La Arqueología de Tierradentro

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LA ARQUEOLOGIA DE TIERRADENTRO

POR E. SILVA CELIS

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Reconocimiento y estudio de zonas arqueológicas

Miembro de la comisión científica que visitó a Tierradentro a fines


del año pasado y principios del presente bajo el patrocinio espiritual
del Profesor Paul Rivet, las tareas a mi cargo en dicha comisión
fueron las relacionadas con la arqueología, excavación y revisión de
zonas.
La cumplida ejecución de estas finalidades estuvo asegurada por la
colaboración del Lic. Graciliano Arcila Vélez y por prácticas y
enseñanzas del Profesor Gregorio Hernández de Alba, director de la
comisión.
Debo consignar aquí de manera muy especial mis más cumplidos
agradecimientos al Dr. Darío Achury Valenzuela, Director de
Extensión cultural y Bellas Artes, que tanto interés y apoyo sabe dar a
las obras de positivo valor cultural.
Nuestros trabajos de reconocimiento y estudio, que hicimos con el
Dr. Gregorio Hernández de Alba en Tierradentro, Moscopán, Agua
Bonita y Platavieja, vienen a completar en gran parte los hechos
recogidos en 1936 por éste, y José Pérez de Barradas, quien rindió
informe al Ministerio de Educación Nacional el mismo año.
Aparte de los monumentos y sepulcros, que, según Pérez
de Barradas, pertenecen a cuatro culturas distintas, así que se
entra y recorre a Tierradentro, muy frecuentemente, los cortes

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de los caminos dejan ver a una profundidad de 30 o 40 centímetros


una capa de tiestos como testimonio objetivo de que la región
constituye en conjunto una zona arqueológica.
Al sur de San Andrés, pueblo indígena que fue asiento de nuestros
trabajos de excavación, se halla el cerro de la Loma Alta y el filo de
El Aguacate notables por las tumbas existentes allí y reconocidas y
estudiadas por el Dr. Gregorio Hernández de Alba y por el geólogo
Jorge Burg; en las estribaciones de estas lomas que miran hacia San
Andrés se hallan varios templos funerarios muy notables por su
trabajo arquitectónico, su sentido religioso-funerario y su decoración
geométrica maravillosa, templos estos que visitamos. Al N. E. de San
Andrés, en el potrero de las Huacas, hacienda Segovia, de propiedad
de los herederos del Dr. Adriano Muñoz, reconocimos importantes
tumbas de cuyas excavaciones daremos cuenta en otro lugar.
Hacia el norte de San Andrés reconocimos una meseta alta llamada
por los vecinos “Mesa del Picacho”, donde, a juzgar por los
numerosos hundimientos y la roca de granito blando, hay importantes
restos arqueológicos. Dentro de la misma hacienda Segovia, en el
potrero de la “Montaña”, reconocimos más de veinte tumbas, de las
que solamente excavamos dos; la tipología de éstas, como la clase de
cerámica que contenían, indican que estos sepulcros corresponden a
la “cultura reciente del Cauca”, que señala Pérez de Barradas en su
informe al Ministerio de Educación Nacional de 1938

El Marne, El Hato y El Rodeo.

Además de las estatuas, columnas esculpidas o estelas y de los


bloques de piedra en forma cilíndrica que tienen esculpidas caras
humanas con caracteres extrahumanos, ya estudiados por el Profesor
G. Hernández de Alba en 1936, en la ribera izquierda del río Ullucos
y en un potrero bien próximo a la finca denominada El Marne, donde
se encuentran las anteriores piezas arqueológicas, hallamos una
piedra grande, semi redonda, que tiene en bajo relieve una cabeza
humana alargada. Dos incisiones circulares figuran los ojos, y dos
pequeñas, próximas una de otra y equidistantes de los ojos, estilizan las

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Fig. 5. Mapa de Tierradentro

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narices. Un poco más abajo, una incisión horizontal dibuja la boca.


Esta cara, cuyo material lítico es un granito bastante duro, mira hacia
el E.
En una siembra de caña y a 500 metros de la nombrada hacienda,
hallamos una enorme piedra cuadrangular, en que, en maravilloso
trabajo de alto relieve, aparece una rana, cuyos detalles anatómicos
están tan bien realizados que esta pieza constituye uno de los
monumentos arqueológicos más notables de Tierradentro.
Varios hundimientos del terreno, que aparecen en el huerto
próximo a la hacienda, indican la existencia de tumbas importantes
que, contrariamente a nuestro deseo, no pudimos excavar por falta de
tiempo.
A juzgar por los hallazgos hechos hasta ahora en la hacienda El
Marne: columnas o estelas, estatuas, representaciones zoomorfas en
alto relieve, mortero, fragmentos de cerámica etc., esta finca es uno
de los sitios más interesantes de Tierradentro.
No menos interesante para la arqueología es la estancia de El Hato,
situada en la misma planicie, donde el terreno granitoide, los
hundimientos del terreno característicos de grandes tumbas y
hallazgos hechos por los vecinos, lo están indicando. Aquí como en
El Marne urgen excavaciones metódicas que pueden contribuir a la
solución de muchos problemas que se presentan en las zonas
arqueológicas de la Cordillera Central.
A pesar de que no se han llevado a cabo excavaciones sistemáticas
en el llano de El Rodeo, sobre la margen derecha de la quebrada de
San Andrés, guardan mucho interés las piezas que esporádicamente
han hallado los huaqueros, entre las cuales es de mencionar una
piedra rectangular, lisa en sus caras inferior y superior y con trabajo
esculpido en relieves en sus cuatro lados. Las medidas de esta
importante pieza prehistórica son las siguientes: largo 1,12; ancho
0,45; espesor: 0,12 m. Una ancha cara algo abombada aparece en uno
de sus lados: la nariz, que es saliente, arranca del borde mismo de la
piedra: dos semicírculos concéntricos forman los ojos; la boca se
presenta abierta, con cuatro dientes, todo formado por líneas.
En el segundo lado, se aprecia otra cara, algo redondeada, con
frente angosta y nariz en relieve, ojos como en la anterior

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pero con un solo semicírculo; la boca, que está cerrada, aparece


dibujada por una línea horizontal; la oreja se expresa en una
estilización especial.
Una cara de frente angosta, con ojos en doble semicírculo, aparece
en el tercer lado; la nariz en relieve, de base ancha, lleva una
nariguera; la boca está formada por una corta línea horizontal abajo
de la nariguera. El óvalo facial se hace muy notorio a causa del
grabado escalonado que en uno y otro lado ocupa el resto del costado
de la piedra.
El centro del cuarto lado está ocupado por una cara, con ojos
semejantes al anterior y nariz angosta y menos notable; la boca
abierta muestra dos filas de dientes y los adornos, que encierran la
cara por los lados, comienzan verticalmente y en escalón como en el
caso anterior.
Esta piedra, que hicimos llegar a Bogotá al Museo Arqueológico
Nacional, es, según Pérez de Barradas, la tapa de un sepulcro; pero su
forma característica y el tener un escalón central en la cara inferior
hacen pensar que mas bien haya sido utilizada como mesa de
sacrificios o ritos especiales.

El Tablón.

Un sitio arqueológico de la zona de San Andrés es una meseta


natural conocida con el nombre de El Tablón, situada en la margen
izquierda de la quebrada de San Andrés y a kilómetro y medio del
pueblito de este mismo nombre. A más de las cuatro estatuas ya
estudiadas por el Dr. Gregorio Hernández de Alba, en una zanja
ancha y profunda, se encontró una quinta. Los caracteres y detalles
generales de ésta siguen siendo los dominantes en la estatuaria de
Tierradentro: mentón saliente, boca. incisa sin colmillos salientes,
brazos en ángulo, gran desproporción entre el busto, cabeza y
miembros inferiores, detalles predominantes en la confección de la
cara y del pecho. La meseta toda de El Tablón está cruzada por zanjas
abiertas por los antiguos buscadores de tesoros. Una detenida y
cuidadosa exploración hecha a base de sondeos y excavaciones puede
revelar detalles muy importantes para la arqueología y conocimiento
del pueblo escultor.

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El pueblo indígena de San Andrés.

Sobre una planada artificial y en la margen izquierda de la


quebrada o río de San Andrés se halla el pueblo indígena de este
nombre. En el borde oriental del plano amurallado que forma la plaza,
se halla, frente a la iglesia, una piedra grande con señales de trabajo
esculpido; presenta pequeñas concavidades como en escala
ascendente por el lado derecho frente a la plaza; por los otros lados se
ven detalles que indican los contornos de una cara imperfecta. Frente
a esta piedra hay otra más pequeña, cuyo extremo mira hacia el N. E.
En ésta aparece trabajada toscamente la cara de un animal, cuyos ojos
y hocico han sido tallados en la arista vertical de la piedra.
Encima de la anterior, está colocada una piedra circular de 85
centímetros de diámetro y de 25 centímetros de altura; sus caras
inferior y superior son planas; la superior presenta en el centro un
orificio circular de 13 centímetros de diámetro por 18 de profundidad.
Según toda probabilidad, el origen de este orificio está en la utilidad
que quiso darle la parcialidad, sea para colocar una bandera, sea para
utilizarla en su molino que está muy próximo al poblado. En los
bordes hay esculpidas tres caras circulares esquemáticas, con collares
y signos en forma de H.
A unos 800 metros al S. del pueblo, en un potrero que fue una
antigua laguna, vimos una estatua de piedra en forma de rancho. Este
ejemplar, ya estudiado por el Dr. Gregorio Hernández de Alba en
1936, junto con otro más perfecto e interesante que hallamos en La
Platavieja y que adelante detallaremos, constituyen los casos de
estilización lítica más notables y únicos de que hasta ahora se tenga
conocimiento en Colombia. Planta rectangular, techo en forma de
silla de montar con los extremos algo levantados, son los detalles más
notables de este tipo estatuario que recuerda el rancho de los indios
Páez. Las medidas principales de esta escultura de San Andrés son las
siguientes: largo 75 cm.; ancho 26 cm. La puerta, que está en uno de
los frentes, tiene 32 centímetros de ancho; el techo mide 80 cm. de
largo por 28 cm. de ancho.
Medio kilómetro arriba de San Andrés, en la finca de don
Manuel Cuéllar vimos y estudiamos grandes piedras que se-

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mejaban canoas o artesas, y cuya orientación es de O. a E. Dos de


éstas tienen una excavación alargada; una tercera solo se empezó a
trabajar. En el extremo N. W. de una de éstas se ve la escultura de una
figura poco determinada, pero que por los detalles pensamos ser la de
un mono con los brazos y piernas doblados, la cabeza algo levantada,
los ojos y la boca formados por pequeños orificios. En el lado opuesto
al del mono, se halla esculpida una imperfecta cara humana. En la
misma finca y un poco más arriba, vimos una piedra más irregular,
trabajada en forma de canoa y cuya excavación mide 1m. 65 de largo
por 0m.60 de ancho. En la misma piedra se observan tres pequeñas
piletas desiguales, una de las cuales se comunica por tres canales con
la principal. Además la pila mayor tiene dos canales grandes de
comunicación con el exterior por un mismo lado. La orientación de
esta piedra es N. S. El material es un granito bastante duro.
En cuanto a sepulturas en este lugar, el dueño de la finca nos
informó haber practicado algunas excavaciones en las que halló
huesos y vasijas directamente enterrados, es decir, sin bóveda libre de
tierra. Esto hace pensar en sepulturas pertenecientes a una cultura
diferente de aquellas que tienen sus exponentes en tumbas
ornamentales.

Belalcázar.

Esta población, situada en una terraza angosta y baja en la margen


derecha del río Páez, es el centro político de la región septentrional de
Tierradentro. Está rodeada de lomas que contienen ricos yacimientos
prehistóricos en donde los huaqueros han encontrado objetos de oro y
tumbaga, lo mismo que collares de concha marina, de piedra y de oro.
La cerámica encontrada en esta comarca del territorio páez es muy
interesante y merece estudio especial.
En las inmediaciones de Belalcázar, al N. E., reconocimos las
ruinas del pueblo indígena de Ambostá, llamado después de la
conquista San Antonio de Ambostá, que tanta importancia tuvo entre
los Páez por su salado, cuya explotación era regular hasta hace
apenas cinco años.

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La región de Belalcázar es muy interesante para nuestros estudios


de arqueología por cuanto guarda elementos de una cultura material
que tiene muchos puntos de contacto y semejanza con la quimbaya.
Tanto en esta población como en varios sitios a lo largo del cañón del
Páez, que reconocimos en casi todo su curso, recogimos varias piezas
de cerámica y algunas cuentas de collar.
Caracteriza la cerámica de la comarca un material fino, muy
pulimentado, pintura externa y decoración en negro en que
predominan líneas y angostas fajas curvas en forma de S. Las formas
más notables de esta cerámica son la olla esférica de cuello corto y
bordes de la boca doblados hacia el exterior, y la llamada “alcarraza”
o vasija con asa curva encima, dos picos laterales de escaso diámetro,
cuerpo casi esférico con cortas patas a manera de pezones o sin patas.
Como se sabe, esta es una de las cerámicas más comunes en la
civilización quimbaya. Cuales hayan sido la intensidad y la extensión
de esta cultura en Tierradentro es algo que intentaremos describir en
estudios posteriores.
Las tumbas que se hallan en Belalcázar son sencillas, hechas en
corte vertical y cámara lateral pequeña. Bellas piezas de oro, cobre, lo
mismo que interesantes ejemplares de cerámica se hallan en ellas.
Allí, como en los vecinos pueblos de Cuetando, Santa Rosa,
Togoima, Avirama y Tálaga, los yacimientos arqueológicos se
localizan muy especialmente en las terrazas del Páez y sus afluentes y
en las altas mesetas de la comarca.

La Muralla.

Al S. O. de Belalcázar y a 12 km. al S. del pueblo indígena de


Calderas, se halla una enorme roca que presenta en su flanco que mira
hacia la hoya del río Páez pequeños desgarramientos a manera de
montículos cortados verticalmente. Uno de estos montículos es llamado
por los indios de Avirama “Amokué” (piedra del Frayle), por la forma
característica que tiene. Un ancho corte vertical se extiende de E. a O.,
al lado derecho del Amokué; sobre este corte, que mira hacia el angosto
y profundo cañón del río Coquiyó, hay muchísima pintura rupes-

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tre en rojo y blanco, teniendo como motivos más característicos


representaciones del sol, círculos concéntricos, estilizaciones
humanas, figuras en X, haces de tres brazos en que las manos
aparecen con los dedos extendidos y hacia abajo, figuras de coronas o
diademas, detalles de pintura que revelan el deseo persistente de
dibujar caras humanas y toda una gama variadísima que sería prolijo
enumerar. Esta pintura constituye hasta ahora un caso aislado en
Tierradentro, y es de esperar que con apoyo oficial futuras
exploraciones podrán hacer otros hallazgos de esta naturaleza que
permitan llevar a cabo estudios comparativos de dichas pinturas que,
en la hora actual son esporádicas en la tierra de los Páez. El espacio
que ocupan en la roca es bastante considerable, si bien en altura está
limitado por lo que un hombre podría alcanzar estirando los brazos.
El bloque de roca mira hacia el Coquiyó y cañon del Páez, y está
orientado en el sentido O. S. Se trata de una roca caliza y contiene
incrustaciones de fósiles marinos.

Reconocimiento y hallazgos en Belén, Moscopán, Aguabonita y


Platavieja.

Ya fuera de los límites geográficos de Tierradentro, y con el fin de


buscar los contactos culturales de esta civilización con la agustiniana,
con el Dr. G. Hernández de Alba, exploramos hacia el sur toda
aquella extensa zona de montañas baldías que, más allá de la fuente
del río de la Plata, confinan con el alto de San Bartola y se confunden
con las montañas de Isnos y San Agustín.
A unos 15 kilómetros del pueblo de Pedregal y siguiendo la trocha
que de éste conduce a aquellas montañas, hallamos una gran piedra
granítica, irregular, que mira hacia el E. y contiene una serie de
relieves incisos en espiral o en círculos concéntricos. El desgaste que
ha sufrido por la erosión no permite fijar claramente lo que pueden
estar representando varios orificios circulares. El largo de la piedra es
de cuatro metros.
Otra piedra de granito mucho más consistente, al lado opues-
to del camino y mirando hacia el O., representa una estatua

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empezada, en la cual los ojos y la boca están indicados por trabajo


inciso. Mide esta segunda piedra 2m. 50 de largo.
Sobre el mismo camino y a unos 600 metros de distancia de las
anteriores, hallamos una piedra cuadrangular que mira al O. y tiene
estampados en bajo relieve cinco pies derechos de tamaños distintos e
irregularmente dispuestos. Otros pequeños detalles de trabajo inciso
indican el comienzo de nuevas representaciones.
Después de dos días de exploración por aquel mar de vegetación,
que es la montaña de Moscopán, yendo de la quebrada de El Salado
hacia la de Aguabonita, entre aquél y ésta, hallamos y reconocimos
fragmentos de un antiquísimo camino que fue con toda probabilidad
la vía principal de comunicación de un pueblo cuyos verdaderos
límites geográficos darán a conocer las exploraciones y hallazgos del
porvenir.
El sitio de Aguabonita comprende una planicie triangular que se
abre entre la margen derecha de la quebrada de este nombre, que
desciende con una dirección de N.O-O y la ribera izquierda del río
Moscopán que camina llevando una dirección S- S.O y que un poco
abajo recibe las aguas de aquélla. Esta planicie es un potrero con
abundantes pastos aprovechados por algunos ganados; el propietario
de la finca es don Manuel Antonio Puyo, residente en Pital. Una
especie de escalón hacia el N. presenta este potrero de Aguabonita.
En la parte baja y próxima al río Moscopán hallamos dos estatuas
paradas que miran hacia el E. distantes una de otra 1m. 80. Una de
ellas, la mejor en detalles escultóricos, no tiene cabeza, la otra tiene
una expresión puramente zoomorfa por la fuerte proyección de la cara
en forma de hocico. Es completamente lisa por la espalda.
Posiblemente representa un oso humanizado. Una tercera estatua rota
por la mitad hallamos caída en la parte superior del potrero. Una
cabeza de otra estatua, sin que pudiéramos hallar el cuerpo
correspondiente, encontramos tirada en la planicie.
Como detalles muy generales, damos los siguientes de cada una de
las estatuas:
1. – Estatua (sin cabeza): carece de tocado; el guayuco está
constituido por una ancha banda que muestra cuatro divisio-
nes; una faja vertical que surge del mismo guayuco cae por

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delante y por detrás; la espalda es perfectamente lisa. Material


volcánico.
2. – Estatua zoomorfa: Altura hasta el suelo 1m, 60
” ” el zócalo 1m, 50
Anchura máximo 0m, 60
Espesor máximo 0m, 50
Altura de la cara 0m, 35
Como la anterior estatua, mira hacia el E. Material, granito
volcánico.
3. – Estatua (rota por la mitad): representa una figura femenina.
Tiene las medidas siguientes:
Altura total 2m, 00
Altura de la figura 1m, 50
Altura total de la cara 0m, 55
Anchura máxima 0m, 52
Espesor máximo 0m, 25

Esta estatua, con boca y nariz en alto relieve, ojos incisos y mentón
saliente, sostiene una especie de arma que del lado derecho y con
alguna inclinación cae hacia el izquierdo hasta el nivel de los pies.
No obstante no haber podido hallar otras estatuas de que teníamos
indicios, por las grandes dificultades que las montañas de Moscopán
ofrecen al explorador, las que encontramos y estudiamos de
Aguabonita ya son suficientes para establecer un cordón que una
geográfica y culturalmente los núcleos de civilización que hasta ahora
eran considerados como separados: San Agustín y Tierradentro. Así
es que, por ejemplo, si partimos de Vitoncó en Tierradentro, y
pasamos por San Andrés, Aguabonita, Platavieja, Alto de Gallineras,
Alto de los Estatuas, Alto de los Idolos y luego San Agustín y las
Mesetas, tenemos una zona que, sin solución de continuidad, se
extiende de N. a S.
En Platavieja hallamos varias estatuas, de las cuales tres habían sido
colocadas por los vecinos en la esquina N. O. de la plaza y muy cerca
del borde de una fosa profunda y llena de agua hasta la mitad, cuyo
origen no parece muy claro en la mente de los habitantes del pueblo. De
estas esculturas en piedra, dos son figuras humanas, y la tercera en
forma de un perfecto rancho páez. Según se nos informó, estas tres
esculturas fueron traídas de la hacienda “Bolivia” (donde se las halló),

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cercana a la población. Una estatuita procedente del sitio de Lourdes,


halló el Secretario de la Inspección de Policía, Sr. Gregorio Rendón,
quién gentilmente la cedió para el Museo Arqueológico Nacional.
Según este señor, en la mencionada finca, de propiedad de la Señora
María Yasnó, la estatua formaba parte de un círculo de lajas que
cubrían una serie de galerías sostenidas por columnas. Por desgracia,
la falta de tiempo nos impidió visitar y explorar este sitio que está a
buena distancia del poblado. Excavaciones y estudios metódicos en
este como en otros lugares prehistóricos de Platavieja pueden dar la
clave en la solución de los múltiples problemas que tiene pendientes
la arqueología de San Agustín y Tierradentro.
Una estatua muy perfecta y en buen estado, procedente de Las
Delicias, lugar en donde el Sr. Julio Sánchez Sánchez la halló,
estudiamos en La Platavieja.
A continuación damos los detalles más generales de las estatuas de
esta población empezando por las que son visibles en la esquina N. O.
de la plaza y que enumeramos de 1 a 3:
No 1: Tamaño más que mediano y algo deteriorada en el hombro y
mano derechos por golpes que debió sufrir; las manos en ángulo
sobre el pecho sostienen un objeto bastante raro, pues se aparta de los
objetos y armas que suelen tener las estatuas de San Agustín; mentón
muy notable, nariz y labios en relieve; ojos incisos, pómulos y arcos
superciliares bien caracterizados. Material, granito volcánico.
No 2: Muy deteriorada en la cabeza y en la cara; tocado hacía atrás,
sin escalas y cae en chorro; guayuco en escalón alrededor del cuerpo;
mentón bien notable aunque algo caído; ojos y boca incisos; arcos
superciliares bastante prominentes; orejas muy naturales; los brazos,
que están en ángulo, sostienen en la parte media del cuerpo un
instrumento. En esta como en la primera estatua se aprecia gran
desproporción entre la cabeza y el cuerpo.
No 3: Esta escultura tiene la forma de un rancho, muy seme-
jante a la que vimos en las cercanías de San Andrés, aunque
mucho más perfecta. Planta rectangular; la puerta, que corres-
ponde a uno de los lados largos, está adornada en su parte
superior por un mascarón en relieve; la cubierta del techo, en
los bordes inferiores que hacen de alar, lleva el adorno es-

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calonado del guayuco agustiniano. Las partes laterales angostas, en su


porción superior, llevan en alto relieve una cara humana con las
siguientes características: mentón saliente; ojos en relieve bien
salientes y alargados; nariz bastante pronunciada, lo mismo que la
frente y los pómulos; la cara en general es redonda y los brazos están
representados por dos salientes.
Esta escultura es una de las piezas arqueológicas que, por su trabajo
artístico tan cuidadoso y los motivos humanos, constituye, junto con
la de Tierradentro, un tipo escultural única en Colombia.
Pero la más perfecta y conservada de las estatuas de Platavieja es la
que el Sr. Julio Sánchez Sánchez extrajo de Las Delicias: el tocado se
limita exclusivamente a la cabeza; la arruga facial que caracteriza a
varias estatuas agustinianas, aquí alcanza perfección máxima; la
nariz, aguileña, deja ver en su base que es plana, las ventanas de las
fosas nasales; el labio inferior es más notable que el superior; el
mentón aparece apenas regularmente desarrollado; la boca está
indicada por una línea horizontal incisa; los ojos, redondos, son bien
notables; arcos zigomáticos bien desarrollados; la oreja, muy perfecta,
es alargada y por adorno lleva zarcillos redondeados. Las arrugas de
las mejillas descienden en forma de S algo oblicua en cada lado de la
cara; otras se desarrollan verticalmente entre los arcos superciliares.
En contraste con el abandono total que de la parte posterior de la
estatua hace el artista, muy refinado se muestra en los detalles
escultóricos de la parte anterior y en especial de la cabeza y parte
superior del tronco: los brazos y las manos aparecen relievados sobre
el pecho; los antebrazos están inclinados en ángulo recto hacia los
brazos; las manos sostienen un pequeño útil de labor. Un angosto
guayuco deja caer por delante una ancha franja que cubre la parte
media y superior de los muslos, desarrollados en relieve, al parecer
sobre un fondo.
Estos, de modo general, son los hallazgos hechos en Plata-
vieja, la antigua señora ciudad española de La Plata que no pudo
resistir a la furia de los Páez y Pijao aliados, quienes, ha-
biéndola arrasado, huyeron llevando consigo los tesoros de

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su iglesia hasta el cerro de Tambichukue, donde, según la tradición


indígena, los conservan ocultos.
En nuestro viaje de Platavieja a La Plata, por el camino que sigue la
orilla derecha del río de este nombre, en El Naranjal, hacienda de
propiedad de don Primitivo Losada, hallamos un importante sitio
arqueológico en donde algunos trabajadores extrajeron, de una
excavación mal conducida, dos estatuas, una de las cuales apenas
empezada a trabajar; la otra, que es una pequeña figura femenina con
solo el busto y la cara, tiene los siguientes detalles generales: cara
redonda con arrugas faciales; ojos y nariz en relieve pronunciado;
corte perfecto del pelo; carencia absoluta de cuello como en la
generalidad de la estatuaria agustiniana y de Tierradentro; gran
desproporción entre busto y cabeza; el antebrazo forma ángulo recto
con el brazo que reposa en el pecho; son muy notables los dedos y las
uñas en las manos.
La estatua empezada a trabajar, como la anterior, fue sacada de una
pésima excavación al pie de un cerro conocido con el nombre de El
Morro. La observación de esta estatua empezada nos permitió ver la
técnica empleada por los artistas en esta suerte de trabajos, y también
pensar en la clase de instrumentos o útiles empleados en semejantes
labores. Junto a esta estatua, hallamos varias piedras de río, de las
cuales unas son lajas bastante regulares e irregulares y de tamaños
distintos las más.
A juzgar por las interesantes piezas arqueológicas que logramos
reconocer y estudiar en la zona de Moscopán al sur, la cuenca del río
de la Plata, con todas las reservas prehistóricas que oculta, representa
un jalón más en la ubicación y en el conocimiento de una de las más
grandes culturas precolombinas de Colombia y de América.

(Continuará).

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