Que Es El Hombre de Emerich Coreth 1
Que Es El Hombre de Emerich Coreth 1
Que Es El Hombre de Emerich Coreth 1
INTRODUCCIÓN
29
Introducción
.3 0
El problema del hombre
duvía no se, pero que quiero saberlo y por ello pregunto. Interrogar
sólo es posible en un horizonte explorado de antemano que tras
ciende el conocimiento concreto ya existente y que suscita el mo
vimiento de la pregunta.
E l hombre pregunta por su propio ser. Lo cual sólo es posible
porque siempre tiene un conocimiento de sí mismo y' porque el
hombre se caracteriza por la conciencia y la comprensión de sí pro
pio. Gracias a ello se eleva por encima de la vinculación ciega a la
. naturaleza, propia de los seres infrahumanos. Sólo porque el hom
bre sabe de sí mismo y se comprende es comprensible que pueda
también preguntarse. Sin embargo se trata de un saber que no
elimina la pregunta, sino que la hace posible. Sólo porque el hom
bre no se comprende de un modo total, porque sigue siendo para
sí mismo un enigma y un misterio, porque su saberse es a la vez
un no saber y su auto-comprensión una incomprensión — un sabio
no saber o una docta ignorantia — , sólo por eso puede y debe
preguntarse acerca de su ser propio y específico.
De esta forma el hombre se encuentra en una extraña penum-
\ bra. Se sabe como un ser que se posee espiritualmente, que se com
prende a sí mismo, Pero está ligado y trabado en la oscuridad de
la realidad y 'acontecimientos materiales que le impiden la plena
comprensión de sí mismo. Esta dualidad condiciona el ser del hom
bre, Y a ella responden la posibilidad y necesidad de preguntarse.
Tal preguntarse del hombre comporta ya una primera respues-
ta. Es verdad que se trata de una respuesta provisional y necesitada
de un desarrollo subsiguiente, mas no por ello deja de señalar la
dirección a nuestro interrogatorio y búsqueda ulteriores acerca del
ser del hombre. Lo que el hombre sabe ya acerca de sí mismo de
un modo originario e inmediato, pero que todavía no ha logrado
una expresión reflexiva, tiene que sacarlo a la luz y expresarlo de
forma explícita. Aquella autocomprensión originaria, que siempre
posibilita, aquí y ahora, acompaña, determina y penetra todos nues
tros conocimientos, lenguaje y actuaciones de carácter explícito,
y por lo general objetivo, debe exponerse, iluminarse y explicarse
temáticamente mediante una reflexión de lo que nosotros mismos
somos y de lo que experimentamos y entendemos continuamente.
Esto parece muy simple. Se trata aquí en realidad de lo más
31
Introducción
L Para cuanto sigue, véase E. Coreth, Was ¡st phUosophische Antbropologie?, en Zé 77;
91 (1969) 252-275.
32
Kl problema del hombre
hii dejado de ser exclusivo del quehacer filosófico. Mas, como todas
las ciencias particulares están limitadas en su contenido y método,
aunque ciertamente que pueden aportar aspectos parciales muy
interesantes del hombre, hay que integrarlas en la totalidad para
que puedan resultar fecundas de cara a la comprensión general del
hombre. Por lo mismo, no pueden suplir a una antropología filo
sófica, cuya tarca es la de abarcar y analizar la totalidad del ser
humano. Pero ¿cómo?
¿Consiste esa tarea en integrar los resultados de la investigación
científica para construir la síntesis de una «imagen del hombre»?
En tal caso seguiría abierto el interrogante de si en la hora pre
sente, habida cuenta de la amplitud casi incalculable de la investi
gación antropológica, es científicamente seria y ni siquiera posible
semejante síntesis; de sí no estará condenada de antemano a con
vertirse en una selección arbitraria de unos conocimientos cientí
ficos particulares. La síntesis así forjada sería de un valor proble
mático. Y más grave aún resulta este otro interrogante: ¿De dónde
toma su principio unificante y ordenador una síntesis de ele
mentos heterogéneos? La posterior unión de una pluralidad de
elementos aislados supone como condilio sine qua non la unidad
precedente del todo. Tarea filosófica es desarrollar sistemáticamente
esa supuesta totalidad. Una simple colección de resultados científi
cos particulares que no alcance la unidad y totalidad precedente, que
se supone como condición, no es todavía una antropología filosófica.
E l llevarlo a cabo es algo que supera en principio el campo de
las posibilidades de una ciencia particular. Pues pertenece a su
propia esencia el que sepa una parte de la realidad, perfectamente
delimitada, y la estudie bajo un punto de vista asimismo perfecta
mente definido. Ahí se fundamenta la validez y la precisión del
planteamiento científico de las cuestiones. Se circunscribe a un de
terminado aspecto y desarrolla los métodos congruentes; pero pres
cinde de otros aspectos y conexiones que no pertenecen al campo
de su objeto y que escapan a los métodos que le son propios. 'La
ciencia particular es esencialmente abstracta; jamás alcanza el todo
concreto. Aunque son muchas las ciencias particulares que se ocupan
del hombre, cada una de ellas se orienta hacia un aspecto bien deli
mitado de la realidad humana. Ninguna puede alcanzar a todo el
33
G>rcth. t lumbre \
I
Introducción
34
El problema del hombre
35
Introducción
36
1:1 problema del hombre
5. K. Loremz, Des sogenannte Boíf, Zar Nalurgeiebicbte der Aggression, Víena M1966,
y las precisiones críticas en W. Czapiewski - G. Scherer, Der Aggresstonslrieb and das
Bose, Esscn *1970; R. Denkek, A ujklúrung über Aggression, Stuttgart *1971; J . Rattner,
Aggression and mensebiiehe Nalur, Friburgo de Brisgovia 1970; H. Selg y otros autores,
Zar Aggression verdsmmt?, Stuttgart 1971.
6. A. Gehlen, Urntertscb und Spatkultur, Phihsopbtsche Ergebnisse and Aussagctt, Franc
fort *1964.
t -
introducción
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E l problema del hombre
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Introducción
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El problema del hombre
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Introducción
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El problema del hombre
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Introducción
2. E l trasfondo histórico .
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ih
j
El hombre en el pensamiento griego
8. Según Demócrito, el hombre es un i¿txp6; xóotioí; cf. DielS-Kranz, Dic Fragmente der
V orsokratiker , Berlín 71964, B 34.
45
/
Introducción \ ^
r
( = acerca del hombre). Y el título se convierte en la expresión
clave que refleja la imagen del hombre; o, más exactamente, la
doctrina del alma según la antigüedad y la tradición subsiguiente.
Primordialmcnte se trata del alma, no del holírtSre todo; se t^ata
de una psicología y no de una antropología.
9. Anaximandro, Diels-Kranz B 1.
10. He;adito, Diels-Kranz b 115.
46
El hombre en el pensamiento griego
47
introducción
/.*■
2, Estas ideas hallan un ulterior desarrollo en la metafísica
clásica. Según P latón, el hombre está ordenado por su espíritu
ai-mundo inteligible ( xócrpo? voTqrógJ, Esc mundo es la verdadera
'realidad ( tívrox; ¿v) frente al mundo aparcnnr~y~ mudable de las
cosas que se perciben por los sentidos. Por c l $ el alma del hombre
es esencialmente inmortal,- pertenece al mundo inmutable de las
ideas y está fundamentalmente por encima del mundo cambiante.
Platón es el primero que intenta demostrar filosóficamente la in
mortalidad del alma ,6.
El descubrimiento del espíritu, de una realidad espiritual acce
sible sólo al espíritu del hombre, es sin duda alguna el gran logro
de importancia duradera que ha conseguido el pensamiento griego.
Pero a Ja luz de esta consideración, lo espiritual aparece como el
único verdadero ser. La esencia y dignidad del hombre se sitúan
únicamente en lo espiritual; por el contrario, lo macerial y corpó
reo no pueden entenderse de un modo positivo. Aparece así en
Platón un dualismo .entre espíritu y materia, entre el alma espiri
tual y el cuerpo material del hombre; cuerpo que se presenta como
la cárcel y cadena del alma. El alma debe liberarse de los lazos
y trabas que la ligan al mundo material para retornar así a su exis
tencia específica que es la puramente espiritual. La perfección del
hombre consiste por lo tanto en la mayor desmaterialización y
espiritualización posible de la vida. Sólo que el espíritu — lo que
a su vez constituye un rasgo fundamental del pensamiento griego —
se entiende sobre todo como conocimiento intelectual. E l .espíritu
óe tal forma que aquí el esplritualismo va ligado
al intelectualismo de la imagen del hombre.
También para Aristóteles el hombre está por encima de todas
las demás cosas por su razón (voü^).
Con todo, Aristóteles intenta superar el dualismo platónico
entre cuerpo y alma así como entender la unidad esencial dd hom
bre, De acuerdo con su doctrina de materia (úA*/;) y forma (popo-/-)
como principios internos y esenciales de las cosas, Aristóteles
entiende el .alma como forma del cuerpo 16I7; es decir, como el prin
cipio. esencial y constitutivo que configura internamente a la ma-
16. Platón, Fedón 72c-8-íh y 102a- 107b; República 608-610.
17. Asistóteles, De Anima U, 1 y 2, 412a*414b.
48
El hombre en et ¡Knsumicnto-griego
49 %
Corcth. Hombre A
i v; v/
Introducción
50
E l hombre en el pensamiento griego
19. Niltmche , v i , 23is, 314ss, 33-1, 469; vm , 212; x a , ;69, 40-1, 405, 409, «te.; citamos
las M a n c h e s V erken ( C roSS-Okt-3 v-Ausgabe}, edit. por el Nietzsche-Archiv, 19 vols,,
■Leipzig 1894-1912,
20. Cf. en los apotegmas que se atribuyen a Tales y que nos ha transmitido Diógenes
Lácrelo: ioy.-jpótaiTov áviyxV xpxeeí yip “ ivTtov: Tales, Di ¿i. i Kranz A 1, 71, 12s.
21. Cf. Anaximandro, D if.ls-Kranz B 1. 1
introducción
I
w
Mi
El hombre en el pensamiento cristiano
53
introducción
54
penetra en el pensamiento de la primitiva edad media y aún en
cuentra un defensor en Buenaventura. Con la edad moderna esa
doctrina volverá a readmitirse y Descartes la llevará aún más lejos
influyendo notablemente en los pensadores de la época.
T omás de Aquí no, por el contrarío, adopta la doctrina aristo
télica, según la cual el alma espiritual es al propio tiempo el prin
cipio interno que conforma al cuerpo (anima forma corporis); alma
y cuerpo no son por lo mismo dos substancias separadas, sino dos
principios internos constitutivos que, unidos sustancialmente (unto
dan como resultado la substancia total del único y
substantialis),
mismo hombre completo. Con ello se^4upcra el dualismo por
cuanto la dualidad de elementos se funde en la unidad esencial
del hombre. y
Por encima de estas diferencias, en el marco general del pen
samiento medieval cristiano se mantiene la posición particularísima
del hombre.
Él es el centro del cosmos en el que se reúnen todos los grados
del ser. Por la apertura universal de su espíritu al ser, el hombre
es «quodammodo omnía» ( — en cierto modo lo es todo), como
dice T omás de A quino comentando a Aristóteles. Es un «micro
cosmos», como afirma a finales de la edad media N icolás Cus ano,
haciendo suya una vieja idea; un microcosmos en el que está pre
sente y «contraído» el universo todo. El hombre tiene una posición
metafísica inequívoca en la totalidad del ser; está inserto en un
orden objetivo y universal que se fundamenta en Dios, el Ser
absoluto e infinito.
55
Introducción
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El hombre en el pensamiento de la edad moderna
57
introducción
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lií hombre en el pensamiento oe ¡a eaao nuKiemn
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Introducción
d) El giro antropológict
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Introducción
26. A. Comte, cspec. Cours de Philosophie positive, 6 vols., París {1830-1842), 1968*69.
.62
Materialismo y evolucionismo
63
La irrupción decisiva sc^jiwrtlucc gracias a la obra de C h .R. D ar-
JKI.N.. (1809-1882): On íbe Origiti o f S pedes by^Means o í natural"
Selection21. Darwin pudo aportar material abundóte ca apoyo
de la evolución de las formas vivas c intentó explicarla mediante
la-teorí«-de-ia=«eÍccción.natural; es decir, que 0 £¡¿/ren unas muta-.,
. dones casuales de la herencia, pero la selección natural se cumple
\con la lucha por la. existencia. Sólo ios individuos capaces de vtvTlr~
se mantienen, se reproducen y desarrollan, mientras que los indi
viduos de vida precaria perecen o son destruidos. Con todo ello
Darwin establece una teoría puramente científico-natural, sin pre
tender sacar consecuencias filosóficas o relativas a la interpretación
del mundo, en un sentido materialista, por ejemplo.
Pero desde muy pronto se intentó desviar su teoría en esa di
rección, Dentro del ámbito lingüístico germano esto jestfrre debido
sobre todo a E. H aeckel (1834-1919), uno de los discípulos más
importantes de Darwin, cuya obra Die Weltrátsel ( = Los enigmas
del mundo, 1899) logró amplísima difusión. Haeckel transforma la
teoría científico-naturalista de Darwin en una doctrina filosófica
y explicativa de toda ‘la realidad; combate la imagen cristiana del
mundo y del hombre, las doctrinas del alma, de la libertad y de la
inmortalidad; se burla de la fe en Dios («el animal vertebrado
gasiforme»). De este modo la teoría evolucionista se esgrime como
un arma en favor de un puro materialismo. Con lo cual se pretende
/ superar définitivamente la dualidad entre materia-y espíritu,-esta-
'"bleciendo un «monismo» materialista, que pqr lo demás se orga
niza en una «Liga monista» con claros rasgos pseudorreligiosos.
No menos influye la doctrina de Darwin, aunque de forma dis
tinta, en F riedrich N iet z sc h e (1844-1900), que ve en el hombre
el producto' de una evolución; esta evolución, sin embargo, todavía
no ha logrado su objetivo, sino que ha de llevar al hombre hasta
el «superhombre». Simultáneamente Nietzsche ejercita una dura
crítica contra Darwin por el hecho de que la evolución no puede
realizarse de una forma necesaria mediante una selección puramente
mecánica, sino que se realiza en exclusiva por la libre competencia27
27. Londres 1859; con traducción a diversas lenguas; la alemana, de que nos hemos
servido, se debió a C.W. NEUMAiW, Díe Entitebung der Arten dureb natürlkhe Zuchtwabí,
Stuttgarc 1860, con un epílogo de G. Hcberer (según la edlc. 6.* de 1872), Suttgan 1963,
64
entre los hombres en una «voluntad de poder». La selección natural
no conduce al desarrollo del superior y del mejor, sino que lomen i a
también lo mediocre y lo defectuoso que es preciso superar. De tal
modo que ci superhombre, tan apasionadamente proclamado por
Nictzschc, no es el producto de un proceso mecánico de la natu
raleza; sólo p.uede ser un producto de la libertad humana. Pero
a pesar de esta crítica, la teoría darviniana está al fondo de la
visión profética de Nietzschc acerca del superhombre.
También K arl Marx y F riedrich E ngels están bajo la in
fluencia de la doctrina de Darwin. Ya el año mismo (1819) en
que se publica la Natural Selection, escribe; Engels a Marx acerca
de la «grandiosa tentativa» de Darwin, que ha destruido la teología
y ha demostrado la «evolución histórica en la naturaleza» Marx
le responde que el libro de Darwin «contiene el fundamento histó*
rico-natural para nuestra tesis»19. Marx ve, pues, en Darwin una
confirmación de sus propios puntos de vista. Es así como el darvi
nismo penetra en los supuestos fundamentales de la concepción del
mundo marxísta materialista e influye en su exposición.
28. Correspondencia epistolar de Engels con Marx (11 ó 12 de díc. de 1859), MEW,
vo!. 29, 524.
29. Correspondencia epistolar de Marx con Engels (19 de díc. de 1860), MEW, vol. 30,
130-131.
65
Cora h, Hombre 5
estática, unívoca y unifgüjpe, determinada únicamente por la can
tidad. Se trata más bien de un principio material, q u e íc desarrolla
dialécticamente mediante «saltos» cualitativos en formad superites
i de manifestación y de acción. Por lo mismo,fia vida no se reduce
J i simplemente a los procesos de la materia inorgánfeá, sino que re-
\ presenta una forma de desarrollo de la materia cualitativamente
\ superior/jjEsto vale ante todo referido al hombre y a la vida de su
conciencia; y constituye a su vez una forma cualitativamente supe
rior de la realidad material, Pero sigue siendo, no obstante, simple
materia y sigue, por lo mismo, sin resolver el discutídísimo problema
de cómo se ha de explicar la conciencia.
Con esto se halla vinculado — ya desde el propio Ma r x — el
materialismo histórico, que intenta explicar la evolucióa de la his
toria. Para Marx el auténtico factor forjador de la mstoria es el
' fundam ento material de la vida; es decir, la situación económica
concreta, la estructura de la forma de economía, la relación entre
producción y consumo, entre los medios de producción y la fuerza
laboral, A la estructura económica responde la situación social,
que a su vez condiciona el orden jurídico y político así como todo
lo que Marx denomina el «montaje ideológico»; a saber: la filo
sofía, la moral y la religión, que constituyen una construcción teórica
posterior encaminada a justificar y asegurar la situación material,
económica y social en beneficio de la clase dominante. «La religión
es el opio del p u e b l o » e n el sentido de que, consolándose con
la fe religiosa en un .más-allá~mejor, el-pueblo soporta paciente-^
mente la injusticia social, la opresión y explotación, sin revelarse
en contra d e,ellas -y luchar por sus derechos sociales,. Marx quiere
liberar al hombre de la «alienación» — palabra ésta que deriva de
Hegel y que Feuerbach adoptó en el sentido de una crítica reli
giosa — y ayudarle de* cara a sus derechos sociales. Pero esto exige
la «lucha de clases», cuya meta última es la «sociedad sin clases»
que postula el socialismo. Antropológicamente, sin embargo, lo ver
daderamente decisivo es que Marx entiende al hombre sólo como
un «conjunto de relaciones sociales»31, dét suerte que el-hombre
concreto en cuanto persona individual queda postergado, convir-
30. Marx, Zur K riiik der Hegelschen Rechlspbilosophie, MEW, vol. 1, 378.
31. Marx, Tbesen über Feuerbach, MEW, vol 3, 6. .
T
66
riéndose en una simple fundón dentro del progreso de la sociedad.
Al igual que en Hegel, el individuo se diluye en lo general; pero
este «general» o universal ya no es un proceso espiritual absoluto
sino un proceso socio-histórico.
Como este pensamiento materialista invoca constantemente la
teoría evolucionista, la teología y la doctrina eclesiástica se han
mantenido reticentes durante largo tiempo de cara a aquella teoría,
especialmente por lo que se refiere al origen del hombre. Actitud
ésta que ha cambiado en las últimas décadas. Ahora se ha aprendido
ya a distinguir entre la teoría de la evolución científico-naturalista
y un evolucionismo filosófico doctrinal que promete explicar al
hombre entero sólo a través del acontecer material, dando de forma
precipitada y~acrítica a los conocimientos de las ciencias empíricas
una significación materialista de alcance filosófico universal.
32. París 1957. Trad. castellana, El fenómeno kumjno, Tauros, Madrid 1963.
67
4 U U U I I U 1 A .I U U
$) Existencialismo y personaltsm
68
Mi |
J existencia Iismo y personalismo
69
' Introducción
’a,l /I
Exietencialismo y personalismo
38. H. B kkgson, L'Etoluiion créatrice, París 1907; La evolución creadora, Madrid 1963.
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40. L. Klaces, Der Geisl ais Widcrsacber der S ed e, 3 vols., Munich 31954.
71
auikjuuu - iuu
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42. M. Heidegger,' Unterwegs zur Sprache, Pfullingcn 1I960.
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Existcncialismu y personalismo
NIER *
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73
/ Introducción
t . i! 74
Fenomenología y ontología del hombre
V
75
Introducción
76
Fenomenología y ontología del hombre
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77
Introducción
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fenomenología y mitología del hombre
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pbrltisnpbie , redsnda y corregida por J.B. Metz, Fdburgo .197!; ir. cast.; Oyente de la pa -
labre , lkrdur, Barcelona 19fc7; id., Scbrtften Jer Theoíogíe , 8 vo!s., Einsieddn Í954-1967:
«lie. casidliina. Escritos de Teología , Ed. Taitrus, Madrid I967ss (7 vo!s.),
6-L M, Müuiík , Sein and Geist . Systematiscne Lmcsnchtingeit iiber Grundproblema
und Aujbatt der mittelalterUcben Ontologie , Tubinga 1440; id., Existenzpbilosopbie int
geistigen Leben der G egcm cjrt , Hciddberg J I96-I; id.. Er•j yrur.g und G eschicbte . Grundziige
em er Pbiiosopbie ais Irjnsze -.J e m j’.c Er/abrung , Friburgo 197i. Cf. el homenaje* a M. Mülk-r
edil. por H. Rosanach, Die Fraga nach d an Menscb en , Aafriss einer phiíosopbiscben Antbro -
ptilngie , Munich 1966,
(O. J.B . Lotz, especialm. Saín und Existar ;. Kritiscie Studieit in systematiscber Absicht ,
IVihirrpo 1966; d.. Der Menscb int Sein , Friburgo 19t>7.
66, O. SiF.WT.RTii, Die Me.’jpbysih der Erkennt.nis rjch Tbomas von Ae¡uin . i, pane.
79
1mroducción
Die sinnlicbe lirkenntni;, Munich ¡933; id., Die Apriuritdt der menscblickvn P.rkenntnts nacb
T bomas fo n Aqutn, en -fSyijijwsiujn» J. Friburgo 19-tfi, 89-167; id,, Der Thomismus ais
¡deutitJtssyUem, i:t3nf¡i,n ¡tWI; id., Dtv Preiheit und das Guie, Friburgo 1959; id., Gruñí! -
¡rayen der Pbiloutphte tm 1lorizont der Seinsdi¡/erenz. Cesammelie Auf sane zur Pbilosopbte,
Dóvieldnrf 196).
A7. A, Ot.Mi'i-, T kvvrtr.ehe Antbropologie. Berna 1950.
68. Ó.C, Hw.'.VfhMn.Hi;, PbHosopbttebe Antbropologie, Stutigart J1966,
69. H. Pu/.Txr.v/,, -ispee. Menscb. Typologiscbe Antbropologie, ísüremberg 1959.
70. Fmre los estudios menores que sobre [a antropología han aparecido en el marco
de la filosofía cristiana, mencionemos n: B. Wií(,te¡ Ira Spiet/eid der Unendlichkcit. Gedanken
zur Dcutung mensckhthen Daseins, Francfort ¡967; ~J. Moi.ler, V.um Theñía Menscbsetn As-
pekte vinar pbtlotopbnchen Antbropologie. Maguncia 1967; H. Mvnarek, Der Menscb, das
Wesea der Zukunft. Glaube und Unglaube tu anthropologiscber Perspektive, Padcrborn 1963;
It.H. Scukev, Dialogutbes Deukcn, Darmstadt 1970; H.J. Schoees, 1Vas isi der Menscb>
Pbilosopbischc Artthrfjprdriyie ais Gcisiesgeschicbte der acuesten Zeii, Gotinga 1960; Una
orientación más teológica presentan las obras siguientes: L. Berg, Das theoiogische Men-
scbenbiid, Colonia 1969; £. Bkunner. Der Menscb int Widersprucb. Die christlicbe Lehre vom
wabren und wirklichen Menseben, Zurich *1965; J . Moltmann, Menscb. Christlicbe Anthro-
potogie in den Konfltk.’en. Stuttgart 1971; tr. cast. E l Hombre. Antropología Cristiana en los
Conflictos del Presente, £d. Sígueme, Salamanca 1973; E.H. Friedmanx, Cbristologie und
Amhropotogie, Münsterschu-arzach 1972; J.B. Metz. Christlicbe Anibropozentrik. über die
Denklorni des Fbomas ion Aquia, Munich 1962; tr. cast. Antropocentrismo Cristiano. Ln
formas de pensamiento de Tomás de Atfttino. Ed. Sígueme, Salamanca 1972; W. Pannenberí;,
WdS ¡si der Menscb^ Die Antbropologie der Gegenwart i ni Licht der Theologic, Gotínga *196-1;
tr. cast. ¿Qué es el hombre/ La antropología actual a la luz de la teología, Herder, Barcelona
1976.
7t. Cf. sobre este pumo W. Lepeníes - H. Nolte, K ritik der Antbropologie (Reíhc Hanscr
61), Munich 1971; D. 'X'vss, Aíarte und Frend. Ibr Verbiiltnis zur modernen Antbropologie
(VR 309-310-3U), Gotinga 1969; U. Sonnemann, Negativa Antbropologie. Vorstudien zur
Sabotage des Scbiksals, Rcinbck 1969; W. LEPEN!es, Soziologiscbe Antbropologie (Reihe
Hanscr 80), Munich 1971; 11. Loebel. Der politisebe ,\lenscb. Eine Studie zur Antbropologie
in der Politischen BÜdung, Leer 1970; H. WeIN, Pbitosopbische Antbropologie, Metapolitik
llild Poliliscbe B ilJuni fSchriftenreihe der Niedersiichsiscben Landeszenlrale fitr Politisebe
fíildung. Wissenscbaft und Politik, Hcft A). Hannovcr 1965.
Estas notas bibliográficas no pretenden ofrecer roda la literatura aparecida sobre d pro
blema antropológico; quieren solamente indicar los grupos más importantes del pensamiento
antropológico en la hora presente. Sobre el problema general, cf, \V. Brüxing. Pbilosopkitcbe
Antbropologie. His tari sebe Voraitssetzungen und gegenuiiirtiger Stand, Stuttgart 1960; O. MsS-
OUaro, Zur G esc hice :e des pbilosophisehen Begñjfs «Antbropologie» seil dem Ende des
IS. jabrbunderis. en Cotlegíum Philosophicum (Homenaje a }. Riiterl, Basilea l%5, 209-239
icón abundantes indicaciones bibliográficas!; R. Rocf.K - O. Setter/., Pbilosopbiscbc Ant'^m-
palagie keitte tUeck'sche Sehwarze Reihe 89!, Munich 1972.
80
I. LA RELACION DEL HOMBRE CON EL MUNDO
1. H ombre y mundo.
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Corcth, Hombre 6