Tomar La Palabra
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Tomar la palabra
Algunas expresiones literarias y de cultura
popular en el sureste mexicano
Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas
cesneca
Mediante la presente, hago de su conocimiento que he leído con detenimiento el manuscrito titulado
Tomar la Palabra. Expresiones literarias y de cultura popular en Chiapas y el sureste mexicano, de los
autores Carlos Gutiérrez Alfonzo (coordinador), Vladimir González Roblero, Matza Maranto Zepeda,
Norma Esther García Meza, Edgar García Valencia y he valorado los siguientes aspectos de la obra:
1. Tema original: aporta nuevos enfoques o proporciona información novedosa sobre temas ya
estudiados en el campo educativo o en procesos de investigación.
2. Consistencia metodológica y desarrollo claro de las ideas centrales o tesis principales.
3. Relevancia temática dentro de su disciplina.
4. Claridad, concisión, corrección gramatical y orden lógico en la composición general del texto.
5. Uso crítico de fuentes, adecuado al área de conocimiento.
6. Tratamiento ético y responsable hacia los sujetos de estudio y otros autores.
Tras la lectura:
Atentamente
[email protected]
Carlos Gutiérrez Alfonzo (coordinador)
Vladimir González Roblero
Matza Maranto Zepeda
Norma Esther García Meza
Édgar García Valencia
Tomar la palabra
Algunas expresiones literarias y de cultura
popular en el sureste mexicano
Presentación
Carlos Gutiérrez Alfonzo 9
EXPRESIONES LITERARIAS
INSCRIPCIONES CULTURALES
[7]
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PRESENTACIÓN
[9]
10 CARLOS GUTIÉRREZ ALFONZO
sideró que hay una continuidad, un siglo histórico, distinto del cro-
nológico, en la tematización de las rebeliones indígenas acaecidas
en Chiapas.
Matza Maranto Zepeda se propuso indagar sobre el proceso
creativo de tres poetas chiapanecas. Estableció contacto con ellas,
conversó con ellas, y les pidió que le mostraran cómo les nació el
interés por escribir poemas. Logró ver que se trata de mujeres que
adquirieron un compromiso con la palabra. Y este compromiso les
vino, en primer lugar, por la atenta escucha que hicieron de lo que
en su niñez tuvieron a su alrededor; y en segundo, por la avidez con
que se han enfrentado al mundo en el cual han ido creciendo.
En su texto, Carlos Gutiérrez Alfonzo dejó líneas respecto a
una de sus búsquedas: la morada y el nombre del poema. Con el
deseo de leer una tradición, que ha sido nombrada como literatura
chiapaneca, eligió un número de poemas y los fue tramando para
explorar, a partir de relaciones conducidas por cierto azar, sus tex-
turas, su colocación en el mundo.
Situados en el campo de la cultura popular, Norma Esther Gar-
cía Meza y Édgar García Valencia se interesaron por leer los textos
de las lápidas dedicadas a quienes fallecieron en accidentes via-
les, con el propósito de observar en tales textos visiones de mundo,
con las que se va construyendo la memoria. Un texto acá, un texto
el asfalto para saber que alguien está ahí todavía: está acá.
Ofrecemos este libro, que muestra resultados de nuestras res-
-
mos en nuestra férrea fascinación por el lenguaje, al cual nos gusta
ver en movimiento. Nos sentimos atrapados por él cuando descu-
brimos que se le ha impulsado a tener nueva vida. ¿Qué dice? ¿Qué
PRESENTACIÓN 11
nos dice? ¿Cómo nos dice? Así lo vamos analizando; con él nos
vamos analizando para enriquecer nuestros descubrimientos.
Somos conscientes de que estamos en un mundo en el cual
prevalece el ruido, que ahoga toda posibilidad de escuchar, de escu-
charse. Existen montañas de basura que se nos vienen encima, que no
nos dejan ver. Y nuestro deseo es colocarnos sobre ese ruido, arri-
ba de esas montañas, y tramar, como lo hemos hecho ahora, argu-
mentos sobre las posibilidades que brinda el lenguaje como objeto
de estudio.
Hemos querido dar a la luz pública parte de nuestra conversa-
ción, la cual ha sido una de las fuentes de la convivencia humana; su
práctica ha creado grandes momentos, según puede constatarse al
revisar la historia de la humanidad. Su abandono también ha arro-
jado atrocidades. “Conversar es humano”, escribió Octavio Paz. Y
esa condición humana ha estado entre las inquietudes de quienes
nos hemos reunido para hacer este libro; la hemos alentado en-
tre nosotros y la hemos escudriñado en las obras de arte, sobre todo
en las literarias. Conversamos con textos, con discursos: oímos al
otro. Jugamos el juego de decir cosas. Y nuestras posiciones, disími-
les a veces, están nutridas por campos del saber que nos permiten
PRESENTACIÓN
personaje indígena.
[15]
16 V LADIMIR G ONZÁLEZ R OBLERO
1
Marc Bloch, Introducción a la historia (México: Fondo de Cultura Económica,
2000).
2
Carlos Antonio Aguirre, Antimanual del mal historiador o cómo hacer una buena historia
crítica (México: La Vasija, 2003), 36.
3
Bloch, Introducción a la historia, 26-27. Aguirre, Antimanual del mal historiador…, 36-37.
N OVELA HISTÓRICA Y LEVANTAMIENTOS INDÍGENAS EN C HIAPAS 17
4
Fernando Braudel, La historia y las ciencias sociales (México: Alianza, 1989).
5
de la ciencia para construir realidades con lenguajes conceptuales, también habló del
tiempo como una construcción del pensamiento, asociado a los espacios. Como
si de cronotopo se tratará, Wallerstein utiliza el concepto “espaciotiempo”. Véase
Immanuel Wallerstein, Impensar las Ciencias Sociales (México: Siglo XXI, 2004).
6
Reinhart Kosselleck, Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos (Es-
paña: Paidós, 1993), 12.
18 V LADIMIR G ONZÁLEZ R OBLERO
7
Kosselleck, Futuro pasado…, 13.
8
Paul Ricoeur, Historia y narratividad (España: Paidós, 1999). Luis Vergara, Paul
Ricoeur para historiadores. Un manual de operaciones (México: Universidad Iberoame-
ricana, Plaza y Valdés, 2006).
N OVELA HISTÓRICA Y LEVANTAMIENTOS INDÍGENAS EN C HIAPAS 19
del confín que ahora conocemos como Chiapas. Crónicas, sí, em-
parentadas con el ejercicio literario, toda vez que, para entonces,
la novela y la historiografía parecían andar el mismo sendero.
En el siglo XIX, sin embargo, aparece el primer ejercicio de
Una rosa y dos espinas,
de Flavio Paniagua. Quizá esta primera novela, de 1870, inauguró
10
De Emilio Rabasa mucho se ha dicho sobre su tetralogía conocida como “nove-
las mexicanas”. Un atisbo a su obra, y a los varios análisis al respecto, puede leer-
N OVELA HISTÓRICA Y LEVANTAMIENTOS INDÍGENAS EN C HIAPAS 21
con la historia y con los sujetos que la hacen posible. Entre ellos,
en primer lugar, el indígena de nueva cuenta. Ahora con voces im-
mez Checheb y Pedro Díaz Cuscate hallaron unas piedras a las que
atribuyeron características divinas. Éstas, dijeron, les habían habla-
do. Los indígenas no tardaron en convertirlas en santos y comenzaron
a adorarlas. Los rumores llegaron a San Cristóbal. Sus habitantes, el
cura, las autoridades, creyeron que los indios preparaban una rebe-
lión aglutinados en torno al culto. Arrebataron los santos, apresaron
a los líderes y comenzó la rebelión. Sobre este hecho se escribió, al
poco tiempo, alrededor de 1880, la novela Florinda, de Flavio Pania-
gua. Rosario Castellanos, posteriormente, desempolvó el texto de
Paniagua y lo reescribió en su novela
del siglo XX, en 1992, Alfredo Palacios Espinosa escribió
de la utopía, con el mismo tema.
El más reciente estallido social en el que tomó parte activa-
mente la población indígena de Chiapas, tseltales y tsotsiles, princi-
palmente, fue el ocurrido en 1994. La mañana del primer día de ese
año los medios de comunicación dieron la noticia de que grupos
indígenas habían tomado las cabeceras de los principales muni-
cipios de Los Altos, la Selva y Las Cañadas. Por el comunicado co-
nocido como la Declaración de la Selva Lacandona, se supo que se
trataba del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, hasta en-
tonces desconocido por la opinión pública.
Sobre el proceso de gestación del EZLN, sus consecuencias en la
población rural y el pasmo de los primeros días de guerra, se escri-
bieron textos literarios.13 El poeta Efraín Bartolomé, originario de
las tropas del EZLN por las calles de su pueblo y los describió en su
crónica literaria Ocosingo, diario de guerra y algunas voces, de 1995. En
1999 apareció la novela Canción sin letra, de Heberto Morales Cons-
tantino, en la que plantea el escenario ranchero ante la rebelión
indígena. En 2004 apareció Nudo de serpientes, de Alejandro Aldana,
donde trae a cuento el memorial de agravios a los indígenas.
Las sublevaciones indígenas han sido momentos señeros, sim-
bólicos en la historia chiapaneca. Quizá debido a su trascendencia y
al impacto en el imaginario colectivo, la literatura las ha hecho suyas.
Otras novelas sobre el EZLN, o vinculadas, son las siguientes: Tierna memoria y
13
Florinda
XIX, es la primera que aborda una rebelión indígena. Contemporáneo
a los sucesos de 1869, cuando los chamulas y los sancristobalenses
entraron en guerra, Paniagua la escribió y describió casi veinte años
después. En los días de guerra trabajaba en el periódico local La
Brújula, desde donde arengaba contra los indios.14 Un artículo pu-
blicado en el mencionado órgano informativo, titulado “Terrible
problema”, presumiblemente de su autoría, muestra ya el modo de
concebir al indígena. En él alude a su ignorancia, falta de educación,
desconocimiento de sus deberes civiles y brutalidad que le carac-
teriza.15 Además, desde ese discurso periodístico, producido en el
momento mismo de los acontecimientos, Paniagua consideraba ya
la guerra de castas como una guerra de la civilización contra la bar-
barie.
Hacia 1880, año de aparición de Florinda, el discurso de Pania-
gua sobre el indígena tiene un matiz. Ya no hace énfasis ni en la
brutalidad ni en la barbarie, sino que explora el asunto de su igno-
rancia y falta de criterio. Asume aquí una visión un tanto paterna-
lista, al considerar a los indígenas como si fueran niños de fácil
manipulación. Este discurso se construye con base en el cariz re-
ligioso del levantamiento. Azuzados por un par de ladinos —don
Oppás y su esposa, Florinda—, de acuerdo con la historia de Pa-
14
A pesar de haber sido nombrado, al poco tiempo, protector de indígenas.
15
sor. Si ellos, los ladinos, lo hicieron, ¿por qué no lo harían los indí-
genas?
Un pasaje así lo cuenta:
16
Rosario Castellanos, Balún Canán (México: Fondo de Cultura Económica, 2007
[1957]), 324.
N OVELA HISTÓRICA Y LEVANTAMIENTOS INDÍGENAS EN C HIAPAS 27
Sin que la rebelión tseltal sea el tema que la convoque, sino el po-
blamiento del valle de Jovel, su mestizaje, es importante hacer notar
el tratamiento a lo ocurrido en 1712. La representación del indio ya
no es la del oprimido, como lo fue con Paniagua, ni la del otro, como
lo fue con Castellanos. En Jovel se enfatiza la condición de hibri-
dez. De hecho, la arquitectura de la novela traza los caminos para
que así sea. Describe y narra los mundos españoles e indígenas en
sendos capítulos. El tercero demuestra el entrecruzamiento de dos
mundos, en tanto choque, en tanto mestizaje. Al tenor de este
discurso, la posición ladina, gente menuda, no es de rechazo sino de
fraternidad.
-
cía de León, Resistencia y utopía. Memorial de agravios y crónica de re-
vueltas y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos
500 años de su historia, de 1985, la novela de Palacios Espinosa se erige
como una novela de tesis. En ella recurre a la búsqueda, paradójica-
mente, de una verdad histórica. Alecciona y construye un discurso
con el que intenta convencer acerca de una postura ideológica so-
bre la condición indígena.
La novela de Palacios Espinosa muestra al indio pleno de con-
ciencia. La historia que se narra vuelve otra vez a la rebelión tsotsil
de 1869. A diferencia de las otras novelas mencionadas, en Los con-
los indios no son manipulables, ni iguales ni mestizos. Se impo-
nen a los ladinos, al menos en el proceso de organización de la
rebelión. Ésta no fue sugerida ni organizada bajo el mando de Fernán-
dez Galindo. Al contrario, los indios, considera Palacios Espinosa,
alcanzan la conciencia después de hacer el memorial de agravios:
robos, vejaciones, asesinatos, violaciones, humillaciones sufridas a
lo largo de los años. Son Pedro Díaz Cuscate y Agustina Gómez
18
Alfredo Palacios Espinosa,
de la mala muerte (Chiapas, México: Gobierno del Estado de Chiapas, 1992), 96.
N OVELA HISTÓRICA Y LEVANTAMIENTOS INDÍGENAS EN C HIAPAS 31
cho desorbitado de conocer las almas. Para Viqueira fueron los mis-
mos indígenas, los mayordomos, quienes acordaron convencer a
María de la Candelaria de que la virgen le había pedido la rebelión
contra la Corona española.
cha matanza.
CONCLUSIÓN
Una vista panorámica a estas novelas, tomadas como ejemplo de-
-
curso para la construcción identitaria de los pueblos, es decir, de
-
do de facto. Fue la cultura pero también la historia. El pasado sirvió
para exaltar las hazañas de los pueblos, de la civilización y su triun-
fo sobre la barbarie. Se percibe en la producción discursiva de la
obra de Paniagua, en sus novelas y también en su faceta de perio-
dista y de historiador.19 Así entendemos cómo en Una rosa y dos es-
pinas, de la que hemos dicho aborda las guerras intestinas entre
liberales y conservadores locales, el indio parece solamente com-
parsa sin ningún papel en la historia; mientras que en Florinda asume
-
ron células de grupos guerrilleros que vieron la luz hacia 1990. Sin
embargo, el trabajo de conformación de bases y de adoctrinamien-
to posibilitó la organización indígena y campesina, teniendo, antes
de 1994, una importante presencia pública en la organización del
Congreso Indígena.21
Lo que se ve entonces, en la historia como acontecer, es un ca-
-
mentáneo es abierto: necesita mirar más allá de representaciones
otros ciclos. Algo dije ya en este texto del Ciclo de Chiapas, bau-
tizado así por Joseph Sommers, quien halló cierta unidad en nove-
las de temática indígena. Parte de la obra de B. Traven, referida a
Chiapas, ha sido agrupada en el llamado Ciclo de la Caoba. Otros
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Antimanual del mal historiador o cómo hacer
una buena historia crítica. México: La Vasija, 2003.
N OVELA HISTÓRICA Y LEVANTAMIENTOS INDÍGENAS EN C HIAPAS 37
INTRODUCCIÓN
Cada creador experimenta un proceso creativo distinto, el cual está
íntimamente ligado a sus propias experiencias y contexto forma-
tivo, y está condicionado a partir de un proceso de creación en el
que se involucran diversos sucesos que elevan la complejidad de
lo que escribe.
De la poesía escrita por mujeres en esta región del sur mexi-
cano, voy a centrar mi atención en las poetas indígenas: Mikeas
Sánchez, Enriqueta Lunez y Adriana López Sántiz. En el presente
artículo se pretende dilucidar cuál es la concepción poética de cada
una de ellas. ¿Existe una condición que favorezca el desarrollo del
talento creativo individual, estimulada por una comunidad artís-
tica y cultural sólidamente constituida por generaciones? ¿Qué
factores son de suma importancia para desarrollar el quehacer poé-
tico? ¿Cuál es el resultado, en términos de poemas, de este proceso
creativo?
Para exponer el proceso creativo de Mikeas Sánchez, Enriqueta
Lunez y Adriana López Sántiz, se utilizaron poemas suyos a partir
de los cuales conocí cómo se presenta el instinto creador, esa bús-
[39]
40 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
EL PROCESO CREATIVO
Muchos son los misterios que guardan las obras de arte, principal-
mente aquellos que atañen a su creación. Para la realización de una
obra de arte existen particularidades que en forma correlativa, alea-
toria o eslabonada la propician; aspectos ineludibles que están en
activa correspondencia para que la obra llegue a ser concebida;
características que son las partículas de su nacimiento, y motivacio-
nes que mueven al ser humano a internarse por los senderos del arte.
Al hablar del proceso creativo, podemos hacernos eco de lo
que Graham Wallas1 1) preparación,
2) incubación, 3) iluminación y 4
tizada de la que fuera la primera investigación realizada sobre el
hecho, se derivan algunas otras que no dejan de lado una sola de las
fases mencionadas.
La demarcación que establece Wallas constituye un orden
gradual de etapas conducentes al proceso creativo. Existen, a partir
de ésta, una serie de interpretaciones encaminadas a desglosar estas
fases, principalmente agregando factores más explicativos referen-
tes a la observación; sin embargo, considero que las etapas que
aborda dicho autor fueron apropiadas para el desarrollo de este tra-
bajo y ayudaron a desentrañar el texto poético.
Entre las etapas del proceso creativo se incluye, desde luego,
la “preparación”. Ella nos remite a la cualidad de percepción, índole
1
Graham Wallas, The Art of Thought (Nueva York: Harcourt, 1926).
E L TELAR . E L PROCESO CREATIVO DE TRES POETAS DE C HIAPAS 41
3
Miguel León-Portilla y Earl Shorris, Antigua y nueva palabra (México: Aguilar,
2008).
44 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
-
buir en el proceso mismo de evolución experimentado por toda
lengua en su coexistencia e intercambio con otras, principalmente
con aquella que, además de ocupar el espacio dominante de la po-
blación mexicana, se constituye a la vez en vehículo difusor y eje
referencial de todas ellas en su traslación verbal: la lengua española.4
No está de más referir que cada una de las manifestaciones ar-
tísticas verbales provenientes de las lenguas originarias de nuestro
país pertenece ineludiblemente al amplio contexto de la literatura
mexicana contemporánea; focalizado así en la geografía nacional
su punto de origen y pertenencia cultural, evitaremos aquí empan-
tanarnos en una polémica que no parece ofrecer respuestas inme-
MIKEAS SÁNCHEZ
4
Uno de los autores que sostiene esta posición crítica es Christopher Domínguez,
en un extenso artículo publicado a mediados de la década de los noventa en la
revista Vuelta.
E L TELAR . E L PROCESO CREATIVO DE TRES POETAS DE C HIAPAS 45
notoria en su poesía.
En el transcurso de la infancia de la poeta se puede observar
la sensibilidad que ella tuvo hacia los rezos, los cuales escuchaba
en boca de sus parientes más cercanos. La tradición oral fue factor
decisivo para la construcción de su poética, así como la lengua
zoque, en la cual, tiempo después, se desenvolvería. En este lapso
se da cabida a la primera etapa del proceso creativo, a la que Graham
Wallas ha denominado como la “preparación”.
5
Municipio del estado de Chiapas. Limita con los municipios de Pichucalco e
Ixtacomitán al norte; Solosuchiapa e Ixhuatán al este; Tapilula, Pantepec, Tapa-
lapa y Ocotepec al sur y Francisco León al oeste. Su nombre deriva del náhuatl y
10
Es la capital del estado de Chiapas. Colinda con los siguientes municipios, al
norte con San Fernando, Usumacinta y Chiapa de Corzo, al este con Chiapa de
Corzo, al sur con Suchiapa y Ocozocoautla de Espinosa y al oeste con Berriozábal
y Ocozocoautla de Espinosa.
11
Municipio del estado de Chiapas. Limita con los municipios, al norte con Su-
chiapa, Jiquipilas y Ocozocoautla, al este con Chiapa de Corzo y Villa Corzo, al
sur con Villa Corzo y Tonalá y al oeste con Jiquipilas y Arriaga.
E L TELAR . E L PROCESO CREATIVO DE TRES POETAS DE C HIAPAS 49
12
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
13
E L TELAR . E L PROCESO CREATIVO DE TRES POETAS DE C HIAPAS 51
14
Revista creada en 1988 en el estado de Tabasco, dirigida por Maximino García
Jácome.
15
Entrevista realizada a Mikeas Sánchez, en el municipio de Copainalá, Chiapas,
en diciembre de 2010.
52 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
claros indicios de buscar algo más en las letras, algo que se encuentra
lejos de una actitud meramente catártica. La poeta inicia una ex-
ploración en el perfeccionamiento de la palabra.
16
Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígenas, dependiente del CONE-
CULTA.
17
Municipio ubicado en Los Altos de Chiapas. Colinda al norte con Chamula y Huix-
tán, al este con Tenejapa y Teopisca, al sur con Teopisca, Totolapa y San Lucas y al
oeste con San Lucas y Zinacantán.
E L TELAR . E L PROCESO CREATIVO DE TRES POETAS DE C HIAPAS 53
en diciembre de 2010.
54 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
19
Este texto contiene algunos de los temas que han sido reiterativos
en la poesía indígena; por ejemplo, las referencias a las deidades y
al alma, las cuales tienen una presencia puntual en el volumen re-
20
Mikeas Sánchez, Tumjama maka mujsi’. Y sabrás un día (México: Consejo Estatal
para la Cultura y las Artes de Chiapas, 2006), 21, 33.
E L TELAR . E L PROCESO CREATIVO DE TRES POETAS DE C HIAPAS 57
21
Municipio que pertenece a Tabasco, México.
22
Estado de la República mexicana, ubicado en el sureste de este país.
58 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
Rama
Los ríos que la habitan / se bifurcan entre su infancia y
su sexo / tiene treinta y cinco años / y sabe que Mahoma
no le perdonará / un hijo sin padre / por eso su vientre
-
bajo de la pasión / desde una plegaria silenciosa / que
pronuncia cada noche / para ahuyentar los malesta-
res de la carne // Ser libre es dormir desnuda / sin unas
manos buscando tu sexo / piensa mil veces / mien-
tras cierra los ojos / y sueña en una calle de Dakar /
entre una decena de muchachas negras / recién llega-
das a la pubertad / cada una entona cánticos ancestrales
en wólof / cada una es una gaviota salvaje / volando
alrededor del deseo.23
ENRIQUETA LUNEZ
Nació en San Juan Chamula,24 Chiapas, en 1981. Es hablante de la
lengua tsotsil. Como lo comentará en las entrevistas que serán ci-
tadas más adelante, primero es “concebida” como poeta y después
Tajimol Ch’ulelaletik. Juego de Nahuales fue publi-
cado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) dentro del Pro-
grama Nacional de Lectura. El volumen tuvo así una considerable
difusión en diversas partes de México. Tal como lo sugiere el título
de su primera obra, para Lunez la importancia de su poesía radica
24
Municipio del estado de Chiapas. Se encuentra a diez kilómetros de San Cris-
tóbal de Las Casas y a doce de San Andrés Larráinzar.
60 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
-
cipal, caso que queda íntimamente arraigado en la etapa de “pre-
paración” de su proceso creativo. Podemos observar, mediante el
texto siguiente, cómo se da la segunda etapa, la de “incubación”,
donde se percibe ante sí como poeta e inicia su búsqueda en el len-
guaje.
25
Entrevista a Enriqueta Lunez en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, en diciem-
bre de 2010.
26
Poeta mexicano.
62 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
27
Entrevista a Enriqueta Lunez.
E L TELAR . E L PROCESO CREATIVO DE TRES POETAS DE C HIAPAS 63
28
En Sinaloa se encontraba estudiando la licenciatura en Etnopsicología, en la
Universidad Autónoma Indígena de México. Es un estado de la República mexi-
cana. Se encuentra localizado al noroeste del país, en la costa del Golfo de Ca-
lifornia; limita al norte con Sonora, al este con Chihuahua y Durango —separado
de ellos por la Sierra Madre Occidental— y al sur con Nayarit.
29
Poeta originario del estado de Quintana Roo, México.
64 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
tipo de “don” que los habilita para realizar un “canto”, el cual con-
lleva luminosos destellos de su cultura. No obstante, el hecho de
escribir en tsotsil conduce a Enriqueta a hacerse diversos cuestio-
namientos y plantearse, como objetivo general de su poesía, la ne-
cesidad de contribuir a la preservación de la lengua.
30
Entrevista a Enriqueta Lunez en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, en
octubre de 2011.
E L TELAR . E L PROCESO CREATIVO DE TRES POETAS DE C HIAPAS 65
31
Entrevista a Enriqueta Lunez en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, en
diciembre de 2010.
66 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
Desperté a Dios
Desperté a Dios / cerca de la media noche / a cambio de
su desvelo / le ofrecí / siete versos, / siete perdones, / le
36
Lunez, Tajimol Ch’ulelaletik…, 59.
37
Localidad situada en el municipio de Ocosingo, Chiapas, México.
E L TELAR . E L PROCESO CREATIVO DE TRES POETAS DE C HIAPAS 69
38
Instrumento parecido a la azada, pero con la pala algo curva y más larga que
ancha. Se utiliza para trabajar la tierra.
70 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
39
Entrevista a Adriana del Carmen López Sántiz, realizada en diciembre de 2011
en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.
E L TELAR . E L PROCESO CREATIVO DE TRES POETAS DE C HIAPAS 71
-
gónico de los símbolos.
El proyecto constó en desarrollar cuarenta poemas
bilingües [tseltal/español], en donde se aprecie el len-
guaje metafórico y el lenguaje culto [lenguaje de ancia-
nos], teniendo como eje transversal la cosmovisión
tseltal.
Para la elaboración del poemario, me fue necesario
indagar a profundidad la forma de pensar de las tejedo-
ras, observar sus creaciones y participar con ellas desde
sus propios universos. Esto me permitió sumergirme
en cada una de las hebras de conocimientos y creencias
desde sus propios espacios, trasquilar la lana de los bo-
rregos, pintar los hilos con colores de la naturale-
za, hacer danzar a mi cintura al ritmo en zigzag de las
tramas hasta ver culminar una prenda, que es como espe-
rar el nacimiento de un hijo.
[…] El primer poema se denomina “Ixchel”, poema
que hace énfasis en la etapa en que la mujer adquiere el
don de tejer. En “Niña”, desarrollo el momento en que
a la niña le entrega su abuela los instrumentos para
ser una buena tejedora, y como una segunda parte del
mismo poema hago referencia a la etapa en que la niña
comienza a elaborar su primera prenda de juego. En
“Tejedora de Huipil”, “Hilo” y “Punto a punto”, expongo
las habilidades de la mujer tejedora, con experiencia
de pintar en su telar los símbolos sagrados de la cultura
tseltal; y con “Manuela” existe una súplica de los hi-
los para que la mujer tejedora no olvide cómo elaborar
una prenda y trabajar con los hilos propiamente. Este
poema, en particular, lo escribí para mi abuela, quien
teje día a día sus sueños y esperanzas. “Tramas”, poema
-
guir con los tejidos, culmina con “Rebozo”, una prenda
que está viva y se funde con la mujer que le ayuda a
cubrirse del tiempo. “Savia de Caracolas”, “Hilando sue-
ños” y “Huipil” son parte del proceso de teñir, hilar la
72 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
Ofrenda a la casa
Toma tu alimento, Gran Ajaw, / aguardiente moja tu
corazón. / Recibe esta ofrenda, / sostén el techo de es-
ta casa. // Sagrada Tierra, / aquí está el pozol para tu
sed, / la tortilla para tu hambre, / para que no comas el
alma de mis hijos. // Recibe estos alimentos, boca de
la casa: / Aquí está el café, la ofrenda; a cambio te pido
que no dejes entrar al pukuj; // te traigo incienso / que
perfuma tu casa. / Aquí están las velas/ que iluminan tu
rostro. // Alegra tu corazón, / Señor Ajaw, / te ofrendo
la danza de las arpas, / te ofrendo el canto del Pat
Ot’an.41
CONCLUSIÓN
En los tres procesos creativos expuestos, la poesía viene a ser la
base de la existencia, como “forma de vida”. Las poetas tienen una
42
Adriana del Carmen López Sántiz, Naetik. Hilos (México: Tierra Adentro, Con-
sejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2011), 28-29.
74 M ATZA M ARANTO Z EPEDA
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Bourdieu, Pierre. Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario. Es-
paña: Anagrama, 1995.
Domínguez Michael, Christopher. “¿Lengua nonata o lengua muerta?”.
En Vuelta, 232, marzo (1996): 43-47.
Landau, Erika. El vivir creativo. Barcelona: Herder, 1987.
León-Portilla Miguel y Earl Shorris. Antigua y nueva palabra. México: Agui-
lar, 2008.
López Sántiz, Adriana del Carmen. Naetik. Hilos. México: Tierra Adentro,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2011.
López Sántiz, Adriana del Carmen. Jalbil k’opetik. Palabras tejidas. México:
Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígenas, Gobierno del
Estado de Chiapas, 2005.
Lunez, Enriqueta. Tajimol Ch’ulelaletik. Juego de Nahuales. México: Secretaría
de Educación Pública, 2008.
Paz, Octavio. El arco y la lira. México: Fondo de Cultura Económica, 2003.
Rupérez, Ángel. Sentimiento y creación. España: Trotta, 2007.
Sánchez, Mikeas. “Rama”. En Revista Tierra Adentro. México: Tierra Aden-
tro, 2011.
Sánchez, Mikeas. Tumjama maka mujsi’. Y sabrás un día. México: Consejo Es-
tatal para la Cultura y las Artes de Chiapas, 2006.
Wallas, Graham. The Art of Thought. Nueva York: Harcourt, 1926.
BL
AN
CA
MORADA Y NOMBRE: LEER POEMAS
Carlos Gutiérrez Alfonzo*
[77]
78 C ARLOS G UTIÉRREZ A LFONZO
2
Adam Zagajewski, En defensa del fervor (Barcelona: El Acantilado, 2005), 35.
3
José Luis Molinuevo, La experiencia estética moderna (Madrid: Síntesis, 2002), 199.
4
Molinuevo, La experiencia estética moderna, 202.
M ORADA Y NOMBRE : LEER POEMAS 79
una modernidad en la que habría que colocar “lo sublime como una
experiencia del misterio del mundo”.7
II
5
Molinuevo, La experiencia estética moderna, 74.
6
Jean Grondin, (Barcelona: Herder, 2002), 41.
7
Zagajewski, En defensa del fervor, 43.
80 C ARLOS G UTIÉRREZ A LFONZO
III
14
En Parlamas han sido reunidos tres libros del poeta Roberto Rico: Reloj de mal-
varena (1991), La (2000) y Nutrimento de Lázaro (2000).
82 C ARLOS G UTIÉRREZ A LFONZO
-
da en la simple ensoñación discursiva. Es preferible observar al
poeta que no abjura ni de palabras ni de escenarios. Para él no hay
palabras exclusivamente poéticas ni espacios exclusivamente poé-
ticos. Zambulle las palabras en su espigada memoria y las extrae
nuevas: todo le está permitido. Se ha permitido todo. Se “oximoro-
na” en “novembrino muro”. Una palabra queda bien para aventurar
Pueden ser
un reloj de malvarena,
la verandah de Conrad,
las sirenas de Torri,
el último retrato de Miroslava Stern,
la madera cromada en rosicler y magenta de un Pegaso,
dos sonatas de Scriabin,
la trompeta en sordina
de un bolero;
bogavantes presagios
para redactar a columna doble
donde se consignara
IV
16
Eduardo Milán (ed.), Pulir huesos. Veintitrés poetas latinoamericanos (1950-1965) (Bar-
celona: Galaxia Gutenberg, 2007).
M ORADA Y NOMBRE : LEER POEMAS 85
que los “libros más personales están hechos con retazos ajenos”.17
Era necesaria una imagen del poeta Luis Arturo Guichard para
tratar de comprender sus poemas que ahora publica con el título
de Realidad y márgenes, volumen compilatorio de sus cinco poemarios
publicados hasta entonces. Fue descrita la imagen y hay que dudar
17
Luis Arturo Guichard, Realidad y márgenes (México: CONACULTA, CONECULTA,
Gobierno del Estado de Chiapas, 2013), 97.
18
Guichard, Realidad y márgenes, 35.
19
Guichard, Realidad y márgenes, 40.
86 C ARLOS G UTIÉRREZ A LFONZO
vez les gustaría que fueran sólo las del río grande de Chiapa. Una
realidad que coloca al poeta, una actitud también envidiable, en
constante movimiento: “Nunca veo / con tanta claridad lo que soy:
un hombre que tiene una maleta” (“Una casa para Mr. Guichard”).20
Ese ir y venir, de sí mismo hacia sí mismo —a esta hora otro Luis
Arturo estaría de pie, frente a la ventana, con la que hacen deporte,
dice el poeta en un poema de Versión aérea, quienes nacieron para
Otro lado
Abrí la puerta de nuevo.
Al otro lado estaba lo que me espera
cada noche. La marioneta
de Quevedo a la que enseño
a dar largos paseos ciegos.
La foto en la que Alfonso Reyes
hace saltar sobre el bastón a su perro.
El reloj de Praga, las hojas desordenadas,
el poema en forma de pájaro,
la guía del peregrino, el retrato del Gonzalo.
El libro vacío que bien visto es
como dos quevedos cuadrados.
La foto del poeta leyendo, aferrado
a sus papeles como si ellos pudieran llevarlo
al otro lado, la he bautizado como
“balsa de Ulises sin fondo”.
Esta puerta es a veces
el camino hacia arriba y hacia abajo.21
imagen del poeta, provoca que se deje de lado una vertiente más
que Luis Arturo ha explorado con gran acierto. Se trata de la ironía,
siempre colocada en un poema o en alguna sección de este conjun-
to, como el titulado “Atlanta”, que pertenece a “Margen de espejo”.
Se ha dicho de la mano del poeta que el libro Realidad y márge-
nes es un regreso, el cual se puede ver en dos momentos, el que está
en el titulado “Margen de espejo” y el que está en “Campanas sub-
terráneas”. En la sección “Margen de espejo”, el poeta coloca de
nuevo sus instrumentos: el viaje, el pozo, a los que suma la casa y
quienes la construyeron: “Es su único viaje sin maleta / pero el
único al que se lleva todo”.28 Como se puede observar, hay alguien
que narra el viaje, alguien que interpela al que lee o al mismo poe-
ta que se desplaza en busca del “eco que tiene por delante”. Ese
26
Guichard, Realidad y márgenes, 269.
27
Guichard, Realidad y márgenes, 284.
28
Guichard, Realidad y márgenes, 232.
M ORADA Y NOMBRE : LEER POEMAS 89
no te vayas.32
29
Guichard, Realidad y márgenes, 239.
30
Guichard, Realidad y márgenes, 240.
31
Guichard, Realidad y márgenes, 243.
32
Guichard, Realidad y márgenes, 329.
90 C ARLOS G UTIÉRREZ A LFONZO
Como parte del dominio de estos trozos está la ciudad: la ciudad co-
mo personaje. El yo poético está en la calle o en el escaparate, es
alguien que tiene “la tenacidad del agua”. Los ambientes modela-
dos por Matza poseen cierta atmósfera dada por palabras que tienen
una raíz bíblica. A la luz de esta atmósfera habría que leer lo que
VI
34
Jesús Morales Bermúdez, Aproximaciones a la poesía y la narrativa de Chiapas (Tuxt-
la Gutiérrez: Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, 1997).
M ORADA Y NOMBRE : LEER POEMAS 93
35
Morales, Aproximaciones a la poesía y la narrativa de Chiapas, 85.
36
Morales, Aproximaciones a la poesía y la narrativa de Chiapas, 85.
37
Gustavo Ruiz Pascacio, No viene la primavera en las líneas de mi mano (México: Go-
bierno del Estado de Tabasco, 2014), 13.
38
Ruiz Pascacio, No viene la primavera…, 20.
94 C ARLOS G UTIÉRREZ A LFONZO
de tus sueños”.46
VII
Un hombre que cae está enfermo de gravedad fue editado, en 2014, por el
Consejo Estatal para las Culturas y las Artes, en la colección Bi-
blioteca Chiapas, dentro de la serie La verde espiga. Por este libro,
Eduardo Hidalgo recibió el “Premio sureste de poesía Roberto López
El libro tiene siete paratextos que pueden ser útiles para acer-
carse a cada uno de los poemas con los que fue hecho. Estos para-
44
Ruiz Pascacio, No viene la primavera…, 31.
45
Ruiz Pascacio, No viene la primavera…, 37.
46
Ruiz Pascacio, No viene la primavera…, 44.
96 C ARLOS G UTIÉRREZ A LFONZO
versos del primer poema: “no sentarme a esperar / que algo suceda:
estar siempre esperando la Palabra suspendida”.47 O en las grada-
ciones de la caída: la palabra que cae, las cosas que caen, el poeta
que, enfermo, cae, el hombre que se precipita. O en el agua con tres
progresiones: el surtidor, la toma de decisión, el baño. O en las nu-
bes y la manzana que ven. O en la nada, que es real, que es todo. O
en lo que se espera.
47
Eduardo Hidalgo, Un hombre que cae está enfermo de gravedad (México: CONACULTA,
CONECULTA, Gobierno del Estado de Chiapas, 2014), 15.
M ORADA Y NOMBRE : LEER POEMAS 97
53
Hidalgo, Un hombre que cae…, 59.
54
Hidalgo, Un hombre que cae…, 67.
M ORADA Y NOMBRE : LEER POEMAS 99
VIII
55
Hidalgo, Un hombre que cae…, 68.
56
Hidalgo, Un hombre que cae…, 74.
57
Hidalgo, Un hombre que cae…, 75.
100 C ARLOS G UTIÉRREZ A LFONZO
IX
59
Ruiz-Pérez, Ejecuciones, 12.
60
Ignacio Ruiz-Pérez, Notas manuscritas llenas de incógnitas (Guatemala: Editorial
Cultura, 2014), 45.
61
Octavio Paz, Obras completas 1. La casa de la presencia. Poesía e historia (México: Fon-
do de Cultura Económica, 1994), 590.
62
Dato tomado del texto electrónico titulado “El arco y la lira de Paz: 50 años”,
disponible en: http://www.fondodeculturaeconomica.com/editorial/prensa/De
talle.aspx?seccion=Detalle&id_desplegado=5549, consultado el 2 de diciembre
de 2014.
63
Paz, Obras completas 1…, 591.
64
Paz, Obras completas 1…, 592.
102 C ARLOS G UTIÉRREZ A LFONZO
67
Rosario Castellanos, Poesía no eres tú (México: Fondo de Cultura Económica,
1972), 53.
68
George Steiner, Gramáticas de la creación (Madrid: Siruela, 2002), 225.
M ORADA Y NOMBRE : LEER POEMAS 105
Y esa mujer que hace versos, que borda, que espera, de ese mismo
poema de Rosario Castellanos puede dar la oportunidad de que se
vaya hacia el capítulo 9 del poemario Elegía desde Magdala70 de Yo-
landa Gómez Fuentes, publicado en 2012 por la Universidad de
Sonora:
1 Entre tú y yo
el exceso fue conocimiento.
69
Matza Maranto, Peldaños (México: Universidad de Sonora, 2012), 7, fragmento
IX.
70
Yolanda Gómez Fuentes, Elegía desde Magdala (México: Universidad de Sonora,
2012), 10.
106 C ARLOS G UTIÉRREZ A LFONZO
I
Qué les pasa a los cuadros
II
Viene un juguete con las manos quebradas
arrastrándose
71
Castellanos, Poesía no eres tú, 111.
M ORADA Y NOMBRE : LEER POEMAS 107
Es la noche de Tuxtla
El rumor desleído en la distancia
El vaho del miedo como un muro de imágenes
Este cuarto de hotel puede llevar hacia otros cuartos o hacia otros
sueños, como los que persiguió Antonio Alatorre en su libro El sue-
ño erótico en la poesía española de los siglos de oro.
72
Efraín Bartolomé, (México: UNAM, 1999).
108 C ARLOS G UTIÉRREZ A LFONZO
A veces mi hermano y yo
vamos al campo.
Él es un hombre sabio
que conoce de gigantes rojas
enanas blancas
y agujeros negros.
Andrómeda
Saturno
La vía láctea
Luego dice:
Sirio está allá.
calla.
73
Castellanos, Poesía no eres tú, 73.
74
Marirrós Bonifaz, (Tuxtla Gutiérrez: Gobierno
del Estado de Chiapas-Instituto Chiapaneco de Cultura, 1991), 25.
75
Joaquín Vásquez Aguilar, Poesía reunida (México: Juan Pablos Editor, Universi-
dad de Ciencias y Artes de Chiapas, 2010), 232.
M ORADA Y NOMBRE : LEER POEMAS 109
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
78
Castellanos, Poesía no eres tú, 179.
79
Paz, Obras completas 1…, 295.
M ORADA Y NOMBRE : LEER POEMAS 111
PRESENTACIÓN
to de los letreros populares fue realizado en la segunda etapa del proyecto y sus
resultados forman parte del informe técnico entregado a PROMEP en junio de 2012.
[115]
116 N ORMA E STHER G ARCÍA M EZA , É DGAR G ARCÍA V ALENCIA
3
Fueron de gran utilidad, por su sentido orientador, una nota periodística publi-
cada por Juan Alejandro Jr., en octubre de 2008, y un artículo de María Ana
recuerdo “de los seres queridos que perdieron la vida de manera violenta, prin-
cipalmente en accidentes automovilísticos, son las lápidas urbanas instaladas
en las calles, cruceros, banquetas, acotamientos y avenidas de la ciudad”, Tabasco
hoy, lunes 27 de octubre de 2008. Y en el segundo se analiza no sólo la presencia
de estas cruces sino todo el conjunto de lo que ella llama: creencias en el asfalto,
es decir, altares y nichos ofrecidos a imágenes religiosas que los sujetos colocan en
las calles como una manera de apropiarse del espacio público en la ciudad de Mé-
carácter violento de los decesos señalados por estas marcas urbanas. Ver María
Ana Portal, “Las creencias en el asfalto. La sacralización como una forma de apro-
piación del espacio público en la ciudad de México”, Cuadernos de Antropología
Social, núm. 30 (Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía
y Letras, Instituto de Ciencias Antropológicas, 2009), 66-67.
4
Norma Esther García Meza, “Prácticas culturales y discursos de la memoria”.
En Elissa Rashkin y Norma Esther García Meza (coord.), Escenarios de la cultura y
E L LENGUAJE DOLIENTE EN LAS LÁPIDAS URBANAS 117
Jaime Sabines
vanta la sombra”, o sea que, en medio de oraciones, se barre esta cruz con una
escoba pequeña y se deposita en una caja que se lleva primero a la iglesia en donde
se celebra una misa y posteriormente se le entierra en el panteón, debajo de la
cruz que ese día se coloca en la tumba”, Miguel Ángel Rubio y Meztli Martínez,
“De sombras, sapos y espíritus. Relatos sobre los Días de Muertos entre los chon-
tales de Tabasco y los pames de Querétaro”. En Patrimonio Cultural y Turismo Cua-
dernos, núm. 16 (México, 2006), pp. 170-171.
9
En el Diccionario panhispánico de dudas (Bogotá: RAE, Santillana, 2005). Dentro del
apéndice 2, “Lista de abreviaturas”, las siguientes: e.p.d (en paz descanse), D.E.P.
(descanse en paz), q.e.p.d. (que en paz descanse), q.D.g / Q.D.G (que Dios guar-
de), q.e.g.e. (que en gloria esté) y R.I.P. (del latín requiescat in pace; descanse en paz).
10
Catecismo de la iglesia cristiana (México: Coeditores Católicos de México, 2004).
E L LENGUAJE DOLIENTE EN LAS LÁPIDAS URBANAS 119
otro, a los otros. Marcan una ausencia pero también hacen presen-
te el acontecimiento en sí: el día del deceso, del atropellamiento,
del accidente, del asesinato… Su sola presencia no nos hace saber la
causa de la muerte pero sí su carácter: lo que dicen y señalan es que
en ese lugar aconteció una muerte violenta. Lo que narran estas
lápidas no sólo es la memoria de un dolor sino también la memoria
de tradiciones, valores y rituales mortuorios inscritos en los imagi-
narios que se han nutrido de experiencias y saberes rurales expues-
tos, mediante estas cruces, en un escenario urbano.
Los deudos no han querido que el evento trágico quede en el
olvido ni en el anonimato porque ambos serían otra forma de muer-
14
Rosario Cebrián,
(Madrid: Real Academia de Historia, 2000), 229.
15
La memoria es uno de esos conceptos cuyo contenido varía según el ángulo o
desde los distintos campos disciplinarios que unas veces colocan todo el sopor-
te de la memoria en el ejercicio individual, otras en las acciones colectivas, como
resultado de los marcos previamente establecidos en la vida social, y muy pocas
en el tránsito complejo que involucra lo individual y lo colectivo como resultado
de prácticas culturales e identitarias. Paul Ricoeur se ha referido a esta proble-
mática en la polémica sostenida con Maurice Halbwachs a propósito de la pola-
ridad entre subjetividad y objetividad que marcó el nacimiento de las Ciencias
Sociales y Humanas. Ver Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido (Madrid:
Trotta, 2003), 127.
E L LENGUAJE DOLIENTE EN LAS LÁPIDAS URBANAS 121
colectiva e individual.16
20
Mijail Bajtín, Estética de la creación verbal (México: Siglo XXI, 1995), 346-353.
E L LENGUAJE DOLIENTE EN LAS LÁPIDAS URBANAS 123
21
Diario de Xalapa, jueves 7 de diciembre de 2000.
22
23
Diario de Xalapa, miércoles 28 de febrero de 2007.
E L LENGUAJE DOLIENTE EN LAS LÁPIDAS URBANAS 125
once años”.
24
Diario de Xalapa, miércoles 30 de noviembre de 2005.
25
Diario de Xalapa, lunes 14 de enero de 2002.
126 N ORMA E STHER G ARCÍA M EZA , É DGAR G ARCÍA V ALENCIA
gracias hijo por la dicha tan grande que sentimos cuando tú nacis-
te aunque el tiempo que estuviste fue muy corto”.
En la Avenida Lázaro Cárdenas casi esquina con la Avenida Jus-
tino Sarmiento fue construida una lápida en forma de pequeña ca-
pilla de cemento que al fondo contiene un texto muy difícil de leer
pero cuya parte visible está escrita en primera persona y dice: “No
lloren por mí que tanto los he amado, mi cuerpo muere…”
El lenguaje doliente es aquel que, desde otro tiempo, nos co-
munica el dolor ante una pérdida. Es un lenguaje que nos convoca
a reconocer en esa inscripción el dolor de una familia por la muer-
te de uno de sus integrantes y, acaso, la única respuesta que espera
de nosotros es que nuestra capacidad de asombro se movilice junto
con nuestras creencias y nuestros imaginarios e intentemos com-
prender el sufrimiento ajeno. La capacidad de asombro, dice Ze-
melman, está presente siempre que nos enfrentamos con la realidad
y sin la cual resulta imposible construir conocimiento:
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Bajtín, Mijail. Yo también soy (fragmentos sobre el otro). México: Taurus, 2000.
27
Hugo Zemelman, Los horizontes de la razón, t. II. (Barcelona: Anthropos, 1992),
167.
130 N ORMA E STHER G ARCÍA M EZA , É DGAR G ARCÍA V ALENCIA
500 ejemplares