Dialéctica y Positivismo Lógico
Dialéctica y Positivismo Lógico
Dialéctica y Positivismo Lógico
POSITIVISMO LO<iICO
CARLOS ASTRADA
DEVENIR
Dialéctica y
positivismo, ·lógico
colección filoso ¡la
Editorial Devenir
Dialéctica y
positiviSmo lógico
CARLOS ASTRADA
1· edición: UNIVER SIDAD NACIONAL DE TUCUMAN
Facultad de Filosofía y Letras, 1961
Cuadernos de Humanitas NQ 9
2'" edición revisada y aumentada 1Jor el autor: 1964
COLECCIÓN A CARGO DE : CARLOS ASTRADA y ALFREDO LLANOS
COPYRIGHT BY PLATERO S . R. L.
TALCAHUANO 468, DS. AIRES
H ECHO EL DEPÓSITO DE LEY
IMPRESO EN LA ARGENTI N A - P RINTED IN ARGENTINA
Prólogo a la segunda edición
Agotada rápidamente la e dición de este trabajo, publicado por la
Facultad de Filosofía y L etras de la Universidad N. de Tucumán,
lo que demuestra el interé suscitado, en un amplio círculo de lectores,
por -la temácica tratada en él, aparece es-ta segunda edición
revisada y ampliada en algunos puntos que h abían sido expuestos
muy sumariamente, y además con explicaciones y agregados con
relación a ciertos 3.spectos conexos y cOlllp lementarios de los problemas
dilucidados en el mismo.
Nuc;:stra crítica del positivismo lógico, originado en el Wiener
Kreis, y de sus proliferacion es semantistas y sintactistas, sobre todo
en los países anglosajones, ha enfocado esta dirección del pensamiento
contemporúneo en el momento de su d eclinación en los
ambientes intelectuales, renovados y alertados por el poderoso impulso
del pensar dialéctico en los diversos dominios de la indagación
científica y de la filosofía. No obsta a la comprobación de aquel
hecho la aval ancha de publicaciones intrascendentes, principalmente
en inglés, verd aderas reiteraciones y refritos de la posición inicial,
ya virtualmente perimida. Este aluvión de papel impreso Heno de
fórmulas y de ejemplos ridículos aducidos por los cultores e iniciados
en el misterio de "las nuevas lógicas" es la contraofensiva ya
sin fu erza que precede al descalabro y embrollo final en medio de
equivalencias o identidades analíticas erizadas de -:ontradicciones,
hecho que no debe extrañarnos, ya que una de las conclusiones a
que arriba B. Russell es que una proposición falsa cualquiera implica
todas las otras proposiciones verdaderas o falsas.
8 I Carlos Astrada
Lo que afirm amos ha quedado documentado en el albur corrido
por el positivismo lógico o neopositivismo o empirismo lógico en las
discusiones de los Congresos de filosofía científica a partir de 1935
hasta el epílogo crítico que marcó su irremediable declive en el
Congreso Internacional de Filosofía de Roma, de 1946, cuyos temas
se jerar:quizaron así : 19 ) "el materialismo histórico", 29 ) "él
existencialismo",
39 ) '"los principios de la ciencia y e! 'análisis del lenguaje",
puntos tratados en sesiones plenarias. En este Congreso, que
tuvo la más alta importanCia, pues por primera vez se inscribió
oficialmente entre sus temas de discusión e! mMeri alismo histórico,
hecho que no fue fortuito, puest( que él corresponde a la mergencia
histórica en tanto que factor de reconstrucción de la civilización,
scgún dijo Antonio Banh, a cuyo cargo estuvo su introducción
y exposición, en plenaria. Al hacerlo, Banfi destacó que el materialismo
histórico "no debe ser comprendido ni como una interpretación
económica de la hi$toria, ni como rechazo de una cierta
autonomía de desarrollo dt la humanidad, ni como negación de
una acción recíproca entre los diferentes aspectos de la cultura. Él
no es ni quiere ser una fi losofí'a de la historia en el sentido metafí
sico. La inversión de la dialéctica, operada por Marx la descarta" 1.
y el propio Gonseth afirma que " la ciencia incorpora de macla perfectamente
auténtico . . . " las categorías " de la dialéctica marxista
(actualización de la his toria, acción sobre el desarrollo de la historia
por el conocimiento que se adquiere de ella, según Banfi) " 2 .
Y respecto del pc:útivismo lógico, H. S. Gagnebin escribe: "Los
Congresos Internacionales de fil osofía científica de París (1935) Y
de Copenhague (1936) , e~ Congreso Descartes (1.93 7) marcan el
apogeo del emjJir"ismo lógico. Esta doctrina hace de la lógica y de
las matemáticas una tautología. Por eso mismo, ella pretende resolver
el problema de! conocimiento en dos tiempos: 19 por la indicación
de elementos primeros dados en su p erfección, y 29 por la
aplicación a estos datos primeros de reglas de algún modo automáticas,
y que no necesitan ningún progreso del espíritu, Este realismo
lógico completamente disociad n d lo real, este positivismo extremo
provocó, en el curso mismo de los congresos enumerados, una reacción
muy viva de parte de los sabios cuidadosos de preservar la
libertad del espíritu". ' . "Se concibe desde ,enton ces que la palabra
1 F. Gonseth, el Propos D'Un Congrés International de Philoso phie,
Dialectica, p, 100, NQ 1, 15/ 7/1947, .
"2 Op, ci t" p. 106.
Dialéctica y Positl: vismo lógico I 9
lógica, de la cual los filósofos del Círculo de Viena h acían un uso
tan particular, pareciese impropia para describir el eler;nento deductivo
del conocimie.1to objetivo. Este término se acomodaba· m'lJ con
el carácter sumari() y revisable d los datos; no ·daba cuenta de la
adaptación del medo de razonamiento mismo al objeto y a las dificultades
siempre nuevas que debían ser superadas; en fin, él no
comportaba este elemento dinámico inherente a} progreso del espíritu
humano en su esfuerzo por aprehender . la realidad. La palabra
dialéctica, por el contrario, incorporaba estos elementos de manera
vaga, es verdad, pt:ro perfectamente natural" 3. La vaguedad a que
aquí se alude r eside, como lo ponemos de manifiesto en los capítulos
IV y V de este trabajo, en la idea de " di aléctica" de l'Os epistemólagos
complementaristas.
El positivismo lógico, con el engendro de su semántica,. tiende
a escamotear el contenido objetivo de lo real. Se busca, en elucubraciones
y ensayos sin jerarq uía filosófica, "el significado del significacio";
se introduce deliberadamente el más especioso de los
lenguajes, mechado de signos superfluos; se destila la quintaesencia
de la "analiticidad" mediante analogías) identidades y pleonasmos
infantiles. Pero como no cabe reducir problemas objetivos a problemas
verbales, esta vana tentativa ha llevádo a ,los semantistas a ser
ininteligibles, a in rmrir en un constante galimatí as. Están muy lejos
de sospechar que 1111 lenguaje preciso y sobrio facilita el enfoque y
discusión de los problemas reales, a los que el positivismo lógico,
situándose por insuficiencia filosófica, en una posición agnóstica,
pretende presentar como prob l em~s aparentes o ficticios,
Precisamente, el abuso de la palabra lógica por parte de los
cultores de las "nuevas lógicas" y de los semantistas dedicados a
los intríngulis de las operaciones con las clases y relaciones, ha
llevado a los más cómicos embrollos y absurdos. Así, tenemos, según
Tarski. "la T eoria de las relaciones, parte especial muy importante
de la Lógica, en la que se estudian relaciones de carácter completamente
arbitrario y se estable en leyes relativas a las mismas" 4. Hay
"una operación nueva muy interesante e importante" 5, de la cual
resulta un "producto relativo" Rj S, que "es válido entre dos objetos
3 Op. cit., pP. 73-74.
4 Y 5 Intrcducción a la Lógica, pp., 102 y 107, trad. cast., Buenos
Aires 1961.
10 ICarios Astrada
x e y si hay un tercero z tal que tenemos al mismo tiempo: x R z
Y z S y". .. "Así por ejemplo, si R es la relación de ser esposo, y
S es 'la relación de ser hij a, entonces, RjS es válido entre dos per sonas
x e y si hay una per sona z tal que I x es esposo de z y z es hija
de y; por lo tanto, la relación R j S coincide con la relación de ser
yerno" 6 . No cabe n egar que estamos frente a una operación "nueva",
nuevecita y "muy interesante e importante" de la cual resulta la
relación (¿también nueva y muy importante ?) de ser yerno, pero
si aplicamos un cmmtificador de existencia para z, la suegra (cualquiera
z ), entoncf.S tenemos qu.e la suegra puede ser "muy importante"
para el yerno, pero poco, siendo también la inversa verdadera.
Asuntos familiares de 'las "nuevas lógicas" , en los cuales no
cabe inmiscuirse por discreción. Salvo cuando es tamos en presencia
de un caso fenomenal, de un verdadero abracadabra. Como estas
relaciones s,on abstr actas y "completamente arbitrarias" resulta, cuando
en ellas se introduce la realidad, que es contingente y aparen temente
arbitraria, un produ.cto sorprendente, pero no para la vida
que es la gran ca~a de sorpresas. Este ~ería el caso si se complican
aquellas relaciones referidas al parentesco en 'la siguiente forma,
siempre posible : x yerno de y; x (que es viudo) tiene un hijo de
su primer matrimonio, t, el que se casa con y (que es viuda y madre
de z) ; de es te modo x es yerno de su propio hijo. Pero aquí no
termina la relación de parentesco, porque el matrimonio x z también
tiene un hijo v, que lógicamente es hermano de t, pues ambos
son hij os de x. Y aquí vi ene lo extraordinario y paradojal de la
rel ación de parentef'co (una nueva paradoja, para los semantistas) :
v es hermano· de t y a la vez su nieto, y siendo los dos hermanos
entre sí, i r esulta que t es abuelo de sí mismo ! En esta coyuntura se
le plantea a t, a causa del intríngulis, la opción semánticamente
patética de ser abuelo de su hermano o hermano de su nieto, pero
la solución reside, sin duda, en que considel'emos a esta relación
como una t autología. Así llegamos al ta utológico abuelo de sí mismo.
En presencia de este acontecimiento incubado en la entraña de
la "nueva lógica", a nadie se le va a ocurrir, en presencia de sus
cultores y semanti5tas, que és tos son unos ingeniosos y unos vivos
sin abuelo (como reza el dicho corriente) , pues cada uno de ellos,
circunstancias medi ante y si la aviesa realidad mete la cola, puede
llegar a ser abuelo de sí mismo, es decir, abuelo tautológico.
6 Op. ci t. , p. 107.
Dialéctica y positwismo lógico I 11
Claro que este abuelo no basta, pues en sentido ascendente los
positivistas lógicos, para validar su dirección y sus productos al menudeo,
necesitan de un ancestro ilustre en el p ensamiento filosófico,
pero no pueden exhibirlo porque no lo tienen. A lo más, lo único
que les queda - descartado Leibniz, ignorado por ellos y unilateralmente
interprctitdo por algunos matemáticos- es acogerse de
manera vergonzante a Mach y el machismo, ya deshechos por la
crítica y del todo perimidos. Asimismo les resta tributar laudatorias
a algún fili steo insular dedicado a la po pular philosojJhy, al tou chea-
tout y al cultivo del cant británi co.
Con todo, a los semantistas y cultores na tivos de las "nuevas
lógicas" hay que reconocerles el fervoroso empeño que ponen en
glosar las pululan tes tentativas por cimentar, ahondar y esclarecer
la ciencia altamente sublimada y especializada de descular hormigas
en la resolana.
Introducción
El pOSI tIvIsmo lógico y las tendencias sintactistas y semantlstas
provenientes de la temática del Wiener Kreis, con su común denominador
sensorialista y agnostieista, constituyen hoy, por su ,difusión y
acción proselitis ta en los p aíses anglosajones y en algunos sectores de
los países subdesarroll ados de Occidente, una ideología, bien caracteriza
ole como tal.
Si el gran desarrollo y complejización de las matemáticas fue el
resultado del apogeo de las estructuras más evolucionadas del alto
capitalismo, el movimiento del empirismo lógico y sus formas conexas
es la expresión del stado crítico a que han 11 gado las superestructuras
del capitalismo monopolista. Aquel fenómeno ha sido señalado '
y documentado en su origen por Dirk J. Struik, quien afirma : "La
matemática moderna es el producto de la ap arición del capitalismo"
l. Frente a la concepción intuicionista (Brouwer ) y a la formalizadora
de la llamada lógica matemática o · simbólica, toda una
escuela de destacados matemáticos y filósofos de la ciencia, como E.
T. BelI y el propio Stl'uik (en su Breve historia de las matemáticas)
han asentado el nexo de la matemática con la realidad. A este respecto
escribe Struik : "La matemática como aspecto del mundo rea].
participa de su dialéctica. La di aléctica implica creación incesante.
Por su misma naturaleza, la matemática es, pues, creadora, trascendiendo
constantemente las tautologías que pueden surgir en su estruc-
1 La M atemática, p ág. 153, en Filo so fía del Futuro, t rad. casto México,
1951.
14 I e aTlas Astrada
tura. " Los formalistas han introducido los "axiomas trascendentales"
y se han opuesto enérgicamente a las tentativas de los logísticos ...
El fonnalismo de los axiomas se ha sublevado contra la tentativa (de
los logísticos) por reducir la matemática a una tautología, como lo
prueban las investigaciones de K. GOdel y otros" 2 . Dirk J. Struik,
subraya con Poincaré que la matemática no es una impresionante tautología,
como pre tende Wittgenstein y demás corifeos del positivismo
lógico.
Los libros, ensayos, artículos -sobre todo en inglés- de los adeptos
del positivismo lógico se multiplican voraginosamente y con una
fecundidad conejil. Fuera de algunos de sus representantes universalmente
conocidos, la mayoría de tales adeptos y divulgadores forman
una espesa mesocracia intelectual, cuya labor se reduce a incrementar
y refaccionar un "gigantesco sistema de minucias". Su fervor,
aj eno .a la transformación de las estru cturas de las ciencias y del pensamiento
filosófico, ha desembocado en el cultivo ramplón de una
seudo filosofía, caracterizada por un módico agnos ticismo y una metafísica
subjetivista ha tiempo superados y dejados muy atrás.
Al enfocar críticamente este movimiento y, en particular, su logística,
distinguimos entre el valor instrumental de ésta - considerándola
como lo que es, es decir, como un instrumento meramente supletorio
para la prueba- y aquella logística a la que el positivismo
lógico le ha adosado, desvirtuándola, su propia y precaria concep ción.
Tomada en el primer sentido, ella está avalada, en el reciente pasado,
por el precedente ilustre de Couturat, Peano, Lalande, Itelson,
matemáticos o filósofos de la ciencia, y en la actu alidad por la labor
- filosóficamente neutral, o con ponderada inclinación, respecto a
la logística- de H einrich Scholz, Oskar Becker, el epistemólogo
Jean Piaget, Hermann Weyl (en éste hay un nexo con la fenomenología
husserliana ), Gonseth, entre otros.
La pretensión d e superar y reemplazar la filo sofía por la logística
y el cálculo lógico (o por el análisis del lenguaje ) se ha mostrado
hoy infundada y enteramente vana. Por el contrario, la crítica ha
puesto en evidencia que cabe enjuiciar filosóficamente a aquellas tentativas.
Y en este sentido se ha abierto camino, como un problema
secundario, de radio estrictamente acotado, una filosofía de la logística.
Ella tendrá también por tarea enjuiciar los supuestos logísticos
2 Op. cit., pág. 165-166.
Dialéctica y positivismo lógico I 15
y de otra Índole del positivismo lógico _.x-, practicar un escrutInIO
eliminatorio en el enorme bric-a-brac que éste ha venido acumulando
desde hace casi cuarenta años .
.. Véase la obra, ya clásica de León Brunschwicg, L es Etapes de la
Philosophie Mathématique. Para la crítica de la logística, r emitimos al capítulo
XVIII, "Dissolution de la philosophie lo gistique" con sus acápites "Les
difficultés de l'interpretation analytique" y " Les difficultés du réalisme des
classes" . Como conclu sión de sus precisas observaciones críticas, Brunschwicg
nos dice : " ... La evoluoión de la filosofía logística evoca la idea de estas
usinas
metalúrgicas que, perfeccionando su utilaje, logran fabricar cañones capaces
de perforar sus propias corazas; por el progreso de la lógica simbólica,
la logística ha llegado ella misma a arruinar sus primeras ambicion es"
(Les Etapes de la Philosophie Mathém.atique, p. 410, 2da. ed., Alean, Pa rís,
1922). Piénsese que la primera edición de esta obra data de 1919 y se comprenderá
el alcance y validez, condicionada por la época, de aquella comparación.
Pero, con el -advenimiento de la cibern ética y su p rogreso, sobre todo a
partir de N. ,Wien er, y el desarrollo alcanzado en nues tros días por la
cibernética
soviética, con la nueva ciencia que ella ha promovido, la matemática
de las máquinas, la cu al impEca la mayor aproximación a la realidad
obj etiva, la coraza " tautológica" de la logística del positivismo lógico, que
incomunicaba
a éste de aquella realid <l!d, se ha desvanecido como un fantasma.
Además la física nuole ar, con sus r esultados, ha siderado hasta la sombra
semántica del fantasma. El átomo ha d ejado de ser la "fi cción" del machismo
y sus sucesmes, los empiristas -lógicos, como Carnap; inclu so su poder destructo'r
de la vida humana, ha sido d.esgraciadamente exp erimentado.
Para las diferentes concepciones de Ja matemática véase: Oskar Becker,
Grundlagen der Mathem.atik in Geschichtlicher Entwicklung. F,reiburg, M'ünchen,
1 !:i54. Es sólo de lamentar, respecto a es ta obra, que, en la parte consagrada
a la matemática moderna y contemporánea, la bibliografía sea preferentemente
alemana y muy escasa la anglosajona. Así, la importante escuela
de matemáticos a que nos h emos referido, no está contemplada en ella.
Capítulo 1
1) LA DIAL~CTICA C OMPLEMENTARISTA
En diversos dominios del conocimiento fi,losófico y científico se está
operando una renovación del pensar dialéctico, y h asta se torna
cada vez más evidente una primacía de la dialéctica, no sólo en el
aspecto metodológico, sino incluso en lo relativo al planteamiento de
los problemas mismos, T an pronto se desarroll a e.] proceso de conceptu
ación científico-natural (y el social-históri co, desde luego) las "cosas
mismas" imponen su tra tamiento dialéctico.
Podemos decir que el p ensamiento científico, en sus diferentes
campos, está dominado por la dialéctica. La.s nociones científicas - ya
sean de la física o de la biología- al pasar a t ravés de sucesivas teorías
de la ciencia y concepciones filosófi cas, han experimentado una
serie de transformaciones, articuladas en un proceso en el que está
manifiesto el trámite dialéctico que peticionan tales nociones y conceptos.
El proceso del conocimiento científico y filosófico se cumple
merced al proceso que Gastón Bachelard ha llamado justamente de
" dialectiza ción de l'Os con ceptos" .
La realidad que abarca la investigación científica, y a la cual se
aplica la dialéctica del conocimiento, no es una realidad hecha y estática,
sino una realidad en movimiento, en transformación, que se
está constantemente haciendo merced -como veremos- a una (;'üntradicción
que le es, inmanen t.e, y a la que el racionalismo, atenido
apriorísticamente a la identidad, no ve ni reconoce como tal.' -En 'carn~
lB I Carlos Astrada
bio, la dialéctica, al tratar de reflejar esta realidad, logra conocerla
y determinarla aproximativamente de modo específico.
. Desde 1938 comienza, en el terreno del pensamiento científico
y del epistemológico occidental -en trance de agotamiento por el
piétinement sur place de los manidos puntos de vista del neopositivismo
lógico y de la Erkenntni~theorie- una renovación, con alcance
restringido, de la dialéctica, para sacarlo a aquél del punto de crisis
en que se encontraba. Este movimiento se origina en los Entre,tiens
que el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual organizó
en Zurich aquel año. Gastón Bachelard, Paul Bernays, F. Gonseth,
etc. abrieron camino a la idea de que el conocimiento en función de
la experiencia debe ser un proceso dialéctico. De la puesta en marcha
de esta idea nació en 1947, la Revista Dialéctica.
En el programa formulado editorialmente aparece esta aserción
fundamental : "El hombre no es un ser ya fij ado en su forma natural,
ni aun detenido en una situación vital invariable. Si él se cierra a lo
nuevo, si cesa de pensar, si Tenuncia al saber, no ~s una armonía
estable la que él mantiene, sino que sella su propia decadencia. El
hombre permanece siendo hombre sólo cuando paga su tributo al
eterno cambio. Él únicamente puede existir deviniendo" (Editorial,
p. 5, inglés, p. 7, francés, p . 9, alemán).
De los enunciados de la tarea propuesta, que en su totalidad
tiene un carácter programático, sintetizamos los principales, tanto
del Editorial introductorio, como de las formulaciones doctrinarias
de Gonseth, Bachelard, H. S. Gagnebin: a) "la idea de dialéctica ...
ha devenido un pivote del pensamiento científico moderno; pero ella
ha desbordado el cuadro de éste para transformarse en el elemento
central de una filosofía que abraza el conjunto del conocimiento"
(H. S. Gagnebin); b) Sobre todo el frente del conocimiento, el saber
del especialista ha franqueado los límites de las evidencias comunes
; c.); "todo lleva a pensar que el conocimiento no puede ser
más que dialécticamente fundado" (F. Go'nseth) ; d) "el racionalismo
científico aparece como una filosofía di aléctica" (G. Bachelard) ;
e) la ciencia moderna se encuentra en una situación dialéctica, fundada
en su apertura sobre la experiencia, siempre revisable; f) el
pensamiento científico, por la acción recíproca entre teoría y experiencia,
avanza dialécticamente; g) como ha señalado Bachelard,
el progreso del conocimiento científico se desarroJ.!a por etapas, y
las conceptuaciones que va logrando se encuentran suJetas a un "proceso
de dialectizaci6n".
Dialé<etica y positivismo lógico I 19
El punto de vista preconizado por el equipo de Dialéctic.a difiere
de la concepción hegeliana, y su ulterior desarrollo tanto desde la
posición idealista como desde la del materialismo dialéctico, por cuanto
aquél considera posible superar y anular la contradicción. A esto
se llegaría en razón de que el hombr·e de ciencia trabaja en dos planos
(o dos sistemas) que se excluyen recíprocamente de modo que la
lógica que es válida para uno de ellos, no lo sería para el otro·x-.
Este punto de vista obedece, en nuestro concepto, a la extrapolación
del principio de complemen1:ariedad, formulado por Niels Bohr en el
terreno de la microfísica, a otros dominios científicos. La posición
teórica de una dialéctica complementaria, sobre la base de la superación
de la contradicción, ha sido expuesta por Paulette Destouches-
Février B'. .
, La proposición científica integrada incontradictoriamente en un
sistema es el resultado de la unidad de las contradicciones, que se han
manifestado en el otro sistema (o en el otro plano). Lo que se ha
logrado aquí, en realidad, es una síntesis, que, ,en una etapa más avanzada
(o progresiva) del conocimiento, se diversifica de nuevo contradictoriamente,
para encaminarse a una nueva unidad. Pero, en este
caso, lo que hace avanzar el conocimiento no es la complementariedad,
sino la contradicción, que se abre como un hiatus constante en
la supuesta identidad de la rea1idad a conocer.
2) LÓGICA y LOGÍSTICA
La Logística ('O lógica simbólica, como la llaman los anglosajones),
que se desarrolla en con1:actos, no muy claros, con la matemática,
es una de las direcciones más difundidas del agnosticismo contemporáne'Ü.
Sus representantes, de d.iversa extracción, sobre todo los
teorizadores del neopositivismo del Círculo de Viena, sostienen haber
superado el pensar dialéctico.
Ante todo precisaremos, para acotar su dominio de la matemá-
'* Este supuesto ha sido teorizado también en otros aspectos por E. B.
Zeísler, que establece una atenuación del principio de contradicción, al que
otorga plena vigencia dentro de un sistema, aqu el en que la proposición se
integra, y suspende o '¡¡ega a abolir su validez en.,otro sistema diferente del
primero
(Foundlation of Logic a71d Mathematics, pág. 122 y sg'l;. ; ed. Isaacs,
Chicago, 1955). ' I 11 11· I1 l
'*i* Véase Manifestation de la Complementarité, Dialéctica, 1948, pág.
409, y además Logique et ~héories physiques (Congrés International de Philosophíe
des Sciences, París, 1949).
20 I Carlos Astrada
tic a y ver qué nexos legítimos tiene con la Lógica, el significado y
alcance de la Logística.
,El nombre "Logística" proviene de Couturat, quien explica la
razón de esta designación, y por qué rechaza el de "Lógica simbólica"
como así también el de "Lógica matemática". Tal razón no es
otra que "la expresión " Lógica simbólica" acentúa de modo inconveniente
sólo un detalle sin importancia del dominio total", y la designación
"Lógic,a mat,emática" contiene una precipitada enunciación sobre
la relación de la Lógica con la Matemá tica, y por tanto da lugar a un
doble error : 1) a la idea de una aplicación de la Matemática a la
Lógica, .}a que, sin embargo posee sus propias leyes autónomas ; 2)
la idea de una Lógica aplicada a la Matemática, con lo cual la significación
y validez universal de es ta Lógica es perjudicada" ... "Por
esto preferimos la designación "Lógica algorítmica" , una palabra que
simplemente señala el hecho que en las leyes lógicas aparece un cierto
cálculo, o mejor, la designación "Logística", la que, no obstante
haber llegado a perder su vieja significación, evoca la misma idea" l .
El planteamiento de los problemas lógico-matemáticos y el desenvolvimiento
de la Logística dieron un gran impulso a la Lógica, la
que llevaba una marcha lenta, sacándola de lo que podemos llamar
su estado vegetativo. En el desarrollo de la Lógica, a par tir de este
momento, cabe discernir dos e tapas, una caracterizable por la tendencia
algebraizante. Este primer t ramo de su renovación es tá representado
por De Margan, Hamilton, Boole; la otra etapa es tá influí'da
por la tentativa de derivar los conceptos fundamentales de la aritmética
de principios analí ticos lógicos. Realizaron, entr.e otros, una destacada
labor, en este sentido, Frege, Couturat, Peirce, Whitehead y
Russell. La L ogística, en virtud de estas elaboraciones, fue preferentemente
llamada Lógica matemática porque la construcción de los
cálculos lógicos se sirve del lenguaje de los signos de la matemática,
tomada como modelo, y también porque los primeros cálculos lógicos
fueron desarrollados por matemáticos, siendo ellos usados para aclarar
los fundamentos de la matemática. En realidad, la designación
de "Lógica matemática" proviene directamente de la obra standard
de B. Russell y A. Whitehead : Principia M a>thematica (1910-1913) ,
obra próxima al error -contra el que reaccionó Couturat- de considerar
que la Logística es una Lógica especial de la matemática y/o
para matemáticos.
11 Die Primipicn der Logik, pág. 138-139, en Encyc/opadie der Philosophischen
Wissenchaften, 1 Bd., T ubingen, 191 2.
Dialéctica y positivismo lógico I 21
Gottlob Frege - quizá entre los matemáticos el de más aguda
visión lógica-, fue quien llevó a sus últimas consecuencias formales
la lógica clásica, acercando a ella la aritmética. Con su obra
Bases de la Aritmética (1884) e Ideografía: (1879) influyó decisivamente
en las elabnraciones logísticas de Russell y vVhitehead, que
adoptaron en lo fundamental sus originales puntos de vista y criterio
metodológico, aunque aquéllos no subrayaron la necesidad, para los
interesados en estos estudios, de tomar contacto directo con la obra
de Frege, cuyos escri tos recién en 1952, fueron traducidos al inglés;
p ero el pensamiento del matemá6co y lógico germano está bien presente
en Principia Math.em atica.
Frege se cmpeña en demostrar que los juicios aritméticos son
analíticos, de donde él extrae la consecuencia que los más altos principios
de la a ritmética son .lógicos. Introduce, además, otra noción
de aleance me todológico: el concepto de relación. A este respecto escribe
: "El conceptO' de relación pertenece, pues, como el simple a la
lógica pura. No se toma en consideración aquí .el contenido particular
de la relación, sino sólo la forma ,lógica. y lo que de ésta se puede
enunciar, su verdad, es con'Ocido analíticamente y a priori" 12 . Russell
también sigue el camino analítico de Frege. Distingue, en una explicación
metodológica previa, dos direcciones en la matemática, la const
ructiva, que desecha, y la otra "menos conocida" que "progresa ana'
líticamente a abstracciones cada vez más grandes y a la simplicidad
lógica. Ella no interroga qué se puede definir y deducir de los supuestos
fundamentales 'Originarios sino qué clase de conceptos y principios
más generales pueden ser encontrados, mediante los cuales nuestro
punto de partida pued ser definido o deducido" 3 . Russell ha
construido su teoría de las funciones proposicionales basándola en la
tcorí'a de Frege, acerca de los conceptos de relación. Además, él intenta
reducir los principios del álgebra a una lógica ampliada de los
conceptos de clase. Quiere mostra r que todos los enunciados sobre
cosas, incluso sobre espacio y tiempo - que siempre fu eron asentados
como inclependientes- pueden ~er reducidos a construcciones; luego,
medi ante éstas, las totalidades de ualidades, que sólo son dadas individualmente,
se ar ticularían, sin supuesto alguno, en sistemas unitarios
de ordenaciones sobre la base de los nexos existentes entre aquellas
totalidades o conjuntos.
2 Die Grundlagen der A,.ithmetik. Eine L ogisch-mathematische Unt er.
:chun.1! ¡¡b er den 'Begriff d er Z ahl. p ág. 82, Breslau, 1884, 1934.
3 lntroduction to M athematical Philosoph)" pág. 1, 2. ed. London, 1920.
22 I Carlos Astrada
La reforma de la Lógica, entrañada por la Logística, tendió a
crear un instrumental de símbolos, dotado de precisión y eficiencia.
Por este aspecto de su programa, a la Logística se la designó con el
nombre de "Lógica simbólica". También la lógica clásica usó símbolos.
Asi, Aristóteles fue el primero que los empleó (Alfa, Beta, Gamma)
para las operaciones lógicas y lo que él llamó apofansis. El sím·
bolo en las modernas transformaciones de la Lógica, y las más reCientes
de las lógicas polivalentes, trata de excluir la forma de expresión
material.
Es de hacer notar que las palabras del lenguaje son ya símbolos
conceptuales. Sobre su significación no puede surgir ninguna duda
desde que, en virtud de uno de los más fuertes influjos a que se encuentra
sometido el espíritu humano, tal significación ya está fijada
por la costumbre. Los signos poseen en gran medida constancia y determinación.
Ya que la palabra, en su significado, no es absolutamente
estable, esa constancia de los signos es una gran ventaja para el
lenguaje.
Las palabras, como es sabido, mediante los procesos de desplazamiento
o condensación de las representaciones, se adaptan a las
necesidades d el pensar. Aún en los dominios del pensamiento en que
nos es posible servirnos de otros sistemas artificiales de signos, no podemos
prescindir del todo del auxilio del lenguaje. "Es que -como
explica Wundt- el lenguaje es el único sistema de signos concebido
en constante e interna evolución. Mediante esta evolución, él es apto
para insuflar vida a cualquier simbólica artificial. Es así cómo ba,io
este influjo, los símbolos de las operaciones matemáticas han experimentado
múltiples modificaciones y se han creado nuevos simbolos
para nuevas relaciones descubiertas" 4 . Ningún sistema artificial de
signos puede remplazar al lenguaje. (Pavlov llama justamente a éste
el segundo sistema de signalación, siendo el primero los reflejos condicionados).
Por el contrario, el lenguaje comunica a cualquier sistema
artificial de signos la posibilidad de desarrollo que él posee. Esto
sólo puede suceder cuando el lenguaje mismo permanece en una continua
acción recíproca con tal sistema. T ales sistemas artificiales, como
señala Wundt, sólo pueden intervenir momentáneamente en lugar
del lenguaje para aligerarlo de tareas que éste puede realizar de
modo imperfecto. Tal es el caso de la intervención o aporte de la
matemática, la que suministra al respecto un testimonio irrefutable.
4 W. !Wundt, L ogik, L Bd. Allgemeine L ogik und Erkenntnistheorie, pág.
233 3 Auf. 1906.
Dialéctica y positivismo lógico I 23
"Sin embargo, la evolución de esta ciencia está ligada a la formación
de su sistema artificial de signos casi tanto como la evolución del
pensar a la formación del lenguaje" 5,
Hay, sin duda, que evitar el error o mala comprensión, bastante
difundida, que tiende a ver en el cálculo de .Ja especie ya indicada,
introducido por la Logística, un juego enteramente inútil de formas,
o lo que es aún más ,erróneo y exagerado, la tendencia a reducir el
pensar humano viviente a un estéril y seco mecanismo, y nivelar, así,
la riqueza del lenguaje natural (del "lenguaje-objeto" , como lo llaman
en su jerga los semantistas) h as ta un formalismo abstracto. De
hecho, la Logística, con r elación a un objetivo limitado, empero, es
sólo un instrumento, adoptado para lograr con su auxilio, en todo
proceso probatorio de las ciencias deductivas, exactitud, secuencia y
corrección lógica. Medi ante éstas cabe alcanzar conocimientos o evidencias
en las conexiones lógicas, los que no se podrían haber logrado
sin cierto cálculo. G. Frege, exagerando un poco quizá, ha comparado
la relación del cálculo .Jogístico con el lenguaje usual con la que
existe entre el microscopio y el ojo humano.
Con el advenimiento y difusión de la semántica (en íntimo marida
je con el 'positivismo lógico) , se comenzó a sostener la tesis de la
necesidad de remplazar enteramente el lenguaje conceptual de las
palabras y oraciones por un lenguaje simbólico, del todo artificial,
extraído de la matemática contemporánea. Les asiste, sin duda, razón
a los semantistas al requerir que se establezca una terminología
científi ca exacta y univalente, como lo reconoce P. V. Kopnin . Ya
Leibniz reclamó 10 mismo e hizo aportes valiosos con su idea de una
Zin,l!ua rationalis en conexión con una characteri1:tica universalis y el
" alfabeto de las ideas" . Nadie niega a los semantistas que "tienen razón
al afirmar que la exactitud ,( o más propiamente, estri ctez) en el
lenguaje tiene importancia primordial, y que las ideas más grandes
y los ideales más elevados pierden su signi.ficado si se comunican sin
precisión. El requerimiento de los semantistas para que se establezca
una terminología científica exacta y univalente, es justo" 6 . Pero,
se equivocan al especular con ciertas insuficiencias de la lengua natural
-el "lenguaje-objeto" - y sostener que en la ciencia es nece-
5 W. Wundt, Op.cit" pág. 233.
6 La naturaleza del juicio y sus formas de expresión en el lenguaje, en
D. P. Gorski, Pensamiento y L engua,je, p ág. 44 1. Pueblos Unidos, Montevideo,
1958.
2-4 I Carlos Astrada
sario sustituir el lenguaje conceptual de las palabras y proposiciones
por un lenguaje artificial vaciado en la simbólica matemática.
El lenguaje es el medio fundamental (el recurso fónico) para
expresar los juicios. Con él "no puede competir ningún lenguaje artificial
de los símbolos gráficos y tablas ... El simbolismo mat~mático,
los gráficos, las tablas, enriquecen los recursos de que disponemos,
surgen como consecuencia de las necesidades del desarrollo de las
ciencias. Su aplicación en el lugar correspondiente posee sus ventajas.
en comparación con el lenguaje verbal ... ; facilita, sobre todo, el
progreso de ciencias como la matemática, la fí'sica, la química y diversas
ciencias técnicas. La ventaja del simbolismo radica en su rigurosa
monovalen ci a"~ . No cabe negar, pues, que el simbolismo
matemático, los gráficos, los diagramas, las tabl as (funcionales y de
"valor de verdad") contribuyen, al desenvolvimiento de las ciencias
deductivas, y representan un sistema de connot.ación científica precisa
en las demás. Por medi'O del empleo del simbolismo ')(- se puede
deslindar un sector del saber científico y referirse siempre al mismo
con precisión expresiva y exactitud. Existen, ciertamente, medios
para expresar los juicios que difieren del lenguaje usual; pero tales
·recursos son auxiliares y no pueden existir independientemente de
éste. Son recursos que únicamente sirven como' complemento del
lenguaje y no pueden tener carácter universal. Certeramente afirma
Kopnin: "No es posible aplicar y comprender designaciones simbólicas,
sean de la clase que fueren, sin palabras y sin oraciones" 8 .
3) LÓGICA DIALÉCTICA y CARÁCTER I NSTRUMENTAL
DE LA LOGÍSTICA
La Logística no está por sí misma vinculada a ninguna concepción
o doctrina fi losófica. Un'O de sus def.ensores más decididos, Hcin-
7 Op. cit., pág. 442 .
. * F.n Jo que resp ecta a la Drct'cnsión de Jos Logísticos de que sólo l ~s
proposiciones que pueden traducirse en fórmulas p oseen pleno sentido y los
prob1-:mas nu e, en fun ción de u na rc",la dp 'cálculo. no son susceptibles de
ser p lanteados por ésta, son problemas fictic ios nos dice B. V. Freytag
Loringhoff
: "De nuevo se destaca bien que estos fi lósofps Logísticos naufragan
justamente con su propia filosofía, y ellos mismos to,rnan a abandonar uno
de estos dogmas tras otro. Los viejos problemas son más fu ertes que los
nuevos cálcu los" (Logik, ihl' System und ihr Verh.,(iltnis zur LogiStik, pág.
191, Stuttgart, 1955).
8 La naturaleza del juicio y sus form as de expresión en el lenguaje, en
D . P. Gorski, Op. cit ., pág. 442.
Dialéctica y positivismo lógico I 25
rich Scholz, le asigna cn su Geschichte de r L ogik (1931) un ,: arácter
meramente instrumental, señalando que ella no está necesariamente
ligada al positivismo. Pero 1'0 cierto es que el positivismo lógico del
Círculo de Viena y los semantistas de él provenientes o por él influidos
la vin culan, sin reparo alguno, a su propia posición doctrinaria.
Por lo demás, hay que señalar que el positivismo lógico ha trasvasado,
con alguna modificación ines.encial, a sus propios moldes lo
fundamental de la problemática de E. Mach. El Círculo de Viena,
con sus proliferaciones anglosajonas es, en el fondo y has ta en la
forma, una reiteración tardía on recursos simbólicos y semánticos,
de la concepción positivista del machismo.
Ante todo, es nccesari'O subrayar que no hay oposición entre Logística
y Lógica dialéctica, como suponen y lo proclaman los partidarios
de la primera. Entre éstos, algunos latinoamericanos con mentalidad
colonial, que exteriorizan una .adhesión idolátrica, y muy pasatista,
por B. Russell, afirman con ingenuidad de neófitos que la
"lógica matemática" (así designan 'ellos a la Logística) es muy superior
a la lógica dialéctica. Además de falsa, tal opinión aparece
como ridícula, cuando se acotan estrictamente los dominios de ambas
disciplinas. El radio de aplicación de la lógica dialéctica materialista
es enormemente más amplio y rico de contenido que el de
la Logística, como tendremos oportunidad de verlo. La fertilidad
de la primera es evidente, no sólo en el terreno del acaecer socialhistórico,
sino también en el de las diversas ciencias naturales, incluyendo
hasta la microfísi a.
La influencia tardía de B. Russell, 'Wittgenstein, Carnap, ha
obrado deformativamente sobre la mesocracia universitaria de Latino
América. Sus representantes, dogmáticamente, han hecho de
la "lógica ma temática" o " lógica simbólica" una especie de panacea.
Si los positivistas del Círcu lo de Viena desvirtuaron el carácter
instrumental de la Logística, adosándole sus propios y, a veces, subrepticios
supuestos fil05óficos, los módicos panegiristas de estos países
coloniales la han absolutizado h aciendo de ella una Weltanschauung.
Según ellos, la " lógica matemática" hace inútil toda pesquisición
en los dominios filosóficos (en el de la gnoseología, epistemología,
ética, metafísica, etc.) ya que en éstos los problemas "no tienen
sentido" , son mal planteados o no cabe plantearlos. Sólo los logísticos
son aptos para declarar su legitimidad y discutirlos, ya que
ellos saben acudir al metalenguaje Ln y al cálculo sentencial, de
clases, de rel aciones, etc., empleando, además las "tablas de verdad"
26 I Carlos Astr,ada
("valor de verdad" es una expreSlOn introducida por Frege, para
los juicios) y las "conectivas". A los l'Ogísticos nativos que se dedican
a proclamar y poner en práctica las ventajas de estos cálculos
para toda clase de conocimientos (aunque se mueven con lentitud
y a tropezones dentro de los esquemas meramente deductivos y "formalizad'Os",
partiendo. de "axiomas"), les sucede que con una mano
ordeñan la vaca y con la otra. . . sostienen la criba . .
Cuando, en el segundo Congreso de Filosofía de Ginebra (1904),
Couturat, Lalande e Itelson, sin acuerdo previo entre sí, propusieron
designar con el nombre de "Logística" al conjunto de nociones, fórmulas
y reglas de cálculo de la nueva Lógica (que ya delataba en los
lineamientos lo que sería su construcción) pensaron que ella podía
constituir, en el dominio de las ciencias, sobre todo deductivas, una
especie de lengua internacional clara y compr,ensible para la comunicación
científica. Facilitaría esta tarea a la Logística la tendencia,
quizá ínsita en ella, hacia la formalización; su carácter formal mismo,
además, la hace indispensable para la deducción científica, aunque
se pone en duda que sea un medio útil para la invención y la
demostración.
Sin embargo, posteriormente a la enunciación de este programa
ajustado y legítimo, comenzó a imperar el arbitrio individual y cada
tratadista introdujo nuevos signos y connotaciones simbólicas en el
lenguaje formalizado de la Logística; aumentó el número de las
llamadas "conectivas" o modificó sus signos. Además, en la lógica
modal, en la cuantificacional (o cálculo funcional de las clases),
unos l'Ogísticos emplean letras mayúsculas, otros minúsculas, y algunos
letras diferentes que los anteriores, para la notación. También
varía el significado que asignan a los símbolos. Otro tanto acontece
con los signos metalógicos. Así, Lukasiewicz creó una notación enteramente
personal y diferente de las anteriores ; además 'Otra notación
para el "cuantificador". Vale decir que el sistema de notación
de la Logística está muy lejos de ser unívoco, sino que, por el contrario,
se ha convertido en una especie de varios Vo'lafJüks, cada uno
de uso particular y exclusivo de los teóricos e innovadores de la
Logística, los que se ponen de acuerdo h aciendo una mezcla de
aquéll'os. Proliferan de este modo los sistemas de notación, tablas,
diagramas (para las lógicas tri valen tes y polivalentes) hasta el extremo
de constituir una verdadera Babel.
En presen cia de sus primeras y ya evidentes extralimitaciones,
Dialéctica y positivismo lógico I 27
Alois Riehl llamó al cálculo logístico "deporte lógico". Si él pudiese
observar en alguno de nuestros países coloniales el terrorismo sintáctico-
semántico-logístico militante implantado por l'Os cultores de
aquél, especificaría más esa acertada calificación llamándole a ese
deporte "boxeo lógico" . Los que lo practican, como matemáticos y
físicos o aficionados a la matemática y a la física, se caracterizan
en la mayoría de los casos por su d esconocimiento de la filosofía (de
su gran problemática), a la que enjui cian en nombre de la panacea
de la "lógica simbólica" con celo e intransigencia de neófitos.
Hay que destacar que los maestros, tan citados y a veces mal
interpretados por ellos, jamás levantaron la objeción fundamental
que hace la friolera de cincuenta años hizo Paul Natorp al forma·
lismo deductivo de la Logística. Al r ferirse a la tentativa de sus
representantes de hacer de la lógica formal una rama de la matemática
(basándose en el carácter deductivo de ambas) y de asignade
como tarea el establecer las leyes del procedimiento d eductivo
y la justificación de la validez universal y necesaria que él pretende,
escribe Natorp : "¿ Puede, empero, establecerse y justificarse un procedimien
to lógico median te la operación del procedimiento mismo?
Esto es en sí un contrasentido puesto que el mét'Odo de la deducción
tenía que ser ya presupuesto como formul ado y justificado para que
las pcticionadas formulación y justifi ación puedan resultar válid as.
La marcha circular de la fund amentación es evid ente ... La imposibilidad
de tal propósito está manifiesta, si luego se comprueba
cómo además el procedimiento de la deducción misma es presentado.
Se asientan en la cima defini iones, las que expresamente
sólo significan convenciones sobre el uso de ciertos símbolos, no
iuicios, los que necesariamente serían verdaderos o falsos. Se formulan
después principios con respecto a estos símbolos. es decir, se
dan prescripciones sobre la admisión de ciertas combinaciones diversas
y cambiantes de los mismos. . . De h echo, para estas combinaciones
tampoco es indicado o echad'O de menos ningún sentido
ulterior; ellas están úni camente sujetas a la restricción de no poder
anuhl rse a sí mismas" 9.
Esto es sólo una mue tra de las críticas formuladas a la logística,
a su "fundamentación" deductiva en círculo (circulus in probando).
Pero, desde h ace medio siglo, hay otras que ponen de manifi.esto las
extralimitaciones e insuficiencias de las construcciones logísticas, en
9 Die Logischen Gnmdlagen der Exakten Wissenschaften, pág. 5-6,
Berlín 1910.
28 I Ca1"los Astrada
razón de la pretendida y no probada validez de sus principios. Los
que conocen Filosofía y Lógica, a la vez (y no solamente Logística
de modo fervorosamente mnemotécnico) no pueden pasar por alto
las críticas que desde el punto de vista filosófico se han hecho a los
aspectos centrales de la Logística y a sus pasos operativos. Nos referiremos
únicamente (dejando de lado la de Cassirer, Riehl, también
importantes) a la crítica de H. Poincaré. Éste, acerca de la pasiografia
de Peana (contenida en su Formulaire de mathematique, París
1901) nos dice : "El elemento esencial de este lenguaje son ciertos
signos algébricos que representan las diferentes conjunciones: si, y, o,
pues. Que estos signos sean cómodos, es posible; pero que ellos estén
.destinados a renovar toda la filosofía, es otro asunto. Es difí cil :ldmitir
que la palabra si adquiere, cuando se la escribe 3, una virtud
que ella no tenía cuand se la escriba si" 1 0 (3 es uno ele los dieciséis
.símbolos de la tabla id eográfica de Peano) . En tal observación,
Poincaré apunta certeramente a la dependencia inabolible en que
está el simbolismo logístico respecto del lenguaje. Sobre los principios
que Russell introduce en el cálculo proposicional y que considera
indemos trables, explica Poincaré : "Pero estos principios indemostrables
son llamados a la intuición, son jui cios sintéticos a priori.
Nosotros los veríamo,~ como intuitivos cuando los encontrásemos,
más o · menos explícitamente enunciados, en' los tratados de matemá
ticas; ; han cambiado ellos de carácter, porque el sentido de la
palabra lógica se ha ampliado, y nosotros los encontramos al presente
en un libro intitulado Tratado de L ógica? Ellos no han cambiado
de naturaleza,' ellos solamente han cambiado de lugar" 1'1.
Poincaré ha visto p er f.ec tamente que los errores y contradicciones
en que, según propia confesión, suelen in currir, tan a menudo,
los logí'sticos, .amenazan de ruina el edificio entero que ellos están
levantando y constantemente refaccionando. Para que prosiga la
construcción de és te y se logre mantenerlo incólume se requiere que
las reglas - ya que la intuición no está llamada a permitirnos cliscriminar
acerca de las mismas- posean una validez incuestionable.
"Pero entonces - afirma Poin caré, dirigiéndose a los logísticoses
necesario que ellas sean infalibles; es sólo a 'una autoridad infalible
que se puede tener confianza ciega. Esto es, pues, una necesidad
para vosotros. Seréis infalibles o vosotros no seréis. No tenéis
el derecha de decirnos : "Nosotros nos equivocamos, es verdad, pero
10 Science et Mét h r> de, págs· 166-1 67, París 1912,
n Op, cit., pág . .1 75.
Dialéctica y positivismo lógico I 29
vosotros os equivocáis también". Equivocarnos, p ara nosotros, es
una desgracia, es una desgracia muy grande, pero para vosotros es
la muerte" 12 . •
Aparte de esta obj ción fundamental respecto a las desastrosas
consecuencias de la falibilidad de las reglas logísticas, Poincaré también
señala la impotencia y complej idad de las ecuaciones logísticas
para la demostración, y que ellas en lugar de facilitar ~a invención
científica, la traban. Carece la logística, además, de concisión desde
el momento que para establecer que 1 es un número necesita 27 (veintisiete)
ecuaciones, como aquél hace notar ; y, con r especto a idéntica
complicación en las distinciones, nos dice: "Si nosotros distinguimos,
con Whitehead, el individuo x, la clase de la cual el único
miembro es x y que se llamará ix, después la clase de la cual el
único miembro es la clase de la cual el único miembro es x, y que
sc llamará iix ¿ puede creerse que con estas dis tinciones por útiles
que ellas sean se va a aligerar mucho nuestro p aso?" ~~ .
4) DEDUCCIÓN MATEMÁTICA y D EDUCCIÓN LÓGICA
En lo que respecta a B. Russell, en su propósito de fundamentarlógicamente
la teorí'a de las clases, cae en el error de tr.atar, en vano,
de deducir el conceDto de clase, que tal como él lo fo rmula, es específicamente
matemático, del con cepto de juicio, ql,le es específicamente
lógico. Para ello, apela al recurso, matemá tico y no lógico,
de la interpretación cuantificante de la relación de la cópula lógica
- trámite subrepticio en la llamada función proposicional- a fin
de suministrar al juicio un fundamento positivo.
Aparte de esto, B. Russell llama " deducción lógica" a la deducción
matemática, las que son esencialmente diferentes. Esta confusión
corre a través de todas sus disquisiciones sobre lóglca simbólica. Ello
está bien manifiesto, por ejemplo, en esta explicación: "En la deducción,
una ° más proposiciones son llamadas pTemisas, de las cuales
nosotros inferimos una proposición llamada conclusión . Para nuestro
propósito será conveniente, cuando hay originalm nte varias premisas,
unirlas 'en una proposición simple, a fin de estar autorizados para
hablar de la premisa así como de la conclusión, De este modo nosotros
podemos considerar la conclusión como' un proceso en el cual
pasamos del conocimiento de una cierta proposición, la premisa, ' al
11.l Op. cit., pág. 194,
1.3 Op. cit., p;íg, 193.
30 ¡ Carlos Astrada
conocimiento de otra proposición, la conclusión, pero no consideraremos
tal proceso como deducción lógica a menos que él sea conecto,
es decir, si no hay una tal relación entre premisa y conclusión,
que tengamos el derecho de creer en la conclusión si nosotros
sabemos que la premisa es verdadera. Esta es la relación que es
principalmente de interés en la teoría de la deducción lógica" H .
No se trata aquí de una deducción lógica, como cree Russell,
sino matemática. Kant fundamentó claramente la diferencia entre
ambas. Es sabido que el procedimiento de Russell y de los repre·
sentantes de la lógica simbólica es analítico. Pero, un análisis que
se remonta a los principios - Kant lo ha mostrado bien en la Crítica
de la razón pura y en la L ógica- requiere ser probado por una deducoión
de los principios analizados, trámite mediante el cual éstos
son puestos suficientemente en evidencia.
La deducción analítica como deducción lógica y, en general,
filosófica, es fund amentalmente diferente de la deducción matemática.
Aquella tiene que partir de principios evidentes o demostrables
como tales. El análisis ti ene por supuesto una diversidad ordenada
y él va a las definiciones inmanentes a tal ordenación. El análisis
lógico se ,dirige a la idea de ordenación dada y, por lo tanto, al
fundamento de la ordenación. En cambio, el análisis matemático se
dirige a las relaciones de ordenación de los elementos del orden dado.
La confusión de ambos trámites, en B. Russell, está patente. Su
análisis deductivo no es, como él afirma, lógico, por cuanto, bajo
modificación del punto de vista de la ordenación, toma las definiciones
consecutivas como fundamento de la deducción. Tal procedimiento
proviene de la inveterada y explicable propensión del matemático
.a servirse de este' modus operandi, legítimo en matemática,
pero, en homenaje a la claridad y precisión filosóficas, es necesario
llamar a las cosas por su nombre y determinarlas de acuerdo a su
naturaleza .:<.. .
Kant, que distinguió perfectamente deducción filosófica de deducción
matemática, nos dice: "La síntesis es o filosófica o matemá-
14 Introduction Yo Mathematical Philosophy, Cap. XIV, Incompatibilit
y and the theory of deduction, pág. 145-146, ed. cit.
,* Nos limitamos a una de las principa.Jes objeciones que suscitan los
~ll nd amen to s aportados por B. RusseJl para la lógica simbólica. Sería largo
y redundante entrar en el análisis de Jos errores y equívocos del cálculo a
base de funciones proposicionales, señalados ya d esde hace cuarenta años por
la crítica. Basta un ejemplo (y para ello empleamos los conocidos signos
establecidos por Whitehead y Russell, en Principia M'llthematica, Vol. 1, pág.
Dialéctica y jJositivismo lógico I 31
tica e igualmente también el análisis. La síntesis filosófica es el enlace
mediante un fundamento" ~5, y, para explicar del todo su afirmación,
podemos agregar que el análisis filosófico (y su demostración
mediante la d educción) supone ir a tal fundamento. Asimismo,
Kant con respecto a la necesaria separación de matemática y filosofía,
escribe : "Es justamente tan infructuoso y absurdo filosofar en
el campo de objetos de la matemática, como querer hacer progresos
en el de la filosofía por medio de la matemática, tanto en lo que
concierne a la finalidad como al talento ,exigible por .ambas, las que
mutuamente están fundadas en la razón I(pues esto significa conocimiento
a priori), y en esto no se diferencian una de otra según el
grado, sino según la especiJe. En los sujetos ocu,pados en ellas y en
su diferente disposición natural para las mismas se percibe, -no sin
admiración, su heterogeneidad has ta el extremo que, en atención
a su importancia y al valor de su tarea específica, se tratan o desdeñosamente
o con hostilidad" cu;.
Por no haber reconocido que la deducción filosófica sólo es t al
a base de la idea de ordenación o de fundamento, Russell ha caído
en -el conocido sofisma de "la clase de todas las clases que no se contienen
a sí mismas" (la cual no se contiene y se contiene a sí misma).
De ahí que para salir de esta seudo contradicción, oitada a cada rato
por los tardíos epígonos del cálculo proposicional, haya tenido que
acudir a la "jerarquía de los tipos" (tipo = extensión de la significación
de una función proposicional; toda proposición que contiene
6,7, 12, Cambridge, 1910). La "implicación" no es, corno cree Russell, analitica:
"p J q" así como "~p ;J q", si la premisa p es fa lsa, entonces "p
es verdadero y q es falso" es también falso; luego "o no q o p (~ p v q) es
verdadero, y por consiguiente "si p estonces q" (p. q ) es verdadero, 10 que
evidentemente sería un sofisma. Lo que pasa, y se documenta en este caso,
es que la "implicación" no es una consecuencia analítica por cuanto ni la
proposición
falsa. p, ni la proposición ve:rdadera q es inman ente a. la estructura
judicativa hipotética "si p entonces q" , ni tampoco es inmanente a la estructura
judicativa problemática "o no - p o q". Sólo de la proposición "p es
falso" se sigue analíticamente también la proposición "p es verdadero" es
también falso. (Véase, para comprobación de la inferencias arriba apuntadas,
Introduction, pág. 147, ed. cit. , " .. . "p implies q" is to mea.n "not-p
01' q": its truth-value is to be tru tb. if p is fa lse, likewise if q is tDu,e ,
and
is to be fa.lsehood if p is true and q is false").
i5 R eflexion en Kants zur kritischen Philosophie. II Reflexionen ;ur
Kritik der reinen Vernunft, p ág. 299, editadas por Benno Erdmann, Leipzig
1884. .. _ ,
16 Opus Postumum, n: págs. 544-546. XII Convolut. 1 Bogen Seite, 1-4,
Artur Buchenav, Berlín, 1938.
32 I Carlos A strada
una variable define un tipo, el cual es, a su vez, definido 'por la
fun ción proposicional f (x) y al axioma del cÍr,culo vicioso, formulado
por él y por Whitehead: lo que presupone que el todo de un
conjunto o colección no es miembro de ésta. Tal ax,ioma, enlazándose
con la jerarquía de los tipos, permite la eliminación de las
contradicciones a que llevan los conjuntos y la sedicente paradoja
de la teoría de las cl ases. Es decir, que una función proposicional no
puede tener como argumento a sí misma o a algo de ella deducido.
Por lo menos la jerarquía de los tipos tiene de positivo el mostrarnos
que es falso considerar a es tos tipos entre sí como clases, las que
consisten en elementos, del mismo tipo, evitando asÍ! la paradoja de
la t eoría de las clases.
Hemos puesto de manifiesto el error en que incurre B. RusselI,
al confundir deducción filosófica con deducción matemática, y las
consecuencias que aquét· trae apareadas. Por lo demás esb muy lejos
de estar decidido, como él y los logísticos piensan, si los juicios
matemáticos son analí'ticos, como sostiene Leibniz, o sintéticos a
priori como enseña Kant. Acerca de la afirmación de ' Kant de que
las proposiciones aritméticas son sintéticas a ' priori mucho se ha discutido
por parte de los filósofos y más por los matemáticos. Ya al
año de la ' publicación de la "Crítica de la razón pura" surgió la
primera impugnación de dicha tesis, hecha directamente a Kant por
Joh ann Schultz. Mucho después el gran matemático Gottlob Frege,
quien introdujo por primera vez la función proposicional ampliando
el horizonte de la lógica y dando, a la vez, una base analítica,
para el ulterior desarrollo de la logística, sostuvo, contra Kant, que
las proposiciones aritméticas no son sintéticas a pTiori, sino analíti cas.
Louis Couturat fue el último matemático destacado y, también 10gÍ;,tico,
que reprochó a Kant haber sostenido sin fundamento que los
juicios matemáticos, y concretamente el juicio aritmético, son sintéticos
a jhiD'ri.
, Después de aducir la r espuesta de K ant a Schultz, como la argumentación
más esclarecedora y precisa que éste haya aportado
para rebatir' por anticipado las críticas que se puedan formul ar a su
aserción, sintetizaremos, enfocándolos críticamente, los argumentos
de Frege y Couturat.
En carta a Schultz, de fecha: 25 de noviembre de 1788, y con
referencia a las obj eciones de éste y a la obra que le anuncia (Prü,
fung der KantiSlchen KrVtik) , Kant le dice : "La aritmética general
(Algebra) es una ciencia de tal modo ampliatoria. que no se puede
Dialéctica y positivismo lógico I 33
mencionar ninguna de las ciencias racionales que a ella en esto iguale,
hasta el extremo que las partes restantes de la pura mathesis
esperan en gran medida su crecimiento' de la ampliación de aquella
teoría general de las magnitudes. Si ésta consisties'e de meros juicios
analíticos, entonces la definición de las últimas serí'a por lo menos
incorrecta por cuanto ellas consistirían en meros juicios aclaratorios,
yen tal caso un importante problema sería difícil de resolver: ¿Cómo
es posible la ampliación del conocimiento mediante simples
juicios analíticos ?". .. "Si yo considero 3 ¡+ 4 como la expresión de
un problema, a saber : encontrar para los números 3 y 4 un tercero
igual a 7, para el cual el uno es tomado en cuenta como el complemen1tu-
m ad totum del otro, el resultado acaece mediante la acción
más simple, que no requier.e ninguna prescripción particular
para la soluci6n, la adición pucesiva que produce el número 4 sólo
como continuación del contar a partir del número 3. El juicio
3 + 4 = 7 parece ser, por cierto, un mero juicio teot:ético, y lo es
también objetivamente; pero subj etivamente el ,+ designa una especie
de síntesis, la de hallar de dos números dados un tercero" ...
"Supuesto ahora que fuese un juicio analítico, tendría precisamente
que pensar lo mismo de 3 ,+ 4· como de 7, y el juicio sólo me haría
más claramente consciente mi idea. Ahora bien, como la sustracción
12 - 5 = 7, da un número 7, d el cual yo pienso lo mismo que antes
pensé de 3 ;+ 4, entonces, de acuerdo al principio eadem uni tertio
su'nt eadem inter se, cuando pienso 3 y 4, pensaría al mismo tiempo
12 y 5, lo cual es contrario a . aquello de que tengo conciencia u.
A continuación, Kant recuerda a Schultz que todos los juicios
analíticos por conceptos se caracterizan porque ellos quizá pueden
presentar también un predicado contenido sólo como concepto parcial
en el concepto del suj eto, y sólo la defini ción exige que ambos
conceptos sean recíprocos. Y Kant agrega, con gran precisión y claridad:
"Solamente en un juicio aritmético, a saber, en una ecuación,
tienen que ser ambos conceptos 3 '+ 4 Y 7 enteramente concep·tus
reciproci y objetivamente ser idénticos totaliter. En la tarea de resumir
por el concepto 3 y 4 en un número, el número 7 entonces no
tiene que haber surgido por análisis de tal concepto, sino mediante
construcción sintética, la que representa el concepto de la composición
de los dos números en una intuición a priori, a saber, en una
única enumeración" 18 . .. ! ,
),7 Briefe, 1. pp. 369 y 370; Kants Wel'ke, Bd. 9, ed. Cassi rcr.
18 Op. cit., p. 37 1.
34 I Carlos Astrada
Esta discriminación kantiana, tan sólidamente fundamentada,
nos permite cerciorarnos que Frege se equivoca al sostener que
7 '+ 5 = 12 no es un juicio sintético .a jJriori, sino analítico. En
esta proposición} 7 1+ 5 = 12, prototipo de juicio sintético a "priori,
para Kant, trátase, según Frege, sólo de una ecu ación, en la que
el nexo entre sujeto y predicado queda excluido, disuelto. De aquí
que de acuerdo con este criterio llegue a sostenerse que 7 es el sujeto,
considerando que 7 = 12 si es aumentado en 5 unidades, o que el
suj eto es la suma de 7 y 5 (lo que es más conforme con el carácter de
dic,ha proposición) o, por 1Íltimo, que el sujeto del jt~icio es la relación
existente entre los número designados po.r 7 + 5, por una
parte, y 12, ·por la otra, a los que atribuimos como predicado la
igualdad, .0 mejor, la identidad, De este modo el juicio queda descpmpuesto
analíticamente, como es evidente, 'pues se parte, en realidad,
como se desprende de lo ya ¡;eñalado por Kant, en Jo precedentemente
citado, de 12, y se lo descompone en 7 + 5. Pl,lcliC'nno
serlo .también en 8 + 4 ó en 9 :+ 3, que de acuerdo al procedimiento
analítico con relación a 12 son objetivamente idénticos
tOltalite,r. Es que Frege, al otorgar la primacía a las relaciones de
tipo ,ccuacional para el análisis opera:tivo, separa y hasta proscribe,
en lo que él llama nexo. entre ·"relaciones lógicas" , la relación entr.e
suj eto y predicado. Ello puede, quizá, estar justificado cuando sólo
&,C opera ~on ecuaoiones sobre la base de la deducción, que no. va
Ipás . allá de equivalencias analíticas, es decir, de identidades, por
cpmplejas que éstas sean. Es eviclente, pues, que si todas las ecuaciones
son ~proposiciones, no todas las proposiciones son ecuaciones.
Haber incurrido, precisamente, en esta última identificación fue uno
de los errores de la lógica .algebraica de Schrader, que desconoce 10
genuinamente lógico, y contra la cual con toda razón, aunque paradojalmente,
polemizó Frege. Si esta lógica, considerada en su conjunto
fue un aporte de significación para la logística en cierto.s
aspectos, devino después por obra de su superflua y artificiosa complejización
y detallismo un modus operandi mecánico y en el vacío.
Por lo demás, con su teoría de las "relaciones lógicas" y la no confesada
primacía d,e las de tipo ecuacional, Frege no llega, como se
propuso, . a la región de lo puramente lógico, si.n9 q.ue queda en el
plano de las ecuaciones, y, además, su pretensión de ir más allá de
la mera estructura judicativ:a es apeI1as un ir má..~ allá de su mera
expresión verbal. No otro alcance' tuvo su propósito de quebrar el
Dialéctica y positivismo lógico I 35
dominio de la palabra sobre la mente humana, empresa utópica de
matemáticos.
En lo atinente a la objeción de Couturat contra el carácter
sintético a priori de los juicios aritméticos, ella ha sido discutida e
impugnada, en favor de lo afirmado por Kant, tanto desde el sector
de los matem?,ticos (el caso más destacado es el de H. Poincaré)
como del de los filósofos. Veamos, en primer lugar, el argumento
de Kant respecto a tales juicios: "Porque se opinaba que todos l'Os
razonamientos de los matemáticos se seguían del principio de contradicción
(el cual es requerido por la naturaleza de toda ·certeza
apodíctica) se estaba p ersuadido de que también los principios se
reconocían en virtud del mismo; en lo que se equivocaban, pues
una proposioión sintética puede, sin duda, ser considerada según
cl principio de contradicción, pero jamás en sí misma, sino sólo
cuand0 es presupuesta 'Otra proposición sintética, de -la que pueda resultar
la contradicción" 19. Es decir, y esto lo vio bien Kant,el principio
de contradicción no rige para una proposición sintética en su
contenido intraproposicional, sino que su validez se refiere a esta
clase de proposicion es desde el punto de vista interproposicional.
Respecto al carácter sintético del juicio aritmético, Kant explica:
"Al principio se podía p ensar que la proposición 7 :+ 5 ~= 12 es
una proposición rneramcnte analíti ca, que resulta del concepto de una
suma de siete y cinco conforme al principio de contradicción, pero,
si esto se consider,a de más cerca, se ve 'ql:le el concepto de suma
de 7 y 5 no contiene nada más que la unión de ambos números en
un único número, con ID cual no se piensa en modo alguno cuál
sea este único número que reune a los dos. El concepto de doce
no es por ello de ningún modo pensado porque yo piense simplemente
aquella unión de siete y cinco". .. "Es necesario, pues, salir
de este concepto, pidiendo ayuda a la intuición que corresponda a
uno de ambos números . .. " 20. Y Kant toma como ejemplo, inapropiado
sin duda y que ha dado lugar a mal entendidos, el de los
cinco dedos de la mano; pero su afirmación de que la proposición
aritmética .es sintética a priori no ha sido invalidada, con fundamento
serio, hasta ahora. Lo intentó, como ya apuntamos, Louis
Couturat, tratando de probarlo, desde el punto de vista aritmético,
por la vía demostrativa (en su muy citado e invocado -en la época
19 Júitik der reinen Vernunft, Einleitung, V, p. 42, Kants Werke, Bd. 3,
ed. Cassirer.
20 Op. cit" p. 43.
36 I Carlos Astrada
en que se publicó y aun con posterioridad- ensayo L a Philoso'phie
des mathématiques de Kant, "Revue de Métaphysique et de Morale",
1904, número dedicado a Kant en el centenario de su muerte,
como asimismo en su obra Principes des Mathématiques). Explica
Couturat: "Como no prueba su tesis más que por ejemplos, estamos
obligados a discutir sus pmpios ejemplos" . . . " . . . El concepto de
suma de 7 y 5, por lo mismo que implica la reunión de dos, números
(o, más exactam'ente, de sus unidades) en un solo número, contiene
este número mismo, atento a que éste está determinado por eso de
una manera unívoca ; entre 7 + 5 y 12 hay no solamente igualdad,
sino ide11Jtida,d absolwta. Esta proposición resulta, por una parte, del
principio de identidad, por la otra, de la definición de la suma y
de los números 7 y 5, y por consiguiente ella es analítica. No es
necesario recurrir a ninguna intuición, sea aquella de los dedos de
la mano, de tantos o guij arros, para demostrar con todo rigor esta
proposición" 211. Y Couturat, para abonar su tesis del carácter analítico
de la proposición del ejemplo kantiano, nos ofrece la siguiente
demostración, que transcribimos Íntegra : "Definiciones (de cada
uno de los números enteros contenidos en la proposición) :
2 1= 1 '-1- 1, 3 /= 2 1+ .1, 4 = , 3 + 1, 5 = 4 + 1, 6 = 5 .+ 1,
7 1= 6 + 1, 8 = 7 + 1, 9,= 8 + 1, 10 1= 9 + 1, 11 = 10 ,+ 1,
12 = 11 1+ 1.
En virtud de la definición de la suma, se tiene: a '+ (b + 1)
= (a i+ b) -+- 1. Por consiguiente:
7 "+ 5 = 7 + (4 1+ 1) ,- (7 + 4) + 1.
7 ,+ 4 = 7 .+ (3 + 1) (7 :+ 3) :+ lo
7 1+ 3 ,=, 7 + (2 1+ 1) = (7 \+ 2) + 1.
7 + 2 = 7 + (1 :+ 1) (7 + 1) + lo
Como: 7 "+ 1 = 8.
Luego: 7 + 2 '= (7, 1+ 1) + 1 8+ 1 = 9.
7 + 3 = (7, + 2) + 1 = 9 + 1 = 10.
7 ¡-I- 4 1= (7 + 3) + 1 = 10 + 1 = 11.
7,: + 5 1= (7 + 4) + 1 = 11 + 1 = , 12.
Se notará que constantemente hemos procedido por sustitución
21 La Philosop hie des A1athématiques de Kant" p. 338-339, Revue de
Met . et de Mor., ,190 4.
Dialéctica y positivismo lógico I 37
de términos iguales, es decir idénticos, de modo que nuestra demostración
es más simple y más analítica que ningún silogismo" 2.2 .
Desde el punto de vista matemático es, sin duda, una demostración
perfectamente correcta; pero, no obstante, se la ha discutido y aun
clarificado, oponiéndosele más de una demostración en contrario,
y sin modificar nada sustancial en la presentada por Couturat, que
paradojalmente resulta que éste, sin sospecharlo, viene a coincidir
con lo sostenido por Kant sobre el carácter de la proposición aritmética,
habiendo surgido su disidencia por incomprensión de la tesis
kantiana. Para cerciorarnos de ello, aducimos a modo de ejemplo
la contra-demostración consignada por Roger Daval en su libro
sobre la metafí.sica de Kant según la teoría del esquematismo. Escribe
Daval: "Si K ant volviese, le serí'a fácil dar a Couturat una
respuesta chistosa. Le bas taría con escribir de este modo la precedente
serie de identidades : (designando Sx: el número que sigue x) :
A:
7 '+ 5 = 7 ,+ S4 = S (7 + 4..)
7 + 4 = 7 + S3 = S (7 + 3)
7 + 3 = 7 + S2 = S (7 + 2)
7 +- 2 = 7 + SI = S (7 + 1)
7 + 1 = S7
y luego, utilizando sucesivamente las definiciones de los números
S7=8, S8 = 9, S9= 1O, SlO= 11, S11= 12, escribir remontando la
serie:
7 ~+ 1 = S7 = 8
7 + 2 = S (7 + 1) = S8 = 9
7 + 3 = S (7 + 2) = S9 = 10
7 ,+ 4 = S (7 + 3) = SlO = 11
7 + 5 = S (7'+ 4) = S11 = 12
Bien que no se haga otra cosa que susti tuir unas expresiones
iguales a las otras, la primera etapa A ha consistido en escribir:
7+5 ,= S (7+4) = S[S (7+3) 1 = SSS (7+2) = SSSS (7+ 1) = SSSSS (7)
Sin embargo, la ostentación de las S en el número de 5 no responde
exactamente al procedimien to de construcción preconizado por
'2i2 L a, Philoso!Jhie des M athématiques de Kant, p. 399 (nota 1), Revue
de Met. et de Mor., 1904. __ '. __ ~ , ____ ,_,
38 I Carlos Astrada
Kant. . . " (contar con los cinco dedos de la mano) .. . "¿ Qué diferencia
haremos entre contar con los cinco dedos y alinear cinco S
sobre el papel? ¿ Se dirá que la escritura importa poco, que el aritmético
piensa abstractamente sus cinco S? L a objeción no tendría
el menor valor, ya que ella rehabilitaría a Kant al mismo título que
a Couturat" 23.
Couturat, al hacer hincapié injustificado en la inadecuada indicación
de Kant de apelar a los cinco dedos de la mano para integrar
en un único número, 12, la suma de cinco unidades agregadas
al 7, afirma, interpretando erróneamente lo que Kant llama necesida;
d dc recurrir a la intuición: "Se trata de afirm ac.iones gratuitas,
que no estarían justificadas más que en una concepción groseramente
empirista de la Aritmética" '21. Daval aclara y destaca el error que
supone esta afirmación: "Couturat parece no haber comprendido
nada o por lo menos no habcr tenido en cuenta la intuición pura.
Es en la intuición pura, y no en la intuición empírica que tiene lugar
el despliegue del número 5; esta última no es más que un revestimiento
inútil de la primera, y no es buena más que a fin de ilustrar un
procedimiento para pensar demasiado difícil de captar para un niño
o un lector mal habituado a la abstracción. La demostración dada
por Cou'turat es sin duda, en un sentido, analítica, si se decide llamar
analítica a una demostración que no utiliza más que ]a relación de
identid ad. Pero eso no impide que la demostración utilice un procedimiento
de despliegue que puede quedar como un puro procedimiento
mental o realizarse concre tamente; en este sentido ella es
sintética. Kant no ha querido decir otra cosa" 25.
Hace ya más de cincuenta años, H . Poincaré, al hacer la crítica
de las nuevas con cepciones de las matemáticas, representadas por
Cantor, Hilbert, Peana, Russell y Couturat, como también de la
logística y de los aportes a ésta, de los cuatro últimos, señaló después
de una penetrante valoración crítica de las tentativas de Russell,
Peano y Couturat por invalidar la t esis kantiana acerca del carácter
sintético a priori de los juicios aritméticos, que las mismas habían
fracasado. A este respecto, sin·tetizando, Poincaré escribe: "En estos
últimos años, numerosos trabajos han sido publicados sobre las matemáticas
puras y la filosofía de las matemáticas, con vistas a despejar
y aislar los elementos lógicos del razonamiento matemático" . .. "Para
23 La Métaphysique de Kant, pp. 133-1 34. París 195 1.
~4 La Philisophie des Mathématiques de Kant, p. 33B, ed. cit.
25 La Métaphysique de Kant, pp. 134-135.
Dialéctzca y positivismo lógico I 39
el señor Couturat, los trabajos nuevos, y en particular aquellos de los
señores Russell y Peana han zanjado definitivamente el debate · pendiente,
desde tan largo tiempo, entre Leibniz y Kant" ... "¿ Podemos
suscribir esta condenación definitiva? Yo no lo creo y voy a
ensayar de mostrar por qué" ... 126 . Y viene aquí su preciso y conocido
análisis crítico de dichas teorías. Resumiendo su crítica a Russo¡'¡
y Hilbert, afirma Porncaré : " ... Decir que ellos h an zanjado definitivamente
el debate entre Kant y Leibniz y arruin ado la teoría kantiana
de las matemá ti cas, es evidentemente inexac,to. No sé si ellos
realmente han creído h aberlo he ho, pero si lo han creído, ellos se
han engañado" 21.
Russell, llevado por su concepción analítica en matemática y
empirista en filosofía, rechazó la filosofía de Kant. A este respecto
nos cuenta: "'En Cambridge fui adoctrinado con las filosofías de
Kant y Hegel, pero G. E. Moare y yo llegamos a rechazar ambas filosofías"
2.8. T al repulsa de Kant, como se ha visto, fue el r esultado de
una inmatura "precocidad". La identificación de matemática y lógica
es típica de la postura de B. Russell, y s ella la que lo lleva erróneamente
a subestimar a Kant. Nos dice: "El objeto primario de Principia
Mathematica fue mostrar que toda la ma temá tica pura se sigue
de premis.as puramente lógicas y que emplea solamente conceptos
definibles por medio de términos lógicos. Esta era, desde luego, una
antítesis de las doctrinas de K ant e inicialmente, yo estimé el traba jo
como un paréntesis en la refutación de "aquel sofístico filisteo", según
lo describió Cantor" 20 . Dando por supuesto - lo que ya es conceder
demasia00- que Kant, que no salió de K'onigsberg y vivió consagrado
a la meditación y escribió la Crítica de la razón pura, tuviese alguna
limitación, no sabemos quien tipifica mejor al filisteo, si Cantor o el
mismo Russell, con su insularidad filosófica. Lo cierto es que Georg
Cantor con su paradoja o sofisma del infinito como una magnitud
constante y fija, y más allá de todas las magnitudes finitas, o "infinito
actual", se proponía, en el fondo, demostrar la existencia de Dios
como constante (Dios no sólo creador, sino también conservador del
mundo en cada uno de sus momentos), más concretamente la existencia
eterna de J ehová. El sofisma de Cantor resulta de su' afir-
26 Science et Méthode, pp. 155-156, ed. cit.
21 Opo cit., p. 191.
~8 La Evoluci6n de mi Pensamiento Filos6fico, pág. 10, trad. cast.,
Aguilar 1960.
20 Op. cit., pág. 74.
401 Carlos Astrada
mación de que hay un mero cambio de grafía entre la serie de los
números y sus cuadrados respectivos, cuando, en realidad, se trata
de un' cambio de definición, y de ahí si sustituímos 5'2 por 25, y así
sucesivamente d esaparece el orden natural que hacía posible asimilar
ambas series. Pero, dejando de lado tal sofisma, en lo concerniente
a Kant; cabe subrayar que en cuanto a fertilidad filosófica nO' resiste
parangón con' alguno de los capítulos de la "Crítica de la razón pura"
(por ;ejemplo, el d el "esquematismo de los conceptos puros del entendimiento",
o d de la " deducción de los con ceptos puros del entendimiento",
o el "del principio supremo de todos 10s juicios sintéticos")
la totalidélid de Principia Mathematica (con sus tres tomos), en el
,aspecto filosófico, desde luego.
5) LA CRÍTICA DE LA LOGÍSTICA EN LA FII.JOS'ÜFÍA CONTEMPoRÁNEA
Algunos ' de los filósofos contemporáneos han hecha certeras objeciones
críticas sobre el carácter y alcance de la logística. Entre ellos,
el que podemos llamar el p enúltimo Heidegger, pues el actual,
después de intrincadas cavilaciones, se ha plegado cada vez más, si
no al cálculo logístico, a un "pensar" "primario", que, hacia atrás,
ancla en la~ etimologías y en la penumbra de lo irracional, y hacia
adelante se mueve en el vacío de la ilusoria prospección; pensar
. cuya reflexión, ,según Heidegger, se detendría a mitad de camino si
él se atuviese, por ,ejemplo, a estimular .el empleo pacífico de la
' energía atómica -x'. En Was ist M e.tap'hysik? y Was heisst Denken?
se ha pronunciado contra la logística. Considera a ésta como un produclo
bastardo de la "Lógica", a la que pone entre comillada para
indicar que ella "es sólo un exégesis de la esencia del pensar" conforme
a "la experiencia del ser obtenida en el pensar griego". Enfrentándose,
pues, con la logística, en el primero de ambos trabajos (4'
Ed. Nachwor,t, 1943), nos dice: "Todo calcular hace surgir lo computable
en lo computado, para ampliarlo en el próximo recuento. El
cálculo no deja advenir otra cosa que lo computable. Cada cosa es
sólo lo que eUa cuenta. Lo computado cada vez asegura el avance
del computar. Este emplea progresivamente los números y es por
sí un continuado consumirse .a sí mismo. El desarrollo del cálculo
con las cosas vale como la explicación de su ser. El calcular emplea
anticipadamente toda cosa (Se.iende) como lo contable y utiliza lo
computado par a el recuento. Este empleo de las cosas (del ente),
* Véase nuestro Ebro, La Doble Faz de la Dialéctica, Cap. X, 2, Editorial
Devenir, Buenos Aires.
Dialéctica y positivismo lógico I 41
en el cual ellas son consumidas, denota el carácter del cálculo
que se devora a sí mismo. Sólo porque el número es indefinidamente
acrecentado, y esto en la dirección indiferencia da de lo grande y lo
pequeño, puede la esencia del cálculo que se consume a sí mismo
ocultarse detrás de sus productos, y otorgar al pensar calculador la
apariencia de la productividad; mientras él, empero, anticipadamente,
y no en sus resultados posteriores, só lo ·da validez a cada una
de las cosas en la forma de lo que es aproximable y consumible" ~o .
y en la segunda de las dos obras mencionadas, reiterando la misma
idea acerca de la conexión de "pensar" y "Lógica", escribe: ... los
"conocimientos de la lógica se han tornado científicamente fértiles
en una ciencia especial, que se llama logística. Ella es la más especializada
de las ciencias especiales. La logística es considerada en
muchas partes, principalmente en los países anglosajones, como la
única fonna posible de la filosofía estricta, por cuanto, a la vez, sus
resultados y procedimientos rinden una utilidad segura para la construcción
del mundo técnico. De ahí que hoy, en América y en otras
partes, la logística comience a adquirir dominio sobre el espíritu. A
causa de que la logística se acopla de manera apropiada con la psicología
moderna, el psicoanálisis y la sociología, el trust de la filosofía
venidera es perfecto. Sin embargo, esta alianza para el cerco o bloqueo
no es, de ningún modo el resultado ,del poder de los hombres.
Más bien, estas disciplinas pertenecen al destino de una potencia
que viene desde lejos y para la que quizá las palabras griegas
'ltolllOlc; (poesía) y LÉXVll (técnica) continúan siendo los nombres
apropiados . .. " al.
Con prescindencia de su tesis fatalista de la potencia innominada
y suprahistórica del "ser", de la cual tanto al acaecer r...istórico (óntico)
como la técnica y hasta la poesía son sus arcanas "destinaciones",
se imponen varios reparos y precisiones a las ideas de Heidegger sobre
la logística. El cálculo logístico, por su carencia de meta d efinible
no es aprovechable, como supone Heidegger, para las creaciones de
la técnica. La utilidad de la logística, en la construcción de este nuevo
reino del ser que constituyen las máquinas, está en otro plano más externo
y accesorio. Ciertamente, merced al desarrollo de la cibernética
y al nuevO' método de calcular aportado por ella, el que implica un
enorme ahorro de .trabajo humano, ha surgido una rama muy importante
de la matemática, que es la matemática de las máquinas. Pero,
30 Was ¡st Metaphysik?, pág. 43-44, 5 Aut, 1949.
31 Was heisst Denken?, pág. 10, Tübingen, 1954.
42 I Carlos Astmd'a
hasta ahora no hay una logí'stica de las máquinas. Como es sabido,
los contactos a relay son los circuitos que se emplean no sólo en las
máquinas de calcular, sino también en los artefactos automáticos de
dirección. Como un circuito de esta clase tiene la pos ición de cerrado
o abierto, y no hay p ara él otra posibilidad, r esponde, por semejanza,
al prinr::ipio de la lógica formal del terceTC} excluído, cuyo alcance
condiciona la corrección de un enunciado. Pero, aparte de esto, cabe
señalar un paralelismo analógico entre los circuitos a relay (sea en los
artefactos automá ticos de dirección o de calcular) y' las " conectivas"
de la lógica sentencial (las que po-r fin h an dejado de funcionar en
la campana pneumá tica del formalismo y pasan a prestar un servi cio
auxiliar, connotativo en la cibernética): " ,-.J" (= no) , " ." (= y) ,
"v" (= o) , etc. El primer signo, o sea " ,-.J", denota en el relay que
el c:ircuito puede es tay cerrado o abierto, y por tanto, el paso de circuito
cerrado a .abierto, o a la inversa; el signo " ." o "y" denota que
si el circuito general consta de dos circuitos parciales en serie, aquél
estará cerrado úni camente si los últimos quedasen cerrados; en el caso
en que el circuito general esté formado por dos circu.itos paralelos,
el signo "v" denota que el primero (el general) quedará cerrado en
el caso en que uno u otro de los dos últimos esté cerrado *. En el
caso de un ci r~u i to general constituído por dos circuito's en serie,
cabe seña lar que el signo no es una "conectiva" singular, sino binaria
(;H') . La correlación connotativa de las tres "conectivas" o signos
sent'eneiales con la situ ación de los ircuitos verifica la aplicación de
rrue son suscep tibles lOs principios ele la lógica algebraica bisimbólica
de L. Boole. Ello pon de manifiesto la correspondencia esquemática
entre los cÍrcuitos a relay y el razonami nto lógico y sus operaciones
con sus signos connotativos. Esta correlación fue mostrada hace más
.. Para ' la ejemp lificación de es tos casos y sus correspondientes fórmulas,
véase E. K olman - J. P. Frolov, "La Cibernética y el Cerebro huT"
l ~ n "''' . n~"s. 5 1-.'1 3, :rvr"r> tPvideo. 1'958 .
. *". A propósito' d el sis tema de numeración bin ad a como lengu aje lógico
y In p osi b i lid ~ cl r1 f! una máquir>a JÓ.goirq. Pierrp de La ti! escribe :
" ... Basta admitir
que 1 significa sí y que O significa no, para comprender, de pronto que
el s.istema binario p uede asimismo tradu cir matemáticamente los r azonamientos
lógicos . . D e esta su erte, las máquina.s de calcular electrónicas de hoy podrán
convertirse mañana. s.implificadas an tes qu e complicadas, en máquinas
de razonar, en máquinas lógicas ... Aqu ello que sólo parece teoría matemática,
por la demás. nunca inútil, es en realidad el propio lengu aje de la 16-
gica, p rocede de la na turaleza .p rofunda de las cosas, y .neva a cabo el cálculo
en su más elemental desnudez". "El Pensamiento Artificial. Introducción
a la Cibernética", pág. 261-262, trad. cast ., Buenos Aires 1958.
Dialéctica y fJositivismo lógico I 43
de treinta años por V. Shestakov y por C. Shannon (el inventor del
"juguete" cibernético del ratón, que lleva su nombre) .
Además, retomando las citadas palabras de Heidegger, en su última
parte, cabe formular a sus afirmaciones otro reparo. Él aproxima
la logística no sólo a la psi ología (considera, sin duda, a ésta en
su orientación gestaltis ta y en la última tendencia del behaviorismo
que se desarrolla en connivencia con los supuestos del positivismo
lógico) ' . sino también a la sociología. Se refiere a la tendencia hacia
la "formalización" de estas disciplinas, lo que sólo vale para los
países anglosajones y algún sector del pensamiento europeo continental.
El primer ensayo de envergadura para dar a la sociología un
carácter formal-analítico y, a la vez, empírico, med'iante la radi ca l
formalización de sus contenidos, fue el llevado a cabo por Simmel,
No obstante, su punto de partida, como él expresamente lo reconoce,
cs uno histórico, con contenido social bien concreto: "Las exigencias
de la sociología como ciencia son el reflejo teórico del poder práctico
que han alcanzado en el' siglo XIX las masas frente a los intereses
individuales". Cabe, de paso, hacer notar que frente a esta sociología
formal, y a su ulterior y acentuado giro superestructurali sta, tiene
mucho más influjo y vigencia en el mundo contemporáneo la sociología
material dialéctica, ceñida a los mutables contenidos de la
experiencia social-histórica.
Sólo el punto de partida es empírico, el que después, en el proceso
de sistematización, no es tenido más en cuenta, pues van a devenir
objeto exclusivo de la sociología las meras formas vaciadas de
todo contenido. La sociología abstracta y analítica que precoriiza
y elabora Simmel, en tanto que se propone poner de resalto y fijar
las formas puras, tiende a lo sistemático, es decir, a abarcar en un
todo global a tales formas. Simmel define, en consecuencia, la sociología
como un método sui generis que tiene que hacer por entero
abstracción de todos 10s contenidos sociales; considera conl0 forma
sociológica básica la acción recíproca ínter-humana, la que se diversifica
en diferentes especies. Estas últimas son las que forman las
correspondientes es tructuras sociales o más exactamente de socialización.
A la sociología sólo le incumbiría las formas de socialización
tal como éstas existen en sus mutables contenidos . Estos últimos, en
la sociología formalista y abstracta simmeliana, quedan fuera del
enfoque sociológico. Ellos, aunque forman parte del acaecer real,
no pueden ser objeto de la sociología.
Otra concep ción de la sociología que también prescinde de la
44 ICarios Astrada
base infraestructural de la sociedad, para limitarse a una teoría de
las relaciones inter-humanas ( zwischenmenschlichen Beziehungen),
es la de Leopold von Wiese, fu ertemente influido por Simmel; teoría
expuesta en su Allgemeine SoziO'logie, 1933, y reiterada en trabajos
posteriores. Para von Wiese la sociología, a la que cO'nsidera una
ciencia particular, tiene por objetO' lo social, o sea -en su conceptoel
acaecer inter-humano. Lo soc,ial es, de acuerdo' a su definición, la
totalidad de los procesos observados. En este enunciado están implícitas
dos tesis principales, de las cuales la primera en orden de
importancia es de que "hay una esfera social de la vida humana" (!) ;
de que "existe al lado de lO's cuerpos, y almas de los hombres individuales
una red insustancial de relaciones entre ellos, relaciones de
las que surge: tod a cultura" 82. La segunda t esis es la de que "esta
esfera no ha sido h asta ahora suficientemente estudiada, aisladamente
de los otros dominios de la vida" ~3 . La sociología como q;pecialidad
científica sólo. puede ser, según von Wiese, " la doctrina de
lo social", es decir de la acción de los hombres unos sobre otros, en
la coexistencia o sucesión de los mismos" <114 . Aunque esta doctrina
de las relaciones difiere de .Ja doctrina de la cultura o sociología de
la cultura, ella 10 mismo que ésta se mueve en la instancia de las
superestructuras, sólo que su interés se concentra en los "contenidos"
convivenciales de las relaciones inter -humanas. De ahí que von Wiese
afirma: "Los actos de unión y de separ.ación, las aproximaciones y
alejamientos son los procesos en ,los cuales se desarrolla la total existencia
inter-humana" 315 .
La tendencia h acia la formalización ha tomado diferentes direcciones
aunque afines en cuanto a su finalid ad, según se tome como
punto de partida la "estructura", la "función" o los átomos sociales.
Así tenemos, la sociometrÍa de J. L. l\10reno, con los átomos, .acaeceres,
interacciones y secuencias de acaeceres; el análisis de interacciones
de R. F. Boles, con el fin de obtener "perfiles", secuencias, "matrices"
así como fases de los procesos de interacción para medir las "regularid
ades de: las relaciones". Se trata, como vemos, de vaciar la sociolqgía
de todo contenido. En presencia de tales intentos fallidos de
formalización, con razón ha p odido afirmar G, Lukacs que la sociología
como disciplina universitaria se ha propuesto "separar cuidadosamente
los fenómenos sociales de sus bases económicas, remitir el
3'2 Y 3,3 S oziologie - Geschichte 1!nd fJlauptprobleme, p. 15, Berlín, 1950.
34 Op. cit., p. 16.
35 Op. cit" p, 137. I i ~ ~
Dialéctica y positivismo lógico I 45
estudio de los fen ómenos económicos a otra disciplina estrictamente
disociada de la primera" 3;6. De ahí que los representantes de esa
sociología privada d e su sustrato económico - destaca Lukacs- " al
tratar las determinaciones de la sociedad capitalista como categorías
"etern as" de toda sociedad, al "deseconomizar" la sociología ellos la
"deshitorializan" al mismo tiempo" 3 7 ,
y con rela:eión a lo formal y, en mayor medida, a lo "formalizado",
hay que señalar el equívoco, originado en la lógica matemática,
de la palabra f01'mal. Nadie desconoce que las r elaciones matemáticas
son formales cuando se las contras ta con las relaciones materiales de
hechos. Pero aquéllas, así como las supuestas relaciones " lógicas" de
la logística y de la lógica matematizante, son un contenido del pensar;
y este contenido frente al procedimiento del pensar mismo puede
justificadamente ser llamado formal. Esto tiene pleno sentido, pero
no el escamoteo de lo formal como contenido d el p ensar. La identificació'n
de relaciones lógicas con relaciones matemáticas o con las
que establece ·la logística .. ¡, proviene del error de dar por sentado que
pensar matemático y p ensar lógico son meras especies de un pensar
puramente formal. La fa lta de discriminación entre ambos radica
en que la lógica matematizante ignora el carácter filosófico-analítico
36 La Destruction de la R aison, t. I, Preface, p. 29, trad. franco París,
1958.
87 Op. cit., p. 29.
* Con respecto a esta cu estión acertadamente expresa B. v. Freytag
Uiringhoff: "La logística es, pues, matemática. ¿ Pero, es ella pura lógica? Son
ambas ldénti ca~ , p ero, en ·todo caso, no totalmente. Si son idénticas
parcialmente,
entonces la lógica es el género, y la logística es la esp ecie. Esto se
manifiesta ya en sus pretensiones: La logística pretende ser lógica; la lógica
no pretende ser logística" (Log;ik, ihr System und ihr V erhiiltnis zur Logistik,
p. 194, ed. cit.) . Señala B. v. Freytag que la logística hace mal uso de los
más importantes ténninos' lógicos y agrega: "Las .p alabras han quedado, pero
con la significación modificada: identidad, conjunción, disyunción implicación,
concepto, enunciado, tautología, contradicción, etc. Esto tenía que ser
así porque el viejo sentido Jógico de estos términos no puede ser expresado
en los cálculos" (Op. cit., .1 94 ). El autor, a l fin al de su obra, formula
quince certeras t esis sobre la r elación de la lógica con la logística, de las
cuales
destacamos ~as siguientes : "Un cálculo lógico es un caso ;particular de
matemática aplicada ; de ma temática aplkada a la lógica" (Op. cit., p. 200).
"Es' hasta cuestionable si la logística es superior a la lógica en problemas
propiamente
lógicos . . .... . " . "Los res ultados de la logística pueden incontestablemente
situarse en el círculo de t ar eas de la fundamentación de la matemática.
A ella se la d ebe llamar 'matematística' y, con esto, expresar que ella
es una ciencia auxiliar especial, ajustada para el empleo en este dominio".
(Op. cit., p. 201).
46 I Carlos Astrada
de la lógica. R especto a la eSClSlon indiscriminada entre materia y
forma por parte del positivismo lógico, J ohn Dewey escribe, en su
"Lógica": " ... El positivismo lógico en sus formulaciones habituales
se r esiente de tal maneTa de la influencia de aquel formalismo
lógico, que deriva del análisis de las teorías matemá ticas, hasta el
extremo de empeñarse en una distin ción sutilísima entre materia y
forma bajo el membrete de "significado de las palabras" y de "relaciones
sintác.ticas". Desde luego que no hay duda ·que la teorí'a lógica
debe distinguir entre forma y materia. Pero la necesidad de la distinción
no decide si ellas son o no son indepe nd~e ntes la una de la
otra: si, PQr ejemplo, e].]as no están intrínsecamente ligadas entre sí
en la efectiva ma teria lógica, siendo distinguibles solamente en el
análisis teórico. Mientr.as las proposiciones y el lenguaje inducen a
operar una distinc.ión entre las significaciones de las palabras que
cons,tituyen el vocabulario de aquél y las relaciones y el ordenamiento
sintáctico, es .claro q'ue este h echo de por sí no hace otra cosa que
replantear .de otro modo el mismo viejo problema fundamental de la
relación, o esencia de relación, en tre materia y forma, o entre significaciones
y sintaxis. Una presuposición táci ta o explí'cita que la distinción
sea prueba de la independencia de materia y forma, con
conexa identificación en esta última del hecho propiamente lógico,
no es otra cosa que una petición de principio, dámlose por convenido
el punto que está propiamente en discusión" 38 .
La confusión . constante e injustificada de estructuras lógicas y
formas matemá ticas es visible en la logística y su modus operan di.
Cuando Frege -que poseía una muy aguda p eroepción para los problemas
de .]a lógica- cree ventajoso que las matemá ticas puedan
reducirse a la lógica, lo que en verdad él comenzó por hacer, y con
ello cd,io a Russell una .idea que lo llevó hasta las más erróneas consecuencias,
fue redu6r la última a las primeras, desconocer el carácter
ana1lítico-filosófico de la lógica, toman,do el trámite de la deducción
matemática por "de,Óu cción 'lógica", con los resultados que ya .hemos
puesto de manifiesto *. De ahí que W. C. Kneale, acudiendo cautelosamente
al eufemismo, haya podido señalar Giue en muchos está
justificada la inclinación "a creer que la influencia de la filosofía
38 Logica, teor ía dell'indaogine trad. ital. , pág. 380-381, Einaudi Editare,
1949.
* Para la critica de la concepción de Frege, remitimos a la obra ya
cita;<;la de P. Natorp, Die IO IJischen Grundlagen d~r e.~akten Wiuenschaften._
págs. 3 y sgs. y 112 y sgs., ed. cit.
Dia[é.ctica y positivismo lógico I 47
matemática sobre la filosofía general ha sido desgraciada -aunque
creo que estarán de acucrdo en que por lo menos ha pr.oducido algunas
novedades interesantes" 39. La causa de lo primero reside, en
parte, tal como lo señala Hermann Weyl -al comienzo de su "Introducción
a la Filosofía de la Matemática"- en que se tendría que
conocer la matemática para filosofar sobre ella, pero que para el matemático
el camino hacia la filosofía es muy dificultoso. Lo que implícitamente
quiere significar que cuando el matemático incursiona,
sobre todo con prurito innovador, en la fi losofía, debe conocerla a
fondo.
En síntesis, y con relación a lo que hoyes la logística y a la
"reducción" de la matemática a la lógica o a la inversa, se puede
considerar como cumplido lo previsto por B. v. Freytag LOringhoff:
"La matemática'x- corre aún el peligro de caer por obra de las excrecencias
de la logística en un caso extremo de seudo filosofía como
ciencia particular" '10. Al neo-positivismo, como pretensa filosofí a, en
general, y la logística y sus módicas proliferaciones parasitarias, nadie
los ha enjuiciado más enérgicamente que Ernesto Bloch, quien nos
dice con respecto a aquél, que "no nos enseña sino A = A, Y no pasa
I de ahí"; "es el arte de no pensar jamás dialécticamente, de no aprender
a fi losofar. Para ello convierte en lógica lo que no es más que
logística, es decir, un recurso auxiliar abreviado de la exactitud lógicoformal,
y eleva a verdad de última instancia la simple certeza revelada
por los sentidos (de la que Hegel arranca en su análisis) ... Esta ac-
39 La Revolución en Filosofía" pág. 40, trad. cast., Madrid, 1958.
* Nuestras objeciones criticas se refieren a esa hybris que' es la mezcla
de matemática y lógica, que ha cristalizado en la lógica simbólica. Está, pues,
muy lejos de nuestro propósito d esconocer la eLevada y singular alcurnia de
la matemática, como cien cia. Desde Thales hasta Platón y Aristóteles, pasando
por los pitagóricos y desde Nicolás de Cusa (con su coincidentia oppositoTum,
matemáticamente ejemplificada), h as ta Spinoza, pasando por Descartes
y Leibniz que fu eron fil ósofos y matemáticos, la matemática ha tenido un
papel fundamental - medular, diríamos - en muchos sistemas filosóficos.
Incluso Kant, sin ser matemático, da a ella un lugar destacado cuando cstablece
los requisitos de lo que él considera conocimiento a priori. Tampoco
olvidamos que en la más reciente ontología alemana, en las formulaciones
~istemáticas
de Nicolái Hartmann y Gunther J acoby (las señalamos sin abrir
juicio sobre las mismas), la matemática, tomada como un todo y no en ~us
aspectos parciales, juega un papeL principal. Así, en el primero, en su teoría
de 105 categorialmente diferentes estratos o capas (Sc hichten) que intervienen
en la "edificación del mundo" (D er A ufvau ele r realen WeLt), las formas
y productos matemáticos tienen parte medular,
.0 Gedanken zur Philosophie der M athematik, pág, 11, Neuwied, 1948.
48 I Carlos Astrada
titud . .. rechaza d esdeñosamente, como carente de sentido (meaningless)
todo concepto que pretenda ser algo más que formalmente
exacto, que aspire a ser materialmente verd adero. La necesidad de
tranquilizar la conciencia y de darse aires de una especial cientiflicidad
hace que quienes así se sitúan ante los problemas los enfoquen
con perspectivas de r.anas, atribuyendo a esta manera de ver el
nombre ·de "positivismo". Esta actitud hace estragos principalmente
en paí'ses como Austria, Polonia, recientemente también en los Estados
Unidos, es decir, en países sin tradición filosófica propia ... " 4'1.
4'1 El Pensamiento de H egel (Die Selb sterkenntnis, Erliiuterungen zu
H eger~ , págs. 82 y 80-81 , trad, cas t., México, 1949.
Capítulo 11
6) SOLIPSISMO, SINTACTISMO y SEMANTISMO
Ante todo, d eberr¡os señalar que la problemática del Círculo de Viena,
enfocada en sus más conocidos representantes, es una reiteración
en otros moldes, con algunas variantes que habrá qué consignar, de
la concepción de Ernes,to Mach con los a ditamentos a luvionales
(sintactismo, semantismo, empirismo) del machismo posterior.
Esta posición se hace presente, en primer lugar, en R. Carnap,
en cuya obra Der logische Aufbau der Welt positivismo lógico y logística
se encuentran y llegan a ser uno y lo mismo. Hay que establecer
previamente, para exponer sintéticamente y en su conjunto su
teorí'a, qué es lo que Carnap entiende por "construcción del mundo"
y por conocimiento de la realidad. Se propone llegar a una ordenación
objetiva que él llama sistema de constitución .
Para el adecuado ,enfoque y explicitación de la "teoría de la
constitución" debemos señalar que Carnap parte de ,la distinción
entre conceptos propios .e impropios. Los primeros son los conceptos
reales o sea conceptos de objetos 'reales. Es de hacer notar que Carnap,
como lo consigna expresamente, no hace ninguna distinción
esencial entre objetos constitutivos y conceptos constitutivos; y se
refi ere a veces a los primeros, y a veces a los segundos. Además establece
: "A cada con cepto pertenece un objeto y sólo uno" 42 .
Después de los conceptos reales vienen los conceptos formales
&2 Del' logische Aufb au der Welt, pág, 5, 2, Auf. Hamburg, 1961
50 ICarIos Astrada
como "y", "o", "todos", "no", los cuales, aunque nos ayudan a
enunciar algo acerca de la rea lidad n'O designan nada real. Estos
se llaman conceptos "lógicos", a los que hay que agregar los conceptos
matemáticos formales . A l'Os conceptos propios se enfrentan
los impropios, los que por carecer de la nota característica de
los conceptos reales, esto es, de la constancia, son sólo definibles
por un sistema de axiomas. P'Or ello no tienen una significación
fija y . sí sólo variable, y designan lugares vacíos (Le'erstellen), los
que pueden ser sustituidos - como casos de aplicación del sistema
de axiomas- por conceptos reales o conceptos formales. El
"sistema de constitución" se funcionaliza con vistas al "conocimiento"
mediante reducción y análisis; la realidad debe ser reducida
a lo dado, es decir que los objetos tienen que constituirse por
lo dado. Se trataría, para Carnap, de un sistema unitario de reducción
el que sólo necesi ta y emplea, fu era de los signos logísticos,
un mínimo de conceptos raigales. Cada objeto de la experiencia
----explica Carnap- puede definirse exactamente y transferirse también
c~n exactitud, de sujet'O a sujeto por medio de una combinación
logística de tales conceptos ra igales. Con este instrumento se
puede resolver la tarea de la "construcción lógica del mundo", la
que se opera por una estratificación horizontal. Para aclarar el sentido
de este punto de partida y el objetivo perseguido, lo más indicado
es referirse a los aspectos principales y más concretos. Precisemos lo
que significa la noción de lo "dado", ya consignada. Lo dado, para
Carnap, lo mismo que para Mach, al que el primero se aproxima
con tal noción, es lo carente de suj eto, lo a-subjetivo. Hay, a pesar
de la unidad del dominio de objetos, una pluralidad de esferas de
objetos. A éstos hay que ordenarlos dentro del sistema, paar constituirlos
cognitivamente, aun a costa de ser infiel a lo dado; empieza
Carnap por incluir en el mismo los objetos psíquicos y los físicos, y
nos explica: "Para poder llevar a cabo la disposición de los objetos
psíquicos y de los físicos en el sistema de constitución, de acuerdo a
su relación cognitiva, tenemos que dividir en dos partes el dominio
de los objetos psíquicos ; separamos los objetos " psíquicos extraños"
de los objetos «psíquicos ProfJios" 43.
La construcción del mundo tiene lugar a partir de la línea fundamental
de las viv~ncias elementale~ y amorfas. Sobre ésta emerge
el estrato cle los objetos psíquicos propios (eigenpsychischen) al que
se superpone el estr.ato o capa de los objetes fí.c;icos, sobre el cual surge
'3 Q.p. cjt., p!g. 79, ed. cit.
\ . \'."
Dialéctica y positivismo lógico I 51
el estrato de los objetos psíquicos extraños (f-r,emdpsychischen) , y
sobre éste, por último, se levanta el estrato de los obj etos espirituales.
Ante todo, par a aclarar cómo cierta clase de objetos es reductible
a otra y la p osibiEdad recíproca de reducción entre ellas, Carnap
señala que los obj etos físicos son reductibles a los psíquicos y a la
inversa. "Los enunciados sobre objetos físicos se pueden convertir
en enunciados sobre percepciones, por consiguiente sobre objetos
psíquicos. El enunciado de que un determinado cuerpo es rojo es
convertido, además, en un muy complicado enunciado acaso acerca
del oontenido, de modo que bajo ciertas circunstancias aparece una
determinada sensación del órgano visual ("rojo" ). . . Además, a
cada propiedad del proceso psíqui co corresponde unívocamente una
determinada propiedad (aunque de enteramente otra especie) de1
proceso cerebral . " De donde, cada enun ciado sobre un obj eto psíquico
es traducible en un enunciado sobre un objeto físico" H.
Para destacar la r elación entre las cuatro clases más importantes
de objetos, Caruap nos ofrece (en ScheinjJ1'obleme in dej' Philosophie,
ensayo reimpreso y agregado a la 2" ed. de D er l ogische A ufbau deT
W dt) un esquema ".teórico gnoseológico" de los mismos de acuerdo
a un sistema de estratos, sguema que re.producimos a continuación:
4·. Objetos espi ri tuales
3 . Objetos psíquicos extraños
2. Objetos físicos
1 . Objetos psíquicos propios
La forma que debe ser dada al sistema de "consti tución" se Cl::racteriza
en razón de que ella no sólo trata de poner la ordenación
de los objetos en relación a su reductibilidad, sino también en relación
con la primariedad cognitiva. Carnap nos dice Cjue "un objeto
se llama cognitivamente j;rimarío en relación a otro, al cognitívamente
secund.ario, cuando el otro es conocido por la mediación del primero
y por lo. tanto su reconocimiento presupone el reconocimiento
del primero" 4".
Se puede definir con estrictez científica, según Caruap, los objetos
de un estrato o capa por medio de los objetos del estrato inmediatamente
subyacente. Así, un enunciado sobre lo psíquico extraño
(por ejemplo, el estado de desesperación o de cólera de una person a ),
no es otra cosa estrictamente que un enunciado sobre objetos físicos
H Op. cit., pp. 77 y 78, 2. Auf. 1961.
46 Op. cit., p . 74, ed. cit.
52 I Carlos Astrada
(contracciones del rostro, reacciones mímicas), un enunciado acerca
de éstos signiiica, con igual estrictez, un enunciado sobre objetos
psíquicos propios como n uestras percepciones ópticas, la focalización
de nuestra atención; y un enunciado sobre éstas es un enunciado sobre
las vivencias elementales y amorfas. Como un conocimiento de lo
psíquico extraño, o sea, de la conciencia ajena, no es posible sin la
mediación de lo físico (lo somático, en caso del ejemplo) y como,
por otro lado, un conocimiento de los procesos psíquicos ' propios, esto
es, de la propia conciencia, es posible sin el conocimiento de lo físico,
r esulta que los objetos psíquicos propios son cognitivamente primarios
con relación a los físicos Y, en cambio los objetos psíquicos extraños,
la conciencia ajena, son secundarios 4<6. Pero desde que la objetividad
psíquica propia, si ha de poseer una estruc¡tura (estructura, aquÍ, es
la totalidad o conjunto de las propiedades formales de una relación),
tiene que ser ;una objetividad de relación, es necesario recurrir a los
elementos de los productos psíquicos propios, elementos que, según
Carnap, serían primarios, rela tivamente al conocimiento, para todo
lo otro.
La base, pues, del sistema de constitución es la objetividad de
lo psíquico propio, o sea, el dominio de las vivencias individuales . De
la corriente de estas vivencias, explica Carnap, tiene que partir un
camino para "constituir 10 objetivo", el que h ay que r ecorrer cuando
se trata de ordenar los objetos no sólo lógicamente, sino también en
lo relativo a su conocimiento. Tal es la base sobre la cual Carnap
asienta su "construcción". Nos dice, en razón de lo que ya hemos
expues to, que ",es elegida la forma de sistema con base psíquica pmpia"
H . Las vivencias elementales SOl1 , para Carnap, lo "dado", Y
10 dado, son las vivencias en su totalidad Y unidad conclusa 48 .
Ellas, que no son definibles como determinaciones del yo - ya
que la referencia .a éste no sería ninguna propiedad originaria de lo
dado- son los elementos fundamentales del sistema de constitución.
Estos no son susceptibles de ser interiormente analizados, sino, a lo
más que se puede llegar es a un ,cuasi-análisis de los mismos.
Aquí nos encontramos con la noción de "elemento" apenas retocado,
tal como la definiera Ernesto Mach. Este la explica como
sigue (por lo citado puede verse,en lo fundamental, el entronque del
positivismo lógico en esta posición) " .. . Aparecen poco a poco dife- ,al ' ,
16 Der logische Aufbau der Welt, pág. 79, 2. Auf. Hamburg, 1961.
47 Op. cit., pág. 8, Berlín 1928; 2~ ed. Hamburg 1961.
(13 Op. cit., pág. 92, 2$ oo.
D ialéctica y jJositivísmo lógico I 53
rentes complejos compuestos de partes integrantes comunes. De los
cuerpos se separa lo visible, audible y palpable. Lo visible se disuelve
en colores y forma. En la diversidad de los colores se destacan algunas
partes integrantes en pequeño número, los colores fundamentales, etc.
Los complejos se disgregan en elementos, es decir, en partes integrantes
últimas, las que h asta ahora no se podían descomponer más ...
El hecho de que el fí'sico no pueda perseguir las relaciones directas
de estos elementos, sino relaciones de relaciones de los mismos, eso no
debe molestarnos . .. La cosa, el cuerpo, la materia no es nada fuera
de la composición de los elementos, de los colores, los tonos, etc." 49.
Aunque Carnap objeta a Mach que los elem entos psíquicos de
diferentes cl ases, de los que es tán constituídas las vivencias, son puras
abstracciones .)!. y que falta la base psíquica propia, aquél, al postular
la "neutralidad" de la base del sistema, la que no es ni psíquica
ni física, (ni ideal ni material L lo hace enteramente en el sentido
de Mach. y si, como lo sos tiene, recién cabe hablar de referencia al
yo cuando las vivencias de otra persona es tán ya constituídas por las
vivencias propias, es decir por "mis" vivencias, en este caso se introduce
una supuesta intersubjetivid ad, pero esto no lo salva a Carnap
de caer en el solipsismo (y no en uno puramente metodológico, como
él supone) y de quedar recluído en él. Respecto al propósito perseguido
por Carnap en la obra a cuyo contenido nos venimos refiriendo,
A. J. Ayer, también destacado representante del positivismo lógico,
reconoce su fracaso y que desemboca en un solipsismo r adical . .. "El
resultado fue construir todos los juicios empíricos como descriptivos
del estado actual o posible curso de la experiencia del sujeto. El punto
de vista, a partir del cual se escribió este libro, recibió el nombre de
solijJsismo me¡f; odológico~ empleando la palabra "metodológico", para
mostrar que el solipsismo no se debía tomar en serio. Pero aquí no
consiguió realizar su intento. El caráoter de solipsismo no se d esvaneció"
5'0. '
Si tenemos en cuenta la estratificación de. las esferas de objetos
y que. cada estrato, para ser definido exactamente, es referido a la
horizontal subyacente, se impone inquirir por qué el suj eto no perma-
49 Die AnalJlse cler Empfinclungen, págs. 4 y 5, 6 Auf J ena 191.1.
* Contra la objeción de que el elemento es una a bstracción, ya se "defendió"
Mach, en nota de p ág. 4 (Op. Cit.) : "si se concibe este proceso (la
descomposición de los complejos en elementos) como abstracción, por esto,
pues, los elementos ...• no pierden nada de su significación".
50 "El Circulo de Viena" en R evolución en Filosofía, pág. 99, ed. cit.
54 I Carlos Astrada
nece o queda adherido a sus vivencias elementales, sino que desde
éstas asciende de modo formador y con figurador hacia los estratos
superiores.
T engamos presente que los objetos psíquicos, como base del sistema
de constitución, son reducidos a la "corriente de las vivencias" .
A este respecto, explica Carnap: "La designación de "psíquico" abarca
bajo ciertas circunstancias también lo inconsciente ; el dominio fundamental
reside sólo en lo consciente (en amplio sen tido) ; a él pertenecen
todas las vivencias, si se reflexiona sobre ellas simultánea o posteriormente.
. . El dominio fund amental podría también ser designado
como "lo dado"; sin embargo, debe tenerse en cuenta, además, que
con esto no es presupuesto algo o alguien al cual lo dado es dado" 51;
lo "dado" "son las vivencias mismas en su totalidad y unidad conclusa"
52. De modo que lo dado es a-subjetivo (subjektlos). Estamos
ante las vivencias elementales, las que constituyen los elementos básicos
del "sistema de constitución". Estos elementos son, pues, "unidades"
indescomJlonibles 53. De manera que dentro del ámbito de los
objetos psí'quicos ten emos una zona de vivencias elementales a-subjetivas,
y aunque el todo, incluyendo lo inconsciente, sea designado
con el nombre inadecuado de lo "consciente" , no es posible explicarsecómo
se asciende de esta región de elementos originarios a las
instancias de los objetos estratificados. Estos, podrán ser considerados
desde el punto de vista "lógico", pero no "constitutivo" . Del pozo
de los elementos originarios, de la encerrona de las vivencias a-subjetivas
en que se ha introducido Carnap, nada -ya que hasta la más
mínima din ámica p1'Opia del sujeto ha quedado excluída- puede
hacerlo emerger, para "constituir" el mundo, hasta las otras capas
de objetos. El puro sensorio, con su s elementos originarios (Urele-
117!en'te), es pasivo y sólo se lo puede "describir" (¿ quién y cómo?).
Entonces cabe preguntar en razón de qué fuerza o tendencia ascendente,
que opera dentro del sistema, sobrepasa lo dado para constituir
el mundo sobre la base de los datos vivenciales y sensoriales . Estos
interrogantes -expr'esión de difi cultades insalvables- quedan sin
respuesta ; y de ahí que, en definitiva, el sistema no sea una "construcción
lógica del mundo" sino una reducción lógica a sus estratos
horizontales, desde que tal reducción remata en el estrato de las
vivencias elymentales. Para esta reducción lógica cstán los conceptos,
cuya división y cará cter ya hemos consignado. ¿ Cuál es su fun ción
51 Y 5'2 Der logische Aufbau der W elt, pp. 86 y 87, 2, Auf. 1961,
53 Op. cjt., p. 93 .
Dialéctica y positivismo lógico I 55
y cómo surgen en conexión con el sistema, dándole a éste su armazón?
Estos conceptos deben dar cuenta de los objetos, es decir de l~
productos constitllÍdos. A la conocida controversia entre el idealismo
marburguiano, para el cual estos productos son creados por el pensar,
y el realismo, que afirma que ellos son sólo conocidos, Carnap la zanja
de modo "original" apelando a una designación qu~ pretende ser
"neutral" con relación a las posiciones antagónicas. Así, nos dice :
"La teoría de la consti tución emplea un lenguaje neutral; de acuerdo
a ella, los productos no son ni "engendrados" ni "conocidos", sino
"constituídos" y hay que acentuar que esta palabra "constituir" siempre
es mentada de modo enteramente neutral. De ahí que, desde el
punto de vista de la teoría de la constitución la polémica de si "creado"
o "conocido" es una ociosa cuestión de lenguaje" 54. ¿ Cómo' estos
productos se configuran en fun ción del conocimiento? Así' como estar
incógnita es transferida a una tcrcera instancia que nada explica, puede
serlo también a una cuarta y formul ar: los productos ni son creados
por el pensar ni son conocidos, ni son constituí dos, sino que son
"traducidos" (que el "procedimiento" es, de acuerdo a tal criterio,
viable, lo confirma la circunstancia de que Carnap, en T estability and
Meaning, 1950, remplaza la palabra "constituir" por "reducir", de
modo que en virtud de un viraje más acentuado hacia el subjetivismo
solipsista, los objetos o productos son reducidos a las vivencias propias) .
Situado en el punto de vista del positivismo lógico, Carnap, para
ser consecuente, tiene que rechazar la tradicional distinción entre
fenómeno y esencia. El primero no existe para él; y la esencia no es
objeto de la teoría de la constitución, pues, como contenido de una
relación, sólo puede ser representada nada más que como relación.
Todos los problemas de esencia son problemas metafísicos, y éstos son
problemas puramente ilusorios. Su teoría drl conocimiento,. "libre de
metafísica". reposa, en definitiva, en un subjetivismo metafísico sensorialista.
De allí que al suj eto -sujeto difícil de identificar- le
imponga realizar la tarea, sin sentido, de resumir el mundo tal como
éste sería "dado". En el bosquejo de la esfera de objetos psíquicos
propios, se trata de "clases de cualidad", "clases" de sonsorialidad,
sensaciones, colores, cuerpos coloreados, lugares del campo visual y
"ordenación temporal". Después de este primer paso "constitutivo".
en el segundo, se habla del tránsito ele la ordenación bidimensional
54 Der logische Aufbau der Welt, pág. 5-6 ed. cit.
56 ICarIos Astrada
del campo visual a la tridimensional del espacio de las cosas visuales.
Estos pasos y tránsitos se "iluminan" en virtud del término (.tan caro
a los logísticos) "puntos del mundo", que se resuelven en puntos
espaciales (y éstos en coordenadas temporales y luego en coorden.adfts
tempo-espaciales), a los que · Carnap atribuye cualquier , cua:lidad,
como color y otras, etc. El hecho es que, desde el dOminio solipsista
de las vivencias elementales, el "sujeto" sólo por arte de magia puede
salír p ara reducir lógicamente el mundo a los estratos horizontales
de la esfera de objetos. Como última observación ilustrativa a este
respecto cabe señalar que Carnap acepta que concepto y cosa son
idénticos, pero esto no quiere decir que el concepto deba considerarse
sustantivado, sino que se trata de la funci6nalización del objeto.
y un objeto que no. se deje reducir a "mis" vivencias, es un objeto
imaginario.
Algunós discípulos europeos y seguidores de Caruap han sugerido
o sostenido que Der logische Aufbctu d er Well1t es una obra cuyo
enfoque y método han sido. modificados y superados por su autor.
No hay tal. En la segunda edición de esta obra, 1961, en el prólogo
para la misma, Carnap escribe : "Concuerdo aun hoy con la actitud
filosófica que está en la base del libro, Esto es válido ante todo para
la posición problemática y los rasgos esen ciales del método empleado,
El problema fundamental conCierne a la reconstrucción racional de
conceptos de todos los dominios del conocimiento sobre la base de
conc'eptos que se relacionan directamente con lo dado" 55 .
La imagen 'que resulta del mundo así "constituído", a base de
un supuesto objetivismo de las vivencias elementales, es de un increíble
esquematismo, superficialidad e ingenuidad.
7) ANÁLISIS SINTÁCTICO y LENGUAJE FILOSÓFICO
Siempre atátí'do por el señuelo de una concepción "libre de metafísi
ca'~, Caruap ve en el análisis del lenguaje el camino para.la "superación"
de la metafísica. Se aboca, para ello, al análisis del sentido
de las ,proposiciones y encuentra que éste reside en el método de su
verificélción. Este método estriba en mostrar, en dar prueba y, en
última instancia confirmadora, en percibir sensorialmente. Este es el
punto de partida del an álisis sintáctico del lenguaje.¡c· la:bor que
55 Op. cit., Vorwor t, p. IX, 1961.
,*. Véa.s'e el ensayo de Carnap intrépidamente intitulado, Ueberwindung
der Metaphysik dureh logisehe Analyse der Spraehe, en la Revista E.rkenntnis,
1931, Bd. 11 pág. 218 y sigo
Dialéctica y positivismo lógico I 57
amplía y determina en cuan to a su alcance en un trabajo posterior.
El punto de vista adop tado aquí es que el lenguaje es un sistema
de signos coordinado a las vivencias; el lenguaje, tal como lo conciben
los nominalistas consistiría en los signos que son las p alabras, y
en las reglas para la formación de las proposiciones (oraciones), es
decir, en la sintaxis. Para indagar las proposiciones hay que tener
únicamente en cuenta la sucesión y el género de los signos, esto es,
considerarlas formalmen te con prescindencia total de los juicios;
también las relaciones lógicas entre las proposiciones resultan sólo
de la estructura sin táctica oracional. De este modo, h ace de la lógica
una parte de la sin taxis. Según Carnap .. , "se puede disponer de
modo enteramente libre sobre la forma lingüística en todo respecto;
. .. se puede elegir con plena libertad las formas de la construcción
de las proposiciones y las determinaciones de su transformación" 1>6.
De esta suerte, las leyes y reglas de la lógica van a ser el resultado d ~
fijaciones cliscrecionales, lo que. se sigue del supuesto de la identificación,
de hecho, de p ensar y lenguaje. La consecuencia d e esta
tesis, que va a contrapelo de la evolución histórica del lenguaje y
sus formas sintácticas, y del nexo efectivo de la lógica con el mismo,
es que la lógica, para Carnap, es considerada del todo un producto
de con vendones individuales, con prescindencia de la realidad objetiva.
De aquí que éi afirme : "Cada cual puede construir como él
quiera su lógica, es decir, su forma lingiüística. Cuando él quiera
discutir con nosotros, tiene sólo que indicar claramente como lo quiere
hacer" 57, .
Esta peregrina teoría de la lógica sintáctica d el lenguaje ni siguiera
. se plantea el problema del proceso lógico en su relación con
el lenguaje y la función de sus formas sintácticas, inseparables de su
semántica, y toma el camino inverso del que ha seguido el pensar a
partir del lenguaje (con el consiguiente influjo reactivo de éste sobre
aquél). T al concepción va desde una lógica convencion al y formalizada
a las formas sintácticas, abstraídas del nexo en que están
integradas, y hace de aquélla un elemento de ést as . Es la cuestión,
ni siquiera soslayada por Cam ap, de la inclusióh de significado en
la vida y evolución del lenguaje. R especto a ella, señalándola con
claridad, nos dice Julius Stenzel, que se trata "d el punto de vista, de
si consideramos este campo de procesos " lóg:icos" que nos a:bre el lenguaje
como humus nutricio del que puede brotarnos verdadero escla-
56Logische S yntax d e!' S prach e, pág. V. Wien 1943.
57 Op. cit., pág. 45.
58 , Carlos Astrada
recímiwto también por lo que a los problemas lógicos se refiere" 58 .
Los sintactistas preconizan, con ingenuo optimismo, las ventajas
de un lenguaje artificial -íormalizado- para evitar la ambigüedad,
plurivocidad y vaguedad del lenguaje corriente. La razón de tal sustitución
reside en que la sintaxis del lenguaje corriente carece de exactitud,
y sus reglas, debido a las numerosas excepciones que ofrecen,
no permiten operar en el dominio de la ciencia estricta. Este lenguaje
artifi cial, en oposición al lengu aje usual, cuyos símbolos son conceptuales,
consiste sólo en símbolos artificiales. La introducción del uso
de símbolos artificiales es hermano gemelo del formalismo. Este se
atiene únicamente -como ya hemos vis to- a la forma gráfica de los
signos con los que opera de acuerdo con las respectivas reglas de
transformación. Pero, a estos signos --explica Bochenski- "se los
maneja como si ellos no fueran signos, sino ciertamente figuras de un
juego, piezas que se pueden combinar y cambiar de diferente manera"
50. Se trata, pues, de una ficción de signos, por donde el formalismo
t ambién coincide - y no periféricamente- con el positivismo
fi ccionalista de Vaihinger (con su PhilosoPhie des Als Ob). A
causa de este carácter de ficción lúdica que asume el formalismo,
anota Bochenski -suavizando la expresión con un matiz- es que "se
ha dicho una vez, en broma, que quien se sirve del formalismo, ese
no sabe lo que dice, y si lo que él dice, es verdad". Nosotros conocíamos
la versión con el agregado - que le da más causti cidad"
ni en qué lenguaje artificial (si en el metalenguaje L2 o Ln) lo dice" .
La sintaxis del lenguaje ar tificial tiene sus reglas y categorí'as *.
Las reglas de un idioma cualquiera (por ej. el idioma S) determinan
qué expresiones p ertcnecen a este idioma, o sea tienen pleno sentido
en él; todas las otras expresiones son, en es te idioma, carentes de sentido,
por ejemplo, la palabra "hombre" es una expresión pero carece
de sentido en alemán. Las expresiones plenas de sentido se dividen
en dos clases: expresiones atomales (atomare) o simples, y molecul ares
o compuestas. Las segundas, de acuerdo a la primera regla sintáctica,
deben estar constituídas exclusivamen te por expresiones que en
el respectivo idioma tienen p leno sentido, o sea, por expresiones atomales
también p lenas de sentido en tal idioma. La composición de las
mismas, según lo prescribe la segunda regla sintáctica, debe tener
lugar de acuerdo con cleterminadas ¡-eglas de formación del lenguaje.
58 Filoso fía del L enguaje, pág. 11 4, trad. cast., Madrid, 1935.
59 Die Z eitgenossischen Denkmeth oden, .pág. 47, 2 Auf. , Bern, 1959.
* Véase op. cit., págs. 5 1-52 y 53.
Dialéctica y positivismo lógico I 59
Pero, las reglas formativas de todos los idiomas tienen un meullo
común, y ellas pueden ser resumidas en las llamadas categorías sintácticas.
El concepto de categoría sintáctica corresponde exactamente
al concepto de parte de la proposición en la gramática usual. En el
plexo de las categorías sintácticas, se distingue el concepto de "functor"
del de "argumento". Una expresión que determina a otra: se
llama functor; la expresión por él determinada, "argumento". Si
decimos p. ej. "y" en el enunciado (con relación a estas distinciones)
: "Esto es profundo y original", "y" determina las dos partes del
enunciado ("profundo" y "original" ) y es, por ello, su functor; en
cambio, los dos enunciados parciales son los argumentos de "y". De
modo que en todo idioma de estructuración completa hay dos
clases de expresiones ,.~" unas pueden ser sólo argumentos (nombres
individuales y enunciados), las otras, en cambio, functores. Los
argumentos se ll aman categorías sintácticas fundamentales; los functares,
categorías funcionales (Funktorenkategorien).
El número de las categorías sintácticas fundamentales es discrecional,
y éstas parecieran proliferar por generación espontánea, si
detrás no estuviera agazapada la "fecundidad" clasificatoria del
sintactista artificial. H ay, en primer lugar, categorías de nombres
y colores, etc. Los fun ctores se dividen de acuerdo con las categorías
sintácticas de sus argumentos en fun ctores determinantes de nombres
("duerme: ', "deslumbra" "es más grande que"), functores determinantes
de enunciados ("y" "o" "no fS así que") y Iunctores determinantes
de {unctores, por ejemplo, "muy" en el enunciado: "el
sintactista es muy meticuloso" , cuyo argumento es, "meticuloso".
Dejemos de .lado las demás minucias del escolas ti cismo de los sintactistas
artificiales y consideremos su modus operandi con las categorías
sintácticas, y lo que de acuerdo a éste posee sintácticamente "pleno
sentido" .
La operación se rige por la siguiente "regla formal universal" :
"Una expresión molecular tiene, pues, sin tácticamente pleno sentid0
si cada uno de los functores que en ella intervienen están coordinados
exactamente en número y clase ,a los correspondientes argumentos
de sus categorías sintácticas" <60 . De lo contrario, talexpf'esión carece
sintácticamente de sentido. Veamos al sintactista operando al
hilo del análisis sin táctico de tExtos filosóficos. El primer caso lo
* Véase op. cit., pág. 53.
(JO Op. cit., pág. 54.
60 I Carlos Astrada
presenta Bochenski, y el segundo lo aducimos nosotros, para ejemplificar
con el mismo concepto del primero, sólo que en otra
proyección doctrinaria. Primero consignemos lo que tiene sintácticamente
pleno sentido: "es idéntico" es un functor de dos cifras
(dos en correlación o dos argumentos), y "se lo emplea con pleno
sentido por consiguiente sólo si a él se coordinan exactamente dos
argumentos, como en el enunoiado "el autor de Fausto es idéntico
con Goethe" 61. Y viene el otro caso carente de sentido, que pone
Bochenski: "Un filósofo dice : " la nada anihila". Aquí la "nada" es
el argumento de "anihila", la última expresión nominada es evidentemente
un functor de una cifra que engendra a:l enunciado y determina
al nombre. Pero, ¿ cómo, entonces, él puede ser determinante
del nombre? Pues, sintácticamente considerado, ¿qué es la "nada"?
No es evidentemente ningún nombre, si bien parece ser tal. Si nosotros
decimos "no h ay nada" , entonces propiamente queremos decir
"para toda x no es el caso que aquí y ahora hay esta x": "Nada es,
entonces, una abreviación para la negación. Pero la negación no
es ningún nombre, sino un functor" 6 2.
Aquí, el análisis sintáctico se mueve en el vacío, como si la semántica,
así sea la formalizada, no existiese, a la que debiera tener
presente aun por el hecho del maridaje de ambas, como integrantes
del ":lenguaje artificial", con la logística.
La expresión "das Nichts selbst nichtet" es de Heidegger "x-. Admitamos
o no su concepción, lo que él da a 'entender es claro, y no
puede "ser considerado como un absurdo sintáctico" '63 . El argumento
no es, como se dice en lo transcrito, "nada" , sino "la nada" con el
artículo determinativo (concedamos que es un a dverbio sustantivado,
aunque para la filosofía, desde los griegos has ta el presente, es un
nombre sustantivo). Sólo es un absurdo tal enunciado para un análisis
sintáctico torpe, al que se le escapa el significado de la expresión,
lo mentado en ella. "Nada" es la ausencia absoluta de todo ente, el
no-ser (verbo sustantivo) ; viene de res-non-nCIJt,a (cosa no na-cida) y
significa lo mismo que el néant francés y el Nichts alemán. Es sabido
que los griegos, por el giro intelectu aJista de su pensar, identifican lo
real y lo pensable con lo que puede ser dicho; no afirman una realidad
ininteligible, pero cuando encuentran esta realidad, hacen de ella
61 Op. cit., p á,\,. 54.
6)! Op . . cit., pág. 54-55 .
... Véase Was ist Meta{Jhy~ik? págs. 31 y 26, ed . cit.
63 Die Zeitgenosische Doenkmethoden" pág. 55, ed, cit.
Dialéctica y positivismo lógico I 61
algo inexistente y lo llaman un no-ser. El no-ser, o sea la nada -el
no-ente- es, pues, la materia no informada; además en el neoplatonismo,
esta cuestión se vincula con el origen radical de las cosas.
Entre "nada", como adverbio de negación y "la nada" sustantivo,
se mueve pues, la reflexión de Heidegger, el que, al respecto, escribe
: ... "La nada es más originaria que el no y la negación ... , Ja
esencia de la nada es : anihilación. Esta no es ni una destrucción del
ente, ni ella surge de una negación. . . La nada misma anihila (anonada)
. . . El nO' no surge por la negación, sino que la negación se
funda en el no, el que resulta del anihilar de la nada. La negación,
empero, es sólo un modo de 10 anhilante, es decir, un comportamiento
precedentemente fundado ,en el anihilar de la n ada" 64 Estemos
o no estemos de acuerdo con Heidegger, en su esp eculación en torno
a la nada y el ente en total, 10 que él dice se entiende perfectamente.
"Nada" no es una abreviatura para la n egación "no h ay nada". Como
vemos 10 que es un absurdo, un contrasentido es el resultado del
consignado análisis sintáctico de la citada expresión.
El otro caso que se puede poner -y oponer al criterio que informa
el análisis sin táctico- es la conocida expresión de Hegel: d 'as
reine S ein und das re,ine Nichts ist also dasselbe ("el puro ser y la
pura nada es, pues, lo mismo"). Hegel, pensando dialécticamente y
atento a la unidad de los contrarios, explica que, en lo mentado en
tal enunciado "lo que es verdad no es el ser, ni ,la nada, sino que
el ser se ha convertitdo en la nada y la nada en el ser. Pero igualmente
la verdad no es la indiferenciabilidad de ambos sino que ellos no son
10 mismo . . . y de modo inmediato cada uno ha desap,ar,ecido, en su
contMrio. La verdad es, enton ces, este movimiento del inmediato desaparecer
del uno en el otro : el devenir" (Wissenschaft der 'Logik, 1
Bd. Cap. 1, C). Podrá no ser comprensible de primera intención esta
idea de conversión dia;Jéctrica r ecí'proca del ser y la nada, pero sería
un disparate si, con la mera apoyatura en el análisis sintáctico formalizado,
se afirmase que aquella expresión no tiene sentido o es un
contrasentido porque el "ser" es un verbo, y la "nada" ,es un adverbio,
y no se puede decir que ambos son lo "mismo". Desprender tal expresión
del plexo del p ensamiento de Hegel e interpretarla sintácticamente,
es infantil. Ciertamente, Hegel, subvirtiendo toda una problemática
sedimentada en la metafísica occidental, rechaza la proposición
ex nihilo nihil fit y se remonta más allá de Parménides; también
61 Was ¡st Metaphysikt. págs. 26, 31 y 33.
62 I Carlos Astrada
la dogmática CrIstiana niega tal enunciado porque entiende por Iil.
"nada" sólo la ausencia del ente extra-divino, y de ahí que afirma ex
nihilo fit ens creatum.
El análisis sintáctico que ejemplifica operativamente Bochenski,
es la aplicación de la teoría desarrollada por Carnap. Es sabido que
esta tendencia, con su pululación de teorías y enfoques logíSticos del
lenguaje, se ha originado en la obra de Ch. Morris Signs, Language
and Be:havior, 1946.
Para -abreviar, nos concretamos a citar la explicación concisa
que, con referencia a ' ,la semiótica de Morris y su división como asimismo
con relación al carácter de la t eoría sintáctica de Carnap
nos da .el axiomatista E. W. Beth: "Morris distingue: 1) la sintaxis,
que estudia las relaciones de los símbolos entre sí'; 2) la semántica,
que estu.dia las relaciones de los símbolos con los objetos que
ellos denotan; 3) la pragmática, que estudia la relación de los símbolos
con el que los interpreta". Las partes 1) y 2) corresponden
a las disciplinas introducidas por Carnap y Tarski bajo una forma
adaptada a las necesidades de Una lengua cualquiera . .. La sintaxis,
según Carnap, constituye una extensión de la metamatemática de
Hilbert ( ... e ll a suministra al mismo ti empo el punto de partida
de la semántica según Tarski). Sea H un cierto cálculo abstracto y
sea M (IJ) la matemática en tanto que ella se relaciona al cálculo
H. El punto de partida específico de M (H) será naturalmente el
conjunto de reglas de cálculo para H . M (H) tenía el carácter general
de una teoría. deductiva que pertenece al nivel de las matemáticas
ingenuas, y en una demostración de la no-contríidicción del
cáloulo H no podemos admitir más que razonamientos de carácter
particularmente elemental. Sin embargo, una vez que se ha introducido
la teoría M (H), se puede plantear igualmente otras cuestiones
pertenecientes al dominio de esta teoría, y sobre las cuales
podemos tratar sin que se impongan tales restricciones . Pero, si en
M (H) introducimos métodos de argumentación cualesquiera, entonces
esta teoría estará expuesta a la misma cática que las otras
disciplinas .pertenecientes a las matemáticas ingenuas. La teoría
abstracta Ss (H) que resulta de es te paso será precisamente la sintaxis
de H según Carnap" 65.
Como vemos, esta sintaxis, apoyándose en la axiomática de HiJ-
65 La sémantique et sa Portée Philosophiqu e, en Semántica (volumen
colectivo), pág. 50 Archivio di Filosofia, Roma, 1955.
Dialéctica y positwismo lógico I 63
bert, hace uso, en sus ar¡álisis, de un metalenguaje extensivo y analógico
de las matemáticas abstractas.
8) LA SEMÁNTICA DE CARNAP y EL MACHISMO
y llegamos al capítulo de la semántica, también estructurada de
acuerdo a las abstracciones matemáticas, con su trámite de deducción
e implicación analíti cas. Carnap, para no quedar en estado de levitación
en la atmósfera enrarecida de la sintaxis formalizada, recurre no
sólo a la semántica, sino incluso a la pragmática, en busca del suj eto
que maneja e interpreta los símbolos, sujeto que él había eliminado
juntamente con su inserción fáctica cn la realidad objetiva y las inten'elaciones
de los hechos psico-sociales y culturales que son su soporte.
Pero, a este suj eto lo pierde de nuevo, ya que su semántica, llevada
por la tendencia de una seudo-objetividad, llega a eliminar a aquel
que h abla, es decir el que maneja e interpreta los símbolos. Como es
natural, en todo lenguaje humano desarrollado y clarificado, los signos
tienen una doble función, la subjetiva, en la que se expresa el estado
personal de aquel ,que los emplea, y la objetiva en la que el signo
mienta algo a lo que apunta intencionalmente. Este algo es un contenido
objetivo. La semántica formalizada sólo asigna importancia a
la función de mentar, pues, en el lenguaje de la ciencia, interesaría
únicamente la función objetiva del signo.
Carnap, de acuerdo con su teoría de que la lógica, si aspira a ser
exacta, debe ocuparse de expresiones lingüísticas, y no de juicios, o
sea, pensam~entos que mientan algo, va a establecer 1a diferencia entre
verdad fáctica, dependiente del carácter contingente de los hechos,
y la verdad "lógica", que va a depender de ciertas y determinadas
reglas semánticas. Así, nos dice: "El sistema semántico es un sistema
de reglas que formulan las condiciones de la verdad de las oraciones
de una lengua objetiva cualquiera, reglas que determinan el significado
de dichas oraciones" 66 .
Para Carnap y los demás semantistas de su escuela, la verdad del
juicio no depende de su correspondencia con el comportamiento del
objeto mentado en él, sino de la posibilidad de confirmarla mediante
la experiencia. Pero esta confirmación no puede poseer objetividad.
Así, no podemos enunciar "el lápiz es rojo", porque esta proposición
coloca eJ color rojo en el lápiz, pretendiendo infundadamente ,objeti-
66 Introduction to Semantics, C. 1., pág. 22, cit. por Kopnin, en D, P.
Gorski, Petlsamiento )1 lenguaje, pág. 370-371, ed. cit.
64- ICarios Astrada
vidad. Hay que relacionarla solamente a los datos sensoriales. T al
juicio tenemos que formularlo diciendo : " el objeto que me induce a
mentar "lápiz" también me llevar a decir "rojo" . Esta noción semántica
d el juicio, saltando a retrotiempo varios milenios, retoma la teoría
de la escuela de Megara y de Antístenes el Cínico, según la cual
es imposible que 10 plural sea uno, y lo uno plural. Por consiguiente,
no podríamos enunciar " el lápiz es rojo", sino solamente " el lápiz es
lápiz" y "lo rojo es rojo" .
No modifica en n ada, ni rectifica ,esta consecuencia el hecho de
que Carnap integre los elementos en un enunciado y nos diga que la
proposición "el lápiz es rojo" es verdadera si y , solamente si el lápiz
es rojo, que es la condición de verdad de tal proposición, lo que implica
comprobar empíricamente el color rojo del lápiz. Pero esta
comprobación empírica se queda, como ya hemos hecho notar, en los
datos sensoriales, sin llegar al objeto.
En la teoría semántica de Carnap, se reitera esa mezcla -cuyos
ingredientes no llegan a fusionarse- de empirismo sensorialista y convencionalismo
nominalista, que caracteriza la posición de B, Russell.
Este, con un criterio semántico confinado en el dato ' sensorial y la
"significación", sostiene la tesis de la imposibilidad de nombrar una
persona "inexistente" como sería el caso de Napoleón. La existencia
de la persona nombrada debe estar sujeta a verificación en el mundo
físico para que el nombre de la misma pueda ser empleado con sentido.
Según B. Russell, "la palabra "Napoleón" significa cierto individuo,
pero inquirimos, no quién es el individuo significado, sino cuáJl
es la relación de la palabra con el individuo, 1'0 que hace que la una
signifique el otro. Pero justamente, tanto corno es útil verificar la
naturaleza de una palabra corno parte del mundo físico, así también
es útil verificar la clase de cosas que una palabra puede significar.
Comúnmente, cuando empleamos un nombre propiü, imaginamos
que querernos significar una entidad d efinitiva, el individuo llamado
"N apoleón". Pero, lo que nosotros conocemos como una persona no
es simple. Puede ser un mero yo individual y permanecer estrictamente
idéntico desde su nacimiento has ta su muerte. No existe manera
de probar que éste no puede ser el caso, pero, no hay igualmente
la menor razón para suponer que éste es el caso" 6 1.
Uno de los criterios que informan la teoría semántica de Carnap'
es el del convencionalismo. Si, de acuerdo al principio asentado por
~
,117 The Analysis 01 Mind, págs. 191 y 192, Londo!., 1922.
Dialéctica y j1ositwismo lógico I 65
él, podemos escoger con plena libertad reglas para la formación y
transformación de las proposiciones en un cálculo lógico cualquiera,
se llega en virtud de lo que aquel llama el "principio de tolerancia",
a una combinación lúdica de los elementos que intervienen en el
cálculo. Pero, el mismo Carnap reconoce que esta libertad de elección
respecto a .las reglas está bajo la influencia consuetudinaria de la
praxis, de las circunstancias y de la eficacia, con lo que r eintroduce
- reconociéndoles vigencia- puntos de vista y normas que están
lejos de ser convencionales.
La semántica de Carnap, en resumen, en sus últimos desarrollos
y reajustes, hace injustificada abstracción del sujeto oracional, es
decir del que habla, y sólo atiende al análisis de las expr,esiones y de
las relaciones de éstas con los objetos designados (mentados), con los
designata, quedando con ello en la instancia puramente verbal que
sc traduce por lo que él llama "relación de designación" . Esta semántica
y su método h an sido objeto de diversas críticas, algunas realmente
demoledoras. T an sólo destacaremos brevemente la que desde
un enfoque epistemológico y lógico le ha hecho W. Mays. Este, en
cuanto ' al giro fund amental de Ja semántica teorizada por C"arnap,
impugna "su presuposición de que los sistemas teóricos se ocupan,
sobre todo, de estructuras lingüísticas arbitrarias, que son maneras
de hablar sobre el mundo y no nos llevan de ningún modo a aserciones
sobre su naturaleza o su existencia. Los físicos u otros, pensando en
Hiroshima, podrían sin embargo objetar que problemas, por ejemplo,
como el de saber si los electrones existen, se relacionan a heohos más
bien que al lenguaje. Parecería que detrás del punto de vista de Carnap
se disimulan <las sombras de su antiguo fenomenalismo y el análisis
de las sensaciones inspirado por Mach" '68. Se trata de un eufemismo
de Mays, pues ya hemos visto, al hilo delator de una cita del
Análisis de las S ensaciones, que tanto en la posición de Carnap como
en los supuestos del empirismo lógico en general, está presente, con
algunos r etoques y afeites logísticos, sintácticos y semánticos, la problemática
del machismo.
El propio Ayer -empleando disimuladamente el pasado imperfecto-
se ve obligado a r econocer que "la posición" del Círculo de
Viena "era, en sus caracteres principales una mezcla del positivismo
vienés de los físicos del siglo XIX, Ernst Mach y sus discípulos, con
68 L ogique et L angagc chez Carnaj;, en Epistemologie genétiqu e, 1 pág.
94·, París, 195 'J .
66 I Carlos Astrada
la lógica de Frege y Russell" 169. Tal cual lo acabamos de subrayar,
esta mezcla heterogénea es aún el contenido básico del empirismo
lógico, en su atuendo "actual".
Con respecto al método, con razón nos dice Mays que "él parece
poco justificable en semántica, ya que nos ofrece una concepción
estática del lenguaje, de donde el que habla ha sido eliminado.
Esto es proba blemente lo que explica que la semántica filosófica
parezca un tema tan trivial, tendiente a devenir un problema de
formalización de cosas ya conocidas" 70 .
Además, el fantasma del "atomic fact", extr.apolado desde el
dominio de la logística, infl.uye negativamente sobre el análisis
semántico., h asta el extremo de desarticular y atomizar el lenguaje.
De esta suerte, pasando por a lto algo ya bien sabido desde hace
sesenta años, se ignora la existencia siempre de nuevo avalada por
la indagación, de las totalidades estructurales que, como resultado
de su propio proceso formativo lo integran, en su plexo vivo de lenguaje
hablado. Puntualizando este error escribe Mays: "Al tomar
el lenguaje escrito· como modelo del lenguaj e en general, los filósofos
semantistas admiten que las palabras son elementos de base del lenguaje
y descuidan el h echo que, en el discurso, por la menos, es la
frase la que es la unidad. No tenemos razón de suponer que una
frase es un simple compuesto de las palabras que la forman, ya que
las palabras tomadas aisladamente son fragmentos más o menos
arbitrarios de tales frases" 71.
Todo esto lo sabía perfectamente W. Wundt, cuando hace casi
cincuenta años publicó la segunda edición de su gran obra V olkerp'Sychologie.
Eine Untersuchung der Entwicklungsgese:tze von Sprache,
Mythus und Sitte. Al indagar el lugar de la palabra en el lenguaje,
nos ruce: "La vieja idea de que la proposición está compuesta de
palabras que originariamente tienen existencia independiente, puede
considerarse hoy del todo eliminada de la gramática científica. Tal
idea sucedió aquí a la opinión, con ella emparentada, de los antiguos
estoicos, de que la palabra misma es un enlace de sílabas y letras.
En el lenguaje viviente... existen aún los Emites que el lenguaje
escrito reiteradamente ha fij ado entre las palabras singula-
69 "El Círculo de Viena" en La R evolución en Filosofía, pág. 91, ed. cit.
70 Logique et langage chez Carnap, en Epistemologie ge nétique, pág.
94, ed. cit.
71 Op. cit., pág. 91.
Dialéctica y positivismo l6gico I 67
res" 7~. Y abordando después, "el concepto general de la proposición",
Wundt expresa (afirmación, sin duda, de giro psicologista
por la referencia a "representación global", pero justa); " . .. Según
sus características tanta objetivas como subjetivas, podemos definir
la proposición como la expresión lingüística para la articwlación arbitraria
,de un,a r1e1Jresentacíón global en sus partes constitutivas puestas
en r¡elaciones lógiclas unas con O'tras. Con· relación a esto, hay que
hacer notar expresamente que la palabra surge en verdad del .proceso
de esta est,ructura. .. Entre proposición y palabra no cabe trazar
un límite absoluto. Depende en todas partes de condiciones particulares
cómo la estructura de la proposición avanza determinando
a la expresión primaria de la represenÚl,ción global y por tanto también
a la parte constitutiva primaria del lenguaje" 73 .
Uno de los más recientes ensayos de Carnap " Significado y Sinonimia
en los Lenguajes Naturales" (Meanning and Synonymy in
Natural Languages) -l(- a pesar de sus minucias simplistas, ha sido
sometido a una crítica exhaustiva por Mays. No obstante su apelación
a la pragmática y al análisis por parte de ésta de las significaciones
en el dominio de los lenguajes "históricamente dados", cae en
la más peregrina noción de la sinonimia, al margen de la práctica
efectiva del que habla (del sujeto oracional ). Los ejemplos que pone
de los dos lingüistas que estudian y observan e investigan el comportamiento
de Karl (un sujeto cualquiera que h abla alemán ) frente a
los "componentes de significado designativos", 'blau, Hund, son de
una ingenuidad más artificiosa, pero menos coherente (por el escamoteo
de datos efectivos) que los usuales " problemas" de palabras
cruzadas.
Además, la distinción entre nominar y describir es algo carente
de toda base seria, por cuanto prescinde de la riqueza de la lengua
hablada, con todos sus nexos predicativos, y del mundo que el hombre
corriente ha integrado con los entes creados por la imaginación
y los contenidos aportados por el mito. Su ejemplo del robot es
absurdo porque, aparte de la suposición gratuita de que tal robot
existe, lo concibe, en la tarea descriptiva y de elección de predicados
que le asigna como un semantista que opera de acuerdo con una
7;l V,o lkerpsychologic, Bd. 1. Pág. 609 (¡Wort und SatzJ, 2da. ed. Leipzig,
1911.
73 o.p. cit., Bd. II t. págs. 248 y 249 (Allgemeiner Begriff d es Satzes) .
.. Véase su tradu{:ción castellana en Antologla Semántica, pág. 25, Buenos
Aires 1960.
68 ICarIos Astrada
preconcebida distinción teórica entre elementos, a la cual han de
responder los rodajes que integran la estructura de aquél.
Acerca de estos infundados asertos de Carnap y de su teoría
simplista de la "in tensión" (comprehensión) y extensión, acertadamente
observa Mays: "La distinción entre nombres y descripción
(el dogma de la com prehensión y de la extensión) sobre la cual está
fundado el robot hipotético de Carnap, ha caído en los últimos años
en descrédito. Se ha observado que esta clistinción procede del hecho
de admitir que la significación de una expresión es idéntica al
objeto al cual ella se refiere o se aplica. Como descripciones de
objetos míticos, tales como Pegaso, que no se refieren a objetos
existentes, tienen no menos un sentido, se a dmite que ellas descansan
sobre ¡¡,lguna cosa" 74; pero, para no h acer depender la significación
de aquéllas de la psicología ni del mundo de la imaginación o del
mito, agrega Mays que "ellas son consideradas como predicados
que se refieren a entidades lógicas, simbolizadas por cuantificadores
de existencia" 75. .
Mays resume la critica de .la teoría semántica que nos ocupa
en trece obj eciones fundamentales, de las cuales sólo destacamos
la siguiente: "Carnap acentúa fu er temente la función simbólica
del lenguaje, y eso se refleja en sus " disciplinas puras". Es dudoso
que sus lenguajes artificiales sean, verdaderamente, lenguajes, ya
que la primera función de un lenguaje es ser un instrumento de
comunicación entre 'las gentes" 7 6 . En efecto, tales lenguajes artificiales,
° son una jerigonza, o un lenguaje de un reducido número
de señas convencionales entre mudos.
74 Y 75 Logique et L angage chez Carna p, en Epistemologie Genétique,
pág. 120, ed . cit.
76 Op. cit., pág. 122 (lO) .
Capítulo ¡JI
9) L ÓGICA y MATEMÁTICA SEGÚN T ARSKI
Debemos también referirnos en la forma más somera posible, a
la semántica de T arski y a su llevada y traida "concepción semántica
de la verdad", especie de pieza "maestra", a la que los empiri
stas lógicos otorgan papel preponderante en el juego semánticologístico.
Ante todo, es de hacer notar que Tarski, como los demás
representantes de esta tendencia, reducen la lógica a matemática
(aunque a veces, también afirman que la segunda pertenece a la
primera) y toman la deducción matemática por deducción lógica,
como ya lo hemos s eñ,alad o , Es así que aquél afirma "que no existe
ninguna diferencia esencial entre los razonamientos del dominio
de la lógica y los del dominio de la matemática" 77. Considera el
concepto de clase como un concepto lógico : "La parte de la lógica
en que se analiza el concepto de conjunto y se estudian sus propiedades
generales, se denomina T e'oría de las ,¡;lases ,' a veces, esta
teoría se trata como una disciplina matemática autónoma y como tal,
se la llama entonces T eoría de los conjuntos" 78. Pero en definitiva,
la diferencia entre ambas es cuestión de nombre; sólo que en lógica
se :}lama clase y ésta estrrba en el concepto de un objeto o individuo,
mientras que en la matemática se la designa "conjunto",
y reposa en definiciones de número cardinal, suma, etc. Los 10gís-
7 7 Introducción a la Lógica) pág. 74, trad. casto Buenos Aires, 1951.
78 Op. cit" pág. 86.
70 I Carlos Astrada
ticos frecuentemente al hablar de "miembros" de una clase los
llaman "conjuntos", y se refieren indistintamente a clase o conjunto.
Tarski es de los que afirman que la aritmética (como también
el Álgebra y el Análisis) es p arte de la lógica, y asimismo sostiene
el carácter precedente de ésta (preliminar) para la demostración
de todos los teoremas de la Aritmética, pero a condición de "ampliar
el sistema de las proposiciones lógicas con una única proposición,
no tan clara como las restantes, el llamado axioma de infinitud,
que afirma la existencia de una infinidad de objetos distintos" 79.
A pesar de que Tarski sostiene que los problemas de los conjuntos
finitos e infinitos encuentran su solución mediante conceptos lógicos,
"sin recurrir a ,ningún concepto de la aritmética" :so, todos los casos
(ejemplos) que considera pertenecen a la aritmética y a la geometría
traducidos a cálculos funcional es. Para afirmar aquella tesis
apela a la noción de coordinación ,.;; . . aplicada a un conjunto coordinado
o a un subconjunto, lo que lo lleva a la paradoja de las clases
de la cual intenta salir mediante el recurso de postular un conjunto
infinito, ejemplificándolo con los números naturales. Y estamos así,
de nuevo frente a una noción matemática, y no lógica.
Además, T arski -y esto muestra la imprecisión de los logísticos
y semantistas acerca de las relaciones entre lógica y matemáticaincluye
la lógica en la matemática por el carácter deductivo de la
primera partiendo de una supuesta disciplina deductiva genérica.
De acuerdo a esto nos dice que "no s'Olamente toda disciplina matemática
es una ciencia deductiva, sino que, recíprocamente, toda
ciencia deductiva es también una disciplina matemática (según la
cual la lógica deductiva debería contarse asimismo entre éstas)" ~l .
Ya, con motivo de la logística y sus supuestos y modus operandi)
hemos señalado esta confusión.
10) EL CONCEPTO DE VERDAD EN LOS LENGUAJES FORMALIZADOS
Previamente al enfoque de la semántica según T arski y su método
de aplicación, explicaremos brevemente lo. que son 101S grados
semánticos, cuyo prin cipio fundamental consiste en distinguir entre
el lenguaje sobre las cosas y el lenguaje sobre el lenguaje mismo.
Al primero se lo llama "lenguaj e-objeto", y al segundo "meta-
79 Y 80 Op. cit ., págs. 98 y 97.
* Véase op. cit., pág. 118,
81 Op. cit., pág. 68. , ,, d,~ L. ~ ¡ # ¡
Dialéctica y positivismo lógico I 71
lenguaje". Las cosas que no son signos constituyen el grado cero,
designan a las cosas u objetos; a su vez, a este grado se agrega un
segundo grado o escalón, el cual consiste en signos que designan los
signos del lenguaje-objeto; este grado es el meta-lenguaje del primer
lenguaje "". y se puede proseguir indefinidamente construyendo
un "meta-lenguaje" del primer meta-lenguaje, hasta un "metalenguaje
del enésimo lenguaje".(L n).
T arski aborda inicialmente el análisis de lo que significa desde
el punto de vista conceptual el enunciado verdadero en el lenguaje
corriente, en su ensayo Del" Wahrheitsbegriff in den formadisierten
Spmchen ''''*. Al referirse a los esfuerzos tendientes a la construcción
de una correcta definición de la verdad, nos dice que "el
ensayo de una defin ición semántica parece ser el más natural" 32 .
Propone una definición de este tenor : (a) "un enunciado verdadt>
ro es un enunóad()l que dice que las cosas se comp'ortan de tal
manera, y las cosas se com pol"tan de tal maneTa 8 3, mas, según Tarski,
en lo que respecta a corrección formal, la expresión que aparece
en el enunciado deja mucho que desear, y tarea de una definición
semántica sería precisarla. Pero es el caso que se presen tan ciertas
proposiciones de carácter especial, adecuadas para una definición
parcial de la verdad de un enunciado, y a sí tenemos el esquema
general de proposiciones tales como : (b) x es un enunciado verdadew,
en.tonoes y sólo entonces si p; pero, para lograr una aclaración
concreta - seguimos con la explicación de Tarski 84 -colocamos
en el esquema del tipo (b ) en lugar del símbolo p un enunciado,
y en lugar de x un discrecional nombre individual de este
enunciado, y si se nos da tal nombre, hemos de tener en cuenta
que la categoría más importante de nombres que llenan tal condición
son los nombres entre' com~llados, por ejemplo., el nombre "nieva"
(notemos de paso que no se trata de un nombre, sino de una
locución verbal, una proposición impersonal o "sin sujeto" ).
Entonces, tenemos que la correspondiente aclaración del tipo
(b) es: (c) "nievta" es un enun.ciado verdadero ent onces y sólo
entonces, si nie U1a. Y, a su vez, para construir la aclaración de 'este
enunciado debemos nominar y describir los nombres ' que intervic-
.. Véase J. M. Boch enski, op. ci t" pág. 59.
** Reproducido por Bochenski en sus par tes principales en op. cit. , págs.
67-72, que es el texto que tenemos en cuenta.
8.2 y 83 Op. cit., pág. 67.
84 Op. cit., pág. 68.
72 I Carlos AS'trada
nen en éste; saber de qué palabras, así como de qué signos cada
palabra singular consta, la expresión designada por los nombres,
etc. De este modo tenemos la siguiente aclaración, que es construída
sin necesidad de acudir a un nombre entrecomillado: ( d) una: expre'sión,
que es formada de una palabM, la cual consisitle de cinco
letras qlue se suceden una a otra: n, i, e, v, a es un ,enunciado viercfu,
dero, en!tonces y sólo entonces, si nieva (en alemán, el texto difiere
porque ,es schneit consta de dos palabras). " Proposiciones, que
como la (c) y la (d) son análogas, parecen ser evidentes y concordar
del todo con la significación de la palabra "verdadero",
que encontró su formulación en la expresión (a) " 85 . Ellas no
suscitan ninguna duda. Es una construcción semántica CQn clave
muy simple y clara (j!). Pero aquí viene el gran problema que
ha causado tantos desvelos a los lúcidos y tesoneros semantistas:
"Se conocen situaciones en las que afirmaciones de este tipo, en
unión con otras premisas no menos evidentes intuitivamente, conducen
a una contradicción manifiesta a saber, a la llamada an1t'i-
1Mmia del mentiroso" SG. Tarski se atiene a la formulación dada a
la misma por Lukasiewics. A base de tal enunciado o paradoja,
aquél, mediante una serie de operaciones de sustitución, pretende
mostrar la imposibilidad de superar la " antinomia" y por esto
llega a la conclusión que "aún pareC'e m uy d'wdosa la p'osibilid,ad
de un uso consecuente y además concordante con los Iprincipiosde
la lógica y el espíritu del lenguaje corrient¡)e, de la expMsión "enunciado
ver,dadero", y de lo qu e~e ahí se sigwe, la posibilidad de la
construcción de ,cualquier de.finición corTecta die esta expresión" 87.
De los pasos operativos de sustitución en el empleo del sí'mbolo
c, a que apela T arski, sólo consignaremos el '(B) « c no es un enunciado
ver,dad';ero," es un enunciado verdadero ,entonces y sólo entonces,
si c no es un enunciado ve1"dadero. Es decir que el valor de
verdad de este enunciado es falsedad. Es la seudo paradoja o antinomia
del "mentiroso", que cabe formularla así: "Lo que yo digo
ahora, es falso".
Tarski, a base de este enunciado que no es tal, opera en el vacío
e incurre en una monocorde logomaquia. Inútilmente se ha buscado
sülución lógica o semántica para las llamadas "paradojas".
Estas seudo antinomias han sido guillotinadas .por la elemental
distinción fenomenológica entre lo que posee sentido y lo que
S\5 y 66 Op. cit. , pág. 69.
87 Op. cit., pág. 72.
Dialéctica y positivismo lógico I 73
carece de él. En primer lugar, el "enunciado" "lo que yo digo
ahora, es falso" no es una proposición porque lógicamente ésta no
puede enunciar nada acerca de sí misma. Ya, Occam, en su teoría
acerca de "los términos, el juicio y la argumentación", ,dejó aclarado
que el juicio (la proposición ) no puede implicar un enunciado
acerca de sí mismo, pues, para ello, falta la i1Vtentio o conClep:
tus, referido a la alterid ad u objet9; cuanto menos puede implicarlo
una proposición que no es tal. Aún más, la llevada y traída
paradoja del "mentiroso" es una expresión-predicado, o sea . un
predicado suelto, ya que no se consigna sobre qué el enuncia, qué
es aquello de lo cual se dice que "es falso". Para convencerse de
ello, bas ta integrar con tal predicado una proposición completa,
como por ejemplo : "Lo que los semantistas dicen, que el lenguaje
corriente no tiene precisión ni recursos expresivos, es falso".
Si dejamos de lado que la expresión "él afirma que lo que dice
es falso" no es un enunciado, sino un simple predicado suelto, se
puede ver desde el punto de vista lógico que la paradoja del "mentiroso"
(men dax) , eA'}Jlicitada a partir de la formulación que le
dio su inventor el megárico Eubúlides, presenta dos partes o momentos,
cada una de las cuales no entraña antinomia, y esto rectifica
lo sostenido por T arski. Lo que pasa es que tanto Lukasiewics
como T arski, en la forma consignada, la han tomado de segunda
mano. Tarski dando por sentado que desde el 'punto de vista del
lenguaje corriente y de los principios lógicos tal "enunciado" encierra
una antinomia insuperable, trata de darle cuño semántico, de
una semántica formalizada. Esta paradoja no es una paradoja
semántica, sino dialéctica, más concretamente erística. Veámosla
en su forma originaria, aunque, como haremos notar, no ha sido
interpretada de modo unívoco. Eubúlides, discípulo de Euclides y
representante de la escuela megárica, formuló este razonamiento
capcioso como pregunta : "¿ Miente o no, uno que dice que miente?"
(Diog. Laert. 1, lib. II, "Eubúlides" ) . Se trataba, para Eubúlides,
de una pregunta de dialéctica, erística, ya que él, a diferencia
de su maestro Euclides, dió a la dialéctica un carácter puramente
formal. Lo mismo que para la escuela es,toica posterior, para los
discípulos de Euclides infl uídos por la escuela eleática y particularmente
por Zenón, la Dialéctica (Lógica, en realidad) se desarrollaba
esencialmente conforme a los conceptos que designaban pregunta
y respuesta. Eubúlides, como oponente, formulaba la pregunta
: Suponiendo que alguien dice: "Yo miento, ¿ dice él, pues,
74 I CarlolJ Astrada
con esto la verdad o miente al decirlo?" Si el defensor, en el diálogo
erís tico, decía: "él dice la verdad" , entonces era refutado por
el oponente (Eubúlides ) señalando que "uno miente si él dice que
miente, y con' esto dice la verdad ; y si e! defensor contestaba "él
mien te" , entonces el oponente lo refutaba señalando que "uno dice
la verdad si él dice que miente, y con es to miente" , En esta formulación
sobre la base de la erística dialéctica, de acuerdo a los
conceptos de pregunta y respuesta, aparecen ya aunque no claramente
los dos momentos del razonamiento capcioso o sofisma.
W. Nestle lo traduce e interpreta articulándolo en dos partes:
"Si tú dices "yo miento" y dices con esto la verdaq, entonces tú
mientes. Si tú dices efectivamente que mientes, y sin embargo expresas
la verdad, en,tonces tú mientes" (Die S ohatiker, pp. 173, 41,
J ena, 1923) . En ambas el "mentiroso" miente ; en la primera porgue
su propósito es "mentir"; en la segunda porque es verdad que
efedtivamente ' miente. T. Gomperz nos da una versión en que
aparecen más explícitas las dos p ar tes de este razonamiento capcioso
: "Si alguien miente y dice mentir, ¿miente él o expresa la
verdad ?" . "Surge la apariencia que él hace ambas cosas a .]a vez
y esto valía justamente como imposibilidad lógica. Nuestra primera
inspiración es replicar : el enunciado con respecto del enunciado
falso es verdadero, siendo aque! mismo sin embargo falso" , , . En
cuanto al concepto de men tira, hay que aclarar : "Se tiene, por así
decir, que disociarlo y descomponerlo en sus elementos. De los
cuales hay dos : lo contrario a la verdad de una comunicación y
la intención de desorientar que acompaña a aquella comunicación.
Aquello existe en el caso en cuestión, ésta falta. 0 , como en las
palabras griegas "decir falsedad", el momento subjetivo de la intención
aparece con menor fuerza que en nuestro "mentir" , entonces
tendría que distinguirse e! contenido contrario a la verdad del enunciado
de su aptitud de engañar" (Griechische' Denker, p. 157, 1I.
Bo., 3. Auf. ). Ya Aristóteles señaló la posibilidad de solucionar
refutaciones sof.ísticas originadas en el empleo de términos (conceptos)
absolutos y r elativos, Así nos dice que "en lo que concierne
a la cuestión de saber si el mismo hombre puede, al mismo
tiempo, decir lo' que es falso y lo que es verdadero ; solamente por
el hecho de que uno no se apercibe fácilmente si el término abs;olut,
ament.e debe ser atribuido a lo que se dice de verdadero o a lo
que se dice de falso, el sofisma p arece difícil de resolver. Nada impide
no obstante que el discurso no sea falso en sentido, absoluto,
Dialéctica y positivismo lógico I 75
y verdadero desde algún pun to de vis ta o para una cosa determinada,
dicho de otro modo, verdadero en algunos casos, pero no
verdadero en sentido absoluto" (Las refutaciones sofísticas, XXV,
180 b 5, trad. franco Tricot ) .
A nosotros nos inter esa el razonamiento capcioso ' en cuestión
desde el punto de vis ta lógico objetivo, considerado en las dos partes
o momentos que él presenta, lo que nos p ermitirá analizar la formulación
semántica que le ha dado Tarski. Para ello es necesario
destacar esas dos partes del sofisma. En la versión que nos trasmite,
en sus Noch'es Aticas, Aulio Gelio, aquél aparece formulado así' :
" Si yo soy men tiroso y digo que miento, ¿ es que yo miento o es
que digo la verdad ?" (Edic. franco bilingüe de Maurice Mignon,
t. I II, lib. XVIII, II, pp. 222'-223). AqUÍ ambas partes de! razonamiento
capcioso están insinuadas, pero no dd todo discriminadas.
T ambién Cicerón - uno de los principales intermediarios entre la
fil osofía an tigua y su posteridad cultural- nos ha comunicado en
Cuestiones Académicas, aquel sofisma en forma que se ' deja explici
tar. Gracias a la óptima interpretación de O. Plasberg (en su
Tullius Cicero, Academicorum reliquiae cum Lucullo edidit., pp. 73,
ed. T cubner, 1922) podemos apreciar las dos partes o momentos
de este razonamiento capcioso. Conforme a la Índole de la dialéctica
erística megárica, él interpreta en la siguiente forma el correspondiente
pasaje ciceroniano, considerado dudoso (si te inentiri
dicis idque verum dicis, mentiris . .. vemm dicis):
a) Si tú dices que m.ientes, y con esto dices la verdad, entonces
tú mientes;
b) Si tú dices que mientes, y . con esto mien tes, entonces tú
'dices la verdad.
En ninguna de las dos partes o momentos del sofisma' existe
antinomia, como veremos después del análisis lógiéo dd mismo.
Integrando táoitamente el predicado en una proposición, en ambas
partes, tenemos que a) significa : es verdad que mientes; y b): no
es verdad que mientes. Para llevar a cabo el análisis lógico objetivo
acudimos a la expresión, in troducida por Frege, de "valor de verdad"
de una proposición, la que se refiere siempre a un Sa"chverhalt,
es decir a un estado de cosas, e! que p uede existir, darse, o no
existir, no darse (esto es, si se puede o no tener experiencia de él,
comprobarse). El valor de verdad es la piedra de toque para determinar
la verdad o falsedad de una proposición. Es eI- criterio ya
76 I Carlos Astrada
formulado por Aristóteles: "Todo discurso no es una proposición,
sino solamente el discurso en el cual reside lo verdadero o lo falso,
lo que no sucede en todos los casos: así la plegaria es un discurso,
pero ella no es ni verdadera ni falsa" (De la Interpretación, IV,
17 a, ed. Tricot, p. 84). Es claro que Aristóteles consideraba la
proposición con vistas al objeto acerca del cual ella enuncia algo.
Explicitemos lógicamente las dos partes a) y b) del argumento
capcioso consignado:
c) Si tú dices que mientes, y efectivamente mientes (con respecto
al objeto del enunciado) , entonces no dices la verdad
o dices falsedad.
d) Si tú dices que mient~, y efectivamente no mientes, entonces
dices la verdad o no dices falsedad.
Certeramente, en lo anteriormente citado, explicó Gomperz
que de primera inspiración deómos : el enunciado con respecto
del enunciado falso es verdadero, siendo aquel mismo sin embargo
falso. Esto, si no descomponemos en sus elementos la expresión
"mien te", no, como propone Gomperz, para determinar en el concepto
de "mentira" la intención que pueda ocultar, sino para precisar
y destacar los elementos lógicos objetivos Ínsitos en tal predicado
o sedicente enunciado. Tarski, que apela subrepticiamente
al criterio del "valor de verdad", ha sucumbido a esa primera "inspiraoión"
y escribe (con respecto de a) de nuestra connotación) :
"c no es un enunciado verdadero" , es un enunciado verdadero entonces
y sólo entonces, si c no es un enunciado verdadero. T arski
confunde el llamado "valor de verdad", que es una fórmula o criterio
aplicable a la proposición integrada, con lo que parcialmente
enuncia el predicado disociado del resto de la misma. Es así como
establece una seudo antinomia entre el valor de verdad y el predicado
incluido en la frase en cuestión. Entonces, incurriendo en
tumefacto retoricismo semántico, se debe escribir: "c no es un
enunciado verdadero" no es un enunciado v erdadero, entonces y
sólo entonces, si c no es un enunciado verdadero. Pero como en
el ejemplo de "nieva" , que pone T arski, podemos simplificar saliendo
del ámbito diabólico de la "antinomia". Así en c (de nuestra
connotación) tendríamos: c no es un enunciado verdadero, si él
miente; su "valor de verdad" es falsedad. y en d: d es un enunci.
ado verdadero, si él no miente; su "valor de verdad" es verdad.
La paradoja del "mentiroso" no es una paradoja semántica,
Dialéctica y positivismo lógico I 77
sino erística y como tal entraña una argucia sofística (respecto a,
los diferentes tipos de paradojas de la escuela megárica, véase U eberwegs
Grundriss ' der Geschichte Jer PhilosojJ'hie, 1. Praechter T eil,
Die Philosophie des Altertums, pp. 155-158, 12. Auf.). En la argumentación
erística entre Eubúlides (oponente) y el defensor, y ante
la pregunta capciosa acerca de si uno que dice que "miente" ¿miente
o dice la verdad?, el sofisma se deshace si notamos que la respuesta
del defensor : "miente", ha sido dada situándose en la parte
del argumento explicitada en a) y que Eubúlides le replica: "dice
la verdad", basándose en el otro momento explicitado en b). y
si el defensor contestaba: "dice la verdad" apoyando su contestación
en b) , Eubúlides le replicaba desde a). Un ingeniosa juego
al escondite, que los semantistas, con gran alharaca, han dramatizado
al margen de la lógica, pretendiendo que ésta es impotente
para superarlo.
Por el escamoteo o desconocimiento del contenido intencional
de las proposiciones- digámoslo de paso- los semantistas y logístiGOS
han incurrido en crasos errores. Gustavo Bergmann, que ha
tratado con sentido crítico los problemas suscitados por la semántica,
señala precisamente en su ensayo intitulado Int entionality,
las consecuencias de tal error. Bergman se pregunta: "" ¿ p" y Vr.
(p)" tienen el mismo significado? .. Tomemos los dos enunciados
"Pedro ha muerto" y "Es verdad que Pedro ha muerto" 8,8. TantO'
Tarski como Carnap y sus respectivos discípulos han problematizado
el "significado" de las dos proposiciones tratando de identificarlo
en ambas, y lo mismo h acen los demás semantistas, llegando
a establecer la fórmula "P1" == 'Vr. ('p1.' ) o "p" es verdadero == p.
A es te respecto, Bergmann nos dice: "La tentativa de responder
a esta cuestión', construyendo esquemas y procurando discernir en
ellos, algo que corresponda a este significado de tener -el mismo-significado
es manifiestamente absurda. Por desgracia, Carnap y al-'
gunos de sus discípulos han invertido recientemente mucho tiempo
en este vano intento. En cuanto a la refierencia, la respuesta es obvia.
Los dos enunciados no se refieren a la misma cosa. Lo mismo vale
para el significado intencional" 89.
ss Intentionality, en S emántica, ¡pág. 214, Archivio di Filosofia, ed. cit.
89 Op. cit., pág. 214.
78 I Carlos Astrada
11) LAS PARADOJAS: NOMBRES AUl'OlJÓGIOOS y H ETEROLÓGIOOS
La temía de las paradojas contiene un capítulo baldío, aquel en
el cual los semantistas realizan la módica acrobacia de los nombres
"aufológicos" y "h eterológ.icos". Esto supone, como se ver'á, una
máxima agudeza semántica y una especial versación lógica.
Estamos ante la Ilamada paradoja Grelling-Nelson. Según Kurt
Grelling, "hay palabras que tienen la peculiar característica de caer
ellas mismas dentro del concepto que designan, por ejemplo, "deutsch"
es alemana. Por el contrario, la palabra fran zoesisch no es francesa.
Designamos "autológicas" a las palabras de la primera clase ; las
no autológicas serán " heterológic.as". Investiguemos .ahora la misma
palabra "heterológica". Debería ser autológica o no autológica. Supongamos
que sea autológica; lo cual significa que ella misma cae
bajo el concepto que designa; es, pues, heterológica. Si es h eterológica,
entonces cae bajo ,el concepto que designa; es, por lo tanto,
autológica. Se puede decir de la palabra heterológica: si es autológica
es heterológica, esto es, no autológica y a la inversa" 90. He
a~í 1a dramática contradicción, que quita el sueño a los semantistas.
Pero, sucede que Grelling · confunde el concepto que la palabra
mienta, o bajo el cual cae, con referencia a sí misma, y la denotación
de la palabra, que se refiere a objeto o entidades (ya sean éstas
palabras) ; la palabra no puede denotar acerca de sí misma. Es que
los semantistas .formulan r eglas y principios, como el de la denotación,
que luego ellos mismos se encargan de vulnerar.
De acuerdo con lo enunciado por Grelling y sobre la base de
los ejemplos que aduce podemos formular el siguiente principio sintético
a priori (lo que implica una h erejía para la semántica y su
"analiticidad"). Todos los nombres adj etivos, que designan (en
cualquier idioma) la nacionalidad de personas o el idioma de otros
países (o ámbitos idiomáticos) son heterológicos; aSÍ, por ejemplo:
fram zuski no es francesa, sino rusa; chinese no es china, sino inglesa;
sp'(].nisch no es española, sino alemana; russian, no es rusa, sino inglesa;
m'gentinisch no es argentina, sino alemana; anglais no es
inglesa, sino francesa; italiano no es italiana, sino española (en
cambio italiáno, con acento en la a, es italiana, es decir autológica).
W. Quine nos informa que "el adj etivo portugués no es hete-
, 90 Teoria de los Conjuntos (Mengenlehre), trad. cast., págs. 115-116,
México, 1943.
Dialé.ctica y jJositivismo lógico I 79
rólogo, porque es un adjetivo portugués" In. Es un grav1Slmo error;
Quine, durante el tiempo de su p rmanencia en Sao Paulo, o no
aprendió el portugués o creyendo aprenderlo en realidad aprendió
español, o se trata de un error de la traducción (para aclarar este
intríngulis sería necesario introducir una conectiva tricondicional,
y esto lleva más allá de la lógica bivalente!), porque "portugués"
es heterológico por cuan to no es una palabra portuguesa, sino española;
en cambio "portuguéz" es palabra portuguesa, es decir
autológica.
Asimismo se puede formular otro principio de igual carácter
con respecto a las palabras autológicas, diciendo que todos aquellos
adjetivos o nombres que en cualquier idioma designan el propio
idioma o nacionalidad de las personas son autológicas; deutsch es
alemán, english es inglés, franyais es fra ncés, italiáno es italiano,
portuguéz es po.rtugués, esp:añol es español, etc. etc. En contra de
lo que afirman los heterologistas y autologistas, ningún adjetivo
se denota a sí' mismo en cuanto a su concepto. "El adj etivo "Largo"
- nos dice Quine- es heterólogo porque no se denota a sí mismo,
es decir, no es largo" 0.2. Tal adjetivo no es ni corto ni largo, no
contiene ni un adarme de longitud ; la que es corta es su grafía,
la expresión de su concepto, fonética o gráfica, mediante un reducido
número de signos (letras) . Los heterologistas confunden ambos
aspectos; de ahí su candorosa propensión a echar mano de la
cinta métrica para medir el concepto como significación de las
palabras. El a dj etivo verde es, naturalmente, heterológico porque
no es verde, no contiene ni una .partícula de color verde. En síntesis,
a nadie que no sea un genial heterologista, se le va a ocurrir
que en el enunciado "el oro es amarillo", el predicado es het erológico
porque no es de color amarillo.
12) EL C ONCEPTO SEMÁNTICO DE LA VERDAD
Veamos ahora, para terminar con la semánt,ica, tal como la concibe
el empirismo lógico, la teoría acerca del concepto semántico
de la verdac, según T arski. La posición de éste la presentaremos
en f'Orma muy sintética, destacando sólo Jo que para él sería una
definición conclusiva de la verdad, y '¡os supuestos subyacentes de
la misma.
M El sentido de la nueva 16gica, pág. 4, trad. cast., Bs. Aires, 1958.
1).2 Op. cit., pág. 4.
80 I Carlos Astrada
Tarski, para decirnos lo que entiende por verdad, se atiene~
en definitiva, a la estructura formal del lenguaje en que "debe"
formularse su definición. Comienza por sentar que el término "verdadero"
debe aplicarse a oraciones, o sea, a proposiciones enunciativas,
expresión ésta última que él desecha porque los filósofos
no se han puesto de acuerdo acerca de su alcance 93 .
Tarski invoca - no sabemos por qué, ya que no se atiene a eUala
definición aristotélica de la verdad, la que llegó a ser la definición
clásica adoptada por todo el objetivismo racionalista de los
tiempos posteriores. Ella reza: "Un enunciado falso es el enunciado
que lo qlie es, no es; o que ]0 que no es, es; en cambio un enunciado
verdadero es el enunciado que lo que es, es, y que lo que
no es, no es (Met. r IV 7, 1011 b 26). Vale decir que Aristóteles
erige en criterio de la verdad la concordancia del conocimiento
con el objeto, al cual él se refiere. Para que la incongruencia
entre el punto de partida que adopta y la conclusión a que
llega no sea tanta y ni tan chocante, T arski debió citar (Met. e
IX 10, 1051 b 17) . . . "H ay lo verdadero y lo falso sólo como un
mero encuentro y denominación de lo verdadero - denominar y
enunciar no es lo mismo- y un no saber lo verdadero y no encontrarlo"
.
Según T arski la verdad no expresa la r elación del pensar con
el . objeto, sino las propiedades de las oraciones. Afirma : "El problema
de la definición de la verdad logra un significado preciso y
puede ser resuelto de una manera rigurosa solamente para aquellos
lenguajes cuya estructura ha sido exactamente especificada" 94.
Para esta tarea no cuentan los lenguajes naturales o "hablados",
sino únicamente el lenguaje formalizado de la "lógica deductiva".
A fin de determinar las condiciones que deben llenar los lenguajes
en los cuales ha de darse la definición de la verdad, T arski
aborda de nuevo -ya 10' hizo en El concep,to de la verdad en los
benguajes formaJlizados- la manida paradoja del "mentiroso"; el
caballito de batalla de los semantistas. Como ya hemos visto en
qué consiste esta "paradoja" o "antinomia", dejar emos de lado
este redundante aspecto de su disquisición, a p esar de la importancia
- harto discutible- que aquél le asigna como punto de partida
de las elaboraciones de la semántica teórica. Cautelosamente ad-
93 The Sernantic Conception of T ruth and the Foundations of Sernantics,
pág. 342, en Philosophy and Phenomenological R esearch, Vot IV, nQ 3, .1944.
94 Op. cit., pág. 347. .
Dialéctica y positivismo lógico I 81
vierte Tarski que no pretende que su concepclOn semántica sea la
"correcta" o la "única 'posible" 95 . Además p arece ser habitual en
él eludir las objeciones que se le han h echo, diciendo que no las entiende;
y cua,ndo se le ha observado que la definición de la verdad
que él ,propone nada tiene que ver con "el puro problema filosófico
de .}a verdad" , responde que "nadie le ha mostrado jamás de manera
inteligible, qu6 es exactamente este problema" 96, no obstante
invocar casi al comienzo de su exposición el concepto aristotélico
de verdad, que es una r espuesta al "problema filosófico de la verdad".
Tarski se hace el Pilatos y sigue semantizando. Y cuando se
le ha dicho que su definición de ' "oración verdadera" no capta "la
esencia de este concepto", responde que nunca ha podido entender
lo que es la e;sencia de un concepto" 97 . Entonces, ¿ cómo se
aventura a darnos una definición -así sea puramente semánticade
la verdad? En tanto que asentamos la definición de verdad la
esencia es el concepto de verdad ; la esencia es el resultado o producto
de la definición. Estos intrépidos semantistas, a pesar de
mencionarlos, no han pasado por Platón ni por Aristóteles ni por
Descartes, ni por H egel, ni siquiera sospechan que "esencia" no
tiene únicamente un sentido metafísico, sino también lógico.
Veamos directamente, para resumir, el alcance del término
verdadero en la pret endida d efinición semántica de la verdad.
Tarski llama adecuada a una definición de la verdad si de la misma
se siguen todas las equivalencias que tengan la forma (T) (esquema
oracional): p es verdadera si y sólo si, p. Si remplazamos
"p" por una oración particular, y x por el nombre de esta oración
llegamos, según T arski, a una definición parcial de la verdad; para
definir a ésta con un sentido general, tenemos que Tesumir o "conjugar"
todas las definiciones par ciales. La d efini ción, la oración
" la nieve es blanca" es verdadera si y sólo si, la nieve es blanca,
es para Tarski form almente correcta y materialmente adecuada.
Esta definición entrañaría todas las equivalencias de la forma (T).
Con su concepción semántica de la verdad trata de eludir el plano
lógico y de allí su tesis de que debe haber oraciones que pueden
ser verdaderas semánticamente, y no lógicamente.
A base de lo que Tarski llama equivalen cias, en las que se
substituyen la oración por el nombre de la oración misma, y dando
por supuesto que semánticamente la verdad no implioa nada con
05 Op. ci t., pág. 355.
96 Y Qr Op. cit., pág. 361.
82 I Carlos Astrada
relación a las condiciones en que puede asentarse una oración cualquiera,
como por ejemplo la nieue es blanca) da los siguientes pasos,
a partir de esta última: La oración " la nieve es blanc.a" es verdadera)'
la oración " la nieve es blanca es verdadera si y i.ólo si) la
nieve es blanlca. Pero, en nombre de la concepción semántica debe
reohazarse esta última equiva lencia y aceptar su negación, llegando
al siguiente enunciado: La oración "la nieve es blanca" es uerdadera
si y sólol si) la niev'e no es blanC'a '(o ;quizá: la nieve) de hecho)
no es blanca) U8. Tarski aquí cree haber eludido la instancia lógica
pero incurre en un craso error. El paréntesis, que como inexplicable
contera le pone a la oración en que ha de trasparentar un
concepto semánticamente puro de la "verdad", lo delata y, a la
vez, remite a la noción no asimilada ni comprendida que está en
la base de tal enunciado que así resulta un "hierro de madera", o
el baciyelmo de Sancho, que no es, ni el yelmo de Mambrino (el
único y auténtico semantista ), ni la bacía de los barberos dd
empirismo lógico.
13) SACHVEItHALT y TATSACHE
Veamos brevemente el origen e historia edificante de esta confusión
que los logí'sticos y semantistas han arrastrado tanto tiempo
y que ha tornado galimáticas sus exposiciones "doctrinarias" .
Hace aproximadamente setentiséis años afirmó Frege que los
enunciados son de tal naturaleza que, ya sean verdaderos o falsos,
se rigen conforme a " estados de cosas (Saichverha:lten), los que
pueden existir o no existir. Esto no significa otra cosa sino que la
proposición por su estructura lógica puede ser verdadera o falsa,
aunque no le corresponda un objeto real. Si el Sachverha.lt acaece,
entonces tenemos un T.atsache) pero el enunciado puede ser verdadero
o falso, sin el hec.ho (o el de helcho ). Tal concepto de Frege
fue adoptado muy confusamente por Wittgenstein, que jamás llegó
a distinguir con claridad entre Sachverhalt y Tatsache. En la edición
bilingüe, germano inglesa del Tractatus) se traduce erróneamente
Sachuerhalt por ato1mic tact) expresión introducida por B.
Russell y aceptada sin reparo pOr Wittgenstein, en virtud de m
propio error. Así, en 2.011, dice que es esencial a la cosa ser la
, parte constitutiva de un "estado de cosas" (Sachverhalt). De donde,
no tiene sentido llamar al Sachverhalt "hecho atómico". Y en
08 Op. ci t., pág. 362.
Dialéctica y positivismo lógico I 83
2.012, afirma que si la cosa puede acaecer en el Sachverhalt, entonces
la posibilidad de éste, está ya pI1ejuzgada en la cosa. En
realidad es a la inversa; 10 que .pasa es que Wittgenstein, por no
haber comprendido la noción de Frege, no se p ercata que el Sachvel,
rhalt es posible en función de un enunciado, pero esto no quiere
decir que por ello ha de existir. Se trata aquí, no de la existencia
del Sachverhalt, sino del h echo (Tatsache) como parte de un "estado
de cosas".
Este puede, o no, existir, pero el acaecer de un hecho que es
parte constitutiva de él, torna posible su existencia. Los logísticos
y semantistas han persistido (por lo menos, desde 192 1, fecha de la
publicación de la L ogisch Philosophische Abhandlung, en A nnalen
der Philosop'hve., o desde su edición bilingüe germano-inglesa en
1922) en esta confusión, verdadero gazapo, origen de los gorgoritos,
trabalenguas y seudo paradojas, habituales en ellos; confusión
sólo recientemente puesta de manifiesto y a medias aclarada, con
respecto a Wittgenstein y también a Russell, por Erik Stenius. Este
expiica en correlación con el concepto de Frege -aunque no se
remonta al fundamento que al mismo asigna el último- que el
Sachverhalt (o estado de cosas) puede, o no, existir, pero si se da
en la realidad, tenemos entonces un Tatsache 99 . Se trata, como se
ve, de un Frege mal comprendido y peor refractado por Russell,
Wittgenstein, y los que a éstos han seguido, Tarski, etc. Refiriéndose
a la traducción de Sachverhalt por atomic tact, dice Stenius:
"Esta traducción p arece confusa, y la confusión ha aumentado con
la interpretaóón de la terminología de Wittgenstein por parte de
Russell en su introducción al TractatuslJ
100. No es que parezca
"confusa", sino que ella es el resultado de una tergiversación.
Para aclarar la "confusión" Stenius aduce, como ejemplo, las
dos proposiciones siguientes en r elación con el Sachvethalt correspondiente
(en teoría) :
19 ) La '¡una es más pequeña que la T ierra
29 ) , La tierra es más pequeña que la Luna
De la primera, dice Stenius (en su terminología ad hoc ) que
no sólo es aseverado (asserted) sino que tal "es el caso"; a su
99 The Wittgenstein's Tractatus Logico -Philosophicus - A Critica! ExpO>
sition of the Main Lines of Thought, págs. 29-30 y 31 (III The Concept
of A Sachverhalt), Oxford, 1960.
100 Op. cit., pág. 29. . ,
84 I Carlos Astrada
"contenido d escriptivo" corresponde el hecho (Tatsache) , y la
proposición es verdadera; de la segunda, que sólo es aseverado,
pero no es tal el caso, falta el hecho y la proposición es fa lsa ":f.
Con relación a la primera, el S,aJCIwerhalt (que le corresponderí'a)
existe y tenemos por tanto, el Tats,ache; el "estado de cosas",
con su existencia, la confirma, pues es una proposición empírica
y científicamente verdadera. En cambio, en la segunda aquél no
existe, esto es, el T,atsache no la confirma y la proposición es falsa.
Ambos ejemplos proceden de Frege, figuran en su Grundlage d«r
Arithmetik; por lo visto, la inventiva de los semantistas y logísticos
es muy magra, ya que desde hace cuarenta años vienen repitiendo
has ta la saciedad los ejemplos aportados por Frege, con el agravante
de no haber comprendido el concepto en que ellos se fundan.
Como ya vimos, una noción de Frege no comprendida, dio
origen a una mala interpretación y confusión por parte de Wittgenstein
y Rus~ell. El primero, con posterioridad a su Tractatus,
ha remachado tal confusión en sus Tagebüche'T. Aquí nos dice, poniendo
un ejemplo gráfi co: "Pensemos en escritos jeroglíficos en
los cuales cada palabra representa su significación. Pensemos en
que también imágenes reales de estados de cosas (S achverhalten)
pueden corresponder o no corresponder. (Pone el siguiente ejemplo
gráfico) :
Si en esta imagen el individuo de la derecha representa el
hombre A y designa el de la izquierda al hombre B j entonces la
* Vbse O)). cit., pág. 3D.
Dialéctica y positivismo lógico I 85
totalidad del dibujo podía enunciar que A hace esgrima con B.
La proposición, en la grafía de la imagen, puede ser verdadera y
falsa. Ella tiene un sentido independientemente de su verdad o
falsedad. En ella tiene que poder demostrarse todo lo esencial" ~'0t.
Wittgenstein remite a Tractatus (4.006): "Para comprender
la esencia de la proposición pensemos en la escritura jeroglífica,
que reproduce los hechos (T.atsach en) que ella describe" .
Si la proposición copia "hechos" mediante el lenguaje figurativo,
ella es expresión de un Tatsache, y no posee, como afirma Wittgenstein,
un sentido independientemente de su verdad o falsedad.
Lo esencial de ella como proposición está en el plano lógico. Su
esencia entonces, como enuncia Frege, es ser expresión de un Sachv'erhalt,
el cual puede existir o no existir. Por ser mera copia de
un hecho, "todo lo esencial" que en ella ha de demostrarse no es
tal, pues, como supone 'Wittgenstein en virtud de su errónea comparación
con la escritura jeroglífica.
Wittgenstein confunde lo mentado por la proposición con lo
representado por la escritura jeroglífica. Si -de la proposición "A
y B'" hacen esgrima ("o Juan hace esgrima con Pedro", o la inversa,
igualmente válida), se puede derivar lógicamente todo 10
esencial como expresión de un Sachverh alt, sin recurrir al hecho
(T,atsache ) , no ocurre 10 mismo con 10 representado por la figura,
la que, sin la proposición que la ilustra, puede representar cualquier
otra cosa (por ejemplo, una viñeta, una danza litúrgica, etc.) .
A este respecto, Hegel destacó claramente que, con relación al
lenguaje escrito "la escritura jeroglífi ca designa a las representaciones
mediante figuras espaciales, el lenguaje alf.a,bético designa, en
cambio, fon emas, los que por sí mismos son signos. Este, por lo
tanto, consiste en signos de signos" Il)02 Hegel, pues, sabía distinguir
10 que Wittgenstein y los demás logísticos confunden anclando,
merced a su empirismo lógico, en esa inconciliable mezcla de logicisma
y sensorialismo.
Volviendo a T arski, señalemos que el paréntesis en la oración
"la nieve es blanca" . . . con el C( quizá" desnaturaliza la forma que
debe tener tal oración, pues el "quizá" sale forzado debido al em-
101 Ludwig 'Wittgenstein, Schriften : Tractatus logico-philosophicus, Tagebiicher,
1914-1916 - Philosophische Untermchungen, pág. 95 Suhrkamp
Verlag Frankfurt an Main, 1960.
1.02 EncycloPiidie der Philosophisc heu Wissenschaften Dritter Teil, pág.
398 (parag. 459) ed. Lasson.
86 ICarIos Astmda
pleo del juicio hipotético, que elimina, también en el paréntesis,
hasta la sombra de la proposición necesaria : aunque "de hecho,
"la niev'e no es blanca", que sería la formulación correcta. Esta
supresión de las proposiciones necesarias y su infundado remplazo
por las hipotéticas (consecuencia del agnosticismo dogmático, propio
del empirismo lógico) , ha sido destacada por la crítica proveniente
del dominio mismo de la semántica. Entre otros, Arthur Pap
ha objetado esta errónea sustitución ~'03 . Pap señala que carece de
fundamento resolver las proposiciones necesarias en simples reglas
lingüísticas, partiendo del supuesto -resultado de una flagrante
confusión- , de que la necesidad de una proposición estaría "radicada"
en una regla lingüística o semántica. "Explicar, por tanto,
los principios usuales de la inferencia deductiva en términos de
"convenciones lingüísticas" es poner el carro delante del caballo" lli04 .
Además de esto, hay, por parte de los semantistas, un desconocimiento
de la esencia de lo lógico, y, en particular, de la del juicio.
Como ya lo señaló Aristóteles, sólo los juicios pueden ser verdaderos
o falsos; es decir, sólo ellos tienen la propiedad de la verdad o de la
falsedad. Ningún objeto es propiamente verdadero o falso. Todo
juicio enuncia, afirm a algo, y esto o corresponde o no corresponde:
es verdadero o es falso. Para la verdad o falsedad de un juicio no
se toma en consideración su existencia y tampoco algunos rasgos de
su esencia, sino que sólo interesa un aspecto de su esencia, el de su
sustancia lógica. La sustancia lógica del juicio es el soporte de la
verdad del mismo.
Por todo lo precedentemente expuesto, se puede extraer, sucintamente
y en forma global, una apreciación crítica de las concepciones
semánticas elaboradas por el empirismo lógico, y del pretendido
aporte sustancial de las mismas -x-.
103 Necessary Pl'opositions And Linguistic R ules, pág. 65, en Semántica,
ed. citadil_
104 Op. cit. , pág. 105.
i!- Podernos apenas, aludir a las proliferaciones y diversidad de tendencias
tanto de la semántica del empir ismo lógico corno de las escu elas analíticas
inglesas y yanquis. Todas estas conientes nacieron del surtidor del ,Wiener
Kreis y se d erramaron, fecundando al principio muy acotados predios pata
iniciados, en Cambridge, Oxford y C hi<:ago. La centra l que canaliza y distribuye
es tas corrien tes es la InternationaD Society for General Semantics y su
órgano publicitario y p ropagandístico E.T.C., que tiene también su Reade,"s
Diges t, Selections, from E.T.C. Según H. Rapopmt (autor juntamente con S.Y.
Hayakawa de 'What is Semantics?) , la semántica general es una ciencia empírica
d el hombre, de la que sus devotos hacen un culto Q. un movimiento reDialéctica
y positivismo lógico I 87
Pero para esta valoración, damos la palabra a Karl Popper,
ex simpatizante con el Círculo de Viena. Con respecto a las construcciones
lingüísticas de Carnap y los semantistas que jo siguen, K.
Popper nos dice : "La dificultad de su creación (de tales construcciones)
no está en ninguna relación con su efectividad, y prácticamente
no puede ser expresada ninguna teoría científica de algún
interés en estos gigantescos sistemas de minucias". " ... Estos lenguajes
modelos no tienen base ni en ciencia alguna ni en el sentido
común" 105. Y más adelante, refiriéndose a la esterilidad y artificiosidad
de tales construcciones semánticas, Popper subra ya: . .. "Estos
ensayos eran no sólo inútiles, sino que ellos justamente han confOrrnlsta
de carácter r eligioso, análogo a muchos otros que filorecen en el ambiente
norteamericano. Debemos mencionar también la "semántica t erapéutica"
de! "conde polaco Korzybski", autor de Science and Sanity. Hay que consignar
que Hayakawa funda grandes esperanzas en la difusión de la semántica
genera l, a la que confronta con la eficacia innovadora de las teorías marx.
istas y de la del psicoaná!1isis. (Véase Note e Commenti de F. Barone, en
Semántica, pág. 408 y sig.) Todo ello es explicable, pues siempre al filo de las
guerras y grandes transfo'rmaciones sociales de p royección r evolucionaria
recrudecen
viejas panaceas y p equeños cultos exotéricos. y capillas, o surgen nuevos,
todos sucedáneos de las r eligiones en el declive. Así, hoy t enemos entre los
primeros
a los Rosacruces, de un teosofismo disimulado, .pe-ro al servicio' de ocultos
intereses; las dife r entes 5ectas teosóficas, d esde las provenientes de "rsis
sin Velos" hasta los secuaces de Rudolf Steiner ; la Christia n Science' o "
eddysmo"
(del nombre de la fund adora Mary Baker Eddy) ; y entre los últimos, el
culto d el "Padre Divino" (el que circula en p ersona p or las call es de New
York, en un automóvil illuminado a giorno, r ecogiendo el tributo de los "fieles"
diseminados cn la urbe ) ; la capilla de la "semántica t erap éutica" y las
direcciones
r eformistas y pr oselitistas de la misma; el "Rearme moral", que hace
de Dios general en J efe de los ejérc itos de una nueva "ideología": "honestidad,
pureza, desinterés y amor absolutos". Y en e! Sur colonizado de nuestro
hemisferio, para no ser menos, ten emos, con refuerzos latinoamericanos y
cstadounidenses,
en Buenos Aires, el "Centro Científico Basilio" espiritista, en
el cual se instrumenta la mediumnidad vide nt e, mat erializándose el espíritu de
J esús de Nazareth ; esta secta procede d e la "herej ía" arrian a (Cristo fue
hombre y no es Dios); el "cu erpo astral" y la comunica.ción semántica con
los marcianos le son familiares. Por último la "Logosoiía" o " escuela logosófica"
(con su iglesia) fundada por Raumsol, agen cia mat rimonial con casa
matriz en Montevid eo' y sucu~sal en Bu enos Aires. Esta. capillita entronca, por
su enfoque "especulativo", en la "problemática" de "L a. felicidad en el
matrimonio"
de B. Russel1. T enemos, empero, noticias fid edignas. de que un semantista
guaraní, en tajante oposición a la. " t eoría" de RusseJl, coloca la eudemonía
de la: pareja humana. en otra insta ncia.
:105 The Logic of S cientific Discovery, p ágs. 20-21, trad. inglesa, London
1959 (la edición o,rigina! a lemana llev.a po)" títulQ L ogik del' Fo rscli.ung, y,
data de 1939l.
88 I Carlos Astrada
tribuido a la oscuridad y confusión que predomina en la filosofía
de la ciencia" 10G.
14) LA FILOSOFÍA CIENTÍFICA
El empmsmo lógico, a través de la semántica, culmina con su concepclOn
de la "filosofía científica" y "analítica". Veamos en qué
consiste ella y cuál es su fundamento.
Para el empirismo lógico, la filosofía, como una ciencia entre
otras, sólo tendría por tarea específica, no abordar hechos, sino
sólo esclarecer por análisis las proposiciones mediante las cua:les
expresamos hechos, y también el nexo que tienen las proposiciones
en un lenguaje dado. En vista a la consecución de este propósito;
hay que concretarse al lenguaje de las ciencias y asimismo al lenguaje
corriente implicado en el de és tas. Esta es la labor a que se
entregaron tesoneramente 10s integrantes y fundadores del Círculo
de Viena (y de su trasplante anglosajón) o en relación directa con
él: Moritz Schlick, Wittgenstein, Caruap, Neurath, Godel, Waismann,
Feigl, Menger, Russell, Ayer, etc.
La filosofía, ya que ésta consistiría en una mezcla de problemas
aparentes, debe reducirse a un análisis de 10s modos filosóficos de
expresión, esto es, a una lógica del lenguaje. Sólo así, ella podría
lograr estrictez o exactitud analítica. Pero esto de acotar la filosofía
como ciencia estricta no ofrece ninguna novedad, ya que Descartes
formuló es ta exigencia (en sus R egulae ()Jd d'irectionem ingenii)
y, después Husserl trató de fundamentarla en su Philosophie
als strenge Wissenschaft (1911), aunque en un sentido opuesto al
del empirismo lógico, ya que éste se atiene al análisis del lenguaje,
mientras Husserl va a la descripción, no del dominio empírico,
sino de las ideas y esencias.
Wittgenstein, en sus fragmentarias observaciones de Philosophischen
Unt,ersuchungen nos dice (NQ 133 ) que ellos (los empiristas
lógicos) tratan de lograr una "claridad ped ecta", "pero esto
significa solamente, para ellos, que .Jos problemas filosóficos deben
desaparecer del todo. A decir verdad, el descubrimiento es cap acitarme
para interrumpir el filosofar cuando yo quiera. Sólo en ejemplos
es mostrado un método, y la serie de estos ejemplos se puede
interrumpir. Lo que se resuelve son problemas, lo que se elimina son
dificultades, pero no un problema. No hay un método de la filo sofía,
10G Op. cit., págs. 378.
Dialéctica y jJositivismo lógico I 89
pero sí hay métodos, en cierto modo, diferentes terapias" 101. ¿De
dónde habrá sacado 'Wittgenstein que la filosofía tiene un solo
problema?
Él parte del supuesto solipsista de que " los límites de mi lenguaje
son los límites de mi mundo" (Traotatus 5.6) y de que "el
lenguaje disfraza los pensamientos" '(Ibíd. 4,002). Y de la comprobación
de la ambigüedad del lenguaje corriente infiere que "la mayoría
de las proposiciones y cuestiones que han sido formuladas
sobre asuntos filosóficos no son falsas, sino sin sentido, La mayor
parte de los problemas y proposiciones de los filósofos consiste en
que no comprendemos la lógica de nuestro lenguaje" (Ibíd, 4.003).
Jamás Wittgenstein - que padeció de una enorme confusión mental-
tuvo .ja menor sospecha de que el pensamiento filosófico crea
su propio lenguaje- un verdadero metalenguaje ; que, p. e.: la parte
del 'Parménides, de Platón, en que se habla del ser, el no ser y la
verdad, está escrita en metalenguaje; que toda la "Dialéctica trascendental"
de la Crítica de la razón pura, es tá escrita en metalenguaje;
que la Fenomenologia dell EsjJíritu, de Hegel, y todo lo
que en ella se refiere a las Gestalten de la conciencia, también están
escritos en metalenguaje. Es esta la profunda razón que llevó a
Hegel a decir que la "filosofía es el mundo al revés".
Que el pensamiento filosófico arbitra su propio .Jenguaje, ya
que lo que él expresa v.a mucho más allá de la literalidad de las
palabras y de l.as proposiciones no sólo queda de manifiesto en la
praxis lingüística de un Kant, sino que éste alude a tal lenguaje
y a su finalidad expresiva. La necesidad de asig'nar un primer plano
a las ideas y nociones que trata de formular lo lleva precisamente
a eludir la .ambigüedad del lenguaje corriente, acudiendo a uno que
se pliegue más estrechamente a lo que él quiere significar.
' Así, en su conocido escrito polémico Ueber eine Entdeckung
nach der ,(llle neue Iúitik der reinen Vemunft durch eine' iilte'T1e
entbehrlich gemacht werden sOill ("Sobre un descubrimiento' según
el cual toda nueva crítica de la razón pura debe hacerse superflua
por obra de una anterior"), Kant, con relación al así intitulado artículo
del señor Eberhard, editor del Philosophischer Magazin,
muestra los errores en que incurre éste, que pretende invalidar su
crítica de la razón, afirmando que ella es tá ya hecha en la filosofía
de Leibniz, y con ' ello confunde los juicios sintéticos a priori en
sentido kantiano con los juicios sintéticos a posteriori, · a los que
l01 Schriften van Ludwig Wittgenstein, pág, 347, ed., cit.
90 ICarIos Astrada
Leibniz, además de en el terreno de la experiencia, sitúa en el dominio
de la metafísica (la dogmática). y con este motivo Kant
se refiere a algunos "historiadores de la filosofía" (cuyo "modelo",
sin duda, es el señor Eberhard), que dedicados, como partidarios,
a hacer la alabanza de algún filósofo, sin sospechar cuál ha sido la
intención que lo ha guiado, caen en el absurdo "porque indagan
sobre las palabras de lo que ellos han dicho y no pueden ver lo que
han querido decir" 108 •
Lo importante es, pues, lo que el filósofo ha querido decir, y
este es el lenguaje, a veces cifrado, del pensamiento filosófico. Las
palabras y las proposiciones en que 'este pensamiento se articula, es
su medio expresivo, pero no su finalidad. De esto es lo que no se
percatan los que, como Wittgenstein y los semantistas que lo siguen,
se circunscriben a indagar p eriféricamente el "sentido", ° mejor, el
"sin sentido" de proposiciones y términos filosóficos.
15) ANÁLISIS LINGÜÍSTICO, FILOSOFÍA y METAFÍSICA
El análisis lingiüístico que preconiza y practica el positivismo lógico
es negativo respecto al contenido y problemática de la filosofía,
tanto considerada ésta en su acervo 'tradicional como en el moderno
y contemporáneo. Esto de considerar sin sentido o ficticios los
problemas filosóficos, en virtud del modo verbal de su formulación,
carece de originalidad. Ya el padre del método inductivo, Bacon,
sostuvo esta tesis de que los nombres de cosas pueden hacer creer
en objetos inexistentes, y la ilustró, al estudiar (en su N ovum Org<anumo,
1, 59', 60) "los ídolos del foro" los que "son impuestos a la
inteligencia por el lenguaje".
Los empiristas lógicos recusan la metafísica, no a causa de las
dificultades que ofrecen sus problemas (su insolubilidad), sino porque
sus aporí'as y proposiciones, por no referirse a h echos observados,
cal'ecerían desde el punto de vista lógico, de todo contenido.
Pero ya hemos señalado que los positivistas lógicos y semantistas
son oficiantes de una metafísica sensorialista que se ignora a sí
misma. Ellos son más contumaces que el gentil hombre Monsieur
Jourdain, que recién al c<tbo de más de cuarenta años descubrió
que hablaba en prosa sin saberlo (Par ma fo i, il ya plus de qu,aranJ~e
ans que je dis de la prose, sans que j' en susse rien). Los sensorialislOS
Kants Werke, Bd. VI, p. 71, ed. Cassire r.
Dialéctica y positivismo lógico I 91
tas y positivistas lógicos desde hace mucho más de cuarenta años
(desde el tiempo de M ach, 1885-1901) hacen metafísica sin saberlo.
Así, :Wittgenstein sustituye la metafísica por la entronización
puramente verbal y carente de todo sentido de lo " mí'stico" . "Hay
ciertamente, lo inexpresable. Esto se muestra, ello, es lo místico".
(Tractatus 6.522). Niega con ello, su última sentencia: "de lo que
no se puede hablar, mejor es callarse" (Ibíd. 7) puesto que é,l habla
con la pretensión de mostrar (de revelarnos) lo inefable, lo "místico"
que 'se muestra. Olvida o ignora que el mutismo del pensamiento
es expresión en potencia y que 10 que el hombre expresa supone
un silencio anterior. Son los dos aspectos d el logos, desde antiguo
reconocidos, aquel de! fundamento inefable d e todo decir, y el de
la lógica que informa a la proposición expresada. Si Wittgenstein
condena el "salir a través de las proposiciones fuera de ellas" (Ibíd.
6.54), reconoce con ello, implícitamente, que el pensamiento -en
este caso, e! pensamiento filosófico- crea su propio lenguaje, aunque
la superposición de ambos no se realice quizá sin residuo. De
ahí que no cabe mostrar lo que no se puede pensar ni nominar
en función d e lo pensado. Y por no cumplir con esta condición,
Wittgenstein cae en una nominación vacía; "mostrar" en el sentido
en que él emplea la pala:bra, es nominar lo que se pretende mostrar,
por vaga que sea tal nominación.
Entroncando con e! análisis del lenguaje del positivismo lógico
y ,en particular con Wittgenstein y la teoría de ,los tipos lógicos de
B. Russell, tenemos la "aguda" crítica de los conceptos del lenguaje.,
principalmente de los lenguajes no formalizables, de Gilbert Ryle.
Desde el punto de vista de un nominalismo excesivamente superficial
e ingenuo, presenta, en su obra The Concept oi Minlfl, una
teoría completa del espíritu o mente (mind); mejor dicho - si nos
atenemos al contenido de su libro-- de los conceptos sobre el espíritu,
esto es de los conceptos mediante los cuales enunciamos algo
sobre éste. El enfoque crítico de Ryle, en .su análisis de los conceptos
sobre el "espíritu", toma como frepte p ara la ofensiva la teoría
de Descartes.
Según Ryle, si concebimos el espíritu como r esultado de la
escisión cartesiana del ser en dos sustancias (res cogitans y res extensa),
y lo tomamos como una sustancia incurrimos en un error
con relación a las categorías (category mistake) y con ello vulneramos
las leyes típicas de la lógica del lenguaje. Pero, además, si al
\\
92 I Carlos Astrada
espíritu, al que no es permisible pensarlo sustancialmente, lo presentamos
como una sustancia cualquiera hacemos de él un "mito" 109,
y en este caso está plenamente justificada la rectificación del
error respecto a la categoría empleada, error que de termina al mito,
procediendo a la desmitologización y a eliminar una seudoanalogía,
que, ha surgido por cosificación, Lo que en el fondo se propone
Ryle es desmitologizar los "mitos" cartesianos del espíritu. En una
serie de capítulos se dedica a proyectar luz sobre las mitologizaciones
del yo, de la voluntad, del sentimiento, de la percepción, de la
fantasía. Nos explica que la mayoría de las teorías sobre el espíritu
o mente estriban en errores respecto a las categorías, los que pueden
ser corregidos por el análisis de los correspondientes conceptos y su
comportamiento lógico (logical behaviour) 1J.0.
Decir, en opinión de Ryle, que par.a efectuar una deducción
se ha operado en nuestro espíritu un proceso mental es erróneo,
pues nosotros no efectuamos tal proceso (no pensamos) en nuestro
espíritu, sino en una habitación o en la calle o en un tren del subterráneo
o en un colectivo, o a lo sumo y muy raramente, en alguna
aula universitaria donde alguien en estado fantasmal, sin sustrato oerebral,
gorgea sobre las "nuevas concepciones semánticas" y las "nuevas
lógicas". No n eoesitamos, pues, buscar con la vista el lugar del
pensar, el escenario secreto en cuyo tablado se desarrollan los actos
del pensar. Si nos referimos a un acto de concentración del espíritu
o a un proceso mental que se opera en él, esto no se cohonesta con
el argumento de que el espíritu o mente es algo físicam ente inasible,
ya que, según Ryle, él no es absolutamente nada o es "nada". Sólo
hay hombres, acciones, cualidades, pero detrás de éstos no existe
algo autónomo como lo que llamamos espíritu o mente. Parece que
para Ryle el cer ebro como órgano del pensar o como centro de la
actividad mental no existe. Esto no es de extrañar ya que en ciertas
zonas del pensamiento contemporáneo el cerebro y su actividad
específica es un mito sólo apto para destilar, en sentido rabelaisiano,
la "quinta esencia" de la identidad.
Ryle parece no h aberse percatado que lo que él llama mitos del
espíritu, después de haber sido disociados de una simplista sustancialización,
son conceptos metodológicos interpretativos o metáforas
descriptivas, y funcionan como tales en la indagación filosófica.
Una cosa son las ingenuas hipóstasis de la vieja ontología y otra muy
109 The Concept of Mind, p. 8, London, 1949.
lno Op. cit., p. 18.
Dialéctica y positivismo lógico I 93
diferente el imprescindible empleo metafóricamente descriptivo de "'1
conceptos relativos al espíritu, a los actos volitivos, a los modos de
la percepción, a las formas de la fantasía, etc. Prescindiendo de su
injustificada sustancialización, los "mitos" del espíritu funcionan
como meras hipótesis de trabajo e investigación, y en este sentido
no puede negarse su valor. Por lo demás, Ryle, sin darse cuenta, erige
su propia teoría del espíritu, fácilmente impugnable, la que sólo consiste
en indagaciones analíticas del lenguaje carentes de estrictez, y
que al fin de cuentas remata en una concepción mítico-formal del
espíritu construida sobre la base del lenguaje natural y sus categorías
lógicas, consideradas como verd ades inconcusas ya dadas.
La metodología que nos permite abocamos a la desmitologización
de los "mitos" del espíritu es también algo sui generis. Para
evitar el error en el empleo de las categorías ·lógico-idiomáticas, preconiza
Ryle un método analítico del lenguaje que se cifra en distinguir
el "saber cómo" ( knowing how) del "saber qué" (knowing
th<llit). Se trata d~a distinción entre una serie de conceptos relativos:
a determinadas cualidades del espíritu, cualidades de acciones inteligentes
o actividades : reflexión certera, cuidado, dominio, agudeza,
o sus contrarios negativos. irreflexión, falta de -lógica, falta de iniciativa,
instintividad. Hay, en síntesis acciones racionales, reflexivas,
y otras irracionales, impulsivas. Por el hecho de existir tales
acciones de diferente naturaleza no debemos atribuirlas a presuntas
facultades del alma ni hipostasiar componentes, racionales unos, y
otros irracionales de la vida anímica. Como vemos, aunque parezca
raro, todavía en 1949 se embiste con mentalidad insular contra la
antigualla de la concepción sustancialista del alma y la de las "facultades"
de la misma.
Con el "saber cómo" y el "saber qué" se trata de establecer
la diferenciación entre comprensión práctica y saber teórico. Según
Ryle es un prejuicio muy extendido que ciertos conceptos corresponden
a operaciones intelectuales particulares y que funciones
intelectuales especiales o propias del espíritu otorgan a nuestras acciones
el atributo o carácter de "inteligen1tes" 1.11. El "saber cómo"
no tiene por antecedente el "saber qué", sino que posee una primacía
práctica sobre éste, cuyo fundamente no 10 documenta Ryle.
Por el contra rio, algunos de los ejemplos que aduce muestran precisamente
que' ambos comportamientos no están o no pueden estar
tan disociados. Así, en el tráfico callejero, es cierto que ntls· com-
111 Op. cit., p. 25.
94 I Carlos Astmda
portamos de manera "inteligente" sin realizar acto mental alguno
de carácter p articular, aún más, nuestro comportamiento en este
caso es casi un hábito; p ero en éste suele ocultarse 'la distracción o
el no "saber qué", de modo peligroso para el peatón, por ejemplo,
.puesto que el cruce de calles de intensa circulación de vehí culos
supone en el transeúnte no sólo el "saber cómo" ha de cruzarlas, sin
necesidad ciertamente de apelar cada vez a la reflexión, sino que,
ante la aproximación de vehículos en arterias de tráfico ligero, unicamente
puede cruzarlas cuando '¡a luz verde del semáforo le indica
libre tránsito, y para esto tiene que apelar al "saber qué", es decir
tiene que saber qué color de luz le veda o le permite el tránsito. Ya
que la orientación metodológica central del positivismo lógico r eside
en el principio básico de que la filosofí'a t.iene intrínsecamente
que ver con la estrictez de la "expresión" que reza: "ser claro acerca
de ser claro acerca de ser claro", sospechamos que el autor de
. T he Con-cep't ¡o! M ind, al que tenemos que considerar fiel a este
. apotegma, habr.ía debido p ercibir que el enfoque filosófico de estos
problemas tiene directamente que ver con la expresión: ser claro
acerca de "saber cómo" acerca de saber cómo acerca de saber cómo.
Pero en este caso Ryle hubiese tenido que esclarecer más a fondo el
"saber qué", sin d edicar tanta atención y empeño en decapitar el
Dragón de la "leyenda del intelectualismo" J.l.2 .
La posiciónantimetafísica del empirismo lógico no tiene asidero
alguno, ya que él recae en viejas y superadas postur.as metafísicas,
como muy bien lo señala Maurice Cornforth, quien r efiriéndose a
~ los resultados de aquél nos dice: " .. . Produjo una filosofía no diferente
en esencia del sensacionismo de Mach o del idealismo subjetivo
de Berkeley. La "poderosa técnica lógica" no era de hecho
sino una técnica para decir con un lenguaje nuevo y algo más difícil
lo mismo que se había dicho antes muchas veces" 1..1<3 .
No es nuestro propósito hacer una defensa de la metafísica. Sabemos
que la época de la metafísica y de las grandes construcciones
especulativas ha pasado definitivamente, pero esto no quiere decir
que la filosofía -sobre todo, la que tiene por órgano la razón dialéctica-
ha de enmudecer por ello. La visión estática que la metafísica
nos dio de las cosas no puede reiterarse. Como h ace notar Enge1s,
"la vieja metafísica, que considera las cosas como fijas, nació
1'12 ¡Op. cit., p. 32 y sgts.
'113 "El Empirismo l6gico", en Filo so fía del Futuro, pág. 553, trad. castellana,
México.
Dialéctica y positivismo lógico I 95
de una ciencia de la natur.aleza que indagaba las cosas muertas y
las vivas como cosas acabadas"; su método . .. " tuvo en su época
gran justificación histórica" J.J.4.
Por la esterilidad de sus resultados, de la metafísica se ha dicho,
tal vez con razón, que es "como las vírgenes consagradas al Señor
que no dan ningún fruto"; o se la definió (d efinición atribuida a
Scheler) diciendo que "es buscar en una pieza oscura un gato negro
que no está dentro de ella". Con todo - para su época- la vieja
metafísica algo significó. En cambio el positivismo lógico, al negar
de hecho la posibilidad del conocimiento o reducirlo a meras equivalencias
analíticas, se nos presenta como una vestal, semánticamente
púdica, que pare sólo tautologías, las que .al igual que esos seres de
dos dimensiones, d escritos en uno de los cuentos fantásticos de Apollinaire,
que viven pegados a las paredes, aquéllas quedan confinadas,
al estado de fórmulas, en el papel impreso, a una distancia astronómica
de la realidad objetiva. (Hoy ya no podemos decir, con el
genial matemático H. Poincaré, que "lo que llamamos realidad objetiva
es, en último análisis lo que es común a muchos seres pensantes
y que podría ser común atados", sino que, de acuerdo con las
conquistas actuales de la ciencia y la fi losofía, logrados merced a la
di.aléctica, tenemos que invertir la frase y enunciar: lo que es común
a muchos seres p'ensa,ntes ,Y podría ser común a, todos es el resultado
del cono-cimiento científico de la realidad objetiv'a).
16)· SEMÁNTICA y ANALITICIDAD
El afán de huera "analiticidad" ha llevado a .algún semantista nativo
a inventar una nueva clase de proposiciones (juicios) analíticas,
las la poslt.e1iori; "además de las proposiciones analíticas a priori,
sintéticas a priori y sintéticas a posteriori" tendríamos " las analíticqs
a posteriori"; que serían "proposiciones de grado uno y . medio de
verdad". Esto sólo un improvisado en fi losofía ·x' puede sostenerlo :
1;14 Ludwig Feuerbach und der Ausgang der klassischen deutschen Philosophie,
pág. 18, Meiner, Leipzig.
* Los semantistas nativos se mandan la parte, expresión que ya tiene
carta de ciudadanía literaria en nuestro idioma merced a la óptima traducción
realizada por J. Salas Subirat del Ulises de James J oyce, traducción parangonable
con la notable allemana de Georg Goyert, supervisada por el propio
Joyce.
y a propósito del Ulises, digamos que la gran creación semántica, insuperada
hasta hoy, es el monólogo de la mujer de Bloom, sin puntos ni comas,
donde fluye sinuosa, cambiante, matizada, enriquecida .con el reflejo .de datos
96 I Carlos Astrada
es un disparate. Acaso grado uno y medio de verdad sea idéntico
a grado uno y medio de inventiva a jJosteriori, y el restante medía
grado, hasta dos, idéntico a versación filosófica a priori. Esto puede
servir de subterfugio a los no aptos para comprender los juicios
sintéticos a pl(iori o, dicho él tono con la nueva semántica, la sintetiádarl,
.(l! prio'ri. Lo analítico, como conocimiento de la posibilidad
lógica es siempre a jJriori. De ahí que nos explique Leibniz: "A la
posibilidad de una cosa la conocemos o a priori o a posteriori" . ..
La conocemos a jJosteriori "si su realidad es conocida por experiencia,
pues lo que realmente exis te o ha existido, ello tiene que ser
en todo caso posible" f).5 y entonces tenemos un juicio sintético a
posteriori. "En todo conocimiento adecuado se utiliza a la vez un
conocimien to a priori de la posibilidad ; si el análisis se ha llevado a
caho hasta el fin, si no hay ninguna contradicción visible, la posibilidad
de la representación está manifiesta ~:1J6, es decir, de la cosa,
porque hemos ido analíticamente hasta la ley o principio que a
aquélla explica. Cuando el semantista de marras nos asegura que
"la ley de Galileo es a la vez analítica y a posteriori" no sabe lo que
dice, incurre en un craso error, pues si ella es derivable de la ley
de Newton, lo es analíticamente y a priori; no empece a ello que
en su origen (o tomada aisladamente ) aquella haya sido sintética
y a posteriori. La ley de Newton se puede formular proposicionalmente
diciendo: "Todos los cuerpos están sujetos a la ley de la
gravitación universal" y es una verdad originaria, en el sentido
de Leibniz; la ley de Galileo es una verdad derivada, que cabe
resolver del todo a nalíticamente en la primera.
Tales gazapos provienen del desconocimiento de la formulación
y alcance del principio de identidad en Leibniz y de sus equiexternos,
la corriente d el recuerdo y la soterraña del subconscien te (en simu.
Jtánea multiplicidad ).
Además, no, hay que olvidar el momento solemne en que el personaje de
la obra, sentado en el 'W,C" echa mediante ejercicios lin gíüísticos alusivos, las
bases de la precursión ocle la semántica terapéu ti,ca (de la verdadera, la de
B.Joom, frente a la otra, la del "conde polaco Korzybski"). 'Y asociando ideas,
debernos señalar qu e si nuestros semantistas nativos fuesen ecuánimes, y más
avisados r especto a los aportes vernáculos, ya hubiesen rendido su homenaje
al clínico argentino que, con elegante expresión de metalenguaje, acuñó aquello
del "Jlamado sagrado"" fundamento inabolible de toda religión o capilla futura.
115 Schriften zur Logik und Methodenlehre, on Hauptschriften zur
Grundlegung der Philosophie, 1. Bd, pág. 26-27, ed. E. Cassirer, Méiner,
Leipzig (pueden consultarse _también estos escritos en Opuscules et fragments
'inedits de Leib,niz, ed. -L. Couturat. rpar!'s, ' 1903. ' ' , . , .
1118 Op. cit., pág. 27.
Dialéctica y positivis'mo lógico I 97
válencias analíticas, totales o parciales. Los semantistas invocan,
corno a un animal sagrado, "la ley de Leibniz" (expresión harto frecuente
por ejemplo en Tarski), pero parece que ellos sólo conocen
a Leibniz por las tapas pues no hay tal "ley de Leibniz". Se trata
del -principio de identidad, en los dos aspectos en que .lo considera
aquél, como "el único y supremo criterio de verdad de las proposiciones
abstractas e independientes de la experiencia, las que o son
idénticas o son reductibles a verdades idénticas" l ;l7 .
Aunque no cabe negar la íntima conexión entre la lógica de
Leibniz, es decir su lógica analí'tica, y la matemática, sugiere serias
dudas la tesis que en su obra La L ogique de Leib niz sostiene L. Couturat,
tesis que fundadamente cabe objetar y según la cual la lógica
leibniziana es el centro y el nexo entre sus especulaciones metafísicas
y sus invenciones matemáticas 1.118 . Con relación a la lógica
y al lugar que ésta tiene en el sistema de Leibniz, afirma que éste
"deducía todas sus tesis filosóficas de los principios de su scientia
ge7le'r;a,lis, es decir, de su Metodología", y que "la lógica no era
solamente el corazón y el alma de su sistema, sino el centro de
todas sus invenciones. , ." :ng.
En contra de lo sostenido por Couturat cabe señalar qu~ la
función de la lógica formal y analítica en el sistema de Leibniz
es ser un medio auxiliar para el conocimiento, y no raíz y fundamento
de éste. La lógica es, pues, una técnica del conocimiento,
y no fundadora de conocimiento. Leibniz reconoce expresamente
que la lógica de las probabilidades, preconizada y desarrollada -por
él, recurre siempre a un material d ado. Sobre todo en la historia,
por ejemplo, para la obtención de conocimientos hay que tener en
cuenta el material dado, aunque con relación a esta tarea los axiomas
pueden ser un elemento auxiliar. De modo que en la indagación
histórica leibniziana la lógica no puede ser considerada como'
el origen de esta indagación. Además de la necesaria recurrencia
a un material dado resulta indispensable- y así surge de la propia
lógica de Leibniz- tener en cuenta dos fu entes de la certeza, a.
saber, primero investigar en lo dado, y luego la ponderación lógica
de los resultados de tal investigación. A este respecto, Leibniz es
claro y categórico : "Cuando se tiene certeza hay intuición en todas
las partes del razonamiento, las que señalan la coherencia de
éste ... " 1.20, es decir que existe conocimiento. Y a continuación,
lJ'17 Op. cit., I. Bd., pág. 46.
118 Y 1019 La Logique de' Leibniz, pp. IX y XII, reed., Hild esheim, 1961.
98 I Cartos Astrada
refiriéndose a la probabilidad, afirma: "Se puede d ecir ,que la similitud
de lo probable con lo verdadero es tomada o de la' cosa misma
o .de alguna cosa extraña" L21. ComQ vemos, en lo que a tañe al conocimiento,
Leibniz no queda recluido, como pretende Couturat
y con éste B. RusselI,en el praedicatum in es,t subjecto, tratándose
de las proposiciones contingentes.
Como epílogo de nuestras reflexiones sobre el semantismo,
debemos anotar que hace ya más de una década, uno de los pontífices
más pasatistas d el positivismo lógico, B. RusseJl, se convenció
-a lo que parece- de la inoperancia de aquella p osición y de la
vaciedad de la semántica por ella preconizada, y lo manifestó, con
cierto eufemismo, ya que él mismo contribuyó a promoverlos juntamente
con su propia popular philosophy.
En Logical Positivism escribe: "La absorción en el lenguaje
lleva a veces a descuidar la conexión del lenguaje con los hechos
no lingüísticos, aunque es precisamente esta conexión la que da
sentido a las palabras y significación a las oraciones. Nadie puede
eI1tender la palabra "queso" a menos que tenga una relación no
lingüística con el queso... La mayoría de los positivistas lógicos
eluden la psicología y por lo tanto tienen poco que decir sobre el
significado y la significación. Esto los hace, en mi opinión, algo
estrechos e incapaces de producir una filosofía integral" ~ó!'2. Prescindamos
del hecho que los positivistas lógicos no sólo eluden la psicología
sino también la cosa intencionalmente mentada por el concepto.
En este artículo Russell rectifica sus tesis anteriores y rechaza
el principio de, verificación.
Además el 'fundam ento de aquell a observación relativa a ",queso"
es la diferencia entre el "uso" y la "mención" conocida por
lqs escolás ticos (supositio form alis y supositio ma'terialis) y rebautizada
por los positivistas lógicos con el original aditamento de las
comillas. "Queso" entre comiJlado se refiere a la palabra que es
mencionada y ,queso, sin comillas al uso no-lingüístico de la palabra,
es decir, a la entidad designada por la misma. Sería tremenda
la confusión y grande el desengaño si a un semantista se le ocurriera
comer "queso" (Lo que no significaría una imposibilidad para él).
1r2iO Y 1'21 Nouveaux Essais, lib. IV, cap. XV, parágs. 3 y 4, p, 406,
lid. Flarnrnadon, París.
J I22 Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Tomo 11, pág. 1219,
Mendoza, 1949. (El artículo qu e citamos figura también 'incluido en hogic and
Knowledge, London, ' 1956).
Dialéctica y positivismo lógico I 99
El h echo innegable es que el positivismo -lógico ha privado al
lenguaje de su nexo efectivo no sólo con la psicología, sino que también
lo ha disociado de su sustrato real. Con respecto a su concepción
de la semántica y a su lógica sintáctica del lenguaj e, con sus categorías
desconectadas del on, de toda base e11ltitativa, hay que record ar
siempre las precisas explicaciones de Leibniz -autoridad en que
tanto se amparan y en vano los logísticos- acerca de la función
que las palabras es tán llamadas a cumplir con relación al pensamiento
y al conocimiento de las cosas; explicación con la que los
semantistas quizá no han tropezado jamás. En el capítulo X del
libro tercero de los ya citados Nouveaux Essais intitulado "Del abuso
de las palabras" se lee: " ... Sirven las palabras : 1) para hacer C'01nprensibles
nuestros pensamientos; 2) para hacerlo fácilmente y 3)
para dar acceso al conocimiento de las cosas. Se incurre en falta
en el primer punto cuando no se tiene la idea determinada y constante
de las palabras, ni ninguna. aceptada y co'mprendida por otros.
Parág. 23. Se carece de facilidad cuando se tiene ideas muy complejas
sin tener nombres distintos; ésta es frecuentemente la deficiencia
de los lenguajes mismos, que no tienen los correspondientes
nombres; frecuentemente es también aquélla del hombre que no
los conoce, entonces se 'tiene necesidad de grandes pe·rífnasis. Parág.
24. Pero cuando las ideas significadas por las palabras no concuUdan
con lo que es reall, se incurre en faltá con respecto al tercer punto.
Pa rág. 26. 1 Q El que tiene los thminos sin ideas es como aqu,el
que no tuviese más que un catálogo de libros. Parág. 27. 2Q el que
tiene ideas muy complejas sería como un hombre que tuviese una
c>antidad de libros en hojas sueltas sin 'títulos y no supiese dar el
libro de otro modo que dando las hojas unas tras otras. Parág. 28.
39 El que no es constante en el uso de los signos sería como un com erciante.
que ven diese diferentes cosas bajo el mismo nombr.e. Parág.
29. 49 El que liga ideas particulares a las palabras recibidas no
sabría ilustrar a otros por los conocimientos que él pueda tener.
Parág. 30. 59 El que tiene en la cabeza ideas de sustancias que no
han existido jamás na. sabría avanzar en los conocimientos reales.
Parág. 33. El primer:o hab,zará VG1'/;amente de la tarántula o de la
caridad. El segunda. verá animales nuevos sin poder darlos fá cilmente
a ,con()¡cer a los Oitros. El tercero tomará el cuerpo ya por lo
que no es más que sólido, y ya 'por lo extenso; y designará como
frugalidad, ya la virtud, ya el vicio, que le es vecina.. El cuarto
llamará a una mula con el no'm bre del caballo; y a aquél que todo
100 I Carlos Astrada
el mundo llama pródigo será para él generoso; y el quinto, amparándose
en la autoridad de Herodoto, 'bu.l1cará en la TartaTÍa una
nación compuesta de hombres qu>e no !tiene más que un ojo . . . 1~3.
L03 subrayados son nuestrOs y transferimos al lector determinar en
qué falta incurren los semantistas y positivistas lógicos.
123 Nouveaux Essais", parág. 23, pp. 297 y 298, ed. ci t.
Capítulo IV
17) "CONTRADICCIÓN" y D IALÉCTICA
En una Introducción a la L ógica, la de IrvÜlg Copi, se dice que
por cuanto existen contradicciones o se dan "situaciones en las cuales
operan y entran en lucha fuerzas contradictorias" , "el principio de
contradicción ha sido negado particularmente por los hegelianos, 105
representantes de la semántica general y los marxistas" , siendo terminológicamente
inapropiado llamar "contradictorias" a las fuerzas
en lucha 1 2.t.
Esta afirm ación es falsa en lo que respecta a Hegel, los hegelianos
y los marxistas. Ante todo, no cabe negar que hay fuerzas contradictorias
que entran en colisión no sólo en el dominio de los hechos
económicos y social-históricos, sino también en el de las ciencias,
incluso en el de la física y la mecánica. Para Hegel, el principio de
contradicción -como él expresamente lo consigna- no es, en la
instancia de la reflexión del entendimiento, una ley del pensar porque
se trata de la contradicción meramente abstracta (A no puede
ser al mismo tiempo A y no A); lo mismo va le para el principio
de identid ad, como principio formal de la reflexión. Pero, en la
instancia de la razón dialéctica, la contradicción, en concepto de
Hegel, es lo fundamental ; es una ley, no de la lógica formal, del
entendimiento reflexivo, sino de la lógica dialéctica, de la razón.
Nos dice, a este respecto: "Todas las cosas son en sí mismas contra-
1,2'1 In troduction to L'ogic, pág, 255, Ncw York, 1954,
102 ICarios Astrada
dictorias, y por cierto en el sentido que este principio, con relación
a los restantes, más bien expresa la verdad y esencia de las cosas . ..
Habría que tomar la contradicción por lo más profundo y más esencial:
la identidad, frente a ella, es sólo la determinación de lo inmediato
simple, del ser muerto, pero la contradicción es la raíz de todo
movimiento y de toda vida" 1'25 . " .• . La contradicción es precisamente
el elevarse de la razón por sobre las limitaciones del entendimiento
y el resolverse de las mismas" 1'26. Tampoco el marxismo,
fundado en la dialéctica materialista, niega la contradicción. Que
los semantistas generales la excluyan y desconozcan en sus disquisiciones,
signadas por la tendencia a la formalización, se explica; ellos
se mueven en la campana pneumática de la tautología, y como el
positivismo lógico, del , cual son tributarios, sólo se proponen demostrar
analíticamente la equivalencia de las formas vacías, suspensas
sobre un sensorialismo muy módico.
En el dominio de la indagación epistemológica contemporánea,
como asimismo en el terreno d 1 desacuerdo entre teorías científicas
y conceptuación filosófica, se ha abierto camino la dialéctica, o
mejor dicho, un proceso sui generis de dia1ectización de los conceptos
y nociones. No cabe afirmar, hoy, que mediante la lógica formal
y los recursos de la logística se pueda explicar, por ejemplo, los
fenómenos que investiga la física actual ; pero sí es seguro que la
lógica dialéctica puede orientarnos en todos los e fu erzas por alcanzar
una explicación lógica de los más importantes descubrimientos
de nuestros días. Esta apertura h acia un proceso de dialectización
en la esfera de las ciencias supone, como etapa previa, la crítica de
la absolutización de la razón y, a la vez, la de una metafísica de
la identidad, ya tenga ésta base sustancialista o sensorialista.
Ambas tareas han sido acometidas por destacados representantes
de la epistemología y de la filosofía de la ciencia contemporánea,
particularmente por Gastón Bachelard, Ferdinand Gonseth y otros
integrantes del equipo de Dialéctica, como así' también por pensadores
de otro sector, como Stéphane Lupasco, pero, con una orientación
similar. La labor de Bachelard, en tal sentido, se ha venido
concretando en diversos trabajos suyos de verdadera importancia.
Ya en Le nouvel esprit scientifique (1937) dejó sentado, en lo atinente
al pr()blema de la realidad objetiva, que no hay "naturaleza
simple, sustancia simple; la sustancia es un tejido de atributos" 112
7
•
1125 ,Wissensch aft der Logik, Bc!. n , pág. 58, ec!. Lasson.
li26 Op. cit. Bd. l , pág. 27, ed. cit.
1,27 Le nouvel esprit scie r¡.tifique, piflg. 142, Alean, París, 1937.
DiaMctiea y positivismo lógico I 103
En La Philophie du Non (1949), define la filosofía del conocimiento
como "una filosofía abierta" ; preconiza la "filosofía del no"
como procediendo "de una actividad constructiva". . . y aclara:
"Pensar bien lo real ·es aprovechar de sus ambigüedades, para modificar
y al ertar el pensamiento. Dialectizar el pensamiento es aumentar
la garantía de crear científicamente fenómenos comp'letos,
regenerar todas las variables degeneradas o ahogadas que la ciencia,
como también el pensamiento ingenuo, había descuidado en su
primer estudio" ·~2,8 .
Bachelard advierte que la posición que preconiza no acepta la
contradicción interna. "La filosofí'a del No no tiene nada que ver
tampoco con una di aléctica ce priori. En parti cular, ella no puede
apenas movilizarse a lrededor de las di alécticas hegelianas" 1129• Hace
suyas las palabras de C. Bralobrzeski (en L es N ouvelles théories de
la physiqne) de que "la dialéctica fil osófica, aquella de Hegel, por
ejemplo, procede por oposición de la tesis y de la antítesis y de su
fusión en una noción superior de la síntesis. En física, las nociones
unidas no son contradictorias, como en Hegel; la tesis y la antítesis
son más bien complementarias" llo3O . Se trata, como ya anotamos al
comienzo de este ensayo, de l.Jna di aléctica complementarista, pa·r.a
la que, en el proceso del conocimiento, más que contradicciones
dinámicas, hay diferentes aspectos que se in tegran. Tal dialéctica
complementarista ofrece, como tendremos oportunidad de verlo, un
flanco muy vulnerable a la crítica.
Para ejemplificar el tipo de dialéctica que él propone, Bachelard
se refiere a las tentativas de coordinación de una lógica
no-aristotélica y toma como punto de referencia el ensayo de
L. Reiser, Non-Aristotelian L ogic and the Crisis in Science (1937).
El fin de Reiser, según Bachelard, "es probar que el principio de
identidad, fundamento de la lógica aristotélica, está condenado en
lo sucesivo al desuso porque ciertos objetos cientí'ficos pueden tener
cada uno pro_piedades que se verifican en tipos de experiencia netamente
opuestos" ] 3 1. Entre las antinomias o tesis y antítesis a que
se refiere Reiser figura la s.iguiente:
"El electrón es un corpúsculo. El electrón es un fenómeno ondulatorio"
. Respecto a esta antinomia Bachelard nos dice : " ... Es-
1128 La Philosophie du Non, pp. 9 y 17, París, 1949.
lj2D Op. cit., pág. 135.
:t;30 Op. cit., págs. 135-1 36.
]~:t Op. cit., pág. 11 2.
< .; '
104 I Carlos Astrada
. tas dos definicipnes se excluyen una a la otra. Ellas se excluyen
porque tienen el mismo suj eto, y predicados que se contradicen tan
n etamente como hl,leso y carne, tan netamente como vertebrados e
invertebrados. Pero, justo es la forma demasiado fuertemente sustantivada,
demasiad o sumariamente realista la que produce la contradicción.
El pensamiento realista pone el' sujeto delante de los
predicados mientras que la 'exp er~encia en microfísica parte de predicados
de predicados, -de predicados lejanos, y se esfuerza sirriplemente
en coordinar las manifestaciones diversas de un predicado"
~,:l2 . Prescindiendo de que la coordinación de predicados supone
un sujeto o un predicado que funciona como sujeto, la verdadera
contradicción np, aparece, pues lo contradictorio se manifiesta ~omo
in ter-proposicional, y, como lo establece ' Aristóteles : "las proposiciones
contradictorias no son verdaderas al mismo tiempo" . (Metafísica
r , . 16, 101.1, b 15), habiendo también d ~j ado 'sentado que
"la .negación de ser· b¡lanco no es ser 11ro-blanco, sino no ser b;lan co
(Primeros Analíticos, 1,46, 51 b ) . Pero si no disociamos la unidad
. di~léctica de los contrarios, la contradicción es inmanente á. la
proposición o intraproposional. Entre " el electrón es corpuscular"
y "el electrón es un fenómeno ondulatorio" no hay c;ontradicción,
desde que si "es ondul atorio" en la acepción de "no corpuscular" la
predicación es indefinid a, mientras que si decimos, " el electrón no
es corpuscularP , la predicación es definidamente negativa. Pero
aquí nos movemos en el plano puramente formal de la contradiccjón.
Si tenemos bien en cuenta que de la unidad de los contrarios
de.riva dialécticamente la justificación de la predicación compleja
y contradictoria, .a la que debemos considerar como una ley fundamental
de la dialéctica materialista, podemos enunciar: "El electrón
es corpúsculo y onda" (y otro tanto de la luz); también, con Hegel,
"el devenir es ser y no-ser".
Por otra parte, cabe señalar que Bachelard ha atenuado un tan'
to su tesis de 1 94~, que hémos citado, al abordar posteriormente el
mismo problema en relación con las investigaciones de Louis de
Broglie. En 1951, nos dice : "Si se pudiese hallar una fenomenología
óndulatoria para el electrón, h abría un paralelismo ontológico
perfecto en tre la óptica y la electrónica, siendo las dos doctrinas
desdobladas la una y la otra en fenomenología corpuscular y feno-
1 32 Op. ci t., pág. 112. j ~ ;
,Dialéctica y positivismo lógico 1 105
menología ondula toria" .1.'\3 . En virtud del "principio de complementariedad",
formulado por Niels Bohr, habría una relación de
exclusión y a l mismo tiempo de complementación recíproca entre
corpúsculo y onda. Ha sido precisamente Louis de Broglie quien ha
movido fundamentales obj eciones al "principio de complementa.
riedad" en la formulaci9n de Bohr, de cuño idealista. A este respecto
señala que la realidad entre las dos idealizaciones . extremas
(explicación del objeto micro físico de acuerdo. con sistemas autónomos,
fundados en la dualidad onda-corpúsculos), se presenta
como intermediaria, pudiendo ser descrita por la imagen de corpúsculos
que conservan sus masas individuales en, medio de, un sistema
del cu~l la masa global no es la sum.a de las masas individuales
~31 , Vale d ecir que de Broglie admite que la realidad microfísica
ofrece propiedades contradictqrias, lo ,que explica que sea
necesario acudir a instrumentos diferentes ,para captar los distintos
. aspectos del oQjeto microfísico, sin que estos puntos de vista diversos
eliminen la unidad contradictoria del objeto. Las propiedades
del fenómeno no son, pues, absolutamente el. resultado de los aparatos
de medición como, en última instancia, 10 .pretende la interpretación
filosófica idealista de la física cuántica por parte de la
escuela de Copenhague, La acción recíproca que existe e~tre el
micro-objeto y el aparato de medición no significa que las propiedades
del primero sean producto de los apara tos o d el instrumental
empleado.
A raíz de la rehabilitación de la filosofía de la naturaleza de
Hegel que tiene lugar en el pensamiento contemporáneo, se ha
puesto de manifiesto la intrínsec.a afinidad existente entre la lógica
dialéctica hegeliana y las teorías de ,la microfísica actual. Así, de
acuerdo a los términos de esta dialéctica, el corpúsculo representaría
la tesis, la onda, la antítesis, y la global teoría microfísica la síntesis,
Max Wundt ha mostrado en detalle, y en forma muy sugerente, tal
afinid ad. De este modo el principio de complementariedad se resuelve
en la dialéctica de las realidades contradictorias que él contempla.
Si recién se repara en aquella afinidad, ello se explica porque
la dialéctica hegeliana era un producto teóricamente mucho más
maduro que la física en dicha época, El desarrollo de ésta no había
alcanzado el nivel que exhibe la lógica dialéctica de HegeL
1.33 L' Activité R ationaliste de la Physique Contemporaine, p, 193, Alean,
. París, 1951.
1.31 Véase Dialéctica, N 9 7-8, pp, 328 y sigs., 1948. 1.
106 I Carlos Astradll,
Retomando los enunciados de Bachelard, es de hacer notar que,
como éste lo señala, su f ilosofía del no, en nombre de un posible
pluralismo racional, conciliatorio de instancias teóricas diferentes y
susceptibles de complementarse, tiende no sólo a descartar el punto
de vista tradicional de una razón inmutable y absoluta, sino a proscribirlo
como posición filosófica ya perimida. Explica Bachelard - en
conexión con su crítica de la noción de sustancia en la ciencia moderna-
que la razón no es una facultad de simplificación, sino, por
el contrario, de ,enriquecimiento y complejización . De ahí que la progresión
del racionalismo conduzca, según él, a un "sobrerracionalismol'.
Dentro de la dispersión que es peculiar a una filosofía de las
ciencias, aun en el caso de enfocar un a ciencia particular, "ella tiene,
sin embargo, una cohesión, esto es, aquella de su dialéctica, aquella
de su progr eso" 1 315 . Bachelard, por su modo de concebir la dialéctica
a base de conciliación de enfoques teóricos diferentes y eliminación
de instancias en el proceso de aquélla, llega a decirnos : "Todo progreso
de la filosofí'a de las ciencias se hace en el sentido de un racionalismo
creciente, eliminando, a propósito de todas las nociones, el
realismo inicial" L%.
Ferdinand Gonseth, cuya teoría idoneísta tiene muchos puntos
de coincidencia con la posición de Bachelard, considera, en nuestro
concepto, el proceso de dialectización en las ciencias, teniendo más
en cuenta la necesidad de mantener a través del mismo lo que él
llama justamente "aspectos complementarios de lo que se continúa
conciBiendo como una realidad" 137 . Gonseth, que busca la síntesis
de los aspectos complementarios y opuestos que se ofrecen en el conocimiento
científico, reconoce también, desde luego que dentro de
la perspectiva de la dialéctica complementarista de la escuela de
Zurich, " la situación dialéctica en la cual se encuentra la ciencia
modern a" 138 y que "la ciencia no es solamente un campo ofrecido
a la experiencia abierta, sino que cada vez más visiblemente la marcha
científica toma un giro dialéctico" '1.39.
La situación dialéctica y la dialectización de las nociones científicas
a que se refiere Gonseth no se comprueba y ejemplifica aisladamente
sólo en algún dominio particular del conocimiento, sino
105 Y iLa6 La Philosophie du Non, p ág. 50, ed. cit.
137 Connaitre par la science, X (suite), Dialéctica, pp. 131. 132, NQ 33-34,
1955.
nas y 11s9 Les sciences et la philo sophie, pp. 15 y 16. Ed. Perspectives,
1950.
Dialéctica y pOóitivismo lógico I 107
que "es, por el contrario, sobre todo el frente de la investigación que
el pensamiento cientí'fico se encuentra llevado a una situación dialéctica"
HO. Al considerar los aspectos complementarios u opuestos,
manteniendo el concepto de una realidad, o sea de la unidad sintética
de aquellos aspectos diferentes o contradictorios "se encuentran"
sobrepasadas a la vez la dialéctica de sentido común de la cosa real
y lo que la ciencia clásica había h echo de ésta H ll .
En lo que respecta al caso que anteriormente contemplábamos,
de la naturaleza del electrón y de la luz, nos dice Gonseth, en lo
atinente a los trámites dialécticos que la física tiene en cuenta: "'Pasando
de los objetos ordinarios de nuestro horizonte natural a. los
objetos del horizonte atómico, es la dialéctica de la cosa la que se
altera, en particular la dialéctica de las presencias y de las ausencias.
Enlazando la onda al corpúsculo, es una nueva dialéctica de la existencia
real la que inaugura, etc." 142.
18) IDENTIDAD y CONTRADICCIÓN
En coincidencia p arcial con las ideas epistemológicas de Bachelard,
Stéphane Lupasco, mediante el enfoque de los problemas de la microfísica
contemporánea y de la dilucidación de los "valores lógicos",
en una serie de impor tantes y suges tivos trabajos epistemológicos y
de filosofía de las ciencias * ha hecho una aguda crítica de la lógica
clásica, que está basada en la identidad, y destacado el valor de la
contradicción, tratandO' de fundamentar su concepción de un "dualismo
antagonista".
El pensamiento lógico -explica Lupasco- está al servicio de
una realidad que trasciende rigurosamente la experiencia, es decir,
de una metafísica . "En este universo, la afirmación es la única adecuada
a la sustancia y a la identid ad fundamental del ser; y la
negación no es más que una privación, una carencia y un accidente"
H 3 . Certeramente, Lupasco señala el giro antidialéctico y, en
consecuencia, el carácter estático de una metafísica anclada en la
sustancia y su correlato, la identidad. Pero - lo anotamos inciden-
HO Op. cit., pág. 18.
14.1 Connaitre iJar la science, p . 132, Dialéctida, NQ cit.
H\l Op. cit., pág. 130'. Dialéctica, NQ cit.
* Véase. Le dllalisme antagoniste et les exigenees histo l iqlles de l'esprit,
Essai d'llne nouvelle théorie de la connaissance, 1935; L'Experience mierophysique
et la Pensée hllmaine, 1941 ; Logique et Contradietion, 1947.
143 Logiqlle et Contradietion, pág. 11, París, 1947.
108 I Carlo\s Astrada
talmente- al impugnar un pensamiento fundado exclusivamente en
la identidad y en una concepción sustancialista, Lupasco, se refiere
en el párrafo anterior a Aristóteles, y nos dice: "Aristóteles ha comprendido
profundamente que si él permanece adherido ' a lo puramente
lógico, la no-contradicción y por consiguiente la verdad que
ella define no serían posibles. Es por esto que él hace de la lógica un
Organon, confiriéndole un valor y una existencia puramente instrumentales"
141• Lupasco entiende aquí "instrumental" en función de
una metafísica, y de acuerdo a sus palabras, citadas en primer término,
que también el pensamiento lógico de Aristóteles está al servicio
de una metafísica sustancialista y de la identidad; y, como en
otra parte, él afirma que e! valor de la contradicción, "el segundo
valor lógico", "h abía sido escamoteado por la metafísica que gobierna
e! Organon" H5, estimamos que Lupasco no está de! todo en 10
cierto y que tal cosa no se puede sostener categóricamente respecto
de Aristóteles, pues éste no puede ser incluido entre los lógicos
metafísicos.
Aunque es ciertamente tentador buscar la solución del problema
aquí implicado afirmando la identificación del contenido del pensar
con el objeto real, y de las leyes del pensar con las leyes del ser, el
material de las fuentes no otorga ningún derecho para interpretar
de este modo la opinión doctrinaria aristotélica. A este respecto,
estimamos esclarecedoras las indagaciones de Heinrich Maier sobre
la "Silogística" aristotélica, las que han mostrado la relación de la
lógica de Aristóteles éon su metafísica. Esta relación no es, por cierto,
la de la simple identidad ni la de la instrumentalidad del Organo1n
con r elación a la metafísica, sino mucho más intrincada. Sin dar por
superada esta dificultad, que impide establecer con certeza tal nexo,
cabe señalar que las formas lógicas han sido obtenidas por Aristóteles
con independencia de consideraciones metafísicas, ofreciéndose
aquellas como copias o calcos de relaciones reales, pero de ningún
modo fundadas en principios metafísicos -x'. Según Lupasco, "la expn
iencia microfísica revela una ley de complementariedad contradictoria,
sin sombra de un tercer término' hegeliano" 146. Es que el
tercer término es la unidad de ambos términos de la dualidad con-
1.44 Logique et Co ntradietion, pág. 11, París, 194-7.
1.45 Op. cit., pág. 15. .
* Véase Die Sy/logistik des Aristoteles, I Teil, Die Logisehe Theorie des
Urteils. bei Aristot eles, Einleitung y Ersten Abschnit, Tubingen, 1896. .
146 Logique et eontrad'iction, Preface" pág. XI, ed. cit.
Dialéctica y positivismo· lógico I 109
tradictoria, si a ésta la pensamos din ámicamente. La lúz' y el electrón
es una unidad de onda y partícula, y en virtud de ésta tenemos
dialécticamente un enunciado de predicación compleja y contradictoria.
. No se puede afirmar, sin duda, la unidad de onda ,y corpúsculo,
o sea, la existencia simultánea de las propiedades corpusculares y
ondulatorias si a éstas las tomamos en reposo, que es en lo que se
apoyan los partidarios de la teoría de la complementariedad. Como
bien lo señala S. MeJiujin, "el concepto de partícula, que expresa
el aspecto discreto de .Ja materia, ·conserva sU sentido también para el
estado de reposo de los rnicroobjetos; pero el concepto de onda,
aplicado a la partícula en reposo, parece completamente absurdo. Si
la partícula incide en la placa fo tográfica, su localización significa
que sus propiedades ondulatorias han desaparecido; si se propaga
como onda, resulta imposible hablar de una iocalización puntual, de
un movimiento según una trayectoria mecánica. Esto es completamente
cierto, pero al enjuiciar desde todos los puntos de vista las
propiedades de los microobjetos no debemos dividir artificialmente
un fenómeno en aspectos que se excluyen recíprocamente. Importa
recordar que la unidad de las propiedades corpusculares y ondulatorias
no se efectúa en cada uno de estos estados, sino tan sólo en
el proceso del movimiento de .Jos microobjetos" 147 .
Con referencia a la metafísica de la identidad y sus consecuencias,
Lupasco nos dice : " las construcciones teóricas del pensamiento
humano han n acido de una huida de la contradicción y del deseo
tenaz de su supresión rigurosa por el monismo del uno o del otro
de los dos va lores de la experiencia lógica y, sobre todo, por aquel de
lo que significa e implica la afirmación" 148 . El empirismo lógico,
con su tautología subrepticiamente categórica (al dejar de ser hipotético
el juicio de experiencia por haberse decidido por la no-contradicción)
es, sin duda tribu tario de este monismo, y la logística,
conectada con éste, también, eludiendo la dialéctica, trata -como
lo señala Lupasco- "de eliminar la con tradicción mediante una
disyunción metalógica entre los dos valores existenciales contradictorios
del lógico puro, escogiendo, de ellos, el uno como absoluto,
para conferir un carácter aparente al otro" 149. En el mismo caso
)l·17 El problema de lo finito y lo infinito, p. 126-127, trad. casto México,
1960. /'-_I:::-. I. -::- := I:::.I-=::·:::--:d
148 L ogique et Contradietion, pág. 12, ed. cit.
14 9 Op. cit., p ág. 16. . ~, ' ,'.
110 I Carlos Astrada
están las lógicas polivalentes, que asimismo pagan, inconfesadamente,
su tributo a un por ell as no develado monismo metafísico. Ellas,
a p esar de la pluralidad de valores que introducen tienden por definición
a eliminar la con tradicción en virtud de traducir analíticamente
lo empírico, que es su supuesto, por principios tautológicos. Este
giro de las lógicas polivalentes ha sido bien notado por Lupasco, que
lo pone de manifiesto: "En realidad, la lógica polivalente se encuentra
en presencia de una pulverización o atomismo de un sólo valor,
sea aquel de afirm ación, para los lógicos que creen siempre en alguna
matemática platónica o en alguna metafísica leibniziana, sea
aquel de negación, para aquellos que proceden de la metafísica del
empirismo ... Los valores entre sí no es tán enlazados por nada, sino
por el sí o por el no, por la identidad pura o por 'la no-identidad
pura, y cuando el pensamiento postula urlO de ellos o la experiencia
impone uno, él es absoluto como tal : ningún dualismo intrínseco,
en efecto, y ningún conflicto estructural --en la :teoría, bien
entendido, de los autores de estas nuevas lógicas- lo torna esencial ·
mente relativo. y es por esto que un principio del cuarto, del quinto,
del enésimo excluido r emplaza aquí al principio del tercero
excluido, del cual él no difiere más que por el número y no por el
espíritu". 150.
150 Op. cit., págs. 16-17.
CaPítulo V
19) DIALÉCTICA y C ONTRADICCIÓN
Bachelard, centrado en un enfoque complementarista seudo-dialéctico,
opone, por lo mismo, un no mitigado al "objeto" del conocimiento
científico, buscando una integración sobrerracionalista de este
último.
Confiando en la posibilidad integradora de este no - que no
llega a ser verdadera negatividad- objeta la dialéctica de Hegel.
A este respecto señala Lupasco: "Para Hegel, la contradicción no
era más que una especie de instrumento de la dialéctica; para Bachelard,
la dialéctica misma toda ente ra - de la cual el funcionamiento
no se funda, a decir verd ad, sobre la contradicción, sino más
bien sobre una oposición, sobre una especie de ruptura bienhechora,
sobre un fenómeno de mutación in telectual- no es más que instrumental"
l:U.
No cabe n egar que, para Hegel, la dialéctica, desde el punto de
vista metodológico, es instrumental, pero además también ella responde
a la estructura misma del proceso de la experiencia y del
conocimiento. De ahí que Hegel, ya en la Fenomenología del Espíritu,
nos diga: "Este movimiento dialé.ctico que la conciencia en ella
misma efectúa, tanto en su saber corno en su objeto, en cuanto para
ella surge el nuevo y verdadero objeto, es propiamente aquello que
es llamado experiencia" 152 . La contradicción, a la que, corno hemos
~I\ l Op.- cit., Preface, pág. VIII.
l S2 Panomenologre des Gelst es, pág. 73" Leipzig, cd. Hoffmeister.
112 I Carlos AJ1trada
visto, Hegel asigna carácter esencial, es, sin duda el motor del
proceso de la dialéctica; pero ella, aislada del todo unitario que
configura, no tiene sentido pleno. En la experiencia, según Hegel,
obtenemos un todo de determinaciones antitéticas, es decir, las contradicciones
existen dialécticamente en la unidad di~árnica de este
todo como proceso. La contradicción permite que la proposición ex~
prese lo dialéctico, lo negativ.o, pero la negatividad dialéctica pone
en libertad a lo positivo. De ahí que a la dialéctica debemos comprenderla
como la pertenencia recíproca e inseparable de los términos
o momentos contra dictorios, integrados en un todo.
Bachelard no concibe a la dialéctica como una estructura unitaria,
en la que mediante la contradicción, o sea, en el movimiento
dialéctico, surge el objeto a conocer en su verdadero aspecto como
momento esencial del todo del proceso. Así como la tesis no se
concibe sin la antítesis, a ambas tampoco se las concibe sin la síntesis
integradora de ese todo. Si sól'Ü nos a tuviésemos al no, 'O, como lo
señala Lupasco, a una especie de ruptura, erróneamente supuesta
constructiva, la fisura en el objeto puesto en la tesis y negado en
la antítesis no sería superable, no iríamos, así, a un sobrcrracionalismo,
como supone y peticiona Bachelard, sino que caeríamos en un
hiatus irracional, 'sin poder alcanzar en el movimiento diléctico - interferido
por un no impotente para poner en libertad lo positivo--
la síntesis, que es integradora y no complementaria. .
Para comprender, con los momentos que la integran, el todo
de la estructura dialéctica, basta remontarnos a la génesis conceptual
de la palabra dialéctica. "Dialéctica" (de la raíz dicotómica
(día) proviene - paradojalmente- de la concepción del eleata
Melisos, que negaba toda posibilidad de escindir al ente: "Si el
ente es dividido, entonces él se mueve. Pero si se mueve, entonces
él cesa en su ser" 158. Las cosas todas, empero, contra lo sostenido
por Melisos, pasan, en su devenir, de mutación en mutación. A la
duración del acaecer entre e llas - hipótesis por él excluida- Melisos
la designa con la palabra diarma y Aristóteles la caracteriza con
la palabra diastema, significando ambas escisión, distancia, apartamiento
entre dos límites, entre dos cosas; y esto en el sentido de que
abrimos una fisura (imposible para Melisos, por su concepción eleática
del ente) en el fluir de las cosas, en su proceso, fisura que,
~~3· Diels, Die Fragmente der Vorsokratiker, ,1 Bd., "Melissos, Fragmente"
(10), pág . .192, 4 ed., 1922.
Dialéctica y positivismo lógico I 113
merced .al enlace conceptual y dinámico entre ambos 1ímites~ permite
al -ente, al objeto en su esencia, surgir en su nuevo y verdadero
aspecto. Es ya sintomático - lo que ilustra la ' génesis conceptual de
" dialéctica"- que Aristóteles a las partes' 'que integran el silogismo
- las proposiciones- las designe con el nombre de diast,emata (Primeros
Analíticos, 1, 4" 33 ).
Esta cuestión fundamental --que polariza el pensamiento de
la filosofia pre-socrática- la decide Heráclito en el sentido de la
primacía del cambio; con él se inaugura la dialéctica, a la que
Hegel sistema tiza erigiéndola en el instrumento apto p ara dar cuenta
de la experiencia y de su devenir, considerando como experiencia
tanto al proceso de las cosas como también al proceso en que va
implicado el suj eto cognoscente (la conciencia ).
La dialéctica es la unidad de las contradicciones, devenida proceso.
Es la cO'ntradicción la que, en el conocimientO' del objeto, nos
permite mediante la determinación positiva de éste p asar a su determinación
negativa, y asir o retener una en la otra. Es en este
sentido que H egel afirnla : "Si algo existente no puede en su determinación
positiva trascender al mismo tiempo sobre su determinación
negativa y mantener la una en la otra, a él no le es posible
.tener en sí mismo la -contradicción, y entonces él no es la unidad
viviente, el fundamento, sino que en la contradicción se destruye" 154.
Bachelard, con referencia a su p ropia posición, que concibe "el
conocimiento como una evolución del espíritu", nos dice que ella
"acepta variaciones en lo tocante a la unidad y a la perennidad del
yo jJienso" 1 5:;. Estas "variaciones", pero en un sentidO' raiga 1m ente
dialéctico, fueron ya destacadas (aunque la palabra dialéctica no
aparece en sus "fragmentos") por Heráclito, puesto que, para éste,
nuestro p ensar es un acto del acaecer cósmico, y sólo por la aprehensión
d e la esencia de las cosas en el curso del devenir, el pensar
llega a ser verdadero. Pero además, ést.e se enriquece históricamente,
es decir, dialédticamente: "Propio del alma es el lagos) el que a sí
mismo se incrementa" 1Sil.
También Hegel, como ya vimos, considera la experiencia en un
sentido integral desde que ésta es en su estructura esencial el "m 0-
t1!/i4 'Wissenschaft der Logik, II Bd., pág. 59. Meiner, ed. Lasson.
a.55 La Philosophie du Non, pág. 9, ed. cit.
l56 Die!s, Die Fragmente der Vorsokratiker, 1 Bd., "Heráclito" Fragmente,
115, pág. -100, oo. cit.
114 ICarios Astrada
vimiento dialéctico" que realiza tanto la conciencia, en tanto que
cognoscente, como el objeto a conocer, que para ella surge, así, en
¡U verdad, como objeto nuevo en virtud del trámite dinámico generado
por la contradicción.
.Conclusión
El vasto campo de aplicación y vigencia de la dialéctica, sobre todo
de la materi alista -con la estrictez metódica por ella alcanzadaque
abarca desde el dominio de los hechos social-históricos y del
conocimiento de las ciencias naturales hasta la microfísica, y desde
la cibernética y el psicoanálisis hasta las totalidades biológicas y psíquicas,
nos muestra su gran prospección en fundamentales aspectos
de las investigaciones contemporáneas.
Ni la dialéctica hegeliana, sobre todo con sus sucesivos reajustes
metodológicos, ni la marxista, son estructuras cristalizadas, fijadas
de una vez para siempre. Esta última, incluso en los fundamentos
que la validan, se expresa por una concepción en la que, al plegarse
al devenir histórico y sus mutables contenidos, ella misma se encuentra
en transformación y devenir. No obsta a la valoración positiva
de la di aléctica y de sus r esultados, las críticas (principalmente
del esquema hegeliano) que se le dirigen desde el pun to de vista
del complementarismo de la escuela de Zurich, ni la sustitución que
Stéphane Lupasco pretende hacer de ella por su "dualismo antagonista",
basado exclusivamente en la contradicción y en una "lógica
de la energía". Lupasco, al rechazar en el trámite dialéctico, tanto
de Hegel como de Marx, la síntesis, porque, según él, ella eliminaría
la contradicción, no reconoce que la síntesis no excluye totalmente
la contradicóón, sino que a ésta, transformada, la conserva; la contradicción
resuelta, lejos de desaparecer ha quedado como momento.
Este es el sentido del aufgehoben sein hegeliano que no es un
116 ICarIos Astrada
tajante suprimir (tollere), sino éste plus un retener (conservare) que
progresa h acia un superar (elevare). La síntesis está ya agrietada
por la contradicción, desde que, si la tomamos -como debemos tomarla-
como identidad concreta, lo positivo en ella (como ya lo
hemos destacado en V) sólo tiene sentido en cuanto retiene lOo negativo
y recí'procamente. Lupasco remacha su error en su último y
,reciente ,ensayo, en el que afirma: "Sin duda, la antítesis de Hegel
existe virtualmente en la tesis, pero ésta s entonces actual y aquélla
virtual, e inversamente, en consecuencia; en la síntesis ellas desaparecen,
las dos, como por encantamiento, y la síntesis es desde este
momento plenamente actual" 157. Al contrario, la antítesis es - para
emplear los términos de Lupasco- actual en la tesis, y recíprocamente,
y ambas existen actualmente en la síntesis.
Pensamos, además, que Lupasco no está en lo cierto cuando
,sostiene que tanto Hegel como Marx se deciden por "el valor de
afirmación e identidad" 1518. Del primero podemos, quizá, decir que
su sistema idealista lo lleva a hipo'stasiar el espíritu haciendo de éste
"lo único on tológico" 159; pero de ,Marx no podemos sostener, como
pretende Lupasco, que haga otro tanto de la "materia" 160, porque
a él entonces tendríamos que reprocharle emplear el con cepto de
materia en sentido metafísico, lo que es totalmente infundado *.
En lo que respecta a la logística de los empiristas lógicos, con
1 57 L es t rois matUTes, pág. 178. J uliard, París, 1960.
1:!5! , 150 Y 160 Op. cit., pág. 171.
* Lupasco precon iza, como' 10 hemos señalado- anteriormente, una lógica
en la que que se afirma la primada de la contradicción. Paralela y
complementariamente
a su "dualismo a ntagonista" ha d esarrollado la teoría de una
"causalidad de lo contradictorio". Según ésta, todo fenómeno está ligado a un
"antifenómeno". Por vía abstracta, de lógica forrmal, Lupasco ha tratado de
demostrar que la ausencia d e contradicción en un fenómeno cualquiera no puede
ser pensada. No podemos entrar en detalles, acerca de la sugestiva e interesante
concepción de Lupasco, y menos a valorar 10 que haya de positivo en
ella; acabamos d e seña>lar lo que Lupasco critica y excluye - la estructura
de la dialéctica en Hegel y Marx-, afirmaciones erróneas e infundadas. Remitimos
a su libro L e principe d'a,ntago nisme et la logique de l'énergie, Hermann,
1951, y a su último ensayo Les trois mat7ire5', esp ecialmente a su capítulo
IV L es dialectiques de l'éne"gie, p. 169, que hemos citado objetando algunas
de su t esis. Su. "lógica de la energía" y la " causalidad de 10 contradictorio"
, con sus tres sistemas y tres tipos correlativos de orto-dialécticas, aplicadas
a una pluralidad de devenires, se fundan en la existencia - postulada
por Lupasc~ de un dualismo antagonista y contradictorio, inmanente a la
energía. ., \ , ~~ ,. ... J ... , h-,..' z t:.. . tJ.'. . .u.1 "1'. ' ': 11 "" ,1
(_~
Dialéctica y positivismo lógico I 117
sus anexos, el sintactismo y el semantismo, podemos consignar conclusivamente
los siguientes reparos fundamentales a sus tesis.
No hay una diferencia sustancial en reemplazar la p alabra "hechos"
del viejo positivismo (o la de "elementos" del machismo) por
la palabra "protocolos" , o sea, por hechos susceptibles de ser expresados
en un lenguaje determinado (formalizado) después de ser
observados, verificados sensorialmente. Ya no se trata, para este
positivismo de nuevo cuño, de supuestas relaciones constantes entre
hechos, sino de relaciones sintácticas resultantes de protocolos "controlados"
y sistematizados.
Además, el propósito -tan caro a los semantistas- de crear
un lenguaje enteramente formalizado, ha fracasado porque ellos desconocieron,
desde el comienzo de su tentativa, lo que es inalienable
en el lenguaje natural, en el " lenguaje objeto". Con acierto nos
dice Gonseth, en las conclusiones metodológicas de su obra "La
géométrie et le probleme de l' espace": "Un paso científico no puede
efectuarse más que a p artir de un cierto saber previo y de un cierto
lenguaje preconstituido. Este saber sólo está asegurado entre ciertos
límites" 16:!.. Y más adelante, Gonseth explica : "Las indagaciones
formalizadoras pueden ser encaradas como un ensayo p ara despejar
una nueva perspectiva de elementaridad en Lógica ,)f y más gene-
16,1 Recherches méthodologiques, en Dialéctic'l, p. 143 N" 33-34. 1955
<1 La distinción entre " formal" y "formalista" que, con un sentido. de
subestimación de la lógica a ristotélica, h acen los logísticos contemporáneos, no
es cla ra ni concluyente. Con r elación a ella Lukasiewicz escribe: " Lógica formal
y lógica form ali sta son dos cosas difer ent es. La 'lógica a r i,stotélica es
formal,
sin ser formalis ta, mientras que la lógica de los es toicos es formal y
formalista . . .. La moderna lógica formal concede el mayor cuidado. a la precisión
d el lenguaje. Lo que' se llama formalizar es la consecu enc ia de esta tendencia"
(Aristo tle's Syllogistic, pp. 15-1 6, 2" ed. , Oxford, 1958 ). R eco·rdemos
que la lógica de los estoicos es' una mezcla de consid e'l"aciones lógicas y
consideracio.
nes gramati cales. Esto. coincide en ella con la tendencia a interpretar
el contenido. de los. conceptos co.mo la suma d e sus n otas carac terísticas, idea
imprecisa y superficia1 que reapar ece en el t ra tamjento. algebraizante y
matematizante
de la lógica moderna y de la logística d el p ositivismo. lógico. También
es infundada la t eoría de los estoicos de que p ensamiento y p alabra son
uno y lo mismo', considerados desde dis tin tos lados. Como lo señala Zeller en
su concisa va:lo'l"ación de la lógica de Jos estoicos : " .. . Lo que tien en de
común
las explicaciones de los estoicos sólo reside en que todas ellas se r efi eren
a las condiciones fo'rmales del p ensamiento y de la r epresentación" (Die
Phllosophie
deT Griechen, III Bd., 1 Abt., p. 65, 4- ed ., 1909 ) . Igualmente seveTO
es el juicio de M'indelband sobre la lógica de los estoicos: "En general ellos
despliegan las regl as lógicas en un seco esquematismo, en un formalismo puramente
esco.lar, el que se alejó más y más de las ideas de contenido fundamen118
1 Carlos Astrada
ralmente en los fundamentos de la matemática. Este ensayo fracasa
si se quiere extraer de él la prueba de la validez incondicional de
las matemáticas, en particular la prueba de la no-contradicción
de los procedimientos matemáticos y de los procedimientos formalizadores
mismos" 1(12. Según el autor de Qu'est-ce que la logiqu e?,
tal ensayo tendría éxito encarado desde el punto de vista del idoneísmo,
conforme al cual el paso de una situación dada, tomada
como punto de partida, respondería a ciertas exigencias de coherencia
y de adecuación, o, para decirlo en una palabra, a ciertas
exigencias de idoneidad. Él comporta un momento de creación
(mental o técnica), que no podría ser identificado con un procedimiento
formalizador" 163.
tal de la Analítica ¡¡,ristotélica para transfo-rmarse en un cúmulo muerto de
fórmulas . El infruc.tuoso sutilizar de esta práctica se complacía, sobre todo,
en el desenlace de sofismas sin salida, en los cuales el contenido positivo
quedaba,
sin salvación, aprisionado en el antagonismo de las' formas" (Lehrbuch de.r
Geschichte der Philosophie, p. 164,6" ed., 1912); coincidente con éstas es la
apreciación de Paul Barth. Die Stoa, p. 73-77 y p. 85-90, 3 Auf. Stuttgart, 1922.
El punto de vista de la lógica de los es toicos es en el que se sitúa Lukasiewicz
para enjuiciar la lógica aristotélica -por ciertas imprecisiones de su lenguaje-
porque "Aristóteles constan temente emplea diferentes frases para el mismo
pensami,ento" (Aristotle's Syllogistic, p. 18, ed . cit.) ; pero es el caso que
cuando Aristóteles es preciso en su lenguaje lógico, consecuente con su teoría
de que el silogismo -contrariamente a lo que sostenían los estoicos -no depende
de las palabras, sino de la significación de éstas, él puede ser consid
erado formalista en el buen sentido de la palabra. Lukasiewicz, empero, explica:
"La moderna lógica form al tiende a obtener la mayor exactitud posible.
Este propósito sólo puede ser alcanzado, por medio de un lenguaje preciso
hecho de signos estables, visualmente perceptibles" (Op. cit., p. 15). Aquí cstá
implicita la confusión de estrictez lógica (formalismo) con exactitud matemática;
vale d ecir que se habla no de 'lógica formal, sino de logística y de
su simbología (lenguaje formalizado), que son dos cosas diferentes. Nbs referimos
aquí a formalismo, no en el sentido que se da a este término a partir
de D. Hilbert y que designa el formalismo de la lógica matemática. Lukasiewicz,
al llamar formalista a la lógica de los estoicos, .parece emplear la
palabra en una acepción ambigua. Creemos, emp ero que le asiste ¡razón a 1.
Bochenski cuando considera como formalistas a las tres estructuras que presenta
la lógica occidental: ~a lógica antigua (incluida, naturalmente, la aristotélica),
la escolástica y la matemática (Fo'rmale Logik, pp. 15-16, Freiburg
im Breisgrau, 1956) . 'Wolfgang Albrecht (en su obra Die Logik der Logistik,
1954) ha movido fundamentales objeciones contra la interpretación de la lógica
de Aristóteles por parte de Lukasiewícz. No es clara ni fundada la reladón
que establece éste entre la lógica aris·totélica y la estoica, y menos el
paralelismo que él smpone existiría entre éstas y la lógica y logística
contemporánea.
Este tema no ha sido aún objeto de una dilucidación a fondo.
162 Op. cit., Dialéctica, N° 33/34, p. 161.
~6'1 Op, cit. Dialéctic;a, N° 33/34, pp . .143-144.
Dialéctica ~ ,positivismo lógico I 119
En cuanto a la semántica general y a la terapéutica, para com-·
prender los fundamentos de la vigencia y difusión que tuv.ieron, basta
ejemplificar con la teoría "científica" de Alfredo Korzybski, el que
encontró su más entusiasta epígono en Stuart Chase.
Korzybski, en su voluminosa obra CÍJelncia JI Cordura se propone,
nada menos que la reforma de todas las ciencias en un sentido
n(i)-aristotélico. Para alcanzar esta grandi6sa meta es necesario.el
entrenamiento en la no identid ad como un papel terapéutico. De
más está decir que lo que él entiende por identidad nada o casi
nada: -como no sea por el nombre- tiene que ver con 10 que Aristóteles
formula como principio lógico de identidad. Matemáticas y
Semántica serían los dos grandes capítulos de la "nueva educación"
.programada sobre aquella base; la matemática es considerada como
el único lenguaje correcto tanto desde el punto de vista neurológico ,
como biológico, por ofrecer ·la matemática una estructura similar .a
la del mundo y el sistema nervioso.
Basado en estas ideas, Korzybski h ace una inquietante prognosis
: Por el deterioro del lenguaje, por ignorar los nuevos cánones
semánticos y sintácti cos, los estadounidenses (la juventud- habituada
por la educación a un n:odo de pensar y a un lenguaje lastrados
por la "identidad" ) se volverán esquizofrénicos. La honda crisis moral
y psicológica de Estados Unidos de Norteamérica· no-es resultado
de su estructura social capitalista y el semillero de problemas emergentes
de ésta, sino que ella proviene de un lenguaje-inadaptado a
las circunstancias. Barrows Dunham, en su libro Mam Against Myth,
ha hecho con su crítica irónica certero impacto en la peregrina tesis
de Korzybski, Chase y Compañía: "Por una parte ocurre una crisis
social que nos pone en peligro a todos; por otra, la perplejidad y
la frustración al tratar de buscar remedio al desasosiego. T al vez
eso se deba a que nuestra búsqueda no es muy prolija, pero de todos
modos nuestro fracaso es evidente. Comenzamos a pensar. que, tal
vez, hayamos estado buscando una solución errónea. Nos sentimos
confusos ; ¿ y si nuestra confusión proviniera de una brumosa sintaxis
y de una defini ción poco clara? Nos sentimos desdichados: tal vez
si supiéramos cómo se define la palabra " desdicha" descubriríamos
que;' después de todo somos fe lices. No tenemos din~ro en el Banco :
tal vez si realmente entendiéramos la sintaxis de "hay" y la negatividad
del "nQ" encontraríamos que somo~ riCQs. Toda perplejidad
120 I Carlos Astrada
se debe a la frustración de! lenguaje. Todos los problemas son meramente,
verbales" 164.
Los semánticos enfeudados al empirismo lógico son nominalistas
ti la lettre; púa ,ellos, los conceptos específicos y genéricos son meras
palabras, las cuales fuera del nexo del pensar, no designan objetos,
sino que sólo son signos para las cosas y sus propiedades. El nominalismo
puede ser recomendable para el que principia a filosofar;
es la contraparte de un realismo extremo. (Logí'sticos y semantistas
suelen oscilar entre ambas posiciones extrema". Incluso eminentes
matemáticos se sitúan en una u otra ,actitud. Así, por ejemplo, el
eminente matemático K. Gúdel, es realista platónico, puesto que
para él las matemá ticas son descubridoras y no inventoras de sus
objetos peculiares, los que existen a ptiori como arquetipos eternos ).
Del nominalista de este tipo puede afirmarse lo que se ha dicho del
escéptico: En filosofía todo buen principiante es escéptico, pero
si queda siendo escéptico, no es nada más que un principiante.
Barrows Dunham ha visto bien que el semantismo adunado a
una seudo lógica no-aristotélica, con e! alcance que les asignan
Korzybski y su discípulo Chase, tienden a atomizar el mundo para
privarnos de la posibilidad de conocerlo. Esta es la consecuencia de
aquel nominalismo literal y sus cánones sintácticos y semánticos. Asimismo
aquél señala, y lo 'documenta, que tal posición implica un
craso error en lo filosófi co, y una tendencia regresiva en lo social;
en este último sentido ella es, como veremos, una ideología. Dunham
hace referencia a las tesis semánticas del autor de La tiranía
de las palabras, que son las siguientes: "No hay perros en general
en el mundo de la experiencia, sino solamente Rover (1), Rover
(2), Rover ,( 3), unos mansos, otros rabiosos, otros indiferentes".
"No existe el ente "humanidad". Hagamos un llamado tan violento
como se quiera: "humanidad, ven aquí, y nadie contestará". "No
existen sistemas basados en ganancias como una entidad en el mundo
real. Sólo podemos estudiar la conducta de Adam (1), Adam (2),
Margan (1), Margan (2) *. Es notable que el señor Chase, aunque
niega la existencia de los perros en general, sin embargo llama a
sus tres perros "Rover". Los numerales indican que son perros dife-
164 El hombre contra el mito, p. 228, trad. cast., Buenos Aires, 1956.
* Parece que para el señor Chase tampoco exis te un sistema económico
cuyo pivote es la ley de la mayor ganancia, sistema perfect~ente !!studiado
y analizado en su anatomía y en su funcionaIIJ:Íento interno y condenado a
d esaparecer en todo el' orbe, habiendo ya desaparecido en la mitad de éste.
Dialéctica y positivismo lógico I 121
rentes, pero "Rover" indica que todos ellos son perros. ¿Y cómo
sabe esto el señor Chase? Porque todos ellos poseen características
esencialmente caninas. El señor Chase piensa que la clase es una
abstracción de su mente, aunque existan los perros individuales.
Pero, ¿ cómo puede ocurrir esto? Rover (1) se parecerá a Rover (2) '
y a Rover (3), ya sea que el señor Chase posea o no una mente
que sea capaz de abstraer. Los perros están en la clase y la clase
está en los perros" 16'5. Creemos, sinceramente, que este estricto razonamiento
no lo agarra el señor Chase. Rebajemos un poco el nive'l
inductivo (entre las más divertidas quisicosas de los semari tistas está
la " teoria" de los niveles"). Supongamos que el señor Chase, olvidando
por un momento su postura semantista, no diga, "vaya dar
de comer a Rover (1), a Rover (2) y a Rover (3)", sino "voy a
dar de comer a los perros" . En esta expr.esión del lenguaje natural,
si la a naliza sin preconceptos ¿ no habría descubierto la clase de los
peirros? Por algo el lenguaje, como se ha dicho, es fi losofía condensada.
Pero elevemos ahora un poco el nivel, el cuantitativo (hasta
que la cantidad se transforme en cualidad), y para ello vamos a
suponer que el señor Chase no tiene tres perros '( 1.) , (2) y (3),
sino cincuenta o cien perros. ¿ Va a ordenar que se dé de comer
a cada perro, acentuando su individualidad con el paréntesis semántico,
o va a comprender que ya no se trata de cada perro individual,
pues lo que él tiene no son tres perros sino una perrera o un hotel
o asilo canino?; y que en este caso ordenará: "den de comer a los
perros" o "atiendan a los huéspedes". Sin saberlo, el señ9r Chase
habría pasado dialécticamente de cantidad a cualidad, que es otra
vía para llegar a la clase y al sistema (sea éste el de asilos u hoteles
caninos ... o económico o social).
Broma aparte con la semántica del positivismo lógico, pues hay
ya bastante con sus semantistas, Dunham, con precisa y sobria seriedad
los enjuicia con estas palabras: "Los avances de cada día contradicen
a los escépticos; el éxito hace que los cínicos dejen de
serlo; los que buscan el placer dejan de lado la cautela y los estoicos
cambian la paciencia, que necesitaban para la adversidad, por
el anhelo que trae la esperanza. Hay una luz que ilumina todas las
perspeotivas y nunca se le ocurriría a nadie pensar que la filosofía
cerniéndose sobre un mundo renaciente, es sólo un soplo de la palabra
acerca de la palabra" 1613 .
165 Op. cit., pp. 248. 249-250.
166 cOpo cit., pp. 227-228. . ,
I
122, I Carlos Astrada
En síntesis" la: logística del posItivismo lógico, y sus ' ,anexos el
sintactismo y el semantismo, y todas sus proliferaciones, productos ,
y subproductos, son la expresión superestructura!. de un mundo que '
periclita. Ellos contribuyen a definir la filosofícula de un orden social
cuyo destino está ya sellado. En es te sentido podemos considerarlos,
justamente, como integrantes de una ideología. Agnosticismo
sensorialista e irracionalismo constituyen la ideología de ese mundo.
en el declive; ellos son las únicas tablas' de salvación a que intentan
asirse ideólogos y teóricos de toda laya en el naufragio de todo un
sistema social.
En su intento de abarcar, con sus analogías, axiomas *y transcripciones
protocolarias, las diferentes ramas científicas en una "enciclopedia
de la ciencia unificada", los positivistas lógicos no sistematizan
conocimientos, sino que construyen precisamente una
ideología, la que, sin duda, responde a las vacilantes estructuras eco-
* Los cuatro axiomas, tan llevados y traídos, del cá1cul<l proposicional
- fundamentalmente Jos de Principia Mathem/lJ!ticClr- tienen la siguiente for~
U'la.ción (teniendo en cuenta que las variables proposicionales son 'p', 'q', 'r',
s, etc., etc.) .,
I (p v p) :J p, o sea "si p o p, entonces p". Sustituyendo por frases del
lenguaje corriente tenemos el siguiente ejemplo Si (o [Wittgenstein padeció
de un marasmo mental o' Wittgenstein padeció de un marasmo mental) entonces
[W~ttgenstein padeció de un marasmo mental.
II p J (p v q), o sea "si p, entonces o p o q". Ejemplo: Si el semantismo
está de moda enton ce~ (o' el semantismo está .de moda o las mentes fetales
prolif eran) .
III (pvq) :J (qv,p) , o sea "si o p o q, entonces o q o p". Ejemplo: Si
(o la n ave' cósmica fue puesta matemáticamente en órbita o la estrella
cinematográfica
es resultado de una fabricación ,en serie) entonces (o la estrella
cinematográfica es resultado de una fabricación en serie o ola nave cósmica fue
puesta matemáticamente en órbita) .
IV (p :I q) :J ((rvq) :J (rvq) ), o sea "si (si p entonces q), entonces
(si o r o p), entonces (o r o q). Ejemplo: Si (si los gatos maullan, entonces
Greta Garbo es la esfinge de Occidente) entonces (si o el logístico nativo ~ e
manda b parte o Jos gatos maúlJan), entonces (o el logístico se manda I'a
parte o Greta Garbo es 'la esfinge de Occidente) . De los axiomas de taJ sistema,
por secuencia, se deriva n teoremas, y todo teorema es una tautología,
la tautología, com.o' dicen los- empirista,s lógicas, "es her,editaTia" y por esto
ellos son tautológicos por atavismo ... "neo"-.positivista. Si Jlegamos a una
forma que no es tautológica, entonces no se trata de un teorema. Así 'p v q',
no es un teorema. Ejemplo : O San Martín proclamó el principio de autodeterminación
de los ¡puebJos o El año 1958 fue 1anzado el sateloide del "desarrollo"
no es una tautología. Por lo d emás, la lógica de las modalidades ha abierto,
d esde hace más de .treinta años, una gran brecha en la lógica pFOposiciona!
biva'\ente, formalizada por B. RusseH y :Whiteh ead. Oskar Becker, sobre
Dialéctica y positivismo lógico I 123
nómicas de la sociedad a que ellos pertenecen. No cabe negar que
a esta tarea ellos la realizan con plena conciencia, pero una conciencia
invertida, errónea, lo que no les permite reconocer claramente
la infraestructura económica de la que su ideología (el positivismo
lógico) es expresión. Parafraseando ·10 que Engels afirma del juri~
ta, podemos decir que el logístico y eL semantista -sobre todo los
de la gran hornada actu al- porque están cabeza ·abajo se imaginan
que operan con conocimientos científicos (hablan confiada y enfáti·
camente de una "filosofía científica"), cuando éstos, en realidad
son reflejos de aquella estructura económica y social. A este respecto,
lo que pasa, como explica Engels, es que "la ideología es un proceso
que el llamado pensador cumple conscientemente, es cierto,
pero con una conciencia falsa. Las verdaderas fuerzas motrices que
lo impulsan permanecen para él desconocidas, pues de lo contrario
no sería un proceso ideológico" 161'.
una base diferente de la del logístico norteamericano C, 1. Lewis, ha desarrollado
una teoría del cálcu lo modal (véase Zur Logik deT Modalit.ijten, en ¡ahrbuch
für Philosop hie und phiinomenologische Forschung, Va. XI, 1930, y Einführung
in die Logistik, Mei&enheJm am Glan, 1951) . Las consecuencias críticas
con relación a la ,logística bivalente las ha apuntado certeramente H ermann
:Weyl en su ensayo The Chost 01 Modality (en Philosophical Essays in
M emorY' 01 Edmund Husserl, Massachusetts, 1940). Según ,Weyl ya no se puede
"contestar con un claro y cor-tante sí o no, conforme al cual la proposición
es o verdadera o ·fa lsa", pues el "espectro" de la modalidad haciéndose presente,
invalida esta alternativa simphsta.
167 Carta a Mehring (14 de juJio 1893), en Marx-Engels, Correspondencia.
Selección del " Instituto Marx-Engels-Lenin" , pp. 5211 522, ed. ·cast.
Buenos Aires, 1947.
Apéndice sobre la _. logística
Remitimos al lector al reciente libro de Günther J acoby Die
Ansprüche der L ogistiker auf die Logik und ihre Geschichtschreibung
(ed. Kohlhammer, Stuttgart, 1963) en el que el autor aborda la
indagación exhaustiva de las diferencias que separan a la Logística
de la Lógica, mostrando las infundadas pretensiones de la primera
a suplantar a la segunda o a identificarse con ella, considerándose
a sí misma como un desarrollo perfeccionado y superior de la Lógica.
J acoby se concreta a investigar los errores de la Logística al reivindicar
ésta para sí la Lógica y su historiografía. Señala el fracaso de la
logística cuando trata de definirse en el terreno de la Lógica. Una
disciplina no es, absolutamente, definible por la otra.
El objeto de la Logística son las relaciones entre símbolos, lógicos
o no lógicos; el de la Lógica es el ahondamient'O y explicita ció n
filosóficos de todo lo que se refiere a su propia fundamentación. La
Logística es matemática; la Lógica, filosofí a. AquÍ los símbolos son
solamente ocasionales abreviaciones. Hay sólo una lógica, y, por lo
tanto, no hay lógica de las relaciones, de los predicados, de los enunciados,
etc. Estas constituyen cálculos logísticos, lógicamente secundarios,
en parte anticuados y en parte efectuados sobre una base falsa.
Uno de los crasos errores de la presunta historiografía logística
de la Lógica estriba en que ella subordina la lógica antigua y medieval
a la moderna logística. ASÍ, por ejemplo, las principales tesis
de la Logística proposicional han sido tomadas y transferidas -como
ce.rteramente 1'0 señala Jacoby- del falso tipo de lógica filónica
(Filón de Larisa) de la Antigüedad y de la Edad Media. Pueden
Dialéctica y positivismo lógico I 125
notarse entre las tesis principales de la Logística proposicional las
siguientes que proceden, apenas literalmente modificadas, de Filón:
1) No habría ninguna representación de tal modo condicionada,
en la que no pudiese estar condicionada también una representación
falsa; 2) tampoco existe para Filón -y 1'0 mismo para el cálculo
proposicional- un criterio, una característica segura para la diferencia
de lo verdadero y de lo falso (véase Zeller, Die PhilosoPhie
der Griechen, "Die nacharistotelische Philosophie", nI Teil, erste
Wilfte, 4. Auf., pp. 613, 615-616, Leipzig, 1909). Y estos fragmentos
de Filón ponen remate probatorio de lo precedentemente afirmado:
"El que impugna la existencia de algo que podría ser conocido, no
deja ninguna excepción para esta proposición. Se sigue de aquí que
ni siquiera una vez la proposición misma, que no permite excepción
alguna, podría ser de algún modo comprendida y conocida como
verdadera"; "la representación que aparece como verdadera y está
suficientemente ilustrada posee la característica de la verdad .. . ";
"pero como jamás una representación se constituye por sí sola, sino
que, como en una cadena, una depende de la otra, aparece como
segunda característica que la representación es verosímil y no susceptible
de ser contradi cha" (Nestlé, Die Nachsokratiker, Bd. n,
pp. 267, 268, Jena, 1923). Aquí están presentes las tesis logísticas
acerca de las equivalencias analíticas.
En un próximo trabajo valoraremos en detalle la indagación
de Günther Jacoby, y pondremos en evidencia la quiebra, en el
terreno de la Lógica, de la Logística proposicional, y cómo, después
de la crítica de los representantes de la escuela epistemológica de J ean
Piaget, los nuevos esfuerzos indagatorios de la filosofía contemporánea,
en la propia Alemania, que parecía ganada por la ideología
anglosajona de las "nuevas lógicas", están asestando golpes demoledores
a la Logística y a las tendencias conexas: semantismo, sintactismo,
agnosticismo.
Indice
PRóLOGO ' A LA SEGUNDA EDICIÓN 7
INTRODUCCIÓN 13
CAPÍTULO 1 .......... . ... . .................. 17
1) La dialéctica complementarista, 17. 2) Lógica y Logística,
19. 3) Lógica dialéctica y carácter instrumental
de la logística, 2'4, 4) Deducción matemática y deducción
lógica, 29. 5) La crítica de la logística en la filosofía
contemporánea, 40.
CAPÍTULO 11 •.•.•...•.•........•.•...•....•.• 49
6) Solipsismo, sintactismo y semantismo, 49. 7) Análisis
'sintáctico y lenguaje filosófico, 56. 8) La semántica de
Carnap y el machismo, 63,
CAPÍTULO ID • . . • • . . . • . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . • . . 69
9) Lógica y matemática según Tarski, 69. 10) El concepto
de verdad en los lenguajes formalizados, 70. 11)
Las paradojas: Nombres autológicos y heterológicos, 78.
12) El concepto semántico de la verdad, 79. 13) Sachverhalt
y Tatsache, 82. 14) La filosofía científica, 88.
15) Análisis lingüístico, filosofía y metafísica, 90. 16)
Semántica y analiticidad, 95.
CAPÍTULO IV •••••••.••.•• • .•.••..••••..••..• 101
17) "Contradicción" y dialéctica, 101. 18) Iden tidad y
contradicción, 107.
CAPÍTULO V •.•.......•......•.....•...•••..• 111
19) Dialéctica y contradicción, 111.
CONCLUSIÓN 115
ApÉNDICE SOBRE LA LOGÍSTICA .....••••.•••.•.• 124
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SARMIENTO H120
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EN MAYO DE 1964, EN LOS
TALLERES GRÁFICOS VERDAD, S. R. L.
SENILLOSA 1535, BUENOS AIRES