Tema No. 1. La Familia, Cuna de La Esperanza

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TEMA 1

LA FAMILIA, CUNA DE LA ESPERANZA.


Objetivo: Resaltar la responsabilidad de la familia en su rol de sembrar Fe y
Esperanza.
Iluminación: Salmo 62, 2 de Cor 1, 3-11 (por motivo de espacio solo se
pondrá la referencia bíblica)
Dinámica: Yo sueño con………………… y en el Señor pongo mi Esperanza
Se invita a los participantes a dibujarse en una hoja blanca y hacer una nube
de su pensamiento, dentro de esa nube escribir aquello con lo que sueña o
anhela; la frase comenzará “Yo sueño con………………………………..y
finalizará en el Señor pongo mi Esperanza.
Reflexión sobre la dinámica:
Los participantes libremente podrán compartir lo escrito en su nube. Colocar
todos los dibujos en una cartelera que puede tener una silueta del mundo o del
mapa de Venezuela, hacer una breve oración poniendo en manos de nuestro
Señor todas esas peticiones o sueños.
El facilitador puede dar una breve vivencia donde refleje la experiencia de vivir
la fe y la esperanza tanto en los buenos como en los malos momentos de la
vida.
Desarrollo del tema:
Comenzaremos por definir las siguientes palabras: (Lluvia de ideas)
Esperanza: “La esperanza es el estado de ánimo en el cual se cree que
aquello que uno desea o pretende es posible. Ya sea a partir de un sustento
lógico o en base a la fe, quien tiene esperanza considera que puede conseguir
algo o alcanzar un determinado logro.”(https://definicion.de/esperanza/)
Cuna: “Origen o principio de algo. En este sentido, cuna puede ser sinónimo
de familia, patria, estirpe” (Diccionario pequeño Larousse).
Soñar: “Desear una cosa con mucha intensidad o por mucho tiempo” “anhelar
persistentemente una cosa” (Diccionario pequeño Larousse).
Podríamos decir entonces que en la familia nacen, se originan aquellos
sentimientos que nos permiten desarrollar nuestros proyectos e ilusiones y nos
impulsan a esperar con fe el logro de aquellos objetivos que nos vamos
planteando a lo largo de la vida.
La familia es la cuna que abriga, cobija y protege todos nuestros sueños por
eso tenemos la gran responsabilidad de mantener un estado de fe permanente
que nos permita estar tranquilos y alegres como todo buen cristiano que pone
su confianza en Dios.
El Santo Papa Juan Pablo II nos decía: « ¡Caminemos con esperanza! Un
nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay
que aventurarse, contando con la ayuda de Cristo…... Podemos contar con la
fuerza del mismo Espíritu, que fue enviado en Pentecostés y que nos empuja
hoy a partir animados por la esperanza que no defrauda» ( Novo Millennio
Ineunte, Nro. 58). La fortaleza de la Fe es entonces la que nos permite
mantenernos erguidos y fuertes ante toda circunstancia.
Hoy vemos con preocupación que en el ambiente familiar los niños crecen
escuchando comentarios negativos, rodeados de adultos frustrados por el
desespero y la falta de Fe. A muchos les toca criarse en abandono o a cargo
de sus hermanos u otros familiares debido a la imperiosa necesidad de los
adultos de buscar el sustento diario. Debemos actuar sobre esta realidad,
requiere de un cambio de actitud, dedicar a la familia más tiempo de calidad,
que no necesariamente debe estar lleno de bienes materiales sino de
compañía y afecto; cambiar ese discurso lleno de pesimismo y derrotismo e
insuflarnos todos unos a otros del amor de Jesús nuestro redentor que se
mantuvo firme ante la promesa del Padre; de María su madre y madre nuestra,
protectora de la esperanza, quien más amo y más confió sin dudar nunca del
amor del Dios.
En la catequesis sobre la esperanza el Papa Francisco nos dice “La
necesitamos mucho, en estos tiempos que aparecen oscuros, donde a veces
nos sentimos perdidos frente al mal y la violencia que nos rodea, frente al dolor
de tantos hermanos nuestros. ¡Necesitamos esperanza! Nos sentimos perdidos
y también un poco desanimados, porque nos sentimos impotentes y nos parece
que esta oscuridad no se acaba nunca.
Pero no hay que dejar que la esperanza nos abandone porque Dios con su
amor camina con nosotros. «Yo espero porque Dios camina conmigo»: esto
podemos decirlo todos. Cada uno de nosotros puede decir: «Yo espero, tengo
esperanza, porque Dios camina conmigo». Camina y me lleva de la mano. Dios
no nos deja solos y el Señor Jesús ha vencido al mal y nos ha abierto el
camino de la vida” (Audiencia general · 7 de diciembre de 2016).
El cambio de actitud también implica dejar a un lado el individualismo, salir del
encierro personal y abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos. Como
comunidad de fe somos responsables del bienestar de todos, empezando por
nuestra familia, el entorno más cercano y ampliando ese radio hacia nuestros
vecinos, amigos y conocidos. Todos aquellos que se encuentran alrededor; no
hay nada más importante que predicar con el ejemplo y cuando nuestro hijos
nos ven actuando con solidaridad y amor aprenderán a ser solidarios y
corresponsables de la felicidad de todos.
Al respecto su santidad Francisco también nos ilumina diciendo “La atención se
centra después en los hermanos que mayormente corren el riesgo de perder la
esperanza, de caer en la desesperación. Nosotros siempre tenemos noticias de
gente que cae en la desesperación y hace cosas feas… La desesperación les
lleva a muchas cosas feas. Es una referencia a quien ha sido desanimado, a
quien es débil, a quien ha sido abatido por el peso de la vida y de las propias
culpas y no consigue levantarse más. En estos casos, la cercanía y el calor de
toda la Iglesia deben hacerse todavía más intensos y cariñosos, y deben
asumir la forma exquisita de la compasión, que no es tener lástima: la
compasión es padecer con el otro, sufrir con el otro, acercarme a quien
sufre; una palabra, una caricia, pero que venga del corazón; esta es la
compasión. Para quien tiene necesidad del conforto y la consolación. Esto es
importante más que nunca: la esperanza cristiana no puede prescindir de la
caridad genuina y concreta” (Audiencia general 8-2-2017 sobre la Esperanza
Cristiana)
Gaudium et Spes nos dice:“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las
angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de
cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco
en su corazón.” GS.1
Podemos concluir que toda familia cristiana tiene como mayor fortaleza la Fe,
que es el don maravilloso que proviene de la alegría de sabernos hermanos de
Cristo, amados por El y confiados en esa promesa debemos trasmitir a todas
nuestras generaciones que nada es imposible para el Señor, aprender a
esperar confiados, entregar todos nuestros proyectos ilusiones y
preocupaciones en sus manos con la certeza del que cree, aprendamos a
educar con Alegría y Esperanza. Aprendamos a soñar como nos dice el papa
Francisco “Y sobre todo, ¡sueña! No tengas miedo de soñar. ¡Sueña! Sueña
con un mundo que todavía no se ve, pero que ciertamente vendrá. La
esperanza nos lleva a creer en la existencia de una creación que se extiende
hasta su cumplimiento definitivo, cuando Dios será todo en todos. Los hombres
capaces de imaginar han regalado a la humanidad descubrimientos científicos
y tecnológicos. Han surcado los océanos, y pisado tierras que nadie había
pisado nunca. Los hombres que han cultivado esperanzas son también los que
han vencido la esclavitud, y han traído mejores condiciones de vida a esta
tierra. Piensa en esos hombres.” (Catequesis sobre Educar a la esperanza ,
Audiencia General Papa Francisco, 20-9-2017, )
Compromiso familiar y personal:
Como familia debemos frecuentemente conversar cuales son nuestros
proyectos y sueños, como podemos ayudarnos unos a otros para lograr
los que sean posibles y reprogramar nuevas metas si es necesario.
Todas estas reflexiones colocarlas siempre en manos de Dios, él sabe lo
que es mejor para nosotros.
Preguntas para reflexionar
1.- Hagan un alto y revisen su entorno familiar y pregúntense si están
transmitiendo esperanza a los suyos
2.- ¿Cuáles cambios crees que necesitas hacer para educar a tu familia en
la esperanza?
3.- ¿Confías plenamente en Dios nuestro Señor?
Antes de responder lee el siguiente párrafo: “Dios no defrauda: si ha puesto
una esperanza en nuestros corazones, no quiere destruirla con
frustraciones continuas. Todo nace para florecer en una eterna primavera.
Dios también nos hizo para florecer. Recuerdo ese diálogo cuando el
roble pidió al almendro: «Háblame de Dios». Y el almendro floreció.”
(Papa Francisco, Audiencia general sobre Educar a la Esperanza 20-9-
2017)
Canciones propuestas para finalizar el tema:
 No hay Dios tan grande como tú.
 Color de esperanza (Diego Torres
www.youtube.com/watch?v=Nb1VOQRs-Vs)
 Sueña ( Luis Miguel YouTube
https://www.youtube.com/watch?v=4RYLSqkMJIA)
Bibliografía:
Gaudium et Spes. Papa Pablo VI.
Catequesis sobre el tema Educar a la Esperanza del Papa Francisco.

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