Historias Del Cementerio PDF
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Los invito a seguir los pasos de estos cinco amigos inseparables mientras hablamos de
historia, fantasmas, mitos y leyendas y esperamos no correr la misma suerte que ellos…
Cuando muere alguien tan joven, en la plenitud de la vida, es siempre un duro golpe para
los familiares más cercanos y también para el resto de la gente. Es difícil aceptar la fatalidad
y por eso se busca la manera de perpetuar la vida de la persona fallecida a través de
fantasías y leyendas.
Una de estas leyendas cuenta que, en 1930, un muchacho de la alta sociedad, al cruzar la
esquina de Azcuénaga y Vicente López, justo atrás de cementerio, vio sentada a una joven
con un vestido blanco que abrazaba sus piernas sollozando, el muchacho se acercó, le
habló, le prestó su saco para que se resguardara del frío, le dio un pañuelo para que secara
sus lágrimas y la invitó a pararse.
El muchacho se enamoró a primera vista. Para no perderla y saber más de ella la invitó a
tomar un café a “La Veredita” hoy trasformado en La Biela, allí charlaron animadamente
por varias horas.
Poco antes del amanecer, la muchacha se empezó a poner nerviosa, el joven, intentando
calmarla, le dio un beso
¡Me tengo que ir…tengo que volver…adiós!” le dijo y al levantarse de golpe de la mesa, volcó
el café sobre el elegante saco que el joven le había prestado. Angustiada huyó corriendo sin
devolvérselo, pero antes de hacerlo alcanzó a decirle que se llamaba “Luz María”.
El joven la siguió a pocos metros de distancia y al llegar al gran enrejado del cementerio,
vio como Luz María se perdía en la calle principal envuelta en la bruma matinal. El joven
desesperado por perderla empezó a golpear las rejas buscando el lugar por donde había
ingresado su amada, sin encontrar portal alguno…. El cuidador del cementerio alertado por
tanto grito, se acercó hasta él, que, llorando, le explicó toda la historia y le habló de su
imperiosa necesidad de encontrar a Luz María.
Una vez adentro el joven recorrió el camino que le había visto hacer a su amada y entonces
al llegar a la primera calle que se bifurca la derecha vio que allí estaba su saco, manchado
de café, tapando la figura en mármol de una mujer joven que reposaba sobre un lecho de
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rosas. Confundido y perturbado se alejó un poco del sepulcro y vio la leyenda que
sobresalía en su friso “Luz María García Velloso”.
3 - RUFINA CAMBACERES
Eugenio Modesto del Corazón de Jesús Cambaceres, abogado de la alta aristocracia
argentina, conoció a Luisa Baccichi, en uno de sus viajes a Europa. Los jóvenes se
enamoraron locamente, se casaron en el extranjero y luego se instalaron en Buenos Aires,
en una distinguida casona de la calle Montes de Oca, en el barrio de Barracas. En ese
contexto nació Rufina, la única hija del matrimonio de Eugenio y Luisa, el 31 de mayo de
1883. Cuando la niña tenía cinco años, falleció su padre y así fue como ella y su madre
quedaron solas las dos en la casona de Montes de Oca. Algunos años después de enviudar,
el 7 de marzo de 1897, Luisa dio a luz un varón, Luis Hernán.
Lo que les voy a contar a partir de ahora, no puede tomarse como cierto, el paso de los años
distorsiona los hechos, se tejen conjeturas y habladurías y eso es lo que da origen a fábulas
y fantasías.
Se dice que el 31 de mayo de 1902, día en que Rufina cumplía diecinueve años y mientras se
arreglaba para festejar con una tertulia en su casa y luego asistir al Teatro Colón a escuchar
la orquesta sinfónica, su mejor amiga le reveló un secreto que había mantenido guardado
durante mucho tiempo. Dicen las malas lenguas que el secreto que su amiga le reveló fue
que el hombre del que Rufina estaba perdidamente enamorada, su novio, era también el
amante de su hermosa madre y que su amado hermano era hijo de este hombre. El amante
de su madre, el padre de su hermano, el hombre que Rufina amaba era el único presidente
soltero que tuvo la Argentina, don Hipólito Yrigoyen. Según el folclore de la época, el
impacto de la confesión a Rufina, literalmente, le paralizó el corazón y se desplomó. Los
sirvientes gritaron desesperados, su madre corrió a su habitación al escucharlos y se
encontró con la joven inconsciente en el piso; un médico que se encontraba en la casa trató
de reanimarla, pero todo resultó inútil. Rufina había muerto de un síncope. La sepultaron
en esta bóveda con su vestido de cumpleaños. Cuenta la leyenda que su abuela, que vivía en
Italia, al enterarse de lo sucedido tomó el primer barco a Buenos Aires, y que durante su
travesía soñó que Rufina aún estaba viva. Al llegar, influenciada por el sueño, ordenó abrir
el cajón de su nieta que llevaba muerta algunas semanas. Al hacerlo se encontraron con la
tapa arañada y el cuerpo de la joven de espaldas. Rufina había tenido un ataque de
catalepsia y se había despertado dentro del ataúd. Todos sus intentos por salir,
lamentablemente, resultaron en vano, por eso se dice que Rufina “murió dos veces”.
Volvieron a enterrarla en esta cripta, aunque esta vez su abuela mandó a construir un
nuevo féretro, dejando la tapa apenas apoyada, por las dudas. Se cree que Rufina es una de
las damas de blanco que recorren el cementerio por las noches. Leyendas urbanas de
nuestra misteriosa Buenos Aires.
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4 - ALFREDO GATH
En esta bóveda, que actualmente pertenece a la familia González Kordich, estuvo enterrado
Alfredo Gath. Parece una más de las tantas suntuosas bóvedas que encontramos en este
Cementerio, pero esta oculta una historia entre macabra y paradójica: Con la Muerte no se
juega.
Pero ahora nos vamos a concentrar en Alfredo Gath quien dio origen a una historia
particular, donde leyenda y realidad se entremezclan.
Y para asegurarse de que funcionaba lo probaba una vez al año, exactamente el día de su
cumpleaños.
MUERTES TRÁGICAS
Mientras los cinco amigos, protagonistas de La Cripta de los Casares, realizan la visita
guiada al Cementerio, el guía va relatando las distintas historias, entre ellas, la de Liliana
Crociati.
5 - LILIANA CROCIATI
Liliana Crociati y su marido Juan Szaszak habían viajado a Innsbruck, Austria, para pasar
sus vacaciones invernales. El hotel donde se alojaron parecía salido de un cuento de hadas:
bosque, nieve, atardeceres al calor del hogar… ¡Un lugar soñado! La noche del 26 de febrero
de 1970, la pareja dormía en su habitación del tercer piso cuando se produjo una fuerte
avalancha que los sepultó bajo la nieve. Juan fue rescatado en menos de quince minutos, a
Liliana la encontraron recién después de una hora. Aunque la rescataron con vida y la
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Así fue como un día particularmente caluroso de diciembre, estaban sentados en uno de los
bancos que se encuentran alrededor de uno de los monumentos, cuando de pronto pasó un
cuidador (¿Homero quizás? ¿Algún otro de los guardianes?) que les dijo:
—Este es un banco con historia. Se dice que en este banco se sentaban a conversar Borges
y Bioy Casares en sus habituales paseos por el cementerio. Ambos decían que querían ser
enterrados en el Cementerio de la Recoleta para poder seguir charlando sobre literatura
durante toda la eternidad y fantaseaban preguntándose de qué otras personalidades se
harían amigos, una vez que estuvieran encerrados allí para siempre.
La cosa es que Gabriela y Pablo, sin saber por qué, se levantaron de un salto y se quedaron
mirando el banco, como si no fueran dignos de estar sentados allí, el cuidador desapareció
tan misteriosamente como había llegado y cuando levantaron la vista vieron que se
encontraban justo en diagonal a la Cripta de los Casares, así y por su gran admiración a la
obra de Borges y Bioy fue que empezaron a delinear esta mágica historia de terror,
aventuras y suspenso.
Adolfo Bioy Casares nació el 15 de septiembre de 1914 y murió el 8 de marzo de 1999, es uno
de los escritores más importantes de nuestro país y de la literatura fantástica, policial y de
ciencia ficción en español. Era el único hijo de Adolfo Bioy Domecq y Marta Ignacia Casares
Lynch y vivió en el barrio de Recoleta. Escribió su primer relato, Iris y Margarita, a los once
años. En 1932 conoció a Borges y desde entonces, hasta su muerte en 1986 fueron grandes
amigos y llegaron a escribir juntos bajo el seudónimo Bustos Domecq. En 1940, Bioy
Casares se casa con Silvina Ocampo, escritora y pintora, también enterrada aquí en la
Cripta de la Familia Ocampo. Ese mismo año, Bioy, publica la novela” La invención de
Morel”, que marca el inicio de su madurez literaria. La novela contó con un prólogo de
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Aquí, donde está enterrado Bioy, aunque ninguna placa recuerde que en este lugar reposan
sus restos, muy cerca de donde se dice que se sentaba a charlar con Borges, empieza esta
saga de literatura fantástica que es un homenaje a dos de los pioneros y máximos
exponentes de este género, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges. Dentro de esta cripta
comienza la aventura de los cinco amigos que, superando sus miedos e inseguridades,
deberán ingresar a un portal mágico para enfrentarse a su destino.
Y, para terminar, nos vamos a despedir de La Cripta de los Casares con una frase del cuento
de Borges Deutsches Requiem (réquiem es un ruego por las almas de los muertos antes de
que los entierren) que dice así y que abre el primero de los libros de la saga:
“Todos los hechos que pueden ocurrirle a un hombre, desde el instante de su nacimiento hasta
el de su muerte, han sido prefijados por él. Así, toda negligencia es deliberada, todo casual
encuentro una cita, toda humillación una penitencia, todo fracaso una misteriosa victoria,
toda muerte un suicidio.”
7 - LA PUERTA DE MADERA
Esta vieja y hermosa puerta de madera data del Siglo XVIII. No sé si ustedes saben que del
otro lado de esta puerta había un convento de monjes que pertenecían a la Orden de San
Pedro Alcántara: los Recoletos, que se dedicaban a la oración. En 1822, un decreto de
Rivadavia, ministro del Gobernador Martín Rodríguez, mandó expropiar las tierras porque
la ciudad para ese entonces no tenía un Cementerio, y les pareció una buena idea
emplazarlo en ese lugar. Pues bien, el huerto de esta Congregación fue usado como
Cementerio, que es el lugar que estamos visitando ahora, y el Convento usado como asilo
de mendigos y ancianos. Al Cementerio se lo llamó Cementerio del Norte. Los primeros en
recibir sepultura fueron una joven uruguaya llamada Dolores Maciel, mencionada por Jorge
Luis Borges en un poema “Recoleta” y el “párvulo liberto” llamado Juan Benito, párvulo
quiere decir niño, joven y “liberto o liberatus” es un esclavo al que de algún modo le ha sido
concedida la libertad (manumisión). Pero en todo esto hay un misterio, a pesar de que se
hicieron investigaciones nadie sabe a ciencia cierta dónde quedaron ubicadas estas tumbas.
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Gabriela Faillace y Pablo Miranda en uno de sus tantos paseos por el Cementerio, se
inspiraron en esta puerta, que nos conecta con el pasado y con nuestra historia, para
delinear el portal, la “Puerta Dorada” que ubicaron en el subsuelo de la Cripta de los
Casares, una puerta mágica que permite a nuestros héroes acceder a otros lugares en otros
planos, tiempo y espacio.
Por las dudas, no se acerquen. Quien les dice que, si trasponen sus límites, aparezcan en el
1800 y se encuentren de pronto rodeados de frailes descalzos que, no van a entender nada.
HOMERO Y ARQUÍMEDES
Los cementerios son enormes parcelas llenas de tumbas, bóvedas y leyendas. Son los mitos,
las voces que hace correr la gente, los rumores que se esparcen sin prudencia, los que
alimentan su magia.
Ustedes saben, los mitos no son necesariamente reales, es difícil identificar su origen o
investigar su exactitud; basta, apenas, con un rumor que comience a circular, y después la
imaginación de la gente hará el resto.
En esta recorrida, mucho de lo que vamos a descubrir son mitos, leyendas, fábulas,
ilusiones.
Por las dudas, no intenten investigarlas, este lugar está lleno de magia y como les dijo el
guía a los cinco amigos protagonistas de La Cripta de los Casares: “Hay cosas que es
preferible no ver, no enterarse, no saber.”
8 - DAVID ALLENO
David Alleno era un muchacho soltero, habitante de uno de los tantos conventillos de
Buenos Aires durante finales del siglo XIX y principios del Siglo XX. Venía de familia de
trabajadores del Cementerio, por lo que, siguiendo la tradición familiar, empezó a trabajar
allí en 1881 como cuidador. Había desarrollado un gusto artístico, estaba fascinado con el
mármol de las bóvedas y el hechizo de las tumbas. Podemos decir sin dudarlo que el
Cementerio era su segundo hogar. Era un hombre de clase trabajadora que soñaba con
pertenecer a la aristocracia, entonces pensó que la mejor forma de hacerlo era ser enterrado
en la Recoleta.
Y acá es donde empiezan a tejerse las leyendas, dicen que obsesionado por tener una
parcela aquí, y ayudado por un golpe de suerte de su hermano que ganó la lotería y repartió
dinero a toda la familia, logró ahorrar una pequeña fortuna que le permitió comprar una
parcela en Recoleta, viajar a Génova y contratar a un artista, A. Canessa y encomendarle su
propia lápida.
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Acá lo vemos, vestido con su sombrero, y muñido de sus elementos de trabajo: el balde, la
escoba, el trapo. Y vean lo que dice aquí: “David Alleno, cuidador del cementerio desde 1881
hasta 1910” Pero… ya les dije que existen las leyendas, dicen que, habiendo erigido su
tumba, anunció a las autoridades del Cementerio que no iba a trabajar más, fue hasta su
casa… y simplemente, se dedicó a esperar la muerte.
En él se inspiraron los autores de La Cripta para crear a Homero, el Guardián que deambula
cuidando las tumbas, custodiando a los vivos y a los muertos. Homero recorre estos pasillos
todos los días, acompañado de su gato Arquímedes.
Y hablando de gatos…
¿Ustedes saben que a los gatos se los llama los Guardianes de los Cementerios?
Son animales tan independientes que nadie realmente es “dueño” de ellos. En muchas de
las culturas, por ejemplo, la egipcia, son los que están conectados con el más allá;
históricamente se los ha asociado con lo esotérico y misterioso. Recoleta está lleno de estos
hermosos animales, van a verlos circular por todos lados; el lugar ofrece silencio y amparo
de los climas duros: sombra y frío en sus mármoles para protegerse del calor, y cobijo en
sus bóvedas para protegerse del frío y la lluvia y además hay voluntarios que se encargan de
alimentarlos, vacunarlos y de que reciban atención veterinaria.
Entonces no es casual que en La Cripta (y como además los autores son amantes de los
gatos, tienen dos cada uno) el fiel compañero de Homero, el cuidador del Cementerio sea
nada más ni nada menos que un gato, Arquímedes, ambos de la logia de los guardianes.
Ahora eso sí, si llegan a volver por acá, tengan cuidado, si se llegan a encontrar con alguno
de los dos es probable que sus vidas cambien para siempre…
GUARDIANES Y MALINTENCIONADOS
secretas que a través de los siglos y a espaldas de la gente han ido persiguiendo sus
objetivos.
“Obediencia a la ley” reza esta bóveda que tiene los sepulcros de varios masones no tan
famosos como algunos de nuestros próceres. Esto nos recuerda el lema de los guardianes:
“Siempre vamos a estar allí para ayudarlos”. Pero, cuidado, que, escondidos tal vez entre
estas tumbas, otros nos van a susurrar: “Nunca los dejaremos tranquilos”.
DE POETAS Y DE LOCOS
10 - MIGUEL CANÉ:
Como pueden ver, no todo en Recoleta es lujo y despilfarro. En este sencilla y algo
destartalada bóveda descansan los restos de Miguel Cané, que fue político (diputado,
senador, ministro e Intendente de la Ciudad de Buenos Aires) pero también escritor,
dejando un legado eterno en su novela “Juvenilia” donde retrató su paso por el Colegio
Nacional Buenos Aires, antes llamado Real Colegio de San Carlos.
No sé si ustedes saben que antes, las familias de alcurnia solían dejar a sus hijos pupilos en
los colegios, ya sea porque los padres eran ricos terratenientes y trabajaban toda la semana
en sus campos, o bien por costumbre de la clase alta.
Este escritor describe todas sus andanzas en su paso por el Colegio Nacional Buenos Aires.
Y, quien siga de cerca la saga La Cripta de los Casares, debe saber que en el libro 3, “El arte
de la cartografía”, se hace una mención especial a este colegio y a la tradicional librería que
se encuentra justo enfrente, en ese entonces “Librería del Colegio”, hoy llamada “Librería de
Ávila”
Claramente este escritor fue una inspiración para los autores de la Cripta, que dejaron
expresada en sus páginas su devoción por los misterios de Buenos Aires.
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Esto predijo en 1939, con un dibujo donde se mostraba unas torres prendidas fuego:
«La libertad de Norte América perderá su luz. Su antorcha no brillará como ayer y el
monumento será atacado dos veces».
Se le atribuye también haber presagiado el asesinato de JF. Kennedy, y la unión entre Hitler
y Mussolini. Murió en 1974, con sus misterios a cuestas.
Si ustedes creen que un poeta es un tipo aburrido, encerrado en su estudio todo el día
escribiendo, con gruesos anteojos y olor a humedad… ¡Están equivocados!
Dijimos que íbamos a hablar de poetas y de locos: Oliverio Girondo era otro de los “locos”
brillantes que ha tenido nuestra literatura. Uno de sus libros, Veinte poemas para ser leídos
en el tranvía, editado en 1922, tenía ilustraciones del propio autor. Toda su obra está
marcada por el humor y la ironía. Les cuento otra: En 1932 publicó Espantapájaros, y ¿Saben
que hizo para promocionarlo? Una enorme estatua de un espantapájaros que colocó en una
carroza coronaria tirada por seis caballos, con aurigas y lacayos incluidos, y la hizo desfilar
por la calle, a la vez que alquiló un local sobre la calle Florida donde se vendía el libro,
atendido por atractivas muchachas. La campaña resultó un éxito, y el libro agotó la tirada
de 5000 ejemplares en un mes.
13 - MACEDONIO FERNÁNDEZ
Esta es la bóveda de otro poeta de la llamada Generación del 20: Macedonio Fernández. A
diferencia de Oliverio, Macedonio tenía un carácter retraído y solitario. Quedó viudo muy
joven, y sus hijos al cuidado de tíos y abuelos. Era escritor, filósofo y poeta, y uno de sus
admiradores más grandes fue nada más y nada menos que Jorge Luis Borges, con quien
entabló una sólida amistad y hasta idearon escribir juntos una novela “El hombre que será
presidente”, que ni siquiera fue empezada. Esta impronta de aislamiento y reclusión lo
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acompañó durante toda su vida hasta su fallecimiento, en 1952 en la casa de uno de sus
hijos.
Poetas en Recoleta: Bioy Casares, Macedonio, Oliverio… también ellos son guardianes de
nuestra cultura.
14 - VICTORIA OCAMPO
Ramona Victoria Epifanía Rufina Ocampo, fue una escritora, intelectual, ensayista,
traductora, editora, filántropa y mecenas argentina. Fue la primera mujer en obtener un
registro de conducir en Argentina, la única latinoamericana en asistir a los Juicios de
Núremberg, la primera mujer en ser elegida miembro de la Academia Argentina de Letras y
una de las principales figuras en la lucha por las causas de la mujer Como directora de la
revista Sur, difundió a los más importantes escritores del mundo y promovió a talentos
locales, como los casos de Borges o Julio Cortázar, a quienes dio a conocer entre los lectores
de habla hispana.
Fue en su casa donde se conocieron Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, casado con su
hermana Silvina.
El mismo Borges lo explica, con su ironía y humor especial, en un artículo de la revista Sur:
“Yo no era nadie, yo era un muchacho desconocido en Buenos Aires, Victoria Ocampo fundó
la revista Sur y me llamó, para mi gran sorpresa, a ser uno de los socios fundadores. En aquel
tiempo yo no existía, la gente no me veía a mí como Jorge Luis Borges, me veía como hijo de
Leonor Acevedo, como hijo del Dr. Borges, como nieto del coronel, etc. Pero ella me vio a mí,
ella me distinguió cuándo casi no era nadie, cuando yo empezaba a ser el que soy si es que soy
alguien todavía, porque a veces tengo mis dudas, a veces creo que soy una superstición de
ustedes y ustedes me han inventado, sobre todo Francia me ha inventado.
Yo era el hombre invisible de Wells en Buenos Aires y luego recibí aquel premio internacional.
Bueno, ahí votó por mí Roger Caillois y entonces empezaron a verme en Buenos Aires, se
dieron cuenta que yo estaba allí y todo eso lo debo también a Victoria Ocampo. Fui nombrado
director de la Biblioteca Nacional después de los años aciagos de la dictadura de cuyo nombre
no quiero acordarme y debo eso a la iniciativa de Esther Zemborain de Torres y de Victoria
Ocampo. A ellas se les ocurrió que yo podía ocupar el sillón de Groussac y de Mármol. A mí
me pareció que eso era imposible. Les dije: "Quien mucho abarca poco aprieta, yo preferiría
dirigir la Biblioteca de Lomas de Zamora" que es un pueblo que está al sur de Buenos Aires.
Victoria me dijo: "No sea idiota". Efectivamente, ocupé el sillón de Groussac. Yo dirigí aquella
biblioteca y descubrí que se cumplía en mí un hecho que voy a recordar ahora.
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El hecho es éste: Groussac había sido ciego y había dirigido la biblioteca. A mí me dieron un
tiempo los 900.000 volúmenes (habrá menos ahora, habrán robado muchos sin duda,
digamos unos 800.000 ahora) de la Biblioteca Nacional y descubrí que estaba ciego, apenas
podía descifrar las carátulas y los lomos de los libros. Entonces escribí un poema, pero una
vez que escribí esos poemas sobre Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la
noche, descubrí que esa dinastía era triple, ya que José Mármol, el olvidado novelista
argentino, que ha fijado para todos los argentinos y quizás para toda América la imagen no sé
si más fiel, pero si la más vivida del tiempo de Rosas, había sido también ciego.
De modo que parece algo misterioso, parece que es muy peligroso ser Director de la
Biblioteca, porque uno corre el albur de ser ciego, pero como yo soy el tercero, quizás sea el
último. El número tres tiene una significación.
Ella sin quererlo y sin siquiera sospecharlo parece haber enviado a Borges a encontrar su
destino en la antigua Biblioteca Nacional de la calle México que tiene un rol
importantísimo en la saga, ya que como lo indica el nombre del segundo libro, “Un libro
entre novecientos mil”, allí, entre los novecientos mil volúmenes de la Biblioteca estaba
escondido un libro muy particular.
14 - SILVINA OCAMPO
Y aquí también descansan los restos de Silvina Inocencia Ocampo quien fue una escritora,
cuentista y poeta argentina. Durante gran parte de su vida, su figura fue opacada por las de
su hermana Victoria, su esposo, Adolfo Bioy Casares, y su amigo Jorge Luis Borges, con
quienes escribió en colaboración. Con el tiempo su obra ha sido reconocida y pasó a ser
considerada una autora fundamental de la literatura argentina del siglo xx.
En 1932 conoció a Adolfo Bioy Casares, con quien se casó en 1940. En 1954 nació Marta, hija
extramatrimonial de Bioy, a quien Ocampo crió como si fuera propia. Permanecieron
juntos hasta su muerte en 1993 a los 90 años.
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