o bien convertirse en una adúltera, una puta o
162
Ibidem, pp. 19 y 27.
163
El discurso oculto es ―específico de un espacio social determinado y de un conjunto particular de
actores‖. No se limita al lenguaje sino que lo constituyen también manifestaciones gestuales y prácticas.
Ibidem, pp. 27-28. Un sinfín de actos cotidianos, como la comisión misma de las sexualidades reprobadas
por la ley, por ejemplo, pueden ser interpretadas como versiones de discursos ocultos de una población
sometida a la normativa sexual del tabú, la contención y el matrimonio.
164
Ibidem, pp. 25-35 y 41.
- 55 -
Alejandra Palafox Menegazzi
una liviana y ser castigada por ello. Por este motivo, la reproducción discursiva por
parte de las mujeres procesadas del ideal de feminidad promovido por las élites,
mediante la aceptación de su supuesta condición de seres débiles, sumisos y pasivos,
ha sido interpretada aquí como una estrategia activa de defensa ante las autoridades.
- 56 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
INTRODUCCIÓN GENERAL
- 57 -
CAPÍTULO PRIMERO
LA FEMINIDAD COMO MODELO PRESCRIPTIVO EN EL
NUEVO ESTADO
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
I. Introducción
Desde las primeras décadas independientes y a lo largo del siglo XIX México
experimentó una serie de cambios en sus estructuras económicas, políticas y
sociales165 que han sido categorizados por la historiografía como parte de un proceso
de ―modernización‖166. En términos económicos, este proceso supuso una paulatina
implantación de un sistema librecambista, construido sobre la base teórica del
concepto de individuo trabajador, libre e independiente, que desempeñaba su
actividad a cambio de una retribución económica, en oposición a las formas de
producción e intercambio comunitarias, serviles o esclavistas. De la misma manera, el
desarrollo de políticas de corte liberal supuso la creación de un nuevo modelo de
estado, sustentado, entre otros, en los principios de la división de poderes, el
constitucionalismo, la representación política, los derechos individuales y la igualdad
jurídica.
Dentro de los nuevos parámetros modernizadores, las relaciones entre hombres y
mujeres fueron teóricamente reformuladas. La sujeción femenina en el nuevo estado
trató de legitimarse discursivamente a través de un modelo de feminidad prescriptiva
basado en supuestas diferencias ontológicas entre los sexos que hacían de las
mujeres seres débiles e inferiores, dotados de una mayor sensibilidad pero una menor
capacidad de discernimiento y autonomía y, por ello, destinados por naturaleza al
ámbito doméstico de la reproducción, la educación y el cuidado de la familia.
Frente a los modelos antagónicos de Eva, pecadora y seductora, y María, sumisa,
casta y abnegada, que habían polarizado los discursos de género imperantes durante
la colonia167, en el marco de la naciente república, los discursos oficiales trataron de
construir una nueva imagen de mujer acorde con los objetivos políticos de la nueva
nación. De esta manera, como ocurrió en la mayor parte de los estados
165
Podemos considerar al respecto medidas como las leyes reformistas expedidas en 1833, durante la
Primera República Federal, bajo la presidencia de Valentín Gómez Farías o las reformas liberales
implementadas desde 1855. Estas políticas fueron, en parte, continuadoras del reforzamiento centralista
de las estructuras administrativas estatales iniciado en las postrimerías coloniales, bajo la dinastía
borbónica y tras la promulgación de la Constitución gaditana de 1812. La reducción de la influencia de lo
sagrado en la sociedad, la limitación de las corporaciones –incluyendo gremios, comunidades indígenas,
parcialidades y cofradías- y los fueros que las protegían fueron algunos de los principales objetivos de las
reformas aludidas. Véase: Staples, Anne, ―Secularización: Estado e Iglesia en tiempos de Gómez Farías‖,
en Matute Álvaro (ed.), Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, México, UNAM,
Instituto de Investigaciones Históricas, v. 10, 1986, pp. 111-113 y Kuntz Ficker, Sandra, ―De las reformas
liberales a la gran depresión, 1856-1929‖, en Kuntz Ficker, Sandra (coord.), Historia económica general
de México. De la Colonia a nuestros días, México, COLMEX, 2010, pp. 305-352.
166
En el siguiente apartado hemos desarrollado importantes aclaraciones relativas al uso y significación
que los conceptos ―modernización‖ y ―modernidad‖ tienen en el presente trabajo.
167
Véase: Pastor, Marialba, ―El marianismo en México: una mirada a su larga duración‖, Cuicuilco, n. 48,
2010, pp. 257-277 y Cangas Arreola, Omar Daniel, ―El amor se volvió mujer. Las mujeres y el amor en el
México colonial‖, Avances, n. 132, 2006, pp. 1-28.
- 61 -
Alejandra Palafox Menegazzi
168
Para un estudio profundo y crítico de este proceso en el área andina, véase Bermúdez, Isabel Cristina,
―El ángel del hogar: una aplicación de la semántica liberal a las mujeres en el siglo XIX andino‖, Historia y
espacio, n. 30, 2008, pp. 1-23. Para un análisis global de la situación descrita en España e
Hispanoamérica véase Aguado, Ana M. y Espigado Tocino, M. Gloria, ―Género, fundación de las naciones
y construcción de nuevas ciudadanías‖, en Pérez-Fuentes Hernández, Pilar (coord.), Entre dos orillas: las
mujeres en la historia de España y América Latina, Barcelona, Icaria, 2012, pp. 77-118.
169
Gálvez Ruiz, María Ángeles, ―La construcción del nuevo estado y la cuestión de las mujeres en
México‖, Chronica nova: Revista de historia moderna de la Universidad de Granada, n. 38, 2012, p. 142.
170
El concepto ―sociedad civil‖ hace referencia a la acepción elaborada por el liberalismo político y, en
concreto, por la filosofía de John Locke. En líneas generales, la sociedad civil es el resultado de un
supuesto pacto o contrato que los individuos, en su primigenio estado de naturaleza, habrían celebrado
de mutuo acuerdo para constituir un nuevo orden basado en el sometimiento a las leyes y la
representatividad política. El concepto lockiano de ―sociedad civil‖ iba unido al de estado o sociedad
política. Sólo a partir del siglo XIX, gracias a autores como Georg W. F. Hegel o Karl H. Marx, lo civil y lo
político se disociaron. Véase Pavón Cuállar, David y Sabucedo Cameselle, José Manuel, ―El concepto de
sociedad civil: breve historia de su elaboración teórica‖, Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía,
Política y Humanidades, n. 21, 2009, pp. 74-81.
- 62 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
respecto al ciudadano, verdadero protagonista del modelo civil articulado desde las
instancias liberales171. Esta reformulación de la feminidad prescriptiva, en términos
generales, se basó en la defensa de la mujer como ser social con base en las
funciones de madre y esposa de ciudadanos. Agradar al hombre en el matrimonio, así
como educar dentro del entorno doméstico al futuro ciudadano, se convirtieron en las
principales actividades destinadas a las mujeres en el proyecto político que se estaba
gestando. La prensa, la literatura, los tratados médicos o los manuales de derecho
albergaron, así, múltiples discursos normativos dirigidos a contener los
comportamientos femeninos dentro del llamado ―ideal de domesticidad‖, que relegaba
a la esfera privada del hogar a la mitad de la población en función de su género. A
través del lenguaje estos discursos permitieron la construcción de un sistema de
género acorde con los intereses de los grupos socioeconómicos dominantes.
Al tratarse de textos emanados de diversas instancias de poder, estos discursos
han sido leídos e interpretados en este trabajo como representativos de una
cosmovisión y una ideología acordes con los principios del liberalismo político y
económico en construcción. La organización socioeconómica defendida por estas
élites político-intelectuales estuvo sujeta al mantenimiento de la familia nuclear y a un
sistema sexo-género172 en el que las mujeres debían quedar confinadas en el espacio
doméstico y atender la organización del mismo173. Lo afirmado no pretende insinuar
que los grupos dominados, entre ellos las mujeres, no compartieran más o menos
elementos con los discursos imperantes aludidos, pero es necesario incidir aquí en
que estos últimos no pueden ser leídos como la expresión de la voluntad social en su
conjunto, sino como mecanismos de control tendentes a la difusión de determinados
modos de vida y organización social174.
El presente capítulo tiene el objetivo de evidenciar que el predominio de discursos
tendentes al reformismo y la búsqueda de la libertad, en la esfera pública mexicana a
mitad del siglo XIX, estuvo acompañado por la supervivencia y el reforzamiento de las
171
La reformulación de la feminidad y su función social en términos liberales guarda su origen en la
exclusión sistemática de las mujeres que los principales autores del liberalismo y la democracia radical,
John Locke y Jack Rousseau, establecieron, en sus respectivas ficciones políticas: el pacto y el contrato
social. Para un análisis detallado de las teorías de ambos autores desde una perspectiva de género véase
la ya clásica obra Pateman, Carole, El contrato Sexual, México, ANTHROPOS-UAM, 1995.
172
En atención a la definición pionera dada por Gayle Rubin, el sistema sexo-género está formado por el
―conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la
actividad humana y en el cual se satisfacen esas necesidades humanas transformadas‖. Véase Rubin,
Gayle, ―El tráfico de mujeres: notas sobre la economía política del sexo‖, Nueva Antropología, n. 30, 1986,
p. 97.
173
Sobre la interrelación entre trabajo doméstico y trabajo remunerado como requisito para el
funcionamiento del sistema capitalista en el siglo XIX véase le obra de Carrasco, Cristina, Borderías,
Cristina y Torns, Teresa, El trabajo de cuidados. Historia, teorías y políticas, Madrid, Catarata, 2011, p.
19.
174
Sobre la interactuación cultural entre dominados y dominantes y su re-funcionalización de la cultura
puede consultarse la clásica obra del célebre historiador italiano Ginzburg, Carlo, El queso y los gusanos,
Barcelona, Muchnik Editores,1997.
- 63 -
Alejandra Palafox Menegazzi
175
CC 1870, Arts. 389-392, 695 y 2156-2166.
176
Scott, Joan W., ―El género: una categoría útil para el análisis histórico‖, en Amelang, James S. y Nash,
Mary, Historia y Género: Las mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea, Edicions Alfons El
Magnànim, Valencia, 1990, p. 44.
177
Entendemos ―Occidente‖ como un heterogéneo espacio material y simbólico inclusivo. Incluimos en
este referente, por tanto, también aquellos ámbitos que, como América Latina, fueron re-significados
desde la colonización occidental. Consideramos que lo afirmado no entra en contradicción con el
reconocimiento de la especificidad, pluralidad y diversidad del continente latinoamericano, tanto en su
interior como con respecto al ámbito occidental.
178
Guzmán, Virginia y Bonan, Claudia, ―La participación de las mujeres en el contexto de la Modernidad‖,
en Fassler, Clara (coord.), Familias en cambio en un mundo en cambio, Montevideo, Trilce, 2006, p. 48.
- 64 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
Occidente desde los siglos XV y XVI y que lograron consolidarse sólo a partir de los
acontecimientos revolucionarios de finales del XVIII179.
A pesar de que los metarrelatos históricos de la modernidad comenzaron a
tambalearse ya desde la segunda mitad del siglo XX180, hemos considerado
conveniente profundizar brevemente en lo que entendemos en este trabajo por
―modernidad‖ con el objetivo de evitar confusiones y, al mismo tiempo, permitir un
análisis crítico de las específicas continuidades y rupturas que tuvieron lugar en el
marco del proceso de modernización estatal mexicano, principalmente en el relativo a
la conceptualización de lo femenino y su deber ser181.
―Moderno‖ es un concepto relativo, un calificativo que significa sólo si es visto en
comparación o relación con otro elemento. Etimológicamente ―moderno‖ guarda su
origen tardolatino en el término modernus, que a su vez derivaba de modo, que puede
traducirse como ―recientemente‖ y se opone a lo vetusto, anticuado o perteneciente al
pasado182. En su acepción actual, ―moderno‖ hace referencia a lo contemporáneo o lo
reciente, es decir, lleva implícita una concepción temporal sujeta a criterios de valor
relativos a cada sociedad o individuo183. Esta constatación, en apariencia burda y
evidente, consideramos que es necesaria a la hora de analizar una categoría histórica
comúnmente aceptada en el ámbito académico como la ―Modernidad‖.
El siglo XIX fue un siglo que se consideró ―arrogantemente a sí mismo‖ como
recordó el filósofo español José Ortega y Gasset, ―el siglo de la modernidad‖184. Como
discurso filosófico o conjunto epistémico, la modernidad, citando a Jürgen Habermas,
―es un proyecto inacabado‖, ―una época que se define a partir de haber alcanzado
conciencia de sí misma‖185, una etapa que rompe con la tradición como instrumento
legitimador y que encuentra en el advenimiento de la razón centrada en el sujeto, un
elemento clave para la erradicación del mito y la religión como pilares sustentadores
del deber ser del individuo. La construcción del discurso filosófico de la modernidad
atravesó varios procesos y momentos clave pero fue desde finales del siglo XVIII, en
el heterogéneo y multiforme movimiento de la Ilustración europea, de la mano de
179
Maravall, J. Antonio, Estado moderno y mentalidad social (siglos XV-XVII), vol. 2, Madrid, Alianza,
1986.
180
Al respecto véase la obra de Lyotard, Jean-François, La condición posmoderna, Madrid, Cátedra,
1987.
181
Las cursivas responden al objeto de enfatizar que se trata de un concepto referente a un modelo de
comportamiento.
182
Fernández Sebastian, Javier, ―Modernidad‖, en Fernández Sebastián, Javier; Fuentes, Juan Francisco
(dirs.), Diccionario político y social del siglo XIX español, Madrid, Alianza Editorial, 2002, p. 454.
183
El Diccionario de la Real Academia Española define ―moderno‖ como lo ―perteneciente o relativo al
tiempo de quien habla o a una época reciente‖. En http://lema.rae.es/drae/?val=moderno. Consultado el
02/02/2015.
184
Artículo de José Ortega y Gasset, publicado en 1916 en el periódico El Espectador, citado en
Fernández Sebastian, Javier, ―Modernidad‖, op. cit., pp. 453.
185
Habermas, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad, Buenos Aires, Katz Editores, 2008, p. 9.
- 65 -
Alejandra Palafox Menegazzi
obras como las tres críticas de Kant186, y acontecimientos clave como la Revolución
Francesa, cuando adquirió consistencia.
Es fácil encontrar trabajos historiográficos que refieran los últimos años del siglo
XVIII y el inicio del siglo XIX como los albores de un periodo de ruptura sistémica con
el pasado, el fin de un régimen antiguo y el establecimiento de un conjunto de valores,
ideas e instituciones modernas que constituirían los cimientos de las organizaciones
estatales de la actualidad occidental. La ―Modernidad‖ dinámica, asociada al
individualismo y la democracia, en su oposición a la ―Tradición‖ estática, identificada
con el organicismo y el autoritarismo187, forma parte de una de las antinomias que más
han perdurado en la conciencia colectiva occidental188 y que, aún hoy en día, parece
no lograr despojarse de connotaciones valorativas ligadas a la idea de progreso y a
una teoría del desarrollo que se apoya en una idea lineal y teleológica de la Historia,
dividida en estadios por los que los países deben transitar irremediablemente189. En
función de esta lógica evolutiva, los estados pioneros en atravesar los estadios de la
modernidad adoptarían una posición de superioridad civilizatoria, definida a través de
una organización política encuadrada en un marco liberal representativo, y un
determinado desarrollo científico-tecnológico con respecto a otros países de ritmo más
lento, condenados a caer en un ―subdesarrollo‖ dentro de este marco comparativo.
Dentro de esta compleja acepción, la Modernidad aparece como un conjunto de
movimientos -culturales, políticos, ideológicos, económicos, científicos, tecnológicos…-
originados en el humanismo renacentista que habrían experimentado un desarrollo
crucial a partir de la Ilustración y, sobre todo, a partir del parteaguas simbolizado por la
Revolución Francesa. Esta modernidad albergaría en su seno, como ha presentado
Mónica Quijada, tres movimientos: ―la revolución del hombre ilustrado contra la
tradición, la sujeción de la razón a la ley natural‖ y la secularización, definida aquí
186
Hacemos referencia a su teoría crítica del conocimiento articulada en las obras la Crítica de la razón
pura (1781), Crítica de la razón práctica (1788) y Crítica del juicio (1790). Estas obras reformularon los
conceptos de razón, voluntad y libertad humanas desde la perspectiva de la centralidad del sujeto como
fin en sí mismo y no ya como medio. Véase al respecto Rojas Amandi, Víctor Manuel, ―La filosofía del
Derecho de Immanuel Kant‖, Revista de la Facultad de Derecho de México, n. 242, 2004, p. 167.
187
Palti, Elías José, ―La modernidad como problema. (El esquema ―de la tradición a la modernidad‖ y la
dislocación de los modelos teleológicos)‖, Modernidades. La historia en diálogo con otras disciplinas, n. 1,
2005. En http://www.ffyh.unc.edu.ar/archivos/modernidades_a/I/Revista%20e-Modernidades.htm.
Consultado el 19/05/2015.
188
Véase Dube, Saurabh, ―Modernidad‖, en McKee Irwin, Robert; Szurmuk, Mónica (coord.), Diccionario
de estudios culturales latinoamericanos, México Instituto Mora, Siglo XXI, 2009, pp. 177-181.
189
De acuerdo con la perspectiva adoptada por Roberto Breña en su estudio sobre el liberalismo español
de principios del siglo XIX y su relación con los procesos de independencia americanos, los cambios
culturales y políticos que se sucedieron el mundo hispánico no pueden analizarse dentro de la carga
ideológica asociada a la modernidad ya que ello supondría la búsqueda de una ruptura absoluta con un
Antiguo Régimen pactista y corporativo. Breña, Roberto, ―El liberalismo hispánico a debate: aspectos de
la relación entre el primer liberalismo español y la emancipación americana‖, Historia Contemporánea,
n.33, 2006, p. 479.
- 66 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
como ―la sustitución de Dios por la sociedad como principio de juicio moral‖190. La
racionalidad, según esta lógica, conllevaría indisolublemente el abandono de viejas
formas de organización sociopolíticas, en especial del corporativismo, en favor de un
individualismo partícipe en la toma de decisiones que afecten a la comunidad.
Lejos de querer desarrollar aquí nuestra propia definición de la Modernidad,
consideramos acertadas las reflexiones formuladas dentro de la ―nueva historia
intelectual‖ por el historiador argentino Elías José Palti al respecto de esta
problemática. Palti retoma la aserción de Reinhart Koselleck, según el cual los
conceptos tienen una naturaleza histórica y, por tanto son siempre polisémicos191 y, en
concreto, los conceptos político-sociales son concentrados de muchos significados
que se introducen desde la situación histórica en la palabra. De esta manera, las
palabras admiten definiciones y los conceptos, por su parte, interpretaciones. Los
conceptos no remiten un conjunto de principios o realidades sino que, parafraseando a
Pierre Rosanvallon, tratan problemas, y en palabras de José Palti, ―contienen nudos
problemáticos irresolutos‖. Con base en estas aclaraciones, Palti formula el principio
de la ―incompletitud constitutiva de los sistemas conceptuales‖ por el cual un concepto
político como el de ―modernidad‖, al tratarse de una construcción histórica cambiante,
no acepta definiciones unívocas192, pero nos permite interrogarnos acerca de cuál es
el uso que se le ha dado y que se le sigue dando por parte de la historiografía actual
para referir los cambios que las estructuras estatales mexicanas experimentaron en
los últimos siglos. De esta manera podemos comprobar cómo la ―modernidad‖, dentro
de la antinomia modernidad-tradición ya aludida, ha sido empleada como un concepto
indisolublemente asociado al atomismo193 y la democracia, en oposición a un
corporativismo autoritario.
En atención a lo expuesto, consideramos pertinente abandonar la carga ideológica
que ha acompañado al concepto político de la modernidad para acercarnos a las
principales repercusiones que, en términos de género, conllevó el conjunto de cambios
políticos, económicos, jurídicos y sociales que desde las postrimerías coloniales se
190
Quijada, Mauriño, Mónica, ―Sobre "nación", "pueblo", "soberanía" y otros ejes de la modernidad en el
mundo hispano‖, en Rodríguez O., Jaime E., Las nuevas naciones: España y México 1800-1850, Madrid,
Fundación Mapfre, 2008, p. 22.
191
Koselleck partía de la premisa nietzscheana de que sólo lo que no tenía historia podía definirse.
Véase: Palti, Elías José, ―La modernidad como problema…‖, op. cit. y Polo Bonilla, Rafael, ―Un diálogo
con Elías José Palti‖, Íconos. Revista de Ciencias Sociales, n. 36, 2010, pp. 119-129.
192
Palti, Elías José, ―La modernidad como problema…‖, op. cit.
193
Hemos hecho uso del término ―atomismo‖ empleado por Elías José Palti como una característica social
que dota de carácter y entidad propia a las distintas partes que componen una sociedad, frente al valor
antinómico del organicismo. Esta última corriente supedita las funciones de las partes que componen un
cuerpo social al supuesto fin que este cuerpo tendría, al ser concebido como una realidad orgánica. Idem.
- 67 -
Alejandra Palafox Menegazzi
sucedieron en la capital mexicana y que formaron parte del proceso o los procesos de
modernización estatal194.
En relación con el tema de estudio que nos compete, que no es otro que la
regulación de la feminidad prescriptiva a través del tratamiento institucional de las
sexualidades reprobadas, de acuerdo con lo expuesto por Ana Lidia García Peña, las
políticas reformistas que se implementaron en México desde la segunda mitad del
siglo XIX fueron continuadoras de un proyecto modernizador iniciado en la Monarquía
Hispánica a finales del siglo XVIII195. Este proyecto de reformismo borbónico estuvo
caracterizado por un paulatino fortalecimiento del estado en detrimento de otros
poderes políticos196, la secularización de la sociedad197 y la ―creación de los
individuos‖, con base en los principios filosóficos expuestos en el moderno derecho
natural198.
- 68 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
199
Véase Ferrer Muñoz, Manuel y Luna Carrasco, Juan Roberto, Presencia de doctrinas constitucionales
extranjeras en el primer liberalismo mexicano, México, UNAM, 1996, pp. 61-106.
200
Otros autores anteriores del contractualismo, como Thomas Hobbes (1588-1679), interpretaron lo
doméstico como una de las formas del espacio de lo político. Femenías, María Luisa, Sobre sujeto y
género. Lecturas feministas desde Beavouir hasta Butler, Buenos Aires, Catálogos, 2000, p. 131.
201
Las justificaciones de órdenes jurídicos concretos con base en un supuesto estado natural inmemorial
acompañaron las teorías de los principales autores del derecho desde las reflexiones de Domicio Ulpiano,
jurista romano del siglo III. Tanto el absolutismo político de Thomas Hobbes como el liberalismo de John
Locke o la democracia radical de Jean Jacques Rousseau, fueron cuerpos teóricos pertenecientes a la
corriente del derecho natural público, corriente que se asentaba sobre la existencia de un supuesto
primigenio estado de naturaleza en el que los hombres eran libres, iguales y estaban caracterizados por
- 69 -
Alejandra Palafox Menegazzi
estar dotados de razón. Este supuesto origen no constituyó, por tanto, un acontecimiento histórico sino
una ficción política legitimadora de un orden jurídico y social concreto.
202
El concepto de ―pacto‖ ya fue desarrollado por Thomas Hobbes en Leviatán, como un instrumento que
constituía y limitaba al mismo tiempo la soberanía individual. Hobbes no concebía sociedades primitivas
sino un estado de caos y anarquía que hacía necesario el pacto, que terminaba cuando se cumplía el
mismo o el soberano decidía ponerle fin. Los súbditos, por otro lado, podían resistirse si el soberano no
respetaba los supuestos derechos naturales inalienables del individuo.
203
Locke, John, Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil. Un ensayo acerca del verdadero origen,
alcance y fin del Gobierno Civil, Madrid, Tecnos, 2006, pp. 99-105.
204
El individualismo estuvo a la base de las concepciones iusnaturalistas. Ya desde el siglo XVI, juristas
como Fernando Vázquez de Menchaca o Hugo Grocio ratificaron la idea de que el ser humano,
conceptualizado como individuo, era ―la única instancia legitimada moral y jurídicamente para dictar
normas‖. Pérez Fonticoba, Antonio, ―El ideario familiar en la legislación decimonónica mexicana‖, en
Cárdenas Aguirre, Salvador (coord.), Historia de la Justicia en México, México, Suprema Corte de la
Justicia de la Nación, 2005, p. 584.
205
Jean Jacques Rousseau abogó por un sistema político asambleario basado en la participación activa
de una comunidad en la elaboración y ratificación legislativa. Frente a la representación típica del modelo
liberal, Rousseau defendió la materialización de la soberanía popular mediante la actuación directa de la
comunidad en la toma de decisiones políticas. Por este motivo este autor es considerado como uno de los
principales exponentes de la democracia ―directa‖ o ―radical‖. Prud'humme, Jaen-François, Consulta
popular y democracia directa, México, Instituto Federal Electoral, 2001, pp. 17-22.
- 70 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
206
―Pero siendo necesario que el derecho de decidir en último término (es decir, de gobernar) esté
colocado en una sola persona, va a parar naturalmente al hombre, como más capaz y más fuerte‖, Locke,
John, Ensayo sobre el gobierno civil, Madrid, Aguilar, 1969, p. 61, citado en Cobo Bedia, Rosa, ―La
democracia moderna y la exclusión de las mujeres‖, Mientras tanto, n. 62, p. 194.
- 71 -
Alejandra Palafox Menegazzi
reproducción humana y material. Por este motivo, entre las esferas pública y privada,
más que una separación lo que se producía era una necesaria retroalimentación.
La Revolución Francesa y las consecuencias que ésta tuvo en el plano jurídico
supusieron la implementación material de esta filosofía individualista. Las diversas
leyes revolucionarias, así como sus constituciones207 y la sistematización normativa
llevada a cabo en el Código Civil de 1804208, tuvieron una importante repercusión
internacional e influenciaron en la labor legisladora desarrollada por varios países a
uno y otro lado del Atlántico, incluyendo el caso mexicano.
El inicio del proceso constitucional en el México independiente, dirigido a la
organización de la estructura institucional del nuevo estado, tuvo lugar sólo tras el
derrocamiento del Imperio y el establecimiento de la República Federal. Los continuos
enfrentamientos de Iturbide con los miembros del congreso constituyente impidieron
que México contara con una constitución federal antes de 1824. Dentro tanto de este
extenso nuevo estado federal, como del conjunto de países hispanoamericanos recién
independizados, el estado de Oaxaca fue pionero al establecer un Código Civil propio
en 1827-1828209. Pese a ello, no fue hasta la década de los años ‘70 cuando tuvo lugar
la consolidación del modelo político liberal en el ámbito jurídico, con la promulgación
del Código Civil del Distrito Federal y territorio de Baja California, aprobado el 8 de
diciembre de 1870 y vigente desde el 1 de marzo de 1871210.
Los esfuerzos gubernamentales para impulsar la elaboración de un código civil en
México se sucedieron desde el inicio de la independencia política. Al igual que lo
ocurrido en otros países o estados, como Bolivia o el estado mexicano de Oaxaca, su
desarrollo tuvo como modelo de referencia al Código Civil napoleónico de 1804. En
1822 la Soberana Junta Provisional Gubernativa del Imperio Mexicano nombró la
primera comisión encargada de la redacción de los códigos civil, criminal, de comercio,
207
Entre otros conjuntos normativos pueden considerarse la Constitución francesa del 3 de septiembre de
1791, la ley de divorcio de 2 de septiembre de 1792 o el Código Civil de 1804. Véase Pérez Fonticoba,
Antonio, ―El ideario familiar…‖ op. cit., p. 588.
208
El código civil de 1804 fue promulgado bajo el gobierno del consulado francés y tuvo vigencia en
México, con algunas modificaciones, bajo el Imperio de Maximiliano de Habsburgo, entre 1863 y 1867.
209
El Código Civil del estado de Oaxaca de 1827 fue el primer código promulgado en el sistema federal
mexicano. Después de Oaxaca, las codificaciones iberoamericanas más tempranas fueron las de Bolivia
en 1830 y Perú en 1836. Todas establecieron un conjunto normativo inspirado en el código napoleónico
francés de 1804. Véase Guzmán Brito, Alejandro, La codificación civil en Iberoamérica. Siglos XIX y XX,
Editorial Jurídica del Chile, Chile, 2000, pp. 210 y 211.
210
Como ha subrayado Silvia Marina Arrom, la condición jurídica de la mujer sufrió escasas
modificaciones a lo largo del siglo XIX. Las conclusiones de esta autora se sustentan en su estudio del
proyecto de código civil de Justo Sierra – que fue elaborado entre los años 1859 y 1860 y publicado en
1861-, el Código Civil del Imperio Mexicano de 1866, el Códigos Civil del Distrito Federal y territorio de la
Baja California de 1870 y el Código Civil del Distrito Federal y Territorios de Tepic y Baja California de
1884. Tras el análisis de estos cuerpos normativos, Arrom concluyó que aunque los diferentes textos
―fueron preparados por liberales, conservadores y positivistas, y entre el proyecto Sierra y el Código de
1884 hubo un intervalo de un cuarto de siglo, difirieron poco en las disposiciones respecto a la mujer.
Arrom, Silvia M., ―Cambios en la condición jurídica de la mujer en el siglo XIX‖, en Soberanes Fernández,
José Luis (coord.), Memoria del II Congreso de historia del derecho mexicano, México, UNAM, 1981, p.
495.
- 72 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
211
Cruz Barney, Oscar, La codificación en México: 1821-1917. Una aproximación, México, UNAM, 2004,
p. 51.
212
Ibidem, p. 54.
213
Ramos Escandón, Carmen, ―Legislación y representación de género en la nación mexicana‖, en Pérez-
Gil Romo, Sara Elena y Ravelo Blancas, Patricia (eds.), Voces disidentes. Debates contemporáneos en
los estudios de género en México, México, CIESAS, Porrúa, 2004, p. 127.
214
Justo Sierra reconocía abiertamente en su proyecto la influencia directa que el código napoleónico de
1804 tuvo para la realización del mismo de la siguiente manera: ―El método que he seguido es muy
sencillo: es casi el método del código francés con las desviaciones que he juzgado necesarias, bien para
conservar lo que del derecho patrio es ciertamente inmejorable (…). De algo me han valido mis apuntes
de codificación; pero lo que realmente me ha servido de guía han sido las discusiones del código civil
francés….‖. Sierra, Justo, Proyecto de un Código Civil Mexicano formado de orden del Supremo Gobierno
por Don Justo Sierra, México, Imprenta de Vicente G. Torres, 1861, pp. I-II.
215
Con esta afirmación hacemos referencia al Código Civil del Imperio de Maximiliano de 1866, el
proyecto codificador publicado por Justo Sierra en 1861 y el Código Civil de 1870.
216
Velázquez Delgado, Graciela, ―La ciudadanía en las constituciones mexicanas del siglo XIX: inclusión y
exclusión político-social en la democracia mexicana‖, Acta Universitaria, vol. 18, n. Extra 1, 2008, p. 44.
217
Para un estudio detallado de esta exclusión véase: Gálvez Ruiz, Mª Ángeles, ―La construcción del
nuevo estado…‖, op. cit., y Núñez Rebolledo, Lucía, ―Nacionalidad y mujeres en las constituciones de
México‖, Versión 25, 2010, pp. 165-179.
- 73 -
Alejandra Palafox Menegazzi
218
Arendt, Hannah, La condición humana, Buenos Aires, Paidós, 2009, p. 12.
219
El análisis de la exclusión femenina del concepto de ciudadanía mexicana, presente en este capítulo,
se ha llevado a cabo mediante la lectura exhaustiva de las normativas constitucionales nacionales
mexicanas del siglo XIX: la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1824, las Siete
Leyes Constitucionales de 1836, las Bases Orgánicas de la República Mexicana de 1843 y la Constitución
Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857.
220
Marshall definió la ciudadanía como ―un status que se otorga a los que son miembros de pleno
derecho de una comunidad. Todos los que poseen ese status son iguales en lo que se refiere a los
derechos y deberes que implica. No hay principio universal que determine cuáles deben ser estos
derechos y deberes, pero las sociedades donde la ciudadanía es una institución en desarrollo crean una
imagen de la ciudadanía ideal en relación con la cual puede medirse el éxito y hacia la cual pueden
dirigirse las aspiraciones‖, Marshall, Thomas Humphrey, ―Ciudadanía y clase social‖, Revista Española de
Investigaciones Sociológicas, n. 79, 1997, pp. 312-313. Cada una de las dimensiones aludidas se
correspondería, según Marshall, con un periodo concreto de constitución de derechos. Según su
linealidad, los derechos civiles habrían aparecido en el siglo XVIII con el derrocamiento de la sociedad
estamental; los derechos políticos habrían surgido con la institucionalización del liberalismo democrático y
la representación electoral y los derechos sociales se habrían producido gracias al igualitarismo surgido
del estado del bienestar en el siglo XX. Esta evolución histórica ha sido criticada por autoras posteriores
como Rosemary Crompton, quien puso de manifiesto su marcado carácter etnocéntrico, al presentar
como general un análisis centrado en Gran Bretaña. La recuperación de la definición de Marshall en este
trabajo no implica la aceptación de la linealidad del proceso histórico de la ciudadanía descrito ni su
extrapolación al caso mexicano. Para un análisis de la crítica feminista del concepto de Marshall véase
Aguirre, Rosario, Género, ciudadanía social y trabajo, Uruguay, Doble clic, 2003, p. 11.
- 74 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
221
Marshall, Thomas Humphrey, ―Ciudadanía y clase social‖, op. cit., p. 302.
222
Ibidem, p. 303.
223
Como ha sido puesto de manifiesto por la crítica feminista de autoras como Sylvia Walby, la
periodización de Marshall no ha considerado el devenir de las mujeres en su lucha y obtención de sus
derechos de ciudadanía. Véase al respecto Aguirre, Rosario, Género, ciudadanía social…, op. cit., p. 11.
224
Ortiz Leroux, Jaime Eduardo, ―El sujeto de la ciudadanía en la constitución mexicana‖, Revista del
Posgrado en Derecho de la UNAM, n. 5, 2007, p. 319.
225
Serrano Migallón, Fernando, ―La Constitución de 1824 y el nacimiento de la identidad política en la
Historia Constitucional de México. La representatividad en la Constitución de 1824‖, en Valadés, Diego y
Barceló Rojas, Daniel A. (coords.), Examen retrospectivo del sistema constitucional mexicano. A 180 años
de la Constitución de 1824, México, UNAM, 2005, p. 78.
- 75 -
Alejandra Palafox Menegazzi
226
CM 1824, Art. 4.
227
CM 1824, Art. 8.
228
DC 1814, Arts. 13-17.
229
CM 1824, Art. 9.
230
Ortiz Leroux, Jaime Eduardo, op. cit, p. 322. En relación con los procesos de ciudadanía que se
desarrollaron en el resto del país, cabe advertir que la mayor parte de las constituciones estatales
mexicanas, como la de Chiapas, México, Oaxaca o Yucatán, reconocieron formalmente el derecho de
ciudadanía a todos los habitantes del territorio mayores de dieciocho o veinticinco años, negando el
mismo a los sirvientes, los analfabetos o los procesados criminalmente. Véase: ―Constitución del Estado
de las Chiapas‖, en Galván Rivera, Mariano (ed.), Colección de constituciones de los Estados Unidos
Mexicanos. Régimen Constitucional de 1824, México, Miguel Ángel Porrúa, 1988, pp. 110-112;
―Constitución del Estado de México‖, en Ibidem, pp. 421-422; ―Constitución del Estado de Oaxaca‖, en
Ibidem, pp.172-177 y ―Constitución Política del Estado Libre de Yucatán‖, en Ibidem, pp. 337-339. Otros
estados añadieron otras restricciones, como el Estado de Occidente, que excluyó de este derecho
también a los habitantes que tuviesen por costumbre ―andar vergonzosamente desnudos‖. ―Constitución
del Estado Libre de Occidente‖, Ibidem, p. 14. A pesar de su discriminación en la práctica, cabe advertir
que en ninguna de estas constituciones se especificó la exclusión de las mujeres en las definiciones de
naturales y ciudadanos de los respectivos estados por lo que debe entenderse que el uso del masculino
en los mismos no tuvo, o al menos no se le quiso dar, un valor genéricamente neutro. Por citar un
ejemplo, en la Constitución del Estado de Chihuahua quedó estipulado que eran ciudadanos: ―todos los
chihuahuenses: los ciudadanos de los demás estados de la federación, luego que se avecinden en éste;
los nacidos en las repúblicas de la América que fue antes española, luego que también se avecinden en
el estado; y los extranjeros que habiendo obtenido carta de naturaleza, adquieran legalmente la
vecindad‖. ―Constitución del Estado de Chihuahua‖, Ibidem, p.159.
231
CM 1824, Arts. 19, 76, 125 y 141.
- 76 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
232
Sordo Cedeño, Reynaldo ―La primera república centralista, 1835-1841‖, en Zoraida Vázquez, Josefina,
Gran Historia de México Ilustrada. El nacimiento de México. (1750-1856), México, Planeta, CONACULTA,
INAH, 2006, p. 188.
233
LC 1836, Ley I, Art.1.
234
LC 1836, Ley I, Art.7.
235
LC, Ley I, Art. 13.
- 77 -
Alejandra Palafox Menegazzi
236
El carácter constitucional del estatuto es discutible según las definiciones empleadas. El jurista
contemporáneo Joaquín Escriche no estableció una distinción nítida entre el concepto de ―estatuto‖ y el
de ―constitución‖ y definió el primero como ―las ordenanzas, pactos, reglas o constituciones que se
establecen para el gobierno y dirección de algún pueblo, universidad, colegio, cabildo u otro cuerpo
secular o eclesiástico‖. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y
forense, o sea resumen de las leyes, usos, prácticas y costumbres, como asimismo de las doctrinas de
los jurisconsultos, dispuesto por orden alfabético de materias, con la explicación de los términos del
Derecho. Por Don Joaquín Escriche y con citas del derecho, notas y adiciones por el licenciado Juan
Rodríguez de San Miguel, México, Oficina de Galván, 1837, p. 650. Por ―constitución‖ Escriche entendía
el ―acto o decreto fundamental en que están determinados los derechos políticos de una nación, la forma
de su gobierno y la organización de los poderes públicos de que este se compone‖. Ibidem, p. 500. En
atención a estas acepciones el Estatuto de 1842 tendría carácter de constitución. Sin embargo, este
carácter le es negado desde la perspectiva liberal que exige que, además de recoger los derechos y
deberes fundamentales de los individuos que integran el cuerpo de la nación, una constitución deba
emanar de los representantes de esta nación. Tomás y Valiente, Francisco, Manual de Historia del
Derecho Español, Madrid, Tecnos, 2004, p. 444.
237
BO 1843, tít. III, Arts. 11-13.
238
BO 1843, tít. III, Art. 18.
- 78 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
2. La Constitución de 1857
La condición de mujer casada en el México decimonónico en algunos casos
determinó también la pérdida de nacionalidad de las contrayentes, convirtiendo la
unión matrimonial en uno de los diversos instrumentos definitorios de la nación. El
Decreto del Gobierno del 30 de enero de 1854, sobre extranjería y nacionalidad,
declaró la pérdida de la nacionalidad de las mexicanas que contrajesen matrimonio
con un extranjero, estipulando que ―la mexicana que contrajere matrimonio con
extranjero, por deber seguir la condición de su marido‖ dejaría de serlo240. Esta
normativa, además, fue sancionada con la ―Ley Vallarta‖ o Ley de Extranjería y
naturalización de 1886, por la que la naturaleza del matrimonio definía la nacionalidad
de la mujer casada, dependiendo ésta, por tanto, de la nacionalidad marital. Sólo fue
revocada en 1934 con la nueva Ley de Nacionalidad y Naturalización.
Según el artículo treinta de la Constitución Federal de los Estados Unidos
Mexicanos, jurada por el Congreso General Constituyente el 5 de febrero de 1857,
eran mexicanos: ―todos los nacidos dentro o fuera del Territorio de la República, de
padres mexicanos‖ y los extranjeros que adquiriesen ―bienes raíces de la República o
tengan hijos mexicanos‖, siempre que no manifestasen ―la resolución de conservar su
nacionalidad‖241.
Pese a que esta definición se encontrase en masculino, al igual que en los otros
códigos constitucionales analizados en este capítulo y como afirmaron autores
239
BO 1843, tít. III, Art. 19. Las interpretaciones excluyentes contradijeron las opiniones de juristas como
De la Pascua, quien afirmaba que si no se explicitaba la exclusión, el vocablo ―hombre‖ o los términos en
masculino debían tener una lectura neutra que incluyese a hombres y mujeres. De la Pascua, Anastasio,
Febrero Mejicano o sea la Librería de Jueces, abogados y escribanos que, refundida, ordenada bajo
nuevo método, adicionada con varios tratados y con el título de Febrero Novísimo dio a luz D. Eugenio de
Tapia. Nuevamente adicionada con otros diversos tratados y las disposiciones del Derecho de Indias y del
Patrio, por el Lic. Anastasio de la Pascua, vol. 1, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2010,
p. 66.
240
―Enero 30 de 1854. Decreto del gobierno. Sobre extranjería y nacionalidad‖, en Dublán, Manuel, y
Lozano, José María, Legislación mexicana o colección completa de las disposiciones legislativas
expedidas desde la independencia de la República, vol. 7, México, Imprenta del comercio,1877, p. 26. Un
estudio detallado sobre el tema fue el desarrollado por Augustine-Adams, Kif, ―El construir la nación
mexicana: matrimonio, derecho y la nacionalidad dependiente de la mujer casada en las postrimerías del
siglo XIX y comienzos del siglo XX‖, en Fernández, María Teresa, Ramos Escandón, Carmen y Porter,
Susie (Coords.), Orden social e identidad de género: México, siglos XIX y XX, México, CIESAS,
Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 2006, p. 68.
241
CM1857, Art. 30.
- 79 -
Alejandra Palafox Menegazzi
242
Genaro García fue un intelectual, político y abogado que, durante la época porfiriana, desarrolló
importantes trabajos referentes a la condición jurídica de las mujeres, lo que ha merecido su
consideración como uno de los primeros hombres feministas de la historia de México. Al respecto, véase
Ramos Escandón, Carmen, ―Genaro García, historiador feminista de fin de siglo‖, Signos Históricos, n. 5,
2001, pp. 87-107.
243
García, Genaro, Apuntes sobre la condición de la mujer. La desigualdad de la mujer, México,
Universidad Autónoma de Zacatecas, 2007, p. 64.
244
CM 1857, Art. 34.
245
Ortiz Leroux, Jaime Eduardo ―El sujeto de la ciudadanía…‖, op. cit., p. 324.
- 80 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
246
Ibidem, p. 329.
247
Este conjunto legislativo fue aprobado por el Congreso Extraordinario Constituyente el 18 de marzo de
1847 y su promulgación supuso la derogación de las Siete Leyes de 1836 y las Bases constitucionales de
1843, reinstaurando la vigencia de la Constitución Federal de 1824.
248
AC 1847, Art. 3.
249
CM 1857, Art. 35.
250
García, Genaro, Apuntes…,op. cit., p. 64.
251
Ibidem, p. 65.
- 81 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―debemos examinar qué otras condiciones sobre las ya fijadas por las leyes deberán
exigirse para el ejercicio del derecho de ciudadanía, y sin vacilar aseguramos desde
luego que la propiedad: [...] a nuestro juicio no es otra cosas que la posesión de bienes
256
capaces de constituir por sí mismos una subsistencia desahogada e independiente‖ .
252
Idem.
253
El guanajuatense José María Luis Mora (1794-1850), sacerdote, teólogo, periodista, diplomático,
legislador y político liberal, ocupó los cargos de diputado electo por el Estado de México en 1823, cargo
bajo el que redactó la constitución y la ley de Hacienda de dicho estado, entre otros códigos legales.
Fundador del periódico El Indicador, tras la caída del gobierno de Valentín Gómez Farías en 1834 se
trasladó a París, ciudad en la que fallecería a los cincuenta y seis años y desde donde publicó México y
sus revoluciones, una de sus principales obras. ―Mora, José María Luis‖, Diccionario Porrúa. Historia,
biografía y geografía de México, México, Editorial Porrúa, 1971, p. 1403.
254
Mariano Otero (1817-1850) fue un importante jurista, ideólogo y político liberal moderado mexicano.
Nacido en la ciudad jalisciense de Guadalajara, fue representante de su estado en el Congreso Nacional
Extraordinario de 1842, además de redactor en el periódico El siglo XIX, ministro de Relaciones (1848) y
autor de obras centrales para la historia de la política del país como Ensayo sobre el verdadero estado de
la cuestión social y política que se agita en la República (1842). ―Otero, Mariano‖, Ibidem, pp. 1544-1545.
255
Velázquez Delgado, Graciela, ―La ciudadanía‖, op. cit., p. 44.
256
Mora, José María Luis, ―Discurso sobre la necesidad de fijar el derecho de ciudadanía en la República
y hacerlo esencialmente afecto a la propiedad‖, en Obras sueltas de José María Luis Mora, ciudadano
mejicano, Librería de la Rosa, París, 1837, p. 294.
- 82 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
257
Ramos Escandón, Carmen, ―Cuerpos construidos, cuerpos legislados. Ley y cuerpo en el México de fin
de siècle‖ en Tuñón, Julia, Enjaular los cuerpos. Normativas decimonónicas y feminidad en México,
México, COLMEX, 2008, p. 73 y Ortiz Leroux, Jaime Eduardo, ―El sujeto de la ciudadanía…‖, op. cit., p.
324.
258
Ibidem.
259
Velázquez Delgado, Graciela, ―La ciudadanía en las constituciones…‖, op. cit., p. 45.
260
Zarco, Francisco y Sierra Casasús, Catalina, Crónica del Congreso Extraordinario Constituyente
(1856-1857), México, COLMEX1957, p. 336.
261
Ortiz Leroux, Jaime Eduardo, ―El sujeto de la ciudadanía…‖, op. cit., p. 324.
- 83 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Ignacio Ramírez quien en julio de 1856 mostró ante los demás diputados su
preocupación ante la falta de reconocimiento de los derechos sociales y políticos de
las mujeres, alegando que la normativa que se estaba discutiendo no planteaba su
emancipación262.
En relación con la reacción ante la falta de reconocimiento de la ciudadanía
femenina, cabe advertir que, pese a que durante el siglo XIX se dieron en México
protestas por parte de grupos aislados de mujeres y muestras de participación
política263, los antecedentes más lejanos de la movilización femenina en su lucha
sufragista hay que ubicarlos a principios del siglo XX264, y las organizaciones políticas
de las mujeres mexicanas en el periodo aquí estudiado fueron prácticamente nulas.
La ausencia de derechos políticos femeninos en México, evidenciada en el presente
capítulo, finalizó sólo con la reforma de los artículos 34 y 35 de la Constitución de 1917
llevada a cabo el 6 de octubre de 1953265. Hasta 1953, por tanto, México no consideró
a las mujeres como individuos pertenecientes a la vida pública sino como partes
integrantes de la unidad doméstica fuera de la cual no tenían cabida, lo que se tradujo
en un monopolio masculino del proceso de elaboración política del estado-nación
durante más de cien años. Atendiendo a lo acaecido en otros estados occidentales, si
bien es cierto que en algunas áreas las mujeres gozaron de derechos políticos mucho
antes266, cabe advertir que en países como Suiza267 no se reconoció esta equidad
hasta fechas más tardías y en otros, como Francia o Italia268, este reconocimiento tuvo
lugar pocos años antes, por lo que la elaboración a lo largo del siglo XIX de un
262
Zarco, Francisco y Sierra Casasús, Catalina, Crónica del Congreso.., op. cit., p. 249.
263
Galeana, Patricia, ―Lecciones de las mujeres de México del siglo XIX y asignaturas pendientes‖,
Mujeres, Derechos y Sociedad, n. 5, 2007, p. 6.
264
Tuñón, Enriqueta, ―La lucha política de la mujer mexicana por el derecho al sufragio y sus
repercusiones‖ en Ramos Escandón, Carmen et al., Presencia y Transparencia: la mujer en la historia de
México, México, COLMEX, 1987, p. 182.
265
―Decreto que reforma los artículos 34 y 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos‖, en Arenas Guzmán, Diego (dir.), Diario Oficial. Órgano del Gobierno constitucional de los
Estados Unidos Mexicanos, n. 39, México, 1953, pp. 1-2. El voto femenino a las elecciones presidenciales
y la equiparación de derechos políticos formales se estableció en 1953 pero ya en 1947 fue autorizada la
participación de las mujeres en las elecciones municipales. Los argumentos esgrimidos a su favor,
durante el gobierno de Miguel Alemán, se centraron en la supuesta similitud de la estructura familiar –
supuesto lugar femenino por excelencia- y el municipio. Las mujeres no ejercieron su derecho a voto en
las elecciones presidenciales hasta 1958. El establecimiento tardío del sufragio femenino en México,
según la historiadora Gabriela Cano, se debió al carácter prejuicioso y excluyente de los discursos
revolucionarios imperantes en la primera mitad del siglo XX, que asociaron a las mujeres con
inclinaciones políticas conservadoras. Para un mayor desarrollo de lo afirmado véase: Cano, Gabriela,
―Debates en torno al sufragio y la ciudadanía de las mujeres en México‖, en Morant, Isabel (dir.), Historia
de las mujeres en España y América Latina. Del siglo XX a los umbrales del XXI, Madrid, Cátedra, 2006,
pp. 535-551 y Cano, Gabriela, ―Sufragio femenino en el México Posrevolucionario‖, Galeana, Patricia et
al., La revolución de las mujeres en México, México, INEHRM, 2014, pp. 33-46.
266
En 1869 las mujeres inglesas adquirieron el derecho a votar en las elecciones municipales y las
estadounidenses de Wyoming en las estatales; en 1902 las australianas podían ser electoras y elegidas al
Parlamento Federal y en 1910 Noruega estableció el sufragio universal. Arnaud-Duc, Nicole, ―Le
contraddizioni del diritto‖, en Fraisse, Geneviève y Michelle Perrot (dir.), Storia delle donne in Occidente.
L’Ottocento, Bari, Editori Laterza, 2000, pp. 53-58.
267
Hasta 1971 este país no reconoció el sufragio universal. Ibidem, p. 51.
268
Hasta 1944 y 1946, las italianas y las francesas respectivamente, no tuvieron derecho a elegir a sus
representantes políticos.
- 84 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
269
Montiel y Duarte, Isidro A., ―Lecciones dadas en la Escuela de Derecho en la Cátedra de Principios de
Legislación, sobre indisolubilidad del matrimonio‖, en El Derecho. Periódico de jurisprudencia y
legislación, vol. III, n. 26, México, sábado 23 de diciembre de 1869, p. 423.
270
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad de México, 1790-1857, Madrid, Siglo XXI, 1988, p. 252.
Carballeda, Ángela, ―Género y matrimonio en Nueva España: las mujeres de la lite ante la aplicación de la
Pragmática de 1776‖, en Gonzalbo Aizpuru Pilar, Ares Queija Berta (coords.), Las mujeres en la
construcción de las sociedades iberoamericanas, Sevilla, México, CSIC, Escuela de Estudios Hispano-
Americanos, COLMEX, Centro de Estudios Históricos, 2004, pp. 220-221.
- 85 -
Alejandra Palafox Menegazzi
271
Gálvez Ruiz, María Ángeles, ―Conflictos de Género en la sociedad colonial del siglo XVIII: la
experiencia del valle de Toluca‖, en López Beltrán, Mª Teresa y Reder, Marion (coords.), Historia y
Género. Imágenes y vivencias de mujeres en España y América (siglos XV-XVIII), Málaga, SPICUM,
2007, p. 347.
272
Pérez Herrero, Pedro, "Evolución demográfica y estructura familiar en México (1730-1850)", en
Gonzalbo Aizpuru, Pilar, (coord.), Familias novohispanas. Siglos XVI-XIX, COLMEX, México, 1991, pp.
345-371.
- 86 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
partir del siglo V273. Desde este periodo tres grandes ejes caracterizaron la
conceptualización de las prácticas sexuales dentro de la lógica cristiano-occidental: la
primacía de la función reproductora del sexo, la conexión de lo sexual y lo relacionado
con el sexo con lo impuro y vergonzante, y la identificación de las relaciones sexuales
con la intimidad matrimonial y la expresión del amor conyugal274.
La influencia de esta base doctrinaria y, en especial, la animadversión hacia el
placer y el acto sexual desarrollada por el gran pensador del cristianismo Agustín de
Hipona (354-430)275, quedó institucionalizada en Europa y América, en gran parte, a
través de la sistematización de sus doctrinas por parte de importantes teólogos como
Graciano (siglo XII)276 o Tomás de Aquino (1224-1274), favoreciendo su implantación
en el derecho canónico.
Entre las obras más referenciadas por los juristas y que operó como texto básico de
derecho canónico desde época medieval destaca Concordia discordantium canonum,
más conocida como Decretum, llevada a cabo por el jurista Graciano hacia el año
1140. En ella, su autor organizó en 3823 capítulos una importante compilación de
cánones conciliares, decretales papales, citas bíblicas, escritos patrísticos y fuentes de
derecho romano, entre otros textos. Además del esfuerzo recopilador, la relevancia de
su obra residió en los comentarios que el autor recogió, sobre todo en relación con las
contradicciones que la pluralidad normativa presentaba ante determinadas cuestiones
canónicas. El resultado, por tanto, constituyó una importante síntesis, permitiendo
hablar para mediados del siglo XII del derecho canónico como una ―ciencia jurídica‖ o
―disciplina intelectual independiente‖277.
El texto no tuvo nunca una adopción formal por parte de Roma pero el éxito que
tuvo como obra pedagógica en el ámbito jurídico y académico promovió que la familia
273
Brundage, James A., La ley, el sexo y la sociedad cristiana en la Europa Medieval, México, FCE, 2000,
pp. 25-89.
274
Ibidem, p. 23.
275
El primer intento de elaborar una sistematización sintética del pensamiento cristiano tuvo lugar en el
siglo V con Agustín de Hipona. La relevancia de este autor, nacido en la provincia romana de Tagaste
(actual provincia argelina de Souk Ahras) para el tema de estudio que nos compete, residió en la
hegemonía que su sistematización logró dentro del pensamiento cristiano y la cultura occidental. Ortega
Noriega, Sergio, ―El discurso teológico de Santo Tomás de Aquino sobre el matrimonio, la familia y los
comportamientos sexuales‖, Seminario de historia de las mentalidades. El placer de pecar y el afán de
normar, Ciudad de México, Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e
Historia, INAH, Editorial Joaquín Mortiz, 1988, p. 18.
276
A pesar de la importancia de la obra de Graciano, apenas disponemos de información biográfica
acerca del autor. Brundage, James A., La ley, el sexo y.., op. cit., p. 243. Se desconoce el lugar y la fecha
exacta tanto de su nacimiento como de su muerte. Sabemos que fue maestro aunque existen documentos
que hacen referencia a él como obispo –episcopi- o monje. De León Rey, Enrique, ―Historia del derecho
de la Iglesia‖, en Cortés Diéguez, Myriam M. y San José Prisco, José (coords.), Derecho Canónico I: El
Derecho del Pueblo de Dios, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2006, p. 22.
277
Brundage, James A., La ley, el sexo y.., op. cit., pp. 243 y 246. Cabe recordar que a partir de la obra
de Graciano, bajo el papado de Alejandro III, el derecho canónico se convirtió en la principal fuente de
derecho en la Europa Occidental.
- 87 -
Alejandra Palafox Menegazzi
278
Ortega Noriega, Sergio, ―El discurso teológico…‖, op. cit., p. 50.
279
Ibidem, p.38.
- 88 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
su explicación en la consideración de que la mujer era un ser que había sido creado
para el varón280, ―algo establecido por la naturaleza para la generación‖281. Por otro
lado, no habría organización en la sociedad humana si unos no fueran gobernados por
otros más sabios‖282. Las mujeres pertenecían a un sexo débil desde el punto de vista
espiritual, moral y físico. La naturaleza, por voluntad divina, había dado al varón ―más
discernimiento‖ que a la mujer283 lo que favorecía su mayor proclividad a la comisión
de pecados284. Por estos motivos, las mujeres debían de someterse a la tutela varonil.
Los hijos debían obediencia al padre y a la madre en lo referente a la disciplina
dentro del hogar pero se recomendaba ser independientes en cuanto a la decisión de
contraer matrimonio. La unión matrimonial, por otro lado, debía celebrarse con el
consentimiento de ambos cónyuges, de forma libre y voluntaria, sin coacción. Como ya
quedó recogido por Graciano, el amor o afecto conyugal estaba centrado en el
respeto, la deferencia y la consideración mutua, algo alcanzable sólo mediante la
obtención del consentimiento de ambos contrayentes. La unión matrimonial que se
celebrara bajo el influjo de la fuerza o amenazas, por tanto, no tenía validez y debía
considerarse ilícita285.
280
De Aquino, Tomás, Suma de Teología, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2001, p. 831.
281
Ibidem, p. 823.
282
Ibidem, p. 824.
283
Idem.
284
Ibidem, p. 844.
285
Brundage, James A., La ley, el sexo y.., op. cit., p. 259.
286
Pese a adquirir valor legal, las leyes de Partidas estuvieron subordinadas siempre a los fueros
municipales, incluyendo el Fuero Real hasta el siglo XVI, cuando las leyes municipales comenzaron a
perder fuerza frente a la centralización legal impulsada desde el poder real.
287
Sobre todo en su edición del siglo XVI, glosada por el doctrinario Gregorio López, que gozó de carácter
oficial, reconocido con la Real Cédula de 7 de septiembre de 1555, y logró desplazar a las ediciones
realizadas entre 1491 y 1550 por Alfonso Díaz de Montalvo, primer glosador de este cuerpo legal.
- 89 -
Alejandra Palafox Menegazzi
288
P. 4.2.2
289
P. 4.2.3
290
Vázquez García, Francisco y Moreno Mengíbar Andrés, Sexo y razón. Una genealogía de la moral
sexual en España (siglos XVI-XX), Madrid, Akal, 1997, pp. 362-364.
291
―Otrosí de mejor condición es el varón que la mujer en muchas cosas e en muchas maneras, así como
se muestra abiertamente en las leyes de los títulos deste nuestro libro que fablan en todas estas razones
sobredichas‖, P. 4.23.2
292
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., pp. 85-86.
293
Un estudio pormenorizado de las limitaciones que el derecho hispánico impuso a la mujer casada
desde el siglo XVI se encuentra en Muñoz García, María José, Las limitaciones a la capacidad de obrar
de la mujer casada: 1505-1975, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1991.
294
Adame Goddard, Jorge, El matrimonio civil en México (1859-2000), México, UNAM, Instituto de
Investigaciones Jurídicas, 2004, p. 19.
- 90 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
cónyuges estos bienes se repartían de forma equitativa entre el que quedara viudo y
los herederos. Este hecho beneficiaba notablemente a las viudas para la
administración propia de los bienes tras la muerte del esposo295.
Pese a que la propiedad de la dote era de la mujer, ésta podía perderla en caso de
adulterio, y durante el matrimonio su control dependía del hombre296. El marido, sin
embargo, no podía enajenarla y tras su muerte la mujer la recuperaba. Además, la ley
protegía a la mujer permitiéndole demandar a su marido por una mala administración y
solicitar, por ello, que le quitasen su control sobre la misma.
La mujer casada, dentro del derecho privado español, por tanto, disponía
plenamente tan sólo de los bienes parafernales, que desaparecieron en la codificación
legal liberal, compuestos por los bienes que aportase al matrimonio como suyos
propios, además de la dote y los bienes heredados o adquiridos por donación durante
el matrimonio297.
295
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit, p. 86.
296
La dote matrimonial era un bien o conjunto de bienes que la familia de la novia le entregaba como
instrumento para velar por su bienestar después de haber salido del hogar paterno. Simbolizaba el paso
de una joven desde la sujeción parental a la tutela marital. En palabras de Asunción Lavrin, ―la dote, tal y
como se usó, era el patrimonio de la mujer administrado por el marido y destinado a sostener las cargas
del matrimonio‖, Lavrin, Asunción y Couturier, Edith, ―Las mujeres tienen la palabra: otras voces en la
historia de México‖, Historia Mexicana, vol. 31, n. 2, 1981, p. 283. En atención a los estudios realizados
por Lucila López sobre las Guías de Documentos Notariales de los años 1829, 1836 y 1847, puede
afirmase que la cuantía de las dotes solía oscilar entre los 300 y los 4000 pesos, siendo extraordinaria
esta última cantidad. López, Lucila, ―Dotación de doncellas en el siglo XIX‖, Historia Mexicana, vol. XXXIV,
1985, pp. 518-540.
297
Ramos Escandón, Carmen, ―Cuerpos construidos…‖, op. cit, p. 76.
298
Felipe II aceptó formalmente los decretos tridentinos en 1564.
299
Martínez López-Cano, María del Pilar, Itzel García Berumen, Elisa y García Hernández, Marcela
Rocío, ―Estudio introductorio‖, en Martínez López-Cano, María del Pilar (coordinación), Concilios
provinciales mexicanos. Época colonial, México, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, 2004, p. 1.
- 91 -
Alejandra Palafox Menegazzi
300
Su jurisdicción comprendió las doce diócesis de la provincia eclesiástica mexicana: Tlaxcala,
Nicaragua, Comayagua, Guatemala, Antequera de Oaxaca, Valladolid, Chiapas, Nueva Galicia, Verapaz,
Nueva Vizcaya, Linares y Sonora. Incluyó también el Arzobispado de Manila e iglesias de Cebú, Nueva
Segovia y Cáceres. Pérez Puente, Leticia, ―Dos proyectos postergados. El tercer concilio provincial
mexicano y la secularización parroquial‖, Estudios de Historia Novohispana, n. 35, 2006, p.22.
301
Pérez Puente, Leticia, ―Dos proyectos postergados…‖, op. cit., p. 19.
302
Latre, Mariano (ed.), El Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento, Barcelona, Imprenta de D. Ramón
Martín Indár, 1847, p.273.
303
Ibidem, pp. 287-288.
304
El parentesco espiritual, que constituía un impedimento para las uniones matrimoniales, quedó limitado
a la relación establecida entre los padres de un bautizado y los padrinos de éste, el bautizado y sus
padrinos y el bautizado y sus padres. Ibidem, p. 282.
305
Tenían parentesco de pública honestidad una persona y los consanguíneos de la mujer o del hombre
con el que se hubiera convivido en un matrimonio que resultara inválido, o del concubinato notorio y
público. Ibidem, p. 283.
306
El impedimento originado por afinidad contraída por fornicación quedó restringido sólo a aquellas
personas que tuvieran parentesco en primero y segundo grado. Los grados ulteriores dejaron, en este tipo
de casos, de constituir impedimentos. Ibidem, pp. 283-284.
307
―Ninguno contraiga en grado prohibido; y con qué motivo se ha de dispensar en estos‖, Ibidem, p. 284.
- 92 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
hubiesen convertido al cristianismo tenían las mismas obligaciones y derechos que los
españoles con respecto al matrimonio, debiendo legitimar sus uniones a través de la
Iglesia y no pudiendo, en el caso de los varones, comprar mujeres ni cohabitar con
ellas antes de casarse308.
Con base en lo expuesto por los principales teólogos tridentinos, el matrimonio
tenía una naturaleza doble ya que, además de ser un sacramento, era un contrato. Por
este motivo, en atención a influyentes autores como Francisco de Vitoria, iusnaturalista
de la Escuela de Salamanca, debía contemplarse la potestad civil sobre el vínculo
matrimonial entre cristianos, siempre que fuera cumulativa y quedara supeditada a la
autoridad eclesiástica309. Desde Trento en adelante, a pesar de la existencia de
divergencias entre los principales teólogos novohispanos, predominó la separación
conceptual entre el matrimonio como sacramento y como contrato civil, otorgando al
poder seglar la regulación de este último.
Los documentos tridentinos no definieron el grado de intervención que competía a
las autoridades civiles en materia matrimonial, lo que provocó la continuación de las
discusiones teológicas en torno a este tema en los siglos siguientes y, para el caso
español, un incremento paulatino del poder real frente al eclesiástico, dentro de los
privilegios y prerrogativas estipulados por el derecho de patronato que gozaba la
Corona sobre la Iglesia en América, en un primer momento, y de la lógica regalista a
partir del siglo XVIII.
308
Galván Rivera, Mariano (ed.), Concilio III provincial mexicano, celebrado en México en el año de 1585,
México, Eugenio Maillefert y Compañía, 1859, pp. 342-349.
309
Bastida Canal, Xavier, ―Jurisdicción eclesiástica y matrimonio cristiano‖, en Castán Vázquez, José
María; Guzmán Pérez, Cristina; Pérez-Agua López, Teresa María y Sánchez García, José María
(coords.), Hominum causa omne ius constitutum est: escritos sobre el matrimonio en homenaje al prof. Dr.
José María Díaz Moreno, Madrid, Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, 2000, p. 352.
310
Las reformas borbónicas abrieron un proceso de incorporación de los indios a las estructuras
estatales, lastrando paulatinamente su autonomía jurídica. Véase: Campos Goenaga, María Isabel y De
Giuseppe Massimo, ―Estudio introductorio: una idea sincrética de nación‖, en Campos Goenaga, María
Isabel y de Giuseppe, Massimo (coords.), La cruz del maíz. Política, religión e identidad en México: entre
la crisis colonial y la crisis de la modernidad, México, CONACYT, ENAH-INAH, CONACULTA, 2011, p. 21.
- 93 -
Alejandra Palafox Menegazzi
311
Entre las medidas que mayor impacto tuvieron en América debe considerarse la creación de la
Secretaría del Despacho de Indias en 1717 y la aprobación, bajo el reinado de Carlos III, en 1786 de la
Ordenanza para el establecimiento e instrucción de Intendentes de ejército y provincia del reino de la
Nueva España. La Secretaría de Indias concentró en su poder la organización de la hacienda, el
comercio, navegación y guerra, despojando de estas funciones al Consejo de Indias y erigiéndose como
el principal rector de la administración indiana. Por su parte, el establecimiento de doce provincias-
intendencias en el territorio novohispano supuso un paso más hacia la racionalización del gobierno
colonial y un intento de poner fin a los abusos que alcaldes mayores y corregidores hacían de sus
funciones.
312
El desarrollo de las teorías individualistas en la ilustración española tuvo un carácter moderado y no
supuso una oposición al carácter absolutista del poder real ni el dogma religioso. García Peña, Ana Lidia,
Violencia conyugal…, op. cit., pp. 36-38.
313
Como ejemplos pueden citarse diversos teólogos que ya en el siglo XVII manifestaron su rechazo
frente a la posible injerencia paterna como Fray Bonaventura Theulo, que fue el primer tratadista,
seguidor de la teología tomista, en oponerse explícitamente a la injerencia de los padres en la decisión
matrimonial de sus hijos. Por su parte, el dominico fray Francisco Lárraga, en su tratado sobre teología
moral, mostró una actitud más flexible al respecto al permitir que los hijos no obedecieran a sus
progenitores. Ortega Noriega, Sergio, ―El discurso del Nuevo Testamento sobre el matrimonio, la familia y
los comportamientos sexuales‖, en Alberro, Solange et al., Seis ensayos sobre el discurso colonial
referente a la comunidad doméstica, México, INAH, Seminario de Historia de las Mentalidades, 1980, p.
30.
314
Seed, Patricia, Amar, honrar y obedecer en el México colonial. Conflictos en torno a la elección
matrimonial, 1574-1821, México, Alianza, 1991, p. 68.
315
Ortega Noriega, Sergio, ―El discurso del Nuevo…‖, op. cit., p. 31.
- 94 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
316
El establecimiento del Tribunal del Santo Oficio, la censura previa de los libros o el control inter-
teológico fueron algunos de los medios a través de los cuales funcionó este mecanismo de control. Ortega
Noriega, Sergio, ―El discurso del Nuevo…‖, op. cit., p. 36.
317
―Pragmática Sanción para evitar el abuso de contraer matrimonios desiguales‖, El Pardo, 23 de marzo
de 1776. No. R., lib. X, tít. II, ley 9, reproducida en Konetzke, Richard, Colección de documentos para la
Historia de la Formación Social de Hispanoamérica (1493-1810), Madrid, CSIC, 1962, vol. 3, p. 406-413.
318
En la Nueva España se promulgó la Pragmática real en 1778, reiterada posteriormente. Tenemos
constancia de lo ordenado por la autoridad episcopal el 23 de abril de 1784 prohibiendo los matrimonios
desiguales. Al respecto véase Seed, Patricia, Amar, honrar y obedecer…, op. cit., pp. 252-274. La
Pragmática se vio modificada y reiterada varias veces en los años siguientes. Socolow, Susan M.,
―Cónyuges aceptables: la elección de consorte en la Argentina colonial, 1778-1801‖, en Lavrin, Asunción
(coord.), Sexualidad y matrimonio en la América hispánica, siglos XVI-XVIII, México, Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes, Grijalbo, 1991, p. 261.
319
Suárez, Escobar, Marcela, Sexualidad y norma sobre lo prohibido. La Ciudad de México y las
postrimerías del Virreinato, Tesis de Doctorado en Historia, México, UNAM, 1994, pp. 202-203. Gonzalbo
Aizpuru, Pilar, ―Afectos e intereses en los matrimonios en la ciudad de México a fines de la colonia‖,
Historia Mexicana, n. 4, 2006, p. 1126.
- 95 -
Alejandra Palafox Menegazzi
la madre no podía instituir por heredero al hijo o a la hija inobediente, ―ni hacerle
donación alguna‖ o la de 31 de mayo de 1783 por la que también los hijos mayores de
veinticinco años para contraer matrimonio necesitaban pedir el ―consejo paterno‖ y
―por su denegación el suplemento judicial‖ 320.
En 1803 la Real Cédula sobre Matrimonios de hijos de familias extendió las
disposiciones anteriores a los negros y a las castas y amplió las facultades patriarcales
al permitir que los padres negaran a los hijos su permiso para contraer matrimonio sin
referir las causas. Al mismo tiempo, la recepción y celebración de las causas por
disenso quedó en manos exclusivas de las audiencias. Dos años más tarde las
uniones entre españoles y miembros de alguna casta que no contaran con la explícita
autorización del virrey o de la audiencia fueron prohibidas321.
En el plano normativo, la promulgación de este conjunto legal ejemplificó tanto la
centralidad de la unión matrimonial en el orden social defendido por la intelectualidad
ilustrada como el proceso de apropiación estatal de espacios tradicionalmente
gobernados por las instancias eclesiásticas. Por otro lado, al ser el matrimonio la
institución básica en la regulación de la transmisión de la propiedad, esta normativa
trató de asegurar el mantenimiento de las desigualdades sociales y reflejó un ideario
que primaba el estatus social y los intereses económicos de los grupos más pudientes
sobre el resto.
La jerarquía eclesiástica mexicana aceptó esta disposición que contravenía lo
estipulado desde Trento con respecto a la injerencia de las autoridades civiles en lo
relativo a los impedimentos matrimoniales y la supeditación de la voluntad de los
contrayentes a la de sus respectivos padres322. El rompimiento con la ortodoxia
tridentina y, por ende, con la corriente de pensamiento tomista, mostró el gran peso
que la autoridad real tenía dentro de la Iglesia novohispana. A pesar de que
320
Real Cédula de 31 de mayo de 1783, en Aguirre, Severo, Prontuario alfabético y cronológico por orden
de materias de las instrucciones, ordenanzas, reglamentos, pragmáticas y demás reales resoluciones no
recopiladas, Madrid, Oficina de Don Benito Cano, 1794, p. 322. La Pragmática fue modificada y
sancionada en varias ocasiones durante los treinta años posteriores a su expedición ―–26 y 31 de mayo
de 1783, 8 y 22 de marzo de 1787, 19 de abril de 1788, 8 de febrero de 1790, 11 de junio de 1792, 27 de
febrero de 1793, 17 de febrero de 1798- hasta ser, prácticamente, re-sancionada el 1 de junio de 1803
como la Real Cédula sobre matrimonios de hijos de familias", véase Marre, Diana, ―La aplicación de la
Pragmática Sanción de Carlos III en América Latina: una revisión‖, Quaderns de l'Institut Catalá
d'Antropologia Barcelona, n. 10, 1997, pp. 217-249.
321
El estudio de los juicios sobre disenso, en relación con la normativa señalada, ha permitido a algunos
autores observar el refuerzo de la autoridad patriarcal por parte de la misma pero también la acción, nada
pasiva, de mujeres cabezas de familia que mostraron su oposición a determinados matrimonios y su
conocimiento de la legislación vigente. Asimismo, ha permitido contemplar la actitud de determinadas
esposas que mostraron su oposición a la negativa de su marido frente a la unión matrimonial mediante
acciones tales como el pago de los costos de apelación a la Real Audiencia. Al respecto véase: Seed,
Patricia, Amar, honrar y obedecer…, op. cit., y Carballeda, Ángela, ―Género y matrimonio…‖, op. cit.
322
Núñez de Haro, Alonso, Edicto que el Illmo. Sr. Dr. Dn. Alonso Núñez de Haro y Peralta del consejo de
su magestad y arzobispo de México expide para que se publiquen y tengan efecto en este arzobispado la
Real Pragmática y cédula de S. M. y Vando de S. A. a fin de que lo hijos de familia no contraigan
esponsales ni matrimonio sin el consentimiento de sus padres, parientes o tutores, en los términos que se
exponen, México, Imprenta Nueva Madrileña de D. Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1779.
- 96 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
Una de las principales virtudes con las que la naturaleza había dotado a las
mujeres, siguiendo esta lógica discursiva, era la de la belleza. A través de su
hermosura las mujeres lograban agradar a los hombres y parecer interesantes ante
323
La obediencia marital ―en todo lo relativo a la administración de la casa y los bienes, así como en la
educación de los hijos‖ fue un elemento reconocido también en el código civil de 1870. Desde 1870 se
reconoció también la obligación femenina de vivir con su marido y seguirlo donde quiera que establezca
su residencia. De la misma forma, estos códigos establecieron que el marido era el representante legítimo
de su mujer y que ésta no podía comparecer en juicios sin su licencia.
324
En este caso la publicación estaba a cargo de Juan N. Navarro. La semana de las señoritas
mexicanas, ―El sexo débil‖, 1852, p. 1, citado en Hernández Carballido, Elvira y Hernández Téllez,
Josefina, ―El nosotros en la historia del periodismo y las mujeres mexicanas‖ en García Meza, Norma
(coord.), El nosotros desde nuestra mirada, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y
Universidad Veracruzana, 2010, p. 100.
- 97 -
Alejandra Palafox Menegazzi
ellos, granjeándose así sus favores y consiguiendo la, tan anhelada y necesaria para
subsistir, unión matrimonial325. Como afirmaba la descripción de ―La costurera‖
recogida en la obra Los mexicanos pintados por sí mismos, los bienes raíces de ―una
hembra‖ eran su estampa y sus cualidades corpóreas326. Por este motivo las
publicaciones destinadas a mujeres llenaban sus páginas de consejos útiles para
aquellas que quisieran mejorar su aspecto físico, recomendando ciertas prendas de
ropa según las medidas de cada una. De esta manera, el Panorama de las Señoritas,
publicación dirigida por Vicente García Torres, advertía a las ―jóvenes de poca
estatura‖ que no bajaran el talle de sus túnicos ya que, de lo contrario desfigurarían
―su cuerpo bien formado‖327. Al respecto, añadía:
―Deben tener entendido las preciosas pequeñitas, que su corta estatura es una
ventaja en un país mercantil, y en todo hay un gran número de hombres que prefieren lo
grande en lo pequeño (…) una niña hermosa, pequeñita y bien formada es un dije, una
328
perla, portátil, manual y acomodable‖ .
Para ser una buena mujer en la sociedad decimonónica ante los ojos de las élites
político-intelectuales del momento, había, por tanto, que agradar sexualmente a los
varones al mismo tiempo que, paradójicamente, se aparentaba carecer de deseos
carnales y se limitaba el ejercicio de esta sexualidad a la unión matrimonial.
325
Para un estudio de la importancia y el tratamiento de la belleza femenina en la literatura mexicana del
siglo XIX véase Dávalos, Marcela, ―La belleza femenina en la literatura mexicana del siglo XIX‖, Historias,
n. 1, 1987, pp. 45-56.
326
Frías y Soto, Hilarión et al., Los Mexicanos pintados por sí mismos, México D. F., Editora Nacional,
1970, p. 51.
327
Panorama…, op. cit., p. 515.
328
Idem.
329
En su definición de ―mujer‖, Joaquín Escriche, con base en las Siete Partidas (7.33.6), sostenía: ―Esta
voz abraza en general las solteras, las casadas y las viudas. Bajo el nombre de mujer dice la ley, se
entienden todas las mujeres desde la soltera mayor de doce años‖. Escriche, Joaquín, Diccionario
- 98 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
clasificadas desde el ámbito jurídico como hijas, doncellas, solteras, madres, esposas,
viudas, concubinas o rameras.
En atención a los discursos de algunos de los principales tratadistas de derecho de
la época, la desigualdad legal existente reflejaba las diferentes condiciones y
necesidades que hombres y mujeres presentaban330. Siguiendo las palabras de
Joaquín Escriche, las mujeres eran de un temperamento menos fuerte y sólido que los
hombres, más frágiles y pundonorosas331.
La calificación de una mujer como ser social dependía, en primer lugar, de su
conducta sexual. Así como los hombres no estaban obligados a ser castos ni
pudorosos, una mujer para ser virtuosa debía cumplir con ambas categorías. En caso
contrario, las mujeres caerían en una depravación mayor, según Escriche332. El pudor
y la conservación de la virginidad hasta el matrimonio, por tanto, eran dos de los
atributos con los que una mujer debía contar333.
Las mujeres casadas debían fidelidad y obediencia a sus maridos. La fidelidad,
además de ser un compromiso de ambos cónyuges reconocido en el matrimonio,
debía de ser mayor en las mujeres para evitar la introducción de ―hijos extraños en la
familia‖334. Al ser el hombre el único sujeto activo en el espacio público que se estaba
gestando, dentro de una lógica burguesa-liberal, las instancias civiles debían de
proteger su propiedad y evitar el traspaso de su herencia a descendientes ilegítimos.
La contención y sujeción femenina dentro de la esfera matrimonial, ante los ojos de los
juristas contemporáneos, era el mejor medio para asegurar la protección de los
intereses materiales varoniles dentro de la institución familiar.
La obediencia marital, por otro lado, era una ―consecuencia necesaria de la
sociedad conyugal‖ ya que, según Joaquín Escriche, ésta sólo podría sobrevivir
mediante la subordinación de uno de los esposos. Esta subordinación implicaba la
obligación de habitar en compañía del marido y fijar su residencia donde éste creyese
razonado de legislación civil, penal, comercial y forense, o sea resumen de las leyes, usos, prácticas y
costumbres, como asimismo de las doctrinas de los jurisconsultos, dispuesto por orden alfabético de
materias, con la explicación de los términos del Derecho. Por Don Joaquín Escriche y con citas del
derecho, notas y adiciones por el licenciado Juan Rodríguez de San Miguel, México, Oficina de Galván,
1837, p. 1268.
330
La selección de los comentarios recogidos en las obras de Senén Vilanova, Joaquín Escriche y
Anastasio de la Pascua responde a la centralidad que éstas tuvieron como obras de consulta para
estudiantes de derecho, letrados y litigantes en el ámbito judicial.
331
Escriche, Joaquín, Diccionario, op. cit., p. 1268.
332
Ibidem, p. 100.
333
Esta valoración no fue exclusiva de Joaquín Escriche sino que estuvo presente en las reflexiones de
múltiples tratadistas de Derecho. Por citar un ejemplo, para Senén Vilanova las mujeres debían ser, por
naturaleza, honestas, púdicas y castas, lo que las convertía en seres inocentes fáciles de seducir.
Vilanova y Mañes, Senén, Materia Criminal forense o Tratado Universal teórico y práctico de los delitos y
delincuentes en género y especie para la segura y conforme expedición de las causas de esta naturaleza.
Obra útil y precisa a jueces de todas clases, fiscales, abogados, asesores, escribanos y demás que
versan sus facultades en el foro, París, Librería Hispano-Francesa de Rosa, 1827, p. 201.
334
Escriche, Joaquín, Diccionario, op. cit., p. 1269.
- 99 -
Alejandra Palafox Menegazzi
335
Ibidem, p. 1305.
336
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 67.
337
P. 4.23.2.
- 100 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
338
Vilanova y Mañes, Senén, Materia Criminal forense, p. 246. Nuestra afirmación está sustentada en el
estudio de 772 expedientes judiciales relativos a delitos sexuales pertenecientes a los fondos ―Justicia‖ y
―Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal‖ (TSJDF) del AGNM.
339
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano, op. cit., vol. 3, p. 355.
340
Frances Erskine Inglis, residió en México acompañando a su marido, Ángel Calderón de la Barca,
primer embajador español en este país. De su estancia entre 1839 y 1841 surgió su obra La vida en
México, una de las principales crónicas costumbristas del siglo XIX. Véase Erskine Inglis, Frances, La
vida en México. Durante una residencia de dos años en ese país, Pamplona, Rey Lear, 2007.
341
Ibidem, p. 200.
342
Los debates parlamentarios fueron seguidos de cerca por la prensa del país, los liberales impulsores
de las reformas, sus detractores políticos nacionales y diversos observadores extranjeros. Savage,
Mónica, ―Cultura católica y modernidad liberal‖ en Campos Goenaga, María Isabel y de Giuseppe,
Massimo (coords.), La cruz del maíz…, op. cit., pp.141-142.
343
La libertad de culto fue interpretada por algunos de sus oponentes como el inicio del fin del catolicismo
en México, la puerta de entrada del desorden y la destrucción de los principios rectores de la nación.
Gálvez Ruiz, María Ángeles, ―La construcción del nuevo estado…‖, op. cit., p. 141.
- 101 -
Alejandra Palafox Menegazzi
344
Nacido en la ciudad de Campeche, Pedro Escudero Echánove (1818-1897) fue diputado liberal en el
congreso constituyente de 1856-1857 por el estado de Oaxaca. Ocupó el Ministerio de Justicia durante el
II Imperio Mexicano y, bajo su cargo, se ratificaron las adjudicaciones de bienes eclesiásticos realizadas
durante la Reforma. Una vez restablecida la República, tras la caída del Imperio, dejó la actividad política.
‖Escudero y Echanove, Pedro‖, Diccionario Porrúa…, op. cit., p. 720.
345
Literalmente este diputado sostuvo: ―En el matrimonio el hombre es todo, la mujer no es nada, la mujer
es cosa‖. Zarco, Francisco y Sierra Casasús, Catalina, Crónica del Congreso.., op. cit., p. 287.
346
Nacido en San Luis de Potosí, el abogado Ponciano Arriaga (1811-1863) es una de las consideradas
―personas ilustres‖ de la patria mexicana, como muestra la presencia de sus restos en la Rotonda de las
Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores de la ciudad de México y la estatua construida en su honor
en el Paseo de la Reforma de dicha capital. Tuvo una activa participación política a favor del federalismo y
en contra del gobierno de Anastasio Bustamante y el santanismo, por lo que fue encarcelado en 1841.
Bajo la presidencia de Mariano Arista, en 1852, fue nombrado ministro de Justicia, Negocios Eclesiásticos
e Instrucción Pública, cargo que ejerció hasta 1853, cuando fue condenado al destierro a causa de la
vuelta al poder de Santa Anna. El triunfo de la Revolución de Ayutla permitió a Arriaga su regreso al país,
donde fue elegido diputado al congreso Extraordinario de 1856 como representante del Distrito Federal y
siete estados (San Luis Potosí, Guerrero, Jalisco, México, Michoacán, Puebla y Zacatecas). Tras
oponerse al golpe de estado dado por Ignacio Comonfort en 1859, marchó a Veracruz. Fue gobernador
de Aguascalientes en 1862 y del Distrito Federal en 1863, año en el que falleció en su tierra natal.
―Arriaga, Ponciano‖, Diccionario Porrúa…, op. cit., p.149.
347
Zarco, Francisco y Sierra Casasús, Catalina, Crónica del Congreso.., op. cit., p. 288.
348
Idem.
- 102 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
―¿Qué sería de la mujer si, siendo su vida sexual tan limitada, hubiera de quedar
abandonada por su marido en cuanto pasa de esa edad? ¿No quedaría con esto destruido
el sentimiento materno, y también el reposo del hogar doméstico? Necesitaríamos entonces
352
casas de asilo para recoger a esas desgraciadas abandonadas por sus esposos‖ .
349
Zarco, Francisco y Sierra Casasús, Catalina, Crónica del Congreso.., op. cit., p. 289.
350
La separación de vincular de los cónyuges pudo vencer la oposición ultramontana sólo en 1917. Los
argumentos esgrimidos por los conservadores en contra del divorcio civil a lo largo del siglo XIX fueron
que éste atentaba contra la familia, el poder paterno los hijos y la protección debida a las mujeres por lo
que, en aras de los principios de orden y moralidad, no debía permitirse. Las voces conservadoras que se
opusieron frontalmente al establecimiento del matrimonio civil, equipararon esta unión con el concubinato,
afirmando que anticiparía el inevitable establecimiento del divorcio civil. Gálvez Ruiz, María Ángeles, ―La
construcción del nuevo estado…‖, op. cit., pp. 148-150.
351
José Antonio Gamboa (1820?-1870?), abogado oaxaqueño, fue diputado liberal por su Estado desde
1852 y un claro defensor del voto directo y la tolerancia religiosa. ―Gamboa, José Antonio‖, Diccionario
Porrúa…, op. cit., p. 811.
352
Zarco, Francisco y Sierra Casasús, Catalina, Crónica del Congreso.., op. cit., p. 286.
- 103 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Gamboa daba por hecho que habría más hombres que mujeres interesados en
abandonar la sociedad conyugal. En consonancia con el modelo prescriptivo de mujer
imperante entre las élites liberales, la sexualidad femenina fue conceptualizada por
este congresista como una característica valorada en relación con su capacidad
reproductiva353. La vida sexual de una mujer, por tanto, refería el margen de edad en el
que ésta permanecía fértil354.
La influencia de las filosofías individualistas y del liberalismo político en el derecho
privado tuvo una importante plasmación normativa a mediados del siglo XIX con las
llamadas leyes de Reforma355. El 27 de enero de 1857, bajo la presidencia provisional
del liberal moderado Ignacio Comonfort, quien gobernó bajo el lema ―orden y
libertad‖356, tuvo lugar la Ley del Registro Civil en la que se estableció que los actos
considerados del estado civil, tales como el nacimiento, el matrimonio o la muerte,
entre otros debían quedar registrados por las autoridades seculares. Esta normativa
supuso el reconocimiento del matrimonio como un acto de estado civil, separando el
sacramento del matrimonio, realizado conforme al derecho canónico, del ―contrato‖
matrimonial357, aunque no supuso ninguna modificación de los derechos y obligaciones
femeninas dentro del mismo.
Situación distinta fue la que tuvo lugar con la promulgación de la Ley de Matrimonio
Civil del 23 de julio de 1859, a través de la cual se consolidó el carácter contractual,
civil y secular del matrimonio, validando sólo aquellas uniones realizadas ante el
funcionariado público competente.
353
La de-sexualización de las mujeres, entendida como la negación de los impulsos, deseos y goces
sexuales, por parte de los discursos imperantes fue una constante entre las élites político-intelectuales a
uno y otro lado del Atlántico a lo largo del siglo XIX. Suárez Escobar, Marcela, ―Familia, ideología y
género en México (1750-1850)‖, Tramas, 14-15, UAM-X, México, 1999, p. 178.
354
Para Joaquín Escriche, la edad núbil de las mujeres comenzaba a los doce años. Escriche, Joaquín,
Diccionario, op. cit., p. 1204. José de la Pascua consideraba, por ejemplo, que las mujeres entraban en la
etapa de la vejez a los cuarenta años, a diferencia de los hombres, que lo hacían a los cincuenta. De la
Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano, op. cit., vol. 1, p. 67.
355
El 16 de septiembre de 1855, una vez derrocada la dictadura del general Antonio López de Santa
Anna, los liberales tomaron el poder en la ciudad de México. Tras formar una junta de representantes
estatales, Juan Álvarez fue elegido presidente provisional y, ya desde estos primeros meses, comenzaron
a expedirse una serie de medidas legales de corte liberal. Entre las normas de mayor relevancia pueden
considerarse: la Ley Juárez de 1855, por la que fueron suprimidos el fuero militar y eclesiástico; la Ley
Lerdo, de desamortización de los bienes inmuebles en manos de corporaciones civiles y eclesiásticas y la
Ley Iglesias, que abolía el cobro de obvenciones parroquiales a los pobres. Éstas y otras leyes
elaboradas hasta 1863, bajo los gobiernos liberales de Juan Álvarez, Ignacio Comonfort y Benito Juárez,
fueron denominadas ―Leyes de Reforma‖.
356
Villapando César, José Manuel ―Puente entre dos épocas (1848-1856)‖, en Zoraida Vázquez, Josefina,
Gran Historia de México Ilustrada. El nacimiento de México. (1750-1856), México, Planeta, CONACULTA,
INAH, 2006, p. 400.
357
Adame Goddard, Jorge, El matrimonio civil…, op. cit., p. 6-7.
- 104 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
―el único medio moral de fundar la familia, de conservar la especie y de suplir las
imperfecciones del individuo que no puede bastarse a sí mismo para llegar a la perfección
358
del género humano. Que éste no existe en la persona sola sino en la dualidad conyugal‖ .
358
Dublán, Manuel, y Lozano, José María, Legislación mexicana…, op. cit., vol. 8, pp. 691-695.
359
El artículo 15 de la citada ley, conocido como la ―epístola de Melchor Ocampo por ser obra de este
jurista, recogía: ―el hombre cuyas dotes sexuales son principalmente el valor y la fuerza, debe dar, y dará
a la mujer, protección, alimento y dirección, tratándola siempre como a la parte más delicada, sensible y
fina de sí mismo, y con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al débil,
esencialmente cuando este débil se entrega a él, y cuando por la sociedad se le ha confiado. Que la
mujer, cuyas principales dotes son la abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia y la ternura,
debe dar y dará al marido obediencia, agrado, asistencia consuelo y consejo, tratándolo siempre con la
veneración que se debe a la persona que nos apoya y defiende, y con la delicadeza de quien no quiere
exasperar la parte brusca, irritable y dura de sí mismo‖. Idem.
360
Los Códigos Civiles de diversos países a uno y otro lado del Atlántico, instituyeron esta desigualdad
dentro del matrimonio mediante artículos similares. En su artículos 213 y 214 el Código Civil francés
sostenía: ―El marido debe protección a su mujer, la mujer obediencia a su marido. (…) la mujer está
obligada a habitar con su marido y debe seguirle dónde él estime conveniente deberán vivir‖. En 1855, el
Código Civil Chileno en su artículo 131, estipulaba: ―Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a
socorrerse y a ayudarse mutuamente en todas las circunstancias de la vida. El marido debe protección a
la mujer y la mujer obediencia al marido‖. De la misma manera, el Código Civil español de 1889 reconocía
en su artículo 56: ―Los cónyuges están obligados a vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse
mutuamente‖ y seguía en el artículo 57: ―El marido debe proteger a la mujer y ésta obedecer al marido‖.
- 105 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―sabido es que siempre que se ha querido poner en vigor algunas de las Leyes de
Reforma se ha hecho expresamente la declaración respectiva y es un hecho que el
matrimonio civil establecido por esa Ley que se dice vigente, no se practica en la actualidad
361
ni se exige entre nosotros‖ .
Esta ambigua situación provocó diferentes lecturas sobre todo en relación con la
validez de aquellos matrimonios celebrados por la Iglesia que no hubiesen sido
refrendados por lo civil362.
En relación con la administración de los bienes gananciales el Código Civil de 1870
introdujo importantes modificaciones al respecto. Según esta normativa, tanto la mujer
como el marido tenían el derecho de administrar los bienes gananciales. Sin embargo,
así como la mujer debía autorizar la enajenación de los bienes raíces pertenecientes al
fondo común por parte del marido, su permiso no era necesario en caso de que éste
quisiese vender bienes muebles del mismo fondo363. Esta situación, como ha puesto
de manifiesto Carmen Ramos Escandón, supuso un incremento del poder marital en
detrimento del derecho de las esposas a administrar sus propiedades dentro del
matrimonio364.
Por otro lado, en ambos códigos se introdujo por primera vez la posibilidad de
casarse bajo el régimen de separación de bienes365. Esta medida pese a garantizar la
administración de las mujeres de los bienes adquiridos por ellas mismas durante el
matrimonio, también dejaba sin protección a aquellas mujeres sin recursos propios.
361
AGNM, TSJDF, 1865, caja 403, ―Competencia entre el juez 3º de lo civil y el 1º de lo criminal acerca
del conocimiento de la acusación hecha por el General Don Ignacio Carranza a su mujer Doña Tomasa
Arriñaga por adulterio‖, s/f. Como se recogía en el artículo 30 de propia ley de 1859, la normativa tendría
efecto en cada lugar luego que en él se estableciera la oficina de registro civil correspondiente. Al no
funcionar dichas oficinas, algunos juristas no reputaron vigente la ley. La Ley de Registro Civil, sin
embargo, sí fue explícitamente ratificada por las autoridades imperiales y en ella constó la obligatoriedad
de inscribir civilmente los matrimonios celebrados para dotarlos de validez legal. Véase al respecto,
―Sobre el Registro del Estado Civil en el Imperio‖, Art. 24, en Colección de Leyes, Decretos y
Reglamentos que interinamente forman el sistema político, administrativo y judicial del Imperio, vol. 5,
México, Imprenta de Andrade y Escalante, 1865, p. 192.
362
El 1 de noviembre de 1865 con la expedición de la Ley del Registro del Estado Civil se explicitó el
mantenimiento del Registro Civil y la obligatoriedad de inscribir en él los matrimonios así como el deber de
que los mexicanos católicos tenían de contraerlo también por la iglesia. Durante la corta vigencia del
Código Civil del Imperio Mexicano, entre 1866 y 1867, los matrimonios eclesiásticos que no hubiesen sido
inscritos en el registro tendrían, a pesar de ello, efectos civiles. Adame Goddard, Jorge,
El matrimonio civil…, op. cit., p. 11. Tras la caída del Imperio, gracias a la ley de 5 de diciembre de 1867,
se reconoció formalmente la legalidad de todos los matrimonios, incluso los celebrados sólo ―ante algún
ministro de cualquier culto‖ en los lugares que hubiesen estado sometidos a la intervención extranjera.
Decreto de 5 de diciembre de 1867, art. 2, en Dublán, Manuel, y Lozano, José María, Legislación
mexicana…, op. cit., vol. 12, pp. 502-503.
363
CC 1870, Art. 2157.
364
Ramos Escandón, Carmen, ―Legislación y representación..‖, op. cit., p. 129.
365
CC 1870, Art., 2205.
- 106 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
Otra innovación relevante introducida por el Código Civil de 1870 fue la reducción
de la mayoría de edad femenina de los veintitrés años a los veintiuno, permitiendo a
determinadas mujeres estar sujetas a la autoridad paterna durante menos tiempo366.
366
CC 1870, Art. 694. Debemos puntualizar que las mujeres entre 21 y 30 años, pese a poder disponer
libremente de su persona y de sus bienes, sólo podían abandonar la casa parental al contraer matrimonio
o en caso de que uno de sus progenitores se casara de nuevo. CC 1870, Art. 695.
367
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 255.
368
Ibidem, p. 315.
369
Ibidem, p. 257.
- 107 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Como ha señalado Silvia Marina Arrom, con base en el estudio de los testimonios
de comentaristas legales contemporáneos, la mujer divorciada solía actuar legalmente
por iniciativa propia, es decir, sin el consentimiento de su marido. Este hecho, junto a
con la posibilidad de vivir separada de un presunto maltratador y a la constatación de
que la mayor parte de los litigios de la época fuesen iniciados por mujeres, ha
permitido interpretar el divorcio como un medio de protección femenino ante
determinadas situaciones de violencia marital370. Durante la primera mitad del siglo
XIX, bajo la vigencia de la normativa española, los castigos físicos de un hombre hacia
su esposa no estaban permitidos por la ley aunque, observando diversos comentarios
legales, se advierte que no solía condenarse el ―castigo físico moderado‖371.
La Ley de Matrimonio Civil del 23 de julio de 1859, permitió, pese a la insolubilidad
reconocida del matrimonio, que, con la autorización de un juez y no ya de un vicario,
los cónyuges pudiesen separarse temporalmente o divorciarse de forma no vincular,
es decir, sin poder contraer nuevo matrimonio con otras personas372. Según el artículo
20 de la nueva normativa existían tan sólo siete causas posibles para llevar a cabo un
divorcio: el adulterio, la prostitución marital de su mujer a la fuerza, la incitación a
cometer algún delito, el concúbito con la mujer, el abandono del domicilio conyugal por
más de dos años, la crueldad excesiva del marido contra la mujer y la demencia de
uno de los contrayentes373.
Consultando el articulado completo de 1859, llama la atención el hecho de que la
prostitución de la mujer por parte del marido y con el consentimiento de ésta, no fuese
motivo de divorcio. Esta normativa puede llevar a pensar que existiesen casos en los
que a una mujer que demandase a su marido por prostituirla, no le fuese permitido
separarse del mismo al ser acusada de permitir tal acto. En comparación con la
normativa anterior este punto parece indicar una desprotección de las mujeres ante
una posible explotación sexual.
Por otro lado, la paulatina separación del espacio público y el privado que tuvo lugar
en el marco del reformismo liberal, junto con la consideración desde 1859 de que sólo
la ―crueldad excesiva‖ supondría un motivo válido de divorcio y de que el marido era el
jefe máximo del espacio doméstico, establecieron las condiciones formales ideales
para el incremento de la violencia marital. La privatización del maltrato marital se
produjo así mediante una separación radical de la esfera pública y la privada, lo que
supuso la no intervención de la autoridad pública en el espacio doméstico.
370
Idem.
371
Ibidem, p. 93.
372
Dublán, Manuel, y Lozano, José María, Legislación mexicana…, op. cit., vol. 8, pp. 691-695. Estas
disposiciones estuvieron vigentes hasta 1914, cuando se promulgó la Ley del Divorcio Vincular bajo el
Gobierno de Venustiano Carranza. Villalobos Calderón, Liborio, Las obreras en el Porfiriato, Plaza y
Valdés, México, 2002, p. 43.
373
LMC 1859, art. 21, sección 5ª.
- 108 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
El establecimiento del divorcio civil por parte del Estado desde la reforma
individualista favoreció a los hombres pero sirvió también como instrumento femenino
para huir del maltrato conyugal, en la búsqueda de protección, alejamiento físico y
mantenimiento de la manutención marital374. La demanda de divorcio, pese a que esta
figura supuso como ya se ha afirmado una desprotección para las mujeres, en
comparación con su situación colonial, paradójicamente se convirtió en instrumento de
defensa contra la violencia conyugal.
Uno de los indicadores que pueden considerarse al respecto es el cambio de uso
que el llamado ―depósito‖ tuvo a finales del siglo XIX. Este procedimiento judicial
estaba destinado a controlar, castigar o a preservar la moralidad, mediante el encierro,
de mujeres en proceso de divorcio y podía darse en ámbito privado (en casas de
familiares, alejadas del marido y alimentadas por el mismo) pero también en espacios
públicos, como eran cárceles y hospitales, donde las mujeres eran recluidas por
decisión policial y obligadas a trabajar375. Los gastos que el depósito supusiera eran
teóricamente costeados por el marido, siendo vista esta institución por las autoridades
eclesiásticas como un medio de sanción más que de protección que pretendía
desalentar las separaciones conyugales376. En el depósito las mujeres eran
supervisadas por un ―provisor‖, que solía hacer de mediador de los deseos del marido,
pudiendo prohibir ciertas visitas a las mujeres. La actitud ante el depósito de la mayor
parte de las mujeres, observando los testimonios disponibles, fue contraria a los
mismos377.
El depósito ligado a la lentitud que solían tener los procesos de divorcio,
desalentaba a muchas mujeres para iniciar un proceso durante el que podría ser
separada de sus hijos y confinada en casa de un extraño, arriesgándose a que su
marido no se hiciese cargo de los costes378.
A finales del siglo, sin embargo, la normativa fue eliminando los depósitos como
medios de castigo y dejándolos como espacios de ayuda de la mujer. Según lo
estipulado en el Código Civil de 1870, durante el pleito de divorcio, tan sólo se
depositaría a la mujer si se alegaba que ésta había ―dado causa‖379 para que el
proceso tuviese lugar y si el mismo era algo pedido por el marido, a diferencia del
derecho colonial, que depositaba a la mujer en cualquiera de los casos380. Ante este
374
García Peña, Ana Lidia, Violencia conyugal…, op. cit., pp. 167-170.
375
Ibidem, p. 189-190.
376
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 261.
377
Ibidem, p. 267.
378
Ibidem, p. 268.
379
CC, Art. 266.
380
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 511.
- 109 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―prohibida toda otra averiguación judicial acerca de ella, a no ser en el caso de que el
padre haya sido raptor o forzador de la madre, y la concepción del hijo coincida con el rapto
o la violación forzada, cuando el hijo nazca de una mujer durante el tiempo en que un
hombre habite con ella una misma casa teniéndola públicamente como su concubina, o
381
Gonzalbo Aizpuru, Pilar ―Las mujeres novohispanas y las contradicciones de una sociedad patriarcal‖
en Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Ares Queija Berta (coords.), Las mujeres…,op. cit., p. 124.
382
Como se desarrollará en el capítulo 2 de esta tesis, el rapto y el estupro por seducción fueron actos
constitutivos de delito antes y después de la codificación penal mexicana de 1871.
383
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit. p. 81.
384
Ana Lidia García Peña ha estudiado más de cien demandas conservadas en el fondo documental de
los ―Juicios por Alimentos‖ del Archivo Histórico del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal
(ubicado desde 1998 en el Archivo General de la Nación). En su estudio interpretó las declaraciones
argumentadas con la debilidad de la naturaleza femenina y la necesidad de protección ante la seducción,
como estrategias femeninas conscientes para sacar el mayor provecho a su situación. García Peña, Ana
Lidia, ―Madres solteras, pobres y abandonadas: Ciudad de México, siglo XIX‖, Historia Mexicana, n. 3,
2004, p. 672.
385
Ibidem, pp. 652, 668.
- 110 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
haciéndola pasar por su esposa; pues se admitirá prueba sobre estos hechos, y probados
386
que sean plenamente, quedará también probada la paternidad‖ .
386
Dublán, Manuel, y Lozano, José María, Legislación mexicana…, op. cit., vol. 8, p. 553.
387
García Peña, Ana Lidia, ―Madres solteras…, op. cit., pp. 680-681.
388
CC 1870, Arts. 352, 355.
389
CC 1870, Art. 384.
390
Las herencias quedaban repartidas de la siguiente manera: cuando sólo había dos hijos legítimos, la
herencia era de cuatro quintos; de dos tercios cuando sólo había naturales, y de una mitad cuando había
solo espúrios. En caso de que un hijo espúrio reconocido concurriese en el reparto de una herencia con
hijos naturales o legítimos, su proporción sería siempre inferior a la recibida por las demás calidades. En
caso de concurrir con hijos legítimos en el reparto, de hecho, los espúrios sólo podían optar a una pensión
alimenticia. Monterio Duhalt, Sara, ―Evolución legislativa en el tratamiento a los hijos extramatrimoniales
(México independiente)‖, en Soberanes Fernández, José Luis (coord.), Memoria del III Congreso de
historia del derecho mexicano, México, UNAM, 1983, pp. 442-444.
391
Arrom, Silvia M., ―Cambios en la condición jurídica…‖, op. cit., p. 498.
392
En el derecho castellano vigente la tutela era ―la guarda dada al huérfano libre menor de catorce años
y a la huérfana menor de doce, para la protección y conservación de su persona y bienes‖. La curaduría,
por su parte, se refería a los mayores de catorce y menores de veinticinco años y se centraba
- 111 -
Alejandra Palafox Menegazzi
principalmente en la administración patrimonial. Birriel Salcedo, Margarita M., ―El cónyuge supérstite en el
derecho hispano‖, Chronica Nova, n. 34, 2008, p. 40.
393
La viuda asumía la tutela de los hijos siempre que el marido no hubiese establecido lo contrario en su
testamento. En caso de que el esposo la excluyera de este ejercicio, la mujer podría ser tutora de sus
hijos sólo por orden judicial, en caso de que el tutor designado por el fallecido actuara de manera
incorrecta ante los ojos de las autoridades. Birriel Salcedo, Margarita, ―El cónyuge supérstite…‖, op. cit., p.
40.
394
P. 6.16.4 y 6.16.5.
395
Birriel Salcedo, Margarita, ―El cónyuge supérstite…‖, op. cit., pp. 13-44.
396
―Tal motivo por el cual impedimos que se despose durante el tiempo que tuviere a los niños en guardia
es la siguiente: porque podría ocurrir que por esta muy enamorada de su nuevo marido, no guardaría tan
bien a la persona ni a los bienes de los menores, o haría una cosa que se regresaría en perjuicio de
ellos‖. P. 6.16.4. ―Dijeron los Sabios Antiguos que la mujer suele amar tanto al nuevo marido, que no tan
solamente le daría los bienes de sus hijos, sino que aún más aprobaría la muerte de ellos por hacer
agrado a su marido‖. P. 6.16.19.
397
Véanse Dubert, Isidro, Historia de la familia en Galicia durante la época moderna, 1550-1831, Santiago
de Compostela, Edicions do Castro, 1992, p. 245 y Crespo, Muñoz, Francisco J., El notariado en Baza
(Granada) a comienzos de la Edad Moderna. Estudio y Catálogo de los protocolos notariales (1510-1519),
Tesis doctoral, Granada, Universidad de Granada, 2007, p. 2207, citados en Birriel Salcedo, Margarita M.,
―El cónyuge supérstite…‖, op. cit., p. 42.
398
―Ley novísima de 14 de abril de 1838‖, recogida en Zamora y Coronado, José María, Registro de
legislación ultramarina y ordenanza general de 1803. Para intendentes y empleados de Hacienda en
Indias, Habana, Imprenta del Gobierno y Capitanía general, 1840, p. 377.
- 112 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
curaduría sobre sus hijos por haber contraído segundas nupcias399. Los motivos por
los que solicitaba ese ejercicio se centraron en la mala administración de los bienes
familiares llevada por el tutor Don Pío Bermegillo, que había sido nombrado tal por la
misma Josefa antes de que ésta celebrara su segundo matrimonio. Los documentos
judiciales nos ofrecen una amplia información sobre las posesiones, los bienes y la
formación de esta mujer, permitiéndonos afirmar que gozaba de una posición
socioeconómica elevada400. Su privilegiada situación le posibilitó tener los
conocimientos necesarios en materia de derecho para presentarse ante el juzgado
cuarto de lo civil de la ciudad de México y solicitar la aplicación de la referida ley
española, afirmando que no era esa una ―dispensa rara y sin ejemplo‖ sino algo que
los legisladores mexicanos concedían con frecuencia. Es decir, a pesar de no existir
ninguna medida formal que eximiera del cumplimiento de la ley de Partidas, en la
práctica, según lo afirmado tanto por la declarante como por el juez instructor, el poder
ejecutivo podía exonerar a ciertas personas de esta restricción normativa401.
Josefa de Iradi, después de presentar la documentación requerida para acreditar la
legitimidad de sus hijos y su disposición de capital, así como su buena conducta,
moralidad, juicio y prudencia para los negocios a través de las declaraciones de varios
testigos, obtuvo el permiso judicial para la dispensa de la ley que impedía el ejercicio
de la tutela filial. Por motivos que desconocemos, la propia Josefa decidió presentar
después una rectificación de su petición, rechazando el ejercicio de la tutela,
reconociendo la capacitación de Don Pío para ello y solicitando sólo disfrutar de la
custodia de sus hijos, derecho del que también había sido despojada a causa de su
segundo matrimonio402. El 25 de mayo de 1857 el propio presidente de la República,
Don Ignacio Comonfort, firmaba el dispenso de la ley de Partidas y autorizaba a la
solicitante a permanecer al lado de sus hijos y educarlos ―bajo su inmediata vigilancia
y cuidado‖403.
Como ya hemos comentado, la modernización del derecho de familia,
implementada en México sobre todo mediante la codificación civil de 1870, sancionó la
patria potestad paterna al recoger el deber de la mujer de obedecer a su marido en lo
doméstico, en la educación de los hijos y en la administración de los bienes404. Como
399
AGNM, Justicia, vol. 599, exp. 30, ff. 252r-289v.
400
La herencia en dinero efectivo que dejó el esposo fallecido para sus hijos fue de 39.126 pesos. Para
asegurarla, el tutor hipotecó las tres haciendas que la familia poseía en los alrededores de Cuernavaca.
Ante la falta de envío de dinero efectivo por parte del tutor, Josefa afirmó ante el juez que ella ―podría
prescindir de esto‖ y suplir dicha carencia con su ―haber particular‖, lo que indica su holgura material.
AGNM, Justicia, vol. 599, exp. 30, f. 258r.
401
La petición de Josefa Iradi Alegre fue dirigida explícitamente al ―Excmo Sr. Presidente de la República‖
AGNM, Justicia, vol. 599, exp. 30, ff. 259r, 275r y 276r.
402
Recordamos que P. 6.16.9 despojaba de la custodia de sus hijos a las viudas que volvieran a casarse.
403
AGNM, Justicia, vol. 599, exp. 30, f. 289r.
404
CC 1870, Arts. 199, 201.
- 113 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―No son convenientes las mujeres, en lo general, para desempeñar las magistraturas
y otros cargos propios de los hombres. En primer lugar, porque no tienen, por lo regular,
ni el talento ni la educación necesarias; en segundo, porque son destinadas por la
naturaleza para la alta dignidad de madres; y es más útil una mujer desempeñando
aquel título, y cuidando a sus hijos y marido, que ocupándose en otros ejercicios‖.
José Joaquín Fernández de Lizardi408
La paulatina modernización estatal que tuvo lugar a lo largo del siglo XIX conllevó
una separación cada vez más nítida del espacio público, construido como lugar central
e independiente de la esfera privada, promocionando una separación radical entre el
lugar del trabajo y del hogar409 y reforzando así la división sexual del trabajo que ha
caracterizado a todas las sociedades occidentales hasta prácticamente nuestros días.
Esta división entre lo público y lo privado, típica del Estado liberal capitalista, estuvo
sustentada por la teoría del contractualismo clásico y conllevó la multiplicación de
discursos que asociaban lo público con lo necesario, racional, productivo y masculino,
y lo privado con lo prescindible, emocional, reproductivo y femenino.
Las mujeres han trabajado a lo largo de la historia410 pero su presencia en el ámbito
laboral mexicano y occidental en general se incrementó en el XIX. Esta presencia no
fue tanto física como simbólica y estuvo compuesta por diversos discursos que hacían
405
CC 1870, Arts. 420 y 423.
406
CC 1870, Art. 426.
407
Arrom, Silvia M., ―Cambios en la condición…‖, op. cit., p. 50.
408
Fernández de Lizardi, José Joaquín, Obras. Folletos (1824-1827), vol. 13, México, UNAM, 1995, p.
892.
409
Galí Boadella, Montserrat, Historias del Bello sexo. La introducción del Romanticismo en México,
México, UNAM, IIE, 2002, p. 24.
410
Parcero, María de la Luz, Condiciones de la mujer en México durante el siglo XIX, México, INAH, 1992,
p. 42.
- 114 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
411
Scott, Joan W., ―La mujer trabajadora en el siglo XIX‖, en Scott, Joan W., ―La mujer trabajadora en el
siglo XIX‖, en Duby, Georges y Perrot Michelle (dirs.), Historia de las mujeres en Occidente, Vol. 4,
Madrid, Taurus, 1993, p. 405.
412
Miranda Ojeda, Pedro, ―La importancia social del trabajo en el México del siglo XIX‖, História, Sao
Paulo, v. 25, n. 1, 2006, p. 124.
413
La Real Orden de 30 de abril de 1745 definió la vagancia como un heterogéneo conjunto de
comportamientos en los que el desempleo y la inmoralidad se entremezclaban. De esta manera, eran
- 115 -
Alejandra Palafox Menegazzi
considerados ―vagos‖ aquellas personas que subsistían a través de medios no considerados lícitos y
honestos, así como aquellas que, estando capacitadas para ejercer algún oficio, preferían pedir limosna
antes que trabajar. Véase nota 6 de la No. R., lib. XII, tít. 31, ley 7.
414
La continuidad de esta tendencia política en el México independiente a través de medidas como la
creación de los Tribunales de Vagos por decreto en 1828, ha sido estudiada entre otras autoras por:
Arrom, Silvia M., ―Vagos y mendigos en la legislación mexicana. 1745-1845‖, en Bernal, Beatriz (coord.),
Memoria del IV Congreso de Historia del Derecho Mexicano, México, UNAM, 1988, pp. 71-87. Pérez
Toledo, Sonia, ―Los vagos de la ciudad de México y el Tribunal de Vagos en la primera mitad del siglo
XIX‖, Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales, n. 27, 1993, pp. 27-42 y Teitelbaum, Vanesa E.,
―La persecución de vagos en pulquerías y casas de juego en la ciudad de México de mediados del siglo
XIX", Historias, n. 63, 2006, pp. 85 -102.
415
En el marco del congreso constituyente de 1856, la libertad de trabajo quedó estipulada de la siguiente
manera: ―Nadie puede ser obligado a prestar trabajos personales, sin la justa retribución y sin su pleno
consentimiento. La ley no puede autorizar ningún contrato que tenga por objeto la pérdida o el irrevocable
sacrificio de la libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de educación o de voto religioso‖ Zarco,
Francisco y Sierra Casasús, Catalina, Crónica del Congreso.., op. cit., p. 1345.
416
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 77.
- 116 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
417
Feijoo, Benito Gerónimo, ―Defensa de las mujeres‖, en Feijoo, Benito Gerónimo, Teatro Crítico
Universal, vol. I, Madrid, D. Joaquín Ibarra, Impresor de Cámara de S. M., 1778, pp. 326-398. Amar y
borbón, Josefa, Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, Madrid, Imprenta de D. Benito
Cano, 1740. Para un análisis detallado de los debates en torno a las capacidades femeninas en el marco
ilustrado español véase: Bolufer, Mónica, ―Debate de los sexos y discursos de progreso en la Ilustración
española‖, en Colom González, Francisco, Modernidad Iberoamericana. Cultura, política y cambio social,
Iberoamericana, Madrid, Vervuert, CSIC, 2009, pp. 321-350.
418
Vázquez Montes, Eduviges, ―Notas históricas sobre la capacidad jurídica de la mujer en los derechos
español, indiano y del México independiente, para el desempeño de oficios públicos y disfrute de los
derechos subjetivos públicos‖ en Memoria del IV Congreso de Historia del Derecho Mexicano, México,
UNAM, 1988, p. 1035.
419
Idem.
420
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 76.
421
Ibidem, p. 80.
422
No. R., lib. VIII, tít. 23, ley 14.
- 117 -
Alejandra Palafox Menegazzi
mujeres para trabajar en todas las artes compatibles con el decoro de su sexo‖ en
1784423 o la conservación de viudas de las tiendas y talleres de sus maridos artesanos
aunque ―casen con segundos maridos que no sean del oficio de los primeros‖ en
1789424.
Estas medidas, aplicadas en los años siguientes en el territorio novohispano por las
autoridades coloniales, supusieron un intento fallido de eliminar el atraso industrial
español y de competir con las manufacturas inglesas y francesas mediante la
incorporación de una mano de obra barata, en un contexto de decadencia de las
organizaciones gremiales. En este marco el trabajo femenino trató de orientarse hacia
el sector textil, considerado más acorde con el ―decoro‖ de las mujeres y compatible
con sus obligaciones domésticas425. Su aplicación en el territorio mexicano supuso el
establecimiento de la libertad de aprendizaje, empleo y comercialización de productos
para las mujeres, aboliendo ―todas las barreras legales‖ a su trabajo426 e impulsando la
tendencia al pleno reconocimiento de las capacidades femeninas y la incorporación de
las mujeres al sector productivo.
Esta tendencia reformista hacia la promoción de una mayor incorporación de las
mujeres en el mercado laboral, con el objetivo de promover aún más la prosperidad del
territorio ultramarino a finales del periodo colonial, cesó tras la independencia. A partir
de entonces fueron prácticamente nulas las voces a favor de la participación femenina
en el mundo laboral427.
Otro de los elementos que influyeron en la asignación social de las funciones
femeninas dentro del proceso de construcción del estado-nación mexicano fue su
participación durante las luchas de Independencia. Esta participación activa428,
especialmente relevante en el contrabando de armas y mensajes, impulsó por su
magnitud, incluso, un endurecimiento de las penas impuestas por las autoridades
realistas contra las mujeres implicadas, incluyendo la pena de muerte429.
Durante los primeros años del México independiente esta actuación fue elogiada
por parte de los discursos emanados desde las autoridades del país, dándose en un
423
Idem.
424
Nota 11, Idem.
425
Bolufer Peruga, Mónica, ―Representaciones y prácticas de vida: las mujeres en España a finales del
siglo XVIII‖, Cuadernos de ilustración y Romanticismo, n. 11, 2003, p. 12.
426
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit, p. 192.
427
Entre los escasos discursos decimonónicos masculinos en los que se advierte la necesidad de
modificar la situación laboral femenina en aras de un mayor bienestar para la industria nacional puede
citarse la obra de 1837 de Esteban Antuñano, ―Ventajas políticas, civiles, fabriles y domésticas, que por
dar ocupación también a las mujeres en las fábricas de maquinaria moderna que se están levantando en
México, deben recibirse‖, citado en Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 193.
428
Rodríguez Arias, Alfonso, ―Del Águila Mexicana a la Camelia: revistas de instrucción y entretenimiento.
La presencia de la mujer mexicana como lectora (1823-1853)‖ en Suárez de la Torre, Laura Beatriz
(Coord.), Empresa y Cultura en tinta y papel (1800-1860), México, Instituto de Investigaciones Dr. José
María Luis Mora, UNAM, 2001, p. 358.
429
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit, p. 51.
- 118 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
430
Entre las obras de estos autores cabe destacar: Bustamante, Carlos María, Cuadro Histórico de la
revolución mexicana, México, Imprenta de la Águila, 1823; Mora, José María Luis, México y sus
revoluciones, México, Porrúa, 1950 y Zavala, Lorenzo, Ensayo histórico de las revoluciones de México
desde 1808 hasta 1830, México, Manuel No. De la Vega, 1845.
431
Un interesante análisis de la complementaria ―heroización‖ llevada a cabo por la historiografía nacional
tradicional latinoamericana y sus consecuencias en el panorama político actual se encuentra en: Quintero,
Inés, ―Heroínas y matronas discursos y pareceres femeninos en tiempos de la independencia‖, en Pérez-
Fuentes Hernández, Pilar (coordinadora), Entre dos orillas: las mujeres en la historia de España y
América Latina, Barcelona, Icaria, 2012, pp. 47-76 y Aguado, Ana María y Espigado Tocino, Gloria,
―Género, fundación…‖, op. cit., pp.77-118.
432
María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández (1789-1842), conocida como Leona Vicario, hija
de padre español y madre mexicana, Leona recibió una rica educación en arte, literatura y ciencias, nada
común entre las mujeres de su época. En 1813 se fugó de Colegio de Belén, contrajo matrimonio con
Andrés Quintana Roo, en contra de la opinión de su madre y de su tío, quien ejerció como tutor tras la
muerte de su padre, y se unió a las tropas insurgentes en Oaxaca. Durante la guerra de Independencia
(1810-1821) Leona desempeñó un importante papel como mensajera, financiadora y negociadora política,
acciones por las que fue represaliada. Terminada la guerra, Leona reivindicó la libertad e independencia
política de sus acciones durante la contienda, negando que se hubiese movido por amor a su marido, en
contra de lo que afirmaba el político conservador Lucas Alamán. Sus restos descansan en la Columna de
la Independencia de la ciudad de México. Flores Castillo, Adriana Y., ―Leona Vicario: mujer, fuerza y
compromiso en la independencia de México‖, en Ibarra Palafox, Francisco (coord.), Juicios y causas
procesales en la independencia mexicana, México, UNAM, Senado de la República, 2010, pp. 151-173.
Galeana, Patricia, ―166 aniversario luctuoso de Leona Vicario‖, Mujeres, Derechos y Sociedad, n. 8, 2008,
pp. 1-5.
433
Josefa Ortiz de Domínguez (1768-1829) ha sido recordada en la historia de la independencia de
México como ―la corregidora‖, por haber contraído matrimonio con el corregidor de Querétaro, Miguel
Domínguez, de quién tomó su segundo apellido. Nacida y educada en la ciudad de México, su actividad a
favor de los insurgentes Hidalgo, Allende y los Aldama determinó su detención y encierro en distintos
conventos de la capital mexicana. Mantuvo un papel político activo una vez terminada la guerra. ―Ortiz De
Domínguez, Josefa‖, Diccionario Porrúa…, op. cit., pp. 1535-1537.
- 119 -
Alejandra Palafox Menegazzi
434
Galeana, Patricia, ―Lecciones de las mujeres…‖, op. cit., p. 5.
435
Galván Gaytán, Columba Camelia, ―José Joaquín Fernández de Lizardi y la educación de las mujeres:
notas sobre las heroínas mexicanas‖, en Dadson, Trevor J., (coord.), Actas del XII Congreso de la
Asociación Internacional de Hispanistas, vol. 6, Birmingham, Universidad de Birmingham, Departamento
de Estudios Hispánicos, 2007, p. 207.
- 120 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
436
El arquetipo de ángel del hogar como modelo prescriptivo de feminidad fue un recurso discursivo
común entre las élites político-intelectuales decimonónicas de distintos países, a uno y otro lado del
Atlántico, incluyendo, además de México, Estados Unidos, Inglaterra o España. Nash, Mary, Mujeres en el
mundo. Historia, retos y movimientos, Madrid, Alianza Editorial, 2012, pp. 45-51. Cantero Rosales, M.
Ángeles, ―De ―perfecta casada‖ a ―ángel del hogar‖ o la construcción del arquetipo femenino en el XIX‖,
Tonos. Revista Electrónica de estudios filológicos, n. 14, 2007. En
https://www.um.es/tonosdigital/znum14/secciones/estudios-2-casada.htm. Consultado el 13/05/2015. El
origen del término ha sido atribuido por algunas autoras al escritor Coventry Patmore, quien lo empleó en
su poema Angel in the house de 1854. Rabaté, Colette, ¿Eva o María? Ser mujer en la época isabelina
(1833-1868), Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2007, pp. 174-175.
437
Como ha puesto de manifiesto Susan Kirkpatrick para el caso de España, la difusión de una nueva
imagen de mujer como ―árbitro angelical de las relaciones domésticas‖ concedió a ciertas mujeres una
autoridad sobre el lenguaje sin precedentes. Esta situación promovió una importante participación literaria
femenina en la segunda mitad del siglo XIX, dentro de parámetros románticos de individualización que
acabaron entremezclándose paradójicamente con un modelo de mujer que supeditaba los intereses
personales a sus funciones de madres y esposas. Kirkpatrick, Susan, Las románticas: escritoras y
subjetividad en España, 1835-1850, Madrid, Cátedra, 1991. Para la participación femenina en el
movimiento romántico mexicano véase: Galí Boadella, Montserrat, Historias del Bello sexo…, op. cit.
438
La ausencia de regulación del trabajo femenino no fue algo exclusivo de México sino que, en líneas
generales, fue una norma presente en la implantación de los Estados Liberales de todo Occidente
Arnaud-Duc, Nicole, Le contraddizioni…, op. cit., p. 61. Exceptuando algunos estados pioneros como
Inglaterra, hasta 1890, en la Conferencia de Berlín, países como Alemania, Italia, Bélgica y Portugal no se
plantearon regular aspectos como el trabajo femenino subterráneo y nocturno o su jornada laboral. En
algunos países como Grecia, además, las primeras medidas reguladoras, a inicios ya del siglo XX,
tendieron a reforzar la permanencia de las mujeres en el núcleo doméstico y la primacía masculina en el
ámbito laboral Nielfa, Gloria, ―La regulación del trabajo femenino. Estado y sindicatos‖, en Morant Isabel
(dir.), Historia de las Mujeres…, op. cit., pp. 314, 316.
- 121 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2. Algunas cifras
Para mostrar la evolución del trabajo femenino en la ciudad de México en la época
tratada hemos considerado los estudios de Silvia Marina Arrom, con base en el censo
poblacional de 1811, y los de Sonia Pérez Toledo mediante el estudio de los datos
proporcionados por el Padrón de la Municipalidad de México de 1842439, en
comparación con los datos ofrecidos por el Censo de Revillagigedo de 1790-1791 y
otras fuentes de la época. Dada la amplitud de la información recogida por ambas
autoras, se ha estimado oportuno mostrar sólo algunos datos cuantitativos referidos al
porcentaje de mujeres trabajadoras, incluyendo su estado civil, así como a la
distribución sectorial del trabajo femenino.
Según el censo de 1811 un 27% de las mujeres de la ciudad estaban empleadas440.
Este porcentaje, atendiendo al Padrón Municipal de 1842, descendió notablemente
situándose en un 15%441. Las divisiones étnico-sociales del México colonial, recogidas
en el censo de 1811, nos permiten observar cómo el porcentaje de trabajadoras entre
las mujeres indígenas, las pertenecientes a las castas y las españolas era decreciente
respectivamente, algo que parecía responder a la condena social del trabajo femenino
para 1811442. Para después de la independencia se asistió, al menos en teoría, a un
reconocimiento formal de la igualdad jurídica, lo que supuso la ausencia de
clasificaciones étnicas en los documentos oficiales. Por este motivo, los datos
ofrecidos por el Padrón de 1842 no ofrecen información sobre el origen étnico de las
mujeres consideradas443 y, por consiguiente, no nos permiten analizar las
continuidades y rupturas que se produjeron al respecto.
En relación con el estado civil de las mujeres, puede observarse que tanto en 1811
como en 1842 las mujeres casadas representaban el porcentaje más bajo dentro del
de mujeres trabajadoras, seguido por el de las viudas y las solteras, a excepción del
grupo de las españolas, donde para 1811 las viudas trabajadoras (19,6%) superaron
en número a las solteras trabajadoras (13,5%)444. El bajo índice de mujeres casadas
439
Censo realizado en relación con las elecciones de diputados al Congreso en 1842.
440
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 196.
441
Pérez Toledo, Sonia, “El trabajo Femenino en La Ciudad de México a mediados del Siglo XIX‖, Signos
Históricos, n. 10, 2003, p. 83.
442
Según los datos ofrecidos por Silvia M. Arrom para ese año de 1811, entre los españoles, 12,5% de
las mujeres y el 74,8% de los hombres declararon tener algún empleo. Entre las castas estos porcentajes
fueron del 35,6% y el 84,5%, respectivamente. Por su parte, el 45,7% de las mujeres y el 88,5% de los
hombres categorizados como ―indios‖ desempeñaban una actividad laboral reconocida como tal. Arrom,
Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 198.
443
Ferrer Muñoz, Manuel, ―Pueblos indígenas en México en el siglo XIX: la igualdad jurídica, ¿Eficaz
sustituto del tutelaje tradicional?, en Alvarado Planas, Javier (et. al.), La supervivencia del derecho
español en Hispanoamérica durante la época independiente, UNAM, México, 1998, p. 173.
444
En el censo de 1811, de las mujeres registradas como trabajadoras, sólo figuraban como casadas el
6,4% de las españolas, el 23,5% de las pertenecientes a las castas y el 29,7 de las indias. Arrom, Silvia
M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 198. Para 1842, el porcentaje general de mujeres casadas
registradas como trabajadoras era del 14,1%, frente a un 51,3% de solteras y un 34,6% de viudas. Pérez
Toledo, Sonia, ―El trabajo Femenino…”, op. cit., p. 86.
- 122 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
respondía, por un lado, al mantenimiento del estigma social que el trabajo femenino
tenía en la época, a la posible estabilidad económica que el matrimonio daba a
determinadas mujeres y, al mismo tiempo, al hecho de que para esta minoría
registrada, los ingresos aportados por el marido no fuesen suficientes para garantizar
el sustento familiar.
No debe olvidarse, al respecto que las mujeres casadas, antes y tras la expedición
del código civil de 1870, necesitaban autorización marital para celebrar contratos,
incluyendo un contrato laboral. En relación con sus salarios, al considerarse parte de
los bienes comunes al matrimonio o bienes gananciales, su administración quedaba
en manos maritales445 salvo en los casos en los que el matrimonio se hubiese
celebrado bajo el régimen de separación de bienes, reconocido también por el
código446.
Pese al intento de los reformistas españoles de incrementar la participación
femenina en el mundo laboral, comparando los datos de 1811 con los ofrecidos por el
censo de 1793447 los porcentajes de población activa femenina, en líneas generales se
mantuvieron. Sin embargo, podemos advertir una mayor diversificación en el empleo
femenino: si para 1793 las mujeres empleadas en el servicio doméstico o como
costureras eran el 88% del total de trabajadoras, en 1811 éstas representaban el 57%
de las mismas. Del 43% restante, el 20% se dedicaba ya a la industria alimentaria y el
23% ocupaba principalmente puestos en pequeños talleres textiles o en la fábrica de
cigarros, eran comerciantes o meseras448.
Para 1842 el 65,36% de las mujeres trabajadoras desarrollaba actividades de
servicios, el 17,33% oficios artesanales, el 8,97% se dedicaba al comercio, el 5,46% a
las labores del hogar y el 2,79% a lo denominado actualmente como ―profesiones
liberales‖, principalmente a la instrucción449. Debe advertirse que dentro del sector
servicios aludido, alrededor del 90% estaba conformado por actividades domésticas y
que, dentro de éstas, la mayor parte de las mujeres desempeñaban el papel de
sirvientas y criadas450 y existían varios niveles de ingresos según el cargo ocupado 451.
445
Si bien es cierto que el código civil de 1870 estableció que el dominio y la posesión de los bienes
comunes residían en ambos cónyuges, sólo el marido tenía la facultad de enajenar y obligar a título
oneroso los bienes muebles sin el consentimiento de la mujer. CC 1870, Art. 2157.
446
CC 1870, Art. 2099.
447
Hacemos referencia al primer censo de población Nueva España, realizado bajo la autoridad del virrey
Juan Vicente Güemes de Pacheco, II Conde de Revillagigedo.
448
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 200.
449
Dentro de la amplia categoría de ―profesiones liberales‖, aproximadamente la mitad de sus integrantes
trabajaban como maestras. Pérez Toledo, Sonia, ―El trabajo femenino…‖ op.cit., p. 110
450
Ibidem, p. 90.
451
Según Frances Erskine Inglis, Madame Calderón de la Barca, la esposa del embajador español, para
una galopina o recamarera los ingresos podían ser de entre cinco y seis pesos al mes y de entre doce y
quince para un ama de llaves. Una costurera podía ganar hasta tres reales diarios. Erskine Inglis,
Frances, La vida en México…., op. cit., p. 141.
- 123 -
Alejandra Palafox Menegazzi
452
Pérez Toledo, Sonia, ―El trabajo femenino…‖ op.cit., p. 98.
453
Al porcentaje de maestras (45,7%) dentro de las mujeres pertenecientes a las profesiones liberales, le
siguieron los de enfermeras (20,5%), parteras (14,2%), dueñas, hacendadas, actrices y arrendatarias
Ibidem, p. 110-111.
454
Ramos Escandón, Carmen, ―Trabajo e identidad femenina en México: el ejemplo del textil, tabaco y
trato sexual‖, en Morant Isabel (dir.), Historia de las Mujeres…, op., cit., p. 800.
455
La incorporación femenina al trabajo asalariado a lo largo del siglo XIX, como ha argumentado con
éxito Silvia Marina Arrom, no supuso necesariamente una mejora directa de su situación socio-
económica. Las mujeres trabajadoras, al ir en contra de la feminidad prescriptiva, tuvieron que hacer
frente a un conjunto de prejuicios y dificultades difíciles de sortear por lo que no podemos pensar que
existió una relación directamente proporcional entre empleo remunerado y ascenso social.
- 124 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
ligadas a la industria del tabaco, contradiciendo una vez más el discurso social
imperante que abogaba por la relegación femenina al ámbito doméstico456.
Como puede observarse en el reclamo escrito y firmado por veinticinco trabajadoras
en 1846 bajo el título Representación que las maestras, oficiales y demás empleadas
de la Fábrica de Tabacos de esta capital dirigen al Supremo Gobierno, pidiendo que
no se adopte el proyecto de elaborar los puros y cigarros por medio de una
máquina457, las mujeres que tuviesen que trabajar para garantizar su supervivencia y
la de su familia y que no quisieran hacerlo dentro del servicio doméstico, considerado
como algo degradante, no encontraban apenas empleo en el sector productivo458. Así
pues, las medidas aprobadas a finales del periodo colonial dentro del marco
institucional, por tanto, no se correspondieron con una apertura del mundo laboral en
los años siguientes y, por tanto, no supusieron un incremento efectivo de las
oportunidades laborales femeninas.
Esta situación se mantuvo, como ya se ha comentado, gracias a la inoperancia
institucional y al predominio de una postura reacia ante la incorporación laboral
femenina entre las clases populares. Como ha concluido la historiadora Ana Saloma
Gutiérrez459, entre los grupos de poder imperó la defensa de lo que se ha denominado
―ideal de familia burguesa‖, abogando por la relegación de las mujeres al ámbito
doméstico. La causa principal de esta situación estribó en la valoración masculina de
las mujeres trabajadoras como una competencia desleal, especialmente en el ámbito
salarial al percibir sueldos inferiores, así como en el rechazo varonil frente a la mayor
libertad de movimiento y actuación que el desempeño de actividades remuneradas
fuera del hogar podía ofrecer a las mujeres460.
Las mujeres en el México decimonónico, por tanto, dejando de lado el repudiado
servicio doméstico, como evidencian algunas fuentes contemporáneas461, se
encontraban en una clara situación de desventaja al estar limitadas a pocos oficios en
los que el trabajo era escaso y mal remunerado. El servicio doméstico, por su parte, no
sólo representaba una ocupación repudiada socialmente, sino que era también una
actividad caracterizada por la libertad de perpetrar abusos de toda clase por parte de
los señores contratantes sobre sus sirvientas. En los casos en los que las criadas no
456
Saloma Gutiérrez, Ana, ―De la mujer ideal a la mujer real. Las contradicciones del estereotipo femenino
en el siglo XIX‖, Cuicuilco, n. 18, 2000, p. 6.
457
Reproducido en Gargallo, Francesca, Antología del pensamiento feminista nuestroamericano, vol. 1,
2010, pp. 235-251. En http://doctoradosociales.com.ar/wp-
content/uploads/APFNIDelanheloalaemancipaci%C3%B3n-1.pdf. Consultado el 03/04/2015.
458
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 230.
459
Esta afirmación se sustenta en el análisis de la información recogida en publicaciones obreras como el
periódico semanal La Convención Radical Obrera. Para un estudio más profundo véase Saloma
Gutiérrez, Ana ―De la mujer ideal, op. cit.
460
Ibidem, p. 13.
461
Erskine Inglis, Frances, La vida en México…, op. cit., p. 196.
- 125 -
Alejandra Palafox Menegazzi
462
Parcero, María de la Luz, Condiciones de la mujer.., op. cit., p. 68.
463
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 235.
464
Véase el planteamiento que el empresario realizó sobre este asunto en el discurso pronunciado en
1837 Antuñano, Esteban, Ventajas políticas, civiles, fabriles y domésticas, que por dar ocupación también
a las mujeres en las fábricas de maquinaria moderna que se están levantando en México, deben recibirse,
Puebla, Oficina del Hospital de San Pedro, 1837. Esteban de Antuñano (1792-1847) fue un importante
empresario industrial mexicano. De familia vasca, tuvo formación fabril en España y ya en 1811 fundó una
fábrica de hilados y tejidos en Puebla. Partidario de la desaparición de los obrajes, introdujo en México los
husos modernos y la mecanización, gracias al empleo del automatismo desarrollado por el británico
Arkwright. ―Antuñano, Esteban‖, en Diccionario Porrúa…, op. cit., p.117.
465
Lucas Alamán y Escalada (1792-1853) fue un empresario guanajuatense, historiador y uno de los
principales representantes de la ideología conservadora y del hispanismo en México. Ocupó los cargos de
secretario de la Junta de Sanidad bajo el virrey conde de Venadito, ministro de Relaciones Interiores y
Exteriores bajo el gobierno provisional de Bravo, Negrete y Michelena en 1823, y ministro de relaciones
bajo Anastasio Bustamante en 1830. Fundador del Banco de Avío y de la fábrica de hilados y tejidos de
algodón de Cocolopan en Veracruz y Guerrero. De su obra como historiador destaca Historia de Méjico
desde los primeros movimientos que prepararon su Independencia en el año 1808 hasta la época
presente. ―Alamán y Escalada, Lucas‖, en Diccionario Porrúa…, op. cit., pp. 47-48.
466
Ramos Escandón, Carmen, ―Señoritas porfirianas: mujer e ideología en el México progresista, 1880-
1910‖ en Ramos Escandón, Carmen, Presencia y Transparencia…, op. cit., p. 157.
467
Idem.
468
Ramos Escandón, Carmen, ―Trabajo e identidad femenina...‖, op. cit, p. 802.
- 126 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
- 127 -
Alejandra Palafox Menegazzi
475
Teitelbaum, Vanesa E. y Gutiérrez, Florencia, ―De la representación a la huelga. Las trabajadoras del
tabaco‖, Boletín Americanista, n. 59, 2009, pp. 266-273.
476
Pérez Toledo, Sonia, ―El trabajo Femenino..”, op. cit., pp. 80-114.
477
Teitelbaum, Vanesa E. y Gutiérrez, Florencia, ―De la representación a la huelga…‖, op. cit., p. 274.
478
Ramos Escandón, Carmen, ―Señoritas porfirianas…‖, op. cit., p.158.
479
Parcero, María de la Luz, Condiciones de la mujer.., op. cit., p. 95.
- 128 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
ocupados por una minoría de mujeres480, no suponían una amenaza para el empleo
masculino ni un riesgo para la alteración del orden social.
480
Ramos Escandón, Carmen, ―Señoritas porfirianas…‖, op. cit., p.151.
481
Lamas, Adolfo, Seguridad social en la Nueva España, México, UNAM, 1964, p. 207.
482
Se hace referencia al Montepío Militar, el Montepío de Ultramar, el Sacro y Real Monte de Piedad de
Ánimas y el Montepío de Viudas y huérfanos de los Empleados en las Escribanías de Cámara de las
Reales Audiencias y en otras Reales oficinas.
483
Castañeda Carmen y Cortés, Myrna, ―Educación y protección de las mujeres en Guadalajara, México,
en la primera mitad del siglo XIX‖, Revista Historia de la Educación Latinoamericana, n.4, 2002, p. 49.
484
Lamas, Adolfo, Seguridad social…, op. cit., p. 242.
485
Parcero, María de la Luz, Condiciones de la mujer.., op. cit., p. 96.
- 129 -
Alejandra Palafox Menegazzi
486
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., pp. 238-240.
487
La Ley de Matrimonio Civil del 23 de julio de 1859, sancionada en el Código Civil de 1870, dificultó el
acceso al divorcio no vincular de aquellas mujeres víctimas de maltrato, además de reconocer
explícitamente la obligación de las esposas de obedecer, agradar, asistir, consolar, aconsejar y venerar a
sus respectivos maridos.
488
El Decreto de Gobierno del 30 de enero de 1854 sobre extranjería y nacionalidad, por el que se
declaró la pérdida de la nacionalidad de las mexicanas que contrajesen matrimonio con un extranjero, fue
aplicada en los años posteriores a 1857 y sancionada con la llamada ―Ley Vallarta‖ de 1886. Para un
mayor estudio véase Augustine-Adams, Kif, ―El construir la nación mexicana…‖, op. cit., pp. 68-73.
489
El Decreto gubernamental del 10 de agosto de 1857, con la llamada Ley de sucesiones por
testamentaría y abintestato, prohibió, salvo escasas excepciones, la averiguación judicial de la paternidad.
Sobre las consecuencias que conllevó esta normativa en la ciudad de México véase García Peña, Ana
Lidia, ―Madres solteras…, op. cit., pp. 647-692.
490
La objetificación sexual ha sido interpretada por algunas de las principales historiadoras feministas
como un proceso primario de la sujeción de las mujeres, común y frecuente en diversos tiempos y
espacios de la historia de Occidente. Al respecto, véase McKinnon, Catherina, ―Feminism, Marxism,
Method, and the State: An Agenda for Theory‖, Signs, 7, 1982, pp. 515-544.
- 130 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
―si a la par que la leche de vuestros pechos, maman desde sus primeros años nuestros
tiernos hijos el suave néctar de la moralidad y de los principios sociales, nutridos con tan
491
Suárez, Escobar, Marcela, Sexualidad y norma…, op.cit.
492
Como se explicará con detenimiento en el siguiente capítulo la secularización de la regulación sexual
en el México Independiente, iniciada ya a finales del siglo XVIII, no supuso la revocación del orden de
valores asociado a los pecados de lujuria recogidos en la teología moral de Santo Tomás de Aquino.
493
Galí Boadella, Montserrat, Historias del Bello sexo…, op. cit., p. 30.
494
Estas novelas solían aparecer publicadas semanalmente por entregas en periódicos dirigidos
principalmente a varones, como El siglo XIX o La Orquesta. Sólo aquellas que tenían buena recepción
solían convertirse posteriormente en libros. Speckman Guerra, Elisa, ―Las posibles lecturas de "La
República de las Letras": escritores, visiones y lectores‖, en Clark de Lara, Bekem y Speckman Guerra,
Elisa (coord.), La república de las letras asomos a la cultura escrita del México decimonónico, México,
UNAM, 2005, p. 50.
495
Analizamos al respecto la contribución del escritor liberal Vicente Riva Palacio a la promoción de un
modelo de feminidad determinado por su sexualidad en la novela Monja y casada, virgen y mártir en:
Palafox Menegazzi, Alejandra, ―Raza, género y colonia en la novela de Vicente Riva Palacio: una
estrategia de exclusión‖, Anales de Literatura Hispanoamericana, vol. 44, 2015, pp. 13-28 y Palafox
Menegazzi, Alejandra, ―Los recodos de la pureza: blancura, castidad e identidad nacional en Monja y
Casada, Virgen y Mártir‖, en Asociación de Jóvenes Historiadores (ed.), Amor y Sexualidad en la Historia,
Colección temas y perspectivas de la Historia, vol. IV, Salamanca, Ediciones Antema, 2015, pp. 553-567.
496
Publicación periódica dirigida a mujeres bajo la edición de Vicente García Torres, vio la luz en la
ciudad de México entre 1840 y 1842.
- 131 -
Alejandra Palafox Menegazzi
497
Semanario de las señoritas mejicanas. Educación científica, moral y literaria del bello sexo, 1842,
Tomo II, p. 7.
498
Durante el periodo analizado, como ha reconocido la autora Mílada Bazant, las medidas educativas
establecidas desde las autoridades políticas mexicanas no fueron homogéneas para todo el territorio
nacional sino que albergaron importantes diferencias según el estado, la localidad y la escuela o centro
educativo. Bazant, Mílada, Historia de la Educación durante el Porfiriato, México, COLMEX, 2006, p. 18.
499
Flores Villicaña, Quetziquel, ―La participación de la mujer en la construcción del México independiente‖,
Alegatos, n. 73, 2009, p. 493.
500
Gonzalbo Aizpuru, Pilar ―Las mujeres novohispanas…‖, op. cit., p. 133.
- 132 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
501
Muriel, Josefina, ―La legislación educativa para las niñas y doncellas del Virreinato en la Nueva
España‖, en Muriel, Josefina, La sociedad novohispana y sus colegios de niñas, México, UNAM, Instituto
de Investigaciones Históricas, 2005, pp 830-831.
502
Flores Villicaña, Quetziquel, ―La participación..‖, op. cit., p. 493.
503
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 32.
504
Ibidem.
505
No. R. Lib.VIII, tít. 1, ley 9.
506
No. R. Lib. VIII, tít. 1, ley 10.
507
Muriel, Josefina, ―La legislación educativa…‖, op. cit., p. 839.
508
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 33.
509
Este mecanismo de asistencia tuvo también un importante desarrollo en estos años en otras ciudades
mexicanas como Guadalajara. Al respecto, véase Castañeda Carmen y Cortés, Myrna, ―Educación y
protección…‖, op. cit., pp. 50-52.
- 133 -
Alejandra Palafox Menegazzi
510
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 32-33. Suárez, Escobar, Marcela, Sexualidad y
norma…, op.cit., pp. 238-239.
511
Galván Gaytán, Columba Camelia, ―José Joaquín Fernández…‖, op. cit., p. 204.
512
Lizardi Fernández, José Joaquín, La Quijotita y su prima, Stockcero, Florida, 2008, p. 145.
513
Romeo Mateo, María Cruz, ―Destinos de mujer: esfera pública y políticos liberales‖, en Morant, Isabel
(dir.), Historia de las mujeres…, op. cit., p. 67.
514
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 40.
515
CE 1812, Arts. 366-371.
516
DC 1814, Art. 39.
517
Muriel, Josefina, ―La legislación educativa…‖, op. cit., p. 841.
518
Véase el testimonio publicado en El Iris en 1826 recogido en Tuñón, Julia, El álbum de la mujer:
antología ilustrada de las mexicanas. El siglo XIX (1821-1880), México, INAH, 1991, pp. 237-238.
- 134 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
que abogaron por el establecimiento de una educación dirigida desde el Estado para
las mujeres. Los argumentos más reiterados en defensa de la educación femenina
fueron la necesidad de sacar a las mujeres de una ignorancia perjudicial para las
mismas pero, sobre todo, para la nación al ser éstas las educadoras de los futuros
ciudadanos de México519. La educación femenina, según publicaciones como La
Camelia, debía tener el objetivo de instruir a las mujeres para una correcta realización
de ―la profesión de las señoras‖, es decir, la profesión de ―hijas, esposas, madres y
directores de familia‖520. El déficit formativo que, en atención a estos testimonios,
padecían la mayor parte de las mujeres mexicanas las rendía incapaces frente a los
problemas contemporáneos de índole política, lo que podía hacer caer en tentaciones
varias a aquellos hombres públicos que siguieran los consejos de sus mujeres521.
Con la Constitución de 1824 se estableció como una de las facultades del Congreso
General la promoción de la ilustración,
―asegurando por tiempo limitado derechos exclusivos a los autores por sus respectivas
obras, [...] erigiendo uno o más establecimientos que enseñen las ciencias naturales y
exactas, políticas y morales, nobles artes y lenguas, sin perjudicar la libertad que tienen las
522
legislaturas para el arreglo de la educación pública en sus respectivos Estados‖ .
519
Ibidem, p. 238.
520
Ibidem, p. 243.
521
Anónimo, ―De la influencia de las mugeres en la política‖, en Panorama de las señoritas Mejicanas,
1842, pp. 99-102.
522
CM 1824, Art. 50, s. 1.
523
LC 1836, Ley 6ª, Art. 14 s. 3 y Art. 25. A pesar de que este conjunto legal inauguró un periodo político
centralista en la historia del país, suprimiendo la organización administrativa federal anterior, en lo que a
la educación se refiere, se consolidó la tendencia descentralizadora.
- 135 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―Formar a la mujer con todas las recomendaciones que exigen su necesaria y elevada
misión, es formar el germen fecundo de regeneración y mejora social. Por esto es que su
educación jamás debe descuidarse. En tal concepto, y para que la población reciba la
mejora inestimable de tener un plantel de instrucción para el sexo débil, sería de apetecer
que el Cuerpo Legislativo autorizara al gobierno para hacer todos los gastos indispensables
527
[...]‖ .
524
Anónimo, ―De la influencia del bello sexo‖, en en Panorama…, op. cit., pp. 35-36.
525
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad…, op. cit., p. 36.
526
Pani, Erika, ―La guerra civil. (1858-1860)‖ en Garciadiego Javier, Gran Historia de México Ilustrada. De
la Reforma a la Revolución (1857-1920), México, Planeta de Agostini, CONACULTA, INAH, 2006, pp. 21-
40.
527
―Exposición de Benito Juárez al soberano congreso de Oaxaca al abrir sus sesiones‖, Oaxaca, 1852,
recogido en Juárez, Benito, Exposiciones. (Cómo se gobierna), México, Francisco Vázquez, 1902, p. 388.
528
Bachellery, Josefina, ―La educación de las mugeres‖, en Panorama…, op. cit, pp. 242-243.
- 136 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
una instrucción adecuada parecía ante los ojos de algunos testimonios de la época
consultados como una solución factible y adecuada529, acorde con el progreso
deseado para la nación mexicana.
Con la caída del general Santa Anna530 tuvo lugar en México el inicio de la Era de la
Reforma, caracterizada por el establecimiento de medidas liberales y anticlericales de
importante calado. El 3 de abril de 1856, bajo el gobierno provisional de Ignacio
Comonfort, se desarrolló el proyecto de creación de la primera escuela oficial de
educación secundaria o superior para niñas de la ciudad de México, dependiente de
los fondos de la Instrucción Pública531. Esta medida contó con un Plan de Estudios en
el que figuraban, entre otras, las asignaturas de religión y moral cristiana y ―social‖;
gramática castellana; poesía y literatura; música, dibujo y nociones de pintura;
bordado; elaboración floral y jardinería; historia; geografía física y política, resaltando
el aprendizaje de los principios del sistema republicano democrático; aritmética;
idiomas; higiene; economía y medicina domésticas y educación física532.
Pese a la falta de aplicación de esta normativa, la misma evidenció el interés por
parte de un sector político por modificar la formación de las mujeres en consonancia
con un ideal de ciudadanía diferenciado genéricamente533.
- 137 -
Alejandra Palafox Menegazzi
momento ―de Niñas‖ y ―de Las Vizcaínas‖537. Estos centros con la Ley de 1861
pasaron a denominarse ―Colegio de la Caridad‖ y ―Colegio de la Paz‖ respectivamente,
y en sus programas de estudios incluyeron las siguientes asignaturas: lectura;
escritura; lectura de la Constitución; aritmética; sistema legal de pesos y medidas;
teneduría de libros; geografía; higiene en sus relaciones con la economía doméstica y
con la moral; dibujo de animales, de flores y paisaje; idiomas; costura y bordado;
canto, música y baile; declamación; ejercicios gimnásticos; jardinería; dorado de
cuadros; construcción de flores artificiales y composición de imprenta538.
El programa de educación secundaria para varones, estipulado en la misma Ley,
contenía el establecimiento de una escuela de estudios preparatorios y escuelas
especiales de jurisprudencia, medicina, minas, artes, agricultura, bellas artes y
comercio539. Como era de esperar ninguno y de estos centros incluía en sus
asignaturas lecciones de bordado y costura, higiene moral y doméstica o construcción
de flores, tareas asignadas de forma exclusiva e inalienable al ideal de feminidad
prescriptivo defendido desde las instancias estatales.
Debido a la inestabilidad y tensión política de estos años, que derivó en el
derrocamiento del gobierno liberal en 1863 a través de la guerra de intervención
francesa y la implantación del Imperio de Maximiliano de Habsburgo, el programa
recogido en la normativa juarista no pudo aplicarse540. Con la llegada de este Segundo
Imperio la instrucción religiosa se insertó como parte de la instrucción primaria,
estableciendo además el carácter obligatorio y gratuito de la misma.
Fue sólo a partir de 1867, tras la caída del Imperio de Maximiliano, cuando los
políticos mexicanos tanto conservadores como liberales comenzaron a ocuparse de
manera significativa del problema de la formación femenina541. De esta manera, en el
marco de la República Restaurada, con la Ley Orgánica de Instrucción Pública del 2
de diciembre de 1867 se establecieron escuelas para niñas separadas de las
masculinas también para el nivel primario, incluyendo sólo en los programas para
centros femeninos asignaturas de moral, urbanidad e higiene542. Esta normativa,
además, contempló la creación de la discutida escuela femenina de instrucción
secundaria o superior, llamada Escuela Secundaria ―para Personas del Sexo
Femenino‖543. En su programa educativo figuraron como asignaturas obligatorias,
537
Ibidem, p. 154.
538
Idem
539
Ibidem, p. 153.
540
Alvarado, María de Lourdes, ―La educación secundaria femenina desde las perspectivas del
liberalismo y del catolicismo, en el siglo XIX‖, Perfiles educativos, vol. XXV, n. 102, 2003, p. 43.
541
Ibidem, p. 41.
542
―Ley Orgánica de instrucción pública en el Distrito Federal‖, 2 de diciembre de 1867, en Dublán,
Manuel, y Lozano, José María, Legislación mexicana…, op. cit., vol. 10, pp. 193-205.
543
Idem.
- 138 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
entre otras, las siguientes: higiene y economía doméstica; deberes de las mujeres en
sociedad; deberes de la madre con relación a la familia y al Estado y artes y oficios
que se puedan ejercer por mujeres544. Por supuesto, en ninguna de las quince
escuelas especializadas destinadas a varones se incluyeron asignaturas similares a
las mencionadas, a excepción de la escuela de medicina en cuyo programa figuró la
higiene como materia obligatoria. En julio de 1869 tuvo lugar en la ciudad de México la
inauguración de la citada Escuela Secundaria femenina545.
La modernización estatal, en términos liberales, conllevó el desarrollo de un
paulatino control de la población mediante la generalización de programas educativos
que favorecieran la creación de un cuerpo nacional compuesto de ciudadanos, madres
y esposas de ciudadanos. El papel de las mujeres quedó así definido dentro de los
parámetros recogidos por el ideal de domesticidad aludido. Ante una sociedad
heterogénea, cuyos comportamientos distaban de los prescritos por las élites liberales,
la educación fungió como instrumento regulador de una ideología de género acorde
con el modelo político y jurídico impulsado desde las esferas estatales. Siguiendo las
declaraciones de algunos de los principales impulsores de la normativa de 1867, como
Antonio Martínez de Castro, Ministro de Justicia e Instrucción Pública, o Gabino
Barreda, integrante de la comisión encargada de elaborar la normativa, observamos
cómo el establecimiento de la Escuela Secundaria no buscó capacitar a la población
femenina para el desempeño de actividades laborales o políticas en la esfera pública.
Su objetivo primordial no fue otro que el de instruir a esposas y madres de futuros
ciudadanos546, así como sacar a las mujeres del mundo de superstición y religiosidad
irracional en el que seguían inmersas a causa de la excesiva influencia que la Iglesia
había ejercido sobre ellas, según un discurso notablemente extendido entre las élites
liberales.
A pesar de establecer una educación diferenciada547, por otro lado, debe
reconocerse que la Ley de 1867 también incluyó en el programa de educación
544
Idem.
545
Alvarado, María de Lourdes, ―La educación secundaria…‖, op. cit., p. 46.
546
Al respecto, sostenía Barreda: ―Así se comprende que personas de igual aptitud intelectual, pero que
por falta de educación suficientemente homogénea y, además, suficientemente general, dejen presa en
su ánimo a toda esa serie de errores a que tan expuestos nos vemos desde nuestros primeros años,
principalmente en virtud de la descuidada y fatal educación que hasta aquí se ha dado al sexo femenino,
de quien forzosamente recibimos nuestras primeras nociones del mundo y del hombre: así se comprende,
repito, que personas de igual inteligencia y capaces de raciocinar con igual precisión, lleguen, de la mejor
buena fe, a conclusiones diametralmente opuestas..., así se comprende la diversidad de creencias
religiosas o políticas: así se explica, en fin, la completa anarquía que reina actualmente en los espíritus, y
que se hace sentir en la conducta práctica de todos‖, Barreda, Gabino, ―Carta dirigida al C. Mariano Riva
Palacio, gobernador del Estado de México, en la cual se tocan varios puntos relativos a la instrucción
pública‖, en Revista Positiva, vol. 1, p. 210, citado en Alvarado, María de Lourdes, ―La educación
secundaria femenina…‖, op. cit., pp. 44-45.
547
Mirando a algunos países europeos, las discriminaciones estatales en el área educativa también
estuvieron presentes durante el periodo considerado. Por citar algunos ejemplos, hasta 1867, con la
- 139 -
Alejandra Palafox Menegazzi
llamada Ley Duruy, no tuvo lugar la implantación de la obligatoriedad municipal de abrir escuelas
primarias femeninas en Francia y hasta 1925 perduró una programación educativa diferenciada en
función del género. Arnaud-Duc, Nicole, Le contraddizioni…, op. cit., p. 60. En España, la falta de
cuestionamiento de la asociación de los hombres y las mujeres a los espacios públicos y privados,
respectivamente, también tuvo como consecuencia una situación educativa diferenciada a lo largo del
siglo XIX, homogeneizando los programas referentes a la educación primaria de niños y niñas sólo en
1900. Fernández Valencia, Antonia, ―La educación de las niñas: ideas, proyectos y realidades‖, en Morant
Isabel (dir.), Historia de las Mujeres…, op. cit., pp. 427, 438 y 448. Con respecto a América Latina, el ideal
de ―madre de ciudadanos‖ siguió siendo el principal argumento a favor de una institucionalización de la
educación femenina a lo largo del siglo XIX y el establecimiento de escuelas mixtas no se produjo hasta
bien entrado el siglo XX, exceptuando casos como el de Argentina, donde en 1884 tuvo lugar el
establecimiento legal de una educación laica y obligatoria para niñas, permitiendo su ingreso en escuelas
públicas de carácter mixto Lionetti, Lucía, ―La educación de las mujeres en América Latina: formadoras de
ciudadanos‖, en Morant Isabel (dir.), Historia de las Mujeres…, op. cit., p. 853. Las medidas educativas
implantadas en el Estado Mexicano y la situación formativa de las mujeres del país, por tanto, tuvieron
importantes similitudes con las adoptadas por otros estados occidentales.
548
―Reglamento de la Ley Orgánica de Instrucción Pública‖, 24 de enero de 1868, en Dublán, Manuel, y
Lozano, José María, Legislación mexicana…, op. cit., vol. 10, pp. 243.
549
Alvarado, María de Lourdes, ―La educación secundaria…‖, op. cit., pp. 47-49.
550
Bazant, Mílada, Historia de la Educación…, op. cit., p. 15.
- 140 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO PRIMERO
551
Ibidem, p. 118.
552
Ibidem, p. 120.
553
Idem.
554
Alvarado, María de Lourdes, ―La educación secundaria…‖, op. cit., p. 46.
555
Alvarado, María de Lourdes, ―Mujeres y Educación Superior…‖, op. cit., p. 2.
556
Alvarado, María de Lourdes, ―Mujeres y Educación Superior…‖, op. cit., p. 2.
557
Ibidem, p. 4.
- 141 -
Alejandra Palafox Menegazzi
558
Sobre el peso que el trabajo de cuidados ha tenido en el ideal de feminidad forjado en el marco de la
modernidad occidental puede consultarse Borderías, Cristina y Carrasco, Cristina (eds.), El trabajo de
cuidados.., op. cit.
559
Alvarado, María de Lourdes, ―Mujeres y Educación Superior…‖, op. cit., pp. 6-7.
560
Galeana, Patricia (2007), ―Lecciones de las mujeres…‖, op. cit., p. 8.
561
Rocha, Marta E., El álbum de la mujer: antología ilustrada de las mexicanas. El Porfiriato y la
Revolución, México, INAH, 1991, pp. 140-141.
- 142 -
CAPÍTULO SEGUNDO
FALTAS A LA MORAL Y CRÍMENES SEXUALES
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
I. Introducción
La condena moral, social y legal de determinados actos y conductas sexuales ha
variado en función del tiempo y las circunstancias. ―El derecho nunca es una realidad
autónoma por sí misma‖, afirmaba Francisco Tomás y Valiente y, por este motivo, no
puede nunca disociarse de las creencias e intereses sociales a los que está ligado562.
Este capítulo, a través del análisis de distintos cuerpos jurídicos, manuales,
diccionarios y tratados de derecho, tiene el objetivo de abordar la regulación formal de
un conjunto de actos de índole sexual, calificados como ´‖delitos de incontinencia‖563 o
―delitos de sensualidad‖564, que fueron formalmente reprobados por la justicia criminal
ordinaria mexicana a lo largo del siglo XIX. En atención a los tratados de derecho
anteriores a la codificación penal, se consideraban delitos de incontinencia el adulterio,
el amancebamiento o concubinato, la bigamia o poligamia, el estupro, el incesto, el
lenocinio, la sodomía o pederastia y la bestialidad. Los delitos de rapto y fuerza, pese
a tener connotaciones sexuales, no siempre aparecieron clasificados en estas
categorías y juristas como Manuel Dublán o Luis Méndez los incluyeron entre los
delitos contra las personas, considerados como los delitos más graves que podían
cometerse en perjuicio de los individuos565.
Cabe advertir que la aplicación material de este heterogéneo corpus legal varió en
función del tiempo y las circunstancias. La normatividad, entendida como la cualidad
de fijar una norma, no se limitó en este ámbito a lo recogido en las leyes sino que
estuvo atravesada, en gran parte, por el tratamiento judicial que estas leyes recibieron.
―Todo significado es un significado-en-contexto y, cuando las estructuras cambian, las
formas antiguas pueden expresar funciones nuevas y las funciones antiguas pueden
encontrar expresión en nuevas formas‖566. Esta ya clásica aserción, formulada por E.P.
Thompson en 1989, parece oportuna para reflexionar en torno a las diversas maneras
en la que la tradición interactuó con lo novedoso, en un complejo proceso jurídico en el
562
Tomás y Valiente, Francisco, ―El Derecho Penal como instrumento de gobierno‖, Estudis: Revista de
Historia Moderna, n. 22, 1996, p. 250.
563
Por ―incontinencia‖ el jurista Joaquín Escriche entendía el abuso de los placeres sensuales y toda
especie de unión ilegítima entre personas de diverso sexo‖. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado de
legislación civil, penal, comercial y forense, o sea resumen de las leyes, usos, prácticas y costumbres,
como asimismo de las doctrinas de los jurisconsultos, dispuesto por orden alfabético de materias, con la
explicación de los términos del Derecho. Por Don Joaquín Escriche y con citas del derecho, notas y
adiciones por el licenciado Juan Rodríguez de San Miguel, México, Oficina de Galván, 1837, p. 309.
564
Manuel Dublán y Luis Méndez utilizaron esta categoría en el Novísimo Sala. Los delitos que se
incluyeron en ella tenían en común el reconocer ―por origen la lascivia‖. Dublán, Manuel y Méndez, Luis,
Novísimo Sala mexicano o ilustración al derecho real de España con las notas del Sr. Lic. D. J. M. de
Lacunza. Edición corregida y considerablemente aumentada con nuevas anotaciones y refundiciones,
relativas a las reformas que ha tenido la legislación de México hasta el año de 1870, por lo señores don
Manuel Dublán y don Luis Méndez, abogados de los tribunales de la República, Volumen 2, México,
Imprenta del Comercio de N. Chávez, 1870, p. 147-153.
565
Ibidem, p. 82.
566
Thompson, Edward Palmer, ―Folklore, Antropología e Historia Social‖, Historia Social, n. 3, 1989, p. 91.
- 145 -
Alejandra Palafox Menegazzi
567
Las peculiaridades de la interactuación que tuvo lugar en México entre instituciones y conceptos
medievales o de Antiguo Régimen y liberales o modernos, desde finales del siglo XVIII dotó de
especificidad al proceso de transformación del orden jurídico mexicano. Para una contextualización más
general de este proceso de transformación, pueden verse, entre otras las obras Annino, Antonio,
―Ciudadanía ―versus‖ gobernabilidad republicana en México. Los orígenes de un dilema‖, en Sabato,
Hilda, Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina, México,
COLMEX, FCE, 2002, pp. 62-93; Palti, Elías José, ―La transformación del liberalismo mexicano en el siglo
XIX: del modelo jurídico de la opinión pública al modelo estratégico de la sociedad civil‖, en Sacristán,
Cristina y Piccato, Pablo, Actores, espacios y debates en la historia de la esfera pública en la ciudad de
México, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 2005, pp. 67-96.
568
Tomás y Valiente, Francisco, ―El perdón de la parte ofendida en el derecho penal castellano. (siglos
XVI, XVII y XVIII)‖, Anuario de historia del derecho español, n. 31, 1961, p. 57. González Domínguez,
María del Refugio, Historia del Derecho Mexicano, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
1983.
569
Como ya desarrollamos en el apartado metodológico de la tesis, la reconstrucción de la normatividad
sexual se ha llevado a cabo a partir del estudio del hecho, actitud o comportamiento calificado como
desviado de la norma. La centralidad de los expedientes judiciales consultados en esta investigación y su
interpretación mediante un análisis discursivo de los mismos responde a este criterio metodológico. Las
reglas conductuales recogidas en las leyes y expuestas en el presente capítulo, por tanto, representan
sólo una parte de este complejo engranaje normativo.
- 146 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
570
El individualismo en su acepción actual, según el Diccionario de la Real Academia Española de la
Lengua, hace referencia a la ―tendencia filosófica que defiende la autonomía y supremacía de los
derechos del individuo frente a los de la sociedad y el Estado‖. Sin embargo, en relación con la filosofía
ilustrada, consideramos más precisa la definición contenida en la edición de 1999, ―un sistema filosófico
que considera al individuo como fundamento y fin de todas las leyes y relaciones morales y políticas‖.
Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, XXI edición, vol. II, Madrid, Espasa Calpe,
1999, p. 1159.
571
Como se desarrollará más adelante, la Real Cédula expedida por Carlos IV en 1796 bajo el título Los
reos reconvenidos por causas de estupro no sean molestados con prisiones eliminó la prisión preventiva
en los casos de denuncia por estupro. No. R. lib. XII, tít. 29, ley 4.
- 147 -
Alejandra Palafox Menegazzi
572
Arenal Fenochio, Jaime, ―El discurso en torno a la ley: el agotamiento de lo privado como fuente del
derecho en el México del siglo XIX‖, en Connaughton, Brian y otros (coords.), Construcción de la
legitimidad política en México en el siglo XIX, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán, 1999, pp.
305-308.
573
Grossi, Paolo, Doctor Honoris Causa: Paolo Grossi: discurs llegit a la cerimònia d'investidura celebrada
al Saló d'Actes de la Facultat de Dret el dia 17 de gener de l'any 1991, Bellaterra, Servei de Publicacions
de la Universitat Autònoma de Barcelona, 1991, pp. 9-26.
574
Véase al respecto Speckman Guerra, Elisa, ―Justicia, revolución y proceso. Instituciones judiciales en
el distrito Federal (1810-1929), en Mayer, Alicia (coord.), México en tres momentos: 1810-1910-2010.
Hacia la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución
Mexicana. Retos y perspectivas, tomo I, México, UNAM, 2007, pp. 190-193.
575
Los intentos de impulsar la predominancia del derecho real frente los múltiples derechos existentes en
Castilla se materializaron desde el reinado castellano de Alfonso XI en cuerpos jurídicos como el
Ordenamiento de Alcalá, promulgado en 1348. En este sentido, el reformismo jurídico del siglo XVIII
supuso una aceleración de un proceso iniciado en Castilla en la segunda mitad del siglo XII. Tomás y
Valiente, Francisco, El gobierno de la monarquía y la administración de los reinos de la España del siglo
XVII, Madrid, Espasa Calpe, 1982, p. 14.
- 148 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
576
Speckman Guerra, Elisa, ―Justicia, revolución…‖, op. cit,, p.190.
577
El derecho común europeo se fue gestando desde el siglo XI a partir de diversas reinterpretaciones
que glosadores dieron al Derecho romano, en especial al Digesto, y su complementación a través del
Derecho Canónico. Véase González Domínguez, María del Refugio, Historia del Derecho…, op. cit,, p. 22.
578
Cárdenas Gutiérrez, Salvador, ―El delito de prevaricato y la defensa de la honra judicial en el siglo
XIX‖, Anuario Mexicano de Historia del Derecho, n. 28, 2006, pp. 169-182.
579
Sobre el incremento de la atención por parte de las autoridades civiles en la sexualidad de la población
capitalina a finales del siglo XVIII véase Suárez, Escobar, Marcela, Sexualidad y norma sobre lo
prohibido. La Ciudad de México y las postrimerías del Virreinato, Tesis de Doctorado, México, UNAM,
1994, p. 203.
580
La Escuela clásica o liberal del Derecho Penal aunó las principales teorías sobre el crimen y el
derecho penal gracias a la interrelación entre las teorías individualistas, iusnaturalistas y contractualistas a
lo largo del siglo XVIII. Entre sus máximos representantes podemos citar a Jeremy Bentham en Inglaterra,
Anselm von Fouerbach en Alemania y Cesare Beccaria en Italia. Esta escuela entró en contraste desde
finales del siglo XIX con la llamada Criminología positivista, receptora, principalmente, de las ideas
desarrolladas por los positivistas italianos Cesare Lombroso, Enrico Ferri y Raffaele Garofalo. Para un
análisis detallado véase Baratta, Alessandro, Criminología Crítica y Crítica del Derecho Penal.
Introducción a la sociología jurídico-penal, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002, pp. 21-35. En México tuvieron
una importante influencia el español Pacheco y los franceses Ortolán, Chauveau y Helie. Speckman
Guerra, Elisa, Crimen y Castigo. Legislación penal, interpretaciones de la criminalidad y administración de
justicia (ciudad de México 1872-1910), México, COLMEX, UNAM, 2002, p. 24.
581
Hernández Islas, Juan Andrés, ―Derecho penal y filosofía‖, Anales de Jurisprudencia, n. 240, 2000, p.
162. Para una historia del Derecho Natural: Carpintero Benítez, Francisco, Historia del derecho natural: un
ensayo, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1999, Carpintero Benítez, Francisco,
Historia Breve del Derecho Natural, Cádiz, Colex, 2000 y Saldaña Serrano, Javier, Derecho Natural.
Tradición, falacia naturalista y derechos humanos, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
2012.
- 149 -
Alejandra Palafox Menegazzi
El uso de la razón582 humana desde el siglo XVI fue entendido como un elemento
central en el desarrollo de las ciencias exactas ya que, a través de su empleo en la
observación de fenómenos naturales, podía permitir el desarrollo de grandes leyes
capaces de explicar el funcionamiento del entorno y favorecer, así, el progreso583. El
pensamiento racionalista de los siglos XVII y XVIII, como afirma Tomás y Valiente,
partía de unos principios y de ellos infería con lógica deductiva un conjunto de
verdades derivadas, con las cuales trataba de construir un sistema matemático,
geométrico, filosófico o jurídico. La aplicación de las ―luces de la razón‖ al estudio de la
naturaleza humana, siguiendo esta lógica, podía conducir perfectamente al
establecimiento de leyes de Derecho natural, es decir, no sujetas a un valor
circunstancial o arbitrario sino dotadas de un carácter natural y legitimadas, por tanto,
a través de esa misma naturaleza. Los integrantes de esta corriente de pensamiento,
defendieron así la expedición del derecho positivo a través del estudio y observación
de estos ―principios naturales y sistemáticos‖584.
La reelaboración de estas ideas mediante la combinación de las teorías
individualistas de John Locke, el legalismo de Cesare de Bonaresana, Marqués de
Beccaría, o de Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu, y el
contractualismo de Jean Jacques Rousseau, marcaron un antes y un después en el
ámbito político y jurídico europeo, promoviendo, durante la segunda mitad del siglo
XVIII, una paulatina reducción del derecho a la ley positiva585.
Por lo que respecta al ámbito hispánico, la preocupación por supeditar las distintas
fuentes de derecho existentes a la ley fue puesta de manifiesto en la obra Discurso
sobre las penas, publicada en 1782 por Manuel Lardizábal y Uribe586. Fruto del
encargo real de llevar a cabo un estudio acerca de una reforma penal que permitiera
acercar el sistema español al de los ―grandes países ilustrados‖, esta obra promovió la
difusión de las ideas de autores como Beccaria, Montesquieu, Pufendorf, Grocio,
Brissot de Barville o Rousseau en los territorios de la Monarquía Hispánica. Además
de la defensa de una paulatina sustitución de las penas tradicionales -azotes,
presidios, bajeles o arsenales- por penas de encierro con tratamiento correccional,
582
Por razón estos autores entendían ―la capacidad de raciocinar, ponderar y reflexionar‖ propia del ser
humano. Sabadell, Ana Lucía, Manual de sociología jurídica. Introducción a una lectura externa del
Derecho, Sao Paulo, Editora Revista de los Tribunales, 2003, p. 12.
583
Tomás y Valiente, Francisco, Manual de Historia del Derecho Español, Madrid, Tecnos, 2004, p. 392.
584
La corriente del Iusnaturalismo racionalista tuvo desarrollo en Europa de la mano de filósofos del
Derecho como: Fernando Vázquez de Menchaca (1512-1569), Hugo Grocio (1583-1645), Thomas
Hobbes (1588-1679), Francisco Suárez (1548-1617), Samuel von Pufendonrf (1632-1694), Christian Wolf
(1679-1754), John Locke (1632-1704), o Immanuel Kant (1724-1804), entre otros. Ibidem, p. 393.
585
Carpintero Benítez, Francisco, Historia Breve…, op. cit., p. 157.
586
Betegón, Jerónimo, ―Lardizábal: discurso sobre las penas (notas con motivo de su reedición)‖, Anuario
de Derechos Humanos, n. 3, 1985, pp. 669-682.
- 150 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
587
―Sólo las leyes pueden decretar las penas de los delitos y esta autoridad debe residir únicamente en el
legislador. Toda la facultad de los jueces debe reducirse únicamente a examinar si el acusado ha
contravenido o no a la ley para absolverle o condenarle en la pena señalada por ella‖. Lardizábal y Uribe,
Manuel, Discurso sobre las penas contraído a las Leyes Criminales de España para facilitar sus reforma,
Vitoria, Ararteko, 2001, p. 70.
588
González Domínguez, María del Refugio, ―Derecho de Transición (1821-1871)‖, en Bernal, Beatriz
(coord.), Memoria del IV Congreso de Historia del Derecho Mexicano, Vol. 1, México, UNAM, 1988, pp.
433-454.
589
Véase Arenal Fenochio, Jaime, ―Ciencia jurídica española en el México del siglo XIX‖, Instituto de
Investigaciones Jurídicas (ed.), La supervivencia del derecho español en Hispanoamérica durante la
época independiente, México, UNAM, 1998, pp. 31-48.
590
DC 1814, art. 211.
- 151 -
Alejandra Palafox Menegazzi
591
El Plan de Iguala de 24 de febrero de 1821 estableció en su artículo 20 que hasta que no se reuniesen
las cortes, los delitos serían juzgados con base en la constitución de 1812. Tras la Independencia, en
agosto de ese mismo año, en los Tratados de Córdoba se recogió que el país se gobernaría según las
leyes vigentes hasta la promulgación de un cuerpo legal nacional o medidas nacionales. Otras medidas
como el decreto expedido por el Congreso Constituyente el 26 febrero de 1822 o la Ley de Organización
de Justicia de 1837 ratificaron este sistema de prelación.
592
Margadant, Guillermo F, ―El Derecho español vigente en el Distrito Federal mexicano, en 1870‖, en VV.
AA., La supervivencia del derecho español en Hispanoamérica durante la época independiente, México,
UNAM, 1998, p. 377.
593
Véase Arenal Fenochio, Jaime, ―Ciencia jurídica…‖, op. cit., p. 34.
594
Jaime Arenal Fenochio, ―El discurso…‖, op. cit., p. 305.
595
Si bien es cierto que este cuerpo normativo perdió importancia como fuente de derecho positivo con la
Reforma juarista y que el Novísimo Sala Mexicano, para 1870, no aludió a este conjunto en el orden de
prelación articulado, esta obra contuvo referencias al mismo que denotan su vigencia –sobre todo en
materia de derecho familiar- en el sistema jurídico mexicano anterior a la promulgación de los códigos civil
y penal desde ese mismo año.
596
González Domínguez, María del Refugio, Historia del Derecho…, op. cit,, p. 39.
- 152 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
De esta manera, hasta la codificación penal, el Fuero Juzgo, el Fuero Real597 o las
Leyes de Toro, fungieron como cuerpos legales referenciados por los encargados de
administrar la justicia criminal ordinaria capitalina. Sin embargo, dentro de los múltiples
cuerpos de derecho que estuvieron vigentes tras la obtención de la independencia
mexicana, en lo relativo a los delitos sexuales, los textos legales más citados tanto en
la práctica judicial como en los principales manuales de derecho de la época598 fueron
las Siete Partidas y la Novísima Recopilación599.
3. Los tratadistas
La fragmentación normativa en distintos cuerpos y leyes, junto con la vigencia de
gran parte del derecho hispánico, dificultaba el conocimiento de la definición,
tratamiento y regulación formal de los delitos sexuales por parte de los propios
juristas600. Al mismo tiempo, la implantación, desde finales del siglo XVIII, de una
humanización de las condenas, basada en una mayor proporcionalidad entre el delito
cometido y la pena, supuso la caída en desuso de los severos castigos contemplados
por los códigos coloniales en material sexual. En la práctica, esta situación se tradujo
en un vacío legal y el mantenimiento de una amplia discrecionalidad judicial,
sustentada en el predominio del derecho común y las condiciones específicas de cada
delito a la hora de emitir sentencias frente a la ley escrita601 y ejercida a través del
recurso continuado a diccionarios y manuales de derecho602.
Entre los autores de estas sistematizaciones didácticas, que, en forma de manual o
diccionario, buscaban servir como guía y dotar a los juristas de mayor efectividad en el
desempeño de sus funciones, los extranjeros y, en especial, los españoles, ocuparon
un lugar preeminente frente a los juristas mexicanos603. A pesar de las numerosas
597
Normativa tendente a combatir el localismo jurídico bajo el reinado de Alfonso X de Castilla. Revocada
en varios municipios por la férrea oposición de los señores locales. Alfonso XI (1312-1350) volvió a
aplicarla en algunos municipios a partir de 1340 pero suprimió la elección real de los jueces locales, que
siguieron estando nombrados por los vecinos del lugar, disposición más conflictiva.
598
Afirmación sustentada en el análisis que hemos realizado de tratados, manuales y diccionarios de
Derecho, así como en las argumentaciones legales desarrolladas por jueces, fiscales y abogados en los
procesos judiciales consultados.
599
La Novísima Recopilación, enorme colección legislativa, dividida en doce libros y promulgada por
Carlos IV en 1805, tuvo una aparición no exenta de críticas por parte de los juristas contemporáneos,
quienes pronto denunciaron la inclusión en ella de leyes anticuadas y caídas en desuso o derogadas y
contradictorias con respecto a otras normas contenidas en la misma Recopilación. Pese a ello, dada la
ausencia de nuevas medidas penales referentes a las sexualidades reprobadas en el México
decimonónico, hasta la primera codificación, las anquilosadas leyes referenciadas en la Novísima
Recopilación mantuvieron su vigencia.
600
Speckman Guerra, Elisa, Crimen y Castigo…, op. cit., p. 24.
601
Speckman Guerra, Elisa, ―Justicia, revolución…‖, op. cit,, pp. 189-206.
602
Idem.
603
Entre los manuales españoles publicados en el siglo XVIII que siguieron referenciándose por parte los
juristas mexicanos decimonónicos pueden citarse: Gutiérrez, José MarcosPráctica criminal con nota de
los delitos, sus penas, presunciones, y circunstancias que los agraven y disminuyen, Madrid, Impresor de
cámara de S. M., 1804 [1794]; Elizondo, Francisco Antonio, Práctica universal forense de los tribunales de
España y de las Indias, Madrid, Don Joaquín Ibarra, impresor de Cámara de S.M, 1784 [1764]; Pérez,
- 153 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Antonio Javier, Teatro de la legislación universal de España e Indias, Madrid, Imprenta Manuel González,
1791; Álvarez Posadilla, Juan, Práctica criminal por principios o modo y forma de instruir los procesos
criminales de las causas de oficio de la justicia contra los abusos introducidos, Valladolid, Imprenta de la
Viuda e Hijos de Santander, 1794. Entre las obras de autores extranjeros, muy populares en la literatura
jurídica española, puede considerarse Foderé, Francisco Manuel, Las leyes ilustradas por las ciencias
físicas o tratado de medicina legal y de higiene pública escrito en francés por el ciudadano Francisco
Manuel Foderé, médico del Hospital de caridad de la ciudad de Marsella, Madrid, Imprenta de la
Administración del Real arbitrio de Beneficencia, 1801. Otra importante obra sobre medicina legal fue la
de Vilanova y Mañes, Senen, Materia Criminal forense o Tratado Universal teórico y práctico de los delitos
y delincuentes en género y especie para la segura y conforme expedición de las causas de esta
naturaleza. Obra útil y precisa a jueces de todas clases, fiscales, abogados, asesores, escribanos y
demás que versas sus facultades en el foro, París, Librería Hispano-Francesa de Rosa, 1827 [1807].
604
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano, o sea la Librería de Jueces, abogados y escribanos que,
refundida, ordenada bajo nuevo método, adicionada con varios tratados y con el título de Febrero
Novísimo dio a luz D. Eugenio de Tapia. Nuevamente adicionada con otros diversos tratados y las
disposiciones del Derecho de Indias y del Patrio, por el Lic. Anastasio de la Pascua, vol. 7, México,
Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2010 [1835], p. 251.
605
Para la realización de esta tesis hemos manejados dos versiones de la obra de Joaquín Escriche
aludida: La publicada en 1837 recoge comentarios de Juan N. Rodríguez de San Miguel además de
adiciones de la legislación local mexicana. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1837. La
segunda, posterior, incluye las novedades normativas hasta 1851 gracias al trabajo realizado por Juan B.
Guim. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia. Nueva Edición corregida
notablemente y aumentada con nuevos artículos, notas y adiciones sobre el derecho americano, por Don
Juan B. Guim, París, Librería de la Rosa, Bouret y Cía, 1851.
606
Dublán, Manuel y Méndez, Luis, Novísimo Sala..., op. cit.
607
Ibidem, p. 147.
- 154 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
―muchos códigos modernos no consideran ya como delitos algunos de los actos que la
ley española castigaba como tales. Se ha creído y con razón que padece más la moralidad
608
pública llevando a los tribunales ciertos hechos que repugnan a la decencia‖ .
4. La codificación penal
La moral pública, junto con el orden de las familias y las buenas costumbres fueron
los objetos jurídicos que el código penal de 1871 trató de proteger mediante el
mantenimiento de la criminalización de actos sexuales reprobados como el adulterio,
la bigamia, el estupro, el rapto o la violación. La promulgación de este código acabó,
en el plano formal, con las múltiples contradicciones e incongruencias que el
mantenimiento de códigos medievales para la regulación de los delitos sexuales había
conllevado durante los primeros cincuenta años de independencia del país. La
paulatina implantación de un ideario y una organización política, social y económica de
corte liberal logró a través de la codificación consolidar sus principios esenciales,
algunos de los cuales habían sido ya recogidos mediante leyes y constituciones. Se
puso fin así al pluralismo normativo característico de la ―época de transición‖. A partir
de su expedición, el derecho penal hispánico fue derogado y los delitos quedaron
definidos junto con sus condenas, limitando considerablemente el ejercicio del arbitrio
judicial609.
La expedición del Código Penal consolidó así el proceso uniformador de
apropiación estatal de los mecanismos de control y regulación de los comportamientos
sexuales de la población mexicana. A pesar de que ya desde los primeros años post-
independientes, fueron varias las voces que advirtieron la urgente necesidad de
elaborar un código que pusiera fin al pluralismo normativo y adecuara las penas a los
principios reformistas y liberales imperantes610, diversos avatares políticos impidieron
su elaboración y promulgación.
De esta manera, en marzo de 1871 se imprimió el Proyecto de Código Penal para
el Distrito y Territorio de la Baja-California sobre Delitos del Fuero Común; y para toda
la República sobre Delitos contra la Federación y meses después, en diciembre del
mismo año, este conjunto legal fue promulgado. En relación con los comportamientos
sexuales reprobados, su criminalización se clasificó dentro de la categoría de Delitos
contra el orden de las familias, la moral pública o las buenas costumbres. En
contradicción con los principios liberales de la Escuela Clásica de Derecho, que
sostenían que debían prohibirse legalmente sólo aquellas acciones nocivas a la
608
Idem.
609
Speckman Guerra, Elisa, Crimen y Castigo…, op. cit.
610
Cruz Barney, Óscar, ―Influencias del Código Penal de Martínez de Castro en la Codificación penal
mexicana‖, Reforma Judicial. Revista Mexicana de Justicia, n. 17, 2011, p. 101.
- 155 -
Alejandra Palafox Menegazzi
611
Speckman Guerra, Elisa, Crimen y Castigo…, op. cit., p. 45.
612
Giraud, François, ―La reacción social ante la violación: del discurso a la práctica. (Nueva España, siglo
XVIII)‖, en Seminario de historia de las mentalidades. El placer de pecar y el afán de normar, Ciudad de
México, Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH, Editorial
Joaquín Mortiz, 1988, pp. 304-305.
613
Ortega Noriega, Sergio, ―Los teólogos y la teología novohispana sobre el matrimonio, la familia y los
comportamientos sexuales. Del Concilio de Trento al fin de la colonia‖, en Guzmán Vázquez, Antonio y
Martínez O., Lourdes (eds.), Del dicho al hecho… transgresiones y pautas culturales en la Nueva España,
México, Seminario de Historia de las Mentalidades, Instituto Nacional de Antropología Social, 1999, p. 15.
- 156 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
614
El éxito de la criminología positivista en México, a partir de la publicación en 1880 de la obra de Cesare
Lombroso, estrechó las colaboraciones existentes entre la ciencia del derecho y la medicina dentro del
interés por definir al ―delincuente‖ como sujeto social desviado. Véase Narváez Hernández, José Ramón,
―Bajo el signo de Caín. El ser atávico y la criminología positivista en México‖, Anuario Mexicano de
Historia del Derecho, n. 17, 2005, pp. 303-322.
615
Agustín de Hipona, La ciudad de Dios, Madrid, Biblioteca de autores cristianos, 1958.
- 157 -
Alejandra Palafox Menegazzi
intervención divina. Dios castigó este acto corrompiendo el cuerpo humano a través de
la ―desobediencia y repugnancia de la concupiscencia‖616. El acto de desobediencia
humana ante Dios, según San Agustín, condenó, por tanto, al hombre a sufrir en sus
carnes este mismo acto y no poder controlar sus propios miembros, tornándose
esclavo de su condición corporal y del placer sexual. Agustín de Hipona, al igual que
ya habían hecho otros teólogos anteriores, condenó en su totalidad este placer ya que
éste procedía directamente del pecado. A diferencia de sus predecesores, sin
embargo, añadió el miedo a su rechazo al sostener que, además de proceder del
pecado, el placer empujaba al mismo617.
Por otro lado, la vergüenza ante el propio cuerpo, a la que Dios condenó a Adán y
Eva y que remite al origen del uso de vestimenta por parte de los seres humanos, se
extendió también a las consecuencias de ese incontrolable deseo carnal: las
relaciones sexuales. El placer sexual fue interpretado por Agustín de Hipona, por
tanto, como parte del castigo que Dios infringió a los hombres por su pecado, por este
motivo, los seres humanos debían avergonzarse de su ―torpe apetito‖ y limitar los
actos carnales a un lugar secreto y retirado618. Aquí reside el origen de la asimilación
del apetito sexual como un acto ―torpe‖ y de la referencia a los genitales como ―partes
vergonzantes‖, términos de uso común entre la población mexicana de mediados del
siglo XIX619. Tanto el ―apetito carnal‖ como los ―movimientos torpes y deshonestos del
cuerpo‖ conformaban para San Agustín el concepto de ―libido‖. El placer sexual,
entendido como la consecuencia corporal del castigo divino originado en el acto de
desobediencia humana ante Dios, no sólo derivaba del pecado sino que, en sí,
constituía un pecado mortal. La unión sexual dejaba de constituir un acto reprobable y
pecaminoso sólo cuando ésta se producía con el objetivo de la procreación. Sólo los
encuentros sexuales habidos dentro de la esfera matrimonial, y efectuados con la
intención última de tener hijos, por tanto, dejaban libres de pecado a los contrayentes.
616
Ibidem, p. 862.
617
Ranke-Heinemann, Uta, Eunucos por el reino de los cielos. Iglesia católica y sexualidad, Madrid,
Editorial Trotta, 1994, p. 73.
618
Agustín de Hipona, La ciudad de Dios…, op. cit., p. 837.
619
Usados tanto por las autoridades como por los sectores populares, como muestran los discursos
analizados.
- 158 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
620
Primer epístola a los Corintios, citada en Brundage, James A., La ley, el sexo y la sociedad cristiana en
la Europa medieval, México, FCE, 2000, p. 252.
621
Primer epístola a los Corintios, citada en Ibidem, p. 117.
622
La virginidad, entendida como castidad femenina, era una condición corporal más que una cuestión
interior o moral. Las mujeres víctimas de una violación, por ejemplo, pese a no ser consideradas
culpables del mismo por Graciano, por haber participado de forma involuntaria en este acto, perdían su
condición de vírgenes en el sentido expuesto.
623
Brundage, James A., La ley, el sexo…, op. cit., p. 256.
624
Ibidem, p. 256.
- 159 -
Alejandra Palafox Menegazzi
625
Ortega Noriega, Sergio, ―El discurso teológico de Santo Tomás de Aquino sobre el matrimonio, la
familia y los comportamientos sexuales‖, en Solange Alberro et al., Seminario de historia de las
mentalidades. El placer de pecar y el afán de normar, Ciudad de México, Dirección de Estudios Históricos
del Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH, Editorial Joaquín Mortiz, 1988, p. 25.
626
El llamado vicio contra la naturaleza, o contra natura debió su nombre al hecho de que en ella
figuraron actos que se opusieron ―al mismo orden natural del acto venéreo‖, es decir, a la procreación, al
desperdiciar el semen producido en el acto sexual. Véase Aquino, Tomás, Suma de Teología, vol. IV,
Parte II-II, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1994, p. 483.
- 160 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
pertenecientes a la élite intelectual llevaron a cabo para guiar las actitudes femeninas
por el camino de la contención sexual.
Por ―honor‖, en atención a la definición ofrecida por Joaquín Escriche en 1837, en el
ámbito jurídico se entendía ―la acción o demostración exterior por la cual se daba a
conocer la veneración, respeto o estimación que alguien tenía por su virtud o
mérito‖627. Estas ―virtudes y méritos‖ que determinaban la buena reputación de un
hombre dependían, en parte, del comportamiento sexual de las mujeres que
estuviesen emparentadas con él628. Es decir, las mujeres que mantuviesen actitudes
de recato, contención y pudor aseguraban no sólo su propia honra sino el
reconocimiento social de sus familiares varones.
El origen de esta inequidad en la valoración de los comportamientos sexuales de
hombres y mujeres, estaba directamente relacionado con un concepto de honor
presente ya en las antiguas sociedades mediterráneas, que fue desarrollado y
sistematizado en las principales obras de teología moral cristiana. En atención a los
análisis sociológicos realizados por Pierre Bordieu, este honor mediterráneo podía ser
medido como un capital simbólico, exclusivamente poseído por hombres. Las mujeres,
conceptualizadas como símbolos cuyo sentido se construía al margen de ellas
mismas, tenían la única función de contribuir, mediante un comportamiento sexual
adecuado, a aumentar ese capital simbólico varonil629.
Ya vimos como Agustín de Hipona concebía el deseo sexual como ―la más impura y
sucia de las maldades humanas, la manifestación más omnipresente de la
desobediencia del hombre a los designios de Dios‖630. A pesar de la tolerancia
contemplada frente a las relaciones matrimoniales que perseguían la reproducción,
San Agustín conceptualizó la abstinencia como el estado a través del cual el hombre
podía lograr un mayor acercamiento a Dios.
La diferente conceptualización de la castidad en función del género, incidió
directamente en la significación y el valor que la honorabilidad tenía para hombres y
mujeres. Para San Agustín el honor de una mujer estaba determinado por su
honradez, es decir, por su conducta sexual. Ésta, sin embargo, no dependía
exclusivamente de la conservación de su himen sino del placer experimentado con la
pérdida del mismo. Como muestra el análisis que el teólogo hace en La ciudad de Dios
del mítico suicidio de Lucrecia631, tras haber sido violada por Sexto, hijo del rey
Tarquino, la distinción entre cuerpo y alma que caracterizaba a hombres y mujeres
627
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit,, 1837, p. 298.
628
Speckman Guerra, Elisa, ―Los jueces, el honor y la muerte. Un análisis de la justicia (ciudad de México.
1871-1931)‖, Historia Mexicana, n. 4, 2006, pp. 1411-1466.
629
Bourdieu, Pierre, La dominación masculina, Barcelona, Anagrama, 2000, p. 59.
630
Brundage, James A., La ley, el sexo…, op. cit., p. 98.
631
Agustín de Hipona, La ciudad de Dios…, op. cit., pp. 100-101.
- 161 -
Alejandra Palafox Menegazzi
permitía que una mujer que hubiese sido deshonrada lograse reparar internamente su
ofensa mediante la seguridad que le proporcionaba el saber que no había estado
conforme con el acto632. Si la mujer no había participado voluntariamente en el acto
sexual no debía de sentirse ofendida en su persona. La deshonra femenina, por tanto,
debía paliarse de manera interna o ser resarcida junto con el deshonor causado sobre
sus familiares varones, padres y hermanos, quienes eran, ante los ojos de San
Agustín, los legítimos encargados de reparar el agravio.
En relación con el tratamiento penal de los actos sexuales reprobados, el
mantenimiento de estas construcciones ideológicas en torno al honor y la sexualidad,
implicaron importantes diferencias en la valoración delictiva que hombres y mujeres
tuvieron ante los ojos del sistema jurídico vigente. El honor marital, por ejemplo, siguió
dependiendo casi exclusivamente de la conducta sexual de la esposa. Para protegerlo,
se mantuvieron vigentes normativas coloniales como la criminalización de aquellos
que insultaran a una mujer casada llamándola ―puta‖, delito punible hasta con el pago
de trescientos sueldos al ofendido, es decir, el marido de ésta633. De la misma manera,
la mujer que contraía relaciones sexuales extramatrimoniales agraviaba directamente
el honor de su cónyuge pero por el contrario, el hombre que mantenía relaciones con
otras mujeres fuera del matrimonio no constituía ningún delito, a no ser que con ello
descuidara sus obligaciones de abastecer y proteger a su familia. Esta situación
conllevó, por ejemplo, que la codificación penal restringiera el derecho femenino de
denunciar un adulterio, reconociendo que el delito suponía una infamia para el
cónyuge agraviado sólo cuando lo cometía una mujer634.
632
Giraud, François, ―La reacción social…‖, op. cit., p. 308.
633
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., 1837, p. 872.
634
Tanto las leyes coloniales como los tratadistas de derecho de la época defendían la exclusividad
femenina del adulterio. Ibidem, p. 22. Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición de Motivos‖, en Código
Penal para el Distrito Federal y Territorio de la Baja California, sobre delitos del fuero común y para toda
la República Mexicana, sobre delitos contra la Federación, Chihuahua, Librería de Donato Miramontes,
1883 [1871], pp. 59-60. CP 1871, art. 821.
635
García Peña, Ana Lidia, ―Continuidades de la familia en la Independencia de México‖, Álvarez
Cuartero, Izascun y Sánchez Gómez, Julio, (coords.), Visiones y revisiones de la independencia
americana: México, Centroamérica y Haití, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2005, p.
229 y García Peña, Ana Lidia, Violencia conyugal: divorcio y reclusión en la ciudad de México, siglo XIX,
Tesis Doctoral, México, COLMEX, 2002, pp. 8-12, 53-56.
- 162 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
Sin embargo, dentro del mismo proceso, tuvo lugar una paulatina apropiación estatal
de competencias y espacios eclesiásticos encargados de la regulación de la
sexualidad capitalina. En armonía con lo recogido por Michel Foucault para Europa636,
desde finales del siglo XVIII tuvo lugar una creciente atención, por parte de las
autoridades civiles en el control y erradicación de las prácticas sexuales no permitidas.
Los comportamientos lujuriosos, además de constituir un pecado, atentaban contra un
orden social defendido desde las instancias estatales y, por este motivo, debían de ser
puestos bajo su vigilancia.
El proceso de modernización penal iniciado en las postrimerías coloniales, con la
implementación de las teorías de la llamada Escuela Liberal o Clásica, tuvo, entre sus
consecuencias más directas, el impulso de una progresiva secularización del
derecho637. Esta característica estuvo englobada dentro de la dinámica centralista y la
lucha contra las corporaciones que desarrolló el despotismo ilustrado de Carlos III638.
Antes de adentrarnos en este complejo proceso y las repercusiones que tuvo en la
regulación estatal de la sexualidad, dado el carácter polisémico639 que encierra el
término ―secularización‖, su compleja etimología y las divergencias académicas
actuales existentes acerca de la pertinencia de su aplicación640, además de su actual
politización, parece necesario detenernos y aclarar qué entendemos por el mismo.
El concepto de ―secularización‖ está presente en la gran mayoría de la historia y la
historiografía hispanoamericanas y, pese a ello, apenas ha sido cuestionado y
problematizado641. La primacía que la Historia Institucional ha tenido y tiene dentro de
la historiografía política642 ha conducido a un extendido empleo del término
636
Foucault, Michel, Historia de la sexualidad. La voluntad del saber, Madrid, Siglo XXI, 1998, pp. 35-41.
637
Costa, Pietro, ―La modernità penale fra secolarizzazione e permanenza del sacro‖, Stefano Canestrari,
Luigi Stortoni (a cura di), Valori e secolarizzazione nel diritto penale, Bolonia, Bolonia University Press,
2009, pp. 101-120.
638
Guerrero Orozco, Omar, Las raíces borbónicas del estado mexicano, México, UNAM, 1994, p. 61-81.
639
En atención de la definición de ―concepto‖ ofrecida por autores como Reinhart Koselleck (1923-2006),
lo afirmado es una obviedad ya que los conceptos son siempre polisémicos y, en concreto, los conceptos
político-sociales son concentrados de muchos significados que se introducen desde la situación histórica
en la palabra. De esta manera, las palabras admiten definiciones y los conceptos, por su parte,
interpretaciones. Polo Bonilla, Rafael, ―Un diálogo con Elías José Palti‖, Íconos. Revista de Ciencias
Sociales, n. 36, 2010, p. 125.
640
Joseba Louzao da cuenta del extenso debate suscitado en torno a este concepto al tiempo que
muestra su extrañamiento frente a la laxitud con la que ha sido manejado por la historiografía española.
Véase Louzao Villar, Joseba, ―La recomposición religiosa en la Modernidad: un marco conceptual para
comprender el enfrentamiento entre laicidad y confesionalidad en la España Contemporánea‖, Hispania
Sacra, LX, 2008, p. 334. Entre las múltiples obras, insertas en el campo de la sociología de la religión, que
recientemente han problematizado el uso del concepto como requisito para el desarrollo de la democracia
puede consultarse Casanova, José V., Genealogías de la secularización, Barcelona, Anthropos y UNAM,
2012.
641
Al respecto deben considerarse las aportaciones pioneras del trabajo colectivo dirigido por Bastian,
Jean-Pierre, La modernité religieuse en perspective comparée. Europe latine-Amérique latine, París,
Karthala, 2001, citado en Cárdenas Ayala, Elisa, ―Secularización, laicización: una reflexión pendiente‖, en
Torres Septién, Valentina, El impacto de la cultura de lo escrito, México, Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología, 2008, p. 53.
642
Ibidem, p. 57.
- 163 -
Alejandra Palafox Menegazzi
643
Louzao Villar, Joseba, ―La recomposición religiosa…‖, op. cit., p. 335.
644
Ya en 1646 el legado francés Longueville introdujo este neologismo en el marco de las negociaciones
para la paz de Westfalia para hacer referencia al traspaso de bienes pertenecientes a la Iglesia Católica a
manos de príncipes u otras Iglesias reformadas. Ibidem, p. 334.
- 164 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
como para referir el debilitamiento de las órdenes religiosas en beneficio del clero
secular. Como ejemplo puede considerarse al respecto la importante reforma que, bajo
el reinado de Fernando VI, tuvo lugar a través de la Real Cédula de 4 de octubre de
1749, con la que se llevó a cabo una secularización de las órdenes regulares
consistente en la transferencia de las doctrinas645 por ellas administradas al clero
secular en los arzobispados de México, Lima y Santafé646. Esta secularización no
pretendía, por tanto, una separación, deterioro o sometimiento del poder eclesiástico
sino un incremento del control episcopal en detrimento de las órdenes regulares647.
La Revolución Francesa re-significó drásticamente el concepto de secularización,
marcando el devenir semántico que éste tendría a lo largo del siglo XIX. El conflicto
entre ―razón‖ y ―fe‖ que tuvo lugar en estas décadas, así como la redefinición política
de la Iglesia en el marco de la Revolución Francesa, permitieron el desarrollo a lo largo
del siglo XIX europeo una clara oposición entre religión y los principios de progreso,
autonomía y libertad por parte de diversas tendencias filosóficas648. El liberalismo
apareció así como una corriente indisociable del proceso secularizador, ligado ahora a
las medidas desamortizadoras y el cese del fuero eclesiástico como medios
necesarios para favorecer la libre circulación de bienes y la igualdad de los ciudadanos
ante la ley.
En atención a lo recogido en el Diccionario de Joaquín Escriche, ―secular‖ era un
calificativo que servía para indicar lo mundano, en oposición a lo religioso, así como
para referir a aquellos eclesiásticos que vivían ―en el siglo‖, es decir, que no estaban
enclaustrados649. En este sentido, por secularización, en el contexto hispánico
decimonónico, se concebía, por tanto, la anteposición de lo material a lo metafísico,
645
A diferencia del curato o la parroquia, las doctrinas eran comunidades de fieles administradas por las
órdenes regulares y no sujetas a la autoridad episcopal. Se originaron en el siglo XVI, en el proceso
evangelizador de la población indígena auspiciado por las autoridades reales. Saldaña Solís, Marcela, El
inicio de la secularización de las doctrinas. Arzobispado de México, 1749-1760, Tesis de Maestría,
México, UNAM, 2011, pp. 4-5.
646
Para un análisis detallado de este proceso secularizador véase: Taylor, William, Ministros de lo
sagrado, vol. I, México, COLMEX, 1999, pp. 27-40.
647
El traspaso de parroquias indígenas en manos de órdenes regulares tuvo un gran impacto en las
llamadas ―repúblicas de indios‖ en México. Campos Goenaga, María Isabel y De Giuseppe Massimo,
―Estudio introductorio: una idea sincrética de nación‖, en Campos Goenaga, María Isabel y de Giuseppe,
Massimo (coords.), La cruz del maíz. Política, religión e identidad en México: entre la crisis colonial y la
crisis de la modernidad, México, Conacyt, ENAH-INAH, Conaculta, 2011, pp. 20-22. En el caso concreto
de la ciudad de México, fue en 1772, durante la gestión del arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana,
cuando se reformó la división parroquial existente y se abolieron las diferencias entre parroquias de indios
y de españoles. Lozano Armendares, Teresa, La criminalidad en la ciudad de México, México, UNAM,
1987, p. 23.
648
Pensadores como Feuerbach, Marx o Engels dan cuenta de esta oposición. Louzao Villar, Joseba, ―La
recomposición religiosa…‖, op. cit., p. 335.
649
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1837, p. 633.
- 165 -
Alejandra Palafox Menegazzi
650
Staples, Anne, ―Secularización: Estado e Iglesia en tiempos de Gómez Farías‖, en Matute, Álvaro (ed.),
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, México, UNAM, Instituto de Investigaciones
Históricas, v. 10, 1986, p. 111.
651
Los paradigmas, en los términos propuestos por Thomas S. Kuhn desde 1962, a diferencia de las
teorías, son modelos que nacen del consenso de una comunidad científica y de los que derivan métodos,
reglas y generalizaciones compartidas por esta comunidad. Por este motivo, no pueden ser falseados
empíricamente. El final de un paradigma sólo puede llegar a través de lo que Kuhn denominó
―Revoluciones científicas‖, cambios bruscos que provocan su abandono y sustitución por otro paradigma,
cuando las evidencias empíricas en su contra son tantas que confirman una anomalía y logran convencer
a la comunidad de la inconveniencia de su mantenimiento. Es un modelo explicativo, es un patrón, una
maqueta de trabajo, si se quiere. Una vez conseguido el consenso, las soluciones se vuelven
―universales‖ y eso las convierte en paradigmas. Su tesis se encuentra desarrollada en la clásica obra:
Kuhn, Thomas S., La estructura de las revoluciones científicas, Buenos Aires, FCE, 2004.
652
Garzón Vallejo, Iván, ―Postsecularidad: ¿un nuevo paradigma de las ciencias sociales?‖, Revista de
Estudios Sociales, n. 50, 2014, p. 103.
653
Martín Huete, Felipe, El problema de la secularización en el pensamiento de Peter L. Berger: de la
secularización a la desecularización. ¿Hacia un cambio de paradigma religioso?, Tesis doctoral, Granada,
Departamento de Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras, 2007, p. 9.
654
Corres Ayala, Patricia, ―Modernidad y espiritualidad. Ausencia De Dios o Humano diosificado‖, en
Quezada, Noemí (coord.), Religión y sexualidad en México, México, UNAM, 1997, pp. 118-119.
- 166 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
racionalización de las explicaciones del mundo. Pese a ello, ninguno de estos dos
sociólogos de la religión fue responsable directo del desarrollo del paradigma de la
secularización y la equiparación de este concepto a un declive de la religión y la
religiosidad. Para Durkheim la secularización no implicaba la eliminación de la religión
y su relevancia como elemento de explicación del mundo. Al ser definida –en palabras
de José Santiago- como un ―conjunto de creencias y prácticas relativas a las cosas
sagradas que unen en una comunidad moral a los que se adhieren a ella‖, la religión
se tornaba eterna y necesaria655. La secularización implicaba, por tanto, una
reformulación pero no la eliminación de la religión656. Ésta cambiaría de símbolos y
apariencia pero no desaparecería pues las sociedades, según el sociólogo,
necesitaban congregarse en torno a un ―centro sagrado‖ para reafirmar sus
sentimientos comunes y cohesionarse.
En relación con Weber, este autor apenas utilizó el concepto de ―secularización‖ 657,
a pesar de lo que su concepto de erzauberung, que refería al desencantamiento del
individuo frente a las explicaciones mágico-religiosas o trascendentes del mundo, ha
tendido a equipararse al primero, interpretando la secularización como un declive
inevitable de la creencia y la práctica religiosa, lo que autores como Olivier Tschannen,
han desmentido658.
A partir del influjo de todas estas teorías, tuvo lugar a lo largo del siglo XX659 el
desarrollo del conocido como ―paradigma de la secularización‖660. Este paradigma,
centrado en la problemática relación entre ―religión‖ y ―modernidad‖, estableció una
relación inversamente proporcional entre ambas categorías, lo que supondría una
inevitable pérdida de influencia y relevancia de las creencias religiosas y su relegación
al ámbito privado en la sociedad a medida que avanzaba el proceso modernizador. En
atención a este paradigma explicativo, el proceso de modernización que habría
655
Santiago, José, ―El nacionalismo y las formas elementales de la vida religiosa: deudas y críticas‖,
Política y sociedad, n. 49, vol. 2, 2012, p. 303.
656
La formulación de esta teoría como extrapolable a todas las sociedades ha recibido fuertes críticas,
véase Turner, Brian S., La religión y la teoría social, México, FCE, 1988, p. 82. Sin embargo, como recoge
José Santiago, Emile Durkheim ofreció interesantes herramientas para el análisis del culto y la
sacralización de las comunidades políticas en torno a la nación en el mundo contemporáneo. Santiago,
José, ―El nacionalismo…‖, op. cit., p. 304.
657
Véase Weber, Max, Cinco ensayos sobre sociología religiosa, Madrid, Taurus, 1983.
658
Sobre cómo la burguesía adoptó esta cosmovisión como propia véase De Moreno Mengíbar, Andrés,
La ópera en Sevilla en el siglo XIX, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1998, p. 111. Tschannen, Olivier, Les
théories de la sécularisation, Ginevra, Droz, 1992, p. 274, citado en Beltrán Cely, William, ―Secularización:
¿teoría o paradigma?‖, Revista colombiana de sociología, n. 31, 2009, p. 76.
659
La sociología católica en las décadas de 1930 y 1940, la teología de la modernización a partir de la
década de 1960 y el renacer religioso en los EEUU desde 1950, fueron tres de los principales hitos
promotores del paradigma en el siglo XX, según este autor. Véase Tschannen, Olivier, Les théories de la
sécularisation…, op. cit., pp. 87-89.
660
Olivier Tschannen analiza la presencia del paradigma de la secularización y sus repercusiones en
Tschannen , Olivier, ―La revaloración de la teoría de la secularización mediante la perspectiva comparada
Europa Latina-América Latina‖, en Bastian, Jean-Pierre, La modernidad religiosa: Europa latina y América
Latina en perspectiva comparada, México, FCE, 2004, pp. 353-366.
- 167 -
Alejandra Palafox Menegazzi
acompañado a las sociedades desde finales del siglo XVIII estaba atravesado por una
racionalidad ordenadora de la acción y el proceso cognitivo de sus integrantes. El
avance e implementación de esta racionalidad, conceptualizada como requisito
inexorable para la consecución de la libertad y el progreso individual y colectivo,
conduciría inevitablemente a un proceso de secularización, caracterizado por la
pérdida de centralidad de la religión en la vida del ser humano. La religión dejaría así
de ser el pilar alrededor del cual habían girado las dinámicas sociales.
661
A partir de la Revolución iraní de 1979 y la extraordinaria presencia de la religión en la esfera pública
que ello conllevó, surgieron revisiones de las tesis centrales del paradigma de la secularización.
Casanova, José, Religiones públicas en el mundo moderno, Madrid, PPC, 2000, p. 15, citado en Louzao
Villar, Joseba, ―La recomposición religiosa…‖, op. cit., p. 337.
662
Pérez-Rayón, Nora, ―El fenómeno religioso y su importancia para el análisis de la realidad sociopolítica
cotidiana‖, El Cotidiano, n. 156, 2009, pp. 345-356.
663
La definición de la secularización como un concepto multidimensional fue desarrollada por el sociólogo
de la religión Karel Dobbelaere, uno de los principales exponentes del paradigma. Dobbelaere reconoció
que la secularización abarcaba tres dimensiones –social, institucional e individual- siendo objeto de
estudio sólo la primera, por ser la única que puede ofrecer indicadores fiables al investigador. Véase
Dobbelaere, Karel, Secularización, un concepto multi-dimensional, México, Universidad Iberoamericana,
1994, pp. 8-9.
664
Hervieu-Léger, Daniéle, ―Secularización y modernidad religiosa‖, Selecciones de Teología, n. 103, vol.
26, 1987, p. 227.
665
Por ―sujeto de la modernidad‖, acorde con lo expuesto por Saurabh Dube, entendemos una categoría
conformada por aquellos ―actores históricos que han sido participantes activos en procesos de la
modernidad, tanto sujetos a estos procesos como también sujetos que moldean estos procesos‖. Dube,
Saurabh, ―Modernidad‖, en Szurmuk, Mónica y Mckee Irwin, Robert (coord.), Diccionario de Estudios
Culturales Latinoamericanos, México, Instituto Mora, siglo XXI, 2009, p. 180.
- 168 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
666
Cárdenas Ayala, Elisa, ―Secularización…‖, op. cit., p. 53.
667
Bracamonte Allaín, Jorge, ―Los nefandos placeres de la carne. La Iglesia y el estado frente a la
sodomía en la Nueva España, 1721-1829‖, Debates en sociología, n. 25-26, 2001, p. 395.
668
Suárez, Escobar, Marcela, Sexualidad y norma…, op. cit., pp. 207-225.
- 169 -
Alejandra Palafox Menegazzi
669
Bracamonte Allaín, Jorge, ―Los nefandos placeres…‖, op. cit., p. 398.
670
En este sentido podemos destacar el mantenimiento de la jerarquía de valores presente en los vicios
de lujuria descritos por la teología moral, las continuas referencias discursivas a un simbolismo cristiano
por parte de las élites liberales como medio de sujeción o las colaboraciones que existieron entre el poder
civil y el eclesiástico en la regulación de la sexualidad femenina.
671
Como ya hemos desarrollado en el capítulo anterior, con ―Época de Reforma‖ hacemos referencia al
periodo político de corte liberal que el país vivió desde septiembre de 1855, año en el que la dictadura de
Antonio López de Santa Anna fue derrocada y tuvo lugar la promulgación de la conocida como Ley
Juárez, con la que los fueros militares y eclesiásticos fueron abolidos. Esta época concluyó en 1877, con
el ascenso al poder del general Porfirio Díaz, y se vio interrumpida por una guerra civil, conocida como
guerra de Reforma (1858-1861) y el imperio de Maximiliano de Habsburgo (1862-1867).
- 170 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
sustitución del pecado por el delito en los discursos procesales. Este cambio fue parte
del proceso de adopción de una nueva forma de entender el mundo que no estuvo
exento de contradicciones y que implicó la distinción entre el fuero interno, entendido
como la conducta moral, y el fuero externo, identificado con la conducta pública. El
concepto de delito pasó, así, a constituir un atentado no ya contra un orden legitimado
en la figura del príncipe como representante de Dios en la tierra, sino contra el interés
social.
La secularización penal que se experimentó en materia sexual, por tanto, no fue
sinónimo de una ―des-cristianización‖ de la población mexicana sino que supuso que
parte de los mecanismos de regulación de las conductas sexuales de la población
capitalina dejaran de pertenecer a la esfera de lo sagrado y de estar en manos de la
Iglesia.
672
Tomás y Valiente, Francisco, ―El Derecho Penal…‖, op. cit., p. 252.
673
El liberalismo, como han desarrollado Iván Jacksic y Eduardo Posada Carbó, no puede interpretarse
como una doctrina sino como un estilo político, una cosmovisión, una actitud frente al mundo, una cultura
que engloba múltiples aspectos y distintas corrientes. Jaksic, Iván y Posada Carbó, Eduardo (Eds.),
Liberalismo y poder. Latinoamérica en el siglo XIX, México, FCE, 2011. La religiosidad católica, por otro
lado y a diferencia del clericalismo, no fue apenas objeto de discusión por parte de los principales
exponentes del liberalismo mexicano.
- 171 -
Alejandra Palafox Menegazzi
674
Como recordaba Francisco Tomás y Valiente, durante el Antiguo Régimen no existió ―en la concepción
de la Teología Moral y el Derecho Penal una separación entre pecado y delito, sino todo lo contrario, una
simbiosis‖. Tomás y Valiente, Francisco, ―El Derecho Penal…‖, op. cit., p. 249. La relación entre moralidad
y criminalidad, hasta su separación discursiva mediante los distintos procesos secularizadores del
derecho, por tanto, fue de continua imbricación.
675
El desarrollo de medidas reguladoras de los comportamientos sexuales transgresores por parte del
poder real no suponía una novedad pero sí el grado de interés mostrado y su plasmación en múltiples
reformas legales. Para un estudio de la relación existente entre poder civil y sexualidad en México en las
postrimerías coloniales, véase Suárez, Escobar, Marcela, Sexualidad y norma…, op. cit.
676
Para un estudio de las peculiaridades que este proceso tuvo en España véase Vázquez García,
Francisco y Moreno Mengíbar Andrés, Sexo y razón. Una genealogía de la moral sexual en España
(siglos XVI-XX), Madrid, Akal, 1997, p. 403.
677
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 3.
678
Ibidem, p. 4
679
Ibidem, pp. 4, 7 y 12.
680
P. 7.31.2.
- 172 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
para la comisión del delito ya que, de no haber sido por esa condición extraordinaria,
hubiese llevado a cabo su propósito681.
Pese a ello, como sostuvo el autor del Febrero Mejicano, algunos juristas
consideraban que esta disposición se encontraba derogada por lo recogido en el
Fuero Real, según el cual mientras aquél que forzara a una mujer merecía la pena de
muerte, el que se la llevara por la fuerza pero no ―yoguiere con ella‖, es decir, no
llegara a fornicar con ella, debía recibir una pena pecuniaria de cien maravedíes 682.
Además, De la Pascua recomendaba no castigar ningún conato de delito, en especial
los graves, con la misma pena contemplada para su comisión. Si se contemplaba la
misma pena para quienes consumaran un delito que para aquellos que, una vez
iniciado el acto delictivo, se arrepintieran y decidieran no llevarlo a su fin, las
posibilidades de que el crimen no se produjera disminuían. Como se verá más
adelante, estas controversias quedaron reflejadas en la práctica judicial ante
supuestos conatos de estupro y forzamiento y, ante la ambigüedad de la ley, el arbitrio
judicial se erigió como fuente de derecho.
Si antes de la codificación penal los delitos podían atentar contra un individuo o
contra el Estado, tras la expedición del Código de 1871, entre los delitos que
atentaban más contra el individuo que contra la sociedad figuraron los categorizados
como ―Delitos contra el orden de las familias, la moral pública o las buenas
costumbres‖683. Dentro de esta amplia categoría figuraron acciones sexuales como el
adulterio, el rapto o el estupro, delitos que atentaban contra el honor de los individuos
y, por tanto, que suponían agravios morales y no contra el orden social684. A pesar de
que la separación delito y pecado quedó consolidada en el proceso codificador, no
sucedió lo mismo con las nociones de delito y moral. Los preceptos doctrinales de la
teología cristiana, relativos a los comportamientos sexuales y, en especial, a la
sexualidad femenina, permearon el proceso de modernización jurídica llegando a
implantarse incluso, a través de una re-significación en términos morales, en la
codificación penal. La secularización penal en el ámbito de las sexualidades, por tanto,
no supuso una revocación de los valores ideológicos de la teología moral cristiana,
implementados en la legislación colonial, sino una utilización de los mismos como
método de sujeción y control patriarcal.
681
―Otrosí decimos que si alguno pensase de robar o de forzar alguna manceba vírgen o mujer casada, et
comenzase a meterlo en obra trabando de alguna dellas para cumplir su pensamiento malo o levándola
rabida, ca maguer non pasase a ella, merece ser escarmentado, bien así como si oviese fecho lo que
cobdiciaba; pues que non fincó por él, por cuanto él pudo facer que se non cumplió el yerro que había
pensado. P. 7.8.7 y P. 7.31.2, citado en De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 5.
682
Fuero Real, lib. IV, tít. 11, ley 1. Citada en Idem.
683
CP 1871, lib. III, tít. VI.
684
Speckman Guerra, Elisa, Crimen y Castigo…, op. cit., p. 33.
- 173 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1. Aclaración terminológica
Entre las diferentes definiciones de ―estupro685‖ que convivieron a lo largo del siglo
XIX, la que predominó en la práctica judicial fue la perteneciente al ámbito de la
teología moral, que entendía el estupro como ―el primer acceso‖ -es decir, la primera
relación sexual que un hombre tenía, mediante el uso de la fuerza o no- a una mujer
virgen686. Para que un estupro fuera considerado delito en los tribunales
decimonónicos, sin embargo, debía de haber mediado el empleo de la fuerza física o
moral. El concepto de fuerza moral albergó múltiples definiciones y consideraciones en
la práctica judicial, referenciando, en general, un heterogéneo conjunto de
comportamientos mediante los cuales un hombre podía lograr franquear la honradez
685
Etimológicamente, el concepto de estupro proviene del polisémico sustantivo latino stuprum, que, ya a
principios del siglo I, englobaba las acciones de ―mancillar‖, ―corromper‖, ―violar‖ y ―contaminar‖. Véase De
Brand, Isabel, ―Una aproximación al léxico del crimen y la pasión en Medea y Phaedra de Séneca‖,
Dikaiosyne, año 9, n. 17, p. 30.
686
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 642.
- 174 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
687
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 642.
688
La palabra ―rapto‖ proviene del latín raptus, que denotaba la acción de arrebatar, arrastrar o conducir
violentamente. Echegaray, Eduardo, Diccionario general etimológico de la lengua española, Vol. V,
Madrid, José María Faquineto, 1889, p. 50
689
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 1480.
690
Ibidem, p. 1538.
691
Agustín de Hipona, La ciudad de Dios…, op. cit.
692
Giraud, François, ―La reacción social…‖, op. cit., p. 308.
- 175 -
Alejandra Palafox Menegazzi
después de que éstos les reclamaran el robo de sus hijas693, el autor criticó el hecho
de que los sabinos se negaran a entregar a sus hijas a los romanos, algo que parecía
justificado por la circunstancial escasez de mujeres en tiempos de guerra694.
Este acto violento, en el que el concepto de rapto aparecía ligado al de violación 695,
no fue condenado en sí mismo por el santo sino en función del agravio que
representaba para los familiares varones de las sabinas. Ya desde el siglo V, la
valorización del rapto aparecía ligada al concepto de mujer como propiedad del varón
encargado de custodiarla. La acción sancionable que distinguía el rapto de otros males
como el estupro, por tanto, residía en el robo que un hombre hacía de una mujer,
sacándola del lugar donde otro varón la tutelaba.
Para Tomás de Aquino, la violencia física constituía un agravante en los casos de
rapto o estupro de una virgen o mujer casada pero, al igual que Agustín de Hipona, no
consideró la violación como un crimen de por sí. Los daños que esos delitos suponían
iban dirigidos contra los hombres que ejercían derechos sobre las mujeres violadas y
no sobre ellas mismas, es decir, sus maridos, o aquellos que las custodiaban, padres
o tutores.
Dentro de la escala tomista de los vicios de lujuria, el estupro ocupaba el penúltimo
puesto en orden de gravedad por malicie, antecediendo sólo al pecado de fornicación.
El estupro, denominado también ―violación‖, consistía, para Tomás de Aquino, en la
―desfloración‖ ilícita, es decir, fuera de la unión matrimonial, de una doncella virgen696.
A diferencia del acto de fornicación, por tanto, el estupro se cometía contra mujeres
que no estaban ―corrompidas‖ e implicaba un acto de injuria al atentar directamente
contra el padre de la estuprada, quien estaba por ello autorizado a denunciar
judicialmente el agravio697.
Entre las consecuencias que esta especie de lujuria podía entrañar, según el santo,
se encontraba el riesgo de que la joven estuprada no consiguiera contraer matrimonio
y cayese en la prostitución, actividad que no habría desempeñado hasta el momento
sólo ―por temor a perder su integridad virginal‖698. Aunque el estupro no se efectuase a
través del uso de la fuerza física, implicaba siempre un acto de seducción por lo que
693
―¿Qué cosa puede haber más justa y mejor que reunir doncellas de otra nación, con el señuelo de
unas fiestas y espectáculos, y recibirlas no de manos de sus padres, sino robándolas a la fuerza como
cada uno pudiese? (…) Y más justa pudo hacerse la guerra con un pueblo que hubiera negado sus hijas
por mujeres a sus vecinos y comarcanos habiéndoselas pedido, que con el que reclamaba las que se le
quitaron‖, Agustín de Hipona, La ciudad de Dios…, op. cit., p. 160.
694
François Giraud establece un interesante paralelismo entre la justificación del rapto en tiempos de
guerra desarrollada por San Agustín y su posible extrapolación como instrumento legitimador de las
violaciones que los conquistadores europeos perpetraron a su llegada a América. Al respecto, véase
Giraud, François, ―La reacción social…‖, op. cit., pp. 309.
695
El término ―violación‖ ha sido utilizado aquí en su acepción actual, entendido como el acceso sexual a
una persona en contra de su voluntad.
696
Aquino, Tomás, Suma de Teología, op. cit., p. 477.
697
Ibidem, p.478.
698
Idem.
- 176 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
699
El conjunto de decretos conocidos como las Decretales de Gregorio IX fueron promulgadas por este
papa en 1234.
700
Aquino, Tomás, Suma de Teología, op. cit., p.478.
701
A pesar de que el rapto no anulaba un matrimonio contraído sí impedía que éste se celebrase. Ibidem,
p.479.
702
Ibidem, p.481.
703
Esta afirmación se constata ya en el proemio P. 7.10 ―De los que fuerzan o llevan rábidas virgines o las
mujeres de orden a las viudas que viven honestamente‖.
704
P. 7.19. proemio y P. 7.19.1.
- 177 -
Alejandra Palafox Menegazzi
debían amar los hombres, lo que explicaba su reprobación legal705. La condición de las
mujeres aludidas hacía presuponer que, para que un hombre lograra ―hacer maldad de
sus cuerpos‖, es decir, tener relaciones sexuales con ellas, debía valerse de halagos y
promesas vanas, medios considerados por las Partidas como actos más graves que el
uso de la fuerza física. Si el estupro se cometía sobre una niña considerada impúber,
es decir, menor de doce años, éste ameritaba el calificativo de ―inmaturo‖ y debía de
ser condenado a pena corporal706 a arbitrio del juez según las circunstancias
delictivas707.
Cualquier persona estaba autorizada para acusar a un hombre de haber cometido
este mal ante las autoridades y, en caso de ser probado, las Partidas contemplaban
penas muy distintas que las recogidas por la teología moral, ordenando la pérdida y
confiscación de la mitad de los bienes del hombre honrado, la pena de azotes y
destierro por cinco años del vil y la muerte en la hoguera del siervo o esclavo708.
En caso de que la mujer con la que se cometiese el acto carnal fuese una ―mujer
vil‖, es decir, no fuese ni virgen, ni viuda honesta, ni religiosa, la acción en sí, pese a
seguir constituyendo un pecado, no conllevaba la imposición de ningún tipo de pena
por parte de la justicia ordinaria. Si el acceso carnal a una mujer vil se producía a
través del uso de la fuerza física, las penas quedaban sujetas al arbitrio de cada
juzgador, quien debía valorar la condición del acusado y de la víctima, así como las
circunstancias en las que se produjo el delito709.
En caso de que estos actos se produjesen en mujeres vírgenes, viudas honradas,
religiosas o casadas, mediante el uso de la coacción física, con armas o sin ellas, el
responsable debía de ser condenado a muerte, así como a la entrega de todos sus
bienes a la mujer que hubiese sido ―forzada‖, en caso de que ésta no quisiera casarse
con él710.
La fuerza era entendida en la legislación de las Partidas como la ausencia de
consentimiento de la víctima y el uso de la violencia para la realización de la acción
delictiva. Junto con la condición de los implicados, el uso de la fuerza aparecía como
un elemento esencial en la determinación del delito y la condena. Como ha destacado
705
P. 7.19. proemio y P. 7.19.1.
706
De los tres tipos de penas contempladas por el derecho criminal -corporales, de infamia y pecuniarias-
las penas corporales, también llamadas aflictivas, eran aquellas que afligían o afectaban al cuerpo, como
la pena capital, la vergüenza pública o el encierro. De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit.,
p. 36.
707
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 654. De la Pascua, Anastasio, Febrero
Mejicano…, op. cit, p. 109.
708
P. 7.19.2.
709
P. 7.20.3. Las leyes de Toro incrementaron la violencia sexual permitida contra estas mujeres al no
condenar ni el rapto ni el acceso violento cuando estos se cometieran con ―públicas rameras‖. Ley 63 de
Toro.
710
Si, por el contrario, la víctima decidiese contraer matrimonio con su forzador, sus bienes deberían
pasar a los padres de la joven -siempre que se opusieran al casamiento y no hubiesen sido cómplices del
acto sexual- o al monasterio de ésta, si fuese religiosa.
- 178 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
711
Sánchez-Arcilla Bernal, José, ―Violación y estupro. Un ensayo para la Historia de los ―tipos del derecho
penal‖, Anuario Mexicano de Historia del Derecho, n. 22, 2010, p. 502.
712
Entendemos que el concepto calidad no sólo tenía consideraciones de etnia y raza, posición social,
económica, ocupación sino que, como señala Pilar Gonzalbo Aizpuru también de ―respetabilidad
individual y familiar‖. El estado civil, la edad, la educación, la profesión y, en el caso exclusivamente
femenino, la belleza y la condición virginal, si se trataba de mujeres no casadas, supusieron componentes
activos en la formación del polisémico concepto de ―calidad‖. Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Familia y orden
colonial, México, COLMEX, 1998, p. 13. Robert McCaa fue uno de los pioneros en utilizar este término en
sus artículos, concretamente en: McCaa Robert, ―Calidad, Clase and Marriage in Colonial Mexico: The
Case of Parral, 1788-1790‖, Hispanic American Historical Rewiew, n. 64:3, 1984, pp. 477-501.
713
No. R. lib. XII, tít. 29, ley 2.
714
No. R. lib. XII, tít. 29, ley 3., Pragmática Real dada por Felipe II en Madrid el 25 de noviembre de 1565:
―Pena de los criados que tengan acceso carnal con muger, criada o sirvienta de la casa de sus amos‖.
715
Real Decreto 20 de enero de 1784, sobre matrimonios de criados con las hijas de sus amos. Elizondo,
Francisco Antonio, Práctica universal…, op. cit, p. 403.
- 179 -
Alejandra Palafox Menegazzi
716
Esta situación ha sido constatada para la Cuba colonial por Verena Stolcke. Paradójicamente, la
autora, además, encontró situaciones contrarias a la expuesta, en las que los familiares de una joven
fingían su rapto para presionar a su supuesto raptor para que se casara con ella. Stolcke, Verena,
Racismo y sexualidad en la Cuba colonial, Madrid, Alianza Editorial, 1992, pp. 167-168.
717
Como se desarrollará en los capítulos siguientes, un importante porcentaje de los casos por rapto por
seducción analizados concluyó con la desestimación de la demanda paterna sobre el raptor de su hija y la
concesión del permiso para que ambos se casaran.
718
De la Pradilla Barnuevo, Francisco, Suma de todas las leyes penales, canónicas, civiles y de los
Reynos, Sevilla, Luys Estupiñan,1613, p. 3. El Derecho Canónico, con arreglo a lo dispuesto en el
conjunto de decretos conocidos como las Decretales de Gregorio IX, obligaba al responsable del estupro
a dotar y casarse con su víctima, además de reconocer a la prole, si la hubiere. En el capítulo I de su
decretal, De Adulteriis et stupro, quedaba recogido: Si seduxerit quis virginem nondum desposatam,
dormieritque cum ea, dotabit eam et habebit uxorem. Pese al valor copulativo de la conjunción ―et‖, en la
práctica, los juristas sustituyeron la misma por la disyuntiva ―vel‖, obligando al estuprador a casarse o a
dotar a la víctima y no ya a ambas penas, como recogían Las Decretales.
719
Antonio Gómez fue un importante jurista de la Escuela Salmantina. Catedrático de Vísperas de Leyes
y eminente civilista, ejerció su actividad durante el siglo XVI y desempeñó, entre otras, la ingente labor de
comentar las Ochenta y Tres Leyes de Toro, convirtiéndose en un referente para los juristas de derecho
castellano. Rodríguez-San Pedro Bezares, Luis Enrique, Historia de la Universidad de Salamanca, vol. 3,
Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2006, p. 100.
- 180 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
720
Nolasco de Llano, Pedro, Compendio de los comentarios extendidos por el maestro Antonio Gómez, a
las ochenta y tres leyes de Toro, Madrid, Imprenta de D. Joseph Doblado, 1785, p. 354.
721
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 654.
722
Idem.
723
Antonio Gómez en Ley 80 de Toro n. 12, Nolasco de Llano, Pedro, Compendio de los comentarios…,
op. cit., p. 354-355.
- 181 -
Alejandra Palafox Menegazzi
que hubiera podido tener sin el estupro, de modo que sea suficiente a lo menos para
cubrir el daño que a la estuprada se siguiere‖724. Para el jurista español Senén
Vilanova, este tipo de dote cumplía el objetivo de lograr la colocación de la mujer
ofendida ―con igual ventaja que hubiera merecido si no hubiese sido estuprada‖725. Por
este motivo, las mujeres de mayor hermosura, ―de dones singulares de naturaleza‖, o
pertenecientes a estratos socioeconómicos más elevados debían recibir una dote
mayor, según este autor. La fundamentación de esta razón jurídica residía en la
conceptualización de la virginidad femenina como una ―dote preciosísima de la mujer‖
y por lo mismo el que la quitaba, debía sustituir otra que la compensara.
A pesar de que la legislación medieval autorizaba a cualquier hombre a formular
una acusación de estupro por seducción o engaño, la doctrina defendía que en estos
casos no se procediese de oficio sino sólo a instancia de la parte afectada726. Al
constituir un atentado contra la honra de la víctima y el honor de los hombres que
estuvieran emparentados con ella, el estupro podía ser denunciado tanto por la mujer
que lo sufría como por las personas bajo cuyo poder o tutela se hallase. En ambos
casos, juristas como Escriche o Anastasio de la Pascua, recomendaban proceder ―con
el mayor sigilo‖727 para no perjudicar el honor de la mujer desflorada728.
Desde 1796, mediante una Real Cédula, quedó suprimido el arresto y la prisión
preventiva para aquellos hombres acusados de estupro que pagaran una fianza. En
atención a la ley expedida por Carlos IV, quedaba recogido que:
―en las causas de estupro, dándose por el reo fianza de estar a derecho y pagar juzgado
y sentenciado, no se le moleste con prisiones ni arrestos; y si el reo no tuviese con qué
afianzar de estar a derecho, pagar juzgado y sentenciado, o de estar a derecho solamente,
se le deje en libertad, guardando la ciudad, lugar o pueblo por cárcel; prestando caución
juratoria de presentarse, siempre que le fuere mandado, y de cumplir con la determinación
729
que se diese en la causa‖ .
En relación al fuero militar, se estableció que los militares, además de estar también
sujetos a la normativa de 1796730, en caso de estar sentando voluntariamente plaza de
724
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 653.
725
Vilanova y Mañes, Senén, Materia Criminal forense…, op. cit., p. 214.
726
Si bien la P. 7.19.2 recogía que cualquier hombre estaba capacitado para acusar uno de estupro por
seducción, la doctrina se inclinaba porque este último pudiera perseguirse sólo a instancia de la parte
agraviada. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 654.
727
Ibidem.
728
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 109.
729
No. R. lib. XII, tít. 29, ley 4, Real cédula de 30 de octubre de 1796, expedida por Carlos IV bajo el título
Los reos reconvenidos por causas de estupro no sean molestados con prisiones. Fue comunicada a
América y publicada en México por bando de 19 de julio de 1802, revalorizada en 1830 en España por el
rey Fernando VII a través de una circular del consejo real por la que mandó a los juzgados inferiores y los
tribunales superiores su aplicación en la sustanciación y determinación de las causas de estupro.
730
Siempre que no vulnerara ―las facultades de los Coroneles en cuanto a matrimonios‖.
- 182 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
soldado, no podrían ser reclamados ante los tribunales civiles por parte de una mujer
estuprada quien, sin embargo, seguía estando capacitada para demandar al
estuprador en un tribunal eclesiástico para el cumplimiento de los esponsales, en caso
de que los hubiese731.
Las animadversiones que la obligación de dotar o casarse con las supuestas
víctimas de estupro causaron entre militares y juristas, quedaron recogidas en las
Ordenanzas del Real sitio de Aranjuez de 31 de mayo de 1795732. A pesar de que se
trataba de disposiciones que sólo tuvieron validez legal para el real sitio de Aranjuez,
en ocasiones, fueron tomadas como si fuesen generales y obligatorias para todo el
territorio de la Monarquía Hispánica, con el objetivo de evitar condenas por estupro por
seducción, en función de lo afirmado por Joaquín Escriche. En ellas literalmente se
recogía que las querellas de estupro debían de ser repelidas ―por ser motivo de
escándalo y de corrupción de costumbres‖733. De esta manera, al saber las jóvenes y
sus familias que ya no iban a ser oídas en semejantes casos, no consentirían ―en los
excesos‖ de los que luego se quejaban, ―o los disimularían y ocultarían en el secreto
de sus casas, para que no saliendo al público, quedasen como si no fuesen‖734. En
caso de que en el estupro hubiese mediado la fuerza, sin embargo, la querella debía
de ser admitida para castigar al forzador y, con el ejemplo, evitar ―la perpetración de
semejantes delitos atroces‖ contrarios al ―cimiento de la seguridad personal y pública‖
y el honor de las familias735.
Diversos juristas mostraron a finales del siglo XVIII sus dudas con respecto a seguir
considerando delito el estupro por seducción o engaño. En esta dirección, el letrado
español Juan Álvarez Posadilla736 sostenía que había cambiado tanto la situación
social y era tan grande la libertad de la que gozaban las mujeres que no sólo no era
necesario tener que acudir a un engaño o halago para tener acceso carnal con ellas,
sino que también se dudaba ―si convendría admitir sus demandas sobre desfloro‖737.
A pesar de estas oposiciones, otros juristas siguieron defendiendo la tipificación y la
condena del delito de estupro por engaño o seducción. El jurista Senén Vilanova y
Mañés, al respecto, sostenía que el estupro, entendido como el ―violento desfloro de
731
Real Orden de 15 de enero de 1790 y 18 de julio de 1799.
732
No. R. lib. III, tít. 10, ley 11.
733
No. R. lib. III, tít. 10, ley 11, citado en Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 654.
734
Idem.
735
Idem.
736
Juan Álvarez Posadilla fue un jurista español de la segunda mitad del siglo XVIII. Al igual que algunos
de sus contemporáneos como Vizcaíno Pérez, Marcos Gutiérrez o Vilanova y Mañés, Álvarez Posadilla
desarrolló varias obras formativas con el objetivo de sistematizar, con base en el derecho común, la
pluralidad normativa vigente en la época. Fue autor de Comentarios a las Leyes de Toro según su Espíritu
y el de la Legislación de España (1796) y Práctica criminal por principios o modo y forma de instruir los
procesos criminales de las causas de oficio de justicia contra los abusos introducidos (1815), entre otras
obras. http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=alvarez-posadilla-juan
737
Vilanova y Mañes, Senen, Materia Criminal forense…, op. cit., p. 197-198.
- 183 -
Alejandra Palafox Menegazzi
738
mujer virgen o el acceso con doncella, habido por fuerza, o contra su voluntad‖ ,
incluía el engaño, la seducción, el temor, los halagos, persuasiones y requerimientos
amorosos entre los medios constitutivos de fuerza moral y por tanto del delito de
estupro. Por este motivo, el estupro perpetrado mediante falsedad, falacias, engaños o
promesas, debía de ocupar el mismo concepto que el perpetrado con fuerza o
violencia.
En relación con las penas de dotar o casarse con la estuprada, contempladas por el
derecho canónico y extendidas en la práctica judicial decimonónica, diversos juristas
manifestaron su oposición por considerarlas injustas. Dada la situación de vacío legal
que acompañó al delito de estupro hasta la codificación penal, algunos de los
argumentos esgrimidos por estos juristas, en especial por José Marcos Gutiérrez739,
fueron retomados en la práctica judicial mexicana, por jueces, fiscales y abogados
para eximir a los acusados de estupro de las penas contempladas.
La práctica de obligar al estuprador a contraer matrimonio con su víctima debía de
ser abolida ya que, según este tratadista, castigaba a los hombres y premiaba a las
mujeres que perdieran su virginidad de forma voluntaria como medio para casarse con
su supuesto estuprador. De esta manera, según Gutiérrez, muchas mujeres
condescenderían a las pretensiones varoniles con ―lo que más debieran detestar‖, es
decir, perder su honra740. Al mismo tiempo, este jurista denunciaba la frecuencia con la
que muchas mujeres ―corrompidas y aun tan abandonadas‖ que habían hecho de sí
mismas ―el más infame comercio‖ engañaban o trataban de engañar a muchos
jóvenes honrados fingiendo su virginidad ante los tribunales741.
El jurista Joaquín Escriche, por su parte, se mostraba favorable a que el estuprado
fuera condenado a casarse o dotar a su víctima, además de reconocer a los hijos
habidos del delito. Por otro lado y a diferencia de lo contemplado por la mayor parte de
los tratadistas, Escriche reconocía que el condenado debía dotar a la mujer también
en los casos en los que ésta no fuese virgen en el momento de la comisión del delito
cuando en la opinión común conservase todavía la reputación de serlo742.
738
Ibidem, pp. 198-199.
739
El licenciado en derecho José Marcos Gutiérrez fue editor en 1801 de Febrero reformado y anotado, o
librería de escribanos que compuso don José Febrero, escribano real y del Colegio de la corte, y ha
reformado en su lenguaje, estilo, método y muchas de sus doctrinas, ilustrándola y enriqueciéndola con
varias notas y adiciones para que se han tenido presentes las reales órdenes modernas el licenciado don
José Marcos Gutiérrez: obra no sólo necesaria a los escribanos sino también utilísima a todos los jueces,
abogados, procuradores, agentes de negocios y a toda clase de personas. Fue el primer jurista en
adicionar a esta obra un tratado de derecho penal en 1804, con su Práctica criminal de España. Publícala
el licenciado don José Marcos Gutiérrez, editor del Febrero Reformado y Anotado, para complemento de
esta obra que carecía de tratado criminal, Madrid, Oficina de don Benito García y Compañía, 1804, tres
tomos En Mayagoitia, Alejandro, ―Estudio introductorio‖, en De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…,
op. cit., pp. 17-18.
740
Gutiérrez, José Marcos, Práctica criminal…, op. cit, p. 172.
741
Idem.
742
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 654.
- 184 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
―la condición de ser honesta y recatada es de más mérito que la misma virginidad;
pudiendo darse el caso, en prueba de este sentir, que una soltera, que ha sido desflorada
goce las mismas acciones de estupro que aquella que nunca dejó su virginal entereza;
como sucede cuando habiendo tenido otro desliz, nadie lo sabe, y ello no obstante corre
plaza de mujer virgen, honesta e inviolada; o por el contrario, siendo doncella en realidad,
sin haber padecido cópula alguna carnal, sigue una vida libertina ganándose la fama de
meretriz en la república. Bajo cuyos supuestos, la primera que hemos figurado, será
atendida en el foro reclamando el acceso ulterior; mas no la última, por el estupro que
743
hubiere padecido‖ .
743
Vilanova y Mañes, Senen, Materia Criminal forense…, op. cit., p. 199.
744
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 654.
745
Ibidem, 1851, p. 654.
746
Dublán, Manuel y Méndez, Luis, Novísimo Sala..., op. cit., p. 149.
747
―(…) porque no ha querido sin duda dar gran fuerza al testimonio de una mujer que ha prostituido su
pudor, confiesa su debilidad y la saca a plaza, y que hasta se hace sospechosa de disolución‖, Dublán,
Manuel y Méndez, Luis, Novísimo Sala..., op. cit., pp. 149-150.
- 185 -
Alejandra Palafox Menegazzi
los motivos expuestos, los autores del Novísimo Sala denunciaron expresamente su
desacuerdo con la extendida práctica judicial de condenar al estuprador, ya fuera a
casarse o a dotar a la ofendida y a reconocer la prole en caso de haberla o a otras
penas como el destierro, según las circunstancias, argumentando en los mismos
términos en los que ya lo había hecho José Marcos Gutiérrez748:
―nosotros no podemos aplaudir una costumbre que castiga a un cómplice del mismo
delito, que da lugar a que las mujeres hagan su pudor objeto de tráfico, que hace contraer
matrimonios forzosos y desgraciados, y que más de una vez es el lazo que una mujer astuta
749
y experimentada arma a un joven incauto‖ .
5. El forzamiento
El delito de fuerza carnal constituía un delito de estupro cuando se cometía contra
una mujer considerada honrada. Al haberse mitigado el rigor de las penas recogido en
las Partidas, tanto éste delito como el rapto solían condenarse mediante la pena de
presidio o galeras750, en atención a la calidad de las personas implicadas y a las
circunstancias en las que se cometieran751.
A diferencia del estupro por seducción o engaño, el delito de fuerza podía ser
perseguido de oficio o a instancia de cualquier persona y no sólo de los afectados por
el mismo. Ninguna ley contemplaba las penas que el delito de fuerza contra una mujer
que no fuera virgen, casada o viuda honrada debía tener y se dejaba al arbitrio de los
jueces la condena a cumplir.
En atención a lo recogido por el Novísimo Sala, el rapto, definido como el ―robo de
una mujer‖, al igual que la fuerza ejercida para ―gozar a una mujer‖, era un crimen de
violencia, clasificado dentro de los ―delitos contra las personas‖, que debía de ser
castigado con pena de presidio, en sustitución de la pena capital recogida en las
Partidas752.
En caso de efectuarse por medio de las armas, las penas contempladas ante el
delito de fuerza eran las de destierro perpetuo a una isla o la muerte, cuando a causa
de este delito resultara el fallecimiento de una persona. El que cometiese fuerza o
violencia sobre una mujer sin hacer uso de las armas debía de ser condenado a
destierro, perder la tercera parte de sus bienes y el oficio público que desempañasen.
Las construcciones simbólicas existentes en torno a la virginidad y el honor
748
Gutiérrez, José Marcos, Práctica criminal…, op. cit,, p. 172.
749
Dublán, Manuel y Méndez, Luis, Novísimo Sala..., op. cit., p. 150.
750
No. R. lib. XII, tít. 40, ley 2.
751
Vilanova y Mañes, Senen, Materia Criminal forense…, op. cit., p. 199.
751
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 1413, Dublán, Manuel y Méndez, Luis,
Novísimo Sala..., op. cit., p. 82.
752
Idem.
- 186 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
femeninos promovieron distintas lecturas y reacciones ante los delitos de fuerza carnal
cometidos sobre mujeres y hombres. Si la fuerza sexual la ejercía un varón sobre otro
varón, el acto se conceptualizaba como un delito de sodomía, definido como el
―concúbito entre personas del mismo sexo o en vaso indebido‖753.
Pese a que esta acepción admitía que tanto hombres como mujeres podían
cometer el delito, como quedó recogido por los tratadistas de derecho consultados, la
ley sólo entendía por sodomía o pederastia754 el concúbito entre varones. Este hecho
se debió, por un lado, a la conceptualización del semen como un elemento generador
de vida, lo que hacía que su desperdicio constituyese un atentado contra Dios. Al
mismo tiempo, por otro lado, estuvo relacionado con la concepción de una sexualidad
femenina pasiva. Frente a una sexualidad masculina activa, poderosa y, en ocasiones,
incontrolable, de acuerdo con el ideal de virilidad imperante, las mujeres fueron
despojadas de su sexualidad, al ser vistas como seres carentes de deseos755. Esta
concepción promovió un control y una preocupación social menor ante posibles
encuentros sexuales entre mujeres, lo que se tradujo en la masculinización de la
sodomía.
En relación con los códigos legales vigentes756, a excepción de Las Siete Partidas,
ninguno de los textos reguladores del delito de sodomía hacía referencia a la voluntad
de los implicados en el mismo757. Cometía sodomía aquel que hubiese contraído
relaciones sexuales con otro hombre independientemente de que en la acción hubiese
mediado cualquier tipo de violencia o coacción. El rasgo definitorio del acto, a lo largo
del siglo XIX, siguió estando representado por el atentado que contra el orden natural
y la sociedad suponía la emisión de semen fuera del acto reproductivo, constituyendo
la fuerza un agravante en su tratamiento por parte de la justicia.
753
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 1474. Para un mayor estudio de las
construcciones socio-culturales que giraron en torno al tratamiento penal de la sodomía en la ciudad de
México a lo largo del siglo XIX véase Palafox Menegazzi, Alejandra, ―Sodomía y masculinidad en la
ciudad de México (1821-1870)‖, Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, , Vol. 72, n. 1, 2015, pp. 289-
320.
754
Los juristas Anastasio de la Pascua y Joaquín Escriche coinciden en equiparar semánticamente ambos
términos.
755
Palafox Menegazzi, Alejandra, ―Justicia, regulación sexual y feminidad en la ciudad de México (1827-
1870)‖, Trashumante. Revista Americana de Historia Social, n. 2, 2013, p. 25. Para una historia del
―lesbianismo‖ durante el Porfiriato, véanse: Irwin, Robert Mckee: ―‘Las inseparables‘ y la prehistoria del
lesbianismo en México‖, Debate Feminista, Año 15. Vol. XXIX, Abril 2004, pp83-100 y Núñez Becerra,
Fernanda, ―El agridulce beso de Safo: discursos sobre las lesbianas a fines del siglo XIX mexicano‖,
Historia y Grafía, n. 31, 2008, pp. 49-75.
756
El Fuero Real recogía lo siguiente: ―Maguer que nos agravia de fablar en cosa que es muy sin guisa de
cuidar, e muy mas sin guisa de facer: pero porque mal pecado alguna vez aviene que un ome cobdicia a
otro por pecar con él contra natura, mandamos que cualesquier que sean que tal pecado fagan, que luego
que fuer sabido, que amos a dos sean castrados ante todo el pueblo, e después al tercer día que sean
colgados por las piernas fasta que mueran, e nunca dende sean tollidos‖, Fuero Real, lib. IV, tít. 9, ley 2,
―De los que dexan la orden e de los sodomitas‖, Fuero Real del Rey Don Alonso el Sabio, Valladolid,
Editorial MAXTOR, 2005 [1569], p. 134.
757
Las Siete Partidas consideraban las personas que fueran forzadas a tener relaciones no eran
responsables del delito de sodomía.
- 187 -
Alejandra Palafox Menegazzi
La legislación recogida en Las Siete Partidas contemplaba la pena capital para los
condenados por sodomía sin especificar la manera de ejecutar la misma y eximiendo
de ella a los menores de catorce años y a aquellas personas que hubiesen sido
forzadas a cometer el delito. De acuerdo con el análisis realizado por Francisco Tomás
y Valiente, este código seguía considerando la sodomía como un pecado contra
natura, haciendo referencia a los pasajes bíblicos de Sodoma y Gomorra como si
efectivamente hubiesen acaecido, para remarcar que la persona que cometiese
sodomía atentaba contra la sociedad al provocar la ira de Dios758.
La Novísima Recopilación de las Leyes de España759, por su parte, incluyó en lo
referente a este delito las pragmáticas emitidas por los Reyes Católicos en 1497 y por
Felipe II en 1592. La primera establecía la muerte por quema en la hoguera y la
confiscación de todos los bienes del acusado, además de permitir la aplicación del
tormento ante un delito considerado ―atrocísimo‖ y ―nefando‖, por ser, respectivamente,
equiparables a los delitos de herejía y lesa majestad, y no ser digno de nombrar. La
segunda pragmática, pese a no incrementar las penas contempladas, permitía culpar a
los acusados de sodomía aunque no existiesen testigos o las declaraciones de éstos
fuesen contradictorias.
Las condenas a muerte, tan frecuentes durante el siglo XVII ante este y otros
delitos sexuales760, fueron paulatinamente sustituidas por penas corporales como el
encierro o los trabajos forzados. A pesar de este decrecimiento en la severidad de las
sentencias, la sodomía siguió persiguiéndose hasta 1871, cuando con la promulgación
del Código Penal del Distrito Federal y Territorio de la Baja California, dejó de estar
tipificada como delito en la ciudad de México. Esto, sin embargo, no impidió que la
práctica sexual continuase criminalizada al insertarse dentro de la amplia categoría de
ultrajes a la moral pública o las buenas costumbres761.
6. Demostrar la violación
Para determinar la existencia de un delito de estupro por seducción, es decir, de
acto sexual con una mujer honrada por medio de halagos, falsas promesas o engaño,
los autores de derecho consultados coincidían en la necesidad de demostrar
758
Tomás y Valiente, Francisco, ―El crimen y pecado contra natura‖, en Tomás y Valiente, Francisco (y
otros), Sexo barroco y otras transgresiones premodernas, Madrid, Alianza Editorial, 1990, p. 41.
759
No. R. lib. XII, tít. 30, leyes 1 y 2.
760
Bracamonte Allaín, Jorge, ―Los nefandos placeres…‖, op. cit., p. 396. Para el estudio de las diferencias
en las condenas por el delito de sodomía con base al estatus social de los acusados véase De los Reyes,
Guillermo, ―Curas, Dones y Sodomitas‖: Discursos de moralidad sexual y prácticas sexuales ilícitas entre
sacerdotes en México Colonial‖, Anuario de Estudios Americanos, vol. 67, n. 1, 2010, pp. 53-76.
761
CP 1871, lib. 2, tít. 6. Otros códigos penales estatales como el de Guanajuato de 1870, sin embargo, sí
recogieron el delito de pederastia, entendido como un delito contra la honestidad. Lozano Serna,
Edmundo Iván, ―El primer código penal de Guanajuato (1871)‖, EPIEKA Derecho y Política, 2010. En
http://epikeia.leon.uia.mx/old/numeros/14/epikeia14-codigo_penal.pdf. Consultado el 14/02/2015.
- 188 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
previamente la honradez de la supuesta víctima. Esta situación dio lugar a que las
mujeres solteras tuviesen que demostrar su doncellez, es decir, su virginidad previa al
delito juzgado, para poder contar con la protección judicial pertinente762. Si se trataba
de una ―mujer pública‖ o de mala fama la seducción no constituiría un delito de estupro
involuntario sino una simple fornicación no castigada con las leyes. Esta valoración de
la feminidad con base en sus comportamientos sexuales supuso el fomento de un
modelo basado en el pudor y la castidad, considerados ―las primeras virtudes de las
mujeres‖ por algunos tratadistas de derecho763.
El estupro debía de ser probado por la persona que lo alegaba (y no ya por las
autoridades judiciales) mediante pruebas morales o materiales. Por pruebas morales
se incluía ―la confesión, aunque sea extrajudicial, o la jactancia del acusado, la
declaración de testigos764, la frecuente conversación y trato del hombre y la mujer
estando solos en parajes retirados, el ir juntos en un carruaje con las cortinas corridas;
el hablar secretamente el hombre a la mujer, especialmente si le ha hecho regalos, o
le ha escrito cartas amorosas, el visitarla muchas veces durante la noche y aun de día,
estando sola; el encerrarse con ella en un cuarto, el abrazarla y hacer cualquiera de
aquellos actos que según las costumbres del país y las circunstancias inducen
sospechas vehementes de trato ilícito‖765. Las sospechas de conducta desarreglada
que podían recaer sobre una mujer eran determinantes para que sus quejas por
estupro tuvieran validez ante las autoridades judiciales. De esta manera, en atención a
Senén Vilanova, aquellas mujeres que hubiesen sido vistas ―rozarse íntimamente con
otras mujeres malas, públicas o rameras o alcahuetas conocidas‖ o aquellas que
hubiesen despreciado su propio honor hasta el grado de haber provocado escándalo y
desvergüenza, no ameritaban ser creídas por las autoridades judiciales766.
Entre las pruebas materiales o físicas consideradas por Escriche se encontraban
los ―vestigios o señales que deja el estupro en la estuprada, y que consisten en la
desfloración, en las violencias y lesiones sobre los órganos sexuales u otras partes del
cuerpo y en las enfermedades venéreas que a veces comunica el delincuente‖767. Ante
estas posibles marcas el autor advertía que una desfloración podía ser reciente o
antigua y las señales de violencia provenir de otras causas que ninguna relación
tuvieran con el estupro. De la misma manera, los indicios de ―mal venéreo‖ podían ser
762
P. 7.19.2.
763
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 100.
764
Para demostrar un delito de estupro o que una demanda del mismo prosperase tenía que haber
conocimiento público de su comisión o, en su defecto, de la honradez de la mujer previa al estupro.
765
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, pp. 654-655.
766
Vilanova y Mañes, Senen, Materia Criminal forense…, op. cit., p. 207.
767
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 655.
- 189 -
Alejandra Palafox Menegazzi
engañosos. Por estos motivos, los reconocimientos corporales debían efectuarse sólo
cuando se estimase necesario y por parte de facultativos capacitados.
Si bien las Partidas recomendaban al respecto que los reconocimientos corporales
fueran ejecutados por ―buenas y honestas mujeres‖768, llamadas matronas según
Escriche, en este tipo de situaciones este jurista se oponía a su intervención por
considerar que carecían de la instrucción y sagacidad necesaria ―para formar ideas
exactas en materia tan delicada y calificar con tino los casos que se sometan a su
juicio‖769. Otros juristas como Senén Vilanova, sin embargo, recomendaban la
interactuación en los exámenes de dos comadres o matronas y uno o dos médicos o
cirujanos. Todos, después de proceder al reconocimiento de las ―partes pudendas de
la estuprada‖ de forma ―reflexiva y escrupulosa‖, debían realizar una declaración
fundada, juiciosa e individual sobre la conservación del estado de virginidad de la
mujer770.
En relación a los casos de violación o forzamiento, a las dificultades existentes para
probar este tipo de delitos había que sumarle el hecho de que se consideraba
imposible que ―un solo hombre‖ pudiese llevar a cabo tal atropello teniendo la mujer
―más medios para oponerse a la violencia que el hombre para vencer la resistencia‖,
existiendo la posibilidad, además, de que ―una mujer sagaz‖ se valiera ―de la
seducción o de otros artificios para quejarse luego de haber sido violada‖, como
afirmaba Anastasio de la Pascua771.
Esta actitud de desconfianza y falta de credibilidad mostrada por los tratadistas de
derecho ante las demandas femeninas por agresión sexual presentaba una
continuidad con la actitud que en el siglo V Agustín de Hipona había manifestado ante
el suicidio de Lucrecia, quien se quitó la vida tras haber sido forzada por Sexto. Frente
a este mítico acontecimiento, el santo afirmaba: ―¿Y si (cosa que ella sólo pudo saber),
halagada por su libido, consintió con el mozo que hizo en ella violenta irrupción, y,
castigándolo en sí, fue tanto su dolor que creyó debía expiarlo con la muerte?‖772.
Como veremos, a pesar de que las leyes castigaban el delito de fuerza sexual
ejercido también sobre mujeres solteras no vírgenes, la extendida reticencia a
condenar este tipo de agresiones se tradujo en que, en la práctica judicial, sólo se
persiguieran y sancionaran las cometidas sobre mujeres consideradas honradas por
las autoridades.
768
P. 3.14.8.
769
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 655.
770
Vilanova y Mañes, Senen, Materia Criminal forense…, op. cit., p. 204
771
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 251.
772
Agustín de Hipona, La ciudad de Dios…, op. cit., p. 100.
- 190 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
773
CP 1871, art. 555.
774
CP 1871, art. 793.
775
CPP 1880, art. 814.
- 191 -
Alejandra Palafox Menegazzi
776
Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición…‖, op. cit., p. 40.
777
―En los casos de estupro o de violación de una mujer, no tendrá ésta derecho para exigir, como
reparación de su honor, que se case con ella o la dote el que la haya violado o seducido‖, CP. 1871, art.
312.
778
Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición…‖, op. cit., pp. 40-41.
779
Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición…‖, op. cit., p. 43.
780
CP 1871, art. 808.
781
CP 1871, art. 809-810.
- 192 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
las que era ―fácil rodear la inexperiencia y credulidad de una joven inexperta y
apasionada‖782.
Si el autor del rapto no entregaba a la persona robada o no daba noticia de su
paradero, su condena podría incrementarse hasta con doce años de prisión783. Aunque
si el raptor contraía matrimonio con la mujer ofendida, no podía procederse
criminalmente contra él hasta que el matrimonio no fuera declarado nulo.
Frente al delito de violación, entendido como la ―cópula con una persona sin la
voluntad de ésta‖ por medio del uso de la violencia física o moral, sea cual fuere su
sexo, la pena impuesta por el Código osciló entre los diez y los seis años de prisión y
varió en función de la edad de la víctima784.
Fungían como agravantes del delito que el acusado ejerciese autoridad sobre su
víctima, fuese ascendiente, descendiente, padrastro o madrastra del ofendido, así
como que el acto se realizase ―contra el orden natural‖, aumentando la pena en dos
años. En caso de que fuese hermano, la pena se incrementaría en un año y en seis
meses si el reo ejerciera autoridad sobre el ofendido o fuese su tutor, su maestro, o
criado asalariado del ofendido, o cometiera la violación abusando de sus funciones
como funcionario público, médico, cirujano, dentista, comadrón, ó ministro de algún
culto785. También constituían agravantes del delito, tanto en los casos de estupro o
violación, que resultara alguna enfermedad a la persona ofendida, lesión o su
muerte786.
782
Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición…‖, op. cit., p. 59.
783
CP 1871, art. 812.
784
A diferencia del delito de forzamiento recogido en la legislación colonial, la codificación penal
contempló, dentro del delito de violación, también la fuerza sexual perpetrada contra un varón.Quedaba
tipificado como violación también la cópula que se realizara con una persona sin sentido o privada del uso
de la razón. A diferencia del delito de forzamiento recogido en la legislación colonial, la codificación penal
contempló, dentro del delito de violación, también la fuerza sexual perpetrada contra un varón. CP 1871,
art. 795.
785
CP 1871, arts. 798-802.
786
CP 1871, art. 802.
- 193 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 194 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
787
―Si alguna mugier que no sea casada nin desposada fuer de su voluntad a casa de algun omne a fazer
fornicio, aquel con qui lo faze non aya pena ninguna‖. Fuero Real lib. IV, tít. 7, ley 7.
788
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 711.
789
Ortega Noriega, Sergio, ―El discurso teológico…‖, op. cit., p. 30.
- 195 -
Alejandra Palafox Menegazzi
790
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 68.
791
Latre, Mariano (ed.), El Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento, Barcelona, Imprenta de D. Ramón
Martín Indár, 1847, p. 28.
792
Por su parte, el III Concilio Provincial Mexicano de 1585, en aplicación de los principios tridentinos,
mostró una gran animadversión frente al concubinato y, junto con el incesto fueron los delitos contra los
que los eclesiásticos mexicanos mostraron un mayor rechazo. Para su represión fueron dictadas diversas
- 196 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
disposiciones. Véase Lib. V, tít. 10, ley 1, ―Del concubinato y penas de los concubinarios y alcahuetes‖ en
Galván Rivera, Mariano (ed.), Concilio III provincial mexicano, México, Eugenio Maillefert y Compañía,
1859, p. 384.
793
No. R. lib. XII, tít. 26, leyes 1-4.
794
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 151. En la República Mexicana las penas
de azotes y confiscación de bienes habían sido ya abolidas por el Decreto aprobado por las Cortes de
Cádiz el 8 de septiembre de 1813, el artículo 147 del título 5 de la Constitución de 1824 y el artículo 179
de las Bases de 12 de junio de 1834.
795
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., pp. 68-69.
796
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 479.
797
Ibidem, 152-153.
798
Ibidem, p. 151 y De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 71.
- 197 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2. El delito de adulterio
Como balance general, podemos afirmar que tanto la normativa de época colonial
como la desarrollada tras la independencia y el proceso codificador castigaron con
mayor severidad el delito de adulterio cometido por mujeres. La reforma liberal, como
destacó Ana Lidia García Peña, incrementó la desigualdad de género en el tratamiento
del delito de adulterio, volviendo explícito lo que había sido implícito en la legislación
colonial800.
Según lo expuesto por los juristas Joaquín Escriche y Anastasio de la Pascua, el
delito de adulterio consistía en el acceso carnal que un hombre o una mujer casados
tenían con otra persona que no fuese su cónyuge pero, en atención a la ley, sólo se
tenía en cuenta la infidelidad femenina.
Por su parte, el derecho canónico vigente, consideraba que la gravedad del delito
era la misma para hombres y mujeres y, por ello, debían de sufrir las mismas penas. El
cónyuge agraviado, según lo recogido en el Decretum de Graciano, estaba obligado a
rehusar de la relación matrimonial, hasta que el ofensor no pusiera fin al delito y
cumpliera la penitencia debida.
Para Tomás de Aquino el adulterio era el segundo vicio de lujuria en orden de
gravedad, antecedido sólo por los actos considerados contra natura801. Este pecado
consistía en el ―acceso al tálamo ajeno‖, que se producía cuando un hombre tenía
―comercio carnal con una mujer casada‖. Su carácter pecaminoso residía en el
atentado que causaba contra la fe matrimonial y contra los hijos de la mujer casada, a
los que dejaba expuestos a una situación de inseguridad por posible abandono del
hogar o tener hijos con un hombre distinto a su padre legítimo. Esta interpretación
partía de la premisa de que una mujer, al contraer relaciones sexuales buscaba, en
primer lugar, un varón que la protegiera y mantuviera. Una vez obtenidos ambos fines
mediante la comisión del adulterio, la mujer podía encontrar motivos para abandonar a
su anterior familia.
La normativa tomista recogida en la Suma Teológica evidenciaba que la gravedad
del adulterio era mayor cuando lo cometía una mujer, sobre todo al atentar ―contra la
prole‖ legítima. Tomás de Aquino indicaba que la esposa no podía ―consentir‖ el
799
―Lo cierto es que en efecto hay suma indulgencia si el amancebamiento no tiene otra circunstancia
grave (…) pero esto es muy distinto de no haber estado prohibido el amancebamiento, según entiendo‖,
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1837, p. 31.
800
García Peña, Ana Lidia, Violencia conyugal…, op. cit., p. 286.
801
Aquino, Tomás, Suma de Teología, op. cit., p. 479.
- 198 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
adulterio marital, ya que era un pecado que atentaba contra el orden natural802. Sin
embargo, este teólogo no especificaba si la mujer tenía capacidad para demandar a su
marido ante los tribunales civiles, capacidad explícitamente reconocida en los
hombres.
Como quedó establecido en el Tercer Concilio Provincial Mexicano803, las
instituciones y tribunales eclesiásticos autorizaban las acusaciones femeninas de
adulterio como causa para solicitar el divorcio eclesiástico y protegían a éstas de sus
maridos durante el proceso804. Pese a ello, como ya puso de manifiesto Silvia Marina
Arrom, la Iglesia no tuvo los medios suficientes para aplicar sus sanciones ni para
juzgar este tipo de delitos en los casos en los que el matrimonio siguiese unido por lo
que el delito de adulterio quedó sujeto a leyes civiles y, en especial, a lo recogido en la
legislación de Partidas805.
Pese a que el derecho canónico consideraba adúlteros tanto a la mujer como al
hombre casados que tuviesen relaciones sexuales con otras personas, el derecho civil
tan sólo reconocía como tal a la mujer casada y a su cómplice806. En consecuencia,
sólo el marido agraviado podía formular una acusación de adulterio y sólo el adulterio
femenino estaba penado legalmente. Esta desigualdad formal que, como reconoció
Escriche daba ―impunidad‖ al más fuerte frente a la que era ―débil por naturaleza‖ 807,
estuvo relacionada con el comportamiento sexual de una mujer tenía un valor
extraordinario ante los ojos de las élites judiciales de la época ya que, como reconoció
Escriche, ésta tenía como primeras virtudes el pudor y la castidad, por lo que su
abjuración suponía llevar a la depravación a un punto más alto que los hombres, para
los que estos atributos se consideraban secundarios808.
La codificación penal siguió valorando el delito de adulterio como un acto en contra
del honor del marido engañado pero no ya en contra del honor de la mujer, cuando la
infidelidad había sido cometida por un esposo, sancionando con mayor rigor las faltas
femeninas.
802
Ortega Noriega, Sergio, ―El discurso teológico…‖, op. cit., pp. 30-31.
803
Galván Rivera, Mariano (ed.), Concilio III provincial..., op. cit., pp. 130-131.
804
De la Pastora y Nieto, Isidro, Diccionario del Derecho Canónico, T. 1, Madrid, Imprenta de D. José C.
de la Peña, 1847, p. 48.
805
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad de México, 1790-1857, Madrid, Siglo XXI, 1988, p. 85.
806
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 101.
807
Ibidem, p. 100.
808
Idem.
- 199 -
Alejandra Palafox Menegazzi
sino que también deshonraba809. Las Partidas definían el adulterio como ―error que un
hombre hace a sabiendas acostándose con mujer casada o comprometida con otro‖810,
es decir, cometía adulterio aquel hombre que tuviese relaciones sexuales con una
mujer sabiendo que era casada o prometida en esponsales a otro hombre. El adulterio
era considerado romance en lecho de otro, pero sólo la mujer era ―contada por lecho
del marido‖ y, por este motivo, el adulterio femenino constituía una importante
deshonra para el marido811 pero, por el contrario, la falta que cometía un varón con
otra mujer no perjudicaba el honor de su esposa.
El Código Penal de 1871, al revalorizar un concepto de honor masculino basado en
la conducta sexual de las mujeres, mantuvo la valoración esgrimida en las Partidas.
Como constaba en la exposición de motivos elaborada por Antonio Martínez de
Castro812, en términos morales el adulterio constituía la misma falta cuando lo
cometían hombres o mujeres pero éste sólo causaba infamia en caso de que lo
cometiese una mujer casada, al empañar con su acción la reputación de su marido813.
Los daños que esta falta causaba también presentaban valoraciones distintas en
hombres y mujeres y tanto las Partidas como el Código Penal consideraron mayor el
daño causado por el adulterio femenino ya que éste podía conllevar un embarazo y la
consiguiente transmisión de patrimonio paterno fraudulento al futuro hijo814. ―La mujer
adúltera defrauda su haber a sus hijos legítimos, introduciendo herederos extraños en
la familia, y esto no sucede con el adúltero que tiene hijos fuera de su matrimonio‖,
sostenía Martínez de Castro al respecto815. Esta medida, al conceptualizar al varón
como el sujeto principal en la trasmisión de la propiedad y la formación de los bienes
patrimoniales, subordinaba simbólicamente a la mujer, concebida como un ser
relegado a la esfera privada de lo doméstico y destinado a la reproducción.
Por los motivos expuestos, el derecho hispánico, vigente en México hasta 1871,
contemplaba que sólo el marido o los parientes varones agraviados por el delito816
estaban facultados para presentar una acusación de adulterio, prohibiendo a la mujer
809
Proemio, P. 7.17.
810
P. 7.17.1.
811
P. 7.17.1.
812
Como ya hemos comentado en párrafos precedentes, la exposición de motivos del Código Penal de
1871 estuvo redactada por el jurista sonorense Antonio Martínez de Castro, presidente de la comisión
encargada de formar el Código.
813
Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición de motivos…‖, op. cit., p. 59.
814
Ibidem, p. 60. ―Del adulterio que hace el varón con otra mujer no nace daño ni deshonra a la suya. La
otra, porque del adulterio que hace su mujer con otro queda el marido deshonrado, recibiendo la mujer a
otro en su lecho: y además, porque del adulterio de ella se le puede presentar al marido un gran daño.
Porque si se fecundara de aquel con quien hizo el adulterio, vendría el hijo extraño a ser heredero en uno
con los legítimos, los que no ocurriría a la esposa, del adulterio que el marido hiciera con otra‖. P. 7.17.1 y
No. R. lib. XII, tít. 26, leyes 1-5.
815
Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición de motivos…‖, op. cit., p. 60.
816
―No la puede ninguno acusar, si no fuera su marido o su padre de ella o su hermano o su tío hermano
de su padre o de su madre: porque no debe ser difamado el casamiento de tal mujer por acusación de
hombre extraño, ya que el marido y los otros parientes sobredichos de ella quieren sufrir y callar su
deshonra‖, P. 7.17.2.
- 200 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
presentar queja contra su marido por el mismo crimen817. Esta disposición, en los
albores de la codificación penal y en atención a lo expuesto por Dublán y Méndez en el
Novísimo Sala, se consideraba ―conforme a la moralidad, al orden interior de las
familias, a la inviolabilidad del hogar doméstico y al respeto debido a la alta institución
del matrimonio‖818.
La codificación penal, pese a posibilitar que una mujer presentara una acusación de
adulterio contra su marido, limitó esta acción a tres circunstancias concretas: cuando
el adulterio se hubiese cometido en el domicilio conyugal819, cuando lo cometiera fuera
del mismo en una relación de concubinato, o cuando el delito causara escándalo. Por
el contrario, el adulterio de la mujer constituía de por sí un delito que merecía ser
penado820.
El proceso podía incoarse sólo a instancia de la parte agraviada, no pudiendo
perseguirse de oficio antes ni después de la codificación821. De la misma manera, el
proceso incoado por adulterio debía cesarse en el momento en el que la parte
agraviada mostrara su perdón al cónyuge ofensor o falleciera822. La queja debía
dirigirse ante el juez contra los dos adúlteros, en el caso de que ambos estuviesen
vivos, no pudiendo el marido agraviado acusar a uno sólo823. Tras la codificación esta
medida se modificó levemente, regulando que aunque la acusación presentada por la
parte agraviada estuviera dirigida sólo contra uno de los dos infractores, el proceso se
llevaría a cabo siempre contra los dos y sus cómplices824.
La impronta de la Novísima Recopilación se observa en la codificación penal, pues
según el antiguo corpus legal una mujer no podía excusar la acusación que sobre ella
recaía por adulterio aduciendo la comisión del mismo crimen por parte de su marido825.
Esta medida quedó ampliada a ambos cónyuges en 1871, estableciéndose en el
artículo 829 del Código que la persona acusada de adulterio no podría alegar como
817
―Y, por lo tanto, que los daños y las deshonras no son iguales, manera cosa es que el marido tenga
esta mejoría y pueda acusar a su mujer de adulterio si lo hiciera, y ella no a él: y esto fue establecido por
las leyes antiguas, ya que según juicio de la Santa Iglesia no sería así‖. P. 7.17.1. Las infidelidades
maritales podían ser castigadas cuando supusieran un amancebamiento público. Según lo recogido en la
Novísima Recopilación, los hombres casados que viviesen amancebados de forma pública, pese a no
constituir un delito de adulterio, debían ser condenados a perder el quinto de sus bienes hasta la cantidad
de diez mil maravedíes. No. R. lib. XII, tít. 26, ley 1.
818
Dublán, Manuel y Méndez, Luis, Novísimo Sala..., op. cit., p. 148.
819
Por domicilio conyugal se entendía ―la casa o casas que el marido‖ tenía ―para su habitación‖, así
como la casa en la que sólo habitaba la mujer. CP 1871, art. 822.
820
CP 1871, art. 821.
821
Si bien las Partidas contemplaban como parte afectada a los parientes varones de la mujer adúltera, la
codificación penal limitó la extensión de la infamia causada por el adulterio femenino al marido afectado.
Por este motivo, sólo podía procederse criminalmente contra los adúlteros a petición del cónyuge
ofendido. CP 1871, art. 820.
822
CP 1871, arts. 825 y 827.
823
No. R. lib. XII, tít. 28, ley 3
824
Siempre que los dos adúlteros viviesen, estuviesen presentes, y se hallasen sujetos a la justicia del
país. CP 1871, art. 823.
825
No. R. lib. XII, tít. 28, ley 2.
- 201 -
Alejandra Palafox Menegazzi
826
Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición de motivos…‖, op. cit., p. 60.
827
―A nadie se le puede juzgar por sospechas ni presunciones sino por pruebas claras en las que no haya
duda ninguna señala que como caso de excepción es el adulterio y dispone que si el marido concibe
sospechas sobre la fidelidad de su mujer, requiere de tres testigos. Exceptuando el caso en el que el
marido halle a la mujer en el acto mismo del adulterio, excepción por la cual puede matarla sin pena‖, P.
3.14.12.
828
―Si mujer casada ficiere adulterio, ella y el adulterador ambos sean en poder del marido, y faga dellos
lo que quisiere, y de quanto han, así que no pueda matar al uno y dexar al otro‖. No. R. lib. XII, tít. 28, ley
1.
829
Dublán, Manuel y Méndez, Luis, Novísimo Sala..., op. cit., pp. 76-77.
830
CP 1871, art. 554.
- 202 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
b) Las condenas
En relación con las penas recogidas ante este delito, pese a su caída en desuso,
según las Siete Partidas, la mujer adúltera debía de ser castigada con azotes públicos
y reclusión en un monasterio de por vida si el marido no ofrecía perdón o moría en los
primeros dos años, además de perder su dote y las arras831 en beneficio del marido832.
El cómplice, por su parte, debía de ser condenado con la pena capital833. En la
práctica, en atención a lo recogido en los manuales y diccionarios de derecho, los
tribunales solían castigar al adúltero con una pena arbitraria de presidio, destierro o
multa y a la adúltera con la reclusión834.
Las penas contempladas por el Código Penal castigaron con mayor rigor el
adulterio cometido por una mujer casada que el perpetrado por un hombre casado,
manteniendo la consideración medieval de que la infidelidad matrimonial era más
grave cuando la cometía una mujer. De esta manera, se castigó con dos años de
prisión y multa de segunda clase el adulterio cometido por hombre libre y mujer
casada, y con un año de prisión el cometido por hombre casado y mujer libre, siempre
que este tipo de adulterio no se hubiese perpetrado en el domicilio conyugal, ya que,
en ese caso, los delincuentes merecerían también pena de dos años de prisión835. En
todas las circunstancias, los condenados por adulterio perderían por seis años sus
derechos a ser tutores o curadores.
El abandono del cónyuge adúltero por parte del ofendido antes de la comisión
del delito podía fungir como atenuante en la determinación de la condena judicial836.
Por el contrario, podían ser causas de agravante de cuarta clase el cometer adulterio
doble, tener hijos en el momento de la comisión del delito u ocultar el estado civil de
casado a la persona con la que se cometía el adulterio. Por otro lado, si un hombre
soltero tenía relaciones sexuales con una ―mujer pública‖, calificativo que en el siglo
XIX recibían las mujeres que ejercían la prostitución, en caso de que esta mujer
estuviera casada, no se castigaría su infracción. La mujer en cuestión, sin embargo, si
831
Las arras eran un regalo que el marido entregaba a su esposa durante la celebración del matrimonio.
Simbolizaban el reconocimiento marital de las virtudes de la mujer y su entrega era a perpetuidad,
quedando en manos de la esposa incluso en caso de que se produjese un divorcio. La cantidad entregada
solía representar el 10% de los bienes del marido, como máximo. Véase, Arrom, Silvia, La mujer
mexicana ante el divorcio eclesiástico, 1800-1867, México, SepSetentas, 1976, pp. 9-15.
832
―Acusado siendo algún hombre que hubiese hecho adulterio; y le fuese probado que lo hizo, debe
morir por lo tanto: pero la mujer que hiciese el adulterio aunque le fuese probado en juicio, debe ser
castigada y herida públicamente con azotes, puesta y encerrada en algún monasterio de dueñas: y
además de esto debe perder la dote, y las arras que le fueron dadas por razón de casamiento, y deben
ser del marido‖, P. 7.17.15.
833
P. 7.17.15.
834
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 66 y Escriche, Joaquín, Diccionario
razonado…, op. cit, 1851, p. 98.
835
CP 1871, art. 816.
836
Este atenuante podía ser de primera, segunda, tercera o cuarta clase, según las causas que hubiesen
motivado el abandono. CP 1871, art. 818.
- 203 -
Alejandra Palafox Menegazzi
podría ser acusada por su marido de adulterio y juzgada según lo dispuesto por la
Ley837. Si el hombre que contratara los servicios de la prostituta estaba casado, podía
ser denunciado por su esposa y juzgado con arreglo a las leyes.
3. Incesto
El incesto838, antes de la codificación penal, era un delito definido como el acceso
carnal habido entre personas con relación de parentesco por consanguinidad839,
afinidad840 o de tipo espiritual841 o legal842. En atención al principio exogámico que
regulaba la organización social del momento, las relaciones sexuales y el matrimonio
entre personas emparentadas estaban vedados. La codificación de 1871 supuso la
desaparición del incesto como tipificación delictiva843.
La teología moral cristiana condenaba este pecado, situado después del adulterio
en orden de gravedad entre los vicios de lujuria sistematizados por Tomás de Aquino.
Su prohibición, según este autor, se justificaba por la necesidad de evitar la lujuria en
el interior de las familias y fomentar las amistades y redes entre extraños mediante el
matrimonio.
Según las Partidas cometía este pecado el hombre que mantuviera relaciones
sexuales o ―yaciera‖ con una mujer con la que tuviera un parentesco de hasta el cuarto
grado. Este pecado también se extendía a aquellos hombres que tuvieran relaciones
con su ―cuñada‖, es decir, con la mujer de alguno de sus parientes, con los que tuviera
también una afinidad de hasta el cuarto grado. Cualquier persona del pueblo o de la
837
CP 1871, art. 830.
838
Etimológicamente, según el Diccionario de Escriche, la palabra incesto provenía del vocablo latino
incestus que refería al matrimonio contraído con impedimento, es decir sin el cestus o la cintura de Venus
que solía darse a los casados. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 846.
839
La consanguinidad, en derecho civil, era la unión o enlace de varias personas por parentesco natural,
que procedían de una raíz o tronco. La línea de parentesco natural era el enlace y conexión que algunas
personas tenían entre sí, descendiendo unas de otras y todas de una raíz o tronco. De la Pascua,
Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 316.
840
El parentesco por afinidad era aquel que se contraía por el matrimonio consumado o por cópula ilícita
entre el varón y los parientes de la mujer y entre la mujer y los parientes del varón, según la P. 4.6.5. Tras
el concilio de Trento, el impedimento al matrimonio originado por afinidad contraída por fornicación quedó
restringido sólo a aquellas personas que tuvieran parentesco en primero y segundo grado. Los grados
ulteriores dejaron, en este tipo de casos, de constituir impedimentos. Sesión XXIV, CP. IV, ―Restríngese al
segundo grado la afinidad contraída por fornicación‖, López de Ayala, Ignacio (traductor), El Sacrosanto y
ecuménico Concilio de Trento, Barcelona, Imprenta de D. Ramón Martín Indár, 1847, p. 283. La
valoración de esta medida por Juan N. Rodríguez muestra la vigencia del Derecho Canónico en la
regulación del delito de incesto a mediados del siglo XIX. Rodríguez de San Miguel, Juan N., Pandectas
Hispano-Megicanas, o sea Código General comprensivo de las leyes generales, útiles y vivas de las siete
Partidas, Recopilación Novísima, la de Indias, autos y providencias conocidas por de Montemayor y
Beleña, y cédulas posteriores hasta el año de 1820, Vol. II, México, Mariano Galván Rivera, 1840, p. 401.
841
El parentesco espiritual, desde el Concilio de Trento, era aquel que derivaba de la relación establecida
entre los padres de un bautizado y los padrinos de éste, el bautizado y sus padrinos y el bautizado y sus
padres. Latre, Mariano (ed.), El Sacrosanto…, op. cit., p. 282.
842
Véase P. 4.2.13, P. 7.18.1, P. 7.18.3 y No. R. lib. XII, tít. 29, ley 1. Esta última ley calificaba también de
incesto el acceso habido con monja profesa y el habido por mujer católica con hombre que no fuera
cristiano.
843
Sin embargo, como ya hemos expuesto en este trabajo, dentro del delito de ―violación‖ el que el reo
fuera ascendiente, descendiente, padrastro, madrastra o hermano de ofendido constituía un agravante en
el momento de determinar la condena.
- 204 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
844
―Quien puede acusar al que cae en pecado de incesto, ante quién, en qué manera y a quién‖, P.
7.18.2.
845
P. 7.18 citada en Rodríguez de San Miguel, Juan N., Pandectas Hispano-Megicanas…, op. cit., p. 445.
846
Lib. IV, tít. 13, De cognotatione legali. De eo qui cognovit consanguineam uxoris suae, vel aponsae
citado en Ibidem, p. 445.
847
Las penas contempladas por el Fuero Real y el Fuero Juzgo eran las de la separación de los
delincuentes, el destierro o la reclusión perpetua en monasterios. Fuero Juzgo, lib. III, tít. 5, leyes 1 y 2 y
Fuero Real, lib. IV, tít.8, leyes 1-3.
848
No. R. lib. XII, tít. 29, ley 1. La normativa citada pertenece al De Paenis, obra de cuya existencia no se
tenía constancia, pese a ser atribuida por la Novísima Recopilación a Don Alfonso XI y Don Enrique III de
Castilla, como ya sostuvo el canónigo, jurista y académico ovetense Francisco Martínez Marina en 1820.
El contenido citado por la No. R. se encontraba recogido en dos textos distintos: un epígrafe de 1329
publicado por el rey Alfonso XI en un breve cuaderno con el título ―Ordenamiento que fizo el Rey D.
Alfonso de las penas e caloñas que pertenecen a su cámara‖ y, otro de 1401, perteneciente al rey Enrique
III y titulado ―Ordenamiento del señor Rey D. Enrique III sobre las penas de cámara‖. Véase al respecto
Martínez Marina, Francisco, Juicio crítico de la Novísima Recopilación, Madrid, Imprenta Don Fermín
Villalpando, 1820, p. 71.
849
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 846.
- 205 -
Alejandra Palafox Menegazzi
4. Bigamia
El delito de bigamia consistía en el ―estado de un hombre casado con dos mujeres
a un mismo tiempo o el de la mujer casada con dos hombres‖, denominándose
―bigamia‖ también el segundo matrimonio que se contraía 852. Siguiendo esta lógica, la
poligamia era el estado de un hombre casado a un tiempo y a sabiendas con dos o
más mujeres853. Por ―poliandria‖, se hacía referencia al estado de mujer casada con
dos o más hombres, algo que repugnaba más a la razón, según Joaquín Escriche, por
―ser incierto en tal caso el padre de la prole‖854.
La monogamia era una de las principales características del matrimonio católico,
definido dentro de la teología tomista. Desde los inicios del proceso colonizador
español en América, a lo largo del siglo XVI, los teólogos encargados de implementar
la doctrina cristiana entre la población indígena y española tuvieron que hacer frente a
la poligamia como práctica entre la población indígena y transgresión protagonizada
por algunos de los españoles que habían dejado a sus esposas al otro lado del
Atlántico.
Ante las heterodoxas prácticas indígenas, los principales teólogos novohispanos se
mostraron más o menos tolerantes. Fray Alonso de la Vera Cruz, principal teólogo
agustino novohispano de formación tomista en el siglo XVI, por ejemplo, aceptaba que
los indígenas convertidos al cristianismo eligieran entre sus esposas, en caso de ser
polígamos, a una con la que unirse en cristiano matrimonio. En caso de haber
repudiado a esposas en el pasado, este teólogo consideraba lícito que mantuvieran la
que era esposa en el momento de la conversión. Por el contrario, teólogos como Fray
Bartolomé de Ledesma, se mostraron inflexibles ante las uniones que no siguieran la
850
Idem.
851
―La necesidad de conservar las virtudes domésticas, y de que las mujeres no se presenten a la
sociedad como corrompidas en el seno mismo de sus familias, no menos que el orden de las sucesiones,
han hecho que todos los legisladores conceptúen como grave este delito‖. Dublán, Manuel y Méndez,
Luis, Novísimo Sala..., op. cit., p. 149.
852
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 378.
853
Escriche reconoce que la poligamia es también el estado de una mujer casada en iguales términos con
dos o más hombres pero este delito lo tipifica luego como ―poliandria‖. Escriche, Joaquín, Diccionario
razonado…, op. cit, 1851, p. 1420.
854
Idem.
- 206 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
855
La única excepción al respecto era la recogida en la dispensa ofrecida por el papa Paulo III en 1537,
según la cual, sólo en los casos en los que no fuera posible reconocer a la primera esposa, un indígena
podría legitimar cristianamente su matrimonio actual.
856
Ortega Noriega, Sergio, ―Los teólogos…‖, op. cit., p. 17.
857
Cano Sordo, Víctor, ―Fe y Sacramentos en Bartolomé de Ledesma (ca. 1525-1604)‖, en Josep-Ignasi
et. al. (eds.), Evangelización y teología en América (siglo XVI): X Simposio Internacional de Teología de la
Universidad de Navarra Saranyana, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra,
1990, Vol. 2, p. 1121.
858
Galván Rivera, Mariano (ed.), Concilio III provincial…, op. cit., p. 351.
859
Por ―regalismo borbónico‖ se entiende el conjunto de políticas reales en detrimento del poder
eclesiástico, desarrolladas en la segunda mitad del siglo XVIII. A partir, principalmente, del reinado de
Carlos III, la injerencia real en los asuntos eclesiásticos pasó de ser concebida como una concesión
papal, como quedó teorizado en las políticas del Patronato y el Vicariato, a justificarse mediante un
derecho inherente a la Corona. De la Hera, Alberto, ―El regalismo indiano‖, Ius canonicum, vol. 32, n. 64,
1992, p. 423.
860
Por Real Cédula de 5 de febrero de 1770, Carlos III decretó que los delitos de doble matrimonio o
poligamia competían a las Justicias Reales. No. R. lib. XII, tít. 28, ley 10.
- 207 -
Alejandra Palafox Menegazzi
destierro de cinco años a islas separadas de los dos contrayentes, siempre que ambos
fueran sabedores del primer enlace, así como la confiscación de sus bienes861.
La Novísima Recopilación incluía que el culpable fuera marcado en la frente con
una letra ―Q‖ hecha mediante el contacto con un fierro caliente y perdiera la mitad de
sus bienes862. Esta colección de leyes, además, en su ley más reciente, establecía que
la condena de destierro recogida en las Partidas debía de ser sustituida por la de
vergüenza pública y galeras.
Según Joaquín Escriche, la jurisprudencia solía castigar a los reos por bigamia a
seis o más años de presidio, en caso de ser hombres, y a reclusión para las mujeres.
El mantenimiento de la criminalización de este acto respondía al carácter pernicioso
del mismo, pues en palabras de Escriche su legalidad ―degeneraría la especie humana
y nacería mayor número de hembras que de varones‖863.
El proceso codificador del siglo XIX siguió defendiendo la monogamia matrimonial
mediante la criminalización del acto de matrimonio doble o bigamia, incluido entre los
―Delitos contra el orden de las familias, la moral pública o las buenas costumbres‖ y
definido en el código como el delito que comete ―el que, habiéndose unido con otra
persona en matrimonio válido y no disuelto todavía, contrae uno nuevo con las
formalidades que exige la ley‖864.
Las penas para el bígamo o la bígama eran de cinco años de prisión y multa de
segunda clase, cuando la persona con quien se contrajera el nuevo matrimonio fuera
libre y no tuviera conocimiento del matrimonio anterior865. En caso de que sí tuviera
conocimiento, las penas para ambos reos serían de tres años de prisión y multa de
segunda clase.
Que el inculpado demostrara que había tenido motivos para considerar disuelto su
anterior matrimonio o no tuviera hijos eran elementos atenuantes. Por el contrario, se
consideraba agravante que el bígamo tuviese cópula con su nuevo cónyuge866.
5. La prostitución
En lo que respectaba a las definidas como mujeres públicas o rameras, es decir,
aquellas que hacían ―tráfico vil‖867 o ―vergonzoso‖ de su cuerpo, ―entregándose a
cualquier hombre por cierto estipendio‖868, según las declaraciones de los juristas de la
época, la regulación de su actividad dependió de lo recogido en la legislación colonial
861
P. 7.17.16.
862
No. R. lib. XII, tít. 28, ley 6.
863
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, p. 1420.
864
CP 1871, art. 831.
865
CP 1871, art. 833.
866
CP 1871, art. 835.
867
Dublán, Manuel y Méndez, Luis, Novísimo Sala..., op. cit., p. 151.
868
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 152.
- 208 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
a) El vacío legal
Sin bien es cierto que la prostitución estaba formalmente prohibida, las medidas y
penas contempladas en la legislación hispánica869 habían caído en desuso ya en
época colonial y, en la práctica, en la Ciudad de México proliferaron los burdeles870 a lo
largo de todo el siglo XIX.
Atendiendo a la Novísima Recopilación, los alcaldes de los cuarteles debían
detener y encarcelar a las supuestas prostitutas que encontraran, prohibiéndose
explícitamente las casas de mancebía o lupanares del Reino871. Por su parte, los
hombres que solicitasen o contratasen los servicios de prostitución no incurrían en
ningún delito y sus actos no estaban sancionados por la ley. En caso de quedar
embarazada por el ejercicio de la prostitución, una mujer no podría presentar ninguna
queja ante las autoridades ni exigir ningún tipo indemnización al responsable872.
869
La lib. III, tít. 4, ley 17 del Fuero Juzgo castigaba con azotes, reducción a la servidumbre y
desollamiento de la frente a las prostitutas. La regulación de las Siete Partidas trató de separar a las
prostitutas del resto de las mujeres, tanto a través de una vestimenta que las diferenciara, como por su
separación física. De esta manera, quedó establecido que cualquier mujer virgen o de buena fama que se
vistiera con paños ―de aquellos que usan vestir las malas mujeres‖ o que acudieran a los lugares donde
éstas residían, no podrían reclamar nada ante la justicia en caso de que un hombre las deshonrara ―de
palabra o de fecho‖. P. 7.9.18.
870
Los burdeles, llamados indistintamente casas públicas o de mancebía, eran espacios cerrados donde
se ejercía la prostitución. Hasta la expedición de la Pragmática de Felipe IV en 1623, con la que se
prohibió la prostitución reglamentada, esta actividad estuvo regulada por el cabildo de la ciudad de México
y fue concebida como un mal menor, un medio para evitar que los hombres que no pudieran controlar sus
pasiones buscaran tener relaciones con mujeres honradas. Erradicar esta actividad fue una ardua tarea,
como muestran medidas posteriores como el Reglamento de las mugeres perdidas de la Corte y su
reclusión en la galera de 1661, disposición por la que se ordenó que las prostitutas aprendidas por las
autoridades fueran encerradas en galeras. Véase No. R. lib. XII, tít. 26, leyes 7 y 8 y Guereña, Jean-Louis,
La prostitución en la España contemporánea, Madrid, Marcial Pons, Ediciones de Historia. SA, 2003, pp.
25-28.
871
Núñez Becerra, Fernanda, La prostitución y su represión en la ciudad de México (siglo XIX): prácticas
y representaciones, Barcelona, Gedisa, 2002, p. 58. No. R. lib. XII, tít. 26, leyes 7 y 8. Esta colección de
leyes también recogió una serie de limitaciones referidas a las mujeres que ejercieran la prostitución y
expedidas, prohibiendo que usaran escapularios, llevaran hábitos religiosos, o portaran a las iglesias
almohadas, cojines, alfombras o tapetes. Tampoco podían tener a su servicio criadas menores de
cuarenta años o escuderos. La No. R. lib. XII, tít. 27, ley 1 recogía la prohibición de que las mujeres
públicas tuvieran rufianes, bajo penas de cien azotes y pérdida de su ropa. La ley 2 del mismo título
agregó la pena de diez años de galeras a quien contraviniera esta orden.
872
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 153.
- 209 -
Alejandra Palafox Menegazzi
b) La reglamentación
El crecimiento de la prostitución femenina en determinados núcleos urbanos
mexicanos a lo largo del siglo XIX878 y los intentos de moralizar a la sociedad por parte
de las autoridades pusieron en marcha instrumentos para controlar esta actividad.
Durante la primera mitad del siglo XIX, tuvo lugar en Europa la difusión de la obra
De la prostitution dans le ville de Paris del doctor Alexandre Parent-Duchâtelet, en la
que su autor abogaba por dar a la prostitución el carácter de oficio y legalizarla
mediante el establecimiento de una vigilancia. Esta obra, junto con las medidas
reglamentarias llevadas a cabo en Francia en el siglo XIX, influyeron notablemente en
la aceptación del discurso de médicos y juristas mexicanos sobre la prostitución como
873
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit, 1851, pp. 1269 y 1399. Esta conceptualización de
la prostitución como mal menor aparece ya en los escritos patrísticos del siglo V. Como ya expuso
Agustín de Hipona, en De Ordine, pese a calificar a las llamadas ―meretrices‖ de indecorosas e inmundas,
éstas eran necesarias para la preservación del orden y la protección de las mujeres honradas. Vázquez
García, Francisco y Moreno Mengíbar Andrés, Sexo y razón…, op. cit., p. 298.
874
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 67.
875
Las Siete Partidas, definían a los alcahuetes como aquellos que engañaban a mujeres ―sonsacándolas
y haciéndolas hacer maldad de sus cuerpos‖, es decir, todos aquellos que promovían o se beneficiaban
del ejercicio de la prostitución, clasificando en este delito en cinco tipos distintos: los que vivían de las
prostitutas, obteniendo lo que ellas ganaban con su actividad; los que andaban en las calles consiguiendo
mujeres para los clientes interesados; los que tenían en sus casas a mujeres cautivas; aquellos que
alcahuetaban, es decir, se beneficiaban económicamente de la prostitución de sus esposas y los que
toleraban que se fornicara en sus casas. Las penas contempladas por este delito iban desde la
confiscación de bienes hasta la pena capital. P. 7.22.1 y 7.22.2.
876
No. R. lib. XII, tít. 27, leyes 1 y 2. La No. R. lib. XII, tít. 27, ley 4 por su parte, invalidaba el fuero militar
en la acusación de lenocinio.
877
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 67.
878
Ramos Escandón, Carmen, ―Trabajo e identidad femenina en México: el ejemplo del textil, tabaco y
trato sexual‖, en Morant Isabel (dir.), Historia de las Mujeres en España y América Latina, Madrid,
Cátedra, 2006, p. 807.
- 210 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
879
Juan José Ramírez de Arellano fue uno de los principales exponentes de la corriente higienista y del
darwinismo social en el México decimonónico. Fue autor de artículos como ―Orígenes teratológicos de las
variedades, razas y especies‖, donde defendía la existencia de caracteres monstruosos y heredables en
determinadas personas. Moreno de los Arcos, Roberto, La polémica del darwinismo en México, siglo XIX,
México, UNAM, 1984, p. 32. Para un estudio de las reflexiones de este facultativo en torno a la
prostitución véase: Ramírez de Arellano, Juan José, ―La Prostitución en México‖, Boletín del Consejo
Superior de Salubridad, n. 4, 1896, pp. 87-110.
880
Esta tendencia regulatoria, de carácter local, no fue exclusiva de la ciudad de México sino que se
sucedió en diversas ciudades americanas y europeas. Véase Nicolás Lazo, Gemma, La reglamentación
de la prostitución en el Estado español. Genealogía jurídico-feminista de los discursos sobre prostitución y
sexualidad, Tesis de Doctorado, Barcelona, Departament de Dret Penal i Ciències Penals, Universitat de
Barcelona, 2007; Guereña, Jean-Louis et al., ―Prostitución y sociedad en España. Siglos XIX y XX‖,
Bulletin d’Histoire Contemporaine de l’Espagne, n. 25, Centre National de la Recherche Scientifique,
1997, pp. 29-134; Múgica, María Luisa, ―Una llaga incurable. Prostitución y reglamentación en Rosario-
Argentina, 1874-1932‖, Niterói, vol. 10, n. 2, 2010, pp. 177-211.
881
Urteaga, Luis, ―Higienismo y ambientalismo en la medicina decimonónica‖, Dynamis: Acta Hispanica
ad Medicinae Scientiarumque Historiam Illustrandam, vol. 5, 1985, p. 418.
882
Núñez Becerra, Fernanda, La prostitución…, op. cit., p. 67.
883
Tuñón, Julia, El álbum de la mujer: antología ilustrada de las mexicanas El siglo XIX (1821-1880),
México, INAH, 1991, p. 98.
884
Bailón Vásquez, Fabiola, ―Las garantías individuales frente a los derechos sociales: una discusión
porfiriana en torno a la prostitución‖, en Tuñón, Julia, Enjaular los cuerpos. Normativas decimonónicas y
feminidad en México, México, COLMEX, 2008, pp. 332.
885
Núñez Becerra, Fernanda, La prostitución…, op. cit., p. 67.
- 211 -
Alejandra Palafox Menegazzi
886
―Reglamento de la Prostitución, 1865‖, AGNM, Gobernación, caja 1, Legajo 1790 (1), Expediente 2, ff.
1r-21v, transcrito en Delgado Jordá, Ixchel, Mujeres públicas bajo el Imperio: la prostitución en la Ciudad
de México durante el Imperio de Maximiliano (1864-1867), Tesis de Maestría, México, El Colegio de
Michoacán, 1998, pp.306-316.
887
Idem.
888
―Reglamento de mugeres públicas. Reglamento para la Prostitución en México, 1867‖, en AHSS,
Salubridad Pública, Inspección Antivenérea, caja 1, exp. 1, 1867, ff. 1r-22v, citado en Ramírez Sánchez,
Ana Margarita, La prostitución en la ciudad de México durante la segunda mitad del siglo XIX: un
problema de salud Pública, Tesis de Licenciatura, México, Universidad Autónoma de México, 2013, p. 179
y ―Reglamento de la prostitución en México‖, en AGNM, TSJDF, 1872, caja 531, ―Contra Miguel Abogado
por sospechas de rapto y estupro en la persona de la joven Concepción Lomeli‖, ff. 44r-56v.
889
Ibidem, pp. 182-183.
890
Núñez Becerra, Fernanda, La prostitución…, op. cit., pp. 125-134.
891
―Reglamento de la prostitución en México‖, en AGNM, TSJDF, 1872, caja 531, ―Contra Miguel…‖, ff.
44r-56v.
892
Ibidem, p. 62.
- 212 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO SEGUNDO
presentado a fiadores que respondiesen por ellas, pudiesen curarse en sus casas893.
Si se atiende a datos ofrecidos por Manuel Rivera Cambas894, científico y empresario
veracruzano, hacia 1880 el Hospital de San Juan de Dios albergaba a unas ciento
cuarenta enfermas de sífilis895. Cabe aclarar, siguiendo a este autor, que no todas las
enfermas del hospital eran prostitutas y que las enfermas libres y las remitidas por la
Inspección de Sanidad se encontraban en salas separadas896.
Entre otras prohibiciones a las que las prostitutas tuvieron que atenerse, figuró la de
no poder vivir con sus hijos si éstos eran mayores de siete años897, algo determinado
posiblemente por la consideración de que el ejercicio de esta actividad no suponía un
buen ejemplo para dar a menores de edad y el temor de que el entorno pudiese incitar
a los niños a prostituirse.
El proceso de reglamentación no benefició a las prostitutas en ningún aspecto ya
que no supuso para ellas ningún tipo de protección, sino una imposición de sanciones
económicas y el impedimento para las enfermas de seguir disfrutando de su fuente de
ingresos. Como muestran los estudios de Núñez Becerra, las malas condiciones
higiénicas de los hospitales, así como las escasas curaciones, hicieron de los
controles impuestos meros trámites burocráticos que perjudicaron seriamente a las
mujeres, enfermas o no, que se vieron afectadas898.
Como ha indicado Rosalina Estrada, a diferencia de estas mujeres, los hombres
enfermos, durante este periodo, tuvieron la capacidad de decidir si querían ser
tratados médicamente ante algún síntoma de sífilis y siempre de forma privada, a
diferencia de las prostitutas que, por el hecho de ser ―mujeres públicas‖ debieron
soportar todo tipo de humillaciones y carecieron del derecho de un tratamiento discreto
y privado de su enfermedad899.
A finales del siglo XIX y principios del XX el discurso regulador imperante durante
las décadas anteriores comenzó a tambalearse dentro del propio ámbito académico,
donde fueron surgiendo e incrementándose las voces a favor de la abolición de esta
práctica, logrando su prohibición legal en 1940900.
893
Ibidem, p. 159.
894
Manuel Rivera Cambas (Xalapa, Veracruz 1840- Ciudad de México 1917) fue profesor de mecánica
racional en la Escuela de Minería de la capital, historiador y escritor costumbrista, combatió en la guerra
contra la intervención francesa. Muñoz Fernández, Ángel, Fichero bio-bibliográfico de la literatura
mexicana del siglo XIX, vol. 2, México, Factoría Ediciones, 1995.
895
Flores, Óscar, ―Prostitución y sífilis en México. El ex-convento e Iglesia de San Juan de Dios en la obra
de Manuel Rivera Cambas‖, Ciencia UANL, n. 4, 2001, p. 407.
896
Ibidem, p. 408.
897
Núñez Becerra, Fernanda, La prostitución…, op. cit., p. 124.
898
Ibidem, p. 161.
899
Estrada Urroz, Rosalina, ―¿Público o privado? El control de las enfermedades venéreas del porfiriato a
la revolución‖, Estudios de Historia Moderna y contemporánea de México, n. 33, 2007, p. 34.
900
Bailón Vásquez, Fabiola, ―Las garantías...‖, op. cit., pp. 358, 359 y 371.
- 213 -
CAPÍTULO TERCERO
EMPLEADOS AL SERVICIO DEL SISTEMA JUDICIAL:
DE LA ACCIÓN POLICIAL AL JUICIO PLENARIO
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
I. Introducción
En este capítulo resaltamos la labor de diversos actores que intervinieron en los
procesos judiciales analizados del lado de la ley y el orden, coadyuvando al
mantenimiento y consolidación de un sistema sexual atravesado por grandes
desigualdades de género y étnico-sociales. La actuación de policías, alcaldes,
médicos, parteras y abogados en la regulación penal de los ilícitos sexuales se
desarrolló desde una posición de poder con respecto a los litigantes y procesados,
pero su carácter en el juicio fue accesorio901 con respecto a los actores902, reos903 y
jueces, las tres ―personas principales‖ de un juicio criminal904. Dentro de su pequeña
esfera, cada uno de estos personajes secundarios permitió el funcionamiento de un
orden penal a caballo entre el personalismo y la igualdad jurídica, sujeto siempre a la
autoridad de los jueces letrados.
Los juicios criminales que analizamos durante nuestra investigación estuvieron
estructurados en tres partes: la información sumaria, el subsecuente juicio plenario en
primera instancia y su revisión por un tribunal superior en segunda o tercera instancia.
Hemos considerado oportuno analizar aquí tanto las primeras diligencias policiales y
judiciales que antecedían la sumaria judicial, como los procedimientos llevados a cabo
por jueces legos y letrados durante el juicio informativo, adentrándonos en la fase
plenaria del juicio para poder abordar el papel desempeñado por los abogados en la
defensa de los reos.
En este primer acercamiento al funcionamiento del sistema judicial no hemos
considerado la acción de los jueces en la determinación de las sentencias. Al constituir
el último paso del proceso judicial plenario en primera y ulteriores instancias esta
labor, fundamental para nuestro estudio, será analizada junto con el papel
desempeñado por la fiscalía en el último capítulo de esta tesis. La estructura
organizativa elegida responde al interés por comparar las peticiones y fallos de jueces
y fiscales en ambas instancias, facilitando de esta manera su análisis cuantitativo y
cualitativo.
La incoación de un juicio criminal podía realizarse por querella de parte905 o de
oficio. En el primer caso, debía presentarse una querella ante el juez, es decir un
901
De la Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense mejicana escritas a beneficio de la
Academia Nacional de derecho público y privado de Méjico, vol. 1, México, Juan Ojeda, 1835, p. 8.
902
―Actor‖, en el lenguaje judicial, era aquel que provocaba o movía el pleito, ―demandando alguna cosa o
derecho‖. En las causas criminales también se le denominaba acusador. De la Peña y Peña, Manuel,
Lecciones de práctica forense…, op. cit., p. 7.
903
Cuando un detenido era conducido a un juicio contra su voluntad para contestar a la demanda de un
actor adquiría la condición de ―reo‖. Idem.
904
Idem.
905
―Querella de parte‖ en el lenguaje jurídico alude a ―la primera petición o escrito con que el agraviado
refiere el delito con todas sus circunstancias, nombra al delincuente pidiendo que se le impongan las
debidas penas, y al respecto solicita que se le admita información sumaria sobre lo expuesto y que hecha
- 217 -
Alejandra Palafox Menegazzi
escrito formal en el que se referían los datos identificativos del acusado, el delito
cometido y las circunstancias del mismo antes de pedir se le admitiera sumaria
información para probar lo expuesto. En caso de proceder de oficio, por cabeza del
proceso debía constar un auto de oficio en el que figuraran escuetamente cómo se
produjo el delito y las órdenes de averiguar el mismo906.
En ambos autos, de parte o de oficio, en caso de no haberse producido ya, se
ordenaba la detención de los acusados. En el primer apartado de este capítulo
abordaremos las averiguaciones y detenciones protagonizadas por la policía de la
ciudad de México tras tener noticia de que se estaba produciendo o se había
producido una infracción. El proceso de modernización estatal al que venimos
haciendo referencia a lo largo de este estudio conllevó el desarrollo, con mayor o
menor éxito, de cuerpos de vigilancia, prevención y represión de las infracciones
cometidas por los habitantes del país. En concreto, en lo que concierne a la ciudad de
México, fueron varios los proyectos y medidas tendentes a la constitución de un
modelo de policía acorde con los principios liberales que institucionalmente se estaban
implementando907 y encargado, entre otras funciones, de combatir las sexualdades
consideradas delictivas e inmorales.
Estas reformas policiales se enmarcaron en una ciudad regida administrativamente
por diversas instituciones según el momento político como ayuntamiento, gobierno del
Distrito, departamento de México, entre otras. Las pugnas entre federalistas y
centralistas y los continuos vaivenes que dinamizaron la vida política repercutieron en
el estatus y régimen administrativo de la ciudad de México durante la mayor parte del
siglo XIX. Sede de los poderes federales o capital del Departamento de México, en los
años de gobierno centralista, la ciudad fue escenario de las disputas entre gobierno y
ayuntamiento por el control, entre otros aspectos, del orden y la seguridad vecinal908.
la suficiente se mande prender al reo‖. Rodríguez de San Miguel, Juan N., Curia Filípica Mexicana. Obra
completa de práctica forense. En la que se trata de los procedimientos de todos los juicios, ya ordinarios,
ya estraordinarios y sumarios, y de todos los tribunales existentes en la República, tanto comunes como
privativos y privilegiados. Conteniendo además un tratado de la jurisprudencia mercantil, México, Juan R.
Navarro, 1850, p. 415.
906
Rodríguez de San Miguel, Juan N., Curia Filípica…, op. cit., p. 430.
907
José Arturo Yáñez Romero ha desarrollado un extraordinario trabajo sobre la conceptualización del
cuerpo de policía mexicano, entendido como ―elemento constituyente de la cultura política‖ y una ―parte
fundamental del modo de gobierno realmente existente‖. Este estudio aborda de manera teórica la
implantación paulatina de un modelo de policía liberal y las continuidades con respecto al referente de
policía pública colonial. Véase al respecto Yáñez Romero, José Arturo, Policía Mexicana: cultura política,
(in)seguridad y orden público en el gobierno del Distrito Federal, 1821-1876, México, UAM, Plaza y
Valdés, 1999, pp. 10, 21.
908
Al respecto véase: Castillo Hernández, Diego, ―La ley y el honor: jueces menores en la Ciudad de
México, 1846-1850‖, Signos Históricos, vol. 13, n. 26, 2011, p. 86. Yáñez Romero, José Arturo, Policía
Mexicana…, op. cit., pp. 177, 185 y Serrano Ortega, José Antonio, ―Los virreyes del barrio: alcaldes
auxiliares y seguridad pública, 1820-1840”, en Illades, Carlos y Rodríguez Kuri, Ariel (comp.), Instituciones
y ciudad: ocho estudios históricos sobre la Ciudad de México, México, Uníos, 2000, pp. 32-35.
- 218 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
La seguridad pública909 fue un asunto que ocupó tiempo y espacio a las autoridades
políticas mexicanas. Su ineficacia a la hora de prevenir y reprimir la comisión de faltas
y delitos en la ciudad de México motivó la promulgación de cuantiosos bandos,
reglamentos y leyes a lo largo del periodo estudiado910. En lás páginas siguientes,
veremos sólo algunos de los referidos códigos, haciendo hincapié en aspectos que
infirieron directamente en la regulación de la sexualidad como: quiénes eran los
encargados de vigilar los movimientos de la población mexicana, qué formación tenían
o cuál era su relación con los implicados en el proceso previa a la comisión del delito
juzgado. Para ello, además del ingente conjunto normativo aludido, las declaraciones
contenidas en las sumarias judiciales y algunos documentos de prensa, nos
serviremos de los datos contenidos por partes informativos remitidos por estos
responsables del orden a los juzgados capitalinos que antecedieron y dieron inicio, en
la mayor parte de los casos, a la averiguación judicial de los delitos y el consiguiente
castigo de los infractores. En estos interesantes documentos fueron narrados
suscintamente los hechos y circunstancias que motivaron la denuncia o incidente
causante de las detenciones registradas, constando en ellos el lugar desde el que se
emitía el escrito y el nombre y cargo del emisor, así como los nombres de los
detenidos y de los quejosos.
La relativa gravedad de los delitos sexuales abordados, en función de las
circunstancias y el criterio de las autoridades a la hora de valorarlos, se tradujo en la
existencia de una justicia lega que fungió en ocasiones como antesala del proceso
criminal. La regulación judicial de la sexualidad en la ciudad de México y demás
municipalidades comprendidas en el Distrito Federal operó, así, con dos ritmos
distintos: el que marcaban los jueces letrados y el pautado por un conjunto de
hombres honrados que, pese a no estar formados en derecho y no contar, por ende,
con el título de abogado, fungieron como árbitros ante diversas infracciones sexuales.
Alcaldes constitucionales, jefes de cuartel y manzana, jueces de paz o jueces menores
en función del tiempo y el espacio, como veremos, conformaron un heterogeneo
conjunto de árbitros encargados de dirimir desavenencias y castigar ilícitos
considerados ―leves‖ a través de los denominados juicios verbales y conciliaciones. Su
relevancia a la hora de dirimir si una conducta sexual desarreglada merecía un castigo
penal y su cercanía con el entorno vecinal de su demarcación, tanto secular como
eclesiástico, nos han obligado a dedicar unas páginas a esta justicia lega tan
importante en la reproducción sistémica de la sexualidad decimonónica.
909
Por ―seguridad pública‖ se entendía la protección de los intereses, las propiedades y las vidas de los
habitantes de México. Serrano Ortega, José Antonio, ―Los virreyes del barrio…‖, op. cit., p. 21.
910
Véase Apéndice I.
- 219 -
Alejandra Palafox Menegazzi
911
El cuerpo del delito es ―la efectiva o material ejecución de un hecho criminal‖, Rodríguez de San
Miguel, Juan N., Curia Filípica…, op. cit., p. 268.
912
Ibídem, p. 428.
913
Ibídem, p. 414.
914
Los resultados obtenidos tras una primera aproximación a la labor realizada por médicos y parteras en
la averiguación de ilícitos sexuales fueron presentados en: Palafox Menegazzi, Alejandra, ―Jueces,
médicos y parteras: la regulación formal de la virginidad femenina en la ciudad de México (1821-1870)‖ en
Cuecuecha Mendoza, María del Carmen D. y Jaime Espinosa, María E., Estudios de Género. La
perspectiva de las Humanidades en México, Tlaxcala, Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2015, pp. 137-
156.
- 220 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
915
En este caso empleamos el término ―sexualidad‖ para hacer referencia al conjunto de instintos, deseos
y pulsiones y no ya al concepto de ―sexualidad‖, desarrollado por Michel Foucault, entendido como
dispositivo de control. Foucault, Michel, Historia de la sexualidad. La voluntad del saber, Madrid, Siglo
XXI, 1998.
916
Delitos como el adulterio o el rapto y el estupro, después de la codificación penal, podían procesarse
sólo a instancia de la parte afectada por considerarse ―delitos privados‖. Con respecto a los procesos
desarrollados a instancia pública, se entendía que el verdadero acusador era la sociedad ofendida,
representada por un promotor o fiscal. En caso de no haberlo, el juez actuaría como tal. De la Peña y
Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op. cit., p. 8. De los juicios criminales revisados en
primera instancia, sólo hemos constatado la presencia de promotor o fiscal a partir de 1869. Los jueces,
en la práctica criminal, fungieron también como fiscales en primera instancia.
917
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y forense, o sea resumen
de las leyes, usos, prácticas y costumbres, como asimismo de las doctrinas de los jurisconsultos,
dispuesto por orden alfabético de materias, con la explicación de los términos del Derecho. Por Don
Joaquín Escriche y con citas del derecho, notas y adiciones por el licenciado Juan Rodríguez de San
Miguel, México, Oficina de Galván, 1837, p. 526.
918
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano, o sea la Librería de Jueces, abogados y escribanos que,
refundida, ordenada bajo nuevo método, adicionada con varios tratados y con el título de Febrero
Novísimo dio a luz D. Eugenio de Tapia. Nuevamente adicionada con otros diversos tratados y las
disposiciones del Derecho de Indias y del Patrio, por el Lic. Anastasio de la Pascua. vol. 7, México,
Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2010 [1835], p. 65.
919
De la Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op. cit., p. 153.
920
En la ciudad de México existían cuatro abogados de pobres. En los casos en los que no hubiese
―abogados de pobres asalariados y dotados para este preciso fin‖, o en los que todos los abogados de
pobres estuviesen impedidos para ejercer como tales, los letrados, en teoría, no podían rehusarse a
- 221 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Para ser abogado había que ser varón mayor de 17 años921 y, desde 1830922,
contar con tres años de formación en derecho avalada por la Academia de Derecho
Teórico-Práctico, a cargo del Colegio de Abogados, antes de ser examinado por la
Corte Suprema de Justicia923, organismo encargado de calificar al pasante924. Los
letrados justificaban el veto impuesto a las mujeres para ejercer la abogacía por
considerar que estas tenían un carácter incontrolable925. ―Cuando pierden la vergüenza
es fuerte cosa de oírlas e de contender con ellas‖, sostenía al respecto el jurista
Manuel de la Peña, añadiendo que cuando se litigaba con razón, podía ―hacerse
disimulable una u otra expresión acalorada; pero suplir la justicia con insultos‖, como
consideraba hacían las mujeres, era ―elocuencia peculiar de los abogados de causas
desesperadas‖926.
A pesar de los filtros que un candidato a abogacía debía pasar, las deficiencias que
estos letrados presentaron en el conocimiento de las leyes fueron notorias, dentro de
un complejo marco de pluralismo normativo que reinó en México hasta, al menos, la
codificación civil y penal de los años ‘70 del siglo XIX927.
Independientemente del mayor o menor éxito que tuvieron estos alegatos, en el
último apartado de este capítulo hemos tratado de responder para nuestro análisis a
las siguientes cuestiones: ¿Cuáles fueron las principales variables destacadas por los
juristas a la hora de formular sus defensas? ¿Puede hablarse de un cambio de
mentalidad dentro de la élite judicial respecto a determinados actos sexuales
reprobados para el periodo analizado? ¿Qué relación se estableció entre la ley y las
circunstancias que rodeaban al delito juzgado?
defender aquellas personas que carecieran de recursos y solicitasen sus servicios. Ibídem, pp. 341-342 y
345-346.
921
P. 3.6.2. La P 3.6.3 vetaba a los sordos, los ―locos‖ y los ―pródigos declarados‖, entre otros, a que
pudieran ejercer el oficio.
922
Ley Sobre el tiempo necesario de práctica para examinarse de abogado, 28 de agosto de 1830, art. 1,
en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa de las disposiciones
legislativas expedidas desde la Independencia de la República, vol. 2, México, Imprenta del Comercio a
cargo de Dublán y Lozano, 1876, p. 284.
923
Aquellos estudiantes que hubiesen cursado su formación fuera de la capital mexicana debían acudir a
la misma para examinarse como abogados.
924
Decreto citado en De la Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op. cit., pp. 284-287.
925
Ibídem, p. 312.
926
Idem.
927
Speckman Guerra, Elisa, Crimen y Castigo. Legislación penal, interpretaciones de la criminalidad y
administración de justicia (ciudad de México 1872-1910), México, COLMEX, UNAM, 2002, p. 24.
- 222 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
seguridad‖928, y durante la primera mitad del siglo XIX, este término albergó una
pluralidad semántica, refiriendo tanto un cuerpo encargado del orden público como el
grado de civilización, urbanidad o buen gobierno de una ciudad929. Según Juan N.
Rodríguez de San Miguel en su versión del Diccionario de Joaquín Escriche, el
concepto de ―policía‖ aludía tanto al ―arreglo, gobierno y buen orden de una ciudad o
república‖ como al ―arte o ciencia de procurar a todos los habitantes de un pueblo una
vida cómoda y tranquila‖930. Entre sus objetos se encontraban
―la disciplina de las costumbres, la salud pública, la reforma de los abusos que pueden
cometerse en el comercio, los víveres, la seguridad y la tranquilidad general, la limpieza de
las calles, la solidez y hermosura de los edificios, la observancia de los estatutos, leyes,
bandos u ordenanzas municipales, la represión de los juegos, del uso de las armas, de la
ociosidad u holgazanería, y de todas todas aquellas acciones que aunque poco o nada
criminales por sí mismas puedan tener malas resultas u ocasionar crímenes o males a los
931
ciudadanos‖ .
928
Fue durante la invasión napoleónica a la Península Ibérica cuando, a través de la adopción de la
acepción francesa, el concepto de policía comenzó a designar un cuerpo encargado de la vigilancia y
seguridad públicas en la Monarquía Hispánica. Pulido Esteva, Diego, ―Policía: del buen gobierno a la
seguridad, 1750-1850, Historia Mexicana, vol. LX, n. 3, 2011, p. 1611.
929
Ibídem, pp. 72-85. Al respecto, véase también González Oropeza, Manuel, ―Policía y constitución‖, en
Madrazo Cuéllar, Jorge (dir.), Anuario Jurídico XV, México, UNAM, 1988, pp. 141-168 y Yáñez Romero,
José Arturo, Policía Mexicana…, op. cit., p. 193.
930
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., p. 1356.
931
El subrayado es nuestro. Idem.
932
―Manifiesto de los Ministros de Estado a la Nación‖, 22 de diciembre de 1855 citado en González
Oropeza, Manuel, ―Policía y constitución…‖, op. cit., p. 144.
933
Pulido Esteva, Diego, ―Profesional y discrecional: policía y sociedad en la ciudad de México del
Porfiriato a la posrevolución‖, Antropología. Boletín oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia,
n, 94, 2012, p. 74. La conjunción híbrida de estos dos modelos policiales, el ―modelo de policía liberal‖ y la
―cultura de policía pública‖ fue una característica esencial de la ―policía mexicana‖ a lo largo del periodo.
Yáñez Romero, José Arturo, Policía Mexicana…, op. cit., pp. 168 y 193.
934
Vecino era el varón adulto que tenía establecido su domicilio en la ciudad desde hacía mínimo diez
años y tenía intención de permanecer en ella. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., p. 1526.
- 223 -
Alejandra Palafox Menegazzi
935
Morales, María Dolores, ―Espacio, propiedad y órganos de poder en la ciudad de México en el siglo
XIX‖, en Illades, Carlos y Rodríguez Kuri, Ariel Comp.), Ciudad de México: Instituciones, actores sociales
y conflicto político, 1774-1931, Zamora, México, El Colegio de Michoacán, UAM, 1996, p. 175.
936
Como se comprobará en las siguientes páginas, el conjunto de cuerpos encargados del mantenimiento
del orden y la vigilancia delictiva de la ciudad de México experimentó múltiples reformas que afectaron
tanto a la organización interna como a la creación de nuevos cargos. Según el momento político, estas
tareas estuvieron desempeñadas por funcionarios integrantes de diferentes jerarquías, que recibieron, a
su vez, distintas denominaciones.
937
CE 1812, Arts. 286-296 y 300-301.
938
CM 1824, Arts. 146-156. La detención consistía en una reclusión preventiva hasta la emisión de la
sentencia judicial. Por prisión se entendía el encarcelamiento ordenado judicialmente como pena o
condena a cumplir.
939
Recordamos que las penas corporales, también llamadas aflictivas, eran aquellas que afligían o
afectaban al cuerpo, como la pena capital, la vergüenza pública o el encierro. De la Pascua, Anastasio,
Febrero Mejicano…, op. cit., p. 36.
- 224 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
legitimadas para ello, ni detenido sin la pertinente orden escrita y firmada del juez
competente940. Sólo cuando se estuviese cometiendo un delito in fraganti, la
aprehensión podía ser realizada por cualquier persona que se encargara de presentar
a los infractores frente a un juez u otra autoridad pública941.
En la práctica, la vigilancia de las calles de la ciudad de México pendió durante
años de la acción combinada del ejército, guardias y habitantes capitalinos que
trataron de coadyuvar al mantenimiento de la moralidad, el orden y la seguridad
personal y material de los mexicanos. La intromisión del ejército en las tareas de
vigilancia urbana fue constante a lo largo de la centuria, en especial en los años
siguientes al conocido como motín de la Acordada de diciembre de 1828,
levantamiento fomentado por las facciones políticas seguidoras de Vicente Guerrero y
que acabó con destrozos, incendios y saqueos de casas particulares y, en especial, de
los puestos de productos exclusivos del mercado de El Parián942.
Desde la década de los años ‘30, a raíz de la inestabilidad y enfrentamientos
políticos que asolaban el país, tuvo lugar un incremento notorio de los integrantes del
cuerpo de ―policía de seguridad‖ de la capital y del poder de los mismos, al ser
dotados de fuero militar943. Esta situación, unida a la intervención continuada a lo largo
de la centuria de las fuerzas militares en tareas de control, vigilancia y seguridad de
940
LC 1836, Ley 1ª, art. 2, sección 1.
941
LC 1836, Ley 1ª, art. 2, sección 1.
942
A los pocos días del motín tuvo lugar la restructuración del cuerpo de celadores públicos, organismo
castrense integrado por ―doce trozos de infantería, compuestos por un oficial, un sargento, un corneta,
tres cabos y veinte celadores‖. Los choques entre estas patrullas militares, dependientes del gobernador
del Distrito y dotadas de fuero, y el cuerpo de vigilantes civiles, a cargo del cabildo de la ciudad, fueron
frecuentes. Serrano Ortega, José Antonio, ―Los virreyes del barrio…‖, op. cit., pp. 43-45.
943
Entre diciembre de 1833 y abril de 1835 el Cuerpo de Seguridad Pública de la Ciudad Federal contó
por orden presidencial de fuero militar. Yáñez Romero, José Arturo, Policía Mexicana…, op. cit., p. 111.
También gozaron de fuero los cuerpos de mando de los vigilantes nocturnos y diurnos, ambos creados en
1838 bajo el gobierno centralista de Antonio López de Santa Anna. Los vigilantes nocturnos formaban un
cuerpo de policía montado, denominado de policía de seguridad pública y compuesto de dos jefes
subalternos, ocho cabos, uno para cada cuartel mayor, y ciento catorce vigilantes montados. Los jefes
subalternos debían ostentar un rango militar igual o superior al de teniente coronel el primero y al de
subteniente el segundo, a diferencia de los cabos y vigilantes, quienes no contaban con fuero militar. Los
requisitos para ocupar el cargo de vigilante nocturno eran ser considerados honrados y de buena
conducta, además de tener caballo, sable y pistola. El uso de las armas por parte de los individuos que
componían esta fuerza estaba permitido sólo en caso de ―peligrosa agresión o abierta y tenaz resistencia,
o cuando absolutamente no pudieren hacerse obedecer o respetar de otro modo‖. ―Reglamento del
cuerpo de policía municipal de vigilantes nocturnos‖, México, 7 de abril de 1838, Arts. 2, 6, 7 y 20, en
Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 3, pp.470-473. El
cuerpo de policía municipal de vigilantes diurnos estaba formado por un comandante, cinco cabos
numerados y cuarenta y cuatro guardias. Sólo podían portar una espada larga y hacer uso, en ocasiones
extraordinarias, de los cincuenta fusiles custodiados en la Prefectura. Entre sus obligaciones figuraban las
de ―vigilar empeñosamente sobre la policía de la ciudad y conservación del orden, aprehendiendo a los
ebrios escandalosos, a los portadores de armas, a los que forman riñas, a los vagos, a los jugadores, a
los heridores y desertores, a los ladrones y, en general, a todo delincuente, ya sea que esté cometiendo
delito o que esté encargada la aprehensión de su persona por la autoridad, o sea que se han fugado de
las cárceles y prisiones‖. ―Reglamento del cuerpo de policía municipal de vigilantes diurnos‖, México, 7 de
abril de 1838, Arts. 1 y 12, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…,
op. cit., vol. 3, pp.473-478.
- 225 -
Alejandra Palafox Menegazzi
944
Yáñez Romero, José Arturo, Policía Mexicana…, op. cit., p. 116.
945
―Reglamento para la organización de la guardia de policía del Distrito Federal‖, 22 de agosto de 1848,
en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 5, pp. 443-451.
946
Entre estas podemos destacar la creación en 1850 del cuerpo de vigilantes diurnos, cuerpo integrado
por un comandante, a las órdenes siempre del Gobernador del Distrito, treinta y dos cabos y noventa y
seis guardas. Para ejercer su cargo no contaron con ningún tipo de formación ya que los únicos requisitos
exigidos por la ley para ser guarda diurno eran tener buena conducta, salud y circunspección. Con ayuda
de una espada corta o de armas de fuego, en casos especiales, estos funcionarios debían asegurar el
ornato, aseo y la seguridad de las circunscripciones a ellos asignadas, llevando a cabo la detención de los
infractores de la ley que hallase infraganti. Entre sus funciones, debían encargarse de que nadie gritara
palabras obscenas ni hiciera señas indecentes que pudiesen ofender a la moral pública, conduciendo a la
cárcel a los ebrios escandalosos o a aquellos que se encontraran tirados en las calles por el mismo
motivo. ―Guardias Diurnos. Bando de 6 de mayo de 1850‖, Cap. 1, art. 1. Cap. 3, Arts. 1, 5 ,10 y 19 en
Castillo Velasco, José M., Colección de bandos, disposiciones de policía y reglamentos municipales de
administración del Distrito Federal, México, Imprenta de V. G. Torres, 1869, pp. 228-229.
947
Rodríguez de San Miguel, Juan N., Curia Filípica…, op. cit., p. 415.
948
LC 1836, Ley 1ª, art. 2, sección 2.
949
CM 1824, art. 151.
950
LC 1836, Ley 5ª, art. 47.
951
LC 1836, Ley 1ª, art. 2, sección 2.
- 226 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
información sumaria y motivo o indicio suficiente de los que resultase haber sucedido
un hecho que ameritase ser castigado con pena corporal 952.
Los tiempos de detención, situados en la vanguardia del liberalismo penal, fueron
plasmados sólo parcialmente en la práctica policial y judicial cotidiana. Según
testimonios contemporáneos como el del ideólogo liberal Ignacio Cumplido953 para
inicios de la década de los ‗40, a pesar de que la constitución política fijara diez días
para declarar la inocencia del acusado o declararlo por preso, las detenciones solían
durar años enteros ―gracias al sistema perezoso y tardío de nuestra legislación
criminal‖954.
Por lo que respecta a los ilícitos sexuales, sin embargo, de los setecientos setenta y
dos procesos judiciales consultados pudimos constatar sólo tres casos en los que los
tiempos procesales no fueron respetados. En el primero, el alcalde constitucional955 de
la municipalidad de Xochimilco ordenó el 26 de marzo de 1827 la puesta en prisión de
Simona Victoriana956, acusada por su propia madre de llevar años amancebada con un
hombre casado. Ocho días después, Simona envió un ocurso al subprefecto
denunciando que le era desconocido el delito cometido, pues ninguna declaración ni
notificación se le había hecho hasta la fecha957.
952
LC 1836, Ley 5ª, art. 41 y 43, secciones 1 y 2. Las garantías dispuestas en las Leyes de 1836 fueron
ratificadas por las Bases de 1843.
953
El impresor jalisciense, Ignacio Cumplido (1811-1887) fue el artífice de conocidas obras litográficas
como El Museo Mexicano o La Ilustración mexicana, fundando en 1841 el que sería una de las principales
voces del liberalismo de la capital, el periódico El Siglo XIX. Tras permanecer preso en la cárcel de la
ExAcordada por un delito de imprenta en 1840, fue nombrado superintendente de cárceles, cargo que
ocupó hasta 1842 cuando ocupó la silla de diputado. ―Cumplido, Ignacio‖, Diccionario Porrúa. Historia,
biografía y geografía de México, México, Editorial Porrúa, 1971, pp. 575-576.
954
Cumplido, Ignacio, ―Acordada (cárcel de la)‖, en Orozco y Berra, Manuel (coord.), Apéndice al
Diccionario Universal de Historia y Geografía. Colección de artículos relativos a la República Mexicana,
México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, 1855, pp. 51-52.
955
Los alcaldes constitucionales eran los encargados de llevar a cabo las primeras diligencias en las
causas criminales. En caso de que advirtieran que el reo podía merecer pena corporal, debían dar cuanta
inmediatamente a alguno de los jueces de letras, remitiéndole las diligencias y poniendo a su disposición
los reos. Esta limitación de competencias, establecida en Reglamento de las Audiencias y Juzgados de
Primera Instancia, de 9 de octubre de 1812, cap. 3, art. 8, quedó sancionada el 14 de julio de 1827 por la
Suprema Corte de Justicia y fue ratificada también por LC 1836, Ley 6ª, art. 26.Véase Rodríguez San
Miguel, Juan N., Pandectas hispano-mejicanas: o sea Código general comprensivo de las leyes
generales, útiles y vivas de las Siete Partidas, Recopilación Novísima, la de Indias, Autos y Providencias
conocidas por de Montemayor y Beleña, y Cédulas posteriores hasta el año de 1820, vol. 3, México,
Mariano Galván Rivera, 1840, p. 563.
956
En este como en muchos otros procesos analizados las mujeres implicadas en los delitos y, en
especial, las víctimas de los mismos no figuraron con su nombre completo sino sólo con sus nombres de
pila. Este vacío nos ha impedido conocer si en estos casos, las mujeres así referenciadas se vieron
involucradas en más de un proceso judicial. Por otro lado, las autoridades pudieron constatar los nombres
y los apellidos de actores y procesados sólo mediante documentos parroquiales y, desde 1855, también
con documentos civiles gracias a la Ley del Registro Civil. Muchas veces, además, por intención de
ocultar su identidad o por simple desconocimiento, los nombres que declaraban tener no se
correspondían a los recogidos en los documentos oficiales. AGNM, TSJDF, 1827, caja 30, ―Contra Felipe
Galicia por incontinencia con Simona‖, ff. 1-17v.
957
AGNM, TSJDF, 1827, caja 30, ―Contra Felipe Galicia por incontinencia con Simona‖, ff. 17r-17v.
- 227 -
Alejandra Palafox Menegazzi
En el segundo caso958, una mujer acusada por adulterio llamada Gertrudis Baltasar
permaneció detenida dieciocho días por una cuestión de competencias. Al estar
casada con el granadero Jesús Quesada, gozaba de fuero militar por lo que el juez de
letras del juzgado Tercero de lo Criminal, José María Muñoz de Cote, remitió el caso al
Comandante General del Departamento de México para que se realizaran las primeras
diligencias. Las primeras averiguaciones fueron concluidas y entregadas al juez civil
quien pronunció su sentencia pasados dieciocho días desde su aprehensión. En
ningún momento fue declarada formalmente presa.
En el tercer caso959, Vicente Constantino de Bravo permaneció recluido por orden
del juez de manzana Don Cosme Damiaso González, quien lo detuvo por no haber
cumplido su palabra de casamiento con Tiburcia Cárdenas, mujer con la que estaba
amancebado. Vicente no fue informado del crimen del que se le acusaba, qué
autoridad era la que había ordenado su arresto y cuál era su castigo. A pesar de que
la constitución establecía un máximo de cuarenta y ocho horas de detención, Vicente
permaneció más de treinta días en la Cárcel de la Ciudad, motivo por el cual elevó su
queja a la Suprema Corte de Justicia. Desafortunadamente no pudimos conocer la
resolución del proceso, al disponer sólo de la solicitud del Ministerio Fiscal para que se
ampliara la averiguación del caso y su aprobación por parte de los magistrados de la
Corte.
Los tiempos de detención permitidos permanecieron sin cambios960 hasta 1865,
cuando, a consecuencia de la invasión francesa, México quedó sujeto al gobierno
imperial de Maximiliano de Habsburgo. Entre abril de 1865 y noviembre del mismo año
se estableció un máximo de ocho días de detención, tres bajo arresto policial y otros
cinco bajo autoridad judicial961. La expedición de las Garantías Individuales de los
habitantes del Imperio redujo después el máximo permitido a cinco días962, tiempo que
permaneció vigente hasta el restablecimiento constitucional que trajo consigo la
República reinstaurada dos años después963.
958
AGNM, TSJDF, 1844, caja 203, ―Sumaria instruida contra Gertrudis Baltasar, mujer del granadero
Jesús Quesada, acusada de adulterio‖, s/f.
959
AGNM, TSJDF, 1849, caja 260 , ―Expediente promovido por Vicente Constantino de Bravo sobre que
se le ponga en libertad de la prisión a que lo redujo el alcalde de la manzana 34, Don Damiaso González
por resistirse a efectuar el matrimonio expresado con Tiburcia Cárdenas‖, s/f.
960
La Constitución Federal de 1857 sancionó los tiempos establecidos por los códigos centralistas. CM
1857, art. 19.
961
EP 1865, art. 61.
962
Garantías Individuales de los habitantes del Imperio, 1 de noviembre de 1865, art. 16, en Boletín de las
Leyes del Imperio Mexicano: Comprende las Leyes, Decretos y Reglamentos generales, números del 1 al
176, expedidos por el Emperador Maximiliano desde 1o. de julio hasta 31 de diciembre de 1865, México,
Andrade y Escalante, 1866, p. 463.
963
La codificación penal de 1871 ratificó los tres días de tiempo máximo de detención, estableciendo
penas de ocho días a once meses de arresto y multa de diez a doscientos pesos para aquellos
funcionarios responsables de su incumplimiento. CP 1871, Arts. 1038 y 1039.
- 228 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
964
En sólo siete casos los detenidos aparecen remitidos a esta cárcel. En uno el aprehendido es enviado
al cuartel de policía de caballería. AGNM, TSJDF, 1849, caja 262, s/t, s/f.
965
La ausencia de jueces letrados o tribunales superiores en determinadas municipalidades provocó que
personas detenidas en los alrededores de la capital fueran juzgadas en ésta en primera, segunda o
tercera instancia, según el caso. Por este motivo hemos considerado oportuno incluir en este apartado la
información referente a los procesos de detención y encarcelamiento preventivo en ellas constatados.
966
―Sobre reformas de las cárceles‖, 27 de enero de 1840, art. 1, en Dublán Manuel, y Lozano, José
María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 3, p. 675.
967
BO 1843, art. 175.
968
Garantías Individuales de los habitantes del Imperio, 1 de noviembre de 1865, art. 17, en Boletín de las
Leyes del Imperio Mexicano...op. cit., p. 463.
969
Joaquín García Icazbalceta (1825-1894) fue un intelectual mexicano que dedicó gran parte de su vida
a la investigación histórica y lingüística. Fundador de la Academia de la Lengua en México, llevó a cabo
relevantes estudios sociales como el informe sobre establecimientos de beneficencia y corrección de la
ciudad de México de 1864. ―García, Icazbalceta, Joaquín‖, Diccionario Porrúa…, op. cit., p.828.
970
García Icalbaceta, Joaquín, Informe sobre los establecimientos de beneficiencia y corrección de esta
capital. Su estado actual, noticia de sus fondos, reformas que desde luego necesitan y plan general de su
arreglo. Presentado por José María Andrade, México, 1864 (escrito póstumo de Joaquín García
Icazbalceta), publicado por su hijo Luis García Pimentel, México, Moderna Librería Religiosa, 1907, p. 73.
- 229 -
Alejandra Palafox Menegazzi
eran destinados a una de las dos piezas de ―providencia‖, con el fin de no estar
expuestos ―a las venganzas de los malhechores‖971. El departamento de mujeres
contaba con dos dormitorios, una cocina, una capilla, un oratorio y una ―horrible
covacha‖ que servía para separo972.
El número de reos podía variar mucho según el día. El autor citado contabilizó en
su visita a doscientos hombres y ochenta y seis mujeres, un número excesivo según
sus impresiones, dado que el local no podía albergar cómodamente ni la mitad.
―Gentes sucias y cubiertas de harapos, ebrios, ladrones, asesinos, heridos y
cadáveres, en suma la hez de la población‖, según García Icalbazeta, cubrían la
entrada y la escalera principal de la cárcel, cuyas paredes se encontraban llenas de
insectos aplastados que comían ―vivos a los presos‖973.
971
Idem.
972
Idem.
973
Ibídem, p. 74. Al respecto sostenía el editor del informe, Luis García Pimentel, en 1907: ―Varias veces
me llevaron mi padre y Don José María Andrade a las visitas que hacían a los establecimientos. Entre los
espectáculos que por lo repugnante u horribles me hicieron tal impresión que no se ha borrado hasta el
día, a pesar de lo niño que era yo entonces y de los muchos años que han transcurrido, tengo grabado
ese friso de sangre de insectos, chinches en su mayoría. Tampoco olvido que uno de aquellos infelices
presos, para librarse hasta cierto punto de las picaduras de los chinches y demás sabandijas, había
derramado parte de su escasa ración de atole alrededor del petate en que se acostaba, de manera a
formar como cordón sanitario para que allí se quedasen pegadas las alimañas, y no pudiesen llegar
adonde estaba aquel pobre. De aquí proviene el gráfico nombre de la Chinche que da el pueblo a la
cárcel‖. Ibídem, pp. 169-170.
974
Sólo entre 1821 y 1850 México contó con más de treinta presidentes de gobierno distintos y perdió
más de la mitad de su extensión territorial con la firma del tratado Guadalupe-Hidalgo con Estados Unidos
en 1848.
975
El por entonces miembro del ayuntamiento de la ciudad de México y antiguo secretario del gobierno
del Distrito Federal, llevó a cabo en 1869 una importante recopilación de las normativas ―de policía y buen
gobierno‖ vigentes en el Distrito Federal. Su obra da cuenta del ingente conjunto de disposiciones que
convivieron a lo largo del siglo en la capital mexicana. Del Castillo Velasco, José M., Colección de
bandos…, op. cit., pp. 83, 226-228, 243, 342, 400.
976
La división jurídica de la ciudad en ocho cuarteles permaneció a lo largo de la centuria. Prueba del
mantenimiento de las fronteras recogidas en el reglamento de 1782 durante la mayor parte del siglo es el
Plano de la ciudad de México, levantado por orden del Ministerio de Fomento en el año de 1867.
Espinoza Luis J.M Álvarez, Plano de la Ciudad de México. Litografía. 78×106 cm. No. Clasificador 230-
CGE-725-A. Disponible en la Mapoteca Orozco y Berra. En
http://www.siap.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=66&Itemid=389 Consultado el
28/06/2015. Para 1891, sin embargo, como muestra el plano oficial de la ciudad, las fronteras de esta
división habían cambiado por completo. Véase Plano Oficial de la Ciudad de México. Levantado de orden
del H. Ayuntamiento por la Comisión de Saneamiento y Desagüe en 1889 y 1890. Detallado ampliamente
y publicado por la antigua y acreditada Casa C. Montauriol y Cía. En
https://www.raremaps.com/gallery/enlarge/34931. Consultado el 01/07/2014.
- 230 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
977
Véase al respecto: Viqueira Albán, Juan Pedro, ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida
social en la ciudad de México durante el Siglo de las Luces, México, FCE, 1987, pp. 232-241.
978
―Reglamento de los Alcaldes de barrio de la ciudad de México, por Don Baltasar Ladrón de Guevara‖,
México, 6 de noviembre de 1782, en De Solano, Francisco, Normas y leyes de la ciudad
hispanoamericana. 1601-1821, vol. 2, Madrid, CSIC, 1996, pp. 223-233.
979
AGI, MP-MEXICO, 387, ―Plano de la ciudad de México dividida en cuarteles‖, 1782. En
http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet?accion=41&txt_id_imagen=1&txt_rotar=0&txt_
contraste=0&txt_zoom=10&appOrigen=&cabecera=N. Consultado el 15/05/2015.
980
Los alcaldes de barrio eran nombrados por el virrey a propuesta del alcalde de cuartel. Su
nombramiento no podía rechazarse sin causa justa, a juzgar por el alcalde del cuartel, bajo pena de multa
de cien pesos y destierro de la ciudad. Su duración en el cargo era de dos años.
- 231 -
Alejandra Palafox Menegazzi
981
Bentura Beleña, Eusebio, Copias a la letra ofrecidas en el primer tomo de la recopilación sumaria de
todos los autos acordados de la Real Audiencia y Sala del Crimen de esta N. E. y providencias de su
superior Gobierno, vol. 2, México, Don Felipe Zúñiga y Ontiveros, 1787, p. 50.
982
Ibidem, p. 50.
983
De Solano, Francisco, Normas y leyes…, op. cit., p. 231.
984
Entre las numerosas acepciones del término ―jurisdicción‖ recogidas por el jurista Joaquín Escriche,
hacemos aquí referencia a ―la potestad de que se hallan revestidos los jueces para administrar justicia, o
sea para conocer de los asuntos civiles y criminales (…) y decidirlos o sentenciarlos con arreglo a las
leyes‖. Asimismo, recordamos que también se tomaba ―esa palabra por el distrito o territorio a que se
extiende el poder de un juez y por el término de algún lugar o provincia; como igualmente por el tribunal
en que se administra justicia‖. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., p. 1113.
985
―Reglamento de los Alcaldes de barrio de la ciudad de México‖, art. 11, en De Solano, Francisco,
Normas y leyes…, op. cit., p. 227.
986
La figura del alcalde auxiliar se creó por propuesta del ayuntamiento de la ciudad de México a la
diputación provincial, en junio de 1821, en los albores de la independencia del país. Serrano Ortega, José
Antonio, ―Los virreyes del barrio…‖, op. cit., p. 27.
- 232 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
cuartel987. No era requisito que contaran con ningún tipo de formación pero debían -
igual que los alcaldes de barrio- ser personas de ―conocida probidad, honradez y buen
nombre‖988. Cada auxiliar debía, a su vez, nombrar un cuerpo de seis vecinos de
notoria honradez con el objeto de formar rondas de vigilancia y contar con sustitutos
en caso de enfermedad, ausencia o falta.
Tanto el cargo de auxiliar como el de ayudante eran honorarios y no podían
rechazarse, bajo pena de multa de veinticinco a cien pesos, además de publicar el
nombre del renuente en los periódicos y acusarlo de ser indigno de la confianza
pública. El cuerpo de vigilantes del barrio estaba compuesto, por tanto, de vecinos que
debían compatibilizar sus oficios cotidianos con el cuidado del orden y seguridad
pública. Gracias a la información recogida en algunos de los procesos judiciales en los
que los auxiliares fungieron como testigos, hemos podido comprobar qué tipo de
oficios desempeñaban estos custodios de la capital mexicana, llegando a la conclusión
de que se trataba normalmente de actividades modestas, artesanales como las de
tejedor, carpintero, picador de botas, pasamanero, salinero o, en el caso de los
ayudantes, también agrarias o de otro tipo como las de jornalero o arriero.
La voluntad de controlar y profesionalizar a los organismos del orden de la ciudad
de México se tradujo en la creación de cuerpos policiales diversos a lo largo de la
centuria por parte tanto del ayuntamiento como del gobierno federal o central, según el
momento político. La ausencia de medios económicos y humanos suficientes, así
como las continuas disputas entre las diversas instituciones políticas de la ciudad, sin
embargo, impidieron que la gran mayoría de los proyectos prosperaran.
Al respecto, el 28 de mayo de 1826 se estableció el cuerpo de policía municipal del
Distrito Federal llamado cuerpo de seguridad pública o celadores públicos989. A
diferencia de los auxiliares, estos cargos eran retribuidos y sus tareas no estaban
limitadas espacialmente a su barrio de residencia sino que podían ejercerlas por todo
el territorio capitalino. Esta característica dotaba a sus funciones de mayor seguridad,
al no estar coaccionadas por una posible venganza de los detenidos una vez puestos
en libertad. Pese a ello, la corrupción, falta de control y preparación adecuada de los
miembros que integraron la nueva institución, entre otros motivos, promovieron
987
―Reglamento de auxiliares para la seguridad de las personas y bienes de los vecinos, y observancia de
las leyes de policía‖, 6 de febrero de 1822, en Rodríguez San Miguel, Juan N., Pandectas hispano-
mejicanas…, op. cit., p. 677.
988
Art. 3, Idem.
989
Compuesto en teoría por ―ciento cincuenta hombres de a pie y cien montados‖ a las órdenes de ―un
cabo superior y dos cabos subalternos‖ , ninguno de sus miembros gozaba de fuero privilegiado, a
diferencia de los miembros del ejército, y su nombramiento y despido dependían del gobernador del
distrito. ―Se establece en el distrito un cuerpo de policía municipal bajo el título de Celadores públicos‖, 28
de mayo de 1826, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit.,
vol. 1, pp.798-799.
- 233 -
Alejandra Palafox Menegazzi
990
Pulido Esteva, Diego, ―Policía: del buen gobierno…‖, p. 1621.
991
Cada cabecera de distrito contaba con un prefecto nombrado por el Gobernador y confirmado por el
Gobierno Federal. LC 1836, Ley 6ª, art. 16.
992
LC 1836, Ley 6ª, art. 25.
993
―Bando de policía preventiva y seguridad del Distrito Federal‖ de 11 de enero de 1847, en Dublán
Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 5, pp. 243-246.
994
Varios de los documentos de archivo que analizamos no contenían información sobre cómo y dónde
se efectuaron las detenciones, al constar sólo los expedientes relativos a los procedimientos judiciales
desarrollados a partir de la remisión del proceso al tribunal de segunda instancia.
- 234 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
995
Gráfico elaborado a partir de información ofrecida por 139 casos comprendidos entre los años 1827 y
1846. Fuente: Fondo TSJDF del AGNM, cajas 25-238.
996
Pérez Toledo, Sonia, ―El trabajo Femenino en la Ciudad de México a mediados del siglo XIX‖, Signos
Históricos, n. 10, 2003, p. 94.
- 235 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Por su parte, las zonas en las que se registró un mayor número de delitos sexuales,
como puede observarse en el gráfico I997, fueron las de los cuarteles menores 2, 4, 17
y 19, comprendidos en las delimitaciones de los cuarteles mayores 1 y 5 y, por tanto,
situadas en el centro norte998 y sureste999, respectivamente, de la ciudad.
Es importante considerar que en ocasiones los lugares en los que se produjo la
detención no se correspondieron con los espacios donde residían los supuestos
infractores. No debemos perder de vista, además, que era justo en las viviendas de
mayor estatus donde también circulaba y residía el servicio doméstico por lo que no es
posible establecer identificaciones entre los cuarteles y el estatus de sus habitantes.
Esta situación, unida a la posible adversidad de que parte de la documentación policial
y judicial no se haya conservado, nos impide, por tanto, interpretar este bosquejo
geográfico como un espejo social de las zonas con mayor número de infracciones de
índole sexual. Pese a ello, la puesta en relación de los cuarteles referenciados, nos ha
permitido afirmar que los expedientes judiciales analizados refirieron un marco
espacial que comprendió la práctica totalidad de la ciudad de México.
997
Los 139 casos están comprendidos entre las cajas 25 y 238. Estas cajas han sido revisadas en su
totalidad pero no en todas hemos registrado expedientes relativos a delitos sexuales.
998
En concreto, el cuartel menor 2 se extendía ―desde el puente de Santo Domingo, de sur a norte, por la
calle de Santa Catarina Mártir, hasta el puente de Señora Santa Anna y siguiendo por su acequia, de
Oriente a Poniente, hasta el puente de las Esquiveres. De aquí, de norte a sur, hasta la acequia que viene
de Santo Domingo en el puente de la Misericordia: desde éste, de poniente a oriente, por el puente de
Amaya, hasta el puente de Santo Domingo donde empezó‖. El cuarto cuartel menor iba desde el puente
de la Misericordia ―yendo de Sur a Norte hasta llegar a la acequia que viene de la Parroquia de Señora
Santa Anna, y puente de las Esquiveres: desde éste, torciendo de Oriente a Poniente siguiendo la misma
acequia, hasta el puente de Santiaguito, donde da vuelta para la Concepción: desde aquí, continuándola
de Norte a Sur, hasta la en (sic) que se une con la de Santo Domingo en el puente del Zacate: desde aquí
de Poniente a Oriente, hasta el puente de la Misericordia‖. Bentura Beleña, Eusebio, Copias a la letra…,
op. cit., pp. 34-35.
999
El cuartel número 17 iba ―desde la esquina opuesta a la del Cementerio de Jesús María de Poniente a
Oriente, por la calle de la Machincuepa y la de Solano, hasta el puente de este nombre: Desde él, dando
una corta vuelta a la Fábrica de Norte a Sur, hasta la entrada de la plazuela de la Palma frente de la
Capilla de este nombre. Desde ella de Oriente a Poniente, hasta la esquina de la calle de Cuevas. Desde
ella de Sur a Norte, por las calles Quemada, de los Ciegos, de la Estampa de la Merced, pasando por
frente del Templo de Jesús María, hasta la esquina donde comenzó‖. El cuartel número 19 se extendía
―desde el puente de Solano, de Poniente a Oriente, por la calle de Santa Cruz, hasta el Guarda de San
Lázaro: Desde él, de Norte a Sur, por el Alvarradón, hasta un puente nuevo inmediato a un Rancho de
Pacheco: Desde él, de Oriente a Poniente, hasta la entrada a la plazuela de la Palma, frente de la Capilla
de este nombre: Desde dicha entrada, de sur a Norte, hasta el puente de Solano donde comenzó‖.
Ibídem, p. 38-37.
1000
Serrano Ortega, José Antonio, ―Los virreyes del barrio...‖, op. cit., p. 22.
- 236 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
coexistieron en la ciudad, los apresados eran llevados siempre a casa del auxiliar de
cuartel quien, en función de cómo juzgara la gravedad del delito, debía remitirlos a la
autoridad judicial correspondiente o tratar de resolver él mismo el litigio.
Los auxiliares estaban obligados a entregar a los aprehendidos al alcalde
constitucional o, en su defecto, a la cárcel más cercana, informando a su superior en
un máximo de ocho horas para la providencia correspondiente y el aviso al regidor
comisionado del cuartel1001. En los casos de ―homicidios, heridas o semejantes‖,
debían cuidar de especificar en su parte informativo los testigos presenciales que
hubiese habido y sus domicilios, tomando ―apuntes exactos de los reos y de los
heridos‖ para ayudar al juez a levantar la sumaria, o declarando sobre lo acaecido ante
esta autoridad1002.
Para el ejercicio de sus funciones, los alcaldes auxiliares podían requerir del apoyo
de todos los cuerpos de guardia existentes en la ciudad1003, incluyendo el cuerpo de
guarda-serenos, también llamados guarda-faroles, que eran los encargados de cuidar
y mantener el alumbrado de la ciudad además de vigilar las calles durante la noche y
estar facultados para ―aprehender a los ladrones, ebrios y a todos los malhechores
que encontrasen, depositándolos en el vivac más inmediato o en la Cárcel de la
Diputación‖1004.
En muchas ocasiones las infracciones sexuales eran descubiertas por estos
agentes durante el ejercicio de las averiguaciones o rondas que les encargaba su
auxiliar, cuyos fines poco o nada tenían que ver con la represión de dichas
sexualidades ilícitas. Por ejemplo, los comisarios Miguel Espericueta y José Esteban
Escoto mientras paseaban por los alrededores de la universidad1005 buscando por
orden del auxiliar Manuel Yoldi a cigarreras para echarlas del lugar y confiscarles los
cigarros, detuvieron a un hombre que portaba un puñal y discutía con una mujer1006.
Los detenidos fueron entregados al respectivo auxiliar, quien interrogó a ambos sobre
los motivos de su riña y pudo así conocer su relación de amancebamiento, enviando a
la pareja a la Cárcel de la Diputación a disposición judicial.
1001
―Reglamento de auxiliares…‖, art. 25, op. cit., p. 678.
1002
Idem, art. 26.
1003
Ibídem, art. 29, p. 679.
1004
―Reglamento para el alumbrado de México‖, 29 de diciembre de 1829, art. 13, en Ibídem, p. 686. Este
cuerpo de guarda-faroles, a pesar de los vaivenes, compaginó sus labores policiales de vigilancia
nocturna con la de custodios del alumbrado de la ciudad hasta 1878 cuando fueron relevados de sus
funciones de seguridad pública y entraron a formar parte de la Compañía de Encendedores. Campos
Aragón, Leticia, La electricidad en la ciudad de México y área conurbada, México, Siglo XXI, 2005, p. 78.
1005
Desde 1593 la universidad se estableció en ―el costado sur del palacio real, frente a la llamada Plaza
del Volador‖, en un hermoso edificio demolido en 1910 con motivo de la fundación de la Universidad
Nacional. Martínez López-Cano, María del Pilar (coord.), La universidad novohispana en el Siglo de Oro: a
cuatrocientos años de El Quijote, México, UNAM, 2006, pp. 61-62.
1006
AGNM, TSJDF, 1827, caja 27, exp. 178, ―Contra Rafael Arriaga y Merced Rico por incontinencia y
portación de un puñal el primero‖, ff. 1r-9v.
- 237 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―habiéndose sentado a exonerar el cuerpo frente a la casa del señor su acusador y por
una luneta de la Alameda, sin duda por estar imposibilitado de la mano derecha, no pudo
cubrirse bien las partes pudendas y, como no advirtió que la familia de dicho señor
1010
estuviese en el balcón, descuidó creyendo que nadie lo veía‖ .
1007
La cita refiere a la expresión utilizada en el reglamento de los alcaldes de barrio de finales de época
colonial. La desnudez para 1844 seguía estando prohibida con base en la Cédula de 13 de diciembre de
1799 dirigida al virrey de México y circulada por éste el 16 de abril de 1801. Véase De la Pascua,
Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit, p. 101.
1008
AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Faltas a la moral‖, s/f.
1009
AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Faltas a la moral‖, s/f.
1010
AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Faltas a la moral‖, s/f.
- 238 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1011
―Reglamento de auxiliares…‖, art. 17, op. cit., p. 678.
1012
AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Ignacio Cervantes y socia, incontinencia‖, s/f.
1013
AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Hilario Molina y socia, incontinencia‖, s/f. AGNM, TSJDF, 1844, caja
209, ―Carmen Calapiz, incontinencia‖, ff. 220r-223v.
1014
Una mujer soltera era aquella que pese a no haber contraído matrimonio ya había dejado de ser
virgen. En contraposición, las mujeres no casadas que siguieran siendo honradas recibían el calificativo
de doncellas.
1015
Por orden del gobernador del distrito, el juez menor del cuartel mayor n. 3 mandó averiguar quiénes
eran las mujeres que habitaban la casa n. 1 del callejón de las cruces y los ―excesos‖ que cometían.
AGNM, TSJDF, 1855, caja 308, ―En averiguación de quienes son las mujeres que habitan la casa n. 1 del
callejón de las Cruces y los excesos que cometen‖, ff. 1r-2v.
1016
María de los Santos fue aprehendida por el cabo de la formación reservada de policía, Felipe López,
por andar ―vestida de hombre‖. AGNM, TSJDF, 1844, caja 199, exp. 57, ‖Santos María, vestida de
hombre‖, s/f.
1017
Como ya analizamos en el capítulo anterior, la normativa formal antes y después de la codificación
penal siguió regulando el orden moral y estableciendo sanciones ante sus posibles infracciones.
1018
AGNM, TSJDF, 1827, caja 26, ―Contra Margarito Barrios por incontinencia‖, s/f.
- 239 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―había estado viviendo en mal estado con ella, que era casada, y que éste se la había
quitado a su marido y se la había llevado por distintas tierras, y que ahora él mismo le había
dicho que ya no quería estar con ella, porque ya tenía otra muchacha por Santa María con
1019
quien se iba a casar, por lo que quería le diera su ropa y que ella no se metiera con él‖ .
La casa de donde fue sacada Gertrudis, quien trabajaba como sirvienta, no era del
denunciante sino de la muchacha con la que Barrios se quería casar y a donde
Gertrudis había acudido para advertir a la madre de ésta qué tipo de persona era su
amasio. Al llegar Barrios y encontrar en la casa a Gertrudis, ―le dio de manazos‖ y fue
a dar aviso al auxiliar para que se la llevara1020. En el parte informativo el auxiliar
Mariana dejó testimonio del ―espanto‖ que sintió al escuchar la declaración de
Gertrudis, quien expuso sin tapujos varios de los actos sexuales delictivos cometidos
por Barrios con las siguientes palabras:
1019
AGNM, TSJDF, 1827, caja 26, ―Contra Margarito Barrios…‖, s/f.
1020
AGNM, TSJDF, 1827, caja 26, ―Contra Margarito Barrios…‖, s/f.
1021
AGNM, TSJDF, 1827, caja 26, ―Contra Margarito Barrios…‖, s/f.
- 240 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1022
―Reglamento de auxiliares…‖, art. 17, op. cit., p. 678.
1023
AGNM, TSJDF, 1831, Caja 61, Exp. 6, ―Felix Durán y Micaela López, por incontinencia y el primero
herido por un comisario del alcalde remitente por haberle hecho resistencia con un tranchete‖, s/f.
- 241 -
Alejandra Palafox Menegazzi
armas, estaba prohibido portar en la calle1024. Tras el aviso dado por María de la Luz
los guardias trataron de arrebatarle el arma y, por la resistencia ofrecida por el
detenido, según el informe policial, el comisario Flores desenvainó su espada e hirió al
referido en el antebrazo derecho y en la parte extrema del húmero izquierdo.
Una vez reducidos y conducidos ante el juez, tanto Micaela como Félix aclararon
que en realidad se acababan de conocer en la tarde del altercado. Micaela había
salido a hacer un mandado y, mientras caminaba por la calle de las Inditas, Félix, que
se encontraba en estado de ebriedad, la encontró y le dijo que si quería ir con él, a lo
que Micaela no le respondió por lo que Félix la empezó a seguir. Según sus
declaraciones, por tanto, no se encontraban sentados a orillas de la acequia, como
aseguraba el parte del auxiliar. Fue mientras Félix caminaba detrás de Micaela,
tratando que accediera a tener acto carnal con él, cuando apareció el guarda y los
condujo a la casa del auxiliar Don Ramón por creer que se encontraban
amancebados. En el camino, Félix le pidió a Micaela que le escondiera el tranchete
que portaba, por miedo a que se lo encontraran en la detención.
Cuando el ayudante les preguntó en la acequia si estaban dispuestos a contraer
matrimonio, Micaela permaneció callada contestando sólo Félix, algo que no pareció
preocupar a Eusebio Elizalde, quien dio por hecho que si el varón estaba dispuesto a
casarse, la mujer con la que supuestamente había tenido relaciones sexuales
aceptaría sin dudarlo. Según Micaela, la pregunta fue dirigida exclusivamente al
hombre que la acompañaba y por ese motivo ella había permanecido callada. La
respuesta afirmativa de Félix, por otro lado, buscó esconder el intento que, según él,
tenía con la citada mujer que no era otro que el de tener un encuentro sexual.
La resolución del magistrado Ybarra, como era de esperar, fue favorable a lo
expuesto por los policías en lo que respecta a la comisión del delito de incontinencia. A
pesar de que ningún testigo pudo corroborar tanto lo recogido en el parte policial como
lo declarado por los guardias, la detención no fue tachada de arbitraria. Micaela López
fue considerada dolosa y culpable de la incontinencia, por lo que fue entregada al
ministro ejecutor Francisco Javier de Arana para que la pusiera en una casa de honra.
Por su parte, Félix fue encargado por preso y puesto en libertad dos meses y medio
después de haber sido detenido, seriamente apercibido y advertido para que en
adelante no volviera a mostrarse insumiso ante las autoridades.
Como hemos querido ejemplificar con el caso expuesto, desde los albores de la
Independencia y hasta el último tercio del siglo XIX, la prevención y represión de los
1024
Así describieron el arma, entregada como cuerpo del delito por el referido guardia, los peritos José
Guadalupe Domínguez y Policarpio Salcedo, ambos maestros herreros. Por el Bando de 4 de febrero de
1831, quedó prohibido portar armas sin la correspondiente licencia expedida por el gobierno del Distrito.
Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 2, p.311.
- 242 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1025
―Decreto de gobierno. Se declara vigente la Constitución de 1824‖, 22 de agosto de1846, Arts. 2 y 3,
en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 5, pp. 156-157
y ―Ley. Se declara vigente la Constitución de 1824 y se designan las facultades del congreso
constituyente‖,10 de febrero de 1847, en Ibídem, p. 256.
1026
Tras proyectar a futuro un ―plan de policía general de seguridad‖ que debía observarse en toda la
República, se estableció un sistema de ―vigilancia pública de seguridad‖, en manos de un ―comisionado
de vigilancia pública‖, cargo concejil, honroso y de confianza pública que ostentaría una ―persona de
conocida honradez y energía‖ nombrada en cada manzana por el ayuntamiento. Sus funciones eran las
de vigilar ―la conducta social‖ de todos los residentes de la manzana, lo que incluía ―averiguar su
profesión, su oficio, ocupaciones habituales, el objeto de su residencia en el paraje donde vive y los
motivos de la variación de su domicilio de un punto a otro de esta ciudad. Al respecto véase el Bando de
policía, sobre hoteles, mesones, etc, 5 de septiembre de 1846, en Dublán Manuel, y Lozano, José María,
Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 5, p. 159.
1027
Para el ejercicio de sus funciones los jefes de cuartel contaban con varios jefes de manzana en cada
cuartel. Ambos formaban parte de la junta superior de policía. ―Bando de policía preventiva y seguridad
del Distrito Federal‖ de 11 de enero de 1847, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o
colección completa…, op. cit., vol. 5, pp. 243-246.
- 243 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1028
AGNM, TSJDF, 1850, caja 278, ―Toca a la causa instruida por el Juez 2º Lic. Olmedo contra Teodoro
Ruiz y Julia Arias por lenocinio‖, ff. 1r-30v.
1029
Así lo acreditaron seis comerciantes para los que Teodoro trabajó de dependiente y que fueron
interrogados como testigos por el juez de primera instancia Don Bernardino Olmedo.
- 244 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1030
Citas recabadas de la expresión de agravios firmada por Teodoro Ruiz ante la Suprema Corte de
Justicia. AGNM, TSJDF, 1850, caja 278, ―Toca a la causa instruida por el Juez 2º Lic. Olmedo contra
Teodoro Ruiz y Julia Arias por lenocinio‖, f. 9r.
1031
Citas recabadas de la expresión de agravios firmada por Teodoro Ruiz ante la Suprema Corte de
Justicia. AGNM, TSJDF, 1850, caja 278, ―Toca a la causa…‖, f. 9r.
- 245 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1032
Queja formulada por el Gobernador del Distrito Juan María Flores y Terán, en: ―Bando. Reglamento
para las fuerzas de policía‖, 9 de mayo de 1848: Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o
colección completa…, op. cit., vol. 5, p. 360.
1033
Los requisitos para formar parte de esta nueva fuerza policial era ―tener honradez acreditada por
medio de un fiador abonado, buena estatura y robustez‖. Ibídem, pp. 360-361.
1034
En esta misma línea, nacieron otros cuerpos de vigilancia dependientes del Gobierno del Distrito e
integrados por personas de escasa o nula formación y precarios sueldos como la ―guardia de policía‖ para
el Distrito Federal, o el cuerpo de vigilantes diurnos de la capital. ―Decreto. Se establece una fuerza que
se denominará: Guardia de Policía‖ del 20 de julio de 1848 ―Circular. Se establecen en esta capital los
vigilantes diurnos‖, 17 de diciembre de 1849, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o
colección completa…, op. cit., vol. 5, pp. 426-427 y pp. 652-653.
1035
La penumbra acompañó la mayor parte de las calles de la noche capitalina a lo largo de la centuria.
En 1789 tuvo lugar la implantación del sistema de alumbrado capitalino bajo el virrey Segundo Conde de
Revillagigedo, que culminó con el establecimiento de 1166 faroles de aceite en diez años. Hasta
mediados del siglo XIX apenas se dio ningún cambio y la penumbra siguió invadiendo los espacios
públicos al caer la noche. Progresivamente, gracias a los impulsos dados desde 1857 al establecimiento
del alumbrado de gas en la ciudad, tuvo lugar una paulatina colonización de la noche por parte de
diversos sectores de la población. Para inicios de 1881 la ciudad contaba con 2090 luces de gas, 1041
lámparas de trementina y 22 de aceite. La electricidad se introdujo en el alumbrado público a partir de
1898. Ramírez Serrano, Jorge, ―Historia del alumbrado público en la ciudad de México‖, Cuadernos de
educación sindical, n. 57, 1999. En http://www.stunam.org.mx/8prensa/cuadernillos/cuaderno57.htm.
Consultado el 8/04/2015.
1036
Este ―toque de queda‖, a finales de época colonial, iniciaba a las 9.30 de la noche y concluía a las 9
de la mañana. Turrent, Lourdes, ―Música y autoridad. El caso de los toques de campana de la Catedral
Metropolitana, 1791-1804‖, Istor: revista de historia internacional, n. 34, 2008, p. 32. Gracias a las
declaraciones y testimonios recogidos en los procesos judiciales, hemos podido comprobar que los
tiempos para los habitantes de la ciudad de México estuvieron pautados por el repique de las campanas
de las Iglesias. Paulatinamente, dentro de un heterogéneo proceso de secularización de las costumbres,
las horas fueron desplazando a las campanas en la estructuración temporal de los días y las noches
capitalinas.
- 246 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1037
La indisolubilidad del vínculo matrimonial hacía que algunas mujeres decidiesen huir de sus maridos
para poder desprenderse de ellos. Pueden considerarse como ejemplos: AGNM, TSJDF, 1845, caja 213,
―El señor General Don José María Espinoza sobre que se deposite a su esposa, Doña Josefa Carrera‖, ff.
1r-9v y AGNM, TSJDF, 1844, caja 209, ―Carmen Calapiz, incontinencia‖, ff. 220r-223v.
1038
En algunos casos, los actos sexuales tenían lugar en el espacio público, como en los siguientes
ejemplos: AGNM, TSJDF, 1843, caja 189, ―Francisco Sandoval y socia. Incontinencia‖, s/f, AGNM,
TSJDF, 1844, caja 194, exp. 633, ―Juliana Andrade. Incontinencia‖, ff. 134r-136v, AGNM, TSJDF, 1844,
caja 210, ―Dolores Chacón y socio, incontinencia‖, s/f, AGNM, TSJDF, 1845, caja 219, ―Incontinencia en
lugar sagrado‖, s/f, AGNM, TSJDF, 1873, caja 541, ―Incontinencia‖, s/f, AGNM, TSJDF, 1873, caja 541,
―Sebastián Torres, Nicolás Santillán, incontinencia‖, s/f, AGNM, TSJDF, 1874, caja 555, ―Incontinencia‖,
s/f, AGNM, TSJDF, 1877, caja 596, ―Soledad Miranda y Calixto García por incontinencia escandalosa‖, ff.
1r-3v.
1039
―Bando Prevenciones de Policía de Tranquilidad Pública‖, 12 de agosto de 1829, en Dublán Manuel, y
Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 2, pp. 145-146.
1040
―Bando. Providencias de policía, dirigidas a la hermosura, aseo y comodidad de las calles y plazas‖,
20 de marzo de 1833, en Ibídem, p. 498.
1041
Esta disposición no hizo sino recordar la vigencia de la prohibición de mudanzas o transportes de
muebles desde la oración de la noche y hasta el alba de 31 de diciembre de 1791. ―Bando de policía y
buen gobierno. Colección de bandos‖, 13 febrero 1844, art. 13, en Dublán Manuel, y Lozano, José María,
Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 4, p. 739.
1042
El siglo XIX, Sección ―Policía‖, n. 836, 9 de marzo de 1844, p. 3.
1043
―Bando importante que contiene las reglas para verificar el espendio (sic) de pulques en las casillas y
puestos, evitando músicas, bailes y juegos, que entren personas estrañas (sic), que se admitan prendas y
que se componga el pulque con otras materias‖, 29 de octubre de 1822, art. 3, en Rodríguez San Miguel,
Juan N., Pandectas hispano-mejicanas…, op. cit., p. 722.
- 247 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1044
―Bando. Arreglo sobre vinaterías y casillas de pulque‖, 22 de octubre de 1835, en Dublán Manuel, y
Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 3, p. 88.
1045
Véase al respecto Teitelbaum, Vanesa E., ―La persecución de vagos en pulquerías y casas de juego
en la ciudad de México de mediados del siglo XIX‖, Historias, 63, 2003, pp. 85-102 y Araya Espinoza,
Alejandra, ―Guerra, intolerancia a la ociosidad y resistencia: los discursos ocultos tras la vagancia. Ciudad
de México 1821 -1860‖, Boletín americanista, n. 52, 2002, pp. 23-55.
1046
Alcalde auxiliar del cuartel menor número dos.
1047
AGNM, TSJDF, 1845, caja 219, ―Forzamiento‖, s/f.
1048
AGNM, TSJDF, 1845, caja 219, ―Forzamiento‖, s/f.
1049
Juez 3º de lo Criminal, Licenciado José María Muñoz de Cote.
- 248 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
casa, suplicando a López que los acompañara, ―ya cerca de la oración‖, como consta
en su declaración1050. Decidieron, pues, caminar hacia la Plazuela de la Viña pero, al
estar muy ebria, María Antonia se cayó y Osorio trató de levantarla. Justo en ese
momento llegaron los dos auxiliares y acusaron a Osorio de estar teniendo trato carnal
con la mujer, deteniendo también a López. Según estas declaraciones, fueron los
mismos auxiliares quienes levantaron un hueso que había en el suelo para figurar la
existencia de un supuesto cuerpo del delito y acusar al referido de estar forzando a
María Antonia.
Por su parte, la referida mujer declaró haber salido en la tarde acompañada de sus
dos hijos a pasear y tomar pulque con una amiga durante la procesión de Santa Ana.
Al habérsele subido la bebida a la cabeza, no recordaba nada de lo ocurrido después
de que su amiga se fuera y ella se sentara junto con sus hijos ―en una puerta‖. Volvió
en sí a la mañana siguiente, cuando se encontraba recluida en casa del alcaide, sin
poder explicar nada de lo acaecido en la noche ni saber el paradero de uno de los dos
hijos que portaba.
La sentencia, emitida cinco días después de la aprehensión, valiéndose sólo de lo
declarado por el referido guardia1051, condenó a Osorio y López a pagar los costes de
la escribanía o, de lo contrario, a cumplir 15 días de servicio en la cárcel. María
Antonia, por su parte, fue condenada a pagar una multa de doce reales por la ebriedad
o, en caso de negativa, a cumplir ocho días de servicio en la cárcel. Al no fundamentar
la sentencia, no pudimos conocer con certeza los factores considerados por el
magistrado. Sin embargo, en atención a la escasa severidad de la misma, la condena
de los tres implicados en el altercado y el hecho de que no se ordenara el
reconocimiento corporal de María Antonia como método probatorio, la resolución
judicial pareció responder a una amonestación motivada por el escándalo provocado y
no ya por un posible caso de violación. En este, como en la mayoría de los procesos
consultados, la declaración policial ante la autoridad judicial tuvo de por sí valor
probatorio, algo directamente relacionado con la estimación de personas honradas que
gozaban estos custodios del orden.
1050
AGNM, TSJDF, 1845, caja 219, ―Forzamiento‖, s/f.
1051
La declaración del testigo Antonio González sólo aportó que los hombres habían portado sobre la
espalda, en un primer momento, y tirando de los brazos, después, a una mujer que se encontraba en
estado de ebriedad.
- 249 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1052
El auxiliar Pablo Carmona, por ejemplo, acudió al domicilio de Marcelino Rocha, donde detuvo a éste
y dos mujeres, Carmen Valencia y Mercedes Galindo, amante del sargento José María Sari, sólo por el
pedimento de dicho sargento. AGNM, TSJDF, año 1844, caja 195, ―Mercedes Galindo. Incontinencia‖, s/f.
1053
Un ejemplo representativo se encuentra en el caso contra Cástulo Contreras por incontinencia. Ante el
aviso de su esposa, sobrina del auxiliar Don Cristóbal García, éste se dirigió a casa de Cástulo, donde lo
aprehendió junto con su amasia, Dolores Mejía. AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Dolores Mejía.
Incontinencia‖, s/f.
1054
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, s/t, ff. 1r-8v.
1055
Expedido por el comisario del cuartel número tres, Domínguez del Pozo.
1056
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, s/t, ff. 1r-1v.
1057
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, s/t, f. 3v.
1058
Según José Antonio Yáñez Romero, un cuerpo policial que mereciera el calificativo de liberal debía
constituir una institución administrativa (no política) que formara parte de la fuerza pública necesaria para
garantizar los derechos y libertades del ciudadano. Debía garantizar la seguridad de toda la ciudadanía,
proteger la integridad física y los bienes de los habitantes. Sus integrantes no debían gozar de fuero
alguno ni privilegios ya que su idiosincrasia partía del principio de igualdad ante la ley. Yáñez Romero,
José Arturo, Policía Mexicana…, op. cit., pp.26-27.
- 250 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
justicia ordinaria, era un aliciente importante a la hora de cometer excesos y una traba
seria para pedir su castigo.
Pese a ello, algunas mujeres como María Álvarez se atrevieron a denunciar los
abusos perpetrados por militares ante las autoridades judiciales, enviando su ocurso,
en este caso, a la Suprema Corte de Justicia1059. María conocía bien al capitán Don
Joaquín Ayala, pues era hermano de una de las esposas de sus hijos y solía
frecuentar su casa para ver a su hija Sostenes Hoyos, joven doncella de dieciséis
años. A medida que Joaquín se sentía más interesado por Sostenes, la frecuencia de
sus visitas aumentó y esto molestó a María, quien le envió un recado pidiéndole se
retirara al no parecerle conveniente su presencia de acuerdo con la moralidad
imperante1060.
Cansado de los continuos impedimentos que María y sus demás hijos le ponían
para tratar con Sostenes, Joaquín se presentó en el domicilio familiar un viernes a las
9.30 de la noche reclamando estar con la joven y discutiendo fuertemente con
Epitacio, hermano de la referida. Ante la mediación de las mujeres de la casa para
impedir que ambos hombres se pelearan, el capitán se dirigió al cuartel del 1º activo y
regresó trayendo consigo a una patrulla. Respaldado por sus subalternos, comenzó a
dar a todos de cintarazos, ultrajó de palabra a los presentes e hizo detener a dos de
los hijos de María. Mientras conducía a los detenidos hacia el cuartel, Joaquín los
apaleó de nuevo entre las filas, agrediendo también a María Maldonado, hermana de
Sostenes, y a una vecina que les acompañaba. Finalmente el capitán soltó a los
aprehendidos en la esquina de la calle del Manco.
Varios vecinos, testigos casuales y tres de los guardias que acompañaban al
capitán1061 confirmaron lo declarado por María, relatando cómo Joaquín agredió tanto
a los muchachos como a las mujeres que iban suplicándole que los soltara al
amenazar el capitán con conducirlos a la prisión de la ExAcordada1062, famosa por los
abusos cometidos contra los presos y por la violencia y hediondez que reinaban en su
interior. A María ―le dio en las narices un golpe con la mano o con el puño y en la
espalda‖ y a la vecina, de nombre Gertrudis, ―le dio en la barriga‖1063. El cabo de la
patrulla que acompañaba a la comitiva, ante los lamentos de las mujeres, se excusó
ante ellas sosteniendo que nada podía hacer por tratarse de un superior. Los informes
1059
AGNM, TSJDF, 1838, caja 131, ―Criminal contra…‖, s/f.
1060
AGNM, TSJDF, 1838, caja 131, ―Criminal contra…‖, s/f.
1061
En concreto el soldado de la Primera compañía del Primer Batallón Activo, Susano Acevedo, el
soldado de la Quinta compañía Juan Flores, el guarda faroles número cuarenta y nueve, Candelo
Jiménez, el número cincuenta y cuatro, Antonio González y el cabo José María García. AGNM, TSJDF,
1838, caja 131, ―Criminal contra…‖, s/f.
1062
La cárcel de la Ex-Acordada debía su nombre al emplazamiento, situado en el edificio que albergó al
tribunal de la Acordada hasta su abolición en 1812.
1063
AGNM, TSJDF, 1838, caja 131, ―Criminal contra…‖, s/f.
- 251 -
Alejandra Palafox Menegazzi
médicos ordenados por el juez confirmaron las lesiones descritas por los declarantes,
todas ellas superficiales a excepción de la de María Maldonado, quien presentaba
incomodidades en la respiración a consecuencia del golpe.
A pesar de la orden de arresto firmada por el magistrado Casasola contra el capitán
Joaquín Ayala no disponemos de los documentos relativos a la resolución del caso.
Sin embargo, el hecho de que todos los militares procesados que hemos encontrado
en los documentos de archivo a lo largo de nuestra investigación lograran eximirse de
ser condenados por la justicia ordinaria, al sujetarse al fuero militar, nos permite
pensar que probablemente el capitán Ayala no fuera la excepción.
Esta recurrente situación, sin embargo, dejó de producirse tras el triunfo de la
Revolución liberal de Ayutla en 18551064 y la promulgación de la conocida como Ley
Juárez de 18551065, que supuso un duro golpe a los privilegios que gozaban algunos
de los encargados de mantener el orden en la capital del país, al prohibir que los
tribunales especiales juzgaran delitos comunes, tanto de civiles como de militares1066.
Con esta medida los acusados de haber cometido cualquier delito o falta de índole
sexual tuvieron que hacer frente a la justicia criminal ordinaria. La vía castrense, tan
recurrida en los años anteriores1067, dejó así de constituir un medio para sortear el
peso de la ley en los casos de abusos cometidos por militares durante el ejercicio de
sus labores policiales.
Pese a ello, durante la segunda mitad del siglo XIX, los abusos policiales contra la
población capitalina siguieron siendo frecuentes. El gobierno del Distrito por su parte,
trató de paliar el problema tomando insuficientes medidas al respecto, como fue la
regulación en enero de 1855 de la figura del superintendente de policía, un cargo
nombrado por el supremo gobierno y subordinado al gobernador del Distrito. Era
obligación del superintendente cuidar que los agentes cumplieran con sus respectivos
deberes e impedir por todos los medios posibles los abusos de autoridad o de fuerza a
los que ―naturalmente‖ propendían, según consta en la normativa, así como procurar
1064
La Revolución conllevó la reinstauración del Distrito Federal y la apertura de un congreso
extraordinario, cuya labor culminó con el juramento el 5 de febrero de 1857 de la Constitución Federal de
los Estados Unidos Mexicanos, código que consolidó en teoría el establecimiento de las garantías
individuales en el país.
1065
Art. 42 de la Ley de administración de justicia y orgánica de los tribunales de la federación de 23 de
noviembre de 1855. En Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op.
cit., vol. 7, p. 603.
1066
En lo referente a la abolición del fuero eclesiástico, ésta no se produjo hasta la promulgación de la
Constitución Federal de 1857, que en su artículo 13 estableció que: ―En la República Mexicana nadie
puede ser juzgado por leyes privativas, ni por tribunales especiales. Ninguna persona ni corporación,
puede tener fueros, ni gozar emolumentos que no sean compensación de un servicio público, y estén
fijados por la ley. Subsiste el fuero de guerra solamente para los delitos y faltas que tengan exacta
conexión con la disciplina militar. La ley fijará con toda claridad los casos de excepción‖. CM 1857, art. 13.
1067
Como explicaremos más adelante, cuando abordemos el perfil de los implicados en los procesos
analizados, los militares procesados por la justicia ordinaria solicitaron, antes de la abolición de sus
privilegios, ser juzgados por un tribunal militar. Esta situación permite suponer que la justicia castrense
mostraba mayor indulgencia ante delitos de esta índole.
- 252 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
que en el ejercicio de sus funciones obraran ―con suma moderación evitando insultos y
malos tratamientos innecesarios‖1068.
Las continuas denuncias sobre la inoperancia y los abusos de poder que estos
guardianes, policías y militares, cometían contra los habitantes de sus respectivos
cuarteles no impidieron que su palabra, en la práctica judicial, siguiera gozando de alta
consideración por parte del poder judicial. Los testimonios principalmente de
auxiliares, ayudantes y jefes de manzana o cuartel, al gozar éstos del estatus de
hombres honrados por el puesto que ocupaban, fungieron como instrumentos
probatorios en más de una ocasión. A diferencia de los demás testigos, quienes
debían aportar datos acerca de su estado civil y su oficio -en caso de ser hombres- y
condición sexual1069 –en el caso de las mujeres- estos agentes estaban exentos de
tener que demostrar su honradez.
En diversos procesos, como el abierto contra Fernando Covarrubias y Mariana Ríos
por estar en ―ilícita amistad‖1070, la condena de los acusados estuvo basada
únicamente en las declaraciones policiales. En otras ocasiones, ante las meras
declaraciones de testigos como método probatorio de la comisión delictiva, sus
declaraciones sirvieron para inclinar la balanza hacia una de las dos partes
enfrentadas. Por citar algún ejemplo, la acusación de violación hecha por Luciana
Guadalupe sobre Carlos Villanueva no aportó más evidencias que la palabra del
alcalde del cuartel número veinte, Mario Centeno, sobre la conocida mala conducta de
Villanueva1071 y, en otro caso, para condenar a prisión a Calixto Díaz y María Alfonsa
Uribe por incontinencia a pedimento de la mujer de Díaz, bastó la declaración del
auxiliar del cuartel diecisiete, Agustín Fuentes, quien sostuvo haberlos encontrado
juntos en un cuarto1072.
Como quedó registrado en el diario de sesiones del congreso, algunos de los
diputados autores del texto constitucional de 1857, como Ponciano Arriaga o Isidoro
Olvera1073, denunciaron públicamente las ―tropelías y atentados‖ perpetrados por la
1068
Para el ejercicio de sus funciones, el superintendente debía servirse de ―agentes auxiliares‖,
―inspectores‖ y ―regidores de cuartel‖. Estos últimos eran vecinos nombrados por el gobernador del
Distrito a propuesta del ayuntamiento de México y encargados de las funciones desempeñadas hasta el
momento por los prefectos de policía. ―Reglamento expedido por el Ministerio de Gobernación sobre los
deberes y atribuciones del superintendente de policía de la Municipalidad de México‖, 11 de enero de
1855, art. 20, secciones III y IV, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección
completa…, op. cit., vol. 7, pp.384-386.
1069
Sólo los testimonios de las mujeres fielmente casadas, o de doncellas y viudas honradas, es decir,
que no tuviesen relaciones sexuales, podían considerarse verídicos. La palabra de una mujer que no
cumpliese estos requisitos carecía de valor en un juicio.
1070
AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Fernando Covarrubias y socia, incontinencia‖, s/f.
1071
AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Carlos Villanueva por forzamiento‖, s/f.
1072
AGNM, TSJDF, 1843, caja 189, s/t, s/f.
1073
Isidoro Olvera (1815-1859) ―médico, político y precursor del agrarismo‖, fue un fiel defensor de los
ideales liberales a mediados del siglo XIX, lo que le costó su destierro a Tulancingo en 1854 y su
detención tras el golpe de Estado de Comonfort en 1858. Con el triunfo de Ayutla, fue nombrado diputado
- 253 -
Alejandra Palafox Menegazzi
policía a la hora de imponer arrestos y solicitaron medidas legales que impidieran ―la
manera bárbara y salvaje‖ con que en México se hacían las prisiones1074. ―Desde los
guardias diurnos hasta los gobernadores del Distrito, todos se creen con derecho para
vejar y golpear al que reconvienen o aprehenden‖ afirmaba Arriaga al respecto,
provocando, paradójicamente, la risa entre algunos de los diputados1075. Como
resultado de estos debates, la carta magna de 1857 en su artículo diecinueve
estableció que ―todo maltratamiento en la aprehensión o en las prisiones, toda
molestia que se infiera sin motivo legal, toda gabela o contribución en las cárceles‖,
eran abusos que debían ser corregidos y penados por las leyes y autoridades
competentes1076.
En 1861 el Distrito Federal quedó dividido en la municipalidad de México y cinco
partidos, encabezados cada uno por un prefecto nombrado por el gobernador1077.
Cada prefecto quedó encargado de todo lo referente al orden y seguridad de la ciudad
y el Distrito, cuyo mantenimiento siguió dependiendo de fuerzas diversas como la
fuerza armada de infantería y caballería, los resguardos nocturnos y diurnos, los
inspectores y subinspectores de acera y las distintas comisiones de seguridad1078. Fue
en este mismo año cuando el presidente Benito Juárez, con objeto de erradicar el
extendido bandidaje en los caminos de la República, decretó la creación de la primera
policía federal del país, integrada por cuatro cuerpos de policía rural1079. Uno de estos
cuerpos quedó encargado de mantener el orden en la carretera que unía la capital con
Arroyozarco, así como en las poblaciones intermedias y los terrenos adyacentes1080.
La implatación del II Imperio mexicano en 1865 conllevó la integración de la policía
capitalina en dos cuerpos principales, general y municipal, a cargo respectivamente de
prefectos y alcaldes1081. La ciudad de México se mantuvo dividida en ocho cuarteles
mayores de policía, subdivididos en cuarteles menores y estos a su vez, en manzanas
al Congreso Constituyente y durante esos años desarrolló un proyecto de ley en defensa de un reparto
agrario más equitativo entre la población. ―Olvera, Isidoro‖, Diccionario Porrúa…, op. cit., p. 1515.
1074
Zarco, Francisco y Sierra Casasús, Catalina, Crónica del Congreso Extraordinario Constituyente
(1856-1857), COLMEX, México, 1957, p. 263.
1075
Idem.
1076
CM 1857, art. 19.
1077
En concreto, quedó dividido en la municipalidad de México, el partido de Guadalupe Hidalgo, el
partido de Xochimilco, el partido de Tlalpam y el partido de Tacubaya. ―Decreto del gobierno. División
política del Distrito Federal‖, 6 de mayo de 1861, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o
colección completa…, op. cit., vol. 9, p. 204.
1078
Por el decreto de 5 de marzo de 1862 quedaron establecidas diecisiete municipalidades en el Distrito
Federal. ―Bando del gobierno del Distrito. Sobre división política del mismo Distrito‖, 5 de marzo de 1862,
en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 9, pp. 388-389.
1079
―Decreto del gobierno. Creación de cuatro cuerpos de policía rural para la seguridad de los caminos‖,
6 de mayo de 1861, en Ibidem, pp. 206-207.
1080
Ibidem, p. 206.
1081
―Ley sobre la Policía General del Imperio‖, 1 de noviembre de 1865, Cap. 1, art. 1 en Colección de
Leyes, Decretos y Reglamentos que interinamente forman el sistema político, administrativo y judicial del
Imperio, vol. 5, México, Imprenta de Andrade y Escalante, 1865, p. 3.
- 254 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1082
Cap. 2, art. 2, Ibídem, p. 4.
1083
Cap. 2, art. 3, Ibídem, p. 4.
1084
Reglamento de la policía de la Ciudad de México y del Distrito Federal, México, Imp. De V. G. Torres,
1872.
1085
El ejercicio de la policía de la ciudad de México, además de cuidar del aseo e higiene pública, tenía
como finalidad prevenir los delitos, descubrir los que se hubiesen cometido, aprehender a los criminales y
proteger a las personas y las propiedades para ―salvarlas tanto de los accidentes fortuitos como de los
daños intencionales‖. Art. 1, Ibídem, p. 3.
1086
Art. 90, Ibídem, pp. 40-41.
1087
Con pena de arresto mayor y multa de 25 a 500 pesos. CP 1871, art. 787.
1088
Se tenía como ―impúdica‖ ―toda acción que en el concepto público está calificada de contraria al
pudor‖. CP 1871, art. 787.
1089
Art. 90, Ibídem, p. 41
1090
Santoni, Pedro, ―La policía de la ciudad de México durante el Porfiriato: los primeros años (1876-
1884)‖, Historia Mexicana, 33, 1983, pp. 101-102.
1091
En 1877 el Distrito Federal registró los mayores niveles de criminalidad de la República. Ibídem, p. 99
- 255 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1092
Esta corporación de policía reemplazó en sus funciones a los resguardos diurnos y nocturnos. Los
resultados de esta iniciativa no cumplieron con las expectativas depositadas. Ibídem, pp. 102-103.
1093
Desde 1877 existía también un cuerpo de Gendarmería Montada. Este cuerpo estuvo estructurado a
partir de 1879 en ocho agrupaciones de cien hombres cada una, una por cada cuartel en el que estaba
dividida la ciudad. Ibídem, p. 108.
1094
Idem.
1095
AGNM, TSJDF, 1872, Caja 528, ―Marciana Santos López, Antonio Morales, acusados de adulterio‖,
s/f.
1096
AGNM, TSJDF, 1870, caja 497, ―Mª Soledad Robles, Clemente Alonso. Incontinencia y falta a su
aprehensor‖, s/f.
- 256 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1097
AGNM, TSJDF, 1870, caja 497, ―Mª Soledad Robles…‖, s/f.
1098
AGNM, TSJDF, 1870, caja 497, ―Mª Soledad Robles…‖, s/f.
1099
AGNM, TSJDF, 1870, caja 497, ―Mª Soledad Robles…‖, s/f.
- 257 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1100
AGNM, TSJDF, 1870, caja 497, ―Mª Soledad Robles…‖, s/f.
1101
La detención se produjo el 20 de marzo de 1870. Soledad y Clemente fueron puestos en libertad el 23
de marzo y el 4 de abril respectivamente.
1102
Se trató de los casos: AGNM, TSJDF, 1864, caja 391, ―Contra Miguel Ferrete y Bonifacio Peña por
fuerza y violación‖, ff. 1r-48v; AGNM, TSJDF, 1869, caja 474, ―Contra Casimiro Hernández por estupro en
la joven Cipriana Calderón‖, ff. 1r-33v; AGNM, TSJDF, 1872, caja 512, ―Contra Margarito Anaya por
violación y fuerza‖, ff. 1r-13v; AGNM, TSJDF, 1876, caja 601, ―Felipe Camacho. Estupro‖, ff. 1r-25v y
AGNM, TSJDF, 1880, caja 682, ―José de Jesús Acosta por conato de violación‖, ff. 1r-10v.
1103
AGNM, TSJDF, 1864, caja 391, ―Contra Miguel Ferrete y Bonifacio Peña por fuerza y violación‖, ff. 1r-
48v.
- 258 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
portaba, ambos violaron su cuerpo. Gracias al aviso dado por una de las testigos, el
amo de Catarina tuvo noticia del peligro que corría su criada por lo que decidió acudir
al lugar del crimen. Tras una larga conversación, Don José María, haciendo uso de su
autoridad de prefecto, logró persuadir a los violadores para que dejaran a la joven
regresar a su casa.
La siguiente denuncia por violación contra un agente del orden fue dirigida contra
Casimiro Hernández, guarda faroles n. 83, acusado de haber agredido sexualmente en
el callejón de Areneros a la joven doncella de catorce años Cipriana Calderón1104. En
este caso, según lo declarado por las partes implicadas, el procesado no conocía a su
víctima por lo que la venganza no había sido el móvil de la violación. Al parecer,
Cipriana regresaba a su casa desde la Plazuela de las Vizcaínas a donde se había
dirigido a las siete de la noche para tirar unas hilachas. Casimiro, creyendo que la
joven era una prostituta, se abalanzó sobre ella y, tras reducir la resistencia que
mostraba la víctima y amenazar con matarla, logró violarla. Una vez concluido el acto,
el procesado trató de recompensar el agravio cometido ofreciendo a Cipriana seis
reales a cambio de su silencio.
La tercera de las denuncias referidas fue presentada por María Jesús Rosalía, una
mujer casada de 30 años de edad, que había sido detenida en el calabozo de
Guadalupe Hidalgo1105. Según lo declarado por la víctima, la noche del 27 de octubre
de 1872 fue aprehendida por el inspector Margarito Anaya, a causa de una riña de
palabras que tuvo con otra mujer en la tienda de Don Francisco Sedano1106. Tras
encerrarla en la cárcel del pueblo, al poco tiempo Anaya ―volvió, abrió la puerta y la
cerró por dentro y dirigiéndose a la declarante la forzó, valiéndose de su superioridad
física y no obstante la resistencia que hizo (…), desgarrándole en la lucha la
camisa‖1107.
El referido Anaya permaneció en el interior del calabozo alrededor de una hora,
después salió y al abrir su puerta se encontró con Feliciano Rojas que llegaba a la vez.
El guardia Feliciano Rojas, citado como testigo por el juez, sostuvo que al llegar al
calabozo ―observó que la cárcel estaba obscura y al llegar a la puerta se abrió ésta y
salió el mencionado Margarito Anaya‖, quien se había encerrado con llave y la luz
apagada1108. Al verle, la víctima pidió auxilio a Rojas, contándole que Anaya la había
1104
AGNM, TSJDF, 1869, caja 474, ―Contra Casimiro Hernández por estupro en la joven Cipriana
Calderón‖, ff. 1r-33v.
1105
La villa de Guadalupe Hidalgo fue una de las once municipalidades que englobaron el Distrito Federal
desde su creación en 1824. Al no disponer de juez letrado, los delitos criminales que ameritaran pena
corporal eran remitidos por los jueces menores a los jueces en turno de la ciudad de México.
1106
AGNM, TSJDF, 1872, caja 512, ―Contra Margarito Anaya por violación y fuerza‖, ff. 1r-13v.
1107
Las citas han sido extraídas de la declaración ofrecida por la víctima. AGNM, TSJDF, 1872, caja 512,
―Contra Margarito Anaya…‖, f. 2v.
1108
AGNM, TSJDF, 1872, caja 512, ―Contra Margarito Anaya…‖, f. 4r.
- 259 -
Alejandra Palafox Menegazzi
forzado por lo que le reconvino. Tras éste negar lo ocurrido, el inspector Anaya quiso
hablar con María de Jesús y volviendo a entrar en la cárcel, le propuso en voz baja
dejarla libre luego si le prometía no quejarse. Una vez comprado su silencio, la víctima
fue puesta en libertad y conducida a su casa por Rojas.
En otro caso, registrado en 1876, el abuso policial fue cometido sobre Soledad
Francisca Ávila, niña de once años de edad que había sido conducida a la Comisaría
de Díaz Barreiro en calidad de víctima de violación1109. Los primeros hechos delictivos
se produjeron en el interior de una accesoria donde Soledad cuidaba el obrador de
pintura de su amo, Don José Amado Cisneros. Fue ahí donde el jícaro Felipe
Camacho, quien conocía a la niña por haberla servido pulque en más de una ocasión,
aprovechando que se encontraba sola, se introdujo en el interior del almacén, cerró la
puerta y se abalanzó sobre Soledad, tapándole la cara con una sábana para impedir
que diera gritos. Por razones que la víctima interpretó como ―un milagro de Dios‖1110,
en ese mismo instante entraron en el local su amo y la hermana de éste, quienes
redujeron al agresor y dieron aviso de lo ocurrido a unos guardias.
Una vez llegados todos a la comisaría, el escribiente José Celada condujo a
Soledad a una habitación retirada donde, según lo declarado por la propia víctima ante
el juez de primera instancia,
―le dijo que se acostara, levantándole las enaguas le introdujo un dedo en las partes
genitales, preguntándole si sentía algún dolor a lo que le contestó que sí porque sentía
dolor. Que esto lo hizo varias veces sin pasar de tres, tirándola al suelo y haciéndola andar,
en cuya operación duró una hora, que luego la sacó de la pieza, mandándola después para
1111
la Diputación‖ .
Según los facultativos que reconocieron a la víctima por orden del juez, el himen de
la niña estaba desgarrado pero la introducción del dedo pequeño en la vagina se
conseguía con dificultad por lo que estimaban que no había sido estuprada por un
pene sino por un objeto más pequeño1112. Tras interrogar detenidamente a varios
guardias diurnos de la citada comisaría, y no encontrando quien pudiera –o quisiera-
aportar datos que ayudaran a resolver el caso, el magistrado Joaquín M. Escoto
condenó a José Celada a nueve meses y dieciocho días de prisión por un delito de
atentado contra el pudor1113.
1109
AGNM, TSJDF, 1876, caja 601, ―Felipe Camacho. Estupro‖, ff. 1r-25v.
1110
AGNM, TSJDF, 1876, caja 601, ―Felipe Camacho…‖, f. 7v.
1111
AGNM, TSJDF, 1876, caja 601, ―Felipe Camacho…‖, f.8v.
1112
AGNM, TSJDF, 1876, caja 601, ―Felipe Camacho…‖, f. 4r.
1113
AGNM, TSJDF, 1876, caja 601, ―Felipe Camacho…‖, f. 20v. Según lo recogido en el Código Penal de
1871, aquel que cometiera este delito contra una víctima menor de catorce años debía de ser condenado
a una pena de tres años de prisión y al pago de setenta a setecientos pesos. En la emisión de fallo, por
- 260 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
tanto, el magistrado no acató la ley y, haciendo uso de su arbitrio, dio un trato de favor al empleado
policial en comparación a lo estipulado en la normativa penal. Véanse al respecto arts. 789 y 790 del CP.
1114
AGNM, TSJDF, 1880, caja 682, ―José de Jesús Acosta por conato de violación‖, ff. 1r-10v.
1115
AGNM, TSJDF, 1880, caja 682, ―José de Jesús Acosta…‖, f. 2v.
1116
AGNM, TSJDF, 1880, caja 682, ―José de Jesús Acosta…‖, f. 3r.
1117
Por supuesto referimos sólo al periodo en el que estuvo vigente la Constitución de 1812 y las leyes
emanadas de las Cortes liberales españolas hasta el regreso del absolutismo en 1814.
1118
Como se expondrá detalladamente en el capítulo 4 de esta tesis, las declaraciones de actores y reos
en los distintos procesos consultados permiten sustentar esta afirmación.
1119
Recordamos que para ocupar cualquier cargo policial, en atención a lo dispuesto en los reglamentos
expedidos a lo largo del siglo, había que ser reconocido como ―hombre honrado‖ por un superior.
Cuestionar este aspecto, por tanto, también ponía en duda esta valoración.
- 261 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1120
De Dublán, Manuel y Méndez, Luis, Novísimo Sala mexicano o ilustración al derecho real de España
con las notas del Sr. Lic. D. J. M. de Lacunza. Edición corregida y considerablemente aumentada con
nuevas anotaciones y refundiciones, relativas a las reformas que ha tenido la legislación de México hasta
el año de 1870, por lo señores don Manuel Dublán y don Luis Méndez, abogados de los tribunales de la
República, Volumen 2, México, Imprenta del Comercio de N. Chávez, 1870, p. 548.
1121
Flores Flores, Graciela, Orden judicial y justicia criminal (Ciudad de México, 1824-1871), Tesis de
Doctorado, México, UNAM, 2013, p. 126
1122
Ibidem, p. 38.
1123
En concreto por el Reglamento de las Audiencias y Juzgados de Primera Instancia dado por las
Cortes de Cádiz el 9 de octubre de 1812.
1124
El decreto de 14 de febrero de 1826 estableció que para el Distrito Federal y los territorios carentes de
codificación penal el Reglamento de 1812 se mantendría vigente.
1125
―Reglamento de las Audiencias y Juzgados de Primera Instancia‖, 9 de octubre de 1812, cap. 3, Arts.
1-3 y cap. 2, art. 13 en Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y
Extraordinarias desde 24 de mayo de 1812 hasta 24 de febrero de 1813, vol. 3, Cádiz, Imprenta Nacional,
1813, pp. 117-119. CM 1824, art. 155, LC 1836, Ley 5ª, art. 40.
- 262 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1126
―Reglamento de las Audiencias…‖, op. cit., cap. 3, art. 1, p. 117. La figura de los ―hombres buenos‖
quedó erradicada desde 1846 ―debido a que solían concurrir a los juzgados ciertos tinterillos —pasantes
de derecho— que ejercían la función de los hombres buenos a cambio de dinero‖, Castillo Hernández,
Diego, ―La ley y el honor…‖, op. cit., p. 92.
1127
Flores Flores, Graciela, Orden judicial…, op. cit., p. 52.
1128
A partir de 1857 la cantidad exigida fue de cien a trescientos pesos. Véase ―Ley que arregla los
procedimientos judiciales en los tribunales y juzgados del Distrito y Territorios‖, 4 de mayo de 1857, art. 1,
en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 8, p. 448.
1129
―Reglamento de las Audiencias…‖, op. cit., cap. 2, art. 9, p. 119.
1130
Graciela Flores Flores, tras revisar una muestra de sesenta juicios verbales y de conciliación, observó
también que estos concluían el mismo día que iniciaban. Flores Flores, Graciela, Orden judicial…, op. cit.,
p. 35.
1131
Véase Apéndice II.
- 263 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―Usted sabe muy bien y no se me oculta que llevando en todo el rigor de la ley este caso,
podría instruirse en forma una sumaria en el Juzgado de Letras, de donde, tal vez, resultaría
sentenciado a una pena de algún tiempo considerable a obras públicas, más como deseo
caminar de acuerdo con los sentimientos de lenidad y prudencia, que piden las
circunstancias de estos infelices, dexo (sic) la circunspección de usted las medidas de
1134
justicia y escarmiento que deban dictarse‖ .
Esta justicia menor actuaba como un primer aviso, un primer trámite que advertía a
los infractores que las conductas sexuales desviadas del camino marcado por la
normativa podían acarrear graves consecuencias. En ocasiones, sin embargo, los
alcaldes, al considerar que la gravedad del ilícito demandado ameritaba un castigo
mayor, remitieron el caso a la justicia ordinaria sin la voluntad de la parte acusadora,
como en el proceso contra Don Jorge Martínez, acusado en 1837 de incesto por su
propia mujer al haber establecido relaciones con la hermana de ésta1135. En este caso,
Doña Remigia Horta acudió al alcalde de Tacubaya quejándose de la relación ilícita
entre su hermana y su marido ―para que con una ligera corrección se evitara su
continuación‖ pero sin intentar en manera alguna usar de las acciones legales que
1132
San Ángel: Una vez creado el Distrito Federal en 1824, San Ángel pasó a depender de la prefectura
de Tlalpan. En el último período de gobierno de Antonio López de Santa Anna los límites del Distrito
Federal se ensancharon ―al norte, hasta el pueblo de San Cristóbal Ecatepec; al noroeste, Tlanepantla; al
poniente los Remedios, San Bartolo y Santa Fe; al suroeste, desde el límite oriente de Huisquilucan,
Mixcoac, San Ángel y Coyoacán; por el sur, Tlalpan; por el sureste, Tepepan, Xochimilco e Iztapalapa; por
el oeste, el Peñon Viejo y entre este rumbo y el noreste y norte, hasta la medianía de las aguas del lago
de Texcoco". ―Decreto del gobierno. Se designan los límites de las prefecturas del Distrito de México‖, 16
de febrero de 1854, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit.,
vol. 7, pp. 49-51.
1133
AHDF, Municipalidades, San Ángel, Comunicados-curatos, 1841, 56, caja 1, exp. 112, ―Oficios del
cura de San Ángel denunciando la incontinencia de varios vecinos‖, ocurso de 2 diciembre 1841, f. 2r.
1134
AHDF, Municipalidades, San Ángel, Comunicados-curatos, 1841, 56, caja 1, exp. 102, ―Oficios del
cura de San Ángel en los que acuda de incontinencia a varios feligreses‖, ocurso 23 febrero 1841, f. 2v.
1135
AGNM, TSJDF, 1837, caja 119, exp. 24, ―Toca a la causa contra D. Jorge Martínez y doña Ana Horta
por incesto‖, ff. 1r-8v.
- 264 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1136
AGNM, TSJDF, 1837, caja 119, exp. 24, ―Toca a la causa contra D. Jorge Martínez…‖, f. 4v.
1137
AGNM, TSJDF, 1837, caja 119, exp. 24, ―Toca a la causa contra D. Jorge Martínez…‖, f. 4v.
1138
CP 1871, art. 795.
1139
AGNM, Fondo TSJDF, 1873, caja 542, ―Acusación de violencia cometida por Quirino Sánchez contra
la voluntad de Nazaria Hernández‖, ff. 1r-3v.
1140
AGNM, Fondo TSJDF, 1873, caja 542, ―Acusación de violencia…‖, f. 3r.
1141
―Reglamento de las Audiencias y Juzgados de Primera Instancia‖, 9 de octubre de 1812. Cap. 3,
art. 7., en Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y Extraordinarias
desde 24 de mayo de 1812 hasta 24 de febrero de 1813, vol. 3, Cádiz, Imprenta Nacional, 1813, p. 128.
La función del alcalde como juez conciliador estuvo sujeta a la legislación colonial gaditana hasta su
regulación durante el periodo centralista a través de la LC 1836, Ley 6ª, art. 26.
1142
CE 1812, Arts. 282 y 284.
1143
LC 1836, Ley 6ª, art. 29.
- 265 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1144
―Decreto de gobierno. Sobre juicios de conciliación y elección de jueces de paz‖, 12 de octubre de
1846, art. 8, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 5,
p. 179.
1145
―Ley para el arreglo de la administración de justicia en los tribunales y juzgados del fuero común‖, 16
de diciembre de 1853, art. 5, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección
completa…, op. cit., vol. 6, p. 818.
1146
Art. 6, Idem.
1147
Debían de dar cuenta siempre al juez letrado correspondiente. ―Decreto de gobierno. Sobre juicios
de conciliación y elección de jueces de paz‖, 12 de octubre de 1846, art. 8, en Dublán Manuel, y Lozano,
José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 5, p. 179.
1148
Art. 11, Idem.
1149
Art. 161, Ley para el arreglo de la administración de justicia en los Tribunales y juzgados del fuero
común, México, Miguel de Zornoza, 1858, p. 44.
1150
―Decreto de gobierno. Sobre juicios de conciliación y elección de jueces de paz‖, 12 de octubre de
1846, art. 4, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 5,
p. 179.
1151
―Bando de policía preventiva y seguridad del Distrito Federal‖ de 11 de enero de 1847, en Dublán
Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 5, p. 244.
- 266 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1152
Castillo Hernández, Diego, ―La ley y el honor…‖, op. cit., p. 84.
1153
―Ley sobre el modo de juzgar a los ladrones, homicidas y heridores‖, 6 de julio de 1848, art. 7, en
Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 5, pp. 401.
1154
Para ejercer como juez menor los requisitos eran ―ser ciudadano en el ejercicio de sus derechos,
mayor de veinticinco años, de profesión o ejercicio conocido y honesto, y de notoria probidad. Eran
elegidos por el Supremo Gobierno a propuesta de la Suprema Corte de Justicia. ―Decreto del gobierno.
Se establecen los jueces menores‖, 17 de enero de 1853, art. 3, en Dublán Manuel, y Lozano, José
María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 3, p. 294.
1155
Art. 8, Idem. Los jueces menores no entraron en funciones propiamente hasta 1855 con Benito Juárez
y su ley de 23 de noviembre de 1855. Hasta entonces no fue posible ―debido a la presidencia de Santa
Anna, quien reivindicó el centralismo y expidió una ley para la administración de justicia el 16 de
diciembre de 1853, que creó a los jueces locales y de partido‖. Flores Flores, Graciela, Orden judicial…,
op. cit., pp. 172-173.
- 267 -
Alejandra Palafox Menegazzi
cumplidos, saber leer y escribir, ―ser de buena vida y costumbres‖ y estar avecindado
en el municipio donde ejerciera su jurisdicción1156.
A pesar de que desde mediados del siglo se recomendaba que el cargo de juez de
paz recayese sobre un abogado1157, esta cualidad no era obligatoria y, ante la
ausencia de licenciados en derecho, las funciones descritas siguieron recayendo en
jueces legos que ameritaron el cargo sólo por gozar de buena fama y reconocida
estimación ante los ojos de sus superiores.
1. El orden vecinal
Alcaldes y jueces de paz eran las caras más visibles de un complejo sistema
judicial encargado de implementar el respeto y sujeción a la normativa sexual vigente.
En aras de mantener el orden y la tranquilidad en sus respectivas jurisdicciones, los
alcaldes trataban de arreglar pleitos domésticos y evitar, así, posibles escándalos. Al
residir en la misma jurisdicción que custodiaban1158, eran conocedores de los
movimientos, encuentros y costumbres de muchos de sus vecinos y esta
característica, si bien podía facilitar la averiguación delictiva, también podía llenarla de
prejuicios e intereses personales contrarios o a favor de los acusados.
Por ejemplo, al tener conocimiento de que Felipe Galicia estaba viviendo
amancebado en su casa con una mujer llamada Simona y que su esposa lo consentía
residiendo junto a ellos en la misma casa, el alcalde de Xochimilco, Mariano Aguilar,
aprovechó la madrugada para presentarse en el domicilio y tratar de sorprender a
ambos delincuentes1159.
1156
―Ley para la organización de los Tribunales y Juzgados del Imperio‖, 18 diciembre 1865, art. 10, en
Colección de Leyes, Decretos y Reglamentos que interinamente forman el sistema político, administrativo
y judicial del Imperio, vol. 5, México, Imprenta de Andrade y Escalante, 1865, p. 12.
1157
―Ley para el arreglo de la administración de justicia en los tribunales y juzgados del fuero común‖, 16
de diciembre de 1853, art. 10, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección
completa…, op. cit., vol. 6, p. 818.
1158
Pese a no ser requisito durante gran parte de la centuria, se recomendaba que la residencia de estos
guardianes del orden se combinara ―en lo posible‖ con las demarcaciones a su cargo. ―Decreto del
gobierno. Se establecen los jueces menores‖, 17 de enero de 1853, art. 8, en Dublán Manuel, y Lozano,
José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 6, pp. 294. A partir de 1865 los jueces
municipales, encargados de administrar la justicia local, estuvieron obligados a residir en la misma
jurisdicción que custodiaban. ―Ley para la organización de los Tribunales y Juzgados del Imperio‖, 18
diciembre 1865, art. 10, ―En Colección de Leyes, Decretos y Reglamentos que interinamente forman el
sistema político, administrativo y judicial del Imperio, vol. 5, México, Imprenta de Andrade y Escalante,
1865, p. 12.
1159
AGNM, TSJDF, 1827, caja 30, ―Contra Felipe Galicia por incontinencia con Simona‖, ff. 1-17v.
1160
Declaración del alcalde Mariano Aguilar recogida en AGNM, TSJDF, 1827, caja 30, ―Contra Felipe
Galicia…‖, f. 4r.
- 268 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
Así declaró el alcalde. Una vez en el interior del domicilio advirtió que la cama
conyugal presentaba indicios de haber dado cabida a más de dos personas, notando
un lugar sobrante que en apariencia acababa de ser desocupado. Esta situación hizo
pensar al alcalde que Simona había huido por la puerta de atrás por lo que, conocedor
de la ubicación del domicilio de esta mujer, se dirigió hacia el mismo para reconvenirla.
Como muestra el caso expuesto, por otro lado, la justicia menor no siempre acataba
lo recogido por las leyes y, al igual que lo observado en los subcapítulos anteriores al
tratar la labor policial desempeñada por los alcaldes, las violaciones de los derechos
individuales durante la averiguación delictiva fueron frecuentes. De esta manera, a
pesar de que el registro de un domicilio a deshoras de la noche y sin la existencia de
una sospecha vehemente y fundada atentaba directamente contra lo estipulado en la
normativa constitucional1161, esta práctica pese a no ser frecuente, siguió
produciéndose impunemente en las indagaciones practicadas por estos funcionarios.
Si bien en el ejemplo citado fue el propio alcalde quien acudió a la vivienda de los
sospechosos, los registros domiciliares, denominadas ―cateos‖, solían encargarse a
comisionados del juzgado o, simplemente, conocidos y colaboradores informales de
jueces y alcaldes. Acompañados de ayudantes, conocedores de los acusados y
acusadores, estos ejecutores protagonizaron excesos y abusos a la hora de llevar a
cabo detenciones y controles, según consta en las declaraciones de los
procesados1162.
Ante la constatación de infidelidades o desarreglos matrimoniales la consideración
moral con la que contaban los alcaldes a los ojos de sus vecinos era suficiente para
que fungieran como mediadores en este tipo de situaciones que, en caso de no ser
frenadas, podían conducir a desavenencias de mayor gravedad, como se muestra en
el siguiente juicio verbal. Por la sospecha de que su esposa se hallaba amancebada
con el panadero José Almeida, Macario Naranjo presentó una demanda verbal ante el
alcalde del cuartel 21, Luis G. Penichet, con el deseo de que con su autoridad lograra
poner fin a la ilícita situación1163. Una vez citados Macario, José y sus respectivas
esposas, Rosa y Guadalupe, los acusados negaron los cargos y trataron de explicar
ante el alcalde que la relación que tenían era puramente profesional al trabajar Rosa
como oficiala del obrador de José. Después de una calurosa discusión, los cuatro
1161
Ley de 30 de octubre de 1822 y CM 1824, art. 152. Citadas en De la Pascua, Anastasio, Febrero
Mejicano…, op. cit., p. 272.
1162
Amenazas, gritos y en ocasiones incluso robos, envolvieron estos procedimientos. Véase al respecto
de hurtos propagados durante los registros que fueron denunciados: AGNM, TSJDF, 1841, caja 158,
―Carrillo Agustina contra su esposo Francisco Olmos por rapto y estupro de María Guadalupe Vázquez‖,
ff.1r-72v.
1163
AHDF, Ayuntamiento, Justicia, Juzgados Verbales, 1850, vol. 2941, exp. 15, ―De Juicios Verbales‖,
s/f.
- 269 -
Alejandra Palafox Menegazzi
presentes hicieron las paces quedando en una perfecta armonía, según recoge el
expediente1164. Tanto en este caso como en el resto de conciliaciones y juicios
verbales analizados pudimos apreciar cómo la principal preocupación de estos jueces
legos no fue tanto el cumplimiento de la normativa sexual sino el mantenimiento de la
tranquilidad pública. Las circunstancias del hecho delictivo en el ámbito de la
sexualidad fueron, por tanto, determinantes a la hora de decidir una detención, una
reconvención o la formalización de un proceso judicial.
En los juicios en los que las desavenencias no pudieron arreglarse por la
inconformidad de alguna de las partes enfrentadas o en los casos en los que los
consejos y amonestaciones de los alcaldes no fueron respetados, estos árbitros
recurrieron a la justicia penal, remitiendo el proceso a los jueces letrados de las
instancias superiores. La residencia de los alcaldes en la misma jurisdicción de los
incontinentes les permitió, aquí también, vigilar de cerca el acatamiento de lo ordenado
en los juicios verbales, así como castigar a aquellos que reincidieran en sus
infracciones, como ejemplifican las primeras diligencias llevadas a cabo en 1831 en el
proceso contra José Camacho por rapto y estupro. Ante las sospechas de que este
joven había sacado de su casa y violado la virginidad de su hija, Antonio Amate se
presentó ante el alcalde Pío Quinto Ordaz para denunciar lo acontecido1165. La
autoridad mandó entonces detener y traer en su presencia a Camacho quien, tras ser
interrogado, reconoció que se había llevado a Brígida y que ―era deudor de su
virginidad‖1166. Con la mediación del alcalde, Camacho acabó conviniendo con el padre
de la joven en que se casaría con ella en el plazo de un mes, por lo que fue puesto en
libertad. Al no efectuar lo acordado y volver a llevarse a Brígida, el referido auxiliar
volvió a solicitar a ambos y, consiguiendo su aprehensión, los remitió a la Cárcel
Nacional a disposición judicial.
En los casos en los que la reconciliación entre los enfrentados no fuera posible o,
como en el ejemplo ofrecido, los detenidos no cumplieran con lo acordado, los
alcaldes procedían a detener y remitir ante los jueces competentes a los supuestos
infractores, acompañando su labor del correspondiente parte informativo. Ante estas
situaciones, estos guardianes de la moralidad mostraban con frecuencia sus
pareceres, juicios de valor e impresiones ante las autoridades judiciales, dejando
constancia de ello en las declaraciones que a veces formulaban como testigos o en los
citados partes informativos.
1164
AHDF, Ayuntamiento, Justicia, Juzgados Verbales, 1850, vol. 2941, exp. 15, ―De Juicios Verbales‖,
s/f.
1165
AGNM, TSJDF, 1831, caja 61, exp. 7 ―José Camacho y María Brígida Márquez por haberse extraído
el primero a la segunda del lado de sus padres y estar viviendo en incontinencia‖, ff. 1r-18v.
1166
AGNM, TSJDF, 1831, caja 61, exp. 7 ―José Camacho y María Brígida Márquez…‖, f. 6r.
- 270 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
Que una mujer casada decidiera abandonar a su marido e irse a vivir con su
amante era algo que un alcalde que se preciara no podía consentir en su jurisdicción.
Por ese motivo Manuel Falcón, que era alcalde del cuartel número quince, detuvo a
María Dolores Matilde, mujer de Tomás Jiménez, quien hacía diez meses que vivía en
compañía de su amante José Flores del que estaba embarazada1167. ―Esta mujer es
una infame‖, advertía el alcalde al juez de primera instancia, pues depués de haber
reunido el matrimonio en más de una ocasión, ―no escarmienta y siempre se le huye
de nuevo‖1168. En otro caso similar, el ayudante de alcalde Juan María Rueda, recogía
en su parte informativo haber detenido a María Marina sosteniendo que ésta se ―había
huído en más de una ocasión de su marido‖ además de ―fugarse maliciosamente con
hombres‖1169. Ante posibles desavenencias intramatrimoniales, como la huída de una
mujer del lado de su marido, los alcaldes debía tratar en un primer momento de
reconciliar a la pareja, pero cuando la salida del hogar estaba acompañada de
relaciones sexuales reprobadas era necesario activar todos los instrumentos penales
disponibles para castigar a las adúlteras.
El incumplimiento de acuerdos matrimoniales y el mantenimiento de relaciones de
amancebamiento1170 fueron los casos que con mayor frecuencia condujeron a que
estos jueces elevaran las causas a instancias superiores. No acatar las prevenciones
sobre ilícitos sexuales dispuestas por estos funcionarios simbolizaba una falta de
―aprecio a las autoridades (…) tanto en lo civil como en lo eclesiástico‖ y por ello
merecía ser castigada ―con todo el rigor de la justicia‖, como afirmaba el alcalde
Pascual Romero al remitir a Santos Remigio al juzgado de primera instancia por haber
abandonado a su familia a causa de una relación de amancebamiento1171.
Si bien es cierto que los alcaldes se esforzaron por castigar a aquellos que no
respetaran sus reprobaciones, la mayor parte de las demandas por amancebamiento
presentadas ante las instancias criminales fueron interpretadas, sobre todo en las
últimas décadas de la centuria, como faltas leves que no debían conllevar la incoación
de un juicio formal. Varias quejas de este tipo interpuestas ante jueces letrados de
tribunales ordinarios concluyeron tras la sumaria informativa, por no considerar que
hubiese motivos para proceder formalmente en juicio plenario contra los acusados o
por lograr un acuerdo verbal entre las partes ratificado por el magistrado, quien
operaba como juez de avenencia. En estos casos primó la reconciliación de las partes
1167
AGNM, TSJDF, 1827, caja 25,‖Causa contra José Flores acusado de incontinencia con Dolores
Matilde y de haber hecho un homicidio‖, ff. 1r-30v.
1168
AGNM, TSJDF, 1827, caja 25,‖Causa contra José Flores…‖, f. 4r.
1169
AGNM, TSJDF, 1844, caja 194, ―María Marina. Incontinencia‖, s/f.
1170
El expediente AGNM, TSJDF, 1828, caja 39, ―Contra Domingo Ibarra y Francisca Corona por
incontinencia‖, s/f, ofrece un ejemplo representativo al respecto.
1171
AGNM, TSJDF, 1827, caja 27, exp. 174, ―Contra Santos Remigio por los malos tratamientos que da a
su mujer Tomasa Mariana y por la ilícita amistad que lleva con María Tomasa‖, s/f.
- 271 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1172
Según lo afirmado por el abogado Don José María Rodríguez en defensa de Don José Francisco
Bonilla, acusado de haber seducido a la mujer de Don Cristóbal de la Torre. AGNM, TSJDF, 1842, caja
177, ―Don José María Verdiguel como apoderado de Don José Francisco Bonilla sobre los particulares
que adentro se expresan‖, f. 11r.
- 272 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1173
Reflexión sostenida por Cristóbal de la Torre. AGNM, TSJDF, 1842, caja 177, ―Don José María
Verdiguel…‖, f. 11v.
1174
Hasta 1857, con la expedición de la carta magna, no fueron abolidas las costas judiciales. CM 1857,
art. 17.
- 273 -
Alejandra Palafox Menegazzi
"Más ha de cinco años que Hilario Ximénez, vecino del pueblo de San Bartolo, se halla
en mala versación con María Martina y ha tenido el atrevimiento de mandar poner a los hijos
que ha tenido la calidad de legítimos, aunque él niega que haya dispuesto tal cosa y aunque
por esta parte no aparezca criminal, lo es por haber continuado en el estado de
incontinencia, tal que ayer se bautizó una criatura suya. En tal virtud invoco el auxilio de
1175
AHDF, Municipalidades, San Ángel, Comunicados-curatos, año 1827, 56, caja 1, exp.5, ―El párroco de
San Jacinto envía al Ayuntamiento de San Ángel, una lista de los individuos de su feligresía que se
encuentran viviendo en incontinencia‖, ff. 1r-2v.
1176
AHDF, Municipalidades, San Ángel, Comunicados-curatos, año 1828, 56, caja 1, exp.9, ―Listas que
emite el párroco de San Ángel, de los feligreses que viven en incontinencia‖, ff. 1r-4v.
1177
Al respecto pueden considerarse los siguientes documentos de archivo: AHDF, Municipalidades, San
Ángel, Comunicados-curatos, año 1839, 56, caja 1, exp.92, ―Oficios del Cura de San Ángel, sobre las
obras pías y denuncia de los feligreses de incontinencia‖, f. 1r-v; AHDF, Municipalidades, San Ángel,
Comunicados-curatos, 1840, 56, caja 1, exp.100, ―Oficio del Cura de San Ángel, sobre la incontinencia de
dos vecinos del pueblo de la Magdalena‖, 1 ff.; AHDF, Municipalidades, San Ángel, Comunicados-curatos,
1849, 57, caja 2, exp.42, ―Oficio del cura de San Ángel denunciando el estado de incontinencia de
algunos feligreses y un programa para la realización del Rosario de la parroquia‖ ff. 1r-2v y AHDF,
Municipalidades, San Ángel, Comunicados-curatos, 1841, caja 1, exp.102, ―Oficios del cura de San Ángel
en los que acusa de incontinencia a varios feligreses‖, ff. 1r-3v.
- 274 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
usted al fin de que le imponga la pena correccional del tiempo de prisión que sea de justicia
1178
para un escarmiento‖ .
―En esta hora, que son las cuatro de la tarde, he conseguido que, por una cita mía, se
me presente María Josefa Verdiguel, que hace más de seis años, se halla en comunicación
ilícita con Diego Carrillo, vecino de San Nicolás, hijo de Calixto Carrillo, y deseando que se
separen enteramente del indicado concubinato, remito a usted a la mujer a fin de que, se
sirva, en objeto de la religión, mandar se ponga en una prisión de corrección y mandar citar
al referido Carrillo para el mismo objeto (…). Ha tenido ya dos hijos, dos abortos y
actualmente está grávida la mencionada M. Josefa; de consiguiente, si pareciese a usted
1181
más prudente un depósito por esa circunstancia, me conformaré con tal medida ‖.
1178
AHDF, Municipalidades, San Ángel, Comunicados-curatos, 1841, caja 1, exp.102, ―Oficios del cura de
San Ángel…‖, f. 1r.
1179
Desconocemos bajo qué circunstancias se llevaban a cabo estos interrogatorios y si se dieron bajo el
sacramento de la confesión.
1180
AHDF, Municipalidades, San Ángel, Comunicados-curatos, 1841, caja 1, exp.112, ―Oficios del cura de
San Ángel denunciando la incontinencia de varios vecinos‖, f. 1r.
1181
AHDF, Municipalidades, San Ángel, Comunicados-curatos, 1841, caja 1, exp.112, ―Oficios del cura de
San Ángel…‖, f. 2r.
- 275 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―jamás depositar sus confianzas en sus hijas ya para dejarlas cuidando de su casa
cuando ellas tienen que salir; o ya para enviarlas con algún encargo a otro lugar o casa o a
la iglesia; pues que en tales casos se presentan ocasiones, particularmente a las pobres,
que van sin compañías, para ser seducidas, extraviadas o prófugas, originando así
1182
pesadumbres en su casa y escándalos a los vecinos‖ .
1182
AHDF, Municipalidades, San Ángel, Comunicados-curatos, 1850, caja 2, exp.51 ―Oficios del cura de
San Ángel, sobre incontinencia de algunos feligreses, el robo de una muchacha y otros asuntos‖, f. 2r.
- 276 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1183
AGNM, TSJDF, 1827, caja 30, ―Contra Felipe Galicia por incontinencia con Simona‖, ff. 1-17v. AGNM,
TSJDF, 1828, Caja 41, exp. 212, ―Toca a la causa criminal instruida contra Juan Galindo por matrimonio
doble‖, ff. 103r-144v.
1184
AGNM, TSJDF, 1843, caja 193, ―Contra Bernabé Antonio y María Hilaria por estupro e incesto‖, ff. 1r-
12v; AGNM, TSJDF, 1849, caja 262, ―Ayllón. Rapto‖, ff. 1r-15v; AGNM, TSJDF, 1845, caja 218, ―Antonio
Celso. Estupro‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1843, caja 180, ―Toca a la causa contra Juan de Dios y María
Francisca Velázquez por incesto‖, ff. 45r-50v.
1185
AGNM, TSJDF, 1837, caja 119, exp. 137, s/t, ff. 1r-8v.
1186
AHDF, Municipalidades, San Ángel, Comunicados-curatos, 1840, caja 1, exp.100, ―Oficio del Cura de
San Ángel, sobre la incontinencia de dos vecinos del pueblo de la Magdalena‖, f.1.
1187
Cabe recordar que por estupro se entendía el primer acceso, por la fuerza física o moral, a una
doncella. Con la expedición del Código Penal en 1871, pasó a estar tipificado como ―la cópula con una
mujer casta y honesta, empleando la seducción o el engaño para alcanzar su consentimiento‖. CP 1871,
art. 793.
- 277 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1. La condición moral
Comprobar moralmente un delito de estupro o violación consistía, por tanto, en
saber si la supuesta víctima ameritaba credibilidad, es decir, si había tenido una
actitud sexual recatada y contenida antes del delito. Para ello, los jueces ordenaban
traer a las mujeres ante su presencia y las sometían a un complejo interrogatorio en
donde debían relatar dónde, cuándo y cómo habían sido atacadas, qué pruebas
ofrecían, qué relación habían mantenido con el violador y cuál era su estado sexual
antes de la agresión.
Los interrogatorios no se limitaban a conocer los hechos delictivos sino que
trataban de ahondar en el pasado sexual de las víctimas, inquiriéndolas sobre sus
relaciones anteriores. Las jóvenes se veían así presionadas a relatar sus historias,
encuentros y desavenencias amorosas, ofreciendo nombres y detallando el trato
carnal tenido en cada una de sus relaciones. Tras estas primeras declaraciones, los
magistrados decidían si llamar a testigos que pudieran acreditar la condición de las
mujeres u ordenar los reconocimientos físicos.
Según algunos letrados cuando se cometía violencia y fuerza sobre una joven no
sólo se ofendía al padre de ésta ―sino a la sociedad entera con el ultraje cometido‖1189.
Desde esta perspectiva, la agresiones sexuales eran crímenes que atentaban ―contra
la moral y la pública decencia‖ y por ello la ley tenía validez hasta en ―el caso muy raro
de que una mujer pública‖ fuera ―violentada en el uso de su sexo‖, según el abogado
Manuel Zea, pese a no poder presumir ni la virginidad ni la honestidad de este tipo de
1188
Rodríguez de San Miguel, Juan N., Curia Filípica…, op. cit., p. 440.
1189
Palabras del letrado Manuel Zea en la defensa de Francisco Olmos. AGNM, TSJDF, 1841, caja 158,
―Carrillo Agustina contra su esposo Francisco Olmos por rapto y estupro de María Guadalupe Vázquez‖, f.
18r.
- 278 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
mujeres1190. Pese a lo afirmado por este y otros abogados, en la práctica judicial, antes
y después de la codificación penal, las consecuencia que un delito de violación podía
tener para el acusado variaron enormemente en función de qué tipo de mujer fuese la
víctima. No sólo no se castigaron las supuestas violaciones cometidas contra mujeres
―públicas‖ sino que la sospecha de ser una mujer no honrada ponía fin, directamente,
a los procesos de investigación incoados. Cabe recordar que a pesar de que el Código
de 1871 redujo el arbitrio judicial a la hora de determinar la gravedad de este ilícito, las
condenas que este delito ameritaba según el código oscilaban entre seis y diez años
de prisión en función de las circunstancias1191. Formalmente, sólo fungían como
agravantes del delito que el acusado ejerciese autoridad sobre su víctima, fuese
ascendiente, descendiente, padrastro o madrastra del ofendido, que el acto se
realizase ―contra el orden natural‖1192 o que resultara alguna enfermedad lesión o
muerte de la mujer violada1193. En la práctica, sin embargo, la honradez sexual de la
víctima siguió fungiendo como circunstancia crucial para determinar la gravedad y el
castigo merecido tras una violación.
La dificultad de que una agresión sexual fuese condenada se incrementaba cuando
la violencia no iba acompañada de coito o penetración ni de su intención. Al no estar
tipificada como delito1194, este tipo de abusos no ameritaban de por sí castigo corporal
y sólo eran penados en caso de que la víctima fuera una mujer de honradez intachable
y sus parientes varones reclamaran ante los jueces el resarcimiento de la ofensa. Así,
ante abusos como los sufridos por Petra Segura, madre soltera de cuarenta y cinco
años que denunció que un antiguo amante, junto con un amigo, la había ultrajado en la
calle, pegándola y desnudándola hasta el grado de dejarle puesta sólo su camisa, los
jueces consideraron que no existía justificación para proceder contra el acusado1195.
1190
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Carrillo Agustina contra su esposo…‖, f. 18v.
1191
A diferencia del delito de forzamiento recogido en la legislación colonial, la codificación penal
contempló, dentro del delito de violación, también la fuerza sexual perpetrada contra un varón. CP 1871,
art. 795.
1192
CP. 1871, art. 798-802.
1193
CP. 1871, art. 802.
1194
Tras la codificación esta violencia quedó incluida en el heterogéneo concepto de ultraje a la moral
pública. CP 1871, Arts. 785-788.
1195
En este caso el magistrado de primera instancia era el juez Ignacio Villalba. AGNM, TSJDF, 1870,
caja 502, ―Jesús Marín violencia y robo a Petra Segura‖, s/f.
1196
P. 3.14.8.
- 279 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1197
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., p. 655.
1198
Idem.
1199
Vilanova y Mañes, Senen, Materia Criminal forense o Tratado Universal teórico y práctico de los
delitos y delincuentes en género y especie para la segura y conforme expedición de las causas de esta
naturaleza. Obra útil y precisa a jueces de todas clases, fiscales, abogados, asesores, escribanos y
demás que versan sus facultades en el foro, París, Librería Hispano-Francesa de Rosa, 1827 [1807], p.
204.
1200
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 249.
1201
Rodríguez de San Miguel, Juan N., Curia Filípica…, op. cit., p. 441.
1202
Ibídem, p. 249-251.
1203
Estos posibles errores fueron reconocidos incluso por los propios facultativos, como Francisco de Asís
Flores Troncoso, defensor, pese a ello, de este método probatorio a finales del siglo XIX. Flores Troncoso,
Francisco de Asís, El hímen en México: estudio hecho con unas observaciones presentadas en la cátedra
de medicina legal, México, Secretaría de Fomento, 1885, p. 27.
1204
Rodríguez de San Miguel, Juan N., Curia Filípica…, op. cit., p. 441.
- 280 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
indecorosa y todo estado indecente que debe causar rubor a una doncella‖, como eran
los reconocimientos, constituía una verdadera desfloración1205.
Pese a lo expuesto y basándose en los forenses Domingo Vidal1206 y Francisco
Manuel Foderé1207, estos abogados contemplaron la posibilidad de que médicos
cirujanos, no parteras, examinando a la joven poco después del coito pudieran
conocer sus efectos en ciertas ocasiones, considerando lo siguiente:
―cuando después del concúbito se observa que la extremidad del clítoris y los grandes
labios de la vulva están contusos, hinchados o lívidos, la entrada de la vagina rasgada y
cruenta, las carúnculas mortiformes, contusas, laceradas, sanguinolentas y apartadas, las
fibras membranosas que unen estas carúnculas entre sí, también rasgadas y
sanguinolentas, y dificultad en el andar, se podrá declarar que la tal doncella fue desflorada;
1208
pero la decisión de la verdadera causa se debe dejar para los jueces‖ .
Para Rodríguez de San Miguel si unos autores que según él ameritaban tanto
crédito encontraban dificultades para acreditar una desfloración, ningún aprecio debía
merecer la declaración de ―matronas ignorantes‖1209. Como veremos, la
institucionalización de la ciencia médica a lo largo de la centuria y el consiguiente
desprestigio y relegación a un plano secundario de la partería tradicional tuvo también
efectos visibles en el ámbito forense. Esta tendencia, sin embargo, no se impuso de
forma unívoca y juristas como Manuel Dublán y Miguel Méndez para demostrar el
cuerpo del delito en los casos de estupro a finales del periodo estudiado, siguieron por
el contrario confiando en la labor de las matronas al considerarlas ―honestas,
prudentes y de conocida probidad‖1210.
Como ya comentamos en el capítulo anterior, en relación a los casos de violación o
forzamiento algunos juristas, basándose en el tratadista francés François-Emmanuel
Foderé, coincidían en afirmar que era casi imposible que un solo hombre pudiera
cometer dicha violencia, ―no habiendo mucha desproporción en la edad, o no
valiéndose de algún artificio, como del uso de narcóticos u otras cosas semejantes‖;
1205
Ibidem, p. 440.
1206
El médico, profesor y bibliotecario del Colegio de Cirugía de Barcelona Domigo Vida fue autor en 1783
de Cirugía forense, o Arte de hacer las relaciones Chirurgico-Legales, la primera obra didáctica de cirugía
publicada en España. Otero Sendra, Joaquín, ―Domingo Vidal y Abad. Genuino representante de la
cirugía catalana de la Ilustración‖, Anales de Medicina y cirugía, n. 235, 1974, pp. 69-79.
1207
Francisco Manuel Foderé (1764-1833), médico del Hospital de la Caridad de Marsella, se convirtió en
uno de los principales autores europeos de medicina legal de principios del siglo XIX tras publicar entre
1801 y 1803 los ocho tomos de Las Leyes Ilustradas por las Ciencias Físicas o Tratado de Medicina Legal
e Higiene Pública. Conde Naranjo, Esteban, ―La medicina de Estado‖, Historia. Instituciones. Documentos,
n. 33, 2006, p. 90.
1208
Rodríguez de San Miguel, Juan N., Curia Filípica…, op. cit., p. 441.
1209
Idem.
1210
Dublán y Méndez refieren al respecto la obra Práctica Criminal de José Marcos Gutiérrez y Febrero
novísimo de Eugenio Tapia que, a su vez, se basan en Foderé y Vidal. Dublán, Manuel y Méndez, Luis,
Novísimo Sala mexicano…, op. cit., p. 718.
- 281 -
Alejandra Palafox Menegazzi
pues se consideraba que una mujer tenía ―más medios para oponerse a la violencia,
que el hombre para vencer la resistencia‖ que se le oponía1211.
―Una mujer que ve atacada bruscamente su honestidad y su honor por débil que
sea ofrece gran resistencia‖ afirmaba al respecto el abogado Agustín Coria1212. Este
axioma cuestionado por pocos letrados1213 dificultó en la práctica judicial, como
veremos, la demostración de aquellos actos de fuerza cometidos lejos de la mirada de
algún testigo, sobre todo cuando los sufrían mujeres solteras, al no merecer apenas
credibilidad la palabra de mujeres de sexualidad no contenida.
Los reconocimientos ordenados por las autoridades judiciales en los procesos
analizados, como hemos podido comprobar, respondieron al interés de certificar si la
víctima era virgen o no antes del ilícito y, por tanto, trataron de probar la comisión de
los delitos de estupro, no atendiendo en la práctica la violencia sexual perpetrada
sobre mujeres solteras. Tan sólo en uno de los procesos por violación analizados, el
magistrado Joaquín María Escoto ordenó que la víctima, una mujer casada, fuese
reconocida por uno o dos facultativos de los signos de violencia que pudiera presentar,
certificando previo examen correspondiente si en el cuerpo de esta mujer se
apreciaban signos de violencia, determinando ―hasta dónde fuere posible‖ el tiempo
que llevaba de haber sido violada, con vista del estado que pudieran ―guardar
actualmente las lesiones o contusiones que tuviere y su aparato genital‖1214.
- 282 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
Cárcel de la Ciudad1216. Éstos recogieron en sus resultados que la mujer, cuyo nombre
ignoraban por ser muda, ―no presentaba signo ninguno de violencia ni de inflamación,
el himen estaba destruido y cicatrizado completamente, la introducción del dedo en la
vagina era fácil e indolente‖ de lo que concluyeron que no era virgen y que hacía
mucho tiempo que había dejado de serlo. Tras el conocimiento de los resultados del
examen por parte del juez Agustín Fernández la puesta en libertad del acusado se
produjo de forma inmediata.
Este y otros procesos analizados nos han permitido entender que el ordenamiento
de los exámenes físicos no buscó en absoluto constatar el empleo de la violencia a la
hora de cometer el ilícito, y que la fuerza cometida contra una mujer que no fuera
considerada casta apenas merecía castigo para algunos jueces. Su ejecución,
además, se realizaba siempre a la fuerza, sin contar con el consentimiento de las
mujeres o de sus padres o tutores, en caso de ser menores de edad. Al respecto
hemos encontrado sólo tres excepciones, determinadas en la segunda mitad del siglo
XIX por la actuación del magistrado José Anacleto Ontiveros y por la del juez Mauro
Fernández de Córdoba. En el primer caso, Ontiveros aceptó que el reconocimiento
médico ordenado a los facultativos de la cárcel de la ciudad fuera realizado por dos
―parteras recibidas‖1217, al negarse la joven víctima a ser reconocida por hombres1218.
En los otros dos procesos, este mismo juez y el magistrado Fernández de Córdoba
respetaron la voluntad de la víctima de no ser reconocida y no ordenaron la realización
del examen físico1219.
Los exámenes fueron ordenados no sólo para constatar la comisión de un delito de
estupro o violación sino también para determinar la culpabilidad de mujeres acusadas
de alguna incontinencia. De esta manera, en 1832 el fiscal Morales solicitó que dos
parteras reconocieran a Zeferina Zubeldía, acusada de adulterio incestuoso, para
comprobar si la condición de doncella sostenida en su declaración era cierta1220. En
este caso, la Suprema Corte de Justicia denegó la pertinente autorización pero, como
demuestran otros expedientes, estas exploraciones pese a ser ilegales1221, atentar
contra el ―pudor debido‖ y constituir un ―agravio de la decencia y aun de la moral
1216
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, exp. 473, s/t, ff.1r-8v.
1217
Es decir, que contaran con la pertinente acreditación para ejercer como parteras.
1218
AGNM, TSJDF, 1875, caja 583, ―Contra Secundino Araujo y María Sabai Arraujo acusados de rapto y
estupro‖, s/f
1219
AGNM, TSJDF, 1875, caja 583, ―Contra Benigno Espinoza por seducción, rapto y estupro de la joven
Gorgonia Velasco‖, s/f y AGNM, TSJDF, 1880, caja 681, ―Marcelino Morales y Ramona González. Rapto‖,
s/f.
1220
AGNM, TSJDF, 1834, caja 94, exp. 48, ―Toca a la causa instruida contra D. Mugye Rodríguez, doña
Zeferina Subeldia e Ignacio García por incesto‖, s/f.
1221
La pertinencia de su realización estaba limitada a la comprobación de un delito de estupro o violación.
- 283 -
Alejandra Palafox Menegazzi
pública‖1222, fungieron también como herramienta para medir la credibilidad que una
rea merecía ante el poder judicial. En octubre de 1850, por ejemplo, el licenciado juez
Bernardo Olmedo, desde el Juzgado Segundo de Letras del Ramo Criminal de la
ciudad de México, ordenó que los facultativos de la cárcel donde se hallaba presa
Vicenta Espinoza reconocieran sus genitales para comprobar si era una prostituta que
trabajaba para Teodoro Ruiz, acusado de lenocinio. Contra lo que se esperaba,
Espinoza pareció ser doncella por lo que tuvo que ser puesta en libertad1223.
1222
Palabras recogidas en la expresión de agravios presentada por Teodoro Ruiz, acusado de lenocinio y
mancebía en referencia al reconocimiento perpetrado sobre Vicenta Espinza. AGNM, TSJDF, 1850, caja
278, ―Toca a la causa instruida por el Juez 2º Lic. Olmedo contra Teodoro Ruiz y Julia Farias por
lenocinio‖, ff. 7v-8v.
1223
AGNM, TSJDF, 1850, caja 278, ―Toca a la causa instruida por el Juez 2º Lic. Olmedo…‖, ff. 1r-30v.
1224
En los casos en los que las partes enfrentadas coincidieron en determinar el momento en el que se
cometió el estupro hemos otorgado, al respecto, mayor credibilidad a sus declaraciones que a los
resultados médicos. AGNM, TSJDF, 1874, caja 555, ―Rapto‖, s/f, AGNM, TSJDF, 1872, caja 528, 1872,
―Rueda y Campos‖, s/f.
1225
Desafortunadamente, las fuentes consultadas omiten, en este caso, el nombre de la cárcel a la que
los médicos encargados del reconocimiento estaban adscritos.
1226
Las declaraciones se encuentran transcritas parcialmente en la fuente consultada por el fiscal Pizarro,
de la Tercera Sala dela Suprema Corte de Justicia. AGNM, TSJDF, 1862, Caja 359, ―Toca a la causa
instruida contra José María López por estupro‖, f. 2r.
1227
AGNM, TSJDF, 1862, Caja 359, ―Toca a la causa instruida contra José María López por estupro‖, ff.
2r-2v.Tanto en este como en otros casos analizados de violación, el tiempo transcurrido entre la agresión
y la confesión de la misma por parte de la víctima jugó en contra de esta última. Según el fiscal de la
Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia, la ocultación del estupro sufrido por parte de Rosa era un
indicador de que el delito no se había cometido. Del mismo modo, por citar otro ejemplo, la declaración de
Nicolasa Hernández, supuestamente violada por Luis Noguerón en 1843 fue cuestionada por el fiscal
competente por no haber acudido ésta a sus padres inmediatamente después de haber sido abandonada
por el supuesto agresor en una atolería. AGNM, TSJDF, 1843, Caja 180, ―Toca a la causa de Eduvige
Noguerón por lenocinio‖, ff. 26r-30v. Pese a no poder determinar la veracidad de las declaraciones
- 284 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
Los médicos concluyeron que la joven estaba enferma de sífilis y que había dejado
de ser doncella antes de la comisión del delito juzgado. Ante las evidencias de haber
contraído la ―enfermedad sifilítica‖, los médicos informaron al juez que ésta no era
natural sino que ―provenía de inoculación por consecuencia del acto carnal‖,
agregando que ―tal enfermedad sólo se contrae por contacto inmediato‖1228.
Acto seguido fue ordenada la exploración médica de los genitales del acusado de
estupro, tras lo que el facultativo competente concluyó que no padecía enfermedad
alguna contagiosa1229. En atención a la exposición del fiscal de la Tercera Sala de la
Suprema Corte de Justicia, estos hechos probaban que la joven ―por placer o cualquier
otra causa, se prestó con un hombre contagiado del mal venéreo‖ que no pudo ser
López. Además para que la acusación de una mujer fuese tenida en cuenta, ésta
debía ser una persona honesta, resultando en este caso todo lo contrario al ser Rosa
Morales una persona ―indigna de crédito‖ y de ―malas costumbres‖1230. Por estos
motivos, el fiscal consideró correcta la sentencia del 6 de mayo de 1862 del juez de
primera instancia por la que el acusado José María López fue absuelto del cargo de
estupro, y el conato de estupro le fue dado por compurgado por el tiempo de prisión
sufrido mientras duró el juicio1231.
Al observar los resultados médicos considerados en este caso desde los
conocimientos científicos actuales, podría perfectamente contraponerse a los mismos
el hecho de que la infección causada por el treponema pallidum, conocida como sífilis,
dependiendo del enfermo, puede presentar una sintomatología primaria mediante la
aparición de un chancro duro en la zona del contagio tras un periodo de incubación
oscilante entre los nueve y los cincuenta días1232. Es decir, el hecho de que el acusado
no presentara signos visibles de estar enfermo no aseguraba que no lo estuviera pero
para 1862 ni el agente causante ni las fases evolutivas de la sífilis eran aun conocidas.
Por otro lado, además, pese a calificarse como sífilis, los padecimientos de Rosa
podían deberse a otro tipo de enfermedad o infección ya que en el ámbito médico de
recogidas en los juicios, debe considerarse, como ya se ha afirmado, que la ―desfloración‖, retomando el
término utilizado en la época, de una mujer soltera suponía un deshonor no sólo para ésta sino para toda
su familia. La conservación del himen conllevaba la garantía de una castidad que permitiría contraer un
buen matrimonio y asegurar su mantenimiento futuro. El ocultamiento de una violación, por tanto, podía
responder al temor de hacer pública una deshonra ya que la gravedad de las consecuencias de la pérdida
de la virginidad femenina podía superar incluso la derivada de la violencia corporal sufrida.
1228
AGNM, TSJDF, 1862, Caja 359, ―Toca a la causa instruida contra José María López…‖, f. 2v.
1229
AGNM, TSJDF, 1862, Caja 359, ―Toca a la causa instruida contra José María López…‖, f. 3v.
1230
AGNM, TSJDF, 1862, Caja 359, ―Toca a la causa instruida contra José María López…‖, f. 4r.
1231
Pese a no conocer en este caso la duración del juicio, atendiendo al resto de expedientes
consultados, que en su mayoría eran por estupro o violación, los juicios no duraron más de una semana.
1232
Casanova Román, Gerardo, et. al., Infecciones de transmisión sexual, México, Editorial Alfil, 2004, p.
203 y Gay Prieto, José, Compendio de Treponemetosis y Enfermedades Transmitidas Sexualmente
(ETS), Barcelona, Editorial Científico-Médica, 1978, p. 31.
- 285 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1233
Ibídem, p. 12 y Casanova Román, Gerardo, et. al., Infecciones…, op. cit., p. 200.
1234
Radkau, Verena, Mujeres y médicos en el México decimonónico. De imágenes y espacio, México,
CIESAS, 1994, p. 22; Agostoni, Claudia, ―Médicos y parteras en la ciudad de México durante el porfiriato‖,
en Cano, Gabriela y José Valenzuela, Georgette (eds.), Cuatro estudios de género en el México urbano
del siglo XIX, México, PUEG, 2001, pp. 71-95; Staples, Anne , ―El cuerpo femenino, embarazos, partos y
parteras: del conocimiento empírico al estudio médico‖, en Tuñón, Julia (ed.), Enjaular los cuerpos:
normativas decimonónicas y feminidad en México, México, COLMEX, PIEM, 2008, pp. 194-195.
1235
Carrillo, Ana María, ―Nacimiento y muerte de una profesión. Las parteras tituladas en México‖, en
DYNAMIS. Acta. Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. n. 19, 1999, pp. 169-170. Radkau, Verena Mujeres y
médicos.., op. cit., p. 11.
1236
Ibídem, p. 19.
- 286 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
- 287 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―Sus senos son de mediano volumen, algo blandos y el pezón poco desarrollado.
Examinados sus órganos genitales, vimos el monte de venus con vello abundante -los
grandes labios entreabiertos- detrás los pequeños y luego el himen, bajo la forma de un
diafragma irregular, dividido en varios fragmentos, éstos bien cicatrizados y algunos muy
pequeños y casi al nivel de la pared de la vagina, en el vestíbulo había dos o tres puntos
donde la mucosa era rojiza y como desprovista de epitelio, mas estos puntos tienen el
aspecto de irritación causada por una enfermedad y no de contusión o violencia pues el
himen y el resto de la mucosa de estos órganos es normal, además hay un escurrimiento
leucorrino (sic). Por estos órganos-el canal de la vagina admite bien y sin dolor el dedo
índice. Por lo que creen: primero que esta joven es púber, segundo que no es virgen, que
está desflorada y se cree que la época de su desfloración no se puede fijar con exactitud,
1244
mas me parece reciente‖ .
1243
AGNM, TSJDF, 1870, caja 491, ―Contra José Barroso por rapto‖, s/f.
1244
AGNM, TSJDF, 1870, caja 491, ―Contra José Barroso por rapto‖, s/f.
1245
Hemos contabilizado en esta cifra un caso de adulterio en el que se termina juzgando también un
delito de estupro. AGNM, TSJDF, 1866, caja 423, ―Contra Lorenzo Villalobos, María Antonia Vertiz y
María de la Cruz Vargas esta por haber herido aquella que encontró con el 1º que es su marido en acto
sospechoso de adulterio. Quedó libre la Vargas y pasó al hospital la Vertiz‖, ff. 1r-25v.
1246
Los juicios por estupro con fuerza física han sido incluidos aquí dentro de la categoría delictiva de
violación.
- 288 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
engaños pero sin emplear la fuerza física, puede afirmarse, sin embargo, que los
jueces competentes en la mayoría de los procesos1247 no ordenaron ejecutar los
reconocimientos como método probatorio y tanto las circunstancias como los
encargados en llevar a cabo los exámenes variaron notablemente de un caso a otro.
Cabe advertir que de los 441 expedientes revisados, en 38 relativos a delitos de
estupro y en 32 relativos a delitos de violación no pudimos conocer si en ellos se
realizaron exámenes corporales por hallarse incompletos y contener o bien sólo las
primeras diligencias o bien los documentos expedidos en segunda o tercera instancia.
Para establecer relaciones numéricas sobre los reconocimientos corporales
ejecutados, las distintas proporciones se han establecido, por tanto, sobre un total de
371 casos conformados respectivamente por 232 procesos de estupro y 139 de
violación.
En concreto, los exámenes físicos fueron ordenados en 45 (19%) de los procesos
consultados por estupro por seducción, y en 78 (56%) de los juicios por violación. Por
lo que respecta a los reconocimientos ordenados en casos de estupro sin violencia, su
frecuencia presentó considerables altibajos a lo largo del periodo.
100%
90%
80%
70%
60% Sin
50% Reconocimiento
40%
Con
30%
Reconocimiento
20%
10%
0%
Gráfico elaborado a partir de información ofrecida por 232 casos comprendidos entre
los años 1827 y 1880. Fuente: Fondo TSJDF del AGNM, cajas 25-701.
1247
Sólo en 123 de los 441 casos revisados fueron ordenados reconocimientos.
1248
El interés por constatar cambios y continuidades a raíz de la creación del Establecimiento de Ciencias
Médicas en 1833, la fundación del Consejo de Salubridad en 1841 y la efectiva persecución médico-
judicial de aquellas matronas que siguieran ejerciendo su profesión sin la pertinente licencia a partir de
1857, ha motivado que en vez de emplear divisiones temporales habituales como los decenios o los
quinquenios, la organización de éste y los gráficos siguientes haya sido por septenios.
- 289 -
Alejandra Palafox Menegazzi
100% Otros
90%
80% Tiempo
70%
Confesión del reo
60%
50% Reconocieron no ser
vírgenes
40%
Credibilidad testigos
30%
20% Desistimiento de la
10% acusación
0% Acuerdos matrimoniales o
pecuniarios
Gráfico elaborado a partir de información ofrecida por 187 casos comprendidos entre los
años 1827 y 1880. Fuente: Fondo TSJDF del AGNM, cajas 25-701.
- 290 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
Esta tendencia, como vimos, culminó con el proceso codificador, que restringió que
tanto el rapto como el estupro serían perseguidos sólo por queja de la mujer ofendida,
de su marido, si ésta fuese casada, o de sus padres, si no lo fuera, y, a falta de éstos,
por queja de sus abuelos, hermanos o tutores1249.
La misma lógica estuvo presente en los juicios en los que el delito o su ausencia
pudieron constatarse mediante las declaraciones de los implicados, tanto si la
supuesta estuprada reconocía haber perdido la virginidad antes de relacionarse con el
acusado, como si éste confesaba haber sido el primero en tener acceso carnal con la
víctima.
En relación con los procesos por violación, cabe recordar que las marcas de
violencia ejercidas en el cuerpo de una mujer después de que ésta hubiese sido
forzada sexualmente, por otro lado, podían ser fácilmente reconocibles en los
exámenes según los facultativos competentes. Pese a ello, en 61 de los 139 juicios
considerados (43%) el reconocimiento de las supuestas víctimas tampoco fue
ordenado y su presencia mantuvo una tendencia oscilatoria, similar a la observada en
los casos de estupro.
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40% Sin
Reconocimiento
30%
20% Con
Reconocimiento
10%
0%
Gráfico elaborado a partir de información ofrecida por 139 casos comprendidos entre
los años 1827 y 1880. Fuente: Fondo TSJDF del AGNM, cajas 25-701.
1249
CP 1871, art. 793 y CPP 1880, art. 814.
1250
Incluye los estupros cometidos por medio de la violencia física.
- 291 -
Alejandra Palafox Menegazzi
100%
90% Otros
80% Rectifica la acusación
70% Confiesa el reo
60% Soltera
50% Conato
40%
30%
20%
10%
0%
Cuando una mujer perdía la virginidad sin estar casada adoptaba una nueva
condición social y de ser una doncella pasaba a ser una soltera. Esta clasificación
sobrepasaba los límites de lo privado pues las mujeres que no hubiesen contraído
matrimonio al declarar su estado civil ante las autoridades debían especificar si eran
jóvenes honradas, es decir doncellas o si, de lo contrario, carecían de himen y
ameritaban por ello ser calificadas como solteras. El hecho de que en los procesos por
violación a mujeres solteras los magistrados no ordenaran realizar los exámenes
confirma que con este método probatorio se buscaba primordialmente constatar la
virginidad de una mujer y, sólo de manera secundaria, tratar de demostrar la violencia
sexual cometida contra ésta.
Esta situación aparece con más claridad si analizamos la proporción de
reconocimientos realizados en los juicios por violación sin contar los casos de estupro
con violencia, es decir, sin considerar las agresiones perpetradas sobre mujeres o
niñas consideradas vírgenes.
- 292 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40% Sin
30% Reconocimiento
20% Con
10% Reconocimiento
0%
Como puede apreciarse en el gráfico VI, en los procesos por agresión sexual
cometida sobre mujeres que no eran vírgenes, los cuerpos de las víctimas no fueron
reconocidos prácticamente hasta la década de 1860. Durante la mayor parte del siglo,
por tanto, los exámenes físicos buscaron sólo medir la credibilidad del relato ofrecido
por las víctimas solteras mediante la constatación del estado de su himen pero no
trataron de comprobar si el cuerpo de éstas presentaba signos de violencia.
A modo de ejemplo podemos considerar un caso acaecido en 18451251: en julio de
este año Soledad Escalante denunció que el sastre José Trejo, con el que había
mantenido relaciones ilícitas en el pasado, encontrándola en la calle Regina por la
noche y valiéndose de la ayuda de seis amigos, la había conducido a empujones hasta
el jacalón de la Pulquería de Don Toribio. Ahí, siguiendo la declaración de la quejosa,
había sido violada por el acusado y dos amigos de éste. Pese a que lo afirmado por
Soledad fue confirmado por su amigo Mariano Bernal, quien la acompañaba la noche
del suceso, el juez Miguel Elguero mandó que José Trejo fuese puesto en libertad por
falta de pruebas, obviando la posibilidad de localizar marcas de violencia en los
genitales de la víctima, quien ya había sido tildada de prostituta por el acusado.
Los jueces competentes, ante casos de delitos sexuales cometidos contra mujeres,
ordenaron los reconocimientos para determinar si la implicada era virgen antes del
acto juzgado o si seguía siéndolo después de éste pero no para comprobar si había
sido forzada. El objetivo de los exámenes, por tanto, no era encontrar lesiones o
1251
AGNM, TSJDF, 1845, caja 217, ―José Trejo. Forzamiento‖, s/f.
- 293 -
Alejandra Palafox Menegazzi
100%
90%
80%
70%
Médicos
60%
50%
40% Parteras
30%
20%
10%
0%
Gráfico elaborado a partir de información ofrecida por 123 casos comprendidos entre los años
1827 y 1880. Fuente: Fondo TSJDF del AGNM, cajas 25-701.
1252
AGNM, TSJDF, 1848, caja 252, exp. 91, ―Toca a la causa instruida contra Epifanio Cortes por haber
hecho uso del cadáver de una mujer‖, s/f.
- 294 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
- 295 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1258
AGNM, TSJDF, Caja 177, año 1842, ―Contra Bartolo Velázquez y Josefa Negrete por incesto y
deserción de tropas el primero‖, ff. 3v-4r.
1259
―Reglamento de enseñanza y policía médicas”, México, 24 de enero de 1842, en Carrillo, Ana María,
―Nacimiento y muerte…‖, op. cit., p. 177.
1260
En total hemos recogido los nombres de treinta mujeres que llevaron a cabo reconocimientos por
orden judicial sin la licencia debida: Guadalupe Vázquez de Tamayo, Flores Muínques, María Susana
Ríos, Loreto Jauregui, Ángela Leyte, Gregoria Garin, Clara Gutiérrez, Librada Cisneros, Candelaria
González, Justa Mariana Mora, María Villanueva, Manuela Aguirre, Francisca Pérez, María Jacinta,
Violeta Solís, María Manuela Téllez, Catarina Campos, Dolores Fuentes y María de Jesús Portillo, Loreto
Jáuregui, Teresa Zamora, María Clara Gutiérrez, María Maldonado, María Josefa Chávez, María Antonia
Alavés, Diega Perea, Manuela ―la Bargas‖, María Gerónima, Perfecta Fuentes, María Dominga.
1261
Afirmación sustentada en documentos judiciales como los siguientes: AGNM, TSJDF, 1856, Caja 319,
exp. 113, ―Contra María Toribia Duarte acusada de falsa matrona‖, ff. 1-19v y AGNM, TSJDF, 1869, caja
485, ―Contra Micaela Zapata por partera intrusa‖, s/f.
1262
Al respecto véase Staples, Anne, ―El cuerpo femenino…‖, op. cit., pp. 194-195.
- 296 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1263
Solían residir en casas modestas o accesorias.
1264
AGNM, TSJDF, 1872, caja 512, ―Primeras diligencias criminales practicada contra Evaristo Reyes
acusado de estupro e la persona de María Secundina‖, f. 2r.
1265
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Carrillo Agustina contra su esposo Francisco Olmos por rapto y
estupro de María Guadalupe Vázquez‖, ff. 1r-69v.
- 297 -
Alejandra Palafox Menegazzi
podían realizar sus exploraciones en presencia de los propios jueces1266. Sólo en los
juicios por estupro en los que la supuesta joven víctima hubiese ―sido educada
decentemente‖ o sus padres pertenecieran a altas esferas sociales o fuesen reputados
como personas honradas ante las autoridades, estos exámenes podrían realizarse en
su casa particular1267.
Una vez terminado su trabajo, que duraba alrededor de los quince o veinte
minutos1268, las matronas exponían los resultados del examen ante las autoridades
judiciales. En caso de ser dos las encargadas de certificar el estado genital femenino,
debían declarar ante el juez por separado. Sus palabras eran transcritas por
escribanos y leídas en alto después para su ratificación, al tratarse de mujeres
analfabetas en su gran mayoría.
Las diferencias entre la forma en la que médicos y parteras exponían los resultados
de sus exploraciones ante los jueces fueron juzgadas, valga la redundancia, por
algunos letrados quienes no pudieron evitar dejar testimonio de su desprecio ante el
modo de explicarse de las parteras, en contraposición a los galenos y su forma de
expresar ―científicamente‖ los resultados obtenidos1269. Los datos ofrecidos por las
matronas solían ser escuetos y entre ellos nunca figuraban los métodos empleados en
las averiguaciones. La descripción más extendida que hemos hallado perteneció a la
profesora examinada y titulada por el Consejo Superior de Salubridad en Obstetricia
Martina Sánchez, quien en 1864 tras revisar a la joven Remigia Elizalde concluyó:
―Hayo según mi leal saber y entender que: se encuentra recientemente estuprada sin
violencia ninguna sino solamente alguna amplitud en la vagina, sin inflamación ninguna. Y
en cumplimiento de lo prevenido por dicho Señor Juez, extiendo el precepto para los efectos
1270
a que haya lugar en derecho en la Corte Imperial de México‖ .
1266
AGNM, TSJDF, 1872, caja 512, ―Contra Margarito Anaya por violación y fuerza‖, ff. 1r-13v.
1267
AGNM, TSJDF, 1853, caja 297, ―Contra Luis Resendis y Juana Sanabria, por rapto el 1º y complicidad
la segunda‖, f. 2v.
1268
Si en algunos casos las parteras se demoraron más tiempo no tenemos constancia de ello.
1269
Las citas son del fiscal Juan Bautista Morales en el caso contra Juan Fenzi por estupro. AGNM,
TSJDF, 1830, caja 58, exp. 78, ―Expediente supletorio del formado contra D. Juan Fenzi por estupro‖, s/f.
1270
AGNM, TSJDF, 1864, caja 392, ―Contra Antonio Arteaga por estupro‖, f. 7r.
- 298 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
Certificado 1
―María Cardena de edad como de 15 años y constitución robusta y mediana. Sus senos
son de mediano volumen y elevados. Examinados sus órganos genitales vimos que el
monte de venus está con vello pequeño y escaso: los grandes labios entreabiertos, entre
ellos los pequeños algo prominentes y detrás el himen roto en varios colgajos bien
cicatrizados y dejando entre ellos una abertura como de 2 centímetro de diámetro: la vagina
admite el dedo índice y esta introducción no es dolorosa, no hay señal de inflamación en
éstos órganos (…) ni erosión en la mucosa. Conclusión: esta joven es púber: está
1271
desflorada y su desfloración no es reciente‖ .
Certificado 2
―Mamilas poco desarrolladas, pubis con poquísimo vello, grandes labios normales,
pequeños labios rojos, algo inflamados especialmente el derecho, himen desgarrado en tres
colgajos, dos laterales y uno inferior, por la vagina salía una pequeña continuidad de moco
pus debido muy probablemente a la falta de aseo. De todo lo expuesto concluyen que esta
1272
joven es púber, no es virgen y su desfloración no es reciente‖ .
Este y otros casos similares muestran cómo los médicos buscaban legitimar su
acceso a los cuerpos a través de un método científico que privilegiaba la observación
empírica y la medición. El sistema judicial de regulación sexual abrió para ellos un
importante canal hacia el conocimiento, siempre bajo coacción, de la anatomía
femenina. Por otro lado, pese a la aparente mayor exactitud de sus informes, en
comparación con los de las matronas, sus resultados eran en ocasiones poco útiles
para la averiguación delictiva al referir el tiempo de la desfloración de manera
aproximativa.
¿Cuáles eran los baremos que estos profesionales aplicaban a la hora de
establecer sus interpretaciones? Ya desde finales del siglo XVIII, como consecuencia
del desarrollo del conocimiento ilustrado, el proceso de modernización estatal iniciado
con las reformas borbónicas y el creciente interés por la expansión demográfica1273,
aparecieron manuales de partería escritos por médicos con el objetivo de mejorar la
formación de cirujanos pero también de las parteras, a las que consideraban inmersas
en el atraso y la superstición1274.
Las diferencias anatómicas existentes entre los genitales de una mujer virgen y una
que hubiese ―usado de varón‖, según la obra Compendio del arte de partear.
Compuesto para el uso de los Reales Colegios de Cirugía, escrita en 1765, eran
1271
AGNM, TSJDF, 1870, caja 491, "Contra Román García por estupro en María Cárdena", s/f.
1272
AGNM, TSJDF, 1873, caja 541, ―Estupro‖, s/f.
1273
Staples, Anne, ―El cuerpo femenino…‖, op. cit., pp. 185-186.
1274
Compendio del arte de partear. Compuesto para el uso de los Reales Colegios de Cirugía, Barcelona,
Thomas Piferrer, Impresor del Rey nuestro Señor, Plaza del Ángel, 1765, p. 1.
- 299 -
Alejandra Palafox Menegazzi
perceptibles mediante una observación directa. Por ejemplo, los grandes labios de una
doncella estaban formados en su interior de ―un tejido firme, renitente, liso y rojo‖, en
contraposición del ―flojo y pendiente‖ de una mujer ―desvirgada‖1275. Asimismo, las
ninfas, o ―partes membranosas que nacen del clítoris‖ tenían, según esta misma
fuente, ―figura de crestas, rojas y renitentes en las doncellas, flojas en las casadas‖1276.
Pese a lo expuesto, debe reconocerse que el estado del himen, esa ―membrana
que suele entapizar en las doncellas parte del orificio de la vagina o toda ella‖ fue el
elemento crucial a lo largo del siglo a la hora de determinar la condición de doncella de
una mujer1277. Un himen roto y cicatrizado, atendiendo a las descripciones ofrecidas
por los facultativos a la hora de los reconocimientos, era síntoma inequívoco de
desfloración no reciente1278. Para comprobar este hecho, la observación médica se
complementaba con la introducción del dedo índice en la vagina de la mujer
examinada: si ésta podía realizarse y era indolora la pérdida de la virginidad parecía
confirmada.
Paradójicamente, atendiendo al manual de Jules Hatin empleado en la cátedra de
Obstetricia del Establecimiento de Ciencias Médicas hasta 1850, el himen no podía
considerarse una señal cierta de la virginidad de una mujer ya que podía encontrarse
en mujeres que hubiesen tenido relaciones sexuales y ausentarse en algunas
doncellas1279. Pese a ello, a finales del siglo, como muestran algunas publicaciones
médicas consultadas, la forma y el estado del himen en las mujeres examinadas
todavía eran considerados elementos probatorios de un delito de estupro o
violación1280. Esta situación se mantuvo vigente a lo largo del siglo, llegando incluso
algunos facultativos, como Francisco Flores y Troncoso en su obra de 1885 El himen
en México, a sostener que, con base en la forma de la desgarradura que tuviese el
himen, era factible saber si una desfloración se había producido de forma ―consentida,
forzada, accidental o por vicio‖1281.
1275
Ibídem, p. 10
1276
Ibídem, p. 12
1277
Ibídem, p. 13.
1278
AGNM, TSJDF, 1865, Caja 400, exp. 473, AGNM, TSJDF, 1870, Caja 491, ―Contra Ramón García por
estupro de María Cárdena‖, s/f y AGNM, TSJDF, 1870, Caja 491, ―Contra Juan Rivera por rapto y
estupro‖, ff. 1r-17v.
1279
Hatin, Jules, Curso completo de partos y de enfermedades de mujeres y de niños, Madrid, Compañía
General de Impresores y Libreros del Reino, 1840, p. 25.
1280
Flores y Troncoso, Francisco de Asís, Historia de la Medicina…, op. cit., p. 745.
1281
Flores y Troncoso, Francisco de Asís, El himen en México: estudio hecho con unas observaciones
presentadas en la cátedra de medicina legal, México, Secretaría de Fomento, 1885, p. 27.
- 300 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
jueces para coadyuvar a que sus sentencias fueran más acertadas1282. Causaba ―gran
desconsuelo‖, según denunciaba un letrado, ver cómo casi siempre estos derechos
eran desatendidos y sin consideración a ellos se sentenciaba a los reos1283.
Para principiar sus defensas, los abogados debían recibir por escrito y firmadas por
sus clientes las instrucciones necesarias a seguir en el proceso. De la Peña
recomendaba que esto se verificara sobre todo cuando una de las partes enfrentadas
o implicadas en un proceso la constituían mujeres al considerar que eran personas de
quienes ―racionalmente‖ podía temerse que atribuyeran ―al patrono la desgracia de su
pleito, imputándole haber alegado lo que no se le instruyó o tergiversándolo‖1284.
Los abogados representaban, es decir, hablaban por las distintas partes
enfrentadas en un juicio. En cierta medida operaban como traductores de los intereses
de las partes a través de códigos comunicativos propios del foro. Fungían así como
filtros necesarios con los que las personas comunes, y por ende, desconocedoras de
las reglas del juego judicial, debían contar si pretendían ganar un proceso criminal.
Mediante exposición de distintos elementos probatorios como los testimonios
fehacientes de testigos y otros, abogados, procuradores1285 y fiscales discutían en la
práctica sobre las condiciones y el grado de honradez de los procesados, víctimas y
victimarios que, en la mayor parte de los casos, permanecían ajenos a su propia
historia. Tras haber sido llamados a declarar, esperaban entre las paredes de la cárcel
o de su respectivo domicilio las noticias que el letrado correspondiente le iba dando
sobre su futuro.
En teoría, como recogía Anastasio de la Pascua, la actuación de los abogados
debía limitarse a ―la narración verdadera de los hechos, a la aplicación clara de éstos a
las leyes y a la exposición sencilla de aquellas razones naturales y verosímiles que
ofreciesen las circunstancias de las personas y de los acontecimientos‖1286. De la
misma forma que no debían encargarse del patrocinio de una causa injusta, los
abogados tampoco debían defender una causa contra leyes expresas que estuvieran
vigentes, ni aun bajo el pretexto de que hubiera autores que impugnaran sus
1282
De la Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op. cit., p. 279.
1283
Abogado Juan Molina en la causa: AGNM, TSJDF, 1837, caja 119, exp. 23, ―Toca a la causa de José
Trinidad García y Ramona Pérez por incesto‖, f. 25r.
1284
De la Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op. cit., p. 312.
1285
En atención a lo recogido por la P. 3.5.1, ―procurador es el que recaba o faze algunos pleitos o cosas
agenas por mandado del dueño de ellas‖. Era, por tanto, un representante de aquellas personas que no
podían o preferían no intervenir directamente en los juicios, haciéndolo personas de su confianza por
ellos. Era por tanto el actor el que nombraba y daba poder a su procurador. Sólo las personas
capacitadas para comparecer en juicio por sí mismas podían nombrar procurador, es decir, los menores
de veinticinco años y las mujeres casadas no estaban facultados para ello por la ley. Véase De la Peña y
Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op. cit., pp. 354-355 y Escriche, Joaquín, Diccionario
razonado…, op. cit., p. 1386.
1286
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 338.
- 301 -
Alejandra Palafox Menegazzi
disposiciones1287. Los autores debían, según este razonamiento, ―callar ante las leyes‖
pues en derecho no debía juzgarse por lo que dijeran los comentadores sino en
atención a lo recogido en la ley, según argumentaba el abogado Matías Fernández1288.
En la práctica, sin embargo, los argumentos esgrimidos por estos profesionales de
la oratoria, lejos estuvieron de ceñirse a la aplicación de la normativa vigente.
Mediante el recurso continuado a las opiniones de los autores y haciendo uso de las
armas de la elocuencia, los abogados trataron de deslumbrar o conmover a los jueces.
Letrados como Anastasio De la Pascua se mostraron partidarios de mantener esta
tendencia como parte integrante del oficio de la abogacía pues ―¿Qué sería de las
artes de la imaginación, si el desnudo y el árido raciocinio hubiese de dominar
exclusivamente en el foro?‖1289.
En las décadas anteriores al Código Penal la caída en desuso de las leyes
medievales, ―dictadas en tiempos poco menos que bárbaros‖, según el abogado
Agustín Coria1290, y la ausencia de nuevas medidas que lograran revocarlas causaron,
como vimos, un vacío normativo suplido por la doctrina recogida por juristas en
diversos manuales, diccionarios y tratados de derecho.
―Si las leyes hubieran de aplicarse sin atener (…)a las circunstancias de los pueblos en
que fueron dictadas, si pretendiera dárseles toda la extensión de su tenor literal en aquellas
regiones a donde han sido llevadas por un conquistador o adoptadas (…) en defecto de
instituciones propias, y de consiguiente más acomodadas al carácter, costumbres y
temperamento de sus naturales, en vez de los saludables efectos que se tuvieron presentes
1291
al dictarlas (…) producirían los contrarios y diametralmente opuestos‖ .
- 302 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
―Es verdad que la legislación antigua imponía penas muy severas a las lenonas y que
estas leyes no han sido derogadas por obras pero sí es cierto que estas leyes han caído en
desuso, como ha sucedido con todas las que hablan de delitos carnales. La Ley 7ª tít. 26
Lib. 12 de la Novísima Recopilación, que prohibió las mancebías o casas de mujeres
públicas impone penas muy severas a las justicias que las permitieron o convinieron y es
notorio que esta Ley no está en práctica porque ¿a qué autoridad se ha visto se le exija la
responsabilidad porque no las ha perseguido cómo debía? (…) no puede decirse es por
ignorancia pues es notorio la multitud de casas de prostitución que hay en esta capital y de
1294
cuya existencia se ha tratado más de una vez por los periódicos‖ .
Mayor relevancia que el delito cometido tenía desde esta imperante perspectiva,
por tanto, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué perpetraba el mismo. La diversidad
de opiniones de los tratadistas ante una misma situación delictiva complejizó el
derecho, al llenar la legislación de enrevesados comentarios. Según la valoración
formulada por el fiscal de la Suprema Corte de Justicia Juan Bautista Morales, esta
situación en la práctica judicial había instaurado la ―pésima costumbre‖ de considerar
la opinión de los autores por encima de las leyes, lo que complejizaba aún más la
1293
El entrecomillado responde a que el término ―lenona‖, empleado con frecuencia en la documentación
analizada, no está reconocido en la actualidad. El DRAE admite sólo el término ―lenón‖ y no su variante
femenina.
1294
AGNM, TSJDF, 1838, caja 132, ―Causa de Ana Flores por lenona‖, ff. 43r-43v.
- 303 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―Va un abogado instruido con una que terminantemente decide el negocio en su favor: se
presenta en estrados; informa victoriosamente, y cuando cree que va a lograr el triunfo y
que su contrario no tiene una sola palabra que objetar, oye con asombro que éste alega que
es verdad que la ley parece a primera vista que habla del caso en cuestión; pero que no es
así, porque Vela hace tales y tales excepciones, Castillo la entiende de este modo, Molina
de aquel; en fin, el abogado que iba confiado en su ley como en un invencible Aquiles, ve
que se le vuelve polvo y ceniza entre las manos, y tiene el dolor de perder el pleito, porque
así lo quieren Vela, Castillo, Molina y los jueces, que han acatado mejor a las opiniones de
estos autores, que a la letra de la ley. (…) De aquí es que muchos abogados, y acaso la
mayor parte de los de nombradía, se dedican al estudio de los comentadores, más bien que
1296
al de los códigos. Estos son nuestros abogados‖ .
1295
Morales, Juan Bautista, El Gallo Pitagórico. Colección de artículos crítico-políticos y de costumbres,
México, Ignacio Cumplido, 1857, p. 67.
1296
Idem.
1297
Las leyes recomendaban que los honorarios de un abogado debían acordarse antes de la prestación
de sus servicios pero, en la práctica, los abogados cobraban sus honorarios a medida que iban realizando
su trabajo. De esta manera ―más segura, prudente y decorosa‖, según Manuel De la Peña, la cuantía del
pago sería más justa, al deber variar ésta en función de la ―calidad‖ del abogado y de los litigantes, ya que
no debía pagar lo mismo una persona ―ilustre y decorosa y otra oscura y desconocida, un rico y opulento
y un pobre o reducido a medianas proporciones‖. También se tenían en cuenta así, la causa que se
versaba, el interés que mediaba, el trabajo que se invertía y, por supuesto, el resultado final de la causa.
Véase al respecto, De la Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op. cit., pp. 327-328 y
333-334. Ganar un juicio, por tanto, además de repercutir sobre el estatus del letrado, podía implicar una
mayor remuneración por sus funciones.
- 304 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
elementos que envolvieron los actos delictivos, sobre todo dentro del marco de
pluralismo normativo y amplio arbitrio judicial que rigieron la regulación sexual delictiva
hasta la conclusión del proceso de codificación penal en 1871.
A continuación presentaremos los resultados obtenidos tras el análisis cualitativo de
varios de los alegatos pronunciados por estos letrados. A pesar de que su acción
difirió en cada caso, ha sido posible rastrear líneas comunes en las argumentaciones
esgrimidas, referencias reiteradas que permiten afirmar la existencia de ciertas
inclinaciones ideológicas predominantes entre los letrados. Sus discursos no han sido
leídos como instrumentos veraces para conocer el devenir de los hechos procesados
sino como un medio para dilucidar las estrategias defensivas empleadas, lo que nos
ha permitido acercarnos a un código de valores compartido por esta élite judicial.
A pesar de que formalmente el sistema judicial mexicano tendió a reconfigurar su
funcionamiento en aras de un paulatino legalismo, en la práctica letrada, antes y
después de la codificación penal, las circunstancias de cada caso primaron sobre las
leyes1298. Para ello los letrados centraron su atención en la ―calidad‖ de las personas,
tratando tanto de legitimar o desacreditar sus testimonios, así como de agravar o tratar
de relativizar el acto juzgado en función de las siguientes variables: edad, género, raza
y educación1299.
El análisis de las estrategias defensivas, como anunciábamos, nos ha permitido
apreciar una complicidad entre la élite que subyacía dentro de los discursos
esgrimidos. El abogado-procurador correspondiente buscaba convencer a miembros
de su mismo estatus social, un estatus notoriamente más elevado que el de la mayoría
de los actores1300 o procesados por delitos de índole sexual1301. Si bien en sus
discursos, los letrados utilizaron conceptos inclusivos en apariencia como ―público‖,
―todos‖ o ―nosotros‖, éstos no aludían a la sociedad real sino a un proyecto social
1298
El proceso codificador supuso una regulación sistemática de las circunstancias atenuantes y
agravantes en cada delito. Sin embargo, la adaptación de la práctica judicial a las novedades normativas
no fue inmediata y durante los nueve años siguientes a la expedición del código apreciamos un híbrido
entre la norma y la casuística en los discursos pronunciados por los letrados.
1299
Este casuismo basado en las calidades personales fue una constante en el derecho penal del Antiguo
Régimen. Al respecto, véase: Tomás y Valiente, Francisco, El derecho penal de la monarquía absoluta
(siglos XVI, XVII, XVIII), Madrid, Tecnos, 1969, pp. 331-351.
1300
―El que pone alguna demanda en juicio‖. Sólo las personas que podían obligarse, es decir, los solteros
mayores de veinte cinco años o los casados mayores de dieciocho, podían ser actores en un juicio. Los
menores de las edades recogidas, así como ―el sordo, el loco, el pródigo que tiene puesta intervención
judicial a sus bienes‖, debían presentarse en los juicios acompañadas de un tutor o curador, personas
encargadas de representar y litigar en favor del menor. En los casos de que el menor no tuviera curador,
el juez debía nombrarle uno de oficio. Para el caso de las ―actoras‖, además de lo afirmado para los
varones, aquellas que estuviesen casadas podían comparecer en un juicio sólo si contaban con la licencia
marital pertinente. Sólo en los casos en los que el marido se hallaba ausente, hubiese peligro en la
tardanza, o éste se resistiera sin justa razón, el juez estaba facultado para otorgar dicha licencia con
conocimiento de causa. No. R., lib. X, tít. 1, leyes 11, 13 y 15 citadas en: Escriche, Joaquín, Diccionario
razonado…, op. cit., p. 80.
1301
Analizamos la composición social de las partes enfrentadas o acusadas en los procesos judiciales en
el capítulo 4 de esta tesis.
- 305 -
Alejandra Palafox Menegazzi
a) Veto a la acusación
Uno de los recursos de nulidad más utilizados por parte de los abogados en los
delitos tratados fue la deslegitimación de la parte acusadora, principalmente cuando
las acusaciones eran formuladas por mujeres. Las vigentes leyes de Partidas, como
vimos, consideraban a la mujer como ―lecho de su marido‖ y no al contrario, por lo que
el adulterio interpretado como ―romance como lecho dotro‖ era un delito
exclusivamente femenino. Esta normativa incapacitaba a las mujeres para acusar ante
las autoridades judiciales el adulterio marital, lo que convertía al hombre en el único
facultado para ello.
Pese a ello, el complejo enjambre legal que reguló estos ilícitos antes de la
codificación penal dio cabida a diversas fisuras que permitieron la formulación de
acusaciones femeninas vetadas por la ley y que, en la práctica judicial, el adulterio
masculino fuera castigado. Los jueces podían interpretar una queja femenina sobre la
infidelidad marital de forma opuesta y los abogados eran conscientes de ello. Por
ejemplo, según la Novísima Recopilación el marido que acusara de adulterio, para que
su acusación fuese válida, debía dirigirse en contra tanto de la mujer como de su
supuesto amante, siempre que ambos estuviesen vivos1303. Aunque dicha medida se
refiriera únicamente a los maridos, en 1844 el juez Ignacio Jáuregui estimó también
correcta su aplicación en el caso de que la quejosa fuese una mujer, justificando la
puesta en libertad de Nicolasa González, acusada de haber estado amancebada con
Melquíades Guerra durante meses, en vista de no tener la esposa, Eugenia González,
acusación de adulterio contra el marido1304. Un mes después el mismo juez, ante la
acusación de adulterio que caía sobre José Soriano y Guadalupe Mejía, hecha por la
mujer de Soriano, tras tomar declaración a los dos acusados, sin haber mandado
hacer ninguna averiguación posterior, los puso de inmediato en libertad ―por no tener
facultad la mujer para acusar de adulterio‖1305.
1302
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 340.
1303
No. R., lib. XII, tít. 28, ley 3.
1304
AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Nicolasa González. Incontinencia‖, s/f.
1305
AGNM, TSJDF, 1844, caja 201, ―José Soriano y socia. Adulterio‖, s/f.
- 306 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
Como vemos, en dos casos de la misma naturaleza, el juez Jáuregui justificó sus
sentencias mediante argumentos opuestos -la incapacidad de las esposas de hacer
una acusación de adulterio y la necesidad de que éstas dirigiesen su queja contra sus
maridos y las respectivas amantes-, evidenciando la existencia de una flexibilidad
interpretativa del marco legal y, por ende, de un amplio arbitrio judicial. La mejor forma
de evadir los impedimentos formales consistía en cambiar la tipología del acto delictivo
demandado. Si bien un marido podía cometer adulterio y quedar impune por ello, no
podía abandonar sus obligaciones familiares de proveedor y protector ni
causasescándalo con sus ilícitas amistades. Los abogados, conscientes del valor
clave de estos pequeños matices, trataron de deslegitimar el poder acusador de la
parte contraria y de defender el de la propia mediante discursos.
Así, frente a la acusación de Petra Velasco contra Guadalupe Hernández por haber
mantenido una amistad ilícita con su marido, los abogados de ambas partes se
enzarzaron en una disputa terminológica pues, como defendía la parte acusadora, la
incontinencia que se juzgaba era pública y, por ende, cualquiera estaba capacitado
para formalizar su acusación. Sin embargo, según la defensa contraria, al tratarse de
una acusación de adulterio y no de mancebía, sólo la parte agraviada podía acusar y
en este caso el juez había declarado por no parte a Petra Velasco, al no poder la
mujer acusar de adulterio, por lo que el proceso debía sobreseerse1306.
Las mujeres casadas tampoco podían demandar a sus maridos durante el
matrimonio en caso que pudiera ―venir de ello pena corporal‖1307 y ante un delito de
estupro, aunque este fuese inmaturo1308, si bien la ley permitía que cualquiera
formalizase la acusación contra el responsable, la doctrina se inclinaba cada vez más
a limitar este derecho a la parte agraviada. Con estos argumentos, el abogado José
María Angulo trató sin éxito de deslegitimar la acusación que caía sobre su cliente,
Clemente Cordero, condenado a un año de obras públicas por estupro inmaturo y
fuerza ya que, en este caso, había sido la propia esposa de Clemente quien lo había
denunciado por haber tratado de violar a una niña que tenían a su cuidado.
1306
AGNM, TSJDF, 1828, caja 38,‖Toca al expediente promovido por Doña Petra Velasco contra Doña
Guadalupe Hernández por ilícita amistad de ésta con el marido de la primera‖, s/f.
1307
Razonamiento expuesto por el abogado Ignacio Carreño y Palacios con base a la P. 3.2.5 citada en
su alegato. AGNM, TSDF, 1848, caja 253, ―Toca a la causa instruida contra Clemente Cordero por conato
de estupro y fuerza‖, f. 4r. La referida ley de Partidas recoge que ―‖Y otras demandas no se deben mover
nacidas de calumnia o mala fama, o porque tengan que recibir pena corporal mientras dure el matrimonio,
excepto en razón de adulterio (…)‖.
1308
Cometía estupro inmaturo aquel que estupraba a una niña menor de doce años. De la Pascua,
Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit,, p. 109. El estupro sobre doncella que no hubiese alcanzado la
pubertad debía castigarse siempre con pena corporal al arbitrio del juez, según las circunstancias.
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., p. 653. Tras la codificación, las penas por estupro
oscilaron entre los cinco meses y los ocho años de prisión, estableciéndose la pena máxima para los
delitos perpetrados sobre menores de diez años. CP 1871, art. 783.
- 307 -
Alejandra Palafox Menegazzi
b) Irregularidades procesales
Otro instrumento recurrido por los abogados para deslegitimar la acusación
consistió en convencer al juez de que ésta se movía por venganza personal,
tachándola de injuriosa o por la ceguera de los celos, para el caso femenino. Eran de
sobra conocidos en el foro ―los caprichos que por celos forman las mujeres con
demasiada imprudencia‖, según afirmaba el abogado Antonio Salamanca al referirse a
la esposa de su defendido, quien lo había acusado de estuprar a su entenada1309. De
la misma manera, ante la demanda de la amante de José Trinidad de haber mantenido
relaciones con la niña que ésta tenía a su cargo, el abogado defensor Juan Molina
acusó a la actora de querer vengarse de Trinidad ―instigada por la furiosa pasión de
los celos (…) por el desaire y desprecio que le hizo‖ 1310, tratando, así, de invalidar su
acusación.
La comisión de alguna informalidad proscrita por la ley durante el proceso también
podía ser utilizada por la defensa para tratar de anular el proceso y evitar, así, la
condena del reo. Como sostenía el letrado Buenaventura Lozano, a los jóvenes, como
a los ancianos abogados, correspondía no sólo el patrocinio de las partes contra las
partes mismas, sino también el de éstas contra las ilegales determinaciones de los
jueces, que por malicia o ignorancia contravinieran las leyes expresas1311.
Desde 1812, por mandato constitucional, aquellos empleados públicos, incluyendo
los jueces, que no cumplieran con la observancia de las leyes en el ejercicio de sus
funciones debían de ser sancionados1312. Durante el periodo considerado en este
estudio, sin embargo, los jueces gozaron de un amplio arbitrio judicial a la hora de
determinar sus sentencias. Esta situación, relacionada con el pluralismo normativo y la
inexistencia de un orden de prelación fijado por la ley hasta al menos la codificación
penal de 1871, como ha puesto de manifiesto Elisa Speckman, dificultó en la práctica
la exigencia de responsabilidad judicial por desapego a la ley1313.
1309
AGNM, TSJDF, 1832, caja 76. ―José Asensio Mejía por estupro‖, 45v.
1310
AGNM, TSJDF, caja 119, 1837, exp. 23, ―Toca a la causa de José Trinidad García y Ramona Pérez
por incesto‖, f. 25r.
1311
AGNM, TSJDF, 1837, caja 124, exp. 4, ―Ocurso de Don Pedro Oubrat contra el Lic. Don M. Zozaya‖,
ff. 15r-15v.
1312
Véase CE 1812, art. 131 y ―Reglas para que se haga efectiva la responsabilidad de los empleados
públicos‖ en Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y
Extraordinarias desde 24 de febrero de 1813 hasta 14 de septiembre del mismo año, vol. 4, Madrid,
Imprenta Nacional, 1820, pp. 20-29. Estas disposiciones fueron ratificada en LC 1836, Ley 5ª, art. 38.
1313
―No era posible, pues los jueces debían buscar entre un universo legal amplio la norma más adecuada
a su caso, guiándose por un orden de prelación fijado por la doctrina pero no por la ley: debían empezar
por las leyes mexicanas, seguir en Cádiz y de ahí retroceder de los más nuevos a los más viejos hasta
llegar a las Siete Partidas de Alfonso X. Transitaban por cinco siglos de leyes y por dos diferentes
órdenes jurídicos. Era, por tanto, imposible responsabilizar a un juez por elegir una norma no
exactamente aplicable al caso, pues habría que empezar por discutir cuál de ellas era la que más se
ajustaba y en esta elección los criterios podían variar‖. Speckman Guerra, Elisa, ―La justicia. Cádiz y la
experiencia mexicana‖, en México en Cádiz, 200 años después. Libertades y democracia en el
constitucionalismo contemporáneo, México, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2015,
pp. 43-59.
- 308 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
A esta situación debía sumarse la jerarquía existente entre los integrantes del foro y
el elevado puesto ocupado por los jueces letrados, lo que hacía que, en palabras de
un abogado, para la década de los años treinta los recursos de responsabilidad
hubiesen quedado ilusorios1314. Pese a ello, entre los expedientes por delitos sexuales
analizados pudimos encontrar un caso en el que el abogado de una de las partes
enfrentadas solicitó procesar al juez encargado del caso por cometer una irregularidad
en el proceso. En concreto, se trató de un ocurso presentado ante la Suprema Corte
de Justicia por el licenciado Buenaventura Lozano solicitando la suspensión del juez
de primera instancia José Manuel Zozaya Bermúdez por su actuación en la causa por
adulterio seguida contra la mujer de su defendido, el francés Don Pedro Oubrat1315.
Pese a no contar con la resolución del juicio de responsabilidad, el cruce de
acusaciones y ataques descalificativos entre juez y abogado nos ha permitido
acercarnos al complejo universo de la élite letrada desde la particular perspectiva del
enfrentamiento. De esta manera, hemos sido conocedores de algunos de los valores y
prejuicios compartidos, en este caso, por uno de los magistrados encargados de
sentenciar un importante número de los juicios por delitos sexuales considerados en
nuestro estudio1316.
José Manuel Zozaya, encargado de llevar a cabo las primeras averiguaciones sobre
el supuesto delito de adulterio cometido por Doña Eugenia Segant, ordenó que el
escribano y el ministro ejecutor1317 de su tribunal acudieran junto con el actor a la casa
de su esposa con objeto de sorprender a ésta y su amante viviendo juntos y
maridablemente y determinar así los motivos para materializar su aprehensión. Una
vez llegados al domicilio y sin entrar en los cuartos donde vivían los acusados, el
ministro ejecutor consideró que no había indicios delictivos apreciables. Cuando se
encontraba dispuesto a proceder al llamamiento de testigos de la parte acusadora, el
magistrado recibió un oficio del juez Ybarra suscitando competencias de jurisdicción,
por lo que dejó de encargarse del proceso. Ybarra tras continuar la averiguación
resolvió el caso, considerando que no existían motivos para detener a la esposa de
Oubrat1318.
1314
―Me fundé para ello en la constante experiencia que por desgracia me lo ha acreditado‖, aseguraba el
letrado. AGNM, TSJDF, 1837, caja 124, exp. 4, ―Ocurso de Don Pedro Oubrat contra el Lic. Don M.
Zozaya‖, f. 14v.
1315
AGNM, TSJDF, 1837, caja 124, exp. 4, ―Ocurso de Don Pedro Oubrat…‖, ff. 1r-40v.
1316
El juez José Manuel Zozaya fue el encargado de procesar en primera instancia once de los juicios
analizados entre 1827 y 1845. Su continuidad como juez de letras de la capital en los años posteriores al
juicio de responsabilidad citado permite deducir que no fue condenado por la Suprema Corte de Justicia a
abandonar su cargo o que la suspensión fue temporal.
1317
El cargo de ejecutor consistía en ―llevar a efecto alguna provisión o mandamiento de la autoridad
judicial‖. Las personas que por orden judicial llevaban a cabo ejecuciones o cobranzas recibían el nombre
de ―ejecutores‖. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., p. 599.
1318
AGNM, TSJDF, 1837, caja 124, exp. 4, ―Ocurso de Don Pedro Oubrat…‖, ff. 1r-40v.
- 309 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1319
AGNM, TSJDF, 1837, caja 124, exp. 4, ―Ocurso de Don Pedro Oubrat…‖, f. 15r.
1320
Según Buenaventura ningún periódico había querido publicar el auto por miedo a las represalias que
el juez pudiera promover. AGNM, TSJDF, 1837, caja 124, exp. 4, ―Ocurso de Don Pedro Oubrat…‖, f. 15r.
1321
AGNM, TSJDF, 1837, caja 124, exp. 4, ―Ocurso de Don Pedro Oubrat…‖, f.5v.
- 310 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
jugador, vago o tener una conducta sexual desarreglada, en el caso de las mujeres,
fueron elementos con las que los letrados creyeron poder obtener el favor de los
jueces para desprestigiar los testimonios ofrecidos por la parte contraria. De esta
forma, al tratar de deslegitimar a la testigo María Dolores, quién había declarado en
contra de Doña Guadalupe Hoyos, acusada de adulterio, el licenciado Ignacio Castro
llamó a varios vecinos con el objeto de tachar el testimonio de Dolores,
preguntándoles si ésta no era ―una india estúpida tonta y mazorral fácil de seducir por
su mucha y crasa ignorancia‖1322. En la misma dirección, los abogados Matías
Fernández y Miguel Rodríguez tacharon de increíbles las declaraciones del
temascalero1323 Ignacio García y su mujer Guadalupe Benavides, en consideración de
su ―rusticidad‖, además de ser ―indignos de todo crédito‖ por su condición de
domésticos1324.
En relación con la prueba material de los delitos y, en concreto con los
problemáticos reconocimientos genitales realizados sobre supuestas víctimas de
estupro y violación, las divergencias constatadas en los principales manuales forenses
sobre la adecuación de estas prácticas pudieron apreciarse también en los discursos
que los letrados pronunciaron al respecto. Así, a pesar de que cada letrado se
pronunció sobre el tema movido por los específicos intereses del proceso, la tendencia
predominante con respecto a esta actividad fue tratar de tacharla de impúdica y
cuestionar los resultados obtenidos, sobre todo cuando éstos provenían del análisis
realizado por parteras1325.
Algunos abogados se refirieron a esta práctica como ―una diligencia que ofende a
cualquier ramera‖1326, una ―práctica imperfecta, maléfica y abusiva‖ y una ―violación
completa de la virginidad de la inocencia y el pudor‖1327. Su efectividad, además era
cuestionable sobre todo cuando se buscaba verificar la responsabilidad de un acusado
en un acto de desfloración o forzamiento. Al respecto, el abogado Matías Fernández
sostenía: ―la naturaleza muda la forma de la mujer que deja de ser doncella pero no
1322
AGNM, TSJDF, 1832, caja 77, ―A la causa instruida contra Guadalupe Hoyos acusada de adulterio‖,
s/f.
1323
Un temascalero es aquel que se ocupa de cuidar un temascal, estructura baja de adobe donde se
toman baños de vapor.
1324
AGNM, TSJDF, caja 94, 1834, exp. 48, ―Toca a la causa instruida contra Don Mugye Rodríguez, Doña
Zeferina Subeldia e Ignacio García por incesto‖, s/f.
1325
Sólo en tres ocasiones pudimos comprobar el respaldo explícito, siempre interesado, de letrados a la
labor realizada por las matronas. AGNM, TSJDF, 1848, caja 253, ―Toca a la causa instruida contra
Clemente Cordero por conato de estupro y fuerza‖, ff. 1r-7v, AGNM, TSJDF, 1838, caja 131, ―La causa
contra José María Jiménez por estupro inmaturo‖, ff. 44r-51v y AGNM, TSJDF, 1832, caja 76. ―José
Asensio Mejía por estupro‖, ff. 38r-49v.
1326
Expresión del letrado Matías Fernández en AGNM, TSJDF, 1834, caja 94, exp. 48, ―Toca a la causa
instruida contra D. Mugye Rodríguez, Doña Zeferina Subeldía e Ignacio García por incesto‖, s/f.
1327
AGNM, TSJDF, 1846, caja 209, exp. 32, ―Diligencias de sumaria instruidas contra José María Leiva
por robo y conato de estupro‖, f. 14v.
- 311 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2. El poder de la ignorancia
Cuando las pruebas parecían irrefutables y la comisión del delito juzgado había
quedado plenamente demostrada en la sumaria, era necesario ganar la indulgencia de
los jueces restando importancia al ilícito o demostrando que el acto reprobado se
había cometido inintencionadamente. ―Hay hechos que aun cuando ofendan a un
tercero, no llegan a ser delitos, ya por falta de dolo y culpa, de conocimiento o de libre
voluntad‖, afirmaba Anastasio De la Pascua1332.
Dentro de este enfoque casuista, que fijaba la atención en las condiciones y
circunstancias bajo las que se producía el delito más que en el delito en sí, los letrados
aprovecharon el proceso de transición secularizadora que atravesaba el derecho
tratando en ocasiones de traducir el crimen sexual en una falta moral y pecaminosa
que no merecía ser castigada por la justicia civil al pertenecer al fuero interno de la
conciencia. De esta forma, por citar un ejemplo, el acto de ―perder, como se dice, a
una doncella‖, según el procurador Francisco González, no era un delito, con tal de
que no interviniera violencia, sino ―un pecado muy grave (…) sujeto al fuero
sacramental de la penitencia, más no al fuero externo‖1333 y, por tanto, no era digno de
recibir un castigo público. En caso contrario sería necesario ―ensanchar las cárceles‖,
añadía este abogado, dando testimonio de la frecuencia con la que se cometían este
tipo de incontinencias.
1328
AGNM, TSJDF, 1834, caja 94, exp. 48, ―Toca a la causa instruida contra D. Mugye Rodríguez, Doña
Zeferina Subeldia e Ignacio García por incesto‖, s/f.
1329
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Carrillo Agustina contra su esposo Francisco Olmos por rapto y
estupro de María Guadalupe Vázquez‖, 52v.
1330
Bourdieu, Pierre, La dominación masculina, Barcelona, Anagrama, 2000, p. 59.
1331
Las citas refieren expresiones del licenciado Agustín Coria en la defensa de Cresencio Martínez,
acusado de fuerza y estupro. AGNM, TSJDF, 1857, caja 324, ―Averiguación contra Cresencio Martínez
por fuerza y estupro con María Senovia‖, f. 12r.
1332
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 341.
1333
AGNM, TSJDF, 1838, caja 131, ―La causa contra José María Jiménez por estupro inmaturo‖, f. 46v.
- 312 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
Entre los discursos de defensa elaborados por los letrados imperó la premisa de
que la ley no debía de ser igual para todos. Paradójicamente, en un momento jurídico
en el que se tendía hacia el monismo normativo, la calidad de las personas fue
reivindicada como categoría determinante a la hora de medir la gravedad del ilícito.
¿Eran responsables las mujeres y los menores de los ilícitos sexuales que
cometían? ¿Cuáles eran las manifestaciones físicas que alejaban la edad cronológica
y la biológica de una persona? ¿Pertenecer a un estrato socioeconómico bajo podía
eximir de culpa a aquel que perpetrara un delito sexual con o sin violencia? ¿Lo eximía
el hecho de ser indígena? Estas y otras cuestiones quedaron alejadas de lo estipulado
por las leyes, conformando, una vez más, el indefinible universo circunstancial que
determinaba la gravedad de un delito.
Así, en relación con la variable de género, cuando se trataba de defender a un
hombre por haber cometido un acto de incontinencia, la ebriedad1334 y el natural e
irrefrenable deseo sexual que lo caracterizaban fueron los argumentos más
desarrollados por los letrados para justificar la comisión delictiva. En un intento de
forzar a una niña, por ejemplo, según el abogado Francisco Mariscal, el estado de
embriaguez del responsable serviría como atenuante transformando un ―conato de
estupro‖ en un ―desorden de borrachera‖ ya que, para el letrado, en un borracho no
había deliberación1335.
Ante casos de violencia sexual era necesario desprestigiar a la víctima para
demostrar que el delito había respondido a una provocación femenina por tratarse de
una mujer ―viciada‖ y no ya de doncellas pudorosas1336. Así, en la defensa de José
Toribio Medina, acusado de estupro por fuerza física de María Jesús Olvera, el
abogado Francisco González trató de demostrar que en realidad la víctima se había
decidido voluntariamente ―a marcharse con aquel presunto seductor, a entregarle su
cuerpo a disfrutar con él de todos los placeres y satisfacciones mutuas de dos
amantes jóvenes que precipitaron a vivir de consumo en plena libertad y dedicados
exclusivamente el uno para el otro‖ 1337. ―Suponer fuerza física irresistible o imperio de
seducción sobre una mujer tan fácil a las espontáneas voluntariedades y actos de
1334
Pueden consultarse al respecto: AGNM, TSJDF, 1850, caja 277, exp. 125, ―Toca a la causa instruida
contra Ramón Oñate por estupro incestuoso‖, ff. 1r-12v y AGNM, TSJDF, 1855, caja 307, ―Contra
Bonifacio Ramírez por conato de forzamiento‖, ff. 1r-19v.
1335
AGNM, TSJDF, 1855, caja 307, ―Contra Bonifacio Ramírez por conato de forzamiento‖, ff. 13v-14r.
1336
Expresión utilizada por el letrado Don Vicente Rojas de Abreu en su defensa de Miguel Mendoza,
acusado de estupro. AGNM, TSJDF, 1850, caja 277, "Toca a la causa instruida por el juez primero de lo
criminal Lic. Contreras contra Miguel Mendoza, José de Jesúsu Mayorga y Juan Cervantes o Covarrubias
por robo y estupro", s/f.
1337
AGNM, TSJDF, 1841, caja 163, ―Toca a la causa contra Toribio Medina y Ángel Vázquez por rapto y
estupro‖, s/f.
- 313 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 314 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1343
AGNM, TSJDF, 1857, caja 324, ―Averiguación contra Cresencio Martínez por fuerza y estupro con
María Senovia‖, f. 12r.
1344
Mariano Rivera en la defensa de Ignacio González, acusado de rapto. AGNM, TSJDF, 1831, Caja 61,
exp. 14, ―Ignacio González por rapto de María Ponce‖, f. 35v.
1345
AGNM, TSJDF, 1831, caja 65, exp. 33, ―Luis Islas e Hilaria Ramírez por incontinencia incestuosa‖, f.
4v.
1346
Como en la defensa de Doña María Jesús Sarmiento por el abogado Vicente Rojas Abreu AGNM,
TSJDF, 1848, caja 257, ―Toca a la causa instruida contra Don José Anastasio Escamilla y Doña Jesús
Sarmiento por adulterio incestuoso‖, s/f.
1347
En este caso, la afirmación responde al alegato presentado por el licenciado Francisco González en
AGNM, TSJDF, 1838, caja 132, ―Causa de Ana Flores por lenona‖, ff. 43r-44v. La premisa de que las
mujeres debían sufrir penas menores por los mismos delitos, a excepción de los crímenes considerados
graves como los homicidios o el adulterio, estuvo presente en los principales diccionarios y manuales de
derecho, por lo que lo sostenido por este letrado no debe interpretarse como excepcional. Véase al
respecto: Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., p. 66 y De la Pascua, Anastasio, Febrero
Mejicano…, op. cit., pp.15-16.
1348
AGNM, TSJDF, 1842, caja 177, ―Contra Bartolo Velázquez y Josefa Negrete por incesto y deserción
de tropas el primero‖, f. 27r.
- 315 -
Alejandra Palafox Menegazzi
mi defensa y de su edad que son 15 años (…) podrá tener idea de lo que es incesto y
de que existe una ley que prohíbe la unión entre parientes‖, añadía el letrado,
comparando a su defendida con ―una barquilla que lucha en las ondas con los vientos
bravos‖ y que por su ignorancia había caído en las redes de la seducción de ―un
hombre corrido‖1349.
Junto con el género, la edad de los acusados fungió también como recurso utilizado
por los letrados para solicitar mayor indulgencia judicial para sus defendidos, como se
muestra en el siguiente ejemplo. Antonio Bulches y María Olivera, jóvenes primos de
dieciséis años, pasaron seis meses en la cárcel durante el tiempo en el que se
desarrolló el juicio emprendido contra ellos por la relación incestuosa que habían
mantenido. Ambos fueron compurgados en primera instancia por el tiempo pasado en
prisión pero, durante la revisión del juicio, el fiscal Juan Bautista Morales apeló la
sentencia pidiendo para ellos tres años de reclusión. A los reos, ―confesos en su torpe
e incestuosa comunicación‖ se les debía aplicar un digno castigo con el objetivo de
erradicar los ―muy frecuentes y escandalosos (…) amancebamientos cualificados con
la circunstancia del incesto‖ que se sucedían en la capital mexicana1350. Ante esta
situación, las posibilidades que tenía el curador ad litem Pedro Montes de Oca de
contrarrestar lo solicitado por un letrado de la talla de Morales eran escasas y debía de
poner toda su atención para elaborar una buena defensa.
De esta manera, el abogado recordó a la Suprema Corte de Justicia que a pesar de
estar demostrada la comisión del ilícito, la edad de los reos disminuía casi toda la
malicia del delito por considerar que la voluntad de una persona de 16 años era
imperfecta, por consiguiente su transgresión de la ley apenas merecía castigo.
Además de ser ―casi pueriles‖, había que considerar también el descuido en la
educación ya que ―la falta de principios religiosos‖ que habían sufrido, inevitablemente,
influía en su conducta moral1351. ―Si el hombre en su infancia no ha recibido aquellas
lecciones de moral que son tan necesarias para reprimir sus apetitos, en llegando a la
pubertad no se contendrá y no tendrá freno que le detenga‖, sostenía el letrado, y con
este argumento lograba ablandar la voluntad de los magistrados de la Corte, quienes
confirmaron la sentencia del juez inferior, tal y como pedía Montes de Oca1352.
Ante casos de violencia sexual, los abogados defensores también hicieron uso de
la edad como variable para clamar mayor indulgencia para sus defendidos. Así, según
el abogado Manuel Zea, daba igual que su defendido, José María Leiva, fuera culpable
de haber tratado de estuprar a una niña de seis años pues, aun en el supuesto de que
1349
AGNM, TSJDF, 1842, caja 177, ―Contra Bartolo Velázquez…‖, f. 27r.
1350
AGNM, TSJDF, 1834, caja 94, exp. 48, ―Toca a la causa de Antonio Bulches y María Olivera por
incesto‖, s/f.
1351
AGNM, TSJDF, 1834, caja 94, exp. 48, ―Toca a la causa de Antonio Bulches…‖, s/f.
1352
AGNM, TSJDF, 1834, caja 94, exp. 48, ―Toca a la causa de Antonio Bulches…‖, s/f.
- 316 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
1353
AGNM, TSJDF, 1846, caja 209, exp. 32, ―Diligencias de sumaria instruidas…‖, f. 14v.
1354
AGNM, TSJDF, 1846, caja 209, exp. 32, ―Diligencias de sumaria instruidas…‖, f. 14v.
1355
AGNM, TSJDF, 1846, caja 209, exp. 32, ―Diligencias de sumaria instruidas…‖, f. 14v.
1356
AGNM, TSJDF, 1830, caja 58, exp. 78, ―Expediente supletorio del formado contra D. Juan Fenzi por
estupro‖, s/f.
1357
Foderé, Francisco Manuel, Las leyes ilustradas por las ciencias físicas o tratado de medicina legal y
de higiene pública escrito en francés por el ciudadano Francisco Manuel Foderé, médico del Hospital de
caridad de la ciudad de Marsella, vol. 1, Madrid, Imprenta de la Administración del Real arbitrio de
Beneficencia, 1801, p. 108.
1358
AGNM, TSJDF, 1830, caja 58, exp. 78, ―Expediente supletorio del formado contra D. Juan Fenzi por
estupro‖, s/f.
- 317 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―¿Cómo podrá negarse que conforme es mejor la educación del delincuente es mayor su
delito? Esto lo estamos palpando los días y es cosa que se nos mete por los ojos. ¿Quién
comete mayor transgresión, el soldado raso que engrosa las filas de los facciosos o el oficial
que lo seduce y hace prevaricar? Sin duda que el segundo pues tanto el soldado como el
oficial cometieron traición, ¿pues por qué es mayor en el oficial que en el soldado? Porque
el oficial tiene más civilización, más cultura, en otra palabra, el oficial tiene más educación y
1363
más principios para conocer la enormidad del delito que va a cometer‖ .
1359
AGNM, TSJDF, 1830, caja 58, exp. 78, ―Expediente supletorio…‖, s/f.
1360
AGNM, TSJDF, 1830, caja 58, exp. 78, ―Expediente supletorio…‖, s/f.
1361
AGNM, TSJDF, 1842, caja 177, ―Contra Bartolo Velázquez y Josefa Negrete por incesto y deserción
de tropas el primero‖, f. 26v.
1362
Agustín Guiol en la defensa de Ramona Pérez. AGNM, TSJDF, 1837, caja 119, exp. 23, ―Toca a la
causa de José Trinidad García y Ramona Pérez por incesto‖, f. 24v.
1363
AGNM, TSJDF, 1831, caja 65, exp. 33, ―Luis Islas e Hilaria Ramírez por incontinencia incestuosa‖, 3v.
- 318 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO TERCERO
Con este alegato el letrado Montes de Oca trataba de justificar que el incesto
cometido por sus defendidos debía perdonarse por su ignorancia, al pertenecer a la
esfera ―más baja del pueblo‖1364. El desconocimiento de las penas, según esta
tendencia jurídica, dispensaba de infringirlas en consideración de un principio de
equidad, pues, como argumentaba el letrado Marcos Hernández, no era buena justicia
la que no se mezclaba con la misericordia1365.
Ante la confesión de los delitos imputados por parte de clientes de elevado estatus
social, algunos abogados recurrieron a estos mismos argumentos tratando de
demostrar, normalmente con poco éxito, que la falta de formación no estaba reñida
con el origen y la posición socioeconómica de cada individuo, como podemos advertir
en el alegato presentado por Don Mariano Fernández San Salvador, defensor del
sastre Don Manuel de la Torre, quien había vuelto a contraer matrimonio después de
haberse separado de su primera mujer. La ignorancia fue el último recurso utilizado
por el letrado Fernández para tratar de obtener la máxima benevolencia judicial:
―Pues aunque decente en su porte y origen y desde luego se advierte su buena cuna, le
falta en fin aquella claridad de entendimiento, que una mejor educación proporciona. (…)
Con ésta habría resistido el temor que los padres de Eulogia Martinez le infundieron (…)
habría adoptado éste otros medios para aplacar el enojo de los padres. (…) Consumó el
1366
delito sin conocer toda su gravedad‖ .
―Es cierto que la gente del pueblo que no tiene la educación de la gente más
acomodada, acostumbran retozar o jugar de manos aun entre personas de diversos sexos
al grado de muchas veces creerse que o están peleando o tienen otras intenciones y esto
es tan notorio que creo que no hay persona que no lo haya presenciado alguna vez. Las
relaciones que se supone hay entre Ramírez y Casimira arguyen más para creer que fue un
simple juguete pues personas que han dormido muchas veces en un mismo cuarto es de
1367
creerse que tienen alguna estrechez‖ .
1364
AGNM, TSJDF, 1831, caja 65, exp. 33, ―Luis Islas e Hilaria Ramírez…‖, f. 3v.
1365
Marcos Hernández en defensa de los indígenas Bernabé Antonio y María Hilaria acusados de estupro
e incesto. AGNM, TSJDF, 1843, caja 193, ―Contra Bernabé Antonio y María Hilaria por estupro e incesto‖,
f. 11r.
1366
AGNM, TSJDF, 1857, caja 323, ―Contra Don Manuel de la torre por matrimonio doble‖, ff. 28r-28v.
1367
AGNM, TSJDF, 1855, caja 307, ―Contra Bonifacio Ramírez por conato de forzamiento‖, ff. 13v-14r.
- 319 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1368
Expresiones referidas por el licenciado Joaquín Velasco en AGNM, TSJDF, 1841, caja 160, ―Estupro‖,
f. 13v. El uso del calificativo ―estúpido‖ fue frecuente entre abogados para aludir a la escasa capacidad de
razonamiento de sus defendidos.
1369
Razonamiento expuesto por el procurador Clemente Vélez en su defensa de Isidro Gutiérrez y María
Inés Candelas acusados de incesto. AGNM, TSJDF, caja 151, 1840, exp. 26, ―Toca a la causa contra
Isidro Gutiérrez y María Inés Candelas por incesto‖, s/f.
- 320 -
CAPÍTULO CUARTO
COMPOSICIÓN SOCIODEMOGRÁFICA Y
ESTRATEGIAS DISCURSIVAS DE ACTORES Y
PROCESADOS.
¿CUMPLIMIENTO O RESISTENCIA?
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
I. Introducción
La populosa ciudad de México albergó en el siglo XIX un heterogéneo universo
social, marcado por fuertes diferencias étnicas, económicas y de origen geográfico,
que confluyeron junto con otras variables como el género, el oficio y el honor en la
determinación de la posición de un individuo en la estratificación social capitalina 1370.
Dentro del complejo juego de identidades propias y alteridades que atravesó las
prácticas sociales de la ciudad, la sexualidad jugó un papel fundamental en la manera
en la que cada persona se veía a sí misma y miraba a los demás.
El presente capítulo recoge un doble estudio centrado en los verdaderos
protagonistas de los procesos consultados, aquellos que como demandantes, víctimas
o procesados dieron razón de ser a la incoación judicial. Todos ellos fueron sujetos del
sistema sexo-género imperante, actores históricos que participaron activamente en la
construcción de la sexualidad decimonónica tanto como sujetos conformadores de la
misma como seres sujetos a sus normas.
A través principalmente de datos aportados por estos sujetos, hemos desarrollado
clasificaciones socioeconómicas de carácter cuantitativo, además de ahondar
cualitativamente en las estratificaciones laborales, étnicas y de género que
presentaron. Para ello y con el objeto de simplificar nuestro análisis, hemos empleado
categorías convencionales como ―popular‖, ―bajo‖ o ―elevado‖, entre otras, al tiempo
que hemos tratado de rescatar importantes matices diferenciadores en el interior de
cada una de las posiciones sociales ocupadas por actores, víctimas y acusados en los
procesos. La posición social es un concepto que hace referencia a una realidad dual
compuesta por estrato y clase social. Si bien la primera categoría -el estrato social-
puede englobar una ―escala potencialmente ilimitada de posiciones, que depende
únicamente de los criterios estadísticos utilizados‖, como explica el jurista y sociólogo
Alessandro Baratta, el concepto de clase social posibilita únicamente una referencia
binaria entre aquellos que poseen y los que no poseen los medios de producción1371.
Al considerar que las variables que determinaron el estatus de un individuo en la
sociedad mexicana decimonónica fueron múltiples y que el criterio de clase no permite
ahondar en ellas, hemos descartado su uso, empleando a lo largo de este estudio
sociodemográfico aproximativo la categoría de ―estrato social‖1372.
Los expedientes judiciales consultados relatan situaciones que tuvieron que ser
vividas con notable tensión por parte de demandantes y procesados: de sus gestos,
1370
Pérez Toledo, Sonia y Klein, Herbert S., ―La estructura social de la ciudad de México en 1842‖, en
Blázquez Domínguez, Carmen, Contreras Cruz, Carlos, y Pérez Toledo, Sonia, Población y estructura
urbana en México, siglos XVIII y XIX, Xalapa, Universidad Veracruzana, 1996, p. 256.
1371
Baratta, Alessandro, ―El paradigma del género. De la cuestión criminal a la cuestión humana‖, en
Birgin, Haydée (comp.), Las trampas del poder punitivo, Buenos Aires, Ed. Biblios, 2000, p. 71.
1372
Idem.
- 323 -
Alejandra Palafox Menegazzi
palabras, tonos y olvidos dependían elementos tan cruciales para la vida de una
persona como su libertad, su residencia o su honor. Mediante un análisis discursivo de
sus declaraciones, hemos identificado las argumentaciones más recurridas,
interpretando las mismas como estrategias de persuasión orientadas obtener el mayor
favor judicial posible. De esta manera, hemos obtenido pistas importantes para
comprobar históricamente la efectividad de la obligación sexual promovida por las
instancias estatales, así como los atisbos de lucha o resistencia ante la misma durante
su cumplimiento.
Tanto en las demandas como en las defensas, los implicados formularon discursos
estratégicos mediante la reproducción de los modelos imperantes de feminidad y
masculinidad. Ante el reto metodológico que suponía tratar de interpretar estos
discursos y sus silencios, aceptamos como premisa que los implicados en los juicios
analizados fungieron como actores sociales, y no como meros observadores
desinteresados de sus propias vidas, por lo que la reproducción de los discursos
normativos durante los procesos se produjo de forma consciente, y no ya como
consecuencia inevitable de la adopción natural de una mentalidad imperante –que no
única- mediante mecanismos cognitivos1373.
1373
Retomamos aquí la idea desarrollada dentro del estudio sobre cognición social llevado a cabo por
Michael Billig. Billig, Michael et al., Ideological Dilemmas: a Social Psychology of Everyday Thinking,
Londres, Sage, 1988 y Billig, Michael, Ideology and Opinions: Studies in Rhetorical Psychology, Londres,
Sage, 1991, ambos estudios citados en Antaki, Charles y Condor, Susan, ―Cognición Social y Discurso‖,
en Van Dijk, Teun A. (coord.), El discurso como estructura y proceso, Barcelona, Gedisa, 2000, p. 467.
1374
El lenguaje es siempre heredero de las desigualdades que han atravesado su propia historia. Al no
querer infringir las normas gramaticales consensuadas por los miembros de la Real Academia de la
- 324 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
datos personales que antecedían sus declaraciones. Estos datos, que en el lenguaje
jurídico son conocidas como ―generales de la ley‖, incluían nombre, apellidos, edad,
estado civil, lugar de nacimiento y lugar de residencia de los sujetos. Si bien para el
caso masculino, el oficio era también un elemento requerido por las élites judiciales
durante los interrogatorios, el empleo o actividad laboral desempeñada por las mujeres
no debía constar en esta especie de pequeña carta de presentación. Sin embargo,
aquellas mujeres que no hubiesen contraído matrimonio, ya fuesen procesadas o
testigos, sí debían especificar también su estado sexual definiéndose a sí mismas
como ―doncellas‖, en caso de ser vírgenes, o como ―solteras‖, si no lo eran.
Como pusieron de manifiesto los estudios elaborados por Silvia Marina Arrom y
Sonia Pérez Toledo, según constaba en los padrones municipales de 1811 y 1842, la
gran mayoría de las mujeres trabajadoras de la ciudad de México ejercían como
sirvientas domésticas o criadas1375. Ante esta situación, podríamos pensar que este
tipo de actividades, tan repudiadas socialmente como vimos, carecían del estatus de
oficio o trabajo y que, por este motivo, no se encontraban recogidas en sus generales.
Sin embargo, al figurar entre los datos recogidos para los varones que trabajaban
como sirvientes, parece que su omisión respondió más a motivos de género que al
menosprecio social que las tareas de servicio doméstico ameritaban.
La ausencia del oficio de una mujer en sus generales, como pudimos constatar
gracias a la información ofrecida de manera indirecta por los procesados, no quería
decir, por tanto, que éste no existiera. Su omisión era fruto de una determinada
ideología de género que, al querer proteger la sujeción femenina a la autoridad
patriarcal, negaba a las mujeres el derecho a forjar su propia identidad a través del
ejercicio de actividades remuneradas. Los silencios documentados fueron parte de una
estrategia discursiva dirigida a mantener un sistema masculino de dominación sobre
las mujeres a través de su dependencia material, entre otros mecanismos coercitivos.
En agosto de 1844, por recoger un ejemplo de lo afirmado, Cecilia Olivo fue
detenida por haber tratado de agredir a la esposa de Ignacio Torres, con el que
mantenía una relación de amancebamiento. Al pronunciar su declaración ante el juez
letrado José María Muñoz de Cote, la rea afirmó llamarse Cecilia Olivo, ser de México,
soltera, es decir, no casada y tampoco virgen, ―como de veinticinco años‖ y vivir en la
Lengua Española, no hemos hecho uso del vocablo ―testiga‖, no comprendido hoy en día en las entradas
recogidas por el DRAE. Consideramos pertinente, sin embargo, llamar la atención aquí sobre una
carencia que, además de atentar contra la igualdad de género, en casos como el presente entorpece la
comunicación y rompe la armonía sonora del texto redactado.
1375
Recordamos los datos ofrecidos por estas autoras. Para 1811 el 57% de las mujeres trabajadoras
estaban empleadas en el servicio doméstico o como costureras y para 1842 el 65,3% desarrollaba
actividades de servicios, compuestas en un 90% por tareas de servicio doméstico. Véase Arrom Marina,
Silvia, Las mujeres de la ciudad de México, 1790-1857, Madrid, Siglo XXI, 1988, p. 200 y Pérez Toledo,
Sonia, ―El trabajo Femenino en La Ciudad de México a mediados del Siglo XIX‖, Signos Históricos, 2003,
p. 90.
- 325 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Dibujo I. Reproducción de las tijeras con las que supuestamente Cecilia Olivo cometió
1379
la agresión .
La revisión de los expedientes judiciales nos ha permitido observar cómo este tipo
de omisiones, presentes a lo largo de toda la centuria, estuvieron causadas por la
misma lógica discriminatoria. Así, por ejemplo, en 1870, en el caso contra Juan
González por el rapto de la joven Dolores Cosío, cuando el padre y la madre de la
supuesta víctima presentaron su acusación ante el juez José María Castellanos,
afirmaron lo siguiente: él llamarse Pablo Cosío, ser natural de España, casado con
Benita Madrigal, de sesenta y cinco años, dependiente de panadería y con residencia
en una habitación de la calle Cocheros número 9, y ella llamarse Benita Madrigal, ser
natural de México, casada con Pablo Cosío de cuarenta y un años de edad y con
habitación en la misma dirección1380. Aparentemente, Benita no tenía profesión
conocida. Sin embargo, al tener que explicar ante el juez en qué momento su hija fue
sacada de la casa por el acusado, Benita expuso con total normalidad que el delito se
produjo por la mañana, cuando su marido había acudido a la panadería y ella, ―como
todos los días‖, había salido a coser1381. La identidad de Pablo ante el sistema judicial
estaba determinada por su función de marido, padre y panadero, la de Benita, a pesar
1376
AGNM, TSJDF, 1844, caja 196, ―Cecilia Olivo. Incontinencia‖, s/f.
1377
El uso de plomo fue común desde la Edad Moderna en la elaboración de tintes para el cabello. Ortego
Agustín, Mª Ángeles, ―Discursos y prácticas sobre el cuerpo y la higiene en la Edad Moderna‖, Cuadernos
de Historia Moderna. Anejos, n. 8, 2009, p. 73.
1378
Ibidem.
1379
AGNM, TSJDF, 1844, caja 196, ―Cecilia Olivo. Incontinencia‖, s/f.
1380
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Queja de Pablo Cosío contra Juan González por rapto de su hija
Dolores Cosío‖, s/f.
1381
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Queja de Pablo Cosío…‖, s/f.
- 326 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1382
AGNM, TSJDF, 1866, caja 420, ―Contra Juana Ramírez por adulterio‖, s/f.
1383
AGNM, TSJDF, 1866, caja 420, ―Contra Jacinto Gil y Concepción Corona. Adulterio‖, ff. 1r-6v, AGNM,
TSJDF, 1866, caja 420, ―Contra Mariano Ontiveros y María Prajedes Loza, por adulterio‖, ff. 1r-7v.
- 327 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1384
Sólo a partir de la década de 1860 el descenso de la mortalidad permitió un crecimiento demográfico
sostenido en la ciudad de México. Pérez Herrero, Pedro, "Evolución demográfica y estructura familiar en
México (1730-1850)", en Gonzalbo Aizpuru, Pilar, (coord.), Familias novohispanas. Siglos XVI-XIX,
México, COLMEX, 1991, p. 352.
1385
Morales, María Dolores y Gayón, María, ―Viviendas, casas y usos del suelo en la ciudad de México,
1848-1882‖, en Loreto López, Rosalva, Casas, viviendas y hogares en la Historia de México, México,
COLMEX, 2001, p. 343.
1386
Nuestro estudio se ha limitado a comprobar el tipo de vivienda ocupada pero no hemos podido
especificar si la ocupación era por arrendamiento o por propiedad. La desigualdad distribución de esta
última, en manos del 2% de la población capitalina, y las continuas y casuales referencias a caseros y
caseras en las declaraciones analizadas, sin embargo, invitan a pensar que en su mayoría se trató de
espacios arrendados. Morales, María Dolores, ―La distribución de la propiedad en la ciudad de México
1813-1848‖, Historias, n. 12, 1976, p. 82. Durante la primera mitad del siglo la mayor parte de la
propiedad urbana permaneció en manos de sólo 41 individuos y corporaciones
- 328 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
María Gayón, otros términos empleados en la época para referir las residencias de los
habitantes capitalinos eran polisémicos y vocablos como ―casa‖ se usaban
indistintamente para referir viviendas o habitaciones1387. Esta imprecisión terminológica
nos ha impedido, por ejemplo, interpretar de forma segura qué referían declarantes
como la joven Brígida Márquez cuando afirmaba vivir en ―el callejón de los Pajaritos,
en una casa que está en la rinconada sin número‖1388 o María Arriaga, mujer de 25
años, cuando declaró que residía la ―casa del Señor San José‖, ubicada en el mismo
callejón1389. Tanto la casa de Brígida como la de María podían estar compuestas por
una, dos o, incluso, más de diez viviendas y albergar a personas de diversa condición
social1390.
La desigualdad económica reinante en la ciudad y la consecuente pobreza que
acuciaba a gran parte de su población, obligaron a la mayoría de los residentes de la
capital a ocupar viviendas modestas. Según los datos conservados en los padrones
municipales de 1848 y 1882, alrededor del 40% de la población capitalina residía en
cuartos1391, es decir, estructuras de una sola habitación que solían ser compartidas por
los integrantes de una o más familias. Sus ocupantes debían compartir los baños y
demás servicios de la casa o acudir a los baños públicos más cercanos en caso de no
disponer de ellos.
Por su parte, el 16.31% para 1848 y el 11.62% de la población capitalina para 1880
ocupaba viviendas calificadas en los padrones como accesorias1392. Estas estructuras
estaban compuestas por espacios secundarios situados en la planta baja de los
edificios principales o contiguos a estos y dependientes de él1393. Tenían acceso
directo a la calle y solían dedicarse al comercio, producción o servicios, pudiendo
albergar sastrerías, pulquerías o atolerías, por ejemplo, aunque su uso podía también
estar destinado exclusivamente a la vivienda o combinado con ésta. Si bien es cierto
que existieron amplias accesorias ocupadas por artesanos de gran poder adquisitivo,
la mayor parte de ellas, como consta en nuestros expedientes, acogieron a familias
humildes.
1387
Morales, María Dolores y Gayón, María, ―Viviendas, casas y usos…‖, op. cit., pp. 340-341.
1388
AGNM, TSJDF, 1831, caja 61, exp. 7, ―José Camacho y María Brígida Márquez por haberse extraído
el primero a la segunda del lado de sus padres y estar viviendo en incontinencia‖, f. 3r.
1389
AGNM, TSJDF, 1844, caja 207, ―Manuel Espinoza y socia. Incontinencia‖, s/f.
1390
Morales, María Dolores y Gayón, María, ―Viviendas, casas…‖, op. cit., p. 345.
1391
En concreto, residía en cuartos el 41.90% el 39.05% de la población, en 1848 y 1880
respectivamente. Ibidem, p. 358.
1392
En concreto se contabilizaron 6099 accesorias en un total de 30.616 viviendas para 1848 y 8484
accesorias sobre 52.284 viviendas para 1882. Idem.
1393
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y forense, o sea
resumen de las leyes, usos, prácticas y costumbres, como asimismo de las doctrinas de los
jurisconsultos, dispuesto por orden alfabético de materias, con la explicación de los términos del Derecho.
Por Don Joaquín Escriche y con citas del derecho, notas y adiciones por el licenciado Juan Rodríguez de
San Miguel, México, Oficina de Galván, 1837, p. 47.
- 329 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Otra de las modalidades residenciales para personas de bajos recursos fueron las
vecindades, estructuras fabricadas normalmente en adobe y compuestas por
habitaciones dispuestas en torno a un patio alargado, por lo general rectangular1394,
antecedido por un zaguán, en el que se instalaba un tapanco que permitía duplicar su
área1395. A diferencia de las vecindades de época colonial, que contaban con amplios
patios interiores, las construidas a lo lardo del siglo XIX sustituyeron este espacio por
estrechos pasillos que servían de acceso a pobladas habitaciones de construcción
más reducida1396. El número de habitaciones por vecindad variaba pero las más
humildes podían albergar más de treinta cuartos1397.
En el limitado espacio compartido del cuarto, sus integrantes desarrollaban parte de
sus actividades cotidianas: preparaban la comida, conversaban, bebían, dormían y,
claro está, tenían relaciones sexuales. En función del número de personas que
cohabitaran y del tamaño de la habitación podían darse verdaderas situaciones de
hacinamiento entre sus residentes, circunstancia frecuentemente interpretada por
autores como causa de una supuesta promiscuidad sexual1398 que habría acompañado
la historia de los sectores populares. Bajo nuestro punto de vista, como
desarrollaremos a continuación, los motivos por los que se cometían ilícitos sexuales
poco tuvieron que ver con el grado de proximidad entre hombres y mujeres en el
espacio doméstico o con la pertenencia a un determinado sector socioeconómico.
Desmentir esta estereotipada y, a nuestro parecer, prejuiciosa idea, ha sido uno de
nuestros objetivos a la hora de realizar el análisis sociológico de los delitos sexuales
procesados.
Otro de los indicadores considerados en este estudio ha sido el tipo de acceso al
agua documentado de forma indirecta en algunas de las declaraciones. Son
numerosas, por ejemplo, las referencias indirectas de mujeres que acuden a las
1394
Boils, Guillermo, ―La vecindad: espacio vital en las ciudades mexicanas‖, Diseño y sociedad, n. 6,
1996, p. 82.
1395
Ayala Alonso, E., La casa de la Ciudad de México. Evolución y transformaciones, México,
CONACULTA, 1996, pp. 92-93.
1396
Idem.
1397
Prieto Hernández, Ana María, Acerca de la pendenciera e indisciplinada vida de los léperos
capitalinos, México, CONACULTA, 2001, p. 140.
1398
Ana María Prieto, por citar un ejemplo de lo afirmado, al referirse a las estructuras de las vecindades
populares afirma: ―En las vecindades muy pobladas la gente vivía hacinada y la promiscuidad era
inevitable. Un edificio de vecindad podía albergar más de 30 cuartos, ocupados generalmente por gente
de escasos recursos. (…) Allí duermen todos juntos, sin que medie más división de unos a otros, que el
espacio que hay de la ropa a la carne‖, Ibidem, pp. 139 y 141. Debemos matizar que ―promiscuidad‖ es un
término que puede resultar confuso ya que si bien puede referir la convivencia entre hombres y mujeres,
sin ninguna connotación sexual, también refiere mezcla y confusión. El adjetivo ―promiscuo‖, por su parte,
sí alude de forma crítica a la persona que mantiene relaciones sexuales con otras varias, como si de un
comportamiento desordenado o atípico se tratara.
- 330 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1399
No hemos encontrado apenas información acerca del número y la distribución de pilas, baños y
fuentes públicas ubicadas en la ciudad de México a lo largo del siglo XIX. Sabemos, sin embargo, que
para finales del siglo XVIII existían en la capital novohispana 229 fuentes privadas. El número de fuentes
públicas de la ciudad pasó de 28 a finales del siglo XVIII a 48 a inicios del XX. Véase al respecto: León
García, María del Carmen, ―Las fuentes de agua y las plazas públicas. Agua potable en la ciudad de
México al finalizar el siglo XVIII‖, Boletín de Monumentos Históricos, n. 27, México, INAH, 2013, p. 86 y
Agostoni, Claudia, ―Las delicias de la limpieza: la higiene en la ciudad de México‖, en Staples Anne
(coord.), Historia de la vida cotidiana en México, vol. IV, México, COLMEX, FCE, 2005, pp. 563-598. Con
respecto a los baños públicos, la ciudad contaba con cuarenta y ocho instalaciones a finales del siglo XIX.
Algunos como el baño de Vergara o el del Coliseo Viejo estaban destinados a los sectores más pudientes
y su entrada podía costar hasta cuatro reales. Otros, como el de los Pajaritos los Baños de Cristo o el de
los Pescaditos acogían a la gente del pueblo. Véase al respecto Bautista, Tayde, ―De los baños públicos‖,
La casa del tiempo, n. 3, 2014, p. 34.
1400
Morales, María Dolores y Gayón, María, ―Viviendas, casas…‖, op. cit., p. 347.
1401
Especie de vasijas o tinajas grandes de barro donde los aguadores transportaban el agua.
- 331 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1402
Teitelbaum, Vanesa E., Entre el control y la movilización. Honor, trabajo y solidaridades artesanales
en la ciudad de México a mediados del siglo XIX, Tesis de Doctorado, México, COLMEX, 2005, p. 108.
1403
El paño de rebozo era una prenda de origen popular que ya si bien en época colonial se difundió entre
los sectores opulentos de la Nueva España, durante el Porfiriato, dentro de la lógica higienista y
modernizadora defendida por las élites, su uso fue muy criticado por considerar que servía para esconder
objetos robados y ocultar la falta de aseo de sus portadoras. Pérez Monroy, Julieta, ―Modernidad y modas
en la Ciudad de México: de la basquiña al túnico, del calzón al pantalón‖, en Staples, Anne (coord.),
Historia de la vida…, op. cit., p. 63.
1404
El rechazo de las élites frente al calzón de manta se tornó en prohibición a partir de 1887, cuando el
gobierno del Distrito Federal prescribió el uso del pantalón para todos los trabajadores urbanos varones.
Gutiérrez, Florencia, ―Las connotaciones del vestido a fines del siglo XIX en la ciudad de México‖, Varia
Historia, Belo horizonte, n. 40, 2008, pp. 671-672.
1405
Teitelbaum, Vanesa E., Entre el control…, op. cit., p. 109 y Pérez Monroy, Julieta, ―Modernidad y
modas…‖, op. cit, p. 66.
1406
Las mujeres menos pudientes no usaban ahuecadores sino que trataban de aumentar el volumen de
su vestimenta inferior mediante la superposición de diversas prendas. Ibidem, p 74.
1407
Gámez Martínez, Ana Paulina, El rebozo. Estudio historiográfico, origen y uso, Tesis de Maestría,
México, UNAM, 2009, pp. 141-147.
1408
Gutiérrez, Florencia, ―Las connotaciones del vestido..‖, op. cit., p. 665.
- 332 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1409
Teitelbaum, Vanesa E., Entre el control…, op. cit., p. 310. La categoría ―arriero‖ presenta una
importante dificultad interpretativa al albergar una amplia diferencia socioeconómica interna. Al respecto,
sostenía Torcuato Di Tella, ―hay una pronunciada diferenciación entre el capataz de una tropa y sus
hombres y a ambos se los conoce por el mismo nombre de arriero‖. Di Tella, Torcuato S., "Las clases
peligrosas a comienzos del siglo XIX en México", en Halperin Donghi, Tulio (comp.), El ocaso del orden
colonial en Hispanoamérica, Buenos Aires, Editorial Suramericana, 1978, p. 237. A la hora de evaluar el
estrato social de quienes tenían estas ocupaciones hemos tratado de complementar la información con
otras variables como la vivienda, el grado de alfabetización u otras referencias indirectas.
1410
Rivera Cambas, Manuel, México pintoresco, artístico y monumental, vol. 2, México, Imprenta de la
Reforma, 1882, p. 146. A mediados de siglo en una publicación periódica un escritor anónimo afirmaba:
―Un oficial de barbero mira con tanto desdén a un peón de albañil como el más rico agiotista lo haría con
un meritorio de oficina. De la clase de léperos salen los albañiles, los tocineros, los cargadores, los
conductores de carros públicos, los veleros, los curtidores, los empedradores de calles‖. Anónimo, ―El
populacho de México‖, El Museo Mexicano, vol. 3, 1844, p. 450 citado por Di Tella, Torcuato, ―Las clases
peligrosas…‖, op. cit., p. 232. Desde 1862, por un bando dado por el gobernador del Distrito Miguel
Azcárate, en la ciudad de México los trabajadores domésticos quedaron sujetos a una normativa especial
que los obligaba a registrarse oficialmente como tales y a seguir un control laboral especial por parte de
las autoridades. Dentro de la categoría de domésticos quedaron insertos criados, hortelanos, mozos de
cafés y de las fondas, los que servían en las posadas, en los billares, en las neverías, en los baños y
pulquerías, los mandaderos de los conventos de ambos sexos, los que se empleaban en las casas de
alquiler de caballos, los vaqueros, los carretoneros, los cocheros y conductores de los carruajes públicos
y privados. ―Criados. Bando de 6 de abril de 1862‖, en Castillo Velasco, José M., Colección de bandos,
disposiciones de policía y reglamentos municipales de administración del Distrito Federal, México,
Imprenta de V. G. Torres, 1869, pp. 51-58.
1411
AGNM, TSJDF, 1828, caja 39, exp. 109, ―Contra Domingo Ibarra y Francisca Corona por
incontinencia‖, s/f.
- 333 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1412
AGNM, TSJDF, 1871, caja 512, ―Contra Camilo Heredia y Juana Martínez. Adulterio‖, ff. 1r-9v.
1413
AGNM, TSJDF,, 1855, caja 308, ―Contra Ignacio Vázquez acusado del rapto de la mujer casada
Mariana Serrano‖, s/f.
1414
El empleo de aguador no contaba apenas con reconocimiento social pero gozaba de mayor estatus
que la actividad de portero.
1415
Al respecto, Mariano Otero sostenía: ―En estas clases infelices […] la ignorancia, el error, las
preocupaciones, la miseria y la abyección constituyen su funesta herencia, corrompen al hombre desde
los primeros días de su vida, de suerte que cuando se comienza a obrar, todo lo inclina al vicio y nada lo
separa de él‖. Otero: Mariano Otero, ―Indicaciones sobre la importancia de la reforma de las leyes
penales‖, en VV. AA, El Museo Mexicano, México, Ignacio Cumplido, 1844, p. 18, citado en Castillo
Hernández, Diego, ―La ley y el honor: jueces menores en la Ciudad de México, 1846-1850‖, Signos
Históricos, vol. 13, n. 26, 2011, p. 82.
1416
Juan Pedro Viqueira ha rastreado el origen de la marginación cultural de los sectores populares en la
por parte de las élites político-intelectuales en la segunda mitad del siglo XVIII como parte del proyecto
ilustrado, modernizador y colonizador de los espacios públicos urbanos. Viqueira Albán, Juan Pedro,
- 334 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de México durante el Siglo de
las Luces, México, FCE, 1987. Sobre el proceso de promoción del trabajo como instrumento moralizador y
la asociación del vicio en general con los estratos más bajos de la población, véase Pérez Toledo, Sonia,
―Entre el discurso y la coacción. Las élites y las clases populares a mediados del siglo XIX‖, en
Connaughton, Brian F. (coord.), Poder y legitimidad en México en el siglo XIX. Instituciones y cultura
política, México, UAM-Iztapalapa, Ed. Miguel Ángel Porrúa, 2003, pp. 311-338 y Hamnett, Brian, ―Imagen,
identidad y moralidad en la escritura costumbrista mexicana, 1840-1900‖, Signos Históricos, n. 24, 2010,
pp. 8-43.
1417
Durante la colonia, con base en una supuesta determinación climática y racial, estas manifestaciones
desarrollaron la idea de que indios, negros y castas en general, influenciados por el cálido clima
mexicano, llevaban asociados continuos comportamientos lascivos y desenfrenadas actitudes sexuales.
Véase al respecto, Prieto Hernández, Ana María, Acerca de la pendenciera…, op. cit., pp. 211-213. Al
respecto, en su análisis de las desviaciones sexuales y su control en la ciudad de México del siglo XVIII,
Marcela Suárez Escobar afirmaba: ―El sistema que constituye la relación criminalidad-penalidad es un
sistema que crea las desviaciones al transformar las irregularidades a la norma en infracciones y provoca
la creación real o ficticia de los delincuentes mediante procedimientos como las detenciones injustas en
zonas pobres, la vigilancia de zonas potencialmente peligrosas, o bien mediante el sistema carcelario, ya
que en las prisiones se producen criminales‖. Suárez, Escobar, Marcela, Sexualidad y norma sobre lo
prohibido. La Ciudad de México y las postrimerías del virreinato, Tesis de Doctorado, México, UNAM,
1994, p. 9. Durante el siglo XIX, este racismo sexual fue sutilmente desarrollado en novelas
fundamentales en el proyecto liberal de nación mexicana. Para un mayor desarrollo de este aspecto
véase Palafox Menegazzi, Alejandra, ―Raza, género y colonia en la novela de Vicente Riva Palacio: una
estrategia de exclusión‖, Anales de Literatura Hispanoamericana, pp. 13-28.
1418
La tenencia de libros era el oficio desempeñado por el encargado de los libros de contabilidad de una
empresa, compañía o casa de comercio.
1419
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Contra Julio Millott y Doña Ángela Castro acusados de adulterio por
el C. Juan Jacobo Schoch‖, ff. 1r-48v.
1420
Diminutivo empleado por Julio para referirse a Ángela Castro en su correspondencia privada. AGNM,
TSJDF, 1869, caja 481, ―Contra Julio Millott y Doña Ángela Castro acusados de adulterio por el C. Juan
Jacobo Schoch‖, f. 21r.
- 335 -
Alejandra Palafox Menegazzi
sospechas en Don Juan Jacobo quien confirmó sus temores al examinar las
posesiones de su esposa y hallar su ilícita correspondencia amorosa.
Las cartas encontradas, presentadas por el marido durante el proceso judicial como
prueba de la delictiva relación, recogían los vaivenes atravesados por los amantes,
sus celos, extrañamientos, discusiones y planes de futuro. La identificación de ambos
con los estratos elevados de la sociedad quedó constatada a través de las
expresiones despreciativas utilizadas a la hora de referir a la otredad popular.
―Perdóname, por Dios, perdóname, pero sabes que cuando uno ama siempre piensa que
cualquier mirada parece que se la dirigen a otra, pero Julio querido perdona, no, no, no, no
1421
eres ningún cargador ni aguador, no, eres para mí lo más sagrado‖ .
1421
El subrayado es nuestro. AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Contra Julio Millott y Doña Ángela Castro
acusados de adulterio por el C. Juan Jacobo Schoch‖, f. 26r.
1422
AGNM, TSJDF, 1854, caja 300, ―Contra Anastasio Lugo, Narcisa Echeveste y Dominga Jaso por
incesto‖, f. 18r.
- 336 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1423
AGNM, TSJDF, caja 498, 1870, ―Loreto Carranza de Garay vs. Vicente González por seducción de
María Garay. Rapto y estupro‖, s/f.
1424
AGNM, TSJDF, 1843, caja 180, ―Toca a la causa contra Juan de Dios y Marisa Velázquez por
incesto‖, ff. 45r-50v.
- 337 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1425
A pesar de que el Decreto constitucional de 1814 prohibía todo tipo de esclavitud, en la práctica ésta
no quedo abolida. Tras la Independencia, en 1821 inició un paulatino proceso de liberación de los
esclavos presentes en el territorio mexicano y en los años sucesivos el gobierno de la República Federal
expidió diversos bandos y decretos que prohibían la esclavitud en todo el territorio nacional. La reiteración
normativa de la abolición de esta práctica en las décadas siguientes, sin embargo, indica que la
erradicación de la esclavitud a lo largo del siglo XIX fue un proceso lento, no exento de complicaciones. Al
respecto, véase Olveda Legaspi, Jaime, ―La abolición de la esclavitud en México, 1810-1917‖, Signos
Históricos, n. 29, 2013, pp. 8-34.
- 338 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
perpetrado contra Antonia Ramírez, una mujer analfabeta y soltera de veinte años que
pese a haber nacido en los alrededores de la ciudad de Puebla había migrado a la
ciudad de México en busca de mejores condiciones de vida1426. Durante el juicio, el
nombre de la víctima fue confundido en diversas ocasiones y su testimonio ni siquiera
fue transcrito por el escribano correspondiente, siendo suficiente las declaraciones del
acusado y del alcalde auxiliar Mariano Ramírez para que el magistrado responsable, el
licenciado José María Muñoz de Cote, considerara que la relación sexual era
consentida y determinara la puesta en libertad del detenido.
El segundo caso aludido tuvo inicio después de que Víctor Ayllón, hijo del teniente
coronel retirado Mariano Ayllón, acudiera al colegio de Belén y extrajera con violencia
a la joven doncella María Guadalupe Sánchez Coloma, valiéndose para ello de tropa
armada y presentando una orden falsa del Gobierno del Distrito1427. El delito de rapto
atentaba directamente como vimos contra los familiares varones de la víctima quien,
en este caso, era hija de Don Atilano Sánchez Garayo, letrado perteneciente a uno de
los linajes de abogados mexicanos más relevantes del siglo XIX1428.
La acción delictiva puso en marcha un importante dispositivo de rastreo y abrió una
investigación en la que participaron miembros de las altas esferas políticas del país,
como el gobernador general del Distrito, Pedro María Anaya; el diputado al congreso
general licenciado Mariano Yañez, quien actuó en representación de la parte
agraviada, o el senador Mariano Otero, quien acudió junto con Mariano Ayllón para
tratar de calmar a Mariano Riva Palacio, gobernador del Estado de México, y evitar así
su intervención. La desaparición del sospechoso provocó el arresto de su propio
padre, quien pese a su rango de teniente coronel, fue acusado de complicidad e
interrogado en el cuartel de Hidalgo por orden del gobernador Anaya1429.
Además de las desigualdades reales que pervivieron en el ejercicio judicial a lo
largo de la centuria, no debemos olvidar que el siglo XIX paradójicamente dio origen a
otro tipo de privilegio jurídico. Desde sus inicios constitucionales en las postrimerías
coloniales con la adopción del constitucionalismo gaditano en 1812, el proceso de
creación del estado nación liberal, al tiempo que abolía el tributo indígena y lastraba
1426
AGNM, TSJDF, 1843, caja 189, ―Pedro Juárez y Sonia. Incontinencia‖, s/f.
1427
AGNM, TSJDF, 1849, caja 262, ―Ayllón. Rapto‖, ff. 1r-15v.
1428
Atilano Sánchez y Garayo (1791-1870) se recibió como abogado en 1812 y ejerció en la audiencia de
México para pasar después a ser notario mayor del Juzgado de Testamentarías y Capellanías del
arzobispado de México. Mayagoitia, Alejandro, ―Apuntes al Ilustre y Real colegio de Abogados de México:
extractos de sus informaciones de limpieza de sangre (1760-1823)‖, en Ars Iuris, n. 24, 2000, p. 357 y
Mayagoitia, Alejandro, ―Linajes de abogados en el México del siglo XIX o cómo es que de casta le viene al
galgo ser rabilargo‖, Anuario Mexicano de Historia del Derecho, n. 10, 1998, pp.542-543. En 1829 actuó
como apoderado de Guadalupe Victoria, general de división y ex presidente de México. Véase al respecto
Herrejón Peredo, Carlos y Saucedo Zarco, Carmen, Guadalupe Victoria. Documentos, México, INEHRM,
SEP, 2012, p. 948-951.
1429
AGNM, TSJDF, 1849, caja 262, ―Ayllón. Rapto‖, ff. 1r-15v.
- 339 -
Alejandra Palafox Menegazzi
los fueros castrenses y clericales en aras de la igualdad de todos los ciudadanos ante
la ley, asentó la inviolabilidad parlamentaria y el aforamiento de los integrantes del
poder legislativo cuestiones civiles y penales1430. Esta privilegiada situación, disfrutada
por diputados y senadores gracias a su sanción por parte de las sucesivas cartas
magnas expedidas en el país, dificultó en la práctica la persecución de los ilícitos
sexuales cometidos por la emergente clase política1431.
El proceso incoado en 1879 contra Don Federico Méndez Rivas, miembro de la
Cámara de Senadores por el estado de Yucatán ofrece un buen ejemplo de lo
afirmado. Méndez Rivas, un yucateco casado de 39 años de edad, por motivos
laborales pasaba largas temporadas alojado en el Hotel Iturbide de la ciudad de
México. Los encuentros y las salidas de los legisladores con jóvenes mujeres de la
capital, según las declaraciones de algunos de sus compañeros como el senador
tabasqueño Don Rafael Godoy, era algo común. En una de sus estancias, sin
embargo, el senador fue acusado haber colaborado en un delito de corrupción de
menores y haber raptado y estuprado a una joven de dieciséis años llamada Joaquina
Echenique1432. A pesar del escándalo y de la reprobación que semejante proceso
judicial podía causar, el acusado pudo mantenerse tranquilo pues, como recordó él
mismo al juez Mauro Fernández de Córdoba encargado del caso, los senadores
disfrutaban del fuero constitucional por lo que, aun por los delitos del orden común,
sólo tras la declaración favorable del ―Gran Senado Nacional‖ podría formalizarse su
causa1433.
1430
―Los diputados serán inviolables por sus opiniones, y en ninguna autoridad podrán ser reconvenidos
por ellas En las causas criminales, que contra ellos se intentaren, no podrán ser juzgados sino por el
tribunal de Cortes, en el modo y forma que se prescriba en el reglamento del gobierno interior de las
mismas‖, CE 1812, art. 128.
1431
CM 1824, arts. 43-44; LC 1836, ley 3ª, art. 47 y CM 1857, art. 104.
1432
AGNM, TSJDF, 1879, caja 66, ―Queja de Doña Rafaela Manza, viuda de Echenique contra el c.
Méndez Rivas por rapto y estupro de la joven Joaquina Echenique y contra Carmen Camparos por
corrupción de menores‖, ff. 1r-19v.
1433
AGNM, TSJDF, 1879, caja 66, ―Queja de Doña Rafaela Manza…‖, f. 11r.
- 340 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1434
Art. 42 de la Ley de administración de justicia y orgánica de los tribunales de la federación de 23 de
noviembre de 1855. En Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa de las
disposiciones legislativas expedidas desde la Independencia de la República, vol. 7, México, Imprenta del
Comercio a cargo de Dublán y Lozano, 1876, p. 603.
1435
Decreto del 9 de febrero de 1793 y la Real Orden de 5 de noviembre de 1817. La Constitución de 1824
en su artículo 156 ratificó la vigencia de estas leyes. En 1842, el Soberano Congreso Constituyente trató
de abolir estos privilegios pero su restablecimiento por Decreto el 12 de octubre de 1842 retrasó su
supresión hasta 1855. Véase al respecto Reyes Heroles, Jesús, El liberalismo mexicano. La integración
de las ideas, México, FCE, 1974, 15.
1436
En nueve de estos expedientes figuraron sólo las primeras diligencias practicadas por instancias
civiles antes de que el caso fuera remitido a las autoridades militares.
- 341 -
Alejandra Palafox Menegazzi
En tan sólo cuatro de los quince casos revisados pudimos acceder a la resolución
judicial de las autoridades militares. En 1832 el soldado Félix Navarro, acusado de
estupro, fue puesto en libertad por el Segundo Regimiento Permanente de México, con
asistencia del juez de letras José María Puchet1437. En otro proceso, el teniente de
1437
AGNM, TSJDF, 1832, caja 78, ―Contra el soldado del décimo Regimiento Félix Navarro acusado de
ladrón raptor‖, ff.1r-17v.
- 342 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1438
AGNM, TSJDF, 1844, caja 206, ―Doña Mª Pérez de Herrera contra el teniente de Coraceros, Don
Vicente Ramírez sobre rapto‖, s/f.
1439
AGNM, TSJDF, 1848, caja 251: ―Contra el tambor José María Llerena por haber llevado del lado de su
padre a María Severia Rodríguez de 19 siendo doncella‖, s/f.
1440
AGNM, TSJDF, 1839, caja 143, año 1839, ―Don Mariano Pulgar sobre que el Teniente Coronel D.
Antonio Moreno declare dónde tiene la mujer de aquel para que se deposite‖, ff. 1r-4v.
1441
AGNM, TSJDF, 1838, caja 130, exp. 55, ―Testimonio de lo que resulta contra el coronel Don Manuel
Montoro en la acusación que hizo a Don Santiago Castellanos‖, ff. 1r-15v.
- 343 -
Alejandra Palafox Menegazzi
él‖, siendo ésta ―la única paga que les exigía‖1442. Lo afirmado, según la testigo, era tan
público y notorio, que podía ser acreditado tanto por, al menos, seis o siete miembros
de la Comandancia de Matamoros, como por su marido, Santiago Castellanos y su
compañero Herrera Esteva. Los dos últimos, teóricamente, rechazaron ―prestarse con‖
Montoro, quien, además, había convencido a un indio1443 llamado Mariano de
acostarse con él a cambio de dinero.
La gravedad de los actos delictivos descritos, tachados de ―abominables‖ por el
magistrado, motivó que el juez se dirigiese a la Comandancia General de México
solicitando la aprehensión del acusado, al ser el lenocinio un delito que según una
Real Cédula de 1788 producía desafuero1444. Los intentos de procesar al coronel por
parte de la justicia ordinaria fueron en vano pues, como le recordó al magistrado
Tamayo el propio comandante general Don Melchor Álvarez, medidas posteriores
obligaban a que los jueces militares conocieran privativamente todas las causas civiles
y criminales en las que fuesen demandados los individuos del ejército. Sólo en caso de
que el delito de lenocinio fuera probado por la jurisdicción castrense, los acusados
perdían su fuero y podían por ello ser procesados y condenados por un tribunal civil.
Hasta donde nos ha sido posible investigar, a pesar del envío reiterado de
solicitudes para conocer el estado de la causa, el licenciado Tamayo no pudo nunca
acceder a la resolución de la justicia marcial ante la causa contra el coronel Montoro.
Los miembros del ejército, y en especial la oficialidad, formaban parte de un sector
social cohesionado al haber recibido una misma formación dentro del ejército,
compartir una jerarquía de valores, además de experiencias comunes aportadas por
largas y en ocasiones violentas expediciones y relaciones personales compartidas.
Estos ritmos de vida en común crearon una solidaridad que se tornó en una
constatable animadversión frente a la justicia civil, así como en un continuo esfuerzo
por hacer valer su organización, sus normas y su fuero frente al sistema jurídico
ordinario.
Si bien la justicia marcial parecía mostrarse indulgente con los militares procesados
por delitos sexuales, el mantenimiento del orden y el respeto por los valores morales
tradicionales siguieron figurando entre los principales objetivos perseguidos por las
élites militares. La mayor tolerancia con la que las instituciones castrenses trataron a
los aforados respondió a una evidente solidaridad profesional, imperante frente al
acatamiento de la normativa vigente pero ello en ningún momento se tradujo en una
conformidad discursiva y pública ante la transgresión del sistema sexo-género.
1442
AGNM, TSJDF, 1838, caja 130, exp. 55, ―Testimonio de lo que resulta…‖, f. 3r (bis).
1443
A pesar de la eliminación formal de las desigualdades raciales frente a la ley, el calificativo de ―indio‖
siguió empleándose con frecuencia en la época para hacer referencia a la otredad indígena.
1444
Real Célula de 13 de junio de 1788, recogida en No. R. lib. XII, tít. 27, ley 4.
- 344 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Como hemos podido comprobar en las declaraciones ofrecidas por los militares,
tanto actores como procesados asumieron el respeto a las leyes y a la autoridad
patriarcal como una de sus máximas. Como abordamos en el anterior capítulo, el
ejército seguía concibiéndose como un organismo involucrado en el mantenimiento de
la seguridad y el orden civil y, por lo mismo, cualquier acto que atentara contra la
moralidad imperante ameritaba una férrea actuación represora, al menos en el plano
discursivo.
La petición dirigida por el coronel Mariano Barrera a Juan Francisco Azcárate,
ministro letrado del Supremo Tribunal de Guerra y Marina1445, ofrece un buen ejemplo
de lo afirmado. Alarmado por los escandalosos intentos de seducir a su hija que el
coronel Domingo Noriega había protagonizado, Barrera solicitó en 1827 la intervención
de la autoridad militar con el objeto de que Noriega dejara de perturbar la paz
doméstica de su familia. A pesar de las diversas reconvenciones informales hechas
tanto por el ofendido como por el propio ministro Azcárate, el acusado no había
modificado su conducta. Barrera, en apariencia desesperado, manifestó su
inconformidad con la situación sufrida, así como el acatamiento al orden establecido
en los siguientes términos:
―Las circunstancias políticas del día debían reprimirlo si fuera prudente y cauto, así como
ellas mismas a otro que no fuera yo, lo hubieran animado a darle una buena paliza. Mas el
respeto a las Leyes y la confianza que tengo en la justificación de V. S. me determinan a
interpelar su autoridad por medio de este escrito. Siempre y por siempre ha bastado a un
padre de familia interponer su queja contra alguno atrevido, como el que ocasiona ésta para
que la autoridad pública lo auxilie. Así era que apenas se la manifestaba al capitán general
español, cuando este con energía lavaba de esta capital o de cualquier otro lugar al que
osaba perturbar la paz de una familia, sin que le valiera galones ni bordados. Como podría
citar varios ejemplares de sucesos que vimos, los cuales al paso que enfrentaban la
licenciosa conducta de los libertinos hacía más respetable la autoridad […] evitando que los
1446
hombres honorables que se veían ofendidos tomaran por su mano la venganza […]‖ .
1445
Juan Francisco Azcárate fue un abogado que logró ocupar relevantes cargos políticos durante las
primeras décadas del siglo XIX a pesar de los continuos y formales cambios políticos. Fue regidor del
ayuntamiento de México en 1803, ministro plenipotenciario bajo el gobierno de Iturbide y ministro letrado
del Supremo Tribunal de Guerra y Marina entre 1826 y 1831. Cabrera Quintero, Conrado Gilberto, La
creación del imaginario del indio en la literatura mexicana del siglo XIX, México, Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, 2005, p. 162.
1446
AGNM, TSJDF, 1827, caja 26, ―Escándalo. Seducción‖, s/f.
- 345 -
Alejandra Palafox Menegazzi
supuestamente junto con la esposa del teniente coronel Catarino Barroso, hermano
del declarante, quien ostentaba un rango superior al del acusado. El hecho reprobado
atentaba no sólo contra la moralidad pública sino también contra los principios
regidores de la institución militar, motivo por el cual la desaprobación del capitán,
quien actuaba en representación de su hermano, fue expresada con estas
contundentes palabras: “Si en otros casos es digno del más severo castigo el
adulterio, mucho más en este en que un oficial militar se ha separado del honor que
debía guardarse a sí mismo y a un jefe de superior graduación‖1447.
Este tipo de declaraciones públicas, defensoras de un sistema de valores basado
en respeto a la castidad femenina, el matrimonio y la jerarquía patriarcal dentro y fuera
de la unidad familiar, contrastaron con el desarreglado comportamiento sexual de
parte de miembros del ejército así como con algunas de las impresiones compartidas
por éstos en el ámbito privado, como advertimos en la correspondencia adjuntada
como documento probatorio por los actores en diversos expedientes judiciales. En una
de estas cartas, por ejemplo el oficial Mariano Gallegos, pese a ser un hombre casado,
trataba de persuadir a José Carreño para que aceptara la ilícita relación que mantenía
con su joven hija, de la siguiente manera:
―Sólo le digo que haga la reflexión en que soy hombre, que usted también lo es, y que
acaso algunas ocasiones se habrá visto en las mismas circunstancias en que yo y que
cuando el amor nos domina, nos salimos aun de la esfera de racionales, de manera que no
podemos guiarnos por la razón, que prescindimos de ésta y aventuramos por la persona
1448
que amamos‖ .
1447
AGNM, TSJDF, 1830, caja 143, ―El teniente coronel D. Catarino Barroso sobre lo que dentro se
expresa‖, f. 24v.
1448
AGNM, TSJDF, 1832, caja 78, ―Ocurso de Don Mariano Gallegos sobre la falsa acusación que le ha
hecho Carreño‖, f. 3r.
- 346 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
ello que transgredir, incluso, las órdenes dadas por un superior, como se aprecia en la
carta enviada por el teniente coronel Félix Azoñoz en 1839 a su amante, la señorita
Dolores Bravo, donde se recogen frases y expresiones como las siguientes: ―He
determinado ir de incógnito sólo con el objeto de estrecharme en sus amables
brazos‖1449, ―mamasita (sic), mi alma no podrá tranquilizarse hasta que entretanto no
tenga el dulce placer de verla y estrecharla en mis desgraciados brazos‖1450.
Ante la comisión de delitos sexuales, los jueces civiles se esforzaron por impedir
que los miembros del ejército huyeran legalmente de sus responsabilidades penales al
tiempo que los militares procesados trataron de sujetarse a su privilegiada situación
jurídica. De esta manera, por ejemplo, en 1843 el soldado José Loreto Magaña, tras
ser acusado de estupro por la joven Soledad Rivera, intentó acogerse por todos los
medios a su fuero militar y ser procesado por la vía castrense. En esta ocasión, el juez
José María Muñoz de Cote, encontró la manera de que la condición de militar no
librara al acusado de ser condenado por la justicia civil pues, al haber cometido el
delito antes de ingresar en el ejército, el soldado Magaña no gozaba de fuero privativo.
El reo tuvo así que pagar los costes judiciales y dotar con diez pesos a la víctima del
estupro, embarazada a consecuencia de la relación sexual con Magaña1451.
Tan sólo en uno de los quince procesos contra militares acusados por ilícitos
sexuales antes de 1855 el reo, pese a gozar de fuero militar por su condición de
soldado de batallón, fue procesado y sentenciado en primera y segunda instancia por
tribunales civiles. En ningún momento, pese a haber sido condenado a cumplir tres
años de presidio en Texas por un delito de incesto, el reo ni su defensa hicieron
alusión a su condición marcial1452. Es posible que esta peculiar situación se debiera a
que la comisión delictiva hubiese antecedido al ingreso del acusado en el ejército.
El mantenimiento del fuero militar hasta 1855 mantuvo también la normativa
colonial que extendía la condición de aforado a mujeres e hijos de miembros del
ejército1453. El disfrute de este privilegio por parte de las esposas, sin embargo, podía
tornarse en contra de las propias beneficiadas ya que ante una supuesta comisión
delictiva ellas también serían juzgadas por un tribunal marcial.
1449
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Doña Dolores Bravo quejándose del Teniente coronel Don Félix
Azoñoz‖, f. 6r.
1450
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Doña Dolores Bravo …‖, f. 7r.
1451
AGNM, TSJDF, 1843, caja 180, "Seducción", f. 4v.
1452
AGNM, TSJDF, 1834, caja 94, exp. 195, ―Toca a la causa instruida contra D. Miguel Rodríguez, Doña
Zeferina Zubeldía e Ignacio García por incesto‖, s/f.
1453
―Las mujeres y los hijos de todo militar gozarán este Fuero y muerto aquel, le conservarán su viuda y
las hijas, mientras no tomen estado; pero los hijos varones únicamente le gozarán hasta la edad de
dieciséis años‖, Ordenanzas de 1768, tomo III, trat. VIII, tít. 1, art. 8, en, Ordenanzas de Su Majestad para
el régimen, disciplina subordinación y servicio de sus Ejércitos, Madrid, Oficina de Antonio Marín.
Impresor de la Secretaría de Despacho Universal de la Guerra, 1768, p. 231.
- 347 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Los inconvenientes que esta situación podía ocasionarles parecían evidentes en los
procesos por adulterio. En estos casos fueron los propios actores los que promovieron
el acatamiento de la ley y la aplicación del fuero en contra de sus mujeres, como
método no ya para evadir una condena mayor sino para garantizar una mayor
severidad en el tratamiento y castigo delictivo de las acusadas. Al depender de
militares, actores y jueces compartían una misma identidad y una consolidada
solidaridad ante un acto tan ignominioso como el adulterio femenino.
De los ciento dos expedientes por adulterio analizados pudimos hallar tres casos en
los que las supuestas adúlteras, al ser acusadas antes de 1855, fueron procesadas
por un tribunal marcial1454. En uno de ellos pese a ser el adulterio un crimen
perseguible sólo a instancia de la parte afectada, es decir, del esposo agraviado, la
acusada Luz Cortés fue detenida y remitida a la Comandancia General después de
que otro miembro del ejército denunciara que, pese a estar casada con un teniente del
batallón de Tabasco, la acusada mantenía relaciones ilícitas con el sargento Pablo
Cañedo1455.
Gracias a la información contenida en un expediente abierto en 1828 por
complicidad en un delito de incontinencia adulterina, pudimos constatar otras
importantes irregularidades relativas a las competencias castrenses en materia
judicial. En este caso, Guadalupe Hernández había sido acusada por Petra Velasco de
tener relaciones carnales con su marido, el sargento retirado Francisco Barreda. A
pesar de que la ley no hacía extensible el fuero a las amantes de los miembros del
ejército, Guadalupe fue procesada y condenada por las autoridades castrenses a
servir cuatro meses en las cocinas de una prisión, vulnerando claramente el derecho
vigente1456.
Ni las garantías procesales ni la normativa penal fueron respetadas en el
tratamiento dado por la justicia militar a estas mujeres1457. La suspensión de los
privilegios forales ante la justicia supuso una notable ampliación, por tanto, de los
derechos jurídicos del conjunto de esposas de militares, sujetas hasta el momento a la
autoridad y el control de las autoridades castrenses.
1454
AGNM, TSJDF, 1844, caja 201, ―Incontinencia‖, exp. 2, ff. 1r-5v, AGNM, TSJDF, 1844, caja 203,
―Sumaria instruida contra Gertrudis Baltasar, mujer del granadero Jesús Quesada, acusada de adulterio‖,
s/f y AGNM, TSJDF, 1839, caja 143, ―Don Mariano Pulgar sobre que el Teniente Coronel D. Antonio
Moreno declare dónde tiene la mujer de aquel para que se deposite‖, ff. 1r-4v.
1455
AGNM, TSJDF, 1844, caja 201, ―Incontinencia‖, exp. 2, ff. 1r-5v.
1456
AGNM, TSJDF, 1828, caja 38, ―Toca al expediente promovido por Doña Petra Velasco contra Doña
Guadalupe Hernández por ilícita amistad de ésta con el marido de la primera‖, s/f.
1457
Como ya comentamos en el pasado capítulo, Gertudris Baltasar, mujer del granadero Jesús Quesada
fue acusada de adulterio en 1844 y permaneció privada de libertad dieciocho días en régimen de
detenida. AGNM, TSJDF, 1844, caja 203, ―Sumaria instruida contra Gertrudis Baltasar, mujer del
granadero Jesús Quesada, acusada de adulterio‖, s/f.
- 348 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1458
Speckman Guerra, Elisa, ―Justicia, revolución y proceso. Instituciones judiciales en el distrito Federal
(1810-1929), en Mayer, Alicia (coord.), México en tres momentos: 1810-1910-2010. Hacia la
conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana. Retos
y perspectivas, tomo I, México, UNAM, 2007, p. 197.
1459
CM 1857, art. 13.
- 349 -
Alejandra Palafox Menegazzi
parroquia del Sagrario de la ciudad de México, a quien acusó de haber hecho uso de
su cuerpo por fuerza en una ocasión, fue formalizada ante el provisorato de la capital.
Ortega fue suspenso de sus funciones y trasladado en calidad de recluso al colegio de
corrección de Tepotzotlán, institución en manos del clero secular.
Las autoridades civiles tuvieron conocimiento de este proceso sólo de forma
indirecta, cuando juzgaron a Juan Galindo, por haber tratado de contraer matrimonio
con Guadalupe estando ya casado con otra mujer1460. El párroco Ortega, según lo
sostenido por la víctima, había violado a Guadalupe aprovechando que ésta se
encontraba bajo su custodia, al haber quedado encargado de su depósito hasta la
celebración de su matrimonio con Galindo.
Tras tener conocimiento de lo ocurrido, el abogado José María Llerería instó a la
Suprema Corte de Justicia para que solicitara al señor provisor la causa formada en el
juzgado eclesiástico al presbítero. La respuesta ofrecida por el fiscal Juan Bautista
Morales, ante la petición del letrado no dejaba lugar a posibles dudas sobre la
incompetencia de la justicia civil al respecto:
―no hay un fundamento legal ni suficiente en que pudiera apoyarse semejante petición
de VE a aquel prelado, quien justamente se negaría en sostén de sus atribuciones
respectivas e independientes de VE, como lo hizo ya con el Juzgado de 1ª instancia
manifestándole los sólidos principios con que cubrió su negativa, y que a juicio del que
1461
suscribe son tan obvios como concluyentes‖ .
A continuación, Ortega fue llamado a declarar como testigo en la causa por bigamia
contra Galindo, ya que fue en su parroquia donde el acusado comenzó a practicar las
diligencias matrimoniales pero en ningún momento la justicia ordinaria trató de
imputarle la supuesta agresión a Guadalupe.
La abolición del fuero eclesiástico en 1857 cambió radicalmente el panorama
judicial descrito y frente a delitos comunes miembros del clero como el cura Miguel
Farfán, confeso de haberse rehusado a pagar los servicios de una prostituta a la que
abofeteó en 18721462 o José María Reynoso, acusado en 1873 de tratar de asesinar a
su ex-amante después de abandonarla junto con los hijos engendrados durante su
ilícita relación1463, debieron responder ante la justicia penal ordinaria.
1460
AGNM, TSJDF, 1828, caja 41, exp. 212, ―Toca a la causa criminal instruida contra Juan Galindo por
matrimonio doble‖, ff. 103r-144v.
1461
AGNM, TSJDF, 1828, caja 41, exp. 212, ―Toca a la causa…‖, f. 126r.
1462
AGNM, TSJDF, 1872, caja 529, ―Burdel‖, s/f.
1463
AGNM, TSJDF, 1873, caja 541, ―El cura José Reinoso, Mancebía‖, s/f.
- 350 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
c) El silencio indígena
Las élites político-intelectuales defensoras de un modelo de estado nacional
igualitario se mostraron reacias a su completa implantación al considerar que la
sociedad mexicana carecía de la formación y homogenización cultural necesarias para
alcanzar la ciudadanía. La igualdad jurídica, materializada en contra de las principales
corporaciones del país –ejército, iglesia y comunidades indígenas- chocó con una
desigualdad política, evidente desde 1836, cuando se emitieron las primeras
restricciones al sufragio masculino reconocido en la Constitución de 1824.
Educación y trabajo productivo eran dos de los requisitos fundamentales por los
que las masas populares debían pasar antes de convertirse en ciudadanos1464. Esta
desigualdad partió de la premisa de que las masas populares de la sociedad mexicana
eran herederas de una retrógrada mentalidad de origen colonial y que, por ello,
carecían de los requisitos necesarios para ejercer la ciudadanía activa. Las múltiples
divergencias que presentaban los valores, las creencias y las formas de organización
social predominantes con respecto a los de la élite político-intelectual constituían una
auténtica amenaza para el modelo de estado que pretendía instaurarse por lo que,
bajo la legitimación de este discurso, al grueso de la población le fue negada su
capacidad de decisión y participación activa en las instituciones a lo largo de la
centuria.
Este criterio excluyente, ampliamente visible en los estados nacionales
decimonónicos a uno y otro lado del Atlántico, en el continente americano y, en
particular, en México, estuvo ligado a proyectos asimiladores, tendentes a la
consecución de la igualdad cultural mediante el mestizaje y la consiguiente eliminación
de identidades étnico-nacionales fuera de la mexicana1465. Durante la primera mitad
del siglo XIX el grueso de la intelectualidad del país, al tiempo que ensalzaba su
pasado prehispánico1466, mostró un fuerte desprecio hacia el indígena vivo a quien
consideraba un lastre para el progreso y la civilización. Esta tendencia, acorde con las
tesis de la degeneración promovidas por ilustrados europeos como el conde de Buffon,
Cornelius de Pauw o Guillaume Thomas F. Reynal, tuvo connotaciones de índole
1464
Urías Horcasitas, Beatriz, Historia de una negación: la idea de igualdad en el pensamiento político
mexicano del siglo XIX, México, IIS, UNAM, 1996, pp. 101.
1465
Véase al respecto Molina Martínez, Miguel, La Leyenda negra, Madrid, Nerea, 1991, pp. 97-101.
1466
Los papeles que los intelectuales mexicanos del siglo XIX otorgaron a los indígenas en sus
reconstrucciones históricas del pasado nacional tuvieron un carácter secundario y se insertaron en tres
tendencias predominantes. Por un lado, autores como José Fernando Ramírez revalorizaron el pasado
prehispánico de México, tratando de contrarrestar la visión hispanista que interpretaba la conquista y la
colonización como procesos civilizatorios de pueblos salvajes. Junto a estas dos vertientes, intelectuales
como José María Roa Bárcena o Manuel Payno tejieron una historia que si bien ensalzaba el pasado
indígena como cuna de civilizaciones heroicas, explicaba su situación actual en términos de
―degradación‖, explicando que los siglos de dominio hispánico las habían condenado al despojo, la
ignorancia y el atraso cultural. Urías Horcasitas, Beatriz, Indígena y criminal. Interpretaciones del derecho
y la antropología en México, 1871-1921, México, Universidad Iberoamericana, 2000, p. 106-113.
- 351 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1467
López Sánchez, Oliva, ―La mirada médica y la mujer indígena en el siglo XIX‖, Ciencias, n. 60, 2001,
pp. 44-45. Mediante el desarrollo de un proyecto nacional pedagógico, estas mismas élites, de hecho,
trataron de homogeneizar étnicamente a la población mexicana, primando el carácter criollo-mestizo y
eliminando la diversidad indígena a través de su asimilación cultural. La eliminación formal de las
distinciones jurídicas, por tanto, no conllevó ni el reconocimiento del derecho a la diferencia étnica ni la
abolición real de la segregación racial. Los sectores indígenas siguieron relegados a una posición social
secundaria por parte de las élites político-intelectuales, tanto conservadoras como liberales. Al respecto,
el trabajo de Eva Sanz Jara acerca del discurso mexicano sobre lo ―indígena‖ aborda cómo el proyecto
político-intelectual de creación de una nación homogénea conllevó, a lo largo del siglo XIX, un esfuerzo
por eliminar la diversidad étnico-cultural existente a través de la asimilación de los elementos
disconformes. Véase al respecto Sanz Jara, ―Continuidades en el discurso intelectual y político mexicano
sobre los indígenas, siglos XIX y XX‖, en Tzintzun, Revista de Estudios Históricos, n. 51, 2010, pp. 83-
118.
1468
En 1821 en el marco del Plan de Iguala se abolieron las distinciones jurídicas por criterios étnicos,
afirmando que todos los habitantes del Imperio, ―sin otra distinción que su mérito y virtudes‖ eran
ciudadanos idóneos para optar cualquier empleo. ―Proclama en la cual va inserto el Plan de
Independencia de que se ha hecho mención‖, en Montiel y Duarte, Isidro Antonio, Derecho público
Mexicano. Compilación que contiene importantes documentos relativos á la independencia, la
constitución de Apatzingán, el plan de Iguala, tratados de Córdoba, la acta de independencia, cuestiones
de derecho público resueltas por la soberana junta gubernativa, cuestiones constitucionales tratadas por
el primer congreso constituyente, la acta constitutiva de los Estados-Unidos Mexicanos, la Constitución de
1824, las leyes constitucionales de 1836, las bases orgánicas, la acta de reformas, la Constitución de
1857 y la discusión de todas esta constituciones, vol. 1, México, Imprenta del Gobierno, 1871, p. 47.
1469
―Septiembre 17 de 1822. Se prohíbe clasificar a los ciudadanos mexicanos por su origen‖, en Dublán
Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 1, pp. 628-629.
- 352 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
―compareció una joven que dijo llamarse María Secundina, y notándose que no habla el
idioma castellano por ser el mexicano el que posee, yo el juez dispuse se nombraran dos
intérpretes instruidos en ambos idiomas para que hagan la traducción; por lo que, no
encontrándose fácilmente en la población personas en quienes hacer el nombramiento, lo hice
1472
recaer en Matías Rios y Tomás Valencia, los cuales se hallan en la prisión de esta ciudad‖ .
1470
―Cuando el acusado, los testigos o alguno de ellos no hablen el idioma español, el presidente
nombrará de oficio un intérprete mayor de edad, y le hará protestar que traducirá fielmente las preguntas
y contestaciones que haya que trasmitir‖, art. 478, CP 1871.
1471
AGNM, TSJDF, caja 512, 1872: ―Primeras diligencias criminales practicada contra Evaristo Reyes
acusado de estupro e la persona de María Secundina‖, ff. 1r-13v.
1472
AGNM, TSJDF, caja 512, 1872: ―Primeras diligencias…‖, f. 2v.
- 353 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1473
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, s/t, ff.1r-8v.
1474
AGNM, TSJDF, 1832, caja 77, ―A la causa instruida contra Guadalupe Hoyos acusada de adulterio‖,
s/f; AGNM, TSJDF, 1837, caja 119, exp. 23, ―Toca a la causa de José Trinidad García y Ramona Pérez
por incesto‖, ff. 19r-27v; AGNM, TSJDF, 1843, caja 193, ―Contra Bernabé Antonio y María Hilaria por
estupro e incesto‖, ff. 1r-12v; AGNM, TSJDF, 1843, caja 180, ―Toca a la causa contra Juan de Dios y
Marisa Velázquez por incesto‖, ff. 45r-50v; AGNM, TSJDF, 1852, caja 290 ―Toca a la causa instruida por
el juzgado 2º de lo criminal lic. Olmedo contra José Nazario por estupro inmaturo‖, ff.1r-30v; AGNM,
TSJDF, 1865, caja 400, ff.1r-8v; AGNM, TSJDF, 1872, caja 512, ―Primeras diligencias criminales
practicada contra Evaristo Reyes acusado de estupro en la persona de María Secundina‖, ff. 1r-13v;
AGNM, TSJDF, 1874, caja 551, ―Contra Gerardo Aguilar y José Zaldívar por sospechas de estupro
perpetrado en la niña Narcisa Cenovia‖, ff. 1r-17v y AGNM, TSJDF, 1877, caja 617, ―Contra José Pablo
por sospechas de asalto, robo y violación en la persona de José Cabello y su esposa‖, ff. 1r-8v.
- 354 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Los criterios compartidos por las élites judiciales a la hora de calificar a una persona
de indígena, al menos hasta 1871, no fueron de índole lingüística. No parece probable
tampoco que hicieran referencia a la pertenencia de los implicados a una comunidad
jurídica o corporación civil pues en ningún momento encontramos alusiones a las
mismas. En atención a lo expuesto, podemos afirmar que se trataba de un
razonamiento derivado de una mirada superficial, atenta al fenotipo, el atuendo y el
estatus socioeconómico de los procesados. No debemos, por tanto, interpretar las
referencias encontradas como pruebas irrefutables de la condición de indígena de los
sujetos referidos, pues éstos bien pudieron presentar elementos físicos o culturales
identificados con los estratos más bajos de la población que los letrados asociaron con
una supuesta condición indígena.
Por otro lado, no podemos olvidar que durante el último tercio del siglo XIX, en el
ámbito del derecho y otros como la medicina y la antropología, se difundió
exitosamente un determinismo biológico según el cual ciertas personas estaban más
inclinadas que otras a la comisión delictiva en función de sus rasgos fisiológico-
raciales1475. Esta tendencia, anclada en un evidente darwinismo social, logró
consolidarse a partir sobre todo de 1880, año en el que tuvo lugar la publicación en
México de L’uomo criminale del antropólogo italiano Cesare Lombroso. A partir de ese
momento, dentro de la imperante corriente científico-positivista, triunfó la idea de que
ciertos individuos estaban más condicionados biológicamente que otros hacia la
comisión delictiva1476. A las teorías, predominantes entre las élites, que asociaban el
crimen a la ignorancia y la abyección características de los grupos populares, la
corriente lombrosiana del criminal nato sumó a este determinismo social el elemento
biológico-racial. Si bien los estudios antropométricos derivados de las teorías
deterministas que acompañaron el ámbito forense mexicano de finales del siglo XIX, y
que estuvieron influenciados por el trabajo del francés Alfonso Bertillon1477, escapan a
nuestro marco temporal de estudio1478, en los años precedentes dinámicas procesales
como la actuación médico-judicial en los reconocimientos físicos femeninos y la
práctica de la filiación anunciaron su materialización.
1475
La utilización del vocablo ―raza‖ en este trabajo responde a la necesidad de aludir al concepto
decimonónico y no ya a la creencia de que las diferencias biológicas y culturales presentes en la especie
humana puedan clasificarse bajo la categoría racial.
1476
Véase al respecto Claro Álvarez, Belem y Rodríguez de la Concha, Elia Marta, ―Antropología criminal
en el porfiriato: Las escuelas de Alphonse Bertillon y de Cesare Lombroso en México‖, en Estudios de
Antropología Biológica, n.9, 1999, pp. 105-118.
1477
Idem.
1478
Para un análisis detallado al respecto véase: Urías Horcasitas, Beatriz, Indígena y criminal…, op. cit.
- 355 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1479
Relación sobre las señas personales de los condenados que incluía su descripción física.
1480
AGNM, TSJDF, 1843, caja 193, ―Contra Bernabé Antonio y María Hilaria por estupro e incesto‖, f. 11v.
1481
María Hilaria fue compurgada en la sentencia por la prisión sufrida durante el juicio. Por este motivo
no se recogió su filiación. AGNM, TSJDF, 1843, caja 193, ―Contra Bernabé Antonio…‖, f. 11v.
1482
AGNM, TSJDF, 1843, caja 193, ―Contra Bernabé Antonio…‖, f. 12r.
- 356 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
- 357 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1483
En un caso la filiación fue ordenada pero no constan los resultados. AGNM, TSJDF, 1857, caja 323,
―Contra Don Manuel de la Torre por matrimonio doble‖, ff. 1r-37v.
- 358 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1484
AGNM, TSJDF, 1854, caja 300, ―Contra Anastasio Lugo, Narcisa Echeveste y Dominga Jaso por
incesto‖, f. 30r.
1485
AGNM, TSJDF, 1854, caja 300, ―Contra Anastasio Lugo…‖, f. 30r.
- 359 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1486
AGNM, TSJDF, 1872, caja 534, ―Contra Felipe Torices por conato de estupro‖, f. 17r.
- 360 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
- 361 -
Alejandra Palafox Menegazzi
A pesar de que sólo después de la promulgación del Código Penal de 1871 las
mujeres estuvieron capacitadas legalmente para acusar a sus maridos por adulterio,
en las argumentaciones con las que algunos magistrados fundamentaron sus
sentencias, advertimos que gran parte del ámbito jurídico interpretó que la Ley de
Matrimonio Civil de 18591487 autorizaba a las mujeres casadas a formular dicha
acusación.
En realidad, la ley citada, al establecer el divorcio civil no vincular1488, como vimos,
incluyó el adulterio como una de las causas legítimas para que tanto el marido como la
esposa pudiesen divorciarse del cónyuge adúltero1489. La regulación penal del delito,
sin embargo, siguió estando sujeta a la normativa colonial y, como confirmaron los
juristas Manuel Dublán y Luis Méndez, en los albores de la codificación las Siete
Partidas seguían siendo la principal referencia legal en este aspecto1490.
Legalmente, por tanto, la capacidad femenina de formular una acusación por
adulterio permaneció hasta 1871 en un estado ambiguo y vulnerable frente a las
interpretaciones de cada letrado. Por ejemplo, en 1869, el juez sexto de lo criminal,
José María Barbabosa, falló que Cornelio Trejo y María Torrijos, acusados de adulterio
1487
Recordemos que la vigencia de dicha ley durante el Imperio de Maximiliano fue puesta en entredicho
y algunos juristas no la reputaron en vigor hasta 1867.
1488
―El matrimonio civil es indisoluble; por consiguiente, sólo la muerte de alguno de los cónyuges es el
medio natural de disolverlo; pero podrán los casados separarse temporalmente por alguna de las causas
expresadas en el artículo 20 de esta ley. Esta separación legal no los deja libres para casarse con otras
personas‖, Art. 4 de LMC 1859. Recordemos que durante la época del II Imperio Mexicano que sucedió a
la invasión francesa , si bien no fue derogada la ley de 1859 tampoco fue explícitamente ratificada, hecho
que, unido a la escasez de registros civiles, condujo a que en la práctica judicial su vigencia entre 1863 y
1867 dependiera del arbitrio de cada magistrado.
1489
―Son causas legítimas para el divorcio: I. El adulterio, menos cuando ambos esposos se hayan hecho
reos de este crimen, o cuando el esposo prostituya a la esposa con su consentimiento; mas en caso de
que lo haga por la fuerza, la mujer podrá separarse del marido por decisión judicial, sin perjuicio de que
éste sea castigado conforme a las leyes. Este caso, así como el de concubinato público del marido, dan
derecho a la mujer para entablar la acción de divorcio por causa de adulterio. (…) La acción de adulterio
es común al marido y a la mujer en su caso. A ninguna otra persona le será lícito ni aun la denuncia‖ Arts.
21 y 23 de LMC 1859.
1490
Dublán, Manuel y Méndez, Luis, Novísimo Sala mexicano o ilustración al derecho real de España con
las notas del Sr. Lic. D. J. M. de Lacunza. Edición corregida y considerablemente aumentada con nuevas
anotaciones y refundiciones, relativas a las reformas que ha tenido la legislación de México hasta el año
de 1870, por lo señores don Manuel Dublán y don Luis Méndez, abogados de los tribunales de la
República, Volumen 2, México, Imprenta del Comercio de N. Chávez, 1870, p. 148.
- 362 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Nº de casos
35
30
25
20
15
10
5
0
1491
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Contra María Torrijos y Cornelio Trejo por adulterio‖, s/f.
1492
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Incidente en la acusación que por adulterio tiene entablada Doña
Antonia González contra Eugenio Bustamante y Ángela Mora‖, s/f.
1493
Gráfico elaborado a partir de información ofrecida por 169 casos comprendidos entre los años 1827 y
1880. Fuente: Fondo TSJDF del AGNM, cajas 25-701.
- 363 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1494
Se concentraron especialmente en los años 1844, 1866 y 1869 con 22, 9 y 10 denuncias
respectivamente. Los periodos 1831-1837, 1845-1851 y 1852-1858, por su parte, apenas presentaron
demandas.
1495
Sobre la ocupación estadounidense de la capital mexicana en 1847 y las inesperadas consecuencias
autonomistas que ésta tuvo sobre la ciudad y sus habitantes véase Sánchez de Tagle, Esteban, ―1847.
Un protectorado americano para la ciudad de México‖, Relaciones. Estudios de historia y sociedad, n. 86,
2001, pp. 211-248.
- 364 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
100%
15-22
50%
23-30
20% 31-38
18%
12%
39-46
0%
Al observar la primera columna del gráfico II, además, sorprende el hecho de que el
18% de las mujeres demandantes fueran menores de 23 años, es decir, menores de
edad1497.
1496
Recordemos que pese a autorizar las demandas femeninas, siguió considerándose que sólo el
adulterio de las esposas causaba infamia por lo que ameritaba menores condenas que el marital y sólo en
determinadas circunstancias. Véase Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición de Motivos‖, en Código
Penal para el Distrito Federal y Territorio de la Baja California, sobre delitos del fuero común y para toda
la República Mexicana, sobre delitos contra la Federación, Chihuahua, Librería de Donato Miramontes,
1883 [1871], p. 59 y CP 1871, Art. 221.
1497
A partir de 1870 la mayoría de edad se situó en los 21 años. Véase al respecto CC 1870, Art. 694.
- 365 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Por su parte, de los ciento dos hombres que acusaron de adulterio a sus mujeres
tan sólo pudimos conocer la edad de cuarenta y tres. Todos ellos fueron mayores de
edad, y presentaron edades entre los 25 y los 62 años, situándose el 48% entre los 25
y los 32 años.
100%
25-32
33-40
48% 41-48
38%
49-56
57-62
7% 5% 2%
0%
Gráfico elaborado a partir de información ofrecida por 43 casos comprendidos
entre los años 1827 y 1880. Fuente: Fondo TSJDF del AGNM, cajas 25-701.
- 366 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1498
AGNM, TSJDF, 1827, caja 27, exp. 174, ―Contra Santos Remigio por los malos tratamientos que da a
su mujer Tomasa Mariana y por la ilícita amistad que tiene con María Tomasa‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1869,
caja 481, ―Severo Cadena, Ángela Alanis. Adulterio‖, ff. 1r-5v y AGNM, TSJDF, 1866, caja 424, ―Contra
José Merced Valderrama y Manuela Arenas por adulterio‖, s/f.
1499
AGNM, TSJDF, 1827, caja 27, exp. 174, ―Contra Santos Remigio por los malos tratamientos que da a
su mujer Tomasa Mariana y por la ilícita amistad que tiene con María Tomasa‖, s/f. 9, 1827, caja 28,
―Contra Agustín Reyna por incontinencia con María Olaya a queja de su mujer María Antonia Ximénez‖,
s/f. AGNM, TSJDF, 1828, caja 38, ―toca al expediente promovido por Doña Petra Velasco contra Doña
Guadalupe Hernández por ilícita amistad de ésta con el marido de la primera‖, s/f. 12, 1828, caja 38,
―Toca a las diligencias promovidas por Doña Francisca Rendín contra María Petra Arellano por andar
inquietando su matrimonio‖, s/f. AGNM, TSJDF, 1843, caja 189, s/t, s/f. 521, 1866, caja 424, ―Contra
Mariano Ortiz y María Cecilia Pacheco por adulterio y sevicia del 1º con su mujer Liria Torres‖, s/f. AGNM,
TSJDF, 1866, caja 428, s/t, ff. 1r-6v. AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Incidente en la acusación que por
adulterio tiene entablada Doña Antonia González contra Eugenio Bustamante y Ángela Mora‖, s/f. AGNM,
TSJDF, 1871, caja 506, ―Queja de la Sra Doña Nieves Margarita de Zavala contra su esposo Don Rómulo
Zavala por adulterio y robo‖, s/f. AGNM, TSJDF, 1871, caja 509, ―Doña Martina Luna contra su esposo D.
Rafael Belmonte por adulterio‖, ff. 1r-5v. AGNM, TSJDF, 1872, caja 528, ―Adulterio‖. 565, 1876, caja 606,
―Contra Ceferino Cedillo (prófugo), María Celia Franco y Vicenta García, acusados de adulterio‖, ff. 1r-5v.
- 367 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Cabe advertir que las mujeres recogidas en el cuadro IX no formaron parte de las
altas esferas sociales capitalinas sino que sobresalieron frente al resto de esposas
ofendidas al no disponer éstas últimas prácticamente de ningún recurso propio o
familiar, tanto material como formativo. El único capital simbólico1500 con el que, en su
mayor parte, contaron a la hora de enfrentarse a sus maridos y de persuadir a los
magistrados en el foro fue, por tanto, su capacidad discursiva.
En relación con los hombres, como era de esperar, en la mayor parte de los casos
en los que fueron recogidas sus generales constó también su profesión. Sólo en dos
procesos en los que los demandantes se encontraban presos por haber cometido
otros delitos, esta información fue omitida.
A la hora de clasificar las ocupaciones varoniles, con el objetivo de simplificar la
información ofrecida y mantener al mismo tiempo la mayor precisión terminológica
posible, hemos optado por utilizar la categoría ―oficios menores‖ para hacer referencia
a aquellos empleos que requerían escasa formación para su desempeño. Por otro
lado, al distinguir las ramas de comercio y producción, nos hemos encontrado con que
la mayor parte de los actores se definieron a sí mismos como trabajadores de una u
otra rama, mediante términos como hojalatero, platero o salitrero, sin especificar si se
dedicaban a la elaboración, a la venta o a ambas actividades. En la categoría
―artesanos‖, por tanto, hemos incluido actividades de producción, como la carpintería o
la elaboración de cohetes, considerando que las personas encargadas también
pudieron dedicarse al comercio de sus productos. En la categoría ―comercio‖, sin
1500
Bourdieu, Pierre, La dominación masculina…, op. cit., p. 59.
- 368 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Ocupación Total
Oficios menores1502 24
Sector agrícola1503 13
Artesanía1504 14
Ejército1505 6
Bajo Comercio1506 2
Profesiones liberales1507 3
Alto Comercio 2
No identificada 32
- 369 -
Alejandra Palafox Menegazzi
normativa sexual respaldada por las leyes, y nos permiten afirmar que, al menos en lo
referente a la fidelidad conyugal, compartían con las élites un mismo universo
simbólico.
El siguiente grupo socioeconómico con mayor presencia (32,8%) fueron los
sectores medios, compuestos por artesanos, pequeños comerciantes y profesionales.
Los individuos de mayor estatus desempeñaron actividades comerciales o militares
pues cuatro de los seis miembros del Ejército recogidos ostentaban rango y sólo dos
eran soldados rasos. En total tuvieron una representación de 9,3%.
Para responder a la pregunta de si las proporciones descritas se mantuvieron
constantes a lo largo del periodo analizado, mostramos a continuación un desglose de
los resultados antes y después de 1850.
Ocupación Total
Oficios menores1508 6
Sector agrícola1509 1
Ejército1510 4
Artesanía1511 3
Bajo Comercio1512 1
Profesiones liberales1513 1
Alto Comercio -
No identificada 20
Ocupación Total
Oficios menores1514 18
Sector agrícola1515 12
Artesanía1516 11
Ejército1517 2
Bajo Comercio1518 1
Profesiones liberales1519 2
1508
Incluye un cargador, un arriero, un almidonero, dos albañiles y un condenado a trabajos públicos.
1509
Incluye un jornalero.
1510
Incluye dos soldados y dos oficiales del ejército.
1511
Incluye: un panadero, un carpintero y un dueño de taller.
1512
Incluye un comerciante.
1513
Incluye un practicante de primera clase del campo de salud militar.
1514
Incluye: tres albañiles, dos porteros, dos tocineros, dos veleros, dos carboneros, dos arrieros, un
operario, un pintor, un remero, un cochero y un condenado a trabajos públicos.
1515
Incluye: ocho jornaleros, dos hortelanos y dos labradores.
1516
Incluye: dos carpinteros, un sastre, un cohetero, un hojalatero, un platero, un fundidor, un repostero,
un panadero, un pulquero y un salitrero.
1517
Incluye dos oficiales del ejército.
1518
Incluye: un arriero y un vendedor de malvas.
1519
Incluye: un filarmónico y un juez de paz suplente del pueblo de Mixquic.
- 370 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Alto Comercio 2
No identificada 12
(Total 64 casos)
60
50
40
30
20
10
1520
Dentro de este sector, entre 1827 y 1850 hemos contabilizado la presencia sólo de un jornalero.
1521
En 1854 el Distrito de México –versión centralista de lo que volvería a ser Distrito Federal al año
2 2
siguiente- por orden del presidente Santa Anna, pasó de 220 km a abarcar 1700 km . Vázquez Alfaro,
José Luis, Distrito Federal. Historia de las instituciones jurídicas, México, UNAM, Senado de la República,
2010, pp. 14-19.
- 371 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1522
Entre 1860 y 1880 la población capitalina pasó de 132.916 a 193.000 personas respectivamente.
Pérez Toledo, Sonia, Población y sociedad. México (1830-1880), México, Taurus, 2015.
- 372 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Las infidelidades maritales herían el orgullo de muchas de las mujeres que las
sufrían, aunque en teoría esta falta no dañaba de por sí el honor de una esposa1523.
Ante esta situación, por tanto, las agraviadas podían interponer desde 1859 una
demanda civil por divorcio y separarse físicamente –que no legalmente- de sus
maridos. La mayor parte de las demandantes que encontramos en los expedientes
analizados, sin embargo, no trataron de justificar la incoación de un juicio de divorcio
sino que recurrieron a las autoridades judiciales con ánimo de que éstas hicieran
regresar el orden a su matrimonio.
Como ya desarrollamos en el primer capítulo de esta tesis, las mujeres, al ser
concebidas como seres física e intelectualmente inferiores a los hombres, debían
acatar las órdenes e indicaciones maritales al tiempo que los varones, al casarse, se
comprometían a proveer de todo lo materialmente necesario a sus mujeres1524. Esta
obediencia a cambio de protección, originada en la legislación colonial de origen
medieval, fue renovada y consolidada, como vimos, en la conocida como epístola de
Melchor Ocampo de la Ley de Matrimonio Civil de 1859, donde se estipulaba
explícitamente la obligación marital de proteger, alimentar y dirigir a su esposa a
cambio de veneración, obediencia, agrado, asistencia, consuelo y consejo por parte de
ésta1525.
La restringida posición de poder que el matrimonio imponía a las esposas trató de
ser aprovechada por la mayor parte de las demandantes para suscitar la empatía de
las autoridades y ganarse el favor de los jueces. De esta manera, un sistema legal que
reforzaba las estructuras patriarcales al reconocer explícitamente la obediencia
obligada de las esposas a sus maridos, al mismo tiempo, dotó a las mujeres de
herramientas para la acción judicial. Por este motivo, los principales argumentos
empleados por estas mujeres al enfrentarse a sus maridos en el foro, hicieron
referencia a las consecuencias que sus infidelidades habían ocasionado más que a los
ilícitos sexuales en sí. Fueron estas repercusiones las que merecieron la atención de
los jueces pues atentaban contra el orden y la paz de la propia institución familiar. De
nuevo aquí las circunstancias del ilícito ocupaban una posición especial en la
valoración del mismo. Frente a estas mujeres, sólo diez de las demandantes (17,5%)
1523
Véase P. 7.17.1 y Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición de Motivos…‖, op. cit., p. 59.
1524
Ibidem, p. 1305.
1525
Los Códigos Civiles de diversos países a uno y otro lado del Atlántico, instituyeron esta desigualdad
dentro del matrimonio mediante artículos similares. En su artículos 213 y 214 el Código Civil francés
sostenía: ―El marido debe protección a su mujer, la mujer obediencia a su marido. (…) la mujer está
obligada a habitar con su marido y debe seguirle dónde él estime conveniente deberán vivir‖. En 1855, el
Código Civil Chileno en su artículo 131, estipulaba: ―Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a
socorrerse y a ayudarse mutuamente en todas las circunstancias de la vida. El marido debe protección a
la mujer y la mujer obediencia al marido‖. De la misma manera, el Código Civil español de 1889 reconocía
en su artículo 56: ―Los cónyuges están obligados a vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse
mutuamente‖ y seguía en el artículo 57: ―El marido debe proteger a la mujer y ésta obedecer al marido‖.
- 373 -
Alejandra Palafox Menegazzi
100%
90%
80%
70%
60%
50% Otros agravios
40%
30% Sólo el adulterio
20%
10%
0%
1827-1871 1871-1880
(Total 49 casos) (Total 8 casos)
Por el contrario, en cuarenta y uno de los sesenta y siete casos analizados, las
mujeres casadas que demandaron la infidelidad marital justificaron sus quejas a través
de las repercusiones que los ilícitos maritales estaban causando, destacando al menos
una de las siguientes consecuencias: treinta y cuatro de estas actoras, entre otros
argumentos, aludieron al abandono material y la falta de sustento marital derivados de
la atención prestada por sus esposos a sus nuevas parejas. Veinte denunciaron la
violencia física que sus maridos les inferían como consecuencia de tener otra relación.
Once esposas hicieron referencia al maltrato verbal y nueve remarcaron el escándalo
que el público amancebamiento de sus cónyuges provocaba.
Como remarcó Tomasa Mariana en su declaración, la gravedad del delito de
adulterio cometido por su esposo residía en el abandono que tanto ella como sus hijos
estaban sufriendo a causa de la ilícita relación, afirmando que al tiempo que paseaba
a su amasia ―por todas partes con gran escándalo‖ a ella la había ―aborrecido hasta el
punto de no querer verla‖, además de haberla maltratado físicamente1527.
1526
Si bien hemos analizado sesenta y siete procesos judiciales por incontinencia adulterina, los
porcentajes acerca de las declaraciones de las demandantes han sido calculados sobre un total de
cincuenta y siete casos. Diez expedientes no han sido incluidos en los resultados proporcionales, seis por
no constar en ellos la declaración de las actoras y cuatro por no haber sido admitidos a trámite por los
jueces.
1527
AGNM, TSJDF, 1827, caja 27, exp. 174, ―Contra Santos Remigio por los malos tratamientos que da a
su mujer Tomasa Mariana y por la ilícita amistad que tiene con María Tomasa‖, s/f.
- 374 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
―lo que más le ha dañado su corazón es que dicho su marido ha ejecutado las mayores
iniquidades delante de su hijo, siendo éste ya como de quince años, como es acostándose
con ella, pasearse, ir a las fondas, cafés y a los toros, entregándole dinero y que a ella
jamás la ha contemplado de este modo pues cuando le ha pedido lo necesario para su
gasto (…) lejos de darle se ha enfurecido y ha proferido cuanto sólo el demonio pudo
1529
haberle sugerido diciéndole que coma porquería‖ .
1528
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Criminal por adulterio contra Capiridín Olivos y Petra Ferrerira‖, s/f.
1529
AGNM, TSJDF, 1827, caja 28, ―Contra Agustín Reyna por incontinencia con María Olaya a queja de
su mujer María Antonia Ximénez‖, s/f.
1530
AGNM, TSJDF, 1844, caja 207: ―Maximiliana Núñez acusada de adulterio‖, f. 17v.
- 375 -
Alejandra Palafox Menegazzi
100%
90%
80%
70%
60% Escándalo
50% Maltrato verbal
40%
30% Maltrato físico
20% Sustento
10%
0%
1827-1871 1871-1880
(Total 39 casos) (Total 4 casos)
1531
Hasta 1871 en cuatro de los sesenta y siete casos analizados los jueces no admitieron las denuncias
a trámite por considerar que las mujeres no tenían capacidad para acusar formalmente a sus maridos por
adulterio o que esta falta, cuando la cometía un varón, no constituía un hecho delictivo. AGNM, TSJDF,
1844, caja 195, ―Nicolasa González. Incontinencia‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1865, caja 407, ―Toca a la causa
instruida en el Juzgado de lo Criminal contra Martín Velasco y socia por adulterio‖, s/f; AGNM, TSJDF,
1869, caja 481, ―Contra María Torrijos y Cornelio Trejo por adulterio‖, s/f y AGNM, TSJDF, 1869, caja 481,
―Pablo Méndez. Adulterio‖, ff. 1r-3v.
1532
Cuatro de las ocho demandas presentaron esta característica.
- 376 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
a causa de tener una relación con otra mujer. Las largas esperas y la desidia recibida
por parte de los empleados judiciales, sin embargo, impidieron que presentase su
demanda además de hacer que se demorase más de lo esperado.
―Que ayer a las diez y media de la mañana ocurrió al Juzgado en turno y a uno de los
empleados de él, de barba poblada y canosa, bajo de cuerpo y grueso le pidió una cita para
su marido Juan Rosales porque éste tiene relaciones ilícitas con una mujer por cuya causa
le da mala vida a la exponente: que dicho señor le dijo que volviera a las doce para que le
hablara al señor juez y la declarante volvió a la hora que se le indicó y refirió lo mismo a un
señor alto, joven de bigote que salió de la segunda pieza del juzgado y le dijo que ocurriera
a un juez menor, pero como ya era tarde se fue a hacer su comida y en la tarde encontró
1533
cerrados los juzgados menores‖ .
Al día siguiente mientras cocinaba fue sorprendida por su marido, quien había
abandonado sus obligaciones de cargador para comprobar si su mujer se hallaba en
casa. Alguien le había advertido de que María Jesús había salido más tiempo de lo
normal el día anterior y ante las sospechas de que pudiera estar engañándolo, acudió
al domicilio y le interrogó sobre lo ocurrido. Según el relato de María Jesús ante el
juez:
―Le preguntó que andaba haciendo en la calle, que no quería cabronas en su casa y se
largara al carajo a lo que le contestó que andaba en sus negocios y entonces Rosales tomó
una silla de niños y con ella le causó la rotura que tiene en la parte posterior izquierda de la
1534
cabeza‖ ,
1533
AGNM, TSJDF, 1872, caja 528, ―Contra Juan Rosales por adulterio y heridas inferidas a Jesús
Carvajal‖, f. 4r.
1534
AGNM, TSJDF, 1872, caja 528, ―Contra Juan Rosales por adulterio y heridas inferidas a Jesús
Carvajal‖, f. 4v.
- 377 -
Alejandra Palafox Menegazzi
el acusado fue sentenciado a cumplir sólo veinte días de arresto mayor por un delito
―lesión simple‖1535.
La expedición del Código Penal, por tanto, no mejoró la disposición de jueces y
empleados judiciales ante las esposas ofendidas por un supuesto adulterio marital. Si
por un lado, como vimos, la acción de las demandantes siguió sujeta a fuertes
limitaciones1536, en la práctica judicial, además, estas mujeres debieron sortear el
obstáculo que suponía una actitud indulgente de parte de las autoridades frente tanto
a las infidelidades conyugales masculinas como a un cierto grado de violencia de
género dentro del matrimonio. Ante esta situación no debe extrañarnos que en la
década de 1870 las demandantes siguieran resaltando en sus estrategias discursivas
las agresiones sufridas y el incumplimiento del papel de protector y proveedor por
parte de sus maridos, como consecuencias del ilícito sexual a la hora de demandar un
delito de adulterio.
1535
Según el art. 527 del CP 1871, una lesión simple era aquella que no ponía en peligro la vida de la
persona que la padecía.
1536
El adulterio marital sólo debía condenarse cuando éste causara escándalo, se hubiese cometido en el
domicilio conyugal o fuera del mismo en una relación de concubinato. Véanse arts. 820-822, CP 1871.
1537
P. 7.17.1. Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición de Motivos…‖, op. cit., p. 59.
1538
AGNM, TSJDF, 1827, caja 27, exp. 174, ―Contra Santos Remigio por los malos tratamientos que da a
su mujer Tomasa Mariana y por la ilícita amistad que tiene con María Tomasa‖, s/f.
- 378 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Situación similar fue la vivida por María Antonia Veriz, mujer del carnicero Lorenzo
Villalobos, quien una mañana de 1866 acudió a la carnicería donde trabajaba su
1539
AGNM, TSJDF, 1827, caja 28, ―Contra Agustín Reyna por incontinencia con María Olaya a queja de
su mujer María Antonia Ximénez‖, s/f
1540
AGNM, TSJDF, 1844, caja 194, ―Pedro Zaldívar y socia. Incontinencia‖, s/f.
1541
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Severo Cadena, Ángela Alanis. Adulterio‖, ff. 1r-5v.
1542
AGNM, TSJDF, 1874, caja 555, s/t, ff. 3v-4r.
- 379 -
Alejandra Palafox Menegazzi
marido Lorenzo con el objeto de que le diera dinero para hacer unos mandados que
pensaba transportar en el plato de barro que portaba con ella. Al ver la carnicería sola
gritó llamando a su esposo, pues le extrañó ver el mostrador vacío, y se sorprendió
cuando Lorenzo salió de debajo del mostrador con apariencia inquieta. Al asomar la
cabeza por la pequeña puerta de dicho mostrador vio como en el suelo estaba una
mujer que trataba se subirse las enaguas. Le preguntó que qué hacía ahí porque ―le
causó celo‖ pero ella no contestó por lo que, enfurecida, le tiró el plato que llevaba
para darle en la cabeza. La joven, afortunadamente, alcanzó a defenderse levantando
el brazo y el impacto sólo le lastimó la mano1543.
Una vez conducidos ante el juez responsable del caso, el licenciado Cornejo, María
Antonia fue puesta en libertad por considerar éste que las circunstancias en las que se
había producido la agresión la eximían de toda culpa. Hasta la revisión del caso por un
tribunal superior, sin embargo, su marido debía de dar fianza de estar sujeto a derecho
pues, entre otras cosas, la supuesta amante había declarado ser virgen y podía caer
sobre él una acusación por estupro. Al día siguiente del fallo judicial, sin embargo, el
fiador comunicó al juez que Lorenzo había sido tomado de leva y se había marchado
de la ciudad junto con el general Leonardo Márquez. Las fuerzas republicanas
asediaban Querétaro y el ejército leal a Maximiliano movilizó las tropas de la capital
para defenderla, reclutando soldados entre los menos pudientes de la ciudad,
incluyendo a Lorenzo. María, por su parte, decidió acompañar a su marido por lo que
ambos dejaron sus pertenencias y vicisitudes cotidianas y marcharon a exponer sus
vidas en defensa de gobierno imperial1544.
Estos y otros actos de violencia femenina fueron constatados sólo entre mujeres
pertenecientes a los sectores populares de la ciudad. Frente a los comportamientos
contenidos y la prescriptiva moderación de las pasiones estipulada entre los grupos
más elevados, en otros ámbitos el dolor que provocaba en el orgullo de las esposas
ofendidas el saber o sospechar que sus maridos tenían otras relaciones superaba el
miedo a un posible escándalo o a una condena judicial por riña. Entre estos grupos ha
sido más común, por tanto, encontrar descripciones de comportamientos más
impulsivos y, para el caso de las mujeres, contrarios al ideal de feminidad, sumiso,
delicado y discreto imperante. Estos relatos nos dan cuenta de cómo parte de los
sectores populares no entendían de decoro, recato o moderación en la resolución de
los conflictos cotidianos. Acostumbrados, literalmente, a cargar en sus cuerpos el peso
diario de las vicisitudes políticas y económicas derivadas de las decisiones de las
1543
AGNM, TSJDF, 1866, caja 423, ―Contra Lorenzo Villalobos, María Antonia Vertiz y María de la Cruz
Vargas esta por haber herido aquella que encontró con el 1 que es su marido en acto sospechoso de
adulterio. Quedó libre la Vargas y pasó al hospital la Vertiz‖, ff.5v-6r.
1544
AGNM, TSJDF, 1866, caja 423, ―Contra Lorenzo Villalobos, María Antonia Vertiz…‖, ff. 16r-17v.
- 380 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
élites del país, los miembros de estos sectores vivían un día a día alejado de los
comportamientos avalados por los manuales de buenas costumbres del momento. En
lo bueno y en lo malo, estos habitantes capitalinos vivían al margen de la normativa
estatal, acostumbrados a solucionar sus problemas por sí solos, sin contar con el
respaldo de las instituciones y sufriendo, por el contrario, las consecuencias de su
existencia. Ellos eran las manos que labraban la tierra, molían el maíz, transportaban
pesados recipientes llenos de agua, carbón y víveres, construían edificios y morían en
las guerras que asolaban el país1545.
En atención a las mujeres que sí acudieron voluntariamente a los tribunales para
presentar una denuncia por adulterio marital cabe advertir que no todas se
mantuvieron como parte acusadora hasta la conclusión del proceso pues en treinta y
cinco de los sesenta y siete casos revisados, estas mujeres desistieron de sus
acusaciones. Al ser el adulterio un delito privado, es decir, perseguible sólo a instancia
de parte, la retirada de las quejas se tradujo en el sobreseimiento del caso y la
inmediata puesta en libertad del acusado. Algunas de estas mujeres retiraron los
cargos contra sus maridos tras perdonar su falta, como reconocía María Rafaela
Tostado quien afirmó que movida por ―sentimientos cristianos‖, había decidido poner
fin a la acusación interpuesta contra su marido Tomás Martínez y la amante de éste,
Josefa Trejo1546.
La mayoría, sin embargo, se vieron obligadas a poner fin a su acusación ante la
falta de una fuente de recursos materiales alternativa al trabajo desempeñado por sus
esposos y suficiente para garantizar el mantenimiento de sus hijos, además del propio.
Esta precaria situación de dependencia podía constreñir incluso a las mujeres
ofendidas a no denunciar nunca las infidelidades, engaños y abusos sufridos a manos
de sus parejas. Este fue el caso de Ana Ramírez de Balderas, mujer del oficial obrador
de paños Ignacio Molina, que en 1831 fue arrestado por la acusación de adulterio
interpuesta no ya por su esposa sino por el marido de su supuesta cómplice, el
propietario del taller textil donde trabajaba, Don Joaquín Díaz. Ana, ante esta
situación, en vez de sumarse a la demanda de Díaz no pudo más que suplicar a las
1545
La diferencia con algunos de los miembros de la élite, que arriesgaron sus vidas por la causa política
en la que creían residió en la voluntad. El abogado, historiador, novelista liberal y general durante la
Guerra de Reforma, Vicente Riva Palacio, por ejemplo, decidió voluntariamente involucrarse en el
combate librado contra la intervención francesa entre 1864 y 1867, ocupando el cargo de General del
Ejército del Centro. Lorenzo Villlobos y María de la Cruz Vargas, sin embargo, tuvieron repentinamente
que dejar su casa, su negocio y su cotidianidad para exponer sus cuerpos en una guerra causada por
intereses en los que poco o nada habían tenido que ver. Sus nombres y sus destinos, al igual que los de
los miles de trabajadores que combatieron en las contiendas durante la centuria, son a día de hoy
desconocidos por una Historia nacional que sigue ofreciendo un lugar privilegiado a los llamados ―héroes
de la patria‖.
1546
AGNM, TSJDF, 1827, caja 26, exp. 31, ―Criminal contra Tomás Martínez y Josefa Trejo por adulterio
doble‖, s/f.
- 381 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―Desde que prendieron a mi referido marido he tenido mil trabajos para subsistir con mis
criaturas que lo peor de todo es que no sé cuándo se le dará su libertad o le saldrá su
sentencia. Deseosa de la brevedad ya he presentado otros dos escritos, cuyo despacho
hasta ahora no lo sé y por esta razón vuelvo a presentar este porque ya me aflige mucho mi
pobreza. Yo le he dado en cara a Osorio con los trabajos que me está haciendo pasar por
su pasada conducta y aunque éste no ha podido menos que confesarme la justicia que
tengo, yo por mi parte le he dicho mil veces que le perdono pero lo que más me interesa es
que se le acabe de tomar su declaración para que se le dispense a él y a mis inocentes
1547
criaturas. Por tanto suplico se sirva mandarlo llamar (…), ya no es dable padecer tanto‖ .
1547
AGNM, TSJDF, 1832, caja 77, ―A la causa instruida contra Guadalupe Hoyos acusada de adulterio‖,
s/f.
1548
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Criminal por adulterio contra José Cristóbal Calpatilla y Lugarda
Santa Anaco‖, s/f.
1549
AGNM, TSJDF, 1843, caja 183, exp. 74, s/t, s/f.
- 382 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1550
AGNM, TSJDF, 1844, caja 203, ―Sumaria instruida contra Gertrudis Balcázar mujer del Granadero
Jesús Quesada, acusada de adulterio‖, ff. 6r-6v.
1551
AGNM, TSJDF, 1844, caja 203, ―Sumaria instruida contra Gertrudis Balcázar…‖, f. 8r.
1552
AGNM, TSJDF, 1832, caja 77, ―A la causa instruida contra Guadalupe Hoyos acusada de adulterio‖,
s/f.
- 383 -
Alejandra Palafox Menegazzi
trabajo1553. Por la tarde, la mujer regresó al obrador y preguntó a Eusebio si quería que
le trajera también la cena, hecho que llamó la atención del marido ya que habituaba a
llevársela a diario y no podía entender por qué en esa ocasión habría de hacer una
excepción. Confuso, Eusebio reconvino a su esposa, según su propia declaración,
convencido de que su extraño comportamiento estaba relacionado con el zapatero
Pedro Mendoza pues una vecina ya le había advertido de que su mujer y Pedro
mantenían sospechosa amistad. Estos simples antecedentes bastaron para que
Eusebio interpusiera una queja contra los sospechosos y ambos fueran arrestados y
procesados ante el juez cuarto de lo criminal, José Anacleto Ontiveros.
d) Devolver lo robado
En varios de los expedientes por adulterio analizados encontramos que algunos
documentos referían el hecho delictivo mediante la expresión ―robo‖, como si las
mujeres implicadas no fueran sujetos participes del mismo sino un bien preciado, un
objeto que pertenecía a los demandantes que quedaban por ello autorizados a
denunciar su sustracción.
Esta interpretación del delito de adulterio, constatada sólo en las denuncias
masculinas pero no en las femeninas, se manifestó también mediante el uso del
vocablo ―rapto‖ por parte de implicados y autoridades. Si bien el rapto después de la
codificación, como vimos, quedó tipificado como el apoderamiento de una mujer en
contra de la voluntad de ésta1554, durante las décadas anteriores siguió aludiendo al
―robo‖ que se hacía de una mujer, sacándola de su casa con el fin de contraer
matrimonio o tener relaciones sexuales con ella1555. No es de extrañar, por tanto, que
el adulterio siguiera interpretándose durante la centuria como una sustracción,
protagonizada por el único sujeto activo en la acción delictiva: el hombre. Por ejemplo,
según un parte policial de 1844, Úrsula Castañeda había sido encontrada por su
marido junto con Bernabé Zamarripa ―quien la traía robada‖1556. Un año después, José
Hernández y Feliciana Santillán fueron apresados por la policía a pedimento del
marido de Feliciana, según el parte informativo, ―por haberse traído José María del
barrio de San Sebastián a Feliciana, mujer de Juan de Dios, pues ya hace un año que
la tiene en su poder‖1557. En 1855 el sastre Mariano Domínguez acusó a Ignacio
1553
AGNM, TSJDF, 1875, caja 583, ―Contra Pedro Mendoza por rapto en Ángela Romero‖, s/f.
1554
CP. 1871, Art. 808, y Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición de Motivos…‖, op. cit., p. 200.
1555
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado.., op. cit, p. 1480.
1556
AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Úrsula Castañeda. Incontinencia‖, s/f.
1557
AGNM, TSJDF, 1845, caja 219, exp. 4, ―Incontinencia‖, f. 1r.
- 384 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1558
AGNM, TSJDF, 1855, caja 308, ―Contra Ignacio Vázquez acusado del rapto de la mujer casada
Mariana Serrano‖, s/f.
1559
AGNM, TSJDF, 1845, caja 221, s/t, s/f.
- 385 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Este fue el caso de Soledad López, quien con veinte años y después de llevar un
tiempo relacionándose con el capitán del ejército Francisco Domínguez, logró que éste
aceptara casarse con ella1560. Tras cinco años de matrimonio Francisco marchó a
Guadalajara junto con el general Márquez1561, y luego a Veracruz, entre otros destinos,
estando separado de su mujer entre 1861 y 1864. Durante estos años, Soledad
contrajo relaciones con el arriero Luis Cárdenas, con quien tuvo dos hijos. Durante las
idas y venidas que Francisco realizó a la capital en esos años, fue consciente de la
nueva vida que había emprendido su mujer a consecuencia del abandono. Por motivos
que desconocemos, cada vez que Francisco encontraba a la nueva pareja lejos de
reconvenirle por sus actos, los dejaba ir, resignado por los hechos.
Al volver a instalarse en la ciudad de México de forma permanente, Francisco dejó
atrás su carrera de militar y abrió una pulquería para mantenerse. La entrada de los
amantes en su negocio hirió su orgullo de tal manera que el ofendido no pudo soportar
el ultraje y acudió a la comisaría, donde sólo presentando su certificado de matrimonio
logró poner en marcha un dispositivo de arresto y puesta a disposición judicial de los
acusados Luis y Soledad. La retirada de la denuncia a los pocos días logró que ambos
fueran puestos en libertad, pero sólo a condición de que Soledad dejara su hogar y
volviera a convivir y hacer vida marital con su legítimo esposo, quien pese al abandono
y el desinterés mostrado por años, seguía estando autorizado a reclamar el cuerpo de
su mujer.
Diversos procesos por adulterio presentaron circunstancias similares a las recién
relatadas. Por ejemplo, en 1837 Pedro Oubrat interpuso una demanda contra su mujer
Eugenia por sospechar que cohabitaba con otro hombre a pesar de haberse
divorciado de ella1562. El carpintero Camilo Monroy reivindicó el derecho que tenía a
reunirse con su mujer después de siete años de haberla abandonado, una vez que
ésta se encontraba viviendo con otro hombre1563, situación similar a la vivida por María
Reyes quien fue acusada por su marido de adúltera en 1865, dos años después de
que éste la hubiera echado del domicilio matrimonial por las fuertes discusiones que
tenían1564, o por Francisca Pérez, quien fue conducida a tirones por su marido hasta la
1560
AGNM, TSJDF, 1864, caja 294, ―Contra Luis cárdenas y Soledad López por adulterio‖, f. 4r.
1561
Probablemente se tratara del general Leonardo Márquez, quien tuvo una activa participación en la
guerra de Reforma a favor del bando conservador y un papel destacado en la famosa Batalla de
Guadalajara de 1858.
1562
AGNM, TSJDF, 1837, caja 124, exp. 4, ―Ocurso de Don Pedro Oubrat contra el Lic. Don M. Zozaya‖,
ff. 1r-40v.
1563
AGNM, TSJDF, 1865, caja 407, ―Contra Andrés Villarroel y María Felix Márquez por adulterio‖, s/f.
1564
AGNM, TSJDF, 1865, caja 407, ―Contra Miguel Martínez y María Reyes por adulterio‖, s/f.
- 386 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
comisaría tras haberla encontrado éste caminando junto con su primo por la calle, diez
años después de haberla dejado y vivir separados1565.
Todos estos ejemplos, además de evidenciar la permanencia de los derechos
maritales sobre las esposas pese al abandono y largas separaciones, han permitido
también constatar la existencia de un importante subterfugio de relaciones
extraconyugales. Los matrimonios se rompían y se separaban pero la reanudación de
una nueva vida en común con otra pareja no era posible al no estar autorizado el
divorcio vincular. Ante la imposibilidad de disolver el vínculo matrimonial, hombres y
mujeres estrecharon lazos sexuales y sentimentales fuera de lo tolerado por la ley,
dando lugar a hijos ilegítimos y nuevas familias nucleares fruto de sus ilícitas
relaciones. Pese a ello, la desigualdad de género que reinó en el sistema normativo
durante el periodo, permitía a los maridos aguardar el tiempo que estimaran
conveniente para exigir luego sus derechos conyugales y regresar a vivir con sus
mujeres.
e) El desistimiento marital
De un total de ciento dos denuncias por adulterio femenino presentadas por los
maridos, sesenta y ocho fueron seguidas del desistimiento y la retirada de la
acusación formulada1566. En la mayor parte de estos casos la rectificación de los
demandantes se produjo en el mismo día o al poco tiempo de iniciar el proceso
judicial. Por lo general las denuncias se producían en caliente, cuando los ofendidos
se encontraban ebrios por los celos de la sospecha o, incluso, literalmente borrachos
por la ingesta de pulque1567.
Ante cualquier situación extraña, algunos maridos acudían a la justicia con ánimo
de castigar a sus mujeres, sin atender a súplicas o explicaciones. Así, María Jesús
Carrasco fue confinada en el calabozo en 1866 por cometer el error de dejar entrar en
su casa a un hombre que le pidió refugio por afirmar ser desertor del ejército y
encontrarse en busca y captura1568. Al llegar su marido y encontrar al extraño en casa,
entró en cólera, obligando al fugitivo a salir corriendo y conduciendo a su mujer a la
comisaría.
1565
AGNM, TSJDF, 1867, caja 442, ―Contra Francisca Pérez y Miguel Pérez por adulterio acusados por
Porfirio Otega marido de la 1ª‖, s/f.
1566
En trece expedientes no pudimos conocer el desarrollo del proceso por hallarse incompletos y en uno
el adulterio fue denunciado por la propia mujer que lo cometió al acudir a las autoridades buscando
protección ante los golpes inferidos por su amante.
1567
AGNM, TSJDF, 1843, caja 189, ―Magdalena López y socio. Incontinencia‖, s/f.
1568
AGNM, TSJDF, 1866, caja 420, ―Contra María Jesús Carrasco por adulterio‖, ff. 1r-4v.
- 387 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Una vez calmados los ánimos, los demandantes decidían retirar sus cargos,
reconociendo haberse confundido por ―un acaloramiento1569‖, o bien perdonando a los
infractores pese a seguir considerándoles culpables. El perdón podía concederse de
forma sincera y, en apariencia, desinteresada, como en el caso de Guadalupe Lozano,
quien reconociendo las muchas faltas que él mismo había cometido contra su esposa
―en las cosas domésticas y cuidado personal‖ y en atención a las promesas de
enmienda que ésta le había hecho, perdonaba el adulterio, así como el de su cómplice
José Ceferino y se desistía así de toda acusación contra ambos1570.
En algunas ocasiones los juicios se dilataban meses y el perdón se producía
después de que las esposas hubiesen transcurrido un tiempo considerable en prisión
por considerar los maridos que el castigo sufrido ya había sido suficiente. Ese fue el
caso de Maximiliana Núñez quien estuvo presa trece meses por la acusación que su
marido interpuso desde el presidio de Santiago de Tlatelolco, donde se encontraba
condenado a trabajos públicos por otra comisión delictiva. El desistimiento en este
caso se justificó por creer el ofendido que Maximiliana ya debía de haber compurgado
su falta y que se enmendaría por el ―escarmiento‖ recibido1571.
El perdón no siempre se producía de forma desinteresada y en ocasiones éste
estaba sujeto a condiciones, sobre todo en los procesos por adulterio que corrían
paralelos a juicios de divorcio, como ocurrió en demanda por adulterio interpuesta por
Joaquín Díaz. Tras más de tres años de reclusión, Guadalupe Hoyos fue perdonada
por su marido quien decidió compadecerse de la miseria sufrida por su esposa a
cambio de que se cumplieran las siguientes condiciones, como relató ante el juez
Joaquín Pérez Chevarría, representante de Díaz:
―Que Osorio –el cómplice- salga en absoluta libertad y Guadalupe sea entregada en
depósito a Doña Isidra González, su madre, mientras se decide el punto de divorcio que
está pendiente (…) que en este tiempo y después de declarar el divorcio, Guadalupe deberá
presentar una conducta irreprehensible a fin de que no se le note el más leve desarreglo.
(…) Que Osorio y Guadalupe corten completamente sus relaciones, que ninguno de los dos
hablará en futuro con nadie de la causa, que, como Guadalupe consta con bienes para vivir
cómodamente, no podrá exigir a Díaz las obligaciones y efectos civiles del matrimonio,
1572
cesando en consecuencia el deber de mantenerla‖ .
1569
―Un acaloramiento‖ fue la justificación dada por Jesús Quesada y Lino Heredia después de haber
promovido el arresto de sus respectivas mujeres por sus sospechas de adulterio. AGNM, TSJDF, 1844,
caja 203, ―Sumaria instruida contra Gertrudis Balcázar mujer del Granadero Jesús Quesada, acusada de
adulterio‖, f. 10r y AGNM, TSJDF, 1871, caja 512, ―Contra Camilo Heredia y Juana Martínez. Adulterio‖, f.
8v.
1570
AGNM, TSJDF, 1865, caja 399, ―Contra José Ceferino y María Sabina por adulterio‖, f. 16r.
1571
AGNM, TSJDF, 388, 1844, caja 207: ―Maximiliana Núñez acusada de adulterio‖, f. 36v.
1572
AGNM, TSJDF, 1832, caja 77, ―A la causa instruida contra Guadalupe Hoyos acusada de adulterio‖,
s/f.
- 388 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1573
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Adulterio‖, s/f.
1574
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Adulterio‖, s/f.
1575
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano, o sea la Librería de Jueces, abogados y escribanos que,
refundida, ordenada bajo nuevo método, adicionada con varios tratados y con el título de Febrero
Novísimo dio a luz D. Eugenio de Tapia. Nuevamente adicionada con otros diversos tratados y las
disposiciones del Derecho de Indias y del Patrio, por el Lic. Anastasio de la Pascua, vol. 7, México,
Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2010 [1835], p. 67.
1576
AGNM, TSJDF, 1864, caja 386, ―Criminal contra Francisca Bolaños y Zeferino Alfaro por adulterio y
contra Remigio Juárez por lenocinio de aquellos‖, ff. 1r-26v
- 389 -
Alejandra Palafox Menegazzi
alegó no tener pruebas suficientes para justificar el delito cometido por su esposa y
considerando los graves perjuicios que se seguían tanto a sus pequeños intereses con
la prisión sufrida, como a su reputación, se desistió en toda forma de la acusación
interpuesta1577.
Junto con el miedo al deshonor, el miedo a sufrir represalias por la parte acusada
también pudo fungir como determinante a la hora de que los actores emitieran su
perdón, como muestran dos extraños sucesos, ambos acaecidos en el municipio de
Milpa Alta, perteneciente en la década de 1860 al partido de Xochimilco.
El primer caso al que nos referimos ocurrió una noche de 1865 en la casa del
jornalero Tomás Pomposo, cuando éste se encontraba detenido por ebriedad. Su
mujer, Juana Bibiana, al tener constancia de que Tomás había sido arrestado por la
ronda nocturna, decidió esperarlo en casa descansando. Mientras dormía, Juana sintió
que un hombre, ―a quien creyó su marido‖, según consta en su declaración, estaba
haciendo uso de ella. Extrañada, le preguntó al sujeto quién era y qué quería y,
siempre según lo expuesto por la acusada, éste le respondió: ―yo soy, vine por mi
ayate, he dejado la ronda en la esquina de Araizaya y si no vuelvo pronto me ponen
preso‖1578. Acto seguido, el sujeto salió violentamente de la casa y Juana, convencida
de que se trataba de su esposo, siguió durmiendo. Al día siguiente, como de
costumbre, acudió al campo para llevarle el almuerzo a Tomás pero al verlo y hacerle
referencia a lo ocurrido en la noche, éste entró en cólera pues no había sido él con
quien se había acostado. Tomás no creyó en la inocencia de su mujer y, como afirmó
ante el juez, ―hasta le pegó con un lazo‖ con objeto de que confesara su culpa en la
infidelidad1579. Tras varias averiguaciones, resultó que un soldado de la ronda de
nombre Cirio, que había colaborado en la detención de Tomás, fingió ante sus
compañeros ir a casa del detenido con objeto de dar aviso de lo ocurrido a su mujer y,
aprovechando la oscuridad de la noche, había abusado sexualmente de ésta. Los
pormenores de este caso quedaron por resolverse o quizá se resolvieron y no fueron
recogidos en el expediente. Lo único que sabemos es que Tomás, convencido de la
culpabilidad del sospechoso acabó por desistir en su acusación, según sus propias
palabras, por los trastornos que ello le podía causar.
Cuatro años después tuvo lugar un suceso similar en la misma municipalidad. En
este caso el auxiliar segundo del pueblo de San Bernabé, Guadalupe Regino Gregorio,
entró en casa de María Cornelia y su marido para que éste saliera a esconderse en la
noche, pues una patrulla de guardia andaba deteniendo a todo vecino que no hubiese
1577
AGNM, TSJDF, 1864, caja 386, ―Criminal contra Francisca Bolaños…‖, f. 9r.
1578
AGNM, TSJDF, 1865, caja 407, ―Contra Cirilo Romero por adulterio‖, s/f.
1579
AGNM, TSJDF, 1865, caja 407, ―Contra Cirilo …‖, s/f.
- 390 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1580
Según lo recogido en el Reglamento de la Guardia Nacional del Distrito de 10 de diciembre de 1862
aquellos individuos que no prestaran servicio en dicho cuerpo debían pagar una determinada cuota. Para
el caso de Milpa Alta, los vecinos debían colaborar con el cuerpo de infantería del Distrito de Tlalpan,
compuesto por ochocientos hombres. Aquellos ciudadanos que no estuvieran inscritos en la Guardia
Nacional, no tuvieran resguardo o no hubieran pagado la mensualidad a la que estaban obligados serían
sancionados con una multa. En caso de no querer o no poder pagarla, serían forzosamente integrados
como miembros de la Guardia Nacional. Para más información sobre cómo se determinaban y cobraban
los pagos de los respectivos resguardos véase: ―Diciembre 10 de 1862. Bando del gobierno del Distrito
Reglamento de la Guardia Nacional del mismo‖, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o
colección completa…, op. cit., vol. 9, pp. 562-565.
1581
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Criminal por adulterio contra Guadalupe Regino Gregorio y María
Cornelia‖, s/f.
1582
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Criminal por adulterio…‖, s/f.
1583
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Criminal por adulterio…‖, s/f.
- 391 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Tanto en un caso como en otro, la confianza que los actores mostraron en el sistema
de justicia no fue ciega y las alternativas privadas tuvieron un peso importante en la
resolución de los conflictos.
Las reacciones violentas en contra de los sospechosos fueron muy comunes entre
los ofendidos pero, a diferencia de las agresiones perpetradas por las cónyuges
engañadas, sus reacciones no sólo estuvieron dirigidas contra los amantes sino
también y, principalmente, contra sus propias esposas. ―Los hombres no tenían en
esos casos la culpa sino las mujeres‖, afirmó el operario Tranquilino González en 1879
mientras trataba de desviar la atención de su compadre Luis Carachén e impedir así
que dicho Carachén siguiera agrediendo a un individuo que su esposa escondía en
casa1584. Entre los casos analizados pudimos constatar con frecuencia reacciones
maritales violentas contra las supuestas adúlteras, siempre toleradas por la justicia,
pues sólo en una ocasión los magistrados encargados de juzgar la infidelidad
sancionaron la sevicia demostrada por los ofendidos1585. Ante la mirada de las
autoridades no era de extrañar, por ejemplo, que el jornalero Policarpio Delgado
declarara haber pegado a su mujer en diversas ocasiones por haberla encontrado
junto con Polinario Aguilar en parajes sospechosos, o que el arriero Martín Palma
pegara a su mujer y casi matara con una espada a José Torres por haber entrado en
su casa a pedir una reata en su ausencia1586. Las autoridades tampoco reconvinieron
que el filarmónico Ignacio Hidalgo, preso de los celos, acostumbrara a golpear con la
mano a su mujer cuando esta llegaba tarde de trabajar en la fábrica de tabacos 1587,
que el remero Guadalupe Lozano diera ―de palazos‖, según sus propias palabras, a
José Zeferino por encontrarse hablando con su mujer en una chinampa1588 o que Juan
Olmedo lanzara una pedrada a la cara de Ignacio González por acompañar paseando
a su esposa1589.
Cierta dosis de violencia marital dentro del matrimonio parecía un elemento
comúnmente aceptado, en ocasiones incluso interpretado como necesario para
enmendar los desarreglados comportamientos femeninos y lograr así lo que, por ley,
merecían los esposos: ser obedecidos por sus mujeres. El día a día de muchas
1584
AGNM, TSJDF, 1879, caja 665, ―Contra Saturnina Galván por adulterio y contra Luis Carachén por
heridas‖, f. 2v.
1585
En este caso, el ofendido fue condenado a cumplir tres meses de obras públicas por haber lanzado
varias piedras dirigidas a la cabeza de su mujer y haberle causado una herida en el hueso parietal de una
pulgada de largo y media de ancho. AGNM, TSJDF, 1858, caja 333, ―Contra Juan de Dios, por golpes y
Victoriano Castillo y Gerarda Francisca por adulterio‖, s/f.
1586
AGNM, TSJDF, 1857, caja 323, ―Criminal por adulterio y riña contra Martín Palma, María Jesús y José
Torres‖, ff. 1r-5v.
1587
AGNM, TSJDF, 1854, caja 300, ―Contra Don José Martínez y Doña Micaela Castañón por adulterio‖, f.
6r.
1588
AGNM, TSJDF, 1865, caja 399, ―Contra José Ceferino y María Sabina por adulterio‖, f. 2r.
1589
AGNM, TSJDF, 1844, caja 194, ―Ignacio González y socia. Incontinencia‖, s/f.
- 392 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1590
Arrom Marina, Silvia, Las mujeres de la ciudad…, op. cit, p. 255 y LMC 1859, Art. 20.
1591
AGNM, TSJDF, 1861, caja 348, ―Criminal contra José María Ruiz y Severa Méndez acusados de
adulterio‖, s/f.
1592
El mismo Ortega reconoció ante las autoridades haber pegado a su mujer pero sólo ―lo necesario‖. En
un documento presentado por el demandante, el propio juez auxiliar del pueblo de Santa Catarina,
Vicente Amaya, pese a tener constancia de los habituales golpes que Ortega perpetraba contra su mujer,
certificó que era un hombre de bien y honrado. AGNM, TSJDF, 1861, caja 348, ―Criminal contra José
María Ruiz y Severa Méndez acusados de adulterio‖, s/f.
- 393 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1593
AGNM, TSJDF, 1857, caja 327, ―Primeras diligencias instruidas contra Juan de la Cruz y Marcelina
Castro acusados de adulterio y fuga‖, f. 7v.
- 394 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
―Que el año próximo pasado se hallaba como por el mes de febrero en clase de oficial
en la casa de Ramón Casares cuando se presentó Ramón Casares con su mujer Vicenta
1594
AGNM, TSJDF, 1861, caja 351, ―Causa instruida contra María Regina y Joaquín Jacinto de Santa
Marta por adulterio, siendo la primera mujer de Pascual de los Reyes‖, ff. 1r-9v.
- 395 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Peñafiel diciendo que ya la había perdonado sus anteriores extravíos, se quedó viviendo en
su compañía. Que como a los cinco o seis días de estar juntos salió a la calle la Peñafiel a
pretexto de ir a sacar unas prendas y ya no volvió a la casa: que entonces la madre de
Román le contó que la expresada Peñafiel le era infiel a este pues vivía en relaciones
criminales con Valentín Coronado, a quien no conoce el que habla y que en su juicio no
1595
creía que la repetida Peñafiel se enmendara‖ .
3. Los infieles
a) Características socioeconómicas de los varones procesados
Entre los acusados ante la justicia de haber contraído relaciones sexuales con una
mujer casada predominó el perfil de un hombre joven, soltero, nacido en la ciudad de
México, con edades comprendidas en su mayoría entre los veintiuno y los treinta años,
analfabeto y de extracción socioeconómica modesta. En concreto, de los ciento dos
casos de adulterio apuntados en páginas anteriores pudimos acceder a las generales
de sesenta y cinco de los acusados. De estos, tan sólo diecinueve pudieron rubricar su
1595
AGNM, TSJDF, 1864, caja 393, s/t, f. 19v.
1596
AGNM, TSJDF, 1856, caja 320, ―Ricardo Arias contra Pedro Aguilar y Petra García por adulterio‖, ff.
1r-29v.
1597
AGNM, TSJDF, 1844, caja 207: ―Maximiliana Núñez acusada de adulterio‖, ff. 1r-31v.
- 396 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
100% 15-20
21-25
26-30
Ocupación Total
Artesanía1598 8
Oficios menores1599 7
Ejército1600 3
Sector agropecuario1601 1
Iglesia1602 1
No identificada 13
1598
Incluye un talabartero, un panadero, un tejedor, un zapatero, un sastre, un temazcalero un oficial de
obrador y un taquero.
1599
Incluye un albañil, un arriero, un sirviente, un tocinero, un albañil, un aguador y un pintor.
1600
Incluye un subteniente batallón de Toluca, un teniente coronel del batallón activo de Mextitlán y un
oficial.
1601
Incluye un arriero de posición social elevada.
1602
Incluye un clérigo.
- 397 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Ocupación Total
Artesanía1603 15
Oficios menores1604 13
Sector agropecuario1605 10
Comercio1606 4
Profesiones liberales1607 2
No identificada 25
1603
Incluye seis sastres, tres zapateros, dos salitreros, un cohetero, un herrero, un hojalatero y un
cocinero.
1604
Incluye tres canteros, tres albañiles, un doméstico, un remero, un tocinero, un carretero, un cochero,
un carrocero y un pintor.
1605
Incluye siete jornaleros, dos hortelanos y un arriero de posición social elevada.
1606
Incluye dos comerciantes de pulque, un comerciante de carbón y un vendedor de frutas.
1607
Incluye un tenedor de libros y un escribiente.
- 398 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
100%
19-26
27-34
40% 35-42
36%
43-50
17%
7%
0%
Ocupación Total
Oficios menores1608 10
Artesanía1609 7
Sector agropecuario1610 2
Alto Comercio 1
No identificada 11
1608
Incluye tres carretoneros, un sirviente de hotel, dos tocineros, un albañil, un carbonero, un cochero y
un betunero.
1609
Incluye tres sombrereros, dos tejedores, un herrero, un panadero y un zapatero.
1610
Incluye un jornalero y un arriero de posición elevada.
1611
Incluye dos pintores, dos cargadores, un sirviente, un marchante y un guarda faroles.
1612
Incluye dos zapateros, dos carpinteros, un encuadernador y un talabartero.
1613
Incluye dos jornaleros y un labrador.
1614
Incluye dos vendedores de carne.
1615
Incluye un filarmónico.
- 399 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1616
Al calcular los diversos porcentajes al respecto, no hemos incluido en esta clasificación los veintiocho
procesos restantes por desconocer qué posicionamiento adoptaron los demandados sobre sus propios
actos frente a las autoridades.
1617
AGNM, TSJDF, 1844, caja 200, ―Fuga de amantes‖, s/f.
1618
AGNM, TSJDF, 1864, caja 294, ―Contra Luis Cárdenas y Soledad López por adulterio‖, ff. 1r-17v.
AGNM, TSJDF, 1871, caja 509, ―Joaquina Pietra Santa, José de Jesús González, acusados de adulterio‖,
s/f.
1619
AGNM, TSJDF, 1865, caja 407, ―Contra Andrés Villarroel y María Felix Márquez por adulterio‖, s/f.
- 400 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Negación de
la
incontinencia
Reconocimiento
del adulterio 35%
53%
Inocentes 66%
Desconocimiento
13%
Por lo que respecta a los juicios por incontinencia adulterina, pudimos acceder a las
declaraciones de cincuenta y uno de los sesenta y siete varones procesados. De
éstos, veintiuno (41%) negaron haber perpetrado la infidelidad conyugal.
El resto de los hombres procesados, tanto los acusados de cómplices de adulterio
como de incontinencia adulterina, obligados en su mayoría por las circunstancias
inculpatorias, reconocieron su participación activa en el delito y, en su mayoría,
desarrollaron discursos persuasivos para justificar su reprobable actitud y tratar así de
obtener la máxima indulgencia por parte de las autoridades. Estas estrategias de
defensa, a pesar de mostrar distintas características en función del origen
socioeconómico del acusado y las circunstancias de cada caso, presentaron líneas
argumentativas comunes, acordes con los cánones de género imperantes y
coincidieron en apuntar a las mujeres, tanto a sus legítimas esposas como a sus
amantes, como las verdaderas responsables de que ellos hubiesen caído en tan
reprobables actos.
- 401 -
Alejandra Palafox Menegazzi
100%
90%
80%
70%
60%
50% Ninguno
40% Pasión
30% Protección
20%
10%
0%
1827-1850 1851-1880
(Total 13 casos) (Total 12 casos)
―Después de haberla ocupado como lavadora para que le lavase su ropa (…) le
manifestó al tiempo que su marido la tenía abandonada por tener otra mujer. Que este
- 402 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
proceder causaba que no le pasase ni un centavo para sus alimentos y por el contrario
cuando se fue de su lado la dejó endrogada con pensión de deudas (…). En virtud de esta
manifestación y viendo que realmente la Sandoval vivía sola y que siempre estaba apurada
para mantenerse y pagar la renta de la habitación, emprendió relaciones amorosas con ella:
que como ya ha dicho lo hizo en concepto de ser Cenobia una mujer abandonada y falta de
todo recurso siendo su marido un hombre de mala conducta y desatendido de sus sagradas
1620
obligaciones‖ .
―que estando al tanto de las muchas necesidades de Doña María Eusebia le ofreció una
gratificación con objeto de estar con ella, lo que se verificó anoche y estando los dos
acostados fueron sorprendidos por Candelario Inclán, esposo de dicha Señora. Que es todo
1621
lo que ha pasado sobre el particular en lo que se afirmó‖ .
Esta situación de clara dependencia, más visible como es lógico entre los sectores
populares, pese a ser fruto de las desiguales relaciones de género imperantes en la
capital mexicana, no parecía llamar la atención ni merecer desaprobación moral
alguna por parte de las élites judiciales. La necesidad material y, por ende, la evidente
coacción que subyació a este tipo de relaciones no tenía por qué ser reprobada por
parte de los magistrados, motivo por el cual los propios procesados trataron de
ganarse su favor justificando sus faltas mediante este tipo de argumentos.
Por otro lado, en lo que respecta a la primera mitad del siglo XIX, en el 31% de los
hombres que contrajeron relaciones sexuales con mujeres a sabiendas que éstas eran
1620
AGNM, TSJDF, 1875, caja 584, ―Contra Antonio Finoco y Cenobia Sandoval por adulterio‖, s/f.
1621
AGNM, TSJDF, 1878, caja 633, ―Contra María Eusebio y Sebastiano Becerril por adulterio acusados
por el C. Candelario Inclán‖, f. 3r.
- 403 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―El delito que cometió no fue por intuición deliberada sino comprometida por su carácter
de hombre pues habiendo conocido en conversación a María de Jesús Serrano, ésta le
manifestó el maltrato que recibía de su marido, quien además no le prestaba los goces
necesarios del matrimonio porque carecía del miembro a consecuencia de una enfermedad
que había padecido cuyas palabras hicieron al declarante solicitarla amorosamente y ella
condescendió sin ninguna resistencia obligándolo a que la apartara de su marido y se
1622
fueran de México para que vivieran juntos‖ .
―Hace 3 años el mismo Casares se enamoró de una mujer con quien actualmente vive
llamada Ciria y sus amores fueron tan apasionados que por ellos abandonaba muchas
noches a su mujer, no le daba lo necesario y llegó a tratarla no sólo con desprecio sino con
rigor y crueldad: que como la Peñafiel se le quejare de estos tratos, el que habla le daba un
diario de cuatro reales para su manutención (…) y por la comunicación que con ella tenía le
fue cobrando primero cariño y después pasión que no pudo sofocar, cuya confesión le hizo
clara y llanamente. (…) En su concepto ha obrado mal pero que como hombre tiene
1623
pasiones y éstas han pesado más en él que la razón‖ .
1622
AGNM, TSJDF, 1855, caja 308, ―Contra Ignacio Vázquez acusado del rapto de la mujer casada
Mariana Serrano‖, s/f.
1623
AGNM, TSJDF, 1864, caja 393, s/t, ff. 5v-6r.
- 404 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
100%
90%
80%
70%
60%
50% Ninguno
1624
En términos foucaultianos denominamos ―biopolítica‖ al conjunto de medidas estatales tendentes al
control político sobre los cuerpos de la población, incluyendo la regulación de su sexualidad y, dentro de
ésta, de su reproducción. Foucault, Michel. Historia de la sexualidad. La voluntad del saber, Madrid, Siglo
XXI, 1998, p. 168.
1625
Miranda Guerrero, Roberto, ―Exploraciones históricas sobre la masculinidad‖, Revista de Estudios de
Género. La ventana, n. 8, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, diciembre, 1998, 207-247.
- 405 -
Alejandra Palafox Menegazzi
por ley, implicaba cumplir con todas y cada una de estas atenciones, socialmente
interpretadas como labores femeninas. Ante su descuido por parte de las esposas,
gran parte de los hombres demandados por infidelidad conyugal declararon haberse
visto obligados a revertir la situación de abandono y desamparo a la que habían sido
confinados mediante la cohabitación con otras mujeres dispuestas a cubrir sus
necesidades varoniles no atendidas dentro del hogar. En concreto, doce argumentaron
haber sido abandonado por su respectiva esposa y haber tenido por ello que buscar
atención y cuidado en los brazos de otra mujer. Por su parte, cinco de aquellos que
reconocieron ser culpables del ilícito justificaron su comisión mediante el mal
comportamiento que habían tenido sus mujeres dentro del ámbito conyugal, resaltando
las desatenciones y desplantes conyugales para justificar el haber dejado el hogar y
haber acudido a los cuidados de otra mujer.
El betunero Pedro Zaldívar, por ejemplo, declaró al respecto que hacía ocho meses
que había abandonado a su esposa ―a causa de ser de un genio díscolo y no serle
posible vivir en paz un momento‖, motivo por el que había contraído ―amistad ilícita‖
con otra mujer1626. Otros argumentos similares expusieron el jornalero José Longino,
quien sostuvo haber abandonado a su mujer por su ―muy mala conducta‖ y llevar tres
años viviendo en incontinencia con Dolores Mejía1627, y el cargador Severo Cadena,
quien afirmó haber echado de su casa a su esposa ―por borracha escandalosa‖ y
haber tenido por ello que ver a otra mujer ―para que le asistiera en la comida y en la
ropa‖1628.
Dentro de esta misma línea argumentativa, al justificar su incontinencia mediante el
comportamiento de su legítima mujer, el sombrerero Manuel Gómez Rivera fue más
explícito y en su declaración relató cómo a los cinco meses de estar casados su
esposa comenzó, cada vez con mayor frecuencia, a reprobar sus salidas y las
personas que frecuentaba, llegando a ―darle de bofetadas y con los trastes de la
cocina‖1629. Además de esto, no le asistía en las tareas del hogar y constantemente le
negaba ―el débito como su mujer‖1630. De la misma manera que se daba por hecho que
una mujer no era capaz de mantenerse materialmente por sí misma, en atención a los
discursos analizados, parecía existir un consenso en torno a que los hombres no
podían desempeñar las tareas del hogar, tan necesarias para desarrollo cotidiano de
un individuo en la sociedad capitalina como el cobro de un salario.
Dentro de esta lógica, tres de los maridos infieles, como vimos en el último ejemplo,
1626
AGNM, TSJDF, 1844, caja 194, ―Pedro Zaldívar y socia. Incontinencia‖, s/f.
1627
AGNM, TSJDF, 1844, caja 201, ―José Longino y socia. Incontinencia‖, s/f.
1628
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ‖Severo Cadena, Ángela Alanis. Adulterio‖, f. 2v.
1629
AGNM, TSJDF, 1845, caja 404, ―Contra Manuel Gómez Rivera y María García por adulterio‖, f. 3r.
1630
AGNM, TSJDF, 1845, caja 404, ―Contra Manuel Gómez Rivera…‖, f. 3r.
- 406 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
100%
56%
16-23
0%
1631
AGNM, TSJDF, 1827, caja 28, ―Contra Agustín Reyna por incontinencia con María Olaya a queja de
su mujer María Antonia Ximénez‖, s/f.
- 407 -
Alejandra Palafox Menegazzi
(9%) de las detenidas pudieron rubricar su declaración, once (16%) sostuvieron habitar
en viviendas populares tales como jacales, accesorias o vecindades y treinta y dos
(47%) afirmaron haber nacido fuera de la ciudad de México donde residían. En
relación con este último dato, cabe advertir que veinticinco (75%) de estas treinta y
tres mujeres acusadas de adulterio que declararon haber migrado a la capital
mexicana desde otros lugares del país lo hicieron en la segunda mitad del siglo, algo
acorde con el incremento generalizado en la ciudad de México de población
procedente de áreas rurales del país en busca de mejores condiciones de vida.
Por su parte, las mujeres acusadas de incontinencia adulterina, es decir, de haber
mantenido relaciones sexuales con un hombre casado presentaron en su mayoría un
perfil socioeconómico de mujer joven, nacida en la capital del país1632, analfabeta y de
escasos recursos. Estos datos pudimos recabarlos gracias a la información ofrecida
por cuarenta y uno de los sesenta y siete expedientes analizados pues sólo en ellos
constaron las generales de las demandadas.
100%
29% 32%
22%
10% 7%
0%
16-20 21-25 26-30 31-35 36-40
1632
Tan sólo dieciocho (28%) afirmaron proceder de otras localidades del país.
- 408 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Ocupación Total
Servicio doméstico1633 2
Bajo Comercio1634 1
Panadería 1
No identificada 29
1633
Incluye dos sirvientas.
1634
Incluye una cobradora de un baño.
- 409 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Ocupación Total
Servicio doméstico1635 10
Molienda de maíz 3
Comercio1636 4
Costura 1
Industria1637 1
No identificada 50
A pesar de la escasa representatividad que pudieran tener estos datos sobre el total
de las mujeres acusadas de adulterio -de ciento dos procesos de adulterio sólo
pudimos constatar las ocupaciones de veintitrés de las implicadas- en comparación
con lo observado en otros procesos, la proporción de mujeres que declararon
desempeñar una actividad remunerada fue mayor. Lo afirmado es fácilmente
demostrable si comparamos estos datos con los obtenidos al analizar el perfil
demográfico de las mujeres acusadas de incontinencia adulterina. En estos procesos
en el mismo periodo sólo cinco mujeres declararon tener un trabajo remunerado.
Año Ocupación
1844 Compra venta de plomos
1866 Costurera
1866 Sirvienta
1866 Torcedora
1866 Sirvienta
Como hemos recogido en los últimos tres cuadros (XVIII, XIX y XX), la mayor parte
de las acusadas sostuvo desempeñar tareas de poco reconocimiento social y escasa
retribución material. Sólo tres mujeres sobresalieron dentro de esta relación laboral: la
dueña de una fonda, la propietaria de una carbonería y la regente de una trapería. A
pesar de desempeñar actividades de mayor estatus que el resto de procesadas,
ninguna de estas mujeres ameritó el tratamiento de doña de parte de las autoridades y
1635
Incluye seis sirvientas, una portera y una lavandera.
1636
Incluye una dueña de una fonda, una propietaria de una carbonería, una regente de una trapería y
una vendedora de fruta.
1637
Se trata de una trabajadora de la Fábrica de cigarros.
- 410 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
en sus declaraciones dejaron constancia de las dificultades diarias a las que tenían
que enfrentarse para subsistir, motivos por los que su presencia nos permite afirmar
que sus ocupaciones fueron modestas1638.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, tanto en los casos de adulterio como en
los del tipo de incontinencia adulterina aludida, la proporción de mujeres que afirmaron
trabajar fuera del hogar se incrementó notablemente. Si para los casos de adulterio,
durante la primera mitad de la centuria afirmaron trabajar cuatro de las treinta y tres
acusadas (17%), para la segunda mitad lo hicieron diecinueve de entre las sesenta y
nueve procesadas (27,5%). En los procesos por incontinencia adulterina, los
porcentajes representados por estas mujeres pasaron del 1,4% al 6%, pues si para la
primera mitad de la centuria declararon trabajar una de treinta y dos acusadas, para el
resto del periodo lo hicieron cuatro de las treinta y cinco mujeres imputadas.
En relación con los cinco casos en los que pudimos constatar la ocupación de las
procesadas por incontinencia adulterina, cabe advertir que en dos ocasiones los datos
fueron recogidos directamente en sus generales por las autoridades judiciales, los
magistrados Emilio Zubiaga y Carlos Carpio1639. La relevancia de este dato estriba en
que, a diferencia del resto de casos, estas dos mujeres dieron información sobre su
oficio porque fueron preguntadas directamente acerca del mismo, y no porque les
interesara resaltar ante los jueces el hecho de que para mantenerse materialmente
desempeñaban tareas manuales fuera del hogar como la costura o el tuerce de
mecha.
Como veremos a continuación, al analizar las estrategias de defensa empleadas
por las demandadas en sus discursos, en general, las situaciones laborales descritas
no pueden interpretarse como reflejo de la distribución ocupacional de este
heterogéneo conjunto social sino como parte de la lógica de poder que atravesó las
relaciones de género a lo largo de la centuria y que motivó que un mayor número de
mujeres, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo, hiciera aquí referencia a las
actividades remuneradas que desempeñaba fuera de su hogar en comparación con
otros procesos.
1638
AGNM, TSJDF, 1865, caja 407, ―Contra Andrés Villarroel y María Felix Márquez por adulterio‖, s/f,
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Adulterio‖, s/f, AGNM, TSJDF, 1873, caja 441, ―Contra Tomás Heredia y
Zenona Ugalde por adulterio‖.
1639
Recordamos que de todos los jueces encargados de los procesos analizados para este periodo,
ambos magistrados fueron los únicos en incluir la profesión femenina como variable en las generales de
las implicadas. AGNM, TSJDF, 1866, caja 420, ―Contra Jacinto Gil y Concepción Corona. Adulterio‖, ff. 1r-
6v, AGNM, TSJDF, 1866, caja 420, ―Contra Mariano Ontiveros y María Prajedes Loza, por adulterio‖, ff.
1r-7v.
- 411 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1640
AGNM, TSJDF, 1871, caja 509, ―Joaquina Pietra Santa, José de Jesús González, acusados de
adulterio‖, s/f.
1641
AGNM, TSJDF, 1871, caja 509, ―Joaquina Pietra…‖, s/f.
- 412 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
una pobreza que la declarante tildó como insoportable, que ésta decidió contraer
relaciones ilícitas con el sastre José de Jesús, un hombre de posición socioeconómica
acomodada que ignoraba el estado civil de la joven y humilde costurera.
Mucho más clara al respecto fue Feliciana Santillán quien, confesa de haber vivido
en mancebía con el aguador José María Hernández, afirmó haber sido infiel a su
marido porque según sus propias palabras, éste ―le daba muy mal trato, la golpeaba,
no le daba lo necesario y le decía que lo buscase con su cuerpo puteando‖1642.
Estas y otras declaraciones de similar naturaleza, como podemos apreciar en el
siguiente gráfico, conformaron la mayor parte de las estrategias defensivas elaboradas
por las declarantes a lo largo del periodo estudiado. En esta ocasión, el límite temporal
adoptado entre los dos periodos considerados ha sido 1859 por ser este el año el que,
dentro del marco reformista liberal, fue promulgada la Ley de Matrimonio Civil.
100%
80%
Ninguno
60% Fuerza
40% Amor
20% Subsistencia
0% Maltrato físico
1827-1859 1860-1880
(Total 18 casos) (Total 23 casos)
1642
AGNM, TSJDF, 1845, caja 219, exp. 4, ―Incontinencia‖, f. 2r.
1643
Por ejemplo, durante el proceso contra Doña Dolores Álvarez, que era una mujer instruida y de
posición socioeconómica acomodada, la acusada narró ante las autoridades los continuos golpes que, a
causa de los celos, acostumbraba a recibir de su esposo, el prestigioso comerciante Andrés Rubio. Su
declaración fue secundada por las de los sirvientes domésticos llamados a declarar. AGNM, TSJDF,
1872, caja 529, ―Contra Pedro Manzano, Dolores Álvarez y María Merced Ramírez el 1º y 2ª por adulterio
y la 3era por complicidad‖, s/f.
- 413 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 414 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
condenaba a una mujer como con la necesidad de obtener el perdón marital durante el
proceso pues, como vimos, el adulterio era un delito privado que no podía perseguirse
de oficio. Considerar las condiciones subalternas en las que se encontraban las
declarantes nos permite comprender el comportamiento adoptado por mujeres como la
citada Feliciana Santillán quien, después de confesar a las autoridades los golpes,
amenazas y falta de sustento que sufría a manos de su marido, se declaró dispuesta a
volver con él.
Ante esta actuación mayoritaria entre las declarantes, una mujer entre 1827 y 1859
y dos para las décadas siguientes sostuvieron frente a las autoridades haber cometido
el adulterio por amor. De la misma manera que parte de los hombres acusados de
haber engañado a sus mujeres se escudaron en el irrefrenable deseo sexual que
caracterizaba su condición de hombres, estas mujeres aludieron a su socialmente
aceptada condición natural de seres débiles para subrayar su incapacidad a la hora de
resistir los influjos sentimentales. Estos casos excepcionales, sorprendieron en
ocasiones a los propios magistrados encargados de los respectivos procesos, como el
licenciado Calderón, juez de primera instancia del Distrito de Tlalpan quien,
acostumbrado a la repetición de ciertas dinámicas discursivas por parte de las
acusadas, al interrogar a Marta Zaldívar le preguntó sobre los posibles motivos de
descontento que su marido le había dado, a lo que ésta respondió que su marido le
daba mal tratamiento y que si se había fugado a la ciudad de México había sido por la
pasión que le tenía a José María Sandoval, quien había sido su novio antes de
contraer matrimonio1644. En su totalidad las mujeres que confesaron públicamente
haberse dejado llevar por el deseo amoroso, pues en ningún caso aludieron
explícitamente a su apetito sexual, pertenecieron a estratos socioeconómicos bajos,
probablemente alejados de los códigos comunicativos compartidos por las élites y, por
tanto, más proclives a comportarse fuera de la normativa imperante. Por una cuestión
de sinceridad y respeto de las acusadas hacia sus maridos o por disponer éstas de
menos herramientas discursivas ante el foro, lo cierto es que el amor apenas tuvo
cabida en las declaraciones de defensa analizadas.
Frente al mantenimiento de una actitud institucional de condena y reprobación ante
el adulterio femenino, la creciente tolerancia de las incontinencias maritales repercutió
también en la actuación pública que las mujeres acusadas de haber contraído
relaciones con hombres casados adoptaron en el foro. En esta ocasión, en cuarenta y
nueve de los sesenta y siete procesos por incontinencia adulterina constaron las
1644
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Criminal por adulterio contra José María Sandoval y Marta Zaldívar‖,
s/f.
- 415 -
Alejandra Palafox Menegazzi
100%
90%
80%
70%
60% Desconocimiento
50% Maltrato marital
40%
Subsistencia
30%
20% Ninguno
10%
0%
1827-1859 1860-1880
(Totl 24 casos) (Total 13 casos)
1645
De estos, 33 mujeres se declararon inocentes ante las autoridades por los que la relación proporcional
recogida en el gráfico XV se ha establecido sobre un total de 24 casos entre 1827 y 1859 y para 13 entre
1860 y 1880.
- 416 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
En relación con los demandantes, los escasos datos ofrecidos por los expedientes
consultados no nos han permitido desarrollar un análisis cuantitativo fiable. Si bien en
tres casos pudimos constatar que la incoación de los procesos corrió a manos de los
cónyuges ofendidos, y en uno supimos que fue el propio presbítero de la Iglesia donde
pensaba realizarse el segundo enlace quien dio aviso a las autoridades, en el resto no
encontramos información relativa a los actores. El delito de bigamia, al tratarse de un
crimen que ofendía al conjunto social, podía ser perseguido de oficio, a diferencia del
adulterio, procesable sólo a instancia de parte.
La importante presencia militar entre los implicados respondió a las largas
expediciones que los miembros del ejército debían emprender. En ocasiones, estas
marchas se tornaban en desapariciones y abandonos por parte de los maridos a
quienes sus cónyuges acababan dando por muertos una vez concluido el conflicto que
los había alejado del hogar.
1646
Así exponía la situación judicial al respecto el abogado Don Mariano Fernández San Salvador: ―En
general en delitos carnales se ven con equidad las flaquezas humanas, a cuyos deslices el hombres es
tan expuesto, como que no falta ley que en esa consideración y en la de la ignorancia de ciertas gentes
(los indios) permite sobreseer en tales causas aún después de una reincidencia, y sólo a la tercera manda
escarmentarlos con pena arbitraria. (…) Si se averiguase que algún indio, siendo ya cristiano se casó con
otra mujer, la india con otro marido, viviendo los primeros sean apartados y amonestados, y si
amonestados dos veces no se apartasen, y volviesen a continuar en la cohabitación, sean castigados
para enmienda y ejemplo de otros, como recoge la Ley 4, título 1, Libro 6 de la Recopilación de Indias‖.
AGNM, TSJDF, 1857, caja 323, ―Contra Don Manuel de la Torre por matrimonio doble‖, f. 29r.
- 417 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―Siendo casado con María Soledad González, ésta se le prostituyó de tal manera que no
le era ya posible soportarla y por fin la abandonó, que viéndose sólo contrajo ilícitas
relaciones con María Martínez pero habiéndolas encontrado los padres de ésta le dijeron
que o se casaba con ella o se separaban, que a lo segundo no se determinó por tener un
hijo con ella y le era imposible abandonarlo y ese amor de padre lo obligó a cometer este
1649
delito. Todo causado por la mala conducta que observó su primera mujer” .
Debemos recordar que si bien la Ley de Matrimonio Civil de 1859 obligó a registrar
los matrimonios eclesiásticos que quisieran legalizarse, como vimos, la vigencia de
esta ley durante la época imperial fue cuestionada. Esta situación dio pie a que
aquellos que hubiesen contraído segundas nupcias durante esos años trataran de
escudarse ante la justicia afirmando creer que sus antiguos matrimonios no tenían
validez, como declaró el oficial Julián Torres, acusado de haber tratado de casarse dos
veces por su primera mujer.
1647
AGNM, TSJDF, 1834, caja 91, ―Toca a la causa instruida contra María Guadalupe Pérez por
matrimonio doble‖, s/f.
1648
AGNM, TSJDF, 1834, caja 89, ―Toca a la causa instruida contra María Dolores Alamar por matrimonio
doble‖, ff. 1r-5v y AGNM, TSJDF, 1834, caja 91, ―Toca a la causa instruida contra María Guadalupe Pérez
por matrimonio doble‖, s/f.
1649
AGNM, TSJDF, 1857, caja 323, ―Contra Don Manuel de la Torre por matrimonio doble‖, ff. 6r-6v.
- 418 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
―Que estando separados por disgustos de familia hace diez años y no habiendo sido
ratificado en lo civil ese matrimonio creyó que no era válido, cuya creencia fue corroborada
con la opinión de varias personas instruidas cuya opinión consultó y por eso trató de
1650
contraer su nuevo enlace‖ .
1650
AGNM, TSJDF, 1878, caja 654, ―Contra el C. Julián López por el delito de bigamia acusado por Doña
Pomposa Torres‖, s/f.
1651
Recordamos que el parentesco por afinidad era aquel que se contraía por el matrimonio consumado o
por cópula ilícita entre el varón y los parientes de la mujer y entre la mujer y los parientes del varón, según
la Ley de Partidas. Ley 5, tít. 6, Part. 4.
1652
AGNM, TSJDF, 1856, caja 319, ―Toca a la causa instruida por el juez 4º de lo criminal contra Manuel
Arpida y Estefanía Espinosa por incesto en primer grado de afinidad‖, s/f.
1653
AGNM, TSJDF, 1834, caja 94, exp. 195, ―Toca a la causa instruida contra D. Miguel Rodríguez, Doña
Zeferina Subeldia e Ignacio García por incesto‖, s/f, AGNM, TSJDF, 1850, caja 277, "Toca a la causa
instruida por el juez 1o de lo criminal Lic. Contreras contra Miguel Mendoza, José de Jesúsu Mayorga y
Juan Cervantes o Covarrubias por robo y estupro", s/f y AGNM, TSJDF, 1856, caja 314, ―Toca a la causa
instruida en el juzgado 2 de lo criminal contra Jacinto Vázquez y M. Pilar Morales por incesto‖, s/f.
- 419 -
Alejandra Palafox Menegazzi
una relación entre padres e hijas1654 y en los casos restantes los acusados mantenían
un parentesco por ser hermanos o medio hermanos1655.
Afinidad Consanguineidad
Por Entre Padrastro- Primos Medio Hermanos Paterno-
amancebamiento cuñados entenada hermanos Filial
24 10 1 3 1 1 2
100%
80%
60% 16-25
40% 26-35
20% 36-45
0% 46-56
Edad de las mujeres Edad de los varones
acusadas de incesto acusados de incesto
(Total 19 casos) (Total 15 casos)
1654
AGNM, TSJDF, 1827, caja 25, exp. 90, ―Contra Isabel Ortiz a pedimento de su marido‖, s/f, AGNM,
TSJDF, 1838, caja 127, exp. 25, ―Expediente de indulto de la reo Mariana Zedillo‖, ff. 1r-3v.
1655
AGNM, TSJDF, 1838, caja 128, "A la causa seguida contra Pablo Amador y Paula Zamora por
incesto", ff. 1r-4v. AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, ―Contra Mariano José y Manuela Galván por incesto‖, ff.
1r-22v.
- 420 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Oficios menores1656 2
Comerciante1657 1
Artesanos1658 7
Militares1659 2
Agrícolas1660 3
Empleado de fábrica 2
No identificada 24
1656
Incluye un criado y un jardinero.
1657
Refiere a un vendedor de carne.
1658
Incluye dos zapateros, un sastre, un fundidor, un herrero, un tejedor y un talabartero.
1659
Incluye un soldado, un comandante de batallón.
1660
Incluye un labrador y un hortelano.
1661
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., p. 846.
1662
AGNM, TSJDF, 1843, caja 180, ―Toca a la causa contra Juan de Dios y Marisa Velázquez por
incesto‖, ff. 45r-50v.
1663
AGNM, TSJSD, 1834, caja 92, exp. 72, ―Segunda Sala. Toca a la causa instruida contra M. Serapia
Enríquez y Bartolo Cabrera por incesto‖, s/f, y AGNM, TSJSD, 1856, caja 319, ―Toca a la causa instruida
por el juez 4º de lo criminal contra Manuel Arpida y Estefanía Espinosa por incesto en primer grado de
afinidad‖, s/f.
- 421 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1664
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, ―Contra Mariano José y Manuela Galván por incesto‖, f. 2r.
- 422 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
El desconocimiento de las leyes por parte tanto de los acusados como de la mayor
parte de los demandantes fue un elemento rastreable en la práctica totalidad de sus
actuaciones. De los cuarenta y dos casos por incesto consultados pudimos acceder a
la declaración de cincuenta y cuatro de los acusados, recogidas en veintisiete
procesos. De estos procesados, diecinueve negaron la comisión de la incontinencia.
En relación con los treinta y cinco reos restantes que sí reconocieron la relación
sexual, veintiuno (60%) trataron de demostrar un total desconocimiento de la
normativa que tipificaba el incesto como delito como argumento defensivo. El acusado
Luis Islas, por ejemplo, tras cometer el delito de incesto con su cuñada, en la súplica
que en 1831 presentó ante el juez José María Punchet no dudó en resaltar su
fragilidad e ignorancia como causas de su ilícito, argumentando al respecto que era
corta la educación recibida por los hombres de escasa fortuna como el declarante1665.
Luis, según confesó ante las autoridades, no sólo había delinquido por cohabitar con la
hermana de su esposa durante quince días, sino que, para ello, había decidido echar a
su legítima mujer del domicilio conyugal sin conocer las terribles consecuencias
penales que ese acto podía tener.
1665
AGNM, TSJDF, 1831, caja 65, exp. 33, ―Luis Islas e Hilaria Ramírez por incontinencia incestuosa‖, f.
6v.
1666
AGNM, TSJDF, 1845, caja 219, ―Miguel García y socia. Incontinencia‖, s/f.
- 423 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Otros
Ex amantes
31% 40%
61%
21% Familiares de la
acusada
8% Familiares del
acusado
Gráfico elaborado a partir de información ofrecida por 74 casos
comprendidos entre los años 1827 y 1880. Fuente: Fondo TSJDF del
AGNM, cajas 25-701.
- 424 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1667
AGNM, TSJDF, 1844, caja 206, ―Carmen Zapata. Incontinencia‖, ff. 125r-126v.
1668
AGNM, TSJDF, 1844, caja 206, ―Carmen Zapata…‖, f. 126r.
1669
AGNM, TSJDF, 1827, caja 30, ―Contra Felipe Galicia por incontinencia con Simona‖, ff. 1r.
- 425 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1670
AGNM, TSJDF, 1827, caja 30, ―Contra Felipe Galicia por incontinencia con Simona‖, ff. 1v.
1671
San Gregorio Cuautzingo es una localidad perteneciente al municipio de Chalco, en el actual estado
de México. Durante los años de gobierno centralista (1836-1846) perteneció al Partido de Chalco, ubicado
en el Departamento de México. Se encuentra ubicado aproximadamente a cuarenta kilómetros de la
capital del país.
- 426 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
por amancebamiento fueron interpuestas por siete hombres y ocho mujeres que,
reconocieron tener o haber tenido una relación ilícita con los acusados y mostraron su
indignación y ofensa en sus declaraciones a pesar de no contar con el respaldo legal
suficiente para exigir reparación alguna por el daño sufrido.
El elemento central que determinó la actuación de estos actores no fue otro que el
deseo de vengar un engaño o abandono sentimental, e impedir así que sus ex parejas
se alejaran de ellos y decidieran rehacer sus vidas junto con otras personas. De esta
manera, por ejemplo, María Flores confesó ante el juez Villaurrutia que había vivido
amancebada diez años junto con Domingo Ibarra, quien nunca le había cumplido la
promesa de contraer matrimonio con ella y ahora pensaba casarse con otra mujer1672.
Al no haberse casado con ella, la demandante expuso ante el juez que no podía
permitir que ahora lo hiciera con otra mujer. La rabia y el desengaño sufrido, sin
embargo, no eran motivos suficientes para conseguir la intermediación judicial y, tras
mandar detener a los acusados, haber oído a las partes enfrentadas y reflexionar dos
días sobre el caso, el magistrado mandó poner en libertad a los reos y recomendar a
la ofendida que acudiera ante un juez eclesiástico para interponer un juicio por
esponsales. Ex amantes masculinos que confiaron en las instituciones judiciales para
resolver sus litigios amorosos, como el jornalero Tomás Fuentes, encontraron la
misma negativa judicial ante las peticiones de castigo contra sus antiguas parejas. El
referido Tomás acudió en 1871 a las autoridades para demandar a su amancebada, a
quien se refería como su mujer, y a su supuesto amante, Longino Ramírez 1673. Tras
comprobar que el demandante no era el marido legítimo de la acusada sino que sólo
había sido su amasío, el juez Anacleto Ontiveros mandó poner a los detenidos en
libertad, pues el demandante no tenía derecho alguno para reclamar la reparación del
abandono de su pareja y la injuria sufrida.
Los celos o el respeto a la moralidad imperante, sin embargo, no fueron los únicos
estímulos que movieron la acción de los demandantes en los procesos por
amancebamiento. En cuatro de los juicios analizados encontramos que fueron las
propias procesadas las que confesaron su ilícita relación cuando acudieron a las
autoridades para solicitar su auxilio ante la violencia que sufrían a manos de sus
amantes1674. En esta tesitura se encontró Juana Hernández cuando acudió al cuartel
número dos de la ciudad de México para denunciar que su amasio, el aguador José
1672
AGNM, TSJDF, 1828, caja 39, exp. 109, ―Contra Domingo Ibarra y Francisca Corona por
incontinencia‖, s/f.
1673
AGNM, TSJDF, 555, 1871, caja 506, s/t, s/f.
1674
AGNM, TSJDF, 1844, caja 194, ―José María Santillán y socia. Incontinencia‖, s/f; AGNM, TSJDF,
1844, caja 195, ―Fernando Covarrubias y socia. Incontinencia‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1844, caja 194,
―Valentín Rojas y socia. Incontinencia‖, s/f y AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―María Sacramento.
Incontinencia‖, s/f.
- 427 -
Alejandra Palafox Menegazzi
María Santillán, con el que cohabitaba ilícitamente desde hacía un mes y medio,
acostumbraba a azotar varias partes de su cuerpo con una correa de mano1675. La
última paliza sufrida a manos de su pareja le había dejado visibles heridas que mostró
como prueba ante el juez. Cansada de la violencia sufrida y de que José María no
cumpliera con la promesa de matrimonio que le había hecho hacía semanas, decidió
pedir la intermediación de las autoridades para que con un castigo leve lograran
corregir la actitud de su amante, con el que Juana, a pesar de todo, seguía dispuesta a
casarse.
b) Los acusados
De setenta y cinco mujeres procesadas por amancebamiento pudimos conocer la
edad de cincuenta y dos, comprendidas entre los 15 y los 41 años. Treinta y dos de
estas (61,5%) presentaron edades situadas por debajo de los 23 años, es decir, que
fueron juzgadas siendo menores de edad. Por su parte, la mayor parte de los cuarenta
y seis varones procesados de los que pudimos conocer la edad también presentaron
un perfil joven, con edades comprendidas entre los 17 y los 40 años. Veinticuatro de
estos acusados (52%) también mostraron edades situadas por debajo de la edad
adulta.
100%
80%
60%
35-44
40%
25-34
20%
15-24
0%
Edad de las mujeres Edad de los varones
acusadas de mancebía acusados de mancebía
(Total 52 casos) (Total 46 casos)
1675
AGNM, TSJDF, 1844, caja 194, ―José María Santillán y socia. Incontinencia‖, s/f.
- 428 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
mexicana. Tan sólo dos de estas mujeres y siete de los hombres firmaron sus
declaraciones.
Ocupación Total
1676
Oficios menores 18
1677
Artesanía 13
1678
Sector agropecuario 3
Comercio1679 1
Profesiones liberales -
Religioso -
Policía1680 1
No identificada 19
A partir de este año, sin embargo, predominó un perfil profesional más diversificado
y aunque los artesanos ocupaban la primera posición también contabilizamos un
párroco y un filarmónico entre los procesados.
1676
Incluye siete albañiles, cuatro sirvientes, dos carboneros, un pintor, un aguador, un cargador, un
armero y un cochero.
1677
Incluye tres zapateros, dos carpinteros, dos herreros, un ladrillero, un sombrerero, un pasamanero, un
tejedor, un sastre y un indianillero.
1678
Incluye un jornalero, un agricultor y un labrador.
1679
Incluye un comerciante de cristal.
1680
Incluye un guardia urbano
- 429 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Ocupación Total
Oficios menores1681 3
Artesanía1682 5
1683
Sector agropecuario 1
Comercio 1
1684
Profesiones liberales 1
Religioso1685 1
Militar1686 2
No identificada 6
Entre las procesadas pudimos conocer sólo la actividad desempeñada por seis
mujeres del total de setenta y cinco procesadas, tres de las cuales afirmaron trabajar
como sirvientas domésticas, una como sirvienta en una botica y otra vendiendo fruta
en un mercado ambulante.
Por su parte, las personas que fueron sorprendidas teniendo cópula o acto carnal y
que, por ello, fueron conducidas ante las autoridades afirmaron tener edades
comprendidas entre los 17 y los 46 años. Cinco de las diez mujeres de las que
pudimos conocer la edad se situaron entre los 27 y los 36 años y seis de diez varones
no superó los 26.
100%
80%
60%
37-46
40%
27-36
20%
17-26
0%
Edad de las mujeres Edad de los varones
acusadas de mancebía acusados de mancebía
(Total 10 casos) (Total 10 casos)
1681
Incluye un albañil y dos carretoneros.
1682
Incluye un zapatero, un talabartero, un panadero, un requesonero y un garrotero.
1683
Refiere a un jornalero.
1684
Refiere a un filarmónico.
1685
Refiere a un cura párroco.
1686
Incluye dos soldados.
- 430 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1687
AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Mariana Victoriana. Incontinencia‖, s/f.
- 431 -
Alejandra Palafox Menegazzi
incontinencia como estrategia defensiva. Este hecho, por un lado, nos ha invitado a
pensar en que posiblemente parte de las procesadas pudieran ser prostitutas, al
menos hasta 1865, año en el que esta actividad comenzó a ser regulada. Como vimos,
la indeterminación legal que envolvió este ejercicio en las décadas anteriores derivó en
una extendida tolerancia hacia la misma por parte de las autoridades, a pesar de su
formal prohibición, así como en un extendido arbitrio judicial a la hora de determinar su
posible condena.
Por otro lado, la aparente normalidad con la que los procesados por estos delitos
leves narraron sus vicisitudes cotidianas nos ha permitido constatar la existencia de un
subterfugio sexual directamente opuesto a la normativa vigente, lo cual muestra de la
importante extensión que este tipo de ilícitos tenían entre parte de los habitantes
capitalinos. El proceso por amancebamiento incoado en 1843 contra el herrero Nicolás
Garnica y la joven viuda Toribia Méndez ofrece un buen ejemplo de lo afirmado. En
este caso, los acusados fueron conducidos ante las autoridades judiciales después de
que Nicolás hubiese amenazado de muerte a un sargento del Quinto de Caballería
Permanente. En atención a lo declarado por los tres implicados en el conflicto, Nicolás
y Toribia habían sido amantes durante cuatro años y al ser Nicolás un hombre casado,
no habían formalizado su relación. Desde hacía unos meses Toribia había contraído
relaciones con Jesús María Espíritu, el citado sargento, por lo que se había decidido a
dejar su relación con Nicolás. Indignado por el abandono, Nicolás no sólo amagó a su
supuesto rival sino que, convencido de estar sujeto a derecho, acudió ante el auxiliar
del cuartel número quince, Remigio Gutiérrez, para exigir que mandara detener a
Toribia ―por haberse salido de su lado‖, lo que aún no había podido asimilar1688. Al
tratarse de una mujer menor de edad, el juez encargado del caso ordenó que Toribia
fuera entregada a su madre y que los dos acusados fueran puestos en libertad
obligados a pagar las costas de la escribanía como apercibimiento.
Éste y otros procesos similares nos han dado muestra de la existencia de un orden
sexual alejado de la moralidad respaldada por leyes y tratadistas, un complejo
conjunto de relaciones y reglas que marcaron la cotidianidad de este heterogéneo
conjunto social y que no coincidieron con las normas estipuladas en el plano formal.
La extendida aceptación delictiva en los procesos por amancebamiento, sin
embargo, pese a ser mayoritaria no fue compartida por la totalidad de las procesadas.
Al igual que la violencia de género en el ámbito doméstico fue una variable frecuente
en las historias de vida recogidas en los expedientes judiciales consultados, en varios
de estos documentos también pudimos constatar una frecuente violencia intrafamiliar,
1688
AGNM, TSJDF, 1843, Caja 189, s/t, s/f.
- 432 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
ejercida indistintamente por padres y madres sobre sus hijas. Esta difícil coyuntura, en
ocasiones provocaba que mujeres jóvenes salieran de sus casas de forma temprana y
buscaran refugio en los brazos de sus parejas. De esta manera al menos, dieciséis de
las setenta y cinco mujeres (21%) acusadas por amancebamiento justificaron su
reprobable comportamiento ante las autoridades encargadas de juzgarlas. Podemos
considerar como ejemplo de lo afirmado el juicio contra Micaela Miranda e Ignacio
López, acusados por la madre de Miranda de cohabitar en ilícitas relaciones, donde la
joven justificó su falta afirmando que decidió irse a vivir con el acusado a raíz de que la
demandante la maltratara y la obligara a servir como doméstica en casas ajenas1689.
En similares términos formuló su defensa la joven de 22 años Martina Tacome, quien
cansada del trato que recibía de su propio padre se había ido a vivir junto con el
cochero Mariano Lozano, trece años mayor que ella. Al parecer, Ambrosio Tacome,
padre de Martina y demandante en el proceso, acostumbraba a llegar beodo a su casa
y golpear a la acusada y a su hermana pequeña, quien también había decidido
abandonar el hogar paterno y vivía junto con Martina.
En estos y otros casos de similar naturaleza, las acusadas justificaron su situación
de amancebamiento mediante una relación lógica entre no tener un lugar dónde dormir
y cobijarse y mantener relaciones sexuales con un hombre. Lejos de aludir a deseos
personales, estas mujeres narraron su cuestionada situación como si de una
obligación se tratara. Al igual que lo observado en las estrategias de defensa
formuladas ante las autoridades por mujeres acusadas de adulterio, estas jóvenes
interpretaron que sus faltas habían sido fruto de una necesidad material, es decir, que
habían contraído relaciones carnales con otros hombres a cambio de sustento y
protección, conscientes de poder obtener así una mayor lenidad por parte de los
jueces.
1689
AGNM, TSJDF, 1844, caja 196, ―Micaela Miranda. Incontinencia‖, s/f.
- 433 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1690
Si bien los expedientes por lenocinio analizados han sido veinticinco, en dos de ellos la acción
delictiva que recayó sobre los acusados Francisco de la Vega e Ignacio Robles, residió supuestamente en
haber tolerado una relación de amancebamiento de sus respectivas hijas, motivo por el que no han sido
incluidos en este apartado. AGNM, TSJDF, 1866, caja 424, ―Juzgado 3º de instrucción del ramo criminal
contra Ignacio Robles por amagos, conatos de heridas y sospechas de lenocinio‖, ff. 1r-8v. AGNM,
TSJDF, 1866, caja 424, s/t, ff. 1r-31v.
- 434 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1691
El indeterminado calificativo de ―anciana‖ incluido en el cuadro XXVIII responde a la utilización del
mismo por parte de las autoridades judiciales encargadas del caso para referir a la acusada, así como a la
ausencia de referencia a su edad exacta.
1692
Recordamos que aquel que lograra sustraer de su casa a una joven menor de dieciséis años con el fin
de prostituirla, pese a contar con su consentimiento y no emplear violencia ni engaños, cometía un delito
de rapto por seducción. CP 1871, Art. 810.
- 435 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1693
AGNM, TSJDF, 1855, caja 308, ―Casas‖, ff. 1r-2v.
1694
AGNM, TSJDF, 1831, caja 66, exp. 32, ―Toca a la causa instruida a Mariana Berislain por lenona‖, s/f.
AGNM, TSJDF, 49, 1838, caja 132, ―Causa de Ana Flores por lenona‖, ff. 40r-50v y AGNM, TSJDF, 1860,
caja 341, ―Toca a la causa instruida en el juzgado 1º contra Justa Torres por lenocinio‖, ff. 1r-7v.
- 436 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
doncellas1695. Como vimos, la condición sexual y el estado civil eran las dos principales
variables que definían la valorización social de una mujer. El hecho de que una mujer
hubiese sido desflorada fuera del legítimo ámbito matrimonial simbolizaba como vimos
una mácula cuasi irreparable que condenaba a una joven a la corrupción, es decir, al
uso de su cuerpo con fines lujuriosos, lo que se equiparaba con la prostitución. Por
este motivo, las regentes de los burdeles debían impedir que jóvenes inocentes se
acercaran a sus negocios para evitar así que cayeran en las garras del vicio y la
depravación. Dentro de esta lógica, las mujeres procesadas por lenocinio,
acostumbradas a ejercer su profesión sin tener apenas altercados con las autoridades,
se esforzaron por convencer a los jueces de que sólo trabajaban con jóvenes
corrompidas, es decir, que habían sido ya desfloradas. La edad de las mismas, en
atención a sus declaraciones, era una variable secundaria con respecto a su estado
sexual.
Al respecto, por ejemplo, Petra Ortega justificó haber obtenido beneficio económico
de la prostitución de una adolescente de trece años, de nombre Inocencia Ramírez,
afirmando que ésta ya no era virgen sino ―una mujer de mundo‖, por lo que las
autoridades no tenían nada que reprocharle1696. Según sus declaraciones, ratificadas
por las de la propia Inocencia, la joven había sido desflorada antes de acudir al
lupanar, conducida por una mujer de nombre Soledad, quien había acordado con tres
hombres distintos los varios encuentros sexuales de Inocencia. A cambio de dos
reales por acto sexual y sólo después de conocer que Inocencia ya no era virgen,
Petra había aceptado que dichos encuentros tuviesen lugar en su casa.
Por su parte, la meretriz no había recibido ni un centavo. Al igual que otras jóvenes
prostitutas, Inocencia se encontraba a causa de su inexperiencia expuestas a los
engaños materiales y abusos de madamas de quienes, al tiempo, dependían para
obtener un techo donde cobijarse y la protección debida ante posibles clientes
violentos o corrompidos policías. Frente a esta desalentadora situación, ¿qué era
entonces lo que provocaba que estas púberes escogieran la prostitución como oficio?
Para responder a esta compleja pregunta hemos considerado las crudas
declaraciones que algunas de estas jóvenes meretrices pronunciaron ante las
autoridades. Conscientes de la probable existencia de otras diversas explicaciones,
sus relatos nos han servido para conocer una de las caras menos amables tanto del
universo de la prostitución como del sistema sexo-género decimonónico en general.
1695
El Reglamento de Mujeres Públicas de 1865, en su artículo 30, hizo explícita esta prohibición, vetando
el acceso a los burdeles de mujeres casadas y doncellas. ―Reglamento de la Prostitución, 1865‖, art. 30,
AGNM, Gobernación, caja 1, Legajo 1790 (1), Expediente 2, ff. 1r-21v, en Ixchel Delgado Jorda, Mujeres
públicas bajo el Imperio: la prostitución en la Ciudad de México durante el Imperio de Maximiliano (1864-
1867), Tesis de Maestría, México, el Colegio de Michoacán, 1998, p. 309.
1696
AGNM, TSJDF, 1844, caja 270, ―Petra Ortega. Lenocinio‖, s/f.
- 437 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―Hace un año o poco más que contrajo relaciones ilícitas con un individuo llamado
Francisco, el cual sacó a la declarante de la casa en donde estaba sirviendo, llevándosela a
1697
AGNM, TSJDF, 1844, caja 270, ―Petra Ortega. Lenocinio‖, s/f.
1698
AGNM, TSJDF, 1844, caja 209, ―Aranda. Lenocinio‖, s/f.
- 438 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
un cuarto que tomó por la Plazuela de la Palma. Permaneció en compañía del referido
Francisco como un mes y, habiéndola abandonado por haber contraído relaciones con otra
mujer, entonces la declarante se volvió a vivir con su madre que vive en la calzada de Santa
María en una casa que está frente a la de Don Matías Palacios (…). Hará como unos quince
días fue la declarante a ver a Antonia Labastida para que la recibiera en su casa, pero que
ésta no la quiso admitir por no tener libreta, que con tal motivo fue a inscribirse a la
comisaría como mujer pública volviendo a la casa de la Labastida, donde permaneció hasta
hoy que fue aprehendida en el burdel de la referida Labastida por su padre Ramón
Hinojosa”.
1699
―Reglamento de la Prostitución, 1865‖, arts. 12 y 13, AGNM, Gobernación, caja 1, Legajo 1790 (1),
Expediente 2, ff. 1r-21v, en Ixchel Delgado Jorda, Mujeres públicas…, op. cit., p. 307.
1700
―Reglamento de mugeres públicas. Reglamento para la Prostitución en México, 1867‖, en AHSS,
Salubridad Pública, Inspección Antivenérea, caja 1, exp. 1, 1867, ff. 1r-22v, citado en Ramírez Sánchez,
Ana Margarita, La prostitución en la ciudad de México durante la segunda mitad del siglo XIX: un
problema de salud Pública, Tesis de Licenciatura, México, UAM, 2013, p. 180.
1701
Las prostitutas aisladas eran aquellas que residían solas, a diferencia de las prostitutas de
comunidad, quienes vivían junto con otras mujeres y estaban sujetas al control de una matrona o
madama. La clase de una prostituta dependía del criterio del funcionario correspondiente, quien decidía
en función de la belleza de la candidata, si ésta ameritaba estar en primera, segunda o tercera clase. Esta
clasificación determinaba la cuota que cada mujer estaba obligada a pagar a las autoridades policiales.
1702
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Lenones‖, s/f.
1703
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Lenones‖, s/f.
- 439 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―notoriamente prostituidas‖, se investigaran las causas por las que éstas se habían
determinado a ejercer su oficio y se las procurase disuadir de su resolución1704.
En cumplimiento de la ley, la joven Francisca fue interrogada en la comisaría sobre
los motivos por los que había decidido prostituirse y, tras su declaración, el citado jefe
de policía decidió ordenar la detención de Vicenta Montoro, Soledad Vélez y María
Espino, mujeres supuestamente responsables de haber entregado a Francisca a un
hombre para que la desvirgara a cambio de una suculenta suma económica.
Una vez delante del juez de primera instancia Ignacio Villava, Francisca pronunció
la siguiente declaración:
―Hará como 15 días, estando de visita junto con su madre en la casa de Doña Petra
Estrada en la calle de la Misericordia número 11, conoció como visita también a Vicenta
Montoro, la que le propuso si quería comprometerse con un individuo con quien ella le
llevaría y que le daría 100 pesos en caso de que fuera doncella, a lo que rehusó la que
habla por haber dejado de serlo hace ya un año. Al día siguiente se lo avisó a su madre
quien tampoco quiso que accediera (…) que a los 3 días accedió para poder cubrir con esa
suma sus necesidades pues estaba falta de ropa, viviendo arrimada con su tía María Espino
y la cual ese día no tenía para el gasto. Que fue con Vicenta a la azotea de la casa que fue
de Correos y en una de las viviendas le presentó un señor apellidado Sánchez a quien la
declarante manifestó que no era doncella y sin embargo el referido Sánchez tuvo acto
carnal con ella dándole por esto 3 pesos de los que dio 4 reales a Vicenta y el resto a su
1705
madre Concepción, quien la reprendió por lo que había hecho‖ .
1704
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Lenones‖, s/f.
1705
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Lenones‖, s/f.
1706
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Lenones‖, s/f.
- 440 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
encargados de revisar a las candidatas1707. Esta situación, unida al hecho de que para
la inscripción no fuera necesario mostrar ningún documento identificativo que
acreditara la edad de las candidatas, se tradujo en la aprobación formal de la
prostitución de jóvenes adolescentes. El caso de la joven de trece años Concepción
Lomeli da muestra de lo afirmado. Tras huir de la casa familiar, logró inscribirse como
prostituta de segunda clase del burdel del callejón de Areneros número 21, usando el
nombre falso de Pilar Rosas y afirmando tener quince años1708. Tanto el empleado de
la Inspección de Salubridad Gregorio Uribe como los facultativos encargados de
examinarla para su inscripción acreditaron que físicamente cumplía los requisitos para
trabajar como mujer pública, permitiendo así que, a cambio del peso correspondiente,
le fuera entregada la libreta que autorizaba a Concepción a prostituirse dentro de la
legalidad. Sólo después de que su padre iniciara una investigación pública y lograra
encontrar a su hija en el Hospital de San Juan de Dios, donde se hallaba ingresada
por padecer una infección vaginal, las autoridades judiciales pudieron constatar el
engaño cometido, confiscar la libreta y apercibir a Concepción por sus faltas.
Fotografía IV. Retrato de la joven de trece años Concepción Lomeli, recogido en 1872
1709
en su libreta identificativa
1707
―Reglamento de la prostitución en México‖, en AGNM, TSJDF, 1872, caja 531, ―Contra Miguel
Abogado por sospechas de rapto y estupro en la persona de la joven Concepción Lomeli‖, f. 47r.
1708
AGNM, TSJDF, 1872, caja 531, ―Contra Miguel Abogado…‖, f. 41r.
1709
AGNM, TSJDF, 1872, caja 531, ―Contra Miguel Abogado…‖, f. 41v.
- 441 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 442 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
violencia y como agresores en los delitos de violación y otro dedicado a las personas
que resultaron ofendidas por sus actos, tanto a las víctimas directas como a los
familiares de las mismas que se constituyeron parte demandante durante los
procesos.
Debemos advertir, por otro lado, que dentro de los procesos por rapto, estupro y
violación, la confluencia en ocasiones de más de uno de estos ilícitos en el mismo acto
delictivo derivó en confusas clasificaciones por parte de los funcionarios judiciales
competentes quienes no respetaron siempre los mismos criterios a la hora de
establecer su selección. Esta situación nos ha obligado, por motivos prácticos, a elegir
un solo delito a la hora de clasificarlos1710. En atención a la normativa imperante,
recordamos que el delito de estupro por seducción consistía en desvirgar a una joven
mediante el empleo de engaños, sobre todo a través de falsas promesas de
matrimonio. Por su parte el rapto por seducción consistía en el engaño que mediante
halagos o falsas promesas se efectuaba sobre una joven honrada con el fin de sacarla
de su casa y casarse o tener relaciones sexuales con ella.
Tanto el estupro como el rapto constituían también un delito cuando se ejercían
mediante el uso de la fuerza física. Si bien el empleo de la violencia, en atención al
derecho vigente, fungía como agravante en ambos ilícitos, su presencia nos ha
parecido lo suficientemente relevante para abordar los raptos y estupros cometidos por
la fuerza en un apartado distinto, junto con el resto de procesos por violación. Con el
objetivo de simplificar la exposición de nuestro análisis, los juicios por estupro por
seducción acompañados del rapto de la víctima han sido analizados junto con los
demás casos de estupro sin violencia física y todos en los que aparecía el empleo de
la fuerza física como circunstancia agravante han sido insertados en la categoría de
violación. Los casos revisados de incesto con violencia y los de estupro inmaturo, es
decir, cometidos sobre niñas menores de doce años, han sido incluidos también dentro
de esta categoría de violación, al mediar la fuerza física en todos ellos.
1710
Esta omisión ha respondido a los objetivos de facilitar el estudio de los actores y procesados,
eliminando complejas aclaraciones puntuales. Sin embargo, para la elaboración de los gráficos incluidos
en el capítulo 5 de esta investigación, dedicado a la actuación fiscal y judicial en primera, segunda y
tercera instancia, hemos adoptado distintos criterios que nos permitieran apreciar la valoración de fiscales
y magistrados ante los actos criminales procesados y sus circunstancias agravantes.
- 443 -
Alejandra Palafox Menegazzi
En relación con los implicados en los casos de estupro, interpretar sus discursos
públicos como estrategias defensivas y no ya como fieles reflejos de la realidad, aquí
más que en ningún otro proceso, ha sido posible gracias a la constatación de algunos
de los comportamientos que seductores y víctimas tuvieron en el ámbito privado. La
correspondencia amorosa intercambiada por actores, enfrentados después en los
procesos por estupro, fue con frecuencia presentada como documento probatorio de la
comisión o ausencia delictiva. Gracias al análisis de las expresiones e intenciones
plasmadas en estos documentos, hemos podido acceder a algunas de las relaciones
de poder sexual que se establecían en el interior de estas parejas desde una
perspectiva marcadamente distinta a la ofrecida por las declaraciones pronunciadas
por estos actores en el foro.
a) Los seductores
Los hombres acusados por estupro fueron en su mayoría varones jóvenes, sin
apenas instrucción, solteros y pertenecientes a los sectores populares capitalinos.
Pese a ello, también figuraron entre los procesados hombres de estatus elevado,
oficiales del ejército, importantes artesanos y comerciantes. Los porcentajes relativos
al perfil sociodemográfico de estos procesados han sido calculados sobre un total de
195 casos, pues de los 270 expedientes consultados sólo en estos constaron sus
generales.
- 444 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Las edades de los acusados estuvieron comprendidas en su mayor parte entre los
quince y los cuarenta y cinco años, con un promedio de veintitrés, siete años más en
comparación con el promedio de edad de las mujeres estupradas, que fue de dieciséis
años y estuvo contenido entre los trece y los veinte seis años. Sólo en un caso el
procesado sobrepasó los límites de edad indicados al declarar tener setenta y un
años.
120%
100%
80%
Más de 45
60%
35-45
40%
20% 25-34
0% 15-24
Edad de los varones Edad de las mujeres
acusados de estupro víctimas de estupro
(Total 178 casos) (Total 166 casos)
- 445 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Ocupación Total
1711
Artesanía 83
Oficios menores1712 52
Comercio 14
Ejército1713 11
Sector agrícola1714 21
Operarios de fábrica 8
Profesiones liberales1715 5
Religioso 1
No identificada 75
50%
45% Artesanía
40%
Oficios Menores
35%
30% Sector Agrícola
25% Ejército
20%
15% Comercio
10% Operario de fábrica
5%
Religioso
0%
1827-1850 1851-1880 Profesionales liberales
(Total 44 casos) (Total 151 casos)
1711
Incluye diecisiete zapateros, nueve panaderos, once carpinteros, seis talabarteros, tres bizcocheros,
cinco tejedores, siete sastres, cinco sombrereros, tres herreros, un latonero, dos hojalateros, un tapicero,
un sillero, un pulquero, tres plateros, dos peluqueros, dos cerveceros, un cohetero, un artesano modesto,
un purero y un curtidor.
1712
En esta categoría están comprendidos en la tabla: cuatro sirvientes, once albañiles, dos veleros, un
almidonero, cinco cocheros, ocho partidores de carne, un cantero, un charolero, un curtidor, tres
carretoneros, un cocinero, un portero, cuatro tocineros, tres carboneros, un cargador, un cortador de
jabón, un salitrero, un pintor, un carrocero y un tonelero.
1713
Incluye seis soldados y cinco oficiales.
1714
Incluye trece jornaleros, cinco hortelanos y tres labradores.
1715
Incluye un litógrafo, un flebotomiano, un repartidor de novelas, un administrador de aduanas y un
senador.
- 446 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
100%
90%
80%
70% Otros
60%
50%
Matrimonio
40%
30%
20% Víctima no
10% honrada
0%
1827-1850 1851-1880
(Total 38 casos) (Total 84 casos)
- 447 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1716
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, ―Doña Juana Alcántara contra Don Juan Garduña por estupro‖, s/f.
1717
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, ―Doña Juana Alcántara…‖, s/f.
- 448 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1718
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, ―Doña Juana Alcántara…‖, s/f.
1719
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, ―Doña Juana Alcántara…‖, s/f.
1720
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, ―Doña Juana Alcántara…‖, s/f.
- 449 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Florencio sostuvo que hacía tres años que había contraído ilícitas relaciones con la
quejosa,
Con un tono muy distinto, sesenta y seis de los de los acusados por estupro (54%),
tras reconocer su participación en el delito, explicaron a jueces y familiares ofendidos
que su acto fue fruto de la torpeza o de un excesivo influjo de las pasiones; trataron de
convencer a su audiencia de que sus intenciones no eran otras que las de reparar el
agravio cometido contrayendo matrimonio con sus víctimas o indemnizándolas
económicamente. En diversas ocasiones, frente a posibles oposiciones familiares a
que dos jóvenes celebraran su matrimonio, el rapto y el estupro actuaron como
eficientes evasivas legales puestas en marcha por jóvenes amantes para conseguir
romper el disenso paterno y poder así celebrar su enlace1722. Al respecto, debemos
considerar que setenta y siete casos de los doscientos setenta juicios por estupro y
rapto por seducción analizados (28,5%) concluyeron con la desestimación de la
demanda interpuesta por los padres de la víctima sobre el infractor. De estos, en
cincuenta y dos se acordó la concesión de su permiso para la celebración del
pretendido matrimonio. En el resto, la retirada de la acusación pudo responder al
interés en no dilatar el juicio para evitar así que la ofensa fuese de público
conocimiento.
Debemos recordar que durante las décadas anteriores a la codificación penal, a
pesar de que las leyes medievales permitieran perseguir el delito de estupro de oficio,
la doctrina se mostraba reacia a ello por considerar que el ilícito era de carácter
privado y no atentaba contra el conjunto social por lo que debía perseguirse sólo a
1721
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, "Criminal contra Florencio Ramírez por rapto y estupro", f. 4v.
1722
La edad mínima para contraer matrimonio, con el consentimiento de la figura paterna o tutor, durante
el periodo de vigencia del derecho colonial, fue para las mujeres de doce y para los hombres de catorce
años. Alcanzada la mayoría de edad, con veintitrés y veinticinco años respectivamente, la mujer podía
casarse libremente. Recordamos que con la codificación penal la mayoría de edad femenina pasó de los
veintitrés a los veintiún años. Véase al respecto Valenzuela Reyes, María Delgadina, ―Evolución
legislativa sobre los derechos e igualdad jurídica de la mujer en México‖, Revista Latinoamericana de
Derecho Social, n. 10, 2010, p.334.
- 450 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
instancia de la parte ofendida. El Código Penal de 1871 no hizo sino confirmar esta
tendencia determinando que tanto los procesos por rapto o estupro podrían incoarse
sólo por queja de la mujer ofendida o de los familiares agraviados, es decir, de su
marido, si la víctima fuese casada, o de sus padres, si no lo fuera1723. Al igual que en
los delitos de adulterio, por tanto, la desestimación de la parte acusadora determinaba
la libertad del demandado y ponía fin al proceso.
Hallamos un claro ejemplo de lo afirmado en el proceso incoado por la viuda Doña
María Pérez de Herrera contra el teniente de Coraceros, Don Vicente Ramírez, por el
rapto y el estupro de su hija1724. Doña María, al tener conocimiento de que su hija
Carlota había celebrado esponsales con el referido Don Vicente, se había opuesto al
matrimonio por no tener conocimiento suficiente acerca de la conducta y
circunstancias del pretendiente, ―requisitos indispensables para una madre de familia
para dar una hija en matrimonio‖, según afirmó la demandante en su declaración1725.
Ante su negativa, la noche del 28 de julio de 1844, teniendo el cuerpo de coraceros
que partir de Texcoco para Tulancingo, el teniente Ramírez decidió raptar a Carlota
con el consentimiento de ésta. Para Doña María, el acto supuso una burla de su
vigilancia y un atropello del honor de su casa afirmando, además, que la ―fuga
intempestiva‖ de Carlota había causado por el disgusto la muerte de otra de sus hijas
que se encontraba enferma de gravedad1726. Tras demandar a Vicente, éste fue
detenido y encarcelado en un calabozo militar. A pesar del agravio sufrido, ante el
desconocido paradero de Carlota y el miedo frente a un supuesto estupro de la misma,
pasadas varias semanas, la demandante se convenció de la conveniencia de
estrechar un acuerdo con el detenido, quien se mostró dispuesto a entregar a la joven
para que quedara depositada en una casa de confianza hasta la celebración de su
enlace.
El plan de Vicente, como muestran las cartas de amor que fueron adjuntadas por
Doña María como prueba delictiva, tuvo el efecto deseado. Su objetivo no era engañar
a Carlota para acostarse con ella sino lograr sortear el disenso materno y contraer
matrimonio con su amada. En la referida correspondencia, el teniente instaba a la
joven a que saliera de su casa y se alejara del supuesto maltrato que recibía de parte
de su familia, con afirmaciones tan contundentes como las que referimos a
continuación.
1723
CP 1871, art. 793 y CPP 1880, art. 814.
1724
AGNM, TSJDF, 1844, caja 206, ―Doña Mª Pérez de Herrera contra el teniente de Coraceros, Don
Vicente Ramírez sobre rapto‖, s/f.
1725
AGNM, TSJDF, 1844, caja 206, ―Doña Mª Pérez de Herrera…‖, s/f.
1726
AGNM, TSJDF, 1844, caja 206, ―Doña Mª Pérez de Herrera…‖, s/f.
- 451 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―Voy a ver con qué medios me valgo para hacer todo lo posible para casarme contigo
pues no quiero que padezca tu honor (…) no he tratado de divertirme contigo ni de burlarte.
(…) Te amo demasiado y estoy dispuesto a casarme contigo pues aunque los de tu casa
dicen lo contrario tu mejor que ningún sabes que no me pueden ver y mucho menos ahora.
Con respecto a tu honor, tú misma eres testigo de cómo me porté contigo pues yo ni traté ni
1727
trato nunca de divertirme contigo pues el cariño que te tengo es cierto‖ .
b) Los ofendidos
En atención a las limitadas posibilidades laborales femeninas y a las relaciones de
género imperantes, como vimos, el principal objetivo social y medio de vida de una
joven era conseguir un matrimonio que garantizara su protección, sustento y estatus.
Para ello, parecía imprescindible cuidar y conservar el principal capital simbólico que
una doncella podía tener, su virginidad. Contraer matrimonio con una joven que ya
hubiese sido usada por otro varón, si atendemos a la expresión empleada en la época,
era un hecho extraordinario por el que pocos hombres estaban dispuestos a pasar. En
aras de la consecución de un provechoso enlace, padres, madres y hermanos
mayores debían actuar como custodios de los cuerpos y, en concreto, del himen de las
doncellas que estuvieran a su cargo.
En caso de que un atrevido seductor lograra burlar estos férreos controles, y
consiguiera contraer relaciones con una joven virgen, los familiares, al ser los
principales agraviados por este delito, más incluso que las propias jóvenes estupradas,
podían ejercer sus derechos legales y reclamar el resarcimiento material de la ofensa
ante los tribunales. Para ello, sin embargo, además de demostrar la castidad de la
supuesta doncella, debían convencer a las autoridades de haber tenido una actuación
ejemplar como guardianes de su recato y contención ya que, de lo contrario, serían
tratados como cómplices y responsables de su desarreglado comportamiento sexual.
Aquí, de nuevo, las diferencias socioeconómicas y culturales de los actores marcaron
importantes diferencias entre los discursos pronunciados en el foro. Así, los ofendidos
de mayor instrucción y estatus ofrecieron discursos más extensos y con mayores
recursos retóricos para demostrar su respetable condición moral y dotar de la mayor
gravedad posible al ultraje sufrido.
Ante la demanda por el estupro de su hija María interpuesta por Loreto Carranza,
por ejemplo, la demandante tuvo que demostrar ante el juez que desde el primer
momento en el que Vicente había solicitado a su hija para tener relaciones con ella a
cambio de dinero, ella se había opuesto con determinación. El acusado, un hombre
acaudalado según figuraba en sus discursos, por su parte trató de deslegitimar a
1727
AGNM, TSJDF, 1844, caja 206, ―Doña Mª Pérez de Herrera…‖, s/f.
- 452 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Loreto sosteniendo haberse constituido amante de la joven María, siendo alentado por
la propia madre que le propuso cotejarla con el propósito de que la joven olvidara a
otro pretendiente, a cambio de una cuantiosa retribución monetaria. Según consta en
su declaración:
―Desde entonces todos sus gastos fueron por mi cuenta y no solo sus gastos, cuantos
caprichos tenía la señora Carranza, mi bolsa estaba lista para satisfacerlas. Puedo asegurar
que la mayor parte de lo que ella tiene y cuanto María disfruta, todo ha sido dado por mí y
dado en la profusión con que se da a una mujer que forma la ilusión del hombre que la ama.
(…) Así transcurrieron los días, adormecidos ésta y yo por los placeres que nos prestaba el
amor aunque amargaban nuestra existencia las exigencias de la Sra. Carranza. (…) El
medio para dominarla era satisfacer su codicia, nada le faltaba desde las más insignificantes
1728
comodidades domésticas hasta el carruaje en que todo el mundo la ha visto pasearse‖ .
- 453 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Hall, procurando ―arreglar el negocio‖ de forma particular con éste y solicitando que se
sobreseyese el juicio1730. Contraer relaciones sexuales con un hombre a cambio de
una compensación material dentro de la institución matrimonial, ante los ojos de las
autoridades civiles de la Ciudad de México, no era motivo para condenar una
incontinencia femenina y sí para asegurar el resarcimiento de la pérdida de la
virginidad de la víctima. Sin embargo, justificar el mismo hecho mediante la obtención
de una retribución material fuera del matrimonio podría suponer un delito de
incontinencia simple o prostitución, pudiendo, paradójicamente, servir también como
atenuante en la comisión de un delito de adulterio, según las circunstancias.
Ante esta situación normativa, las familias demandantes se esforzaron por
demostrar que su conducta era ejemplar ya que cuanto mayor fuera el agravio sufrido
por su honor, mayor sería el castigo impuesto por la justicia a los supuestos
infractores. Las diversas declaraciones pronunciadas en 1841 por Don Guadalupe
Vázquez, respetable comerciante del pueblo de San Ángel, ofrecen un buen ejemplo
de lo afirmado, además de dar muestra de la situación de encierro y estrecha
vigilancia que muchas de las jóvenes de condición social acomodada capitalina
padecían en el seno de sus familias.
Para hacer valer sus derechos como parte acusadora en el proceso por rapto con
estupro perpetrado sobre María, su joven hija de dieciséis años, Guadalupe con la
ayuda de cuatro testigos trató de demostrar que tanto su casa como su familia
ameritaban respeto y consideración1731. Para ello, los testigos presentados tuvieron
que acreditar que el demandante había, literalmente, gozado siempre de la mejor
reputación y buen nombre en el pueblo, no había tenido en su casa diversiones y
concurrencias de personas que pudieran prestar ocasión y mérito para un trato familiar
y frecuente con sus hijas y había tratado a su familia con la decencia que correspondía
a su clase, procurándole siempre una subsistencia decorosa1732.
Según el demandante, hacía ocho meses que había visto al también comerciante
Francisco Olmos rondar por su casa. Sin conocer sus intenciones pero disconforme
con su actitud, Guadalupe se había mantenido vigilante y una noche, al encontrarse
con el acusado por la calle, lo llamó y le dijo que le hiciera el favor de manifestar el
motivo por que con tanta frecuencia pasaba por su casa, a lo que Olmos, con mucha
1730
AGNM, TSJDF, 1860, caja 341, "Primeras diligencias…", s/f.
1731
Las declaraciones referidas están contenidas en dos expedientes distintos: AGNM, TSJDF, 1841, caja
158, ―Carrillo Agustina contra su esposo Francisco Olmos por rapto y estupro de María Guadalupe
Vázquez‖, ff.1r-69v y AGNM, TSJDF, 1842, caja 177, exp. 28, ―Prueba producida por parte del Defensor
del reo Francisco Olmos, en la causa que se le imputa por rapto y estupro‖, s/f.
1732
Los testigos llamados al respecto fueron el labrador Luis Cano, el zapatero Miguel Alarcón, el médico
Santos Larrañaga y el cura José Camilo Escobar. AGNM, TSJDF, 1842, caja 177, exp. 28, ―Prueba
producida por parte del Defensor del reo Francisco Olmos, en la causa que se le imputa por rapto y
estupro‖, s/f.
- 454 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
altanería, según el declarante, le contestó que era hombre de bien y que era su
derecho pasar las veces que quisiera por el callejón donde se ubicaba su casa. Tras
una fuerte discusión, Francisco aceptó cambiar su actitud y dio su palabra de que no
volvería a molestarlo ni a pasar por delante de la puerta de su casa. La preocupación
de Guadalupe cesó sólo por unos días, hasta que el respetable padre de familia halló
unos zapatos verdes entre las pertenencias de sus hijas. Desconocedor del origen de
dicho presente y haciendo uso de su autoridad patriarcal, ordenó que los zapatos
fueran colgados con un mecate hasta que su propietaria diera la cara y confesara
quién había sido el autor de tan inquietante regalo. Al estar bajo el cuidado paterno y
no trabajar, ninguna de las referidas hijas tenía capacidad para adquirir nada sin el
conocimiento y ayuda de sus progenitores. La sospecha de existir un pretendiente tras
los zapatos regalados era alta.
Pasados cuatro días del incidente, al llegar a casa del trabajo, su mujer le advirtió
de que María había desaparecido, llevándose los referidos zapatos. Tras dar parte a
las autoridades policiales y poner en marcha un dispositivo de búsqueda, gracias a la
colaboración de Agustina Carrillo, esposa de Francisco Olmos, la joven fue hallada en
una casa del pueblo de la Magdalena, donde había sido llevada por el sospechoso
para vivir como su amasia. La joven, después de llevar meses intercambiando cartas
de amor con su pretendiente, se había decidido a abandonar las estrictas sujeciones
paternas y a huir con Francisco.
Una vez encontrada, dos parteras certificaron que la joven, además de estuprada,
estaba embarazada. Al ser Francisco un hombre casado, el matrimonio como medio
para resarcir el daño quedaba descartado por lo que el ultraje sufrido por el honor
familiar y, en especial, por el del padre Guadalupe era irreparable. Cuando las cosas
parecían no poder ir peor para la familia Vázquez, tras semanas de reconvenciones,
castigos y sobresaltos, María fue presa de una extraña fiebre y falleció.
Lejos de desistir de su acusación, el progenitor, preso de la furia y del dolor por la
muerte de su hija, decidió formalizar la acusación contra Francisco, exponiendo los
motivos por los que el referido debía ser condenado a la mayor pena posible de la
siguiente manera:
―Si en algún delito, señor juez, han considerado las leyes al padre de familia más que en
otro cualquiera para perseguir y vengar al hijo o hija ultrajada, es sin duda en el de rapto y
estupro, y a fe que con sobrada razón porque en el uno se ataca directamente la patria
potestad y en el otro se destroza el corazó de un buen padre, y qué diremos cuando como
en el presente se reúnen ambos delitos. No sería temeridad pedir contra él la pena de
muerte ni por consiguiente fuera de las leyes que se le aplicase. Yo sin duda la pediría si me
- 455 -
Alejandra Palafox Menegazzi
dejase llevar por el horror que me ha inspirado la crueldad de Olmos (…) pero como por una
parte la muerte de aquella no deja testimonio de la confusión y vergüenza que si viviera
presentaría a cada momento, y por otra el no uso de la ley ha templado el rigor que ella
contiene, me contento con solicitar la aplicación de la mayor extraordinaria. (…) Gozando mi
casa de la mejor y más acertada reputación y buen nombre, ha sido mayor el escándalo y
más doloroso y sensible para mí esa confusión y vergüenza con que tengo que aparecer a
‖1733
los ojos de los demás .
1733
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Carrillo Agustina contra su esposo Francisco Olmos por rapto y
estupro de María Guadalupe Vázquez‖, f. 39r-39v.
1734
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, "Criminal contra Florencio Ramírez por rapto y estupro", f. 13r.
- 456 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1735
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Contra Lorenzo Rosas por rapto y estupro‖, s/f.
1736
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Contra Lorenzo Rosas por rapto y estupro‖, s/f.
- 457 -
Alejandra Palafox Menegazzi
c) Las engañadas
Tan sólo tres de los doscientos setenta procesos por estupro por seducción
analizados fueron incoados no ya a petición de algún familiar de la supuesta estuprada
1737
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, "Criminal contra Florencio Ramírez por rapto y estupro", f. 14v.
1738
AGNM, TSJDF, 1875, caja 583, ―Contra Vicente Magos por rapto de la joven Soledad Vázquez‖, ff. 1r-
11v.
- 458 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
sino por la propia víctima1739. En ellos, los delitos fueron denunciados por mujeres de
origen socioeconómico elevado, años después de su comisión, una vez que las
mujeres habían agotado sus esperanzas de que sus seductores redimieran su
deshonra casándose con ellas o reconociendo a su prole. Enamoradas de hombres
mayores que ellas, estas mujeres narraron en sus declaraciones cómo creyeron
ciegamente las excusas que sus parejas les ofrecían a su reclamo de matrimonio
antes de tener el primer encuentro sexual. Confiadas de que, una vez pasadas las
temporales adversidades que impedían celebrar el acto, sus pretendientes cumplirían
con su promesa y se casarían con ellas, accedieron ante las insistentes peticiones
carnales de estos. Los hechos que se daban a continuación parecían sucederse de la
misma manera en todos los casos. Una vez satisfecho su deseo, los responsables
habían dejado de mostrar interés en ellas y las habían abandonado. Tras haber sido
rechazadas por sus respectivas familias por el ultraje que su estado les había
provocado y ante la imposibilidad de hallar a sus seductores o lograr un acuerdo
satisfactorio con ellos, estas mujeres burladas, algunas de ellas con hijos, no tuvieron
más remedio que confiar a la justicia la reparación del agravio sufrido.
―Mi edad inexperta como educada la mayor parte de mi juventud en los antiguos
conventos, la falta de un respecto varonil y la necesidad de que la señora mi madre saliera a
la calle a practicar sus negocios quedándome absolutamente sola en la casa con solo las
criadas, todas estas circunstancias contrarias a mi estado fueron aprovechadas por
1739
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Doña Dolores Bravo quejándose del Teniente coronel Don Félix
Azoñoz‖, ff.1r-30v.; AGNM, TSJDF, 1870, caja 491, ―Contra Gabriel Estrada acusado de estupro a
Carolina Migoni‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1873, caja 541, ―Estupro‖, s/f y AGNM, TSJDF, 1873, caja 541,
―Escrito presentado por Doña Consuelo Velázquez de la Cadena contra José Gutiérrez por estupro‖, s/f.
- 459 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Para ser reconocidas como víctimas de estupro, estas jóvenes debían demostrar en
el foro que habían sido seducidas por un varón con más experiencia y capacidad
persuasoria que ellas. Por ello, en sus discursos debían dar prueba de su condición de
mujeres castas y débiles, por supuesto, sin atisbar ninguna sombra de un posible
deseo sexual.
Fruto de su ilícita relación con Gutiérrez, Consuelo tuvo un hijo llamado Domingo
Ernesto, que en el momento de la demanda contaba con doce años de edad. Según lo
declarado por la demandante, en 1863, con la entrada de los franceses, Gutiérrez
había marchado a Veracruz, la Habana y España, tras lo que invitó a su familia a
cruzar el océano y reunirse en Sevilla. Ahí, Gutiérrez vivía del comercio de café y
prometió de nuevo a Consuelo que se casaría con ella pero no lo cumplió y, después
de que su negocio quebrara, abandonó a la declarante junto con su hijo quienes
sobrevivieron gracias a la compasión de importantes benefactores como el arzobispo
Labastida y el español Don Emilio Velasco, quienes les facilitaron los recursos
precisos para volver a México en enero de 1870. En esa situación fue que Consuelo
se decidió a interponer su demanda contra Gutiérrez, a quien definió ante los
tribunales como ―un seductor, un estuprador, como un hombre que falta a sagrados
compromisos, como un hombre que reniega de su propia sangre y que se goza en
verla abatida‖1741.
En similares términos relató el agravio padecido Dolores Bravo, quien acudió en
1841 ante la Comandancia General para demandar al teniente coronel Félix Azoñoz
por haberla instado a abandonar su casa y a contraer relaciones ilícitas con él bajo
una falsa promesa de matrimonio hacía ya dos años. ―Engañada y seducida por el
capitán con grado de teniente Coronel D. Félix Azoñoz de que se había de casar
conmigo, en el mes de abril de 1839 abandoné mi casa en la que por justos motivos y
1742
que a mi inexperiencia parecía caprichos, me evitaban las relaciones‖ . De esta
forma justificó su actuación la demandante, quien se definió a sí misma en la época
como una ―virgen de buena fama, (…) que no había dado qué decir como alguna,
pendiendo de una familia honrada, como era la de los excelentísimos Bravo y
Praso‖1743.
1740
AGNM, TSJDF, 1873, caja 541, ―Escrito presentado por Doña Consuelo Velázquez de la Cadena
contra José Gutiérrez por estupro‖, s/f.
1741
AGNM, TSJDF, 1873, caja 541, ―Escrito presentado por Doña Consuelo…‖, s/f.
1742
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Doña Dolores Bravo quejándose del Teniente coronel Don Félix
Azoñoz‖, ff. 26r-26v.
1743
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Doña Dolores Bravo…‖, ff. 26r-26v.
- 460 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
- 461 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Armas y atrás de éste la dejó con un hombre desconocido, el que la desfloró pues era
virgen antes de esa hora‖1744.
En términos similares, la joven cigarrera Isabel Galván, tras ser conducida por su
madre ante las autoridades para que declarara en contra de Febronio Alcibia, su
presunto estuprador, explicó cómo el pulque había influido en su desfloración
pronunciando el siguiente discurso:
―Que hace un año que le habló de amores Febronio que le correspondió y con
presunción de bien por motivo que la llevaba y la traía de su trabajo. Que ayer salió con él,
fueron hacia la Alameda, y en una fonda le dieron de tomar pulque con demasía y no supo
lo que le pasó después, sino fue hasta esta mañana que se encontró en el Hotel de las
Escalerillas acostada y a su lado Febronio y en otra cama Francisco. Que de ese lugar se
fue a su trabajo donde la encontró su mamá. Que cree está estuprada porque su ropa está
1745
ensangrentada‖ .
―Desgraciado soy sin la amable vista del bien que más adoro (…) mamasita, no le niegue
este único auxilio a quien la adora (…) mamasita mi alma no podrá tranquilizarse hasta
1746
entretanto no tenga el dulce placer de verla y estrecharla en mis desgraciados brazos‖ .
1744
AGNM, TSJDF, 1873, caja 541, ―Estupro‖, s/f.
1745
AGNM, TSJDF, 1875, caja 572, ―Febronio y Francisco Alcibia, por rapto‖, s/f.
1746
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Doña Dolores Bravo quejándose del Teniente coronel Don Félix
Azoñoz‖, ff. 2r-4r.
- 462 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Las cartas escritas por el presunto seductor fueron determinantes también durante
el proceso incoado en 1875 contra Néstor Tenorio, acusado del estupro de la joven de
quince años Refugio Carreón, hija del Coronel Antonio Carreón. En ellas, con un
impaciente discurso, similar al del coronel Azoñoz, el acusado, que era ocho años
mayor que ella y estaba casado con otra mujer, chantajeaba emocionalmente a su
supuesta amada instándola a que abandonara el hogar familiar. El acusado, que
trabajaba como empleado en la fábrica textil de San Ildefonso, narraba en sus cartas
cómo tenía que escapar lo antes posible de la ciudad de México por estar apuntado en
la lista de los que debía ―agarrar‖ la leva1747. Ante esa situación, para persuadir a la
joven, Néstor la acusaba de no quererlo y la tachaba de egoísta, sosteniendo, entre
otras cosas, que estaba dispuesto a dar su vida por Refugio1748.
En esta ocasión, sin embargo, la víctima, pese a mostrar un discurso público acorde
con la demanda por estupro interpuesta por su padre y en el que se mostraba como
una joven débil e inexperta que había sido engañada por el acusado, lejos de
pretender el castigo del mismo siguió comunicándose con él mediante
correspondencia secreta, con el objetivo de ponerse de acuerdo y volver a escapar
juntos. Las referidas cartas, halladas por el padre de la víctima y presentadas en el
juicio como prueba de la malicia de Néstor, ejemplifican las divergencias existentes
entre los discursos públicos y los privados de ésta y otras muchas jóvenes mujeres. Si
bien sólo el 17% de éstas se mostraron abiertamente contrarias a los intereses de sus
familiares y, fieles a sus parejas, reconocieron públicamente haber mantenido
relaciones sexuales por su propia voluntad para tratar de evitar así su condena,
ejemplos como el de Refugio nos invitan a pensar que para otras muchas mostrarse
como seres sumisos e incapaces ante las autoridades formó parte de una lograda
estrategia para gozar de crédito y protección ante su familia, el sistema judicial y la
sociedad en general.
1747
AGNM, TSJDF, 1875, caja 583, ―Contra Néstor Tenorio por seducir a la joven Refugio Canrreón‖, s/f.
1748
AGNM, TSJDF, 1875, caja 583, ―Contra Néstor Tenorio..‖, s/f.
- 463 -
Alejandra Palafox Menegazzi
En promedio, sus edades oscilaron entre los 25 años para aquellos a los que se les
imputó un delito de estupro inmaturo, es decir, violaciones cometidas sobre niñas
menores de 12 años, y los 26 para quienes fueron acusados de violar a una mujer
mayor de dicha edad. Los procesados por cometer un acto de violencia sexual dentro
del ámbito familiar presentaron un promedio de 31 años.
100%
90%
80%
70%
60% 55-64
50% 45-54
40% 35-44
30%
25-34
20%
15-24
10%
0%
Violación Violación Estupro inmaturo
(Total 90 casos) incestuosa (Total 16 casos)
(Total 16 casos)
En relación con el estado civil de los acusados, para los casos en los que aportaron
ese dato, como podemos observar en el cuadro XXXIII la proporción de casados,
solteros y viudos varió notablemente en las tres categorías delictivas contempladas
aunque, en conjunto, predominaron los solteros y los viudos apenas estuvieron
presentes en cada caso.
- 464 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
con un porcentaje de migrantes, calculados sobre las mismas muestras, del 17,7%, el
25% y el 31,2% respectivamente.
En lo que respecta a la ocupación de los acusados, si consideramos el conjunto de
procesos por violación en su totalidad, es decir, incluyendo también las agresiones
sexuales a niñas y las incestuosas, podemos afirmar que predominaron los oficios
urbanos manuales de distinta especialización aunque en general el abanico
profesional de los acusados fue amplio.
Ocupación Total
Artesanía1749 47
Oficios menores1750 26
Sector agrícola1751 21
Ejército1752 5
Comercio1753 6
Profesiones liberales1754 4
Policía1755 6
Estudiante1756 2
Religioso 1
Operarios de fábrica 3
No identificada 151
1749
Incluye siete zapateros, seis panaderos, siete carpinteros, un talabartero, un jicarero, diez tejedores,
siete sastres, tres herreros, cinco reposteros y dos barberos.
1750
En esta categoría están comprendidos en la tabla: cinco albañiles, dos tocineros, dos matanceros,
cuatro carretoneros, dos cocheros, un cantero, un carbonero, dos aguadores, un pintor, un mozo de
hacienda, un curtidor, dos arrieros, un pegador de hilaza, un mesero.
1751
Incluye diecisiete jornaleros, dos hortelanos y dos labrador.
1752
Incluye un capitán, un general, un tambor, un soldado, un soldado del batallón de inválidos.
1753
Incluye cuatro comerciantes, un dependiente y un encargado de tienda..
1754
Incluye un impresor, un escribiente de comisaría y un regidor.
1755
Incluye un escribiente de comisaría, dos guardias rurales, un guarda faroles, un gendarme y un
inspector.
1756
Incluye un estudiante y un estudiante de colegio militar.
- 465 -
Alejandra Palafox Menegazzi
100%
Religiosos
90%
Estudiantes
80%
70% Policías
- 466 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
100%
90%
80% Más de 30
70%
60% Entre 25 y 30
50%
Entre 20 y 25
40%
30% Entre 15 y 20
20%
10% Entre 10 y 15
0% Entre 5 y 10
Violación Violación Estupro
(Total 70 incestuosa inmaturo Menos de 5 años
casos) (Total 13 (Total 29
casos) casos)
- 467 -
Alejandra Palafox Menegazzi
decidieron robarle un petate con catorce reales y un jarro de aguardiente que portaba.
Acto seguido, la tiraron en una zanja y ―disfrutaron de su persona‖, según la expresión
empleada por la propia María, quien pese a denunciarlos afirmó ante el juez perdonar
a sus agresores y dejar su castigo al arbitrio de la justicia.
María no pertenecía a una familia pudiente ni contaba con el respaldo de ningún
hombre capaz de garantizar su protección, pues no estaba casada y por su edad y
condición no parecía que fuera a estarlo en el futuro. Una vez que el juicio concluyera
debería volver a su cotidianidad, a sus largos caminos a pie por parajes solitarios y a
su lucha diaria por mantenerse. La violencia que los acusados habían ejercido sobre
ella, en caso de ser creída por el juez, apenas ameritaría pena pues al no tratarse de
una mujer honrada el delito disminuía su gravedad. Los procesados pronto serían
puestos en libertad y el riesgo de encontrarlos de nuevo, unido a los pocos recursos
materiales que la víctima disponía para invertir en dilaciones judiciales, parecía motivo
suficiente para no formalizar su acusación.
El juicio incoado en 1872 contra el jornalero Evaristo Reyes ofrece otro ejemplo
sobre cómo la desigualdad de género hacía de las mujeres menos pudientes seres
más vulnerables que sus agresores en los procesos, aun perteneciendo ambos a
conjuntos sociales cercanos. En este caso, la víctima fue una joven indígena de quince
años llamada María Secundina. Mientras se encontraba cuidando de unos borregos
junto con una niña pequeña llamada Gabriela, el referido Evaristo, que se encontraba
trillando cebada en las cercanías, se acercó a María Secundina y sin mediar palabra la
condujo a la fuerza a una barranca llamada Tequimila, donde la tiró al suelo y la violó
sin que pudiera defenderse, según la víctima, ―por su debilidad en las fuerzas físicas, y
aunque lloraba y gritaba pidiendo socorro ni sus lágrimas conmovieron a Evaristo ni
hubo quien le oyera y ocurriera a librarla‖1757. En este caso, al tratarse de una joven
virgen en el momento de la comisión delictiva, María contó con el respaldo de sus
padres a la hora de sortear las dificultades para demostrar que el delito se había
perpetrado por la fuerza durante el proceso. Pese a ser originarios del mismo pueblo y
pertenecer a estratos socioeconómicos similares, trabajar como ganadera para una
joven como María Secundina era una tarea sujeta a la continua amenaza de la
violencia sexual, algo que un hombre como Evaristo no tenía por qué contemplar a la
hora de hacer su trabajo.
Si bien las circunstancias fueron distintas, entre los grupos sociales más
acomodados las mujeres también vivían expuestas a sufrir abusos sexuales. Su
1757
AGNM, TSJDF, 1872, caja 512, ―Primeras diligencias criminales practicada contra Evaristo Reyes
acusado de estupro e la persona de María Secundina‖, f. 3r.
- 468 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
subalterna posición de género hacía que incluso para una mujer casada y de buena
fama fuera difícil enfrentarse a las agresiones de un hombre de su misma condición.
Doña Carlota Acevedo, esposa de un reconocido artista dramático español, tuvo
que aguantar durante meses el acoso sexual por parte de Don Agustín Córdoba, un
rico comerciante mexicano y buen amigo de su marido. Aprovechando las salidas
laborales del marido de Carlota, Agustín había incrementado la frecuencia con la que
visitaba a su víctima, por la que confesó tener ―una pasión delirante‖1758. El miedo a
que cayera sobre ella una leve sospecha de complicidad con su agresor, y para evitar
que el asunto derivara en un escándalo que deshonrara también a su marido, Carlota
había decidido soportar los abusos y sólo después de que el agresor tratara
directamente de violarla, estando embarazada y por miedo a perder al bebé, se
decidió a confesarle a su marido lo sucedido.
Tanto en éste, como en el resto de procesos por violación en los que la víctima fue
una mujer casada, el agravio infringido a los maridos fue considerado por las
autoridades mayor al sufrido por la propia víctima. Por este motivo, al igual que lo
observado en los procesos por estupro por seducción, quienes articularon las
acusaciones y decidieron si constituirse o no parte en el juicio fueron los varones
emparentados con las víctimas y no ya estas. En el caso referido, por ejemplo, Carlota
no fue siquiera llamada a declarar por el juez y tan sólo tuvo que ratificar la acusación
formulada por su marido.
Por supuesto, la posición de subalternidad femenina fue mucho más visible en los
casos en los que hombres de mayor estatus social aprovecharon su posición de
dominio para ejercer su violencia sexual contra mujeres humildes y dependientes por
una situación laboral, como Don José Pastraña, estudiante de veintitrés años, acusado
en 1876 de violar a su criada Josefa Hernández.
Huérfana de padre y sin saber desempeñar oficio ninguno, Josefa Hernández fue
puesta a servir con 19 años como doméstica interna en casa del señor Don José
Pastrana. Un día, a las doce de la noche, el señor acudió al lugar donde dormía la
joven y cubriéndole la boca con su mano ―se colocó de manera que la que habla no
pudo impedir que la violara en su virginidad por la fuerza‖1759.
La veracidad de los actos narrados por Josefa fue cuestionada por el juez, quien
preguntó a la joven por qué no pidió auxilio a la madre y la abuela del señor, que
dormían también en la casa, a lo que Josefa respondió que por tener la boca sellada.
Avergonzada de lo ocurrido, Josefa decidió abandonar la casa a la mañana siguiente,
1758
AGNM, TSJDF, 1871, caja 517, ―Contra Don Agustín Córdoba acusado de seducción y conato de
fuerza carnal‖, s/f.
1759
AGNM, TSJDF, 1876, caja 599, ―Queja de Doña Josefa Hernández contra el señor José Pastrana por
violación, que dice sufrió su hija Josefa Hernández‖, ff. 1r-10v.
- 469 -
Alejandra Palafox Menegazzi
confesando sólo a su madre los motivos de su marcha, por considerar que no contaría
con la credibilidad de la familia del señor Pastrana. Ante lo afirmado, el juez quiso
saber cuál era el pasado sexual de Josefa, protestando ésta que ―antes no había
concurrido carnalmente con ningún otro hombre‖1760.
Por su parte, el acusado negó el hecho que se le imputaba, sosteniendo que la
víctima y su madre, quien se había constituido como parte acusadora, buscaban
aprovecharse económicamente de su situación y sacer una rentable indemnización. Al
certificar los facultativos que la víctima no era virgen y que su desfloración no era
reciente, el juez José María Castellanos falló en favor del supuesto agresor,
ordenando su puesta en libertad por considerar que los resultados médicos acerca del
estado de Josefa daban prueba del ―objeto malicioso de su acusación, no habiendo
por lo mismo mérito para proceder contra el ciudadano José F. Pastrana‖1761.
1760
AGNM, TSJDF, 1876, caja 599, ―Queja de Doña Josefa Hernández…‖, f. 4r.
1761
AGNM, TSJDF, 1876, caja 599, ―Queja de Doña Josefa Hernández…‖, f. 8r.
1762
Tan sólo en un caso el detenido reconoció haber tratado de forzar a su víctima. AGNM, TSJDF, 1865,
caja 400, ―Contra Juan García, por conato de fuerza carnal y hurto―, exp. 265, s/f.
- 470 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
100%
80%
Embriaguez
60%
40% Prostitución de la
víctima
20% Consentimiento de
la víctima
0%
1827-1850 1851-1880
(Total 38 casos) (Total 90 casos)
Como podemos observar en el gráfico XXVI, las proporciones entre los tres
argumentos citados se mantuvieron casi constantes a lo largo del periodo analizado,
con una mayor presencia de la deslegitimación de la víctima durante las primeras
décadas.
Trece de treinta y ocho (34%) de los declarantes antes de 1850, y veintiuno de
noventa (23%) después de este año, tacharon a sus supuestas víctimas por ser
mujeres de mundo, es decir, prostitutas que no ameritaban consideración alguna. ―Que
como Dionisia y su hermana Brena son mujeres públicas, el que habla se ha servido
de su cuerpo pero hará dos años que no se comunican‖, afirmaba al respecto el sastre
José María Navarro, acusado de haber forzado a la joven de doce años Brema
Domínguez, hermana pequeña de su novia Dionisia1763.
La extendida aceptación de que el cuerpo de estas mujeres era de práctica
propiedad pública fue constatable en las declaraciones de honrados artesanos como
eran reconocidos los sastres Vicente Romero y Joaquín Galán, ambos acusados por
haber tratado de forzar a dos mujeres en una céntrica calle de la capital. Según los
detenidos, ambos habían salido a la calle por la noche con objeto de comprar vino y ―al
ver a dos mujeres prostituidas que andaban solas (…) se pusieron a chonguearlas y
que en ese momento pasaban dos soldados que sin ningún motivo los
aprendieron‖1764. Sin tratar de justificar la acusación que sobre ellos formularon los
1763
AGNM, TSJDF, 1844, caja 198, ―José María Navarro. Rapto‖, exp. 101, s/f.
1764
AGNM, TSJDF, 1844, caja 194, ―Vicente Romero y socio. Forzamiento‖, s/f.
- 471 -
Alejandra Palafox Menegazzi
referidos soldados, quienes afirmaron haber visto cómo Vicente y Joaquín forcejeaban
con las mujeres para amedrentarlas, los acusados se centraron sólo en demostrar
mediante declaraciones propias y de testigos favorables su condición de trabajadores
honrados. De la misma manera que las supuestas víctimas de la agresión no eran sino
eran malas mujeres por ejercer la prostitución, los acusados eran ―hombres de bien‖ al
vivir ―constantemente dedicados a trabajar‖, según sostuvo el testigo Don Sylvano
Grellio ante el juez1765. El trabajo remunerado para mediados del siglo XIX seguía
constituyendo la mejor garantía de la moralidad masculina al tiempo que la contención
sexual lo era para las mujeres.
En este tipo de declaraciones, los procesados emplearon el término prostituta o
mujer pública para referir tanto a aquellas mujeres que ejercían el citado oficio como a
aquellas que simplemente mantenían un comportamiento sexual activo. Ninguna de
ellas merecía que su integridad corporal fuera respetada. Así, el sastre Juan García,
por ejemplo, confeso en haber tratado de violar a Mariana Rodríguez en su domicilio,
justificó su acción afirmando que había encontrado a dicha mujer en la calle y que, sin
conocerla, ésta le había propuesto ―concurrir con ella carnalmente‖ lo que el acusado
había aceptado, invitándola antes a tomar un real de aguardiente1766. Acto seguido se
dirigieron al domicilio de la referida mujer y llegados al mismo esta se desnudó pero
―de repente y con las enaguas en la mano‖ ella ya ―no quiso condescender‖, por lo que
el acusado la había tratado de obligar para que cumpliera con lo ofrecido1767. Alarmado
por los gritos que salían del domicilio de Mariana Rodríguez, un guarda que caminaba
por la zona entró y logró detener al supuesto agresor.
La ebriedad fue otro de los elementos con los que algunos de los acusados trataron
de excusar comportamientos desacordes con la moralidad imperante, o vacíos de
memoria que les impedían recordar lo sucedido. La declaración del carretonero
Bonifacio Ramírez, acusado de haber querido forzar a su joven vecina María Casimira
da prueba de lo afirmado1768. Según lo declarado por la víctima, una doncella de
diecisiete años de edad, Bonifacio había tratado de forzarla en el interior de su casa,
abalanzándose sobre ella en dos ocasiones y rompiéndole las enaguas que portaba.
El acusado, por su parte, trató de excusar su actitud sosteniendo que si bien había
cogido en brazos a Casimira dos veces, había sido ―sólo por juguete y como estaba
1765
AGNM, TSJDF, 1844, caja 194, ―Vicente Romero y socio. Forzamiento‖, s/f.
1766
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, ―Contra Juan García, por conato de fuerza carnal y hurto―, exp. 265,
s/f.
1767
AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, ―Contra Juan García, por conato de fuerza carnal y hurto―, exp. 265,
s/f.
1768
AGNM, TSJDF, 1855, caja 307, ―Contra Bonifacio Ramírez por conato de forzamiento‖, ff. 1r-19v.
- 472 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
ebrio por esto mismo seguramente cerró la puerta con llave pero que no tenía ninguna
mala intención‖1769.
1769
AGNM, TSJDF, 1855, caja 307, ―Contra Bonifacio Ramírez…‖, f. 8v.
1770
AGNM, TSJDF, 1828, caja 40, exp. 193, ―Toca a la causa criminal instruida contra Manuel Gutiérrez y
Cristóbal Márquez por haber forzado a una mujer‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1832, caja. 68, ―Expediente de
indulto que solicitan los reos Brígido Seco, Andrés Sandoval y Dionisio Hernández, de la pena de dos
años de obras públicas‖, exp. 122, ff. 1r-4v; AGNM, TSJDF, 1834, caja 94, exp. 51, ―Toca a la causa
formada a Trinidad Castrejón (a) Calochi, Ponciano Tapia (a) Gavilán y Florencio Medina (a). Razón por
haber robado y violentado a Doña Dominga Santana, vecina del Barrio de Tepusco en Mixcoac‖, s/f;
AGNM, TSJDF, 1841, caja 163, ―Toca a la causa contra Toribio Medina y Ángel Vázquez por rapto y
estupro‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1845, caja 212, ―Estupro‖, ff. 1r-20v; AGNM, TSJDF, 1845, caja 217, ―José
Trejo. Forzamiento‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1845, caja 225, ―Amagos‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1845, caja 221,
―Violación‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1845, caja 219, ―Forzamiento‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1856, caja 319, s/t, ff.
31r-38v; AGNM, TSJDF, 1857, caja 327, ―Criminal por rapto y estupro en la joven Mariquita Álvarez contra
Remigio Medina y socios‖, ff. 1r-43v; AGNM, TSJDF, 1858, caja 334, ―Contra Carmen Huerta, Rafael
Casillas y Librado Celaya por fuerza‖, ff. 1r-13v; AGNM, TSJDF, 1863, caja 374, ―Contra Mateo Garcilaso
y Apolonio Hernández por fuerza‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1864, caja 391, ―Contra Miguel Ferrete y Bonifacio
Peña por fuerza y violación‖, ff. 1r-48v; AGNM, TSJDF, 1864, caja 394, ―Contra Juan Narciso y Julio (a´)
el indio (éste prófugo) por fuerza a una mujer y robo‖, ff. 1-46v; AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Contra
Pedro López y Manuel Jiménez por fuerza carnal en la persona de Refugio Castillo‖, ff. 1r-18v; AGNM,
TSJDF, 1876, caja 598, ―Contra Tomás Narváez y Juan Monroy por fuerza carnal en la persona de María
Antonia García‖, ff. 1r-28v; AGNM, TSJDF, 1877, caja 617, ―Contra Tomás Herrerías , Enrique N, Dionisio
Ibarra, Dolores García y Luis González por violación con fuerza el primero y complicidad los demás‖, ff.
1r-32v; AGNM, TSJDF, 1877, caja 614, ―Criminal. Contra Felipe Rodríguez por forzamiento‖, ff. 1r-5v;
AGNM, TSJDF, 1877, caja 617, ―Contra José Pablo por sospechas de asalto, robo y violación en la
persona de José Cabello y su esposa‖, ff. 1r-8v; AGNM, TSJDF, 1877, caja 614, ―Atilano Flores Pablo
Suárez. Estupro frustrado y amagos‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1878, caja 641, ―Criminal. Contra José y Fermín
Pineda por violación‖, ff. 1r-6v; AGNM, TSJDF, 1879, caja 664, ―Toca a la causa instruida en el juzgado 1
contra Gregorio González y José Ruiz por violación‖, ff. 1r-8v; AGNM, TSJDF, 1880, caja 682, ―Criminal.
Contra Inés del Olmo y Nicanor Ríos por violación‖, ff. 1r-24v y AGNM, TSJDF, 1880, caja 685, ―Violación.
Maura Hernández‖, s/f.
- 473 -
Alejandra Palafox Menegazzi
socorrerla. Según María Agustina, el primero que la condujo detrás de una magueyera
de la citada pulquería y ―resistiéndose a sus deseos la tiró al suelo y agarrándola de
los brazos sus compañeros, él hizo uso de su cuerpo‖ fue Acosta, un carpintero
casado de veintiún años de edad1771. Al declarar frente al juez, sin embargo, Cristino,
que era soltero y no tenía familia alguna que mantener, salió en defensa de su
compañero y aseguró que éste sólo había participado contemplando el acto mientras
el declarante violaba a Agustina.
Esta actitud contemplativa no fue una excepción pues en siete de las agresiones
grupales existieron dos tipos de participantes, aquellos que directamente violaron a la
víctima y otros que con su silencio y observancia facilitaron la comisión delictiva. Por lo
general se trató de actos improvisados en los que un grupo de amigos advertía que
una mujer caminaba sola o con síntomas de ebriedad por algún lugar retirado y
decidía, por ello, aprovechar la ocasión para acecharla, robarle sus pertenencias y
violarla, como si de una forma más de diversión se tratara. Como veremos a la hora de
analizar la actuación judicial, esta complicidad apenas mereció la atención de los
jueces y, en los casos en los que el hecho delictivo ameritó condena, su participación
no fue sancionada.
En otras cinco ocasiones, sin embargo, los delitos fueron supuestamente cometidos
por ex amantes de las víctimas quienes se sirvieron de la ayuda de amigos para
vengarse de haber sido abandonados por sus antiguas parejas. Ante esta situación
debemos advertir que dieciocho de las ciento treinta (14%) violaciones cometidas
sobre mujeres mayores de doce años fueron obra de algunos de sus ex amantes. La
agresión padecida por Refugio Castillo, una mujer soltera de dieciséis años de edad y
ex pareja del carpintero Pedro López ofrece un ejemplo de lo afirmado. Refugio había
tenido amores con Pedro y éste le había prometido matrimonio después de tener
relaciones sexuales con ella pero parecía no estar dispuesto a cumplir con lo
acordado, motivo por el que Refugio decidió cortar la relación ―pues comprendió que lo
que había querido únicamente era disfrutar de su persona‖, según sus propias
palabras1772. Tras unas semanas, Manuel Jiménez, amigo cercano de López, le
propuso a Rosa iniciar una relación sentimental, tratando de convencerla de que sus
intenciones eran mejores que las de su compañero, pues él sí estaba interesado en
casarse con ella. Con esta disposición, la víctima aceptó ir a tomar café con su nuevo
pretendiente pero, como consta en su declaración, transcrita a continuación, las cosas
no salieron como esperaba.
1771
AGNM, TSJDF, 1845, caja 212, ―Estupro‖, f. 1v.
1772
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Contra Pedro López y Manuel Jiménez por fuerza carnal en la
persona de Refugio Castillo‖, f. 3r.
- 474 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
―Ayer a las siete de la tarde Jiménez se presentó en su casa y la invitó a tomar café y
aunque con alguna desconfianza, no tuvo inconveniente en condescenderle y fueron y
tomaron el café y seguida se volvieron y la llevó a su carpintería y ya se encontraba en ella
López (…) echaron mano a la puerta y la cerraron, la tiraron al suelo, le amarraron los pies y
la afianzaron por el cuello, le taparon fuertemente la boca y la mordieron, causándole con
esto varias contusiones en el cuello, brazos y piernas. (…) estos malos tratos los recibió por
la terrible resistencia que hizo pues pretendían ambos disfrutar de su persona, contra su
1773
voluntad, y por lo mismo dio fuertes gritos‖ .
En estos casos, como podemos apreciar en la cita, las agresiones sexuales fueron
premeditadas como un medio de venganza pasional ejercido contra mujeres que,
además de tener una sexualidad activa, no se doblegaban ante las pretensiones de
sus parejas. Todas las víctimas de violaciones múltiples fueron mujeres solteras, es
decir, mujeres que no estaban casadas pero que ya habían tenido relaciones
sexuales. Los acusados, por su parte, tanto los que se declararon inocentes como
aquellos que reconocieron haber cometido la agresión justificaron la misma con uno de
los argumentos favoritos entre los violadores, afirmando que las víctimas no eran sino
mujeres livianas que no ameritaban protección alguna por parte de la justicia. En
relación con el referido caso sobre la violación de Refugio Castillo, por ejemplo, tras
negar la acusación formulada por la víctima, Pedro López no dudó en defenderse
asegurando que debía advertir que la conducta de la Castillo no era ―nada buena,
puesto que ya entraba en relaciones con Jiménez‖1774.
Ser prostituta de oficio o haber tenido relaciones carnales fuera del matrimonio para
algunos hombres significaba ser una ―mujer pública‖, lo que conllevaba tener que estar
al servicio de sus pretensiones sexuales siempre que estos quisieran, como muestra la
contundente afirmación del cochero de veintidós años Calixto Nava, quien tras ser
acusado de haber pretendido violar a dos mujeres junto con la ayuda de otros dos
compañeros, negó su imputación sosteniendo que ―es falso quisiera llevarlas a la
fuerza sin embargo de que son putas públicas ambas‖1775.
1773
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Contra Pedro López…‖, f. 3v.
1774
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Contra Pedro López y Manuel Jiménez por fuerza carnal en la
persona de Refugio Castillo‖, f. 8r.
1775
AGNM, TSJDF, 1845, caja 225, ―Amagos‖, s/f.
- 475 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―que contrajo relaciones amorosas con ella hace dos semanas y que el pasado domingo
fueron juntos al Mesón de la calle del Parque del Conde, que tiene el mismo nombre donde
se acostaron y usó de la persona de Remigia, pero ésta no era doncella pues no se resistió
a tener relación carnal con el exponente ni se manchó su ropa de sangre, pues usó de ella
1778
dos veces‖ .
1776
AGNM, TSJDF, 1864, caja 392, ―Contra Antonio Arteaga por estupro‖, f. 3r.
1777
AGNM, TSJDF, 1864, caja 392, ―Contra Antonio Arteaga…‖, f. 3v.
1778
AGNM, TSJDF, 1864, caja 392, ―Contra Antonio Arteaga…‖, f. 2v.
- 476 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
Pese a ser un hombre soltero, Antonio no estaba dispuesto a casarse con Remigia
porque, según afirmó él mismo, ya tenía una mujer con la que vivía amancebado y un
hijo a los que mantener. Por el contrario, y a pesar de seguir negando la castidad de la
supuesta víctima, se mostró partidario de dotar a la misma ―con una cantidad
moderada‖, así como a ―reconocer a la prole‖ en caso de que ésta hubiese quedado
embarazada tras el encuentro1779.
Similar discurso fue el pronunciado por el zapatero de veintiséis años José Cruz
Pérez, en respuesta a la acusación por estupro que sobre él había formulado María
Guadalupe Ávila, viuda y madre de la joven de catorce años Epifanía Gallegos1780.
José, además de vecino de Epifania, era un hombre felizmente casado pero ello no le
resultó impedimento para establecer una amistad cada vez más estrecha con su joven
vecina. Decidido a intimar con ella, alquiló un cuarto lejos de las accesorias que ambos
ocupaban y citó a la joven a las doce del mediodía. Según palabras del acusado,
―allí se conservó con Epifanía encerrados hasta esta mañana a las 7, que saliendo el que
habla dejó a aquella en el cuarto. Que aunque tuvo dos actos carnales en el discurso del
tiempo que estuvo encerrado, no violó la virginidad de Epifanía porque ya no lo era,
fundándose en que no hizo resistencia ni movimientos que indicaron que dejaba en aquel
momento de ser virgen. Que todo lo expuesto lo hizo el exponente en estado de
1781
ebriedad‖ .
―Díaz la llevó a su cuarto y ahí intentó convencerla de que accediera carnalmente con él,
mediante halagos y que, como ésta se resistía y quiso huir, Díaz la metió arrastrando y
1779
AGNM, TSJDF, 1864, caja 392, ―Contra Antonio Arteaga..‖, f. 11v.
1780
AGNM, TSJDF, 1844, caja 203, "Cruz Pérez. Estupro", s/f.
1781
AGNM, TSJDF, 1844, caja 203, "Cruz Pérez…", s/f.
- 477 -
Alejandra Palafox Menegazzi
después (…) la subió a la cama en donde hizo toda clase de fuerzas hasta vencer a la
declarante y disfrutarla siendo doncella. Que como al mes volvió a estar carnalmente con él,
1782
ya con su voluntad. Que vive con él, con el que tiene un hijo de dos meses‖ .
En un tono similar, la joven de catorce años Soledad Vázquez, expresó ante las
autoridades su desacuerdo ante la demanda por rapto y estupro que su madre había
interpuesto contra su amante, reconociendo que el acusado
―usó de ella carnalmente por la fuerza siendo virgen por primera vez el doce de enero
último. Que no se quejó por el cariño que le profesaba, pero estuvo incómoda por ello con él
un mes. Luego retomaron relaciones y él volvió a insistirle de que se saliera de su casa con
él. No pudiendo resistir más, admitió y anoche tuvieron relaciones carnales ya con el
1783
consentimiento de la que declara‖ .
1782
AGNM, TSJDF, 1870, caja 491, ―Contra Don Lizandro Lameda Díaz‖, s/f.
1783
AGNM, TSJDF, 1875, caja 583, ―Contra Vicente Magos por rapto de la joven Soledad Vázquez‖, ff. 5r.
- 478 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
jornadas o beber alcohol en las tabernas de la ciudad. Con tan sólo diez años, por
ejemplo, Soledad Francisca Ávila, quien servía como doméstica en una accesoria a
cargo del pasante de abogado Don José Amado Cisneros, fue invitada a tomar
cerveza con un jicarero al que conocía por ser éste compadre de su propio tío, a
cambio de recibir de parte de éste cuatro reales o un peso. Al negarse por no poder
abandonar el cuidado que le había encargado su amo, el hombre cerró la puerta, la
tiró al suelo y le tapó la cabeza con una sábana, introduciéndole un objeto extraño en
sus partes genitales sin causarle ningún dolor y sin poder dar de gritos por estar
tapada con dicha sábana, según confesó la propia víctima1784.
Siendo de los sectores populares o miembros de sectores más acomodados, lo
cierto es que todas las víctimas tuvieron que hacer frente a los requeridos
reconocimientos corporales, además de responder ante largos interrogatorios por
parte de familiares, funcionarios policiales, personal médico y de partería, abogados y
jueces. Una y otra vez, las víctimas tuvieron que narrar sus terribles experiencias. Sus
tiernos y, a la vez, desgarradores discursos, como el que citamos a continuación,
denotan la inocencia de quienes fueron obligadas a crecer antes que otras niñas.
La joven de seis años María Esquivel, por ejemplo, narró la agresión sufrida a
manos del pegador de hilaza José María Leiva asegurando que el acusado la había
llevado a un pedregal a cortar flores pero que de repente, ―la tiró bocarriba y le alzó las
naguas y le vio el culo‖1785. Preguntada por el juez José del Villar sobre los
pormenores de la agresión, la niña sólo volvió a responder que Leiva ―se desnudó y le
metió el culo‖. Ante la pregunta de si el agresor la había lastimado estrujándola o si la
había espantado con alguna cosa, la víctima dijo que no y que si había llorado había
sido porque quería que llegara su madre1786.
La totalidad de los procesos por estupro inmaturo conllevaron el ordenamiento del
reconocimiento de las víctimas por parte de médicos o parteras con el objetivo de
comprobar hasta qué punto el himen de las niñas había sido dañado, lo que
determinaba la gravedad delictiva. En veintidós de los cuarenta y uno procesos por
estupro inmaturo, después de los respectivos exámenes, los resultados confirmaron
que el delito no había llegado a cometerse, es decir, que a pesar de que los genitales
de las víctimas presentaran signos de inflamación o irritación que denotaban que
habían sido manipulados, su estado virginal permanecía intacto.
Por su parte, los familiares encargados de demandar las violaciones cometidas
sobre las criaturas valoraron el estupro por encima de la fuerza, como demuestra el
1784
AGNM, TSJDF, 1876, caja 601, ―Felipe Camacho. Estupro‖, ff.2r-2v.
1785
AGNM, TSJDF, 1846, caja 209, exp. 32, ―Diligencias de sumaria instruidas contra José María Leiva
por robo y conato de estupro‖, ff.8r-8v.
1786
AGNM, TSJDF, 1846, caja 209, exp. 32, ―Diligencias de sumaria…‖, ff.8r-8v.
- 479 -
Alejandra Palafox Menegazzi
hecho de que en la mayor parte de los procesos por conato de estupro inmaturo, es
decir, en aquellos en los que la desfloración de la niña se había intentado a la fuerza
pero sin éxito, los acusadores decidieran retirar su demanda. Ante las sospechas de
que su hija de diez años Isabel podía haber sido violada por su vecino Joaquín Trías,
un albañil de veinte años de edad, Liandro Sánchez y María Juliana Alarcón acudieron
al juzgado auxiliar de Tetelpa para presentar su acusación. Una vez incoado el
proceso en el juzgado de primera instancia de Tlalpan ante el magistrado José del
Villar, y después de que se confirmara mediante certificado médico que la niña seguía
virgen, los demandantes se desistieron de toda forma de acusación contra Trías,
justificando su retirada de la siguiente forma:
―que sabedores por la misma muchacha Isabel que Joaquín se chascaba con aquella
creen que por juguete fue a jalarla del petate en que estaba durmiendo la noche del 28 del
mes próximo pasado, así como que están convencidos de que a su hija no le ha pasado
1787
nada contra su delicadeza y pudor‖ .
Los acusados, como era de esperar, negaron en su mayor parte haber cometido o
tratado de cometer el ilícito. De los veintiún casos en los que pudimos acceder a la
declaración de los reos, catorce afirmaron ser inocentes, cuatro reconocieron la
incontinencia pero justificaron la misma por un supuesto consentimiento por parte de
las víctimas, y tres afirmaron haber sentido la tentación de cometer el estupro pero
haber desistido de su intento por propio arrepentimiento.
El aguador José Antonio Zúñiga fue uno de los que reconoció haber sentido el
deseo de abusar sexualmente de su víctima pero haberse retractado en el intento.
Según lo declarado ante el juez Jáuregui, tras entrar en la casa de Germana Miranda
para echar aguas, al encontrar a su hija sola ―por una fragilidad pensó cometer el
delito que no llegó a poner por obra‖1788. En atención a lo declarado por las matronas
que reconocieron a la joven víctima, en sus genitales se advertía que hubo un conato
fuerte de estupro a pesar de lo que seguía siendo virgen. En otro caso similar, el autor
del delito, Anastasio Bernal, reconoció con total normalidad haber abusado
sexualmente de la niña de cinco años Matildita, sin llegar a cometer una violación en
sentido estricto1789. El reo sostuvo que esa noche se desveló y se tumbó en el
pesebre, donde al rato apareció Matildita y, según consta en su declaración:
1787
AGNM, TSJDF, 1874, caja 551, ―Contra Joaquín Trías por estupro inmaturo intentado‖, ff. 1r-7v.
1788
AGNM, TSJDF, 1845, caja 212, ―Toca a la causa contra José Antonio Zúñiga por conato de estupro‖,
f. 15r.
1789
AGNM, TSJF, 1832, caja 73, ―Contra Anastasio Bernal por haber querido estuprar a Matilde
Larrañaga‖, s/f.
- 480 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
―y se acostó junto a él porque lo quiere mucho. Que hubo tocamientos y que cuando
Manuela entró en la habitación la tenía debajo (…) que también entre las piernitas de la niña
tenía metido el miembro sin tocarle a las partes, (…) que lo había hecho por matar la ansia
1790
pues ese día no había bebido nada‖ .
Afinidad Consanguineidad
Cuñado Amante Amante Primo Padrastro Padre Tío Hijo
de la de la
hermana madre de
de la la víctima
víctima
4 1 4 2 3 5 3 1
Del total de los veintitrés acusados pudimos acceder a las declaraciones de veinte
de ellos. De estos, catorce se declararon inocentes de los cargos que se les
imputaban, cuatro admitieron las relaciones asegurando que contaron con el
consentimiento de la víctima y sólo en dos ocasiones, los supuestos autores del delito
1790
AGNM, TSJF, 1832, caja 73, ―Contra Anastasio Bernal…‖, s/f.
1791
AGNM, TSJDF, 1844, caja 206, ―Toca a la causa de Pablo Antonio por estupro‖, exp. 121, f. 30v.
- 481 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―que lo que pasó fue que no hizo más de comenzarla a manosear y trató de abusar de su
virginidad la noche anterior que esto lo hizo porque la citada Isabel se lleva muy fuerte con
el declarante y ella lo manoseó y alteró bastante, no habiéndole hecho nada por su pequeña
1792
edad‖ .
―que el día de ayer estando durmiendo su tío y familia, así como la declarante, salió
Guillermo a dejar unas cabezas a la mesa donde se deja la carne que sacan para la venta
de otro día y salió a la pieza donde duerme la deponente y destapándole la boca le abrió las
1793
piernas y sintió una cosa fea, por lo que gritó y le dio una patada en el pecho a Flores‖ .
- 482 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
―Había callado hasta ese momento por el honor de su padre pero que una vez que
estaba obligada a hablar la verdad, debía decir que en la noche que (…) la cual no puede
señalar la llevó el señor su padre a la sala y estuvo preguntándole si había tenido amores
con alguna persona y si alguna vez los tendría, si alguno había acercádose (sic) a ella, a
todo contestó que no y que en cuanto amores no estaba libre de ello, que el señor su padre
la instó para que le convenciese de esto diciéndola que no había de valerse de otro y
preguntándola qué prueba le daba de ello, la propuso que se dejara reconocer mas ella se
negó a esto y de aquí no pasó el hecho a más‖.
―En este a la verdad triste estado, logré mis únicos intentos, logré también con esto
ofender a un hermano y logré por fin imprudentemente atropellar mi bienestar y manchar mi
honor, no sólo para lo presente sino aun para el futuro. (…) Que si yo cometí esta,
llamémosla así, fragilidad, no fue por mi libre voluntad, no con mi entero conocimiento, sino
- 483 -
Alejandra Palafox Menegazzi
en la fuerza de una pasión que se crió (…) pero ya ha vuelto la ley de la razón a mi
1795
mente‖ .
Por lo que respecta a las víctimas, tras la agresión, muchas de estas mujeres
optaban por no denunciar los hechos, presas del miedo ante el descrédito familiar, o
posibles represalias. La joven Luz Gómez, por ejemplo, tardó seis meses en confesar
que había sido estuprada a la fuerza por su primo Manuel Caballero1796. Por lo visto,
Luz era huérfana de padres desde pequeña, motivo por el que había quedado a cargo
de su su abuela. Una vez fallecida ésta, quedó a cargo de unos tíos con los que vivía
en la Calle de San Juan, n. 1. Después de años de malos tratamientos por parte de
sus tíos, una noche su primo Manuel Caballero la estupró en la cocina a la fuerza,
atándole los pies a las patas de la mesa y las manos por detrás, según declaró Luz
ante el juez competente. Manuel, que era alumno del colegio militar, había
supuestamente hecho uso de su pistola de cuatro tiros para amenazarla y conseguir
sus propósitos. El miedo a no ser creída por los padres de Manuel y a que su primo
cumpliera su amenaza de matarla, la había obligado a permanecer callada seis meses
hasta que, cansada del maltrato que recibía, decidió abandonar la casa y acudir a la
del subinspector para relatar lo acontecido.
La constatada frecuencia con la que se producían actos de violencia física, no sólo
sexual, en el interior de las familias condenaba al silencio a muchas de las víctimas de
abusos sexuales quienes, por temor a una posible represalia por parte de sus propios
familiares, llegaban a confiar más en las autoridades judiciales y sólo una vez ante
éstas se atrevían a confesar las agresiones sufridas. Narcisa Echeveste, por ejemplo,
estuvo años padeciendo en silencio los abusos cometidos por el cargador Anastasio
Lugo, quien vivía en su misma casa por tener relaciones de amancebamiento con su
madre, Dominga Jaso1797. Según confesó ante el juez Manuel Flores Alatorre en 1854,
Lugo la había desflorado por fuerza, siendo inútil la resistencia que opuso. No sólo por
miedo a la violencia de su agresor sino por el que le infringía su propia madre, Narcisa
había ocultado los agravios padecidos. Una mañana, sin embargo, Dominga advirtió a
Lugo que Narcisa estaba embarazada y al observar la enfurecida reacción de éste,
quien dudó de su autoría y pensó que la joven podía haber mantenido relaciones con
otro hombre, fue consciente de la relación que existía entre su amante y su propia
hija1798.
1795
AGNM, TSJDF, 1848, caja 257, exp. 146, ―Toca a la causa instruida contra Don José Anastasio
Escamilla y Doña Jesús Sarmiento por adulterio incestuoso‖, s/f.
1796
AGNM, TSJDF, 1874, caja 555, s/n, s/f.
1797
AGNM, TSJDF, 1854, caja 300, ―Contra Anastasio Lugo, Narcisa Echeveste y Dominga Jaso por
incesto‖, ff. 1r-30r.
1798
AGNM, TSJDF, 1854, caja 300, ―Contra Anastasio Lugo…‖, f. 4v.
- 484 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO CUARTO
1799
AGNM, TSJDF, 1844, caja 198, ―José María Navarro. Rapto‖, exp. 101, s/f.
- 485 -
CAPÍTULO QUINTO
LA CONDENA DELICTIVA. CAMBIOS POLÍTICOS,
CONTINUIDADES Y RUPTURAS EN LA ACTUACIÓN DE
LA JUSTICIA LETRADA DURANTE LA
MODERNIZACIÓN PENAL
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
I. Introducción
1800
―Ministerio de Justicia. Ley del congreso estableciendo el jurado en el Distrito Federal‖, 15 de junio de
1869, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa de las disposiciones
legislativas expedidas desde la Independencia de la República, vol. 10, México, Imprenta del Comercio a
cargo de Dublán y Lozano, 1876, pp. 658-665. Sobre las características y el funcionamiento del jurado
popular en México pueden consultarse los esclarecedores estudios de: Ovalle Favela, José, ―Los
antecedentes del jurado popular en México‖, Criminalia, ns. 7-9, 1981, pp. 61-94; Padilla Arrollo, Antonio,
―Los jurados populares en la administración de justicia en México en el siglo XIX‖, Secuencia, n. 47, 2000,
pp. 137-169 y Speckman Guerra, Elisa, ―El jurado popular para delitos comunes: leyes, ideas y prácticas
(1869-1929), en Historia de la Justicia en México, siglos XIX y XX, México, Suprema Corte de Justicia de
la Nación, 2005, vol. 2, pp. 743-787.
1801
Los únicos requisitos para poder formar parte de un jurado popular eran saber leer y escribir y no
tener antecedentes penales.
1802
A finales de 1870 el Congreso de la Unión aprobó el Código Civil del Distrito Federal y Territorio de la
Baja California y al año siguiente vio la luz el Código Penal para el Distrito y Territorio de la Baja-California
sobre Delitos del Fuero Común; y para toda la República sobre Delitos contra la Federación.
- 489 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1803
Véase al respecto Speckman Guerra, Elisa, ―Justicia, revolución y proceso. Instituciones judiciales en
el Distrito Federal (1810-1929)‖, en Mayer, Alicia (coord.), México en tres momentos: 1810-1910-2010.
Hacia la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución
Mexicana. Retos y perspectivas, tomo I, México, UNAM, 2007, p. 193 y Arenal Fenochio, Jaime, ―El
discurso entorno a la ley: el agotamiento de lo privado como fuente del derecho en el México del siglo
XIX‖, en Connaughton, Brian y otros (coords.), Construcción de la legitimidad política en México en el
siglo XIX, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán, 1999, pp. 303-322.
- 490 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
contrario a la naturaleza‖ que no había merecido mención alguna de las leyes, ni aun
de los autores de jurisprudencia1804. Ante esta infrecuente situación, las discrepancias
entre los juristas encargados del caso sobre cuál debía ser la actuación a seguir no se
hicieron esperar. ¿Tener acto carnal con un cadáver ameritaba la misma condena que
un delito de forzamiento o violación?
Al parecer, la víctima había fallecido por una complicación durante un parto la
madrugada del 7 de abril. Al día siguiente, la casera Nicasiora Hernández acudió a
denunciar a Epifanio Cortés ante el auxiliar de su cuartel. Según declaró la mujer,
Epifanio tras haber llegado ebrio a la casa, había permanecido encerrado un largo rato
en el cuarto donde se hallaba el cadáver. Una vez que se decidió a abandonar la
habitación, Nicasiona pudo entrar y observar cómo el cuerpo de la fallecida, que había
sido cambiado de lugar, se encontraba con las piernas descubiertas y medio abiertas,
el pecho desnudo, enmarañado el pelo de la cabeza y los brazos extendidos. Sus
extremidades presentaban varias señales de mordidas y contusiones. Si bien una vez
conducido el cadáver a la Cárcel de la Diputación para su examen, los médicos del
centro responsables sostuvieron no haber hallado ninguna de las señales indicadas
por la testigo, encontrando sólo las piernas ensangrentadas por un derrame que tuvo
―por la parte sensual‖, como se recoge en el correspondiente informe, los exámenes
posteriores realizados por los facultativos de la Cárcel Nacional de la ExAcordada,
José María Basilios y José María Maldonado, ofrecieron resultados diferentes. Ambos
galenos observaron que brotaba sangre por la boca del cadáver, sin haberle herida
alguna. Arrojaba sangre fétida por la matriz, todo el cuerpo estaba con señales de
haber recibido fuertes contusiones en el brazo, en el muslo izquierdo y en la parte
interna, donde parecía tenerlas por ―habérsele mordido aquellas partes‖1805. Por todo
lo observado, los facultativos sostuvieron que las contusiones que se encontraron en
el cadáver, así como las mordidas que tenía en los brazos y muslos fueron inferidas
estando viva y que ellas fueron bastantes para determinar el parto natural o aborto,
según lo daban a entender las diversas señales.
Los nuevos resultados parecieron causar alivio entre los letrados de la Suprema
Corte de Justicia encargados de revisar el proceso en segunda instancia ya que
demostraban que la agresión, en caso de haberse producido, no había sido obra del
acusado. A pesar de la extraña posición en la que la única testigo del caso, además de
acusadora, encontró el cuerpo, así como los signos de abuso sexual que presentaba,
tanto el fiscal Casasola como los magistrados de la segunda sala coincidieron en no
1804
AGNM, TSJDF, 1848, caja 252, exp. 91, ―Toca a la causa instruida contra Epifanio Cortés por haber
hecho uso del cadáver de una mujer‖, s/f.
1805
AGNM, TSJDF, 1848, caja 252, exp. 91, ―Toca a la causa…‖, s/f.
- 491 -
Alejandra Palafox Menegazzi
considerar a Epifanio Cortés responsable de ―haber hecho uso del cadáver‖ y, por ello,
revocaron la pena del juez quinto del ramo criminal, Juan B. Lozano, por la que el reo
había sido condenado a un año de prisión.
Por lo que a la estructura organizativa de este último capítulo se refiere, si bien
hasta el momento nos hemos inclinado por establecer divisiones acordes con criterios
temáticos, hemos considerado conveniente incluir aquí una subdivisión cronológica
coincidente con los principales periodos políticos que se sucedieron en el país entre
1824 y 1880. El objetivo de esta elección no ha sido otro que el de analizar con
detenimiento las repercusiones que las diversas reformas del sistema de justicia
criminal ordinario tuvieron en la práctica penal en materia sexual. Por otro lado, hemos
buscado comprobar de qué manera los distintos cortes político-gubernamentales
incidieron en la regulación judicial de las distintas prácticas sexuales femeninas
consideradas.
En concreto, ahondaremos en las principales actuaciones que jueces y fiscales
llevaron a cabo durante cinco etapas diferenciadas. La primera de ellas será la
república federal, que se extendió desde la promulgación de la primera constitución
mexicana en 1824 y el triunfo de la opción política centralista en 1835. Esta etapa
estuvo seguida por lo que Josefina Z. Vázquez denominó el ―experimento liberal
centralista‖, periodo en el que se suprimió el federalismo y se implantó una división
administrativa departamental en el país1806. En 1846 la vuelta al constitucionalismo de
1824 dio lugar a una segunda república federal, un nuevo periodo político que se
extendió hasta 1853, año en el que el proyecto se vio brevemente interrumpido por el
clamado regreso, ahora como dictador, del general Antonio López Santa Anna, quien
se mantuvo en el poder hasta la revolución liberal de Ayutla de 1854. En este año
inició una nueva etapa política denominada de ―Reforma‖, que estuvo caracterizada
por la implantación de un importante conjunto legal de índole liberal y atravesada por
un golpe de estado conservador que abocó el país a una guerra civil en 18581807. En
1863, una exitosa intervención extranjera, secundada por diversas facciones políticas
conservadoras y moderadas del país, dio lugar al segundo gobierno imperial que
México había tenido desde su independencia en 1821, un Imperio liderado por el
vienés Fernando Maximiliano de Habsburgo, quien se mantuvo en el poder hasta su
caída y fusilamiento en 18671808. Por último, abordaremos los primeros años de la
llamada República Restaurada, implantada en 1868 con la restitución de la
1806
Vázquez, Josefina Zoraida, ―Los primeros tropiezos‖, en Historia General de México, México,
COLMEX, 2004, p. 544.
1807
Ibidem, pp. 590-598.
1808
Díaz Lilia, ―El liberalismo militante‖, en Historia General de México, México, COLMEX, 2004, pp. 617-
631.
- 492 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
constitución liberal de 1857, valorando aquí los importantes cambios que la expedición
del Código Penal de 1871 trajo en la práctica judicial hasta 1880, año en el que finalizó
la primera etapa presidencial del general Porfirio Díaz.
La división temporal indicada nos ha permitido establecer análisis comparativos así
como un balance general sobre la forma en la que las principales tendencias jurídicas
y corrientes penales interactuaron en el foro en los distintos momentos históricos del
panorama político mexicano. En cada uno de los apartados hemos llevado a cabo un
análisis de tipo cuantitativo para valorar tanto las tendencias condenatorias que
predominaron entre jueces y fiscales, así como las convergencias o discrepancias
existentes entre las resoluciones expuestas por unos y otros. Para cada período,
además, hemos detenido nuestra atención en alguno de estos actores históricos, bien
por su mayor presencia en relación con el resto de magistrados o fiscales, bien por
haber mantenido una conducta extraordinaria frente a las inclinaciones mayoritarias. Al
mismo tiempo hemos considerado cómo influyeron distintas variables
socioeconómicas, incluyendo el género, en la determinación de las resoluciones
judiciales, cuáles fueron los principales destinos condenatorios elegidos por los jueces,
así como las repercusiones que las principales innovaciones legales y reformas
jurídicas llevadas a cabo en cada etapa política tuvieron en la regulación penal de la
sexualidad femenina.
En relación con los jueces letrados, ya desde las primeras décadas del siglo XIX en
México, quedó establecido por la legislación colonial vigente que para administrar
justicia criminal en primera instancia había que ser abogado, haber nacido en el
territorio de la Monarquía Hispánica y tener 25 años cumplidos1809. El incumplimiento
de esta disposición por falta de personal cualificado fue puesto de manifiesto durante
la celebración del congreso constituyente de 1824, donde los diputados mexicanos
mostraron su preocupación ante la necesidad de profesionalizar la administración de
justicia y exigir, por ello, que los jueces contaran con el pertinente título de licenciado
en derecho para ejercer su profesión1810. Esta situación fue constante en todo el país
aunque por lo que respecta a la administración de justicia criminal en primera instancia
1809
CE 1812, art. 251 y ―Reglamento de las Audiencias y Juzgados de primera instancia‖ de 9 de octubre
de 1812, CP. II, art. 10, en Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y
Extraordinarias, vol. 3, Madrid, Imprenta Nacional, 1813, p. 121.
1810
López González, Georgina, La organización para la administración de la justicia ordinaria en el
Segundo Imperio. Modernidad institucional y continuidad jurídica en México, Tesis de doctorado, México,
COLMEX, 2010, p. 40.
- 493 -
Alejandra Palafox Menegazzi
en la ciudad de México, podemos afirmar que todos los procesos penales que
revisamos entre 1827 y 1880 estuvieron en manos de jueces letrados.
En relación con el funcionamiento procesal de los juicios revisados, recordamos
que una vez concluida la sumaria o juicio informativo, en el que se llevaban a cabo las
averiguaciones iniciales sobre el caso y se tomaban las pertinentes declaraciones
indagatorias, el juez entregaba los autos a la parte demandante para que ésta
formalizara su acusación. En caso de no hacerlo, ante los delitos de estupro o rapto
por seducción y adulterio, al poder proceder sólo a instancia privada, se sobreseería la
causa. Ante los ilícitos de forzamiento o violación, bigamia, incesto o lenocinio, sin
embargo, pese a no haber parte acusadora, al poder procederse de oficio, el juez
debía nombrar un promotor fiscal y dar inicio así al llamado ―juicio criminal
plenario‖1811. El fiscal era la figura que representaba el interés público y los derechos
de la sociedad en el foro. Sus funciones guardaban su origen en la antigua figura del
promotor fiscal, establecida en el territorio novohispano durante la época colonial. En
materia penal, los promotores debían asesorar a las autoridades judiciales para una
correcta implantación de la ley y un adecuado funcionamiento de los tribunales.
Podían también complementar la acción de la parte acusadora o, en caso de no existir
tal, pronunciarse como la misma y perseguir a los procesados.
De todos los juicios revisados, sólo a partir de 1869 pudimos constatar la presencia
de promotores fiscales en primera instancia. En concreto, el primer ciudadano
registrado como tal fue Pedro Covarrubias, quien había ocupado el cargo de primer
juez suplente del ramo criminal entre 1863 y 1866, año en el que fue nombrado juez
integrante del tribunal colegiado creado bajo durante el II Imperio mexicano para
atender los asuntos civiles y criminales en primera instancia de la ciudad de
México1812. Para las décadas anteriores, en los delitos perseguidos a instancia pública
fueron los propios jueces encargados del caso quienes fungieron como fiscales, es
decir, como representantes del bien general de la sociedad ofendida, en aras de
otorgar satisfacción de los delitos a la comunidad, lo que recibía el nombre de vindicta
pública1813.
Una vez que el acusado era declarado formalmente preso, los jueces encargados
del caso solicitaban a los funcionarios de las cárceles capitalinas información acerca
1811
De la Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense mejicana escritas a beneficio de la
Academia Nacional de derecho público y privado de Méjico, vol. 1, México, Juan Ojeda, 1835, p. 8.
1812
López González, Georgina, La organización para la administración…, op. cit., p. 119. El primer
proceso donde pudimos constatar la presencia de esta figura fue un caso de violación sentenciado en
primera instancia por el juez quinto del ramo criminal, José María Castellanos, y revisado por el Superior
Tribunal de Justicia. AGNM, TSJDF, 1869, caja 474, ―Contra Casimiro Hernández por estupro en la joven
Cipriana Calderón‖, ff. 1r-33v.
1813
Recordamos que en caso de no disponer de fiscales, el juez quedaba autorizado para actuar como
tal. De la Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op. cit., p. 8.
- 494 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
de los posibles antecedentes penales del imputado. Si bien el hecho de no haber sido
jamás procesado ni castigado de la justicia no eximía a los reos de ser
condenados1814, conocer el pasado penal de los mismos era un recurso comúnmente
empleado por los magistrados para gestionar mejor su arbitrio a la hora de emitir su
fallo. Debemos señalar al respecto que, en los juicios revisados, la presencia de
antecedentes penales estuvo lejos de determinar la inculpación de los procesados. Por
el contrario, en los únicos dos casos en los que se pudo demostrar que los reos
habían sufrido condenas penales por otros delitos, ello no impidió que fueran puestos
en libertad por los respectivos jueces1815. En varios procesos por adulterio y
amancebamiento, además, encontramos que los infractores aparecieron ante los
magistrados como reincidentes en su incontinencia, por haber hecho caso omiso a las
amonestaciones judiciales previas, lo que suponía un agravante del hecho delictivo. A
pesar de la reiteración del ilícito, ninguno de estos detenidos llegó a ser sentenciado a
sufrir pena corporal o aflictiva, lo que demuestra que la acumulación delictiva podía
incidir sobre la actuación judicial pero no determinaba la condena del infractor.
Si bien la organización del sistema de justicia criminal capitalino entre 1824 y 1880
sufrió importantes re-estructuraciones, su funcionamiento se mantuvo estructurado en
diversos niveles o instancias judiciales. Ya desde los primeros años, cada juez inferior
o de primera instancia, estaba legalmente obligado a informar al tribunal superior
correspondiente acerca de los procesos criminales tramitados en un máximo de tres
días después de haberlos iniciado1816. Una vez dictada la sentencia del proceso, el
magistrado debía remitir la misma a la instancia superior para su confirmación o
revocación1817. Sólo en caso de que los fallos judiciales en primera y segunda
instancia no coincidieran, la parte agraviada podría interponer un recurso de súplica
para que la causa fuera revisada en tercera instancia por otro organismo judicial
1814
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano, o sea la Librería de Jueces, abogados y escribanos que,
refundida, ordenada bajo nuevo método, adicionada con varios tratados y con el título de Febrero
Novísimo dio a luz D. Eugenio de Tapia. Nuevamente adicionada con otros diversos tratados y las
disposiciones del Derecho de Indias y del Patrio, por el Lic. Anastasio de la Pascua. vol. 7. México,
Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2010 [1835], p. 342.
1815
En el primer caso Juan Narciso, acusado de asaltar y violar a una mujer viuda de sesenta años, a
pesar de tener antecedentes penales por robo con violencia y desorden público, fue absuelto en 1864 por
el juez cuarto del ramo criminal, Agustín Fernández Gutiérrez, al considerar que no existían pruebas
suficientes para su condena. La sentencia fue confirmada en segunda instancia por la segunda sala del
Superior Tribunal de Justicia. Al año siguiente tuvo lugar una situación similar, esta vez a cargo del juez
quinto del ramo criminal, Dionisio Castillo, quien sobreseyó por falta de pruebas la causa contra Juan
García por conato de violación y hurto a pesar de que el reo había sido ya condenado por robo en otra
ocasión. AGNM, TSJDF, 1864, caja 394, ―Contra Juan Narciso y Julio (a) el indio (éste prófugo) por fuerza
a una mujer y robo‖, ff. 1r-46v y AGNM, TSJDF, 1865, caja 400, ―Contra Juan García, por conato de
fuerza carnal y hurto―, exp. 265, ff. 1r-7v.
1816
Reglamento de las Audiencias y Juzgados de Primera Instancia, 9 de octubre de 1812, art. 9, citado
en De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 309.
1817
De la Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op. cit., p. 24.
- 495 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1818
Véase al respecto Soberanes Fernández, José Luis, El Poder Judicial Federal en el siglo XIX. (Notas
para su estudio), México, UNAM, 1992, pp. 51-100.
1819
La prescripción de fundamentar las sentencias tuvo lugar mediante la expedición gubernativa del
―Decreto del gobierno. Ordena que se funden, las sentencias en ley, canon o doctrina‖, de 18 de octubre
de 1841, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 4, p.
37.
- 496 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1820
Tomás y Valiente, Francisco, El derecho penal de la Monarquía absoluta. (Siglos XVI-XVII-XVIII),
Madrid, Editorial Tecnos, 1969, pp. 46-81.
1821
La tercera opción contemplada por este jurista era el ―sexo hermafrodita‖, un defecto de conformación
que solía acompañar al nacimiento y que, legalmente, debía derivar en la adopción de uno de los dos
sexos tenidos por normales por parte del sujeto en cuestión. De la Pascua, Anastasio, Febrero
Mejicano…, op. cit., vol. 1, p. 65
1822
P. 3.4.4, citada en Ibidem, p. 66.
- 497 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1823
P. 6.16.3, P. 6.16.4 y P. 6.16.9, citadas en Idem.
1824
P. 6.12.2, citada en Idem.
1825
Disponemos de esta información por haber sido publicada en el periódico El Derecho. Periódico de
jurisprudencia y legislación, vol.2, n. 3, 16 de enero de 1869, pp. 45-46.
1826
En este caso los ingresados por riña lo hicieron también por heridores por lo que la información
cuantitativa reportada incluyó ambos delitos en una misma clasificación.
- 498 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
Como venimos exponiendo a lo largo de este estudio, ser mujer, de cara a las élites
jurídicas mexicanas, significaba en primer lugar, tener que cumplir con un ideal de
feminidad recatado y sexualmente contenido. La indulgencia judicial defendida
teóricamente ante el mal llamado sexo débil perdía valor ante la comisión de aquellos
delitos que transgredían la feminidad sexual prescriptiva, es decir, el rol deontológico
de castidad atribuido a las mujeres. Como muestran los datos ofrecidos ante este tipo
de ilícitos, las procesadas ameritaban ser condenadas igual o, incluso, en mayor
medida que los varones.
Como ya comentamos al analizar las estrategias defensivas empleadas por las
procesadas, la gravedad de transgredir esta normativa de género a través de la
comisión de delitos sexuales, sin embargo, podía disminuir durante el proceso. Ello
dependía como vimos de la actitud que las implicadas mostraran ante las autoridades:
si ofrecían signos visibles de acatar las pautas de comportamiento impuestas por el
ideal de domesticidad imperante, podían re-significar sus faltas ante la mirada judicial,
mostrándose no ya como delincuentes sino, incluso, como víctimas desamparadas de
sus circunstancias. Por el contrario, si la comisión del delito era interpretada por los
magistrados como un acto de altivez y subversión frente a la normativa de género, la
infractora sufriría un mayor rigor en su condena.
El casuismo imperante en la práctica judicial implicó, por tanto, un amplio uso del
arbitrio del que disponían los magistrados para determinar la severidad de sus
condenas en función de las circunstancias en las que se cometía el delito, lo que
incluyó las condiciones del infractor, sus intenciones y los motivos por los que se
decidía a ello. Las causas referidas ante las autoridades, en caso de ser creídas por
éstas, podían dotar al mismo delito de significados muy diferentes. Lo que se juzgaba,
por tanto, no era la infracción formal en sí, sino la relación entre ésta y la transgresión
de la feminidad prescriptiva, así como la transcendencia que el acto podía llegar a
tener. Un mismo delito, por tanto, adquiría mayor gravedad según quién lo cometiera y
quién fuera el encargado de juzgarlo.
Junto con el género, el origen socioeconómico de los implicados también influyó en
la determinación de sus condenas. De la misma manera que la doble moral imperante
- 499 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1827
Foucault, Michel, Historia de la sexualidad. La voluntad del saber, Madrid. Siglo XXI, 1998, pp.145-
146.
1828
Ibidem, p. 146.
1829
AGNM, TSJDF, 1854, caja 300, ―Contra Don José Martínez y Doña Micaela Castañón por adulterio‖,
ff. 1r-33v.
- 500 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
considerar que no existían pruebas suficientes para incoar un proceso penal, mantuvo
durante el juicio la determinación de castigar a los supuestos infractores, así como una
actitud severa contra la imputada. Ante la pública exposición que Micaela hizo del
abandono material y del maltrato que su marido le infringió durante años como medio
para justificar su incontinencia, por ejemplo, el magistrado cuestionó su declaración
acusándola directamente de haberse comportado con ―poco decoro y mala conducta o
cuando menos por mucha ligereza‖1830. Sólo tras el desistimiento del marido
demandante, más de dos meses después de la detención de los acusados, el juez
ordenó su consiguiente puesta en libertad, por ser el adulterio un delito privado,
punible sólo a instancia de parte.
La mayor atención que los jueces mostraron ante las incontinencias sexuales
cometidas por mujeres pertenecientes a los sectores más acomodados de la sociedad,
al sentir una mayor identificación con la posición social de las reas de mayor estatus,
se tornó también en cierta indulgencia a la hora de determinar los espacios en los que
éstas debían cumplir su condena. La aceptación de que los miembros de sectores
sociales elevados, aceptados como civilizados en relación con los populares, eran
vulnerables de ser contagiados por el desorden y los excesos que caracterizaban a la
plebe, subyació a esta desigualdad condenatoria, defendida por varios de los
principales teóricos del reformismo penal como Manuel de Lardizábal y Uribe1831. Este
jurista, a pesar de abogar, en nombre de la razón, por la igualdad y libertad de los
hombres ante las leyes, fue siempre contrario a la teoría del contrato social y partícipe
del mantenimiento de una organización corporativista donde se mantuvieran las
diferencias estamentales y una forma de gobierno legitimada por voluntad divina 1832.
Acorde con estos principios, Lardizábal defendió que estas diferencias y separaciones
sociales debían de reflejarse en el sistema carcelario, haciendo que cada delincuente
ocupara un lugar distinto según las ―clases y condiciones‖1833. El delito era para este
teórico equiparable a una patología y, por ello, si se quería evitar el contagio de los
presos más perversos hacia los menos, había que garantizar su separación. ―Hay, y
esto es lo peor‖, afirmaba,
1830
AGNM, TSJDF, 1854, caja 300, ―Contra Don José Martínez…‖, f. 29v.
1831
En 1777 Manuel Lardizábal y Uribe, miembro del Consejo de Castilla, aceptó el encargo real de llevar
a cabo un estudio acerca de una reforma penal que permitiera acercar el sistema español al de los
―grandes países ilustrados‖ y sustituyese la pena capital por otras que además de ejemplares fueran
correccionales y pudiesen servir al interés público. En 1782 publicó una recopilación legislativa bajo el
título Discurso sobre las penas. Fue a través de este tratado que las ideas de la escuela clásica fundada
por Cesare Beccaria comenzaron a difundirse en una España en la que el Tribunal del Santo Oficio aun
prohibía la circulación de su obra. Saldaña, Quintiliano, ―Estudio preliminar‖, en Beccaria, Cesare, De los
delitos y de las penas, Hernando, Madrid, 1930, p. 26 y Betegón, Jerónimo, "Lardizábal: Discurso sobre
las penas (notas con motivo de su reedición)", Anuario de Derechos Humanos, n. 3, 1985, pp. 669-682.
1832
Carrillo Prieto, Ignacio, Cuestiones jurídico-políticas de la ilustración. Una lectura actual, México,
UNAM, 2011, pp. 133-134.
1833
Ibidem, pp. 87-88.
- 501 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1834
Lardizábal y Uribe, Manuel, Discurso sobre las penas contraído a las Leyes Criminales de España
para facilitar sus reforma, Vitoria, Ararteko, 2001, pp. 212-213.
1835
García Icalbaceta, Joaquín, Informe sobre los establecimientos de beneficiencia y corrección de esta
capital. Su estado actual, noticia de sus fondos, reformas que desde luego necesitan y plan general de su
arreglo. Presentado por José María Andrade, México, 1864 (escrito póstumo de Joaquín García
Icazbalceta), publicado por su hijo Luis García Pimentel, México, Moderna Librería Religiosa, 1907, p.
164. Prieto Hernández, Ana María, Acerca de la pendenciera e indisciplinada vida de los léperos
capitalinos, México, CONACULTA, 2001, p. 221.
1836
AGNM, TJSDF, 1834, caja 94, exp. 195, ―Toca a la causa instruida contra D. Miguel Rodríguez, Doña
Zeferina Zubeldía e Ignacio García por incesto‖, s/f.
1837
AGNM, TJSDF, 1834, caja 94, exp. 195, ―Toca a la causa instruida contra…‖, s/f.
- 502 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
El análisis de los tipos y destinos de las condenas femeninas para cada período,
nos ha permitido observar claramente cómo el género y el origen socioeconómico
estuvieron imbricados y atravesaron la regulación penal de la sexualidad capitalina. En
relación con el primer factor, como hemos visto, los hombres acusados de no cumplir
con la normativa sexual imperante podían ser condenados, en función de la gravedad
delictiva y de su origen, a pagar cierta cantidad material en forma de dote, multa,
indemnización o costa judicial o a cumplir penas corporales de servicio o reclusión en
cárceles, obras públicas, presidio o destierro.
A excepción de la cárcel y del destierro, los destinos de las mujeres procesadas
divergieron notablemente de los masculinos y, a diferencia de los varones
condenados, parte de estas infractoras fueron recluidas en centros públicos o, incluso,
privados, teóricamente no destinados al encierro forzado de personas. Casas de honra
o Recogidas, hospitales o, incluso, el Hospicio de Pobres de la capital, fungieron como
espacios para el castigo y la corrección de mujeres de reprobable conducta sexual. El
paternalismo institucional que permeó el sistema judicial mexicano se materializó en la
creencia de que, a diferencia de los hombres, aquellas mujeres que se desviaban del
camino de contención y sumisión a seguir tenían mayores posibilidades que los
hombres de reubicar su comportamiento futuro y expiar su culpa a través del
desempeño de tareas acordes con su sexo, como el servicio doméstico o el cuidado
de enfermos. El sistema judicial, por tanto, no trataba sólo de castigar sino también de
salvar de las garras de la indecencia a aquellas jóvenes en las que aún parecía
posible vislumbrar un hálito de pureza espiritual. Por otro lado, obligando a mujeres a
corregir su conducta mediante las labores domésticas que teóricamente le
correspondían, el sistema de justicia criminal ordinaria coadyuvaba a la reproducción
de un ideal de feminidad basado en los papeles asistenciales de esposa y madre.
En varias ocasiones, tanto las infractoras como las víctimas de los delitos sexuales
procesados fueron encerradas, incluso por tiempo indeterminado, en calidad de
depositadas. El depósito, recordamos, era una institución judicial de origen medieval,
empleada para garantizar el control de una mujer mediante su encierro en
establecimientos públicos o privados. En función de los intereses de quien lo solicitara,
el objetivo del encierro de una mujer podía ser el castigo o la protección de ésta y, por
ello, las condiciones de cada depósito podían variar1838.
1838
En los albores de la época colonial, si bien el depósito teóricamente no era un castigo y se justificaba
como instrumento de protección, según Marcela Suárez en realidad sí lo era, porque cancelaba la libertad
de la depositada y la obligaba a realizar trabajos en contra de su voluntad y sin remuneración alguna, ya
que las mujeres depositadas generalmente lo eran en casas de hombres de prestigio de la comunidad, y
tenían que efectuar alguna labor para el depositante a cambio de su estadía. Suárez Escobar, Marcela,
―De amores y castigos: Algunas consideraciones sociológicas sobre el poder y la sexualidad en los
- 503 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 504 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1843
AHDF, Ayuntamiento, Gobierno del DF, Cárceles en general, vol. 2, 1827, caja 496, exp.106, ―El Sr.
Alcalde 3º. Don Manuel Barrera…‖, f. 1r.
1844
AHDF, Ayuntamiento, Gobierno del DF, Cárceles en general, vol. 2, 1827, caja 496, exp.106, ―El Sr.
Alcalde 3º. Don Manuel Barrera…‖, f. 3v.
1845
El Hospicio de Pobres fue una institución fundada en 1774 con el objetivo de recoger personas que
mendigaran en las vías públicas y clasificarlos como ―vagos‖, que debían de ser puestos a trabajar en
obras públicas o en las fuerzas militares o como ―verdaderos pobres‖. Estos últimos quedaban internados
en el Hospicio, donde se les inculcaban valores dentro de la ética del trabajo y se les enseñaban empleos,
además de privarles de su libertad hasta que encontraran un ―empleo honrado‖ y fueran reclamados por
algún familiar que garantizase que no volverían a pedir limosnas en las calles. Al respecto, véase Arrom,
Silvia M., ―El Hospicio de Pobres, un experimento fracasado de control social, 1774-1884‖, en Illades,
Carlos y Rodríguez Kuri, Ariel (comps.), Instituciones y ciudad: ocho estudios sobre la ciudad de México,
México, Uníos, 2000, p. 115.
1846
AHDF, Ayuntamiento, Recogidas, vol. 3840, 1763, ―El virrey Marqués de Cubillas pide la Real Cédula
y órdenes que hubiese para la fundación de la Real Casa de Recogidas‖, f. 6r.
1847
Muriel, Josefina, Los Recogimientos de Mujeres, México, UNAM, IIH, 1974, pp. 113, 123 y 134.
- 505 -
Alejandra Palafox Menegazzi
las postrimerías coloniales, el propio virrey conde de Revillagigedo denunció ―el infeliz
estado‖ en que se hallaban las reas:
100%
Heridas
90% Juego
Detenida por la ronda
80% A pedimento de su madre
Encubrir a su hijo
70% Huir de su madre
Prófuga del hogar
Demandada por su hija
60%
Incontinencia Robo al marido
(53,6%) Envenenar
50%
Robo de criatura
Pleito
40% Robo e incontinencia
Incontinencia
30% Lenona
Ebria
20% Robo sacrílego
Cómplice de robo
10% Robo
Homicidio
0%
1848
AHDF, Ayuntamiento, Recogidas, vol. 3840, 1790, ―El conde de Revillagigedo a la Real Sala del
Crimen‖, ff. 16r-16v.
1849
AHDF, Ayuntamiento, Recogidas, vol. 3840, 1810, ―Casa de Recogidas. Sobre las necesidades de
poner en libertad por la falta de subsistencia a algunos reos de dicha casa‖, f. 36r.
- 506 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
―Él sabe muy bien las grandes ventajas que resultan a la sociedad, recogiendo y
separando de la parte sana, las mujeres prostitutas que tan eficazmente contribuyen a la
corrupción de la moral y de las buenas costumbres, en una ciudad que se cuenta la
primera en ilustración y decencia. (…) Que en las cárceles destinadas para arresto,
mientras la subsanación de las causas, no pueden ni deben conservarse mujeres de
esta clase, que con su mal ejemplo infeccionan a las inocentes cuyos crímenes (…) no
1852
son tal vez ocasionados que por una casualidad desgraciada‖ .
1850
Denuncia formulada por el regidor del ayuntamiento de la ciudad de México e integrante de la
comisión de cárceles José María Quijano, dirigida al gobernador del Distrito Federal en 1828. AGNM, GD
118 Justicia, 1828, vol. 85, exp. 26, ―Sobre si convendría reunir a las mujeres en la Cárcel Nacional para
que ayuden a guisar y ahorren los sueldos de la rectora, vice y tornera que hay en la cárcel de la
diputación‖, f. 262r.
1851
AHDF, Ayuntamiento, Recogidas, vol. 3840, 1834, ―Sala de comisiones del Ayuntamiento, a 24 de
julio de 1835, Contra la entrega del edificio de Recogidas a colegio militar, solicitada por el Supremo
Gobierno en calidad de préstamo‖, f. 43r.
1852
AHDF, Ayuntamiento, Recogidas, vol. 3840, 1834, ―Sala de comisiones …‖, f. 43r.
- 507 -
Alejandra Palafox Menegazzi
México, Juan Aragó1853. Durante los años siguientes, las autoridades centrales y
municipales se manifestaron interesadas en el uso del inmueble pero, por falta de
fondos económicos, el uso militar del mismo se mantuvo.
Seis años después de la nueva cesión, la proliferación de mujeres calificadas como
ebrias y escandalosas en las calles de la capital, volvió a dirigir la mirada de las
autoridades hacia el inmueble. En esta ocasión, fue el secretario del gobierno del
Departamento de México, Antonio Díez de Bonilla, quien, en nombre del ministro de
relaciones exteriores y gobernación, solicitó al ayuntamiento el uso de la casa aún
llamada de Recogidas para servir como lugar de encierro para la multitud de mujeres
ebrias y escandalosas que ofendían el pudor público ―con su indecente desnudez‖ y
lastimaban los oídos con sus obscenas palabras, según denunciaba el gobernador1854.
Desde la prefectura del centro de México la respuesta fue contundente: el inmueble ya
no dependía del ayuntamiento de la ciudad, sino del gobierno de la nación quien, por
el momento, no parecía dispuesto a permitir el restablecimiento de la casa de
Recogidas.
¿Cuál fue el destino de las mujeres que ocupaban la casa a principios de la
centuria? Según quedó recogido en diversos informes municipales, tras el cierre del
edificio en 1810, diecinueve de sus ciento diez internas, por ser mujeres casadas,
fueron entregadas a sus respectivos maridos para que éstos se ocuparan de su
conducta1855. Veintitrés de ellas fueron destinadas a servir en los hospitales de San
Andrés, San Juan de Dios, Jesús Nazareno y Real de los Naturales1856 y cuarenta
puestas a servir en ―casas de honra‖ particulares. Por su parte, las mujeres de
conducta desarreglada que permanecieron en la casa hasta 1824 fueron trasladadas a
la Cárcel de la Ciudad, conocida también como Cárcel de la Diputación1857. Aquí, se
estableció un departamento llamado ―de Recogidas‖ donde, según consta en los
informes realizados por la comisión de cárceles nombrada por orden del gobierno
1853
AHDF, Ayuntamiento, Recogidas, vol. 3840, 1841, ―Orden Suprema para que se informe si hay
embarazo en poner en esta casa a las mujeres ebrias y escandalosas que se encuentran en las calles‖, f.
47. Nacido en los pirineos orientales franceses, Juan Aragó (1788-1837) fue un importante militar liberal
que tras enrolarse en la campaña americana del general Mina llegó a ser nombrado comandante militar
de la provincia de Guanajuato en 1817. Activo colaborador de la empresa independentista mexicana, fue
compensado por sus acciones en época independiente, alcanzando el rango de coronel en 1821 y siendo
nombrado en 1833 ―ciudadano benemérito‖ por diversos estados, así como comandante general del
Estado y Distrito de México, con el grado de general de brigada en la capital del país. ―Arago, Juan‖, en
Diccionario Porrúa…, op. cit., p. 125.
1854
AHDF, Ayuntamiento, Recogidas, vol. 3840, 1841, ―Orden Suprema para que se informe si hay
embarazo en poner en esta casa a las mujeres ebrias y escandalosas que se encuentran en las calles‖, f.
47r. Antonio Díez de Bonilla (1801-1865) fue un militar nacido en Tulancingo. Tras ocupar varios cargos
de responsabilidad, durante el último gobierno de Antonio López de Santa Anna en 1853 ascendió hasta
llegar a Gobernador del Distrito Federal. ―Díez de Bonilla, Antonio‖, Diccionario Porrúa…, op. cit., p. 653.
1855
Véase el apéndice III.
1856
Véase el apéndice IV.
1857
AHDF, Ayuntamiento, Recogidas, vol. 3840, 1848, s/t, f. 45r. AGNM, GD 118 Justicia, 1827, vol. 85,
exp. 26, ―Sobre si convendría reunir a las mujeres en la Cárcel Nacional para que ayuden a guisar y
ahorren los sueldos de la rectora, vice y tornera que hay en la cárcel de la diputación‖, ff. 461r-461v.
- 508 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
central, para 1827 se encontraban alojadas sólo doce mujeres1858. Su labor diaria
consistía en el hilado de algodón y las condiciones de su confinamiento fueron
precarias pues el departamento no contaba ni tan siquiera con medios para el
abastecimiento de agua.
Hasta 1834 encontramos cuatro sentencias en primera y segunda instancia que
determinaron el encierro en Recogidas de mujeres condenadas por delitos sexuales.
La última referencia a la casa de Recogidas como espacio para el encierro penal
femenino, de hecho, dató de 1837 y la hizo el por entonces fiscal del Tribunal Superior
de Justicia, Juan Bautista Morales, al solicitar la revocación de la sentencia
pronunciada por el juez de primera instancia José María Tamayo, quien había
condenado a Ramona Pérez a sufrir dos años de cárcel por el amasiato incestuoso
cometido con el amante de su madre, y proponer que la rea cumpliera el mismo
tiempo de pena encerrada en Recogidas1859.
1858
AGNM, GD 118 Justicia, 1827, vol. 85, exp. 26, ―Sobre si convendría …‖, f. 244r.
1859
AGNM, TSJDF, 1837, caja 119, exp. 23, ―Toca a la causa de José Trinidad García y Ramona Pérez
por incesto‖, ff. 19r-27v.
- 509 -
Alejandra Palafox Menegazzi
desde los inicios de la era independiente, durante los años del Primer Imperio
Mexicano, hubo varios intentos gubernamentales por controlar la proliferación de
casas de corrección no regladas1860. En 1822, por orden del Capitán General Jefe
Superior del Imperio, José Antonio Andrade, el alcalde tercero constitucional del
ayuntamiento de la ciudad de México llevó a cabo una investigación al respecto. En
este contexto, se registraron varios bodegones y atolerías que funcionaban como
casas de honra donde los respectivos alcaldes de cuartel, por iniciativa propia o en
acatamiento de una orden judicial, mandaban encerrar a mujeres en calidad de presas
o de depositadas.
María Gertrudis Ortega, alias ―la Chacona‖, era una mujer viuda de cuarenta años y
dueña de una de estas casas, situada en un bodegón de la calle de Santa Ana. Ante
las pesquisas llevadas a cabo por las autoridades imperiales, Gertrudis explicó que
tenía en su potestad a ocho mujeres que habían sido remitidas por orden judicial.
Según esta señora, era costumbre antigua que las autoridades confinaran en casas
como la suya a jóvenes hasta que satisficieran las deudas que debían o compurgaran
el delito que hubiesen cometido. En ocasiones, algunas de las depositadas eran
olvidadas en su casa, lo que le causaba un fuerte malestar por no tener capacidad
para sostenerlas1861.
Las condiciones de vida que soportaban a diario las encerradas eran, por lo menos,
cuestionables. Un día común en la casa de Gertrudis, según su propio testimonio, las
jóvenes debían despertar entre las doce de la noche y las dos de la mañana para
moler una cuartilla o una cuartilla y media de maíz, tarea que solían terminar hasta las
cinco de la tarde del día siguiente hora a la que debían rezar el rosario, cenar y
acostarse. Además de emplearlas en tareas manuales, Gertrudis se encargaba de
corregir su conducta enseñándoles la doctrina cristiana y los primeros rudimentos para
que se confesaran.
El testimonio de varias de las ocho depositadas en la bodega de la Chacona
completaron la información dada por su regente. Una de las interrogadas fue María
Tomasa Coria, joven soltera nacida en Coyoacán, que había sido depositada por tres
meses en casa de Gertrudis a sus dieciséis años por motivos que, en aras del pudor,
se negó a confesar1862. El alimento diario que recibían las encerradas estaba
compuesto por un desayuno a base de una taza de atole y tres tortillas a las siete de la
1860
AHDF, Ayuntamiento, Recogidas, vol. 3840, 1822, ―Averiguación hecha por orden del Capitán
General, Jefe Superior de este Imperio sobre ciertas casas de corrección que se han establecido‖, f. 40r.
1861
AHDF, Ayuntamiento, Recogidas, vol. 3840, 1822, ―Averiguación hecha por orden…‖, f. 44r.
1862
La trascripción del documento de solicitud de la entrada de María Tomasa nos permitió conocer que
había sido remitida por orden del alcalde primero de Coyoacán, Don Onofre Nápoles, quien ―en virtud de
andar descomponiendo los matrimonios‖ pidió que se la recibiera por tres meses y se le aplicara el trabajo
que mereciera‖.
- 510 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
mañana y una cena formada por una taza de caldo y tres tortillas que se servían a las
cinco de la tarde. El trabajo era obligatorio y en caso de que alguna se resistiera,
Gertrudis estaba autorizada para azotarlas con un mecate.
La investigación incoada por el gobierno mexicano fue concluida a los pocos meses
de haberse iniciado. En atención a la orden firmada al respecto por el ministro fiscal
Manuel Díez de Bonilla a finales de diciembre de 1822, las casas de corrección que se
hallaban en la capital habían sido originadas dentro de la legalidad vigente con el fin
lícito de que algunas mujeres acusadas de delitos leves purgaran ahí sus culpas o
pudiesen custodiarse en su interior de manera temporal hasta su definitivo traslado a
los respectivos centros carcelarios1863. La cuestión de si debían o no subsistir dichas
casas era, según el letrado Díez de Bonilla, un punto puramente económico de policía
que competía exclusivamente a los ayuntamientos, diputaciones provinciales y demás
autoridades económicas por lo que el Estado dejaba así de ocuparse del tema.
Durante los años siguientes, las averiguaciones sobre la gestión y el tratamiento
que las internas recibían en las casas de honra no autorizadas por el gobierno
quedaron formalmente en manos del síndico primero de la capital. En la práctica, sin
embargo, no se impulsaron medidas para su regulación o erradicación y, como hemos
podido comprobar en los expedientes consultados, al menos hasta 1871 la justicia
criminal ordinaria se siguió sirviendo de ellas como destinos de castigo y corrección
para mujeres de conducta sexual reprobable.
1863
Si bien en las biografías consultadas sobre el abogado Manuel Díez de Bonilla (1800-1864) aparece
como fiscal del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México desde 1828, en el ocurso citado firma
como ―ministro encargado de las dos fiscalías‖. Díez de Bonilla fue una importante figura del panorama
político mexicano de la primera mitad del siglo XIX, llegando a ocupar cargos de relevancia como el de
vicepresidente honorario del Consejo de Estado, el de ministro honorario del Superior Tribunal de Justicia
o el de ministro de relaciones exteriores y gobernación bajo el último gobierno de Antonio López de Santa
Anna. ―Díez de Bonilla, Manuel‖, Diccionario Porrúa…, op. cit., p. 653.
- 511 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1864
P. 7.29.7. Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op. cit., p. 10.
1865
Como ha puesto de manifiesto Marcela Suárez Escobar, esta práctica operaba ya en las postrimerías
coloniales del sistema judicial mexicano y respondía al temor que los reos inspiraban en las autoridades
judiciales. Suárez Escobar, Marcela, ―De amores y castigos…‖, op. cit.. p. 7.
1866
No. R. lib. IV, tít. 18, ley 11.
1867
Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op. cit., p. 16.
- 512 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
Este fue el caso de María Petra Arellano quien, por citar un ejemplo, en 1828 fue
condenada por el juez de letras, Agustín Pérez de Lebrija, a destierro por tiempo
indefinido ―fuera de veinticinco o más leguas de la ciudad‖, acusada de ―inquietar el
matrimonio‖ del hombre que había sido su amante durante años y con el cual tenía
tres hijos1868. La notable severidad de esta condena en comparación con otras penas
aplicadas a mujeres por incontinencia adulterina en estos años, estuvo relacionada
con la disposición de recursos de la esposa ofendida, Doña Francisca Rendín, quien
gozó de los medios suficientes para invertirlos en controlar y vigilar a la acusada antes
de su detención.
La catalogación de ciertas infracciones como ―delitos privados‖, perseguibles sólo a
instancia de la parte agraviada, permitió que los intereses de la parte actora
mantuvieran una influencia extraordinaria sobre la valoración de los hechos delictivos
en el foro. Entre los comportamientos sexuales reprobados que hemos considerado en
este estudio, recordamos que tanto el adulterio como el estupro o el rapto por
seducción fueron incluidos dentro de la categoría de delitos privados al considerar que
su comisión no dañaba al conjunto social y que, por ese motivo, no podían ser
perseguidos de oficio. El desistimiento de la parte demandante o la no formalización
de su acusación, como vimos, causaban aquí el sobreseimiento del caso, así como la
inmediata puesta en libertad de los procesados.
Si bien esta afirmación no admitía dudas legales para los procesos de adulterio,
para las décadas anteriores a la expedición del Código Penal de 1871, la situación
formal de los delitos de seducción no estuvo tan clara en este aspecto ya que a pesar
de que las leyes de Partidas vigentes permitían la persecución pública del estupro sin
violencia, la doctrina era partidaria de que sólo se procesara a los sospechosos a
instancia de la parte agraviada, es decir, de la víctima o de sus familiares. Así, por
ejemplo, ante una denuncia de rapto o estupro, la ausencia de una acusación formal
de la parte afectada permitió a algunos jueces hacer uso de su arbitrio e interpretar
que eran conductas que atentaban contra el orden social, en caso de haberse
producido con escándalo, por lo que era necesario actuar de oficio para satisfacer así
la vindicta pública. En otros casos, sin embargo, los magistrados competentes
justificaron la conclusión del juicio por no poder procederse de oficio en delitos
clasificados como privados.
El adulterio, por tanto, fue el único delito que no presentó fisuras normativas
durante el proceso en este sentido y su persecución estuvo limitada a los casos en los
que el cónyuge ofendido se constituía como parte, hubiese o no provocado escándalo.
1868
AGNM, TSJDF, 1828, caja 38, ―Toca a las diligencias promovidas por Doña Francisca Rendín contra
María Petra Arellano por andar inquietando su matrimonio‖, s/f.
- 513 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Que fuese considerado un delito privado no le restaba gravedad ante los ojos de los
juristas, pues, como reconocía el fiscal de la Suprema Corte de Justicia, José María
Casasola, el adulterio era una de los delitos que más amenazaban el orden
matrimonial deseado por las élites. Según sus propias palabras:
―Todos los delitos turban la tranquilidad pública y sus efectos son nocivos a las
familias de que se compone la sociedad en proporción de que son mayores los prejuicios
que puedan pasar pero ninguno destruye más la paz y la armonía entre dos personas
ligadas con vínculos que las llega a fundir que el delito de adulterio porque engendra un
1869
odio irreconciliable en el ánimo del cónyuge inocente‖ .
1869
AGNM, TSJDF, 1848, caja 257, exp. 146, ―Toca a la causa instruida contra Don José Anastasio
Escamilla y Doña Jesús Sarmiento por adulterio incestuoso‖, s/f.
1870
El entrecomillado recoge dos de los formulismos más empleados por los actores a la hora de no
formalizar su acusación.
- 514 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1871
AGNM, TSJDF, 1865, caja 407, ―Contra Andrés Villarroel y María Félix Márquez por adulterio‖, s/f.
1872
AGNM, TSJDF, 1832, caja 76, "Toca a la causa instruida contra Pedro Vidal Velázquez por rapto", s/f.
1873
AGNM, TSJDF, 1872, caja 521, ―Contra María Feliz Macedo, Margarita Martínez y Agustín Ochoa, la
primera prófuga de la casa paterna, la segunda seducción y el tercero estupro de la segunda‖, s/f.
1874
El estado mexicano tras la independencia adquirió el monopolio de los papeles sellados requeridos en
las instancias judiciales que había ostentado hasta el momento la Corona española. Téllez G., Mario A,
―Apuntes para una historia de los escribanos y notarios en el Estado de México del siglo XIX‖, Revista
mexicana de historia del derecho, n. 23, 2011, p. 162.
1875
Decreto emitido el 6 de octubre de 1823. Peña y Peña, Manuel, Lecciones de práctica forense…, op.
cit., p. 451.
- 515 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Ante esta situación, no fue raro encontrar peticiones de excepcionalidad en las que
los demandantes buscaran formalizar sus acusaciones sin disponer de los medios
suficientes para ello. Así, por ejemplo, al presentar su queja contra el teniente coronel
Félix Azoñoz por estupro, Dolores Bravo concluyó su solicitud de la siguiente manera:
―otro sí os pido que este escrito que ha sido formado por las instrucciones que he dado
se admita como una formal acusación y en papel de sello cuarto por ser notoria mi
insolvencia‖1876.
La ausencia de dinero suficiente para costear incluso el medio real que costaba el
sello cuarto, obligaba a varias personas a presentar sus demandas y solicitudes en
otra especie de papel, conocido como papel de sello quinto, destinado originalmente a
libranzas. Para ello, los interesados debían requerir otro permiso judicial especial,
aludiendo explícitamente a su falta de medios materiales, como advertimos en la
demanda interpuesta en 1860 por Félix Fernández, quien se dirigió ante el juez quinto
de lo criminal Anastasio Cornejo para denunciar la seducción sufrida por su hija a
manos de un importante sombrerero. Tras exponer los motivos que le empujaban a
personarse contra el supuesto seductor, Félix Fernández formuló su solicitud en los
siguientes términos:
―Que siendo un triste artesano y sin recursos de ninguna clase, pido se me admita
este escrito en el papel del sello quinto ayudándoseme de oficio en calidad de por ahora
con tanta más razón cuanto que el que ha cometido el delito es quien ha de reportar
1878
estos gastos‖ .
1876
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Doña Dolores Bravo quejándose del Teniente coronel Don Félix
Azoñoz‖, f.23r.
1877
AGNM, TSJDF, 1834, caja 91, ―Toca a la causa instruida contra María Guadalupe Pérez por
matrimonio doble‖, s/f.
1878
AGNM, TSJDF, 1860, caja 341, "Primeras diligencias de lo criminal practicadas contra D. Federico
Hall por D. Félix Fernández", ff. 2v-3r.
- 516 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1879
―(…) que si la avenencia fuere fecha ante que la sentencia sea dada sobre tal yerro como este, que
vala quanto para non rescebir por ende pena en el cuerpo de acusado; fueras ende si el yerro fuesse de
adulterio. Ca en tal caso como este non puede ser fecha avenencia por dineros, mas bien le puede quitar
de la acusación el marido si quisiere, non recibiendo precio ninguno por ello‖. P. 7.1.22. El amplio tema
del papel que el perdón de la parte ofendida tuvo en el ordenamiento jurídico penal castellano entre los
siglos XVI y XVIII ha sido estudiado en el trabajo ya clásico de Tomás y Valiente, Francisco, ―El perdón de
la parte ofendida en el derecho penal castellano. (Siglos XVI, XVII y XVIII)‖, Anuario de historia del
derecho español, n. 31, 1961, pp. 55-114.
1880
Ibidem, p. 66.
- 517 -
Alejandra Palafox Menegazzi
En otros sesenta y cuatro casos, por otro lado, los demandantes decidieron desistir
de su empresa después de haber acusado formalmente a los supuestos seductores.
Pese a esta importante proporción, sólo ocho personas justificaron su retirada por
haber alcanzado un acuerdo pecuniario con los supuestos infractores, formalizando el
mismo ante el juez. El perdón de parte debía de realizarse en escritura pública y seguir
una estructura formal concreta que incluyese una relación sucinta de la causa, su
estado, el juez y el escribano encargados del proceso, y el manifiesto explícito de que
el agraviado perdonaba libremente la ofensa y renunciaba a las acciones emprendidas
contra el acusado. En los procesos examinados el perdón otorgado, tras ser acordado
de manera verbal, quedó sólo transcrito parcial o completamente por el escribano
correspondiente1881.
1866 Pago de los gastos del parto y Anastasio Cornejo. Libertad apercibido de no
alimentos de la prole. reincidir.
1869 50 pesos Calderón. Libertad por desistimiento y firma
de convenio.
1870 100 pesos Jesús María Gaxiola. Libertad por
desistimiento.
1870 96 pesos Jesús María Gaxiola. Libertad por
desistimiento.
1879 Acuerdo privado. No se Rafael Morales. Libertad por desistimiento
especifica la cantidad.
Uno de los convenios referidos fue el celebrado en 1865 entre los padres de
Vicente Tuñón, velero de dieciocho años acusado de haber desvirgado a una doncella
y los de su supuesta víctima, Julia Lorenzana, de dieciséis1882. En este caso, si bien el
1881
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia. Nueva Edición corregida
notablemente y aumentada con nuevos artículos, notas y adiciones sobre el derecho americano, por Don
Juan B. Guim, París, Librería de la Rosa, Bouret y Cía, 1851, p. 1344. El Código Penal de 1871 limitó de
forma explícita el poder del perdón de la parte ofendida como método anulador del proceso judicial. El
perdón como método válido para la extinción de la acción penal quedó reconocido sólo en los casos en
los que no se pudiese proceder de oficio (como el adulterio, el rapto o el estupro por seducción) o bien en
los que se otorgara antes de haber formalizado la acusación y por una persona facultada legalmente para
hacerlo. Asimismo, el código aclaraba que, en caso de que hubiese más de un ofendido, el perdón
otorgado por uno sólo de ellos no podía detener la acción penal. Por otro lado, en caso de que hubiese
más de un procesado por el mismo delito, el perdón debía de otorgarse a todos ellos. CP. 1871, arts. 258-
261.
1882
AGNM, TSJDF, 1865, caja 407, ―Contra Vicente Tuñón por estupro‖, s/f.
- 518 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1883
AGNM, TSJDF, 1865, caja 482, ―Contra Romualdo Becerril por estupro que acusa Juana Galván‖, s/f.
1884
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., p. 186.
1885
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Carrillo Agustina contra su esposo Francisco Olmos por rapto y
estupro de María Guadalupe Vázquez‖, f. 63r.
- 519 -
Alejandra Palafox Menegazzi
el riesgo de tener que indemnizar a la parte contraria por no haber podido demostrar el
delito denunciado1886. Parece evidente interpretar que esta situación favoreció que las
personas carentes de recursos económicos decidiesen no correr el riesgo señalado,
sobre todo ante delitos normalmente cometidos en espacios reservados, lejos de la
mirada de posibles testigos, como eran los ilícitos sexuales. Si en los procesos que
podían continuarse de oficio estos actores se veían obligados a asumir un papel de
meros espectadores durante el litigio, dejando en manos de jueces, fiscales y
abogados defensores la determinación del proceso, en los delitos privados los
interesados pronto advertían que el sistema judicial no iba a ser el medio para resarcir
el daño que se les había inferido.
El Código Penal de 1871 mantuvo la naturaleza privada de los delitos de rapto y
estupro por seducción, estableciendo explícitamente, además, que en caso de que la
víctima superase los catorce años, el delito sólo se perseguiría cuando existiese
prueba escrita de la promesa de matrimonio dada por el supuesto seductor1887. La
totalidad de los setenta y seis delitos de estupro procesados que pudimos registrar tras
la codificación, entre 1872 y 1880, fueron acompañados de un delito de rapto de la
supuesta víctima. Por este motivo, la acción judicial estuvo determinada en estos
casos también por el articulado legal que limitaba la persecución del delito de rapto
sólo por queja de la mujer ofendida o de los padres o maridos agraviados1888. Por otro
lado, a no ser que interviniera la violencia en la comisión delictiva, sólo se procedería
criminalmente contra los supuestos raptores en caso de que la seducida fuera menor
de dieciséis años1889. Al igual que en los delitos de adulterio, por tanto, la
desestimación de la parte acusadora siguió determinando la libertad del demandado y
poniendo fin al proceso.
A pesar de que a partir de 1871 la codificación puso fin al pluralismo normativo
vigente desde época colonial, en lo referente a los delitos de rapto y estupro, para todo
el periodo contemplado en este estudio existió una tendencia generalizada en la
práctica judicial a no castigar la violencia sexual ejercida sobre mujeres, especialmente
cuando éstas no cumplían con los patrones de sumisión y recato que las reglas de
género les exigían. Aquí, al igual que lo observado en los delitos por seducción, un alto
porcentaje de los demandantes decidieron no formalizar su acusación contra los
supuestos infractores. En concreto, de las ciento veintinueve demandas por violación
1886
Por el artículo 17 de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857 las costas
judiciales fueron abolidas. De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., vol. 7, pp. 277-279.
1887
―El estupro solo se castigará en los casos y con las penas siguientes (…) III. Con arresto de cinco a
once meses y multa de 100 a 1500 pesos, cuando la estuprada pase de catorce años, el estuprador sea
mayor de edad, haya dado a aquella por escrito palabra de casamiento, y se niegue a cumplirla sin causa
justa posterior a la cópula, o anterior a ella pero ignorada por aquel‖. CP 1871, art. 794.
1888
CP 1871, art. 793 y CPP 1880, art. 814.
1889
CP. 1871, arts. 810 y 814.
- 520 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1890
AGNM, TSJDF, 1880, caja 685, ―Violación. Maura Hernández‖, s/f.
- 521 -
Alejandra Palafox Menegazzi
los procesos cuando la parte agraviada desistía de su acusación, algo que, como
hemos visto, ocurría con frecuencia.
El caso por violación juzgado en 1872 por el magistrado cuarto suplente del ramo
criminal, Matías González ofrece un buen ejemplo de lo afirmado. El proceso fue
incoado a instancia de parte, pues fue la madre de la supuesta víctima, una mujer
viuda de treinta y ocho años llamada María Soledad Cano, quien presentó su queja
contra Antonio Torres, acusándolo de haber desvirgado a la fuerza a su hija, joven de
quince años de edad. Una vez recogidas las declaraciones pertinentes y comprobado
mediante reconocimiento médico que la desfloración de la víctima había sido reciente,
el juez declaró formalmente preso al acusado y elevó la causa a juicio plenario. A partir
de ese momento, María Soledad fue llamada a comparecer ante el juez en diversas
ocasiones. Tras catorce días de haber iniciado el proceso, la demandante rectificó su
queja y decidió desistir de su empresa pues, como ella misma afirmó, teniendo el
tiempo dedicado exclusivamente para su trabajo, que era el único recurso con que
contaba para vivir, había tenido que interrumpirlo en diversas ocasiones por tener que
acudir al juzgado, lo que le había perjudicado notablemente1891.
Ante el desistimiento de María Soledad, el juez González sobreseyó la causa y
puso en inmediata libertad al reo pues, como motivó en su sentencia, para que el
delito de estupro se pudiera castigar la víctima debía de ser menor de 14 años y el
estuprador, además de adulto, debía de haber dado palabra de casamiento por
escrito. Este hecho, unido al desistimiento de la acusación, justificaba la puesta en
libertad de Torres ya que, según el juez, la violencia denunciada por la víctima no
estaba demostrada1892.
La reflexión ofrecida por el promotor Víctor Méndez al respecto, no deja dudas
sobre hasta qué punto la violencia sexual seguía interpretándose como un atentado
contra el pudor, característica perteneciente sólo a las personas honestas según los
criterios de la élite. Durante el proceso contra Tomás Narváez y Juan Monroy,
acusados de haber intentado violar a la joven soltera de veintidós años María Antonia
García, Méndez instó al juez a sobreseer la causa después de que víctima, tras
denunciar el agravio y permitir la incoación del caso, formulando la pertinente
declaración para el auto cabeza de proceso, decidiera no formalizar su acusación. Sus
palabras fueron las siguientes:
―En los delitos de incontinencia, a los que pertenece este, cree el suscrito que se
deben seguir a instancia de la parte agraviada, en cuyo caso la justicia sólo debe
1891
AGNM, TSJDF, 1872, caja 534, ―Torres. Estupro‖, s/f.
1892
AGNM, TSJDF, 1872, caja 534, ―Torres. Estupro‖, s/f.
- 522 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
castigar el escándalo y otros hechos que concurran como la fuerza, las heridas,
escalamientos pero no el hecho mismo, si no lo pide la parte ofendida a no ser que la
violación sea en doncella, en cuyo caso esta circunstancia hace grave el delito y de más
trascendentales consecuencias. (…) Por lo que respecta a la persona ofendida, si esta
no se queja, si no pide el castigo de su ofensor, ¿con qué derecho la justicia interviene
en las ofensas de los particulares cuando sólo a ellos toca pedir su castigo? (…) No
apareciendo la ofendida María Antonia García, es de suponerse que no quiere ejercitar
1893
su acción y que ha perdonado la ofensa‖ .
La violencia sexual pese a estar tipificada como delito de por sí, siguió, en la mayor
parte de los casos revisados, fungiendo en la práctica judicial como agravante en
delitos de estupro. Si bien veremos con detenimiento el porcentaje de violaciones
condenadas para cada período, un repaso general por los procesos de violación
intrafamiliares registrados nos permite ofrecer una clara demostración de cómo,
incluso ante uno de los ilícitos considerados de mayor gravedad, como era el incesto,
las mujeres que no cumplieran con el ideal de recato y castidad exigido por la moral
imperante no ameritaban protección judicial alguna.
1893
AGNM, TSJDF, 1876, caja 598, ―Contra Tomás Narváez y Juan Monroy por fuerza carnal en la
persona de María Antonia García‖, ff. 21v-22r.
1894
―Compurgar‖ era un término jurídico que, según los tratadistas de la época, aludía a la acción de
manifestar la inocencia de una persona acusada de algún delito ―desvaneciendo con juramento u otra
prueba los indicios que resultaban contra ella‖. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado de legislación
civil, penal, comercial y forense, o sea resumen de las leyes, usos, prácticas y costumbres, como
asimismo de las doctrinas de los jurisconsultos, dispuesto por orden alfabético de materias, con la
explicación de los términos del Derecho. Por Don Joaquín Escriche y con citas del derecho, notas y
adiciones por el licenciado Juan Rodríguez de San Miguel, México, Oficina de Galván, 1837, p. 475. En la
práctica judicial se empleaba para referir la puesta en libertad de un acusado por considerar que ya había
resarcido la falta cometida con el tiempo de prisión sufrido durante la instrucción del proceso.
- 523 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1895
―Bases para el reglamento de la Suprema Corte de Justicia‖, 14 de febrero de 1826, en Dublán
Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 1, pp. 772-776.
1896
Recordamos que a causa de una restructuración del fondo documental TSJDF del AGNM analizado,
los expedientes más antiguos para el siglo XIX que hemos podido hallar datan de 1827. Si bien acudimos
al archivo en reiteradas ocasiones entre los años 2012 y 2015, fue imposible acceder a los documentos
relativos a los años 1824-1826 por encontrarse en proceso de restauración.
- 524 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1897
Se trató de los jueces José Antonio Anaya, quien sentenció en primera instancia un juicio por estupro
inmaturo en 1830 y José Cristóbal Herrera, quien lo hizo en un proceso por violación en 1832.
1898
La SCJ fue creada a través del Acta Constitutiva de la Federación e instalada a partir del 15 de marzo
de 1824. ―Se habilita la Corte Suprema de Justicia para conocer en segunda y tercera instancia de las
causas pertenecientes al distrito y territorios‖, 12 de mayo de 1826, en Dublán Manuel, y Lozano, José
María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 1, p. 781.
1899
CM 1824, art. 124.
1900
Si bien la segunda sala de la SCJ se encargó de revisar la mayor parte de los procesos remitidos por
los jueces de primera instancia, la tercera sala también operó como tribunal superior en segunda
instancia.
1901
Para una explicación detallada del funcionamiento procesal en primera, segunda y tercera instancia
durante este periodo véase Flores Flores, Graciela, Orden judicial y justicia criminal (Ciudad de México,
1824-1871), Tesis de doctorado, México, UNAM, 2013, pp. 44-46.
- 525 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1902
El artículo 36 de las Bases para el reglamento de la Suprema Corte de Justicia, de 14 de febrero de
1826, estableció explícitamente que el fiscal debía de ser oído en todas las causas criminales tratadas por
la SCJ.
1903
Se trató de dos condenas pronunciadas en procesos por estupro inmaturo respectivamente por el juez
letrado de la capital, José María Puchet, y el alcalde primero y juez interino de la capital de Tlaxcala, José
Antonio Anaya. AGNM, TSJDF, 1830, caja 58, exp. 83, ―Toca a la causa instruida contra José de los
Santos romero por intento de estupro‖, ff. 14r-18v y AGNM, TSJDF, 1830, caja 58, exp. 78, ―Expediente
supletorio del formado contra D. Juan Fenzi por estupro‖, s/f.
- 526 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1904
AGNM, TSJDF, 1828, caja 41, exp. 212, ―Toca a la causa criminal instruida contra Juan Galindo por
matrimonio doble‖, ff. 103r-144v.
1905
AGNM, TSJDF, 1828, caja 41, exp. 212, ―Toca a la causa criminal instruida contra Juan Galindo…‖, ff.
134v.
1906
AGNM, TSJDF, 1831, caja 66, exp. 32, ―Toca a la causa instruida a Mariana Berislain por lenona‖, s/f.
- 527 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 528 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
Como podemos observar en los cuadros VI y VII, la mayor parte de los juicios que
más se dilataron en el tiempo durante este periodo no concluyeron con penas severas.
Que un preso permaneciera meses encerrado a la espera de resolución, por tanto, no
lo predestinaba a sufrir duras condenas corporales. ¿Entonces, por qué se demoraban
- 529 -
Alejandra Palafox Menegazzi
los procesos? Si bien esta pregunta no admite una respuesta única y contundente,
debemos considerar, por un lado, que la falta de personal capacitado para ocupar
puestos de responsabilidad en el sistema judicial de la época sobrecargaba, en
ocasiones, el trabajo de los magistrados encargados1907. Dada la naturaleza de los
delitos contemplados en este estudio, así como el amplio arbitrio del que disponían los
magistrados durante este periodo, por otro lado, no podemos olvidar la relevancia que
variables como el género o el origen socioeconómico de los implicados tuvieron al
respecto.
Si fijamos nuestra atención en el tipo de delitos que admitieron demoras judiciales,
destaca, por un lado, el hecho de que entre los casos recogidos no figurase ningún
proceso por violencia sexual ejercicio por mujeres no vírgenes pues, como ha quedado
recogido en los cuadros VI y VII, todos los casos por violación estuvieron
acompañados de un delito de estupro. Por lo general, cuando un delito no ameritaba
pena para un juez, a pesar de estar castigado por las leyes, el casuismo le ofrecía los
instrumentos necesarios para considerar que no existían pruebas suficientes que
demostraran el ilícito y poder sobreseer así la causa. En caso de existir voluntad
judicial para perseguir y punir el acto juzgado, el magistrado competente se detendría
en mayor medida en ordenar las pesquisas e interrogatorios necesarios para
esclarecer los hechos y poder condenar al delincuente.
Los procesos, por tanto, solían complejizarse y requerir de un mayor espacio
temporal para su conclusión principalmente por dos situaciones: bien porque un juez o
un fiscal, si consideramos las instancias superiores, se negaba a cerrar el caso, bien
porque uno de los actores principales (demandantes o acusados) disponían de
recursos suficientes, además de interés, para que sus abogados recurriesen las partes
del juicio con las que estuviesen disconformes. Poner tachas a los testigos
presentados por la parte contraria o presentar diversos alegatos durante el juicio
requería de dinero para costear el servicio de expertos abogados, además de tiempo
suficiente para personarse en el juzgado todas las veces que fuera necesario.
El juicio por adulterio que tuvo lugar contra Guadalupe Hoyos entre 1828 y 1832 y
que ya hemos comentado en otros apartados de esta tesis ofrece un excelente
ejemplo de lo afirmado. Guadalupe fue condenada el 29 de noviembre de 1828 por el
juez Agustín Pérez de Lebrija a sufrir dos años de reclusión en ―Recogidas‖1908. Tras
esta condena, la rea, representada por su abogado Ignacio Castro, apeló la sentencia
1907
Las denuncias sobre el déficit de abogados con experiencia para poder administrar justicia fueron
constantes a lo largo del siglo XIX. Al respecto, véase, López González, Georgina, La organización para
la administración…, op. cit., pp. 81-83.
1908
AGNM, TSJDF, 29, 1832, caja 77, ―A la causa instruida contra Guadalupe Hoyos acusada de
adulterio‖, s/f.
- 530 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1909
AGNM, TSJDF, 29, 1832, caja 77, ―A la causa instruida contra…‖, s/f.
- 531 -
Alejandra Palafox Menegazzi
numerosos trámites como por la empatía que el magistrado Lebrija pudo sentir hacia la
procesada. No podemos olvidar que si bien el sistema de valores que operó dentro de
los sectores privilegiados o dominantes no trató siempre de imponerse al resto de la
población por parte de las élites judiciales quienes, en ocasiones, mostraron actitudes
más flexibles o indulgentes ante los delitos sexuales de los grupos populares, esta
misma identificación también se tradujo en condenas especiales para los infractores
pertenecientes a los estratos superiores de la sociedad. Sin ánimo de querer llenar
este espacio de simples especulaciones, no podemos evitar pensar que en caso de
estar cumpliendo condena en una prisión común de la capital, la defensa de
Guadalupe quizá no hubiese dedicado tanto tiempo, como lo hizo, en impugnar los
alegatos presentados por la parte del demandante Joaquín Díaz.
El género fue una de las variables que intervino en la dilatación que en primera
instancia sufrió el proceso por matrimonio doble incoado contra una mujer,
casualmente también llamada Guadalupe, en 1834. Encerrada como presa formal
desde el 12 de marzo, el juez José Mariano Ruiz de Castañeda no dictó sentencia
hasta el 19 de febrero del año siguiente. Por otro lado, el origen socioeconómico de la
procesada, que trabajaba como sirvienta en casas particulares, también influyó aquí
en la actuación judicial pues, a diferencia de lo observado en el proceso contra
Guadalupe Hoyos, a esta Guadalupe, apellidada Pérez, no le fue permitido alojarse en
centros como el Hospicio de Pobres y tuvo que aguardar la conclusión de su caso
confinada en la temible Cárcel de la ExAcordada1910.
Recordamos que en los procesos de primera instancia los únicos letrados que
intervenían eran los jueces y los abogados pues, para estos años no encontramos
ningún juicio en el que constara la presencia de un fiscal. Al tener que remitir las
diligencias practicadas a una instancia superior dentro del tercer día de haber
1910
De los tres posibles destinos constatados en los partes policiales, la Cárcel Nacional de la
ExAcordada parecía el peor que un detenido podía esperar. Emplazada en el edificio del antiguo Tribunal
de la Acordada, abolido desde 1812, operó como cárcel hasta 1862, cuando los presos fueron
trasladados a la recién creada Cárcel de Belem, y pasó a ser recordada como ―La Chinche‖ debido al gran
número de insectos que poblaban sus instalaciones y a las deplorables condiciones en las que se
encontraba. Testimonios como el de Ignacio Cumplido describieron esta prisión como un espacio en el
que sólo aquellos que dispusieran de recursos económicos podían ocupar celdas medianamente
acomodadas y huir así de la hediondez y la inmundicia que caracterizaba las mazmorras de los presos
comunes. ―Las paredes están llenas de sangre hasta donde puede alcanzar la mano del hombre porque
baja de los techos una corriente de chinches a chupar la de los desgraciados presos y ellos las estregan
contra las paredes, volviendo así más asqueroso su dormitorio‖, sostenía este político liberal. Dormir
parecía lo más complicado dada la ―aglomeración de los cuerpos y de las materias fecales‖, ―las
picaduras de los insectos, el insomnio, los malos alimentos y la falta de suficiente ventilación‖. Los nuevos
ingresados debían cooperar materialmente con el alcaide y los funcionarios de la prisión entregando gran
parte de los bienes que disponían. En caso de negarse, el presidente de la cárcel y sus allegados
aplicaban al preso ―la culebra‖, ―una descarga de puñadas‖ y ―otros excesos que la decencia‖, según
Ignacio Cumplido, obligaba a callar. Cumplido, Ignacio, México, ―Acordada (cárcel de la)‖, 1 de febrero de
1841, en Orozco y Berra, Manuel (coord.), Apéndice al Diccionario Universal de Historia y Geografía.
Colección de artículos relativos a la República Mexicana, México, Imprenta de J. M. Andrade y F.
Escalante, 1855, pp. 41-43.
- 532 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
―No dudaré asertar (sic) que el pedimento fiscal camina bajo bases equivocadas,
estribando en supuestos falsos y no encargándose de las principales razones en que
estribe el citado alegato. (…) Acosada del hambre, sufriendo con mis cuñadas los peores
tratamientos y careciendo de apoyo por la ausencia de mi marido, fue más que natural
que solicitara en otras partes por medios decorosos mi subsistencia, tanto más cuanto
que comúnmente se sabe que las sirvientes en cuya clase me hallaba, sólo aspiran a
encontrar amos que pagándoles más salario, este pueda cubrir las urgencias de la
1914
vida ‖.
- 533 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Ante la orgullosa actitud evidenciada por la rea, el fiscal Morales incrementó su interés
en que recibiera un severo castigo pues según su lectura, era obvio que Guadalupe
había actuado siendo consciente del ―agravio de la vindicta pública y de la moral
cristiana‖ que cometía. Por este motivo, Morales solicitó a la Suprema Corte que
revocara la sentencia del juez inferior, que daba por compurgada a la rea con la prisión
de menos de un año que ya había sufrido, y condenara a la infractora a trabajar cuatro
años en oficinas del departamento de mujeres de la Cárcel Nacional donde se
hallaba1915.
Si bien en esta ocasión la petición del fiscal no fue atendida y la SCJ dio por
compurgada a la reo con la prisión sufrida, al mismo tiempo la condenó a permanecer
recluida en Recogidas por tres años. Guadalupe no era una víctima sino una mujer
consciente de su posición social y de las herramientas de las que disponía para vivir
en la capital mexicana en las mejores condiciones posibles. Era necesario, por tanto,
tratar de corregir su conducta y, para ello, nada mejor que el trabajo y el encierro que
garantizaba la cuasi extinta institución de Recogidas.
De los treinta y un procesos revisados en segunda instancia durante la Primera
República Federal, la presencia del fiscal Juan Bautista Morales fue constatada en
veintidós de ellos. Su actuación para este periodo fue relevante tanto cuantitativa
como cualitativamente, motivo por el cual hemos considerado oportuno detenernos
brevemente en la figura de este peculiar e influyente letrado.
1915
AGNM, TSJDF, 1834, caja 91, ―Toca a la causa…‖, s/f.
- 534 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1916
Este tribunal estuvo compuesto por tres salas integradas por once ministros y un fiscal que debían de
tener una formación en derecho y eran elegidos por las legislaturas de los estados tras una votación por
mayoría absoluta. CM 1824, art. 124.
1917
Zarco, Francisco, ―El señor D. Juan Bautista Morales‖, en Morales, Juan Bautista, El Gallo Pitagórico.
Colección de artículos crítico-políticos y de costumbres, México, Ignacio Cumplido, 1857, p. IX.
1918
Los artículos que formaron parte de esta obra fueron publicados, principalmente, en el periódico El
Siglo XIX, gran instrumento de expresión política liberal de la capital mexicana.
1919
Hemos desarrollado con más detenimiento el papel que Juan Bautista Morales jugó como reproductor
del ideal de feminidad al servicio de los intereses patriarcales en: Palafox Menegazzi, Alejandra, ―Justicia,
matrimonio y civilización en la primera mitad del siglo XIX mexicano. Una aproximación a través de la
figura del fiscal Juan Bautista Morales‖, (en prensa).
- 535 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―Como las mujeres tienen una propensión innata a manifestar sus gracias y las feas
no tienen otra que el talento, venga o no venga el caso, te hablan del congreso, del
gobierno, de economía política, de jurisprudencia, etc. Las más veces diciendo
1923
disparates garrafales, pero en tono magistral y decisivo‖ .
Tanto en su defensa del interés público desde la Fiscalía, como en sus escritos
periodísticos, Morales se erigió como un importante custodio de las jóvenes inocentes,
a las que observaba, dentro de su proyecto civilizatorio, como parte del futuro de la
nación por ser futuras madres y educadoras de ciudadanos. Si el arquetipo de mujer
ideal era, para Morales, el de una joven, bella, desvalida, ingenua y casta, su
antagónico femenino tenía características de mujer pudiente, de edad madura,
inteligente y con deseo sexual.
1920
AGN, TSJDF, Caja 94, 1834, exp. 48, ―Toca a la causa instruida contra D. Miguel Rodríguez, doña
Zeferina Subeldia e Ignacio García por incesto‖, s/f.
1921
La lucha de Morales en contra del ultramontanismo y los privilegios eclesiásticos, al igual que la de
otros liberales de la época, estuvo acompañada por una fuerte religiosidad y por la defensa del
catolicismo como conjunto de valores necesario para un buen funcionamiento del orden social.
1922
Morales, Juan Bautista, El Gallo Pitagórico…, op. cit., p. 100.
1923
Idem.
- 536 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1924
Si bien el término hace referencia a aquellas personas que teniendo una edad avanzada presumen de
ser más jóvenes, Morales lo utilizaba para referir a aquellas mujeres que, después de haber alcanzado los
treinta o cuarenta años, no habían contraído matrimonio ni tomado el hábito monástico.
1925
Morales, Juan Bautista, El Gallo Pitagórico…, op. cit., p. 92-96.
- 537 -
Alejandra Palafox Menegazzi
severidad que los hombres recibían por la comisión de los mismos delitos1926. Acorde
con estos principios, la actuación del fiscal Morales durante la Primera República
Federal fue notablemente más severa con los hombres que con las mujeres, tanto por
el tiempo de condena solicitado como por el tipo de condena elegida para cada
procesado.
Como ejemplificamos en el cuadro VIII, al dirigirse siempre contra un hombre y una
mujer, la actuación del fiscal Juan Bautista Morales en los delitos de incesto nos ha
permitido exponer cómo el sexo de los acusados operó como variable en sus
peticiones condenatorias.
Cuadro VIII. Peticiones fiscales ante casos de incesto en función del sexo de
los acusados (1827-1835)
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 25-98.
El incesto, recordamos, era un delito tipificado como el acceso carnal habido entre
personas con relación de parentesco por consanguineidad, afinidad o de tipo espiritual
o legal1927. En atención a la práctica judicial, en el caso contra Manuel González y
María Simona Rivero, acusados de incesto en 1834, la gravedad del acto residía, ante
los ojos del fiscal Morales, en las relaciones de amancebamiento que Manuel había
1926
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., p. 1268.
1927
P. 4.2.13, P. 7.18.3 y No. R. lib. XII, tít. 29, ley 1.
- 538 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
tenido durante los meses previos con Dolores Rivero, hermana de María, así como en
el conocimiento de esta situación por parte de la acusada1928. La sentencia que, en
primera instancia, había dictado el juez Juan N. Márquez, por la que se daba por
compurgados a Manuel y a Simona por los cinco años de prisión que habían sufrido
durante el proceso, fue así apelada por Morales, por considerarla leve con respecto al
crimen cometido. Ante esta situación, el fiscal solicitó al tribunal colegiado que
revocara la sentencia del juez inferior y condenara a Manuel y a Simona a tres años de
presidio en Texas y a dos años de servicio en la cárcel, respectivamente. Pese a
tratarse del mismo delito, ―la debilidad del sexo‖ de la acusada exigía que fuera tratada
con mayor indulgencia con respecto a su cómplice1929.
El encierro femenino como instrumento de castigo y control primó entre las
peticiones fiscales ante la comisión de delitos graves como el incesto. Este hecho
respondió a una conceptualización de las mujeres como objetos preciados en función
de la preservación de su virginidad, lo que rendía necesaria su protección para
garantizar el orden familiar y, por extensión, también social. Por este motivo, Morales
veía en la reclusión en centros tanto públicos como privados, el medio adecuado para
mantener a las jóvenes incautas alejadas de las personas que pudiesen pervertir su
conducta. A diferencia de los hombres, tratados como seres de plenas capacidades y,
por tanto, responsables de sus actos, las mujeres de conductas consideradas
desviadas con respecto a la normativa sexual, siempre que mostraran una actitud
sumisa y débil, fueron vistas por el fiscal como víctimas de su propia torpeza y falta de
educación a las que había que reorientar a través del encierro cristiano1930.
Aquellos delitos que atentaban contra la unión matrimonial como el incesto, la
bigamia o el adulterio ameritaban un castigo ejemplar, capaz de resarcir el daño
causado tanto a los cónyuges ofendidos en estos dos últimos delitos, como a la
sociedad en general en los casos de incesto. El alegato fiscal presentado por Morales
en 1828 durante el proceso incoado contra Juan Galindo por matrimonio doble, da
cuenta de los pilares de catolicismo, castidad, honor y propiedad privada en torno a los
cuales giraba el modelo de sexualidad defendido por el letrado.
―Este este delito es de aquellos que más interesan a la vindicta pública, porque no
sólo se atropella la religión abusando de sus sacramentos, valiéndose de ellos como de
1928
AGN, TSJDF, 1834, caja 89, ―Toca a la causa de Manuel González, María Dolores Rivero y Simona
Rivero por incontinencia incestuosa‖, s/f.
1929
La cita hace referencia a las palabras textuales pronunciadas por el fiscal Morales para justificar la
petición de dos condenas distintas. AGN, TSJDF, 1834, caja 89, ―Toca a la causa …‖, s/f.
1930
AGN, TSJDF, 1834, caja 92, exp. 22, ―Segunda Sala. Toca a la causa instruida contra M. Serapia
Enriquez y Bartolo Cabrera por incesto‖, s/f y AGN, TSJDF, 1832, caja 76, exp. 152, ―José Asencio Mejía
por estupro‖, ff. 38r-49v.
- 539 -
Alejandra Palafox Menegazzi
un medio para satisfacer pasiones vergonzosas, sino que producen un resultado directo
contra la sociedad, como que se comete un engaño muy trascendental pues las vírgenes
honestas quedan expuestas a ser estupradas sin poderlo evitar, sus familias al deshonor
1931
y sus herencias, cuando las haya, a la confusión‖ .
1931
AGNM, TSJDF, 1828, caja 41, exp. 212, ―Toca a la causa criminal instruida contra Juan Galindo por
matrimonio doble‖, f. 107v.
1932
No. R. lib. XII, tít. 28, ley 6.
1933
AGNM, TSJDF, 1828, caja 41, exp. 212, ―Toca a la causa…‖, ff. 108r.
1934
El autor justifica su reflexión con la doctrina de Baldo, comentarista de derecho castellano del siglo
XIV y de Gregorio López de Tovar, famoso glosador de las Siete Partidas de mediados del siglo XVI.
AGN, TSJDF, 1830, Caja 58, Exp. 78, ―Expediente supletorio del formado contra D. Juan Fenzi por
estupro‖, s/f.
- 540 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
su conato debía de ser castigado con la misma firmeza que ameritaría la comisión
delictiva1935.
Para que un acto de violencia sexual, física o moral, fuera considerado delito, por
otro lado, las víctimas debían demostrar ante las autoridades competentes la honradez
y castidad que las había caracterizado hasta su comisión. Para ello, como vimos,
estas mujeres debían aparecer ante jueces y fiscales como seres vulnerables,
sumisos, torpes e inocentes. Cualquier muestra de excesiva seguridad o, incluso,
demasiada lucidez en sus declaraciones podía llegar a ser interpretada como prueba
de su liviandad, invalidando así el proceso contra el acusado. El expediente referido al
caso contra Manuel Pliego, acusado de haber estuprado a la joven Dolores
Echevarría, ofrece un interesante ejemplo al respecto. La joven Echevarría, en
palabras del fiscal, sostuvo en su declaración que, antes de que Pliego la llevara a un
cuarto cercano a la Plazuela de Tumbaburros1936 y la forzara a tener sexo con él,
estuvieron paseando por varias calles al igual que habían hecho el día anterior. Para
Morales, esta circunstancia podía interpretarse como una presunción ―no despreciable‖
de la ―ligereza y liviandad de la Echevarría‖, y no hacía creíble que hubiese mostrado
una ―verdadera resistencia‖ contra el acusado1937. Por estos motivos, el fiscal solicitó a
la Suprema Corte de Justicia que Pliego fuera condenado a trabajar seis meses en la
cárcel, una pena muy ligera en comparación con los años de trabajos forzados o
presidio que el Morales acostumbraba incluir en el ejercicio de sus funciones ante este
tribunal.
En lo que respecta a los procesos por adulterio, como vimos, si bien la ley
reconocía que sólo el hombre agraviado tenía derecho formal a denunciar un adulterio,
en la práctica judicial en ocasiones las autoridades admitían a trámite acusaciones
femeninas. Ante esta situación el fiscal Morales mantuvo una posición inflexible con
respecto a este punto de la normativa, instando a los jueces a que desestimaran las
demandas y aplicaran lo estipulado por la ley1938.
Tanto la esposa como el amante con el que cometía el adulterio ultrajaban los
derechos exclusivos de uso y disfrute que un marido tenía sobre el cuerpo de su
mujer. Por este motivo, el hecho de que un hombre tuviese trato carnal con una mujer
1935
Al respecto, argumentaba el fiscal: ―como manda la ley 2 del título 31 de la Partida 7, si alguno
pensase de robar o forzar alguna mujer virgen e comenzase a meterlo por obra merece ser
escarmentado, bien así como si oviese (sic) fecho aquello que codiciaba, pues non finco por cuanto el
pudo facer, que se non cumplió el yerro que había pensado‖. AGNM, TSJDF, 1830, caja 58, exp. 83,
―Toca a la causa instruida contra José de los Santos romero por intento de estupro‖, f. 17v.
1936
Nombre con el que popularmente se conocía la Plazuela de Tecpan de San Juan, situada junto a la
Iglesia de la Virgen del Salto del Agua. AGN, TSJDF, 1831, caja 65, exp. 16, ―Manuel Pliego por rapto y
estupro‖, ff. 1r-6v.
1937
AGN, TSJDF, 1831, caja 65, exp. 16, ―Manuel Pliego…‖, ff. 1r-6v.
1938
Tanto las leyes coloniales como los tratadistas de derecho de la época defendían la exclusividad
femenina del adulterio. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., 1837, p. 101.
- 541 -
Alejandra Palafox Menegazzi
3. La práctica judicial
1939
Rodríguez Luño, Ángel, ―Aclaraciones sobre los conceptos de fuero interno y fuero externo‖, Forum
Canonicum, Revista do Instituto Superior de Direito Canónico, vol. 4, 2011, pp. 129-139.
1940
En el proceso contra Dolores y Romana Arriñaga y Atanacio Arce por amancebamiento, el fiscal
expuso al respecto: ―Con respecto a Romana Arriñaga, desde luego entendió el fiscal que no le resultaba
culpa alguna por la que mereciese pena, pues la simple mancebía en que vivió por algún tiempo con
Atanacio Arce no la sujeta a otra demostración que a la de apercibimiento. (…) en cuanto al expresado
Atanacio Arce, contra quien sólo obra la doble culpa de mancebía a que tampoco encuentra una pena
señalada por las leyes, siempre que no envuelva alguna circunstancia que cualifique tal delito, como en el
caso en que siendo un hombre soltero se amistó torpemente con dos mujeres de la propia clase, que se
le prestaron espontáneamente, contrayendo por lo mismo con estos hechos grave reato en el fuero
interno, pero ninguno en el externo‖. AGN, TSJDF, 1831, caja 65, exp. 82, ―Toca a la causa de Dolores y
Romana Arriñaga y Atanacio Arce por riña y mancebía‖, ff. 10v-11v.
1941
AGNM, TSJDF, 1831, caja 66, exp. 32, ―Toca a la causa instruida a Mariana Berislain por lenona‖, s/f.
1942
Como ya comentamos en uno de estos procesos la procesada pasó más de tres años recluida a la
espera de resolución judicial. AGNM, TSJDF, 1832, caja 77, ―A la causa instruida contra Guadalupe
Hoyos acusada de adulterio‖, s/f.
- 542 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
el expediente consultado refiere sólo al proceso incoado contra el cómplice por lo que
desconocemos las actuaciones que pudieron llevarse a cabo contra la principal
acusada.
En relación con las cinco demandas por incontinencia adulterina interpuestas por
esposas ofendidas, dos quedaron recogidas en expedientes judiciales en los que no
constó el fallo judicial y otra concluyó con el sobreseimiento del caso por la retirada de
la acusación. Como vimos, si bien las mujeres no estaban autorizadas a acusar a sus
maridos de adulterio, en la práctica, la aceptación a trámite de sus quejas dependió de
la voluntad de cada letrado. El amplio arbitrio del que disponían los jueces en estos
años quedó de manifiesto en los dos procesos por incontinencia adulterina concluidos
sin el desistimiento de las acusadoras para este periodo.
Ambos juicios fueron incoados en 1828 pero sus resoluciones divergieron
considerablemente. En uno de ellos el magistrado José Mariano Ruiz Castañeda
absolvió a la acusada Guadalupe Hernández fundamentando su resolución en la ley
de Partidas vigente pues la demandante Petra Velasco no estaba facultada para ser
parte en un proceso de esa índole1943. En el otro caso aludido, sin embargo, el
licenciado Agustín Pérez de Lebrija condenó a la procesada a sufrir un destierro
indefinido de veinticinco leguas del Distrito Federal1944. El elemento agravante en este
último caso había sido un supuesto incumplimiento por parte de la acusada de un
acuerdo contraído con la esposa de su amante por el que se había comprometido a no
volver a tener contacto con su marido. Los dos fallos judiciales citados,
paradójicamente, fueron aprobados y confirmados en segunda instancia tanto por el
fiscal Morales como por la segunda sala de la SCJ encargada de revisar el caso. La
ley, de nuevo, apareció aquí subordinada a la valoración particular que sobre las
circunstancias de cada delito podían establecer las autoridades.
1943
En concreto, el juez aludió a la P. 7.17.1. AGN, TSJDF, 1828, caja 38, ―Toca al expediente promovido
por Doña Petra Velasco contra Doña Guadalupe Hernández por ilícita amistad de ésta con el marido de la
primera‖, s/f.
1944
AGNM, TSJDF, 1828, caja 38, ―Toca al expediente…‖, s/f.
- 543 -
Alejandra Palafox Menegazzi
se debió también al hecho de que las acusaciones fueron interpuestas por los padres
de las seducidas quienes solicitaron que sus hijas fueran apercibidas por las
autoridades para enmendar su conducta futura.
Por lo que respecta a la actuación judicial en los casos por violencia sexual, cinco
de los seis procesados por violaciones cometidas sobre mujeres mayores de doce
años fueron condenados en alguna instancia. Los castigos más recurrentes fueron el
servicio de cárcel, seguido por el presidio y el trabajo en obras públicas. Si bien en
ninguno de estos procesos pudimos acreditar la realización de reconocimientos
corporales por parte de médicos o parteras, en tres de ellos las autoridades
consideraron demostrado el estupro que supuestamente había acompañado a la
violencia sexual. En los dos procesos restantes, las condenas –de dos meses de
prisión en un caso y, para el siguiente, de cuatro años de presidio en primera instancia
y de dos años en obras públicas en segunda- no respondió a la violencia sexual
denunciada sino a otros delitos como la portación de arma y el robo perpetrado por los
supuestos agresores1945. En el primero de estos casos, incoado contra Manuel
Gutiérrez y Cristóbal Márquez por haber forzado a una mujer, de hecho, la causa no
fue siquiera elevada a juicio plenario y los reos fueron condenados por el juez Ruiz de
Castañeda a cumplir dos meses de servicio en cárcel como pena correccional por la
portación de arma1946. En ninguno de los procesos señalados fueron ordenados
reconocimientos corporales sobre las víctimas por lo que, en los casos en los que la
violación estuvo acompañada por un delito de estupro, los ilícitos quedaron
demostrados mediante la declaración de implicados y testigos, entre otros métodos
probatorios.
Casualmente, en el único proceso por violación en el que el reo fue puesto en
libertad, en este caso por complicidad en una agresión múltiple, el delito fue
supuestamente tratado de cometer sobre dos mujeres solteras, es decir, no vírgenes
antes de la agresión. Tanto el magistrado Manuel Zozaya como el fiscal Morales y los
miembros de la tercera sala de la SCJ consideraron que no existían pruebas
suficientes que demostrasen la comisión delictiva1947. La violencia sexual, por tanto, no
fue condenada de por sí en ninguno de los procesos analizados durante la Primera
República Federal.
1945
AGNM, TSJDF, 1828, caja 40, exp. 193, ―Toca a la causa criminal instruida contra Manuel Gutiérrez y
Cristóbal Márquez por haber forzado a una mujer‖, s/f y AGNM, TSJDF, 1834, caja 94, exp. 51, ―Toca a la
causa formada a Trinidad Castrejón (a) Calochi, Ponciano Tapia (a) Gavilán y Florencio Medina (a).
Razón por haber robado y violentado a Doña Dominga Santana, vecina del Barrio de Tepusco en
Mixcoac‖, s/f.
1946
AGNM, TSJDF, 1828, Caja 40, exp. 193, ―Toca a la causa criminal instruida contra Manuel Gutiérrez y
Cristóbal Márquez por haber forzado a una mujer‖, s/f.
1947
AGNM, TSJDF, 1832, caja 70, ―Cirilo Leiva por complicidad con unos artilleros acusados de haber
querido forzar a dos mujeres‖, s/f.
- 544 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 25-98.
En relación con los tres procesos por conato de violación con estupro inmaturo
analizados en este periodo, las condenas ordenadas en dos de ellos fueron de
naturaleza similar a las recogidas para los estupros violentos perpetrados sobre
jóvenes mayores de doce años. En ambos casos los jueces inferiores fundamentaron
sus sentencias recurriendo a las leyes de Partida, algo poco común para estos años,
como ya indicamos.
- 545 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 25-98.
1948
AGNM, TSJDF, 1832, caja 73, ―Contra Anastasio Bernal por haber querido estuprar a Matilde
Larrañaga‖, s/f.
- 546 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
credibilidad que las víctimas, por su condición de doncellas, ameritaron ante los
jueces.
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 25-98.
En ambos procesos, si bien las peticiones del fiscal Juan Bautista Morales no
fueron atendidas en lo que respecta a las condenas de los infractores, como podemos
observar en el cuadro XI, sí lo fueron en lo que respectaba a las víctimas, al ordenar
que fueran depositadas en casas de honra como medio para preservar su integridad
futura. En el primer caso la sentencia fue emitida en 1832 por la SCJ ante la violación
con estupro que Juan José Mendoza había perpetrado sobre la joven de doce años
María Ignacia. Además de confirmar la pena de dos años de prisión que el juez inferior
había impuesto sobre el reo, la SCJ consideró oportuno aumentar de 50 a 100 pesos
la indemnización que Juan José debía pagar a su víctima y, de acuerdo con lo
solicitado por el fiscal Morales, falló que ésta fuera depositada en una casa de honra
hasta alcanzar la mayoría de edad1949. El motivo del depósito residió en el interés en
alejar a la joven del entorno del victimario pues, al estar casado con su hermana, éste
residía en su misma casa. Por lo expuesto, el fiscal consideraba pertinente que María
fuera separada de su casa y fuera
1949
AGNM, TSJDF, 1832, caja 72, ―Toca a la causa instruida a Juan José Mendoza por estupro‖, s/f.
- 547 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―puesta en otra de toda satisfacción, para que por su personal trabajo la vistan y eduquen
cristiana y políticamente, sin echar mano de su dinero que deberán entregarle luego que tome
1950
estado o que ya pueda marcharse por su propio pie, sola en su mayor edad‖ .
1950
AGNM, TSJDF, 1832, caja 72, ―Toca a la causa…‖, s/f.
1951
AGNM, TSJDF, 1832, caja 76, ―José Asensio Mejía por estupro‖, exp. 152, ff. 41v.
- 548 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
delitos, quien mantuvo un esfuerzo constante para tratar, casi siempre sin éxito, de
endurecer los castigos infringidos a los reos.
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 25-98.
- 549 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1952
AGNM, TSJDF, 1834, caja 94, exp. 195, ―Toca a la causa instruida contra D. Miguel Rodríguez, Doña
Zeferina Zubeldía e Ignacio García por incesto‖, s/f.
1953
―Si alguna mugier que no sea casada nin desposada fuer de su voluntad a casa de algun omne a
fazer fornicio, aquel con qui lo faze non aya pena ninguna‖. Fuero Real 4. 7.7.
- 550 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
fueron descubiertas. Tan sólo uno de los seis varones condenados ameritó pena
corporal sólo por la incontinencia. Este caso fue casi excepcional para la totalidad de
expedientes consultados entre 1827 y 1880 pues sólo en otro proceso, incoado en
1850, un juez de primera instancia condenó a sufrir pena de cárcel a un varón soltero
por mantener relaciones de amancebamiento1954. Por el contrario, tres de las cinco
mujeres que fueron condenadas lo fueron sólo por la infracción sexual, lo que
respondió a una menor indulgencia judicial ante las incontinencias simples cuando las
que las cometían eran mujeres.
El tipo de pena a la que fueron sentenciados los varones osciló entre el servicio de
cárcel y las obras públicas. La remisión a la cárcel de la Diputación de uno de los
condenados en 1827 muestra cómo para este año este establecimiento seguía
fungiendo como centro penitenciario además de lugar de detención temporal.
1954
La sentencia fue emitida por el juez Ignacio Bocanegra. AGNM, TSJDF, 1850, caja 277, ―Diligencias
practicadas contra José Francisco Cruz Hernández: por estar en riña e incontinencia‖, ff. 1r-3v.
- 551 -
Alejandra Palafox Menegazzi
fornicación, sin embargo, las procesadas fueron remitidas a los alcaldes de sus
respectivos cuarteles para que las pusieran a servir en casas de honra por tiempo
indefinido. Sólo en una ocasión la reclusión se produjo en forma de depósito para
custodiar el cuerpo de la infractora hasta el día en que contrajese matrimonio con su
amasio, tal y como se había comprometido ante el juez Ruiz de Castañeda. En el resto
de casos, el encierro en centros privados por tiempo indeterminado no fue entendido
por las autoridades judiciales como una pena corporal sino como medida correccional
y preventiva, motivo por el cual estas condenas no requirieron ser confirmadas en
segunda instancia para su ejecución.
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 25-98.
A excepción de una mujer, todas las condenadas a sufrir este tipo de correcciones
presentaron un perfil social similar, al tratarse de menores de edad, solteras y de
humilde origen socioeconómico. Su condena pudo responder, teóricamente, a la
preocupación judicial de que estas pobres y descarriladas jóvenes recibieran una
mejor educación y estuviesen protegidas de los vicios que habían rodeado su entorno
- 552 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1955
AGNM, TSJDF, 1831, caja 61, exp. 6, ―Felix Durán y Micaela López, por incontinencia y el primero
herido por un comisario del alcalde remitente por haberle hecho resistencia con un tranchete‖, s/f.
1956
Vázquez, Josefina Zoraida, ―Los primeros tropiezos…‖, op. cit, pp. 544-545.
1957
Cruz Barney, Oscar, ―El constitucionalismo mexicano en el siglo XIX‖, en Carbonell, Miguel, Cruz
Barney, Oscar, y Pérez, Karla, Constituciones históricas de México, México, UNAM-Porrúa, 2002, p. 91.
- 553 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1958
Ibidem, pp. 95-96.
1959
LC 1836, Quinta Ley, art. 22, sección VII.
1960
La nacionalidad mexicana podía obtenerse: por nacimiento; por tener padre mexicano y haber
residido en México desde la mayoría de edad o por haber nacido en el territorio americano de la
Monarquía Hispánica antes de 1810 y residir en el país desde antes de 1821. LC 1836, Quinta Ley, art. 4.
1961
LC 1836, Quinta Ley, art. 26.
1962
Arreglo Provisional de la administración de la Justicia en los tribunales y juzgados del fuero común, 23
de mayo de 1837, art. 76.
1963
Arreglo Provisional de la administración de la Justicia…, art. 79. LC 1836, Quinta Ley, art. 32.
1964
LC 1836, Quinta Ley, art. 34.
1965
Arreglo Provisional de la administración de la Justicia…, art. 99.
1966
LC 1836, Quinta Ley, art. 22.
1967
Arreglo Provisional de la administración de la Justicia…, art. 56.
- 554 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
meses una lista con las causas concluidas y las pendientes1968. Lo afirmado, por lo que
pudimos comprobar, fue acatado en la práctica judicial capitalina con una única
excepción pues en 1840 encontramos que la Suprema Corte de Justicia fungió como
tribunal de segunda instancia en el proceso contra dos acusados de incesto que
habían sido remitidos por el juzgado segundo de primera instancia del departamento
de Aguascalientes1969. Esta extraña situación pudo responder a la complejidad
organizativa que, en general, el territorio de Aguascalientes mantuvo a lo largo del
siglo XIX1970. En lo que a este estudio se refiere, el expediente correspondiente al caso
citado nos ha permitido analizar la reacción tanto de los fiscales José María Aguilar y
López1971 y José María Casasola1972 como de los ministros de la SCJ ante un delito de
incontinencia sexual para estos años.
Otras medidas, impulsadas durante el periodo centralista, como las atribuciones de
la Suprema Corte de Justicia recogidas en las Siete Leyes de 18361973 o la ley de
fundamentación de sentencias de 18411974, estuvieron orientadas hacia una paulatina
implantación del legalismo en detrimento del amplio arbitrio judicial existente1975.
La expedición en 1841 de la ley de fundamentación de las sentencias, que
estableció la obligatoriedad judicial de exponer la ley, canon o doctrina en las que se
apoyaba y justificaba su resolución, dio un importante impulso a la modernización
jurídica del país, constriñendo a los jueces a explicar a través del derecho sus
determinaciones. La existencia, sin embargo, de un desbordante, y en ocasiones
contradictorio, cuerpo doctrinal, formado por diversos manuales y diccionarios de
derecho y jurisprudencia hizo que esta normativa no se tradujera en una simplificación
positiva de los procesos criminales sino en la utilización arbitraria de las diversas
1968
Arreglo Provisional de la administración de la Justicia…, art. 67.
1969
AGNM, TSJDF, 1840, caja 151, exp. 26, ―Toca a la causa contra Isidro Gutiérrez y María Inés
Candelas por incesto‖, ff. 1r-11v.
1970
Véase al respecto López González, Georgina, ―La organización de la justicia ordinaria en
Aguascalientes durante el Segundo Imperio‖, Signos Históricos, vol. 12, n. 23, 2010, pp. 62-89.
1971
José María Aguilar y López (1786-1850) fue miembro del Colegio de Abogados desde 1816 y fungió
como fiscal de la SCJ entre los años 1838 y 1844, cuando pasó a ocupar el cargo de magistrado.
Acevedo, Lucio, La Suprema Corte De Justicia, sus orígenes y primeros años, 1808-1847, México,
Suprema Corte de Justicia de la Nación, 1986, p. 329.
1972
Si bien para 1841 José María Casasola ocupaba el cargo de ministro de la SCJ, en la revisión en
tercera instancia del proceso citado fungió como fiscal. AGNM, TSJDF, 1841, caja 163, exp. 27 bis, ―Toca
a la causa instruida contra Isidro Gutiérrez y María Inés Candelas por incesto‖, f. 1r-10v.
1973
Entre las atribuciones de la SCJ figuró conocer de los recursos de nulidad que se interpusieran contra
las sentencias dadas en última instancia por los tribunales superiores de tercera de los Departamentos.
LC 1836, Quinta Ley, art. 12, sección V. Este recurso permitió no sólo revocar fallos judiciales emitidos en
última instancia por un tribunal superior sino, incluso, sancionar a los jueces responsables de no haber
observado la legalidad vigente en el ejercicio de sus funciones. Para un análisis detallado de las
repercusiones que esta medida tuvo para la administración de justicia criminal en la ciudad de México
véase Flores Flores, Graciela, Orden judicial…, op. cit., pp. 103-121.
1974
Se hace referencia al ―Decreto del gobierno. Ordena que se funden, las sentencias en ley, canon o
doctrina‖, de 18 de octubre de 1841, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección
completa…, op. cit., vol. 4, p. 37.
1975
Flores Flores, Graciela, Orden judicial…, op. cit., pp. 103-106.
- 555 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―¡Ojalá y cuando nuestro gobierno actual mandó que se fundaran las sentencias en
ley, canon u opinión del autor hubiera mandado que no se juzgase nunca por opiniones
de autores, sino por leyes expresas! Es increíble lo que conduciría al buen despacho del
1976
foro, cerrar la puerta a los comentadores‖ .
Como veremos, en los procesos sobre delitos sexuales analizados para estos años,
cabe advertir que la expedición de la ley citada en la práctica no redujo el arbitrio
empleado por los jueces a la hora de emitir sus sentencias ya que, al no poner fin al
pluralismo normativo reinante ni obligar a recurrir a las leyes para la fundamentación,
los letrados siguieron disponiendo de un margen de actuación. El recurso continuado
para justificar sus fallos por parte tanto de los jueces inferiores como del Tribunal
Superior del Departamento al ―poderoso talismán‖ de la ley de arbitrio judicial P.7.31.8,
como la calificó el fiscal José María Casasola, fue prueba de lo afirmado1977.
Entre los años 1837 y 1845, -pues para 1836 ninguno de los expedientes judiciales
analizados refería delitos sexuales-, en total hallamos 181 procesos criminales que
fueron sentenciados en primera instancia por los siguientes letrados (en orden
decreciente por número de casos juzgados)1978: José María Muñoz de Cote,
encargado del Juzgado Tercero del ramo criminal; Ignacio Jáuregui, responsable del
Juzgado Primero; Bernardino Olmedo, titular del Juzgado Segundo; M. Peña Flores;
José del Villar, juez del Partido de Tlalpan; José Hilario Elguero; José María Tamayo,
responsable del Juzgado Quinto; José María Puchet; José Gabriel Gómez de la Peña,
encargado del Juzgado Cuarto; José María González de la Vega, titular del juzgado
1976
Morales, Juan Bautista, El Gallo Pitagórico…, op. cit., p. 65.
1977
Tras unas breves recomendaciones la ley P. 7.31.8 titulada ―Qué cosas deben observar los jueces
antes que manden a dar penas y por qué razones las pueden acrecentar, restar o quitar‖, sostenía:
―después que los juzgadores hubieren observado minuciosamente todas estas cosas sobredichas,
pueden crecer o restar o quitar la pena, según entendieren que es conveniente y lo deben hacer‖.
Graciela Flores Flores llegó a las mismas conclusiones mediante el estudio de varios expedientes
criminales para este periodo. Al respecto, concluyó: ―En suma, la fundamentación de las sentencias sólo
sesgó un ―estilo‖ de sentenciar, pero no abolió el arbitrio judicial‖. Flores Flores, Graciela, Orden judicial…,
op. cit., p. 139. El fiscal Casasola se refirió críticamente a esta ley como un ―poderoso talismán‖ por las
reiteradas alusiones por parte de los magistrados en: AGNM, TSJDF, 1852, caja 290 ―Toca a la causa
instruida…‖, f. 19v.
1978
De 191 procesos revisados en 10 no encontramos la resolución judicial por hallarse incompletos. En
concreto se trató de siete procesos por estupro por seducción, uno de adulterio, otro por lenocinio y un
caso de violación.
- 556 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
Quinto desde 1841; Juan Navarro; Manuel Flores Alatorre, titular del Juzgado Primero;
Manuel Zozaya, Tomás Villava, José María de Garayalde y Sau, y Emilio Zubiaga1979.
El 75% de estos procesos (136 casos), sin embargo, pertenecieron a los jueces
José María Muñoz de Cote (84 casos), Ignacio Jáuregui (32 casos) y Bernardino
Olmedo (20 casos). Por su representatividad, analizaremos con mayor detalle las
actuaciones llevadas a cabo por estos magistrados, atendiendo tanto a las
circunstancias que más valoraron a la hora de emitir sus fallos, como al grado de
apego a la legalidad vigente que demostraron.
1979
Como ya advertimos, uno de los procesos por incesto contemplados para este periodo estuvo
administrado en primera instancia por un juzgado del Departamento de Aguascalientes y, en concreto por
Ignacio Rodríguez, regidor decano del Ilustre Ayuntamiento de Aguascalientes y Alcalde primero, quien
fungió de juez en el juzgado segundo de primera instancia de aquel departamento. Su actuación ha sido
analizada por el interés en conocer la revisión del proceso en segunda instancia por parte de la tercera
sala de la SCJ. AGNM, TSJDF, 1840, caja 151, exp. 26, ―Toca a la causa contra Isidro Gutiérrez y María
Inés Candelas por incesto‖, ff. 1r-11v. Las adscripciones de los demás jueces han sido establecidas
gracias a la información brindada en los expedientes consultados y a la lista de jueces criminales recogida
para 1839 y 1842, respectivamente, en Rodríguez de San Miguel, Juan N., Pandectas hispano-
megicanas: o sea Código general comprensivo de las leyes, México, Oficina de Mariano Galván Rivera,
1839, p. 865. Galván Rivera, Mariano, Guía de Forasteros político-comercial de la ciudad de México para
el año de 1842, con algunas noticias generales de la República, México, Impresa por J. M. Lara, 1842, p.
59.
1980
AGNM, TSJDF, 1838, caja 131, ―A la causa seguida contra D. José María Vivian, acusado de
matrimonio doble‖, ff. 28r-32v.
- 557 -
Alejandra Palafox Menegazzi
(1835-1845)
1981
―Decreto del Gobierno. Organización de los Tribunales Superiores de los Departamentos‖, 28 de
febrero de 1843, art. 34, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…,
op. cit., vol. 4, p. 336.
1982
AGNM, TSJDF, 1841, caja 158, ―Carrillo Agustina contra su esposo Francisco Olmos por rapto y
estupro de María Guadalupe Vázquez‖, ff.1r-69v.
- 558 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
2. La práctica judicial
a) Orden matrimonial y adulterio
De las veintisiete demandas por incontinencia adulterina interpuestas por esposas
ofendidas para el periodo centralista, diez concluyeron en el sobreseimiento del caso y
la puesta en libertad de los acusados por el desistimiento de la parte demandante o la
no formalización de la acusación. En ninguno de los procesos hallamos referencia a la
actuación en segunda instancia por parte del Tribunal Superior de Justicia del
Departamento de México, algo que pudo deberse a la consideración por parte de las
autoridades judiciales de que las infidelidades maritales constituían delitos de poca
gravedad. La actuación de los jueces ante este tipo de delitos estuvo orientada
principalmente a conseguir la reconciliación de las mujeres con sus infieles maridos
motivo por el cual los infractores fueron en su mayoría puestos en libertad y
apercibidos o dando fianza de no reincidir en su incontinencia.
En tan sólo dos casos, ambos sentenciados por el juez José María Muñoz de Cote
en 1843, los inculpados fueron condenados a sufrir penas corporales y, en concreto, a
servicio en cárcel. En uno de estos procesos fue la reincidencia de los detenidos en su
incontinencia, pues ya habían sido procesados en otras dos ocasiones, lo que, unido a
la petición de castigo emitida por la demandante, motivó que el letrado les condenara
a trabajar en el interior de la prisión1985. Recordamos que en este tipo de delitos,
1983
AGNM, TSJDF, 1845, caja 221, ―José Torres. Rapto‖, s/f y AGNM, TSJDF, 1845, caja 219,
"Diligencias de acta instruidas contra José María Guillermo y María Paula por vivir en incontinencia", ff. 1r-
18v.
1984
AGNM, TSJDF, 1845, caja 219, "Diligencias de acta…", ff. 1r-18v
1985
AGNM, TSJDF, 1844, caja 201, ―José Longino y socia. Incontinencia‖, s/f.
- 559 -
Alejandra Palafox Menegazzi
considerados privados, las peticiones de las esposas ofendidas eran atendidas por los
magistrados como muestra que un año después, por ejemplo, el juez Muñoz de Cote
pusiera en libertad con apercibimiento a otra pareja que también estaba siendo
procesada por tercera vez. En esta ocasión, la cónyuge pidió al juez que hiciera uso
de la autoridad moral de la que gozaba y sólo amonestara a los procesados.
Desafortunadamente, al encontrarse deteriorado el documento de este expediente,
desconocemos el tiempo al que ambos infractores fueron sentenciados. Sin embargo,
tras observar las resoluciones llevadas a cabo por este magistrado en los demás
casos por incontinencia adulterina que atendió, nos inclinamos a pensar que
probablemente se trató de una pena correccional de pocos días de duración. En el otro
proceso en el que la demanda de una esposa ofendida se tornó en una condena
corporal, de hecho, la sentencia condenó a la rea confesa en su incontinencia,
Pioquinta Hernández, a cumplir sólo tres días de servicio en cárcel. En esta ocasión el
supuesto marido infractor no fue procesado por encontrarse desaparecido desde hacía
días1986. En todos estos casos, pese a producirse después de la expedición de la ley
de 1841 comentada, el juez Muñoz de Cote no fundamentó sus resoluciones, es decir
no hizo referencia a doctrina o ley alguna para justificar sus sentencias. Como
reiteraremos al analizar la actuación de este magistrado ante otras tipologías
delictivas, ni su arbitrio ni la forma de emitir sus fallos parecieron sufrir ninguna
alteración a causa de la novedad normativa.
A pesar de la lenidad con la que las autoridades judiciales trataron las infidelidades
maritales, el reprobable comportamiento de sus cómplices en la incontinencia
adulterina no ameritó siempre la misma tolerancia y, al igual que lo observado en otros
procesos por amancebamiento o fornicación, en dos ocasiones las procesadas, ambas
de estratos socioeconómicos humildes, fueron entregadas a los respectivos ministros
ejecutores del juzgado para ser puestas a servir en casas de honra por tiempo
indeterminado. Los encargados de estas órdenes, los jueces José María Muñoz de
Cote y Bernardino Olmedo, impusieron su resolución como castigo correctivo y no ya
como medio de tutela o protección de las procesadas1987.
Las demandas femeninas fueron admitidas a trámite en casi la totalidad de los
casos, con excepción sólo de aquellos que dependieron del juez Ignacio Jáuregui.
Este magistrado se mostró implacable en los nueve procesos por incontinencia
adulterina que tuvo que instruir y si bien sólo en tres ocasiones hizo explícita su
negativa a condenar a los detenidos por ―no tener facultad la mujer para acusar de
1986
AGNM, TSJDF, 1843, caja 183, s/t, s/f.
1987
AGNM, TSJDF, 1843, caja 189, ―Alejandro García y socia. Incontinencia‖, s/f y AGNM, TSJDF, 1844,
caja 194, ―Pedro Zaldívar y socia. Incontinencia‖, s/f.
- 560 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
1988
Motivación recogida en los procesos: AGNM, TSJDF, 1844, caja 201, ―José Soriano y socia.
Adulterio‖, s/f y AGNM, TSJDF, 1844, caja 195, ―Nicolasa González. Incontinencia‖, s/f.
1989
AGNM, TSJDF, 1844, caja 194, ―Agustín Ávila y socia. Incontinencia‖, s/f.
1990
En uno de los expedientes judiciales analizados no encontramos la resolución del proceso
referenciado por encontrarse incompleto.
1991
AGNM, TSJDF, 1845, caja 216, ―Incontinencia‖, s/f.
- 561 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―Lo mucho que ofenden a la religión y moral pública estos delitos y las funestas
consecuencias que traen consigo hacen desde luego necesario se imponga una pena
grave a la persona que proporciona y vive de tan vergonzoso y torpe comercio, ya que
no basta para retraerla el reato que en el Fuero Interno reporta tan criminal
1994
conducta‖ .
1992
No. R. lib. XII, tít. 26, leyes 7 y 8 y lib. XII, tít. 27, leyes 1 y 2.
1993
AGNM, TSJDF, 1838, caja 132, ―Causa de Ana Flores por lenona‖, ff. 40r-50v.
1994
AGNM, TSJDF, 1838, caja 132, ―Causa de Ana Flores…‖, ff. 46r-46v.
1995
El expediente relativo al proceso incoado por el juez Tamayo contra el coronel Manuel Montoro por
sodomía y lenocinio no consta de resolución. AGNM, TSJDF, 1838, caja 130, exp. 55, ―Testimonio de lo
que resulta contra el coronel Don Manuel Montoro en la acusación que hizo a Don Santiago Castellanos‖,
ff. 1r-15v.
- 562 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
Como queda de manifiesto en el cuadro XVI, todas las condenas por lenocinio o
prostitución para este periodo recayeron sobre mujeres. Ninguna de ellas, por otro
lado, estuvo fundamentada y con excepción de una causa sentenciada por el juez
Puchet en 1838, ninguna fue remitida a un tribunal superior para su pertinente revisión.
Esta situación pudo responder a que, pese a tratarse de procesos criminales, los
jueces encargados de estos procesos emitieron sus sentencias como si de castigos
correccionales y no ya penas corporales se tratara.
La pena favorita ante estos delitos fue la del servicio en cárcel y en los dos casos
de prostitución revisados, al tratarse de reas menores de edad, los jueces decidieron
garantizar su educación. Si bien el magistrado M. Peña Flores al respecto se inclinó a
que la joven María Albina González, de veinte años de edad, fuera entregada a sus
padres, el juez Muñoz de Cote, considerando la pobreza en la que vivía la madre de la
joven de trece años, Inocencia, ordenó que una vez que cumpliera su sentencia, la
corrección de su comportamiento se produjese mediante el trabajo en una casa de
honra.
- 563 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1996
AGNM, TSJDF, 1840, caja 151, exp. 26, ―Toca a la causa contra Isidro Gutiérrez y María Inés
Candelas por incesto‖, ff. 5r-5v.
1997
Refiere al abogado español de finales del siglo XVIII, José Marcos Gutiérrez y a su obra Práctica
criminal con nota de los delitos, sus penas, presunciones, y circunstancias que los agraven y disminuyen
publicada en 1794, citada en AGNM, TSJDF, 1841, caja 163, exp. 28, ―Toca a la causa contra Pantaleón
Márquez y María Flores por incesto‖, f. 24r.
1998
AGNM, TSJDF, 1838, caja 127, exp. 25, ―Expediente de indulto de la reo Mariana Zedillo‖, ff. 1r-3v.
- 564 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
presencia pudo deberse a una suplencia puntual. Similar explicación pudo ameritar la
actuación de quien formó parte de la Junta legislativa de México en 1843, Urbano
Fonseca como ―fiscal nombrado‖ en segunda instancia ante un proceso sentenciado
por el juez Bernardino Olmedo, lo que contradecía abiertamente lo recogido por la
legislación vigente pues según la ley de marzo de 1843 los fiscales del Tribunal
superior de Justicia del Departamento de México eran los licenciados Francisco de
Borja Olmedo y Manuel Arrieta1999. Por su parte, José María Aguilar y López y José
María Casasola fueron los encargados de la actuación fiscal llevada a cabo en
segunda y tercera instancia, respectivamente, durante el proceso remitido desde
Aguascalientes que aludíamos en párrafos anteriores. Si bien la presencia de Aguilar y
López fue acorde con la ocupación del cargo de fiscal en la que llevaba posicionado
desde 1838, José María Casasola no lo sustituyó hasta 1844 por lo que su presencia
en el proceso citado fue puntual. Para 1841 aún ocupaba el puesto de magistrado
suplente de la Suprema Corte2000.
1999
―Decreto haciendo el nombramiento de los magistrados de los tribunales superiores‖, 2 de marzo de
1843, en Colección de los decretos y órdenes de interés común que dictó el gobierno provisional en virtud
de las bases de Tacubaya, vol. 2, México, J. M. Lara,1850, p. 352.
2000
Cabrera Acevedo, Lucio, La Suprema Corte De Justicia, sus orígenes y primeros años, 1808-1847,
México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 1986, p. 329.
- 565 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Por la Ley 8ª tit. 31 Part. 7ª, el fiscal se conforma con lo sentenciado por el inferior.
Por ello se consideran las circunstancias del hecho, la calidad de la personas que
resultan delincuentes, que atenúan de tal manera el delito que en efecto debe
considerarse como compurgado con el tiempo de la prisión. La embriaguez en que se
hallaban los reos el día en que fugándose se fueron a Tocotitlán a hacer una vida
- 566 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
marital, el motivo que los impulsó a la fuga que fue el maltrato que la madre de María
Francisca le daba a ésta hasta el grado de haberle dado de bofetadas públicamente, en
el mismo día de la fuga y, lo que es más su completa ignorancia y rusticidad probadas
con el hecho mismo de pretender que el Juez de Paz de su pueblo autorizara su enlace
incestuoso con desprecio y perjuicio de la legítima mujer son motivos todos muy
poderosos para conocer que la sentencia es bastante prudente y conforme con el
espíritu de la citada Ley, no siendo menos de considerarse el que ambos reos han
mostrado siempre muy buena conducta, siendo esta la 1ª vez que se hallan presos y los
dos son menores de edad. (…)la ley de Partidas condenaba a muerte a los que cometían
incesto pero bien es sabido que el rigor de esta y de otras leyes semejantes en esta
materia se ha relajado completamente en virtud de la dulzura de nuestras costumbres
posteriores y de la práctica casi inmemorial de nuestros tribunales por la que se han
castigado con demasiada lenidad todos los delitos de incontinencia principalmente con
respecto a los indios a quienes la iglesia misma ha mirado en este punto con mucha
2001
mayor indulgencia‖ .
Como podemos apreciar en la cita, eran las circunstancias que rodeaban cada
delito las que determinaban la gravedad del mismo lo que, unido al empleo de la Ley
P. 7.31.8 del arbitrio judicial que ya referimos, permitía que ante un mismo delito las
resoluciones pudiesen variar drásticamente en función de quiénes lo cometieran. A
pesar de los intentos normativos por ajustar las determinaciones de los letrados al
derecho, el vacío legal ante ilícitos como el incesto permitió en la práctica que los
jueces mantuvieran un amplísimo margen de actuación.
- 567 -
Alejandra Palafox Menegazzi
sido retirada y no existía voluntad alguna de contraer matrimonio entre las partes. La
reticencia de este magistrado a castigar a quienes lograran desvirgar a una joven
mediante promesa de matrimonio fue puesta de manifiesto en las condenas que en
1843 y 1844 recayeron sobre José Loreto Magaña y José Cruz Pérez, sentenciados
respectivamente a pagar a sus víctimas diez pesos en concepto de dote y una
cantidad indeterminada en concepto de indemnización, así como las costas de
escribanía2002.
De las dos sentencias aflictivas que hemos recogido en el cuadro XVIII, sólo la
elaborada por el licenciado Peña Flores estuvo fundamentada. Como era de esperar,
las leyes de Partidas y la doctrina, en concreto la sistematizada por José Marcos
Gutiérrez, sirvieron a este juez para acatar lo recogido por la ley de fundamentación de
18412003.
La severidad con la que el juez José del Villar determinó la condena del jornalero
José María Guillermo, quien fue sentenciado a cumplir tres años de servicio en armas
por haber engañado y desvirgado a una joven recatada siendo un hombre casado, fue
parte del férreo compromiso que este juez demostró tener con el respeto al orden
matrimonial y al honor patriarcal. Si bien en esta ocasión el magistrado se mostró
implacable en su resolución, ello respondió a la constatación de que la supuesta
víctima era una joven inocente que sólo había accedido a las pretensiones de
Guillermo por haber creído que contraería matrimonio con ella2004. Demostrar la
honradez de una joven ante el licenciado del Villar no era una tarea sencilla. De los
2002
AGNM, TSJDF, 1843, caja 180, "Seducción", ff. 1r-4v y AGNM, TSJDF, 1844, caja 203, "Cruz Pérez.
Estupro", s/f.
2003
Las leyes citadas fueron P. 7.19.1 y P. 7.19.2. AGNM, TSJDF, 1845, caja 218, "Antonio Celso.
Estupro", s/f.
2004
AGNM, TSJDF, 1845, caja 219, "Diligencias de acta instruidas contra José María Guillermo y María
Paula por vivir en incontinencia", ff. 1r-18v.
- 568 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
tres procesos por seducción tramitados por él durante el periodo centralista, sólo dos
de las supuestas víctimas lograron superar los insidiosos interrogatorios que acerca de
su estado y condición de doncellas les impuso el juez.
Una de estas jóvenes fue María Teófila, quien con diecinueve años fue conducida
ante el juzgado por su padre con el fin de que la justicia resarciera el daño producido
por la seducción y el estupro perpetrados por un vecino de San Ángel llamado
Feliciano García. En atención a lo declarado por la víctima ante el juez de paz de su
pueblo, encargado de llevar a cabo las primeras diligencias, el encuentro sexual había
tenido lugar no sólo por la promesa de matrimonio que García le había hecho sino a
través también del empleo de la fuerza. Una vez ante el juez Villar, la víctima tuvo que
responder a las siguientes preguntas: ―¿Cómo prueba que el citado García la forzó y
violó? (…) ¿Cómo prueba el estado anterior que tenía de doncella? (…) ¿De
antemano ya lo conocía? (…) ¿Con qué razones la engañó, con amenazas o con
armas?‖2005. Las inquisiciones del letrado eran directas y con ellas no buscaba sino
evitar que mujeres de ―malicia y extraviada conducta‖, como calificó el fiscal Olmedo a
María Teófila, la supuesta víctima del caso citado, se aprovecharan del natural deseo
sexual varonil para obtener un beneficio material.
En once de los procesos por seducción revisados, las víctimas, todas ellas menores
de edad, fueron detenidas a instancia de sus progenitores. Seis de ellas aguardaron
presas varios días hasta su puesta en libertad, apercibidas por haber salido de la casa
paterna, y entregadas a sus padres para que cuidaran de su conducta. En cinco
ocasiones, la puesta en libertad fue acompañada por la orden de depósito de las
jóvenes. Si bien en dos procesos fueron las propias víctimas las que solicitaron ser
depositadas como medio para huir del maltrato que sufrían de parte de sus padres, el
depósito en casas de honra siguió fungiendo también como método de castigo privado
por parte de los familiares. Estos encierros, a pesar de no estar regulados por las
instituciones estatales, fueron tolerados y auspiciados por el poder judicial. En 1845,
por ejemplo, Antonio Celso fue detenido por haber sacado a una joven de dieciocho
años, llamada María Perfecta, de la casa donde se encontraba depositada como
castigo paterno por haber mantenido relaciones con el procesado siendo doncella 2006.
Ante esta situación, el juez M. Peña Flores condenó a Celso a cumplir un mes de
servicio en cárcel y al pago de fianza de no volver a acercarse a María.
La enorme influencia que las peticiones de los demandantes tenían en este tipo de
delitos y, en especial, la de los miembros de los sectores sociales más elevados, se
tradujo en una estrecha colaboración entre jueces y padres de familia a la hora de
2005
AGNM, TSJDF, 1841, caja 160, ―Estupro‖, f. 2v.
2006
AGNM, TSJDF, 1845, caja 218, "Antonio Celso. Estupro", s/f.
- 569 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2007
AGNM, TSJDF, 1845, caja 221, ―José Torres. Rapto‖, s/f.
- 570 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
- 571 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Como hemos recogido en el cuadro XIX, las únicas violaciones que ameritaron ser
castigadas por las autoridades judiciales fueron aquellas cometidas sobre mujeres
vírgenes que pudieron acreditar su estado de doncellez mediante la declaración de
testigos o a través de los pertinentes exámenes corporales. Incluso en los casos en los
que las víctimas fueron mujeres casadas o viudas y los magistrados, en este caso
José María Muñoz de Cote y José Hilario Elguero, parecieron creer sus relatos, las
condenas de los agresores consistieron en irrisorias semanas de servicio en cárcel.
Como reconocían diversos tratadistas de la época, demostrar un delito de violación
era una ardua tarea al tratarse de un ilícito producido normalmente lejos de la mirada
de testigos. Además de esto, a las dificultades que de por sí presentaba demostrar
una agresión sexual, había que sumarle la extendida reticencia judicial a creer los
testimonios de las supuestas víctimas. La significativa afirmación de que la mujer tenía
―más medios para oponerse a la violencia que el hombre para vencer la resistencia‖,
recogida en la obra del jurista Anastasio De la Pascua, parecía haberse convertido en
un verdadero axioma para estos años2008.
Muy distinta fue la actitud judicial ante los ocho procesados por estupro inmaturo
pues, acorde con la gravedad que este acto presentaba de por sí, todas las supuestas
víctimas fueron sometidas a reconocimientos corporales llevados a cabo por parteras
2008
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., vol. 7, p. 251.
- 572 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
y, tras atender los resultados de los exámenes, todos los supuestos agresores fueron
sentenciados a sufrir pena aflictiva. En su mayoría, de hecho, fueron condenados a
trabajar en obras públicas, uno de los castigos más denigrantes contemplados por el
sistema penal.
- 573 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 99-222.
2009
AGNM, TSJDF, 1838, caja 128, ―Causa contra Albino Torres por estupro inmaturo e incestuoso‖, ff. 2r-
2v.
2010
AGNM, TSJDF, 1838, caja 128, ―Causa contra Albino…‖, ff. 2r-2v.
- 574 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
En dos de los tres casos por violaciones cometidas por familiares durante este
periodo, las víctimas fueron consideradas por los jueces cómplices del delito de
incesto, lo que supuso su detención y declaración de prisión formal por parte de los
jueces Tomás Villava y José del Villar quienes en 1842 y 1843, respectivamente,
encerraron a las jóvenes a la espera de sentencia durante once y dos meses2011. En
ambos procesos las víctimas, de quince años de edad, reiteraron la violencia,
amenazas e intimidación con la que el amante de la madre de una de ellas y el marido
de la hermana de la otra habían logrado derribar su resistencia. Pese a ello, sus
declaraciones no ameritaron la credibilidad de los magistrados por no poder constatar
que su estupro había sido reciente mediante los reconocimientos corporales
ordenados. Al revisar las circunstancias recogidas en ambos expedientes, sin
embargo, nos hemos inclinado a considerar estos casos como ejemplos de violencia
sexual y no ya de libres relaciones incestuosas.
- 575 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 576 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
2012
―Decreto de gobierno. Se declara vigente la Constitución de 1824‖, 22 de agosto de 1846, arts. 2 y 3,
en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 5, p. 792.
2013
―Decreto del gobierno. Que la Suprema Corte de Justicia entre desde luego al ejercicio de las
atribuciones que le señala la constitución de 1824, y se restablecen los tribunales de Circuito y los
juzgados de Distrito‖, 2 de septiembre de 1846‖, en Ibidem, p. 157. Entre 1846 y 1848, la invasión
estadounidense obligó a que este tribunal, junto con el gobierno federal, fuera trasladado a Querétaro
desde donde siguió operando. ―Decreto. Sobre traslación de los supremos poderes al Distrito Federal y
facultades que conceden al poder ejecutivo‖, 6 de junio de 1848, en Ibidem, p. 796.
- 577 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 578 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
de Cote, titular del juzgado tercero; José del Villar, del juzgado del partido de Tlalpan;
Ignacio Bocanegra; José Bucheli, del juzgado cuarto; José María Garayalde, M. Alanis
y Joaquín Martínez Ínigo de Rojas, juez suplente del juzgado cuarto. Cabe advertir que
los tres procesos incoados por el juez del partido de Tlalpan, José del Villar, tuvieron
lugar en los momentos fronterizos del primer periodo centralista pues ambos fueron
sustanciados entre agosto y noviembre de 1846.
Para el segundo centralismo, las doce resoluciones en primera instancia
dependieron de los jueces José María Muñoz de Cote; Manuel Flores Alatorre; José
del Villar y José Mariano Contreras. Por lo que respecta a la revisión en segunda
instancia, si bien encontramos que los procesos fueron revisados por el recién creado
Tribunal Superior de Justicia de la Nación, en ningún proceso pudimos hallar la autoría
de las peticiones fiscales emitidas desde este organismo.
Por lo que respecta a los temidos tiempos procesales, pese a que la mayor parte de
los procesos fueron resueltos a los pocos días de su incoación, encontramos seis
casos en los que la dilatación de los trámites judiciales conllevó que los acusados
esperaran meses encerrados hasta la emisión de una sentencia definitiva.
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 223-313.
- 580 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
reos como por el oficial José Carlos Escamilla, marido de María Jesús y hermano de
Mariano, también jugó en contra de ambos pues el demandante dispuso del tiempo y
recursos necesarios para prolongar los trámites judiciales y lograr la condena de los
adúlteros. Tanto el incesto como el estatus de los implicados fungieron como
agravantes a la hora de determinar la condena de los infractores, algo evidente si la
comparamos, por ejemplo, con los cuatro meses de servicio en cárcel a los que el juez
José María Garayalde condenó en 1852 a dos procesados por adulterio
pertenecientes a los sectores populares de la capital, los únicos que ameritaron
condena de los tres procesos por adulterio juzgados durante el segundo
federalismo2023.
En relación con el primer caso, el encierro de María Jesús en la Cárcel Nacional de
la ExAcordada conllevó la presentación de numerosos alegatos por parte tanto de
familiares como del fiscal Casasola, quien secundó el parecer del tío de la acusada,
según el cual el destino de su sobrina en la cárcel era ―singular a sus circunstancias
físicas, económicas, morales y naturales‖, en atención de las cuáles se preguntaba
cómo podría ―ser pronta al fango contagioso de la corrupción de la cárcel‖ pues ―los
―reos de buena conducta y regular sentimiento‖ no debían estar en cárcel pública sino
en ―monasterios, recogidas o casas de honra‖2024.
Por estos motivos, y teniendo en cuenta que la prisión rigurosa sólo tenía por objeto
―la seguridad de la persona del reo para evitar huida‖, el fiscal alegó que María Jesús
no debía seguir encerrada en la cárcel2025. Si comparamos éste con otros discursos
pronunciados por Casasola, podemos advertir cómo en los argumentos esgrimidos
para solicitar la excarcelación de María Jesús, las contradicciones estuvieron muy
presentes pues lejos de buscar el merecido castigo de los infractores, como vimos en
otros procesos similares, la condena de los adúlteros parecía tener un mero carácter
preventivo2026.
En esta ocasión, la presa mantuvo una recatada y sumisa actitud, mostrando en
sus reiterados escritos su arrepentimiento y soportando de manera estoica, si
consideramos sus circunstancias, la reclusión en cárcel pública, sin quejarse
personalmente ni causar ningún incidente. Fueron, sin embargo, los propios médicos
de la cárcel nacional los que advirtieron a las autoridades que la salud de la rea se
2023
El caso por adulterio citado fue el único que ameritó condena para estos años. En esta ocasión, la
sentencia en primera instancia fue confirmada tanto por la fiscalía y como por la tercera sala del TSJ.
AGNM, TSJDF, 1852, caja 293, ―Toca a la queja de Juan García contra el juez Lic. Garayalde por la pena
que impuso a su esposa María de Jesús Calles acusada de adulterio‖, ff. 1r-4v.
2024
AGNM, TSJDF 1848, caja 257, exp. 146, ―Toca a la causa instruida contra Don José Anastasio
Escamilla y Doña Jesús Sarmiento por adulterio incestuoso‖, s/f.
2025
AGNM, TSJDF 1848, caja 257, exp. 146, ―Toca a la causa instruida…‖, s/f.
2026
En otros procesos, como vimos, el fiscal reconoció que el padecimiento de los infractores en prisión
era un castigo necesario para satisfacer la vindicta pública. AGNM, TSJDF, 1838, caja 128, ―Causa contra
Albino Torres por estupro inmaturo e incestuoso‖, f. 2v.
- 581 -
Alejandra Palafox Menegazzi
encontraba seriamente deteriorada a causa de su ―estado moral‖ así como del ―mal
método higiénico del lugar en que reside indispensable al estado de prisión‖2027. Ante
esta situación, tras cumplir dos de los cinco años a los que había sido condenada, la
SCJ ordenó que fuera trasladada a un depósito privado, elegido por el demandante.
Una vez depositada en la casa de Don José Caballero, persona de confianza del
marido ofendido, María Jesús, consciente de que su encierro estaba pronto a concluir,
pues Carlos Escamilla se había mostrado ya partidario de retirar su demanda y lograr
la reconciliación de su matrimonio, decidió fugarse sin dejar rastro alguno. De nuevo la
actitud de acatamiento de la normativa sexual, la autoridad judicial y el orden
patriarcal, evidenciada por la rea, formó parte de una exitosa estrategia de lucha.
Por lo que respecta a la actitud judicial ante delitos perpetrados por población
calificada de indígena por parte de las autoridades, si bien el origen étnico de los
implicados siguió fungiendo como variable a la hora de atenuar la gravedad de ciertos
ilícitos, los discursos emitidos por los miembros de la SCJ a mediados de la centuria
muestran cómo gran parte de los juristas que integraron este tribunal superior se
inclinaban cada vez más a suprimir esta especie de discriminación positiva en aras de
una igualdad jurídica real. En 1852, por ejemplo, el jornalero indígena José Nazario fue
condenado por el juez Bernardino Olmedo a cumplir seis meses de servicio en cárcel
por haber tratado de cometer un estupro inmaturo sobre su cuñada. En función de lo
recogido en la Recopilación de Indias y haciendo uso de su arbitrio judicial por la ley P.
7.31.8, el letrado consideró que su condena, pese a ser notoriamente indulgente, era
arreglada a derecho2028. Las reacciones tanto del fiscal Casasola, como de los
ministros integrantes de la segunda sala de la Suprema Corte fueron partidarias de
revocar la sentencia emitida en primera instancia pues, como advirtió el fiscal:
―Las leyes de Indias aunque consideraron en algunos casos a los indios como
menores de 25 años, su principal objeto fue ponerlos a cubierto y redimirlos de las
vejaciones que les causaban los conquistadores y encomenderos; pero estuvieron muy
distantes de dispensar esa protección para que los delitos graves y atroces que
2029
perturbaban el sosiego público y la tranquilidad de las familias quedasen impunes‖ .
2027
AGNM, TSJDF 1848, caja 257, exp. 146, ―Toca a la causa instruida contra Don José Anastasio
Escamilla y Doña Jesús Sarmiento por adulterio incestuoso‖, s/f.
2028
AGNM, TSJDF, 1852, caja 290 ―Toca a la causa instruida por el juzgado 2º de lo criminal lic. Olmedo
contra José Nazario por estupro inmaturo‖, f.3r.
2029
AGNM, TSJDF, 1852, caja 290 ―Toca a la causa instruida…‖, f. 19v.
- 582 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
varias leyes de Indias hacían en favor de los indígenas para que se les tratara con
benignidad en la imposición de las penas, condenó al reo a cumplir cinco años de
presidio en el castillo de San Carlos de Perote, en Veracruz2030. Como muestra el caso
citado, el amplio abanico legal existente siguió permitiendo en estos años la emisión
de sentencias más o menos severas fundamentadas en las mismas leyes y con los
mismos argumentos.
2030
AGNM, TSJDF, 1852, caja 290 ―Toca a la causa instruida…‖, f. 26v.
2031
AGNM, GD127, Gobernación, Distrito Federal, Gobierno del Distrito Federal, 1853, caja 415, exp. 18,
―Varios Proyectos para decretos y reglamentos. Sobre prostitución, policía sanitaria‖, f. 1r.
2032
En los documentos de la época era común encontrar referencias a las mujeres que regentaban un
prostíbulo con el término ―matrona‖.
- 583 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 223-297.
- 584 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
―siendo seguro que a no haber consentido la Rodríguez por sus propias fuerzas
hubiera impedido el acto, aun cuando esto no hubiera podido ser habría obtenido en el
acto los auxilios correspondientes si los hubiera pedido y además la circunstancia
también atenuante de haber Mesa querido casarse con ella y no haber obtenido el
2033
consentimiento de su familia‖ .
(1846-1853)
2033
AGNM, TSJDF, 1852, caja 290, exp. 39, ―Toca a la causa instruida por el juez 5 lic. Lozano contra
Bartolo Mesa por rapto y estupro‖, f. 11r.
- 585 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 223-297.
2034
AGNM, TSJDF, 1848, caja 253, ―Toca a la causa instruida contra Clemente Cordero por conato de
estupro y fuerza‖, f. 6v.
2035
AGNM, TSJDF, 1850, caja 277, ―Diligencias practicadas contra José Francisco Cruz Hernández: por
estar en riña e incontinencia‖, f. 3v.
- 586 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
b) El lapso centralista
De los doce procesos por delitos sexuales registrados entre 1853 y 1855, sólo en
dos de ellos, uno por violación incestuosa y otro por incesto, los reos fueron
condenados a sufrir pena corporal. En el primer caso se trató de Anastasio Lugo y
Narcisa Echeveste, ambos confesos de haber mantenido durante años una relación
incestuosa, pues Anastasio era amante de la madre de Narcisa. Durante el proceso,
sustanciado por Manuel Flores Alatorre, la violencia y las amenazas empleadas
supuestamente por Anastasio para estuprar a la joven Narcisa no fueron creídas por
las autoridades y, por ello, Narcisa fue tratada como cómplice y condenada a sufrir
seis años de servicio en prisión. Por su parte Anastasio, por ser varón y mayor de
edad, ameritó dos años más de la misma condena. Ambas resoluciones,
fundamentadas en las leyes P. 7.18.3, P. 7. 16.15 y 7.31.8, fueron confirmadas por la
segunda sala del TSJ2036. La gravedad del incesto unida al escándalo que el embarazo
de Narcisa había ocasionado fueron motivos suficientes para que las autoridades
coincidieran en emitir una de las condenas más severas para estos años.
2036
AGNM, TSJDF, 1854, caja 300, ―Contra Anastasio Lugo, Narcisa Echeveste y Dominga Jaso por
incesto‖, ff. 1r-30r.
- 587 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Los jueces, como muestra el cuadro XXVII, siguieron haciendo uso de su arbitrio a
la hora de determinar sus sentencias y ante un mismo delito, pues las condenas
emitidas variaron notablemente en función del criterio de cada magistrado.
2037
―Decreto del gobierno. Ley de administración de Justicia y orgánica de los tribunales de la federación‖,
23 de noviembre de 1855, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…,
op. cit., vol. 7, pp. 598-606.
2038
Ibidem, p. 599.
2039
Art. 23, Ibidem, p. 600.
2040
Art. 24, Ibidem, p. 601.
2041
Art. 48, Ibidem, p. 603.
2042
―Ley. Para juzgar a los ladrones, homicidas, heridores y vagos‖, 5 de enero de 1857, en Dublán
Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 8, p. 330-343.
- 588 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
procesales para todas las causas criminales, y no sólo para los delitos citados en su
título, además de regular la forma en la que los magistrados debían considerar las
circunstancias agravantes y atenuantes de un delito, y de definir conceptos claves en
la actuación judicial posterior como la responsabilidad civil y criminal de un procesado.
En su artículo 55, referente a la organización procesal de las causas criminales,
estableció que, pasadas las veinticuatro horas desde la detención de los acusados, el
juez debía decidir si existían pruebas o indicios de criminalidad suficientes para bien
declararlos formalmente presos o bien ponerlos en completa libertad, pudiendo alargar
excepcionalmente este tiempo hasta un máximo de cinco días2043.
Por lo que respecta al tiempo y tipo de condena, ante los delitos de violación que
estuvieran acompañados del robo de la víctima, este conjunto legal estableció que los
reos deberían de ser condenados a sufrir diez años de presidio. Esta medida
incrementó notablemente la severidad con la que este tipo de actos debía de ser
tratado pues, como vimos para los años anteriores, en la práctica judicial los jueces
sancionaban con escasos meses de prisión estas infracciones.
El 5 de febrero de 1857 el Congreso Extraordinario vio la materialización de sus
esfuerzos con la promulgación de un nuevo texto constitucional que reunía varios
principios básicos del liberalismo secularizador, como la libertad de cultos. Esta
excesiva tolerancia causó un creciente descontento entre las facciones conservadoras
del país que, instigadas por el poder eclesiástico y con el beneplácito de parte de la
facción moderada del partido liberal, promovieron un golpe de Estado a finales del
año. Así, con el llamado Plan de Tacubaya, el general Félix Zuloaga suprimió el orden
constitucional y revocó el gobierno legalmente constituido. En enero de 1858, Benito
Juárez constituyó un gobierno paralelo con sede en Guanajuato e hizo público su
desconocimiento del nuevo orden conservador.
Tuvo lugar, así, el inicio de una guerra civil que enfrentó de nuevo al país y que
concluyó con la victoria liberal en 1861. Durante los tres años de conflicto coexistieron
en la práctica dos gobiernos: uno golpista-conservador, con sede en la ciudad de
México, y otro liberal que, bajo la presidencia de Benito Juárez, fue desplazándose por
la República en función de los avatares bélicos.
Por lo que se refiere a la organización del poder judicial capitalino, durante los años
de la contienda civil el sistema criminal quedó regido por dos conjuntos legales: el
Estatuto Orgánico Provisional de la República, por el que las estructuras
administrativas de los departamentos, prefecturas y subprefecturas del sistema
centralista quedaron restablecidas; y la Ley para el arreglo de la administración de
2043
―Ley. Para juzgar a los ladrones, homicidas, heridores y vagos‖, art. 55, fracción 11, en Ibidem, p. 338.
- 589 -
Alejandra Palafox Menegazzi
justicia en los Tribunales y juzgados del fuero común, que volvió a facultar al Supremo
Tribunal de Justicia de la Nación (STJN) para sustanciar los procesos en segunda y
tercera instancia2044.
En líneas generales, como expondremos a continuación, la actuación judicial ante
los ilícitos sexuales contemplados se mantuvo constante. Los procesos siguieron
estando estructurados en un mínimo de dos y un máximo de tres instancias, y, si bien
encontramos una mayor proporción de sentencias fundamentadas, en gran parte de
ellas los jueces recurrieron a la ley del arbitrio judicial P. 7.31.8 para justificar
legalmente sus resoluciones. Esta situación, unida a la práctica ausencia de citas que
hicieran referencia a la doctrina recogida por los principales tratadistas de derecho, por
otro lado, parece indicar que, entre determinados letrados, existió una creciente
tendencia al legalismo, es decir, a equiparar el derecho vigente con la legislación, en
detrimento de otros conjuntos normativos como el derecho común recogido por los
autores. A partir de 1861, además, el gobierno liberal emitió un decreto por el que
quedó establecida la obligación de que los jueces fundamentaran sus sentencias en
ley expresa, y no ya en doctrina, bajo pena de responsabilidad judicial en caso de no
acatar la normativa2045.
Durante los tres años en los que el Partido Liberal pudo mantenerse en el gobierno,
pudimos constatar el registro de veintitrés procesos por delitos sexuales. En concreto,
se trató de diez violaciones -cinco de ellas incestuosas-, cinco incestos, cuatro
adulterios, tres estupros por seducción y un amancebamiento. En orden decreciente,
los magistrados encargados de sustanciar los procesos en primera instancia fueron:
José del Villar, juez de letras de Coyoacán; Carlos María de Saavedra, del juzgado
segundo; Manuel Flores Alatorre; Pedro Ruano; Teófilo Carrasquedo, del juzgado
segundo; José Mariano Contreras, Agustín Norma; Mauro Fernández de Córdoba;
José Arteaga, del juzgado tercero y Ramón M. Zurita.
Si bien la mayor parte de los juicios revisados para este periodo concluyeron a los
pocos días de ser incoados, en dos procesos por violación incestuosa los tiempos
procesales se alargaron y los detenidos pasaron presos varios meses hasta ser
puestos en libertad con la emisión de la sentencia en primera instancia.
2044
―Ley para el arreglo de la administración de justicia en los Tribunales y juzgados del fuero común‖,
Arts. 38 y 132, en Cabrera Acevedo, Lucio, La Suprema Corte de Justicia. La República y el Imperio,
México, Suprema Corte de Justicia, 1988, p. 304 y 319.
2045
―Decreto del gobierno. Ordena que se funden en ley expresa las sentencias definitivas‖, 28 de febrero
de 1861, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 9, p.
99.
- 590 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
Sólo en cuatro de los diez procesos por violación registrados los reos fueron
condenados. Las penas variaron en función del juez y de las circunstancias de cada
caso. Por lo que respecta a la revisión en segunda instancia, debemos advertir que si
bien conocimos el contenido de las solicitudes fiscales, pues éstas quedaron recogidas
en las sentencias emitidas por el TSD, en ningún caso pudimos conocer su autoría.
- 591 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 314-327.
Por su parte, el licenciado José del Villar, encargado de sustanciar tres de los
procesos por violación durante este periodo, se mantuvo abiertamente contrario a
castigar el uso de la violencia ejercida sobre mujeres que no mostraran una actitud
contenida. Su abierta negativa a acatar lo recogido en la ley colonial, que sí
sancionaba este tipo de delitos, ameritó que desde la tercera sala del Tribunal
Superior del Distrito se le remitiera un extrañamiento por la notable laxitud con la que
2046
Si bien la ley P. 7.31.2 citada por el juez recoge explícitamente lo contrario de lo actuado por éste,
suponemos que ello se debió a un error del magistrado quien, seguramente, quiso hacer referencia a la
ley P. 7.31.8 del arbitrio judicial. AGNM, TSJDF, 1855, caja 307, ―Contra Bonifacio Ramírez por conato de
forzamiento‖, ff. 15v-16v.
- 592 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
2047
El resultado del reconocimiento corporal efectuado por una partera durante el proceso fue que la
joven de quince años estaba ―recientemente estuprada y lastimada por su corta edad‖. AGNM, TSJDF,
1857, caja 327, ―Criminal por rapto y estupro en la joven Mariquita Álvarez contra Remigio Medina y
socios‖, f. 19v.
2048
AGNM, TSJDF, 1857, caja 327, ―Toca a la causa de Remigio Medina y socios por fuerza y estupro‖,
s/f.
2049
Ortega Noriega, Sergio, ―El discurso teológico de Santo Tomás de Aquino sobre el matrimonio, la
familia y los comportamientos sexuales‖, en Solange Alberro et al., El placer de pecar y el afán de normar,
Ciudad de México, Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia,
INAH, Editorial Joaquín Mortiz, 1988, p. 25.
- 593 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 314-327.
Entre 1858 y 1860 tuvo lugar la contienda civil denominada ―Guerra de Reforma‖ y
durante esos años, en los que la ciudad de México estuvo regida por un gobierno
conservador, pudimos registrar ocho procesos por delitos sexuales: dos seducciones,
un adulterio, un lenocinio, una bigamia, una violación, un incesto y un
amancebamiento. En orden decreciente, la actuación judicial en primera instancia fue
llevada a cabo por los magistrados: José del Villar, Francisco de P. Arciniega, José
Mariano Contreras, Anastasio Cornejo, Manuel Volante y Rafael Morales.
Durante estos años, el depósito privado siguió empleándose como instrumento de
control y corrección femenina y en 1860 en el juicio por amancebamiento sustanciado
- 594 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
por el letrado Rafael Morales, Soledad Hernández quedó tres meses recluida en casa
de su hermano por orden judicial, hasta que celebrase su matrimonio con el
carretonero Mariano Vergara2050.
Los tiempos procesales fueron cortos en todos los juicios, con una sola excepción:
el único caso por matrimonio doble sustanciado en este periodo. Incoado en 1858
contra el sastre Don Manuel de la Torre, concluyó en primera instancia una condena
de cinco años de presidio2051. La sentencia, emitida nueve meses después de declarar
formalmente preso al acusado, estuvo fundamentada por el letrado Manuel Flores
Alatorre con base en las leyes No. R. lib. VIII, tít. 20, ley 8 y lib. XII, tít. 28, ley 9 y
contempló como atenuante la supuesta ignorancia del reo con base a la ley P. 7.17.16.
Pese a ello, el castigo emitido figuró entre los más rigurosos del momento. La
confirmación del fallo en segunda instancia fue promovida por la tercera sala de la
Suprema Corte de Justicia, tribunal que teóricamente había quedado suspendido de
sus funciones por el restablecimiento del Supremo Tribunal de Justicia, y no se
pronunció hasta el 18 de mayo de 1860, dieciséis meses después de la resolución del
juez inferior.
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 328-346.
La actuación que el juez José del Villar llevó a cabo en 1858 ante el único proceso
por adulterio demandado durante estos años merece ser comentada pues, a pesar de
que el demandante no desistió de su acusación durante el juicio, los acusados fueron
absueltos y puestos en libertad. La explicación a esta situación reside en la naturaleza
2050
AGNM, TSJDF, 1860, caja 341, ―D. Mariano Vergara y Dª Soledad Hernández, sobre matrimonio‖, s/f.
2051
AGNM, TSJDF, 1857, caja 323, ―Contra Don Manuel de la Torre por matrimonio doble‖, ff. 1r-37v.
- 595 -
Alejandra Palafox Menegazzi
del proceso, incoado como un juicio por sevicia tras la demanda que la supuesta
adúltera, Gerarda Francisca, había puesto contra su marido Juan de Dios por haberle
abierto la cabeza con unas piedras. Si bien el marido ofendido, una vez ante el juez,
decidió pronunciarse en contra de su esposa y su supuesto cómplice en el adulterio, el
licenciado del Villar atendiendo a que Juan de Dios no había podido demostrar que su
esposa le era infiel y estaba confeso en la agresión decidió no proceder contra los
supuestos adúlteros y, por la sevicia, condenó al demandante a sufrir tres meses de
obras públicas y a pagar la curación de su esposa con arreglo a la parte 11 de artículo
55 de la Ley para juzgar a los ladrones, homicidas, heridores y vagos de enero de
18572052. Pese a ser una ley expedida por el gobierno liberal, la aplicación durante los
años de la ocupación conservadora de la ciudad de México parece indicar que algunos
letrados, al menos, la estimaron vigente.
2052
AGNM, TSJDF, 1858, caja 333, ―Contra Juan de Dios, por golpes y Victoriano Castillo y Gerarda
Francisca por adulterio‖, s/f.
2053
Los jueces encargados de sustanciar estos juicios fueron: Eduardo Artiaga, juez letrado del Distrito de
Tlalpan y Mariano Fernando San Salvador, juez segundo del ramo criminal. AGNM, TSJDF, 1861, caja
348, ―Criminal contra José María Ruiz y Severa Méndez acusados de adulterio‖, s/f. AGNM, TSJDF, 1861,
caja 351, ―Causa instruida contra María Regina y Joaquín Jacinto de Santa Marta por adulterio, siendo la
primera mujer de Pascual de los Reyes‖, ff. 1r-9v.
- 596 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
Ante los delitos de estupro por seducción, la aplicación de la ley que prohibía el
arresto de los infractores siguió dependiendo del arbitrio de cada magistrado. Así,
mientras algunos como Carlos María Saavedra consideraron que el agravio causado
por una seducción merecía ser castigado con pena aflictiva, otros como Agustín
Norma acataron la No. R. lib. XII, tít. 29, ley 4 y pusieron en libertad bajo fianza a los
varones acusados2054. Donde los letrados parecieron seguir coincidiendo fue en el
respeto a la autoridad paterna de las supuestas estupradas en relación con la voluntad
de algunos progenitores de que sus hijas quedasen depositadas en casas de honra
hasta contraer matrimonio. Así, en los dos juicios en los que el depósito de la víctima
fue solicitado, tanto el magistrado Norma como el licenciado José del Villar ordenaron
su ejecución2055.
2054
AGNM, TSJDF, 1861, caja 349, ―Contra Higinio Estrada y cómplices por rapto‖, ff. 1r-47v.
2055
AGNM, TSJDF, 1861, caja 349, ―Contra Higinio…‖, ff. 1r-47v y AGNM, TSJDF, 1863, caja 380,
―Contra Cruz Quesada y Ruperta Bravo por los delitos de rapto y estupro‖, s/f.
- 597 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2056
Para un estudio en profundidad sobre la organización de justicia durante el II Imperio Mexicano, véase
López González, Georgina, La organización para la administración…, op. cit.
2057
―Decreto que establece los tribunales y juzgados del fuero común. (15 de julio de 1863), art. 4, en
Cabrera Acevedo, Lucio, La Suprema Corte de Justicia…, op. cit, p. 298.
2058
―Ley para la organización de los tribunales y juzgados del Imperio‖, 18 de diciembre de 1865, en
Ibidem, pp. 406-427.
- 598 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
en la ciudad de México a las órdenes del Fiscal del Tribunal Supremo2059. Para ocupar
el cargo de promotor fiscal era indispensable ser varón, contar con el título de abogado
y tener más de 25 años2060. A pesar del establecimiento de esta normativa, no fue sino
hasta 1869, ya durante la restauración republicana, que pudimos hallar la presencia de
promotores fiscales en los expedientes judiciales consultados.
La producción normativa durante los años imperiales fue rica y constante y, por lo
que respecta a la organización del poder judicial, se materializó en tres cuerpos
legales principales: el ―Estatuto provisional del Imperio Mexicano‖, expedido el 10 de
abril de 1865, las ―Garantías individuales de los habitantes del Imperio‖ y la ―Ley para
la organización de los Tribunales y Juzgados del Imperio‖, emitidos respectivamente el
1 de noviembre y el 18 de diciembre de ese mismo año.
Entre las novedades introducidas por estos conjuntos normativos destacó la
supresión de las tres instancias judiciales. A partir de ahora, las causas criminales no
podrían tener más de dos instancias2061. En caso de disconformidad con la segunda,
las partes afectadas podrían emitir un recurso de súplica dirigido directamente al
emperador2062.
Otra de las innovaciones organizativas fue la introducción en la capital de un
Tribunal Correccional2063. Compuesto de dos salas integradas cada una por tres
jueces, este organismo quedó encargado en materia criminal de todas las causas
consideradas leves y que, hasta el momento, habían sido dirimidas en juicio verbal por
jueces menores o de primera instancia. Por lo que respecta a los delitos más graves,
su tramitación en primera instancia dependió hasta el 1 de enero de 1866 de tribunales
unitarios compuestos por jueces letrados. A partir de esa fecha entró en vigor el
artículo 19 de la citada Ley para la organización de los tribunales por el que la
administración de la justicia criminal en primera instancia por la capital y el territorio del
recién creado Departamento del Valle de México recayó sobre un Tribunal Colegiado.
Integrado por dos salas con tres jueces letrados de primera instancia cada una, este
tribunal tuvo a su cargo, además, a ocho jueces de instrucción, cuatro de ellos
responsables de cuestiones civiles y los otros cuatro encargados de llevar a cabo las
primeras diligencias en las causas criminales, hasta la toma de la confesión con
cargos de los procesados2064.
2059
Flores Flores, Graciela, Orden judicial…, op. cit., p. 263.
2060
Idem.
2061
Estatuto provisional del Imperio Mexicano‖, art. 19, en Estatuto provisional del Imperio Mexicano,
México, Imprenta de Andrade y Escalante, 1865.
2062
Flores Flores, Graciela, Orden judicial…, op. cit., p. 266.
2063
―Ley para la organización de los tribunales y juzgados del Imperio‖, 18 de diciembre de 1865‖, art. 61.
2064
―Ley para la organización de los tribunales…‖, arts. 34, 60 y 69.
- 599 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2065
―Ley para la organización de los tribunales…‖, art. 71.
2066
―Ley para la organización de los tribunales…‖, art. 81, sección III.
2067
AGNM, TSJDF, 1865, caja 404, ―Toca a la causa instruida en el Juzgado 3º de lo criminal contra
Zenón y Manuel García y socios por rapto y estupro‖, s/f.
2068
En relación con este cambio, más espacial que estructural, recordamos la reflexión aportada por el
intelectual contemporáneo Joaquín García Icalbaceta en 1864: ―(…) si cambió de lugar la cárcel pública,
no por eso se reformó el sistema de la antigua. Un edificio en que permanezca encerrada como un rebaño
esa porción hostil a la sociedad, sin atender más que a evitar fugas, ni ministrarse otra cosa que el
alimento preciso para no faltar a la primera ley de la humanidad: he aquí lo que constituye entre nosotros
una cárcel, y tal es la de Belem, a pesar de los esfuerzos del actual regidor comisionado, que si pueden
atenuar en parte el mal, no alcanzarán nunca a destruir los vicios radicales del sistema‖. García
Icalbaceta, Joaquín, Informe sobre los establecimientos…, op. cit., p. 71.
- 600 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
2069
En los documentos de archivo consultados hemos encontrado este apellido escrito en ocasiones
como ―Zubiaga‖ y en otras como ―Subiaga‖.
2070
―Decreto del emperador del 1 de enero de 1866‖, citado en López González, Georgina, La
organización para la administración…, op. cit., p. 189.
- 601 -
Alejandra Palafox Menegazzi
1. Práctica judicial
a) La primacía del orden
La regulación de la prostitución a partir de 1865 se tradujo para la época imperial en
una clara ausencia de mujeres condenadas por ejercer o promover esta actividad. En
las únicas cuatro causas por lenocinio incoadas en estos años, de hecho, todos los
jueces encargados de su tramitación, José María Castillo, Anastasio Cornejo, Emilio
Zubiaga y José María Barbabosa, coincidieron en absolver y poner en libertad a los
acusados2071.
Los que también fueron puestos en libertad no ya por falta de mérito sino por el
desistimiento de la parte acusadora fueron la totalidad de los procesos por adulterio e
incontinencia adulterina. En dos procesos por adulterio, ambos tramitados por Agustín
Fernández, sin embargo, el desistimiento se produjo un mes después de la entrada en
prisión de los acusados, tiempo durante el cual los acusados permanecieron
recluidos2072.
La peculiaridad que tuvo uno de estos procesos nos obliga a detenernos
brevemente en él. Se trató de la causa incoada en 1864 a raíz de la demanda que
Ramón Casares interpuso contra su esposa, Vicenta Peñafiel, y quien era primo por
línea materna del demandante, el pintor Valentín Coronado. Ambos acusados, tras ser
detenidos y puestos a disposición judicial, reconocieron su delito y trataron de justificar
2071
AGNM, TSJDF, 1866, caja 424, ―Juzgado 3º de instrucción del ramo criminal contra Ignacio Robles
por amagos, conatos de heridas y sospechas de lenocinio‖, ff. 1r-8v; AGNM, TSJDF, 1866, caja 424, s/t,
ff. 1r-31v, AGNM, TSJDF, 1865, caja 485, ―Contra Filomena García y Guadalupe Ortega por rapto‖, s/f y
AGNM, TSJDF, 1866, caja 423, ―Contra Hermenejilda y Mariana Campuzano por rufianería‖, s/f.
2072
Se trató de los procesos: AGNM, TSJDF, 1864, caja 294, ―Contra Luis Cárdenas y Soledad López por
adulterio‖, ff. 1r-17v y AGNM, TSJDF, 1864, caja 393, s/t, ff. 1r-26v.
- 602 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
―El marido sin género de duda, por su carácter de tal, tiene derecho indisputable para
tener a su lado a su mujer y disfrutar de los goces, conveniencia y ayuda que
proporciona el matrimonio, de los cuales se le privaría con una separación larga
ocasionada por la pena que al fin se le impusiera a su mujer (…). Una pena innecesaria
perjudicaría a la misma sociedad, disolviendo una familia tal vez para siempre y con
riesgo de mayores males, pues una larga separación temporal puede resfriar y aun
concluir con el cariño y amor conyugal que ha manifestado Casares por la Peñafiel y tal
vez exponerlo a contraer otras relaciones ilícitas, cuyos males son sin duda de mayor
gravedad y perjuicios para la moral, la sociedad y el interés particular de los mismos
cónyuges que el que resulta de no castigar su delito, el cual por la misma modesta
posición social de los culpables y el marido, no ha producido escándalo que perjudique la
2074
moral pública‖ .
Este insólito argumento estuvo motivado, por tanto, por la supremacía que el orden
familiar debía ocupar frente a ciertos comportamientos que pese a figurar legalmente
como actos delictivos, entre la opinión de diversos juristas, parecían considerarse más
como faltas pertenecientes al fuero interno. ―En ocasiones es cuerda cosa dejar el
castigo de los crímenes a Dios en vez de poner remedio a mayores males
emprendiéndolo el hombre por su cuenta‖, sostuvo al respecto el letrado Fernández
quien fundamentó su resolución en la Ley de arreglo judicial de 1858 y en la doctrina
de Vilanova2075. Los acusados fueron así puestos en libertad, apercibidos y bajo fianza
de estar sujetos a derecho hasta la revisión de la sentencia en segunda instancia.
2073
AGNM, TSJDF, 1864, caja 393, s/t, f. 22r.
2074
AGNM, TSJDF, 1864, caja 393, s/t, ff. 22v-23r.
2075
AGNM, TSJDF, 1864, caja 393, s/t, f. 23r.
- 603 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Vicenta, a pesar de los golpes y malos tratamientos que supuestamente había recibido
de parte de su marido, y de que hacía ya más de tres años que no cohabitaba con él,
fue ―entregada‖ a éste. La sentencia, pese a tener un carácter en apariencia
extraordinario, ameritó la confirmación de parte del Tribunal Superior de Justicia del
Imperio.
La referencia a Dios en el discurso del licenciado Fernández, por otro lado, formó
parte de una contradicción que apareció con frecuencia entre los juristas de la época.
A pesar de que ya desde finales de la centuria pasada, en las postrimerías coloniales,
las instituciones civiles aumentaron sus espacios de actuación, logrando tras la
independencia política desplazar a las eclesiásticas en la administración de la justicia
criminal, la secularización del derecho en la práctica presentó diferentes ritmos. El
aparato simbólico asociado al catolicismo siguió estando muy presente en los
discursos pronunciados en el foro por jueces, fiscales y abogados y tuvo una
efectividad incuestionable. Pese a ello, no deja de sorprender que para la segunda
mitad del siglo XIX uno de los principales magistrados de la capital mexicana pudiese
afirmar, sin ser reconvenido por ello, que en ciertas circunstancias el sistema de
justicia debía ser inoperante frente a actos criminales, dejando que su resolución
dependiera de la voluntad divina, lo que contradecía abiertamente la separación entre
los conceptos de pecado y delito y dejaba entrever la convivencia entre los juristas de
al menos dos tendencias ideológicas: una orientada a desligar completamente la
justicia terrenal de la celestial y otra interesada en mantener su imbricación.
Lejos de ser un comportamiento puntual, como advertimos al analizar los otros dos
procesos por incesto tramitados por el letrado Agustín Fernández Gutiérrez, este juez
se mostró reacio a condenar las relaciones sexuales entre parientes, siempre que
éstas no alteraran el orden o causaran escándalo. En 1865, ante otros dos procesos
por incesto, uno adulterino y otro incoado por la relación estrechada entre una mujer y
el amante de su hermana, el licenciado Fernández absolvió a los implicados. Si bien
en la primera ocasión su sentencia estuvo basada de nuevo en el desistimiento de la
parte acusadora, en la segunda su justificación fue cuanto menos insólita pues, a
pesar de que los acusados estaban confesos en el delito que se les imputaba, el juez
decidió que, al no haber aportado sus respectivas partidas de bautismo, no era posible
comprobar el parentesco de la demandante y la demandada por lo que la causa debía
sobreseerse2076. Ambas sentencias fueron confirmadas en segunda instancia por el
TSJ.
2076
AGNM, TSJDF, 1865, caja 399, ―Diligencias practicadas contra José Elizalde y Guadalupe Rosales
acusados de adulterio por Teófila Juana Tenorio‖, s/f y AGNM, TSJDF, 1865, caja 404, ―Toca a la causa
instruida en el Juzgado 4º de lo criminal contra Pascual Ramos y Palestina Álvarez por incesto‖. s/f.
- 604 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
2077
AGNM, TSJDF, 1864, caja 393, ―Toca a la causa instruida en el Juzgado 4º de lo criminal contra
Salvador Reyes por estupro incestuoso‖, s/f y AGNM, TSJDF, 1865, caja 407, ―Toca a la causa instruida
en el Juzgado 4º de lo criminal contra Mariano Ríos por incesto‖, s/f.
2078
AGNM, TSJDF, 1865, caja 405, ―Contra Amieto Almaraz, Virginia Camarilla, M. Dolores Camarilla.
Excesos‖, s/f. Como ya comentamos, el incesto dejó de figurar como tipología delictiva con la codificación
penal de 1871.
- 605 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 380-445.
2079
Alegato fiscal referente al juez Feliciano Sierra y Rosso en la causa: AGNM, TSJDF, 1865, caja 407,
―Toca a la causa instruida en el Juzgado de lo Criminal contra Martín Velasco y socia por adulterio‖, s/f.
- 606 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
2080
AGNM, TSJDF, 1866, caja 423, ―Contra Juan García por sospechas de fuerza en la persona de
Francisca Contreras‖, s/f.
2081
AGNM, TSJDF, 1864, caja 391, ―Contra Miguel Ferrete y Bonifacio Peña por fuerza y violación‖, f.
33v.
- 607 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 608 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
Durante la revisión del fallo en segunda instancia, sin embargo, el fiscal Saavedra
recordó que no era creíble que fuera posible el ejercicio de la violencia al no existir una
―marcada desproporción entre las edades‖ de la víctima y sus agresores, pues una
mujer tenía siempre ―mayores elementos para resistir que el hombre para vencer la
resistencia‖2082,
De las tres denuncias por estupro inmaturo recogidas durante este periodo, dos de
ellas por conato de violación, la actitud evidenciada por la segunda sala del Supremo
Tribunal de Justicia, encargada de revisar el caso en segunda instancia en el proceso
contra Anselmo Salas, merece ser comentada. Anselmo, un hombre casado que
trabajaba como operario en una fábrica de papel, había sido condenado en primera
instancia por el juez Luis G. del Villar a cumplir cinco años de presidio. El motivo de la
severidad de su condena no era otro que la confirmación por parte de dos facultativos
del daño que había infringido al violar a una niña de seis años, siete meses y veintiséis
días de edad. Si bien la víctima había señalado al acusado en una rueda de
reconocimiento y la agresión había sido constatada por los médicos, tanto el fiscal
Romero como el STJ coincidieron en revocar la sentencia del inferior y en absolver al
reo. El fiscal, en su alegato, motivó su solicitud afirmando que delitos como el estupro
no podían perseguirse de oficio, sin considerar por tanto ni la violencia empleada ni el
carácter inmaturo del acto. Por su parte el STJ tan sólo sostuvo que la víctima no tenía
en su favor ―ningún adminículo‖, es decir, que no consideraba probado el delito2083.
La única explicación que la indulgencia evidenciada por el tribunal superior pudo
tener, por aberrante que esta fuera, residió en la edad de la víctima pues en otro
proceso de condiciones similares en el que el delito fue perpetrado sobre una niña de
tres años y nueve meses, la resolución en segunda instancia mostró una severidad
implacable2084.
2082
AGNM, TSJDF, 1863, caja 374, ―Toca a la causa instruida contra Mateo Garcilaso y Apolonio
Hernández por fuerza‖, f. 5r.
2083
AGNM, TSJDF, 1864, caja 394, ―Toca a la causa instruida en el Juzgado de Letras de Tlalpan contra
Anselmo Salas por estupro incestuoso‖, s/f.
2084
AGNM, TSJDF, 1864, caja 393, ―Toca a la causa instruida en el Juzgado 2º Criminal contra Juan
Aguilar por estupro inmaturo‖, s/f.
- 609 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 380-445.
En relación con los delitos por seducción, de los sesenta y ocho estupros
denunciados, treinta y tres concluyeron con el desistimiento de la parte acusadora,
normalmente tras haber alcanzado un acuerdo matrimonial o pecuniario con el
ofensor. Sólo en cuatro ocasiones los acusados fueron confinados por semanas o
meses en la cárcel como castigo correccional por su infracción. En los procesos
restantes, los demandados fueron puestos en libertad pocos días después de su
detención, sin siquiera ser declarados presos formales, al considerar los magistrados
que la relación había contado con el consentimiento de la supuesta estuprada y que,
por ello, no había mérito para procesar al acusado. La aplicación de la ley que prohibía
molestar con prisiones a los acusados de estupro, quedó de nuevo pendiente del
arbitrio de cada juez.
- 610 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
- 611 -
Alejandra Palafox Menegazzi
entre los cinco y los doce pesos, cantidad irrisoria si consideramos que un artesano
modesto podía ganar hasta seis pesos al día2085.
2085
AGNM, TSJDF, 1865, caja 479, ―Toca a la causa instruida contra Alberto Aparicio por estupro‖, ff. 1r-
37v. Seis pesos diarios era lo que ganaba, por ejemplo, el talabartero Antonio Arteaga. AGNM, TSJDF,
1864, caja 392, ―Contra Antonio Arteaga por estupro‖, ff. 1r-14v.
2086
Díaz Lilia, ―El liberalismo militante…‖, op. cit, p. 630
2087
Fuentes Mares, José, ―La Convocatoria de 1867‖, Historia Mexicana, vol. 14, n. 3, 1965, pp. 423-444.
2088
González, Luis, ―El liberalismo triunfante‖, en Historia General de México, México, COLMEX, 2004, pp.
645-647.
- 612 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
Para los años anteriores a su emisión, el sistema de justicia volvió a estar regido
por las instituciones federales y los ocho juzgados criminales de letras de la capital
volvieron a asumir sus funciones de primera instancia. El organismo quizá más
representativo del federalismo judicial mexicano, la Suprema Corte de Justicia, volvió a
operar desde agosto de 1867. Hasta febrero de 1868, además, la corte asumió las
funciones de tribunal superior para la segunda y la tercera instancia de los procesos
criminales del restablecido Distrito Federal2089. Después de esa fecha, estas
competencias recayeron sobre del Tribunal Superior del Distrito, formado por tres
ministros y dos fiscales y, en concreto sobre su segunda sala, que estuvo integrada
por tres magistrados2090.
1. Innovaciones procesales
a) El jurado popular
Una de las principales innovaciones en la administración judicial en primera
instancia que tuvieron lugar durante estos años fue el establecimiento en 1869 del
jurado popular para delitos comunes2091. Hasta su supresión en 1929, la determinación
de la culpabilidad de un reo en las causas formales dependió de ―jueces‖ no letrados,
es decir, de los ciudadanos que integraran el jurado en cada proceso. Para poder ser
elegido como miembro de un jurado era requisito legal ser mexicano, vecino de la
ciudad de México, tener veinticinco años cumplidos, saber leer y escribir, no ser tahúr,
ebrio consuetudinario ni tener antecedentes penales. Tampoco podían formar parte de
un jurado empleados públicos, médicos o personas cuya ocupación les impidiera
disponer con libertad del tiempo, ―sin privarse del jornal o sueldo necesario para su
subsistencia‖2092.
A pesar de la participación de sectores sociales medios y bajos, en el jurado
popular posiblemente más cercanos en principio a los implicados en los delitos
considerados que las élites judiciales, no debemos olvidar que esta intervención de
población lega en la administración de la justicia criminal capitalina siguió estando
limitada por la acción judicial, pues sólo se convocaría un jurado popular en los casos
en los que jueces profesionales y fiscales considerasen que había indicios suficientes
para elevar la causa a juicio plenario. Por otro lado, si bien formalmente las mujeres no
estuvieron excluidas, en la documentación consultada de los veinte procesos por
2089
Flores Flores, Graciela, Orden judicial…, op. cit., p. 293.
2090
Ibidem, p. 294.
2091
―Ministerio de Justicia. Ley del congreso estableciendo el jurado en el Distrito Federal‖, 15 de junio de
1869, en Dublán Manuel, y Lozano, José María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 10, pp.
658-665.
2092
―Ministerio de Justicia. Ley del congreso…‖, art. 62, sección 6, en Ibidem, p. 663.
- 613 -
Alejandra Palafox Menegazzi
delitos sexuales en los que la culpabilidad del reo fue determinada por un jurado
popular, no figuró ninguna mujer entre sus miembros.
Los jurados debían conocer todos los delitos que hasta el momento debían
sentenciarse en causa formal por los jueces de lo criminal2093. Lo afirmado, durante la
revisión de la documentación de archivo, tuvo una aplicación práctica en todos los
procesos con excepción de un caso por conato de violación con estupro cometido en
1876 sobre una niña de once años. En esta ocasión la violación no se había cometido
por causas ajenas a la voluntad del delincuente, el jicarero Felipe Camacho, quien
después de tirar al suelo y abalanzarse sobre su víctima había dejado de agredir a la
joven sólo por la aparición repentina de dos testigos2094. Sin embargo, una vez
demostrado el conato delictivo, el juez letrado primero de lo criminal, Joaquín María
Escoto, con el beneplácito del promotor fiscal Flores, sin citar al correspondiente
jurado, pronunció la siguiente sentencia:
―El art. 794 frac. 1 del Código Penal condena a 4 años de prisión el estupro pero
siendo conato es de castigarse con una quinta parte por el art. 202 (…) y la quinta de
cuatro años es 9 meses y 18 días de prisión. (…) Esta pena es menor de 11 meses y no
llega a 500 pesos por lo que es determinarse en partida sin llevarse al jurado para que
2095
conozca el hecho haciendo uso del arbitrio judicial que da el referido artículo 794‖ .
En esta ocasión la irregularidad procesal del letrado fue evidente pues, por un lado,
el código penal citado recogía que aquel que no cometiera un delito por causas ajenas
a su voluntad, como era la interrupción de testigos, debía cumplir entre dos quintos y
un tercio de la pena contemplada para la comisión del acto. Por otro lado, además, la
pena contemplada en el artículo 794 para el delito de violación ejercido sobre una
víctima menor de catorce años era de diez años de prisión, y no de cuatro, lo que
representaría una condena de entre tres y cuatro años, aplicando sólo entre dos
quintos y un tercio de la pena. La existencia de dos testigos que acreditaban haber
visto cómo el acusado trababa de forzar sexualmente a su víctima y la tierna edad de
ésta eran elementos que presentados frente a un jurado popular podían perfectamente
provocar un veredicto de culpabilidad. El posible interés judicial por evitar que esto
sucediera, por motivos que desconocemos, es lo único que explicaría que el licenciado
no acatase la ley.
Como podemos observar en el cuadro XXXVII, los únicos procesos por delitos
sexuales que fueron elevados a juicios plenarios y que ameritaron ser conocidos por
2093
―Ministerio de Justicia. Ley del congreso…‖, art. 1, en Ibidem, p. 658.
2094
AGNM, TSJDF, 1876, caja 601, ―Felipe Camacho. Estupro‖, ff. 1r-25v.
2095
AGNM, TSJDF, 1876, caja 601, ―Felipe Camacho…‖, ff. 23v-24r.
- 614 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
un jurado popular estuvieron relacionados con actos que atentaban contra la integridad
física femenina, ya fuera mediante el uso de la violencia o de fuerza moral, en los
casos de seducción.
El juez de primera instancia, tras llevar a cabo el juicio sumario, debía fijar un día
para la vista pública de la causa. Ese día, tras la constitución del jurado popular, en
presencia de acusados y testigos era leída la sumaria y se instaba al procesado y a los
testigos a que ratificaran o ampliaran sus respectivas declaraciones. Acto seguido, el
reo, el promotor fiscal y la parte agraviada, en caso de estar presente, ofrecían sus
- 615 -
Alejandra Palafox Menegazzi
alegatos2096. Una vez concluidos estos trámites, el juez debía escribir preguntas
dirigidas al jurado acerca de la culpabilidad del reo y de las circunstancias agravantes
y atenuantes que pudiesen haber intervenido en la comisión delictiva.
Tras reunirse en privado y acordar su veredicto, el jurado debía volver a la sala
pública y pronunciarse acerca de la culpabilidad del reo. En caso de que éste fuera
declarado culpable por mayoría absoluta, los jueces de primera instancia deberían
establecer en menos de veinticuatro horas su condena en función a lo recogido por las
leyes2097. Sólo en caso de haber ameritado condena, dentro de los primeros seis días
de haber sido remitida, el correspondiente tribunal superior debía revisar la causa en
segunda instancia, sin poder exigir nuevas averiguaciones por parte del juez inferior ni
revocar la declaración del jurado2098. Las sentencias emitidas en esta superior
instancia causaban ejecutoria por lo que no podían ser apeladas.
Por la Ley de Jurados, para los juzgados de lo criminal quedaron establecidos tres
promotores fiscales, elegidos entre abogados con un mínimo de cinco años de
experiencia y conocida ―facilidad de improvisar‖, que estarían dotados con 3000 pesos
anuales2099. El promotor fiscal tomaba conocimiento de la causa una vez que el
detenido hubiese sido declarado formalmente preso y debía promover la averiguación
de la verdad, representando a la parte acusadora en todos los procesos criminales.
De todos los procesos analizamos a partir de 1869, en diecisiete de ellos
advertimos la presencia del promotor fiscal. A diferencia de lo observado en la
actuación fiscal en segunda instancia, la información aportada por los expedientes
judiciales sobre el papel desempeñado por estos letrados fue muy limitada. Si bien en
algunos procesos pudimos constatar la intervención del promotor acerca de la
obligación judicial de poner en libertad a los reos cuando no había pruebas suficientes
para el nombramiento del jurado, en otros, por tratarse de la revisión del caso en
segunda instancia, ni siquiera figuró el nombre de quienes ocuparon este cargo.
b) El código Penal
Por lo que a la modernización del derecho penal y del sistema de justicia criminal se
refiere, la promulgación del ya citado Código Penal para el Distrito y Territorio de la
Baja-California sobre Delitos del Fuero Común y para toda la República sobre Delitos
contra la Federación de 1871 durante este periodo significó un verdadero parteaguas
pues, al tener carácter revocatorio, su implantación supuso la supresión de los
2096
―Ministerio de Justicia. Ley del congreso…‖, arts. 20-35, en Dublán Manuel, y Lozano, José María,
Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 10, pp. 660-661.
2097
―Ministerio de Justicia. Ley del congreso…‖, art. 51, en Ibidem, p. 662.
2098
―Ministerio de Justicia. Ley del congreso…‖, arts. 55 y 56, en Ibidem, p. 662.
2099
―Ministerio de Justicia. Ley del congreso…‖, arts. 4 y 5, en Ibidem, p. 659.
- 616 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
―Considerando que la pena impuesta por las leyes antiguas a esta clase de delitos ha
caído en desuso (…) y que la que han aplicado los tribunales es de 3 a 5 años de
prisión, por lo que la pena impuesta por el juez debe aumentarse, caminando así
también en armonía con los preceptos del Código Penal que, aunque no pueden
aplicarse al caso presente por no haber estado vigentes cuando se perpetró el delito, si
prestan un gran fundamento para normar el arbitrio judicial, imponiendo una pena
aproximada a la que el Código establece, mucho más cuando este no se aparte de la
2100
práctica de los tribunales‖ .
2100
AGNM, TSJDF, 1872, caja 512, ―Toca a la causa instruida contra José de Jesús Muñoz por conato de
estupro inmaturo, en el juzgado 6º de lo criminal‖, s/f.
2101
Constituía un conato punible el delito que no se consumaba por causas ajenas a la voluntad del
delincuente. En caso de no haberlo consumado por causas ajenas a la voluntad del delincuente el delito
se consideraría frustrado y debería castigarse con entre un tercio y dos quintos de las penas recogidas
para su comisión. CP. 1871, arts. 20, 202 y 204, fracción 2.
- 617 -
Alejandra Palafox Menegazzi
las repercusiones que los cambios normativos tuvieron en la regulación judicial de los
delitos sexuales considerados en este estudio.
2. Práctica judicial
a) Características generales
Para la regulación judicial de delitos sexuales entre 1868 y 1880, hallamos un total
de 272 procesos que fueron incoados en primera instancia por diversos magistrados
que citamos a continuación en orden decreciente en función de su presencia: José
María Castellanos, del juzgado quinto, Jesús Gaxiola; Mauro F. de Córdoba; Rafael
Morales, del juzgado tercero; José Anacleto Ontiveros, del juzgado cuarto; Gabriel
Francisco Martínez, Jesús del Villar y M. Calderón, los tres jueces del distrito de
Tlalpan; José María Barbabosa, del juzgado sexto; Ignacio Villava; Eduardo
Castañeda, del juzgado cuarto; Luis Antonio Barreda, del juzgado segundo, Joaquín
María Escoto; José Domínguez, del juzgado sexto; Romualdo Beltrán, del juzgado
segundo; Antonio Zimbrón, del juzgado tercero; Rafael Rebollo; Valentín Canalizo,
Miguel Ramos; Juan R. Esparza; Jesús Sánchez Mireles; Ramón Villalobos; Agustín
Arévalo, del juzgado tercero y Manuel Mateos.
De todos los delitos considerados hasta el momento, no encontramos registrado
ningún proceso por incesto antes ni después de la codificación que, como vimos, puso
fin a la persecución penal de las relaciones sexuales intrafamiliares. En relación con
los demás comportamientos reprobados, en términos cuantitativos debemos destacar
la cuasi ausencia de procesos por lenocinio, bigamia y fornicación en comparación con
las demás tipologías delictivas. Los atentados contra el honor familiar, como los delitos
de estupro o violación y las infidelidades matrimoniales, sin embargo, siguieron
reportándose con asiduidad ante las autoridades judiciales, tanto antes como después
de la codificación2102.
Por otro lado, debemos advertir que ninguno de los procesos incoados por
amancebamiento, fornicación, lenocinio o bigamia concluyó con la condena de los
procesados. La ausencia de condenas en las llamadas incontinencias simples, es
decir, las relaciones sexuales entre solteros, se debió a la paulatina despenalización
de ese tipo de comportamientos ya desde las postrimerías coloniales. Por su parte, la
regulación de la prostitución, como vimos en las épocas anteriores, se tradujo en una
2102
Teniendo en cuenta que el número de años del segundo periodo, después de la codificación, casi
dobla al del primer periodo (1867-1871) se puede afirmar que, como se aprecia en el gráfico II, los delitos
por adulterio, incontinencia adulterina, lenocinio o amancebamiento habían descendido notablemente. Los
casos de violación se mantuvieron en los mismos niveles, seguidos por los de seducción, que en términos
proporcionales descendieron levemente.
- 618 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
mayor tolerancia judicial frente a los actos de lenocinio o meretricio cometidos fuera
del marco legal.
Tanto los veintidós procesos registrados por incontinencia simple como los dos por
lenocinio, concluyeron con la puesta en libertad de los acusados después de haber
sido apercibidos. El apercibimiento era el el requerimiento que el juez hacía a alguien
conminándole para que procediera según le estaba ordenado2103. Solía aplicarse como
instrumento de corrección y medio para purgar la culpa del reo en los casos en los que
existieran indicios delictivos pero no hubiese prueba clara de la comisión del crimen o
de su complicidad2104. En este caso, según la opinión de algunos autores, el
apercibimiento tenía cierta calidad afrentosa que degradaba al sujeto en quien recaía
la sospecha, y podía entonces considerarse como una pena de cierta gravedad2105. El
apercibimiento llevaba asociado el valor moral y autoritario que la figura del juez había
representado a lo largo del Antiguo Régimen y que para finales del siglo XIX seguía
manteniendo, a pesar del menoscabo del arbitrio judicial que había supuesto la
expedición del Código Penal. Si bien no implicaba ninguna consecuencia práctica o
material, el apercibimiento, que se mantuvo como tipo de pena tras la codificación,
incidía directamente en la culpa de quienes lo recibían2106.
120
100
80
60
1872-1880
40
1867-1871
20
2103
Escriche, Joaquín, Diccionario razonado…, op. cit., 1837, p. 38.
2104
De la Pascua, Anastasio, Febrero Mejicano…, op. cit., vol. 7, p. 50.
2105
Idem.
2106
CP. 1871, art. 92.
- 619 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Una de las principales novedades que el código penal supuso para la acción penal
femenina fue el reconocimiento formal de que las esposas ofendidas estaban
capacitadas legalmente para acusar a sus maridos de adulterio. Si bien, como vimos,
esta actuación estaba restringida a circunstancias concretas2107, en la práctica,
ninguna de las cinco demandas femeninas presentadas entre 1872 y 1880 fue
desestimada, al contrario de lo ocurrido en los años anteriores donde su aceptación a
trámite siguió dependiendo del arbitrio de cada letrado. Al respecto, magistrados como
el juez Barbabosa fueron firmes en sus resoluciones y concluyeron todos los procesos
por incontinencia adulterina afirmando que una mujer sólo podía acusar a su marido
para pedir el divorcio pero no para que éste fuera castigado pues no existía pena legal
alguna que imponer al marido adúltero2108.
Todos los acusados por delitos de adulterio terminaron siendo puestos en libertad a
causa del desistimiento de las partes acusadoras pues, también después del código,
esta tipología penal siguió considerándose privada y, por ello, perseguible sólo a
instancia de parte. Sin embargo, en dos procesos por adulterio femenino, los acusados
permanecieron meses recluidos en la Cárcel Nacional a la espera de la resolución en
primera instancia. La dilatación de los tiempos procesales no fue habitual durante este
periodo y de los doscientos setenta y dos procesos registrados, sólo pudimos
constatarla en cuatro de ellos.
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 446-701.
b) Las condenas
Por lo que respecta al tipo de condenas, debemos advertir que para los delitos
sexuales contemplados en este estudio, como ya expusimos en el capítulo II, el código
2107
CP 1871, art. 822.
2108
Argumento esgrimido en: AGNM, TSJDF, 1869, caja 478, ―Lázaro Torres, Eusebia Pérez. Adulterio‖, f.
3v; AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Contra María Torrijos y Cornelio Trejo por adulterio‖, s/f y AGNM,
TSJDF, 1869, caja 481, ―Severo Cadena, Ángela Alanis. Adulterio‖, f. 5r.
- 620 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
penal recogió distintos tiempos de pena de prisión y pago de multa en función de las
circunstancias. En general, se estableció formalmente la supremacía de la pena de
prisión frente a las demás por considerarla ―divisible, moral, revocable y en cierto
modo reparable, (…) aflictiva, ejemplar y correccional‖2109. Estas tres últimas
cualidades sintetizaban la finalidad que una condena debía tener que no era otra que
evitar que se repitiera los hechos delictivos sentenciados. El encierro ―aplicado por un
tiempo proporcionado a la naturaleza y gravedad del delito‖ reunía en sí la intimidación
y la corrección moral del condenado, medios necesarios para lograr reubicar su
comportamiento y alejarlo de una posible reincidencia2110. Por otro lado, como pudimos
comprobar en varias sentencias y peticiones de libertad preparatoria2111 emanadas de
presos condenados por violación, si bien en el plano formal las condenas de ―servicio
en cárcel‖ o ―trabajo en cárcel‖ fueron sustituidas por las de ―prisión‖, una vez dentro
de la cárcel, los presos también desarrollaban distintos trabajos que servían para su
mantenimiento y el de su familia.
Al analizar algunas de las solicitudes de los presos y las reacciones de fiscales y
magistrados, además, pudimos confirmar cómo la idea de que el trabajo servía para
reubicar las conductas sexuales desarregladas no fue aceptada entre todos los juristas
y el mantenimiento de estas condenas para algunos no fue más que una estrategia
utilitarista, empleada por las autoridades político-intelectuales para beneficiarse de la
mano de obra barata ofrecida por los reclusos. El alegato presentado por el fiscal de la
segunda sala del TSJ en 1880, en oposición a la solicitud de libertad preparatoria
enviada por el reo Manuel Gómez, fue contundente al afirmar:
―las acciones meritorias del reo realmente se reducen a que ha aprendido en la cárcel
y se ha dedicado constantemente al oficio de zapatero, y entre ellas y la pasión que lo
indujo a cometer el delito no hay relación ninguna que indique siquiera que ha dominado
2112
aquella pasión‖ .
2109
Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición de Motivos‖, en Código Penal para el Distrito Federal y
Territorio de la Baja California, sobre delitos del fuero común y para toda la República Mexicana, sobre
delitos contra la Federación, Chihuahua, Librería de Donato Miramontes, 1883 [1871], p. 16.
2110
Idem.
2111
La libertad preparatoria era aquella de la que podía beneficiarse aquellos reos que hubiesen cumplido
la mitad de su condena y hubiesen mostrado buena conducta. CP. 1871, arts. 74 y 98.
2112
AGNM, TSJDF, 1880, caja 687, ―Expediente de libertad preparatoria del reo Manuel Gómez‖, ff. 4r.
- 621 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2113
AGNM, TSJDF, 1878, caja 646, ―Toca a la causa instruida contra Santiago Díaz por violación‖, ff. 1r-
4v.
2114
AGNM, TSJDF, 1878, caja 646, ―Toca a la causa instruida…‖, f. 3v.
2115
AGNM, TSJDF, 1869, caja 481, ―Adulterio‖, s/f.
- 622 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
2116
AGNM, TSJDF, 1871, caja 517 ―Contra Don Ramón Zaldo por rapto de Doña Josefa Taboada‖, s/f.
2117
AGNM, TSJDF, 1871, caja 509, ―Doña Martina Luna contra su esposo D. Rafael Belmonte por
adulterio‖, f. 2r.
2118
AGNM, TSJDF, 1869, caja 469, ―Contra Vicente González por conato de estupro e incesto‖, f. 5v.
- 623 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2119
AGNM, TSJDF, 1870, caja 491, ―Contra José Barroso por rapto‖, s/f.
2120
AHDF, Ayuntamiento, Gobierno del DF, Cárceles en general, vol. 2, 1827, caja 496, exp.106, ―El Sr.
Alcalde 3º. Don Manuel Barrera sobre que se críe un depósito decente para depositar a las mujeres
casadas que soliciten divorcio‖, f. 1r.
2121
AGNM, TSJDF, 1869, caja 477, ―Contra Candelario Palacios, Marciala Salazar, Mariano Palacios y
Luz Carrillo por estupro y lenocinio‖, s/f.
- 624 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
2122
―En los casos de estupro o de violación de una mujer, no tendrá ésta derecho para exigir, como
reparación de su honor, que se case con ella o la dote el que la haya violado o seducido‖, CP. 1871, art.
312.
2123
AGNM, TSJDF, 1872, caja 531, ―Contra Miguel Abogado por sospechas de rapto y estupro en la
persona de la joven Concepción Lomeli‖, ff. 1r-101v y AGNM, TSJDF, 1875, caja 583, ―Contra Néstor
Tenorio por seducir a la joven Refugio Canrreón‖, s/f.
- 625 -
Alejandra Palafox Menegazzi
De las setenta y seis denuncias por estupros por seducción admitidas a trámite
entre 1872 y 1880, cuarenta y cinco finalizaron tras el desistimiento de la parte
acusadora, diecinueve de ellas tras llegar a un acuerdo de matrimonio entre las familia
de la víctima y el acusado. Sin contabilizar doce expedientes en los que, por hallarse
incompletos, no pudimos hallar la sentencia, de los procesos restantes, sólo en un
caso el supuesto seductor ameritó pena corporal. Los demás acusados, dieciocho en
total, fueron absueltos y puestos en libertad el mismo día de su detención por falta de
mérito.
2124
CP. 1871, art. 795.
- 626 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
sí contempló penas distintas para las agresiones perpetradas sobre mujeres mayores
o menores de catorce años. En el primer caso, la pena de la violación sería de seis
años de prisión y multa de segunda clase. Para el segundo, el término medio de la
pena sería de diez años2125.
Como hemos recogido en el gráfico III, la proporción de condenas ante violaciones
cometidas sobre mujeres mayores de doce años fue mayor durante los años
inmediatamente anteriores a la promulgación del código. En una de las cinco
condenas emitidas entre 1872 y 1880, además, el letrado José Domínguez, al ordenar
que el reo fuera arrestado por 8 días, no consideró la agresión sexual sino la
resistencia mostrada por el reo ante la fuerza pública2126.
45
40
35
30
25 37 No condenadas
20
15 Condenadas
10
9
5
3 5
0
1868-1871 1872-1880
2125
CP. 1871, art. 797.
2126
AGNM, TSJDF, 1879, caja 678, s/t, s/f.
2127
AGNM, TSJDF, 1870, caja 498, ―Contra Pedro López y Manuel Jiménez por fuerza carnal en la
persona de Refugio Castillo‖, f. 18r.
- 627 -
Alejandra Palafox Menegazzi
―un día del mes de enero del presente año como a las 10 de la mañana que su tía
Candelaria no estaba en la casa porque se había ido a México a entregar su leche, la
afianzó su tío Zeferino de los brazos y se la llevó a fuerza al cuarto del pajar y la acostó
2128
en el suelo y usó de ella por la fuerza‖ .
En otra ocasión, el proceso fue incoado por Santos Cortés, quien acusó a su mujer
María Ventura Rincón de haber mantenido relaciones sexuales con el jornalero
Silvestre Arriola. El marido ofendido en su denuncia explicó haber entrado en su casa
y haber encontrado al acusado cohabitando con su mujer, pese a lo cual aclaró que no
podía culpar por ello a su esposa pues ―estaba tan ebria que no sabía lo que
pasaba‖2129. El Código Penal en su artículo 796 reconocía como violación también la
cópula con una persona que se hallase sin sentido o que no tuviera expedito el uso de
2128
AGNM, TSJDF, 1876, caja 606, ―Contra Ceferino Cedillo (prófugo), María Celia Franco y Vicenta
García, acusados de adulterio‖, f. 2r.
2129
AGNM, TSJDF, 1880, caja 683, s/t, f. 2v.
- 628 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
su razón. Ante esta situación, el licenciado Martínez detuvo al acusado y, con base en
el citado código, declaró su formal prisión.
En ambos delitos, sin embargo, el desistimiento de la parte acusadora justificó que
los magistrados pusieran en libertad de los procesados sin preocuparse si quiera por
la violencia que había atravesado la comisión del delito de adulterio. La violación fue
tratada aquí como un delito privado y la reconciliación del matrimonio en ambos casos
pareció tener más valor para los letrados en aras de la vindicta pública que la agresión
ameritaba.
Por otro lado, al revisar la fundamentación de las sentencias condenatorias emitidas
a lo largo del periodo, aunque parece que para estos años casi todos los letrados
mostraron su apego a la ley, también advertimos algunas irregularidades, como la cita
del juez José María Castellanos al decreto de 1833 para justificar haber condenado a
un mes de servicio en cárcel a un hombre que trató de violar a una mujer casada. El
decreto citado establecía en su art. 2 que los delitos leves que ameritaran condenas
inferiores a los seis meses de prisión no deberían ser remitidas a los jueces de
segunda instancia para su ejecución2130. Si bien el tiempo de condena en este caso
fue inferior a los seis meses, el conato de agresión sexual sobre una mujer no podía,
en absoluto, ser considerado delito leve.
2130
―Bando. Contiene la circular de la Secretaría de Justica, de 22 que inserta el decreto de la misma
fecha. Prevenciones dirigidas a expeditar la administración de Justicia en el Distrito y Territorios:
facultades a los juzgados de 1ª instancia y dotación de subalternos‖, en Dublán Manuel, y Lozano, José
María, Legislación o colección completa…, op. cit., vol. 2, pp. 541-543.
- 629 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Cuadro elaborado con expedientes del fondo TSJDF, del AGNM, cajas 446-701.
En su artículo 811, por otro lado, el Código Penal recogió que sólo las acusaciones
de rapto por seducción sobre víctimas menores de dieciséis años deberían ser creídas
por las autoridades2131. Si bien esta condición no afectaba ni al delito de estupro por
seducción ni mucho menos al de violación, el artículo fue empleado perniciosamente
por algunos magistrados para no condenar las agresiones sexuales ejercidas sobre
determinadas jóvenes. Afirmando en la motivación de sus sentencias que la violencia y
el estupro perpetrados sobre algunas mujeres no ameritaban ser creídos, jueces como
2131
―Se impondrá también la pena del artículo anterior, aunque el raptor no emplee la violencia ni el
engaño, sino solamente la seducción, y consienta en el rapto la mujer, si ésta fuere menor de diez y seis
años‖, CP. 1871, art. 810. ―Por el solo hecho de no haber cumplido diez y seis años la mujer robada que
voluntariamente siga a su raptor, se presume que éste empleó la seducción‖, CP. 1871, art. 811.
- 630 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CAPÍTULO QUINTO
2132
AGNM, TSJDF, 1876, caja 606, ―Contra Aurencio Gutiérrez por adulterio‖, ff. 1r-10v; AGNM, TSJDF,
1877, caja 613, ―Abuso de persona‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1877, caja 613, ―Petra Rueda. Estupro‖, ff. 1r-
13v; AGNM, TSJDF, 1872, caja 534, ―Torres. Estupro‖, s/f; AGNM, TSJDF, 1879, caja 66, ―Queja de Doña
Rafaela Manza viuda de Echenique contra el c. ―Méndez Rivas‖ por rapto y estupro de la joven Joaquina
Echenique y contra Carmen Camparos por corrupción de menores‖, ff. 1r-19v y AGNM, TSJDF, 1880,
caja 687, ―Toca a la causa instruida por el juzgado de letras del partido de Tlalpan contra Manuel Olmo
por violación‖, ff. 1r-6v.
- 631 -
Alejandra Palafox Menegazzi
multa de 100
pesos o 60
días más de
prisión
- 632 -
CONCLUSIONES
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CONCLUSIONES
- 635 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 636 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CONCLUSIONES
moral de las mujeres2133, tuviese una promoción efectiva desde el aparato estatal en
este periodo. Si bien varios de los integrantes de la élite político-intelectual
decimonónica ensalzaron moralmente la función materna que las mujeres debían tener
en la sociedad a lo largo del siglo, el reconocimiento de estas ―cualidades‖ fue parte de
un mecanismo de dominación -sustentado en la oposición de las excluyentes
categorías de santa y puta- que buscó relegar a las mujeres al privativo ámbito
doméstico al tiempo que tenía lugar la construcción del espacio público de la acción
política. La asociación de la feminidad con las tareas de reproducción y cuidado del
hogar no partió del reconocimiento de que las mujeres estaban dotadas de una
superioridad espiritual en comparación con los varones. Por el contrario, entre los
discursos normativos analizados predominó la idea de que las mujeres no podían
acceder al espacio público de la acción a causa de tener un espíritu débil y una
naturaleza frágil. Esta especie de axioma ideológico, por tanto, no supuso una
reducción de las redes de sujeción patriarcales sino que coadyuvó a su
fortalecimiento.
Por otro lado, a diferencia de lo constatado para el Porfiriato, durante el periodo
contemplado en nuestro análisis no advertimos todavía la implantación de la compleja
categorización de los sujetos en función de algunas de sus características sexuales
que será evidente para inicios del siglo XX. Las clasificaciones que, promovidas
principalmente desde el campo de la medicina y la psicología, configuraron
identidades sociales como la del sodomita, el hermafrodita o el violador no tuvieron
eco todavía en el panorama criminal mexicano. La única categorización sexual exitosa
en la creación de identidades sociales, por tanto, fue la que establecía dos tipos de
mujeres, la honrada y la maliciosa, en función del grado de contención y acatamiento
de los preceptos patriarcales que éstas demostraran.
La reconfiguración de los principios tomistas, en lo que a la criminalización de las
sexualidades reprobadas se refiere, si bien mantuvo el orden de gravedad delictiva
que Tomás de Aquino trazó para los llamados vicios de lujuria, supuso al tiempo un
reforzamiento de los mecanismos de sujeción femenina. Lo afirmado se tradujo en una
valoración pragmática del concepto de honradez y virginidad femenina. Si para los
padres de la Iglesia la castidad de una mujer estaba determinada por el mayor o
menor disfrute que ésta obtuviera de una relación sexual, durante la comprobación
penal de actos delictivos como el estupro o la violación, el grado de credibilidad de la
víctima, en caso de que ésta fuera una mujer soltera, dependió del estado en el que se
2133
Silvia Marina Arrom, al respecto, sostiene que el marianismo sólo a finales del siglo XIX logró debilitar
el poder patriarcal al reconocer que la diferencia entre hombres y mujeres no implicaba la inferiorización
femenina. Arrom Marina, Silvia, Las mujeres de la ciudad de México, 1790-1857, Madrid, Siglo XXI, 1988,
pp. 317-320.
- 637 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2134
Martínez de Castro, Antonio, ―Exposición de motivos, en Código Penal para el Distrito Federal y
Territorio de la Baja California, sobre delitos del fuero común y para toda la República Mexicana, sobre
delitos contra la Federación[1871], Chihuahua, Librería de Donato Miramontes, 1883, p. 60.
2135
Miranda Guerrero, Roberto, ―Exploraciones históricas sobre la masculinidad‖, Revista de Estudios de
Género. La ventana, n. 8, 1998, 207-247.
- 638 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CONCLUSIONES
- 639 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2. Los espacios
La interacción entre el espacio público y privado en el sistema penal de justicia
estuvo presente también en la institucionalización parcial de sus mecanismos de
actuación. La ausencia de medios materiales y la inestabilidad que caracterizó la
evolución política del país conllevaron que la apropiación formal de los organismos
reguladores de la sexualidad capitalina por parte del Estado se produjera de manera
paulatina a lo largo de la centuria. El carácter progresivo de este control no se tradujo
en la ausencia de un aparato estatal de vigilancia y sanción de los actos sexuales
reprobados sino en el mantenimiento de un sistema regulatorio basado en la
interacción de organismos de Nuevo y Antiguo Régimen.
Frente a las formales tendencias liberales que abogaban por el establecimiento de
una sociedad de individuos sustentada en la igualdad jurídica y un legalismo penal, en
la práctica, durante el periodo estudiado, el sistema de justicia criminal contó con la
fundamental colaboración de actores locales, cuya formación no había sido acreditada
por las instancias estatales pero que, aun así, gozaron del reconocimiento moral y el
respaldo social suficiente para ocupar puestos de responsabilidad tales como los de
policía, auxiliar, alcalde o partera.
Estos actores, si bien ocuparon un puesto intermedio dentro de la compleja
jerarquía de cargos que interactuaron en el sistema judicial, desempeñaron una labor
imprescindible a la hora de promover e implementar un discurso penal basado en la
sujeción sexual femenina. De esta manera, parte de esta regulación quedó en manos
de agentes y jueces legos, vecinos desconocedores del derecho que operaron como
garantes de una moralidad pública a caballo entre los preceptos legales y sus propios
intereses. En este sentido, las calles de la ciudad, como vimos, parecían más una
prolongación del espacio privado de estas autoridades que un lugar público sujeto a
las leyes.
Por otro lado, la autoridad moral con la que contaron policías, auxiliares, ayudantes
y jefes de manzana o cuartel, llegó a fungir incluso como prueba delictiva en más de
un proceso criminal. Lo afirmado también fue visible en los exámenes corporales
llevados a cabo por parteras que, pese a no contar en muchos casos con la
certificación requerida por las leyes, desempeñaron una labor que fue reconocida
como método probatorio por las autoridades civiles. Ante la creciente alianza médico-
forense, la actuación de parteras o matronas durante los procesos, además, operó
como un puente entre el poder judicial y parte de la población capitalina, reacia a
confiar en galenos cuyos valores y prácticas desconocían. Si bien la desacreditación
de la partería frente a la labor médica fue temprana y contundente en el plano
- 640 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CONCLUSIONES
3. Los implicados
Gracias a los testimonios de demandantes, testigos y demandados, hemos podido
dejar atrás la imagen de prohibición, pudor, recato y contención sexual figurada en las
fuentes normativas, tanto en las de índole legal como en el conjunto de textos y
discursos emanados de las élites del país. Estas pequeñas historias de mujeres y
hombres desconocidos, insignificantes para los grandes metarrelatos históricos y
antagónicos a los ideales de feminidad imperantes, han constatado la existencia de
―otra‖ realidad social, ajena a los códigos de conducta y modelos civilizatorios
prescritos.
Ante la promoción normativa de un modelo de familia nacido del matrimonio y
concebido como institución básica de las relaciones sociales, entre la población
capitalina convivió un heterogéneo conjunto de estructuras familiares, formas de
residencia y organización socioeconómica. De esta manera, los espacios público y
privado también aquí parecían confundirse, pues mientras en una casa de personas
acomodadas podía residir únicamente un matrimonio y sus hijos, en otra un número
variable de personas ligadas por lazos de parentesco o uniones consensuales
descansaban y desempeñaban sus oficios. Esta situación si bien puede explicarse en
términos de desigualdad material, pues aquellas personas con menos recursos
necesariamente debían compartir con otras personas los gastos de su unidad
habitacional, también derivó de la diversidad cultural existente. Mientras algunos veían
el hogar como el lugar privado, destinado para el descanso y la convivencia de los
miembros de la familia nuclear, para otros, las fronteras entre el espacio doméstico y
el público-laboral eran disipables.
Los resultados obtenidos no nos permiten ofrecer datos cuantitativos absolutos ya
que las conductas constatadas en los expedientes no pueden ser leídas como
representativas del conjunto de la población mexicana. Sin embargo, podemos afirmar
sin lugar a duda que algunas de las sexualidades formalmente reprobadas estuvieron
presentes en la cotidianidad normalizada de una proporción importante de la sociedad
decimonónica. Parte de los infractores fueron plenamente conscientes de la
- 641 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 642 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CONCLUSIONES
obedecer a sus maridos y que sólo cuando la crueldad ejercida por un hombre contra
su esposa fuese ―excesiva‖ ésta estaría legitimada para solicitar el divorcio2138. Esta
novedad normativa constató la indulgencia con la que por décadas las autoridades
civiles habían sancionado las agresiones maritales. Como pudimos comprobar en los
procesos analizados, las denuncias de golpes e insultos padecidos por mujeres a
manos de sus parejas, incluso tras ser constatadas por los médicos forenses, no
solían condenarse.
La Ley de Matrimonio Civil de 1859, sin embargo, tuvo importantes cambios en las
estrategias de defensa formuladas por esposas acusadas de adulterio pues, tras su
expedición, ante la constatable menor sensibilización institucional frente a este tipo de
violencia, las acusadas trataron de justificar sus incontinencias aludiendo más a la falta
de subsistencia causada por la desatención de sus maridos que a la ―mala vida‖ que
estos les daban. La tolerancia ante la violencia de género, unida a la obligación que
las mujeres casadas tenían de obedecer a sus maridos se tornó en una efectiva
desprotección institucional de las esposas maltratadas. Ante esta situación,
considerando el carácter no vincular del divorcio, como vimos, algunas de estas
mujeres vieron en la huida con otro hombre una opción más interesante y factible que
la separación.
Una de las manifestaciones más visibles de la violencia de género en los procesos
analizados fue la violencia sexual. Como vimos, las violaciones cometidas en el interior
de una relación de noviazgo no ameritaron la reprobación de parte de la autoridades y,
en la mayor parte de los casos, fueron incluso toleradas por las propias víctimas
quienes, tras efectuar sus denuncias, decidieron perdonar a sus agresores.
Ante esta situación, no es de extrañar que no hayamos podido constatar ninguna
demanda de violación cometida dentro del matrimonio. Ante las continuas alusiones
que algunas mujeres hacían a la mala vida que sus maridos les infringían, es fácil
deducir que los actos sexuales dentro del matrimonio no siempre fueron consentidos.
Al deber obediencia a sus maridos e interpretar el acto sexual como un ―débito
conyugal‖, sin embargo, formular una demanda por forzamiento marital parecía
impensable.
Tanto en los documentos doctrinales como en la práctica judicial, la valoración
penal de las agresiones sexuales ejercidas contra mujeres estuvo limitada a los
posibles daños sufridos por el himen de las mismas. Las averiguaciones ordenadas
por los magistrados, en este sentido, no estuvieron orientadas a la búsqueda de
2138
LMC 1859, art. 21, sección 5ª.
- 643 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 644 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CONCLUSIONES
2139
CP 1871, art. 795.
- 645 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 646 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CONCLUSIONES
- 647 -
Alejandra Palafox Menegazzi
2. El éxito de la prohibición
El proceso de secularización iniciado desde finales del siglo XVIII abrió la
posibilidad de erradicar la reprobación de las sexualidades ilícitas del sistema penal,
confinando la regulación de este tipo de comportamientos al ámbito religioso o dejando
en manos de cada individuo la determinación de sus propios actos morales. Durante el
periodo estudiado, entre los juristas confluyeron al respecto dos tendencias opuestas,
una proclive a la despenalización del ciertas ―incontinencias‖ sexuales, como el incesto
o el estupro por seducción, y otra preocupada por el mantenimiento de los
mecanismos judiciales de control y represión de los ilícitos sexuales. La imposición de
esta última tendencia en el código penal de 1871, al incluir la tipificación penal de
actos que atentaban contra la ―moral y las buenas costumbres‖, fue fruto de la
aceptación de que mantener un sistema formal de prohibición era un buen medio para
garantizar el orden social. Lo que se buscaba no era tanto la erradicación de las
relaciones sexuales habidas fuera del ámbito matrimonial en sí sino suprimir la
inestabilidad que de ellas pudiera derivarse por la proliferación de escándalos, dudas
ante la autoría de una paternidad o desacato filial ante la autoridad paterna.
Lo afirmado se confirma al considerar la proporción de denuncias por delitos
sexuales que derivaron en la condena corporal de los detenidos. Como comentamos
en el último capítulo de la tesis y exponemos sistemáticamente en los siguientes
gráficos, en general, el porcentaje de condenados fue bajo para casi todos los delitos y
en casi todos los periodos políticos. Por otro lado, debemos recordar aquí que la
mayor parte de los castigos ordenados por los magistrados fueron moderados.
2140
Bourdieu, Pierre, La dominación masculina, Barcelona, Anagrama, 2000, p. 12.
- 648 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CONCLUSIONES
100%
90% Estupro por seducción
80%
Violación
70%
60% Violación incestuosa
50%
Estupro inmaturo
40%
30% Lineal (Estupro por
seducción)
20%
Lineal (Violación)
10%
0% Lineal (Violación
incestuosa)
Lineal (Estupro
inmaturo)
- 649 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Nº total
de casos
140
120
100
Estupro por seducción
80
Violación
60
Estupro inmaturo
40
Violación incestuosa
20
0
Desde inicios del periodo estudiado advertimos una evidente reticencia judicial a
condenar los delitos de seducción, situación que contrastó con el notable incremento
del número de denuncias formuladas. El sistema de justicia operó más como
instrumento de mediación, y no ya de castigo, entre las partes enfrentadas ante la
comisión delictiva de este ilícito. Los acuerdos privados entre actores, víctimas y
procesados de seguro fueron mayores que los que quedaron registrados en los
documentos de archivo. El objeto principal de la persecución de este acto delictivo no
era el resarcimiento de la vindicta pública mediante el castigo del infractor sino la
protección del cuerpo de las mujeres honradas, conceptualizado como parte del
patrimonio familiar. Si bien en el Código Penal de 1871 el delito y la falta moral
quedaron imbricados, la valoración material del estupro fue lo que garantizó la
supervivencia de esta tipificación delictiva durante el proceso formal de modernización
del derecho mexicano.
Distinta situación fue la presentada en el tratamiento penal de las violaciones,
incluidas las cometidas sobre familiares o sobre niñas menores de doce años. Al
tratarse de delitos públicos, que podían perseguirse de oficio, aquí la actuación
condenatoria no dependió de la formalización de las acusaciones. La marcada
tendencia a una mayor indulgencia penal a la hora de condenar estos actos delictivos
se debió más, como vimos, a la negativa de jueces y fiscales a castigar la violencia
cometida sobre mujeres no consideradas honradas. Por otro lado, a excepción de los
estupros inmaturos, o violaciones cometidas sobre niñas menores de doce años, el
número de demandas presentó una tendencia hacia el descenso. La constatada
tolerancia institucional ante la violencia sexual se tradujo en una mayor desconfianza
- 650 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CONCLUSIONES
social frente a las instituciones. Acudir al sistema de justicia criminal no parecía ser el
método más eficiente para lograr la persecución y el castigo de los agresores.
A pesar de las oscilaciones, la marcada tendencia a la despenalización fue
observable también para el resto de ilícitos sexuales. Si bien lo afirmado parece
evidente en el tratamiento de delitos leves como el amancebamiento y la fornicación, o
de prácticas legalizadas como la prostitución o el incesto, la tendencia al descenso,
como podemos observar en los gráficos III y IV, también incluyó las condenas de
delitos de mayor gravedad como el adulterio o la bigamia.
100,0%
90,0% Adulterio
80,0%
Incontinencia adulterina
70,0%
60,0% Bigamia
50,0%
Incesto
40,0%
30,0% Lineal (Adulterio)
20,0%
10,0% Lineal (Incontinencia
adulterina)
0,0%
Lineal (Bigamia)
Lineal (Incesto)
- 651 -
Alejandra Palafox Menegazzi
100%
90%
80% Lenocinio
70%
Amancebamiento
60%
50% Fornicación
40% Lineal (Lenocinio)
30% Lineal (Amancebamiento)
20%
Lineal (Fornicación)
10%
0%
- 652 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
CONCLUSIONES
este acto no era constitutivo de delito de por sí, por lo general, en las acusaciones
formuladas por auxiliares o policías se denunciaban también otras faltas como el
desacato a la autoridad o el desorden público.
El hecho de que apenas encontremos infractores condenados para las últimas
décadas del periodo considerado en nuestro estudio no puede interpretarse como la
aceptación institucional de estas prácticas. La tendencia a la despenalización
respondió más bien a un cambio de estrategia estatal en el control de estos y otros
ilícitos sexuales. Frente a métodos de dominio de carácter represivo, basados en la
severidad punitiva, jueces, abogados y fiscales parecieron inclinarse cada vez más a
la construcción de un sistema penal sustentado en un conjunto de amonestaciones
discursivas.
Por lo que respecta al control de la sexualidad femenina, debemos resaltar que las
condenas de carácter correctivo, basadas en el encierro y el desempeño de labores
domésticas coadyuvaron a la reproducción de un modelo de mujer basado en el
recogimiento y las asistenciales funciones de madre y esposa de ciudadanos. El
encierro coercitivo, sin embargo, tuvo una presencia limitada en el tratamiento penal
de las desviaciones sexuales si lo comparamos con la que tuvieron otros métodos
pedagógicos destinados a la sujeción femenina como fueron la falta de condena de
violaciones ejercidas sobre mujeres tachadas de livianas o ―públicas‖, los
apercibimientos judiciales, las descalificaciones pronunciadas por abogados y fiscales
ante mujeres que no hubiesen preservado su virginidad o las humillaciones sufridas
mediante el ordenamiento de exámenes corporales. Todos estos elementos sirvieron
para consolidar la posición de superioridad ocupada por los poderes médico-judiciales
como instancias productoras de verdad y conocimiento en la construcción de un
complejo dispositivo de control sexual.
El éxito de este complejo mecanismo, por tanto, no se ejerció ni puede explicarse
en términos de verticalidad represiva. Si bien la normativa implementada representó
un conjunto de valores e intereses de una minoría, su funcionamiento fue posible por
el carácter pedagógico del mismo, lo que se tradujo en que la condena de los actos
sexuales reprobados fuese más simbólica que material. Para su mantenimiento y
consolidación, por motivos diversos, como vimos, no podemos olvidar que este
sistema contó inevitablemente con el respaldo y la complicidad de gran parte de la
población capitalina, incluyendo a aquellos sectores que desde una perspectiva étnica,
económica, cultural o de género ocuparon una posición social subalterna.
- 653 -
GLOSARIO
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
GLOSARIO
- 657 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 658 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
GLOSARIO
- 659 -
ÍNDICE DE CUADROS, GRÁFICOS E IMÁGENES
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
ÍNDICE DE CUADROS, GRÁFICOS E IMÁGENES
Índice de cuadros
INTRODUCCIÓN
Páginas
Cuadro I. Tipología y número de expedientes consultados 41
Páginas
Cuadro I. Presencia de militares por delito (1827-1855) 341-342
Cuadro II. Presencia de militares por delito (1855-1880) 349
Cuadro III Implicados indígenas en los procesos 354
(1827-1880)
Cuadro IV. Filiación de los varones procesados 357
Cuadro V. Filiación de las mujeres procesadas 358
Cuadro VI. Relación cuantitativa y tipificación delictiva de las 362
infidelidades conyugales
Cuadro VII. Proporción de actores migrantes en juicios por 366
adulterio e incontinencia adulterina
Cuadro VIII. Ocupación de las actoras en juicios por 367
incontinencia adulterina (1827-1880)
Cuadro IX. Mujeres demandantes de adulterio de mayor 367
estatus social
Cuadro X. Ocupación de los actores en juicios por adulterio 369
(1827-1880)
Cuadro XI. Ocupación de los actores en juicios por adulterio 370
(1827-1850)
Cuadro XII. Ocupación de los actores en juicios por adulterio 370
(1851-1880)
Cuadro XIII. Ocupación de los acusados de complicidad en 397
juicios por adulterio (1827-1850)
- 663 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 664 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
ÍNDICE DE CUADROS, GRÁFICOS E IMÁGENES
Páginas
Cuadro I. Ingresos registrados en la Cárcel Nacional de 498
Belem por riña, robo y homicidio en 1868
Cuadro II. Ingresos registrados en la Cárcel Nacional de 499
Belem por incesto y adulterio en 1868
Cuadro III. Mujeres condenadas a Recogidas (1824-1834) 509
Cuadro IV. Acuerdos pecuniarios registrados en casos por 518
estupro y rapto por seducción (1827-1880)
Cuadro V. Fallos judiciales en procesos por violación 523
incestuosa cometida sobre mujeres solteras (1827-
1880)
Cuadro VI. Presos a la espera de resolución judicial en 528
primera instancia (1827-1835)
Cuadro VII. Presos a la espera de resolución judicial en 529
segunda instancia (1827-1835)
Cuadro VIII. Peticiones fiscales ante casos de incesto en 538
función del sexo de los acusados (1827-1835)
Cuadro IX. Varones condenados por violación (1827-1835) 545
Cuadro X. Varones condenados por estupro inmaturo (1827- 546
1835)
Cuadro XI. Varones condenados por violaciones incestuosas 547
(1827-1835)
- 665 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 666 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
ÍNDICE DE CUADROS, GRÁFICOS E IMÁGENES
Índice de gráficos
INTRODUCCIÓN
Páginas
Gráfico I. Relación de tipología y número de expedientes 41
consultados por periodos políticos
- 667 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Páginas
Gráfico I. Relación de partes policiales emitidos por cuartel 235
(1827-1846)
Gráfico II. Proporción de reconocimientos físicos ordenados 289
en casos de estupro por seducción septenios
Gráfico III. Causas de la ausencia de reconocimiento físico de 290
la víctima en los casos de estupro por seducción
Gráfico IV. Proporción de reconocimientos físicos ordenados 291
en casos de violación por septenios
Gráfico V. Causas de la ausencia de reconocimiento físico de 292
la víctima en los casos de violación
Gráfico VI. Proporción de reconocimientos físicos ordenados 293
en casos de violación por septenios. Excluye
estupros con violencia
Gráfico VII. Proporción de parteras y médicos en los 294
reconocimientos físicos ordenados por magistrados
ante delitos de estupro y violación por septenios
Páginas
Gráfico I. Denuncias por adulterio por septenios (1827-1880) 363
Gráfico II. Edad de las actoras en juicios por incontinencia 365
adulterina
Gráfico III. Edad de los actores en juicios por adulterio 366
Gráfico IV. Ocupación de los hombres demandantes en juicios 371
por adulterio
Gráfico V. Tipos de demandas presentadas por las esposas 374
ofendidas en delitos de incontinencia adulterina
(1827-1880)
- 668 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
ÍNDICE DE CUADROS, GRÁFICOS E IMÁGENES
- 669 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Páginas
Gráfico I. Reas registradas en la Real Casa de Recogidas en 506
1810 (por delitos)
Gráfico II. Relación de delitos antes y después de la 619
codificación (1867-1880)
Gráfico III. Proporción de condenas por violación antes y 627
después de la codificación (1868-1880)
CONCLUSIONES
Páginas
Gráfico I. Proporción de delitos de estupro y violación 649
condenados (1824-1880)
Gráfico II. Número de denuncias por delitos de estupro y 650
violación (1824-1880)
Gráfico III. Proporción de delitos de adulterio, bigamia e 651
incesto condenados (1824-1880)
Gráfico IV. Proporción de delitos de lenocinio, 652
amancebamiento y fornicación condenados
(1824-1880)
- 670 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
ÍNDICE DE CUADROS, GRÁFICOS E IMÁGENES
Índice de imágenes
Páginas
Dibujo I. Reproducción de las tijeras con las que 326
supuestamente Cecilia Olivo cometió la agresión
Fotografía I. Anastasio Lugo 359
Fotografía II. Narcisa Echeveste 359
Fotografía III. Felipe Torices 360
Fotografía IV. Retrato de la joven de trece años Concepción 441
Lomeli, recogido en 1872 en su libreta identificativa
Páginas
Fotografía I. Detalle del sello cuarto empleado en demandas 516
judiciales
- 671 -
FUENTES
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
FUENTES
ARCHIVOS
Gobernación
Justicia
Tribunal Superior del Distrito Federal
FUENTES DOCTRINALES
Dublán, Manuel y Méndez, Luis, Novísimo Sala mexicano o ilustración al derecho real
de España con las notas del Sr. Lic. D. J. M. de Lacunza. Edición corregida y
considerablemente aumentada con nuevas anotaciones y refundiciones,
relativas a las reformas que ha tenido la legislación de México hasta el año de
1870, por lo señores don Manuel Dublán y don Luis Méndez, abogados de los
tribunales de la República, Vols. 1-2, México, Imprenta del Comercio de N.
Chávez, 1870.
- 675 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Rodríguez de San Miguel, Juan N., Curia Filípica Mexicana. Obra completa de práctica
forense. En la que se trata de los procedimientos de todos los juicios, ya
ordinarios, ya extraordinarios y sumarios, y de todos los tribunales existentes
en la República, tanto comunes como privativos y privilegiados. Conteniendo
además un tratado de la jurisprudencia mercantil, México, Juan R. Navarro,
1850.
FUENTES LEGALES
2141
Fuentes citadas en orden cronológico.
- 676 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
FUENTES
Bando importante que contiene las reglas para verificar el espendio (sic) de pulques en
las casillas y puestos, evitando músicas, bailes y juegos, que entren personas
estrañas (sic), que se admitan prendas y que se componga el pulque con otras
materias, 29 de octubre de 1822.
- 677 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Bando del gobierno del Distrito. Sobre división política del mismo Distrito, 5 de marzo
de 1862.
Real Cédula reclamando deben los hijos de familia mayores de 25 años pedir y
obtener el consejo paterno, 31 de mayo de 1783.
Real Decreto. Sobre matrimonios de criados con las hijas de sus amos, 20 de enero
de 1784.
Real Decreto. Sobre el fuero militar de los individuos del ejército, 9 de febrero de 1793.
2143
Fuentes citadas en orden cronológico.
- 678 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
FUENTES
Decreto del gobierno. Ordena que se funden, las sentencias en ley, canon o doctrina,
18 de octubre de 1841.
Decreto del gobierno. Que la Suprema Corte de Justicia entre desde luego al ejercicio
de las atribuciones que le señala la constitución de 1824, y se restablecen los
tribunales de Circuito y los juzgados de Distrito, 2 de septiembre de 1846.
Decreto. Sobre traslación de los supremos poderes al Distrito Federal y facultades que
conceden al poder ejecutivo‖, 6 de junio de 1848.
Ley sobre el modo de juzgar a los ladrones, homicidas y heridores, 6 de julio de 1848.
Decreto del gobierno. Se designan los límites de las prefecturas del Distrito de México,
16 de febrero de 1854.
Ley. Para juzgar a los ladrones, homicidas, heridores y vagos, 5 de enero de 1857.
- 679 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Ley que arregla los procedimientos judiciales en los tribunales y juzgados del Distrito y
Territorios‖, 4 de mayo de 1857.
Decreto del gobierno. Ordena que se funden en ley expresa las sentencias definitivas,
28 de febrero de 1861.
Decreto del gobierno. División política del Distrito federal, 6 de mayo de 1861.
Decreto del gobierno. Creación de cuatro cuerpos de policía rural para la seguridad de
los caminos, 6 de mayo de 1861.
Decreto que establece los tribunales y juzgados del fuero común, 15 de julio de 1863.
Decreto que reforma los artículos 34 y 115 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, 13 de octubre de 1953.
Códigos
Código Civil del Distrito Federal y Territorios de Tepic y Baja California, 31 de marzo
de 1884.
Código Penal para el Distrito Federal y Territorio de la Baja California, sobre delitos del
fuero común y para toda la República Mexicana, sobre delitos contra la Federación, 7
de diciembre de 1871.
- 680 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
FUENTES
Cuerpos legales2144
Fuero Juzgo en latín y castellano. Cotejado con los más antiguos y preciosos códices
por la Real Academia Española, Madrid, Ibarra, Impresor de Cámara de S.M., 1815
[1579].
Fuero Real del Rey Don Alonso el Sabio. Copiado del códice del Escorial señalado
ij.z.8. y cotejado con varios códices de diferentes archivos por la Real Academia de la
Historia, Valladolid, Editorial MAXTOR, 2005 [1569].
Las Siete Partidas de Alfonso el Sabio, vol. 1-7, Colegio de Notarios del Estado de
Jalisco, Guadalajara, 2009 [1491].
P. 3.4.4
P. 3.6.2
P. 3.6.3
P. 3.14.8
P. 3.14.12
P. 4.2.13
P. 4.6.5
P. 4.23.2
P. 6.12.2
P. 6.16.3
P. 6.16.4
P. 6.16.5
P. 6.16.9
P. 6.16.19
P. 7.1.22
P. 7.8.7
P. 7.9.18
P. 7.17.1
P. 7.17.2
P. 7.17.15
P. 7.17.16
P. 7.18.1
P. 7.18.3
P. 7.19.1
P. 7.19.2
P. 7.22.1
P. 7.22.2
P. 7.29.7
P. 7.31.2
P. 7.31.8
2144
Fuentes citadas en orden cronológico.
- 681 -
Alejandra Palafox Menegazzi
P. 7.33.6
Recopilaciones Legales
Boletín de las Leyes del Imperio Mexicano: Comprende las Leyes, Decretos y
Reglamentos generales, números del 1 al 176, expedidos por el Emperador
Maximiliano desde 1o. de julio hasta 31 de diciembre de 1865, México,
Andrade y Escalante, 1866.
Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y
Extraordinarias desde 24 de febrero de 1813 hasta 14 de septiembre del mismo
año, vol. 4, Madrid, Imprenta Nacional, 1820.
- 682 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
FUENTES
Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y
Extraordinarias desde 24 de mayo de 1812 hasta 24 de febrero de 1813, vol. 3,
Cádiz, Imprenta Nacional, 1813.
Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias mandadas imprimir y publicar por la
magestad católica del rey Don Carlos II nuestro señor, Madrid, Julián de
Paredes, 1681 [1680].
HEMEROGRAFÍA
OTRAS FUENTES
Discursos políticos
- 683 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Discursos médicos
Ramírez de Arellano, Juan José, ―La Prostitución en México‖, Boletín del Consejo
Superior de Salubridad, n. 4, 1896, pp. 87-110.
Planos
Espinoza Luis J.M Álvarez, Plano de la Ciudad de México. Litografía. 78×106 cm. No.
Clasificador 230-CGE-725-A. Disponible en la Mapoteca Orozco y Berra. En
http://www.siap.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=66&Ite
mid=389 Consultado el 28/06/2015.
- 684 -
BIBLIOGRAFÍA
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Acevedo, Lucio, La Suprema Corte De Justicia, sus orígenes y primeros años, 1808-
1847, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 1986.
Aguado, Ana María y Espigado Tocino, Gloria, ―Género, fundación de las naciones y
construcción de nuevas ciudadanías‖, en Pérez-Fuentes Hernández, Pilar
(coordinadora), Entre dos orillas: las mujeres en la historia de España y
América Latina, Barcelona, Icaria, 2012, pp.77-118.
Aguirre, Rosario, Género, ciudadanía social y trabajo, Uruguay, Doble clic, 2003.
Álvarez Posadilla, Juan, Práctica criminal por principios o modo y forma de instruir los
procesos criminales de las causas de oficio de la justicia contra los abusos
introducidos, Valladolid, Imprenta de la Viuda e Hijos de Santander, 1794.
Amar y Borbón, Josefa, Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres,
Madrid, Imprenta de D. Benito Cano, 1740.
Annino, Antonio, ―El voto y el XIX desconocido‖, Istor, 17, México, 2004, pp. 43-59.
Antaki, Charles y Condor, Susan, ―Cognición Social y Discurso‖, en Van Dijk, Teun A.
(coord.), El discurso como estructura y proceso, Barcelona, Gedisa, 2000, pp.
453-489.
- 687 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Arenal Fenochio, Jaime, ―Ciencia jurídica española en el México del siglo XIX‖,
Instituto de Investigaciones Jurídicas (ed.), La supervivencia del derecho
español en Hispanoamérica durante la época independiente, México, UNAM,
1998, pp. 31-48.
Arrom, Silvia M., ―El Hospicio de Pobres, un experimento fracasado de control social,
1774-1884‖, en Illades, Carlos y Rodríguez Kuri, Ariel (comps.), Instituciones y
ciudad: ocho estudios sobre la ciudad de México, México, Uníos, 2000, pp.
115-132.
Arrom, Silvia M., La mujer mexicana ante el divorcio eclesiástico (1800-1857), México,
Secretaría de Educación Pública, 1976.
Arrom, Silvia M., Las mujeres de la ciudad de México, 1790-1857, Madrid, Siglo XXI,
1988.
Aurell, Jaume, ―Los efectos del giro lingüístico en la Historiografía Reciente‖, Rilce:
Revista de filología hispánica, vol. XX, n. 1, 2004, pp. 1-16.
- 688 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Bailón Vásquez, Fabiola, ―Las garantías individuales frente a los derechos sociales:
una discusión porfiriana en torno a la prostitución‖, en Tuñón, Julia, Enjaular los
cuerpos. Normativas decimonónicas y feminidad en México, México, COLMEX,
2008, pp. 327-376.
Bautista, Tayde, ―De los baños públicos‖, La casa del tiempo, n. 3, 2014, pp. 33-35.
Becker, Howard Saul, Outsiders: hacia una sociología de la desviación, México, Siglo
XXI, 2009.
- 689 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Bermúdez, Isabel Cristina, ―El ángel del hogar: una aplicación de la semántica liberal a
las mujeres en el siglo XIX andino‖, Historia y espacio, n. 30, 2008, pp. 1-23.
Betegón, Jerónimo, "Lardizábal: Discurso sobre las penas (notas con motivo de su
reedición)", Anuario de Derechos Humanos, n. 3, 1985, pp. 669-682.
Birriel Salcedo, Margarita M., ―El cónyuge supérstite en el derecho hispano‖, Chronica
Nova, n. 34, 2008, pp. 13-44.
Birriel Salcedo, Margarita M., ―Los estudios de las mujeres en las universidades
europeas‖, en Guerrero Villalba, Mª Angustias y Nestares Pleguezuelo, Mª
José, Sobre mujeres: economía, historia y sociología, Almería, Universidad de
Almería, 2004, pp. 17-28.
Bonfil Batalla, Guillermo, México Profundo. Una civilización negada, México, Grijalbo,
1987.
Bourke, Joanna, Los violadores: Historia del estupro de 1860 a nuestros días, Editorial
Crítica, Barcelona, 2009.
Briseño Senosiain, Lillian, ―La moral en acción. Teoría y práctica durante el porfiriato‖,
Historia Mexicana, n. 2, 2005, pp. 418-460.
- 690 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Cabrera Acevedo, Lucio, La Suprema Corte De Justicia, sus orígenes y primeros años,
1808-1847, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 1986.
Cabrera, Miguel Ángel, ―La crisis de la historia social y el surgimiento de una historia
postsocial‖, Ayer, n. 51, 2003, pp. 209-211.
Cabrera, Miguel Ángel, ―La historia postsocial: más allá del imaginario moderno‖, en
Ortega, Teresa (coord.), Por una Historia Global. El Debate historiográfico en
los últimos tiempos, Granada, Universidad de Granada, Universidad de
Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2007, pp. 41-72.
Cabrera Quintero, Conrado Gilberto, La creación del imaginario del indio en la
literatura mexicana del siglo XIX, México, Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla, 2005.
Cangas Arreola, Omar Daniel, ―El amor se volvió mujer. Las mujeres y el amor en el
México colonial‖, Avances, n. 132, 2006, pp. 1-28.
- 691 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Carpintero Benítez, Francisco, Historia Breve del Derecho Natural, Cádiz, Colex, 2000.
Carrillo, Ana María, ―Nacimiento y muerte de una profesión. Las parteras tituladas en
México‖, en DYNAMIS. Acta. Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. n. 19, 1999, pp. 167-
190.
- 692 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Castillo Hernández, Diego, ―La ley y el honor: jueces menores en la Ciudad de México,
1846-1850‖, Signos Históricos, vol. 13, n. 26, 2011, PP. 78-109.
Chakravorty Spivak, Gayatri, ―Can the subaltern speak?‖, en Cary Nelson y Larry
Grossberg (eds.), Marxism and the interpretation of Culture, University of Illinois
Press, Chicago, 1988, pp. 271-313.
Chatterjee, Partha, The Nation and its Fragments. Colonial and Postcolonial Histories,
Princeton, Princeton University Press, 1993.
Cobo Bedia, Rosa, ―La democracia moderna y la exclusión de las mujeres‖, Mientras
tanto, n. 62, pp. 184-195.
Compendio del arte de partear. Compuesto para el uso de los Reales Colegios de
Cirugía, Barcelona, Thomas Piferrer, Impresor del Rey nuestro Señor, Plaza del
Ángel, 1765.
Costa, Pietro, ―La modernità penale fra secolarizzazione e permanenza del sacro‖,
Stefano Canestrari, Luigi Stortoni (a cura di), Valori e secolarizzazione nel
diritto penale, Bolonia, Bolonia University Press, 2009.
- 693 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Dávalos, Marcela, ―La belleza femenina en la literatura mexicana del siglo XIX‖,
Historias, n. 1, 1987, pp. 45-56.
Davis, Natalie Z., ―Women‘s history in transition: the European case‖, en Feminist
Studies, n. 3, 1976, 1976, pp. 83-93.
De Jaime Lorén, José María y De Jaime Gómez, José, ―Joaquín Escriche y Martín.
(Caminreal, 1784-1847) Fue eminente jurisconsulto, magistrado, publicista,
codificador entendido… Fue liberal‖, Xiloca, n. 24, 1999, pp. 115-129.
De la Hera, Alberto, ―El regalismo indiano‖, Ius canonicum, vol. 32, n. 64, 1992, pp.
411-437.
De Lauretis, Teresa, ―Las tecnologías del género‖, Revista Mora, n. 2, 1996, pp. 6-34.
De León Rey, Enrique, ―Historia del derecho de la Iglesia‖, en Cortés Diéguez, Myriam
M. y San José Prisco, José (coords.), Derecho Canónico I: El Derecho del
Pueblo de Dios, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2006, pp. 3-34.
Díaz Lilia, ―El liberalismo militante‖, en Historia General de México, México, COLMEX,
2004, pp. 583-631.
- 694 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Di Tella, Torcuato S., "Las clases peligrosas a comienzos del siglo XIX en México", en
Halperin Donghi, Tulio (comp.), El ocaso del orden colonial en Hispanoamérica,
Buenos Aires, Editorial Suramericana, 1978, pp. 201-247.
Erskine Inglis, Frances, La vida en México. Durante una residencia de dos años en ese
país, Pamplona, Rey Lear, 2007.
Farge, Arlette, ―La amotinada‖, en Duby, Georges y Perrot Michelle, Historia de las
Mujeres en Occidente, vol.3, Madrid, Taurus Ediciones, 1991, pp. 525-541.
Femenías, María Luisa, Sobre sujeto y género. Lecturas feministas desde Beavouir
hasta Butler, Buenos Aires, Catálogos, 2000.
Fernández de Lizardi, José Joaquín, Obras. Folletos (1824-1827), vol. 13, México,
UNAM, 1995.
- 695 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Flores Troncoso, Francisco de Asís, El hímen en México: estudio hecho con unas
observaciones presentadas en la cátedra de medicina legal, México, Secretaría
de Fomento, 1885.
Foderé, Francisco Manuel, Las leyes ilustradas por las ciencias físicas o tratado de
medicina legal y de higiene pública escrito en francés por el ciudadano
Francisco Manuel Foderé, médico del Hospital de caridad de la ciudad de
Marsella, Madrid, Imprenta de la Administración del Real arbitrio de
Beneficencia, 1801.
Foucault, Michel, Historia de la sexualidad. La voluntad del saber, vol. 1-3, Madrid,
Siglo XXI, 1998.
Foucault, Michel, Tecnologías del yo y otros textos afines, Paidós, Barcelona, 1990.
Foucault, Michel, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo XXI,
1976.
Fraisse, Génevieve, Femmes toutes mains, Essai sur le service domestique, París, Le
Seuil, 1979.
French, William, ―Prostitutes and Guardian Angels: Women, Work, and the Family in
Porfirian Mexico‖, Hispanic American Historical Review, vol. 72, n. 4, 1992, pp.
529-553.
- 696 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Frías y Soto, Hilarión et al., Los Mexicanos pintados por sí mismos, México, Editora
Nacional, 1970.
Fuentes Mares, José, ―La Convocatoria de 1867‖, Historia Mexicana, vol. 14, n. 3,
1965, pp. 423-444.
Galeana, Patricia, ―Lecciones de las mujeres de México del siglo XIX y asignaturas
pendientes‖, Mujeres, Derechos y Sociedad, n. 5, 2007, pp. 1-10.
Galí Boadella, Montserrat, Historias del Bello sexo. La introducción del Romanticismo
en México, México, UNAM, IIE, 2002.
Galván Rivera, Mariano (ed.), Concilio III provincial mexicano, celebrado en México en
el año de 1585, México, Eugenio Maillefert y Compañía, 1859.
Gálvez Ruiz, María Ángeles, ―Conflictos de Género en la sociedad colonial del siglo
XVIII: la experiencia del valle de Toluca‖, en López Beltrán, Mª Teresa y Reder,
Marion (coords.), Historia y Género. Imágenes y vivencias de mujeres en
España y América (siglos XV-XVIII), Málaga, SPICUM, 2007, pp. 327-356.
Gálvez Ruiz, María Ángeles, ―La construcción del nuevo Estado y la cuestión de las
mujeres en México‖, Chronica Nova, n.38, 2012, pp. 125-150.
Gálvez Ruiz, María Ángeles, ―La Historia de las mujeres y la familia en el México
colonial. Reflexiones sobre la historiografía mexicanista‖, Chronica Nova, n. 32,
2006, pp. 67-93.
Gámez Martínez, Ana Paulina, El rebozo. Estudio historiográfico, origen y uso, Tesis
de Maestría, México, UNAM, 2009.
- 697 -
Alejandra Palafox Menegazzi
García Peña, Ana Lidia, "El depósito de las esposas. Aproximaciones a una historia
jurídico-social", en Cano, Gabriela y Georgette José Valenzuela (coords.),
Cuatro estudios de género en el México urbano del siglo XIX, México, PUEG,
UNAM, Miguel Ángel Porrúa, 2001, pp. 27-69.
García Peña, Ana Lidia, ―Esposas y amantes ante la reforma individualista‖, en Morant,
Isabel (dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina, Madrid,
Cátedra, 2006, pp. 609-632.
García Peña, Ana Lidia, ―Madres solteras, pobres y abandonadas: Ciudad de México,
siglo XIX‖, Historia Mexicana, n. 3, 2004, pp. 647-692.
García Peña, Ana Lidia, ―Violencia conyugal y corporalidad en el siglo XIX‖, en Tuñón,
Julia, Enjaular los cuerpos. Normativas decimonónicas y feminidad en México,
México, COLMEX, 2008, pp. 107-146.
Giraud, François, ―La reacción social ante la violación: del discurso a la práctica.
(Nueva España, siglo XVIII)‖, en Seminario de historia de las mentalidades. El
placer de pecar y el afán de normar, Ciudad de México, Dirección de Estudios
- 698 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Las mujeres en la Nueva España: educación y vida cotidiana,
México, COLMEX, 1987.
González Domínguez, María del Refugio, ―Juan N. Rodríguez de San Miguel, jurista
conservador mexicano‖, en González Martín, Nuria (coord.), Estudios jurídicos
en homenaje a Marta Morineau, México, UNAM, Instituto de Investigaciones
Jurídicas, 2006, pp. 233-249.
González Domínguez, María del Refugio, Historia del Derecho Mexicano, México,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1983.
González Montes, Soledad y Iracheta Cenegorta, Pilar, ―La violencia en la vida de las
mujeres campesinas: el Distrito de Tenango, 1880-1910‖, en Ramos Escandón,
Carmen, Presencia y Transparencia. La mujer en la Historia de México, México,
COLMEX, 1987, pp. 111-140.
Grossi, Paolo, Doctor Honoris Causa: Paolo Grossi: discurs llegit a la cerimònia
d'investidura celebrada al Saló d'Actes de la Facultat de Dret el dia 17 de gener
de l'any 1991, Bellaterra, Servei de Publicacions de la Universitat Autònoma de
Barcelona, 1991.
- 699 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Guerrero Orozco, Omar, Las raíces borbónicas del estado mexicano, México, UNAM,
1994.
Gutiérrez, Florencia, ―Las connotaciones del vestido a fines del siglo XIX en la ciudad
de México‖, Varia Historia, Belo horizonte, n. 40, 2008, pp. 657-674.
Gutiérrez, José Marcos, Práctica criminal con nota de los delitos, sus penas,
presunciones, y circunstancias que los agraven y disminuyen, Madrid, Impresor
de cámara de S. M., 1804 [1794].
Hobsbawm, Eric, Primitive Rebels. Studies in Archaic Forms Social Movement in the
19th and 20th Centuries, Manchester, University Press, 1959.
- 700 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Kelly Gadol, Joan, ―La relación social entre los sexos, implicaciones metodológicas de
la historia de las mujeres‖, en Ramos Escandón, Carmen (ed.), Género e
historia, México, Instituto Mora, UAM, 1992, pp. 123-141.
Kuhn, Thomas S., La estructura de las revoluciones científicas, Buenos Aires, FCE,
2004.
Kuntz Ficker, Sandra, ―De las reformas liberales a la gran depresión, 1856-1929‖, en
Kuntz Ficker, Sandra (coord.), Historia económica general de México. De la
Colonia a nuestros días, México, COLMEX, 2010, pp. 305-352.
Lardizábal y Uribe, Manuel, Discurso sobre las penas contraído a las Leyes Criminales
de España para facilitar sus reforma, Vitoria, Ararteko, 2001.
Laslett, Peter (ed.), Family Life and Illicit Love in Earlier Generations, Cambridge,
Cambridge University Press, 1977.
Lavrin, Asunción, Religious Life of Mexican Women in the XVIII Century, Cambridge,
Massachusetts, Harvard University, 1963.
Lavrin, Asunción y Couturier, Edith, ―Las mujeres tienen la palabra: otras voces en la
historia de México‖, Historia Mexicana, vol. 31, n. 2, 1981, pp. 278-313.
León García, María del Carmen, ―Las fuentes de agua y las plazas públicas. Agua
potable en la ciudad de México al finalizar el siglo XVIII‖, Boletín de
Monumentos Históricos, n. 27, México, INAH, 2013, pp. 77-91.
- 701 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Locke, John, Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil. Un ensayo acerca del
verdadero origen, alcance y fin del Gobierno Civil, Madrid, Tecnos, 2006.
López, Lucila, ―Dotación de doncellas en el siglo XIX‖, Historia Mexicana, vol. XXXIV,
1985, pp. 518-540.
López Sánchez, Oliva, ―La centralidad del útero y sus anexos en las representaciones
técnicas del cuerpo femenino en la medicina del siglo XIX‖, en Tuñón, Julia,
Enjaular los cuerpos. Normativas decimonónicas y feminidad en México,
México, México, COLMEX, 2008, pp. 147-184.
López Sánchez, Oliva, ―La mirada médica y la mujer indígena en el siglo XIX‖,
Ciencias, n. 60, 2001, pp. 44-49.
Lozano Armendares, Teresa, ―El gran seductor: o de cómo pueden disimularse los
vicios de una comunidad doméstica‖, Estudios de historia novohispana, n. 17,
1997, pp. 137-149.
Lozano Serna, Edmundo Iván, ―El primer código penal de Guanajuato (1871)‖, EPIEKA
Derecho y Política, 2010. En
http://epikeia.leon.uia.mx/old/numeros/14/epikeia14-codigo_penal.pdf.
Consultado el 14/02/2015.
- 702 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Marre, Diana, ―La aplicación de la Pragmática Sanción de Carlos III en América Latina:
una revisión‖, Quaderns de l'Institut Catalá d'Antropologia Barcelona, n. 10,
1997, pp. 217-249.
Martínez López-Cano, María del Pilar, Itzel García Berumen, Elisa y García
Hernández, Marcela Rocío, ―Estudio introductorio‖, en Martínez López-Cano,
María del Pilar (coordinación), Concilios provinciales mexicanos. Época
colonial, México, IIH, UNAM, 2004, pp. 1-36.
Mayagoitia, Alejandro, ―Linajes de abogados en el México del siglo XIX o cómo es que
de casta le viene al galgo ser rabilargo‖, Anuario Mexicano de Historia del
Derecho, n. 10, 1998, pp.537-595.
McKinnon, Catherina, ―Feminism, Marxism, Method, and the State: An Agenda for
Theory‖, Signs, 7, 1982, pp. 515-544.
- 703 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Miranda Ojeda, Pedro, ―La importancia social del trabajo en el México del siglo XIX‖,
História, Sao Paulo, v. 25, n. 1, 2006, pp. 123-146.
Montiel y Duarte, Isidro Antonio, Derecho público Mexicano. Compilación que contiene
importantes documentos relativos á la independencia, la constitución de
Apatzingán, el plan de Iguala, tratados de Córdoba, la acta de independencia,
cuestiones de derecho público resueltas por la soberana junta gubernativa,
cuestiones constitucionales tratadas por el primer congreso constituyente, la
acta constitutiva de los Estados-Unidos Mexicanos, la Constitución de 1824, las
leyes constitucionales de 1836, las bases orgánicas, la acta de reformas, la
Constitución de 1857 y la discusión de todas esta constituciones, vol. 1,
México, Imprenta del Gobierno, 1871.
Mora, José María Luis, ―Discurso sobre la necesidad de fijar el derecho de ciudadanía
en la República y hacerlo esencialmente afecto a la propiedad‖, en Obras
sueltas de José María Luis Mora, ciudadano mejicano, Librería de la Rosa,
París, 1837.
Mora, José María Luis, México y sus revoluciones, México, Porrúa, 1950.
Morales, María Dolores y Gayón, María, ―Viviendas, casas y usos del suelo en la
ciudad de México, 1848-1882‖, en Loreto López, Rosalva, Casas, viviendas y
hogares en la Historia de México, México, COLMEX, 2001, pp. 363-402.
Moreno de los Arcos, Roberto, La polémica del darwinismo en México, siglo XIX,
México, UNAM, 1984.
- 704 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Muriel, Josefina, Las indias caciques de Corpus Christi, México, UNAM, 1963.
Muriel, Josefina, ―La legislación educativa para las niñas y doncellas del Virreinato en
la Nueva España‖, en Muriel, Josefina, La sociedad novohispana y sus colegios
de niñas, México, UNAM, IIH, México, 2005, pp. 823-841.
Nielfa, Gloria, ―La regulación del trabajo femenino. Estado y sindicatos‖, en Morant
Isabel (dir.), Historia de las Mujeres en España y América Latina, Madrid,
Cátedra, 2006, pp. 313-352.
Núñez Becerra, Fernanda, ―El agridulce beso de Safo: discursos sobre las lesbianas a
fines del siglo XIX mexicano‖, Historia y Grafía, n. 31, 2008, pp. 49-75.
- 705 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Núñez Cetina, Saydi C., Delito, género y transgresiones: los discursos sobre la
criminalidad femenina en la ciudad de México: 1877-1910, Tesis de Maestría,
México, COLMEX, 2005.
Núñez de Haro, Alonso, Edicto que el Illmo. Sr. Dr. Dn. Alonso Núñez de Haro y
Peralta del consejo de su magestad y arzobispo de México expide para que se
publiquen y tengan efecto en este arzobispado la Real Pragmática y cédula de
S. M. y Vando de S. A. a fin de que lo hijos de familia no contraigan esponsales
ni matrimonio sin el consentimiento de sus padres, parientes o tutores, en los
términos que se exponen, México, Imprenta Nueva Madrileña de D. Felipe de
Zúñiga y Ontiveros, 1779.
Ortega Noriega, Sergio, ―El discurso del Nuevo Testamento sobre el matrimonio, la
familia y los comportamientos sexuales‖, en Solange Alberro et al., Seis
ensayos sobre el discurso colonial referente a la comunidad doméstica, México,
INAH, Seminario de Historia de las Mentalidades, 1980, pp. 75-101.
Ortega Noriega, Sergio, ―El discurso teológico de Santo Tomás de Aquino sobre el
matrimonio, la familia y los comportamientos sexuales‖, en Solange Alberro et
al., El placer de pecar y el afán de normar, Ciudad de México, Dirección de
Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH,
Editorial Joaquín Mortiz, 1988, pp. 17-78.
- 706 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Ovalle Favela, José, ―Los antecedentes del jurado popular en México‖, Criminalia, ns.
7-9, 1981, pp. 61-94.
Palazzi, Maura, ―Storia delle donne e storia di genere in Italia‖, en Bellassai, Sandro e
Malatesta, Maria (comp.), Genere e Mascolinità. Uno sguardo storico, Roma,
Bulzoni, 2000, pp.51-87.
Palti, Elías José, ―La modernidad como problema. (El esquema ―de la tradición a la
modernidad‖ y la dislocación de los modelos teleológicos)‖, Modernidades. La
historia en diálogo con otras disciplinas, n. 1, 2005. En
http://www.ffyh.unc.edu.ar/archivos/modernidades_a/I/Revista%20e-
Modernidades.htm. Consultado el 19/05/2015.
Palti, Elías José, ―La transformación del liberalismo mexicano en el siglo XIX: del
modelo jurídico de la opinión pública al modelo estratégico de la sociedad civil‖,
en Cristina Sacristán, Pablo Piccato, Actores, espacios y debates en la historia
de la esfera pública en la ciudad de México, México, UNAM, IIH, 2005, pp. 67-
96.
Pani, Erika, ―La guerra civil. (1858-1860)‖ en Garciadiego Javier, Gran Historia de
México Ilustrada. De la Reforma a la Revolución (1857-1920), México, Planeta
de Agostini, CONACULTA, INAH, 2006, pp. 21-40.
- 707 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Pavón Cuállar, David y Sabucedo Cameselle, José Manuel, ―El concepto de sociedad
civil: breve historia de su elaboración teórica‖, Araucaria. Revista
Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, n. 21, 2009, pp. 63-92.
Penyak, Lee M., El Ramo de Penales del Archivo Judicial del Tribunal Superior de
Justicia, México, Instituto Mora, 1993.
Penyak, Lee M., ―Safe Harbors and compulsory custody: Casas de Depósito en
México, 1750-1865‖, Hispanic American Historical Review, vol.79, n.1, 1999.
Pérez Toledo, Sonia, “El trabajo Femenino en La Ciudad de México a mediados del
Siglo XIX‖, Signos Históricos, n. 10, 2003, pp. 80-114.
Pérez Toledo, Sonia, ―Entre el discurso y la coacción. Las élites y las clases populares
a mediados del siglo XIX‖, en Connaughton, Brian F. (coord.), Poder y
legitimidad en México en el siglo XIX. Instituciones y cultura política, México,
UAM-Iztapalapa, Ed. Miguel Ángel Porrúa, 2003, pp. 311-338.
- 708 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Pérez Toledo, Sonia y Klein, Herbert S., ―La estructura social de la ciudad de México
en 1842‖, en Blázquez Domínguez, Carmen, Contreras Cruz, Carlos, y Pérez
Toledo, Sonia, Población y estructura urbana en México, siglos XVIII y XIX,
Xalapa Universidad Veracruzana, 1996, pp. 251-275.
Peris Blanes, Jaime. ―La aparición del debate postcolonial en América Latina:
posiciones, contradicciones y problemas‖, Epos: Revista de filología, 26, 2010,
pp. 247-256.
Peset, Mariano, ―Novísimo Sala Mexicano o el final del viejo derecho hispano‖, en
Bernal, Beatriz (coord.), Memoria del IV Congreso de Historia del Derecho
Mexicano, Vol. II, México, UNAM, 1988, pp. 895-913.
Polo Bonilla, Rafael, ―Un diálogo con Elías José Palti‖, Íconos. Revista de Ciencias
Sociales, n. 36, 2010, pp. 119-129.
Pulido Esteva, Diego, ―Policía: del buen gobierno a la seguridad, 1750-1850, Historia
Mexicana, vol. LX, n. 3, 2011, pp. 1595-1642.
Radkau, Verena, La Fama y la vida. Una fábrica y sus obreras, México, CIESAS, 1984.
- 709 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Radkau, Verena, ―Los médicos (se) crean una imagen. Mujeres y médicos en la
prensa médica mexicana del siglo XIX‖, en Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Género,
familia y mentalidades en América Latina, Centro de Investigaciones Históricas
Recinto de Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, San Juan, 1997, pp. 127-
160.
Radkau, Verena, Por la debilidad de nuestro ser. Mujeres del pueblo en la paz
porfiriana, México, CIESAS, Ediciones de la Casa Chata, 1989.
- 710 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Reich, Wilhelm, The Sexual Revolution, Nueva York, Orgone Institute Press, 1945.
Rodríguez Luño, Ángel, ―Aclaraciones sobre los conceptos de fuero interno y fuero
externo‖, Forum Canonicum, Revista do Instituto Superior de Direito Canónico,
vol. 4, 2011, pp. 129-139.
Rojas Amandi, Víctor Manuel, ―La filosofía del Derecho de Immanuel Kant‖, Revista de
la Facultad de Derecho de México, n. 242, 2004, pp. 165-198.
Romeo Mateo, María Cruz, ―Destinos de mujer: esfera pública y políticos liberales‖, en
Morant, Isabel (dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina,
Madrid, Cátedra, 2006, pp. 61-83.
Rubin, Gayle, ―El tráfico de mujeres: notas sobre la economía política del sexo‖, Nueva
Antropología, vol. VIII, n. 30, 1986 [1975], p. 95-145.
Sabadell, Ana Lucía, Manual de sociología jurídica. Introducción a una lectura externa
del Derecho, Sao Paulo, Editora Revista de los Tribunales, 2003.
- 711 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Saloma Gutiérrez, Ana, ―De la mujer ideal a la mujer real. Las contradicciones del
estereotipo femenino en el siglo XIX‖, Cuicuilco, n. 18, 2000, pp. 1-18.
Sánchez-Arcilla Bernal, José, ―La delincuencia femenina en México a fines del siglo
XVIII‖, Cuadernos de historia del derecho, n. 20, 2013, pp. 89-154.
Santiago, José, ―El nacionalismo y las formas elementales de la vida religiosa: deudas
y críticas‖, Política y sociedad, n. 49, vol. 2, 2012, pp. 293-311.
Santoni, Pedro, ―La policía de la ciudad de México durante el Porfiriato: los primeros
años (1876-1884)‖, Historia Mexicana, 33, 1983, pp. 97-129.
Scott, Joan W., ―El género: una categoría útil para el análisis histórico‖, en Amelang,
James S. y Nash, Mary (eds.), Historia y Género: Las mujeres en la Europa
Moderna y Contemporánea. Valencia, Universidad de Valencia, 1990, pp. 23-
58.
- 712 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Scott, Joan W., ―El problema de la invisibilidad‖, en Ramos Escandón, Carmen (ed.),
Género e historia, México, Instituto Mora, UAM, 1992, pp. 38-65.
Scott, Joan W., ―La mujer trabajadora en el siglo XIX‖, en Scott, Joan W., ―La mujer
trabajadora en el siglo XIX‖, en Duby, Georges y Perrot Michelle (dirs.), Historia
de las mujeres en Occidente, Vol. 4, Madrid, Taurus, 1993, pp. 405-436.
Scott, Joan W. y Tilly, Louise A, Women, work and family, Routledge, Londres, Nueva
York, 1989.
Serrano Ortega, José Antonio, ―Los virreyes del barrio: alcaldes auxiliares y seguridad
pública, 1820-1840”, en Illades, Carlos y Rodríguez Kuri, Ariel (comp.),
Instituciones y ciudad: ocho estudios históricos sobre la Ciudad de México,
México, Uníos, 2000, pp. 21-60.
Sierra, Justo, Proyecto de un Código Civil Mexicano formado de orden del Supremo
Gobierno por Don Justo Sierra, México, Imprenta de Vicente G. Torres, 1861.
Soberanes Fernández, José Luis, El Poder Judicial Federal en el siglo XIX. (Notas
para su estudio), México, UNAM, 1992.
Speckman Guerra, Elisa, Del Tigre de Santa Julia, la princesa italiana y otras historias.
Sistema judicial, criminalidad y justicia en la ciudad de México (siglos XIX y
XX), México, UNAM, Instituto de Investigaciones Histórica, INACIPE, 2014.
- 713 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Speckman Guerra, Elisa, ―El jurado popular para delitos comunes: leyes, ideas y
prácticas (1869-1929), en Historia de la Justicia en México, siglos XIX y XX,
México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2005, vol. 2, pp. 743-787.
Speckman Guerra, Elisa, ―Las posibles lecturas de "La República de las Letras":
escritores, visiones y lectores‖, en Clark de Lara, Bekem y Speckman Guerra,
Elisa (coord.), La república de las letras asomos a la cultura escrita del México
decimonónico, México, UNAM, 2005, pp. 47-74.
Speckman Guerra, Elisa y Cárdenas Gutiérrez, Salvador, ―La Justicia Penal: estado
actual de la investigación histórica‖, en García Ramírez, Sergio e Islas de
González Mariscal, Olga (coord.), La situación actual del sistema penal en
México. XI Jornadas sobre justicia penal, México, Instituto de Investigaciones
Jurídicas, UNAM, 2011, pp. 291-303.
Staples, Anne, ―El cuerpo femenino, embarazos, partos y parteras: del conocimiento
empírico al estudio médico‖, en Tuñón, Julia (ed.), Enjaular los cuerpos:
normativas decimonónicas y feminidad en México, México, COLMEX, PIEM,
2008, pp. 185-226.
Stoller, Robert J., Sex and Gender: On the Development of Masculinity and Femininity,
New York, Science House, 1968.
Stone, Lawrence, The Family, Sex and Marriage in England, 1500-1800, Nueva York,
Harper and Row, 1977.
- 714 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Taylor, Ian R., Walton, Paul y Young, Jock, La nueva criminología. Contribución a una
teoría social de la conducta desviada, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2008.
Téllez G., Mario A, ―Apuntes para una historia de los escribanos y notarios en el
Estado de México del siglo XIX‖, Revista mexicana de historia del derecho, n.
23, 2011, pp. 159-180.
Tomás y Valiente, Francisco, ―El crimen y pecado contra natura‖, en Tomás y Valiente,
Francisco (y otros), Sexo barroco y otras transgresiones premodernas, Madrid,
Alianza Editorial, 1990, pp. 33-56.
- 715 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Tuñón, Enriqueta, ―La lucha política de la mujer mexicana por el derecho al sufragio y
sus repercusiones‖ en Ramos Escandón, Carmen et al., Presencia y
Transparencia: la mujer en la historia de México, México, COLMEX, 1987, pp.
181-189.
Tuñón, Julia, El álbum de la mujer: antología ilustrada de las mexicanas. El siglo XIX
(1821-1880), México, INAH, 1991.
Tuñón, Julia, Mujeres en México: una historia olvidada, México, Planeta, 1987.
- 716 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
BIBLIOGRAFÍA
Van Dijk, Teun A. (coord.), El discurso como estructura y proceso, Barcelona, Gedisa,
2000.
Van Dijk, Teun A., ―El estudio del discurso‖, en Van Dijk, Teun A. (coord.), El discurso
como estructura y proceso, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 21-65.
Vázquez Alfaro, José Luis, Distrito Federal. Historia de las instituciones jurídicas,
México, UNAM, Senado de la República, 2010.
Vázquez García, Francisco y Moreno Mengíbar Andrés, Sexo y razón. Una genealogía
de la moral sexual en España (siglos XVI-XX), Madrid, Akal, 1997.
Vázquez García, Francisco y Moreno Mengíbar Andrés, Sexo y razón. Una genealogía
de la moral sexual en España (siglos XVI-XX), Madrid, Akal, 1997.
Vigil, José María, México a través de los siglos. La Reforma, vol. 5, México, Ballesca y
Compañía, 1889, pp. XIX.
Villapando César, José Manuel ―Puente entre dos épocas (1848-1856)‖, en Zoraida
Vázquez, Josefina, Gran Historia de México Ilustrada. El nacimiento de México.
(1750-1856), México, Planeta, CONACULTA, INAH, 2006, pp. 381-400.
Weber, Max, Cinco ensayos sobre sociología religiosa, Madrid, Taurus, 1983.
- 717 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Weeks, Jeffrey, Politics and Society. The Regulation of Sexuality since 1800,
Routledge, 2014 [1981].
Yáñez Romero, José Arturo, Policía Mexicana: cultura política, (in)seguridad y orden
público en el gobierno del Distrito Federal, 1821-1876, México, UAM, Plaza y
Valdés, 1999.
Zarco, Francisco, ―El señor D. Juan Bautista Morales‖, en Morales, Juan Bautista, El
Gallo Pitagórico. Colección de artículos crítico-políticos y de costumbres,
México, Ignacio Cumplido, 1857, pp. I-XLVII.
Zavala, Lorenzo, Ensayo histórico de las revoluciones de México desde 1808 hasta
1830, México, Manuel No. De la Vega, 1845.
- 718 -
APÉNDICES
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
APÉNDICES
(1782-1879)
- 721 -
Alejandra Palafox Menegazzi
Jueces
Año Expediente legos y Resumen del caso
letrados
La madre de Santos
1827 AGNM, TSJDF, 1827, caja 27, Alcalde Remigio lo acusa de no
exp. 174, ―Contra Santos municipal de cuidar a su familia por tener
Remigio por los malos Milpa Alta, una amasia. El alcalde
tratamientos que da a su mujer Pascual considera que el acto
Tomasa Mariana y por la ilícita Romero. constituye delito grave y
amistad que lleva con María remite a Santos y su
Tomasa‖, s/f. amante al juez de letras
Manuel Noriega.
Francisca Morales demanda
1833 AHDF, Ayuntamiento, Justicia, Alcalde del a Juana Trujé y a su marido
Actas juzgados conciliatorios, juzgado de 3ª Ángel López por
4322, 22, 23 de julio de 1833, elección, incontinencia.
s/f. Manzanedo La demandante los perdona
bajo las condiciones de que
Juana no solicitase por
ningún motivo a su esposo
ni él a ella
Ignacia González demanda
1833 AHDF, Ayuntamiento, Justicia, Alcalde del a su amante José Evaristo
Actas juzgados conciliatorios, juzgado de 3ª González por injurias de
4322, 22, 3 de septiembre de elección, palabra y obra y por haberle
1833, s/f. Manzanedo arrebatado a la hija de
ambos. Amonestados por la
incontinencia, llegan a
acuerdo verbal sobre el
cuidado y manutención de
la hija.
Dolores Cárdenas demanda
1833 AHDF, Ayuntamiento, Justicia, Alcalde del a Francisco Henríquez
Actas juzgados conciliatorios, juzgado de 3ª porque ha vivido con ella en
4322, 22, 26 de septiembre de elección, ilícita amistad y no ha
1833, s/f. Manzanedo cumplido su promesa de
matrimonio. Tras el juicio se
compromete a casarse en el
plazo de un mes.
Apercibidos de cumplir lo
acordado si no, ―serían
castigados con arreglo a las
leyes que tratan la materia‖.
- 722 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
APÉNDICES
- 723 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 724 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
APÉNDICES
Simonela Montenegro
1851 AHDF, Ayuntamiento, Justicia, Alcalde del demanda a su marido
Juzgados Verbales, 2958/6, 30 Juzgado del Don Vicente López por
enero 1851, s/f. Cuartel 21, malos tratamientos y
Zuloaga. ausentarse en las noches
por lo que no le tiene
confianza. Acuerdan seguir
juntos.
Simonela Montenegro
1851 AHDF, Ayuntamiento, Justicia, Alcalde del insiste en no reunirse con
Juzgados Verbales, 2958/6, 17 Juzgado del su marido y pide se
febrero 1851, s/f. Cuartel 21, deposite entretanto continua
Zuloaga. en juicio, y le dé sus
alimentos. Alcalde puso
todos sus medios (…) y no
habiendo podido conseguir
da por intentada la
conciliación.
María Encarnación Ordóñez
1851 AHDF, Ayuntamiento, Justicia, Alcalde del contra Julián Peralcastre
Juzgados Verbales, 2958/5. Juzgado del por injuria y porque trata de
Cuartel 21, seducirla. Julián ofrece no
Zuloaga. comunicarla por ningún
motivo.
Se apercibe seriamente a
Julián para que no
comunique a la Ordóñez.
Doña Aguilar y después de
1851 AHDF, Ayuntamiento, Justicia, Alcalde del vivir en mancebía durante
Juicios verbales y conciliatorios. Juzgado del 11 años con Don A. Téllez
2958/7, s/f. Cuartel 23, demanda que quiere
Miguel separarse por haberlo
Espínola. encontrado con amigos
―perniciosos y con una
querida‖. Se decide la
separación y Téllez da
fianza de no volver a vivir en
mancebía con Aguilar.
Juicio de conciliación en el
1851 AHDF, Ayuntamiento, Justicia, Alcalde del que Doña Feliciana Castillo
Juicios verbales y conciliatorios. Juzgado del demanda a Don Gregorio
2958/7, s/f. Cuartel 23, Reyes, asegurando haber
Miguel tenido un hijo suyo y
Espínola. reclamando el pago de los
alimentos. El acusado
renunció al beneficio de la
conciliación por lo que se
dio por finalizado el juicio.
- 725 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 726 -
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
APÉNDICES
2145
AHDF, Ayuntamiento, Recogidas, 1822, vol. 3840, exp. 52, s/f.
- 727 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 728 -
ABREVIATURAS Y SIGLAS UTILIZADAS
Cumplir o resistir. Mujeres y delitos sexuales en la ciudad de México (1824-1880)
ABREVIATURAS Y SIGLAS UTILIZADAS
- 731 -
Alejandra Palafox Menegazzi
- 732 -