El Principio Regulador de La Adoración-North Bergen
El Principio Regulador de La Adoración-North Bergen
El Principio Regulador de La Adoración-North Bergen
Pedimos que tu gracia nos ayude en esta mañana para que nuestras
mentes estén alertas, para que nos instruyas y podamos a cambio ser
equipados para instruir a tu pueblo, a fin de que seas glorificado en la iglesia
aquí y en todo el mundo. Oramos en el nombre de nuestro Salvador y Dios
Jesucristo. Amén.
Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean, porque de esa
forma ya tenemos nuestra recompensa, sino que quiere que sea Dios quien
nos vea y que oremos a nuestro Padre. La adoración no se hace para los
hombres; por tanto, debemos hacerla como Dios ordena para que en la
adoración no nos enfoquemos en la adoración misma, sino que nos
enfoquemos en Dios.
Esto quiere decir que la adoración está regulada por Dios, y consiste sólo
en esas cosas que Él nos manda en las Escrituras. Hay algunos cristianos
que se adhieren a lo que ha sido denominado el principio normativo: que la
adoración debe obedecer a las Escrituras pero que el adorador es libre de
traer cualquier cosa a Dios siempre que no esté específicamente prohibida
en las Escrituras.
En esta hora, pues, vamos a hacer un repaso de este principio tal como lo
encontramos en las páginas de nuestra Biblia, un repaso del principio
regulador en la Palabra de Dios.
Como puede ver, los hechos de Dios son reveladores de la voluntad de Dios
de la misma forma que las palabras de Dios son reveladoras de su voluntad.
Hemos, pues, de imitar a Dios, por lo que nuestra obligación para con Él es
mucho más profunda que simplemente obedecer un mandamiento; es la
obligación de ser como Dios y hacer lo que Dios hace, y cuando Dios
responde ante el pecado mediante el acto de este sacrificio de sangre, lo
hace para enseñarles a Adán y a sus hijos la manera en que deben
responder a ello: cuando acudan ante mí no lo hagan cubiertos con sus
propias hojas de higuera, sino cubiertos con mi provisión para ustedes.
Aquí se nos dice que no se nos permite adorar a Dios según nuestra propia
imaginación, sino que debemos hacerlo en obediencia a las palabras que
fueron reveladas a través de Moisés.
Por tanto, nos hace una advertencia en conjunción con este mandamiento
relativo a la adoración: no deben adorar de una manera imaginaria y
centrada en el hombre, sino que han de hacerlo de una manera
bíblicamente regulada, acorde con la Palabra de Dios.
Lo que hicieron es que trajeron fuego de fuera del complejo del templo, y
pensaron: “Fuego es fuego, y cualquiera vale”. Pero procedía del otro lado
de la frontera, estaba desautorizado, y Dios dice que no guardaba lo que Él
había ordenado. Yo seré honrado, pues soy celoso de mi adoración.
Ustedes juegan con fuego delante de mí, quieren su propio fuego, pues yo
les daré fuego. Y fuego descendió y los consumió.
Aarón acababa de perder a sus dos hijos, pero no argumentó nada, sino
que guardó silencio al comprender que Dios era absolutamente santo al
vindicar su nombre. Porque sus dos hijos fueron descuidados en la
presencia de un Dios santo y decidieron que podían ofrecer su propia
adoración y poner en tela de juicio los mandamientos de Dios y hacer lo que
era conveniente para ellos. En lugar de seguir las órdenes y permanecer
dentro de los límites establecidos, lo trajeron del exterior.
No; se trata sólo de Dios, y su atención debe estar fijada en Dios. Y lo que
Dios les manda hacer serán esas cosas que son transparentes ante su
presencia, y no una actuación.
Pero quizá hubiera sido mejor que el arca se ensuciara que la mano de Uza
tocara el arca, porque Uza no estaba autorizado. Uza no tenía autorización
ni siquiera para tocar el arca, y en el momento en que se desobedeció la ley
de Dios y se violó la santidad de Dios, Él intervino de inmediato. Dios
responde inmediatamente en la integridad de su santidad, y el pecador fue
consumido al instante.
Esta es la lección que aprendió: “Pues por no haberlo hecho así vosotros la
primera vez, Jehová nuestro Dios nos quebrantó, por cuanto no le
buscamos según su ordenanza. Así los sacerdotes y los levitas se
santificaron para traer el arca de Jehová Dios de Israel. Y los hijos de los
levitas trajeron el arca de Dios puesta sobre sus hombros en las barras,
como lo había mandado Moisés, conforme a la palabra de Jehová”.
David aprendió una lección. ¿Cuál fue esa lección? Cuando intentamos
llevar el arca antes con Uza, el hijo de Abinadab, que no era un levita,
estábamos haciendo lo que era conveniente para nosotros; estábamos
obrando con sinceridad, pero descubrimos, por el arrebato de Dios contra
nosotros, que no estábamos guardando su ordenanza.
No era acorde, ya que Moisés había ordenado que obedeciéramos la
Palabra de Dios. Fue una violación del mandamiento de Dios, una violación
del principio regulador.
Él pensaba que estaría autorizado para hacerlo, pues, al fin y al cabo, era el
rey, y si había alguien autorizado para hacer lo que quisiera, ese era el rey.
Así que decidió que quería quemar incienso en el templo, aunque él no era
sacerdote. ¿Por qué?
La religión de los fariseos atribuía más valor a su propia tradición creada por
los hombres que a la Palabra de Dios, y por eso Jesús cita Isaías
veintinueve dieciocho y les dice: miren, su religión es algo vacío, y es vana
porque están más preocupados por hacer las cosas según los hombres que
de ser obedientes a Dios.
Temen más al hombre y se preocupan más de ser vistos por los hombres
que de temer a Dios, y su adoración está diseñada para honrarlos a ustedes
mismos en lugar de honrar a Dios. Mientras adoran, están concentrados en
ustedes mismos, les encanta ocupar los lugares más prominentes y les
encanta usar palabras muy adornadas y términos que nadie usa; oh, qué
hombre tan religioso.
Nos advierte contra el ascetismo y sus reglas hechas por hombres, que
maltratan el cuerpo y tienen una visión distorsionada de Dios como creador
y nuestra como portadores de su imagen creados a su semejanza.
El versículo dieciocho nos dice que el orgullo está tras estas formas de
adoración autocreadas e infladas sin causa en sus mentes carnales, y tal
religión, nos dice en el versículo diecinueve, está desconectada de la
cabeza que es Cristo. Y en el versículo veintitrés nos dice que esta religión y
este ascetismo autocreados, esta religiosidad pagana no hace nada para
batallar contra la indulgencia carnal.
Pablo dice: miren esto, esa religión no sirve para nada, está desconectada
de la cabeza y no tiene beneficio alguno, no hace ningún bien. Y la palabra
clave que hemos de considerar es la palabra traducida como “culto
voluntario” en el versículo veintitrés.
Se debe a que eso es lo que la gente quiere. Eso es lo que gente quiere.
Usted adora lo que quieren los demás; esto es adoración al gusto,
adoración creada por el hombre.
Cristo ha liberado nuestra conciencia para que sea instruida por las
Escrituras. Y en esto creemos, nuestra conciencia está atada a las
Escrituras y no podemos hacer otra cosa, para parafrasear a Lutero.
Derek Thomas de nuevo dice: “Mantener una buena conciencia ante Dios
significa adaptarse a la normativa de Dios que Dios ha establecido, y sólo a
esa ley. La alternativa es tiranía. La alternativa es tiranía”.
Y Pablo nos advierte de no incorporar las doctrinas o prácticas que han sido
inventadas por los hombres y que no han sido reveladas por Dios. Las
prácticas a menudo se toman de las actividades de falsas religiones, así
que asegúrense de que sus prácticas religiosas están autorizadas por Dios
y no influenciadas por la adoración al gusto, o la adoración creada por el
hombre.
Dios es un Dios celoso, y su nombre debe ser reverenciado. Por tanto, aquí
está nuestro principio a la hora de acudir a su presencia según lo que Él ha
ordenado, no según la fabricación de nuestros propios rituales, sino para
darle adoración guardando sus ordenanzas; no siendo creativos, no siendo
tiranos e imponiendo sobre otros rituales hechos por hombres y
estrechando el hecho de ser sus hijos y su libertad para ser libres en su
obediencia a Dios.
Oremos: Padre, oramos que tú, por tu gracia y tu Espíritu, nos guíes a tu
presencia, que en Cristo Jesús nos escojas para acercarnos a ti y que, en
Cristo Jesús, por tu Espíritu y en obediencia a tu Palabra, podamos darte lo
que deseas: adoración espiritual en espíritu y en verdad para la gloria de tu
nombre, para la alabanza de Cristo Jesús. Amén.