Textura Abierta
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Mª Cinta Espuny
Es una vieja cuestión dentro del campo de la Filosofía del Derecho plantearse
qué tipo de actividad realizan los jueces y tribunales cuando aplican el Derecho.
A partir de la época en que fueron promulgados los sucesivos códigos de leyes,
la doctrina decimonónica y de principios del XX pasó a considerar que el
Ordenamiento Jurídico era completo, sin lagunas, coherente y capaz, por tanto, de
resolver cualquier caso práctico que se pudiera plantear por extraño que pareciera.
Asociada a esta idea surgía otra según la cual los jueces carecían en absoluto, ya no
sólo de discrecionalidad, sino también de iniciativa, reduciéndose su función a un mero
automatismo lógico en que, dadas unas circunstancias fácticas particulares (premisa
menor) y una conducta genérica definida en la letra de la ley (premisa mayor), sólo
cabía una conclusión silogística, un fallo perfecto.
No obstante, los años, los hechos y la doctrina posterior se han encargado de
poner en tela de juicio semejante concepción.
Tanto Ross como Kelsen o Hart señalan los problemas que plantea la
aplicación de las normas por los tribunales, y reflejan la falsedad de los ideales de un
sistema normativo coherente, completo y operativo.
La aplicación del derecho significa su tránsito desde una regla general a una
decisión particular o, como dice Kelsen, de una grada superior a una grada inferior, y
el proceso espiritual que acompaña a la aplicación es la interpretación, que se da no
sólo en las sentencias judiciales o resoluciones administrativas, sino que también se
aplica o interpreta la Constitución en el proceso legislativo, los Tratados
Internacionales o normas de Derecho Internacional cuando son aplicados
internamente, en las normas individuales, también los ciudadanos mediante su
conducta y, finalmente, la interpretación que realiza la ciencia jurídica (que es
interpretación, aunque no aplicación). A las reglas o principios que guían a los
tribunales en el tránsito de la regla general a la decisión particular, Ross lo llama
"método jurídico" y, en el caso de aplicación del derecho formulado, "interpretación".
La actividad que realiza el juez no es mecánica, sino que se encuentra con
toda una serie de problemas derivados de la imprecisión y ambigüedad propias del
lenguaje natural en que está formulado el derecho, otros problemas se refieren a la
determinación del derecho aplicable y, finalmente, problemas de hecho, como los de
prueba y calificación. El juez debe tomar una decisión en la cual no sólo cuenta el
conocimiento de la ley, sino también la actitud valorativa de la conciencia jurídica, una
actividad que Ross llama emotivo-volitiva.
Por tanto, analizaremos en primer lugar los problemas referentes a la
interpretación y, posteriormente, el tipo de actividad que realiza el juez en la aplicación
del derecho y los factores que intervienen en la misma.
Problemas de interpretación
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Respecto a las técnicas que de hecho utilizan los jueces, tampoco resulta
definitiva, a juicio de Ross, la interpretación pragmática, que atiende al propósito de la
ley, ya que a veces es imposible de determinar y, otras veces, sólo indica el propósito
directamente buscado, y hay que tener en cuenta diversos efectos incidentales que
pueden surgir en otros sentidos. Según Ross, el propósito de la ley es sólo un
elemento más entre otros. La estimación de los intereses tampoco es una solución,
según Kelsen, puesto que deja la determinación de la jerarquía de los intereses al
propio acto de aplicación. Ni siquera otros métodos usados por los jueces permiten un
resultado único definitivo, ya que, en opinión de Kelsen, atenerse a la voluntad del
legislador, dejando de lado el tenor literal, o atenerse al tenor literal sin preocuparse de
la voluntad del legislador, desde un punto de vista positivo, son equivalentes, y
respecto al argumento a contrario y a la analogía, Kelsen los considera carentes de
valor, ya que conducen a resultados contrapuestos.
Ross cree que es insostenible la distinción entre interpretación subjetiva (lo que
se quiso decir) e interpretación objetiva (lo que se dijo), puesto que la intención interna
del autor es inaccesible, y la diferencia entre ambas se basa más bien en los
elementos que se toman en cuenta a la hora de interpretar: en la subjetiva, las
circunstancias personales y fácticas en el momento en que la norma se formuló, y en
la objetiva, los datos discernibles por el destinatario en el momento de la recepción;
con lo cual a veces es más inexacta (más "subjetiva") que la subjetiva. También opina
que la interpretación literal no es más que una ilusión.
Tanto Ross como Kelsen consideran que la actividad del juez a la hora de
interpretar y aplicar la ley es no sólo una actividad cognoscitiva, sino también y
principalmente volitiva. Puede haber una actividad cognoscitiva de los hechos del caso
y del contenido de la norma jurídica; pero también, como señala Kelsen, de normas
morales, de justicia, juicios de valor sociales, etc, elementos extrajurídicos que se
transformarían en normas jurídicas positivas en el acto de aplicación, que depende de
la discrecionalidad del órgano. Por tanto, en la aplicación del derecho por un órgano
jurídico, la interpretación se enlaza con un acto de voluntad, que es la decisión. Según
Kelsen, la pregunta sobre cuál sea la posibilidad correcta no es una pregunta teórico-
jurídica, sino que es un problema político.
De la misma manera que, a partir de la Constitución, no se puede obtener una
sola ley correcta, a partir de la ley tampoco se puede obtener una única sentencia
correcta. Por esta razón el hecho de llegar a una norma individual en la aplicación de
la ley es una función volitiva.
En este sentido, la interpretación que efectúa el órgano de aplicación del
derecho es siempre auténtica en opinión de Kelsen, puesto que tanto cuando se
produce una norma individual como cuando se ejecuta una sanción, se crea derecho.
El juez incluso puede producir una norma que se encuentre fuera del marco de la
norma aplicable y es derecho positivo en cuanto adquiere fuerza de cosa juzgada. En
cambio, interpretación no auténtica sería la que realizan los particulares cuando optan
entre diversas posibilidades que les ofrecen las normas que regulan su
comportamiento.
Para acabar, haré una pequeña mención de la concepción de Hart sobre la
aplicación del derecho por parte de los jueces y la crítica realizada por Dworkin a la
misma.
Como hemos dicho al principio, Hart habla de la textura abierta del lenguaje,
que se manifiesta en la vaguedad de las palabras y que sería la causa de que cada
norma tenga un núcleo de certeza y una zona de penumbra, tal como ya señalaba
Ross. Y es en esa zona de penumbra donde surgen la mayor parte de los problemas
de aplicación. Contrariamente a las teorías iusnaturalistas, Hart considera separables
el derecho y la moral, de tal manera que las obligaciones legales pueden entrar en
conflicto con las morales, es decir, puede ocurrir que el juez tenga que aplicar una
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Bibliografia
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- MORESO, Josep Joan: La teoría del Dret de H.L.A. Hart. (Herbert versus
Hèrcules). Institut de Ciències Polítiques i Socials. WP núm. 14. Barcelona,
1990.
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