02 Fiallo, Camargo - Gutiérrez
02 Fiallo, Camargo - Gutiérrez
02 Fiallo, Camargo - Gutiérrez
Escuela de Matemáticas
Universidad Industrial de Santander
Vol. 31, No. 2, 2013, pág. 181–205
181
182 J. Fiallo, L. Camargo & Á. Gutiérrez
Introducción
En las tres últimas décadas el tema de la enseñanza y el aprendizaje de la demostración
en matemáticas en los niveles de primaria, secundaria y universitaria se ha puesto en
consideración por parte de los investigadores en educación matemática, principalmente
por los múltiples cuestionamientos que se han hecho en torno a su enseñanza y su apren-
dizaje. Evidencia de ello son la revista International Newsletter on the Teaching and
Learning of Mathematical Proof (http://www.lettredelapreuve.it/), los resultados de la
Conferencia del 19o ICMI Study [49] y las numerosas publicaciones en otros libros y re-
vistas, parte de las cuales describimos en este documento. La enseñanza y el aprendizaje
de la demostración son también importantes para los profesores de los diferentes niveles
educativos, sobre todo de educación secundaria y de universidad. Un ejemplo destaca-
do son las dos ediciones de los Principios y Estándares para las Matemáticas Escolares
[81, 82], publicaciones de transcendencia mundial, en donde se incluye el razonamiento
y la demostración como uno de los cinco estándares de procesos que los estudiantes de-
berían conocer y ser capaces de usar con más perfección y complejidad a medida que
progresan en su escolarización. En la más reciente de dichas publicaciones se sugiere que
los programas de enseñanza en todos los niveles desde educación infantil hasta educación
secundaria deberían capacitar a los estudiantes para:
[Revista Integración
Acerca de la enseñanza y el aprendizaje de la demostración en matemáticas 183
una recopilación de estudios presentados durante 30 años en los congresos del Interna-
tional Group for the Psychology of Mathematics Education (PME), organizándolos según
que traten aspectos curriculares, cognitivos o de enseñanza. Mariotti apunta que, deba-
jo de cualquiera de estos aspectos educativos, está presente la tensión entre diferentes
concepciones de la demostración, que tienen su paralelismo histórico si se comparan las
posturas basadas en los Elementos de Euclides y las basadas en la nueva concepción
sobre la verdad matemática que surgió a partir del final del siglo XIX. También señala
que un aspecto común a ambas concepciones es el reconocimiento de la relación entre
comprensión y aceptabilidad de las afirmaciones matemáticas.
Por su parte, Harel y Sowder [56] se enfocan en asuntos cognitivos referidos a los es-
quemas de demostración1. Estos autores definen un esquema de demostración de una
persona o una comunidad como lo que le permite asegurarse (eliminar sus propias dudas
sobre la veracidad de una afirmación matemática) y persuadir (eliminar las dudas de
otros sobre esa afirmación). En [55] Harel y Sowder presentan los resultados de diversos
experimentos de los que extraen un conjunto de categorías de demostraciones empíricas y
deductivas, que detallamos un poco más en otra sección de este artículo. Harel y Sowder
en [56] revisan una variedad de factores que influyen en el aprendizaje de la demostración,
organizados desde los puntos de vista matemático e histórico-epistemológico, cognitivo y
educativo y socio-cultural.
En la introducción a Boero [24], el editor plantea la necesidad de desarrollar nuevas
formas de enseñanza de la demostración en los niveles preuniversitarios que se adapten a
las condiciones actuales de los centros de enseñanza, de los profesores y de los estudiantes.
Para analizar esta problemática, el libro se centra en aspectos histórico-epistemológicos,
cognitivos y didácticos de la demostración, vista como producto.
Un aspecto interesante en la definición de esquema de demostración es la consideración
explícita de una comunidad como unidad de elaboración de demostraciones, ya que para
ello es necesario que los individuos que la integran se pongan de acuerdo en aspectos
cruciales como qué es demostrar, cómo se demuestra una afirmación matemática o qué
características debe poseer un argumento para ser reconocido como una demostración
válida. En la actualidad existe consenso generalizado en reconocer que las matemáticas
son una producción social realizada por un grupo de expertos (los matemáticos pro-
fesionales) que se ponen de acuerdo sobre ciertas normas. Además, investigadores en
educación matemática llevan estas ideas al mundo de la enseñanza y proponen conside-
rar los grupos de estudiantes de un aula como una comunidad que puede adoptar sus
propios acuerdos para construir su concepción de demostración matemática. Un ejemplo
de ello lo tenemos en [27]. Desde este punto de vista, con el que coincidimos, la actividad
de producir una demostración es una práctica social cuyas características dependen del
ámbito institucional en donde se lleva a cabo.
La recopilación de investigaciones que presentamos en este documento intenta ser más
abarcadora que cada una de las tres mencionadas antes, y profundizar en líneas que se
mencionan tangencialmente en los estudios de referencia. Cabe aclarar que la división del
texto en estas cinco secciones no genera grupos disjuntos, pues las líneas de investigación
se articulan estrechamente.
1 Algunos investigadores usan el término “esquemas de prueba” como traducción de “proof schemes”,
pero de acuerdo a la definición de demostración de Harel y Sowder, decidimos usar el término “esquemas
de demostración”.
[Revista Integración
Acerca de la enseñanza y el aprendizaje de la demostración en matemáticas 185
En esta sección nos referimos a investigaciones que tienen como meta proporcionar una
descripción del estatus de la demostración en la escuela y su relación con el currículo.
Algunos interrogantes que motivan los estudios investigativos son: ¿cuál es el estatus de la
demostración en la escuela? [76], ¿qué influencia tienen las concepciones epistemológicas
acerca de la demostración en las diversas opciones curriculares?, ¿qué relación guardan el
aprendizaje de la demostración en la escuela y las concepciones de los estudiantes acerca
de la demostración con supuestos históricos y epistemológicos subyacentes en el currículo?
[24]. A continuación sintetizamos algunos de los principales estudios representativos de
esta línea, síntesis que se puede complementar con la presentada en [92].
Battista y Clements en [20] proponen que el currículo de secundaria debe estimular a
los estudiantes a refinar su pensamiento gradualmente, conduciéndolos a comprender los
defectos de las justificaciones visuales y empíricas para que descubran y comiencen a
usar componentes críticos del pensamiento formal. Al respecto Godino y Recio en [43]
plantean que la enseñanza de las matemáticas debe procurar que los estudiantes controlen
y dominen las diversas prácticas argumentativas, así como que sean conscientes de las
relaciones dialécticas entre ellas.
[Revista Integración
Acerca de la enseñanza y el aprendizaje de la demostración en matemáticas 187
Healy y Hoyles en [57, 59] presentan los resultados de un proyecto nacional sobre las
concepciones de demostración que tienen estudiantes entre 14 y 15 años, en Inglaterra
y Gales. A partir de un cuestionario aplicado masivamente, que incluía preguntas de
álgebra y geometría, examinan la relación entre el currículo nacional, las concepciones
que manifiestan los estudiantes, así como su desempeño. Las respuestas del cuestionario
sirvieron a Küchemann y Hoyles (ver [70]) para sacar conclusiones sobre la influencia del
tema (álgebra o geometría), el género y el conocimiento matemático general en las con-
cepciones acerca de la demostración y en el desempeño al demostrar. Los autores señalan
que las respuestas a los ítems cuyos temas eran más familiares a los estudiantes estaban
sujetas a la influencia de los libros de texto más que al conocimiento matemático general,
mientras que las respuestas a los ítems menos familiares (geometría), estaban más sujetas
a la variación entre clases; en un estudio complementario al anterior, los autores caracteri-
zan las diferentes respuestas de dos estudiantes con diferentes visiones de demostración
y de matemáticas. En un estudio local, usando la idea de evaluación propuesta en [70],
Fiallo y Gutiérrez presentan en [39] los resultados cualitativos y cuantitativos de una
evaluación diagnóstica aplicada a 100 estudiantes de 10o grado de bachillerato (14–16
años) de tres instituciones de Santander (Colombia), mediante el análisis de los tipos de
demostraciones (ver [78]) que realizan los estudiantes al inicio del curso.
Ibañes y Ortega en [66] realizan un análisis curricular del tratamiento de las demostra-
ciones trigonométricas revisando los libros de texto españoles de primer curso de ba-
chillerato. Usan como categorías de análisis de contenido matemático las definidas para
ese fin en [65]. Por esta razón, estudian los esquemas de demostración, las técnicas em-
pleadas en las demostraciones -método, estilo y modo-, las funciones de la demostración,
la explicitación de procesos, las expresiones que se utilizan y si en los textos se hacen
consideraciones globales del proceso seguido en la demostración. En un trabajo similar
Stacey y Vincent [95] usan la definición de demostración y los esquemas de demostración
de Harel y Sowder [56] para analizar los modos de razonamiento explícito en las ex-
plicaciones, justificaciones y demostraciones de varios tópicos en cuatro libros de texto
australianos. Concluyen que todos los libros de texto hacen algún intento de explicar
cada proposición. Ningún libro de texto presenta “reglas sin razón”. Sin embargo, parece
ser que el único objetivo al deducir una regla es ponerla en práctica en ejercicios, en lugar
de utilizar las explicaciones como una herramienta de pensamiento. Las explicaciones son
muy cortas y sólo presentan aspectos esenciales del razonamiento formal, por lo que los
estudiantes deben acudir a los profesores para comprenderlas, aunque el material pro-
porcionado requiere de profundización en el conocimiento matemático y pedagógico del
contenido por parte de los profesores. Algunos de los recursos electrónicos que se agregan,
incluyendo demostraciones geométricas dinámicas y plantillas para la construcción, son
para llenar algunas lagunas en las explicaciones.
En este grupo ubicamos investigaciones que buscan obtener una mejor idea sobre los
procesos relacionados con el aprendizaje de la demostración y aportan respuestas a
interrogantes como ¿cuáles son las actuales concepciones de la demostración de los es-
tudiantes? [56], ¿cuáles son las principales dificultades que encaran los estudiantes en
relación a la demostración? y ¿cuál puede ser el origen de tales dificultades? [56, 76]. A
continuación presentamos trabajos de investigación representativos de esta línea.
Balacheff en [13] presenta un estudio experimental acerca de las concepciones de de-
mostración de los estudiantes, desde el punto de vista de las prácticas matemáticas.
Plantea la siguiente clasificación para las concepciones: empirismo ingenuo, experimento
crucial, ejemplo genérico y experimento mental. Las tres primeras corresponden a de-
mostraciones empíricas y la última a demostraciones deductivas informales, La diferencia
entre las demostraciones empíricas es la forma como los estudiantes seleccionan los ejem-
plos: En el empirismo ingenuo, el estudiante busca, muchas veces de manera aleatoria,
uno o varios ejemplos, que son percibidos como casos aislados. En el experimento crucial,
la demostración se basa en la concepción de que todos los ejemplos se comportarán de la
misma manera, por lo que el estudiante elige ejemplos de manera cuidadosa para que no
sean “especiales” y verifica en ellos la conjetura cuya veracidad quiere demostrar. En el
ejemplo genérico, el estudiante hace una búsqueda cuidadosa de ejemplos, que son repre-
sentantes de sus clases y portadores de propiedades abstractas. La principal característica
del experimento mental es que los ejemplos ya no forman parte de la demostración, sino
que son un complemento que ayuda al estudiante a encontrar propiedades y relaciones
deductivas para construir la demostración.
El estudio de Balacheff permite ver los procesos de demostración usados por los estu-
diantes al resolver un problema, revisando cómo los estudiantes llegan a la convicción
de la validez de la solución propuesta, a través de la discusión verbal. Concluye que el
análisis de las características lingüísticas de las expresiones en la demostración es insu-
ficiente para aclarar el nivel de demostración de los estudiantes. En cambio, cuando se
conoce el proceso de producción de la demostración se puede tomar una decisión acer-
ca de su validez efectiva y de su nivel. Con base en los resultados de su investigación,
plantea una ruptura entre los dos primeros tipos de demostración y los dos últimos. Es-
ta ruptura puede ser caracterizada como el paso de una verdad asegurada a partir de
una afirmación del hecho a una verdad asegurada a partir de un razonamiento. También
reconoce una conexión entre el empirismo ingenuo y el experimento crucial, cuando el
último es usado en la demostración por la necesidad de asegurar la generalidad de la
conjetura soportada. Por ejemplo, Ibañes y Ortega en [65] presentan un estudio sobre el
reconocimiento de diferentes procesos matemáticos por parte de estudiantes de primer
curso de bachillerato, entre los cuales está la demostración. En su estudio muestran que
los estudiantes van evolucionando en el reconocimiento, distinción e identificación de las
demostraciones matemáticas, basados en razones externas al proceso y en las funciones
que le asignan, logrando una caracterización cada vez mejor del mismo. Cuando ellos se
fijan en las funciones de la demostración, la de explicación es la que más consideran. Los
estudiantes que no han recibido una instrucción específica sobre la aplicabilidad de los
teoremas no son conscientes de esta posibilidad, e incluso creen que se pueden encon-
trar ejemplos que no satisfagan un teorema ya demostrado. Antonini y Mariotti en [3],
[Revista Integración
Acerca de la enseñanza y el aprendizaje de la demostración en matemáticas 189
a partir de la noción de teorema dada por Mariotti et al. en [77], proponen un modelo
para ser usado en la observación, el análisis y la interpretación de asuntos didácticos y
cognitivos relacionados con las argumentaciones y demostraciones indirectas. Plantean
que el uso de las expresiones “demostración indirecta”, “demostración por contradicción”,
“demostración por contraposición” y “demostración ad absurdum”. En los libros de texto,
no es claro y uniforme, y puede ser objeto de polémica, incluso entre los matemáticos.
Además del análisis de las dificultades en la comprensión y producción de demostraciones
indirectas, en el artículo se discute la compleja relación entre los argumentos que apoyan
un enunciado y su validación mediante una demostración matemática, y se pone en evi-
dencia la necesidad de hacer un análisis epistemológico y cognitivo que incluya el proceso
de conjeturar, para analizar e interpretar las dificultades de los estudiantes en el tema
de la demostración indirecta. Los autores señalan la dificultad de algunos estudiantes
para convencerse de la veracidad de alguna conjetura a partir de una demostración por
contradicción, debido a la complejidad de la argumentación que soporta la demostración
y su lejanía con posibles procesos previos de generación de la conjetura. Dichos autores
detectan también que, para muchos estudiantes, las demostraciones por contradicción no
cumplen las funciones asignadas a este proceso.
Por otro lado, Harel y Sowder en [55] consideran que las dificultades para aprender a
demostrar obedecen a la variedad de formas como los estudiantes se convencen a sí mismos
o persuaden a otros de la certeza de una observación. Proponen la noción de “esquema de
demostración” como una herramienta para analizar las formas de convicción o persuasión,
y clasifican las demostraciones de los estudiantes en los siguientes esquemas, cada uno
con sus respectivas subcategorías: por convicción externa, empíricos o analíticos. Dichos
esquemas son mutuamente exclusivos, pues un argumento de demostración no puede ser
de dos tipos a la vez, pero es frecuente que los estudiantes utilicen más de una clase de
esquema en diferentes partes de una demostración. Estos autores argumentan que las
actividades de aprendizaje que educan el razonamiento de los estudiantes acerca de la
demostración son cruciales en el desarrollo matemático, aún desde los primeros años. Los
estudiantes deberían aprender que las demostraciones son, primero que todo, argumentos
convincentes, que son un producto de la actividad humana, en la cual ellos pueden y
deben participar y que son parte esencial de la actividad matemática. La meta de la
enseñanza de las matemáticas es ayudar a los estudiantes a refinar sus propios esquemas
de lo que constituye una justificación en matemáticas: desde esquemas dominados por
la percepción, la manipulación simbólica y los rituales, hasta esquemas basados en la
necesidad lógica, pasando por esquemas basados en la intuición y la convicción personal.
Arzarello et al. en [7] bosquejan un modelo para interpretar las dificultades en los procesos
de exploración de situaciones geométricas, cuando se están formulando conjeturas (fase
ascendente de la actividad) y produciendo sus demostraciones (fases descendente de la
actividad). El modelo está basado en los diferentes tipos de control del sujeto con respecto
a la situación, y el paso de una fase a la otra. Estos autores analizan la solución a un
problema de demostración poniendo especial atención al momento en que se pasa de la
fase ascendente, caracterizada por una actividad empírica que apunta a entender mejor
el problema, generar una conjetura o verificarla, hacia una fase descendente, donde se
intenta construir una demostración deductiva de la conjetura. En un estudio posterior,
Arzarello et al. en [9, 8], analizan el uso del arrastre en sistemas de geometría dinámica
introduciendo una jerarquía de sus funciones. El arrastre se revela crucial en la dialéctica
entre los aspectos perceptivos y teóricos que se lleva a cabo en el razonamiento geométrico
cuando se plantea en un contexto de geometría dinámica. Estos autores plantean dos
tipologías cognitivas de uso del arrastre que están relacionadas con los tipos de control
mencionados anteriormente, de manera que las finalidades de los arrastres que se realizan
durante la resolución de un problema suelen estar relacionadas con los sucesivos pasos
dados por los estudiantes a lo largo de la fase ascendente y de la descendente.
Healy y Hoyles en [58] examinan las concepciones de los estudiantes de la demostración
en álgebra, encontrando que los estudiantes sostienen simultáneamente dos concepciones
diferentes de demostración. De un lado, prefieren argumentos que pueden evaluar, que los
convencen, que le proveen una explicación significativa y que excluyen el álgebra. De otro
lado, predomina el argumento empírico en las propias construcciones de demostraciones,
aunque la mayoría de estudiantes se da cuenta de sus limitaciones. Otro resultado de
este proyecto es reportado en [64], donde se analizan las respuestas a una pregunta
escrita sobre la equivalencia de dos enunciados de teoría elemental de números, una
implicación lógica y su recíproca, para evaluar la verdad de las afirmaciones y justificar
sus conclusiones. Distinguen tres estrategias, empírica, empírica enfocada y deductiva
enfocada, que representan cambios en la atención desde un acercamiento inductivo hacia
uno deductivo. Estos autores presentan también algunas categorías teóricas para clasificar
diferentes tipos de significados que los estudiantes asignan a la implicación lógica y las
razones que sustentan estos significados. Las categorías distinguen respuestas donde un
enunciado de implicación lógica es (o no) interpretado como equivalente a su recíproca,
el antecedente y el consecuente se ven (o no) como intercambiables o las conclusiones son
(o no) influenciadas por datos específicos.
En [37] Fiallo analiza los tipos de demostración propuestos por Marrades y Gutiérrez
en [78], que emergen durante la aplicación de una unidad de enseñanza de las razones
trigonométricas en un entorno de geometría dinámica, enfocándola además hacia el de-
sarrollo de las habilidades de la demostración en los estudiantes de 10o grado. Con los
datos obtenidos en esta investigación, Gutiérrez y Fiallo presentan en [46] algunos ejem-
plos de los diferentes tipos de demostración producidas por los estudiantes y muestran
su progreso durante la unidad de enseñanza.
Esta línea de investigación está relacionada estrechamente con los trabajos sobre concep-
ciones de los estudiantes, dado que los investigadores buscan caracterizar el razonamiento
relacionado con la demostración. Sin embargo, en esta sección agrupamos los trabajos
que se centran específicamente en establecer relaciones entre la argumentación y la de-
mostración. Los trabajos buscan identificar aspectos cognitivos y sociales que entran en
juego durante la construcción de una demostración para poner en evidencia ciertas difi-
cultades que los alumnos enfrentan al relacionar los argumentos que producen en el curso
de la resolución de problemas, y las demostraciones de enunciados que son solución a los
problemas. En esta línea de investigación se busca dar respuesta a preguntas como las
siguientes: ¿existe continuidad o distancia cognitiva entre la argumentación producida
en la construcción de una conjetura y su demostración?; ¿de qué tipo de continuidad se
trata?; ¿cómo comparar la argumentación con la demostración?; ¿cómo identificar la fase
de producción de una conjetura y la fase de construcción de la demostración? (ver [87]).
[Revista Integración
Acerca de la enseñanza y el aprendizaje de la demostración en matemáticas 191
Desde una perspectiva clásica epistemológica, algunos estudios han planteado, como una
de las fuentes de dificultades, la discrepancia entre la argumentación con base en la
verificación empírica (típica de un razonamiento común) y el razonamiento deductivo
(típico de un razonamiento teórico). Fischbein en [40] sugiere que la convicción basada
en una validación empírica y aquella basada en la demostración no están en el mismo
orden, aunque pueden cohabitar. Balacheff plantea que existe una heterogeneidad de tipo
epistemológico entre estos dos procesos, debido a que los conocimientos utilizados son
muy diferentes por la diferencia del paso de lo pragmático a lo teórico (ver [12]). Este
autor también plantea que el objetivo de la argumentación consiste en obtener la adhesión
del interlocutor sin plantear necesariamente el problema de validez del enunciado.
La discrepancia mencionada en el párrafo precedente es estudiada y radicalizada por
Duval en [34, 35], quien señala la distinción entre diferentes aproximaciones a la de-
mostración, indicando una oposición entre argumentación y demostración, fundamentada
en la diferencia entre el nivel semántico, donde el valor epistémico de un enunciado es
fundamental, y el nivel teórico donde, en principio, solamente la validez del enunciado es
lo que cuenta.
Duval en [34, 35, 36] muestra la distancia cognitiva que separa la argumentación de la
demostración, a pesar de una proximidad discursiva a veces muy grande, y se refiere al
problema de reconocer una argumentación, dada la variedad de las formas discursivas
que puede tomar y la diversidad de sus niveles de organización. Duval analiza cómo
funciona una demostración para plantear una ruptura entre la argumentación y la de-
mostración, afirmando que el razonamiento deductivo es de un carácter diferente al de
la argumentación espontáneamente aplicada en discusiones o en debates relativos a con-
flictos cognitivos. Una argumentación no funciona en primer lugar sobre el estatus de las
proposiciones, sino sobre su contenido. La consideración del estatus de las proposiciones
no es esencial.
Douek en [32, 33] toma el análisis del funcionamiento de la demostración de Duval como
punto de referencia para subrayar la necesidad de considerar otros aspectos del proceso de
construcción de una demostración dentro de las matemáticas. Plantea que, a pesar de la
innegable distancia epistemológica y cognitiva entre la argumentación y la demostración
matemática formal como productos socialmente situados, desde el mismo punto de vista
epistemológico y cognitivo la argumentación y la demostración matemática ordinaria
tienen, como procesos, muchos aspectos en común. Al respecto, Boero et al. en [26] pro-
ponen que, en un contexto educativo adecuado, es posible implementar con éxito un
proceso de producción de teoremas, caracterizado por un fuerte vínculo cognitivo entre
los procesos de argumentación y de demostración. En una investigación basada en un
experimento de enseñanza organizado con estudiantes de grado octavo, que tenían que
resolver problemas consistentes en elaborar conjeturas y demostrarlas de manera deduc-
tiva, observaron que los estudiantes que resolvían los problemas con éxito mantenían una
gran coherencia entre el texto del enunciado producido por ellos y la demostración deduc-
tiva construida para justificarlo, mientras que los estudiantes que no lograban completar
una demostración deductiva correcta mostraban diferencias importantes entre la activi-
dad de elaboración y verificación de la conjetura y los intentos de demostrarla. Ello lleva
a estos autores a proponer el constructo “unidad cognitiva de teoremas” para destacar
la coherencia (o la falta de ella) entre ambas fases de resolución de los problemas de
conjetura y demostración. Garuti, Boero y Lemut en [42] plantean que este constructo
es una herramienta útil para interpretar y predecir las dificultades de los estudiantes en
la demostración de enunciados de teoremas. Estos autores ilustran con ejemplos las po-
tencialidades de esta herramienta e indican posibles desarrollos futuros relacionados con
la investigación didáctica e implicaciones para una aproximación a la demostración en la
escuela. En los ejemplos se destaca que los estudiantes que logran construir conjeturas de
carácter procedimental tienen más éxito al demostrarlas que aquellos que formulan con-
jeturas de carácter relacional. Cuanto mayor es la brecha entre la exploración necesitada
para apropiarse del enunciado y el proceso de demostración, mayor es la dificultad del
proceso de demostración. Antonini y Mariotti en [3] sugieren que el constructo unidad
cognitiva de teoremas también puede ser una herramienta didáctica eficiente para dise-
ñar situaciones de enseñanza y de aprendizaje enfocadas a introducir las demostraciones
indirectas.
Pedemonte en [86, 87, 88, 89] usa el constructo unidad cognitiva de teoremas para analizar
y mostrar las posibles continuidades y rupturas entre la argumentación y la demostración.
Para el análisis cognitivo de la continuidad que puede existir entre los procesos de argu-
mentación que conducen a la explicación de una conjetura y su demostración, desde el
punto de vista estructural y del sistema de referencia, Pedemonte utiliza una herramienta
basada en el modelo3 cKc/ (ver [14, 16]) integrado en el modelo de Toulmin [101]4 . El
modelo cKc/ permite analizar el sistema de referencia y el modelo de Toulmin permite
analizar la estructura de la argumentación.
Son varios los investigadores que han usado el modelo de Toulmin para analizar la estruc-
tura de la argumentación, entre ellos Knipping en [68]. Esta autora reconstruye y analiza
la racionalidad de los argumentos que se producen durante el proceso de demostración en
el aula. Propone un método fundamentado en un proceso de tres etapas: reconstruir la
secuencia y los significados de lo discutido en el aula; analizar argumentos y estructuras
de argumentación; y finalmente comparar estas estructuras de argumentación y revelar
su fundamento lógico. Para la segunda etapa del modelo analiza primero argumentos
locales sobre la base del modelo de Toulmin, y luego analiza la estructura argumentati-
va global del proceso de demostración. Para ilustrar las relaciones en el análisis global
de la discusión en el aula usa una representación esquemática de la estructura general
argumentativa. Weber, Maher y Powell en [103] usan el modelo de Toulmin para tratar
el problema de la búsqueda por parte de los estudiantes de “permisos de inferir” válidos
para asegurar sus justificaciones o demostraciones, como consecuencia de las objeciones
de otros estudiantes. Observan que los estudiantes desafían con frecuencia los argumentos
que presentan sus colegas. Estos desafíos invitan a los estudiantes a ser explícitos acerca
3 cKc
/: conception, knowing, concept (ver [16, p. 105]).
4 Toulmin en [101] elabora un modelo de representación de argumentos en el que identifica seis carac-
terísticas estructurales que se deben analizar y organizar durante el proceso de argumentación: el enun-
ciado (claim), los datos (data), los permisos de inferir (warrant), el indicador de fuerza del argumento
(modal qualifiers), las refutaciones potenciales (rebuttals) y el soporte del permiso de inferir (backing).
[Revista Integración
Acerca de la enseñanza y el aprendizaje de la demostración en matemáticas 193
de qué principios matemáticos (permisos de inferir) usan implícitamente como base para
sus argumentaciones matemáticas. Hollebrands, Conner y Smith en [62] usan el modelo
para analizar la naturaleza de los argumentos de los estudiantes cuando usan el software
NonEuclid para resolver problemas de geometría no euclidiana.
En [38] Fiallo analiza la existencia de la continuidad o distancia cognitiva entre los proce-
sos de argumentar y demostrar en el desarrollo de demostraciones de propiedades de las
razones trigonométricas. Propone una estructura de análisis de los tipos de demostración
que se presentan en la escuela secundaria, adaptando el modelo de Pedemonte y el cons-
tructo de unidad cognitiva de teoremas para el análisis de la unidad o distancia cognitiva
entre el planteamiento de conjeturas y la construcción de demostraciones, según esta
estructura. Plantea cinco categorías de unidad o ruptura cognitiva, las cuales agrupan
los diferentes logros o dificultades detectados en los procesos de argumentación y de de-
mostración. Algunas de las dificultades detectadas son las siguientes: el uso de ejemplos
o propiedades observadas en el diagrama dinámico no permite un control teórico que fa-
vorezca el cambio de una concepción perceptiva-numérica del proceso de argumentación
a un marco algebraico o analítico en el proceso de demostración; dada la continuidad del
sistema de referencia, no es posible la ruptura estructural si las generalizaciones hechas
sobre lo observado no se convierten en axiomas, definiciones o teoremas, y no se com-
prende su importancia en el proceso axiomático de demostración; el planteamiento de
conjeturas por analogía y por generalización de enunciados y procedimientos realizados
en problemas anteriores, sin ningún proceso de exploración o de verificación, no ayuda a
la construcción de una demostración deductiva; si la ruptura del sistema de referencia se
da por las continuas intervenciones del profesor dentro de un proceso “guiado”, y no por
refutaciones potenciales que invaliden los operadores, de tal manera que el estudiante
reflexione sobre las propiedad matemáticas y las considere como teoremas que tienen
que ser incorporado a un proceso axiomático de demostración, la ruptura estructural no
se logra. Finalmente concluye que si la ruptura cognitiva es causada por la ruptura del
sistema de referencia y se construye una demostración tipo ejemplo genérico intelectual,
hay más posibilidades de una ruptura estructural que conduzca a la construcción de una
demostración deductiva, puesto que las generalizaciones que hacen los estudiantes corres-
ponden a una generalización del proceso en donde logran transformar los operadores y
controles perceptivos en propiedades matemáticas y controles teóricos.
Además de las tareas, otro aspecto al que se presta atención, especialmente con el ad-
venimiento de los programas informáticos de geometría dinámica, es a los recursos que
se ponen a disposición de los estudiantes. El trabajo de Groman (ver [45]) es uno de los
primeros enfocados en aspectos sociales del aprendizaje de la demostración, en donde se
emplea como mediador la geometría dinámica. La investigadora señala que la presencia
de la tecnología produce un cambio en la forma de hacer el curso, hacia una práctica de
tipo social. A partir de la exploración de figuras geométricas para producir conjeturas
y preguntas de la forma “qué pasa si . . . ”, los estudiantes, futuros profesores, pueden
construir por sí mismos significados matemáticos en un ambiente social de investigación,
donde el profesor es uno más de los participantes en el proceso. La publicación especial
número 44, en el año 2000, de la revista Educational Studies in Mathematics recoge im-
portantes esfuerzos investigativos encaminados a preparar para la demostración o para
enseñar a demostrar, en donde se enfatiza en el efecto de la mediación de los progra-
mas informáticos de geometría dinámica. En ella, algunos autores no sólo dan evidencias
empíricas que refutan la idea de que la demostración esté en peligro por el uso de es-
tos programas, sino que caracterizan su importante papel en la interacción social que
favorece el aprendizaje. Mariotti en [75] presenta un análisis de la relevancia de varias
[Revista Integración
Acerca de la enseñanza y el aprendizaje de la demostración en matemáticas 195
dichas respuestas.
Un tercer aspecto que se analiza en esta línea de investigación es el tipo de interacciones
que se promueven entre los estudiantes y con el profesor. Bell señala en [21] que so-
lo hasta que los estudiantes son conscientes del estatus público del conocimiento y del
valor de la verificación social, a través del trabajo cooperativo en clase, aprecian el uso
de demostraciones formales. Por tal razón, sugiere conducir la clase procurando que los
estudiantes puedan argumentar para rechazar o legitimar una afirmación, independiente-
mente de lo que diga el profesor o esté en un texto, sugerencia que es propuesta también
por Lampert en [73]. Alibert y Thomas en [1] también hacen especial mención a las es-
trategias didácticas en donde se invita a los estudiantes a negociar sobre lo que constituye
una demostración aceptable en matemáticas. Los autores combinan diversos dispositivos
didácticos -procurando constituir en el aula un clima de construcción social- tales como
el trabajo individual, el trabajo en grupos y el debate; concluyen, como Hoyles en [63],
que el debate es una vía óptima para discutir la validez de los enunciados matemáticos,
comprender por qué son válidos y querer justificarlos mediante la producción de una
demostración. Según Hoyles en [63], la demostración como recurso de comunicación de
ideas, función sugerida por de Villiers en [31], se puede concretar en la práctica a través
de actividades que propician la formulación de argumentos para convencer a los pares o
al profesor.
Los trabajos de Perks y Prestage [90] y Sackur, Drouhard y Maurel [93] se enfocan
principalmente en desarrollar un ambiente de interacción social en el que los estudiantes,
futuros profesores, pueden criticar, asumir posturas y defender ideas con las herramientas
teóricas de que disponen. Además de crear un ambiente favorable hacia la demostración,
resuelven conflictos suscitados por diferentes puntos de vista sobre la demostración de
un enunciado geométrico. Los autores señalan que los estudiantes avanzan hacia la de-
mostración deductiva a medida que logran una convicción propia de los enunciados en
estudio, aunque es a través de la interacción social que se crea un entorno óptimo para
aprender a demostrar. El ambiente inquisitivo es favorable para que ellos produzcan
argumentos deductivos, pues al ser expuestos al control social se eleva su capacidad de
argumentar matemáticamente. Por su parte, Camargo en [27] describe y analiza un proce-
so de enseñanza y aprendizaje de la demostración, de futuros profesores de matemáticas,
centrando la atención en las oportunidades y finalidades de participación legítima de
los estudiantes en una clase de geometría plana que se constituye en una comunidad
de práctica. El aprendizaje es visto como sinónimo de participación en un repertorio de
prácticas que guarda semejanza con las prácticas de los profesionales en matemáticas.
Otro aspecto de indagación tiene que ver con las normas que se establecen en clase con
relación a los argumentos que son válidos. Al respecto, es casi de obligatoria referen-
cia la investigación de Yackel y Cobb (ver [106]), quienes se centran en el papel de las
interacciones sociales en la construcción de criterios compartidos sobre lo que es una
justificación aceptable para un enunciado matemático. Aunque el estudio de estos in-
vestigadores no se enfoca específicamente en el aprendizaje de la demostración, avanza
en la caracterización de las normas sociales y socio-matemáticas favorables a la práctica
de justificar. Según Yackel [105], una explicación matemática aceptable, en nuestro caso
una demostración, llega a tener sentido para los estudiantes a través de la interacción de
los participantes en el aula, quienes deciden si la explicación se ajusta o no a las reglas
adoptadas. El significado de una norma no es preestablecido a fin de ser aplicado, sino
[Revista Integración
Acerca de la enseñanza y el aprendizaje de la demostración en matemáticas 197
Harel [51], Marrades y Gutiérrez [78], Blanton y Stylianou [22] y Martin et al. [79], tam-
bién hacen referencia a las normas en sus investigaciones. Por ejemplo, Harel en [51]
reporta un trabajo con estudiantes de nivel universitario en el que intenta motivarlos
a hacer demostraciones a partir del interés de presentar sus producciones, fruto de la
resolución de problemas, de manera formal, según los cánones establecidos por el grupo
para comunicar ideas. Marrades y Gutiérrez en [78] se refieren a la influencia del contrato
didáctico que se establece en la clase en torno al significado de justificar una conjetura y
Blanton y Stylianou en [22] y Martin et al. [79] buscan identificar el proceso de evolución
de las normas de la clase a medida que los estudiantes se apropian de un lenguaje y
un estilo particular de hacer demostraciones. En las conclusiones de sus estudios tanto
Blanton y Stylianou como Martin y otros identifican una influencia directa de las normas
de la clase en el desempeño en la argumentación requerida para construir demostraciones
matemáticas. A medida que el semestre progresa, se observa que la calidad de las ex-
plicaciones orales y escritas elaboradas por los estudiantes y la capacidad de expresarse
cambia sustancialmente, evolucionando de formas empíricas y procedimentales a deduc-
tivas y conceptuales y los estudiantes parecen interiorizar la necesidad de justificar en un
lenguaje cada vez más formalizado.
Comentario final
[Revista Integración
Acerca de la enseñanza y el aprendizaje de la demostración en matemáticas 199
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