Una Generacion Que Conquista 01
Una Generacion Que Conquista 01
Una Generacion Que Conquista 01
INTRODUCCIÓN.
La vida nos presenta retos constantes que debemos asumir. Algunos son el producto del
crecimiento espiritual o secular que nos obliga a asumir otras responsabilidades. Están
dentro de lo previsible, es decir, sabemos que llegarán y en algunos casos, hasta los
esperamos. Otros, por el contrario, están fuera de nuestras previsiones y pueden
sorprendernos cuando tocan a la puerta. Fuere cual fuere las circunstancias, debemos
estar preparados para asumir esos retos con la ayuda de Dios.
Hace 39 años atrás el Pueblo de Israel tuvo un reto: entrar y poseer la tierra prometida,
pero no confiaron en que Dios les daría la victoria. Por lo tanto, deambularon por el
desierto. Por lo que, a la siguiente generación se les recordó que la fe y la obediencia a
Dios traería victoria, mientras que la incredulidad y la desobediencia producían
fracaso. Ahora, tienen el mismo reto que sus padres. Entrar y conquistar la tierra
prometida. Dios está llamando a su pueblo a una etapa de conquista, pero también le
muestra que hay principios imprescindibles para lograrla.
1. CON UNA ACCIÓN INMEDIATA: “Levántate y pasa este Jordán”. Josué 1:1-2.
Moisés había muerto. Ahora le toca a Josué asumir el reto. Dios ha prometido
entregarles por posesión “todo lugar que pisare la planta de sus pies”. Eso significaba
que la meta la ponían ellos, los límites los ponían ellos. Dios no tiene límites. Pero,
en medio de tan prometedoras posibilidades, hay, un hombre que se siente
atemorizado y necesita ánimo.
En la mente de Dios el triunfo estaba asegurado: Dios veía el plan y la conquista, como
realizados. No había forma de perder esa guerra. Él se haría responsable de cumplir
su promesa, pero se necesitaba de la cooperación del hombre: Josué y su pueblo
tienen el reto de entrar y poseer la tierra, ¡y había que hacerlo pronto! La
expresión: “levántate y pasa este Jordán” (v.2), implican prisa, obediencia sin retraso.
No puede haber retraso en nuestra voluntad para hacer lo que Dios dice.
Cruzar el Jordán implica también, que tenemos que dejar atrás ciertas actitudes y
formas de pensar que están muy arraigadas al mundo y tomar la mente de Cristo.
Pablo le dijo a los corintios, 1 Corintios 2: 16. “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién
le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo. Es estar dispuestos a unirnos a la visión
de Dios. Para eso, nuestros pensamientos tienen que morir, y los pensamientos de
Dios tienen que reinar. Romanos 12: 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad
de Dios, agradable y perfecta.
La primera generación cruzó el mar rojo, pero no el Jordán. Cruzaron lo más difícil
pero no lo más fácil. Es triste encontrar en nuestras vidas que hemos cruzado
momentos muy difíciles y los más fáciles no estén desanimando. David en su
adolescencia venció al gigante Goliat, pero cuando ya era grande no pudo vencer al
gigante Isbi-benob, que era cuando más fuerza física tenía David. 2 Samuel 21:15
17ª. Con ello se nos ilustras que David cruzo victorioso lo más difícil, pero lo más
fácil no lo podía cruzar, si Abisai no hubiera venido a su rescate allí hubiese muerto
David.
Esto nos enseña que para cruzar el Jordán es necesario dejar de lado nuestras
fuerza física y poner nuestra absoluta confianza en Dios, de lo contrario no lo
cruzaremos. Analicemos el comportamiento de ambas generaciones: La primera
generación frente al Mar Rojo se confunde, reclama y maldice con gran
desesperación. Cuando el mar se abre, avanzan en una especie de ¡sálvese quien
pueda! En ese momento del cruce era todo un caos. Al estar al otro lado, ya en el
amanecer, creyeron y celebraron con panderos y danzas. (Éxodo 14 y 15). Eso es
maravillo, pero, lo triste esta al entrar en el desierto todo se les olvido y murmuraron
de Dios, con ello aprendemos que tuvieron mucha emoción, y poca convicción.
Pero, la segunda generación que cruza el Jordán, es un pueblo que ya no murmura,
no se oyen opiniones de desánimo, ni de incredulidad. Simplemente avanzan en
obediencia a Dios, porque querían la bendición, y al estar al otro lado no celebraron,
no hubo panderos, ni danzas, ni jubileo, por lo contrario hubo circuncisión en los
varones (Josué 5:2-5). O sea, en vez de fiesta, hubo una dolorosa obediencia, con
ello estaban reconociendo que la conquista no lograría por sus propias fuerzas
sino por la fuerza de Dios. Todo Israel sabía que sin la ayuda divina no podían cruzar
el Jordán por lo tanto depositaron toda su confianza en Dios. Caminaron hacia el rio
en fe aun sabiendo que era la época menos probable de cruzarlo. ¿Cómo usted va a
cruzar el Jordán? (1) Reconociendo que hay un Dios creador y sustentador de todo
cuanto existe. (2) Reconociendo su necesidad espiritual, confesando sus pecados y
pidiendo perdón.
Jeremías 17:5-8. “Esto dice el Señor: Malditos son los que ponen su confianza en simples seres
humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón del Señor. 6 Son como los arbustos
raquíticos del desierto, sin esperanza para el futuro. Vivirán en lugares desolados, en tierra
despoblada y salada. 7 Pero benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su
esperanza y confianza. 8 Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces que se
hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus
hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto.” (NTV)
Pensar que los grandes logros son fáciles, que son posibles en un abrir y cerrar de
ojos o quizá de la noche a la mañana, es un error. Los conquistadores y quienes llegan
lejos saben que deben pagar el precio. Es probable que por semanas, meses o años
deban sembrar semillas que sólo germinarán en éxito cuando pase el tiempo. El
secreto está en la perseverancia. El reto era enorme, los peligros eran reales y
cualquiera se llenaría de temor ante tal desafío.
Estas dos palabras fueron claves en Josué desde su llamado: Deuteronomio 31:7-8.
“Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás
con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar. Y
Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.
Cuando Dios le encomienda la misión a Josué de levantarse y pasar el Jordán 5 veces
le dice que se esfuerce y sea valiente.”
¿En dónde radica el error que lleva al fracaso de muchas de nuestras metas y
propósitos? En dejar de lado las recomendaciones de Dios, en no buscar su guía y
dejarnos mover por nuestros sentimientos y corazonadas. Allí radica el problema.
¿Recuerda a Noé? Las Escrituras muestran que fue obediente al Señor cuando le
impartió las especificaciones del Arca. No modificó las pautas, las acató. (Génesis 6:22).
Aunque Josué fue preparado para esta batalla, la obediencia a toda la Palabra,
garantizaría el éxito de la operación militar, no sería su poder. La fidelidad a los
principios del Señor, aplicados a todo cuanto hagamos, genera victoria y bendiciones.
"...no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las
cosas que emprendas". Salmo 1:2-3. “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, 2 sino que en la ley
del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. 3 Es como el árbol plantado a la orilla de un río
que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!”
(NVI). La obediencia a Su Palabra es más importante delante de Dios. 1 Samuel
15:22-23 “22 Pero Samuel respondió: ¿Qué es lo que más le agrada al Señor: tus ofrendas quemadas
y sacrificios, o que obedezcas a su voz? ¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio, y la
sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros. 23 La rebelión es tan pecaminosa como la
hechicería, y la terquedad, tan mala como rendir culto a ídolos. Así que, por cuanto has rechazado
el mandato del Señor, él te ha rechazado como rey.” (NTV)
CONCLUSIÓN:
En Dios encontramos la fortaleza necesaria para asumir los retos que constantemente
nos depara la vida. En Su ayuda y acompañamiento permanente está el secreto para salir
airosos y vencedores en cuanta misión se nos encomiende. Nada determina que no
podamos asumir retos y además, alcanzar la victoria. ¡Usted puede, con la ayuda de Dios!