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CONTROL DE CONVENCIONALIDAD.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocida como Pacto de San José, es
un tratado que vio la luz el 22 de noviembre de 1969, sin embargo el Perú se hizo parte de
ella con su ratificación de 7 de diciembre 1978, esto es, desde esa fecha el Estado peruano
está obligado a respetar y garantizar el contenido de la Convención Americana.
Bajo esas premisas, el control de convencionalidad es aquel mecanismo que busca afirmar la
vigencia real de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Así, se le exige al poder
público, del Estado Parte de la CADH, que cuando encuentre una colisión entre una norma
interna y la Convención, debe preferir a esta última inaplicado la norma interna convencional.
- Los hechos del presente caso se refieren al señor Daniel Tibi, ciudadano francés de 36
años que residía en Ecuador y se dedicaba al comercio de piedras preciosas y arte
ecuatoriano. El 27 de septiembre de 1995 agentes de la INTERPOL del Guayas,
detuvieron al señor Daniel Tibi por presuntamente estar involucrado en el comercio de
droga.
“En cierto sentido, la tarea de la Corte se asemeja a la que realizan los tribunales
constitucionales. Estos examinan los actos impugnados --disposiciones de alcance general-
- a la luz de las normas, los principios y los valores de las leyes fundamentales. La
Corte Interamericana, por su parte, analiza los actos que llegan a su conocimiento
en relación con normas, principios y valores de los tratados en los que funda su
competencia contenciosa.
Dicho de otra manera, si los tribunales constitucionales controlan la
“constitucionalidad”, el tribunal internacional de derechos humanos resuelve
acerca de la “convencionalidad” de esos actos. A través del control de
constitucionalidad, los órganos internos procuran conformar la actividad del poder
público --y, eventualmente, de otros agentes sociales-- al orden que entraña el
Estado de Derecho en una sociedad democrática. El tribunal interamericano, por
su parte, pretende conformar esa actividad al orden internacional acogido en la
convención fundadora de la jurisdicción interamericana y aceptado por los Estados
partes en ejercicio de su soberanía”.
“... No es posible seccionar internacionalmente al Estado, obligar ante la Corte sólo a uno o
algunos de sus órganos, entregar a éstos la representación del Estado en el juicio... y sustraer
a otros de este régimen convencional de responsabilidad, dejando sus actuaciones fuera del
“CONTROL DE CONVENCIONALIDAD” que trae consigo la jurisdicción de la Corte
internacional” (párr. 27.)1
Además, en este último pronunciamiento, se hace una comparación entre la CorteIDH y los
Tribunales Constitucionales: Control de convencionalidad y control de constitucionalidad,
en sus respectivos casos.
“al referirse a un “control de convencionalidad” la Corte Interamericana ha tenido a la
vista la aplicabilidad y aplicación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
Pacto de San José. Sin embargo, la misma función se despliega, por idénticas razones, en lo
que toca a otros instrumentos de igual naturaleza, integrantes del corpus juris convencional
de los derechos humanos de los que es parte el Estado: Protocolo de San Salvador, Protocolo
relativo a la Abolición de la Pena de Muerte, Convención para Prevenir y Sancionar la
Tortura, Convención de Belém do Pará para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer,
Convención sobre Desaparición Forzada, etcétera. De lo que se trata es de que haya
conformidad entre los actos internos y los compromisos internacionales contraídos por el
Estado, que generan para éste determinados deberes y reconocen a los individuos ciertos
derechos” (FJ. 2 del voto singular).
La Corte Interamericana asumió la doctrina de los votos singulares de este juez en el caso
Almonacid Arellano vs Chile, que amplio y difundió el conocimiento de esta materia en las
jurisdicciones nacionales, con afectos muy apreciables. En esta sentencia se refiere:
1
La posición del juez García Ramírez no era entender el control de convencionalidad como exigir un control de inaplicación
de normas y prácticas contrarias a la Convención Americana, sino más bien hace referencia a que el Estado en el proceso
ante la Corte Interamericana es un todo, no puede ser diseccionado en sus poderes o estamentos, y por ello la
responsabilidad la asume cuando algún órgano o poder público viola derechos del Pacto de San José.
La Corte consideró que, en el caso de especie, el Poder Judicial no ejerció el control
de convencionalidad y aplicó una norma
Decreto Ley Nº 2191-contraria a la Convención Americana por consagrar la
impunidad de los responsables de la muerte del señor Almonacid Arellano e
impedir a sus familiares que ejerzan su derecho a ser oídos por un tribunal a través
de un recurso efectivo. Esto configuró una violación de los artículos 8 y 25 del
Pacto de San José.
“La obligación legislativa del artículo 2 de la Convención tiene también la finalidad de facilitar
la función del Poder Judicial de tal forma que el aplicador de la ley tenga una opción clara de
cómo resolver un caso particular. Sin embargo, cuando el Legislativo falla en su tarea de
suprimir y/o no adoptar leyes contrarias a la Convención Americana, el Judicial permanece
vinculado al deber de garantía establecido en el artículo 1.1 de la misma y, consecuentemente,
debe abstenerse de aplicar cualquier normativa contraria a ella”2
“La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y, por
ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un
Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como
parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los
efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la aplicación de leyes
contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos.
En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre
las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado,
sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de
la Convención Americana”3
2
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C No. 154, párr. 123
3
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile, supra nota 2, párr. 124.
regulaciones procesales correspondientes. Esta función no debe quedar limitada exclusivamente
por las manifestaciones o actos de los accionantes en cada caso concreto, aunque tampoco
implica que ese control deba ejercerse siempre, sin considerar otros presupuestos forma les
y materiales de admisibilidad y procedencia de ese tipo de acciones”4
En el caso La Cantuta vs Perú (20 de nov. de 2006).
La Corte IDH se refirió al control de convencionalidad en el marco del artículo 2 de la
Convención y declaró que el Estado fue responsable de la violación de la disposición antes
citada en conexión con, inter alia, los artículos 8 y 25 por aplicar las leyes de amnistía al caso
bajo juicio.
- Los hechos del presente caso se desarrollan en el marco de la naturaleza obligatoria de la pena de
muerte impuesta a personas condenadas por homicidios en Barbados. Lennox Ricardo Boyce, Jeffrey
Joseph, Frederick Benjamin Atkins y Michael McDonald Huggin fueron condenados por el delito de
homicidio y condenados a muerte mediante la horca, bajo la sección 2 de la Ley de Delitos del Estado
contra la Persona. De conformidad con esta disposición, una vez que una persona sea condenada por
el delito de asesinato, ningún tribunal puede evaluar si la pena de muerte es un castigo adecuado a las
circunstancias particulares de la víctima.
- Las cuatro personas estuvieron sometidas a condiciones degradantes en los centros de detención.
El señor Atink murio por motivos de enfermedad. Las otras tres personas continúan detenidos
Por lo tanto, la Corte concluyó que, “en tanto que el artículo 26 de la Constitución de
Barbados impide el escrutinio judicial sobre el artículo 2 de la Ley de Delitos contra
la Persona, que a su vez es violatoria del derecho a no ser privado, arbitrariamente,
de la vida, la Corte considera que el Estado no ha cumplido con el deber establecido
4
Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) Vs. Perú.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de Noviembre de 2006. Serie C
No. 158, párr. 128
en el artículo 2 de la Convención en relación con los artículos 1.1, 4.1, 4.2 y 25.1 de
dicho instrumento” (párrafo 80)
- Los hechos del presente caso se refieren al señor Rosendo Radilla Pacheco, quien era una
persona involucrada en diversas actividades de la vida política y social de su pueblo, Atoyac de
Álvarez, estado de Guerrero. El 25 de agosto de 1974 fue detenido por miembros del Ejército
de México mientras se encontraba con su hijo en un autobús. Posteriormente a su detención,
fue visto en el Cuartel Militar de Atoyac de Álvarez, con evidencias de haber sido agredido
físicamente. No se volvió a saber de su paradero.
- Los familiares de la víctima interpusieron diversos recursos a fin de que se investiguen los
hechos y se sancionen a los responsables. La causa penal fue dirigida a la jurisdicción penal
militar. No se realizaron mayores investigaciones ni se sancionaron a los responsables.
Los hechos del presente caso se iniciaron el 2 de mayo de 1999, cuando el señor Montiel Flores
se encontraba fuera de la casa del señor Cabrera García, junto a otras personas, en la comunidad
de Pizotla, Municipio de Ajuchitlán del Progreso, estado de Guerrero. Aproximadamente 40
miembros del 40º Batallón de Infantería del Ejército Mexicano entraron en la comunidad, en el
marco de un operativo contra otras personas.
- Los señores Cabrera y Montiel fueron detenidos y mantenidos en dicha condición a orillas
del Río Pizotla hasta el 4 de mayo de 1999. Ese día fueron trasladaron hasta las instalaciones
del 40º Batallón de Infantería, ubicado en la ciudad de Altamirano, estado de Guerrero. Los
señores Cabrera y Montiel fueron golpeados y maltratados durante su privación de la
libertad. Posteriormente, ciertos miembros del Ejército presentaron una denuncia penal
en contra de los señores Cabrera y Montiel por la presunta comisión de los delitos de portación
de armas de fuego de uso exclusivo de las Fuerzas Militares y siembra de amapola y marihuana,
iniciándose la respectiva investigación penal.
- El 28 de agosto de 2000 el Juez Quinto de Distrito del Vigésimo Primer Circuito en Coyuca
de Catalán dictó sentencia mediante la cual condenó a pena privativa de libertad de 6 años y 8
meses de duración al señor Cabrera García y de 10 años al señor Montiel Flores. Esta decisión
fue objetada a través de diversos recursos judiciales y se modificó parcialmente a su favor. En
el año 2001 los señores Cabrera y Montiel fueron liberados para continuar cumpliendo la
sanción que se les impuso en su domicilio, debido a su estado de salud.
La Corte refiere:
21. De otra parte, la conclusión anterior no se modifica por el hecho de que el Estado
alegue que los tribunales nacionales hayan ejercido ex officio un “control de
convencionalidad” entre las normas internas y la Convención Americana. En efecto,
será en la etapa de fondo en la que se determinará si el presunto control de
convencionalidad que alegó el Estado involucró un respeto de las obligaciones
internacionales del Estado, a la luz de la jurisprudencia de este Tribunal y del
derecho internacional aplicable.
De Almonacid a Montiel.
123. La descrita obligación legislativa del artículo 2 de la Convención tiene también la
finalidad de facilitar la función del Poder Judicial de tal forma que el aplicador de la ley tenga
una opción clara de cómo resolver un caso particular. Sin embargo, cuando el Legislativo
falla en su tarea de suprimir y/o no adoptar leyes contrarias a la Convención Americana, el
Judicial permanece vinculado a! deber de garantía establecido en el artículo 1.1 de la misma
y, consecuentemente, debe abstenerse de aplicar cualquier normativa contraria a ella. El
cumplimiento por parte de agentes o funcionarios del Estado de una ley violatoria de la
Convención produce responsabilidad internacional del Estado, y es un principio básico del
derecho de la responsabilidad internacional del Estado, recogido en el Derecho Internacional
de los Derechos Humanos, en el sentido de que todo Estado es internacionalmente
responsable por actos u omisiones de cualesquiera de sus poderes u órganos en violación de
los derechos internacionalmente consagrados, según el artículo 1.1 de la Convención
Americana
I24. La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al imperio de la
ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico.
Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención
Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo
que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean
mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen
de efectos jurídicos. En otras palabras. El Poder Judicial debe ejercer una especie de
"control de convencionalidad" entre las normas jurídicas internas que aplican en los
casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea
del Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la
interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana. Interprete última de
la Convención Americana. (Importante)
125. En esta misma línea de ideas, esta Corte ha establecido que "según el derecho internacional
las obligaciones que este impone deben ser cumplidas de buena fe y no puede invocarse para su incumplimiento
el derecho interno". Esta regia ha sido codificada en el artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho
de los Tratados de 1969."
225. (…) Los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia en todos sus niveles
están en la obligación de ejercer ex officio un "control de convencionalidad “entre las normas
internas y la Convenci6n Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas
competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, los jueces y
órganos judiciales vinculados a la administración de justicia de ben tener en cuenta no
solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte
Interamericana, interprete ultima de la Convenci6n Americana.
Todos los jueces y órganos que realicen funciones jurisdiccionales desde una
perspectiva material "deben" ejercer el "control de convencionalidad". Es el mensaje
claro que la Corte IDH en vía en la Sentencia relativa al Caso Cabrera García y Montiel
Flores, materia del presente voto razonado. No excluye a los jueces que no pueden
realizar "control de constitucionalidad".
En efecto, la precisión de la doctrina relativa a que los jueces deben realizar "de
oficio" el control de convencionalidad "evidentemente en el marco de sus respectivas
competencias y de las regulaciones procesales correspondientes", no puede
interpretarse como limitante para ejercer el "control difuso de convencionalidad",
sino como una manera de "graduar" la intensidad del mismo. Esto es así, debido a
que este tipo de control no implica necesariamente optar por aplicar la normativa o
jurisprudencia convencional y dejar de aplicar la nacional, sino implica además y en
primer lugar, tratar de armonizar la normativa interna con la convencional, a través
de una "interpretación convencional" de la norma nacional.
Sobre el particular, resultan ilustrativas las reflexiones del juez García Ramírez, en
su voto razonado emitido con motivo del Caso Trabajadores Cesados del Congreso
(Aguado Alfaro y otros) vs. Perú, precisamente al analizar el parámetro del "control
de convencionalidad”