Colombianos de Monterrey. Origen de Un G PDF
Colombianos de Monterrey. Origen de Un G PDF
Colombianos de Monterrey. Origen de Un G PDF
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ÍNDICE
Prólogo 6
Capítulo I
1.1. ¿Por qué la colombia? 8
1.2. Perspectivas teóricas 10
1.3. Preguntas a responder 11
1.4. Procedimientos y pasos de la investigación 12
1.5. Límites de la investigación 13
Notas 13
Capítulo 2
Génesis del gusto musical llamado "música colombiana de Monterrey" 16
2.1. La cumbia 16
2.2. El vallenato 18
2.2.1. Instrumentos 19
2.2.2. Ritmo y estilo 20
2.3. Llegada a México 21
2.3.1. El eje Monterrey-Houston 23
2.4. Producción del gusto musical 25
2.4.1. La "Colombia" Independencia o la "Indepe" Colombia. 25
2.4.2. El Mercado y el puente de San Luisito. 26
2.4.3. El Fervor Guadalupano 27
2.4.4. La Fama belicosa 28
2.4.5. Primeros circuitos de producción y consumo 29
2.5. Sonideros En acción 32
2.5.1. Gabriel Dueñes 33
2.5.2. Dueñes, el migrante 34
2.5.3. "La tierra está esperándonos..."; Dueñes, el obrero 35
2.5.4. Dueñes, el sonidero 37
2.5.5. Más cerca, por la ruta más larga 39
Notas 40
Capítulo 3
Producción de la música colombiana de Monterrey
3.1. El contexto urbano 43
3.2. Los Profesionales 43
3.2.1. Celso Piña y su Ronda Bogotá 44
3.2.2. Vallenatos de la Cumbia 47
3.2.3. Los músicos y el sindicato 49
3.2.4. Los compositores de música colombiana 50
3.3. Grupos musicales informales y semiprofesionales 54
3.3.1. Los chavos banda y la música colombiana 54
3.3.2. La esquina y el camión, sedes de producción y
categorías de interpretación 56
3.3.3. Sobre la fabricación de instrumentos 56
3.3.4. La relación del grupo colombiano con la banda 57
3.3.5. De la banda al Escuadrón: el caso de Servando 58
Monsiváes
Notas 60
3
ÍNDICE
Capítulo 4
Distribución
4.1. Circuitos de distribución formal e informal 62
4.2. Distribución en Estados Unidos 63
4.3. Las radios comerciales 64
4.4. Cory Colombia y la radio pública como interactora
con la banda 66
4.5. Los Concursos de baile 68
4.6. La “Casa Colombia” 68
4.7. Los medios impresos y la colombia 69
4.8. El Festival “Voz de Acordeones” 69
Notas 71
Capítulo 5
El consumo de la música colombiana 72
5.1. El consumo esquinero 73
5.2. Música normal y “rebajada” 74
5.3. Ante todo, el mensaje: las letras 74
5.4. Disfrute en el baile 78
5.5. El consumo comunitario 79
5.6. Tipos de baile 80
5.7. El vestido como expresión cultural ligada a la música 82
5.8. Música, baile y vestido como elementos de una identidad 84
Notas 88
Capítulo 6
La extensión de la colombia a otros lugares del país 89
Capítulo 7
Epílogo teórico 92
7.1. ¿El “campo” en Bourdieu 96
7.2. El campo musical y la colombia 99
7.3. Primero el consumo y luego la producción 101
7.4. Habitus y gusto musical 102
7.5. El habitus entre los creadores del gusto 103
7.6. Formación y transformación de los gustos 104
7.7. Celso Piña y la segunda generación de consumidores de 106
Colombianas
7.8. Sobre Los jóvenes banda ¿una tercera generación? 107
7.9. Identidades y cultura en el futuro de la colombia 110
Notas 112
4
ÍNDICE
Capítulo 8
Continuidad y cambio en la música colombiana de Monterrey 115
Estudiando y construyendo la colombia, desde la academia 118
Ante todo, y también al final, las letras 124
Bibliografía 125
Apéndices 131
1. Algunos sonideros de la colonia Independencia 132
2. Grupos de Música Colombiana, profesionales y no profesionales 133
detectados en el Área Metropolitana de Monterrey
3 Discografía seleccionada en audiocassets 136
4. Géneros musicales transmitidos en la AM 140
Géneros musicales transmitidos en la FM 141
5. La Narración en la Música de la Costa Atlántica de Colombia
10.1. Canción para una muerte anunciada 142
10.2. Cosas que pasan 144
10.3. Desenlace 145
10.4. Plegaria del campesino 146
10.5. La Historia 148
10.6. Los caminos de la vida 149
10.7. El Bastardo 150
10.8. El hijo de nadie 151
10.9. Crónica de un drogadicto 152
10.10. El niño y la cumbia 153
10.11. La muerte de Abel Antonio 154
10.12. Drama provinciano 156
10.13. Homenaje a Rafael Orozco 157
5
RESUMEN
Entre la música popular del noreste de México aparece un género tropical que se
caracteriza por respetar al máximo las versiones populares comerciales de la música
de la costa atlántica de Colombia. El gusto por esta música se gestó en la falda del
cerro de la Loma Larga de la Ciudad de Monterrey hace cuatro décadas y se ha
extendido a toda la zona metropolitana y a otros estados del país, pese al fuerte
estigma que sustenta como música de pobres y “cholos” y a su asociación con la
drogadicción y la violencia.
Esta tesis busca, a partir de una metodología cualitativa, mostrar cómo, gracias a la
aparición de grupos regiomontanos que interpretan y componen música colombiana
apegada a sus versiones originales, nace lo que los consumidores llamarán “ser
colombia”, una identidad surgida de las condiciones de marginación que nosotros
llamaremos “la colombia de Monterrey”.
6
PALABRAS PREVIAS
1
El trabajo de investigación "La colombia de Monterrey", fue realizado por Benito Torres, Gregorio Cruz, César
Jaime y José Juan Olvera, a finales de 1996, con el apoyo del Centro Cultural Guadalupe, de San Antonio, Texas,
y de la Fundación Rockefeller, a quienes agradecemos su apoyo. Finalmente el texto fue publicado en el años
2002 y se puede conseguir en la bibliotecas públicas de los Estados Unidos.
7
por ofrecer elementos para comprender la importancia de los cambios actuales.
Al final, conocernos mejor como regiomontanos debería preceder, pienso, a todo
proyecto de “ciudad del conocimiento”. Por ello, reparé sólo los errores más
evidentes y agregué un nuevo epílogo con breves descripciones de los más
visibles cambios ocurridos dentro de esta cultura popular. Agrego o actualizo sin
romper la unidad del libro aunque no esté de acuerdo ya con algunas
afirmaciones plasmadas en ciertos pasajes... cambié de parecer o colegas míos
me han mostrado otra manera de ver las cosas. Y es que no tardarán en
conocerse estudios a mayor profundidad e interpretaciones desde perspectivas
diversas. Como describo en el último epílogo la colombia de Monterrey no sólo
se hizo “famosa y reconocida” en los medios masivos, sino también en la
academia, donde se le aborda desde varias disciplinas y en varios países.
Finalmente, quiero agradecer a las personas e instituciones que hicieron posible
este libro. Antes que nada, a mis colegas Benito Torres, Gregorio Cruz y Cesar
Jaime, con quienes escribí La colombia de Monterrey, trabajo que sirvió de base
para el texto presente. Aunque cito sus aportaciones, hay muchas ideas,
sugerencias y propuestas que recibí de su parte y me ayudaron a realizar mi
trabajo y que abiertamente reconozco que les debo. Eso no obsta para advertir
que todos los errores que aquí aparezcan son de mi entera responsabilidad.
Agradezco también al Consejo para la Cultura de Nuevo León, quien se ha
ofrecido publicar esta investigación. Su oferta ha incluido la revisión temática y
de estilo. En este sentido debo reconocer el trabajo del historiador Antonio
Olvera y de la doctora Lidia Rodríguez-Alfano.
A Víctor Zúñiga le debo un triple agradecimiento: como maestro, como asesor y
como contacto para competir por la beca que nos permitió realizar nuestro
primer trabajo. Finalmente agradezco a mi esposa Lulú, quien me ayudó en
muchas cuestiones técnicas y soportó con valentía los momentos de mayor
estrés.
8
Capítulo 1
INTRODUCCIÓN
Uno de los ritmos más populares en el noreste mexicano y el sur de los Estados
Unidos es el de la cumbia. Este ritmo afrocaribeño, procedente de Colombia, arribó a
Monterrey -vía México, D.F. - en la década de los años cincuenta2, con canciones
como La Cumbia Sampuesana y La Pollera Colorá’, y se ha desarrollado y adaptado
musicalmente a las necesidades de expresión e identidad de cada región y núcleo
cultural. De la cumbia original colombiana se desprendieron la llamada “cumbia
tropical” en el centro y en las costas del país y, más recientemente, la “cumbia
norteña”, en el norte. Los géneros del “tex-Mex” y parte de “la onda grupera”, tan
populares hoy, tienen en gran medida al ritmo de cumbia como base o sedimento.
9
Quienes la consumen se hacen llamar a sí mismos “colombianos” y son
denominados por otros sectores sociales como tales. Los “colombianos” denominan
colombia a su gusto musical. “A mí me gusta la colombia”; “este vato sí es colombia”;
aseguran, sustantivando el gentilicio. Su público juvenil, el más extenso, está
agrupado en bandas esquineras, o “pandillas”, como se les prefiere llamar desde la
visión dominante3.
10
de Monterrey y, posteriormente, a otras ciudades como Saltillo, Reynosa, Monclova y
Laredo.
Recientemente la industria cultural ha intentado abarcar esta música y sus productos
derivados como el video. Desconocemos si con estos esfuerzos se incorporen tales
expresiones culturales a la producción masiva o si permanecerán relegadas; en
cualquier caso, es apropiado investigar ahora el fenómeno para dar fe de su
evolución posterior.
Este trabajo está especialmente influido por la propuestas de Richard Hoggart (1957)
y Raymond Williams (1958), quienes son señalados como los iniciadores de una
corriente llamada "estudios culturales en Gran Bretaña". A fines de los cincuenta
propusieron, como concepción alternativa a la visión elitista de cultura, que se
recogieran las expresiones culturales de varios grupos sociales y se aceptaran como
válidas y funcionales en su contexto. Aunque criticados en su tiempo por acercarse a
las expresiones de la cultura obrera inglesa, abrieron una prolífica brecha de
investigación que interpreta a la cultura como “la producción y reproducción sociales
de sentido, significado y conciencia.
11
La esfera del sentido, que unifica las esferas de la producción (la economía) y de las
relaciones sociales (la política)” (Hartley, 1997:129).
Nuestro trabajo también tiene la influencia del sociólogo Simon Frith (1978), quien en
los años setenta investigó la música de rock en Inglaterra desde sus fases de
producción, circulación y consumo; esto es, en cuanto aborda las distintas facetas
por las que pasa un bien cultural -desde su concepción en la mente de artista hasta
su consumo-, así como las relaciones que en cada etapa entablan los distintos
actores involucrados: productores, compositores, músicos, consumidores, estaciones
de radio, representantes musicales, y muchos más. Sólo al considerar todo ese
proceso, opina Frith, se puede entender el complejo juego de fuerzas que produce
una música que no siempre es del agrado de todos los actores; y sólo con este tipo
de estudios, puede ser rastreada y comprendida la lógica de tales bienes culturales.
Finalmente, nuestro trabajo tiene presente las aportaciones del sociólogo francés
Pierre Bourdieu (1990), especialmente en lo que se refiere al surgimiento y evolución
de los gustos.
Si el gusto por la música colombiana tiene más de tres décadas y hasta hace muy
poco había sido desdeñado por la industria cultural, ¿cómo ha sido posible que
sobreviva en estas condiciones adversas?
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“La colombia de Monterrey. Descripción de algunos elementos de la cultura colombiana en
la frontera norte”, fue un proyecto impulsado en 1995 por el Guadalupe Cultural Arts Center,
de San Antonio, Texas, a través de su programa Gateways; y financiado por la Fundación
Rockefeller, organizaciones a las que agradecemos su apoyo para la realización de esta obra.
12
como el baile y el vestido y, finalmente, reflexiona sobre los mecanismos de
construcción de identidad y cultura alrededor de una pregunta clave: ¿Qué relación
existe entre gusto musical llamado "música colombiana de Monterrey” y la
construcción de una identidad entre los grupos marginados que la consumen y, por
intermedio de ella, de una cultura llamada “la colombia” de Monterrey?
2. Para relatar la génesis del gusto por la música colombiana en Monterrey, así
como el surgimiento y evolución de la música colombiana de Monterrey,
realizamos entrevistas a profundidad con informantes clave del campo de nuestro
interés, con un procedimiento que implica:
13
Para estos mismos objetivos realizamos observaciones participantes en un concurso
de música colombiana, un baile popular y en un salón de baile, realizadas todas
entre junio y julio de 1996. Hicimos 20 visitas -por lo menos- a los puestos de música
en el mercado del Puente San Luisito, el mercado de “puesteros” de la calle de
Arteaga y la colonia Independencia, donde, además, llevamos a cabo pláticas
informales con distintos actores.
Por otra parte, damos crédito a ideas y hallazgos importantes retomados de otras
partes de la investigación “La colombia de Monterrey” (1996), que fueron elaboradas
por Benito Torres, Gregorio Cruz y César Jaime Rodríguez, quienes realizaron
entrevistas a profundidad con dos grupos musicales colombianos, un migrante en
Houston, y una vendedora de discos en la misma ciudad. Particularmente, Torres y
Cruz (1997) han tenido una experiencia de varios años y distintos tipos de
interacción con jóvenes- banda y con grupos musicales colombianos.
Límites
Nuestro estudio abarca cuatro décadas, desde los años 60 hasta la actualidad y en
este lapso se harán varios recortes: los primeros 20 años tendrán que ver con la
génesis del gusto musical, fundamentalmente con la reproducción de los temas a
través de discos; a partir de 1982, con la producción local de este tipo de música, a
través de la interpretación de las melodías colombiana conocidas; y pocos años
después, con la producción de esta música con texto propio.
5
Nos referimos a las agrupaciones espontáneas de adolescentes que surgieron en las zonas
marginadas de algunas ciudades del país en la década pasada.
14
esfera de los servicios o trabajadores en sectores informales; otros trabajan en los
circuitos comerciales de producción y circulación de esta música comercial o no
comercial. En el caso de los jóvenes, nos referimos a quienes realizan algunas
actividades de las mencionadas con un desempleo más permanente, lo que da pie
al uso del tiempo compartido con la banda juvenil.
Este estudio está centrado más en los adultos como forjadores del gusto y
productores de música que como consumidores; dejamos la investigación de sus
prácticas de consumo para un estudio posterior. En el caso de los jóvenes buscamos
acercarnos a sus prácticas como consumidores y productores.
15
Capítulo 2
Génesis del gusto por la música
colombiana de Monterrey
La riqueza musical en Colombia es algo que sorprenderá al que se acerque a
estudiarla. Como México, Colombia asemeja a diversos países reunidos en uno solo
cuando de tradiciones musicales se trata. Basta cambiarse de región para encontrar
expresiones musicales totalmente distintas y que tienen, a su vez, una variedad de
subgéneros.
2.1. La cumbia
16
La cumbia pertenece a la denominada música caribeña, oriunda de la costa atlántica
colombiana. Porro, vallenato, burrerengue, mapalé y cumbia son las danzas y cantos
más populares de la música caribeña. De ellas, la cumbia es uno de los más
representativos. Se asegura que su nombre se deriva de la raíz africana kumb, que
en Africa occidental quiere decir ruido (Orovio: 1994, 64). De acuerdo con Leonardo
D’Amico (2002:20) el término es de origen bantú y deriva del cumbé, ritmo y danza
de la zona de Batá, Guinea Ecuatorial, Africa.
1 Según estas autoras también pudiera considerarse a la cumbia como un punto de fusión
entre el complejo del son y el complejo de la rumba y la samba. “…Sobre todo, en la sección
inicial donde el plano percusivo de los membranófonos, todavía sin la incorporación del
resto de los instrumentos, muestra un significativo destaque que no pierde en el transcurso
de la ejecución” (Gómez y Rodríguez: 1995, 237).
17
sobre los cueros y la caja de madera; el tambor llamador, unimembranófono,
cuyo parche se ajusta mediante un aro de alambre grueso, que se enlaza en
zigzag a través de una cuerda al otro extremo, en el que hay una faja donde
se incrustan cuñas de madera, machacadas hacia abajo para tensarlo; y el
tambor mayor, de igual factura pero de superior tamaño que se sostiene entre
las piernas y se percute con ambas manos.
El tambor llamador sostiene un figurado ritmo fijo, mientras el mayor realiza
variaciones e improvisaciones. Estos tambores son claramente de origen
africano.
Según las autoras la cumbia es producto del mestizaje cultural entre la población
autóctona y la de procedencia africana (Gómez y Rodríguez, 1995:236). Con la
primera nos referimos a la cultura arawak y los indios guajiros, uno de sus
representantes actuales. Otros autores mencionan el aporte español, consistente en
la estructura literaria de las letras2.
En la época colonial los negros la bailaban frente al fuego, que fue sustituido por un
árbol llamado “Bohorque”.
18
En el baile tradicional de la cumbia las parejas bailan en círculo alrededor de los
músicos y se dice que la mujer ocupa el aporte indígena y el hombre el aporte
africano:
Las mujeres bailan arrastrando ligeramente los pies, mientras que los
hombres evolucionan alrededor de ellas; es característico el movimiento de
caderas y las parejas bailan a veces espalda contra espalda. La cumbia se
suele bailar por la noche, y los bailarines se alumbran con las velas que cada
mujer lleva, sujeta con un pañuelo en la mano derecha. (Beltrando-Patier,
2001: 1068)
Los autores consultados coinciden en que la cumbia fue antiguamente una danza
ritual y que con el tiempo se convirtió en música y baile profano. La cumbia como
hoy la conocemos tiene un ritmo que responde al compás binario, de evidente
influencia africana, mientras que la melodía refleja la huella hispánica, y el baile es
de influencia indígena. Originalmente fue instrumental y con el tiempo se le
agregaron letras3.
Los compositores de cumbia más conocidos en el mundo son José Barro, nacido en
1915 y autor de composiciones como “El Gallo Tuerto”; Lucho Bermúdez, nacido en
1912 y autor de “Prende la Vela”; Alejo Durán y Rafael Escalona, cuyas canciones
han sido difundidas por el conocido Carlos Vives. Finalmente, Crescencio Salcedo
Monroy, nacido en 1906 y autor de temas populares en México como la “Cumbia
Sampuesana”, “La Múcura”, “Yo no Olvido el Año Viejo”, y “Mi Cafetal”, con cuyo
tema se filmó una película en México.
3 Esto mismo pasó con la polka del norte de México. Ver. M. Peña (1996), p. 2.
4La primera y, con el tiempo, principal empresa disquera colombiana se fundó en Cartagena,
el 28 de octubre de 1934: Discos Fuentes. Bajo la dirección de Antonio Fuentes, se realiza la
19
2.2. El vallenato
“Por el norte alcanza Santa Martha y Ciénega, por el oriente roza la Alta
Guajira; y por el occidente atraviesa el Magdalena y abarca una zona del
antiguo departamento de Bolívar que llega por el norte a San Jacinto, por el
oeste a Lorica y por el sur a Ayapel” (Samper y Tafur,:31)
Durante mucho tiempo, el vallenato se mantuvo como expresión poco modificada del
folklor de la región, pues las condiciones geográficas mantuvieron a ésta
relativamente aislada del resto del país. (Samper y Tafur:36)
Sin embargo, el género, expresión de la cultura oral campesina, no fue bien visto por
las clases altas de Valledupar y tardó en llegar a los centros urbanos hasta el primer
primera grabación a acetato de 78 revoluciones por minuto. Poco tiempo después, abre su
mercado exportador en los Estados Unidos. En Colombia, Fuentes ha sido líder por mucho
tiempo al introducir los principales cambios tecnológicos en esta industria, como la
grabación monoaural, el sonido estereofónico, los discos compactos y los discos láser, entre
otros. Con ellos han grabado gran parte de los artistas considerados clásicos, en el mundo de
la cumbia, vallenato, salsa y merengue. La empresa familiar también ha incursionado en el
video. Curiosamente, las primeras grabaciones vallenatas se hicieron con guitarras (Blanco,
2000, 14). El autor y cita el argumento de Lorenzo Morales, en el sentido de que se percibía al
acordeón como instrumento de baja categoría, versión confirmada por Luis Felipe Jaramillo,
citando al compositor Rafael Escalona.
20
tercio del siglo XX. De hecho, para Darío Blanco (2000:3) estudiar su evolución
permite “entender la evolución de los discursos de identidad dentro del país”.
El interior del país rechazó por mucho tiempo al vallenato por considerarlo una
música básicamente “de negros”, inscritos en una clase social baja. Hoy en
día esta misma música que no tenía la posibilidad de emerger de su grupo
productor incluso en la misma Costa Atlántica, es la música que el avasallante
imperio del mercado discográfico y el imperio comercial quieren instituir como
la música colombiana.
2.2.1. Instrumentos
El acordeón es del tipo del que creó Kiril Demian en 1829, en Viena. Funciona
estirando y contrayendo el fuelle, se escucha un acorde musical cuando se estira y
otro cuando se expulsa el aire.
5De acuerdo con Manuel Peña, en la zona texano-mexicana se menciona que fue después de
1850 o en 1860 cuando se introduce el acordeón (Peña, 1985: 35)
21
La guacharaca fue el primer instrumento que se unió a los cantares de
vaquería y de allí a los aires vallenatos. En los largos viajes de arreo de
ganado era utilizada para acompañar los cantos con su sonido monotónico.
Su nombre deriva del ave monte llamada ‘guacharaca’ o ‘pava silvestre’,
anunciadora de lluvias y amaneceres y cuyo canto es similar a este
instrumento de fricción. La guacharaca es quizá el instrumento que menos
transformaciones ha sufrido dentro del folclor vallenato. Se le conoce en el
interior del país con el nombre de ‘carraca’. Construida de un trozo de guadua
o de macana, es el acompañante perfecto del acordeón (Radio Caracol,
1995:4-7).
Los elementos del estilo de esta especie musical son descritos de la siguiente
manera por Gómez y Rodríguez:
22
virtuoso por las improvisaciones que desarrolla; de estar presente el
contrabajo, éste establece una progresión armónica sobre las relaciones de
los acordes I-IV V y de grupos rítmicos constrastantes con las otras franjas. El
canto ejecutado por un solista emplea como guía metrorrítmica el rascado de
la guacharaca. El texto, sobre melodías sencillas y breves, refleja escenas de
lo cotidiano a manera de crónicas cantadas, no exentas de improvisación, lo
cual imprime una gran variabilidad a la interpretación (Gómez y Rodríguez,
1995: 237).
Sucede, pues, con el ballenato, que existen estilos y regiones diferentes para su
composición e interpretación y que ellas rebasan el ámbito de Valledupar (Blanco:25)
Fue a través de los medios masivos de comunicación -el cine y los discos- como
llegó a México la versión comercial de música folklórica y popular colombiana.
Durante los años 50, cuando hizo su arribo, la Ciudad México ya vivía una riquísima
tradición de música afroantillana de por lo menos tres décadas (en Yucatán y
Veracruz tenía más), con géneros principalmente de origen cubano y puertorriqueño:
danzón, bolero, guaracha, son y otros (Moreno, 1989).
Durante los años 30 y 40 se formó una “cultura del dancing”, con grandes orquestas
que incluían a cientos de artistas antillanos. Estas expresiones culturales fueron
comercializadas en muchas películas y grabaciones.
6El escritor colombiano Gabriel García Márquez consigna la historia de Francisco Moscote
Guerra en su novela Cien Años de Soledad. Ver. García, Gabriel (1986). “Cien Años de
Soledad”. México: Diana, p. 59 y siguientes.
7La versión 95-96 de este festival se vende desde junio de 1996 en el mercado del puente San
Luisito, a $1.33 dólares, y llegó a Monterrey por CD vía Nueva York desde Colombia.
23
Las primeras melodías colombianas conocidas en México (“La Cumbia
Sampuesana”, “La Estereofónica”, “El Gallo Tuerto”, y otras) fueron interpretadas por
grandes orquestas colombianas como la de Manuel Villanueva y la del Conjunto
Típico Contreras8. Eran grabaciones hechas en Colombia, Miami o Nueva York e
impresas en México, a través de poderosas compañías norteamericanas como la
Columbia Records y la RCA Víctor.
8 No es difícil pensar que fueron conjuntos cubanos los primeros en escucharse a nivel
internacional interpretando cumbias, debido al más alto desarrollo que tenía la industria
cultural cubana. Sin embargo, no hemos podido comprobar esta hipótesis.
9 Comunicaciones personales del autor con Nazario Sepúlveda, crítico de cine local, y
Genaro Saúl Reyes, crítico literario.
24
conjunto que toca la cumbia (órgano eléctrico o sintetizador por el acordeón; batería
por algunos tambores, güiro por guacharaca, etc.).
Durante los 70, la cumbia “tropical” experimenta una fuerte expansión por todo el
país. Pero fuera de la Ciudad de México, donde se había consolidado el éxito de la
música tropical, sólo hemos identificado a las ciudades de Monterrey y Houston
como los lugares donde se capitalizó a niveles masivos -y no sin dificultades- el éxito
de la cumbia “tropical” y, poco después, de la “cumbia norteña”. La existencia de
capital y tecnología hicieron la diferencia con otras regiones que también tenían
públicos para consumirlas y, sobre todo, grupos para tocarlas. En los estados de
Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León, surge una infinidad de grupos, que serán
difundidos por la industria del entretenimiento de estas dos ciudades a nivel de sellos
grabadores y estaciones de radio.
Así, desde Renacimiento ‘74, hasta Rigo Tovar, pasando por Octubre ‘82, Pegasso,
y Xavier Pasos, estas expresiones musicales hicieron historia, grabada en México,
Monterrey y Houston y vendida y oída en todo el país.
En el caso de Monterrey, el desarrollo económico que desde fines del siglo pasado
experimenta la ciudad, se expresó también en la posesión de capital, medios de
comunicación y tecnología suficiente para influir con mayor capacidad en la
construcción y difusión de productos culturales -incluidos en ella los gustos
musicales-, especialmente las industrias de la radio y la fonográfica 10. Por lo menos
25
desde hace 60 años Monterrey es una ciudad que no sólo recibe influencias sino
también tiene la oportunidad de ejercerlas (Olvera, 1992: 3).
comercial de música norteña o de conjunto, como se le llama en EU, por parte del legendario
músico Narciso Martínez (Peña, 1989: 2).
26
Por ejemplo la cumbia de la Ciudad de México se parece más a la
colombiana que la regiomontana, cuyo ritmo es mucho más marcado, con
menos instrumentos de percusión. Esta debería llamarse ‘cumbia electrónica’.
En Texas le llaman ‘zapatón.
Como Mike Laure, los grupos y las disqueras de Monterrey y Houston siempre
estuvieron atentos a las novedades de la producción musical colombiana, para
escoger temas que pudieran tener impacto en los públicos locales. Una vez elegidos,
se hacían los consiguientes arreglos, consistentes, como dice García, en
interpretarla con mayor cantidad de instrumentos electrónicos, eliminar algunos
instrumentos originales y modificar un poco el ritmo.
27
parte sur del primer cuadro de la ciudad. Al norte tiene como límite natural al Río
Santa Catarina y al centro de la ciudad. El límite sur se halla en el mismo cerro de la
Loma Larga, cuya parta baja, del otro lado, ya no está habitada. Hacia el oriente
Colinda con la Nuevo Repueblo. Hacia el poniente está la colonia PIO X.
Cifuentes (1992) y Morado (1992) son los autores que se han preocupado por
rescatar la historia, usos y costumbres de los habitantes de la Independencia.
Aunque se concentran en esta colonia, vale la pena tomar toda la franja habitable
como una sola unidad, porque en ella se comparten, en gran medida, el origen, la
calidad de vida, las condiciones de la unidad doméstica y la cultura; en este aspecto,
muchos comparten el haber visto nacer en el seno de la colonia a los principales
productores de la colombia.
Hablar de la colonia Independencia significa mencionar al que quizá sea el barrio con
mayor tradición popular de la ciudad y la región: el barrio de San Luisito. Según
Morado (1992), el origen de la colonia se ubica en las dos últimas décadas del siglo
pasado. Poco después del famoso repueblo del norte -primera ampliación a los
límites originales de la ciudad- ocurrió el repueble del sur, hacia la falda del cerro de
la Loma Larga que termina en la ribera sur del río Santa Catarina. Sus pobladores
originales provinieron principalmente del estado San Luis Potosí. Al ordenarse la
construcción del Palacio de Gobierno con cantera rosa, Bernardo Reyes, mandatario
en turno, hizo traer cinceladores potosinos, quienes con sus familias poblaron en su
mayoría la ribera sur del río, llamado por esa razón barrio de San Luisito. Este barrio,
los de Las Tenerías, La Purísima, De las Quintas, y Del Canalón, fueron
conformando la geografia de la ciudad a principios de siglo (Sifuentes, 1994: 434).
Antes de la canalización del río Santa Catarina, un recodo inundaba parte de lo que
hoy es el centro y hacía habitable una parte de la otra ribera. Con la canalización,
esa ribera desapareció y, probablemente, algunos habitantes de esos lugares sólo
se cambiaron hacia arriba del cerro. Con los años, la gente lo pobló hasta la punta,
muchos de ellos en carácter de posesionarios12.
12En Monterrey se llama "posesionarios" a los que en otras partes del país se denominan
"paracaidistas": personas -muchas de ellas migrantes rurales- que se "posesionan" de terrenos
baldíos para construir su vivienda.
28
del puente, otros abajo del mismo, otros más en una de las riberas, lo cierto es que
puente y mercado han cambiado con el paso de los años y con la ciudad misma.
La crónica de Morado relata las construcciones sucesivas del Puente San Luisito. En
1887, año en el que había mucho tránsito, se cruzaba por un puente colgante hecho
de cables de cáñamo. Luego, en 1890 por uno de madera, para que pasara un tren
de mulas. Este puente se quemó en 1903, y un año después se inauguró un puente-
mercado con estructura de hierro y acero. Sólo duró tres años, pues en 1908 se
quemó también. Se construyó otro el mismo año, que fue arrastrado por las aguas
del Río Santa Catarina en 1909 durante una histórica inundación. Se levantó
entonces uno provisional de madera. Un último puente, en pie todavía, se construyó
en los años setenta (Morado, 1994: 313). También se le conoce como “Puente del
Papa” por ser en ese lugar donde Juan Pablo II ofició una misa para los fieles
regiomontanos en 1979.
Cruzar el Puente San Luisito desde la “Indepe” -como la llaman sus moradores-
hacia el centro de la ciudad es partir de barrios populares y marginales (depende de
la altura del cerro de la que hablemos) y llegar a la modernidad de la Macroplaza y
sus museos, de sus bancos, sus hoteles, del Consulado de los Estados Unidos, es
llegar a la posmodernidad del Barrio Antiguo; este conforma la parte más vieja de la
ciudad, y sus históricas casas albergan bares y cafés para los jóvenes de clase
media alta y alta.
El mercado, por su parte, ha cambiado con la historia del puente. Desde inicios de
siglo los "vendimieros" han "ofertado" ya sea arriba, en las orillas del río, o incluso
abajo del puente. En la actualidad, el mercado del Puente San Luisito, también
llamado mercado de “La Pulga”, se halla bajo el puente. Es aquí donde se difunde
gran parte de la música colombiana. De hecho, cuando uno se acerca a él, es esta
música lo primero que se escucha. La identidad, de la que es símbolo el puente,
para la gente de la Independencia, se refuerza o se amplifica con la música que ahí
se toca. La música baja del Cerro de la Loma Larga y se toca a todo volumen en el
Río Santa Catarina, frontera con la parte “moderna” y “turística” de la ciudad (Ver
foto 2).
En ningún otro lugar de Monterrey -dicen Morado y Sifuentes- hay tanto fervor
guadalupano. Dos de los tres principales lugares de culto a la “Virgen morena” en la
ciudad se hallan en esta colonia13.
29
importante después del 24 de diciembre. La fuerza de la fe, el origen de sus
migrantes y su herencia familiar están ligados. “La mayoría proviene de San Luis y
Zacatecas, en menor medida de Coahuila. Los dos primeros ámbitos profundamente
mineros y consolidados como centros religiosos” (Morado, 1992: 313)
Morado vincula minería y religión porque asegura que, para bajar a la mina, hay que
pedir a los santos que están a la entrada del tiro que los protejan:
Y amigos de mi camada
14
Matehuala es otro poblado del Estado de San Luis Potosí.
30
yo les digo a todos juntos
la cárcel es pa’ los hombres
y el panteón pa’ los difuntos.
A mí no me quiere nadie
porque soy muy parrandero,
no vengo a pedirles fiado
vengo a gastar mi dinero.
Los otros, de los que había que defenderse, eran los pollos pelones del
Repueblo de Verea, los de Matehualita, que luego será Nacional y los del
barrio de las Tenerías” (1994: 317-318).
31
Mercado también describe las malas condiciones de vida en el lugar: los antiguos
tejabanes, que fueron construcciones típicas aún continúan habitados y el resto es
mayoritariamente informal. En muchas casas no hay drenaje, la pavimentación es
del orden del 60 por ciento. Las escuelas están deterioradas. Predominan depósitos
de cerveza y venta de mariguana.
Después de ser sonidero, Luna trabajó como operador en una estación de radio,
programador de música tropical y colombiana, director artístico y, finalmente, gerente
de una estación especializada en esta música. La base de su experiencia reside en
su labor de 25 años. En su labor como programador de radio fue introduciendo poco
a poco a los cantantes colombianos junto con los exponentes de moda: Mike Laure,
Chelo y su Conjunto, Linda Vera, y otros más.
Mike Laure, relata Luna, hacía giras a Colombia y traía discos que eran
desconocidos en México; los hacía a su estilo y eran un éxito. Luna compraba esos
discos y los difundía junto con los de Linda Vera. Pero cuando la compañía Peerles
compró los derechos de difusión a la Compañía Discos Fuentes de Colombia, la
32
música original empieza a llegar directamente a las discotecas de México y
Monterrey:
Entonces iba uno a las discotecas y ya le decía la misma persona: ‘Oye, mira,
acaba de llegar este disco que es colombiano’. O sea, lo nuevo para uno; que
la Sonora Dinamita y todo eso. Fue en los años 68-69... Por ese tiempo, para
hacerte un baile, un quince años, había muy pocos grupos, tenías que ocupar
un sonido. Y no eran ni cintas, era un sonido. Entonces los sonideros fueron
los primeros que empezaron a introducir este tipo de música, la música
colombiana.
El acervo discográfico de los sonideros creció con los años y, junto con él, la
información sobre la música colombiana. Así se generó generándose toda una
cultura musical que se fue expandiendo poco a poco, primero entre los conocedores,
y después entre el público lego. La razón es que tradicionalmente los discos
colombianos tienen más datos que los mexicanos sobre su producción. Explica
Luna:
Mire esta portada de Andrés Landero. Aquí trae su biografía, de dónde es él,
qué hace y aquí [asegura mientras muestra un disco]. Mire, trae los
integrantes de la música y qué tocan. A veces hasta los familiares de ellos.
En qué año grabó y quién toca: acordeón, caja, guacharaca, cencerro,
timbales, bajo. Entonces, es como aprende uno de los instrumentos, de dónde
es Andrés Landero, de dónde es Alfredo Gutiérrez.
La misma geografía colombiana se conoce por esos discos y por postales, videos,
fotografías o películas. Gracias a ellas se han hecho comparaciones de algunos
paisajes de Barranquilla y Bogotá con Monterrey, por el hecho de estar ubicadas al
lado de montañas. El disco colombiano de aquél entonces era, además de
fonografía, biografía, historia y una suerte de periodismo.
33
Nani. Según versiones coincidentes, Gabino Hernández, en su tienda de discos de
Guerrero y Colón, pedía de México las novedades tropicales y colombianas para
hacérselas llegar a los sonideros, quienes se disputaban el escaso material existente
llegando incluso a desvelarse para llegar más temprano a la tienda de discos o a
pelearse porque el dueño ya los tenía apartados para los sonideros más famosos:
Dueñes y los Murillo. Los sonideros que acudían para comprar cada fin de semana
provenían en su mayoría de la colonia Independencia, aunque con el tiempo muchos
se casaron y se fueron a vivir a otras colonias, extendiendo de esta forma el gusto
musical.
Víctor Nani, por su lado, era programador de música para el sello grabador Peerles.
Su labor consistía en hacer promoción para este tipo de música y en buscar
mercado para las novedades de la disquera. Durante mucho tiempo se acercó con
los sonideros como una manera, de obtener esa difusión y mantuvo con ellos tratos
de mutuo beneficio, hasta que, por razones desconocidas, Peerles prácticamente
abandonó el mercado de la música colombiana en Monterrey.
Pedro Valdés, del “Sonido Monarca” y Guillermo Morín del “Sonido Panamá”, que se
ubican en la falda del Cerro de la Loma Larga, en la Colonia Pío X, aseguran que
Gabino y Nani se ponían de acuerdo para programar el contenido de los discos que
se venderían en Monterrey. En muchos de los Long Plays de Peerles que manejan
material musical de la disquera colombiana Fuentes, se puede ver la leyenda:
“Programó para México: Víctor Nani”. En relación a lo anterior tenemos testimonios
de Guillermo Morín, del Sonido Panamá, quien afirma:
De repente ya no sacaron. Platiqué con José Luis Loera, (que) estuvo muy
metido en ese ambiente. Era coordinador de Peerles, nos estuvo pasando
material. Íbamos cada ocho días o cada 15 días; salían las novedades y: ‘ahí
les va’. Comentó que allá en México les daban más promoción a los sonideros
de allá, porque allá es otro ambiente, utilizan la salsa. La idea era que
sacaban más movimiento allá con la salsa y aquí es movimiento tipo vallenato,
otra onda. Allá casi no pega esto, y aquí sí. Entonces decía que no sacaban
mucha venta del material que era del estilo de Monterrey. Y de ahí fue que
34
empezaron a decaer, nada más los sonideros fueron los que siguieron
comprando los discos.
Los sonideros del Distrito Federal fueron otro canal de paso para la música
colombiana hacia Monterrey. Recuerda Gabriel Dueñes, uno de los sonideros más
famosos de la Loma Larga, que en 1984 varios colegas decidieron organizar un viaje
al Distrito Federal en busca de material musical (Ver foto 5). Los contactos les
sirvieron para posteriores viajes de negocios y para conocer a sonidos como “La
Changa”, “La Conga”, del popular barrio de Tepito, en la capital. Vale la pena
mencionar el nombre de un sonidero llamado “El Morelos” -por provenir de la Colonia
Morelos (Tepito) o del Peñón de los Baños. El “Morelos”, ha tenido una gran
actividad difusora del Distrito Federal a Monterrey, trayendo a vender discos a los
sonideros de la Independencia. Según varios sonideros, también ha viajado a
Colombia para traer las novedades y ha extendido su actividad por varias partes de
la República, especialmente a León, Guanajuato (Ver apéndice 1)
35
La vida de Gabriel Dueñes es muy ilustrativa para comprender el oficio y las
condiciones de producción del sonidero. Pese a que hay sonideros más antiguos
dentro del ambiente colombiano de la ciudad, se considera a Gabriel Dueñes y a los
hermanos Mario y Raúl Murillo como los sonideros en activo más populares, con
más tradición y material musical. Tan sólo Dueñes cuenta con una colección de
cerca de 800 discos de música tropical y colombiana. Su actividad no se reduce a
eso; vende camisetas con fotos de artistas colombianos que salen en las portadas
de los discos y videos de conciertos de grupos musicales en Colombia y de
conciertos en Monterrey.
Durante todo este tiempo, se desarrolla la vida del Dueñes obrero y del Dueñes
difusor de música y, aunque su actividad como sonidero ha decrecido notablemente,
parte de su familia ha seguido los mismos pasos y recrea la cultura musical
colombiana bajo nuevas condiciones: Dos de sus hijos le ayudan en su puesto del
mercado “La Pulga” que está bajo el puente del Papa o Puente San Luisito; uno de
sus yernos era sonidero y dos de sus hijas están en una banda juvenil; la mayor de
sus hijas relata cómo la música colombiana le trae los mejores recuerdos, los de su
36
niñez, y de cómo volvió “colombiano” a su esposo, a quien no le gustaba este tipo de
música. Entrar a casa de Dueñes es entrar al universo de “lo colombiano”.
Sin el padre y con dificultades para conseguir suficiente agua para sembrar, el resto
de la familia, poco a poco, terminó por hallar su refugio en Monterrey. A Toño, el
hermano mayor, le siguieron los hermanos María, Gabriel, Manuel, Lalo y Ernestina.
Para entonces, habían vendido ya 34 hectáreas de una tierra que, poco después, se
supo riquísima en agua y donde la producción de uva hoy se ha hecho famosa.
37
22 años ahí y no lo sacan del mínimo, pues dígales que ¿qué onda?’…Y el
primer patrón me hizo la casa. Yo se la pedí: ‘Pues oiga, mire cómo estoy
aquí todo goteado’. Tenía un techo de lámina. ‘Mire cómo se moja mi casita,
toda hundida’. Y dice: ‘Quiero que tumbes todo y hagan plano todo hasta
allá’. Y él construyó todo.
(Ya cuando lo dejé) Yo no tenía cara con qué decirle, no, pues déme tanto.
El me dijo: ‘¿Sabes qué Gabriel?, te voy a dar 300 mil pesos’. ‘No, está
bueno’, y Ahí nos vimos. No, pues me fue mejor y progresé. Tenía 22 años
con el mínimo.
¿Por qué? porque nos faltó capital. No le miento, pero metimos un capitalillo
ahí. No diga que de un peso o dos, fueron 15 millones los que metimos, pero
no funcionó. Nos faltó más capital, más dinero para seguir adelante, pero la
fundición... yo sé de fundición. Nos faltó dinero para sostenernos. Manuel ya
empezó a vender el taller de tornos y se fue para Houston. Con Caló (otro
fundidor) duré 10 años. Pero no me liquidó ni nada. Me hizo trampa. O sea,
que el señor éste quebró. Me dijo: ‘Gabriel, ya no hay trabajo’. No me liquidó
ni nada. Me la hizo de pedo, haga de cuenta. Quedé así, sin trabajo.
Yo nada más quería lo que me correspondía. Yo no le robaba nada. No. Él
me robó. Pues como yo no había andado en esos problemas, ¿verdad?, en
Conciliación (y Arbitraje). Firmó él dos documentos: uno de 12 millones y uno
de tres millones y nomás me pagaron el de tres millones y el otro me lo
desaparecieron. Ya no me lo quisieron pagar. No, pues está bueno y ya me
comieron ahí. Y me dijo el baboso abogado: ‘Ya te fregaron Gabriel, ya ni
para qué, ya firmaste, aquí está tu firma.
A mí me robaron. Pero, mire, Dios es muy grande. Yo estaba un poco
agüitado, enfermón, pero ya me aliviané. Sigo jalando a toda madre. Gano
poquito, gano casi el mínimo, un poco más arriba, casi 300 pesos a la
semana.
38
Me levanto temprano. Ya pa’ las siete de la mañana ya estoy en friega en
Guadalupe. Pero es una chulada mi trabajo.
En el horno usted echa el material en bruto a la campana, quebrado, todavía
no sirve, es chatarra. Se funde ahí, se hace caldo, está goteando y ya se
hace líquido, dos horas y media prendido el horno. Se limpia se desengrasa
y queda el puro líquido. Se le quita todo el fierro y en ollas como de cuatro
pulgadas, donde apenas puede usted se echa en las piezas, se funden.
Agarra uno la olla y la echa (en las piezas): fushhhh... cae líquido… Con dos
ollas fundiendo. Dos vaciadores y otro quitando la rebaba, las gotas,
echando la tierra, volteando los adobes; otro sacando las piezas. Es un calor
intenso como unos 50 y 60 grados.
…Es una bendición ese trabajo, ¿sabe por qué?, porque ahí hace condición
uno…Cuando saca las piezas anda uno así: ‘¡prahh!, ¡prahh! (gesticula el
movimiento de palear) todo sudado… Ahí saca uno toda la enfermedad. Todo
ahí avienta.
Un trabajo de obrero que evoca la relación ancestral con la tierra, esa tierra que
Dueñes probablemente rememore en sus épocas de infancia. Y quizá por eso se
refiere a ella de esta manera:
Haga de cuenta que el lunes yo ya voy con mi chamba y ahí está la tierra
esperándonos. La tierra nomás está acostada, así. Hay que mojarla,
empezarla a apalear, dale vuelta, ponerla húmeda a que se haga el adobe
así, que la agarra, hace un puño, la tira, y ahí se queda el puño pegado.
39
Con ayuda de su hermano Manuel, el sonido “Dueñes Tropicalísimo” o “Dueñes
Hermanos”, recorrió gran parte de la falda de la Loma Larga, amenizando todo tipo
de celebraciones.
Hace unos 14 años, Dueñes comenzó a vender en el mercado del “Puente San
Luisito” cassettes con música colombiana que grababa a partir de sus discos. Este
tipo de actividad se hizo muy popular y se extendió por otras partes de la ciudad.
Hoy es una de las maneras como se difunde este tipo de música. Nuestro
entrevistado explica que bajó al mercado del “Puente del Papa”, pues vivió
momentos difíciles durante la crisis de 1982.
Como todos los sonideros, Dueñes desarrolla su actividad fuera de cualquier control
oficial. Opina que no afecta al mercado constituido legalmente pues la música que
vende no se comercializa aquí. Asegura que la música que sí vende no la copia con
sus portadas originales, como sí lo hacen algunos vendedores que vienen de
México. Personajes como Dueñes ofrecen otro tipo particular de servicios: grabar
cassettes al gusto del cliente, con las melodías que él propone. Estos servicios,
denominados “listas” por recibir una lista de canciones para grabar, sólo lo pueden
hacer los sonideros que tienen una amplia discoteca y tienen un precio más elevado.
(Ver Foto 7)
40
Otras de las especialidades de Dueñes es vender música “rebajada”, esto es, música
grabada con menores revoluciones que las normales y que provocan que la canción
se escuche más lenta. Según todos los sonideros entrevistados con la “rebajada” se
disfruta más la colombia y se evitan los ritmos demasiado rápidos del Caribe. Sobre
las rebajadas volveremos más adelante.
Me acuerdo que una vez vino (Dueñes) aquí a tocar a la casa. Yo lo conocía
nada más por el sonido y todavía no era mi compadre, ni nos hablábamos.
Nomás que de repente me entró la espinita. Desde los trece años más o menos
oía las rolas y yo me emocionaba y ¡chingado! ‘un día yo voy a tener un sonido’
[se decía]. Me acuerdo que una vez mi jefe me compró un aparatito, así chavito,
pero era un amplificador chiquito que traía su tornamesita. Desde entonces me
empezó la espinita y empecé a comprar discos los sábados; un disquito así, era
lo que podía comprar ¿verdad? Ya después no me llamaba la atención. De
repente empecé a jalar y vámonos que me aviento una droga, compro uno [un
sonido] en la mueblería. Te las distribuían en abonos. Saqué uno chavito y no
me gustó, ¡no, esta chingadera no! Pues fui y lo entregué y me dieron uno
grande, es el que tengo todavía y es el poderoso, con ese tocamos allá arriba
[en la punta del cerro de la Loma Larga].
41
Ahí enfrente está el señor Gámez, está más viejo que Dueñes y era de los
que se aventaban su batalla. [Pero] se dejó caer porque se fue para el otro
lado….
42
Capítulo 3
La producción de la música colombiana
Las oleadas de migrantes se fueron asentando hasta 1940 en la parte baja del Cerro
de la Loma Larga (Independencia, Nuevo Repueblo) y en otras como la Coyotera y
El Pozo, pero a partir de los sesenta la migración se aceleró fuertemente. Durante
esa década y la siguiente, al fenómeno de la migración se aunó el de la posesión
ilegal de la tierra, dirigida desde entidades oficiales o antagónicas al gobierno. Los
nuevos posesionarios no eran todos migrantes inmediatos, sino familias que ya
tenían tiempo en la ciudad y ocuparon espacios en la periferia con la esperanza de
hacerlos suyos3.
1
Para una panorámica de la marginación en Monterrey se puede consultar la serie de investigaciones editadas
por Zúñiga y Ribeiro (1990). La marginación urbana en Monterrey. Facultad de Filosofía y Letras, UNAL. Monterrey.
2 Ver Pozas (1990: 24)
3 Ver Pozas (1990: 20)
43
para el buen desarrollo de la ciudad, anulada su participación política autónoma (al
menos para la gran mayoría), los marginados comenzarán a desarrollar estrategias
de sobrevivencia a distintos niveles entre 1960 y 1990: económicamente trabajarán
en la construcción, en el comercio en pequeño, serán pequeños productores,
realizarán trabajos no calificados en fábricas, ofrecerán servicios domésticos y otras
actividades informales; desarrollarán “redes de solidaridad” y formas autogestivas en
la comunidad, se acercarán al cobijo que ofrecen las corporaciones priístas o las
organizaciones de izquierda, (fundamentalmente el Frente Popular Tierra y Libertad),
para la legalización de la tierra, introducción de servicios o extensión de permisos
para trabajos mejor remunerados como el transporte.
4 La música grupera es en realidad un conjunto de géneros musicales que tienen en común el ser interpretados en
conjunto o grupo. Su nombre parece haber sido dado por la industria cultural nacional para agrupar a la música
pop del norte de México y Sur de Estados Unidos que no era balada, salda o corrido.
5
Haría falta correlacionar los asentamientos que duraron más tiempo en calidad de irregulares -como expresión
de mayor marginalidad- con la existencia de jóvenes esquineros y, finalmente, con la de grupos colombianos.
44
3.2. Los profesionales
Aunque actualmente el camino lógico para ser profesional pasa primero por tocar en
la esquina y en el barrio, luego en los camiones y después como semiprofesional, en
esta exposición mantendremos un orden cronológico para permitir al lector la
perspectiva histórica del fenómeno. Una razón anexa es que las condiciones de
surgimiento de los primeros grupos profesionales en Monterrey difieren, hasta donde
los datos nos permiten afirmar, de la de los nuevos conjuntos colombianos.
Es por todos reconocido que fue Celso Piña el primer intérprete de lo que se
denomina música colombiana en Monterre2 y. Ya comentamos que la música de
Colombia sufre modificaciones que, al introducirse al mercado mexicano la
convierten en una parte de la “música tropical” mexicana, preferentemente “cumbia
tropical” o “cumbia norteña”. Estos cambios incluyen eliminar algunos instrumentos y
agregar otros, especialmente electrónicos, así como modificar el ritmo. La diferencia
entre tales gustos otorga identidad y status, de forma que confundir a un
“colombiano” con un tropical podría llegar a ser denigrante. Y no es que la música
tropical sea rechazada, sólo que los gustos están bien delimitados. Por ser el
primero de su tipo y por corresponderle el mérito de “abrir camino” en la producción
de música colombiana a nivel profesional, profundizaremos un poco más en la
trayectoria de este intérprete (Ver foto 9).
En los años 70 surgieron, en la falda del Cerro de la Loma Larga, varios grupos de
música tropical que tuvieron éxito relativo. Estos grupos precursores como Perla del
Mar, Tropical Caribe, Grupo Amaya y otros, ejecutaban melodías colombianas al
estilo “tropical” y eran apoyados por la gente, porque por primera vez existían
intérpretes locales de la música que les gustaba y eso representaba un progreso
respecto a la situación anterior, cuando se dependía de los sonideros para amenizar
las fiestas. Incluso algunos de ellos llegaron a componer sus propias canciones.
Para 1982, año que inicia profesionalmente Celso Piña, se puede decir que este
autor no sólo continúa con la tradición musical de los habitantes de la Loma Larga,
sino que abre el campo de la producción local de música colombiana tocada en su
6
No es Celso Piña el primer artista de su tipo en México. Los Huacharacos de Colombia tienen, según Joel Luna,
20 ó 25 años de tocar cumbias al estilo colombiano. Todos son mexicanos y músicos de profesión. Hay algunos
que tocan en el Conservatorio o en la Banda del Estado. Existe también el Supergrupo Colombia, que desde 1977
se ha dedicado a difundir el folklore colombiano. Curiosamente, más allá del impacto que hubieran tenido en sus
públicos, ni Celso ni los grupos capitalinos tuvieron jamás el éxito comercial de Rigo Tovar, Acapulco Tropical, u
otros grupos de música tropical del momento (Joel Luna, entrevista personal , 30 de marzo de 1996) .
45
forma original3. Afirma Celso Piña:
…Había grupos tropicales, como Vilma y su Perla del Mar, el Caribe, el Santo
Domingo, que te tocaban colombiano, pero con organito, a su estilo...
Entonces a mí se me prendió el coco y dije “Chingada madre, pues esta
música está con madre, yo no sé por qué no la tocan como debe de ser.
Celso empezó a trabajar en la formación del grupo con dos de sus hermanos y otros
amigos, pero hasta que fue un verdadero profesional, la música fue siempre una
actividad secundaria. El trabajo de mantenimiento en el Hospital Infantil y
posteriormente en una fundición fueron las labores que le dieron de comer.
El padre de Celso Piña gustaba del porro, un aire musical de la costa atlántica
colombiana. Esta transmisión del gusto por la música colombiana -aunque sean
géneros diferentes- será una constante en la vida de otros músicos aquí referidos y
nos hablan de un desarrollo en el gusto. Si antes había sonideros que trabajaban
para un público, los hijos de éstos y de otros consumidores crearán los primeros
grupos musicales en los años 80.
7 En sentido estricto esta sería re-producción, porque busca reproducir lo más fielmente la música original,
mientras que la música tropical tiene, en su proceso de adaptación, más elementos culturales propios de México.
8 Ver P. Neira (1990).
46
Lo alcanzamos a ver cuando tocaba con sus botecillos -cuenta Pedro Valdés,
de “Sonido Monarca”-. Tocaba aquí arriba [en el cerro]. Uno lo miraba tocando
en las casas hasta de a gratis. Me acuerdo cuando fuimos a tocar a una boda
y ahí nos gusto. Dijimos: ¡ah!, está bien lo que este chavo está haciendo y
luego empezamos a platicar con ellos y nos hicimos camaradas. Los
encandilamos para que grabaran el primer LP. Iba yo con una grabadora
chavita que tenía, grabábamos las canciones de ellos y luego se las
mandamos a José Luis Loera. El era el coordinador de [Discos] Peerles.
“Oiga, ¿cómo ve, José Luis?, ¿le gusta cómo toca este grupo?”. Y dijo: ‘Está
bien, se oye bien. ¿Cómo ven si me prestan el cassette para llevarlo allá a
México a ver que dicen?’. Se lo llevó, oyeron el cassette y les gustó. Le
mandaron material para que grabara, para que empezaran a ensayar ellos y
allí fue donde empezaron a grabar el primer LP. Y de ahí para arriba.
Piña no se da ningún mérito más allá de haberse arriesgado a tocar en la forma más
original posible un ritmo colombiano que se consumía “amestizado” a niveles
masivos. Su confianza al interpretar esta música venía dada por el hecho de que en
toda la franja existente de la Loma Larga y en la Colonia Moderna los sonideros
habían desarrollado el gusto por la música colombiana y su baile, pero toda ella era
música grabada:
Si había mucho gusto, porque yo me rolé con buenos [sonideros]. Aquí venía
[Mario] Murillo, Aquí arriba a tocar. [Gabriel] Dueñes también. Allá en la
Boquilla no se diga. Aquí en La Campana, en La Caracol, en La Moderna.
Pero pura música grabada ¿ves? Sí había mucho mercado, pero no había
músicos en vivo. Yo empecé a trabajar con mis hermanos, con otra gente
empecé a tocar música de acordeón, colombiana, en vivo.
Quizá lo más difícil para Celso fue abrirse paso entre las expectativas del público. La
gente, acostumbrada a divertirse con la música tradicional, le pedía música norteña y
tropicales. Él debía asegurar que sabía interpretarlas con tal de que lo contrataran,
aunque la mentira le pudiera costar cara, pues, según dice, nunca tocó otra cosa que
no fuera música al estilo colombiano:
Una vez llegué y toqué… Que se acerca una pinche vieja y dice: “Oiga,
oiga.... oiga”, ¿cuándo va a tocar una cumbia?”. Lo que pasa es que ella
quería una cumbia de Rigo Tovar. Le digo: “Mira mamá, desde que llegué
estoy tocando cumbia colombiana, la madre de las cumbias, no mamadas”.
“¡Hajjjj! Pues ésas están muy feas, esas cumbias, esas canciones. Yo quiero
otras de Rigo Tovar”. Le digo: “¡Ah no, no, no, mi reina! Me va a disculpar
pero no conozco yo a ese señor. ¿Qué vende o qué?” No, pues olvídate. Y
allá va Celso para fuera con todo y chavos.
47
grupos que ya están por completo insertados en los circuitos comerciales. Al
respecto, Servando Monsiváis, director artístico del grupo M-19, lo describe así:
Celso comenzó a grabar con el sello Peerles, que desde hacía décadas manejaba la
venta de música colombiana; pasó al sello grabador RCA, con el cual sólo grabó un
disco y rompió también porque le pidieron tocar música que ni siquiera era tropical 9
y Celso se negó:
9Le pedían que grabara música al estilo del rockero Jaime López, quien por aquellas épocas sacó la canción “Ella
empacó su Bistec”.
48
digo: "Mira papá, lista de grupos por acá y lista de grupos por acá [extiende
sus dos manos]. ¿Estaba loco?, ¿quién tenía la razón?" Esos son gustos muy
personales.
En sus inicios, el grupo recibió importante apoyo de Juan Sías, sonidero famoso,
dueño del Sonido Alvarez y padre de los tres primeros muchachos. Como la casi
totalidad de los grupos colombianos, sus integrantes son autodidactas,
especialmente en lo que se refiere al acordeón.
49
DISA es su disquera, pero en cada país un distinto sello grabador los representa. En
Estados Unidos, Fonovisa; en Argentina, LíderMusic; en Paraguay, Ibsa.
Lo que destaca de este conjunto es que, según los músicos, ha logrado darse a
conocer en países sudamericanos tanto o más que otros grupos colombianos, lo
que, al parecer, se debe al mayor desarrollo que tiene, en Monterrey y en México, la
industria cultural:
…claro que los músicos colombianos también han salido a nivel internacional,
pero en este momento, lo que es Sudamérica, por ejemplo Paraguay,
Argentina, Bolivia, Perú, esta música se ha dado a conocer por el grupo de los
Vallenatos, cosa que para nosotros es muy importante porque Colombia, aún
estando cerca de ellos, no se han dado a conocer los grupos.
De acuerdo con su visión, aventajan a los demás grupos en aspectos tales como la
presentación en el vestuario, la aparición de todos los músicos en cualquier evento 10
y la promoción a nivel internacional en prensa y radio.
Otras razones que estos músicos han expuesto para explicar su éxito es que durante
la década que llevan juntos siempre han permanecido unidos y han mantenido una
misma línea temática. Llama la atención que sus interpretaciones de los ritmos
colombianos son más lentas, porque, al parecer así les gusta a los diversos públicos
de Paraguay, Argentina y lugares como León, Guanajuato, en México.
10 Vallenatos explica la molestia que siente el público de los países donde se presentan cuando, de un grupo
colombiano famoso, sólo llegan el vocalista, y el acordeonista. Los demás son músicos de reemplazo. La misma
crítica la escuchamos de varios entrevistados mexicanos.
50
Brownsville, Mcallen, Alamo y Mision. Además, es el único grupo que trabaja con
producción y administración propia.
Por muy relegada que esté la música colombiana de Monterrey, cuando se llega al
nivel profesional se debe estar inscrito en el padrón del sindicato de músicos y
obedecer las reglas impuestas a todos los grupos musicales. Éstas consisten en
pagar una cuota mensual y otra por cada audición del 5 por ciento. Si ésta es fuera
de la ciudad, se debe pagar una “carta de paso” que se entrega al representante
sindical de la ciudad donde se ejecutará el concierto o la tocada. Es una especie de
impuesto que se cobra a los grupos de fuera que llegan a “quitar trabajo” a los
grupos locales. Si no se liquida la carta de paso se paga una multa, y si ésta
tampoco se paga, el músico se atiene a las consecuencias, ya sea que le prohíban
tocar en alguna ciudad o, si hace caso omiso, que le impidan por cualquier medio
que toque en ese lugar.
Los miembros del Sonido Panamá, impulsores del grupo musical “Romance
Vallenato”, también expresan sus quejas:
51
tienen en su haber 40 composiciones y Juan Francisco Ortega Coronado, “El Compa
Julio”, con 25 composiciones grabadas por diversos grupos. También han
compuesto. en menor medida, Joel Luna, Celso Piña y su padre.
Inició su actividad como compositor en 1974 cuando llevó algunas de sus obras a la
Asociación de Compositores de Nuevo León. Allí se hizo socio y aprendió música de
forma autodidacta, conocimiento necesario para que los autores registren como ellos
quieren sus canciones. Fue obrero durante un tiempo y reparador de
electrodomésticos a domicilio. Así conoció a Celso Piña, con cuyo grupo tocó un
año, de 1986 a 1987. Sin embargo, nunca tuvo oportunidad de que se interpretaran
sus composiciones. Las producciones musicales de Celso Piña fueron durante un
tiempo copia fiel de los originales colombianos, pues no se veía muy bien que un
mexicano escribiera temas para este tipo especial de música.
Pese a su interés y gusto por la música colombiana, el Compa Julio se asume como
un compositor comercial, que no escribe únicamente lo que siente y vive, sino lo que
le gusta a la gente:
52
de la compañía te hacen que tengas que seguir una línea para que tengas
ventas en Estados Unidos, tengas ventas en México y tengas ventas en
Sudamérica. Si yo me pongo a cantar una canción y que habla, por ejemplo,
de las palmeras y todo, y si la haces cumbia, esa canción te puede funcionar
en el norte de México: lo que es Laredo, Monclova, Reynosa, todo eso. Si tú
haces una canción que habla de mucho amor, esa canción en Sudamérica te
va a funcionar. Si haces una canción, una cumbia, pero una cumbia
romántica, o un paseo vallenato, también te va a funcionar en México, en la
capital y aquí en Monterrey, básicamente lo que les gusta mucho es el paseo
vallenato.
Por su lado, el Compa Julio admira el ritmo de la música colombiana y trata de imitar
la forma poética de sus composiciones (especialmente los vallenatos), pero defiende
que el contenido sea de vivencias locales o nacionales:
…yo prefiero a los Tigres del Norte, es una música que está hecha con la
métrica, con el estilo, con las notas, con los tonos, con los sentimientos que a
uno le enseñaron, con lo que uno va creciendo. Entonces en proyección de
sentimiento yo siento a los Tigres del Norte.
Prepárenme la avioneta
yo mismo llevo la carga,
Primero vuelo a Aguaprieta
Luego me voy a Tijuana
Llegaré antes que amanezca,
A la Unión Americana
11La letra pertenece a la canción Oro Verde, de Juan Francisco Ortega Coronado y es interpretada, entre otros, por
los siguientes grupos: Banda Arriego, Vagón Chicano, Potrillos, Migrantes del Norte.
53
En cambio, sus letras para las melodías colombianas retratan un ambiente
completamente diferente al anterior, pero no menos realista:
Un domingo en la tarde
toda la gente asomabrada
lo vio vagar por la calle
vuelto una piltrafa humana
En su cara de niño
traía la señal del diablo
y en sus manos el vicio
con que su vida truncaba12
Compa Julio describe los complicados mecanismos gracias a los cuales un autor
puede vivir exclusivamente de su obra, cosa que lleva haciendo desde hace cuatro
años. Asegura que los autores se defienden con la Ley Federal de Derechos de
Autor, promovida por la Asociación de Autores y Compositores de Música (SACM)
aprobada durante el sexenio de Adolfo López Mateos.
Hay muchas casas disqueras que no te pagan, prefieren que los enjuicien,
porque le saben y se defienden. Apenas llevar una diligencia jurídica. Como
ésta requiere de lana y el autor tiene que poner la lana para pagar a un
abogado para que le llame, por ejemplo, de aquí de provincia, al derecho de
autor de México. ¡Nomás imagínate! Es una lana para poner una demanda;
todavía uno no sabe si le va a ir bien, vas a meter dos o tres pesos para sacar
diez o a lo mejor ninguno, entonces no tiene caso. El 99 por ciento de la
12“Crónica de un Drogadicto”, del mismo autor y quizá una de las composiciones locales más conocidas. La
interpretan grupos como el Escuadrón Colombiano y Ronda Colombiana.
54
música colombiana que me han grabado no me han pagado ni un cinco ello.
Discos DEMI son unos sinvergüenzas -aunque voy a grabar con ellos.
Pero para esto debe conseguirse un editor. Las compañías editoras trabajan
cobrando las regalías de sus compositores representados y por ese trabajo reciben
un alto porcentaje del valor que cobran. Por supuesto que todos prefieren tener
asegurado dos tercios o la mitad de unas regalías a no tener asegurado nada, a vivir
una situación en donde los usuarios de las composiciones a nivel comercial nunca
pagarían si no fuera por la intervención de los editores.
Javier López y Martín Sías están esperando desde hace año y medio las regalías de
Argentina y Paraguay por su penúltimo Long Play, cuyas composiciones pertenecen
a ambos en su totalidad:
Por ejemplo, nosotros grabamos para DISA, pero DISA le pasa la concesión a
otra compañía, a Líder Music de Argentina y a Ibsa. Entonces, yo no voy a
hablar a Ibsa ni a Líder para decirle: “oiga, yo quiero que me pague las
regalías de mi disco que se está vendiendo allá”. Porque para empezar lo
primero que me van a decir ellos es: “Nosotros no tenemos por qué pagarle
nada”. Su compañía tiene que arreglar con una editora de aquí de Argentina,
con una editora de Paraguay, para que esa editora nos cobre a nosotros, y
esa editora le envíe el dinero a DISA a EDIMONSA y EDIMONSA le pague a
usted.
En el medio colombiano surgió el rumor de que la esposa de Omar Geles, uno de los
compositores colombianos más famosos, conoció en Nueva York el éxito de “Los
Caminos de la Vida”, escrita por Geles e interpretada por Los Diablitos, un conjunto
de la misma nacionalidad. Sólo que el éxito no se refería a su versión, sino a la de
un grupo regiomontano llamado La Tropa Vallenata. Al final no pasó nada, porque
Geles y el grupo regiomontano llegaron a un arreglo satisfactorio pero, de ser cierta,
la historia mostraría la falta de infraestructura comercial y legal para monitorear ese
tipo de situaciones.
55
A veces se interpretan mal las cosas, pero ese es un movimiento que se tiene
que hacer. Lo que le está pasando a varios autores colombianos es eso, que
ellos tienen que reclamarle a la disquera, en este caso a Codiscos [una
compañía de discos colombiana] y Codiscos le tiene que reclamar a una
editora de aquí de México...Y no te van a pagar, te aseguro que no te van a
pagar en, por lo menos, dos años. Pero cuando se arregle eso te van a pagar
toda tu liquidación como debe ser; [más bien] como ellos manejan, no como
debe ser.
En Monterrey, las condiciones de vida de los marginados han sido analizados desde
diversas perspectivas13. Entre ellas destacan las precarias condiciones de la unidad
doméstica -su reducido espacio, sus materiales de mala calidad o de desperdicio, la
carencia de servicios básicos- el largo, tortuoso y muchas veces incompleto proceso
de urbanización -con calles que nunca se pavimentan, alumbrado público que no
siempre protege a los estudiantes al regreso de la escuela, la ausencia de espacios
para el esparcimiento, y también el desigual valor del capital cultural para conseguir
un modo de vida digno. Zúñiga (1990) comprobó que los hijos de marginados con
más escolaridad que sus padres no necesariamente obtienen una movilidad
intergeneracional ascendente; esto es que el cambio de perfil escolar no siempre
llevaba aparejado un cambio en el perfil profesional a menos que estuviese
relacionado con una actividad en ese sentido realizada por los padres.
Este es el caso de las bandas que aparecieron simultáneamente en varias partes del
país con una organización interna y expresiones culturales diferenciadas. Así, en la
ciudad de Monterrey:
(El surgimiento de Celso Piña en 1982) …coincide con el hecho de que los
barrios populares llegaron a cumplir la edad suficiente para que los grupos
juveniles empezaran a ocupar el único espacio disponible de acuerdo a las
políticas urbanas: las esquinas… Para mediados de los 80 la población juvenil
de estos sectores era amplia, como lo eran sus demandas y la búsqueda de
una identidad que los definiera (Torres, 1990:52).
13
Ver Zúñiga y Ribeiro, eds. (1990).
56
Los grupos esquineros o pandillas mantendrán en Monterrey variadas percepciones
del entorno y de sí mismos. Por tanto, llevarán a cabo distintas conductas hacia la
comunidad, las instituciones, otras bandas, la droga, la violencia y la delincuencia.
Tales lógicas de acción se verán influidas por las condiciones de surgimiento de las
bandas y el carácter migrante de los padres, entre otros factores 14. Pese a ello, el
consumo y a veces la producción de música colombiana, es una constante en la
mayoría de las bandas de la ciudad. De hecho, para Torres (1990) la aparición de
Celso Piña no sólo significó la existencia del primer músico local que interpretaba la
música colombiana, sino también la posibilidad de una nueva identidad, ser
colombia. (Ver foto 11)
Aunque Piña no formó parte de un grupo juvenil esquinero como tampoco muchos
de los primeros músicos, Torres asegura que su aparición coincide con la primera
generación de las bandas, que dejan el rock para acercarse a la colombia y a él,
como ídolo de barrio popular. Habrá entonces dos elementos de indumentaria en los
muchachos: la proveniente de la cultura del rock y la de Celso Piña y otros músicos
locales y nacionales que vestían con atuendos tropicales -pantalones bombachos,
camisas de palmeras o flores. Ambos serán identificados con la pobreza, la
violencia, el mal gusto y la drogadicción.
57
ausencia de éste último). Continúan con las tocadas en los camiones urbanos
(Torres, 1996: 54).
Torres menciona los instrumentos que un grupo puede fabricar y los procedimientos
respectivos:
Guacharaca.- Elaborada con latas de conservas con surcos o desniveles, que hacen
la función de los relieves necesarios para que se produzca el sonido al rascarlos con
una peineta. Ejemplifica el uso de este idiófono con el caso del grupo Neblina
Colombiana, de San Nicolás, cuyos integrantes usaron tela metálica para tal fin.
Luego de cortarla y corrugarla artesanalmente la enrollaron para darle la forma
cilíndrica del instrumento original.
Torres también plantea unas de las situaciones definitorias en la vida de los grupos
musicales esquineros y camioneros: su relación con la banda:
La estrecha relación del grupo musical con el grupo esquinero puede causar
dificultades, al heredar el primero las broncas del segundo; la disputa por
espacios es un ejemplo de ello. Estas dificultades se agudizan cuando el
58
grupo toma más formalidad y decide entrar al terreno de la profesionalización.
Es entonces cuando se les va cerrando su participación en tocadas
comunitarias o salones de baile (Torres, 1996: 56).
15
Haciendo Esquina es un proyecto independiente de trabajo comunitario con jóvenes de colonias populares que
colaboró, entre 1995 y 1997 con el gobierno panista del municipio de San Nicolás. El antecedente de este proyecto
se encuentra en el Municipio de San Pedro, donde varios de estos jóvenes y otros más comenzaron a realizar
trabajo de atención a jóvenes banda en 1992 con un programa llamado “Mucho Pedro”. Ambos proyectos tienen
fuerte participación de sociólogos egresados de la Facultad de Filosofía y Letras, quienes también han realizado
investigaciones.
59
3.3.5. De la banda al escuadrón: El caso de Servando Monsiváis
¿Para qué le voy a echar mentiras? Probé de todo. Probé sarolo, Resistol
5000, la coca, de todo, de todo probé. Y no, gracias a Dios no me estanqué
en lo que fue las drogas. A mí no me da vergüenza -en la casa sí.
Cuando yo me pongo a platicar mi papá mi mamá me regañan: ‘No, ¿para
qué platicas de esas cosas?, ¿no te da vergüenza?”. Y creo yo que no es
vergüenza, son etapas que vive uno de juventud y por desgracia mucha gente
se queda ahí, estancado, y hay otros que sí saben superar el problema.
60
El padre de Servando, de 52 años, escuchaba mucho a Aníbal Velázquez, Alfredo
Gutiérrez y Los Corraleros del Mahagual. Le ha platicado a su hijo que le tomó el
gusto cuando vivía en la Colonia Independencia y escuchaba a los sonideros alegrar
las fiestas “con su trompeta de escuela”.
Con la radio fue lo mismo: le atraía y no veía la forma de acercarse para trabajar en
los programas sobre música colombiana. Al conductor de música colombiana que
trabajaba en Radio Nuevo León, Lacho Pedraza, le llevaba discos y novedades, para
tener pretexto de acercarse, poco a poco, a su objetivo, conducir un programa de
radio.
Pidió empleo en Radio Nuevo León y le ofrecieron trabajo como programador, pero
sin paga: “La que me daba era mi mamá. Siempre me regañaba pero siempre me
daba”. Lo hizo y se burlaban de él. Hasta que le llegó la oportunidad y tuvo su
programa, Contacto Colombiano.
61
CAPÍTULO 4
Circulación (mercados)
Toda esta producción compite con la venta informal o “pirata” que se encuentra en el
mercado del Puente San Luisito o puente del Papa, los establecimientos del
pequeño comercio en la Avenida Juárez y Colegio Civil, Peny Riel y otros lugares
más. Gran parte de su actividad la explicamos en el capítulo 2. Ahora sólo diremos
que algunos de estos pequeños establecimientos pueden ofrecer tal variedad de
autores, géneros, estilos y épocas, que sólo podrían compararse con la diversidad
de material que uno halla en las discotecas sobre la música “pop” y “rock”, ya sea
latinoamericana o de habla inglesa. (Ver foto 15)
Celso Piña reconoce que la música que se vende entre los sonideros no lo beneficia
él ni a los otros artistas locales, nacionales o internacionales. Acepta que más bien
es una manera de ganarse la vida, a la que cada quien tiene derecho:
62
Ahí los que deben de tomar riendas en el asunto o no sé como se diga, son
los de la Procuraduría. "Oye, bueno, vamos a rebajarles impuestos para que
den más barato el disco original, el cassette original y así aquellos hombres ya
no tengan la necesidad de andar pirateando”.
El otro tipo de distribución es el que realizan los migrantes regiomontanos que viaja
para trabajar en varias ciudades texanas, Florida, Chicago o Nueva York.
4
Por ejemplo, en una visita personal por el centro de San Antonio, Texas, fue posible encontrar casetes de La
Tropa Vallenata y de Los Vallenatos de la Cumbia. La encargada comentó que sus consumidores eran jóvenes o
adolescentes, quienes aseguraban que esa música “se oía mucho en Monterrey”.
63
Ya señalábamos en el primer capítulo la relación entre el trabajo migrante y la
distribución de música al referirnos a un yerno del Sonidero Gabriel Dueñes. Jaime
(1996) nos ofrece otro ejemplo donde está presente la exportación del gusto de
Monterrey al sur de Texas: el caso de Eduardo Fresnillo.
Por orden de aparición, se tienen registrados en los años setenta: la XEST, “Radio
Melodía”, la XEOK y la XEH, dirigida por Joel Luna. Esta emisora pertenece al grupo
radiofónico Radio Centro, uno de los cinco más importantes a nivel nacional. La XEH
(1420 megahertz de AM) ha sido la estación colombiana por excelencia en los
últimos años. Hasta finales de 1996 estaba ubicada en el cuarto lugar del raiting de
estaciones de AM. (Ver foto 16)
A inicios del mismo año, la emisora XEIZ, del grupo Multimedios Estrellas de Oro, la
más importante cadena de radio y TV del noreste de la República, dio un giro a su
programación grupera para incluir temas colombianos. Se presentó esta emisora en
la banda de AM, como “IZ, la colombiana”, y en ella programaba música colombiana
y grupera; así se estableció una competencia a nivel comercial con la XEH y, a nivel
de audiencia, con la estatal XEQI. Luego de seis meses, IZ volvió a cambiar al
género grupero. Javier López, de Los Vallenatos de la Cumbia argumenta que la
XEIZ perdió la competencia con la XEH por carecer de conocimientos y contactos en
Colombia para ofrecer una programación adecuada al público colombiano, y por
buscar satisfacer a dos tipos de públicos sin complacer por completo a ninguno de
los dos:
64
No supieron programarla bien, para empezar. Que me disculpe la persona que
estaba en ese momento pero no la supo programar bien, aunque sepa,
aunque tenga conocimiento de la música colombiana, si no la programó bien,
si no la balanceó bien, no tiene éxito. Porque la gente aquí en Monterrey
[está] la gente más conocedora de la música colombiana. Pero como no
puedo competir con lo colombiano, porque no tengo los conocimientos, ni los
contactos necesarios, de la música de primerísimo lugar que hay en
Colombia, pues mejor me quedo con lo grupero, porque lo grupero aquí está y
los grupos aquí están también y en dado momento, un festival, los puedo traer
y a los grupos colombianos no tan fácil.
Creemos que mencionar por su nombre a las bandas o a sus integrantes es una
manera como los consumidores usan a la radio para fortalecer su indentidad y la
relación entre ellos, la banda, y la música colombiana. La XEH, emisora con más
65
tradición por la actividad ya mencionada de Joel Luna, siempre evitó hacer esto, sólo
ofrece nombres de los remitentes y destinatarios de los saludos, su colonia y las
complacencias respectivas, pero evita apodos y nombres de bandas. Como modo de
obtener una “ventaja competitiva”, las emisoras que aparecieron este año sí lo hacen
y permiten mandar sus interminables saludos -pues son para cada uno de los
integrantes de la banda o de las bandas. Quizá como una reacción oblilgada, a
mediados de 1999, la XEH, permitió en sus llamadas al aire la mención de los
apodos y nombres de bandas en los saludos.
En este contexto nos interesa el trabajo de emisora pública XEIQ, pues su diferencia
fundamental con el resto de emisoras tiene que ver no sólo con reconocer y nombrar
como tal a la banda esquinera, sino discutir con ella sus problemas y posibilidades.
En 1994 y durante dos años más, esta radio gubernamental incluyó la música
colombiana como ingrediente de su programación, aparte de un programa de
saludos entre la juventud. Se señala al locutor Lacho Pedraza como el iniciador de
esta idea y poco después a Cory Colombia. Para inicios de 1996 la emisora
acompañaba toda su programación -independientemente del carácter u orientación-
con este tipo de música; de este modo “QI”, en el 1510, sonaba colombiana por los
cuatro costados.
Durante un periodo que duró sólo seis meses, Cory tuvo programas que variaron
entre una y tres horas, dedicados a difundir la música colombiana, dar información
sobre sus exponentes, y mantener interrelación con miembros de las bandas
juveniles a varios niveles. Le siguieron otras personas y grupos como Haciendo
Esquina, que tenía un programa con orientación similar: “Haciendo Esquina…un
encuentro con la banda” 3. Por su lado, “Abrazo”, una organización no
3 En su programa, los integrantes de este grupo no gubernamental lograron que el espacio radiofónico abierto
fuese trabajado desde dentro y desde fuera por jóvenes banda, teniendo en mente objetivos tales como abordar
situaciones reales a las que se enfrentan los jóvenes marginados urbano pobres, usar a la radio como puente de
comunicación entre las bandas, así como los temas recurrentes relacionados con sus intereses, necesidades, gustos
y expectativas. Todo esto, por supuesto, con el fondo de la música colombiana.
66
gubernamental de lucha contra el SIDA, tenía el suyo. “De Colombia con Amor”,
“Contacto Colombiano”, de Servando Monsiváis, “Con Sabor a Colombia”, de Jania
Salazar, eran otros de los programas. (Ver foto 17)
Radio Nuevo León-AM mantuvo esta dinámica hasta agosto de 1996 cuando, luego
de un cambio de administración a todos los niveles, la programación entera fue
modificada y se convirtió en una emisora más plural, con programación para todo
tipo de público. A inicios de 1998, con la llegada del nuevo gobierno panista en
Nuevo León, se dejó únicamente un programa de prevención del SIDA dirigido al
público colombiano, y se abandonó el resto del proyecto.
Destacaremos aquí el papel que cumplió Cory como interlocutora con la banda y
como mediadora entre ésta y las instituciones. Su popularidad y aceptación entre la
banda es reconocida por unos y, a veces, envidiada o disputada por otros. Ella
reconoce que uno de sus principales carencias fue la ayuda especializada para
interactuar más profesionalmente con las bandas, especialmente con las más
violentas, aquéllas que no respetaban las treguas pactadas para los bailes. Tal es el
caso de Los Huérfanos, de la Colonia Paraíso, de aquellas bandas que mantienen
alta mortandad en sus disputas con otras rivales o con las autoridades, como la de
Los Dragones, de Sierra Ventana. Al parecer, las autoridades no supieron valorar su
papel y la dejaron sola. (Ver foto 18)
67
aborto". Hay una canción que se llama Déjame Nacer, acerca del aborto, y
entonces nos ponemos en ese rollo. No en un rollo Pro Vida, sino de que:
"¡Aguas!, porque tú no tienes suficiente dinero para ir a practicarte un aborto
seguro. O sea, vas a caer con cualquier fulano que a lo mejor te puede hacer
un daño, ¿por qué no evitas salir embarazada?, ¿por qué no te cuidas?". O
sea, la cuestión no es estar decidiendo si abortas o no, (sino) si te embarazas
o no. O sea: ‘Chavos, cuiden a sus chavas, el querer es cuidarlas. Si la
quieres la tienes que cuidar".
Sus eventos han sido concurridos y han generado una expectativa en el auditorio,
pues a los ganadores se les ofrecen instrumentos o la grabación de su material. En
ocasiones, sin embargo, decepciona el mecanismo de evaluación o la calidad de los
evaluadores, pues no todos son expertos.
4 Nos referimos a Sonia Rodríguez Alanís, Coordinadora de Servicios a la Juventud, del INJUDE. El resto del jurado
estaba conformado por Joel Luna López, presidente del jurado y programador de la estación radial XEH, radioemisora de
música colombiana; Alfonso Ríos, del conjunto Tropa Vallenata; Ignacio H. Sauceda, de AMG Sigma Récords; Juan
Francisco Ojeda “El Compa Julio”, compositor, y Anastasio Gallegos Flores, del conjunto Ronda Colombiana.
68
profesionales y, al mismo tiempo, el barrio tuviera la oportunidad de recrearse con la
música que prefiere5. En la memoria de sus actividades se resume:
El caso de Neblina Colombiana es puesto como ejemplo del trabajo que se pretendió
hacer en Casa Colombia. El grupo, amateur y autodidacta, logró hacerse de un
público, ganar un concurso y grabar en un estudio profesional, además de realizar,
en 1996 una presentación televisiva en vivo. Actualmente se presenta en salones de
música colombiana y lucha por ganar un lugar más allá del público que lo vio nacer.
El proyecto terminó, entre otras cosas, por la finalización del periodo de gobierno,
pero por primera vez en la historia de la música colombiana de Monterrey se había
creado un centro de encuentro, educación musical y difusión de la colombia. Durante
este periodo fue intensa la relación de trabajo con la gubernamental Radio Nuevo
León y, especialmente, con Cory Colombia. (Ver foto 19)
Por un lado, las reseñas de los eventos de la Casa Colombia aparecen en Date
Tinta!, una revista del mismo proyecto Haciendo Esquina, que también contiene
reseñas de grupos y entrevistas con músicos como Celso Piña. Aparecida en 1996,
esta revista lleva hasta ahora cuatro números.
Por otro lado, la cobertura de algunos aspectos del ambiente colombiano apareció
en los periódicos locales el mismo año. En julio de 1996 apareció una columna
firmada por “Nicho Colombia” 6 en una de las páginas de Metro, uno de los dos
matutinos de la ciudad dirigido a sectores trabajadores. A los pocos meses se
agregaron fotos al comentario y en febrero de 1997, debido a la buena aceptación,
su espacio creció a la página completa.
6 El nombre de “Nicho Colombia” es Lorenzo Encinas, quien trabaja desde hace varios años con las bandas desde
el ámbito institucional.
69
dos días a la semana. Uno de ellos -martes- lo dedica a publicar una pequeña
etnografía de un grupo local, el otro -jueves- se utiliza para reseñar a un grupo
profesional. El material producido por Nicho y acumulado durante estos años es tal,
que merece un estudio aparte. Sin embargo, es ya un hecho significativo, el que la
cultura colombiana haya ganado, de manera permanente, un espacio en algunos de
los principales medios impresos de mayor circulación en nuestra ciudad. (Ver foto
20)
En mayo de 1998 se llevó a cabo uno de los eventos que pueden marcar un
parteaguas en la historia de la colombia en Monterrey. Se trata del festival Voz de
Acordeones, impulsado por tres agrupaciones: El Consejo Social de la Frontera
Norte, el Frente Cultural de Liberación Vallenata y el Colectivo Itinerante.
Por primera vez el tan aclamado y seguido “rey vallenato” era escuchado en vivo en
Monterrey -antes sólo en radio, disco, caset o video. Además del concurso de
acordeones, se impartieron conferencias que ofrecieron información tradicionalmente
poco accesible para la banda. (Ver foto 21)
70
Capítulo 5
El consumo de la música colombiana
De los adultos nos hemos encargado un poco en el capítulo dos. La mayoría de ellos
son migrantes que llegaron en distintos periodos a la ciudad de Monterrey.
Consumen la música en sus casas, las cantinas, los salones de baile, los cabarets.
También la consumen en el trabajo, ahí donde, al igual que sucede con los adultos
jóvenes, no les cause problemas.
A los dos primeros grupos podemos verlos escuchar la colombia mientras manejan
camiones y “peseras” por las calles de la ciudad, en el taller mecánico, en la
pequeña empresa y el pequeño comercio, formal e informal. Como en el consumo
otros gustos musicales populares, se ve a los consumidores sentados en círculo
platicando acompañados de cervezas, al terminar las labores, sobre todo los fines de
semana.
Antes que sus disqueras se lo prohibieran -por cuestiones de “imagen”- grupos como
los Vallenatos de la Cumbia, Tropa Colombiana, Grupo Amaya, amenizaban en
centros nocturnos populares como “Las Fabulosas”, “Manolo’s” y otros más, a
donde asistían consumidores adultos.
En el caso de los adultos jóvenes, es común que abandonen la banda cuando logran
incorporarse al mercado de trabajo o cuando se casan; sin embargo, mantendrán el
gusto o lo negociarán con su “pareja” en el caso que el de ella sea, por ejemplo,
grupero.
71
Cruz (1996), la entrevista con Cory Colombia, y otras realizadas a dos grupos no
profesionales (Neblina Colombiana y Duelo Sabanero) y las ya citadas en el capítulo
tres.
Según este investigador y promotor cultural existe una línea de continuidad entre el
fenómeno de las bandas juveniles y el movimiento cultural colombiano. Son los
jóvenes banda quienes han ido creando sus propios escenarios para el ejercicio de
sus preferencias culturales, las cuales adquieren matices y formas cambiantes.
Con las influencias del rock y otras provenientes del norte y el centro del país los
jóvenes colombianos fueron conformando lo que hoy llamamos identidad colombiana
-que hace sistema o embona con el ser banda:
Para Cruz la esquina representa el escenario más socorrido para que las bandas
obtengan identidad. Hacer esquina, significa para gran parte de la raza, “hacer el
paro", “darse una mano”. Es decir, la calle representa el escenario donde los jóvenes
son banda y colombia a la vez. Por eso Cruz junto con Benito Torres y Angel Sendic
Tovalín, llamaron “Haciendo Esquina” a su proyecto de promoción cultural, que
trabajó entre 1995 y 1997 con la Secretaría de Desarrollo Social en el municipio
panista de San Nicolás:
72
colombianos acostumbran a escuchar la música de su preferencia y donde
desarrollan la mayor parte de sus intercambios y relaciones. Lo único que
necesitan es un buen lugar dónde acomodarse, una grabadora y donde
“clavar” (esconder) un par de “caguas” (cervezas) para acompañar el rato. La
esquina no es lugar exclusivo donde los colombianos disfruten del género.
Pero si adquiere matices de privilegio (Cruz, 1996:60). (Ver foto 22)
En cambio, ahora los chavos banda la rebajarán para escucharla mientras bailan o
se drogan. Si antes los consumidores rebajaban la melodía por sus propios medios,
ahora hay en el mercado informal suficiente dotación de este tipo de música. Según
varios informantes la música rebajada es una manera de adaptar en la misma
“frecuencia” la música y el consumo de droga, su lentitud mejora el placer cuando se
inhala tinher o se fuma mariguana.
73
contrasta casi por completo con el resto de la música que se oferta en el circuito
comercial de distribución y que hoy se llama, genéricamente, música tropical y
grupera. Aquí nos detendremos para estudiar la cuestión de la letra de las
canciones. Para este efecto dividiremos la música colombiana que se escucha en
Monterrey en dos grandes tipos: el que tiene poca letra y está hecho más para bailar
y el que tiene más contenido y, por tanto, requiere más atención, aunque también
sea bailable.
Posteriormente, los sonideros introdujeron los paseos y sones vallenatos (ahora más
de moda entre la juventud) que parecen cumplir varias funciones: tienen en sus
letras una cantidad y densidad que es apreciada, hay amor y dolor, su expresión en
forma lastimera los hace identificarse; el ritmo es sencillo, pero adecuado para
bailarse. Hay dramas amorosos, donde el hombre se enamora de la mujer
equivocada (“Historia de una Muerte Anunciada”), o la asesina por no quererlo, para
luego quitarse la vida (“Cosas que Pasan”); el mismo caso, pero invirtiendo los
sexos, lo hallamos en “Desenlace”. Existe en las letras el duelo por la muerte de un
ser querido (“La muerte de Abel Antonio”) o de personajes importantes, como los
innumerables “homenajes”. Existe también la descripción y reflexión sobre una vida
llena de penas y miserias (“Los Caminos de la Vida”, “Crónica de un Drogadicto”, “La
Historia”); la amargura por el rechazo social y el orgullo del estigma (“El Bastardo”,
“El Hijo de Nadie”).
74
Y ha querido violar tu belleza,
qué me importa, si tengo en la vida
de haber sido tu amante en primavera.
Todas estas historias de vida son un elemento de la cultura musical que los jóvenes
banda y los adultos jóvenes comparten con sus padres. Las historias que se relatan
pueden ser expresadas por quien vivió el evento o por otra persona, quien relata la
historia del acontecimiento o del personaje. Esta diferencia parece ser importante,
pues en la exposición de historias sobre sí mismos, se puede hablar del presente
mezclando relato y retrato. Incluso en las cuestiones amorosas su tratamiento es
más profundo, y no sólo en los géneros referidos anteriormente, sino en otros
importados como el bolero (ver ejemplos en el Apéndice 5).
Los músicos saludan a sus "compadres", "compas", amigos, mánagers; hay incluso
muchas melodías donde músicos colombianos saludan a los "sonideros de
Monterrey”. Esta tradición ha sido fielmente reproducida en el ambiente colombiano
del área metropolitana de Monterrey, y aparece -en nuestra apreciación- como
elemento importante de un grupo social cuya expresión musical se niega a
desaparecer en el anonimato de la producción en serie, pues al saludarse, se
reconocen en el gusto, como si dijeran: "Fulanito de tal, te saludo, entre otras cosas,
porque eres de los nuestros, de los colombia".
75
Esto explica por qué este tipo de música ha suplido en amplios espacios marginales
a otros géneros que se esperarían de consumo masivo, como la música pop, el rock,
inclusive el rock en español. De hecho, sucede que jóvenes de clase media adoptan
la colombia a partir de escuchar con atención sus letras.
Una comparación superficial entre esta música y la grupera indica que, en esta
última, los condicionamientos comerciales reducen el universo de referencia a partir
del cual se hacen las canciones, pues el amor abarca casi la totalidad de los temas
y, por otro lado, provocan la superficialidad de su tratamiento (dos estrofas, un coro,
se repite todo y… ya tenemos una canción grupera).
Percibimos, sin embargo, que en el público esquinero, crece una preferencia por
aquellos vallenatos que hablan sólo de amor 7. Cory Colombia asegura que sus
melodías, a veces demasiado dulces, son contrapeso de la violencia cotidiana con la
que conviven; y su disfrute en compañía de “la banda” les aporta una seguridad que
muchos no obtienen en sus hogares:
Yo siento que la raza se identifica con los paseos porque le hace falta mucho
afecto. Crecen, la mayor parte de ellos, en un ambiente en el que carecen de
la unión y apoyo entre la familia. Tienen muy pocas muestras de afecto por
parte de sus padres, -los que los tienen, porque muchas veces ni eso….(El
vallenato tiene) la forma en que se pueden expresar, le pueden decir a la
novia, se lo dicen a la mamá, se lo dicen al hermano, o sea, hablan de todo
eso, de lo que a ellos en cierta forma les pasa o les falta.
7
Esta es una preferencia no sólo del consumo, sino también una tendencia de la producción,
sobre cuyos defectos y peligros ha alertado Tomás Darío Gutiérrez. Ver Gutiérrez (1992) p.
558
76
Por otro lado, tampoco hay ruptura total con melodías de grupos como Bronco, el
problema tiene más que ver con los públicos ya asignados para ello. Cory asegura
que, con el tiempo, Bronco canta más para un sector del público conocido como la
“raza Ranger” 8 que, por ejemplo, no requiere la cohesión de la banda colombiana.
Los salones de baile, cabarets, tocadas comunitarias y concursos de baile son los
escenarios para ejecutar esta práctica. Identificamos cinco variantes: baile
“tradicional”, baile “Laredo”, baile “Fome” o “de la motoneta”, baile “wacheco” o "paso
del gavilán", baile “de la burra”. Olvera, Cruz, Torres y Jaime (1996), bautizamos
algunos o retomando las designaciones dadas por otros, sean conductores de
televisión o informates clave. Dos de ellos -baile “fome” y baile “wacheco” o paso del
gavilán- aparecen como las expresiones más originales de este dancing.
Cruz (1996) asegura que a partir de los 80 se han abierto de modo intermitente
salones de baile para este tipo de música: los “Star”, “Reforma”, “Nuevos Salones
Colombia” y otros. Los consumidores también asisten sólo para escucharla y platicar
con los amigos. De hecho, muchos sólo se dedican a eso pues no les gusta bailar y
no lo quieren hacer con sus parejas. La dinámica de estos centros aparece como
territorio en disputa por las bandas, así que, además de convivir y bailar, se pelea
con sus iguales:
Estos centros de baile son frecuentados casi en su totalidad por jóvenes, que
en muchos de los casos asisten en grupo, es decir en banda, lo que trae
aparejado el comportamiento propio de ellos. Es cosa cotidiana que en cada
ocasión …se escenifiquen pleitos que alteran momentáneamente el
transcurso del evento. El orden se recupera tras separar a los grupos
antagónicos (Cruz, 1996; 61).
Quien no esté acostumbrado a esta dinámica puede verlo muy riesgoso para
disfrutar de un baile, y es probable que tal razón aleje de estos lugares a los
extraños o a los adultos que comparten el gusto por la misma música, pero que no
están dispuestos a arriesgar la integridad de sus hijas o esposas. Se refuerza, así, la
existencia de dos públicos claramente diferenciados, lo que genera preocupación en
los músicos profesionales.
Servando Monsiváis, el representante del grupo M-19 a quien nos referimos al final
del capítulo tres, perteneció a grupos esquineros, pero ahora, desde la perspectiva
del músico profesional, a él mismo le preocupa la violencia en los bailes porque
ahuyenta al público familiar consumidor de esta música, y deja sólo al público juvenil,
8
Se refiere a los consumidores de la música con distintos nombres (texana, grupera, norteña,
chicana) y que frecuentan los rodeos para su consumo.
77
que sí soporta y participa en esta dinámica. Piensa que es debido a eso, y no tanto a
la falta de promoción, que la música colombiana no tiene el lugar que se merece.
…ahorita se está viviendo una época en que mucha gente tiene miedo a ir a
los bailes, porque hay mucha gente que le gusta la música colombiana y no
asisten a los bailes porque no quieren problemas. O, como siempre escuchan
que siempre se pelean, se drogan y todo eso, tienen miedo. Y yo he visto en
varios bailes que van familias y a mí me da mucha lástima porque son familias
con niños y todo, y no pueden convivir bien o escuchar la música bien porque
tienen miedo de cuando se pelean -porque son chavos los que se pelean, a
ellos no les importa nada-, no les importan los daños que les van a hacer a
otras personas que nomás van a disfrutar del evento.
Aún así, salones como los Stars siguen siendo centros de esparcimientos de
trabajadores de centros nocturnos (meseros, prostitutas) que salen de trabajar y
quieren relajarse.
La Tropa Vallenata, Vallenatos de la Cumbia y Celso Piña han dejado este tipo de
plazas para dedicarse a los bailes en provincia, en la frontera o en el extranjero -
mucho más rentables- y abordar el circuito comercial de los medios electrónicos
(“Siempre en Domingo”, “Pácatelas”, “Órale Primo”, “al Ritmo de la Noche”, entre
otros).
78
Aquí es donde más fácil puede percibirse la reproducción del gusto y de sus
expresiones. Los niños, desde que nacen, están habituados a escuchar esa música,
en sus primeros años acuden con sus padres o hermanos a estos bailes callejeros o
formales, y de entre todos ellos hay quienes se reúnen para tocar y, posteriormente
formalizan el grupo para convertirlo primero en grupo camionero, luego
semiprofesional y posteriormente profesional.
Al principio, con Celso Piña y el movimiento que generó, el consumo como baile de
lo “colombiano” en Monterrey no era masivo. Se escuchaba la cumbia tropical tocada
por grupos como Pegasso, Tropical Caribe, Plebeyos y Lila y su Tropical Perla del
Mar, en lugares como los primeros Salones Star -Pino Suárez y Washington- o los
Villagrán, en el centro de la ciudad, y se combinaba con lo colombiano. De Colombia
los principales grupos que se escuchaban eran Alfredo Gutiérrez y Lisandro Meza
(Cruz, 1996:62).
Baile tradicional.- Consiste en marcar dos pasos para un lado y para el otro. La
mujer, tomada de la cintura y la mano, y el hombre tomado de la mano y el hombro.
Los giros son muy limitados. Lo bailan los adultos en los bailes y el cabaret. En los
salones lo suelen usar los adultos jóvenes y las parejas que no se conocen. Se usa
para casi todos los bailes.
Baile “Laredo”.- Este baile tradicional, que proviene de México9, está de moda en
Laredo, San Luis, León y Monterrey. Es una evolución del tipo arriba descrito que se
generalizó a finales de los 80. La pareja baila un momento junta y después el
hombre provoca con sus brazos que la mujer gire y él también da vueltas. Es un
baile con mucha influencia del rock and roll de los años 50. Se usa más en las
cumbias.
9
Nunca debemos descartar la influencia de Texas y California, pues este tipo de baile de
cumbia con sabor a rock bien pudo llegar a estos lugares traído por los migrantes.
79
La pareja avanza con los pies a destiempo de la música, marcando cuatro
pasos; uno de sus integrantes siempre se desplaza hacia atrás -simulando el
movimiento de un cangrejo- a una velocidad rápida si se trata de cumbia o
más pausada si se trata de un paseo. El otro, quien lleva la dirección del
baile, se desplaza hacia adelante. Cuando se trata de parejas hombre-mujer
el hombre siempre lleva el control del baile y por lo tanto su movimiento es
hacia adelante. Generalmente se trazan cuatro pasos en línea recta y con un
desplazamiento rápido, para detenerse en seco y marcar los cuatro pasos sin
avanzar en el mismo lugar. Esto se hace ya sea para cambiar de dirección o
para detenerse frente a un embotellamiento de parejas. Después de marcar
los cuatro pasos en el mismo sitio el miembro de la pareja que lleva el baile da
un ligero golpe al piso, como tomando un impulso, y guía el movimiento del
baile hacia la dirección que va marcando (Cruz 1996: 64).
Una segunda variante tiene en común con la primera bailar en círculo, pero aquí los
movimientos semejan, de modo estilizado, al acto de inhalar solventes, a lo que
llaman “sarolearse”. Cory Colombia llama la atención sobre la simultánea agresividad
y sensualidad de este baile, cuyas sus acciones en pareja parecen provocativas y
eróticas. (Ver foto 25)
80
estás muy junto uno de otro realmente el contacto es poco, la sensualidad
consiste en que te acercas mucho, pero no te tocas
Torres afirma que el mote de "baile wacheco", surge a partir de una banda esquinera
de Fomerrey 30, en San Nicolás de los Garza, que se ha destacado bailando de esa
manera en eventos masivos, comunitarios y en salones de baile. Cory Colombia se
ha encargado de difundir el mote, al igual que los miembros de “Haciendo Esquina”.
Posteriormente, el mismo Torres informó que el nombre "paso del gavilán" ya se
escuchaba antes, en otros sectores de la ciudad. De cualquier manera, el baile,
propicio para bailarse con cumbias, parece una consecuencia directa del convivio
entre los hombres integrantes de a banda.
Podemos decir que "el paso del gavilán" como el “Fome”, son productos originales
del ambiente colombiano, a diferencia del resto, que son apropiaciones de otros, casi
sin agregar nada propio.
Baile de la Burra.- También es bautizado así por Javier Soltero, aunque se remonta,
según Cory Colombia, a los “mano a mano” entre Celso Piña y La Tropa Vallenata.
Hombre o mujer se suben sobre otro y realizan aspavientos con los brazos similares
a los del baile de wachecos, pero con mayor extensión de las extremidades. Es
factible pensar en que se importó del rock y de los eventos gruperos. Se usa en las
cumbias y sobre todo en eventos masivos.
Como hemos visto, en ciertos bailes colombianos está eliminado el tabú del sexo. Se
ve con normalidad que los hombres bailen entre ellos como “wachecos”, lo mismo
que las mujeres en el paseo vallenato, en las cumbias, como “wachecas”.
Muchos hombres no bailan, sólo ven, platican y toman con sus compañeros, lo que
en ocasiones propicia broncas cuando otros las invitan a bailar. Por esa razón
muchas mujeres bailan entre ellas mismas.
81
La primera expresión nace en la colonia Independencia. Los pantalones son
abombados en los muslos y se cierran en los pies. Sifuentes (1992) describe:
En las partes laterales traen un gran recorte (por lo regular distinto al resto del
pantalón) que se va haciendo cada vez más estrecho conforme llega al nivel
de los zapatos. Todos los “tramos” (pantalones) son de un color ‘chillante’,
generalmente amarillo o anaranjado, la ‘lima’ (camisa) por lo regular trae un
estampado con dibujos que recuerdan lugares de índole tropical: palmeras,
cocos, árboles, etcétera… Si alguien pone en duda su originalidad, les
diremos que el diseño de esta indumentaria está a cargo de un sastre que
vive en el mismo barrio (Sifuentes, 1992: 182).
Vestimenta “Metalera”
82
portadas de discos famosos, fotos de artistas… también se mantienen los paliacates.
(Ver foto 27)
Cory Colombia describe así esta indumentaria: tenis blanco y negro, de suela gruesa
y sin calcetones, pantalones “Cross Collor” que tienen un color en una pierna y otro
color en la otra. En la parte de atrás del pantalón la relación se invierte mientras las
bolsas son del color de la otra pierna. Esta moda introduce la gorra de beisbol,
usada de lado y hacia atrás y se percibe mucha influencia de las “gangas”
estadounidenses. Hay también camisetas con motivos religiosos, pachucos.
También se usa pañuelo amarrado en la parte de atrás o la frente.
Cruz asegura que fue a principios de 1995 cuando la moda comenzó a generalizarse
y coincidimos con él en que significa un cambio generacional significativo en la
identidad de los colombianos.
Las mujeres tienden a usar cualquiera de los dos últimos estilos. Pueden acompañar
estos pantalones -a la cadera- con blusas con gran escote y que dejan ver el vientre
o también pueden usar faldas cortas o shorts-faldas. Según Cory Colombia, esta
manera un tanto “agresiva” de vestirse o de usar el maquillaje (colores muy fuertes,
labios y pestañas muy negros) se convierte en una estrategia para sobresalir ante
los jóvenes. (Ver foto 28)
Ahora queremos profundizar en el significado que tiene para los jóvenes la música
en relación con el vestido, así como la manera que ven a los demás. Para este
ejercicio entrevistamos a dos grupos locales de adolescentes que tocan música
colombiana. La información proveniente de ellos debe considerarse como la de
consumidores “expertos”.
83
para lograr un lugar entre el público y un modo de ganarse la vida. En nuestro caso
los dos procesos tienen similitudes y diferencias. El estudio de ambas bandas
confirma la tesis de Hernández (1990) en el sentido de que no se pueden entender
tales diferencias sin hacer referencia a la cultura y condición de vida de las
fracciones de clase de cada grupo, aunque todos ellos pertenezcan a estratos
marginales o populares. Ambos grupos difieren también en su origen, pues Neblina
surge de una banda “Death Band”, mientras que Duelo Sabanero se agrupó sólo
para tocar música.
Fomerrey 3 es un barrio obrero, ubicado entre las avenidas Pablo Livas y Carretera a
Reynosa. Sus habitantes son obreros de la construcción, algunos de ellos
contratistas, o trabajadores en otras ramas industriales. Tiene la particularidad allí se
encuentran las oficinas regionales de la Policía Judicial Federal.
10
Ver G. Cruz y B. Torres (1997) p. 29
84
Los integrantes de Duelo Sabanero describen al colombiano con sus pantalones
bombachos, camisas floreadas y tenis Converse de bota. Duelo Sabanero no los
rechaza y aunque poco a poco ha ido abandonando la indumentaria la percibe como
una opción para el público consumidor.
11
La palabra “fresa” tiene muchos significados. En Monterrey se puede usar como sinónimo
de jóven relativamente acomodado con actitudes que pueden ir desde la presunción hasta "los
malos gustos". También referirse a quien mantiene estilos de vida apegados a la norma social
imperante o quien intenta mantenerlos pese a su precariedad económica.
85
condiciones más difíciles. Si, por un lado, un futuro deseable del grupo es verse
como músicos profesionales, el difícil presente de desempleo o de trabajo mal
remunerado que se combina con esporádicas presentaciones mal pagadas, no les
estimula a pensar cómo se verán a sí mismos en lo que vendrá, a menos que sea
en los siguientes términos:
O bien:
Para los jóvenes de Ciudad Guadalupe “los fresas son los enemigos de los
colombianos”. La identificación de los otros acentúa rasgos o exagera descripciones
para dejar clara la diferencia con ellos. Los fresas traerían el pelo “sin forma”, “como
araña”. Se visten “aguados” (¡aguados!), usan tenis de “Pipo” (payaso local) y gorra
(elemento que ahora usan los colombianos). Les gusta el rap, el rock en español, el
reagee y la música disco. Los “fresas” usarían expresiones como “¡está de pelos!”.
Los metálicos, por su parte, además de usar zapatos de casquillo, pantalones
“embarrados” y pelo largo “como mujer” consumen la música que está en la más
baja escala de los integrantes de Duelo.
86
una sola categoría que podríamos llamar “música de jóvenes”, que se contrapondría
a la de “música de viejos”. Los boleros, por ejemplo, no son catalogados ni positiva ni
negativamente, son más bien “música de mayores” y están fuera de sus intereses.
87
Capítulo 6
La extensión de la colombia
a otros lugares del país.
Ya desde los años setenta se conoció un boom de la música tropical en el norte del
país y el sur de los Estados Unidos. Pérez (1995) ha señalado la migración de
muchos grupos musicales capitalinos al interior de la república y especialmente al
norte de México, por las medidas represoras del regente Uruchurtu. Durante las tres
últimas décadas, conjuntos musicales como Rigo Tovar, Xavier Pasos, Renacimiento
74, Liberación, y muchos más ocuparon un importante lugar en la producción de
música popular del norte del país y, por épocas, de la República y el sureste
norteamericano. Algunos de ellos trabajaron con melodías originales o con “covers”
de música colombiana o de otro géneros musicales, como el ranchero o el bolero.
Pero ninguno de ellos tocó la música colombiana intentando apegarse a los estilos
tradicionales de aquel país, salvo los casos de Los Huacharacos de Colombia y
Supergrupo Colombia, mencionados en el capítulo 3.
Celso Piña expresa su visión sobre la extensión de la “colombia”. Esta música llegó
de México y de ahí se diseminó a toda la república. En Guanajuato, Celso Piña toca
88
la música colombiana más despacio porque así lo pide la raza, y si no, no la baila; al
contrario de Laredo, donde los bailadores demandan rapidez en la interpretación.
En Saltillo -dice Servando Monsiváis- la bailan como música rock. Puro salto,
puros saltos y brincan. A mí me gusta mucho cómo bailan en Saltillo. En
Monclova bailan diferente. Hacen una rueda y en una rueda va la muchacha y
el chavo, y van bailando los dos nomás moviendo las manos y la cintura, es
todo lo que hacen. Así, todos en una rueda, así todo el baile. Nomás que allá
la ventaja es que todo es puras cintas (de audio) y las cintas, como no
terminan.
Ahorita hay un grupo en Monclova: Chon Arauza. Ese tiene poquito de haber
ingresado a lo colombiano porque era músico de todo. Norteños, rocanroleros,
eran un grupo musical [variado]. Pero entonces, de tantas idas que vamos -
nosotros, Vallenatos, la Tropa, la otra Tropa, que somos los que más salimos-,
pues ahí fue agarrando el “bisnes” y ahorita ya es colombiano. O sea ya se
puede decir que Monclova ya cuenta con un grupo colombiano.
89
Hasta aquí, hemos visto que la colombia, entendida como un gusto musical y
también como una serie de prácticas asociadas a este gusto musical se gestó entre
los migrantes e hijos de migrantes que habitaban la Loma Larga. Este gusto se
expandió a otras áreas de la ciudad y posteriormente a otras ciudades del país.
90
Capítulo 7
Epílogo teórico
El concepto “cultura” es uno de los más difíciles por definir, debido a la cantidad de
acepciones que ha tenido y que tiene. Con Hartley (1997) entendemos por ella “La
producción y reproducción sociales de sentido, significado y conciencia. La esfera
del sentido que unifica las esferas de la producción (la economía) y de las relaciones
sociales (la política)" (Hartley, 1997;87). Esa esfera de sentido está
multideterminada, no sólo por economía y la política (por las relaciones materiales de
dominación de unos grupos sobre otros y por su expresión política), sino también por
la historia y la geografía (por la historia de la lucha entre los grupos sociales y por el
entorno específico en el que se desarrollan). No hay, por lo tanto, expresiones
totalmente unificadas al seno de una cultura, sino expresiones materiales y
simbólicas diversas, producto de los distintos posicionamientos de los grupos y de
sus interacciones o luchas.
Podemos definir la colombia como una cultura popular. El problema con este término
son sus acepciones positiva y negativa, sea en el sentido de vulgar, vil, bajo,
plebeyo, en suma, distinto a la nobleza o a la burguesía, sea en su sentido político,
referido al ascenso de las masas a la vida política durante el siglo XIX y el XX. La
ambigüedad, dice John Hartley (1997), se traduce en no tener claro
91
Respecto a los dos puntos anteriores creemos que la colombia está en un punto
intermedio, pues por un lado es generadora de sus propias experiencias y símbolos
y, por otro, a partir de cierto nivel, está subordinada a la producción mediática. Su
desarrollo se llevará a cabo en un continuo enfrentamiento con las concepciones
culturales dominantes. Un punto que está discusión en este capítulo es si la
generación de sus propias experiencias y símbolos es potencialmente liberadora.
92
inspiradas en concepciones filosóficas o religiosas (y las individualidades
creadoras) siempre marcadas por la sociedad en la que han vivido e intentado
rebasar (Lefranc, 1964;29).
Para la segunda mitad de los ochenta aparecen los fenómenos juveniles del
cholismo y de los chavos banda. Los entendemos con subculturas, en el sentido
arriba expresado. Valenzuela asegura que en la frontera norte existen
93
Para fines de nuestro trabajo, nos interesa el cholismo dentro de las manifestaciones
de una cultura popular transfronteriza a la que se refiere Valenzuela. El cholismo,
dice, es:
Creemos que la colombia está inserta -al menos en parte- en el contexto del
fenómeno cholo. Los colombianos son este fenómeno porque comparten la base
común de la marginación y, ante ella, la apropiación de símbolos para crearse una
identidad. Esto es porque, como en el primer caso, en la colombia la migración es
una herramienta para el constante préstamo de indumentarias, que, en algunos
casos se perciben muy similares 13. Agreguemos que, para “los otros", los
colombianos son “cholos"; existe, pues, un heterorreconocimiento en ese sentido 14.
La diferencia más importante la encontramos en el papel jugado por la música.
En la colombia -sobre todo entre los jóvenes- la música es eje de varias prácticas
sobre las cuales se levanta la construcción cotidiana de la identidad, cosa que no
hemos sabido entre los cholos, pero sí entre los punks 15. Los jóvenes banda
colombianos parecen integrar elementos de las clicas y gangas cholas y de las
bandas urbanas como las de la Ciudad de México, quizá por la posición geográfica
de Monterrey.
Queda como tarea futura ubicar a la colombia en relación al cholismo. Analizar hasta
dónde pertenecen al mismo movimiento juvenil urbano de la segunda parte de los
70’s y en dónde se separan.
13 Para una descripción del vestido cholo ver J. Valenzuela (1988), p. 74.
14 Ver G. Giménez (1997), p. 11.
15 Ver J. Valenzuela (1988), p. 100.
94
ni explicar. En las siguientes líneas vamos a esbozar la situación general y dinámica
del campo en el que tiene lugar la colombia.
El “campo” en Bourdieu
En un campo siempre habrá un capital común y una lucha por apropiárselo. Pero
hay quienes tienen más capital, gracias a lo cual definen qué es lo válido dentro de
su campo y obtienen los beneficios correspondientes.
Para Bourdieu, así como hay diferencias sociales debidas al capital económico y su
correspondiente poder material, también existen diferentes clases y grupos sociales
con su correspondiente capital cultural (O’Sulllivan,1997).
Por eso gran parte de los sucesos sociales tiene como explicación no sólo la relación
de los actores con los grandes condicionantes materiales y políticos de la sociedad
en general, sino también la relación con la dinámica propia de cada campo; es decir,
con las condiciones materiales, simbólicas y de lucha por el poder al interior del
campo, lucha por obtener de la mayoría la distinción y el reconocimiento y la
capacidad de nombrar lo que está bien o mal.
Sin embargo, esta lucha se lleva a cabo, según el autor, respetando aquellas
situaciones que permiten que se dé la lucha dentro de un campo. Es como si se
jugara al box, y una de las reglas fuera que no se dieran patadas (involucrar cosas
de otro campo), pero principalmente no destruir el ring (la arena donde se lleva a
cabo la batalla en el seno del campo) 16.
16 Los cambios al seno de los campos pueden destruir jerarquías pero no a los campos
95
Se compite sin poner en tela de juicio el campo y el juego que en él se juega. Hay
una aceptación -un tanto inconsciente- de que la lucha al interior del campo tiene
como condición no destruir las condiciones mediante las cuales éste puede
funcionar, como sucede con los modistos, quienes luchan entre sí por la definición
legítima de lo que es “vestir bien" y “verse bien", al ofrecer al mercado modelos
tradicionales y clásicos o atrevidos y funcionales. Lo que no aceptarían los creadores
-ni todos aquellos participantes en el campo: inversionistas, modelos, periodistas de
la moda, publirrelacionistas, etc-, es que la gente se vistiera con ropa de segunda,
pues con esto, dice Bourdieu, se rompería el monopolio de la manipulación legítima
de ese truco sagrado que es la alta costura, igual que los herejes impugnan el
monopolio sacerdotal de la lectura legítima (Bourdieu, 1990:223).
En resumen, pese a tener características propias, los campos poseen también leyes
generales que son aplicables a todos, como el hecho de que siempre habrá una
lucha al interior por la apropiación del capital del campo o la misma existencia del
juego que citamos arriba, donde cambiarán los dominados y dominantes, pero no el
juego en sí.
96
algunos países de América Latina17.
Luego vienen las fronteras culturales, en cuyo seno las prácticas ignoran a las
fronteras de los Estados-Nación correspondientes, como es el caso de la interacción
entre el sureste de Estados Unidos y el noreste mexicano, o la constante
retroalimentación en todo el Caribe, producto de centenarias relaciones étnicas,
comerciales y culturales.
Por si esto fuera poco, una vez que se comienza a estatuir el campo de la música
popular comercial, las distintas relaciones de fuerza ya existentes en el campo
económico se traducen en diferentes conformaciones de los campos de la música a
nivel nacional. Es cierto que no sólo el capital económico es el que influye en esto -
también está presente la geografía y la historia- pero lo que queremos decir es que
las relaciones específicas entre las metrópolis y los países periféricos determinarán
la aparición de compañías musicales con influencia extranjera diferenciada -casi
siempre norteamericana. Es decir, determinarán el poderío relativo de las distintas
industrias culturales nacionales o regionales, inscritas todas en un gran sistema
hemisférico de industrias culturales dominado por Estados Unidos. Esto explicaría,
por ejemplo, el poderío continental y transcontinental de Televisa -y de sus filiales en
el área fonográfica-, así como la escasa influencia colombiana -por ejemplo Discos
Fuentes o Codiscos-, pese a que difunden, todas ellas, una enorme riqueza cultural.
17 Karin Bohman menciona que en 1923 Alvaro Obregón pidió a la recién creada Liga Central
de Radio la redacción del primer reglamento sobre la radio. Ver K. Bohmann (1990: 89).
18 Sabemos que se nos puede escapar algún aire de la música folklórica donde esté presente el
97
mover el cuerpo, su indumentaria); la definición legítima de los géneros a interpretar,
y la manera de interpretarlos; y la clasificación válida del resto de la música, entre
otras cosas.
Vemos aquí, como lo señala Pérez (1990), la existencia de una triangulación entre
Cuba, México y Estados Unidos, no sólo porque el género musical se tocaba en La
Habana, México o Nueva York, sino por el hecho de que, para el caso mexicano:
Cuba aporta el género y los músicos; Estados Unidos, la parte tecnológica de la
industria: las sinfonolas, los fonogramas y tocadiscos, las instalaciones físicas de las
estaciones de radio, las grabaciones y gran medida del capital económico; y México,
un poco de todo, pero especialmente el público.
Bourdieu asegura que el campo trabaja por el desarrollo de una relación de fuerzas
específica en su interior, de tal forma que los agentes con mayor capital específico
tendrán mayor posibilidad de influir en la definición legítima de lo que ahí se hace.
En nuestro caso el campo evoluciona, al ser derribados de su posición dominante
quienes detentaban el capital suficiente para determinar lo que se deba oír y
escuchar. Serán sustituidos por otros que ocuparán la posición dominante19.
19 Por eso Bourdieu hace hincapié en las relaciones entre las posiciones, no sólo entre las
98
En el ámbito de la industria cultural latinoamericana son varios los agentes
involucrados con esta capacidad, pero el impacto de tal transformación no es
recibido de la misma forma por todos los agentes, además de que un cambio al seno
del campo no significa eliminación de lo existente.
Por ejemplo, con el desplazamiento del danzón por el mambo, como ritmo de moda,
o de éste último por el cha cha chá, se ven desplazados temporalmente intérpretes y
promotores; pero no necesariamente las disqueras, ni las compañías de radio o
cinematográficas, pues el hecho de poseer mayor capital específico seguramente les
permite permanecer más tiempo en posiciones dominantes, influyendo en los artistas
para que se acoplen a un estilo nuevo -quizá ajeno a éstos- pero que “vende",
porque “está pegando mucho”.
Siguiendo la lógica del autor podríamos decir que la lucha entre grandes intérpretes
se da -como en los demás campos- por el monopolio de la definición legítima de lo
que se canta, pero ellos están asociados y muchas veces en circunstancia de
dependencia de grandes compañías diqueras, radiales o cinematográfica. La pérdida
de ese monopolio no es definitiva, si se acepta que el nuevo ritmo, el nuevo género,
o la nueva forma de interpretar son también legítimas. Si las compañías disqueras
observan que la música responde a las necesidades del público y a las suyas,
buscarán convencer a sus intérpretes para que canten o toquen esa música; y esto
representa un conflicto entre los intereses materiales y simbólicos de los intérpretes
y de las disqueras, dado que ambos líderes comparten el monopolio de la definición
legítima. La lucha no es, pues, sólo contra la competencia en el campo, sino
también entre los que detentan lo “legítimo".
99
inalterable ese hábito de adaptar el ritmo. Se estableció la definición legítima de
cumbia para aquella adaptación o acoplamiento de la cumbia colombiana a los
diversos públicos de la república (cumbia tropical o cumbia norteña)21 .
Paralelamente, los consumidores del cerro de la Loma Larga -que en algún aspecto
constituía la periferia de Monterrey y era parte importante de su zona marginada-
aceptan con beneplácito la “música tropical”, subcampo que tiene ahora un enclave
en Monterrey.
Dentro de las ofertas existentes, parece que primero se escoge la música tropical en
general; luego, de toda ella se va seccionando la cumbia; y, finalmente, la cumbia
colombiana en su versión comercial original, lo mismo que el porro y el vallenato.
Quienes la escogen son, primero que nadie, los sonideros: agentes amenizadores de
fiestas mediante aparatos convencionales de sonido; una suerte de apéndice
irregular de la industria cultural.
21 Es cierto que hay un tipo de cumbia -de tipo orquestal- que ingresó a México y se quedó sin
grandes cambios. Pero eso sólo ocurrió en la Ciudad de México y por razones que todos
podemos comprender: la tradición de la rumba y la existencia de 40 años de orquestas
tropicales en la capital.
22 Baste comparar el universo instrumental de una colombiana como “Toscano el Zapatero" y
el de Los Montañeses del Álamo, y se verá que hay muchos instrumentos similares pero la
solución es distinta en cada uno.
100
Los sonideros no tardan en extender el gusto al amenizar las fiestas populares de la
Loma Larga con sus sonidos y sus discos, es decir, intentan extender el mercado y,
con él, el subcampo específico. En este punto observamos cómo circulación y
consumo (mercados y públicos) suceden al mismo tiempo, se superponen, coinciden
en el espacio y en el tiempo, pues mientras ellos tocan se va generando el gusto,
que repite el proceso de separar la música colombiana del conjunto de la música
tropical para apropiársela. Es decir, se empieza a extender en la Loma Larga el
subcampo campo de la música tropical, y se crean las condiciones para la
introducción y aceptación de la música colombiana.
Volveremos más adelante sobre este punto; por ahora nos interesa abordar más de
cerca la cuestión del habitus y los gustos musicales que de él se derivan en la
circunstancia presente.
101
través del tiempo y, a su vez, reproduce la lógica objetiva de dichos
condicionamientos, aunque cada vez lo hace de modo distinto; reproduce la lógica,
pero la transforma en cada situación y de modo imprevisible, de tal forma que esa
reproducción nunca es exactamente igual.
¿Cuáles son las condiciones objetivas que generan el gusto por la música
colombiana en la ciudad de Monterrey? Esas condiciones no las podemos llamar
habitus, pues éste se forja a través de muchos años para lograr, justamente,
encarnar “de manera durable en el cuerpo de forma de disposiciones permanentes".
Pero quienes migran sí lo poseen, así que habremos de buscar en el pasado para
entender el presente y encontrar una interpretación coherente. Reconstruyamos
entonces hipotéticamente la historia de esta situación aplicando algunos conceptos
de Bourdieu.
Decimos que el habitus hace al gusto, y que el gusto es una parte del habitus.
Entonces ¿cuáles son las condiciones objetivas que produjeron el gusto por la
música colombiana? A nuestro entender, son condiciones relacionadas con la
migración del campo a la ciudad y a la necesaria aclimatación: el habitus campesino
y su choque con la realidad urbana. Los integrantes de la parte alta del cerro de la
Loma Larga son migrantes de San Luis, Coahuila y Zacatecas. Llegaron a Monterrey
entre los años 1960 y 1985, y sus condiciones de vida son de marginación
económica y social12 .
12No estamos hablando de los migrantes originales del barrio San Luisito, que de alguna
manera reproducen el esquema. Ya Morado (1984) mostró cómo, desde inicios de siglo, se
crea una visión brava del barrio, con rivalidad hacia los otros de la entonces pequeña ciudad
de Monterrey.
102
el trabajo, es decir, capital académico, laboral, lingüístico, capital que no poseen los
migrantes. En esas precarias condiciones, las relaciones de fuerza con el resto de
los grupos sociales son de sometimiento y hostilidad.
Por otro lado está la letra, donde podremos indentificar su estructura con las del son
mexicano, cuya temática es la misma.
103
La temática incluye el amor, la descripción costumbrista de mitos, leyendas,
personajes y animales, los acontecimientos políticos y religiosos, etc.
(Llerenas, Ramírez y Lieberman, 1988:5).
Su cultura musical también acostumbra narrar historias y eso es lo que hacen los
vallenatos. ¿Qué es la música vallenata? Es música que en su origen fue hecha por
relatores-informantes, cronistas de pequeños pueblos para los pequeños pueblos
vecinos de la comarca, a lo largo de la zona atlántica de Colombia. Se comercializa
hasta el punto de viajar en disco y caset a México y llega a Monterrey donde se
aceptan sin gran cambio ciertas funciones del mensaje (como narrar historias) pero
se resignifica para darle un uso derivado del contexto particular de los
consumidores17.
16 Para el caso mexicano, ver J. Contreras (1988), p. 81. Para el caso colombiano, Tomás
Gutiérrez cree que, aunque originalmente el tipo de música en la costa atlántica dependía del
acento que tenía la distinta mezcla étnica, en la actualidad han desaparecido por completo
tales diferencias subculturales. Ver. G. Gutiérrez. (1992). p. 329 y ss.
17 ¿Por qué no se quedó y triunfó el vallenato en México?, Nuestros informantes aseguran en
entrevistas que el vallenato y el porro -ritmos con más densidad conceptual en sus letras,
especialmente el primero- también llegaron a la Ciudad de México pero se mantuvieron más bien
distantes del gusto del público, sólo disponibles y muy apreciables entre conocedores -los tepiteños,
por ejemplo. Esto lo supieron por su relación con los sonideros de México, quienes precisamente los
surtían de la música que a los sonideros de Monterrey agradaba y no era muy solicitada en México.
Esta es toda una línea de investigación. Por lo pronto, parece pertinente recordar que en México
existía una gran diversidad de ofertas musicales y que, por otro lado, el sello de acordeón del
vallenato no lo hacía tan atractivo, como sí ocurría en Monterrey. En la actualidad, la influencia de
grupos como Bronco y Los Tigres del Norte han abierto paso en la Ciudad de México al gusto por la
música interpretada con este instrumento.
104
similares a su cultura musical de origen norestense. Primero la cumbia con
acordeón, luego el vallenato. Recordemos que sus habitantes son migrantes e hijos
de migrantes de San Luis, Zacatecas, Coahuila y de las zonas rurales de Nuevo
León en donde la música norestense, incluyendo la música de tambora, incluye
además del acordeón otros instrumentos como saxofón, clarinetes, trombón, platillos
y tambora.
Esta resignificación sirve para los intereses del grupo marginado que la consume
porque con su apropiación simbólica se ayuda a construir un universo propio de
significaciones gracias al cual los miembros del grupo pueden interactuar,
comunicarse, competir y, al mismo tiempo, ser distintos al resto, es decir, ayudarse a
construir una identidad. Y es que elaborar con elementos comunes una solución
distinta también significa rebelarse contra los gustos impuestos por sus mayores y
por la industria cultural nacional y local. Con el tiempo, mejorando un poco las
condiciones de aceptación del nuevo género, significará además una puerta de
legitimación y -como dice Bourdieu de las prácticas deportivas- uno de los escasos
medios de ascenso social.
Podríamos decir que Celso Piña rompió en 1982 con la “definición legítima de la
cumbia tropical" o, mejor dicho, rompió con la interpretación “legítima” de un tipo
específico de música tropical llamado “cumbia”, que realizaban con éxito y
aprobación músicos como Mike Laure, Acapulco Tropical o Rigo Tovar y los locales
105
como el Amaya o el Santo Domingo. Al mismo tiempo, continuó con la construcción
del subcampo específico, que otros llevarían más allá, no sólo interpretando música
colombiana al estilo original, sino componiéndola. Esta nueva tradición musical se
sigue construyendo con el trabajo de otros agentes del campo, la radio, la tele, las
revistas, los grupos de promotores culturales y las ONG’s.
Al darse cuenta que existía una demanda que pedía escuchar en vivo la música
tropical de modo distinto, Celso se lanza -consciente de los riesgos que conlleva- a
la interpretación de géneros escasamente comerciales, pero demandados por su
gente. Se pedía la música de Colombia como se toca en aquel país, o sea, como
música colombiana, no como música tropical. Aquí, “lo mejor" significaba tocar “lo
original".
Pareciera que con ello la música volvía a adquirir el sentido que pudiera haber
perdido al “mexicanizarse", pues sus acordeones, clarinetes, saxofones y tambores
les dicen “algo" a los consumidores, y su contenido literario les reconstruye una
realidad ya perdida, que es evocada desde la ciudad. Es sólo un conjunto de
símbolos, pero de símbolos trascendentes, pues al compartirse en el imaginario
colectivo reimplantantan simbólicamente gran parte de la cultura campesina. Aunque
sus ojos observen el paisaje urbano se mofan, se burlan, son irónicos, jocosos,
bromean a ritmo de cumbia, y cuentan cosas, reflexionan, critican, moralizan, a ritmo
de vallenato. Entre la colombia y la música que escuchaban sus padres hay ruptura,
pero, al mismo tiempo, solución de continuidad.
Quizá hubo una revolución al interior del campo de la música tropical que se
sincronizó con algo que sucedía en el exterior. Piña argumenta que el gusto por la
música al estilo original colombiano ya existía, ya se había desarrollado, y que él lo
único que hizo fue arriesgarse, como músico regiomontano, a proponer la
interpretación de la música.
106
Loma Larga se puebla hasta el tope, afloran los fomerreyes 18 por toda la ciudad,
poblados muchas veces por la segunda generación de los habitantes de la Loma
Larga, el gusto adoptado por los padres se expande por la ciudad.
No se puede hablar de una ausencia de esfuerzos por parte del Estado ni de los
actores involucrados para modificar su entorno, pues poco a poco se van
introduciendo servicios primarios y escuelas. El problema es que la demanda es
mucho mayor dado que la migración no cesa, sólo disminuye. Así, por lo menos en
parte, el modelo de la Loma Larga, como zona marginada, se repite en todo el
cinturón periférico de Monterrey. Desde fines de los años 70 y toda la década de los
80 se extiende la necesidad de trabajo, regularización de tierra, introducción de luz,
agua, drenaje, educación y otros servicios. En la Loma Larga y otras zonas
marginadas el incremento de la población y de sus necesidades va acompañado del
mantenimiento del mismo espacio físico. Los pocos lugares para divertirse y pasar el
tiempo libre serán ahora disputados por muchos más. Surge el fenómeno de las
bandas esquineras y su interacción con el entorno traerá dinámicas de violencia con
otras bandas, el estigma social y la represión policiaca.
Así, cumbia y vallenato son consumidas por jóvenes y adultos para darles usos
semejantes, pero también diferenciados. La tambora que acompaña a los clarinetes,
saxofones y trompetas en la cumbia colombiana ha dejado de tener el mismo
significado entre los adolescentes -que han pasado su vida en un mundo de asfalto,
cuando bien les va- y sus mayores. Esto no elimina la cumbia del escenario juvenil;
al contrario, pareciera que la efusividad y sensualidad con que se baila serviría
como gran catalizador de energía y de violencia, especialmente en el denominado
baile “wacheco” o “paso del gavilán”.
107
En los jóvenes banda colombianos, por ejemplo, la música y sus formas de consumo
expresan una intensa interacción simbólica con otras prácticas. En el capítulo cuatro
vimos que las melodías “rebajadas" y el baile “wacheco" son ejemplos de cómo,
cuando se drogan, tales prácticas le confieren mayor intensidad y placer al ritual y
cómo, aún sin drogarse, las “rebajadas" y el baile “paso del gavilán” son símbolos
que ayudan a evocar tales momentos. Con sólo escuchar la música “rebajada” que
proviene de su grabadora, un colombiano que va por la calle puede evocar el ritual
del consumo de droga.
Lo mismo sucede con el poder de enunciación que buscan las bandas juveniles en
las estaciones de radio, a las que pretenden controlar como territorios “virtuales".
Fue el caso de la emisora gubernamental XEIQ o de la actual emisora de
Multimedios Estrellas de Oro “La guacharaca", donde no existe censura para mandar
saludos llamándoles por sus apodos: “para “el pato”, para “la brava”, pa’el “soque”",
“pa’ los alfareros", etc. Todas estas prácticas son específicas de los jóvenes.
Así, en un primer momento los colombianos aparecen como grupo social para
diferenciarse de los demás con una serie de características propias, que se
manifiestan en sus gustos, entendidos a la manera de Bourdieu (1990), como
principio de elección para la ejecución de prácticas y apropiación de bienes, como
principio de clasificación, jerarquización y ordenación del mundo. En un segundo
momento observamos cómo el gusto genera no una, sino por lo menos dos
identidades diferenciadas aunque muy relacionadas: las de los adultos y las de los
jóvenes. Son identidades diferenciadas que corresponden a distintas lógicas de
reconocimento; o sea, se ponen acentos distintos en el tipo de música colombiana y
en la manera de disfrutarlas.
También para ambos, el sistema clasificatorio del gusto es un marco para la acción,
no sólo del rechazo hacia otra música, sino de la defensa militante del género que se
prefiere. Los elementos comunes de su identidad incluyen la conciencia de ser
pobres y marginados, rechazados; la conciencia de que les son inalcanzables cierto
tipo de prácticas y productos (tener una mansión, viajar al condominio de la Isla del
108
Padre19), la conciencia de cierto origen común. Se perciben así, y son percibidos así
por los “otros".
Pero pareciera que esos “otros" no reconocen uno de los motivos por los cuales
decidieron los colombianos ser eso, colombianos: la diversidad de la música que
consumen, la belleza y profundidad de sus letras o la calidad interpretativa de sus
melodías. No, para los “otros" son colombianos porque son pobres, porque están
jodidos y porque tienen malos gustos.
Abordada la relación entre gusto musical e identidad y también sus nexos con la
cultura, quedan pendientes algunas reflexiones sobre el futuro de este fenómeno
social. Nos referimos a las posibilidades que tiene la colombia de: a) convertirse
finalmente en un gusto musical aceptado socialmente pero manipulado por la
industria cultural; b) permanecer como hasta ahora, como el producto inacabado de
una lucha y negociación entre la manipulación y aquella que genera espacios de
generación cultural ambas posiciones; o c) ser una fuente autónoma y
potencialmente liberadora de formas diferentes de ver y obrar, opuestas a la cultura
oficial o dominantes (Hartley, 1997: 302).
Respecto a la primera alternativa diremos que a medida que los grupos locales se
insertan en los circuitos profesionales comerciales se alejan de las posibilidades del
público marginado, aunque simultáneamente surge una infinidad de grupos
esquineros o semiprofesionales que buscan llenar el hueco. Los profesionales
pretenden generar una legitimación hacia su música que eventualmente consiga
aceptación y -como sucedió con Bronco- la consiguiente apropiación y consumo en
otros estratos sociales con mayor poder económico 20. No es que renieguen de su
La Isla del Padre es un tradicional centro vacacional para las clases media alta y alta de
19
20Bronco es quizá el grupo regiomontano más famoso de los últimos tiempos, pero en sus
primeras épocas tenía el estigma de pretender mezclar la cumbia con la música norteña. Pese
109
origen, sencillamente los sectores marginados no poseen recursos para hacer
rentable la incursión plena de la industria cultural. Su intención es secundada por
otros agentes en este sector de la música tropical -agentes, promotores, disqueras,
estaciones de radio. Pero el gusto ya pertenece a otros y ahí entra la disputa, la
interminable lucha y negociación que tiene hasta ahora un desenlace incierto.
Mientras esto suceda, para los músicos colombianos seguir las reglas del sindicato o
de la industria del entretenimiento no les garantiza éxito aunque tengan público y
buen material. El problema hay que buscarlo en otras reglas no explícitas aunque
existentes, referidas a la significación de lo colombiano desde la perspectiva del
poder. Que su música no sea aceptada, no se debe a que sea “mala", sino al hecho
de que fue apropiada por los más pobres. Todo sucede como si las clases
dominantes dijeran: “Si los más pobres se la apropiaron, bueno, será de ellos; pero
entonces los demás no la consumiremos, porque así mantendremos,
simbólicamente, las diferencias que ya existen en otros ámbitos de las relaciones
sociales: la desigualdad política y económica". Sin embargo, esta actitud no es
consciente ni deliberada.
Hasta ahora dos conclusiones son claras: Por un lado, es un hecho que el estigma
que la liga a la drogadicción, la violencia, el pandillerismo y la delincuencia, y que la
asocia con sectores marginales y obreros no calificados, no ha logrado impedir que
la colombia gane espacio
s de expresión en distintos ámbitos o que se extienda a otros lugares. Pero en el
proceso debe ceder cierta parte de sí misma; una parte de la colombia de los
jóvenes debe desaparecer. Parece existir una relación entre el desvanecimiento de
la identidad colombiana y el reconocimiento social. A mayor reconocimiento y
aceptación social, menores motivos para ser diferentes. A mayor rechazo y exclusión
más motivos para obtener una identidad.
Hay una especie de intercambio en el proceso. Como vimos en la parte final del
capítulo 5, el grupo colombiano ofrece su música a la comunidad respetada y
reconocida de “los fresas", y toma de ésts, a cambio, algunos símbolos de respeto y
aceptación: el vestido y el peinado “fresa". En el caso de Neblina tal discurso se
comienza a internalizar, por lo que sus integrantes hablan de “la libertad de cada
quien para vestirse como quiera".
a ello, las estaciones de radio de Frecuencia Modulada fueron incorporándo su música con el
tiempo.
110
Respecto a la tercera posibilidad, puntualizaremos con Valenzuela (1992) que
cuando la imagen del “ellos" se percibe como amenazante, se hace posible la acción
colectiva, pero que un proceso de identificación y diferenciación cultural no siempre
se convierte en acción colectiva:
111
-el reconocimiento de la identidad colombiana de la banda y el trabajo
mutuo para realizar el gusto musical en mejores condiciones y lograr
su legitimación social.
Del primero de estos tres tipos de público hemos dicho ya algunas palabras antes.
De los últimos dos, queremos hacer nuestras reflexiones finales.
En los últimos años han aparecido nuevos actores: locutores, portavoces, analistas,
periodistas culturales, divulgadores y promotores culturales que buscan continuar y
superar la obra de personajes como Joel Luna o los sonideros. Sus aportes
(programas de radio, revistas, investigaciones) han comenzado a generar elementos
que nos permiten vislumbrar algo que llamaremos un “movimiento cultural
colombiano”; es decir, la búsqueda y defensa de un espacio cultural propio en el
enfrentamiento cotidiano con las expresiones culturales dominantes, aunque sin
plena conciencia respecto a las condiciones estructurales de su situación -
compartidas por todos- y, sobre todo, sin un discurso explícito frente al poder que no
sólo reivindique la producción y disfrute de sus bienes culturales sino que, en base a
la conciencia de sus derechos, también combata los motivos de su marginación,
condiciones que caracterizan a un movimiento social como el movimiento chicano.
Quizás con el tiempo, y con la participación conjunta de otros sectores sociales es
probable que tal discurso comience a aparecer 21.
21 Aquí coincidimos con Valenzuela en su visión del fenómeno banda. Ver J. Valenzuela
(1996), p. 1996
112
Capítulo 8
Continuidad y cambio en la música
colombiana de Monterrey 23
Las culturas mexicanas deben, en parte, su vitalidad a las migraciones. Del campo a
la ciudad y de México a Estados Unidos, el ir y venir de modos de ser y sentir, de
actuar y crear han configurado el mapa cultural de nuestro país y de otros. Ya se
escribe la historia y se muestran los circuitos por donde las culturas y las industrias
de México exportan a Estados Unidos sus maneras de ser y pensar, de divertirse y
llorar, pero también importan de los Estados Unidos, lenguaje, dólares, música,
tecnología, baile...
Con el trabajo sobre la colombia de Monterrey hemos querido dejar en claro que
procesos similares ocurren entre Colombia y México, pero hace falta mostrar los
procesos específicos mediante los cuales las industrias culturales colombianas se
trasnacionalizaron y se conectaron con las estadounidenses y mexicanas; el papel
de la migración internacional; las particulares formas de apropiación, así como la
transformación de los referentes Colombia-México en los imaginarios de ambos
países, una vez que se acepta cada vez más el importante papel que Colombia ha
jugado en la historia de la música mexicana. Estas y otras cuestiones requieren
nuevos análisis que ya realizan mexicanos y colombianos. Por ahora quisiéramos,
exclusivamente, describir algunos de los nuevos aspectos ocurridos en los últimos
siete años desde que escribimos nuestro primer trabajo, pues si nuestro estudio
habla del modo como los mexicanos, en sociedades urbanas, usamos la música no
sólo para bailar, escuchar o comunicarnos, sino para construir identidades
colectivas, los cambios recientes nos indican que tales identidades se mantienen en
constante negociación y evolución.
Nos parece que, aunque se han cerrado varios espacios de la colombia, como lo
son centros de baile, programas y emisoras de radio e instituciones de apoyo, la
23
Gran parte del contenido de este capítulo ha sido tomado de “Miradas diversas sobre la cultura colombiana”. I
Seminario sobre Patrimonio Cultural del Noreste. Conarte. Monterrey, 2004 y “Continuidad y cambio en la
música colombiana de Monterrey”, IV Congreso de laRrama Latinoamericana de la IASMP, en 2002.
113
música colombiana comienza a reconocerse en diversas instancias como una parte
importante de la cultura regiomontana.
Los relevos políticos a nivel estatal y municipal en los últimos 10 años han propiciado
inconsistencias en las políticas públicas (como sucede en otros campos de la vida
cultural), pues sus enfoques son diversos, bien privilegiando una visión moralista
ante el problema, bien abriendo y terminando proyectos sin una visión u objetivos
claros. La constante es el uso político de tales programas y la ausencia de
reconocimiento de que estas colectividades tiene dificultades pero también un
valioso capital cultural propio, que si bien puede ser enriquecido, también puede ser
usado para resolver sus propias problemáticas y realizar aportes al resto de la
sociedad.
24
Instituciones multinacionales como HEB han dado apoyo para tales actividades al grupo de promotoría cultural
juvenil Haciendo Esquina.
25
Cory Colombia dejó los programas colombianos y, aunque sigue en la radio, mantiene ahora otro perfil.
Servando Monsivaes, desapareció por un tiempo y reapareció recientemente como locutor de una estación
comercial
114
comerciales o populares, concursos de todo tipo, biografías de personajes y de
grupos musicales, perfiles de la banda, en fin, que a las emisiones radiales, se
añade ahora, una vitrina periódica en la prensa que habla de la banda y sus
problemas. Aunque el particular abordaje de tales informaciones tiene la influencia
conservadora del sello editorial donde trabaja Encinas, el material plasmado en ellas
representa un valiosísimo mar de datos para cualquier estudioso sobre el tema.
Hace siete años decíamos que Celso Piña, el iniciador de la música colombiana de
Monterrey, no tenía, por diversos motivos, el lugar que históricamente le
correspondía desde el punto de vista comercial y de status. Varios acontecimientos
en este lapso reposicionaron a Piña y a su Ronda Bogotá frente a sus colegas con
más éxito a nivel comercial y renombre internacional: autoridades culturales de la
ciudad (CONARTE) le reconocen públicamente su labor ante la presencia del
gobernador del Estado; su vinculación con sectores intelectuales ha producido, por
ejemplo, melodías con trasfondo social que encaran problemáticas como el SIDA. A
finales de los noventa, su radio de acción se amplia al tocar en discotecas y bares
frecuentados por sectores medios y medios altos; también aparece, "mano a mano",
con varios de los más importantes expositores colombianos; y, finalmente, a inicios
de ésta década, ingresa al circuito comercial nacional e internacional con una
propuesta musical modificada por su acercamiento otros conjuntos y bandas. Esto lo
reposiciona pero también modifica su público.
Los Vallenatos de la Cumbia, la Tropa Colombiana, Celso Piña y otros, han logrado
que la música colombiana ocupe espacios tradicionalmente reservados para otros
gustos musicales (rock, balada, música norteña y grupera), como la Plaza de Toros
Monumental, el Auditorio Carta Blanca y se manifieste en espacios para bailes
masivos como la Expo-Guadalupe.
Por otro lado, la competencia de tres estaciones comerciales de este tipo de música
se exacerbó. Los contactos entre éstas, los grupos musicales y las disqueras
colombianas son ahora mucho más frecuentes y cercanos con el objetivo de
promover a sus artistas y desarrollar este mercado. Por otro lado, se aprovechó la
existencia de públicos diferenciados para generar nuevos segmentos de mercado;
por ejemplo, entre quienes son exclusivamente colombianos (generalmente estratos
económicamente bajos) y aquellos que comparten otras músicas populares, como la
banda y la norteña, con el llamado “vallenato romántico” (generalmente estratos
medios bajos y medios medios). Se practican estrategias diferenciadas para públicos
diferenciados porque, además, los recursos de cada grupo radial son distintos. Unos
tienen el suficiente capital para patrocinar a conjuntos colombianos como “El
Binomio de Oro” o “Los Diablitos” para bailes en Monterrey donde, ellos mismos son
los propietarios del local; otros basan su estrategia en el conocimiento profundo de la
música popular y de su historia, para darle al radioescucha una mejor selección
musical.
Así, parte del reconocimiento social proviene del hecho de que la industria cultural
generada alrededor de este gusto busca sectores sociales con mayor poder
115
adquisitivo para que consuman sus productos. Mientas aumenta la producción de
grabaciones y videos locales, se incrementan las exportaciones a México de este
tipo de música colombiana (la de la costa atlántica). La conjunción de ambos
elementos permite hallar tales productos musicales en los aparadores de las
cadenas distribuidoras de música, algo que antes se consideraba impensable. Esto,
sin embargo, no ha eliminado la venta informal de música.
116
siempre hubiese existido la misma oportunidad para que este gusto musical
se expresara y extendiera.
Sin embargo, no fue siempre así. De hecho, la marginación que vivió durante
décadas (y vive aún) esta música fuera del mundo mediatizado, es una de las
características de esta cultura. Eso explica, en parte, el interés que ha ocasionado
en diferentes ámbitos intelectuales y artísticos, que abordan aspectos de esta cultura
desde diferentes perspectivas.
A partir de la segunda mitad de los años 90 aparecen los primeros estudios formales
sobre la música y la cultura colombianas en Monterrey. Hoy existen estudios desde
las ciencias sociales, y aportaciones desde el teatro, el video y el periodismo.
Algunos tienen por objetivo comprender y hacer comprender a otros sectores
sociales las visiones que los “colombianos” tienen de sus prácticas, de sus gustos,
en vista del estereotipo dominante que relaciona a sus consumidores con el mundo
de la delincuencia, la violencia y la drogadicción; otras aportaciones buscan enviar
mensajes específicos a la comunidad de “colombianos” utilizando los códigos de esa
cultura; otros más buscan encontrar los hilos que atan diversas realidades locales,
regionales e internacionales, donde México, Colombia y Estados Unidos son sólo los
principales escenarios.
Trabajos realizados:
Con temor a equivocarnos, los textos de Daniel Sifuentes y César Morado sobre la
historia de la Colonia Independencia y el Puente San Luisito (el llamado “Puente del
Papa”), son las primeras crónicas que registran el gusto por la música colombiana y
la liga de éste con una vestimenta especial 27.
En 1996 José Juan Olvera, Benito Torres, Gregorio Cruz y César Jaime, escriben La
Colombia de Monterrey. Descripción de algunos elementos de la cultura colombiana
en la frontera norte, con el patrocinio de la Fundación Rockefeller y el centro cultural
chicano Guadalupe Cultural Arts Center. La intención del texto era:
117
“...Relatar la historia de la música colombiana en Monterrey; describir sus
modos de producción y consumo, y el papel que juega en todo esto la
migración entre Nuevo León y Texas” 28.
Dos años después, Olvera recoge las ideas fundamentales del estudio para escribir
Colombianos de Monterrey, génesis y prácticas de un gusto musical y su papel en la
construcción de una identidad. A esta tesis de maestría Olvera agregó un intento de
interpretación teórica sobre origen del gusto por “la colombia”. La metodología usada
también es cualitativa.
118
Darío Blanco, es un joven investigador colombiano que realiza su doctorado de
Ciencias Sociales en el Colegio de México. Como parte de su trabajo doctoral,
Blanco acaba de presentar, en 2004 “El Movimiento regio-colombiano. Construcción
de identidades y transculturalidad, en México, a partir de la música caribeña
colombiana”. En él el autor se propone:
En el ámbito del video, el joven historiador regiomontano Eric Lara, realizó en 1997
Colombia en Monterrey, el primer video sobre la cultura colombiana. Leticia Vargas,
filmó en el 2001 Sombrerito de Latex, un video de ficción de 24 minutos, con formato
más profesional dirigido al público juvenil “regiocolombiano”, con la intención de
promover el uso del condón y evitar el contagio del VIH. La producción ejecutiva
corrió a cargo de la organización no gubernamental Abrazo, con fondos de la
Fundación McArthur. Para su realización, la directora buscó información académica
sobre el tema y recurrió a una banda como medio de información sobre los hábitos
sexuales de los jóvenes colombianos. Fue presentado en diversos espacios
culturales durante el 2002.
119
Ministerio de Cultura de Colombia. Cajamarca realizó estancias en Monterrey,
Ciudad de México y otras ciudades, como parte de etapa de recolección de
información para la construcción de situaciones y personajes. Su guión fue
presentado en la Ciudad de México a mediados de junio del 2003, como parte del
Encuentro “Puerta de las Américas”. Actualmente se dialoga la posibilidad de una
puesta en escena por parte de miembros de la comunidad de actores de la localidad.
Desde el campo del periodismo han aparecido interesantes trabajos que pretenden
dar contexto a investigaciones académicas sobre el tema, o a nuevos proyectos
musicales que músicos como Celso Piña presenta en la ciudad de México o Estados
Unidos. Han aparecido entrevistas con este autor en La Jornada, el Universal y
Reforma. Uno de los trabajos más interesantes es Dancing Across the Border,
realizado por Cheryl Smith, para el Dallas Observer, de Dallas, Texas. Smith
muestra el modo como se vive este gusto musical de ambos lados de la frontera y el
papel que juega la migración en su desplazamiento geográfico. Es también digno de
reconocimiento, el trabajo ya mencionado que Lorenzo Encinas ha realizado, por
varios años, en periódicos dirigidos al sector trabajador.
Trabajos en proceso
120
territorialización liberal, reactivando “...discursos y prácticas sujetas a
representaciones sociales propias de la clase dominante, poniendo en marcha los
tradicionales métodos de represión contra estas agrupaciones”.
Mi posición debería ser más de un análisis y creación sobre la música como tal,
para lograr otra aproximación entre la música Colombiana y la de Monterrey. Es
por esto que apreciaría mucho poder crear un diálogo sobre aspectos musicales,
como por ejemplo los gustos de la gente, las músicas tradicionales de Nuevo
León, el contacto con músicos etc...
121
...identificar y registrar el movimiento cultural identificado como la colombia de
Monterrey, y documentarlo a través de un diario audiovisual , en el que los
personajes, los lugares, los sonidos y la música, nos permitan reconocer una
“contracultura” que surge de un ambiente marginal, violento, en una región donde
mucha gente está de paso, donde las migraciones son parte de la realidad
cotidiana y en la que la música vallenata ha sido aceptada y adaptada por un
amplio sector de la sociedad, generando una catarsis, una poética y una estética
sumamente particulares.
Hay otros documentos importantes, como las fotografías que Cesar Valdés ha
tomado y otros que seguramente, se nos pasan. Lo que me pone a pensar es: si los
anteriores trabajos son intentos de dar voz a quienes no la han tenido, y de
desprejuiciar las visiones tradicionales, generalmente negativas y discriminadoras
hacia los colombianos, ¿cómo hacemos nosotros para que toda esa producción sea
conocida y apropiada –en lo que valga- por los que viven día a día la cultura
colombiana? ¿Por qué no nos hemos puesto a trabajar para no superponernos, para
conocernos mejor, para trabajar en equipo?
122
primeros consumidores -campesinos migrantes a Monterrey-, por evocar la realidad
campesina que ellos habían dejado en sus lugares de origen. Esta función evocativa
de la música, que a nosotros nos parece crucial, desapareció con los jóvenes banda
y, al parecer, nada la ha sustituido hasta ahora. Si bien es cierto que las letras y los
instrumentos son elementos clave en la apropiación del gusto y el desarrollo de la
colombia de Monterrey, han cambiado las condiciones sociales en las que los
migrantes a Monterrey realizaban tal apropiación. La jungla de asfalto es hoy el
nuevo escenario de sus hijos y nietos, quienes ya no encuentran sentido en “las
vacas viejas”, “los gallos tuertos” de las cumbias, porros y vallenatos “tradicionales”.
Pero entonces, ¿por qué si la música de la costa atlántica, que vive una nueva etapa
en su proceso de comercialización e impregna ahora sus melodías con elementos
que fueron rechazados hace 30 años por los consumidores originales de la música
colombiana, por lo trivial, repetitivo y vacío, éstos consumidores o sus descendientes
no se crean alternativas musicales que relaten de sus propias vivencias urbanas, sus
ideales de vida?. Quizá porque, como dice la locutora “Cory Colombia”, sigue siendo
un escenario demasiado triste como para hablar de ello, pero quizá también porque
los consumidores no tienen herramientas para construir "su propio vallenato" y
aumentar la carga de sentido de sus propias melodías. La cultura de la composición
y la tradición que ésta forma están ausentes en el panorama colombiano
regiomontano. Las operaciones discursivas como la ironía, el humor, la sátira, son
elementos cada vez más ausentes en esta cultura urbana, aunque esté presente en
otras culturas mexicanas campesinas y urbanas en forma de corridos de narcos, por
ejemplo.
Ante tal ausencia, las melodías vallenatas no mencionan (con raras excepciones) a
los nuevos escenarios donde ahora transcurre la vida de los colombianos: la
esquina, la madre, el policía, la familia, la droga, el trabajo, el relajo, la frontera, el
desempleo, el SIDA, la escuela, la rutina con los amigos y hermanos, entre muchos
otros. Si menciona, por su puesto, uno de los más importantes: amor, tema donde
anclan muchas otras músicas comerciales.
123
Es un reto para los jóvenes procurarse herramientas de composición-reflexión,
conocimiento del origen del gusto y de los géneros tradicionales, no comerciales de
la música de la Costa Atlántica. Ante su ausencia, uno puede mirar al hip hop como
posible un sustituto natural, y por ello, no es raro mirar también futuras fusiones
posibles entre cumbia, vallenato, hip hop y otras más, como ya están ocurriendo.
Fusionando al rock con el hip hop y otras corrientes, evocando a la colombia con el
uso del acordeón, grupos como El Gran Silencio cumplen la función de cronistas y
críticos sociales, que en su tiempo realizaron los compositores de la costa atlántica.
124
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes Secundarias
125
Blanco, Darío. Creaciones, dinámicas y contradicciones del vallenato. Construcción
de regionalidad y nacionalidad a partir de la música popular colombiana.
Bogotá: tesis no publicada, 2000.
Cruz, Gregorio y B. Torres. Memoria del Programa Haciendo Esquina. Aportes para
el trabajo comunitario con jóvenes de colonias populares. San Nicolás de los
Garza, N. L.: Presidencia Municipal, 1997.
126
García Canclini, Néstor. Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y salir de la
modernidad. México: CONCULTA, 1989.
Guiddens, Anthony. Las nuevas reglas del método sociológico. Buenos Aires:
Amorrotu, 1987.
Gutiérrez, Tomás. Cultura Vallenata: Origen, teoría y pruebas. Bogotá: Plaza Janes,
1986.
López, Gustavo. “El cholo en Michoacán”, en, Hernández, l y Sandoval, M., Frontera
Norte. Chicanos, pachucos y cholos. México: Ancian Regimen,1989.
127
Moreno, Yolanda. Historia de la Música Popular Mexicana. México: Alianza Editorial
Mexicana-CAN, 1987.
Orovio, Helio. Música por el Caribe. Santiago de Cuba: Editorial Oriente, 1994.
Reguillo, Rossana. En la calle otra vez. (Las bandas: identidad Urbana y usos de la
comunicación). Guadalajara: ITESO, 1991.
128
Shultz, Alfred. El problema de la Realidad Social. Buenos Aires: Amorrotu, 1962.
129
APÉNDICES
130
Apéndice 1
1. Sonido 42
2. Sonido Alegría Vallenata
3. Sonido Álvarez
4. Sonido Brasilia
5. Sonido Dueñes Hermanos
6. Sonido Dinamita
7. Sonido Mocambo
8. Sonido Monarca
9. Sonido Monterrey
10.Sonido Murillo Hermanos
11.Sonido Murillo II
12.Sonido Nube Gris
13.Sonido Paraíso
14.Sonido Silva
15.Sonido Yuriko
131
Apéndice 2
Grupos de música colombiana, profesionales y no
profesionales, detectados hasta junio de 1997,en el
área metropolitana de Monterrey
Nombre del grupo Colonia Municipio
Alegres Monarcas Independencia Monterrey
Alegres del Vallenato Independencia Monterrey
Amanecer del Vallenato Fomerrey 25
Amantes del Vallenato Constituyentes de San Nicolás
Querétaro
Amenaza Colombiana Zaragoza Guadalupe
Antioqueños de la Cumbia
Artilleros de la Cumbia Niño Artillero Monterrey
Artilleros del Vallenato
Arzobispos de la Cumbia Días Ordaz San Nicolás
Barranquilleros de la Cumbia Independencia Monterrey
Bazuca Colombiana Valle Verde Monterrey
Brillantes Vallenatos Valle Verde Monterrey
Brisa Colombiana Fomerrey 22 San Pedro Garza
García
Brisa Vallenata Santa Catarina
Brujos del Vallenato Tierra Propia Guadalupe
Calacas de la Cumbia Acapulco Guadalupe
Campesinos de la Cumbia Valle de la Silla Guadalupe
Canto Negro San Bernabé Monterrey
Cartagenos
Cartucho Colombiano Fomerrey 34
Católicos del Vallenato
Celso Piña y su Ronda Bogotá Sierra Ventana Monterrey
Chichos Vallenatos
Chompy y los Vagos Fraccionamiento La Silla Guadalupe
Conjunto Típico Sabanero Loma Linda
Cumbiamberos Locos Infonavit Huasteca Santa Catarina
Descarga Vallenata Cañada Blanca
Diferencia Vallenata Escobedo
Dinastía Vallenata Escobedo N.L.
Duelo Sabanero Fomerrey 3 Guadalupe
132
Escuadrón M-19 Constrituyentes San Nicolás
Estrellas del Vallenato Independencia
Fortaleza Colombiano Felipe Carrillo Escobedo
Fuerza Colombiana Independencia Monterrey
Gavilancitos Arboledas de Santo San Nicolás
Domingo
Generación Colombiana San Bartolo San Nicolás
Grupo Amaya Independencia Monterrey
Ilusión vallenata
Imperio Vallenato Fomerrey 9
Intérpretes Vallenatos Los Altos Monterrey
Juventud Vallenata Felipe Carrillo
Juventud Vallenata Fomerrey 1
Misioneros de la Cumbia
Misión Colombiana
Misterio Colombiano Margarita Salazar San Nicolás
Mulatos Fomerrey 23
Mulatos de la Cumbia Fomerrey 35 Monterrey
Navegantes del Vallenato San Gilberto (Santa
Catarina )
Neblina Colombiana Constituyentes San Nicolás
Nostalgia Vallenata
Nostalgia Sabanera Vivienda Popular Guadalupe
Nube Colombiana Cañada Blanca Guadalupe
Lamento Colombiano Colonia Barrica
Lejanía Vallenata La Naranjera San Nicolás
Los Gavilancitos Colonia Fomerrey 119
y Fomerrey 30
Poder Vallenato Felipe Carrillo Escobedo
Principes del Vallenato Valle Verde Monterrey
Rebeldes de la Cumbia Niño Artillero Monterrey
Revelación Vallenata Las Villas Guadalupe
Ronda Colombiana Moderna Monterrey
Romance Vallenato Independencia
Sabor Vallenato Fomerrey 34
Sampuesanos de la Cumbia Industrial Monterrey
Santa Yerbita Año de Juárez San Nicolás
Sendero Colombiano Lázaro Cárdenas Monterrey
Senderito Colombiano Fomerrey 4 San Nicolás
Sentimiento Vallenato Fomerrey 34 San Nicolás
Serpiente Colombiana Alvaro Obregón Monterrey
Sombra Negra Lagos de Chapultepec San Nicolás
133
Sombra Vallenata Ciudad Guadalupe
Sonideros de Ayapango Fomerrey 44 San Nicolás
Soñadores del Vallenato Loma Linda Monterrey Monterrey
Tormenta Colombiana Tres Caminos Guadalupe
Tormenta Vallenata Tres Caminos Guadalupe
Tristeza Vallenata Fomerrey 119 San Nicolás
Tropa Vallenata Independencia Monterrey
Tropa Colombiana Independencia Monterrey
Trópicos El Refugio San Nicolás
Viajeros de la Cumbia
Unión Colombiana
Vallenatos de la Cumbia Independencia Monterrey
Viajeros de la Cumbia
Fuente: Recopilación realizada por Benito Torres y Gregorio Cruz en base al registro de
actividades de promoción musical de Haciendo Esquina y a investigaciones de José Juan
Olvera.
134
Apéndice 3
DESGLOSE:
TITULO INTERPRETE
CASSETTE 1
LADO UNO
La estereofónica Manuel Villanueva
La cachaca Manuel Villanueva
Cumbia sampuesana Conjunto Típico Contreras
El viejo baúl Corraleros del Majagual
La muerte de Abel Antonio Los Rebeldes del Ritmo
La rajita de canela Carmen Rivero
A caballo Julián Bert y sus Percusivos
135
Inmenso amor Alfredo Gutiérrez
El baratillo Corraleros del Majagual
Apartamento 3 Corraleros del Majagual
LADO DOS
Cumbia del monte E. Guillén
Cumbia campesina Corraleros del Majagual
La sabrosona Los Vlamers
Rosa Valena Los Vlamers
El pollo vallenato
Parampa Corraleros del Majagual
La flaca vitola Corraleros del Majagual
Charanga costeña Corraleros del Majagual
Conchita Climaco Sarmiento
CASSETTE 2
LADO UNO
Que rico mambo Dámaso Pérez Prado
Chupando caña Los Cometas
Gaita de nelly
Palomita marinera Los Picolísimos
El traje de baño Los Picolísimos
Agarradito Los Picolísimos
Pero qué suegro Los Picolísimos
La tarara Los Picolísimos
Agua de coco Los Picolísimos
La colondrina Los Picolísimos
LADO DOS
La chispita Hugo Blanco
La chicharita del café Cantina y su Combo
Ni cuerpo ni corazón El Gran Romancito
Se baila así Rufo Garrido
La vaca vieja Los Españoles
Micaela Tony Camargo
La puerca Tony Camargo
La historia Tony Camargo
El gallo tuerto Tony Camargo
Cumbia cienaguera Tony Camargo
CASSETTE 3
LADO UNO
El zapatero Alfonso Piña
Cabaretera Alfredo Gutiérrez
136
Coquito de agua Aniceto Molina
La charamuzca Alfredo Gutiérrez
Te lo juro El Combo de las Estrellas
Amparito La Gran Bandita
La descarada Noel Petro
Ya llegó diciembre Superestrellas
Mosaico No. 6 Los Golden Boys
LADO DOS
Rondando tu esquina Aníbal Velázquez
Recuerdo del pasado Aníbal Velázquez
El pollo vallenato Los Imperiales
Yolanda Los Imperiales
Muchacha coqueta Los Imperiales
Adiós vallenato Los Imperiales
Pobre pescado Los Imperiales
Déjala dormir Los Imperiales
Pa’ la playa Los Imperiales
TITULO INTERPRETE
CASSETTE 4
LADO UNO
1.- ¡Oh, qué gusto de Rigo Tovar
volverte a ver!
2.- Carita de angel Los Tartamudos
3.- Abrazo costeño Renacimiento ‘82
4.- Los goterreros José Muñoz
5.- El astrólogo Gildardo Montoya
6.- Dr. Bobo Gildardo Montoya
7.- Cumbia barulera Luis Pérez Cedrón
8.- Si la vieran Luis Pérez Cedrón
9.- Yiyo Aníbal Velázquez
10.- Por qué sufres Aníbal Velázquez
11.-El mujeriego Acapulco Tropical
12.- Cumbia de mi rancho Acapulco Tropical
13.- Yolanda Alegres Vallenatos
14.- Boquita salá’ Los Millonarios
15.- Déjala dormir Alegres Vallenatos
LADO DOS
1.- El hombre enamorado Alegres Vallenatos
2.- Quisisera amarte menos Aniceto Molina
3.-La sapa Aniceto Molina
4.- Así eres tú Aniceto Molina
137
5.- Recordando Corraleros del Majagual
6.- Llorando mi pena Corraleros del Majagual
7.- Villanuevera Rufo Garrido
y su orquesta
8.- Negra Isabel Corraleros de Sinú
9.- Mi camisa a raya Corraleros de Sinú
10.- Canto de pescadores
11.- Beso sobre beso Corraleros
12.- El baratillo Chico Cervantes
y su conjunto
13.- Fiesta en corraleja Corraleros
14.- Playa brisa y mar Chico Cervantes y su
Conjunto
CASSETTE 5
LADO UNO
1.- Duelo sabanero Later
2.- La ley del embudo Combo de las Estrellas
3.- Mi padrino Nelson Enríquez y
su Combo
4.- La bumanguesa Joe Rodríguez y su grupo
latino
5.- La negra candelosa Policarpo Calles y su
conjunto
6.- Sonia Policarpo Calles y su
conjunto
7.- Gallo moro Andrés Landero
8.- Virgen de Guadalupe Roy Rodríguez
9.- Son de Toño Andrés Landero
10. Canción para una Lisandro Meza
muerte anunciada
11.- Oyeme Daniel Lisandro Meza
LADO DOS
1.- Dime pajarito Binomio de Oro
2.- Gitana Los Betos
3.- Tomando y tomando Los Embajadores
4.- Si te vas te olvido Diomedes Díaz
5.- La casa en el aire Gabriel Romero
6.- La gota fría Carlos Vives
7.- Me dejaste sin nada Las Musas del Vallenato
8.- Los caminos de la vida Los Diablitos
9.- Te veré llorar Los Chiches Vallenatos
10.- Choco Manuel Jota
138
Apéndice 4
139
y Regional grupera Estrellas de Oro
23 1510 IQ Radio Uno Variada Gobernamental
24 1540 Radio RED Noticias
Total de estaciones = 43
Estaciones colombiana = 3
Porcentaje respecto al cuadrante = 7 %
Año = 1998
140
Apéndice 5
La narración en la música
de la costa atlántica
de Colombia
5.1. Canción para una muerte anunciada
Lisandro Meza /EDIMUCOSTA . 1982.
Tucán- Colombia/Eco-Peerles. México
141
el mal. Ahí comenzó; (BIS)
Santiago, te van a matar.
Cuando se mueren los perros
Pasó el tiempo y el día menos pensado también se acaban las pulgas.
se presenta un tipo raro, (BIS)
atraído por la belleza
de Ángela se enamoró. Así lo gritaba el pueblo: “¡Qué dicha!,
se acabaron las pugnas"
El que no sabe para mí (BIS)
está vendado
de la noche a la mañana Con el fondo coral de “Ten van a matar,
la boda se realizó. te van a matar”, se dice:
Santiago Nasar, en la hora de tu muerte te
Llegó el obispo, lo colmó de bendiciones abandonaron tus mejores amigos:
la banda dejó un porro, Cristo Bedoya y el Coronel Aponte; María
con platillos y maracas Alejandrina Cervantes, donde tomabas tinto
llega al pueblo la alegría, todo los días. -¡Divina flor!-; Plácido
pero Ballardo por la noche Aguilera; quienes te dijeron: hoy no lo
cuando fue a buscar la luna, matan. Y lo mataron.
ésta miel no tenía.
(BIS)
142
5.2. Cosas que pasan
Los Tres Betos
143
5.3. Desenlace
Intérprete: Los Tres Betos
144
5.4. Plegaria del Campesino
Autor: Hernán Marín y Alfredo Gutiérrez
145
estoy acostumbrado a la lucha de la vida
y quiero la pobreza porque también soy (sic)
146
5.5. La historia
Intérprete: Los Diablitos Autor: Omar Geles (1996)
147
5.6. Los Caminos de la Vida
Intérprete: Los Diablitos Autor: Omar Geles. 1988
Yo pensaba que la vida era distinta, Por eso te pido a Ti, mi Dios, del cielo
cuando estaba pequeñito yo creía para que me guíes al camino correcto,
que las cosas eran fácil como ayer. para mi viejita linda compensar,
Que mi viejecita buena se esmeraba para que olvide ese mar de sufrimientos
por darme todo lo que necesitaba, y que de ella se aparte todo el tormento,
y hoy me doy cuenta que tanto así no es. que pa’ criarnos tuvo que pasar.
148
5.7. El Bastardo
Autor: ¿?
149
5.8. El Hijo de Nadie
Autor: ¿?
Intérprete: Alfredo Gutiérrez
Iba vagando, triste y solitario por la oscura calle,
en busca de algo que le diera abrigo a ese hijo de nadie.
Calor buscaba, pero no encontraba una mano amiga,
miré en su cara, y llorando estaba en esa noche fría.
150
Hoy soy su amigo, su mano protectora y mucho más
el “hijo de nadie” está feliz ahí en mi hogar.
Hablado: ¡Dios mio, mira para la tierra!
151
5.11. El niño y la cumbia
Intérprete: Ronda Colombiana
152
5.12. La Muerte de Abel Antonio
Autor: Abel Antonio Villa
(Versión de los Rebeldes del Ritmo-México)
(Hablado: “¡hay Abelito, te me fuiste para siempre, papi; tan lindo que me tocaba!”
Pobrecita Juana Montes, oigan su llanto desolado, quién iba a creer que se muriera el que le
traía los tacos).
Coro:
Abel Antonio no llores
eso le pasa a los hombres.
Abel Antonio no te pongas a llorar,
eso le pasa al que sabe caminar.
Abel Antonio no te pongas a llorar,
eso le pasa al que sabe caminar.
Coro:
Abel Antonio no llores,
eso le pasa a los hombres.
Abel Antonio no te pongas a llorar
eso le pasa al que sabe caminar. (BIS)
153
Oigan lo que es esto, se acaba entre los dos,
llegan a la muerte o me la gano yo.
Oigan lo que es esto, se acaba entre los dos
llegan a la muerte o me la gano yo
154
5.13. Drama provinciano
Intérprete: El Doble Poder
(DOBLE BIS)
(DOBLE BIS)
Hablado: ¡Ay hombre! cuánto sufrimos los niños por los errores de los mayores!
155
HOMENAJES
(Hablado: Rafa, te fuiste, pero vivirás en nuestros corazones porque eras el sentimiento hecho
canción y el sentimiento nunca muere)
156
Listado de fotos y mapas para el libro
“Colombianos de Monterrey”
FOTOS
1. Panorámica del cerro de la Loma Larga vista desde la clínica 33 del Seguro
Social, en el centro de Monterrey. (Página 13) [Foto: José Juan Olvera]
2. Ingreso a la Colonia Independencia por el Puente San Luisito o Puente del
Papa (Página 15) [Foto: José Juan Olvera]
3. Portada de un Disco de Oro para los sonideros de Monterrey. (Página 21)
[Foto: Discos Fuentes]
4. Gabino Hernández (Der.) entregando a un sonidero su reconocimiento.
(Página 21) [Foto: Discos Fuentes]
5. Raúl Murillo, junto con su hermano Mario fueron han sido dos de los sonideros
de mayor tradición en Monterrey. (Página 21) [Foto: Discos Fuentes]
6. Gabriel Dueñes (centro) con su reconocimiento. (Pag. 26) [Foto: Discos
Fuentes]
7. Sonidero de la familia Murillo vendiendo música colombiana en el Puente San
Luisito o Puente del Papa (Página 41). [Foto: José Juan Olvera]
8. Max Carvajal, del Sonido Alegría Vallenata. (Página 41) [Foto: José Juan
Olvera]
9. Celso Piña.. (Página 44) [Foto: Gabriel Nuncio]
10. Juan Francisco Ortega Coronado “El Compa Julio”, compositor musical.
(Página 51) [Foto: José Juan Olvera]
11. Banda de los Chatarreros, en el Municipio de San Nicolás. (Página 56). [Foto:
Gregorio Cruz]
12. Colombiano con Acordeón de la banda Los Kakos, Municipio de San Nicolás.
(Página 57). [Foto: Leticia Saucedo]
13. Referencias a la colombia, en un mural de la Colonia Vicente Guerrero,
Municipio de San Nicolás, para un concurso de Haciendo Esquina. Banda Los
Astros. (Página 59) [Foto: Leticia Saucedo]
14. Servando Monsiváis y su hijo. (Página 60) [Foto: Gregorio Cruz]
15. El Puente San Luisito o Puente del Papa y el mercado de “La Pulga”. (Página
62) [Foto: José Juan Olvera]
16. Joel Luna, gerente de la XEH (Página 64) [Foto: José Juan Olvera]
17. Cory Colombia y Luis Manuel López “El Chino” en las instalaciones de Radio
Nuevo León. (Página 67). [Foto: Gregorio Cruz]
18. Colombianos con “Cory Colombia” -abajo, al centro. (Página 67) [Foto: Benito
Torres]
19. Benito Torres, de la ONG “Haciendo Esquina”, y “Cory Colombia” flanquean a
de El Binomio de Oro, uno de los grupos comerciales que más ha
trascendido. (Página 69) [Foto: Gregorio Cruz]
20. Nicho Colombia (izq.) y Rubén Mujica, representante de Celso Piña. (Página
70) [Foto: José Juan Olvera]
157
21. El acordeonista ganador del Festival de la Leyenda Vallenata 1998,
acompaña a Celso Piña durante el Festival Voz de Acordeones. (Página 71)
[Foto: Gregorio Cruz]
22. Detalle de un mural del chavo banda Julio César Vargas, en el municipio de
San Nicolás, que representa a un colombiano. Sólo los graffitis alrededor del
personaje son originales. (Página 74). [Foto: Leticia Saucedo]
23. Baile de la motoneta, a la derecha. (Página 81) [Foto: Leticia Saucedo]
24. Baile de Wachecos o paso del gavilán. (Página 82) [Foto: Benito Torres]
25. Otro aspecto del paso del gavilán: el colombiano con gorra evoca la inhalación
de solventes, con su mano derecha retiene una bolsa inexistente, con la
izquierda la aplasta para respirar el contenido. (Página 82) [Foto: José Juan
Olvera]
26. Un muestrario de la vestimenta colombiana, de la banda los Air Flight. (Página
83). [Foto: Leticia Saucedo].
27. Colombiano bailando el paso del gavilán con vestimenta “metalera”.(Página
84) [Foto: Leticia Saucedo]
28. Colombianas de la banda Golden Boys. (Página 84) [Foto: Leticia Saucedo]
29. Mural de la Colonia Vicente Guerrero, municipio de San Nicolás, para un
concurso de Haciendo Esquina. (Página 91). [Foto: Benito Torres]
MAPAS
1. Mapa de Colombia.
a. Nombre del Archivo “MapaColombia.jpg”) página 15
2. Mapa del Caribe. página 15.
a. Nombre de larchivo MarCaribe.jpg (Fuente:The World Factbook
2002.CIA)
3. Ruta de la música colombiana hacia Monterrey
a. Nombre del archivo “America1.jpg”, página 20.
158