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el arte de
la belleza
el arte de
la belleza
MINISTERIO DE CULTURA
Ministra
Ángeles González-Sinde
Subsecretaria
Mercedes Elvira del Palacio Tascón
CATÁLOGO
Coordinación general
Área de Publicaciones y Extensión
Bibliotecaria de la BNE
© de esta edición: Biblioteca Nacional de España Digitalización
© de los textos: sus autores
Laboratorio de Fotografía
NIPO 552-11-008-2
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el arte de
la belleza
37 El arte de la belleza
Colección de la Biblioteca Nacional
de España
por Rosario Ramos Pérez
51 Catálogo
244 Bibliografía
Arte a contrapié
por Francesc Fontbona
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las expectativas de aquel consumidor cultural medio al que antes aludía.
Por ello los músicos y pintores laureados no sintonizaban demasiado con
su público contemporáneo, sus conciertos no se llenaban y sus exposicio-
nes muchas veces solo las frecuentaban intelectuales sumisos ante el statu
quo o especuladores que daban por buenas interesadamente la cotizaciones
alcanzadas por las piezas expuestas. Que las cotizaciones respondieran real-
mente a la clásica ley del mercado, de oferta y demanda, importaba poco mien-
tras el invento fuera al alza.
Al lado de estos mecanismos espurios, la gente, el público, sin em-
bargo, no había dejado de «consumir» imagen o sonido, aunque fuera a través
de productos desprovistos de carisma cultural, lo que a este público le traía
sin cuidado. Les daba igual si aquello que saciaba su apetito estético tenía o
no la bendición de los mandarines de la cultura; lo que querían era algo salido
del ingenio humano que fuera capaz de dialogar satisfactoriamente con sus
sentidos hasta provocarles placer intelectual. Y así el cine se convirtió de
facto en el verdadero gran arte visual del siglo XX, como por otra parte la mú-
sica pop lo era en su ramo. Y lo eran también las bandas sonoras cinema-
tográficas —de hecho un subproducto del cine—, el cartel, la canción meló-
dica, el tango, y un largo etcétera que en su momento «funcionaba» solo, pues
conectaba con el público sin demasiada necesidad de promoción, y tenía vida
propia sin precisar de coartadas culturales elaboradas por teóricos.
Solo que aquellos eran géneros que no tenían pedigrí; les faltaban
las muletas sabias que los maîtres à penser disponen sine qua non para sos-
tener y avalar las industrias culturales de prestigio, y por lo tanto a nadie
entonces se le ocurría que aquellos otros productos huérfanos de empaque
teórico sentaran plaza de obras de arte.
Entre estos géneros artísticos, entonces no detectados como tales
por la mayoría, estaba el diseño gráfico, la decoración publicitaria, en defi-
nitiva lo que luego se ha llamado el grafismo. En principio era humilde-
mente el ornamento efímero de envoltorios de productos varios —en el caso
de la presente exposición, de perfumería o cosmética—, o los anuncios que
se insertaban en la prensa o servían como carteles para incipientes cam-
pañas de promoción todavía entonces no demasiado programadas. Sin em-
bargo, todo esto, que todos veían pero que nadie miraba, tenía padres: lo
dibujaban y ejecutaban buenos profesionales, tal vez sin pretensiones pero
con mucho oficio, y lo estampaban pulcros talleres gráficos que garantizaban
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FRANCESC FONTBONA ARTE A CONTRAPIÉ
––––
pp. 45-48. Es curioso, en cambio, que no incluyera las artes del gusto,
que a la larga han obtenido un estatus de gran arte innovador tan acu-
sado en nuestro tiempo.
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Franco desvelaba en muchos un ansia de renovación total que no se corres-
pondía del todo con la realidad, ya que por más que fuera de desear un
mayor protagonismo de los otros sentidos como soportes del Arte en ma-
yúscula, la vista y el oído, pese a los deseos de Cirici, no fueron práctica-
mente inquietados por aquellos otros.
Lo cierto es que al arte del perfume no le era necesario invadir los
canales de difusión artística de la pintura pues ya tenía unas vías propias
funcionando a la perfección desde hacía años, si no siglos. Me refiero, claro
está, a la perfumería de siempre y su comercio bien establecido, que no pre-
tendía jugar a elemento cultural en competición con las artes presentes en
las bienales, pero que ya lo era aunque no se lo propusiera formalmente.
En su artículo, Cirici, centrado en el perfume en sí mismo, curio-
samente no incidía en los valores artísticos de los impresos que acompañan
los perfumes, pese a ser él mismo uno de los buenos publicitarios de su
tiempo (era su profesión principal al frente de las firmas Zen y Espira), y a
que dos de las ilustraciones de su texto se referían precisamente a este as-
pecto colateral de la perfumería (anuncios de Dana y Myrurgia), al que
ahora estamos dedicando nuestra atención. Y aquí realmente residía una
de las artes complementarias más difundidas del siglo XX, y a la vez más dis-
cretas, durante buena parte de él.
Es cierto que en muchas ocasiones, al principio, los artesanos en-
cargados de «vestir» un perfume o un jabón no eran gran cosa más que
empleados del fabricante, o alguno de los muchos ilustradores de revistas
vulgares y corrientes reciclados para hacer alguna viñeta alusiva; y por lo
tanto tratar de reivindicarlos como grandes artistas podría parecer al ob-
servador medio buscarle tres pies al gato. Pero pronto empezaron a surgir
verdaderos artistas reconocidos que ponían sus cinco sentidos en la crea-
ción de aquel arte «decorativo» en principio tan humilde.
El paradigma más próximo de este tipo de creador nuevo sería al-
guien muy bien representado en esta exposición, Esteve Monegal i Prat, el
dueño de la fábrica de perfumería Myrurgia, que dio un vuelco cualitativo
espectacular, desde más o menos 19172, a aquel tipo de complemento grá-
fico del producto que su empresa elaboraba.
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FRANCESC FONTBONA ARTE A CONTRAPIÉ
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En un principio Monegal recabó la colaboración gráfica de Josep
Obiols, uno de los pintores, dibujantes y grabadores más genuinos del nou-
centisme, para dar imagen a sus productos, y aunque también utilizaría a
algún otro artista plástico como Jacob Wilkinson, a una famosa pintura de
Julio Moisés representando a la bailarina Tórtola Valencia, o más tarde a
Alfred Opisso, preferentemente convertiría al valenciano de origen Eduard
Jener en el grafista ideal para su empresa. Este se adaptó con gran versati-
lidad a todo tipo de estilos y trazos diversos, desde el clasicismo al orien-
talismo, desde la pura línea sintética al colorismo más vivo. Sin embargo,
pese a la magnitud y riqueza de su obra, su nombre apenas generaría bi-
bliografía hasta fechas muy recientes.
El eclecticismo fue un planteamiento formal importante para la di-
fusión de Myrurgia: no es lo mismo un movimiento cultural que la promo-
ción de un negocio. Pese a todo, los diseños publicitarios de Myrurgia tu-
vieron siempre una rara unidad estilística, a la vez que una enorme calidad;
pero la gente es gregaria y como tal es reticente a consagrar algo que, por
más que le guste, los mentores en los que ella cree, por activa o por pasiva,
jamás le recomendarán.
Todo esto es un claro ejemplo de lo que podríamos llamar arte a
contrapié, ese arte que por no transitar por las sendas en las que se espera
que circule el Arte «de verdad» —lienzos clavados en bastidores, estatuas,
dibujos enmarcados, y todo lo que está administrado desde galerías de arte—
nadie lo reconoce como tal hasta que, como el niño inocente del cuento de
Andersen de El traje nuevo del emperador, ojos desprovistos de tópicos aca-
barán consagrando el verdadero valor artístico de este tipo de trabajos, que
nada tienen que ver con la pieza única pintada al óleo y vendida en una ex-
posición, pero que pueden contener tanto o más grado de creatividad ar-
tística que aquellos. Y este arte a contrapié, casi siempre transparente, im-
perceptible, hasta para los más predispuestos a valorarlo, abundó muchísimo
en el siglo XX.
Curiosamente el caso Monegal no fue único entre nosotros. En el
mismo ámbito de la perfumería, Robert Chaveau Vasconcel, también es-
cultor, de tanto vuelo que se había relacionado con Auguste Rodin, velaría
seguramente por la estética de su firma comercial de este mismo ramo,
fundada por su madre en Francia. La firma se estableció también en Es-
paña, y Vasconcel corroboró su especial sensibilidad estética al instalarse
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FRANCESC FONTBONA ARTE A CONTRAPIÉ
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los cartelistas más sólidos de su generación, trabajó para la casa Foret en
los mismos años treinta.
Algunos artistas de estos trabajaron mucho en Francia, como los
cartelistas Emili Vilà, muy activo en París, que dibujó allí para la casa J. Simon
en 1932, o Gaspar Camps, que aparte de allí también lo hizo aquí, para Josep
Camps y para Bellger (1935), así como para Gladys.
Ya en la postguerra el longevo caricaturista Joaquim Muntañola di-
bujó para Solriza en 1940 y para Dentichlor en los cincuenta; Roberto Bal-
drich, uno de los más genuinos creadores de la imagen frívola de los años
veinte, e hijo del temible general Martínez Anido, trabajó para Calber en
1920 o para Isabel Val (1942) y la citada Dana; Evarist Mora diseñó carteles
para Ausonia en los años cuarenta; Fernando Bosch (Bosc), valenciano fa-
moso en Francia, trabajó para Elizabeth Arden en 1945; el polifacético
Enric Clusellas diseñó para Juper en 1947; Emili Freixas para Laurendor
en 1950. Y lógicamente esto son sólo ejemplos entresacados de una activi-
dad muchísimo más intensa.
Sobre todo estos artistas trabajaron principalmente en el campo de
lo que hoy llamamos el grafismo, y la mayoría fueron, cada uno en su estilo,
nombres importantes. Pero artistas preferentemente dedicados al arte
«puro», el que se difundía en las galerías de arte, también en ocasiones
fueron requeridos a colaborar en la publicidad de perfumería y cosmética.
Así, el genial Xavier Nogués diseñó el logotipo y el emblema de la colonia
Faianç Català en 1917, un joven Antoni Vila Arrufat dibujó un cartel para el
perfume Guidor por la misma época, y el escultor Joan Rebull colaboró oca-
sionalmente para Nina Ricci en 1948. Incluso alguien tan universalmente
famoso como Salvador Dalí no desdeñó ponerse al servicio de la publicidad
cosmética para Schiaparelli (1946) o para Marquay (1956).
Pero hubo otros artistas a los que no se les conoce demasiada ac-
tividad plástica aparte de la publicitaria, o bien que en esta tuvieron un
medio de expresión primordial en sus carreras. Estos artistas en su mo-
mento contaban menos que nadie en el cómputo de los plásticos verdade-
ros de un país, pero sus diseños a veces han terminado cayendo por su pro-
pio peso como fruta madura, mostrándose como verdaderas realizaciones
de calidad en las artes plásticas, aunque es verdad que sus nombres todavía
no cuentan en la nómina del arte «serio» del país. Por ejemplo Granell,
grafista muy activo y de largo recorrido, aunque de personalidad todavía
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FRANCESC FONTBONA ARTE A CONTRAPIÉ
4 Véase la web del Museu del Perfum, que recoge diversas noticias,
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El diseño gráfico de perfumes y jabones
por Enric Satué
Según Patrick Süskind, autor del que fue éxito editorial El perfume1, «estas
sustancias nacieron en el siglo XVIII para sublimar el hedor circundante,
difícilmente concebible para el hombre moderno». Por lo visto, se trataba
de una suerte de cocktail urbano que mezclaba estiércol, orina, excremen-
tos, podredumbres de todas clases y pestilencias varias. Y fue especial-
mente en París, por ser entonces el centro del mundo, donde el personaje
protagonista de la novela, Jean-Baptiste Grenouille, inventó el primer per-
fume moderno, es decir, que antes de la Revolución Francesa ya había
media docena de perfumistas, por lo menos, experimentando con hierbas
aromáticas y esencias de flores, pugnando por la primacía e investigando
nuevas fragancias con el saludable propósito de combatir con los perfumes
el hedor y erradicar con los jabones la pestilencia.
Aunque Patrick Süskind no mencionara nada de eso en su novela,
los productos que en el siglo XVIII se presentaban al público en estado lí-
quido se envasaban en frascos o botes de barro, cerámica, porcelana, vi-
drio, o alabastro, desde los vinos más peleones a las sales, ungüentos, po-
madas, ácidos, productos químicos o esencias de todas clases. Todavía
pueden verse en algunas farmacias espléndidas piezas (cada vez menos, la
verdad sea dicha), supervivientes de los primeros intentos de identifica-
ción, en forma de etiquetas, iniciados en el siglo XVII con discretas piezas
de papel pegadas al frasco y escritas a mano con una caligrafía discreta y
clara, pasando más tarde a esmaltarlas al fuego sobre soportes opacos, con
el carácter eminentemente decorativo y suntuario que nos han legado.
Probablemente, la perfumería sea el sector en el cual el comple-
mento embellecedor que supone la información, desde etiquetas a carteles
y anuncios, haya conocido de más antiguo cierta exigencia en su diseño,
como se desprende de la contemplación de este catálogo que tienen en las
manos. Todas las etiquetas forman parte de una misma voluntad, distintiva
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e identificadora, con mayor o menor acierto en su presentación y con desi-
gual valor artístico, pero respondiendo todas a la ingeniosa condición de
tarjeta de identidad que les fue asignada. Un elemento que se halla com-
pletamente diluido en una sociedad como la actual, en la que todo está ri-
gurosamente etiquetado, incluidas las características básicas de cada uno
de sus ciudadanos. De modo que hoy la etiqueta es una forma básica de la
identidad del producto, desde luego de las más eficaces, incluso atractiva,
siendo sumamente útil para clasificar especies, homologar géneros, orde-
nar clases o pormenorizar tipos con asombrosa facilidad y exactitud. Ge-
neralmente, hacen constar en ella el nombre, las propiedades, la compo-
sición, los ingredientes, las fórmulas, las normas y los códigos, en una
abundancia de informaciones que parece imposible que puedan caber en
una superficie por lo general tan pequeña.
No obstante, si bien la idea de perfumar el agua es cosa antigua,
antes de la aparición del personaje de ficción de Süskind, allá en su país
nació, en 1709, la primera agua perfumada con verdadero carácter —tanto,
que al fabricante la fragancia le recordaba con nostalgia los amaneceres
de su tierra natal— destilada por un italiano, Giovanni Maria Farina, en
una ciudad de Alemania que con el tiempo daría nombre al producto ge-
nérico: Colonia.
Un siglo más tarde, aunque siempre en la misma ciudad, se fabricó
otra marca de agua de Colonia, posiblemente la más célebre en el mundo,
que tomó sencillamente su nombre del número de la calle Glockengasse
donde estaba instalada: 4711.
Casi otro siglo después, hacia 1900, en los tiempos de la Belle époque, el de
maître perfumeur ya era todo un oficio, en el cual los elegidos hasta podían
ver elevada su excelencia artesana a la categoría de arte. Le livre des perfums,
de Eugène Rimmel, editado en 1870, podría ser un precedente de este sen-
tido compilador.
También, más allá de las etiquetas, en 1904 ya se anunciaban con
cierta frecuencia en la prensa diaria, con semejante énfasis publicitario y
uno debajo de otro, productos cosméticos en apariencia tan dispares como
el petróleo, el agua de colonia, los polvos de flor de arroz, los jabones y
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ENRIC SATUÉ EL DISEÑO GRÁFICO DE PERFUMES Y JABONES
elixires «para tener bien surtido el tocador» de las damas, a las que en
un rapto fáustico los fabricantes prometían «juventud y belleza eternas»2.
Muy tempranamente, pues, se ofrecieron aguas de colonia desti-
ladas sobre flores frescas, como en una llamada Destilería Trulls, de Bar-
celona, que observaban un «nuevo» y misterioso procedimiento del que
no se daba la más mínima pista en los anuncios para llegar a desvelarlo.
Tal vez fuera el sector de la perfumería el que antes reparó en la ne-
cesidad de disponer de una imagen de producto unificada, coherente, per-
sonalizada y distinguida, para tratar de incrementar su eficacia mercantil.
Hasta el punto de que, en España, algunas de las marcas más populares por
aquel entonces se mantienen todavía en el mercado en puestos de liderazgo,
cumplidos los primeros cien años, o a punto de hacerlo, como los jabones
Heno de Pravia de Gal, o La Toja, o aguas de colonia como 1916 o Maja de
Myrurgia. Sin olvidar el importante papel jugado en esa clase de productos
por el diseño de los envases contenedores, campo de batalla donde suelen
dirimirse preferencias hacia las que muchos usuarios se sienten incons-
cientemente fidelizados.
Por ejemplo, La Toja, en Pontevedra, tiene su origen en la isla del
mismo nombre y en sus manantiales de sales minerales ricas en sodio, cal-
cio, hierro y magnesio, de donde extraían sales y lodos para fabricar sus
tan acreditados jabones de tocador «de original perfume y únicos en el
mundo —en una opinión publicitaria de la casa fechada en 1925— porque
contienen propiedades medicinales maravillosas».
La idea de trabajar casi exclusivamente con jabones coincide con
el inicio de la higienista Belle époque, en 1899, y continúa plenamente vi-
gente. Ya en los años treinta del siglo XX, al instalar la fábrica en la propia
isla, se procedió a enriquecer el catálogo con algunos nuevos perfumes,
cremas y jabones de afeitar, aunque su producto estrella sigue siendo el
jabón original.
Lógicamente, la Belle époque aglutinó en torno de la belleza feme-
nina una serie exhaustiva de complementos, con objeto de realzarla al má-
ximo. De modo que no fueron solamente los perfumes y jabones, sino que
de pronto los vestidos, los abrigos y los sombreros armonizaron, quizás
guardia, 1981.
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como nunca habían hecho, con el mobiliario y los utensilios decorativos y
ornamentales de todo tipo, adquiriendo la artesanía un valor artístico en
la confección de complementos de vestuario, con las joyas y abalorios de
cosmética y perfumería en primer término.
Al filo, pues, de 1900, en París la belleza halló en la mujer y en las
flores sus formas preferidas de representación, que aprendieron a dibujar
con gracia los jóvenes ilustradores más ambiciosos que había entonces en
España, instalados en la ciudad que marcaba las modas y los estilos del
mundo, en sucesivas remesas, con el objeto de obtener allí el grado de for-
mación profesional óptimo.
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ENRIC SATUÉ EL DISEÑO GRÁFICO DE PERFUMES Y JABONES
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desde los veintiún años, aunque con estancias pasajeras en París, prac-
ticando primero la decoración de interiores y luego, progresivamente, la
ilustración.
De los más famosos ilustradores de entreguerras que contribuyeron
a distinguir las cubiertas de la revista Blanco y Negro y algunos extraordi-
narios de Abc, llamados por Juan Manuel Bonet «los seis grandes de la ilus-
tración»4, tan solo uno, Máximo Ramos, no parece haber colaborado en
ningún diseño de envase, cartel, etiqueta o anuncio para una u otra indus-
tria perfumera española. En cambio, mientras que Federico Ribas trabajó
a fondo para Gal, los demás lo hicieron con diversas frecuencias para Cal-
ber (Roberto Baldrich) y Floralia (Salvador Bartolozzi, Enrique Ochoa y
Rafael de Penagos, quien también trabajó para Gal).
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ENRIC SATUÉ EL DISEÑO GRÁFICO DE PERFUMES Y JABONES
de 1989.
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y carteles, en una joven liberada, atractiva y sugerente, atenta a los avances
de la moda y al cuidado del cuerpo, a la que los ilustradores y fotógrafos es-
pecializados dotaron de la máxima picaresca y malicia permisibles.
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ENRIC SATUÉ EL DISEÑO GRÁFICO DE PERFUMES Y JABONES
estilo art déco, al que añadieron unas gotas de cubismo, también descafei-
nado, tratando de zurcir de cualquier modo el enorme agujero producido
por los efectos devastadores de la Primera Guerra Mundial, que se tragó a
millones de soldados en plena «juventud, belleza y lozanía» («Bella Au-
rora cada día») en los campos de batalla.
Cierto que en 1918, con el fin de la guerra fratricida, un sentimiento
desbordante de felicidad se apoderó de la sociedad superviviente de la ca-
tástrofe, creando las condiciones emocionales y vitales necesarias para que
la década siguiente pasara a la historia de las costumbres sociales con el
frívolo calificativo de «locos (o felices) años veinte». Uno de los mayores
efectos del cine y el music-hall de aquella época fue la exhibición pública
del cuerpo femenino, cuidando de la explotación de los recursos más fas-
cinantes y seductores, efectos que la publicidad ayudará a partir de enton-
ces a divulgar como su principal reclamo.
El esprit nouveau
En París, todo aquello formaba parte del llamado esprit nouveau que prego-
naba el arquitecto Le Corbusier en su revista del mismo nombre, donde de-
fendía con pasión la belleza de las formas geométricas limpias y elementales
que tanto abundaron en la tendencia de moda que representó el art déco.
También fue el gran momento del modisto, estilista y perfumista
Paul Poiret, inmediatamente reconocido como el «Rey de la moda» o, por
mejor decir, el «Sultán de París», debido al enorme poder de difusión de
sus patrones, básicamente definidos por los colores audaces y las formas
sueltas. Tal fue su influencia, que desbordó toda prudencia al pretender
vestir nada menos que a toda una época, a juzgar por el título que puso a
sus precipitadas memorias: Habillant l’époque.
Poiret tuvo empleado como modisto a Erté, es decir, Romain de
Tirtoff, un exiliado ruso que fue pintor, ilustrador, diseñador y escenó-
grafo, y que ejerció también una gran influencia con su personalísimo estilo
art déco, una versión con reminiscencias modernistas altamente decora-
tivo y sofisticado.
Y fue también el gran momento de Gabrielle «Coco» Chanel, que
revolucionó la moda con el traje de chaqueta, los zapatos bicolores, el corte
de cabello de las damas a la garçonne o el uso del pantalón como prenda
29
femenina. Hacia 1913 fue autora del diseño de algunos vestuarios, más pic-
tóricos que escenográficos según la crítica, estrenados en los Ballets Russes
de Sergei Diaghilev con música del elegantísimo —en el vestir— Igor Stra-
vinsky, mientras se incubaba en Rusia la revolución proletaria de 1917.
Pero también creó perfumes, y su gran aportación al diseño de fras-
cos y etiquetas fue la línea Chanel, en cuya etiqueta ya se adelantó a su
tiempo, en 1921, con una tipografía de palo de caja alta, negro sobre blanco,
como las que Paul Renner, con su Futura en 1927, y Eric Gill, con su Gill
Sans en 1928, encabezaron la revolución del fin de la década bajo el epígrafe
radicalmente innovador de «la nueva tipografía»6.
Alrededor del fenómeno de la moda tomó un impulso insospe-
chado la fabricación de productos cosméticos para hombre. En Badalona,
la perfumería Parera fabricó los productos asépticos y tonificantes Varón
Dandy que exhalaban, a juicio del fabricante, «perfumes genuinamente
varoniles», con una completa gama para «caballero» que se extendía a
las aguas de colonia, cremas, lociones, pastas dentífricas, masajes y fija-
pelos. Las perfumerías Font y Cía. y Juper, de Barcelona, esta última fa-
bricante de la colonia Napoleón, junto a los productos para el afeitado de
la perfumería La Toja, de Pontevedra, ampliaron un espectro cosmético
masculino que culminaron Bassat, de Barcelona, y Juan Vollmer, de Vito-
ria, fabricantes de las hojas de afeitar Iberia y Filomátic o Palmera, res-
pectivamente.
En el sector de la industria, un cierto estancamiento de las perfu-
merías tradicionales coincidió con el ascenso de Perfumerías Puig, de Bar-
celona, muy a primeros de los años sesenta, gracias a la nueva savia que in-
suflaron los hijos del fabricante Antonio Puig que le sucedieron, renovando
por completo el negocio y los productos, algunos de los cuales seguían sim-
plemente representados desde 1930 por A. Puig y Cía., como la mundial-
mente célebre 4711, con la etiqueta característica de un estilo barroco-im-
perialista donde los haya, el Aqua Velva de la refrescante firma americana
Williams, desde 1953, o el lápiz de labios Milady.
El primer paso fue la colaboración con el eminente crítico de arte
Alexandre Cirici Pellicer, doblado también de diseñador industrial y grá-
fico, quien participó activamente en el diseño de frascos del agua de colonia
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ENRIC SATUÉ EL DISEÑO GRÁFICO DE PERFUMES Y JABONES
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Socialistas Soviéticas (URSS) y los dadaístas y surrealistas de París y ale-
daños, disputó las cubiertas de revista y los anuncios publicitarios a los
ilustradores estilistas más reputados. Fue una competencia feroz que casi
acabó con ellos, sobreviviendo bastante malparada con algunos grandes
nombres nuevos, el principal de los cuales posiblemente fuera el estilista
René Gruau, de un decorativismo elegante y expresivo, muy gestual, al ser-
vicio no exclusivo, aunque si preferente, de la firma Christian Dior.
Por lo que respecta a la fotografía de entreguerras, los fotógrafos se
enfrentaron abiertamente con materiales «de aquí y de ahora»8, según
decían, ya fuese experimentando con colosales locomotoras o con mínimas
polveras de tocador. De nuevo Rodchenko, con László Moholy-Nagy, Albert
Renger-Patzsch, Aenne Biermann, Umbo, Sasha Stone, Florence Henri,
Grete Stern, Hans Finsler, Werner Rohde, Heinz Gorny, Horst P. Horst y
Cecil Beaton, entre otros muchos, estuvieron más cerca de la polvera que
de la locomotora.
Encabezados por Edwatd Steichen, considerado el primer fotógrafo
de moda por saber registrar en sus fotografías toda «la distinción, la ele-
gancia y el chic que exhibían las damas del gran mundo parisino»9, George
Hoyningen-Huene, André Durst, Otho Lloyd, Lusha Nelson, Louise Dahl-
Wolfe, Hannes Meyer y, sobre todo Man Ray, amigo de la estrella Ava Gard-
ner durante los años que pasó en Hollywood (1940-1950), dieron forma a
fotografías experimentales en las que un suntuario collar, un anillo, un
pendiente o un turbante, amén del nuevo reloj de pulsera que destronó al
clásico de bolsillo, introducían por sí solos la distinción, la elegancia y el
chic en los desnudos de sus modelos preferidas: Kiki de Montparnasse, Lee
Miller o Juliet, o en los bustos de las distinguidas damas de la sociedad cul-
tural y artística del momento, que posaron para él, como Nancy Cunard,
Marjorie Seabrook, Maud Bonneaud o Jacqueline Godard.
Hablando de Hollywood, cierto fabricante barcelonés de un depi-
latorio de nombre Taky recurrió en 1932, supongo que impunemente, nada
menos que a explotar la imagen carismática de la inalcanzable estrella Greta
Garbo para anunciar su producto. Pero no fue solamente la imagen lo que
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ENRIC SATUÉ EL DISEÑO GRÁFICO DE PERFUMES Y JABONES
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composición, así como la visión ciertamente singular de sus encuadres,
consiguieron la inmediata y espontánea intercesión del eminente arqui-
tecto racionalista Josep Lluis Sert. Lo recomendó a la modernísima Joyería
Roca, para la que estaba proyectando un nuevo establecimiento de estilo
racionalista (y un collar y un anillo, algunos años más tarde), y para la
Myrurgia de Esteve Monegal, a cuyos establecimientos aportó personalí-
simos efectos de luces y sombras en bodegones con brazaletes, broches,
pendientes, anillos, polvos de tocador Maderas de Oriente y colorete Un
rubor, perfectamente competitivos con los que firmaron cualesquiera de
los fotógrafos europeos adscritos a la tendencia de la «nueva visión» (tam-
bién llamada «nueva objetividad»).
Por su parte, Ramón Batlles trabajó antes de la Guerra Civil Espa-
ñola para la Perfumería Dana, de Barcelona, haciendo bellas fotografías
para el lápiz de labios Tabú, continuando con la especialidad publicitaria
una vez acabada la contienda, asociado a otro fotógrafo, José Compte, con
el que formó un dúo unánimemente reconocido por la nueva sociedad ven-
cedora, estableciendo un lujoso estudio en plena Diagonal, no lejos, por
cierto, del que tenía el célebre fotoperiodista Agustí Centelles.
La relación de Cirici con Perfumería Puig, especialmente intensi-
ficada con la campaña publicitaria creada alrededor del concepto «atmós-
feras», que ideó el crítico de arte con uno de los eslóganes que rezaba:
«Una atmósfera joven y tradicional a la vez», determinó la colaboración
del joven fotógrafo Oriol Maspons en más de cincuenta anuncios, en los
que Cirici seleccionaba fotografías ya hechas por el estudio Maspons +
Ubiña para adaptarlas a los anuncios que diseñó para la «atmósfera» Puig.
Otro destacado fotógrafo de la década de los años sesenta, Leopoldo
Pomés, hizo alguna contribución al sector, especialmente para el perfume
Pertegaz, como la hace actualmente Chema Madoz para Purificación García,
modista que combina sus anuncios de prendas y complementos de vestir
con una línea de perfumería propia.
No obstante, pese a que en general los perfumes no aparecen en te-
levisión ni en vallas publicitarias más que entre Navidad y Reyes, en un es-
pacio de tiempo breve aunque muy intenso, la capacidad de seducción de
Cirici alteró unos años este orden, y las aguas de colonia y los jabones fue-
ron artículos de frecuente exhibición publicitaria, debido, probablemente,
a las artes de relacionar al perfumista con el músico y el pintor:
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ENRIC SATUÉ EL DISEÑO GRÁFICO DE PERFUMES Y JABONES
gràfic, 2010.
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El arte de la belleza
Colección de la Biblioteca Nacional de España
por Rosario Ramos Pérez
Introducción
Los perfumes y aceites, el maquillaje y las tinturas han sido utilizados desde
la noche de los tiempos por las sociedades de primitivas civilizaciones. La
historia de la perfumería y la cosmética se ha ido escribiendo de forma pa-
ralela a la historia de la sociedad.
El antiguo Egipto fomentó una de las industrias cosméticas y per-
fumistas más importantes de la Antigüedad. Los griegos descubrieron nue-
vas fragancias a través de sus expediciones marítimas al Próximo Oriente.
Y en Roma, donde el perfume adquiere un lugar importante en la vida coti-
diana, incluso se consideraron sus usos medicinales. Los árabes fueron los
grandes maestros en cuanto a creación y fabricación de perfumes, desarro-
llaron avanzadas técnicas de destilación y mezclaron con éxito frutas, flores
y hierbas con sustancias aromáticas animales como el almizcle. Las cruzadas
llevaron a Europa todo el arte y la destreza del Oriente en perfumería, así
como la información de los fundamentos de resinas, aceites y especias. Más
tarde, el descubrimiento de América enriquecerá esta industria con nuevas
materias primas como el tabaco, el cacao y la vainilla. Ya en el Renacimiento,
Venecia y Florencia se convirtieron en las capitales de los perfumes. Durante
el reinado de Enrique II comenzó a tomar importancia esta industria por el
influjo de Catalina de Médicis. En el siglo XVII Francia se convierte en el cen-
tro de todo lo relativo al perfume y a los cosméticos, liderazgo que sigue man-
teniendo en la actualidad. Los adelantos científicos del siglo XIX fueron de-
cisivos para el desarrollo de la industria de la perfumería. Esta renovación
extendió sus aplicaciones no solo con la introducción de nuevos principios
olorosos sino también con la de productos sintéticos o artificiales. Y ya en
el siglo XX se produce su asentamiento y expansión como industria y la ge-
neralización del consumo de sus creaciones.
Es precisamente en esos dos últimos siglos, cuando se desarrolla
la perfumería como industria, donde se va a centrar el presente trabajo.
37
La perfumería y la cosmética junto con la moda son algunos de los ins-
trumentos utilizados por hombres y mujeres a lo largo de la historia para mos-
trarse ante los demás con arreglo a los gustos y cánones de belleza que imperan
en cada momento. Al fin y al cabo, bañarse con un jabón aromatizado, ponerse
unas gotas de perfume, lucir un cutis perfectamente maquillado o un pelo se-
doso gracias a una loción para el cabello, no es otra cosa que usar las armas
que la naturaleza, la industria y el comercio han puesto a su alcance para sa-
tisfacer el deseo que siempre ha tenido el ser humano de embellecerse.
La exposición El arte de la belleza presenta una selección de obras per-
tenecientes a las colecciones de la Biblioteca Nacional de España relacionada
con la fabricación, la imagen y la publicidad de la industria de la perfumería.
Libros y revistas, grabados, dibujos y fotografías, etiquetas y envoltorios, discos
y partituras, carteles, displays y todo tipo de impresos publicitarios, nos ofre-
cen imágenes curiosas, sorprendentes y, en ocasiones, reconocibles de per-
fumes, jabones, cosméticos y productos para la higiene del cabello. Su uso
ha evolucionado desde la antigüedad hasta nuestros días, en los que está in-
corporado a los gestos y acciones de nuestra vida cotidiana.
Esta selección ofrece la posibilidad de reproducir, en los cinco
apartados de la exposición, los pasos que sigue un producto de belleza desde
su fabricación hasta el momento de su uso. Cada una de las imágenes con-
forma el apoyo iconográfico para un recorrido que parte de la selección de
las materias primas necesarias para la elaboración de estos productos. El
siguiente paso es el diseño de etiquetas y envoltorios ideados por ilustra-
dores gráficos para la decoración de sus envases. Aquí entra en juego la pu-
blicidad plasmada sobre todo tipo de soportes para captar la atención del
público y dar a conocer un nuevo producto. Es en este momento cuando el
establecimiento de perfumería se convierte en el lugar que recibe todas las
creaciones y las pone al alcance de un público cuyos hábitos de consumo y
gustos han cambiado al mismo tiempo que el espacio físico del comercio y las
técnicas de venta. El último paso se centra en diferentes aspectos relacio-
nados con el uso de un producto de belleza. Son los momentos, casi siem-
pre privados, de aseo y cuidado personal, seguidos de imágenes con figuras
femeninas que, una vez perfumadas y arregladas, se observan en el espejo.
Estas anuncian lo que será una estrecha y permanente relación entre moda
y perfumería. En ellas queda reflejada la imagen de elegancia y seducción
que se intenta transmitir tras el uso de los productos de belleza. Incluye
38
ROSARIO RAMOS PÉREZ EL ARTE DE LA BELLEZA
2000, p. 120.
39
las perfumerías más antiguas del mundo fue fundada por Jean-François
Houbigant que en 1775 ya había abierto su primera tienda. Pierre-François
Guerlain abrió un establecimiento de perfumería en 1828 situado en las
afueras de París y consigue el éxito social con seductoras combinaciones
de flores y frutas que hacían las delicias de todo aquel que podía acceder a
ellas. En Grasse se abren varias casas como Fragonard en 1826 y Molinard
en 1849. Roger & Gallet se crea en 1862 convirtiéndose en un referente en
el campo de la perfumería. Y un año más tarde nace Bourjois en París, con
esta marca el mundo del maquillaje y la cosmética entra en una nueva etapa.
En una litografía de La Ilustración Española y Americana, mostrada
en la exposición, se reproducen la fachada y una sección longitudinal de
la fábrica francesa L. Legrand. En las imágenes se pueden apreciar las ins-
talaciones y los adelantos que su fábrica a vapor tenía ya en 1875.
En España la aparición de las primeras grandes fábricas no se pro-
duce hasta los primeros años del siglo XX. En 1916 Esteve Monegal con-
vierte un pequeño comercio en una de las casas de perfumería españolas
más importantes, Myrurgia. Antonio Puig en 1919 funda la empresa que
lleva su nombre y crea productos de tanto éxito como el Agua Lavanda Puig.
Gal había sido fundada en 1903 por Salvador Echeandía Gal y su amigo
Sainz de Vicuña. Sus creaciones Petróleo Gal y Heno de Pravia se convierten
en algunas de las marcas más conocidas. El mismo año en que se fundó
Parera, en 1912, crea una de sus fragancias masculinas de más éxito: Varón
Dandy. Al mismo tiempo la perfumería Floralia de Madrid fabrica el jabón
Flores del Campo y unos años más tarde, en 1932, se crea Dana al mismo
tiempo que presenta Tabú, su primera fragancia.
Las materias primas naturales que se utilizan en la composición
de los perfumes pertenecen al reino vegetal o al reino animal. Entre las
primeras destacan las flores por su riqueza aromática destacando la rosa
con infinidad de variedades. La violeta, el jazmín, el clavel, la lavanda y la
flor de azahar son también algunas de las flores más utilizadas. Asimismo
se extraen esencias de las hojas, tallos, cortezas, semillas y frutos.
Entre las materias primas de origen animal destaca el almizcle,
sustancia de olor penetrante y desagradable que es utilizada por los per-
fumistas para fijar la persistencia de sus creaciones. El castóreo es una
sustancia que segregan dos glándulas internas del castor y, como el al-
mizcle, sirve como fijador de fragancias. Y una secreción intestinal del
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ROSARIO RAMOS PÉREZ EL ARTE DE LA BELLEZA
cachalote, denominado ámbar gris, que cumple el mismo papel que los
dos anteriores. El catálogo incluye una selección de grabados y dibujos
ilustrados con algunas de las materias primas aquí mencionadas. Una es-
cena de la siega del heno, rosas, claveles y flores de azahar, acompañan las
etiquetas de jabones y agua de colonia fabricados a partir de las esencias
de origen vegetal.
La importancia que adquiere la industria de la perfumería se ve
reflejada en la aparición de obras y tratados sobre el tema. Entre las pu-
blicaciones del siglo XIX destaca Le livre des parfums de Eugène Rimmel pu-
blicado en 1870 con una recopilación de los conocimientos de uno de los
maestros perfumistas más importantes. Durante el siglo XX, en España,
salen a la luz diversos manuales y tratados didácticos sobre la fabricación
de jabones, cosméticos y perfumes como las obras de J. M. Delorme y Fer-
nando Alburquerque. Asimismo, se publican libros y revistas científicas
sobre la aplicación de la química y los productos sintéticos en la elabora-
ción de las fragancias. En este período el acceso de una población cada vez
más numerosa a los productos de higiene y perfumería, convive con la fa-
bricación casera de este tipo de artículos. Algunas publicaciones como La
perfumería en casa de R. Casas de 1959 proporcionan recetas útiles y con-
sejos caseros prácticos.
41
En muchas de ellas aparecen representados delicados rostros fe-
meninos, unas veces están envueltos en un aire de sofisticación, en otras
se trata de mujeres exóticas y llenas de misterio. Una gran variedad de flo-
res, frutas, paisajes y motivos decorativos de estilo modernista y art déco
completan la iconografía de las etiquetas. La mujer era la principal consu-
midora de productos de belleza pero, con el desarrollo de la perfumería y
los cambios en las costumbres, aparecen en el mercado productos desti-
nados exclusivamente a los caballeros. En sus etiquetas las figuras mascu-
linas de distintas épocas se convierten en protagonistas: personajes exó-
ticos como un príncipe del Cáucaso o un guerrero de Cartago, escenas de
hombres practicando deporte o un engominado caballero de los años 20
son algunas de ellas. Una pequeña muestra de fundas de hojas de afeitar
recoge marcas conocidas y comercializadas en España a partir de 1930
como Gillette, Palmera o Filomátic. Sobre ellas aparecen desde el retrato
del inventor Gillette o un personaje animado como Popeye, hasta hombres
afeitándose y los propios objetos empleados en el cuidado de la barba, como
la maquinilla y la hoja de afeitar.
La amplia selección de etiquetas de productos de belleza refleja la
aparición de las grandes fábricas de perfumería en Francia y España en los
siglos XIX y XX y la especial dedicación de estas empresas al diseño de las
etiquetas y envases de sus productos. En España empresas como Myrurgia,
Gal, Puig, Floralia o Parera confían sus ilustraciones a algunos de los me-
jores diseñadores de la época: Eduard Jener y Federico Ribas que trabaja-
ron para las casas Myrurgia y Gal son dos ejemplos.
En la exposición, Orgía, Jabón Fresa, Flor de Blasón y Belladermis son
algunas de las marcas de Myrurgia de las que se han seleccionado etiquetas,
prospectos y fotografías. Entre las españolas destaca la etiqueta de polvos
de belleza Brisas del Ebro del Instituto Químico Farmacéutico de Sevilla con
la imagen de una sofisticada figura femenina de estilo años 20. También
están representadas las casas francesas como Victor Vaissier, Paul Tranoy,
Lorenzy-Palanca, Daubigny, J. Giraud Fils, etc. con sus innumerables y lla-
mativos diseños art nouveau.
Todas ellas constituyen una muestra excelente de las diferentes for-
mas de envolver los productos de belleza que se consumían en las primeras
décadas del siglo XX tales como perfumes, agua de colonia, lociones, polvos
de arroz, jabones o productos para el cabello. Con el tiempo se han convertido
42
ROSARIO RAMOS PÉREZ EL ARTE DE LA BELLEZA
A partir de finales del siglo XIX se produce el uso generalizado de todo tipo
de soportes publicitarios por las más importantes empresas de perfumería.
Este uso se explica por el desarrollo de las artes gráficas y publicitarias y
por el interés de los fabricantes en tener un diseño y una imagen que iden-
tificase sus productos.
En las últimas décadas del siglo se extiende la práctica de insertar
anuncios publicitarios en la prensa y aparecen las primeras agencias de
publicidad. Para Enric Satué, desde ese momento «la publicidad gozará de
un creciente predicamento porque se percibe ya que la publicidad nace,
crece y se desarrolla paralelamente a la aparición de las marcas»2.
Los diarios y las revistas se convierten en el soporte convencional
para los anuncios publicitarios creados por algunos de los mejores artistas e
ilustradores gráficos. En el siglo XIX la publicidad se había caracterizado más
por la presencia del texto que por las imágenes, era de reducido tamaño y
convivía en una misma página con la publicidad de varios productos. A partir
de las primeras décadas del siglo XX la imagen empieza a cobrar importancia.
Algunas empresas anuncian sus creaciones a toda página con una destacada
presencia de la imagen frente a un papel más reducido del texto. Esto es lo
que ocurre en los anuncios y revistas ilustradas, de gran difusión en aquella
época, como La Esfera. Entre los años 1950 y 1960 los anuncios de productos
de belleza realizados por medio del dibujo ilustrado conviven con los reali-
zados a partir de fotografías. Es lo que puede verse en las revistas La moda en
España, La Actualidad Española y Telva con anuncios de Polvos Tabú y Emir de
Dana, Los jabones de Myrurgia y Colonia y Perfume Gong de Parera.
La revista se convierte junto al cartel en el escaparate de exposición
y difusión de los productos de belleza y perfumería que suelen utilizar las
imágenes más seductoras. El cartel publicitario alcanza una gran difusión
en la década de 1890 a 1900. Se celebran entonces numerosos concursos
43
en los que participan los artistas más importantes y coincide con la época
art nouveau. El cartel de Ramón Casals Vernís, con publicidad de un Proce-
dimiento indio para el cabello, se enmarca dentro de este período de prin-
cipios de siglo. La imagen contrasta poderosamente con otra realizada por
Miquel Plana en el año 2000, cien años después. En la serigrafía titulada
La ética una escena de baño sirve como pretexto para ofrecer la imagen de
un producto de aseo, el Gel Sanex, que lleva pocos años en el mercado.
La colección de carteles y displays de la Biblioteca Nacional de Es-
paña con publicidad de productos de belleza, salvo algunos ejemplos de fi-
nales del siglo XIX, pertenece principalmente a las décadas de los años 1950
a 1970. Tienen un gran interés desde el punto de vista publicitario porque
proporcionan información sobre los artículos que se consumían en ese pe-
ríodo en el que las agencias publicitarias realizaban unas campañas más
agresivas. Entonces, ya se entiende que los carteles deben servir para vender
productos y que, por lo tanto, tienen que impresionar a los receptores de los
mensajes. Por otra parte, los displays son elementos de exposición en los lu-
gares de venta para colocar sobre el mostrador o en los escaparates. Se trata
de materiales impresos, montados sobre una base de cartón con publicidad
de productos comerciales. Nivea, Agua Lavanda Puig, Clair Matin, Napoleón,
Calber, Embrujo de Myrurgia o La Toja son algunos de ellos.
Anteriormente, ya a finales del siglo XIX, la publicidad había en-
contrado otra alternativa en las diversas representaciones gráficas de los
pequeños impresos comerciales. Tarjetas comerciales, almanaques de bol-
sillo, cromos, paipáis y tarjetas postales son algunos de los soportes elegi-
dos por fabricantes de productos de consumo como alimentos, bebidas,
ropa y calzado. Las principales casas de perfumería también utilizan esta
modalidad de las artes gráficas y en la colección de «Ephemera» de la Bi-
blioteca Nacional de España encontramos algunos ejemplos de firmas
francesas y españolas. Pilar Vélez, al hablar de este tipo de impresos, señala
que su objetivo «era hacer más goloso y más seductor el producto y alcan-
zar, por tanto, un volumen más alto de ventas. Esto se obtenía gracias, en
parte, a sus vistosos colores aplicados desde el último cuarto de siglo me-
diante la técnica cromolitográfica»3.
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ROSARIO RAMOS PÉREZ EL ARTE DE LA BELLEZA
El comercio de perfumería
45
los sabios más grandes de Francia para sacarles la quintaesencia». Más ade-
lante añade: «...el comercio es el intermediario entre las producciones ve-
getales y la esencia. Angélica Madou cosecha, el señor Vaquelin extrae y noso-
tros vendemos una esencia»4.
Cuando la perfumería ya había alcanzado su desarrollo como indus-
tria en el siglo XIX, todavía se mantenía la fabricación artesanal y una venta
de productos ambulante en ferias y mercados que había existido durante
años. La obra de Nicolas Larmessin, Habit de parfumeur, representa un per-
sonaje con la indumentaria propia de su oficio, confeccionada a partir de los
objetos comunes de los perfumistas y vendedores ambulantes del siglo XVII:
toda clase de aguas perfumadas y de mil flores, esencias aromáticas embo-
telladas de tabaco, cedro, polvo de Chipre y agua de ángel, jabones de Nápo-
les, pastillas para la boca, toallas perfumadas, etcétera.
En España las tiendas y todo su entorno van a sufrir una amplia trans-
formación a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Aunque todavía faltan
unos años para que proliferen las perfumerías especializadas hay constancia
de comercios que imitan a los franceses ya en sus primeras décadas.
En este sentido, Gonzalo Menéndez Pidal, en su obra La España del
siglo XIX vista por sus contemporáneos, menciona que, en 1835, Fernández de
los Ríos describe una perfumería abierta en la calle Caballero de Gracia de
Madrid: «es la Perfumería Diana, en la que también es novedosa su decora-
ción a la calle; la madrileña curiosa puede ver en los escaparates los tarros de
doble extracto de tuétano de vaca de Suiza, el tónico de mademoiselles cir-
casianas, las perlas de Paraguay para las canas, las cremas de pepino o de ca-
racol para el cutis, o el agua de Ninon de Lenclos. Según los periódicos de en-
tonces la tienda no envidia ni a Londres ni a París»5.
Precisamente, la Perfumería Casa Fortis situada en la Puerta del Sol,
es uno de los primeros establecimientos de esta clase que se abren en Madrid,
en el año 1823. En la imagen, clientes y comerciantes posan ante las estanterías
repletas de frascos y envases de productos cuidadosamente ordenados.
Pronto las principales fábricas publican sus propios catálogos para
hacer llegar sus creaciones a los comercios. Es la constatación de la existencia
4 Honoré de Balzac, César Birotteau. Madrid, La España Moderna, ca. 1894,
p. 98.
5 Gonzalo Menéndez Pidal, La España del siglo XIX vista por sus contemporá-
46
ROSARIO RAMOS PÉREZ EL ARTE DE LA BELLEZA
47
por el aseo personal empieza a cobrar importancia no solo para eliminar
los malos olores sino para evitar enfermedades. En esta época, antes de
que existiese un espacio físico independiente para el aseo, únicamente se
contaba con una bandeja con agua apoyada sobre un mueble. El cuarto de
baño, tal como lo conocemos hoy en día, fue incorporándose gradual-
mente en la sociedad occidental a finales del siglo XVIII. Anteriormente,
en países europeos como Francia, un biombo separaba del resto del dor-
mitorio la zona destinada al aseo donde se colocaba una bañera que se lle-
naba con agua.
Los grabados de Adamo Scultori, Charles Joseph Flipart y Frank
Holl de los siglos XVI a XIX ilustran la evolución que ha experimentado el
acto cotidiano del aseo y arreglo personal a lo largo del tiempo. El carácter
privado de la actividad higiénica o la presencia de otras personas, el uso de
perfumes y el cuidado del cabello como complemento de la toilette feme-
nina aluden a una época determinada, a un estatus social y a la creciente
preocupación por la higiene y la belleza.
El siguiente grupo de imágenes sería la continuación de una histo-
ria que ha comenzado con el baño y culmina con el reflejo de la dama frente
al espejo. Este último toque a su indumentaria se convierte así en la expre-
sión de la coquetería femenina y refleja la importancia que se concede a la
moda y al arreglo personal. Es un tema que vamos a encontrar tanto en gra-
bados y fotografías como en los paipáis, invitaciones de baile, etiquetas o
tarjetas comerciales pertenecientes a la colección de «Ephemera».
Otro carácter tienen las escenas de juego y diversión relacionadas
con el momento del aseo que casi siempre tienen figuras infantiles como
protagonistas. Un barbero de mentirijillas, la contemplación de un niño
en el espejo tras el baño o unos jóvenes jugando con pompas de jabón son
algunos ejemplos. Este último divertimento asociado a un producto de be-
lleza ha sido utilizado por artistas de distintas épocas como tema para sus
obras y asimismo es un asunto muchas veces representado por ilustradores
gráficos en campañas publicitarias de productos de aseo.
La revista de figurines La Moda de la Elegancia Parisiense del Correo
de Ultramar de 1881 tiene impresa al pie de sus imágenes la publicidad de
Guerlain, una importante casa de perfumería. Esta relación entre moda y
perfumería que aquí se apunta se irá estrechando con el tiempo hasta ha-
cerse inseparable.
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ROSARIO RAMOS PÉREZ EL ARTE DE LA BELLEZA
49
catálogo
Materias primas y fabricación
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MATERIAS PRIMAS Y FABRICACIÓN
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MATERIAS PRIMAS Y FABRICACIÓN
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MATERIAS PRIMAS Y FABRICACIÓN
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MATERIAS PRIMAS Y FABRICACIÓN
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MATERIAS PRIMAS Y FABRICACIÓN
9. Olive Oil
Grasse (Alpes Maritimes, France),
Giraud Frères, 1890-1900
Etiqueta comercial
Estampa: cromolitografía, 146 x 168 mm
8. Adrien, C. (fl. ca. 1835) Eph/1594(2)
«Olives Verdales»
Paris, Pomel J., éditeur, 1835? La empresa francesa Giraud Frères fundada en
1853 se dedica a la fabricación de perfumes y
Estampa: litografía color, 360 x 278 mm
Invent/80525 jabones. En 1900 es adquirida por varios pro-
ductores de aceites esenciales de Grasse, mo-
Una sencilla rama de olivo litografiada en color mento en el que adopta el nombre de Jean Gi-
permite hablar del aceite de oliva como mate- raud & Fils. La etiqueta de aceite de oliva de esta
ria prima de origen vegetal. Es uno de los más casa contiene un texto impreso en inglés donde
utilizados junto con el aceite de coco, de palma se señala que el aceite ha sido especialmente
y de almendras para la fabricación de produc- seleccionado por Giraud Frères para una com-
tos de belleza y aseo. pañía americana.
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MATERIAS PRIMAS Y FABRICACIÓN
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MATERIAS PRIMAS Y FABRICACIÓN
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MATERIAS PRIMAS Y FABRICACIÓN
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18. Bayle-Mouillard, Élisabeth-Félicie
(1796-1865)
Novísimo manual completo del perfumista
Libro impreso
Madrid, Calleja, López y Rivadeneyra, 1858
1/26222 (pp. 390-391)
68
MATERIAS PRIMAS Y FABRICACIÓN
18
19, 20
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22. Alburquerque, Fernando
Fabricación de jabones y perfumes
Libro impreso
Madrid, Hernando, 1950
7/11170 (cubierta)
21. Casas López, Ramón Esta obra del ingeniero industrial José María
La perfumería en casa Delorme, describe los procesos de tratamiento
de las materias primas y la elaboración de fór-
Libro impreso
mulas de perfumes y cosméticos.
Barcelona, s.n., 1947
4/30263 (cubierta)
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MATERIAS PRIMAS Y FABRICACIÓN
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Formas de envolver la belleza
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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26. Lotion Extra-Surfine Aux Fleurs de France
Paris, s.n., 1920-1930
Etiqueta comercial
Estampa: cromolitografia, 92 x 67 mm
Eph/1667(4)
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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27-30 Soyons Discrets
Souani
Un Rêve
Rose Verité
Paris, Lorenzy-Palanca, 1920-1930 4 etiquetas comerciales
Estampa: cromolitografia, 94 x 79 mm
Eph/1621(31-34)
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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35-43. Bouquet Baiser d’Aurore
Eau de toilette
Eau de Cologne Citronée
Lotion de toilette aux Fleurs
Eau de Lavande
Eau de Cologne Orisia
Eau de Cologne Superfine
Kentish Hops
Poudre du riz Mon Rève
Paris Grasse, Lorenzy-Palanca,
Daubigny, J. Giraud Fils, 1905-1930 9 etiquetas comerciales
Estampa: cromolitografia, 136 x 60 mm o menos
Eph/1621(14), Eph/1577(5), Eph/1688(2), Eph/1602(42),
Eph/1698(2), Eph/1621(16), Eph/1694(10), Eph/1602(49),
Eph/1601(10)
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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44-46. Savon des Princes du Caucase
Salammbó
Savon des Explorateurs de Brazza
Paris, Paul Tranoy, Maubert,
Société Continentale du Cosmydor,
1900-1930 3 etiquetas comerciales
Estampa: cromolitografía, 94 x 188 mm o menos
Eph/1640(12), Eph/1625(1), Eph/1575(5)
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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53-59. Filomátic
Lame Gillette Bleue
Presto
Temple de Albacete
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Popeye
Palmera
Tre Teste
Vitoria, Barcelona, Gillette France,
Juan Vollmer, Bassat, 1940-1950 7 fundas de hojas de afeitar
Estampa: cromolitografía, reproducción fotomecánica,
98 x 65 mm o menos
Eph/167(79), Eph/161(36), Eph/161(25), Eph/167(334),
Eph/161(15), Eph/164(28), Eph/160(67)
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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Daniel Gil es profesor en la Escuela de Grabado
60. Gil Martín, Daniel (1946-) y Diseño de la Real Casa de la Moneda. Tiene un
Bodegón dominio de las técnicas calcográficas que aplica
Madrid, Calcografía Nacional, 1994 de forma magistral. Esto se aprecia en su es-
Estampa: aguatinta bruñida (efecto manera negra), tampa a la aguatinta donde representa todos los
602 x 802 mm útiles necesarios para un afeitado a la antigua
Invent/78747 usanza: el jabón, la brocha, la navaja, etcétera.
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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61-63. Orgía
61. JENER, EDUARD (1882-1967)
Barcelona, Myrurgia, 1932
Etiqueta comercial
Estampa: cromolitografía, 240 x 170 mm
Eph/129(1)
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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67. Belladermis
Barcelona, Myrurgia, 1932
Etiquetas y prospectos comerciales
Reproducción fotomecánica, 280 x 230 mm
Eph/126(22-24)
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
74
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75-76. Savon a la Mousse de Chêne et aux Violettes des Bois;
Savon Violette Tatiana
Paris, Alexandra, Victor Vaissier, 1920-1930
2 etiquetas comerciales
Estampa: cromolitografía, 142 x 190 mm o menos
Eph/1553(2), Eph/1656(19)
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
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Imagen y publicidad de los productos de belleza
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IMAGEN Y PUBLICIDAD DE LOS PRODUCTOS DE BELLEZA
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IMAGEN Y PUBLICIDAD DE LOS PRODUCTOS DE BELLEZA
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85-86. La Poudre de Beauté
Paris, E. Coudray, 1920-1930
2 tarjetas postales
Reproducción fotomecánica, 140 x 88 mm
Eph/1715(1, 2)
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IMAGEN Y PUBLICIDAD DE LOS PRODUCTOS DE BELLEZA
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IMAGEN Y PUBLICIDAD DE LOS PRODUCTOS DE BELLEZA
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88. Amok
Paris, Bourjois, 1934
Prospecto comercial
Estampa: cromolitografía, 263 x 141 mm
Eph/22(7)
133
89
134
IMAGEN Y PUBLICIDAD DE LOS PRODUCTOS DE BELLEZA
89-92. Bolero
Fábrica de Perfumería
La Reina de las Flores
Chesterfil Perfume
Aroma…
Barcelona, Dana, Francisco Betrian,
Cortés Hermanos, 1920-1940
4 tarjetas comerciales perfumadas
Reproducción fotomecánica, 51 x 117 mm o menos
Eph/1869(5), Eph/1869(1), Eph/1869(2), Eph/1869(3)
90
93-98. Parfum Soir de Paris
Je reviens
Pompeïa
Parfum Floramye
Parfum Réve d’Or
Pompeïa
Paris, Bourjois, L. T. Piver, Worth,
1910-1930
6 tarjetas comerciales perfumadas
Reproducción fotomecánica, 92 x 50 mm o menos
Eph/1712(3), Eph/1712(27), Eph/1712(7), Eph/33(6),
Eph/1712(9), Eph/1712(8)
135
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IMAGEN Y PUBLICIDAD DE LOS PRODUCTOS DE BELLEZA
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99
99-112. Miracle
Le Male Terrible
Loewe
Cacharel
Tous
Guccy Envy
Agua Fresca de Rosas
Burberry Brit Red
Les Belles de Ricci
Chance
CH
L’Homme
Vetiver
Rock’n Rose
Paris, Lancôme, Jean Paul Gaultier, Cacharel, etc.,
1990-2010
14 tarjetas comerciales perfumadas
Reproducción fotomecánica, 130 x 71 mm o menos
Eph/1801(34), Eph/1793(23), Eph/1806(2), Eph/1744(14), Eph/1854(1),
Eph/1779(22), Eph/1721(30), Eph/1738(8), Eph/1823(18), Eph/1748(11),
Eph/1746(43), Eph/1802, Eph/1780(21), Eph/1856(5)
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113. Casals Vernis, Ramón (1860-1920)
Procedimiento indio para el cabello
Barcelona, Lit. Labielle, ca. 1900
Cartel
Estampa: cromolitografía, 485 x 327 mm
Invent/27017
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114. Plana, Miquel (n. 1943)
«La ética»
Serigrafía, 456 x 345 mm
Ilustración en: Sanex Convención. Tenerife 2000
Olot (Girona), 2000
Invent/83808(4)
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117. Anónimo (siglo XX)
Gillette
Reproducción fotomecánica, 202 x 110 mm
Ilustración en: Guía Oficial. Exposición Internacional de Barcelona, 1929
3/90583 (entre pp. 88 y 89)
158
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118. Gaspar, Tomás. Siglo XIX
«Dépilatoire Royal»
Estampa: cromolitografía, 320 x 247 mm
Ilustración en: Mateu, Delfín: Royal: Vals-Boston para piano
Partitura
S.l., Casa Gozálbez, ca. 1915
MP/4583/2 (cubierta)
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119. Anónimo español (siglo XX)
Heno de Pravia
Estampa: cromolitografía, 345 x 276 mm
Ilustración en: Castillo, José del: Heno de Pravia: fado
Partitura
S.l., s.n., ca. 1905
MP/4583/3 (cubierta)
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120. Anónimo español (siglo XX)
Polvos Tabú y Emir. Perfumes Dana
Reproducción fotomecánica, 327 x 230 mm
Ilustración en: La Moda en España, 1950, Año XII, nº 128
Z/253 (p. 2)
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FORMAS DE ENVOLVER LA BELLEZA
IMAGEN Y PUBLICIDAD DE LOS PRODUCTOS DE BELLEZA
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125. Visnú
Gijón, Madrid, 1961
Display publicitario
Reproducción fotomecánica, 240 x 340 mm
AHCC/65
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173
134. Garzón Oliver, José (siglo XX)
Umbría
Madrid, 1962
Cartel
Reproducción fotomecánica, 490 x 342 mm
AHC/6000
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134
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135. B (monograma) (siglo XX)
Asagen
Madrid, 1959
Cartel
Reproducción fotomecánica, 431 x 280 mm
AHC/8941
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IMAGEN Y PUBLICIDAD DE LOS PRODUCTOS DE BELLEZA
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136. Firma ilegible (siglo xx)
La Toja
Barcelona, 1962
Display publicitario
Reproducción fotomecánica, 208 x 315 mm
AHC/6076
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137. Anónimo español (siglo XX)
Flor d’Atmetler
Mallorca, 1962
Display publicitario
Cromolitografía, 205 x 298 mm
AHCC/142
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El comercio de perfumería
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EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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143. [Firma ilegible (siglo XIX)]
«Vendedor ambulante de perfumes»
Reproducción fotomecánica, 123 x 80 mm
Ilustración en: Rimmel, Eugène: Le livre des parfums
Madrid, Hiperión, 1990 (Edición facsímil 1865)
9/93482 (p. 206)
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EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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146. «L’Artisan Parfumeur»
Reproducción fotomecánica, 297 x 205 mm
Ilustración en: Perfumeries
Barcelona, Atrium, 1990
E/143 v.1 (p. 149)
192
EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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147. Anónimo francés (siglo XVIII)
Según Nicolas Larmessin (siglo XVII)
Habit de Parfumeur
S.l., s.n., entre 1695 y 1720?
Estampa: aguafuerte y buril, 275 x 190 mm
Invent/16358
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EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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EL COMERCIO DE PERFUMERÍA
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Imagen seductora de la belleza
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IMAGEN SEDUCTORA DE LA BELLEZA
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El cuarto de baño tal como lo conocemos hoy 166. Holl, Frank (1845-1888)
en día fue incorporándose gradualmente en la Según Gustave Staal (1817-1882)
sociedad occidental a finales del siglo XVIII. Mujer joven con un frasco de perfume
Anteriormente, en países europeos como Fran- S.l., s.n., entre 1870 y 1888?
cia, un biombo separaba la zona destinada al
Estampa: punteado y buril, 170 x 120 mm
aseo del resto del dormitorio. En ella se colo- Invent/12107
caba una bañera que se llenaba con agua. Fli-
part, pintor y grabador en la corte española de Frank Holl, pintor y grabador inglés fue uno
Fernando VI, presenta en la escena una mujer de los mejores retratistas de la época. En esta
saliendo de la bañera mientras un joven ob- escena recrea el momento en que una joven se
serva desde la ventana. perfuma después del baño.
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IMAGEN SEDUCTORA DE LA BELLEZA
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167. Flipart, Charles Joseph (1721-1797)
El peluquero
Venezia, Wagner, entre 1750 y 1800?
Estampa: aguafuerte y buril, 415 x 341 mm
Invent /10669
Durante los siglos XVII y XVIII París es el centro de todos los gustos
y estilos de belleza que se imponen en el resto del mundo. En
esta época el arte de la peluquería adquiere un gran impulso.
Los peluqueros son verdaderos artistas en la confección de pe-
lucas. Para rizar el cabello de las mismas lo enrollaban en palos
cilíndricos que luego sometían al calor en hornos de panadería.
El polvo blanco con el que coloreaban el cabello es una mezcla
de talco y almidón.
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IMAGEN SEDUCTORA DE LA BELLEZA
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Biot, pintor y grabador belga, expuso con gran éxito este agua-
fuerte. Presenta una escena familiar producida en el momento
del aseo infantil en la que un niño se contempla en un espejo
mientras su hermana observa divertida la escena.
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IMAGEN SEDUCTORA DE LA BELLEZA
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El Correo de Ultramar, periódico literario, mer- Una mujer sentada ante el tocador arreglando
cantil e industrial publicado en París, acom- su cabello es la imagen del anuncio de Petróleo
pañaba su revista con figurines de hombres y Gal en la revista La Esfera. Cuando Salvador
de mujeres, en los que se presentaban las modas Echeandía abre una droguería en la calle Are-
de París. Al pie de los figurines litografiados nal de Madrid, en 1887, empieza a distribuir
aparece la publicidad de Guerlain, una de las una loción alcohólica a base de petróleo y esen-
casas francesas más conocidas e importantes. cias cítricas para evitar la caída del cabello. Era
La relación entre moda y perfumería tardaría el Petróleo Gal, uno de sus productos más co-
muy poco tiempo en afianzarse. nocidos.
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IMAGEN SEDUCTORA DE LA BELLEZA
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176. Frey, Jakob (1681-1752)
Según Carlo Maratti (1625-1713)
Cleopatra
Romae, s.n., 1720
Estampa: aguafuerte y buril, 370 x 245 mm
Invent/468
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181. Kâulak (1874-1933)
Retrato de mujer sin identificar
1895-1910
Fotografía: papel gelatina pintado con acuarela, tintas y óleo, 204 x 133 mm (oval)
Kâulak/Sin número
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184. Amer Ventosa (1947-1979)
Mujer ante el espejo
Ca. 1950
Fotografía: papel gelatina, 352 x 273 mm
Amer Ventosa/Sin número
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IMAGEN SEDUCTORA DE LA BELLEZA
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185-186. Mujer con tocado del siglo XVIII
Mujer con cesta de rosas
Barcelona, 1940-1950
2 paipáis
Estampa: cromolitografía, 295 x 174 mm o menos
Eph/40(37, 73)
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Bibliografía
ROGER & Gallet: El arte del perfume de 1862 a nuestros días. Ex-
posición. Madrid, Ministerio de Cultura, 2010