Comentario Bíblico Beacon Tomo 6 Mateo Hasta Lucas
Comentario Bíblico Beacon Tomo 6 Mateo Hasta Lucas
Comentario Bíblico Beacon Tomo 6 Mateo Hasta Lucas
COMENTARIO BÍBLICO
BEACON
En Diez Tomos
TOMO VI
MATEO
Ralph Earle, B.D., M.A., Th.D.
MARCOS
A. Elwood Sanner, M.A., D.D.
LUCAS
Charles L. Childers, B.D., M.A., Ph.D.
Publicado por
Casa Nazarena de Publicaciones
17001 Prairie Star Parkway
Lenexa, Kansas 66220 USA
Originalmente publicado en inglés con el título:
Beacon Bible Commentaries, 10 Volume Set
Copyright © 1969
Published by Beacon Hill Press of Kansas City
A division of Nazarene Publishing House
Kansas City, Missouri 64109 USA
This edition published by arrangement
with Nazarene Publishing House.
All rights reserved.
TOMO 1: ISBN 978-1-56344-601-6
TOMO 2: ISBN 978-1-56344-602-3
TOMO 3: ISBN 978-1-56344-603-0
TOMO 4: ISBN 978-1-56344-604-7
TOMO 5: ISBN 978-1-56344-605-4
TOMO 6: ISBN 978-1-56344-606-1
TOMO 7: ISBN 978-1-56344-607-8
TOMO 8: ISBN 978-1-56344-608-5
TOMO 9: ISBN 978-1-56344-609-2
TOMO 10: ISBN 978-1-56344-610-8
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida,
procesada por ningún sistema que la pueda reproducir, o transmitir en alguna forma o medio
electrónico, mecánico, fotocopia, cinta magnetofónica u otro excepto para breves citas en reseñas,
sin el permiso previo de los editores.
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COMISIÓN CONSULTORA
E. S. PHILLIPS
Presidente
J. Fred Parker
Secretario
G. B. Williamson
Superintendente General
A. F. Harper
Norman R. Oke
M. A. Lunn
Prefacio
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra” (2 Ti. 3:16–17).
Creemos en la inspiración plenaria de la Biblia. Dios habla a los hombres mediante
su Palabra. El nos ha hablado por su Hijo. Pero, sin la Palabra escrita, ¿cómo sabríamos
que El fue hecho carne? El nos habla por su Espíritu; pero el Espíritu usa la Palabra escrita
como vehículo de su revelación, porque El es el verdadero Autor de las Sagradas
Escrituras. Todo lo que el Espíritu nos revela está en concordancia con la Palabra.
La fe cristiana emana de la Biblia. Ella es el fundamento de la fe, la salvación y la
santificación. Es la Guía para el carácter y la conducta cristiana. “Lámpara es a mis pies
tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105).
La revelación de Dios y su voluntad para los hombres, son en la Biblia completas y
adecuadas. Por lo tanto, la gran tarea de la Iglesia es transmitir el conocimiento de la
Palabra de Dios, abrir los ojos del entendimiento y despertar e iluminar las conciencias
para que los hombres aprendan a “vivir en este siglo, sobria, justa y piadosamente”. Esto
conduce a la posesión de esa “herencia (que es) incorruptible, incontaminada e
inmarcesible, reservada en los cielos”.
Cuando consideramos la traducción e interpretación de la Biblia, admitimos que somos
guiados por hombres no inspirados. La limitación humana, tanto como la realidad de que
ninguna escritura es de particular interpretación, permite diversidad en la exégesis y
exposición de la Escritura.
Presentamos el Comentario Bíblico Beacon en diez tomos con modestia apropiada.
No ocupa el lugar de otros. No pretende ser completo o conclusivo. La tarea es colosal.
Han participado en la obra cuarenta de los más capaces escritores disponibles. Se trata de
hombres preparados y con un propósito serio, dedicación profunda y suprema piedad. Los
editores responsables tanto como los que han contribuido con sus trabajos, oran para que
este nuevo comentario de la Biblia, proporcione ayuda a predicadores, maestros y laicos
para descubrir el significado de la Palabra de Dios y para manifestar claramente su
mensaje a todos los oyentes.
—G. B. WILLIAMSON
Reconocimiento
Citas y Referencias
En esta obra se ha usado la versión 1960 de la Biblia de Valera. Las citas de otras
versiones aparecen entre comillas y la versión es indicada.
En referencias escriturales, una letra (a, b, c, etc.) indica una cláusula en el verso.
Cuando no se menciona ningún libro quiere decir que se trata del que se está estudiando.
Pueden encontrarse datos bibliográficos sobre una obra citada, consultando la primera
referencia al libro mencionado por ese escritor o examinando la bibliografía.
No se pretende que las bibliografías sean exhaustivas, pero están incluidas para
proveer datos completos de publicación para los volúmenes citados en el texto.
Las referencias a un autor cualquiera, o la inclusión de sus obras en la bibliografía, no
significan necesariamente respaldo a sus puntos de vista. Toda lectura en el campo de la
interpretación bíblica debe ser hecha con discernimiento y precaución.
La Biblia es un libro que todos deben leer, entender, obedecer y compartir con otros.
Este Comentario ha sido planeado precisamente para ayudar en esa tarea de comprensión
y de comunicación.
Por lo general, la misma Biblia es su mejor intérprete. El que la lea con la mente abierta
y el espíritu receptivo una y otra vez, pronto se dará cuenta de que Dios le está hablando.
Un comentario sirve como recurso de valor cuando el significado del pasaje no es claro.
También, cuando uno ha concluido de sacar sus puntos de vista sobre algunos textos, es
de gran utilidad conocer lo que otros han encontrado en el mismo lugar. Algunas veces,
también, esto corregirá cualquier concepto equivocado que el lector haya podido formarse.
El Comentario Bíblico Beacon ha sido escrito para ser empleado con la Biblia en la
mano. La mayor parte de este tipo de obras tienen impreso el pasaje bíblico en la parte
superior de la página. Los editores de la presente, han decidido romper con esta regla,
creyendo que la mayoría de quienes la usen lo harán después de haber leído la Biblia y
por lo tanto ya tienen en la mente el pasaje que les interesa. También deben tener la Biblia
a mano para cualquier referencia al texto. Si se hubiera impreso el texto completo de la
Biblia, habría ocupado las dos terceras partes del espacio disponible en una obra de este
tamaño. Los editores decidieron dejar ese espacio para recursos adicionales en beneficio
del lector. Por otra parte, los autores han introducido suficientes citas en las explicaciones
de los pasajes en discusión para que el lector mantenga su pensamiento en continuo
contacto con las palabras de la Biblia. Las citas han sido impresas en negrita para su más
rápida identificación.
MAPAS Y DIAGRAMAS
En la Biblia se describen pueblos que vivieron en países extraños y desconocidos para
la mayor parte de la gente de habla hispana. A menudo, el mejor entendimiento de las
Escrituras depende de un conocimiento mejor de la geografía bíblica. Cuando el
hombrecillo mencionado agite la bandera que dice “Vea el mapa”, usted debe detenerse
para examinarlo, con el fin de tener un entendimiento más claro de la ubicación, las
distancias y los sucesos vinculados con los hombres de quienes trata la historia.
El conocimiento de la geografía bíblica le ayudará a ser mejor predicador y maestro
de las Escrituras. Aun en la presentación más formal del sermón, sirve de ayuda saber que
la “huída a Egipto” fue un viaje a pie de unos 300 kilómetros hacia el sur. En grupos más
pequeños y menos formales, tales como las clases de la Escuela Dominical y la reunión
de oración y estudio bíblico, es de mucha utilidad un gran mapa donde al mismo tiempo
que la gente oye, puede ir viendo la ubicación de los lugares mencionados. Cuando usted
haya visto la situación geográfica en los mapas de su comentario, estará mejor preparado
para compartir la información con los componentes de su clase bíblica.
Diagramas y tablas con la nómina de hechos bíblicos, aclaran a menudo las distintas
relaciones históricas, en la misma manera que el mapa ayuda al entendimiento geográfico.
Cuando uno ve en orden la lista de los reyes de Judá o las apariciones de Jesús después de
su resurrección, comprende con mayor claridad un punto particular dentro de la historia.
Estos diagramas constituyen parte de las valiosas ayudas presentadas en esta serie de
comentarios.
El Comentario Bíblico Beacon ha sido escrito teniendo en cuenta tanto al recién
llegado al estudio bíblico, como al que ya está por mucho tiempo familiarizado con la
Palabra de Dios. Los escritores y editores han examinado cada capítulo, cada versículo,
todas las cláusulas, frases y palabras de la Versión del Rey Santiago*. Hemos planteado
la pregunta ¿qué significan estas palabras? Si la respuesta no resultaba evidente por sí
misma, nos hemos responsabilizado de dar la mejor explicación a nuestro alcance. El
lector podrá juzgar hasta dónde hemos tenido éxito; pero, les invitamos a examinar la
interpretación de todas las palabras o pasajes que puedan dejarlo perplejo al leer la Palabra
escrita de Dios.
EXÉGESIS Y EXPOSICIÓN
Los comentadores bíblicos emplean a menudo estas palabras para describir dos
maneras de aclarar el sentido de un pasaje de las escrituras. Exégesis es el estudio de las
palabras del original griego o hebreo, para aclarar el sentido que esos términos tenían
cuando eran empleados por los hombres y mujeres de los tiempos bíblicos. Conocer el
significado de las palabras por separado, tanto como su relación gramatical con otras, es
una de las maneras de comprender con mayor claridad lo que quisieron decir los escritores
inspirados. En este comentario, va a encontrar a menudo esta clase de aclaraciones. Pero,
el mero estudio de las palabras no siempre proporciona su verdadero sentido.
La exposición consiste en un esfuerzo del comentador para indicar el significado de
un pasaje que puede estar afectado por uno o varios hechos conocidos por el escritor, pero
que quizá no son familiares para el lector. Los mencionados hechos podrían ser: (1) el
contexto (es decir, los versículos o capítulos que rodean al que se estudia), (2) el fondo
histórico, (3) las enseñanzas relacionadas de otras partes de la Biblia, (4) el significado
de estos mensajes de Dios en su vinculación con hechos universales de la vida humana,
(5) la pertinencia de esas verdades a situaciones humanas temporalmente únicas. El
comentador procura explicar el completo sentido de un pasaje bíblico a la luz de su mejor
entendimiento de Dios, del hombre y del mundo en el cual vivimos.
Algunos comentarios separan la exégesis de esta base más amplia de dilucidación. En
el Comentario Bíblico Beacon los escritores han combinado ambas. El estudio correcto de
las palabras es necesario para la exacta comprensión de la Biblia. La mayor parte de las
versiones modernas han hecho un estudio tan cuidadoso de estos términos, que sólo es
necesario realizar el estudio teológico. En cada punto tratado, los escritores y editores han
procurado dar una exégesis verdadera y fiel, pero, también han introducido discusiones
exegéticas para arrojar luz sobre el significado de los pasajes, más que para entrar en
discusiones eruditas.
La Biblia es un libro práctico. Creemos que Dios inspiró a santos hombres de la
antigüedad para declarar estas verdades a fin de que sus lectores pudieran comprender
más y cumplir mejor con su voluntad. Hemos emprendido el Comentario Bíblico Beacon,
con el único propósito de ayudar a los hombres a encontrar, con mayor eficacia, la
voluntad de Dios para ellos según lo que está revelado en las Sagradas Escrituras.
porque los idiomas cambian y los moldes del pensamiento son modificados. En el
Comentario Bíblico Beacon hemos procurado ayudar a que la Biblia resulte una Lámpara
más eficaz en el sendero de los hombres que van recorriendo la vigésima centuria.
—A. F. HARPER
Tabla de Abreviaturas
Los Libros de la Biblia
Gn.
Ex.
Lv.
Nm.
Dt.
Jos.
Jue.
Rt.
1 S.
2 S.
1 R.
2 R.
1 Cr.
2 Cr.
Esd.
Neh.
Est.
Job
Sal.
Pr.
Ec.
Cnt.
Is.
Jer.
Lm.
Ez.
Dn.
Os.
Jl.
Am.
Abd.
Jon.
Mi.
Nah.
Hab.
Sof.
Hag.
Zac.
Mal.
Mt.
Mr.
Lc.
Jn.
Hch.
Ro.
1 Co.
Elaborado por el Pastor Uriel Campos
Web: http://ucampos.jimdo.com
Correo: [email protected]
IGLESIA CRISTIANA MINISTERIO DEL REINO DE CRISTO
Pastor Uriel Campos
2 Co.
Gá.
Ef.
Fil.
Col.
1 Ts.
2 Ts.
1 Ti.
2 Ti.
Tit.
Flm.
He.
Stg.
1 P.
2 P.
1 Jn.
2 Jn.
3 Jn.
Jud.
Ap.
Amp. O. T. Amplified Old Testament
Amp. Bible Amplified Bible
ASV American Standard Revised Version
BB The Basic Bible containing the Old and New Testaments in Basic English
BJ. Biblia de Jerusalén
Berk. The Berkeley Version
CWB Commentary on the Whole Bible
ERV English Revised Version
LXX Septuaginta
NBC The New Bible Commentary
NBD New Bible Dictionary
NC. Nácar-Colunga
PC Pulpit Commentary
RSV Revised Standard Version
R-V Reina-Valera
BBC Beacon Bible Commentary (Comentario Bíblico Beacon)
IB Interpreter’s Bible
ICC The International Critical Commentary
IDB The Interpreter’s Dictionary of the Bible
NBD The New Bible Dictionary
TDNT Theological Dictionary of the New Testament
VM. Versión Moderna
VP. Versión Popular
c. Capítulo
cc. Capítulos
cf. Confróntese
v. Versículo
vv. Versículos
s. Siguiente
Indice
TOMO VI
MATEO
Introducción
Comentario
Bibliografía
MARCOS
Introducción
Comentario
Bibliografía
LUCAS
Introducción
Comentario
Bibliografía
MAPAS Y DIAGRAMAS
Cronología de Marcos de la Semana Santa
Planos del Templo
Palestina en la Epoca del Ministerio de Jesús
El Evangelio Según
SAN MATEO
Ralph Earle
Introducción
A. IMPORTANCIA
A menudo ha sido citado el gran crítico francés Renán, por su famosa declaración de
que el Evangelio según Mateo es “el libro más importante que haya sido escrito”. Es
dudoso que semejante aseveración pueda ser seriamente disputada. Fue el principal
Evangelio durante la época de la iglesia primitiva y en la actualidad todavía ocupa un
lugar preponderante. Zahn dice: “En grandeza de concepción y en el dominio con el cual
una gran masa de material ha sido subordinada a grandes ideas, al tratar con un tema
histórico, ningún otro escrito de ambos Testamentos, puede compararse con el Evangelio
de San Mateo.” 1 Está al umbral del Nuevo Testamento, conectándolo con el Antiguo.
B. PATERNIDAD LITERARIA
Los cuatro evangelios son anónimos; ninguno lleva el nombre de su autor. Sin
embargo, la tradición de la iglesia primitiva los atribuye respectivamente a Mateo, Marcos,
Lucas y Juan.
Papías, que escribió allá por el 140 D.C., da el testimonio más antiguo sobre el asunto
de los autores. Dijo que Mateo escribió los discursos o relatos (logia) “en el dialecto
hebreo” (arameo) y que “cada uno lo tradujo según su posibilidad”. 2
El prólogo anti-marcionita al Evangelio de Mateo se ha perdido. Pero el
correspondiente a Lucas, dice que el que nos ocupa fue escrito por Mateo en Judea. 3
Ireneo (ca. 185 D.C.) dice: “En realidad, Mateo produjo su evangelio entre los hebreos y
en su propio dialecto, mientras que Pedro y Pablo proclamaban la Palabra y fundaban la
iglesia en Roma.” 4 Orígenes (ca. 220 D.C.) escribe acerca de lo mismo: “El primero es
según Mateo, el que anteriormente había sido publicano, pero luego, seguidor de Cristo.
Al publicarlo para los judíos, lo escribió en hebreo.” 5 La naturaleza de su contenido apoya
bien la realidad de que este evangelio fue escrito para ese pueblo. El comentario de
Eusebio es como sigue: “Mateo, habiendo proclamado primeramente el evangelio en
hebreo, cuando tuvo que pasar a otras naciones, se dio a la tarea de escribirlo en su lengua
materna, supliendo así la falta de su presencia por medio de sus escritos.”6
El testimonio más antiguo, entonces, cita una colección aramea de “relatos”. ¿Es
nuestro actual Evangelio de San Mateo una traducción de ésa? Wikenhauser escribe:
“Puede asegurarse que un original arameo del Evangelio de San Mateo puede ser
1
Theodor Zahn, Introduction to the New Testament (Grand Rapids: Kregel Publication, 1953, [reimpreso]), II. 556.
2
Eusebius, Ecclesiastical History, traducido por C. F. Cruse (Grand Rapids: Baker Book House, 1955, [reimpreso]), III. 39, p.
127.
3
Alfred Wikenhauser, New Testament Introduction, traducido por Joseph Cunningham (Nueva York: Herder and
Herder, 1958), p. 181.
4
Eusebius, Op. cit., V. 8, p. 187.
5
Ibid., VI. 25, p. 245.
C. FECHA
Es incierta, como en la mayor parte de los libros del Nuevo Testamento. Los escritores
más antiguos ubican a Mateo alrededor del año 60 D.C. La mayor parte de los eruditos
modernos dan preferencia al 80 u 85. Streeter está a favor de la última fecha.1 1 El asunto
no es de vital importancia, aunque somos partidarios de la fecha más temprana.
7
Op. cit., p. 195.
8
R. V. G. Tasker, The Gospel According to St. Matthew (“Tyndale New Testament Commentaries”; Grand Rapids: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co., 1961), p. 15.
9
Ibid., p. 14.
10
Edgar J. Goodspeed, Matthew, Apostle and Evangelist (Filadelfia: John C. Winston Co., 1959), pp. 77–98. El título del
libro (Mateo, apóstol y evangelista) indica su tesis.
11
B. H. Streeter, The Four Gospels (edición revisada; Londres: Macmillan and Co., 1930), pp. 523–24.
12
Ibid., pp. 500–507.
Quizá la colección aramea de relatos haya sido escrita en Palestina y el evangelio griego
en Antioquía.
E. PROPÓSITO
Es evidente que Mateo escribió su evangelio para los judíos con el fin de presentarles
a Jesús como el Mesías. Cuando ese evangelio salió a la luz, la nación ya lo había
rechazado y, en breve tiempo,—si es que Mateo fue escrito en el año 60—sufrió el terrible
castigo por ello, con la destrucción de Jerusalén (año 70 D.C.). Hayes dice: “El primer
evangelio fue como una especie de ultimátum oficial. Resultó ser el último llamado de
Jehová a su pueblo.”1 3
F. FUENTES
El consenso general de la erudición actual sostiene que Mateo (tanto como Lucas)
emplearon a Marcos como la fuente principal de su bosquejo, y una colección de
“Relatos” (Q, o la Logia) para las enseñanzas de Jesús. Mateo a menudo resume narrativas
de Marcos y generalmente es menos vívido en sus descripciones. Más del 90 por ciento
del material de Marcos se halla también en Mateo. Pero el primero no parece ser un
epítome del segundo como sostenía Agustín, porque su estilo y presentación son más
frescos y vigorosos.
Streeter ha postulado otra fuente, a la que denomina M, para referirse al material que
solamente se encuentra en Mateo.1 4 Pero Tasker tiene una buena respuesta para esto.
Dice: “La diferencia entre Mateo y Marcos puede ser igualmente explicada sobre la base
de la suposición que el primero ha conservado detalles transmitidos por el apóstol de ese
nombre y que el Evangelio de Marcos a menudo extrae de reminiscencias de Pedro.”1 5
Daremos un paso más adelante que Tasker al afirmar que los detalles fueron escritos por
Mateo en la composición de su evangelio.
G. CARÁCTER DISTINTIVO
El Evangelio de Mateo es el más judío de los evangelios. Su genealogía hebrea de
Jesús retrocede solamente hasta Abraham y está colocada al principio del manuscrito.
Esto era porque el primer asunto para un judío tenía que ver con su linaje. Lucas presenta
la genealogía hasta el tercer capítulo y en ella se remonta hasta Adán. En el primer
versículo de Mateo, Jesús es presentado como “hijo de David, hijo de Abraham”. Mateo
no explica las costumbres y terminología judaicas como lo hacen Marcos y Lucas, porque
sus lectores ya las conocen. El se refiere más a la ley de Moisés que los otros (cf. c. 5).
Lo mismo sucede en la presentación de los cumplimientos de las profecías del Antiguo
Testamento. En Mateo encontramos 13 veces la frase: “Para que se cumpliese lo que fue
dicho”, la cual no ocurre nunca en Marcos ni en Lucas (seis en Juan). Mateo pone más
énfasis en “la justicia”* que todos los otros evangelios juntos. Esa era la idea central de
la religión judía. La palabra “reino” ocurre más a menudo en este evangelio (56 veces)
que en cualquiera de los otros, y la frase “el reino de los cielos” solamente es usada por
Mateo (33 veces) en todo el Nuevo Testamento.
13
D. A. Hayes, The Synoptic Gospels and the Book of Acts (Nueva York: Methodist Book Concern, 1919), p. 90.
14
Op. cit., p. 150. Véase también G. D. Kilpatrick, The Origins of the Gospel According to St. Matthew (Oxford: Clarendon
Press, 1946), p. 9.
15
Op. cit., p. 14.
* Righteousness, que también puede ser traducido rectitud.
Jesús es presentado a los judíos, no sólo como su Mesías sino también como su Rey.
En la introducción de su genealogía está su linaje real, que le concede a Jesús el derecho
al trono de David. Solamente en Mateo hallamos a los magos preguntando por “el rey de
los judíos”. En ningún otro de los evangelios se hace hincapié sobre Jesús como rey.
La otra característica sobresaliente de este evangelio (además de su forma hebraica)
es su arreglo sistemático. Es muy probable que Mateo hubiera recibido alguna enseñanza
comercial y tenía que llevar libros como cobrador de impuestos. Presenta su material en
orden metódico. Tiene siete (número de la perfección) parábolas del reino en el capítulo
13. En los capítulos 8 y 9, Mateo agrupa 10 milagros de Jesús. En su evangelio, tres y
siete son números prominentes, y aquí él los suma.
El ejemplo más conspicuo de esta característica es la disposición que Mateo hace las
enseñanzas de Jesús en cinco grandes discursos. Son: (1) El Sermón del Monte, capítulos
5–7; (2) Instrucciones a los Doce, capítulo 10; (3) Siete Parábolas del Reino, capítulo 13;
(4) La Comunidad Cristiana, capítulo 18; (5) Sermón en el Monte de los Olivos, capítulos
24–25. Cada uno de ellos termina con la fórmula: “Cuando hubo acabado, descendió.”
La principal impresión que uno recibe al leer este evangelio es que un escritor judío
está presentando a Jesús como su Mesías. D. A. Hayes dice que el Evangelio según San
Mateo es “casi un manual de profecía mesiánica”.16
Bosquejo
I. La Preparación del Mesías, 1:1–4:25
A. Genealogía de Jesús, 1:1–17
B. Nacimiento de Jesús, 1:18–25
C. Infancia de Jesús, 2:1–23
D. Ministerio de Juan el Bautista, 3:1–12
E. Bautismo de Jesús, 3:13–17
F. La Tentación de Jesús, 4:1–11
G. Los Comienzos en Galilea, 4:12–25
II. Primer Discurso: Sermón del Monte, 5:1–7:29
A. El Marco del Sermón, 5:1–2
B. Naturaleza de 5:3–16
C. La Justicia de los Discípulos, 5:17–48
D. La Religión de los Discípulos, 6:1–34
E. La Vida de los Discípulos, 7:1–29
III. Se Reanuda la Narración: Un Ministerio de Milagros, 8:1–9:34
A. Tres Milagros de Sanidad, 8:1–17
B. El Costo del Discipulado, 8:18–22
C. Otros Tres Milagros, 8:23–9:8
D. Misericordia, no Sacrificio, 9:9–17
E. El Tercer Grupo de Milagros, 9:18–34
IV. Segundo Discurso: Instrucciones a los Doce, 9:35–10:42
A. Necesidad de Obreros, 9:35–38
B. La Misión de los Doce, 10:1–42
V. Se Reanuda la Narración: Rechazo del Mesías, 11:1–12:50
A. Jesús y Juan el Bautista, 11:1–19
B. Jesús y las Ciudades, 11:20–24
C. Jesús y los Sencillos, 11:25–30
D. Jesús y los Fariseos, 12:1–45
E. Jesús y su Familia, 12:46–50
VI. Tercer Discurso: Parábolas del Reino, 13:1–52
A. El Escenario, 13:1–2
B. Las Siete Parábolas, 13:3–50
C. Párrafo Final, 13:51–52
VII. Se Reanuda la Narración: Viajes de Jesús, 13:53–17:27
A. Jesús y Juan Rechazados, 13:53–14:2
B. Nuevos Milagros, 14:13–36
C. La Corrupción Ceremonial y la Corrupción Moral, 15:1–20
D. Más Milagros, 15:21–39
E. Fariseos Ciegos y Discípulos que Ven, 16:1–17:27
VIII. Cuarto Discurso: La Comunidad Cristiana, 18:1–35
A. El Cristiano y los Niños, 18:1–14
B. El Cristiano y su Hermano, 18:15–35
1
Vincent Taylor, The Names of Jesus (Londres: Macmillan & Co. 1953), p. 24.
2
G. Abbott-Smith, A Manual Greek Lexicon of the New Testament (segunda edición; Edimburgo: T. and T. Clark, 1923), p.
90.
3
A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature (Chicago: University of Chicago
Press, 1957), p. 154.
4
Theodor Zahn, Introduction to the New Testament (Grand Rapids: Kregel Publications, 1953 [reimpreso]), II, 532.
6
R. V. G. Tasker, The Gospel According to St. Matthew (“The Tyndale New Testament Commentaries”; Grand Rapids: Wm.
B. Eerdmans Publishing Co., 1961), pp. 31–32.
7
James Morison, A Practical Commentary on the Gospel According to St. Matthew (Londres: Hodder and Stoughton,
1899), pp. 7–8.
8
Alfred Plummer, An Exegetical Commentary on the Gospel According to St. Matthew (Londres: Elliot Stock, 1909), I, p. 4.
RSV Revised Standard Version
9
Abbott-Smith, Op. cit., p. 295.
10
Op. cit., p. 527.
11
Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesus the Messiah (octava edición, Nueva York: Longmans, Green, and Co.,
1903), I, p. 150.
no quería infamarla (19); es decir, exponerla a la vergüenza. Así que decidió dejarla
secretamente. Todo lo que se requería era la presencia de dos testigos; no era necesario
un juicio de tribunal.
Parece extraño que José sea llamado su marido. Pero M’Neile lo explica así: “Por lo
tanto, después del compromiso, pero antes del casamiento, el hombre era legalmente
‘marido’ (cf. Gn. 29:21; Dt. 22:23 s.); de aquí que fuera imposible una cancelación
informal del compromiso: el hombre debía dar a la mujer un escrito y pagarle una
multa.”12
Mientras José meditaba sobre su problema, un ángel… le apareció en sueños. El
mensajero celestial se le dirigió llamándole: José, hijo de David (20). Este título es el que
le daba a Jesús el derecho legal al trono de David. Se le aseguró a José que no tenía razón
de no recibir a María como esposa, porque su concepción provenía del Espíritu Santo.
De esta misma manera el anuncio le fue hecho a José tanto como a María. Ella lo
necesitaba para salvarla de la terrible perplejidad sobre su condición venidera. El lo
precisaba para librarlo de creer que ella le hubiera sido infiel.
Se informó a José que el Hijo que habría de nacer llevaría por nombre JESÚS (“Jehová
es salvación”), porque él salvará a su pueblo de sus pecados (21). La salvación
era primero para los judíos (su pueblo) y luego para todo el mundo (cf. Lc.
2:32). La misión de nuestro Señor no era primordialmente social, política o física, sino
moral y espiritual. Vino “para quitar de en medio el pecado” (He. 9:26). Vino para
salvarnos del pecado, no en el pecado.
Su nombre tiene un encanto y dulzura especiales para aquellos que han sido salvos
por su gracia. Bien dice Vincent Taylor: “Para los oídos cristianos ningún nombre es tan
precioso como el de Jesús.”1 3
Una de las características sobresalientes del Evangelio de Mateo, escrito para los
judíos, es la cita frecuente del Antiguo Testamento. La inspiración y autoridad divinas de
las Escrituras se destacan por la forma de la introducción: para que se cumpliese lo dicho
por el Señor por medio del profeta (22). Entonces sigue una cita de Isaías 7:14. El
nombre hebreo Emanuel es interpretado como Dios con nosotros (23).
José obedeció el mandato del ángel. Llevó a María a su hogar como su esposa. Pero
no tuvo relaciones maritales con ella sino hasta después del nacimiento del Niño
prometido. El significado del lenguaje en este lugar ha sido indicado atinadamente por
Plummer. Este exégeta asevera que el empleo del tiempo imperfecto va “contra la
tradición de la perpetua virginidad de María”; añade que si bien “el empleo del aoristo
hubiera implicado que ella habría vuelto a ser madre por su esposo”, empero “el
imperfecto, siendo iterativo, lo indica con mayor energía”.1 4 Es un razonable punto de
vista sobre el asunto.
G. Campbell Morgan encuentra en este párrafo dos declaraciones proféticas: (1) la
esperanza—Llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros, y (2)
la realización—Llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados.
12
Op. cit., p. 7.
13
Op. cit., p. 5.
14
Op. cit., p. 9.
Jesús nació en Belén de Judea (1). Esta era la ciudad natal de David, situada a unos
nueve kilómetros de Jerusalén, sobre el camino a Hebrón. El nombre significa “casa de
pan”—designación muy apropiada para la villa donde debía aparecer entre los hombres
el Pan de Vida (Jn. 6:35). Se nos dice que pertenecía a Judea, porque hay una ciudad del
mismo nombre en el territorio de Zabulón (Jos. 19:15), cerca de Nazaret. También esta
designación de Judea acentuaba que Jesús era del linaje real de David; debía pertenecer
a la tribu de Judá.
Cristo nació en días del rey Herodes. Se trataba del monarca conocido en la historia
con el nombre de Herodes el Grande, el cual era idumeo (de Edom), hijo de Antipáter—
designado por Julio César en el año 47 A.C., como procurador de Judea. Los idumeos, que
durante la cautividad babilónica habían tomado la parte meridional del territorio de Judá,
fueron forzados a circuncidarse por Juan Hircano en el año 125 A.C. De modo que
nominalmente eran judíos. Pero la religión de Herodes, en el mejor de los casos, era “tan
profunda como su epidermis”. Se trataba de un hombre cruel, casi sin conciencia.
Algunas veces se ubica el reinado de Herodes el Grande al principio del año 40 A.C.
y otras el 37 A.C. Esto se debe al hecho de que, aunque el senado de Roma había concedido
a Herodes el título de “rey de los judíos” en el año 40 A.C., él no ocupó el trono sino hasta
el año 37 A.C., después de dos años de intensas luchas.
La declaración dada aquí de que Jesús nació en días del rey Herodes, aunada al hecho
de la muerte de Herodes el Grande en el año 4 A.C., indica que nuestro calendario tiene
un error por lo menos de cuatro años. Quiere decir que Jesús nació probablemente en el
año 5 A.C.1 5 y murió por el 30 D.C. (algunos dicen el 29).
Vinieron del oriente a Jerusalén unos magos. El término griego magoi (magos),
“originalmente se refería a la casta sacerdotal de los persas y babilonios (cf. Dn. 2:2, 48;
4:6–7; 5:7)”.1 6 En Hechos 13:6 se emplea con el sentido de “hechicero”. Pero aquí “Mateo
usa el vocablo en su mejor acepción para designar hombres honorables de religión
oriental”.1 7 No es seguro de qué país provenían. Atkinson dice: “Probablemente venían
de Mesopotamia.”1 8 Esta conjetura es tan buena como cualquiera otra. Beare afirma
categóricamente que eran “astrólogos caldeos”.1 9
El asunto de los magos (2) nos muestra que ellos tenían algún indicio preciso de que
un gran rey de los judíos (2) había nacido. Lógicamente, ellos esperaban encontrarle en
la ciudad capital. Nadie ha podido comprobar si la estrella era un fenómeno natural o
sobrenatural; lo que sí sabemos es que concedió la dirección divina a esos extranjeros.
Quizá debamos notar que en el oriente probablemente signifique “en naciente”. De
cualquier modo, la estrella era un símbolo de Cristo (Nm. 24:17). Los magos quedaron
tan profundamente impresionados por ella que viajaron por muchos agotadores meses para
ir a adorarle.
15
El método actual de fechar los acontecimientos, D.C. (Anno Domini: “en el año de nuestro Señor”) fue introducido por
Dionisio el Pequeño, más o menos por el 530 D.C. y llegó a ser de uso general durante el reinado de Carlomagno (768–
814). Dionisio ubicó el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, 754 A.U.C. (Anno urbis conditate “en el año de la
fundación de la ciudad [de Roma])”. Pero Edersheim ha calculado que Cristo nació en el 749 A.U.C. (que corresponde a
cinco años antes en el calendario de Dionisio) y los eruditos concuerdan en que Edersheim es sólidamente correcto en
su computación. De esa manera Dionisio se equivoca al trasladar el nacimiento de Jesús del 6 al 4 A.C. (Edersheim, Op.
cit., I,187, 212–13).
16
Homer A. Kent, Jr., “Matthew”, Wycliffe Bible Commentary, ed. Charles F. Pfeiffer and Everett F. Harrison (Chicago:
Moody Press, 1962), p. 932.
17
Ibid.
18
Basil F. C. Atkinson, “Gospel According to Matthew”, New Bible Commentary (segunda edición; Grand Rapids: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co., 1954), 775.
19
W. F. Beare, The Earliest Records of Jesus (Nueva York: Abingdon Press, 1962), p. 31.
Herodes se turbó (3) terriblemente por este vuelco de los acontecimientos. Su mayor
temor era una amenaza a su trono. Había condenado a muerte a tres de sus hijos, porque
pensaba que ellos estaban muy ávidos de la sucesión. Se dice que César Augusto hizo
este juego de palabras: “Más vale ser el cerdo de Herodes que su hijo.”2 0 La palabra griega
que traducimos “cerdo”, es hus; y la palabra “hijo”, huios.
No sólo Herodes se turbó sino que toda Jerusalén con él. El gobierno romano
concedía bastante libertad religiosa a los pueblos que dominaba. Particularmente los
judíos consiguieron que esos idólatras les dieran el permiso de practicar su culto al
verdadero Dios. Pero, ¿un “rey de los judíos”? Esto sonaba a rebelión. Para el emperador
ese era el pecado supremo. Roma siempre tenía su oído pegado a la tierra para escuchar
los ruidos sordos de una revuelta. Los líderes judíos temían terribles represalias si se
llegaba a saber de la aparición de otro líder nacional.
El preocupado monarca convocó a todos los principales sacerdotes y los escribas
(4). Había dos grandes grupos en el gran Sanedrín de Jerusalén, el cuerpo religioso
gobernante de los judíos. Los jefes sacerdotales que eran saduceos y los escribas, en su
mayoría fariseos. Escribas es grammateis—literalmente, “escritores”. Estos hombres
eran responsables de copiar las Sagradas Escrituras y enseñarlas al pueblo.
Herodes preguntó a éstos, dónde había de nacer el Cristo. Así lo expresa el griego,
“el Cristo”; es decir, el Mesías. Esto nos muestra que el rey estaba al tanto de las
expectativas mesiánicas. Sin duda había oído las profecías del Antiguo Testamento, las
había leído y temido supersticiosamente lo que su cumplimiento podía significar para su
trono y su vida malvada.
Los líderes judíos estuvieron listos para responder. Le replicaron: En Belén de Judea
(5); y citaron las Escrituras para apoyar su respuesta. La cita de Miqueas 5:2 difiere algo
del texto hebreo y de la Septuaginta (griego) en este pasaje y quizá haya sido tomada de
2 Samuel 5:2. Filson dice: “Con toda libertad mezcla materiales del Antiguo Testamento,
en una manera que los comentarios esenios de los Pergaminos del mar Muerto, muestran
que era muy general en el judaísmo de la primera centuria, y le da una interpretación
mesiánica al material.”2 1 También existe la posibilidad de que Mateo haya usado la
versión griega del Antiguo Testamento que difería de la Septuaginta o que hubiera
adoptado “una traducción libre del hebreo”.2 2
Las implicaciones de esta narrativa han sido bien establecidas por Plummer. Dice:
Los paganos, que nada tenían para guiarles sino conocimientos superficiales de
ciencia mezclados con mucha superstición, estaban sin embargo tan inflamados de
entusiasmo por las señales que Dios, por medio de estos instrumentos imperfectos, les
había otorgado, que emprendieron un largo viaje e hicieron cuidadosas investigaciones
para poder tributar la debida reverencia al nuevo Monarca enviado al mundo. Pero el
conjunto de los jerarcas judíos, con el Pentateuco y los Profetas en sus manos, estaban tan
lejos de alegrarse ante el informe del cumplimiento de los símbolos y profecías, que no
les interesó el verificarlos.2 3
Herodes llamó a los magos en secreto (7; cf. 1:19). Eso es lo que significa la
expresión griega. La astucia era una de las principales características de Herodes. El
mismo era muy falso y no confiaba en nadie más. Les preguntó a los magos que le dijeran
con exactitud el tiempo del aparecimiento de la estrella. Entonces los envió a Belén con
20
Ibid., p. 32.
21
Floyd B. Wilson, A Commentary on the Gospel According to St. Matthew “Harper’s New Testament Commentaries”;
Nueva York: Harper & Brothers, 1960), p. 58.
22
Plummer, Op. cit., p. 14.
23
Ibid., pp. 13–14.
24
William Barclay, The Gospel of Matthew, I (segunda edición, “The Daily Study Bible”; Filadelfia: Westminster Press,
1958), pp. 22–24; (hay versión castellana).
25
Ibid., p. 24.
26
John M. Gibson, The Gospel of St. Matthew (“The Expositor’s Bible”; Nueva York: A. C. Armstrong & Son, s.f.), p. 20.
La visita de los magos sugiere un tipo de los primeros frutos de los gentiles que
acudirían a Cristo en busca de salvación. El Evangelio de San Mateo finaliza con la gran
comisión de evangelizar al mundo.
Alexander Maclaren nos presenta un buen bosquejo sobre “Los Primeros Frutos de los
Gentiles.” Nota: (1) La sabiduría pagana es conducida por Dios hasta la cuna de Cristo,
1–2; (2) La alarma de su propio pueblo ante el susurro de su nombre, 3; (3) El sínodo de
los teólogos, 4–6; (4) El consejo pérfido de Herodes, 7–8; (5) El descubrimiento del Rey,
9–11; (6) Adoración y dones subsecuentes al hallazgo, 11.
27
Op. cit., p. 17.
28
Frederick C. Grant, “Matthew”, Nelson’s Bible Commentary (Nueva York: Thomas Nelson & Sons, 1962), VI, 32.
29
Josephus, Antiquities XVII, 6, 5; (hay versión castellana).
30
Ibid., XVII, 9, 3; War II, 6, 2.
31
F. W. Green, The Gospel According to Saint Matthew (“The Clarendon Bible”; Oxford: Clarendon Press, 1936), pp. 112–
13.
32
Op. cit., p. 25.
33
Ibid., (omitidas las cursivas).
34
H. A. W. Meyer, Critical and Exegetical Hand-book to the Gospel of Matthew (Nueva York: Funk and Wagnalls, 1884), p.
70.
35
John Peter Lange, “Matthew”, Commentary on the Holy Scriptures, ed. J. P. Lange (Grand Rapids: Zondervan Publishing
House, s.f.), p. 64.
36
E. H. Plumptre, “Matthew”, Commentary on the Whole Bible, ed. C. J. Ellicott (Grand Rapids: Zondervan Publishing
House, s.f.), p. 9.
37
G. H. Box, “Nazarene”, Dictionary of Christ and the Gospels, ed. James Hastings (Nueva York: Charles Scribner’s Sons,
1908), II, 236.
38
Abbott-Smith, Op. cit., p. 246.
con todo predicador del evangelio llamado a proclamar el mensaje de la salvación de Dios.
En esto consiste principalmente la predicación. Es la razón por la cual kerysso es el verbo
más empleado para predicar en el Nuevo Testamento; el que ocupa el segundo lugar es
evangelizo—“evangelizar”, “anunciar las buenas nuevas”. Estos dos verbos significativos
ponen en relieve la naturaleza esencial de la predicación del Nuevo Testamento.
La parroquia donde Juan predicaba fue el desierto de Judea. Se trataba de una zona
rocosa, árida entre la meseta (800 a 1.000 m. sobre el nivel del mar) y el mar Muerto (433
m. bajo el nivel del mar). Era un aborrecible desierto de peñascos y desfiladeros habitado
principalmente por animales salvajes. W. L. Reed nota que la palabra desierto es más bien
un término indefinido. Dice al respecto: “Es difícil una traducción exacta, porque las
llamadas regiones desiertas incluían zonas áridas y semiáridas, tanto como desiertos
arenosos, mesetas rocosas, tierras de pastoreo y montañas desoladas: para todas ellas se
usa el término.”3 9 W. F. Boyd y W. L. Reed expresan su opinión de que la palabra
desierto sería mejor traducción, que “yermo” (wilderness) porque éste sugiere un monte
espeso. Continúan: “Sin embargo, en el inglés moderno la traducción sigue empleando
ambos términos ya que aun ‘desierto’ no es una perfecta descripción; las zonas a las cuales
se aplica es a veces de naturaleza montañosa, llanuras donde hay pastos después de las
lluvias y regiones colonizadas tales como parte del desierto de Judá, cercana al mar
Muerto donde han sido hallados el monasterio Qumran y los pergaminos del mar
Muerto.”4 0
Debe advertirse que muchos eruditos piensan que Juan el Bautista era esenio y puede
haber estado asociado con la comunidad de Qumran. F. F. Bruce habla en pro de esa idea.
Nota la residencia de Juan en el desierto de Judea, su asceticismo, su enseñanza y práctica
sobre el bautismo y escribe: “La narración de Josefo de la enseñanza de Juan sobre el
bautismo está más estrechamente vinculada con la doctrina Qumran que con el relato del
Nuevo Testamento.”4 1 Bruce concluye: “Juan pudo haber tenido contacto con la
comunidad de Qumran; es posible que aun haya pertenecido a ella durante algún
tiempo.”42
El principio fundamental de la predicación de Juan el Bautista era: Arrepentíos (2).
Hay mucho que no es sino un concepto superficial sobre el asunto del arrepentimiento.
Comúnmente está definido como sentirse “apesadumbrado”. Pero el verbo griego
significa “cambiar de mentalidad”. El arrepentimiento es principalmente mental y moral
más que fundamentalmente emocional. Implica un “cambio de mentalidad” en lo que
respecta al pecado y la salvación. Significa renunciar al pecado y entregarse a Cristo.
Chamberlain dice: “El arrepentimiento es una reorientación de la personalidad en lo que
concierne a Dios y a su plan.”4 3 En cuanto a la exactitud de su significado aquí, Robinson
escribe: “La palabra aramea que Juan usa para ‘arrepentimiento’ puede traducirse:
‘convertíos’, ‘dad vuelta y volveos’; no hay salvación en la carrera que los hombres están
persiguiendo.”4 4
m. Metro(s)
m. Metro(s)
39
“Wilderness”, Interpreter’s Dictionary of the Bible, ed. George A. Buttrick, et al. (Nueva York: Abingdon Press, 1962), IV,
844.
40
“Wilderness, Desert”, Dictionary of the Bible, ed. James Hastings, (edición revisada. Nueva York: Charles Scribner’s Sons,
1963), p. 1037.
41
F. F. Bruce, Second Thoughts on the Dead Sea Scrolls (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1956), p. 129.
42
Ibid., p. 130.
43
W. L. Chamberlain, The Meaning of Repentance (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1943), p. 22.
44
Theodore H. Robinson, The Gospel of Matthew (“Moffatt’s New Testament Commentary”; Nueva York: Harper and
Brothers, 1927, [Preface]), p. 14.
Al predicar el arrepentimiento, Juan se hacía eco de los clamores de los profetas del
Antiguo Testamento. En el sentido más real, él era el último de esa sucesión. Pertenecía
al antiguo régimen, pero estaba al umbral del nuevo. Sin duda estaba empapado en las
primeras Escrituras. Cuando clamaba: Arrepentíos, bien podía estar pensando en las
palabras de Isaías 1:16–17: “Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de
delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien.” También pudo
haber recordado Isaías 55:7: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus
pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia.” O nuevamente,
Jeremías 7:3–7: “Mejorad vuestros caminos y vuestras obras… pero si mejorareis
cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras… os haré morar en este lugar, en la
tierra que di a vuestros padres para siempre.”
Thayer dice que el sustantivo metanoia significa “en particular el cambio de
mentalidad de aquellos que han comenzado a aborrecer sus errores y malos hechos y se
han decidido a entrar a un nuevo y mejor curso de vida, de modo que implica el
reconocimiento del pecado y el pesar por haber incurrido en él y la enmienda de corazón,
de la cual las pruebas y efectos son los buenos hechos”.4 5
¿Por qué debían arrepentirse los oyentes de Juan? El les dice: Porque el reino de los
cielos se ha acercado. Su predicación no sólo era ética, sino escatológica. Barnes sugiere
que el final habría quedado mejor traducido, “porque el reino de Dios se acerca”.4 6 Había
una vigorosa nota de urgencia en el llamado de Juan al arrepentimiento. Era casi como si
hubiera dicho: “¡Ahora o nunca!” Los acontecimientos de los años que vinieron
inmediatamente, y que culminaron con la destrucción de Jerusalén en el año 70 D.C.,
justifican su ojo avizor y el tono de su voz. Aquellos días probaron ser “los últimos
tiempos”, o “los días del Mesías” que cubren el período entre su primera y segunda
venidas (cf. Hch. 2:17). Pero la mayoría de los judíos no prestó atención y sufrió las
consecuencias.
Mateo sólo usa las palabras el reino de los cielos. Acaecen unas 32 veces en su
evangelio. Marcos y Lucas dicen “el reino de Dios”. La razón para el cambio de
terminología en Mateo es ésta: “En el período judaico previo a la era cristiana, cuando
comenzó a prevalecer un concepto trascendente de Dios, llegó también el empleo de la
palabra cielos como sinónimo de Dios.”47 Mateo no quería ofender a sus lectores judíos,
de modo que siguió la costumbre.
Casi todos los eruditos están de acuerdo en que la palabra reino en el Nuevo
Testamento significa “reinado” más que “dominio”. Arndt y Gingrich definen la palabra
griega basileia como el significado de “reinado, poder real, gobierno real, reino”.4 8
Además lo particularizan así: “especialmente el reinado real o reino de Dios, concepto
principalmente escatológico que comienza a aparecer en los profetas y que es tratado con
esmero en pasajes apocalípticos… y enseñado por Jesús.”49 Ellos insisten (justamente)
en que “el reino de Dios” y “el reino de los cielos” significan esencialmente lo mismo y
es así, porque están usados exactamente en los pasajes paralelos en Lucas y Mateo, pero
agrega: “El último término también puede dar énfasis al origen y naturaleza celestial del
reino.”5 0
45
Joseph H. Thayer, Greek-English Lexicon of the New Testament (Nueva York: American Book Company, 1889), p. 406.
46
Albert Barnes, Notes on the New Testament: Matthew and Mark (Grand Rapids: Baker Book House, 1949), p. 22.
47
A. B. Bruce, “The Synoptic Gospels”, Expositor’s Greek Testament (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., s.f.), I,
80.
48
Op. cit., p. 134.
49
Ibid.
50
Ibid.
Morison insiste en este último pensamiento. Escribe: “Su origen está en el cielo, su
final, en el cielo; su rey es celestial, sobre todo, sus súbditos son celestiales en su carácter
y destino; sus leyes son celestiales; sus instituciones, también lo son; su misma
culminación está en el cielo y es realmente del cielo; sus instituciones sobre la tierra son
arras de la gloria del cielo.”5 1
En años recientes ha habido buena cantidad de escritos sobre el tema del reino de Dios.
Algunos lo identifican con la iglesia como lo hiciera Agustín, hace cosa de 1.500 años.
Otros, como Harnack, lo consideran puramente subjetivo. Albert Schweitzer lo concibió
completamente en términos escatológicos; vale decir, como futuro. Por otra parte, C. H.
Dodd lo hizo completamente presente, “una escatología realizada”.
George Ladd ha escrito varios libros valiosos sobre el tema. En uno de ellos dice: “El
principal significado de la palabra hebrea malkuth en el Antiguo Testamento y de la griega
basileia en el Nuevo, es el de rango, autoridad y soberanía ejercida por un rey.”5 2
El Nuevo Testamento enseña que el reino es a la vez presente y futuro, no exactamente
uno ni tampoco el otro. En su valiosísimo examen de la historia de la interpretación del
reino de Dios durante los 100 años recientes, el obispo Lundstrom dice: “Para Jesús, el
presente y el futuro reino de Dios se encontraban uno al lado del otro.”5 3
Para hacer hincapié en su llamado al arrepentimiento, Juan cita a Isaías 40:3. El
mismo se identifica con la voz del que clama en el desierto—el desierto del pecado y la
necesidad espiritual del hombre. Halford Luccock está muy atinado al interpretar así la
palabra desierto en Isaías: “Es una descripción de suma actualidad de gran parte de nuestro
mundo.”5 4 La representación de sí mismo que hace Juan como una voz concuerda con su
misión de heraldo (cf. “predicar” v. 1). El no hablaba de sí, sino en lugar de Otro.
Como precursor del Mesías, la tarea de Juan el Bautista era la de amonestar a los
hombres: Preparad el camino del Señor. Debían construir un camino real sobre el que
pudiera andar el Señor. Unos pocos escucharon y recibieron la amonestación. Pero, los
líderes de la nación rechazaron el llamado divino y condenaron a muerte a su Mesías.
Enderezad sus sendas implica lo que es el verdadero arrepentimiento. Es enderezar la
propia vida.
El resultado fue la entrada a la edad del evangelio en la que todos los hombres
recibirían el llamado individual a arrepentirse y aceptar a Cristo como Salvador. La
demanda de Juan fue dirigida tanto al individuo como a la nación. Hoy principalmente se
dirige al primero.
La apariencia de Juan el Bautista se acomodaba a su misión y mensaje. Era un rudo
zapador de la predicación. Su comida y ropas eran burdas y simples. Su única vestimenta
era de pelo de camello (4), una tosca arpillera usada por los ascetas y lamentadores. El
cinto de cuero (o “cinturón”) mantenía sujetas las vestiduras sueltas. Esto es mencionado
en la descripción que se hace de Elías en el Antiguo Testamento (2 R. 1:8). Jesús identificó
a Juan el Bautista como el Elías del Nuevo Testamento (Mt. 17:10–13). Los dos hombres
eran muy semejantes en apariencia, temperamento y misión. Su comida era langostas y
miel silvestre. Algunos han tratado de ver en las primeras, algún tipo de vaina de alguna
planta, y en la última a la savia dulce que fluye de ciertos árboles. Pero es probable que
los términos deban tomarse literalmente. Bajo la ley judía las langostas podían
considerarse “limpias” (Lv. 11:22) y en la actualidad aún las comen los árabes.
51
Op. cit., p. 29.
52
George E. Ladd, The Gospel of the Kingdom (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1959), p. 19.
53
Gosta Lundstrom, The Kingdom of God in the Teaching of Jesus, traducido por Joan Bulman (Richmond, Virginia: John
Knox Press, 1963), p. 238.
54
Halford E. Luccock, “The Gospel According to Mark” (Exposition), The Interpreter’s Bible, ed. George A. Buttrick, et al.,
VII (Nueva York: Abingdon-Cokesbury Press, 1951), 649.
Lo que es más, las langostas secas pueden comprarse en las tiendas de víveres de los
Estados Unidos. Probablemente miel aluda a la “miel silvestre” (Mr. 1:6) de abejas, que
se encuentran por todas partes en el desierto.
Juan el Bautista fue el mensajero especial para una época especial. J. C. Jones lo
describe “como un hombre rústico nivelador de montañas y llenador de valles, de mirada
severa y voz vehemente”.55 Josefo, el historiador judío de la primera centuria, dice que
“Juan era un hombre bueno que ordenó a los judíos ejercer la virtud, tanto en la rectitud
del uno para con el otro como en lo que respecta a Dios”.5 6
Juan produjo una tremenda conmoción. Leemos que “acudían a él de” (tiempo
imperfecto) Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán (5).
La gente de Jerusalén (situada a 800 metros sobre el nivel del mar) tenía que descender
unos 140 metros hasta el río Jordán que todavía está a 450 metros más bajo de donde fluye
al mar Muerto. Juan pudo haber estado bautizando a siete kilómetros río arriba. La
ansiedad de la gente al acudir a escuchar al profeta queda demostrada por su disposición
a ascender por el extenso y áspero camino a Jericó.
Juan bautizaba sólo a los que llegaban confesando sus pecados (6). El griego da a
entender “declarando sus pecados”. Este predicador requería que sus candidatos
reconociesen que eran pecadores antes de ser bautizados.
2. Su predicación (3:7–10)
En los tiempos de Jesús había dos partidos o sectas principales en el judaísmo. Los
primeros eran los fariseos (7). Este nombre parece derivarse de la palabra hebrea parash:
“uno que está separado.” El notable erudito inglés Matthew Black favorece “el sentido de
perushim, como el de aquellos que en su cumplimiento meticuloso de la ley y en particular
de las ordenanzas levíticas, ‘se separaban a sí mismos de lo inmundo’ y en especial de
aquellos que consideraban inmundos, ‘el pueblo de la tierra’ (‘am ha’ ares)”.5 7
Los comienzos del fariseísmo datan de la cautividad en Babilonia, época en que los
judíos ya no tenían templo donde adorar. De modo que ellos se fueron haciendo más y
más “el pueblo del Libro”. La ley de Moisés llegó a ser el centro de la vida religiosa. Su
estudio y enseñanza llegaron a ser la tarea principal de los líderes religiosos (cf. Neh. 8:1–
8). Durante el período de los Macabeos, los Hasidim, o “los piadosos”, procuraron
mantener la pureza de la religión hebraica en contra de la intrusión del paganismo
helénico. De este movimiento “puritano” de laicos se levantaron los fariseos. Josefo dice
que había más de 6.000 de ellos en tiempos de Herodes el Grande.5 8
Los saduceos ocupaban el segundo lugar en importancia entre las sectas judías. Eran
principalmente sacerdotes, la clase aristocrática. Mientras los fariseos enseñaban en todas
las sinagogas, los saduceos mantenían el control del templo en Jerusalén (cf. Hch. 4:1;
5:17).
Por lo general se enseña que su nombre proviene de Sadoc. Este hombre fue designado
sumo sacerdote por Salomón (1 R. 2:35) para ocupar el lugar de Abiatar que se había
unido a la rebelión de Adonías (1 R. 1:7). Fue así como él llegó a ser el antecesor de
sacerdotes en Jerusalén. En la visión del nuevo templo que tuvo Ezequiel, son “los hijos
de Sadoc” quienes serían llamados “para ministrar a Jehová” (Ez. 40:46).
Al rechazar las teorías sobre un origen más remoto, dice Sundberg: “Es más probable
que los saduceos hayan surgido como partido subsecuente a la rebelión de los
55
The Biblical Illustrator: St. Mark, ed. Joseph S. Exell (Grand Rapids: Baker Book House [reimpresión]), p. 8.
56
Antiquities, XVIII, 5, 2.
57
Matthew Black, “Pharisees”, IDB, III, 776.
58
Antiquities XVII, 2, 4.
macabeos.”5 9 La primera mención de ellos data de los días de Juan Hircano (135–104
A.C.). Josefo escribe: “Había un tal Jonatán, muy amigo de Hircano, pero de la secta de
los saduceos, cuyos principios eran muy contrarios a los de los fariseos.”6 0 El contraste
que el antiguo historiador judío hace de esas dos sectas6 1 concuerda con lo declarado en
el Nuevo Testamento.6 2
Es de interés notar que mientras el nombre de los fariseos es mencionado 100
ocasiones en el Nuevo Testamento,6 3 el de los saduceos sólo ocurre en catorce lugares.6 4
Josefo afirma que los primeros eran mucho más populares entre el pueblo.6 5 Los saduceos
desaparecieron de la historia después de la destrucción del templo de Jerusalén (70 D.C.).
El judaísmo que sobrevivió fue el de los fariseos.
Juan el Bautista tuvo ásperas palabras para los fariseos y saduceos que se allegaban a
su bautismo. Los llamó: ¡Generación de víboras! Este parece, un lenguaje tosco. Pero
era el análisis de un carácter. Morison explica muy bien las implicaciones en estas
palabras:
Los miraba de hito en hito, en una manera imposible para el común de los hombres
y leía lo que estaba en lo íntimo de sus corazones. Veía el elemento rastrero que los
sujetaba al polvo. Vio el elemento insidioso en su moral. También había veneno que sin
escrúpulo alguno, se atreverían a arrojar e introducir… Vio que había en ellos el principio
de antipatía verdadera a la genuina humanidad.6 6
El cuadro de las víboras huyendo de la ira venidera (cf. 1 Ts. 1:10) halla un vívido
cuadro en esta descripción “como un fuego aislado cuando el pasto seco y las espinas
arderán por kilómetros y los reptiles inmundos saldrán de sus cuevas por causa del calor”.6
7
A estos soberbios religiosos el Bautista les ordena: Haced, pues, frutos dignos de
arrepentimiento (8) o, “Entonces, probad vuestro arrepentimiento por los frutos que
producís” (NEB). El verdadero arrepentimiento siempre se manifiesta por el cambio de
vida.
Juan podía sentir la reacción de sus oyentes: A Abraham tenemos por padre (9). No
tenemos necesidad de arrepentimos. Somos hijos de Abraham, y como tales, el pueblo
elegido por Dios. Son los gentiles y los pecadores quienes deben arrepentirse.
La respuesta de Juan abatió al punto esta falsa coartada. Declaró que Dios podía
levantar hijos a Abraham aun de las piedras, aun de las que estaban en la playa.6 8 Esto es,
los descendientes físicos, en los cuales tanto se gloriaban y que no tenían ninguna
significación ante los ojos de Dios. Como las piedras, todo estaba sobre un nivel material.
Lo que Dios exige es el carácter moral. Jesús repudiaba los razonamientos materialistas
de los líderes judíos en ese asunto (Jn. 8:33–39). Pablo declara que los que tienen fe son
“hijos de Abraham” y serán benditos con “el creyente Abraham” (Gá. 3:7, 9; véase
también v. 29; Ro. 4:11).
59
A. C. Sundberg, “Sadducees”, IDB, IV, 160.
60
Antiquities, XIII, 10, 6.
61
Véase Antiquities, XIII, 1, 3–4.
62
Véase el comentario sobre Hechos 23:8.
63
30 veces en Mateo, 12 en Marcos, 28 en Lucas, 20 en Juan, 9 en los Hechos y 1 en Filipenses (3:5).
64
Siete veces en Mateo, una en Marcos e idem en Lucas, y cinco en Hechos.
65
Antiquities XVIII, 1, 4.
66
Op. cit., p. 34
67
George Adam Smith, Historical Geography of the Holy Land (vigésima edición; Londres: Hodder & Stoughton, s.f.), p.
317.
68
Puede haberse intentado un juego de palabras hebreas “hijos” (banim) y “piedras” (ebhanim).
La declaración ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles (10), puede
interpretarse fácilmente como que el hacha ya está golpeando los árboles en sus mismas
raíces. Pero el griego dice: “El hacha está echada (keitai) a la raíz de los árboles.”6 9 La
idea es que el juicio ya estaba a punto de caerles. En cualquier momento, el leñador podría
recoger el hacha y usarla. Todo árbol que no estuviera produciendo fruto sería arrancado
y arrojado al fuego. Más tarde Jesús pronunció idénticas palabras (7:19). “El fuego”, dice
Johnson, “es el de la Gehenna: ‘Fuego’ en los apocalipsis judíos a menudo describe el
juicio final”.7 0
69
Abbott-Smith (p. 383) indica un “a” o “en” con el significado de “hacia”.
70
Sherman Johnson, “Matthew” (Exegesis), IB, VII, 265.
71
Henry Alford, The Greek Testament, rev. Everett Harrison (Chicago: Moody Press, 1958), I, 23.
72
Ibid.
73
Philip A. Micklem, St. Matthew (“Westminster Commentaries”; Londres: Methuen & Co., 1917), pp. 15–16.
74
David Brown, “Matthew-John”, A Commentary… on the Old and New Testaments, por Robert Jamieson, A. R. Fausset, y
David Brown (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1948 [reimpreso]), V, 12.
75
Ibid.
G. Campbell Morgan hace eco a este criterio. Parafrasea las palabras del Bautista de
la manera siguiente: “El os sumergirá en el fuego envolvente del Espíritu Santo que os
quemará y rehacerá.”7 6
Especialmente notable es el comentario del difunto obispo Ryle, de la Iglesia
Anglicana. Escribe:
Necesitamos que se nos diga que el perdón de los pecados no es lo único necesario
para la salvación. Hay algo más todavía; y eso es el bautismo de nuestros corazones con
el Espíritu Santo… No descansemos hasta que sepamos algo, por haberlo experimentado,
del bautismo del Espíritu. El bautismo de agua es un gran privilegio. Pero estemos seguros
de que también tenemos el bautismo del Espíritu Santo.77
El fuego hace tres cosas: (1) calienta; (2) ilumina; (3) limpia. Y eso es lo que el
Espíritu Santo trae al corazón humano que lo recibe: calor, luz y limpieza de todo pecado.
Airhart observa que este gran mensaje de Juan acerca de Cristo está relacionado con
la doctrina cristiana sobre el bautismo del Espíritu Santo (1) por Jesús en su mandato a los
discípulos (Hch. 1:4–5), y (2) por Pedro, cuando interpretó el significado del Pentecostés
gentil (Hch. 11:15–16). También nota que la promesa: recogerá su trigo en el granero
(12) sugiere los valores positivos del bautismo con el Espíritu Santo. Escribe: “Solamente
se quema la paja, y eso, sólo con el fin de que el trigo—los valores genuinos en la
personalidad—pueda ser acopiado y dispuesto para el uso. Hay potencial en nuestras
personalidades que sólo Dios puede discernir. Hay posibilidades de gracia, talentos
latentes, tesoros sepultados en las vidas de los creyentes que en su mayor parte no han sido
empleados por estar todavía encajados en la paja de una naturaleza no santificada. El
bautismo con el Espíritu Santo proveerá la base para la realización de las posibilidades de
la personalidad, conocidas por el Espíritu, pero que de otro modo serán perdidas para
siempre.”7 8
El Mesías tiene en su mano un aventador (12)—“una horquilla para aventar”. (Es
usado solamente aquí y en Lc. 3:17). El escritor ha estado observando un hombre sobre
la cima del monte Samaría arrojando con esa horquilla el trigo ya trillado. La brisa se lleva
la paja y el grano bueno recogido queda en el suelo.
Juan declaró que Cristo limpiará su era. El verbo griego compuesto, que significa
“limpiar completamente” se halla solamente en este lugar en el Nuevo Testamento. La era
consistía en un lugar para el grano trillado tal como lo había cerca de cada villa.
Generalmente se encontraba sobre terreno elevado para aprovechar la ventaja de los
vientas que llegaban del Mediterráneo. “El borde estaba levantado y el piso pavimentado
con piedra o barro endurecido por el uso a través de los siglos.”7 9 El nuevo trigo o cebada
cosechados se apilaba a una profundidad de unos 50 centímetros. Luego, un par de bueyes
tiraban de una tabla trilladora sobre los cereales; la trilladora era manejada por una mujer
o por niños. La tabla, de 1.25 metros de largo por unos 75 centímetros de ancho, estaba
dentada con pedazos de piedra o metal adheridos al fondo. Esos dientes desgarraban el
grano, mientras que las patas de los bueyes también lo aplastaban. Todavía es posible ver
en la Palestina estos pisos trilladores, algunas veces con dos pares de bueyes haciendo su
labor.
76
G. Campbell Morgan, The Gospel According to Matthew (Nueva York: Fleming H. Revell Co., 1929), p. 23.
77
J. C. Ryle, Expository Thoughts on the Gospels: Matthew-Mark (Grand Rapids: Zondervan Publishing House, s.f.), pp. 19–
20.
78
A. E. Airhart, “The Baptism with the Holy Spirit”, Preacher’s Magazine, XXXVIII (May, 1963), 14.
79
Madeleine S. Miller y J. Lane Miller, Encyclopedia of Bible Life (Nueva York: Harper & Brothers, 1944), p. 19.
Los factores centrales de la escena del bautismo fueron una visión y una voz. La
primera fue que vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él
(16). La voz declaró: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia (17).
Eerdman comenta al respecto: “El primero fue una indicación simbólica del poder divino
por el cual se realizaría su ministerio; el segundo, la seguridad de que El era el Mesías, el
auténtico Cristo de Dios.”8 3
La expresión vio (v. 16; Mr. 1:10), puede sugerir que la visión de la paloma sólo fue
para Jesús. Pero Lucas dice: “y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal,
como paloma” (Lc. 3:22). También el Evangelio de Juan (1:32–34) indica que el descenso
del Espíritu como paloma fue la señal predispuesta para Juan para que él supiera que ése
era realmente el Mesías. Sin embargo, no está declarado en ninguna parte que la visión
haya sido captada por la multitud que les rodeaba. La paloma era un símbolo adecuado
de la mansedumbre del Espíritu Santo.
La voz de los cielos expresaba la aprobación del Padre hacia la obediencia del Hijo.
Uno de los significados de amado, es “único”. De este modo, el Padre con figura doble
y vigor dual declara la misión única de Jesús como su Hijo unigénito y Siervo obediente.
Ya Cristo estaba obrando como el Siervo de Jehová descrito por Isaías. La obediencia a
la voluntad de su Padre que manifestó por primera vez públicamente en su bautismo
encontró su culminación en la cruz. El Calvario fue el clímax de su ministerio como el
Siervo sufriente.
Mateo hace del mensaje de los cielos una proclama pública: Este es mi Hijo amado,
mientras Marcos (1:11) y Lucas (3:22), lo hacen más directo y personal: “Tú eres mi Hijo
amado.” Pero tanto Lucas como Juan indican claramente que la semejanza de forma de
paloma fue vista por lo menos por Juan el Bautista (véase arriba). De manera que hay
amplio testimonio de que no se trataba de una experiencia subjetiva de parte de Jesús
únicamente.
En cuanto a la última cláusula, en quien tengo complacencia, Meyer escribe: “El
aoristo denota: en quien he tenido gran placer, quien ha llegado a ser objeto de mi buena
complacencia.”8 4 Lange lo considera así: “El verbo es usado en aoristo para denotar el
acto eterno de contemplación amorosa con el cual el Padre considera al Hijo.”8 5
Uno de los rasgos importantes del bautismo de Juan es que aquí tenemos por primera
vez en la Biblia una indicación clara y completa de la Trinidad. Al salir Jesús del agua, el
Espíritu Santo vino sobre El y al mismo tiempo una voz de los cielos declaró: Este es mi
Hijo amado, en quien tengo complacencia. Así entramos al Nuevo Testamento con una
revelación explícita de que Dios existe como Padre, Hijo y Espíritu Santo.
83
Charles R. Erdman, The Gospel of Matthew (Filadelfia: Westminster Press, 1920), p. 37.
84
Op. cit., p. 87.
85
Op. cit., p. 77.
86
G. A. McLaughlin, Commentary on the Gospel According to Saint Matthew (Chicago: Christian Witness Co., 1909), p. 40.
87
Ibid.
sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en
cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”
(He. 2:17–18).
La última parte declara una verdad reveladora: “Padeció siendo tentado.” No se trataba
de una comedia. Era una guerra dura y áspera. Las tentaciones de Jesús eran tan reales
para El como los son las nuestras para nosotros y exactamente tan agonizantes. Algunos
dicen que, puesto que Cristo era el Hijo de Dios, El sabía que no podía fracasar, que no
podía rendirse. Pero tal consideración transformaría a la tentación en una inútil farsa y
negaría la clara declaración de Hebreos. Si El “fue tentado en todo conforme a nuestra
semejanza”, debe haber experimentado el tormento y la tortura en su propio consciente
que nosotros sentimos cuando somos severamente tentados. Es verdad que como Hijo de
Dios era omnisciente. Pero hay muchas indicaciones en los evangelios de que Jesús
limitaba ese conocimiento a su consciente efectivo. Eso fue una parte de la Encarnación,
llegar a ser como nosotros. Tuvo que pagar ese precio para poder ser a la vez nuestro sumo
Sacerdote y nuestro Sacrificio por el pecado.
Jesús fue llevado (1) desde el valle del Jordán, lugar ubicado a unos 300 metros bajo
nivel del mar, hasta las escabrosas colinas del solitario desierto de Judea. Los tres
evangelios sinópticos dicen que fue llevado por el Espíritu al desierto. Fue bajo la divina
dirección. Cuando las cosas van mal o somos duramente tentados, es fácil pensar que
estamos fuera de la voluntad de Dios. Pero cuando Jesús fue tentado estaba en el mismo
centro de la voluntad del Padre para El.
Fue llevado al… desierto. Es sorprendente el contraste entre éste y el ambiente de la
tentación de Adán y Eva. Ellos estaban en un hermoso paraíso, el huerto del Edén. El
estaba en el yermo desolado. Ellos tenían abundancia para comer, todo lo que pudieran
desear. El estaba hambriento. Ellos se hacían mutua compañía. El estaba solo. Sin
embargo, ellos fracasaron, mientras El venció.
Una de las más gráficas descripciones de la tentación está en el Paraíso reconquistado
de Milton. Allí el autor presenta a Satanás llegando a Cristo en forma de un anciano.
Parecería como si las tentaciones más específicas dibujadas aquí, llegaran como
sugestiones mentales tal como nos ocurre generalmente en nuestros días. Broadus, sin
embargo, piensa diferente. Dice: “Durante los 40 días (Lc. 4:2) y en otras ocasiones,
nuestro Señor, sin duda fue tentado con sugestiones mentales, como nosotros; pero en las
aquí descritas parece que claramente Satanás apareció en forma corporal y con palabras
audibles y esto fue adecuado a la escena en cuanto a una descripción clara e
impresionante.”8 8 Pero, ¿es posible que Satanás haya podido tomar a Jesús corporalmente
y llevarlo hasta el pináculo del templo? El argumento conclusivo en contra de esta noción
es que no hay en la tierra montaña tan elevada desde la cual puedan verse todos los reinos
del mundo (8).
El propósito divino por el cual Jesús fue llevado al desierto fue para que pudiera ser
tentado. El término griego es peirazo. En la primitiva literatura helénica (Homero), se
emplea con el sentido de “hacer la prueba de”. Su principal acepción es “probar,
experimentar, mostrar”.8 9 Arndt y Gingrich dicen que significa: “probar, hacer prueba
de, poner a prueba para descubrir qué clase de persona es uno.”9 0 El Padre permitía que
su Hijo fuera probado antes de comenzar su obra pública, como tiene que serlo el metal
antes de que pueda ser usado en un lugar crucial. Pero, desde el punto de vista de Satanás,
Jesús era tentado, seducido a pecar, porque abrigaba la esperanza de hacerle caer. Tal
88
John A. Broadus, Commentary on the Gospel of Matthew (“An American Commentary on the New Testament”;
Filadelfia: American Baptist Publication Society, 1886), p. 62.
89
Abbott-Smith, Op. cit., p. 351.
90
Op. cit., p. 646.
cosa está sugerida con mayor amplitud por la palabra “tentador” (peirazon) en el versículo
3.
Cristo fue tentado por el diablo. Marcos nunca usa ese término; en su lugar emplea
“Satanás” (Mr. 1:13). El último, cuyo significado es “adversario”, va directamente del
hebreo al griego, y a casi todas las lenguas vernáculas. La palabra griega diabolos quiere
decir “impostor” o “falso acusador”. Se volvió, en francés diable; en inglés, devil; en
español, diablo. Ambos términos son empleados como equivalentes en el Nuevo
Testamento.
Negar la existencia de un diablo personal es adormecernos en un falso sentimiento de
seguridad. Más y más nos hemos dado cuenta en años recientes que uno no puede explicar
la insidiosa influencia del mal en este mundo sin admitir que detrás de éste hay un agente
personal.
Jesús ayunó cuarenta días y cuarenta noches (2) como ya lo habían hecho Moisés
en el monte Sinaí (Ex. 34:28), y Elías en el desierto (1 R. 19:8). Por lo general se ha
pensado que 40 se refiere a un período de prueba. Es lo que fue para Jesús. Y El no fracasó
ante la prueba.
Después de los 40 días, tuvo hambre, (es decir, estaba “hambriento”). Aparentemente
estaba tan absorto en su conflicto espiritual y en la contemplación que no experimentó
hambre hasta que terminó ese lapso. Entonces surgió en El un intenso deseo de alimento.
Marcos nos da una breve declaración sumaria, sin entrar en detalles sobre los tres
ataques específicos de Satanás. Mateo y Lucas nos dan los tres, pero en distinto orden
(véanse los comentarios sobre Lc. 4:1–13). M’Neile sugiere que Lucas adopta un orden
de sucesión geográfico con el cambio del desierto a la ciudad final, mientras que “Mateo
presenta un clímax psicológico: la primera tentación era para que dudara la verdad de la
revelación que hacía poco había recibido; la segunda, para probarla y la tercera, para
precipitarse sobre su reinado mesiánico que estaba implicado”.9 1
Una de las armas favoritas del diablo es la duda. Lo primero que le dijo a Jesús fue: Si
eres Hijo de Dios (3).92 En forma similar comenzó su ataque a Eva: “¿Con que Dios os
ha dicho…?” (Gn. 3:1). Entonces el diablo apeló a la necesidad física de Jesús: dí que
estas piedras se conviertan en pan. Como dice Maclaren, “Satanás probó la misma treta
con el primer Adán. Entonces le había resultado tan bien que creyó que era sabio volver
a emplearla otra vez”.9 3 Intrínsicamente, no había nada de malo en que Jesús realizara un
milagro para proveerse de la comida necesaria. Pero obedecer a Satanás sí es pecado.
Además, Cristo había venido para compartir nuestra humanidad. El rehusó emplear un
poder que no estuviera a nuestro alcance. No iba a hacer nada que negara su Encarnación.
G. Campbell Morgan lo explica de la manera siguiente: “El enemigo le pidió que hiciera
algo bueno de manera equivocada, satisfacer una necesidad legítima con un método ilegal,
hacer uso de los privilegios de su filiación divina para violar sus responsabilidades.”9 4
Lo primero que Jesús le replicó fue: Escrito está. En el idioma griego, este verbo está
en tiempo perfecto, que indica acción completa y también el estado resultante como
continuando todavía. El significado total es el siguiente: “Ya ha sido escrito y todavía
sigue escrito.” Esto hace hincapié en la eterna inmutabilidad de la Palabra de Dios.
91
Op. cit., p. 37.
92
O, “Puesto que tú eres el Hijo de Dios”.
93
Alexander Maclaren, Exposition of Holy Scripture, “St. Matthew” (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1944
[reimpreso]), p. 78.
94
Crises of the Christ, p. 168.
Jesús se enfrentó a Satanás y lo venció con las mismas armas que están a nuestra
disposición: “la espada del Espíritu que es la palabra de Dios” (Ef. 6:17). En las tres
ocasiones, El citó el libro de Deuteronomio. La primera de las citas fue: No sólo de pan
vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (4, cf. Dt. 8:3).
Jesús vivía por la Palabra de Dios, no por los antojos de su propio apetito. El ha establecido
un ejemplo para sus seguidores.
En la segunda tentación, el diablo llevó a Jesús a la santa ciudad (5). Es el nombre
dado sólo por Mateo en el Nuevo Testamento a Jerusalén. También ocurre en Apocalipsis.
Se encuentra cinco veces en el Antiguo Testamento. El diablo puso a Jesús sobre el
pináculo del templo, el lugar más alto de la ciudad santa. Morgan recalca: “La elección
del lugar es la primera evidencia de la astucia del enemigo.”9 5
Con tal ambiente, santificado por las asociaciones sagradas, probablemente con una
multitud en expectación allá abajo, el diablo efectuó una aproximación distinta. En esta
ocasión apeló a la absoluta confianza de Jesús en Dios. Primero la tentación ocurrió en el
nivel físico. Esta vez sucedía en un elevado plano espiritual: Si eres Hijo de Dios (o, “Ya
que eres Hijo de Dios), échate abajo (6). Era tan sagrado el lugar donde estaban que el
diablo llegó a envalentonarse para citar él mismo las Escrituras. Procuró tomar Salmos
91:11–12. Pero dejó a un lado una frase muy importante: “en todos tus caminos”. Los
caminos de Cristo eran los caminos de Dios. Si El se desviaba de la voluntad divina no
podía aspirar al cuidado de su Padre. Eso es verdad con nosotros en la actualidad
Los judíos de entonces esperaban que su Mesías habría de llegar repentinamente con
una aparición espectacular en el templo. Aquí se presentaba la oportunidad de Jesús para
ganar la aclamación nacional como el Mesías. Pero El resistió la tentación al
sensacionalismo. En vez de eso, seguiría el sencillo sendero de humilde obediencia a su
Padre.
Jesús volvió a blandir su espada—la Palabra de Dios. Esta vez fue: No tentarás al
Señor tu Dios (7). La conducta imprudente no es evidencia de fe sino de presunción.
El panorama para la tercera tentación fue todavía distinto. Un monte muy alto (8).
Aquí el diablo hizo su intento más elevado. Después de presentar a Cristo una visión de
todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, le lanzó esta sorprendente proposición:
Todo esto te daré, si postrado me adorares (9). ¡Qué tentación era esta, ganar todo el
mundo sin ir a la cruz! La esencia de la tentación era alcanzar los objetivos aprobados por
Dios, pero empleando la estrategia de Satanás. Jesús rechazó aun este plausible recurso.
Le ordenó a Satanás que se fuese. Una vez más citó la Palabra: Al Señor tu Dios
adorarás, y a él sólo servirás (10, cf. Dt. 6:13). He aquí el primero y más elevado deber
del hombre.
Satanás tentó al Señor sobre tres niveles: (1) El físico—comida; (2) El intelectual—a
hacer algo que causara sensación; (3) El espiritual—si postrado me adorares. El diablo
todavía sigue tentando a los hombres en estas tres maneras.
En obediencia al mandato de Cristo, el diablo le dejó. Entonces, vinieron ángeles y
le servían (11). Ellos probablemente le proveyeron alimento (cf. 1 R. 19:5–7) y también
le socorrieron espiritualmente, regocijándose con El por la victoria ganada.
95
Ibid., p. 175.
evangelios (cf. Mr. 1:14). Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso (“o había sido
arrestado”), volvió a Galilea (12). Es decir, volvió a su propio terruño, desde el desierto
de Judea al lejano sur. Ahora que Juan estaba en la cárcel, había llegado el tiempo para
que Jesús comenzara su ministerio. Y El ya estaba preparado para ello, por su bautismo
y tentación.
El no permaneció en su hogar de Nazaret. Por el contrario, vino y habitó en
Capernaum (13), distante unos 30 kilómetros sobre la costa norte del mar de Galilea. Fue
sabia la elección de este lugar como sede de su ministerio. Nazaret era una villa oscura y
pequeña en la zona montañosa. Sus habitantes eran personas de mente estrecha. Por la
manera en que ellos le trataron cuando visitó su antiguo hogar, es obvio que no hubieran
recibido su mensaje (Lc. 4:16–30). En su atmósfera provincial, hubieran sido un obstáculo
para El.
Por otra parte, Capernaum era una ciudad activa y bulliciosa, llena de actividades
comerciales. Sin duda, aquí las multitudes serían más amplias y dispuestas a oir. Muchos
entraban y salían, de modo que de esa manera se divulgaría el evangelio, ya que la ciudad
estaba situada sobre el camino principal que va desde Damasco en el norte hasta Egipto
en el sur. Tenía una posición estratégica.
Nuevamente (14) encontramos la fórmula introductora de una cita del Antiguo
Testamento—para que se cumpliese lo dicho (14, cf. 1:22; 2:15, 23). Esta vez está
tomada de Isaías 9:1–2. Mateo tiene 15 menciones de este príncipe de los profetas del
Antiguo Testamento. Por causa de sus muchos pasajes mesiánicos ha sido llamado en
ocasiones, “El evangelio según Isaías”.
Zabulón y Neftalí (15) eran las dos tribus que comprendían en su mayor parte el
territorio de Galilea. La primera estaba en la parte occidental, hacia el Mediterráneo;
mientras que la segunda quedaba al oriente, cerca del mar de Galilea. Camino del mar es
una referencia a la importante carretera que iba de Egipto a Damasco, lugar de las
caravanas de traficantes a través de las centurias.
A esta zona se la denominaba Galilea de los gentiles porque tenía una población de
gentiles mayor que la de Judea. La causa retrocede a los tiempos de Isaías. Cuando los
asirios comenzaron a invadir la Palestina, naturalmente tomaron los territorios
circundantes en primer término. En 2 Reyes 15:29 leemos: “En los días de Peka rey de
Israel, vino Tiglat-Pileser rey de los asirios y tomó a Ijón… Galaad, Galilea y toda la
tierra de Neftalí, y los llevó cautivos a Asiria.” En lugar de los nativos ubicó gente de los
países orientales (2 R. 17:24). De esa manera, la población de Samaria y en menor grado
la de Galilea llegó a ser una mezcla de judíos y gentiles. También es verdad que muchos
cananeos habían permanecido en la región más tarde conocida como Galilea, y por lo
tanto, había resultado en su mayor parte gentil a lo largo del período de los jueces y los
reyes (cf. Jue. 1:30–33; 4:2).
Pero Isaías había predicho que en esa región habría gran luz (16). Mateo asevera que
el principio del ministerio de Jesús en Galilea fue el cumplimiento de esta profecía.
Cuando comenzó Jesús a predicar (17)—la misma palabra, “publicar, proclamar”,
empleada para Juan el Bautista (3:1)—El tomó el mismo texto que su predecesor:
Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Esta última frase se ha
acercado tiene significado literal. Como alguien ha dicho, “Jesús es Dios que se ha
acercado”. En El, los judíos se estaban confrontando con el reino de Dios. Pero ellos se
negaron a aceptarle.
Andando Jesús junto al mar de Galilea (18), vio a dos hermanos que estaban
pescando. Uno de ellos era Simón. Era un nombre muy común entre los judíos de la época
de Jesús, quizá debido a que así se llamaba un gran héroe en la rebelión de los Macabeos
en el siglo II A.C. En el Nuevo Testamento encontramos nueve personas distintas así
llamadas. Jesús le dio al que nos ocupa el sobrenombre de Pedro, palabra griega que
significa “piedra” (petros).
Andrés es conocido principalmente por ser hermano de Pedro, como aquí se le
identifica. Sin embargo, fue el que primero puso a su hermano en contacto con Jesús (Jn.
1:40–42). Andrés fue el que informó acerca de un muchacho que tenía una merienda con
la que fueron alimentadas 5.000 personas (Jn. 6:8–9). De la misma manera que Bernabé
quedó en segundo plano con respecto a Pablo, sucedió con Andrés, quien quedó oculto
por la sombra de Pedro. Pero él cumplió su misión fiel y eficazmente.
Los dos hermanos echaban la red en el mar. Esto lo hacían en las aguas poco
profundas cerca de la costa. Había un tipo especial de red que se usaba con este propósito.
Tenía pesas atadas para que se hundiera hasta el fondo y atraparan la multitud de peces.
Algo semejante se emplea todavía en las aguas templadas de las costas del mar de Galilea
al sur de Capernaum.
Jesús habló a estos dos pescadores dándoles una orden que encerraba una promesa:
Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres (19). El tenía un llamado más
elevado y una tarea superior para ellos. El negocio más importante del mundo es el de
ganar almas. Pedro y Andrés gozaron del privilegio de ser los primeros a quienes Jesús
invitó a cooperar con El en esa tarea.
Este versículo sugiere el tema: “El Supremo Llamado.” Podríamos bosquejarlo de la
siguiente manera: (1) El llamamiento divino—Venid en pos de mí; (2) El interés divino—
y os haré; (3) La comisión divina—pescadores de hombres.
No hubo titubeos de parte de quienes oyeron ese llamamiento. Ellos, dejando al
instante, o “inmediatamente”, las redes, le siguieron (20). Estos pescadores reconocieron
que era la voz del Maestro que les hablaba, y obedecieron.
Un poco más allá, Jesús vio un barco de pescadores cerca de la costa. En él estaban
Zebedeo y sus dos hijos, Jacobo y Juan (21). Ellos remendaban sus redes preparándose
para otra noche de pesca. Y Jesús los llamó a seguirle. Como los otros dos, dejando al
instante las redes—es la misma palabra griega “inmediatamente” (v. 20)—dejando… la
barca y a su padre, le siguieron (22). La repetición de las dos palabras recalca el hecho
de que si uno va a dedicar su vida al servicio de Jesús, debe dejar sus ocupaciones previas.
Es una sorprendente realidad que Jesús haya llamado a cuatro pescadores para ser sus
primeros discípulos. Todavía sigue llamando hombres de todos los caminos de la vida
para predicar su evangelio. El necesita hombres fuertes y de coraje, que hayan aprendido
a hacer frente a las adversidades con paciencia y perseverancia.
Estos cuatro, siempre figuran primero en las listas de los 12 apóstoles (Mt. 10:2–4;
Mr. 3:16–20; Lc. 6:14–16; Hch. 1:13). Tres de ellos (Pedro, Jacobo y Juan), parecen haber
sido de los más íntimos de Jesús. Los vemos con El en la resurrección de la hija de Jairo,
en el monte de la transfiguración y en Getsemaní. Dos de ellos, Pedro y Juan, también
están asociados estrechamente en los primeros capítulos del libro de los Hechos (p. ej.
3:1; 8:14). Pedro fue el orador principal del círculo apostólico tanto en los Evangelios
como en Los Hechos. Fue él quien predicó el sermón el día de Pentecostés (Hch. 2).
Evidentemente Jacobo era reconocido como líder del grupo, porque llegó a ser el primer
apóstol mártir (Hch. 12:2).
Este párrafo incluye un breve resumen del viaje a Galilea (23) realizado por Jesús tan
pronto como alistara los cuatro primeros colaboradores. Su ministerio abarcaba tres
funciones distintas: enseñando, predicando y sanando.
La enseñanza era realizada en las sinagogas. Estas eran locales de adoración en las
villas y pueblos. También servían como escuelas donde los muchachos judíos podían
memorizar las Escrituras. Los juzgados locales estaban vinculados con las sinagogas. De
esa manera constituían el centro de la vida de la comunidad. George A. Buttrick dice: “La
sinagoga era a la vez, escuela, juzgado e iglesia.”9 6
Ni el Antiguo Testamento ni la Apócrifa nos relatan el origen de la sinagoga. Pero es
obvia la razón de su existencia. Cuando el templo de Jerusalén fue destruido en 586 A.C.,
los judíos quedaron sin un lugar para adoración. Durante la cautividad, naturalmente ellos
se reunían para orar. La palabra griega synagoge significa “una reunión”. Como sucedió
con el término “iglesia”, primeramente fue usado para la congregación y luego para el
edificio en el cual se reunían.
Jesús estaba predicando el evangelio del reino. Se trataba de las nuevas de que el
reino de Dios se ofrecía a los hombres en la persona de Cristo, el Mesías. Además, sanaba
toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Su poder era ilimitado. No había caso
demasiado difícil para El. Era el gran Médico tanto de los cuerpos como de las almas.
Y se difundió su fama por toda Siria (24). Es decir, en la Palestina, lo mismo que
al norte que incluía los actuales territorios de Siria y Líbano. Como resultado de esta
publicidad traían enfermos de todas partes. Mateo los describe como hombres y mujeres
que tenían dolencias y que eran afligidos por diversas enfermedades y tormentos. La
palabra tormentos, que podría interpretarse “torturas”, recalca el dolor y el sufrimiento
resultante de los males. También llegaban con ellos los endemoniados, lunáticos, en
griego seleniazomenous. Literalmente significa “golpeado, herido por la luna”. Este era
un término usado para designar a los epilépticos. Se dice que de todos estos males El los
sanó. El verbo empleado es therapeuo, del que proviene nuestro término “terapia” y
también “terapéutico”.
Se hace notar la popularidad de Jesús con la mención de que le siguió mucha gente
(25)—literalmente, “multitudes”—de los territorios circunvecinos. Galilea era la parte
norte de la Palestina propiamente dicha. Decápolis significa “diez ciudades”. Este era el
nombre dado a la zona más oriental del valle del Jordán que abarcaba 10 ciudades
helenísticas en cultura e intereses. Se extendían por el norte, desde Damasco hasta
Filadelfia (hoy Ammán) al sur. Era una región de carácter más bien gentil. Stendahl dice
que “en Decápolis, los judíos constituían la minoría”.9 7 Jerusalén era la capital de Judea
y la parte meridional de la Palestina. El hecho de que la gente viajara desde 150 kilómetros
al norte de Jerusalén a Galilea demuestra el tremendo poder de atracción de Jesús. Del
otro lado del Jordán es lo que en tiempos modernos se llama Transjordania y conocida
oficialmente como Perea (lit., “a través”). Esta parte sobre el lado oriental del Jordán
estaba gobernada por Herodes Antipas, mandatario de Galilea.
Después de presentar esta descripción general del principio del ministerio de Jesús en
Galilea, Mateo ahora prepara el panorama para el Sermón del Monte. Este es el primero
de los cinco grandes discursos en este Evangelio (vea la Introducción).
96
“Matthew” (Exposition), IB, VII, 277.
97
K. Stendahl, “Matthew”, Peake’s Commentary on the Bible, eds. Matthew Black y H. H. Rowley (Londres: Thomas Nelson
& Sons, 1962.), p. 774.
1
Martin H. Franzmann, Follow Me: Discipleship According to Saint Matthew (San Louis: Concordia Publishing House,
1961), p. 34.
2
Ibid.
3
Ibid.
4
Harvey McArthur, Understanding the Sermon on the Mount (Nueva York: Harper & Brothers, 1960), c. 4.
5
Ibid., p. 106.
6
Ibid., p. 105.
7
Ibid., c. 5.
Lloyd Jones escribe: “El ‘llorar’ es algo que sigue a la necesidad de sentirse ‘pobre en
espíritu’ ”, y agrega: “Al confrontar a Dios y su santidad y contemplar la vida que
pretendo vivir, me veo a mí mismo, mi absoluta impotencia y desesperación.”1 4
Este llanto lleva al arrepentimiento y a la conversion. Pero no se detiene allí. Continúa
durante toda la vida del cristiano concienzudo. Los más grandes santos se dan cuenta con
mayor profundidad cuánto les falta para ser semejantes a Cristo y lo lamentan. Sólo un
creyente superficial puede sentirse complacido consigo mismo.
La promesa para los que lloran, es porque ellos recibirán consolación (cf. Is. 57:18).
Esto viene primero en el consuelo del perdón, y entonces, en el placer de la comunión. El
Cristo compasivo está especialmente cerca de los que lloran.
c. Los mansos (5:5). A menudo, el significado verdadero de la mansedumbre ha sido
penosamente mal entendido. En demasiadas ocasiones ha sido interpretado en términos
de una humildad autodestructora, negativa y casi falsa. Pero en realidad es algo
absolutamente distinto, aun en la forma en que nos hace relacionarnos con nuestros
semejantes. El arzobispo Trench escribe sobre el tema: “Es más bien una gracia interior
efectuada en el alma; y su ejercicio es primera y principalmente en relación con Dios.”1 5
Y agrega: “Es esa disposición de espíritu por la cual uno acepta como buenos todos los
tratos de Dios hacia nosotros sin disputa ni resistencia.”1 6 En la misma dirección, Fitch
dice: “La mansedumbre es rendimiento a Dios, sumisión a su voluntad, preparación para
aceptar lo que El pueda darnos, y estar listos para ocupar el lugar más bajo.”1 7
Simplificando los términos, la mansedumbre es sumisión a la voluntad divina. Esto no es
principalmente negativo sino positivo. Es un cumplimiento activo de su voluntad en
nuestras vidas diarias. Jesucristo es el Ejemplo supremo de esa mansedumbre (cf. 11:29).
Este cumplimiento de la voluntad de Dios incluye una correcta valoración de uno mismo,
estimación que conduce “a no tener más alto concepto de sí que el que debe tener” (Ro.
12:3).
En lo que concierne a los mansos, se nos dice que recibirán la tierra por heredad
(5). El mundo cree que la manera de ganar es mediante la aserción de uno mismo. Pero
Jesús dijo que aquellos que acepten su voluntad algún día reinarán con El.
d. Los hambrientos de corazón (5:6). Una de las primeras señales de vitalidad en un
recién nacido es el hambre. Y de igual manera, los que han nacido de nuevo tendrán
hambre y sed de justicia (6)—lo que en las Escrituras a menudo significa “salvación”
(cf. Is. 51:6). Para los tales es la promesa: porque ellos serán saciados. El término griego
es chortazo, de chortos, apacentar. El cuadro que ilustra es el de un ganado hambriento
al que se le deja en la pastura hasta que se haya saciado. El verbo también significa
“satisfecho” que muy bien encuadra en este lugar. Fitch observa: “La plenitud es la
respuesta de Dios al vacío del corazón del hombre.”1 8
e. Los misericordiosos (5:7). Los que han recibido misericordia de parte de Dios deben
ser misericordiosos con sus semejantes. En la parábola de “los dos deudores” tenemos la
más vívida ilustración de cuán irrazonable es negarse a perdonar a otros (18:23–35). La
parábola del Buen Samaritano (Lc. 10:30–37) nos da un excelente ejemplo de misericordia
para con el necesitado. La misericordia ha sido definida como “la bondad en acción”.
14
Martin Lloyd-Jones, Studies in the Sermon on the Mount, I (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1959), 58.
15
Richard C. Trench, Synonyms of the New Testament (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1947,
[reimpresión]), p. 152.
16
Ibid.
17
Op. cit., p. 49.
18
Ibid., p. 66.
19
Op. cit., p. 27.
20
Ibid., pp. 35–36.
21
Op. cit., p. 72.
22
D. D. Whedon, Commentary on the Gospels: Matthew-Mark (Nueva York; Hunt & Eaton, 1860), p. 73.
23
Op. cit., p. 50.
perseguidos por causa “de la justicia” cuando realmente lo son por su propia necedad.
Cuando se les critica por actuar o hablar imprudentemente, ellos citan esta
bienaventuranza. Pero eso es sólo “adulterar la palabra de Dios” (2 Co. 4:2).
A los cristianos perseguidos, les indica: gozaos y alegraos (12). Jesús cita el ejemplo
de los profetas que fueron perseguidos en los tiempos del Antiguo Testamento. Pero en
la actualidad, El mismo es nuestro Ejemplo supremo de lo que está detallado en el verso
11. Alguien ha dicho que las bienaventuranzas constituyen una autobiografía de Cristo.
Las virtudes que Jesús magnifica en el Sermón del Monte son exactamente opuestas
a las admiradas por los griegos y los romanos de su época. El dijo: Bienaventurados los
pobres en espíritu, los de limpio corazón, los pacificadores, los perseguidos; los que lloran,
los mansos, los misericordiosos y los que tienen hambre y sed de justicia. Esto corre
diametralmente opuesto al espíritu de la edad. Bowman y Tapp lo expresan de la siguiente
manera: “Parece entonces, que nuestro bendito Salvador está presentando una
personalidad salvada forzada a vivir en un mundo perdido, la justicia rodeada por el vicio,
con las consecuentes tensiones así creadas.”2 4
Fitch presenta uno de los mejores resúmenes de las Bienaventuranzas. Dice así:
Se dividen naturalmente en cuatro partes separadas. Las tres primeras nos muestran
a un hombre volviendo del pecado a Dios y la cuarta nos presenta a Dios volviéndose al
pecador y vistiéndole con la justicia de Cristo. Las tres siguientes… nos muestran al recién
nacido hijo de Dios haciendo las obras de justicia entre los hombres; y la
bienaventuranza final muestra cómo reaccionan los humanos… Primero, están las tres
gracias del alma contrita, seguidas por la respuesta de Dios en su misericordia, justicia y
gracia. Enseguida continúan las tres gracias del alma comisionada seguidas por la
respuesta del mundo en persecución y reproche.25
2. Su influencia (5:13–16)
Jesús usó dos símbolos para describir la influencia que tienen los cristianos sobre una
sociedad no creyente. Primero, la sal; el segundo, la luz.
a. Como la sal (5:13). La sal tiene dos empleos: para dar sabor y para preservar. (1)
Todos los alimentos tales como las legumbres y las salsas son muy desagradables sin sal.
Durante la Edad Media, en Europa, cuando la gente cosechaba la mayor parte de su
alimento, tenían que hacer un viaje anual a los mercados para comprar sal. Era considerada
como un ingrediente absolutamente necesario. De igual manera, la vida sin Cristo y el
cristianismo es insoportablemente insípida. De la forma que Cristo ha puesto a tono la
vida del creyente, éste a su vez debe hacerlo para otros.
(2) La sal preserva. Antes del advenimiento de las refrigeradoras y heladeras
modernas, la sal era el medio principal para la preservación de los alimentos. Cuando se
transportaban a lomo de asno a unos 1.500 kilómetros desde Capernaum a Jerusalén, el
pescado tenía que estar sumamente salado. Así, el seguidor de Cristo debe obrar como
salvaguardia en el mundo. Uno no puede dejar de imaginar qué sería o qué sucedería en
esta sociedad moderna con toda su podredumbre moral si no fuera por la presencia de la
iglesia cristiana.
b. Como la luz (5:14–16). En una ocasión Jesús declaró: “Yo soy la luz del mundo”
(Jn. 8:12). Aquí El les dice a sus discípulos: Vosotros sois la luz del mundo (14). De la
manera que la luna refleja la luz del sol hacia la parte oscurecida de la tierra, la iglesia
debe reflejar los rayos del “Sol de Justicia” (Mal. 4:2) en un mundo entenebrecido por el
pecado.
24
Op. cit., p. 42.
25
Op. cit., pp. 124–25.
Los creyentes son como una ciudad asentada sobre un monte—era una visión
común en la Palestina. Sea que estén de acuerdo o no, ellos están “en exhibición” delante
del mundo todo el tiempo. Uno no puede evitar su influencia más de lo que podría escapar
de su propia sombra.
Una luz debiera ser lámpara, (VM., 15). No se usaban candeleros en los días de
Jesús, sino pequeñas lámparas de arcilla del tamaño de la palma de la mano de un hombre.
Muchas de éstas, pertenecientes al tiempo del Señor, han sido extraídas en excavaciones
en Palestina. En los hogares sin ventanas de entonces, la lámpara se colocaría sobre un
sostén o con más probabilidad en un nicho cavado en el muro de barro y alumbraría a
todos los que están en casa. Esto era literalmente verdad al tratarse de casas de un solo
cuarto como era la de la gente más pobre de Palestina. El aceite de oliva se empleaba para
alimentar esas lámparas.
La luz de los discípulos debía ser sus buenas obras (16). Si ellas brillaban
consistentemente con su profesión, glorificarían a Dios. El alabar a Dios por medio de
nuestra vida es mucho más importante que glorificarlo con nuestros labios.
ceremonial y legalista de los fariseos. “El problema de los fariseos”, dice Martin Lloyd-
Jones, “residía en que ellos estaban interesados en detalles más que en principios, en las
acciones más que en los motivos y tenían más interés en hacer que en ser.”26
Está bien que un cristiano agradezca a Dios porque no está bajo la ley sino bajo la
gracia. Pero, si cree que por esa causa se demanda menos de él, ha leído el Sermón del
Monte sin entenderlo. Jesús declaró enfáticamente que El requiere una justicia más
elevada que la de los escribas y fariseos. En el resto del capítulo presenta seis ejemplos
concretos de lo que El exactamente quería decir. Significa fundamentalmente una actitud
de justicia interior más que la mera actuación exterior. Pero aquí está la exigencia. Uno
no sólo debe tener cuidado de sus actos sino también de los móviles que lo inspiran; no
sólo de sus palabras, sino de sus pensamientos. El guardar la ley de Cristo es un
requerimiento mayor que la observancia de la ley de Moisés.
2. Su aplicación (5:21–48)
Cada uno de estos seis ejemplos de justicia más elevada está introducido por la frase,
Oísteis que fue dicho (21, 27, 33, 38, 43),2 7 con excepción del versículo 31, que dice,
“también fue dicho”. A los antiguos (21) se refiere a algún mandato de la ley de Moisés.
En todos los 6 casos, Jesús agrega: Pero yo os digo (22, 28, 32, 34, 39, 44). En griego
es más enfático que en las lenguas vernáculas. Dice ego de lego hymin. “Pero yo os digo
a vosotros.” Tanto en griego como en latín el pronombre está incluído en la forma del
verbo. Sólo va separado cuando el orador o escritor quiere hacer un vigoroso hincapié
sobre él. Lego quiere decir “yo digo”. La palabra ego (Yo), no sólo está agregada aquí sino
que ocupa el primer lugar de la cláusula, la posición enfática en una oración griega. De
modo que la cláusula debe leerse: “Pero yo os digo a vosotros.” Al hablar de esa manera,
Jesús era o el peor egoísta del mundo, o bien era lo que pretendía ser—el Hijo eterno de
Dios, que estaba hablando con autoridad divina. Diecinueve siglos de historia cristiana
han validado su derecho. Blair correctamente observa: “El retrato que Mateo nos ha dado
de Jesús se centra en la representación que el Evangelista hace de la autoridad del
Salvador.”2 8 E igualmente Taylor dice: “Jesús siempre permanecerá como un desafío para
ser confrontado más que como un problema para ser resuelto.”2 9 Es El quien tiene el
derecho de desafiarnos, no nosotros a El.
a. La ira (5:21–26). No matarás es el sexto mandamiento del decálogo (Ex. 20:13;
Dt. 5:17). Jesús no lo anuló. Más bien le dio una interpretación más amplia. Si usted se ha
enojado con su hermano, ya ha cometido homicidio en su corazón. Cualquiera que matare
a otro, será culpable de juicio (21). Evidentemente se refiere al tribunal local relacionado
con la sinagoga. Pero Jesús declaró que cualquiera que se enoje contra su hermano3 0
será culpable de—un término legal que significa “expuesto a”—juicio (22). Es decir que
quedaba sujeto a la acción penal. Cualquiera que dijera a su hermano: Necio (raca, Valera
Antigua; imbécil, VM.)—“una palabra de desprecio, se dice que viene de la misma raíz
que ‘escupir’ ”3 1—sería culpable de acción ante el concilio (synedrion) el
26
Op. cit., I, 207.
27
Por alguna razón desconocida los traductores de la versión inglesa KJV cambiaron el término a: “se ha dicho” en los
versículos 31, 33, 38 y 43. El griego da exactamente lo mismo en todos los casos—errethe, “fue dicho”.
28
Edward P. Blair, Jesus in the Gospel of Matthew (Nueva York: Abingdon Press, 1960), p. 46.
29
Vincent Taylor, The Person of Christ in New Testament Teaching (Londres: Macmillan & Co., 1958), p. 166.
30
“Without a cause” (sin una causa) no está en dos de los más antiguos manuscritos griegos y debería ser omitido. (No
está en las versiones españolas, N. del t.).
VM. Versión Moderna
31
A. Carr, The Gospel According to St. Matthew (“Cambridge Greek Testament”; Cambridge: University Press, 1886), p.
120.
Gran Sanedrín de Jerusalén. Arndt y Gingrich dicen que “necio es un término abusivo
que significa tonto, cabeza hueca.”3 2 Quien dijera fatuo (del griego moron), quedará
expuesto al infierno de fuego (literalmente, “Gehenna de fuego”).
Gehenna era el valle de Hinnom, al sur de Jerusalén. Los desperdicios de la ciudad
eran echados fuera por la Puerta del Muladar (Neh. 3:14; 12:31), lo que actualmente
denominaríamos los depósitos e incineradores de basura de la ciudad. Tan temprano como
la primera centuria A.C., los judíos usaban la Gehenna en sentido metafórico para indicar
el lugar de tormento ardiente. Las lóbregas llamas lamiendo constantemente en los bordes
del basurero, constituían un símbolo adecuado que Jesús estaba empleando aquí para
describir el fuego del infierno.
La aplicación de la amonestación anterior tiene dos planos—el de la adoración (23–
24) y el del proceso legal (25–26). Si un judío presentaba un don al templo para ser
ofrendado en el altar—el de las ofrendas quemadas que estaba en la parte delantera del
santuario—y allí recordaba que su hermano (23) tenía algo contra él, debía volver a
reconciliarse con su hermano antes de presentar su ofrenda. La palabra griega que
traducimos reconcíliate (24) (diallasso) se encuentra solamente en este pasaje del Nuevo
Testamento. Pablo usa katalasso y el compuesto apokatallasso para la reconciliación
unilateral que el hombre debe efectuar con Dios. Es decir, que el ser humano debe cesar
su enemistad contra Dios y reconciliarse mediante Cristo. Pero diallasso denota
“concesión mutua después de igual hostilidad”.3 3
El significado de esto es claro. Cuando uno se reconcilia con el Señor, tiene que
aceptar sus condiciones, porque el mal es sólo de una parte. Pero cuando uno se reconcilia
con su hermano, las concesiones deben ser hechas por ambas partes, porque en cada
contienda humana siempre hay dos lados. Sin embargo, lo que Jesús está enseñando es
que al acercarse a la casa de Dios, la ofrenda no será aceptable mientras haya un mal
sentimiento entre un adorador y un “hermano”. La relación de uno con Dios no puede ser
correcta cuando es mala la conexión con su semejante.
La segunda aplicación (25–26) es algo diferente. Su adversario puede llevarlo al juez
(25). Jesús dijo que sería más sabio arreglar todo antes de ir a los juzgados. De otra manera
no se saldrá de la prisión hasta que haya pagado el último cuadrante (26)—“el último
centavo” (Goodspeed). Los kodrantes eran las más pequeñas monedas de cobre de los
romanos. Equivalían a un cuarto de centavo. El punto es que los cristianos debían arreglar
sus diferencias tan rápidamente como fuera posible y entre ellos mismos. Los creyentes
normalmente no tienen necesidad de un juez o tribunales para decidir lo que es correcto
y justo entre ellos (cf. 1 Co. 6:1–8).
b. Adulterio (5:27–30). Jesús citó el séptimo mandamiento (Ex. 20:14; Dt. 5:18) y
luego comenzó a darle una interpretación más elevada. Indicó que ante los ojos divinos
la mala intención es tan pecaminosa como los malos hechos. Y Dios conoce ambos por
igual.
Los versículos 29 y 30 muestran cuán grave es la lujuria. Jesús dijo: Si tu ojo derecho
te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti (29). La palabra griega que traducimos por
el giro ocasión de caer es skandalizo (“escandalizar”). Proviene de skandalon
(“escándalo”) que primero era la carnada de una trampa y luego vino a ser usada para
denotar la misma trampa o celada. De modo que lo que aquí tenemos significa: Si el mirar
te es una trampa o una celada, evítalo a cualquier precio. Algunas versiones inglesas usan
el verbo “ofender”, como en la King James y “ocasión de caer” que es la versión más
exacta, como en la American Standard. Los traductores de la Revised Standard Version
lucharon sobre esta palabra—dilataron el voto hasta que por fin después de variedad de
32
Op. cit., p. 741.
33
J. B. Lightfoot, Notes on the Epistles of St. Paul (Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1957 [reimpreso]), p. 288.
versiones, llegaron a esa conclusión para estar de acuerdo con el contexto. The New
English Bible hace lo mismo. Lenski insiste sobre el significado literal del verbo y lo
traduce “entrap o sea, ‘entrampar’.” Beck dice: “le hace pecar”,3 4 le es causante de
pecado, que es una correcta interpretación. Parece que el significado verdadero es “poner
una trampa para” más que “poner una piedra de tropiezo en el camino de”.35
Cristo declaró que era mejor que alguien perdiera su ojo derecho o su mano derecha
antes que ser echado al infierno (Gehenna). No podemos creer que El estaba abogando
por la mutilación física—aunque en el pasado algunos comprendieron equivocadamente
sus palabras tomándolas literalmente. Era una metáfora: Si un amigo íntimo o alguien muy
cercano te es una trampa, ¡corta con él! Es mejor privarse de cualquier cosa en esta vida
que perderse para siempre.
c. Divorcio (5:31–32). Como el asunto del divorcio va a ser tratado más extensamente
en otro capítulo (19:3–12), guardaremos las explicaciones mayores para cuando
lleguemos. Aquí es suficiente decir que mientras la ley permitía el divorcio (Dt. 24:13),
Jesús aseveró que a menudo llegaba al punto de no ser nada más que un adulterio (32)
legalizado.
d. Juramentos (5:33–37). La ley mosaica decía: No perjurarás (33) (Lv. 19:12; Nm.
30:2; Dt. 23:21), lo que significa “no jurarás falsamente”—el verbo se encuentra sólo
aquí en el Nuevo Testamento. Pero Jesús dijo: No juréis en ninguna manera (34);
entonces especifica los juramentos prohibidos: el cielo, la tierra, Jerusalén, ni por la
propia cabeza (34–36). Los judíos sostenían que el jurar por el nombre de Dios ligaba al
que hacía el juramento; pero el jurar por el cielo no ataba a nadie, de modo que esta forma
era una escapatoria para no decir la verdad. Bengel cita el dicho rabínico: “Como los cielos
y la tierra pasarán, así pasará el juramento que los llama como testigos.”3 6 Jesús afirmaba
que Dios está siempre presente cuando los hombres hablan; de modo que deben decir la
verdad.
El mandato de Cristo fue: Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; (37)—o, como dice
Beck: “Solamente diga, sí, sí; no, no.” La práctica misma del juramento es una triste
reflexión sobre el carácter humano. Jesús demanda la verdad en todo tiempo, sea que el
hombre haya jurado o no. No hay una doble norma para el cristiano.
e. Represalias (5:38–42). El principio fundamental de la justicia que repercutía en la
ley de Moisés era: Ojo por ojo, y diente por diente (38; vea Ex. 21:24; Lv. 24:20; Dt.
19:21). El propósito de este mandamiento no era incitar al hombre a devolver el golpe,
sino el prohibir que los hombres demandaran un castigo mayor que el delito.
Jesús introdujo una ley superior, la de no vengarse. Su mandato fue: “¡Jamás dé golpe
por golpe!” El aplicó este principio de cinco maneras diferentes: volviendo la otra mejilla
(39); dejándole la capa (40),3 7 caminando la segunda milla (41), dándole al que pide, y
prestando a quien lo solicita (42).
Muchas personas han supuesto que estas palabras de Jesús deben ser tomadas
literalmente. Pero, si se piensa un poquito, se verá cuán equivocado es este concepto. Por
ejemplo, si un hombre le pide dinero para comprar comida—supongamos que usted le
concede lo solicitado y él lo usa para comprar bebida alcohólica. ¿Ha hecho usted una
buena obra? ¿Ha obrado usted en consonancia con el amor inteligente? ¿O quizá lo que
34
William F. Beck, The New Testament in the Language of Today (San Luis: Concordia Publishing House, 1963), p. 8.
35
James Hope Moulton y George Milligan, The Vocabulary of the Greek New Testament (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans
Publishing Co., 1949), p. 576.
36
John Albert Bengel, Gnomon of the New Testament, 5 vols. (Edimburgo: T. & T. Clark, 1860), I, 180.
37
La palabra griega que traducimos túnica se refiere a una vestimenta interior, mientras que la que vertimos por capa
alude a ropa exterior. Los equivalentes modernos serían “camisa” y “sobretodo”.
propuso como una bendición, resultó una maldición? Lo que Jesús mandó era tener un
espíritu generoso y compasivo hacia el necesitado.
Siempre hay que tener presente que “la letra mata, mas el espíritu vivifica” (2 Co.
3:6). La nueva ley de Jesús es esencialmente un nuevo espíritu. El Maestro estaba
preocupado por las actitudes. Debe reconocerse que “el Sermón del Monte trata con
principios y no con reglas”.3 8
f. Amor a los enemigos (5:43–48). En esta sexta y última aplicación de una justicia
más elevada que se exige al cristiano, Jesús cambió un procedimiento. En los ejemplos
previos, El había citado solamente un pasaje del Antiguo Testamento y luego le había
dado una interpretación más sublime. Esta vez, al mandamiento Amarás a tu prójimo
(43; Lv. 19:18), El le agrega una adición de los rabinos judíos: y aborrecerás a tu
enemigo. Esta última parte no se encuentra en ningún lugar de las Sagradas Escrituras.
Henry ha descrito bien el significado: “Dios dijo: amarás a tu prójimo; y por prójimo
ellos entendían solamente a los de su propio país, nacionalidad y religión…; de este
mandamiento… estuvieron dispuestos a sacar la conclusión que Dios nunca intentó:
aborrecerás a tu enemigo.”3 9
Jesús contradijo esta falsa enseñanza con el enérgico mandamiento: Amad a vuestros
enemigos (44). Es natural amar a los amigos; pero lo sobrenatural es amar a los enemigos.
Aquellos que lo hacen, demuestran que son hijos de vuestro Padre que está en los cielos
(45). El griego dice: “hijos de vuestro Padre que está en el cielo.” Notemos también que
la ausencia del artículo demuestra clase o calidad—mostráis en vuestro carácter, que sois
hijos de Dios. Porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre
justos e injustos (45). Si usted sólo muestra bondad para con sus amigos, no es mejor que
los publícanos (46–47). Estos eran cobradores de impuestos del gobierno romano y
despreciados por la mayoría de sus compatriotas judíos, como personas que habían
descendido al mal hasta lo último.
Ahora viene el clímax de este capítulo: Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro
Padre que está en los cielos es perfecto (48). Esto parece como un consejo que nos haría
desesperar. Pero, la interpretación correcta es que en la esfera humana debemos ser
perfectos, como Dios es perfecto en la esfera divina. Esta es la meta y el blanco de la vida
cristiana.
El contexto inmediato sugiere que perfectos debe ser interpretado como perfección en
amor. Esto puede ser experimentado en vida, aquí y ahora (1 Jn. 2:5; 4:12, 17, 18).
Filson escribe: “Perfecto recalca la medición de toda vida por el amor perfecto y santo
del mismo Dios y hace que el versículo 48 sea una adecuada conclusión y resumen de
todo lo que ha sido dicho en los versículos 17–47.”4 0
La transcendente perfección del amor de Dios se ve en: (1) Su universalidad, porque
todos los hombres están incluidos; (2) Su compasión, porque se extiende a los malos e
indignos incluyendo a aquellos que no le amarán en retorno; (3) Su aspecto práctico,
porque activamente procura el bienestar de todos, enviando la lluvia, el sol y sobre todo
al mandarnos a su Hijo. Sólo cuando nuestro amor sea así perfecto, será sobrenatural y
realmente cristiano. Un amor de esta clase no sólo es nuestro deber presente sino también
nuestro privilegio inmediato mediante el poder del Espíritu. Sin esto, “¿qué hacéis de
más?”
A todos los que lo buscan, Dios por su gracia les imparte un amor perfecto hacia El y
su voluntad. De allí en adelante, el cristiano procura una manifestación aún más perfecta
de ese amor en su vida y conducta. Porque somos finitos, esta perfecta manifestación
38
Harvie Branscomb, The Teachings of Jesus (Nueva York: Abingdon-Cokesbury Press, 1931), p. 186.
39
Mattewh Henry, Commentary on the Whole Bible (Nueva York: Fleming H. Revell Co., s.f.), V. 66.
40
Op. cit., p. 91.
nunca será completada en este mundo, pero cada seguidor consagrado de Cristo debe
esforzarse constantemente para lograrlo (cf. Fil. 3:12–14).
El contexto inmediato a los versículos 17–47 es importante, pero eso no es todo. La
perfección aquí debe explicarse en términos con un contexto más extenso—la totalidad
del capítulo quinto. El comentario de Juan Wesley sobre este versículo reza así: “Se refiere
a la santidad que está descrita en los textos precedentes, y la que nuestro Señor
recomienda, al principio del capítulo como la felicidad, y al final como la perfección.”4 1
Estos últimos seis párrafos del capítulo, sugieren “Seis Características de la Perfección
Cristiana”. Ellas son: (1) Ser pacíficos, 21–26; (2) Pureza, 27–30; (3) Armonía,
31–32; (4) Honestidad, 33–37; (5) Bondad, 38–42; (6) Amor, 43–48.
44
Adolf Deissman, Bible Studies, trad. A. Grieve (Edimburgo: T. & T. Clark, 1901), p. 229, escribe: “Las palabras tienen su
recompensa del Sermón del Monte, cuando se consideran a la luz del anterior [papiro] adquieren el más punzante
significado irónico: ellos pueden firmar el recibo de su recompensa: El derecho para recibir su recompensa ha sido
realizado, precisamente como si ya tuvieran el recibo de ella.”
justicia y de su gobierno divino, que sólo Dios pueda ser Rey sobre todo el mundo.”4 5
Pero esta petición también está vinculada con la evangelización mundial, porque el reino
de Dios viene particularmente en la salvación de almas.
La tercera petición, Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra,
fue repetida por Jesús en el huerto de Getsemaní (Lc. 22:42). No se puede ofrecer una
oración más grande que ésta. Debemos apropiárnosla: Que tu voluntad sea hecha primero
en mi corazón, igual que en los cielos. Entonces: Que tu voluntad sea hecha en todos los
ámbitos de la tierra.
La cuarta petición es de índole personal: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy
(11). El sostén físico no debe ocupar el primer lugar; lo tiene a su debido tiempo. Dios
está interesado en nuestras necesidades personales y El quiere que se las llevemos en
oración. Si ponemos primero su reino, El ha prometido suplir nuestras necesidades
materiales (v. 33). El significado exacto de la expresión cada día (que se halla sólo en el
Padrenuestro) es incierto. La palabra griega epiousion ha sido traducida “necesario para
la existencia”, “para hoy”, “para mañana”, “para el futuro”. Cada día es la mejor.
Una necesidad más urgente es la de perdón: Perdónanos nuestras deudas, como
también nosotros perdonamos a nuestros deudores (12). Quien mantenga un espíritu
no perdonador hacia otro, debe detenerse antes de orar el Padrenuestro. Supóngase que
Dios le concediera lo que pide, ¿qué esperanza tendría? La versión de Lucas del
Padrenuestro dice “nuestros pecados” en lugar de deudas.4 6 Todo ser humano está en
deuda porque “todos hemos pecado” (Ro. 3:23). (Véase la exposición sobre Lc. 11:4).
La última petición es: Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal (13)—o
“del malo”. Tentación puede ser “prueba”; la palabra griega puede ser traducida en una
u otra forma. Morison hace la paráfrasis de la petición de esta manera: “Y no nos traigas
a prueba, a prueba severa, a prueba que por causa de su rigor, sea capaz de ejercer una
presión intensa sobre el estado moral.”4 7
En los antiguos manuscritos griegos el Padrenuestro termina con esta petición. La
doxología que sigue—Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los
siglos. Amén—fue agregada muy temprano, probablemente para darle un final adecuado
cuando se recitaba en público.
En los dos versículos (14–15) que siguen a la oración, Jesús indica la gran seriedad
del asunto de perdonar a otros. El que se niega a perdonar se cierra las puertas de los cielos
en su propia cara. Ningún espíritu no perdonador entrará allí. No importa qué se nos haya
hecho, debemos perdonar—completamente y para siempre.
c. Ayuno (6:16–18). Nuevamente, los hipócritas (16) son descritos como personas que
demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan. Otra vez se nos dice
“que ya han recibido su recompensa”.
Las instrucciones de Jesús, expresadas en términos modernos, rezarían así: Cuando
ayunáis, peinaos y lavaos. No tratéis de parecer débiles para hacer recordar a la gente que
es posible que estéis ayunando. Mas bien, ayunad por vuestro bienestar espiritual y el de
otros. Notad que Jesús dice que Dios recompensa esta clase de ayuno.
En cuanto al valor espiritual del ayuno, Pink dice: “Cuando el corazón y la mente están
reflexionando y comprometidos en un asunto serio, en especial uno de naturaleza triste y
solemne, hay una predisposición a no participar del alimento, y de allí que la abstinencia
sea una expresión propia de nuestra indignidad, de nuestro concepto de la
45
Op. cit., p. 21.
46
Matthew Black, An Aramaic Approach to the Gospels and Acts (segunda edición; Oxford: Clarendon Press, 1954), p. 102,
indica que la misma palabra aramea significa “deuda” y “pecado”. Dice: “El pecado fue concebido en términos de una
deuda.” Es decir, algo que se le debe a Dios.
47
Op. cit., p. 92.
indignidad comparativa de las cosas terrenales y de nuestro deseo de fijar nuestra atención
en las cosas de arriba.”4 8
48
Arthur W. Pink, An Exposition of the Sermon on the Mount (Grand Rapids: Baker Book House, 1951), p. 173.
49
Véase Matthew Black, The Scrolls and Christian Origins (Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1961), pp. 154–156.
50
Op. cit., p. 100.
practique ‘el sentarse en juicio’ a menos que usted también sea juzgado.”5 4 Oswald
Chambers amonesta a sus lectores: “Tenga cuidado de cualquier cosa que le coloca en el
lugar de la persona superior.”5 5
Debe tomarse en cuenta que un buen número de comentadores interpretan la segunda
cláusula del primer versículo como referente al juicio final. Si juzgamos a otros, seremos
juzgados por Dios (o Cristo).
En el verso 2, Jesús declara, en forma doble, una de las verdades fundamentales de la
vida. Brevemente podemos interpretarlo así: “Usted recibe lo que da.” Dé una sonrisa y
le sonreirán; dé un gruñido y recibirá otro.
Entonces Jesús ilustra la inconsistencia de un espíritu crítico (3–5). Un hombre ve la
paja (3) “lunar” o “astilla” en el ojo de su hermano y quiere tironear para sacársela. Pero
en efecto, él tiene una viga en su propio ojo. El Maestro sugiere que el crítico saque
primero la viga de su propio ojo para poder ver con mayor claridad al sacar la paja del ojo
de su hermano.
Es evidente que Jesús estaba hablando hiperbólicamente. Pero estaba usando el sano
sentido pedagógico de que uno recuerda mejor lo que parece más ridículo. Nadie podrá
olvidar el cuadro que Jesús pintó aquí. El que muestra un espíritu áspero y censurador al
criticar alguna pequeña falta de un hermano en la fe, en realidad tiene una viga en su
propio ojo. La falta de amor siempre distorsiona la visión. Jesús quiere decir lo siguiente:
Usted no puede ayudar al otro hasta que deponga su actitud de crítica.
b. Lo que es sagrado (7:6). La mayor parte de los comentadores interpretan este
versículo como una amonestación contra el compartir las riquezas de las verdades
espirituales con oidores indignos. Jones, sin embargo, objeta y dice que tal cosa no es
compatible con el contexto, ni representa la mente de Cristo. De modo que él presenta otra
interpretación como alternativa: “Que no tenemos que tomar lo santo de la personalidad
que ha sido perfeccionada, y entregarlo a los perros del deseo, ni tomar las perlas de
nuestra vida espiritual y arrojarlas ante los cerdos de nuestros bajos apetitos, porque de
otro modo tomarán lo santo arrojándolo en el lodazal y estropearán lo más precioso que
poseemos, es decir, nuestra vida espiritual.”56
c. Peticiones (7:7–12). Pedid… buscad… llamad. La primera sugiere la oración
sincera; la segunda, la fervorosa; la tercera, la desesperada. Se ha sugerido, y la
experiencia parece confirmarlo, que algunas veces, uno simplemente necesita pedir (7)
para recibir la respuesta. Si no es así, se debe perseverar en oración; se debe buscar. Si
todavía la respuesta se demora es necesaria la oración desesperada, agonizante. La
promesa es que todas estas clases de plegarias serán recompensadas (8).
Alexander Maclaren tiene un sermón basado en este pasaje, titulado “Nuestro
Llamado”. El analiza esta verdad con estas interrogaciones indagadoras: (1) ¿A quién se
dirigen tales exhortaciones? (2) ¿En qué área de la vida son verdaderas estas promesas?
(3) ¿De qué condiciones dependen estas promesas?
Jesús usó la analogía de un padre humano. Ninguno de sus oyentes daría a su hijo una
piedra en lugar de pan o una serpiente en lugar de pescado (9–10). La conclusión
entonces era que si ellos, siendo malos—“malos como sois en comparación con vuestro
Padre”5 7—sabían dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial daría
buenas cosas—Lucas dice “el Espíritu Santo” (Lc. 11:13)—¿a los que le pidan? La
lógica es nuevamente irrefutable.
54
Op. cit., p. 143.
55
Studies in the Sermon on the Mount (Cincinnati: God’s Revivalist Press, 1915), p. 84.
56
E. Stanley Jones, The Christ of the Mount (Nueva York: Abingdon Press, 1931), p. 250.
57
A. Marcus Ward, The Gospel According to St. Matthew (“Epworth Preacher’s Commentaries”; Londres: Epworth Press,
1961), p. 50.
La llamada regla de oro (12) recapitula la ley y los profetas; es decir, el Antiguo
Testamento. El cristianismo no es nada menos, pero sí algo más.
La regla de oro había sido establecida en forma negativa antes que Cristo apareciera.
Confucio dijo: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti.” Los rabinos judíos
tenían un dicho semejante. Pero generalmente se reconoce que fue Jesús quien presentó
su aspecto positivo, que es algo muy diferente. El negarse a hurtar es una cosa; pero tender
la mano ayudadora, es otra. Esta actitud positiva está ilustrada por la parábola del Buen
Samaritano (Lc. 10:30–35).
d. Dos caminos (7:13–14). La idea de dos caminos es muy conocida en el Antiguo
Testamento (cf. Sal. 1; Jer. 21:8). Pero ahora Jesús les llama la atención a las puertas. La
palabra estrecha está en los versículos 13 y 14. El cristiano de “camino ancho” no llega
al cielo. Es un pensamiento solemne que Jesús haya declarado que pocos son los que la
hallan (la vida).
e. Falsos profetas (7:15–20). Jesús tuvo que amonestar a sus discípulos en contra de
aquellos que vendrían con pieles de ovejas. Se unirían al rebaño de creyentes, como si
fueran de ellos, pero por dentro serían lobos rapaces (15). A través de toda su historia,
la iglesia de Jesús ha sido afligida con la entrada de tales falsos profetas. Algunas veces
han hecho mucho daño para destrozar al ganado. ¿Cómo pueden ser reconocidos? Por sus
frutos los conoceréis (16). Cristo usó la analogía de la producción de fruta de las viñas y
los árboles. Cada uno lleva su propio fruto. Si el árbol es malo, el fruto también lo es. El
reverso, también es verdad. El árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.
Es una advertencia grave, que aquellos que no están llevando buenos frutos no pertenecen
a Cristo (19).
f. Profesiones falsas (7:21–23). Mientras la amonestación previa tenía que ver en
particular con los líderes religiosos, ésta trata con la masa de los miembros de la iglesia.
La prueba real del discipulado es la obediencia. Ni siquiera la predicación ni la realización
de milagros en el nombre de Cristo es prueba suficiente de que una persona es aceptable
a Dios. La palabra aquí traducida demonios es daimónia, voz plural. Diabolos (diablo)
está siempre en singular en esa lengua. El castigo por la desobediencia es la separación
de Dios.
1
C. S. Lewis, Miracles (Nueva York: Macmillan Co., 1947), p. 15.
2
Ibid., p. 131.
3
Lucas lo tiene en otra conexión (Lucas 13:28–29).
de esta exhibición de fe, la enseñanza es evidente. Los que llegan al reino de los cielos
lo hacen por fe. Los que carecen de ella serán echados… afuera.
El Maestro despidió al centurión para que se fuera a su casa por fe. Y su criado fue
sanado en aquella misma hora (13).
William Barclay desarrolla esta historia bajo tres encabezamientos: (1) La petición de
un hombre bueno, 5–6; (2) El pasaporte de la fe, 7–12; (3) El poder que anula las
distancias, 13.
Superficialmente, parece que Mateo y Lucas se contradijeran seriamente en sus relatos
(vea el comentario sobre Lc. 7:1–10). Lucas dice que el centurión mismo no llegó a la
presencia de Jesús, sino que envió “unos ancianos de los judíos” para hacerle la petición.
Ellos intervinieron con Cristo diciéndole que el centurión amaba el país de ellos y les había
edificado una sinagoga (Lc. 7:5). Mientras Jesús estaba en camino a la casa del hombre,
éste “envió unos amigos”, para decirle que no necesitaba llegar sino que dijera la palabra
de sanidad.
Todo el problema queda resuelto cuando reconocemos la costumbre de Mateo de ver
los acontecimientos desde lejos, como por un telescopio, dando una descripción breve y
general, sin dar todos los detalles. Encontraremos numerosos ejemplos en su evangelio.
En este caso, el centurión vino a Jesús por medio de sus amigos.
Es interesante notar que todos los centuriones mencionados en el Nuevo Testamento
aparecen rodeados de buen concepto. En adición a éste, los tres evangelios sinópticos nos
refieren acerca del centurión que estuvo al pie de la cruz y dio un buen testimonio del
Señor en su muerte. Los restantes son mencionados en el libro de los Hechos. Uno es
Cornelio, en el capítulo 10, y el otro es Julio en el 27. Ellos demostraron ser mejores que
los gobernantes que estaban sobre ellos o los soldados bajo sus órdenes.
* La traducción se refiere a las Biblias en inglés; pero nótese lo correcto de la versión Valera. N. del t.
4
Op. cit., p. 121.
encuentra”. 5 Filson nota además que tomó y llevó, “tienen aquí un significado
extraordinario: sacar, remover”. 6
5
Ibid., p. 122.
6
Op. cit., p. 112.
7
The Names of Jesus, p. 25.
8
William Manson, Jesus the Messiah (Filadelfia: Westminster Press, 1946), p. 141.
sino como al Cristo, el Hijo de Dios… Cuando somos llamados a seguir a Cristo, lo que
se nos pide es que demos una exclusiva adhesión a su persona.” 9
9
Dietrich Bonhoeffer, The Cost of Discipleship (ed. rev.; Nueva York: Macmillan Co., 1959), pp. 48–49.
Como de costumbre, el relato de Mateo es mucho más corto que el de Marcos (5:1–
20) y que el de Lucas (8:26–39). Omite muchos de los detalles que aparecen en los otros
dos, de acuerdo con su plan de acción de condensar el material narrativo.
Dos preguntas han surgido en cuanto a este incidente. La primera es: ¿Por qué permitió
Jesús que se perdieran los cerdos? Se ha sugerido que El quería confirmar la fe de los
endemoniados sanados por medio de esta evidencia visible de que los demonios ya los
habían dejado. Algunos creen que Jesús quiso mostrar a la multitud cuán terribles son el
poder y las tendencias destructoras que tienen los demonios. Trench escribe acerca del
relato donde sólo se menciona un demonio: “Si esta concesión de la petición de los malos
espíritus ayudó de algún modo a curar a esta víctima, si los hizo relajar con mayor facilidad
su posesión, si mitigó el paroxismo de su salida, eso sería bastante motivo para permitirles
perecer. Puede haber sido necesario para la salud permanente del hombre el tener una
evidencia y testimonio externos de que los poderes infernales que lo mantenían en
cautiverio ya habían terminado con su esclavitud.”1 0
Otro segundo interrogante que se hace es el siguiente: ¿Qué derecho tenía Jesús de
destruir la propiedad de otras personas? Esto es más difícil de responder. Si estuviéramos
seguros de que sus propietarios hubieran sido judíos, esto ofrecería una simple solución.
Ellos debían evitar las carnes inmundas, lo que incluía la de los cerdos. Pero Decápolis
era una ciudad de población en su mayoría gentil. De cualquier modo, el carácter de Cristo
es una garantía de que El no haría nada que fuese injusto. Los actos de Dios no pueden
siempre ser juzgados por las normas humanas. Si supiéramos más, entenderíamos mejor.
10
Notes on the Miracles, pp. 133–34. Hay versión en castellano.
11
J. R. Dummelow (ed.), A Commentary on the Holy Bible (Londres: Macmillan and Co., 1909), p. 656.
La sanidad de este paralítico en Capernaum es “la primera historia que coloca el poder
divino de sanar que tenía Jesús en relación directa con su poder y autoridad divinos para
perdonar pecados”.1 2
Como en el caso del incidente previo, el relato de Mateo es mucho más corto y menos
vehemente que el de Marcos (2:1–12) o el de Lucas (5:17–26). El no cuenta nada de los
cuatro hombres (Marcos) que llevaron al paralítico al techo y que hicieron un agujero en
éste (Marcos y Lucas). Una comparación cuidadosa de estos tres relatos nos dará una
muestra más de las diferencias típicas de estos tres evangelios en el manejo del narrativo.
12
Henry Offermann, “The Gospel According to Matthew”, New Testament Commentary, ed. H. C. Alleman (ed. rev.;
Filadelfia: Muhlenberg Press, 1944), p. 183.
ASV American Standard Revised Version
VM. Versión Moderna
RSV Revised Standard Version
13
Op. cit., p. 49.
VP. Versión Popular
14
B. J. Bamberger, “Tax Collector”, IDB, IV, 522.
Los pecadores eran personas consideradas así por los fariseos por descuido en la
observancia de los muchos requisitos ceremoniales de la ley oral y escrita. Un judío
estricto jamás comía con los publicanos y los pecadores.
De modo que los fariseos se quejaron a los discípulos (11). Aparentemente temían
atacar a Jesús en forma directa. Pero el Maestro tuvo una respuesta para ellos. Los sanos
no tienen necesidad de médico, sino los enfermos (12). Esto expresa un hecho
perfectamente claro y explica por qué los fariseos menospreciaban a Jesús. Ellos se
sentían justos. El Maestro entonces les citó Oseas 6:6—Misericordia quiero, y no
sacrificio (13). Uno de los principios fundamentales de los profetas menores es la
demanda de justicia más que de ritual. Eso es lo que significa la declaración del Antiguo
Testamento. Todavía es verdad. Ninguna cantidad de animales sacrificados—ni
ritualismo, ni justicia exterior—compensará la falta de amor y misericordia en la vida de
uno. Jesús no vino para llamar a aquellos que se consideraban justos, sino a los que tenían
necesidad, a esos despreciados pecadores.
15
Marcos 5:21–43; Lucas 8:40–56.
16
“Lider”, “principal”, es identificado en Marcos y Lucas (8:41) como un jefe de la sinagoga, alguien que estaba a cargo
de sus cultos.
18
Abbott-Smith, Op. cit., p. 148.
1
Thayer, Op. cit., p. 387.
2
Abbott-Smith, Op. cit., p. 414.
del judaismo no estaban cumpliendo con su responsable misión de pastores del pueblo.
Las ovejas estaban “cansadas y postradas”.
Por eso Jesús dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros
pocos (37). Los ojos compasivos del Maestro vieron las multitudes como un gran campo
de cosecha, listo para la siega. Entonces ordenó a sus discípulos: Rogad, pues, al Señor
de la mies, que envíe obreros a su mies (38). Esa oración está en vigencia todavía.
Porque si bien es cierto que los obreros han aumentado, tal aumento no ha ido a la par con
el colosal aumento de la mies. Hoy, 19 siglos más tarde, hay incontables millones que
jamás han oído las buenas nuevas de que Cristo murió para salvarles del pecado. Envíe es
un verbo muy enérgico en el original griego. Jesús sentía urgencia en esta tarea del
evangelismo.
En este ejemplo y en estas palabras de Jesús vemos: (1) A nuestro Señor enseñándonos
cómo mirar a los seres humanos; (2) Cómo debería impresionarnos esa visión; (3) Cómo
Cristo quería que obráramos (Maclaren).
Simón “es un nombre común griego, reemplazado por el hebreo Symeon” 5 (cf. Hch.
15:14 en la VM.). Pedro es la versión del griego petros (“piedra”). Se le designa como
el primero. Tasker dice: “Es un poco dudoso que primero (protos) signifique ‘primero y
delantero en situación y dignidad’.” 6 Andrés y Felipe son nombres griegos. Bartolomé,
Tomás (“gemelo”), y Mateo (3) son todos nombres arameos. Lebeo, por sobrenombre,
cláusula que tal vez deba ser omitida por no encontrarse en los más antiguos manuscritos
griegos (cf. las versiones revisadas). Marcos dice simplemente Tadeo. En lugar de este
nombre, Lucas usa “Judas el hermano [o hijo] de Jacobo” (Lc. 6:16; Hch. 1:13). Tasker
observa: “Puede ser que Judas haya sido su nombre original, pero debido al estigma que
había quedado sobre el nombre de Judas Iscariote, Tadeo (que quizá significaba “de
corazón ardiente”) haya servido para sustituirlo.” 7
El cananita (4) debería ser “cananeo”. Sherman Johnson dice al respecto: “La palabra
puede parecer un equivalente arameo de ‘zelote’ que está en Lucas 6:15.” 8 Este último
término podría designarlo simplemente como un judío celoso de la ley (como Saulo) o
como un previo miembro de un grupo revolucionario conocido más tarde con el nombre
de “zelotes”. 9 Iscariote generalmente se interpreta como “hombre (heb., ish) de Keriot”—
una villa de Judá. Si esto es correcto, Judas era el único de los Doce que no era de Galilea.
5
W. C. Allen, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to St. Matthew (“International Critical
Commentary”; Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1907), p. 35.
VM. Versión Moderna
6
Op. cit., p. 106.
7
Ibid., p. 107.
8
IB, VII, 364.
9
Cf. Josephus, War IV, 3, 9. (Josefo está en español; vea Guerra, N. del t.). También vea W. R. Farmer, Maccabees, Zealots
and Josephus (Nueva York: Columbia University Press, 1956), p. 124, n. 86, donde el autor indica que el significado más
usual de “Zelote” es “nacionalista en extremo”.
2. Instrucciones (10:5–15)10
La primera instrucción que el Maestro impartió a los 12 apóstoles (sólo se halla en
Mateo) era que no debían evangelizar a los gentiles ni a los samaritanos (5). Eso tandría
que hacerse después de Pentecostés, como lo relata el libro de Los Hechos. Pero antes de
su crucifixión Jesús estaba interesado en ofrecer primero el reino a Israel. Pablo indicó
que el evangelio de Cristo es “el poder de Dios para salvación a todo aquel que en él cree;
al judío primeramente, y también al griego” (Ro. 1:16). Las ovejas perdidas de la casa
de Israel (6) debían tener la primera oportunidad de aceptarle como su Mesías.
El mensaje que tenían que predicar (“proclamar”) era: El reino de los cielos se ha
acercado (7). Este fue el mensaje de Jesús y también el de Juan el Bautista.
Al mismo tiempo que predicaban, ellos habían de tener un ministerio de sanidad de
los enfermos y de expulsión de demonios (8). El mandato, resucitad muertos, (que se
encuentra solamente en San Mateo) ha presentado un problema. Adam Clarke lo rechaza
como improbable.1 1 Stier dice: “Sostenemos que es espurio, una introducción de épocas
posteriores… a su débil fe no se le hubiera podido confiar el más grande de los poderes.”1 2
Pero las palabras se encuentran en los manuscritos griegos más antiguos. A. B. Bruce dice:
“Es… demasiado bien confirmado para ser omitido”, y agrega: “Debe haber
encontrado un lugar en el autógrafo o haberse metido en una glosa en un período muy
temprano.”1 3 El problema está en que los evangelios sólo registran tres ocasiones en las
que Jesús resucitó un muerto. Es difícil creer que los Doce lo hayan hecho. Pero
aparentemente el Maestro delegó su autoridad a sus apóstoles y tal cosa fue incluída como
una potencialidad. No hay ningún relato en los evangelios donde se encuentre que de
hecho ellos hayan resucitado muertos, aunque Pedro, años después, levantó a Dorcas (Hch.
9:36–43).
Enseguida vinieron otras instrucciones específicas en respuesta a la pregunta que
habían hecho: ¿Qué llevaremos? La orden fue: No os proveáis; el término griego significa
“no procuréis para vosotros”, ni “adquiráis” oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos
(9). Se trataba de las tres clases de dinero: el oro que ocupaba el lugar de nuestro papel
moneda. Cintos eran literalmente “cinturones”—en los que se podía guardar algo, el lugar
más seguro para llevar dinero corriente.
Otra cosa prohibida fue la alforja (10). La palabra griega pera designaba un bolso de
cuero para viajar. Pero basado en una inscripción de este período en Siria, Deissmann
asevera: “Claramente se trataba de la bolsa de colectar de los mendigos.”1 4 De manera
que la doble amonestación de Cristo, significa: “No andaréis ganando ni mendigando
dinero.”1 5
No debían llevar dos túnicas. La palabra griega se refiere a ropa interior. De modo
que según Moffatt debió de haberse traducido “camisas”. Calzado en realidad quiere decir
“atado debajo”, o “sandalias”. Debían usarlas, pero no llevar un segundo par (cf. Mr. 6:9).
Mateo dice que no debían llevar un bordón. Lo que Mateo dice aquí es que no debían
proveerse o procurar un bastón adicional. Solamente debían tomar lo que tenían y
apresurarse en su misión.
La razón para tantas restricciones es obvia. Los discípulos estaban para emprender un
viaje urgente, de corta duración. El clima era cálido y las costumbres de entonces les
10
Ver también Marcos 6:8–11; Lucas 9:2–5.
11
The New Testament of Our Lord and Saviour Jesus Christ (Nueva York: Abingdon-Cokesbury Press, s.f.) I, 118.
12
Rudolph Stier, The Words of the Lord Jesus (Nueva York: N. Tibbals, 1864), I, 170.
13
EGT, I, 160.
14
Adolf Deissmann, Light from the Ancient East, trad. L. R. M. Strachan (Nueva York: George H. Doran Co., 1927), p. 109.
15
Ibid.
garantizaban la comida y el hospedaje por donde fueran. De modo que no tenían por qué
cargarse con equipaje.
En cada ciudad debían elegir cuidadosamente su sede y mientras estuvieran allí debían
permanecer en la misma casa; y les recomendó: al entrar en la casa, saludadla (12). La
expresión regular de saludo era “Shalom”, palabra hebrea que significa “¡Paz!”
Si eran rechazados debían limpiar sus zapatos del polvo del lugar (14) como señal de
que a su vez, Dios desechaba aquel hogar o ciudad por causa del repudio de ellos hacia su
mensaje. Jesús declaró que en el día del juicio, sería más tolerable el castigo para…
Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad (15). Mucho se ha dicho en años recientes
acerca “de las dulces enseñanzas del humilde Galileo”. Pero en muchas ocasiones Jesús
habló con voz severa acerca de las realidades del juicio venidero. La destrucción de
Sodoma es mencionada varias veces en el Nuevo Testamento como una ilustración de la
advertencia (cf. 11:23–24; Lc. 10:12; 17:29; Ro. 9:29; 2 P. 2:6; Jud. 7). Lo que es más, a
Jerusalén se la denomina una vez “Sodoma” (Ap. 11:8).
3. Advertencias (10:16–23)
Jesús advirtió a sus discípulos que les sobrevendrían persecuciones. La predicción
contempla no sólo el viaje que iban a emprender, pero mucho más allá, a los muchos años
de ministerio que tenían delante. Ellos serían como ovejas en medio de lobos (16). El
libro de Los Hechos es una vívida documentación de estas palabras. Los misioneros
debían ser prudentes como serpientes a la vez que sencillos como palomas. El segundo
adjetivo significa “puro”, “sincero”. El cristiano de éxito necesita ambas cualidades.
El Maestro predijo a sus apóstoles que iban a ser entregados a los concilios (sanedrín)
y azotados en sus sinagogas (17). También (18) serían llevados ante gobernadores (como
Félix y Festo, Hch. 24 y 25) y reyes (como Agripa, Hch. 26). Estos eran
gobernantes gentiles. Pero fueron los judíos los que causaron el arresto de Pablo. De modo
que la persecución todavía era judía en su origen.
Cuando fueran entregados no debían estar ansiosos por su defensa (19), porque el
Espíritu Santo les daría las palabras para la respuesta (20).
Cristo también declaró que la venida de su reino resultaría en la división de familias,
aun los hijos harían condenar a muerte a sus padres (21). Esto sucedió repetidas veces en
el pasado y en la actualidad también ocurre, especialmente en los países comunistas. Con
la advertencia de que serían aborrecidos por todos los hombres a causa del nombre de
Jesús, llega la promesa: mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo (22). Hay un
sentido en el cual uno es salvo cuando se convierte, otro, en el cual uno es salvo día por
día mientras cree y obedece; y todavía otro de acuerdo al cual la persona será final y
enteramente salvada en el cielo. Con el segundo y tercer significados es que Jesús dice
esas palabras.
Si eran perseguidos en una ciudad, los misioneros tenían que mudarse a otra (23).
Jesús les informó que ellos no recorrerían todas las ciudades de Israel, antes que viniera
el Hijo del Hombre. Mucha tinta ha sido usada para explicar el significado de esta
declaración. Quizá la interpretación de Tasker sea una de las más adecuadas: “Este
versículo difícil, que sólo se encuentra en Mateo, se comprende mejor si se le considera
en relación a la venida del Hijo del Hombre en triunfo inmediatamente después de su
resurrección, cuando apareció a los apóstoles y les comisionó para que hicieran discípulos
en todas las naciones (28:18–20).”1 6
4. Discipulado (10:24–25)
Los apóstoles no podían esperar escape de la persecución porque el discípulo no es
más que su maestro (24)—discípulo significa “el que aprende”. Ni el siervo (gr.,
“esclavo”) más que su señor (amo). Si al padre de familia, “jefe de la casa” que en griego
es una sola palabra, llamaron Beelzebú,1 7 ¿cuánto más a los de su casa? (25).
El origen y significado de la palabra Beelzebú (o Beelzebul) todavía permanece
velado en la oscuridad. Los recientes descubrimientos ugaríticos sugieren “príncipe de
Baal”. Otras sugestiones son: “Señor del Estiércol” o “Señor del Templo”1 8. Davies dice:
“Beelzebú originalmente era ‘señor de moscas’, pero para este tiempo significaba Satanás,
como señor de la casa de los demonios.”19
5. Seguridad (10:26–33)
A pesar de estas predicciones de persecución, Jesús les avisó a sus discípulos que no
debían temer, porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado (26)—
griego, “descubierto”. Llegará el día cuando perseguidores y perseguidos serán vistos a
la verdadera luz. El día del juicio pondrá todo en orden. Por lo tanto los discípulos debían
predicar osadamente el mensaje de Cristo (27).
No tenían que temer a aquellos que mataban el cuerpo, sino más bien a aquel que
puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno (28)—Gehenna. La mayor parte de los
comentaristas concuerdan en que esta referencia alude a Dios más que a Satanás.2 0
Para animar la fe de sus discípulos, Jesús se refirió a los pajarillos (29). Eran vendidos
a dos por un cuarto. Aquí hay una palabra griega distinta de la que se traduce “cuadrante”
en 5:26 (véase el comentario correspondiente). Este equivalía a un centavo de dólar.
Aunque comercialmente sólo valían medio centavo cada uno, ninguno de los pájaros caía
a tierra sin ser tenido en cuenta por su Creador. Sólo la infinidad puede explicar tal
concepto de Dios. Las mentes finitas quedan frustradas. Lo que se demanda es “un salto
de fe” para creer en un Dios que es realmente infinito en poder y conocimiento.
Para hacerlo un poco más personal, Jesús les dijo: Pues aun vuestros cabellos están
todos contados (30). Además, más valéis vosotros que muchos pajarillos (31). De modo
que lo lógico no es el temor, sino la confianza.
Si los discípulos eran fieles en confesar (32) a Cristo predicando valientemente su
verdad (cf. v. 27) y reconociéndole como su Señor, aun a cualquier costo, El les prometía
reconocerles ante su Padre. Pero aquel que lo negara (33) también sería negado por El
ante el Padre. El contexto indica que el silencio—la negación a hablar por Cristo—podía
ser una de las maneras de negarle.
17
La forma Beelzebú viene del latín. Los manuscritos griegos tienen Beelzeboul y Beezeboul.
18
T. H. Gaster, “Beelzebul”, IDB, I, 374.
19
J. Newton Davies, “Matthew”. Abingdon Bible Commentary, ed. F. C. Eiselen, et. al. (Nueva York: Abingdon-Cokesbury
Press, 1929), p. 972.
20
Notables excepciones a esto son A. B. Bruce (EGT) y Carr (CGT). Este último piensa que tanto puede referirse a Dios
como a Satanás. Allen (ICC) dice que es Dios. Sherman Johnson (IB) dice, “probablemente sea Dios”.
la Biblia como si fueran intenciones.”2 1 Siempre será cierto que algunos miembros de la
familia aceptarán a Cristo mientras otros lo rechazarán. Esto produce un conflicto
inexplicable, puesto que Dios demanda nuestro primer amor y lealtad (37). Esto marcha
diametralmente opuesto al egoísmo y al razonamiento mundano. El que va a seguir al
Cristo tendrá que tomar su cruz (38) de completa sumisión a la voluntad de Dios.
Uno de los más significativos dichos de Jesús está en el verso 39.2 2 De la primera
parte Filson dice: “el buscar para uno mismo es la derrota de uno mismo.”23 Y acerca de
la segunda parte escribe Davies: “La autonegación y el sacrificio de uno mismo son los
únicos medios para descubrirse a uno mismo.”2 4 En el contexto de la persecución descrita
en los versos precedentes, la aplicación especial de esta verdad sería: “Quien ante el
ímpetu de la persecución quiera preservar su existencia, perderá la vida verdadera del
alma, mientras que aquel que muere gozosamente, vivirá.”2 5
21
Op. cit., p. 108.
22
También está referido en Marcos 8:35; Lucas 9:34; Juan 12:25.
23
Op. cit., p. 134.
24
Op. cit., p. 972.
25
P. P. Levertoff and H. L. Goudge, “The Gospel According to St. Matthew”. A New Commentary on Holy Scripture, eds.
Charles Gore, H. L. Goudge y Alfred Guillaume (Nueva York: Macmillan Co., 1928), p. 153 (NT.).
26
Op. cit., I, 417.
griego que habíamos leído en 7:28). Entonces relata que Jesús comenzó—aparentemente
solo—una misión de enseñanza y predicación. En el capítulo siguiente hallaremos una
vez más a los discípulos con El (cf. 12:1).
Solamente Mateo y Lucas (7:18–35) cuentan que Juan envió a dos de sus discípulos
a Jesús. El profeta estaba languideciendo en una prisión y evidentemente tentado a
desanimarse y desilusionarse. El había presentado a Jesús como el Mesías a la nación
judía. Humildemente había declarado: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”
(Jn. 3:30). El había creído que Jesús cumpliría su esperada misión de Mesías, destruyendo
al opresor extranjero (Roma) liberando a su pueblo del cautiverio. Pero eso era
exactamente lo que Jesús no estaba haciendo.
La pregunta que Juan estaba haciendo mediante sus discípulos era literalmente: “¿Eres
Tú el Enviado, o esperamos a otro?” En otras palabras, ¿eres Tú realmente el Mesías?
En lugar de darle una respuesta categórica, Jesús despidió a los discípulos para que
volvieran a Juan y le contaran todo lo que habían visto y oído: Que los ciegos eran
sanados, y que los cojos andaban (5), era el cumplimiento del papel del Mesías según lo
describía Isaías 35:5–6. Pero el clímax estaba en la predicación del evangelio a los pobres
(cf. Is. 61:1). En griego dice: “Y los pobres son evangelizados” (evangelizontial). Esa era
su más importante credencial.
Una velada alusión al problema de Juan está sugerida en el verso 6—y
bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. El verbo es skandalizo que ya ha sido
comentado (ver el 5:29). Aparentemente Juan tropezaba sobre el hecho de que Jesús
parecía no hacer esfuerzo alguno para establecer su reino mesiánico. El Bautista había
proclamado: “El reino de los cielos se ha acercado” (3:2). ¿Había estado equivocado? El
había advertido que el hacha estaba puesta a la raíz de todo árbol que no llevara fruto
(3:10). El juicio estaba a punto de irrumpir. El había predicado que El que venía,
“limpiaría su era”, recogiendo el trigo en el alfolí y quemando la paja “con fuego que
nunca se apargaría” (3:12). Juan sabía que Israel estaba listo para cosechar el juicio y él
esperaba que el Mesías juzgara a su pueblo. Pero no podía darse cuenta de que su primer
advenimiento fuera en gracia y misericordia. El juicio tendría que esperar hasta la segunda
venida de Cristo.
Muchos eruditos han sugerido que eran los discípulos de Juan los que dudaban y no
el Bautista mismo. Pero Lenski objeta a ello y dice: “Este punto de vista echa sombras
sobre la integridad de Juan, como si él estuviera haciendo una pregunta que en realidad
había sido formulada por sus discípulos.” 1 Además, Jesús les respondió a ellos que
volvieran a informarle a Juan. Ciertamente no es de sorprender que el profeta, encerrado
en una prisión, estuviera luchando con serios interrogantes.
1
Op. cit., p. 427.
profeta? (9). Este era el mensajero de Dios, el precursor del Mesías que había sido
predicho en Malaquías 3:1.
Entonces Jesús encomió a Juan del modo más elevado. Dijo que entre todos los
hombres que habían nacido no había uno mayor que él (11). Quizá esto significaba que
era el más grande de los profetas. 2 Sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos,
mayor es que él. El famoso predicador de la cuarta centuria, Crisóstomo, interpretó las
palabras el más pequeño como una alusión a Cristo. Muchos padres de la Iglesia lo
siguieron en esa interpretación y más tarde, Erasmo y Lutero. La idea era que Jesús,
bautizado por Juan y de menor edad y renombre que el profeta, podía ser considerado “el
pequeño”. 3 En tiempos recientes, Cullmann ha sostenido este punto de vista, basado en
sus estudios de los Pergaminos del Mar Muerto. Lo presenta de la siguiente manera: “El
más pequeño (es decir, Jesús como discípulo) es más grande que él (es decir, Juan el
Bautista) en el reino de los cielos.” 4 Pero A. B. Bruce ofrece una refutación convincente.
En cuanto al criterio de Crisóstomo, dice: “En lo abstracto es una posible interpretación
y expresa una idea veraz, pero no probable que Cristo hubiera manifestado entonces.” 5
Evidentemente Cristo quería decir que “el más pequeño” de los cristianos es “más grande”
en privilegios que Juan, quien en realidad pertenecía más al orden del Antiguo
Testamento.
El versículo 12 es difícil de explicar. ¿Qué significa la declaración el reino de los
cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan? Thayer, en su tratado sobre el verbo
biazo (sufrir violencia) escribe: “El reino de los cielos es tomado por violencia, arrastrado
por la tempestad, es decir, una parte en el reino celestial es buscada, procurada con el celo
más ardiente y con los esfuerzos más intensos.” 6 Esto parece una interpretación sana a la
luz de las palabras introductoras: Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora. 7 En
otras palabras, solamente quienes con intensa vehemencia lo procuran pueden entrar en el
reino de los cielos. Como el verbo biazetai puede estar tanto en voz pasiva como en voz
media (usado con el significado de activa), Lenski prefiere: “El reino de los cielos marcha
adelante violentamente y la gente fuerte procura arrebatarlo.” 8 Su conclusión es: “La
tendencia de la totalidad del discurso trata, no de la violencia en contra del reino, sino de
la indiferencia y el descontento que impiden a los hombres entrar en él con entusiasmo.”9
La esencia de los versículos 12 y 13 es dada en Lucas 16:16, pero en orden inverso.
Aquí, parece que el pensamiento fuera: Todo el Antiguo Testamento—todos los profetas
(y aun) la ley profetizaron hasta Juan (13). Es decir, las Escrituras más antiguas
predijeron el advenimiento de Cristo. Pero Juan llenó una misión especial. El fue el
cumplimiento de Malaquías 4:5—el Elías del Nuevo Testamento, el precursor del Mesías.
Y si queréis recibirlo (14), probablemente signifique: “si podéis comprenderlo.” Más
tarde, Jesús identificó a Juan el Bautista como el cumplimiento de la profecía de
Malaquías (Mt. 17:10–13).
El que tiene oídos para oir, oiga (15) es una expresión proverbial que se encuentra
por primera vez aquí en Mateo, pero dos veces más tarde, (13:9, 43) y varias veces en
2
EGT, I, 172.
3
El adjetivo está en grado comparativo, mikroteros. Pero en el koiné griego, el comparativo se empleaba a menudo en
lugar del superlativo. Esta es la forma común usada en el Nuevo Testamento.
4
Oscar Cullmann, “Significance of Qumran Texts”, Journal of Biblical Literature, LXXIV (1955), 219.
5
EGT, I, 172.
6
Op. cit., p. 101.
7
El punto de vista alternativo, que el reino sufre violencia de sus enemigos, no encaja bien en este pasaje.
8
Op. cit., p. 437.
9
Ibid.
diversos lugares (Mr. 4:9, 23; 7:16; Lc. 8:8; 14:35; Ap. 2:7; 3:6; 13:9). Es tanto
una invitación como una advertencia a escuchar cuidadosamente las palabras de Cristo.
ruinas. Sodoma (24) la más depravada de las ciudades del mundo antiguo, en el día del
juicio se hallará en mejor situación que Capernaum.
Este párrafo se yergue como una tremenda advertencia para todos aquellos que han
sido testigos oculares de la presencia y el poder de Cristo en su propio día. Los que se
niegan a arrepentirse sin duda serán doblemente condenados por el rechazo de la luz que
han recibido.
12
Op. cit., p. 276.
13
Ibid., p. 767.
14
Ibid., p. 796.
15
Op. cit., p. 174.
estar sobrecargado y fatigado. A los tales Jesús les dice: Venid a mí… y yo os haré
descansar; literalmente: “yo os descansaré”, es decir, con mi presencia.
Llevar el yugo de Cristo es someterse completamente a su autoridad. Para los rabinos,
“tomar el yugo” significaba “ir a la escuela”. De modo que el Maestro de maestros
realmente dijo: Venid a mi escuela y aprended de mí (29). Jesús declaró: Soy manso y
humilde de corazón. En la verdadera mansedumbre está el descanso del alma. Además
Cristo dijo: Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. De esto dan fe todos aquellos
que han aceptado esta invitación. Bonhoeffer escribe: “La gracia es costosa porque impele
al hombre a someterse al yugo de Cristo y seguirle. Es gracia porque Jesús dice: ‘Mi yugo
es fácil y ligera mi carga.’ ”1 6
El secreto reside en estar lleno del Espíritu de Cristo (el Espíritu Santo), de modo que
uno pueda decir: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio
de mi corazón” (Sal. 40:8). Cuando nuestro corazón está lleno del amor de Dios, nos
deleitamos en hacer su voluntad. Bien ha dicho alguien: “El amor aligera todas las cargas.”
Los tres imperativos de este pasaje nos sugieren sendos puntos bajo el título: “El
Descanso que Cristo Da”: Ellos son: (1) Venid; (2) Llevad; (3) Aprended.
16
Op. cit., p. 37.
Jesús tenía una contestación para la queja de los fariseos. Les citó el caso de David
(3) que con una banda de hambrientos había comido los panes de la proposición (4)17
reservados exclusivamente para los sacerdotes. En otras palabras: la necesidad humana
es una ley mayor que todas las leyes y reglas religiosas. O para expresarlo con mayor
exactitud, el amor es la ley más elevada del universo e invalida todos los reglamentos. El
amor exige que sea suplida la necesidad humana aun si algunos puntos técnicos legales
tienen que ser hechos a un lado en el proceso. Esto es lo que no podían ver los fariseos.
Como eran legalistas típicos, les faltaba ese amor y sentido común que unidos hacen que
la vida se deslice feliz y suavemente. Pero el amor es un don de la gracia de Dios—sí, de
Sí mismo, porque “Dios es amor”. El legalismo es la negación humana del amor divino.
El Maestro también recordó a sus críticos que los sacerdotes trabajan todos los sábados
en el templo. De este modo profanan el día de reposo, y son sin culpa (5). El sentido
común nos demuestra que en la práctica algunas leyes cancelan a otras. Esto es inevitable
en un mundo tan lleno de imperfecciones como el nuestro.
Enseguida Jesús apuntó a su principal objetivo.1 8 Ahora estaba presente uno mayor
que el templo (6). El verdadero Templo, lugar de reunión de Dios y los hombres, era
Cristo mismo. El templo de Jerusalén era la casa de Dios; Jesús era el Hijo de Dios (cf.
He. 3:3–6). Esto es infinitamente más grande.
Una vez más (cf. 9:13) Cristo citó Oseas 6:6: Misericordia quiero, y no sacrificio
(7). Es evidente que este concepto de la religión verdadera, de que consiste en una actitud
correcta más que en actos rituales, era el pensamiento central de Jesús. Cuando el
cristianismo ha encontrado su punto céntrico en la liturgia más que en la vida ha
retrocedido del Nuevo al Antiguo Testamento. Y aun así, ha fracasado en captar la
interpretación profética de la ley mosaica.
Jesús declaró que si los fariseos hubieran conocido el significado de Oseas 6:6—la
construcción griega implica que no lo habían logrado—no habrían condenado a los
inocentes. La condenación es la obra del Espíritu Santo (Jn. 16:8), no de los seres
humanos. Cuando andamos condenando a otros, estamos usurpando la autoridad divina
(cf. 7:1).
El punto decisivo era que el Hijo del Hombre (el Mesías) era aun Señor del día de
reposo (8). La sumisión a Cristo como el Señor Supremo decidirá todas las controversias
básicas.1 9
b. Curación de un hombre con la mano seca (12:9–14). Este milagro (cf. Mr. 3:1–6;
Lc. 6:6–11) constituye otro punto en el conflicto de Jesús con los fariseos sobre el asunto
de la observancia del sábado. Esto sucedió en la sinagoga de ellos (9)—probablemente
en Capernaum (cf. Mr. 2:1; 3:1)—un hombre tenía seca una mano (literalmente “toda
seca”). Los fariseos le preguntaron a Jesús: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? (10).
Su propósito era obtener no una información para ellos, sino evidentemente algo contra
él, para poder acusarle.
Superficialmente parece que hubiera un conflicto entre Mateo y Marcos 3:4 y Lucas
6:9. El primero dice que los fariseos hicieron la pregunta a Jesús. Los otros dos
evangelistas presentan a Jesús preguntándoles a los fariseos. Pero la pregunta del Maestro
muy lógicamente pudo haber sido hecha en forma retórica. En presencia del hombre con
la mano seca los fariseos interrogaron a Jesús: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?
17
Literalmente, “panes de la exposición”. El nombre hebreo es “pan de la presencia”. En la mesa de oro se colocaban 12
panes frescos todos los sábados en el lugar santo, simbolizando la presencia de Dios en medio de su pueblo, las doce
tribus de Israel.
18
En el mejor texto griego está el adjetivo neutro y no el masculino (“uno más grande” KJV). “El neutro da un sentido de
grandeza indefinida” (Carr, Op. cit., p. 178).
19
Para mayor información sobre el caso vea Marcos 2:23–28 y Lucas 6:1–5.
Jesús les contestó con otra pregunta: “¿Es lícito hacer bien en sábado, o hacer mal? ¿salvar
la vida o quitarla?” Marcos inmediatamente dice que después de esto, “ellos callaban”. Al
responder a la interrogación de los fariseos con otra, Jesús coloca la de ellos en su propia
perspectiva; de esta manera silenció a sus opositores.
Para remachar este punto, Cristo les preguntó si ellos no tratarían de sacar su oveja
caída en un hoyo en el día de reposo (11). Por consiguiente, es lícito hacer el bien en
los días de reposo (12). Todo lo que sea para el bien de la humanidad siempre es
placentero a Dios.
Entonces el Creador ordenó a esta criatura afligida: Extiende tu mano (13). Morison
piensa que solamente la mano estaba seca y no el brazo y que el propósito de hacersela
extender era que todos pudieran presenciar su cura.2 0 Pero el extender la mano, ¿no
implica el movimiento del brazo? De manera que M’Neile está justificado al decir: “El
mandato requirió la fe que fue el operativo para la cura.”2 1 En otras palabras, el hombre
demostró su fe por su obediencia. En las situaciones análogas de la vida actual una y otra
no pueden divorciarse. De todas maneras, la mano le fue restaurada sana como la otra.
La cura había sido completa.
En lugar de ser impulsados por este milagro a creer en Jesús como su Mesías, los
fariseos, tuvieron consejo2 2 contra El para destruirle (14). Esta acción demuestra la
medida de su testarudez, su rechazo voluntario de Cristo. No hay nada más empecinado
e irrazonable que el fanatismo religioso.
20
Op. cit., pp. 220–21.
21
Op. cit., p. 171.
22
Arndt and Gingrich (p. 785) explica esto como un latinismo que significa “forma un plan, decide, consulta, conspira”.
23
Op. cit., p. 179.
24
Op. cit., p. 202.
descendió sobre Jesús. Juicio es el sentido general de la palabra griega krisis (cf. “crisis”).
Pero aquí lleva la rara connotación de “justicia”.
El Siervo del Señor no contenderá (19), palabra griega que se halla sólo aquí en el
Nuevo Testamento, con el significado de “riña, altercado”. Voceará es kraugazo
sugiriendo griterío para llamar la atención sobre sí. Nadie oirá en las calles su voz,
haciendo puja para lograr popularidad. Este versículo, que constituye el corazón de la cita,
muestra especialmente la razón por la que Mateo toma estos textos de Isaías. Deseaba
demostrar la modestia del Mesías que trataba de evitar la notoriedad (16).
El verso 20 contiene dos metáforas con relación al ministerio de Cristo. La primera
es la de una caña cascada y la segunda, la del pábilo que humea. La última indica un
titubeante pábilo, casi quemado por falta de aceite. Morison nos da un claro y simple
significado de este interesante pasaje: “La caña cascada y el pábilo que humea pueden
referirse a las vidas fracasadas que Cristo Jesús restaura y las chispas de fe que El
reaviva.”2 5 Alford dice que estas metáforas representan “una expresión proverbial, porque
El no aplastará el corazón contrito, ni extinguirá la más ligera luz de arrepentimiento en el
pecador”.2 6 Hasta que saque a victoria el juicio significa “hasta que haga que triunfe su
justicia, hasta que la traiga a la victoria”.
Basado en los versos 18–21, Charles Simeon sugiere el tema: “La Compasión de
Cristo hacia el Débil.” (1) Su comisión está dada en el verso 18; (2) Su manera de
realizarlo está indicada en los versos 19–20; (a) silenciosamente; (b) tiernamente; (c)
exitosamente; (3) En el verso 21 está nuestro deber hacia El.
25
Op. cit., p. 179.
26
Op. cit., I, 127.
27
Sobre este punto pende una sorprendente historia. La primera edición de la versión inglesa King James (1611),
correctamente omitía “no”. Así lo hicieron en cuatro ediciones subsecuentes. Entonces comenzó a ser introducido en
algunas y finalmente quedó establecido en 1769. Vea Morison, Op. cit., pp. 204–5.
28
Para la forma adecuada de esta palabra vea las notas sobre 10:25.
Pero Jesús recalcó su punto un poco más. Si El por Beelzebú echaba los demonios,
¿por quién los echan vuestros hijos? El exorcismo era practicado al menos por algunos
judíos en aquella época (cf. Hch. 19:13).
Inmediatamente el Maestro planteó el asunto. Si yo por el Espíritu de Dios (no por
Beelzebú; 24) echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de
Dios (28). Es exactamente lo que había sucedido. En su persona el Reino, “repentinamente
había llegado” (tiempo aoristo). Pero ellos lo rechazaron.
Luego, Jesús trazó otro cuadro. Nadie podría entrar en la casa del hombre fuerte—y
saquear—“robar, llevarse, alzarse”2 9—sus bienes—“lo que es de su propiedad”3 0 a
menos que primero atara al hombre fuerte. Nuevamente su lógica era indisputable. Satanás
es un enemigo vencido, o Jesús no podría apoderarse de su propiedad.
La primera parte del versículo 30—El que no es conmigo, contra mí es—parece, a
primera vista, estar en conflicto con Lucas 9:50—“el que no es contra nosotros, por
nosotros es”. Pero en Mateo, Jesús se refiere a la lealtad interna; en Lucas, está discutiendo
la oposición exterior. Los propósitos de los dos discursos son completamente distintos. En
Lucas está censurando el espíritu de sectarismo; en Mateo está advirtiendo contra el
peligro de la lealtad dividida. Además hay diferencia en quién está en contra de quién (cf.
Mt. 12:30 y Lc. 9:50 en RSV, NEB, la versión Moderna de Pratt, la Versión Popular en
español y otras versiones católicas). En Mateo, Jesús declara que un hombre no puede ser
neutral en cuanto a Cristo; si uno no está con El, está contra El. En Lucas, Jesús está
hablando de sus seguidores. Un hombre no siempre tiene que actuar de acuerdo con todos
los demás cristianos o con todos los grupos de creyentes para poder pertenecer a Cristo.
Ni yo puedo exigir que todos los demás cristianos estén de acuerdo conmigo. El puede
estar haciendo la obra de Cristo a su manera; si es sincero al hacerlo, realmente está de mi
parte porque yo también estoy procurando hacer la obra de Dios.
b. El pecado imperdonable (12:31–32). Jesús aseveró que Todo pecado y blasfemia
será perdonado a los hombres (31) excepto la blasfemia contra el Espíritu Santo. Esa
jamás será perdonada. En el verso 32, El acentúa el significado; cualquiera que dijere
alguna palabra contra el Hijo del Hombre le será perdonado; pero no así al que habla
contra el Espíritu Santo. El contexto sugiere que el “pecado imperdonable”, es atribuir
voluntariamente a Satanás la obra del Espíritu Santo. Esta era la opinión sostenida por
Juan Wesley y Adam Clarke. El primero dice: “No es ni más ni menos que atribuir al
diablo los milagros efectuados por Cristo por medio del Espíritu Santo.”31 Pero Morison,
aunque él mismo es un erudito comentador wesleyano expresa el punto de vista más
apoyado en la actualidad en cuanto al pecado imperdonable. Lo define en esta manera:
“Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, excepto ese pecado que llega a
hacerse imperdonable por haber madurado en blasfemia contra el Espíritu Santo.”32
Añade: “La blasfemia contra el Espíritu es el rechazo escarnecedor del Espíritu Santo
como el único Revelador de la benignidad de Dios.”3 3 Es la impenitencia que “persevera
hasta el final del período probatorio”.3 4
c. Corazones buenos y malos (12:33–37). Exactamente como hay dos clases de
árboles, buenos y malos, hay dos clases de corazones. Y como el árbol es conocido por
sus frutos, así la misma naturaleza del corazón humano es demostrada por lo que sale de
29
Arndt and Gingrich, Op. cit., p. 108.
30
Ibid., p. 761.
RSV Revised Standard Version
31
Op. cit., p. 64.
32
Op. cit., p. 211 (removidas las cursivas).
33
Ibid., p. 212.
34
Ibid.
lealtad a la ley; pero siete demonios peores habían entrado y tomado posesión de su vida
religiosa—fanatismo, intolerancia, prejuicio, y el resto de los pecados del judaísmo.”3 7
Lugares secos o “sin agua” (43), se refiere a tierras inhabitables para el ser humano,
porque no hay agua potable. Meyer dice que los desiertos “tenían fama de ser moradas de
demonios”.3 8
Jesús les estaba advirtiendo en contra del peligro de tener sólo una conversión
parcial—una reforma sin regeneración. No es bastante librarse de los malos hábitos del
pecado. Eso solamente dejará la vida desocupada, barrida y adornada (44). El último
es el verbo griego kosmeo; su significado básico es “poner en orden”.
Si un hombre ha sido reformado moralmente sin una transformación espiritual, el
resultado puede ser que el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el
primero (45). Cristo debe llenar la vida limpia para conservarla salva.
A. EL ESCENARIO, 13:1–2
Aquel día salió Jesús de la casa (vea 12:46)—probablemente el hogar de Pedro en
Capernaum—y se sentó junto al mar (1). Capernaum estaba sobre la costa del mar de
Galilea (vea el mapa). Cuando mucha gente (2) lo redeó y se vio forzado a entrar en una
37
William Neil, Harper’s Bible Commentary (Nueva York: Harper and Row, 1962), p. 342.
38
Op. cit., p. 247.
barca, probablemente la que Pedro usaba para la pesca, allí se sentó. Era la posición de
los rabinos judíos para la enseñanza (cf. 5:1). La inmensa multitud estaba de pie en la
playa en declive, constituyendo así una especie de anfiteatro natural.
1
Op. cit., p. 617.
2
C. H. Dodd, The Parables of the Kingdom (Londres: Nisbet & Co., 1936), p. 16.
3
George A. Buttrick, The Parables of Jesus (Nueva York: Harper & Brothers, 1928), p. xiii.
4
Chrysostom, “Homilies on the Gospel of Saint Matthew”, A Select Library of the Nicene and Post-Nicene Fathers of the
Christian Church, ed. Philip Schaff (Nueva York: Christian Literature Co., 1888), X, 292.
5
Op. cit., p. 186.
6
Ibid.
9
Op. cit., pp. 191–92.
10
James Hope Moulton, A Grammar of the New Testament Greek: Vol. Ill, “Syntax”, por Nigel Turner (Edimburgo: T. & T.
Clark, 1963), p. 102.
11
IB, VII, 697.
diversas proporciones. Allí está el desafío para cada creyente a “llevar más fruto” y
“mucho futo” (Jn. 15:2, 5).
Podemos pensar que estas cuatro clases de terrenos nos sugieren “Un Cuarteto de
Corazones Humanos”: (1) El corazón imposible; (2) El corazón superficial; (3) El corazón
estrangulado; (4) El corazón constante.
Por supuesto, un terreno es completamente pasivo, pero el espíritu humano no lo es.
El inferir cierta clase de fatalismo o determinismo de esta historia sería hacer a un lado las
Escrituras como un todo, ya que éstas dondequiera sostienen la responsabilidad individual.
Pero, con la ayuda del Espíritu que está siempre dispuesto, podemos romper “la tierra no
sembrada” de nuestros corazones (Jer. 4:3). La eliminación de la insensibilidad, de la
obstinación latente y de la dureza espiritual es un privilegio prometido inherente en el
nuevo pacto (Ez. 36:25–27), y es exactamente lo que sucede en el verdadero
arrepentimiento y más radicalmente, en la experiencia de la entera santificación. Por lo
que toca al afán de este siglo y el engaño de la riquezas, el creyente lleno del Espíritu,
limpio y vigilante, puede negarse a permitir que las preocupaciones temporales
monopolicen su antención y asfixien su espiritualidad.
hijos del reino—la iglesia invisible aquí, todos los que son verdaderos hijos de Dios—
pero la cizaña son los hijos del malo (38). El enemigo… es el diablo; la siega es el fin
del siglo (“edad”) y los segadores son los ángeles (39). Jesús dijo que al fin de esta edad
El enviaría sus ángeles para recoger de su reino a todos los que sirven de tropiezo (41).
La palabra reino aquí parece tener una connotación más amplia que la usual y distinta en
su acepción a la del verso 38; porque aquí se refiere a la iglesia visible, o con mayor
probabilidad a todo el mundo incluyendo hombres buenos y malos. Los que sirven de
tropiezo (skandala) significa todas las cosas que sirven de trampa y tientan a los seres
humanos para su destrucción.”1 4 Iniquidad es en griego, “desobediencia”. Estos serán
arrojados al horno de fuego donde será el lloro y el crujir de dientes (42)—frase que se
encuentra cinco veces en Mateo (8:12; 13:42; 22:13; 24:51; 25:30) y una en Lucas
(13:28). Subraya los horrores del infierno. En contraste con éstos, los justos
resplandecerán como el sol (43). Esto es un eco de Daniel 12:3—“Los entendidos
resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la
multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.”
4. La levadura (13:33)
Esta parábola se encuentra también en Lucas (13:20–21), pero no en Marcos. Jesús
describió a una mujer tomando levadura y escondiéndola en tres medidas de harina
(equivalente a 13 kilos cada una). La levadura afectó a toda la masa y la hizo levantarse.
Como esta parábola está relacionada con la anterior, bien pueden interpretarse juntas.
Dos interpretaciones importantes son populares en la actualidad.
La primera, que es la tradicional, ha sido sostenida desde los tiempos primitivos de la
iglesia. Este criterio afirma que Jesús aquí está describiendo el doble crecimiento de la
iglesia. En la de la mostaza, el desarrollo externo; en la parábola de la levadura, el
crecimiento interior, espiritual—o su influencia en leudar la sociedad.
Durante la centuria pasada un punto de vista diferente fue promovido por algunos
eruditos de la Biblia. Está basado fundamentalmente sobre la premisa de que la levadura
siempre es símbolo del mal. Según esta interpretación, el gran crecimiento de la mostaza
tipifica la expansión exterior de una iglesia apóstata que lograría la dominación del
mundo. Las aves del cielo representan a los malvados que están en los altos puestos en
las diversas ramas de la iglesia. La levadura simboliza las enseñanzas heréticas dentro de
la iglesia que han causado su corrupción. De esta manera las dos parábolas dan una visión
previa del mal curso de la iglesia exterior en esta edad. La interpretación tradicional parece
mucho más consistente con todo el tenor de las enseñanzas de Jesús acerca del reino.
14
Carr, Op. cit., p. 192.
7. La red (13:47–50)
Esta parábola y la de la cizaña se hallan solamente en Mateo y enseñan la misma
lección. Ambas describen el día del juicio final con su separación de lo bueno y lo malo.
En la presente parábola el reino de los cielos es semejante, probablemente sea mejor
comprendido si dijéramos: “La obra de Dios en el mundo es como…” Esta vez el cuadro
se nos presenta como un gran red que al ser sacada del lago contiene toda clase de peces
(47). Cuando la red barredera era arrastrada hasta la costa, los pescados eran separados.
Recogen lo bueno en cestas (48). Pero los pescadores tiraban lo malo. La palabra sapra
generalmente significa “podridos”. Pero aquí debe significar “inservibles, no aptos para el
consumo”. En forma parecida, dijo Jesús, al finalizar esta edad, saldrán los ángeles y
apartarán a los malos de entre los justos (49). Los primeros serán arrojados al horno
de fuego (50) donde será el lloro y el crujir de dientes (cf. v. 42).
La lección de las parábolas parece ser doble. La primera es una amonestación a estar
seguros de que hemos de ser contados entre lo bueno (trigo o peces) en el reino, no entre
lo malo. En segundo lugar, es una exhortación a los líderes humanos a no usurpar las
prerrogativas divinas de separar los justos de los malvados. Solamente en el día del juicio
será debidamente realizada esa tarea.
Epifanio (ca. 382), sostuvo que eran medios hermanos, hijos de un matrimonio
anterior de José. El hecho de que éste no volviera jamás a ser nombrado después del
ministerio público de Jesús, ha sido interpretado como que él era un hombre mayor de
edad y que en ese tiempo ya había fallecido. Esta es la noción oficial de la Iglesia
Ortodoxa Griega y favorecida por considerable número de protestantes y la Iglesia
Anglicana.
Jerónimo (ca. 383) va un paso más adelante. El interpretó “hermanos” con el
significado de “primos”. Esta interpretación fue finalmente adoptada por la Iglesia
Católico Romana. Pero, constituye una parte de la elevación y adoración de “la Bendita
Virgen”, apoyadas ahora con los dogmas oficiales de su inmaculada concepción y su
ascención corporal.
Jesús respondió a la actitud de sus antiguos vecinos citándoles un antiguo proverbio
(57). Lo triste es que estaba imposibilitado de hacer muchos milagros, a causa de la
incredulidad de ellos (58). La falta de fe siempre priva a la gente de recibir bendiciones.
Marcos también incluyó este incidente en su evangelio (6:1–6). Es un punto en debate
si se trata del mismo viaje a Nazaret descrito en formas más extensas en Lucas. Algunos
eruditos piensan que se trata de dos visitas; otros, igualmente fidedignos creen que es una
sola (vea los comentarios sobre Lc. 4:16–32).
1
Vea también Marcos 6:14–29; Lucas 3:19–20; 9:7–9.
2
En el griego no está la forma común douloi, que significa “esclavos”, sino paides, traducida “niños” en 2:16. Aquí se
refiere a la “corte de ayudantes” de Herodes (M’Neile, Op. cit., p. 208).
3
Ant. XVIII, 5. 1.
VP. Versión Popular
Carrhace una exposición más amplia para ayudar al comentario: “La narración de San
Marcos presenta el cuadro de las intrigas secretas de la corte y tiene la evidencia de haber
sido cuestionado por un observador testigo presencial de los hechos.”4
Herodías aguardó su tiempo. Esperaba y acechaba la ocasión para llevar a cabo sus
criminales designios contra el profeta. Por fin llegó el momento—el cumpleaños de
Herodes (6). Con toda la artimaña y malicia de las cuales era capaz una avisada mujer,
tramó su complot. Estaba tan desesperada por lograr sus atroces propósitos que estuvo
dispuesta a la deshonra de su hija (Salomé) al exponerla a una danza sensual ante un grupo
de borrachos.
La astucia venció. Herodes, ebrio y apasionado, prometió con juramento dar a la
muchacha todo lo que pidiese (7). Ella, instruida primero por su madre (8), le pidió
la cabeza de Juan el Bautista en un plato. Pero esto parece estar en conflicto con la
explicación de Marcos que relata que “ella salió y le dijo a su madre: ¿Qué pediré?” (Mr.
6:24). La solución del problema queda en la simple corrección de lo traducido en Mateo.
Instruida primero por su madre debería expresarse “adelantada” o “advertida”.
Conservando su costumbre de generalización, Mateo apenas menciona que Salomé actuó
instigada por su madre. Marcos típicamente agrega cada detalle diciendo: “Y consultó con
su madre.”
El rey (9)—título de cortesía para este tetrarca—se entristeció. Esto concuerda con el
cuadro que Marcos presenta de Antipas, quien tal vez se sentía al mismo tiempo atraído y
atemorizado por Juan. Pero, por causa de sus comensales, Herodes mantuvo su juramento
y ordenó su ejecución. La cabeza de Juan el Bautista fue entregada a la muchacha y ella
la presentó a su madre (11). El cuerpo fue sepultado por sus afligidos discípulos (12).
El odio humano había ganado la batalla.
Esta dramática historia nos guía fácilmente a un bosquejo. Podríamos pensar en: (1)
La hija bailarina; (2) El déspota borracho; (3) La cobarde operación.
4
Op. cit., p. 197.
La respuesta de Jesús fue: dadles vosotros de comer (16). Los discípulos protestaron.
No tenían sino cinco panes y dos peces (17). Los panes eran del tamaño y forma de un
pequeño budín o bizcocho. La suma total de las provisiones disponibles constituían la
merienda de un muchacho (Jn. 6:9).
Pero los discípulos habían hecho sus cálculos sin tener en cuenta para nada al Maestro.
El pidió que se le trajera esa pequeña merienda (18). Después de ordenar a la gente que
se recostara sobre la hierba (19) (el griego dice “reclinar”)—Marcos agrega que la hierba
era “verde”, lo que nos indica que estaban en primavera—Jesús tomó los cinco panes y
dos peces, los bendijo y partió y dio los panes a los discípulos, quienes a su vez, los
pasaron a la multitud.
Un punto muy significativo es que los discípulos obedecieron el mandato de Cristo.
De hecho, ellos alimentaron la multitud cuando participaron con Jesús en hacerlo. La
lección para cada creyente es ésta: No importa cuán imposible parezca una tarea que le
haya sido asignada, con la ayuda divina, puede hacerse. “Porque no hay nada imposible
para Dios” (Lc. 1:37).
Y comieron todos (20). El verbo chortazo (se saciaron) viene del sustantivo chortos,
“pasto, heno”. Se usaba primero para denotar a los animales que pacían. La palabra
describe a los animales alimentándose hasta quedar llenos y luego, echándose
alegremente sobre el pasto. Arndt y Gingrich dicen que en la voz pasiva (como en este
pasaje), significa “comer hasta llenarse, quedar satisfecho”. 5 Este es el énfasis de este
lugar. Todos estos millares de personas comieron hasta quedar “satisfechas”. Esta es la
mejor traducción.
De lo que sobró de los pedazos en los cestos de los que repartían y probablemente
en una pila sobre el pasto limpio frente a Jesús—tomaron doce cestas llenas. Es decir,
que cada uno de los 12 discípulos pudo llenar la canasta de su merienda para el día
siguiente.
La multitud satisfecha estaba compuesta por unos cinco mil hombres (21). Solamente
Mateo, el estadístico, agrega: sin contar las mujeres y los niños. Si la multitud estaba
formada por peregrinos que se dirigían a celebrar la Pascua, sólo habría habido unas pocas
mujeres y niños (Jn. 6:4–5). Esta distinción refleja el hecho de que en público—a menudo
todavía es así entre los orientales—las mujeres y los niños jamás comían con los hombres.
Ni siquiera puede dudarse: era un mundo de hombres.
5
Op. cit., p. 892.
6
Relatado también en Marcos 6:45–56 y Juan 6:15–21, pero no en Lucas.
7
Op. cit., p. 51.
Cuando llegó la noche (23) es la misma expresión griega del versículo 15, “cuando
anochecía”. Pero, entre ambas, había acontecido la alimentación de los 5.000. Esta
actividad debe haber durado de una a dos horas. ¿Cómo armonizar, entonces estas dos
expresiones de tiempo? Encontramos la respuesta en la distinción entre la “primera tarde”
(que comenzaba como a las 3 p.m.) y la “segunda” (después de la puesta del sol). La
palabra que se traduce “anochecer” es literalmente “tarde”. La totalidad de la frase del
versículo 23 significa: “Cuando se había hecho tarde.” Arndt y Gingrich sugieren: “El
contexto a menudo facilita la tarea de decidir a qué hora se refería, si antes o después de
la puesta del sol.”8
Al llegar la noche, Jesús había quedado solo sobre la montaña. Y ya la barca estaba
en medio del mar (24)—como a mitad de camino cruzándolo. El texto griego de Nestle
dice: “Estaba a muchos estadios de la tierra” (cf. RSV). Esto concuerda
sorprendentemente con la declaración de Juan que dice que los discípulos habían remado
como 25 o 30 estadios (Jn. 6:19)—unos cinco o seis kilómetros. En su extremo norte, que
es donde ellos se encontraban, el mar de Galilea tiene unos 10 kilómetros y medio de
ancho.
La barca era azotada por las olas. Carr comenta: “La expresión es vigorosa,
‘torturada por las olas’, como si fuera en los estertores de la agonía.” 9 El mar de Galilea
es famoso por sus tremendas tormentas repentinas. El escritor jamás olvidará el haber
estado en una de esas tempestades en ese mar en 1953. Parecía que el barco pesquero se
iba a pique cada vez que lo azotaba una de esas olas gigantescas. Pero estremeciéndose de
extremo a extremo, la nave ascendía hasta que llegaba la próxima ola mientras que sobre
la proa caían torrentes de agua. El poderoso motor de este moderno barco de pesca
continuaba su marcha adelante. Pero los discípulos sólo podían luchar vanamente con sus
remos mientras tenían que confrontar un tremendo viento septentrional sobre la proa.
Cuando las cosas llegaban a lo peor, a la cuarta vigilia de la noche (3 a 6 a.m.), Jesús
se les acercó andando sobre el mar (25). Los discípulos se turbaron (26)—mejor dicho
“se aterrorizaron” creyendo que era un fantasma (gr., phantasma). Aterrorizados por la
tormenta y sobrecogidos de horror por ese “fantasma”, dieron voces. El verso griego
empleado aquí significa: “Gritaron, dieron alaridos, chillaban de espanto.”1 0
Inmediatamente Jesús los reanimó con las siguientes palabras: ¡Tened ánimo; yo soy,
no temáis! (27). Literalmente el texto griego dice: “Tened coraje; soy yo, dejad de tener
miedo.” Este es todavía el mensaje de Cristo para los suyos en medio del tormentoso mar
de la vida.
8
Ibid. p. 606.
RSV Revised Standard Version
9
Op. cit., p. 200.
10
Arndt y Gingrich, Op. cit., p. 448.
11
Op. cit., p. 220.
fallara su fe. Pero al ver el fuerte viento (30)—más precisamente sus efectos, comenzó
a tener miedo. Y comenzando a hundirse—la vigorosa forma compuesta significa
“hundirse en el profundo mar”1 2—clamó: ¡Señor, sálvame!
Al momento Jesús extendiendo la mano, asió de él (31)—literalmente, “lo tomó”.
Esto muestra que Pedro estaba al alcance de su brazo. Gentilmente, el Maestro regañó al
ambicioso discípulo por su poca fe. Al dar el primer paso para salir del bote y andar sobre
el agua, parecía que su fe era grande. Pero parece que estaba mezclada con algo de
presunción.
Tan pronto como Cristo entró en el barco con Pedro, se calmó el viento (32). La raíz
griega sugiere: “quedó agotado, cansado.” Los discípulos que estaban en la barca adoraron
a Jesús como el Hijo de Dios (33). Para ellos, su presencia y poder probaban su deidad.
12
Carr, Op. cit., p. 201.
13
War III, 10. 8.
14
Op. cit., p. 202.
15
Ibid.
eran los grandes maestros del pasado y del presente… la ‘tradición’ era la ley oral,
manipulada por ellos, aún no completa y codificada más tarde en el Mishna.”1 6
La transgresión específica mencionada por los fariseos era la siguiente: No se lavan
las manos cuando comen pan.17 Esto no quería decir que los discípulos comieran con las
manos sucias sino que no cumplían con el ceremonial prescrito para los lavados en la
tradición de los ancianos. Esta costumbre está explicada para sus lectores romanos, por
Marcos (7:2–4). Mateo da por sentado que tal cosa ya era muy conocida por sus lectores
judíos.
Jesús rechazó a los fariseos haciéndoles una pregunta: ¿Por qué también vosotros
quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? (3). Entonces les aclaró
el significado de sus palabras. El hizo el contraste entre lo que Dios mandó (4) y lo que
ellos decían (5). El quinto mandamiento dice: Honra a tu padre y a tu madre (Ex.
20:12). También está la advertencia de que cualquiera que maldiga—la palabra griega
literalmente significa “hablar mal de”—al padre o la madre debía morir irremisiblemente
(Ex. 21:17).
Los fariseos habían frustrado este mandamiento divino por su tradición humana. Ellos
decían que un hijo que estaba obligado a cuidar de sus padres—asunto de suprema
importancia para los orientales—podía declarar que el dinero que ellos necesitaban para
su sostén era la ofrenda (5) de él a Dios. De esa manera se esquivaban de cumplir con
una obligación legal (6). Al hacerlo, invalidaban el mandamiento de Dios por su
tradición.
Las implicaciones inmorales e irreligiosas de esta costumbre rabínica son descritas
por Carr: “Los escribas sostenían que esas palabras, aun cuando fueran pronunciadas en
un momento de enojo contra los progenitores a quienes necesitaban socorrer, excusaban
al hijo de su deber natural, y más aún, lo comprometían a no cumplir su deber; y, por la
otra parte, tampoco le obligaban a dedicar la suma para el servicio de Dios o del templo.”18
M’Neile concuerda con este juicio. Dice: “Su actual dedicación no es realmente
contemplada; quedaba dedicada (vale decir, no disponible) solamente en lo que concernía
a los padres u otra persona que esperara recibirla.”1 9
No es de extrañarse que Jesús llamara hipócritas (7) a los escribas. Para describirlos,
citó (8–9) Isaías 29:13 (en su mayor parte de la Septuaginta más que del texto hebreo).
16
Op. cit., p. 222.
17
La ley no tenía exigencias en este punto.
18
Op. cit., p. 203.
19
Op. cit., p. 223.
20
Montefiore, The Synoptic Gospels, I, 169.
a su Maestro (12) que los fariseos se habían ofendido (“escandalizado”). El les respondió
implicando que esos críticos no habían sido plantados por Dios y que por lo tanto sería
desarraigada (13). Jesús les llamó ciegos guías de ciegos (14).
Entonces Pedro (15) le pidió la explicación de esta parábola—evidentemente se
refiere a la del verso 11. Parábola (parabole) está aquí usada en el sentido limitado de
una corta declaración parabólica, vale decir, la que establece una comparación.
El Maestro expresó su sorpresa—y sin duda, desilusión—de que ni aun sus discípulos
lo comprendieran (16). Y trató de aclararles un poco el verso 11, ilustrándolo un poco. La
comida sólo tiene efecto físico, no espiritual (17). Pero lo que sale del corazón eso
contamina a la persona (18). Aunque Jesús menciona la boca por cuarta vez (cf. 11, 17),
los versos 19 y 20 aclaran que no está tratando sólo con las palabras del hombre sino
también con sus hechos.
Los malos pensamientos (19) parece ser una expresión general de introducción que
luego se expresa en seis plurales que describen las acciones exteriores. Pero todos los
malos hechos fluyen de erróneas actitudes del corazón. Los pecados de la lista guardan un
orden parecido al de los Diez Mandamientos. En las Escrituras, la condición del corazón
es el asunto de mayor importancia. Este es el hombre interior que Dios ve—su panorama
mental, su imaginación, afectos, motivos básicos y sus metas. Cuando este ser interior es
malo, es el manantial de todo lo malo en la vida y en la conducta. Ningún hombre puede
evitar por completo la contaminación de actos pecaminosos a menos que sea purificada la
fuente de su carácter. Este fue precisamente el propósito por el que Cristo vino entre los
hombres.
directa, negaba su petición. Carr, correctamente aclara el propósito: “Con esa declaración,
Jesús prueba la fe de la mujer, con el fin de purificarla y profundizarla.”2 1
Para no ser rechazada, ella vino y se postró ante El, diciendo: Señor, socórreme
(25). El verbo significa: Ven a ayudar a alguien que clama por ayuda.
Superficialmente, la réplica de Jesús era poco menos que insultante. Dijo que no debía
tomar el pan (literalmente, lo bueno) de los hijos (los judíos), para echarlo a los perrillos
(26). Los judíos, generalmente llamaban “perros” a los gentiles; (es decir, inmundos). Esto
parece muy fuera de carácter en los labios de Cristo. Sin embargo, la palabra griega
significa “perrillos”. Como dice Morison: “Nuestro Salvador no se refiere, a los perros
salvajes, feroces, inmundos, vagabundos, que pululan en las ciudades orientales, sino a
los pequeños, amados por los niños y con quienes ellos quieren jugar.”2 2 También
Weatherhead piensa que Jesús puede haber empleado un tono de voz o una mirada de sus
ojos, para decirle que tal cosa era principalmente una reprensión para los judíos por su
actitud estrecha y nacionalista.23
La respuesta de la mujer es notable desde todos los puntos de vista. En lugar de
resentirse por la clasificación de su persona como “un perro”, ella la aceptó. Pero sacó la
mejor parte de ella. Ella no pretendía ser considerada como uno de los hijos. Todo lo que
ella quería eran las migajas que caían de la mesa (27). Ella tenía fe que esas migajas
llenarían su necesidad. En otras palabras, el poder del Maestro era tan grande que no
necesitaría mucho para expulsar el demonio de su hija. No es de extrañarse que Jesús haya
respondido: Oh mujer, grande es tu fe (28). Al momento su petición fue concedida por
completo.
El incidente ha sido bien resumido por G. Campbell Morgan: “Ella acudió en contra
del prejuicio; contra el silencio perseveró; contra la expulsión avanzó; contra el desaire
ganó.”2 4
21
Op. cit., p. 205.
22
Op. cit., p. 267.
23
Leslie Weatherhead, It Happened in Palestine (Nueva York: Abingdon Press, 1936), pp. 198–202.
24
Op. cit., p. 202.
protestaron que no había pan en el desierto para poder alimentarles (33). Todo lo que
tenían era siete panes y unos pocos pececillos (34)—unas galletitas y unas sardinas.
La primera cosa que Jesús hizo fue ordenar a la multitud que se recostase en tierra
(35). Aquí hay un verbo distinto que el que se usó en relación con la alimentación de los
cinco mil (14:19). En aquel pasaje significaba “se recostaron” y en éste “volver a
sentarse”. Hay poca diferencia esencial. Ambos términos significan “reclinarse”. El
“bendijo el pan” cuando se alimentaron los cinco mil, y aquí dice: Dio gracias (36). El
verbo es eucharisteo; que equivale a nuestra moderna expresión “dar gracias” en la mesa.
Entonces Jesús partió los panes y nuevamente los discípulos los sirviéron a la multitud.
Esta vez alzaron siete canastas llenas de los pedazos de pan que habían sobrado (37).
La palabra canastas no es la misma que se usó en relación con la alimentación de los
cinco mil (14:20). Eran las cestas de la comida de los 12 discípulos. Aquí se refiere a un
gran canasto. Pensamos esto porque es el mismo término usado para la canasta en la que
fue descolgado Pablo por el muro de Damasco (Hch. 9:25). Probablemente se trataba de
una canasta de pescador, hecha con cuerdas entretejidas y que podían soportar una buena
carga. De modo que las siete canastas pueden haber contenido más que “las doce” de la
primera ocasión.
En esta vez hubo cuatro mil hombres (38). Nuevamente Mateo (y no Marcos)
agrega: sin contar las mujeres y los niños.
Habiendo despedido la multitud, Jesús entró en la barca y vino a la región,
“fronteras” de Magdala (39). Esta era la ciudad de la cual provenía María Magdalena.
Estaba situada en la fértil planicie de Genesaret (cf. 14:34). Los más antiguos manuscritos
griegos dicen “Magadan”. Puesto que la ubicación de esta última es desconocida, es muy
fácil pensar que algunos escribas lo cambiaran por la ciudad más familiar de la Magdalena.
25
La cita completa de estos versos (después de “les”), está omitida en los más antiguos manuscritos griegos, sostenida
en Nestle y Westcott y Hort, pero pasada por alto en la RSV. Por lo tanto no estamos seguros de su genuinidad.
26
Y su autenticidad aquí es dudosa (vea nota previa).
Las palabras de Jesús citadas en el verso 4 son las mismas que hallamos en 12:39. La
palabra mala es realmente la misma palabra griega. De modo que ambos pasajes son
iguales, excepto la palabra profeta (4) que no está en el texto griego.
Marcos informa que Jesús dijo: “No será dada señal a esta generación” (Mr. 8:12).
Podría haber conflicto con la mención de Mateo de la señal de Jonás. Pero es obvio que
se refiere a no darles ninguna clase de señal de las que exigían los líderes judíos (véase
también el comentario sobre 12:38–42).
bajo la sombra del elevado monte Hermón (3.038 m. de altura), que está cubierto de nieve
todo el año. En los alrededores hay peñascos en los que todavía están las huellas de los
antiguos cultos de adoración a Baal y a Pan (palabra griega que significa “todo”). Este
era un lugar adecuado para confesar la deidad y el mesianismo de Jesús.
Era un momento crítico en la carrera del Señor. M’Neile nota: “El ministerio público
en Galilea tocaba a su fin; pronto comenzaría el viaje hacia la cruz y El deseaba acercar
a los discípulos a una relación de mayor intimidad con El que la que jamás habían
mantenido antes.”2 7 Era menester que los 12 tuvieran una firme confianza en su
mesianismo pues tendrían que afrontar un futuro en el que su fe sería probada severamente.
Cuando llegaron a los alrededores de Cesarea de Filipo, Cristo preguntó a sus
discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dieron diversas
respuestas: Juan el Bautista… Elías… Jeremías, o alguno de los profetas (14).
Entonces El les hizo la pregunta de suprema importancia (15). Y vosotros, ¿quién decís
que soy yo? Simón Pedro respondió por el grupo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente (16).
Los versos 13–16 sugieren el siguiente bosquejo: (1) La pregunta común: ¿Quién
dicen los hombres que yo… soy? (2) La pregunta crucial—Y vosotros, ¿quién decís que
soy yo? (3) La confesión confiada—Tú eres el Cristo.
Marcos (8:27–30) y Lucas (9:18–21) recuerdan esta confesión de Pedro. Pero los dos
la limitan a “el Cristo”, es decir, el Mesías. Sólo Mateo agrega el Hijo del Dios viviente.
Carr correctamente señala la implicación: “La confesión no solamente ve en Jesús al
prometido Mesías, sino que reconoce en El la naturaleza divina.”2 8 Los líderes judíos
habrían podido aceptarle como Mesías humano. Pero era precisamente esta pretensión a
la deidad que les hizo rechazar a Jesús y condenarle a muerte por el cargo de blasfemia
(26:64–65).
El resto de esta sección (17–20) se encuentra sólo en Mateo. Jesús declaró:
Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre,
sino mi Padre que está en los cielos (17). Carne ni sangre era una expresión rabínica
para humanidad en contraste con la Deidad. Solamente una revelación divina del Espíritu
Santo puede hacernos conocer realmente que Jesús es el Hijo de Dios. Tal revelación nos
da una seguridad interior que no puede ser sacudida.
Cristo entonces siguió diciendo: Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi
iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (18). Pedro es la traducción
de la palabra griega petros que significa “piedra”. Roca es petra, “una masa de… roca,
que es distinta de petros, una piedra destacada o guijarro grande”.2 9 Muchos eruditos
objetan diciendo que hay una sola palabra en arameo para las dos, Kepha, y que como
Jesús habló en arameo, ninguna distinción de las palabrás griegas se aplica al caso. Pero
en esta región gentil dondé se hablaba griego es muy posible que Jesús las
pronunciara en griego, cambiando así intencionalmente las palabras.
M’Neile cree que Jesús habló en arameo, usando Kepha. Nota que esta palabra es
femenina, de modo que está correctamente representada por petra, “roca”. Siente que
petros, (piedra) no tuvo el propósito de connotar un diferente significado, pero era más
adaptable para el nombre de un hombre puesto que era masculino. Agrega: “Sin embargo,
no se sigue con este juego de palabras, que ‘esta roca’ sea Pedro”, y concluye: “La
referencia está probablemente vinculada con la verdad que el Apóstol había proclamado;
m. Metro(s)
27
Op. cit., p. 238.
28
Op. cit., p. 210.
29
Abbott-Smith, Op. cit., p. 359.
el hecho del mesianismo de Jesús tenía que estar cimentado sobre una roca inamovible
sobre la cual su ‘ecclesia’ pudiera estar segura.”30 Creemos que esta interpretación es
preferible a la de Cullmann que hace de Pedro la roca sobre la cual sería fundada la iglesia.
Cullmann, por supuesto, se refiere a Pedro como apóstol y no como obispo.31
Jesús declaró: Edificaré mi iglesia. La palabra griega ekklesia se halla en los
evangelios, sólo en este lugar y en 18:17 (es decir, dos veces). Pero está 24 veces en los
Hechos y más de 60 en las Epístolas de Pablo. Su significado básico es “asamblea”. En
la Septuaginta la palabra está empleada con referencia a la “congregación” de Israel. Su
significado común en los días de Jesús era el de asamblea legal de ciudadanos libres para
el voto en una ciudad griega. En el Nuevo Testamento está empleada tres veces con ese
significado secular (Hch. 19:32, 39, 41). El sentido literal de ekklesia es “llamado para
que salga”. De modo que estos ciudadanos libres eran llamados para salir de la
colectividad total. De igual manera la iglesia de Jesucristo está formada por “llamados a
salir”, que tienen el privilegio especial de actuar como la congregación de Dios.
Las puertas del Hades probablemente signifique aquí “los poderes de muerte”; es
decir, todas las fuerzas opuestas a Cristo y a su reino. La palabra griega Hades se refería
al lugar de los espíritus que habían partido y su equivalente hebreo es la palabra Sheol.
Morison dice: “Nuestro Salvador quiere decir que su verdadera iglesia… nunca sucumbirá
a la muerte y la destrucción.”3 2
¿Qué significó Jesús cuando dijo a Pedro: Y a ti te daré las llaves del reino de los
cielos (19). El Libro de los Hechos sugiere la respuesta. Pedro usó primero las llaves
cuando su predicación en Pentecostés abrió la puerta del reino de los cielos a judíos y
prosélitos y 3.000 entrarόn en un día. Más tarde las usó para abrir la puerta a los gentiles
en la casa de Cornelio. En un sentido muy real, “todo predicador usa las llaves del reino
cuando proclama los términos de la salvación de Cristo”.33
Aún más sorprendente es la declaración de Jesús de que cualquier cosa que Pedro atara
en la tierra sería atada en el cielo, y todo lo que desatara en la tierra sería desatado en el
cielo. ¿Qué significan atares y desatares? M’Neile explica: “ ‘Atar’ y ‘desatar’ parecen
representar términos técnicos arameos con referencia al veredicto de un maestro de la Ley,
que sobre la fuerza de su experto conocimiento de la tradición oral, declaraba alguna
acción o cosa ‘atada’, es decir, prohibida, o ‘desatada’, vale decir, ‘libre’ o
‘permitida’.”3 4 En otras palabras, Pedro haría decisiones basadas sobre las enseñanzas de
Jesús que atarían en los cielos; es decir, que serían honradas por Dios.
El Maestro mandó “enérgicamente” que a nadie dijesen que El era el Mesías (20).
Todavía el tiempo no había llegado para tal cosa. Con el concepto político del reino
mesiánico que la gente tenía se corría el riesgo de una revolución.
30
Op. cit., p. 241.
31
Oscar Cullmann, Peter: Disciple-Apostle-Martyr, trad. Floyd V. Filson (Filadelfia: Westminster Press, 1953), p. 215.
32
Op. cit., p. 284. Juan Wesley escribe: “Esta frase propiamente significa el poder y la política de Satanás y sus
instrumentos” (Op. cit., p. 81).
33
A. T. Robertson, Word Pictures in the New Testament: (Nueva York: Richard R. Smith, 1930), I, 135.
34
Op. cit., p. 243.
de esa manera. Pero esta revelación no podía serles hecha hasta que ellos le hubiesen
confesado como Mesías.
En esta predicción hay cuatro cosas incluídas: (1) la ida a Jerusalén; (2) el sufrimiento
de muchas cosas por parte de ios ancianos, de los principales sacerdotes y de los
escribas (el Sanedrín); (3) ser muerto; (4) resucitar al tercer día.
Entonces Pedro, tomándolo (22) parece sugerir que el Apóstol, sumamente excitado,
se asió de Jesús como si pudiera protegerle contra tal destino. Ten compasión de ti, en
griego hileos soi, que literalmente sería: “¡Que Dios tenga compasión de ti!” O
simplemente, “compadécete de ti”. Pedro tenía un gran corazón lleno de afecto para su
Señor.
Pero esta vez había hablado equivocadamente. Jesús volviéndose—no para apartarse
de él sino dirigiéndosele—dijo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! (23). La palabra
Satanás significa “adversario”. Al amonestar a Jesús a que evitara la cruz, Pedro estaba
actuando de parte de un adversario a la voluntad divina para la misión de Cristo. Estaba
tentando a Jesús a hacerse a un lado, como Satanás en el desierto había procurado que lo
hiciera antes de comenzar su ministerio público.
Mateo agrega (a Mr. 8:33) me eres tropiezo. La palabra es skandalon, “escándalo”.
Involuntariamente Pedro estaba tendiéndole una trampa a Jesús. No pones la mira en las
cosas de Dios, “no piensas en lo que es de Dios”, Versión Moderna de Pratt; “tú no piensas
como Dios”, Versión Popular. El pensamiento de Pedro era contrario al de Dios.
En esta conversación Pedro es un perfecto ejemplo del doble ánimo que caracteriza en
mayor o menor grado a todos los creyentes que aún no han sido santificados por completo.
No era una vacilación consciente o intencional en la devoción a Jesús lo que se había
apoderado de Pedro, pero era la aparición de otro cuadro mental que coexistía
subconscientemente y que era incompatible con la verdadera espiritualidad del reino. El
había visto la realidad de la identidad personal de Cristo: “Tú eres el Cristo.” Pero no
había percibido la naturaleza espiritual de su mesianismo. Esta misma ambivalencia era
evidente no solamente en Pedro sino en todos, en diversas maneras, hasta que los ojos les
fueron abiertos y sus almas espiritualizadas (ajustadas a los caminos de Dios) por el
bautismo del Espíritu Santo en el día de Pentecostés.
Todo esto sugiere que el único camino a la vida es mediante: (1) La negación de sí
mismo (regeneración); (2) La muerte del yo (entera santificación); (3) La determinación
de sí mismo (sígame).
Hay también una repetición del pensamiento en el verso 25 (cf. 10:39; Mr. 8:35; Lc.
9:24; 17:33; Jn. 12:25). La única manera de salvar la propia vida es perdiéndola.
Entonces Jesús preguntó qué provecho tendría el hombre que ganara todo el mundo y
perdiera su alma. La palabra es psyche, traducida “vida” en el versículo 25. Quizá ésta
sería la mejor interpretación aquí. En lo que concierne al significado del término griego
Carr dice: “Para los griegos, psyche tenía un sentido muy amplio; era la vida en toda su
extensión; desde la mera existencia vegetante hasta la más elevada vida intelectual.”3 6 Y
continúa: “El cristianismo ha profundizado el concepto agregándole a la connotación de
psyche la vida espiritual del alma en unión con Cristo.”3 7 F. C. Grant hace esta
observación: “Es el alma que piensa y siente y es en general, el principio de vida en el
cuerpo.”3 8 El cree que tanto “alma” como “vida” se prestan a este pasaje.
Juan Wesley tiene un potente sermón evangelístico sobre el versículo 26, titulado:
“La Pregunta Importante.” Sus puntos básicos son: (1) ¿Qué está implicado en ganar todo
el mundo? (2) ¿Qué implica perder el alma? (3) ¿Qué aprovecha al hombre si gana todo
el mundo y pierde su alma?
La razón por la que uno debe ser tan cuidadoso en perder su vida por causa de Cristo
para poder hallarla es que el Hijo del Hombre vendrá un día como Juez para recompensar
a cada uno conforme a sus obras.
La predicción: Hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta
que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino (28) ha sido diversamente
interpretada. Ha sido aplicada a: (1) La transfiguración que sigue a esto. Sin embargo todos
los eruditos contemporáneos concuerdan en que esta no es una interpretación correcta. (2)
El texto ha sido aplicado a la caída de Jerusalén en el año 70
D.C. El principal argumento para este segundo punto de vista es que encaja con el énfasis
que se hace sobre el juicio en el versículo 27. Pero este parece ser un día del juicio
posterior que seguirá a la Segunda Venida. Tomando todas las cosas en consideración, es
mejor interpretar este versículo como (3) una referencia al día de Pentecostés y la rápida
propagación del evangelio descrita en los Hechos de los Apóstoles.
Oigamos a M’Neile ampliar el concepto: Escribe: “Los cristianos pueden reconocer
que ellos recibieron, o más bien comienzan a recibir, su cumplimiento en Pentecostés y
que toda catástrofe o crisis subsecuente, o demostración del poder divino, ha sido la puerta
a una nueva era, un paso en el largo proceso de su completo cumplimiento, la culminación
del cual está más allá de nuestra vista.”3 9 En vena similar dice Morison: “Nuestro
Salvador se refiere, no lo dudamos, aunque de manera indefinida, al establecimiento y
extensión de su reino y a su propia manifestación como Rey victorioso, lo que sucederá
cuando Jerusalén y el judaísmo, ambos corrompidos hasta lo sumo, sean vencidos.”4 0
6. La transfiguración (17:1–8)
Este incidente constituye una de las grandes crisis en la vida de Cristo. Junto con el
bautismo y la tentación, constituyó un momento de elevado significado espiritual.
Aparece en los tres evangelios sinópticos (cf. Mr. 9:2–8; Lc. 9:28–36).
36
Op. cit., p. 214.
37
Ibid.
38
F. C. Grant, Introduction to New Testament Thought (Nueva York: Abingdon-Cokesbury Press, 1950), p. 162.
39
Op. cit., p. 248.
40
Op. cit., p. 293.
Sucedió seis días después (1). Lucas (9:28) dice “como ocho días después”. Aquí no
hay contradicción. Lucas cuenta los días que precedieron y siguieron a los incidentes;
Mateo y Marcos sólo los que mediaban entre ellos.
¿Después de qué? Lucas dice “después de estas palabras”. Esto nos regresa a dos
importantes asuntos de los capítulos previos: (1) La confesión de Pedro acerca de Jesús
como Mesías y su divinidad y (2) la profecía de Cristo sobre su pasión.
Debe recordarse que mientras Pedro se levantó magníficamente en respuesta al desafío
de la pregunta del Maestro: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?”, su reacción ante la
predicción de la muerte del Maestro fue un miserable fracaso. Protestó que Cristo no debía
morir. El falló, como todos los demás discípulos en comprender el significado y necesidad
de los sufrimientos del Mesías.
Es notable que los tres evangelios sinópticos comiencen el relato poniendo su énfasis
sobre la semana entre la confesión y la transfiguración. G. Campbell Morgan siente que
“durante ese período hubo un sentido de distanciamiento entre los discípulos y el
Mestro”.4 1 Sigue adelante diciendo: “Esos seis días debieron ser los más amargos de la
vida del Maestro; seis días de silencio, seis días durante los cuales la soledad fue el hecho
supremo en su carrera.”4 2 Aun anticipadamente debía andar solo por la ruta del Calvario.
¿Cuál fue el propósito de la transfiguración? La respuesta es clara en la actualidad. Se
trataba de una doble confirmación: (1) la de la divinidad de Jesús, mientras los tres
discípulos tenían una vislumbre de su eterna gloria; (2) de la importancia y necesidad de
la Pasión. El último punto surge de Lucas, quien declara que el tema de la conversación
con los dos visitantes celestiales fue la inminente misión que le tocaría cumplir en
Jerusalén (Lc. 9:31). La palabra griega es exodos, que significa “una salida” (“éxodo”).
De manera que incluía su crucifixión, resurrección y ascención, todo, como clímax de su
ministerio terrenal.
Para la visión de esta única revelación de su deidad y muerte cercana Jesús escogió a
los mismos tres discípulos que habían sido testigos de la resurrección de la hija de Jairo
(Mr. 5:37). Más tarde, llevaría a éstos del círculo íntimo—Pedro, Jacobo y Juan (1)—
con El, al huerto de Getsemaní. Pero ahora los llevó a un monte alto. Aunque el sitio
tradicional de la transfiguración es el monte Tabor, en la planicie de Esdraelón,
probablemente una mejor elección sería la de las estribaciones del elevado monte Hermón,
que se yergue como un solitario y nevado centinela a la cabeza del valle del Jordán. Este
está cerca de Cesarea de Filipo, lugar donde se hallaba Jesús durante el incidente previo.
Aquí Jesús se transfiguró (2). La palabra es metamorphoo, de la cual proviene
metamorphosis. Además del pasaje paralelo en Marcos (9:2), la palabra se encuentra
solamente en Romanos 12:2 (“transformados”) y en 2 Corintios 3:18 (“transformados”).
La transformación de la apariencia de Cristo está descrita de la siguiente manera:
resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Lucas no emplea la palabra “transfiguró”, pero describe lo sucedido casi con idéntico
lenguaje. Es el único que nota que mientras Jesús estaba orando su apariencia experimentó
el mencionado cambio. Es una sugestión de que nuestra transfiguración espiritual se
realizará mientras estamos orando.
Los tres evangelios sinópticos mencionan la sorprendente visita de Moisés y Elías,
que conversaban con Jesús (3). El primero representaba la Ley, y Elías representaba a los
profetas. Hay muchos lugares en el Nuevo Testamento donde se refiere al Antiguo como
41
The Crises of the Christ, p. 216.
42
Ibid., p. 217.
la “Ley y los Profetas”.4 3 La implicación aquí es que todo el Antiguo Testamento señalaba
a Cristo, y en especial el Pentateuco y las Profecías predecían la muerte expiatoria del
Salvador. Esto fue demostrado por tipos y símbolos en la Ley (p. ej. los sacrificios), por
declaraciones en los Profetas (p. ej. Isaías 53).
Pedro estaba tan encantado con la situación que deseaba prolongarla. Sugirió que los
discípulos podían hacer allí tres enramadas (4)—una para Jesús, otra para Moisés y otra
para Elías. Uno puede simpatizar con los sentimientos del Apóstol. Esa era una comunión
única. Pero Pedro demostró que la profecía de la pasión no se había grabado bien en su
mente. Quería un Mesías glorificado, pero no un Mesías sufriente.
Mientras Pedro todavía estaba hablando, una nube de luz los cubrió (5). La nube
aquí sobre el monte de la transfiguración llamó la atención de los discípulos para escuchar
la voz de Dios. Ello recordaría “la columna de fuego durante la noche” (Ex. 13:22) que
guiaba a los israelitas en el desierto, tanto como la Shekina o gloria que moraba en el
tabernáculo (Nm. 9:15, 22) y en el templo (1 R. 8:10). Dios apareció en una nube en el
Sinaí (Ex. 19:9).
Desde la nube, una voz clara y distinta confirmó la deidad de Jesús: Este es mi Hijo
amado, en quien tengo complacencia; a él oíd44—y acallando a Pedro:—a él oíd. El
problema con Pedro era su rapidez para hablar y su tardanza en escuchar.
Desgraciadamente, hay muchos que siguen su ejemplo.
Abrumados por la visión y llenos de temor por la voz, los tres discípulos se postraron
sobre sus rostros (6). Esto puede sugerir que cayeron como le sucedió a Saulo en el
camino a Damasco (Hch. 9:4), o es más probable que se hayan postrado en adoración. En
cualquiera de los casos, tuvieron gran temor.
Pero el Maestro los tocó con tierno consuelo, diciéndoles: levantaos, y no temáis (7).
Cuando abrieron sus ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo (8). El valor de una visión se
mide por la permanencia de sus resultados. No hay experiencia espiritual de valor a menos
que deje una creciente consciencia de la presencia de Cristo. Cuando se hubieron ido los
visitantes celestiales, la nube y la voz, los discípulos tuvieron a Jesús solo. El es la
suprema necesidad de toda vida humana en todos los tiempos.
43
Por ejemplo: Mateo 5:17; 7:12; 11:13; 22:40; Hechos 24:14; Romanos 3:21; cf. “Moisés y los Profetas”—Lucas 16:29, 31;
24:27; Hechos 26:22.
44
Vea las notas sobre 3:17.
45
“Entello señala más bien a los contenidos del mandato” (Abbott-Smith, Op. cit., p. 156). Este incidente se encuentra
sólo en Mateo y Marcos [9:9–13]).
como lo había confesado Pedro en Cesarea de Filipo y confirmado la voz del Padre sobre
el monte, ¿cómo era que todavía Elías no había aparecido?
Como respuesta, Cristo primero aprobó la declaración de los escribas. Y les dijo: A
la verdad, Elías viene primero, y restaurará4 6 todas las cosas (11); es decir, anunciaría
una nueva era en la cual todas las cosas serían finalmente restauradas en Cristo (Col. 1:16;
Ef. 1:9–11). Pero Jesús fue más allá de esto al asegurar que “Elías” ya había venido: y
ellos, (el pueblo a quienes había venido Juan el Bautista), habían hecho con él como les
había placido, porque no le reconocieron (12). Entonces Jesús agregó: Así también el
Hijo del Hombre padecerá de ellos. Juan el Bautista había sido arrestado y ejecutado.
Exactamente sucedería al Hijo del Hombre, el Mesías.
Mateo tiene la costumbre de agregar explicaciones a puntos que parecerían oscuros en
Marcos. Ya hemos visto esto en 16:12. Aquí ahora declara que los discípulos entonces
comprendieron que Jesús les había hablado de Juan el Bautista (13).
46
El mismo verbo griego está usado en la Septuaginta de Malaquías 4:6 (LXX, 3:23), traducido “restaurar” en español.
Vea la significativa predicción en Lucas 1:16–17.
47
Registrado también en Marcos 9:14–29; Lucas 9:37–43.
VM. Versión Moderna
VP. Versión Popular
48
El mejor texto griego dice “poca fe” (cf. 6:30; 8:26; 14:31; 16:8).
literalmente a un monte.49 Con las palabras este monte, Jesús quería decir: “esta gran
dificultad”; este caso difícil que era demasiado grande para ellos. Sherman Johnson
observa: “La fe no mueve montañas físicas por magia, pero sus propios triunfos son más
maravillosos que la más compleja maquinaria.”5 0 En el mismo sentido escribe George
Buttrick: “La fe ha removido montañas—poderosos imperios, cultos paganos, impiedad
atrincherada.”5 1
El versículo 20 llega a su cenit con la asombrosa declaración: y nada os será
imposible. ¿Cómo puede ser tal cosa? La respuesta es: “Por la fe.” Marcos, cuya
descripción de este caso de sanidad, como de costumbre, es mucho más vivida que las de
Mateo o Lucas, informa que Jesús dijo al padre del muchacho: “Al que cree, todo le es
posible” (Mr. 9:23). Así es porque Dios es todopoderoso y la fe trae la omnipotencia
divina a obrar sobre los problemas humanos.
El versículo 21 no está en las versiones revisadas porque falta en los más antiguos
manuscritos griegos (el Vaticano y el Sinaítico), tanto como en algunas versiones
antiguas. En Marcos la primera parte de este texto es genuina, pero las palabras “y ayuno”
fueron agregadas más tarde. Luego todo el versículo fue transcrito por algún copista a este
pasaje paralelo en Mateo.
49
Lukyn Williams, sin embargo, dice: “Más bien parece que Jesús quiso que sus palabras fueran tomadas literalmente”
(Pulpit Commentary, “Matthew”), II, 178.
50
IB., VII, 463.
51
Ibid., p. 464.
52
Ant. XVI., 6. 3.
53
War VII., 6. 6.
54
Carr, Op. cit., p. 219.
55
Ibid.
que el reino pronto sería establecido sobre la tierra. Ellos eran como los políticos
mundanos luchando ya por los puestos.
En respuesta a su pregunta Jesús llamó a un niño (2). Aquí tenemos una vislumbre de
la ternura del Maestro. Los niños no le temían, sino que se sentían atraídos a El.
Solemnemente Jesús les aseveró: (De cierto os digo) que ustedes no podrán entrar en
el reino de los cielos si no se vuelven como niños (3). Literalmente “volverse como niños”.
Abbott-Smith sugiere para este pasaje, el sentido metafórico de “volvéis, cambiáis”.1
Thayer da: “cambiarse de una línea de conducta, es decir, cambio de mentalidad.”2
Arndt y Gingrich dicen que aquí significa “volverse, cambiar interiormente, convertirse”.3
En griego, no entraréis es una negativa doble para aumentar el énfasis. Connota “jamás”
(de ninguna manera) “podrá entrar”. Los discípulos estaban hablando de cuál sería el más
grande en el reino. Jesús dijo: “Si no os convirtiereis y volviereis como un niño, no
entraréis.” Los discípulos necesitaban “cambiar de actitud”, “volverse” de sus
pensamientos orgullosos y llenos de ambición. Lukyn Williams observa: “La conversión
de la cual se habla en este lugar está confinada a un cambio en el presente estado de
mente hacia una nueva dirección dada a los pensamientos y deseos.” 4 Shank traduce
esta cláusula: “A menos que estéis completamente cambiados en actitudes y seáis
completamente como niños.” 5
En el versículo 4 el Maestro respondió a sus discípulos directamente el asunto: Así
que, cualquiera que se humilla como este niño, ése es el mayor en el reino de los
cielos. En otras palabras, la característica principal de la grandeza de un cristiano es la
humildad. No la capacidad, sino la humildad. No sus logros, sino su humildad. No sus
realizaciones impresionantes, sino la humildad. No es de extrañarnos que leamos en el
Antiguo Testamento: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová” (Is. 55:8). El camino de Cristo corre
directamente en oposición al del mundo.
La humildad de un niño consiste especialmente en una disposición natural de
confianza y dependencia. Esa es la actitud que Dios quiere que sus hijos mantengan hacia
El. La dominante actitud moderna de autosuficiencia, la “fineza” de la mundana sabiduría
es contraria a la verdadera espiritualidad.
1
Op. cit., p. 420.
2
Op. cit., p. 591.
3
Op. cit., p. 779.
4
Op. cit., II., 208.
5
Robert Shank, Jesus—His Story (Springfield, Mo.: Westcott Publishers 1962), p. 119.
6
Op. cit., II, 209.
7
Op. cit., 686.
8
Op. cit., II., 209.
mismos para que seamos santificados por completo y limpios de todo pecado y de su
egoísmo pecaminoso. Cuando nosotros estamos dispuestos a ser “podados” así, es cuando
nos aproximamos a la verdadera semejanza de Cristo. Rendir lo que parece ser los
derechos naturales de uno, sea que está representado por el ojo, la mano, o el pie, puede
parecer seguramente una personalidad mutilada. Pero es mejor un yo mutilado, que
perderse por completo. Si en el corazón no hubiera pecado, el pie, la mano y el ojo no
podrían ser fácilmente instrumentos de pecado.
Aquí se sugieren tres pensamientos: (1) La mano es símbolo de lo que hacemos; (2)
El pie es símbolo de donde vamos; (3) El ojo es símbolo de lo que vemos. Todo debe ser
guardado bajo cuidadoso control.
Nuevamente Jesús vuelve a uno de estos pequeños (10; cf. 6). Asegura: sus ángeles
en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre. Carr dice: “Con estas palabras nuestro
Señor sanciona la creencia judía en ángeles guardianes”, pero también nota: “La reserva
con la cual la doctrina presentada en el Nuevo Testamento es un contraste con la
extravagancia general de la creencia oriental sobre el asunto.” 9
9
Op. cit., p. 222.
10
Aunque no hay otra declaración más veraz en toda la Biblia, el verso 11 no se encuentra en los manuscritos griegos
más antiguos de Mateo de modo que algunas versiones lo omiten. Es genuino en Lucas 19:10, del cual evidentemente
fue copiado aquí.
11
Ryle, Op. cit., p. 223.
12
Carr, Op. cit., p. 223.
13
W. K. Lowther Clarke, Concise Bible Commentary (Nueva York: Macmillan Co., 1953), p. 738.
14
Carr, Op. cit., p. 224.
15
IB, VII, 475.
A. DISCIPULADO, 19:1–2
1. Partida de Galilea (19:1–2)
Por cuarta vez (cf. 7:28; 11:1; 13:53) encontramos la expresión terminal: Y aconteció
que cuando Jesús terminó estas palabras (1). Esto marca el final del cuarto discurso.
“El gran ministerio galileo” que había durado quizá un año y medio tocaba ahora a su
fin. Por última vez Jesús se despidió de su tierra hogareña y comenzó su ominoso viaje a
Jerusalén. Se alejó de Galilea tiene el timbre de la finalidad. Marcaba el fin de una época.
Lucas hace hincapié en su significado por su declaración sobre el punto: “Y cuando se
cumplió el tiempo en que había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén”
(Lucas 9:51).
Fue a las regiones (“fronteras”) de Judea al otro lado del Jordán (1). Esta es un
extraña expresión geográfica. Propiamente hablando, Judea queda entre el valle del Jordán
y el mar Mediterráneo. La tierra al otro lado del Jordán en aquel tiempo era conocida con
el nombre de Perea; la gobernaba Herodes Antipas, tetrarca de Galilea. Pero, como nota
Plummer, “Judea parece haber sido mencionada aquí con el sentido más amplio de
Palestina, la tierra de los judíos”. 1
En esta zona de Perea le siguieron grandes multitudes, y los sanó allí (2). En su
pasaje paralelo, Marcos (10:1), dice que “les enseñaba como solía”. La narración muestra
que hizo ambas cosas.
En ese último viaje a Jerusalén, el Maestro y sus discípulos cruzaron el Jordán al sur
del mar de Galilea (vea el mapa) y fueron hacia el oriente del río a través de Perea. Esta
era la ruta generalmente tomada por los peregrinos galileos cuando iban a las fiestas
anuales en Jerusalén. La ruta más corta por Samaria era menos deseable porque su
territorio era considerado “inmundo”.
Concerniente a Perea escribe Andrews: “La población no era netamente judía, sino
una mezcla. No eran tan paganos como en Decápolis, y no tan fácilmente excitables contra
el Señor como los habitantes de Judea o aun los de Galilea.” 2 También llama la atención
al dicho rabínico, de que Judea era el trigo, Galilea, la paja y Perea la cizaña. 3
2. Casamiento (19:3–12)
a. Divorcio (19:3–9). Como en nuestros días, el asunto del divorcio jugaba un papel
importante. Jesús lo había discutido en el Sermón del Monte (5:31–32). Ahora aparece
nuevamente. La discusión sobre el tema fue de gran importancia y riesgo en los tiempos
del ministerio de Jesús por causa del reciente divorcio de Herodes Antipas y su esposa.
Esta vez el asunto fue precipitado por los fariseos (3), estrictos cumplidores y maestros
de la Ley. Ellos acudieron a Jesús, tentándole “o poniéndolo a prueba” (vea las
1
Op. cit., p. 251, n. 1.
2
Samuel J. Andrews, The Life of Our Lord (Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1954 [reimpresión]), p. 388.
3
Ibid., p. 388, n. 3.
notas sobre 4:1; 16:1). 4 La pregunta que llevaban era: ¿Es lícito al hombre repudiar a
su mujer por cualquier causa?
Esta última frase, por cualquier causa, es particularmente significativa. No se
encuentra en el pasaje paralelo de Marcos (10:2–12) porque los lectores gentiles no
estaban al tanto sobre las connotaciones judías como los lectores de Mateo. Ilumina la
controversia de la primera centuria A.C. entre las escuelas de Hillel y Shammai.
El conflicto se levantó sobre la interpretación de Deuteronomio 24:1: “Cuando alguno
tomara mujer, y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa
indecente; le escribirá carta de divorcio…” Shammai sostenía que “cosa indecente”
significaba fornicación: “Un hombre no se divorciará de su esposa a menos que encuentre
en ella asunto de vergüenza.” 5 Su colega Hillel (ca 60 A.C.–20 D.C.), que era mucho más
liberal, hacía hincapié sobre la cláusula “si no le agradare”. El permitía que un hombre se
divorciara de su esposa si hacía algo que no le gustara a él, aun si a ella se le quemara la
comida al cocinar.
Como réplica (4) a la pregunta de los fariseos, Jesús, como siempre se remitió a la
Palabra de Dios—una sugestión para nosotros en las controversias teológicas. El les
recordó que en el principio Dios hizo a los seres humanos varón y hembra (Gn. 1:27).
Entonces (5), les citó Génesis 2:24 que da la dirección divina para el casamiento humano.
Pablo cita este pasaje dos veces (1 Co. 6:16; Ef. 5:31). Repitiéndola, Jesús puso el énfasis
sobre la última cláusula (6). El hecho de que la unión del matrimonio hace de dos personas
una, es precisamente lo que lo hace indisoluble: No lo separe el hombre. Stier dice: “Una
carne, es decir, una persona, formando juntos un ser humano, dentro de los límites de esta
vida en la carne, para este mundo.” 6
No satisfechos todavía, los fariseos le preguntaron: ¿Por qué Moisés mandó dar
carta de divorcio? (7). Jesús les contestó: Por la dureza de vuestro corazón… mas al
principio no fue así (8). El plan original de Dios fue “conservarte sólo para ella, mientras
los dos vivieran”. Al decir esto Moisés permitió dar carta de divorcio. Cristo corrigió la
palabra mandó (7) de los fariseos. Moisés sólo permitió el divorcio. El requisito de dar
carta de divorcio era para frenar el divorcio no para animarlo. Un mahometano en la
actualidad sólo tiene que decirle tres veces a su esposa: “Yo te divorcio” y este acto ya
queda reconocido como legal. Moisés hacía el asunto más complicado al requerir del
hombre los servicios de un escriba para escribir el mencionado documento.
Cristo se coloca claramente del lado de la interpretación estricta de Deuteronomio
24:1; El permitiría el divorcio sólo por una causa—la fornicación 7 (9). Esta cláusula
agregada ocurre sólo en Mateo (aquí y en el 5:32). Aunque algunos eruditos han tomado
la posición de que esas palabras no fueron pronunciadas por Jesús, tal criterio rechazaría
la inspiración de Mateo. El adulterio es un repudio de los votos del matrimonio. La
posición de Jesús aquí es segura. Marcos y Lucas dan mayor énfasis aun que Mateo al
aborrecimiento divino del divorcio. En el plan de Dios el matrimonio es una unión
permanente.
b. Celibato (19:10–12). Parece que los discípulos estaban espantados por la
inflexibilidad y severidad del Maestro. Si el matrimonio iba a atar de esa manera, no
conviene casarse (10), dijeron. Ignorando su punto de vista egoísta y bajo, Jesús defendió
el estado de celibato seguido por El mismo y por Juan el Bautista. No todos son capaces
de recibir esto (11) “probablemente signifique que no a todos es dado el ver que no es
4
Cf. “tentándole” (ASV), “probándole” (RSV, NEB).
5
Citado en M’Neile, Op. cit., p. 272.
6
Stier, Op. cit., I., 352.
7
El Nuevo Testamento no hace distinción técnica entre adulterio y fornicación.
bueno casarse; ‘esto’ aquí se refiere a lo dicho por los discípulos.”8 En vista de lo que
Cristo dijo sobre el matrimonio como institución divina, es obvio que el celibato no es el
plan de Dios por lo general. Un ministro casado y padre de familia puede compenetrarse
más plenamente y servir de mayor ayuda en los problemas domésticos de sus feligreses
que un hombre soltero. No es necesario decir que el discipulado podría exigir el celibato.
Como dice A. B. Bruce: “Jesús levanta la totalidad del asunto de la baja región del gusto
personal, el placer, o la conveniencia a la elevada zona del reino de Dios y sus
requisitos.” 9
Jesús siguió (12) mencionando las tres clases de eunucos (término griego). Los
primeros son los que han nacido con un defecto físico que los hace así para toda la vida.
Los segundos son hechos eunucos por los hombres. La palabra eunuco proviene de eune,
“cama” y echo, “tengo”. Se usaba para “el guardián de un harén oriental… de un oficial
celoso sólo de quien podía confiarse, sabiendo que le era imposible abusar de la confianza
en él depositada; por ende era uno que había sido castrado”.1 0
El tercer grupo está constituído por aquellos que a sí mismos se hicieron eunucos
por causa del reino de los cielos. Esto es ético, no físico. Pablo reconoció la sabiduría de
tal cosa para algunos (1 Co. 7:32–35). Pero también amonestó contra el levantamiento de
falsos maestros “que prohibirían casarse” (1 Ti. 4:3). No hay base escritural para el
celibato obligatorio. Sólo pueden recibir esto aquellos a quienes es dado (11). La palabra
griega recibir significa “hacer lugar”. Aquí está empleada “metafóricamente, con el
sentido de tener o hacer lugar en la mente o corazón”.11
4. Riquezas (19:16–26)
8
Plummer, Op. cit., p. 261.
9
EGT, I., 247.
10
Ibid.
11
Abbott-Smith, Op. cit., p. 486.
12
Op. cit., p. 228.
13
Ibid.
a. El joven rico (19:16–22). Esta historia está en los tres evangelios sinópticos (cf. Mr.
10:17–31; Lc. 18:18–30). Mateo relata que se trataba de un “joven” (20) y que tenía
“muchas posesiones” (22). Lucas indica que era “principal” y “muy rico” (Lc. 18:18, 23).
El hombre le dijo a Jesús: Maestro1 4… ¿qué bien haré para tener la vida eterna?
(16). Era una pregunta noble y revelaba hambre por una relación más profunda con Dios.
Vida eterna significa “plena y permanente comunión”.1 5 Para los judíos, generalmente,
significaba, “la vida en la era que está por venir”.1 6 La frase, muy común en Juan, se
encuentra aquí por primera vez en los Sinópticos.
Para contestar el Maestro le preguntó: ¿Por qué me llamas bueno? (17). El mejor
texto griego dice: ¿Por qué me preguntas en cuanto a lo bueno? Bueno no es una cosa,
sino Dios. Entonces, Jesús le indicó al joven lo que decían las Escrituras: Guarda los
mandamientos.
Pero el que preguntaba era persistente. Y le interrogó: ¿Cuáles? (18). Literalmente
poia significa “¿de qué clase?”, aunque aquí puede equivaler a tis “¿cuál?” Jesús pasó por
alto los primeros cuatro de los Diez Mandamientos y citó el sexto, séptimo, octavo,
noveno y quinto. Omitió el décimo, en lugar del cual Marcos dice: “No defraudes” (Mr.
10:19). Sólo Mateo agrega: y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo (19; vea Lv.
19:18), que es un resumen de los últimos seis mandamientos, que tratan de los deberes
que tenemos para con nuestros semejantes. Jesús no hizo mención de los primeros cuatro,
que indican nuestros deberes para con Dios, quizá porque al siguiente momento Jesús se
proponía examinar sobre este punto al buscador. El joven había quebrantado el primer
mandamiento porque mammón había llegado a ser su dios principal.
El joven rico aseguró principalmente que había guardado todo esto (20); esta
aseveración se halla en los tres Sinópticos. Sólo Mateo agrega: ¿qué más me falta?
Parece evidente que él no estaba satisfecho con su clase de religión. En su fuero interno
sentía que algo le faltaba.
Jesús se encontró con él en su propia necesidad: si quieres ser perfecto (21). La
palabra teleios ya ha ocurrido dos veces, en 5:48 y en ningún otro lugar en los evangelios,
pero 16 veces en las epístolas. Viene de telos, “fin”. Thayer nota que su significado
apropiado es “llevado a su fin, terminado; no faltando nada para completar, perfecto”.1 7
Para los dos pasajes de Mateo, Thayer sugiere que es: “uno que há logrado la elevación
apropiada de virtud o integridad.”1 8 Abbott-Smith piensa que aquí expresa “la simple idea
de completa bondad”.1 9 Arndt y Gingrich dan para este pasaje: “perfecto, completamente
desarrollado en sentido moral.”2 0 La traducción “completar” es la que mejor responde a
la pregunta “¿Qué más me falta?”
En el caso del joven, la perfección requería que vendiera todas sus posesiones y
distribuyese el producto a los pobres. Era así porque el dinero era la meta de su vida, no
Dios. El discipulado demanda que rindamos todas las cosas a Cristo. Para la mayoría de
la gente, eso no significa la entrega de todas las posesiones materiales. Pero para ser
santificado por completo (1 Ts. 5:23), toda persona debe rendir lo que le es más caro en
la vida para que Dios ocupe el primer lugar. Bonhoeffer escribe al respecto: “¿Hay algo
en su vida que usted se niega a entregar cuando Dios lo requiere, alguna pasión
pecaminosa, o tal vez alguna animosidad, alguna esperanza, quizá su ambición o su
14
“Bueno” está omitido en el texto griego más antiguo.
15
Filson, Op. cit., p. 209.
16
Gustaf Dalman, The Words of Jesus, trad. D. M. Kay (Edimburgo: T. & T. Clark, 1909), p. 159.
17
Op. cit., p. 618.
18
Ibid.
19
Op. cit., p. 442.
20
Op. cit., p. 817.
razón? Si es así, no debe sorprenderse que no haya recibido el Espíritu Santo, que la
oración sea difícil o que su petición por fe quede sin respuesta.”2 1
Rehusando rendirse, el joven se fue triste (22; literalmente, “afligido”). Estaba
atormentado con un conflicto interior de deseos. Quería seguir a Cristo, pero también
quería disfrutar de su fortuna. Este último deseo fue mayor y lo arrastró.
El discipulado exige perfecta obediencia. Algunas personas piensan que “cree en el
Señor Jesucristo” (Hch. 16:31) significa simplemente un asentimiento mental. Pero, como
bien insistía D. L. Moody, también es consentimiento moral. Implica encomendarse a
Cristo. Bonhoeffer lo expresa con exactitud al decir: “El hombre que desobedece no puede
creer, porque sólo quien obedece puede creer.”2 2
En el Biblical Illustrator, D. Macmillan bosqueja la historia del joven rico de la
siguiente manera: (1) Una reunión llena de esperanzas, 16; (2) Una conversación
importante, 17–21; (3) Una partida triste, 22; (4) Lecciones importantes, 23–26.
b. El peligro de las riquezas (19:23–26). Cuando el joven rico se hubo retirado, el
Maestro se volvió a sus discípulos y solemnemente declaró: De cierto os digo, que
difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos (23). La dificultad estriba
precisamente en que la mayoría de los ricos hacen un dios de su oro.
Una vez más Jesús apeló al recurso de la hipérbole—una declaración exagerada para
lograr efecto. Esfuerzos para reducir la palabra camello (24) a soga—como lo hace George
Lamsa, sobre la base de un original arameo—o agrandar el ojo de una aguja a una
pequeña puerta en el muro de Jerusalén están incorrectos. Debemos tomar el pasaje tal
como lee. El Talmud judío usa la figura de un elefante yendo a través del ojo de una aguja
para indicar la imposibilidad. Exactamente es lo que Jesús está haciendo aquí.
Los discípulos se asombraron en gran manera y preguntaron: ¿Quién, pues, podrá
ser salvo? (25). Esta pregunta refleja la creencia común de los judíos de que la prosperidad
material era evidencia segura de la bendición de Dios. Aunque esta opinión se vislumbra
a menudo en el Antiguo Testamento, el libro de Job es una refutación de esa idea.
Como réplica, Jesús se quedó mirándolos (26). Carr observa: “Las miradas
escudriñadoras de Cristo sin duda dieron un efecto a sus palabras que es imposible
registrar, pero que nunca se desvanecieron de la memoria de quienes sintieron su
significación.”2 3 Entonces el Maestro les declaró que mientras para los hombres esto
(la salvación de los ricos) es imposible, no hay límite para lo que Dios puede hacer cuando
los hombres le permiten hacer su voluntad en ellos.
21
Op. cit., p. 57.
22
Ibid.
23
Op. cit., p. 232.
La recompensa de los discípulos está expresada así: Os sentaréis sobre doce tronos,
para juzgar a las doce tribus de Israel. Como puede esperarse, esta declaración
apocalíptica revestida en lenguaje judío, ha dado lugar a diversas interpretaciones. Lo
mejor que podemos hacer es descifrar la Escritura por la Escritura. Pablo dice: “¿No sabéis
que los santos han de juzgar al mundo?” (1 Co. 6:2). Esto parece ser un reflejo de Daniel
7:22—“Hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo.”
Pero muchos relacionan el lenguaje aquí a “reinar” más que “juzgar” en sentido legal.
Williams dice: “El verbo ‘juzgar’ algunas veces significa ‘gobernar o dirigir’, y aquí quizá
pueda ser usado para denotar que los santos en el reino mesiánico serán viceregentes de
Cristo y ejercerán su autoridad.”2 7 Respecto a las doce tribus de Israel, Williams escribe:
“Es más probable que Israel aluda al Israel espiritual, o al cuerpo completo de la iglesia;
y el número 12… se refiera a la cifra completa de aquellos que han sido juzgados.”2 8
Jesús también prometió que todo aquel que haya dejado parientes y propiedades para
seguirle, recibirá cien veces más (29). Marcos agrega: “ahora en este tiempo”. Pero la
última recompensa será la vida eterna. No se trata sólo de vida que dura para simpre; es
algo cualitativo más que cuantitativo, es la vida de la eternidad (Dios mismo) en la vida
del hombre.
El verso 30 es una reprensión a la autocomplacencia de Pedro. Aunque él era de los
primeros discípulos, si demostraba el espíritu equivocado sería de los postreros. Y los
cristianos que ante los ojos del mundo son los postreros serán los primeros.
b. Parábola de los obreros de la viña (20:1–16). Esta es otra de las parábolas del reino,
de Mateo, que comienza con la fórmula: El reino de los cielos es semejante a (1) (cf. c.
13). Sólo se encuentra en este evangelio.
Padre de familia significa literalmente “jefe de familia” o de la casa (oikos, casa
compuesta con despotes, “amo” “señor”). El hombre había salido temprano por la
mañana, quizá al rayar el alba, para buscar obreros para su viña. “En todas partes, la gente
que buscaba trabajo se reunía como a las seis de la mañana.”2 9 Cuando las uvas estaban
maduras, había que recogerlas rápidamente o corrían el riesgo de echarse a perder.
Encontró hombres y convino con ellos en que les pagaría un denario al día (2). El
griego indica un denarius romano, moneda de plata equivalente a 20 centavos de dólar
(algunos dicen 15 ó 17). Pero representaba mucho más en poder adquisitivo que lo que
esa cantidad podría comprar actualmente; se trataba de un salario corriente y razonable.
24
Abbott-Smith, Op. cit., p. 335.
25
Dalman, Op. cit., p. 177.
26
Op. cit., I., 365.
27
Op. cit., II., 252.
28
Ibid.
29
Eric. F. Bishop, Jesus of Palestine (Londres: Lutterworth Press, 1955), p. 203.
J. C. Gray en The Biblical Illustrator desarrolla esta pasaje bajo el título de “Los
Obreros de la Viña.” Usa un bosquejo sorprendentemente sencillo: (1) Holgazanes, 1–3;
(2) Llamados, 2, 4; (3) Trabajando, 7; (4) El pago, 8–16.
34
Op. cit., II., 281.
35
La referencia al bautismo en los versos 22 y 23 no se encuentra en los más antiguos manuscritos, aunque es genuina
en Marcos 10:38–39, donde se puede encontrar la explicación.
de autoridad de parte de Cristo. Es muy probable que sino (alla) signifique “excepto” (ei
me) en este pasaje, como ha sido sugerido por Blass-Debrunner3 6 y J. H. Moulton.37 De
modo que el párrafo equivaldría a: “No es mío dar, excepto a aquellos para quienes Dios
lo ha planeado.” No es favoritismo sino la aptitud lo que gobernará el lugar de cada uno
en el reino mesiánico.
Cuando los otros 10 apóstoles se enteraron de lo que habían hecho Santiago y Juan,
se enojaron contra los dos (24). El verbo significa “ser excitado, indignarse, enojarse”.3 8
Ellos se enojaron porque los dos hijos de Zebedeo estaban tratando de “arrebatarles un
partido”. Pero desgraciadamente no hay evidencia de que sus móviles fueran más puros
que los de los dos hermanos.
Jesús llamó a los 12 reunidos y les amonestó que los principios de su reino serían muy
diferentes de los que usan los mandatarios terrenales. Les recordó que los gobernantes de
las naciones se enseñorean de ellas (25)—literalmente “las dominan”—y los que son
grandes ejercen sobre ellas potestad (palabras encontradas sólo aquí y en el pasaje
paralelo en Mr. 10:42). El verbo ejercer podría significar “tiranizar a alguien”.3 9
Pero no sería así entre los seguidores de Cristo (26). En escala ascendiente Jesús dijo
primero que el que quisiera hacerse grande debe ser servidor, traducido de diakonos, de
la cual proviene “diácono”. Pero su sentido original era simplemente “siervo”. En
segundo lugar, todo aquel que anhela ser primero, debía ser siervo (27), literalmente,
“esclavo”. Este ilustra un antiguo refrán que dice: “El camino del ascenso está abajo.” El
que se hace siervo de todos, por fin se encontrará honrado y promovido.
El versículo 28 es un gran pasaje teológico. Jesús declaró que el Hijo del Hombre no
vino para ser servido (diakonethenai), sino para servir (diakonesai) y para dar su vida
en rescate por muchos. La palabra vida es psyche. Rescate es lytron (solamente aquí y
en Mr. 10:45), de lyo, “desato”. Quiere decir “precio de libertar, rescate (especialmente
dinero empleado en la manumisión de esclavos)”.4 0 Este empleo de la palabra está
ampliamente ilustrado en los papiros, como Adolf Deissmann lo ha demostrado. El cita
tres de esos documentos con fechas 86, 100 y 107 (ó 91, D.C.) que usan la palabra con ese
sentido. Su comentario reza: “Pero cuando alguien oía la palabra griega lytron, ‘rescate’,
en la primera centuria, le era natural pensar en dinero usado para la liberación de un
esclavo.”4 1
Por muchos es anti. El sentido general de esta preposición en los papiros de esa época
era “en lugar de”.4 2 Esta connotación es demostrada con mayor claridad en los otros dos
únicos pasajes en Mateo donde se encuentra. En 2:22 leemos que Arquelao reinaba en
Judea “en lugar” (anti) de su padre, Herodes. Había tomado su lugar. En 5:38 leemos de
ojo “por” (anti) ojo, diente “por” (anti) diente. Es evidente que quiere decir “un ojo
tomado por un ojo”, o un diente “en lugar de” un diente. En alguna manera misteriosa,
sólo conocida por Dios, Cristo dio su vida “en lugar de muchos”, para libertarlos de la
esclavitud del pecado y salvarlos de la condenación eterna.
El empleo del término muchos en este pasaje no niega el hecho de que Cristo haya
muerto por todos. Pablo escribe en 1 Timoteo 2:6 que Cristo Jesús “se dio a sí mismo en
rescate [antilytron] por [hyper] todos”. Cristo murió por “todos”, pero muchos son salvos
como resultado de su muerte.
36
Op. cit., 233.
37
Op. cit., I., 241.
38
Arndt & Gingrich, Op. cit., p. 4.
39
Ibid., p. 422.
40
Ibid., p. 483.
41
LAE, p. 327.
42
Moulton and Milligan, VGT, p. 56.
B. CONTROVERSIA, 21:1–23:39
1. La entrada triunfal (21:1–11)
Este evento marca el comienzo de la semana de pasión.44 Su importancia resalta por
el hecho de estar relatada en los cuatro evangelios (cf. Mr. 11:1–10; Lc. 19:29–38; Jn.
12:12–19). Hasta este punto Juan tiene muy poco material en común con los Sinópticos,
con excepción de la alimentación de los 5.000. Pero los cuatro registran los
acontecimientos de la semana de Pasión con mayores detalles que en cualquier otro
período de la vida de Cristo.
La entrada triunfal acaeció en domingo. Después de sanar a los ciegos en Jericó
(20:29–34), Jesús y sus discípulos, en compañía de los peregrinos de Galilea que se
dirigían a cumplir con la Pascua, ascendieron por el camino de Jericó hacia Jerusalén. Esto
sucedió el viernes. Desde la puesta del sol del viernes hasta la del sábado (lo que
43
Para previos “dobles” en Mateo, vea 8:28 y 9:27.
44
Webster’s Unabridged Dictionary (2 ed. p. 1788) define la semana de pasión como sigue: “Originalmente la semana
antes de Pascua, Semana Santa ahora comúnmente, la semana entre el domingo de pasión y el de Ramos.” Usamos la
expresión en su sentido original. Para un bosquejo sobre los acontecimientos de la semana, vea el cuadro en relación
con la explicación de Marcos 11:11.
constituía el sábado judío) Jesús y sus discípulos descansaron, quizá en el hogar de Marta
y María en Betania.
El domingo se dirigieron a Jerusalén. En el camino evidentemente se detuvieron en
Betfagé. Esta villa no se menciona en el Antiguo Testamento, y en el Nuevo solamente
en relación con la entrada triunfal. Al referirse a ella el Talmud dice que estaba cercana a
Jerusalén. Delman dice, basándose en la literatura rabínica: “Debe de haber sido un distrito
situado en las afueras de Jerusalén (un suburbio, pero no una unidad separada) que
comenzaba en los límites del santuario, es decir, antes de la muralla oriental de la ciudad
santa.”4 5 Esto nos sugeriría un territorio que incluye el valle del Cedrón y el declive
occidental del monte de los Olivos.
Jesús envió dos discípulos—¿serían Pedro y Juan? (cf. Mr. 14:13 con Lc. 22:8), con
la instrucción: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, donde encontrarían una asna
atada y un pollino con ella (2). Estos tenían que ser conducidos al Maestro. Si alguien
protestaba, debían decir: El Señor los necesita (3). Es interesante notar que sólo aquí y
en el pasaje paralelo en Marcos 11:3, Jesús es llamado Señor en los dos primeros
evangelios. Sin embargo Lucas lo emplea 16 veces.
Como de costumbre Mateo cita una profecía como plenamente cumplida en la vida
de Cristo. Pertenece a Zacarías 9:9 (cf. también Is. 62:11). Allí se predice que el Mesías-
Rey vendrá humildemente montando un asno (5). Este acto de Jesús nos demuestra que
El se estaba presentando oficialmente como Mesías a la nación judía. Josefo recuerda la
creencia popular de que el Mesías aparecería sobre el monte de los Olivos.46
Los discípulos llevaron a cabo su comisión (6). Aparentemente la procesión triunfal
comenzó cerca de la cima del monte de los Olivos. Colocaron sus mantos sobre el burro,
en lugar de montura, para que el Maestro se sentara.4 7
Y la multitud—“la mayoría de la multitud” (Weymouth, Williams, Goodspeed,
RSV)—tendía sus mantos en el camino (8). Esto demuestra el entusiasmo casi tumultoso
de estos peregrinos galileos que habían sido testigos oculares de muchos de los milagros
realizados por Jesús. Ahora le proclamaban como su Mesías (9). El lenguaje empleado
aquí—Hijo de David—es claramente mesiánico.4 8 Hosanna significa “salva ahora”, o
“sálvanos, te rogamos”. Aquí probablemente equivalga a “¡Dios salve al Rey!” “Hosanna”
es la palabra de apertura del Salmo 118:25 (en el original), “un verso que era cantado en
las procesiones solemnes alrededor del altar en la fiesta de los Tabernáculos y en otras
ocasiones”.4 9
Cuando Jesús entró en Jerusalén toda la ciudad se conmovió (10). Todos se
preguntaban ¿Quién es éste? La respuesta de la multitud era: Este es Jesús el profeta,
de Nazaret de Galilea (11).
Para un sermón del domingo de Ramos sobre la “Entrada Triunfal”, el pasaje podría
tratarse así: (1) La preparación, 1–5; (2) La procesión, 6–8; (3) La alabanza, 9.
45
Gustaf Dalman, Sacred Sites and Ways (Londres: S. P. C. K., 1935), pp. 252–53.
46
War II. 13. 5; Ant. II., 8. 6.
47
Algunas veces los críticos se han mofado de un cuadro atribuido a Mateo que representa a Jesús cabalgando dos
animales a la vez. Pero esto implicaría un grado de estupidez sobre el escritor que queda negado por la nobleza de su
contenido. El texto griego del verso 7 es algo incierto. En Zacarías 9:9, el asno y el pollino son el mismo animal
(paralelismo poético hebreo). Los otros evangelios sólo mencionan una bestia, llamada “pollino” (Mr. 11:2; Lc. 19:30) o
“asnillo” (Jn. 12:14).
RSV Revised Standard Version
48
Carr (Op. cit., p. 242) dice: “El que viene’ era un conocido título mesiánico.” Pero M’Neile (Op. cit., p. 151) y Vincent
Taylor (Names of Jesus, p. 79), lo niegan. Este último piensa que se originó con Juan el Bautista.
49
Carr, Op. cit., p. 241.
50
Op. cit., p. 287.
51
George Salmon, The Human Elements in the Gospels (Nueva York; E. P. Dutton & Co., 1907). pp. 433–34.
52
Op. cit., I., 368.
53
Ibid., p. 371.
54
Ibid., p. 372.
que eran sumos sacerdotes, sus hijos que eran tesoreros, los yernos que eran protesoreros,
mientras sus siervos golpeaban a la gente con palos.”5 5
La limpieza del templo fue el segundo acto mesiánico de Jesús durante la semana de
Pasión. Era una secuela adecuada a su bienvenida como “hijo de David” en la “entrada
triunfal” y como cumplimiento de la profecía de Malaquías 3:1–3.
Una lectura cuidadosa de los cuatro relatos de la limpieza del templo no apoyará la
idea de que Jesús hizo uso de la violencia física sobre la gente, o que se apoderara de su
propiedad. Simplemente hizo que los hombres abandonaran la zona sagrada llevando sus
pertenencias.
55
Ibid.
56
E. F. Scott, The Crisis in the Life of Jesus: The Cleansing of the Temple and Its Significance (Nueva York: Charles
Scribner’s Sons, 1952), p. 101.
allí no había ningún fruto. Por eso Jesús maldijo el árbol como señal del desagrado divino
de la hipocresía.
Mateo dice: Y luego se secó la higuera. Pero el idioma griego es más enérgico aún.
Luego es parachrema, que significa “en el acto, sin dilación, al instante”.5 7 Los discípulos
notaron el cambio en el aspecto del árbol y exclamaron: ¿Cómo es que se secó en seguida
la higuera? (20). En seguida es parachrema en griego (que en ASV es traducida dos
veces “inmediatamente”, “tan pronto” VP., “cuán de repente”, VM.).
¿Cómo puede armonizarse esto con la clara indicación de Marcos de que pasaron 24
horas antes que los discípulos observaran que el árbol estaba seco? Hemos insistido en la
costumbre de Mateo de agrupar eventos. Pero el empleo de su palabra en seguida
innegablemente suscita un problema. La mejor solución podría ser la de considerar se secó
(19–20) como un aoristo inclusivo: “comenzó a secarse.” Aun si los discípulos se hubieran
sorprendido de ver el árbol seco todo un día después que Jesús pronunciara la maldición
del árbol, se habría podido usar con propiedad la palabra “en seguida” para describir la
rapidez del cambio.
Algunos han criticado a Jesús por haber destruido la higuera. Debe notarse que no se
trataba de una propiedad privada: estaba en el “camino”. Además, Trench hace esta sabia
observación: “El hombre es el príncipe de la creación y todas las cosas están para servirle
y cuando lo hacen cumplen con su fin específico—en su vida o en su muerte—dándole el
fruto, o sirviéndole de ilustración de lo que será la maldición y el castigo por la
esterilidad.”5 8 Y agrega: “Cristo no imputó responsabilidades morales al árbol cuando lo
maldijo por no dar fruto, pero le atribuyó que era adecuado para representar cualidades
morales.”5 9 Es obvio que la pérdida de un árbol de nadie en particular, bien valía la pena
para enseñar una lección a sus discípulos.
¿Cuál era la lección? De hecho eran dos las enseñanzas. La primera era un vívida
amonestación contra la hipocresía—el tener las hojas de una falsa profesión pero no los
frutos de la gracia de Dios. Una aplicación particular de esta figura aludía a la nación de
Israel, que profesaba ser hija de Dios, pero lo negaba con la impiedad de su conducta (cf.
Jn. 8:33–47).
Encontramos la segunda lección en los versos 21–22. Jesús solemnemente declaró:
De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto, sino más grandes
cosas.6 0 Entonces les dio una de las promesas más sobresalientes que hay en la Biblia: Y
todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis (22). Esto puede parecer algo
absurdo, un cheque firmado en blanco. Pero allí hay una importantísima condición:
creyendo. Uno no puede realmente creer en algo que es contrario a la voluntad de Dios.
Morison ha captado el espíritu de este pasaje cuando escribe: “Lo que realmente queréis,
si ese deseo está fundido en la voluntad de Cristo y vuestro Padre, siempre lo obtendréis
al presentarlo ante el trono de gracia.”6 1
inmediatamente fue desafiado por los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo
(23). Esta última frase parece ser una designación general para los miembros del gran
Sanedrín de Jerusalén. Ellos le interrogaron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y
quién te dio esta autoridad? Al decir estas cosas aludían a la limpieza del templo el día
anterior y los milagros que había realizado. Completamente tomados por sorpresa por la
limpieza del sagrado lugar, los líderes judíos no habían recibido sus participaciones en esa
ocasión, pero al anochecer sin duda habían decidido desafiar sus derechos a hacer lo que
había realizado. Por eso le preguntaron: “¿Quién te autorizó para molestar el régimen ya
establecido en el templo?”
Con gran sabiduría Jesús les respondió por medio de otra pregunta. Si ellos se la
respondían, El les contestaría la de ellos (24).
Su pregunta les pegó como el estallido de una bomba: El bautismo de Juan, ¿de
dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? (25). El razonamiento de ellos no demuestra
ninguna preocupación ética. No era asunto de lo que era o no era justo, sino de lo que
podía darles una salida conveniente. No se trataba de: ¿cuál es la verdad? sino de: “¿cómo
nos va a resultar esto a nosotros?” Habían sido atrapados entre los cuernos de un dilema
del cual parecía no haber escapatoria. No podían decir que era del cielo; y por temor a la
gente tampoco querían decir que provenía de los hombres. De modo que deliberadamente
dijeron: No sabemos (27). Justificablemente Jesús se negó a responderles su pregunta.
La respuesta a ambas es exactamente la misma: su origen era el cielo.
b. Parábola de los dos hijos (21:28–32). Esta parábola se encuentra solamente en
Mateo. Jesús comenzó con una forma excelente de atraer la atención: Pero ¿qué os
parece? (28). Una historia en la que intervienen dos muchachos siempre es interesante.
Esta tiene afinidades definidas con la parábola del Hijo Pródigo (Lc. 15:11–32). Ambas
comienzan con las mismas palabras: Un hombre tenía dos hijos.
Al primero, el padre le dijo: Hijo, vé hoy a trabajar en mi viña. El se negó, pero
más tarde, arrepentido, fue (29). Este no es el común verbo metanoeo (usado 34 veces
en el NT), sino uno menos general, metamelomai (cinco veces). Ambos son siempre
traducidos “arrepentirse” (en KJV) y usados indistintamente. Pero metamelomai podría
interpretarse “sentir”.
Al principio, el segundo hijo convino en que iría. Pero en realidad no obedeció el
mandamiento de su padre. Cuando Jesús les preguntó cuál de los dos había hecho la
voluntad paterna, la respuesta era obvia: El primero (31). El reprobó a los líderes judíos
por haberse negado a creer en Juan el Bautista y no se arrepintieron (metamelomai) más
tarde. Ellos pretendían estar obedeciendo a Dios, pero no era así. Eran semejantes al
muchacho que dijo: Sí, señor, voy. Y no fue.
En el texto griego de Nestle, Wescott y Hort, está invertido el orden de los dos hijos
(RSV, sin embargo, retiene el mismo del KJV). Trench piensa que el orden fue cambiado
por algún escriba que pensó que la aplicación era en primer lugar para los judíos, y en
segundo para los gentiles. Dice: “Pero la parábola no se aplica principalmente a judíos y
a gentiles, sino más bien a los dos cuerpos que estaban en el seno del pueblo judío.”62—
Por una parte, los fariseos; y por otra, los publicanos y las rameras.
c. Parábola de los labradores malvados (21:33–46). De la lista de 30 parábolas que
presenta Trench, solamente tres se encuentran en los tres evangelios sinópticos. Las dos
previas son la del sembrador (13:3–9) y la de la semilla de mostaza (13:31–32). Esta es
la tercera (cf. Mr. 12:1–12; Lc. 20:9–19). Jesús relató acerca de un padre de familia
(oikodespotes) que plantó una viña, cosa muy común en la Palestina. La cercó—
probablemente con un vallado de piedras—y cavó en ella un lagar (33). Esto era una
depresión bordeada con piedras, donde quedaba el jugo después de pisada la uva. Tales
lagares todavía pueden verse en la Tierra Santa. Para poder vigilar la viña de modo que
nadie pudiera robar el fruto, edificó una torre—una elevada plataforma de madera que los
rabinos especificaban que debía medir unos 5 metros de altura por 2 metros cuadrados.
Entonces la arrendó a unos labradores, o “trabajadores de las viñas” y se fue lejos.
Cuando se acercó el tiempo de los frutos (34)—septiembre del quinto año después
de la plantación (Lv. 19:23–25)—el propietario envió algunos siervos para recaudar su
parte de la cosecha. Los arrendatarios a uno golpearon, a otro mataron y al tercero lo
apedrearon (35).
Finalmente, desesperado, el dueño envió a su hijo, pensando que le tendrían respeto
(37). Pero neciamente le mataron pensando en apoderarse de su heredad (38–39). Pero
en vez de eso, ellos fueron destruidos y la viña arrendada a otros labradores (41).
En los versos 40–41 Jesús hizo que sus enemigos juzgaran su propia conducta y
dictaran sentencia por su pecado. Entonces remachó la verdad de la parábola, citándoles
Salmos 118:22–23. La piedra que desecharon los edificadores (42)—el verbo significa
“rechazar (después de examinar), declarar inútil”6 3—ha venido a ser cabeza del ángulo.
Esta piedra se refiere o a la piedra angular del edificio o a la clave de un arco o arcada.
Jesús no dejó lugar a dudas sobre lo que quería decir por medio de esa parábola. Les
dijo que el reino sería quitado a los líderes judíos y sería entregado a otra nación (43, sólo
en Mateo). El que cayere sobre esta piedra (Cristo) será quebrantado (cf. Is. 8:14–15) y
sobre quien ella cayere, le desmenuzará (44). La primera figura parece referirse a
alguien tropezando sobre Cristo y siendo “aplastado” (significado literal de una palabra
rara), algo así como una jarra de barro para agua que se destroza al caer sobre una roca.
La segunda figura claramente se refiere al juicio.
Los principales sacerdotes y los fariseos no podían dejar de entender que estaba
dirigida contra ellos (45). Ellos, que representaban a los principales dirigentes de la nación,
eran los labradores malvados; los que habían matado a los profetas (siervos). Ahora ellos
mismos estaban listos a matar al Hijo. El reino sería entregado a los gentiles. Enfurecidos,
querían matar a Jesús, pero temían al pueblo, que creía que El era un profeta (46).
d. Parábola de la fiesta de bodas (22:1–14). Esta historia es muy parecida en diversos
aspectos a la de la gran cena que se halla solamente en Lucas (14:16–24). Ambas parábolas
se relacionan principalmente por la negativa de los huéspedes a asistir por la invitación de
los siervos que por fin reciben órdenes de ir por las calles y los caminos y traer a
cualquiera que pudieran encontrar.
Las diferencias pesan tanto más que las semejanzas, que las historias tienen que ser
consideradas como eventos diferentes. En Mateo se nos habla de un rey que hizo fiesta
de bodas a su hijo. Lucas trata de “un hombre” que hace “una gran cena”. En la que
estudiamos se nos dice que sus invitados no quisieron venir (3). En la otra se excusaron
de distintas maneras. Aquí leemos que el rey volvió a enviar a otros siervos urgiendo a
los invitados a asistir porque ya tenía todo preparado: su comida; sus toros y animales
engordados (4). Sin hacer caso, los huéspedes (5) se fueron unos a su labranza y otros
a sus negocios. En esto se parece a la parábola de Lucas. Pero la muerte de los siervos a
manos de los invitados (6) y la destrucción que el rey hace de su ciudad (7) son ideas
desconocidas en la parábola de Lucas.
La palabra griega traducida caminos en los versos 9 y 10 es interesantemente distinta.
En el 10 es simplemente hodous, “camino” “ruta”. Pero en el 9 es diexoudous ton hodon.
Diexodous se encuentra sólo en este pasaje en el Nuevo Testamento. Arndt y Gingrich
63
Arndt and Gingrich, op. cit., p. 90.
piensan que la frase probablemente signifique “el lugar donde una calle corta los límites
de la ciudad y sale al campo abierto”.6 4
El significado de la parábola es realmente claro. Los judíos fueron los primeros
invitados a gozar de las cosas buenas del reino. Cuando rechazaron la oportunidad los
gentiles fueron introducidos.
Cuando el rey inspeccionó a sus huéspedes, halló uno que no estaba vestido de bodas
(11). Interrogado el hombre, enmudeció (12). El rey ordenó que fuera atado y echado en
las tinieblas de afuera—en gran contraste con la brillantez y felicidad de la fiesta de
bodas. Y agrega: allí será el lloro y el crujir de dientes (13). La misma expresión ocurre
en 8:12. Es un cuadro terrible de tormento. Nuevamente (cf. 20:16) aparece la
declaración: Porque muchos son llamados, y pocos escogidos (14).
Esta historia enseña dos lecciones importantes. La mayor es que no todos los llamados
serán salvos. Muchos son llamados—la salvación es universal en su provisión—pero son
pocos escogidos. No es porque Dios (el rey) rechace a los hombres, sino porque ellos
desprecian su llamado. Aquí no hay ningún lugar para la idea de un “llamado eficaz”.
Uno puede repudiar el llamamiento de Dios a la salvación y perderse.
La otra lección la hallamos cuando se nos relata del hombre sin la vestimenta de bodas.
Es evidente que cada uno de los huéspedes era provisto de la indumentaria por el rey. Pero
alguien se negó a usarla. Es un símbolo de aquellos que prefieren su propia justicia a la
provista por Cristo. Estos serán arrojados a las tinieblas.
Es evidente que la calificación definitiva y final para la fiesta de bodas no era la
invitación, ni siquiera el aceptarla, sino el vestido de bodas. Para la completa importancia
del asunto, debemos asociarlo con Apocalipsis 19:7–9 donde la vestidura será “de lino
fino, blanco y limpio; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”; ahora bien;
los santos no son meramente huéspedes, sino que constituyen la esposa. Si es legítimo ver
en las vestiduras de Mateo un símbolo de la identificación en Apocalipsis, entonces debe
ser afirmado que la justicia personal y la santidad son el sine qua non para participar en la
cena de bodas del Cordero.
Esto implica mucho más que una imputación automática de justicia para todos los que
responden a la invitación. Es más bien una justicia impartida, que, si bien está provista por
la sangre de Cristo, no obstante debe ser obtenida por cada huésped, voluntaria e
individualmente. Si la invitación y la provisión de la vestidura dependen de la iniciativa
del Rey, el procurar y empleo de ellas dependen de la del huésped. Es verdad que sería
forzar la parábola hacerla enseñar directamente las dos obras de gracia, pero no lo será el
reconocer en ella el requisito básico de la santidad, para la cual son medios tanto la
justificación como la santificación.
En su sermón sobre “Las Vestiduras de Boda”, Juan Wesley dice que éstas significan
“santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. El nos da estos dos puntos: (1) Sin la justicia
de Cristo no podemos tener pretensiones a la gloria; (2) Sin la santidad no podemos tener
capacidad para ella.
e. La pregunta de los herodianos (22:15–22). En este capítulo, tres grupos de líderes
judíos interrogan a Jesús. En cada circunstancia, El les responde y luego les hace una
pregunta que silencia a sus interlocutores capciosos. Cuatro de estos asuntos están
registrados en los evangelios sinópticos (cf. Mr. 12:13–37; Lc. 20:20–44). Estas
controversias aparentemente sucedieron el martes o miércoles de la semana de pasión.
Los fariseos eran los instigadores de la primera interrogación. Ellos consultaron
cómo sorprenderle en alguna palabra (15)—literalmente, “en una palabra”, o “en algún
dicho”. El verbo está usado en la Septuaginta pero no se halla en ninguna parte en el
64
Op. cit., p. 193.
griego clásico. Es un término de cacería, que significa “tender una trampa”. Arndt y
Gingrich traducen la cláusula: “para poder atraparlo en alguna cosa que dijera.”6 5 Tenía
un motivo malicioso.
Josefo describe “tres sectas filosóficas de los judíos”, los fariseos, los saduceos y los
esenios6 6 (actualmente identificados con la comunidad Qumran que produjo los
manuscritos del mar Muerto). Los esenios no están mencionados en el Nuevo Testamento.
Es extraño, pero Jesefo no menciona a los herodianos que están nombrados tres veces en
los evangelios (cf. Mr. 3:6; 12:13). Nada cierto se sabe de ellos. Su nombre sugiere que
eran seguidores de Herodes Antipas, lo que es una conjetura tan buena como otra.6 7
Se trata de una artera astucia la empleada por los fariseos (15). Enviaron a Jesús a
algunos de los discípulos de ellos con los herodianos (16). Generalmente estos dos
grupos eran antagónicos porque los fariseos se oponían al gobierno romano. Pero ahora se
habían unido en común enemistad contra Cristo.
La introducción lisonjera de estos hombres carecía absolutamente de ética. Procuraban
sorprender a Jesús, sugiriendo que siempre decía la verdad y no se cuidaba de nadie. De
esta manera ellos esperaban que El mismo se hiciera culpable de una acusación por medio
de una declaración incauta.
Entonces le tendieron la trampa: ¿Debían ellos pagar tributos al emperador, o no? (17).
La palabra tributo en griego es kensos (latín, census). Se trataba del impuesto por cabeza
que tanto ofendía a los judíos porque les recordaba que eran súbditos de una potencia
extranjera.
Los que hicieron la pregunta pensaban que ya tenían al Maestro agarrado entre los
cuernos de un dilema, de modo que le sería imposible escapar. Si decía “sí”, los fariseos
le acusarían al pueblo de ser desleal a los judíos. Si decía “no”, los herodianos irían con
la noticia al gobierno romano y lo acusarían de sedición. Una de las peores transgresiones
que una persona podía cometer ante los ojos de los romanos era oponerse a sus impuestos.
Jesús, conociendo (viendo a través) la malicia de ellos, les preguntó: ¿Por qué me
tentáis, hipócritas? (18). Carr observa sobre el verso 16: “Nada podría exceder la
insidiosa hipocresía de este ataque a Jesús.”68
Cristo les hizo frente con esta petición: Mostradme la moneda del tributo (19)— “la
moneda del censo” que se usaba para pagar el impuesto per cápita. Como respuesta, le
presentaron un denario. Era un denario de plata, equivalente a 20 centavos de dólar.
Jesús les preguntó: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? (20). La rápida
respuesta fue: De César (21). Ese dinero en esa época en particular tenía grabada en un
lado la cabeza del emperador Tiberio, con la siguiente inscripción en latín: “Tiberio
César, hijo del divino Augusto, (él mismo un Augusto).”
Entonces el Maestro dio un profundo pero simple mandato: Dad, pues, a César lo
que es de César, y a Dios lo que es de Dios. El verbo empleado significa “devolver”. Si
el denario llevaba impreso el rostro y el nombre de César, debía ser su propiedad. De
modo que había que devolverle a él lo que le pertenecía. Pablo reitera este principio (Ro.
13:6).
Pero uno también debe devolver lo que le pertenece a Dios—¿y qué tenemos que El
no nos lo haya dado? “Los doctores judíos habían establecido el principio que ‘El rey es
65
Op. cit., p. 607.
66
Ant. XVIII., 1.2–5; War 8:2–14. Josefo también escribe: “Pero Judas el galileo fue el fundador de la cuarta secta de
filósofos judíos” Ant. XVIII, 1. 6). Esto parece una referencia a los zelotes.
67
Así S. Sandmel, “Herodians”, IDB, II., 595.
68
Op. cit, p. 253.
aquel cuya moneda circula’.”6 9 El que rehúsa o deja de pagar sus diezmos está negando
que Jesucristo es el Señor de su vida. Está rechazando el reinado de Cristo.
Pero el dar a Dios lo que le pertenece es más que pagar el diezmo y aun dar ofrendas
adicionales. Esrasmo hizo este excelente comentario: “Devuelva a Dios todo lo que tenga
la imagen y la inscripción de Dios—su alma.”7 0
Los que habían ido a cuestionar a Jesús se fueron maravillados. Completamente les
había frustrado su trampa para hacerle caer.
f. La pregunta de los saduceos (22:23–33). El mismo día vinieron a Jesús los
saduceos, que dicen que no hay resurrección (23). Esta descripción de los saduceos está
corroborada no sólo en Hechos 23:8, sino también por Josefo. Escribe: “Pero la
doctrina de los saduceos es la siguiente: Que las almas mueren con los cuerpos; no
consideran la observación de ninguna cosa fuera de lo que la ley les prescribe; porque
ellos creen que es un ejemplo de virtud el disputar con aquellos maestros de filosofía a
quienes frecuentan; pero esta doctrina tiene pocos adeptos, que están entre los de gran
dignidad.”
Los saduceos comenzaron su conversación con Jesús citando a Moisés (Dt. 25:5) por
causa de la llamada ley del levirato (del latín levir, “cuñado”). Practicada por las otras
naciones orientales, la ley simplemente era así: Si un esposo moría sin hijos, su hermano
debía casarse con la viuda y levantar descendencia a su hermano (24). Los hijos que
nacieran de tal unión llevarían el nombre del difunto.
Entonces los saduceos propusieron una situación improbable e hipotética. Siete
hermanos en sucesión se casaron con la misma mujer, pero todos murieron sin dejar hijos
(25–26). Finalmente, murió también la mujer (27). Ahora, preguntaron los saduceos,
en la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer? (28). Esto es típico de
la clase de preguntas con las que mentes pequeñas se complacen en trastornar a personas
sensibles. Es probable que este era uno de los argumentos reservados que los saduceos
empleaban a menudo en sus disputas con los fariseos. Josefo, en la cita anteriormente
mencionada, declara que ese grupo era amante de mantener disputas filosóficas con sus
contrarios.
Jesús captó la treta de inmediato. Les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el
poder de Dios (29). La única manera en que la iglesia, o los individuos, pueden ser salvos
del error, es conociendo ambos, el poder y las Escrituras. La verdadera ortodoxia puede
preservarse sólo por medio de un estudio constante y cuidadoso de la Palabra de Dios
unida a la experiencia del poder y presencia del Espíritu Santo.
El Maestro continuó explicando que no hay casamiento en la vida venidera, sino que
todos serán como los ángeles de Dios en el cielo (30);71 o sea inmortales pero sin
reproducirse. Entonces Jesús los desafió con sus propias Escrituras. Debe notarse lo dicho
por Josefo que los saduceos menospreciaban “la observación de cualquier cosa excepto
lo prescrito por la ley”. Es decir, que ellos aceptaban sólo el Pentateuco (la Torah)
rechazando el uso que hacían los fariseos de otras partes del Antiguo Testamento.
Específicamente, negaban la resurección porque aseguraban que no estaba enseñada en
la Torah. Por eso Jesús los llevó a su propio terreno. Les citó Exodo 3:6—las palabras del
Señor a Moisés ante la zarza ardiendo—e hizo la aplicación: Dios no es Dios de muertos,
sino de vivos (32). Si en la época de Moisés, Dios era el Dios de Abraham, Isaac y Jacob,
que habían muerto mucho tiempo antes, era clara la implicación de que ellos estaban vivos
en un estado de inmortalidad aunque ya no anduviesen sobre la tierra. La relación
69
Ibid.
70
Citado por A. M. Hunter, Gospel According to Mark (Londres: SCM Press, 1948), p. 117.
71
Lucas (20:35–38) nos da un poco más sobre el tema, concordando con la enseñanza de Pablo en Filipenses 3:11 y
Romanos 14:8.
de este pasaje con la resurrección es expresada así por Bengel: “Dios… no es Dios de lo
que ya ha dejado de existir; El es el Dios viviente; y aquellos, cuyas vidas aquí, han sido
suspendidas, deben revivir para siempre.”7 2
El efecto de las palabras de Cristo sobre la multitud es vigorosamente descrito en el
verso 33. La gente se admiraba de su doctrina (griego, “enseñanza”). El verbo
literalmente significa “sorprender”, de modo que en la voz pasiva quiere decir
“sorprendida por el asombro.”7 3 Además, está en el tiempo imperfecto. Carr explica la
fuerza de esto. Dice: “El imperfecto bien expresa la conmoción de la sorpresa que iba
pasando de uno a otros en la multitud.”74
g. La pregunta de los fariseos (22:34–40). Cuando los fariseos oyeron que Jesús de
hecho había silenciado—el griego dice “cerrado el hocico” “amordazado”—a sus
opositores, los saduceos, quedaron, sin duda alguna, deleitados. Pero ellos decidieron
intentar nuevamente lo mismo (cf. 15).
Uno de éstos, intérprete de la ley, es decir, maestro de la ley mosaica, le hizo una
pregunta por tentarle (35). Una vez más tenemos el problema de cómo debemos traducir
peirazon, si como “probarlo” (ASV), “experimentar” (RSV, cf. NEB) o simplemente
“tentarlo” (como está en KJV, y en algunas versiones españolas). El significado
fundamental del texto es “probar, hacer experiencia con”, “poner a prueba”.7 5 Si el
contexto sugiere un móvil malicioso puede traducirse “tentarle”. Uno podría asegurar que
ese es el caso aquí, a no ser por el relato que Marcos hace en el pasaje paralelo. Dice acerca
de este escriba interrogador (maestro de la ley) que le respondió: “Bien Maestro, verdad
has dicho”, demostrando un aprecio mutuo entre Jesús y el escriba. De modo que
“probarle” sería mejor versión en este pasaje.
El intérprete preguntó: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley (36). Cuál
significa literalmente “qué clase”. Plummer sugiere que este escriba quería “un canon de
clasificación”. Dice al respecto: “Los rabinos dividían los 613 preceptos de la ley (248
mandamientos y 365 prohibiciones) en ‘importantes’ y ‘leves’, pero su clasificación era
causa de muchos debates.”7 6
Como respuesta, Jesús le citó Deuteronomio 6:5—Amarás al Señor tu Dios con todo
tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente (37). Marcos y Lucas agregan: “y
con todas tus fuerzas.” En realidad el pasaje hebreo del Antiguo Testamenteo dice:
“corazón”, “alma” y “poder”. La Septuaginta traduce: “corazón”, “alma” y “poder”
(dynamis), con algunos manuscritos que dan “mente” (dianoia). Parece que Jesús combinó
los cuatro. Carr explica los tres términos de Mateo, de la siguiente manera: “Kardia
incluye las emociones, voluntad propósito; psyche, las facultades espirituales; dianoia, el
intelecto, las facultades mentales.”7 7 Pero es imposible distinguir estos términos clara
y completamente. Por ejemplo, para psyche, Arndt y Gingrich dan, con apoyo de
escrituras, los siguientes significados (entre otros): “vida, principio de vida”; “vida
terrenal”; “el alma como el asiento y centro de la vida interior del hombre en sus muchos
y diversos aspectos”; “el alma como el asiento y centro de vida que trasciende lo terrenal”.7
8
Ellos observan: “Es a menudo imposible marcar las líneas exactas entre los
72
Op. cit., I., 398.
73
Thayer, Op. cit., p. 199.
74
Op. cit., p. 255.
ASV American Standard Revised Version
RSV Revised Standard Version
75
Arndt and Gingrich, Op. cit., p. 646.
76
Gospel According to Mark, p. 283.
77
Op. cit., pp. 255–56.
78
Op. cit., pp. 901–2.
significados de esta palabra con tantas acepciones.”7 9 Lo mismo podría decirse de kardía
(corazón).
Pero el sentido claro es que uno debe amar a Dios con todo su ser. La palabra griega
traducida amor es agapao, que significa más que afecto o emoción (expresados por
phileo). Cremer dice acerca de agapao: “No excluye el afecto, pero es siempre el efecto
moral de la voluntad consciente, deliberada que lo contiene, no del impulso natural del
sentimiento inmediato.”8 0
Después de identificar Deuteronomio 6:5 como el primero y grande mandamiento
(38), Jesús siguió con el segundo, que dice: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (39).
Esta es una cita de Levítico 19:18. El verbo nuevamente es agapao. Abbott-Smith dice al
respecto: “Agapao es empleado aptamente en el Nuevo Testamento para designar el amor
cristiano hacia Dios y el hombre, el efecto espiritual que sigue la dirección de la voluntad,
que puede ser mandado como un deber y que es por lo tanto, distinto a esos sentimientos
que son instintivos e irrazonables.”8 1
Jesús agregó (solamente en Mateo): De estos dos mandamientos depende toda la
ley y los profetas (40)—vale decir, todo el Antiguo Testamento. Estos son los dos
mandamientos básicos que abren el significado de todo el resto.
Ya que la esencia del Antiguo Testamento en su totalidad se encuentra en estos
mandamientos, es obvio que la santidad como norma para el pueblo de Dios no es
exclusiva a la dispensación evangélica. Lo que es privativo del nuevo pacto son los medios
por los que los hombres deben conformarse a esa norma y la medida o grado de perfección
requerido por ello. El poder para su completa realización ahora es la herencia de todos los
hijos de Dios. Es un poder que cambia de tal modo los afectos y llena al individuo con el
Espíritu Santo, que el amar a Dios con todo el ser es algo espontáneo y natural (Ro. 5:5).
Cuando el Señor promete que en el nuevo pacto, El “pondrá su ley en su mente y la
escribirá en sus corazones” (He. 8:10; Jer. 31:33), implica esas dos leyes sobre todo,
porque éstas incluyen a todas.
h. La pregunta de Jesús (22:41–46). Los fariseos habían estado interrogando a Cristo
y El les había respondido satisfactoriamente. Ahora El les hace preguntas que ellos no
pueden responder.
Aprovechando la circunstancia de que un grupo grande de fariseos se había
congregado ante El (41), Jesús les preguntó primero: ¿Qué pensáis del Cristo, el Mesías?
¿De quién es hijo? Ellos le respondieron: De David (42). Esa era la concepción popular
de la época,8 2 basada en Escrituras tales como Salmos 89:20–37; Isaías 9:2–7; 11:1–9;
Jeremías 23:5–6; 33:14–18; Ezequiel 34:23–24; 37:24.
Entonces les preguntó: Pues, ¿cómo David en el Espíritu le llama Señor? (43). En
el Espíritu significa “inspirado por el Espíritu” (RSV) esto es, el Espíritu Santo. De ese
modo, Jesús aseguró al mismo tiempo que David había escrito el Salmo 110 y la
inspiración divina de éste. Entonces les cita el primer verso de este salmo mesiánico.8 3
Dijo el Señor a mi Señor; siéntate a mi derecha (44) dice en hebreo: “Jehová (o Yahweh)
dijo a mi Adonai.” En el Antiguo Testamento (KJV) SEÑOR generalmente es traducción
de Yahweh, y Señor, de Adonai. En griego, Kyrios se usa para ambos términos.
79
Ibid., p. 901.
80
Hermann Cremer, Biblico-Theological Lexicon of New Testament Greek, trad. William Urwick (Edimburgo: T. & T. Clark,
1878), p. 11.
81
Op. cit., p. 3.
82
Vea las notas sobre 9:27; 15:22; 20:30.
RSV Revised Standard Version
83
Es citado en otras cinco ocasiones en el Nuevo Testamento (Hch. 2:34; He. 1:13; 5:6; 7:17, 21).
Los judíos no podían o no querían responder la pregunta indicada: ¿Si David le llama
Señor, ¿cómo es su hijo? (45). La respuesta del cristiano es que el Señor de David llegó
a ser el hijo o descendiente de David en su encarnación.
84
Op. cit., p. 424.
esquinas de sus túnicas. Pero Cristo declaró que los escribas hacían esto para ser vistos
por la gente, no por razones de piedad personal.
Su orgullo egoísta les hacía procurar los primeros asientos en las cenas (6).
Literalmente se trataba de “los primeros lechos”—en los que se reclinaban alrededor de
las mesas mientras comían (excepto en los hogares pobres). Y las primeras sillas es
también un raro vocablo compuesto. M’Neile dice: “Los principales asientos estaban sobre
la plataforma, de frente a la congregación, de espaldas al arca donde se guardaban los
rollos de las Escrituras.”8 6
Jesús siguió diciendo que los escribas amaban las salutaciones en las plazas (Agora)
y ser llamados: Rabí, Rabí (7).87 Esta “era la forma de tratamiento general con que eran
saludados los doctos”.8 8 Significa “mi maestro” (la i final representa “mi” en hebreo).
Dalman dice que “por consenso general, rabí era reconocido como un término superior a
‘Rab’, y ‘Rabban’ admitido como más alto que ‘Rabí’ ”.8 9
Pero los discípulos no debían ser llamados Rabí (8). Este mandato debe ser tomado
en “el espíritu y no en la letra” (Ro. 2:29), “porque la letra mata, mas el espíritu vivifica”
(2 Co. 3:6). Jesús no está dando reglas precisas acerca del empleo de términos técnicos
como los títulos “doctor” y “reverendo”. Más bien está hablando en contra del espíritu de
orgullo que hace que el hombre ambicione ser honrado por los demás. La actitud debida
es reconocer que tenemos un solo Maestro (como usa el mejor texto griego)90—el Cristo
y todos vosotros sois hermanos. Siempre es apropiado llamar a un creyente “hermano”
(cf. Hch. 9:17).
Jesús también amonestó en contra de llamar a cualquiera sobre la tierra, padre…
porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos (9). Schurer dice: “Los rabinos
exigían de sus alumnos la más absoluta reverencia, sobrepasándose en la honra que ellos
debían a sus progenitores.”9 1 Cita como prueba un número considerable de fuertes
declaraciones de los rabinos judíos para sostener su aseveración. Esa era exactamente la
actitud que Cristo condenaba.
Y agregó Jesús: Ni seáis llamados maestros, porque uno es vuestro Maestro, el
Cristo (10). La palabra que en nuestras versiones está traducida Maestro es kathegetes.
Este es el único pasaje donde se halla en el Nuevo Testamento. Proviene de un verbo que
significa “ir delante, guiar”. Pero llegó a ser empleada como “maestro” y en el griego
moderno significa “profesor”. Uno es vuestro Maestro hace hincapié en que Jesús es
autoridad única por ser el Hijo de Dios.
Entonces Jesús estableció el principio general (ya enunciado en el 20:26): El que es
el mayor de vosotros, sea vuestro siervo (11). La última palabra es diakonos, de origen
desconocido. Pero se usaba en el griego clásico para denominar a las personas que servían
a la mesa. Esta es la idea encerrada aquí. El párrafo concluye con una amonestación que
dice: cualquiera que se enaltece será humillado, pero, el que se humilla (lo mismo dice
en griego) será enaltecido (12).
86
M’Neile, Op. cit., p. 331.
87
El segundo término “Rabí” de este versículo no se halla en los manuscritos más antiguos.
88
Dalman, Words of Jesus, p. 331.
89
Ibid., p. 332.
90
Originalmente la palabra inglesa “doctor” no se usaba para describir al médico sino al maestro (Oxford English
Dictionary III., 570).
91
Emil Schurer, A History of the Jewish People in the Time of Jesus Christ, traducido del inglés. (Edimburgo: T. & T. Clark,
1885) II., i, 317.
b. Ayes sobre los hipócritas (23:13–36). En esta sección, hay siete9 2 ayes contra los
escribas y los fariseos por causa de su hipocresía. Cada uno comienza con la fórmula: ¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! (13, 15, 23, 25, 27, 29), con excepción del
verso 16, que dice: ¡Ay de vosotros, guías ciegos! Contando el verso 13 como 14,
M’Neile nos hace el siguente resumen: “Tres ayes (vv. 14–22), tienen que ver con la
enseñanza de los escribas, tres (vv. 23–28) con la vida de los fariseos y el último (vv. 29–
32) está dirigido contra toda la nación.”9 3
Thayer dice que ese “¡Ay! (ouai) es una interjección de dolor moral, angustia o de
acusación”.9 4 Es mejor tratar el término como expresión de ambas ideas. La compasión
de Cristo le hizo sentirse afligido por el egoísmo de los escribas y fariseos. Su santidad le
impulsaba a denunciar sus pecados y a dictar su sentencia.
Hipócritas es la transliteración casi exacta de la voz original hypocrites (griego,
singular). El término es empleado en el griego clásico para designar al actor o comediante
en la escena. En aquellos días, cuando no había medios electrónicos de amplificación, era
muy difícil que los actores en escena se hicieran oir por un público de 25.000 o más que
entraban en un anfiteatro. De manera que usaban máscaras en cuyo interior había
pequeños megáfonos escondidos. De modo que un hipócrita es literalmente el que lleva
máscara o demuestra lo que no es público.
(1) Perversidad (23:13). Esta es la terrible acusación de Jesús contra los líderes judíos.
Los denuncia de cerrar el reino de los cielos a los hombres, al rechazarle a El, que era la
encarnación del reino; no entraban ellos ni permitían hacerlo a los otros. Esta es la mayor
de las acusaciones que Jesús les hace, de modo que Lucas la coloca al final de su lista
como clímax (Lc. 11:52). En cuanto al orden aquí, M’Neile comenta: “En Mateo, su
posición presenta un agudo contraste entre el amedrentador efecto de la enseñanza de los
escribas y sus esfuerzos para hacer prosélitos (v. 15), y también entre el ‘reino de los
cielos’ y la ‘Gehenna’.”9 5 Juan el Bautista había abierto la puerta del arrepentimiento
hacia el reino. Los escribas la habían cerrado de golpe. Para el comentario del verso 14
léase lo tratado acerca de Marcos 12:40 y Lucas 20:47.
(2) Proselitismo (23:15). El típico celo de los judíos está vividamente descrito por
Jesús cuando dice que estaban dispuestos a recorrer mar y tierra para hacer un prosélito.
Esto queda ilustrado por lo acaecido en Roma, donde residían judíos desde el siglo II A.C.
Pope escribe: “Desde el principio los judíos residentes en Roma desplegaron tal espíritu
agresivo de proselitismo que fueron acusados de tratar de infectar a los romanos con sus
cultos y el gobierno expulsó a los principales propagandistas de la ciudad en el año 139
A.C.”9 6 Pope agrega que la última parte de este versículo, le hacéis dos veces más hijo
del infierno “… se refiere a la obsesión farisaica por la pureza ritual, la cual grababan con
doble fuerza en los prosélitos.”9 7
(3) El juramento (23:16–22). Aquí tenemos una excelente ilustración de la ridícula
casuística de muchos de los razonamientos rabínicos. Estos guías ciegos enseñaban que
jurar por el templo no tenía consecuencias, pero jurar por el oro del templo lo hacía a un
hombre deudor. Parece no haber explicación útil en cuanto a por qué se desarrolló este
tipo de razonamiento religioso entre los fariseos. Jesús desbarató tal absurdo con lógica
simple. Lo único que hacía que el oro fuera sagrado es que estaba vinculado con el templo
92
La versión Valera tiene ocho. Aunque el verso 14 está omitido en las versiones revisadas (en inglés) basándose en la
evidencia de los primeros manuscritos, el contexto es genuino en Marcos 12:40 y Lucas 20:47. Véanse las notas en esos
pasajes.
93
Op. cit., p. 332.
94
Op. cit., p. 461.
95
Op. cit., p. 333.
96
M. H. Pope, “Proselyte”, IDB, III., 925.
97
Ibid., p. 930.
(17). Idéntica cosa era cuando se trataba de la ofrenda sobre el altar (18–19). Cristo
amonestó claramente en contra de los juramentos vanos (20–22).
(4) Diezmos (23:23–24). Los fariseos eran muy escrupulosos en cuanto a diezmar la
menta y el eneldo (23) (pequeñas hierbas). Los israelitas habían recibido mandamiento
de la ley de diezmar sus cosechas, “todo el producto de tu grano”—específicamente de
su vino y de su aceite (Dt. 14:22–23). “Los rabinos, al construir una barda alrededor de
la ley, incluyeron en el mandamiento legumbres, frutos y nueces.”9 8
En su atención escrupulosa a los mínimos detalles del diezmo, los escribas y fariseos
habían dejado (descuidado) lo más importante de la ley. Esto parece reflejar la distinción
rabínica entre mandamientos “graves” y “leves”.9 9 El Talmud judío hace esta declaración:
“La observancia de los preceptos menores es recompensada en la tierra; y la de los
mayores es galardonada en los cielos.”100 Lo más importante de la ley es la justicia, la
misericordia y la fe (o “fidelidad”). Jesús les dijo que es necesario hacer estas cosas (las
últimas), sin dejar de hacer aquello (tiene el mismo verbo que el párrafo anterior);
aquello se refiere al pago de los diversos diezmos.
Coláis el mosquito (24) es una traducción muy atinada, como lo fue la de Tyndale en
1525. Sugiere la figura mental de un hombre esforzándose en cazar un mosquito en el
aire.10 1
El significado del original es el de un fariseo rígido esforzándose en colar el agua que
debía beber por medio de un colador de tela, para estar seguro de que accidentalmente no
se tragara un mosquito, el más diminuto de los animales inmundos. Mientras estaba
ocupado en esta tarea minúscula, ¡he aquí, se traga todo un camello, el más grande de los
animales impuros! Como en la referencia pertinente al camello pasando por el ojo de una
aguja (19:24), Jesús, a propósito, está empleando una figura del lenguaje para que el
impacto causado en sus oyentes les hiciera captar el punto deseado. Los legalistas rígidos
de nuestros días a menudo son prototipo de la actitud farisaica a la que se refería el Señor.
Basado en este capítulo Richard Glover señala los peligros de la hipocresía. (1) La
hipocresía es un amo duro, 4; (2) La hipocresía vive solamente para la alabanza de los
hombres, 5–7; (3) El daño de la hipocresía, 13–22; (4) La hipocresía se preocupa de los
detalles pequeños de la religión, 23–24.
(5) Limpieza (23:25–26). Jesús dijo que los fariseos limpiaban lo de fuera del vaso y
del plato,102 pero por dentro estaban llenos de robo—“pillaje-saqueo”—y de injusticia
(25; “incontinencia”, “auto indulgencia”). El ordenó al fariseo ciego (26) que limpiara
primero lo de adentro del vaso y del plato. He aquí el significado: “La parte externa del
vaso y del plato alude al comportamiento y conducta exterior del fariseo; el interior del
vaso es su corazón y vida real.”10 3 Estas dos inquietudes resumen gráficamente la
diferencia fundamental entre el judaísmo y el cristianismo.
(6) Sepulcros blanqueados (23:27–28). M’Neile nos explica de la siguiente manera
lo que Jesús les estaba diciendo: “El caminar sobre una tumba hacía a la persona inmunda,
cosa que debía ser evitada por cualquiera que desease entrar al templo (cf. Nm. 19:16);
de aquí la costumbre… de marcar las tumbas con blanco en el día 15 de Adar [entre marzo
y abril] antes de la Pascua.”104 Jesús estaba clamando por algo superior a un cristianismo
de apariencia limpia y hermosa superficialmente, pero lleno de actitudes pecaminosas.
98
IB, VII., 535.
99
Ibid., p. 536.
100
Carr, Op. cit., p. 261.
101
Edgard J. Goodspeed, Problems of the New Testament Translation (Chicago: University of Chicago Press, 1945), p. 38.
102
La palabra se encuentra en el Nuevo Testamento sólo en estos dos versos.
103
Carr, Op. cit., p. 261.
104
Op. cit., p. 337.
Mateo 24:1–25:46
1
Carr, Op. cit., p. 265.
2
Ant. XV., 11, 3.
3
W. F. Stinespring, “Temple, Jerusalem”, IDB, IV., 550.
4
War (Guerra), VII., 1.1.
significado literal. También es usada al referirse a “la venida de Estéfanas” (1 Co. 16:17),
“la venida de Tito” (2 Co. 7:6–7) y en las versiones hispanas, en Filipenses 1:26,
refiriéndose a la presencia de Pablo. En todo el resto del Nuevo Testamento la
encontramos empleada en relación con la segunda venida de Cristo (18 veces), cuatro de
las cuales están en este capítulo (3, 27, 37, 39). No se halla en los otros tres Evangelios,
Los Hechos ni Apocalipsis. En cuanto a esto Deissmann escribe: “Desde el período
Ptolemaico hasta la segunda centuria D.C., podemos seguir el derrotero de la palabra en
el Oriente como expresión técnica para la llegada o visita de algún rey o emperador.” 5
Arndt y Gingrich dicen que se refiere a “Cristo y casi siempre su advenimiento mesiánico
en gloria para juzgar al mundo al fin de esta edad”. 6
5
LAE, p. 368.
6
Op. cit., p. 635.
7
El sustantivo está traducido (KJV) “tribulación” 21 veces y “aflicción” 17, de un total de 45 en el Nuevo Testamento.
Hay una promesa para los perseguidos: Mas el que perseverare hasta el fin, éste
será salvo (13). Marcos (13:13b), tiene idénticas palabras. Lucas (21:19) dice: “Con
vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.” Pero la palabra “paciencia” proviene de la
misma raíz de “perseverar”. Además, la palabra “poseer” usada en algunas versiones,
significa “ganar” (como en la Versión Valera) o “adquirir”. Así, la forma empleada por
Lucas tiene el mismo significado que la de Marcos y Mateo.
La décima señal (sólo en Mateo) es la evangelización del mundo (14). Este evangelio
del reino—“el mismo evangelio de Jesucristo” (Mr. 1:1)—será predicado (“anunciado”,
“proclamado”—en todo el mundo (oikoumene, “la tierra habitada”)—para testimonio
a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. La palabra oikoumene fue usada primero
por el mundo griego (como Demóstenes), más tarde por el Imperio Romano y finalmente,
por todos. Puesto que la totalidad de las naciones, en el sentido general del término, han
escuchado el evangelio en cierta medida—y los medios de comunicación están
apresurando el proceso en la actualidad—nos parece que nadie puede negar la posibilidad
de que esta última parte de la señal ya se haya cumplido. El final de la edad puede
sobrevenir en cualquier momento.
8
Op. cit., p. 137.
9
Eusebius, Ecclesiastical History, trad. C. F. Cruse (Grand Rapids: Baker Book House, 1955), III., 5.
10
EGT, I., 292.
tomar su capa (18). La huida apresurada sería especialmente dura para las mujeres
encintas, o con niños muy pequeños (19). En invierno podría hacer demasiado frío
durante la noche y el río Jordán—que debían vadear—estaría muy profundo por causa de
las lluvias invernales (20). Para sus lectores judíos Mateo agrega lo que no tendría sentido
para los de Marcos: ni en día de reposo. Los judíos estrictos no viajarían más de un
kilómetro durante el sábado y por lo tanto, podrían ser capturados por el enemigo.
Jesús predijo que en ese tiempo habría gran tribulación, la cual no la había habido
desde el principio del mundo hasta entonces, ni la habrá (21). Marcos casi nos dice las
mismas palabras. Tribulación es thlipsis (vea el comentario sobre el v. 9). Swete sugiere:
“Thlipsis aquí está usado casi en su sentido literal para denotar que el asedio se iba
haciendo más asfixiante cada día.”1 1 Se ha objetado a menudo que las palabras de este
versículo son demasiado fuertes para ser aplicadas al año 70 D.C. Pero Josefo escribe: “Me
parece que si todos los infortunios de los hombres desde el comienzo del mundo son
comparados con los de los judíos, dejarían de verse tan considerables como eran.”1 2 Carr
resume la situación de la manera siguiente:
No hay palabras que puedan describir los horrores de este sitio. Era la época de la
Pascua y los judíos de todas partes estaban dentro de los muros de la ciudad. Tres
facciones, en desesperada disensión una contra otra se habían apostado sobre las alturas
de Sión y del monte del templo… Los atrios del templo estaban anegados con la sangre
de las discordias civiles, que literalmente se mezcló con la sangre de los sacrificios.1 3
Josefo declaró que habían muerto más de un millón de judíos en esa catástrofe y que
unos cien mil fueron vendidos como esclavos.1 4 Parece que la mejor manera de aplicar el
verso 21 es dejarle la doble interpretación—a la caída de Jerusalén en el año 70 D.C. y
también a la “gran tribulación” al final de esta edad.
El acortamiento de aquellos días (22) alude al asedio final de Jerusalén que
sorpresivamente duró unos cinco meses (abril a septiembre del 70 D.C.). Esto por causa
de los escogidos—pues de otro modo los cristianos judíos de Judea habrían sido anulados
en una guerra de exterminación judaica. O bien la frase por causa de los escogidos podría
interpretarse por causa de las oraciones de los cristianos en Pella, a favor de los otros
judíos que habían quedado atrás.
Morison presenta una media docena de factores para el acortamiento del asedio. La
atención de Vespasiano se volvió más y más hacia Roma, donde en breve sería nombrado
emperador. Las revueltas en la frontera norte requerían su atención. Tito, que fue dejado
al frente cuando Vespasiano se retiró a Roma, era generoso por naturaleza. Josefo era uno
de sus favoritos como lo era Berenice la hermana de Agripa (cf. Hch. 25:23). Tito estaba
ansioso de llegar a Roma para participar en las ceremonias inaugurales de su padre.
Además, los juicios divinos alcanzaron a los judíos desobedientes por la aparición de
facciones asesinas que les hizo matarse unos a otros en la ciudad. Esto hizo que el sitio
llegara a su fin con mayor rapidez.
11
H. B. Swete, The Gospel According to St. Mark (Londres: Macmillan and Co., 1898), p. 289.
12
War (Guerra), Prefacio, 4.
13
Op. cit., p. 269.
14
War (Guerra), VI., 9. 3.
engañar, si fuera posible, aun a los elegidos.”1 5 Pero Cristo previno a sus discípulos (25),
para que no siguieran a falsos líderes que anunciarían que estaba en el desierto o
escondido en los aposentos (26). La Palabra de Dios es honesta y puede ser realizada a
los ojos de todos.
La parousía del Hijo del Hombre será repentina, sin advertencia, como la del
relámpago (27). Pero el lenguaje aquí implica que será visible, como lo es el relámpago
que viene del oriente y se muestra en el occidente. La figura indica claramente que habrá
un conocimiento mundial de la segunda venida de Cristo. Porque dondequiera que
estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas (28) es una declaración que ha
dejado perplejos a los intérpretes desde los primeros días de la iglesia. Por causa de la
complejidad de la situación, sólo podemos resumir varios de los puntos de vista, sin dar
documentación. Crisóstomo sostuvo que las águilas eran “ángeles, mártires y santos”.
Jerónimo estaba de acuerdo con esto, pero explicó que el cuerpo muerto aludía a la
muerte de Cristo. Calvino habló de creyentes que se reunirían alrededor del “Autor de la
vida, por Quien son verdaderamente alimentados”. Erasmo, Zwinglio y Beza sostuvieron
el mismo criterio. Trapp representa a los puritanos cuando respalda el siguiente, quizá
crudo, pensamiento: “El cuerpo sacrificado de Cristo tiene un perfume sumamente
fragante que invita a los santos (como a las aves de rapiña) a volar desde lejos con
maravillosa velocidad hasta este cuerpo muerto pero vivificante.”1 6
Por otra parte, Adam Clarke siguió a Whitby, al interpetar que el cuerpo muerto se
refería a los judíos, y las águilas a los ejércitos romanos que tenían esta ave como
insignia. Juan Wesley dice que la nación judía “es ya ante Dios un cadáver al que las
águilas romanas devorarán”.1 7
Es difícil ajustar este versículo a su contexto inmediato. Pero el énfasis general del
capítulo está en los juicios divinos y parece mejor interpretar este pasaje particular—que
quizá sea un refrán en boga1 8—en términos de un marco más amplio relativo al contexto.
Lange dice: “La figura presenta una expresión fuerte y profunda de la necesidad, lo
inevitable y la universalidad del juicio.”19 Entonces da la siguiente interpretación
comprehensiva y convincente, basada en una exégesis sana:
En la destrucción de Jerusalén, el juicio comenzará con la aparición de grandes águilas
de rapiña (alusión a las águilas romanas). Desde ese tiempo continuará a través de un
período completamente nuevo… Por lo menos este juicio se extenderá a todo el mundo
moralmente corrompido y espiritualmente muerto.20
15
Op. cit., p. 270.
16
John Trapp, Commentary on the New Testament (Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1958 [reimpreso]), p.
249.
17
Explanatory Notes, p. 115.
18
lgualmente M’Neile, Op. cit., p. 351.
19
Op. cit., p. 426.
20
Ibid., p. 427.
segunda venida. O podría ser una alusión al “Hijo del Hombre, considerándolo a El mismo
como señal—la señal de que había llegado la terminación de la edad; en cuyo caso hay una
referencia directa a Daniel 7:13, ‘He aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo
de hombre’ ”.2 1 La referencia al hecho de que lamentarán todas las tribus está basada
en Zacarías 12:12. La última parte del versículo es un reflejo de Daniel 7:13. La
combinación de estas dos Escrituras se halla nuevamente en Apocalipsis 1:7. El sonido
de una gran trompeta recuerda a Isaías 27:13. El Hijo del Hombre reunirá a su pueblo
escogido de los cuatro vientos (de todas las direcciones) y desde un extremo del cielo
hasta el otro (31)—“de horizonte a horizonte”.
21
Plummer, Op. cit., p. 335.
22
Op. cit., p. 153.
23
La adición de Marcos (13:32) también se encuentra aquí en Mateo en los manuscritos griegos más antiguos.
diluvio (gr., kataklysmos, “cataclismo”), se los llevó a todos (39). Así, dijo Jesús, será
también la venida del Hijo del Hombre (frase que se encuentra por tercera vez en este
capítulo).
Por fin, la raza humana será dividida en dos grupos—los que velan por la venida de
Cristo y los que no la aguardan. Gráficamente está descrito en este pasaje el principio de
separación. Estarán dos en el campo, uno será tomado, y el otro será dejado (40). Lo
mismo sucederá con dos mujeres que estarán moliendo en un molino (41)—un pequeño
molinillo de mano manejado por dos mujeres, como todavía puede verse en Palestina.
Entonces Jesús hizo la siguiente aplicación: Velad, pues, porque no sabéis a qué hora
ha de venir vuestro Señor (42). Esta es la clave del sermón de los Olivos (cf.
25:13). Velad, literalmente quiere decir, “estad bien despiertos” porque nadie sabe
cuándo vendrá Cristo.
El verso 43 contiene una breve declaración parabólica. Si el padre de familia
(oikodespotes, vea: 20:1, 11) hubiera sabido que un ladrón pensaba entrar, lo habría
estado esperando vigilante. Como ignoramos cuándo puede venir Jesús, debemos estar
siempre preparados (44). La primera responsabilidad de todo cristiano es estar listos en
cualquier momento para la venida de Cristo.
b. El siervo fiel y el infiel (24:45–51). La advertencia final de este capítulo está
comunicada en forma de breve parábola acerca de un siervo fiel (45) (esclavo) y un siervo
malo (48). El primero está siempre ocupado, realizando fielmente las tareas asignadas. De
modo que él está preparado para la llegada de su amo.
Pero si este esclavo decide que su patrón ha de tardar por algún tiempo, y comienza a
descuidar sus labores y a maltratar a sus consiervos, su señor puede llegar cuando menos
lo espera. El resultado será un severo castigo—lo castigará duramente (51) (lit. “lo
cortará en dos”) y lo arrojará al lugar de los hipócritas, donde será el lloro y el crujir de
dientes (cf. 8:12; 13:42, 50; 22:13; 25:30; Lc. 13:28). El destino de los infieles será el
juicio eterno.
Maclaren titula a esta sección (42–51) “Esperando al Rey”: (1) El mandato a velar,
reforzado por nuestra ignorancia del momento de su venida, 42–44; (2) La descripción y
recompensa de la vigilancia, 45–47; (3) La descripción y destino del siervo infiel, 48–51.
26
Notes on the Parables, p. 193.
27
Op. cit., II., 455.
28
Op. cit., p. 494.
29
El agregado “viene”, no está en los manuscritos más antiguos.
30
Abbott-Smith, Op. cit., pp. 254–55.
31
Notes on the Parables, p. 203.
tarde. El esposo no reconoció sus voces (12) y a esa hora de la noche no se atrevió a abrir
la puerta a extraños que podían ser “indeseables”.
¿Qué lección sacamos de esta parábola? Está resumida en el verso 13: Velad, pues,
porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. Nos enseña
que debemos estar preparados en cualquier momento para el inminente retorno de nuestro
Señor, listos para encontrarle cuando venga. Para hacerlo debemos tener nuestra
experiencia cristiana al día. Ya que el aceite es un símbolo reconocido del Espíritu Santo,
tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, nos sugiere que debemos estar llenos
del Espíritu si queremos encontrarnos debidamente preparados. Todo hombre necesita la
gracia que Dios le ha provisto si desea hacer toda la voluntad de Dios y estar listo para el
regreso de nuestro Señor.
32
Cf. Carr (op. cit., p. 277): “De esta parábola ha pasado al lenguaje moderno, la acepción de ‘aptitudes’ o ‘dones
intelectuales’, aunque parece más apropiado el sentido de ‘oportunidades’ o ‘esferas de servicio’.”
El hombre de un talento vino con sus quejas y sus necias coartadas (24–25). Si hubiera
sabido que su amo iba a demandar tanto, más tendría que haberse esmerado en promover
su talento y ganar algo. Siegas donde no sembraste (24) significa “recoger donde no se
ha trillado”;33 es decir, tener en su casa de la trilla de otro hombre. Lo que el siervo quería
decir, era, “procuras interés donde no has invertido dinero”.
Los franceses tienen un buen proverbio que bien puede aplicarse a la actitud de ese
hombre: “Qui s’excuse s’accuse” (el que se excusa se acusa a sí mismo). El amo condenó
al holgazán y egoísta siervo como siervo malo y negligente (26), Esas palabras significan
holgazán, indolente.3 4 El hombre debió entregar el dinero de su señor a los banqueros
(27) (palabra que aparece sólo en este lugar en el N. T.). Entonces, el propietario—del
siervo, en esta parábola significa esclavo—habría recibido intereses. En griego esta
palabra significa “nacimiento” o “prole”, pero está empleada metafóricamente por
“interés”. Sólo en este pasaje y en Lucas 19:23.
El señor ordenó a sus siervos que tomaran el talento de este hombre y se lo dieran al
que tenía diez (28). ¡Cuán a menudo, hombres de diez talentos tienen que hacer la labor
que debió haber efectuado el hombre de un talento!
En el verso 29 nos encontramos con un principio vital universal. El hombre que
emplea sus muchos talentos siempre gana más. El que no lo hace los pierde, y la tragedia
final: el siervo inútil sería echado en las tinieblas de afuera, donde será el lloro y el
crujir de dientes (30).
Mientras que la parábola de las diez vírgenes hace hincapié en la importancia de
conservar la vida espiritual al día, fresca y plena, la parábola de los talentos muestra la
necesidad de ser fieles y vigorosos en el servicio del reino. Una y otra son necesarias para
estar listos para el retorno de nuestro Señor.
Bajo el título de “La Condenación de los Talentos Enterrados”, podemos observar: (1)
Dios da diferentes dones a los hombres, 14–15; (2) La recompensa de un trabajo bien
hecho es más trabajo que hacer 20–23; (3) El hombre que es castigado es el que no trata
de hacer algo, 24–28; (4) Al que tiene le será dado y al que no tiene, aun lo que tiene le
será quitado (WILLIAM BARCLAY).
33
Meyer, Op. cit., pp. 441–42.
34
Arndt y Gingrich, Op. cit., p. 565.
35
Op. cit., p. 279.
36
Ibid., p. 280.
serán juzgadas sobre la base de su trato con el pueblo de Dios. Es mejor creer que por su
encarnación y su amor compasivo por todos los hombres, Cristo se refiere a la humanidad
que sufre como a mis hermanos. En su énfasis sobre el separatismo, las iglesias
evangélicas muchas veces han fracasado en su reconocimiento de las implicaciones
sociales y las aplicaciones del evangelio de Jesucristo. Las obras de misericordia no sólo
son la base de las recompensas eternas, sino también de los castigos. Pero, ¿puede un
hombre leer las palabras de Jesús y creer que un cristiano puede estar despreocupado e
inactivo cuando sus semejantes están en necesidad?
El último versículo de este capítulo tiene fuertes implicaciones teológicas. Lo que hay
que notar en especial es que las palabras eterno y eterna (46) son traducciones de la
misma palabra griega aionion, “perteneciente a las edades”. El castigo es tan eterno como
la vida. El que cree en la bienaventuranza eterna también debe creer en las tinieblas
eternas. Esta es la clara enseñanza de este pasaje.
Tasker ha hecho un buen trabajo al conectar los tres asuntos de este capítulo. Nota que
son los pecados de omisión y no los de comisión los que traen condenación y castigo
eterno. Esa es la verdad principal de este capítulo. “La puerta fue cerrada a las vírgenes
insensatas por su negligencia; al siervo indolente e inservible por no haber hecho nada. Y
los que estaban a la izquierda fueron severamente castigados por descuidar las muchas
oportunidades de demostrar la bondad que les había sido dada.”3 7
Sección XI La Pasión
Mateo 26:1–27:66
37
Tasker, Op. cit., p. 239.
1
Ver F. Blass y A. Debrunner, A Greek Grammar of the New Testament and Other Early Christian Literature, trad. Robert
W. Funk (Chicago: University of Chicago Press, 1961), p. 168—“tratándose de profecías, es muy frecuente en el Nuevo
Testamento.”
2
Omitido en los manuscritos más antiguos.
de toda la nación judía. Este grupo se reunió en el patio del sumo sacerdote Caifás, en
ese cargo, desde los años 18 al 36 D.C.
Estos tuvieron consejo para prender a Jesús con engaño—(la palabra original
significa “lazo” o “trampa” y de allí, “astucia”, “engaño”,—y matarle (4). Querían evitar
el hacerlo durante la fiesta para que no se hiciera alboroto (“tumulto”, “desorden”) en
el pueblo (5). Los sentimientos fanáticos siempre se excitaban mucho durante la Pascua,
en la que se conmemoraba la liberación de los israelitas del cautiverio egipcio. Era una
época cuando sólo se precisaba una chispa para encender el fuego de la revolución contra
el dominio romano. Esto lo sabían muy bien los líderes judíos. Ellos hubieran preferido
esperar hasta que el millón de peregrinos a la Pascua salieran de Jerusalén. Pero cuando
Judas les ofreció la entrega de su Maestro evidentemente decidieron seguir adelante en
ese momento.
3
Op. cit., pp. 426–27.
4
Op. cit., p. 354.
km. Kilómetro(s)
5
Op. cit., p. 33.
Pero Jesús defendió su acción. Dijo (10): “Ha hecho conmigo una buena obra”
(RSV). 6 Siempre tendréis pobres con vosotros—la historia lo certifica—pero Jesús
pronto se iría (11). Entonces el Maestro les explicó el significado de su acción; lo ha
hecho a fin de prepararme para la sepultura (12). Aunque tenía que morir sobre una
cruz y no sentarse sobre un trono, todavía El era el Rey. Como María escuchaba con más
cuidado (cf. Lc. 10:39), es posible que haya comprendido mejor su misión que cualquiera
de los demás.
Por su amor y lealtad, lo que María había hecho sería relatado a todo el mundo para
memoria de ella (13). Millones de copias de los evangelios en miles de lenguas han
contado esta historia en todos los lugares donde ha llegado el evangelio. Porque ella dio
su todo, su nombre es inmortal.
William Barclay llama al ungimiento de María, “La Extravagancia del Amor”. En el
relato vemos que: (1) Hay ocasiones en que fracasa el sentido común de las cosas, 6–9;
(2) Hay cosas que deben ser hechas cuando se presenta la oportunidad, o jamás se harán,
10–12; (3) La fragancia de una acción amorosa dura para siempre, 13.
de Jesús todo el período recibía ese nombre. Josefo dice: “Guardamos una fiesta durante
ocho días, a la que llamamos la fiesta de los panes ázimos.” 9
Los tres Sinópticos concuerdan en la descripción de Jesús comiendo el cordero pascual
con sus discípulos la noche antes de su crucifixión. Pero el Evangelio de Juan parece tener
conflicto con esto. Dice que los judíos no quisieron entrar al Pretorio de Pilato la mañana
de la crucifixión para no contaminarse “y así poder comer la pascua” (Jn. 18:28).
El problema para tratar de armonizar los relatos sinópticos y los de Juan en este punto
es uno de los asuntos cronológicos más difíciles del Nuevo Testamento. La mayor parte
de los eruditos actuales piensan que ambos puntos son irreconciliables y eligen la
declaración de Juan como correcta y la de los Sinópticos como equivocada. Algunos
buscan una posición moderada diciendo que no era la Pascua lo que Jesús estaba
comiendo con sus discípulos—los Sinópticos así lo afirman—o bien, intencionalmente
pudo comerla antes, sabiendo que moriría en tiempo determinado.1 0
Edersheim insiste en que la última cena de los Sinópticos era realmente la Pascua.1 1
Lo mismo hace Jeremías que llama la atención al hecho de que la Pascua fue celebrada
en Jerusalén durante la noche, estando los 12, con pan y vino y el canto de un himno.12
Parece que él demostró su posición de manera conclusiva. Pero no hay manera de
desviarse del hecho de que Jesús comió la pascua con sus discípulos antes de su muerte.
¿Cuál es la solución del problema? Andrews sostiene que Juan empleó el término
“pascua” en su sentido más amplio. Escribe: “… la frase ‘comer la pascua’, naturalmente
llegó a abarcar la totalidad de la fiesta.”1 3 Otra vez dice: “La Pascua para Juan denotaba
toda la fiesta, ¿y por qué si la cena pascual había pasado no podía emplear el término para
denominar el resto de la festividad?”14
Stauffer tiene otra explicación. Toma en cuenta el hecho sorprendente de que no se
menciona ningún cordero, diciendo que a un apóstata no se le permitía comer el cordero
pascual. De modo que, sin cordero, “Jesús celebró la Pascua 24 horas antes de la comida
pascual oficial de los miembros de la comunidad del templo”.1 5
Otras dos soluciones han sido presentadas por escritores recientes. Damos una de ellas:
“En ese año particular, los judíos en Palestina observaban la Pascua el sábado; los de la
diáspora o dispersión la celebraban el viernes.”1 6 Marcos sigue el calendario de los judíos
de la diáspora. De modo que tanto los Sinópticos como Juan están en lo correcto. (“El
viernes” comenzaba el jueves al anochecer pues los judíos comenzaban su día a la puesta
del sol).
Freedman pretende que los Rollos del mar Muerto demuestran que muchos judíos
piadosos celebraban según el antiguo calendario solar de Israel (364 días) y rechazaban
el nuevo calendario lunar. El cree que Jesús comió la pascua con sus discípulos el martes
por la noche, mientras que los sacerdotes y otros lo hicieron el viernes, después de la
crucifixión.17 Piensa que Jesús fue mantenido prisionero desde el martes por la noche
hasta el viernes.
9
Ant. II. 15. 1.
10
Cf. Plummer, Op. cit., p. 357.
11
Op. cit., II., 480–82.
12
Joachim Jeremías, The Eucharistic Words of Jesus, trad. Ehrhardt (Nueva York: Macmillan Co., 1955), pp. 14–37.
13
Op. cit., p. 456.
14
Ibid., p. 471.
15
Ethelbert Stauffer, Jesus and His Story, trad. Richard y Clara Winston (Nueva York: Alfred A. Knopf, 1959), p. 113.
16
Massey H. Shepherd, Jr., “Are Both the Synoptics and John Correct About the Date of Jesus’ Death?” Journal of Biblical
Literature, LXXX (1961), 125.
17
David Noel Freedman, “When did Christ Die?” Perspective, III (1962), 257.
Con tantas soluciones de las que podemos escoger, es evidente que uno no tiene que
quedarse con una irresoluble contradicción entre Juan y los Sinópticos. Mientras que
ninguna de ellas tiene aceptación universal, la de Andrews quizá sea la que presenta menos
dificultades y la más evidente.
En esta narración notamos otra vez el hábito de Mateo de omitir detalles. El no cuenta
quién fue enviado a preparar la Pascua. Marcos dice que eran “dos discípulos” y Lucas
los designa como “Pedro y Juan”. Mateo dice que encontrarían a cierto hombre (18),
mientras que Marcos y Lucas lo identifican como “un hombre que lleva un cántaro de
agua”.
Los discípulos debían llevarle el mensaje: En tu casa celebraré la pascua con mis
discípulos. Y siguiendo las direcciones, prepararon la pascua (19).
b. La última cena (26:20–25). Jesús se sentó (más bien, se “reclinó”) con los 12
apóstoles (20). Mientras comían El les anunció que uno de ellos le había de entregar (21).
Los sorprendidos y entristecidos discípulos le preguntaron uno por uno: ¿Soy yo, Señor?
(22). El idioma griego indica que se esperaba una respuesta negativa—“Señor, yo no soy,
¿verdad?” El Maestro les respondió: El que mete la mano conmigo en el plato (23). Este
hecho hizo que el crimen de Judas fuera más horrible, porque comer con una persona
significaba entre los orientales su amistad y la seguridad de que no le haría daño alguno.
Aun el traidor se unió en la pregunta ya hecha por los demás, aunque se dirigió a Jesús
llamándole Maestro (gr., “Rabbí”), no Señor. Cristo le respondió: Tú lo has dicho, lo que
parece ser una respuesta directamente afirmativa. A pesar de la amonestación de Jesús y
aun después de esta oportunidad de reconsiderar su decisión, Judas siguió con sus planes
de entrega.
c. La Santa Cena (26:26–29). En conexión con su última cena Jesús instituyó la Santa
Cena. Tomó… el pan, y bendijo y lo partió y lo dio a sus discípulos: Tomad, comed;
esto es mi cuerpo (26). Debería aclararse que significa, “esto representa mi cuerpo”.
Entonces el Maestro tomó la copa (27). Carr cree que esta era la tercera copa de la
comida pascual, llamada “la copa de bendición”.1 8 El les instruyó: Bebed de ella todos.
Es lamentable que estas palabras repetidas millares de veces todos los domingos alrededor
del mundo hayan sido traducidas tan incorrectamente. El griego dice claramente: “Bebed
de ella todos vosotros” (cf. RSV). Jesús procedió entonces a identificar el contenido de
la copa como representando su sangre del nuevo19 pacto… derramada por muchos,
para la remisión de pecados.
Cristo declaró que no volvería a beber del fruto de la vid “hasta aquel día en que lo
beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (29). Hay un sentido en el cual Cristo
participa con los creyentes en el servicio de comunión. Pablo asevera: “Todas las veces
que comiereis este pan y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él
venga” (1 Co. 11:26).
18
Op. cit., p. 289.
RSV Revised Standard Version
19
Los más antiguos manuscritos omiten “nuevo”.
El Maestro hizo otro triste anuncio a los discípulos (cf. v. 21): Todos vosotros os
escandalizaréis de mí esta noche (31). Lenski interpreta: “Todos vosotros quedaréis
atrapados en relación conmigo.”2 1 El verbo es skandalizo. Es cierto que todos los
discípulos cayeron en la trampa de Satanás cuando abandonaron a su Maestro. Cristo citó
Zacarías 13:7, cambiando el imperativo (ambos en la Hebrea y la Septuaginta) al tiempo
futuro. Agregó: Cuando haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea (32). El
último verbo literalmente significa “guiar el camino”. Lleva la figura del pastor (31).
Pedro siempre tenía algo que decir. Como siempre, estaba lleno de confianza en sí
mismo, “aun si todos cayeran” (RSV, NEB), él nunca (33) lo haría. Desgraciadamente no
conocía su propia debilidad. Cristo tuvo que advertirle que esa misma noche antes que el
gallo cantara negaría a su Maestro (34). Típicamente, Pedro replicó que moriría antes de
negar a su Señor (35). Hubiera sido más sabio que hubiera pedido humildemente las
fuerzas para afrontar la prueba. Y todos los discípulos dijeron lo mismo, aseverando su
lealtad.
b. La oración en Getsemaní (26:36–46). El nombre Getsemaní sólo se encuentra en
este pasaje y en Marcos 14:32. Significa “molienda de aceite”. El monte de los Olivos era
el lugar apropiado para colocar esa prensa para la oliva, pues el aceite era empleado en
esos días como combustible para las lámparas, alimento y la unción.
Jesús dejó ocho discípulos a la entrada del huerto. Llevando consigo sólo al círculo
íntimo de tres de ellos—Pedro, y los dos hijos de Zebedeo (37)—anduvo por el interior
del olivar y exhibió su corazón ante sus asociádos más cercanos. Les dijo: Mi alma está
muy triste, hasta la muerte (38). Era el peso del pecado del mundo sobre sus hombros
que lo estaba aplastando. Les rogó: Quedaos aquí, y velad conmigo. Pero le fallaron.
Yendo un poco adelante (39), no sólo física sino espiritualmente. Si El no lo hubiera
hecho no habríamos podido ser salvos. A menos que nosotros vayamos un poco
adelante—en compasión y servicio consagrado—muchos otros no serán salvos.
El Maestro se postró sobre su rostro. Esto nos revela algo de la agonía de su alma.
Oró que si fuese posible esa copa pasase de El. ¿Cuál era esa copa? Desde luego más que
la muerte física. Jesús no era ningún cobarde; parece que los tragos más amargos de esa
copa de tristeza eran la separación del rostro de su Padre, cuando Aquel que no había
conocido pecado, “sería hecho pecado” (u Ofrenda por el pecado) por nosotros (2 Co.
5:21). Su oración final fue: pero no sea como yo quiero, sino como tú. Esta es siempre
la plegaria de una alma consagrada.
Cuando Jesús regresó donde estaban los tres discípulos que se suponía estaban velando
(38), los halló durmiendo (40). Como Pedro se había jactado con tanta vehemencia, el
Maestro lo regañó un poquito. ¿No podía haber permanecido despierto aun una hora?
Entonces Cristo pronunció otra solemne amonestación: Velad y orad, para que no
entréis en tentación (41). Esa es una amonestación que cada cristiano necesita a toda
hora del día. “La vigilancia eterna es el precio de la libertad.” Eso es una verdad militar
pero también lo es espiritualmente. Jesús reconoció que el espíritu a la verdad está
dispuesto, pero la carne es débil. Esto no se refiere a la naturaleza carnal, sino al cuerpo
físico. Los discípulos estaban tan cansados y entristecidos que quedaron dormidos.
La segunda vez Jesús hizo esencialmente la misma oración, quizá con una pequeña
variante que daba mayor énfasis a hágase tu voluntad (42). Una vez más encontró que
los discípulos estaban dormidos, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño
(43). Ellos habían pasado una semana muy dura. Sus intenciones eran buenas pero su
realización dejó mucho que desear.
21
Op. cit., p. 1033.
RSV Revised Standard Version
Por tercera vez el Maestro oró, diciendo las mismas palabras (44). Cuando volvió,
dijo: Dormid ya, y descansad (45). Esta aparente exhortación, en la versión Reina- Valera
parece inconsistente con las palabras del verso 46: Levantaos, vamos; ved, se acerca
el que me entrega. La solución del problema es sencilla. En el idioma griego la cita
anterior, la del verso 45, puede traducirse con igual exactitud como una orden o como una
interrogación—la forma para ambos es exactamente la misma. Pero en este pasaje el
mandato no encaja bien, mientras que la pregunta cabe perfectamente. La traducción
correcta debería ser: “¿Estáis durmiendo y descansando?” En una ocasión como ésta,
cuando el Hijo del Hombre está siendo entregado (“traicionado”)—la acción ya se estaba
realizando—¿estáis durmiendo como centinelas en su puesto?
c. Traición y arresto (26:47–56). Aun mientras el Maestro hablaba procurando
despertar a sus discípulos, Judas, uno de los doce—¡qué nota patética que se encuentra
en los tres Sinópticos!—aparece en escena. Y con él, mucha gente (47). Stauffer cree que
se trataba de “un pequeño ejército de un millar de soldados”.2 2 Pero esto no parece
factible teniendo en cuenta su misión, la de arrestar un Hombre—o aun una docena. Era
una gentuza heterogénea con espadas y palos. Por cierto que tenían ideas falsas acerca
del Príncipe de Paz. Estos hombres habían sido enviados por los principales sacerdotes
y los ancianos del pueblo; es decir, enviados por el Sanedrín.
Judas les había dado señal (48). El identificaría a Cristo, besándole. Se trataba de una
acción particularmente atroz, puesto que el beso era símbolo de amistad y honor. Aquí se
revela la desvergüenza del carácter de Judas. Dio un paso hacia Jesús y le saludó
cariñosamente con un beso y las palabras ¡Salve, Maestro! (49) (gr., “Rabbi”). Con gentil
compasión el Maestro le dijo: Amigo (literalmente, “compañero” o “camarada”), ¿a qué
vienes? (50). Pero no hubo tiempo para más conversación. La chusma rápidamente rodeó
a Jesús y se apoderó de El.
Uno de los discípulos—Juan (18:10) nos dice que se trataba de Pedro—sacó su espada
y trató de defender a su Maestro. Desenvainó la espada, probablemente intentando cortar
la cabeza al hombre que se había atrevido a poner las manos sobre Jesús. Quizá el hombre
trató de esquivar el golpe y perdió la oreja en lugar de la cabeza. Juan también relata que
el nombre del siervo del sumo sacerdote era Malco. Sin duda estaba informado por su
relación con la casa del sacerdote (cf. Jn. 18:15).
Jesús ordenó a su celoso discípulo que guardara su espada con estas significativas
palabras: porque todos los que tomen espada, a espada perecerán (52). También les
insinuó que El podía tener más de doce legiones de ángeles (53). No es que le faltara
defensa. Pero debía someterse, para que la voluntad de Dios, revelada en las Escrituras
(el Antiguo Testamento nuestro) pudiera cumplirse (54).
Cristo reprendió a la gente (55): como contra un ladrón habéis salido con espadas
y con palos (garrotes). Les recordó que habían tenido amplias oportunidades de apresarlo
cuando les enseñaba diariamente en el templo. Pero todo esto estaba sucediendo para que
las Escrituras de los profetas se cumpliesen (56). Como apéndice hay una nota triste:
Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron. ¿Dónde está la tan jactada lealtad de
unas pocas horas antes? (cf. 35).
22
Op. cit., p. 120.
Maestro, le seguía de lejos (58). Probablemente ahora estaba dándose cuenta que la
situación era seria.
Todo el concilio—compuesto por los principales sacerdotes, ancianos y escribas—
buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte (59). Estos líderes
estaban tan decididos a matarlo que estaban dispuestos a valerse de cualquier falsedad
para condenarle. Pero aun este intento fracasó porque los testigos falsos no se ponían de
acuerdo en las historias que urdían (60).
Finalmente, dos hicieron una acusación en común. Acusaron a Cristo de haber dicho:
Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo (61). Por supuesto que
Jesús nunca había dicho tal cosa. Fue probablemente una falsa interpretación de algo que
se relata en Juan 2:19.
El sumo sacerdote retó a Cristo a responder las acusaciones acumuladas contra El (62).
Pero el Maestro permaneció en silencio. Finalmente ese líder conjuró a Jesús para que les
hablara de su origen (63). Bajo su compulsión, Cristo le replicó: Tú lo has dicho (64).
Encontramos la misma expresión en el verso 25. Carr escribe: “Esta es una fórmula de
asentimiento tanto en hebreo como en griego y en ese sentido todavía se emplea en la
Palestina.”2 3 Jesús entonces agregó una declaración elevadamente apocalíptica en cuanto
al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder—típico sustituto judío por “dios”—y
viniendo en las nubes del cielo. Esto era lo que se esperaba que hiciera el Mesías.
El efecto de las palabras de Jesús fue electrificante. Caifás rasgó sus vestiduras (65).
Esto es lo que sumo sacerdote, bajo circunstancias comunes, no podía efectuar por la
prohibición de la ley (Lv. 10:6; 21:10), “pero, la costumbre que lo requería al oir una
blasfemia tal vez haya brotado alrededor de la primera centuria”.2 4
Ya no había más necesidad de testigos: Ahora mismo habéis oído blasfemia. No sería
blasfemia el pretender ser un mesías humano, que muchos esperaban. Pero el sumo
sacerdote había puesto bajo juramentado al Señor para que El les dijera “si El era el Hijo
de Dios” (63). El había respondido afirmativamente. Esto, con el resto del verso 64 nos
muestra por qué el Sanedrín pudo condenarle por el delito de blasfemia.
Después de interrogar a Jesús, el tribunal respondió: ¡Es reo de muerte! (66). Las
acciones que siguieron son un triste comentario sobre el nivel ético del judaísmo en
aquellos tiempos. El que los líderes religiosos de la nación se rebajaran a acciones indignas
tales como escupirle la cara, abofetearle y darle de puñetazos (67) nos muestra el fracaso
del judaísmo.
El verso 68 se aclara a la luz de Lucas 22:64, donde se menciona que después de
vendarle los ojos le preguntaban quién era el que le había golpeado.
b. Negación de Pedro (26:69–75). Mientras actuaba el tribunal ante Caifás, Pedro
estaba sentado fuera en el patio (69; así dice en griego). Se le acercó una criada con la
acusación: Tú también estabas con Jesús el galileo. Pedro lo negó, asegurando: No sé
lo que dices (70). Entonces, para escapar de ser visto por la brillante luz del fuego (cf. Mr.
14:54) se deslizó hasta el vestíbulo (71). Pero aquí otra muchacha lo acusó y dijo a los
que estaban alrededor de él: También éste estaba con Jesús el nazareno. Volvió a
negarlo, diciendo esta vez: No conozco al hombre (72), y lo juró… Ahora Pedro era
culpable de perjurio.
Después de un rato, los que andaban por allí le dijeron: Verdaderamente también
tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre (traiciona; 73). Una
traducción mejor diría: “porque tu acento te pone de manifiesto.” Los galileos hablan con
acento diferente de los de Judea. Era fácil para la gente de Jerusalén reconocer cuando les
hablaba un galileo.
23
Op. cit., p. 290.
24
M’Neile, op. cit., pp. 402–3.
25
Stauffer, Op. cit., p. 128.
26
El problema de armonizar los versos 5–8 con Hechos 1:18–19 será tratado en conexión con el último pasaje.
Siguiendo su costumbre, Mateo cita una profecía del Antiguo Testamento (9–10). Se
atribuye a Jeremías. (Al leer en voz alta nombres prominentes del Antiguo Testamento,
mencionados en el Nuevo, siempre debe dárseles la forma familiar que tienen en las
Antiguas Escrituras). Pero el pasaje parece pertenecer a Zacarías 11:12–13. Bengel pensó
que Jeremías era una adición agregada por algún copista.27 Juan Wesley, que dependía
fuertemente del Gnomon de Bengel para sus propias Explanatory Notes on the New
Testament (Notas Explicativas del Nuevo Testamento), escribe: “La palabra Jeremías, que
fue agregada al texto en copias posteriores, y pasada de allí a muchas traducciones, es
evidentemente un error, porque quien dijo lo que cita aquí San Mateo no fue Jeremías, sino
Zacarías.”2 8 Lo mismo comenta Adam Clarke: “Es muy posible que la versión original
fuera dia tou prophetou: [‘por el profeta’] y que no se mencionara ningún nombre.”2 9
El problema textual es que “Jeremías” es la versión que está prácticamente en todos
los manuscritos griegos, incluyendo los más antiguos que están ahora en existencia. El
comentador wesleyano Morison piensa que es un error tipográfico que de alguna manera
se introdujo “en la edición original del Evangelio”, es decir, la primera publicada, como
algunos otros, en la Versión King James (cf. 23:24).3 0
27
Op. cit., I., 471.
28
Op. cit., pp. 130–31.
29
Op. cit., I., 270.
30
Op. cit., pp. 573–74.
31
Op. cit., p. 409.
32
Ibid., pp. 409–10.
33
Op. cit., p. 303.
Tenían un preso famoso llamado Barrabás (16). Este es un nombre arameo que
significa “hijo [bar] de un padre [abba]”. Marcos (15:7) y Lucas (23:19) declaran que éste
había cometido asesinato e insurrección. Preguntó ahora Pilato a los líderes judíos (17) si
querían que les soltase a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo. Es obvio que el
gobernador esperaba que preferirían al inocente Profeta que estaba entre ellos y no al
peligroso criminal. Sabía que el odio que profesaban a Jesús se debía a la envidia (18).
Esto debería haberlo impulsado a librar a Cristo. Se agregaba a esto un mensaje enviado
por su esposa (relatado sólo por Mateo) en el que ella le urgía: “Ten ciudado de no tener
nada que ver con ese justo.” Lenski hace este comentario: “En su sueño Jesús aparecía
completamente inocente, y el sueño quizá le sugirió que Pilato podía estar al borde de
condenar a ese hombre justo.”34 Esa era la razón por la que ella había padecido mucho
(19).
Durante el tiempo que Pilato estuvo ocupado con el mensaje de su esposa, los
principales sacerdotes y los ancianos encontraron la mayor oportunidad para arengar a
la multitud para que liberara a Barrabás y destruyera a Jesús (20). De modo que cuando
Pilato reanudó el tema, pidiendo a quién debía soltar, la respuesta fue: a Barrabás (21).
Entonces, Pilato les hizo una pregunta que ha tomado proporciones cósmicas en su filo
evangélico: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? (22). La pregunta es el coro
de una canción: “¿Qué harás tú con Cristo? No puedes ser neutral.” Ningún hombre puede
ser neutral ante Jesucristo.
Este pasaje sugiere tres puntos: Pilato fue (1) Confrontado por Cristo, 11; (2)
Precupado por Cristo, 17; (3) Condenado por Cristo, 23. El texto principal sería el 22.
Como réplica a la pregunta del gobernador, la gente gritaba: Sea crucificado. En su
vigorosa novela Behold the Man (“He aquí el Hombre”), Kagawa quizá ha captado bien
lo que sucedió en ese lugar. Describe al astuto y viejo ex-sacerdote Anás (cf. Jn. 18:13),
actuando ahora con desesperación. “Subrepticiamente enviaba a sus criados a distribuir
bolsas de monedas entre la multitud para que unos a otros se hicieran pasar las voces
mientras repartían el dinero.”3 5 Lo que les decían a la gente, por supuesto, era que pidieran
a Barrabás y la crucifixión de Jesús.
c. Jesús Azotado (27:24–26). Pilato finalmente se intimidó ante la multitud. Podía ver
que la multitud se estaba tornando incontrolable y se estaba levantando un alboroto. No
había nada que un gobierno romano temiera más. Si llegaba a Roma la noticia de que él
había permitido que se alzara un tumulto, su carrera pública quedaba terminada. Era mejor
que un prisionero sufriera por un extravío de la justicia que el futuro del gobernador
corriera riesgo. De modo que Pilato tomó agua y se lavó las manos, diciendo al público:
Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros (24). Locamente la gente le
respondió: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos (25). El horrible
holocausto del año 70 D.C. constituye una trágica nota al pie en este epitafio de una nación.
Pilato entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para
ser crucificado (26). El azote romano era un instrumento cruel; un corto látigo de lonjas
de cuero con agudas piezas de metal o huesos aseguradas en los extremos. El prisionero
era obligado a encorvar el cuerpo y el látigo era descargado con terrible violencia sobre
las carnes desnudas. La piel estirada pronto se cortaba en fragmentos. No era extraño que
hubiera hombres que murieran bajo el látigo. Parece que era una costumbre romana azotar
a las víctimas antes de ser crucificadas. Josefo toma nota por lo menos de dos de esos
casos.3 6
34
Op. cit., p. 1090.
35
Toyohiko Kagawa, Behold the Man (Nueva York: Harper and Brothers, 1941), p. 302.
36
War II., 14. 9; V., 11. 1.
37
War II., 14, 8.
38
Ibid., I. i. 48.
39
Op. cit., p. 414.
40
George Adam Smith, Jerusalem (Nueva York: A. C. Armstrong and Son, 1908), II., 574.
41
IB, VII., 599–600.
* (En las españolas dice Gólgota, pero con la aclaración de su significado. Pero está traducida “Calvario” en algunas
versiones, en Lucas 23:33; “la calavera” en VP.; “Calvario”, en la versión Moderna de Pratt, N. del t.).
Sobre la cabeza de Jesús pusieron su causa “acusación” escrita sobre una tablilla (37).
La fraseología difiere entre los cuatro evangelios. Marcos da la forma más corta: “Rey de
los Judíos”, incorporada en los otros tres. Al reunirlas, leemos: “Este es Jesús de Nazaret,
el rey de los judíos.”
Con Jesús, crucificaron a dos ladrones (gr.: “robadores”), uno a cada lado (38). Es
posible que fueran insurrectos con Barrabás. Si así fuera, tal vez éste último hubiera sido
uno de los destinados a morir en la cruz del medio. Pero Jesús tomó su lugar—una
parábola de su toma del lugar de cada pecador sobre la cruz.
Aun los que pasaban se mofaban de Jesús de manera inhumana. Le echaban en cara
la acusación de que El había pretendido tener poder para destruir y reedificar el templo.
Si eres Hijo de Dios (40), le decían, ¿por qué no demuestras tu poder divino descendiendo
de la cruz? Los principales sacerdotes… escribas… y ancianos (componentes del
Sanedrín) le escarnecían; sin quererlo, pronunciaban una profunda verdad: A otros salvó,
a sí mismo no se puede salvar (42). Era exactamente así. Si El hubiera salvado su propia
vida, nosotros todavía estaríamos muertos en nuestros pecados. La crueldad de estos
hombres se declara en su insinuación de que Dios el Padre no quería a Jesús (43). Por
supuesto, el hecho era que el Padre le había vuelto las espaldas por así decirlo, y lo dejaba
morir solo. Esa era parte del precio de nuestra redención. Aun los ladrones que estaban a
su lado crucificados con El (44), le injuriaban—sólo una palabra en griego: “le
reprochaban.”4 3
b. Las horas de la tarde (27:45–50). Los tres Sinópticos mencionan que se efectuó un
cambio desde la hora sexta (el medio día) cuando hubo tinieblas hasta la hora novena
(45) (3 de la tarde). Esto sucedió sobre toda la tierra (la palabra griega para “tierra” es
ge). Puede referirse a toda Palestina o solamente a Judea. Probablemente esta última
interpretación sea la mejor. Como hay luna llena en la época de la Pascua, que viene a la
42
Op. cit., p. 18.
43
Para la diferencia en el relato de Lucas, vea el comentario sobre Lucas 23:29–43.
mitad de un mes lunar, entre dos lunas nuevas, no pudo haberse tratado de un eclipse de
sol. O fue una tiniebla sobrenatural, o fue debido a nubes muy bajas, pesadas, negras. En
cualquiera de los casos fue algo milagroso.
Cerca de la hora novena—el momento de la ofrenda del sacrificio de la tarde, Jesús
clamó en alta voz: Elí, Elí, ¿lama sabactani?—palabras arameas que significan: Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (46). ¿En qué modo fue Jesús
desamparado? M’Neile dice: “Su clamor era una expresión de su agonía de alma y cuerpo;
pero en esa agonía está implicado el misterio de la propiciación.”4 4
Algunos de los transeúntes pensaban que Jesús llamaba al profeta Elías. Uno de ellos,
empapó una esponja en vinagre y se la ofreció para apagar su intolerable sed (48). Pero
el resto procuraba impedirlo. Era mejor que esperaran a ver si venía Elías a librarlo (49).
Una vez más Jesús clamó en voz alta y entonces, entregó el espíritu (50)—mejor,
“despidió a su espíritu”. Jesús había declarado que tenía poder para poner su vida y
volverla a tomar (Jn. 10:18).
44
Op. cit., 421.
45
“A Definite Rule for the Use of the Article in the Greek New Testament”, Journal of Biblical Literature, LII (1933), 20.
46
C. F. D. Moule, An Idiom Book of the New Testament Greek (Cambridge: University Press, 1953), p. 116.
47
Op. cit., p. 312.
48
Op. cit., p. 428.
49
Op. cit., p. 1145.
Bajo el título de “El Mensaje de la Tumba Vacía” uno podría considerar: (1) El
misterio de la tumba vacía—No está aquí; (2) El milagro de la tumba vacía—Ha
resucitado; (3) El significado de la tumba vacía—(a) Un sacrificio aceptado, Romanos
4:25; (b) Una presencia permanente, Juan 20:16; (c) Un juicio señalado, Hechos 17:31.
5
Edward P. Blair, Jesus in the Gospel of Matthew (Nueva York: Abingdon Press 1960), p. 45.
6
Ibid., pp. 45–46.
7
Ibid., p. 46.
Bibliografía
I. COMENTARIOS
Introducción
A. ORIGEN
Aunque el Evangelio de Marcos en sí es de autor anónimo (los nombres de los cuatro
evangelistas fueron agregados más tarde), virtualmente hay certidumbre de que su autor
fue Juan Marcos, nativo de Jerusalén, sobrino de Bernabé, compañero íntimo de Pedro y
quizá también de Pablo. Desde el principio hasta la segunda centuria, sólo el nombre de
Marcos estuvo vinculado con el presente evangelio. Esto es un hecho notable. En una
época cuando la iglesia procuraba asignar autoridad apostólica a su literatura, es poco
factible que un nombre de segundo orden estuviera tan ligado a un evangelio, a no haber
tenido una fundada razón para hacerlo. Papías, Justino Mártir, el Prólogo Antimarcionista
a Marcos, Ireneo, y el Canon Muratorio, todos atribuyen este evangelio a Marcos, como
intérprete de Pedro. Empleando las palabras de Vincent Taylor, diremos: “No hay duda
de que el autor de este evangelio fue Marcos, el asistente de Pedro.” 1
Han surgido algunos interrogantes acerca de si el Marcos escritor de este evangelio
debe ser identificado como el Marcos del Nuevo Testamento, 2 pero las objeciones no son
ponderables y es consenso general que se trata de la misma persona. “Podemos tomarlo
como virtualmente cierto que el Marcos que escribió el Evangelio es el mismo al que
hacen referencia 1 Pedro 5:13, Los Hechos y las Cartas de Pablo.” 3
La implicación de todo esto debería ser clara. Si el primer evangelio provino de la
pluma de un hombre que tuvo íntimo contacto con los primeros líderes de la iglesia
cristiana en sus primeros años, podemos confiar en que nos ha dado un relato seguro, cabal
e histórico de la vida y ministerio de Jesús. Más que esto, uno puede estar cierto de que
Marcos refleja las creencias y convicciones teológicas de la primera generación de
cristianos que incluían el testimonio visual de las poderosas obras de Jesús. Esto es
inmensamente importante. La única esperanza del hombre está en “Jesús de Nazaret,
hombre aprobado por Dios… por milagros, maravillas y señales que el Padre hacía por
su intermedio… a quien Dios resucitó, habiéndole soltado de los dolores de la muerte…”
(Hch. 2:22, 24). Una narración fidedigna, segura de tales buenas nuevas no tiene precio.
B. FECHA Y LUGAR
Se considera que fue escrito alrededor de los años 65–70 D.C. Tal cosa, bajo la
suposición de que Marcos escribió después de la muerte de Pedro (que probablemente
ocurrió durante la persecución de Nerón del 64–65 D.C.), pero antes de la destrucción de
Jerusalén del año 70. Sin embargo, muchos creen que el Evangelio fue escrito más
temprano, quizá por los 50. Esta fecha se basa en la suposición de que Lucas y Hechos
1
The Gospel According to St. Mark (Londres: Macmillan and Co., Ltd., 1959), p. 26.
2
Hechos 12:12, 25; 13:13; 15:37–39; Colosenses 4:10; 2 Timoteo 4:11; Filemón 24; 1 Pedro 5:13. Juan era su nombre
judío, Marcos su nombre griego.
3
C. E. E. Cranfíeld. “Mark, Gospel of,” The Interpreter’s Dictionary of the Bible (Nueva York: Abingdon Press, 1962), III., 268.
fueron escritos antes de la muerte de Pablo (c. 64 D.C.) y de aquí que Marcos, (una de las
fuentes de Lucas) tuvo que ser escrito con anterioridad.
Un caso más sólido puede ubicar a Roma más que a cualquier otra de las ciudades
antiguas como lugar de su escritura, aunque también han sido mencionadas Alejandría y
Antioquía. Es evidente que no fue escrito para lectores judíos, dadas las explicaciones que
da acerca de las costumbres de esa nación, (p. ej. 7:3–4) y la traducción de
expresiones arameas (5:41, y en otros pasajes). El testimonio de la tradición (el Prólogo
Antimarcionita, Ireneo, Clemente de Alejandría) señalan a Roma, y también lo hace la
presencia de muchas palabras tomadas del latín, (p. ej.: centurión, denario, etc.). Los tonos
de persecución y sufrimiento también apoyan este punto de vista. Pedro (1 P. 5:13)
específicamente declara que Marcos, su “hijo” estaba con él en “Babilonia”, lo que puede
ser una referencia a Roma. Si el Rufo de Marcos 15:21 puede identificarse con la persona
mencionada en Romanos 16:13, el caso de que el libro fue escrito en Roma queda muy
fortalecido.
C. FUENTES
Según Papías, obispo de Hierápolis (c. 140 D.C.), Marcos fue el intérprete de Pedro y
escribió un relato digno de confianza de todas las cosas que recordaba de la predicación
y enseñanzas del apóstol. 4 Esta tradición, confirmada por otros escritores de la segunda
centuria, han sido menospreciadas por aquellos que cuestionan el fundamento histórico de
este evangelio. Sin embargo hay considerable evidencia interna que liga al Evangelio con
Pedro: Marcos comienza en el punto donde el Apóstol llegó a ser discípulo y coloca el
ministerio de Galilea como centralizado en Capernaum, la ciudad residencial de Pedro;
vividos detalles demuestran que fue testigo ocular del relato; eventos favorables a Pedro
son omitidos mientras que algunos menos recomendables, como su negación son relatados
con suma plenitud. La opinión que prevalece es que la fuente principal de Marcos fue:
“Lo que oyó de Pedro, complementándolo con otros materiales que conocía como de
absoluta confianza.” 5
Otro factor que debe considerarse, y que a menudo está asociado con resultados
negativos se conoce con el nombre de crítica formal. Esta disciplina procura descubrir las
fuentes orales que están detrás de los evangelios. Si Marcos fue el primer evangelio que
se escribió como ampliamente se cree, hubo un período de unos 25 años o más durante el
cual el mensaje evangélico circulaba principalmente en forma verbal. 6 Los críticos
formales han estudiado lo que se creyó ser unidades de tradición en los evangelios y las
han clasificado bajo una amplia variedad de categorías o “formas” (por ejemplo, Historias
de Discursos, de Milagros, etc.). Los críticos más radicales han enseñado, aunque no
formalmente expresado, que estas unidades fueron creadas por la iglesia y que carecen de
fundamento histórico.
El subjetivismo de los defensores radicales del criticismo de forma, como lo evidencia
la ausencia de acuerdo entre ellos mismos, ha desacreditado el movimiento en forma
negativa. Por otro lado algunos eruditos han usado el criticismo de forma para demostrar
la exactitud y seguridad de poder depender de los relatos evangélicos. Es indudable que
las diversas unidades de la historia evangélica fueron predicadas y enseñadas
4
Papías, cuyas declaraciones han sido conservadas por Eusebio en su Ecclesiastical History (III, 39) citaba de alguien a
quien llamaba “El Anciano”, probablemente el anciano Juan de Efeso. Ibid., p. 267.
5
C. L. Milton. The Good News: Bible Guides No. 13, eds. William Barclay y F. F. Bruce (Londres: Lutterworth Press 1961), p.
24.
6
Numerosos esfuerzos se han realizado con el fin de establecer la existencia de fuentes escritas, anteriores a Marcos,
con poco éxito, aunque es de consenso general que hayan existido tales documentos.
D. LOS MILAGROS
Quizá sea correcto decir que la iglesia ha pasado por un período a través del cual el
elemento milagroso en la Biblia ha quedado muy desacreditado. La atmósfera de nuestra
época es más amigable a la idea de los milagros. La ciencia tiene una noción más humilde
de los límites de las leyes naturales. “Sobre la base de la ciencia o la filosofía no hay razón
alguna para negar que Dios puede utilizar fuerzas o leyes aún desconocidas para el
hombre.” 9
También ha llegado a ser más claro en los estudios bíblicos y teológicos que la
tradición cristiana primitiva está saturada por la creencia en los milagros de los evangelios.
Por supuesto que uno está en libertad, sobre la base de su propia filosofía y
presuposiciones, de rechazar los milagros, pero a la vez tiene que admitir que tal posición
es inconsistente con el cristianismo histórico. Estamos agradecidos por el resurgimiento
contemporáneo del cristianismo evangélico histórico con su firme confianza en que Jesús
de Nazaret era verdaderamente “varón aprobado por Dios… con las maravillas, prodigios
y señales” (Hch. 2:22).
Sin embargo, no importa cuán dignos sean los motivos de hombres como Bultmann,
es posible que ellos hayan mal interpretado la mente moderna, porque en ella hay un
hambre profunda. De cualquier manera, la predicación de la cruz siempre ha sido necedad
para los que se pierden, y todavía es verdad que en la sabiduría de Dios, a El le plugo
salvar a los hombres “por la locura de la predicación” (1 Co. 1:21). Y “felizmente, muchos
de los más grandes hombres de ciencia, filósofos y eruditos de la Biblia son humildes
creyentes en una aproximación sobrenatural a un cristianismo histórico”.1 0
E. PROPÓSITO
Una de las seguras conclusiones de estudios bíblicos es que los evangelios fueron
escritos con un propósito religioso y teológico. Aunque Marcos no declara su objeto tan
manifiestamente como lo hace Juan, no es esencialmente distinto al de éste. “Estas cosas
7
Samuel A. Cartledge, “The Gospel of Mark”, Interpretation, IX, No. 2 (Abril, 1955), 189.
8
Taylor, Op. cit., pp. 103–4.
9
Cartledge, Op. cit., p. 191.
10
Ibid., p. 192.
os he escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo
tengáis vida en su nombre” (Jn. 20:31).
Esto no quiere decir que los evangelistas no tenían interés en la historia. Hay buena
razón para creer que su obra es absolutamente digna de confianza en lo que a historia se
refiere. Debemos decir sin embargo, que ellos escribieron con un propósito religioso y no
con el de conformarse a los cánones de investigación histórica moderna.
Mediante el testimonio de Pedro y otros testigos oculares (incluyendo posiblemente
sus propias reminiscencias), Juan Marcos captó la visión del Hombre de Nazaret, que
también era el Mesías, el celestial Hijo del Hombre y el Hijo de Dios. En El, el reino de
Dios se había acercado. Este potente Hijo de Dios empeñó a Satanás y sus secuaces—
demonios, enfermedades y muerte—en un conflicto mortal del que emergió como el
Victorioso. Marcos quería que toda la humanidad viera al Siervo Sufriente y le siguiera
por todo el camino al Gólgota, por la tumba vacía y hasta la gloria que ha de venir. Quería
estimular y galvanizar a los creyentes ahora que ellos se preparaban a hacerle frente al
ostracismo, al ridículo y al martirio brutal bajo los hostiles emperadores romanos.
Y así fue cómo Juan Marcos, el que una vez fracasó y desilusionó al apóstol Pablo
(Hch. 13:13; 15:36–39), aplicó la pluma de caña al papiro y registró su historia para todos
los tiempos. La contó dinámicamente, usando el presente histórico y el pretérito
imperfecto, como si los acontecimientos fueran transcurriendo ante sus ojos. Acentuando
el relato con las palabras euthus (“inmediatamente”, “entonces”) y conectando sus
cláusulas con kai (“también”, “y”), escribió el evangelio de acción con intensidad,
colorido y detalles tales que sólo un testigo ocular podía recordar. Aunque aparentemente
sencillo y sin arte, en realidad el resultado fue un profundo documento religioso,
firmemente basado en la realidad y verdaderamente la Palabra de Diós.
Potente Hijo de Dios, eterno, vivo Salvador—
El sabe el camino; y nos guiará seguros hasta el fin.11
Bosquejo
I. El Principio del Evangelio, 1:1–13
A. La “Clave”, 1:1
B. Juan el Bautista, 1:2–8
C. El Bautismo de Jesús, 1:9–11
D. La Tentación, 1:12–13
II. Principios del Ministerio en Galilea, 1:14–3:6
A. Primeros Pasos en Galilea, 1:14–20
B. Un Día de Reposo en Capernaum, 1:21–34
C. Primera Gira de Predicación, 1:35–45
D. Conflictos con los Fariseos, 2:1–3:6
III. Posterior Ministerio en Galilea, 3:7–6:13
A. Retiro a la Costa del Mar, 3:7–12
B. Llamamiento de los Doce, 3:13–19
C. Amigos y Enemigos 3:20–35
D. Ministerio en Parábolas, 4:1–34
E. Ministerio de Obras Poderosas, 4:35–5:43
F. Un Profeta sin Honra, 6:1–6
G. La Misión de los Doce, 6:7–13
IV. Un Ministerio Más Allá de Galilea, 6:14–8:26
A. Los Fantasmas de los Temores de Herodes, 6:14–29
B. Milagros y Enseñanzas Alrededor del Mar, 6:30–56
C. Conflicto sobre la Tradición de los Ancianos, 7:1–23
D. Dos Sanidades ente los Gentiles, 7:24–37
E. Dones de Alimento y Vista, 8:1–26
V. El Camino a Jerusalén, 8:27–10:52
A. La Gran Confesión y la Transfiguración, 8:27–9:29
B. En Camino a Través de Galilea, 9:30–50
C. El Ministerio en Perea, 10:1–52
VI. Ministerio en Jerusalén, 11:1–13:37
A. Eventos que Precedieron a este Ministerio, 11:1–26
B. Enseñanza y Debate en Jerusalén, 11:27–12:44
C. Sermón del Monte de los Olivos, 13:1–37
VII. Relato de la Pasión, 14:1–15:47
A. Eventos que Condujeron al Arresto, 14:1–52
B. El Juicio, la Crucifixión y Sepultura, 14:53–15:47
VIII. La Resurrección, 16:1–20
A. La Tumba Vacía, 16:1–8
B. Epílogo 16:9–20
1
C. E. B. Cranfield, The Gospel According to St. Mark (“The Cambridge Greek Testament Commentary”; Nueva York y
Londres: Cambridge University Press, 1959), pp. 34–35 cita 10 posiciones posibles acerca de la relación de 1:1 con el
libro como un todo.
2
A Commentary on the Gospel According to St. Mark (“Harper’s New Testament Commentaries”; Nueva York: Harper and
Brothers Publishers, 1960), p. 31.
3
Si bien es verdad que esta frase no aparece en algunos de los mejores manuscritos, es generalmente aceptada como
genuina porque caracteriza la teología de Marcos y porque su omisión sería un error más que su inclusión. Seis
genitivos singulares, varios de los cuales fueron probablemente abreviados, le siguen sucesivamente.
4
Para una traducción más exacta, vea cualquiera de las versiones recientes.
5
Ant. XVIII., 5. 2.
6
F. C. Grant, “The Gospel According to St. Mark” (Exegesis), The Interpreter’s Bible., ed. George A. Buttrick, et al., VII
(Nueva York: Abingdon-Cokesbury Press, 1951), 650.
predecesor de Uno más poderoso que él. Era el deber de los esclavos llevar las sandalias
de sus amos y desatar su calzado; pero el Bautista se sintió indigno hasta de realizar el
servicio de un esclavo para Aquel que bautizaría con el Espíritu Santo (8).
Sin duda, al hablar del Espíritu Santo, Marcos debe haber estado pensando en
Pentecostés. En numerosos lugares del Antiguo Testamento se predice la venida del
Espíritu Santo (Vea Jl. 2:28 s.; Ez. 36:25–27; et al.). También, el derramamiento del
Espíritu estaba vinculado con la venida del Mesías. 7 Una vuelta (crisis) radical hacia Dios
confesando el pecado—simbolizada por el lavacro del bautismo—es significativa, pero
sólo preparatoria para el advenimiento de Aquel que bautiza con el Espíritu Santo
purificador.
7
Cranfield (Op. cit., p. 50) dice: “Hay evidencias de que un derramamiento general del Espíritu era esperado como
carácter distintivo de los últimos días.”
8
Ibid., p. 52.
9
Ralph Earle, The Gospel According to Mark (“The Evangelical Commentary of the Bible”, ed. George A. Turner, et al.;
Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1957), p. 31.
aprobación del Padre que debe haber sido una fuente de indecible seguridad para nuestro
Señor. Como nosotros, El andaba por fe y no por vista (He. 4:15). Mi Hijo amado puede
vertirse: “Mi Hijo, el amado.” Las palabras significan que El era el unigénito del Padre.
F. C. Grant advierte que la voz divina generalmente habla con las palabras de las
Escrituras; en este caso, Salmos 2:7 combinado con Isaías 42:1. Más que un título
mesiánico, estas palabras de aprobación divina fueron para Jesús una confirmación de su
propia consciencia de que El era el Hijo de Dios. “No puede haber duda de que para
Marcos… la filiación divina de Jesús era única y completamente sobrenatural.”1 0 Lucas
agrega una conmovedora nota a su relato al decirnos que Jesús estaba orando (Lc. 3:21)
durante esta experiencia.
Aunque la descripción que Marcos hace de esta escena es breve, no podemos dudar
de que para Jesús fue un pivote. Este bautismo fue para El, “el momento decisivo… de
identificación… aprobación… preparación.”1 1
Colocando el énfasis en el verso 9, G. Campbell Morgan nota que Jesús fue (1) Al
Bautismo; (2) A ser Ungido; (3) A la Tentación; y explica todo esto, respectivamente,
como viniendo: (1) Al Hombre en Sus Pecados, (2) A Dios por la Unción del Espíritu, (3)
A Satanás para el Conflicto.
D. LA TENTACIÓN, 1:12–13
Marcos relata solamente los detalles más simples de la tentación. Vea los pasajes
paralelos en Mateo 4:1–11 y Lucas 4:1–13 para tener una descripción más amplia.
Probablemente éstos representen relatos ampliados de la sucinta historia de Marcos. Como
Jesús estaba solo en el período de la tentación, podemos estar seguros de que toda la
información sobre los tres relatos proviene de nuestro Señor.
Y luego (12), el adverbio favorito de Marcos, indica la relación inmediata entre el
bautismo y la tentación. Las cimas de la visión a menudo son rápidamente seguidas por
los valles de la tentación. “Una persona comienza la vida del discipulado con la elevación
y regocijo. Luego llega el desierto de la duda y el asombro.”1 2
No era por casualidad o fantasías que Jesús encontró a Satanás en el desierto (13). El
Espíritu le impulsó a ir allí (12). El verbo (ekballo) tiene un sentido muy fuerte, y quiere
decir “arrojar”, y se emplea más tarde en los relatos acerca de Jesús echando demonios.
Una vigorosa persuasión interior del Espíritu le impeló a tomar la ofensiva en este
encuentro con Satán. Ante El estaba la carrera del Siervo Sufriente. La ubicación del
desierto es desconocida, pero se trataba de un lugar desolado tal como los que en otros
pasajes están asociados con demonios (p. ej. Lc. 8:29; 11:24). El lugar de prueba y
aflicción siempre es solitario.
Y era tentado por Satanás (13) significa, en primer lugar, que Jesús fue puesto a
prueba como lo implica el verbo peirazzo. Sin embargo, el contexto sugiere más. No era
“un simple ‘ser tentado’ sino tentado a desviarse del camino señalado”.1 3 La tentación era
persistente y larga, unos cuarenta días (cf. la experiencia de Moisés en Ex. 34:28 y la de
Elías en 1 R. 19:8). Satanás, el agente, significa “adversario”. Mateo y Lucas usan el
término “diablo”, que quiere decir “calumniador”. La gran misión de Jesús fue oponerse
y derrotar el reino de Satanás; por lo tanto deseaba al principiar tal misión trabar armas
con el enemigo en un encuentro decisivo. Jesús repudió el método de un Mesías
10
IB, VII, 654.
11
William Barclay, The Gospel of Mark (“The Daily Study Bible”; Filadelfia: The Westminister Press, 1954), pp. 9–11.
12
Halford E. Luccock, The Gospel According to St. Mark (Exposition), IB, VII, 654.
13
Cranfield, Op. cit., p. 58.
1
La frase del reino no está en los dos manuscritos más antiguos; pero no todos los eruditos concuerdan en que debe
omitirse aquí.
2
Earle, Op. cit., p. 33.
3
Abbot-Smith, A Manual Greek Lexicon of the New Testament (tercera edición, Edimburgo: T. & T. Clark, 1937), p. 226.
4
Julius Caesar, Act IV, sc. 3.
Es lo que sucedió con Israel. La hora crucial de su destino había llegado y la perdió.
Una generación más tarde Jerusalén quedaba destruida mientras los gentiles escuchaban
el evangelio (cf. Ef. 1:10).
El reino de Dios (15) puede ser considerado como el tema unificador de toda la
Biblia. 5 No era desconocido para los oyentes de Jesús. La palabra reino (basileia) puede
ser empleada con sentido abstracto o concreto. La soberanía o autoridad de Dios es un
hecho presente en nuestro mundo moral, pero es disputada por la rebelión del hombre.
Pero a pesar de todo, “Dios está en el trono” y reina haciendo que la ira del hombre le
alabe. No obstante, llegará el día en que el reino llegará a ser un mundo concreto sobre el
cual Dios dominará sin contradicciones. Estos dos temas se entrelazan con la idea del
reino de Dios a través de las Escrituras; realidad presente y futura expectación y
esperanza. Cuando Jesús vino a Galilea… predicando, verdaderamente el reino de Dios
se había acercado. “El reino de Dios se había acercado a los hombres en la persona de
Jesús, y en Ella realmente los confronta.” 6 En 14:42 está empleada la misma palabra
griega, refiriéndose a cuando el traidor “se acercaba”.
Como Juan, la primera palabra de Jesús fue: arrepentíos, volveos a Dios con un
cambio radical de mente. Como quiera que sea, Juan sólo vio la amenaza del juicio y dijo
muy poco más. Jesús también vio la promesa de redención y la incluyó en una nota
positiva: creed (en) el evangelio. Esto es una traducción literal del griego y se dice que
es el único ejemplo claro de la frase del Nuevo Testamento. “Arrepentimiento para con
Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hch. 20:21) siguen siendo las dos palabras claves
del evangelio.
5
John Bright, The Kingdom of God (Nueva York: Abingdon-Cokesbury, 1953).
6
Cranfield, Op. cit., p. 68.
7
C. E. Graham Swift, “The Gospel According to Mark”, The New Bible Commentary, ed. F. Davidson (Grand Rapids: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co., 1953), p. 810.
A corta distancia, Jesús se encontró con otro par de pescadores, Jacobo… y a Juan
su hermano (19). Los coloridos detalles de esta escena han convencido a muchos eruditos
de que estamos junto al testimonio de un testigo ocular, Pedro. La primera pareja de
hermanos ha sido descrita activa en la pesca. La segunda, remendando tranquilamente las
redes, “poniéndolas en orden” (Goodspeed). El término remendaban es interesante y se
emplea también “en la reconstrucción de una ruina o al componer un hueso fracturado”. 8
Jesús rápidamente llamó a los hijos de Zebedeo. Sólo se era discípulo por invitación.
El término bíblico está saturado de significado teológico. Jesús les recordó más tarde a sus
discípulos: “No me elegisteis a mí, sino que yo os elegí a vosotros” (Jn. 15:16).
Simón y Andrés, dejaron luego sus redes (18), sus medios de vida, mientras que
Jacobo y Juan dejaron a su padre Zebedeo (20), tanto como su próspero negocio
(indicado por la presencia de jornaleros). Se trataba de una elección costosa, pero no
distinta de la de cualquier seguidor del Señor. “Así, pues, cualquiera de vosotros que no
renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14:33). 9
8
Earle, Op. cit., p. 35.
9
R. A. Cole, The Gospel According to St. Mark (“The Tyndale New Testament Commentaries”; Grand Rapids: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co. 1961), p. 60.
10
Grant, IB, VII, 662.
VM. Versión Moderna
11
Henry Barclay Swete, The Gospel According to St. Mark (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1956
[Reimpreso]), p. 21.
RSV Revised Standard Version
12
Juan 1:44 declara que Betsaida era el hogar de Pedro y Andrés, pero sin duda había alguna conexión entre las dos
ciudades; tal vez por la industria pesquera; vea NBC in loco.
19
Hunter, Op. cit., p. 36.
20
Ibid., p. 36.
21
Earle, Op. cit., p. 40.
22
Aquí hay un interesante problema textual. Unos pocos manuscritos dicen “Movido a ira” (orgistheis) en lugar de
compadecido. Algunos comentadores ven una relación entre este texto y el 43, donde Jesús encargó rigurosamente al
hombre. Si Jesús se airó, por cierto que no fue con el pobre leproso a quien tocó con amor y ternura sino con las causas
de la lepra, incluyendo el reino de Satán. La otra lectura opcional no se reco mienda a sí misma generalmente, aunque
Cranfíeld la acepta (Op. cit., p. 92).
23
Johnson, Op. cit., p.53.
24
Ibid., p. 51.
discusión si la aflicción de éste tenía un motivo espiritual. Algunos piensan que sí;2 5
mientras otros sostienen que Jesús estaba tomando posición contra la enfermedad y el
pecado.2 6
Al momento, los escribas (6), instructores profesionales de la ley cuestionaron la
declaración del Señor. Ellos razonaban: Este… (implicando menosprecio) blasfemias
dice (7), lo que según Levítico 24:15 era una acción digna de muerte; solamente Dios
puede perdonar pecados. Es sorprendente que los críticos estuvieran sentados quizá en
los lugares de honor, cerca de Jesús, mientras el resto estaba de pie adentro y afuera. Sin
saberlo, los escribas estaban haciendo una profunda confesión. El Hijo del Hombre (10)
era más que un mero hombre. Era el Mesías esperado y como poderoso Hijo de Dios podía
hacer tal declaración sin blasfemar.
Y conociendo luego (euthus) (8) lo que sus opositores razonaban en su interior, Jesús
les preguntó: ¿Qué es más fácil, decir… tus pecados te son perdonados, o levántate…
y anda? La respuesta era sencilla. Ninguno, porque ambas son imposibles para los
hombres, pero posibles para Dios. Pero eran evidencias del poder divino.
Entonces Jesús procedió a “probar la validez de sus palabras de perdón por el poder
de sus palabras de sanidad”.2 7 Así, todos los presentes sabrían que el Hijo del Hombre2 8
tenía potestad en la tierra para perdonar pecados (10). El paralítico en la camilla
recibió la orden: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa; y se fue sin ayuda.
Nuevamente Marcos recuerda el asombro producido por los poderosos milagros de
Jesús: Nunca hemos visto tal cosa (12). Con relación al tema “La Fe que Obra”, podemos
notar: (1) El ambiente, 1; (2) La escena 2–4; (3) El resultado, 5–11.
25
NBC, p. 811.
26
Cranfield, Op. cit., p. 98.
27
IB, VII, 672.
28
Esta es la primera vez en Marcos en que encontramos esta autodesignación de Jesús. Ocurre una vez más en este
evangelio (2:28) antes de la gran confesión de Pedro (8:27–30), pero con frecuencia de allí en adelante. No hay duda de
que se refiere tanto al celestial “Hijo del hombre” en Daniel 7:13–28 como al hecho de que Jesús era el Hombre
representativo, el segundo Adán. En los evangelios se encuentra sólo en los labios de Jesús, encontrándose además en
el Nuevo Testamento en Los Hechos 7:56 y Apocalipsis 1:13. Vea la nota especial sobre este tema en Earle (Op. cit., p.
44), y las referencias adicionales que allí presenta Earle.
29
Existen algunos interrogantes en cuanto a la relación entre Leví y Mateo. El nombre Leví está usado tres veces: aquí y
en Lucas 5:27, 29. En vez de ello (9:9) emplea Mateo. Mientras algunos problemas textuales permanecen al reconciliar las
listas de los Doce, es probablemente lo mejor aceptar que Leví, como Pedro, tenía más de un nombre. Barclay, de plano
lo llama Mateo (Op. cit., pp. 45–49).
todos. Sin embargo, Jesús le dijo: Sígueme. El hombre, quien evidentemente había estado
anhelando una nueva vida, levantándose, le siguió.
Es digno de notar, que Leví dejó más que cualquiera de los cuatro recientemente
llamados para seguir a Jesús. Ellos podían regresar a sus redes y botes, pero Leví había
tomado una decisión irrevocable. Sin embargo, ningún hombre renuncia a más por seguir
a Cristo de lo que va a recibir en retorno. La contribución de Leví (o Mateo) mediante el
primer evangelio ha hecho que su nombre sea imperecedero.
30
Cole, Op. cit., p. 69.
31
La KJV, siguiendo a Wycliffe y a la Vulgata Latina, emplea el término publícanos para traducir telonai, palabra del Nuevo
Testamento. Los telonai eran sucesores de los publícanos, cuya tarea principal era el cobro de impuestos para la
república de Roma. Ellos no tenían responsabilidades en cuanto a los impuestos mayores, pero hostigaban al populacho
con numerososas tasas pequeñas, sobre caminos, puentes, puertos, comercio, sal, etc. Vea Harper’s Bible Dictionary, ed.
Madeleine S. Miller y J. Lane Miller, (sexta edición; Nueva York: Harper and Brothers, Publishers, 1959), p. 592.
Jesús no había requerido el ayuno de los discípulos, pero les había enseñado (Mt.
6:16) que tal práctica debía surgir de motivos espirituales y no para exhibirse. “Jesús
menciona el ayuno sin ordenarlo.”3 2
Contestando con lenguaje parabólico, Jesús les preguntó a sus críticos si ellos
esperaban que los invitados a una boda ayunarían mientras estaba3 3 con ellos el esposo
(19). Difícilmente. En tales días no pueden ayunar.
La metáfora bíblica de la esposa y el esposo es rica en significado. A la luz de Isaías
54:5, Jesús puede haberse referido a su consciencia como Hijo de Dios.3 4 Además, en
cuanto a la relación entre Juan el Bautista y Jesús, fue el primero quien dijo: “El que tiene
la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo que está a su lado… se goza grandemente”
(Jn. 3:29). Era apropiado que ayunaran los discípulos de Juan, porque estaban de duelo
por su maestro, pero no los discípulos de Jesús, puesto que tenían
consigo al esposo.
Aquí y en el verso 20 hay un claro indicio, el primero en Marcos, de la pasión y muerte
de Jesús. Como Juan, el esposo les sería quitado violentamente. Entonces sería correcto
que los discípulos ayunaran. Quizá mientras Marcos escribía estas palabras, sabía
demasiado bien el significado de en aquellos días, cuando el ayuno fue inevitable. H.
Orton Wiley solía decir a sus estudiantes. “Ningún hombre realmente ora hasta que alguna
carga que lo aplasta lo hace caer de rodillas.”
Siguen dos parábolas en los versos 21–22 “para enseñarnos que en el mensaje y en la
comunión del evangelio hay un espíritu de gozo y poder que debe encontrar su propia y
adecuada forma”.3 5 Algunas veces se ha pensado que estos dos versículos están fuera de
su lugar, pero de hecho Jesús procura responder a sus críticos sobre un nivel más profundo.
La nueva vida espiritual apela a nuevas formas de expresión. Si uno cose un remiendo
de paño nuevo (21), sin uso y no encogido sobre un vestido viejo, con el proceso del
tiempo, el paño nuevo se va a encoger y tirará de lo viejo, haciendo peor la rotura. Lo
mismo sucede con el vino nuevo. Los odres viejos no pueden contener el vino nuevo. El
vigor del nuevo destruirá la rigidez del odre viejo, lo echará a perder y hará que se derrame
el vino.
Algo nuevo dinámico ha llegado con el evangelio. Cuando los críticos zaherían a Jesús
por no ayunar, no veían que el movimiento cristiano no podía ser forzado en las estáticas
y antiguas formas del judaísmo. El vino nuevo en odres nuevos se ha de echar (22).
32
NBC, p. 812.
33
El término empleado aquí es numphios y se refiere a “los amigos del novio que tienen a su cargo los preparativos
nupciales” (Abbott-Smith, Op. cit., p. 306).
34
Cranfíeld, Op. cit., p. 110.
35
The Westminster Study Edition of the Holy Bible (Filadelfia: The Westminster Press, 1948), in loco.
36
Más exactamente, “campos de granos”, donde los discípulos arrancaban “las cabezas del trigo” (23, Goodspeed).
mientras no usaran un cesto para las uvas ni aplicaran la hoz a los sembrados (Dt. 23:24–
25).
Atacando a Jesús al atacar a sus discípulos, los fariseos le dijeron: Mira, ¿por qué
hacen… lo que no es lícito? (24). ¡El simple hecho de arrancar unos pocos granos de
trigo y refregarlos en las manos se había vuelto la tarea de segar, sólo por haberlo hecho
en el día de reposo! Aunque la ocasión era insignificante, la acusación era seria, porque
quien violaba el sábado debía ser apedreado, siempre y cuando el ofensor ya hubiera sido
amonestado.
El Hijo del Hombre (28), que es… Señor del día de reposo, defendió la acción
“ilegal” de sus seguidores con el argumento de que la necesidad humana está sobre la ley
ritual. Jesús citó un ejemplo de las mismas Escrituras para mostrar que aun el inmortal
David, cuando huía con urgencia comió el pan de la proposición que legalmente le estaba
vedado, dándoles también a los hombres que iban con él (vease 1 S. 21:1–7). Esto no
quiere decir que la necesidad siempre dicta lo que es correcto; pero sí indica que en
similares condiciones, el acto de David no fue condenable; de manera que los fariseos no
entendían ni las implicaciones de su propia ley. “Los panes de la proposición” (de la
Presencia en RSV, 26), normalmente sólo debían ser comidos por los sacerdotes como
parte de un ritual significativo, y no eran tan sagrados que no pudieran servir para
satisfacer las necesidades humanas.
De esa manera fue enunciado el gran principio que dice: El día de reposo fue hecho
por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo (27). Notemos, sin
embargo, que el día de roposo es para beneficio de la totalidad del hombre: necesidades
físicas, mentales y espirituales. “Ignorar esta ley es sólo probar su necesidad.”3 7 D. Elton
Trueblood advierte que el descuido de instituciones tales como el día de reposo, sólo puede
conducir a la disolución de la religión bíblica.3 8 Judá, con el sábado, sobrevivió en el exilio,
mientras que Israel, sin él, no.
Jesús concluyó la controversia con lo que debió haber sido para sus críticos una
aseveración chocante: Por tanto (ya que el día de reposo es para el hombre), el Hijo del
Hombre es Señor aun del día de reposo. “El sábado fue dado para beneficio del hombre.
Por esa causa su Hombre representativo puede decidir cómo puede usarse.”39
b. El día de reposo para el hombre (3:1–6). “Conforme a su costumbre” (Lc. 4:16),
entró Jesús en la sinagoga… en el día de reposo (1–2). Lo que sigue es el quinto de una
serie de conflictos con los escribas y fariseos (vea sobre 2:23–28). Había allí un
hombre (1) en la sinagoga, que tenía seca una mano; probablemente era una “parálisis
de mano seguida por contracción”.4 0 En eso hay una parábola. ¡Cuántos hay en la casa de
Dios con ideas rectas pero sin la capacidad de llevarlas a las buenas obras! En Lucas (6:6)
leemos que era la mano derecha la que estaba seca. Hay una antigua tradición de que el
hombre era albañil y necesitaba ambas manos para ganarse la vida.
“Con ojos escrutadores… sobre cada cosa que Jesús hacía”,4 1 los fariseos le
acechaban (2). ¡Aquí hay un cuadro desolador del legalista tanto antiguo como moderno,
que solamente mira para encontrar faltas, completamente insensibles a los sufrimientos
humanos! Los fariseos permitían la curación en sábado sólo si se trataba de un caso de
vida o muerte; pero este no era el problema.
42
Op. cit., p. 70.
43
Earle, Op. cit., p. 51.
44
Abbott-Smith, Op. cit., p. 431.
1
NBC, p. 813.
5
IB, VII, 689.
6
La lista de los apóstoles termina en la mitad del versículo 19. La última parte del texto lógicamente debe ir con lo que
sigue.
7
La mayoría de los manuscritos griegos tienen Beelzebul. Balzebul o “Baalzebul que era una caricatura intencional de
Baalzebub, significa ‘dios-mosca’. Los judíos decían Baalzebul, es decir ‘dios de la suciedad’ y lo aplicaban a Satanás”
(Hunter, Op. cit., p. 51). Otra explicación del término es “Señor de la casa”, o “morador” que en el caso del versículo 27
sería un juego de palabras.
declaración que contiene una promesa sublime y la amonestación más seria posible. Que
todos los pecados serán perdonados es la maravilla del evangelio. Que uno está en peligro
de cometer el pecado eterno 8 es grave.
¿Qué es el pecado imperdonable? La respuesta está en la misma explicación de
Marcos: Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo (30). Los escribas habían
atribuído las poderosas obras de Jesús a Beelzebú el nombre de un corrompido dios pagano
que los judíos de la época habían aplicado a Satanás. Atribuirle al poder del diablo la obra
del Espíritu Santo en el ministerio de Jesús era exhibir una ceguera espiritual sin
esperanza. Equivalía a llegar a ser culpable de un pecado eterno y por lo tanto reo de
juicio eterno (29). ¿Por qué? Porque cuando alguien dice: “Mal, sé tú mi bien”, 9 ha vuelto
su rostro hacia las tinieblas y la espalda a la luz. “Por esto Dios les envía un poder
engañoso, para que crean a la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no
creyeron a la verdad” (2 Ts. 2:11–12a).
La predicación antiescritural sobre este texto ha causado mucho daño a almas
sensibles. Nadie ha cometido el pecado imperdonable si está preocupado por ello.1 0 Con
esto no queremos restarle importancia sino sólo pensar claramente en cuanto a la grave
amonestación de Jesús. “Si la luz que hay en ti son tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas
tinieblas?” (Mt. 6:23b).
8
El texto correcto es hamartematos (“pecado”) más que kriseos (“condenación o juicio”).
9
Paradise Lost, Bk. IV, I, 110. (El paraíso perdido).
10
Cf. la sana opinión de Cranfield al respecto, Op. cit., p. 142.
11
¿Cuál era la vinculación de Jesús con sus hermanos? Ha habido varias explicaciones: que eran hijos de un matrimonio
anterior de José; que eran primos; o que eran los hijos menores de José y María. La referencia a Jesús como primogénito
de María (Lc. 2:7) parece apoyar esta posición. Vea Taylor, Op. cit., pp. 247–49, donde se encuentra una discusión
detallada.
12
Cranfield, Op. cit., p. 146.
13
IB, VII, 694.
que si la voluntad de Dios ordena tal cosa, cumplirla es, por su gracia, una posibilidad
humana.
14
Abbott-Smith, Op. cit., p. 338.
15
Barclay, Op. cit., p. 81.
16
NBC, p. 814.
17
Cole, Op. cit., p. 89.
18
Ibid., p. 90.
Combinando metáforas, es sin duda una responsabilidad para aquellos que también
van a “preparar… el camino del Señor” (1:3) el ayudar al cultivo de la tierra. Sin embargo,
cada uno que oye la Palabra de Dios tiene un pleno deber: El que tiene oídos para oir,
oiga (9).
19
Aunque versiones más recientes usan parábola en plural, Grant (IB, VII, 699) cree que la versión KJV es “probable”.
RSV Revised Standard Version
20
Op. cit., p. 257. Vea Cranfield, Op. cit., pp. 158–61, para un cuidadoso estudio de los puntos y sus razones para aceptar
la autenticidad de estos versículos.
21
Op. cit., p. 90.
vida endurecida, 4, 15; (2) La vida superficial, 5–6, 16–17; (3) La vida demasiado
ocupada, 7, 18–19; y (4) La vida receptiva, 8, 20.2 2
El corazón endurecido no permite que entre la semilla; de aquí que en seguida viene
Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones (15). De alguna manera
este terreno tendrá que ser quebrantado si es que alguna vez la semilla ha de alojarse en
él.
En pedregales, donde la tierra es poco profunda y cubierta con piedras, la producción
es pasajera. Pero como no tienen raíz en sí, estos seguidores de Cristo son de corta
duración (17), sólo “tropiezan y caen” (Amp. N.T) al afrontar la tribulación o la
persecución. Una teología que enseña una salvación posicional no encuentra ningún
apoyo en este pasaje, ni tampoco la de “la seguridad eterna”. Ni hay tampoco lugar para
el pesimismo que no ve esperanza para los creyentes que “fácilmente vienen y van”. Si
en un momento ese creyente inestable puede “tocar” a Dios para la limpieza del pecado
original en su corazón, su superficialidad puede ser reemplazada por profundidad y su
titubeo por estabilidad.
¡Es alarmante que existan fuerzas capaces de sofocar la palabra y la hagan
infructuosa! (19). Los afanes de este siglo, el engaño23 de las riquezas y las codicias,
o ansias de otras cosas fuera de la voluntad divina, pueden combinarse para ahogar la
palabra. (La palabra traducida ahogan literalmente significa “apretar juntos”, de allí
“estrangular, ahogar”).2 4
Hasta aquí el cuadro es pesimista, pero no lo es el clímax. También hay buena tierra
(20), y quizá más de ella en un campo que es menos productivo. Estos… son los que
oyen la palabra y la reciben (20; “le dan la bienvenida”, Goodspeed). La fe es más que
un asentimiento a la verdad o consentimiento al deber; también es una consagración y
buena acogida del corazón. Estos dan fruto en inmensas cantidades.
22
Earle, Op. cit., p. 63.
23
Este término, aparte, también puede traducirse delicia o placer.
24
Robertson, Op. cit., p. 284.
25
Elizabeth Barrett Browning, de Aurora Leigh.
unos pocos. Sin embargo, no hay nada oculto que no haya de ser manifestado (22), ni
escondido, que no haya de salir a luz “a no ser para venir a la luz” (RSV).
El esconder u ocultar temporalmete su mesaje en forma parabólica, y el velar su
persona por un tiempo (“les reprendía mucho para que no le descubriesen”, 3:12) era
realmente para revelar su verdad. “El velo estimula la atención. La curiosidad vivifica el
esfuerzo, y así llega a ser positivamente subsidiaria del gran propósito de la revelación…”2
6
Es bien claro que el oyente tiene una obligación: si alguno tiene oídos para oir, oiga
(23). Mirad lo que oís (24) y “cómo oís” (Lc. 8:18). Si el hombre que está en el púlpito
tiene que preocuparse para que no suceda que “las ovejas hambrientas miren hacia él, pero
no sean alimentadas”,2 7 asimismo el hombre que está allí en el banco tiene la
responsabilidad de escuchar con cuidadosa atención. “Con la medida que medís, seréis
medidos” (24, RSV). “Responder a la verdad es la condición para recibir mayor verdad.”2
8
Más aún, negarse a ajustarse a la verdad conducirá a la atrofia y
deterioramiento moral. En este sentido, “el rico se hace más rico y el pobre más pobre”.
Y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará (25). “En cuanto al hombre que no tiene
nada, aun la nada le será quitada” (Phillips).
Y cuando el fruto está maduro (29), es decir, “cuando está listo para la cosecha”
(RSV), en seguida se mete la hoz (cf. Jl. 3:13), porque la siega ha llegado. La visión
que uno tenga de la parábola en su totalidad dirigirá su interpretación de la cosecha.
Algunos consideran la siega como el fin del mundo. En ese caso, el obrero cristiano no
tiene responsabilidad de meter la hoz. Parece mejor, aunque no rechazamos las
interpretaciones escatológicas, aplicar esta parábola al crecimiento del reino cuando y
dondequiera tenga lugar. El hombre que echa semilla en la tierra (26) y que aguardaba
que la tierra diera fruto de sí, todavía tendrá una tarea apremiante. “La mies a la verdad
es mucha, mas los obreros son pocos” (Mt. 9:37).
Por medio de tales parábolas o figuras, Jesús les hablaba la palabra (33), las buenas
nuevas del Reino. Por cualquier medio, que el hombre de Dios “predique la Palabra” (2
Ti. 4:2) y así “siga en sus pisadas” (1 P. 2:21).
Como Maestro, Jesús hablaba… la palabra, conforme a lo que podían oir (33). Un
buen maestro adapta sus materiales y métodos a la capacidad de sus discípulos. Aun al
fin, Jesús les dijo a sus apóstoles: “Aún tengo muchas cosas que deciros; pero ahora no
las podéis sobrellevar” (Jn. 16:12). Esto le dice algo al maestro y al estudiante. Que el
primero tenga un sincero interés por sus alumnos, por su propio bien; y que el segundo
recuerde que “nada podrá hacerlo avanzar a estudios superiores hasta que no haya
dominado los elementales”.3 4
Era la práctica de Jesús no dirigirse a las multitudes sin parábolas (34), o alguna clase
de figura del lenguaje. “Si hubiera hablado a las multitudes en forma directa los habría
forzado a tomar inmediatamente una decisión final… una decisión de incredulidad y
rechazo.”3 5 (Vea el comentario sobre 4:10–20); pero cuando sus discípulos estaban solos
con El, en particular les declaraba todo (lit., “cuando se sentía suelto”, “libre”).
¡Ansiosos de aprender, se quedaban después de clase para mayor explicación!
Por descuidar la exposición de las Escrituras, los predicadores no han superado el
método de Jesús. Todavía es verdad que los corazones de los hombres arderán cuando
alguien les abra la Palabra (cf. Lc. 24:32).
34
Cole, Op. cit., p. 95.
35
Cranfield, Op. cit., p. 171.
36
Harper’s Bible Dictionary, eds. Madeleine S. y J. Lane Miller (Nueva York: Harper and Brothers, Publishers, 1952) pp.
213–214.
Por las razones geográficas ya descritas, pronto se levantó una gran tempestad de
viento (37) de proporciones huracanadas que arrojaban un oleaje capaz de hundir el bote.3
7
Evidentemente la fatiga y la fe hicieron que Jesús estuviera durmiendo sobre un cabezal
(38) en la popa de la barca. Pero no se trataba de “una lujosa y mullida almohada… [sino]
más bien un banco bajo que estaba en la popa y donde muchas veces se sentaba el
timonero y el capitán apoyaba su cabeza para dormir”.3 8 Quizá el cabezal era un cojinete
de cuero. Solamente en este pasaje se hace referencia a Jesús durmiendo, aunque Juan 4:6
narra que el Maestro “cansado… se sentó junto al pozo”.
Presas de un terror mortal, los discípulos despertaron a Jesús y le dijeron
vituperiosamente: “ ‘Maestro, nos estamos hundiendo, ¿no te preocupas ni un ápice?’ ”
(38, Moffatt). La rudeza de su reproche y la severidad de la reprensión del Señor son
ejemplos de detalles en la memoria de Pedro, de quien se cree que Marcos obtuvo mucho
del contenido de este evangelio.
Asperamente despertado, Jesús se dirigió a la tormenta con el lenguaje de un exorcista
haciendo frente a un endemoniado. Sólo le dijo dos palabras: Calla al viento huracanado,
y: enmudece a las rugientes aguas. Como si estuviera cansado, cesó el viento y se hizo
grande bonanza.
Bajo el título “Con el Maestro a Bordo”, podemos notar: (1) Crisis, 37–38; (2) Cristo,
39; (3) Calma, 39.
Los milagros de Jesús, especialmente “los de la naturaleza”, son una ofensa para los
que rechazan lo sobrenatural. Pero, ¿acaso no ha sido siempre así? (Cf. 1 Co. 1:23).
Cuando uno acepta el mayor de los milagros, la encarnación, los demás milagros del
Nuevo Testamento están completamente en regla. En cualquier caso, el rechazo del que
tratamos, sencillamente arroja dudas sobre lo fidedigno del relato.3 9
Después de reprender los elementos Jesús se volvió a sus atemorizados seguidores y
les regañó: ¿Por qué… así amedrentados? (40). Si El los reprendió por su falta de coraje,
¿elogiaría El nuestros temores? Vivimos en una edad de ansiedades. La preocupación no
es un enemigo débil. Pero en oposición al temor Jesús establece la fe. En este punto,
nuestro Señor tiene ayuda para nosotros. “En el día que temo, yo en ti confío” (Sal. 56:3).
No pudiendo responderle, los discípulos ahora tuvieron gran temor (41).
Literalmente, “estaban asustados con un gran temor”. Los discípulos hicieron el
interrogante más grande de la vida: ¿Quién es éste? La respuesta correcta a esta pregunta
es la única solución al problema de los milagros. Obedecen (41) se traduce algunas veces
en singular.4 0
El texto ¿Quién es éste? puede emplearse para una exposición de 4:39–5:43. El tema:
“El Poder de Cristo”: (1) Sobre el peligro, 4:36–41; (2) Sobre los demonios, 5:1–19; (3)
Sobre la enfermedad, 5:24–34; (4) Sobre la muerte, 5:20–23, 35–43.
37
Cf. traducción literal de Earle, Op. cit., p. 67.
38
A. B. Bruce, “The Synoptic Gospels”, The Expositor’s Greek Testament, ed. W. Robertson Nicoll (Grand Rapids Michigan:
Wm. B. Eerdmans, s.f.), I, 370.
39
Véase Hunter, Op. cit., pp. 61–62 para una ayuda eficaz sobre los milagros.
40
EGT, I, 370.
los gadarenos,41 dejando atrás un mar embravecido, inmediatamente tuvieron que hacer
frente a un alma sacudida también por la tormenta, un hombre con un espíritu inmundo
(2).4 2
La descripción del endemoniado gadareno (3–5) es la de un cuadro de la miseria y
brutalidad del pecado. Su morada [estaba] en los sepulcros (3), algo muy posible, porque
las tumbas a menudo estaban ubicadas en las concavidades de las cuevas. Nadie podía
atarle, ni aun con cadenas.43 Las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y
desmenuzados los grillos (4). El endemoniado era simplemente incontrolable. (Una serie
de negativos en el lenguaje griego nos llevan a esta conclusión). Su gran fuerza sólo le
producía miseria porque de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los
sepulcros, hiriéndose con piedras (5).
El “Pecado Es el Enemigo Público Número 1”, porque significa: (1) Suicidio—
morada en el lugar de los muertos, 3; (2) Locura, 4; (3) Autodestrucción, 5.
Aquí vemos nuevamente el misterioso reconocimiento de la naturaleza de Jesús por
aquellos que estaban poseídos por demonios. Aunque había alguna distancia desde la
costa, cuando el endemoniado vio… a Jesús… corrió, y se arrodilló ante él (6), es decir,
cayó postrado ante El. Aun los discípulos no habían llegado todavía a comprender quién
era Jesús, pero el endemoniado gritaba: “Qué tienes que hacer conmigo, Jesús, Hijo del
Dios Altísimo?” (7, Amp. N. T.). La expresión Dios altísimo refleja un nombre para Dios
dado en el Antiguo Testamento, que los “no israelitas empleaban especialmente para
referirse al Dios de Israel”.4 4 Las palabras: Te conjuro por Dios pertenecen al lenguaje
de uno que echa demonios. ¿Es este algún atentado de exorcismo a la inversa?45 No me
atormentes probablemente refleja las batallas de los demonios que Jesús iba a echar fuera
(cf. Mt. 8:29). El atormentador estaba clamando para escapar del tormento; “Jesús le decía
‘Espíritu inmundo, sal de este hombre’ ” (8, Goodspeed).
Quizá con el propósito de ayudar a esta alma desequilibrada a volver en sí, Jesús le
preguntó: ¿Cómo te llamas? (9). Se creía que cuando un adversario obtenía el nombre
de su opositor ya había dado el primer paso para dominarlo. Y respondió… Legión me
llamo; porque somos muchos. El intercambio de nosotros y yo en la conversación del
endemoniado sugiere la extensión de su múltiple personalidad debido a la presencia de
fuerzas demoníacas. Estaba vencido por “un conglomerado de malas fuerzas”,4 6 y los
4.000 ó 6.000 de una legión romana pueden haber sido un cuadro exacto de su condición.
El desesperado clamor de los demonios para que Jesús no los enviase fuera de
aquella región (10) evidentemente refleja sus temores del castigo eterno (cf. Lc. 8:31,
“al abismo” o al “abismo sin fondo”, Amp. N. T.). Reconociendo la autoridad de Jesús y
su propia derrota, le rogaron todos los demonios47 (12) que los dejara ir entre un gran
hato de cerdos paciendo (11) y entrar en ellos.
La historia de allí en adelante “está erizada de dificultades” (Cranfield) porque Jesús
les dio permiso (13). Los numerosos espíritus inmundos dejaron a su víctima y
41
En este pasaje de los Sinópticos hay una variedad de lecturas incluyendo gerasenos (que es la lectura mejor
confirmada en Marcos) y gergesenos. Como a un kilómetro y medio de la moderna Kersa o Kousi hay una cuenca que
dista unos 35 metros del lago. El sitio está en la región general de Gadara.
42
Sherman, Op. cit., p. 101, se refiere “a historias bien documentadas de posesionados”. Aquí está implicado algo más
que una psicosis. El doctor F. C. Sutherland, un distinguido médico nazareno en la China afirma que la creencia en la
posesión de demonios es algo “que nadie puede sacar de nosotros”.
43
El único y otro pasaje en el Nuevo Testamento para la palabra traducida dominar (damasai) se vincula a la lengua, la
cual “ningún hombre puede dominar” (Stg. 3:7–8).
44
Cranfield, Op. cit., 177.
45
Sherman, Op. cit., p. 102.
46
NBC, p. 816.
47
Cf. cualquier versión reciente.
entraron en los cerdos; y el hato que eran como dos mil… se precipitó en el mar y se
ahogaron.
¿Por qué permitió Jesús que se perdiera esa propiedad? Algunos eruditos procurando
suavizar la ofensa sostienen que el último grito salvaje de los demonios asustó a los
animales y causó el desastre. Otros lo describen como un legendario cuento judío.
La historia permanece como parte integral del registro de los Sinópticos y debe tener
una verdad significativa. Quizá la mejor explicación sea que el pobre demente gadareno
necesitaba alguna evidencia exterior de su liberación. La huida y destrucción de los
cerdos, “eran una demostración ocular para el ex-endemoniado de que los demonios ya
habían salido de él”.4 8 También es interesante la observación de Barclay.
¿Cómo podía jamás compararse el destino de los cerdos con el del alma inmortal de
un hombre?… Hay un sentimentalismo barato que languidece triste por la pena de un
animal y que no destinaría un cabello para el miserable estado de millones de los hombres
y mujeres de Dios. En la escala de proporciones del Señor, no hay nada tan importante
como el alma humana.4 9
52
Una palabra que también es traducida “predicar”.
53
Una liga de 10 ciudades se había desarrollado bajo la influencia de Alejandro el Grande, de modo que eran de cultura
griega. La presencia de los cerdos, tan repugnante para un judío leal, demostraba la influencia gentil. Nueve de las
ciudades estaban al este del Jordán, una al oeste. Estaban dispersas desde Damasco por el norte hasta Filadelfia al sur
(Rabbatt-Amón). Gergesea y Gadara estaban a mitad de camino entre éstas.
54
IB, VII, 718.
55
S. D. F. Salmond, St. Mark, “The Century Bible” (Edimburgo: T. C. & E. C. Jack, s.f.), p. 173.
56
Barclay, Op. cit., pp. 126–27.
57
IB, VII, 720.
sorprender que cuando oyó hablar de Jesús (27), cuya fama ya se había divulgado,
buscara la liberación por su intermedio. Esperando “robar un milagro”,5 8 se puso entre la
multitud detrás de Jesús y tocó su manto.
La práctica de la sanidad generalmente ha sido asociada con un toque. Ya hemos
notado como Jesús “movido a compasión puso su mano sobre un leproso y le sanó” (1:41).
Las multitudes a menudo “caían sobre él” para poder tocarle (3:10). Esto también
concuerda con Santiago que da instrucciones con respecto a la oración por los enfermos
(Stg. 5:14). Si tocare tan solamente su manto (28), pensó ella con una profunda
esperanza, seré salva. Se exigía que los hombres de Israel llevaran un ribete en sus
vestiduras: “en cada franja de los bordes, un cordón azul” (Nm. 15:38). Quizá sea esto lo
que ella tocó (Lc. 8:44).
Y en seguida (adverbio favorito de Marcos, euthus) la fuente de su sangre (cf. Lv.
12:7) se secó (29); y sintió en el cuerpo que estaba sana de ese azote. La palabra
traducida estaba sana es iatai y está en el tiempo perfecto e implica que “los resultados
permanecen”.5 9
Por el momento, el indecible gozo de la mujer se tornó en alarma, porque Jesús
conociendo60 en sí mismo el poder (dynamis) que “había salido de él” (30, RSV),
volviéndose a la multitud dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? ¿Por qué hizo Jesús
esta pregunta? Probablemente para ayudar a la mujer a hacer una confesión abierta, asunto
tan importante para la salvación (Ro. 10:10); y también para aclarar que el objeto desu fe
era El mismo y no su ropa.
Los discípulos evidentemente se sorprendieron y se exasperaron un poco por la
pregunta de Jesús cuando la multitud le estaba apretando6 1 por todos lados: ¿Quién me
ha tocado? (31). La interrogación no era muy respetuosa, pero sí un poco sarcástica.
Empero, nos demuestra que la fuente de Marcos era digna de confianza.
La sanidad de la mujer nos recuerda que “hay un mundo de diferencia entre apretar a
Jesús y tocarle con fe personal”.6 2
Ignorando el comentario de sus discípulos, Jesús miraba alrededor (32) para ver
quién había hecho esto. Nuevamente tenemos el detalle que sólo puede provenir de un
testigo ocular. Marcos nos presenta un cuadro vivido de Jesús escudriñando los rostros
de la multitud, como en 3:5, con excepción de que en esta ocasión era con bondad y no
con ira.
Perfectamente consciente de que ella había hecho que Jesús quedara ceremonialmente
inmundo (Lv. 15:19) y temblando por la incertidumbre de ignorar si El estaría enojado,
la mujer, “sin embargo vino y le dijo toda la verdad” (33, RSV). Las palabras bondadosas
de Jesús mitigaron su espíritu temeroso. Hija, tu fe te ha hecho salva (34). Ningún grupo
puede ganar más por servir a Cristo, o tener más que perder por rechazarle, que las mujeres
del mundo.
Jesús aclaró que era la fe de la mujer en El, no nada mágico al tocar sus ropas, lo que
la había sanado. Sus palabras también fueron una confirmación exterior de lo que había
acontecido en ella.
Vé en paz, y queda sana. Ahora que ella sabía que ya estaba sana y era libre de su
azote, la mujer podía irse en paz. Las bendiciones de la buena salud y el consecuente
58
Hunter, Op. cit., p. 66.
59
Cranfield, Op. cit., p. 184.
60
Una palabra que significa conocimiento exacto, terminante y completo.
RSV Revised Standard Version
61
En el Nuevo Testamento, sólo aquí y en el verso 24, significa “apretados, juntos” (Earle).
62
NBC, p. 817.
RSV Revised Standard Version
sentir de bienestar son dones de Dios. En sustancia, Jesús dijo: “Que tu preocupación
nunca más vuelva a afligirte.”6 3
Marcos así ha preservado para todos los tiempos otra de las poderosas obras de Jesús,
“porque él es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (He. 13:8).
c. Vida desde la muerte (5:35–43). Uno puede imaginar la intensa ansiedad de Jairo
durante la interrupción descrita en los versos 25–34. Si abrigó tales temores, éstos fueron
confirmados cuando una persona endurecida apareció mientras él [Jesús] aún hablaba
(35) a la mujer, para informarle: Tu hija ha muerto. Su pregunta: ¿para qué molestar6 4
más al Maestro? implica que Jairo le estaba importunando. Ellos no esperaban una
resurrección.
Después de oir lo que se decía (36), pero ignorando la implicación,65 Jesús
rápidamente le dijo a Jairo: No temas, cree solamente. ¡Cuán a menudo Jesús reprendía
el temor y fortalecía la fe!
En ese momento hizo volver a la curiosa muchedumbre y no permitió que le siguiese
nadie, excepto los del círculo íntimo, Pedro, Jacobo y Juan su hermano. El privilegio de
estos tres de ser testigos de éste y otros acontecimientos notables (la transfiguración,
9:2; la agonía de Getsemaní, 14:33) fue equilibrado por las posteriores responsabilidades.
Pedro fue el principal orador del día de Pentecostés; Jacobo fue uno de los primeros
mártires y Juan ejerció una inmensa influencia con su apostolado de amor.
Cuando por fin Jesús y los que le acompañaban llegaron a casa del principal de la
sinagoga (38), se había hecho un alboroto y grande confusión causada por el llanto a
gritos y los lamentos.6 6 Era costumbre emplear lamentadores profesionales, aunque no
hay duda de que estaban presentes los amigos cercanos que lloraban con dolor sincero.
Posiblemente apenado por causa de algunos que lloraban y lamentaban por
ganancia, Jesús entrando a la casa o en el atrio, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis?
(39, lit.: “por qué hacéis un tumulto”), “la niña no está muerta, está durmiendo” (39,
NEB).
La muerte de la niña tiene que haber sido real, porque el relato es el clímax de las
“obras poderosas”. Para el poder de Dios en Jesús su muerte no era un obstáculo mayor
si hubiera sido una persona dormida. “El otro mundo… está dentro de los límites de la voz
del Salvador.”6 7
Seguros de que la niña no estaba dormida sino realmente muerta, los lamentadores
se burlaban de él (40). El término kategelon implica escarnio. “Ellos… le escarnecían”
(Amp. N. T.). La mofa no sirve para contribuir a la atmósfera de fe, de modo que Jesús los
echó fuera a todos.68 “Sólo los verdaderos dolientes tenían que ser confortados;
únicamente ellos lo necesitaban.”6 9
Acompañado por los tres discípulos, Jesús hizo un verdadero servicio pastoral, tal
como lo hace a menudo un buen ministro de Jesucristo. Tomó al padre y a la madre…
y entró donde estaba la niña. La presencia de otros con Jesús en la habitación tendría el
valor de la evidencia y satisfaría la insistencia judía en la manera correcta de proceder.
Con un movimiento característico, (cf. 1:31), Jesús tomó la mano a la niña (41) y la
llamó como generalmente lo hacían los padres cuando estaba dormida: “ ‘Levántate, hijita’
” (NEB). Talitha cumi son probablemente las palabras arameas que Jesús hablo,
63
Hunter, Op. cit., p. 66.
64
Forma suavizada de un término que significa “desollar, despellejar, hacer pedazos”, Abbott-Smith, Op. cit., p. 411.
65
La mejor versión es parakousas, “oir de pasada” u “oir descuidadamente”; de aquí, “menospreciar”, o “pasar por alto”,
como en Mt. 18:17.
66
Palabra descriptiva de los lamentadores asalariados que clamaban “¡al-a-lai!” (Vincent, Op. cit., p. 191).
67
NBC, p. 817.
68
“Está implicado algún grado de fuerza” (Vincent, Op. cit., p. 396).
69
Hunter, Op. cit., p. 68.
porque ese era su idioma. La respuesta de la niña fue inmediata. Luego (42)… se levantó
y andaba. Marcos nota que la niña tenía doce años, es decir, que tenía edad para caminar.
Una vez más nos enteramos de la reacción emocional de los testigos del poder divino
de Jesús. Y se espantaron grandemente, es decir, “quedaron completamente
maravillados” (42, Goodspeed). “La gente quedó muy admirada” (VP.); “se asombraron
con grande asombro” (VM.). “La gran realidad de la vida cristiana es que aquello que es
completamente imposible para los hombres, es posible para Dios.”7 0
Por supuesto que era imposible ocultar el hecho de que se había realizado un tremendo
milagro a pesar de que Jesús les había ordenado que nadie lo supiese (43). Nuestro Señor
se negaba a inflamar las falsas esperanzas de los judíos de que El era el Mesías político
que ellos esperaban. La historia termina con una nota de la consideración y sentido
práctico de Jesús: Y dijo que se le diese de comer. Esto también serviría para demostrar
la realidad del milagro efectuado. “La muerta ahora estaba viva y comiendo.”7 1
Este capítulo pinta a “Cristo el Vencedor”: (1) Sobre los demonios, 1–20; (2) Sobre
la enfermedad, 25–34; (3) Sobre la muerte, 35–43.
Luego sigue en el verso 5 lo que se ha llamado “la declaración más audaz del
evangelio”, una que crea “una profunda impresión de exactitud histórica”.76 Y no pudo
hacer allí ningún milagro (5, lit., “nada pudo hacer…”). Lo que nosotros denominamos
“milagros” Juan le llama “señales”, y los Sinópticos “obras poderosas” (dynameis).
Excepto que sanó a unos pocos… poniendo sobre ellos las manos, nadie fue testigo de
“señales” u “obras poderosas” en la propia ciudad de quien siempre ha sido conocido
como Jesús de Nazaret.
Por dondequiera que iba el Maestro su ministerio sorprendía, pero en Nazaret sucedió
lo contrario. La incredulidad de sus consanguíneos y amigos lo maravillaba. Y estaba
asombrado de la incredulidad de ellos (6). Mientras recorría las aldeas de alrededor
de Galilea enseñando, sin duda alguna llevaba una herida en su alma (cf. Mt. 17:17).
76
Taylor, Op. cit., p. 301.
77
NBC, p. 818.
78
“La prohibición de Mateo (10:10) y Lucas (9:3) parece significar que no debían adquirir un cayado si ya tenían otro”
(Earle, Op. cit., p. 80).
79
Orden en que las palabras aparecen en los manuscritos más antiguos.
80
Taylor, Op. cit., p. 305.
81
Cranfield, Op. cit., p. 200.
82
Cf. Didache, XI. 3–XII. 5. Johnson, Op. cit., p. 116.
su tierra sagrada. La acción requerida por Jesús declararía que esa villa era pagana, con
la esperanza de que siguiera el arrepentimiento (cf. Hch. 13:51).8 3
Los discípulos, que habían sido (1) llamados a dejar sus labores seculares, (2)
escogidos para ser apóstoles, y finalmente (3) comisionados84 para ir con “poder sobre
los espíritus inmundos” (7), saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.85
No sólo recibieron autoridad pero la emplearon con éxito. ¡No importa cuán maravillosa
sea la preparación y el programa, lo de suma importancia es la realización!
No te pedimos conocimiento, pues éste Tú nos lo has prestado, Pero, Señor, la
voluntad—allí está nuestra necesidad amarga, Danos que podamos construir por
encima del más profundo intento: Los hechos, los hechos.8 6
Con el poder que Jesús les dio, los discípulos echaban fuera muchos demonios (13)
y ungían con aceite a muchos enfermos (cf. Lc. 10:34; Stg. 5:14) y los sanaban. El
reino de Dios verdaderamente se había acercado en la persona de Jesús y en la predicación
de los discípulos (cf. 1:15).
83
“La última parte del verso 11 es omitida por R-V., RSV, NEB, siguiendo el principal manuscrito uncial. No hay duda de
que fue agregada aquí por causa de Mateo 10:15” (Op. cit., p. 109).
84
Hunter, Op. cit., p. 72.
85
Vea el comentario sobre 1:15.
86
John Drink water, en “A Prayer” (Una Oración).
1
literalmente, el que gobierna un cuartel de dominio.
2
CB, p. 184.
Como era perfectamente natural, especialmente después de la misión de los Doce, oyó
el rey Herodes (14) de la fama de Jesús. Era un rumor que había cundido 3 y en el que
Herodes concurría, que Juan el Bautista ha resucitado de los muertos. “Por esa causa”,
razonaba Herodes, “tan maravillosos poderes se obraban por medio de él”. Otros decían:
“Es Elías” (cf. Mal. 4:5; Mt. 16:14), mientras que todavía algunos aseveraban: “ ‘Es un
profeta, como uno de los antiguos’ ” (15, RSV).
Es un comentario sobre el poder profético de la predicación de Jesús que sus
contemporáneos lo comparaban a hombres rudos como Elías y Juan el Bautista.
Cualquiera que haya sido la opinión pública, el alma de Herodes se atormentaba a sí misma
con la conclusión: Es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos (16).
En este punto (17) Marcos recuerda una historia anterior, cuyos tristes detalles ahora
perturbaban a Herodes. Un tiempo atrás él había estado en Roma, donde se había
enamorado de Herodías, mujer de Felipe su hermano. 4 Herodías, de hecho una sobrina
de Antipas, abandonó a Felipe su marido por irse con el gobernador de Galilea. Herodes
se divorció de su primera esposa, hija del rey árabe Aretas IV, provocando un incidente
internacional. Según Josefo, 5 Aretas se enfrentó a los ejércitos de Herodes con mucho
éxito.
Juan el Bautista había reprendido al rey por ese matrimonio incestuoso: No te es lícito
tener la mujer de tu hermano (18). Ni las normas judías ni las cristianas apoyarían ese
casamiento. Las palabras de Juan atormentaban a Herodías, de modo que desde entonces
“alimentaba inquina contra él y de buena gana lo hubiera matado” (19, NEB), pero no
podía. Paradójicamente, Herodes era la mano que la detenía, porque él temía a Juan (20)
sabiendo que era varón justo y santo.
Juan era un predicador de santidad por su vida y su palabra. Lleno con el Espíritu
Santo, “aun desde el vientre de su madre” (Lc. 1:15), Juan el Bautista llamaba a los
hombres al arrepentimiento y a una vida de justicia. Que la santidad de su carácter era
ética y no meramente ceremonial, o “de posición” se ve en el hecho de que esta santidad
está vinculada con la justicia. Juan era varón justo y santo (20). En un estado de indecisión
mental, Herodes mantenía a Juan a salvo en la prisión (que significa que lo observaba) y
sin embargo le escuchaba de buena gana. Como gobernantes del pueblo judío, “Herodes
era un diletante en religion” 6 y a menudo recibía instrucciones religiosas (cf. Hch. 26:1–
3). Sin embargo, cuando Herodes oyó a Juan, “quedó muy perplejo” 7 (20, Amp. N. T.).
Uno recuerda la perplejidad y confusión de Festo y Agripa, en aquella ocasión cuando
Pablo les predicó (Hch. 26:24, 28).
Como otra Jezabel, Herodías aguardó la oportunidad para ponerle una trampa al franco
profeta. Ella encontró el día oportuno (21) cuando Herodes en la fiesta de su
cumpleaños, daba una cena a sus príncipes (“grandes”), tribunos (chiliarch, “capitanes
de mil”) y a los principales de Galilea (“dirigentes”). El banquete era característico de
la sensualidad de un monarca oriental. Borracheras y las voluptuosas danzas de Salomé,
la propia hija de Herodías, 8 influyeron para que el rey hiciera un irreflexivo juramento.
3
Algunos manuscritos leen (14) “él dijo” y otros “ellos dicen”.
RSV Revised Standard Version
4
Aparentes dificultades en este relato han conducido a algunos críticos a rechazar lo como legendario. Para un análisis
punto por punto de cada objeción, vea a Cranfield, Op. cit., p. 208. Ante “una fría apreciación” (Taylor) las dificultades
carecen de peso.
5
Vea en su Ant. XVIII, 5, 1 ss. otro relato del asunto completo.
6
Cole, Op. cit., p. 110.
7
Mejor versión, “hacía muchas cosas”.
8
Más tarde se casó con su tío paterno Felipe, y a su muerte con un primo segundo, Aristobulus. Marrill F. Unger, Unger’s
Bible Dictionary (Chicago: Moody Press, 1957), p. 955.
Todo lo que me pidas te daré (23) le juró a la mujer. “Los votos precipitados son
condenados por el Señor en Mateo 5:34; ellos condujeron a la agonía de Jefté (Jue. 11:31
ss.) y casi lo hicieron con Saúl (1 S. 14:38 ss.).” 9
La acción de Salomé sirve para ilustrar la influencia decisiva del hogar. Se fue
directamente a su madre (24) con la pregunta: ¿Qué pediré? Las vidas de los hijos y los
jóvenes pueden ser torcidas y esterilizadas o bien ennoblecidas y refinadas por sus padres.
¡Tal poder es aterrador! La madre que ultrajó las normas aun de ese pobre día exponiendo
su hija la princesa a la danza sensual, ahora se apoderaba de la oportunidad que había
buscado su malicia que ardía como lava. Le contestó: La cabeza de Juan el Bautista. La
urgencia febril se nota en las palabras que siguen: la hija entró prontamente al rey (25)
y demandó “al momento” (que es lo que significa) su espantoso trofeo. Herodes no tuvo
ninguna oportunidad de cambiar su modo de pensar.
Y el rey se entristeció mucho (26). Este es un lenguaje muy fuerte y usado por
Marcos sólo una vez más (14:34; donde Jesús dice: “Mi alma está muy triste; hasta la
muerte”). La tristeza y el dolor del rey corren paralelos con su actitud hacia Juan y deben
haber sido genuinos. La presión de la opinión pública era más de lo que podía soportar.
Por causa del juramento que había hecho en presencia de los que estaban con él a la mesa
“no quiso romper su palabra” (26, RSV).
Igual que el voluble Acab, dominado por Jezabel, el rey envió uno de la guardia (27,
probablemente un guardián)1 0 y al momento decapitó a Juan en la cárcel. La escena
sucedió en Machaerus, “situada sobre una loma solitaria, rodeada por terribles gargantas
que miran al lado oriental del mar Muerto. Era una de las fortalezas más solitarias y
horrendas y la más imposible de asaltar en el mundo”.1 1 Los oscuros calabozos con sus
instrumentos de prisión todavía están a la vista de los visitantes. “Herodes el Grande había
construido un palacio allí”,1 2 de modo que no es imposible que el banquete haya sido
celebrado en Machaerus. Sin amigos, pero con Dios por testigo de su ejecución, Juan el
Bautista pagó un precio muy alto por ser predicador de la justicia.
Para completar el espantoso negocio, Herodes hizo que fuese traída (28) la cabeza
de Juan en un plato y la dio a la muchacha y ella a su vez, la dio a su madre.1 3 Los
discípulos de Juan (cf. 2:18; Hch. 19:3), oyéndolo, vinieron y tomaron su cuerpo y lo
pusieron en un sepulcro (29). Mateo agrega (14:12) una tierna nota, que ellos fueron y
“le avisaron a Jesús”. Las labores de Jesús y de Juan se entrelazaban y en breve tiempo,
Jesús también confrontaría su pasión y muerte.
Al discutir, “Un Rey con la Conciencia Desasosegada”, podemos notar: (1) Acallando
la conciencia, 16–18; (2) Disimulación astuta, 19–25; (3) Cruel condescendencia, 26–28.
9
Cole, Op. cit., p. 112.
RSV Revised Standard Version
10
“Una de las palabras latinas de Marcos, speculator. Un speculator era un guarda, cuya ocupación consistía en vigilar o
espiar (speculari). Gradualmente llegó a significar guardia armado en el servicio del emperador romano… Herodes
imitaba las costumbres de la corte romana” (Vincent, Op. cit., pp. 194–95).
11
Barclay, Op. cit., p. 150.
12
Taylor, Op. cit., 317.
13
Herodías fue últimamente la causante de la caída de su esposo. Ella aguijoneó a Herodes para que procurara el título
de “rey”, en una acción que lo llevó a su destierro. Debe decirse en su favor que compartió su desgracia. Vea Branscomb,
Op. cit., p. 110.
Marcos ahora está listo para describir el retorno de los Doce después de su gira de
predicación y sanidad por Galilea. Sin duda, llenos de gozo los apóstoles (30), llamados
así por causa de su misión (un apóstol es “un enviado”) “se reunieron con Jesús”
(Goodspeed) y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.
Hechos y palabras, ¡un feliz orden! Trae a la memoria el verso de Chaucer.
Primero, El hizo, después, enseñó.
Después de escuchar sus informes, el Buen Médico, conociendo el cansancio físico y
emocional de sus discípulos, les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto
(solitario), y descansad un poco (31).
El cuidado vigilante de la salud y la fuerza es un deber religioso primario. Cuando no
lo hacemos, pecamos contra Dios. Arrebatamos de su pleno uso el instrumento que El
debe tener. Si estamos demasiado ocupados para renovar nuestras energías por medio del
retiro y el reposo, estamos demasiado ocupados para servir a Dios de la mejor manera.14
14
IB, VII, 738 (Exposition).
15
“Marcos sólo nota no menos de 11 ocasiones cuando Jesús se retiró de su trabajo…” (Vincent, Op. cit., p. 175).
16
Cranfield, Op. cit., p. 216.
17
Robertson, Op. cit., 315.
18
NBC, p. 819.
apenas más grandes que las que venden nuestros panaderos.”1 9 Juan agrega el hecho de
que tal alimento era la merienda de un muchacho de la multitud (6:9).
No importa cuán magros sean nuestros recursos, Jesús puede adecuarlos a las
necesidades de la demanda, pero El requiere la entrega de todo lo que poseemos. ¿Qué
tienes en tu mano? (Ex. 4:2). Las miserables provisiones disponibles fueron suficientes.
Inmediatamente Jesús les ordenó que hiciesen recostar a todos (39) (reclinar) por grupos
sobre la hierba verde. Lo que sigue es la descripción de un testigo ocular. Y se
recostaron (lit., “se tiraron”) por grupos (lit., “por plantíos”), de ciento en ciento, y de
cincuenta en cincuenta (40)—“con la regularidad, por plantíos, de modo que semejaban
a otros tantos sembrados (Amp. N. T.). Quizás eran 50 grupos de 100 cada uno, ubicados
en círculos que con sus vestimentas de destintos colores parecerían flores sobre “la hierba
fresca” (Goodspeed).
Actuando como Señor y Anfitrión, Jesús tomó los panes y los peces y en una actitud
característica (7:34; Jn. 11:41) levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes
(41). “La forma reconocida de bendición era: ‘Bendito eres, oh Señor, nuestro Dios, Rey
del mundo, que mandas tu pan sobre la tierra.’ ”2 0 Se dice que el objeto de la bendición
no eran los panes ni los peces sino Dios, que lo enviaba sobre la tierra (Dt. 8:10).2 1 Sin
embargo, “el pan fue partido para ser santificado…”2 2 Evidentemente siguió la
multiplicación de los panes y los peces. El verbo partió está en aoristo, significando una
acción instannea y completa, mientras que repartió (en el griego) está en el imperfecto,
que indica la acción prolongada del pasado: “les seguía dando a los discípulos” (Amp.
N. T.). Los discípulos que una vez se veían tan renuentes, ahora estaban absortos en el
milagro mientras ponían delante de la gente los panes y los peces. El lenguaje aquí nos
hace pensar en la Santa Cena (cf. 14:22).
Y comieron todos (unos 5.000 hombres) y se saciaron (42). La palabra griega
(echortasthesan) estaba vinculada a los animales y significaba “apacentar, engordar…
sentirse llenos o satisfechos de comida”.2 3 Con la debida consideración al don divino del
alimento, los discípulos recogieron de los pedazos doce cestas llenas (43). “Cada mozo
recibió su propina—una canasta llena de pan para el día siguiente.”2 4 Las canastas de
mimbre eran usadas por los judíos para llevar los alimentos. Los pedazos que sobraron
eran más que la cantidad original como testimonio a la generosidad divina.
Marcos ilustra la compasión de Jesús, se anticipa a la Cena del Señor y describe a
Jesús como el Verdadero Pan del Cielo. El Hijo Encarnado de Dios había hecho otra de
sus “obras poderosas”.
Este incidente sugiere: (1) El problema de los discípulos, 34–37; (2) La provisión de
los discípulos, 38–40; (3) La presentación de los discípulos, 41–44.
19
IB, VII, 741.
20
Swete, Op. cit., p. 134.
21
Cranfield, Op. cit., p. 219.
22
Cole, Op. cit., p. 144 sf.
23
Abbott-Smith, p. 482.
24
Earle, Op. cit., p. 87.
comprendía “que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey” (Jn. 6:15) y no quería
que sus discípulos participaran en el movimiento.
Existe un problema geográfico por causa de su destino, Betsaida. Los discípulos
partían de la costa noreste. La otra ribera aparentemente no sería Betsaida, que se
encuentra ubicada al este de la desembocadura del Jordán. Además, cuando llegaron a la
tierra estaban en Genesaret (53), una distancia corta descendiendo la costa occidental
desde Capernaum. Sin embargo, como el lago tiene forma ovoide, Bestsaida pudo haber
sido descrita como en la otra ribera desde la costa oriental. El efecto del viento contrario
(48) puede haberlos impulsado a la costa occidental en Genesaret.2 5
Anteriormente, (36) los discípulos habían tratado que Jesús enviara a la gente a sus
hogares. Ahora que ya estaban satisfechas sus necesidades de enseñanza, sanidad y
alimentación, Jesús estaba gentilmente dispuesto a enviarlos. El mismo estaba impulsado
a ir al monte a orar (46). “La muerte de Juan y la actitud de la gente marcaron otra crisis
en su carrera que requería oración y meditación.”2 6 ¿Acaso tuvo que hacer frente otra vez
a la tentación de ganar las multitudes mediante la aclamación popular, antes que por el
camino de la cruz? (Lc. 4:5–8). Así que, por un tiempo los discípulos estuvieron separados
del Señor; ellos en medio del mar, y él solo en la tierra (47).
Desde las montañas que miran el mar de Galilea (a unos 230 metros bajo el nivel del
mar), Jesús pudo ver a los discípulos remar con gran fatiga (48) porque el viento les era
contrario. El lenguaje es fuerte: “estaban remando angustiados” (RSV). Moffatt traduce:
“luchaban mientras remaban contra las olas.” La expresión con gran fatiga
(basanizomenous) significa “ser examinados por el tormento”, de aquí, “atormentados” o
“acongojados”. Sin duda estaban luchando no sólo por el viento, sino también por la
realización de que la tormenta había venido en el camino del deber y que Aquel que los
había enviado estaba ausente.
Cerca de la cuarta vigilia de la noche (3 a.m.), Jesús vino a sus asediados discípulos,
andando sobre el mar y, literalmente, “con el objeto de pasarlos”. Como en el caso de
los discípulos de Emaús (Lc. 24:28) “el propósito… era probar, y por la prueba,
fortalecerles la fe (cf. Jn. 6:6)”.2 7 Espantados por lo que parecía ser un fantasma, tanto
como alarmados por miedo que pasase junto a ellos, los discípulos gritaron (49). No era
una aparición. Todos lo veían y se turbaron (50), porque no podían comprender a ese
Hombre que había calmado la tempestad, alimentado a millares, ¡y que ahora venía a ellos
andando sobre el mar! ¡Con qué lentitud se desarrolla la fe! La razón residía en la dureza
de sus corazones (cf. 8:17). La palabra “endurecidos” (peporomene) sugiere al concreto
cuando se ha fraguado, de manera que eran inimpresionables. Superficialmente ellos con
frecuencia estaban sorprendidos y maravillados pero su sorpresa les duraba poco y tenía
poca profundidad. Esta tendencia a regresar a la dureza espiritual es una de las más
profundas tendencias del corazón carnal. Después de Pentecostés no volvió a ocurrir tal
cosa. Una de las promesas centrales pertenecientes al nuevo pacto fue la declaración:
“Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra” (Ez. 36:26).
Si este milagro nos parece misterioso, recordemos que aquellos que fueron testigos se
asombraron en gran manera, y se maravillaron (51). Sin embargo, Jesús acudió a ellos
en su desesperación, diciéndoles: ¡Tened ánimo! yo soy; no temáis. Y subió a ellos en
la barca, y se calmó el viento. “Es el simple hecho de la vida… que cuando está Cristo,
25
Cf. Johnson, Op. cit., p. 126. Otros ubican dos Betsaidas, una asociada con Capernaum y la otra, al este de donde el río
Jordán entra al mar de Galilea.
26
CB. p. 194.
RSV Revised Standard Version
27
Swete, Op. cit., p. 138.
28
Barclay, Op. cit., p. 163.
29
“La palabra ‘lechos’… significa colchones o quizá colchonetas. Tales como aquella en la que conducían al paralítico
cuando Jesús le dijo: ‘Toma tu lecho’ ” (H.D.A. Major, et. al., The Mission and Message of Jesus [Nueva York: E. P. Dutton
and Co., Inc., 1938], p. 96).
30
Cf. Números 15:37–39.
31
Las tres últimas palabras del verso 2 no se encuentran en los más antiguos manuscritos. Los versos 3–4 a menudo son
tomados como un paréntesis, terminando con el verso 5, pues de otra manera quedaría incompleto el pensamiento. Cf.
Cranfield, Op. cit., p. 231.
32
La palabra contaminación proviene de un término (koinos) que significa “ ‘común’ en oposición a ‘privado’ ” y llegó a
significar en los tiempos del Nuevo Testamento “contaminado ritualmente” (Ibid., p. 232).
los ancianos (3) y si muchas veces no se lavaban las manos “en una manera particular”
(Goodspeed),3 3 no comían. Había otras muchas cosas (tradiciones) que observaban
fielmente, como volviendo de la plaza (4)3 4 se lavaban, hasta las abluciones
ceremoniales de todas las cosas tales como los vasos de beber, los jarros, los utensilios
de metal y los lechos (más claramente, “camas”).3 5 Tan abrumadora llegó a ser la
tradición de los ancianos (5),3 6 que no es extraño que la gente común, y entre ellos los
discípulos, no anduvieran conforme a ella.
Jesús replicó con una cita de Isaías (29:13, Septuaginta) y llamó a sus críticos:
Hipócritas (6) (lit., “actores”), cuya apariencia exterior era muy distinta de su realidad
interior. Honraban a Dios con sus labios pero su corazón estaba lejos de El. Su adoración
era en vano (7) porque enseñaban mandamiento de hombres en lugar del mandamiento
de Dios (8).3 7 Su tradición oral no era un vallado para proteger la ley, sino una subversión
humana masiva de la ley divina. Una acusación tan seria, por supuesto tenía que suscitar
furia.
Prosiguiendo con su cargo contra los fariseos, Jesús con gran ironía les replicó: Bien
(“Cuán espléndidamente”, 9 Johnson) invalidáis el mandamiento de Dios para guardar
vuestra tradición. Siguió mencionando lo que debió ser un flagrante ejemplo de practicar
mandamientos … de los hombres para distorsionar la Palabra de Dios. Su ejercicio fue
denominado “Casuística Corbán”3 8 que era un desvío para evitar el quinto mandamiento.
Moisés había dicho: Honra a tu padre y a tu madre (10) (Ex. 20:12), y El que maldiga
al padre o a la madre, muera irremisiblemente (Ex. 21:17; Lev. 20:9). Esto era el
mandamiento de Dios. Sin embargo, si un hijo se enojaba y hacía un voto de hacer una
ofrenda (quizá para el templo) de lo que realmente necesitaba para sostener a sus padres,
el voto lo ataba no importa cuánto daño causara. El significado del verso 11 es: Este
dinero, con el cual podría haberte ayudado, ha sido dedicado a Dios. Corbán así se
transformaba en una “casuística lógica inhumana, despiadada y rigurosa”.3 9 No sólo
proveía los medios por los que los hijos egoístas pudieran escapar de cuidar a sus
progenitores (porque esa ofrenda no era necesaria), pero se transformaba en una barrera
si algún hijo arrepentido lamentaba el voto y deseaba romperlo. Los fariseos no le dejaban
hacer más por su padre o por su madre (12). ¡Un voto era un voto!
A través de una tradición como ésta, que los fariseos se preocupaban de que pasara a
la otra generación, estaban invalidando la palabra de Dios (13) (“Haciéndola inválida”,
Barclay). Y muchas cosas hacían semejantes a éstas. ¡Qué tremendo poder ha puesto en
los hombres mortales el infinito Dios, que puedan sofocar la palabra divina (4:19) y
hacerla infructuosa!
Y volviéndose de sus adversarios a la multitud que siempre parecía estar cerca, Jesús
les recomendó severamente: Oídme todos… y entended (14). “¡Atención!” Jesús a
menudo pedía que escucharan atenta y meditativamente. Consideraba el principio
siguiente como de capital importancia: La fuente de la contaminación no está fuera del
hombre como enseñaban los fariseos, sino de dentro del corazón, lo que sale de él, es lo
que contamina al hombre. “Las cosas puramente exteriores no pueden contaminar al
33
Detrás de la expresión muchas veces (pykna) hay un problema textual. Otra palabra, pygme, tiene más apoyo, pero es
difícil de traducir (la RSV la deja sin traducir). Probablemente signifique “ ‘con el puño’, es decir, en el hueco de la otra
mano… quizá con un puñado de agua” (IB, VII, 748).
34
O posiblemente desparramando lo comprado en el mercado.
35
Mesas está generalmente omitido por la evidencia del manuscrito.
36
“La tradición oral de la interpretación legal usada en las escuelas, eventualmente culminó en los escritos Mishnah y los
dos Talmudes y los últimos comentarios sólidos al respecto” (IB, VII, 749).
37
El verso 8 debería terminar con la palabra hombres. El resto del versículo no se halla en los mejores manuscritos.
38
Major, Op. cit., p. 99.
39
IB, VII, 751.
hombre… [ni] tampoco purificarlo.”4 0 ¿Qué hubiera dicho el Señor en nuestros tiempos
a algunos que “quieren hacer demostraciones exteriores en la carne” (Gá. 6:12)
identificando la santidad cristiana sencillamente con lo exterior? “Limpia primero lo de
dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio” (Mt. 23:26).41
Cuando la multitud se hubo dispersado y Jesús estuvo solo con sus discípulos
(estudiantes), le preguntaron sobre la parábola (17) (cf. 4:10). La palabra “parábola” es
un término de significado amplio e incluye lo que podría llamarse “dichos oscuros”
(15).4 2 Perturbado y perplejo por su lentitud en aprender, Jesús les preguntó: “¿También
vosotros estáis así sin entendimiento?” (18, Moffatt). La verdad es que ellos, tanto como
la iglesia más tarde, no entendían que la comida ceremonialmente inmunda no podía
contaminar a un hombre (18), porque no entra en su corazón (19) sino en las vías
digestivas y así “sale” (RSV). Fue después de Pentecostés que Pedro oyó las palabras:
“Lo que Dios limpió, no lo llames tú común” (Hch. 10:14; cf. Gá. 2:12). La frase
haciendo limpios todos los alimentos no es una parte de la declaración de Jesús. Es una
parte de la aclaración de Marcos que comenta que “de esa manera… Jesús declaraba
limpias a todas las comidas” (19, NEB).
¿Qué es entonces, lo que sale del hombre que lo contamina? La corrupción de su
ser interior, que sale del corazón (21) es lo que contamina y mancha al ser humano. El
catálogo de lo no santo que sigue (21–22) es evidencia de que “engañoso es el corazón
más que todas las cosas, y perverso, ¿quién lo conocerá?” (Jer. 17:9). Solamente una
salvación radical puede limpiar al corrupto corazón humano. Pero esto es exactamente lo
que Jesús vino a hacer al mundo.
Los malos pensamientos generalmente son tomados como el origen de todos los actos
pecaminosos y los vicios descritos. “Marcos empieza donde comienza el pecado, en la
zona del pensamiento.”4 3
Los primeros seis términos en griego se encuentran en plural, los seis restantes en
singular.4 4 Es posible que aquellos se refieran a actos de pecado y los últimos a defectos
morales o vicios. Adulterios son los pecados de los casados, las fornicaciones
“generalmente de los solteros”,4 5 mientras que los homicidios son frutos de ambos. Los
hurtos (22): robos de cualquier clase; las avaricias: “el insaciable deseo de más y más”;46
las maldades: iniquidades, “malicia” (NEB); el engaño: literalmente, anzuelo, trampa,
de ahí “fraude”; lascivia: “irrestricción de los deseos sexuales” (Robertson), licencia,
indecencia; la envidia: “codicia celosa” (Swete); la maledicencia: infamación sea contra
Dios u hombre;47 soberbia, literalmente, “demostrarse sobre los demás”, de ahí,
arrogancia; insensatez: falta de sentido moral, un final apropiado de la sórdida lista.
Si este es el carácter del hombre no regenerado, su condición es desesperante. Todas
estas maldades (23) proceden del corazón carnal, y de hecho contaminan al hombre.
Por lo tanto, el perdón no es suficiente. El hombre requiere “el lavamiento de la
40
Swete, Op. cit., p. 150.
41
Muchas versiones recientes omiten el verso 16 porque no se encuentra en los mejores manuscritos. Sin embargo,
Taylor lo incluye en su texto griego. La expresión es empleada por Jesús en otros lugares (cf. Mt. 11:15).
42
Taylor, Op. cit., p. 34.
RSV Revised Standard Version
43
NBC, p. 820.
44
El orden de estos términos en la KJV difiere algo del texto griego aceptado.
45
Robertson, Op. cit., p. 325.
46
Ibid., “Algunas veces… asociado con términos que describen pecados sexuales (cf. Ef. 4:19…)” (Taylor, Op. cit., p. 345).
47
En el Nuevo Testamento, la blasfemia puede ser hablar mal generalmente o también injuriando a Dios. La palabra aquí
está usada con diferente sentido al 3:29, donde se la identifica con el pecado imperdonable. Vea 3:28–29 para tener un
ejemplo claro de ambos casos.
regeneración… y la renovación del Espíritu Santo” (Tit. 3:5). El único remedio adecuado
es la santidad de corazón y vida.
Bajo el título “Ritualismo versus Realidad” podemos considerar: (1) Críticos
censurantes, 1–2; (2) Limpieza ceremonial, 3–8; (3) El caso de Corbán, 9–13; (4)
Contaminación carnal, 14–23.
48
Algunos manuscritos antiguos omiten las palabras “y Sidón”.
50
Vea las notas sobre 5:20.
51
NBC, p. 821.
52
Una palabra inusitada, hyperperissos, “término que sólo se encuentra aquí en toda la literatura griega” (Earle, Op. cit.,
p. 98).
53
Alan Richardson, Interpretation, IX (1955), 144; cf. Earle, Op. cit., pp. 98–99.
54
Barclay, Op. cit., p. 188.
55
Ibid., p. 186.
56
Cf. Cranfield, Op. cit., p. 205.
57
Eucharistesas, de donde proviene la palabra Eucaristía.
Galilea. Algunas versiones dan Magdan o Magdala, de donde es posible que viniera María
Magdalena.
58
Forma fortalecida de stenazo (cf. 7:34), se encuentra sólo aquí en el Nuevo Testamento.
59
Cf. EGT, p. 394.
60
Earle, Op. cit., p. 101.
61
Véase la discusión sobre el 6:45 y también el artículo sobre “Betsaida” en Harper’s Bible Dictionary, p. 70.
62
Unger’s Bible Dictionary, p. 142.
63
IB, VII, 763.
64
Cranfield, Op. cit., p. 265.
65
Op. cit., p. 133.
66
Esta versión refleja el mejor texto griego, tal como se encuentra en WH y en Nestle.
67
NBC, p. 822.
Como en el caso del paralítico (2:11), Jesús envió al hombre a su casa (26),
aparentemente en el campo, donde su familia sería la primera en conocer las gozosas
nuevas. No le fue permitido entrar en la aldea ni dar las gloriosas nuevas a nadie en la
aldea, por miedo a que la publicidad frustrara el viaje a Cesarea de Filipo. Jesús rechazó
la tentación de ser conocido como hacedor de milagros.
mandara que no dijesen esto de él a ninguno (30). Lo que Pedro había intentado estaba
mucho más allá de lo que podía alcanzar, como lo indican los versos siguientes.
2
Para una provechosa discusión de los puntos críticos en el uso de esta frase, vea Cranfield, Op. cit., pp. 272–77. Era la
autodesignación más favorita de Jesús, referida a la expectativa mesiánica, pero no identificándolo con el entendimiento
popular del asunto.
3
literalmente, rechazado después de examinado.
4
Mateo y Lucas aclaran esta frase al decir “al tercer día”. Lejos de ser una predicción “después del hecho”, el lenguaje
intacto de Marcos puede ser una evidencia contraria.
5
Barclay, Op. cit., p. 205.
RSV Revised Standard Version
6
Hunter, Op. cit., p. 94.
su propia vida, la perderá” (35, Goodspeed). Alma y vida aquí alternan porque son
traducciones de una misma palabra (psyche), pero se implica una doble referencia. Un
apóstata puede salvar su vida (35) negando al Hijo del Hombre en esta generación
adúltera (38), pero perdería su alma (36). Si en este proceso, ganare todo el mundo,
¿qué aprovecharía? La parábola del rico insensato es una ilustración para este caso (Lc.
12:16–21). Cuando uno haya pagado su última multa y perdido su alma, ¿qué
recompensa dará (37) por su alma? Por grandes que hayan sido sus bienes con nada la
podrá comprar.
Como contraste, los mártires que perdieran su vida por causa de El y del evangelio,
la salvarán (35). El ridículo es un arma que ha matado a miles; pero ¿qué será de aquellos
de quienes el Hijo del Hombre se avergonzará… cuando venga en la gloria de su
Padre con los santos ángeles? (38). Aquí adúltera significa desleal espiritualmente.
Esta descripción de la parousia animó a Jesús a seguir adelante diciendo algo
enigmático (9:1). ¿Qué habrá querido decir con las palabras de que algunos de los que
estaban allí no morirían hasta ver el reino de Dios venido con poder? (1). El no dijo que
su segunda venida ocurriría durante la vida de los presentes. A los seis días (9:2), tres de
los discípulos fueron testigos de la transfiguración. Al año, todos ellos excepto uno, lo
serían del poder de su resurrección y de Pentecostés, y durante las vidas de muchos de
ellos el evangelio sería esparcido con sorprendente vigor a través del mundo de entonces.
De esa manera, ellos vieron el reino de Dios venido con poder.
4. La transfiguración (9:2–8)
Una semana después de la confesión de Pedro y de la enseñanza resultante sobre los
sufrimientos del Mesías (8:27–9:1), Jesús llevó al círculo íntimo de sus discípulos aparte
solos a un monte alto (2) (probablemente una estribación del monte Hermón), lejos de
la multitud, y se transfiguró delante de ellos.
¿Cuál fue la naturaleza y el propósito de la transfiguración? El término proviene de
metamorphoo, que significa “transformar”. En el Nuevo Testamento se usa sólo aquí y
en Mateo 17:2, (la referencia paralela); Romanos 12:2 y 2 Corintios 3:18. El cambio de
forma hizo que sus vestidos (3) se volvieran resplandecientes como la nieve, al grado
“que ningún jabón en la tierra los podría hacer tan blancos así” (Goodspeed); esto debe de
haber sido “una refulgencia desde el interior… una manifestación del Hijo de Dios en su
verdadera naturaleza”. 7 Fue una restauración de la gloria que El había tenido con el Padre
desde antes de la fundación del mundo (Jn. 17:5; cf. Mr. 14:62; Hch. 7:55).
El propósito de la transfiguración fue, primero fortalecer a Jesús para la prueba de la
cruz. El Hijo del Hombre encontró una seguridad fresca desde los cielos en los momentos
cruciales de su ministerio (p. ej. 1:11: Lc. 22:43). En esta ocasión, apareció Elías con
Moisés, que hablaban con Jesús (4) acerca de su (lit.) “éxodo” (Lc. 9:31). Ambos
hombres que representaban la ley y los profetas respectivamente, habían experimentado
algo parecido a una transfiguración: Moisés, en el Sinaí (Ex. 34:35), y Elías en el carro
de fuego (2 R. 2:11).
La transfiguración también servía para convencer a los discípulos que la inspirada
confesión de Pedro (8:29) era verdad. La idea de un Mesías Sufriente no estaba en
desavenencia con el Antiguo Testamento. Los discípulos, que no siempre habían
escuchado bien, fueron instruidos a prestar mayor atención a las enseñanzas de Jesús. Este
es mi Hijo amado; a él oíd (7).
7
IB, VII, 775.
Lucas registra que Pedro y los otros “estaban rendidos de sueño” (9:32), lo que puede
explicar la aparente confusión. Espantados en gran manera, Pedro no sabía lo que
hablaba (6). Sabiendo que era bueno para ellos estar en el monte de la visión, y esperando
aferrarse a esa hora sagrada, propuso construir tres enramadas. Debe haber estado
pensando en cabañas tales como las que usaban en la fiesta de los Tabernáculos, o algo
más permanente, posiblemente como el tabernáculo de reunión, donde Dios se había
encontrado con su pueblo en el desierto (Ex. 35:11).
La nube (7) que les hizo sombra o los envolvía 8 era símbolo de la Divina Presencia,
la Shekinah del Antiguo Testamento (cf. Ex. 13:21; 14:19; Sal. 78:14). Las nubes también
estaban vinculadas en el Nuevo Testamento con la presencia de Dios (p. ej. 13:26; 1 Ts.
4:17). Dios se acercó y anunció que su Hijo también era un Profeta 9 (Dt. 18:15): a él oíd.
Mateo describe la transfiguración como una “visión” (17:9). Era realmente una visión
milagrosa efectuada como una revelación a los discípulos. Anticipando la resurrección y
la parousía, la transfiguración fortaleció a Jesús y a los discípulos para las aplastantes
experiencias que les aguardaban en el cercano futuro, y les anunció a todos que Jesús era
inequívocamente el Hijo de Dios.
Alexander Maclaren deduce del verso 8: (1) El Salvador solitario, (2) Los testigos que
desaparecen, (3) Los discípulos que esperan.
8
Probablemente Jesús, Elías y Moisés, porque la voz habló fuerte a los discípulos desde la nube.
9
En el pensamiento semítico “la categoría de la revelación divina más elevada posible” (IB, VII, 777).
10
La KJV usa una trasliteración de la palabra griega Elías, que a su vez emana de la versión griega del Nuevo
Testamento, la Septuaginta (LXX).
RSV Revised Standard Version
11
Este término es un reflejo de las ideas de Isaías 53:3, “desechado y despreciado”.
Elías ya había sufrido en manos de otra Jezabel. Si los hombres hicieron esto con el
precursor, ¿qué harían con el Mesías? “Como el advenimiento de Elías era para proclamar
la venida del Señor, también su rechazo era una advertencia del repudio de Cristo, y todo
era en cumplimiento de las Escrituras.”1 2
12
Cole, Op. cit., p. 145.
13
NBC, p. 824.
14
“Usado por Marcos solamente en el Nuevo Testamento aquí y en 14:33 y 15:5 en usos que exigen un fuerte sentido”
(EGT, p. 26).
15
Abbott-Smith, Op. cit., p. 404.
16
IB, VII, 780.
17
Hunter, Op. cit., p. 99.
18
The Westminster Study Edition of the Holy Bible refleja el original así: “En cuanto a tu frase, si puedes, todas las cosas
son posibles…” (in loco).
sus garras al epiléptico (cf. 5:36).”1 9 Quizá, reaccionando ante el desafío de Jesús, el
padre (24), inmediatamente… clamó una confesión de su paradójica condición: Creo;
ayuda mi incredulidad. ¡Que arroje la primera piedra el que no haya pasado por la
experiencia de este hombre!
Bajo el tema “Creencia Incrédula” Alexander Maclaren desarrolla el verso 24 de la
siguiente manera: (1) Nacimiento de la fe; 17–18; (2) Infancia de la fe, 21–22; (3) El grito
de la fe, 23–24; (4) Educación de la fe, 25–29.
Cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba (25), al momento quiso impedir el
paso a la ociosa curiosidad. Le dijo: Espíritu mudo y sordo (un nuevo detalle)… sal de
él, y no entres más en él. Estas sin duda eran palabras alentadoras para un padre
angustiado diciéndole que la curación iba a ser permanente. El Maestro habló al demonio
como un agente separado del muchacho. “Esto hace difícil creer que Jesús estaba
simplemente tolerando una superstición popular.”20
“Convulsionándole violentamente” (26, RSV) el espíritu inmundo salió, dejando al
muchacho como muerto. La mayor parte de los presentes dijeron: Está muerto.
Característicamente, los poderes de las tinieblas dan su último golpe cuando dejan su
víctima. Así fue en el caso de la hija de Jairo (5:41). Pero Jesús, tomándole de la mano,
le enderezó y se levantó (27). Este toque de la tierna compasión de Jesús tiene un
corolario en un detalle que Lucas registra: “Y sanó al muchacho y se lo devolvió a su
padre” (9:42).
En algún lugar, entre la multitud, había un grupo de nueve discípulos mortificados y
derrotados. Por fin, cuando todos se hubieron ido, le preguntaron aparte: ¿Por qué
nosotros no pudimos echarle fuera? La razón de su fracaso estaba en su falta de fe (Mt.
17:20), la que a su vez era el resultado de su carencia de oración y la ausencia de
autodisciplina. Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno (29).2 1
Los discípulos evidentemente pensaban que el poder y la autoridad que habían
recibido antes (6:7) eran de ellos y que podían ejercerlos a su voluntad. “Ellos tenían que
aprender que el poder de Dios no se da a los hombres en esa manera. Siempre debe pedirse
fresco y ser renovado.”2 2 Cualquier don que hayamos recibido no puede ser mantenido
en fortaleza y poder sin la continua dependencia de Dios, el Dador. La clase de problemas
que confrontaron los discípulos no pueden ser manejados sin una vida de oración
persistente y efectiva. Las peticiones espasmódicas en emergencias no son suficientes.
Sin embargo, la amonestación implica una promesa. “La oración eficaz del justo puede
mucho” (Stg. 5:16).
Los dos primeros incidentes de este capítulo sugieren: (1) Adoración en la montaña,
2–13; (2) La obra en el valle, 14–29. Pedro quería disfrutar la situación placentera del
monte, pero abajo había una obra que realizar. Debemos adorar en el lugar de la oración
y luego ir a trabajar en el lugar de la necesidad.
19
IB, VII, 782.
20
Robertson, Op. cit., p. 343.
RSV Revised Standard Version
21
Las palabras “y ayunó” no se encuentran en los más antiguos manuscritos. Algunos eruditos, sin embargo, no
consideran esta evidencia como conclusiva (NBC, p. 824, Cole, Op. cit., p. 148.
22
Cranfield, Op. cit., p. 305.
Habiendo salido de allí (30), evidentemente de las regiones de Cesarea de Filipo, Jesús
y sus discípulos caminaron por Galilea23 con el propósito de evitar el ser
reconocidos. El viajar de incógnito era difícil para cualquiera tan bien conocido como
Jesús, y no siempre había sido posible (7:24). La reserva era necesaria para poder estar
solo con sus discípulos e instruirles con mayor amplitud sobre los eventos inminentes en
Jerusalén.
La labor de Jesús de cambiar el razonamiento de sus discípulos es una lección del
proceso enseñar-aprender. Repetidamente les advertía acerca de sus sufrimientos y
muerte, pero ellos no entendían (32). ¡Con qué persistente paciencia, entonces, el pastor
y el maestro deben enseñar a sus oyentes para que tengan una comprensión plena de la
vida cristiana!
Las palabras del verso 31 son una síntesis de lo que Jesús les iba enseñando por el
camino: El Hijo del Hombre será entregado2 4 en manos de hombres. Estas palabras
se refieren al plan divino (como en Ro. 8:32) o al nefando proceso por el cual Jesús sería
entregado por Judas al Sanedrín y de aquí a Pilatos y a los soldados. Quizá ambos estén
implicados (cf. Hch. 2:23).
Aunque ellos no entendían esta palabra (32) los discípulos tenían miedo de
preguntarle. Quizá no querían hacer frente a la realidad que echaría por tierra todas sus
expectativas políticas.
23
“Algunos toman el para en el verbo compuesto para significar, iba por los caminos desviados para evitar la
publicidad” (EGT, p. 404).
24
Presente profético o futurístico, “es entregado”.
25
Branscomb, Op. cit., p. 169.
26
Hunter, Op. cit., p. 100.
muestran tal solicitud por los pequeños que hubiera sorprendido a los antiguos, esa
preocupación ha partido de un Hombre.”2 7
El propósito de la acción de Jesús era ilustrar el principio que se encuentra en el verso
35. La grandeza se ve en la humildad de servicio. Cuando uno recibe (lit., “da la
bienvenida”) a un niño sin miramientos por Cristo (es decir, en su nombre), si lo hace sin
pensar en la recompensa, sin saberlo “da la bienvenida” a Cristo. Al recibirle a El, lo hace
al Padre que lo envió, porque un mensajero del rey es el mismo rey.
La lección objetiva era un dramático repudio de la búsqueda de los discípulos por los
primeros puestos.
que significaba la muerte. Ejecutar a una persona ahogándola era una de las formas de la
pena capital entre los romanos. Agostar o cortar la fe de otro para hacerle caer de la gracia
es un crimen nefando.
Se nos advierte que las ofensas, es decir, “las ocasiones de caer” (Lc. 17:1, ERV) han
de venir con seguridad. Algunas pueden provenir de los de afuera, como dice el verso 42,
pero otras provocaciones pueden ser causadas por nosotros mismos (43–48). En lo que
concierne a estas últimas, Jesús hizo la más severa de las amonestaciones.
Aunque uno puede referirse “a la mano que roba; el pie que viola; el ojo lujurioso o
que codicia”,2 9 no debemos concluir que estos miembros físicos son considerados como
los causantes del pecado. Es el corazón lo que controla la mano, el pie o el ojo. Aunque
nos desmembráramos nosotros mismos para liberarnos de cometer ciertos pecados
exteriores, aun así no se quitaría el deseo provocado por la corrupción interior. Jesús estaba
hablando en forma hipotética y metafórica. Sobre la hipótesis de que la pérdida de
miembros físicos nos salvaría del pecado, entonces sería mejor perderlos no importa cuán
indispensables nos parezcan en la vida humana, antes de ser arrojados al infierno. Aquí se
nos recuerda metafóricamente que cosas tan legítimas y naturales como la mano, el pie y
el ojo pueden llegar a ser ocasiones de tentación; si así fuera, es mucho mejor
sacrificarlas, no importa cuán penosa pueda ser la separación. El miembro causante de
ofensa puede ser una amistad, una membresía, una ambición o cualquier cosa que nos sea
muy querida y que resulte ser un obstáculo para la victoria espiritual.
En los versos 45 y 47 el juicio divino está descrito con las palabras echado al infierno.
Pero al comenzar el verso 43, es evidente que se trata del ofensor quien voluntariamente
escoge (lit.) “ir” al infierno por su propia acción.
La palabra traducida infierno, ese melancólico lugar donde el fuego nunca se apaga
(gr., asbestos), puede ser vertida Gehenna, el valle de Hinnón. Este valle, abajo de
Jerusalén, había llegado a ser infame durante el tiempo de los últimos reyes de Judá por
causa del sacrificio de niños al dios pagano Moloch (Jer. 7:31; 19:5–6; 32:35). Más tarde
fue oficialmente profanado (2 R. 23:10), y por fin llegó a ser el depósito de restos de reses
muertas y desperdicios de Jerusalén. “Allí serpenteaban los gusanos corruptores, mientras
que el fuego ardía continuamente con el objeto de destruir los desperdicios.”3 0
Debería recordarse que es Jesús mismo quien hace la descripción del estado futuro de
los inconversos. No importa cuán severo pueda parecer el lenguaje, es bíblico (Is. 66:24)
y parte integrante de las enseñanzas de nuestro Señor.
El mensaje es claro: Ningún sacrificio es demasiado grande para entrar al reino de
Dios (47) (sinónimo de vida eterna, vv. 43 y 45), y evitar la Gehenna,3 1 donde el gusano
de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga (48).3 2 El gusano puede referirse a la
memoria carcomedora y el fuego a los deseos insatisfechos.
Los versículos restantes (49–50) contienen tres dichos bien resumidos en la frase “el
salar inevitable e indispensable”.3 3 Las palabras todos serán salados con fuego (49), se
toman por lo general con el sentido de que los discípulos tendrían que pasar por el fuego
de la purificación, principalmente por el Espíritu, pero también por la disciplina y la
persecución. Exactamente como todo sacrificio requería ser salado con sal (Lv. 2:13),3 4
asimismo todo seguidor de Cristo debe ser limpiado por el fuego para ser aceptable a
Dios.
Buena es la sal (50). ¡Cuánta insipidez y corrupción resultan de su ausencia! Cuando
un creyente ha perdido su sal, queda inútil (cf. Mt. 5:13). “Es semejante a un proyectil
explotado, un cráter apagado, una fuerza gastada.”35 Los creyentes tienen que cuidarse de
tener sal en sí mismos, es decir, poseer las gracias cristianas para estar en paz unos con
otros. Los envidiosos discípulos (33) necesitaban esta amonestación.
35
Robertson, Op. cit., p. 347.
36
El ministerio de Jesús en Perea es descrito en su totalidad por Lucas, incluyendo algunas de sus más memorables
enseñanzas parabólicas como el Buen Samaritano y el Hijo Pródigo.
37
Earle nota que la palabra unirse realmente significa “adherirse” y observa: “Que Dios le dé más pegadura al
matrimonio moderno” (Op. cit., 123).
38
IB, VII, 796.
Había llegado a ser práctica entre muchos judíos el tomar la concesión mosaica como
un estímulo de la licencia. El punto era entonces debatido entre los eruditos de las escuelas
del rabí Hillel y del rabí Shammai. Este último concedía el divorcio sólo por adulterio.
Los puntos de vista del primero animaban la laxitud. Por ejemplo, uno de sus seguidores
permitía a un hombre despedir a su esposa cuando descubría a otra que le era más atractiva,
bajo la acusación de que su esposa ya “no hallaba favor en sus ojos” (Dt. 24:1, VM.). La
misma referencia era empleada para permitir el divorcio sobre bases triviales: “ ‘Si una
esposa cocinaba mal la comida para su esposo, ya por haber salado de más o quemado la
comida, ella debía ser repudiada.’ ”3 9 Jesús rechazó su endurecido desprecio de la
intención de Dios (cf. Mal. 2:13–16).
Ojalá nosotros, como los discípulos, pudiéramos estar aparte con Jesús para
preguntarle de lo mismo (10). Su réplica en la casa fue que el hombre no debe repudiar
a su mujer (11), ni la mujer repudiar a su marido (12) (algo nunca escuchado en el
judaismo, pero posible entre los romanos a quienes Marcos está escribiendo). Mateo
recuerda la consternación de los discípulos: “Si tal es el caso… no conviene casarse”
(19:10, RSV).
Intérpretes devotos están divididos en cuanto a las implicaciones de las palabras de
Cristo en los versos 11 y 12. Algunos sostienen que realmente se trata de una nueva
legislación. Lo siguiente es un ejemplo de este punto de vista: “La noción de Cristo sobre
el divorcio… era prohibirlo en absoluto. Según El, el vínculo matrimonial es indisoluble
para siempre hasta que la muerte haga la separación; por lo tanto, un nuevo matrimonio
no sería permisible mientras el otro cónyugue viviera.”4 0 Otros opinan que: “Jesús no
estaba tratando de legislar sobre el divorcio sino de establecer principios que levantaran
la totalidad del asunto… al nivel espiritual de la voluntad de Dios.”4 1 Disolver la unión
matrimonial coloca a la persona bajo juicio; pero “no obstante es propio que el estado y
aun la iglesia hagan provisión para esas situaciones en las cuales la perversidad humana
haga del divorcio el mal menor”.4 2 No han cambiado ni la dureza del corazón del hombre
ni la misericordia de Dios, tal como está reflejada en Deuteronomio 24:1–2.
actuar al momento”4 4 en lo que él entiende. Nadie puede entrar por méritos propios al
reino; debe recibirlo por gracia. El que no reciba el reino de Dios como un niño, no
entrará en él, “en absoluto” (13, NASB). Debe ser claro por qué Jesús estaba molesto
con sus discípulos.
Para ilustrar la intensidad de sus sentimientos, Jesús tomó a los niños en los brazos45
poniendo las manos sobre ellos y los bendecía. “Los bendecía fervorosamente, no de
modo superficial, sino con énfasis como correspondía a quienes eran capaces de recibir
una bendición con más sencillez que sus mayores.”4 6
44
IB, VII, 800.
45
“Tomándolos en sus brazos” (Earle, Op. cit., p. 125).
46
Swete Op. cit., p. 222. Algunos creen que este incidente sirvió de estímulo en el bautismo infantil en partes de la
iglesia cristiana primitiva.
47
La narración combinada de los Sinópticos, de que él era joven (Mt. 19:22), rico (Mr. 10:22) y un “cierto principal” (Lc
18:18), nos da la descripción tradicional del “joven rico gobernante”.
48
Cranfield, Op. cit., p. 327. “En un sentido absoluto, la bondad pertenece a Dios el Padre solamente. En contraste, la
bondad de Jesús estaba en cierto sentido sujeta a crecimiento y a prueba en las circunstancias de la encarnación, por lo
cual El aprendió la obediencia por las cosas que sufrió” (He. 5:8) (NBC, p. 826).
que tener tesoro en el cielo.4 9 Esta es una parábola sobre el gozo de la obediencia y la
tragedia de desobedecer, que lo hizo irse triste, con el trostro triste, como el firmamento
en un día sobrío, nublado.50
Viendo que el hombre de fortuna se negaba a hacer lo que ya antes había pedido a sus
discípulos, Jesús mirando alrededor5 1 les dijo: “¡Cuán difícilmente los que tienen dinero
entrarán en el reino de los cielos!” (23, Barclay). Los discípulos no estaban preparados
para semejante declaración y se asombraron de sus palabras (24). El fiel Abraham, Job
el justo, y Salomón el sabio fueron hombres acaudalados. ¿No es la riqueza una señal de
aprobación divina? Pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles con un tierno reproche:
“¡Hijitos, cuán difícil es5 2 entrar al reino de Dios!” (24, NASB). Si es verdad que son
pocos los que hallan y andan por la puerta estrecha y el camino angosto (Mt. 7:14), ¡con
cuánta dificultad los que descansan en la falsa seguridad de las riquezas entrarán en el
reino de Dios!
El lenguaje del verso 25 ha suscitado varias explicaciones ingeniosas, pero la
“dificultad está solamente en las mentes de los occidentales que son muy poco
imaginativos”.5 3 El punto, vestido con la hipérbole oriental es simplemente que desde el
punto de vista humano es imposible para un rico ser salvo. La figura del camello y la del
ojo de la aguja, como la de la viga y la paja de Lucas 6:41, y la de colar el mosquito y
tragar el camello de Mateo 23:24, son dramáticas maneras de expresión de lo que
“humanamente hablando es imposible o absurdo”.5 4
Todavía se asombraban aún más (26) los discípulos, cuando Jesús les aseguraba que
todas las cosas son posibles para Dios. El entrar en el reino y en la vida eterna está más
allá de la conquista del hombre; pero en la gracia de Dios todos los hombres, ricos o
pobres, son iguales y pueden entrar. El costo de la entrada es igual para todos; la perla de
gran precio cuesta todo lo que el hombre posee (Mt. 13:45–46).
Haciendo una rápida aritmética mental, Pedro (28), que era generalmente la voz del
grupo (8:29; 9:5; 11:21), comenzó a decirle… He aquí, nosotros lo hemos dejado todo,
y te hemos seguido.55 Mateo agrega: “¿Qué, pues, tendremos?” (19:27). La respuesta de
Jesús implica que El no quedará en deuda con ningún hombre. Si alguien dejara casa, o
familia, o tierras, por causa de mí y del evangelio (29), “ese hombre recibirá cien veces
más” (30, Phillips) en esta edad presente, casas y familia56 y tierras, con persecuciones5 7
y en el siglo venidero, la vida eterna. Contraste la o del verso 29 con la y del 30. “Las
ganancias sobrepasarán las pérdidas.”5 8 Para que los discípulos no llegaran a la
conclusión de que ellos estaban en un lugar especial, les recordó el Maestro que muchos
primeros serán postreros y los postreros, primeros 31). Mateo agrega a este punto la
parábola de los labradores de la viña que recibieron igual paga no importa cuán largo
hubiera sido su día de labor (20:1–16).
49
¿Acaso reflexionó este hombre y regresó? “Es interesante la conjetura de que él lo hizo, y que se llamaba Bernabé”
(NBC, p. 826).
50
El significado literal del verbo stygnazo, aquí traducido triste (22); cf. Mateo 16:3.
51
Otra vivida reminiscencia de Pedro, como en el verso 21.
52
Los últimos manuscritos agregan: “para los que confían en las riquezas.”
53
Earle, Op. cit., p. 128.
54
Taylor, Op. cit., p. 431.
55
“El aoristo y el perfecto se distinguen aquí uno del otro. El aoristo dejamos denota acción simple, pasada; el perfecto,
te hemos seguido, denota el resultado de la acción continuando en el presente” (Ezra. P. Gould, A Critical and Exegetical
Commentary on the Gospel According to St. Mark. “The International Critical Commentary” [Edimburgo: T & T Clark,
impresión de 1955], p. 195 n.).
56
Cf. Romanos 16:13. “Saludad a Rufo… a su madre y mía.”
57
“Agrega un elemento para suavizar las compensaciones del presente, y amonesta contra sueños de paz
ininterrumpida” (Swete, Op. cit., p. 232).
58
Cranfield, Op. cit., p. 333.
59
Muy literalmente cierto. El Jordán tiene su hendidura a centenares de metros bajo el nivel del mar. Jerusalén está a 8
metros sobre el nivel del mar.
60
Hunter, Op. cit., p. 110.
61
Vea Cranfield, Op. cit., p. 334–35, para el repudio de la posición de que tal detalle debe haber sido dado “después del
acontecimiento”.
62
Major, Op. cit., p. 135.
No sabéis lo que pedís (38) fue la triste respuesta de Jesús. Entonces llegaron
interrogaciones con el fin de sondear los espíritus de estos jóvenes ambiciosos y llevarlos
a comprender mejor el reino. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, de sufrimiento y
agonía (cf. Sal. 75:8; Is. 51:22; Jn. 18:11) o ser bautizados por la aplastadora tristeza (cf.
Is. 43:2; Lc. 12:50)—o persecución y aflicción exterior—con el bautismo con que yo
soy bautizado? En otras palabras: “¿Podéis ser sumergidos en las pruebas en las cuales
yo soy sumergido y que casi están por hundirme?” Como hombres listos a ser mártires de
los días de los Macabeos, Jacobo y Juan le dijeron: Podemos (39). Su impetuosidad es
asombrosa, casi aterradora. Y sin embargo estaban diciendo algo de verdad. A su debido
tiempo, ellos también beberían del vaso de la agonía de Cristo y experimentarían algo del
bautismo de muerte como lo confirman Hechos 12:2 y Apocalipsis 1:9.64
Con respecto a la petición de posiciones de autoridad, Jesús les implicó que es “el
mérito, no un favor… no un autobuscar, lo que asegura los ascensos en el reino de Dios”.6
5
El sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, “pero es para aquellos
para quienes está preparado” (40, RSV). Lugares de honor—y su correspondiente
responsabilidad—no son distribuidos por solicitud. Estos vienen, en la
misma naturaleza del reino a aquellos para quienes ha sido aparejado por sus cualidades
de carácter y espíritu (cf. Sal. 75:6).
Si esta escena deja muy mal a los dos hijos de Zebedeo, los otros 10 no eran mejores,
porque cuando lo oyeron, “estallaron indignados contra Jacobo y Juan” (41, Moffatt). La
disputa anterior sobre “quién sería el más grande” (9:34) había aparecido nuevamente.
Con persistencia continuada, Jesús, llamándolos procuró demostrarles “su apreciación de
los valores”.6 6 Sabéis que los que son tenidos por gobernantes (lit. “parecen
gobernar”) de las naciones se enseñorean (42). Los discípulos sentirían la espina de estas
palabras al recordar las tácticas opresivas de los gobernadores provinciales. Ser grande
entre los seguidores de Jesús era el estar ansioso para ser servidor y siervo (esclavo) de
todos (44).
Los reinos de la tierra se ven
en púrpura y en oro;
Se yerguen, florecen y mueren
y ya todo terminó.
Hay un solo reino divino,
una bandera que siempre vencerá.
Su Rey es un siervo y su señal
un patíbulo en el cerro.6 7
¿Y por qué sería eso? “Porque el Hijo del Hombre mismo no había venido para ser
servido sino para servir y dar su vida” (45, Goodspeed). En esto Cristo nos ha dejado el
ejemplo, para que sigamos sus pisadas (1 P. 2:21).
63
Earle, Op. cit., p. 130.
64
Para el pro y el contra sobre si Juan experimentó martirio antes, como algunos piensan que implican estos versos, cf.
los argumentos de Grant (IB, VII, 814–15) y Cranfield, (Op. cit., p. 339).
65
Major, Op. cit., p. 135.
RSV Revised Standard Version
66
Cranfield, Op. cit., p. 341.
67
G. F. Bradby, citado en Major, Op. cit., p. 135.
68
Earle, Op. cit., p. 132.
69
Hunter, Op. cit., p. 112.
70
En los relatos sinópticos, aparecen detalles divergentes. Mateo (20:30) habla de dos mendigos, y Lucas (18:35) ubica el
evento en las cercanías de la ciudad. “Estas diferencias no afectan nada vital, siendo tales como uno podría esperar
encontrar en toda evidencia dada por testigos confiables” (NBC, p. 828). Lucas no quiere decir nada más que la sanidad
ocurrió en las vecindades de Jericó, y Marcos puede recordar sólo al más conocido de los dos hombres mencionados
por Mateo. Cf. Earle, Op. cit., p. 132.
71
Vincent, Op. cit., p. 213.
72
Hunter, Op. cit., p. 112.
73
El único uso de esta palabra (anapedesas) en el Nuevo Testamento.
74
IB, VII, 822.
Bartimeo replicó: “Maestro,7 5 ¡quiero recobrar la vista!” (51, NASB). Sin ninguno de sus
habituales gestos de sanidad, Jesús le dijo… tu fe te ha salvado (52).
En seguida recobró la vista y, literalmente, también espiritualmente, seguía a Jesús
en el camino a Jerusalén y a la cruz. “Bartimeo… había recibido la mejor limosna de su
vida.”7 6
75
Un término afectivo de reverencia y respeto (cf. Jn. 20:16).
76
Hunter, Op. cit., p. 133.
1
IB, VII, 825.
RSV Revised Standard Version
2
NBC, p. 828.
3
Ibid.
RSV Revised Standard Version
4
The Westminster Study of the Holy Bible, in loco.
5
La segunda cláusula posiblemente signifique: “Salva, tú que moras… en las alturas” (IB, VII, 826).
6
Adaptado de C. Milo Connick, Jesus: The Man, the Mission, and the Message (Englewood Cliffs, Nueva Jersey: Prentice-
Hall, Inc, 1963), p. 327.
Al día siguiente (12), es decir, el lunes, día después de la entrada triunfal, Jesús y los
discípulos volvieron a Jerusalén de la villa vecina de Betania. Este iba a ser el programa
de la semana: Jerusalén durante el día, Betania por la noche.
Evidentemente era muy temprano en el día, y Jesús tuvo hambre. La humanidad de
Jesús estuvo siempre en íntima yuxtaposición con su naturaleza divina. Viendo de lejos
una higuera que tenía hojas, “fue a ver si hallaba algo en ella” (13, RSV).
La presencia de las hojas en el árbol era señal de que normalmente ya debía tener
fruto, aunque todavía no era tiempo de higos.
Mientras que la principal recolección de higos no se realiza en las vecindades de
Jerusalén hasta agosto, los higos pequeños comienzan a aparecer… tan pronto como
brotan las hojas… Los transeúntes comían aún de estos higos verdes… La falta absoluta
de fruto en el árbol era prueba de su esterilidad. 7
Lo que siguió fue otra “parábola en acción”. La semana traería un encuentro de
pugilato con un judaísmo estéril, sin fruto. Cuando Jesús le dijo a la higuera: Nunca
jamás coma nadie fruto de ti (14), estaba pronunciando simbólicamente la segura
perdición de la Ciudad Santa. Y lo oyeron sus discípulos.
Cuando los escribas y los principales sacerdotes (18) (fariseos y saduceos) vieron
que amenazaba una de las fuentes de ganancia del templo, buscaban cómo matarle;
porque le tenían miedo, “pues toda la multitud estaba admirada de su doctrina” (NEB).
Conociendo su malicia, Jesús salió de la ciudad (19) para descansar entre sus amigos de
Betania. En el segundo acto mesiánico de la semana, el Señor del templo, “repentinamente
había venido a su templo… como fuego refinador, y como jabón de lavadores” (véase
Mal. 3:1–3).
11
Mateo resume el relato y al hacerlo le da un carácter telescópico (21:18–20).
12
“Todas las cosas por las cuales oráis y pedís, creed que las habéis recibido” (Gould, Op. cit., p. 216). “El aoristo es una
exageración retórica de la respuesta inmediata: se anticipa aun a la oración en la mente del peticionario” (Ibid.).
13
“ ‘Una caída o apostasía’… Primero… ‘un paso en falso, un desatino.’ ‘Entonces… el delito o la transgresión’ ” (Earle, Op.
cit., p. 141).
14
El verso 26 es claramente una exacta reflexión de las enseñanzas de Jesús y es apropiado al pensamiento de este
pasaje, pero “está omitido en varios manuscritos importantes y puede ser, ‘por atracción’ de las palabras muy similares
de Mateo 6:15” (Cole, Op. cit., p. 182).
15
Martes, de acuerdo a la cronología de Marcos.
RSV Revised Standard Version
16
Los principales sacerdotes (Saduceos), los escribas (fariseos), y los ancianos (“laicos de posición e influencia”)
(Johnson, Op. cit., p. 149) eran los elementos constitutivos del alto tribunal.
17
NBC, p. 829.
18
Winefat (KJV) es una antigua expresión inglesa para lagar, lugar donde se pisoteaba la uva.
19
Gould, Op. cit., p. 220.
20
Robertson, Op. cit., p. 364.
21
Cf. Barclay, Op. cit., pp. 294–95.
22
CB, p. 277.
Evidentemente, Jesús aplicó esta cita de carácter mesiánico a Sí mismo, como lo hizo la
iglesia más tarde (Hch. 4:11; Ef. 2:20; 1 P. 2:4–8).
Los miembros del Sanedrín no podían escapara esta implicación, porque entendían
que decía contra ellos aquella parábola. “Procuraron arrestarle” (12, RSV), pero
temiendo a la multitud, dejándole, se fueron.
C. H. Spurgeon encontró en estos versos: (1) La sorprendente misión, 6; (2) El crimen
consternador, 8; (3) El castigo apropiado, 9.
antiguas creencias del judaismo y rechazaban los nuevos postulados de los fariseos,
incluyendo la doctrina de la resurrección. Los saducesos desaparecieron con la caída de
Jerusalén, mientras que los fariseos persistieron.
Estos bien educados aristócratas se acercaron al Profeta de Galilea (la “boscosa” zona
de Palestina) con la pregunta típica del escepticismo y del esnobismo intelectual. Su
pregunta era con respecto a la ley del levirato de Israel (Dt. 25:5–10) que tenía por objeto
perpetuar la línea familiar de un hombre que hubiera sufrido una gran calamidad y muerto
sin hijos, “para que su nombre no fuera raído de Israel”. En la resurrección (23),
inquirieron, ¿de cuál… será mujer? ya que se había casado sucesivamente con siete
hermanos, todos los cuales habían fallecido sin dejar generación. Este enigma bien puede
haber sido el punto de debate de los saduceos en sus discusiones con los fariseos. Era un
problema que procuraba reducir al absurdo la creencia en la resurrección de los muertos.
Uno puede imaginar que los cuestionantes apenas podían contener su júbilo.
Jesús no debatió el punto en el terreno de sus opositores, sino que fue al corazón del
asunto: su ignorancia de las Escrituras, y el poder de Dios (24), principios que debían
saber al ser sacerdotes en el templo de Dios. Los saduceos eran unos nacionalistas
conservadores (aceptando, como los samaritanos, sólo la Torá como Escritura). Ellos se
atrasaron en el desarrollo de la revelación de Dios. “¿No es este el punto donde os
extraviáis y andáis mal…?” (24, Amp. N. T.). Estos son correlativos: las Escrituras y el
poder de Dios. Aparte de un conocimiento del evangelio, disponible solamente en la
Biblia, la búsqueda del Dios viviente por cuenta propia no sólo nos frustra pero es inútil.
Aparte del poder del Espíritu de Dios, las Escrituras están exentas de vida espiritual,
“porque la letra mata, mas el espíritu vivifica” (2 Co. 3:6). La Palabra escrita
correctamente vinculada con la Palabra viviente nos da nuestra única esperanza segura de
la preservación de la religión pura.
Aquellos que ignoran el poder de Dios mediante las escrituras no encuentran que la
creencia en la resurrección es inverosímil. El Dios de la Biblia es un Dios de milagros y
tiene la habilidad “de crear un nuevo orden de existencia”2 7 muy distinto del que
conocemos. En las palabras de Lucas: “los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel
siglo y la resurrección de los muertos ni se casan ni se dan en casamiento, porque no
pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles…” (20:35–36, RSV). Los saduceos
estaban equivocados al rechazar la resurrección, pero los fariseos (como los musulmanes
más tarde) erraban al suponer que el cuerpo resucitado realizaría funciones matrimoniales.
Los ángeles (25; cuya existencia también negaban los saduceos) fueron creados
directamente por Dios, no por procreación. La “igualdad de los creyentes con los ángeles
consiste en su liberación de la mortalidad y sus consecuencias”.2 8
Y entonces, con respecto a que los muertos (26), ya sea que resuciten o no, Jesús
“devolviendo la pelota” a sus adversarios les citó directamente de las Sagradas Escrituras.
¿No habéis leído… cómo le habló Dios en la zarza2 9 diciendo: Yo soy el Dios de
Abraham… de Isaac… y de Jacob? (Ex. 3:6). El Dios viviente es Dios de vivos. “Dios
llamó a estos hombres sus amigos (dice Jesús) y Dios no deja a sus amigos en el polvo…
Cuando Dios ama a uno, lo ama para siempre.”3 0
27
Hunter, Op. cit., p. 123.
RSV Revised Standard Version
28
Swete, Op. cit., p. 124.
29
Algunos eruditos han sostenido que esta frase se refiere a un pasaje en el canon saduceo titulado “La Zarza”. “Las
Escrituras judías en aquel entonces fueron divididas en secciones, las más notables tenían títulos distintivos” (Major, Op.
cit., p. 150).
30
Hunter, Op. cit., p. 124.
31
Cranfield, Op. cit., p. 376.
RSV Revised Standard Version
32
CB, p. 285.
33
Cranfield, Op. cit., p. 377.
34
U, “ ‘Oye, oh Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor uno es’ ” (29, RSV).
35
Mayor, Op. cit., p. 152.
“inteligentemente”),3 6 Jesús le dijo con patetismo: No estás lejos del reino de Dios.
¿Podría este escriba ser uno de aquellos que se convirtieron en Jerusalén después de
Pentecostés? (cf. Hch. 6:7). Bien pudo haber sido así.
Los enemigos de Jesús ahora fueron enmudecidos. “Después de esto, nadie osaba
preguntarle” (34, RSV).
Los tres párrafos precedentes podrían ser tratados juntos bajo el tópico: “Cristo Puede
Responder Todas Vuestras Preguntas.” Aquí tenemos interrogaciones: (1) Con respecto
a la vida presente—impuestos, 13–17; (2) Con respecto a la vida futura—resurrección,
18–27; (3) Con respecto al corazón de la vida religiosa—el gran mandamiento, 28–34.
36
Literalmente: “como uno que tiene mente (propia)” (EGT, I, 425).
RSV Revised Standard Version
37
Hunter, Op. cit., p. 126.
38
Connick, Op. cit., p. 350.
39
Ibid.
40
Christianity Today, VI, No. 8, 364.
41
Barclay, Op. cit., p. 317.
razones. El lenguaje refleja ideas e historias judías que la gente de aquella época entendía
bien pero que a nosotros nos parecen extrañas. Además, por lo menos dos temas están
entretejidos: las profecías concernientes a la destrucción de Jerusalén y las
amonestaciones concernientes a la segunda venida de Cristo. También hay predicciones
de persecución y advertencias acerca de los peligros que aparecerán en los últimos días.
Debido a esto, algunas veces se hace la acusación de que el capítulo es una composición
de dichos auténticos de Jesús mezclados con escritos apocalípticos (el “quitar el velo”)
judeo-cristianos acerca de la víspera de la destrucción de Jerusalén. Es alentador leer
comentarios de eruditos como Barclay y Cranfield quienes aceptan todo el capítulo como
genuino.4 2
42
Ibid., pp. 317–37; Cranfield, Op. cit., pp. 387–91.
RSV Revised Standard Version
43
Véase Harper’s Bible Dictionary para conocer una espléndida descripción de los tres templos sucesivamente edificados
por Salomón, Zorobabel y Herodes (pp. 730–36); cf. también el relato de Josefo en su libro: Guerras V. 5, 1–8.
23), y que ciertas señales serían como heraldos de la segunda venida (24–27), y que era
imperativo velar (28–37).44
Los discípulos, como muchos otros desde ese tiempo, querían señales inequívocas, de
manera que les fuera innecesario velar. Jesús les dio, no una, sino muchas señales. “El
propósito de su contestación no era impartirles información esotérica sino fortalecer y
apoyar su fe.”4 5 En cuanto a esos asuntos existe una curiosidad que es puramente
intelectual y también hay una reserva divina en quitar el velo de los acontecimientos
futuros (cf. Hch. 1:7). “La Biblia no reconoce solamente la verdad intelectual; todo es
también moral.”4 6
Jesús advirtió a sus discípulos acerca de “impostores… conmociones y calamidades”.4
7
Vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo (6).4 8 La fe cristiana es
más que sana doctrina, pero no es menos. La herejía pervierte la fe.
Falsos mesías (p. ej., Bar Cochba en el año 132 D.C.), guerras (7), terremotos
(Pompeya y Laodicea en los años 61 y 62, D.C.), hambres (Hch. 11:28)—todos éstos son
acontecimientos que literalmente aparecieron en breve plazo. Pero los discípulos no
debían turbarse, porque estas cosas eran principios de dolores. El término traducido
principios (de odin) significa “un dolor de nacimiento, dolor de parto… es una metáfora
del sufrimiento extremo”.4 9 “Estos son meramente el principio de los dolores del
alumbramiento” (8, NASB). Pero aún no es el fin (7). Eso es también “un cuadro
incesante de la edad presente de disturbios, en medio de los cuales debe vivir y testificar
la iglesia cristiana”.5 0
44
Véase Cranfield, Op. cit., pp. 394–407.
45
Ibid., p. 394.
46
Cole, Op. cit., p. 198.
47
NBC, p. 832.
48
“La palabra Cristo es suplida en la versión Valera, Yo soy él’ ” (RSV).
49
Abbott-Smith, p. 490.
50
Cole, Op. cit., p. 200.
51
NBC, p. 832.
52
El término traducido “testimonio” (martyrion) está claramente relacionado con nuestra palabra “mártir”.
predicado… a todas las naciones (10) antes del fin (Mt. 24:14). La necesidad divina (es
necesario) promete la predicación universal del evangelio como parte del propósito de
Dios para el fin de esta edad.
Siguen instrucciones especialmente para el período apostólico, y advertencias de
traiciones familiares. Cuando fueran llevados ante las autoridades, los creyentes “no
debían premeditar y quizá suavizar su respuesta”.5 3 Los mártires fueron más tarde
cuidadosamente preparados para el juicio. ¡Este mandamiento no intenta dar alas al
descuido en la preparación de los sermones!
¿Ha olvidado nuestra época las escalofriantes palabras de Jesús: y seréis aborrecidos
de todos por causa de mi nombre? (13). Que el hombre de Dios disturbe la atrincherada
ignorancia, el prejuicio o el mal—personal y social—y tendrá que confrontar la cara
siniestra e impasible del odio. Es entonces cuando la paciencia llega a ser una virtud y un
deber. El que soportare hasta el fin, “hasta el último grado”,5 4 ese será salvo.
53
Earle, et al., ENT, p. 146.
54
IB, VII, 860.
55
Cole, Op. cit., p. 203.
RSV Revised Standard Version
56
Aunque la frase “el profeta Daniel” no tiene aquí el apoyo adecuado de los manuscritos, es evidentemente auténtica
en el pasaje paralelo, Mateo 24:15.
Eusebio, el historiador de la iglesia, nos dice que huyeron a Pella, en Perea al oriente del
Jordán.”57
Relatos contemporáneos confirman la tribulación o “aflicción” (19, ASV)5 8 de
aquellos días. Josefo relata5 9 los horrores del sitio de Jerusalén en el año 70 D.C. como
uno de los eventos más horrendos de la historia. Las masas se amontonaron en la ciudad,
y los romanos literalmente los acosaron a la muerte por inanición. Cerca de 100.000 fueron
capturados y más de un millón perecieron en agonía. Quizá en respuesta a las oraciones
de los creyentes (por causa de los escogidos, 20) en Pella (véase arriba) el Señor…
acortó aquellos días, como lo había hecho en los tiempos del Antiguo Testamento (2 S.
24:16; Is. 65:8). Impelidos por asuntos personales de urgencia, los generales romanos
se apresuraron a volver a Italia.
La “doble referencia” que notamos al principio de esta sección puede mencionarse de
nuevo. La proyección profética de eventos futuros y el consecuente acortamiento del
tiempo son evidentes. Los juicios de los últimos tiempos están prefigurados en la
tribulación de aquellos días y la advertencia sobre falsos Cristos (22) es la amonestación
a velar sobre los falsos profetas al fin de los tiempos. “Así es como, en las grandes crisis
de la historia lo escatológico es simbolizado. Por así decir, los juicios divinos en la historia
son ensayos del juicio final… El cumplimiento de estos versículos es pasado, presente y
futuro.”6 0
Hemos sido amonestados y debemos estar en guardia. Mas vosotros mirad; os lo he
dicho todo antes (23).
5. La parousia (13:24–27)
Estos versos son generalmente considerados como una descripción de la segunda
venida, la parousia (“presencia”, “venida”, es el principal término del Nuevo Testamento
para la segunda venida de Jesús). El lenguaje contiene imágenes extrañas para nosotros,
pero familiares para los discípulos. Jesús no creó estos símbolos sino que empleó
terminología profética y apocalíptica bien conocida (Is. 13:10; 24:23; 34:4).61
Hasta qué extremo estas palabras deben ser tomadas literalmente, es un punto en el
cual se dividen los comentadores. En el drama apocalíptico de nuestra edad ató mica-
espacial, estas figuras ya no nos parecen increíbles. La segunda venida de nuestro Señor
ciertamente será un acontecimiento de cataclismo.
De cualquier manera, después de aquella tribulación (24) (un resumen de la totalidad
de los sufrimientos por los que ha pasado la iglesia), el Hijo del Hombre (26) (Dn. 7:13–
14) vendrá en las nubes con gran poder y gloria poniendo punto final a este período
penoso de andar por fe y no por vista. Entonces le verán. El Hijo del Hombre juntará a
sus escogidos “de los cuatro vientos del cielo” (27, NEB). No importa qué tormentas
pueda pasar la iglesia en este inestable mundo, debemos mantener esta confianza: que el
Señor va a “reunir a sus escogidos de cada rincón” (27, Phillips).
57
NBC, p. 833.
ASV American Standard Revised Version
58
La palabra griega en esta traducción combina “las ideas de aplastar las uvas y recoger el grano” (Earle, Op. cit., p. 158).
59
Wars of the Jews, V.
60
Cranfield, Op. cit., p. 404.
61
Véase también Barclay, Op. cit., pp. 333–35 para ejemplos de literatura no canónica.
La higuera (28), algo muy común y familiar en la Palestina, junto con “todos los
árboles” (Lc. 21:29), tiene una lección para quienes quieran aprenderla. En la primavera,
cuando la agitación de la vida hace que la rama esté tierna en preparación para el brote
de las hojas, todo el mundo sabe que el verano está cerca. De igual manera cuando
sucedan estas cosas (29) los discípulos deben saber que está cerca,6 2 a las puertas. Con
la más solemne afirmación, Jesús siguió diciendo: No pasará esta generación hasta que
todo esto acontezca (30). Como una seguridad final de que estas palabras se cumplirían,
Jesús agregó: mis palabras no pasarán (31).
¿A qué se refiere la frase todo esto? En primer lugar parece referirse a la caída de
Jerusalén, un evento trágico que sucedió antes que los componentes de esa generación
pasaran. Sin embargo, también está implicada la inminencia del fin. La venida de Cristo
en la carne era el “día de la invasión”. Su venida en gloria será el día de la victoria. “Aun
desde su encarnación los hombres han estado viviendo en los últimos momentos.”63 Para
una discusión más amplia de este punto véanse las notas sobre Mateo 24:32–35.
62
A menudo traducido “El está cerca”, es decir, El Cristo. Lucas toma esto para implicar “el reino de Dios” (21:31).
63
Cranfield, Op. cit., p. 408.
64
NBC, p. 832.
65
Cuando venga, “claramente indica el día de la parousia. En el Antiguo Testamento este término es típicamente
escatológico” (Cranfield, Op. cit., p. 410–11).
66
Una limitación autoimpuesta hasta que volviera al Padre; cf. Filipenses 2:5–8; Juan 17:5.
67
Vincent, Op. cit., p. 225.
68
Marcos menciona cuatro veladas de la noche familiares para los romanos, tres horas cada una desde las 6:00 p. m. a
las 6:00 a. m. En cuanto a la práctica de los judíos, cf. Lucas 12:38.
1
Un censo del año 65 D.C. que tenía que ver con la matanza de ovejas para la Pascua arrojó más de un cuarto de millón
de animales. El mínimo de cada grupo de peregrinos era de 10 personas por cordero. Josefo dice que ese año hubo tres
millones en la fiesta (Guerras. II. 14. 3).
2
Los dos eran en realidad acontecimientos separados, pero a menudo unidos en el pensamiento. Israel celebraba la
Pascua desde su liberación de Egipto, y la observaba desde la tarde del 14 de Nisán, la fiesta de los Panes sin Levadura
durante siete días siguientes. “… Los panes sin levadura le recordaba el pan que debieron comer apresurados cuando
escaparon de la esclavitud” (Barclay, Op. cit., p. 350). Para un buen tratamiento de estas fiestas, véase Unger’s Bible
Dictionary, pp. 352–56.
3
Los relatos paralelos presentan problemas. Lucas 7:36–50 se refiere definitivamente a otro evento. Juan ubica la unción
en casa de Lázaro y parece que la fecha varios días antes. Quizá haya alguna relación entre Simón y los otros amigos de
Jesús en Betania. Marcos evidentemente ha “sacrificado el orden cronológico por razones homiléticas” (NBC, p. 834).
4
Un denario equivale al pago de un día de trabajo.
Jesús vino a la defensa de la mujer. “ ‘Dejadla sola; buena obra me ha hecho’ ” (6,
RSV). La palabra buena en este caso se refiere a la forma más que a la esencia; e implica
algo amable y bello. La causa de la bondad en el mundo se fortalecería si todos sus
seguidores cultivaran lo que es hermoso y amable (Fil. 4:8) tanto como lo que es recto.
Conscientemente o no, la mujer había reconocido a Jesús como el Mesías sufriente.
Como aquellos que lavaban y perfumaban a un ser amado muerto antes de entregarlo al
descanso, ella a un costo increíble se había anticipado a ungir su cuerpo (8) para la
sepultura. “La acción de la mujer le decía a Cristo más claramente que con palabras: ‘Sé
que eres el Mesías y sé que te aguarda una cruz.’ ” 5
Seguro de lo que había más allá del sepulcro, incluyendo la predicación del evangelio
en todo el mundo (9), Jesús prometió que esta historia de generosidad pródiga y amante
sería repetida para memoria de ella. “Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay
quienes retienen… pero vienen a pobreza” (Pr. 11:24).
¿Por qué era hermosa esa buena obra hecha a Jesús? (1) Porque glorificaba a Jesús;
(2) Porque era un acto de puro amor; (3) Porque fue hecha con considerable sacrificio; (4)
Porque fue hecha con preparación (C. H Spurgeon).
donde la comerían. Ellos debían seguir a un hombre que llevaba un cántaro de agua.
En una tierra donde “las mujeres… llevan los cántaros y los hombres los odres”, 9 la señal
era bastante clara.
Donde entrare ese hombre, ellos debían dirigirse al señor1 0 de la casa para
preguntarle: ¿Dónde está el aposento para que el Señor y sus discípulos puedan comer
la pascua? Ellos esperarían encontrar un gran aposento ya dispuesto (15) “con
alfombras y cojines para la comida que se realizaría en una mesa y con lechos”.1 1
Preparar la pascua no era tarea pequeña. “La Pascua era una comida ceremoniosa
que exigía ensaladas amargas tales como la de lechuga, chicoria, escarola, salsa
(charosheth), agua, vino y tortas sin levadura, en adición al cordero que debía traerse del
templo y ser asado.”1 2 Era la costumbre comerla dentro de un gran margen de ceremonia
y ritual.1 3 Es una atractiva hipótesis que este hogar puede haber sido el de Juan Marcos,
lugar que más tarde figurara en la actividad de la iglesia de Jerusalén (Hch. 12:12; 1:13).
Cuando sus discípulos entraron en la ciudad (16) hallaron como Jesús les había
dicho y allí prepararon la pascua.
9
Connick, Op. cit., p. 368.
10
“La antigua palabra para dueño de casa” (IB, VII, 873).
11
Earle, Op. cit., p. 165.
12
Earle, et al., ENT, pp. 149–50. Se ha notado (NBC, p. 835) que el relato de la última cena no hace referencia a un
cordero y que tal vez Aquel que sería el Cordero de Dios no comió tal comida.
13
Cf. Connick, Op. cit., pp. 369–70, para una descripción detallada.
14
Vea lo tratado en los versos 1–2 y 12–16.
15
En el lenguaje original se espera una réplica negativa.
16
Una lectura alternada (véase RSV, NEB, Amp. N.T.) da énfasis a la perfidia de la traición de Judas.
RSV Revised Standard Version
voluntad, les usa para avanzar su reino. “El hecho de que Dios vuelva la ira del hombre
en su alabanza, no excusa la ira humana.”1 7
Mateo (26:25) y Juan (13:26) implican que Jesús señaló a Judas como el traidor.
Hunter sugiere que Juan y Judas pueden haber estado a cada lado de Jesús; en la posición
reclinada una palabra puede no haber sido oída por el resto.1 8 En algún momento de la
comida, no indicado por Marcos, Judas abandonó la luz y el amor de esa comunión y se
fue a las tinieblas para no regresar jamás (Jn. 13:27, 30).
17
Cranfield, Op. cit., p. 424.
18
Op. cit., p. 136.
19
Parece razonable creer que esto es lo que Marcos está diciendo. Sin embargo, Juan ubica la Pascua un día más tarde,
de modo que Jesús moriría en la cruz precisamente en el mismo momento en que el cordero pascual era sacrificado en
el templo (cf. Jn. 18:28; 19:14; 31, 32). En ese caso, la última cena fue una “apresurada anticipación de la Pascua… o
Pascua Kiddush (‘santificación’), es decir, una comida religiosa social, realizada por grupos de judíos piadosos para
prepararse para la Pascua” (Hunter, Op. cit., pp. 134–35). En todo caso, la presencia de la Pascua sería lo supremo en las
mentes de los discípulos, “de modo que, en un sentido, la cuestión casi no prueba nada” (Cole, Op. cit., p. 214).
20
Aunque la palabra nuevo no tiene apoyo proporcionado por los manuscritos, es teológicamente correcta; la
declaración total refleja Jeremías 31:31 y Ezequiel 37:26.
RSV Revised Standard Version
21
Salmos de alabanza, así llamados porque comienzan (Salmos 113:1) con “Alabad”.
donde provenían los discípulos en el norte, ahora, a cierta distancia. “Jesús casi nunca se
refirió a su muerte sin mirar más allá.”2 2 Aunque su muerte dispersaría las ovejas, su
resurrección las volvería a reunir con el Pastor.2 3
Jesús jamás estaba desprevenido. El pollino estuvo listo cuando El lo necesitó para
entrar en Jerusalén. El aposento alto estuvo disponible y preparado cuando Jesús envió a
los discípulos para ver al “señor de la casa”. Judas y los principales sacerdotes no tamaron
a Jesús por sorpresa. Por muy amarga que fuera la desilusión causada por el desbando de
los discípulos y la negación de Pedro, no fueron una sorpresa para Jesús.
Lastimado por el anuncio, Pedro aseguró enfáticamente que él no lo abandonaría a
unque otros lo hicieran. Haciendo hincapié sobre el asunto, Jesús le replicó: Tú, hoy, en
esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces,2 4 “tú mismo me negarás tres
veces” (30, Goospeed). Con vehemencia irregular, protestando “demasiado, me
parece”,2 5 Pedro demolió sus propios temores y profesó estar listo a morir con Jesús. A
veces nos olvidamos que Pedro no estaba solo en sus protestas. También todos decían
lo mismo (31).
De esta experiencia pueden sacarse dos conclusiones. Primero, la apostasía es una
posibilidad real (cf. 1 Co. 10:12). Sin embargo, el ejemplo de Pedro es mejor que el de
Judas; aunque un hombre caiga, puede arrepentirse y ser después un discípulo más fuerte.
Segundo, que la presciencia divina es consistente con la libertad y la responsabilidad
humanas. El conocimiento de Jesús que le hacía saber los eventos futuros no era la causa
de ellos.
22
NBC, p. 835.
23
La palabra proaxo, “Yo iré delante”, continúa la analogía del pastor guiando las ovejas.
24
“El tiempo es definido con ascendente exactitud” (Cranfield, Op. cit., p. 429). “El canto del gallo marca la tercera vela
de la noche” (Robertson, Op. cit., p. 383).
25
Shakespeare, Macbeth, acto III, escena II.
RSV Revised Standard Version
con toda su fuerza y majestad como el príncipe de este mundo para vengarse de su derrota
anterior; y Jesús ve ahora la inminente plenitud del costo de su inmutable obediencia.”2 6
Yéndose un poco adelante (35), como nuestro Señor acostumbraba se postró en
tierra y oró. Earle nota que el tiempo imperfecto (en griego) en este pasaje “parece sugerir
la figura de Jesús tambaleándose y tropezando hasta caer en el suelo, llorando en voz alta
por la agonía de su alma”.2 7 La vida de oración de Jesús es a la vez un ejemplo y una
reprensión para los creyentes que oran poco.
La petición de Jesús en esta plegaria es una evidencia de su humanidad y de su
inalterable devoción a la voluntad del Padre. Como hombre, retrocedía horrorizado de la
cruz y la separación de Dios que ésta le acarrearía. Al identificarse con los pecadores,
Jesús llegó a ser el objeto de la ira de Dios sobre el pecado (cf. 2 Co. 5:21; Mr. 15:34).
Ahora estaba orando a Aquel para quien todas las cosas son posibles (36), que pasase de
El aquella copa; mas… no… yo… sino lo que tú.
Es significativo que Jesús viera la copa del sufrimiento como si se la diera el Padre.
La hora de angustia o responsabilidad espantosa es tolerable cuando el Dios de santidad
y amor es quien nos llama a soportarla. Al final uno será más fuerte si acepta la copa que
si se niega a tomarla. La sumisión a la voluntad de Dios es el alma de una vida llena del
Espíritu.
Que tu Espíritu llene mi ser,
mas haz tu voluntad en mí y no la mía.28
La soledad de aquel que “había pisado el lagar solo” (Is. 63:3) nunca fue más punzante
que cuando Jesús se volvió a Pedro (37) y a los demás y los halló durmiendo. Sólo pocas
horas antes les había urgido: “Por lo tanto, velad… a fin de que no os halle durmiendo”
(13:35–36). Su reproche había singularizado a Pedro a quien ahora llamaba Simón y no
Cefas (“roca”). No se registra ninguna contestación. Era tarde y los discípulos habían
participado de una comida plena, de modo que la carne (38) se inclinaría a dormir a pesar
de que el espíritu a la verdad estaría dispuesto. Sin embargo, nuevamente eran
exhortados a velar y orar, una combinación necesaria y efectiva.
Una segunda vez Jesús fue (39) a la distancia de “un tiro de piedra” (Lc. 22:41) y oró
como antes. Volviendo nuevamente por la anhelada comunión con los discípulos, los halló
durmiendo como la vez anterior. Abochornados, no sabían qué responderle (40; cf. 9:6).
Cuando Jesús hubo orado por “tercera vez, diciendo las mismas palabras” (Mt.
26:44), volvió con su alma descansada anunciando que su hora había venido (41).
“¿Todavía dormís? ¿Todavía descansando? ¿Os parece que está lejos el fin? La hora ha
venido.”2 9
Nunca tomado por sorpresa y siempre preparado, Jesús llamó a sus discípulos para
que se levantaran y se unieran a El3 0 cuando era entregado en manos de los pecadores
(41). ¡Qué patéticas son las palabras: se acerca el que me entrega! (42).
El incidente en Getsemaní sugiere este significativo contraste: (1) El Maestro triste,
32–36; (2) Los discípulos durmiendo, 37–42.
9. El arresto (14:43–50)
26
Cranfield, Op. cit., p. 432.
27
Op. cit., p. 170.
28
1951, derechos reservados por Lillenas Publishing Co.
29
Taylor (Op. cit., p. 557) acepta la lectura alternada, apechei to telos. Sin embargo, la mayor parte de los eruditos creen
que apechei debería estar solo y traducirse: “¡Basta!”
30
La palabra: ¡Vamos! (42), puede representar una expresión militar y significar: “¡Adelante!”
31
Una identificación que Marcos nunca nos permite olvidar.
32
Los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos (43) eran los componentes de ese cuerpo.
33
El verbo compuesto (Katephilesen), traducido besó, “denota una cierta prodigalidad en el acto” (Gould, Op. cit., p. 274).
34
Juan (18:10), que escribió después de la muerte de Pedro, claramente dice que fue “Simón Pedro”.
35
Los paralelos (Mt. 26:51–53; Lc. 22:49–51; Jn. 18:10–11) deben leerse para saber otros detalles.
RSV Revised Standard Version
36
Posiblemente sugiriendo un ministerio de enseñanza más extenso que lo que indica el breve relato de Marcos.
37
Gould, Op. cit., p. 275.
¿Por qué relata Marcos este episodio breve y aparentemente trivial? Mateo y Lucas
que incorporan casi todo el material de Marcos omiten estos versos. La explicación más
razonable es que se trata de una reminiscencia personal. Sin embargo, algunos los han
espiritualizado en términos de Amós 2:16 y Génesis 39:12, o los han vinculado con el
16:5.
Cuando se recuerda que el centro primitivo de la iglesia de Jerusalén fue el hogar de
María, la madre de Marcos (Hch. 12:12), por lo menos es probable que la última cena se
realizara allí, en el aposento alto de esa casa. También es muy probable que el mismo
Marcos, despertado en alguna manera por los eventos dramáticos de esa noche, siguiera
a (51, lit., “siguiera con”) Jesús y fuera testigo de todo lo acontecido en el huerto.38 De
cualquier manera, el joven estaba tan cerca que fue arrestado y apenas escapó desnudo.
Los hombres le prendieron; mas él, dejando la sábana, huyó desnudo (52).3 9
Esta pequeña historia es seguramente una “modesta manera de Marcos de decir: ‘yo
estaba allí’ ”.4 0
38
Cf. Barclay, Op. cit., p. 365–66.
39
La palabra traducida desnudo (gymnos) también puede ser traducida “escasamente vestido”.
40
Hunter, Op. cit., p. 142.
41
Véase Major, Op. cit., p. 180, para evidencias de apoyo.
42
Véase Juan 18:15. Esa fue probablemente la razón por la cual Pedro pudo estar tan cerca.
43
La palabra traducida fuego, en este caso (phos), “no se usa nunca para el fuego mismo, sino para su luz (Vincent, Op.
cit., p. 229). Fue esta luz lo que atrajo la atención de la criada sobre Pedro (66).
antes de que una acusación fuese admitida, por lo menos tenía que haber dos testimonios
consistentes.
Ciertos testigos que dieron falso testimonio recordaron que Jesús había dicho algo
acerca de derribar el templo… hecho a mano (58) y que El iba a levantar otro hecho sin
mano. Este informe era evidentemente una mezcla de dos declaraciones que Jesús había
hecho sobre la destrucción del templo (13:2) y la otra relacionada con su propia muerte y
resurrección (Jn. 2:19–22). Pero una vez más, no concordaban en el testimonio
Al fracasar en su intento de procurar testigos que causaran daño, el sumo sacerdote,
levantándose en medio (60) del concilio, haciendo un gran alboroto “por la falta de
evidencia”,4 4 procuró intimidar a Jesús para que diera respuestas rápidas que lo
incriminaran. El testimonio de los testigos no exigía respuesta y no recibió ninguna. Jesús
callaba (61). Sin embargo, cuando Caifás llego al grano del asunto—la pretensión que
implicaba que Cristo era el Mesías—la situación cambió. Cuando Caifás le requirió bajo
juramento (Mt. 26:63) la respuesta a la pregunta: ¿Eres tú el Cristo? Jesús dijo
abiertamente: Yo soy (62). En realidad El era el Mesías, el Hijo del Bendito.45
Como ya hemos visto, Jesús durante su ministerio conservó velado del público su
mesianismo para que la revelación de éste no derrotara su misión. La hora había llegado
para que Jesús declarara su pretensión en la forma más clara posible ante las autoridades
supremas de su nación. Veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de
Dios, y viniendo en las nubes del cielo (cf. Sal. 110:1; Dn. 7:13).
Algunas veces es un error hablar, pero también en ocasiones permanecer en silencio
es un crimen. Jesús escogió hablar y así proporcionar a sus enemigos toda la evidencia
que buscaban. Rasgando “su manto” (63, RSV), en un gesto de profundo sentimiento,46
el sumo sacerdote dijo: ¿qué más necesidad tenemos de testigos? Por medio de una
pregunta capital, impropia por ser autoincriminadora, Caifás realizó lo que todos los falsos
testigos habían procurado hacer sin lograrlo. Todos ellos le condenaron, declarándole
ser digno de muerte (64), es decir, merecedordel castigo.
Se ha notado repetidas veces que el Sanedrín infringió sus propias leyes de
procedimientos en este juicio y condenación preliminar. Se han sumado como 14
violaciones.4 7 No se permitía al consejo reunirse por la noche,4 8 ni en día de fiesta. Si un
acusado era condenado a muerte, el castigo no podía realizarse hasta que hubiera
transcurrido la noche. Cada miembro de la corte debía votar individualmente; pero Jesús
aparentemente fue sentenciado por la acción del grupo. La malicia inexorable y el odio
implacable aniquilaron la limitación legal para destruir a Jesús.
Evidentemente fueron los miembros del Sanedrín los que estuvieron comprometidos
en los inexcusables abusos y ridículo que siguieron al proceso. Entonces entregaron a
Jesús a los oficiales de la guardia, que le “recibieron a bofetadas” (65, RSV). “A lo suyo
vino, y los suyos no le recibieron” (Jn. 1:11).
44
Robertson, Op. cit., p. 387.
45
El Mesías no siempre era considerado el Hijo de Dios, pero Jesús ya había declarado que lo era (véase Mateo 11:27;
Lucas 10:22).
RSV Revised Standard Version
46
“La ley prohibía que el sumo sacerdote desgarrara sus vestiduras en pleitos privados (Lv. 10:6; 21:10), pero cuando
actuaba como juez, se exigía esta costumbre para expresar el horror que le causaba cualquier blasfemia proferida en su
presencia” (Swete, Op. cit., p. 360).
47
IB, VII, 887.
48
Véase 15:1 para pretender “legalizar” la acción.
RSV Revised Standard Version
49
Cole, Op. cit., p. 231.
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50
Cranfield (Op. cit., p. 447) cree que esta versión como la de la última parte de la cláusula del verso 70, debe ser
mantenida “a pesar de los notables testimonios para su omisión”.
51
Aun una lectura precipitada de los Evangelios revelará las diferencias en los relatos de la negación de Pedro. Estos no
afectan la historicidad del evento. “Es claro que aquí no hay colusión” (Major, Op. cit., p. 183).
52
Esto tal vez se refiera a una nota de tiempo, “un llamado de trompeta denominado gallicinium… que es la palabra en
latín que se traduce gallo” (Barclay, Op. cit., p. 371). Si así es, sería la señal para el cambio de guardia, probablemente a
las 3:00 en punto de la mañana.
53
El sentido exacto de esta palabra, epibaton, es incierto.
RSV Revised Standard Version
Muy de mañana (1) es decir, tan temprano como era posible, los principales
sacerdotes saduceos, ahora al frente de la oposición, celebraron consejo con todo el
concilio (el Sanedrín) para preparar su causa contra Jesús ante la corte romana. El “juicio”
eclesiástico celebrado durante la noche había definido el delito de Jesús como blasfemia;
pero esto no tenía ningún valor ante Pilato. La acusación ante el procurador romano tenía
que ser de naturaleza política y por ende poner a Jesús como un traidor a César. Con esta
acusación en la mente y probablemente por escrito, ellos ataron a Jesús y le entregaron
a Pilato.
Pilato, quien gobernó Judea y Samaría los años 26–36 D.C., no era apreciado por los
judíos debido al áspero control que ejercía sobre sus súbditos. ¡Si Pilato hubiera sabido
que era él quien estaba siendo juzgado! Cada vez que se repite el Credo de los Apóstoles,
se recuerda el juicio de la historia sobre él. Nuestro Señor “padeció bajo el poder de Poncio
Pilato”.
Notando la acusación contra Jesús, Pilato le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos?
(2). Debido a que Palestina era siempre un hervidero de inquietudes políticas, los
gobernadores romanos estaban alerta a cualquier signo de insurrección. La confesión de
mesianismo efectuada durante la noche (14:62) había sido deformada hasta quedar como
una ofensa política. La réplica de Jesús: Tú lo dices, posiblemente significa: “Sí, yo soy;
pero no en la manera que ustedes piensan.”5 4
Como “los principales sacerdotes continuaban acusándole” (3, Goodspeed) y Jesús
permanecía en silencio, Pilato se confundía y otra vez le preguntó:… ¿Nada respondes?
(4). “Pero Jesús no respondía más… para sorpresa de Pilato” (5, Phillips). Era muy
evidente que este extraño Prisionero era inocente de las acusaciones que se le hacían.
Algunas veces el silencio deletrea tragedia. Así fue en los días de Amós, cuando Israel
se había vuelto a los falsos dioses:
… enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oir la palabra
de Jehová.5 5
Así fue con Pilato.
54
Juan relata (18:33–37) una conversación más extensa entre Pilato y Jesús dentro de la “sala de juicio”. Cf. todos los
pasajes paralelos para tener un cuadro completo.
55
Amos 8:11.
56
Connick (Op. cit., p. 389) cita la costumbre romana, también una regla del Talmud “que puede reflejar la costumbre
judía de la época de Jesús”.
57
Algún levantamiento judío contra Roma bien conocido.
58
Mejor versión que “gritando fuerte” (8).
comenzó a rogarle que hiciera lo que acostumbraba hacer para ellos (8). “Para los
principales sacerdotes esa era una oportunidad enviada del cielo.”5 9 Teniendo presente su
propia turba, iba a ser fácil azuzar al populacho para la liberación del insurrecto.
Pilato tenía otras ideas. Muy seguro dentro de sí de la inocencia de Jesús, vio en la
petición de la multitud la oportunidad para salvarlo, porque conocía que por envidia le
habían entregado los principales sacerdotes (10). Pero su pregunta: ¿Queréis que os
suelte al rey de los judíos? (9) fue recibida con el bramido de la oposición. Los
principales sacerdotes incitaron a la multitud60 para que les soltase más bien a
Barrabás (11).
En algunos manuscritos de Mateo dignos dé confianza, se menciona el nombre del
insurrecto como “Jesús Barrabás” (27:16 s.) y la misma frase aparece en 15:7. La elección
original de la multitud tiene que haberse hecho entre “Jesús Bar-José y Jesús Barrabás”.6 1
El preso que eligieron “era precisamente culpable del delito del cual ellos acusaron a Jesús:
era hombre que había levantado revueltas en contra del poder romano”.6 2 ¡Qué ilegal
es el corazón humano! Pero, ¡cuán sublime es la expiación divina! (cf. He. 2:9).
El interrogante que se levanta a menudo es cómo las multitudes de Jerusalén pudieron
ser tan volubles para aclamar a Jesús el domingo, y pedir su muerte a gritos el viernes.
Tal inconstancia no es desconocida (cf. Hch. 14:11–19), pero aquí hay otra explicación
más seria. La respuesta es simplemente que se trataba de dos multitudes distintas. Los
peregrinos que se regocijaron con la entrada de Jesús en la Ciudad Santa, quizá ni se
enteraron de lo sucedido en la noche del jueves y el viernes por la mañana temprano.
Como ya se ha dicho anteriormente, la muchedumbre que estaba en el palacio de Pilato
incluía a los que apoyaban a los sumos sacerdotes, y muy probablemente había muchos
que ya estaban inclinados a la liberación de Barrabás.
Atormentado por el conflicto entre su sentido de la justicia romana y el indigno deseo
de agradar al pueblo,6 3 Pilato… les dijo otra vez: “ ‘¿Qué haré con el hombre que llamáis
rey de los judíos?’ ” (12, Goodspeed). En realidad la pregunta era un improperio y estaba
llena de sarcasmo. Pero en su esencia es una pregunta que todavía obsesiona a los hombres.
El destino eterno de ellos pende de la respuesta que le den a la pregunta. La contestación
de la muchedumbre fue inmediata y enérgica: ¡Crucifícale! (13).
Sin duda, aguijoneado por su propia conciencia (cf. Mt. 27:24) y sin embargo ansioso
por probar la fuerza de la presión pública, Pilato replicó: ¿Pues qué mal ha hecho? (14).
Un resonante grito le dio la respuesta a su astuta pregunta. “Las voces se levantaron como
un rugido: ¡Crucifícale!” (14, Phillips). Pilato hizo su decisión como un oportunista
político, débilmente moral y desprovisto de integridad. “Deseando satisfacer a las
multitudes” (15, RSV), liberó a Barrabás, y después de hacer azotar6 4 a Jesús, le
entregó… para que fuese crucificado. ¡Era sólo otro galileo! (cf. Lc. 13:1).
Es interesante una información incidental de la historia de la iglesia primitiva cristiana
de que Pilato fue canonizado por la iglesia de Abisinia por haber creído en la inocencia de
Jesús. La iglesia griega concedió el mismo tratamiento a su esposa. Pero el juicio de la
historia es distinto. Pilato hubiera podido librar a Jesús, y los judíos debían haber recibido
a Jesús. Ambos han experimentado ya el juicio del Dios todopoderoso.
59
Barclay, Op. cit., p. 376.
60
“La sacudieron como un terremoto” (Roberson, Op. cit., p. 393).
61
Cf. Cranfield, Op. cit., p. 450, y Connick, Op. cit., p. 390.
62
Gould, Op. cit., p. 285.
63
Véase también Mateo 27:19.
RSV Revised Standard Version
64
Una preparación brutal para la crucifixión. El látigo de lonjas de cuero con piezas de metal y huesos dejaba
desmenuzada la espalda de las víctimas.
6. La crucifixión (15:21–41)
a. La mañana ignominiosa (15:21–32). A medida que el centurión y sus cuatro
soldados conducían a Jesús por las calles de Jerusalén, en camino al lugar de la ejecución
fuera del muro (He. 13:12), evidentemente las fuerzas físicas del Maestro se quebrantaron
bajo el peso de la tosca cruz de madera.7 0 La tensión de los horrendos eventos desde
Getsemaní al flagelamiento y la burla de los soldados, era aplastante.
Un tal Simón de Cirene (21) (un norafricano), acabando de entrar en la ciudad, “fue
reclutado”7 1 al servicio de Roma y llevó la cruz por Jesús. Tal coacción civil
normalmente agravaba las relaciones entre los judíos y los romanos. En este caso, algo
memorable debe haber sucedido. ¿Por qué habría escrito Marcos que Simón era el padre
de Alejandro y de Rufo, si la familia hubiese sido desconocida para sus lectores? (véase
Hch. 11:20; 13:1; Ro. 16:13). Lo que Simón vio en la crucifixión evidentemente lo hizo
llegar a ser uno de los convertidos cristianos.
65
Cf. Taylor, Op. cit., pp. 646–48.
RSV Revised Standard Version
66
Una cohort tenía 600 hombres, la compañía 200.
67
Major, Op. cit., p. 188.
68
“Como cruel imitación de la corona de laurel llevada por el emperador” (Ibid.).
69
El significado de emperador, rey (basileas) para ellos.
70
Parte del castigo para una persona condenada era llevar la parte horizontal de la cruz. “Pesaba como unos 50 kilos”
(Connick, Op. cit., p. 392).
71
Cf. Mateo 5:41, donde está empleada la misma palabra.
El lugar de la ejecución fue el Gólgota (22) (arameo) o Calvario (latín); se decía que
era una colina con forma de cráneo fuera de los muros de la Jerusalén de la primera
centuria. Las autoridades competentes no están de acuerdo sobre la ubicación exacta. En
ese sitio de crucifixión, grandes maderos verticales estaban colocados para que los
transeúntes pudieran verlos y tomar nota. Como medida humanitaria, se acostumbraba
que las mujeres de la ciudad prepararan drogas para que al beberías los condenados, se
amortiguaran los sufrimientos de la crucifixión. En este caso, le ofrecieron a Jesús “vino
drogado” (23, Goodspeed), más él no lo tomó. Prefirió conservar la claridad de su mente
hasta el fin (cf. 14:25). Era la hora tercera—nueve de la mañana—cuando “lo
crucificaron” (24, VP.).
La crucifixión era una forma violenta de la pena capital que los romanos habían
empleado durante generaciones. Estaba reservada para las personas de más bajo nivel
social o posición legal. Los ciudadanos romanos estaban exentos. Primero que todo, los
soldados despojaban al condenado de sus ropas, repartiéndolas entre sí. Los brazos de la
víctima eran fijados al madero horizontal; su cuerpo era levantado y sostenido por una
estaca. Los pies eran empalados o los tobillos atados al poste, a pocos centímetros sobre
el suelo. “El cuerpo a la intemperie, la pérdida de sangre, el maltrato por los sádicos
espectadores, la tortura de los insectos, y la circulación impedida causaban un agudísimo
dolor…”7 2 La muerte llegaba lentamente, y era bienvenida como si fuera un amigo.
Para que todos los observadores pudieran conocer la naturaleza del crimen, habían
preparado un cartel de madera con fondo blanco y en que se había escrito la acusación
con letras negras. Este cartel era suspendido en el cuello del prisionero o cargado ante él
por los verdugos. Después el cartel era sujeto a la cruz más arriba de su cabeza.73 El título
escrito (26) de la acusación de Jesús era: EL REY DE LOS JUDÍOS. Juan (19:21 ss.) aclara
que Pilato encontró una manera de vengarse en la forma como enunció el cargo, pues los
principales sacerdotes objetaron a lo que éste decía.
Los presos eran ejecutados en grupos, y parecería que la ejecución hubiera sido
planeada, posiblemente para Barrabás y dos de sus cómplices. Los hombres que fueron
crucificados con Jesús, uno a su derecha, y el otro a su izquierda (27), eran ladrones y
probablemente rebeldes. Fueron Jacobo y Juan los que habían buscado esa posición, uno
a la derecha y el otro a su izquierda. Habían profesado su capacidad para ocuparla (10:37);
pero ellos realmente no sabían qué estaban pidiendo. En vez, Jesús fue contado con los
inicuos.74
Una vez más Jesús soportó las burlas y el ridículo.75 Todos los sarcasmos y ultrajes
convergían a un punto: Si Jesús era el Mesías, el Salvador del mundo, el Rey de Israel
(32), que lo probara haciendo una demostración de su poder sobrenatural. Se ha oído que
los rabinos del siglo XX hacen la misma acusación: “¡Jesús de Nazaret no era el Mesías
porque fue un fracaso!” Los que pasaban le injuriaban meneando la cabeza (29).7 6 Los
principales sacerdotes, saduceos y los fariseos (los maestros de la ley, VP.) también,
“burlándose entre ellos” (31, Goodspeed), decían: A otros salvó, a sí mismo no se puede
salvar. También los ladrones crucificados con él le injuriaban (32).
77
Lamentaciones 1:12. Cf. Et Mesías, de G. F. Haendel, No. 30.
78
Gould, Op. cit., p. 293.
79
En cuanto al aparente conflicto con Juan 19:14, véase Earle, Op. cit., p. 183.
80
Amós 8:9.
81
Cranfield, Op. cit., p. 458.
82
Ibid.
singular en la lengua griega, indicando que una persona estaba hablando. Una explicación
natural sería que Marcos escribe como si un espectador se dirigiera al grupo. Otra solución
presume que la última parte del versículo 36 fue hablada, como lo indican las palabras,
por la persona que ofreció el vinagre a Jesús. Gould nos ofrece esta paráfrasis explicativa:
“Déjenme darle esto para prolongarle la vida, y así tendremos la oportunidad de ver si
Elías viene o no a ayudarle” (p. 295).
En ese momento, después de estar seis horas en la cruz,8 3 Jesús dando una gran voz
(“fuerte grito”, VP.), expiró (37). Como indica otro de los Evangelistas,84 el momento de
la separación del Padre había pasado y Jesús murió en paz y triunfo. Su último clamor,
quizá la simple palabra de Juan 19:30 (tetelestai, “consumado es”), fue un “grito de
victoria”.8 5 El velo del templo (38), separando el lugar santo del santísimo se rasgó en
dos, dándonos libertad para entrar al santísimo por la sangre de Jesús (He. 10:19), quizá
señalando también la inminente destrucción del templo.86
El efecto total de la conducta de Jesús desde el flagelamiento hasta la crucifixión logró
arrancar una sorprendente confesión del endurecido centurión que estaba frente (39) a
Jesús. Al oir el grito de victoria desde la cruz, ese hombre que no se conmovía ante esa
clase salvaje de muerte, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.87
Aquí encontramos: (1) La crucifixión, 24–28; (2) La burla cruel, 29–32; (3) Los
clamores de Cristo, 33–38; (4) La confesión del centurión, 39.
c. Las mujeres de Galilea (15:40–41). En una breve nota al pie se relata la participación
de la mujer en la historia de la crucifixión. Es en tierno contraste con los versos anteriores,
y es un comentario sobre la vida de la iglesia. Aunque estaban “mirando desde lejos” (40,
Amp. N. T.), las mujeres de Galilea estaban allí y no los discípulos. Ellas tomaron parte en
el sepulcro (47) y fueron las primeras en la tumba vacía (16:1). (De esta manera, ellas tal
vez se contaron entre los informantes de Marcos). Ellas fueron las que ayudaban a sostener
a Jesús con su servicio y su sustento mientras El estaba en Galilea (cf. Lc. 8:3) y se
habían unido a la banda de peregrinos de Jesús en su último viaje a Jerusalén.
Estos espíritus escogidos cuyos nombres Marcos ha inmortalizado, fueron: María
Magdalena, que tenía una deuda especial con Jesús (véase Lc. 8:2); María, la madre de
Jacobo “el menor” (“hijo de Alfeo”, Mt. 10:3) y de José; y Salomé, la madre de Jacobo
y Juan (Mt. 27:56). Ellas contemplaban con dolor y conmoción, pero con amor. “Es sólo
el amor que puede aferrarnos a Cristo de tal modo que ni aun las experiencias más
escabrosas pueden interrumpir.”8 8
83
Se cree que era como la mitad del tiempo que las víctimas generalmente requerían
VP. Versión Popular
84
Lucas y Juan dan otras “tres palabras” desde la cruz. Mateo y Marcos informan las mismas. Las de Lucas son: 23:34, 43,
46. Las de Juan son: 19:26–27, 28, 30.
85
IB, VII, 907.
86
Hechos 6:7 puede darnos una guía sobre tal portento.
87
Cualquiera sea la cosa que haya querido decir el centurión (véase Lc. 23:47), es evidente lo que Marcos quiso dar a
entender (cf. 1:1).
88
Barclay, Op. cit., p. 384.
Jesús expiró el viernes por la tarde, como a las 3:00 p.m., unas pocas horas antes del
sábado, que comenzaba con la puesta del sol. El viernes era día de preparación. Los
sábados no se permitían entierros y la ley exigió que el cuerpo de Jesús fuera sacado de
la cruz y sepultado antes del anochecer (Dt. 21:23).
Con este sentido de urgencia, José de Arimatea,8 9 “miembro noble del concilio” (43,
NEB), es decir, el Sanedrín, se armó de coraje y pidió a Pilato… el cuerpo de Jesús.90
José era un hombre de fortuna (Mt. 27:57), de carácter noble (Lc. 23:50); y un discípulo
secreto de Jesús (Jn. 19:38). Evidentemente, él y Nicodemo habían sido de aquellos
“principales”, que creyeron en Jesús aunque no lo confesaban públicamente (Jn. 12:42).
Fue necesaria la tragedia de la cruz para hacer que estos hombres salieran a la palestra (cf.
Jn. 12:32). Sin embargo, José también esperaba el reino de Dios y era un hombre de
fe. Su vida fue “una vida de expectativa de la acción de Dios en el mundo”.9 1
Uno no puede dejar de imaginar qué pensamientos fluyeron a la mente de Pilato
cuando José hizo semejante petición. Sorprendido por el informe sobre la muerte de Jesús,
Pilato llamó al centurión (44), que tenía la información necesaria para confirmarle el
hecho de la muerte (39). Pilato le dio el cuerpo a José (45).
Sucinta y conmovedoramente, Marcos nota cinco aspectos del ministerio de José hacia
Jesús: Compró una sábana (46), quitó el cuerpo de la cruz y lo envolvió en la sábana
(véase Jn. 19:40); lo puso en un sepulcro nuevo que era suyo (en un huerto cerca de la
ladera de la montaña), e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro (como
protección contra merodeadores).
¿Finis (fin)? ¡No, telos (destino, meta)! “… La historia muestra que Dios nunca les
presta atención a las piedras. Las finalidades de la tierra nunca son suyas.”9 2
Las mujeres devotas de Galilea (40–41) miraban dónde lo ponían (47), e hicieron
sus planes para asistir al embalsamiento después del sábado (16:1; Lc. 23:56). Muchos de
los detalles que Marcos nos da tienen que haber sido proporcionados por ellas.
89
Posiblemente deba ser identificado con Rathamín, situado a unos 30 kilómetros al noreste de Jerusalén (cf. 1 S. 1:1).
90
No sólo José se arriesgó a que Pilato se airara con él, sino también a recibir el ostracismo de sus colegas.
91
IB, VII, 910 (Exposición).
92
Ibid.
1
Op. cit., p. 154.
Muy de mañana (2), pasado el primer día de la semana, 2 las fieles mujeres de
Galilea (14:40–41, 47) vinieron al sepulcro. En la tarde anterior, pasado el día de reposo
compraron especias aromáticas (cf. Lc. 23:56) para ungir el cuerpo del Señor. A medida
que se acercaban a la tumba, expresaban su ansiedad acerca de quién les romovería la
piedra de la entrada del sepulcro (3). Buscando con la mirada (como lo indica el
original), 3 quedaron sorprendidas al ver removida la piedra que era muy grande (4).
Deteniéndose para entrar al sepulcro (5), una cámara que quizá medía de 2 a 2.5
metros cuadrados y más o menos la misma altura, se aterraron al ver un ángel sentado al
lado derecho. El sabía de antemano por qué habían venido: a buscar a Jesús (6) el
crucificado. 4 Ha resucitado; no está aquí; mirad el lugar. “Las tres declaraciones… son
acumulativas: (a) El hecho central; (b) la razón por qué no se le ve; (c) la evidencia de
que El ha estado allí…”5 No os asustéis. 6
Ningún ojo humano fue testigo de la resurrección; sólo los ángeles. “De modo que las
palabras del ángel a la mujer… son a manera del espejo en el cual se les permitió a los
hombres ver la reflexión de este evento escatológico.” 7
El joven… cubierto de una larga ropa blanca les instruyó que fueran a decir a sus
discípulos (7) y especialmente a Pedro (para que no se desmoralizara de vergüenza), que
debían cumplir su cita con El en Galilea (14:28). Maravilladas, más allá de lo que puede
expresarse con palabras, las mujeres se fueron huyendo del sepulcro; porque les había
tomado temor y espanto (8). En ese momento su miedo era tan grande “que no decían
nada a nadie” (8, Amp. N. T.). Más tarde fue un asunto distinto, cuando la comprensión
les trajo una ola de gozo (Mt. 28:8; Lc. 24:9).
Nunca se ha dado una “explicación” que cancele el hecho de la tumba vacía. Si los
enemigos de Jesús hubieran podido exhibir el cuerpo, hubieran destruido la joven fe. No
lo hicieron porque no pudieron. Creer que los discípulos robaron el cuerpo para poder
predicar un fraude está más allá de todo crédito. 8 Por otra parte, muchos discípulos (cf. 1
Co. 15:3–9) no tenían duda de haber visto al Señor. Hay por lo menos tres grandes testigos
de la realidad de la resurrección: la iglesia, el Nuevo Testamento y el día del Señor.
Ninguno habría llegado a existir si Jesús no hubiera resucitado. “Pero ahora, Cristo ha
resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho” (1 Co. 15:20).
Este párrafo sugiere: (1) La ansiedad de las mujeres, 1–3; (2) Las mujeres
sorprendidas, 4–6; (3) La misión de las mujeres, 7–8.
B. EPÍLOGO, 16:8–20
Estos versículos finales proponen lo que ha sido llamado “uno de los mayores
problemas textuales del Nuevo Testamento”. 9 Los hechos son como sigue. Los dos
manuscritos más antiguos y fidedignos (el Vaticanus y el Sinaiticus) omiten estos versos
y terminan el Evangelio de Marcos en 16:8. Esos versos también faltan en otros
manuscritos y versiones de la antigüedad.
2
Que pronto sería conocido como el día del Señor (Ap. 1:10).
3
Sugiriendo o una actitud inclinada o que la tumba estaba en una loma más arriba de ellas.
4
Podría estar en forma de pregunta: ¿Buscáis?
5
IB, VII, 913.
6
La palabra también puede traducirse “sumamente asombradas” y así está traducida en otros lugares de Marcos, cf.
9:15; 14:33.
7
Cranfíeld, Op. cit., pp. 465–66; como protesta contra la contemporánea separación de los ángeles como “fantasías
religiosas”.
8
“Aun un judío como Klausner califica esto como increíble” (Hunter, Op. cit., p. 157).
9
NBC, p. 839.
10
Véase Earle, Op. cit., p. 20, para un efectivo resumen del problema.
Bibliografía
I. COMENTARIOS
II. ARTÍCULOS
El Evangelio Según
SAN LUCAS
Charles L. Childers
Introducción
El Evangelio de Lucas ha sido llamado “el libro más hermoso del mundo” y,
juntamente con Los Hechos, “la más ambiciosa empresa literaria de la iglesia primitiva”.
Si tal expresión de alabanza pareciera una exageración, por lo menos puede prepararnos
para el estudio de una obra que, fuera de toda duda, es una porción significativa de la
Biblia y una de las obras maestras de los tiempos antiguos.
A. PATERNIDAD LITERARIA
Tanto la tradición antigua como la erudición moderna concuerdan en que el autor del
tercer evangelio fue Lucas, “el médico amado” y compañero del apóstol Pablo. Desde la
segunda o tercera centuria ya encontramos declaraciones de que Lucas fue el autor del
Tercer Evangelio y de los Hechos; desde ese tiempo la tradición unánimemente lo ha
apoyado. Lo cierto es que no hay evidencia que este Evangelio fuera alguna vez atribuido
a otro autor más que a Lucas.
Podemos aceptar el veredicto de la tradición más fácilmente cuando recordamos que
hubo muchos “evangelios” espurios que fueron asignados falsamente a varios apóstoles
y a otros testigos oculares del ministerio de Cristo. Sin embargo, Lucas no fue ni un testigo
ocular, ni un personaje tan prominente en el Nuevo Testamento como para que le fuera
asignado un libro que él no hubiera escrito, a menos que realmente fuera el autor.
Aunque Lucas no declara en ningún lugar que él haya sido el escritor del Evangelio o
de Los Hechos, la evidencia interna del Nuevo Testamento sólidamente apoya la posición
de que él fue el autor de ambos libros. En primer lugar, es obvio que los dos fueron escritos
por la misma persona. Ambos están dirigidos a un mismo hombre, Teófilo; en el libro de
Los Hechos, en su prefacio, se hace referencia a un “primer tratado”. También, un examen
más cuidadoso del estilo literario y del léxico de uno y otro libro revelan una similaridad
demasiado cercana como para no haber sido obras del mismo autor.
Otro eslabón en esta cadena de la evidencia lo constituye la famosa sección de
“nosotros” en el Libro de Los Hechos. 1 Estos pasajes indican con claridad que el autor era
compañero de Pablo. Puesto que Lucas es el único compañero conocido de Pablo (con la
excepción de Tito), que de otra manera no está identificado en Los Hechos, parece obvio
que él fue el autor. 2
Es muy poco lo que sabemos de Lucas. El Nuevo Testamento sólo menciona su
nombre tres veces. Pablo en su Carta a los Colosenses (4:14), se refiere a él como “el
médico amado” y en la Epístola a Filemón (24), Pablo lo llama su “colaborador”. Y
1
Estos pasajes son: Hechos 16:10–17; 20:5–15; 21:1–18; 27:1–28:31.
C. PROPÓSITO
Lucas declara su propósito en el prefacio de la obra. Escribe principalmente para dar
a Teófilo un conocimiento más completo y satisfactorio del Señor Jesucristo. Teófilo
había recibido informaciones rudimentarias, pero Lucas sentía que necesitaba más
instrucción; y posiblemente Teófilo le había solicitado a Lucas que le proveyera un relato
más adecuado. Pero sin duda pensaba en un grupo más grande de lectores que el de su
prominente indagador. Probablemente se dio cuenta de que toda la iglesia tenía necesidad
de un evangelio más completo de lo que hasta entonces había en existencia.
3
William Kirk Hobart, The Medical Language of St. Luke (Grand Rapids: Baker Book House, 1954 [reimpresión]). Aunque
esta obra ha sido parcialmente desacreditada, su mayor tesis—que el Evangelio de Lucas contiene terminología médica
distintiva—es probablemente válida.
4
Eruditos liberales han insistido en una fecha posterior tan avanzada como la década de los noventa—pero esta
posición parece depender en la indisposición de parte de esos eruditos a aceptar la profecía predictiva. Ellos arguyen
que las profecías de Lucas—de la destrucción de Jerusalén—son tan semejantes a los hechos históricos que deben
haber sido escritas basadas en esos hechos. La destrucción de Jerusalén se llevó a cabo en el año 70 D.C.
D. FUENTES
Los eruditos del Nuevo Testamento generalmente creen que Lucas echó mano de
Marcos y de otros escritores de ciertas fases del ministerio de Jesús para la composición
de su Evangelio. Por lo regular, se identifican dos de estas fuentes: documento “Q”, del
que se supone que contiene el material usado por Lucas y Mateo que no se encuentra en
Marcos; y “L” que designa a un documento del cual se supone que Lucas sacó la
información que es peculiar a su evangelio.
Que esta explicación es una excesiva simplificación del caso es ampliamente
reconocido; más bien se cree generalmente que Lucas usó un número indeterminado de
otros documentos. Es posible y aun sumamente probable que Lucas empleó esas fuentes
escritas. En su prefacio menciona que “muchos” habían tratado de dar un relato del
evangelio. Aunque evidentemente él piensa que son fuentes inadecuadas para su
propósito, sin embargo debe haberlas empleado. Por lo menos tiene que haberlas leído
para ver si había algo que agregar a las suyas.
Pero una fuente adicional que Lucas empleó fue la predicación y sin duda la
conversación privada con su compañero, el apóstol Pablo. Tuvo una gran oportunidad de
sacar provecho de esta circunstancia. Además, mientras el Apóstol estuvo preso en
Cesarea, Lucas pasó dos años en una búsqueda detallada en la tierra natal de Jesús.
Mientras estuvo allí pudo hablar con muchos testigos oculares del ministerio del Maestro,
incluyendo a María, la madre de Jesús, de quien podría haber obtenido todos los detalles
de los hechos concernientes al nacimiento del Señor. Es posible que también haya
encontrado fuentes escritas en Palestina.
E. CARACTERÍSTICAS
1. El Evangelio de mayor valor literario
La estructura, el vocabulario y el estilo del relato de Lucas, lo señalan como el más
literario de los evangelios. Algunas de las parábolas que solamente Lucas preservó se
cuentan entre las más amadas historias del mundo: “El Buen Samaritano”, “El Hijo
Pródigo” y otras.
2. Un Evangelio de cánticos
Intimamente relacionado con su significación literaria está el hecho de que Lucas nos
da algunos de los grandes cánticos de la cristiandad. Algunas veces se habla de él como el
primer himnólogo cristiano. Entre sus himnos tenemos: el “Benedictus”, el “Magnificat”,
el “Nunc Dimittis” (“ahora despide a tu siervo”), el “Ave María” y el “Gloria in Excelsis”
(“Gloria a Dios en las alturas”)—todos ellos en los dos primeros capítulos.
4. El Evangelio de la oración
Lucas habla más sobre la oración que cualquier otro evangelista. Lucas nos muestra
al Señor en oración en los grandes momentos de su vida. Sólo él nos proporciona la
parábola de “El Amigo a Medianoche” (11:5–13), “El Juez Injusto” (18:1–8), y “El
Fariseo y el Publicano” (18:9–14).
Bosquejo
I. Prefacio (1:1–4)
II. Nacimiento e Infancia de Jesús (1:5–2:52)
A. Anunciación a Zacarías (1:5–25)
B. La Anunciación a María (1:26–38)
C. La Visita de María a Elisabet (1:39–56)
D. El Nacimiento de Juan (1:57–80)
E. El Nacimiento de Jesús (2:1–20)
F. La Infancia y Niñez de Jesús (2:21–52)
III. Preparación para el Ministerio de Cristo (3:1–4:13)
A. Juan el Predicador (3:1–20)
B. Bautismo de Jesús (3:21–22) C.
Genealogía de Jesús (3:23–28) D.
La Tentación de Jesús (4:1–13)
IV. El Ministerio Galileo (4:14–9:50)
A. Primer Período (4:14–44)
B. Segundo Período (5:1–6:11)
C. Tercer Período (6:12–8:56)
D. Cuarto Período (9:1–50)
V. El Viaje a Jerusalén—El Ministerio de Perea (9:51–19:27)
A. Primera Etapa (9:51–13:21)
B. Segunda Etapa (13:22–17:10)
C. Tercera Etapa (17:11–19:27)
VI. El Ministerio en Jerusalén (19:28–21:38)
A. La Entrada en Jerusalén y la Limpieza del Templo (19:28–48)
B. Enseñanza Diaria en el Templo (20:1–21:4)
C. Revelación del Futuro (21:5–38)
VII. Pasión de Cristo (22:1–23:56)
A. La Preparación Final (22:1–13)
B. La Ultima Cena (22:14–38)
C. Getsemaní (22:39–53)
D. El Juicio Judío (22:54–71)
E. El Juicio Romano (23:1–25)
F. La Crucifixión y el Sepulcro (23:26–56)
VIII. El Cristo Resucitado (24:1–53)
A. La Resurrección (24:1–12)
B. Apariciones de Jesús Resucitado (24:13–49)
C. La Ascención (24:50–53)
Sección I Prefacio
Lucas 1:1–4
El Evangelio de Lucas se inicia con un corto prefacio que sigue la forma introductora
usada por los historiadores griegos—Herodoto, Tucídides, Polibio y otros. Es el único
lugar en los evangelios donde el autor se adelanta y, usando el pronombre “yo”, declara
su propósito y plan. Lucas es también el único evangelio específicamente dirigido a una
persona o personas.
Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden (1) indica que hubo muchos
evangelios o narraciones por lo menos de partes del ministerio de Jesús antes que Lucas
escribiera el que tratamos. Es posible que hayan incluido discursos, milagros, parábolas,
etc. Esto se da como prueba de que Lucas empleó fuentes y así puede ser interpretado (vea
la Introducción). Sin embargo, Lucas no dice que las empleó. Vigorosamente implica que
eran poco satisfactorias o inadecuadas. Si él hubiera estado conforme con alguna de éstas,
no hubiera intentado escribir un evangelio. No nos dice si eran incompletas o inexactas.
Pero la completa ausencia de crítica adversa y la implicación que ésas, como la suya
propia, provenían de testigos oculares, aclara que su objeción más bien se debía a que eran
incompletas.
Las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, sería más claro “las cosas
efectuadas entre nosotros” (RSV). Esta es una referencia a los hechos del Evangelio—la
vida histórica, hechos, y enseñanzas de Jesús. Son hechos históricos probados y
establecidos que deben ser aceptados como tales.
Los que desde el principio lo vieron… y fueron ministros (2) sugiere que la
información que Lucas presenta en su evangelio proviene de aquellos que fueron testigos
oculares desde el principio del ministerio de Jesús. Esto se refería principalmente a los
apóstoles. Pero Lucas también nos informa que él no fue testigo ocular. Esto revela su
humildad y honradez.
Después de haber investigado con diligencia… desde su origen (3) es decir,
“habiéndome familiarizado desde el principio con todas las cosas exactamente”. Esto no
es una aseveración de que era testigo ocular. Es una pretensión de que su estudio lo ha
hecho conocer exactamente todos los hechos pertinentes que conciernen al ministerio de
Jesús. También parece ser una implicación de que él va más allá de la tradición
apostólica—que comienza con el principio del ministerio de Jesús. Lucas no sólo ha
regresado al nacimiento de Jesús, sino que ha retrocedido a los anuncios de Jesús y de su
predecesor, Juan.
Por orden, es literalmente “uno tras otro”. Lucas se propone dar una presentación
ordenada del ministerio de Jesús. Al observar el evangelio completo vemos que este
“orden” incluía una distribución tanto lógica como cronológica.
El nombre Teófilo significa, o bien “amante de Dios” o “amigo de Dios”. Algunos
comentadores han sugerido que puede aludir a una clase de personas—amantes de Dios—
pero el número singular del nombre nos aparta de tal criterio. No hay razón para dudar de
que se trataba del nombre de un individuo.
Excelentísimo es un título de respeto usado para tratar a personas de autoridad. Sin
duda, Teófilo era un oficial romano. Esta probabilidad se halla fortalecida por el hecho
de que el autor usa tres veces el mismo título en Los Hechos y en todas se dirige a un
oficial romano.1
Para que conozcas bien la verdad… en las cuales has sido instruido (4) sugiere
que Teófilo o era un convertido al cristianismo o un investigador interesado en los hechos
y enseñanzas del evangelio. Su conocimiento era incompleto y posiblemente corría el
peligro de ser desviado por alguna mala información. Parece haber sido instruido primero
por Lucas o algún cercano, y Lucas se sentía en la obligación de perfeccionar su
enseñanza.
No necesitamos suponer que el Evangelio de Lucas fue escrito para Teófilo solamente.
La extensión de su obra, su perfección literaria y el gran período de tiempo y esfuerzo que
requirió, con seguridad implica que el autor estaba apuntando su Evangelio a todos
aquellos gentiles que, como Teófilo, estaban interesados o podían estarlo, en un verdadero
relato del ministerio de Jesús de Nazaret. Hemos notado en la Introducción que éste fue el
“Evangelio de los Gentiles”.
1
Hechos 23:26; 24:3; 26:25. La KJV traduce los dos últimos, “muy noble”, pero la misma palabra griega está usada en los
tres ejemplos y también es la misma que encontramos en Lucas 1:3.
de su vida demostró que no tuvo más religión que sus intereses y ambiciones egoístas.
Era una herramienta de los romanos. Fue nombrado rey de los judíos por el senado de
Roma a sugestión de Antonio, después que Herodes le prometiera una gran suma de
dinero. 1
De la clase de Abdías, la octava de las 24 clases—turnos de ministerios en que David
había dividido a los sacerdotes (1 Cr. 24:10). Cada descendiente masculino de Aarón era
sacerdote. Llegaron a ser tan numerosos, que algunos jamás hubieran tenido la
oportunidad de servir si no hubiera habido una organización tal como la que hizo David.
A los sacerdotes sólo se les permitía casarse con mujeres de linaje judío puro, y era
considerado doblemente meritorio contraer matrimonio con una descendiente de Aarón.
De modo que el matrimonio de Zacarías y Elisabet era del nivel más elevado.
Ambos eran justos delante de Dios (6) parece implicar tanto justicia religiosa moral
y ceremonial de acuerdo a las normas del Antiguo Testamento. Zacarías, Elisabet, y su
hijo forman una especie de puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos.
Y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor
significa viviendo fielmente conforme a todos los requisitos de Dios. “Mandamientos”
parece referirse al Decálogo o a la ley moral en general, y “ordenanzas” a la ley judicial
y ceremonial.
Pero no tenían hijo… Elisabet era estéril… y ambos eran ya de edad avanzada
(7). El verso 6 aclara que Dios estaba complacido con Zacarías y Elisabet. Sin embargo,
aquellos israelitas que los conocían no podían haber sospechado esto, porque
generalmente se creía que la falta de hijos era señal del desagrado de Dios. La esterilidad
también proporcionaba humillación adicional al matrimonio; tales esposos razonarían que
jamás podrían tener la esperanza de toda pareja judía: llegar a ser los padres del Mesías.
La esterilidad y la edad avanzada se combinaban para hacer de la paternidad una
imposibilidad física. Es interesante notar que este era un paralelo exacto al caso de
Abraham y Sara.
1
Josephus, Antiquities XIV.
pueblo que ascendían al mismo tiempo con las de las mujeres que estaban en el atrio de
las mujeres, las de los hombres en el atrio de Israel y las de los otros sacerdotes en su
respectivo atrio.
Y se le apareció un ángel del Señor (11). La voz divina de la revelación no había
hablado durante cuatro siglos. Entonces, repentinamente se le apareció el ángel del Señor.
Note que el ángel no “se aproximó”; él apareció—repentinamente, sin anuncio. El hecho
de que se le apareció a un sacerdote en el templo marca el carácter antiguotes-tamentario
de este comienzo de la revelación del Nuevo Testamento. Juan fue el predecesor de la
venida de Cristo y su reino. También era un eslabón con la antigua dispensación que ahora
tocaba a su fin.
La derecha del altar del incienso estaba al lado norte entre el mencionado altar y la
mesa de los panes de la proposición. Note cuán claro es Lucas en dar hasta los menores
detalles. Esto le es característico a través de todo su Evangelio y es una prueba más de su
autenticidad.
Y se turbó Zacarías… y le sobrecogió temor (12). Era una reacción natural bajo
circunstancias tan extraordinarias.
2
Véase Adam Clarke, The New Testament of Our Lord and Saviour Jesus Christ (Nueva York: Methodist Book Concern,
s.f.), I, 289 s.; también F. Godet, A Commentary on The New Testament (Edimburgo: T. and T. Clark, s.f.) I, 77.
3
Véase Números 6:1–21 para las reglas del nazareato.
Y será lleno del Espíritu Santo… desde el vientre de su madre. En este particular
Juan es más un profeta del Antiguo Testamento que un ministro del Nuevo. Ser lleno con
el Espíritu Santo desde su nacimiento es distinto de la elección individual involucrada en
la santificación personal. Aquí incluye el ser apartado y capacitado para el oficio profético.
Hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan (16). Esta profecía se cumplió
literalmente (Lc. 3:10–18).
E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías (17) es una referencia a
Malaquías 3:1 y 4:5–6. Claramente señala a Juan como el prometido predecesor del
Mesías, el cumplimiento de la profecía de Malaquías. El, aquí se refiere al anterior “Señor
Dios de ellos” del verso 16, pero claramente la representación de Juan como precursor
del Mesías le da a este pronombre el implicado antecedente de “el Señor” en la persona
de Jesucristo. Juan no era realmente Elías, como algunos han pensado, sino que se
asemejaba a él en “espíritu” y en “poder”. Hay también otras semejanzas entre Juan y su
contraparte del Antiguo Testamento—su vestimenta, sus hábitos de vida, su celo, y sus
responsabilidades peculiares de denunciar los pecados de un rey y reina malvados.
Para hacer volver los corazones de los padres a los hijos… para preparar al Señor
un pueblo bien dispuesto. La tarea que Malaquías había previsto, y que el ángel repite,
es que Juan prepararía un pueblo para el ministerio del Mesías. Esto involucraría
relaciones familiares—los padres a los hijos—y en conducta y actitudes—los rebeldes
a la prudencia de los justos.
Aunque Juan tenía muchos puntos en común con los profetas del Antiguo Testamento,
él es mucho más. Su relación con la obra de Cristo lo vincula con una nueva dispensación.
El señala el amanecer de un nuevo día.
demora no era un suceso normal. Quizá la gente temía que el sacerdote hubiese ofendido
a Dios y que El le hubiera quitado la vida, o quizá sospechaba lo que realmente estaba
sucediendo. Se trataba de una ocasión sumamente sagrada y Zacarías estaba en el santo
templo. No sería difícil para estos judíos que amaban tanto la casa de Dios esperar alguna
cosa fuera de lo común.
Comprendieron que había visto visión (22). Cuando salió del templo no pudo
hablarle a la gente. Por este hecho supusieron que había visto una visión, o quizá
entendieron prontamente el sentido de sus ademanes.
Y cumplidos los días de su ministerio (23). A pesar de su desventaja, Zacarías
terminó con su semana de servicio sacerdotal en el templo y luego regresó a su hogar en
la zona montañosa de Judea. El no se valió de su situación como excusa para abreviar su
oficio. Antes bien, todo su pensamiento y acción deben haber tenido impresos esa notable
experiencia. La visión y la promesa deben haber estado continuamente en su mente.
4
Para mayor aclaración sobre este asunto, véase Clarke, Op. cit., I, 359; Godet, Op. cit., I, 85.
5
Para mayor ampliación sobre este asunto, véase Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesus the Messiah (Grand
Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Company, 1943), I, 149 s.
6
Albert Barnes, Notes on the New Testament (Grand Rapids: Baker Book House, [reimpreso]), p. 7.
tal.” Tendrá las marcas de la Deidad. Este hebraísmo era muy común. Quería decir: “Será
Hijo del Altísimo.”
El trono de David su padre. Esto evidentemente implica que María era descendiente
de David. Es verdad que, como muchos arguyen, el derecho de Jesús al trono le vendría
por José, aunque él no fuera su padre real. Pero aquí se refiere a su filiación sin mencionar
a José. Debe notarse además, que Lucas está escribiendo desde el punto de vista de María;
también, que su interés en las relaciones humanas de Jesús tiene que ver con lo real, y no
con lo que es considerado legal entre los judíos. 7
Y reinará sobre la casa de Jacob para siempre (33). Esto es prácticamente el
equivalente de la cláusula siguiente: y su reino no tendrá fin, excepto que la anterior da
énfasis al aspecto del reino judío. En su evangelio Lucas hace hincapié muy claramente
en la universalidad del reino de Cristo; pero Pablo, que fue maestro de Lucas, acentúa la
continuidad del reino de Israel—y de la simiente de Abraham—en el reino de Cristo. 8 El
último es el renuevo y el fruto; el primero es la vid.
7
Para mayor razonamiento de este punto, véase Norval Geldenhuys, Commentary on the Gospel of Luke (“The
International Commentary on the New Testament”, Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1951), p. 79, nota 2.
8
Véase Romanos capítulos 9–11.
sería llamado Hijo de Dios de la misma manera en que un niño es llamado hijo de su
padre.
Tu parienta (lit., gr.; 36). El ángel inspira y anima a María con el relato de la gran
felicidad de Elisabet. Y particularmente le llama la antención al milagroso carácter de la
concepción de Elisabet: para ella, la que llamaban estéril.
Pero, ¿cómo podían María y Elisabet ser parientes, siendo que María pertenecía a la
tribu de Judá (1:32) y Elisabet a la de Leví? (1:5). El parentesco tendría que ser de la línea
materna, ya sea que la madre de María fuera de la tribu de Leví, o que la de Elisabet fuera
de la tribu de Judá. Edersheim piensa que la primera de las alternativas es la correcta. Esto
pondría en armonía la creencia rabínica de que las tribus de Leví y Judá se unirían en el
Mesías. Probaría también que María, si bien estaba pobre en el tiempo de su casamiento y
en el del nacimiento de Jesús, no era realmente una aldeana, sino que venía de una familia
de alguna posición. Los sacerdotes no se casaban fuera de su tribu, excepto en familias de
alto rango, y luego particularmente con miembros de la tribu de Judá. 9
Porque nada hay imposible para Dios. (37). La encarnación es la última prueba y
ejemplo de esta verdad. Estas palabras apoyaron e inspiraron la fe de María.
Hágase conmigo conforme a tu palabra (38). Jamás hubo una consagración más
humilde y completa a Dios. Aun sabiendo el daño que las lenguas maldicientes causarían
a su reputación, no se enfrió el ardor de su devoción. Ella dejó este asunto, como otros, en
las manos de Dios, y El cuidó de ella, como sólo El puede hacerlo.
9
Edersheim Op. cit., p. 149.
2. El Magnificat (1:46–56)
Aquí, bajo la inspiración del Espíritu Santo, María llega a ser poetisa y profetisa. Este
pasaje es a la vez uno de lo poemas más grandes del mundo y uno de los más famosos
himnos de la iglesia. Sin embargo, como lo indica un comentador de El Magnificat, “no
es evidentemente una oda compuesta con ciudado, sino una efusión impremeditada
brotada de la emoción profunda, la improvisación de la fe gozosa”.1 0 El himno de María
es muy similar al cántico de alabanza de Ana que encontramos en 1 Samuel 2:1–10. Está
lleno de alusiones al Antiguo Testamento, especialmente de ecos de los Salmos. El nombre
“Magnificat” proviene de la primera palabra del himno en la versión de la Vulgata Latina.
Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador (46–
47). Estos dos versículos forman un típico pareado que es la estrofa más simple de la
poesía hebrea. Está constituida por dos versos paralelos, el segundo de los cuales repite
el significado aproximado del primero con diferentes palabras. La misma versificación
sigue en el resto del poema. Estos dos primeros expresan el sentir de exaltación de María,
mientras que los restantes versos del himno nombran las obras específicas de Dios por las
cuales merece la alabanza.
Aunque el significado principal de la palabra griega traducida magnificat es
“engrandecer”, aquí significa “declarar grande a uno” o “exaltar la grandeza de uno”. La
expresión Dios mi Salvador demuestra que María estaba sumamente interesada en el
aspecto de la relación salvadora de Dios con la humanidad.
Porque ha mirado la bajeza de su sierva (48). María se refiere a su propio estado de
pobreza y falta de distinción política o social. Me dirán bienaventurada todas las
generaciones. Fue cambiada de una pobre e insignificante muchacha hebrea a la más
venerada mujer de la historia del mundo. Mediante el espíritu de profecía ella ve su futura
exaltación universal; pero su humildad la motiva a irrumpir en alabanza y gratitud
genuinas.
El poderoso (49). María ve la relación de la omnipotencia de Dios con la concepción
de su Hijo. Era necesaria la omnipotencia de Dios para efectuar la encarnación. Santo es
su nombre. Esta es una expresión de alabanza y a la vez de reconocimiento de la santidad
de Dios, que está tan profundamente implicada en la redención.
Y su misericordia (50) es otro atributo divino claramente revelado en la encarnación.
Ha sido demostrada de generación en generación a aquellos que le temen; es decir, los
que confían en El. Pero ahora es especialmente manifestada en el Don de Dios al hombre
y al mundo.
Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes (52). Dios juzga a los
hombres debidamente y con justicia. Exalta a los que le honran y “derriba” aun a “los
poderosos” que se le oponen. María podía presentar muchas ilustraciones del Antiguo
10
J. J. Van Oosterzee, “The Gospel According to Luke”, Commentary on the Holy Scriptures, ed. J. P. Lange (Grand Rapids:
Zondervan Publishing House, s.f.), p. 25.
Testamento de cómo Dios derriba a los potentados, y ella misma era el mejor ejemplo de
la exaltación de los de baja condición.
A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos (53). Este es otro
aspecto de la justicia divina tratando con la humanidad tanto como de sus sabios juicios.
Dios es el benévolo Proveedor, y el Alimentador de los hambrientos. Las palabras pueden
ser proféticas de la compasión y cuidado de Jesús por los hambrientos—tanto física como
espiritualmente. La reflexión de simpatía por los desheredados es propia del evangelio.
Israel su siervo (54). Dios estaba recordando su promesa a Israel. Aquí vemos la fidelidad
divina. El había ayudado a Israel en sus momentos más débiles. La palabra traducida
socorrió significa “sostener y apoyar cuando alguien está cayendo”. De la cual habló a
nuestros padres (55). El pacto con Abraham fue renovado con Jacob (Gn.
22:17–18; 28:13–22).
Y se quedó María con ella como tres meses (56). Esto concuerda con el hecho de
que llegó a la casa de Elisabet cuando estaba en el sexto mes de su embarazo (1:36), y
partió poco antes del nacimiento de Juan.
11
Véase Geldenhuys, Op. cit., pp. 19 s.
VM. Versión Moderna
12
Para mayores referencias al respecto, véase Génesis 22:16–17.
VM. Versión Moderna
Que, librados… le serviríamos (74). La liberación de Dios nos obliga a servirle. Este
servicio lo damos a Dios sin ningún temor por nuestra parte. El nos ha libertado de aquellos
a quienes teníamos que temer. Además, ya no tenemos el miedo esclavizador o
atormentador de Dios—sólo un temor que incluye reverencia y respeto mezclados con el
amor.
En santidad y en justicia (75). Las promesas de Dios y el cumplimiento de aquellas
promesas en la obra redentora de Cristo incluyen la santidad personal y la justicia para
sus hijos. En estos dos términos tenemos el aspecto divino y el humano de la vida cristiana.
Servir a Dios en santidad es hacerlo con una naturaleza interior conformada a la
naturaleza y voluntad de Dios; servirle en justicia es hacerlo con integridad en todas
nuestras relaciones humanas y terrenales. La devoción aceptable a Dios incluye no sólo
fervor religioso sino ética sana.
La posibilidad de tal rectitud interior y exterior contituyen el corazón del evangelio.
Algo más bajo es inimaginable, pues contradice el carácter y los mandamientos de Dios.
Además el amor de Dios no es consistente con un plan de salvación que dejaría al hombre
en un nivel más bajo de libertad personal tanto de los actos y del principio del pecado.
Todos nuestros días. Aquí está la respuesta a cualquier escapatoria sobre el horario divino
para la vida santa. Estas no son solamente futuras bendiciones celestiales en un depósito
para el pueblo de Dios, sino privilegios que podemos disfrutar ahora. Ni tampoco la gracia
interior necesita ser espasmódica; debe entenderse que es un modo de vida establecido.
Los versos 73–75 han sido llamados “Dios Otorga el Evangelio”. Aquí podemos
encontrar: (1) Liberación, 74; (2) Dedicación, le serviriamos, 74; (3) Disposición, en
santidad y en justicia, 75; (4) Duración, todos nuestros días, 75.
Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado (76). El himno de Zacarías ha
continuado por ocho versículos antes que mencione a su propio hijo. Su espíritu sacerdotal
y profético concede el primer lugar a las cosas que deben ocuparlo. Profeta del Altísimo.
No sólo está contento de que su hijo sea subordinado al Hijo de María, sino que se gloría
en el hecho de que Juan va a ser un profeta del Altísimo y precursor del Señor Jesús.
Para dar conocimiento de salvación… para perdón de sus pecados (77). El tema
de su mensaje, como maestro (“dar conocimiento”) sería “arrepentimiento para
salvación”. Esa remisión de pecados será por la entrañable misericordia de Dios (78).
Porque el hombre, que es rebelde a Dios, merece la muerte, no la vida.
Con que nos visitó… la aurora (78), literalmente: “la aurora de lo alto nos ha
visitado.” Nuevamente la atención de Zacarías ha vuelto a Cristo. Estas palabras son eco
de la profecía de Malquías (4:2): “A vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el sol de
justicia y en sus alas traerá salvación.” La venida del Mesías, entonces, sería la aurora que
daría luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte (79). Los viajeros que
se han extraviado en las tinieblas de la noche pueden encontrar el camino de paz, ahora
que ha llegado la aurora.
Charles Simeon sugiere el siguiente tema para los versos 78–79: “Las Causas de la
Encarnación de Nuestro Salvador.” Sus tres puntos principales son: (1) El advenimiento
de nuestro Señor—simbolizado por el sol; (2) El propósito de su advenimiento—disipar
las tinieblas; (3) La ilimitada misericordia de Dios.
Y el niño crecía, y se fortalecía… hasta el día de su manifestación a Israel (80).
Aquí tenemos en una frase 30 años de la vida de Juan. Durante ese lapso su desarrollo
físico fue normal, se fortaleció en espíritu, y aguardó detrás del escenario la señal del
Señor que le mostraría que había llegado el día para comenzar su gran obra. Aquí vemos
una de las virtudes cristianas más importantes y más raras—la paciencia.
13
Para un completo y magistral estudio sobre este asunto, véase Godet, Op. cit., I, 119–129.
14
Ibid., Véase también H. D. M. Spence, “Luke”, The Pulpit Commentary, ed. H. D. M. Spence (Grand Rapids: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co., 1950), I, 37.
15
Edersheim, Op. cit., 186–187. Para un criterio opuesto, véase Clarke, Op. cit., p. I, 370–71.
específicamente los nombres de los hermanos de Jesús (Mt. 13:55; Mr. 3:31–35). El
hecho de que veamos que María haya tenido más tarde otros hijos no disminuye en la
menor forma ni la dignidad ni la santidad como madre de Jesús, ni nos hace sentir ninguna
necesidad de justificar los hechos. Vemos que éstos armonizan perfectamente con la
naturaleza de la encarnación. La verdad de esta doctrina exige que María sea mera y
completamente humana, y otros nacimientos posteriores sólo demuestran más claramente
este hecho.1 6
Y los acostó en un pesebre; porque no había lugar para ellos en el mesón. El
pesebre probablemente estaba en una cueva o gruta de piedra usada para el ganado. El
mesón, o posada, ya estaba lleno; y la implicación es que, si hubiera habido lugar para
ellos, José y María habrían disfrutado de la hospitalidad. Sin embargo, el hecho de que
había tanto ruido y confusión y poca o ninguna vida privada en tales mesones, nos hace
razonar que quizá lo privado del establo haya sido una ventaja en la condición de María.
Creemos que Dios, en su infinito amor y sabiduría planeó las cosas de esa manera.
De modo que, mientras los mortales dormían o hacían sus asuntos mundanos, y los
inmortales contemplaban el lugar que al mismo tiempo era el más bajo y el más sagrado,
el Hijo de Dios nacía en Belén como lo había pronosticado el santo profeta. Ese es el
hecho central de toda la historia.
16
Para mayor ampliación sobre este punto, véase Godet, Op. cit., I, 130.
17
Edersheim, Op. cit., I, 186.
una de las muchas instancias donde se muestra a Jesús en completa armonía con la ley
mosaica y con las costumbres religiosas de su pueblo. Jesús nació y creció en el ambiente
de la vida judía. No se dice nada de que haya habido oposición alguna al nombre elegido—
JESÚS—como sucedió cuando se le puso el nombre a “Juan”, su predecesor. Véase el
comentario sobre 1:31 en cuanto al significado del nombre Jesús.
La ley mosaica prescribía la circuncisión del niño y la purificación de la madre. Estos
ritos eran un recuerdo perpetuo de la corrupción del pecado que había pasado a través de
las generaciones. De modo que el rito señala la realidad de la depravación heredada.
Puesto que Jesús nació sin el pecado heredado, estos ritos no le eran necesarios. Pero como
más tarde en el caso del bautismo, hubo una perfecta sumisión al camino que los demás
mortales tenían que realizar.
Y cuando se cumplieron los días de la purificación (22). Estos eran 33 días después
de los siete de su “impureza” o 40 días después del nacimiento del niño.1 9 Los antiguos
manuscritos difieren en lo que respecta al pronombre personal que tenemos aquí. Algunos
dicen: “La purificación de ella”; otros, “de ellos”. Las mejores autoridades nos dan “de
ellos” (gr. auton). Esto implicaba que tanto la madre como el niño necesitaban
purificación. Evidentemente, la implicación de que Jesús fuera ceremonialmente impuro
era más de lo que los copistas de los manuscritos pudieron aceptar. Pero Jesús vino a vivir
entre los hombres y a vivir la vida de ellos. Toda su existencia en la tierra demostró que
se identificaba con la raza pecadora—aunque El fue sin pecado. El siempre se sometió a
los ritos religiosos necesarios para el pecador, aun cuando no le fuera necesario. El no vino
para abrogar la ley sino para cumplirla.
Le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor. María no podía entrar al templo
ni tomar parte en los servicios religiosos hasta que hubiesen expirado los 40 días.
Terminado este plazo fue a Jerusalén para su propio ritual de purificación y presentar al
Niño al Señor. El verso 23 explica que la ley requería un precio de rescate por cada
primogénito varón.2 0 Se hacía tal cosa para redimirle de consagrarse al servicio sacerdotal
o religioso—la tribu de Leví había sido escogida en lugar de los primogénitos, pero Dios
quería un recuerdo perpetuo de su derecho sobre el primer nacido.
Y para ofrecer… un par de tórtolas, o dos palominos (24). Una de las aves era para
ofrenda quemada, y la otra como ofrenda por el pecado.2 1 Generalmente la ofrenda
requerida era un cordero, pero esas tórtolas o palominos eran una concesión para los
pobres. Esto identifica a José y María entre los pobres.
19
Véase Levítico 12:2–6.
20
Véase Exodo 3:2; Números 8:16; 18:15.
21
Véase Levítico 12:8.
22
Véase Isaías 49:13; 52:9; 66:13.
Los versos 29–32 contienen el cántico de alabanza de Simeón. Comparado con los
himnos de María (1:46–55) y Zacarías (1:68–79) es menos estético y más concentrado
sobre una verdad teológica particular. También es más corto.
Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz (29). Aunque no se dice nada acerca de
la edad de Simeón, esta cláusula parece implicar que ya era un anciano. Parece que sólo
estaba esperando que su cumpliera esta gran promesa antes que muriera. En estas palabras
vemos un sentido de absoluta satisfacción. Parece decir: “La vida ya está completa; nada
más me ata a este mundo.”
Han visto mis ojos tu salvación (30). Aunque sus ojos físicos sólo contemplaban a
un indefenso Bebé, su visión profética vislumbró la salvación del mundo. La mayor parte
de los judíos aguardaban a un mesías político que traería la independencia y grandeza a
Israel, pero este hombre piadoso vio al Mesías como un Salvador. El se daba cuenta que
la suprema necesidad del hombre era la salvación. Se trataba de una salvación universal
preparada por Dios para todos los hombres.
Luz para revelación a los gentiles (32, es una traducción literal). Y gloria de tu
pueblo Israel. Aquí vemos la salvación presentada bajo dos aspectos: aplicada a los
paganos y a los israelitas. Para los primeros, la salvación es una luz; para los segundos,
una gloria. Los gentiles, viviendo en las tinieblas e ignorancia, necesitaban luz; los judíos,
que estaban en un estado de humillación y reproche, tenían necesidad de gloria.2 3 Simeón
tenía una visión de más largo alcance y una mente más amplia que otros judíos de su
época; en esta percepción estaba más en armonía con la profecía mesiánica del Antiguo
Testamento que ellos.2 4
José y su madre… estaban maravillados (33). Nótese la clara implicación de que
José no era el padre de Jesús. Simeón no estaba diciéndoles a José y María nada de Jesús
que ellos no hubieran descubierto anteriormente. Más bien, ellos se maravillaron de que
esas verdades les fueran expresadas por un extraño y en tales circunstancias. Lo que les
maravilló a ellos e igualmente nos maravilla a nosotros es que todo lo que dijeron todos
los mensajeros de Dios armonizara tan perfectamente.
23
Véase Godet, Op. cit., I, 139 s.
24
Véase Isaías 11:10; 52:10; 60:3; 62:2.
25
Véase Godet, Op. cit., I, 141.
26
Esto refleja la verdad de Isaías 8:14.
misma clase de escrito. Parece por el pasaje de Los Hechos que Pablo hubiera vuelto a
Jerusalén poco después de convertirse, pero en Gálatas 1:17–18 se nos dice que pasaron
tres años antes que regresara. Tales omisiones son comunes en las Escrituras y en otras
obras antiguas. No satisfacía al propósito del autor incluir el material omitido, y los
escritores antiguos no sentían la necesidad de informar a sus lectores sobre tales omisiones
en sus relatos. Puesto que esta era la costumbre, los lectores entendían y se permitían sus
propias interpretaciones.
El verso 40 abarca un período de 12 años. Durante ese tiempo Jesús creció
físicamente; se desarrolló fuerte en el espíritu, estaba lleno de sabiduría y la gracia de
Dios estaba con El. Se desarrollaba física, mental y espiritualmente. Vemos aquí la
verdadera humanidad de Jesús. Una de las verdades básicas de las Escrituras es que la
naturaleza divina jamás interfirió ni hizo innecesario el normal desarrollo de la humanidad
de Jesús.
Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua (41). Todo
varón adulto tenía obligación de hacerlo (Dt. 16:16). Aunque la ley no requería lo mismo
de las mujeres, se consideraba que les era un beneficio espiritual asistir. Aquí volvemos
a ver la cuidadosa conformidad de José y María al ritual de la ley mosaica. La devoción
perfecta engendra obediencia.
Cuando tuvo doce años (42). Este es el único evento en la vida de Jesús desde su
infancia hasta su virilidad del cual tenemos información específica. Las historias
fantásticas registradas en los falsos evangelios están evidentemente fuera de armonía con
la vida de Jesús tal como nos la presentan los evangelios inspirados.
Muchos comentaristas han dado por sentado que esta era la primera visita de Jesús al
templo desde su presentación al Señor. Pero esto sólo es una conjetura, porque no hay
evidencia en el pasaje que pudiera servirnos de prueba. Lo opuesto sería más factible.
Sabemos que María asistía con José a las fiestas de Jerusalén, aunque su presencia no era
exigida por la ley. Además, la tradición talmúdica asevera que aun los muchachos de
pocos años estaban obligados a ir a los festivales. Parece que Lucas recuerda este viaje
en particular por causa de los acontecimientos ocurridos en el templo que están dentro del
plan y propósito de su Evangelio.
Otro criterio equivocado y muy común es que Jesús asistía a esta fiesta en particular
porque a los 12 años de edad todo muchacho judío llegaba a ser “hijo de la ley”, pero esto
más bien ocurría a los 13 años. Si esta visita al templo estaba relacionada conque Jesús
llegara a “ser hijo de la ley”, era en calidad de “preparatoria”.
Se quedó el niño Jesús en Jerusalén (43). La fiesta duraba siete días. Evidentemente
Jesús tuvo bastante libertad durante esos días. Debe haber conocido los planes de la
partida. Por eso sus padres habrán supuesto que estaba con algunos de los miembros del
enorme grupo que, con ellos habían principiado el regreso. Dos cosas pudieron haber
sucedido para haber tenido tanta libertad. La primera es el hecho de que los muchachos—
tanto como las niñas—en Palestina a los 12 años son más maduros que los del norte de
Europa o en la zona occidental. La segunda es la confianza que José y María
indudablemente tenían, confianza en el buen juicio y responsabilidad del joven Jesús. La
seguridad de ellos era bastante grande como para permitirles caminar todo un día sin
alarmarse al no verlo.
Tres días después le hallaron en el templo (46). Al alarmarse, primero le buscaron
entre los parientes y otros que viajaban en la misma dirección. Y no decidieron regresar
a Jerusalén para buscarle sino hasta que estuvieron seguros de que realmente no estaba
en la compañía. Tres días después quiere decir “al tercer día”. El primer día transcurrió
desde la salida de la ciudad sin que ellos se dieran cuenta de su ausencia; al segundo día
hicieron el camino de vuelta llegando tarde a Jeruslén. Al día siguiente—el tercero—
Elaborado por el Pastor Uriel Campos
Web: http://ucampos.jimdo.com
Correo: [email protected]
IGLESIA CRISTIANA MINISTERIO DEL REINO DE CRISTO
Pastor Uriel Campos
hallaron a Jesús en el templo. Los predicadores a menudo aseveran que sus padres le
buscaron por todas partes antes de pensar en ir al templo, pero eso no es lo que leemos.
Sentado en medio de los doctores… oyéndoles y preguntándoles (46). No eran
médicos cirujanos sino doctores de la ley. Eran rabinos o maestros. Es posible que hayan
estado presentes rabinos famosos como Shammai y Hillel. Esos grupos de discusión eran
comunes, y quizá en ocasiones los muchachos escuchaban. Pero Jesús no era un
espectador interesado, era un Participante.
Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas
(47). No sólo preguntaba, como puede hacerlo un discípulo, sino que daba respuestas
(como una autoridad). Esas preguntas y respuestas dejaban atónitos a los que le oían—
incluyendo a los rabinos—por su inusitada profundidad de visión y entendimiento tanto
para hacer preguntas inteligentes como para dar respuestas.
Sin embargo, este pasaje debe ser interpretado en armonía con el crecimiento y
desarrollo normal de Jesús. No tenemos que caer en el error de los escritores de los
evangelios espurios y atribuirle a Jesús manifestaciones de divinidad que no estén en
armonía con su progresivo desarrollo del carácter mesiánico. A los 12 años Jesús podía
manifestar desarrollo en cada área de su vida y persona, incluyendo la consciencia de su
misión y su relación con el Padre. Este desarrollo equilibrado continuaría a través de su
vida terrenal.
Cuando le vieron, se sorprendieron (48). Literalmente “cuando le vieron, se
quedaron atónitos”. Ellos estaban confundidos ante las circunstancias que rodeaban a
Jesús en este momento. Y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí,
tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Aquí María exhibe su frustración y un
grado de exasperación, tanto como de preocupación maternal. Ella había estado alarmada;
ahora estaba cansada y confundida. A la vez estaba sorprendida por la sabiduría y por la
acción de Jesús. Su petición de madre parecía mostrar un sentido de impotencia al hacer
frente a otro misterio en la vida de este extraordinario Hijo.
¿Por qué me buscabais? (49). Jesús respondió a una pregunta con otra y contrapuso
la perplejidad de María con su propia sorpresa. ¿Por qué debía ella afligirse? Y ¿por qué
debía ella buscarlo? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?
que literalmente es: “¿No sabías que me es necesario estar en las cosas de mi Padre?”28
Parece que Jesús supuso que su madre había entendido su misión mejor de lo que ella
realmente se había dado cuenta. Nótese el contraste entre las palabras de María, tu padre
y yo y las de Jesús, los negocios de mi Padre. María pensaba que Jesús había olvidado a
sus padres; Jesús le indica que El tenía una responsabilidad mayor hacia un Padre más
elevado.
Pero la sorpresa de María ante el aparente descuido de Jesús muestra cuán fiel debió
ser la obediencia y la consideración de Jesús hasta ese momento. También prueba que la
infancia de Jesús había sido natural y normal y que no había estado señalada por
frecuentes indicaciones de sus capacidades sobrenaturales.
Mas ellos no entendieron las palabras (50). La pregunta de Jesús, que para nosotros
es relativamente clara, sólo sirvió para confundir más a María. Godet probablemente esté
en lo cierto cuando implica que María no comprendió el empleo de la palabra Padre, de
parte de Jesús, con referencia a Dios.2 9 Si ella no lo comprendió, no es posible que lo
hicieran los presentes. De cualquier manera, ella no captó el significado de la declaración.
Sin embargo, no debemos culpar a María por no entender a su Hijo. Esta falta de
comprensión era necesaria si El iba a tener una vida humana normal. Si ella hubiera
28
The New English Bible dice: “¿No sabías que yo estaba vinculado a la casa de mi Padre?”
29
Godet, Op. cit., I, 149.
30
Véase a Edersheim, para mayor luz sobre este punto, Op. cit., I, 191 s.
1
Compare Tucídides, Polibio, et al.
consideraba el ministerio de Juan como “El principio del evangelio de Jesucristo…” (Mr.
1:1).
La fecha exacta de este decimoquinto año del reinado de Tiberio es un asunto sujeto
a discusión. Tiberio llegó a ser emperador a la muerte de Augusto en el año 14–15, D.C.
Entonces, la fecha del decimoquinto año correspondería al 28–29. Pero, esto significaría
que Jesús era mayor de lo que Lucas dice (3:23), o bien que nació dos años después de lo
que generalmente se cree (cerca del año 4 A.C.). Algunos eruditos sostienen que Lucas
está reconociendo el reinado de Tiberio desde el 11 al 12 D.C., cuando llegó a reinar
juntamente con su padrastro Augusto. Esta hipótesis ha sido desafiada sobre la base de
que no armoniza con la forma en que los historiadores romanos datan los eventos de su
historia—la costumbre de fechar desde el principio de un emperador reinante como único
soberano. Sin embargo, Lucas no era historiador romano y hay evidencia que demuestra
que la costumbre de fechar desde el principio de un gobernante adjunto era seguida en el
Oriente. 2 Siendo que Lucas vivió, fue educado y escribió en el Oriente, es más que
razonable suponer que siguió la costumbre oriental al fechar los acontecimientos de sus
escritos. En el presente ejemplo, entonces, lo está haciendo desde el principio del reinado
asociado de Tiberio y Augusto—11–12 D.C.—y de esta manera, el ministerio de Juan
comenzó en el 26–27 D.C. 3
Siendo gobernador de Judea Poncio Pilato. Su título real era “procurador”.
Mantuvo este cargo desde el 26 hasta el 36 D.C. Estaba subordinado al gobernador de
Siria. Y Herodes tetrarca de Galilea. Se trataba de Herodes Antipas, hijo de Herodes el
Grande y hermano de Arquelao. Fue gobernador de Galilea y Perea desde el 4 A.C., hasta
el 39 D.C. Tetrarca significa “gobierno de cuatro”. Originalmente el término se usaba
para designar a un mandatario subordinado que gobernaba una cuarta parte del dominio
de su señor. Para el tiempo de la historia de Lucas ya no existía más la estricta división
matemática.
Herodes el Grande dividió su reino en su testamento. Arquelao recibió Judea, con el
título de “ethnarca” (“gobernador de una nación”), algo más elevado que el de “tetrarca”,
que fue concedido a los que gobernaban las otras divisiones del primitivo reino de
Herodes. Cuando apenas tenía seis años de gobierno, Arquelao fue destituido y Judea fue
unida al imperio.
Su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite. Felipe era
el mejor de la familia de Herodes. Gobernó desde el año 4 A.C. hasta el 34 D.C. Su
tetrarquía estaba al este del Jordán y al norte de Perea. Lisanias, tetrarca de Abilinia,
que quedaba inmediatamente al norte de Iturea y al sudeste de Damasco (véase el mapa).
Lisanius no es mencionado en la historia secular. 4
Siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás (2). Esta extraña contradicción de que
hubiera dos sumos sacerdotes a la vez se explica por el hecho de que Anás, el legítimo
sumo sacerdote, había sido destituido 15 años atrás por Valerius Gratus, el predecesor de
Pilato, pero continuaba siendo considerado como sumo sacerdote por la mayoría de sus
connacionales. Durante ese período, cuatro más habían ocupado el cargo; el último fue
Caifás, yerno de Anás. Ofició desde el 17 al 36 D.C.
La actitud de la gente de no reconocer la destitución de Anás estaba basada, sin duda,
en que según la ley mosaica los sumos sacerdotes debían ejercer su cargo hasta su muerte.
Debe recordarse también que no se esperaba que ellos reconocieran el acto de un oficial
romano pagano (gentil) al destituir a un oficial religioso judío. Ningún judío ortodoxo
2
Véase Godet, Op. cit., I, 166 s.
3
Para mayor discusión de este punto vea Alexander Balmain Bruce, “The Synoptic Gospels”, The Expositor’s Greek New
Testament (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Company, s.f.), I, 480 s.; véase Godet, Op. cit., I, 166–67.
4
Para este problema, véase Bruce, Op. cit., I, 481. También Godet, Op. cit., I, 168 s.
podría concederle tal autoridad a un romano. También, es muy posible que Anás, mientras
ejercía extraoficialmente el cargo, ocupara la importante posición de nasi, o presidente del
Sanedrín.
Como está escrito en el libro de… Isaías (4). Este pasaje de Isaías capítulo 40 está
citado en los tres Sinópticos; pero Lucas cita con mayor amplitud—porque da una porción
del verso 5 que no mencionan los otros dos Evangelistas. Lucas también sigue más de
cerca la Septuaginta que los otros Sinópticos.
Todo valle se rellenará, y se bajará todo monte y collado (5). De Isaías 40:4. Esta
y las cláusulas siguientes de este versículo sugieren reajustes que el hombre debe hacer
para encontrarse con Dios. La figura de la totalidad del pasaje es la de los zapadores o
constructores de caminos que van delante del rey para preparar la senda por donde ha de
ir su procesión. Juan era el zapador del Rey de Reyes, quien estaba listo para hacer su
aparición. (1) Los valles de vida baja debían ser rellenados. (2) Los montes y collados de
orgullo e hipocresía debían ser bajados al plano de la verdadera humildad. (3) Los caminos
torcidos y ásperos debían ser allanados según los deseos del Rey.
Y verá toda carne la salvación de Dios (6). Esto no es parte del mensaje de Isaías
40, pero es una versión libre de Isaías 52:10. La salvación de Dios en la forma de su Hijo
encarnado sería revelada para que toda carne pudiera conocer y participar. También, en
la segunda venida de Cristo y en el juicio todo ojo le verá—incluyendo aquellos que le
rechazaron.
Este pasaje sugiere el pensamiento de “Cómo Prepararse para un Avivamiento”. El
texto sería: Preparad el camino del Señor (4). El “cómo” se encuentra en el verso 5, en
el que Dios da la prescripción: (1) Todo valle se rellenará; (2) todo monte… se bajará;
(3) Los caminos torcidos serán enderezados; (4) Los caminos ásperos serán
allanados. El verso 6 nos da el resultado: Verá toda carne la salvación de Dios. Esto es
lo que sucede cuando llega un avivamiento.
tiempo deshonra a Dios y autodestruye. El que tiene qué comer, haga lo mismo. Las
necesidades básicas materiales del hombre son qué comer y qué vestir, y el amor cristiano
no puede permanecer impasible ante su falta.
Vinieron también unos publicanos… y le dijeron… ¿qué haremos? (12). Aquí
había un grupo homogéneo específico que tenía sus debilidades características. Es la
primera mención de los publicanos en la narración del evangelio, pero Lucas va a
mencionarlos a menudo en su narración en el resto de su evangelio. Estos cobradores de
impuestos para los romanos eran a menudo despreciados por la gente por dos razones:
recogían las tasas para una potencia extranjera no bien recibida; y a menudo eran
deshonestos, exigiendo más de lo debido. Su pregunta y su deseo de ser bautizados
indicaba que eran sinceros al buscar el arrepentimiento. El hecho de que Juan no los
condena como lo hiciera con los fariseos y saduceos, confirma esta interpretación.
No exijáis más de lo que os está ordenado (13). Juan le dio la respuesta perfecta a la
pregunta, porque esto era el perfecto antídoto para su debilidad característica. Aquí
tenemos la demanda de honestidad personal en todas las relaciones oficiales.
También… unos soldados… diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? (14). Otra vez
Juan les responde adecuadamente: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y
contentaos con vuestro salario (14). Esto cubre las áreas de las tres tentaciones más
comunes de los soldados. En las respuestas de Juan a los publicanos y a los soldados
vemos una de las muchas evidencias en el Nuevo Testamento del hecho del propósito
divino de revolucionar la sociedad, no por un cambio repentino y externo de las
estructuras sociales, sino por una revolución y renovación interna y personal de los
individuos componentes de la sociedad. Los cambios sociales exteriores serán los
resultados de los cambios internos de los individuos.
literario, usa esta relación como conclusión del ministerio de Juan, presentando así todo
el ministerio de Juan como una unidad.
6
Godet, Op. cit., I, 195–207; véase también Geldenhuys, Op. cit., pp. 150–55; Spence, Op. cit., I, 70–72; Clarke, Op. cit., I,
385, 394.
(2) Lucas dice que Jesús fue tentado durante los 40 días de ayuno tanto como después;
Mateo no menciona tentaciones anteriores.
(3) Según Mateo, después que Satanás le mostró a Jesús los reinos del mundo, le dijo:
“Todo esto te daré.” Lucas pone el énfasis en la autoridad y gloria de esos reinos. Según
Lucas, Satanás le dijo: A ti te daré toda esta potestad (lit., autoridad) y la gloria de ellos
(6).
(4) Lucas añade a lo que Mateo ha escrito acerca de la misma tentación, y escribe:
porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy (6).
(5) En la tentación a arrojarse del templo, Mateo llama a la ciudad, “la santa ciudad”;
mientras Lucas simplemente la llama por su nombre: Jerusalén (9). Aquí la razón de
Lucas es obviamente la claridad para sus lectores gentiles.
Estas diferencias no cambian materialmente en nada la enseñanza sobre la tentación
de Jesús.
Barclay titula esta sección: “La Batalla de la Tentación.” La bosqueja así: (1) La
tentación a sobornar la gente con dones materiales, 2–4; (2) La tentación a claudicar, 5–
8; (3) La tentación a hacer cosas sensacionales 9–12. Podemos agregar un punto; (4) La
recompensa de la victoria sobre la tentación.
Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea (14). Este pasaje siguiendo
inmediatamente al relato de la tentación nos recuerda que los tres Sinópticos vinculan el
relato de la vuelta a Galilea con la historia de la tentación. Pero tanto Mateo como Marcos
implican que la razón para el retorno fue que Jesús recibió las nuevas del encarcelamiento
de Juan.2 En el poder del Espíritu se refería al poder del Espíritu Santo que había
descendido sobre El en su bautismo.
Vino a Nazaret, donde se había criado (16). Lucas relaciona este episodio con la
vida temprana de Jesús que hacía poco había terminado de narrar. Y en el día de reposo
entró en la sinagoga, conforme a su costumbre. Habría transcurrido bastante tiempo
desde que Jesús estaba predicando para haber establecido esta costumbre. Y se levantó a
leer. Era la postura acostumbrada en las sinagogas para leer las Escrituras. Cualquier otra
posición hubiera demostrado falta de respeto por los Sagrados Escritos. No estaba
permitido ni aun el apoyo sobre cosa alguna mientras se leía.
Y se le dio el libro del profeta Isaías (17). En las sinagogas, a menudo se solicitaba
a los visitantes prominentes que leyeran las Escrituras e hicieran algún comentario al
respecto si lo deseaban; o bien, se les pedía que hablaran después de la lectura. 3 En cada
reunión se leía una porción de la ley y otra de los profetas. En esta ocasión ya había sido
leída la porción de la ley, antes que dieran el libro de Isaías a Jesús.
Halló el lugar donde estaba escrito… el pasaje se refiere a Isaías 61:1–2b. Se trata
de la parte que debía ser leída en la mañana del día de la Expiación. 4 Algunos creen que
la Escritura que Jesús leyó era la lección para el día y que fue providencial que estuviera
presente entonces; pero eso es incierto. Más parece que Jesús seleccionó el pasaje.
El Espíritu del Señor está sobre mí… (18). La cita de Lucas pertenece a la
Septuaginta con algunas variaciones. Es un pasaje mesiánico y señala las funciones de
ese tipo de ministerio. Estas son realizadas bajo la unición y dirección del Espíritu Santo.
Aquí, nuestro Señor nos da la naturaleza del mensaje evangélico. Puede ser bosquejado
como sigue:
(1) Predicar el evangelio a los pobres (18). Evangelio significa “buenas nuevas” o
“nuevas alegres”. Parece que los pobres estuvieron más dispuestos a escuchar a Jesús. Su
necesidad los dirigía al Salvador. Nadie, rico o pobre puede encontrar a Jesús hasta que se
dé cuenta de su destitución espiritual, busque a Cristo y confiese su necesidad.
(2) Sanar a los quebrantados de corazón (18). Consolar a aquellas personas cuyos
corazones han sido quebrantados por circunstancias calamitosas, por desgracias o por el
pecado.
(3) A pregonar libertad a los cautivos (18), especialmente a los esclavizados por el
pecado y Satanás. La expresión es reminiscente de la cautividad babilónica.
(4) Y vista a los ciegos (18)—tanto física como espiritualmente. Un momento de
reflexión les revelará a Cristo en los dos aspectos de su ministerio impartidor de luz.
(5) A poner en libertad a los oprimidos (18). Los que han sido heridos por la
calamidad o pecado. La libertad del pecado es segura y completa; la liberación de la
calamidad o dificultades implica, o bien ser librados de la causa de ellas, o gracia para
soportarlas.
(6) Predicar el año agradable del Señor (19). La expresión año agradable nos
recuerda el año del jubileo—el quincuagésimo. Esto implica la época en que el hombre es
aceptado por Dios—que El recibirá a aquellos que se vuelvan a El con verdadera
contrición y rendimiento. Esta verdad había de ser predicada en el ministerio mesiánico
y en la dispensación de la cual es principio.
2
Véanse Mateo 4:12 y Marcos 1:14. Véase Godet para más comentarios sobre este asunto, Op. cit., I, 227.
3
Véase Hechos 13:15.
4
Van Osterzee, Op. cit., p. 73.
esta palabra, sino la que está a disposición de todos los hijos de Dios cuando se suscita la
necesidad y Dios quiere interferir.
resistir con éxito el mandato de Jesús ni herir seriamente al hombre elegido por El para
defenderlo.
Y estaban todos maravillados, y hablaban… diciendo: ¿Qué palabra es ésta? (36).
La última cláusula no es una pregunta sino una exclamación. Que con autoridad y poder
manda a los espíritus inmundos, y salen. Las dos palabras griegas traducidas poder
están correctamente traducidas. La congregación de la sinagoga reconoció que Jesús tenía
toda la autoridad para mandar a los demonios y poder (dinamismo) para forzarlos a
obedecer.
Y su fama se difundía por todos los lugares… (37). Un milagro semejante no podía
haber sido guardado en secreto; y la fama de Jesús se extendía como resultado de las
emociones y lenguas incontrolables.
5
La suegra de Simón se menciona en 4:38, pero Simón no es mencionado en ese tiempo.
Su red se rompía (6). Literalmente, “se estaba rompiendo”. Esto no impediría que las
redes fuesen vaciadas en la playa.
Hicieron señas a los compañeros (7). Eran Santiago y Juan, hijos de Zebedeo.
Vemos que Jacobo y Juan eran más que compañeros de labor o vecinos. El hecho de que
había dos botes y cuatro hombres trabajando como socios facilitaría la labor.
Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador (8). El éxito tremendo de sus
esfuerzos y la clara razón para este triunfo repentino le dieron a Pedro una doble visión.
Vio al Señor—su poder, su sabiduría y conocimiento, su pureza—y también se vio a sí
mismo, una criatura pecadora. En contraste con la santidad de Cristo, él se sintió pecador,
y de hecho lo era. Esta experiencia le produjo una convicción de pecado que le hizo estar
incómodo en la presencia de Cristo, y su primer impulso fue pedirle a Jesús que se apartara
de él. Pedro siempre hablaba después del primer arranque. Pero Jesús sabía que el anhelo
más profundo de Pedro era el de ser salvo del pecado y asemejarse a El.
Porque… el temor se había apoderado de él (9). Literalmente, “porque era presa
del espanto”. Esa es la causa de que hablara así. Siempre había razón suficiente para que
el impulsivo Pedro hablara. Pero esta vez el mismo temor se posesionó de todos los que
estaban con él, pero no hablaron en voz alta, aunque sin duda sintieron la misma
convicción de pecado. A veces criticamos a Pedro por su impulsividad, pero deberíamos
tomar el indicio del hecho en que obviamente Jesús sintió que necesitaba un discípulo
impulsivo.
Y asimismo de Jacobo y Juan (10); es decir, “también ellos se hallaban atónitos”.
Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Se ve
la actitud del Señor ante el arranque de Pedro en que él fue escogido por esas animadoras
palabras. Fue este Pedro quien había dicho: “Mas en tu palabra echaré la red” (v. 5). Pedro
pescó y como resultado, el Señor lo puso en la tarea de ganar hombres para el reino.
Dejándolo todo, le siguieron. Tan pronto como alcanzaron la costa, abandonaron su
labor de pescadores y siguieron a Jesús para ser pescadores de hombres. Los cuatro
tuvieron la misma manera de pensar. Pedro difería de los otros en sus reacciones pero no
en sus deseos y actitudes fundamentales. Jesús tenía ahora sus primeros cuatro discípulos.
Para este incidente Alexander Maclaren nos da estos puntos: (1) La ley del servicio,
4; (2) La respuesta, 5; (3) El resultado, 6–8.
bajaron por el tejado; Mateo no menciona ese hecho. Para discusión, vea los comentarios
sobre Mateo 9:2–8.
El relato de la elección de los Doce se encuentra en los tres Sinópticos. Para examen
del material de los versículos 14–16, vea los comentarios sobre Mateo 10:2–4 (cf. también
Mr. 3:13–19). Al relato paralelo con Mateo, Lucas agrega el material de los versículos 12
y 13.
Fue al monte a orar (12). Lucas nos muestra a Jesús en oración antes de empezar sus
grandes empresas. El llamado de los Doce era de tanta importancia que Jesús no sólo oró,
sino que pasó la noche orando a Dios. El Maestro nos da un precedente a seguir. Nunca
debemos dar un paso importante sin un buen período de sincera oración.
Y cuando era de día, llamó a sus discípulos (13). Un discípulo es un aprendiz,
estudiante, principiante. Todo seguidor de Jesús era discípulo. Después de terminar su
noche de oración, ahora estaba listo para elegir a los líderes de su reino y de la obra
pertinente. Entre estos discípulos, escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó
apóstoles. Estos eran “enviados” con un mensaje. Eran mensajeros, pero más aún; eran
representantes y embajadores de Cristo.
7
Véase también Godet, Op. cit., I, 294 s.
Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan (22). Y el cuarto ay: ¡Ay
de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! (26).
De este modo, Lucas en todos los casos ha citado a Jesús como bendiciendo a los que
son infortunados y pronunciando ayes sobre aquellos que generalmente son considerados
venturosos. El Señor no está expresando que uno que es rico o que tiene muchos amigos
no puede ser salvo e ir al cielo. El está señalando el peligro de estar demasiado atado al
mundo. También nos está mostrando que el infortunio a menudo es el ángel disfrazado
del Señor.
El pasaje que se halla en los versos 33 y 34 es otra adición que no está en Mateo. Esta
es una parte de la discusión sobre el amor a los enemigos. Lucas omite Mateo 5:47, que
dice: “Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen
también así los gentiles?” Esto era algo que Lucas se daba cuenta que era para los judíos
y que no habría encajado en el “evangelio para los gentiles”. Pero agrega (vv. 33–34) una
ilustración en la que proporciona las mismas enseñanzas de Jesús, pero sin la implicación
judía. Son las siguientes:
Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los
pecadores hacen lo mismo (33). Vuestros hermanos y publicanos son términos con
connotaciones judías que no aparecen aquí.
Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?… los
pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto (34). Aquí los términos no
tienen ninguna connotación judía, aunque vemos el mismo principio eterno de la
ilustración citada en Mateo. Una vez más en el verso 35, Lucas cita la amonestación de
Jesús a prestar sin esperar el retorno. Esta es una magnífica ilustración de cómo ambos
evangelistas seleccionaron las partes del sermón que más convenían a los propósitos
individuales de su escritura.
El verso 38 es otro pasaje que no se encuentra en la versión de Mateo: Dad, y se os
dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo.
Aunque no se debe dar o prestar para lograr ganancia, se nos asegura que el dar logra
retribución. Sin embargo, Jesús no dice que siempre será un pago de la misma clase o
necesariamente material. Seremos mejor pagados si la recompensa es en lo espiritual y lo
eterno. Hay también muchas recompensas mentales y emocionales. Pero todavía nuestro
interés especial debe estar en dar a otros, no en recibir.
La forma literaria de Lucas al describir los cuatro niveles para esta buena medida es
excelente. Noten el aumento de fuerza en los términos descriptivos: medida buena;
entonces un aumento de ésta, apretada (más de lo que podemos contener). Luego, vuelve
a aumentarse, “remecida”, para poder contener aún más. Entonces, cuando ya no
contenga más la vemos rebosando. Parece que Lucas ha agotado las posibilidades de
aumentar lo que su figura podría implicar.
El material del verso 40 no está en la versión de Mateo del Sermón del Monte, pero
lo presenta en otra parte (Mt. 10:24–25).
En los versos 40–45 encontramos “Las Cuatro Bondades del Evangelio”: (1) Buen
maestro, 40; (2) Buen árbol, 43; (3) Buen tesoro, 45a; (4) Buen testimonio, 45b.
serán echados a las tinieblas de afuera.” Esta es una omisión característica, porque Lucas
rara vez incluye pasajes que sean exclusivos para los judíos.
Lucas hace también una importante contribución a la historia. En el relato de Mateo,
no se nos dice que el centurión en persona haya acudido a Jesús, sino que había entrado
en contacto con El por medio de intermediarios. De hecho, si sólo hubiéramos contado
con el material de Mateo solamente habríamos llegado a la conclusión de que el centurión
había acudido directamente a Jesús. Pero Lucas nos dice que su primer contacto en esta
ocasión fue realizado mediante los ancianos judíos que fueron a Jesús con la petición del
centurión y lo declararon digno de la consideración del Señor. La alta estima en que era
tenido se debía a que había construido una sinagoga. Lucas también nos informa que
cuando Jesús se acercaba a la casa, y el centurión vio que llegaba, mandó a sus siervos
para decirle al Maestro que no era digno de que El entrara en su casa. En el relato de
Lucas, Jesús y el centurión nunca estuvieron en contacto directo. Esto no es una
contradicción con el relato de Mateo. Mateo simplemente está siguiendo la antigua
costumbre de omitir sin comentario todo el material que no contribuía a su propósito.
8
Véanse Mateo 10:8; 11:5; Lucas 7:22.
9
Mateo 9:22–26, Marcos 5:22–43; Lucas 8:41–56.
Tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron (14). El féretro no era un ataúd
como el que usaban en Egipto sino una estructura plana semejante a una camilla, sobre la
que se depositaba el cadáver envuelto en sudarios.10 El toque de Jesús sobre el féretro
produjo una respuesta instantánea de parte de quienes lo transportaban. La fama de Jesús
era tan grande que no hay duda de que ellos sabían quién era, de manera que ellos no se
hallaban desprevenido para un milagro.
Joven, a ti te digo, levántate. Cuando Jesús habló estas palabras parecían ser un
simple mandato o petición que por cierto sería seguido por una respuesta instantánea. El
Creador, el Dador de la vida, está aquí hablando, y su poder para impartir la existencia
está claramente demostrado, porque se incorporó el que había muerto, y comenzó a
hablar (15).
Y todos tuvieron miedo (16). El efecto del milagro sobre la multitud fue tremendo.
Literalmente, “el temor se apoderó de todos”. Tan inequívoca evidencia del poder y la
presencia de Dios produce temor a todos—sobre los santos un temor reverencial, y sobre
el pecador el miedo al castigo. Pero todos glorificaban a Dios. Ellos consideraban el
milagro en dos maneras, (a) Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y (b) Dios
ha visitado a su pueblo. La segunda explicación parece implicar al Mesías. Como
aquellos que oyeron la historia de Navidad o vieron al niño Cristo, ellos sabían que Dios
estaba obrando aunque no entendían por completo las evidencias que presenciaban.
Y se extendió la fama (lit., “este informe”) de él por toda Judea, y por toda la
región de alrededor (17). Nada de lo que se sabe que Jesús realizó hasta entonces había
causado tal excitación y ninguna historia pudo haberse esparcido tan lejos ni con tal
entusiasmo.
Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados (47). Estas se
cuentan entre las palabras más preciosas de Jesús—palabras que han oído muchos
pecadores y por las cuales muchas almas redimidas se han regocijado.
Tus pecados te son perdonados (48). Las palabras del verso precedente fueron dichas
acerca de la mujer, pero Jesús ahora se vuelve a ella misma. Aquí la traducción literal es:
“Tus pecados han sido perdonados.” Esto puede implicar que ya la mujer se había
encontrado anteriormente con el Señor y que ya era convertida, y en esa ocasión ella
solamente estaba expresando gratitud. Esto armoniza con la parábola y su aplicación;
porque en la parábola, el amor siguió al perdón, y en la aplicación, la mujer demostró
amor antes de tener la seguridad de ser perdonada por las palabras del Señor. Parece que
Jesús se lo estaba asegurando.
¿Quién es éste, que también perdona pecados? (49). Para algunos de los que
interrogaban por el perdón de pecados del Señor, esto era posiblemente una demostración
de su naturaleza divina, y para otros, con seguridad, una piedra de tropiezo. Pero Jesús
jamás permitió que el peligro de ser mal entendido le impidiera demostrar misericordia o
expresar amor.
Tu fe te ha salvado (50). Si es como se ha sugerido, que esa mujer se había convertido
previamente, la fe a la cual Jesús se refiere era anterior a esa circunstancia. Pero, así como
la mujer había confirmado su arrepentimiento y su amor en esa ocasión, y tal como Jesús
había confirmado su perdón, la mujer había mostrado una vez más su fe viviente en Cristo.
Ciertamente el valor que demostró con sus acciones, y su profunda sinceridad, dan
testimonio de una fe vigorosa sin la cual esas actitudes no hubieran sido posibles.
Bajo el encabezamiento: “La Fe del Pecador” (texto 50), Charles Simeon nos ofrece
este bosquejo. Primero: Las marcas y evidencias de su fe: (1) Su celo; (2) Su humildad;
(3) Su contrición; (4) Su amor; (5) Su confianza. Segundo: Frutos y consecuencias de su
fe: (1) El perdón de sus pecados; (2) La seguridad de su aceptación; (3) La felicidad eterna
en la gloria.
que fue una de las más devotas discípulas de Jesús. Siete domonios quiere decir muchos
demonios, porque el número siete es una cantidad indefinida. Sin duda los demonios la
habían poseído hasta hacerla perder la razón.
Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes (3). Se refiere a Herodes Antipas,
gobernador de Galilea. El relato no nos dice de qué enfermedad había sido sanada Juana—
si se trataba de posesión de demonios o de un mal físico. Su rango demuestra que algunas
personas prominentes habían sido ganadas para Cristo. Se cree que entonces ella era viuda.
Nada sabemos en cuanto a Susana, y otras muchas. Sólo se nos dan estos tres nombres—
sin duda por causa de su importancia. Pero había muchas otras mujeres, que constituían
un gran número de seguidoras, cuya suprema tarea era servirle de sus bienes. Esto implica
que todas ellas serían mujeres en buena posición, quizá miembros de la clase alta.
El relato de Lucas sobre este evento es más breve que el de Mateo y el de Marcos.1 2
Es especialmente interesante notar que Lucas omite la pregunta: “¿Quién es mi madre?
¿y quienes son mis hermanos?” que se encuentra en los otros evangelios. Posiblemente
haya sentido que sus lectores gentiles podrían ver aquí una falta de respeto a María, a la
cual él da un lugar prominente en su Evangelio. También, como ya ha sido visto antes,
Lucas ubica a la mujer sobre un lugar más elevado que el acostumbrado en la Palestina de
su época. Para mayor discusión, véase Mateo 12:46–50.
Jacobo y Juan. El tercer período principia con la elección de los Doce. Ahora, el cuarto,
con la misión de los Doce. Los tres Sinópticos nos relatan este acontecimiento. Mateo
presenta un relato detallado con las amonestaciones pertinentes. Para discusión, véase
Mateo 9:36–11:1.
6. La transfiguración (9:28–36)
Este episodio aparece en los tres Sinópticos. Para discusión completa véase Mateo
17:1–13 (cf. también Mr. 9:2–13). Lucas hace tres contribuciones a esta historia:
(1) Dice que Jesús subió a una montaña a orar y que mientras estaba orando fue
transfigurado (28–29).
(2) Nos informa que Moisés y Elías hablaban de la inminente muerte de Jesús, que
pronto sucedería en Jerusalén (30).
(3) Relata que Pedro, Jacobo y Juan dormían mientras sucedieron algunos de los
acontecimientos de la montaña y que despertaron al ver los visitantes celestiales (32).
Estos detalles no cambian sustancialmente la historia, aunque son de importancia. El
primero es por cierto característico de Lucas. El, más que ningún otro de los escritores de
los Evangelios, informa las circunstancias importantes de la oración en la vida de Jesús.
El conocimiento de este hecho profundiza el valor devocional de la historia.
Puesto que la transfiguración está claramente relacionada con la misión de Cristo sobre
la tierra, su significado es aclarado por el informe de Lucas de que el tema en discusión
era la muerte expiatoria de Jesús. Sabiendo esto, es apropiado que Moisés y Elías, que
estaban allí como representantes de la ley y los profetas, tuvieran una última consulta con
el Redentor, antes del pago del precio de rescate.
1
Véase 2 Reyes 17:24–34. También Juan 4:30–37.
2
Antes del hecho había existido rivalidad entre Judá y Efraín.
3
Nehemías 4:1–2.
4
Aunque Elías vivió en una época más temprana y distinta, hay una alusión de que Elías fue movido por motivos más
puros que los de Jacobo y Juan, quienes parcialmente estaban impelidos por el prejuicio. Como hizo Elías no está en los
manuscritos más antiguos.
arrepentimiento. Porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de
los hombres, sino para salvarlas (56). Y se fueron a otra aldea. He aquí un ejemplo de
tolerancia. Siempre es mejor ir a otra villa que mandar fuego. Pero esta otra villa era judía,
y marca el fin de la posible evangelización de Samaria. Señala el viraje hacia Perea.
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre (22). En este verso se hallan
dos verdades: Por una parte, todo el poder del cielo estaba a disposición de Jesús, si El
hubiera querido emplearlo en su guerra contra Satanás. Y por otra parte, esas palabras
muestran la sujeción del Hijo al Padre durante su permanencia terrenal. Esta subordinación
del Hijo al Padre fue voluntaria y temporal.
Nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre. Solamente el divino Padre puede
comprender la divina persona de su Hijo. Ni quién es el Padre, sino el Hijo. Solamente
el divino Hijo puede comprender la divina persona del Padre. Sólo la Deidad puede
comprender a la Deidad. Y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. El hombre puede
tener una comprensión muy vaga y fragmentaria del Padre; pero aún así, eso es posible
sólo porque el Hijo lo revela. Es el Hijo quien escoge (“dispone”) a aquellos a quienes El
revelará el Padre. En esa ocasión, El había elegido esos niños con preferencia a los sabios
y entendidos. La revelación viene “del” Padre, pero “mediante” el Hijo.
Y volviéndose a los discípulos les dijo aparte (23). Jesús tenía un mensaje privado
para ellos que El no quería que escucharan los mundanos. Dios a menudo comparte
mensajes privados con sus hijos—mensajes que pasan por alto a los que les rodean.
Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis. Estas palabras podrían ser
recordadas provechosamente en los días por venir—cuando la beatitud de su suerte no iba
a ser tan aparente. Ellos estaban viendo el principio del poderoso avance del reino de Dios
sobre la tierra. Los discípulos no comprenderían muy pronto el significado de estas
palabras—quizá nunca en este mundo. Pero ellos recibirían un desenvolvimiento y
comprensión progresivos de su gran privilegio como embajadores de Cristo. 7
Porque… profetas y reyes desearon ver… y… oir lo que oís (24). Los hombres en
la antigua dispensación vieron oscuramente estas cosas mediante el ojo de la profecía.
Estaban destinados a no ver jamás (en este mundo) lo que ellos predecían. Ningún rey ni
profeta en el gran pasado de Israel había sido tan bienaventurado como estos humildes
hombres. Aunque venían de los rangos más humildes de la sociedad, ellos salieron a
proclamar el establecimiento del reino de Cristo—las buenas nuevas de salvación.
7
Para luz adicional sobre éste y los siguientes versos, véanse los comentarios sobre Mateo 13:16–17.
Testamento. Para discusión sobre la importancia de estos textos vea los comentarios sobre
Mateo 22:37–40. 8
Bien has respondido (28). Jesús aprobó su respuesta y agregó: Haz esto, y vivirás.
El amor a Dios y a los semejantes es la verdadera esencia de la religión eficaz. Si el letrado
podía vivir de acuerdo a estas normas, tenía asegurada la vida eterna.
Pero él, queriendo justificarse a sí mismo (29). Evidentemente se sentía condenado
por la segunda regla, aunque no fue acusado por nadie. También flaqueaba en su amor
hacia Dios. Pero, su relación y actitud hacia su prójimo podía detectarse con mayor
facilidad que su amor a Dios. Se condenaba a sí mismo—por lo menos revelaba su sentido
de condenación—al tratar de justificarse a sí mismo. ¿Y quién es mi prójimo? Es
evidente que había muchas personas a quienes no amaba, pero estaba preguntando (y a la
vez satisfecho de que sabía la respuesta) “¿Es mi prójimo, acaso, éstos que yo no amo?”
Jesús le respondió con una significativa parábola, memorable porque es una parte de la
revelación divina y sumamente apropiada para la situación y para el hombre. En esta
historia se da instrucción por ejemplo y no por precepto.
Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó (30). No tenemos más informes sobre
este hombre que los acontecimientos de este viaje. No sabemos su nombre e ignoramos su
raza. Esto sería muy propio de Lucas porque él presenta a Jesús como Salvador de todos
los hombres. Sin embargo la historia implica que era judío—mucho del punto y fuerza de
este relato depende de este hecho.
Jericó estaba situada a unos 25 kilómetros al noreste de Jerusalén y a unos 8
kilómetros al oeste del Jordán. La elevación de la ciudad es de unos 1.070 metros bajo el
nivel de Jerusalén; de manera que un viaje como este era un verdadero descenso. El
territorio entre esas dos ciudades era áspero y en muchas partes desierto, aunque el camino
era transitado con frecuencia—se trataba de una de las más importantes rutas de Palestina.
Lo escabroso del suelo y el número de viajeros que pasaban por allí lo habían hecho un
abrigo para los bandidos.
Esta historia podría haber sido un incidente actual en el camino a Jericó más que una
parábola. Si fue así, el Maestro definitivamente hizo una buena elección, porque cada
punto de la historia encaja perfectamente con la lección que estaba tratando de enseñar.
Y cayó en manos de ladrones—literalmente, “robadores” o “bandidos”. Los ladrones
están interesados en robar la propiedad. Los robadores y bandidos, a menudo hieren y
matan. Este viajero no sólo fue robado sino que le dejaron medio muerto (30).
Descendió un sacerdote (31). Un gran número de sacerdotes y levitas vivían en Jericó
y subían a Jerusalén cuando les correspondía su turno en el servicio de cultos. Es
interesante notar que esta es la única vez en que Jesús habló en cierta manera en contra de
los sacerdotes. Su posición como guardianes de la casa de Dios, parece haber sido
respetada por Jesús, aun cuando personalmente merecían su censura. Este en particular tal
vez iba rumbo al templo para comenzar la semana de oficio. Si es así, pasaría por el otro
lado del camino para evitar la contaminación ceremonial que hubiera interferido en sus
funciones sacerdotales. De todas maneras había algo más importante para él que la vida
de ese hombre—aun la existencia de un prójimo judío.
Asímismo un levita (32). Los levitas ayudaban a los sacerdotes haciendo labores
necesarias alrededor de los terrenos del templo. Este levita mostró algo de pesar—o ¿fue
curiosidad? Se acercó y miró al hombre. Pero no fue mejor que el sacerdote, porque se
deshizo de la poca compasión que sentía. El también pasó de largo. Cualquiera que haya
sido el motivo que impulsó al sacerdote y al levita a pasar sin ayudar a su semejante judío,
el punto es el mismo; lo más importante es lo que les hizo pasar por alto, no la razón por
la cual dejaron de actuar. Con seguridad que el abogado por cuyo beneficio Jesús relataba
esa historia, habría considerado a ese infortunado un semejante.
Pero un samaritano (33). En este pasaje su nombre y rango carecen de importancia,
porque todos los samaritanos eran aborrecidos por los judíos, y evidentemente la mayoría
de los samaritanos tenían el mismo sentimiento hacia los judíos. El punto era que este
hombre no tenía ninguna razón especial para ayudar a ese judío; y casi toda razón racial
para no ayudarlo fue eliminada por su compasión hacia un ser humano que estaba
sufriendo. Y aunque este ser humano pertenecía a la raza aborrecida, se detuvo y le ayudó
al extremo de sus posibilidades.
Nótese la extensión de la ayuda del samaritano al judío: (a) Le proporcionó la ayuda
de emergencia inmediata; (b) Le llevó al mesón para que pudiera cuidársele mientras
convalecía; (c) Le pagó el hospedaje por adelantado; y (d) Ofreció más ayuda si llegara a
ser necesaria. No descuidó ninguna clase de servicio que estuviera en su poder realizar.
¿Quién, pues, de estos tres, te parece que fue el prójimo del que cayó en manos
de los ladrones? (36). Note cómo Jesús invirtió el orden y la relación. El letrado había
dicho: “¿Quién es mi prójimo?” Pero en la historia de Jesús su pregunta fue: “¿Quién
pues… fue el prójimo?” Es decir: ¿Para quién puedo yo (debo yo) ser prójimo? La
pregunta del intérprete de la ley no tenía sentido de obligación humana. La pregunta de
Jesús hace un fuerte énfasis sobre la obligación. De modo que el Señor realmente no
respondió la pregunta del abogado; le demostró que había hecho la interrogación
equivocada porque sus actitudes eran malas y tristemente carentes de amor por el prójimo.
El hombre vio el punto, porque contestó correctamente la pregunta del Señor: El que usó
de misericordia con él (37). La aplicación era clara y simple. El abogado pudo verlo
antes que el Maestro le indicara: Vé, y haz tú lo mismo.
William Barclay nota tres verdades importantes en este relato: (1) Debemos ayudar a
un hombre aunque él mismo sea causante de sus propias desdichas, 30; (2) Cualquier
hombre de cualquier nación que está en necesidad es nuestro prójimo, 31–33; (3) Nuestra
ayuda debe ser práctica y no un mero lo siento mucho.
Marta es un nombre arameo que significa “dama”; es el equivalente del griego kiria.
Se ha sugerido que Marta era la “señora elegida” a quien Juan escribe su Segunda Epístola.
Ella le recibió en su casa. Marta era casada (o viuda) y María y Lázaro vivían con ella o
bien la reconocían como ama de casa por ser mayor que ellos. En este caso pueden haber
vivido juntos como familia desde la muerte de sus padres.
Esta tenía una hermana llamada María (39). Es evidente que ella estaba
subordinada a su hermana. Su única relación con la casa o con el presente evento social
es que ella era hermana de Marta. Aquella, sentándose a los pies de Jesús, oía su
palabra. Literalmente, “la que habiéndose sentado a los pies de Jesús estaba escuchando
su palabra”. Es posible que al principio haya ayudado a su hermana, pero que luego su
hubiera sentado a escuchar al Señor. La expresión sentándose a los pies de Jesús tiene
un doble significado. Literalmente indica que estaba en un asiento más bajo, pero
figurativamente o metafóricamente se refiere a la actitud de un discípulo con respecto a su
maestro. Implica la relación maestro-estudiante. Generalmente se decía que los discípulos
se sentaban a los pies de un rabí; como Pablo que se había sentado a los pies de Gamaliel
(Hch. 22:3).
Marta se preocupaba con muchos quehaceres (40), literalmente es: “Marta se
distraía por lo mucho que tenía que hacer.” Y acercándose dijo. El griego sugiere la
cesación repentina de sus frenéticas tareas—en una manera desesperada o exasperada.
Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Esta cláusula también
lleva las señales de la exasperación o nerviosismo. Una traducción literal diría: “Señor,
¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con todo el trabajo?” Ella no sólo
culpaba a su hermana, pero también estaba impaciente porque el Señor le permitía dejarla
con todo. En realidad, parecía sugerir que el Señor estaba animando a María para que
descuidara sus obligaciones. La palabra deje, quiere decir “salirse fuera de”. También esto
sugiere que María había estado ayudando a su hermana, pero que había dejado de hacerlo
para ir a escuchar a Jesús.
Dile, pues, que me ayude—literalmente, “háblale”. El término pues implica que
Marta creía que su declaración previa justificaba su causa y condenaba a María. La
implicación es: “Puesto que mi causa ha sido irrefutablemente justificada, ordénale.” Es
evidente que Marta estaba confiada en que tenía razón—que su hermana estaba
procediendo mal.
Marta, Marta (41). Spence indica que “hay varios ejemplos notables de repetición
del nombre por parte del Maestro en la historia del Nuevo Testamento, y en cada caso,
aparentemente con amor compasivo”. 9 El se refiere a “Simón, Simón”, en Lucas 22:31;
“Saulo, Saulo”, en Hechos 9:4; etc. Afanada y turbada estás con muchas cosas. La
palabra griega traducida afanada significa “ansiosa” o “preocupada”. Jesús le está
diciendo que ella está demasiado preocupada por excesivas cosas que no son tan
importantes.
Sólo una cosa es necesaria (42). Note el contraste entre las muchas cosas que habían
perturbado a Marta y la una cosa que era necesaria. Las “muchas cosas” de Marta eran
materiales, físicas y sociales; la “una cosa” de María era de significado eterno y espiritual.
Marta no estaba eligiendo lo errado en lugar de lo recto, sino lo incidental en lugar de lo
de suma importancia, lo temporal en vez de lo eterno.
Jesús había venido a ese hogar como Huésped. Marta estaba trabajando histéricamente
en muchas cosas para agradarle y proporcionarle satisfacción. Pero esas cosas no eran
necesarias. El no estaba interesado principalmente en ser recibido con los
9
Spence, Op. cit., I, 278.
brazos abiertos y una mesa bien surtida, sino en los corazones abiertos y en una
oportunidad para extenderles la mesa a ellos.
La cláusula podría tener una aplicación secundaria. Marta estaba preparando una
espléndida comida, y el trabajo adicional le estaba haciendo más daño que el bien que
pudiera proporcionar al Maestro su comida adicional.
La buena parte era una expresión común que significaba la porción de honor en una
fiesta. María había escogido sabiamente. Ella sabía qué era lo más deseable y honorable
y lo eligió. Hay una finalidad sugerida en relación con este pensamiento. Jesús respalda
esta determinación apoyando su elección: la cual no le será quitada. La fiesta es la figura
que ocupa todo el pasaje y el Maestro logra su propósito al colocar la fiesta espiritual
contra la material.
Palestina el viaje nocturno por causa del calor durante el día, de modo que la llegada del
amigo a media noche no era nada fuera de lo común.
Préstame tres panes. Godet piensa que uno era para el huésped, el otro para el
hospedador que debía sentarse a la mesa con su amigo, y el tercero de reserva.1 0 Este
último serviría para dar la impresión de abundancia y evitar la situación embarazosa de
que el huésped creyera que estaba comiendo el último pedazo de pan.
Un amigo mío… ha venido… y no tengo qué ponerle delante (6). Aquí vemos tanto
la pobreza del hospedador como las demandas de la cortesía. El carecía de pan, pero no
podía mandar al huésped hambriento a la cama. Ambas cosas, la cortesía y el amor para
su amigo exigían que se proveyera de pan. Su única esperanza estaba en pedir panes
prestados a un vecino.
Y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes… (7). El vecino es
poco tratable, el amigo no demuestra amistad. El amor y las reglas de cortesía requieren
de él lo que este vecino necesitado pide, pero él no reconoce la demanda. La puerta ya
está cerrada. Nadie iba a llamar a una puerta cerrada en la Palestina, a no ser que su caso
fuera muy importante y en éste, la necesidad era imperiosa. Mis niños están conmigo en
cama. La cama era en realidad un lugar elevado en este hogar de una habitación, y el
hombre no quería molestar a los niños.
Aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su
importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite (8). Ahora llegamos al punto
de la parábola. Aun donde la amistad es débil, la importunidad produce resultados. La
aplicación es evidente: Si la importunidad trae sus efectos de parte de un amigo
indiferente, ¡cuánto más la oración persistente traerá los frutos provenientes de un Dios
amoroso! La persistencia en la oración no es una actitud de descortesía para con Dios. Esa
búsqueda resuelta y continua muestra la fe en Dios y una clara realización de que toda
nuestra esperanza está cifrada en El.
Pedid, y se os dará, etc. (9–13). Para su discusión vea los comentarios sobre Mateo
7:7–11. El presente pasaje en Lucas difiere del discurso anterior citado por Mateo en dos
particularidades: (a) Lucas agrega a la pregunta del verso 12: “¿O si le pide un huevo le
dará un escorpión?” El significado de estas palabras es el mismo que el de las preguntas
precedentes, (b) En Mateo el pasaje termina con las palabras: “¿Cuánto más vuestro Padre
dará buenas cosas a los que se las pidieren?” En este pasaje Lucas cambia “buenas cosas”
por “el Espíritu Santo”. Aquí vemos que el Espíritu Santo es dado en contestación a la
oración, y que el Padre está ansioso de dárnoslo. El es el mejor de todas “las buenas
cosas”, y el cristiano sabio lo pedirá antes que cualquier otra cosa. Necesitamos el Espíritu
Santo en su plenitud santificadora, y lo necesitamos como nuestro Paracleto o Abogado
morando en nosotros. El discurso de Lucas viene más tarde en el ministerio de Jesús y
más cerca de Pentecostés que el Sermón del Monte, en el cual está citado el pasaje de
Mateo. Por lo tanto Jesús puede ser más particular con referencia a las necesidades de sus
discípulos.
Los versos 1–13 han sido llamados “Las Lecciones de la Oración”. El texto estaría en
el primer versículo: “Enséñanos a Orar.” Sigue: (1) El modelo, 2–4; (2) Persistencia, 5–
9; (3) Promesa, 10–13.
Los versos 9–13 nos muestran “El Don del Padre”. (1) ¿Para quién? Para los hijos de
Dios; (2) ¿Quién? El Espíritu Santo; (3) ¿Cómo? Pedid.
10
Godet, Op. cit., II, 56.
Este episodio está registrado en los tres Sinópticos. Para su estudio estudio vea los
comentarios sobre Mateo 12:22–32 (cf. también Mr. 3:23–30).
que Jesús enseñaba eran generalmente nuevos ya fuera en contenido, espíritu o énfasis,
era muy importante que a menudo El los repitiera, de otro modo los discípulos jamás los
hubiesen recordado o comprendido. Cuando Jesús repetía sus dichos, a menudo usaba las
mismas palabras. Era el principio, no los términos, lo que El quería grabar.
Los versos 33–34 son íntimamente paralelos con dos porciones del Sermón del Monte
registradas por Mateo. Para su discusión vea los comentarios sobre Mateo 5:15; 6:22–23.
Si todo tu cuerpo está lleno de luz (36). En el verso 34 Jesús había dicho “… cuando
tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz”. Un ojo “bueno” es un ojo sano,
y cuando es así, todas las partes del cuerpo y de la mente comparten el regocijo de la
luz—ninguna parte está en tinieblas. Es lo mismo con el alma: cuando es sana recibe la
luz, y como resultado, cada faceta, cada facultad de nuestra personalidad comparte los
beneficios de la luz. Parece que el énfasis de ese verso estuviera sobre la palabra todo. La
idea central es que debe haber un alma sana si la salud se va a difundir por toda la
personalidad. La falta de unidad en una básica lealtad a la voluntad de Dios producirá
tensión, confusión y tinieblas en otras relaciones. Esta sanidad moral y espiritual
constituye la santidad del Nuevo Testamento. Aquí no hay indicio de naturalezas en
conflicto ni ningún resto de doble ánimo en la norma del Nuevo Testamento para el
cristiano.
13. ¿Cuál era el problema de los fariseos y los intérpretes de la ley? (11:37–54)
Muchas de las declaraciones de Jesús concernientes a los fariseos y a los intérpretes
de la ley de este pasaje corren estrechamente paralelas a sus denuncias de los mismos
grupos en el capítulo 23 de Mateo. Sin embargo, no son dos relatos del mismo discurso,
sino dos sermones, dados por el Maestro en distintas ocasiones. Los eventos y enseñanzas
registrados en Mateo 23 sucedieron en Jerusalén durante la semana de Pasión; el incidente
que ahora vamos a considerar en Lucas sucedió mientras Jesús estaba en Perea en su paso
a Jerusalén. También la ocasión del discurso que tenemos en Lucas y otras circunstancias
que lo rodearon fueron muy distintas de las que circundaron el relato de Mateo. Esto es
evidente si se hace una cuidadosa comparación.
Le rogó un fariseo que comiese con él (37). Como en esa época los fariseos por lo
general estaban enemistados con Jesús, es posible que esa invitación haya sido parte de
un plan para atraparlo. Como conocían tanto sus hábitos como los de sus discípulos, sin
duda pensaban que no sería difícil realizarlo; podrían colocarle en una posición tal donde
tendría que violar alguna de las reglas o costumbres farisaicas. Entonces, ellos podrían
usar ese informe como un argumento contra El.
Y entrando Jesús… se sentó a la mesa. La palabra traducida sentó quiere decir
“reclinó”. Ellos no usaban sillas; se reclinaban sobre cojines. Inmediatamente Jesús aceptó
la invitación. El no se iba a comprometer con los fariseos, pero tampoco iba a ser descortés
con ellos.
El fariseo… se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer (38). El interés
de los fariseos en lavarse antes de comer no era un asunto de higiene. Ellos seguían
rígidamente un elaborado sistema ceremonial de lavado de manos desde muchas
generaciones de rabíes. El sencillo precepto de la ley levítica que exigía limpieza y pureza
ceremonial había quedado completamente sepultado bajo interpretaciones rabínicas y
exigencias rituales de manera que el precepto original era pasado por alto.
Hay una fuerte implicación de que Jesús a propósito dejó de lavarse las manos antes
de comer. El verso 37 lo describe llegando e inmediatamente, reclinándose a comer. La
actitud que El muestra en la discusión del asunto (39 ss.) fortalece la impresión de un
deliberado abandono del lavado. Si así fue la acción de Jesús, debió tener dos motivos:
Elaborado por el Pastor Uriel Campos
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IGLESIA CRISTIANA MINISTERIO DEL REINO DE CRISTO
Pastor Uriel Campos
esta manera contraerían corrupción ceremonial ignorándolo.1 1 Se suponía que todos los
sepulcros estaban blanqueados para que la gente conociera su ubicación. Pero éstos habían
sido abandonados. Los fariseos habían enterrado su hipocresía y su maldad, de modo que
los demás hombres no podían darse cuenta de lo que en realidad tenían escondido debajo
de su piadoso exterior.
Hay también por lo menos una sugestión de significado secundario en este verso. De
la misma manera que uno podía andar sobre una tumba no marcada al no saber lo que era,
y contaminarse ceremonialmente sin saberlo, uno podría ser culpable de quebrantar una
de las multitudes de intrincadas y a menudo insignificantes reglas hechas por la tradición
de los ancianos, y quedar ceremonialmente contaminado (ante los ojos de los fariseos),
sin saberlo.
Uno de los intérpretes de la ley, le dijo… cuando dices esto también nos afrentas
a nosotros (45). La palabra traducida afrentas, literalmente quiere decir “insultas”. En
los versículos precedentes Jesús incluía a los escribas en su denuncia. La íntima
conformidad entre los intérpretes de la ley y los escribas, agregada al hecho de que los
primeros eran por lo general fariseos, les daba al estar en la presencia de Jesús, la
impresión de que también eran incluidos. Por lo menos, ellos también se consideraron
insultados.
¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! (46). Jesús aclara que el juicio es
tanto para unos como para otros. Siendo tan parecidos en su debilidad y maldad, debían
compartir la condenación. Cargáis a los hombres… pero vosotros ni aun con un dedo
las tocáis. Para su examen, vea el comentario sobre Mateo 23:4.
Edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres (47).
Para su discusión vea los comentarios sobre Mateo 23:29–31. En el citado pasaje de
Mateo de la última controversia de Jesús con los fariseos y los intérpretes de la ley, la
denuncia está dirigida a “los escribas y fariseos”. Aquí habla específicamente a los
intérpretes de la ley. El verso 48 indica que al edificar las tumbas de los profetas, los
judíos llamaban la atención al hecho de que eran hijos de los asesinos. Phillips vierte este
verso: “Demostráis bastante claro que aprobáis la acción de vuestros padres. Ellos los
mataron y vosotros les hacéis el memorial.”
Por eso la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; y de
ellos a unos matarán… (49–51). Para su discusión, vea los comentarios sobre Mateo
23:34–36.
¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia
(52). La llave de la ciencia que abre la puerta del reino de Dios es la Escritura. Los
fariseos y los intérpretes de la ley estaban tan confundidos y habían torcido tanto las
Escrituras en su laberinto de ceremonias y prohibiciones sin significación alguna que las
habían hecho perder para la gente como medio de entrar al reino de Dios. Vosotros
mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis. Unos y otros por su
ejemplo e interferencia cerraron el reino de Dios a los hombres. Para mayor discusión, vea
los comentarios sobre Mateo 23:13.
Diciéndoles él estas cosas (53). En los mejores manuscritos se lee: “Y cuando salió
de allí”; es decir, de la casa del fariseo. Esta versión también está en armonía con el hecho
de que parece haber un repentino aumento en el número de los enemigos—parece que un
grupo de escribas y fariseos lo acosaron cuando salía de la casa. También la última lectura
concuerda con el hecho que dos versos más adelante (12:1), donde dice que una gran
multitud se había reunido—aparentemente le rodearon.
La declaración de Jesús implica que la hipocresía era una de las características de los
fariseos que hacía que su influencia fuera más peligrosa entre sus connacionales. Nuestra
palabra hipocresía nos viene directamente del griego. Era un término usado en relación
con el drama griego y significa “actor”. Tal como Jesús lo aplicaba a los fariseos,
implicaba “simulación de la devoción religiosa sin la realidad”.
Sin embargo, si hemos de ser justos debemos notar que Jesús no se oponía a todo lo
concerniente a los fariseos. En lo que tocaba a la teología, Jesús estaba más cerca de ellos
y su posición que a cualquier otra secta de su tiempo. Su mayor lucha con ellos, y la
mayor divergencia de parte de ellos con El se debían a la hipocresía de los fariseos, su
actitud apegada a la ley y su falta de una experiencia vital religiosa interior. Sin embargo,
en las fuertes denuncias de Jesús contra ellos, en las balanzas de la sabiduría divina,
pesaban más esos asuntos que todos los puntos en concordancia que pudiera tener con
ellos. La realidad más trágica era que ellos se habían perdido espiritualmente y estaban
ejerciendo su influencia para que millares de israelitas siguieran el mismo camino ancho
hacia la perdición en el cual andaban ellos. Véanse los comentarios sobre Mateo 16:6, 11.
Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto que no haya
de saberse (2). Esto nos muestra cuán necios son los que practican la hipocresía y el
disimulo. La religión tiene que ver con la relación del hombre con Dios. Puesto que El
todo lo sabe y finalmente todo lo revelará, ¡qué necio es contentarse con la forma y la
sombra sin la realidad! ¡Qué infinitamente estúpido es esperar pasar por alto el infinito
conocimiento y la justicia de Dios! Véanse también los comentarios sobre Mateo 10:26.
Lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado en los
aposentos, se proclamará en las azoteas (3). Este versículo y el precedente siguen la
estructura literaria del dístico hebreo, que es la forma poética más simple de la estrofa
hebrea. Hay dos cláusulas paralelas; la segunda repite el significado de la primera con
diferentes palabras. Nada se agrega al significado en el segundo verso, pero generalmente
se aumenta el énfasis. El sentido de éste es simple; quiere decir que es absolutamente
imposible guardar un secreto de Dios, y que al fin El revelará nuestros secretos a los
hombres. El hombre sabio vivirá teniendo en cuenta este hecho.
No temáis a los que matan el cuerpo; y después nada más pueden hacer (4). Los
materialistas y los secularistas—aquellos que sólo ven este mundo—dicen que la vida
mortal es la más valiosa posesión del hombre. Este verso les resulta ingenuo a tales
personas. La expresión común “Lo más que pueden hacer es matarme” tiene el propósito
de ser un poco de humor irónico, pero aun la ironía es de una clase muy superficial. Jesús
aclara que en ninguna manera la vida mortal es la posesión más preciada del hombre.
Algunos de los seres humanos más sabios han preferido perder la vida a sacrificar un
tesoro mayor. No vemos jamás esta existencia en su verdadera perspectiva hasta que la
contemplamos comparada con la eternidad.
La historia primitiva de la iglesia revela cuán importante era esta pizca de sabiduría
para los seguidores de Jesús. La persecución comenzó cuando Jesús fue crucificado; pero
no terminó, excepto temporalmente durante casi tres centurias. Durante aquellos años, los
mártires probaron la realidad de esas palabras y encontraron que no fallaron. Ellos dieron
ejemplo de verdadero coraje y sumisión propios de esta vida a la eternidad a todos los
hombres.
Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el
infierno (5). Es decir, temed a Dios, porque la eternidad está en sus manos. La palabra
traducida infierno es “gehena”, que originalmente se refería al valle de Hinom, cerca de
Jerusalén, donde se quemaban los desperdicios. Pero se usa metafóricamente por infierno,
donde los malvados serán castigados con fuego. El poder de arrojar al infierno pertenece
a Dios no a Satanás, porque él mismo va a ser encarcelado en ese lugar.
¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? (6). Esta moneda equivale a poco
más de la quinta parte de un centavo de dólar. Pero Jesús se refería al assarion—como la
décima parte de un denario. Ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Si Dios
muestra interés en los pajarillos, ¡cuánto mayor debe ser su interés por el hombre—la
corona de su creación terrenal! ¡Qué consuelo es saber que Dios nunca nos olvida! Aun
los cabellos de nuestra cabeza están todos contados.
No temáis, pues (7). Nada, no importa cuán insignificante sea, escapa al conocimiento
de Dios. De modo que nada puede sucedemos sin el permiso de Dios. El temor de las
circunstancias o del futuro es innecesario; demuestra falta de fe en Dios.
Todo aquel que me confesare delate de los hombres, también el Hijo del Hombre
le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los
hombres, será negado delante de los ángeles de Dios (8–9). No es suficiente temer a
Dios. La prueba del discipulado es nuestro amor. Y la prueba de nuestro amor es la
voluntad de confesar nuestra relación con El a todos los hombres. El que niega a sus
padres delante de sus amigos no es digno del hogar del cual forma parte. Y el que niega
su relación con el Salvador corta esa vinculación, o testifica por su actitud que carece de
unión espiritual con Cristo. El que Dios nos niegue en los cielos y en el día del juicio no
es el resultado de un espíritu vengativo de su parte. Es más bien el reconocimiento de un
hecho. La filiación con Dios y la ciudadanía en los cielos no pueden existir donde el
desamor, el egoísmo y la cobardía caracterizan la actitud humana hacia Dios.
Para mayor luz sobre los versos 4–9 véanse los comentarios sobre Mateo 10:27–32.
A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será
perdonado; (10). Vea los comentarios sobre Mateo 12:31–32.
Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades (11).
Aquí se indican tres niveles de autoridad. Las sinagogas constituían los más bajos
tribunales eclesiásticos. Los magistrados eran los gobernantes, autoridades judías de un
nivel más elevado, y las autoridades probablemente sean una referencia a gobernantes
del tipo de Herodes y Félix. No os preocupéis por cómo o qué habréis de responder.
No necesitaban preparar discursos y tenerlos listos para el caso de arresto. Debían dejar
los asuntos del futuro en las manos de Dios. Mientras tanto, ellos debían centrar su
atención en hacer fielmente su obra de expandir las buenas nuevas del reino.
El Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir (12). Sería
erróneo el estar preocupados en lo que deberían decir en caso de detención, porque eso les
estorbaría en la obra de predicar a Cristo; sería peor que tiempo malgastado. El Espíritu
Santo les supliría mejores testimonios y argumentos y se les daría al punto y al momento
necesarios. Para mayor luz en los versos 11–12, véanse los comentarios sobre Mateo
10:17–20.
Esta sección (1–12) ha sido llamada: “El Credo de Valor y de la Confianza.” En ella
vemos: (1) El pecado prohibido, la hipocresía, 1–3; (2) La actitud correcta para la vida,
la valentía, 4–7; (3) El pecado imperdonable, la blasfemia, 9–10; (4) La recompensa de
la lealtad, 8; (5) La ayuda del Espíritu Santo, 11–12 (William Barclay).
pero era más. Aquí había una ocasión que demandaba una importante decisión; era la
prueba del hombre, cuyas consecuencias eran eternas.
Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré…? (17). Era la pregunta lógica en
una ocasión como esa; pero su comprensión de la importancia de la decisión era
demasiado estrecha. Sólo pensaba en cómo preservar la cosecha; podía haber pensado en
posibilidades de expansión del servicio que le ofrecía. Pero dijo: No tengo dónde guardar
mis frutos; pero si su corazón hubiera sido lo suficiente magnánimo como para incluir a
Dios y la humanidad, quizá sus graneros habrían mantenido lo que su amor le permitiera
guardar.
Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos
mis frutos y mis bienes (18). Note el uso de la primera persona del pronombre y del
adjetivo posesivo correspondiente. En los versos 17–19, alguna de las formas de la
primera persona del singular es usada once veces. Se trata de un hombre absolutamente
egoísta. No tiene un pensamiento ni para Dios ni para los hombres. La construcción de
un granero mayor no era tan mala en sí misma; la razón para hacerlo era la mala. Lo quería
para guardar todo para sí mismo.
Diré a mi alma… muchos bienes tienes guardados… repósate… Pero Dios le dijo:
Necio (19–20). En los dos versos precedentes el hombre rico era un egoísta, un miserable
desconsiderado; en estos versos es un necio. Quizá deberíamos decir que un hombre
egoísta es siempre un necio, porque solamente un tipo tal puede dejar a Dios y a los
hombres fuera de su vida. En el presente versículo, él demuestra su completa necedad al
suponer que las riquezas traerán reposo a su alma, como si fuera posible alimentarla de
avena, trigo y cebada. Un necio, en el uso bíblico del término, es uno privado de razón,
“estúpido”. Este hombre actuaba como uno completamente desprovisto de razón.
El hombre era un necio: (1) Porque olvidó a Dios; (2) Porque olvidó su espíritu
inmortal; (3) Porque olvidó a los demás.
Esta noche vienen a pedirte tu alma. Cometió otro necio y trágico error. Parecía
pensar que tenía un arriendo de su vida—de modo que viviría bastante tiempo como para
disfrutar de sus planes y abundancia. Pronto tuvo que darse cuenta de su necedad. Había
fracasado al no tener presente que ni siquiera su alma era suya, y que Dios, el Verdadero
Dueño le llamaría a un inmediato rendimiento de cuentas. Ahora se daría cuenta de que
en términos de verdaderas riquezas, era un paupérrimo.
Y lo que has provisto, ¿de quién será…? El rico había comentido otro error fatal al
descuidar un principio importante de mayordomía. Ahora no poseería nada. Pero en
realidad, jamás había sido propietario de nada. Ninguno de nosotros posee nada. Dios es
el Dueño; nosotros somos sus mayordomos.
Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios (21). El Maestro amplía
el punto de la parábola en un principio universal. Dios llama “estúpidos” y “necios” a los
que pasan todo el tiempo e interés acumulando tesoros en este mundo, descuidando
completamente el interés de sus almas. No hay nada tan loco como vivir para el tiempo y
olvidar la eternidad; vivir para uno mismo y olvidar a Dios.
oportunidad igual. Jesús también sabía lo que desde entonces ha enseñado la pedagogía,
que la repetición es casi un recurso indispensable y excelente de enseñanza.
Hay dos cláusulas en el relato de Lucas que merecen un comentario especial. La
primera es: Ni estéis en ansiosa inquietud (29)—literalmente, “ni estéis afanosos” o “no
estéis fluctuando entre la esperanza y el temor”. Hay una declaración similar en Mateo
6:31. El griego no es igual en los dos pasajes. Mateo usa un verbo que significa
simplemente “estar ansioso”, o “buscar en promover el propio interés”. El verbo que usa
Lucas incluye, en adición a este significado, la idea de cambio del júbilo a la
desesperación, de la esperanza al temor. El término de Mateo casi expresa egoísmo; el de
Lucas está muy cerca a la agitación y frustración. En cualquiera de los casos la actitud es
opuesta a la de la fe en el cuidado providencial de Dios y es indigno del más elevado
carácter cristiano.
Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo (30). La palabra traducida
buscan, tiene además la connotación de “seriedad o intensidad”; de modo que la mejor
versión sería “perseguir intensamente”. El pasaje correspondiente en Mateo (6:32) no tiene
la frase del mundo, haciendo que la palabra griega ethnos equivalga a “gentiles”. El
estilo de Lucas lleva la marca de un escrito gentil para los gentiles, mientras que el de
Mateo es típicamente judío. En los dos ejemplos el sentido es que el de estar ansiosos o
frustrados o egoístamente preocupados por las necesidades diarias físicas y temporales es
seguir el ejemplo de los paganos que no conocen a Dios. Sin embargo, Jesús no insinúa
de manera alguna que la fe haría innecesario el trabajo para el mantenimiento. El trabajo
honesto y el cumplimiento de las propias obligaciones temporales no solamente son
consistentes con la fe; son sus condiciones (cf. 2 Ts. 3:10; 1 Ti. 5:8).
separados del cuerpo, de aquellos que mediante la muerte se unen a la presente iglesia
triunfante; y que llegará a ser un reino literal y eterno en la segunda venida de Cristo.
La promesa implicada de darles (y darnos) el reino, incluye más que la ciudadanía y
el gozo de privilegios del reino. Es también una promesa de victoria para nuestros
esfuerzos militantes hacia el avance de la obra de Dios en este mundo. Es una promesa
de que la iglesia tendrá éxito de un poderoso avivamiento mundial. Es para nosotros en
la actualidad; pero debemos recordar que todas sus promesas son condicionales—
consagración, obediencia, y fe son sus requisitos.
Vended lo que poseéis, y dad limosna (33). Algunos han dado una interpretación
extremadamente literal a esta y a otras escrituras similares. Esto ha tomado diversas
formas, dos de las cuales, las más importantes, son: el ascetismo, y el así llamado
comunismo cristiano. Ambos están en pugna con las enseñanzas y la vida de Jesús. En
ninguna parte manda que los hombres dejen todas sus posesiones materiales, y El rehusó
tomar parte con el hombre que estaba interesado en abolir la costumbre de la propiedad en
herencia, acusándolo, por implicación de codicia.14 Deberíamos notar que el ascetismo
jamás ha caracterizado una iglesia vital, militante, evangelística. Y el así llamado
comunismo cristiano sólo fue practicado una vez por la iglesia. Fue en Jerusalén y aun allí
sólo fue apremiante y temporal.1 5
Mientras estas interpretaciones literales son equivocadas, no debemos pasar por alto
que el verso tiene una aplicación literal. Pero esto depende del llamado individual.
Muchos, incluyendo los apóstoles y los misioneros cristianos a través de las centurias, han
dejado todas sus posesiones terrenales para seguir al Maestro. A otros les ha sido permitido
retener sus posesiones y algunas veces han recibido grandes ganancias. Pero una cosa se
demanda de todos: un claro reconocimiento del principio cristiano de la mayordomía.
Nada poseemos. Si Dios nos ha permitido tener algo de los bienes de este mundo, somos
sus mayordomos. Todavía Dios es el Dueño y debemos emplear los bienes según El nos
dirija. Esto no se aplica solamente al diezmo. Todo es de Dios y debe ser usado como El
quiere.
El mandato a dar limosna debe recordarnos el deber y el gozo de la caridad cristiana.
El amor es la esencia del espíritu cristiano y ese amor tiene un alcance y una altura. Un
corazón encallecido que puede quedar insensible ante la necesidad humana o la necesidad
del reino, es incompatible con la profesión cristiana.
Haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde
ladrón no llega, ni polilla destruye. Mientras estamos siguiendo sinceramente este
principio de mayordomía y amor cristianos, hacemos la más sabia preparación y provisión
para nuestro propio futuro. Esto, como muchos otros principios cristianos, es una paradoja.
Siguiendo esta forma de vida, estamos poniendo nuestros bienes, no en bolsas
(literalmente “carteras”) que se envejecen y gastan, sino en las celestiales que son
indestructibles. Estamos cambiando lo terrenal por lo celestial, lo pasajero por lo
permanente; lo que puede destruirse y ser robado por lo que es indestructible e
intransferible.
Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (34). Esto
es más que una predicción. Es la declaración de un principio universal. Quienquiera que
seamos, cualquiera sea nuestra condición o situación en la vida, seamos santos o
pecadores, nuestros corazones van a estar donde estén nuestros tesoros; y a su vez éstos
deben estar donde nuestros corazones estén. De modo que si amamos a Dios,
depositaremos nuestros tesoros en el cielo, usando tanto nuestros talentos como lo que
poseemos para la gloria de Dios. De manera que mientras vayamos colocando más y más
14
Véase el comentario sobre Lucas 12:13–15.
15
Véase el comentario sobre Hechos 2:44; 4:34–5:11.
bienes en el otro lado, nuestro interés en el cielo y las cosas celestiales va a ir en aumento
y nuestros corazones estarán más firmemente anclados en el mundo celestial.
Este verso es una vara de medir por la cual podemos determinar la profundidad de
nuestra devoción. También puede servir para amonestarnos. Cuando nos demos cuenta
de que estamos más interesados en las posesiones materiales que en los tesoros celestiales,
ha llegado el momento para hacernos un profundo examen; es tiempo para transferir los
depósitos terrenales al banco celestial.
que la segunda y tercera vigilias mencionadas referidas en esta parábola son los períodos
de la noche más difíciles para permanecer despiertos y alerta.1 7
Puesto que este pasaje claramente se refiere a la segunda venida, hay una fuerte
sugestión de que su regreso se dilatará y que esa demora será uno de los medios para
probar la fidelidad de sus siervos.
Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia… (39). El objeto del Maestro
parece ser un equivalente a “recordad”. El padre de familia es literalmente el “amo” o
“jefe” de la casa.
Notemos que el énfasis de la figura cambia de los siervos de una casa (en 36–38) al
padre de la familia. El padre estaría preparado si supiera que vendría un ladrón. Este tiene
éxito sólo cuando el dueño está desprevenido.
Vosotros, pues, también estad preparados, porque a la hora que no pensáis, el
Hijo del Hombre vendrá (40). Este verso amplía y completa al precedente. El dueño no
está preparado para el ladrón porque “no sabe”. Pero, cuando el Hijo del Hombre venga,
será completamente innecesario que quienes profesan ser sus seguidores, sean tomados de
improviso, porque ellos pueden estar listos y “saben”. Ignoran la hora de su advenimiento,
pero saben que vendrá.
La solución es: Estar siempre listos. De manera que el mismo secreto de su venida es
un incentivo adicional para un perpetuo discipulado de alto nivel. Para una discusión más
amplia sobre los versos 39–40 véanse los comentarios sobre Mateo 24:43–44.
Barclay titula sucintamente este pasaje: “Estad preparados.” Maclaren indica la
naturaleza de esa preparación: (1) Los lomos ceñidos, 35; (2) Las lámparas encendidas,
35; (3) Corazones expectantes, 36.
17
Spence, Op. cit., I, 337.
Los versos 42–44 muestran las recompensas de los siervos fieles; y 45–46 el castigo
reservado a los mayordomos infieles. Para la discusión completa de este material, véanse
los comentarios sobre Mateo 24:45–51.
Le pondrá con los infieles (46). El relato de Mateo dice “hipócritas” en lugar de
infieles. Estos siervos deben ser enfocados en dos maneras: primero, como juzgados por
la ley del Antiguo Testamento; y segundo, a la luz de las responsabilidades del reino en
la dispensación cristiana.
Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó… recibirá
muchos azotes. Mas el que sin conocerla… será azotado poco (47–48). Para los delitos
cuyo castigo era ser azotado, el máximo de azotes permitidos era de 40 por una sola
transgresión; pero es sabido que los judíos daban cuatro o cinco latigazos por faltas
menores.1 8 El castigo variaba según el delito.
Mayor luz, capacidad y oportunidad, significan mayor responsabilidad. Gran
oportunidad para honores, posición y realizaciones conllevan más culpabilidad en caso
de ser infieles. Conocer la voluntad de Dios es en efecto una gran bendición; pero ese
conocimiento, si es descuidado o pervertido, solamente aumenta la culpa y el consecuente
castigo.
El principio de grados de castigo y de recompensas es enseñado aquí y en otras partes
del Nuevo Testamento; pero no es siempre claro cómo aplica Dios el castigo. Sin embargo,
una cosa es evidente; El grado de fidelidad o infidelidad determinarán también el grado
de recompensa o castigo; y esa fidelidad será juzgada a la luz del conocimiento de la
voluntad divina y las oportunidades que están a nuestro alcance.
La Versión Popular nos rinde la siguiente traducción: “¡Cómo quisiera que ya estuviera
ardiendo!” Tanto su aversión humana al sufrimiento y su ansiedad para lanzarse a una
campaña victoriosa, impulsaron a Jesús a desear que esta experiencia estuviera realizada
y concluida. Pero el conflicto y la victoria debían posponerse hasta su muerte y
resurrección.
De un bautismo tengo que ser bautizado (50). Su inminente sufrimiento y muerte.
Y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla! Weymouth dice que el verdadero significado
del griego cuando vierte este pasaje es: “¡Y cómo estoy encerrado hasta que se cumpla!”
El Maestro es completamente conocedor del hecho y la necesidad de su sufrimiento. El
sabe que la victoria sobre el pecado y sobre Satanás es imposible hasta que se realicen el
conflicto y la victoria, que son su muerte y su resurrección. El está “acorralado”, ansioso
de hacer frente y derrotar al enemigo. También, como se sugiere en conexión con el verso
49, El siente un natural rechazo al sufrimiento, y desea que esta desagradable pero
necesaria tarea termine. Este pasaje ha sido llamado “un preludio de Getsemaní”.
¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión
(51). Con toda rapidez Jesús se vuelve de sí mismo y su sufrimiento inminente a su
discurso: Nada de paz, sino división. Jesús vio proféticamente lo que ahora nos revela la
historia: el conflicto a través de las edades entre el reino de Dios y el reino de Satanás.
Este conflicto dividiría naciones, ciudades, tribus, y familias, según la alianza personal
de los individuos que constituían estos grupos.
La penosa naturaleza de algunas de estas divisiones está gráficamente descrita en los
versos 52 y 53: familias divididas—padres contra hijos, los hijos contra los padres, las
madres contra las hijas. Toda la raza estaría dividida en dos bandos. Para un examen más
amplio sobre los versos 51–53 vea los comentarios sobre Mateo 10:34–36.
20
Godet, Op. cit., II, 115.
por la caída de la torre no eran notablemente más pecadores que el término medio de los
trabajadores judíos.
Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente (5). Para darle
mayor énfasis, Jesús repite tres veces el verso al pie de la letra, palabra por palabra. La
verdad que estaba enseñando era de suprema importancia—lo bastante como para exigir
esa repetición.
22
Véase Geldenhuys, Op. cit., p. 372; también Spence, Op. cit., II, 2.
Aunque esta parábola estaba especialmente dirigida a los judíos como raza y como
nación, es una solemne amonestación que a todos nos conviene considerar seriamente. O
el camino de Dios, o ninguno. Debemos cumplir con el lugar que Dios nos ha ordenado
o perder el derecho a cualquier lugar. Esto, como se ha demostrado en los pasajes previos,
exige arrepentimiento y la salvación que sólo Cristo puede dar.
Matthew Henry trata esta parábola bajo tres encabezados: (1) Ventajas que tenía la
higuera—plantada en su viña (el mejor terreno); (2) Lo que su dueño esperaba de ella—
vino a buscar fruto en ella; (3) El desengaño de su expectativa—y no lo halló.
23
Véase Bruce, Op. cit., p. 566.
24
Godet, Op. cit., p. 120.
25
Véase Bruce, Op. cit., p. 566.
sábado. El caso presente era crónico, de modo que según la interpretación de los rabinos,
legalmente no podía ser sanado en ese día santo.
Dijo a la gente. No tuvo el coraje de atacar al Maestro directamente, sino que regañó
a la gente—la mujer y aquellos que estaban con ella—en voz suficientemente alta para
que Jesús oyera. Seis días hay en que se debe trabajar. Los rabinos habían exagerado
tanto la prohibición del cuarto mandamiento que un acto tal de misericordia como el que
Jesús había realizado con esa mujer afligida, era interpretado como un trabajo, y de esa
manera lo prohibían en sábado.
Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno
del pesebre y lo lleva a beber? (15). Los dirigentes de la sinagoga y los líderes judíos
hacían ese acto de humanidad los sábados. Sin embargo, a esa mujer había que dejarla
sufrir hasta el día siguiente. Esta tremenda inconsistencia hacía que la designación de
hipócritas que les había dado el Maestro fuera muy apropiada. Cuando recordamos que
esos animales significaban propiedad, dinero, nos damos cuanta de cuán completamente
egoístas eran esos hipócritas. Spence lo considera de esta manera: “En los casos en que
estuvieran involucrados sus intereses, se concedía toda la indulgencia posible; pero no
había misericordia ni podía pensarse en condescendencia donde estaba de por medio la
enfermedad de un pobre.”2 6
Y a esta hija de Abraham… ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de
reposo? (16). Para cualquiera que no estuviera cegado por el prejuicio, la respuesta no
sólo era obvia sino que es más vigorosa cuando está así implicada, que cuando de hecho
se planteaba. La referencia de Jesús de que era una hija de Abraham sugiere que tenía un
doble derecho a la misericordia y ayuda de todos los judíos—como ser humano y como
israelita.
Al decir estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios (17). La palabra todos
implica que el jefe de la sinagoga tenía algunos que le apoyaban activamente en su ataque
contra el Maestro. Pero la réplica de Jesús fue tan pertinente y adecuada que aun esos
egoístas quedaron abochornados. No dijeron nada—no había nada que hacer.
Pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él. La
gente reconocía y apreciaba lo que los líderes pasaban por alto ciegamente: que Dios
había obrado en medio de ellos, y demostrado su compasión sin límites tanto como su
tremendo poder. Lo que habían visto los impelía a asociar a Jesús con el Dios de los cielos.
No hay duda que la respuesta de Jesús al líder de la sinagoga aumentó su entendimiento
y aprecio del milagro que habían visto.
Charles Simeon nos presenta tres reflexiones sobre este incidente: (1) ¡Lo que son la
ceguera y la hipocresía en el corazón humano! (2). ¡Cuán deseable es abrazar toda
oportunidad de confiar en Dios!—esta mujer recibió sanidad porque fue fiel en asistir a
los servicios de la sinagoga; (3) ¡Con qué consoladora esperanza podemos mirar a Jesús
en todas nuestras tribulaciones!
26
Spence, Op. cit., II, 3.
Las preguntas con las que Jesús introduce estas parábolas no denotan vacilación o
incertidumbre sobre lo que debía decir. Más bien es un recurso dramático, estilístico
empleado por el Maestro, muy de acuerdo con su forma de enseñanza.
Jesús busca en la naturaleza analogías para la verdad espiritual. Las cosas espirituales
nunca pueden ser completamente captadas o entendidas por el hombre en esta vida. El
único lenguaje que conocemos es el terrenal y como tal tiene sus significados
fundamentales en la esfera material. Ese lenguaje terrenal sólo puede abordar la verdad
espiritual. Por esta ausencia de lenguaje espiritual se emplean analogías para describir lo
indescriptible.
Debería notarse que Mateo emplea el término “el reino de los cielos”, mientras que
Marcos y Lucas usan “el reino de Dios”.
Es semejante al grano de mostaza (19). Para una amplia discusión vea los
comentarios sobre Mateo 13:31–32.27 La versión que da Lucas sobre esta parábola es más
breve que la de Mateo y la de Marcos. El primero y segundo evangelios agregan la
explicación de que aunque la mostaza es la más pequeña de las simientes, llega a ser una
gran planta.
La versión de Lucas de las dos parábolas del reino no está tomada del mismo discurso
del Maestro del que la toman los otros dos Sinópticos. En Mateo y en Marcos se informa
que estas parábolas fueron parte del ministerio de Jesús en Galilea, enseñando desde un
bote en el mar de Galilea a una multitud que escuchaba desde la costa. Pero Lucas informa
que estas parábolas fueron dichas durante el ministerio del Señor en Perea.
Y volvió a decir: ¿A qué compararé el reino de Dios? (20). Jesús repite aquí el
contenido de las dos preguntas del verso 18. Por medio de esta repetición, El está
procurando mantener y fortalecer el efecto dramático del recurso retórico introducido
antes.
Es semejante a la levadura (21). Para su completa discusión, véanse los comentarios
sobre Mateo 13:33.
27
Véase también Marcos 4:30–42.
28
Véanse los comentarios sobre Lucas 9:51 ss.
29
Véase ios comentarios sobre Lucas 10:38 ss., y 13:22 (véase el párrafo siguiente).
allá del Jordán, “donde primero Juan había estado bautizando” (Jn. 10:40). El permaneció
allí hasta después que recibió el mensaje sobre la enfermedad de Lázaro (Jn. 11:3–7).30
30
Véase Van Oesterzee, Op. cit., p. 217.
31
John Peter Lange, The Life of the Lord Jesus Christ, ed. Marcus Dods. trad. J. E. Ryiand (Grand Rapids: Zondervan
Publishing House, 1958), 414 s.
32
Spence, Op. cit., II, 4.
33
Véanse también los comentarios sobre Mateo 7:23.
proveniente de comer en los mismos banquetes con el Maestro y que El haya enseñado
en sus calles distaba mucho de “conocer” al Señor o de ser “conocidos” por El en el pleno
y propio sentido de la palabra griega. Esa relación superficial estaba muy lejos de justificar
la petición de admisión.
Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois (27). El clamor para entrar es firme
y finalmente rechazado por la repetición de su significativa respuesta: no sé de dónde
sois. Vemos el corazón del asunto en la caracterización que el Maestro hace de estos
tardíos buscadores y obreros de iniquidad. Hay legiones de excusas y explicaciones para
el enajenamiento de Dios, pero el pecado es siempre la verdadera causa.
Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob
y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos (28). Aquí tenemos
la aplicación principal de esta parábola. Los judíos, que cariñosa y obedientemente habían
aceptado a Abraham, Isaac, Jacob y los profetas, y que habían rechazado a Jesús, algún
día verían a estos reverenciados antepasados en el reino de Cristo. Y ellos mismos serían
arrojados como indignos de tan santa habitación y compañía.
Allí será el llanto y el crujir de dientes, que es la más fuerte fórmula hebraica para
expresar sufrimiento intenso, es la indicación de la disposición del Maestro. Describe la
seriedad del asunto y la trágica finalidad de su sentencia.
Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur (29). Vendrán
ciudadanos del reino de todas las razas y naciones, personas a quienes el Maestro
“conoce” en verdad y que lo “conocen” a El.
Y he aquí, hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros (30).
Los primeros evidentemente son los judíos (en la aplicación primaria de este verso) y los
postreros son los gentiles. Nótese sin embargo, que no todos los gentiles serán realmente
los primeros, ni todos los judíos serán los últimos. Como nación, los judíos de la época de
Jesús le rechazaron; pero muchos individuos de esa raza le aceptaron y muchos más de
ellos también lo han aceptado a través de las centurias. Por otra parte, los gentiles han
estado a menudo lejos del buen ejemplo en su actitud hacia Cristo.
La verdad permanente encontrada en la fórmula de este verso es que la posición,
herencia, raza o cualquier otra cosa que pueden hacer que el hombre sea primero a los
ojos humanos, es insuficiente para colocarlo en ese lugar con Dios. En el último análisis,
sólo es primero quien concede a Jesús el primer lugar en su corazón y vida, y solamente
será postrero el que rechaza o descuida a Dios y las cosas espirituales.
34
Mateo 14:1–2; Marcos 6:14; Lucas 9:7.
esta noticia a Jesús. Quizá tenía la esperanza de que el Maestro se fuera, lo que le
permitiría al tirano deshacerse de El sin necesidad de repetir su crimen, que tanto le
trastornaba.
El lugar del cual se le aconsejó a Jesús que saliera fue Perea, una parte del reino de
Herodes; esta fue la zona en la que se realizó la mayor parte del ministerio de Jesús que
Lucas relata.
Id, y decid a aquella zorra (32). Herodes era cruel y audaz, y podía haber esperado
ser representado por un león antes que por una zorra. Pero también era astuto y
despreciable, y sin duda Jesús estaba considerando este aspecto de su personalidad. Si,
como se ha sugerido, Herodes estaba enviando a los fariseos con su informe en contra de
Jesús, era evidente la razón para designarlo como zorra.
Spence declara que Jesús lo está llamando literalmente “zorra”.3 5 Y de esto él
concluye que Herodías, el poder que estaba detrás del trono, es probablemente a quien se
dirigía la apelación de Jesús. Spence indudablemente llega a su conclusión basándose en
el hecho de que la palabra griega empleada es femenina. Pero la palabra griega que
tradujimos zorra es femenina en su forma básica, de modo que no podemos estar seguros
de que aquí se refiera al sexo femenino. Sin embargo, el hecho de que “zorra” en griego
sea femenino muestra con claridad que para la gente que hablaba ese idioma, ese animal
era lo opuesto a lo intrépido y valiente. De manera que Jesús de ningún modo estaba
halagando a Herodes.
Algunos han puesto en tela de juicio el hecho de que Jesús usara un término tan poco
halagüeño con referencia a un rey. Pero entonces no estaba en boga la exagerada cortesía
al dirigirse a los reyesque había en la Edad Media y en el período que inmediatamente le
siguió. El hecho es que el término le viene tan bien a Herodes que ampliamente justifica
al Maestro. Debe recordarse también que Herodes no era un legítimo gobernante judío
sino una herramienta de César.
He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día,
termino mi obra. Primero, Jesús está diciendo que tiene una obra que hacer y que va a
realizarla a pesar de todas las cosas—incluyendo a Herodes. En segundo lugar, Jesús
declara que la clase de obra que El está haciendo no es en ninguna manera una amenaza
para el reino de Herodes—excepto en que el pecado es amenazado por la justicia y la
santidad. Vemos también una velada profecía de su resurrección (al tercer día termino
mi obra) en un futuro cercano. Básicamente, termino implica que su obra quedaba
acabada.
Es necesario que hoy, y mañana y pasado siga mi camino (33). El tiempo es corto.
Pero hasta que la obra de Jesús sea terminada, ni Herodes ni nadie podrá detenerlo. Porque
no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. Van Oesterzee llama a esto
“ironía santa unida a profunda melancolía”.3 6 Y para entender cuán irónicas pueden ser
estas palabras, uno debe ver las escenas sangrientas en el pasado de Jerusalén, o mirar hacia
adelante a la crucifixión inminente.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas… cuántas veces quise juntar a tus
hijos…! (34–35). Aquí Jesús derrama su amarga agonía de amor rechazado. La amargura
de su tristeza muestra que aunque su amor no ha sido reconocido ni aceptada su ayuda,
su amor todavía es inmutable. Jerusalén no tiene esperanzas; no porque Cristo se ha dado
vuelta, sino porque agrega: no quisiste. Literalmente, “ellos no quisieron” lo que les
ofrecía. Dios no va a forzar su atención sobre nadie. Para mayor discusión sobre este
pasaje vea los comentarios sobre Mateo 23:37–39.
35
Spence, Op. cit., II, 6.
36
Van Oosterzee, Op. cit., p. 221.
37
Lange llama a estas fiestas “entretenimientos peligrosos”. Véase Lange, Life of Jesús, p. 419.
doctrinas religiosas les hacían pasar por alto las necesidades humanas. La avaricia, porque
el bien que representaba el animal atrapado les hacía ansiosos por sacar al buey o el asno
del pozo. En ningún caso estaban motivados por el amor o la bondad.
Y no le podían replicar a estas cosas (6). En el verso 4 ellos callaron porque el
silencio estaba en armonía con sus malos propósitos. Aquí no podían replicar, porque no
tenían ninguna contestación que no los incriminara a ellos mismos. El Maestro había
sanado al hombre y acallado a sus enemigos. Pero al hacerlo, había ampliado la brecha
entre El y sus enemigos y había aumentado la determinación de matarlo.
Puesto que la exaltación propia es un mal, sólo puede ser humillada. Y como la verdadera
humildad está en perfecta armonía con la relación criatura-Creador, no puede más que
elevar al que la tiene en carácter y relación con Dios. También a menudo trae
enaltecimiento entre los semejantes.
probabilidad casi se torna en certidumbre cuando Jesús toma su declaración como punto
de partida para una parábola que condena la actitud de exclusivismo y falsa seguridad.
Un hombre hizo una gran cena (16). El uso de la imagen de una fiesta para
representar el reino de Dios era común entre los judíos de la época de Jesús. Sus
compañeros de fiesta, siendo judíos influyentes, fácilmente captarían el significado. Jesús
en efecto estaba diciéndole al huésped que había hecho hincapié sobre la bienaventuranza
de comer pan en el reino de Dios, “sí, es bendito tomar parte en el banquete celestial; pero
tú y los otros judíos podéis estar demasiado confiados en que es inevitable vuestra
participación en esa fiesta”.
El hombre de la parábola convidó a muchos. La primera invitación fue amplia pero
exclusiva. Los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos no estaban incluidos. En la
aplicación de la parábola, los invitados eran judíos. Esto era un acto de discriminación.
Pero, en efecto, los fariseos habían estrechado aún más la invitación por su legalismo
negativo y su exclusivismo egoísta.
Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya
todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse (17–18). El señor tenía
toda la razón y todo el derecho de esperar que los invitados estuvieran presentes en la
fiesta. Aunque ellos rogaban que se les excusase, su conducta era inexcusable porque sus
razones eran ridículas. Tenemos la impresión de que los rasgos de la historia estaban
exagerados a propósito para hacerlos encajar mejor en la aplicación espiritual que Jesús
tenía como objeto al presentar la parábola.
El hecho del rechazo y lo absurdo de la negativa muestran que los invitados estaban
mostrando desprecio por el señor de la fiesta. Su actitud fue tomada como un insulto
personal, e indudablemente ese era el propósito.
Bajo el tópico “Excusas, no Razones”, Maclaren presenta estos tres puntos: (1) La
negativa extrañamente unánime; (2) Las excusas ineficaces; (3) La verdadera razón—no
querían ir.
Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y
las calles de la ciudad y trae… los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos (21). Los
invitados del segundo grupo estaban todavía en la ciudad, lo que implica que
representaban a los judíos. Pero su ubicación, por las plazas y las calles de la ciudad, y
su baja condición, tanto física como económica, señalan a los desechados de entre ellos—
“publicanos y pecadores”—tanto como a aquellos que eran literalmente pobres y lisiados.
Los fariseos consideraban que todos éstos estaban debajo de ellos y que eran menos
merecedores de la invitación y atención de Dios. Sin embargo, eran éstos, incluyendo los
aldeanos galileos, los que escuchaban “alegremente” a Jesús.
Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste y aún hay lugar (22). Los
publícanos y “pecadores”, los labradores galileos y los imposibilitados judíos no eran
suficientes para llenar la lista de invitación. La sala del banquete tenía aún muchos lugares
vacíos. Aquí las imágenes se oscurecen y entonces vemos algo de las actuales condiciones
del reino. Lo vemos en su vasta dimensión, vislumbramos las oportunidades ilimitadas
para todos los que consideran apropiadamente la invitación del padre de familia.
Vé por los caminos y por los vallados (23). La tercera lista de invitados se extendía
mucho más allá de la ciudad—más allá de Israel, a los gentiles. Aquellos que eran
considerados perros, y aquellos a quienes los judíos desechaban fueron incluidos en la
última invitación universal.
Y fuérzalos a entrar. En el sentido literal de la parábola esto sencillamente implica
que estos últimos serían presionados a aceptar la invitación, para que se llene mi casa.
38
Véanse los comentarios sobre Mateo 10:37.
39
Esta interpretación encaja con la idea de la parábola, pero no armoniza con el significado básico de la palabra purgon
carece de importancia, porque el punto al cual estaba llegando era la necesidad de calcular
el costo antes de edificar. La alternativa estaba entre calcular el costo o pasar vergüenza,
pérdida de tiempo, de material y de dinero.
Realmente sería necio comenzar a construir sin primero ver si se cuenta con los fondos
suficientes. Pero, tomar el voto del discipulado liviana y presuntuosamente es hacerse el
tonto en un sentido mucho más profundo y trágico. Una aceptación tan literal de los votos
y responsabilidades sagradas demuestra, o falta de entendimiento, o el descuido de la
seriedad del paso a tomar. Puede reflejar el espíritu de autoestimación exclusivista de
justicia, característica propia de los fariseos.
El castigo por no calcular el costo del discipulado no es una mera pérdida temporal y
vergüenza personal. Implica quizá la pérdida eterna de la persona involucrada y la
vergüenza para toda la familia cristiana. Proporciona al enemigo la ocasión para
blasfemar. Hace que los que no son cristianos duden con mayor facilidad de las verdades
del evangelio y aumenta la probabilidad de que muchos se pierdan.
¿O qué rey, al marchar a la guerra… no se sienta primero y considera si puede
hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no… le envía una
embajada… (31–32). Jesús está reforzando la verdad en la que ha puesto énfasis, dando
otra parábola con el mismo significado. Ningún rey digno de tal título iría a la guerra sin
considerar primeramente su potencial. El calcular el costo en los asuntos temporales se
hace para determinar si uno puede pagar el precio. Pero, en los asuntos del discipulado,
tiene como objeto juzgar la disposición de uno mismo. Dios ve que podemos si realmente
queremos.
Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede
ser mis discípulo (33). Aquí Jesús está repitiendo la idea de los versos 26 y 27. Allí
declaraba el costo del discipulado. Luego, (vv. 28–32) El presenta dos problemas para
demostrar la importancia de considerar el costo. Ahora vuelve a repetir, con diferentes
palabras, cuál es el costo del discipulado. Esta forma de discurso es un recurso común en
los hebreos tanto en la poesía como en la prosa. Primero se da la proposición; luego se
demuestra o desarrolla; después, vuelve a repetirse la proposición original con ligeras
variantes en las palabras.
Este pasaje radical no implica que el discipulado imperfecto de muchos de los
seguidores de Jesús careciera de todo valor. El está declarando en términos absolutos las
implicaciones del discipulado, que no siempre se ven en la conversión. Pero conforme los
hombres sigan sinceramente a Jesús, tarde o temprano El presentará sus requisitos en toda
su plenitud. Entonces el hombre tendrá que hacer una nueva decisión: O confirma su
primera decisión y procura perfeccionar su discipulado, pagando todo el precio, o
comienza a evadirle y esquivarle y por fin “ya no anda más con El” (Jn. 6:66). Todos los
creyentes alcanzan, tarde o temprano, una segunda crisis mayor de decisión. Este es el
cruce del camino al llamado a la entera santificación—no declarado doctrinalmente en
este pasaje, pero inescapablemente implicado por los términos absolutos del discipulado.
De igual manera, la religión carece de valor si pierde su elemento vital. Este no puede
estar presente sin el sacrificio propio y la total entrega a Cristo. (Para una discusión más
amplia, vea los comentarios sobre Mt. 5:13).
40
Van Oosterzee, Op. cit., p. 235.
41
Vea Barnes, Op. cit., p. 101.
Quería su libertad de acción; “deseaba ‘vivir’ su vida”. Todavía no había aprendido que
lo que se siembra se recoge. Godet indica que hubo dos cosas que empujaron al muchacho
a abandonar su hogar: Fue alejado por las restricciones paternas, y fue atraído por los
goces que el mundo le ofrecía.4 2
Ignoramos a qué región lejana se dirigió. Sin duda fue a un país extranjero más allá de
las fronteras de Israel; y pudo haber sido Roma. Dondequiera que haya sido, era un país
“lejano” moralmente—muy diferente de la atmósfera del hogar. El desperdicio de sus
bienes implica que su dinero fue derrochado. La vida desenfrenada es mala y cara.
Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre… y comenzó a faltarle
(14). El hambre era muy común en las regiones orientales; pero en un sentido muy real,
este joven tenía su propia hambre personal. Su efecto sobre él aumentó debido a su
prodigalidad y pecado. Nótese la íntima relación gramatical entre lo hubo malgastado y
vino una gran hambre. Estaba destituido sin dinero, sin trabajo y sin amigos. Y estaba
sin amigos porque carecía de dinero. La clase de compañeros que había elegido no lo
amaban a él, sino a lo que poseía.
Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su
hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las
algarrobas… pero nadie le daba (15–16). No tenía nada; nada le daban; y el único
trabajo que pudo lograr era contrario a su posición social y a su religión. Los judíos no
podían comer cerdo. Se les permitía criarlos y venderlos a los gentiles; pero el trabajo de
atenderlos era el más bajo en la escala social. El muchacho no sólo trabajó sino que estuvo
a punto de comer con los cerdos, aunque las algarrobas que comían los cerdos tenían pocas
sustancias nutritivas. Habiendo dejado el hogar en busca de libertad, encontró cautiverio
y destitución—o mejor dicho, éstos lo encontraron a él.
Y volviendo en sí… (17)—como uno que despierta de una pesadilla. Había estado
moral y espiritualmente ciego; no había podido ver las cosas como eran; su sentido de los
valores había estado desequilibrado. Ahora pudo ver muchas cosas con mayor claridad y
desde una correcta perspectiva; pero en primer lugar se vio a sí mismo tal cual era. No
sólo vio que estaba destituido, sino también vio que el pecado—su pecado—era el
culpable.
¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí
perezco de hambre! ¡Qué inconsistencia! Sin embargo, era él quien se había separado
de la abundancia de la casa de su padre. Ahora lo veía con claridad.
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado… (18). Ahora que su
visión era clara, escogió el remedio correcto: Volver y arrepentirse. El retorno y el
arrepentimiento le eran necesarios, y lo mismo es cierto para todo pecador.
Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros (19).
Una clara visión del propio pecado demanda la convicción de la indignidad. Cuando él
había exigido a su padre la parte de los bienes de la familia, lo había hecho con un sentido
de mérito. Ahora, la consciencia del pecado lo ha convencido de que carece de
merecimientos; que todo lo que puede hacer es depender de misericordia y perdón del
padre. Este es un cuadro excelente de la actitud que debe tener el pecador que busca la
salvación.
El hijo pródigo no pidió que se le hiciera un siervo, sino uno de los jornaleros. El
sabe que su padre no podrá olvidar completamente su antigua relación con la familia; pero
él está convencido de que ya no es digno de ser llamado hijo. El pide su antigua tarea, pero
ya no con el honor ni los privilegios de su filiación.
Y levantándose, vino… Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido
a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello y le besó (20). El muchacho puso
pies a su resolución—se levantó y fue. Pero él había estimado pobremente el amor de su
padre: El amor de éste le impelía a esperar su retorno, a correr a encontrarle, hacer a un
lado la confesión del muchacho y comenzar a contestar su petición antes de que la hubiese
terminado. El pródigo fue completamente restaurado como hijo, con todos los privilegios
y honores, y su regreso fue celebrado con una de las mejores fiestas que el padre había
realizado.
Este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado (24). El
amor había cubierto el pasado con un manto de perdón cuando el hijo volvió arrepentido.
Ahora el padre sólo podía pensar en una cosa: Mi hijo que estaba perdido ha sido hallado;
mi hijo que había muerto—moralmente, tanto ante la ley como en el corazón de su padre—
está vivo.
La referencia al hijo hallado implica una búsqueda de parte del padre. Pero esta es
diferente de la que hallamos en las dos parábolas precedentes. El padre no salió
físicamente para buscar a su hijo. El sabía que eso sería inútil. El hijo lo había abandondo
porque quería irse y no iba a regresar simplemente porque el padre le pidiera que lo
hiciera. El hijo nunca podría volver hasta haber cambiado su pensamiento—hasta que
hubiera vuelto en sí.
El amor y la influencia del padre buscaron al hijo y le siguieron por cada paso que
dio. El amor paterno estuvo presente en el instante en que el muchacho volvió en sí—fue
la primera cosa en que el hijo pensó. De esta manera el amor de Dios busca al pecador;
lo sigue con su providencia; lo atrae con su amor y lo invita por su bendito Espíritu Santo.
Maclaren ha dado un buen tratamiento a “Los Dones del Pródigo”, de los cuales
enumera cuatro: (1) La vestimenta; (2) El anillo; (3) El calzado en sus pies; (4) La fiesta.
Presentaremos un simple bosquejo de esta parábola. (1) El dueño, 11–12; (2) El
pródigo, 13–14; (3) El paupérrimo, 15–16; (4) El arrepentido, 17–19. Otro desarrollo del
asunto podría ser: (1) El pecado de este hijo, 11–16; (2) Retorno a la sanidad, 17–20a; (3)
La bienvenida del Padre, 20b–24.
has hecho matar para él el becerro gordo (29–30). Aquí vemos que las dos mayores
facciones del carácter del hermano mayor eran: La autojusticia y el egoísmo.
Nótese la queja del hijo mayor. Hace un doble contraste. Dice que su padre jamás le
había dado una fiesta, mientras que ahora su hermano era tan honrado. En segundo lugar,
el contraste entre el cabrito que nunca había recibido, con el becerro gordo que el padre
había preparado para su hermano.
Nótese también que el hermano mayor había perdido todo sentimiento fraternal hacia
el pródigo. Se refiere a él, no como “mi hermano”, sino, dice, tu hijo.
Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas (31). ¡Qué ciego era
el hijo mayor! Se estaba quejando de que nunca había tenido un cabrito, cuando en
realidad todas las cosas de su padre eran suyas. Primero, porque era el mayor; segundo,
porque el menor ya se había consumido toda su parte de la herencia. El padre le tiene que
recordar aquello por lo que debía estar más agradecido y que él parecía haber pasado por
alto u olvidado: tú siempre estás conmigo. El debería haber apreciado el amor, el honor,
el respeto y el compañerismo con su padre sobre todas las cosas.
Mas era necesario hacer fiesta… porque este tu hermano era muerto, y ha
revivido; se había perdido y es hallado (32). El amor del padre le capacitó para ver una
responsabilidad donde el legalismo del hijo mayor, el materialismo, y el egoísmo, le
habían impedido ver. El padre amorosamente le recordó que el pródigo no era meramente
su hijo sino tu hermano.
La aplicación de esta parábola es clara. Los publicanos y pecadores están
representados por “el pródigo” y, aunque sus pecados son muchos y graves, hallarán el
perdón cuando se vuelvan al Padre celestial con verdadero arrepentimiento. Por otra parte,
los fariseos y los escribas, representados por el hermano mayor no sólo están desprovistos
de amor hacia los pecadores sino que trataban de impedir la obra de Dios en otros. Ellos
no hacían nada para restaurar a los perdidos y usaban su influencia para oponerse a
cualquiera que se propusiera hacerlo. Esa era una de sus mayores razones para oponerse
a Jesús.
43
R. C. Trench, Notes on the Parables of Our Lord (Filadelfia: William Syckelmoore, 1878), p. 324.
cosas pequeñas son índice de su carácter. Sobre la base de este índice, uno puede
determinar si puede ser confiado en asuntos de mayor importancia.
Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
(11). Aquí hay un contraste entre las riquezas temporales y las eternas; las primeras son
sólo una sombra cuando se comparan con lo real y eterno. La infidelidad en relación con
lo temporal es una clara indicación de la indignidad de uno para que se le confíe lo real y
eterno.
Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? (12). El ser un
mayordomo no digno de confianza nos hace inmerecedores de poseer bienes. La verdad
velada por la figura es que en esta vida nada nos pertenece; Dios es el poseedor de todo;
nosotros somos sus mayordomos. Este verso tiene implicada la promesa de que en el
mundo venidero vamos a poseer verdaderas riquezas que realmente serán propias. Pero,
si somos infieles en nuestra presente relación de mayordomos, Dios no nos confiará
nuestros bienes—El no nos concederá las verdaderas riquezas en el mundo venidero.
Ningún siervo puede servir a dos señores (13). La verdadera lealtad no puede
dividirse en ningún reino y eso es especialmente cierto en el espiritual. Porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. (Véanse
los comentarios sobre Mt. 6:24).
Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con
la repudiada del marido, adultera (18). Vea los comentarios sobre Mateo 5:32; 19:9; y
Marcos 10:11. Mateo agrega la frase “por causa de fornicación”, pero Marcos y Lucas no
hacen la excepción.
“estado futuro”. De manera que no siempre se refiere a un lugar de castigo. Pero en esta
parábola incuestionablemente se trataba de tal lugar. El rico abrió sus ojos, estando en
tormentos. Nótese que la palabra está en plural. El fuego era sólo una de las muchas
causas de sufrimiento para este hombre perdido. Estaba la memoria, la conciencia, la
visión de Lázaro en bienaventuranza y muchas más.
Y vio de lejos a Abraham y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo:
Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de
su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama
(23b–24). Por primera vez el hombre se dio cuenta de que necesitaba ayuda
desesperadamente, y de que ésta estaba tan lejos—demasiado lejos—para hacerle algún
bien. No sólo está en el tormento de las llamas, sino que también estaba indefenso. Quiere
que Lázaro le lleve una gota de agua para refrescar su lengua. Se hace énfasis sobre su
desolación cuando recordamos que en la tierra poseía toda la comodidad terrenal. Ahora
mendiga una gota de agua. Al hacerlo, sin duda recordaba cuando Lázaro suplicaba por
las migajas; y sin duda recordaba también que Lázaro imploraba en vano.
Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate… (25). No era una vida de prejuicio o
crimen lo que tenía que recordar. Era sólo una vida de indulgencia egoísta, una vida tan
llena de preocupaciones centradas en sí mismo que no tenía lugar ni tiempo ni para otros,
ni para Dios. Pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Aquí tenemos una
justicia poética y un saldo de cuentas. Sin embargo, el rico no fue atormentado porque
tenía riquezas, ni Lázaro estaba en el cielo por ser pobre. En las dos parábolas precedentes,
el hombre rico representaba a Dios. Esta parábola explica por qué el rico fue al infierno.
En el caso de Lázaro, aunque no se mencionan los hechos, debemos asumir que era un
hombre justo.
Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros (26).
Dios ha abierto un abismo entre el cielo y el infierno que ningún hombre puede cruzar.
Esta vida es el tiempo para el arrepentimiento; este mundo es el lugar de preparación del
alma para la eternidad. Más allá de aquella línea marcada por la muerte ningún hombre
puede cambiar su estado espiritual o lugar de permanencia.
Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a casa de mi padre, porque
tengo cinco hermanos (27–28). Como recibió negativa de la ayuda que necesitaba para
sí, el rico pide que Lázaro vuelva a la tierra como misionero a sus cinco hermanos.
Evidentemente ellos también seguían en su misma senda de egoísmo y pecado que le había
conducido al infierno. Puesto que allí no había ayuda para él, por lo menos quería evitarles
los tormentos que estaba padeciendo. Pero este espíritu misionero, esa preocupación por
la salvación de su familia, debió haber llegado antes—cuando él todavía vivía con ellos.
A Moisés y los profetas tienen (29). Ellos tienen la agencia ordenada por Dios y los
medios de salvación, y cualquiera cuyo corazón está dispuesto a ser sumiso puede
encontrar el camino. Dios no hace excepción para la gente de corazón endurecido.
No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se
arrepentirán… Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque
alguno se levantare de los muertos (30–31). El hombre rico, como la gente en todas las
generaciones, pensó que sucesos sobrenaturales conducirían la gente a Dios. Asumió que
la aparición de aquellos que habían muerto, como testigos oculares de los terrores del
infierno, haría que los hombres se arrepintiesen. Pero Dios no emplea ese método. No es
el propósito del Señor aceptar a aquellos que le reciben y se entregan a El sólo por el
temor del infierno. Un deseo completamente egoísta de escapar del infierno y gozar del
cielo no es la clase de motivo que conduce a la salvación. Dios acepta a aquellos que le
sirven porque ahora aborrecen el pecado como El, y quieren a Dios por lo que es, en vez
de hacerlo sólo por tratar de evitar la catástrofe para ellos. La agencia regularmente
ordenada por Dios y los medios de salvación son completamente suficientes para aquellos
cuyos motivos son correctos; y no hay otro camino de salvación.
la misma “higuera sicómoro” muy a menudo mencionada en la Biblia; más bien era la
mora negra.4 4
44
Spence, Op. cit., II, 87.
uno por Samaria y el otro por Perea.4 6 En este caso Jesús no iba por ninguno de esos dos
sino que viajaba entre ellos.
46
Para un excelente método y apoyo de esta interpretación véase Godet, Op. cit., II, 190–91.
de Dios. Ellos creían que sería un reino literal que avivaría el poder político judío, y por
el cual los judíos se librarían del yugo romano y llegarían a ser los amos del mundo.
La pregunta hecha por los fariseos seguramente tenía un espíritu beligerante, con la
seguridad de que Jesús no podía responderla correctamente. Tenía la fuerza de una
pregunta retórica, cuyo propósito era obligar a Jesús a reconocer que El no era el Mesías
puesto que no era capaz de producir el reino mesiánico.
El reino de Dios no vendrá con advertencia. Esta es una contradicción a la doctrina
de los fariseos sobre el reino de Dios, una negación franca de que sería un reino literal,
terrenal.
Ni dirán: Helo aquí, o helo allí, porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros
(21). Muchos comentadores modernos han traducido esta última frase “en medio de
vosotros”. Esos intérpretes insisten en que traducir “está en vosotros”, (como en la versión
inglesa KJV, y en la VM., “dentro de vosotros está”), implicaría decir que el reino de
Dios estaba en, o dentro de esos fariseos, puesto que Jesús estaba dirigiéndose a ellos.
Sería mejor interpretar ese vosotros, como impersonal. Por lo tanto, el significado sería:
“El reino de Dios está en los corazones de los hombres.” El vosotros no sería una
referencia necesaria a los fariseos.
De hecho, ambos significados estarían en armonía con los hechos. El reino de Dios,
habiendo llegado en la persona y obra de Cristo, en verdad estaba “entre” ellos. También
es verdad que el reino de Dios está en los corazones de los hombres y no es exterior o
material. Sin embargo, hay un reino de Dios literal, pero el Maestro decidió no tratar ese
aspecto en el momento. La mayor verdad que Jesús está enseñando en estos versos es que
en la presente dispensación el reino de Dios no es terrenal sino espiritual, y está en los
corazones de aquellos que se someten al reinado de Cristo.48
Cuando Jesús fuera tomado de la tierra, la iglesia sería como la viuda de la parábola. Pero
la oración sería su medio de sostén y de consuelo.
Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había
también… una viuda… la cual venía a él, diciendo: hazme justicia de mi adversario
(2–3). ¿Qué oportunidad tenía esta pobre viuda de lograr justicia de un juez que no tenía
temor de Dios ni del hombre? Sólo hay un camino y es el que ella toma.
Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo… porque esta viuda
me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia
(4–5). Su única arma era la importunidad, la persistencia. La referencia del juez a la
continua visita de la mujer, indica que él estaba convencido de que ella no cesaría de
volver hasta que le concediera la petición. Aquí no hay nada profundo. Ella simplemente
no dejaría de buscar hasta que recibiera un justo arreglo de su caso.
Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que
claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará
justicia (6–8). La aplicación es clara y sencilla. Una viuda puede lograr justicia de un
juez que no tiene temor de Dios ni consideración al hombre, simplemente porque “viene
de continuo”. ¡Cuánto más un cristiano debería tener fe que un Dios bueno y amante
responderá a sus oraciones aunque tarde en responderles, que es lo que parece algunas
veces! Pronto les hará justicia, es decir, repentina e inesperada, pero no necesariamente
cuando piensen que debe responderles.
Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? En vista de la
enseñanza de esa parábola, la fe debería ser fácil. Sin embargo, a pesar de que todos los
cristianos tienen todas las razones para tener una fe firme en Dios, les es a menudo difícil
creer. La pregunta de Jesús no era para ser respondida. Nadie podría responderla sino
Dios. Fue hecha como advertencia, para que la demora de la venida del Señor no les fuera
ocasión de dudar. La última respuesta será dada por los cristianos. La respuesta puede ser:
“Sí, habrá fe”, si resistimos a las sugestiones de dudas de Satanás. Podemos permanecer
bastante cerca del Señor de modo que nuestra fe llegue a ser el resultado natural de nuestra
íntima relación con El.
Thomson, en el Pulpit Commentary, señala tres contrastes en esta parábola: (1) Dios
en contraste con el vengador humano; (2) El pueblo de Dios en contraste con la viuda; (3)
La infinita paciencia de Dios en contraste con la paciencia del hombre.
con respecto a los fariseos y a los publícanos, véanse los comentarios sobre Mateo 3:7;
5:46.
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy
gracias porque no soy como los otros hombres… (11). Este es el primer ejemplo de la
oración de un hombre que se autojustifica. En realidad, no merece ser llamada oración.
Apenas si es algo más que una recitación de las supuestas buenas cualidades y acciones
de un fariseo, un esfuerzo para demostrarle a Dios que él merece la consideración divina.
Sin embargo, el fariseo no recibía todo el crédito por su supuesto elevado estado de gracia.
Su Dios, te doy gracias era un reconocimiento de que Dios por lo menos era responsable
en parte de que él fuera uno de los justos. Pero, la frase oraba consigo mismo—
literalmente: “oraba estas cosas para sí mismo”—indica que su principal atención estaba
dirigida a él mismo. La palabra más significativa de esta oración es el pronombre personal
yo; yo no soy como los otros hombres, yo ayuno, yo doy diezmos (12). Posiblemente
estaba más consciente de ser escuchado por los hombres que por Dios. Su elogio de sí
mismo sólo contiene una alusión a su vecino adorador. Y aun esta referencia al publicano
fue hecha de tal modo que el fariseo apareciera mejor por el contraste.
Mas el publicano, estando lejos (13). Lejos del templo, símbolo de la presencia de
Dios. El fariseo sin duda estaba en la parte del atrio más cercana al templo, mientras que
el publicano estaba en la parte más distante. Es posible que Jesús quiera decir que él no
estaba ni aun en el atrio de las mujeres, el lugar acostumbrado para orar, sino más bien
hacia afuera, en el atrio de los gentiles (véase el Diagrama 1).
No quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:
Dios, sé propicio a mí, pecador—literalmente: “El pecador.” Su actitud y el contenido
de su oración son opuestos a los del fariseo. El estaba profundamente consciente de sus
pecados y estaba casi aplastado por el sentido de su indignidad. Nada tenía que alegar en
su favor, sólo clamaba por misericordia.
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro (14). La palabra
justificar significa declarar o tratar como justo. El publicano recibió el perdón y fue
aprobado por Dios, aunque había sido un pecador y lo reconocía. Por otra parte, el fariseo,
quien alardeaba que no era como ese publicano, no fue perdonado. El no reconoció su
pecado, ni pidió perdón, aunque de hecho ante los ojos de Dios, era uno de los peores
pecadores. Su pecado era el egoísmo que se autojustifica.
Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será
enaltecido. Véanse los comentarios sobre Lucas 14:11.
Barclay extrae tres verdades universales de esta parábola de Jesús: (1) Ningún hombre
orgulloso puede orar, 11–12; (2) Ningún hombre que desprecia a sus semejantes puede
orar, 12; (3) La verdadera oración resulta de poner nuestras vidas al lado de Dios, 13–14.
Para la discusión de este incidente, véanse los comentarios sobre Mateo 19:16–22.
Lucas se refiere a él sólo como a un principal. Mateo nos dice que era joven, y los tres
Sinópticos aclaran que era muy rico.
49
Para mayor discusión de estos problemas, vea Spence, Op. cit., II, 114 y Godet, Op. cit., II, 213 s.
50
Véanse notas sobre Lucas 10:30.
Procuraba ver quién era Jesús (3). Estas palabras sugieren que la curiosidad era la
causante de su deseo. Pero lo que sigue demuestra que hubo un motivo más profundo, o
que después que vio a Jesús quedó tan profundamente impresionado que cambió sus
motivos. Es muy posible que por lo menos una parte de su interés haya brotado después
de oir algunas de las bondadosas observaciones que Jesús hacía sobre los publícanos.
Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro (4). Siendo demasiado bajo de
estatura para poder ver sobre las cabezas de la multitud, corrió por la calle que sabía que
Jesús tomaría en su camino hacia Jerusalén, y allí encontró un punto de ventaja desde el
cual podía verlo.
El sicómoro al cual Zaqueo se trepó es el conocido con el nombre de ficus sycomorus,
el higo-mora. Sus ramas horizontales le facilitaron escalarlo y su gran follaje lo escondió
lo suficiente de la multitud.
Cuando Jesús llegó a aquel lugar… le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque
hoy es necesario que pose yo en tu casa (5). Esto implica que había en el corazón del
Maestro un impulso interno por ir a la casa de Zaqueo. Y este apremio fue inspirado y
motivado por el intenso deseo de Zaqueo de ver a Jesús. Nuestro Señor siempre responde
con simpatía a aquellos que procuran conocerle.
Jericó era una de las ciudades de los sacerdotes, pero Jesús escogió la casa del jefe de
los publícanos para comer y descansar en lugar de la casa del sacerdote. El sabía que
estaba eligiendo al hombre más digno de su presencia para ser su hospedador, pero ¿quién
se imaginaría que El escogería a Zaqueo?
Al ver esto, todos murmuraban (7). La multitud casi unánimemente debe haber
desaprobado la elección de Jesús. Ellos sentían que su acción era una afrenta a los
sacerdotes y a otros líderes religiosos cuyos hogares y cuyas personas El había pasado por
alto. Su selección era una aprobación abierta del hombre generalmente considerado como
“pecador”. Dos cosas les impedían ver el verdadero motivo de Jesús; una era su
exclusivismo ciego que no les consentía ver nada bueno en un publicano. La otra era su
incapacidad para comprender cómo Jesús podía asociarse con los pecadores sin
contaminarse.
Entonces Zaqueo… dijo… He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los
pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado (8). Aquí
vemos el verdadero espíritu generoso y el deseo genuino de rectificar cualquier mal del
pasado. Ambas actitudes reflejan un cambio de corazón. Las palabras de Zaqueo no
estaban dirigidas a la muchedumbre sino a Jesús. Más bien era la respuesta espontánea e
impremeditada de un corazón que había sido limpiado y de un espíritu al que se le había
conferido vida nueva y eterna.
Podemos ver cuán generoso era Zaqueo cuando ofreció la mitad de sus bienes para
alimentar a los que eran menos afortunados que él. ¡Y qué dispuesto estuvo a hacer una
cuádruple restitución! Zaqueo sin duda era culpable de algunas injusticias en sus cobros
de tasas—la manera como trajo a colación el asunto implica mucho. Sin embargo, no
parece que él fue muy malvado o que hubiera amasado su fortuna tan deshonestamente
como los judíos de su tiempo, o como muchos de los predicadores de nuestros días le
acusan. Si él hubiera sido tan deshonesto para hacer su fortuna como algunos sugieren, no
habría tenido bastante dinero como para hacer una cuádruple restitución.
Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa (9). Un pecador que buscaba
había encontrado a un Salvador que lo procuraba. El hombre había hallado la salvación
personal en verdadero arrepentimiento. Las palabras de gracia del Maestro eran una
seguridad de salvación para Zaqueo, una proclama en su favor a la multitud y una promesa
a todos los hombres de todas las tierras, en toda edad: Jesús salva a los pecadores.
Por cuanto él también es hijo de Abraham. Esto era para recordarles a aquellos
judíos que se autojustificaban que Zaqueo también era judío, descendiente de Abraham.
Las palabras también son un anuncio de que ahora, al tener Zaqueo una vida nueva, se
transformaba en hijo de Abraham “el padre de los fieles”. Por medio del nuevo nacimiento
ahora era un hijo espiritual de Abraham y miembro del nuevo Israel.
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (10).
Aquí tenemos la propia declaración de Jesús de su principal propósito por venir a este
mundo. La verdad de esta declaración universal es el fundamento de la seguridad dada a
Zaqueo en el verso precedente.
El obispo Ryle en su obra Expository Thoughts on the Gospels, sugiere que debemos
aprender varias lecciones de este incidente: (1) Nadie es demasiado malo, o fuera del poder
de la gracia de Cristo para ser salvo; (2) Cuán pequeñas e insignificantes son las cosas
sobre las cuales a menudo la salvación de una alma se hace posible; (3) La libre compasión
de Cristo hacia los pecadores y su poder cambian los corazones; (4) Los pecadores
convertidos siempre darán evidencia de su conversión.
2
Godet, Op. cit., II, 230–31.
aislado, sino que se vincula a la actividad de Jesús durante su última semana (cf. 21:37).
La oposición continuaba y concertaba esfuerzos de parte de los líderes judíos para
destruirle.
Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso
oyéndole (48). Por el momento, los planes de los líderes eran inútiles porque Jesús todavía
gozaba de gran popularidad entre las masas. Pero ésta no llegaba a ser una devoción
verdadera de parte del pueblo. Este hecho se demostró rápidamente cuando el pueblo fue
guiado con tanto facilidad a ponerse en contra de Jesús en el juicio delante de Pilato.
Véanse los comentarios sobre Mateo 24:15–28. El relato de Lucas es más breve que
el de Mateo, pero su referencia a la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año
70 D.C. puede verse con mayor claridad. Donde Mateo emplea el lenguaje vago de la
profecía de Daniel “la abominación desoladora” (24:15), Lucas declara enfáticamente que
verán a Jerusalén rodeada de ejércitos (21:20). También, donde Mateo se refiere a “la
gran tribulación” y más bien en términos vagos insinúa la destrucción de Jerusalén
(24:21–28), Lucas emplea un lenguaje claro y directo. El dice: Y caerán a filo de espada,
y serán llevados cautivos a todas las naciones (21:24).
En este punto encontramos en Lucas una importante sugestión profética omitida por
los otros dos Sinópticos: Y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los
tiempos de los gentiles se cumplan (24). Aquí, Jesús anunció claramente que Jerusalén
sería dominada por los gentiles vencedores. Los tiempos de los gentiles puede significar
“el día de gracia” 4 de los gentiles; es decir, la edad de la iglesia.
4
EGT, I, 621.
esfuerzos más la ayuda de Dios, obtenida por medio de la oración. Estar en pie implica
estar exentos, estar aprobados.
5
Clarke, Op. cit., p. 485.
6
Véase Godet, Op. cit., II, 276. Véase también el Greek English Lexicon of the New Testament de Thayer.
Véanse los comentarios sobre Mateo 26:17–19 y Marcos 14:12–16. El relato de este
último es mucho más detallado que el de Mateo. Lucas sigue a Marcos muy de cerca.
que tendrían que soportar sus seguidores eran suficientes para cambiar su noción sobre el
reino o atenuar su ardor por los lugares de prominencia.
Aunque el relato sobre la disputa en cuanto a la relativa grandeza de los apóstoles es
peculiar a Lucas, no hay suficiente justificación para suponer, como Adam Clarke lo hace,
que Lucas puso este episodio en lugar equivocado de su evangelio. Clarke concuerda en
que esta no fue la disputa que Lucas menciona anteriormente (9:46); de modo que
concluye que Lucas tenía en mente el episodio registrado por Mateo (20:20 ss.) y Marcos
(10:35 ss.) 2 Esta conjetura sólo sería válida si el episodio estuviera fuera de armonía o con
el contexto en el cual lo inserta Lucas, o bien con la actitud y nivel de comprensión de
los apóstoles en el momento. Ninguna de estas condiciones es cierta. 3
Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas (25). En los reinos
de los gentiles, la grandeza siempre era sinónimo de autoridad. Y los que sobre ellas
tienen autoridad son llamados bienhechores. Tiranos tales como Ptolomeo Euergetes
de Egipto que escogió el título de “benefactor”. También fue aplicado a varios de los
emperadores romanos. En algunos casos, los gobernantes merecieron tal título, pero por
lo general ellos fueron una maldición o un azote.
Mas no así vosotros (26). En el reino de Cristo, la grandeza es más que un título y
más que posición o autoridad. Sino sea el mayor entre vosotros como el más joven. Los
jóvenes debían mostrar deferencia hacia los mayores. Esa misma cualidad, o la humildad,
debe ser mostrada por el “grande” en el reino de Dios. La humildad es una de las supremas
cualidades de la verdadera grandeza. Y el que dirige, como el que sirve. El servicio debe
tener una marca de distinción: En cuanto más uno sirve, más grande es. Todos los
cristianos deben ser siervos—de Dios y de sus semejantes.
Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? (27). En los días
de Jesús, la respuesta casi universal habría sido que el mayor era el que se sentaba a la
mesa. El siervo era un mero esclavo. De manera que Jesús responde a su propia pregunta
dando los términos del concepto contemporáneo entonces de grandeza: ¿No es el que se
sienta a la mesa? Parece casi como si estuviera de acuerdo con la idea popular, y es en
contra de este hipotético antecedente que dice: Mas yo estoy entre vosotros como el que
sirve. Jesús les está diciendo que el servicio es el elemento necesario de la verdadera
grandeza. También está diciendo que aun en el mundo donde se sostiene lo opuesto, donde
la autoridad y la posición son divisas de grandeza y donde el siervo es símbolo de casi
nada, el cristiano debe tomar el camino del servicio. Cuando se encamina por esta senda,
hallará las huellas divinas que le mostrarán que el Maestro anduvo antes por ellas.
Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas (28).
Después de su gentil reprensión, y de sus instrucciones correctivas del asunto de la
grandeza, Jesús recuerda tiernamente que ellos le habían sido leales en sus horas de
prueba. Hasta donde ellos habían comprendido y en la medida de su alcance, ellos habían
tomado la senda del servicio. El Maestro sabía que el obstáculo permanente, la carnalidad,
sería expulsada en Pentecostés.
Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí (29). Esto se refiere
al presente reino espiritual, la iglesia en la cual los apóstoles pronto serían líderes. La
palabra que está traducida asigno involucra la idea de un pacto. Cristo estaba haciendo
un convenio con sus discípulos como el Padre lo había hecho con El. De este modo, los
discípulos tendrían lugares de prominencia en el reino pero distintos de lo que ellos habían
anticipado. El servicio a Dios y a la humanidad estaría unido a las privaciones,
persecuciones y la muerte por el martirio. Pero ellos no serían olvidados por el Maestro
por quien alegremente rendirían su servicio.
2
Clarke, Op. cit., p. 448.
3
Spence, Barnes, Godet, Geldenhuys y Van Oosterzee apoyan a Lucas en este punto.
4
Esta es una traducción literal de una porción del Padrenuestro que ha sido traducida “líbranos del mal” en la KJV y en
la versión Reina-Valera (Mt. 6:13).
5
Mateo 10:2–15; Marcos 6:7–11; Lucas 9:1–5.
6
Vea Clarke, Op. cit., II, 489.
7
Vea Spence, Op. cit., II, 201.
8
Vea Van Oosterzee, Op. cit., pp. 342 s.
9
Godet, Op. cit., II, 302.
C. GETSEMANÍ, 22:39–53
1. La oración en el huerto (22:39–46)
Véanse los comentarios sobre Mateo 26:30, 36–46. Lucas da dos pequeñas
informaciones que no están en los otros dos Sinópticos. Se encuentran en los versos 43 y
44.
Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle (43). Su necesidad de
fortalecimiento muestra la intensidad de la angustia mental y de la lucha que se
desarrollaba en su alma. La fortaleza recibida fue probablemente necesaria para evitar su
muerte antes del tiempo para su sacrificio por el pecado en el Calvario.
Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas
de sangre que caían hasta la tierra (44). Algunos han interpretado este verso como
indicando solamente el gran tamaño de las gotas de sudor; pero, autoridades
conservadoras de la iglesia, desde Atanasio hasta el presente han insistido sobre lo literal
de la sangre. Parece que significara que el sudor estaba mezclado con sangre, dando así
la impresión de que la sangre pura corría de los poros de Jesús. Muchas autoridades
testifican que los grandes sufrimientos o agonías mentales pueden hacer que la sangre se
mezcle con el sudor en el cuerpo humano.
el efecto del canto del gallo. El resultado fue un amargo remordimiento y sincero
arrepentimiento.
11
Godet, Op. cit., II, 317.
Para la discusión del verso 1, véanse los comentarios sobre Mateo 27:2; véase también
Marcos 15:1.
Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la
nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey
(2). Nada se dice sobre la acusación de blasfemia por la cual era condenado por el
Sanedrín. Ellos no querían mencionar esto, porque no era considerado delito por el
gobierno romano y estaban resueltos a mandarle a la muerte. Por lo tanto, inventaron
nuevos cargos que eran criminales de verdad.
La extensión de su hipocresía se ve en el hecho de que los “males” de los cuales le
acusaban constituían la posición que ellos sostenían (excepto los herodianos) en
circunstancias normales. Los judíos conservadores de la época de Cristo menospreciaban
a Roma y esperaban que alguien los liberara del yugo extranjero. Por otra parte, ellos no
podían haber sido sinceros en su acusación de que El era un peligro para Roma. El siempre
había resistido todo esfuerzo calculado para hacerle hacer o decir cualquier cosa que
pudiera ser interpretada como antirromana.
Para discusión sobre el verso 3, véanse los comentarios sobre Mateo 27:11.
Y Pilato dijo… Ningún delito hallo en este hombre pero ellos porfiaban (4–5).
Pilato estaba enterado de sus motivos y no veía nada en Jesús que fuera una amenaza
contra Roma. La testarudez de ellos atestiguaba su determinación e intenso odio. Como
Pilato no se perturbara por su acusación de que Jesús era culpable de traición, ellos
inventaron una nueva acusación. Esta vez se aproximaba a los intereses de Pilato:
Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta
aquí. Indudablemente ellos sabían que Pilato vivía temiendo los levantamientos de los
judíos porque él no podía esperar mantenerse en su cargo si no podía controlar esa gente
rebelde. Los acusadores de Jesús sabían que Pilato actuaría si había peligro de una revuelta
popular. Pero su mención de Galilea inspiró en Pilato un pensamiento que ellos no habían
anticipado.
acusadores hicieron todo lo posible para que sus cargos fueran válidos, Jesús estaba
impasible. Herodes no tenía interés alguno en el caso, excepto la curiosidad.
Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció (11), o “tomaron
el caso con desprecio y lo ridiculizaban” (Goodspeed). En las palabras de Spence: “Lo
trató, no como a un criminal, sino como a un dañino entusiasta religioso, que sólo merecía
desprecio y burla.”1 2 Esta actitud fue sin duda más fuerte debido a que Jesús se había
negado a satisfacer la curiosidad de Herodes.
Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban
enemistados (12). Esta fue sin duda una de las razones por las que Pilato le envió a Jesús.
No se sabe cuál era la causa de su enemistad, pero generalmente se cree que puede haber
sido por la masacre de los galileos mencionados en Lucas 13:1–2. Fue la cortesía y
deferencia de Pilato a Herodes lo que sanó la enemistad.
El material de los versos 27–31 es peculiar a Lucas. Para el examen del verso 26
véanse los comentarios de Mateo 27:32.
Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían
lamentación sobre él (27). Lucas ha sido llamado “El Evangelio de las Mujeres” porque
ellas tienen mayor lugar en este evangelio que en cualquiera de los otros.13 La lamentación
de estas mujeres era una demostración de sincera simpatía hacia Jesús, y un recuerdo de
que no todos los corazones de los judíos estaban endurecidos hacia El.
Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén (28). Este lenguaje
requeriría más tiempo que el permitido a un condenado en camino a la ejecución. Puesto
que, según el verso 26, Simón de Cirene había sido forzado a llevar la cruz, es posible
que esas palabras fueron dichas en el intervalo que hubo mientras la cruz era pasada a
Simón. La apelación Hijas de Jerusalén indica que por lo menos la mayor parte de ellas
eran residentes de Jerusalén, distinguiéndolas de las que le seguían desde Galilea.
No lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. Su
tragedia, si así pudiera llamarse, era mucho menor que la de ellas. Su próxima muerte
sería seguida por la resurrección, mientras que ellas sufrirían una de las calamidades más
grandes de la historia en la destrucción de Jerusalén.1 4
Porque he aquí vendrán días en que dirán: bienaventuradas las estériles y los
vientres que no concibieron (29)—porque las que tenían hijos tendrían que verlos morir
de hambre en una ciudad sitiada por el enemigo o vendidos como esclavos. La trágica
connotación de esta extraña bienaventuranza, Bienaventuradas las estériles, sólo podrá
ser comprendida, cuando entendamos que el intenso deseo de toda mujer judía era el de
ser madre, y la vergüenza resultante que experimentaba una mujer hebrea al saber que
jamás podría llegar a serlo.
Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados:
Cubridnos (30). Aquí Jesús se refiere al casi inexpresable sufrimiento durante el asedio
de Jerusalén y lo subsiguiente (68–70 D. C.).1 5 En aquellos días, el ser repentinamente
aplastados por una montaña sería considerado un relevo bienvenido.
Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco qué no se hará? (31).
Esta expresión proverbial compara lo que se está haciendo ahora con Cristo con lo que se
hará a los judíos cuando Jerusalén fuera destruida. El árbol verde es una referencia a la
lealtad de Jesús a los romanos, y el árbol seco a la crónica deslealtad judía. Si los romanos
eran bastante crueles como para hacer lo que estaban haciéndole a Aquel que aun su
gobernante consideraba inocente y leal, ¡con cuánta mayor crueldad tratarían a los
desleales y provocativos judíos cuando llegara la ruptura de las relaciones!
13
Véase la introducción a Lucas en este comentario.
14
Vea Josephus, Guerra, 5. 10–6. 10.
16
Véanse también los comentarios sobre Mateo 27:44.
17
Para un estudio más amplio sobre la palabra “paraíso”, véase Barnes, Op. cit., 158.
18
Spence, Op. cit., II, 243.
5. La sepultura (23:50–56)
Véanse los comentarios sobre Mateo 27:57–61. Véanse también los comentarios
sobre Marcos 15:42–47.
A. LA RESURRECCIÓN, 24:1–12
Para discusión de los versos 1–6a, véanse los comentarios sobre Mateo 28:1–10.
Véase también Marcos 16:1–8.
Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es
necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y
que sea crucificado y resucite al tercer día (6–7). No habiendo entendido las palabras
de Jesús a las cuales se refiere el ángel, las mujeres se habían olvidado. El ángel les
refresca la memoria ahora que podían entender la profecía a la luz de los acontecimientos
recientes que las cumplían. De esa manera la comprensión del ministerio de Jesús sobre
la tierra y la fe en la deidad del Señor serían aumentadas.
Mateo y Marcos omiten el recuerdo angélico de esta profecía. En su lugar relatan el
encargo del ángel a las mujeres que debían decir a los apóstoles que fueran delante de
Jesús a Galilea.
Y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos
los demás (9). Véanse los comentarios sobre Mateo 28:8.
Para la discusión del verso 10, véanse los comentarios sobre Marcos 16:1. El nombre
de Juana está omitido en el relato de Marcos. Era la esposa de Chuza, mayordomo de
Herodes, mencionado en Lucas 8:3.
Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían (11). Aunque
Jesús había predicho claramente su muerte y resurrección a sus discípulos, la concepción
que ellos tenían del reino mesiánico no daba lugar a tal idea. Ahora que todo había
sucedido, dudaban y estaban sorprendidos como si jamás hubieran oído las profecías.
Debieron haber quitado por completo estas predicciones de sus mentes como
incomprensibles, o quizá las interpretaban espiritualmente. El olvido de los discípulos está
en agudo contraste con las memorias de los miembros del Sanedrín a ese respecto. Los
líderes judíos recordaban que Jesús había predicho su resurrección después de tres días, y
por esa causa le pidieron a Pilato que estableciera una guardia. 1
Para discusión del verso 12 véanse los comentarios sobre Juan 20:2–10.
1
Véase Mateo 27:62–66.
2
Godet, Op. cit., II, 352.
3
Para mayor estudio, véase Godet, Op. cit., II, 352 ss.
fuera un extraño en Jerusalén, habría sabido lo que iban hablando acerca de Jesús de
Nazaret.
Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? (19). El quería que ellos le proporcionaran la
suficiente información como para poder unirse a su conversación con el objeto de
enseñarles sus verdades sobre lo que trataban. Y quería hacerlo sin revelarles su
identidad—por lo menos por el momento. También les estaba dando la oportunidad de
abrir sus corazones al Maestro. Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno. Dando por sentado
que El era un extraño, le relataron breve, pero gráficamente y con gran emoción la historia
de Jesús: que era un profeta, poderoso en obra y en palabra, y que había sido condenado
por los esfuerzos de los líderes judíos y que había sido crucificado. Es probable que ellos
hayan incluido otros detalles no mencionados por Lucas.
Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel (21).
Todavía le aman; están profundamente entristecidos por El, pero ¿puede un Mesías muerto
redimir a Israel? Ellos estaban pensando en el Mesías-rey. El que expulsaría a los romanos
y haría nuevamente de Israel una gran nación.
Además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido… nos han
asombrado unas mujeres… las que antes del día fueron al sepulcro; y como no
hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles,
quienes dijeron que él vive (21–23). Este informe de las mujeres parecía haber
confundido a los dos discípulos en vez de animarlos. Todavía están tristes (v. 17) y su
esperanza de que Jesús sería el Mesías está aún en el pasado. Ellos tienen dos problemas:
primero, ¿es verdad el informe? y segundo, ¿qué significaba para el mesianismo de Jesús
y la felicidad de ellos? En ese instante, parecían estar suspendidos entre la esperanza y la
desesperación.
Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres
habían dicho, pero a él no le vieron (24). La investigación había resultado en
corroboración parcial, pero no en explicación. Vieron la tumba vacía, pero no a Jesús. Era
un apoyo valioso de la evidencia, pero sólo la presencia del Señor resucitado satisfaría a
estos discípulos.
Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que
los profetas han dicho! (25). La palabra traducida insensatos significa “faltos de
entendimiento”. No tiene ninguna mala connotación como sucede en las actuales lenguas
vernáculas. No es el mismo término empleado en Mateo 5:22, donde está prohibido decir
“eres un necio (insensato) a su hermano”. Godet indica que esta palabra insensatos se
refiere al entendimiento, mientras que el vocablo traducido “necios”, alude al corazón. 4
Jesús les está explicando que ellos habían comprendido mal la predicción profética
concerniente al ministerio mesiánico y que su fracaso era debido a falta de comprensión
intelectual y a su lentitud espiritual. Una mayor aplicación intelectual aunada a una
devoción más profunda e intensa a Dios y a la verdad les iría resolviendo su problema.
¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria?
(26). Esto implica que era menester el sufrimiento de Cristo. Todos sus sufrimientos
fueron necesarios para la redención del hombre y fueron el camino para que entrara en
su gloria—la gloria que comienza con su resurrección.
Y comenzando desde Moisés… les declaraba en todas las Escrituras lo que de él
decían (27). Esta era su primera lección extensiva y correcta sobre las enseñanzas
mesiánicas de las Escrituras del Antiguo Testamento. ¡Qué lección debe haber enseñado
nuestro Señor resucitado! De este panorama de las Escriruras hebreas, Jesús trazó un
paralelo que nadie podía dejar de ver a su vida, enseñanza y sufrimiento y también a lo
que El era ahora, el Señor resucitado. Aunque ellos nunca lo habían considerado antes, el
cuadro es claramente delineado en el Antiguo Testamento como el panorama del Rey
mesiánico. 5
5
Para una lista de los pasajes del Antiguo Testamento a los cuales Jesús haberles llamado la atención en este discurso,
véase Spence, Op. cit., II, 271 s.
6
Ibid., p. 272.
Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino y cómo
le habían reconocido al partir el pan (35). Referían el episodio completo, desde la triste
conversación hasta la gloriosa realización de la presencia del Señor. La expresión partir
el pan tiene implicaciones sacramentales específicas, especialmente cuando recordamos
que en el tiempo en que fue escrito el Evangelio de Lucas, estas palabras eran comunes
para nombrar el sacramento de la cena del Señor.
Desde este punto hasta el fin del Evangelio, el lector debe darse cuenta que hay un
pasaje de tiempo que Lucas no hace evidente en su narración. Si este evangelio fuera la
única fuente de información entre el período de la resurrección y el de la ascensión de
Jesús, el lector podría tener la impresión de que entre esos acontecimientos no habían
transcurrido más de 24 horas. Pero el mismo Lucas nos informa en Hechos 1:3 que entre
esos eventos hubo un período de 40 días. No es seguro si las instrucciones que aquí se dan
a los discípulos fueron dadas en la noche de la resurrección del Señor, en la misma ocasión
del verso precedente, o más tarde. Pero, la falta de información no afecta la interpretación.
Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario
que se cumpliese (44). Jesús se refiere a su ministerio hasta su crucifixión como algo del
pasado. Las palabras estando aún con vosotros, no solamente predicen su ascensión sino
que indican que en el momento en el cual les está hablando, El “no está con ellos” en el
mismo sentido de antes. Su muerte y resurrección habían cambiado lo mortal en inmortal
y ponía una diferencia entre ellos, que sólo la muerte y resurrección de ellos podrían
hacerles trascender.
Era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés,
en los profetas y en los salmos. La ley, los profetas y los salmos constituyen las tres
divisiones mayores de las Escrituras hebreas. Jesús se está refiriendo a toda la escala de la
profesía mesiánica, desde la primera promesa de Génesis 3:15 hasta el libro de
Malaquías. Establece un lazo inquebrantable entre El y la profecía del Antiguo
Testamento. Recuerda a sus discípulos que El les aclaró bien ese punto mientras estaba
con ellos. Antes de su muerte el énfasis estaba en que “todo debía cumplirse” hasta donde
concerniera su ministerio terrenal.
Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras (45).
En qué manera Jesús les abrió el entendimiento no está declarado. Es posible que les
explicara las profecías mesiánicas al respecto. Pero Spence sugiere lo que probablemente
es el verdadero sentido de este texto. Cree que estas palabras fueron habladas en la noche
de la primera Pascua. Si es así, la expresión de Lucas, les abrió el entendimiento sería
equivalente a la declaración de Juan de que Jesús “sopló y les dijo: Recibid el Espíritu
Santo” (Jn. 20:22). Cuando recordamos que “inspiración” significa “recibir por inspirar”,
vemos la sugestión lógica de Spence. Jesús aquí estaba dando a sus discípulos la
inspiración necesaria para comprender las Escrituras. 7
Así está escrito y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los
muertos… y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de
pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén (46–47). Aquí está la
necesidad de la expiación relacionada, en el pasado, con las Escrituras del Antiguo
Testamento y en el futuro con la cruzada del gran avivamiento evangelístico de la iglesia.
Los aspectos positivo y negativo del mensaje pueden establecerse de esta manera: No hay
salvación sin expiación; la plena salvación está al alcance de todos los hombres mediante
la expiación de Cristo.
Y vosotros sois testigos de estas cosas (48). Los discípulos de Jesús habían visto sus
hechos, escuchado sus palabras; habían recibido el don de interpretar las Escrituras por
medio de la “inspiración” de Cristo. Después de Pentecostés recibirían la pureza y poder
requeridos. Y todo esto debía ser cristalizado en una misión divinamente designada: sois
testigos. Jesús dependía de ellos para llevar su mensaje—las nuevas de sangre redentora.
Si ellos fracasaban, El no tenía otra manera de enviar su palabra. Pero ellos no irían solos,
el Espíritu Santo testificaría en ellos y por medio de ellos.
7
Véase Spence, Op. cit., II, 275.
C. LA ASCENSIÓN, 24:50–53
Y los sacó fuera hasta Betania (50)—significando una parte del monte de los Olivos
que da hacia Betania; porque en Hechos 1:12, Lucas nos dice que Jesús ascendió desde
el monte de los Olivos. Y alzando sus manos, los bendijo—una bendición sumo
sacerdotal, la bendición de la partida.
Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos y fue llevado arriba al cielo
(51). Solamente Lucas, de los cuatro escritores evangélicos, nos relata la ascensión de
Jesús, aunque se da por sentada a través del Nuevo Testamento. Lucas la detalla más en
Hechos 1:9–11.
Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo (52). La
adoración es un acto de homenaje a un Salvador que ascendió, pero que está siempre
presente. Su gozo demuestra cuánto comprendían ahora su nueva relación con Jesús. Ellos
saben que no lo han perdido, sino que en una manera misteriosa El está más cerca de ellos
que antes.
Y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios (53). Esta
declaración está detallada en los Hechos de los Apóstoles. Lucas resume de esta manera
con una breve declaración la vida posterior de los apóstoles, sabiendo que en otro tratado
nos daría todos los detalles de su actuación.
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