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Fragmento de Confesiones

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CONFESIONES

Capítulo VI

San Agustín de Hipona

Qué cosa es la que se ama cuando se ama a Dios; y cómo por las criaturas se llega
a conocer al Creador

8. Yo, Señor, sé con certeza que os amo, y no tengo duda en ello. Heristeis mi
corazón con vuestra palabra y luego al punto os amé. Además de esto, también el
cielo, la tierra y todas las criaturas que en ellos se contienen por todas partes me
están diciendo que os ame; y no cesan de decírselo a todos los hombres, de modo
que no puedan tener excusa si lo omiten.

Pero el más alto y seguro principio de ese amor es que Vos usáis con ellos vuestra
misericordia, haciendo que os amen aquéllos con quienes habéis determinado ser
misericordioso. Concedéis por vuestra piedad que os tengan amor los que por
misericordia vuestra teníais escogidos para que os amaran; sin lo cual serían
inútiles las voces con que el cielo y la tierra se explican incesantemente en
vuestras alabanzas, como si las dijeran a los sordos.

Pero ¿qué es lo que yo amo cuando os amo? No es hermosura corpórea, ni


bondad transitoria, ni luz material agradable a estos ojos; no suaves melodías de
cualesquiera canciones, no la gustosa fragancia de las flores, ungüento o aromas;
no la dulzura del maná, o la miel, ni finalmente deleite alguno que pertenezca al
tacto o a otros sentidos del cuerpo.

Nada de eso es lo que amo, cuando amo a mi Dios; y no obstante eso, amo una
cierta luz, una cierta armonía, una cierta fragancia, un cierto manjar y un cierto
deleite cuando amo a mi Dios, que es luz, melodía, fragancia, alimento y deleite
de mi alma. Resplandece entonces en mi alma una luz que no ocupa lugar; se
percibe un sonido que no lo arrebata el tiempo; se siente fragancia que no la
esparce el aire; se recibe gusto de un manjar que no se consume comiéndose; y se
posee estrechamente un bien tan delicioso, que por más que se goce y se sacie el
deseo, nunca puede dejarse por fastidio. Pues todo esto es lo que amo cuando
amo a mi Dios.

9. Pero ¿qué viene a ser esto? Yo pregunté a la tierra y respondió: No soy yo eso; y
cuantas cosas se contienen en la tierra me respondieron lo mismo. Preguntele al
mar y a los abismos, y a todos los animales que viven en las aguas y
respondieron: No somos tu Dios; búscale más arriba de nosotros. Pregunté al aire
que respiramos y respondió todo él con los que le habitan: Anaxímenes se engaña
porque no soy tu Dios. Pregunté al cielo, Sol, Luna y estrellas, y me dijeron:
Tampoco somos nosotros ese Dios que buscas. Entonces dije a todas las cosas
que por todas partes rodean mis sentidos: Ya que todas vosotras me habéis dicho
que no sois mi Dios, decidme por lo menos algo de él. Y con una gran voz
clamaron todas: Él es el que nos ha hecho.


FUENTE: http://www.iglesiareformada.com/Agustin_Confesiones_Libro_X_Parte1.html
Estas preguntas que digo yo que hacía a todas las criaturas era sólo mirarlas yo
atentamente y contemplarlas, y las respuestas que digo me daban ellas es sólo
presentárseme todas con la hermosura y orden que tienen en sí mismas.

Después de esto, volviendo hacia mí la consideración, me pregunté a mí mismo:


Tú ¿qué eres? Y me respondí: Soy hombre. Y bien claramente conozco que soy un
todo compuesto de dos partes: cuerpo y alma, una de las cuales es visible y
exterior, y la otra, invisible e interior. ¿Y de las dos es de las que debo valerme
para buscar a mi Dios, después de haberle buscado recorriendo todas las
criaturas corporales que hay desde la tierra al cielo, hasta donde pude enviar por
mensajeros los rayos visuales de mis ojos? No hay duda en que la parte interior
es la mejor y más principal, pues ella era a quien todos los sentidos corporales
que habían ido por mensajeros referían las respuestas que daban las criaturas, y
la que como superior juzgaba de lo que habían respondido cielo y tierra, y todas
las cosas que hay en ellos, diciendo: Nosotras no somos Dios, pero somos obra
suya. El hombre interior que hay en mí es el que recibió esta respuesta y conoció
esta verdad, mediante el ministerio del hombre exterior. Es decir, que yo
considero según la parte interior de que me compongo, yo mismo, en cuanto al
alma, conocí estas cosas por medio de los sentidos de mi cuerpo. Pregunté por mi
Dios a toda esta grande máquina del mundo y me respondió: Yo no soy Dios, pero
soy hechura suya.

10. Esta hermosura y orden del universo, ¿no se presenta igualmente a todos los
que tienen cabales sus sentidos? Pues ¿cómo a todos no les responde eso mismo?

Todos los animales, desde los más pequeños hasta los mayores, ven esta hermosa
máquina del universo, pero no pueden hacerle aquellas preguntas, porque no
tienen entendimiento, que como superior juzgue de las noticias y especies que
traen los sentidos. Los hombres sí que pueden ejecutarlo, y por el conocimiento
de estas criaturas visibles pueden subir a conocer las perfecciones invisibles de
Dios, aunque sucede que, llevados del amor de estas cosas visibles, se sujetan a
ellas como esclavos, y así no pueden juzgar de las criaturas, pues para eso
habían de ser superiores a ellas. Ni estas cosas visibles responden a los que
solamente les preguntan, sino a los que al mismo tiempo que preguntan, saben
juzgar de sus respuestas. Ni ellas mudan su voz, esto es, su natural hermosura,
ni respecto de uno que no hace más que verlas, ni respecto de otro, que además
de esto se detiene a preguntarles; no es que a aquél parezcan de un modo y a éste
de otro, sino que presentándose a entrambos con igual hermosura, hablan con el
uno y son mudas para con el otro, o por mejor decir, a entrambos y a todos
hablan, pero solamente las entienden los que saben cotejar aquella voz que
perciben por los sentidos exteriores con la verdad que reside en su interior.

Esta verdad es la que me dice: No es tu Dios el cielo ni la tierra, ni todo lo demás


que tiene cuerpo. La misma naturaleza de las cosas corporales, a cualquiera que
tenga ojos para verlas, le está diciendo: Esto es una cantidad abultada; y ésta
precisamente es menor en la parte que en el todo. De aquí se infiere que tú, alma
mía, eres mejor que todo lo corpóreo, porque tú animas esa abultada cantidad de
tu cuerpo y le das la vida que goza, lo que cuerpo ninguno puede hacer con otro
cuerpo. Pero tu Dios está tan lejos de ser corpóreo, que aun respecto de ti, que
eres vida del cuerpo, es Dios tu vida.

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