Desarrollo, Pos-Desarrollo y Sentipensando El Desarrollo

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REVISION DE TEXTO TEMA V

Contribuciones de la antropología postmoderna al debate del


desarrollo.

Valentina Torres Monroy


Código. 010100232019

Armando Moreno Sandoval

Universidad del Tolima


Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia
Antropología Cultural
Ibagué – Tolima
2019
Desarrollo y Postdesarrollo como practica social: Sentipensar con la
tierra, hacia una nueva era.

Desarrollo y Subordinación

El mundo, tiempo después de la segunda guerra mundial, atraviesa por una marcada
reconfiguración social, económica y política de los países, puesto que, se inserta el
concepto de países desarrollados y subdesarrollados o del primer y tercer mundo en el
cual, la política económica mundial seria ahora la encargada de sacar adelante las
naciones del tercer mundo o subdesarrolladas, delimitando su camino, debido a que
estas transitarían ahora por el sendero del desarrollo. Este concepto se inserta en el
debate internacional y toma una connotación que transformaría la forma de ver, leer y
resolver los problemas de la sociedad, en las que, el presidente Harry Truman,
anunciaría su concepto de trato justo, un componente esencial que vislumbraría un
nuevo panorama internacional, puesto que, ahora, los países o áreas desarrolladas
debían resolver los problemas de los países o áreas subdesarrolladas del globo
terráqueo. En este sentido, el termino de desarrollo haría alusión a la necesidad de
aplicar con mayor rigurosidad el conocimiento científico moderno.

Arturo Escobar, nos muestra algunas de las evidencias más claras al momento de
analizar las desigualdades entre las naciones que son denominadas como del primer y
tercer mundo, en el que la política global, subordinara los países del tercer mundo en
todas las escalas posibles, Arturo escobar (2007) afirma:

“Los trabajadores de las industrias textil y electrónica del Tercer Mundo ganan
hasta veinte veces menos que sus homólogos de Europa occidental, Estados
Unidos o Japón, por hacer el mismo trabajo con similar productividad […] Un
dato más: la gran mayoría de las más de 150 guerras sufridas por el mundo
desde 1945 han tenido lugar en el Tercer Mundo, como reflejo de las
confrontaciones entre las superpotencias. Incluso las que surgen desde el final
de la guerra fría siguen reflejando los efectos de la lucha por el poder entre las
naciones industrializadas.” (p.356, 357).
En consecuencia, serán los países del tercer mundo quienes sufran las mayores
consecuencias de estas políticas internacionales, debido a que, estas estadísticas
cuentan historias, no son solo datos en un documento, sino que estas serán
tecnorrepresentaciones dotadas de complejas historias culturales y políticas, que no se
agotan en un documento, sino que estas son representación de la vida cotidiana de un
vasto número de habitantes en el mundo. En esta línea, Escobar invita a la sociedad en
general a leer de forma crítica estos datos y, a no reproducir el discurso de hegemónico
del desarrollo, sino por el contrario, analizar estos insumos en términos de
consecuencias políticas, la manera en la que se construyen subjetividades a partir del
discurso hegemónico de este, la formación de la cultura y la construcción del poder
social.

El tercer mundo, la política de representación y el reconocimiento de nuevos


saberes

Como fue planteado al principio de este texto, “el discurso del desarrollo, […] ha sido el
agente principal y más ubicuo de la política de la representación y la identidad en gran
parte de Asia, África y América Latina en el periodo posterior a la Segunda Guerra
Mundial”. (Escobar, 2007, p.359, 359), presenciado como una sucesión de regímenes
de representación los cuales fueron originados en el colonialismo y el desarrollo de la
modernidad en Europa, los cuales fueron después ampliados y asimilados a la política
internacional desembocada en los países del tercer mundo, en el cual la violencia para
el establecimiento de las mismas, sería una herramienta fundamental, subordinando o
desconociendo cultural locales, la identidad y la historia de las naciones en las que la
política de representación termino asimilándose. Arturo Escobar (2007) nombrando a
otro autor de suma importancia afirma:

“Como régimen de representación de este tipo, el desarrollo ha estado ligado a


una economía de la producción y el deseo, pero también de las fronteras, la
diferencia y la violencia. Con seguridad que esta violencia también es mimética y
es fuente de autoformación. El terror y la violencia circulan y se convierten, ellos
mismos, en espacios de producción cultural” (Girard, 1977; Taussig, 1987).
Esto, en consecuencia, de las practica discursivas del desarrollo. Empero, la existencia
de este discurso y el reconocimiento de países del primer y tercer mundo, se convierte
en una posibilidad de rechazar aquello que deviene del primer mundo, puesto que, los
del tercer mundo cuentan con formas discursivas de ver y actuar en el mundo distintas,
reconociendo que en sus territorios no se consolida el desarrollo de forma plena, sino
que, por el contrario, conviven diferentes expresiones de estas. En esta línea, se
asume la responsabilidad de crear un espacio al margen de la sociedad globalizada
establecida por medio del discurso, caminando hacia una política del conocimiento que
sea diversa y novedosa. Así mismo, han surgido formas de trabajo reivindicativas, las
cuales expresan su descontento con la política de representación por medio del trabajo
colectivo, de base, rescatando el conocimiento local y popular, la transformación de lo
que se denominó como desarrollo. Al mismo tiempo, los representantes o expositores
de estas nuevas corrientes “declaran no estar interesados en alternativas de desarrollo
sino en alternativas al desarrollo, es decir, el rechazo del paradigma completo”
(Escobar, 2007, p.361). No obstante, los representantes de estas corrientes, convergen
en ciertas preocupaciones e intereses con la política de representación del desarrollo,
tales como: la cultura y el conocimiento local, la defensa y promoción de los
movimientos de base locales y pluralistas, como también, una mirada crítica a los
discursos científicos establecidos.

Como resultado, el grupo de los del tercer mundo, intentaron deconstruir y construir
nuevas identidades, basados en modelos más modestos, flexibles y móviles en
articulaciones tácticas surgidas de las condiciones y prácticas de la vida cotidiana y no
de aquellas que se habían construido desde los supuestos esencialistas, en los que la
identidad era casi que fija, inamovible. Es por esto que, para las nuevas expresiones
sociales, modificar el orden del discurso se hace imperante dado que como lo plantea
Arturo Escobar (2007) citando a Foucault “El discurso no es la expresión del
pensamiento. Es una práctica, con condiciones, reglas y transformaciones históricas.
Analizar el desarrollo como discurso es “mostrar que hablar es hacer algo, algo distinto
de expresar lo que uno piensa, mostrar que agregar una frase a una serie de frases
preexistentes es ejecutar un gesto costoso y complicado” (Foucault, 1972: 209). Por
tanto, estas expresiones divergentes, requieren de prácticas colectivas que conlleven a
la reestructuración del discurso y con este, el replanteamiento de las políticas a nivel
mundial, haciéndose a un lado de las ciencias del desarrollo y realizando una fuerte
crítica de los modos convencionales del saber occidental, dándole espacio a otros tipos
de construir y desarrollar conocimiento y experiencias. En consecuencia, para Arturo
Escobar, uno de los principales requerimientos para una trasformación duradera en el
orden del discurso la ruptura de la organización social del mismo es fundamental,
afirmando la necesidad de construir nuevas reglas para la formación de afirmaciones y
visibilidades, implicando así o no nuevos objetos y conceptos, los cuales, pueden estar
ligados a la reaparición de prácticas y conceptos ya descartados u olvidados, siendo
este un proceso lento, con las posibilidad de que este ocurra con rapidez.

Movimientos sociales y populares, culturas hibridas y un nuevo panorama hacia


el post-desarrollo

Durante los años ochenta se presenciaron múltiples avances en lo que concierne a la


movilización por parte de las clases populares y renovaciones teóricas en cuanto a el
análisis de la modernidad y la posmodernidad, debido a que los países
latinoamericanos experimentaban las peores condiciones sociales y económicas desde
la época de la conquista. Estas acciones colectivas tuvieron como fuente principal la
heterogeneidad temporal y social de la modernidad latinoamericana “es decir, la
coexistencia de formas pre-modernas, modernas, amodernas e incluso anti-modernas”
(Escobar, 2007, p.365), paralelo a una relativa relación entra lo que se considera como
la ciencia o vida intelectual y la vida social, siendo el punto de partida o estructural, la
re-interpretación critica de lo que es la modernidad en Latinoamérica. En esta línea, el
sur del continente americano se caracteriza por un complejo proceso de hibridación en
el cual, la cultura abarcara modernidades y tradiciones diversas y múltiples, reflejada
en culturas urbanas y campesinas a lo largo y ancho del territorio, compuestas por
mezclas difícilmente de encasillar, discernir o determinar. Sin embargo, la hipótesis que
surge ahora ya no es la de procesos modernizadores que se imponen sin capacidad de
agencia por parte de los individuos, sino por el contrario, la de una modernidad hibrida
en constante renovación. Ahora, la pregunta que surge a partir de esto es “¿Cómo
entender las formas en que los actores culturales, productores culturales,
intermediarios y público, transforman sus prácticas ante las contradicciones de la
modernidad?” (Escobar, 2007, p.366).

Sin embargo, a pesar de que estas formas emergentes de ver y actuar sobre el mundo
alternativas al discurso de la modernidad, continuamos hablando de tradición y
modernidad en el ámbito académico y la vida cotidiana; no obstante, el concepto de
culturas hibridas ofrece una salida a esto, sea provisional o no, funciona como insumo
para la invención de nuevos lenguajes y así emprender el camino en la modificación del
discurso preponderante y hegemónico, lo que conceptualizara el autor como cultura
popular. Esta hibridación cultural realiza como su nombre lo dice un “proceso de
hibridación” entre lo tradicional, el capitalismo y la modernidad, sin desmontar
necesariamente las ya viejas tradiciones de dominación. Arturo Escobar (2007) afirma:
“La hibridación implica una (re)creación cultural que puede o no ser (re) inscrita en
constelaciones hegemónicas” (p.369), contribuyendo así de igual manera, en la
producción de subjetividades diversas, las cuales no se limitan a una dualidad entre lo
tradicional y lo moderno, sino que se asimila lo tradicional y lo moderno, sin caer en la
trampa de la imitación. Empero, no se puede señalar que todo lo que ocurre en el
tercer mundo es una cultura hibrida, puesto que, entraríamos en la contradicción misma
de considerar las identidades como una cuestión inmóvil, estable, con poca capacidad
de transformación.

La etnografía, los estudios culturales y la cuestión de las alternativas

Ante la búsqueda incesante de alternativas que propendan por un cambio en los


modelos de desarrollo, que no generalicen en las posibilidades de cambio y, por el
contrario, trabajen en la construcción de propuestas por parte de las personas que
ocupan el territorio, quienes además, conocen de cerca las problemáticas que los
quejan y sus posibles soluciones, la etnografía juega un papel fundamental, puesto
que, como herramienta de investigación, posee grandes virtudes a la hora de analizar,
sistematizar y comprender los hechos de la vida cotidiana de las personas, sin
embargo, Arturo Escobar será enfático al decir que la etnografía no es en modo alguno
el único método de perseguir este propósito, no obstante, es una alternativa para
conceptualizar practicas populares sobre la reapropiación del espacio por parte de
actores populares con cierta independencia de la disciplina que la oriente. Son
entonces los proyectos de estudios culturales una propuesta innovadora, propiciando
prácticas políticas que contribuyen a este nuevo proyecto alternativo, debido a que,
estos movimientos sociales provocan momentos teóricos, los cuales, si bien no han
logrado aún consolidarse, generan estos momentos y trabajan para hacerlos realidad
en su día a día.

Así mismo, la crisis de los regímenes de representación en latino américa exige nuevas
teorías y estrategias de investigación, debido a que, los estudios tradicionales no
cumplen a cabalidad con su labor investigativa, ya que, no logran sistematizar de forma
clara las emergentes practicas alternativas en las formas de resistencia de los grupos
de base a las intervenciones dominantes, en cambio, la etnografía nos brinda una
visión de la situación en la que se encuentran las comunidades en relación con el
desarrollo, el análisis crítico de estas situaciones frente al modelo de desarrollo
imperante, de-construyendo el concepto de desarrollo y visibilizando la hibridación
cultural que los investigadores no han logrado percibir hasta el momento. Arturo
Escobar (2007) afirma: “En otras palabras, el proceso debe encarar el reto de ver la
teoría como un conjunto de formas de conocimiento en disputa, originadas en diversas
matrices culturales, y simultáneamente lograr que dicha teoría fomente intervenciones
concretas por parte de los grupos en cuestión” (p.374).

No obstante, las audiencias académicas del primer mundo hacen resistencia a estas
emergentes formas de sistematizar y producir conocimiento científico, ya que, no se
trata solo de qué tipo de teoría sea la que se produzca, sino en cómo esta llega a tener
eco en otros lugares del mundo y como este nuevo conocimiento aumenta peldaños en
lo que concierne a la transformación del discurso hegemónico actual. Puesto que, en el
fondo, las investigaciones de alternativas al desarrollo, encarnan diversas posibilidades
de cambiar las políticas de representación, transformando así la vida social misma y
construyendo de igual forma, otros tipos de economía, de conformarse como grupos
sociales, de resistir y subvertir las proposiciones del capitalismo y la modernidad en su
forma hegemónica. Arturo Escobar (20017 afirma:
“Grupos populares de muchas partes del Tercer Mundo parecen ser cada vez
más conscientes de estos dilemas. Atrapados entre las estrategias
convencionales de desarrollo que se niegan a morir, y la apertura de espacios
en los albores del capital ecológico y de los discursos de pluralismo cultural,
biodiversidad y etnicidad, algunos de ellos responden tratando de crear visiones
novedosas de sí mismos y de su mundo circundante” (p.378)

En esta línea, las acciones y estrategias de organización giran en torno a la defensa de


la diferencia cultural, y la valoración de las oportunidades y necesidades económicas
que no giren únicamente en torno a la ganancia y el mercado. Sin embargo, el post-
desarrollo y la cibercultura se convierten en nuevos procesos paralelos e
interrelacionados en la política a finales del siglo XX que podrían en alguna medida,
dotar de nuevas herramientas a estos movimientos sociales y populares, como también
a la modernidad misma en la lucha por universalizar el desarrollo como el paradigma
hegemónico.

El “post-desarrollo” y sus críticas, como concepto y practica social

El autor Arturo escobar, parte por ubicar de forma breve dentro del campo de estudios
sobre el desarrollo, el surgimiento de la noción de post-desarrollo y como ha
funcionado este en el debate internacional. Por consiguiente, el autor realiza un
recuento histórico de la evolución de la conceptualización sobre la noción de desarrollo,
el cual en los últimos cincuenta años ha atravesado por tres momentos principales, los
cuales responden a tres orientaciones teóricas constantes: “la teoría de la
modernización en las décadas de los cincuenta y sesenta, con sus teorías aliadas de
crecimiento y desarrollo; la teoría de la dependencia y perspectivas relacionadas en los
años sesenta y setenta; y aproximaciones críticas al desarrollo como discurso cultural
en la segunda mitad de la década de los ochenta y los años noventa” (Escobar, 2005.
p.18). Desde entonces, se han presentado múltiples reacciones provenientes desde las
diferentes esferas del espectro político-académico, el cual ha logrado reunir una
variedad interesante de practicantes y académicos de diferentes disciplinas y campos
de las ciencias sociales. Por lo anterior, Escobar osa por clasificar estos tres momentos
de acuerdo con los paradigmas originarios de los cuales surgieron tales como: teorías
liberales, marxistas y post-estructuralistas. Sin embargo, pese a estos nuevos espacios
de discusión, se encuentra aquel paradigma hegemónico del desarrollo que en
múltiples ocasiones dificulta el dialogo entre saberes.

En esta línea, debido a que el concepto de post-desarrollo deviene de la crítica al post-


estructuralismo, la invitación es a revisar de forma somera los elementos medulares de
esta aproximación analítica como lo llamaría Escobar. De ahí que, el post-
estructuralismo cuestione seriamente las epistemologías realistas, y el modo en el que,
por ejemplo, se estableció que Asia, África y Latinoamérica serian definidos como
subdesarrollados, lo que permitiría que se legitime el discurso del desarrollo y la
necesidad de que los países desarrollados direccionen las políticas económicas,
culturales y políticas de los países del tercer mundo o subdesarrollados. Arturo Escobar
(2005) afirma:

“La pregunta que se hicieron los post-estructuralistas no fue < ¿cómo podemos
mejorar el proceso de desarrollo >, sino < ¿por qué, por medio de qué procesos
históricos y con qué consecuencias Asia, África y Latinoamérica fueron ‘ideadas’
como el ‘Tercer Mundo’ a través de los discursos y las prácticas del desarrollo?
>” (p.18)

Como resultado de esto, los post-estructuralistas, proponen diferentes elementos que


permitan comprender estas preguntas, tales como:

a) El desarrollo como discurso yace de procesos históricos más profundos de la


modernidad y el capitalismo.
b) El discurso del desarrollo hizo posible la creación de un numero significante de
aparatos institucionales en los cuales, por medio de estos, se desplego el
discurso desarrollista.
c) El discurso del desarrollo opero a través de dos mecanismos principales: 1. La
profesionalización de problemas de desarrollo, lo que conllevo al surgimiento de
conocimientos especializados para dar respuesta a estos. 2. La
institucionalización del desarrollo, facilitando la vinculación de conocimiento y
practica por medio de proyectos de intervención particulares.
d) El proyecto desarrollista lleva consigo formas de exclusión, en particular de los
conocimientos, voces y preocupaciones de quienes deberían beneficiarse del
mismo.

Sin embargo, estas nuevas formas de ver y actuar sobre el mundo, trajeron consigo
agudas críticas y refutaciones en la segunda mitad de los años 90. Como resultado
de este debate, se identificó una escuela del post-desarrollo de orientación post-
estructuralista. Por lo anterior, se identificaron tres objeciones principales a la
propuesta original del post-desarrollo, las cuales son:

a. Dado su enfoque en el discurso, los proponentes del post-desarrollo pasan por


alto la pobreza y el capitalismo, los verdaderos problemas del desarrollo.
b. Presentan una visión muy generalizada y esencialista del desarrollo, mientras
que en realidad hay vastas diferencias entre estrategias de desarrollo e
instituciones. Tampoco se percataron de los cuestionamientos al desarrollo que
se estaban dando localmente.
c. Romantizaron las tradiciones locales y los movimientos sociales obviando el
hecho de que lo local también se encuentra configurado por relaciones de poder
(entre las más lúcidas y apasionadas críticas al post-desarrollo, ver Berger,
1995; Lehmann, 1997; Crew y Harrison, 1998; Kiely, 1999; Pieterse, 1998;
Storey, 2000; para una respuesta, ver Escobar, 2000). Aparte de poner en
evidencia orientaciones paradigmáticas.

Para Escobar, los críticos del post-desarrollo plantean que los enfoques post-
estructuralistas pasan por alto la realidad material de las personas como la pobreza, el
capitalismo, sin embargo, para Escobar, esto no constituye un argumento válido,
puesto que, dicha suposición no alcanza a visualizar que la modernidad y el capitalismo
son simultáneamente sistemas de discursos y de prácticas. No obstante, los
proponentes del post-desarrollo reconocen las críticas hechas de los opositores a los
post-estructuralistas, los cuales expresan que los post-estructuralistas representan el
desarrollo como algo homogéneo, cuando en realidad este es muy diverso, empero, el
proyecto post-estructuralista es algo distinto a lo propuesto por la noción de desarrollo,
debido a que, a diferencia del desarrollo que ven el conocimiento, en mayor o menor
medida, como una representación de lo real y así mismo se puede evaluar como
próximo o lejano de la verdad, los proponentes del post-desarrollo ven esto como
problemático, como parte de una creencia eurocéntrica , planteando que la elección de
una epistemología y de un marco teórico siempre es un proceso político con
repercusiones reales para el mundo.

Otro de los argumentos planteados por los opositores a la noción de post-desarrollo en


la que expresan que se romantiza los conocimientos tradicionales locales y
movimientos sociales, para los post-estructuralistas y los críticos culturales, “este
comentario refleja el realismo crónico de muchos académicos que invariablemente
tildan de romántica cualquier crítica radical de occidente o cualquier defensa de lo
local” (Escobar, 2005. p.24). Por consiguiente, si algo ha quedado como consecuencia
de estos debates en la década de los noventa, ha resultado una mayor disposición por
parte de múltiples autores en adoptar nuevos elementos de diversas tendencias y
paradigmas.

¿Después del Tercer Mundo? Los fracasos de la modernidad y el advenimiento


de la globalidad imperial

“La capacidad del post-desarrollo de convertirse en un imaginario socialmente eficaz


puede depender precisamente de la manera en que evaluemos el momento actual en
la historia de la modernidad –y, por supuesto, del curso histórico que tomen estos
procesos” (Escobar, 2005. p.26). Con este apartado el autor parte para desarrollar la
idea de imaginarse un mundo diferente, en el que la división entre lo que se considera
como países del tercer y primer mundo desaparezca y consigo las relaciones de
dependencia y sub-ordinación. Claro está que, teniendo en cuanta las premisas
desarrolladas por escobar durante el texto, aludiendo a que este se puede tomar como
un momento de transición, entre un mundo definido en término de la modernidad y sus
corolarios y uno alternativo. “Este sentido de transición se ve captado y condensado en
la siguiente pregunta: ¿constituye la globalización la última etapa de la modernidad
capitalista o es el comienzo de algo nuevo?” (Escobar, 2005. p.27). El punto clave aquí
para Escobar, se encuentra en una tensión insostenible entre las funciones de la
modernidad de regulación social y la emancipación social, relacionadas directamente al
creciente desequilibrio entre las expectativas y las experiencias con este modelo de
sociedad. Así pues, la emancipación social propone un reto interesante al orden
hegemónico establecido en pro de una forma de organización diferente. Arturo escobar
(2005) afirma: “Una de las consecuencias principales del fracaso de la ciencia y el
mercado en ofrecer soluciones a los problemas que han creado es, según Santos, el
predominio estructural de la exclusión sobre la inclusión” (p.28), y como resultado de
esto, se encuentra la generación de un nuevo fascismo social, el coexiste con
sociedades democráticas, operando en términos de exclusión espacial, territorial, el
fascismo de la inseguridad y financiero, en concreto, por medio de leyes que a priori no
cumplen los países catalogados como del tercer mundo. En esta línea, Arturo Escobar
nos dice:

“Este es, en fin, el mundo que está creando la globalización desde arriba o la
globalización hegemónica. Sólo hay que pensar en Colombia (y el Pacífico en
particular) o en Sudán o en Oriente Medio para percatarse de que esto es, de
hecho, una imagen plausible de lo que está sucediendo en muchas partes del
mundo” (p.28)

Por consecuencia, la sociedad vive el surgimiento de un nuevo imperio, el cual no


opera a través de la conquista como en épocas pasadas, sino más bien por medio de la
imposición de normas (libres-mercados, democracias representativas burguesas y
nociones culturales de consumo al estilo estadounidense, entre otro.) siendo el tercer
mundo el teatro en el que se desarrollan las guerras más crueles, las políticas de
representación y por tanto de subordinación internacional, vinculadas directamente a
las lógicas globales. En esta línea, resulta para Arturo Escobar razonable pensar en el
post-desarrollo como una quimera, el cual, se permita repensar radicalmente el
desarrollo y la modernidad, abriendo nuevos caminos a poderosas posibilidades de
cambio.

Senti-pensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia

El doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos Olver Quijano Valencia por medio


de un artículo de revista, intenta de la manera más adecuada, sintetizar el
planteamiento desarrollado por el teórico colombiano Arturo Escobar en su libro
“Sentipensar con la tierra: Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia” el
horizonte analítico y las apuestas inscritas en la perspectiva de las transiciones
civilizatorias, la ontología relacional, la comunidad y la pluriversidad.

En esta medida, Arturo Escobar explora de forma general la dimensión política de la


ontología y la dimensión ontológica de la política, basándose en iniciativas académicas
e institucionales de investigaciones con un fuerte matiz crítico, dando cuenta de las
practicas, agenciamientos, locaciones y actores que se empeñan en trabajar en la
inversión de las lógicas y la jerarquización del conocimiento, que además, desconocen
cualquier intento de construir y reproducir un conocimiento divergente, o hasta
insurgente en muchos casos, poniendo en tensión “…la naturalización de la exclusión
cognitiva, propia del cientificismo y de sus intimidaciones eurocéntricas y
ocularcentristas” (Quijano, 2014, p.264). Es así como se postula el sentipensar o
corrazonar con los territorios, las culturas y los conocimientos de los pueblos, como una
alternativa a los conocimientos des-contextualizados que se producen desde la óptica
del desarrollo. De esta manera, esta transición político-académica y cultural, involucran
tres dimensiones estructurales: la primera, converge en lo que se entiende como
estudios pluriversales (teorías sociales orientadas al pluriverso, manifestándose en
universidades y nuevas formas de construir academia, como también la practica
pluriversal); la segunda, corresponde a los estudios de transición (consumados en
narrativas y movimientos en el norte y sur global, visualización e investigación de
transiciones regionales); y por último, la construcción ontológica, los movimientos
sociales y nuevos medios para el pluriverso. Todo esto, como un campo ontológico,
practico y político con el potencial suficiente para aportar alternativas en la búsqueda
de soluciones a las problemáticas del día a día que se agudizan con el pasar del
tiempo y la reproducción y ejecución de la noción de desarrolla propuesta por el
sistema capital, entre otros. Olver Quijano (2014) nos dice:

“Importa el diseño ontológico en tanto coindice con la necesidad de desarrollar


una política del sujeto o la pregunta sobre “qué prácticas de pensamiento y
sentimiento, qué disposiciones y actitudes, qué capacidades podemos cultivar
para desplazar el sujeto económico de hoy”” (p.265).
En esta línea, este nuevo diseño ontológico que reclama el cambio de modelo
civilizatorio no implica únicamente un desarrollo de tipo académico, sino que, este
requiere de una práctica ontológica, el cual conceptualice y potencie el proyecto de vida
de las comunidades, basándose así en una cosmovisión propia de la mano a las
prácticas de este, tales como:

“…la defensa del territorio como espacio que sustenta el proyecto de vida,
desde la perspectiva étnico-territorial; la dinamización organizativa en torno a la
apropiación y control social del territorio, base de la seguridad alimentaria y la
autonomía; y la participación en estrategias de transformación más amplias,
especialmente a través de su vinculación con organizaciones étnico-territoriales
y con redes transnacionales de solidaridad” (Quijano, 2014, p.266).

Oponiéndose de forma clara y tajante a la visión corporativa e institucional en la que se


observa el territorio como una entidad inerte, como un objeto más, medible, conferida a
la propiedad privada, y no como una apropiación efectiva por medio de prácticas
culturales, económicas, políticas, sociales, entre otras. Serán entonces las ontologías
relacionales y el pluriverso elementos medulares en la re-configuración en las formas
de ver y hacer la política, construyendo de igual manera conocimiento.

Sin embargo, y en modo de reflexión, Quijano citando a Escobar se pregunta ¿Cómo


mantener las condiciones para la existencia y re-existencia anta la avalancha
desarrollista, extractivista y modernizante que constituye una amenaza tan grande para
a territorios, y con poca frecuencia, su perdida? Por consiguiente y en consecuencia
con esta interrogante, se propone activar políticamente la relacionalidad y los múltiples
proyectos, las transiciones y los vastos activismos transicionales, permitiendo
vislumbrar un nuevo panorama que ahonde en la creación de flexibilidad, narrativas y
prácticas transicionales en pro de modelos socioculturales, las cuales no solo se
destacan desde las prácticas y agentividades sociales, sino también, gramáticas,
conceptos y categorías que permitan pensar lo que es diferente, desde la otredad,
como también a movilizarse desde el pensamiento relacional, que en su mayoría, no
hace hincapié en nociones capitalistas, sino por el contrario, a formas no liberales, no
estatales y no capitalistas, proponiendo de esta manera alternativas al desarrollo,
modelos civilizatorios alternos, transiciones, identidad, territorio, soberanía alimentaria,
justicia ambiental, paz, autonomía y autodeterminación, buen vivir, libertad, y criticas
contundentes al paradigma que se impone desde el desarrollo. A esto, el autor lo
nombrara como políticas populares y comunal, las cuales posiblemente, “…a través de
trabajo etnográfico o de una amplia conversación con movimientos y comuneros,
posibilitarían su identificación, comprensión y movilización. Me refiero a aportaciones
teóricas, algunas señaladas por el autor en el libro, y muchas ausentes, las cuales
hacen parte de las revoluciones teóricas suscitadas por los movimientos sociales en
tanto comunidades de pensamiento” (Quijano, 2014, p.267).

Así mismo, podemos evidenciar un ejemplo de lo que podría aproximarse a un primer


intento por reconocer el conocimiento de lo que se considera como popular, en la
medida en que se vinculan a las personas que ocupan el territorio y reconociendo a
estos, como un agente de cambio. En esta línea, nos referimos a el Programa de
Familias Guardabosques, una iniciativa de desarrollo alternativa a cargo del gobierno
colombiano, en el cual su primer objetivo se basa en que comunidades
afrodescendientes, indígenas y campesinas, abandonen la siembra y cosecha de
cultivos ilícitos, intentado apelar a modelos de desarrollo alternativos en los que “se
distinga la pluri-actividad de la economía rural, una mayor integración rural-urbana […]
y la consolidación de mancomunidades” (Lozada, Giraldo, 2008). Sin embargo,
podemos evidenciar que estas formas de desarrollo alternativas se enmarcan en el
paradigma actual dominante, en el que se prima la noción de desarrollo y no imagina o
se proyecta una sociedad al margen del desarrollo, sino bajo las mismas dinámicas de
acumulación y sub-ordinación en las diferentes esferas. Por ende, la invitación es a
reflexionar de forma exhaustiva todo aquello que se propone como alternativa al
modelo hegemónico, pesto que, estas pueden disfrazarse o hacer como un camaleón
por medio del discursos.

Neo-desarrollismo y post-desarrollo

“Propuesta política y de acción de los pueblos indígenas. Minga por la vida, la justicia,
la alegría, la autonomía y la libertad y movilización contra el proyecto de muerte y por
un plan de vida de los pueblos” (Organizaciones Indígenas de Colombia, 2004). Con
este apartado el antropólogo Arturo Escobar, parte para darle un título a un artículo
académico publicado en diciembre del 2014 con el nombre de “Una Minga para el
desarrollo”, en el cual se desarrolla una síntesis de algunas de las conclusiones a las
que han llegado movimientos sociales y académicos al reflexionar sobre la
globalización y las implicaciones negativas que este trae consigo, un modelo dominante
el cual se basa en las nociones de “desarrollo” y “modernidad” el cual, como modelo de
sociedad, se encuentra en crisis. Es por esto que la búsqueda de alternativas al modelo
de desarrollo preponderante se hace una necesidad, en el cual, se avance en una
transición cultural que se comprenda como un cambio de época y no una época de
cambio.

Como ya se ha tratado a lo largo del texto, el “desarrollo” y su discurso acompañado de


prácticas, es un modelo nefasto para la naturaleza y los seres humanos. En este
sentido, se hace necesario seguir trabajando arduamente en la construcción de
alternativas al desarrollo, es entonces cuando Escobar se refiere al caso de la
constitución política ecuatoriana reformada hacia el 2008, el cual, en sus leyes, estipula
el objetivo del buen vivir, señalando que este se presenta como una oportunidad para
construir colectivamente un nuevo régimen de desarrollo, sin embargo, este objetivo del
buen vivir, no se desenmarca del paradigma del desarrollo, aludiendo a la necesidad de
desarrollarse forma individual y como nación, pero no problematizando el concepto en
su discurso y práctica.

Ahora, “Vale preguntarse: ¿estos rasgos constituyen una ‘ruptura conceptual’ capaz de
potenciar el cambio radical que presume la Constitución?” (Escobar, Arturo, 2010), a lo
que el autor responde de forma tasita afirmando que no, puesto que, se enmarcan
concepciones contradictorias alrededor del papel del crecimiento, además, falta
especificidad en las formas en cómo se llevaran estos procesos (en este caso,
enmarcado en la constitución política de Ecuador), como también, mantiene los
lineamientos macro-desarrollistas y persistiendo en orientaciones radicalmente
individualistas, opuestas al potencial colectivista y relacional del buen vivir. Escobar
(2010), referenciando algunos autores afirma: “Como lo apuntan Gudynas, Guevara y
Roque, en su análisis de las políticas sociales de los gobiernos progresistas, en todos
ellos hay una gran distancia entre los pronunciamientos y la práctica (2008)” (p.309),
vislumbrando si, nuevos panoramas que podrían apuntarle a la propuesta del post-
desarrollo, no obstante, este discurso propuesto, sigue siendo modernizante y dirigido
por una elite de intelectuales.

Ahora, ¿cómo distinguir entre los modelos que se proponen como alternativos a lo que
Escobar nombra como neo-desarrollismo y el post-desarrollo? Como se ha
desarrollado a lo largo del texto y tomando como ejemplo el caso de la constitución
política de 2008 de ecuador, los gobiernos progresistas no han propendido hasta el
momento, por un cambio radical o una reconversión significativa en el modelo de
sociedad actual orientada por el capitalismo, puesto que, solo proponen cambios
parciales a este y enmarcados en la noción de desarrollo que tanto se ha cuestionado y
criticado. Es por esto que se reitera en la necesidad de entender “de que la
transformación requerida va más allá del Estado y las estructuras socioeconómicas,
involucra toda una transformación cultural y epistémica, de modos de conocimiento y
modelos de mundo, hacia “mundos y conocimientos de otro modo”. La descolonización
epistémica debe acompañar la transformación de estructuras” (Escobar, 2010, p.310).

Sin embargo, a pesar de los múltiples intentos por imaginar y hacer posible una
sociedad diferente, los estaos y la sociedad académica hegemónica, se niega en
reconocer como valido la emergentes alternativas al desarrollo, puesto que no
consideran dentro de su imperio del conocimiento, que estos saberes sean relevantes
para a sociedad y, por el contrario, las catalogan como de utópicas, realmente poco
posibles, como diría Boaventura de Sousa Santos ‘alternativas no creíbles’ (como
ocurre con las propuestas campesinas e indígenas a favor de sistemas agrícolas
localizados y biodiversos), siendo entonces el Estado y parte de la comunidad
académica, responsable de invisibilizar e ignorar estas nuevas alternativas.

Bibliografía

Escobar Arturo. “Visualización de una era en postdesarrollo”. En: La invención del


tercer mundo. Construcción y deconstrucción del desarrollo. Editorial Norma. 1998
Escobar Arturo (2005) El “postdesarrollo” como concepto y practica social. En Daniel
Mato (coord.), Políticas de economía, ambiente y sociedad en tiempos de globalización.
Caracas: Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de
Venezuela, pp. 17-31.

Escobar, Arturo. (2011) Una minga para el postdesarrollo. Signo y Pensamiento, vol.
XXX, núm. 58, Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, Colombia, pp. 306-312.
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=86020038022

Quijano Valencia, Olver. (2015) Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre
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Colombia, pp. 264-269. Disponible en:
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Giraldo, Omar, Lozada, Andrés. (2008) Programa de desarrollo alternativo en Colombia


familias guardabosques. Visión desde el enfoque del desarrollo territorial rural. Revista
luna azul, Universidad de Caldas, Colombia, pp. 60-74.

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