Dinámica de Los Cubiertos C+

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Dinámica:

«El juego de los cubiertos»

Objetivo:

 Valorar la opción por la NO VIOLENCIA y el trabajo por la paz, dentro del ambiente familiar.

Tiempo:
10 minutos

Características de los cubiertos

El tenedor: pincha, desgarra, molesta. Si se acerca lo hace hiriendo, deja a los demás
resentidos.

La cuchara: empuja, anima, lo hace suavemente, sin herir, reúne, facilita las cosas, recoge
lo disperso.

El cuchillo: Corta, separa, divide, aisla, hiere.

Se invita a reflexionar:

¿Qué papel desempeña usted en su familia: tenedor, cuchara o cuchillo?

¿Qué características de uno o de otro reconoce en usted?

Intente definirse.

Una vez realizada la reflexión personal, los participantes se organizan por parejas y cada
uno manifiesta cómo se reconoce.

El ejercicio da la posibilidad a cada participante de expresar qué sintió, qué ha descubierto


en el otro y qué puede concluir de la experiencia.
PRESENTACIÓN DEL TEMA:
1. Se entrega a cada participante un cuestionario.
2. Cada uno responde los interrogantes planteados.
3. Formar grupos de 5 personas.
4. Compartir el trabajo realizado.
5. Elaborar conclusiones.

GRAN GRUPO:
Cada grupo comparte las conclusiones únicamente de los numerales 4 y 7 del cuestionario.
CUESTIONARIO
1. ¿Cuál es la causa más frecuente de las peleas en mi hogar?
2. ¿Con qué miembro de la familia discuto más y por qué?
3. ¿Cuando discute con su pareja, sus hijos están presentes? Si ____ No_____ Algunas veces
_____
4. ¿Cree que las discusiones con su pareja afectan a sus hijos? ¿Por qué?
5. ¿Qué imagen cree que tiene su hijo de usted, frente a la solución de un conflicto? ¿Por qué?
6. Comente un episodio en el que se comportó de forma agresiva. ¿De qué otra forma habría
podido actuar para evitar la violencia?
7. ¿Cómo podemos manejar nuestros conflictos familiares?

IDEAS PARA COMPLEMENTAR EL TEMA:


«De la cultura de la violencia a la de la paz»: Pbro. Carlos Vásquez. SJ.
La negociación, en una democracia participativa parece ser la alternativa más efectiva para
que en muchos países podamos construir la Cultura de la Paz. Los analistas políticos
coinciden en que ante la Cultura de la Violencia, actualmente visible en los diversos aspectos
de la sociedad, debe presentarse una alternativa, valiosa y efectiva que modifique
significativamente su comportamiento.
La No Violencia como teoría y forma de vida, aparece como uno dé los grandes
descubrimientos del siglo XX. Incluso, junto con otros tan notables como la energía nuclear,
la ingeniería genética y el empuje de la tecnología electrónica. Lo admirable del
descubrimiento de la No Violencia consiste en que le permite al ser humano asumir el control
del conflicto, en cualquiera de sus formas, y asegurar un tratamiento del mismo a la altura
de la capacidad racional.
El estilo de vida que genera la práctica de la No Violencia forma personas pacíficas, únicas,
capaces de construir la paz. Tal es el testimonio de Mahatma Gandhi y Martín Luther King.
A ellos el crédito de asumir el control de la No Violencia para el servicio de la Cultura de la
Paz.
Cuando la humanidad logra el control de los descubrimientos que marcan el progreso de su
evolución, ha dado un gran paso. Tal sucedió cuando asumió el control de la Ley de
gravedad. Entonces pudo pensar significativamente en los vuelos espaciales, en viajar a la
luna y también a otros planetas.
Manejo del conflicto:
La No Violencia es un manejo adecuado del conflicto, algo que posiblemente no hemos
aprendido. Mejor, no nos han educado para ello. Hemos aprendido a manejar el conflicto
de modo violento en todas sus formas. Tenemos incluso los instrumentos más sofisticados
para responder al conflicto con la negociación y el diálogo. Este es el nuevo aprendizaje que
debemos realizar.
El conflicto es un tipo de enfrentamiento en que cada una de las partes trata de ganar. Esto
ocurre entre los esposos, entre padres e hijos, entre educadores y alumnos, entre gremios,
entre partidos políticos y entre países. Dondequiera que haya un tipo de enfrentamiento
(social, político, económico, religioso, cultural etc.) y en el que una de las partes trate de
ganar, estamos en presencia de un conflicto.
Hemos sido educados en general, para el manejo violento del conflicto. Las actitudes que
hemos aprendido para afrontarlo nos lo demuestran:
La neutralidad: es sencillamente esquivar el conflicto, pensando y comportándose como
quien no tiene que ver en el asunto. Es el esposo, por ejemplo, que afirma no tener nada
que ver en la educación de los hijos; «eso es cuestión de mujeres». O también obramos así
cuando, ante el fenómeno de los sicarios, pensamos que es un problema de orden público.
La huida: Evasivas para afrontar el conflicto, escape físico, pero sobre todo psicológico.
Ocurre cuando desaparecemos de nuestras oficinas para evitar discutir; o en el hogar para
impedir un conflicto con la pareja. Hay personas que para escapar del problema llegan tarde
a casa, salen temprano y finalmente desaparecen los fines de semana. Así pasan meses, el
conflicto continúa y la carga se hace cada vez más pesada.
La pelea: es la forma más usual como respondemos al conflicto, aprendimos a pelear desde
niños y a responder agresivamente a cualquier amenaza o abuso que se cometa contra
nosotros. Es la expresión de nuestra arrogancia y, en la mayoría de veces, del machismo
predominante en las relaciones interpersonales. Existen personas que al enojarse,
acompañan su mal momento con insultos, gritos y golpes. Parece que la única manera de
expresar disgusto es a través de palabras altisonantes y gestos agresivos. Nada extraño,
en este contexto, que hoy se utilicen formas brutales de ofensa como la amenaza de muerte,
el boleteo, la extorsión y el homicidio.
La capitulación: es la renuncia a expresar nuestros gustos cuando se diferencian de los
deseos de otros. Tanto en el hogar, en la empresa, como en la vida estudiantil se imponen
las cosas, se abusa de la autoridad y la persona decide capitular, es decir callar y reprimir
sus ideas, sus sentimientos y usar una máscara «todo está bien». Pocos saben que esta
conducta es el precio más caro que se paga por la paz; pero represiones como éstas,
finalmente estallan y es cuando en el hogar, la empresa, la universidad, se dice lo que
nunca hubiera deseado decirse. El arrepentimiento llega demasiado tarde y sólo queda
asumir las consecuencias de lo dicho.
Desafortunadamente hemos sido testigos de estas reacciones en nosotros o en quienes nos
rodean. La resistencia pasiva: consecuencia de la actitud anterior, reaccionamos muchas
veces con la resistencia pasiva: suele escucharse con atención el programa de nuevas
políticas y estrategias; nadie opina ante quienes las promulgan. Pero pocas personas las
aplican, popularmente se expresa como la «huelga de brazos caídos». Pero en el fondo,
como en las actitudes anteriores, lo que realmente existe es una agresividad reprimida que
se convierte en resistencia pasiva.
Chisme, ironía y sarcasmo: formas equivalentes a la pelea y que utilizamos con gran
habilidad, para desquitarnos de aquellos que nos confrontan o a quienes no podemos
vencer. Son armas cobardes que hacen daño a nuestra personalidad.
Existen culturas en que la ironía se convierte en medio de expresión, aceptada como estilo
de manifestación en el campo político, familiar o personal. Con actitudes como éstas
afrontamos el conflicto, incluso sin damos cuenta, las hemos aprendido, casi por osmosis.
El conflicto acompaña siempre la vida, lo obvio es manejarlo desde niños, adecuadamente,
a la altura de nuestro ser racional. Pero concebimos la paz y la felicidad como ausencia de
conflicto. En realidad la paz y la felicidad se alcanzan cuando se es capaz de manejar el
conflicto. La paz no es ausencia de conflicto; es ausencia de injusticia. Se puede vivir feliz
y en paz aun en medio del conflicto.

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