Carlos Lodoli

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CARLOS LODOLI

Nació en Venecia el 28 de noviembre 1690, el hijo


menor de Bernard y Anna María Alberghetti de Juan el
Bautista, ambos de familias de la orden de los nacionales de los
venecianos y fue bautizado con el nombre de Christopher
Ignazio Antonio. Su madre era hija de un ingeniero y hermana
de otros cinco técnicos militares. El Lodoli fueron en cambio se
originan en Umbría, donde sus antepasados eran patricios de
Spoleto, y se habían asentado en Venecia a comienzos del siglo
XVII.

El abuelo paterno de Charles L., boticario, había


obtenido el título de conde por el rey polaco Juan II Casimiro.
Entre sus hijos, Isabel estaba casada con un ingeniero militar y
Antonio con un patricio; Bernardo, se graduó en Derecho en
Padua, se había convertido en abogado de impuestos en el Superintendentes y mecenas Arsenal y
luego los funcionarios para messetteria. Del matrimonio, celebrado en 1675, entre Bernard y Anna
Maria nacieron siete hijos, cuatro de ellos varones. Su esposa murió, se casó con Bernardo
Andriana puente, con la que tuvo cuatro hijas.

Asistió "el convento de s. Francesco della Vigna, para ser transportados a su casa a eso
"Mal visto por su madrastra y pesando siete hermanas, viejo como él era el padre y los hermanos
bien tomando el servicio militar, se fue por desesperación para convertirse en un monje"
(Memmo, 1786). En 1706 pasó a la clandestinidad (el padre no aprobaba su elección) en Kotor,
donde entró en el convento de los franciscanos observantes. En 1707 él tomó sus votos, la
elección, de acuerdo Memmo en aras de la simplicidad, el nombre de Carlos. Pero Carlo era
también el nombre de su abuelo: es curioso que el L. reafirmar sus lazos con su familia, cuando
decidieron salir del siglo. Un Kotor fue enseñado por P. A. Muazzo, que enseñaba matemáticas, la
filosofía y el griego '"ilirio", mientras que el francés aprendió de un oficial. Cuando, hacia 1710,
Muazzo dejó el convento, la L. mismo había transferido a Roma en el Ara Coeli, donde se convirtió
en el niño mimado de un padre portugués influyentes, Giuseppe Maria de Evora.

En Roma, donde vivió durante tres años, comenzó a "su gran locura por las bellas artes, y
en particular a la fuerza de la arquitectura para admirar los restos orgullosos" (Memmo, 1786). L.
pasó los próximos tres años en el convento de San Biagio di Forlì, donde estudió filosofía y teología
de la escuela. En 1715 fue enviado a Verona en el convento de San Bernardino, donde enseñó
teología durante cinco años. No su "manera inusual de discutir" more geométrico (Calogera) atrajo
la atención de S. Maffei, quien años más tarde se atribuyó el mérito por haber "libros
administradoras humanizados de la literatura, antigüedades erudito, oradores y poetas , diarios y
revistas literarias "(Memmo, 1786).
Protección de Maffei (quien lo recomendó a A. Vallisneri como "uno de los" grandes
talentos ch'aveva conocido , el gran filósofo , un gran matemático y que también actuaría a las
letras hermosas " y trabajó para conseguir que una cátedra en Turín y Padua ) y la fama adquirida
por la enseñanza de la ciencia a la noble Veronese llevó a los reformadores en 1720 la Universidad
de Padua para creer la L. , mientras tanto regresó a Venecia en el convento de San Francisco ,
donde vivió hasta la víspera de su muerte, adecuado para celebrar una presidente del canotaje en
Venecia , entonces la hipótesis llegó a caer por razones financieras.

Lodoli considera la arquitectura como la razón, no posee obras vigentes, ya que nunca
escribió nada, aparecen escrito sobre el gracias a sus discípulos Algarotti y Memmo que
escribieron acerca de él. Define la racionalidad en dos tipos: la racionalidad constructiva y la
representativa, en la primera expresa que los materiales utilizados en el planeamiento
arquitectónico deberán actuar según su funcionamiento y su estructura. La racionalidad
representativa expresa que la arquitectura siempre deberá de tener una función al momento de
crearla, esta función se debe de orienta la estructura de la producción arquitectónica. Carlo critica
la arquitectura clásica por su falta de funcionalidad.

Aunque nunca publicó nada, ejerció una notable influencia teórica en la arquitectura de la
segunda mitad del siglo XVIII. Este extraño personaje franciscano y filósofo, frecuentaba las
tertulias y salones de la aristocracia veneciana y él mismo había empezado a formar un curioso
museo en el que figuraban muchos objetos medievales y pinturas de los primitivos, hecho
bastante extraño en esas fechas, pero su aportación más importante fue la teorización de un
racionalismo funcionalista como principio conceptual de la arquitectura. Un principio que fue
resumido por sus discípulos, entre los que se encontraban F. Algarotti y A. Memmo, que fueron
quienes en realidad divulgaron sus ideas por Europa, en los siguientes términos: "Debemos unir
construcción y razón, función y representación”.

La relación de correspondencia entre la función de cada elemento arquitectónico y su


ornamentación era, por otro lado, un conocido principio vitruviano que encontraba su origen en el
proceso de petrificación de la primitiva arquitectura en madera. De tal forma que todos los
detalles ornamentales de los órdenes de arquitectura habrían cumplido una función constructiva
previa en la arquitectura en madera. Pero Lodoli iba más allá de ese principio clasicista de la
arquitectura, negando precisamente la pertinencia de semejantes transposiciones y afirmando
que cada ornamento debía obedecer a las características del material con que está hecho. Esto
significaba, entre otras cosas, abrir la puerta a un posible lenguaje arquitectónico completamente
diferente del de la tradición clásica y no entendiéndolo como una simple oportunidad de variar los
ornamentos, sino atendiendo a problemas estrictamente funcionales y constructivos.

El racionalismo funcionalista de Lodoli sería interpretado de manera diferente por sus


discípulos. De este modo, F. Algarotti, ironizando sobre la austeridad radical de las propuestas del
maestro, prefería marginar las nuevas teorías al ámbito de la construcción y de la estética de los
edificios. En todo caso, valoraba la crítica al desorden ornamental y a los excesos decorativos
como una aportación básica a su idea clasicista y palladiana de la arquitectura.
Muy diferente fue la postura adoptada por el otro de sus discípulos más significados, A.
Memmo, que llegó a escribir un tratado con el título de "Elementi dell'Architettura Lodoliana",
publicada en Roma, en 1786, en el que criticaba la interpretación de Algarotti e incluso insinuaba
la posibilidad de un plagio, por parte de Laugier, de las ideas de Lodoli, aunque existen enormes
diferencias entre sus posturas. Lo que sí parece unirles es una común defensa del racionalismo
arquitectónico entendido también como una excusa intelectual para participar en el proyecto
social reformador de la Ilustración. La arquitectura y la ciudad eran un campo apropiado en el que
anticipar reformas necesarias también en el ámbito cívico. Se inauguraba así una de las grandes
utopías del arte moderno. No por casualidad se ha insistido en la relación simbólica existente
entre, por ejemplo, Laugier y Le Corbusier.Las ideas de Lodoli, como las de Laugier, inquietaban la
práctica habitual de los arquitectos. El racionalismo arquitectónico era una forma de vanguardia
artística capaz de alterar incluso la cómoda renovación basada en la Antigüedad.

Cuenta Memmo que Lodoli criticó el tono conservador, atento a la autoridad de la tradición, de
una obra del arquitecto Giorgio Massari, la iglesia veneciana de Santa María del Rosario (1734).
Massari le reprochó sus comentarios, señalando que como no era un profesional de la
arquitectura no podría nunca entrar en "el espíritu de la arquitectura", ni comprender que para
conseguir una reputación un arquitecto no podía atenerse al rigorismo de la ciencia, sino imitar los
mejores modelos, ya que de otro modo, los comitentes de las obras hubieran elegido cualquier
proyecto basado en las reglas de Palladio oVignola. Y se trata de un problema fundamental de la
cultura artística y arquitectónica del siglo XVIII, basta recordar la polémica contemporánea entre
arquitectos e ingenieros militares. Estos últimos consideraban a los arquitectos y a la arquitectura
como depositarios de una disciplina sometida a la autoridad de la tradición, en la que no era
concebible el progreso histórico, pendiente de reglas y normas cuya única razón residía en la
capacidad representativa y figurativa de los lenguajes, mientras que los ingenieros consideraban
que su disciplina, su idea de la arquitectura y de la construcción sí era una disciplina que
progresaba con la ciencia y con la historia, pendientes no sólo de las fortificaciones, sino de los
caminos, de los canales, de los puertos, de las obras de infraestructura, de la ordenación del
territorio o del trazado de las ciudades (como, por ejemplo, en la reconstrucción de Lisboa
después del terremoto de 1755), no entendidas en el sentido naturalista de Laugier o del
pintoresquismo, sino como objetos funcionales. La primera formulación de estas teorías es el
objeto del tratado del ingeniero francés Bernard Forest de Bélidor, "La Science des ingenieurs",
publicado, en París, en 1729.Sin embargo, la polémica entre Lodoli y Massari pone en evidencia,
espléndidamente, las contradicciones de la cultura artística del siglo XVIII, incluso en un centro de
difusión internacional de las más importantes novedades figurativas y teóricas como la Roma de
los años centrales del siglo XVIII.

Bibliografia

 http://www.artehistoria.com
 http://www.arqhys.com

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