20 El Significado Bíblico Del Conocimiento en La Convivencia Matrimonial
20 El Significado Bíblico Del Conocimiento en La Convivencia Matrimonial
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Esto, por decirlo así, nos autoriza a pasar, después de los análisis que miran al estado de
inocencia originaria, al último de ellos, es decir, al análisis del "conocimiento y de la
generación".
Temáticamente está íntimamente unido a la bendición de la fecundidad, inserta en el
primer relato de la creación del hombre como varón y mujer (cf. Gén 1, 27-28). En
cambio, históricamente ya está inserta en ese horizonte de pecado y de muerte que,
como enseña el libro del Génesis (cf. Gén 3) ha gravado sobre la conciencia del
significado del cuerpo humano, junto con la transgresión de la primera Alianza con el
Creador.
La Buhardilla de Jerónimo
pobreza del lenguaje parece emerger una profundidad específica de significado, que se
deriva precisamente de todos los significados analizados hasta ahora.
4. Así, con este bíblico "conoció", que aparece por primera vez en el Gén 4, 1-2, por una
parte nos encontramos frente a la directa expresión de la intención humana (porque es
propia del conocimiento) y, por otra, frente a toda la realidad de la convivencia y de la
unión conyugal, en la que el hombre y la mujer se convierten en una "sola carne". Al
hablar aquí de "conocimiento", aunque sea a causa de la pobreza de la lengua, la Biblia
indica la esencia más profunda de la realidad de la convivencia matrimonial. Esta
esencia aparece como un componente y a la vez como un resultado de esos significados,
cuya huella tratamos de seguir desde el comienzo del estudio; efectivamente, forma
parte de la conciencia del significado del propio cuerpo. Simultáneamente se convierten
así como en el único sujeto de ese acto y de esa experiencia, aún siendo, en esta unidad,
dos sujetos realmente diversos. Lo que nos autoriza, en cierto sentido, a afirmar que "el
marido conoce a la mujer", o también, que ambos "se conocen" recíprocamente. Se
revelan, pues, el uno a la otra, con esa específica profundidad del propio "yo" humano,
que se revela precisamente también mediante su sexo, su masculinidad y feminidad. Y
entonces, de manera singular, la mujer "es dada" al hombre de modo cognoscitivo, y él a
ella.
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individualidad somática del hombre, sino que define al mismo tiempo su personal
identidad y ser concreto. Y precisamente en esta personal identidad y ser concreto,
como irrepetible "yo" femenino- masculino, el hombre es "conocido" cuando se
verifican las palabras del Génesis 2, 24: "El hombre... se unirá a su mujer y los dos
vendrán a ser una sola carne". El "conocimiento" de que habla el Génesis 4, 1-2 y todos
los textos sucesivos de la Biblia, llega a las raíces más íntimas de esta identidad y ser
concreto, que el hombre y la mujer deben a su sexo. Este ser concreto significa tanto la
unicidad como la irrepetibilidad de la persona.
Valía la pena, pues, reflexionar en la elocuencia del texto bíblico citado y de la palabra
"conoció"; a pesar de la aparente falta de precisión terminológica, ello nos permite
detenernos en la profundidad y en la dimensión de un concepto, del que frecuentemente
nos priva nuestro lenguaje contemporáneo, aún cuando sea muy preciso.
Notas
[1]
Es necesario tener en cuenta que, en la conversación con los fariseos (cf. Mt 19, 7-9;
Mc 10, 4-6), Cristo toma posición respecto a la praxis de la ley mosaica acerca del
llamado "libelo de repudio". Las palabras: "por la dureza de vuestro corazón", dichas
por Cristo, reflejan no sólo "la historia de los corazones", sino también la complejidad
de la ley positiva del Antiguo Testamento, que buscaba siempre el "compromiso
humano" en este campo tan delicado.
[2]
"Conocer" (jadac), en el lenguaje bíblico, no significa solamente un conocimiento
meramente intelectual, sino también una experiencia concreta, como, por ejemplo, la
experiencia del sufrimiento (cf. Is 53, 3), del pecado (cf. Sab 3, 13), de la guerra y de la
paz (cf. Jue 3, 1; Is 59, 8). De esta experiencia nace también el juicio moral:
"conocimiento del bien y del mal" (Gén 2, 9-17).
Pero el "conocimiento" podía significar también todas las otras relaciones sexuales,
incluso las ilícitas (cf. Núm 31, 17; Gén 19, 5; Jue 19, 22).
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Adquiere un significado particular el aspecto de la relación existencial del
"conocimiento", cuando su sujeto u objeto es Dios mismo (por ejemplo, Sal 139; Jer 31,
34; Os 2, 22; y también Jn 14, 7-9; 17, 3).
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