La Feria de Arreola en Los Apuntes: de Vicente Preciado Zacarías

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La Feria de Arreola en los apuntes

de Vicente Preciado Zacarías


Adolfo Castañón

Compuesta de doscientos ochenta y ocho espiritual para hacer una microhistoria de y graciosa historia colectiva. La feria parece
fragmentos narrativos de variable extensión la región: Colima, Jalisco, Mi c h o a c á n” escrita como un teatro en miniatura donde
(desde una línea hasta ocho o nueve cuar- Apuntes de Arreola en Zapotlán, p. 331).3 comedia y tragedia se dan la mano y se
tillas), La feria (1963) fue la única novela La columna vertebral de La feria es tocan diciéndose entre dientes su rumor
publicada por Juan José Arreola. La hizo precisamente la feria que año con año se aldeano. Una de las historias que da el tono
editar a los cincuenta y cinco años, en plena celebra en ese sitio para conmemorar el día que late bajo la piel visible de Zapotlán es
madurez, en México por la editorial Joaquín de san José, protector de la ciudad, elegido la picaresca de María la Matraca, la vieja
Mortiz en su Colección El Volador, ador- espontáneamente desde los albores de la rentista y clandestina celestina que apro-
nada por otras tantas viñetas del pintor y instauración del culto católico a José de vecha la mínima ocasión para enriquecerse
diseñador Vicente Rojo. Novela coral —su- Nazaret y luego, formalizado como santo y que termina haciéndolo definitivamente
giere Saúl Yurkievich— La feria desarrolla patrono por el Vaticano al promediar el cuando la zona de tolerancia se traslada hacia
una “idea de simultaneidad” que, al decir siglo XIX. las casitas que tiene en arriendo en las afue-
del autor, encuentra antecedentes directos Otras historias que se entreveran alre- ras del pueblo. Otras historias cruzadas en
en la novela corta El aplazamiento (1946) de dedor de esta relación poética del espacio este espacio narrativo son las del zapatero,
Jean-Paul Sartre1 y en Contrapunto (1928) son la étnica —asociada con la lucha de improvisado campesino cuyo diario técni-
de Aldous Huxley.2 los indígenas por la tierra—, la civil y polí- co permite al autor hacer un homenaje
Los “vastos y lentos remolinos” (Sa rtre) tica que está trabada con éstas y las diversas tácito a los poetas agricultores como Vir-
de la historia de Zapotlán el Grande se des- “historias de vida” que en primera persona gilio (no nombrado en el texto) y al poeta
pliegan y alternan con ritmo casi musical a van armando las diversas voces de religiosos, p rovenzal Federico Mistral presente en
lo largo de los doscientos ochenta y ocho hacendados, ganaderos, campesinos, ren- uno de los epígrafes.
fragmentos que la componen. Como si tistas, artesanos, beatas, mujeres de la mala Un erotismo sordo y una reprimida li-
fuese un juego de naipes marcado por dis- vida, niños, sacerdotes, abogados, indios, bido estremecen las diversas voces y cuerpos
tintas familias y subfamilias, La feria se terratenientes, abogados, zapateros y, por evocados por ellas: virginidades perdidas,
podría leer como un ejercicio de microhis- supuesto, desde el pasado, las voces remo- violaciones imaginarias o reales, acalladas en
toria que, en su escritura de caleidoscopio, tas de Cristo, san José, sus otros hijos, los cualquier caso, señoritas que se suicidan por
busca dar cuenta de las diversas épocas y primeros encomenderos españoles..., y aún, no dar a conocer su embarazo, niños per-
realidades sociales en que se amalgama la como era previsible, el propio autor. versos, homosexuales de carnaval, lesbia-
vida cotidiana y, por así decir, el “alma re- Hábilmente armada y desarmada, la mi- nas (“mánfulas” dice el texto), prostitutas
gional” de ese microcosmos a la par urbano crohistoria registrada por La feria presenta pintorescas son el telón de fondo y la ma-
y rural que es la pequeña ciudad de Zapo- un catálogo vivo y en movimiento de for- teria resbalosa de esta volcánica geografía
tlán (“Yo quisiera fundar una república mas de hablar, de hablas, dichos y refranes humana marcada por la hipocresía religio-
rurales y urbanos que en su movimiento sa, el clasismo, la usura, la codicia y la ver-
van contándonos la historia de un México güenza acalladas. Bajo su apariencia ama-
1 “La mejor novela de Sartre es El aplazamiento. profundo e intermedio en sabrosos trozos ble y festiva La feria encubre otro bestiario: el
Es la mejor idea de la simultaneidad. Es un antecedente costumbristas. de la virulenta fauna aldeana cuyas corrien-
directo de La feria”. Juan José Arreola en Apuntes de Surgen de aquí y allá voces sin nombre tes humanas se canibalizan y autodestru yen
Ar reola en Zapotlán de Vicente Preciado Zacarías, Un i-
versidad de Guadalajara / H. Ayuntamiento de Za p o-
que monologan y dialogan fundiendo y con gustosa y lenta voluptuosidad.
tlán el Grande, Ediciones de la Noche, Guadalajara, fraguando el campanario de esta minuciosa Teatro de las buenas y las malas cos-
2004, p. 72. El aplazamiento (Le sursis) o La prórroga tumbres, La feria es también una escuela, un
como también es traducido, es una de las novelas que
3 Vicente Preciado Zacarías, Apuntes de Arreola en espacio de educación e iniciación donde
componen Los caminos de la libertad de Jean-Paul Sart re .
2 “En la novela Ciego en gaza, como en Contrapunto Zapotlán, Universidad de Guadalajara / H. Ayunta- los niños van degustando tabús, prejuicios
los personajes están allí, antes...” miento de Zapotlán El Grande, México, 2004, 533 pp. y prohibiciones que reflejan en la escala par-

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Aunque es novela, La feria está construida
como un poema y como un poema cósmico
donde no sólo toman la palabra los hombres
sino también Dios mismo.

vularia las jerarquías civiles y eclesiásticas de inestable. Los sismos sacuden de tiempo en nuidad que deja al lector —y al autor— sin
Zapotlán. Narración polifónica y multá- tiempo a Zapotlán y de hecho el temblor saber muy bien qué hacer con ellos.
nime, simultánea y convergente, La feria —habría que decir los temblores pues fue- El “primer borrador de La feria es del
no podía dejar de ser un espacio apocalíp- ron en realidad tres— es uno de los nudos 27 de enero de 1954. Tenía como epí-
tico en el que se re velan los engranes y plie- episódicos claves de La feria, el de la “con- grafe nous sommes la piétaille, un verso de
gues ocultos del edificio social asentado en fesión general” (fragmento 135) donde una Charles Péguy que aparece en el poema
Zapotlán y que le sirve a Juan José Arreola sola voz se confiesa de todos los pecados del “Presentation de la Beauce à Notre Dame
para reconstruir el encuentro a veces san- pueblo que cree enfrentar en un ensayo ge- des Chartres”, según afirma el propio Arreola
griento del antiguo testamento indígena neral del juicio final. quien traduce “Nosotros somos los de a pie;
criollo con los evangelios ilusorios de la Re- Por la puerta de entrada de este tema de- los de a pie son toda la gente humilde de
volución y de la modernidad. Al igual que sembocan varias de las historias que como Zapotlán que no tenía caballo, berlina o
en otras grandes novelas mexicanas —desde afluentes alimentan el cauce principal de automóvil”. Y piétaille advierte el diccio-
Los de abajo hasta La región más transpa - La feria. En las páginas dedicadas a descri- nario Le Ro b e rt (1972) es “la infantería, los
rente y Pedro Páramo pasando por Al filo bir e interrogar este fenómeno natural y sus subalternos, los peatones”. Ése “primer bo-
del agua—, el contrapunto entre la guerra consecuencias cívicas y sociales en la comu- rrador” de La feria se alojaba en un “Manus-
civil y la fiesta religiosa, entre la violencia nidad de Zapotlán afloran no pocos de los crito en una libreta de cuentas con pastas
pública y la privada, en La feria se verifica temas “prohibidos” o socialmente incon- duras (15 x 10 cms.) en tinta negra a dos
un proceso incesante de carnavalización, venientes. Es natural. En la medida en que páginas”. “Acabo de venderla en cien pesos.
enmascaramiento y desenmascaramiento. el temblor prefigura una anticipación del Van a regalarla como obsequio de anive r s a-
En La feria ese proceso se cumple a través Juicio Final y en consecuencia del Apoca- rio. No pude negarme”. La obra fue “vendi-
de las diversas versiones que de una misma lipsis, la temática bíblica de Sodoma y da como un acto de lealtad por un amigo”,
historia refiere la novela (por ejemplo, la Gomorra tiene una oportunidad privile- dice Vicente Preciado Zacarías, el autor de
historia relacionada con la recuperación de giada para salir a la luz pueblerina. Dos tro- Apuntes de Arreola en Zapotlán donde el
la tierra por parte de los indios que cuentan zos narrativos de corte apocalíptico y de autor hace estas declaraciones, sin aclarar
por supuesto con la oposición de los hacen- indudable maestría lírica y narrativa —el a quién se le vendió, ni por qué se trataba
dados y con la resbalosa y ambigua com- 129 (“¿Quién empuja la puerta?”) y el 135 de un “acto de lealtad”. En el manuscrito de
plicidad de las autoridades y de los aboga- (“Me acuso, Padre, de todo”)— son como la primera Feria —aclara Arreola a Preciado
dos). Por cierto, los abogados y huizacheros, el corazón de la nuez fabulosa e histórica Zacarías— “los personajes tienen nombre s
los tinterillos, los coyotes y los gestores, l o s que encierra La feria. Bajo el signo del tem- de individuos de la vida real en Zapotlán”.
notarios y los contadores, los árbitros y blor, bajo el volcán al pie incandescente del Por ejemplo: “La imagen de Juan Tepano en
los arbitristas, los bachilleres y los sacerd o- cráter vuelven a caer las máscaras e irrum- La feria (fragmento 35) es la de don Felipe
tes re p resentan en la literatura mexicana pen en la novela los homosexuales y las les- Arreola, mi padre”, dice el escritor a su
una categoría semioculta pero decisiva para bianas, la promiscuidad y la prostitución. amigo Vicente Preciado Zacarías (p. 81).4
comprender el flujo de crecimiento y escle- Pero el buen narrador se las arregla para que Otro personaje calcado de la realidad his-
rosis que, a través del conocimiento, afecta todos estos personajes y sus actitudes figuren tórica es “doña Belén de Azcárraga”, una
al campo social mexicano. y comparezcan con ese aire de inocencia e feminista española de la que se enamoró
Literalmente situada al pie de un vol- ingenuidad que por lo demás recorre a todos López Velarde (...). Es la Alejandrina de
cán, el de Colima, Zapotlán es una socie- los personajes de esta novela donde aun los
dad construida sobre una falla geológica más pérfidos y malvados parecen buenos y 4 Vicente Preciado Zacarías, Apuntes de Arreola en

(cita) y en ese sentido es predestinadamente comparecen con un aire de irresistible inge- Zapotlán, pp. 165-166 y 242-243.

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LA FERIA

La feria “(...) que vende versos y cremas de era suyo, y cada año no hallaba que hacer se acabe, pero no se acabará mientras quede
belleza” (Apuntes de Arreola en Zapotlán, p. con tanto maíz y tanto frijol. en Zapotlán una piedra y un adobe sobre
321 y 334). Ahora nos damos cuenta de que nos o t ro. Porque esto de la feria comenzó como
Por otra parte, no es de ningún modo echamos un compromiso muy pesado, no- un asunto de piedras y encima cuando la
una casualidad que el epígrafe de esa pri- sotros los del pueblo, nosotros los de a pie. tierra se puso a temblar día y noche, hace
mera novela sea de Charles Péguy —poeta Porque esto de entrarle a la rifa de ser más de doscientos años,5 como si el mundo se
católico— y de un poema dedicado a la re- m a yo rdomo, sólo pueden hacerlo los ricos. fuera a acabar.
gión agrícola campesina de La Beauce muy Y ellos pueden hacer lo que quieren y lo Los vecinos principales se juntaron y
c e rca de donde, por cierto y casualmente se hacen como quieren. La feria de octubre un solemne juramento se hizo en la parro-
escriben estas líneas. Cualquiera que haya es- siempre depende de las ganas que ellos ten- quia a nombre de todos nosotros, los hijos
tado en Francia durante la canícula sabe que gan de gastar. de los hijos y los nietos de los nietos...
en La Beauce hace un calor húmedo muy Cada año, los mayo rdomos se quejan de Dicen que el pueblo se acabó y que la
parecido al que puede haber en Zapotlán. que los gastos son muy pesados. Cada año gente andaba desparramada por las faldas
Con ánimo arqueológico, copio y trans- los viejos del pueblo se entristecen porque la del cerro, durmiendo en chozas de tejama-
cribo esas páginas salvadas de la (primera) fiesta se va para abajo, y se acuerdan de que nil y colgando las ollas de la comida en las
Feria por el inapreciable Vicente Preciado el año tal y tal los cuetes no dejaron de tro- ramas de los árboles, porque ni a quién se le
Zacarías: nar desde el día doce hasta el veinticuatro y ocurriera hacer fogones.
que hubo ponche y toro de once para todos
Somos treinta mil. Hace doscientos años los que querían, y un castillo que se revistió 5 Cursivas de la transcripción de Vicente Preciado
que hicimos una promesa, y desde entonces siete veces. Ellos tienen el temor de que esto Zacarías y Juan José Arreola.
la estamos cumpliendo. Ahora sabe Dios
cómo le vamos a hacer, porque se nos murió
el mayordomo. Nosotros cambiamos de
cura, nacemos y morimos, pero el que nos
agarró la palabra, siempre es él mismo. Allí
está desde entonces en su altar, vestido de
verde y amarillo, y en la mano tiene una vara
de azucenas.
Cada año hay un hombre entre noso-
tros que se encarga de cumplir esa palabra
que dimos, y ese hombre es el mayordomo,
ese que ahora se murió. Señor san José debió
conservarle la vida y llevárselo después de
octubre, una vez que hubiera cumplido con
nosotros y con él.
Ésta iba a ser la primera vez que iba a
hacer algo bueno, Dios le tome en cuenta
la intención. Se murió de golpe y sin con-
fesarse, dicen que fue un ataque al cora-
zón. A lo mejor se murió de puro miedo de
dar. Porque él estaba acostumbrado nomás
a prestar, sobre hipoteca o prenda o lo que
fuera con tal que fuera una buena firma de
responsiva. Estaba loco por prestar, y en
los últimos tres años prestó todo lo que
tenía. Los negocios chicos los dejaba en
manos de otros, los que prestaban al
menudeo por cuenta suya, pero siendo que
era su mismo dinero y ya no podía hacer
las cuentas. Él ganaba con el calendario.
No había un solo día que no tuviera su
vencimiento, grande o chico, y los réditos
de los réditos se le venían encima aunque
él no quisiera. Dicen que medio Zapotlán
Juan José Arreola

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Señor san José ya era el patrón de este gen al narrador y le dicen: “Y tú, ya vete a en particular en algunos cuentos de Con -
pueblo, pero su fiesta... (Apuntes de Arreola dormir, contador impuntual y fraudulento. fabulario se escucha o bien el grito burlón
en Zapotlán, pp. 242-243). Pero, como tu castillo de mentiras sostiene del ave rapaz que aletea sobre su presa antes
una sola verdad, yo te consiento, absuelvo y de devorarla o bien el reptar lento y astuto de
Obsérvese que del primer borrador de perdono. Y como creíste te sea hecho”. la serpiente —como en “El guardagujas”.
La feria de 1954 a la versión de 1963 —pu- Esta última frase proviene del cuento El En cambio, en La feria se oye el rumor de
blicada nueve años después— sólo sobre- centauro de Cafarnaum del escritor Ernst los pasos de la multitud que se arremolina
vivió la primera línea y aun ella modificada: Wi e c h e rt. El poder para suscitar re s o- alrededor de una plaza, el jadeo detenido de
“Somos más o menos treinta mil”. En el nancias que tienen los textos de Juan José una muchedumbre que se asoma al pozo
actual 2006, Zapotlán tiene setenta y cuatro Arreola proviene en parte de su voracidad del tiempo, se sorprende de su apariencia y
mil sesenta y ocho habitantes según el INEGI. intelectual. Tiene La feria un punto final por un momento contiene la respiración.
La historia contada en el texto transcrito es pero hubiese podido continuar con su tren La feria está construida y contada desde
básicamente la misma que refiere La feria de anécdotas, chascarrillos, historias y ocu- ese momento.
que conocemos, pero lo que en el manuscri- rrencias. Arreola mismo cuenta algunos en La abrumadora memoria de Juan José
to de 1954 eran unas cuantas líneas se ensan- Apuntes. Arreola hace de su novela, más allá de su
cha y alarga en el texto actual. (“El tiempo En La feria, Juan José Arreola ensaya innegable eficacia, un sutil juego de erudi-
está enfermo. Hace un clima húmedo, pe- uno de los sueños de la literatura contem- ción y de tácitos homenajes como el que
sado, bochornoso. Se siente en el cuerpo la poránea: dar voz a la multitud, retratarla y confiesa cuando dice: La feria está llena de
inminencia de la tempestad. Graniza re p e n- darle una personalidad; intenta y da reali- homenajes, “De Adonais tomé el verso y
tinamente y al pronto deja de hacerlo”.) dad a “la caracterización de la comparsa”, pues llegas, lucero de la tarde, tu trono alado
Aunque es novela, La feria está constru i- como dice en su texto sobre José G. Posada. ocupa entre nosotros”. Es el final del rollo
da como un poema y como un poema cós- Si al leer el Quijote con oído afinado se de Alejandrina —la poetisa que vende versos
mico donde no sólo toman la palabra los oye el paso cansino de un caballo fatigado y cremas de belleza— en La feria. “Es el per-
hombres sino también Dios mismo. Así lo y el trotecillo travieso de un borrico, como sonaje aquel cuando el narrador (que soy)
muestra al final del texto, en el penúltimo señala Juan José Arreola,6 en la obra de éste, vuelve al hotel y Alejandrina ya se ha mar-
fragmento (número 258) la siguiente decla- chado y sólo le deja un recadito” (Apuntes de
6
ración donde san José o Dios mismo se diri- Vicente Preciado Zacarías, op. cit., p. 475. Arreola en Zapotlán, p. 334).

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