Heracles (Ἡρακλῆς, del nombre de la diosa Hēra, y kleos: ‘gloria’ es decir ‘gloria de Hera’) o
Hércules era el héroe más célebre y popular de la mitología griega.
HERACLES/HERCULES
Como sucede con tantas historias de origen popular, la leyenda de Hércules fue
construyéndose por acumulación durante siglos.
Dado que en cada ciudad se le atribuían unas hazañas distintas, en torno a su figura acabaron
convergiendo infinidad de anécdotas y episodios, algunos contradictorios entre sí. En
consecuencia, los eruditos, que ya en la antigüedad decidieron recopilar los mitos griegos,
tuvieron que poner orden en la historia de Hércules. Con el tiempo, se fijó una versión
canónica del mito, que es la que narró el escritor griego Apolodoro hacia los siglos I o II d.C. en
su Biblioteca mitológica.
Para los griegos y los romanos, Hércules era la encarnación de la fuerza física. Sin embargo, él
no es tan sólo un hombre fuerte, pues posee también admirables virtudes morales, como la
humildad, la nobleza, la tenacidad, la abnegación, la astucia y un profundo sentido de la
amistad, la lealtad y el deber. No obstante, tiene también flaquezas humanas, como cabe
esperar de un hombre que, aunque ha sido engendrado por el dios Zeus, nació del vientre de
una mortal.
Era considerado hijo de Zeus y Alcmena, una reina mortal, hijo adoptivo de Anfitrión y bisnieto
de Perseo por la línea materna.
Recibió al nacer el nombre de Alceo o Alcides, en honor a su abuelo Alceo; si bien esta misma
palabra evoca la idea de fortaleza (άλκή).
Fue en su edad adulta cuando recibió el nombre con que se lo conoce, impuesto por Apolo, a
través de la Pitia, para indicar su condición de servidor de la diosa Hera.
En Roma, así como en Europa Occidental, es más conocido como Hércules y algunos
emperadores romanos ―entre ellos Cómodo y Maximiano― se identificaron con su figura.
Se trata del más célebre de los héroes griegos, el paradigma de la virilidad y el adalid del orden
olímpico contra los monstruos ctónicos. Su extraordinaria fuerza es el principal de sus
atributos, pero también lo son el coraje, el orgullo, cierto candor y un formidable vigor sexual.
Se le considera el ancestro de los Reyes de Esparta (de este modo estos caudillos dorios se
legitimaban como aqueos) y la influencia de esta polis en la Grecia Arcaica y Clásica fue una de
las razones de la difusión de su leyenda y su culto, haciendo de Heracles el héroe dorio por
excelencia. Apenas hubo una ciudad importante en el Mediterráneo que no le consagrara un
santuario.
Abundan los relatos mitológicos sobre él, y los más famosos son los doce trabajos.
El historiador francés Pierre Grimal, en su Diccionario de mitología griega y romana, propone
clasificarlos en tres categorías, a saber:
• -El ciclo de los Doce Trabajos.
• -Las hazañas independientes de los mismos.
• -Las aventuras secundarias ocurridas durante la realización de los trabajos.
Como marco de los tres ciclos aparecen los relatos de su nacimiento y de su muerte y
apoteosis, relativamente invariables en las diversas fuentes.
Las menciones más antiguas de Heracles aparecen en las obras de Homero y Hesíodo, pero
relatos más o menos completos de sus aventuras son las obras de Psino de Lindos, Pisandro de
Cámiros y Paniasis de Halicarnaso, autor de una obra titulada Heraclea. Todas estas obras, con
excepción de unas pocas citas fragmentarias, se han perdido.
Los poetas posteriores, sus comentaristas y, por último, los mitógrafos de la época helenística
son, en la actualidad, las únicas fuentes escritas sobrevivientes que relatan las hazañas de
Heracles. Un auxiliar importante para el estudio de las mismas es la iconografía, muy
abundante, que recoge los principales episodios de las leyendas. Iconografía que se prolonga
desde la época arcaica hasta la moderna.
Las historias y el culto de Heracles se difundieron en cada sitio donde se establecieron los
griegos; en muchos casos el héroe fue incorporado a otras mitologías o bien se lo identificó
con algún personaje mítico anterior. Entre los etruscos, sumamente receptivos ante la
mitología helénica, Heracles se convirtió en Hercle, hijo de Tinia y de Uni. A través de esta
personificación los latinos desarrollaron la figura de Hércules.
En la mitología de Roma, Hércules se identifica por completo con el Heracles griego y solo se le
añaden algunos episodios a sus aventuras destinados a relacionarlo con Italia y el Lacio.
En otros casos, los propios griegos equipararon con Hércules a los seres míticos de otras
culturas; así sucedió con el dios fenicio Melkart, las divinidades egipcias Jonsu y Herishefo el
celta Ogmios.
En ocasiones estos otros Heracles fueron caracterizados con epítetos distintivos como Heracles
tirio (de Tiro), Heracles tasio (de Tasos), Heracles de Canobo o Heracles dáctilo. Este hecho
llevó a historiadores y filósofos a especular sobre la existencia de diferentes Heracles a lo largo
de la historia, siendo el hijo de Alcmena el último de ellos y meramente un héroe.
NACIMIENTO E INFANCIA
Zeus yació con Alcmena tras adoptar la apariencia del marido de ésta, Anfitrión de Tebas, que
había dejado su hogar para ir a la guerra contra Atenas, y el cual regresó victorioso esa misma
noche, más tarde, cuando Alcmena ya se había quedado embarazada de gemelos.
En la noche en que estaba previsto que los gemelos nacieran, Zeus juró que el niño miembro
de la casa de Perseo(a la que pertenecería Heracles por vía de su madre y de su supuesto
padre Anfitrión) que naciera aquella noche se convertiría en un gran rey (otras versiones
afirman que fue Hera la que convenció a su marido de que lo jurara, sólo para después poderle
arrebatar el derecho a la corona a sus hijos).
Cuando Hera se enteró del juramento, conociendo el adulterio de Zeus y odiando al fruto de su
infidelidad, quiso perjudicarlo. Corrió a la casa de Alcmena y ralentizó el parto sentándose con
las piernas cruzadas y las ropas atadas con nudos (cuando se enteró de esto, Zeus enfureció,
pero no le quedó otra que mantener su promesa). Al mismo tiempo, hizo que Euristeo, primo
de los gemelos, naciese con dos meses de antelación, siendo él el rey. Y habría retrasado
permanentemente el nacimiento si no hubiese sido engañada por Galantis, la criada, quien le
dijo que ya había asistido a los niños en el parto. Hera, sin comprender nada, desató los nudos
permitiendo así que Alcmena diese realmente a luz a Heraclesy a Ificles, que nacieron en Tebas
en el año 1.282 a.C.. Los antiguos griegos celebraban el nacimiento de Heracles en el cuarto
día de cada mes griego.
Pero la categoría de semidiós sólo podía ser para uno de los dos niños, el cual fue Heracles,
que recibió junto con el título el don de la fuerza, mientras que su hermano gemelo, Ificles,
nació mortal. Todo el odio de Hera recayó sobre Heracles, ya que era el que había nacido
antes, y por lo tanto, a él le correspondería la corona. Zeus, intentando arreglar el daño hecho
por su mujer, nombró a Heracles rey de la ciudad fortaleza Tirinto, mientras que Euristeo fue
nombrado gobernador de Micenas, polis mucho más importante. Otra versión cuenta que
Hera retrasó el parto haciendo que Ilitía se sentase en la mencionada posición, y que fue ésta
la engañada por Galantis. Hera transformó a la criada en comadreja y la obligó a dar a luz
poniendo huevos por la boca.
Unos pocos meses después del nacimiento de Heracles, Hera envió dos serpientes a matarlo
mientras dormía en su cuna. El héroe estranguló una serpiente con cada mano y fue hallado
por su niñera divirtiéndose con sus cuerpos exangües como si fueran unos insignificantes
juguetes.
Una versión del origen de la Vía Láctea es que Zeus engañó a Hera para que amamantase a
Heracles. Al descubrir quién era, lo apartó bruscamente de su pecho, proceso en el cual
despidió un chorro de leche que formó la mancha que cruza el cielo y que puede verse en él
desde entonces.
(Se cuenta una historia parecida sobre Hera y Hermes, aunque en ese caso, el truco funcionó y
la diosa le tomó más cariño al bebé).
JUVENTUD
Heracles creció sano y fuerte. Recibió con su hermano clases de letras y de música del maestro
Lino, pero era un estudiante rebelde e indisciplinado. Lino lo regañaba constantemente, y un
día Heracles se enfureció de tal manera que lo golpeó con una lira (o un taburete), matándolo
al instante. El joven Heracles debió comparecer ante un tribunal, acusado de asesinato, pero
se salió del apuro citando una sentencia de Radamantis, según la cual existía el derecho de
matar al adversario en caso de legítima defensa (aunque realmente Lino no había tocado a
Heracles). Fue pues, absuelto.
Anfitrión, inquieto, y temiendo que su hijo adoptivo fuese presa de nuevos accesos de cólera
se apresuró a enviarlo al campo, y lo puso al frente de sus rebaños. Allí, según una tradición,
un boyero escita llamado Téutaro continuó su educación, adiestrándolo en el arte de manejar
el arco (en otras versiones es Éurito). Anfitrión le enseñó a conducir carros de guerra, Cástora
montar a caballo y a combatir con armas pesadas, Autólico le dio lecciones de lucha y Quiróna
sanar a los enfermos con las artes de la medicina.
Heracles siguió realizando proezas, a los 18 años mató al León de Citerón, que estaba
acosando y cazando los rebaños de Beocia, pero sólo después de cincuenta días intentando
darle caza. Ésta es una de sus primeras hazañas. Tras derrotar al león de Citerón, Heracles lo
desolló y vistió su piel, atuendo por el que se le conocería de ahí en adelante; después,
cambiaría la piel del león de Citerón por la del León de Nemea.
Tespio, rey de Tespias (Beocia), hospedó a Heracles durante ese tiempo y, teniendo él
cincuenta hijas, fraguó el plan de concebir en todas ellas a un vástago del poderoso héroe.
Heracles yació con una doncella diferente cada noche pensando que se trataba siempre de la
misma. Otra versión supone que yació con todas en una sola noche o, según otra versión, con
sólo cuarenta y nueve, puesto que una se le opone siendo condenada por ello a virginidad
vitalicia. El número de hijos también varia siendo de cincuenta a cincuenta y dos teniendo la
hija mayor y la menor hijos gemelos; lo único que no cambia en los relatos es el hecho de que
toda su descendencia fue masculina.
Cuando Heracles regresaba de su cacería del león de Citerón se encontró con los emisarios del
rey minio Erginode Orcómeno, que había derrotado años atrás a los tebanos y les había
impuesto un pesado tributo que debían pagar cada año. Heracles los atacó, les cortó la nariz y
las orejas y las ató a sus cuellos, enviándolos de regreso con el mensaje de que ése era todo el
tributo que iba a recibir. El rey tebano Creontele recompensó otorgándole la mano de su hija,
la princesa Mégara, con la que tuvo varios hijos. Pirra, su hermana menor, se casó con Ificles,
el hermano gemelo del héroe.
LOS DOCE TRABAJOS
En un ataque de locura provocado por Hera, Heracles mató a Mégara, su mujer, a sus hijos y a
dos de sus sobrinos con sus propias manos (otras versiones dicen que dejó a Mégara con vida,
y que cuando volvió en sí, no pudo seguir viviendo con ella y se la entregó a su sobrino Yolao).
Al despertar y descubrir los terribles actos que había cometido, sintió un terrible dolor, y
avergonzado, se aisló de la sociedad yéndose a vivir a tierras salvajes. Tras una larga búsqueda,
fue hallado por su hermano Ificles, que le convenció de que fuera al Oráculo de Delfos. En
penitencia por esta execrable acción, la sibila délfica le dijo que tenía que llevar a cabo una
serie de diez trabajos dispuestos por Euristeo, el hombre que había usurpado su legítimo
derecho a la corona y a quien más odiaba.
El orden tradicional de los trabajos es:
1) Matar al León de Nemea y despojarle de su piel.
2) Matar a la Hidra de Lerna.
3) Capturar a la Cierva de Cerinea.
4) Capturar al Jabalí de Erimanto.
5) Limpiar los establos de Augías en un sólo día.
6) Matar a los Pájaros del Estínfalo.
7) Capturar al Toro de Creta.
8) Robar las Yeguas de Diomedes.
9) Robar el cinturón de Hipólita.
10) Robar el ganado de Gerión.
11) Robar las manzanas del jardín delas Hespérides.
12) Capturar a Cerbero y sacarlo de los infiernos.
Según el Cronicón de Jerónimo de Estridón Heracles completó sus doce trabajos en el año
1246 a.C.
Los trabajos de Hércules forman una curva ascendente en el gráfico del peligro, pues cada uno
de ellos es más difícil que el anterior y exige un desplazamiento más largo.
Los seis primeros trabajos tienen lugar en la tierra de origen del héroe, la región del
Peloponeso, pero más adelante Hércules debe aventurarse en territorios remotos a los que
sólo puede llegar por mar.
Los trabajos séptimo y octavo le llevan respectivamente a los límites norte y sur de la Hélade,
es decir, a la isla de Creta y a la región de Tracia, en tanto que el noveno y el décimo le obligan
a viajar a las fronteras este y oeste del mundo conocido por los griegos hacia el siglo VIII a.C.:
las riberas del mar Negro y la Península Ibérica.
Los dos últimos trabajos tienen lugar en sendos espacios maravillosos, que ya no pertenecen a
la geografía real del Mediterráneo sino al ámbito de lo sobrenatural: los jardines celestes de
las Hespérides y el mismísimo infierno, gobernado por el dios Hades.
En el pensamiento místico, los trabajos de Hércules vinieron a representar las pruebas del
alma que se libera progresivamente del cuerpo, así como de las pasiones, hasta la apoteosis
final.
Una variante adoptada por Diotimo, poeta alejandrino, presenta a Hércules como amante de
Euristeo. Por complacencia de enamorado, el héroe se habría sometido a los caprichos de éste.
LAS ARMAS DE HERACLES
Su arma más característica, la maza, fue tallada por él mismo durante su primer trabajo, la
caza del león de Nemea, con el tronco de un olivo silvestre. Sus otras armas son de origen
divino: la espada la recibió de Hermes; el arco y las flechas, de Apolo; Hefesto le había
regalado una coraza dorada, y Atenea había añadido un peplo. Pero es de notar que, según
ciertas tradiciones, esta diosa le proporcionó todas las armas excepto la maza. Finalmente, los
caballos eran un regalo de Posidón.
1) MATAR AL LEÓN DE NEMEA Y DESPOJARLE DE SU PIEL
El león de Nemea era un despiadado monstruo que vivía en Nemea, aterrorizando sus
alrededores. Su verdadero punto fuerte era que tenía una piel tan gruesa que resultaba
impenetrable a las armas, por lo que parecía ser invencible. Heracles le disparó flechas, le
atacó con una espada de bronce y le golpeó con un garrote hecho de un olivo (que él mismo
había arrancado de la tierra), pero todo resultó inútil. Entonces Heracles planeó un golpe
estratégico. Fue a la guarida del animal, que tenía dos entradas, y taponó una de ellas. Azuzó al
león para que entrara por la otra, y acorralándolo, lo estranguló.
Heracles llevó el cuerpo del león a Micenas para que lo viera Euristeo, pero éste se asustó
tanto que le prohibió volver a entrar en la ciudad; de ahí en adelante, el fruto de sus trabajos
debería mostrárselo desde fuera. Euristeo ordenó a sus herreros que le forjasen una tinaja de
bronce que escondió bajo tierra, y en la que se refugiaba cada vez que se anunciaba a
Heracles, comunicándole sus instrucciones a través de un heraldo.
Pero el trabajo aún no estaba terminado, ya que Heracles debía despojar al león de su piel.
Pero como ésta resultaba impenetrable a las armas, estuvo horas y horas intentándolo sin
éxito. Al fin Atenea, disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles, advirtiéndole de que las
mejores herramientas para cortar la piel del león eran sus propias garras. Con esta pequeña
intervención divina, Heracles completó su primer trabajo.
La gruesísima piel del león de Nemea fue utilizada por Heracles en todas las aventuras que
sucedieron a ésta, como la más eficaz de las armaduras, e hizo servir la cabeza del león de
yelmo.
2º) MATAR A LA HIDRA DE LERNA
La Hidra de Lerna era un antiguo y despiadado monstruo acuático-ctónico con forma de
serpiente policéfala, cuyo número de cabezas, según las distintas versiones, va desde tres,
cinco o nueve hasta cien, e incluso diez mil (siendo tres y nueve los números más frecuentes);
poseía una, recubierta por láminas de bronce, que era inmortal. Lo que la hacía terrible era
que cada vez que perdía una cabeza regeneraba dos(o una más fuerte, según otras versiones).
También tenía un aliento tóxico. Fue criada por Hera bajo un platanus cerca de la fuente
Amimone, en el lago de Lerna, donde había una entrada al inframundo que la hidra
custodiaba.
Su asesinato fue ordenado como segundo trabajo a Heracles para procurar la muerte de éste,
ya que la hidra de Lerna era (o al menos eso se decía) hermana del León de Nemea(ambos
eran hijos de Tifón y Equidna), y quería vengarse de Heracles por haber matado a su hermano.
Heracles llegó a la ciénaga próxima al lago de Lerna con su sobrino Yolao, al que había pedido
ayuda, ya que él sólo se veía impotente contra el monstruo. Se cubrieron la boca y la nariz con
una tela para protegerse del aliento tóxico de la hidra y se acercaron a la fuente Amimone, su
refugio. Heracles disparó flechas con llamas al interior de la fuente para obligarla a salir, y una
vez frente a frente, la atacó con su espada, cortándole varias cabezas.
Según algunas versiones, Hera envió un cangrejo llamado Carcinos para que pellizcase los pies
de Heracles y le estorbase, pero el héroe aplastó al animal y siguió luchando. La hidra
regeneraba dos cabezas por cada una que perdía, así que Heracles se dio cuenta de que no iba
a llegar a nada con ese método. Entonces, Yolao tuvo la idea (probablemente inspirada por
Atenea) de quemar los cuellos de la hidra para cauterizar la herida y evitar así que pudiera
regenerar dos nuevas cabezas. Después de que Heracles cortara la cabeza, Yolao pasaba por el
muñón una tea ardiendo, y así, acabaron venciendo a la hidra de Lerna, que murió sin cabezas.
Heracles tomó la cabeza inmortal, que era impotente sin el resto del cuerpo, y la enterró bajo
una gran roca en el camino sagrado entre Lerna y Eleia, completando así su segundo trabajo. El
héroe mojó la punta de sus flechas con la sangre venenosa de la hidra (que utilizaría en sus
posteriores aventuras).
Pero Hera, en uno de sus ardides para perjudicar al héroe, informó a Euristeo de que había
sido Yolao quien había quemado los muñones, y éste tachó el trabajo de inválido, ya que
Heracles había tenido ayuda.
3º) CAPTURAR A LA CIERVA DE CERINEA
La Cierva de Cerinea tenía pezuñas de bronce y cornamenta de oro. Estaba consagrada a
Artemisa, ya que era una de las cinco ciervas que la diosa había intentado capturar para
engancharlas a su carro y había sido la única que había logrado escapar. Heracles persiguió a la
cierva día y noche durante un año sin lograr atraparla, ya que ésta era increíblemente veloz
(tanto que ni las flechas la alcanzaban).
Al fin, en el país de los Hiperbóreos, la capturó mientras ésta se paraba a beber agua,
atravesándole las dos patas con flechas que sólo traspasaron piel, tendón y hueso (su sangre
era un terrible veneno, capaz incluso de matar a dioses, por lo que Heracles prefirió no
derramar ni una gota, puesto que tendría que dar explicaciones si lo hacía). Una vez
inmovilizada, la apresó y la llevó a Micenas para que Euristeo la viera; luego la volvió a soltar
en el monte.
La gran hazaña de Heracles sirvió de ejemplo a muchos otros héroes de la antigüedad como
Yhuidr y Casto.
4º) CAPTURAR AL JABALÍ DE ERIMANTO
El Jabalí de Erimanto era una terrible criatura, capaz de crear terremotos a voluntad y de
arrancar árboles de tajo con los colmillos, que vivía en Erimanto, causando estragos en todo el
contorno. Este jabalí se alimentaba de hombres.
En el camino hacia Erimanto, Heracles hizo una parada para visitar a su viejo amigo el centauro
Folo (en otras versiones es el centauro Quirón), que en memoria de tiempos lejanos,
compartió con él su comida y su vino. Pero los otros centauros, al oler el vino que estaba
especialmente reservado para ellos, enfurecieron hasta tal punto que atacaron a Heracles.
Éste primero los rechazó, pero poco a poco lo hicieron enfurecer a él también, y empuñando
su arco, mató a varios centauros con flechas untadas con la sangre de la Hidra de Lerna
mientras los otros se retiraban acobardados.
Mientras Heracles enterraba a sus víctimas, su amigo Folosacó una de las flechas de éste y se
puso a examinarla, asombrado de que algo tan pequeño pudiese dar muerte a criaturas tan
formidables como los centauros.
Torpemente, la flecha se le escurrió de la mano y se le cayó sobre el pie, clavándose en él. La
flecha, untada con tan letal veneno, acabó también con la vida de Folo, el cual fue enterrado
por Heracles al pie del monte que tomaría su nombre: Foloe.
Heracles encontró al jabalí y se echó tras él. Tras perseguirlo durante varias horas, lo acorraló
en una zona nevada, donde le saltó al lomo. Heracles lo encadenó y se lo llevó a Micenas vivo,
cargándolo sobre sus hombros.
5º) LIMPIAR LOS ESTABLOS DE AUGÍAS EN UN SOLO DÍA
Por designio de los dioses, el ganado de Augías, rey de la Élide, no sufría de enfermedades, y
doce toros que su padre, el dios Sol Helios, le había regalado, defendían al resto de la manada,
asegurando que tampoco sufriera bajas causadas por las fieras de los alrededores. Con todo
esto, el ganado de Augías se convirtió en el mayor del país.
Euristeo impuso este trabajo a Heracles con el fin de humillarle y ridiculizarle, ya que era tal la
cantidad de excrementos acumulados(los establos de Augías jamás habían sido limpiados) que
resultaba prácticamente imposible limpiarlos en un sólo día.
Así el gran Heracles, vencedor de terribles monstruos y realizador de hazañas heroicas, caería
humillado ante una tarea tan denigrante. Incluso Augías hizo una apuesta personal con
Heracles, prometiendo regalarle una parte del ganado si lograba completar el trabajo.
Nadie esperaba que Heracles lo consiguiera, ya que en este trabajo la fuerza no le servía de
nada, pero lo que hizo el astuto héroe fue desviar el cauce de los ríos Alfeo y Peneo,
llevándolos a través de los establos por un canal que él mismo había cavado. Los ríos
arrastraron toda la suciedad y Heracles, ante la sorpresa de todos, completó su quinto trabajo.
Euristeo y Augías, que no se esperaban que Heracles lo consiguiese, se negaron a aceptarlo.
Euristeo le dijo a Heracles que realmente había realizado el trabajo para Augías, ya que
conocía la apuesta que habían acordado (fue informado de esto por la maliciosa Hera), por lo
que le era inválido. Según otras versiones, se escudó en que el trabajo ni siquiera lo había
realizado él, sino los ríos.
Y para colmo de desgracias, cuando Heracles exigió a Augías la parte del ganado que le había
prometido, éste se escaqueó utilizando el mismo argumento de que el trabajo lo habían
realizado los ríos. Heracles llevó el asunto a los tribunales, y el testimonio de Fileo, hijo de
Augías, a favor del héroe, convenció a los jueces de que Augías debía cumplir con su promesa.
Éste entregó a regañadientes la parte del ganado que prometiera en la apuesta y desterró a su
hijo por haberle hecho perder el juicio. Heracles, furioso por semejante injusticia, abandonó la
Élide, y buscando alianzas entre los príncipes de toda Grecia, declaró la guerra a Augías. Éste
envió a su ejército al contraataque, capitaneado por los hermanos gemelos moliónidas, sus dos
eficientes generales. Éstos aprovecharon que Heracles se sintió enfermo y les firmó una tregua
para atacar por sorpresa.
Derrotaron terriblemente a los hombres del héroe y asesinaron a su hermano Ificles, que le
había acompañado a la guerra. Vistas las numerosas bajas, los corintios, aliados de Heracles,
declararon oficialmente la paz al ejército de Augías, firmando una tregua ístmica, en honor a
los Juegos Ístmicos(dedicados a Poseidón), probablemente el antecedente de los Juegos
Olímpicos en la Antigüedad, durante los cuales debía reinar la paz (realmente estos juegos
nunca se habían celebrado, fueron una repentina invención de los corintios para poder firmar
la tregua y evadirse de la desfavorable situación en la que se hallaban). Pero Heracles no olvidó
aquella puñalada por la espalda.
Tres años después, aprovechó que los moliónidas y sus hombres se encontraban celebrando
un festival en honor a Poseidón para tenderles una emboscada, en la que masacró al ejército
de Augías y mató a su hijo Éurito y a los moliónidas, dejándole así sin sus mejores generales.
Posteriormente volvió a reclutar otro ejército entre las ciudades del Peloponeso, con el que
dio el golpe definitivo. Saqueó la Élide y mató a Augías, poniendo al desterrado Fileo como rey.
Pausanias, en cambio, afirma que Heracles le perdonó la vida a Augías y le restauró en el
trono, mientras que Fileo se estableció definitivamente en Duliquio.
Según esta versión, a la muerte de Augías sería su hijo Agástenes quien le sucediera.
6º) MATAR A LOS PÁJAROS DEL ESTÍNFALO
Los Pájaros del Estínfalo eran unas aves que tenían pico, alas y garras de bronce. Poblaban la
región y el bosque de alrededor del lago Estínfalo. Euristeo encomendó a Heracles como sexto
trabajo que acabara con estos pájaros ya que constituían un auténtico peligro, pues eran
carnívoros y en ocasiones atacaban al ganado o a la población, y sus excrementos venenosos
arruinaban los cultivos.
Heracles llegó al Estínfalo y se puso a disparar su arco contra las aves, derribando a muchas de
ellas. Pero poco a poco se vio impotente ante su misión, puesto que eran demasiadas para sus
flechas y su legendaria fuerza no le servía de nada, ya que en el aire no podía atraparlas.
Entonces apareció Atenea, le dio un cascabel (una campana o un címbalo, según otras
versiones) de bronce y le dijo que lo tocara desde la cima de una colina elevada. Al hacerlo, los
pájaros se asustaron de tal modo que emprendieron el vuelo y jamás se los volvió a ver en el
lago ni en el bosque. La mayoría huyeron a la isla de Ares, en el mar Negro (donde fueron
encontrados por los argonautas), pero algunos de ellos se dirigieron a Micenas.
Cuando Heracles regresó a la dicha polis, Euristeo se hallaba en su refugio, ya que varios de los
pájaros del Estínfalo revoloteaban alrededor de su palacio. Al ver esto, Heracles sonó su
cascabel y las aves se alejaron de allí.
7º) CAPTURAR AL TORO DE CRETA
El Toro de Creta fue el toro que Poseidón hizo salir del mar cuando el rey Minos prometió
ofrecer un sacrificio al dios; pero Minos lo encontró tan hermoso que lo incorporó a sus
rebaños como semental en vez de sacrificarlo.
Poseidón, enfurecido, hizo que la reina Pasífae se enamorara del animal y concibiera con él un
hijo, Minotauro, tras lo cual hizo enloquecer al toro, convirtiéndolo en un terrible animal
salvaje que echaba fuego por las narices. Heracles se presentó ante Minos, que le autorizó
para capturar al toro (si podía), puesto que éste estaba causando estragos en Creta.
Heracles consiguió subir al lomo del animal y conducirlo hasta Micenas a través del mar Egeo.
Euristeo, al ver al hermoso toro, lo quiso ofrecer a Hera, pero ésta lo rechazó al ver la
ferocidad del animal, por lo que se lo dejó en libertad.
El toro atravesó la Argólide y cruzó el istmo de Corinto, causando estragos allá por donde
pasaba, hasta que Teseo logró matarlo en la llanura de Maratón, próxima a Atenas, la ciudad
de la que era héroe.
8º) ROBAR LAS YEGUAS DE DIOMEDES
Las Yeguas de Diomedes eran cuatro animales carnívoros (veinte, según otras versiones) que el
gigante Diomedes tenía encadenados, alimentándolos con la carne de sus inocentes
huéspedes.
Heracles partió con un grupo de voluntarios consiguiendo arrebatar las yeguas a su dueño, el
cual fue con su ejército tras los ladrones. Heracles envió a su amigo y amante Abdero a la
custodia de las yeguas mientras él y sus hombres hacían frente a Diomedes y los suyos. Pero
mientras Abdero apartaba de la lucha el carro al que estaban atadas, las yeguas se soltaron y
lo devoraron.
Heracles y sus hombres vencieron al ejército enemigo, y el héroe mató a Diomedes
arrojándolo a sus propias yeguas, que lo devoraron sin compasión. Los pocos adversarios que
quedaban en pie huyeron aterrados al ver cómo los sanguinarios animales daban buena
cuenta de su líder. Al terminar de comérselo, las yeguas se volvieron inexplicablemente
mansas, y Heracles las pudo atar de nuevo al carro del fallecido Diomedes y llevárselas a
Micenas, donde fueron entregadas a Euristeo, quese las regaló a Hera. Se dice que murieron
en el Monte Olimpo, devoradas por las fieras y las alimañas. Según la tradición, Bucéfalo, el
caballo de Alejandro Magno, descendía de una de estas yeguas.
En honor a su amigo y amante Abdero, devorado por las yeguas mientras luchaba a su lado,
Heracles fundó junto a su tumba la ciudad de Abdera, donde como último homenaje, instauró
los Juegos Olímpicos. Cuenta la leyenda que en la primera edición no hubo carreras de carros,
puesto que ésta fue la causa de la muerte de Abdero.
9º) ROBAR EL CINTURÓN DE HIPÓLITA
Admete, la hija de Euristeo, fue la que dispuso el noveno trabajo de Heracles, que consistía en
robar el cinturón mágico de la reina amazona Hipólita, a la cual se lo había regalado su padre,
Ares.
Existen dos versiones de este trabajo:
1) Hipólita, al enterarse de los motivos de la llegada de Heracles, le prometió darle el
cinturón, pero Hera, disfrazada de amazona, propagó el rumor de que Heracles y sus
acompañantes habían raptado a la reina, por lo que las amazonas atacaron la nave de
Heracles. Este pensó que la promesa de Hipólita había sido un engaño, combatió
contra las amazonas, mató a Hipólita y le quitó el cinturón.
2) Heracles secuestra a Melanipa, una de las hermanas de Hipólita, y exige el cinturón
como rescate. La reina amazona se lo acaba dando y el héroe libera a su hermana.
Mientras tanto, Teseo secuestra a Antíope, otra hermana de Hipólita, y trata de huir
con ella junto a Heracles. Hera, la eterna enemiga del héroe, informa a las amazonas
del secuestro de Antíope, con fin de que ataquen a Teseo, y lo más placentero para
ella, a Heracles. Así sucede, pero ambos logran huir, y se llevan a Antíope, con la cual
Teseo acaba casándose (muchas versiones le atribuyen a ella la maternidad de
Hipólito, el hijo de Teseo e Hipólita; incluso hay algunas versiones que ponen como
madre a Melanipa). Las amazonas tratan de recuperarla sin éxito atacando Atenas
(según algunas versiones, Antíope muere en el ataque).Antes de huir, Heracles mata a
Hipólita y se lleva su hacha, la cual regalaría a su futura mujer Ónfale, que la guarda en
las regalías de los reyes lidios. También Zeus empuña esta arma en una de sus
representaciones estatuarias.
10º) ROBAR EL GANADO DE GERIÓN
Gerión (o Geriones) era un monstruoso gigante, hijo de Crisaor y Calírroe. Es descrito como un
ser antropomorfo formado por tres cuerpos, con sus respectivas cabezas y extremidades,
según la mayoría de las versiones. Aunque no se suele especificar la forma exacta de la unión
entre los tres cuerpos, se le suele representar con una unión lineal o radial por las cinturas. A
veces se le retrata con alas, pero no es usual. Aparte de estas características, su aspecto
mayoritario era humano. Vivía en la isla Eriteia (actualmente Cádiz), más allá de las columnas
de Hércules, ya en el Océano.
Heracles emprendió el viaje hacia la isla Eriteia. Mientras viajaba hacia allí, cruzó el desierto
libio (Libia era el nombre genérico de África para los griegos) y quedó tan frustrado por el calor
que se puso a dispararle flechas a Helios, el sol. Éste le rogó que parase, y Heracles pidió a
cambio la copa dorada que el dios utilizaba para cruzar el mar cada noche, de oeste a este. El
héroe usó esta copa para el viaje hacia Eriteia, pero encontró el paso cerrado por las rocas al
terminarse el Mediterráneo. Heracles las apartó abriendo el estrecho de Gibraltar y poniendo
como límites de éste las columnas de Hércules, situada la primera en el peñón de Gibraltar y la
segunda en el monte Hacho de Ceuta, con una altitud de 204 metros (según otras versiones en
el monte Musa de Marruecos, con una altitud de 851 m).
El ganado de Gerión estaba guardado en una cabaña custodiada por Ortro, perro de dos
cabezas hermano de Cerbero, y por el pastor Euritión. Heracles mató a ambos, y cuando llegó
Gerión, según algunas versiones avisado por Menecio, el pastor del Hades, lo mató también,
desgarrando su cuerpo en los tres de que estaba formado. Según cierta tradición, Hércules
persiguió a Gerión desde Mérida hasta La Coruña, donde le cortó la cabeza y erigió una alta
torre en honor de su propia hazaña.
El héroe se dispuso a llevar el ganado a Euristeo. Durante el camino, en la escala que hizo en el
monte Aventino de Roma, un gigante llamado Caco le robó a Heracles parte del ganado
mientras dormía (según las versiones romanas). El gigante hizo caminar a las reses marcha
atrás para no dejar huellas, una repetición del truco del joven Hermes. Según algunas
versiones, Heracles pasó con el resto del ganado frente a una cueva donde Caco escondía las
reses robadas, y entonces empezaron a llamarse unas a los otras, descubriendo así el héroe el
escondrijo del ladrón. Según otras, Caca, la hermana de Caco, le dijo a Heracles dónde
escondía su hermano el producto del robo. El héroe mató a Cacoy recuperó la parte del
ganado robada por éste.
Al pasar por Sicilia, el héroe fue retado a un combate por Érice, el rey de la isla, que era un
fortísimo boxeador. Heracles apostó parte del ganado y su adversario, muy seguro de sí
mismo, puso en juego su reino. Pero fue el héroe quien ganó el combate, en el cual mató a
Érice, que fue enterrado en el templo dedicado a su madre Afrodita en la montaña a la que dio
nombre: Erice. Heracles dejó el reino a sus habitantes diciéndoles que en la posteridad enviaría
a sus descendientes a gobernar (estos descendientes serían los heráclidas, capitaneados por su
sobrino Yolao).
Para molestar al héroe, Hera envió un tábano para que picase a las reses, irritándolas y
esparciéndolas. Después, la diosa envió una inundación que elevó el nivel de un ríotanto que
Heracles no podía vadear el ganado. Éste se puso a apilar piedras en el río, construyendo un
camino por el cual condujo a las reses.
Más tarde, Equidna asaltó a Heracles y le robó el ganado. Cuando el héroe fue a reclamarlo, la
ninfa pidió como rescate que mantuviera relaciones sexuales con ella. Heracles lo hizo, y de
esta unión nacieron Agatirso, Gelono y Escites.
Por fin el héroe llegó a Micenas con el ganado, el cual fue sacrificado a Hera por orden de
Euristeo.
En tiempos del imperio romano, se difundió la leyenda de que Hércules había muerto en
España: en Cádiz se mostraba un sepulcro en el que supuestamente reposaban sus restos y,
todavía en la Edad Media, algunos reyes de Castilla se declararon descendientes de Hércules.