Los Frutos Del Espíritu Santo
Los Frutos Del Espíritu Santo
Los Frutos Del Espíritu Santo
1-Amor
II. Gozo
III. Paz
IV. Paciencia
V. Benignidad
VI. Bondad
VII. Fe
VIII. Mansedumbre
IX. Templanza
INTRODUCCION
La Biblia enseña que los que estamos en Cristo hemos sido llamados a
ser libres de las demandas de la ley de Moisés. Pero al mismo tiempo se
nos exhorta a no hacer uso de esta libertad como ocasión de la carne,
sino que no sirvamos unos a otros por amor (Gálatas 5:13).
Otra cosa que aprendemos es que no sólo debemos ser llenos del
Espíritu Santo sino que también debemos andar o vivir en el Espíritu. Si
lo hacemos así no daremos lugar a satisfacer los deseos de la carne
(Gálatas 5:16; Romanos 8:4-9, 12, 13). Para que esto sea una realidad, el
creyente tiene que cooperar con el Espíritu Santo. La Biblia se refiere a
esta actitud como autodisciplina o templanza. Con ese fin se nos manda
hacer morir las obras del cuerpo, es decir, de la carne pecaminosa. En
cambio, se nos presenta una lista de todas las cualidades o
características en que se ramifica el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22, 23).
En 2 Pedro 1:5-7 se nos da otra lista del fruto del Espíritu. Allí se hace
énfasis en que el cristiano debe someterse con todo empeño y diligencia
a la voluntad del Espíritu Santo. Debemos agregar algo más a nuestra fe;
es decir, debemos incrementarla por medio de la práctica y el ejercicio, a
fin de que se vayan uniendo a ella otras virtudes igualmente importantes
en el desarrollo de la vida cristiana.
EXPOSICION BIBLICA
I. Amor
Filipenses 1:9-11;
1 Juan 4:7-11
Pregunta: ¿Por qué dice Juan que todo aquel que ama es nacido de Dios
y conoce a Dios?
II. Gozo
Pregunta: ¿Cómo podemos hacer distinción entre este fruto del Espíritu y
la alegría, la diversión y los momentos placenteros que se disfrutan en la
vida?
Este es un gozo profundo y firme que persiste victorioso aun cuando las
cosas no marchen nada bien. La persona mundana puede disfrutar de
cierta felicidad momentánea, pero en cualquier instante se puede quedar
sin ella. Los no cristianos no saben lo que es el verdadero gozo. El
escritor inglés y profesor de la universidad de Oxford, C. S. Lewis dijo que
su conversión del ateísmo había sido un asunto totalmente intelectual. El
estudió los postulados del evangelio y se dio cuenta de que la verdad
estaba del lado de Cristo. Después de sus descubrimientos no tuvo más
remedio que decirle a Jesús:
III. Paz
Isaías 32:17
IV. Paciencia
Gálatas 5:22
Este aspecto del fruto del Espíritu nos ayuda a caminar la segunda milla,
dar la otra mejilla y resistir los insultos y las burlas que muchas veces
tenemos que sufrir, ya sea en lo personal o en las cosas de Dios.
Dios demostró su inmenso amor e infinita paciencia cuando envió a su
Hijo Jesucristo para que viniera a este mundo a dar su vida por los
pecadores, aun después de recibir tanta ofensa. (Vea Romanos 2:4; 9:22;
2 Pedro 3:9.) Jesús manifestó su amor al permanecer callado y soportar
con absoluta paciencia todas las injurias y el maltrato que sufrió cuando
estaba en manos de los pecadores (Isaías 53:7). Lo sublime de su
paciencia se echa de ver en que oró al Padre intercediendo por sus
enemigos (Lucas 23:34). Dios espera que nosotros también demostremos
ese mismo amor paciente hacia los que nos rodean (Efesios 4:1, 2).
¿Cómo vamos a demostrar la paciencia de Cristo y a desarrollar los
demás dones espirituales si persistimos en nuestro mal carácter hacia
aquellos por quienes murió Jesús? ¿Cómo podemos manifestar el amor,
el gozo, la paz y la benignidad como fruto del Espíritu Santo si
sucumbimos ante la tentación de la venganza? (Romanos 12:19; Efesios
4:2; Santiago 1:19).
Enseñanza práctica
En primer lugar, una persona podía ser llevada a la corte para demandar
la entrega de su túnica. Pero de acuerdo con la ley de Moisés se podía
dar la capa como garantía o fianza (Exodo 22:26, 27). En tales casos, la
capa debía ser devuelta antes del anochecer. La capa no sólo servía de
día sino que también era necesaria para protegerse del frío durante la
noche. Pero aunque, legalmente, nadie podía quitarle la capa a otro
individuo, Jesús manda a sus seguidores que demuestren su paciencia al
dar no sólo la túnica sino también la capa. Eso era dar más de lo que
requería la ley.
V. Benignidad
Santiago 3:13-18
Enseñanza práctica
VI. Bondad
Efesios 5:9
Efesios 5:8 indica claramente que este, así como todo el fruto del
Espíritu, es el producto de una vida llena de la luz del Señor. Estar
inundado de la luz de Dios es conocerlo más y más, a través de su
Palabra. Mientras más cerca andemos del Señor, más fácil se nos hace
desarrollar en nuestra vida el fruto del Espíritu Santo. Una de las
cualidades que surgen en una vida consagrada es la bondad: "Porque el
fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad" (versículo 9).
VII. Fe
VIII. Mansedumbre
Enseñanza práctica
IX. Templanza
Tito 2:2
Enseñanza práctica
El fruto del Espíritu está en conflicto directo con las obras de la carne
LLENOS DE FRUTOS DE JUSTICIA ,QUE SON POR MEDIO DE
JESUCRISTO,PARA GLORIA Y HONRA DE DIOS.
Porciones de E. dominical -Editorial Vida.
Los tres primeros frutos del Espíritu Santo son la caridad, el gozo y la
paz, que pertenecen especialmente al Espíritu Santo : la caridad, porque
es el amor del Padre y del Hijo ; el gozo, porque está presente al Padre y
al Hijo y es como el complemento de su bienaventuranza ; y la paz,
porque es el lazo que une al Padre y al Hijo.
Estos tres frutos están unidos y se derivan naturalmente uno del otro. La
caridad o el amor ferviente nos da la posesión de Dios; el gozo nace de la
posesión de Dios, que no es otra cosa que el reposo y el contento que se
encuentra en el goce del bien poseído. La paz que, según San Agustín;
es la tranquilidad en el orden, - Mantiene al alma en la posesión de la
alegría contra toda lo que es opuesto. La caridad excluye todas las
demás alegrías; la paz, toda clase de turbación y de temor.
La caridad es el primero entre los frutos del Espíritu Santo, porque es el
que más se parece al Espíritu Santo, que es el amor personal, y por
consiguiente el que más nos acerca a la verdadera y eterna felicidad y el
que nos da un goce más sólido y una paz más profunda. Dad a un
hombre el imperio del universo con la autoridad más absoluta que sea
posible; haced que posea todas las riquezas, todos los honores, todos los
placeres que se puedan desear; dadle la sabiduría más completa que se
pueda imaginar; que sea otro Salomón y más que Salomón, que no
ignore nada de toda lo que una inteligencia pueda saber; añadidle el
poder de hacer milagros: que detenga al sol, que divida los mares, que
resucite los muertos, que participe del poder de Dios en grado tan
eminente como queráis ; que tenga además el don de profecía, de
discernimiento de espíritus y el conocimiento interior de los corazones. Y
yo os digo, que al menor grado de santidad que pueda tener este
hombre, el menor acto de caridad que haga, valdrá mucho más que todo
eso, porque lo acercan al Supremo bien y le dan una personalidad más
excelente que todas esas otras ventajas si las tuviera; y esto, por dos
razones.
La paciencia ve con alegría todo aquello que puede causar tristeza. Así
los mártires se regocijaban con la noticia de las persecuciones y a la vista
de los suplicios. Cuando la paz está bien asentada en el corazón, no le
cuesta a la mansedumbre reprimir los movimientos de cólera; el alma
sigue en la misma postura, sin perder nunca su tranquilidad. Porque al
tomar el Espíritu Santo posesión de todas sus facultades y residir en
ellas, aleja la tristeza o no permite que le haga impresión ; y hasta el
mismo demonio teme a esta alma y no se atreve a acercársele.
La fe como fruto del Espíritu Santo, es cierta facilidad para aceptar todo
lo que hay que creer, firmeza para afianzarnos en ello, seguridad de la
verdad que creemos sin sentir repugnancias ni dudas, ni esas
oscuridades y terquedades que sentimos naturalmente respecto a las
materias de la fe.
Para esto debemos tener en la voluntad un piadoso afecto que incline al
entendimiento a creer, sin vacilar, lo que se propone. Por no poseer este
piadoso efecto, los judíos, aunque convencidos por los milagros de
Nuestro Señor, no creyeron en Él, porque tenían el entendimiento
oscurecido y cegado por la malicia de su voluntad. Lo que sucedió a los
judíos, respecto a la esencia de la fe, nos sucede con frecuencia a
nosotros en la tocante a la perfección de la fe, es decir, de las cosas que
la pueden perfeccionar y que son la consecuencia de las verdades que
nos hace creer.
Coma por ejemplo, nos dice que Nuestro Señor es a la vez Dios y
Hombre, y lo creemos. Si de aquí sacamos la conclusión de que
debemos amarlo sobre todas las cosas, visitarlo a menudo en la santa
Eucaristía, prepararnos para recibirlo y hacer de todo esto el principio de
nuestros deberes y el remedio de nuestras necesidades, entonces
vacilamos y nuestra voluntad está en pugna prácticamente con la
creencia del entendimiento. Si estuviera de acuerdo, creceríamos sin
cesar en la fe en los misterios de Nuestro Señor. Pero ahogamos con
nuestros vicios este piadoso afecto, tan necesario para llegar a la
perfección de la fe. Si nuestra voluntad estuviese verdaderamente
ganada por Dios, tendríamos una fe profunda y perfecta.
Algunos entienden por la palabra fides, la fidelidad, la constancia en
mantener las promesas hechas; otros, la facilidad para creer todo lo que
se refiere a las cosas humanas, sin, dejarse llevar por desconfianzas mal
fundadas, por sospechas y juicios temerarios.