Psicología y Trabajo Social

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PSICOLOGÍA Y TRABAJO SOCIAL

DIÁLOGOS Y DEBATES EN EL MARCO DE LAS POLÍTICAS


REPARATORIAS Y AMPLIACIÓN DE DERECHOS

María Laura Naclerio


Roxana Fischquin
Cynthia Ramacciotti
(compiladoras)

Facultad de Trabajo Social


Agradecimientos

Al Profesor Enrique Fidalgo por su trayectoria y por su tarea siempre orientada a vincular
toda práctica académica y profesional a los Derechos Humanos. Por su legado, profundamen-
te valioso que nos impulsa a continuar construyendo ligaduras entre saber-práctica y DDHH.
A la Facultad de Trabajo Social de la UNLP por el compromiso en impulsar, acompañar y
alojar de modo sostenido iniciativas vinculadas a los DDHH, además de nuestra práctica do-
cente y académica.
A todos aquellos que han acompañado nuestro recorrido de articulación entre formación
académica y Derechos Humanos.
Índice

Prólogo __________________________________________________________________ 6

Introducción
Aspectos de la Construcción Subjetiva ___________________________________________ 8
María Laura Naclerio

Capítulo 1
Memoria, Verdad y Justicia. Relatos de una experiencia docente en la formación
de Trabajadores Sociales ___________________________________________________ 14
Equipo de Cátedra

Capítulo 2
Devenires del acto educativo. Entre el trasmitir y el aprender ______________________ 21
Roxana Fischquin

Capítulo 3
Juicios por crímenes de lesa Humanidad como reparación subjetiva en lo colectivo ______ 30
María Laura Naclerio.

Capítulo 4
La subjetividad en qué estado? Aportes para pensar el Estado y la Subjetividad ________ 38
Cynthia Ramacciotti

Capítulo 5
Dispositivos e Intervenciones en la época _______________________________________ 53
Norma Reuter

Capítulo 6
De Trabajadores Sociales y Psicólogos _________________________________________ 65
Ana María Marchionni

Capítulo 7
Efectos de la intervención profesional en contextos de encierro. La Institución Carcelaria
y el desafío de escuchar tras las rejas __________________________________________ 71
María Virginia Sánchez.
Capítulo 8
Actualidad de lo grupal en Salud Mental. Breve Recorrido Socio-Histórico ______________ 78
Ramiro Bravo

Los Autores _____________________________________________________________ 89


Prólogo

A lo largo de nuestra práctica académica y de la interacción hacia el interior del equipo de


cátedra, hemos mantenido un diálogo en el que está presente lo que nos iguala y lo que nos
diferencia. Aquello en lo que coincidimos lo hemos sumado, y lo que apareció como diferente,
como los diversos recorridos profesionales y académicos de los integrantes del equipo, hemos
intentado articularlo. Ese ha sido el modo de vincularnos: sumar, complementar, confrontar,
superar y por sobre todo hacer y pensar. De ese continuo movimiento se han ido consolidando
las líneas de trabajo que compartiremos aquí.
En nuestro accionar, reconocemos un doble condicionamiento, por un lado la pertenencia a
un plan de estudios que tiene por objetivo la formación de Trabajadores Sociales, lo que hace
que el aporte de la disciplina deba constituir una herramienta para tal fin y por otro, el conside-
rar que la formación universitaria debe contribuir a la capacitación de actores sociales que,
mediante su capacitación especial, estén en condiciones de dar respuesta a las necesidades
del colectivo social desde el área específica de la disciplina en la que se han formado.
Pensamos así una formación articulada, desde el perfil profesional y contextuada por el
vínculo necesario entre formación universitaria y Estado. Los docentes somos agentes forma-
dores de profesionales que trabajaran en el Estado o en ámbitos regulados por él.
A lo largo del presente trabajo puede verse la diversidad de prácticas profesionales y reco-
rridos académicos de quienes integramos este equipo. En los distintos artículos se refleja cla-
ramente la presencia de conceptos articuladores comunes, como los de sujetación, construc-
ción de la subjetividad, vinculados a la temática específica de nuestra materia. El principal hilo
conductor es el de pensar la psicología como una herramienta susceptible de ser integrada a la
formación profesional de Trabajadores Sociales, cuya especificidad la constituye la intervención
en la complejidad de lo social.
Este trabajo es el producto de un recorrido iniciado por quien fuera un gran maestro y com-
pañero, el profesor Enrique Fidalgo.
Tomando su legado, nos proponemos construir saber desde la práctica, y así ir ligando los
contenidos teóricos con lo diverso de la práctica profesional, en un ida y vuelta entre teoría y
práctica, entre hacer y pensar, entre construir y cuestionar
Perseguimos el propósito común de ir conformando nuevas síntesis de conocimiento, las
cuales seguirán superándose permanentemente a través del desafío que indica el abordaje de
la práctica concreta en una perspectiva de saber ideológico-científico. El conocimiento acadé-
mico debe contribuir a la formación del pensamiento crítico, que significa leer sin que la letra

6
escrita o el discurso instituido del docente obturen el disenso, pero los cuestionamientos, que
son los que hacen avanzar el saber deben resultar de una síntesis superadora de lo instituido.
Eso es lo que tratamos de transmitir aquí, los conceptos centrales de la asignatura, su al-
cance en la aplicación concreta y el recorrido que esos saberes han tenido en el desarrollo de
nuestra tarea.

Lic. María Laura Naclerio


Profesora Titular. Introducción a la Psicología
FTS. UNLP

7
INTRODUCCIÓN
Aspectos de la construcción subjetiva
María Laura Naclerio

1.Introducción

El conocimiento científico comienza por delimitar su campo de conocimiento, en el caso de


la Psicología encontramos que de acuerdo a la corriente de pensamiento desde donde abor-
demos ese campo de saber, el campo y objeto de trabajo van a variar claramente.
1
Siguiendo a Néstor Braunstein (Braunstein2000) hay tres grande troncos en torno a los
cuales se han desarrollado las distintas corrientes en psicología: Conductismo, Psicología de
las Facultades o de la Conciencia y Psicoanálisis.
Si hay tres ejes teóricos en la psicología es porque hay tres paradigmas para pensar lo hu-
mano, en este sentido no cabe la posibilidad de una teoría general de lo psíquico ya que hay
puntos irreductibles que necesariamente se oponen. En realidad las teorías pueden oponerse y
rebatirse entre sí pero no puede conciliar puntos incompatibles.

2,3
El positivismo da lugar al conductismo, como corriente psicológica que desarrolla su sa-
ber, tomando como base el modelo Estímulo-Respuesta para la explicación del comportamien-
to humano. En sus inicios, el positivismo enfrentó, provocó, en palabras de J. Bleger (Bleger
4
1964), con su segunda herida narcisística : los seres humanos, lejos de ser el producto de una
sublime inspiración divina que los dota de rezón y sentimientos elevados, ha transitado junto a
todos los demás seres la común secuencia evolutiva de la vida, otra nueva expulsión del
paraíso: El origen trascedente adjudicado a la voluntad de Dios, en sus múltiples formas y
manifestaciones, es destronado por la evidencia tangible y demostrable que indica que nuestro
origen es compartido con el resto de las especies.
Para el conductismo, la realidad humana responde a las leyes de la evolución, consideran-
do el orden cultural sólo como una instancia más compleja en la escala evolutiva. Lo cultural y
psíquico son para esta corriente, modos más acabados y complejos de la evolución natural. Lo
cultural y lo natural para los conductistas como instancias continuas.
El otro gran tronco de las teorías psicológicas, es el de la Psicología las Facultades deriva-
56
da de la corriente racionalista de pensamiento. (F.Mora1999)

1
Braunstein, N. (2000). Psicología Ideología y Ciencia. Siglo XXI, Cap. 2.
2
Positivismo: Es toda doctrina que se atiene o destaca lo positivo, lo que es verdadero. Es el referente de la doctrina
positivista, que impuso y desarrolló una doctrina acerca de la ciencia y de la sociedad y sobre todo sobre las normas
necesarias para reformar la sociedad.
3
Ferrater, M (1999). Diccionario de Filosofía. Tomo3, pág. 2853 a 2858.
4
Bleger, J. (1964). Psicología de la conducta, Capítulo 1 "La psicología y el ser humano". Bs As: Eudeba.
5
Racionalismo: La conciencia se equipara con el pensar y con las funciones intelectuales…
6
Ferrater, M (1999). Diccionario de Filosofía. Tomo 4. Pág. 2682-2687

8
Para esos pensadores, lo psíquico eran las funciones de la conciencia, memoria, percep-
7
ción, pensamiento etc. (Braunstein 2000)
En el marco de la Psicología de las Facultades, se funda el primer laboratorio de psicología
8,9
experimental en donde Wilhelm Wundt realiza grandes aporte a la investigación científica.
Será Freud, el que cuestione la equivalencia entre psiquismo y conciencia y poner en tela
10,11
de juicio el diarismo Razón-Biología, sustentado por la Psicología de la Conciencia.

Con la corriente racionalista, la psicología accede al estatus de ciencia, debido a que los in-
vestigadores del funcionamiento de la conciencia se trasladan del ámbito de la filosofía al de la
ciencia cuando deciden experimentar acerca de las funciones psíquicas, así surge la experi-
mentación en psicología, experimentación que algunos años después, orientará los primeros
pasos de la psicología en Argentina. Referentes como Ramos Mejía, José Ingeniero, Víctor
Mercante y otros buscaron el modo de desarrollar la psicología como disciplina científica en
nuestro país, muchas veces vinculando sus investigaciones con la práctica de otras disciplinas
12 13 14
como la pedagogía , el derecho y la medicina .
Luego de un extenso recorrido Freud, postula que donde se alojan representaciones psí-
quicas, lo suficientemente fuertes como para manifestarse por una vía alternativa a la concien-
15
cia . A partir de Freud, comienza a pensarse e en una tercera instancia distinta de la concien-
cia y de la biología a la que se llamará inconsciente.
La noción de inconsciente se va transformando a lo largo de la teoría freudiana y luego de
Freud hubo grandes desarrollos en torno a la noción de inconsciente. Freud comienza pen-
sando en una doble conciencia provocada por una deformación patológica de la conciencia. En
poco tiempo, descubre que esa doble conciencia era en realidad el inconsciente y estaba
presente en todos los sujetos de las especie humana. En 1900, se publica la Interpretación de
los Sueños, obra en la cual Freud demuestra la relación entre los sueños y el funcionamiento de
16
lo inconsciente.
17
La formulación del concepto de inconsciente, para Bleger (JB 1964) es la tercera herida
narcisista de la humanidad, por demostrar que el ser humano no es simplemente un animal
racional como lo pesaba el racionalismo. El inconsciente se presenta como un rasgo universal
de la especie, sin que por ello esté vinculado al sustrato biológico de la humanidad.

7
Braunstein, N. (2000). Ideología, psicología y ciencia. Ob. Cit. Cap2.
8
En 1879, W. Wunt funda el primer laboratorio de psicología experimental en Leipzig.para estudiar la experiencia
inmediata y observable a través de los contenidos de conciencia.
9
Wunt, w: disponible en: www.e-torredebabel.com/Psicologia/Contemporanea/Wundt-I.htm Precedentes de la psicolo-
gía de W. Wundt -
10
Freud: Comienza a vincular, sintomatologías histéricas con un mecanismo de disecación de la conciencia. A la que
llamó doble conciencia y años después dio lugar a la formulación del concepto de nesciente.
Brunstein
11
Freud, S. (2004). Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos: comunicación preliminar. (Breuer y Freud)
(1893) en O C. T2.
12
Víctor Mercante
13
Laboratoria de la UNLP
14
Ver Ramos mejía.
15
Freud (2004). Algunas observaciones sobre el concepto de inconsciente en psicoanálisis, en OC Tomo: XI
16
Freud, S. La Interpretación de los Sueños en OC. Tomo 5.
17
Bleger, J. (1964). Psicología de la conducta. Cap1.

9
Seguramente, en algún momento de la evolución se logró una gran complejización en la re-
tractores cerebrales de alguna rama de los homínidos a desarrollar funciones no determinadas
por la información genética-instintiva. La evolución biológica, incluye en el hombre primitivo
variables abiertas, condicionada y orientada por un impulso biológico pero sin recorrido definido
en su secuencia. Ese desarrollo evolutivo desbordó la lógica de la secuencia biológica que se
venía desarrollando y así habilitó a la estructura biológica para construir más allá de si misma,
algo se despega del orden de lo Natural, algo se vuelve algo más libre, o al menos indetermi-
nado y así aparece la Historia.
La historia se superpone a la evolución y ocupa al ser humano imponiéndole una nueva ló-
gica, la simbólica, se accede al orden Cultural. Este pasaje está descrito por Freud en Tótem y
Tabú, en donde muestra la secuencia de pasaje de un modo natural de organización manada a
la instalación del orden de la cultura mediante luego de implantar la ley como la depositaria del
orden más allá de quien ejerza el poder. Freud (2007).
La idea acera de que la cultura tiene sus propias leyes, como lo explica L, Strauss en Antro-
18
pología estructural (L. Strauss1987) , habilita a una comprensión diferente de los hechos, en
contraste con las explicaciones del positivismo.
El sujeto humano es histórico signado por la incompleta información biológica, guiado por
impulso sin dirección.
El sujeto que piensa Freud y sus seguidores, es un sujeto abierto, incompleto, en el que
confluyen potencialidades y desvalidos.
19
Pensar que las personas pueden enfermar por la marca psíquica (Freud. 2004) , que acon-
tecimientos traumáticos vividos les haya dejado una maca, es pensar que lo histórico constitu-
ye la subjetividad.
Hay un sujeto más allá de la conciencia y hay un saber en el sujeto que no está siempre
disponible para sí mismo, a pesar de lo cual es un saber absolutamente válido y eficaz. (Freud
20
2004) Ese saber está cifrado por el inconsciente y se manifiesta a través del lenguaje en su
21
acepción más amplia, la capacidad simbólica del sujeto. (Lacan J.)
En síntesis, Freud muestra una dimensión donde la cultura contiene aquello que en la es-
22
tructura biológica del ser humano quedó incompleto . El sujeto histórico se ubica en la dimen-
23, 24
sión del deseo y sus avatares van dejando marcas en su ser con la suficiente fuerza como
para quedar en el sistema psíquico.

18
Strauss-Levi. Antropología estructural. Bs. As: Paidós.
19
Freud, S. Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos: comunicación preliminar.
20
Freud, S. Algunas observaciones. OC:T: XI
21
Lacan J. (1999). El inconsciente freudiano y el nuestro. En Seminario. Buenos Aires: Paidós.
22
Freud S. (1994). El malestar en la cultura. En OC T XXI. Buenos Aires. Amorrortu.
23
Laplanche y Pontalies. (1981). Diccionario de psicoanálisis pág.: 96. Bs. As. Barcelona: Labor.
24
Deseo: Es lo que tiende a realizarse.etc. Ver diccionario de Psicoanálisis.

10
2. Subjetividad: Aspectos psicológicos
de la construcción subjetiva

Los mecanismos de construcción de la subjetividad son parte de los medios a través de los
que se estructura el psiquismo.
Lo subjetivo, en sus múltiples aspectos, se construye mediante la creación de recursos de
25
conocimiento como lo son las experimentaciones y clasificaciones motrices de los bebés nos
encontramos con los múltiples procesos que se van creando por asimilación y acomodación
26, 27 28
(Piaget J, 1997) a partir de la apoyatura refleja van apareciendo, movimientos cada vez
más sistemáticos, los que pasan a ser la base de las primeros criterios clasificativos del mundo.
Así y a través de sucesivas coordinaciones de movimientos y estructuraciones internas, se
van construyendo las bases para la construcción de la inteligencia derivada de las acciones
más elementales. Dicha secuencia se realiza en interacción con la cultura ya que es de ella
que el niño toma los elementos para organizar su sistema lógico. Se construyen criterios pro-
pios y universales a la vez para interactuar y dar sentido al mundo externo.

Siguiendo las pistas de la sexualidad infantil, también se puede acceder a la construcción


29
de la subjetividad . También aquí, hay un encuentro entre el orden cultura y el orden natural:
El contacto con el pezón de la madre permite alimentarse al niño y a ese mismo acto es la pri-
mera experiencia de satisfacción, es el primer hecho de la vida psíquica, la primera experiencia
30
placentera . Esas primeras experiencias de alivio condicionan, el modo en que cada sujeto se
va relacionado a lo largo de su vida, con la búsqueda de satisfacción.
El Sujeto abierto que se planteaba más arriba puede vincularse a este descubrimiento freu-
diano: Ya que el modo, en que cada niño intercambie con la realidad irá conformando su subje-
tividad y en simultáneo el mundo de sus vínculos y su relación con los objetos.
Según ya se han enunciado antes, la sexualidad humana, se liga a la dimensión vincular del
sujeto. Es a través de los vínculos e instituciones en los que las relaciones humanas se
31
establecen que puede buscarse también, la historia estructurante de la subjetividad.
Los vínculos y grupalidades tienen como referencia temprana al vínculo inicial con la madre,
que se define como tal, por su función y no por su consanguineidad. Los vínculos, los otros,
son los que completan aquello que la biología dejó abierto. Es imposible pensar, la ausencia de
víncu-los para un recién nacido, no es posible sobrevivir sin otro para la especie humana.
La subjetividad es un mecanismo instituyente, dinámico cuyos efectos son abiertos y estruc-
turantes al mismo tiempo.
25
A través de los mecanismos de asimilación y acomodación el sujeto humano va construyendo sus estructuras inte-
lectuales, que le servirán para interactuar
26
Definir conceptos y marcar su procedencia en la interacción.
27
Piaget, J. (1997). El nacimiento de la psicología en el niño. Introducción. Buenos Aires: Abaco.
28
Base biológica de la acción, a partir de la cual el mecanismo y sentido de la acción humana se va separando e inde-
pendizando cada vez más de el ciclo natural.
29
Freud, S. (2000). Tres Ensayos para un teoría sexual. Tomo VII, Buenos Aires: Amorrortu. Segundo ensayo.
30
Freud: Define al placer como alivio de una tensión.
31
Kaess E. (2014). Sobre las condicionantes metapsicológica de los espacios de realidad psíquica inconsciente.

11
La subjetividad resulta de la resolución de la tensión emanada de la doble sujetación del in-
32
dividuo, sujetado por la cultura, y por sus propios impulsos al mismo tiempo.
El sujeto humano está sujetado irreversiblemente tanto a los impulsos biológicos como a las
33
estructuras culturales. De esta esta afirmación se colige que en el proceso de construcción
subjetiva la variable social es determinante por ser la cultura a través del sistema social que
aloja al sujeto humano la que posibilita la supervivencia a través de incluir al sujeto en un sis-
tema simbólico cuya referencia más abarataba es el lenguaje.
Hay una expresión de José Bleger que indica que el ser humano es una entidad bio-psico-
social, dichos términos articulan las instancias que preexisten al sujeto y hacen posible su ad-
venimiento ni bien se ponga en marcha el proceso histórico que lo constituirá.
La cultura posibilita la vida, pero nunca satisface al sujeto completarte única que puede pro-
porcionar simbólicamente y concretamente los recursos para el devenir del sujeto socio histórico.
Se llega así a un punto de articulación entre psicología y trabajo social: El contexto en el que se
construye el sujeto psíquico es atravesado de modo que permite por situaciones de conflicto y
desarrollos particulares de la época y ese el ámbito de intervención del Trabajo Social.

3. Subjetividad en el marco de la Psicología


y del Trabajo Social

Si ponemos en situación, estas consideraciones acerca de la función de la cultura, nos encon-


tramos que en el mayor de los casos la realización de la función cultural-simbólica, es fallida,
cuestión que lleva a incorporar el poder como instancia decisiva para la construcción subjetiva.
Se viene planteando que el acceso al nuevo orden es por causa de la limitación. Al perder el
ser humano sus respuestas instintivas, logra la capacidad de construir su propia herramienta
34
de subsistencia plasmada en su subjetividad, pero ese recurso lo liga de modo irreversible, al
orden cultural-simbólico del cual, dependerá absolutamente a partir de ese quiebre con el
orden natural.
El orden simbólico se estructura de modo tal que puede poder desde lo instituido simbóli-
camente. El poder siempre está presente en la cultura pero el modo de ejercerlo es indetermi-
nado y depende de los procesos históricos y sus consecuencias, cabe recordar que siempre
las relaciones de poder son relaciones de fuerza.
El poder forma parte de la sobredeterminación cultural que reemplaza a la sobredeterminación
natural. La naturaleza se regula desde fuera del sujeto y en cambio, en la cultura es el sujeto el que
35
regula y/o es regulado por las relaciones de poder (Foucault, M. 2003). El poder al igual que todas

las funciones simbólicas, se construye históricamente y atraviesa todas las

32
Braunstein, N (2000). Psicología Ideología y Ciencias. Proceso de sujetación. Buenos Aires: Siglo XXI.
33
Braunstein
34
La capacidad simbólica: el lenguaje.
35
Foucault, M. (2003). Microfísica del poder

12
instituciones, vínculos y grupos humanos. El poder es el patrón que regula los intercambios,
el poder marca la hegemonía.
Dependerán de las variables socio-históricas particulares, y los avatares del poder, el de
que la cultura aloja más de lo que oprime u oprime más de lo que aloja, aquí se instala
36
grandes temas que atraviesan lo humano, que son la ética y la justicia.
En el plano de lo social, la subjetividad se manifiesta condicionada por el carácter de
37
época.
La época, como síntesis histórica coyuntural marca estilo y límites en las modalidades
subjetivas.
Planteado este marco diremos que las intervenciones profesionales que ponen en acto la
formación académica intervienen en el acontecimiento que se manifiesta en una coyuntura
crítica, dígase un conflicto como puede ser las reiteras ausencias de un niño a la escuela.
En este caso el trabajador social interviene, se acerca al conflicto, investiga, informa a la
institución, genera vías de solución para resolver el conflicto, seguramente con su interven-
ción logrará que los actores involucrados en el hecho comiencen a actuar de otro modo de
cómo lo venía haciendo y finalmente la intervención social logrará encauzar el conflicto. De
este modo se obtiene que un trabajador social interviene en la pluralidad de los hechos, en
los acontecimientos concretos, pero sólo puede ser activo socialmente, es decir a través de
su intervención provocar una transformación social, si logra articular ese hecho como emer-
gente de una coyuntura crítica y más aún como manifestación particular de tendencias más
estables y difíciles de transformar como por ejemplo, la exclusión: Un sistema social de-
sigual con fuerte tendencia a la exclusión y a la concentración de poder, recursos económi-
cos y simbólicos en pocas manos, afianzando, a lo largo del tiempo mecanismos como para
ordenar la población de modo tal que no altere el orden excluyente y concentrado, cuestión
que si el niño no va a la escuela podernos entender en ese hecho, incluyendo las sobrede-
terminaciones estructurales, que la escuela lo expulsa, más concebir la subjetividad como
resultante de un proceso permanente, que va más allá de lo que manifiesta, nos proporcio-
na herramientas trasformadoras desde lo simbólico, al poder interrogar la realidad nos en-
frentamos a ella, podemos cuestionar lo evidente que casi siempre es nada más que la vi-
sión del mundo del sector dominante de la sociedad.
En síntesis, poder construir conocimiento en torno a la construcción de la subjetividad y
poner en situación ese conocimiento que permite proporcionar al abordaje del conflicto so-
cial herramientas de análisis de gran aporte para el logro de estrategias de intervención,
más orientadas a la transformación social que a asistir la urgencia

36
Ferrater M. (2000). Diccionario de filosofía. T2.
37
Ver Franco y Fromm

13
CAPÍTULO 1
Memoria, Verdad y Justicia. Relatos de
una Experiencia Docente en la formación
de Trabajadores Sociales
Equipo de Cátedra.

Introducción

En esta presentación nos proponemos relatar y conceptualizar la experiencia docente que


desde la cátedra Psicología I, hemos desarrollado en relación a políticas de Derechos Huma-
nos vinculadas a los Juicios por Crímenes de Lesa Humanidad llevados a cabo en la ciudad de
La Plata. Dicha experiencia fue iniciada por el Profesor Enrique Fidalgo.
El presente trabajo es, en primer lugar, un reconocimiento a esa trayectoria y la construc-
ción conjunta desde el equipo docente de estrategias pedagógicas en relación a la temática.
En los últimos seis años, venimos trabajando en torno a los juicios por Crímenes de Lesa
Humanidad realizados en el marco de las políticas de Estado implementadas en torno a Dere-
chos Humanos: Memoria Verdad y Justicia. En este espacio hemos realizado y compartido
experiencias docentes, de formación académica y profesional. (1)
Sobre la base de dicha experiencia, situaremos los ejes conceptuales de referencia, los ob-
jetivos que han sostenido este trabajo , nuestro recorrido y al mismo tiempo, lo que constituye
el soporte para seguir elaborando nuevas propuestas pensadas en el ámbito universitario y la
práctica docente, desde una perspectiva de derechos.

Antecedentes e historia

Como antecedente y marca identitaria de este recorrido es relevante destacar que los apor-
tes teóricos relacionados a la subjetividad y lo específico del campo psicológico están pensa-
dos y desarrollados en interrelación con el contexto social y más específicamente con las prác-
ticas de las disciplinas sociales. Estas reflexiones resultan del intento de crear conocimiento en
situación, es decir buscan articular las nociones básicas de la disciplina en un contexto de apli-
cación concreta de políticas públicas, en este caso, Memoria, Verdad y Justicia.

14
Desde inicios de la década pasada, nuestro país comienza a transitar un cambio en las po-
líticas de Derechos Humanos. El Estado asume el rol de garante de derechos, planteando de
este modo una alternativa al avance del neoliberalismo consolidado en la década de los 90.
(Carlos Vilas, 2007).
Los juicios por Crímenes de Lesa Humanidad, los nuevos marcos legislativos en materia de
niñez, juventud, salud mental, salud sexual y reproductiva, democratización de los medios de
comunicación y matrimonio igualitario, etc., sitúan la idea de reparación y restitución de dere-
chos en el centro de la escena social. (2)
Aparecen nuevas formas de relación con el Estado y se le da mayor relevancia y espacio
propio a los actores integrados en la realidad social.
Desde los nuevos marcos legislativos la vieja noción de individuo se reemplaza por la de
Sujeto de Derechos. (3) Esto requiere profundas modificaciones en los modos de abordar la
práctica profesional y la actividad académica.
Frente a esta dinámica signada por grandes transformaciones, resulta oportuno recapitular
lo realizado en pos de establecer con la mayor precisión posible el grado de trasformación
ocurrido en el entorno social en general y en particular en lo que atañe, de modo directo, a
nuestra práctica profesional.
Si bien en la historia de nuestra Cátedra estuvo presente la temática de DDHH vinculada a
problemáticas como niñez y adolescencia; es a partir del año 2009 que empezamos a incor-
porar el tema de los juicios por crímenes de Lesa Humanidad.
En ese entonces ya aparecía en nuestras producciones, el valor reparador del rol del Esta-
do como Garante de Derechos en las otras áreas mencionadas.
En aquel momento, comenzamos a trabajar sobre el posicionamiento del acompañante an-
te una víctima que ha vivido situaciones extremas, lo cual nos llevó a plantearnos que acom-
pañaríamos a personas en su proceso de Reparación (Klein, Melanie 1937) y que además
integramos un colectivo, que como tal, se repararía también al experimentar la restitución de
derechos impulsada por el Estado.
Estos interrogantes, se nos replantearon en el año 2010 cuando integramos a los estudian-
tes a través de la propuesta de presenciar las audiencias de los Juicios por Crímenes de Lesa
Humanidad, llevados a cabo en el Tribunal I, de La Plata. En aquella oportunidad se comenzó
una tarea continua, de integración de los estudiantes a estas experiencias, donde se manifies-
ta de modo concreto la política de Derechos Humanos y su efecto reparador en lo individual y lo
colectivo. En este punto consideramos que nuestra práctica docente se anuda fuertemente a un
rol de Sujetos pertenecientes e integrantes del Estado, como trabajadores y como agentes
sociales, desde un punto de vista más amplio.

15
¿Por qué la concurrencia a los juicios en el marco
de la currícula de la materia?

Los sujetos del aprendizaje que son los estudiantes, deben tomar contacto con el proce-so
histórico que como comunidad los constituye. La afirmación es categórica, porque el conocer la
propia historia permite disponer de la propia identidad y construirla con mayor margen de
libertad
Hoy, luego de algunos años de transitar esta práctica y de la efectivización de los juicios en
general, podemos decir que la reparación tiene otro lugar, pueden observarse y sentirse sus
efectos, podemos decir que circulan entre nosotros los productos de la acción reparadora.
De algún modo se ha constituido en un hecho de nuestra cotidianeidad y lo que en algún
momento se presentaba como instituyente, comienza a tomar el lugar de instituido. Las pre-
guntas también se van modificando y hoy podemos decir que pisamos “otro suelo”.
Podemos afirmar que hemos logrado un mayor consenso en cuestiones fundamentales
como lo es la concepción de Estado: El Estado como el garante y responsable del acceso a
derechos.
El ejercicio de derechos provoca que un Sujeto desdibujado en un entorno en el cual el
Mercado desregulado es lo hegemónico, pueda pasar a ser un Sujeto de derechos con posi-
bilidad de inscribirse en un cuerpo legislativo.
En ese sentido Carlos Vilas, docente de la Universidad Nacional de Lanús dice que el Es-
tado como productor de identidades nombra a su población y al nombrarla, la constituye en
sujeto portador de derechos, de responsabilidades y obligaciones.
Sabemos que nombrar significa traer simbólicamente lo nombrado, transformar su ausencia
en presencia, definir el modo en que lo vemos y lo mostramos a los demás, como así también
la forma en que el pueblo se piensa a si mismo
Todas estas ideas interpelaban nuestros cotidianos laborales no solo en el ámbito de la Uni-
versidad. Así discutíamos nuestros códigos de ética a la luz de las nuevas legislaciones, que
nos desafían a pensar nuestras prácticas profesionales en el marco de reconocernos como
profesionales en clave de derechos.

Derechos Humanos y Práctica Docente

Junto a la experiencia de trabajo con estudiantes, en el marco de los Juicios por crímenes
de lesa humanidad, creamos un espacio específico de reflexión y construcción de conocimien-
to, orientado a vincular los fundamentos de esta materia con las práctica de quienes la dictan,
así entonces surgió, con modalidad de seminario interno el curso: ―Aportes de la Psicología al
Trabajo Social en el marco de las prácticas vinculadas a los Derechos humanos‖. Aquí se tra-
bajaron y compartieron los otros espacios laborales en los que nos desempeñamos los docen-
tes con la idea de compartir con los estudiantes las posibilidades, obstáculos y contradicciones

16
con las que nos encontrábamos a la hora de pensar nuestro rol como trabajadores desde una
perspectiva de derechos.
Además de vincular la práctica profesional a las nuevas legislaciones, nos propusimos en-
tonces, hacer conocer a los estudiantes nuestra práctica laboral como profesionales y en con-
secuencia como agentes sociales incluidas/os en los procesos de transformación social y polí-
tica. En la fundamentación del programa decimos que:

Los nuevos paradigmas que se han ido planteando, desde la práctica profesio-
nal frente a las crecientes complejidades sociales sobre las cuales se intervie-
ne, exigen una interpelación a los dispositivos con los que se viene operando en
los distintos ámbitos y problemáticas sociales. ( Fundamentación del Programa de la
Cátedra Psicología I. FTS. UNLP. (2009/14)

Esto nos ha llevado indefectiblemente a la necesidad de reflexionar sobre los DDHH, el rol
del Estado como garante de los mismos y la Universidad como institución pública formadora de
profesionales que van a intervenir en la problemática de lo social.
Como objetivo nos propusimos articular y vincular la práctica y experiencia profesional a la
de los Derechos Humanos en el marco del Estado, entendiendo que este nuevo escenario con-
vocaba a una toma de posición ética que interpelaba especialmente el rol profesional. Compar-
tir este desafío que se daba en el marco de nuestras instituciones y áreas de trabajo con los
estudiantes significó aportar a la construcción de un conocimiento que debía poner en juego
ante todo los imperativos de la época y la complejidad que significaba concebir al individuo
como sujeto de derechos.
Entre los temas que trabajamos y compartimos con los estudiantes estuvieron presentes:
La práctica profesional en la Escuela. La Asignación Universal por Hijo y su impacto en los
modos de abordaje. Los Centros Provinciales de Atención a las Adicciones y el desafío de pen-
sar un trabajo en territorio con jóvenes que no concurren a los centros de atención y en muchos
casos no demandan asistencia. Los procesos de exclusión y la restitución del derecho a la
salud. La cárcel, sus efectos y los alcances de la intervención en contextos de encierro. Las
instituciones de Salud Mental y su accesibilidad. El Hospital Público y en términos más genera-
les, la articulación de la experiencia y la teoría en las instituciones representativas del Estado.
(Ver fundamentación del seminario en el Programa de la materia año 2011).

Esta propuesta comienza con temas vinculados a los Juicios por Crímenes de Lesa Huma-
nidad y se continúa en el debate instalado luego, en la reflexión sobre las prácticas analizadas
a la luz de la formación disciplinaria de base.
Es así que se conjuga una posición ética frente a la práctica profesional y la pregunta acer-
ca de cuál es nuestro rol como trabajadores, docentes y formadores en una Universidad Públi-
ca frente a este cambio de paradigma que pone en el centro de la escena al Estado y a la Res-
titución de Derechos.

17
Esto nos lleva a proponernos continuar trabajando la relación: Educación, Práctica profe-
sional y Derechos Humanos, en ámbitos de mayor apertura a la comunidad, con el objetivo de
contribuir a problematizar la dimensión del Sujeto de Derecho concebido desde el paradigma de
los Derechos Humanos.
En consecuencia con lo expuesto, nos proponemos continuar, ahora desde una propuesta
de extensión, con miras a realizar talleres de Derechos Humanos y procesos educativos, en los
planes Fines con el objetivo no solo de aportar a estos espacios de ampliación de derechos si
no de fortalecer este camino, acercando la universidad a quienes participan de esta propuesta.
La idea además de trabajar y compartir la temática de los DDHH, es que puedan vislumbrar los
espacios universitarios como una posibilidad a tener en cuenta e incluir, en el marco de sus
proyectos de vida.

Reflexiones Finales: El lugar de los DDHH en el marco


del regreso del neoliberalismo

El escenario actual nos convoca a reflexionar y volver a situar aquellas prácticas, interro-
gantes y avances en materia de derechos sobre los que trabajamos en los últimos años.
¿Qué lugar tienen los DDHH en un proyecto político-económico donde el Neoliberalismo
vuelve al centro de la escena, desplazando al Estado de sus funciones reparatorias y restitu-
tivas de derechos? ¿Qué lugar para una práctica que como mencionamos a lo largo de este
trabajo se fue transformando, no sin dificultades en el marco de incorporar los principios de un
nuevo paradigma? ¿Quién restituye derechos si no es el Estado? ¿Quién repara si no es el
Estado?
A lo largo de estos años hemos reflexionado sobre los DDHH, el rol del Estado como garan-
te de los mismos y la Universidad como institución pública formadora de profesionales que van
a intervenir en la problemática de lo social. Trabajamos sobre una propuesta de articulación
entre formación académica, práctica profesional y Derechos Humanos, que como menciona-
mos más arriba, se plasma en un proyecto de extensión que estamos llevando a cabo en el
FINES, sobre la Educación como Derecho.
Frente a los programas que tanto el Gobierno Nacional como el de la Provincia de Buenos
Aires están cerrando o propiciando su agotamiento, como es el caso de Fines, que actualmen-
te funciona pero su ingreso fue cerrado, se impone reflexionar acerca de cómo seguir en el
camino del empoderamiento de Derechos en un escenario en el cual están jaqueados los mar-
cos legislativos con los que se venía trabajando a favor de la Restitución de Derechos.
Las recientes políticas gubernamentales se muestran prescindentes frente al área de Dere-
chos Humanos y en particular en lo referente al los dispositivos que venían funcionando en
torno al desarrollo de los Juicios por Crímenes de Lesa Humanidad. Si bien no se planteó la
suspensión como ocurrió en los ―90‖, el Estado se va retirando a través de medidas tales como

18
el vaciamiento de los programas y convenios del Estado para la concreción de la práctica
pública e institucional que implica la realización de la tarea preparatoria de los Juicios.
Los juicios restituyen, refuerzan, resultan imprescindibles para que nuestra comunidad
pueda disponer más plenamente de su historia e identidad.
En este sentido tomamos las palabras de Jorge Aleman, un psicoanalista que viene reali-
zando aportes interesantes para pensar y pensarnos en la actualidad. Jorge Aleman en una
entrevista realizada por la periodista Cynthia García expresaba:

Antes los marxistas hablaban de ideología, de alienación. El sujeto tiene una


parte de sí mismo extrañada porque no piensa por sí mismo sino que piensa en
la lógica del sistema que lo domina. El neoliberalismo es más grave: no te alie-
na, directamente te produce. Te constituye, te quiere organizar como sujeto,
quiere fabricar tu alma, quiere armar tu vida interior, quiere producir tu sensibili-
dad… Es un enemigo terrible. No creo en el crimen perfecto, pero el neolibera-
lismo es lo que más se le parece. Tenemos que hacer un ejercicio de renuncia
para nosotros mismos y no seguir escuchando tonterías, no prestarnos ni con-
descender a ser parte de las tonterías que se pronuncian, hay que hacer un
ejercicio de ascetismo, de estudio, de trabajo, de sostener las experiencias que
valgan la pena, de prestar atención a aquellos discursos que necesitamos sos-
tener, de sostener a los compañeros y compañeras que están trabajando por
transmitir otra cosa… No hay que prestarse al baile esperpéntico que está orga-
nizando la corporación mediática en este momento. (...) Hemos hecho una expe-
riencia en la que demostramos que no todo está capturado por el dispositivo
neoliberal, ahí tenemos la posibilidad del retorno‖.

¿Cuál es en esta coyuntura entonces el rol de los trabajadores del estado, nuestro rol como
docentes Universitarios? Sabemos que no podemos volver a un criterio de educación superior
prescindente del contexto, justamente por lo que planteaba Aleman, tenemos una experiencia y
un recorrido que ha dejado marcas. El rol de la Universidad en este momento se torna
estratégico porque puede constituirse en un espacio que aloje y que preserve a modo de
reservorio cultural todas aquellas prácticas y experiencias que transitaron un proceso de
transformación que no debe perderse. Pertenecemos a la Universidad Pública y eso nos implica
con mayor responsabilidad. Entendemos que el discurso, el lenguaje es una herramienta
estratégica. Es desde allí, desde el plano de lo simbólico que puede preservarse el valor del
espacio público construido y resignificado en estos años donde se logró otorgar estatuto de
política pública a problemáticas que estaban por fuera de una referencia histórica y colectiva, la
apuesta es mantener un espacio de construcción de conocimiento en relación a la subjetividad
que siga fortaleciendo la relación con el contexto social y la formación de profesionales para el
espacio público.

19
Bibliografía

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de la teoría política. Revista Voces en el Fénix. Nro 18, La Sombra del Poder.
Fundamentación del Programa de la Catedra Psicología I . FTS. UNLP. (2009/14)
Ver fundamentación del seminario en el Programa de la materia año 2011.

Notas

1- Algunos de nosotros trabajamos en acompañamiento a testigos en el contexto de la decla-


ración en los juicios por crímenes de lesa humanidad llevados a cabo en la ciudad de La
Plata y el resto del equipo de cátedra acompaña y coordina tareas con grupos constituidos
por estudiantes. En mencionado espacio se trabajó y conceptualizó la experiencia de haber
presenciado las declaraciones de testigos y el funcionamiento de la totalidad del acto ju-
rídico-institucional.
2- Remite a políticas de inclusión como por ejemplo la AUH.
3- Desde principios del siglo XX, con la Ley del Patronato: el Individuo tutelado por el Estado.

20
CAPÍTULO 2
Devenires del acto educativo
Entre el trasmitir y el aprender
Prof. Roxana Fischquin

…En síntesis, el psicoanálisis esclareció que los hombres no son entidades autónomas,
dueñas de sus pensamientos y de sus conductas, sino que éstos están determinados por
una estructura invisible (el aparato psíquico) "armada" en cada uno de ellos durante los
primeros años de la vida y que permite e impone la adecuación a los lugares asignados
en los procesos sociales a través de mecanismos inconscientes.
NÉSTOR BRAUNSTEIN. ¨Psicología, ideología y ciencia¨ (1976).

El lugar docente en la trasmisión

El siguiente trabajo se propone ir entramando hilos conceptuales a partir de una expe-


riencia profesional. El modo será en contrapunto entre conceptos teóricos y experiencia. Guia-
rán este recorrido interrogantes que fueron surgieron a la hora de enseñar y aquellos otros
surgiendo en el andar.
¿Qué lugar ocupa y en qué lugar se ubica el docente en la trayectoria educativa del otro que
se encuentra en proceso de formación?
¿Cómo entendemos el acto educativo? Acto educativo que Hebe Tizio y Violeta Nuñez nos
relatan como el lugar de reconocimiento al otro, donde uno reconoce al otro como humano
nuevo, digno de confianza, del que algo se espera, en la medida que se demuestra algo de la
38
primera palabra de los hombres, para aprender a leerla y a escribirla.
También pensado como el texto borroso (Greco, Nicastro, 2012. p 77), lo trabajan como
texto que se retoma y se lee en un a posteriori, texto que deja una huella, vinculo que no se
rompe entre el docente y el estudiante.
Traigo a la memoria un seminario que fue trabajado desde la Cátedra de Psicología, cuando
con un grupo de docentes nos encontramos interpelados por la práctica del trabajo profesional
y la docencia.

38
Núñez, V. (2005). Reinventar el vínculo educativo: aportaciones de la Pedagogía Social y del Psicoanálisis.

21
Considero importante compartir, este modo de pensar el acto educativo y el modo de en-
tender la enseñanza, también pensada desde los obstáculos y posibilidades que se fueron
presentando en el trabajo profesional y la docencia.

Partir desde lo que hace obstáculo a la práctica, de lo naturalizado, de lo que irrumpe es un


modo de mirar la realidad .Obstáculo como obstáculo epistemológico. Reflexionar a partir de
entender que el objeto de estudio del trabajador social es un emergente conflictivo en el
espacio de lo social. Tensiones que organizan el campo de intervención llevándonos a re-
pensar la complejidad.
¿Porque desde allí? Porque desde los obstáculos se crea algo nuevo, se tiende a innovar
con aquellas herramientas que traemos a modo de caja de herramientas, como conceptualiza
M. Foucault.

Entender la teoría como una caja de herramientas quiere decir: - que no se trata
de construir un sistema sino un instrumento, una lógica propia a las relaciones
de poder y a las luchas que se comprometen alrededor de ellas; - que esta bús-
queda no puede hacerse más que poco a poco, a partir de una reflexión (nece-
sariamente histórica en algunas de sus dimensiones) sobre situaciones dadas.
40
(Foucault, M. 1985).

Caja de herramientas necesaria para mirar la realidad, problematizarla, ponerla en foco,


atendiendo los distintos niveles de complejidad (Bleger, J, 1965). En muchas oportunidades
el/los interrogantes queda abiertos, otras se va inventando lo nuevo a partir del problema,
permitiendo alojar nuevas subjetividades.

Puntos de anclaje

Voy a partir de una experiencia que trascurrió, mientras formaba parte de un Equipo Inter-
disciplinario Distrital, denominado C.O.F (Centro de Orientación Familiar). Perteneciente al
sistema educativo de la Modalidad de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social, de la DGC y
E. Mencionado equipo interviene en los bordes del entramado que se da entre familia y es-
cuela. Entramado en donde se pone en juego la complejidad que lejos de reducirse a lo en-
marañado, hace referencia al paradigma de la complejidad desarrollado por E. Morín (2006)
.Entendiendo el pensamiento complejo como la capacidad de interconectar distintas dimensio-
nes de lo real.
El desafío de la complejidad se encuentra en el reconocimiento de las tramas o redes de
relaciones que se presentan en lo cotidiano. Una mirada desde la complejidad implica visibilizar
situaciones que pueden trascender un más allá de lo que se ve y se presenta. El

40
Foucault, M. (1985). Poderes y Estrategias. En: Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid: Alianza Ed.

22
derecho a la educación muchas veces es el inicio a construir y enlazar con tantos otros
derechos vulnerados.
El docente es parte de la tensión entre lo teórico y lo real de una trayectoria formativa,
acompañar este proceso es comprender que ese espacio tiene que permanecer abierto a lo
nuevo, a lo no pensado y así intentar construir un nuevo modo de habitar la situación. Retomo
las palabras de Duschatzky, S.Habitar, se trata de hacer algo con lo real , de producir nuevos
posibles. Aun en condiciones de destitución del dispositivo familiar se registra la producción de
41
operaciones de subjetivación.

Algunos conceptos para pensar

Entiendo la subjetividad como la definen Lewkovicz y Corea (2004), como un modo de ha-
cer en el mundo. La subjetividad es un modo de hacer con lo real, es la serie de operaciones
realizadas para habitar, una situación, un mundo.
Algunos conceptos que menciona Freud, el primer encuentro con el objeto de amor, con
otro , primer vinculo, como fundacional de la subjetividad. No hay sujeto sin un Otro. Es a partir
de ese primer vínculo, que nos constituimos como cachorros humanos. Se produce el ingreso
al orden simbólico. Primer encuentro que dejará sus marcas, sus huellas en el psiquismo. Ese
Otro será quien alimentará, acunará, cuidará protegerá, interpretará y pondrá palabras. Se
trasmite un plus que va mas allá de la necesidad biológica, es aquello que motoriza el psiquis-
mo humano. El deseo. La función materna además de interpretar, decodificar, da significantes.
El padre por otro lado es el representante de la ley, el portador de los discursos sociales legiti-
mados, el padre es el que se encargara de poner fin a esa célula madre-niño y propondrá
objetos sustitutos ante la pérdida del objeto de amor, pérdida necesaria para poder acceder a
lo simbólico.
En este sentido Néstor Braunstein retomando a Freud nos lleva por conceptos claves

El concepto de inconsciente, estructura invisible y sólo reconocible por sus


efectos, permitió a Sigmund Freud aclarar el significado de un fenómeno hasta
entonces incomprensible: el sueño. Luego, profundizando el trabajo teórico,
pudo dar cuenta también de la llamada "vida psíquica" tanto "normal" como
"anormal". En este derrotero teórico debió y pudo penetrar en el proceso de
constitución del sujeto psíquico, supuesto portador de esa "conciencia", que
aparentemente determinaba los "comportamientos" o "conductas" observables
en él. Así rompió lanzas con todas las evidencias imperantes en la psicología de
la conciencia y produjo una teoría del proceso de constitución de sujetos.
42
Braunstein, N. (1978)

41
Duschatzky, S. Corea, C. (2008). Chicos en Banda. Los caminos de la subjetividad en el declive de las instituciones.
Bs As. Ed. Paidós.
42
Braunstein, N.A. y otros: Psicología: Ideología y Ciencia. Siglo XXI. 1978.

23
Conceptos como necesidad-demanda-deseo nos llevan a problematizar y a diferenciarnos
del mundo animal. El mundo humano requiere articular sus necesidades en palabras y esto
implica que siempre hay un otro con quien establecemos un vínculo. Un otro hablante que
escucha y resignifica las palabras que nunca van a ser atrapadas por completo por la necesi-
dad. La demanda puede ser entendida como solicitud, petición o reivindicación. Quien deman-
43
da, solicita algo. . Aquel que demanda pide, es necesario comenzar a elucidar este pedido.
Demanda es uno de los términos que el psicoanálisis define en el marco de un determinado
corpus conceptual. También se entiende la demanda como ―búsqueda de saber‖.

Un tema recurrente vinculado a la demanda es el del reconocimiento. Muchas


veces, cuando alguien demanda en cualquiera de los sentidos expresados an-
tes, suele leerse que está requiriendo un cierto tipo de reconocimiento personal,
o que está resistiendo alguna forma de límite o condición general. Pero si nos
entrampamos en esa lectura, si no contextualizamos e historizamos esa deman-
da en el ámbito donde se ha producido, corremos el riesgo de reducir el análisis
a uno o dos factores despojados de la situación en que se inscriben; surgen así
los enojos, los desencantos, los reproches.
Especialización Docente de Nivel Superior en Educación y Derechos Huma-
nos,( 2016)

En este contexto se abre paso el deseo, constitutivo del ser humano. Lo que importa al su-
jeto es la respuesta del otro, podría decirse que el sujeto en su encuentro, demanda amor,
demanda reconocimiento. Esto se construye no es algo que viene dado.
La perspectiva psicoanalítica plantea que la posición de quien asume un decir pone en
juego, algo más allá de su decir puntual. Poner el acento, entre aquello que se pide y el modo
en que puede implicarse frente a lo que solicita, es un punto importante a repensar permanen-
temente en la práctica. Trasmisión compleja en el acto educativo. Dejar decir y no obturar es un
trabajo a construir con el otro.
¿Por qué plantear esta serie de conceptos? .Porque entiendo son aquellos que se fueron
poniendo en relación durante la intervención que se trabajará .
Conocer aquello que hace a la constitución subjetiva. Como se constituye un sujeto? Son
herramientas conceptuales que a modo de texto borroso volverán en la articulación con la prác-
tica. Nuestras intervenciones son con sujetos .Trabajamos con seres humanos concretos y
reales como menciona Bleger en Psicología de la Conducta, (1965). Ese otro, porta una histo-
ria y esa historia es importante a la hora de escuchar, acompañar, subjetivar, apuntalar y no
dejar de conocer que este sujeto es sujeto del Inconsciente.

43
Especialización Docente de Nivel Superior en Educación y Derechos Humanos (2016). Pensamiento pedagógico
latinoamericano. Clase 01: Un viaje entre educación, política e ideas. Especialización en Derechos Humanos.
Buenos Aires: Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.

24
Postal de un devenir cotidiano

44
Conocíamos retazos de la historia de Luisa , lecturas y relatos del equipo técnico de la
escuela. Pero algo se repetía e insistía. Su casa se había incendiado hacia muy poco tiem-po.
Su hijo más pequeño casi muere de asfixia, fue socorrido por un vecino .Los niños estaba solos
cuando sucedió y sin posibilidad de acceso al exterior. Luego de varias visitas fallidas,
encontramos a Luisa, joven, madre de 4 hijos. Sonriente y de pocas palabras.
Dos de sus cuatro hijos concurren a la escuela primaria. El mayor asiste a educación espe-
cial, presentando alto grado de ausentismo. El más pequeño en edad de jardín, no está asis-
tiendo a la escuela.
De origen extranjero, trabaja vendiendo comida los fines de semana. Presenta una situa-
ción de consumo problemático de alcohol, que no ha problematizado. En varias oportunidades
concurrió a la escuela en estado de embriaguez.
El padre de sus hijos vive en Paraguay, viene cada tanto. Vínculo caracterizado por violencia.
Los dos hijos que asisten a la escuela primaria, presentan dificultades en el vínculo con
sus pares.
Dos de los niños y ella no poseen DNI.
El mayor cuidaba al más pequeño cuando su mamá salía a buscar trabajo.
La escuela nos relata episodios de la sra. Cuando llegaba alcoholizada y en ciertas opor-
tunidades se violentaba con sus hijos cuando la docente planteaba las dificultades pedagó-
gicas, como los problemas de relación que presentaban con sus pares.
Luisa presentaba ciertas dificultades en el manejo del dinero. Por tal motivo la escuela situó
como referentes a su cuñado y cuñada, quienes administraban el dinero de una beca otorgada
por la escuela para sus dos hijos.

Deshilvanado interrogantes

A simple vista una postal de Luisa. Una mirada institucional y en lo invisible de lo discursivo
una posición.
Un paradigma sustenta nuestras prácticas. La tensionan. El discurso, la narrativa habla. Me
he preguntado a lo largo de esta intervención en particular y otros ¿ qué es una familia en es-
tos tiempos? Luisa arma y desarma su familia. La crea y la pone es riesgo. Que leer y como
leer a Luisa. Por donde el inicio? El inicio se dio a partir de aquello que ella pudo narrar, empe-
zar a hilar y a tejer desde su propio deseo y de su búsqueda en el bien estar . (Bienestar pen-
sado en un sentido psicoanalítico, como aquello que tiende a crear lazos y a reordenar la pul-
sión y la renuncia).
Muchas instituciones comenzamos a ser parte de este entramado con Luisa. Fuimos
acompañándola en su búsqueda del estar mejor. Enlazándola con aquello que le diera sentido

44
Nombre de ficción.

25
a ciertas cosas que lo habían perdido .Tender puentes en la escolarización de los niños. Con-
siderando que la institución educativa cumple un papel importante en la producción de narrati-
vas identitarias y en la ampliación de los horizontes simbólicos.
La Pedagogía social, nos plantea procurar en cada práctica una mirada de recién llegados.
Antidestino.
, 45
Voy a recordar a A .Carballeda en su cita, cuando problematiza la intervención.

La complejidad de las problemáticas sociales actuales da cuenta de la necesi-


dad de profundizar el conocimiento y la discusión acerca de las prácticas que in-
tervienen en este campo. Es decir, sobresale la importancia de reflexionar y
analizar críticamente lo que se hace en tanto intervención con la finalidad de re-
,
visar y observar desde dónde y para qué se interviene en lo social. Carballeda
A . (2010)

Hasta aquí se fueron desarrollando conceptos teóricos que balizaron nuestro recorri-do.
Conceptos que se ponen en discusión y tensión a la hora de pensar la intervención. La
construcción con el otro de la interdisciplina es el espacio que nos permite crear. Se aprende a
escuchar, enfocar e incluir los diferentes niveles de complejidad. Mirar desde otros puntos de
vista.

Si la expulsión social es una situación, una contingencia, la posición ética no re-


nunciará jamás a buscar a partir de esa situación una posibilidad hasta enton-
ces inadvertida. Solo hay posición de trasmisión si, confrontados a las aparien-
cias de lo imposible, no se deja de ser creador de posibilidades. La educación
es el intento de activar un lugar, una falla, un pliegue donde la posibilidad de
46
subjetivación sea todavía ilegible (Bordieu, 2000)

Uno inicia un trabajo en un punto de un proceso que empezó mucho antes que uno llegue y
que va a seguir estando mucho después que uno se vaya, o sea, que la red siempre se des-
pliega dinámicamente. Lo que se produce cuando un colectivo descubre que juntos pueden
lograr algo distinto a cuando lo intentaban por separado es parte de hacer visible este entra-
mado y es parte de aquello que no podemos anticipar, se da en el hacer mismo. En su libro ―La
metamorfosis de la cuestión social‖ Robert Castel. (Paidós, 1996) cuando toma la noción de
desafiliación y de zona de vulnerabilidad, nos lleva a pensar en historizar como diversos
contextos aportaron a la dimensión política de la perspectiva de redes. Conocer aquello que
nos filia, que nos inscribe simbólicamente es abrir a la posibilidad de acceso al patrimonio cul-
tural, permite trabajar desde una mirada y una práctica inclusiva y reparatoria. Por lo tanto el

45
Carballeda, A. La intervención en lo social como dispositivo. Una mirada desde los escenarios actuales. Trabajo
Social UNAM VI Época • Número 1 diciembre 2010 Ciudad de México.
46
Duschatzky, S. Corea, C. 2008.p.89.

26
tránsito por la escuela, no solo posibilita una herramienta de acceso a lo simbólico sino de
filiación y restitución. Con Luisa surgieron modos de acompañamientos diversos.
El recorrido de trámites de DNI fue el inicio. La identidad se ubicó en el centro de la escena.
Trabajar en la restitución del derecho a la identidad tanto de los niños como de ella fue una
trama que se desplegó y por añadidura fue produciendo subjetividad. Esto también habilitaba en
47
un futuro la AUH, en la que se suman salud y educación. El consumo pro-blemático fue otro
eje en el que se acompaño poco a poco, generando un movimiento subjetivo junto con la
construcción de responsabilidades que fueron posicionándola a Luisa en otro lugar (a veces
acompañar en el cuerpo a cuerpo, otras desde lo simbólico). Fue alojada en instituciones que a
su vez inscribieron sus legalidades y sus huellas y sus posibilidades en el ese acompañar.

Acompañar el fortalecimiento y en añadidura el cambio de posición subjetiva de Luisa fue un


trabajo de tiempos lógicos. Apuntalar su organización familiar, perspectivas de trabajo, retomar
la restitución de derecho a la identidad, fue ir armando una lógica propia de la situación. Se
comenzó a habitar la situación. Tanto luisa como todas las instituciones que trabajamos.
Apuntalar a Luisa en este proceso de subjetivación implicaba también producir una
trasformación en las trayectorias educativas de sus hijos. Cabe aquí retomar el inicio, ir
entendiendo que desde la escuela, desde el lugar que representamos para ese otro, produ-
cimos subjetividad.
Retomo un eje de trabajo desde la dirección de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social
donde se abre a la siguiente pregunta:

¿Cómo sortear la distancia entre familia idealizada y estas nuevas familias? Si-
guiendo a Carballeda valoramos las técnicas de entrevista, reuniones y talleres con
familias en tanto construcción de espacios de cuidado , de escucha y de sostén,
espacios de libertad, en la que juntos pueden recorrer por ejemplo, la historia de ese
presente familiar, los proyectos, las demandas ,las expectativas respecto de la
escuela, los cuestionamientos a condicionantes socioculturales. Etc. esto es acceder
a los espacios microsociales donde se construye la cotidianeidad de los sujetos
sobre los cuales se interviene.‖ (Comunicación 3/11. PC y PS)

Por otro lado habitamos la situación desde otro lugar. Tanto en este espacio pedagógico
como en la intervención. Algo se transforma cuando lo ponemos a conversar con otros. Tal vez
es aquí en donde el acto político de educar se pone de manifiesto. Violeta Nuñez dice:

Por eso la conversación es un modo de tratar lo imposible o para decirlo de otro


modo, el hecho de que haya un imposible produce un llamado, un empuje, a la
Conversación. Lo imposible empujando a conversar, a preguntar, a intercambiar
con otros. Entonces se trata de las aportaciones del psicoanálisis en su conver-
sación con la pedagogía. Nuñez, V( 2005 p.121).

47
Ley Nacional Nº 24714. Asignación Universal por Hijo (AUH), que tiene como objetivo proteger por medio de una
norma a los ciudadanos que tienen menos recursos.

27
Final de un recorrido

Para ir finalizando la idea directriz fue el contrapunto de los conceptos y las prácticas profe-
sionales, aquellas que permiten ir armando un nuevo andamiaje ante situaciones en las que
hay que innovar permanentemente. Preguntas iníciales contornearon y se sumergieron en
temas que nos interpelan desde la práctica. El vínculo educativo nos relata, Hebe Tizio
(O.C.2008. p 172) es del orden de lo particular, con cada sujeto es un vínculo nuevo que inclu-
ye sus transformaciones…el vinculo educativo habla del agente, del sujeto y del saber. Pienso,
releo, vuelvo al concepto, el texto borroso (Greco, Nicastro, 2012. p 77) como texto que se
retoma en este final y se lee en un a posteriori, texto que deja una huella, vínculo que no se
rompe entre el docente y el estudiante. Vínculo que se transforma con el devenir.

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Paidós. Cap1: El Inconsciente freudiano y el nuestro.
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Morín, E. (2009). Introducción al pensamiento complejo. Ed GEDISA.
Nicastro, S. (2008). Revisitar la mirada sobre la Escuela. Buenos Aires: Ed. Homo Sapiens.
Tizio, H. (2005). Reinventar el vínculo educativo: aportaciones de la Pedagogía Social y del
Psicoanálisis. Barcelona: Ed Gedisa.

29
CAPÍTULO 3
Juicios por crímenes de lesa Humanidad
como reparación subjetiva en lo colectivo
Lic. María Laura Naclerio

Introducción

El presente escrito resulta del intento de vincular la práctica de asistencia y acompañamien-


48
to a testigos en juicios por crímenes de lesa humanidad con la reflexión y análisis de esa
experiencia en el contexto de la formación universitaria. Los juicios son la concreción de la
política pública de Memoria, Verdad y Justicia implementada a partir de la derogación de las
49
Leyes de Obediencia Debida y Punto Final .
Más allá de las diferencias individuales, se destacan algunos aspectos comunes en aque-
llos que han dado testimonio en los juicios. Muchos, han declarado en los Juicios Por la Ver-
50
dad , en otros casos lo hacían por primera vez ante un tribunal y, en otros, además de decla-
rar por primera vez, hablaban de su detención y el sometimiento a tortura.
Tanto la víctima, como sus seres queridos, se conmueven fuertemente en las
declaraciones. No solo hay un reconocimiento del valor de la palabra de la víctima, sino que el
hecho de de-clarar también, resulta un acontecimiento profundamente estructurante. Además
de ser una víctima, el testigo pasa a ser quien participó activamente en la conformación de los
Juicios, pasa a ser parte de un proceso que, al resignificarlo como testigo, le restituye algo de
lo per-dido. Las políticas de exterminio de la última dictadura cívica militar, junto a las de
desgaste de la post-dictadura, desarticularon redes sociales y trataron de minimizar al extremo
la dimen-sión vincular propia de la grupalidad que estructura al sujeto histórico.
Sobre la base de conceptos fundamentales para el abordaje psicosocial tales como Repa-
ración, Resiliencia, Subjetividad, Catástrofe Subjetiva y Catástrofe Social, propondré algunas
articulaciones entre teoría y práctica en el marco de implementación de las políticas públicas de
Memoria, Verdad y Justica. (de ahora en más: M.V.J.)

48
CODESEDH Compite para la Defensa la Salud, La Ética y los Derechos Humanos.
49
Fueron derogadas en 2005
50
Juicios por la verdad; Juicos Realizados para obtener testimonios, sin consecuencias penales(2008)

30
I.

51
En palabras de José Bleger (1922-1973) la psicología estudia el ser humano concreto
cuestión que lleva necesariamente a concebir los aspectos psíquicos en contexto y desde una
perspectiva sociohistórica. En tal sentido, cabe plantearse que los modos de ser de las subjeti-
vidades en una coyuntura social determinada, expresarán el carácter social de la época en
cuestión, es decir, hay rasgos más o menos estables y permanentes en determinada época
presentes en los procesos subjetivos de quienes viven en ella.
53
El sujeto humano esta doblemente sujetado . Entre sus impulsos, por un lado, y la cultura,
por otro.
Cultura es un universal que se actualiza a través de las modalidades sociales propias de
cada época y lugar, es decir que lo particular de los acontecimientos sociales influirá decidi-
damente a la hora de conformar subjetividades particulares. A través de las instituciones so-
ciales en tanto sostenes de la sujetación, se transmite todo lo instituidlo en el entorno social
54
propio de cada época .
A través de la construcción del lenguaje, se incorporan los rasgos de la época y también el
modo en que el grupo de pertenencia se ubica en ese espacio geográfico y temporal.
La época además de experimentarse vivencialmente, se relata y, en consecuencia, se inter-
preta. Por el hecho de que un relato suponga un acto de interpretación es que, quien esté a
cargo de tal acto comunicativo ejercerá, mucho más allá de su decisión de hacerlo o no, un
gran poder sobre quienes receptan lo transmitido.
Cabe aclarar que el hecho de que se ejerza ese gran poder no significa que quien lo ejerza
lo tenga. En muchos casos, el transmisor y el receptor son la expresión de un circuito por don-
de el poder circula de modo tal que los trasciende. La cultura ejerce una violencia instituyente
55
al imponer sus categorías al sujeto , debido a que se impone y captura muchas de sus capa-
cidades antes que él puede decidir sobre ellas. Así entonces resulta evidente que a todos los
seres humanos se nos impone la lengua que hablamos.
56
Es a través de esa contradicción fundante que ingresamos a la cultura. Digo contradicción
porque aquello que se nos impone, es lo mismo que nos permite acceder al plano de lo simbó-
lico. Allí nos proyectarnos como sujetos libres. Dado que en el plano simbólico se trasciende lo
establecido, se puede crear una alternativa a lo ya instituido, se puede cambiar la realidad, si
se la piensa de otro modo, debido a que la historia siempre está abierta, en construcción, a
diferencia de lo Natural y su carácter evolutivo, cuyas metas siempre son preestablecidas.
El lenguaje posibilita la proyección, más allá de lo que se trae como herencia e instala al
sujeto en un orden creativo, indeterminado.

51
Bleger1963 - academia.edu. Cap. 1.
53
Braunstein N. (2003) Psicología Ideología y Ciencia. Buenos Aires. Siglo XXI.
54
Época: período histórico breve y delimitado. :
55
Aulagnier, P. (1991). La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado. Buenos Aires: Amorrortu.
56
La Lengua se impone arbitrariamente y al mismo tiempo el acceder a ella es lo que posibilita la creatividad en el Sujeto

31
Muy a pesar de toda idealización acerca de la libertad en el plano de la naturaleza, allí, la
vida está absolutamente sobre determinada y estructurada por mecanismos de supervivencia
biológica, orientadores del orden jerárquico de las especies.
Pensar en un paraíso, en donde las especies convivan en armonía, es una construcción
cultural transmitida a través de mitos y relatos convalidados culturalmente. En el plano natural,
las cosas suceden independientemente de lo que se relate sobre su acontecer, es decir, como
la misma naturaleza determina. Allí, en la naturaleza, no hay libre elección, mientras que en la
cultura hay fisuras, hay posibilidad de cuestionar el orden establecido, por causa de haber tras-
cendido los límites de la evolución biológica y ser un orden construido históricamente.
El orden simbólico, se instala mediante los vínculos que los seres humanos establecemos
en el intercambio social. Las relaciones humanas son reguladas por instituciones, las que
cumplen funciones de cuidado, contención, control y disciplinamiento social.
Las instituciones alojan al sujeto y lo acompañan en la construcción de su subjetividad. A
través de ellas se otorga una instancia alternativa de supervivencia frente a lo insuficiente que
resultan los recursos naturales.
La vida humana comienza con una imposición, con un encuentro, dice Piera Aulagnier, a
partir del cual hay un impacto constitutivo y violento que hace posible el pasaje de lo natural a
lo cultural. Son los otros, los semejantes, los que encarnan la función cultural, los encargados
de alojar, cuidar, imponer las condiciones de vida a todo recién nacido. De ese modo se inicia
la construcción subjetiva y comienza a ser posible crear recursos de autodeterminación en
conjunción con lo impuesto por la cultura. En el plano de lo simbólico, coexiste la tendencia a la
autonomía con la sumisión a las categorías culturales, debido a que las categorías de pensa-
miento son impuestas a través del sistema lingüístico, pero el uso de esas categorías no está
determinado de antemano.
Hablamos del mismo modo en que nos hablan, y ese lenguaje en acto, que es la Lengua, es
la que nos permite acceder a una mayor autodeterminación. La historia es el proceso me-
diante el cual la subjetividad se va estructurando, en una secuencia temporal, a lo largo de la
cual se construye lo subjetivo.
La dualidad -estructurada y abierta- de las categorías universales impuestas y el transcurrir
que es la historia, es propia del orden simbólico sobredeterminado por la estructura y libre por el
devenir histórico. Tal cuestión provoca lo paradojal de los mecanismos sociales que promueven
tanto autonomía y vulnerabilidad, libertad y sojuzgamiento, inestabilidad y seguridad.

II.

La coyuntura histórica está en permanente movimiento. Siempre que hubo fuertes cambios
sociales críticos, como lo fueron la desaparición de personas y la apropiación de niños, la
tortura y detención ilegal y demás violaciones a los derechos humanos realizada por la dictadu-

32
57
ra cívico-militar (1976-1983), impactaron de modo catastrófico sobre lo social. Lo sucedido
fue altamente desestructurarte por haber conmovido fuertemente las bases de la preservación
de la vida y los derechos humanos. Se produjeron transformaciones sociales irreversibles cu-
yos impactos continúan aun emergiendo. Es extensa la bibliografía sobre los efectos traumáti-
58
cos de la última Dictadura Militar en Argentina , estudios que han contribuido, al estudio del
efecto colectivo de Catástrofes sociales en las subjetividades de sus protagonistas.
59
La dictadura en Argentina, constituye una Catástrofe debido a que el trauma es tan poten-
te que transforma definitivamente aspectos centrales la realidad como la grupalidad que en un
60
primer momento fue censurada y desacreditada luego.
Pensar la desaparición de personas e instalar la tortura como procedimiento, significó llevar
a cabo una de las mayores atrocidades de nuestra historia.
El Estado, que debió ser siempre el garante de la organización social bajo leyes constitucio-
nales, resultó ser, en manos de los dictadores, el principal trasgresor de lo instituido. Al realizar
una práctica de exterminio, arrasó con vidas proyectos y recursos, dejando al país sumido en
61
un gran desconcierto. Esto fue lo que se llamó El Proceso de Reorganización Nacional .
El conjunto de la sociedad argentina fue disciplinada y atacada por el terrorismo de Estado.
El efecto traumático del terror transformó y rompió los vínculos sociales. Fue muy fuerte la ex-
periencia de sentir peligro por saber de alguien, por leer o ser compañero de trabajo o allegado
de quien fuera militante o participara en actividades sindicales o culturales que en algún aspec-
to cuestionaran el orden establecido.
El silencio y el aislamiento fueron impuestos. La fuerza de la alienación por el miedo fue tal,
que hasta muy entrados los años 90 resultaba difícil la construcción de nuestra historia
reciente. Cuando, desde diversas grupalidades e instituciones, comenzaron a realizarse actos
de recuperación de la memoria en homenaje a los detenidos-desaparecidos, se discutía si
había que recordar y reivindicar su militancia (en caso de que la hayan tenido). Independien-
temente de cómo pueda resultar hoy este relato, debe pensarse que desde ese entonces y
hasta la actualidad, han ocurrido profundas trasformaciones sociales, muchas de ellas impul-
sadas desde el Estado como las políticas públicas de DDHH, en particular en lo referente a
Memoria Verdad y Justica. Muchos grupos referenciados en instituciones como universidades,
colegios, y fábricas comenzaron en los 90 a construir memoria colectiva, sumándose al camino
iniciado en plena dictadura por Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y demás Organismos de
DDHH. En sos tiempos se trabajó muy intensamente en muchos lugares e instituciones mar-
cadas profundamente por la desaparición de personas. Las comisiones de homenaje dejaron
marcas. En cada lugar quedaba testimonio y presencia de lo ocurrido: los desaparecidos recu-
peraban su nombre, el recuerdo del banco que ocupaba en el colegio y sus anécdotas de vida
volvieron a cobrar la densidad suficiente como para recordarlas. Se profundizó un lazo entre la

57
Kaess plantea la noción de Catástrofe como la de un acontecimiento que promueve una transformación en la estruc-
tura social de la cual dicha estructura no puede recuperarse sin sufrir cambios significativos. Las catástrofes trans-
forman profundamente la realidad.
58 Kaess El estatuto teórico-clínico del grupo [1996] De la psicología social al psicoanálisis
59
Ver Kaess definición de catástrofe.
60
En el período (1976-1983)
61
Modo en que se denominada a sí misma la última dictadura cívico-militar

33
pertenencia institucional-social del desaparecido y sus familias. El silencio empezaba a ser
desobedecido, a pesar de la Obediencia Debida, aún vigente.
Esos tiempos son cercanos y lejanos. Cercanos, por marcar la continuidad histórica de la
62
restitución social post-dictadura y, lejanos, porque en 2005 , con la derogación de las Leyes
de Impunidad, el Estado se hace responsable de los crímenes cometidos por la última dictadu-
ra y se pone al frente de la reparación histórica.
De ese modo, se creó un nuevo marco público en el cual pudieron desplegarse los recursos
63
de resiliencia de las víctimas, de toda una generación y de la sociedad en su conjunto.
Con la dictadura y sus efectos se produjeron cambios muy significativos en la estructura so-
cial-vincular-subjetiva. La importancia de lo grupal fue desestimada, muchos más allá de las
64
persecuciones en tiempos del terrorismo de Estado, luego de 1983 . Las experiencias grupa-
les, el espacio común, lo colectivo, las redes sociales van a permanecer en retirada hasta que
una nueva conmoción social, que sobreviene con la crisis de 2001, llevará a reinstalar nuevas
65
formas de agrupamiento e intercambio . Fueron tiempo de achicamiento del Estado y resisten-
cia social vinculada a organizaciones alternativas. Esta cuestión se mantiene hasta 2003-2004,
momento en que, como se dijo antes, el Estado asume la responsabilidad frente al conjunto de
la sociedad argentina y deroga las leyes de Obediencia Debida, Punto final, al tiempo que se
inician los juicios por crímenes de lesa humanidad.
A partir de aquí, comienza la acción reparadora que en términos psicoanalíticos correspon-
de a reinstalar la dimensión de la culpa.
La posibilidad de revisar lo sucedido y enmarcarlo en un Estado de derecho, supone inte-
grar la historia y reordenar la estructura social, que había sido quebrada por las políticas neoli-
berales de los años 90. A partir de entonces y hasta al año 2005, la función de reparación sub-
jetivo-social no llega a consolidarse.
Los gobiernos que se sucedieron hasta la crisis de 2001, desestimaron la necesidad de re-
paración y justica.
La búsqueda de reparación simbólica, la reintegración de la identidad colectiva en un relato
histórico menos fragmentado, es lo que viene socialmente a reparar la sustanciación de los
Juicios.
Se suscita desde el gobierno, un cambio subjetivo en los posicionamientos de las víctimas y
de la sociedad en general. Ambos son alcanzados por los efectos subjetivantes de la acción
garantista de un Estado de Derecho.
66
En base al esquema kleiniano (Klein M. 1990) , en donde se postulan dos posiciones es-
tructurantes en el psiquismo, referidos a las dos posiciones iníciales: esquizo-paranoide y De-
presiva, nos encontramos con que la posición Esquizoparanoide deja al sujeto en un mundo.

62
El 14 de Junio de 2005, la Suprema Corte de Justicia da por derogada las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
63
Resiliencia: capacidad para superar circunstancias traumáticas. Es una noción que proviene de la química que tiene
que ver con la capacidad de los metales de retornar a su estado original.
64
Vuelta a la democracia: el Doctor Raúl Ricardo Alfonsín asume la presidencia de la Nación el 10 de diciembre de
1983.
65
En 2001 ante la gran crisis económica se suscitaron nuevas formas de agrupamiento de las cuales algunas persistie-
ron con las ferias del trueque y otras se agotaron en la coyuntura como las asambleas barriales.
66
Klein, M. (1990). El psicoanálisis de Niños. Obras completas Tomo2. Buenos Aires: Paidós.

34
67
escindido a través de un mecanismo que Klein llamó clivaje (Klein1990) . Lo que daña, lo que
frustra, es lo malo, lo temido y, de acuerdo a como sean las vivencias de un bebé recién naci-
do, habita en un mundo o en otro. En ambos casos ninguno de esos mundos tiene salida por
carecer de alteridad, por consecuencia, esta estructura, a la que Klein llamo posición esquizo-
paranoide, es mucho más inestable que la que le sucede que es la posición depresiva, en
donde el mundo se vuelve más estable y más complejo, al mismo tiempo, el mundo es uno, a
veces frustra y a veces satisface y de ese modo puede integrase más ante el niño y permitirle
también a él una mayor integración en el plano de la subjetividad. A veces se sentirá dañado o
dañará a algo o alguien de su entorno, percibirá ese efecto y podrá recibir o realizar actitudes
preparatorias hacia el objeto dañado. Por lo tanto la culpa articula los afectos que de otro modo
permanecerían como antagónicos y disociados. Para salir de la ambivalencia se echa mano a
los mecanismos de culpa y reparación que indican que cuando por el propio impulso destructi-
vo se daña a algo o a alguien, el efecto sobre sí se percibe como culpa y ella misma desenca-
68
dena una acción de reparación.
Volviendo al plano de lo reparatorio-social, puede pensarse que una realidad social desarti-
culada y sin posibilidad de reparación es una realidad sin salida. Por el contrario, el hacerse
cargo de un daño, juzgarlo revisarlo e indagarlo, constituye una acción que sanea al sujeto
colectivo, más allá de la conciencia que se tenga de tal proceso.
69
La impunidad se sostiene en el mecanismo de clivaje de la posición esquizo-paranoide.
La impunidad desestima, no reconoce la responsabilidad frente a un daño provocado y en caso
que algo de lo ocurrido deba reconocer, dirá que fue la víctima la responsable de lo ocurrido,
mecanismo lamentablemente demasiado arraigado en nuestro entorno social.
Otro elemento a tener en cuenta es la capacidad de resiliencia, concebida como recurso
subjetivo que permite reponerse de una situación traumática en donde se ha atentado fuerte-
mente contra la integridad del sujeto. Esa capacidad de recuperación que permite que quienes
pasaran por situaciones límites recupere sus recursos iniciales. Más allá de la variable indivi-
dua, que es la que hace que algunos sujetos tengan diversos niveles de resiliencia, hay con-
dicionantes del entorno, consistentes en proporcionar, o no, recursos de elaboración de lo
70
sucedido que hagan posible una secuencia reparadora del duelo (Freud1917) , sin la cual no
hay lugar para los procesos de reconstitución subjetivos.
Si hay duelo debe haber reconocimiento de la pérdida para luego transitar la elaboración.
En ese sentido, el lugar de los juicios por crímenes de lesa humanidad, funciona como meca-
nismo integrador respecto de las heridas que nuestra comunidad padece. Las víctimas tienen
en el proceso legal el papel protagónico y son ellas las que, en primer lugar, deben repararse,
acompañadas de su entorno. En esta oportunidad, se pondrá énfasis en la reparación social
que ha implicado volver a ser sujeto de derechos.

67
Klein, M. ob.cit.
68
Klein, M. Amor, culpa y reparación. En OC: T1. Ob cit. Pág. 210.
69
Clivaje: Coexistencia en el seno del Yo de dos posiciones contradictorias una de las cuales consista en negar la
realidad y la otra en aceptarla. Acuñado por Freud(1927) y desarrollado por Klein(1932)
70
Freud, S. hsigrist.github.io/BIC12016WEB/Duelo_y_melancolia-Sigmund_Freud.pdf

35
El proceso de los juicios ha movilizado al punto de remover una catástrofe enquistada en la
sociedad argentina.
La recuperación no significa el hacer como si nada hubiera pasado o quedar sin marcas,
muy por el contrario incorporar los efectos del terrorismos de Estado en una nueva síntesis. El
proponerse una nueva síntesis, es en otros términos, mantener la conexión de la secuencia
histórica, vinculando los desgarros sociales actuales con la restitución de derechos contenida
en las polacas de Estado.
Retomando el modelo propuesto por M. Klein vemos que las distintas posiciones esquizo-
paranoides y depresiva, constituyen dos lógicas de estructuración del mundo, en una el sujeto
queda atrapado en la disociación y en la otra la angustia se vuelve más clara e innegable y el
sujeto puede moverse en una dialéctica en donde la reparación del daño lo repara a él y repara
al objeto dañado y hace posible volver a experimentar satisfacción al reencontrar un objeto
pleno que le permite satisfacerse. Si pensamos, en términos de mecanismos sociales vemos
como los actos de enjuiciamiento a represores reviven la angustia pero ordenan los hechos en
un discurso y en una ética, a partir de la cual las víctimas negadas por muchos años en su
condición vuelven a experimentar su condición plena, pueden reparar su Yo, por más que al
71
hacerlo deban integrar en él sus pérdidas. El Yo pude consolidarse por más que haya transi-
tado por grandes y catastróficas pérdidas.
Si bien hay conceptos que responden a una especificidad disciplinaria tanto desde el punto
de vista teórico como desde su área de aplicación, hay aportes proporcionados por el psicoa-
nálisis que han trascendido ampliamente su área inicial de incumbencia y ha ayudado a enri-
quecer y modificar menormente las miradas más abaratabas de la problemática humana.

Es importante tener en cuenta que el psicoanálisis vincula, como se ha planteado en otro


lugar, la historia y la construcción subjetiva. Lo cual nos permite incluir la variable de las coyun-
turas históricas en los modos de manifestarse de la subjetividad y al igual que en lo observado
por Freud en la teoría de Trauma, plantear la intensidad con que un hecho traumático puede
generar síntoma por no poder ser procesado por el aparato psíquico de modo adecuado. El
hecho traumático habla de secuencias que han conmocionado la vida psíquica, en lugar de un
recuerdo, aparece un padecimiento expresado en el síntoma. 72, 73
Si bien la teoría de Trauma es solidaria de una época sobredeterminada, en su forma de
pensar, por el mecanicismo, el descubrimiento freudiano trasciende su época y continúa siendo
una herramienta eficaz para pensar ciertos fenómenos sociales, que remiten a situaciones
traumáticas y por consecuencia dañinas en el plano colectivo.

71
Yo: Término empleado en Filosofía y en psicología para designar a la persona humana en tanto que ella es conscien-
te de sí misma y objeto del pensamiento. El Yo está delineado por un sistema de dependencia de súper Yo y del Ello
(Roudinesco-Plon)
72
Yo: Término empleado en Filosofía y en psicología para designar a la persona humana en tanto que ella es conscien-
te de sí misma y objeto del pensamiento. El Yo está delineado por un sistema de dependencia de súper Yo y del Ello.
(Roudinesco-Plon).
73
Roudinesci E. y Plom M. (1998). Diccionario de psicoanálisis. México: Paidós. Pág.: 1115.

36
III.

El presente recorrido ha pretendido hacer dialogar distintas conceptualizaciones para


pensar la función reparadora de algunas políticas de Estado como los juicios por crímenes
lesa humanidad en los últimos años. La relación sujeto - Estado, es constitutiva de la subje-
tividad y en el plano de lo subjetivo se juega lo específicamente humano, por lo tanto, la
instituciones y sus orientaciones y movimientos poseen un valor determinante en la consoli-
dación de sujeto pico-social.

37
CAPÍTULO 4
¿La subjetividad en qué estado?
Aportes para pensar el Estado y la Subjetividad
Cynthia Ramacciotti

“Con qué voces canta el rio,


hermano de los de abajo.
Tal vez cante con las voces
de aquellos que no olvidamos.
El río peca por viejo,
mas no, por desmemoriado”
TERESA PARODI. CANTAUTORA ARGENTINA. LAS VOCES DEL RIO

Introducción

En una charla abierta en el marco de la Diplomatura Universitaria en Gestión Legislativa en


la Cámara de Diputados de la Nación, Oscar Oszlak lanzaba una pregunta que oficiaba como
punto de partida del tema que desarrollaría y que se titulaba La formación del estado Argentino.
La pregunta que planteó el conferencista fue ¿Es posible una sociedad sin estado? (Oszlak,
Oscar 2015 Noviembre 5- Charla abierta en el marco de la Diplomatura Universitaria en Gestión
Legislativa. Cámara de Diputados de la Nación. Recuperado de https://www.youtube.com/
watch?v=pIM2syVvM58)
Pregunta que invita a reflexionar sobre la relación entre estado y sociedad y desde un punto
más específico y que interesa al diálogo entre las disciplinas Psicología y Trabajo Social, si
existe un vínculo entre la estructura social, la organización política económica de una sociedad
y la producción de subjetividad.
Desde el trabajo que realizamos en el marco de la cátedra Introducción a la Psicología, tra-
bajo que pone en diálogo y en debate contenidos y aportes de dos disciplinas que se encuen-
tran luego en el campo de lo social y en los abordajes que requieren las problemáticas sociales
complejas, desarrollamos y entendemos la subjetividad como una construcción histórica que
incorpora el contexto en el que tiene lugar. Gran parte de los autores elegidos para abordar
este tema, entienden la relación individuo sociedad de un modo dialéctico.
Néstor Braunstein es un autor de referencia en el programa teórico de la materia. En el mar-
co del libro ―Psicología, Ideología y Ciencia‖ de 1974 desarrolla una noción clave para pensar la

38
relación entre estructura social e individuos que denomina ―Proceso de Sujetación‖. Dice el
autor: ―(…) podemos ir llamando proceso de sujetación a esta incorporación de cada individuo
a la instancia ideológica que es indispensable para que pueda operar también en los procesos
que transcurren en el terreno económico y en el jurídico-político‖ (Braunstein 1974). En este
sentido y referenciado este concepto en la teoría Marxista, existe una relación dialéctica entre
ideología dominante y producción de subjetividad. Aquí la súper estructura espejo de la ideolo-
gía dominante sujeta a los individuos que creen que toman decisiones voluntarias cuando sim-
plemente reproducen de modo inconsciente ideas y acciones que sostienen el modelo de pro-
ducción que los somete. Tiene lugar el término alienación como aquel que remite a la enajena-
ción de parte de la subjetividad por un sistema o discurso que se adueña de la voluntad y deci-
sión de las personas. Braunstein introduce en su análisis además del materialismo histórico la
disciplina del psicoanálisis que viene a situar el inconsciente como instancia de algún modo
inalienable, que resiste, que no se deja atrapar y desde el cual puede pensarse el proceso
inverso que denomina, de sujeción. Es decir la toma de conciencia del lugar social adjudicado,
no solo desde la conciencia de clase planteada por el marxismo clásico, si no también, desde
los aportes del psicoanálisis y lo que Freud plantea como método de abordaje y tratamiento
que en principio formula como ―hacer consciente lo inconsciente‖. Desde esta perspectiva y
volviendo a la noción de estado, éste formaría parte del conjunto de instituciones de la súper
estructura social que, como la familia, producen y reproducen un discurso que antecede al indi-
viduo por nacer y que le asigna lugares destinados a reproducir las relaciones materiales de
producción. Relaciones signadas por la dominación de una clase propietaria de los medios de
producción hacia otra que solo posee su fuerza de trabajo. La reproducción de esta desigual-
dad material y social no es inteligible para el individuo que incorpora una multiplicidad de senti-
dos (que como se hizo referencia lo anteceden) de modo inconsciente. Tomando aportes del
materialismo histórico y el psicoanálisis el autor explica mediante el proceso de sujetación los
mecanismos puestos en juego a la hora de pensar la relación entre estructura social y los indi-
viduos que han de constituirla. Si bien Braunstein no profundiza en el tema, subyace en estos
textos, una concepción de estado como instrumento reproductor de la ideología de la clase
dominante y en ese sentido el impacto o la relación con la subjetividad estaría dada por las
mismas condiciones de las demás instancias que componen la súper estructura social, es decir
formar parte y abonar al proceso de sujetación.

Nociones de Estado desde una perspectiva histórica

Oscar Oszlak trabaja sobre los hitos fundamentales de la formación del estado Argentino
(Oscar Ozslak, 1997). Parte de la idea de que el estado contemporáneo capitalista no tiene
más de doscientos años y que no se puede disociar la creación de los estados nacionales con
el advenimiento del capitalismo. Plantea también que la formación del estado que en América
Latina se inicia con los procesos independentistas no debe reducirse a una formalización jurídi-

39
ca si no que hay que pensarlo desde los procesos sociales conflictivos en los que tuvo lugar.
Para este autor la emergencia y formación de un estado se constituye sobre la base de tres
pactos. Un orden de gobernabilidad para el desarrollo productivo es decir se acuerda un orden
para el desarrollo de las fuerzas productivas. Un pacto de dominación para el desarrollo de las
relaciones de producción que implica la división social del trabajo, aquí es donde se definen los
agentes que deben asumir las responsabilidades del desarrollo El tercer pacto estaría dado por
cómo se distribuye el excedente. Quienes ganan y quienes pierden en el proceso de acumula-
ción. Para Oscar Goszlak tanto el estado como la nación pueden ser pensados desde un pun-
to de vista ideal o material concreto. Desde el primer punto de vista se trata de la más alta arti-
culación de las relaciones sociales. El estado es lo que permite que una sociedad esté cohe-
sionada, unida. Desde el segundo punto de vista es un conjunto de instituciones que confor-
man un aparato institucional en el que se condensa el poder y los recursos de la dominación
(2015). Cuando hablamos de nación hablamos de la necesidad de conformar un espacio co-
mún con una idea de pertenencia que alcance a las más diversas poblaciones y territorios que
conforman o conformarían el país. Nuestra historia está signada por iniciativas que van desde
las campañas al desierto hasta la creación de la educación gratuita y obligatoria como proyec-
tos que desde políticas de estado con mayor o menor violencia, intentaban construir una idea
de nación tanto para habitantes pertenecientes a los pueblos originarios que habitaron nuestro
suelo desde tiempos anteriores a la colonia hasta la segunda ola inmigratoria de inicios del
siglo XX donde los inmigrantes europeos ingresaban al país en busca de tierra y trabajo. Inmi-
grantes que trajeron además de diversos bagajes culturales diferentes inscripciones políticas
que aportaron a la creación de organizaciones gremiales y otras experiencias de resistencia de
amplios sectores sociales de nuestro país.
Este autor, sitúa cuatro atributos que se fueron desplegando en distintos momentos en la
historia de la conformación del estado nacional. Un proceso de institucionalización de la auto-
ridad. El establecimiento de un sistema de recaudación, tributario. La creación de un aparato
burocrático en el territorio donde se crean las instituciones y se desarrolla la obra pública. Y
como último atributo la creación de una identidad colectiva que como mencionábamos más
arriba se dio mediante la educación y la instauración del servicio militar obligatorio entre otras
medidas (Oscar Oszlak, 1997). Cabe señalar que esta identidad colectiva no se conformó sin
conflictos y episodios de guerra y violencia. La batalla de Pavón, expresó justamente el conflic-
to entre el puerto de Buenos Aires y las provincias (o la confederación Argentina). Felipe Pigna
hace mención a este hecho del siguiente modo:

El 17 de septiembre de 1861 tuvo lugar la batalla de Pavón entre las fuerzas


porteñas, comandadas por el general Bartolomé Mitre, y las tropas de la Confe-
deración Argentina, al mando del general Justo José de Urquiza. En un combate
dudoso, Urquiza retiró sus tropas, aun teniendo superioridad numérica. La victo-
ria fue para los porteños, que extenderían su dominio a todo el país. La batalla
de Pavón suscito polémicas y especulaciones que aún perduran, pero al margen
de las interpretaciones sobre los entretelones de la batalla, lo cierto es que Pa-

40
vón abrió el camino a la organización nacional y puso fin a la separación entre la
Confederación Argentina y la provincia de Buenos Aires, producida en 1852.
(Pigna, Felipe 2016, Octubre 13. El misterio de Pavón. Recuperado de
http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/buenos_aires_y_la_confederacion/el_m
isterio_de_pavon.php).

Más adelante en el mismo texto y citando a José María Rosa se hablará de la traición de
Urquiza y de la masacre de un pueblo que arrojó como resultado, la imposición del proyecto
Mitrista en nuestra organización como nación.
Sin ser objetivo de este trabajo ahondar en períodos históricos puntuales de la
conformación del estado en nuestro país, sí resulta útil visualizar cómo a la par que se
configuraban los mo-delos de organización social se iba construyendo contemporáneamente el
individuo que habitaría dicha organización social. Es interesante como Oszlak (2015) introduce
la idea del estado desde un nivel de complejidad que expresa en una pregunta que se formula
Domingo Faustino Sarmiento en relación a la formación del estado:¿Fuimos nosotros o fuerzas
que nos superaron (el capitalismo por ejemplo) lo que determinó la formación del estado? Esta
pregunta que coincide con la posición del autor que la cita, plantea una idea de estado que
comienza a alejarse de cierta linealidad o determinismo planteado inicialmente desde una
concepción Marxista. Es decir desde el punto de vista de Oscar Oszlak existen fuerzas
capitalistas mundiales a la vez que también existe la voluntad de los hombres y a la vez el azar
como variable que juega y es necesario considerar. La pregunta sobre qué hubiera pasado si
no se perdía la batalla de Pavón se torna pertinente a la hora de pensar qué variables hay que
tener en cuenta para pensar las formas que va tomando la organización social.
Desde una perspectiva también histórica Alicia Iriarte sitúa diferentes modelos de estado
que se fueron configurando en los sucesivos períodos de la historia de nuestro país. El modelo
liberal oligárquico de mediados del siglo XIX, si bien reemplazó al estado colonial no lograba
(debido a las confrontaciones internas antes mencionadas) unificar un proyecto de estado
nación que integrara las provincias con Buenos Aires. Se llamó liberal oligárquico porque
imperaba un modelo agro exportador que beneficiaba a ciertos sectores sociales, los derechos
ciudadanos no alcanzaban a gran parte de la sociedad. Como plantea la autora había
libertades civiles pero no políticas. (Iriarte Alicia 2011. Mayo 25. Recuperado de
http://ffyl1.uncu.edu.ar/IMG/pdf/Modelos_de_Estado_en_Argentina-2.pdf)
En 1916 con el voto universal obligatorio aparece el estado democrático oligárquico que si
bien amplia la participación mediante el voto de la población masculina, mantiene el modelo
económico agroexportador. Esto sucedía porque se había logrado un consenso social que
permitía a la clase oligárquica seguir manteniendo sus privilegios económicos (Iriarte Alicia,
2011). A partir de la década de 1940 se conforma el estado nacional-popular o social. Luego de
la crisis mundial de 1930 el estado deja su función de protección de derechos individuales y
pasa a constituirse en un estado garante de derechos colectivos. Hay un cambio significativo
en relación al modelo económico de libre mercado. El estado interviene en la economía, se
abre un proceso de industrialización y sustitución de importaciones. Se crean nuevas alianzas,

41
se extiende el voto a la población femenina y se amplían los derechos sociales de gran parte
de la población especialmente de los trabajadores. Es interesante ver cómo de acuerdo el rol
que el Estado va tomando en relación a los modelos económicos imperantes se va generando
también y al mismo tiempo un relato, un lenguaje, una producción simbólica destinada a ofrecer
sentidos al hombre, al sujeto que formará parte de dichos cambios. Así como cabe la pregunta
de cómo el estado oligárquico del siglo pasado y principios de éste, logra mantener cierta acep-
tación o sentido común instalado alrededor del modelo agro exportador, vale preguntarse
también , qué ocurre con los relatos cuando se cambia de dirección en el modelo económico de
un país y ese cambio no beneficia a los sectores económicos concentrados. Cambio de direc-
ción que viene acompañado de un cambio en el rol del estado. El peronismo constituyó un mo-
vimiento político que llevó adelante un proyecto expresado en lo que se denominó estado be-
nefactor. Desplegó un relato y una propaganda política orientada al sujeto beneficiario de los
derechos conquistados. Un relato que dio identidad a sectores que en otro momento quedaban
por fuera de los derechos sociales y que empezaban a participar de las riquezas y beneficios
del nuevo modelo de industrialización nacional (Santoro Daniel, 2002). Así como los derechos y
la figura del trabajador constituyeron un eje central en el discurso del peronismo, cuando se
instaura la Revolución Libertadora y se produce el golpe de Estado a Juan Domingo Perón en
el año 1955, lo primero que se ataca y persigue son los símbolos de este período. Parte del
artículo 1 del decreto ley 4161 del 5 de marzo de 1956 decía:

(…)Se considerará especialmente violatoria de esta disposición la utilización de la fo-


tografía retrato o escultura de los funcionarios peronistas o sus parientes, el escudo y la
bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto el de sus parien-tes, las
expresiones "peronismo", "peronista", " justicialismo", "justicialista", "tercera posición", la
abreviatura PP, las fechas exaltadas por el régimen depuesto, las com-posiciones
musicales "Marcha de los Muchachos Peronista" y "Evita Capitana" o fragmentos de las
mismas, y los discursos del presidente depuesto o su esposa o fragmentos de los mismos.
(Pigna Felipe 2016 Octubre 23 Recuperado de
http://www.elhistoriador.com.ar/documentos/revolucion_libertadora/decreto_4161.php)

Lo que siguió fue una política de destrucción de los símbolos del período anterior empezan-
do por la proscripción y la restricción de la participación política del partido justicialista en las
elecciones democráticas siguientes, etapa que se extendió hasta mediados de década de
1970. Luego del período dictatorial iniciado en el 55 adviene el período del estado desarrollista
de la década de 1960 que otorga mayor importancia al empresariado y a diferencia del rol dis-
tribucionista del estado en el peronismo, se privilegió la inversión y la integración del capital
extranjero a este proceso. Al estado desarrollista siguió el tipo de Estado burocrático- autorita-
rio que aparece en la década del 70. Con la última dictadura militar comienza a delinearse el
modelo de estado neoliberal tiene su apogeo en los años 90.
Es la época del auge de las privatizaciones, del vaciamiento de las políticas públicas del
es-tado, y de los ajustes permanentes y sistemáticos a la educación y la salud públicas. A nivel

42
discursivo aparece un relato de la ineficacia del estado y los beneficios de no intervenir en el
libre mercado, acompañado esto de una fuerte despolitización de las medidas de gobierno y la
emergencia de teorías como el fin de la historia de Francis Fukuyama del año 1992 cuyas tesis
pregonaban el fin de las ideologías, es decir, el fin de las alternativas al capitalismo financiero
globalizado. (1992).
Estos valores individuales son reproducidos por un importante sector de la sociedad que
haciéndose eco de este discurso privatista, otorga consenso para el desarrollo de estas políti-
cas económicas que, como la ley de convertibilidad nro.23928, sancionada el 27 de marzo de
1991, continuó en vigencia durante once años consecutivos a pesar de las graves consecuen-
cias sociales producidas, como los altos índices de desocupación que desembocaron en la
crisis del año 2001. La necesidad de la prescindencia de un estado ineficiente estuvo espe-
cialmente presente en esta época. Sin embargo, retomando la pregunta inicial de si es posible
una sociedad sin estado, se podría pensar que la idea del achicamiento y desaparición del
estado en términos generales en la década de los 90´, constituye una verdad a medias. Podría
decirse en cambio, que el estado estuvo presente en su costado de control represivo y que en
este sentido, cobró mayor fuerza que en períodos anteriores. Los niveles de despolitización y
apología del individualismo y la competencia instaurada en esos años horadaron especialmen-
te las categorías de lo histórico y lo colectivo vigentes en la cultura política de los años ante-
riores. Cabe destacar que durante la década de los 90´ se originaron y crecieron diferentes
organizaciones sociales, que como el movimiento de desocupados resistieron desde la acción
pero especialmente desde lo simbólico a la exclusión social a la que los condenaba el fenó-
meno de la desocupación característico de aquel momento. Lo que antes transcurría en la fá-
brica como acto de resistencia, se llevaría después adelante en los barrios, en los territorios
pero especialmente en las rutas. Los desocupados comienzan a definirse como trabajadores
desocupados resistiendo desde el discurso y la organización gremial y política a la expulsión
social. Los primeros cortes aparecen en localidades del interior especialmente golpeadas por el
proceso privatizador de los 90´ Así en 1997 se producen dos hechos políticos paradigmáticos
de la protesta social a partir de los cuales, cobra mayor fuerza el movimiento Piquetero. Prime-
ro los habitantes de Neuquén, en Cutral Có con el corte total de la ruta 32 y luego en Salta,
Tartagal donde se realiza el corte en la ruta 34. Los habitantes de estas localidades reclaman
puestos de trabajo. La disputa en el discurso la dan los movimientos sociales y de las organi-
zaciones sindicales cumple un rol especialmente importante en este punto la Central de Traba-
jadores Argentinos. En una entrevista realizada por el periodista Luis Bruchstein a Victor De
Gennaro (1999) fundador y titular de la Central de Trabajadores Argentinos decía:

Cuando se creó la CTA se planteó un concepto distinto al que primó en los últi-
mos 40 años de sindicalismo, se incorporó a desocupados, a los sin tierra, los
jubilados, el Movimiento de los Chicos del Pueblo, asociaciones barriales (…)
Pero si la mayoría está afuera, lo primero era plantear la afiliación directa. Aque-
lla empresa, la fábrica, donde se aprendía solidaridad ya no está y en cambio
hay que buscar ese proceso en el barrio, donde está la mayor parte de los traba-

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jadores, precarios la mayoría. Había que tener una elección directa territorial-
mente y autonomía de los partidos políticos. (De Gennaro, 1999 Recuperado de
http://www.pagina12.com.ar/1999/99-02/99-02-15/pag12.htm).

Luego de la crisis del 2001 y con la sucesión de varios presidentes se llega a elecciones en
el año 2003 inaugurándose el nuevo período que puso a las organizaciones sociales y políticas
a discutir si se podía hablar de un cambio de etapa. Había quienes con las primeras medidas
de gobierno, ya vislumbraban un comienzo de superación del período neoliberal. El estado
había vuelto a aparecer en su rol de regulador y generador de políticas públicas. Se comienzan
a sancionar una serie de legislaciones que restituyen y amplían derechos. Entre las medidas de
gobierno se multiplican los programas sociales de asistencia a las poblaciones más vulnerables
y se baja ostensiblemente el índice de desocupación. Hay un cambio en la injerencia de las
organismos internacionales y se modifica el marco de alianzas confor-mando un bloque con
países de la región que como Brasil, Venezuela, Bolivia y Ecuador comienzan a tomar
posiciones similares en cuanto al rol del estado en áreas estratégicas que antes estaban bajo la
injerencia del sector privado. En nuestro país comienzan a aparecer palabras como soberanía,
industria nacional, repatriación de científicos, diversidad sexual, matrimonio igualitario, juicio a
los responsables del terrorismo de estado durante la última dictadura militar, reparación a las
víctimas, militancia y participación política, entre otras. Reaparecen otros relatos poniendo en
cuestión lo que durante los 90´se presentó como el discurso único y el fin de la historia. Durante
los últimos años de la década de los 90´y pasada la década del 2000 se fueron dando procesos
políticos en gran parte de América Latina que recuperaban viejas reivindicaciones de los
sectores populares. La idea de restitución y ampliación de derechos cobra fuerza a medida que
transcurren los últimos años. Los secto-res que comenzaron a verse afectados por el avance de
estas políticas, especialmente algu-nas corporaciones económicas empiezan a instalar y a
poner en funcionamiento a través de los medios masivos de comunicación (en su mayoría en
manos de estos sectores) fuertes campañas de desprestigio y ataque a quienes encarnaban las
funciones de gobierno en estos procesos políticos. En nuestro país la ley nro. 26522 de
servicios de comunicación audiovisual conocida como ley de medios, que establece las normas
para regir el funciona-miento y la distribución de licencias de los medios radiales y televisivos en
la República Argentina, no logró aplicarse por la resistencia de estos medios. Esta ley iba al
corazón de la disputa por el relato. El individualismo, la despolitización la idea del consenso y el
diálogo por sobre el reconocimiento de proyectos políticos diferentes, sumado a una agresiva
campaña en contra de los integrantes del gobierno de ese momento, abonaron a un sentido
común que fue cobrando fuerza y que definió el cambio de signo político en el período que
empezó en diciembre de 2015. Comienza a instalarse nuevamente la idea de que los
antagonismos en política no son buenos, que se gobierna desde el diálogo y el consenso y no
desde el con-flicto. Idea que oculta de manera efectiva los conflictos de intereses que subyacen
a todo proyecto político. En el libro ―En torno a lo político‖ Chantal Mouffé (2011, pag.11)
plantea:

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En mi opinión, la creencia en la posibilidad de un consenso racional universal
ha colocado al pensamiento democrático en el camino equivocado. En el lugar
de intentar diseñar instituciones que mediante procedimientos supuestamente
―imparciales‖, reconciliarían todos los intereses y valores en conflicto, la tarea de
los teóricos y políticos democráticos debería consistir en promover la creación
de una esfera pública vibrante de lucha ―agonista‖ donde puedan confrontarse
diferentes proyectos políticos hegemónicos. Esta es desde mi punto de vista, la
condición sine qua non para un ejercicio efectivo de la democracia. En la actua-
lidad se escucha con frecuencia hablar de ―diálogo‖ y ―deliberación‖, pero ¿cuál
es el significado de tales palabras en el campo político, si no hay una opción real
disponible, y si los participantes de la discusión no pueden decidir entre alterna-
tivas claramente diferenciadas?‖.

Esta autora toma el psicoanálisis como punto de partida para trabajar la idea de conflic-to.
Para Freud el conflicto es constitutivo del aparato psíquico. (Freud 1912). En este punto negar
la dimensión del conflicto tanto en la esfera política como subjetiva no solo responde a
intereses que también son políticos si no que no permiten acceder a una explicación de los
fenómenos subjetivos y sociales (Braunstein, 1974). La periodista Stella Calloni en una
entrevista realizada el 30 de agosto pasado, hacía referencia a que (actualmente) estamos en
presencia de una restauración colonial donde para instaurar cambios de signo económico ya
no hacen falta dictaduras como en otros momentos de nuestra historia. Los instrumentos con
los que cuentan las corporaciones económicas son los medios de comunicación masiva y la
corporación judicial. Esta periodista afirma que para volver a instalar el proyecto neoliberal en
América Latina se necesitan democracias débiles, con poca participación política, con una
idea de ―pseudo consensos‖ sin conflictos que no pongan en evi-dencia los diferentes intereses
que representan proyectos distintos. (Stella Calloni, 2016 Recuperado de:
http://www.radiografica.org.ar/2016/08/30/stella-calloni-estamos-ante-un-escenario-de-
restauracion-colonial/)
Así como la historia y lo colectivo aparecen como categorías negadas por el discurso neoli-
beral, la dimensión de conflicto también es relegada para poner en su lugar un ejercicio demo-
crático lábil que oculta el conflicto de intereses. Para eludir este debate desde canales simbóli-
cos que serían los de los proyectos e ideas políticas (Chantal Mouffe, 2011) se desvía el relato
hacia características personales que ponen de relevancia actos individuales susceptibles de
ser juzgados moralmente. Este desvío del proyecto político al atributo personal es una estrate-
gia efectiva del poder mediático. Efectividad que se evidencia en la construcción de un sentido
común que no trasciende la opinión. Que se queda al nivel de la opinión y no de la reflexión o
del ejercicio del análisis. La repetición en el tiempo y en diferentes espacios televisivos de
acontecimientos que ponen en duda la honestidad de determinadas personas, termina por
inhabilitarlas para ser escuchadas en sus ideas y pensamientos. En otro sentido pero con la
misma idea, la recurrencia permanente a banalizar la política trasladando también el plano de
las ideas y proyectos a los atributos personales opera del mismo modo, generando en el mejor
de los casos un juicio negativo hacia ese funcionario y/o militante político y en el peor una vio-

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lencia que puede traducirse en actos de agresión. Así, desde el discurso de los medios con-
centrados se sostiene y se potencia en este último año un relato especialmente agresivo hacia
la práctica militante especialmente hacia los jóvenes y esa agresión es mayor si esos jóvenes
se identifican con el proyecto anterior. Lo que es más grave aún es que se pone en tela de
juicio a la política misma como herramienta de construcción y transformación social. Idea que
caracteriza de algún modo la etapa anterior y que vuelve a ser puesta en tela de juicio con
otros recursos, distintos de los de la década neoliberal pero con algunos objetivos compartidos.

Sobre el concepto de Subjetividad

Para poder situar o aproximarse al concepto de subjetividad habría que desandar algunas
teorías que, como señalaba al inicio de este texto, ubican un adentro y un afuera del individuo.
En el marco de los aportes que la disciplina psicológica puede hacer al trabajo social se propo-
nen una serie de autores que como Bleger y Braunstein se esfuerzan por deslindar una posi-
ción que presente una mirada del mundo social e individual dialéctica y no dicotómica (Bleger
1960). Esta posición epistemológica permite no reducir lo social al afuera y lo subjetivo a lo
interno del individuo. Es bastante frecuente que en las primeras clases de inicio de cursada
cuando trabajamos con los saberes previos de los estudiantes, surja la idea de que los psicólo-
gos nos ocupamos de ―lo individual‖ y los trabajadores sociales de ―lo social‖. Bleger trabaja las
diferentes concepciones en relación al hombre, aquellas que coinciden con los desarrollos del
positivismo y que sitúan las nociones de universal, natural, aislado como características propias
del individuo. En el libro Psicología de la Conducta (Bleger, 1963) este autor pone en discusión
dichas concepciones. Plantea que lo que subyace a estas miradas es una visión dicotómica de
la realidad donde el individuo y la sociedad se piensan en oposición. Bleger, propone un análi-
sis dialéctico donde lo social y el individuo no aparecen en oposición si no en interrelación,
contradicción y mutua afectación. Sostiene en este sentido que el ser humano es ante todo real
y concreto, es decir que se sitúa en y es producido por lo social.
Sigmund Freud, en el texto Psicología de las Masas y Análisis del Yo plantea que si bien la
psicología individual estudia los caminos por los cuales el ser humano singular busca la satis-
facción de sus mociones pulsionales en la vida anímica el otro cuenta con total regularidad,
luego afirma que toda psicología individual es al mismo tiempo psicología social y que todos los
vínculos indagados por el psicoanálisis tienen derecho a ser considerados fenómenos sociales.
(Freud, 1921)
En el capítulo ocho del libro Instituciones Estalladas, Ana María Fernández dice que el indi-
viduo ha sido el modo de subjetivación visible de la modernidad y que alrededor de él se ha
construido el conocimiento en las ciencias sociales El individuo no sólo ha sido uno de los mo-
dos de subjetivación de la Modernidad si no que junto a su par antinómico que es la sociedad
se han constituido las ciencias sociales. El problema es que una vez que se separaron, se in-
tentaron luego, establecer puentes, articulaciones y relaciones. (Ana María Fernández, 1999)

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En los desarrollos sobre la teoría de grupos esta posición dicotómica ha pensado al grupo co-
mo objeto teórico. En el Campo de lo grupal Ana María Fernández y Ana María del Cueto
(1985) proponen pensar el grupo como campo de problemáticas, como nudo, constituido por el
atravesamiento de múltiples hilos que son deseantes, económicos, históricos, políticos. Esta
mirada que no opone lo individual a lo grupal y lo grupal al contexto, propone pensar la relación
entre lo singular y lo colectivo en términos de tensión, introduciendo un modo de pensar el gru-
po de modo complejo y transversal. No hay un adentro y un afuera. Desde esta concepción el
contexto se constituye en texto de lo grupal. Es decir la institución, el contexto social no es algo
que influye en el grupo como un todo cerrado. Se trata de un entramado que forma parte de los
grupos a la vez que no le quita (al grupo) su especificidad en el modo de producir determinados
acontecimientos. Las miradas dicotómicas, que analizan los fenómenos sociales y subjetivos
en términos de oposición han construido todo un posicionamiento también en el quehacer pro-
fesional. El análisis al modo de una bifurcación donde aparece la lógica binaria de lo uno o lo
otro, el adentro y el afuera, simplifica los problemas y establece relaciones lineales entre el
objeto de estudio que fundamenta el marco teórico de una disciplina y los abordajes que recor-
tan el campo de la acción. La idea de complejidad y el concepto de enfoque que también apor-
ta Bleger (1963), permiten pensar que lejos del recorte de objeto lo que hacemos es enfocar en
un nivel de organización del fenómeno. Fenómeno que nos excede y al excedernos no basta
con una disciplina, con un solo saber, para abordarlo.
Si tomamos lo que más arriba se plantea como el lugar del estado en la configuración de las
sociedades, pero fundamentalmente el cambio del rol del estado de acuerdo a los proyectos
políticos y económicos en diferentes etapas históricas, la producción discursiva de los sectores
con intereses encontrados y la disputa por el relato, podemos decir que entre el estado como
fenómeno social y la subjetividad como fenómeno singular, no puede existir una distancia signi-
ficativa y que términos como sociedad, psique e historia se implican y se relacionan de un
modo más intrínseco de lo que pensamos
Aun así se torna necesario situar de modo específico la noción de Subjetividad. Silvia Blei-
chmar (2007, pág. 80) plantea que ―(…) la subjetividad está atravesada por los modos históri-
cos de representación con los cuales cada sociedad determina aquello que considera necesa-
rio para la conformación de sujetos aptos para desplegarse en su interior‖. Para responder a la
pregunta qué es la producción de subjetividad, dice que habría que articular una respuesta que
contemple los universales que hacen a la constitución psíquica y los modos históricos que ge-
neran las condiciones del sujeto social. Hace mención también a que lo trascendente del des-
cubrimiento del psicoanálisis, lo que sí se desprende como novedoso es la posibilidad de que
exista un pensamiento sin sujeto. Sin embargo la subjetividad no es un concepto nuclear del
psicoanálisis. La subjetividad opera posibilitando la defensa ante los aspectos desintegrativos
del inconsciente, es por eso dice esta autora, que cuando se despoja a los seres humanos de
sus aspectos identitarios, de las constelaciones organizadoras que le permiten operar en el
mundo, se entra en caución.

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Es interesante porque la palabra caución remite a prevención, cautela, garantías y también
al seguro de caución que es un contrato de garantía que ―(…) otorga una compañía de seguros
para cubrir las pérdidas producidas por el incumplimiento de obligaciones del proponente o
tomador del seguro frente al acreedor de esas obligaciones quien es el asegura-
do‖.(Recuperado de http://www.albacaucion.com.ar/interior.php?idcont=02) Palabras que si
bien están en las antípodas de las problemáticas del inconsciente (Bleichmar Silvia 2007),
permiten pensar en la importancia de producir sentidos colectivos, relatos históricos, culturales
diversas formas de producción simbólica que de algún modo funcionan como garantía de que
operen nuestras defensas. Producción simbólica en la que (como vimos en relación a la cons-
trucción de relatos y discursos) el estado no queda por fuera.

El estado como productor de identidades

Carlos Vilas plantea que el estado puede pensarse desde tres instancias que lo constituyen:
Como estructura de poder, como sistema de gestión y como productor de identidades. Estas
instancias lejos de funcionar de modo homogéneo y armónico se presentan en conflicto y en
disputa. Es así que la instancia de producción de identidad que está ligada a las prácticas so-
ciales puede poner en tensión y disputar la agenda de una gestión de gobierno. Un estado que
facilita el diálogo con diversos sectores sociales, que fortalece la democracia participativa, crea
un escenario político donde pueden disputarse y producirse políticas públicas en las que parti-
cipe la ciudadanía. (Vilas, Carlos 2007).
A lo largo de los últimos años, a la par que se iba afianzando un discurso y un proyecto que
ponía a la política en el centro de la escena, se iban generando sentidos que recuperaban rela-
tos de otros tiempos y otros momentos históricos configurándose otro sujeto que vivía la demo-
cracia de modo participativo y empezaba a sentirse convocado por este discurso, en muchos
casos para adherir y en otros para confrontar. Como otros procesos éste se expresó en un
sector de la sociedad y no en el cuerpo social en su conjunto.
Son innumerables los ejemplos del impacto que esto fue generando en diversos sectores de
la sociedad especialmente en los trabajadores medios, estatales, universitarios que ante un
cambio de concepción y paradigma expresado en diferentes leyes empezaron a discutir el sig-
nificado de las nuevas prácticas ya no desde el margen si no desde la gestión estatal. Desde el
punto de vista de las prácticas sociales esto marcó una diferencia y no solo promovió nuevas
prácticas si no que legitimó aquellas que se venían desarrollando desde los márgenes de las
instituciones de referencia.
Como docentes de la cátedra Psicología 1 (en aquel momento) surgió la inquietud de com-
partir con los alumnos nuestra práctica profesional y las discusiones que surgían a partir del
marco de DDHH que se venía configurando y los códigos de ética. Si bien se venía trabajando
con la temática de infancias y vulneración de derechos, aparecían las herramientas legislativas
que legitimaban y ponían en el centro de la escena a los DDHH. Esto conmovía nuestro rol

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como trabajadores y la conciencia de estar participando de un cambio que interpelaba también
nuestro rol como docentes en la Universidad. El seminario: Aportes de la psicología al Trabajo
Social en el marco de las prácticas vinculadas a los derechos humanos surge de la inquietud
de docentes de la cátedra que veníamos transitando el cambio en la concepción de estado, de
las nuevas legislaciones vinculadas a los DDHH, no sin discusiones en nuestros ámbitos labo-
rales, de compartir con los estudiantes la experiencia de este proceso que se planteaba (en
tanto abarca mucho más que el cuerpo legislativo) como un cambio de paradigma.
En este punto la definición de Vilas oficiaba de marco de referencia válido en tanto la idea
de una instancia del estado que funcionara como productora de identidades otorgaba un lugar
al trabajador estatal como parte del estado, de un proyecto de estado y con un rol claro en la
restitución de derechos. Desde la Subsecretaría de Adicciones perteneciente al Ministerio de
Salud de la Provincia de Buenos Aires, se desarrollaron diferentes propuestas que con la pre-
misa de trabajar en los lugares donde se requería del estado, en barrios con poblaciones con
una alta vulneración de derechos se empezaba a hablar y discutir de restitución. Restituir se-
gún la etimología de la palabra es devolver algo allí donde debería haber estado, es decir, no
dar, otorgar, si no devolver, que es otra cosa. El estado se hacía cargo de que su ausencia en
garantizar el acceso a derechos lo ponía en falta frente a la población. En este sentido el texto
de Vilas invita a pensar la restitución de derechos en el marco de la producción de identidades.
Al nombrar a la población (antes excluida) como portadora de un derecho estamos creando
institucionalidad del estado a la vez que aportamos a la constitución del sujeto de derechos. En
términos de identidad, a la vez que esto sucedía con las personas a las que se restituía un
derecho, también impactaba en nosotros como trabajadores. Teníamos una responsabilidad y
un lugar en ese proyecto de estado. ―Somos estado en el territorio‖, es decir aún fuera de las
paredes que demarcaban nuestra institución, allí donde esas paredes perdían sentido y refe-
rencia para la población con que trabajábamos, portábamos con nuestra presencia, y así lo
definíamos institucionalidad simbólica del estado. La idea de dispositivos flexibles, puentes
entre el recurso y la necesidad, el rol del psicólogo en ese espacio transicional entre el sujeto,
la necesidad y el ejercicio de derechos empezaba a circular como un lenguaje nuevo que nos
posicionaba en el nuevo escenario que se nos presentaba.

En el 2015 el proyecto Kirchnerista pierde frente a una alianza de derecha que restaura el
modelo de exclusión social neoliberal, con dos elementos que Stella Calloni identifica que se
utilizaron de modo similar y estratégico en toda América Latina, y que se constituyeron en las
herramientas del poder económico concentrado para desplazar a los gobiernos progresistas: El
aparato mediático y el aparato judicial . (Stella Calloni, 2016). Ambas herramientas que
constituyen lo que el presidente de Ecuador, Rafael Correa, denominó: El nuevo plan Cóndor
(Rafael Correa.2016 Marzo 19 Recuperado de http://www.telesurtv.net/news/Correa-alerta-de-
un-nuevo-Plan-Condor-en-Suramerica-20160319-0004.html). Este proyecto, que alcanza a
toda la región, especialmente a los países progresistas de América Latina, ha tomado como
instrumento privilegiado a los grandes medios de comunicación, grandes diseñadores y produc-

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tores como decíamos más arriba de sentido común como herramienta privilegiada en la pro-
ducción de un individuo que legitime el proyecto que lo excluye.

A modo de conclusión

De los desarrollos de algunos autores citados en este texto, se desprende la idea de que no
hay sociedad sin estado, al menos no en el marco de la era capitalista. También el estado jue-
ga un rol estratégico en el proyecto socio económico de un país, ya sea como mecanismo de
dominación o de ejercicio democrático y ampliación de derechos, según se inscriba en un pro-
yecto de regulación o hegemonía del mercado. Desde los diferentes puntos en que se ha abor-
dado el tema de la subjetividad también sabemos que el sujeto es un no todo capturable. Que
el inconsciente juega un rol y que la política como herramienta de organización y disputa favo-
rece el simbólico necesario que nos convoca a un posicionamiento de responsabilidad subjeti-
va ante nuestra época y nuestra sociedad. Que no hay tal cosa como el individuo y la sociedad.
Que somos sujetos en conflicto y contradicción y que claramente podemos operar en contra de
nuestros intereses de momento que somos hablados por el otro del lenguaje y que ese otro se
inscribe en el marco de una disputa política que marca un permanente conflicto de intereses.
El Estado desde la experiencia democrática de los últimos años constituyó un escenario
estratégico y de disputa del relato que permitió ganar terreno a los lógicas imperantes del mer-
cado y producir identidades apelando a la memoria histórica y colectiva. En el marco de la
disputa con el discurso de las corporaciones mediáticas logró recuperar y colocar en el centro
de la escena política y de los medios estatales las voces y las memorias de una historia lati-
noamericana silenciada desde los centros del poder durante muchos años. Los nombres de
Juana Azurduy, de Eva Duarte, de Simón Bolivar, Belgrano, San Martín, Tupac Amarú entre
muchos otros se abrieron lugar desde relatos renovados y enriquecidos. Las marcas de una
experiencia reciente vuelven a marcar un rumbo. Jorge Aleman menciona que aquello del or-
den de la experiencia que toca algo de la verdad del sujeto tiende a retornar (Jorge Alemán.
Recuperado de https://www.youtube.com/watch) Está muy cercana la experiencia de un esta-
do presente, de la política como instrumento de transformación. Aún con la ferocidad del neoli-
beralismos y sus estrategias de captura, tenemos esas marcas cercanas y tenemos también y
ante todo la herramienta de la memoria colectiva. Y allí, quienes apostamos a la memoria (y
sigue siendo el poder de la memoria) al acceso a derechos, seguimos soñando y apostando a
construir allí donde el derrumbe empieza a ser un acto cotidiano.
Parece imposible aproximarse a la pregunta que Teresa Parodi expresa en su canción:
¿Con qué voces canta el río?. Pero con la precisión y la amplitud que suele tener la poesía,
recupero y continúo la letra Las Voces del Río con la que quisiera culminar estas reflexiones.
―Yo tuve un sueño infinito, un sueño infinito y claro, si le hablo de amor al río, él sabe de que
le hablo, el río peca por terco, mas no, por desmemoriado‖.

50
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52
CAPÍTULO 5
Dispositivos e intervenciones en la epoca
Norma Reuter

Situación de época

Asistimos a la caída de los grandes relatos de occidente, relatos de la religión, de la ilus-


tración, de las sociologías enmancipatorias. Relatos que instituían, sostenían y legitimaban
Estados, leyes, instituciones.
Relatos que en parte fueron cuestionados, deconstruidos por la filosofía, el psicoanálisis, la
sociología, y en general por las ciencias sociales y humanas.
Estados, instituciones que regulaban a veces disciplinariamente a los individuos subjetivan-
do inhibiciones, prohibiciones, represiones al interior de los sujetos pero con un margen para
sustraerse a las mismas, cuestionarlas.
Relatos fundantes de una moral, valores, ideales, que operaban de soportes de identifica-
ción para los sujetos, mediando su relación con los otros. Guías de la acción, con categoría
como lo bueno, lo malo, lo feo, lo bello, lo justo, lo injusto.
Si bien, nunca fueron los mismos en todo tiempo y lugar, eran vividos por los sujetos con
efecto de verdad en cada época, creídos por los individuos que estaban englobados bajo los
mismos.
Enmarcaban las coordenadas que organizan y propician los lazos sociales y creaban en el
sujeto una subjetividad historizada (parte de la identidad del sujeto).
Hoy están socavadas estas figuras de autoridad institucionales. Por ejemplo cambio el lu-
gar que una docente tenia para los padres y los alumnos, el lugar que tenía el saber.

Nuevos modos de subjetivación

Hoy el mercado, entendiendo por tal el mercado financiero internacional atraviesa a los Es-
tados, que dejan de ser soberanos, a las instituciones condicionando otro tipo de subjetivida-
des y de modos de relación del sujeto con su semejante, con lo sociocultural.
¿Cómo opera el mercado? El mercado no opera necesariamente con prohibiciones, re-
presiones, al interior del sujeto, no quiere decir que no las haya. O que no haya coerciones

53
exteriores que operen sobre el individuo. Al contrario parecería decir que sí, pero ¿a qué
autoriza el mercado?
Neoliberalismo niega la historia y sitúa al sujeto en un eterno presente, sin que pueda
sustraerse a lo contingente. A ese contingente lo vive como necesario, lo único. Impidiendo la
historicidad subjetiva y social que le posibilitaría pensarlo como proceso temporal, construido en
el tiempo social e históricamente presente, pero con un pasado diferente y que puede devenir
distinto.
El modo más eficaz de cómo opera el mercado en el sujeto es creando un modo de sub-
jetivación particular. Subjetivación que prescriben modos de pensar, hacer, sentir, los modelos
deseables.
Los objetos de consumo ofrecidos hoy, no son meros objetos, instrumentos. No son obje-tos
en sí mismo (como puede ser un lavarropas, un taladro, etc.). Son objetos soportes. De soporte
discursivo pero por sobre todo donde prima la imagen con poco sostén argumentativo. Y con
un acceso generalizado que pareciera llegar a casi todos. Como ser la televisión, el celular, la
Tablet, las selfies, los jueguitos virtuales, etc. Tiene más argumento discursivos los instructivos
de su uso que el escaso relato que soporta la imagen.
Son objetos que prometen la satisfacción en su consumo. Consumición autística, no lo li-
gada al otro. Su consumo y la satisfacción que deviene del mismo consumo, no implican un
lazo con otro sujeto. Se consuma en el sujeto mismo. Pareciera que la satisfacción es ya. In-
mediata. Que no es necesario dar un rodeo para obtenerla. Por tanto no generan en el sujeto
subjetivación de la experiencia No generan relatos subjetivables. Dejan al sujeto solo, segrega-
do, aplastado, sin lazo al otro, impávido, con desidia, sin reacción aparente. O la contrapartida
sujetos ansiosos, insatisfechos, empujados a consumir compulsivamente.
Objetos producidos en serie, estandarizados se ofrecen para un modo de satisfacción repetida y
estereotipada. Que no obstante deja al sujeto insatisfecho y lanzado a repetir el consumo.
En este lugar podemos ubicar a las adicciones donde la sustancia puede ser la imagen, el
juego virtual, la comida, etc.
Sujetos abandonados a su propia subjetividad, subjetividad bastante frágil y precaria, sin
anclaje social, institucional, histórico social. Sin solidaridad, ni empatía hacia el otro. No suma-
do a ningún proyecto colectivo.
Pareciera que el objeto ha ocupado el lugar del ideal, que ordena la existencia del sujeto.
Entonces parecía que el bienestar, la felicidad es ya, en el instante efímero en que se consume
En los grandes relatos el ideal era algo por alcanzar. En la religión la salvación, era en otra vida
después de ésta. En la ilustración quedaban zonas a llegar a las que no se habían llegado. En
las ideologías emancipadoras había bastante por recorrer, a veces estaba todo por hacer.
En el terreno económico-político el mercado avanza sin regulación, sin inhibición, sin prohi-
bición alguna. Avanza sobre los Estados. En su acumulación voraz que no conoce límite al-
guno, exige todos los recursos que los Estados dedicaban a las políticas públicas, las que
garantizaban el Estado de Bienestar. A través de deudas externas imposibles de pagar. Donde
no se espera que sea pagada sino que se refinancie y se pida más deuda. Se lleva las ganan-

54
cias producidas por casi todos los habitantes de un país. Dejando a los países y sus ciudada-
nos sin recurso. Los estados se retiran de invertir en políticas públicas y dejan a los ciudadanos
a la intemperie.
El mercado va por el vaciamiento del Estado, tanto en lo económico como en lo simbólico.
Desestima cualquier argumentación o cualquier política que haga al bien común (salud, educa-
ción, previsión jubilatoria, etc.). Políticas públicas que como dispositivos institucionales garan-
tizan un mínimo de bienestar para el individuo a la par que posibilitaban el lazo social. Identifi-
cándolo y haciéndolo solidario con sus semejantes. Para lograr sus objetivos el mercado debe
romper los lazos que ligan a los individuos entre sí. Dejando sujetos segregados, aislados,
vaciados de sentido social. Y responsabilizando al otro semejante como el causante de sus
desgracias (no hay trabajo porque los inmigrantes toman mi puesto laboral, por ejemplo).
Ataca las regulaciones del Estado, los derechos sociales, las protecciones. Rompe las redes
de protección social.
Malas noticias para el individuo, el neoliberalismo le anuncia el fin del trabajo.
Son más rentables los negocios financieros que producir bienes materiales.
No se necesitan, empleados, obreros. Y como las empresas son trasnacionales pueden
poder sus plantas de producción en lugares donde se permite el trabajo esclavista.
Para el resto de los asalariados se van imponiendo leyes que flexibilizan las condiciones
laborales. Se retrocede en las conquistas laborales que llevaron años de lucha para que fueran
aceptadas.
Salario por debajo del costo de vida. Perdida derecho indemnización, seguro de despido,
jubilación. Trabajo en condiciones más degradada.
El trabajo es una institución que no empieza y termina en el individuo. Es una institución que
organiza la vida individual, familiar y social. Liga al individuo con su semejante. Lo identifica con
sus iguales. Crea una red hacia adentro y hacia afuera del lugar físico donde se lleve a cabo el
mismo. Lo inserta en el mundo social conectándolo con otras instituciones sociales. La educa-
ción por ejemplo que tuvo en algún tiempo el sentido de ser motor del ascenso social, o por lo
menos con el acceso al mundo del trabajo, más allá de su relación con el saber. El sistema de
salud que protegía al trabajador (obra social). El sistema previsional (jubilación). Y otras institu-
ciones que funcionaban encadenadas al trabajo. En síntesis el trabajo operaba como un orga-
nizador del lazo social.
Siendo trabajador registrado el individuo podía organizarse y sindicalizarse para reclamar
por sus demandas.
El trabajo era la base de la ciudadanía social. Para quien no la tiene por ser propietario (tie-
rras, dueño de fábrica, etc.). También soporte de la identidad individual y social.
Por fuera del trabajo quedan sujetos excluidos del lazo social, de las instituciones donde
antes se alojaban. Sujetos segregados Con identidades precarias al no poder subjetivar ni indi-
vidualmente, ni colectivamente la experiencia, sin historicidad, sujetos con desmantelamiento
síquico, destitución subjetiva, con imposibilidad imaginar un futuro. (No hay futuro esperanza-

55
dor). Sumidos en la lógica del instante, no puede articular su presente con un pasado de lu-
chas históricas.
Que hace que el sujeto renuncie al bienestar alcanzado. Ceda sus derechos. Acepte condi-
ciones cada vez más degradadas de vida.
En psicoanálisis, Freud explica que en la constitución subjetiva, más allá del Yo, portador de
la identidad, hay otra instancia llamada Superyó. Su función es la idealización, la prohibición y
la autobservación. La función de prohibición impone al sujeto la renuncia a determinadas ac-
ciones. Al ser el Superyó un observador del yo, al que el yo no puede sustraerse, en primera
instancia y puede imponerle sanciones al mismo sino no cumple. El yo acepta. Acepta en parte
porque cree en lo que el Superyó manda a renunciar. Esta instancia moralizante obtiene una
satisfacción en la renuncia. Satisfacción que es percibida como malestar en el yo. El sujeto a
cuanto más renuncia nunca logra alcanzar la complacencia del Superyó (opera como el mer-
cado, al que nunca le será suficiente las renuncias que se le impongan a los sujetos).
Como contrapartida el mercado ofrece ideales individuales a alcanzar como ser el éxito, el
emprendedor de sí mismo, la meritocracia. Ideales que si no son alcanzados por el individuo es
porque éste es un perdedor, sin que pueda este sujeto responsabilizar de situación a otras
instancias sociales, al Estado o al mercado. El sujeto cree que es él quien no puede llegar,
porque no se esforzó lo suficiente, porque no hizo mérito.

El Estado

Que puede hacer el Estado cuando no es estragado por el mercado, cuando no se subsu-
me al mismo, cuando no está colonizado por las corporaciones.
Ante el desmantelamiento de Estado de Bienestar, que otros ejes pueden orientar al
Estado, cuando no es el mercado su direccionador.
Cuando el Estado se ubica como garante de los Derechos Humanos, cuando toma a los
mismos como su principio rector, se ubica en disputa con el mercado. El mercado no reconoce
Derecho Humano alguno. Va por la dignidad de los sujetos, los colectivos, los países.
El estado como garante de dignidad actúa para que un sujeto no sea tomado como mer-
cancía, medio u objeto.
En un Estado pensado desde los derechos humanos, el derecho es un bien público y social,
no solo individual sino colectivo.
El estado no siendo obsecuente con mercado puede crear condiciones para la existencia de
un trabajo digno, saludable y seguro (obra social, aportes jubilatorios, vacaciones pagas,
aguinaldo, condiciones saludables en el trabajo mismo, etc.).Tener como objetivo a lograr la
efectiva incorporación de todos los excluidos. Demandará décadas de persistir en esa dirección
y dependerá de sus logros en la disputa con el mercado (que siempre es internacional). No
solo como cree un mercado interno (al país), sino también como juegue la partida político eco-
nómica con otros países, algunos aliados, otros adversarios.

56
El Estado es el que puede garantizar un sistema de trabajo digno, por ser su garante en úl-
tima instancia.
En el camino hacia la incorporación efectiva de los sujetos con ciudadanía plena, otras ac-
ciones están a su alcance como políticas de inclusión.
El Estado puede garantizar la gratuidad de la educación en todos los niveles, con ingreso
irrestricto. Que la educación superior no sea solamente para formar elites. Con Universidades
accesibles geográficamente a los ciudadanos. Con planes de inclusión que garanticen la per-
manencia en las mismas (con subsidios, ayuda sicopedagógica acorde a los contenidos a
aprehender, seguimientos, tutorías, etc.).
Lo mismo puede esperarse del sistema de salud con accesibilidad a todos sus niveles de atención
y complementación con planes y programas específicos para problemáticas específicas El acceso a
una alimentación nutricional adecuada, de calidad, vestimenta adecuada, vivienda digna (con el
espacio necesario para la intimidad personal de cada uno de sus habitantes, con los servicios
públicos necesarios para una cotidianeidad agradable).
Es función del estado el acceso a los bienes culturales, simbólicos, no solo materiales.
Como así también debiera ser garante de que los ciudadanos reciban la información res-
ponsable, pensando la comunicación como derecho individual y bien social.
Y se podría seguir enumerando lo que un Estado podría hacer en materia de inclusión con
políticas públicas.
El Estado y sus instituciones funcionando como organizador de la vida social puede ser
promotor, regulador del lazo social, que liga a los individuos entre sí y con las instituciones.
Promoviendo la solidaridad en los sujetos. Porque dado que los bienes son escasos, pensando
desde un concepto de equidad es necesario privilegiar a los grupos más vulnerables. Generan-
do responsabilidad social en los ciudadanos incluidos, para que éstos también aprueben la
inclusión de los quedaron afuera.
Por tanto estamos pensando en otros modos de subjetivación posible desde el Estado. La
subjetivación digna está del lado de los derechos humanos al reconocer al sujeto, a las
colectividades, a la vida en general, no solo humana, incluyendo al medio ambiente sustenta-
ble. La dignidad incluye al otro, es una posición ética, no moral, porque lo reconoce como igual.
Como poseedor de los mismos derechos que a mí me asisten.
Pensar en la construcción de una subjetividad posible promocionada desde el Estado, esta-
ríamos hablando de un sujeto solidario con el semejante. Que incluye al otro en su acción, en
sus modos de pensar. En sus ideales colectivos. Que el sujeto en su encuentro con el otro lo
pueda inscribir significativamente en su subjetividad.
En el discurso de las políticas públicas se argumenta con un individuo que tienen derecho a
esperar del Estado. Es el discurso que empodera a los sujetos para sentirse Sujetos del Dere-
cho, no objeto del mismo.
Es una construcción de ciudadanía, en defensa de los derechos, subjetivando el derecho, como

portadores de los mismos, con derechos a conquistar y ampliar para mayorías y minorías.

57
En algún lugar del planeta

Quiero contar algunas inscripciones que desde el Estado y más allá, de las direcciones que ha
tomado el mismo (al servicio del mercado o con una orientación incluida dentro de lo que serían los
Derechos Humanos) se fueron construyendo con actores sociales desde su gestión como agentes
del Estado. Construcciones colectivas que se construyeron e inscribieron en los dispositivos de
salud. En particular dentro del Primer Nivel de Atención (atención de primer nivel).
Espacios que han funcionado a modo de resistencias dentro del Estado en los tiempos de
políticas neoliberales.
Construcciones con historia, con tránsito, que fueron inscribiendo modos de hacer, de inter-
venir socializados en los dispositivos de salud que habitamos.
Los que hemos transitamos por un dispositivo de salud en atención primaria de la salud nos
vemos confrontados a dar cuenta que entendemos por salud. Desde qué concepto de salud,
sería deseable que estuviesen inscriptas nuestras prácticas de salud.
Deseables por distintos motivos, uno porque conviven diferentes conceptos de salud en un
mismo centro de salud. Deseable porque no está en acto permanentemente. Son momentos en
que podemos pensar que en tal práctica u acción se inscribe en el ideal de salud que portamos.
Dos referentes históricos suelen ser tomados en cuenta en Atención Primaria de la Salud
como marcos teóricos desde donde pensar las acciones en salud.
Uno es Ramón Carrillo que define la salud diciendo que:
La salud no constituye un fin en sí misma, para el individuo ni para la sociedad, sino una
condición de vida plena, y no se puede vivir plenamente si el trabajo es una carga, si la casa es
una cueva y si la salud es una prestación más del trabajador(…)La medicina moderna tiende
cada vez más a ocuparse de la salud y de los sanos, y su objetivo fundamental no es ya la
enfermedad y los enfermos, sino evitar que el estar enfermo sea un hecho más frecuente que
el estar sano. Orienta su acción, no hacia los factores directos de la enfermedad, los gérmenes
microbianos, sino hacia los indirectos, la miseria y la ignorancia, comprendiendo que los com-
ponentes sociales: la mala vivienda, la alimentación inadecuada y los salarios bajos, tienen
tanta o más trascendencia en el estado sanitario de un pueblo, que la constelación más virulen-
ta de agentes biológicos. (Carrillo, 1951, p. 9)
Y de Floreal Ferrara que entiende a la salud como proceso. Ferrara (1985). El dinamismo re-
querido para interpretar el proceso salud-enfermedad, pues se trata efectivamente de un proceso
incesante, hace a la idea de acción frente al conflicto, de transformación ante la realidad.

Algunas conclusiones acerca de estas definiciones

La salud no es definida desde lo negativo como ausencia de enfermedad.


Las determinantes de las enfermedades son multicausales, tenemos que pensar las posibi-
lidades de incidir en las condiciones de vida de las personas, que serán en última instancia las

58
determinantes de las enfermedades. No basta con proceder al tratamiento de la enfermedad
particular que porta el paciente.
Hay que promover acciones para no sólo restablecer la salud, sino para conservarla, porque
tanto la salud como la enfermedad están inscriptas en un proceso dinámico y conflictivo.
El conflicto es inherente a la vida, determinado por los procesos culturales e históricos de su
tiempo. Por ende también la definición de salud aceptará definiciones acordes a su tiempo
histórico.
Rescatamos como salud la posibilidad de hacer frente a los conflictos.
Por ende es fácil concluir que el cuidado de la salud, o el afrontar la enfermedad no
queda solo del lado de los profesionales de la salud.
Aparece como necesaria la comunidad quien tiene que tomar parte en este proceso.
Las condiciones de vida tendrán que poder ser pensadas como problemas a resolver y los
profesionales seremos acompañantes, facilitadores, etc., de este proceso que escapa a la dis-
ciplina en la que nos hayamos incluidos.
Introducimos el concepto de Atención Primaria de la Salud.
Este concepto tiene como referencia la Declaración de Alma- ATA (1978)
Esta declaración entiende a la salud ―como aquel estado de total bienestar físico, social y
mental, y no simplemente la falta de malestares o enfermedades, siendo un fundamentalmente
un derecho humano y convirtiendo a la búsqueda del máximo nivel posible de salud en la meta
social, cuya realización requiere de la participación de otros sectores sociales y económicos en
adición al sector salud‖.
Denuncia las desigualdades existentes en cuanto al acceso de la salud tanto entre países,
como al interior de los mismos.
Entiende que la promoción y protección de la salud es esencial para un desarrollo econó-
mico y social sustentable.
Sostiene que los individuos de una sociedad poseen el derecho y el deber de participar, tan-
to colectiva como individualmente, en el planeamiento e implementación del cuidado de la sa-
lud en sus comunidades.
Y define la Atención Primaria de Salud (APS), como la Asistencia Sanitaria basada en mé-
todos y tecnologías sencillas, científicamente fundamentadas y socialmente aceptables, que
estén al alcance de los individuos, familias y comunidad; a un coste aceptable por la comuni-
dad y el país para que pueda cubrir cada una de las etapas del desarrollo.
Y por último entiende que para la atención correcta de los principales problemas de salud, la
atención primaria debe prestar servicios de promoción, prevención, recuperación y rehabilita-
ción de la misma.
Responsabiliza a los gobiernos miembros de la OMS y a las organizaciones internacionales
a alcanzar esta meta.
Y confía que son los trabajadores de la salud, trabajando en equipos interdisciplinarios, tra-
bajando en conjunto con la comunidad quienes pueden sostener este legado.
Esta Declaración fue realizada en 1978.

59
En ese tiempo en algunos barrios periféricos, no en todos empezaba a instalarse lo que se
llamó dispensarios o salas de primeros auxilios.
Es para rescatar que la inscripción salita perdura tanto para el personal en salud como para
los vecinos del barrio.
Estas salitas empiezan a funcionar en instalaciones cedidas por algún club, aulas de las es-
cuelas del barrio. Hasta que logran su propia construcción casi siempre por iniciativa de veci-
nos que piden a las autoridades por la edificación de las mismas.
En estas salitas se realizaban prácticas de enfermería (vacunación, curaciones, aplicación
de inyecciones, etc.) y el personal médico clínico o pediatra respondía desde la asistencia a las
demandas de salud, que por lo general eran las enfermedades prevalentes que no requerían
de aparatología para verificar el diagnóstico.
No estaba instalado un concepto de prevención, ni promoción de la salud.
En el año 1886, el gobierno de la provincia de Buenos Aires crea el Plan Muñiz consistió en
un amplio programa de construcción de infraestructura física (centros de salud o unidades sani-
tarias) y de equipamiento.
El plan involucró a municipios, que cedían los terrenos, y a los Ministerios provinciales de
Obras Públicas, a cargo de la edificación y al Ministerio de Salud que designaba el personal
que trabajaría en los centros de salud y quedaba a cargo del mantenimiento de los mismos.
Lo importante para destacar que es la provincia de Buenos Aires es quien toma la iniciativa
de responsabilizarse de la Atención Primaria de la Salud.
Se jerarquiza al personal que trabaja en estos centros de salud siendo reconocidos por las
mismas leyes que alcanzaban a los profesionales que trabajaban en los hospitales
Se suman especialidades médicas como pediatría, clínica, ginecología y se incluye al tra-
bajador social.
Si bien las prestaciones que se realizaban eran en el marco de la asistencia, empieza a ins-
talarse el concepto de cuidar la salud. Control del niño sano, los controles para las embaraza-
das y mujeres en edad fértil, se va introduciendo la idea de la planificación familiar.
En el año 1988, el Ministerio de Salud de la provincia, bajo la conducción del Dr. Floreal Fe-
rrara crea el programa ATAMDOS (Atención Ambulatoria y Domiciliaria de la Salud). Eran
equipos multidisciplinarios compuestos por un médico, una enfermera, un psicólogo, una traba-
jadora social, y por un odontólogo cada dos ATAMDOS. Dura cuatro meses la conducción del
programa desde el área central del Ministerio.
Otro retroceso en el ámbito de la salud pública se sufre cuando los mencionados centros de
salud, de órbita provincial son transferidos a las municipalidades (ley provincial 11554).
El gobierno provincial se desentiende de tener a cargo la responsabilidad sobre el primer ni-
vel de atención.
Que innovación trae este plan, a pesar de su corta dirección dentro del ministerio
Incorpora la noción de equipo de salud, porque está en su concepto de salud la compleji-
dad que porta la enfermedad, como así mismo la multicausalidad de la misma.

60
Introduce en los dispositivos de salud el concepto de que son las condiciones de vida del
paciente las determinantes en última instancia del proceso de salud-enfermedad.
Por tanto, insta a los profesionales de la salud a planificar las acciones de salud con la co-
munidad. Desde un concepto de participación comunitaria donde los actores de la comunidad
se empoderan para llevar adelante las reformas necesarias para tener condiciones de vida
saludables. En este proceso los agentes de salud serían los facilitadores, los que propicien,
alienten, acompañen las acciones de salud llevadas a cabo por la comunidad.
Si bien no ha llegado a llevarse a cabo la idea de salud que portaba este programa, va de-
jando inscripciones en el modo de entender la salud, de pensar las prácticas en salud.
Hoy los centros de salud han desarrollado tareas de prevención y promoción extra muros.
Con más o menos continuidad en el tiempo. Pero está instituida la idea que es una práctica
atinente al primer nivel de atención.
Otras inscripciones en los dispositivos de salud que han quedado es la Idea de que la ac-
cesibilidad al sistema de salud, no sólo tiene que ver tienen que ver con distancias geográficas,
sino también están las barreras culturales, tanto del profesional como del paciente, como difi-
cultad del encuentro.
El concepto de cobertura universal dentro del área programática.
Con continuidades y discontinuidades en el tiempo se han ido articulando acciones intersec-
toriales entre los efectores de salud u otras instituciones barriales, formales y no formales.
Dos programas más vinieron más tarde a sumarse a los dispositivos de salud en territorio, el
PRIM (Programa de Residencias Integradas Multidisciplinares), dependiente de la provincia de
Buenos Aires y el programa Médicos Comunitarios, dependiente del Ministerio de Salud y Me-
dio Ambiente de Nación.
La incorporación de profesionales enmarcados en estos programas suma y revitaliza la rea-
lización de tareas preventivas y de promoción, como así también las discusiones interdiscipli-
narias de casos, para pensar la estrategia de intervención. Se instauran como práctica natura-
lizada las visitas de salud a domicilios, llevadas a cabo por cualquier profesión
El programa médicos comunitarios también ofreció capacitación en servicio para la gente de
planta. Si bien no traía innovaciones importantes en cuanto a concepciones en salud, ayudo a
relanzar ciertas actividades extramuros.

Situación actual

Siendo las prácticas y demandas muy diversas, en el Centro de salud donde trabajo (Unidad
Sanitaria N° 35 del partido de Berisso), hemos constituido a la reunión de equipo, como el eje
ordenador de las mismas.
Que se trata en la reunión de equipo: Decisiones de toda índole, si hay que pintar, si hay
que comprar equipamientos, cuáles son las tareas administrativas que requieren llevarse a
cabo, etc.

61
Como así también se ordena la asistencia. Esta última crece día a día, ya que es un barrio
al que arriban continuamente población extranjera en particular provenientes de Paraguay,
como así también del conurbano bonaerense y del interior del país.
Se deciden en las reuniones de equipo tareas preventivas y de promoción de la salud con
las escuelas, participación con otras instituciones del barrio por ejemplo del festejo del día del
niño, maratón de lectura, etc.
También en la reunión de equipo se plantean las problemáticas complejas y su abordaje in-
terdisciplinario.
Como llegan estas problemáticas complejas, no siempre por demanda. Se las pesca en al-
guna consulta asistencial. Donde el profesional, mas allá de la demanda de asistencia que
porta el paciente percibe como preocupantes situaciones de vida de la persona, por las cuales
no demanda ayuda.
Llegan como demandas de otras instituciones. Llegan como preocupaciones de vecinos al
tomar conocimiento de ciertas vicisitudes que vive una persona o familia.
Se plantea el caso en la reunión de equipo y se empieza a pensar las estrategias de inter-
vención posibles, quienes la van a llevar a cabo, con que modalidad de abordaje, el punto de
intervención, el argumento discursivo a plantear. Por lo general se tramita en una visita domici-
liaria a la familia.
A posteriori de su tramitación, se repiensa con qué dirección se sigue interviniendo, si es
necesaria la participación de otro profesional. Si solicitamos la intervención de otra institución,
barrial o no.
En la discusión de casos problemas todos los que quieren opinan, se cuestionan criterios,
formas de abordajes, y se va concluyendo en una estrategia consensuada, donde ya no tiene
autorías particulares, ni sesgo de una disciplina en particular.
Si tuviéramos que acerca una definición de interdisciplina y equipo de salud, nos sentimos
identificadas con una definición que da Alicia Stolkiner donde sostiene que:
"La interdisciplinariedad es un posicionamiento, no una teoría unívoca. Ese posicionamiento
obliga básicamente a reconocer la incompletud de las herramientas de cada disciplina". Esta
perspectiva de trabajo implica entonces un cuestionamiento de la formación de cada uno de los
integrantes del equipo de profesionales, llevando a una revisión de sus propios saberes. La
construcción de un equipo de trabajo de estas características implica la valorización tanto de la
subjetividad de cada uno de los profesionales, sus conocimientos, sus prácticas, así como
también el reconocimiento de lo que la producción grupal puede generar. Es por lo tanto impor-
tante la consideración tanto de la lógica subjetiva como de la intersubjetiva‖
Salimos de nuestros saberes disciplinarios al dialogo con otras disciplinas. Consolidando
modos de abordajes consensuados. Y con la posibilidad de trasmisión a los que se suman a
este trabajo.
¿Cómo pensamos las prácticas en promoción y prevención?

62
No lo pensamos la prevención específica, como puede ser pensada en algunas áreas de la
medicina, que teniendo ciertos cuidados o implementando tales acción se pudiese evitar tal
enfermedad (cómo efectivamente sucede con las vacunas).
Nuestra idea de promoción y prevención si bien a veces puede tener una temática a priori-
zar, a veces no, se basa en la implementación de estrategias, dispositivos. Donde puedan ser
alojado tanto sujetos como los dichos que portan. Alojar no quiere decir asentir, sino que algo
pueda ser enunciado. Dar lugar. Incluir.
Lo dicho circula entre los participantes, éstos les imprimen otros sentidos. No retorna al su-
jeto que lo expreso de la misma manera. El sujeto cede algo de sí, un pensamiento, una moles-
tia y le retorna transformado por el circular grupal. Otro objetivo que está presente en estos
dispositivos es favorecer el lazo con el otro, cómo poder aceptar las diferencias, que no se
piense de igual manera.
Hay veces, pero no necesariamente, que puede proponerse un hacer con el otro, acordar
ciertas acciones, distribuir responsabilidades, etc.
Estos dispositivos pueden ser llevados a cabo por profesionales o por agentes de la comu-
nidad. Como así también profesores de plástica, música, etc.
En la Unidad sanitaria Nª 35 funciona un rincón de lectura que lo llevan adelante vecinas
del barrio. Ofrece juegos diversos, lecturas, apoyo escolar y va incluyendo otros actores, por
ejemplo un profesor de música que enseña sikus.
No necesitamos estar presente en cada acción de salud, podemos dejar funcionando dispo-
sitivos para que los transiten otros. A veces somos sólo facilitadores para que algo advenga
aunque no sea llevado a cabo por nosotras.
Creemos en la apropiación de prácticas de saberes, de experiencias, tanto por parte de
otros profesionales cómo por vecinos de la comunidad.
Por cercanía, por reuniones que ligan a los profesionales con los de otras Unidades Sani-
tarias estás practicas se van difundiendo y pensando más allá del marco institucional esta
Unidad Sanitaria.
Hay mucho más para contar. Y también se nos escaparan algunas acciones que realizamos
y al estar tan naturalizadas ni somos conscientes de que las llevamos a cabo.

Bibliografía

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Stolkiner, A. (1999). La interdiciplina: entre una epistemología y las prácticas. El campo PSI.
Año3. Rosario. Argentina.

64
CAPÍTULO 6
De Trabajadores Sociales y Psicólogos
Lic. Ana María Marchionni

Andábamos sin buscarnos


pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.
JULIO CORTÁZAR

Para introducirme en este tema de trabajadores sociales y psicólogos, me surge la necesi-


dad de referirme a mi experiencia personal en relación a las dos disciplinas. Y a modo de orde-
narme en el relato, voy a tratar de focalizar en los encuentros y desencuentros entre ambas.
Hace algunos años, tuve la oportunidad de comenzar a trabajar con un artículo de la Lic.
María José Acevedo que se llama, ―La Implicación. Luces y sombras del concepto lourauniano‖
este descubrimiento fue gracias a que me encontraba integrando el equipo de cátedra de Tra-
bajo Social Institucional, y era un material con el cual se trabajaba en las clases prácticas.
Mediante este ensayo la autora quiere homenajear a René Lourau luego de su fallecimiento,
y lo hace a través de un escrito, en el cual desarrolla el concepto de Implicación, en este caso
la suya propia con René Lourau, y para ello relata un día con él, lo muestra en su vida cotidia-
na, en su casa de campo, en su andar, en su calidez de la cocina entre el vino y los quesos,
pero también lo muestra en su acidez y resistencia hacia los convencionalismos, como ejemplo
significativo cuenta que al terminar el día y ya despidiéndose de él, ella le dijo gracias, él la
miró y le contestó con una frase muy contundente: ―y no se podía esperar otra cosa‖, a él no le
gustaban los convencionalismos. No le gustaban porque de alguna manera formaban parte y
eran cómplices de la repetición en las instituciones, resguardan el que nada cambie, esa pul-
sión tanática que empuja hacia atrás, según S. Freud., los instintos de muerte.
Los convencionalismos funcionan como cierres del lenguaje, como cerrojos, que no permi-
ten que escape nada de lo que podría ser novedoso y salirse del orden, son los guardianes, los
cuidadores de la repetición, para que permanezcan los instituidos, y nada se modifique en las
instituciones, las formalidades para él eran eso, puro conservadorismo.
Entonces no eran de su agrado algunas palabras, frases y gestos como: ¡gracias!, por favor,
pase usted, muy amable, gracias por todo, buen provecho, permiso, todo le parecía de una
idiotez indescriptible porque sin saberlo, el hacedor de turno, cumplía con una intención de
resguardar lo instituido. Todo ese conjunto de amabilidades, formaban parte de ese dispositivo
institucional, donde el poder parecía permanecer del lado de las jerarquías, René Lourau no

65
tenía buena relación con la institución universidad ni con todos sus convencionalismos de pres-
tigios y honores. De esta manera, María J. Acevedo nos hacía conocer a R. Lourau, quien fue
su maestro en el saber del análisis institucional.
La Implicación, éste concepto tan interesante y peculiar por lo que viene a decir en cuanto a
cómo el sujeto que conoce, no puede dejar de pensarse él conociendo, en ese objeto al que
analiza, este concepto que solo fue creado dentro del Análisis Institucional para pensar como el
sujeto aparece allí en el objeto que observa, e intenta conocer, pero en relación a lo colectivo, a
lo institucional a diferencia de la Transferencia y Contratransferencia del psicoanálisis ligado a
lo individual, (relación entre analista y analizado), tan necesaria en la cura en el tratamiento
psicoanalítico. La Implicación irrumpe con una novedad en la historia del modo de conocer que
posee el sujeto. Introduciendo la noción de lo colectivo, de lo social.
En relación a este concepto de Implicación es que voy a relatar algunas experiencias de mi
propio estar en las instituciones de salud, y en las educativas.
Recuerdo una reunión del Equipo de Cátedra Psicología 1 en la U.N.L.P. Enrique Fidalgo
era el profesor titular en esos años, fue la primera vez que Enrique me miró muy serio y con un
tono de bronca me dijo, ―pero si esa es nuestra especificidad‖ (la constitución del sujeto como
producto de las relaciones sociales de producción capitalista), creo que no le entendí muy bien
lo que me quería decir en ese momento, todo había surgido a partir de un comentario acerca
de cuál era la especificidad de la psicología en torno a su objeto de estudio, y yo un poco obsti-
nada con querer declarar los límites de lo propio del campo de la Psicología como diferente del
Trabajo Social, me sorprendía la elección de los contenidosy me aferraba a lo que había
aprendido en la Facultad de Psicología. Claro, yo era una Trabajadora Social, que había elegi-
do como segunda carrera la Lic. en Psicología, ahora dentro de una cátedra de Psicología,
cómo no iba a prestarle atención a lo específico. Necesitaba ordenar y ordenarme, la psicología
por un lado, y lo social por el otro.
Esto habla de Enrique Fidalgo como profesor de la cátedra de psicología uno, de la carrera
de la Lic. en Trabajo Social, cómo entendía la especificidad, y cómo creía que teníamos que
enseñar a los estudiantes futuros Trabajadores Sociales. Y también obviamente habla de mi
proceso de aprendizaje en esos años.
Pero también habla de un grupo de Psicólogos y Trabajadores Sociales pensando, y refle-
xionando acerca de lo propio como una construcción, ya no dando por sentado un objeto, sino
por el contrario poniendo todo en discusión, para luego llegar a algunas aproximaciones.
Imposible no pensarlo en relación a lo que dice S. Freud en Introducción a Psicología de las
Masas y Análisis del yo, o lo que no dice, pero si pone a jugar allí, y abre toda la problemática
sobre el campo de lo individual y lo social. Pero aquí aparece lo irremediable, porque no tiene
resolución, sino sólo apertura y nuevos interrogantes acerca de sí es individual o social el ori-
gen de la construcción del psiquismo, cuándo tiene más preponderancia lo social acerca de
una problemática que nos interpela, y cuánto de individual. En relación al objeto de estudio al
que hacía referencia Enrique trabajábamos un texto del autor Néstor Alberto Braunstein, psi-
coanalista argentino, ―Psicología, Ideología y Ciencia‖, que nos posibilitaba aunar criterios co-

66
mo el de la importancia del concepto de Ideología a la hora de comprender qué se conoce y
cómo se conoce.
Desde estos diálogos se fueron construyendo conocimientos que han sido el sustento teórico
para el grupo de docentes, así como también me ha permitido continuar observando el encuentro de
estas dos profesiones, Psicólogos y Trabajadores Sociales dentro del hospital público.
Al inicio de mi inserción en las instituciones de salud, en los espacios de intervención del
Trabajador Social, escuchaba dar órdenes, consejos, directivas, sobre todo desde un lugar de
saber, de certeza, el saber profesional, hacia otras personas que se encontraban en situacio-
nes de suma vulnerabilidad, esto era muy común de observar en el hospital de Niños de La
Plata, se le ordenaba a las mamás como debía criar a sus hijos, desde como alimentarlos has-
ta todo tipo de detalle en la crianza.
Antes quiero relatar como pensé al Trabajo Social y a su discurso dentro de las institucio-
nes, lo pensé en relación a muchos años de haber escuchado a compañeras dirigirse a la gen-
te necesitada de su atención, por decirlo de alguna manera, y pude entender por qué en mu-
chísimas oportunidades fracasaba la intervención del Trabajador Social bien intencionado en
su ejercicio, pero ignorante de la concepción de sujeto, este sujeto del inconsciente, entonces
entendí que el trabajador social le hablaba y apelaba a la conciencia del sujeto sufriente, en-
tonces no comprendía cómo una mujer golpeada por su pareja tantas veces, volvía a retirarse
de su internación en el hospital con el que le había dado tremenda golpiza, tampoco entendía
por qué luego de haber explicado un centenar de veces que hacer para no volver a embarazar-
se, la señora volvía embarazada a retirar la libreta sanitaria. Había algo del orden de lo inexpli-
cable desde el sentido común, que hacía aparecer todo tipo de juicios de valoración negativa
hacia esas personas que no se ajustaban a lo que se les había enseñado desde el Trabajo
Social. Luego la formación, la currícula de la carrera del trabajador social fue modificándose, y
otros conocimientos favorecieron otra apertura en la mirada.
Actualmente desarrollo mi profesión en un hospital zonal, donde llegan situaciones muy di-
versas, dadas las características de las mismas, historias de vida diferentes, situaciones de
desarraigo, de soledad y desamparo, aquí necesito aclarar que el hospital se encuentra en la
ciudad de Berisso, ciudad donde permanentemente continúan llegando personas de otros paí-
ses y de otras provincias, en busca de algún tipo de mejora.
La población de Berisso, la ciudad en sí, las viviendas, los barrios, parece como un libro de
ilustraciones donde se ven todos los cambios políticos del país, en todas sus expresiones.
He observado en mi lugar de trabajo, al cual arriba esta población, que muchos de ellos han
perdido sus puestos de trabajo en la década de los 90, producto de esto, ha llevado a que mu-
chos se enfermen y que quedaran como suspendidos en el tiempo, paralizados en otro mo-
mento histórico social del país. Como una fotografía de otra época, que va perdiendo el color, y
ya se ve muy mal. En los años anteriores, parecía que nuevamente había un deseo de reaper-
tura, una de las expresiones de esto, fue el polígono industrial, el proyecto de él puerto nuevo,
anteriormente lo había sido el regreso de YPF a capitales nacionales, y así etc., se podía ver
en la población nuevamente el entusiasmo.

67
La pobreza, la falta de trabajo, imposibilita acceder a una buena alimentación, donde los
nutrientes básicos den sustento a todo el tratamiento médico posterior. Y surgen algunas
preguntas como: ¿Cómo puede alguien curarse con medicamentos si no cuenta con lo básico
de una buena alimentación? ¿Cómo puede alguien estar en equilibrio mental si no pudo
desayunar, ni cenar el día anterior? ¿Cuál sería el diagnóstico desde el punto de vista psico-
lógico, tal vez deficiencia mental, cuando en realidad la persona se está quedando sin resto de
energía para pensar?
Y ahí es cuando los profesionales, médicos y psicólogos, solicitan la interconsulta a servicio
social, porque no saben qué hacer. Los Trabajadores Sociales es como que quedamos reduci-
dos a ese papel indigno de la falla, de la falla del Estado, que no alcanza a cubrir con las políti-
cas públicas lo suficiente.Y muchas veces nos sentimos impedidos de garantizarles los dere-
chos básicos necesarios, por lo cual también sufrimos este malestar producto de un escaso
alcance de las políticas públicas por parte del estado.
Y aparecen los encuentros y desencuentros, en un juego de tensiones, donde las incum-
bencias parecen por momento borrarse, y otras parecen intensificarse. El encuentro está sig-
nado por la perplejidad ante la impotencia de reconocernos siendo parte de una sociedad que
genera este sufrimiento a tantas personas. Y podríamos decir que tanto los psicólogos como
los trabajadores sociales, estamos trabajando o deberíamos hacerlo considerando la defensa
de los derechos humanos en las instituciones del Estado, y que como profesionales de la salud
tenemos la responsabilidad ética de luchar por garantizar el derecho a la salud.
Aquí en este punto, nos encontramos con toda una variedad de modos de ejercer la pro-
fesión por parte de los T. Sociales y los Psicólogos. Dentro del hospital, el ejercicio profesional
del psicólogo tuvo diferentes momentos que se correspondían con un contexto social histórico
político determinado, así hubo veces en que sólo intervenían en condiciones en que el paciente
lo requería, lo demandaba. Esto realmente era un obstáculo, dado que muchísi-mas veces las
personas no veían en sus vidas, necesidad de un psicólogo, hoy esto ha cam-biado, y en la
mayoría de las circunstancias, son los médicos u otros los profesionales que solicitan su
intervención.
En el caso de los Trabajadores Sociales, muchas de las características de las situaciones
en las que intervienen tiene que ver más con la población que asiste a un hospital público que
no poseen obra social y necesitan que se les gestione medicamentos, prótesis, traslados, es-
tudios complejos y otras cosas que hacen a que se reestablezca la salud. Aquí generalmente el
trabajo está más asociado a lo gestionario, y es un tanto individual en el abordaje.
Ahora bien, hay problemáticas que necesitan comprenderlas desde varias disciplinas, en los
que ambas profesiones comparten mucho más el tratamiento de una situación, estos casos son
los llamados complejos, que interpelan a varios campos de conocimiento, generalmente son las
cuestiones que se relacionan con temas como violencia familiar, adicciones, maltrato infantil,
abuso sexual, privación de la libertad, etc. Son las situaciones que también requieren de una
respuesta interinstitucional.

68
El encuentro que creo que es el punto de unión entre psicólogos y Trabajadores sociales en
el hospital en el que ejerzo mi profesión de Lic. en Trabajo social, tiene que ver con reconocer
al paciente (entre comillas) porque para nuestra concepción ya no es un paciente, es conocer
al sujeto que se encuentra allí, ya sea internado o transitando solamente por consul-torio
externo.
Conocer significa escuchar lo que él o ella quieren o pueden decir, y ahí nuestras interven-
ciones se encuentran, preguntando acerca de las historias, de donde vienen, de qué país o
provincia del interior, quienes son los que viven con ellos, por la familia, amigos, por sus traba-
jos si los tuvieran etc. Todo lo que les ocurre tiene un significado especial en la salud, las ale-
grías o tristezas que aparecen, tratamos de integrarlas a esa persona que por circunstancias
diferentes se encuentran allí.
Pero sí creo que hay una mirada que pertenece al Trabajo Social como disciplina, y que
aparece con mayor claridad en determinadas intervenciones, y es el entender al sujeto como
producto del atravesamiento social en el cual se encuentra inmerso, en esta mirada queda
como primera instancia a mirar la historia del sujeto.
Hay situaciones en las que generalmente Trabajo Social y Psicología suelen intervenir jun-
tas, y es en aquellas que se necesita de otra institución, que es la jurídica. En este tipo de
abordajes, ocurre que se presenta un peligro, que tiene que ver con la pérdida de la propia
vida, o de la de otros, situaciones como violencia familiar, en la que aparecen involucrados
niños, adolescentes, y a veces ancianos. Aquí la intervención de nuestras disciplinas se ve
articulando con las instituciones del estado no tan solo asistenciales, como los municipios, sino
también con aquellas que regulan y están más enfocadas a garantizar ciertos derechos huma-
nos fundamentales, como el de la alimentación, el de la vivienda, salud y educación.
En estas situaciones somos los psicólogos y trabajadores sociales quienes tratamos de que
no se pierda de vista a la persona en su dimensión individual y social, el deseo del sujeto (pro-
ducto de su posicionamiento social), que aunque parezca o suene como muy sencillo, no lo es,
porque hay una multiplicidad de discursos, que tienden a acallar al propio sujeto y a ocultar lo
que denuncia, las causas de la pobreza.
El médico por lo general quiere dar una respuesta desde su saber, sin tener que lidiar con
otros saberes, y menos aún con el saber del paciente, esto le representa un gasto excesivo de
tiempo y de trabajo que muchas veces dadas las condiciones laborales, no está dispuesto a
poner en el escenario para negociar el futuro tratamiento. Al igual que otros trabajadores de la
salud, ante la imposibilidad de responder adecuadamente a las necesidades que se presentan,
hay un mecanismo que suele aparecer y es, el mirar desde un lugar de ajenidad, como que eso
le ocurre al otro, pero no al otro semejante, sino al otro diferente a mí.
Y este fallido que aparece, como dificultad en encontrar el equilibrio saludable del sujeto,
nos interpela a nosotros T. Sociales y psicólogos, haciéndonos innumerables interrogantes.

69
Bibliografía ampliatoria

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70
CAPÍTULO 7
Efectos de la intervención
profesional en contextos de encierro.
La Institución Carcelaria y el desafío de
escuchar tras las rejas
María Virginia Sánchez

―…cierta vez oí rogar, desde la habitación donde lo habían encerrado a oscuras:


―Tia háblame, tengo miedo porque esta muy oscuro‖, y la tía responde:
―¿qué ganas con eso?, de todos modos no puedes verme‖. A lo cual
respondió el niño: ―No importa, hay mas luz cuando alguien habla‖…
―TRES ENSAYOS DE TEORÍA SEXUAL‖ S. FREUD

Introducción

Cuando pensaba en la elaboración del presente artículo, me preguntaba qué es lo importan-


te a transmitir, y surgió inmediatamente en mí una respuesta: quisiera transmitir mi experiencia
como psicoanalista dentro la institución carcelaria. Por tanto, no será intención de este trabajo
el ahondar en concepciones teóricas, sino que el motivo que me mueve reside en propiciar la
interrelación de conceptos, que se transforman en interrogantes, enlazados con la experiencia
cotidiana de una práctica compleja, que supone dificultades y desafíos específicos.
Esta práctica implica al decir de Braunstein una ideología, es decir que partimos de suponer
que cada intervención entraña un determinado posicionamiento ético, ideológico y político, ―la
ciencia no piensa‖, son los actores los que encarnando una determinada posición la llevan a
cabo. Entonces, la forma en que intervenimos frente al sufrimiento de otro, supone un modo
determinado de concepción de ese sufrimiento, una determinada manera de concebir al sujeto.
En nuestro caso, podemos, partir (no sin dejar de advertir que se trata muchas veces de un
ideal, que funciona como motor), de la posición que fue trabajada por Eric Laurent, bajo el con-
cepto de analista ciudadano.

No se trata de un analista que no tiene ningún ideal, que llega a borrarse, que es
tan solo un vacio ambulante, que no cree en nada. Sino de un analista que

71
participa, un analista sensible a las formas de segregación, un analista capaz de
entender cuál fue su función y cual le corresponde ahora.
,
La idea entonces, es pensar junto con el lector, interrogantes que devienen del rol del psi-
cólogo dentro de una Unidad Penitenciaria, como intento de simbolizar algunas vivencias que
en ocasiones nos dejan sin palabras.

Características de la Institución Carcelaria

En este marco resulta necesario especificar las particularidades de una institución verticalis-
ta, en la cual se inserta las posibilidades de intervención de un profesional, a la hora de pensar
su práctica.
Ninguna institución es una isla, por lo que la cárcel no quedara excluida del impacto de las
trasformaciones socioculturales y las políticas neoliberales. Estas transformaciones están en-
marcadas en la denominada Hipermodernidad, que se caracteriza por la declinación de los
ideales y el ocaso de la nominación paterna, que subvierte la primacía de lo simbólico por lo
real, inaugurando un nuevo paradigma comandado por el goce sin lazo.
En este contexto, el universal encarnado en el ideal de resocialización, como función de la
cárcel es altamente debatido, convirtiendo a esta organización en uno de los escenarios en los
que se pone en acto la crisis de un conjunto de instituciones y estructuras sociales.
La ejecución de la pena sin un marco de contención, que se proponga el aporte de un or-
den simbólico supletorio, supone un elevado nivel de violencia, desde el mismo momento en
que un sujeto es trasladado hasta la institución, suponiendo un efecto traumático.
Se trata de un daño que atraviesa tanto a los sujetos privados de su libertad como a los di-
ferentes actores de la institución carcelaria.
En el caso de los sujetos privados de su libertad, la institucionalización produce un quiebre
en su historia, afectando en ocasiones al grupo familiar, evidenciado en la ruptura o desmem-
bramiento de los lazos afectivos. La cárcel deja huellas en el sujeto y en su grupo, al modo en
que podemos pensar el efecto de una bomba atomica que impacta, produciendo ondas expan-
sivas que amplían el daño, afectando las diferentes generaciones.
Desde que comencé a trabajar en la institución, resuena en mí una escena donde un niño
de cuatro años de edad aproximadamente, que iba a visitar a su padre detenido, juega a entrar
y salir con una de las rejas del pasillo de la cárcel. Desde allí me pregunto ¿Qué efecto
subjetivo tendrá ese juego?
La estigmatización, quizás no reconocida como tal en una dimensión temporo espacial,
dejara sin dudas huellas, que serán probablemente recreadas en su adolescencia, según sea
el grupo familiar y comunitario en el que se inscriban. Al principio, posiblemente, lo vivirá como
una situación naturalizada. Esta naturalización del daño, es uno del los obstáculos psicosocia-

72
les con los que se enfrentara en el futuro, constituyendo para la labor analítica un obstáculo,
difícil de sortear.
De esta manera, la violencia institucional es estructural y atraviesa al sujeto, obturando la
posibilidad de pensarse como sujetos con capacidad de reflexionar y viéndose a sí mismos
cosificado.
Me permito aquí, señalar que no solo existe dificultad para pensarse como sujeto de dere-
chos, sino que muchas veces se escucha la imposibilidad de re pensar su historia desde un
lugar de responsabilidad subjetiva no pude hacer otra cosa, denotando una visión determinan-
te de su accionar. Esta posición muchas veces reforzada por algunos discursos que lo ubican
en lugar de víctimas de la sociedad, provocan, a mi entender, la anulación de sus potencialida-
des y la re victimización del sujeto.

Historias sin relato y el exceso de carencias

Los cambios de paradigma, las diferentes transformaciones culturales y sociales y la deva-


luación de la cárcel, reducida a una mera función punitiva, nos interpela sobre las posibles
intervenciones de un analista dentro de este marco social e institucional.
Podríamos condensar las diferentes interrogantes en dos grandes preguntas que guían
nuestro recorrido.
En una institución carcelaria ¿qué lugar existe para un analista?
Y en consecuencia ¿qué lugar para el advenimiento de un sujeto?
Podemos pensar estas preguntas como íntimamente vinculadas, ya que un psicoanalista,
como expusimos previamente, supone un determinado modo de concebir al sujeto humano.
Entonces si hablamos de cuál será el lugar para un analista en una cárcel, nos preguntamos
sobre el lugar que tiene un modo de intervenir que concibe al sujeto de una forma particular. El
sujeto del psicoanálisis es pensado como sujeto de Deseo, sujeto de Derechos y como sujeto
de Inconsciente.
Entonces: ¿Cómo interviene la cárcel en relación a éste modo de entender la subjetividad?
La violencia de la que hablamos, radica en la anulación de la palabra, de ahí su carácter
traumático. Es significativo que los sujetos privados de su libertad, cuando se dirigen a un su-
perior o personal penitenciario expresan ―…me permite la palabra…‖.
Asimismo algunos de ellos, suelen adoptar como modo de protesta el coserse la boca, mu-
chos de nosotros supusimos en nuestros comienzos, que esta práctica suponía un mensaje
metafórico, hasta que pudimos apreciar como este modo de protesta, se encarna en el cuerpo,
sin ningún tipo de mediación simbólica. El cuerpo aquí, es un cuerpo despreciado, descuidado,
y abandonado, es un acto que habla para nosotros, pero no para el sujeto. El cuerpo aquí se
pone al servicio de dar testimonio de un malestar, pero que no puede ser descifrado.

73
Los efectos de la institucionalización

SIilvia Bleichmar indica que la institucionalización produce una desubjetivizacion, esto signi-
fica que existe una desconstrucción del otro como semejante, el sujeto se transforma en un
objeto y esto confluye a invisibilizar al otro como sujeto de derechos, lo que permite la viola-
ción de los mismos.
Pensar al otro como semejante conlleva, al decir de Bleichmar, un Pacto Intersubjetivo, si
bien no nos adentraremos en este concepto, resulta interesante lo trabajado por la autora,
cuando pone el ejemplo de su experiencia en un terremoto ocurrido en México, en el que ella
colabora con el equipo de asistencia, aquí la autora se refiere a los llamado hombres topo,
(rescatistas que buscaban sobrevivientes en situaciones de alto riesgo), y que cuando toma-
ban contacto con un cuerpo vivo, ellos también se sentían salvados.
Esto experiencia maravillosa, devela que la labor de un profesional que trabaja con el sufri-
miento del otro, no solo trabaja por un deber o tareas a cumplir, sino que conlleva una Res-
ponsabilidad sobre el otro.
Ahora bien, ¿qué sucede con ese pacto intersubjetivo, del que habla Bleichmar, en una Ins-
titución Carcelaria? La inercia carcelaria tiende a destruir ese pacto, ya que existe una difi-
cultad para pensar al otro como semejante (en el sentido más profundo del término).
Lo que resulta llamativo, más bien diríamos siniestro, es que en mis años de labor, fui testi-
go de relatos de vida en donde esa desubjetivización, ese desalojo ya se había producido.
El lugar de sujeto de deseo y de sujeto de derechos, ya le viene vedado. Por lo que la insti-
tución en muchos casos, parecería reconfirmar, reinscribir ese no lugar.
Podrían rastrearse en los relatos de vidas, de aquellos sujetos institucionalizados, aspectos,
donde claramente aparece ese desalojo, partiendo del alto porcentaje de sujetos que fueron
abandonados por sus progenitores y en donde las figuras de amparo (tanto subjetivas como
sociales) aparecen desdibujadas. Es común escuchar, que la respuesta a la pregunta referida
al lugar de nacimiento, se refiera a la institución donde se produjo el parto, así como el día de
su nacimiento suele confundirse con el día en que se produjo la inscripción en el registro civil,
en otros casos; y lo que resulta aun más terrible; no recuerdan su fecha de nacimiento, infi-
riéndose no solo la indefensión social padecida, sino además la vulnerabilidad afectiva sufrida.
La ausencia de un relato que propicie la construcción de un velo simbólico o imaginario a lo
real, se hace aun más evidente frente a los diferentes hechos traumáticos narrados. El
abandono; la violencia; el padecimiento subjetivo; las carencias económicas sufridas, suelen
ser en la mayoría de los casos relatados desde un discurso distante, desfectivizado y en
ocasiones naturalizados ―…no conozco a mi papá…no sé porque se fue…nunca pregunté qué
pasó…‖ ―…nos pegaba pero era así…‖. Posiciones que podrían entenderse como moda-
lidades defensivas adoptadas. Por lo que propiciar que estas situaciones de despojo, sean
vivenciadas como conflictos, en donde pueda aparecer la angustia, conlleva otro de los
desafíos de nuestra escucha.

74
El lugar del analista y el advenimiento de un sujeto.
Relato de una experiencia

Se trata de un sujeto al que llamaremos Juan, de 24 años de edad, al que en función de un


requerimiento judicial (libertad condicional), tuve que entrevistar, en virtud de realizar el informe
técnico correspondiente.
Juan se presenta predispuesto al encuadre, utilizando un lenguaje amplio y fluido, lo que
permitiría inferir una posición afectuosa y correcta frente al otro.
De su historia de vida, se destaca que su madre lo había abandonado a muy temprana
edad, quedando a partir de entonces al cuidado de su padre. De este abandono, Juan no pue-
de dar cuenta ―….mi papá nunca me contó, y yo no pregunté...‖. En este punto podemos pen-
sar en la posibilidad de historizar.
De la vida con su padre relata, que no mantenía un vínculo cercano y que tendría
problemas en la ingesta de alcohol ―…no era un buen padre…‖.
La situación económica era precaria y tuvo que comenzar a trabajar a temprana edad, al
principio como vendedor ambulante, motivo por el cual habría abandonado la escuela pri-maria.
A los 17 años conoce a su actual esposa, con la que tiene dos hijos, respecto de su esposa
dice ―….ella es mi familia…‖. Mantiene una muy buena relación con ella, y espe-
cialmente con su suegra quien parecería encarnar la figura materna y un rol de amparo del que
siempre careció ―…me dio vergüenza cuando vino a visitarme a la cárcel, ella siempre
estuvo….‖. Lo que denotaría además una figura que podría funcionar como reguladora,
alguien que puede establecer una legalidad ―…cuidate hijo, me decía…‖. El informe psico-
lógico, rescataba un incipiente proceso reflexivo y la necesidad de propiciar la inclusión a
medios sociabilizadores, que le propicien herramientas, tales como una actividad educativa y
tareas laborales.
Luego de unas semanas, recibo el pedido (por parte del jefe de penal de la institución), que
entreviste a Juan, por un posible intento de suicidio, acto que se habría producido autolesio-
nándose en el estómago.
Recibo a Juan, quien llega a la entrevista con un caminar muy lento, una actitud introvertida
y la mirada dirigida al suelo. Le pregunto qué había sucedido, con mucha dificultad comienza a
relatar (en tono monocorde y voz tenue), que había mantenido una discusión con su esposa.
¿Por qué se lastimó? ―ya no valgo ―, me dice. ¿Qué hizo que piense eso? , allí Juan comienza
a decir, siempre con tono desafectivizado y mirada hacia abajo, que había hablado con su sue-
gra y que su hija le había comentado de la discusión que habían tenido con él. Lo que hizo que
su suegra decida no recibirlo en su vivienda (en el caso de recobrar su libertad). Su suegra lo
había dejado nuevamente sin lugar. A medida que Juan hablaba, recordaba su historia y podía
suponer los efectos de este nuevo abandono. Mis intervenciones no producían efecto, Juan no
aparecía y el riesgo de un nuevo intento de suicidio era alto. Luego de una larga entrevista, con
intentos fallidos de mi parte, y bastante desanimada, decido terminar la misma, pero antes le
digo: ―Juan, me voy preocupada por vos‖.

75
Ante mis dichos, casi inmediatamente levanta su cabeza, y logra por primera vez mirarme a
los ojos, su postura corporal parece relajarse y me dice ―quiero hablar con usted doctora‖.
La entrevista se extendió un tiempo y me comprometí a volver a llamarlo.
Este tipo de intervención, casi intuitiva, parecía haber conmovido su posición, propiciando su
alojamiento como sujeto. Luego de algunas entrevistas más, en donde pudo apreciarse la
presencia de angustia, pero acompañada con una clara modificación de su posición mortificante
a una posición más vital, a Juan lo trasladan a otra Unidad Carcelaria, y no volví a verlo.

No obstante, y frente a la interrupción abrupta de los encuentros con Juan, decido realizar
interconsulta con el área de salud perteneciente a la Unidad Penitenciaria donde lo habían
alojado, solicitando se lo incluya en tratamiento psicológico. Luego de unas semanas logro
realizar una comunicación telefónica con la psicóloga de esa Unidad, en la que me informa que
Juan estaba asistiendo a entrevistas con ella.

A modo de conclusión

Desde una perspectiva dinámica del delito, en donde el acto delictivo es pensado como
efecto y no como causa, el desafío del profesional psicólogo en la Institución carcelaria será
escuchar al sujeto que existe detrás del delincuente. Esta tarea no resulta sencilla, supone
ubicarnos en lo que no cierra del discurso. Esto es ni del lado de la seguridad, ni del lado del
sujeto, sino en las hendijas institucionales y subjetivas. Un pivoteo que resultara seguramente
desgastante y muchas veces fallido.
La función de un analista dentro de la cárcel, será una apuesta al encuentro con ese sujeto,
para que desde un posible acto, solo evaluado a posteriori, advenga un sujeto más responsa-
ble, menos alienado, mas critico ( no solo de lo establecido), sino de su propia historia, un suje-
to en definitiva más libre.
Pero seamos honestos, muchas veces la inercia institucional también nos atraviesa y nos
sentimos agobiados. Sin embargo, como lo señala Bleichmar, existe una asimetría entre los
sujetos que se encuentran institucionalizados, privados de su libertad y los que trabajamos con
ellos. Las posibilidades de construir que tenemos no son las mismas y esto supone asumir una
responsabilidad. No puede tratarse solo de cumplir una tarea, un deber. Es como sucedía con
los rescatistas en el terremoto: el encontrarse con un cuerpo vivo, los hacía sentirse salva-dos.
Esto supone, como decíamos, una posición ética, una ética de la escucha que ―permita la
palabra‖ y ponga luz a tanta oscuridad.

76
Bibliografía

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77
CAPÍTULO 8
Actualidad de lo grupal en Salud Mental.
Breve recorrido socio-histórico
Ramiro Bravo

Si nos preguntamos por el origen de los grupos terapéuticos se pueden rastrear sus raíces
en los primitivos ritos chamánicos tanto como las tragedias griegas y las obras de teatro
medievales religiosas, donde se perseguía el objetivo de generar curaciones y cambios de
conducta.
La misma condición de prematurez humana y su consecuente carencia de instintos conlle-
van al ser humano a resolver la exigencia por parte del medio biológico y natural de sobrevivir
adaptándose al medio, construyendo un lazo con otro ser humano que lo ampare e introduzca,
gradualmente, en el mundo social y cultural. Mundo que lo produce al mismo tiempo que es
producido por él mismo. De este modo, la condición humana plantea desde sus inicios una
característica social mediante la cual se produce la construcción del ser humano en tanto ser
biológico, social, psicológico y cultural.
Con el correr de los siglos, en la Edad Media, con el fin de ayudar a los enfermos mentales,
numerosos monasterios sirvieron como asilo. Las sesiones grupales de hipnosis dirigidas por
Mesmer y el movimiento de tratamiento moral favorecían saludables interacciones de grupos y
experiencias sociales reconstructivas entre los pacientes mentales.
Muchos autores coinciden en otorgarle a J. L. Moreno la iniciativa en la construcción moder-
na y sistemática del campo de lo grupal y la sociometría.
Jacobo Levi Moreno era médico y director de teatro, de nacionalidad rumana que, en 1913,
se encontraba residiendo en Viena cuando su interés pedagógico se orientó hacia el estudio de
los grupos sociales marginados. A este respecto, dirigió sus investigaciones al mundo de la
prostitución y la pobreza; Moreno reunía pequeños grupos de prostitutas y vagabundos para
que discutiesen sobre diversos problemas.
A través de esta práctica, observó que estos grupos podían constituir una forma de terapia
colectiva, mediante la cual cada persona desempeñaba una función terapéutica respecto de los
demás. Profundizó en sus trabajos y el resultado de su esfuerzo se materializó en la elabora-
ción de una técnica psicológica para la curación colectiva: el psicodrama.
Se le otorga al psicodrama, la capacidad de poder liberar los sentimientos de las personas,
sus traumas y tabúes, e incluso alcanzar una catarsis de integración (cuerpo-mente-ambiente).

78
―Históricamente, el psicodrama, representa el punto decisivo en el pasaje del tratamiento del
individuo aislado, hacia el tratamiento del individuo en grupos, del tratamiento del individuo con
métodos verbales, hacia el tratamiento con métodos de acción‖. (J.L.Moreno).
En el año 1945, Kurt Lewin, fundó en la universidad de Harvard, el centro de investigaciones
sobre dinámica de grupos. Con este autor, el grupo se convertiría en el auténtico taller de la
psicología social. Tanto el psicoanálisis como la teoría sociológica funcionalista se interesaron
por la dinámica de grupos.
Por otro lado, en New York, S. R. Slavson, a mediados de la década del treinta, registró que
los muchachos en edad de latencia, típicamente inhibidos y afectados, ganaban en esponta-
neidad gracias a las interacciones dentro de un grupo. De modo que puso en marcha una tera-
pia de actividad grupal, que se orientaba a la expresión de fantasías y sentimientos mediada
por la acción y el juego.
A su vez, un clima permisivo dentro del grupo favorece una regresión benigna, a partir de la
cual pueden expresarse conflictos precoces en el contexto de un medio aceptador y estable.
Los ingredientes terapéuticos básicos surgen de la interacción de los niños entre sí y con el
terapeuta. Con fines terapéuticos se utilizan dentro del grupo diversos materiales, instrumentos,
juguetes y alimentos
Un aporte novedoso fue el de Fritz Redl en Viena, al trabajar con grupos de diagnósticos de
niños en contexto hospitalario. Se abrieron así nuevos caminos en el abordaje grupal para el
tratamiento de niños y adolescentes con trastornos graves en el medio hospitalario. Redl tam-
bién escribió sobre psicoanálisis grupal y propagó y estimuló la aceptación de la terapia de
grupo entre sus colegas psicoanalistas.
Alexander Wolf desarrolló un abordaje freudiano para terapia de grupo con adultos, forma-
dos por diez personas, que se someten a lo que, con toda propiedad, se puede llamar un análi-
sis personal en grupo. El destinatario final de todo el proceso era cada uno de los participantes.
La base teórica empleada era el mundo conceptual psicoanalítico, y su principal herramienta de
trabajo la asociación libre y la interpretación del inconsciente personal.
Entre los años 1945 y 1960 dos escuelas de abordaje terapéutico grupal se destacaron: la
estadounidense (Hadden, Wolf, Berger, Shaskan y Berne) y la británica (Anthony, Foulkes,
Bion, Bierery, Rickamna).
En la década de los años cincuenta existieron imprevisibles disputas y luchas hegemónicas
entre diversas escuelas de pensamiento. La literatura a fin demostró la aplicabilidad del trata-
miento grupal en diferentes escenarios, y en diferentes tipos de poblaciones.
La década de los sesenta constituyó el escenario propicio para una proliferación de centros
de salud mental por lo que existió una gran demanda de Terapia de Grupo y las técnicas liga-
das a la misma en todo el mundo.

79
Nacimiento de lo grupal en Argentina

Se puede partir rastreando el surgimiento de lo grupal en nuestro país, dentro del plano de
la historia política nacional, en la década en la cual gobernó el peronismo (1945-1955). En lo
respectivo al psicoanálisis, cabe destacar, la fundación en diciembre de 1942- de la Asociación
Psicoanalítica Argentina (APA), institución en la cual Enrique Pichon-Rivière, Marie Langer y
Emilio Rodriguè ocuparían un lugar destacado, entre otros.
En dicho período el psicoanálisis se consolidó como práctica clínica individual. Más tarde,
en 1954 se fundó la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo (AAPPG), con
una parte de los miembros de la APA. Es posible afirmar que el clima socio-cultural,
psiquiátrico y psicoanalítico posterior a la segunda guerra mundial ya avizoraba el pasaje de la
higiene mental a la salud mental, que fue instituida en 1957 con la creación del Instituto
Nacional de Salud Mental (INMS).
Instituto que posibilitó regular las actividades de los profesionales promoviendo políticas que
permitieron a los psiquiatras reformistas realizar ciertas modificaciones en la estructuras asis-
tenciales manicomiales.
En relación a la terapia grupal, durante los años 40 Pichon-Rivière inició las primeras prácti-
cas con grupos de pacientes y familiares en el Hospicio de las Mercedes (actual hospital José
T. Borda situado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) Allí, uno de sus primeros trabajos
consistió en organizar grupos de enfermeros e instruirlos en el trato del paciente; pues en esos
momentos uno de los principales problemas era el maltrato que por desconocimiento impartían
los enfermeros a los pacientes. A raíz de esta situación crea la técnica del Grupo Operativo,
"...en esos grupos discutía con los enfermeros los diferentes casos que había, se trataba así de
darles un panorama general de la psiquiatría. El aprendizaje de los enfermeros fue sorprenden-
te. Ellos tenían acumulada gran experiencia, dado que casi todos, habían trabajado años en el
Hospicio. Su dificultad era que no podían conceptualizar; entonces, esa experiencia no les ser-
vía para nada...". Las condiciones mejoraron grandemente. Debido a un prolongado paro de
enfermeros, debió capacitar a los enfermos que mejor se encontraban ocupando este rol;
"...Por ultimo estos internos mejoraban ostensiblemente su salud mental. Tenían una nueva
adaptación dinámica a la sociedad, especialmente porque se sentían útiles...".
Como todo cambio instituyente que altera el orden establecido, no tardaron en aparecer
posturas reaccionarias de otros profesionales y la intención de sabotear su trabajo lo condujo a
renunciar a su trabajo en el Hospicio. Habiendo registrado una marca significativa en dicha
experiencia. A partir de dicha praxis surgieron estas reflexiones: "...Existe en nuestra sociedad,
un aparato de dominación destinado, en última instancia, a perpetuar las relaciones de produc-
ción; vale decir relaciones de explotación. Este aparato de dominación tiene sus cuadros en
psiquiatras, psicólogos, y otros trabajadores del campo de la salud, que vehiculizan, precisa-
mente, una posición jerárquica, dilemática y no dilemática de la conducta. Son líderes de la
resistencia al cambio, condicionantes de la cronicidad del paciente, al que tratan como un suje-
to equivocado desde un punto de vista racional. Estos agentes correctores, cuya ideología y

80
personalidad autocrática les impide incluir, una problemática dialéctica en el vínculo terapéuti-
co, establecen con sus pacientes relaciones jerárquicas en las que se reproduce el par domi-
nador - dominado. Se incapacitan, así, para comprometerse, también ellos como agentes -
sujeto de la tarea correctora..." ("Conversaciones con Enrique Pichón Rivière sobre el arte y la
locura", de Vicente Zito Lema, Ediciones Cinco).
Hacia el final de este período pueden localizarse diversas prácticas que se aproximan al
grupo como objeto de intervención terapéutica: el abordaje pediátrico de Florencio Escardó, la
Escuela para Padres, el psicoanálisis de niños, el análisis individual (que en ciertos casos ha-
llaba dificultades para circunscribir al paciente de su pareja y su familia) y las psicoterapias
grupales estrictamente.
A comienzos de los años 50` otro grupo de psicoanalistas de la APA se sumó a las perso-
nas trabajadoras del el hospicio de las Mercedes persiguiendo el objetivo de desarrollar técni-
cas de terapia grupal más ortodoxas. Emilio Rodríguez fue uno de ellos, cuya gran parte de su
formación analítica se desarrolló en Inglaterra junto a Melanie Klein. Allí también tuvo la opor-
tunidad de estudiar junto a Wilfred Bion las teorías de psicoanálisis grupal, en la clínica Tavis-
tock. Hacia 1954, Rodrigué fue uno de los fundadores de la Asociación Argentina de Psicología
y Psicoterapia de Grupo, desde donde se organizaron cursos y se promovieron con éxito las
terapias de grupo de orientación psicoanalítica. La Asociación organizó exitosamente, en 1957,
la primera conferencia Latinoamericana de Terapia de Grupo en Buenos aires, y en 1962 co-
menzó a editar la revista de Psicología y Psicoterapia de grupo.
Los miembros de dicha asociación desempeñaron funciones didácticas al dar conferencias
regularmente en la Facultad de Medicina a pedido de los estudiantes. Así mismo, los servicios
psiquiátricos de los hospitales públicos ofrecían distintas formas de terapia grupal. Se puede
nombrar al servicio de pediatría del Hospital de Niños, cuya jefatura estaba coordinada por F.
Escardó y en colaboración de Diego Gracia Reynoso (APA).
En dicho servicio, los psicólogos trabajaban con médicos y psiquiatras en ―equipos terapéu-
ticos‖ en los cuales se practicaba una forma del psicoanálisis poco ortodoxa, sirviendo a las
necesidades del hospital público pediátrico. Muestra de su eficacia es que hacia 1968, los
equipos terapéuticos lograron atender a màs de 10.000 niños.

Consecuencias de la implementación de la terapia de


grupo en la Argentina de los años 60 y 70:

Durante los comienzos de los años 60 se expandió notablemente la cantidad de personas


hacia las cuales se orientaban las terapias analíticas en general. La terapia de grupo, en parti-
cular representaba menor gasto económico, en comparación con la analítica tradicional, que se
implementaba con tres o hasta cinco sesiones por semana.
Hospitales públicos, tanto como centros de salud periféricos, se volvieron receptivos a la
aplicación de este tipo de tratamientos a partir de los años 1955 y 1956. Por su parte, el con-

81
cepto de psicología de grupos también se propagó permitiendo un uso no sólo terapéutico del
término sino, más bien, se extendió a las relaciones laborales y organizacionales. Grupos de
orientación psicoanalítica proliferaron entre maestros de escuela, empleados públicos, banca-
rios, compañeros de trabajo en general y músicos que esperaban mejorar la dinámica de sus
vínculos de trabajo y personales.
La terapia grupal permitió a los psicólogos trabajar en equipos junto s los médicos en una si-
tuación muy cercana a la simetría. La Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de
Grupo admitía a graduados en psicología como miembros titulares. Dicho uso ampliado de los
conceptos y las técnicas de origen psicoanalítico redefinió el alcance y el estatus profesional de
la disciplina. Para los promotores de la terapia de grupo, el psicoanálisis no era especialidad
médica, sino que tenía su lugar entre las ciencias sociales junto con la antropología, la psicolo-
gía y la sociología.
Otra consecuencia importante de la implementación de la terapia de grupo fue la creación
de canales alternativos de difusión de los conceptos e ideas psicoanalíticas. Médicos progresis-
tas que trabajan en los hospitales públicos y centros de salud periféricos, derivaban pacientes a
los grupos donde podían recibir tratamiento gratuito, difundiendo así la psicoterapia entre hom-
bres y mujeres de escasos recursos económicos.
La gran cantidad de personas que realizaban tratamiento terapéutico grupal introdujo al-
gunas nuevas preocupaciones entre sus participantes. El primer tema de discusión fue el
encuadre. ―…Mientras los psicoanalistas tradicionales podían ignorar las condiciones políti-cas
y sociales o, en el mejor de los casos, verlas a través de lentes psicoanalíticos, en un hospital
estas condiciones se presentaba de una manera brutal. Uno de los grupos de Marie Langer
enfrentó problemas serios que pusieron en riesgo su propia existencia: cambio de
observadores, dificultades con el servicio de enfermería, dos revoluciones, etc‖ no había na-da
que hacer hasta esperar que el panorama se aclarase un poco…‖. (Mario Ben Plotkin-2003-
Freud en las pampas‖)
En esos años también proliferó notablemente el Psicodrama, introducido en primer lugar por
Jaime Rojas Bermúdez, María Rosa Glaserman y Eduardo Pavlovsk, jóvenes miembros de la
APA, quienes fundaron, a su vez, la Asociación de Psicodrama y Psicoterapia de Grupo a co-
mienzos de los años 60.
Si bien seguían la técnica desarrollada por Jacobo Moreno, con quien estudiaron en New
York a fines de los 50, le agregaron un giro psicoanalítico al psicodrama que más tarde, en el
caso de Rojas Bermúdez, devendría en la creación de su propia escuela de Psicodrama con la
creación de una teoría y técnicas originales (Teoría del núcleo del yo-Esquema de roles, técni-
cas: construcción de imágenes sicodramáticas, objeto intermediario e intraintermediario, sico-
danza, comunicación natural-lectura de formas). Dicha propuesta nació como resultado de la
sistematización de los descubrimientos de Moreno en conjunción con lo desarrollado por Pi-
chòn-Rivire en cuanto a sus críticas de la evolución de la libido en la teoría freudiana y la de-
marcación de los fenómenos inscriptos en las áreas ―mente cuerpo y ambiente‖. En relación al
marco teórico o esquema referencial de su teoría, los aportes enriquecedores de la sociología,

82
psicología social, etología, psicoanálisis, teoría de la comunicación, proxémica y la neurofisio-
logía, dieron cuerpo sólido a la construcción de un modelo teórico creado desde el campo clíni-
co cuyo nombre dio en llamarse: ―Sicodrama‖, diferenciándose así del psicodrama de Moreno y
del psicoanalítico.
Por aquellos años (mediados de los 60 y principios de los 70) el psicodrama colocó a la psi-
coterapia fuera del consultorio y la aplicó desde un nuevo encuadre llamado el psicodrama
público: ―El Sicodrama público ha demostrado ser una nueva forma de obtener un mayor acer-
camiento entre la sociedad y la psicoterapia. Su principal característica reside en que, al ser
público, permite la afluencia de elementos representativos de diversos grupos sociales. La se-
sión de sicodrama público enfatiza el hecho de que el resultado es algo compartido: se trata de
una tarea común en la que todas las personas que participan están comprometidas, y lo que
sucede en la sesión es el resultante de todos los esfuerzos y rechazos. Se brinda una acción
terapéutica directa –a través de la situación dramatizada- e indirecta –por los efectos de la
dramatización en el auditorio y por la estimulación de la actividad creativa en todos los partici-
pantes-; al mismo tiempo que se trata de un vehículo de detección de conflictos y patologías
individuales y sociales, y un medio para su prevención y resolución... Por las características del
grupo reunido y la situación planteada, se favorece un acercamiento entre lo social y lo
terapéutico que de otro modo sólo quedaría reducido generalmente a ámbitos profesionales.
(Jaime Rojas Bermúdez – 1997-teorìa y técnica psicodramáticas)
No obstante, los acontecimientos sociales y políticos ocurridos en la segunda mitad de la
década del 70 obstaculizaron en demasía la proliferación del trabajo terapéutico grupal. Ya en
1975, relata Mario Ben Plotkin, ―…Marie Langer se vio obligada a emprender el camino de exi-
lio por segunda vez en su vida, esta vez a México, cuando un paciente le reveló que su nombre
figuraba en la lista de muerte de la triple A. Bandas paramilitares de derecha allanaron la
APBA.‖.(Plotkin, M 2003) Los servicios psiquiátricos progresistas que se habían creado en los
años 60 y principios de los 70 fueron cerrados por la fuerza y su personal fue exonerado y en
muchos casos estuvo sujeto a persecuciones. Mauricio Goldemberg tuvo que exiliarse del país
luego de que los militares asesinaran a dos de sus hijos que participaban en grupos de izquier-
da revolucionaria. Al sucesor de Goldemberg en el servicio del Lanús, Valentín Baremblit tam-
bién lo secuestraron y luego de su detención tuvo que exiliarse también. A muchos servicios
similares al del Lanús, ejemplar en el abordaje socio comunitario y grupal los desmantelaron.
Las Universidades fueron intervenidas por las autoridades militares y en el caso de la carre-
ra de psicología fue instaurado el cupo cero que no permitía el ingreso de nuevos alumnos y
los que continuaban cursando lo hacían en condiciones de extrema vigilancia. Los planes de
estudio se vieron forzados a modificarse, los autores de teoría de grupos y de vertiente social
fueron borrados de las currículas.
La última dictadura cívico-militar trajo aparejados efectos de carácter más general (ade-más
de la persecución y desaparición directa de profesionales de la salud mental), sobre el mundo
psi en general y la corriente grupal en particular. El más evidente de ellos fue la des-politización
del psicoanálisis y la interrupción del diálogo entre el psicoanálisis y la izquierda.

83
No obstante, más allá del pánico impartido por el régimen dictatorial, algunos psicoanalistas y
psicólogos participaron activamente en movimientos de derechos humanos, aun poniendo
peligrando sus vidas.
Con el retorno de la democracia en 1983, y la posterior reapertura de las carreas de Psi-
cología, (en el caso de La Plata, año 1985) la corriente grupal afloró nuevamente con las
publicaciones de ―Lo grupal‖, encabezadas por Eduardo Pavlovsky, Ana María Fernández,
Keseelman, Bauleo, Langer, Fisache, Baremblitt, De Brasi, Saidon, Percia, entre muchos otros,
donde se editaron diez volúmenes desde 1983 a 1993. Allí puede registrase la produc-ción en
relación a lo grupal desde autores que, en su mayoría, desde el exilio, incorporaron nuevos
referentes teóricos de la filosofía, el arte, la sociología y antropología. En dichas pu-blicaciones
no sólo se renovó la producción teórica del campo grupal sino también sirvió co-mo elaboración
de los años de exilio, de la violencia ocurrida durante la última dictadura, sus efectos en la
subjetividad de las personas y en consecuencia, los efectos en las formas de trabajar con
grupos e instituciones.

El desafío del presente

Ya instalado el neoliberalismo, posterior a la última dictadura militar y con el regreso de la


democracia, los años 90 se vieron teñidos de grandes cambios en políticas de desmantela-
miento del estado, convirtiendo la subjetividad de la época en un terreno fértil para vulnerabili-
dad de los DDHH, donde la crisis económica moldeó una subjetividad de época totalmente
diferente a la de los 60 y 70, distinta a aquella prefigurada por la transición de los 80, donde
proliferaron las terapias individuales de carácter privado, mientras que la salud y educación se
vieron abatidas por un estado cada vez más ausente, cuyo rol devino en mero administrador de
los recursos de estado.
La formación de los psicólogos y su correspondiente campo de aplicación se vio afectada
por estas políticas, lo cual se tradujo en menor formación para lo socio comunitario y mayor
transmisión de un modelo clínico neoliberal orientado a tratamientos individuales y de carácter
privado.
Con la crisis del año 2001 y el consecuente cambio de gobierno que devino en la vuelta del
Peronismo encarnado por una coalición de centro izquierda llamada ―Kirnerismo‖ (2003-2015),
el estado cambió su rol y comenzó a recuperar espacios antes perdidos o privatizados, en la
vida de las personas, interviniendo desde políticas de estado en temas de DDHH e inclusión
social, salud, educación y economía social.
Se llevó a cabo una reparación de la memoria colectiva de la sociedad impulsando los jui-
cios a personas que ejercieron crímenes de lesa humanidad, en una dirección reparadora de
los derechos vulnerados durante la última dictadura militar y en lo referido al trauma social ocu-
rrido, sentó las bases para un cambio de paradigma en relación a la salud mental.

84
El 2 Diciembre de 2010 se promulgó la ley nacional de salud mental 26.657 promulgando un
cambio total de paradigma al concebir desde el inicio los derechos humanos de personas con
padecimiento mental, entendiendo la siguiente definición:

―ARTICULO 3° — En el marco de la presente ley se reconoce a la salud mental


como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos,
culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica
una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos
humanos y sociales de toda persona.

Se debe partir de la presunción de capacidad de todas las personas. En ningún


caso puede hacerse diagnóstico en el campo de la salud mental sobre la base
exclusiva de:
a) Status político, socio-económico, pertenencia a un grupo cultural, racial o reli-
gioso;
b) Demandas familiares, laborales, falta de conformidad o adecuación con valo-
res morales, sociales, culturales, políticos o creencias religiosas prevalecientes
en la comunidad donde vive la persona;
c) Elección o identidad sexual;
d) La mera existencia de antecedentes de tratamiento u hospitalización‖.

Devolviendo así la condición social y humana que la última dictadura militar y la consecuen-
te instalación del neoliberalismo de los 90 había borrado.
De este modo, tanto sea en el ámbito privado como en lo público, la ley rescata nuevamente la

vertiente grupal de los tratamientos en salud mental al enunciar en su modalidad de abordaje:

ARTICULO 8° — Debe promoverse que la atención en salud mental esté a car-


go de un equipo interdisciplinario integrado por profesionales, técnicos y otros
trabajadores capacitados con la debida acreditación de la autoridad competente.
Se incluyen las áreas de psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería, tera-
pia ocupacional y otras disciplinas o campos pertinentes.
ARTICULO 9° — El proceso de atención debe realizarse preferentemente fuera
del ámbito de internación hospitalario y en el marco de un abordaje interdiscipli-
nario e intersectorial, basado en los principios de la atención primaria de la sa-
lud. Se orientará al reforzamiento, restitución o promoción de los lazos sociales.

Abriendo la posibilidad de restablecer el trabajo interdisciplinario, de atención comunitaria


priorizando la restitución y promoción de lazos sociales.
Es un gran desafío para el terreno de la terapia grupal recuperar el terreno vaciado por el te-
rrorismo de estado impulsado por la última dictadura militar, los efectos de individualismo, rup-
tura de lazo social desde un estado neo-liberal de finales de los años 80 y los 90. El exilio de
tantos teóricos de lo grupal y así también, la escasa incorporación de autores de escuela ar-

85
gentina de psicoanálisis y grupos, en la formación de grado las carreras de psicología con su
reapertura en la democracia.
Es un carácter ya distintivo de la corriente de trabajo psicoterapéutico grupal el contradecir
muchas veces, con su práctica, el orden establecido de las cosas que tanta violencia produjo
en los años de dictadura militar pero que tanta liberación arrojó en sus inicios por los años 50 y
consolidación de los 60.
Hoy en día con un marco legal que protege, ampara y posibilita, como es la nueva ley de sa-
lud mental, el terreno es fértil para que dichas prácticas vuelvan a proliferar desde la formación
de profesionales a fines con el campo de la salud mental y la salud en general, tanto como la
práctica cotidiana de quienes hoy, trabajamos con personas.

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psicólogos, distrito XI, Nº 32.
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imaginario grupal".
Plotkin, M. (2003). Freud en las Pampas. Editorial Sudamericana. Buenos Aires.
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Pichón Rivière, E. (1975). Enfermedad Única. Estructura de una escuela destinada a psicólo-
gos sociales. El proceso grupal. Buenos Aires: Ed. Nueva Visión.
Rodrigué, E. (1996): El Siglo del Psicoanálisis. Buenos Aires: Sudamericana.
Rojas Bermúdez, R. (1984). ¿Qué es el psicodrama? Buenos Aires: Celsius.
Rojas Bermúdez, R. (1985). Títeres y psicodrama. Buenos Aires: Celsius.
Rojas Bermúdez, J. (1997). Teorías y técnicas psicodramáticas. Barcelona: Paidós.
Stolkiner, A. (1994). Tiempos Posmodernos: Procesos de Ajuste y Salud Mental, en Políticas
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Ulloa, F. (1995). Novela Clínica Psicoanalítica: Historial de una Práctica. Buenos Aires, Paidos.

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Los Autores

Bravo, Ramiro
Licenciado en Psicología UNLP. Director en Sicodrama Asociación Argentina de Psicodrama y
Psicoterapia de Grupo. Docente Extensionista de la Facultad de Trabajo Social de la Universi-
dad Nacional de La Plata. Auxiliar docente de la cátedra de Introducción a la Psicología FTS-
UNLP. Docente en la Asociación de Sicodrama Jaime Rojas Bermúdez de-La Plata.

Fischquin, Roxana
Profesora de Psicología Universidad Nacional de La Plata. Prof. Adjunta de la Cátedra Intro-
ducción a la Psicología de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP. Coordinadora de Proyec-
tos de extensión de la Fahce y FTS. UNLP
Cuenta con formación de Posgrado relacionada al campo de la intervención interdisciplinaria en
DDHH y Educación. Niñez y adolescencia.
Integrante del equipo interdisciplinario distrital de alta complejidad en orientación familiar per-
teneciente a la Modalidad de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social de la DGCyE de la
provincia de Buenos Aires. .
Coordinadora del equipo interdisciplinario del programa Derechos del niño perteneciente a la
DGCyE y UNICEF. Año 2008.
Su práctica profesional y formación en post grado se vincula a temas de familia y educación.

Marchionni, Ana María


Licenciada en Trabajo Social (FTS. UNLP) Profesora de Psicología (Facultad de Psicología.
UNLP). Docente Extensionista de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de
La Plata. Prof. JTP cátedra Trabajo Social y Análisis Institucional (FTS UNLP) Auxiliar Docente
Cátedra Introducción a la Psicología (FTS. UNLP) Jefe de Sala de Trabajo Social del Hospital
Zonal de Agudos Dr. Mario V Larrain de la ciudad de Berisso. Cuenta con formación de post
grado en Análisis Institucional y Atención Primaria de la Salud.

Naclerio, María Laura


Licenciada y Profesora en Psicología. Profesora de Enseñanza Media Normal y Especial en
Historia (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de La
Plata) Docente Extensionista de la UNLP. Profesora Titular en la Cátedra Introducción a la Psi-

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cología de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP (Cargo Actual). Se ha desempeñado
además como Profesora Titular del Curso Introductorio de la Carrera de Psicología. De la mate-
ria Psicología Genética. Profesora Adjunta a Cargo de la materia Corrientes Actuales en Psico-
logía. Profesora Adjunta de las materias Psicología 1 y Psicología 2 y otros cargos docentes en
la Carrera de Psicología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación desde el
año 1987 al 2006. Integrante del Equipo de Acompañamiento a Testigos del Comité para la
Defensa de la Salud, la Etica y los Derechos Humanos desde el año 2009. Cuenta con un largo
recorrido y formación de post grado en el área clínica y en las Ciencias Sociales.

Ramacciotti, Cynthia
Licenciada y Profesora en Psicología (Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de La
Plata). Codirección y Coordinación en proyectos de Extensión en la Facultad de Trabajo Social
y Psicología de la U.N.L.P. Auxiliar Docente en la cátedra Introducción a la Psicología FTS.
UNLP. Becaria en el Proyecto Especial ―Reparación, Digitalización y Preservación de Legajos
de Estudiantes de la Universidad Nacional de La Plata Victimas del Terrorismo de Estado‖
Prosecretaría de DDHH de la UNLP. Psicóloga en la Subsecretaría de Determinantes Sociales
de la Salud, la enfermedad física, mental y las adicciones Ministerio de Salud de la Provincia de
Buenos Aires..Docente en el. Área de Responsabilidad Penal Juvenil Organismo de la Niñez y
la Adolescencia de la Provincia de Buenos Aires. Cuenta con formación de post grado en te-
mas de Infancias y Juventudes y Salud Mental Comunitaria.

Reuter, Norma
Licenciada en Psicología (UCALP). Docente Extensionista de la Facultad de Trabajo Social de
la Universidad Nacional de La Plata. Auxiliar Docente Cátedra Introducción a la Psicología
(FTS.UNLP). Psicóloga en el Centro de Salud Nro. 35 (Berisso). Programa ATAMDOS. Ministe-
rio de Salud de la provincia de Buenos Aires. Formación de post grado en el área clínica con
niños y adultos. Formación de post grado en el área comunitaria-interdisciplinaria.

Sánchez, María Virginia


Lic. En Psicología (Universidad Nacional de La Plata). Docente Extensionista en la Facultad de
Trabajo Social. UNLP. Auxiliar Docente en la materia Introducción a la Psicología FTS UNLP.
Psicóloga en áreas dependientes del Ministerio de Justicia de la Provincia de Buenos Aires.
Cuenta con formación de posgrado en las áreas clínica e institucional.

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